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LA LITERATURA PERUANA

En las exposiciones anteriores se ha insistido en el carácter complejo y contra-


dicterio de la geografía, la sociedad y la cultura del Perú. Me toca hablar de la
lite- rotura peruana y no puedo dejar de reiterar ese tópico: nuestra literatura es,
tan- bien, contradictoria. Quisiera remarcar dos hechos: que la literatura peruana
es mu- con más antigua que el Perú y que es, vista de cerca, varias literaturas ...
Aludo con esto último no sólo al contraste entre una literatura «culta» y una
literatura popa- larn, sino, sobre todo, a la existencia de literaturas en lenguas
nativas, especialmente- te en quechua, que indudablemente forman parte de ese
complejo de sistemas lite- varios al que reconocemos bajo el nombre de literatura
peruana. Creo que el gran reto para la crítica e historia de la literatura peruana es el
de asumir esa compleja variedad, justipreciar sus virtudes peculiares y articularlas
dentro de un marco que las intercomunique y las interprete globalmente. Me parece
que ese marco no pue- de ser otro que el de la historia social del Perú. Después
de todo, la canción que- chua, el cuento popular o la novela moderna son formas
mediante las cuales la dis- gregada conciencia del país, sus distintos grupos étnicos
y sociales, van dando cuen- ta de su pertenencia a esta realidad convulsa y a veces
desorientadora. Por esto es por lo que decía que la literatura peruana es, en realidad,
varias literaturas.Pero dije también que la literatura del Perú es más antigua que el Perú.
Eviden- temente, si se opta por una interpretación político estatal, el Perú nace en
1821 y su primera literatura es la de la Independencia; pero creo que a nadie escapa
que esta interpretación es pobre e incorrecta, sobre todo porque la emancipación,
como lo han demostrado algunos historiadores jóvenes, no significa una ruptura
decisiva en el proceso de nuestra sociedad.Quisiera plantear el asunto en términos
específicamente literarios. Desde 1821 la literatura del Perú republicano fue ganando
para sí una tradición, al mismo tiempo que, como es obvio, iba desarrollándose
hacia el futuro. En el siglo XIX nos apropiamos de la literatura colonial y la
convertimos en parte de nuestra historia literaria. Hay que recordar a este respecto
que en el Perú el hispanismo, pese a la Independencia, fue mucho más fuerte que
en otros países de la región; por consiguen- te, la literatura virreinal calzó con
facilidad en el proceso histórico que formalmente se iniciaba sólo en 1821. Tal vez
fue don Ricardo Palma quien más hizo por articular nuestra literatura republicana
naciente con la secular literatura de la Colonia. Hacia los años 20 y 30 de este
siglo, que es un período de intensa crisis nacional, se ganó una nueva profundidad
histórica: por entonces, en efecto, se asumió que las literaturas indígenas
prehispánicas eran también parte de nuestra tradición literaria. Hasta entonces
todas las historias de la literatura peruana comenzaban con un capítulo sobre la
literatura colonial; desde entonces, en cambio, todas comienzan con un capítulo
destinado a la literatura prehispánica. Se había ganado, pues, un tiempo más
antiguo y una nueva tradición quedaba reivindicada. No está demás añadir que si
la apropiación de la literatura colonial fue obra de los hispanistas, la de las
literaturas prehispánicas corrió a cargo de los indigenistas.
Todo lo anterior indica que, a trazos gruesos, la literatura del Perú tiene tres
grandes épocas: la prehispánica, la colonial y la republicana. Esta clasificación
puede ser, sin embargo, engañosa; lo es, en todo caso, si se toma como una
secuencia en la que cada etapa cancela la anterior. Ciertamente no es así: la
literatura prehispá- nica pervive, como literatura indígena moderna, hasta nuestros
días. Por supuesto que su supervivencia es azarosa, como literatura subordinada
que expresa la con- ciencia de grupos dominados social y étnicamente, pero eso
no implica que deje de ser una literatura admirable. Por lo demás, en los últimos
años, la literatura que• chau, que era la más conocida y apreciada, está compartiendo
su lugar con otras li- torturas de las que apenas se tenían noticias: las literaturas
orales de la región de la selva.
La literatura peruana moderna tiene, pues, una doble tradición, pero habría que
entender que esta duplicidad implica un conflicto, pues no se trata de dos
tradiciones distintas sino de dos tradiciones opuestas. En las crónicas, que es el
sector más interesante de la literatura colonial, este conflicto está diseñado con toda
claridad. • De primera intención se trata de los esfuerzos recíprocos que realizan las
dos culturas enfrentadas por conocer y comprender a la otra y más tarde de la
estrategia de
la sociedad española por dominar, también en el plano de la cultura, a la sociedad
Indígena. Me parece que en las crónicas está el germen de lo que será más tarde la
literatura del Perú republicano. Después de todo, la sociedad peruana sigue siendo
hoy una sociedad colonial.
En la literatura de la República hay, también, dos tendencias básicas. Estoy es- que
matizando, por supuesto, pero es posible detectar un desarrollo literario que primero
es hispanizante, que luego es --como se decía entonces- «cosmopolita», y que
finalmente -ahora- se internacionaliza. En el lado _opuesto está la literatura que
se define por su apego a lo nacional, entendido en términos indígenas, y que puede
llamarse nativista, regionalista o indigenista. Insisto en que se trata de un es• quema
muy simplificado, pero es bastante claro que tienen poco en común un poeta como
César Moro, que escribe en francés una buena parte de su poesía, y que participa
activamente en el movimiento surrealista francés, y un narrador como José María
Arguedas, que expresa la cosmovisión del hombre andino, que escribe sus novelas
que chuzando el español y que escribe todas sus poesías directamente en
quechua. San obviamente, dos tendencias.
Me interesa aclarar que este diseño no es necesariamente valorativo. Por su-
puesto que algunas manifestaciones de la primera vertiente implican una cierta
y deplorable actitud colonizada, pero esas son -más bien- excepciones. El trasfondo
auténtico de este tipo de literatura es la opción por la modernidad; y esa opción es,
a mi criterio, absolutamente legítima. De manera similar, en el otro lado de
nuestra literatura, es posible encontrar ejemplos de una falaz y peligrosísima
«folklorización» de nuestra literatura, pero aquí también se trata de excepciones
que no invalidan el proyecto de producir una literatura nacional enraizada en el
Perú anti- gua y en la modernidad indígena.
LITERATURA LATINOAMERICANA.
Son obras sanas donde se expresan costumbres de los pueblos. Abarca las literaturas
nacionales de América del Sur y Central, México, Cuba, Puerto Rico, y partes de las
Indias Occidentales. La lengua madre de la misma es el español o castellano y no es
equivalente a hablar de Literatura hispanoamericana pues esta última incluye otros
países hispano hablantes del continente europeo.
Época pre-colombina
Cuando los españoles llegaron a América encontraron territorios habitados por grupos
humanos que tenían diferencias culturales y organizaciones sociales complejas.
Específicamente, se puede hablar de las culturas de Centroamérica y la región andina
de América del sur: Azteca, Maya e Inca. En el sur del continente se encontraban otros
grupos en un menor grado de desarrollo que se dedicaban a la agricultura sedentaria o
eran cazadores nómadas. Las grandes culturas fueron sometidas rápidamente por los
españoles debido a las grandes rivalidades internas que existían y que los llevaba a
traicionarse entre ellos, situación aprovechada por los españoles. Los grupos del sur del
continente en cambio, resistieron mucho más y dieron una lucha aguerrida y sangrienta.
En lo que tiene que ver con el contexto cultural se puede afirmar que los indígenas no
manejaban alfabetos fonéticos propiamente, pero si habían desarrollado otras formas
de comunicación que tenían un sistema de representación visual a partir de gliflos
pictográficos, ideológicos y parcialmente fonéticos. Utilizaron la tradición oral como una
forma de mantener la cultura, esta tradición era de una gran riqueza, algunas de estas
manifestaciones fueron recopiladas por escrito por algunos españoles.
Dicha literatura por lo tanto, estaba vinculada con mitos que hacían parte de las
ceremonias rituales de los indígenas, presentados en un lenguaje elemental y cuyos
temas eran: el origen del mundo, el amor, lo divino. Específicamente, se pueden
encontrar todas estas características en el Popol Vuh, libro fundamental de los mayas
escrito en lengua Quiche, su nombre significa libro del concejo y contiene las más
antiguas cosmogonías, mitos e historias del pueblo Maya. Dichas historias fueron
recopiladas entre 1554 y 1558 y dadas a conocer en el siglo XVIII. El manuscrito fue
descubierto por el padre Francisco Jiménez quien lo tradujo al castellano. Otro
importante aporte de la literatura indígena de la época es el Chilam Balam en él se
puede encontrar crónicas, genealogías, profecías, cantares, mitos y leyendas.
Fue copiado poco después de la conquista y conservado por los indígenas mayas de la
provincia de Yucatán. Balam en lengua maya significa jaguar o brujo y Chilam significa
sacerdote.

