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V. E.

Michelet
EL SECRETO DE LA CABALLERIA
PRÓLOGO
Kshata significa dolor, y Ksatriya o guerrero es aquel que salva a los hombres del dolor. Una
oportunidad como ésta, de emprender una guerra en fabor de la Verdad y en contra de las
fuerzas de la ignorancia, se ofrece muy rara vez a un hombre.
Bhagavad Gita

En el devenir de los tiempos, el ideal Caballeresco ha unido en un mismo designio a Oriente


y a Occidente: la búsqueda de Aquello que está perdido. Santo Grial para unos, Piedra caída
de los Cielos para otros. Reencuentro, quizás, con la Unidad del Ser en el Corazón del
hombre. El símbolo intemporal del Caballero, bien anclado en el inconsciente de los pueblos,
de sus culturas y tradiciones, refleja el secreto ideal de la humanidad, el maravilloso destino
del hombre en su erranza a través del Universo. El ser humano, vagabundo y peregrino en el
escenario del mundo, estrella caída de la bóveda celestial ve en el ideal del hombre bueno o
de ley, al Caballero andante a la búsqueda de lo que en sí mismo hay de más puro y perfecto,
más allá de las estrellas. El héroe, aquel que es capaz de sacrificar su propia vida en la
defensa de causas aparentemente perdidas, de combatir contra dragones, derrotar gigantes
o rescatar damas utópicas en inaccesibles torreones, todos ellos símbolos, tal vez, de
pruebas en el sendero y estados de consciencia en la vía de la purificación del ser, sigue
representando para el mundo el ejemplo del hombre universal, del aventurero de una
dimensión de vida, aquí y ahora, que ha de acercarnos al enigma de nuestra propia
existencia en el escenario cósmico. Es el guerrero del alma que ha de combatir, solo, por la
conquista de la libertad interior, en nombre de toda una Humanidad exiliada de su
verdadero origen divino. Cíclicamente, en civilizaciones sinnúmero, de Este a Oeste, hemos
visto reaparecer, resurgir de sus cenizas, al guerrero del espíritu o al Caballero Andante. Sus
gestas prodigiosas, sus nobles hechos de armas, su devoción sin límites por la Dama de sus
sueños, han sido inspiración de poetas y trovadores, de monjes y de sabios que vertieron en
sus páginas y en sus cantos esa llamada que desde lo más profundo de la historia y de
nuestra propia alma nos impulsa también a nosotros, simples mortales, a cabalgar en los
senderos perdidos y secretos del mundo, en la Santa Erranza de nuestro origen. Ese
Caballero Andante, que en su iniciación histérica recibía el derecho a portar armas y a
impartir justicia, jamás debe dejar de existir y de vivir en nosotros mismos, aportándonos la
Fe pura y renovada en un secreto designio oculto a los profanos ojos de la ignorancia por el
velo de la irrealidad, ese velo que ha de ser ésta de los ataques de la oscuridad, y de aquellos
indignos de penetrar en el santuario secreto de la iniciación. La Caballería luminosa ha de
ser una Esperanza para el mundo. Debe de acudir siempre a la llamada de aquellos que
sufren, que dudan o que tienen hambre y sed de una evolución más alta. Como San Martín
ha de rasgar su capa para cubrir al infortunado, y como Oswald Wirth, recordar que el ideal
iniciático es la filantropía, el humanitarismo, el ejercicio del Bien Supremo sobre esta Tierra,
ya que, como nos enseña San Pablo, si no poseemos la Caridad, nada somos.
Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui huésped y me
recogísteis, desnudo y me cubristeis, enfermo y me visitasteis, estuve preso y vinisteis a mí.
Mateo, XXV, 35-36
Damos la bienvenida a estos hermosos escritos de Víctor Emile Michelet, hombre que
conoció bien el círculo de los Iluministas de finales del siglo XIX. Entre sus contemporáneos
y amigos, encontramos a Villiers de L’Isle Adam, Stanislas de Guaita, Barrés, Mallarmé y
otros literatos, así como ocultistas y místicos de la talla de Papus, Péladan, Sédir o le Maitre
Phillippe… Vamos a soñar despiertos, también, con la mágica erranza de los Templarios y
con las hazañas de los Caballeros de la Tabla Redonda. Cabalgaremos al lado de Arturo y de
Ginebra, de Galahad y de Perceval, escucharemos, como mudos espectadores, las palabras
de Merlín, palabras provenientes de regiones donde sopla el Espíritu, que nos hablan de un
Amanecer luminoso del hombre en su peregrinaje hacia lo Divino, hacia esa luz que es parte
de nosotros, que Es nosotros, hacia ese maravilloso devenir de la Energía hacia la Unidad –
como diría Teihard de Chardin- destino glorioso del hombre en la gran aventura cósmica.
Meditando sobre los hechos iniciáticos, y también sobre los mitos y las gestas de aquellos
héroes de leyenda, llegaremos, tal vez a creer en un futuro en el que el Amour Parfait, el
amor santo de los Cátaros, de los puros, de los Trovadores de Occitania o de Francisco sea,
algún día, proclamado regente de nuestras vidas y de nuestros destinos. Hemos llegado a
creer que los Caballeros del Santo Grial y el propio Rey Arturo, como los Cátaros y los
cantones de esa siempre herética Occitania, como los Fieles de Amor de Dante o el Bien
Amado Francisco, no fueron hombres del pasado, sino hombres del futuro…

La luz brilla en la oscuridad, y las tinieblas no lo han comprendido.


Juan, I, 5.
Carmelo H. Ríos

PREÁMBULO
EL PERSONAJE DEL CABALLERO En las Leyendas y en la Historia

El Símbolo del Caballo


-Qu’est-ce qui passe ici si tard. Compagnons de la marjolaine? Gai! Gai! Beau chevalier! -Ce
sont les chevaliers du roi, Compagnons de la marjolaine! Gai! Gai! Beau chevalier!
Las canciones infantiles, al igual que las canciones populares, conservan vivo el recuerdo de
las tradiciones ricas en significados enigmáticos o misteriosos. ¿Qué son los caballeros?
¿Qué es el rey? Los caballeros, según el concepto popular, son los hombres que representan
el heroísmo al servicio de la justicia. Caballero es aquel que acude en defensa de los débiles
protegiéndolos de los fuertes. Y rey, quienquiera que sea un verdadero maestro, quienquiera
que sepa gobernarse a sí mismo. ¡Salve a aquel que puede ser su propio rey! Pero en estos
dos conceptos: caballero y rey, ¡cuántos significados ocultos se esconden tras la sombra del
caballo o de la corona! El rey, el hombre que ostenta el cetro, el bastón coronado por la
mano de la justicia con los tres primeros dedos levantados, ¿es acaso tan sólo el jefe político
del pueblo? También puede ser aquél cuyo reino es secreto y se halla en su interior. El
Areopagita que, para simplificar la presentación de los símbolos, únicamente revela la
actividad sobre un plano, escribe que se denomina “santos, reyes, señores, dioses, en cada
jerarquía, a las principales órdenes a través de las cuales las órdenes subalternas participan
en los dones de Dios” (I)
(I) Nombres divinos, XII,4. Cf. Apocalipsis, XXI, 24.
¡Prestigiosa figura la del caballero, situada en la cima de la jerarquía de los tipos humanos!
La leyenda y la historia, la poesía y la novela se asociaron para construirle un pedestal desde
el que surge iluminada de una gloria misteriosa. Durante siglos, las imaginaciones se
dejaron fascinar por los relatos de sus fabulosas hazañas y de sus heroicas aventuras. Las
mujeres que guardan en sus manos las coronas victoriosas reservan a estos héroes
románticos, en lo oculto de su corazón, una palpitante emoción. Pero su entusiasmo no se
detuvo aquí. Algunas quisieron ser nombradas “caballero”, como Clorinda, la bella
adversaria de Tancredo, o más tarde, Elizabeth de Inglaterra quien, el mismo día de su
acceso al trono, hizo que la armasen “caballera”. Actualmente, podemos reverenciar a estas
“caballeras”, recostadas sobre sus lápidas sepulcrales, con sus hermosas manos entrelazadas
confirmando así la Unidad, envueltas en el manto forrado de marta que la misteriosa ley
heráldica reserva exclusivamente a la caballería. Existieron órdenes de “Caballeras”, como
por ejemplo la de las Caballeras del Hacha que, en Tortosa, llevaban un hacha roja sobre el
pecho y en el año 1149 impidieron que los Moros asaltasen su ciudad. Más tarde, la reina
Ana de Bretaña creó la orden de “las Caballeras de la Cordelière”, quienes rodeaban sus
armas con un cordón de siete nudos entrelazados con lazadas de amor. El
cordón es un símbolo del círculo mágico. Ninguna institución, al igual que ningún hombre,
perdura eternamente. Tras haber resistido el paso de los siglos, el prestigioso de la
caballería comenzó a palidecer. Su leyenda, que ocultaba entre sus velos sus más íntimos
secretos, había sido contada en lengua romance. Fueron las novelas de caballería. Muy
pronto comenzaron a ser escritas por novelistas mediocres, que, demasiado débiles para
alcanzar a comprender los significados de esta gran aventura, la deformaron, ahogándola en
absurdas peripecias, vagamente vinculadas a un hecho maravilloso, superficial y artificioso,
despojado de su principio vivificador, y a unido una sosa galantería. Entonces, tanto
Cervantes como Ariosto, sentían una gran ternura, por la caballería. ¿Acaso no lloraron
también ellos al ver, a la luz dorada de los tercetos imperecederos que la misma estocada
asesinaba enlazados a Paolo Malatesta y a Francesca de Rímini, los amantes que aquel día
habían leído poco antes la hermosa historia de Lanzarote? En todas las categorías humanas,
existen siempre dos tipos de personajes: aquellos cuyos pies carnales han hollado el suelo
del planeta y aquellos que, engendrados por el genio o forjados por la leyenda, sólo han
proyectado sobre éste la sutil sombra de los tipos ideales. Sin embargo, a menudo los
segundos se nos revelan más vivos que los primeros. ¿Aquiles o Macbeth no están mil veces
más vivos que cualquier hombre vulgar? ¿No han influido mucho más en nuestros espíritus
Merlín o Antar que nuestro anónimo vecino? Asimismo existen dos tipos de caballeros: los
de la historia y los de la leyenda; por ejemplo, de una parte los Templarios y de la otra, los
caballeros de la Tabla Redonda. Unos y otros son parientes tan próximos que se les podría
confundir. ¡No les separemos en nuestra gratitud! Unos y otros han encantado nuestras
imaginaciones y han influido en los espíritus, en las costumbres y en las formas sociales. Los
unos y los otros pertenecen a un mismo tipo: el del caballero. Este podría igualmente
llamarse Perceval o Hugo de Payens. Estamos acostumbrados a considerar al caballero como
a una criatura de la Edad Media. Ampliemos nuestros horizontes, él ha existido en cualquier
tiempo, en todas las naciones nobles. El Caballero de Galia, educado en el santuario
druídico; el Kchatrya de la India, instruido por un Gurú bramánico; el Aquiles homérico,
iniciado por el centauro Quirón; o Rostem del Shah-Namèh. El mundo se ha visto en todas
partes bajo distintas armaduras. Siempre debe sufrir las mismas pruebas antes de
conquistar su título. El bello adolescente Teseo arranca de una pesada piedra la espada que
su padre Egeo, al que no conoce, escondiera allí para él. También Sohrad debe extraer de
una gruesa piedra la espada que Rostem, su padre desconocido, ocultara para él. Del mismo
modo el joven Arturo consigue sacar, él solo, de una roca, su espada Excalibur. Si los
Argonautas han sido consagrados en el secreto místico, Cicerón y Ovidio, personajes que
han dejado testimonios inmortales de paso por nuestro mundo, fueron ritualmente armados
caballeros. A lo largo de estas páginas, me gustaría hacer una distinción entre los caballeros
reconocidos por la historia y aquellos forjados por la leyenda, aunque probablemente los
entremezclaré. Así, a través de los siglos, los caballeros de la Tabla Redonda se han impuesto
de tal forma que su existencia parece triplemente real. ¿No guardan el vaso sagrado tan
heroica y fielmente como hacen los Templarios con su hermético Bafomet? Su recuerdo se
mantiene tan vivo que incluso hoy en día sus efigies impresas rústicamente en rojo y negro
(los colores heráldicos del diablo), circulan por los más sórdidos tugurios y entre las manos
más groseras. Los valets de los juegos de cartas llevan los nombres de los de Lanzarote del
Lago y de su hermano consanguíneo Héctor de los Mares. Figuran allí como adolescentes, en
el puesto de los valets, o más bien de los varlets (lacayos), es decir como aprendices de
Caballero (I). Todavía no tienen derecho a la efigie ecuestre. Las cartas de juego han
conservado los cuatro valets del Tarot y han suprimido los cuatro caballeros.
() Durante el siglo XIV, el título de “Valet” era un honorífico que los mismos reyes se sentían
orgullosos de llevarlo.
En las setenta y ocho láminas del Libro de Hermes, y en cada una de las cuatro divisiones de
los arcanos menores, el jinete, o mejor dicho, el caballero, ocupa un lugar privilegiado.
Jerárquicamente viene detrás del rey y de la reina, es el guarda a caballo que mantendrá la
paz en el matrimonio Real. ¿Habré aquí, medio en broma, la ley hermética del ternario: el
Azufre, el Mercurio y la Sal? Aquí el caballero es la sal de la tierra. Su nombre proviene del
caballo, y está tan vinculado al animal que si por desgracia fracasara, se le consideraría
indigno de cabalgarlo y, en ese caso, durante una solemne ceremonia de degradación, se le
cortarían las insignias de sus espuelas de oro a ras del talón. ¿No conserva todavía el
lenguaje popular el dicho: “ganarse las espuelas”? El caballero está tan unido a su montura
que comparte con ella los peligros y la gloria. Si estas célebres monturas no igualan a los
caballos de Aquiles, que eran de origen divino y a los que se alimentaba con ambrosía, al
menos Babieca, la yegua del Cid; Viellantu, el caballo que llevaba Rolando; o Dari, en el que
cabalgaba Antar; o Raskuh, que era el caballo que llevaba Rostem, permanecen todavía vivos
en la memoria de los hombres. Los cuatro hermanos Aymon montaban el mismo caballo; lo
que significa que una misma voluntad surgía de su fraternal amistad. Este emblema de
unión se halla de nuevo desdoblado en el sello de los Templarios. ¿Quién es, pues, el caballo?
¿Es únicamente “la más noble conquista que el hombre haya realizado jamás”, tal y cómo nos
lo enseñara en la escuela el pomposo Bufón? ¿Qué lugar ocupa en el mundo del símbolo? “La
forma del caballo, dice el Areopagita, denota obediencia y docilidad”. Si el animal es blanco,
indica el resplandor más cercano a la luz divina; si es negro “Farcane”; el arcano; si es bayo,
el poder y la energía del fuego; si es pío, la capacidad de servir de vínculo entre los
extremos, y de juntar providencialmente, por turnos, lo superior con lo inferior y lo inferior
con lo superior” (I). Se dice que los animales son la representación de las posibilidades del
hombre. Víctor Hugo, cuyos conocimientos son bastante inciertos, pero que a menudo
cuenta con la visión del genio, había vislumbrado esta doctrina al escribir: “Los animales no
sino el reflejo de nuestros vicios y de nuestras virtudes, vagando ante nuestros ojos”(2)
(I) Jerarquía Celeste, XV,8. Este simbolismo se aplica de forma adecuada en el Apocalipsis,
VI, 2, 3, 4 y 8. (II) Los Miserables, I, V, 5. Se podría objetar que, como planeta, Neptuno no fue
descubierto hasta el siglo XIX por Leverrier. Sin embargo, los antiguos astrólogos, que
disponían de otros medios de investigación distintos al telescopio, ya lo conocían.
Descubrí con gran satisfacción esta frase diez años después de haber escrito en “Las Puertas
de Hierro”: “Los animales son las estatuas vivientes de las pasiones humanas”. El
simbolismo atribuye al caballo el poder de la mediación. Y cuando le añade las alas, es decir
el emblema de la ascensión, está creando a Pegaso.
Aquel que salta por encima de los abismos del éxtasis, y conduce a su dueño a los últimos
confines, del mundo maravilloso, hasta el límite de lo divino.
Indudablemente, Pegaso es el supremo mediador. Para demostrar que sólo conduce hasta el
final del caballero perseverante, inaccesible a la duda, como mínimo lo desconcierta siempre
una o dos veces, aún cuando este caballero se llame Perseo o Bellérophon. El caballo es una
creación de Neptuno. Pero, ¿por qué este cuadrúpedo terrestre tiene como autor al dios del
Mar? El mito griego se apoya siempre sobre una base astrológica. Al decir de los
astrólogos antiguos, el caballo era “obra” del dios planetario Neptuno y también del dios
planetario Marte y estos dos dioses, junto con Minerva, eran los únicos con derecho a la
estatua ecuestre. En Arcadia, los Hipocráticos celebraban una serie de festejos dedicados a
Neptuno Hippios, o caballero, durante los cuales se dispensaba a los caballos de toda labor y
se les paseaba por las calles o por los campos, magníficamente enjaezados y adornados con
guirnaldas de flores. Es la misma fiesta que celebraban los romanos con el nombre de
Consualia, y que actualmente siguen celebrando los bretones, presidida por San Gildas,
como la fiesta del Perdón de los caballos. Observemos que las antiguas monedas
armoricanas llevan una cabeza de caballo. La tradición astrológica sitúa al caballo bajo la
influencia del signo zodiacal de Géminis. Al ser éste un signo doble el símbolo lo es también:
De una parte estaba el caballo terrestre que conducía a los vivos, y de otra el caballo marino
que conducía a los muertos cuando, bajo la dirección del Mercurio psicopompo provisto de
su varita de oro, debían atravesar las corrientes del Océano celeste (I), las grandes aguas
espirituales mencionadas en el Génesis y en todas las cosmogonías. Si tanto el caballo como
el caballero “corresponden” a Géminis; Sagitario, su signo opuesto y complementario es el
que rige al caballero militante.
