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Es más correcto el uso del concepto "explotación infantil" en vez del genérico de
"trabajo infantil" porque, existen formas de trabajo en las que participan niños,
niñas y adolescentes y, no necesariamente implican formas de explotación o
abuso, como son los trabajos formativos propios de las culturas ancestrales o el
trabajo temporal en periodos vacacionales de colegiales en las sociedades urbanas.
Si las condiciones laborales de los adultos son en muchas ocasiones nocivas desde
el punto de vista de la seguridad e higiene, para los niños que realizan trabajos
rechazados por los adultos y que son más frágiles físicamente, los efectos son
mucho peores.
Además, el hecho de trabajar les impide estar escolarizados, así que pierden la
posibilidad de mejorar en un futuro y se perpetúa el círculo de la pobreza.
Las cifras
Actualmente, la explotación infantil afecta a unos 250 millones de niños en todo el
mundo. De esos 250 millones, 180 están expuestos a las peores formas de
explotación, siendo sometidos a trabajo forzoso, en régimen de servidumbre,
siendo explotados sexualmente, en condiciones asimilables a la esclavitud o, en
general, en condiciones que ponen en peligro su adecuado desarrollo físico y
psíquico.
En el sur de Asia trabajan más de 100 millones de niños, de los que un 20% hacen
jornadas de 13 horas diarias por un sueldo de entre 15 y 20 euros al mes.
Conclusiones
Finalmente, para que los niños no trabajen se necesita una sociedad más justa. Es
deber de todos ayudar a estos niños que son utilizados injustamente para el gran
beneficio de otros.
Sería una esperanza para millones de niños alcanzar la eliminación de las peores
formas de trabajo infantil antes del año 2016, fecha que la OIT ha puesto como
objetivo.