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RESUMEN INFORMATIVO

A través de este primer capítulo, José Jiménez nos introduce en un recorrido por el que en la sociedad actual se llega
a la identificación inmediata de las cosas con las Imágenes tecnológicamente producidas de las cosas, del escándalo
con la celebridad, de la

Firma del artista

Como único requisito para otorgar la consideración de obra de arte y justifica así la necesidad de una

Teoría del Arte

, dada la exigencia crítica que debe existir frente al arte actual, en el que, al contrario de lo que los medios de
comunicación nos hacen creer, no todo vale. Para ello, el autor, comienza poniéndonos como ejemplo una imagen
conocida por todos; La Gioconda o Mona Lisa (1503-1506) de Leonardo da Vinci, y como esta obra maestra, ya
reconocida en su época, pasa a ser un símbolo utilizado universalmente; gracias a la difusión de su imagen
representada en las revistas ilustradas tras su robo del Museo del Louvre de París, en agosto de 1911; siendo
después utilizada tanto en publicidad como en tarjetas postales y otros formatos. Este hecho nos hace comprender,
tal y como dice el autor citando a Mc Mullen y Chastel “el sentido de la transformación del arte en la era de la
imagen, haciéndonos reconocer, e incluso superponer e independizar la imagen reproducida de la obra de arte, con
la obra de arte original, llevando a las obras más allá de la élite cultural para introducirse en la “cadena de las
comunicaciones de masas”, convirtiéndolas en algo cercano y por ende, siendo ya susceptible a la manipulación por
otros autores, cosa imposible antes de su reproducción tecnológica. Este hecho no pasó desapercibido para los
vanguardistas; como Kasimir Malevich en su obra Composición con Mona Lisa (1914), donde utilizó el recorte de una
imagen de prensa de la Mona Lisa y la inscripción “Eclipse Parcial “para expresar una necesidad de ruptura con la
tradición artística, convirtiéndose en un signo distintivo que identificaba la vanguardia artística; o Duchamp, con su
intervención sobre la imagen de la Mona Lisa, en L.H.O.O.Q. (1919), en la que cambió su imagen de feminidad por
una andrógina y con los, nombrados por él mismo, ready-made, en los que despojaba a los objetos de su
funcionalidad para darle una función estética conceptual, jugando con las convenciones sociales y artísticas
establecidas; abriendo las puertas a otro gran universo de posibilidades y rompiendo con la consideración tradicional
de arte que incluye el proceso creativo, dándole ahora importancia a la idea. José Jiménez refiere la definición de
ready-made acuñada por André Breton, “Objetos manufacturados promovidos a la dignidad de objetos de arte por la
elección del artista “como una inducción a que cualquier cosa puede considerarse arte, simplemente por ser obra de
una determinado artista. Nada más lejos de la intención de Duchamp, que al igual que Piero Manzoni con su Mierda
de artista, según el criterio de Jiménez, critican que cualquier cosa con la firma de un artista se considera arte. En
esta misma línea de crítica, Andy Warhol pone de manifiesto la cantidad de imágenes de una misma obra que
pueden circular por la cadena de la cultura de masas, y la pérdida de calidad que ello conlleva. Ejemplo de ello es su

Mona Lisa Doble

(1963).En este punto, el arte, tradicionalmente exclusivo, se convierte ahora en un objeto de consumo, mimetizado
con la publicidad, el diseño y la comunicación audiovisual, y
esto justifica que se valga ahora de las estrategias de los medios de masas, donde ha dehacerse notar para llamar
nuestra atención, entre tanta difusión y saturación de imágenes. Von Hagens; el doctor de la plastinación de
cadáveres; o Hirst y sus

p. 31. José Jiménez señala que la definición aparece en: Breton, A.,

Faro de la Novia.,

1938.

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