Sei sulla pagina 1di 56

Universidad Michoacana de

San Nicolás de Hidalgo

“Facultad de agrobiología: Presidente Juárez”

“Jitomate”

Maestra:

M.C. Sandra Dolores Marquez Medina

Presentado por:

Rocio Rodríguez Pardo

Ricardo Reyna Salgado

Renato Martínez Sánchez

Héctor Piñon Villaseñor

Emmanuel Sánchez Gamiño

Francisco Javier Melgoza Ramírez

7mo. Semestre

Sección 21

Uruapan, Mich a 2016


CONTENIDO

 TEMA 1. INTRODUCCION

 TEMA 2. HISTORIA.

 2.1. ORIGEN.

 2.2. DISTRIBUCION GEOGRAFICA.

 2.3. IMPORTANCIA ECONOMICA.

 2.2. AREAS PRODUCTORAS.

 2.2.1. Mundial.

 2.2.2. Nacional.

 2.2.3. Regional

 TEMA 3 BOTÁNICA.

 3.1. TAXONOMÍA.

 3.2. DESCRIPCIÓN BOTÁNICA.

 3.3. Aspectos generales.

 3.3.1. Raíz.

 3.3.2. Tallo.

 3.3.3. Hoja.

 3.3.4. Flor.

 3.3.5. Fruto.

 3.3.6 Semilla.

 3.4. FENOLOGÍA.

 3.4.1. Etapas Fenológicas

 3.4.2. Estados fenológicos

 3.4.2.1. Estado vegetativa.

 3.4.2.2. Estado de floración.


 3.4.3. Inducción y diferenciación floral.

 3.4.4. Floración.

 3.4.5. Período de floración.

 3.4.6. Grupos florales.

 TEMA 4 ECOLOGIA

 4.1. Hábitat.

 4.2. Clima.

 4.2.1. La temperatura.

 4.2.2. Humedad y pluviometría.

 4.2.3. Luminosidad

 4.3. Edafología.

 4.3.1. Profundidad.

 4.3.2. Permeabilidad.

 4.3.3. Contenido en caliza y pH.

 4.3.4. Salinidad.

 TEMA 5 PRÁCTICAS CULTURALES.

 5.1. SEMILLA

 5.1.1. Selección de la semilla.

 5.1.2. Preparación del semillero.

 5.1.3. Siembra.

 5.1.4. Trasplante.

 5.2. PLANTACION

 5.2.1. Marcos de plantación

 5.2.2. Poda de formación

 5.2.3. Aporcado
 5.2.4. Tutorado

 5.2.5. Aclareo de frutos

 5.3. FERTILIZACION

 5.4. PLAGAS

 5.5. ENFERMEDADES

 5.6. FISIOPATIAS

 5.7. POSTCOSECHA

 5.7.1. Recolección

 5.7.2. Valor nutricional

 5.8. COMERCIALIZACION

 BIBLIOGRAFIA
TEMA 1. INTRODUCCION.

Pocas son las hortalizas que a nivel mundial presentan una demanda tan alta
como el Jitomate. Su importancia radica en que posee cualidades para integrarse
en la preparación de alimentos, ya sea cocinado o crudo en la elaboración de
ensaladas. El tomate es la hortaliza más cultivada en todo el mundo y la de mayor
valor económico. Su demanda aumenta continuamente y con ella su cultivo,
producción y comercio. El incremento anual de la producción en los últimos años
se debe principalmente al aumento en el rendimiento, y en menor proporción al
aumento de la superficie.

El cultivo del Jitomate en nuestro país tiene una importante participación en el


sector de las hortalizas. Tan solo se considera que durante mediados de la década
pasada, este producto logró alcanzar el primer lugar en superficie cosechada y el
tercero en volumen de producción obtenido, dentro de las hortalizas más
representativas.
TEMA 2. HISTORIA.

2.1. ORIGEN.

El origen del género Lycopersicon se localiza en la región andina que se extiende


desde el sur de Colombia al norte de Chile. En la actualidad todavía crecen
silvestres las diversas especies del género en algunas de las zonas de la región
antes mencionada (Esquinas y Nuez, 2001; Rodríguez et al., 2001). La planta fue
llevada por los distintos pobladores de un extremo a otro, extendiéndose por todo
el continente (Rodríguez et al., 2001).

El centro de domesticación del tomate ha sido controvertido; sin embargo, se cree


que el origen de su domesticación es México, porque existe mayor similitud entre
los cultivares europeos y los silvestres de México que con los de la zona andina. A
la llegada de los españoles a América el tomate estaba integrado a la cultura
azteca. Además el nombre moderno tiene su origen en la lengua náhuatl de
México donde se le llamaba "tomatl" (Esquinas y Nuez, 2001; Rodríguez et al.,
2001).

2.2. DISTRIBUCION GEOGRAFICA.

Los españoles y portugueses difundieron al tomate por todo el mundo a través de


sus colonias ultramarinas, posteriormente contribuyeron a ello otras potencias y
países (Esquinas y Nuez, 2001).

El tomate fue introducido en Europa en el siglo XVI. Al principio, se cultivaba solo


como planta de adorno. A partir de 1900, se extendió el cultivo como alimento
humano. La planta es potencialmente perenne y muy sensible a las heladas, lo
que determina su ciclo anual, de distinta duración según la variedad (Rodríguez et
al., 2001). El tomate se cultiva en las zonas templadas y cálidas. Se desarrolla
bien en un amplio rango de latitudes, tipos de suelos, temperaturas, métodos de
cultivo y es moderadamente tolerante a la salinidad (Chamarro, 2001). Existen
notables diferencias en cuanto a los sistemas y técnicas culturales empleadas por
los horticultores (Von Haeff, 1983). Actualmente el tomate se cultiva en casi la
totalidad de países en el mundo (Rick, 1978).

2.3. IMPORTANCIA ECONOMICA.

En México, el tomate es la segunda hortaliza más importante después del chile


(Capsicum annum L.). Sinaloa, es el estado que se ha consolidado como el primer
productor de tomate en México, cultivándose principalmente en los valles de
Ahome, Culiacán y Guasave. Desde el punto de vista económico, el tomate es una
de las especies hortícolas más importantes de nuestro país debido al valor de su
producción y a la demanda de mano de obra que genera; además, es el principal
producto hortícola de exportación (Ortega, 2010).

Según SIAP (2012) con datos del Banco de México y Administración General de
Aduanas, el tomate ocupa el tercer lugar, entre los cuatro principales productos
agroindustriales y agrícolas de exportación, generando a México divisas por un
monto de $ 987 millones de dólares en 2011, participando en un 9.4% en las
exportaciones agropecuarias y agroindustriales, exportándose el 93.6% de la
producción nacional.

La importancia de la planta radica en que posee cualidades muy esenciales para


adecuarse a la dieta alimenticia, para su consumo en fresco o procesado,
representa una rica fuente de sales minerales y de vitaminas A y C principalmente,
además de utilizarse en la industria cosmética, farmacéutica y ornamental. La
planta es potencialmente perenne y muy sensible a las heladas, lo que determina
su ciclo anual, de distinta duración según la variedad (Rodríguez et al., 2001).

Puede desarrollarse de forma rastrera, semierecta o erecta, y el crecimiento es


limitado en las variedades determinadas e ilimitado en las variedades
indeterminadas, pudiendo llegar estas últimas, varios metros en un año (Rick,
1978).

Se desarrolla bien en un amplio rango de latitudes, tipos de suelos, temperaturas,


métodos de cultivo y es moderadamente tolerante a la salinidad (Chamarro, 2001).

2.2. AREAS PRODUCTORAS.

2.2.1. Mundial.

La producción de tomate en el 2008 se distribuyó de la siguiente manera: China


fue el principal productor de jitomate en el mundo, con una participación de 36%.
Le sigue Estados Unidos con 14%; Turquía, 12%; India, 11%; mientras que
México ocupó el doceavo lugar, con 3% de participación en la producción (FAO,
,2010)
2.2.2. Nacional.

En República Mexicana, se produce jitomate durante todo el año. En el análisis


temporal, durante los primeros meses del año, es cuando se genera el tope de
producción nacional, en el estado de Sinaloa, que abastece al mercado nacional y
la mitad del norteamericano. Por otro lado, durante el verano, la producción de los
estados del centro y de Baja California, es la que abastecen la demanda interna y
de exportación. Finalmente, en los meses de agosto a diciembre, son otras
entidades las que cubren la producción (FAO, 2010).
.

2.2.3. Regional

En el Estado no se cuenta con un censo actualizado de productores de Jitomate;


de la información proporcionada por la SAGARPA y los Distritos de Desarrollo
Rural en noviembre de 2008, se obtuvo un listado de 600 productores de 40
municipios de los 113 de la entidad, que se tienen registrados en el SIACAP; sin
embargo se estima en más de 1200 quienes cultivan jitomate más de 50
municipios de las diversas regiones productoras del Estado, los cuales a su vez
presentan características variables (FAO,2010).
TEMA 3. BOTÁNICA.

3.1. TAXONOMÍA.

De acuerdo a Hunziker (1979), la taxonomía generalmente aceptada del tomate


es:

Clase: Dicotiledóneas.

Orden: Solanales (Personatae).

Familia: Solanaceae.

Subfamilia: Solanoideae.

Tribu: Solanae.

Género: Lycopersicon.

Especie: esculentum.

3.2. DESCRIPCIÓN BOTÁNICA.

De acuerdo con Hernández (2011), las plantas de tomate son herbáceas


perennes, aunque en su hábitat natural muy probablemente se comportan como
anuales y pueden morir después de la primera estación de crecimiento debido a
las heladas o la sequía. Las hojas son pinnadas con 2-6 pares de foliolos opuestos
o sub-opuestos, sésiles, subsésiles o pecioladas. La inflorescencia básica es una
cima con diferentes patrones de ramificación (mono, di y policotómico), y con o sin
brácteas axiales, contando con tres nudos entre cada inflorescencia. Las flores
son típicamente amarillas, las anteras están unidas lateralmente para formar un
cono en forma de botella con una punta alargada estéril en el ápice (excepto en S.
pennellii). Los sistemas de polinización han jugado un papel importante en la
evolución de la naturaleza especies de tomate, que van desde alógama auto-
incompatible, a facultativos alógamas, y de auto-compatible, a autógamas y auto-
compatible. El tamaño del fruto, el color y pubescencia son variables, al igual que
el tamaño de las semillas, el color y el desarrollo de las paredes radiales de las
células de la testa. Las frutas son bayas generalmente bilocular en las especies
silvestres, y bilocular o multiloculares en el las variedades cultivadas.

Según el hábito de crecimiento, se pueden distinguir dos tipos distintos: los


determinados y los indeterminados. La planta de crecimiento determinado es de
tipo arbustivo, de porte bajo, pequeño y de producción precoz. Se caracteriza por
la formación de las inflorescencias en el extremo del ápice. El tomate de tipo
indeterminado crece hasta alturas de dos metros o más. El crecimiento vegetativo
es continuo. Unas seis semanas después de la siembra inicia su comportamiento
generativo, produciendo flores en forma continua y de acuerdo a la velocidad de
su desarrollo. La inflorescencia no es apical sino lateral. Este tipo de tomate tiene
tallos axilares de gran desarrollo. Según las técnicas culturales, se eliminan todos
o se dejan algunos de éstos. Para la producción mecanizada se prefieren las
variedades de tipo determinado, que son bajos o arbustivos. Los procesos
fisiológicos de crecimiento y desarrollo de la planta de tomate dependen de las
condiciones del clima, del suelo y de las características genéticas de la variedad
(Von Haeff, 1983).

3.3. Aspectos generales.

3.3.1. Raíz.

La planta presenta una raíz principal pivotante (que crece unos 3 cm al día hasta
que alcanza los 60 cm de profundidad), simultáneamente se producen raíces
adventicias y ramificaciones que pueden llegar a formar una masa densa y de
cierto volumen. Sin embargo, este sistema radical puede ser modificado por las
prácticas culturales, de tal forma que cuando la planta procede de un trasplante, la
raíz pivotante desaparece siendo mucho más importante el desarrollo horizontal
(Rodríguez et al., 2001), donde las raíces laterales y adventicias crecen tanto
como la principal (Curtís, 1996).

