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Capítulo 1
Definiciones y distinciones:
La Evaluación Terapéutica se ha vuelto más aceptada en los últimos años, y por ello las
personas están empezando a usar este y otros términos relacionadas de maneras diversas.
Por esta razón, encuentro útil definir mis términos y hacer ciertas distinciones
conceptuales y prácticas. Hago esto humildemente, dándome cuenta que mis distinciones
pueden ser diferentes a aquellas de otras personas que piensan, escriben y practican en
esta área, y que las que yo hago son “vagas” y no necesariamente se alinean de manera
precisa con la vida real.
Evaluación Tradicional
Evaluación Colaborativa:
Evaluación Terapéutica:
No estoy queriendo decir que nuestro método produce mayores beneficios a los pacientes
que una evaluación colaborativa o terapéutica (con t minúscula) menos estructurada. Sin
embargo, yo creo que es de alguna manera más fácil de enseñar e investigar y que su
mayor estructuración ayuda a los evaluadores a atravesar las muchas y complejas
elecciones que se presentan en una evaluación colaborativa. Con frecuencia digo –and I’m
only half-jesting– que la Evaluación Terapéutica es para aquellos de nosotros que no
somos tan creativos, intuitivos y rápidos como Fischer, Handler y Purves. Si se sigue la
estructura de la Evaluación Terapéutica por un periodo de tiempo, gradualmente se sabrá
cuándo es apropiado desviarse de este formato, así como sentirse confiado en hacerlo.
Me viene a la memoria el recuerdo de mi profesor de piano de la infancia que me decía
que si practicaba regularmente, algún día podría tocar jazz. Actualmente, me he
encontrado con lo cierto de esta afirmación en las evaluaciones que hago con mis
pacientes.
Uno de los aspectos que explore en mis investigaciones iniciales fue cómo ordenar la
información que presentamos en las sesiones de devolución para hacer que resulten lo
más útil y beneficiosas posibles con los pacientes. Al principio, la mayoría de los clínicos
que consulté sugirieron que uno debería comenzar por decirles a los pacientes algo
positivo acerca de ellos. Resulta que esta no es siempre la mejor práctica, especialmente
con pacientes que tienen una visión muy negativa de ellos mismos. En cambio, mi colega
1
NdeT: El autor hace referencia al “Graduate Training”.
Bill Swann y yo demostramos (Schroeder, Hahn, Finn y Swann 1993) que los pacientes son
más capaces de integrar y hacer uso de la información de la Evaluación cuando es
presentada en el siguiente orden:
(1) Empezar por lo que llamo hallazgos de Nivel 1, Aspectos que confirman la forma en
que en general el paciente se piensa a sí mismo. Un ejemplo sería: a un
extrovertido que se considera a sí mismo de esta manera, decirle que su muy bajo
puntaje en la escala 0 del MMPI2 sugiere que él disfruta de conocer nuevas
personas, se siente cómodo en grandes grupos de personas, y que no le iría bien
en un empleo donde tuviera que trabajar principalmente solo.
(2) A continuación, presentar los hallazgos de Nivel 2, que modifican o amplían la
forma en que generalmente el cliente se piensa a sí mismo. Esto tal vez involucre
decirle a un cliente que está preocupado por su letargo, falta de motivación y
dificultades de atención, que su puntaje “D” del Rorschach de -4 sugiere que está
emocionalmente desbordado, más que simplemente ser “vago” como él teme.
(3) Por último, si todo va bien, se pueden presentar los hallazgos de Nivel 3 a los
clientes, aquellos que entran en conflicto de manera importante con la forma en
que general se conciben a sí mismos. Investigaciones han demostrado que en la
mayoría de las situaciones, los clientes continúan considerando y asimilando este
tipo de información largo tiempo después de haber completado la evaluación.
Una vez que entendí la teoría de Self-verification, empecé a clarificar de manera más
apropiada el foco de la intervención en una evaluación psicológica, esto es, las formas en
que conceptualizan actualmente los clientes el sí-mismo y a los demás. Me di cuenta que
si pudiéramos asistir a los clientes en cambiar estas historias, que frecuentemente son
vagas, poco exactas y faltas de auto-compasión, podríamos impactar profundamente en
sus vidas.