(I) Odisea, XXIV.
Ahora bien, aquel que fue situado por Zeus dentro de los treinta grados de la zona del
Zodíaco que tiene a Sagitario por epónimo es el centauro Quirón, maestro de todos los
conocimientos, benéfico iniciador de todos los héroes que tomaron parte en grandes
aventuras, tanto en asedio de Troya, como en la búsqueda del Vellocino de Oro. Misterioso
personaje, este centauro Quirón que, cansado de soportar la enorme melancolía de ser
inmortal, imploró a Zeus el favor de morir, y el dios, apiadado, ¡atendió su significativa
plegaria!

CAPITULO I
El secreto de la Caballería Legendaria
Prefiguración de la caballería histórica. Los Caballeros de la Tabla Redonda A la búsqueda
del Grial
“El mundo sólo permanece estable a través del secreto” afirma el Zohar. Si los destinos de
nuestra civilización son pesados en la olímpica balanza uno de cuyos platillos lleva el sello
providencial y el otro el sello fatal, en algún lugar, a la sombra de una cripta o
aparentemente confundidos entre la multitud, existen unos reyes desconocidos que,
presintiendo el juego de esta balanza, depositan en sus platillos el peso de sus acciones o de
sus sortilegios. El mundo cuenta con jefes secretos. Los más acérrimos racionalistas
sospechan de la existencia de estos dirigentes ocultos (I).
(I) No creo que carezca de interés el citar aquí lo que un historiador, mi lamentado amigo
Frédéric Masson, quien superaba a cualquier historiador académico, me escribiera el 14 de
agosto de 1904 como respuesta a una carta en la que le felicitaba por ciertas páginas llenas
de clarividencia: “…Buscar en la Historia la influencia de las sectas secretas, ¡pero Dios mío!
Si es lo único que hago: Pero escucha esto, Michelet: El día en que intenté indicar que ciertos
rasgos de la historia solo resultaban explicables mediante la intervención de las sociedades
secretas, el día que afirmé esta verdad –diciendo que no sabría cómo proporcionar
pruebas,- todo un sector de la prensa se volvió de forma violenta contra mí y me criticó
duramente. ¡¡Ah, pero!!...”
Descartes, al que unía una profunda amistad con Morin de Villefranche y que debido a su
origen bretón conservaba un espíritu mucho más alado que su nefasto método, desde el año
1620 hasta el 1623 recorrió toda Alemania en busca del secreto de los Rosa-Cruces, quienes
le esquivaron. También Condorcet intentó penetrar en el secreto de los Templarios. ¿De qué
Logia provino la persecución que le llevó al suicidio en su prisión? Si el secreto se divulgase,
el mundo se volvería inestable. Durante el transcurso de los tiempos, ¡cuántas frentes
importantes fueron golpeadas debido a la imprudencia de la divulgación: Sócrates (I), Al
Hallaj, Giordano Bruno! Esquilo tuvo gran dificultad a la hora de disculparse.
(I) No resultará vano meditar sobre los tres principales acusadores que provocaron la
condena de Sócrates: (Platón, Apología de Sócrates, passin). Propongo traducirlo así:
“hombre sabio, observador de las cosas del cielo, que habiendo estudiado todo lo que
permanece oculto, atribuye la superioridad a las órdenes inferiores del verbo”.
El secreto jamás será divulgado. No puede serlo. Pero es revelado en todas partes. Dante e
Ibn Arabi, Tetrarca y Rabelais, así como otros muchos, alzan en sus fuertes manos
resplandecientes antorchas, ofuscadas por velos todavía más brillantes. En el silencio
secular de la piedra, los constructores de catedrales inscribieron el eco de la Palabra Perdida
que sólo podrán escuchar los predestinados. Un secreto reside en las órdenes de caballería,
sean históricas, legendarias o novelescas. Si los místicos muros del castillo del rey Arturo, en
Camelot, ocultan el secreto de los caballeros de la Tabla Rednda, Clemente V ha arrojado
celosamente su blanco manto papal sobre el manto blanco con la cruz roja que envolvía el
secreto Templario. ¿Quién conocía entonces el secreto del que se alimentaba cada orden?
Los miembros de la orden ignoraban incluso su existencia. Los Maestres eran los únicos que
lo sabían. ¿Actualmente, el dignatario masónico que ostenta el ambicioso título de Príncipe
del Soberano Secreto, sabe leer en los planos de Hiram, la egrégora de su Sociedad? ¿Fue a
causa de una iniciación por lo que Francisco Primero pidió a Bayard que lo armase
caballero? Firdousi explica los esfuerzos del rey Kaus para conocer el secreto. Resultaría
inútil buscar un reflejo del secreto en la constitución aparente de las órdenes, o en el
ceremonial con el que se “armaba” al caballero. A lo largo del milenio que los historiadores
denominan la edad Media el ceremonial ha variado. Cada pieza de la armadura aparece
como el emblema de una cualidad moral exigida al escudero que es ascendido al grado de
caballero: la cota de malla, la espada, las espuelas. Sin embargo, un mismo gesto se impone
en todas las épocas, incluyendo la nuestra: “la acolada”, el espaldarazo, es decir, el golpe en el
hombro con la hoja plana de la espada. Golpe inmemorial, puesto que ya existía una
expresión latina que decía “percutere equitem”, “golpear al caballero”. Todos estos ritos son
exteriores, al igual que los de la degradación cuando, sobre el indigno caballero tendido, con
las armas quebradas y las espuelas aserradas, tembloroso bajo los pliegues del paño
mortuorio, eran pronunciadas las plegarias de los muertos, frente a su escudo que tenía la
punta vuelta hacia arriba. Sería inútil buscar el rostro del secreto dentro de la organización
administrativa de la caballería feudal. Ni el caballero mesnadero, al que se le encomienda
partir a la guerra, la bandera desplegada precediendo a su hidalgo infanzón y a sus vasallos,
ni el bachiller (el bajo caballero) que no posee más que su espada, podrían llegar a
sospechar siquiera de qué fuerzas activas y misteriosas son los agentes sumisos. Y, sin
embargo, todos estos ritos exteriores, toda esta organización aparente, se establecen sobre
modelos animados por una vida secreta. La sociedad medieval, al igual que la sociedad
antigua, se construye sobre el conocimiento iniciático, y desde lo más alto hasta lo más bajo
de la auténtica jerarquía, inhala el aliento de una cripta escondida. A la caballería le
corresponde el gremio de los obreros. Cualquier caballero, corporación o ciudad, muestra su
personalidad, que se formula simbólicamente en el blasón. Ya que la base del arte heráldico
es el arcano (I), que es inmemorial. ¿Acaso no censuraron los antiguos poetas el orgullo de
Amphiaraos, uno de los siete que acudieron a Tebas, quien, puesto que era adivino, presentó
en el combate su escudo vacío, negándose a inscribir en los blasones la proyección
esquemática de su destino, que él consideraba superior al de sus compañeros? Gérard de
Nerval, cuya afectuosa genialidad profundiza bien en las cosas, afirma que el blasón es la
clave de la historia de Francia. Por esta misma razón la historia de Francia jamás ha sido
escrita. El secreto palpita en las formas simbólicas que ofrecen a todas las miradas el arte y
la leyenda, la historia y las instituciones sociales.
(I) El blasón o escudo de una nación, de una ciudad, o de un linaje se establecía mediante un
cálculo astrológico. Representaba las direcciones atribuidas a esta nación, a esta ciudad o a
este linaje a partir de su “ascendente”. Estas divisas también deben ser estudiadas
cabalísticamente. De tal forma que, leyendo un blasón construido según las reglas
establecidas, un espíritu lo suficientemente instruido, puede percibir, de forma inmediata,
ciertas revelaciones sobre las criaturas cuyo punto inicial del destino simboliza.
Busquemos ante todo este aspecto oculto y velado del secreto de la caballería, dentro de la
caballería legendaria, ya que ésta es la prefiguración de la caballería real, pues al
desarrollarse el plano ideal, no ha resultado manchada por las debilidades inherentes a las
realizaciones humanas. Su sangre, al estar vivificada por una respiración más próxima al
arquetipo, es más generosa. ¿Acaso no se ha afirmado que la Jerusalén celeste debe bajar del
cielo a la tierra? Pienso que es superfluo dar credibilidad a la opinión propagada por
escritores ignorantes, según la cual los mitos y las leyendas serían frutos espontáneos del
espíritu popular. Daría lo mismo decir que la fábula ingeniosamente tejida alrededor de los
más profundos conocimientos permitidos a la inteligencia humana, sería la obra
inconsciente de las masas sin cultura. Me extraña que un músico de talento como Wagner
haya podido estar de acuerdo con semejante necedad. ¡Acaso no dijo: “El mito es el poema
primitivo y anónimo del pueblo!”. Baudelaire se aproximaba a la verdad cuando lo calificaba
de “la marca divina de todas las fábulas populares”. Ya que un significado múltiple y
luminoso siempre es el alma del que la leyenda es el cuerpo, y al igual que hiciera Oberón a
través de la voz inspirada de Shakespeare, cualquier personaje de leyenda podría
proclamar: “Nosotros, los espíritus, no solo somos lo que parecemos ser”. Es cierto que los
Maestros del Verbo proyectan sus intenciones en la memoria
popular, que es un receptáculo maravilloso de maravillosos conceptos. Este es el origen del
adagio “vox populi, vox Dei”. Esa es la respuesta a esta pregunta de La Fontaine: (I)
(I) Libro VIII, fábula 26.
“Le peuple est juge récusable: En quel sens est donc véritable Ce que j’ai lu dans certain lieu
Que sa voix est la voix de Dieu?” (*)
La caballería legendaria se mueve en dos ciclos muy célebres: el ciclo bretón de la Tabla
Redonda y el ciclo francés de las canciones de gesta que, poco a poco, va dejando lugar a las
novelas de caballería. Ambos giran alrededor del mismo eje secreto.
(*) N. T. “El pueblo es juez recusable. ¿Qué hay de cierto pues en aquello que leí en alguna
parte, que decía que su voz es la voz de Dios?”.
La tradición céltica ha cristalizado en el ciclo de la Tabla Redonda. La civilización druídica,
tan venerada durante la antigüedad, según el testimonio de César, tan difundida que se
extendía desde Irlanda hasta más allá de Delfos, conservó su influencia mucho tiempo
después de haber adoptado la fórmula del cristianismo. Durante el siglo VII, todavía
quedaban druidas y hasta el XII persistió esta iglesia ¿Culdeana? (I), independiente de la de
Roma, a la que inspiró.
(I) Observemos el parecido con ¿”Caldeana”?.
A lo largo de varios siglos, durante casi mil años, toda Europa disfrutó con la lectura de las
novelas de la Tabla Redonda. Estos relatos, originarios de las dos Bretañas, ya tan solo nos
son transmitidos por autores decadentes que, en las numerosas leyendas que deformaron a
su manera, no alcanzaron a ver más que una serie de aventuras de amor y de bravura. Los
actuales eruditos que han vuelto a sacar a la luz las obras de estos autores, tampoco han
visto otra cosa (2)
(2) Nos sonreímos al ver cómo el excelente erudito Paulin París se burla de su compañero,
Luis Moland, porque éste, más penetrante, atribuye a estas novelas un esoterismo al que
aquél permanece ajeno.
¿Qué es la orden de la Tabla Redonda? Merlín, el mago, el Proteo céltico, el maestro del
Heptacordio, formuló las reglas de esta orden que reunió alrededor de una mesa redonda
construida según sus planos, a cincuenta caballeros que juraban consagrar todas sus fuerzas
a una obra misteriosa: la búsqueda del Santo Grial. ¿Cincuenta? Más bien cuarenta y nueve.
En efecto, aunque alrededor de la Tabla Redonda había cincuenta asientos, uno de éstos, el
que estaba situado a la derecha del rey Arturo, se hallaba vacío. Estaba reservado al
caballero perfecto que hubiera conquistado el sublime cáliz, depositándolo triunfalmente
sobre la mesa. Los imprudentes que osaron ocupar el asiento reservado al único
predestinado, fueron instantáneamente fulminados o
destrozados por unas manos invisibles; hasta el día en que un anciano desconocido,
totalmente vestido de blanco, introdujo en la sala a un hermoso joven al que hizo sentar en
el asiento vacío. Entonces apareció sobre el respaldo de la silla el nombre de Galaad, el
caballero conquistador del Grial, escrito en letras doradas. Aquí, penetramos en la mística
del Número. ¿Por qué eran cincuenta estos caballeros? Cincuenta es siete al cuadrado más la
Unidad. Para todos los espíritus que se interesan por las virtudes cualitativas de los
números, para los Pitagóricos, los Cabalistas, los Árabes nobles y los Padres de la Iglesia,
cincuenta es el número del perdón y de la libertad, el de las Puertas de la Luz. San Irineo lo
atribuye al Espíritu Santo. La caballería de la Tabla Redonda se inscribe con bastante
libertad en los círculos del tiempo y del espacio. Cabalga sobre el suelo de las dos Bretañas,
pero las normas del tiempo protegen su duración. ¿Cuántos años vivió Merlín? Más de cien.
¿Acaso no encarna al genio céltico, hijo de los siglos? Por ello esta caballería no es la
institución fortuita de un inspirado maestro. Se halla vinculada a dos órdenes anteriores
vivificadas por dos expresiones iniciáticas diferentes: por una parte a la caballería druídica,
cuyo recuerdo nos es legado por los Mabinogion; -¿no es el gran bardo Taliésin, el iniciador
de Merlín?- por otra parte a una caballería nacida durante los primeros años del
cristianismo, cuyo gran maestre, es un discípulo directo de Jesús: José de Arimatea. Este
llegó a Bretaña con su hermana Enigée y su cuñado Bron y trajo consigo el Grial o cáliz
sagrado, y también la mesa sobre la cual debía reposar. Así pues, si la Tabla Redonda fue
construida por manos hábiles, aunque desconocidas, según los planos de Merlín, la anterior
mesa, de forma cuadrada, había sido construida por el mismo José de Arimatea según los
planos de un ángel. Sin embargo anteriormente otra mesa, la más misteriosa de todas,
también había llevado el Grial: la de la Santa Cena, el día en el que, en el sublime cáliz de
esmeralda, Jesús transformara el vino en su sangre sagrada. ¿Cuál era la forma de esta
mesa? Ninguna historia lo recoge. El genial Leonardo da Vinci, obligado por las necesidades
del arte pictórico, dibujó un rectángulo oblongo. ¿Qué había adivinado? Aquel que adivine la
forma de esta mesa desconocida, entrará en posesión de un arcano. Tres mesas han llevado
el Grial. Aquel que logre convertir la forma de la mesa de la Tabla Redonda de Merlín en la
de la mesa cuadrada de José de Arimatea, por medio de la forma desconocida de la mesa de
la Santa Cena, habrá hallado la solución de un problema considerado irresoluble,
denominado exotéricamente la cuadratura del círculo. Más pequeña que la mesa de la Tabla
Redonda, la mesa cuadrada de José de Arimatea solo tenía capacidad para doce comensales,
tantos como signos hay en el Zodíaco. Doce es el número de la plenitud. Pero esta mesa tenía
la virtud de poder alargarse proporcionalmente al número de los que llegaban y eran dignos
de sentarse en ella. Había también un decimotercer asiento que siempre estaba vacío. El
indigno imprudente que osaba sentarse allí era fulminado. ¿Proviene de entonces la
superstición popular que dice que cuando en una comida se reúnen trece personas
alrededor de una misma mesa, una de ellas morirá durante el transcurso del año? El
objetivo que se proponían los caballeros de la Tabla Redonda, la gran aventura por la que
debían exponerse a los peligros, las renuncias y los sacrificios, era la búsqueda del Grial.
¿Qué era este cáliz maravilloso? Todas las mitologías y todas las tradiciones religiosas
poseen su cáliz sagrado. Todas disponen de un recipiente o de una copa donde los
predestinados beben el licor de la iniciación. En la Ilíada, Vulcano ofrece de beber a su
madre Juno en un vaso de esencia divina, y el licor que escancia y que beben los dioses es el
néctar, el cual, según Homero, es un vino tinto muy espirituoso de inefable fragancia. En
todas partes el vino es el símbolo de la iniciación. Baco, el iniciador, es el dios del vino. En las
bodas de Caná, el gran comensal convierte el agua en vino, sustituyendo así el conocimiento
común por una revelación segura. Pero, según la opinión de Nonnos (I), si Baco bebió vino
en la tierra, bebida de su invención, en el Olimpo bebe el néctar celeste, brebaje de
inmortalidad y de incorruptibilidad con el que Tetis embalsama las fosas nasales del difunto
Patroclo, a fin de protegerlo de la descomposición. En el Olimpo, la ambrosía con la que se
alimentan los dioses está encerrada en un vaso sagrado. Pero, mientras que ningún
Prometeo llevó este vaso a los hombres, el santo Dhavantari, formado de una parte de la
substancia de Vishnú, trajo del cielo a los magos hindúes, el vaso sagrado conteniendo la
ambrosía, el Amrita, o sea la
palabra misma de Dios. Según la tradición Persa y sobre el resplandeciente Bérézat, Mitra,
levantando el cáliz sagrado hacia las resguardadas alturas, realiza el eterno sacrificio.
(I) Los Dionisíacos, último canto.