El sistema radical puede alcanzar hasta 1.5 m de profundidad, y se estima que un


75% del mismo se encuentra entre los primeros 45 cm superiores del terreno
(Rodríguez et al., 2001).
3.3.2. Tallo.

El tallo es erguido y cilíndrico en planta joven, a medida que ésta crece, el tallo
cae y se vuelve anguloso. Presenta tricomas (vellosidades) en la mayor parte de
sus órganos y glándulas que segregan una sustancia color verde aromática. El
tallo puede llegar a medir de 40-250 cm. Muestra ramificación abundante y yemas
axilares, si al final del crecimiento todas las ramificaciones exhiben yemas
reproductivas, estas se clasifican como de crecimiento determinado; y si terminan
con yemas vegetativas, son de crecimiento indeterminado (Rick, 1978; Rodríguez
et al., 1984; Valadéz, 1990).

Cuando la ramificación del tallo principal da lugar a dos grupos: determinado e


indeterminado; el primero termina sus ramificaciones en inflorescencia,
limitándose en consecuencia el crecimiento vertical, en el segundo también se
forman racimos en la última hoja; sin embargo, se forma también una nueva rama
dando origen a un crecimiento ilimitado (Garza, 1985).
3.3.3. Hoja.

Las hojas son cortas, de tamaño medio o largas y tipo patata (George, 1999). Son
compuestas, se insertan sobre los diversos nudos en forma alterna. El limbo se
encuentra fraccionado en siete, nueve y hasta once foliolos. El haz es de color
verde y el envés de color grisáceo, su tamaño depende de las características
genéticas de la variedad. En tomates más rústicos el tamaño de sus hojas es más
pequeño (Huerres y Caraballo, 1988). La disposición de nervaduras en los foliolos
es penninervia (Rodriguez et al., 2001; Garza, 1985).

3.3.4. Flor.

La flor se presenta formando inflorescencias que pueden ser de cuatro tipos:


racimo simple, cima unípara, cima bípara y cima multípara; pudiendo llegar a tener
hasta 50 flores por racimo. Se precisan de 56-76 días desde el nacimiento de la
planta hasta que se inician los botones florales (Rodríguez et al., 2001). Cuando
las inflorescencias se producen alternando con cada hoja o dos hojas se dice que
la planta es de crecimiento determinado, si la alternancia es más espaciada la
planta se dice de crecimiento indeterminado. Normalmente entre las primeras
predomina la precocidad y el porte bajo, y las segundas son más tardías y de
porte alto. La flor está formada por un pedúnculo corto, el cáliz es gamosépalo, es
decir, con los sépalos soldados entre sí, y la corola gamopétala. El androceo tiene
cinco o más estambres adheridos a la corola con las anteras que forman un tubo.
El gineceo presenta de 2-30 carpelos que al desarrollarse darán origen a los
lóculos o celdas del fruto (Rodríguez et al., 2001). Las flores son hermafroditas,
hipoginas y regulares (Wien, 1997). El cáliz está compuesto de seis sépalos y la
corola de seis pétalos amarillos. Los estambres, en un número de seis, se reúnen
formando un tubo alrededor del gineceo. La dehiscencia se produce por la
mañana generalmente, el estigma es receptivo a su propio polen o a otro; la
receptividad que comienza dos horas antes de la dehiscencia y se prolonga de 4 a
8 h. El estilo es más corto o tan largo como los estambres; posición que favorece
considerablemente la autopolinización. El alargamiento del estilo se acentúa en
clima tropical debido a las temperaturas elevadas, de tal forma que en esas
condiciones, se puede observar una polinización cruzada natural (Curtís, 1996).

3.3.5. Fruto.

El fruto es una baya de color amarillo, rosado o rojo debido a la presencia de


licopeno y caroteno; el más común es el rojo en la madurez, la pulpa contiene una
proporción del 33% del peso fresco del fruto (Rodríguez et al., 2001).
Botánicamente, un fruto de tomate es una baya compuesta de varios lóculos,
consistente de semillas dentro de un pericarpio carnoso desarrollado de un ovario.
Su forma puede ser redondeada, achatada o en forma de pera y su superficie lisa
o asurcada; están compuestos de carne (paredes del pericarpio carnoso
desarrollado de un ovario). Una variedad comercial contiene alrededor de 150-300
semillas por fruto (Desai et al., 1997).

3.3.6 Semilla.

La semilla es de diferentes tonalidades en su color, desde el grisáceo, hasta el


color paja de forma oval aplastada; tamaño entre 3-5 mm de diámetro y 2.5 mm de
longitud, y cubierta de vellosidades. En un gramo puede haber de 300-350
semillas (Rodríguez et al., 2001; Huerres y Caraballo, 1988). El peso de 1000
semillas es de aproximadamente 2.4 g (Desai et al., 1997). En producciones bajo
invernadero, 1 kg de fruto produce aproximadamente 4 g de semilla (1200 semillas
aproximadamente). En campos de producción la regla es: el 1% del peso del fruto
es el peso de semilla. En Estados Unidos para cultivares del tipo determinado, el
rendimiento es de 250-400 kg·ha-1 de semilla. En África se reportan rendimientos
de 10 a 50 kg·ha-1 . El peso de mil semillas producida en condiciones de
invernadero es de 3.3 g en cultivares de tipo determinado y el peso en campo es
de 2.5 g (George, 1989; George, 1999).
3.4. FENOLOGÍA.

La fenología del cultivo comprende las etapas que forman su ciclo de vida.
Dependiendo de la etapa fenológica de la planta, así son sus demandas
nutricionales, necesidades hídricas, susceptibilidad o resistencia a insectos y
enfermedades. En el cultivo del tomate, se observan 3 etapas durante su ciclo de
vida (Witter y Honma, 1979).

3.4.1. Etapas Fenológicas

3.4.2. Estados fenológicos


3.4.2.1. Estado vegetativa.

Esta etapa se inicia a partir de los 21 días después de la germinación y dura entre
25 a 30 días antes de la floración. Requiere de mayores cantidades de nutrientes
para satisfacer las necesidades de las hojas y ramas en crecimiento y expansión
(Bolaños, 2001).

3.4.2.2. Estado de floración.

Se inicia a partir de la fructificación, dura entre 30 ó 40 días, y se caracteriza


porque el crecimiento de la planta se detiene y los frutos extraen los nutrientes
necesarios para su crecimiento y maduración (Bolaños, 2001).

3.4.3. Inducción y diferenciación floral.

La diferenciación floral duele iniciarse dentro de las tres semanas siguientes a la


expansión de los cotiledones. La fase sensible dura normalmente 9 días desde la
expansión de los cotiledones (Calvert, 1957).

3.4.4. Floración.

La diferenciación y desarrollo de la flor constituyen etapas previas a la


fructificación y todos los factores que afectan a la floración pueden influir sobre la
precocidad, rendimiento y calidad de los frutos. La floración es un proceso
complejo afectado por numerosos factores entre los que destacan la variedad,
temperatura, iluminación, competencia entre órganos de la planta, nutrición
mineral y los tratamientos con reguladores de crecimiento. El hábito de
ramificación de la planta también tiene influencia determinante sobre la floración,
produciéndose ésta forma prácticamente continuada en los cultivares de
crecimiento indeterminado, mientras en los determinados lo hace en época
específica (Wagenvoort y Bierhuizen, 1977).

3.4.5. Período de floración.

Las temperaturas bajas promueven la ramificación de las inflorescencias; así que


las plantas cultivadas a 16°C pueden producir cuatro veces más flores que las
que se mantienen a 24°C (Aung, 1976). La aplicación de retardadores de
crecimiento puede producir un aumento del número de flores en la inflorescencia
(Wittwer y Tolbert, 1960).

3.4.6. Grupos florales.

En cultivares de crecimiento indeterminado la primera inflorescencia suele


aparecer tras la 7ma a 11va, mientras que en los cultivares determinados aparece
normalmente tras la 5ta a 7ma hoja (Geisenberg y Stewart, 1986).
TEMA 4 ECOLOGIA

4.1. Hábitat.

Es cultivado en muchas zonas, con amplia variabilidad de condiciones de clima y


suelo, aunque se cultiva principalmente en climas secos. El tomate es una especie
de estación cálida razonablemente tolerante al calor y a la sequía y sensible a las
heladas que prospera bien en un amplio régimen bioclimático (0-2000msnm),
requiere 460mm de agua por ciclo de cultivo, 400-600mm por ciclo vegetativo
(Giaconi y Escaff, 2004).

4.2. Clima.

A la planta del jitomate le favorece el clima caliente, pues a más altas


temperaturas mayor será la velocidad de crecimiento. Sin embargo, bajo
condiciones de baja luminosidad las temperaturas diurnas y nocturnas se deben
mantener bajas, de lo contrario tendremos plantas débiles con floración raquítica
debido a que la energía proporcionada por la fotosíntesis será inadecuada para la
velocidad de crecimiento (León, 2001).

4.2.1. La temperatura.

Es una planta de clima cálido que requiere de mucho calor; para el tomate, las
temperaturas óptimas según el ciclo de vida son las siguientes: temperaturas
nocturnas entre 15 y 18 ºC, temperaturas diurnas 24 a 25 ºC, y temperatura ideal
en la floración de 21 ºC (Rodríguez et al., 2001).

El tomate es clasificado dentro de las hortalizas tolerantes al calor, como aquellas


que a temperaturas menores de 8 ºC detienen su crecimiento. La temperatura
óptima es de 24 ºC, la mínima de 10 ºC y la máxima de 32 ºC (Castaños, 1993).

Cuando se presentan temperaturas altas (mayores de 38 ºC) durante 5 a 10 días


antes de la antesis, se reduce el “amarre” de fruto debido a que se destruyen los
granos de polen (microsporositos) por deshidratación, interrumpiendo así el
proceso de gametogénesis (formación de óvulos y polen); también se puede
propiciar la formación de polen estéril. Si las temperaturas elevadas prevalecen
durante 1-3 días después de la antesis, el embrión es destruido. Cuando las
temperaturas nocturnas son altas (25 y 27 ºC) antes y después de la antesis, el
“amarre” de fruto también es bajo. A temperaturas de 10 ºC o menores, un gran
porcentaje de flores abortan y la producción de polen es afectada y después la
microsporogenesis (Wien, 1997; Maroto, 2002).

La temperatura óptima para la maduración del fruto es entre 18-24 ºC, al respecto
Salunkhe y Kadam (1998), mencionan que el rango óptimo es entre 15-20 ºC. Por
otro lado, si la temperatura es menor a 13 ºC, los frutos tienen una maduración
muy pobre; situación similar sucede cuando la temperatura es mayor a 32 ºC,
debido a que la coloración roja (licopeno) es inhibida y los frutos se tornan
amarillos (Valadéz, 1990).

Al respecto, se ha observado que para determinadas condiciones de iluminación,


edad de la planta, entre otras, el mayor desarrollo vegetativo en el tomate se
consigue con temperaturas diurnas de 23 ºC y temperaturas nocturnas de 17 ºC
(Maroto, 2002).

4.2.2. Humedad y pluviometría.

La exigencia del tomate en cuanto a la humedad del suelo es media, influye sobre
todo en el crecimiento de los tejidos, transpiración, fecundación de las flores y
desarrollo de las enfermedades criptogámicas, siendo preferibles humedades
medias no superiores al 50%, y suelos no encharcados (Rodríguez et al., 2001).

Los periodos críticos de humedad en las plantas de crecimiento determinado son:


después del trasplante, poco consumo de agua; en floración e inicio de
fructificación, gran demanda de agua; en la etapa de maduración de fruto, poco
consumo de agua (Huerres y Caraballo, 1988).

La disponibilidad de agua, también puede afectar la formación de flores y


posteriormente la disminución de frutos. La media del número de flores por racimo,
decrece cuando disminuye el suministro de agua (Wien, 1997).