Conquista colonial
En el encuentro de dos culturas tan diferentes como la española y la indígena prevaleció
un proyecto político de dominación, caracterizado por el saqueo y la violencia extrema
que acabó con culturas enteras. El siglo XVI fue un siglo de contrastes y violencia; pero
también hubo espacio para la autocrítica. Como se puede apreciar en las leyes de indias
y los escritos de Fray Bartolomé de las casas. Se dio una mezcla de razas entre blancos,
indígenas y negros con unos roles jerarquizados y diferenciados claramente. Los
españoles controlaban el gobierno mientras que los criollos, quienes eran los hijos
nacidos en América de los españoles, luchaban por obtener el poder, los indígenas
fueron sometidos a diversas formas de trabajo que, junto con las guerras y las
enfermedades traídas por los españoles los fueron disminuyendo considerablemente y
propiciaron la traída de negros provenientes del África para desempeñar pesados
trabajos. Toda esta situación dio origen a un mestizaje racial y cultural de tres
continentes.
La vida cultural de la conquista y la colonia estuvo fuertemente influenciada por la iglesia
católica, la educación era restringida a unos pocos criollos y esto generó un gran atraso
pedagógico-educativo, los libros eran prácticamente inexistentes.
La literatura de este periodo se enriqueció gracias a que los conquistadores escribieron
sus aventuras describiendo el nuevo mundo. Se puede afirmar que fue una literatura
testimonial que habla de los ancestros.
Se destacan escritores como: Cristóbal Colón con sus Diarios, Hernán Cortés, Cartas
de relación de la conquista de México; Francisco López de Gomarra, Historia de las
indias; Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de Nueva
España; Gonzalo Fernández de Oviedo, Historia general y natural de las Indias; Fray
Bartolomé de las Casas, Brevísima relación de la destrucción de las Indias; Alvar Núñez
Cabeza de Vaca, Naufragios; Pedro Cieza de León, Crónica del Perú; Fray Bernandino
de Sahagún, Historia general de las nuevas cosas de la Nueva España; El
Inca Garcilaso de la Vega, Diálogos de Amor; Alonso de Ercilla, La Araucana.

