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12 Consecuencias de la

Reforma Protestante
Las consecuencias de la Reforma Protestante tuvieron como
protagonista al movimiento religioso encabezado por Martin Lutero en
1517, el cual dio lugar a una división teológica entre los católicos romanos
y los protestantes.

Lutero era un monje alemán que buscaba reformar la corrupción que


existía en la Iglesia Católica de la época. Aunque el movimiento era
principalmente espiritual, el protestantismo llevó a muchos a rebelarse
contra la autoridad de la iglesia y los poderosos monarcas de aquel
entonces, que utilizaban su autoridad para controlar grandes imperios.

La reforma cambió significativamente el panorama político en Europa


Occidental y culminó en la Guerra de los Treinta Años del siglo XVII.

Consecuencias de la Reforma Protestante en


la sociedad

1- Ruptura con Roma

Martin luerto
La Reforma produjo un impacto sobre el pensamiento religioso y filosófico,
sobre todo debido a la insatisfacción con la Iglesia Católica de la época, que
fue una autoridad preeminente en Europa en los años 1500. Martin Lutero
afirmaba que la autoridad venía de la Biblia y no de la Iglesia Católica o el
Papa.

Como resultado, la Iglesia se fracturó, lo que dio lugar a una multitud de


denominaciones cristianas, entre ellas la primera, el Luteranismo, y muchas
otras más que aún surgen y continúan en los tiempos modernos.

Surgimiento de la Iglesia Anglicana

La historia se inicia con la ruptura del Rey Enrique VIII con la Iglesia
Católica Romana. Esta reforma en Inglaterra estaba estrechamente
relacionada con los asuntos personales del Rey, debido a que se encontraba
desesperado por librarse de su matrimonio con Catalina de Aragón.

Así pues, en 1532 se aprobó una ley en el Parlamento frenar la influencia


del papado en Inglaterra y se nombró al Rey como Jefe Supremo de la
Iglesia, naciendo el anglicanismo.

Enrique VIII tomó algunas medidas. Los conventos fueron desmantelados y


su riqueza secularizada, por lo que cada parroquia debía poseer una Biblia
en inglés y el Nuevo Testamento en la traducción de Tyndale fechada en
1526.

Sin embargo, Enrique VIII sentía fuertes vínculos con el catolicismo, por lo
que aunque fundó una Iglesia separada de Roma, buscó ser fiel a la
doctrina católica.
Tras su muerte en 1547, su hijo Eduardo VI abrió las puertas
completamente de la Reforma en Inglaterra. Pero pocos años después, su
hermana María (hija de Catalina de Aragón y Enrique VIII) fue coronada y,
como devota católica, restauró el catolicismo en Inglaterra bajo la
autoridad del Papa y persiguió a los protestantes.

3- Persecución entre católicos y protestantes

Como consecuencia de la Reforma Protestante, la Iglesia de España y


Portugal operaron tribunales inquisitoriales a lo largo de sus imperios, por
lo que luteranos y protestantes eran perseguidos y asesinados sin
clemencia.

La intolerancia del protestantismo no fue menos cruel. En Inglaterra por


ejemplo, después de haber alcanzado la supremacía, establecieron una
nueva tiranía. Acabaron con los conventos y monasterios católicos,
expropiaron sus bienes, les persiguieron y les asesinaron.

4- La Reforma Católica

El deseo de reforma dentro de la Iglesia Católica había comenzado antes de


la propagación de Lutero, pero la Reforma Protestante presionó para que
un catolicismo resurgido, aclarara y reafirmara los principios católicos
romanos. Muchos hombres de gran pensamiento e intelecto estuvieron
involucrados en esta Reforma.
5- La Guerra de los Treinta Años

La guerra de los Treinta Años (1618 -1648), en la que intervino la mayoría


de las potencias europeas (sobre todo del Sacro Imperio Romano
Germánico) dibujó un nuevo marco geopolítico en los años posteriores.

6- Alfabetización y fomento de la educación

En el contexto de la Reforma Protestante, Becker y Woessmann (2009)


argumentan que Lutero estaba interesado en hacer que todos los cristianos
leyeran la Biblia, por lo que se fomenta la escolarización universal en las
zonas protestantes.

7- Desarrollo económico

Una consecuencia clásicamente mencionada es el trabajo de Max Weber,


sobre la relación entre el protestantismo y el desarrollo económico.