Al reducirse el 25% de la disponibilidad de agua que el cultivo demanda por


evapotranspiración, se llega a reducir en un 40% y hasta 90% el número de flores
formadas dependiendo del cultivar, y se produce un estrés severo causando
efectos negativos (Wien, 1997).

Resh (1993), menciona que se ha demostrado que una humedad relativa del 70%
es la mejor para la polinización, “cuajado” de fruto y posterior desarrollo de éste.
Humedad del ambiente mayor de 70% disminuye la posibilidad de que se
transfiera suficiente polen al estigma. Por otro lado, humedad demasiado seca
(humedad relativa inferiores al 60 – 65%) causa la desecación del polen.

4.2.3. Luminosidad.

La planta de tomate se desarrolla mejor con alta intensidad luminosa, cuando ésta
es baja, se afecta la apertura de los estomas y disminuye el número de éstos por
milímetro cuadrado. Investigaciones realizadas con cuatro variedades de tomate
en condiciones controladas aplicando 6,000 lux durante 12 h y 3,000-6,000 lux
durante 9 h con temperatura nocturna de 14 ºC y 18 ºC de día, mostraron una
mayor intensidad de la fotosíntesis en el rango de 3,000- 6,000 lux, y tuvieron el
mayor crecimiento. Cuando se compararon las plantas expuestas a 6,000 lux con
plantas a 8,000 lux, bajó la intensidad fotosintética en las últimas (Huerres y
Caraballo, 1988).

Al respecto, Guenkov (1966), menciona que el tomate es exigente en cuanto a la


luz, que son necesarios 5,000 lux para que se formen buenos frutos de
maduración precoz.

La luminosidad tiene gran influencia tanto en la fotosíntesis como en el


fotoperiodismo, así como en el crecimiento de los tejidos, floración y maduración
de los frutos; en virtud de que el rendimiento de fruto esta positivamente
relacionado con la cantidad de radiación solar recibida por el cultivo y el ciclo del
mismo (Wien, 1997; Rodríguez et al., 2001).

El desarrollo normal de los tomates se lleva a cabo con días entre 11-12 h, con
días más largos las plantas tienen un fructificación precoz. Algunos autores
plantean que el tomate es una planta de día corto, pero, la mayoría considera que
es indiferente al fotoperiodo en lo que concierne a su floración, la longitud del día
tiene bastante importancia en su crecimiento vegetativo. En Sinaloa, durante la
temporada de cultivo, en los meses de octubre a diciembre tenemos días
aproximadamente de 12 h luz, lo cual favorece al correcto crecimiento y desarrollo
de la planta. Lo cierto es que las condiciones de duración del día imperantes por
ejemplo en Cuba (10, 5-13, 5) no ha constituido un obstáculo para la floración y
fructificación (Huerres y Caraballo, 1988; Maroto, 2002).

4.3. Edafología.

La planta de Jitomate no es muy exigente en cuanto a suelos, excepto en lo que


se refiere al drenaje, aunque prefiere suelos sueltos de textura silíceo-arcillosa y
ricos en materia orgánica. No obstante se desarrolla perfectamente en suelos
arcillosos enarenados (Maas y Horffman, 1977).
4.3.1. Profundidad.

Los suelos deben poseer facilidad para el desarrollo radical, de preferencia


profundos (por lo menos 1 metro), Por lo que no debe presentar capas
endurecidas, ni compactas. Por ser un cultivo que requiere riego por gravedad,
requieren de suelos nivelados en donde las aguas de riego deben poseer baja
salinidad (Giaconi y Escaff, 2004).

4.3.2. Permeabilidad.

Requiere suelos con buen drenaje, los encharcamientos pueden promover el


desarrollo a enfermedades (Huerres y Caraballo, 1988).

4.3.3. Contenido en caliza y pH.

El encalado es la adición al suelo de algún compuesto que contiene sólo calcio, o


calcio y magnesio, y que es capaz de reducir la acidez del suelo. La cal se refiere
tan sólo al óxido de calcio, pero el término incluye casi universalmente materiales
como cal dolomítica, cal apagada, carbonato de calcio, sulfato de calcio (yeso), etc
(Mass y Hoffman, 1977).
Beneficios del encalado

• El aumento o cambio de pH reduce el exceso de manganeso, aluminio y hierro


solubles en el suelo.

• Se mejora el contenido de calcio y magnesio.

• La cal hace más disponible el fósforo en suelos ácidos.

• Aumenta la disponibilidad del nitrógeno e incrementa la descomposición de la


materia orgánica.

• Aumenta la disponibilidad del molibdeno en suelos ácidos.

• Mejora la nitrificación.

• Hace al potasio más eficiente en la nutrición de la planta.

• Mejora la disponibilidad de los micronutrientes.

• Mejora la fijación del nitrógeno

• Mejora la condición física del suelo.

En la siguiente tabla se dan las dosis aproximadas de los encalados según la


textura del suelo

4.3.4. Salinidad.
Las plantas de tomate cultivas en suelos salinos o en aguas salinas ( más de 3
g7l) sufren alteraciones en todo su metabolismo y lo refleja macroscópicamente
cuando se comparan con plantas sin estrés salino, al producir sistema radicular
menor, unas hojas adultas abarquilladas y crasas, unas hojas jóvenes más chicas,
de color verde más intenso y enrolladas entre sí mismo, unos racimos con menor
número de flores y frutos más pequeños. Aun que cualquier alteración al
desarrollo de la planta tiene su importancia aquí se les presta especial atención a
las ocurridas en fase de germinación, por el interés que tiene esta fase en el
establecimiento del cultivo por siembra directa, y a la producción de flores y, sobre
todo, frutos, porque son la razón del cultivo del jitomate (Maas y Hoffman, 1977).
TEMA 5 PRÁCTICAS CULTURALES.

5.1. SEMILLA

La semilla de tomate es aplanada y de forma lenticelar con dimensiones


aproximadas de 3 x 2 x 1 mm. Si se almacena por periodos prolongados se
aconseja hacerlo a humedad del 5.5%. Una semilla de calidad deberá tener un
porcentaje de germinación arriba del 95% (Lee, 2003).

5.1.1. Selección de la semilla.

Lee, 2003 dice que el tomate es una especie que no responde al fotoperíodo
(número de horas de luz en el día). Por tanto, los diferentes materiales disponibles
pueden ser sembrados. Sin embargo, al seleccionar una variedad o híbrido de
tomate se deben considerar las siguientes características:

El hábito de crecimiento: Principalmente existen dos tipos de hábito de


crecimiento para el tomate; el indeterminado y el determinado. Es importante
identificar el hábito de crecimiento para el tipo de tomate que se quiere sembrar,
ya que de éste y de las características del invernadero se pueden generar
variaciones en aspectos relacionados con el establecimiento y manejo del cultivo.
A su vez, en las variedades de crecimiento indeterminado se presentan dos
formas de crecimiento y desarrollo de las plantas. Por una parte, están las plantas
de crecimiento abierto que son en general más precoces, con entrenudos largos,
hojas pequeñas y frutos de tamaño medio. Estas variedades se adaptan muy bien
en invernaderos que tienen una estructura alta para el tutorado de las plantas y
principalmente en los casos en que el invernadero tiene problemas de ventilación,
puesto que su menor densidad de hojas facilita esta función. Por otra parte, están
las variedades de crecimiento compacto que se caracterizan por tener entrenudos
cortos, con crecimiento vegetativo excesivo y frutos grandes (Lee, 2003).

El calibre y la forma del fruto: El calibre hace referencia al diámetro ecuatorial


del fruto. En terminos generales y según el calibre del fruto, los tomates pueden
clasificarse como grandes, cuando su calibre es mayor a 82 mm, medianos, con
calibre entre 57 y 81 mm, y pequeños, los de calibre inferior a 56 mm. En cuanto a
la forma, los frutos de tomate pueden ser generalmente globulares, redondos o
achatados. Estas características determinan en gran medida el mercado y tipo de
empaque para la comercialización; por ejemplo, para la presentación en bandejas
se requieren frutos achatados y de tamaño mediano (Lee, 2003).

La forma de maduración: Básicamente existen tres formas de maduración de


frutos: maduración estándar, cuando los frutos cambian de color al mismo tiempo
en toda su superficie; hombros verdes, cuando durante la maduración los hombros
permanecen con un color verde oscuro; y hombros ligeramente verdes (Lee,
2003).

La vida poscosecha: La duración o vida poscosecha del fruto es un aspecto de


máxima importancia en la elección del material a cultivar. En el mercado existe
una amplia oferta de materiales que poseen la característica de larga duración
mediante la incorporación de genes que retardan la maduración y confieren mayor
resistencia a la corteza (Lee, 2003).

La resistencia genética a enfermedades y desordenes fisiológicos: Es un


factor muy importante en el momento de seleccionar un material. En la ficha
técnica de los diferentes materiales (variedades o híbridos), se especifican las
resistencias y/o tolerancias que presenta cada uno. Las principales resistencias
que se ofrecen en una variedad de tomate son las siguientes:

TMV = virus del mosaico del tabaco

TYLCV = virus de la cuchara del tomate

ToMV = virus del mosaico del tomate

TSWV = virus del bronceado del tomate

C2 = Cladosporium fulvum, razas A y B

C5 = Cladosporium fulvum, razas A, B, C, D, y E

V = Verticillium

F2 = Fusarium oxysporum f. lycopersici razas 1 y 2

Fr = Fusarium oxysporum f. radicis lycopersici

N = nematodos

PST = Ralstonia

S = Stemphylium

Entre los desórdenes fisiológicos a tener en cuenta durante la selección de


un material están: el rajado de fruto, las bajas temperaturas y la maduración
desuniforme del fruto conocida como blotching. También existen variedades o
híbridos resistentes o tolerantes a condiciones ambientales como la sequía, la
salinidad, el calor o el frío (Hartmann et. al., 1997).
5.1.2. Preparación del semillero.

El tomate no se recomienda sembrarlo en forma directa. Lo mejor es sembrarlo en


eras o en bandejas, asegurando con ello el trasplante de plantas bien
desarrolladas libres de enfermedades (Navarro, 1999).

Para la producción de plántulas de tomate se recomiendan bandejas de 53 a 128


conos, con un volumen por celda de 37 a 28 cm3. Las bandejas de 53 orificios
permiten mayor desarrollo radicular y del follaje, sin embargo incrementan los
costos por plántula, porque requieren mayores cantidades de sustrato por celda.
La selección del tipo de bandeja dependerá del tamaño y la calidad finales
deseados de las plantas, del costo de la bandeja y del tipo y costo del sustrato
(Navarro, 1999).

Características de los sustratos: No hay un sustrato ideal que cubra


absolutamente las exigencias de las plántulas, pero se pueden diseñar mezclas
artificiales que incluyan materiales abundantes de bajo costo, fácil consecución y
buena calidad. Para lograrlo se deben considerar varios aspectos:

• La disponibilidad del material en el mercado.

• La posibilidad de manipularlo y de mantener características adecuadas al


humedecerse.

• Su precio y el de la preparación.

• Su descomposición a lo largo del tiempo y la posibilidad de reutilización


(en cultivos).

• Las características físicas: el tamaño de partículas, la porosidad y la


retención de humedad.

• Las características químicas: el pH, la capacidad de intercambio de


cationes, la salinidad, la relación carbono/nitrógeno y el contenido de
nutrientes.

• Que esté libres de enfermedades, insectos y malezas.

• Que tenga baja densidad aparente, es decir, que sea un material liviano
con alto porcentaje de espacio poroso (>80%) y un volumen de aire a
capacidad de campo mayor al 20%.

• Que mantenga un volumen de agua fácilmente disponible mayor a 20%.

• Que tenga un buen drenaje y capacidad de infiltración.


• Que tenga buena cohesión entre partículas.

• Que no tenga tendencia a la compactación.

• Que alcance buen estado nutricional tanto de microelementos como de


elementos mayores y tenga una acidez óptima.

• Los programas de nutrición y de sanidad vegetal.

