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Los negros Angola eran el grupo más numerosos entre los esclavos negros, pero
no eran muy valorados (eran los más baratos) porque eran considerados como
pusilánimes, enfermizos y pocos propensos a la cristianización.
MILAGROS
Llegó octubre y con él la procesión del Señor de los Milagros. En el segundo día
de andas, Rosa Angélica y su madre ingresaron al Templo de la Encarnación y
al ver la imagen, suplicaron la salud que la joven tullida tanto deseaba. Apenas
la multitud había abandonado el templo, la enferma sintió una conmoción que la
hizo dejar la silla, se levantó y caminó presa de un gozo indescriptible, superando
sus males y agradeciendo al Cristo Moreno por su misericordia.
Otro relato indica que Rosa Oquendo llevaba un año y dos meses padeciendo
de parálisis de los miembros inferiores y pese a haber consultado a varios
médicos, todo había sido inútil. El día que salió la procesión, fue conducida a la
plazuela de Mercedarias y al pasar la imagen delante del lugar donde se
encontraba, ella se levantó del sillón donde estaba reclinada y siguió las andas
sin sentir molestia alguna, causando sorpresa entre quienes la conocían.
Había una mujer a quien conocían como ''La Resucitada'', si bien es cierto no se
trataba de una verdadera resurrección, estuvo a punto de ser enterrada viva de
no ser por la protección del Señor de los Milagros. Había sido víctima de una
fuerte catalepsia que habia dado a sus miembros la rigidez cadavérica y la
impedía a dar señal exterior alguna. Todo estaba en orden para su entierro y
según ella, se dio cuenta de su estado y advirtiendo el peligro que corría, empezó
a encomendarse a Dios. A sus oídos llego la versión de la procesión que pasaba
por delante de su casa y pidió con gran fervor al Cristo Moreno la libre del peligro
en que se halla y alcanza a dar signos visibles de que aún está con vida.
Estos son algunos de los milagros que han podido comprobarse, pero hay
muchos más que quedan ocultos y no se hacen público, aparte de las gracias
materiales que ha dado a muchos. Todos cuantos han mirado de cerca esa
incesante afluencia de gente a su santuario en el mes de octubre, han escuchado
las confesiones de los fieles; son testigos de muchos favores que el Señor de los
Milagros hace en sus vidas.
Doña Pepa se propuso ofrecer su dulce todos los años durante la Solemnidad
del Señor de los Milagros. Siguieron con la tradición su hija, la hija de ésta y así
sucesivamente hasta nuestros días, en que el Turrón de Doña Pepa, hecho de
almíbar, yema, manteca, harina, anís y dulces, preside desde hace trescientos
años las expresiones gastronómicas de la muy devota Procesión del Señor de
los Milagros.
Las velas o cirios