La teoría de Weber fue motivada por la observación de que en Baden (un


estado del suroeste de Alemania), los protestantes ganaban más que los
católicos y eran más propensos a asistir a escuelas de artes técnicas.

8- Migración judía a Europa del Este

En cuanto a los judíos, Lutero cometió un error. Estaba seguro de que los
judíos lo apoyarían e incluso se convertirían en luteranos. Había sacudido a
la Iglesia hasta su núcleo, había soportado la excomunión y se había
levantado ante el emperador del Sacro Imperio Romano. Él pensó que por
sus acciones los judíos se convertirían.

9- Cambios en el arte religioso

La Reforma inauguró una nueva tradición artística que resaltó el sistema de


creencias protestante y divergió drásticamente del arte humanista del sur
de Europa producido durante el Alto Renacimiento. Muchos artistas en los
países protestantes se diversificaron en formas seculares de arte.

10- Destrucción de imágenes religiosas

La Reforma Protestante indujo una ola revolucionaria con respecto a las


imágenes religiosas. Los protestantes más radicales que promovieron la
destrucción, encontramos a los líderes protestantes Huldrych Zwingli y Juan
Calvino, quienes eliminaron activamente las imágenes de sus iglesias.

11- División de Europa

A principios del siglo XVI, Europa Occidental sólo tenía una religión, el
catolicismo romano. La Iglesia Católica era rica y poderosa y había
preservado la cultura clásica de Europa.

12- División del protestantismo

La Reforma Protestante dio lugar a muchas divisiones dentro de sí misma.


Aunque el origen fue el Luteranismo, muchos otros se distanciaron de este,
dando lugar a una variedad de iglesias (algunas más radicales que otras),
tales como: la Iglesia Protestante, la Anglicana, la Iglesia de Inglaterra
Episcopal Baptista Metodista Pentecostal o el Calvinismo Presbiteriano
Reformado, entre muchas más.

Concilio de trento

El concilio de Trento fue un concilio ecuménico de la Iglesia católica desarrollado en


periodos discontinuos durante veinticinco sesiones entre los años 1545 y 1563. Tuvo lugar
en Trento, una ciudad del norte de la Italia actual, que entonces era una ciudad imperial
libre regida por un príncipe-obispo.

Santos q florecieron

En el Virreinato del Perú surgieron 4 santos católicos que marcaron


la vida religiosa en Latinoamérica.

Ellos fueron:

.Santo Toribio de Mogrovejo 16/11/1538 - 23/03/1606

.Santa Rosa de Lima 30/04/1586 - 24/08/1617

.San Martín de Porres 9/12/1579 - 3/11/1639

.San Juan Macías 2/03/1585 - 16/09/1645


En el Virreinato del Perú y en todo lo que hoy se llama América
Latina no aparecieron más santos hasta siglos después.

SANTO TORIBIO DE MOGROVEJO

Toribio Alfonso de Mogrovejo y Robledo (Mayorga, 16 de noviembre de 1538 - Zaña,


Reyno del Perú, 23 de marzo de 1606). Eclesiástico español. Santo de la Iglesia
católica y segundo Arzobispo de Lima. Misionero y organizador de la Iglesia católica
en el virreinato del Perú.

Sus padres, Luis de Mogrovejo y Ana de Robledo y Morán, de las casas de


Villapadierna y Mogrovejo, pertenecían a la nobleza española.

A los doce años, Toribio fue enviado por sus padres a estudiar a Valladolid. Después
de algunos años, deseando estudiar Derecho civil y eclesiástico, se trasladó a la
Universidad de Salamanca. Allí recibió la influencia de su tío Juan de Mogrovejo,
profesor en dicha Universidad y en el Colegio Mayor de San Salvador en Oviedo.

Habiendo sido invitado por Juan III, Rey de Portugal, a enseñar en la ciudad de
Coimbra, Juan de Mogrovejo llevó consigo a su sobrino, y ambos residieron algunos
años en la Universidad de esa ciudad.

De vuelta a Salamanca, su tío falleció poco después del regreso. Toribio resolvió
seguir la carrera de éste, llegando a ser profesor de leyes en la Universidad de
Salamanca, donde su erudición y virtud le llevaron a ser designado como Gran
Inquisidor de España.