• En caso de su utilización en mezcla, que sea(n) fáciles de mezclar.

• Que resista los cambios del ambiente, tanto físicos como químicos
(Navarro, 1999).

Sustratos más utilizados

 Compost: Son residuos orgánicos de estructura fina y descompuesta. Se


usan excrementos animales, residuos de plantas, etc. Físicamente
aumentan la aireación y el contenido de humedad y, químicamente,
absorben los nutrientes evitando su lavado (nitrógeno y potasio) y liberando
lentamente la solución en forma de nutrientes. El compost debe contener
entre 35 y 50% de materia orgánica con relación al peso volumétrico, se
emplea en mezcla con sustratos inactivos o inorgánicos como la turba, la
perlita, la fibra de coco o la cascarilla de arroz.
 Humus: Resulta de los excrementos de lombrices (Eisenia foetida),
después de digerir residuos vegetales o excrementos animales
fermentados, luego se seca y se pasa a través de un tamiz para obtener
una buena textura. Sirve de fertilizante y reemplaza el compost, además
ofrece muy buenas características químicas.
 Cascarilla de arroz: Sustrato orgánico de baja descomposición por su alto
contenido de sílice que, además, aumenta la tolerancia de las plantas
contra insectos y organismos patógenos. Se debe usar en mezcla y hasta
en un 30%, favorece el buen drenaje y la aireación, presenta baja retención
de la humedad y baja capilaridad. Para evitar el “enmalezamiento” del
semillero, es necesario humedecer previamente la cascarilla para hacer
germinar las semillas de arroz y otras plantas que siempre contiene;
además, se requiere realizar pruebas previas de germinación de semillas
para verificar que no haya presencia de residuos de herbicidas en ella.
 Fibra de coco: Su contenido de nitrógeno es bajo y alto el de potasio;
contiene cerca de 2 ppm de boro y debe llevarse hasta 0,2 ppm para
utilizarlo en hortalizas, que son muy sensibles al exceso de boro.
Adecuándolo, es una buena alternativa para países como el nuestro, donde
abunda esta planta (especialmente en la Costa Atlántica) y por los altos
costos de otros sustratos importados como la turba.
 Aserrín: Tiene un pH ácido y puede ser tóxico para algunas plantas según
el tipo de árbol del cual provenga; por lo tanto, debe probarse antes de
usarlo en cada especie hortícola.
 Turba: Las turbas son los sustratos orgánicos naturales de uso más
general en horticultura. Es el resultado de la descomposición completa de
árboles (especialmente del género Sphagnum) y se produce en países de
las zonas templadas como Canadá, Alemania, Finlandia, Suiza, Irlanda,
Rusia, etc. Se encuentran dos tipos de turbas: las poco descompuestas,
que son materiales de reacción ácida, pobres en minerales por estar muy
lavados, debido a su origen de zonas altas de precipitaciones abundantes,
y que conservan parcialmente su estructura y un buen equilibrio entre agua
y aire después del riego. Otras, muy descompuestas, llamadas turbas
negras, sin estructura, son con frecuencia muy salinas y presentan menor
aireación que las anteriores. Son apropiadas para mezclas con materiales
que mejoren sus propiedades deficientes. Las turbas ofrecen las mejores
condiciones para la germinación y el enraizamiento en semilleros, sin
embargo no aportan nutrientes, tienen alta capacidad de intercambio de
cationes y de retención de humedad y un alto grado de porosidad. Son
ácidas (pH entre 3,5 y 4,5), aunque en el mercado se encuentran turbas
con pH corregido (5,5 – 6,5) y un contenido de materia orgánica de 95%
(Berjón et. al., 1999).

5.1.3. Siembra.

Se debe llenar con el sustrato el mayor número de bandejas al mismo tiempo,


para evitar diferencias de humedad. Si el llenado es manual, las bandejas se
colocan sobre una estructura para facilitar la labor del operario, luego se llenan
con la mezcla de sustrato distribuyéndolo de manera uniforme en toda la bandeja.
Se debe golpear suavemente la bandeja contra una superficie dura, para que no
queden cámaras de aire dentro de los alvéolos sino que, por el contrario, el
sustrato se distribuya uniformemente por todas las cavidades, luego se pasa una
regla de madera por encima a fin de retirar los excesos de sustrato. Para
garantizar el número requerido deberá considerarse un 3% adicional de semillas al
momento de la siembra. La semilla deberá colocarse en el centro de la celda; a
una profundidad del doble de su tamaño. Al sembrarla a mayor profundidad se
tienen problemas con la emergencia; y con siembras a menor profundidad se corre
el riesgo de que la semilla quede descubierta al aplicar el riego. La emergencia
ocurre a los 6 u 8 días después de la siembra (Rodríguez et. al., 1996).

5.1.4. Trasplante.
La época adecuada de trasplante de las mudas es cuando se abren totalmente 3 a
4 hojas (30 días de edad) y la densidad se realiza de acuerdo al sistema de
plantación elegido:

 En el sistema de plantación con dos tutores o doble hilera, la distancia entre


plantas es de 50 cm y entre hileras 100 cm, dejando un caminero de 80 cm.
 Previo al trasplante disminuya el riego para endurecer las plantas;
trasplante plántulas con cuatro hojas verdaderas, de altura entre 10 y 15
cm.
 Trasplantar plantas uniformes, sanas, con hojas bien desarrolladas, de
color verde y erectas.
 Se debe realizar al atardecer, cuando el calor haya disminuido y el viento
es moderado.
 Las plantas deben ser colocadas de tal forma que las hojas verdaderas
queden hacia al lado del caminero, esto con el propósito de que los racimos
orales queden del mismo lado y faciliten la cosecha.
 Se debe tener en cuenta la profundidad del transplante, lo ideal que sea la
misma que tenía en el semillero.
 Regar 0,5 litros por planta.
 Aplicar los productos fitosanitarios registrados para el cultivo, en forma
preventiva para controlar trips, mosca blanca. Esto se debe realizar durante
las 4 primeras semanas después del trasplante (Rodríguez et. al., 1996).

5.2. PLANTACION

Preparación del suelo para el transplante

La preparación del suelo es una práctica importante para el crecimiento, desarrollo


de las plantas y la producción de tomate. Las prácticas de preparación del suelo
comprenden:

Subsolado: Se realiza para romper las capas compactadas del subsuelo,


producto del paso de la maquinaria, lo que ayuda al mejor desarrollo de las raíces.
Debe efectuarse durante la época seca, en forma cruzada, y se recomienda
realizarla cada 3 a 5 años (Rodríguez et. al., 1996).

Aradura: Consiste en remover la capa superficial del suelo a profundidades que


alcanzan los 0.40 m. Esta práctica ayuda a incorporar rastrojos de cultivos
anteriores, destruir malezas, retener mayor humedad y mejorar la eficiencia de la
fertilización. Debe realizarse cada vez que se establece el cultivo en el campo
(Rodríguez et. al., 1996).
Barreras vivas: Esta práctica sirve para evitar severos daños al cultivo por los
vientos fuertes o como barrera al movimiento de insectos vectores de virus, como
mosca blanca. Las especies que se recomiendan son: maíz, sorgo, zacate King
grass, caña de azúcar y crotalaria (Rodríguez et. al., 1996).

Curvas a nivel: Se recomienda en terrenos de ladera. Esta práctica contribuye a


disminuir la erosión. Abonos verdes Se recomienda su uso en suelos con bajo
contenido de materia orgánica. Sirven para mejorar la estructura, aporte de
nitrógeno e incremento de los microorganismos del suelo. Entre los más
recomendados se tienen: Dolichus lablab, Canavalia ensiformis, Mucuna pruriens,
Crotalaria juncea. Deben sembrarse antes de transplante, o al inicio de las lluvias,
e incorporarse al suelo cuando llegan a floración, porque en esta etapa hay una
mayor concentración de nutrientes en sus partes vegetativas (Rodríguez et. al.,
1996).

5.2.1. Marcos de plantación

Las distancias de trasplante y la densidad de plantas por hectárea dependen


principalmente del sistema de cultivo y de la variedad que esté utilizando. En
relación al sistema de cultivo, se pueden distinguir dos principales: 1) sistema de
plantas acostadas y 2) sistema de plantas tutoradas. El sistema de plantas
acostadas predomina en la producción de tomate para la industria. Este sistema
exige el empleo de variedades cuyo fruto no se deteriora al estar en contacto con
el suelo. Por esto se eligen zonas semiáridas o regiones de clima seco para este
tipo de cultivo. La óptima densidad de plantas, para el sistema de planta acostada,
es de 40,000-60,000 plantas·ha-1, según las características de la variedad. Las
distancias entre plantas pueden ser de 25 x 150 cm, o distancias de 20 x 90 o 25 x
100 cm, según la variedad. Por la alta densidad de población que regularmente se
maneja, se prefiere el sistema de siembra directa. Por el alto costo de la mano de
obra para el trasplante. Los objetivos del sistema de plantas tutoradas consisten,
entre otros, en prevenir el contacto entre fruto y suelo, facilitar el control
fitosanitario, facilitar la cosecha y obtener una producción continua. El sistema de
plantas tutoradas se usa para la producción de tomate para el consumo directo.
Este sistema requiere el uso de variedades de tipo indeterminado. De acuerdo con
las características de la variedad y según la poda o el guiado, se acomodan las
distancias entre plantas a la densidad deseada. La densidad para el sistema de
tutorado varía entre 15,000-35,000 plantas·ha-1 (Von Haeff, 1983; Nuez et al.,
1995).

5.2.2. Poda de formación


La poda consiste principalmente en eliminar los brotes laterales con el fin de
conservar el tallo principal. Una planta de tomate del tipo indeterminado, dejada
crecer libremente, se desarrolla en forma inadecuada. Sin poda, la planta se
desarrolla como un arbusto con muchos tallos laterales y terciarios, que se forman
a partir de las yemas axilares de las hojas. El tomate sin podar produce muchos
frutos pero de poco valor comercial. El tomate de tipo determinado no requiere
poda porque es de floración apical. Por ello, se controla a sí misma. De acuerdo
con el sistema de cultivo, el tamaño de la variedad y la densidad de plantas,
existen algunas variantes de la poda. Estas consisten en dejar crecer, además del
tallo principal, 1, 2 o 3 tallos secundarios más. Esto puede proporcionar aún
mayores rendimientos. Los objetivos de la poda son: 1) formar y acomodar la
planta al sistema del tutoraje, 2) regular y dirigir el desarrollo de la planta, 3) lograr
más eficiencia del control sanitario, 4) facilitar el guiado y el amarre de acuerdo al
sistema de empalado y 5) obtener mayores rendimientos, tanto en calidad como
en volumen. La poda se efectúa cada 15 días hasta el 7º u 8º racimo floral. La
eliminación de tallos laterales se conoce con el nombre de deshijado o
deschuponado. Los chupones se quitan de preferencia en horas de la mañana
para que la herida cicatrice mejor. El tamaño de los chupones que se quitan es
entre 5-15 cm de largo. Otra clase es la defoliación. Esta consiste en eliminar
algunas hojas de los sustratos inferiores que han cesado de ser productivas, con
el fin de mejorar la aireación y evitar mayor incidencia de enfermedades. Con el
exclusivo fin de anticipar la maduración y aumentar el tamaño del fruto, se lleva
ocasionalmente la práctica de la decapitación. Esta consiste en decapitar la planta
sobre la segunda hoja después de la cuarta o quinta inflorescencia (Von Haeff,
1983; Nuez et al., 1995).

5.2.3. Aporcado

Se realiza entre los 25 y 35 días después del transplante; con esto se logra mayor
fijación de las plantas al suelo y ayuda a eliminar malezas. Durante el ciclo del
cultivo pueden realizarse dos o tres aporcos. Los aporcos no sólo destruyen
malezas, sino también contribuyen a prevenir ciertas enfermedades, ya que alejan
el surco de riego del cuello de las plantas. Con los aporcos se dificulta el acceso
de inóculo de algunos hongos y bacterias que son dispersados por el agua, como
por ejemplo los agentes causantes de la marchitez, Fusarium oxysporum y
Ralstonia solanacearum (sinónimo Pseudomonas solanacearum). Sin embargo,
hay que tener en cuenta que un mal aporco puede dañar la planta y permitir que
haya ingreso de patógenos (Castilla, 1995).

