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106 MARÍA ROSTWOROWSKI

El análisis de Ia información reunida en torno a Ias medicio-


nes indígenas nos revela que el tupu fue una medida relativa, es
decir que se tomaba en cuenta el tiempo empleado antes que Ia
distancia efectuada. Un tupu de subida era más corto que uno de
bajada. Primaba en élla idea de relatividad (Rostworowski 1960, CAPÍTULO IV
1981d). Las conquistas
Según Hyslop (1984), hay una dificultad en el terreno para
reconocer un tambo porque su arquitectura era variada, y es po-
sible que en su edificación influyeran Ias costumbres y Ia mano
de obra local (Morris y Thompson 1985).

El tema de Ias conquistas incaicas debe ser profundizado no so-


lamente para ensayar un ordenamiento, sino también para ex-
plicar Ias circunstancias que rodearon a Ias más destacadas.
Cabe preguntarse cuáles fueron Ias medias empleados por Ias
soberanos cusqueüos para apoderarse de tan vastos territorios
en un lapso relativamente corto. Es necesario encontrar una ex-
plicación para el repentino auge inca, su engrandecimiento casi
explosivo, así como su rápida desestructuración.
La arqueología ha comprobado el reducido período de Ia
ocupación inca en oposición a Ias largas secuencias estratigráfi-
cas anteriores, pertenecientes al desarrollo de diversas culturas
que Ia precedieron en el ámbito andino.
Los incas aprovecharon Ias logros alcanzados anteriormen-
te, sobre todo en Ia organización sociopolítica, para aplicarlos a
su gobierno. Se puede afirmar que Ias prácticas de reciprocidad
como Ia minca y el ayni no fueron nuevas. Además, desde tiem-
pos antiguos Ias macroetnías construyeron tambos, caminos y
puentes; usaron el sistema de traslado de poblaciones de un lu-
gar a otro para servir a sus intereses, y Ia misma institución de
Ias yana fue costumbre ya establecida con anterioridad. Todos
aquellos hábitos se desarrollaron, posiblemente, durante el Ho-
rizonte Media y quizás antes. El mérito de Ias soberanos cusque-
nos fue haber dado a dichas estructuras una envergadura estatal.
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Actualmente es difícil precisar cuáles fueron los aportes que casos Ias grandes sefiores andinos sólo esperaban Ia oportuni-
cada cultura dia. Los préstamos culturales adaptados por Ias in. dad para sacudirse de Ia presencia inca. Por ese motivo Ias sobe-
cas después de Ias principales conquistas debieron ser diversos, ranos cusquenos nunca llegaron a formar una nación, y no es de
como varias Ias factores que influyeron en e11os. A no dudarlo Ia extranar que los jefes étnicos vieran en los espafioles a unos alia-
riqueza y el boato desplegado por Ias Sefiores del Chimor debió dos que les ayudarían a recobrar su pasada independencia. Cre-
impactar a Ias rudos guerreros cusquenos, y Ias jefes costenos yeron que colaborando con los espanoles se librarían de los
sirvieron de ejemplo para acrecentar ellujo y Ia soberbia de Ias amos cusquenos, y por esta razón se plegaron a los recién llega-
gobernantes incas. Una confirmación de nuestra conjetura es Ia dos. No podían saber, ni suponer que tras los soldados de Piza-
presencia, en Ia capital, de grupos de plateros de diversos pun- rro se erguía Ia amenazadora presencia de un país deseoso de
tos de Ia costa: Ica, Chincha, Pachacamac, Chimu y Huancavilca conquistar el Nuevo Mundo, poseedor de una tecnología más
en el actual Ecuador. Todos aquellos artes anos trabajaban para avanzada que invalidaría sus deseos de libertado
Ias sefiores del Cusco y si bien seguían Ias modelos incas, apor- Es posible que Pizarro haya comprendido Ia situación creada
taron sus conocimientos y tecnología. por Ia presencia hispana, y se aprovechara de Ia coyuntura para
Antes de ocupamos propiamente de Ias conquistas incas es ofrecer su apoyo interesado a Ia causa de los senores locales del
indispensable tener una visión general de Ias problemas relati- país. Este fue el caso del curaca huanca que colaboró decidida-
vos al desastre ocurrido frente a Ias invasores hispanos. mente con Pizarro, a cambio de 10 cual encontró natural que Ia
La debilidad mostrada por el Tahuantinsuyu cuando apare- Carona espafiola le otorgara posteriormente una encomienda,
cieron Ias huestes de Pizarro se explica por ellimitado tiempo de hecho que nunca sucedió. Los indígenas no pudieron prever el
Ia hegemonía cusquena. Corto fue ellapso del poder gozado por poderío espafiol, ni el arribo en mas a de nuevos soldados dis-
Ias incas, y Ia 11egada de Ias espafioles no dia lugar a un afinca- puestos a dominar esta tierra.
miento de Ia supremacía cusquefia en el ámbito andino. Otro motivo del desastre indígena frente a los espafioles fue
Quizá Ias incas deseasen Ia integración de Ia población indí- Ia guerra civil entre Huascar y Atahualpa. Indudablemente Ias
gena en torno a ellos: este afán estaría expresado en el uso obli- luchas por Ia sucesión de Huayna Capac causaron el debilita-
gado de Ia "Lengua General", nombre dado por Ias espanoles al miento del poder central y del país en general. Sin embargo, y a
runa sitni, pero es posible que se trate sólo de deseos inconscien- pesar de que el encono entre los hermanos fue Ia causa directa
tes cuya meta habría sido facilitar Ia administración de sus esta- de Ia espectacular caída del Estado inca, el motivo fundamental
dos. Sin embargo, Ia integración del mundo andino nunca llegó estuvo en el deseo de los propios sefiores andinos de sacudirse
a darse, siguió prevaleciendo el sentimiento local en torno a sus del poder de los cusquefios.
huacas, su terrufio y sus jefes inmediatos. EI Estado andino era demasiado reciente y su autoridad esta-
Los pobladores del amplio territorio andino se identificaban ba en plena gestación como para poder resistir el choque con
con su pequeno núcleo y no tuvieron conciencia de ser parte de una cultura cuyos conocimientos eran superiores a los suyos.
un todo. Es así que el dominio inca no echó hondas raíces entre No obstante, su colapso no fue motivado por una decadencia in-
Ias pueblos subyugados. La reciente anexión de Ia mayoría de terna, como muchos han querido explicar su derrumbe, sino por
Ias macroetnías al Tahuantinsuyu permitió a Ias naturales con- un cúmulo de circunstancias adversas; todo se confabuló contra
servar el recuerdo de su pasada libertad, y en Ia mayoría de Ias Ias naturales de esta tierra.
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En un trabajo anterior (1953) hemos profundizado el tema y biera lugar para una conquista y es probable que acordaran una
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el orden en que se realizaron Ias conquistas incas, pero tomando a 1lanza .
Con el gobierno del Inca Pachacutec, Ias guerras entre co11as
sólo como base el relato de los cronistas y una interpretación de
y cusquenos tomaron un nuevo giro. Sarmiento de Gamboa (cap.
sus noticias; ahora, gracias al avance de Ia investigación y a Ia
37) relata con lujo de deta11es Ia lucha entre los incas y Chuchi
aparición de nuevas fuentes documentales se puede examinar Ia
Capac, llamado también Co11a Capac, seüor de Hatun Colla. En-
información a Ia luz de conquistas específicas. Es pues posible, a
tablada una bata11a que no se definía para ninguno de los dos
Ia fecha, ampliar el horizonte de Ias conquistas cusquenas y si
bandos, Pachacutec, rodeado por su guardia, decidió atacar di-
bien mantenemos el punto de vista inicial para Ia época del
rectamente al jefe colla quien cayó prisionero, hecho que des-
auge, para tiempos posteriores encontramos preferible USar
moralizó a los suyos y dio Ia victoria a los cusquenos. Es el mis-
ejemplos concretos sobre los cuales poseemos noticias doeu-
mo método que menciona Betanzos en Ia guerra contra los
mentales. En los testimonios aparecen Ias diversas circunstan-
chancas, que le da al encuentro un tono mítico. Según el mismo
cias que surgieron a 10 largo de los gobiernos cusquenos, así
Sarmiento, Chuqui Capac era un gran sefior, de acuerdo con su
. como Ia forma de proceder de los incas para dominar a Ias dife-
título de capac, y sus dominios comprendían más de ciento se-
rentes macroetnías.
senta leguas de norte a sur. Sus territorios alcanzaban a los chi-
Las continuas guerras contra los chancas hasta su definitivo
chas, Ia región de Arequipa, Ia costa del mar hacia Atacama y Ias
aniquilamiento permitieron a los incas afirmar sus dominios so-
montarias de los mojo. Los límites en ellitoral y Ias tierras selvá-
bre los jefes étnicos vecinos del Cusco, ya sea por medio de Ia re-
ticas eran sin lugar a dudas los enclaves verticales de los Hatun
ciprocidad o de Ias armas. Sarmiento de Gamboa (cap. 35) relata
aque11as luchas contra pequenos curacazgos situados a unas Colla (Murra 1964 y 1972).
Cieza de León (cap. LII) en el Seiiotio de 10s Incas cuenta que
cuantas leguas del Cusco; otras expediciones más lejanas los 11e-
varon adonde los soras, en el Cuntisuyu. Sin embargo el enfren- Inca Yupanqui marchó del Cusco al Co11ao en son de conquista.
En Ayaviri Ia gente no acudió a rendirle obediencia por 10 que,
tamiento siguiente y el de mayor importancia debería dirigirse
tomándola desprevenida, destruyó sus villorrios y aldeas, ha-
contra los curacas del Altiplano, con quienes habían sostenido,
ciendo gran matanza en los pueblos. La región quedó despobla-
a través del tiempo, numerosas refriegas.
da de sus naturales y para remediar tal situación e1 soberano or-
Cieza de León (Senorío, capo XLI) y Santa Cruz Pachacuti na-
rran Ia existencia de rivalidades entre los curacas de Chucuito y denó traer a numerosos mitmaq a que habitasen Ia región.
Después de Ia derrota de 10s co11as, e1 Inca volvió al Cusco a
de Hatun Co11a, y de sus enemistades con los canas y los can-
celebrar su triunfo, y al finalizar Ias ceremonias mandó cortar Ias
chis. Según los cronistas, el Inca Viracocha durante su gobierno
cabezas de los principales enemigos y conservarlas en una casa
ofreció su apoyo a los dos jefes co11as, pero secretamente hizo un
trato con Cari, el curaca de Chucuito. Informado el jefe de Hatun
Colla del entendimiento, decidió librar bata11a a los de Chucuito
antes de Ia aparición de Ias tropas cusquefias. Después de un
violento combate en Paucarcolla, Cari quedó victorioso, hecho Numerosos keros reproducen una escena de paz entre incas y collas, a
que apesadumbró al Inca. De acuerdo con Ia situación, los cus- quienes se puede reconocer por sus altos bonetes, acontecimiento que,
quefios y los de Chucuito se reunieron en son de paz, sin que hu- ai parecer, impactó a Ia gente de entonces.
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llamada Llaxaguasi, en donde se guardaban los trofeos de esta El primer ejército inca que apareció en Chincha estaba co-
especie (Sarmiento de Gamboa, capo 37). mandado por el general Capac Yupanqui. En Ia crónica ese per-
Los demás curacazgos del Altiplano aceptaron el dominio sonaje es nombrado como soberano, sin embargo, Ia mayoría de
cusqueiio por temor a verse envueltos en nuevas guerras, segu- los cronistas 10 mencionan sólo como un jefe militar enviado a
ramente prefirieron recibir los beneficios de una reciprocidad Ias llanos por su "herrnano" Pachacutec.
establecida con los incas y obtener en esa forma su parte del bo- El general cusqueiio llegó a Chincha con gran cantidad de
tín. Tal debió ser 10 sucedido con los lupaqas de Chucuito, los gente, diciendo ser hijo del Sol y que venía por el bien de los na-
paucarcollas, los pacajes y los azángaros. Sarmiento de Gamboa turales. Dijo además no desear nada de los pobladores del valle,
(cap. 87) afirma que por temor se sometieron todos los habitan- ni oro, ni plata, ni entrega de mujeres porque de todo tenía en
tes de Cuntisuyu (Santa Cruz Pachacuti 1928: 187). abundancia, y por el contrario traía consigo numerosas dádivas
Para los incas quedaba abierta Ia ruta al mar a través de los con tal que le reconociesen por seiior. Para confirmar sus pala-
numerosos enclaves serranos pertenecientes a todas Ias etnías bras ofreció a los curacas un elevado número de ropa confeccio-
del Collao, y es posible que estos archipiélagos hayan sido los nada en el Cusco y otros objetos de valor, acto muy del agrado de
primeros contactos de los cusqueiios con el litoral. Las luchas los seiiores del valle, quienes gustosos le reconocieron por su se-
internas entre los grupos del Collao facilitó Ia conquista inca de iior.
Ia zona, pero más adelante tuvieron que enfrentar rebeliones y Este relato es un buen ejemplo de cómo se desarrollaba Ia re-
serios problemas con los naturales del Altiplano. ciprocidad sin necesidad de un enfrentamiento militar, y cómo
Para ilustrar mejor los sucesos, vamos a desarrollar breve- los jefes locales aceptaban a los incas.
mente ciertas conquistas que siguieron patrones de conducta ~Qué ventajas recibió el Inca de esta situación y qué obtuvo
muy distintos. Para Ia costa poseemos mayor información por- a cambio de los presentes entregados? El general serrano pidió Ia
que Ias últimas décadas Ias hemos dedicado exclusivamente a construcción de una casa, hatuncancha, que seguramente cum-
investigar Ia documentación sobre los yungas. plió Ia función de centro administrativo incaico. También solicí-
tó Ia designación de mamacona, es decir de mujeres necesarias
Conquista pacífica: el seiiotio de Cbinclia" para instalar un núcleo ocupado en confeccionar textiles y en
preparar gran cantidad de bebidas para cubrir los fines de Ia re-
La Relación de Chincha de Castro y Ortega Morejón (1974/ ciprocidad y del culto. Otro beneficio fue el otorgamiento de
1558) es un interesante informe sobre una conquista pacífica de fuerza de trabajo para laborar como artes anos y también para
los incas en Ia costa, en ella figura cómo se realizó Ia ocupación cultivar Ias tierras del Inca cuyos productos irían a engrosar los
cusqueiia a dicho valle. depósitos estatales.
Estos tres dones solicitados por el general Capac Yupanqui a
los seiiores chinchanos formaban Ia base de Ia riqueza andina;
Ias mamacona y los yana representaban una valiosa fuente de
2 EI nombre de Chincha fue seguramente el de Chinchay. Ver documento mano de obra femenina y masculina, mientras los cultivos pro-
sobre plateros naturales de dicho lugar enviados aI Cusco. En Guaman
ducidos en Ias tierras estatales llenaban Ias colca o depósitos in-
Poma se decía Piscoy por Pisco, Lunaguanay por Lunahuaná y, posíble-
mente Ichmay por Pachacamac. caicos. Estos tres eran los requisitos necesarios para dar inicio a
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un valioso aprovechamiento en beneficio de los cusquenos, central se hallaba cada vez más fuerte y por 10 tanto más imposi-
quienes, al establecer los vínculos de Ia reciprocidad en el valle, tivo y exigente.
usufructuaban de importantes recursos. Conseguir fuerza de tra- Esta Relación sobre Chincha es muy valiosa porque en unas
bajo fue una meta importante en Ia organización cusqueüa des- cuantas líneas se senalan las sucesivas llegadas de 10s senores
de Ias primeros momentos de su expansión, pues sin Ia mano de serranos al valle y sus cada vez mayores pretensiones; porque
obra necesaria no podían emprender Ias trabajos de infraestruc- está resumida la política de expansión incaica, y se aprecia
tura estatal. cómo se realizaba la ocupación de un valle, y cómo crecía con el
Después de Ia corta aparición del general Capac Yupanqui tiempo la opresión sobre 10s pueblos conquistados. En el relato
pasó un tiempo hasta Ia llegada a Chincha del entonces joven se pane de manifiesto Ia forma del aprovechamiento cusqueno,
