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FREIRE, P (1993) “Pedagogía de la esperanza”. Siglo XXI. México.

“De regreso a casa recordaba la primera experiencia que había tenido


mucho tiempo antes en la Zona de Selva de Pernambuco, igual a la
que ahora acababa de vivir.

Después de algunos momentos de buen debate con un grupo de


campesinos el silencio cayó sobre nosotros. EL discurso de uno de
ellos fue el mismo, la traducción exacta del discurso del campesino
chileno que había oído en aquel atardecer.

-Muy bien –les dije-, yo sé, ustedes no saben. Pero, ¿por qué yo sé y
ustedes no saben?

-Usted sabe porque es doctor. Nosotros no.

-Exacto. Yo soy doctor. Ustedes no. Pero, ¿por qué yo soy doctor y
ustedes no?

-Porque fue a la escuela, ha leído, estudiado, y nosotros no.

-¿Y por qué fui a la escuela?

-Porque su padre pudo mandarlo a la escuela, y el nuestro no.

-¿Y por qué los padres de ustedes no pudieron mandarlos a la


escuela?

-Porque eran campesinos como nosotros.

-¿Y qué es ser campesino?

-Es no tener educación ni propiedades, es trabajar de sol a sol sin


derechos ni esperanzas de un día mejor.

-¿Y por qué al campesino le falta todo eso?

-Porque así lo quiere Dios.

-¿Y quién es Dios?

-Es el Padre de todos nosotros.

-¿Y quien es padre aquí en esta reunión?

Casi todos, levantando la mano dijeron que lo eran.

Mirando a todo el grupo en silencio, me fijé en uno de ellos le


pregunté:- ¿Cuántos hijos tienes?
-Tres.

-¿Serías capaz de sacrificar a dos de ellos, para que el tercero


estudiara y se diera buena vida en Recife? ¿Serías capaz de amar así?

-¡No!

-Y si tú, hombre de carne y hueso, no eres capaz de cometer tamaña


injusticia, ¿cómo es posible entender que la haga Dios? ¿Será de
veras Dios quien hace esas cosas?

Un silencio diferente, completamente distinto al anterior, un silencio


en que empezaba a compartirse algo. Y a continuación:

-No. No es Dios quien hace todo eso. ¡Es el patrón!

“Si a las grandes mayorías populares les falta una comprensión más
crítica del modo como funciona la sociedad, no es porque sean, digo
yo, naturalmente incapaces, sino por causa de las condiciones
precarias en que viven y sobreviven, porque hace mucho que se les
prohíbe saber; la salida es la propaganda ideológica, la
“esloganización” política y no el esfuerzo crítico a través del cual
hombres y mujeres van asumiéndose como seres curiosos,
indagadores, como sujetos en proceso permanente de búsqueda, de
descubrimiento de la razón de ser de las cosas y de los hechos. De
ahí que, en el horizonte de la alfabetización de adultos, por ejemplo,
yo venga desde hace mucho tiempo insistiendo en lo que llamo’
lectura del mundo y lectura de la palabra’. Ni lectura sólo de la
palabra, ni lectura solamente del mundo, sino las dos dialécticamente
solidarias.”

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