5.2.4. Tutorado
El tutorado consiste en guiar verticalmente las plantas a lo largo de una cuerda de
plástico o de tela que va desde la base de la planta (tercera o cuarta hoja) hasta
un alambre ubicado directamente sobre las plantas a 2,5 a 3,0 metros de altura y
tendido en el mismo sentido del surco. Para sostener la planta a lo largo de la
cuerda se pueden usar abrazaderas de plástico, las cuales se anillan al tallo por
debajo del pecíolo de una hoja completamente desarrollada y resistente. También
se puede tutorar la planta enrollándola a la cuerda, en el sentido de las manecillas
del reloj, cada 2 o 3 hojas o una vuelta por cada racimo. Se debe tratar de hacer
esta labor sin maltratar a las plantas, es decir, no envolverlas más de lo necesario
y no estrangularlas. La labor de enrollado de las plantas se hace semanalmente y
hasta dos veces por semana durante las primeras semanas de desarrollo a
temperatura elevada, cuando el crecimiento de las plantas es muy rápido.
Posteriormente, cuando comienza la formación de frutos el enrollado se puede
hacer una vez por semana. Es importante enfatizar que durante el enrollado la
parte superior de la planta (la cabeza) debe quedar libre para permitir una
expansión normal de las hojas y evitar su entorchamiento. A medida que crece la
planta, será necesario descolgarla para facilitar su mantenimiento (Castilla, 1995).

5.2.5. Aclareo de frutos

La poda de flores y frutos ayuda a balancear el crecimiento vegetativo con el


generativo, para optimizar el número y el tamaño de los frutos en el racimo y a lo
largo de la planta. El manejo de la poda de frutos no tiene una fórmula general, y
dependerá de las siguientes variables:

Variedad: En variedades de fruto grande se dejarán menos frutos por racimo que
en variedades de fruto pequeño. A la vez, variedades con hábito de crecimiento
abierto y con frutos más pequeños tienden a formar inflorescencias con
numerosas flores. Por eso, es necesario eliminar algunas flores para que los frutos
que se formen puedan crecer más homogéneamente y alcanzar tamaños un poco
mayores hasta donde su potencial genético lo permita (Gómez, 2000).

Condiciones climáticas: En condiciones de temperatura más elevada y menor


radiación, se deben dejar menos frutos por racimo para mantener las mismas
características de calidad. A la vez, a mayor densidad de siembra o menor
disponibilidad de radiación por planta, se debe disminuir la cantidad de frutos por
racimo para mantener la misma calidad (Gómez, 2000).

El estado de desarrollo de la planta y su vigor: En los primeros racimos se


acostumbra podar frutos para favorecer el crecimiento vegetativo, dejando de 4 a
6 frutos según la variedad y el clima. Igualmente, cuando en las plantas se están
cuajando los frutos del 7º racimo en adelante, éstas muestran con frecuencia un
crecimiento vegetativo débil. Si el objetivo es producir más racimos, es
conveniente dejar estos racimos con uno o dos frutos menos que los racimos
anteriores (Gómez, 2000).

Exigencias del mercado: Según el mercado para el cual se produce, se requiere


cierta proporción de frutos de diferentes calibres o tamaños. El tamaño depende
en parte de la variedad y las condiciones climáticas, pero se puede también
manipular a través de la poda de frutos (Gómez, 2000).

En variedades de crecimiento compacto y vigoroso (frutos multiloculares),


sembradas en clima medio con una densidad de aproximadamente 2,5 plantas por
m2, se deben dejar solamente cuatro frutos en los primeros dos racimos para no
sobrecargar la planta y permitir que éstas sigan creciendo normalmente y
emitiendo nuevos racimos florales. Más adelante se pueden dejar 5 frutos por
racimo mientras la planta esté en buenas condiciones de vigor. En clima frío
moderado, donde el desarrollo del cultivo y de los frutos es más lento, se pueden
dejar más frutos que en clima medio. Aquí se recomiendan de 4 a 5 frutos en los
primeros dos racimos, después de 5 a 6 frutos en los siguientes racimos. Las
variedades con hábito de crecimiento abierto y con frutos más pequeños tienden a
formar inflorescencias con numerosas flores. Por eso, es necesario eliminar
algunas flores para que los frutos que se formen puedan crecer más
homogéneamente y alcanzar tamaños un poco mayores hasta donde el potencial
genético de la planta lo permita. Generalmente, el primer fruto de los racimos es el
más grande, pero a veces éste crece tan rápido que los demás frutos se quedan
pequeños, o, en algunas variedades, el primer fruto tiende a deformarse y perder
su valor comercial. Si esto ocurre se puede optar por eliminar el primer fruto de
forma sistemática (Gómez, 2000).

5.3. FERTILIZACION

La nutrición de tomate juega un papel muy importante si se desea incrementar la


productividad de las plantas y la calidad de los frutos. Muchos de los trabajos
realizados muestran que el tomate demanda grandes cantidades de nitrógeno,
fósforo y potasio. Un rendimiento alrededor de 40 ton de fruto requiere cerca de 93
kg·N ha-1, 20 kg·P ha-1 y 126 kg·K ha-1. Los fertilizantes aplicados al suelo se
calculan de acuerdo con la fertilidad de éste. Las siguientes dosis se aplican a
suelos de baja fertilidad: 75-100 kg·N ha-1, 150-200 kg·P ha-1 y 150-200 kg·K ha-
1 (George, 1999).

El fósforo y el potasio se aplican antes del trasplante cuando se cultiva en suelo y


para producción de fruto; mientras que el nitrógeno, se distribuye en tres etapas: la
primera antes del trasplante, la segunda después de mes y medio, y la tercera en
la floración (Salunkhe y Kadam, 1998).

Tipos de fertilización:

Fertilización química: De acuerdo con el análisis de suelo y con los


requerimientos nutricionales del cultivo de tomate, la fertilización puede realizarse
siguiendo las recomendaciones siguientes: En suelos con pH menores a 5.5,
textura franco arcilloso a arcilloso, fósforo menor de 12 ppm, se recomienda una
de las siguientes alternativas de fertilización:

Primera alternativa
• Al transplante: aplicar 341 kg/ha de fórmula 15-15-15.
• A la floración: aplicar 227 kg/ha de nitrato de calcio
• A la formación de frutos: aplicar 130 kg/ha de urea.
• Después de la primera cosecha: aplicar 130 kg/ha de nitrato de potasio
(13-0-46).
Segunda alternativa
• Al transplante: aplicar 259 kg/ha de fórmula 16-20-0.
• A la floración de frutos: aplicar 259 kg/ha de fórmula 15-15-15.
• A la formación de frutos: aplicar 195 kg/ha de urea.
Tercera alternativa
• Al transplante: aplicar 195 kg/ha de fórmula 18-46-0.
• A la floración: aplicar 195 kg/ha de nitrato de amonio calcáreo.
• A la formación de frutos: aplicar 162 kg/ha de nitrato de potasio (13-0-46).
• Después de la primera cosecha: aplicar 97 kg/ha de urea.
Cuarta alternativa
• Fertilización foliar: efectuar cuatro aplicaciones de fertilizantes foliares
cada 15 días.

En suelos con el fósforo y potasio (P y K) altos y el grado de acidez (pH) se


encuentre entre 5.5-6.5 las alternativas de fertilización son:

Primera alternativa
• Al transplante: aplicar 340 kg/ha de fórmula 15-15-15.
• A la floración: aplicar 282 kg/ha de sulfato de amonio.
• A la formación de frutos: aplicar 130 kg/ha de nitrato de amonio.
• Después de cada cosecha: aplicar 130 kg/ha de nitrato de potasio.
Segunda alternativa
• Al transplante: aplicar 130 kg/ha de fórmula 18-46-0, 130 kg/ha de 0-20-0
y 130 kg/ha de muriato de potasio.
• A la floración: aplicar 195 kg/ha de sulfato de amonio.
• Al desarrollo del fruto: aplicar 162 kg/ha de urea
• Al inicio de la cosecha: aplicar 162 kg/ha de sulfato de amonio.
Fertilización orgánica: Es la adición de nutrientes al suelo a partir de materia
orgánica descompuesta como gallinaza, estiércol de ganado vacuno, compost,
abonos verdes entre otros (George, 1999).

5.4. PLAGAS

Anonimo, 1999; MacGregor, 1983; King y Saunders, 1984 describen las siguientes
plagas como las más importantes en el cultivo de Jitomate:

Mosca Blanca (Trialeurodes vaporariorum y Bemisia tabaci)

Daños: El daño directo corresponde al debilitamiento de la planta (amarillamiento


y marchitez de la planta) debido al hábito alimenticio chupador del insecto, que
succiona los jugos celulares. El daño indirecto se asocia a reducción del área
fotosintéticamente de la hoja debido el establecimiento y desarrollo de un complejo
de hongos denominado fumagina, que afecta la fotosíntesis y los frutos.

Control: Algunos de los productos químicos que se recomiendan aplicar para el


control de mosca blanca son: Imidacloprid (Confidor 70 WG) 0.21-0.35 kg/ha,
Amitraz (Mitac 20 EC) 2.5-4.0 l/ha, Tiametoxan (Actara 25 WG) 250-400 g/ha.

Pulgón verde (Myzus persicae)

Daños: Producen al extraer la savia en grandes cantidades, debilitando a la


planta; los áfidos extraen una alta concentración de sustancias nitrogenadas y
carbohidratos de hojas y brotes, causando reducción del vigor de la planta,
achaparramiento, marchitez, amarillamiento, encrespamiento y caída de las hojas;
también sirve de sustrato para el desarrollo de fumagina, producida por el hongo
Capnopodium sp, que además de interferir con la función fotosintética, afecta la
calidad del producto.

Control: Naled C.E. 58, Diclorvos C.E. 50.

Catarinita o mayate franjeado (Diabrotica balteata)

Daños: Los adultos muerden las hojas dejando agujeros irregulares y cicatrices en
los frutos. Las larvas minan el sistema radicular y la base del tallo de su
hospedante, lo que propicia las pudriciones secundarias, disminuyen su vigor,
causan marchitez y “achaparramiento”.

Control: Diazinón, Carbarilo, Triclorfón.

Trips (Franklinella occidentalis)


Daños: Corresponden a pequeñas manchas irregulares en el haz y envés de las
hojas de coloración blanquecina a plateadas con puntuaciones negras en su
interior. Esto se debe a su hábito alimenticio raspador-chupador, raspando y
vaciando el contenido celular. La saliva -totóxica segregada durante la
alimentación, da lugar a deformaciones en las hojas, ores y frutos. En ocasiones
las yemas orales no llegan a desarrollarse.

Control: Disulfoton, Dimetoato, Metamidofos.

Minador de la hoja (Liriomyza sp, diptera)

Daños: Las larvas hacen galerías en forma de espiral en las hojas, comúnmente
llamadas minas, el ataque severo provoca que las hojas se sequen y se caigan.
Las hojas mas viejas son a menudo atacadas primero. El daño es causado
principalmente en cultivos sembrados en campos abiertos, pero también pueden
infestar los invernaderos por medio de plantas contaminadas.

Control: Clorpirifos (Lorsban 2.5 SP), 36 a 40 kg/ha), Diazinon (Basudin 60 EC),1


a 1.5 l/ha), Deltametrina (Decis 2.5 EC), 214-285 ml/ha

Gusano del fruto de tomate (Heliothis zea, Boddie)

Daños: Las larvas se alimentan, en un inicio, de las hojas, luego taladran el fruto,
permitiendo la entrada de patógenos.

Control: Thiodicarb (Larvin 37.5 SC), 0.4-0.7 l/ha, Permetrina (Talcord 25 EC),0.2
a 0.6 l/ha, Teflubenzuron (Nomolt), 0.15 l/ha.