Tupac Yupanqui en calidad de jefe militar, seguramente aún en que en cada curacazgo podía variar de acuerdo con la riqueza
vida de su padre. Durante Ia segunda estadía de un Inca en el va- del lugar, y si el recibimiento dado a Ias incas había sido pacífico
11eIas sefiores se holgaron mucho con él, luego Tupac llevó ade- o belicoso. En este último caso, Ias cuantías exigidas podían 11e-
lante nuevas divisiones sociales de Ia población, repartiendo Ias gar a sumas muy altas y onerosas para Ia población conquistada.
hombres del común en número de diez, cien, mil y diez mil, con Las dos alternativas que tenía un curaca ante Ia presencia de
un jefe para cada demarcación, sistema que tenía Ia ventaja de 10s ejércitos incaicos eran, rendirse ante el ofrecimiento de Ia re-
facilitar un rápido recuento de Ias habitantes del valle para fines ciprocidad y del requerimiento del sistema, o luchar con las ar-
administrativos. Además, el Inca arde nó que se hiciesen diver- mas por su independencia. La perspectiva de sufrir una derrota
sos caminos fuera de Ia ruta principal de Ia costa llamada Capac con Ia consecuente pérdida del curacazgo y posiblemente de Ia
Nan, que unirían Ias valles costerios entre sí. Impuso también Ia vida hacía reflexionar alas jefes étnicos e influía en el ánimo de
construcción de un nuevo palacio para él, y Ia edificación de 10s curacas. De allí que en Ia mayoría de Ias casos Ia sola presen-
tambos, casas de escogidas y un hecho de gran importancia: Ia cia de Ias tropas invasoras era suficiente para Ia anexión de Ias
designación de nuevas tierras para el Inca, distintas a Ias otorga- macroetnías al Tahuantinsuyu.
das anteriormente a Capac Yupanqui. Este comportamiento favoreció Ia rápida expansión incaica,
La donación de chacras para el Inca era un factor de sumo aunque Ias bases y Ias estructuras del Estado carecían de soli-
interés para Ia política cusquefia y también un tema de disgusto dez. Dicha fragilidad quedó demostrada con Ia 11egada de Ia
para Ias sefiores del valle, quienes se desprendían de sus mejo- hueste espafiola, porque bastó su sola presencia para eliminar el
res campos. Se trataba de una fuerte contribución hacia Ias con- tenue lazo formado por Ia reciprocidad entre Ias jefes de Ias
quistadores serranos que debió llenar de descontento a Ias jefes grandes sefioríos y Ias soberanos cusquefios.
yungas. La dominación pacífica del sefiorío de Chincha se debió se-
La tercera aparición de un soberano en Chincha tuvo lugar guramente a que sus dirigentes no quisieron estropear sus viajes
con Ia llegada de Huayna Capac, quien ordenó nuevas asignacio- marítimos de larga distancia a Ias pueblos del actual Ecuador, ni
nes de tierras para el Estado, entrega de mujeres y de yana no sus intercambios con Ia región del Altiplano. La necesidad de
sólo para él sino para el Sol. La llegada de un nuevo Inca al valle mantener sus empresas y su sistema de trueque hizo que acepta-
significaba, a pesar de haber recibido a Ias cusquefios en son de ran Ias imposiciones del Inca y motivó su entendimiento con Ias
paz y de amistad, mayores imposiciones y donaciones. El poder Cusquenos. Si bien Ias chinchanos necesitaban mantener buenas
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relaciones con 10s incas, ellos, a su vez, se veían apremiados en a1ianza con Chimu. En e1 enfrentamiento con los incas ambos se-
conseguir Ias preciadas conchas rojas 11amadas mullu (Spondy- nores quedaron vencidos, 10 que motivó Ia rápida retirada de
Jus sp.) traídas en balsas de 10s tibios mares norteüos para curn- Chimu Capac hacia Ia costa.
plir 10s ritos y ceremonias especia1es. Uno de 10s motivos que tu- El botín logrado en todas Ias campafias del general Capac
vieron 10s incas para Ia conquista de Ias regiones de Manta, Puer- yupanqui fue cuantioso y despertó Ia desconfianza de los incas
to Viejo y La Puná fue justamente tener acceso directo a Ias que quedaban en el Cusco. Sólo entonces tomó el jefe victorioso
conchas de mullu (Rostworowski 1970b). el camino de retorno a Ia capital y, según el decir de los cronis-
tas, el Inca, celoso de tantos triunfos y de tan copiosos tesoros,
Conquistas reJámpagos: Los setiorios serranos deJ Chinchaysuyu desconfió de su hermano y 10 culpó de desobedecer sus órdenes
y de haber permitido Ia huida de los chancas. Las repetidas vic-
La siguiente expedición de Capac Yupanqui estuvo dirigida torias de Capac Yupanqui eran una amenaza para los soberanos
a Ia región del Chinchaysuyu, y fue Ia primera incursión a Ia sie- cusquenos cuya norma de acceso al poder era el derecho del
rra norteüa. Para conocer su desarro11o seguiremos e1 relato de "más hábil".
consenso de 10s cronistas. Al11egar a Limatambo, a ocho leguas del Cusco, Capac Yu-
De acuerdo con Ia información de Cieza de León, Capac Yu- panqui y su "hermano" Huayna Yupanqui, los dos jefes duales
panqui marchó primero a Andahuay1as, tierra ya conquistada a de Ias ejércitos incaicos, se encontraron con una delegación en-
10s chancas y lugar donde se 1e unieron Ias tropas de un jefe de viada por el soberano portadora de Ia orden de condenarlos a
dicha etnía 11amado Anco Hua11o. En su ruta, e1 general cusque- muerte por haber transgredido Ias instrucciones recibidas y res-
no ha11ó una mínima resistencia hasta enfrentar a los huancas, ponsabilizándolos por Ia huida de los chancas a Ia selva. En reali-
que fueron igualmente derrotados. Estando en [auja, Yupanqui dad, ambos jefes eran considerados peligrosos por sus éxitos y
entab1ó conversaciones con 10s pob1adores de Huarochirí y Yau- hazanas, y habiéndose mostrado capaces ponían en tela de juicio
yos quienes desde entonces se mostraron adictos y aliados de Ias los derechos de los soberanos que se habían quedado en Ia capi-
incas (Cieza de León, Setunio, capo XLIX, diversos documentos .tal (Sarmiento de Gamboa, capo 38; Cieza, Seiiotio, capo LVI).
confirman este entendimiento). El rápido avance de Ias tropas de Capac Yupanqui y de Huay-
Avanzaron entonces 10s ejércitos incaicos hacia Pumpu y na Yupanqui por Ia sierra norte na es una muestra del modo de
Chinchaycocha, donde 10s habitantes se escondieron entre 10s conquista relâmpago, no se trataba de una lucha tenaz sostenida
juncos de Ia laguna. En Tarma, 10s natura1es trataron de oponér- con cada curacazgo. Las fuerzas incaicas en su marcha no se de-
seles sin éxito (Cieza de León, capo L). En e1 asiento de Huánuco tenían demasiado, ni se quedaban en los lugares some tidos (por
tuvo lugar el éxodo de 10s contingentes chancas y su huida a una 10 menos eso sucedía en Ia primera época) les bastaba establecer
región se1vática no dominada por 10s incas (Sarmiento de Gam- el compromiso de Ia reciprocidad.
boa, capo 37; Cabe110 de Va1boa 1951, capo VI). El prime r contacto con los pueblos fue un ofrecimiento de
Según Sarmiento de Gamboa (cap. 38), Capac Yupanqui con- establecer 1azos ordenados por e1 sistema y sólo más adelante,
tinuó su avance por Ia ruta nortefia hasta alcanzar e1 sefiorío de con los gobiernos posteriores, se fueron acrecentando Ias obliga-
Guzmango en Cajamarca. Ante e1pe1igro incaico, Guzmango Ca- ciones impuestas a Ias sefiores étnicos. Una vez logrado el re-
pac, senor de seis guaranga y jefe de una macroetnía, buscó Ia querimiento habitual, Ias incas aplicaban e instauraban Ias mé-
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todos básicos de su organización. Veamos ahora 10 que sucedía por temor a un ataque marítimo de sus vecinos chinchanos atraí-
cuando los curacas locales resistían a Ia presión incaica. dos por sus ubérrimas tierras y par su abundancia de agua.
Cieza de León (1941, Crónica, capo LXXIII) ofrece una deta-
Resistencia local: el sefiorío de Guarco llada descripción del fuerte y supone que fue construido por los
incas. Esta versión es repetida por otros cronistas, pero no pare-
El sefiorío de Guarco se situaba en tiempos prehispánicos en ce exacta si se considera que los guarcos sostuvieron luchas y
el actual valle de Caneta, y era a mediados del siglo XV un cura- guerras con todos sus vecinos y más tarde contra los incas. Por
cazgo belicoso por tradición, que defendía con gran ahínco su li- esta razón cabe suponer que su construcción databa de tiempos
bertad. Poseía un valle fértil, con abundante agua todo el ano, y anteriores al arribo de los cusquenos, quienes después de su
tenía Ia ventaja de que su río corría pegado a Ia parte sur del va- triunfo procedieron a remodelarIo para mantener en él una guar-
lle, situación que facilitaba su defensa. Los cronistas están de nición.
acuerdo en Ia resistencia ofrecida por los habitantes de Guarco a La segunda fortaleza del curacazgo era Ia de Canchari, ba-
los ejércitos incas; su beligerancia se reconoce por Ia red de forti- luarte situado en ellímite de Ias tierras del valle, hacia el Este,
ficaciones aún existentes en sus antiguos dominios. sobre una elevación natural del terreno. Su función era contro-
El curacazgo ocupaba Ia zona baja del valle, sus fronteras de lar todo intento de invasión de pueblos serranos provenientes de
norte a sur eran los desiertos que delimitaban sus campos de cul- Ia quebrada de Pocoto, vía de acceso natural de Ia sierra a Ia cos-
tivo. Sus fértiles tierras se extendían hacia el Este hasta Ias prin- ta de los habitantes de Yauyos. Además, el fuerte protegía los
cipales canales de riego, y al acercarse al río lindaban con el veci- importantes canales de riego, el de San Miguel o Chiome y el de
no curacazgo de Lunahuaná. Por el sur, cerca de Ia desemboca- María Angola, cuyo nombre indígena era Chumbe (Rostwo-
dura del río existía el Tambo de Locas, llamado posteriormente rowski 1978-80).
Herbay Bajo. La tercera fortaleza y Ia más importante e impresionante de
AI norte de sus fronteras se alzaba elllamado Fuerte de Cuar- todas era Ia de Ungara, situada en Ia vecindad de Ias bocatomas
co (actual Cerro Azul), situado sobre un acantilado frente al mar. del río. Su misión era defender el inicio del sistema hidráulico
Si bien los cronistas mencionan esta estructura como edificada . de todo el valle, amparar Ia parte sur del sefiorío de cualquier
por Ias cusquefios, es posible que existiera con anterioridad y ejército enemigo que pudiese bajar siguiendo el cauce del río y
que haya servido de mirador o de atalaya para observar, desde un repeler un ataque proveniente del vecino valle de Chincha. Se-
lugar alto, Ia posible llegada de flotillas de balsas y de "caballitos gún Larrabure y Unanue (1941), el complemento de Ias defensas
de totora" foráneos o locales que arribaban a sus costas, no sólo de Ungara era un pequeno fuerte en Ia banda izquierda del río,
en previsión de posibles ataques enemigos provenientes del mar, en Ia hacienda de Palo.
sino para mantener una vigilancia en torno a Ia salida y llegada AIos tres baluartes defensivos de Guarco se anadía una mu-
de Ias embarcaciones. Posiblemente Ia observación del océano ralla de grandes proporciones, hecha de adobones, que envolvía
se cumplía para ejecución de los ritos y ceremonias en loar del con sus enormes paredes los campos y pueblos del valle (Larra-
mar, fuente principal de los recursos de subsistencia y al que bure y Unanue 1941).
consideraban como una deidad femenina. Asimismo, es factible Toda esta información es necesaria para explicar y demos-
que Ias guarcos mantuvieran una estrecha custo dia de sus costas trar que los habitantes de Guarco estaban acostumbrados a de-
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fender sus ti erras de Ias pretensiones enemigas, y que su segurí- aquel entonces, era sefiora del valle de Guarco una curaca que
dad descansaba en sus fortalezas y muralIas. Por ese motivo no quiso consentir que extraiíos se adueiíaran de sus tierras. La
encontraron natural oponer una tenaz resistencia a Ias incas. Caya solicitó al Inca que Ia dejasen someter a Ia rebelde por me-
AI iniciarse Ia guerra entre Ias incas y Ias guarcos cayó en dia de un ardid, a 10 que el soberano accedió. Envió entonces
poder de Ias cusqueiíos el pequeiío curacazgo de Lunahuaná. Se una embajada a Ia curaca y le hizo saber el deseo del Inca de de-
trataba de un seiíorío costeiío débil mente defendido, cuyas tie- jarla en su seiíorío, y Ia conveniencia de celebrar una grande y
rras eran colindantes de Guarco y por el Este se extendía hasta solemne ceremonia en honor del mar para confirmar Ia paz. La
Zúiíiga y Pacarán, vall e arriba. EI cauce del río era una ruta natu- curaca creyendo en Ias palabras de Ia Coya ordenó Ias preparati-
ral de penetración a Ia costa y fue el camino que escogieron Ias vos para Ia fiesta, y el día seiíalado todo el pueblo se embarcó en
incas para bajar a dominar Ia región. Como ya 10 dijimos ante- balsas acompaiíado con música y tambores. Cuando Ias guarcos
riormente, el entonces joven Tupac Yupanqui ordenó Ia edifica- se hallaban en pleno océano, lejos de Ia costa, entraron sigilosa-
ción de un Nuevo Cusco en una de Ias quebradas de Lunahuaná. mente Ias ejércitos cusqueiíos y se adueiíaron del valle (Cabo
Tres o cuatro afies tardaron Ias cusqueiíos en vencer a Ias 1956,1. n, capo XV).
yungas. Cieza de León iSeiunio, 274-281) cuenta que durante Ias En Ias relatos de Ias cronistas se ve Ia resistencia de Ias guar-
cálidos meses de verano Ias serranos abandonaban Ia lucha y cos ante Ia pujanza inca y Ias crueles represalias posteriores. Se-
posiblemente regresaban a sus pueblos para cultivar Ias campos. gún CabelIo de Valboa (1951: 338-339), el nombre de Guarco se
Entonces, Ias costeiíos aprovechaban para rehacer sus fuerzas y impus o al valle como consecuencia de Ias castigos ejemplares
también se dedicaban a sus trabajos agrícolas. infligidos a sus naturales, parece que el Inca ordenó colgar de Ias
Esta circunstancia es interesante porque indica cómo se rea- muralIas de Ia fortaleza a numerosos rebeldes (Según el Lexicón
lizaban Ias conquistas indígenas. Llegado un momento Ias serra- de Domingo de Santo Tomás, guarcona significa ahorcadura; y
nos abandonaban sus armas para empuiíar Ia chaqui tacJla, ara- guarcuni, gui, ahorcado).
do andino, y Ias costeiíos Ia llampa o pala, y se entregaban a Ias Se comprueba Ia dureza de Ia política cusquefia en Ia elevada
faenas del campo. Una situación semejante se dia durante el cer- . cifra de mitmaq introducida en el vall e después de Ia conquista.
co al Cusco impuesto por Manco II en 1534, y debió ser 10 habi- La parte norte del curacazgo fue entregada a Ias naturales del ve-
tual en Ias Andes. Sólo durante el corto tiempo de Ia expansión cino valle de Coayllo; otra extensión de tierras fue entregada a
incaica, y como consecuencia de Ias grandes distancias, Ias ejér- gente mochica del norte, más adelante nos ocuparemos de Ia fun-
citas fueron reestructurados para poder permanecer largo tiern- ción que desempeiíaban estas yungas en Ia costa central y nor-
po ausentes de sus pueblos. EI reclutamiento se formó a través central. Por último, Ias campos situados en Ia margen izquierda
del sistema de una mita guerrera que llevó a Ias enrolados a leia- del río fueron dados a Ias chinchas, quienes habiendo recibido
nos parajes por mayor tiempo. AI desvanecerse el poderío del pacíficamente a Ias incas se habían convertido en sus aliados.
Inca volvió a surgir Ia costumbre ancestral de cortas períodos de
luchas y guerras. Otra resistencia local: 105 collec
Acosta (1940, lib. 3, capo XV) y posteriormente Cabo narran
Ia resistencia de Ias guarcos, y cómo el final de Ia guerra se debió Para com prender mejor el sistema de conquistas incaicas es
a una estratagema de Ia Coya, mujer de Tupac Yupanqui. En necesario conseguir el mayor número posible de casos indivi-
122 MARÍA ROSTWOROWSKl IV. LAS CONQUISTAS 123

