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siguió a causa de persecución de Penzotti resultó en oficial la tolerancia de
Culto de facto. “En adelante era posible celebrar cultos evangélicos en forma
clandestina sin la interferencia de las autoridades civiles”.
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destruyó todo lo que pudo encontrar. El guardián de la misión fue azotado y
todos los protestantes que estaban a la vista fueron tratados con la mayor
brutalidad. Luego fueron amarrados y obligados a marchar como prisioneros
hasta Puno. Apenas había comenzado la marcha se presentó Camacho mismo, de
regreso a su hogar. Fue denunciado en seguida por los exaltados como el gran
corruptor de los indios. Al verle, el Obispo se puso furioso, y en el curso de su
arenga a la compañía, acusó a don Manuel Z. Camacho de toda clase de
subversiones y de sediciones, y afirmaba que llevaba órdenes del Presidente de
la República para acabar con las actividades de Camacho y extirpar la herejía en
el departamento. Camacho tuvo la temeridad de responderle, que si fuera esto
cierto, las instrucciones serían tramitadas por intermedio del señor Prefecto, y
no por el Obispo. Entonces, respondiendo a las acusaciones de corruptor de los
indígenas, procedió a hacer una comparación entre la borrachera fomentada
por las fiestas religiosas y el cambio operado en la vida de la gente por el
Evangelio y la educación. Al oír esto, la ira del Obispo se desbordó por
completo. Ordenó que Camacho fuera atado como los demás, pero era tal el
respeto que le guardaba el pueblo, que nadie se movió, hasta que un cura,
habiéndose apeado de su caballo, le azotó con un látigo e instó a los demás a
seguir su ejemplo. El pobre Camacho, con sus ropas destrozadas y cubierto de
sangre, estaba en peligro de su vida hasta que el Obispo, ante los ruegos de su
menor hijo, ordenó que fuera amarrado con los otros y que se renovara la
marcha hacia Chucuito, Puno.
Llegados a dicho pueblo, el Obispo hizo repicar las campanas de la
iglesia a fin de que la comunidad se reuniera para ver lo que les esperaba a los
atrevidos que faltasen en obediencia al “taita cura”. En seguida, los presos
fueron encarcelados sin alimentos y trasladados al día siguiente a Puno, donde
sufrieron una semana de prisión, hasta el 11 de marzo, en que fueron puestos
en libertad por orden del Juez, Dr. Solórzano y referido el asunto a la Corte
Suprema de Lima.
Una vez en Lima, el señor Camacho entregó copias de su protesta contra
estos abusos al diputado por Huanta, Dr. Manuel Jesús Urbina, quien los hizo
leer en la Cámara de Diputados. Los diputados apoyaron la referencia del
asunto a la Corte Suprema y pidieron la aplicación, a los autores de los abusos,
de las sanciones correspondientes. El ejecutivo ordenó una investigación
confidencial de la situación de los indios en la región del Titicaca, pero nunca
fueron publicadas sus conclusiones. Corrieron voces, sin embargo, que no eran
nada favorables para las autoridades eclesiásticas.
Repercusiones Inesperadas
Ni los señores Camacho, ni Stahl, ni mucho menos el Obispo de Puno
soñaba que los sucesos en “La Platería” iban a preparar el camino para la
modificación de la Constitución de la República, pero efectivamente así era en
la providencia de Dios.
En ese momento nadie podía prever la emergencia de un factor, todavía
incógnito, que estaba destinado a cambiar el rumbo de la historia. Era la
intervención del ilustre pionero misionero escocés, Juan Ritchie. Precisamente
cuando se estaba desbordando la ira del Obispo de Puno contra los benefactores
de la comunidad indígena de “La Platería”, el señor Ritchie regresaba al Perú
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después de sus vacaciones en su tierra natal. Todavía no supo nada de estos
sucesos, pero sintió en lo más profundo de su ser que Dios lo estaba llamando a
mover cielo y tierra en un esfuerzo para conseguir la modificación del Art. 4º de
la Constitución y abrir el camino en el Perú para la libertad religiosa.