El emperador Felipe II al conocer sus cualidades le propuso al Papa Gregorio XIII su


nombramiento como Arzobispo de Lima, sucediendo a Jerónimo de Loayza. En marzo
de 1579, recibió el nombramiento para el cargo por parte del Papa Gregorio XIII.
Como ni siquiera era sacerdote, habiendo recibido dispensa papal para la recepción
de las diversas órdenes menores, fue ordenado en Granada y poco después, recibió
la consagración episcopal en Sevilla.

Finalmente, en septiembre de 1580 embarcó con destino a su sede episcopal, donde


llegó en mayo del año siguiente. Lo acompañó su hermana, Grimanesa de Mogrovejo
y el esposo de ésta, Francisco Quiñones, quien llegó a ser corregidor y alcalde de
Lima. En marzo de 1579, Gregorio XIII lo nombró arzobispo de Lima en virtud a una
cédula de presentación del rey.

Llegó al puerto de Paita,(Perú), en mayo de 1581 e inició su trabajo como misionero


viajando a Lima a pie, bautizando y enseñando a los nativos.
Al llegar a Lima, como Arzobispo, tomó posesión de su sede el viernes 12 de mayo de
1581, se dedicó a lograr el progreso espiritual de sus fieles. La ciudad había quedado
sin Arzobispo durante seis años, de 1575 a 1581 y estaba en una grave decadencia
espiritual con un sistema en que el régimen de patronato facultaba a los Virreyes a
intervenir en asuntos eclesiásticos, dando origen a frecuentes disputas entre el poder
espiritual y el temporal, por lo cual los conquistadores cometían muchos abusos y los
sacerdotes no se atrevían a corregirlos. Muchos para excusarse del mal que estaban
haciendo, decían que "esa era la costumbre". Toribio de Mogrovejo les respondía que
"Cristo es verdad y no costumbre". y empezó a atacar fuertemente todos los vicios y
escándalos. Las medidas que tomó contra los abusos que se cometían, le atrajeron
muchas persecuciones y atroces calumnias. Sin embargo, prefirió callar y solía decir:
"Al único que es necesario siempre tener contento es a Nuestro Señor".

Toribio de Mogrovejo se destacó por su fuerza de trabajo. Su generosidad lo llevaba a


repartir a los pobres todo lo que poseía. Un día al regalarle sus camisas a un
necesitado le recomendó: "Váyase rápido, no sea que llegue mi hermana y no permita
que Ud. se lleve la ropa que tengo para cambiarme" Son abundantes los testimonios
de su caridad, entrega y desinterés total por lo material: antes de poner su firma a
cualquier decreto que lo requiriese, anteponía la palabra "gratis". En una ocasión,
cuando se desató una terrible peste en la ciudad que causó innumerables muertos y
enfermos, muchos de ellos pobres que abarrotaban los hospitales, le mandó decir a
su cuñado que gastase todo su dinero en socorrerlos y que si faltaba, que pidiese
prestado que luego él lo devolvería. En otra ocasión, un altercado gravísimo entre dos
nobles limeños terminó con la condena a muerte de uno de ellos. Sólo el perdón del
otro, que los ruegos de medio Lima no consiguieron, podía salvar de la ejecución al
condenado. Ya a punto de realizarse el ajusticiamiento, el arzobispo de Lima fue a
buscarlo, se arrodilló a los pies del ofendido y suplicó por su perdón como si fuera
para él mismo obteniéndolo.

Fue beatificado el 28 de junio de 1679 por el Papa Inocencio XI, mediante su Bula
"Laudeamus" y canonizado el 10 de diciembre de 1726 por el Papa Benedicto XIII,
mediante su Bula "Quoniam Spiritus".
SANTA ROSA DE LIMA

Santa Rosa de Lima O. P. (Lima, Perú, 30 de abril de 1586 - Lima, 24 de agosto de


1617) fue una Mística terciaria dominica .

Fue la primera santa de América, excelsa Patrona de Lima, del Perú (desde 1669), del
Nuevo Mundo y Filipinas (desde 1670).

Además, es Patrona de institutos educativos, policiales y armados: Universidad


Católica Santa Rosa (en Venezuela), Policía Nacional de la República del Perú y de
las Fuerzas Armadas de Argentina.