duales y de ejemplos. Sin e110s quedamos sólo con Ia informa- cias de esas tierras para Ia plantación de cocales en una variedad
ción de Ias crónicas que están lejos de ser detalladas y no ofrecen adecuada al media ambiente del chaupi yunga o costa media.
el mismo valor que Ias documentos administrativos o judiciales. Varias otras pucara o fortalezas protegían, río arriba, el acceso al
En Ias archivos hemos encontrado noticias referentes a otro valle y a Ias tierras de cultivo.
sefiorío costefio que no quiso recibir a Ias incas en forma pacífi- Los documentos hacen referencia a repetidas incursiones
ca y que decidió defenderse con Ias armas: el seúorío de Co11i- cantenas a Ia costa sin que llegasen Ias serranos a derrotar a Ias
que. collec fuertemente resguardados por sus murallas. Es así que al
Antes de nuestra investigación se desconocía todo acerca de aparecer Ias ejércitos incaicos, el Colli Capac no quiso sorneter-
este seüorío y hasta se ignoraba su existencia. La falta de noticias se, sintiéndose seguro tras sus defensas. No conocemos Ias deta-
se debe, en gran parte, a Ias consecuencias de Ia conquista cus- lles de Ias luchas y refriegas que se libraron; sólo sabemos que el
queúa y al exterminio de Ia población original como resultado serior de Collec murió en Ias combates y del desquite posterior
de Ia guerra y de Ias castigos posteriores impuestos a sus habi- de Ias cusquenos. En reemplazo del fallecido jefe yunga, Ias in-
tantes. La baja demográfica se agudizó con el arribo de Ias espa- cas nombraron a un curaca perteneciente a Ia situación social de
fioles debido a su vecindad con Ia ciudad de Los Reyes, hasta su yanayacu, como escarmiento para Ias jefes que se oponían a
total desaparición a fines del sigla XVI. Sabemos de Ia existen- e11os.
cia del seúorío de Collique o Co11ec a través de varias testimo- Poco tiempo después, Ias indígenas de Quivi fueron halla-
nios del Archivo General de Indias (AGI, [usticia, 413). dos culpables de ejercer y de emplear, a través de una huaca, he-
La llamada costa central se compone de Ias va11es de Lurín, chizos contra Ia vida del Inca. EI Orejón enviado desde el Cusco
Rímac y Chillón, divididos en tiempos prehispánicos en dos se- para averiguar el delito e imponer un castigo ejemplar ordenó el
fioríos principales: el de Ychsma, que abarcaba Ias valles de Lu- ajusticiamiento de Ia población masculina adulta, librándose
rín y de Lima, y el de Collec, o Collique como 10 llamaron Ias es- sólo Ias mujeres y Ias ninas (Rostworowski 1977a).
paüoles. Este último formaba una próspera y rica etnía
compuesta a su vez por una serie de curacazgos pequenos y 10- EI seiiotio de Chimu: ejemplo de resistencia
cales como Chuquitante, Carabayllo, Zapan, Macas, Guaraui,
Guancayo y Quivi. Cada uno de Ias cuales contaba con diversas El tercer enfrentamiento importante entre costefios y serra-
guaranga, pachaca, ayllus y sus correspondientes sefiores (Rost- nos ocurrió con el rico y opulento sefiorío del Chimor. No logra-
worowski 1967-68; 1972b; 1977a). mos ha11ar nueva información sobre su conquista, pero al igual
EI asiento del Colli Capac en Collique era una estructura for- que Ias dos casos anteriores e110sse opusieron a Ias requisitos de
tificada rodeada por una gran muralla, dentro de Ia cual se ex- Ia reciprocidad. EI Inca Tupac Yupanqui fue quien, a Ia cabeza
tendían numerosos campos regados por dos fuentes de abun- de sus ejércitos, se aduefió también de Ias extensos dominios de
dante agua, circunstancia que permitía a sus naturales resistir este norteno sefiorío yunga.
largos y prolongados asedios sin pasar hambre ni sed. El primer encuentro de Ias chimus con Ias incas tuvo lugar
Sus defensas obedecían al temor de ser atacados por pueblos durante el apresurado avance del general Capac Yupanqui hacia
provenientes de Ias serranías, habitantes de Ias partes altas del Cajamarca. En aquel entonces acudió el soberano de Chimor,
valle, como Ias cantas, que codiciaban, sobre todo, Ias excelen- llamado Minchaçaman, en ayuda de Guzmango, sefior de Ias
EL SENORIO DEL CHIMOR
124 MARÍA ROSTWOROWSKI

seis guarangas de Cajamarca que resultá muerto, mientras que


Minchaçaman se retirá apresuradamente a Ia costa. • QUITO

A Ia par de 10 sucedido en Chincha, el segundo personaje


cusquefio en aparecer en Ia regián fue el joven Tupac Yupanqui
quien se dedicá a Ia guerra y a ensanchar los límites del Tahuan-
tinsuyu. Este soberano se perfilaba como un gran conquistador y
los cronistas 10 mencionan como incansable en sus largos reco-
rridos por punas, quebradas y desiertos. Aún durante el gobier-
no de Pachacutec Inca Yupanqui, Tupac Yupanqui fue enviado
a Cajamarca como general máximo de los ejércitos cusquefios
junto a "su hermano" Tupac Capac y con los experimentados ge-
nerales Anqui Yupanqui y Tilca Yupanqui (Sarmiento de Gam-
boa, capo 44).
En su ruta por Ia sierra hacia el norte redujeron varias forta-
lezas donde sefiores locales ofrecían resistencia, y aduefiados de
Guzmango los incas bajaron por el río Moche, amenazando cor-
tar el suministro de agua a los yungas. Los chimus no pudieron
resistir el ímpetu de los serranos y el régulo Minchaçaman fue
HCMllIIEY
vencido y 11evado prisionero al Cusco para Ia celebracián de Ias PARAJM)HGA
~
fies tas triunfales. En su lugar, Tupac Yupanqui pus o por sefior HUllII""
HUMJRII
de Chimor a Chumun-caur, después de 10 cuallos ejércitos in- CHIINCAY

caicos continuaron su avance hacia Pacatnamu.