Gusano soldado (Spodoptera exigua)

Daños: las larvas atacan en conjunto y esqueletonizan las hojas, puede haber
canibalismo entre ellas porque generalmente ya maduras son larvas solitarias.
Con frecuencia se encuentran dañando al fruto.

Control: Azadiractina, Cyflutrin, Triclorfon.

Araña roja (Tetranychus urticae y T. cinnabarinus)

Daños: El adulto se alimenta por succión del contenido de las células de las
plantas. Al inicio de la infestación aparecen pequeñas manchas pálidas en la hoja
verde, que gradualmente se van incrementando en tamaño y número hasta volver
pálida toda la hoja. Tejen finos hilos de seda en la planta.

Control: Abamectina (Avermectina), Dicofol, Etion.

Pulgón (Aphis gossypii)


Daños: Tanto adultos como ninfas chupan las hojas por el envés, produciendo
enchinamiento y mielecilla en el follaje; las infestaciones severas originan gran
cantidad de fumagina, lo que da a las plantas apariencia de estar cubiertas de
hollín.

Control: Mevinfos.

5.5. ENFERMEDADES

Según Agrios, 1997 describe las siguientes enfermedades como las más
importantes en el cultivo de jitomate:

Enfermedades causadas por virus

Geminivirus

Síntomas: Las plantas afectadas presentan síntomas de enanismo severo,


acortamiento de entrenudos, reducción drástica del área foliar, deformación de la
planta y clorosis intensa, las flores se secan; cuando llega haber producción de
frutos, éstos son de tamaño pequeño.

Control: Como medida de control se pueden usar cubiertas de malla flotante para
proteger a las plántulas durante la etapa de almacigo y a las plantas durante los
30 días después de haberse trasplantado. Esto se hace con la finalidad de
mantener a las plantas aisladas de los insectos que transmiten estos virus.

Mosaico del tabaco (TMV)

Síntomas: En jitomate produce un moteado en las hojas senescentes y un


moteado con o sin malformación de los foliolos, y en ocasiones toman la forma de
la agujeta de un zapato. Las infecciones de las plantas jóvenes inhiben la
formación de los frutos y en ocasiones se producen manchas cloróticas.

Control: Las medidas sanitarias y el uso de variedades resistentes, se debe


proceder a desinfectar las manos y las herramientas. Para ello se puede emplear
una solución de agua con formol al 1%, cloruro de lauril-dimetil bencilamonio al
0.5% o una solución de fosfato trisódico al 10%.

Virus de la marchitez manchada del jitomate (TSWV)

Síntomas: En las hojas del tomate causa un bronceado y un crecimiento unilateral


mientras que en todos sus hospedantes el TSWV ocasiona varios grados de
síntomas cloróticos, necróticos, atrofia y enación.
Control: La incidencia y dispersión de esta enfermedad se puede disminuir
eliminando la maleza hospedante de los virus y controlando la población de sus
vectores naturales; pero sin lugar a dudas el uso de genes de resistencia a esta
virosis.

Enfermedades causadas por hongos.

Tizón tardío (Phytophthora infestans)

Síntomas: Los síntomas de esta enfermedad empiezan como manchas húmedas


circulares o irregulares, aparecen en las puntas o bordes de las hojas inferiores.
En tiempo húmedo las manchas se extienden con rapidez y forman zonas cafés
(tizones). A nivel del borde de las lesiones en el envés de las hojas, se forma una
zona blanca constituida por hifas del hongo. Poco después todo el foliolo, y más
tarde todos los foliolos de todas las hojas son infectados, mueren y se hacen
flácidos. En condiciones prolongadas de humedad todos los órganos tiernos y
aéreos de las plantas se marchitan y pudren con gran rapidez. En climas secos las
funciones del hongo se inhiben, las lesiones existentes dejan de extenderse, se
ennegrecen, enrollan y marchitan. Cuando retorna el tiempo húmedo el hongo
reanuda sus actividades y la enfermedad se desarrolla una vez más con gran
rapidez.

Control: Las aspersiones químicas con fungicidas, si se aplican adecuadamente,


casi siempre mantienen bajo control el tizón tardío. Dichas aspersiones deben
llevarse a cabo cuando las plantas de jitomate tengan una altura de 15 a 30 cm o
por lo menos 10 días antes de la fecha en que aparezca el tizón tardío en la zona
de cultivo. Las aspersiones deben llevarse a cabo una vez cada 7-10 días cuando
el tiempo sea húmedo, brumoso o lluvioso y cuando las noches sean
moderadamente frías. Los compuestos químicos que se utilizan para el control del
tizón tardío comprenden el metalaxyl, una combinación de metalaxyl y mancozeb,
captafol, clorotalonil, metiram y el hidróxido de fentina, así como varios
compuestos de cobre que incluyen el Kocide, oxicloruro de cobre y el caldo
bordelés.

Tizón temprano (Alternaria solani)

Síntomas: Se caracteriza por la presencia de lesiones necróticas en los tallos,


hojas, pecíolos florales y frutos, de color marrón y generalmente con anillos
concéntricos. En las hojas aparecen halos cloróticos alrededor de cada mancha
necrótica y en ataques severos los foliolos se tornan cloróticos. Afecta primero las
hojas basales y después a todo el follaje, si hay condiciones favorables la planta
se atizona en forma similar al tizón tardío. En los tallos, produce lesiones
necróticas, anilladas que pueden estrangular la planta. En los frutos se producen
lesiones necrosadas, hendidas y secas que generalmente aparecen en la zona de
inserción del pedúnculo y tiene un aspecto aterciopelado y una coloración verde
olivácea debida a la esporulación (conidios maduros) del agente casual.

Control: Se sugiere eliminar totalmente los residuos tan pronto como finalice la
cosecha, seleccionar plantas sanas del almacigo y eliminar aquéllas con síntomas
de tizón temprano. Tratamiento Químico debe ser preventivo y es necesario
iniciarlo en el almácigo y repetirlo periódicamente (7-10 días) mientras persistan
condiciones favorables al tizón temprano. Con este propósito se puede emplear
alguno de los siguientes fungicidas: anilazina (2-3 kg i.a / ha), clorotalonil (1,4-1 kg
i.a./ha), iprodione (0,1-0,2 kg i.a./ha), mancozeb (1-2,6 kg i.a./ha), maneb (1-2 kg
i.a./ha) + fentin acetato (0,2-0,3 kg i.a./ha), metiram(1-2 kg i.a./ha) u oxicloruro de
cobre (1,8-3,6 kg i.a./ha).

Cenicilla (Leveilulla taurica)

Síntomas: Manchas cloróticas que con el tiempo se convierten en necróticas


aparecen en la superficie superior de las hojas. Cuando las lesiones son
numerosas provocan una clorosis general de las hojas. En el haz de las hojas, las
lesiones desarrollan una necrosis cubierta de un crecimiento polvoriento de color
blanco a gris. La enfermedad progresa de las hojas viejas a las jóvenes y la caída
del follaje es un síntoma evidente. Cuando la enfermedad es muy severa se
observa una deshidratación parcial o casi completa de las hojas en forma
ascendente, lo que trae como consecuencia un debilitamiento general de la planta,
formación de frutos pequeños, frutos quemados por el sol y una drástica reducción
de la producción.

Control: Se realiza por medio de medidas culturales, variedades resistentes y


fungicidas. Existen varios fungicidas efectivos como el azufre humectable, el
Morestan y el Bayleton. En las aplicaciones es necesario utilizar de 800-1000 litros
de agua y algún asperso-adherente para bañar toda la planta.

Marchitamiento del jitomate causado por Fusarium oxysporum

Sintomas: Los primeros síntomas de la enfermedad se manifiestan en una ligera


aclaración de las nervaduras de los foliolos jóvenes más externos, después de lo
cual ocurre la epinastia de las hojas senescentes ocasionada por el debilitamiento
de los peciolos. Cuando las plantas son infectadas en la etapa de la plántula, es
frecuente que se marchiten y mueran poco después de haber aparecido los
primeros síntomas. Las plantas adultas en el campo pueden marchitarse y morir
repentinamente en caso de que la infección sea severa y el clima sea favorable
para el patógeno. Sin embargo, es mas frecuente que en las plantas adultas
ocurra epinastia foliar y una previa aclaración de las nervaduras de sus hojas
antes de que se produzca achaparramiento, amarillamiento de las hojas inferiores,
formación ocasional de raíces adventicias, marchitamiento de sus hojas y tallos
jóvenes, defoliación, necrosis marginal de sus hojas persistentes y, finalmente, su
muerte.

Control: El uso de variedades del jitomate resistentes al hongo es el único método


práctico para controlar la enfermedad en el campo. Otras medidas de control que
pueden realizarse son: plantar en suelo con buen drenaje, usar semilla libre del
patógeno y emplear la rotación de cultivos.

Otra forma de control es vaporizar el suelo a una temperatura de 80oC durante 2


horas o solarizar el suelo durante un mes, utilizando doble plástico transparente,
colocado en forma de túnel.

Enfermedades causadas por bacterias

Mancha bacteriana (Xanthomonas campestris)

Síntomas: Afecta las hojas tallos y frutos, siendo los síntomas de los frutos los
más distintivos de esta bacteriosis. En las hojas aparecen pequeñas lesiones
cloróticas o necróticas generalmente concentradas en los márgenes de los
foliolos. Al coalecer varias lesiones. Adquieren un aspecto quemado o atizonado.
En los tallos, se desarrollan lesiones necrosadas de varias formas y tamaños, que
toman un aspecto quemado, y en los frutos aún inmaduros se desarrollan
pequeñas lesiones necróticas, cancrosas y rodeadas por un halo acuoso.

Control: Se sugiere eliminar totalmente los residuos, tan pronto como se finalice
la cosecha, establecer una rotación de cultivos, por lo menos un año, sembrando
especies no susceptibles y utilizar semilla sana producida en zonas libres de esta
bacteriosis.

Tratamiento de la semilla: Se puede tratar la semilla con hipoclorito de sodio al


0.5% durante 30 minutos antes de sembrar.

Tratamiento químico: En forma preventiva, asperjar el follaje periódicamente con


oxicloruro de cobre (1.8-3.6 kg i.a./ha), lo que puede reducir la aspersión e
incidencia de esta enfermedad. Es muy importante hacer las aplicaciones cuando
se observen los primeros síntomas, que son manchas negras en las partes más
tiernas de la planta. Se puede aplicar estreptomicina o Cupravit hidro mezclado.

Cancro bacteriano (Clavibacter michiganensis)

Síntomas: Afecta las hojas tallos y frutos. Primero ocurre una marchitez o clorosis
unilateral de los foliolos hasta comprometer completamente la lámina foliar. En los
tallos aparecen estrías longitudinales, inicialmente blanquecinas y luego marrón,
que pronto se transforman en cancros abiertos. Internamente se produce una
necrosis del tejido vascular (xilema), visible en cortes longitudinales o
transversales de los tallos o de la base de los pecíolos. En los frutos, aparecen
lesiones relativamente esféricas, necrosadas, blanquecinas y rodeadas por un
margen marrón. Este síntoma común mente se le denomina ojo de pájaro.

Control: Se recomienda la rotación de cultivos, incluyendo al menos un año libre


de jitomate. La siembra directa, en vez de almácigos y transplante, reduce la
incidencia de esta enfermedad en forma significativa. Utilización de semilla sana o
debidamente desinfectada. Evitar las podas, desbrotes u otras prácticas agrícolas
que favorezcan la diseminación de esta enfermedad. Es recomendable eliminar
las plantas enfermas tan pronto como se detecten.

Tratamiento de la semilla: Los siguientes tratamientos permiten inactivar el inóculo


presente en la semilla. Fermentación conjunta de la semilla y la pulpa por 72-96
horas a 20oC, remojar la semilla, inmediatamente antes de la siembra en ácido
acético al 0.6-0.8 % por 24 horas, inmersión de la semilla en ácido clorhídrico al 5-
8% por 24 horas o en hipoclorito de sodio al 1% por 40 minutos. Remojar la
semilla en agua caliente a 45-55o C por 25 minutos.