Nacida en el siglo XVI como Isabel Flores de Oliva, fue hija de Gaspar Flores,
cfbbbbbfbf arcabucero natural de Baños de Montemayor, municipio
de la provincia de Cáceres (España). Así lo asegura la placa en la casa de los Flores,
la cual aún se conserva en dicho pueblo cacereño. En 1545, Gaspar salió de España,
después de pasar por Puerto Rico y Panamá, que formaban parte del virreinato de
Nueva España, llegó al Perú en 1547, como soldado del Pacificador Pedro de la
Gasca, quien restableció la Real Audiencia en 1549, recuperando el dominio de la
Corona tras la usurpación del poder por Gonzalo Pizarro, gobernante del Perú entre
1544-1548. Gaspar Flores fue nombrado arcabucero el 9 de marzo de 1557, por don
Andrés Hurtado de Mendoza, tercer virrey del Perú entre 1556-1561.

El 1 de mayo de 1577, se casó, en Lima, con la criolla limeña María de Oliva y


Herrera, apellidos procedentes de Aragón. Ese mismo año servía de arcabucero en la
guarda del V Virrey Francisco de Toledo (1569-1581).

Debido a problemas económicos de la familia, trabajaba el día entero en el huerto y


solía bordar con gran esmero para diferentes familias de la ciudad y así ayudar al
sostenimiento de su hogar.

A pesar de todo, se encontraba conforme con su forma de vida y no hubiera tratado


de cambiarla si no hubiera sido por la insistencia de sus padres en casarla. Rosa
resistió durante más de diez años y finalmente hizo voto de virginidad ante la imagen
del "doctorcito" para confirmar su resolución.

Al cabo de unos años ingresó en la Tercera orden de Santo Domingo a imitación de


santa Catalina de Siena. A partir de entonces se recluyó prácticamente en la ermita
que ella misma construyó, con ayuda de su hermano Hernando, en un extremo del
huerto de su casa. Sólo salía para visitar el templo de Nuestra Señora del Rosario y
atender las necesidades espirituales de los indígenas y los negros de la ciudad.
También atendía a muchos enfermos que se acercaban a su casa buscando ayuda y
atención, creando una especie de enfermería en su casa.

Murió a los treinta y un años de edad en las primeras horas del 24 de agosto de 1617,
fiesta de San Bartolomé, como ella misma lo profetizó y cuenta el padre Leonardo
Hansen.

El día de sus exequias y entierro, los devotos se abalanzaban sobre su cuerpo para
arrancarle la vestimenta en busca de un recuerdo, aclamándola como santa.

Hoy sus restos se veneran en la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Lima
(Santo Domingo), con notable devoción del pueblo peruano y de América que visita la
Capilla dedicada a su culto en el Crucero del Templo dominicano.

Su entierro fue uno de los más notables que vivió la ciudad de Lima. En la casa de la
familia De la Maza se formaron grandes multitudes para contemplar a Rosa. El gentío
hubo de esperar a su traslado hacia la Iglesia del Rosario. Al traslado acudieron el
virrey, el Cabildo Secular y Eclesiástico, las órdenes religiosas presididas por la orden
de Santo Domingo de Guzmán, los oidores y personas notables. Hubo de requerirse
la fuerza de la guardia del virrey para impedir que Rosa fuera desvestida por los
devotos que deseaban llevar alguna reliquia. A pesar de ello, tuvieron que cambiarle
tres veces los hábitos e incluso en el traslado algún irreverente seccionó uno de sus
dedos del pie.

En el lecho de muerte, Gonzalo de la Maza hizo retratar el rostro de Rosa. A su efecto


llamó al pintor italiano Angelino Medoro, quien realizó el primer testimonio de su
apariencia física.

La devoción del pueblo se excedió a tal punto, que en pocos años tuvieron que
retirarla de la Cripta y colocarla en la Iglesia del Rosario.

En 1634 se presentó a Roma la causa de Beatificación. La beatificación se realizó en


el Convento Dominico de Santa Sabina en Roma, en 1668.

Fue canonizada por Clemente X el 12 de abril de 1671, proclamándola por "Principal


Patrona del Nuevo Mundo".

En Lima, Roma, España y todos los países de América y Europa, se celebraron


fiestas suntuosas en honor de la primera Santa natural de América.

Los Pontífices en sus respectivas Bulas la proclamaron santa con el nombre de "Rosa
de Santa María", y que posteriormente hubo de convertirse en Rosa de Lima, nombre
toponímico común a muchos santos en el orbe cristiano.