Por ese tiempo, tuve otros dos insights acerca de las sesiones de devolución. Primero,
supe que las personas no cambian las creencias que tienen de sí mismos fácilmente, y que
necesitaría dar soporte emocional a las personas, de una manera tangible, para ayudarlas
a similar y acomodar nueva información. Esto me impulso a seguir trabajando y a mejorar
mi habilidad para espejar y conectar de manera profunda con los clientes en un corto
período de tiempo.
Segundo, la experiencia me dijo que la mejor manera de ayudar a mis clientes a cambiar
sus historias era dialogando con ellos acerca de los hallazgos de la evaluación, y
pidiéndoles explícitamente que digan si estaban o no de acuerdo, que revisen los
resultados, y que dieran ejemplos de la vida real de lo que estaba diciendo.
La investigación de Hanson y otros ha confirmado que este estilo interactivo de discutir los
resultados de las evaluaciones beneficia a los pacientes más que una presentación
unilateral, dirigida por el evaluador, de la información de las técnicas (Hanson, Claibor y
Kerr, 1997). Por éstas razones, no hablo más de ‘’sesiones de devolución’’ al final de una
Evaluación, sino que prefiero llamarlas “Sesiones de resumen y debate”.
Mi pensamiento inicial fue que dichas preguntas me marcarían dónde eran más flexibles
las historias de mis pacientes, sirviendo de “puertas abiertas” a través de las cuales se
podría trabajar la información de las evaluaciones durante las sesiones de devolución.
Esto se probó que era cierto y mis colegas y yo descubrimos que los hallazgos de Nivel 3
eran mucho más aceptados por los clientes si estaban en relación con los propios
interrogantes del cliente acerca de si mismo. Asimismo, las preguntas e interrogantes de
los clientes suelen revelar mucha información sobre sus esquemas actuales, y uno puede a
menudo entender cuál es la información de nivel 1 pidiéndoles a los clientes que digan
cuáles serían sus posibles respuestas a esas preguntas o inquietudes.
Todos estos factores parecen mejorar el impacto de nuestras evaluaciones, pero con el
paso del tiempo me convencí más del valor de ayudar a los clientes convocando la
curiosidad acerca de sus problemas. Asistiendo a pacientes a hacer preguntas,
invitándolos a ‘’subirse’’ al proceso con nosotros, si se quiere desde una ‘’plataforma de
observación’’ mirando sus vidas, donde podemos comenzar a mirar juntos buscando
respuestas. Muchos pacientes dicen que se sienten aliviados inmediatamente después de
una sesión inicial, simplemente por haber traducido su torbellino interior en preguntas
concretas.
Algunos clínicos dirán que el procedimiento ayuda a engage the observing-ego. Creo que
los neurobiólogos del desarrollo afectivo como Schore (1994) y Siegel (1999) nos dirían
que estamos, de hecho, ayudando a las personas a activar una parte diferente de sus
cerebros, y que esto los ayuda a crecer y desarrollarse.
Por ejemplo, investigaciones recientes por Lance y Krishnamurti (2003) demostraron que
una combinación de feedback oral y escrito fue superior a sólo oral. También adoptamos
el proceso que modeló por primera vez Fischer (1985/1994) de invitar a los clientes a
comentar y/o modificar los borradores de dichas cartas que, otra vez, los involucra
fuertemente co-editar la nueva historia que emergió de la evaluación. Se incluyeron
ejemplos de cartas a los clientes en los capítulos 7 y 10.
1- Sigo pautas específicas para el orden en que administro los test. Trato de
administrar primero aquellos test que están más cerca, en su validez aparente, a
las preguntas centrales del cliente. Esto baja la ansiedad del paciente mostrándole
que no soy sólo un voyeur, pero que estoy recolectando información que es
relevante a nuestro contrato de común acuerdo. Por ejemplo, si un paciente
quiere saber si tiene TDAH, primero le pregunto si podría completar uno de los
cuestionarios con elevada validez aparente sobre el TDAH para adultos. Siguiente,
tal vez le administraría test cognitivos de atención y memoria. Solo después de que
estos estén completos seguiría con otros test, como el Rorschach y el MMPI2, que
están menos conectados, obviamente, a las preocupaciones presentes del
paciente.
