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Introducción
Alguien ha dicho que para preparar un sermón expositivo hay tres cosas fundamentales que se
tiene que hacer:
Esto es cierto; pero en realidad, la tarea es mucho más complicada. Veremos ahora las partes
principales de la elaboración de una prédica expositiva:
1. ORAR
Lo primero que el predicador debe hacer, al sentarse a preparar un sermón, es orar; está por
realizar una tarea sumamente sagrada, y necesita toda la ayuda posible del Espíritu Santo. Por
lo tanto, debe ‘bañar’ todo el proceso en oración, pidiendo la dirección y la iluminación del
Espíritu Santo (no solo para entender la Palabra de Dios, sino para saber cómo estructurar el
mensaje, y cómo aplicar la Palabra de Dios a sus oyentes).
2. SELECCIONAR EL PASAJE
Si el predicador está exponiendo un libro entero, en forma sistemática, entonces no habrá que
seleccionar un texto cada semana; el texto ya será dado de antemano. En este caso, la tarea
importante es la de seleccionar bien el libro que se piensa exponer. Equivocarse en la
selección de un texto para un domingo es algo grave; pero equivocarse en la selección de un
libro entero es mucho más serio.
Para seleccionar el libro o texto que se quiere exponer, se debe tener en cuenta los siguientes
puntos:
Primero hay que evaluar las necesidades (o circunstancias) de la congregación. Esto implica
meditar sobre las siguientes interrogantes: “¿Cuáles son las necesidades actuales de la
congregación?” “¿Qué circunstancias particulares están los hermanos atravesando?” “¿Qué
libro/texto de la Biblia respondería mejor a estas necesidades o circunstancias?”
b. Las metas del plan de trabajo de la iglesia para este año
Una segunda pregunta que hay que hacer es: “¿Cuál es la meta o metas del plan de trabajo para
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este año?" Y por consiguiente, “¿Qué libros/textos de la Biblia encajarían mejor con esta(s)
meta(s)?"
Como pastores, debemos asegurar que a lo largo del año estamos dando a la iglesia una "dieta"
balanceada; predicando tanto del Antiguo Testamento, como del Nuevo Testamento – y cada
parte de ellos: el Pentateuco; los libros históricos; los libros poéticos; los libros proféticos; los
evangelios; las epístolas.
¿Nos está guiando el Espíritu Santo a seleccionar algún libro específico? Siempre debemos
estar alertas a esta dirección.
Una vez que hemos identificado la porción de la Biblia de la cual vamos a predicar, el siguiente
paso es estudiar el contexto del pasaje bíblico. Lo idea es hacer esto antes de leer y estudiar el
texto mismo que vamos a exponer, porque nos ayudará a evitar imponer sobre el pasaje un
sentido artificial, que el texto no amerita. Esto requiere más tiempo y esfuerzo de lo que
pensamos. Implica los siguientes pasos:
El predicador también debe tomar en cuenta el género literario (¿es un texto narrativo, poético,
sapiencial, profético, epistolar o apocalíptico?). Cada género requiere una HERMENÉUTICA
particular.
b. Tomar en cuenta el mensaje del libro entero en el cual se encuentra el texto que se va a
exponer
Es importante que el predicador entienda bien la relación que existe entre el pasaje que va a
exponer, y el mensaje del todo el libro en el cual el texto se encuentra. Esto le preparará para
interpretar correctamente el pasaje sobre el cual va a predicar.
EJEMPLO: antes de predicar sobre Josué 5, hay que tomar en cuenta que el tema principal del
libro de Josué‚ es la conquista de la Tierra Prometida. Por consiguiente, en un
mensaje sobre Josué 5, habría que relacionar la circuncisión y la pascua, con la
lucha por la Tierra Prometida.
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c. Leer y/o estudiar en más detalle algunos capítulos anteriores y algunos capítulos
posteriores al texto que se va a exponer
No se puede decir cuántos capítulos, dado a que esto dependerá de la estructura del libro en el
cual se encuentra el pasaje que se va a exponer. En algunos libros, esto ya no es tan necesario
(por ejemplo, en los Salmos, o en Proverbios); en otros casos, este proceso es muy importante
(por ejemplo, en el caso de Daniel, Apocalipsis, o Romanos).
EJEMPLO: Antes de predicar sobre Lucas 13:22-30, hay que leer desde Lucas 9:51 en adelante,
para notar la creciente oposición a Cristo. Esto nos ayudará a entender no sólo la
pregunta que se le hizo a Cristo, sino también Su respuesta.
Habiendo estudiado algo del contexto en el cual se encuentra el texto, el predicador recién está
listo para comenzar a leer y meditar sobre el texto que va a exponer.
