El hombre escribía en una hoja de papel.

Hubiese sido la acción más insípida imaginable, si no fuese porque él estaba a punto de quedarse ciego.
De hecho, prácticamente no veía lo que escribía; de allí que su letra a lo largo de los años se había
convertido en casi jeroglíficos, extraordinariamente pequeños, pero insólitamente distribuidos
uniformemente, línea tras línea.
En la parte superior de la página, el título: "Los Rivero".
Así, escribiendo cuatro o cinco páginas más, comenzaba una saga que describiría a una familia a lo largo
de la historia Argentina.
En ese momento, el hombre sintió a partes iguales emoción y terror.
La historia tendría tal envergadura que merecería escribirse una novela completa sobre ella.
El problema: El escritor nunca había confeccionado una.
Al final, ganó el terror.
Al final, ganó el 'no'.
Por tacto, recopiló las cinco hojas minuciosamente cubiertas de texto y las metió en una gaveta de su
escritorio.
Y no, 'Los Rivero' no pasó de un manuscrito corto, pero nos dejó una gran enseñanza.
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Jorge Luis Borges es considerado por muchos, como el escritor más grande del siglo XX.
Mezcló historias detectivescas con disertaciones filosóficas; Enfocó entuertos metafísicos con la
simplicidad de un libro de colegio y amplió los límites de la ficción al crear nuevas dimensiones literarias
donde el mismísimo lector participaba activamente.
Pero Borges nunca escribió ni una sola novela.
Es insólito, pues uno se imagina que todo escritor 'tiene' que escribir una.
Pero el argentino enfocó sus esfuerzos en cuentos; historias cortas, historias certeras.
Durante una entrevista pública, le preguntaron el por qué nunca había escrito una novela, y si pensaba
hacerlo en algún momento.
¿La respuesta?
"Soy terriblemente holgazán", admitiría.
"Escribo cuentos pues es fácil mantener una perspectiva, un orden sobre historias de menor extensión...
no podría hacerlo sobre una novela. Sencillamente cuando llegase al final habría olvidado detalles al
principio.
Cada vez que me preguntan, ¿Cuándo va a escribir una novela...?, recuerdo que hace tiempo le
preguntaban a los escritores, ¿Cuándo va a escribir una epopeya? ¿Cuándo va a escribir un soneto?
Supongo que en esta época es la moda actual."
Piensa eso por un momento.
El representante más excelso de la literatura en todo un siglo no hizo lo que todo el mundo se esperaba
de él.
Tuvo las agallas de reconocer: "No, no puedo hacer eso".
Pero ¿Acaso se quedó de brazos cruzados?
En absoluto.
Se dedicó a enfocarse en los cuentos.
Y trabajó en ellos con una voluntad obsesiva; alcanzó la inmortalidad a pesar de ir contra la corriente e
incluso aceptar y amar sus propias debilidades.
¿Dejó de trabajar durísimo por ser holgazán? no.
Solo enfocó sus habilidades en lo que sí sabía que podía hacer.
A veces, no tenemos la facilidad de conocernos a nosotros mismos a ese nivel.
Por eso, es necesaria una introspección. Parar. Escrutar nuestras propias emociones.
Preguntarte: ¿Cuál es mi propósito?
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Compartamos esta experiencia,
Jesús Enrique Rosas
Director - Knesix Institute