En Occidente, los bardos bretones hablaban de un cáliz misterioso, el vaso Azewladour, con
un entusiasmo apenas contenido. Taliésin, uno de los más célebres entre ellos, dijo: “Este
vaso inspira el genio poético. Otorga la sabiduría. Revela los secretos del porvenir, los
misterios del mundo, todo el tesoro de los conocimientos humanos”. Este vaso de los bardos,
al igual que el Grial, iba acompañado de una lanza ensangrentada. Sus bordes, como los del
Grial, se hallaban adornados de una hilera de perlas. La perla es el símbolo de la perfección
espiritual; del acceso a las Luces supremas. Antaño, se la denominaba “unión”, dado que
representaba la unión del alma humana con el principio divino. En el Apocalipsis, las doce
puertas de la ciudad celeste están hechas de perlas, arcano simbolismo que proyecta su eco
en la palabra popular; ya que, ¿no solemos escuchar, cuando se alaban las cualidades
excepcionales de una persona “que es una perla”? El cáliz de los bardos, al igual que el Grial,
puede curar las heridas mortales e incluso resucitar a los muertos. Pero cuando el
resucitado retornaba a la vida, lo hacía mudo para siempre. Pues los secretos del vaso
milagroso no debían ser profanados por la divulgación. Los elegidos que eran admitidos en
sus misterios, se habían comprometido al silencio. Tras haber sido introducido en ellos,
Taliésin canta: “he perdido el habla”. Como el Grial, este vaso, benéfico para sus elegidos,
resulta nefasto a todos los que desean aproximársele sin ser dignos. Otorga, bien una
felicidad extática, o una terible desgracia. Su conocimiento resulta fatal a quienes lo usan
para el mal. Para quien pertenece a la Tradición de Occidente, este cáliz es el mismo Grial,
que a su debido tiempo los druidas enviaron a Palestina para que fuese llenado con la nueva
sangre dispuesta con tal fin. Cuando ningún mortal, ninguna orden, merecen poseerlo, el
Grial abandona la tierra y sube de nuevo al cielo, donde permanece sostenido por las manos
de los ángeles.¿ Cuál fue su origen? En el momento de la sublevación de Lucifer y de las
legiones dispuestas a obedecerlo, cuando el gran arcángel rebelde fue precipitado a los
abismos, una esmeralda se desprendió de su corona y cayó sobre la tierra. ¿Qué cataclismos
cósmicos alegorizan estos combates celestes? ¿Qué sucedió en el espacio desconocido
cuando los Titanes fueron vencidos por los dioses, cuando, víctima de la derrota, el Titán
Hiparión fue reemplazado por Helios, el Sol? La esmeralda es la piedra profética, según el
simbolismo de las gemas. Antes de realizar cualquier vaticinio, los antiguos adivinos
colocaban una esmeralda debajo de su lengua. La esmeralda caída de lacorona de Lucifer
sobre la tierra fue tallada en forma de vaso por un ángel fiel. El ángel lo talló sobre ciento
cuarenta y cuatro lados, que es el número del cuadrado de doce, que a su vez es el número
de la realización y de la plenitud (I). Así fue creado el Grial que el ángel entregó a Adán en el
Paraíso terrenal, donde permaneció después de su expulsión.
(I) De paso, observemos que tanto Platón como Aristóteles coinciden al afirmar que cada
vez que finaliza un periodo de 144 años, un cambio radical, más bien funesto, se produce en
el estatuto de una nación. Si sumamos 144 a 1792, fecha de la caída de la monarquía
francesa, el resultado es 1936. Ahora bien., a través de unos cálculos muy diferentes, en uno
de los comentarios más ingeniosos de las predicciones de Nostradamus, el Sr. Pierre Piobb,
da 1933 (1789+144) como fecha de la primera manifestación del Gallo, es decir del
personaje que debe renovar el estado de Francia. Por otro lado, si a 1792 le restamos 144,
obtenemos 1648, fecha del famoso tratado de
Westfalia, mediante el cual se estableció bastante mal por cierto, el estatuto de Europa,
vuelto a dilucidar en 1792, en el tratado de Viena (1814), e incluso en el tratado de Versalles
(1939).
En este momento interviene en la leyenda un episodio sumamente misterioso: al tercer hijo
de Adán, Set, se le permitió entrar en el Paraíso terrenal, donde permaneció durante
cuarenta años. Cuarenta es el número de la expiación. Al abandonar el Paraíso –embriagado
por los recuerdos- llevó de nuevo el Grial al mundo de los hombres. Desde entonces, ¿qué
fue del sublime cáliz hasta el día en que apareció y fue levantado de la desconocida mesa de
la Santa Cena por la mano que transmutó el vino iniciático? ¿Sobrevoló las alturas invisibles,
sostenido por unos dedos angélicos? ¿Permaneció oculto en algún santuario Celta? ¿Y
después de que en sus bordes, el Verbo con forma humana llevase a cabo el rito del sacrificio
prefigurador, quién obtuvo la custodia de este cáliz? ¿Quién sabe? ¿El discípulo encargado
de los detalles materiales de la comunidad, es decir Judas, lo llevó junto al equipaje, en sus
brazos, cerca de su corazón que ya soñaba con convertir el beso, el gesto del amor, de la
ternura afectuosa o de la más pura amistad, en el signo de la traición? Fuera como fuera su
alma, él, al igual que sus once compañeros, también era un iniciado. Lo cierto es que el cáliz
vuelve a ser localizado en manos de Poncio Pilatos. Cuando José de Arimatea, como
recompensa por los servicios que le había prestado, acudió ante él y le pidió el cadáver de
Cristo, este funcionario de manos limpias, atendiendo la petición de su oficial, también le
entregó el Grial. José de Arimatea recogió en este cáliz la sangre del Crucificado que todavía
brotaba de su costado. Enterró el sepulcro el cuerpo de su Maestro y, pasado algún tiempo,
fue encarcelado por los Judíos. Permaneció encerrado durante cuarenta años. ¿No sabemos
ya que cuarenta es el número de la expiación? Sin embargo, estos cuarenta años de prisión
le resultaron sumamente leves, ya que durante los primeros tiempos, Cristo entró en su
celda y le entregó el Grial, en cuyo lado él mismo había escrito una misteriosa palabra. ¿Cuál
era esta palabra? Quizás no resulte imposible adivinarla… Aquí, la leyenda del Santo Grial
deja transparentar la luz de su significado: mientras que el común de los cristianos recibe
sus enseñanzas a través de los evangelios anónimos “según” éste o “según” Aquel, los
caballeros bretones de la Tabla Redonda, una vez conquistado el Grial, poseerán el cáliz de
esmeralda que contiene la sangre del gran sacrificado voluntario y que por tanto lleva
grabada en su hermosa materia la escritura misma del gran iniciador, del dios resucitado.
Cuando Vespasiano destruyó Jerusalén, José de Arimatea, liberado, fue junto con su hermana
Enigea y su cuñado, Bron a establecerse a Gran Bretaña llevando consigo el Grial. En el país
de Hofelise, actualmente conocido como el país de Gales, y con el fin de guardar el Grial y
poder hospedar a sus guardianes, construyó el Castillo de la Aventura a cuyo alrededor no
tardó en levantarse la ciudad de Corvénic. José de Arimatea permaneció soltero y murió sin
hijos, pero los descendientes de su sobrino Josephé se sucedieron en el Castillo de la
Aventura y de una hija de esta rama de la familia nacería más tarde el caballero que
finalmente conquistaría el Grial, el puro Galaad. Tuvieron que pasar las generaciones. Pero
el tiempo no es más que una ficción, y poco importa la fecha exacta en que se constituyó la
orden estos caballeros de la Tabla Redonda, dispuestos a cualquier proeza con tal de
conquistar el cáliz sagrado. Así pues, esta orden renovada por el prestigioso encantador en
quien se encarna el genio céltico, Merlín, es la continuación de la orden creada por José de
Arimatea, aquél que poseía el Grial. La orden de la Tabla Redonda está formada por cuarenta
y nueve caballeros y su jefe, el rey, es uno de ellos, es decir primero UterPendragón, y
después su hijo Arturo. Otros muchos caballeros, menos famosos o con menos proezas en su
haber, permanecen fieles a él. Por debajo de éstos están sus vasallos, y finalmente, los
“soudiers”, los soldados. Así pues, la orden es la cabeza visible de un considerable ejército
con el que el rey Arturo lleva a cabo una serie de combates épicos contra los Sajones en el
suelo de Gran Bretaña y también contra los Romanos en suelo francés. Un personaje domina
el mundo de la Tabla Redonda con toda la fuerza de su genio: Merlín. Este profeta, nacido de
un demonio y de una virgen muy pura, conserva de su origen los dos elementos del genio.
Conoce el pasado y también el futuro.
El es quien aconseja a los caballeros. El es quien ha establecido los planos de la Tabla
Redonda. El es quien regula la disposición de las batallas. Su arpa embruja a las potencias
enemigas, domina a los demonios, evoca a los ángeles y deleita a las hadas, hasta el día en
que él mismo se dejará encantar por una mujer, por Viviana. ¡El amor es la trampa en la que
sucumbió tanto el genio de Merlín, como el heroico entusiasmo de sus mejores discípulos;
de los Gauvain, los Perceval, los Lanzarote, los Tristán! El profeta, vencido por el encanto
femenino, se adormeció en el interior del bosque de Brocelandia, en brazos de Viviana,
dentro del círculo que ella misma cerró con una guirnalda de rosas. Pero hasta el momento
en que Merlín se entregue a su cautividad voluptuosa, es él quien imparte todas las órdenes.
En las batallas, él es quien lleva el estandarte sobre el que está bordado el Dragón de oro,
emblema que representó el espíritu céltico hasta el siglo XII. Todos los caballeros son sus
discípulos, su jefe, el rey Arturo primero. Van transcurriendo las generaciones, pero él
continúa allí, siempre en plenitud de forma. ¿Se intentará determinar el puesto de estos
caballeros, en la escala de los siglos? ¡Qué preocupación más inútil! No forman parte del
tiempo. Al rey Uter-Pendragón le sucedió su hijo Arturo. ¿Cuándo?¡Cuánta razón tuvieron
los historiadores al aceptar una especie de edad media convencional y algo dudosa, rodeada
de una aureola de fama y de encantamientos! El Castillo de la Aventura, donde permanece
oculto el sublime cáliz, el Santo Grial, también se encuentra rodeado de brumas
impenetrables. ¡Cuántas batallas, cuántas proezas y cuántas horas amargas o desesperadas
aguardan al caballero que desea traspasar sus murallas! Todos intentan la gran aventura.
¡Pero hay tantos que pierden el tiempo en los brazos engañosos de sus amantes! Como lo
hiciera demasiado a menudo Monseñor Gauvain, hijo de la hermana de Arturo; aunque era
tan buen caballero que estuvo casi a punto de conquistar el Grial. Esta hazaña tuvo lugar en
el Castillo de la Aventura. En él entró, vencedor de hostilidades humanas o sobrehumanas
inmune ante los hechizos, hasta la sala en la que se hallaba el vaso sagrado sobre la mesa
cuadrada. Exceptuando a Perceval el Galo, él es el único que ha podido soportar esta visión
sin morir. He aquí lo que vio: junto a la mesa, herido, estaba tendido el Rey Pescador. Este
rey pescador, que se apoderó del símbolo del pez, fue castigado a causa de una vana
curiosidad. Encargado de la custodia del Grial, levantó la tapa para ver lo que había en su
interior. Pero, al no haber sido juzgado digno de conocer el secreto, un ángel le atravesó las
dos piernas con su espada, y, al igual que todos los suyos, espera todavía al caballero de la
Tabla Redonda, predestinado que llegará vencedor hasta él, designado por el cielo para
apoderarse del Grial, y, en virtud de su gesto, podrá curarle, a él, “al rey ¿desdeñado?”
Gauvain vio a este rey, pero no poseía el poder de curarlo. Vio también. ¡O Maravilla! Sobre
la mesa cuadrada el Grial cubierto por una bandeja de plata. Si el Grial está hecho de una
materia inmutable, su tapa, esta bandeja (o plato), es de plata, metal que corresponde a la
luna, astro que rige los cambios y la mutabilidad ordinaria de las cosas. La única y ¿telética?
verdad que encierra el cáliz sagrado puede ser recubierta por símbolos tan diversos como
tipos de alma existan. Junto al Grial, sobre la mesa, el buen caballero ha visto “la lanza que
sangra”, la lanza cuya punta siempre está manchada de sangre. La lanza es el símbolo de la
unidad y la renovación a través de las heridas. La de Aquiles poseía el poder de curar las
heridas que había causado. El dios Marte sujeta su lanza con la punta clavada en el suelo de
la tierra para removerla a fin de renovar su fecundidad. De existir personas en situación de
reconocer la exactitud del antiguo símbolo, ciertamente somos aquellos de nosotros que
durante cuatro años hemos visto la lanza de Marte clavada en el suelo de Francia para hacer
que brotase un nuevo orden. Esta lanza que vio Gauvain al lado del Grial, es la misma con
laque el soldado Longinus traspasó el costado del Crucificado, haciendo que la sangre de la
que debe surgir la renovación del mundo se vertiera en el Grial. Gauvain no pudo llevarse el
Cáliz ni la lanza. Sin embargo, grandes eran sus virtudes, ya que al menos pudo soportar
esta visión sin ser fulminado y consiguió salir vivo del Castillo de la Aventura. Un caballero,
mejor aún que Gauvain, penetró en el terrible castillo. Para conseguirlo tuvo que realizar
grandes proezas. Combatió por tres veces con diez caballeros a la vez. Se enfrentó al ataque
de dragones y demonios y, cuando finalmente ya estaba seguro de haber conseguido el Grial,
en una cripta en la que escaseaba la luz descubrió una gran lápida sepulcral sobre la que se
podía leer la siguiente inscripción: “Aquí descansará Lanzarote”. ¿Podremos, cualquiera de
nosotros, conquistar algo que no sea nuestra propia tumba? Lanzarote no era un caballero
puro. Una pasión total y devoradora le había hecho caer en falta con la esposa del rey
Arturo, Ginebra, la más hermosa de las mujeres. Grandes dones maravillosos como la belleza
o el genio son expiados con creces por aquellos a quienes se les brinda el destino. Pero, en el
momento de alcanzar su máximo esplendor, el amor terrenal encierra a sus mártires en un
encantamiento tan tremendo que trastorna el pobre juicio de los hombres. Tan alto eleva a
sus heroicas víctimas, que éstas aparecen aureoladas de oro. Al llorar, con sus emociones
creemos que la falta adquiere derecho de ciudadanía en su sublimidad. Hermosas parejas
caras a nuestros corazones, Lanzarote y Ginebra. Tristán e Isolda, no sois acaso las
ilustraciones generosas de la gran palabra: ¡Félix culpa! Al igual que Tetrarca, nosotros
también amamos “a aquellos que han llenado los libros de sueños, Lanzarote, Tristán y los
demás caballeros errantes” (I).
(I) Petrarca, el triunfo del amor. III.
El gran caballero Lanzarote, sentía sobre sus puros impulsos el peso de su conciencia
destrozada. Un día en que cabalgaba por una ribera en compañía de su hijo Galaad y de sus
amigos Gauvain y Percival, los cuatro compañeros divisaron, flotando sobre las olas como
una barca, una piedra sobre la que yacía una espada enfundada en su vaina. Era la misma
espada que antaño, el rey Salomón, tras adornar su empuñadura con doce gemas, había
destinado al caballero perfecto; aquel que conquistase el Grial. Una inscripción en la vaina
anunciaba que tan sólo él podría sacar la espada de la piedra. Gauvain y Percival lo
intentaron en vano y Lanzarote no se atrevió siquiera a hacer la prueba. Pero, en cuanto
Galaad hubo rozado la preciosa empuñadura, la hoja saltó al aire libre por ella misma. A
pesar de todo, Percival era tan buen caballero que algunos le atribuyen la conquista del cáliz
sagrado. También él había penetrado en el Castillo de la Aventura y había llegado hasta la
sala en la que delante del Grial yacía el rey pescador, allí quedó maravillado por el mismo
espectáculo que cautivara a Gauvain. Pero no supo pronunciar las palabras mágicas. Se
olvidó de preguntar: “¡Qué es el Grial?” Quizás porque su espíritu no estaba totalmente
colmado por el afán de saber. Y, en cuanto vio el cáliz, se rompió el encantamiento y Percival
se encontró transportado a un desierto. Un privilegio de conquistar el sublime cáliz estaba
reservado al hijo de Lanzarote, a Galaad, el predestinado al que todos esperaban. El era el
caballero totalmente puro, a pesar de que había sido concebido en pecado. Lanzarote había
prestado considerables servicios a un tal rey Pellés, descendiente en línea directa de Enigea,
la hermana de José de Arimatea. Este rey, maravillado ante las proezas de Lanzarote,
deseaba ardientemente que su descendencia fuese también la suya. El rey Pellés tenía una
hija que, de no haber existido la reina Ginebra, hubiese sido la más hermosa de las mujeres.
Se la ofreció a Lanzarote como esposa; pero para Lanzarote, el más fiel, el más devoto, el
más perfecto de los amantes, no podía existir en el mundo otra mujer que la reina Ginebra.
Por ello, a pesar de sentir gran admiración por la maravillosa belleza de la joven, declinó tan
halagadora oferta. Al ser imprescindible que el rey Pellés tuviese un nieto que descendiese
del linaje de Enigée; nieto predestinado, cuyo padre debía ser Lanzarote, le tendieron a éste
una trampa: una noche le dijeron que Ginebra le esperaba en una de las habitaciones del
castillo. El acudió volando. Pero era la hija del rey Pellés quien le aguardaba silenciosa, con
el corazón palpitante debido a su inmenso y desdeñado amor. Al surgir el alba el caballero
reconoció a aquella que había confundido con Ginebra. Cegado por la furia, tomó su espada
dispuesto a matarla. Pero estaba tan hermosa con sus ojos bañados en lágrimas, bajo los
cabellos en desorden, que se apiadó de ella y huyó al bosque a lamentarse de esta
infidelidad involuntaria hacia su único amor.