Ahora el pasaje ha de ser leído REPETIDAS veces, para que el predicador vaya poco a poco
entendiendo el mensaje del texto en su totalidad: tanto el contenido, como el desarrollo de los
pensamientos dentro del mismo. ¡El peligro más grande es acercarse al texto pensando que
uno ya sabe lo que enseña! El predicador debe tratar siempre de acercarse al texto, como si
nunca lo hubiera leído antes.
Aquí es bueno leer el pasaje en diferentes versiones de la Biblia, para captar mejor el sentido
general del pasaje.
Una vez que hemos captado algo del mensaje del texto en su totalidad estamos listos para
comenzar el estudio del pasaje. Lo ideal es hacer esto LENTAMENTE, palabra por palabra,
meditando en cada palabra. De ser posible, sería bueno hacer este estudio en el idioma
original; sino hay que hacerlo en español, pero usando diferentes versiones, y comparando
cualquier diferencia en la traducción. Sería bueno también usar un diccionario español, para
confirmar el significado de cualquier palabra inusual.
Al estudiar el texto en detalle, el predicador debe estar alerta al uso de ciertas palabras o formas
gramaticales inesperadas, y estar constantemente interrogando al texto. Debe preguntarse:
¿Por qué usa el autor esta palabra? (Ejemplo: Hebreos 12: 1, "paciencia")
¿Por qué habla en singular o plural? (Ejemplo: Lucas 13:23)
¿Por qué usa la primera/segunda/tercera persona? (Ejemplo: Salmo 121)
¿Por qué está el verbo en ese tiempo? (Ejemplo: Efesios 5:18)
El estudio del texto ha de ser lo más minucioso posible, tanto para asegurar que entendemos
bien el texto, como para enriquecer nuestra exposición del mismo. Al predicar en esta
manera estaremos enseñando a los creyentes cómo estudiar la Biblia por sí mismos.
A la par que se efectúa este estudio detallado, es importante hacer apuntes; estos luego serán
usados en la elaboración del sermón.
Al leer el pasaje repetidas veces (ver punto 3), ya habremos notado algo del desarrollo del
pensamiento en esos versículos. Habiendo estudiado el pasaje palabra por palabra, estamos
listos para hacer un análisis formal (estructural) del pasaje, anotando los puntos principales.
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Aquí, la repetición de palabras o frases nos ayudará (p.e. Amos 1:3 – 2:6; Is 2:5-22), como
también el uso de ciertas palabras que proveen el enlace entre los pensamientos del texto.
Algunos pasajes son fáciles de analizar, por el mismo contenido (ejemplo, Juan 21:15-19); otros
requerirán más estudio y pensamiento (ejemplo, Isaías 9:1-7).
Es muy importante DAR TIEMPO a este trabajo. A veces es posible hacer una buena exégesis
de las palabras del texto, pero equivocarnos tremendamente en el análisis del pasaje. De hacer
esto, limitamos el valor de la exégesis.
Aquí valdría la pena observar que un mensaje expositivo no consiste simplemente en una serie
de comentarios sobre el texto, verso por verso. El predicador tiene que elaborar una
estructura, para que el sermón fluya en cierta dirección hacia una conclusión. Lo ideal es que
la estructura homilética venga de la estructura del texto bíblico (por eso es importante dedicar
tiempo al análisis estructural del texto bíblico); sin embargo, a veces el predicador necesita
imponer una estructura sobre el texto para poder elaborar un sermón. En este caso, la
estructura reflejará la interpretación del predicador acerca de los temas importantes en el texto,
y cuáles son las lecciones necesarias para la congregación.
Es importante hacer esto cuando se está predicando sobre una porción de la Biblia en la cual hay
pasajes paralelos o complementarios. Por ejemplo:
- en las epístolas (hay paralelos entre ellas, y pasajes complementarios en los evangelios
y en Hechos).
Uno de los propósitos principales de todo el estudio que se ha hecho hasta el momento es
identificar el tema central del pasaje. Esto es de mayor importancia si se pretende predicar un
sermón expositivo (en vez de un sermón exegético). Frecuentemente, el tema será una
doctrina, o estará relacionado con una doctrina. Martín Lloyd-Jones afirma que en realidad toda
predicación debe ser teológica; es decir, debe exponer un asunto teológico. Él explica: “Por
tanto, comienza con la exposición; no solamente en tu propia preparación, sino que esto es lo
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que debes dar también a tu gente [en el momento de predicar]. Lo que digas, el tema principal
de tu mensaje debe brotar de esta exposición. Si verdaderamente has entendido el versículo o
pasaje, te conducirá a una doctrina, una doctrina concreta que es parte de todo el mensaje de la
Biblia. Tu trabajo es escudriñarla y buscarla diligentemente. Has de cuestionar tu texto y
hacerle preguntas, y en especial esta: ‘¿Qué dice? ¿Cuál es la doctrina concreta aquí, el mensaje
especial?’ En la preparación de un sermón no hay nada más importante que esto”1.