En esa misma época, otras tropas incaicas se aventuraron ha-
cia los chachapoyas, cuyo jefe, Chuqui Sota, se refugiá en Ia for-
taleza de Piajajalca, pero no pudo resistir el ataque y cayá prisio-
nero (Sarmiento de Gamboa, capo 44).
En estas conquistas el Inca obtuvo cuantiosos tesoros de cali-
dad y cantidad nunca vistas antes en el Cusco. De regreso a Ia ca-
pital, Ia recepcián dada a Tupac Yupanqui resultá memorable
por Ia suntuosidad de Ias fiestas, el esplendor del botín y el nú-
mero de jefes prisioneros. En el crecido séquito de gente yunga •• ra. ETAPA
que el Inca traía consigo, aparte de los sefiores cautivos, había
numerosos artesanos en calidad de mitmaq o de yana, entre e110s 1112dG.ETAPA
expertos en finos textiles, hábiles artífices metalúrgicos, ceramis- ZONA DE HAaLA
MOCHICA
tas, conocedores del arte de manufacturas refinadas y de plume- • A. L.INA •• IES.
IV. LAS CONQUISTAS
127
126 MARÍA ROSTWOROWSKI

rías. Rastreando documentos inéditos de archivos comprobamos anciano Orejón llamado Chalco Mayta, con licencia de ser lleva-
Ia existencia de plateros instalados por arden del Inca en Ia capi- do en andas y Ia obligación de enviarle cada luna un mensajero
tal cusquena originarios de Ica, Chincha, Pachacamac y Chimu con noticias sobre Quito (Cieza de León, Sefzorío, caps. LVI Y
(Rostworowski 1977a; Cieza de León, Seiiorio, capo LVIII). AI es- 1VL).
tudiar los objetos metalúrgicos del Cusco prehispánico es nece- Posteriormente, el Inca pasá a un lugar llamado Surampalli
sario tomar en consideración el aporte de Ias artesanos costefios, donde ordená se edificaran unas estructuras que se denomina-
y habría que estudiar su influencia en el arte incaico. ron posteriormente Tumipampa, nombre de una de Ias panaca
A nuestro entender, es recién después de esta conquista que reales (Rostworowski 1983: 141).
los incas adquirieron toda Ia magnificiencia que los espanoles Pasados varios anos lejos de Ia capital emprendiá Tupac Ia
admiraron en ellos. Es posible que tomaran del Chimu Capac y guerra contra los huancavilcas. Dividiá su ejército en tres partes,
de su corte, ellujo y Ia suntuosidad que existió posteriormente tomando él mismo le jefatura de una de ellas y entrá en Ias mon-
entre Ia elite cusquefia. tafias fragosas para atacar desde el Este a sus enemigos. 10s otros
Antes deI contacto con Ias macroetnías nortefias los incas dos ejércitos lucharon por Ia costa, tanto por tierra como por
eran sólo guerreros, un tanto rústicos, al igual que los de más je- mar, y para esos menesteres entró en Ia empresa gente costena,
fes comarcanos del Cusco. Sólo a consecuencia de este encuen- es decir balseros tumbesinos. Las acciones se realizaron en todo
tro los gobernantes del Tahuantinsuyu principiaron a rodearse el litoral desde Tumbes a Cuafiapi, Guamo, Manta, Turuca y
de mayor autoridad, de un lujo digno de sus conquistas, dejaron Quisin (Sarmiento de Gamboa, capo 46).
de ser entonces simples curacas y sefiores locales. Tupac estaba ocupado en conquistar Mant~ y Ia isla de La
Puná cuando llegaron unos mercaderes navegando en balsas
Oiras conquistas de Tupac Yupanqui con velas. Ellos manifestaron venir de unas islas llamadas Aua-
chumbi y Nina. Admirado Tupac con este relato decidiá consul-
Luego de un tiempo de descanso Tupac Yupanqui volvió a tar con el adivino que siempre llevaba consigo en sus conquis-
salir del Cusco con ánimo de ampliar Ias fronteras del Tahuan- tas. Le preguntá si era verdad el decir de los "mercaderes
tinsuyu. En esta salida llevó consigo a Ias mismos generales Til- 'marinos", porque e110s "hablaban mucho" y no se les podía cre-
ca y Anqui Yupanqui y avanzaron por el camino principal de Ia er. EI augur respondiá que él iría primero volando a constatar Ia
sierra o Capac-Nan, En el trayecto, el soberano se ocupaba de or- existencia de dichas islas lejanas.
denar y establecer Ia administración cusquena, observaba si los Este relato de Sarmiento de Gamboa (cap. 46) un tanto
curacas locales cumplían 10 establecido, nombraba y retiraba a insólito interesa porque menciona Ia presencia de "mercaderes
dignatarios según Ias conveniencias del incipiente Estado. Es así navegantes" y por el misterioso viaje marítimo efectuado por el
que llegaron hasta los canaris quienes se aliaron a los quitas Inca, Nueve lunas duró Ia expedición, y a su regreso, después de
para enfrentarse a los incas. lan larga ausencia decidió Tupac tomar el camino de retorno. El
Después de lograr una victoria sobre estas etnías descansá Inca escogió Ia vía de Ia costa y se dirigió a Catacaos, Pacatnamú
Tupac en Quito y ordenó poblar Ia región con numerosos mit- y Chimor; lentamente avanzaba el soberano por los valles yun-
maq, es decir de gente traspuesta de otras regiones, para que edi- gas, pasó por Pachacamac Y de allí continuó por Ia ruta de Ia sie-
ficaran una ciudad. Antes de partir dejá como gobernador a un rra internándose par Pariacaca y Jauja (Calancha 1638, lib. 3;
128 MARiA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 129

Cieza, Seiiorio, capo LVIII). Paralelamente, otro ejército suyo una rebelión en todo el Collao (esa es Ia causa por Ia cual supo-
avanzaba por el camino opuesto inspeccionando al pasar Ias di- nemos que primero tuvo lugar Ia entrada deI Inca a Ia selva).
versas etnías (Sarmiento de Gamboa, capo 46). Avisado Tupac de 10 que sucedía, salió apresuradamente de
Según Sarmiento de Gamboa es sólo después de estas con- Ias montafias, dejando allí a Otorongo Achachi para concluir Ia
quistas nortenas que murió Pachacutec, y Tupac Yupanqui dejó conquista; el Inca pasó directamente por Paucartambo a hacer
de ser corregente para asumir el poder absoluto junto con suya- frente a los sublevados (Cobo 1956, t. Il, lib. 12, capo XIV). Apaci-
napac o compafiero. Las cronologías de Ias conquistas incaicas guada Ia tierra, Tupac Yupanqui se dirigió a Charcas donde so-
son naturalmente tentativas y es posible que Tupac, aprove- metió a sus habitantes; de allí se dirigió al sur, a Chile, donde
chando una estadía más prolongada en el Cusco, decidiera diri- prendió a los jefes Michimalongo y Tangalongo y avanzó hasta
gir sus tropas hacia Ias regiones selváticas del Anti, buscando llegar a Ias fronteras surefias del río Maule.
ampliar su acceso a plantaciones de cocales. Para e110 dividió Después de estas conquistas, Ias demás salidas del Inca se
nuevamente sus ejércitos en tres partes, él mismo tomó Ia jefatu- efectuaron en calidad de visitas a Ias zonas recién anexadas a fin
ra de una de e11as y se internó por Aguatona; el segundo grupo de implantar el nuevo ordeno En algunos lugares se sofocaron ca-
estuvo a cargo de Otorongo Achachi quien entró por el pueblo sos aislados de subversión, pero el objeto principal de estas ins-
de Amaru; y el tercero 10 comandaba Chalco Yupanqui, quien pecciones era aplicar los sistemas organizativos incaicos, orde-
tomó Ia ruta de Pilcopata (Sarmiento de Gamboa, capo 49)3 nando Ias construcciones y edificaciones necesarias para Ia
En Ia entrada a Ia selva los ejércitos de Tupac padecieron buena administración de Ias "províncias".
grandes trabajos, incluso el Inca estuvo perdido en Ia espesura AI tratar en términos generaIes de Ias conquistas de Tupac
de los montes hasta que se encontró con Ias tropas de Otorongo Yupanqui y de Huayna Capac no se pretende hacer una historia
Achachi que 10 buscaban. En esta ocasión los cusquenos con- ajustada a los hechos debido a Ia imprecisión de Ias crónicas.
quistaron a los opataris, los manosuyos, los mafiaris o yanaximes Sólo se puede analizar los datos y esbozar un esquema de Ias se-
y a los chunchos, mientras que un capitán incaico 11amado Apo cuencias de Ias anexiones territoriales. Lo interesante es poseer
Curimache 11egaba al Paititi. Durante el tiempo que el Inca se ha- noticias para un determinado lugar como en el caso de los co-
11aba en Ia región del Anti, un natural del Co11ao11amado Coaqui- .llec, que muestra un ejemplo de Ia manera en que se realizaban
ri huyó de Ias filas incaicas y llegó al Altiplano repartiendo Ia no- Ias conquistas.
ticia de Ia muerte del Inca. En sus discursos aIborotaba a Ia gente Tupac Yupanqui fue un gran guerrero, él mismo dirigía sus
y Ia convencía de ser el momento oportuno para alzarse. EI mis- ejércitos y permanecía a Ia cabeza de sus tropas. A él se le debe
mo tomó el nombre de Pachacutec Ynga y bajo su mando esta11ó eI mayor número de conquistas del Tahuantinsuyu, y si bien
Huayna Capac siguió Ia trayectoria trazada por su antecesor, no
sucedería 10 mismo con Huascar ni con Atahualpa. EI primero
no salió del Cusco sino para algunas inspecciones, y sólo al fi-
nal, después de continuas derrotas, asumió él mismo Ia jefatura
3 Lo propio sostiene Cabello de Valboa; y Cabo (1956, t. Il, capo XV) men-
ciona Ia misma entrada al Anti intercalada con un viaje a Quito y una vi- de los ejércitos contra su hermano. De igual manera Atahualpa
sita al Collasuyu. Nos parece que Ia marcha a Quito fue anterior pues es to mó rara vez el mando, delegando en sus generales el11evar a
poco probable que el Inca cubriese tan largas distancias con facilidad. cabo Ia guerra contra Huascar.
130 MARiA ROSTWOROWSKI IV. !..AS CONQUISTAS 131