Así fue cómo la descendiente de la familia de José de Arimatea se convirtió en la madre de
Galaad, del caballero perfecto, que, mejorando a su ilustre padre, por mantenerse puro de
todo amor terrenal, no abandonó el Castillo de la Aventura sin llevarse el Santo Grial. Desde
el momento en que Galaad depositó el sublime cáliz sobre la Tabla Redonda y se sentó en el
asiento, hasta entonces vacío, en el que su nombre se inscribió en letras de oro, los
caballeros fueron cincuenta, al inmediatamente igual que la orden de los cincuenta
caballeros que constituyera antaño el emperador Constantino a fin de guardar el Lábaro.
¿Una vez logrado el objetivo de sus esfuerzos, la orden de los caballeros de la Tabla Redonda
desapareció de la faz del mundo? Este mundo se derrumbaría el día en que no diera a luz
algún caballero deseoso de emprender la gran aventura. El rey Arturo no ha muerto.
Duerme en la isla de Avalón, junto a su espada Excalibur, mientras los bretones esperan su
regreso. Tampoco Merlín ha muerto; sigue durmiendo en el bosque de Brocelandia, es decir
en el bosque de Paimpont, no muy lejos de la ciudad de Rennes, y su arpa, según dicen
algunos, permanece escondida en la cueva de Fingal, en Escocia. Cuando llegue el Antecristo
para intentar apoderarse del Santo Grial, Arturo y Merlín se despertarán para defender el
sublime cáliz. ¿Y si la Tabla Redonda solo permanece en nuestros recuerdos, qué ha sido del
cáliz? Se dice que los ángeles se lo llevaron a Siria. Pero no se trata de la Siria conocida por
los geógrafos, en donde todavía están los Drusos, hermanos de los Templarios. Sin duda, se
trata de la Siria que canta Homero en uno de sus misteriosos versos: “una isla llamada Siria,
más allá de Ortygie y donde están las revoluciones del Sol”. Algunas ciudades animadas de
centros místicos han pretendido orgullosamente poseerlo: Irlanda, Lyon, Gènes.
¿Preferiremos la versión que escogiera Wolfram von Eschenbach? Según ésta, el héroe
Titurel levanta un templo para proteger el cáliz sagrado. El arquitecto es Merlín, a quien José
de Arimatea había proporcionado el plano del templo de Salomón. A su alrededor se afligen
los socios de la “Massenie del Santo Grial”. ¿Confiaron éstos su secreto a los constructores de
catedrales? Una cadena de oro pende entre el cielo y la tierra fuera del tiempo en el tiempo,
que une a todos los caballeros que arden por conocer el inefable cáliz tallado en la
esmeralda luciferina, dónde, cubiertas por la bandeja de plata, se ocultan la sangre nutritiva
del sacrificio y la palabra de ambrosía de la revelación.
CAPITULO II
La Caballería Histórica
Animada del mismo espíritu que la Caballería legendaria.- La Caballería de Occidente y la
Caballería de Oriente: Los Templarios y los “Asesinos” del viejo de la montaña también son
los guardianes de la simbólica Tierra Santa. La obra y los planes de los Templarios. El
enigma de su fin.
Dado que todo lo que hay en el mundo, tanto lo que está arriba como lo que está abajo, se
halla organizado de un modo trinitario, el Grial encerraba en su traslúcida esmeralda, tres
órdenes de revelaciones. La tercera, suprema, concernía a la Ciudad celeste que representa
en brillantes imágenes la revelación johanita. Ahora bien, en este periodo de gloria
desconocido al que se llama edad media surgen órdenes de caballería que inquietan a la
historia, cuyo objetivo principal era establecer la ciudad terrestre según el modelo de la
ciudad celestial; como la orden, apasionadamente discutida, de los guerreros blancos
marcados con una cruz roja; los Templarios, quienes ante el símbolo del “Bafomet”,
incomprensible a los profanos, juraban proteger y defender “la iglesia católica, apostólica y
johanita”. Así es como se explica la filiación que une la caballería legendaria de la Tabla
Redonda a la caballería histórica de los Templarios y que vincula el espíritu céltico con la
corriente johanita del espíritu católico; filiación con la que enlazan, esparcidos por el
mundo, separados por el tiempo y el espacio pero unidos por una cadena hermética, los
caballeros de la Rosa-Cruz. La orden de la caballería ideal prefigura la orden de la caballería
realizada. Antes de que la caballería visible y tangible agrupara hombres cuyos pies habían
hollado la tierra, su modelo, la caballería legendaria, había proyectado en el mundo del
espíritu la sombra de su perfil imperecedero. Y como los siglos han derramado sobre ellas
sus nubes de polvo dorado, ambas se entremezclan en el prestigio con el que hechizan
nuestras imaginaciones. Entre todas las órdenes de caballería, ninguna tuvo un destino tan
extraordinario como los Templarios. Ninguna ejerció tanta influencia sobre la dirección del
mundo, influencia que perduró largo tiempo después de su desaparición. A pesar de que la
orden duró ciento noventa y cuatro años, se llevó consigo al país de la muerte su secreto
jamás traicionado; un secreto tan importante que después de más de seis siglos, numerosos
hombres de diversos horizontes espirituales se inclinan aún sobre sus misterios. En su afán
por ayudarlos, apologistas y detractores escriben sobre ellos con una pasión que recuerda
los furores del famoso proceso de 1309. ¡Saludemos siempre a quienes es denegada la
frialdad de la imparcialidad! La seda de plata y de sable del “Baucéan” todavía es blanco de
las batallas de los historiadores. Los veintidós grandes Maestres de la orden, que “ocupan el
lugar de Dios” y sólo se hallaban sometidos a los consejos generales de la orden, como el
Papa a los concilios, eran los que dirigían el mundo cristiano. En una bula, el Papa Inocencio
III se jacta de estar afiliado al Temple, mientras que en el siglo siguiente, el rey de Francia,
Felipe el Hermoso, escribe al Papa diciéndole que tanto él como su sobrino han intentado en
vano convertirse en hermanos del Temple. Si más tarde persiguió con tanto ahinco a los
Templarios, ello es debido a que, aparte de las razones políticas y financieras, les guardaba
un doble resentimiento: los Templarios habían rechazado su afiliación y además, cuando fue
perseguido por los amotinados, le dieron hospitalidad. En 1118, en tierra de Palestina,
nueve caballeros cruzados de origen francés; Hugo des Payens, Godofredo de Saint-Audemar
y otros siete más, constituyen la orden religiosa y militar de los Templarios cuyo objeto es
proteger a los peregrinos que viajan a Tierra Santa. El rey de Jerusalén les confiere la
investidura, hospedándolos junto al lugar en que se levantaba el Templo de Salomón.
Esotéricamente, tenían la misión de reconstruir el Templo simbólico. ¿Los FrancMasones no
pretenderían más adelante llevar a cabo la misma obra? La orden de los Templarios nace en
la Cruzada. Las Cruzadas también tienen su secreto. Ocultaban algo más que la mera
conquista del Sepulcro. Había que sobreexcitar el entusiasmo
bélico de las masas proporcionándoles un ideal al alcance de su corazón. Las Cruzadas
resultaban necesarias para salvar a Europa de la invasión. Dos civilizaciones se enfrentaban:
la de la Cruz y la de la Media Luna. Dos razas chocaban entre sí. Tres siglos antes, habían
sido los sarracenos los que invadieran Francia hasta la victoria de Carlos Martel. A través de
las Cruzadas se consigue satisfacer esta necesidad de expansión mundial que siempre ha
obsesionado al espíritu céltico desde la antigüedad, en el curso de la cual diseminó en
distintos continentes colonias todavía reconocibles hoy en día, incluso en tiempos
presentes, obedeciendo a un impulso ancestral, la tercera república francesa ha llevado a
cabo el antiguo plan druídico de crear un imperio africano. Aunque las Cruzadas retrasaron
más de un siglo el desbordamiento de los Turcos en Europa, han confrontado el espíritu
europeo y el espíritu árabe en este gran misterio de la guerra donde los adversarios se
oprimen y se destrozan, mutuamente atraídos por el odio pasajero que es la cara horrible
del amor eterno. En todas partes se ha dicho que los Cruzados habían llevado a Occidente
diversos conocimientos y costumbres tomados de la civilización musulmana. Y todo ello es
cierto en lo que concierne a las costumbres y a los hábitos familiares de la vida pragmática.
Pero las relaciones y los acuerdos entre los altos espíritus de la cristiandad y del Islam se
han llevado a cabo en todas las épocas. Los eruditos superficiales, desconocedores de las
fuentes secretas de las que se alimenta la vida espiritual del mundo, se obstinan en
pretender, siempre de acuerdo con el partido que haya tomado, que tal o cual orden de
conocimientos fue inventada en tal o cual nación que la transmitió a las otras. En realidad,
los conocimientos de tono superior se encuentran en todas las tradiciones y no son más que
las variantes, más o menos brillantes, de una tradición única. No se ha afirmado en vano que
todo fue revelado a Adán. Uno de los corolarios de esta palabra, de la que es necesario
comprender los significados, es que un gran espíritu se manifiesta por la adhesión a la
unanimidad de sus pares. Existe una comunión de los genios, al igual que una comunión de
los santos. Si la orden de los Templarios se creó entre la primera y la segunda cruzada,
medio siglo después de que el Viejo de la Montaña hubiese creado su famosa orden, parece
evidente que la orden de la caballería cristiana y la orden de la caballería musulmana son
idénticas y fraternas. El gran sultán Saladito le pide al cruzado francés, Hugo de Tabarie que
lo arme caballero. El genio del Tasso muestra el parentesco entre los modelos caballerescos
de Oriente y de Occidente. Hoy en día, si los lectores pueden disfrutar con las publicaciones
de nuestras antiguas novelas de caballería, mejoradas o deformadas según el gusto
moderno, también las novelas de caballería musulmanas, denominadas “Hamsiades” porque
casi todas narran las maravillosas aventuras de Hamsa el Ismaelita, se transmiten a través
de las monótonas voces de los rapsodas populares turcas y árabes, que permanecen
arrodillados ante las tacitas de “kaoua” en medio de graves auditorios. Entre todas las
órdenes de caballería, existen dos realmente misteriosas, los Templarios y los “Assacis”
(“Asesinos”). Espero que se me permita retomar el nombre con el que nuestro querido
Joinville designaba a estos últimos, puesto que el nombre de “Assassins” (“Asesinos”) con el
que normalmente se les conoce ¡sufrió un desgraciado destino! Si los “Assacis”, más alejados
de nosotros y de distinta raza, afectan menos a nuestra memoria que estos Templarios
convertidos en dueños de la Europa medieval, en compartida abruman nuestras
imaginaciones con el peso de su sangrienta aureola y de sus secretos sepultados(I).
(I) “Assasin” es simplemente el pluralde la palabra árabe “assas”, que significa guardián.
Realmente existen nombres que… Como las personas, han acabado muy mal. Los “Assacis”, al
igual que los Templarios, eran los guardianes de la Tierra Santa mística. Algunos amantes de
la etimología hacen porvenir esta palabra de la Hachis, al igual que hacen quecaballo
provenga de “equus”.
¿Ha conocido la historia un personaje más impenetrable que su primer gran maestre, el
Viejo de la Montaña, este Hassan Sabah que, durante sus treinta y cinco años de reinado,
había dirigido los destinos de una parte del mundo sin abandonar una sola vez su castillo de
Alamut, y habiendo dejado sólo dos veces su habitación para salir a la terraza? (II)
(II) Villiers de l’Isle-Adam se proponía escribir una obra sobre el Viejo de la Montaña.
Dominaba a fondo este tema con el que me entretuvo en diversas ocasiones mediante
brillantes charlas, desgraciadamente ya olvidadas. Incluso llegó a mostrarme una maleta
llena, según decía de documentos relacionados con su casa, algunos de los cuales trataban
de la orden de los Hospitalarios que su antepasado, Philippe de Villiers de l’Isle-Adam. Gran
Maestre, estableció en Malta en 1530, después de haberse visto obligado a ceder Rodas a los
Turcos, siete años antes. “Mi casa”, afirmaba Villiers, “es una de las más antiguas de Francia,
es decir, del mundo”. Lo cual era cierto.
La orden musulmana de los caballeros Ismaelitas, denominados “Assacis”, y la orden
cristiana de los caballeros johanitas del Temple están constituidas exactamente sobre el
mismo modelo, y ello no se debe a que la segunda, creada después que la primera, imitara a
su predecesora, sino a que tanto la una como la otra estén construidas sobre las mismas
doctrinas secretas, sobre un esoterismo único e invariable que surge a través del mundo
bajo velos diferentes como la luz única se descompone en rayos multicolores a través del
prisma. En 1108, cuando Hugo des Payens y sus ocho compañeros fundaron la orden del
Temple, los caballeros francos apenas lograban mantener la paz en el reino de Jerusalén. En
Europa, las agrupaciones feudales se declaran la guerra entre sí, de tal forma que la Iglesia
intenta crear cuerpos de caballeros apaciguadores, encargados de mantener la paz entre los
beligerantes; por la misma razón durante estos últimos años algunos de los fundadores de la
Sociedad de las Naciones, como León Bourgeois, imaginaban una especie de gran
gendarmería internacional cuyo destino sería reprimir las veleidades belicosas de las
poblaciones actuales. La Iglesia también está muy preocupada por los rápidos progresos de
un movimiento religioso surgido de la Gnosis, que pronto enfrentará la Iglesia Cátara a la
Iglesia romana, y que originará el nacimiento de órdenes tan brillantes como los Caballeros
Faidits de la Paloma del Paráclito. Para ello observa con alegría la aparición de iniciativas
tan efectivas como la de Hugo des Payens y sus ocho compañeros. Oficialmente, la misión de
este grupo será proteger a los peregrinos que viajan a Tierra Santa y alentar su fatigada
marcha ayudada por el bordón del que cuelgan las conchas de Santiago. Pero los verdaderos
objetivos son secretos y el Abstracto al que invocan dirigirá su energía y proporcionará a su
acción un magnífico desarrollo. A lo largo de diez años, con aliento insospechado, la orden
de los nueve Templarios aumentó en un número considerable; llega a adquirir tanta fuerza
que el Papa convoca un concilio en Troyes cuyo único objetivo es ocuparse de los
compañeros de Hugo de Payens. Así pues, en 1118 existe un Papa. ¿Cuál es su nombre?
Quizás fuera el de Pascal II, ¡poco importa! El no es quien manda a la cristiandad. No, lo hace
un joven monje de veintisiete años, cuya febril actividad y férrea voluntad están al servicio
de una imaginación audaz y certera, de un penetrante genio. Se trata de uno de esos
espíritus excepcionales que desorientan a la autoridad puntual, haciéndola dudar entre la
canonización y el anatema. En efecto, si más tarde, a este Bernardo se le colocó en la
categoría de los grandes santos fue debido a que murió a tiempo de evitar la excomunión.
¡Qué lejanas luces observaba con sus ardientes ojos, este “contemplador” elocuente y
discreto, para que el “altísimo poeta”, el vertiginoso genio afiliado a los “Fieles del Amor”, el
mismo Dante, le hubiese escogido como revelador que le comentará la suprema y
paradisíaca visión
en la que “en el centro de la rosa sempiterna” aparece “el Amor que mueve el sol y todas las
estrellas! ¡La más grandiosa confrontación del genio humano con el Infinito! Es este joven
monje, de gran autoridad, el que suscita el Concilio de Troyes y hace que se le confíe la
misión de proporcionar una constitución a la orden Templaria. Esta constitución ha
desaparecido. Han sobrevivido otros reglamentos que los ingenuos historiadores se han
apresurado a estudiar con la falaz esperanza de descubrir la clave del enigma. Mas o menos
es como si al poseer las ropas de un muerto, se les diese la vuelta para buscar los secretos de
su alma. Este concilio de Troyes decide que los guerreros del Temple llevarán sobre la
armadura, un manto blanco, sobre el cual, dieciocho años más tarde, el Papa Eugenio III
fijará una cruz roja. El blanco, color lunar, simboliza el reflejo de lo absoluto, el rojo
simboliza el fuego, el predominio del espíritu, la actividad marcial, el poder y el apostolado.
Durante mucho tiempo, sólo el escudo de los príncipes tuvo derecho solo al campo de gules,
del mismo modo solo los Templarios lo tienen al manto blanco. En 1210, se enteran de que
los caballeros Teutónicos se permiten llevar este manto blanco. Los Templarios impugnan
esta usurpación. El Papa Inocencio III, que es uno de los suyos, les da la razón y prohibe a los
Teutónicos este atentado al privilegio de los Templarios. Algunos dicen que se trata de una
pueril querella de costumbres. No todas estas aparentes formas exteriores esconden un
significado. Los Caballeros Teutónicos, cuya Orden es exclusivamente nacional, tienen
derecho a llevar una compacta cruz “alésée” de sable. El negro (o sable) es el color de “las
sombras ¿cimerinas?” de las tinieblas del instinto. Esta cruz gamada de sable de los
Caballeros Teutónicos era la misma que estaba pintada bajo el ala de los aviones alemanes
que bombardearon París en 1918. Una vez admitido en la orden, el caballero del Temple
debe ceñirse los riñones con un corderillo que recibe de su iniciador, y que es el símbolo de
su iniciación, la figura del círculo mágico del que debe rodearse para protegerse de las
fuerzas adversas. Si se confiara en las apariencias, se podría afirmar que la misión de los
Templarios tuvo que llevarse a cabo en Asia. Allí, en Persia, en Irak, en Siria, atrincherados
en castillos feudales colgados en las alturas se reúnen los miembros de la orden Ismaelita de
los “Assacis”, quienes se visten más o menos como sus cofrades cristianos del Temple, ya que
sobre la túnica blanca llevan un cinturón rojo. Se cubren la cabeza con el gorro rojo
denominado frigio, el tocado de Mitra, que resurgirá alo largo de la Revolución Francesa en
las cabezas de los sans-culottes e incluso hoy en día en las monedas francesa, al frente de la
famosa “sembradora” de roty, que por una ironía, puede que impuesta por el símbolo
mitráico, siembra al viento contrario ya que los símbolos poseen una fuerza interior que se
apodera de aquellos que creen apropiárselos. En la constitución de la orden de Europa y de
la orden de Asia, todo es idéntico. Cada una de ellas conlleva una doble jerarquía cuyos
grados se corresponden de forma exacta.