Sin embargo, Lloyd-Jones también advierte del peligro de imponer una doctrina sobre un texto
bíblico. “La doctrina puede ser verdadera, pero no surge de ese texto concreto; y debemos
ceñirnos siempre al texto”2.
Muchos predicadores tienen la costumbre de predicar sobre textos aislados. Si a esto, sumamos
la tendencia de no analizar la teología de nuestro sermón (frecuentemente proclamamos una
teología más implícita que explícita), ni de comparar la doctrina que estamos derivando de
nuestro texto con las doctrinas que derivamos de otros textos, muchos predicadores corren un
grave riesgo de caer en contradicciones teológicas. Por ende, es de vital importancia que el
predicador no solo sea más explícito en la doctrina o teología que está formulando a la luz de su
texto (que es el punto anterior), sino que se tome el tiempo para evaluar esta doctrina a la luz de
todo el cuerpo de la doctrina evangélica. En esta forma, no solo evitará caer en contradicciones
teológicas, sino que podrá colocar la doctrina particular que está exponiendo dentro del contexto
de toda la doctrina cristiana.
Es por eso que Lloyd-Jones no tiene dudas en afirmar que todo predicador ha de ser un buen
teólogo. “Para mi”, dice Lloyd-Jones, “no hay nada más importante en un predicador que tener
una teología sistemática, conocerla y estar bien fundamentado en ella. Esta teología sistemática,
este conjunto de verdad que se deriva de las Escrituras, debiera estar siempre presente en el
trasfondo y como algo que influye en su predicación y la gobierna, Cada mensaje que surge de
un texto en particular o de una declaración de la Escritura ha de ser siempre una parte o un
aspecto de este conjunto total de la Verdad”3.
Lloyd-Jones reconoce que la forma en que los apóstoles predicaban no es como lo hacemos hoy
en día. Ellos no empezaban con un solo texto, y procuraban analizarla. Lo que hacían era
simplemente presentar todo el conjunto de doctrinas que se llama ‘evangelio’, o la doctrina de
salvación. Continua, “Mi argumento es que esto es lo que nosotros debiéramos estar haciendo
siempre, aunque lo hagamos por medio de exposiciones individuales de textos concretos”4.
Si el predicador se prepara, no solo con una exégesis concienzuda, sino también con un
fino análisis teológico, el predicador ayudará a la iglesia a ser bíblicamente instruida, y
teológicamente madura.
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Habiendo realizado todo este estudio exhaustivo, recién estamos listos para comenzar a elaborar
la prédica. El bosquejo del sermón debe venir de los puntos resaltantes del pasaje (no de
los detalles).
El sermón debe reflejar todo el estudio que hemos hecho. Sin embargo es muy importante
notar lo siguiente: el predicador ha de seleccionar bien el material que va a incluir en el
sermón. La gran tentación para el predicador en este momento es la de tratar de incluir en su
prédica TODOS los detalles de lo que ha descubierto en su estudio del pasaje. Hacer esto
sería ‘matar’ un buen mensaje. El predicador debe seleccionar el material que va a incluir
sobre la base de ciertos criterios, como los siguientes:
La estructura del sermón debe reflejar la estructura del pasaje mismo. Sin embargo, el
predicador debe tomar en cuenta cuáles son las lecciones espirituales más importantes en el
pasaje (además del tema central). Estas son las lecciones que el predicador debe enfatizar
durante su prédica, y tendrá que tomar esto en cuenta en la elaboración de su prédica.
Otro asunto que guiará al predicador en la elección de los puntos principales a tratar en el
sermón es la clase de reunión en el cual va a predicar. Si es un culto evangelístico, el
predicador ha de procurar enfatizar los puntos pertinentes al evangelio. Si es un culto de
edificación, el predicador debe enfatizar las lecciones espirituales para los creyentes. Si es un
culto de estudio bíblico o una clase de academia bíblica (escuela dominical), entonces no será
tan importante enfatizar las lecciones espirituales del pasaje (aunque el buen predicador siempre
debe ser sensible a las necesidades de los oyentes).
Las ilustraciones son muy importantes en una prédica; hacen que la prédica ‘viva’, y capte el
interés de los oyentes. Por lo tanto, es de suma importancia usar ilustraciones durante la
prédica. Son como ‘ventanas’ para el sermón; dejan entrar luz, para que los oyentes entiendan
mejor el mensaje. También sirven para ‘aligerar’ el sermón, para que no se sienta tan ‘pesada’.
- de la Biblia misma.
- de la vida cotidiana.
- de la naturaleza.
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- de la historia.
- de biografías.
NOTA: el predicador debe tener cuidado de no usar muchas ilustraciones personales. Esto
podría dar la impresión que el predicador es muy egocéntrico. Como predicadores,
debemos mantener el énfasis sobre predicar la palabra de Dios, y no simplemente
predicar sobre nuestras experiencias espirituales.