Tratamiento químico: Es posible reducir la incidencia de esta enfermedad


mediante aspersiones periódicas con uno de los bactericidas siguientes:
estreptomicina (1kg i.a./ha), oxicloruro de cobre(1.8-3.6 kg. i.a./ha) o hidróxido
cúprico(4.5 kg i.a./ha).

Peca bacteriana (Pseudomonas syringae)

Síntomas: Afecta hojas, tallos y frutos. En las hojas aparecen pequeñas lesiones
necróticas, preferentemente en los márgenes y siempre rodeadas por un
prominente halo clorótico. Estas lesiones pueden coalecer comprometiendo gran
parte del foliolo, con lo cual la planta adquiere un aspecto atizonado. En frutos
inmaduros se desarrollan pequeñas lesiones necróticas subsuperficiales,
generalmente de color pardo.

Control: Se recomienda eliminar los residuos de tomate enfermos, establecer una


rotación por uno o más años con cultivos no susceptibles. También tiene
importancia emplear regadío superficial, en vez de aspersión, y retardar la siembra
o el trasplante, en espera de temperaturas altas, poco favorables al desarrollo de
la peca bacteriana.

Tratamiento químico: preventivamente en los inicios del cultivo (antes de 5 hojas


verdaderas), se puede aplicar al follaje uno de los bactericidas siguientes:
estreptomicina (1 kg i.a./ha, oxicloruro de cobre (2-4 kg i.a./ha) o hidróxido cúprico
(4,5 kg i.a./ha).

5.6. FISIOPATIAS

Las fisiopatias o condiciones no son causadas por agentes patógenos y no son


consideradas enfermedades. Estas condiciones están relacionadas con prácticas
de manejo o por condiciones climáticas particulares del área. Entre las más
importantes que afectan al cultivo de tomate se destacan:

Podredumbre Apical

La sintomatología se manifiesta a través de manchas duras, deprimidas en el


extremo estilar del fruto luego de tomar una coloración castaño oscuro a negro.
Los frutos afectados quedan con un menor tamaño y maduran precozmente
respecto a un fruto sano. Frecuentemente las manchas son invadidas por
patógenos oportunistas o secundarios (hongos y bacterias) provocando una
podredumbre acuosa y blanda. Entre las numerosas causas que generan esta
fisiopatía se puede mencionar condiciones de sequía (especialmente en plantas
en pleno crecimiento), la baja tasa transpiratoria, alta temperatura, suelos
compactados, de-ciencia de calcio en el suelo, la competencia con otros cationes
(K+ , NH4 + ), exceso de fertilizantes (Jones Et. al., 1991).

Estrategias de manejo de la Podredumbre apical del fruto son las siguientes:


• Realizar riego/fertirriego acorde con la fenología del cultivo y la
evapotranspiración.

• Realizar aplicaciones foliares de calcio dirigidas al fruto.

• Utilizar materiales tolerantes a la Podredumbre apical.

• Manejar la conductibilidad eléctrica (CE). Se debe evitar que sea demasiada


elevada, de todas maneras los diferentes tipos de tomate presentan respuestas
diferenciales. Como rango de CE orientativo y aceptable para el tomate se puede
mencionar 2-3 mS/ cm (Jones Et. al., 1991).

Zonas verdosas en el fruto

Esta condición presenta como sintomatología la aparición de zonas verdosas en el


fruto que se corresponden con zonas de color marrón en el parénquima. Entre las
causas que generan esta fisiopatía se puede mencionar altas densidades de
plantación o follaje y el exceso de calcio que induce a la falta de potasio (Jones Et.
al., 1991).

Estrategias de manejo de las zonas verdosas en el fruto son las siguientes:

• Evitar altas densidades de plantación y plantas frondosas.

• Evitar cambios bruscos de temperatura en los invernaderos.

• Mantener adecuados los niveles de potasio y boro en el suelo (Jones Et. al.,
1991).

Rajado
Se reconocen tres tipos de rajado. Bajo condiciones de alta humedad deposita
rocío sobre los frutos que al estar expuestos a la radiación solar sufren pequeñas
rajaduras dándole a la epidermis un aspecto áspero y corchoso. Las otras dos
formas son debidas a problemas hídricos en el fruto reejadas como rajaduras
radiales o concéntricas originadas por un aumento excesivo del contenido de agua
en los frutos que no corresponde con un crecimiento de la epidermis. Entre las
causas que generan esta condición se puede mencionar los riegos poco
frecuentes con las consiguientes fluctuaciones en el potencial hídrico y el aumento
en la presión radical, es decir que la absorción activa de agua al no ser eliminada
durante la noche por transpiración (sólo por gutación) genera dicho efecto,
desequilibrios en la fertilización, descensos bruscos de las temperaturas nocturnas
después de un periodo de calor (Jones Et. al., 1991).

Estrategias de manejo del Rajado o Craking:

• Realizar riegos equilibrados.

• No realizar deshojes que dejen desprotegidos los frutos.

• Utilizar variedades tolerantes al rajado (Jones Et. al., 1991).

Escalado, golpe de sol o quemadura solar


Es una condición que se manifiesta principalmente los hombros de los frutos. La
sintomatología se manifiesta a través de manchas necróticas, secas y deprimidas
de color blanquecino las cuales generalmente son colonizadas por patógenos
oportunistas (Alternaria spp. y Rhizopus spp.). Entre las numerosas causas que
generan esta fisiopatía se puede mencionar al exceso de deshoje, desbrote y
demás labores culturales que favorezcan a la exposición del fruto ante los rayos
solares (Jones Et. al., 1991).

5.7. POSTCOSECHA

El primer paso en la vida postcosecha de un fruto de tomate es el momento de la


cosecha. Para los frutos de tomate destinados a consumo en fresco la cosecha se
realiza manualmente, por lo que la decisión de si el producto ha alcanzado la
madurez correcta para la cosecha depende del criterio del cosechador. La
madurez del tomate al momento de la cosecha determina su vida de
almacenamiento y calidad, y afecta la forma en que deben ser manipulados,
transportados y comercializados (Kader, 2002).
5.7.1. Recolección

La cosecha del tomate se puede hacer en forma manual o mecanizada. La


mecanizada se utiliza más en los países desarrollados, principalmente para
cosechar tomates destinados al procesamiento industrial. La recolección manual
consiste en desprender el fruto del resto del racimo, operación que se puede hacer
por fractura del pedúnculo a nivel de la unión con el cáliz o mediante torsión o giro,
de forma que el fruto quede libre de éste. También se usan tijeras para cosechar
manualmente algunas variedades de tomate de mesa, que son muy grandes y su
textura es poco resistente, con el propósito de evitar daños posteriores en la
calidad, debido a las marcas o huellas dejadas en la superficie por la presión
ejercida para separarlas de las plantas. El tomate para consumo en fresco se
puede cosechar con pedúnculo o sin él, dependiendo de las preferencia de los
mercados. Una vez cosechados se deben depositar cuidadosamente en baldes u
otro tipo de recipientes como cestas o jabas poco profundas y con superficies lisas
para evitar daños por abrasión y compresión; luego se vierten sobre sacos
extendidos en el suelo, bajo la sombra de árboles o ramadas construidas para
proteger la cosecha de los rayos solares directos. Es aquí donde el intermediario
hace la clasificación y llenado de cajas de 25 kg de capacidad. Es necesario
dedicar la máxima atención en las operaciones de recolección y trasiegos, ya que
éstas son consideradas como las que provocan mayor cantidad de daños internos
por magulladuras (FUSADES, 1990).

Selección y clasificación: Los tomates se seleccionan cuidadosamente antes de


enviarlos al mercado, de manera que tengan buen aspecto y presentación. Se
deben separar los deformes, los demasiado verdes o muy maduros, los que
presenten quemaduras por el sol, golpes, cortes, rozaduras, magulladuras o los
que estén dañados por gusanos o microorganismos. Esta actividad es importante
realizarla inmediatamente después de la cosecha. Esto evitará la contaminación
del resto de la producción. Los frutos de tomate se pueden clasificar de acuerdo a:
tamaño (pequeños, medianos y grandes), color de la piel, y otras características
exigidas por el mercado (FUSADES, 1990).

Transporte: El transporte del tomate al mercado destino debe efectuarse tan


pronto como sea posible, preferentemente en horas frescas, para evitar que los
frutos permanezcan bajo los efectos del sol, viento y temperaturas elevadas,
factores que aceleran los procesos de maduración y senescencia. Es importante
también que la velocidad del vehículo sea moderada, para evitar daños
provocados por la vibración y golpes, como consecuencia de las irregularidades
de los caminos rurales (FUSADES, 1990).

Almacenamiento: La temperatura de almacenamiento frigorífico de los tomates


varía en relación al grado de madurez en que se han cosechado. El tomate
cuando ha llegado a su madurez fisiológica se puede almacenar a temperaturas
entre 12 y 15º C, cuando se desea retrasar la maduración temporalmente;
períodos prolongados en estas condiciones afectan el color y sabor cuando los
frutos maduran. No se recomienda almacenar el tomate en estado de desarrollo
(madurez fisiológica) a temperaturas menores de 10ºC, porque sufre daño, que se
caracteriza por el desarrollo de una maduración lenta y anormal. Cuando se
requiere abastecer el mercado, el tomate se saca de las condiciones del
almacenamiento que se han descrito, y se somete al proceso de maduración, que
consiste en colocarlo a temperatura entre 15 y 18º C, hasta que los frutos se
tornan rojos. La maduración se puede acelerar utilizando gas etileno durante 24 a
72 horas dependiendo del estado de madurez.Los frutos parcialmente maduros,
se almacenan a temperaturas entre 10 y 12ºC, los maduros firmes entre 7 y 10ºC
y los completamente maduros entre 2 y 4ºC por pocos días, puesto que estos
pierden rápidamente firmeza, aroma y sabor. Los tomates se deben almacenar en
condiciones de alta humedad relativa entre 85 y 95%. Si la humedad relativa es
menor del 80%, se produce deshidratación del fruto con pérdida de calidad por
marchitez y cuando es mayor del 95% favorece las pudriciones (FUSADES, 1990).

5.7.2. Valor nutricional


5.8. COMERCIALIZACION

Normas de calidad: Los tomates deben estar libres de impurezas En el país no


existen normas para clasificarlos por calidad; sin embargo los problemas más
comunes son:

• Madurez inadecuada

• Marchitamiento o pérdida de firmeza

• Daño mecánico

• Ataque de insectos y ácaros

• Enfermedades.

Mercado nacional: En el mercado mayorista La Tiendona, se comercializa el 89%


de la producción nacional y el 31% de la importada. De La Tiendona se distribuye
a otros mercados mayoristas y minoristas de San Salvador y del interior del país
(MAG, 2000).

Comportamiento de precios: Los precios en el mercado interno fluctúan


dependiendo de la estación, pero históricamente los mejores precios se presentan
en noviembre y diciembre de cada año (MAG, 2000).

Como una referencia para la exportación del Jitomate a Canadá, se considera que
las principales zonas de mercado son Toronto, Montreal y Vancouver. La
consolidación de embarques en estas tres ciudades es un hecho común en la
distribución, la cual se basa esencialmente en la entrega del productor/exportador
al importador/agente y de éste al mayorista/mercado industrial y finalmente al
detallista (CRECER, 1997).

Canales de distribución internacional: El diagrama que se presenta a


continuación es un modelo general de canales de comercialización para el
Jitomate; sin embargo, existen importadores pequeños y medianos que han
desarrollado una cadena de distribución alternativa a la de los grandes
importadores (CRECER, 1997).