TEMPLARIOS ASSACIS
Caballeros Réfik Escuderos Fédavi Hermanos Lassik
Así es la jerarquía exotérica que abarca la mayor parte del ejército. Está gobernada por una
jerarquía esotérica en la que probablemente solo los grandes maestros conocen los secretos
de las dos Ordenes.
TEMPLARIOS ASSACIS
Gran Maeste Sheik el Djebal (o Viejo de la Montaña)
Grandes Priores Daïs Priores Daïlkebirs
Mientras que en Asia los “Assacis” construyen en las alturas que ofrecen puntos estratégicos
poderosas fortalezas, como la de Alapont en Persia y la de Masziat en Siria, los Templarios
se apresuran a dominar los países de Europa ocupándolos con sus castillos. Los turistas
modernos se maravillan al visitar las ruinas de estas fortalezas asiáticas. Cerca de Alepo,
todavía permanece en pie la colosal fortaleza de Kalaat-el-Hoesn, llamada también “el Krak
de los Caballeros”, que posee la clave del paso entre el Oriente y el mar. Entre estos
gigantescos muros que cobijaron a los Hospitalarios cabría cómodamente una de nuestras
subprefecturas. Es un castillo de este tipo, a la vez ciudadela formidable y retiro maravilloso,
el que se había construido para vivir, prisionero invisible de su inmenso poder, el misterioso
Hassan Sabah que fue el primer Sheik.el Djébal, el primer Viejo de la Montaña. Vivió allí
durante treinta y cinco años, sin abandonar su habitación desde la que gobernaba una parte
del mundo. Solo dos veces salió a la terraza, sin dignarse echar una ojeada a los maravillosos
jardines sobre los que estaba suspendida, tan voluptuosos como los de Armide. Jardines que
embriagaban con sus perfumes a los “fédavis” y a los “réfiks”, perfumes que emanaban de las
abundantes flores y de las frescas fuentes en las que los surtidores verticales subían y
bajaban desde pilas que parecían de turquesa. Él, el todopoderoso Sidna o Señor, estaba
pálido a fuerza de inclinar su encanecida cabeza sobre los manuscritos herméticos que sus
discípulos más selectos le llevaban de la magnífica biblioteca del castillo. Manuscritos que
contenían tesoros de filosofía y de toda clase de conocimientos que se hacía traer de todos
los rincones del mundo: tesoros de Grecia, de Egipto, de Persia, de la India, que un día
quemarían los Mongoles de Gengis-Khan, al igual que quemaron los Cruzados la biblioteca
de Trípoli, Omar la biblioteca de Alejandría, o en 1914 los Alemanes la de Lovaina. Una ley
satánica exige que la masa bestial de la humanidad destruya los más bellos testimonios del
impulso entusiasta de su “élite” hacia las cimas espirituales. Hassan Sabah había en
principio consagrado su estudiosa juventud a seguir la enseñanza sufí de Muvaffik Ed Din, el
gran maestro de Khorassan, junto a su íntimo amigo Omar Khayam. Los cuartetos báquicos
de este sabio poeta velan un esoterismo que quisieron penetrar a lo largo de todas las
épocas los comentaristas más numerosos, hay que reconocerlo, que los que en Occidente se
empeñaron en saborear el “bouquet” encerrado en la divina botella de nuestro Rabelais.
¡Qué indiferencia tan amarga debía dominar al dominador de Asia, para hacerle tomar la
decisión de gobernar desde el fondo de su habitación! ¡Este Viejo de la Montaña que había
sufrido la primera muerte del adepto, la muerte para el mundo profano! La leyenda
propagada entre el vulgo cuenta que sabía inspirar una fanática devoción a sus
subordinados, enviando sus espíritus, bajo los vapores del hachís, a frecuentar los jardines
paradisíacos en los que los huríes dispensan inefables voluptuosidades. Que el secreto de su
poder residiese en la utilización de un euforizante, sería lamentable, e incluso imposible, ya
que el cannabis indio se hallaba al alcance de todo el mundo. Releguemos estas historietas al
apartado de las anécdotas fantasiosas. Además, ¡cómo admitir que un jefe escogiese, para
embriagar a sus soldados, precisamente una sustancia cuyas propiedades destruyen la
energía y el valor! Para imponer una obediencia ciega, el Sheik disponía de medios menos
pueriles. La orden de los “Assacis”, al igual que la orden del Temple, dura dos siglos. Ambas
se desmoronan al alcanzar la cumbre de su poder. Es como si una misma estrella brillara en
su destino común. Su alianza viene demostrada por los actos. En 1118, el gran maestre del
Temple que acaba de nacer obliga a Balduino II, rey de Jerusalén, a aliarse con el gran
maestre de los “Assacis”, el cual, mediante un tratado secreto, se compromete a entregar un
viernes la ciudad de Damasco a los Cruzados. En compensación, cuando el gran maestre de
los Hospitalarios, rivales de los Templarios, obliga al rey Amaury a invadir Egipto, los
Templarios le niegan su ayuda. Los Templarios de Asia hablan habitualmente el árabe. La
orden cuenta en su seno con caballeros musulmanes. Si entre sus
afiliados hay papas, también hay sultanes, y tanto unos como otros reciben la misma
iniciación. El secretario de uno de los grandes maestres es un musulmán. Existe un rasgo de
semejanza muy curioso: los Assacis son Ismaelitas; los Templarios son Johanitas. Los
Ismaelitas, para quienes Ismael es el último Califa visible del que descienden, según parece,
los Wahabitas que desde 1924 se han convertido ensueños de la Meca, representan en el
mundo islámico lo que los Johanitas representan en el mundo cristiano. Los fieles del
profeta del Apocalipsis y de un evangelio que pasa por ser más místico que los otros tres
canónicos, son los guardianes de la parte reservada de la doctrina cuyos misterios propagan,
Pedro y sus sucesores, bajo unos símbolos más accesibles a las masas. La crónica de Turpin
permite a Carlomagno realizar el proyecto de establecer la iglesia cristiana de manera
trinitaria: una iglesia de San Pedro en Roma; una iglesia de Santiago en España y una iglesia
de San Juan en Ëfeso. Los tres jefes invocados son los tres apóstoles admitidos en los
resplandores del Tabor. El Papa Calixto II, protector –o protegido- de los Templarios, al
aprobar la crónica de Turpin considera muy natural el proyecto de Carlomagno. Los
Ismaelitas no se escondían al declarar que del Corán únicamente aceptaban sus significados
simbólicos. A pesar de haber nacido de ellos, los Assacis tenían la prudencia de gritar en
alto: “Creemos en lo que dice el Corán”. Pero, a mediados del siglo trece, la imprudencia del
tercer Viejo de la Montaña, Hassan II, causó la pérdida de su orden. Se atrevió a proclamar
que el conocimiento del sentido simbólico exime de la observación del sentido literal. Llegó
incluso a abolir las prácticas de culto y una especie de vértigo le empujó a dejar que se
evaporaran los secretos de su orden. Esto le llevó a un final que no se hizo esperar: durante
el cuarto año de su reinado, fue apuñalado por su cuñado y, a partir de entonces, la orden
comenzó a decaer hasta su total destrucción. Es cierto que el Islam, sabedor de que su poder
reside en sus sociedades secretas, siempre se ha mostrado tolerante a este respecto. Pero
resulta evidente que una autoridad religiosa no puede dejar que se publique que el sentido
literal de sus enseñanzas carece de importancia. Sólo unos pocos espíritus escogidos
pueden llegar a percibir que toda religión establecida es una presentación, en forma
simbólica, de los conocimientos superiores, de los secretos de la Gran Ciencia. Pero toda
religión está obligada a exigir de sus fieles un acto de fe ciega, en el sentido literal de esta
presentación. Es mejor que la masa ignore para siempre que detrás de un muro de sombra
saludable, resplandece la belleza deslumbrante de este sentido simbólico (I).
(I) Con más razón todavía, debemos dejar reposar sobre sus cumbres “los sentidos más
elevados”, como el sentido anagógico del que hablan con todos los maestros de la
Escolástica, dos célebres Franciscanos de muy distinta expresión pero de una misma
iniciación: Rabelais y San Buenaventura.
La masa solo podría percibir inquietantes deformaciones; ¿cómo podría acceder a este
simbolismo, cuando vemos -¡con extrañeza! Una inteligencia como la de Pascal,
destinadamente cerrada a esta belleza, arrojarse en la fe, en ese sentido literal que
considera absurdo, con la salvaje decisión de un jugador de cara o cruz? ¡Ah! Este
conmovedor Pascal es la prueba palpable de la angustia en la que se debate un espíritu
superior, si no ha sabido escaparse de los limbos agnósticos. Dos hombres han presentido la
lejana existencia de una certeza: Pascal y Nietzsche, y desesperados al no poder
aproximársela uno renunció a la inteligencia y el otro se sumió en la locura. Se les podría
decir lo que se murmuraba a sí mismo un espíritu más lúcido, Gérard de Nerval: “Las
religiones y las fábulas, los santos y los poetas, se han mostrado siempre de acuerdo al
explicar el enigma fatal, pero tú lo has interpretado mal…” Las compañías secretas que
miden los acontecimientos con el peso de su voluntad, sólo pueden ser juzgadas a ciegas por
la historia que no ve en ellas más que las apariencias y que les atribuye una serie de actos y
de planes, de acuerdo con su estado de ánimo. Ha rodeado el gorro
rojo de los “Assacis” con una aureola de terror y de sangre. De los Templarios no sabe qué
pensar. Los encierra con los numerosos enigmas de los que ha perdido la esperanza de
conseguir alguna vez la llave. ¿Cómo no iba a sentirse desconcertada dada la rapidez con la
que los caballeros del manto blanco y la Cruz roja se convierten en árbitros de la
Cristiandad? Algunos años después de que san Bernardo hubiese formulado su regla
externa, los Templarios, abandonando su papel inicial de protectores de peregrinos,
construyen castillos feudales en los principales puntos estratégicos de Europa. Las naciones
no entrarán en guerra a menos que, de considerarlo necesario, arrojen su espada en la
balanza. Son los dueños de las finanzas. Se rumorea que poseen fabulosas riquezas.
Disponen de tantos bancos como de fortalezas. ¿De dónde han obtenido, en tan poco tiempo
tales cantidades de oro, si, además de poseer los secretos de la antigua ciencia sacerdotal, al
igual que sus aliados los Assacis, no hubiesen contado también entre sus jefes con
practicantes del arte de Hermes? Felipe el Hermoso estaba muy bien informado de todas
estas cosas. Pero no pudo detener de ellos regalos como los que sus lejanos sucesores,
Enrique II y Carlos IX, recibieron de Nostradamus. En cada país, los Templarios enlazaron
las provincias por medio de las redes que trazaban sus encomiendas, poderosas
construcciones, muchas de las cuales todavía siguen en pie en tierras de Francia. En París, el
Temple es una fortaleza que proporciona asilo a protegidos de todas las clases sociales. Esta
es la razón por la que estos caballeros se denominan Templarios. Son los herederos de los
hierofantes que, en una gran época muy lejana, vigilaban los tesoros del conocimiento
guardados en el Templo, sobre cuyo modelo está construido el Templo de Salomón. Seguros
de actuar según los principios revelados por los depositarios de la única sabiduría,
persiguen un grandioso objetivo: construir la ciudad terrestre, organizar una sociedad en la
que todas las clases de los tres mundos: cristiano, judío y musulmán serán jerárquicamente
ajustadas en paz y prosperidad. Se preparan para ello con extraordinaria maestría. Dominan
las finanzas y crean las Bolsas; se apoderan de la industria mediante la protección con que
rodean las corporaciones y el comercio de las Hansas, antigua institución druídica que
retoman a fin de reunir los principales puertos de Europa. En los tiempos de San Luis, la
Hansa de París se convertirá en una municipalidad de la que deriva la que existe
actualmente. Supongamos que la feudalidad industrial y financiera de nuestro tiempo, en
lugar de considerarse a sí misma como único objetivo y de malgastar su salvaje energía en la
inquietud, entre luchas internas que la desgarran y ruidosas amenazas de sus esclavos,
obedeciera de forma inconsciente a una autoridad espiritual, que además de ser dueña de la
espada, dirige sus esfuerzos hacia el bien común del mundo y le asigna el puesto que le
corresponde dentro de la armoniosa economía de una verdadera civilización. Percibiríamos
así un aspecto de la acción templaria. Economía, “oikonomia”, es como denominan los
Padres de la Iglesia a la función del Mesías. Confundidos por la pasión, los detractores y los
apologistas de los Templarios no han seguido el trabajo de organización social, desarrollado
por los caballeros cuya Cruz roja ostentan actualmente las instituciones que se dedican a
mitigar los horrores de la guerra. Si Saint Yves d’Alveydre consiguió percibir este tema con
más claridad, es por que estaba mejor armado para profundizar en los secretos de la
historia; este misionero de la Sinarquía ha demostrado que los Templarios han dado a
Francia y a Europa una constitución fundada en el conocimiento hierofante y que han
establecido las bases del Temple sobre los auténticos planos del Gran Arquitecto, planos que
los Masones de hoy parecen ignorar totalmente. También les atribuye la creación de los
Estados Generales, cuya función regular hubiese evitado a Francia un buen número de
experiencias desastrosas, si el Estado político no los hubiera destruido por oponerse a su
precario despotismo. Si se quiere buscar en el simbolismo antiguo la correspondencia entre
la organización del Cosmos y la de la ciudad terrestre, es decir del estado social, se
encuentra en el escudo de Aquiles. Si se quiere instituir una Sociedad de las Naciones que
sea algo más que una comedia siniestra, sus principios habrá que buscarlos en los versos
Homéricos. Hacia los Templarios, entonces en pleno apogeo de su poder, se volvió Bonifacio
VIII, este anciano papa juzgado de manera muy diferente cuando los caballeros en leyes de
Felipe el Hermoso le encerraron en Anagni. Ellos no parecen haber tomado partido en la
disputa, y su gran heredero
espiritual, el Gibelino afiliado a la “Santa FEDE”, Dante, lanza indistintamente en el infierno
eterno de sus terribles tercetos al papa y al rey. El rey Felipe el Hermoso llevó a cabo el
mayor golpe de estado conocido en la historia, durante la memorable noche del 12 al 13 de
octubre de 1307 en la que en toda Francia fueron arrestados los jefes de los Templarios,
entre ellos el ilustre Gran Maestre Jacques de Molay, el Visitador de la orden, el Gran Prior
de Normandía, Hugo de Pérauld, el Gran Prior de Aquitania y Guy Dauphin. Entonces se
inicia este proceso de siete años que sigue siendo uno de los enigmas más extraños de
nuestros anales. Sobre la explanada del Pont Neuf, en la punta más baja de la Isla de la Cité,
entre los dos brazos del Sena, debería levantarse un monumento expiatorio en el lugar en el
que el 13 de marzo de 1314 (I), el Gran Maestre Jacques de Molay, desde lo alto de la
hoguera ya en llamas, emplazó a que lo acompañasen en la muerte y a que compareciesen
junto a él ante el tribunal eterno, al Papa Clemente V, en un plazo de cuarenta días, y al rey
Felipe el Hermoso, antes de finalizar el año. En ese lugar, se levantó una estatua ecuestre de
bronce, pero por una curiosa coincidencia, no es la de Jacques de Molay, sino la de un rey
que fue asesinado porque se propuso llevar a cabo “el gran designio” que en 1606 le había
sugerido un heredero del espíritu templario, el misterioso Rosa-Cruz Irineo Agnostus. El
famoso “gran designio” de Enrique IV, consistente en establecer por la fuerza los Estados
Unidos de Europa bajo la hegemonía de Francia, iba a ser realizado… ¿Qué mano puso
entonces el cuchillo en manos de Ravaillac, un maestro de escuela embrutecido? Durante
todo el año que le precedió, este esperado asesinato era tema de conversación en ciertas
cortes europeas. Antes de que el primer Borbón sucediera al último Valois, este mismo “gran
designio” había sido la culminación de un plan de inspiración franciscana que debían
ejecutar Luis y Enrique de Guisa; uno convirtiéndose en Papa y el otro, en rey de Francia.
Dos o tres puñaladas en las salas del Castillo de Blois, sofocaron este plan ignorado por los
historiadores.
(I) Según el calendario Juliano. De acuerdo con el calendario Gregoriano, sería el 22 de
marzo.
Si Bertrand de Goth se había convertido en el Papa Clemente V gracias a la autoridad de
Felipe el Hermoso, era porque se le había encomendado dar el golpe de gracia a los
caballeros del Temple, desde lo alto de la cátedra de Pedro. Parece haber intentado eludir
sus tortuosos compromisos. En cualquier caso, la orden suprimida por él no fue nunca
condenada. En el proceso intentado contra los Templarios, seis naciones reconocieron su
inocencia. Sin duda, en todo rebaño hay ovejas negras. ¿Qué manada carece de ellas? Los
inquisidores atribuyeron a los caballeros acusados las confesiones que quisieron.
Realmente, algunos símbolos herían su ignorancia. Como el famoso Bafomet, el pretendido
ídolo de los caballeros que para el espíritu soez de los inquisidores no podía ser más que la
imagen del diablo: ¿qué era entonces este misterioso Bafomet, cuyas letras aparecen en la
fórmula que lo designa: “TEMpli Omnium Hominum Pacis ABbas (leídas cabalísticamente de
derecha a izquierda)? Se trataba de la representación escultórica de un arcano, figura que
bajo unas formas apenas cambiantes, cubre con sus grandes alas los estremecimientos
internos de su secreto. Es el Khéroub de Asiria y de Israel, el Kharouf árabe, la Esfinge de
Egipto y de Grecia; es el “pantáculo” que en una sola figura funde los cuatro animales
divinos que acompañan a los cuatro evangelistas y que sostienen el trono del Dios del
Apocalipsis. Pero ni los torpes magistrados del rey político, ni, más adelante, los
historiadores mediocres, cegados por las apariencias, eran idóneos para buscar en la
monstruosa estatua los tres significados superiores susurrados por sus formas, que hay que
entender según el método que por lo demás formula el Doctor Seráfico: scilicet allegorice,
moraliter et anagogice (I).