LQué puede indicar esta actitud de delegar en manos de Para analizar Ias divergencias entre Ias cronistas sobre Ias
otros Ia tarea de mantener Ias enormes dimensiones del Tahuan- conquistas de Huayna Capac seguiremos básicamente el decir
tinsuyu? LSe debería a mayores responsabilidades adminístrsj]. de Cieza de León, viendo Ias discrepancias que surgen con Ias
vas o acaso a Ia pérdida del espíritu guerrero? LSe estaría gestan- demás.
do en el incario una división entre dirigentes militares y jefes Los primeros anos de su gobierno Huayna Capac 10s dedicó a
administrativos? visitar sus dominios cercanos al Cusco. Cieza de León (Senorío,
Por otro lado, si los Incas se volvían mueUes y descansaban capo LXIII) hace referencia a una inspección a Ias saras, lucanas
en sus generales para conservar sus dominios corrían el riesgo y andahuaylas. Según este cronista, el Inca no emprendió con-
de tarde o temprano ser depuestos por gente más aguerrida, pues quista alguna o viaje lejano mientras estuvo con vida su madre,
Ia ley del "más hábil" exigía un estado permanente de alerta. Ia Coya Mama OcUo. Parece que ella rogó a su hijo no ausentarse
por largo tiempo del Cusco (Senorío, capo LXI; Cabo 1956, t. Il,
Conquistas de Huayna Capac capo XVI), Ia amplitud del territorio significaba que cada recorri-
do de un Inca reinante por sus estados, o para alguna nueva con-
A pesar de Ia proximidad de Huayna Capac con Ia aparición quista, comprendía varios anos de alejamiento de Ia capital.
de los espanoles en Ias costas del Tahuantinsuyu, los cronistas Siguiendo el relato de Cieza y del consenso de cronistas,
no están de acuerdo en el orden en que ocurrieron sus conquis- Huayna Capac después de una prolongada estadía en el Cusco,
tas, ni en 10s sucesos en general. durante Ia cual continuó con su obra edificadora, partió a visitar
A este Inca le correspondía mantener Ias adquisiciones terri- Ia región surena de sus dominios. Primero anduvo por el CoUao
toriales y continuar ensanchando sus dominios. Sin embargo, se viendo cómo Uenaban Ias depósitos estatales de finas lanas, y es-
nota que en Ias regiones periféricas del Tahuantinsuyu, tanto en cogiendo a jóvenes muchachas para los adia huasi, es decir para
Chile como en Ias zonas selváticas y en el extremo norte, no te- los obrajes incaicos. Pasó por Chuquiapo y de allí prosiguió a
nía vigencia Ia antigua costumbre andina de Ia reciprocidad. Sin Charcas, hasta Ia región de los chichas. Durante su permanencia
su intermedio, Ia única modalidad que cabía era Ias anexiones en el sur, el Inca observó Ia aplicación de Ia organización estatal,
por media de sangrientas bataUas para someter a nuevos pue- .la creación de mitmaq, Ia construcción de tampu, caminos, ba-
blos. LQué podemos concluir de este hecho? nas, y otros. Continuó su visita por Tucumán y La Plata, desde
La ausencia de Ias hábitos de reciprocidad significa que se donde envió unos capitanes a luchar contra Ias chiriguanas,
trataba de etnías situadas en Ias lugares más alejados de Ias nú- pero Ia aspereza del terreno hizo que volvieran derrotados.
cleos culturales, entre Ias cuales no existían Ias costumbres de De acuerdo con el decir de Sarmiento de Gamboa (cap. 59),
Ias regiones más organizadas del ámbito sudamericano. Es posi- mientras Huayna Capac visitaba el Collao envió a su tío Guaman
ble también que los naturales de dichas regiones apartadas no Achachi por Ia ruta del Chinchaysuyu a que inspeccionara el
vieran Ias ventajas de incorporarse al mundo planificado de Ias país hasta Quito. Mientras tanto el Inca se dirigía a Charcas, Co-
incas; además, tenían poco que perder y no era un caso como el chabamba y Pocona, continuando al sur por Coquimbo y Copia-
de Ias chinchas que podían haber arruinado su tráfico de larga pó. Durante su permanencia en el sur llegaron Ias nuevas sobre
distancia con lejanos pueblos si no se sometían de buen grado a rebeliones en Quito, en Pastos y Huancavilca que obligaron al
los cusquefios. soberano no solamente a retomar al Cusco, sino a reunir ejérci-
132 MARiA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 133

tos entre Ia gente del Collao para Ia nueva campafia al norte [Sar- allí el Inca envió dos embajadas, una a Ias yauyos y otra a Ias
miento de Gamboa, capo 59). En esta sublevación contra el Cus- yungas de Ia costa, y continuó avanzando hasta Pumpu donde
co, Ias norteüos mataron a Tos tucuyricos o gobemadores quedó poco tiempo por estar deseoso de llegar a Guzmango.
incaicos. Lo mismo sucedería cuando Ias espanoles prendieron Durante su estadía en Cajamarca el Inca se dirigió a Chacha-
a Atahualpa en Cajamarca, pues en ningún documento hemos poyas donde Ias serrares locales se habían rebelado y refugiado
hallado mención a Ia presencia de administradores incaicos vi- en una fortaleza. Por dos veces el soberano fue rechazado por Ias
viendo entre Ias etnías. naturales, hasta que con Ia ayuda de nuevos refuerzos terminó Ia
Según Cieza (cap. LXII), el Inca se quedó en Chile durante sublevación. Numerosos chachapoyas fueron enviados al Cus-
doce lunas apaciguando el país y edificando fortalezas. Antes de co, mientras mitmaq compuestos por gente segura y leal llega-
abandonar Ia región dejó gobernadores que continuaron Ia labor ban para resguardar Ias fronteras del Tahuantinsuyu.
de implantar el sistema cusquefio. Cabe sefialar que al retomar A diferencia de Cieza, Cabo (1956, t. Il, capo XVI) dice que
al Cusco nació Atahualpa en Ia capital, siendo su madre una después de apaciguar Chachapoyas, el Inca retornó al Cusco y
fiusta llamada Tuta Palla. fue a descansar al valle de Yucay donde se dedicó a vigilar Ia edí-
Para Cieza, es después de Ia estadía surefia que Huayna Ca- fícación de palacios y templos. Después de un tiempo, según el
pac preparó un primer viaje al norte en calidad de soberano. Cada mencionado cronista, volvió Huayna Capac al sur, a Tiahuana-
partida de un Inca reinante implicaba grandes preparativos a los CO, Cochabamba, Pocona, Lupaca, y otros; estando en el Collasu-
que se sumaban sacrifícios de toda índole incluyendo el de Ia ca- yu hizo el gran llamamiento de gente para formar ejércitos, pues
paccocha, el supremo sacrifício humano. Había también que reu- su intencián era dirigirse a Tumipampa.
nir Ia mita guerrera y convocar a los curacas para que proporcio- Para Cieza de León, después de lograr Ia paz en Chachapo-
naran gente para Ias ejércitos. Se ampliaban o refaccionaban Ias yas, Huayna Capac continuá hacia el norte e hizo una entrada a
caminos por donde transitarían el Inca y Ias tropas, y había que Ia selva contra Ias bracamoros (cap. LXIV), pero por ser un lugar
llenar los depósitos de todo 10necesario para los ejércitos en mar- inhóspito poblado de gente bárbara decidíó retirarse. Mientras
cha. El Inca no podía partir del Cusco sin suntuosas fíestas du- tanto, Huayna Capac llegó a Surampalli, en tierra cafiar, donde
rante Ias cuales se reafírmaban 10s lazos de reciprocidad entre Ias se "holgó en extremo"; es posible que durante esta estadía orde-
soberanos, Ias panaca, 10s jefes de Ias macroetnías y los goberna- nase el cambio de nombre al lugar de su nacimiento, dándole el
dores que quedaban a cargo de Ia administración del Estado. nombre de supanaca: Tumipampa (Rostworowski 1983). Estan-
Otra vez se puso en marcha Huayna Capac con todo un nu- do allí llegaron Ias nuevas acerca de cierta revuelta en el Cusco y
meroso séquito de jefes militares, serrares, mujeres, guardias y el Inca despachá órdenes de cortar Ias cabezas de Ias principales
tropas. Es posible que avanzara lentamente, como Ias cronistas alborotados.
de Ia conquista cuentan que 10 hacía Atahualpa en Ia regián de De este período en el norte datan Ias varias guerras sosteni-
Cajamarca. Por donde pasaba el Inca, Ias sefiores locales venían das por el Inca contra diversas etnías del lugar, guerras ganadas
a hacer su mocha y a rendirle obediencia, así llegó a Vilcas y se a costa de un elevado número de vidas humanas. Mientras Ias
alojá en 10s aposentos que había ordenado edificar Tupac Yu- soldados del Inca peleaban sin convicción, deseosos de retomar
panqui. Luego pasá al valle de [auja donde intervino en una con- cuanto antes a sus aldeas nativas, Ias norterios defendían su li-
troversia entre Ias sefiores del lugar por límites y linderos. De bertad y sus pueblos.
134 lvlARÍA ROSTWOROWSKI N. LAS CONQUISTAS 135

Todas Ias batallas fueron recias y, según Cieza, se formó una vio de los ejércitos. La inesperada acometida hizo retroceder a
liga defensiva entre los caranquis, otavalos, cayambis, cochas- los nobles cusquerios, quienes en su desorientación dejaron caer
quis y pifos, hecho que no esperaba el Inca, y antes de entrar en al Inca de sus andas y hubiera sucumbido en manos enemigas si
combate les propuso establecer los lazos de reciprocidad, que no fuera por los capitanes Cusi Tupa Yupanqui y Huayna Acha-
por supuesto rechazaron (Cieza, Seiioiio, capo LXVI). chi, ambos de Ia alta nobleza incaica. Siempre según el decir de
Cobo cuenta en detalle Ias guerras contra Ias tribus nortenas: Cobo (cap. XVII), Huayna Capac volvió a Tumipampa delante de
Huayna Capac reunió en Tumipampa a sus jefes militares para su ejército, e hizo su entrada a Ia ciudad a pie, y no en andas
ver cómo procederían en Ia conquista y apaciguamiento de Ia re- como solía hacerlo.
gión. Se decidió iniciar Ia lucha por Pasto, al extremo norte del No contento con los sucesos el Inca organizó nuevas tropas
territorio, y para dicho efecto se organizaron tres ejércitos, uno contra los cayambis y caranques bajo el mando de su hermano
con gente oriunda del Collao, bajo el mando de los capitanes Auqui Toma. En una refiida lucha los Orejones se habían apode-
Mollo-Cavana de nación lupaca de Hilavi, y Mollo Pucara de Ha- rado de cuatro cercas de Ia fortaleza cuando se desplomó herido
tun Colla; el segundo ejército provenía de Cuntisuyu bajo Ia di- de muerte Auqui Toma. Es interesante anotar que en Ia narrativa
rección de dos jefes Apu Cavac-Cavana y Apu Cunti Mullu; indígena sobre sus guerras destaca Ia reacción de desbande o
mientras el tercero estaba compuesto por gente de variada pro- huida de Ias tropas cuando el jefe caía prisionero o moría en el
cedencia, además de dos mil Orejones cusquefios a cargo de Au- campo de batalla, Ia misma que ocurrió en dicha ocasión.
qui Tuma y de Coya Tupa. Mencionamos esta información sobre En Ia relación de Cobo, fue después de estos acontecimien-
Ia composición de Ias tropas que marcharían al norte porque tos que llegaron nuevos refuerzos desde el Cusco, comandados
muestra Ia típica formación de los ejércitos en el ámbito andino: por el general Mihi y otros generales. Según algunos cronistas
dividida en tres partes y comandada cada una por dos jefes estos jefes llegaron a Tumipampa a raíz de Ia caída de andas de
(Cobo 1956, t. 11,lib. 12, capo XVI). En nada variaba su ordena- Huayna Capac. En todo caso Ia actitud de los nobles cusquerios,
miento del de Ias tropas chancas cuando partieron de su tierra como veremos a continuación, es muy sintomática y ya Ia hemos
natal a conquistar el mundo de entonces, y es una clara eviden- comentado cuando hablamos sobre los requisitos de Ia recipro-
cia del sistema en sí. cidad.
El éxito en Pasto acompanó Ia jornada y festejando el triunfo En Ia prisa por combatir y vengarse de los rebeldes Huayna
descuidaron Ia guardia y vigilancia. De esta circunstancia se Capac hizo caso omiso de Ia tradición y ordenó a Ias tropas re-
aprovecharon los naturales para caer sobre los desprevenidos cién llegadas marchar al frente. Profundamente enojados por esa
ejércitos, produciéndose una cruel matanza. La reacción de Huay- descortesía, los Orejones cogieron Ia estatua de Manco Capac se-
na Capac fue reunir Ias dispersas tropas y con nuevos refuerzos gún una versión, y según otra Ia de Huanacauri, y tomaron Ia
marchó personalmente al frente de su gente y aplastó Ia rebelión. ruta de regreso al Cusco. Advertido el Inca, despachó a toda
El Inca, con sus deseos de dominar Ia zona, se dirigió poste- prisa grandes regalos y dones a los nobles, los cuales satisfechos
riormente contra los carangues y cayambis, siendo uno de sus por Ia actitud del Inca regresaron a Tumipampa y se prepararon
generales Apu Cari, sefior de Chucuito. Los naturales se refugia- para atacar a los rebeldes. Aquí, Cobo menciona Ia formación de
ron en una fortaleza, y en una de esas luchas salieron inespera- tres ejércitos: uno a cargo del general Apo Mihi, el segundo com-
damente de su pucara y atacaron a Ios Orejones que eran el ner- puesto por gente del Chinchaysuyu, y no nombra a los jefes que
IV. LAS CONQUISTAS 137
136 MARÍA ROSTWOROWSKI