La tradición cuenta que el Papa Clemente X, luego de oír los argumentos sobre su
canonización dijo: "¡Hum! ¡Patrona y Santa! ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi
escritorio si es verdad", y la respuesta al instante fue una fragante lluvia de rosas
sobre la mesa del Papa quien en ese momento procedió a la canonización.
SAN MARTIN DE PORRES

San Martín de Porres Velázquez O.P. (Lima, 9 de diciembre de 1579 – 3 de


noviembre de 1639) fue un fraile peruano de la orden de los dominicos.

Es el primer santo mulato de América.

Conocido también como "el santo de la escoba" por ser representado con una escoba
en la mano como símbolo de su humildad.

Martín de Porres o Porras fue hijo de un hidalgo burgalés, caballero de la Orden de


Alcántara, Juan de Porres (según algunos documentos, el apellido original fue Porras)
natural de la ciudad de Burgos, y de una negra liberta (horra), Ana Velázquez, natural
de Panamá que residía en Lima.

Su padre no podía casarse con una mujer de su condición, porque era muy pobre, lo
que no impidió su amancebamiento con Ana Velázquez. Fruto de esta relación nació
Martín y, dos años después, Juana, su única hermana.

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Martín de Porres fue bautizado el 9 de diciembre de 1579 en la Iglesia de San
Sebastián en Lima.

Se formó como auxiliar práctico, barbero y herbolista.

En 1594, a la edad de quince años, y por invitación de Fray Juan de Lorenzana,


famoso dominico, teólogo y hombre de virtudes, entró en la Orden de Santo Domingo
de Guzmán bajo la categoría de "donado", es decir, como terciario por ser hijo
ilegítimo (recibía alojamiento y se ocupaba en muchos trabajos como criado).

Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes. Fue admitido como hermano
de la orden en 1603. Perseveró en su vocación a pesar de la oposición de su padre, y
en 1606 se convirtió en fraile profesando los votos de pobreza, castidad y obediencia

De todas las virtudes que poseía Martín de Porres sobresalía la humildad, siempre
puso a los demás por delante de sus propias necesidades. En una ocasión el
Convento tuvo serios apuros económicos y el Prior se vio en la necesidad de vender
algunos objetos valiosos, ante esto, Martín de Porres se ofreció a ser vendido como
esclavo para ayudar a remediar la crisis, el Prior conmovido, rechazó su ayuda.

Ejerció constantemente su vocación pastoral y misionera; enseñaba la doctrina


cristiana y fe de Jesucristo a los negros e indios y gente rústica que asistían a
escucharlo en calles y en las haciendas cercanas a las propiedades de la Orden
ubicadas en Limatambo. La situación de pobreza y abandono moral que estos
padecían le preocupaban; es así que con la ayuda de varios ricos de la ciudad - entre
ellos el virrey Conde de Chinchón, que en propia mano le entregaba cada mes no
menos de cien pesos - fundó el Asilo y Escuela de Santa Cruz para reunir a todos los
vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.

Martín siempre aspiró a realizar vocación misionera en países alejados. Con


frecuencia lo oyeron hablar de Filipinas, China y especialmente de Japón, país que
alguna vez manifestó conocer.

Fue frugal, abstinente y vegetariano. Dormía sólo dos o tres horas, mayormente por
las tardes. Usó siempre un simple hábito de cordellate blanco con una capa larga de
color negro. Alguna vez que el Prior lo obligó a recibir un hábito nuevo y otro fraile lo
felicitó, Martín, risueño, le respondió: “pues con éste me han de enterrar” y
efectivamente, así fue.
A la edad de sesenta años, Martín de Porres cae enfermo y anuncia que ha llegado la
hora de encontrarse con el Señor. La noticia causó profunda conmoción en la ciudad
de Lima. Tal era la veneración hacia este mulato, que el Virrey Luis Jerónimo
Fernández de Cabrera y Bobadilla, Conde de Chinchón, fue a besarle la mano cuando
se encontraba en su lecho de muerte pidiéndole que velara por él desde el cielo.
Martín solicitó a los dolidos religiosos que entonaran en voz alta el Credo y mientras lo
hacían, falleció. Eran las 9 de la noche del 3 de noviembre de 1639 en la Ciudad de
los Reyes, capital del Virreinato del Perú.

Toda la ciudad le dio el último adiós en forma multitudinaria donde se mezclaron gente
de todas las clases sociales. Altas autoridades civiles y eclesiásticas lo llevaron en
hombros hasta la cripta, doblaron las campanas en su nombre y la devoción popular
se mostró tan excesiva que las autoridades se vieron obligadas a realizar un rápido
entierro.