(I) ¡Se trataría entonces de un Templario muy primario!
Así fue como desaparecieron los caballeros del Temple, llevándose el secreto en cuya
sombra palpitaba la hermosa esperanza de la ciudad terrestre. Pero el Abstracto al que
estaba subordinado su esfuerzo, prosiguió en las regiones desconocidas su vida inaccesible,
nutrida de su devota sangre, y más de una vez, en el transcurso de los tiempos, dejó fluir su
inspiración en los espíritus capaces de acogerla. Bienaventurados aquellos a los que
sobrecoge una hermosa emoción, al evocar sobre la pantalla imaginaria dónde se inscriben
las grandes figuras de la poesía y de la historia detrás de Merlín el mago que alza el
estandarte blanco con el Dragón de Oro, al mártir Jacques de Molay, que levanta en su puño
quemado el asta del Baucéan, el célebre estandarte que bajo el “contrepal” (en heráldica es
una banda o pieza que ocupa el centro del escudo) de plata y de sable lleva escrita la divisa:
¡Non nobis, Domine, non nobis, sed Nomini tuo da gloriam! Este nombre, cuya expansión
cósmica piden mañana y tarde nuestros nietos en la más sencilla y misteriosa de todas las
plegarias, es el que forman los cuatro hierogramas cuyas claves se hallaban encerradas en
los santurarios de la alta antigüedad. Cuatro hierogramas que el discípulo de Aristóteles,
Alejandro Magno, fue autorizado a proferir, en tono inmutable, ante el tabernáculo de Israel,
y cuyo eco resonaba en los graves Misterios de las Bacanales: “¡Iod! ¡Hévohé!” La meta de los
Templarios era muy similar a la de Alejandro y a la de Carlomagno. En su lecho de muerte, el
caballero Ignacio de Loyola, suplicaba a Dios para la Orden que había fundado, el favor de
tener siempre enemigos, ya que conocía el juego de fuerzas en conflicto en el mundo. Puede
suceder que los enemigos sean los más fuertes, y esto fue lo que les ocurrió a los
Templarios. Los historiadores han atribuido su caída a la codicia de sus enemigos, excitados
por sus riquezas. No existía otra causa secreta. Jules Michelet, quien aparte de sus estrechas
previsiones, tiene a veces ráfagas visionarias, escribe que este es el acontecimiento más
importante de toda la Edad Media. En efecto, se trata del aborto de una gran esperanza.
Felipe el Hermoso era el ejecutor suscitado por el genio malvado de la tierra. Napoleón
juzgaba “este enigma irresoluble”. Incluso le había preocupado, a él, que era consciente de lo
que debía a las sociedades secretas. ¿cuál fue la causa de que, en 1808, enviara con tanta
urgencia una importante fuerza militar a la iglesia de San Pablo y San Luis, donde hicieron
celebrar un oficio en memoria de Jacques de Molay aquellos que por aquel entonces se
jactaban de ser los sucesores de los Templarios? Algunos han pretendido que si la sucesión
material de los Templarios había sido atribuida a sus enemigos los Hospitalarios, al menos
su tradición se había perpetuado en una sucesión de espíritus fieles. Aseguran que la lista de
grandes Maestres no se interrumpió jamás. Una lista que llega hasta nuestros tiempos,
desde Marc Larménius, sucesor directo iniciado por Jacques de Molay, y el segundo sucesor
Teobaldo de Alejandría. En ella figurarían Duguesclin, de chabot-Montmorency, Felipe-el-
Regente, y tres borbones inmediatos. Entre los afiliados, junto al calvinista Bochard (1663),
están Fénelon (1669), que como se sabe fue amigo del Masón Ramsay, y Massillon (1703);
después el rey de Prusia, Federico II, cuyos soldados adornaban su uniforme con emblemas
muy significativos; Dupuis, el famoso autor de “El Origen de todos los cultos”; Dulaure, el
duque de Sussex; La Bourdonnais y otros muchos. Sea como fuere, mucho tiempo después
de la abolición de la Orden Templaria, el Baucéan figuró en la consagración secreta de los
reyes de Francia (I) enarbolada por las corporaciones denominadas “Frères Charbonniers”
(2) porque la más poderosa de ellas era la de los Carboneros, cuyo trabajo resultaba tan
imprescindible para la industria como lo es hoy el de los mineros. Su nombre fue retomado
por los Carbonari, cuya influencia se dejó sentir con gran fuerza durante el siglo XIX,
Carbonari de Bazard, de Buchez y de Lafayette. Estas corporaciones son las que, de acuerdo
con los Franciscanos, facilitaron el camino a Juana de Arco.
(I) Paralelamente a la consagración pública de Reims, en la que el rey renovaba el pacto
concluido entre Clodoveo y Saint Remi en nombre de los municipios autónomos de La Galia,
existía una consagración secreta, en la que el rey debía vestirse con el ropaje simbólico
proporcionado por las corporaciones. Fue al vestirse para este ceremonial cuando el rey
Dagoberto “se puso los calzones al revés” (*). Quizás habría que buscar en la canción un
sentido distinto al literal. No hace falta recordar que se trata de un monarca mucho más
próximo a nosotros que aquel lejano merovingio. (2) N. T. “Les Frères Charbonniers” (o
“Hermanos Carbonarios”, siempre habían sido considerados conspiradores. (*) N. T. En
Francés, en el original: “C’est le bon roi Dagobert qui a mis sa culotte à l’envers”.
¿Es admisible considerar a los Rosa-Cruces descendientes de los Templarios? El fabuloso
caballero Christian Rosenkreutz nacería setenta años después del golpe de estado de Felipe
el Hermoso, según explica la leyenda de origen alemán que inventó a este personaje. En
realidad, los Rosa-Cruces no han constituido jamás una Orden excesivamente rígida. Sí
ciertas asociaciones de espíritus curiosos por conocer el secreto reino de Hermes adoptaron
esta denominación, sólo estuvieron ligadas temporalmente al tallo de la gran Rosa en la que
se inscribe la Cruz simbólica. Los hombres a ella vinculados se hallan dispersos por el
tiempo y el espacio, nacidos en siglos distantes, en patrias separadas y el misterioso Gran
Maestre Elías Artista sabe reconocer a los suyos. No entra dentro de los objetivos del
presente estudio investigar si el espíritu de la caballería del Temple se ha refugiado en el
seno más o menos sofocado de tal o cual sociedad secreta. ¿Pero qué espíritu independiente
y clarividente no deploraría el asesinato de esta Orden, cuyos elevados proyectos se
proponían una sintética construcción de la cristiandad según los datos del antiguo
conocimiento sacerdotal?

CAPITULO III
La Caballería en la Epopeya y en la Novela
Dante, heredero del espíritu del Temple - Los caballeros Fieles de Amor - La caballería
amorosa - Los caballeros de la Paloma del Paráclito - El símbolo y las realidades en las
novelas de caballería -
Es el secreto de la caballería el que infunde a los grandes poemas épicos de nuestra era su
entusiasmo interior. Alejados, por un meritorio esfuerzo, de la densa incomprensión
difundida por la crítica oficial de los tres últimos siglos, algunos comentaristas, escalonados
a lo largo del tiempo, han intentado buscar por este lado la clave del secreto de la epopeya.
La enseñanza vulgar considera que el poema épico, en virtud de su tradición y de la técnica
del género, refuerza el relato de las hazañas bélicas con invenciones de un maravilloso más
o menos convencional destinado a servir de distracción y de elemento decorativo. Lo que los
espíritus alimentados con tales conceptos consideran maravilloso o fantástico, es una serie
de extraño batiburillo. ¿Cómo podrían comprender que Homero revela las causas y los
efectos de las acciones humanas, tal y como las ve desarrollarse en el mundo sobrehumano
en el que el Vidente contempla, el adepto medita, el santo se exalta y el gran poeta respira?
¡Qué lamentable barbarie frente a esta antigua civilización que, en tales poemas sabía
venerar a las auténticas hierofanías! ¡Dichosa Italia por haber dado a luz a cuatro poetas, de
muy diferente grandeza, que cada uno según su fuerza, han penetrado en el indispensable
secreto! Dante, Petrarca, Tasso y Ariosto, llenaron sus ojos con los reflejos de la verdadera
luz. A ellos se une Boccacio. Resulta indignante constatar que, en lengua francesa, ningún
poeta fue instruido en el secreto de la epopeya, pues, si Ronsard, este gracioso cantor del
Carpe Diem, o Voltaire, este hombre de espíritu, ensayaron la obra épica el primero no nos
inspira más que piedad y el segundo disgusto. Incluso el gran burlón de los caballeros
errantes, Cervantes, no permanecía ajeno en absoluto al secreto caballeresco puesto que, en
Lepanto, había luchado al lado de los caballeros de Malta. El gran siglo de la civilización
europea, el XIII, ha dejado innegables testimonios de su grandeza: las catedrales y la Divina
Comedia. Es en estos monumentos donde sobrevive el eco del secreto caballeresco. Dante,
alcanza la madurez en los años del proceso contra los Templarios, del que sus versos
profieren una furiosa resonancia. Está totalmente imbuido por el espíritu Templario. Es el
gran animador de esta Orden, San Bernardo, a quien escoge como revelador del supremo
Misterio paradisíaco, cuando dice: "…tanto ch'io giusi L'aspetto mio col Valore infinito". De
este modo reconoce a los tres espíritus que le introdujeron sucesivamente en los tres grados
de su iniciación: Virgilio, Beatriz y San Bernardo. Siguiendo un acuerdo secular, los pintores
siempre dan a la imagen del gran Florentino la expresión tensa del que, en el mundo de la
visión, es el visitante del infierno, y sobre la tierra el partidario vencido que doblega sus
hombros de proscrito, bajo el peso del exilio. Jamás piensan en esclarecer su rostro con la
mayor alegría que se le permite al hombre que es un artista: realizar su obra exactamente
según su voluntad. Por muy apasionado que sea, siempre es lo bastante dueño de su alma
como para dar forma a la sustancia poética según su voluntad. Dirige el vuelo tenebroso de
Pegaso hacia el punto preciso que se propone alcanzar. Es el único poeta que ha poseído
totalmente esta voluptuosidad, solamente comparable a la de los grandes místicos. Al
mismo tiempo, está:
Triste por haber probado voluptuosidades demasiado elevadas, Amargado por haber
conocido los secretos demasiado profundos.
Un estúpido tópico de nuestros días repite que Dante ha expresado los conocimientos y los
conceptos de su época. Pero una de las necesidades del genio es sobrepasar las ideas y las
modas de su tiempo. Su pensamiento se sumerge en el mismo corazón de la realidad
invariable. El hombre que piensa igual que su época, desaparece con ella. ¿Qué podría
perdurar, en edades futuras, de un espíritu que aceptara las versátiles afirmaciones de las
insignificantes doctrinas contemporáneas?
Dante que reprocha ásperamente a Felipe el Hermoso la destrucción de los Templarios, es,
al igual que ellos, johanita. Dice pertenecer al "rebaño de San Juan", es decir, a una Florencia
que figura en la geografía simbólica. En la ciudad terrestre de Florencia, pertenecía al
partido de los Blancos, que de buena gana se volvían hacia los Puros, los Cátaros. Veinte
años antes de su nacimiento, en la ciudad del lis de gules, los Cátaros se habían adueñado
del poder. El águila, que es el pájaro de San Juan, es la que conduce al poeta a la región del
Fuego (I), o sea a un cierto grado de iniciación. De esta forma, el pájaro jupiteriano ha
conducido a Ganímedes. Además, el águila es el símbolo del elemento Fuego de los
hermetistas. Si es ella quien, en la esfera de Júpiter le abre a Dante la filosofía del Misterio,
también es ella quien la transporta a la región de los fieles de amor. Cuando en el ilustre
soneto pide a "toda alma apasionada, a todo corazón generoso" acoger su signo de
reconocimiento, los caballeros Fieles de Amor se apresuran a responder, como Guido
Cavalcanti, miembro de una poderosa familia Cátara, a este ardiente joven. ¿Quiénes son?
Aquellos que levantan sus miradas hacia la Venus Urania, cuya esfera es la de la retórica, es
decir, la de la simbólica amorosa?
Recordemos aquí el último verso de la Divina Comedia, cuando el sujeto se ha elevado a la
cima sublime:
"L'Amor che muove il sole e l'altre stelle" (*)
(*) N.T, El Amor que mueve al sol y a las demás estrellas.
Los Fieles de Amor constituían una hermandad de adeptos dispersos, pero dispuestos a
reconocer a los suyos, según el matiz de su inspiración. Por ello saludaron al joven
desconocido que se revelaba a través del primer verso de la Vita nuova. El Romance de la
Rosa, de forma simbólica, cuenta como su autor, Guillermo de Lorris, entró a formar parte
del número, jamás limitado, de los Fieles de Amor. Tiene veinte años y estamos en
primavera. Llega hasta el río de la Ciencia en el que debe "lavarse bien y hacer relucir su
rostro refrescado y lavado" a fin que fuesen eliminadas las suciedades del mundo vulgar.
Entonces entra en el "vergel del Amor", vallado por una muralla alta y "cuadrada". De este
mismo modo, antes de entrar en el Purgatorio, Dante lavó su rostro con el rocío recogido de
las flores por la mano de su guía Virgilio; pero cuando tuvo que acceder a los planos
superiores, a la entrada del Paraíso bebió el agua de Eunoé, el río de la sublime doctrina. Si
eran muy pocos los que lograban llegar hasta Eunoé, más numerosos eran los que iban a la
orilla del "río de la Ciencia". Allí se bebía el Amor y allí saciaban su sed los Caballeros y las
damas deseosas del "gai sçavoir". Según Ariosto, así lo hicieron Rolando, Renaud y Angélica.
A pesar de tratarse de un tratado de alquimia, los críticos y los profesores consideran el
Romance de la rosa como una obra puramente literaria. Los Fieles de Amor son los
buscadores de la "gaie Science", "gaya Ciencia", es decir, aquellos cuyo espíritu evoluciona en
la primera zona de los conocimientos iniciáticos. El aáguila no les lleva hasta las cumbres.
¿Eran acaso, como fustiga Aroux, Cátaros habilmente camuflados? Aroux, realmente mucho
más inteligente y perspicaz que el mediocre Ozanam, no ve más que lo que ven los espíritus
sistemáticos. Para él, no solo Dante, sino cualquier caballero, cualquier poeta, cualquier
gentil dama es Albigense, incluyendo al Caballero de la Triste Figura nacido de la
imaginación de Cervantes. A los Cruzados del Norte que entraban en la derrotada ciudad de
Béziers y que preguntaban cómo distinguirían a los católicos de los Cátaros, el atroz legado
Pedro de Castelnau les respondía con la célebre frase: "¡Matadlos a todos! ¡Dios reconocerá a
los suyos!" El vibrante erudito Aroux no es tan feroz, pero respondería: "¡Todos son Cátaros!
Existen discriminaciones difíciles. La Iglesia de Toulouse reivindicaba como suyos a San
Benito, San Pedro, Damián, Francisco de Asís, Bernardo, Tomás de Aquino, Buenaventura y a
Cruzados como
Cacciaguida, el bisabuelo de Dante; Roberto Guiscard; Godofredo de Bouillon, el Caballero
del Cisne, y muchos más. Por otra parte en sus homilias sobre el Cantar de los Cantares, san
Bernardo no rechazaba las doctrinas cátaras, solamente exhortaba a sus fieles a que se
abstuvieran, y Tomás de Aquino jamás les ha atacado. Inscribir a un Dante en una secta,
aunque su base fuera gnóstica, es como encerrar a un león en un cesto de mimbre.El
iniciado ha franqueado el umbral de las puertas de la Luz, aquél al que Eunoé proporcionó el
agua del tercer bautizo, aquel que recogió el ramo de oro en el bosque sagrado, respeta
todas formas dogmáticas y culturales a través de las cuales se han presentado a las masas
las realidades ocultas. Puede llegar a adoptar una, pero no le resulta imprescindible. Respira
en una región en la que las fórmulas se marchitan, las herejías se asfixian y las ortodoxias se
adormecen. Los Fieles de Amor son una sociedad secreta como las que poblaron la Edad
Media, pero estas sociedades están jerarquizadas, y estos Fieles ocupan el lugar más alto de
la jerarquía; al igual que los maestros de obras que construyeron las catedrales donde se
daban cita estos Filósofos del Fuego. Llegaban a París desde todos los rincones del mundo
para reunirse con sus cofrades el sábado, día de Saturno, en el atrio delante del cual una
Catedral que no conocemos (I) guardaba los misterios de Notre-Dame, de la Madona de
Dante, de Petrarca, de Marsilio Ficino, de Leonardo y de la Virgen celeste que también podía
ser la suprema Sofía. Las cofradías obreras de los compañeros también eran secretas y hubo
reyes que intentaron ser admitidos en ellas.
(I) Fue destruida por un incendio. Solamente conocemos la que fue terminado por Viollet-Le
Duc en el año 1858.