comandaban el tercero. Los cronistas están de acuerdo en que el [as rebeliones de 10s seiiorios locoles y de miembros de 1a
coraje y el valor de los cusqueüos les permitió ganar Ia batalla y nob1eza
que Ias represalias incas fueron tan tremendas que Ia laguna cer-
cana a Ia fortaleza se tifió de rojo por Ia cantidad de sangre verti- La historia del Tahuantinsuyu no sería completa, ni exacta,
da, lIamándose en adelante: Yahuarcocha. si no se hace referencia a Ias frecuentes rebeliones de los sefiores
Según Sarmiento de Gamboa (cap. 60), Huayna Capac pasó étnicos durante el gobierno de los incas.
largos anos en Tumipampa, su residencia preferida, y es posible Generalmente, en los relatos y narraciones sobre Ia historia
que habiendo nacido en dicho lugar se sintiera más a gusto que inca se nota cierta tendencia a idealizarla y a mostrar un estado
en el Cusco. idílico en los Andes. Los constantes alzamientos que sacudieron
Largos anos estuvo Huayna Capac guerreando contra Ias et- Ias "províncias" del Tahuantinsuyu prueban el descontento
nías nortefias, y después de arduas batallas terminó por incorpo- existente entre los jefes étnicos ante Ia opresión y el dominio
rarlas a su Estado. A Quito lIegaron noticias de extrafias gentes cusqueno. EI corto tiempo que duró Ia expansión inca no perrni-
barbadas, navegando en grandes casas de madera, y que habían tió que se consolidaran Ias posesiones territoriales, ni que los se-
tomado contacto con los pueblos costefios. Corría el ano 1526. nores tomaran conciencia de estar involucrados en un Estado.
Francisco Pizarro y sus companeros habían hecho su aparición Entre los pobladores del incario predominaba un apego al te-
en Ias costas del Tahuantinsuyu. Con estas inquietantes noticias rrufio, al ayllu, al villorrio, al sefior local o regional; carecían to-
lIegaron al Inca unos mensajeros, quedando el soberano impre- talmente de un sentido integracionista. De allí Ia imposibilidad
sionado por Ias narrativas sobre los bizarros personajes recién para despertar en Ias masas y entre los dirigentes locales una
desembarcados (Cieza de León, Senorío, capo LXIII). unión o una cohesión defensiva cuando aparecieron los peligro-
De acuerdo con Sarmiento de Gamboa (cap. 62), antes del sos extranjeros. EI Tahuantinsuyu no había logrado aún desarro-
tercer viaje de Pizarro se desató en Ias provincias nortefias una llar entre sus miembros el sentimiento de formar parte de una
tremenda epidemia de viruela y sarampión, males hasta ese en- nación. De haber continuado el mundo andino su propia evolu-
tonces desconocidos en estas tierras; grandes fueron los estragos ción, sin Ias interferencias de los europeos, se hubiera quizá lo-
que produjeron en el ámbito andino a causa de Ia falta de inmu- grado, con el tiempo, Ia cabal unión de Ias etnías en torno al
nidad de Ia población. Entre Ias víctimas de Ia peste figuró el Inca. Sólo podemos constatar que dicho proceso quedó trunco y
Inca Huayna Capac, quien murió en Quito. no podemos suponer 10 que hubiera sucedido.
Como ya 10 sefialamos, existen serias discrepancias en Ia Las constantes rebeliones explican Ia carencia de unidad
cronología de Ias conquistas de Huayna Capac a pesar de su pro- dentro del incario, y Ia llamada paz inca era más aparente que
ximidad con Ia aparición de los hispanos; sin embargo, Ia nota real por estar frecuentemente interrumpida por levantamientos
sobresaliente de dichas jornadas es que tanto en el extremo nor- más o menos graves, sangrientos o prolongados. Los numerosos
te como en Chile, en el sur, no conocían Ias manifestaciones de disturbios explican, también, Ia rápida caída del Estado inca
Ia reciprocidad. La carencia de dicho hábito sefiala que en Ias zo- cuando aparecieron los conquistadores hispanos. Los senores
nas extremas del Tahuantinsuyu los naturales desconocían esa locales se sintieron liberados de Ia tutela cusquefia, y con Ia pre-
costumbre indígena y su consecuencia inmediata fue el empleo sencia espanola se rompieron los débiles lazos de reciprocidad y
de Ia fuerza.
138 MARÍA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 139

de parentesco que mantenían Ias senores regionales con Ias contingentes de soldados del Collao llegaban al Cusco tenían
amos del Tahuantinsuyu. que salir de Ia ciudad los que se hallaban en ella.
Por otro lado, no sálo existieron alzamientos de Ias jefes de Sarmiento de Gamboa (cap. 40 y 41) cuenta que por tres ve-
Ias macroetnías, sino entre Ia propia nobleza inca habituada a ces tuvo Pachacutec que conquistar el altiplano y fueron los ay-
frecuentes revueltas internas entre Ias miembros más encum- maras los que con mayor frecuencia se alzaron. Una nueva insu-
brados de Ia elite cusqueria. Los hábitos de Ia herencia del poder rreccián estalló bajo el gobierno de Tupac Yupanqui (cap. 50), y
fomentaban Ias pretensiones de Ias muchos candidatos al cargo el relato que de ella hace Sarmiento parece ser el mismo que na-
de Inca Supremo, aumentando Ia debilidad del poder central en rra Cieza, pero aplicado a otro soberano.
Ias cambias de gobierno y facilitando Ias enfrentamientos entre Durante el gobierno de Tupac Yupanqui ocurrió uno de Ias
Ias miembros de Ia nobleza. Sobre Ias dificultades internas en el más peligrosos intentos de rebelión, pero esta vez no provenía
Cusco regresaremos al tratar Ias sucesiones. de un sefior subyugado sino del propio hermano del Inca: Tupa
Las sediciones que agitaban el incario se cuentan a partir de Capac. Era un personaje importante que ocupaba el cargo de vi-
Ia gran expansián territorial cusquefia, pues antes de esa época sitador de Ias territorios recién conquistados y que gozaba de Ia
se trataban más bien de revueltas internas que tenían lugar sobre confianza del soberano. Sus bienes, tierras y criados que trabaja-
todo al finalizar el gobierno de cada Inca. ban en sus campos eran numerosos, pero no contento con todo
En Ias inicias de Ia conquista del Collao, bajo el gobierno de 10 que poseía principiá a conspirar contra el propio gobernante.
Pachacutec y posteriormente con Tupac Yupanqui, Ias revueltas Por más secreta que fue Ia conjura, ésta llegá a oídos del Inca
de Ias aymaras fueron frecuentes. Sálo a partir del gobierno de quien ordená una investigación y un cruel escarmiento para Ias
Huayna Capac parece que Ias etnías del altiplano se integraron culpables (Sarmiento de Gamboa, capo 51). Cieza (Seizorío, capo
al Cusco y participaron plenamente en Ias guerras en el extremo LVI) narra cierto alboroto sucedido en el Cusco cuando Tupac
norte. En aquel entonces un gran contingente de tropas proce- Yupanqui se encontraba en Tumipampa, pero que fue rápida-
dentes del Collasuyu y del Cuntisuyu lucharon en Ias campafias mente debelado por Ias responsables de Ia custo dia y gobierno
contra Ias etnías ecuatorianas. de Ia capital.
La primera insurreccián tuvo lugar cuando Inca Yupanqui Un modo de sofocar rebeliones por intermedio de los pode-
se interná en Ia región selvática del ande. Los huamallas, Ias ha- res mágicos de Ias huacas es narrado por los informantes de Avi-
tuncollas, Ias chucuitos y Ias azángaros aprovechando su ausen- Ia (1966: 131). Ellos contaron Ia curiosa intervención de Ias hua-
cia y que se hallaba en una región inhóspita, de difícil cornuni- cas en una insurrección de los habitantes de Ia costa central
cación, se confederaron y tomaron Ias armas; su primera acción cuando se sublevaron los alancunas, Ias calancus y los chaquis y
fue dar muerte a Ios gobernadores puestos por los cusqueúos consiguieron prolongar tal situación durante doce anos. Ante
(Cieza de León, Seizorío, capo LIII). Los revoltos os se fortificaron esto el soberano convocá a Ias principales huacas de sus estados
en una pucara y dieron guerra a los incas, quienes a Ia larga ven- para que ayudasen a terminar con Ia penosa situacián. Reunidos
cieron. Los cabecillas del movimiento fueron enviados presos al los dioses en el Cusco, en Ia plaza de Aucaypata, el Inca les dijo
Cusco y el Inca ordenó que desde entonces sólo hubiera una ci- que él siempre otorgaba ofrendas y sacrificios a todas Ias huacas,
fra límite de gente aymara en Ia capital, por eso cuando nuevOS Y que en el momento de necesidad esperaba contar con el apoyo
de Ias dioses.
140 MARÍA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 141

Un silencio prolongado siguió a Ias palabras de Tupac Yu- ferentes a los llanos. En Ia Visita ordenada por ellicenciado La
panqui, interrumpido por Pachacamac cuando dijo que nada po- Casca en 1549 al valle de Huaura, a Ia encomienda de Nicolás de
día hacer porque si se movía para terminar con los sublevados Ribera, el mozo, se le preguntó al curaca si antiguamente pro-
podía aniquilar también al Inca y a todo el mundo. Se refería a porcionaba hombres para servir en Ias guerras, contestó que por
su atributo principal: el de ser el dias de los temblores, y el que ser yunga, es decir costerio, no tomaban parte en Ias contiendas
controlaba y enviaba Ias ondas sísmicas. Tomó entonces Ia pala- (Rostworowski 1978a: 224; Fernández de Oviedo 1945, t. XII:
bra Macahuisa, hijo de Pariacaca, que se dirigió al soberano y 114). Una declaración en el mismo sentido se halla en Ia Visita a
mientras hablaba "su boca soplaba Ias palabras como si pesaran Atíco y Caravelí de 1549; interrogado el curaca Chincha Pula si
y de su boca salía humo en vez de aliento". La huaca prometió en tiempos prehispánicos contribuía con hombres para los ejér-
secundar a Tupac Yupanqui y partió en Ias propias andas del citos del Inca respondió negativamente. AI parecer fue general Ia
Inca a Ia región sublevada; llegando a una montana cercana a Ias decisión de no exigir de los yungas prestaciones de servicios de
pueblos rebeldes empezó a llover, primero a pocos, luego a to- varones para Ia guerra. Estas noticias tienden a confirmar Ia
rrentes, inundando Ias quebradas, aldeas y campos. Los enemi- poca confianza que mostraban los cusqueüos para con los habi-
gos del Inca quedaron aniquilados y Ias rayos mataron a Ias eu- tantes del litoral.
racas y a Ias principales. Así contaban en Huarochirí Ia oportuna La suspicacia que produjo Ia insurrección del Chimor trajo
intervención de Ia huaca Macahuisa. Esta forma mítica de narrar una consecuencia más: Ia dispersión de su gente, que fue envia-
una sublevación en Ia sierra cisandina tiene probablemente un da a numerosos lugares del Tahuantinsuyu en calidad de mit-
fondo de verdad, es decir que algún alzamiento debió terminar a maq. Dado 10 interesanle de Ias funciones que desempefiaron
causa de un desastre climático y de Ia precipitación de una ava- muchos de esos colonos en los pueblos en donde fueron obliga-
lancha de piedras, lodo y agua sobre Ias pueblos rebeldes. dos a vivir, más adelante volveremos sobre este tema.
Quizá Huayna Capac haya sido el soberano que sofocó el Según Cobo (1956, t. II, capo XVI), estando Huayna Capac en
mayor número de rebeliones. Las grandes dimensiones de su Es- Jauja llegaron Ias nuevas de una rebelión de los sefiores de Cha-
tado y su cercanía con Ia historia escrita permitió recordar mejor chapoyas. El Inca partió hacia dicha "província" donde, sin gas-
Ias sucesos. tar mucho esfuerzo, quedó apaciguada Ia región y luego conti-
Según Zárate (1944: 46), uno de Ias más serias levantamien- nuó su ruta hacia Quito. Pero, de acuerdo con Sarmiento de
tos tuvo por protagonista al Chimu Capac, cuyos dominios abar- Gamboa (cap. 58), después de permanecer un corto tiempo en
caban cien leguas de costa. El cronista no ofrece detalles de los Chachapoyas el Inca regresó al Cusco y luego marchó al sur a vi-
acontecimientos, sólo dice que venció el Inca y que el rebelde sitar Cochabamba y Chile.
murió ejecutado. Desde entonces a los yungas les fue prohibido Durante su estadía en Tiahuanaco llegaron Ias noticias de
portar armas y no eran llamados a formar parte de los ejércitos sublevaciones en Quito que 10 obligaron a hacer un llamamiento
del Inca, este hecho indica que el sefior de Chanchan debió trai- de gente y a reunir nuevas tropas. Esta vez su permanencia en el
cionar al soberano cusquefio mientras integraba Ias huestes del extremo norte fue larga, llegando a dominar poco a poco toda Ia
Tahuantinsuyu después de su sumisión al incario. región. Entre los más revoltosos se contaba al curaca Tomalá de
La decisión de que los costerios en general no formaran parte Ia isla de La Puná quien cada vez que podía traicionaba al sobe-
de los ejércitos del Inca es confirmada por otros documentos re- rano.
142 MARÍA ROSTWOROWSKl IV. LAS CONQUISTAS 143