No basta con estudiar el pasaje, para sacar las lecciones principales, e ilustrarlas. La meta del
predicador es la TRANSFORMACIÓN de la vida de los oyentes por medio de la predicación de
la Palabra de Dios. Por lo tanto, el predicador debe dar tiempo para orar y pedir la dirección
de Dios en cuanto a la aplicación del mensaje.
Habiendo identificado el tema o la doctrina principal del pasaje bíblico, el predicador debe
proceder a considerar cuál es la importancia de esa doctrina para la vida de los oyentes. Es
decir, debe comenzar a evaluar cómo se debe aplicar esa doctrina a la vida de los oyentes –
tanto creyentes como inconversos.
Es aquí donde el predicador siempre debe recordar que está preparando un sermón, y no
simplemente ofreciendo una charla o un discurso académico. “El predicador es un hombre que
habla a personas que están vivas en la actualidad y que están haciendo frente a los problemas de
la vida; por tanto, has de mostrar que no se trata de un asunto académico o teórico que puede ser
de interés para la gente que tiene esta afición en particular de la misma manera que hay otros
que tienen la de hacer crucigramas o algo por el estilo. Tienes que demostrar que este mensaje
es de vital importancia para ellos y que han de oír con todo su ser, porque esto realmente les
ayudará a vivir”5.
En la mayoría de los casos, Dios da la aplicación mientras uno está preparando el sermón; en
otros casos, el Espíritu Santo inspira al predicador en el momento de la predicación para aplicar
el mensaje en una manera que no había pensado antes. Es muy importante que el predicador
aprenda a discernir cuándo el Espíritu Santo le está guiando a hacer una aplicación del mensaje,
y que haga caso de esta dirección del Espíritu. El predicador también debe orar de antemano
que Dios mismo aplique Su Palabra a los oyentes directamente.
Para hacer una buena aplicación del mensaje, el predicador no sólo debe pensar en el pasaje
mismo que va a predicar, sino también (y quizá primordialmente) en la situación de sus oyentes.
Si el predicador no conoce bien a su congregación, o no toma en cuenta su situación (social,
espiritual, económica, etc.), entonces no podrá aplicar bien la Palabra de Dios. La aplicación
será algo académico, y fuera de la realidad de los oyentes.
Por lo tanto, si durante la elaboración del sermón, el Espíritu Santo no ha guiado al predicador
acerca de cómo aplicar el mensaje, entonces después de haber elaborado su bosquejo
provisional, el predicador debe detenerse para estudiar su propio sermón, y pedir al Señor Su
dirección en cuanto a la aplicación del mismo. ¡ESTO ES MUY IMPORTANTE!
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b. Enfatizar la aplicación o aplicaciones principales del sermón.
La clave de una buena prédica es terminar en una nota fuerte; esto requiere mucho pensamiento,
y no siempre es fácil hacerlo, especialmente en un mensaje expositivo. Por eso se dice que la
elaboración de un buen sermón expositivo requiere mucha habilidad y experiencia.
La introducción podría ser una anécdota o una pregunta que el resto de la prédica intentará
contestar. Mayormente los predicadores dedican menos tiempo a la introducción de lo que
debieran. Aun en esto necesitamos la ayuda de Dios.
Recién ahora el predicador está listo para redactar su prédica. Lo ideal es que lo haga palabra
por palabra, aunque esto sea trabajoso. Esto es importante si el predicador recién está
comenzando su ministerio expositivo. Redactar todo el sermón tiene las siguientes ventajas:
a. Al escribir todo el sermón, el predicador pasará ‘en limpio’ todas las notas
exegéticas que ha hecho, y que utilizará en su prédica. De ahora en adelante él
puede trabajar simplemente con esta prédica escrita.
b. El predicador ya se prepara para elaborar el argumento de la predicación. Pensará
en cada palabra que utilizará, especialmente en las oraciones de transición que son
tan importantes para el buen desarrollo, presentación y comprensión de la prédica.
c. Escribiendo toda la prédica le dará al predicador una idea de cuánto material tiene.
Al redactar toda la prédica, él se dará cuenta si el sermón va a ser muy largo o muy
corto.
Una vez que tiene el sermón final escrito, el predicador puede elaborar sus notas que usará en el
acto de predicar. Cada predicador tendrá su manera de escribir sus notas para el púlpito.
Una sola sugerencia haremos, y es que se utilice varios colores de lapizero/lapiz, para que el
predicador pueda resaltar ciertas palabras/detalles.
Conclusión
Luego de todo el trabajo de elaborar el sermón, éste necesita ser ‘bañado’ otra vez en oración;
porque la ‘carne’ de nada aprovecha, es el Espíritu que da vida.
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LECTURAS ADICIONALES
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