En la actualidad sus restos descansan en la Basílica y Convento de Santo Domingo


en Lima, (Perú) junto a los restos de santa Rosa de Lima y san Juan Macías en el
denominado "Altar de los Santos Peruanos".

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, franqueando las barreras de una anticuada
y prejuiciosa mentalidad. El Papa Juan XXIII que sentía una verdadera devoción por
Martín de Porres, lo canoniza en la Ciudad del Vaticano el 6 de mayo de 1962.
SAN JUAN MACIAS

San Juan Macías fue un religioso y santo dominico español que evangelizó el Perú
desde 1620.

Nació en la Ribera del Fresno, Extremadura el 2 de marzo de 1585 y murió en Lima -


Perú el 16 de septiembre de 1645.
Hoy tiene innumerables fieles que visitan su imagen en el altar principal de la Basílica
de Nuestra Señora del Rosario o de Santo Domingo y en el año 1970 se levantó un
templo parroquial en su nombre en el distrito de San Luis (Lima).

Fueron sus padres Pedro de Arcas y Juana Sánchez, por lo que su nombre debió ser
Juan de Arcas Sánchez. El cambio de nombre se debe fundamentalmente a que las
tierras de pastoreo eran llamadas "las Macías" y a los pastorcitos "los Macías". Por
eso es que se le conoce como Juan Macías o Juan Pastorcillo.

Se sabe que quedó huérfano desde los cuatro años y medio y bajo el cuidado de un
tío que lo dedicó al pastoreo. Cuentan que a la edad de 8 años, una noche de
Navidad, Juan interrumpió la conversación de sus parientes para decirles que se
marcharía. Luego conoce a un comerciante con el que trabajó y con él hace un primer
viaje a América. Llegó primero a Cartagena de Indias (Colombia) luego al Reino de
Nueva Granada, pasando por Pasto y Quito (Ecuador), para llegar finalmente al
Virreinato del Perú donde se quedaría hasta su muerte.

Su primera acción al llegar a Lima fue indagar sobre la Orden de Predicadores,


indicando que se proponía ingresar a ella para servir a Dios de acuerdo a la voz que
escuchó a los 20 años que le ordenaba venir al Perú.

Su extrema bondad lo hacía frecuentemente repartir lo poco que tenía entre los
pobres, hacía labor social y apoyaba a la Orden de Predicadores como hermano lego
en el convento de dominicos de Santa María Magdalena donde finalmente fue
admitido y luego el 23 de enero de 1622 tomó los hábitos. Un año después hizo los
votos definitivos el 25 de enero de 1623.

San Juan Macias, fue amigo íntimo de San Martín de Porres y coetáneo de Santa
Rosa de Lima. Fueron los tres santos Dominicos que, en el siglo XVII animaron la vida
Cristiana de la ciudad de Lima.

Ya en el convento, San Juan Macías marcó su vida en la profunda oración, la


penitencia y la caridad, pero debido a ello sufrió una grave enfermedad por la cual
tuvo que ser intervenido en una peligrosa operación. Sin embargo, nunca descuidó a
los más necesitados a quienes desde el portón del monasterio ayudaba. Era frecuente
ver a los mendigos, los enfermos y los desamparados de toda Lima que acudían
buscando consuelo. La clase alta, a quienes se les llamaba "pobres vergonzantes"
tampoco era ajena a sus consejos, incluso el propio Virrey Toledo y la nobleza de
Lima acudían a él.

Su extrema humildad y respeto hacia sus semejantes era notoria. Daba de comer a
sus pobres puesto de rodillas y a las mujeres jamás las miraba, fijando la vista en el
suelo. Siempre trató de evitar cualquier tipo de tentación.

Cuentan las crónicas que una noche un fuerte temblor de tierra sorprendió a Lima.
Mientras los fieles rezaban el oficio en el coro, San Juan Masías oraba en la capilla de
Nuestra Señora del Rosario. El primer sacudón hizo que los religiosos salgan
presurosos a refugiarse en el jardín del claustro, pero el escuchó una voz que lo
detuvo, el contó que era la Bienaventurada Virgen María y se quedó porque se sintió
protegido. Finalmente quedó sano y salvo y el templo casi íntegro.