Es posible que en uno de esos levantamientos se viera invo- noticias de una sublevación. Para subsanar en algo Ias obstácu-
lucrado el sefior Pabur, de Ia región de Piura. En 1532 Francisco los de Ia lejanía idearon Ia estratagema de tener preparada lefia
Pizarro, al pasar por dicha región camino a Cajamarca, se apo- bien seca en Ias cumbres de Ias cerras, que era prendida para ad-
sentó en Ia gran plaza del curacazgo del mismo nombre. Allí vertir el estallido de una rebelión. AI ver el resplandor de Ia ho-
tomó conocimiento de que se trataba de un importante senorío, guera Ia gente apostada en otra elevación del terreno encendía
rico y muy poblado pero que quedó destruido y sus pueblos que- otra fogata, y así sucesivamente por media de Ia lumbre lograban
mados por haberse negado a recibir pacíficamente a Huayna Ca- advertir que había estallado un alboroto en Ia dirección indica-
pac (Fernández de Oviedo 1945, t. XI: 277). da. Mientras llegaban Ias mensajeros con Ias quipu y Ias noti-
En Tumipampa, Huayna Capac fue informado por Ias clios- cias, Ias tropas estaban listas para partir y se ponían en marcha
qui de una invasión de Ias selváticos chiriguanas a Ias charcas, y de inmediato.
que habían matado a Ias desprevenidos guardias de una fortale-
za. El Inca envió a su capitán llamado Yasca a poner orden entre Los ejércitos incas
Ias invasores; dicho capitán llevó consigo, para que le prestasen
apoyo, numerosas huacas, entre ellas a Catequil de Cajamarca y No cabe duda de Ia importancia de los ejércitos incas y del
Huamachuco, a Curichaculla de Chachapoyas y a Tomayrica de rol preponderante que jugaron en Ia expansión territorial del
Chinchaysuyu (Sarmiento de Gamboa, capo 61). Tahuantinsuyu. Examinaremos Ia información suministrada
Todas estas rebeliones mostraban Ia necesidad de prever Ias por Ias cronistas sobre Ia constitución de Ias tropas, para anali-
sublevaciones no sólo entre Ias diversos jefes étnicos sino en el zar luego su desarrollo a través del tiempo.
mismo seno de Ia elite cusquefia, Un motivo de insubordinación En Ias guerras de conquista y en Ia formación de Ias huestes
se presentaba indefectiblemente, y en ambos niveles, al falleci- se conservaban Ias divisiones por etnías, y los curacazgos desig-
miento de un Inca reinante. Por ese motivo Ia muerte de un sobe- nados para contribuir con Ia mita guerrera proporcionaban sol-
rano se ocultaba hasta no tener designado su sucesor, y se toma- dados conducidos por jefes de sus propios pueblos. En Ias gue-
ba Ia precaución de guardar en secreto su muerte, sólo Ias más rras del extremo norte, bajo el gobierno de Huayna Capac, se
allegados y fieles tenían conocimiento de 10 acontecido; cuando constata Ia pesada contribución en hombres que recayó princi-
ya estaba decidida Ia sucesión se comunicaba el deceso a Ias ha- palmente sobre los collas y los pobladores del Cuntisuyu. Puede
bitantes del Tahuantinsuyu. suponerse que el Inca confiaba más en e110s por haber sido in-
Este fue uno de Ias motivos que impulsaron a Ias altos perso- corporados al Tahuantinsuyu desde tiempo atrás, o bien por ser
najes de Ia corte inca en Quito a ocultar al pueblo el fallecimien- simplemente una región muy poblada que padía permitirse una
to de Huayna Capac, ya embalsamar su cuerpo y conducirlo al larga ausencia de sus hombres. En algunos casos Ia violencia de
Cusco como si estuviese aún con vida (Guaman Poma 1936, foja Ias luchas y Ia elevada mortandad de Ias guerras nortefias hizo
114). Más adelante veremos Ias disturbios que hubo en Ia capital que pacos guerreras regresaran a sus senoríos de origen.
relacionados con Ia elección del nuevo soberano, originados por Según Cabo (1956, t. 11, lib. 14, capo IX), Ias incas por ser
Ia nobleza. conquistadores estimaban y valoraban a sus ejércitos y a sus je-
Las grandes distancias del Tahuantinsuyu hacían cada vez fes militares. Las tropas se dividían siguiendo Ia organización
más difícil, a pesar de Ia rapidez de Ias chasqui, comunicar Ias política, es decir en decurias y centurias comandadas por sus je-
IV. LAS CONQUISTAS 145
144 MARÍA ROSTWOROWSKI

fes naturales. Sin embargo, los linajes incas mantenían los más Los cronistas cuentan que en Ias combates todos los solda-
altos puestos con una jerarquía por encima de los comandantes dos iban muy aderezados y enjoyados, vestidos de acuerdo con
locales. También había ejércitos compuestos por ayllus reales y Ias costumbres y usos de sus lugares de origen y de sus pueblos,
posiblemente formaban Ia elite de Ias tropas. Iucían penachos y plumas y sobre Ias espaldas y pecho llevaban
AI marchar a Ia guerra Ias huestes iban repartidas según sus patenas de cobre, plata u oro según sus jerarquías en el ejército.
etnías, y Ias que tenían mayor antigüedad en el Tahuantinsuyu En algunas regiones se pintaban el rostro para atemorizar al ene-
se situaban más cerca de Ia persona del Inca. Los ejércitos se di- migo. AI iniciar el ataque cantaban y gritaban para sembrar el es-
vidían en escuadrones y cada uno llevaba un solo tipo de arma, panto en el bando enemigo. La gritería era tal que, según los cro-
había honderos, flecheros, portadores de macanas, porras o estó- nistas, los pajarillos del campo caían al suelo aterrados.
licas, y otros. No faltaban los instrumentos musicales como tam- Diego Molina, en su relación insertada en Ia obra de Fernán-
bores, trompetas hechas de grandes caracoles marinos y flautas. dez de Oviedo (1945, tomo XII: 97), hace referencia a Ia fuerza y
Fernández de Oviedo (1945, t. XII, p. 30) narra el orden se- poderío de los ejércitos incaicos y al hecho que tenían sojuzga-
guido cuando se iniciaba una batalla: primero atacaban los hom- dos a los habitantes civiles que no portaban armas. Menciona,
bres con sus guaracas u hondas con piedras del tarnafio de hue- igualmente, que los soldados peleaban con arcos, flechas, po-
vos, portaban rodelas y un vestido de algodón acolchado para rras, varas, estólicas, hondas y macanas que manejaban con am-
protegerse de los proyectiles. Tras e110s marchaban soldados ar- bas manos. Más adelante, el mismo Molina afiade (ibídem, pág.
mados con porras y hachas, Ias porras eran palos engastados con 97) que Ia gente de guerra caminaba por escuadrones, cada uno
unas piedras del grosor de un puno, otras tenían puntas agudas. con su arma, avanzando primero el grueso del ejército, y en me-
En cuanto a Ias hachas, Fernández de Oviedo Ias describe como dio de Ias tropas y protegidos por una retaguardia avanzaban los
parecidas a Ias alabardas confeccionadas de cobre, o de oro y cargadores. Según Cieza (Sefíorío, capo XVL), los hombres lleva-
plata para Ias sefiores, según su rango (Salas 1950). Luego avan- ban los bultos sólo hasta un lugar determinado, acudiendo otros
zaban los portadores de lanzas pequenas que eran arrojadas a tomar el relevo. Este sistema de Ia mita hacía menos arduo y
como dardos, debían ser estólicas; y en Ia retaguardia iban los pi- penoso el trabajo. En cambio, durante Ia conquista de Pizarro y
queros con largas lanzas que apoyaban sobre el brazo izquierdo Ias guerras civiles, los indígenas entregados por sus curacas para
cubierto con una gruesa manta sobre Ia cual ajustaban el arma. servir a los espafioles llevaban bultos y armas durante un tiempo
Cristóbal de Mena (1945: 83) describe el real de Atahualpa indefinido, y pocos retornaban a sus ayllus de origen ya sea por-
en Cajamarca Ia víspera de caer prisionero, cuando Hernando de que se quedaban por el camino en diferentes parajes o morían en
Soto y Hernando Pizarro fueron a verle: Ia ruta (Espinoza 1971).
En otro trabajo (1983), al hablar sobre Ia organización dual
"Todo el campo donde el cacique estava, de una parte y de en el mando de 10s ejércitos serialamos que en los documentos y
otro estava cercado de esquadrones de gente piqueros y crónicas hallamos Ia mención de dos jefes para cada ejército,
alabarderos y flecheros; y otro esquadron avía de índios uno representaba Ia mitad de Hanan y el otro el bando de Hurin.
con tiraderas y hondas; y otros con porras y macanas". Esta división reproducía el concepto dual del mundo andino,
formación que se repetía en el gobierno de los curacazgos, entre
Ias propios incas y en el comando del Estado. A esta división
146 MARÍA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 147

dual en el mando de Ias tropas se anadía una tripartición norn- ducía terror entre los naturales y a causa de este sentimiento de
brada por 10s cronistas en Ia composición de los ejércitos al mo- U1iedo muchos curacas enemigos se rendían a los incas sin lu-
mento de entrar en guerra, y que representaba Ia estructura sim- char (Cobo 1956). Entre Ias piedras pururauca, en el Cusco ado-
bólica del pensar andino. Siempre eran tres los ejércitos que raban especialmente a una llamada Tanancuricota que era vene-
tomaban parte en una batalla y no sólo los cusquefios conserva- rada por ser una mujer que apareció junto con los legendarios
ban esta forma de repartir sus efectivos, en tiempos anteriores al soldados; con e11a10 femenino quedaba comprendido en Ia gesta
auge inca, Ias tropas chancas usaron el mismo método y corres- guerrera (Rowe 1979, Cu-8:1).
pondía a una ideología religiosa y social. En Ias guerras de importancia, encabezadas por Ia elite cus-
Según nuestra hipótesis, Ia formación de tres ejércitos se re- quena o por el mismo soberano, 11evaban consigo ya sea Ia repre-
fería a Ia división panandina de Co11ana, Payan, Ca11ao. Collana sentación o Ia propia huaca de Huanacauri o bien Ia imagen de
era el hermano mayor, el curaq, el más importante; Payan repre- Manco Capac. Lo mismo sucedió con los chancas quienes carga-
sentaba 10 femenino, es una voz que proviene de paya, Ia mujer ban con los "bultos" de sus dos progenitores Uscovilca y Anco-
noble. En el mito de los hermanos Ayar, Mama Huaco era Ia gue- vilca. LQué reflexiones podemos extraer de 10 narrado hasta aquí
rrera y desempefió un papel activo en el arribo e instalación de sobre los ejércitos y Ias conquistas incas? Encontramos que Ias
Manco Capac en el Cusco; de igual manera, en el asedio chanca guerras sostenidas por los cusquefios a través del tiempo se divi-
al Cusco una curaca a Ia cabeza de sus tropas rechazó a 10s ata- dían en tres categorías: El prime r tipo era común durante el In-
cantes, triunfo que fue el inicio del auge inca. En ambos mitos termedio Tardío y en los inicios del Cusco, cuando Ia futura ca-
incaicos Ias mujeres lucharon y guerrearon como jefas. En cuan- pital era tan sólo un curacazgo más en el ámbito andino. Lo
to a Ia voz calIao designaba al hermano menor o sullca de Ia divi- frecuente entonces eran Ias guerras de rapina, cuyo objetivo
sión dual. consistía en lograr los despojos del adversario. Las crónicas in-
Otro mito relacionado con 10s ejércitos incas son 10s legen- forman de repetidas incursiones hacia los mismos pueblos veci-
darios pururauca, que se transformaron en valientes guerreros nos a 10 largo de los diferentes gobiernos, con una escasa o nula
en el ataque chanca al Cusco y contribuyeron al triunfo. Santa anexión territorial.
Cruz Pachacuti (1928: 179) cuenta que un viejo sacerdote del El segundo tipo de conquista tenía un cariz muy diferente, y
templo del Sol, llamado Topauanchire puso unas piedras cerca se cumplía a través de Ia reciprocidad y de los lazos de parentes-
del santuario a Ias cuales anadió armas y cascos para simular co establecidos por el intercambio de mujeres y de dones diver-
soldados apostados. En el momento candente de Ia bata11a se sos. La ventaja de tales situaciones consistía en no tener necesi-
produjo el milagro y Ias piedras se convirtieron en fieros solda- dad de 11egar a Ias armas o a un esta11ido bélico. Se trataba del
dos y contribuyeron a Ia victoria inca. compromiso de reconocer a los incas por sefiores, y Ia reciproci-
En Ia ideología andina los dioses y los personajes míticos se dad se hacía efectiva gracias a grandes donativos, regalos sun-
transformaban en guanca o piedras y mantenían Ia facultad de luosos, bebidas y comidas en común en Ia plaza pública. A me-
comunicarse con los seres vivos, era una forma de perenníza- dida que crecía el poderío inca, los soberanos disponían de
ción indefinida y una sacralización. En el mito de los pururauca mayores bienes para establecer Ia reciprocidad con los jefes de
sucedía a Ia inversa, es decir que Ias piedras cobraban vida y fi- Ias macroetnías. El prestigio de los aguerridos soldados y Ia co-
gura humana. El poder sobrenatural que emanaba de e110s pro- nocida "generosidad" de sus Incas fue el medio empleado habi-
148 MARÍA ROSTWOROWSKI IV. LAS CONQUISTAS 149