Estos Fieles habían propagado por toda Europa una tropología amorosa de la que los
trovadores nos han transmitido la gracia decorativa y las lánguidas apariencias. Al trovador
cátaro Pedro Vidal, se le apreció un día un joven caballero, resplandeciente de joven belleza,
coronado de rosas y de zafiros, que iba montado sobre un palafrén cuyo pelaje tornasolado
brillaba como la garganta de las palomas torcaces. Éste le dijo: "Pedro Vidal, ¡yo soy el
Amor!, esta dama que me acompaña es Gracia, esta damisela es Pudor y este escudero,
Lealtad!". En el sur de Francia y en Italia es donde la caballería amorosa afirmó sus
alegorías, de las que supo mantener la elegante fuerza bastante tiempo, antes de que
cayeran en la sosería. Pero, en toda la cristiandad la mujer adquiere una aureola azulada en
el mundo caballeresco. En el proceso de los Templarios, los acusadores han insistido en su
misoginia de forma muy especial. Sin duda, sus dirigentes temían que sus afiliados pudieran
ser presa de la seducción femenina; pero en la sociedad organizada por ellos, querían
conceder a las mujeres el derecho electoral, que actualmente les está claramente negado.
Una de las reglas del Temple que ha llegado hasta nosotros decide que la orden ya no
contará más con hermanas. Lo que significa que San Bernardo las había admitido. Gracias a
un prodigioso golpe de genio, los maestros de la poesía medieval han presentado a la mujer
bajo los significados que el esteta Dante, a semejanza de los teólogos que comentan las
Escrituras, exige del poema: literal, alegórico y moral. ¿Acaso la Laura de Petrarca, no se nos
ofrece así triplemente sugestiva? Pero, sólo Dante tiene poder para situar a su Beatriz en los
vapores dorados de la anagogía, y dotarla del cuarto y supremo significado. Junto al
caballero aparece la Dama, la criatura femenina dominadora de su propia y fatal debilidad,
imantada por una fuerza interior sacada de las atmósferas superiores; no ya una mujer, sino
la encarnación del misterioso Amor. "Ecce deus fortior me"; he aquí a un dios más fuerte que
yo, exclama Dante cuando ve a la joven a la que transpondrá al plano visionario. Los
caballeros han aprendido los secretosen las cortes de amor, antes de que éstas cayeran en la
frivolidad. Los caballeros de la Paloma del Paráclito, incluso después de haber sido "faidits"
(proscritos) han experimentado con gran fuerza la influencia de estas ilustres damas del
mundo cátaro, designadas por nombres feéricos: Esclarmonda de Foix, madre de las
Perfectas del Tabor, su hija Escaronia, su
romántica coadjutora Riscenda del Theil, su sobrina Ermesenda, Esmengarda, la bella
Castraise, ilustrada por las poesías del trovador Ramón de Miraval. Cada uno de estos
caballeros tenía su "agapète", su amante mística, cuya imagen contemplaba fuera del ciclo
carnal. Esta concepción de la mujer, desarrollada en la época dorada de la caballería,
persiste en la poesía y en la novela, incluso cuando son desprovistas de sus significados
latentes. Salvo honrosas excepciones, no conocemos más novelas de caballería que la
caricatura llevada a cabo cuando este género, ya en plena decadencia, fue a caer en manos
de unos fabricantes, totalmente despreocupados de sus significados alegóricos; los ilegibles
"Scudéry" y otros cuentistas decadentes. ¿Ha podido Don Quijote matar parasiempre con su
lanza al dragón que fue el adversario de tantos románticos caballeros? Cervantes considera
los cuatro primeros libros del Romance de Amadís como una obra maestra. Sin duda, sabe
que los géneros literarios se reducen a un número demasiado pequeño como para que
alguno de ellos muera. Los hay que experimentan eclipses ya que, al igual que todas las
cosas de este mundo, se hallan sometidos a las modas. Nada indica que la Novela de
caballería no renacerá, revestida de nuevas apariencias. Bastaría con la aparición de un
artista de talento. ¿No hemos vuelto a ver en la realidad palpable renacer al caballero, si no
esotéricamente "armado", al menos reconocido por su valentía? La maquinaria destructiva
de las guerras modernas parecía haber anulado el valor personal del combatiente, de capital
importancia tanto en la época de las Cruzadas como en la guerra de Troya. Ahora bien,
durante el transcurso de la última guerra, hubo caballeros voladores que combatieron en el
cielo. No basta con ser un excelente soldado para convertirse en un Guynemer o en un
Nungesser. ¿El nombre de Guynemer, al decir de la canción de Rolando, no es el del tío de
Ganelón? Según uno de los temas más corrientes de las novelas de caballería, el caballero
andante cabalga armado en busca de aventuras. Penetra en un bosque en el que se enfrenta
a leones, dragones, gigantes o a culpables caballeros. Si resulta herido, encuentra cobijo en
el refugio de un ermitaño. Llega hasta algún castillo asediado por un temible enemigo, en el
que está situada una bella princesa a la que rescata y que se enamora de su salvador. De
estos acontecimientos, unos podrían inscribirse en el plano de la realidad y otros en el
alegórico. Al lado de estos caballeros dependientes de una Orden, había también caballeros
solitarios, caballeros andantes en busca de alguna aventura con la que hacer fortuna. Según
Sicille, el perspicaz autor de "El Blasón de los colores", los caballeros andantes se vestían de
verde. El sinople es el color venusiano que significa ardiente vitalidad, y, tal y como todavía
recuerda el pueblo, esperanza. El color de las armaduras tiene siempre un significado:
vemos como aparece el caballero negro, y el caballero bermejo. El caballero andante, que, al
igual que más tarde sus semejantes: el buscador de fortuna o el benjamín de la familia que
partía a las islas, no poseía nada más que su espada, la ponía temporalmente al servicio de
algún señor feudal, o de alguna castellana en apuros. "Resulta indudable, afirma Fauriel, que
en todos los países de Europa en los que existieron caballeros surgiera también otro tipo
muy particular de éstos a los que conocemos con el nombre de caballeros errantes". Y cita
como prueba el impuesto que en el año 1241, les impusiera el rey Enrique III de Inglaterra,
el cual tenía enormes necesidades de dinero. La mayoría de las veces, esta condición de
caballero errante era accidental y transitoria. De este modo, los "pellegrini d'Amore" citados
por Dante, se convierten en misioneros de la secta; en los caballeros errantes de los Fieles
de Amor. También existían ermitaños, personajes consagrados por propia voluntad a la vida
coantemplativa y con un carácter demasiado independiente como para poder formar parte
de un "Kenedl" o clan, es decir, una comunidad o "lann". El "lann", que actualmente forma
parte de la composición de la mayoría de los nombres de las localidades bretonas, era la
aldea constituida jerárquicamente según el modelo de los druidas, una especie de
monasterio que englobaba a toda la población laica. El ermitaño vivía alejado de estas
aglomeraciones, en una cabaña que él mismo se había construido y se dedicaba a
interpretar las voces del bosque de manera adivinatoria. Es el sucesor del Ovate céltico, un
meditabundo solitario cuya autoridad espiritual amansa a las fieras e infunde respeto a los
hombres.
Al estar protegido por un halo de veneración y también de superstición, ni los más temibles
bandidos osarían desvalijar su cabaña. También era el banquero benévolo de los pobres, ya
que los campesinos le confiaban sus ahorros. Al igual que, y a través de transformaciones
superficiales, los tipos humanos se perpetúan en el tiempo, también podemos ver aparecer
la figura del ermitaño en los Morabitos Musulmanes o en un personaje como el del Padre de
Foucault. Pero incluso estos Ovates o ermitaños todavía existían en Bretaña hace una
veintena de años (y probablemente, actualmente sigan existiendo). Dentro de la Institución
de "los mendigos de la parroquia", se consideraba que éstos habían nacido para las
inquietudes de las cosas celestes y no para las labores de la tierra. Estos mendigos oficiales
eran alimentados por los campesinos, para quienes actuaban como intermediarios con el
mundo divino. Eran los encargados de llevar a cabo una serie de misiones espirituales, como
por ejemplo la de reemplazar en las peregrinaciones a aquellos labradores enfermos u
ocupados en las labores del campo, así como de decir las oraciones en nombre del común de
los mortales que no tiene tanta influencia como él con los Poderes sobrenaturales. Eon de
l'Etoile, un gentilhombre de Loudéac, a finales del siglo XIII era un ermitaño que vivía en el
bosque de Brocéliande cuando se le apareció Merlín y le aconsejó que, en misa, abriera su
espíritu a las primeras frases del Evangelio. Fue entonces cuando abandonó su soledad a la
sombra de los robles para ir a predicar en Bretaña un gnosticismo algo vago al que convirtió
en una moda bastante efímera. En el bosque en el que se introduce, el caballero errante es
atacado por leones y por dragones. El león animal solar, simboliza aquí la pasión interior:
para los alquimistas es representada el símbolo del "fuego secreto". Hércules debe luchar
sin armas contra el león del bosque de Nemea y estrangularlo con sus brazos desnudos: el
valor de la sinceridad es que vencerá a la pasión. En cuanto al dragón, ¿acaso no es el
símbolo doble, universalmente aceptado, del "Guardián del Umbral", es decir, del primer
obstáculo que debe de vencer aquel cuyo espíritu quiere evadirse del mundo familiar?
Existen un sinnúmero de leyendas locales en las que un santo vence al dragón que tenía
atemorizado a todo el país. Así lo hizo San Marcelo en París y en su recuerdo se halla
conmemorado en el Portal sur de Notre-Dame, al menos mediante una moderna
reproducción medio fiel a la anciana escultura que hay que ver, si lo que buscamos es su
sentido hermético, en el Museo de Cluny. Pero existen dos tipos de dragones, el bueno y el
malo, parientes de ambas serpientes del caduceo; está el dragón de oro y el dragón negro.
Los Chinos han sabido conservar la duplicidad del símbolo en toda su pureza original.
Recordemos que el estandarte de los Celtas que Merlín levantaba a los cuatro vientos,
llevaba el dragón de oro, pudiendo así conducir a través de los campos de Cataluña a las
tropas del "Tractus armoricanus", enfrentándolas contra los Hunos de Atila. ¿Quién sabe, si
en estos mismos campos, después de catorce siglos, y permaneciendo invisible en la
atmósfera oculta, no seguía flotando también a la cabeza de la armada de Mangin? pues el
mundo de hoy sigue impregnado por los recuerdos de la caballería. ¿Quién de nosotros no
ha seguido alguna vez el ritual del roscón de Reyes, que permanece hasta nuestros días,
legado por la Tabla Redonda? "La ciencia del pasado no significa nada, a menos que pueda
evocar ante ti la totalidad del futuro", afirma Slowacki. El pasado y el futuro, los dos polos de
esta ficción que es la del tiempo, están atravesados por el mismo eje. El mundo caballeresco
que se llevó consigo su secreto en una urna sellada, se alejó bajo la tumba sucesiva de los
siglos y fue creando distintos puntos de vista, como velos de distintos colores. Pero esta
lejana urna que permanece cerrada, a veces desprende unos vapores que se propagan por
nuestra atmósfera en la que ninguna belleza ha difundido en vano el perfume de su aliento.
Gracias a su leyenda y a su ejemplo, que bajo la protección de algún genio, se ha refugiado
en obras inmortales, la caballería no ha dejado de participar en la dirección del mundo, de
este mundo que tan solo puede permanecer estable a través del secreto
Apéndice
Los Padres de la Iglesia y los Escolásticos atribuyen cuatro sentidos a las Escrituras; el
primero o literal y otros tres que van escalonándose en el sentido figurado: "Las Escrituras
tienen varios sentidos: el sentido histórico o literal y el sentido espiritual, que a su vez se
divide en otros tres sentidos: alegórico, moral y anagógico" (Tomás de Aquino, "Suma", t. I, I
8 parte, p. I). "Hago las similitudes a través de los profetas", nos dice la Biblia (Hos. XIII, I).
Los cabalistas hacen las mismas afirmaciones y alguno de ellos le atribuye siete sentidos al
Cantar de los Cantares: "Separa y reconoce las cosas utilizando tu inteligencia y de este
modo comprenderás aquello que haya sido expresado con una metáfora o con una
hipérbole, así como todo aquello que indique la acepción primitiva de los términos. Y
entonces, todas las profecías se te convertirán en algo comprensible y evidente, mientras
que a Dios, tus creencias le resultarán de lo más razonables y agradables". (Maimónides,
"Guía de los perplejos"). Molitor les atribuye cuatro sentidos: literal, alegórico, simbólico y
anagógico. Cada uno de estos sentidos se halla representado pro una palabra cuya inicial, y
siguiendo el orden, es una de las cuatro letras de la palabra "Paraídos" o "Pardès, (sabemos
que en hebreo las vocales no están consideradas como letras): "Pasbut, Ramnès, Dérath,
Sod". Estos cuatro sentidos corresponden a las cuatro orillas del Edén. Dante desea que la
poesía posea estos cuatro sentidos. (II convito I). ¡Y tiene derecho a ser exigente! Jamás
hubiera tomado a Virgilio como maestro si en su obra no hubiese podido hallar estos
sentidos secretos. Y, por otro lado, escuchemos a Bocaccio: "Los poetas de la antigüedad, y
en la medida de lo que su propia inteligencia pudiera permitirles, siguieron las huellas del
Espíritu Santo. Estas huellas de la ciencia eterna se hallan ocultas tanto en las Santas
Escrituras, como en los escritos de los poetas: y bajo este velo es donde se conservan las
verdades que deberán ser totalmente demostradas al final de los siglos. La utilización de los
símbolos para cubrir estas verdades, posee estas ventajas: la de presentar a un mismo
tiempo el texto del libro y el misterio que permanece oculto en él; la de ejercitar
simultáneamente la reflexión de los sabios y el instinto de los simples, así como la de poder
alimentar en público el alma de los débiles, siendo capaz sin embargo de llegar a elevar en el
más profundo silencio, el pensamiento de las inteligencias más sublimes. Una escuela de
poetas contemporáneos recibe el nombre de "Simbolista". Resulta muy curioso que ninguno
de estos poetas se haya preocupado por llegar a conocer el mundo del símbolo. Y de este
modo, los pintores contemporáneos desconocen totalmente el simbolismo de los colores. La
extraordinaria obra llevada a cabo por Frédéric Portal en este aspecto, debería servirles de
vademécum
HEROE
En la mitología y el folclore, un héroe (del griego antiguo ἥρως hērōs) o heroína
(femenino) es un personaje eminente que encarna la quintaesencia de los rasgos claves
valorados en su cultura de origen. Comúnmente el héroe posee habilidades y rasgos de
personalidad idealizados que le permiten llevar a cabo hazañas extraordinarias y
beneficiosas («actos heroicos») para salvar a las personas del peligro, por las que es
reconocido (compárese con el villano).
En la narración mitológica se conforma por un inicio casi siempre extraordinario, mediado
de diversos conflictos que se resuelven, y un evento final en donde el héroe se confronta con
su contrario (ya sea un individuo o conjunto de individuos) y finalmente muere (ya pierda o
gane) de manera gloriosa para servir de ejemplo al género humano.1
Etimología y definición
La palabra héroe proviene del griego antiguo ἥρως (hērōs) y podía ser aplicado tanto a
hombres como a mujeres ilustres. El concepto apareció por primera vez en Grecia y fue
aplicado en la cultura por Píndaro quien distingue entre dioses, héroes y hombres.2 A su vez
Platón3 distingue entre dioses, démones o demonios, héroes y hombres. En la época arcaica
Hesiodo define héroe como «semidiós» o «dios local» mientras que Aristóteles4 declara que
los héroes eran, tanto física como moralmente, superiores a los hombres. Pero el significado
moderno de héroe o semidiós aparece con latinos como Cicerón;5 y con el célebre Virgilio.6
La definición que Kerengi7 da del héroe es:
Recibe un culto (de hecho, buena parte del culto se consagra a los héroes [griegos]); pero no
es, en modo alguno una divinidad. Tampoco es un ser humano, o por decir mejor, ya no es un
ser humano. Ha sido un hombre, o una mujer, tras haber vivido, ha sufrido una muerte
heroizadora. La muerte le ha conferido un estatus como figura religiosa, activa tanto en el
culto como en el mito. Por esto los hombres actuales pueden solicitar su ayuda, o intentar
conjurar su cólera; se dirigen a él, le invocan y, last but not least, cantan sus altas proezas,
los designios de Dios, han sido constituidos como mediadores entre la divinidad y los otros
mortales, aquellos que todavía no han alcanzado la bienaventuranza eterna.
Northop divide a la ficción dependiendo la acción del héroe:8
·0 Si es superior a los hombres y a la naturaleza misma entonces estamos hablando del
ámbito
de la mitología.
·1 Si es superior a los hombres pero no a la naturaleza hablamos entonces de la épica y
la tragedia, semejante a la idea de héroe que tenía en mente Aristóteles.
·2 Si no es superior ni a los hombres ni a la naturaleza entonces hablamos de la
comedia y de la ficción realista (aquella que habla sobre personajes históricos).
Descripción del héroe
Según el crítico de la Generación del 27 Pedro Salinas, el héroe literario fue, sucesivamente:
1. El inmortal, o héroe del mito.
2. El guerrero, o héroe de la epopeya o cantar de gesta medieval.
3. El ser excelso, o héroe idealizado de las novelas sentimentales del renacimiento y el
romanticismo.
4. Un hombre corriente, o héroe de clase media o burguesa de la novela realista y
naturalista del siglo XIX.
El tránsito del tercer estadio al último se verifica, según él, con el antihéroe de la novela
picaresca española, en los siglos XVI y XVII.
Héroe en el sentido amplio
En ocasiones se considera «héroe» a la persona que salva a otras personas de un grave
peligro, produciendo con ello un hecho noticiable o mediático. Igualmente se hablaba en el
mundo socialista (Alemania, URSS) de «héroes del trabajo», aplicándose el término
extensivamente a quienes mostraban muy especial dedicación o productividad en el trabajo.
Modernamente se tiende a confundir, en ocasiones por motivos propagandísticos, políticos o
sentimentales, a los «héroes» con las «víctimas» (los «héroes del 11/S», los héroes
supervivientes de los campos de concentración, etc.), o simplemente con las personas
famosas o célebres.