En 1678, en el Convento de Santo Domingo, Francisco Ramírez, novicio de 20 años


de edad, con el objeto de limpiar su celda, levantó un pesado baúl, sin recordar que
padecía de una hernia inguinal. El esfuerzo provocó el estrangulamiento de la misma
por lo que se requería la intervención correspondiente, en ese entonces desconocida.
Los facultativos, tras examinar al paciente, diagnosticaron un fatal desenlace por lo
que le administraron los santos óleos. El Prior del Convento, R.P. Nicolás Ramírez,
puso en manos del enfermo un pequeño cuadro de Fray Juan Macías, fallecido hacía
33 años, indicándole rezar pidiendo que intercediese por él. Los frailes dejaron al
enfermo rezando y cayeron dormidos. Al retornar, tuvieron la sorpresa de encontrar al
novicio incorporado y libre de dolencia. Este milagro fue autenticado por los frailes que
presenciaron este hecho, siendo uno de los 2 que sirvieron para que el Papa
Clemente XIII lo declare Venerable el 27 de febrero de 1763.

Otro milagro tras su muerte fue la multiplicación del arroz, cuando una monja dominica
recordó su nombre en voz alta cuando faltaba el cereal para los pobres, éste de
pronto comenzó a aumentar desmesuradamente en la olla. Este hecho fue reconocido
como milagro oficial.

Sesenta años de edad contaba fray Juan Macías cuando le visitó la enfermedad que
le llevaría a la tumba. El médico que le asistía había perdido toda esperanza de
recuperación, y el propio fray Juan Macías se daba cuenta que le había llegado la
hora de partir de este mundo al Padre, para entrar en la contemplación definitiva de
aquellos, "Cielos nuevos y tierras nuevas" que, en repetidas ocasiones había visitado
fugazmente en compañía de su venerable amigo San Juan Evangelista. En aquel
trance supremo, de cara a la verdad absoluta que es Dios contó a los religiosos de su
convento, los favores que Dios le había regalado en su vida, desde su niñez hasta
aquel momento, y cómo le había hecho gozar de la visión de su santa gloria en
repetidas ocasiones. No me olvide, hermano, y encomiéndame a Dios, le rogó fray
Juan de la Torre, su amigo. "Padre mío, donde la caridad es más perfecta, cree su
reverencia que me habría de olvidar? Le doy mi palabra: allá le seré mejor amigo de lo
que le fui acá", le respondió. A otro que le recomendaba a sus pobres, le contestó:
"Con que tengan a Dios les sobra todo; y para su consuelo, les queda el hermano
Dionisio de Vilas y otros buenos amigos que no les harán faltar lo necesarios. Juan
Quezada, benefactor de los pobres, llegó también hasta su lecho para pedirle que no
se olvidara de él y de su esposa. "Olvidarme? En el corazón le llevó bien asentado, y
también a la señora doña Sebastiana, su mujer". ¡Qué esperanza la que nos diste fray
Juan. Cumple lo que dijiste! La hora señalada por Dios, ha llegado. Es la hora de la
despedida definitiva. Fray Juan Macías se lo advierte a los hermanos, que lo
acompañan: "Ahora, sí. Es llegada mi hora. Que se haga en mí la voluntad del Señor".
Siguiendo la costumbre de aquellos tiempos, los religiosos de la comunidad se dirigen
procesionalmente a la habitación de fray Juan, acompañando el Santo Viático. Fray
Juan se sienta, con la ayuda de sus hermanos y, por última vez, recibe con todo fervor
la santa comunión. Después de unos minutos de oración, en profundo recogimiento, el
prior le administra el sacramento de la Unción de los Enfermos, en medio de salmos e
himnos que los religiosos cantan invocando el perdón y la misericordia de Dios.
Cuando los hermanos cantaban la tierna plegaria "Salve Regina", con la que los
Dominicos despiden a sus hermanos de este mundo, fray Juan Macías entregaba su
alma al Creador. Eran las 6:45 pm, del día 16 de septiembre de 1645.

Con la muerte de fray Juan Macías se inició una nueva etapa de veneración de su
memoria: Su sepulcro comenzó a ser visitado por mucha gente. Treinta y seis años
después de su muerte, los restos de fray Juan Macías fueron trasladados a un ataúd
de cedro y, para sorpresa de todos los presentes, lo hallaron incorrupto. Ahora mismo,
se pueden apreciar los restos de fray Juan Macías, disecados, más no corruptos.

Fue beatificado por el Papa Gregorio XVI, el 22 de octubre de 1837. El Papa Pablo VI
lo canonizó el 28 de septiembre de 1975.

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