El barroco
Fue un movimiento cultural que caracterizó toda una época marcada por la
contrarreforma que se estaba dando en Europa, y la cual era una reacción contra el
protestantismo. Dicha contrarreforma buscaba dar poderío al Papa, por medio del
concilio de Trento la iglesia católica redactara los dogmas fundamentales de la fe
católica. Esta contrarreforma se prolongó un siglo entero y tuvo un efecto negativo ya
que no se dio el librepensamiento ni se permitieron actitudes desenvueltas.
En cuanto al aspecto cultural hay una marcada influencia de las concepciones estéticas
europeas, en sus dos manifestaciones el Conceptismo el cual consistía en una marcada
preocupación por el contenido y el Culteranismo que daba gran importancia a la forma
literaria. Las características más notorias de esta etapa de la literatura se ven en un uso
de recursos estilísticos complicados y juegos de palabras como también un continua
búsqueda de la novedad y de lo extraordinario, uso de un lenguaje complejo y un estilo
lleno de contrastes.
Los principales escritores de este periodo son: Sor Juana Inés de La
Cruz (México), Respuesta a Sor Filotea; Juan de Espinosa Medrano, Apologético a
favor de don Luís Góngora y Argote, Príncipe de los poetas líricos españoles; Juan Ruiz
de Alarcón (México) la verdad sospechosa, Los favores del mundo.
Características
Sus raíces se encuentran en la lengua europea y las tradiciones literarias, junto con
temas e imágenes extraídas del paisaje físico y las culturas indígenas del continente
sudamericano. Ya en la década de 1600 los colonizadores europeos documentaron sus
experiencias en el Nuevo Mundo. Cuando las colonias latinoamericanas comenzaron a
declarar la independencia de Europa en la primera parte del siglo XIX, el clima de
rebelión impulsó el deseo de los muchos escritores para crear una literatura que refleja
fielmente la vida y las preocupaciones de los latinoamericanos.
Mientras que la tradición del Romanticismo que se desarrolló en Europa durante el siglo
XIX había sido favorecida por los primeros novelistas y poetas de América Latina, este
estilo fue dando paso a un mayor realismo, una mayor atención a las vidas de la gente
común, y, con pocas excepciones, una intensa preocupación por la reforma social y
política.
El realismo mágico, o la introducción de elementos sobrenaturales o extraños en la
narrativa de otro modo realista, también se convirtió en una característica común en las
obras de muchos escritores latinoamericanos durante la segunda mitad del siglo XX y
uno de los referentes más reconocidos en de este tipo de literatura es el genial
colombiano Gabriel García Márquez. Desde la década de 1940 y el período de “boom”
de la década de 1960, la literatura latinoamericana se ha convertido cada vez más
disponibles a una audiencia mundial.

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