Sei sulla pagina 1di 4

Reflexiones sobre el lenguaje poético a partir de un texto de

Miguel Ángel Federik

Expresa el escritor y poeta mexicano Eduardo Parra Ramírez


“Quizá debería empezar por reconocer que la poesía es un
trabajo consciente (de quien escribe) que implica cuatro
características esenciales: lenguaje, ritmo, métrica e imagen. La
labor de composición, sin embargo, no significa que el poema se
cumpla en su forma estética; es preciso que la forma y su
fascinación estética encaminen al lector a una revelación
conmovedora”1.

Leamos este poema que se llama “Apropiación de la hebilla”

Por su antiguo gris va la tersura,


presurosa de niebla y de frutales.

El toro es una rosa.

Lo que negro fue ya es la negrura,


pena honda con estandarte de alegría.

El toro va lleno de luna.

Cuanto era piedra y páramo levanta


un lozano esplendor de tierra seca.

El toro mira sus acequias.

1
Flacso (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales). Curso “Escrituras:
creatividad humana y comunicación”. Eduardo Parra Ramírez, Clase 2, La
poesía como génesis. Musicalidad y estilo. Bs. As. Julio de 2015.
La hebilla de oro se ha perdido en la muerte.

El toro la lleva en su garganta.

¿Cómo no estremecerse al leer este poema de Miguel Ángel


Federik que nos hace revivir la muerte de un animal de manera
tan bella y compasiva?
Es que este escritor y poeta contemporáneo de Entre Ríos,
nacido en Villaguay, se interna en las sinuosidades de nuestra
lengua y extrae de ellas imágenes y metáforas que convierten
al suceso dramático de una posible tauromaquia en un hecho
estético. Y así es, puesto que Federik integra a los recursos
estilísticos centelleantes, la armonía de una versificación libre
íntimamente ligada al ritmo.
El autor que nos ocupa sostiene que “todos los poemas suceden
en la lengua”. El poema es el encuentro entre la poesía y la
lengua de origen, mediada por la creatividad de quien lo
escribe. Un poema es centralmente un organismo verbal que
suscita poesía, al decir de Octavio Paz.

Es razón de la poesía subvertir la lógica. María Zambrano


refiere esta posibilidad de quien poetiza, a la “razón poética”
que implica crear otras realidades, no visibles al ojo cotidiano,
a partir de las palabras. Palabras que acuden a la mente del
poeta, palabras cinceladas para transmitir una visión, un sentir
profundo que lo desborda. El poema es un hecho potente del
lenguaje, una concentración de su fuerza expresiva que
desentraña lo esencial de las cosas y las reubica en una
experiencia novedosa y reveladora.

Cada palabra por sí misma tiene ritmo y una cadena de


palabras otorga a un verso su cadencia. Esa cadencia se ofrece
dentro del poema como un recorte del tiempo universal que
viene a fluir en la nueva realidad creada con las palabras. El
ritmo es vida, provoca la sensación de algo que palpita dentro
del texto y nos seduce. La musicalidad de los versos puede
hacernos olvidar el tiempo solar. Ritmo, cadencia, a la manera
de un mantra que desbarata las defensas intelectuales y sume a
quien lee en un hecho casi mágico, un ritual que nos viene
desde los orígenes del lenguaje humano y su poder de
representación, evocación y canto.
Cada verso tiene su propio ritmo, así como la música tiene su
unidad rítmica dada por el compás.

“Leer un poema es presentir su muerte, la nuestra. La música


interna de un poema infunde vida, dota de sangre y ánimo a sus
cauces. Pero también el tiempo es capaz de expandirse en la
experiencia poética, o sesgarse. O bien, multiplicarse o
contraerse”2.

Volviendo al lenguaje, diremos que la poesía lo refleja en


estado puro. Potencia la lengua de origen, toma de ella su
poder transformador y se aleja de los discursos utilitarios,
promovidos en nombre de la comunicación humana. “A
distinguir me paro las voces de los ecos”, dice Machado.

Miguel Ángel Federik sostiene que todos recibimos la lengua en


un momento y en un lugar determinados (lengua situada) y
luego tenemos que ver qué hacemos con ella y agrega: “¿Qué
sería de los poemas de Borges sin Quevedo, o al revés: como
escribiría Ascasubi después de Borges?”

2
Eduardo Parra Ramírez. Texto antes citado.
Y aquí nos remitimos a la transformación de la lengua, no como
creación de una nueva, sino como el producto del trabajo de
los grandes escritores que la potencian, la enriquecen y
expanden más allá de sus límites formales y conceptuales.

Nuestro autor, que tuvo la dicha de sumergirse en largas tardes


de conversación con el poeta entrerriano Juan L. Ortiz, se
pregunta finalmente:
“¿Cómo separarse de esas sombras magníficas y poderosas?
¿Cómo decir y qué decir, después?”

Alicia Solda Mazzini

Nació en Capital Federal y reside en Ituzaingó, prov. de Bs. As.


Es docente y psicopedagoga. Forma parte del taller literario
coordinado por María Amelia Díaz “De gritos y silencios”. Co-
coordina el café literario “Por quien doblan las palabras” en
Morón. Ha publicado su primer libro de poemas “Levedad de la
poesía”, editado por la Luna Que, en julio de 2017.

Potrebbero piacerti anche