Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
- Los testículos y los ovarios se conocen como gónadas (de ahí que esta
fase de la pubertad se denomine “gonadarquia”) y son estimulados por
las gonadotropinas de la hipófisis para que maduren y para que
produzcan las hormonas sexuales: estrógenos y andrógenos.
Estrógenos
De forma paralela a los cambios físicos más generales a nivel corporal que
acabamos de comentar, durante la pubertad tienen lugar otros cambios
biológicos relacionados directamente con la maduración sexual: los órganos
sexuales primarios o gónadas (ovarios y testículos) se desarrollan y sucede lo
mismo con los caracteres sexuales secundarios, que son aquellos observables a
nivel externo.
Gracias a la acción de las gonadotropinas y los estrógenos, los ovarios de
las chicas van a ser capaces de generar óvulos maduros que, de no ser
fecundados, van a dar lugar a la aparición de la primera menstruación
(menarquia) y de todas las menstruaciones posteriores. Por su parte, la acción
de las gonadotropinas y de la testosterona y la consiguiente culminación de la
maduración sexual se va a traducir en los chicos en la capacidad de los
testículos de producir esperma y otros elementos que van a dar lugar al semen
y a la primera eyaculación (espermaquia). Antes de la pubertad y durante toda
la infancia, los túbulos seminíferos de los testículos, que son los encargados de
producir los espermatozoides, eran macizos y estaban inactivos, siendo
incapaces de llevar a cabo la espermatogénesis; esto va a cambiar en la
pubertad gracias a la acción de las hormonas.
Junto a la maduración de los órganos sexuales primarios y la adquisición
de la capacidad reproductiva plena, encontraremos también el desarrollo de los
caracteres sexuales secundarios, como el desarrollo del vello púbico y axilar, o
el desarrollo de las mamas, el pene y los testículos. Estos cambios no se
producen simultáneamente, sino que suelen seguir un orden de aparición
determinado, aunque las edades de inicio y fin del proceso suelen variar
notablemente entre los individuos, como podemos ver en los rangos de edad de
los que se ha sacado la edad promedio.
1 BERGER, K. S. y THOMPSON, R. A.: Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia, Madrid, 1997, pág. 523.
respetar todos los meses2. Incluso si tiene lugar la fertilización, la probabilidad
de un aborto es bastante más alta que en época adulta, porque el útero aún
tiene que aumentar un poco de tamaño. En lo que respecta a los chicos, la
concentración de espermatozoides en el semen no alcanza la necesaria para
fecundar un óvulo hasta varios meses o incluso años después de la
espermaquia3. Es como si el cuerpo se quisiera asegurar de que se ha
completado el desarrollo físico antes de que el individuo se convierta en fértil.
No obstante, esto no se cumple siempre y lo único que quiere decir es que
el embarazo tiene menos probabilidades de ocurrir en estas edades que durante
la edad adulta.
Hoy por hoy, la gente no solo crece más en cuanto a aspectos como su la
talla o estatura final, sino que el crecimiento se inicia y se completa antes. Estos
cambios habrían comenzado a desarrollarse en los últimos cien años en los
países industrializados y en las últimas décadas en los países más prósperos no
industrializados, y estarían relacionados con las mejoras en cuanto a salud y
nutrición4.
Encontramos un adelanto del inicio de la pubertad y de la
maduración sexual durante el siglo XX, el cual ha sido explicado por las
mejoras en la salud y la nutrición5.
2MARTI, E.: “El cuerpo cambiante del adolescente”, en MARTI, E. y ONRUBIA, J. (coords.): Psicología del
desarrollo: el mundo del adolescente, Barcelona, 2005, págs. 35-46, pág. 41; BERGER, K. S. y THOMPSON, R. A.:
Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia, Madrid, 1997, pág. 528.
3 BERK, L. E.: Desarrollo del niño y del adolescente, Madrid, 1998, pág. 237; BERGER, K. S. y THOMPSON, R. A.:
Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia, Madrid, 1997, pág. 528.
4 SHAFFER, D. R. y KIPP, K.: Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia, México, 2007, pág. 215.
5 SANTROCK, J. W.: Psicología del desarrollo en la adolescencia, Madrid, 2003, pág. 61.
6 MARTI, E.: “El cuerpo cambiante del adolescente”, en MARTI, E. y ONRUBIA, J. (coords.): Psicología del
desarrollo: el mundo del adolescente, Barcelona, 2005, págs. 35-46, pág. 42; SANTROCK, J. W.: Psicología del
desarrollo en la adolescencia, Madrid, 2003, pág. 61.
7 MARTI, E.: “El cuerpo cambiante del adolescente”, en MARTI, E. y ONRUBIA, J. (coords.): Psicología del
desarrollo: el mundo del adolescente, Barcelona, 2005, págs. 35-46, pág. 42.
En este sentido, se ha hablado a su vez de tendencias seculares de la
estatura: se crece más y el crecimiento se completa más rápido. De esta
forma, si a principios del siglo XV los hombres españoles no alcanzaban en
promedio 160 centímetros, en 1992 la altura media era de 175 centímetros y,
asimismo, si hace cincuenta años la altura máxima se alcanzaba a los 29 años,
hoy se alcanza diez años antes (a los 19)8.
8 MARTI, E.: “El cuerpo cambiante del adolescente”, en MARTI, E. y ONRUBIA, J. (coords.): Psicología del
desarrollo: el mundo del adolescente, Barcelona, 2005, págs. 35-46, pág. 39.
9BERGER, K. S. y THOMPSON, R. A.: Psicología del desarrollo: infancia y adolescencia, Madrid, 1997, pág. 541.