El Proyecto de Enmienda
La denuncia de Camacho contra el abuso e injusticia del clero surtió
efecto. El lunes 25 de agosto de 1913, el Dr. Bezada, Senador por Puno, presentó
su pedido de reformar el Art. 4º que dice: “Nación profesa la Religión Católica,
Apostólica y Romana, el Estado la protege y no permite el ejercicio público de otra
alguna”. La reforma consistía en suprimir la parte final que dice: “y no permite el
ejercicio público de otra alguna”.
La moción fue admitida a debate y referida en seguida a la Comisión de
Constitución para su estudio y recomendaciones.
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de pensar, que apenas concebimos hubieran podido existir alguna vez. Son como
los fósiles, vestigios de formas de vida que alguna vez habitaron el planeta y que
hoy nos causan extrañeza que hubieran podido existir.
Por eso vuestra comisión creería ofender la ilustración de la Cámara,
demostrando la justicia de los propósitos. Lo único que necesita observar es la
razón por la cual vuestra comisión no avanza hasta el punto, indiscutible en la
teoría, de la separación de la Iglesia del Estado, esta razón es, como bien se
comprende, la necesidad de no herir el sentimiento católico predominante en el
país, ni los intereses creados a su sobra.
Así pues la religión católica queda como religión oficial, protegida por el
Estado. La única innovación consiste en no perseguir por la fuerza las
manifestaciones de los cultos disidentes. En esta virtud, vuestra comisión os pide
que aprobéis el proyecto del honorable señor Bezada”. (Firmado por M.H.
Cornejo, y G. Schereiber, y A. Souza).
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En la Cámara de Diputados:
El 25 de septiembre del año 1913, la Cámara de Diputados recibió el oficio del
Senado, remitiendo para su revisión del proyecto de reforma en cuestión. El
diputado de apellido Chaparro pidió que se someta de inmediato a aprobación,
con éstas palabras: “Yo creo que la honorable Cámara no puede discutir este punto y
que por dignidad debe dispensársele del trámite de comisión y dar preferencia en el
debate, pues no es posible que el Perú aparezca ante las naciones civilizadas como que
recién se va dando cuenta de que existe en su carta fundamental un baldón contra la
libertad del pensamiento, y que recién trata de reaccionar para hacerlo desaparecer”.
Problemas de Promulgación:
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Había pasado un año y no habían dado el trámite debido, faltaba emitir el
dictamen y su promulgación. El senador de apellido Bezada el proponente del
proyecto de modificación del artículo 4°, propuso nuevamente en la Cámara
Alta para resuelva el asunto lo más inmediato.
El momento de la promulgación:
Ante los bulliciosos reclamos y protestas de las gentes en los balcones, el
presidente del congreso anunció el propósito de la reunión y promulgó la
siguiente ley: “……El Congreso de la República Peruana, ha dado la ley siguiente:
Artículo único. – Suprímase del Artículo 4° de la Constitución la parte final que dice:
<Y no se permite el ejercicio público de otra alguna>; quedando concebido este artículo
en los siguientes términos:
Artículo 4°. – La nación profesa la Religión Católica, Apostólica y Romana, y el Estado
la protege. Comuníquese al Poder Ejecutivo para que disponga lo necesario a su
cumplimiento. Dada en la sala de sesiones del Congreso. Lima a los 23 días de
Noviembre de 1915.
Esta sesión colocó al Perú a la par con las demás naciones Latinoamericanas.
Los temores del clero no se realizaron, sus profecías no de desastre no se
cumplieron, el Perú ha sobrevivido la prueba, los evangélicos son buenos
ciudadanos como el que más, y después de medio siglo de libertad de culto, el
porvenir de la Patria es más brillante que nunca.
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“Art. 1º: El culto correspondiente a todas las religiones se realizará
exclusivamente dentro de los respectivos templos, excepto de la religión que el
Estado protege, conforme a la Constitución.
Art. 2º: Se prohíbe realizar reuniones o actos de propaganda religiosa no
católica en parques, plazas y demás lugares públicos.
Art. 3º: Los que contravengan las disposiciones del presente Decreto serán
denunciados como autores del delito a que se refiere el inciso primero del Art.
393 del Código Penal”.
NOTA IMPORTANTE
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