2- Presento cada test de acuerdo a la relevancia de las preguntas de las Evaluaciones
del paciente, haciendo un esfuerzo especial en comentar aquellos test cuyo
propósito es más difícil de descifrar, por ejemplo ‘’Este largo cuestionario, el
MMPI-2, es un test psicológico muy usado que nos dará información acerca de tu
enojo y un montón de otras cosas, como depresión y ansiedad. Creo que nos
ayudará a entender por qué tienes tanto enojo hacia tu madre’’.
3- Después que completo la administración estandarizada de cada test, exploro sobre
la experiencia del paciente sobre la tarea, prestando especial atención en las
situaciones de la evaluación que parecen estar relacionadas con sus preguntas. Por
ejemplo, con los pacientes que se preguntan sobre TDAH, más factiblemente
administraría el WAIS-III (Weschler, 1997) de acuerdo a los procedimientos
estandarizados, pero hablar con él después acerca de su concentración y atención
durante la administración del test, y si le parece mejor, peor o diferente de su
funcionamiento afuera de la situación de Evaluación. Si le administro al hombre
que estaba enojado con su madre el Rorschach, tal vez le preguntaría que
reflexione después sobre su percepción de la Lámina VII: ‘’pica hielo’’,
‘’Rompenueces’’ y ‘’Tundra’’, diciéndole que las respuestas sobre esta lámina, tal
como se plantea en las antiguas tradiciones de interpretación, pueden estar
relacionadas con la relación materna. Alternativamente, tal vez usaría una técnica
de Handler (2006) para la exploración extendida y preguntaría al paciente: ‘’Si el
pica hielo pudiera hablar, ¿Qué diría?’’. El uso de la exploración extendida con los
clientes es trabajada en los capítulos 10 y 11.
Como pueden imaginar, dichas oportunidades para el diálogo durante la evaluación son
útiles en ayudar a los evaluadores a entender el comportamiento del paciente y los
resultados de las técnicas. También proveen oportunidades para los pacientes y
evaluadores a gradualmente ‘’coeditar’’ las historias existentes de los pacientes, más allá
de querer hacer grandes cambios todos de una vez al final de una evaluación.
Por esta razón, en la evaluación terapéutica tendemos a encontrarnos con los clientes
una o dos veces por semana por una hora y media o dos horas, en vez de administrarles
todos los test estandarizados en un día en una sesión maratónica de test. Encontramos
que los pacientes están generalmente menos abrumados con esta agenda, se muestran
más abiertos a participar como colaboradores activos, y son capaces de cambiar
gradualmente sus historias, mientras se van haciendo cargo de las emociones que esto va
conllevando en pequeños baches.
Tercero, me convencí firmemente en ese momento que era más terapéutico “construir”
una nueva historia con el cliente que presentarla totalmente desarrollada en sesiones de
Resumen y debate. Las sesiones de intervención en la evaluación tratan con estos
aspectos y otros.
Conclusión:
Por el momento, creo importante destacar que cada Evaluación que hago es un poco
diferente, y muchas veces mis colegas y yo encontramos necesario modificar el plan que
yo he descrito para que haga mejor sentido a un cliente en particular. Para algunos
clientes, las sesiones de Intervención pueden parecer innecesarias e incluso muy
peligrosas (Zamorsky, 2002) y para otros es mejor discutir los resultados de los test
mientras se va avanzando, justo después que cada test es administrado. Hasta hemos
descubierto que algunos clientes no revelan sus preguntas más importantes acerca de
ellos mismos hasta el final mismo, cuando la Evaluación ya está casi completa (T.P. Smith,
2002).
De esta manera, mientras leas los capítulos restantes, te animo a que entiendas la
estructura de la Evaluación Terapéutica como una herramienta heurística que puede
ayudarte a organizar tu pensamiento, y como una ayuda para la formación de gente sobre
cómo llevar adelante evaluación colaborativa.
También podés encontrar que en tu propio entorno, por diversas razones, no se pueden
implementar todos los pasos de la Evaluación Terapéutica. Por favor no te sientas mal
sobre esto. Te animo a que tomes lo que puedas y adaptes nuestras ideas y técnicas a tus
propios clientes y personalidad. Sobre todo, es importante mantener la actitud
terapéutica discutida antes, para tratar a los clientes con amabilidad y respeto, y recordar
que nunca podemos saber una determinada verdad absoluta sobre nuestro cliente sobre
la base de los resultados de los tests. Si podés tener presente estas cuestiones, es
probable que vos también estarás practicando la evaluación terapéutica, y tus clientes y
vos se beneficiarán.