tualmente para el engrandecimiento del Estado. También suce- un tiempo definido y limitado. Además, los puestos fronterizos
día que el temor inspirado por Ias cusquerios hacía que Ias eran habitados por mitmaq especiales, cuya función era vigilar
sefiores étnicos aceptaran pacíficamente su superioridad. todo intento o avance de gente extrana al Estado. Tal fue el caso
La tercera suerte de guerras se dia cuando Ia expansión llegó de Ias cusquefios enviados a los chupaychos para cuidar Ias lin-
a su punto máximo tanto al sur como al norte. Nos referimos a deras de los agresivos panataguas (Archivo del Ministerio de
Ias conquistas de Huayna Capac en Ias confines del Tahuantin- RR.EE.).
suyu. Parece que en Ias franteras se desarrolló una mayor belico- Las expediciones se efectuaban cuando no se necesitaba de
sidad y agresividad, posiblemente debido a que en Ias hábitos de Ia fuerza de trabajo en Ias campos, o sea que Ias tropas eran con-
sus pobladores Ia reciprocidad no entraba en juego; no tenían lu- vocadas durante un tiempo más bien corto. Se puede sostener
gar Ia normas del "ruego" y de Ias "dádivas". Cuando un sefior que cuando Ias distancias no eran mayores los ejércitos no te-
local rechazaba Ias vínculos de Ia reciprocidad y decidía ofrecer nían carácter de permanentes y se disolvían cuando llegaba el
resistencia a Ias ejércitos incas, se entablaba una guerra en Ia momento de realizar Ias faenas agrícolas. En Ia Relación de
que solían, por 10 general, salir victoriosas Ias tropas del sobera- Chincha se dice que existía un tiempo para hacer Ia guerra y du-
no incaico. Para escarmiento de Ias demás curacas, Ias generales rante ese período era peligroso ausentarse de un valle o salir de
incas practicaban grandes represalias sobre Ias vencidos crean- su curacazgo bajo riesgo de morir (Castro y Ortega Morejón
do un clima de terror e imponiendo castigos con el fin de evitar 1974/1558).
futuros confrontamientos o levantamientos. Otra noticia relacionada con una época determinada para
Un curaca vencido, por 10 general, era llevado al Cusco para desarrallar actividades bélicas, por 10 menos cuando se trataba
Ias ceremonias del triunfo y luego ajusticiado. En su lugar el de ataques a Ia costa, es mencionada por Cieza de León al decir
Inca designaba a otro personaje adicto a él; en ciertas ocasiones que no sostenían luchas durante los meses de estío porque el ex-
nombraba a un curaca de Ia categoría yana, cuyo status respon- ceso de calor ahuyentaba a Ias serranos (Sefíorío, capo LIX). Otro
día a una situación muy diferente en Ia cualla recipracidad no factor que dificultaba Ias conquistas a Ias yungas en tiempo de
tenía efecto, no existía. verano era el aumento del caudal de Ias ríos y Ias dificultades de
Si Ia guerra de conquista había tardado mucho tiempo, como cruzar Ias valles; Ia ruta natural para dirigirse a Ias llanos era se-
sucedió en Guarco, o bien una ofensa directa o complot surgía guir el curso de Ias cauces. En épocas apropiadas para Ias opera-
contra Ia persona del Sapan Inca, como acaeció en Quivi, el cas- ciones guerreras los soldados conducidos por sus propios jefes
tigo infligido a Ias vencidos era mayor y Ia sanción recaía sobre marchaban acompanados en Ia retaguardia por Ias llamadas "ra-
toda Ia población masculina del sefiorío. bonas"; cada mujer se ocupaba de su hombre, y en caso de ser
Estas normas favorecieron Ia sumisión de los jefes étnicos a herido 10 cuidaba y alimentaba.
Ias requerimientos de paz y de obediciencia al Inca, a Ia par que Con Ia expansión y Ias grandes distancias se hizo imposible
explicaban Ia rapidez de Ia expansión cusqueüa, pues no se ne- el retorno de Ia soldadesca a sus pueblos y a sus faenas campesi-
cesitaba de largas guerras sino de aceptar Ia superioridad de Ias nas en el plazo necesario para asistir a Ias trabajos agrícolas. Los
huestes incaicas. incas recurrieran en esas circunstancias a Ia mita guerrera, que
Para Ias guerras de rapina y para Ias que se libraban bajo el permitió conducir sus ejércitos a Ias confines de sus estados por
precepto de Ia recipracidad, los ejércitos eran convocados para varíos anos consecutivos. Esto significaba que otros hombres se
150 MARÍA ROSTWOROWSKI IV. !..AS CONQUISTAS 151

hacían cargo de Ias cultivos y que Ias mujeres se quedaban en Ia política? LEI poder había cambiado Ia agresividad de Ias go-
sus ayllus, quizá trabajando en Ias chacras reemplazando a sus bernantes? LTemían revueltas internas y locales debido a un
hombres. pronunciado descontento entre no sólo Ias panaca sino entre Ias
Consecuencia directa de esa situación fue Ia necesidad de serrares étnicos?
mayores almacenamientos de subsistencias y de pertrechos gue- Este último punto es un interesante indicador de que se esta-
rreros de toda clase. Creció también Ia demanda de depósitos a ba operando una transformación en el Tahuantinsuyu y explica-
10 largo de Ias rutas troncales por donde marchaban Ias tropas, ría Ia poca cohesión alcanzada por Ias diversas etnías con el po-
en el eje principal de Cusco-QuiLo. Había que contemplar Ia der central y por ende, uno de Ias motivos de su fácil colapso.
construcción de miles de kilómetros de caminos, puentes, alber- En efecto, Ias interminables guerras de conquistas incaicas
gues, de centros administrativos, y de abastecimientos con los debían producir entre Ias serrares étnicos un descontento cada
depósitos adecuados. La prueba de este desenvolvimiento orga- vez mayor, pues sobre e110s recaía el deber de suministrar un
nizativo se halla en Ias rutas jalonadas por tambos, calca o depó- constante y creciente número de soldados para Ia mita guerrera.
sitos en Ias centros administrativos como Vilca Huaman y Hua- Este otorgamiento representaba una disminución de Ia mano de
nuca Pampa. obra disponible para el funcionamiento de sus propios curacaz-
Es posible que como resultado de Ia política expansionista gos. Innumerables eran Ias prestaciones de servicios necesarias
del Cusco se iniciara el descenso demográfico entre Ia población para cumplir Ias demás obligaciones exigidas por Ia administra-
indígena, el mismo que se aceleraría con Ia llegada de los espa- ción cusquefia, como laborar en Ias tierras del Estado, del Sol y
fioles. En efecto, primero Ias guerras del extremo norte durante de Ias principales huacas existentes en cada curacazgo; Ias apor-
el gobierno de Huayna Capac y los posteriores enfrentamientos taciones de mujeres como mamacana, de artesanos especialistas
entre Huascar y Atahualpa demandaron una gran contribución para suplir Ias demandas de Ia corte, de talladores de piedras, y
de parte de Ia población masculina del Tahuantinsuyu. de constructores para Ias edificaciones estatales, sin contar con
En Ia última fase del gobierno inca se observa una mudanza Ia mano de obra requerida para aderezar caminos y tambos.
en Ia costumbre de Ia jefatura de los ejércitos, en Ia dirección de . En cuanto a Ias serrares yungas, si bien no estaban sujetos a
Ias tropas. Los soberanos forjadores de Ia gran expansión iban Ia mita guerrera no por eso andaban más descansados. Cada
personalmente a Ia cabeza de sus ejércitos, tal Tupac Yupanqui nuevo soberano aumentaba Ia extensión de Ias tierras asumidas
y también Huayna Capac quien sólo en contadas ocasiones dejó por el Estado, que demandaban atención además de cargadores
el mando a sus subalternos. En cambio Huascar y Atahualpa se para remitir el fruto de Ias cosechas a Ias depósitos estatales. Na-
mantuvieron, ambos, alejados del frente de batalla, en sus res- turalmente que Ias tierras eran Ias mejores del valle y se sus-
pectivas ciudades o en Ia retaguardia, y fueron sus generales traían de Ia hacienda del curaca local. Además, Ias serrares cos-
quienes se encargaron de Ia conducción de Ia guerra. Huascar terras contribuían con un número elevado de artesanos de toda
sólo dejó el Cusco en el último encuentro cuando cayó vencido índole.
frente a Ias generales de su hermano. Esta situación permitió aumentar el fermento del desconten-
LA qué atribuir este espíritu tan poco guerrero de Ias últimos to entre Ias curacas y debilitar y socavar el dominio del Inca que
Incas? LEI Tahuantinsuyu se hacía demasiado extenso? LHuas- se mantenía por el miedo y el temor. Mientras Ia autoridad per-
car y Atahualpa no confiaban en otras manos Ia conducción de maneció en manos de un soberano como Huayna Capac, temido
152 MARÍA ROSTWOROWSKI

y respetado, el Tahuantinsuyu permaneció en paz. Sin embargo,


dada Ia forma como se forjó Ia hegemonía inca, debió existir un
creciente desasosiego entre Ia población andina sujeta a los so-
beranos cusqueüos. Sólo se necesitaba de una circunstancia fa-
CAPÍTULO V
vorable para que ese poder, más aparente que real, se desploma-
ra como sucedió al aparecer Ia hueste de Pizarro. Las sucesiones y e1 correinado
Fue entonces que los sefiores étnicos vieron una oportuní-
dad de liberación y se plegaron a los extranjeros con Ia esperan-
za de recobrar su antigua libertado Pasado un tiempo de Ia con-
quista hispana, los naturales principiaron a sentir su
equivocación y se apoderó de e110s una tremenda frustración en Las guerras fraticidas entre Huascar y Atahualpa, entabladas
sus deseos de independencia. Se dieron cuenta de que Ia situa- después del fa11ecimiento de Huayna Capac, no fueron un fenó-
ción había empeorado pues no sólo el yugo había aumentado, me no extrafio ni único en Ia historia andina. AI contrario, se
sino que sus creencias y su religión se vieron afectadas. Es en- trataba de circunstancias que se repetían al final de cada gobier-
tonces cuando empezó a producirse una afioranza del pasado. no. Esta situación de anarquía se debía a Ias costumbres suceso-
Las consecuencias serán Ias numerosas rebeliones campesinas a rias, y a Ia lucha por el poder que estallaba con mayor o menor
10 largo del virreinato y el surgimiento del Taqui Oncoy, creen- intensidad a Ia muerte del Inca. El motivo principal de los albo-
cia en un retorno al tiempo primordial del predominio de Ias rotos era Ia ausencia de una ley sobre herencia del poder, agra-
huacas (Albornoz 1967). vado por el hecho de que varios miembros de un grupo de deu-
dos del Inca fa11ecido podían aspirar al mando y gozaban de
iguales derechos y prerrogativas.
Los cronistas dieron por sentado que en el Perú prehispáni-
co heredaba Ia mascapaycha el hijo mayor y legítimo de un so-
berano. Sin embargo, al estudiar Ias crónicas y verificar los
acontecimientos que se sucedían a Ia muerte de cada Inca, des-
cubrimos que los hábitos sucesorios eran totalmente diferentes.
Si Ias leyes indígenas hubieran sido similares a Ias europeas
hallaríamos, a través de los datos de archivos y de Ias crónicas,
referencias deta11adas sobre los derechos a mayorazgos y árboles
genealógicos, con mención de ramas mayores y menores, entre
otras, y sería factible sefialar quiénes estaban en Ia línea de suce-
sión. En cambio, no encontramos entre los Incas ni entre Ias se-
fiares étnicos nada semejante. Los mismos cronistas desmienten
sus afirmaciones y proporcionan datos contradictorios cuando
se trata de casos concretos.

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