Referido al diagrama anterior:

Exportador: Debe contar con un producto de alta calidad, con precio


internacionalmente competitivo y apegarse a:

 Las normas exigidas por las autoridades canadienses, en cuanto a calidad,


higiene, etiquetado y empaque

 Las exigencias específicas de sus clientes canadienses, como son:

- Preferencias de variedad, calidad y precio

- Requisitos de compra
- Tamaños o calibres

- Tiempos de entrega

Bróker: Es un agente especializado en importaciones. Este no tiene la posesión


física del producto. Hace los arreglos necesarios para las compras, embarques,
distribuciones, inspección, etc., en nombre de los exportadores y o sus clientes.
Cobra una comisión por compraventa realizada. La desventaja de utilizar este
canal es que el precio al que se ofrezca el producto en Canadá se elevará al
incluirse la comisión, lo cual puede afectar la competitividad en precio frente a
otros proveedores activos en el mercado (CRECER, 1997).

Importador / Agente: Empresa que compra por cuenta propia y distribuye el


producto a sus clientes, entre los que se encuentran las cadenas de autoservicio y
las tiendas. Los importadores y agentes tienen un conocimiento muy amplio de la
red de comercio y están generalmente dispuestos a correr riesgos con nuevos
proveedores. Generalmente esperan contar con referencias sobre la experiencia
exportadora de los proveedores. Debido a la naturaleza fragmentada del producto,
pudiera ser necesario trabajar con diferentes agentes y distribuidores que cubran
diferentes regiones geográficas (CRECER, 1997).

Mayoristas/Usuarios Industriales: Los mayoristas ofrecen el servicio de


distribución, ya sea que cuenten con su propia infraestructura (camiones de
reparto, trailers y bodegas) o subcontraten este servicio con empresas
especializadas. Asimismo, hacen labor de mercadeo y promoción ya que cuentan
con una fuerza de venta que está en contacto directo con los supermercados.
Dependiendo del tamaño de la empresa, algunos mayoristas manejan gerentes de
marca o de categoría, que reempacan o etiquetan productos importados a granel.
Por lo general, los usuarios industriales, también llamados distribuidores del
mercado institucional, se proveen de brokers o productores locales. Es muy raro y
sería la excepción, que estas empresas importen de forma directa. En este sentido
el exportador debe establecer la relación comercial con los brokers o agentes que
son las fuentes de abastecimiento de este tipo de distribuidores (CRECER, 1997).

Cadenas de supermercados: Muchos canadienses compran el Jitomate en


grandes supermercados (CRECER, 1997).

Tiendas especializadas e independientes: Estas tiendas, entre las que se


encuentran las de conveniencia, ofrecen una gama más limitada de Jitomate
fresco en particular que los supermercados. Sin embargo, las ventas en este tipo
de establecimientos se han incrementado sustancialmente en los últimos años.
Generalmente las compras de los productos importados se hacen a través de
importadores o mayoristas (CRECER, 1997).
Presentaciones de venta: El tomate se comercializa a nivel de productores,
mayoristas y minoristas, en su mayoría en cajas de madera con una capacidad de
25 kg. El tomate para ensalada también se comercializa a nivel de mayorista y
minorista en cajas de madera, pero con capacidad para 13 kg netos. Existen otras
presentaciones a nivel de detallistas y supermercados, que son en jabas, bolsas
de plástico y en algunos casos para clientela exigente se presentan en bandejas
protegidas (MAG, 2000).
BIBLIOGRAFIA

Agrios, G.N. 1997. Fitopatología. Ed. Limusa, México, D.F.

Anónimo. 1999. Guía de plaguicidas de uso agrícola en México. SAGAR,


SUBSAG, CONASAG, DGSV.

Aung, L. H. (1976). Effect of photoperiod and temperatur of vegetativeand


reproductive responses of lycopersiconesculentum Mill. J. Am. Soc.Hort. Sci. , 101:
358-360.

BERJÓN, M.A., P. NOGUERA, V. NOGUERA y L. SEGURA. 1999. «Los sustratos


para el semillero hortícola». En Planteles, semilleros, viveros. Ediciones de
horticultura. Barcelona. Pág 11-29.

Bolaños, HA. 2001. Introducción a la Olericultura. Editorial Universidad Estatal a


Distancia. San José, Costa Rica. 380 p.

Calvert, A. (1957) Effect of the early environment of development of flowering in


tomato. I. Temperature. J. Hort. Sci., 32: 9-17.

Castaños, C. 1993. Horticultura. Manejo simplificado. Ed. UACH. Chapingo,


México. 38- 227 pp.

CASTILLA, N. 1995. «Manejo del cultivo intensivo con suelo». En: Nuez, F. (ed.).
El cultivo del tomate. Madrid: Mundiprensa.

Chamarro, L. J. 2001. Anatomía y Fisiología de la planta. In: El cultivo del tomate.


F. Nuez. Mundi Prensa. España: 43-91 pp.

CRECER. 1997. Proyecto, Análisis de las Cadenas Agroalimentarias del Tomate,


Repollo y Cebolla en El Salvador.

Curtis, P. 1996. Aspectos de la morfología de Angíospermas cultivadas.


Universidad Autónoma Chapingo. 134 p.

Desai, B. Kotecho, M. y Salunkhe, D. 1997. Seeds handbook. Biology, production,


proccessing and storage. Ed Marcel Dekker. New York, U.S.A. the composition of
nutrient solutions for hydroponic cropping: practical use. Acta Hort. 627 p.

Esquinas, A. J. y F. V. Nuez. 2001. Situación taxonómica, domesticación y difusión


del tomate. In: El Cultivo del Tomate. F. Nuez. Mundi Prensa. España 13-42 pp.

FAO, 2010. Estadísticas sobre la producción mundial de jitomate. Disponible en


línea: http://faostat.fao.org/site/339/defgfault.aspx (consulta octubre 30, 2011).
FUSADES (Fundación Salvadoreña para el Desarrollo Económico y Social). 1990.
Producción comercial de tomate. San Salvador, El Salvador. Guía Técnica No. 1.
84 pg.

Garza, L. 1985. Las hortalizas cultivadas en México, características botánicas.


Departamento de Fitotecnia. UACh. Chapingo, México. 4 p.

Geisenberg, C.; Stewart, K. (1986). Field crop management. In “Atherton, J.G.;


Rudich, J. (Ed.), The tomato crop. Chapman and Hall. London”: 511-557.

George, R. 1989. Producción de semillas hortícolas. Ed. Mundi-Prensa. Madrid,


España. 173, 213-238 pp.

George, R. 1999. Vegetable seed production. 2nd edition; CABI Publishing.UK at


the at the University Press, Cambrige.328 p.

Giaconi M, V. y Escaff G., M. 2004. Cultivo de hortalizas. Santiago, Chile. Editorial


Universitaria. XV ed. 337 p.

GÓMEZ, D. 2000. “Estudio del crecimiento y desarrollo del fruto del tomate
(Lycopersicon esculentum Mill.) en función del clima”. Tesis de grado, Universidad
Nacional de Colombia. Facultad de Agronomía.

Guenkov, G. 1966. Fundamentos de la horticultura cubana. Ediciones ciencia y


técnica. Instituto del libro. La Habana, Cuba. 110-130 pp.

HARTMANN, H.T, D.E. KESTER, F.T. DAVIES and R.L. GENEVE. 1997. Plant
Propagation: Principles and Practices. New York: Prentice Hall International.

Hernández, C. S. 2011. Producción de tomate en diferentes granulometrías de


“tezontle”. Tesis de Maestría. Colegio de Postgraduados “Campus Montecillo”,
Texcoco, Estado de México, 107 p.

Huerres, P. Caraballo, N. 1988. Horticultura. Ed. Pueblo y educación. La Habana,


Cuba. 4- 16 pp.

Hunziker, A. T. 1979. South American Solanaceae: a synoptic survey. In:


Hawwkes, J. G.; Lester, R. N.; Skelding, A. D. (Eds.). The biology and taxonomy of
the Solanaceae. Academic Press, New York & London: 4985 p

Jones, JB, Jones, JP, Stall, RE, Zitter, TA. 1991. Compendium of Tomato
Diseases. APS PRESS, St. Paul, Minnesota. pp 3.

Kader, A. 2002. Tecnologías de productos hortofrutícolas. 3ª Edición. Publicación


3311. Universidad de California. 580 p
King, A.B.S. y Saunders, J. L. 1984. Las Plagas Invertebradas de Cultivos Anuales
Alimenticios en América Central. Administración de Desarrollo Extranjero (ODA)
Londres. 182 p.

LEE, J.M. 2003. «Advances in Vegetables Grafting». Chronica Horticulturae 43 (3),


13-19.

LEÓN G., H. M. 2001. Manual para el Cultivo de Tomate en Invernadero. Gobierno


del Estado de Chihuahua. Chihuahua, México. 239 p.

MacGregor, L. R., Gutiérrez, F. O. 1983. Guía de insectos nocivos para la


agricultura en México. Ed. Alhambra Mexicana. Méx.

MAG (Ministerio de Agricultura y Ganadería). 2000. Propuesta para la


Administración y Operación del agromercado de San Martín.

Maroto, B. 2002. Horticultura herbácea especial. Ediciones Mundi-Prensa. 3ª


edición. Madrid, España: 568 p.

Mass, E. V.;Hoffman, G.J. (1977). Crop salt tolerance. Evaluation of existing data.
En:”H.E. Dregne, (Ed). Mananging saline wáter for irrigation. Proc. Inter.Salinity
conference. Texas Technical University Press. Lubbock, Texas”:187.198.

NAVARRO, J.A. 1999. «Estructuras para semilleros del 2000». En Planteles,


semilleros, viveros. Barcelona: Ediciones de horticultura.

Nuez, F. A., Rodríguez, J., Tello, J. Cuartero, B. Segura. 1995. El cultivo del
tomate. Editorial Mundi Prensa. España. 125 p.

Ortega, M. L. D. 2010. Efecto de los sustratos en el cultivo de tomate


(Lycopersicon esculentum Mill.) bajo condiciones de invernadero. Tesis de
Maestría. Colegio de Posgraduados, Montecillos, México. 129 p.

Resh, H. 1993. Cultivos hidropónicos. Nuevas técnicas de producción. Trad. J.


Santos Caffarena, José. Ed. Mundi-Prensa. 3ª edición. Madrid, España. 369 p.

Rick, C. M. 1978. The tomato. Sci. Amer., 239: 67-76 pp.

Rodríguez, R. Tavares, R. y Medina, 2001. Cultivo moderno del tomate. 2ª


Edición. Ediciones Mundi-Prensa. España. 255 p.

Rodríguez, R. Tavarez, R. y Medina, J. 1984. Cultivo moderno del tomate.


Ediciones Mundi Prensa. Madrid, España. 206 p.

RODRÍGUEZ, R., J.M. TABARES Y J.A. MEDINA. 1996. Cultivo moderno del
tomate. Madrid: Mundiprensa.
Salunkhe, D. Kadam, S. 1998. Handbook of vegetable science and technology:
production, composition, storage, and processing. Marcel Dekker. New York. 721
p.

SIAP, 2012. Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera “con datos del


Banco de México y Administración General de Aduanas”. México D.F. a 26 de
marzo de 2012. Número 72. Disponible en línea:
http://www.siap.gob.mx/opt/123/73/72.html (consulta mayo 11, 2013)

Valadéz, L. 1990. Producción de hortalizas. Editorial Limusa. México. 248 p.

Von Haeff, J. N. M. 1983. Manuales para educación agropecuaria, Área:


Producción Vegetal (16), Editorial Trillas, D.F., México: 9-53 pp.

Wagenvoort, W.A.; Bierhuizen, J.F. (1977). Some aspects of seeds germination in


vegetables. The effectsof temperatura fluctuation, depth of sowing, seed size and
cultivar on heat sum and minium temperaturefor germination. Scientia Hort. 5:259-
70.

Wien, H. 1997. The pysiology of vegetable crops. CAB International, London, UK.
651 p.

Wittwer, S. H.; Tolbert, N.W. (1960). (2-chloroethyl)- trimethylammonium chloride


and related compoundsas plant growth substances. Effect of growth and flowering
of the tomato. Am, J. Bot., 47: 560-565.

Wittwer, S.H.; Honma, S. (1979). Greenhouse tomatoes, lettuce, and cucumbers.


Michigan State University Press. East Lansing.

Potrebbero piacerti anche