Héroe literario
En la Literatura, o el cine, el héroe es simplemente el personaje central de una obra, cuyas
acciones o hazañas se relatan. En la literatura y especialmente en las novelas y en las
tragedias, el héroe puede también tener graves defectos que le llevan a la perdición, como en
el caso de Hamlet. En la ópera y el teatro musical, el héroe y la heroína suelen ser
interpretados por un tenor y una soprano, personajes más vulnerables son interpretados
por voces líricas, mientras que los más fuertes lo son por voces graves o dramáticas. Un
subtipo moderno del héroe literario es el llamado «superhéroe», personaje de cómic, novela
o cine dotado de «superpoderes», y habitualmente dedicado a salvar a la humanidad de
delincuentes y peligros varios.
Héroe mitológico
Los héroes mitológicos de las culturas griega, romana, germánica u otras. Los héroes más
célebres se acercan al estatus de dioses en algunas culturas. La palabra héroe procede del
griego antiguo (ἥρως hērōs), y describe al héroe cultural que aparece en la mitología. Los
héroes griegos eran personajes mitológicos, fundadores epónimos de ciudades y territorios
griegos. Estos héroes no siempre eran modelos de conducta o poseían virtudes heroicas;
muchos eran semidioses, hijos de mortales y dioses. La época de estos héroes en la que se
sitúan las historias de la mitología griega se conoce como la «edad heroica», que termina
poco después de la Guerra de Troya, cuando los legendarios combatientes volvieron a sus
hogares o marcharon al exilio.
El héroe clásico tiene lo que Lord Raglan (un descendiente de FitzRoy Somerset) denominó
una «biografía cultivada» compuesta de unas dos docenas de tradiciones comunes que
ignoraban la línea que separa el hecho histórico del mito. Por ejemplo, las circunstancias de
su mismo nacimiento son inusuales: un hombre poderoso intenta matarlo al nacer, es
raptado y criado por padres adoptivos en un país lejano. Rutinariamente el héroe encuentra
una muerte misteriosa, a menudo en la cima de una colina, su cuerpo no es enterrado, no
deja sucesores y tiene uno o más sepulcros sagrados.
En la mayoría de las religiones indígenas europeas aparecen héroes en alguna de sus
formas. Los héroes germánicos, helénicos y romanos, junto con sus atributos y formas de
adoración, fueron ampliamente absorbidos por las confesiones ortodoxa y católica del
cristianismo, constituyendo la base de la actual culto a los santos.
Características del héroe
Rasgos distintivos generales del héroe
5. Una inteligencia superior que les posibilita solucionar acertijos y problemas (p.e. el
de Edipo frente al enigma propuesto por la esfinge).
6. Cometer un phónos akoúsios, es decir, una muerte accidental, por lo que deben
sufrir un castigo que determina el exilio (p.e. Heracles).
7. Debe ser valiente, honesto, debe pensar en los demás, tener valores, ser seguro de sí
mismo, y persigue sus objetivos sin importar los obstáculos.
8. La mayor parte de las veces han experimentado el exilio, lo que implica una suerte
de conocimiento o iniciación por la que, al regresar, se muestran como seres algo
diferentes [pensemos el caso de Jesús, Eneas o el Cid].
9. Poseen una morfología fuera de lo ordinario; en la mayor parte de los casos
manifiestan marcas visibles –Lábdaco es cojo, Odiseo tiene una cicatriz; algunos son
gigantes; otros enanos; otros, como Heracles, poseen una fuerza desmedida; esa
morfología singular los lleva a realizar acciones también singulares.
10. Por razones diversas siempre existe algún ser (divino o mortal) que pretende
deshacerse del héroe, por lo que lo somete a combates extraordinarios de los que se
espera que no regrese; mas siempre sucede lo contrario, y el héroe retorna
victorioso. (p.e. los trabajos de Perseo)
11. Sortear diversas pruebas y otros tipos de competencias, de las que el héroe siempre
sale airoso. (p.e. cualquiera los héroes del deporte)
12. Fundación de ciudades, la mayor parte de las veces por predicción de algún oráculo.
13. El portar determinadas armas que los caracterizan (en el caso de Heracles una maza
arrancada por el héroe en la floresta o bien un arco heredado y que ,tras su muerte,
lega a Filoctetes)
14. El haber tenido una gestación y un nacimiento singulares (así, en el caso de
Heracles, Zeus para gozar de Alcmena, triplica la duración de una noche y luego Hera
demora la gestación de Alcida).
15. El haber sorprendido ya en su niñez con hazañas inimaginables (Heracles por
ejemplo estrangula dos serpientes siendo un niño).
16. Poseer un fin generalmente violento dado que mueren despedazados (Orfeo),
quemados (Heracles), en combates singulares (Layo), fulminados por un rayo,
metamorfoseados, lo cual, en la mayor parte de los casos se da seguido de una
apoteosis o transfiguración (Heracles, Orfeo, Edipo).
17. Tener un final sobrenatural; tal el caso de Edipo, según refiere Sófocles al final de
Edipo en Colono, que próximo a morir –según relata el mensajero-, es invitado por
una voz impotente a elevarse y sumarse al conjunto de dioses quienes en ese trance
lo reconocen como a uno de los suyos.
18. Tener un destino desventurado con sus hijos (Yocasta y Layo con Edipo, Heracles
con los que había tenido con Megara).9
Rasgos éticos, morales e intelectuales
·3 Naturaleza mixta: Por lo general, los héroes tienen una naturaleza mixta, es decir,
son mitad humanos y mitad dioses.10
·4 Conflicto con el mundo exterior: El héroe se pone, a pesar de su superioridad, al
mismo nivel de la gente común a la que aquejan problemas semejantes. Esto es lo
que hace que el héroe nos sea simpático y nos identifiquemos con él.11
·5 Coraje: El coraje para enfrentar la vida es una de las características más obvias para
un héroe, porque no podría llamarse héroe si todo le diera miedo o no emprendiera
ninguna aventura. El héroe siempre tiene el coraje suficiente para enfrentar los
problemas de la vida y de su propio destino.12
·6 No tiene miedo a la muerte: El héroe no tiene miedo a la muerte. En sus combates y
empresas que lo llevan al borde de la existencia ellos muestran valor y coraje.13
·7 Ideología utópica: El héroe se rige por valores universales los cuales hacen
referencia al ciclo de la vida: del inicio, al final y a la renovación de la vida. Si no tiene
miedo a la muerte, es porque no se fija en la muerte del individuo, sino en la
pervivencia del espíritu humano.14
Rasgos de acción del héroe
·8 Separación del mundo: Los héroes constantemente sufren un cambio de lugar por
causas ajenas a su voluntad, es decir, han sido movidos de su lugar original.15 Esto
hace que el héroe busque en su viaje la manera de llegar a casa a toda costa, donde
su familia, amigos u otros lo esperan.16 El que un héroe sea movido de su lugar de
origen implica un viaje para volver o para encontrar un nuevo hogar. Dicho viaje
puede o no ser físico, porque lo que en realidad importa es el viaje interior de
autoconocimiento, pues conociendo la naturaleza del hombre y su conexión con el
mundo es como se vislumbra la renovación de la vida, la trascendencia del espíritu
humano y que a la vez hace que lo mortal y lo inmortal sea uno mismo como
realmente lo es.17
·9 Búsqueda de aventura: La búsqueda constante de aventura o sed de sangre hace que
el combate inicial sea una especie de iniciación para el héroe. Estos combates se dan
por el empeño en superar su parte mortal, llevar lo mortal al límite y sobrepasarlo,
por lo que emprende diversas empresas. Dichas empresas se sumergen en un
tiempo distinto al nuestro, más bien están en los tiempos del origen del hombre y
del mundo, y son paradigma del comportamiento humano.13 Sin embargo, también
ocurre que su iniciación en la aventura sea de manera involuntaria, ya sea por un
accidente, por fuerza del azar o por la intervención de un segundo.18
·10 Respuesta al llamado: La respuesta al llamado, ya sea voluntario o involuntario
(fruto de la curiosidad), por causa del azar, del destino o de alguien más, es
imprescindible para el héroe para demostrar su valentía, su coraje; aunque también
demuestra cómo se somete ante el destino.19 Es decir, el responder al llamado es
aceptar la imposibilidad de actuar frente al destino.
·11 Muerte inconsciente: A los héroes, por lo general, la muerte les llega de manera
involuntaria, pues su error, imperfección o comportamiento indigno lo comenten en
actos de enajenación durante la batalla, lucha o circunstancias donde no les es
posible pensar de manera consciente.20 El héroe no tiene miedo a la muerte, se sabe
superior a ella.21 Es sobre todo una muerte joven y prematura la que los diviniza,
pues por sus cuerpos no pasan los efectos del tiempo: no se deterioran, no muestran
vejez o enfermedad.22 Y según Campbell, la muerte del héroe no es tomada de
manera negativa, sino como un acto para la renovación del mundo.23
·12 Batalla con su contrario: El antagonista puede ser el causante de la separación del
héroe con su hogar. Entonces el héroe se sentirá atraído en busca de la causa de su
viaje o por venganza, como medio para lograr el equilibrio. Y aunque pierda el héroe,
eso no significa que sus valores y su ideología no hayan trascendido; al contrario:
sus actos, pensamientos y valores pasan a la humanidad.24
·13 Regreso para mejorar el mundo: Si después de la batalla el héroe regresa a su hogar,
duda de los valores preestablecidos, del orden social, y puede, ya sea directa o
indirectamente, cambiar y romper dichas reglas para mejorar la sociedad.25
·14 El héroe torpe: Una persona bienintencionada pero incompetente, y que suele
poner en riesgo involuntariamente a amigos y adversarios. Sus actos más llamativos
son confundir a inocentes con villanos, detener a los malos inconscientemente o
malinterpretar las pruebas más evidentes. Como ejemplos, Coop de Megas XLR,
Jacques Clouseau, el Chapulín Colorado, el Superagente 86 y el Inspector Gadget.
·15 El héroe de personalidad neutra(?): muy empleado en videojuegos. No suele
hablar, a menudo hay un hada guía o similar que da por él las respuestas, haciendo
que el personaje conserve una personalidad neutra que expresa solo lo básico. Toma
decisiones éticamente correctas (salvo que se de a elegir al jugador), permitiendo a
los jugadores ver más fácilmente un avatar suyo en el mundo del juego, como en el
caso de Link en The Legend of Zelda.
ANTIHEROE
Un antihéroe hace referencia a un personaje de ficción que tiene algunas características
que son antiéticas comparadas con las del héroe tradicional. Un antihéroe en los libros y
películas actuales generalmente realizará actos que son juzgados "heroicos", pero lo hará
con métodos, intenciones o motivos que no lo son.
Uso y significado
El uso actual de la palabra es reciente y su significado primario ha cambiado. En algunas
instancias el antihéroe ha venido a referirse al protagonista de una obra cuyas acciones o
motivos son cuestionables. Se le denomina Protagonista Antagónico. También es el
protagonista desprovisto de las cualidades extraordinarias (belleza, integridad, valor…) con
las que habitualmente se presentaba el héroe en los relatos épicos.
Ejemplos de novelas protagonizadas por antihéroes son La vida de Lazarillo de Tormes y de
sus fortunas y adversidades y El ingenioso hidalgo don Quijote de La Mancha . En la
literatura más reciente tenemos el personaje de Lisbeth Salander en la conocida saga de
"Millennium".
Ejemplos en los cómics son: Lobo de DC, Spawn, Red Hood, Deadpool, Anarki, The Darkness,
Rorschach y la mayoría de los Watchmen, The Punisher, V de Vendetta, John Constantine de
Hellblazer, Spider Jerusalem de Transmetropolitan, Ghost Rider, y un largo etc..
Características del antihéroe
Así, el antihéroe puede ser asocial, inteligente, enajenado, cruel, desagradable, pasivo,
lamentable, obtuso, o simplemente ordinario. Cuando el antihéroe es el personaje principal
en una obra de ficción, la obra frecuentemente lidiará con el efecto que su atroz personaje
tiene en aquellos a quienes conoce a lo largo de la narrativa. En otras palabras, un antihéroe
es un protagonista que vive por la guía de su propia brújula moral, esforzándose para definir
y construir sus propios valores opuestos a aquellos reconocidos por la sociedad en la que
vive. Adicionalmente, la obra puede representar cómo su personaje cambia a través del
tiempo, ya sea tendiendo al castigo, el éxito no heroico, o la redención.
Además de estas "cualidades", hace falta nombrar que el antihéroe es de esta manera debido
a que su pasado fue doloroso o cruel y que estas tragedias le dan origen a su personalidad y
una perspectiva distinta a la de los héroes o villanos; puede decirse que el antihéroe vive
más en la zona gris. Otras veces, un antihéroe puede tener intenciones malvadas o crueles
por simplemente ser así de naturaleza, sin excusas. En ocasiones, el antihéroe puede incluso
cumplir un rol de villano o viceversa, aunque eso depende mucho del tipo de obra.
PRINCIPE AZUL
El príncipe azul es un personaje que se originó en varios cuentos de hadas. Es un príncipe
que va al rescate de una dama en apuros, y típicamente debe emprender una búsqueda para
liberarla de un malvado hechizo. Se ha llamado así a los héroes de varias historias del
folclore tradicional, entre ellas Blancanieves, La bella durmiente y Cenicienta.
El príncipe azul es típicamente un joven bien plantado. Con frecuencia luce un fajín o cinta
alrededor de su uniforme principesco, y a menudo pequeño y lustroso bigote. En muchas
representaciones habla con acento francés o británico. Según cuenta la historia tiene
diferentes significados desde las distintas edades.
Según el escritor y profesor de literatura Severino Calleja, el personaje nace con este
nombre en «una leyenda rumana del siglo XIX llamada El Príncipe Azul de la lágrima». El
color azul alude al carácter real del personaje, teniendo posiblemente el mismo significado
que en la expresión sangre azul: la aristocracia acostumbraba a alejarse del sol, por lo que
estaban pálidos y las venas eran más visibles en su piel blanca (aunque quizá también tenga
que ver con la endogamia, fuente de enfermedades cardiovasculares que hacen que la
sangre tenga un color rojo menos intenso).A saber, en el siglo XVII en Francia se decía que el
azul era un color maravilloso. El color, sin embargo, no es lo más importante, y de hecho solo
se menciona en versiones modernas de los cuentos; de hecho, la expresión se popularizó a
raíz de la canción cantada por la protagonista de la versión de La bella durmiente animada
por Walt Disney (1959). Desde entonces el nombre se ha aplicado a personajes muy
similares que aparecen en Blancanieves y Cenicienta. Lo más importante para la trama de
estas historias es el estatus real del príncipe azul, que le permite romper las maldiciones
que mantienen dormidas a Blancanieves y La bella durmiente, así como —en palabras de
Calleja— «[... la] construcción folclórica de un cúmulo de ideales en torno a un personaje
que encarna el matrimonio, la boda entendida como final feliz, como recompensa».
En otra variante, el príncipe azul es la víctima de una maldición que le ha transformado en
una rana o un sapo. En esta versión, el príncipe debe ser besado por una princesa mientras
tiene aspecto anfibio para poder romper la maldición, y solo entonces puede recuperar su
forma humana de guapo príncipe.
El personaje del príncipe azul es deconstruido en la película de 2003 Shrek 2 (donde tiene
una personalidad no muy alejada de la de Gastón en La bella y la bestia de Disney, aunque
bastante más metrosexual).
El príncipe azul es un personaje importante en el cómic Fábulas, donde se casa
sucesivamente con Blancanieves, la Bella Durmiente y Cenicienta, terminando cada
matrimonio en divorcio por ser un mujeriego compulsivo. Él mismo comenta: «Siempre amo
de todo corazón a una mujer cuando la persigo por primera vez... pero no soy bueno en la
parte de felices-para-siempre.» El príncipe aplica su encanto en las elecciones para alcalde
de Fabletown, la comunidad de «fábulas» underground, encontrando la tarea más difícil de
lo que había previsto.
Prince Charming es el título de un álbum y canción de 1981 de Adam and the Ants, y
también de una película de 1999 protagonizada por Andy Lau y Michelle Reis.
PRINCIPE
(«Princesa» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Princesa (desambiguación).
Un príncipe (femenino princesa) es un miembro de una aristocracia gobernante o nobleza.
Normalmente es un título asociado a la realeza, siendo usado por hijos del rey. Típicamente,
en la mayoría de las dinastías europeas, recibe el título de príncipe el hijo varón y heredero
de un monarca (como el Príncipe de Asturias o el Príncipe de Gales), aunque a veces se usa
de forma más amplia en el sentido del infante castellano. También es el título de algunos
soberanos, cuyos países no son considerados reinos (tal es el caso de Mónaco, el Príncipe
Alberto II, como ejemplo). En algunos países es también uno de los más altos títulos de
nobleza (normalmente reservado para familias con sangre real). El título príncipe también
se usa para referirse al esposo de una reina.
Es uno de los títulos más estereotipados, siendo normalmente asociado a la belleza y virtud
y formando parte de numerosos cuentos y leyendas.
Etimología y origen
La palabra príncipe viene del latín princeps (primer ciudadano).
El título se convirtió en hereditario tras Augusto, en la etapa conocida como Principado,
previa a la instauración oficial del imperio.
En los tiempos de la monarquía visigoda, en los que el monarca se designaba por elección,
los príncipes eran los gobernantes locales con derecho a elegir y a ser elegidos rey.
Principados independientes
El título de príncipe es usado por algunos nobles que son cabeza de estados independientes,
pero no considerados reinos. Actualmente Liechenstein y Mónaco son los únicos que
quedan (aunque Andorra es un principado, no tiene príncipe sino dos copríncipes). Como
rango nobiliario, se considera superior a Duque, pero inferior a Gran Duque.[cita requerida]
El príncipe como soberano
La tradición política medieval catalana fue heredera de la noción de "Princeps" (Príncipes)
que, en tiempos de la transición de la república romana clásica hacia la época del
Principado, se utilizó en contraposición con la noción de "Rex" (Rey), reflejando un debate
político de gran calado (muy intenso en transición entre la República romana y el Principad)
donde el "Prínceps" «el primer ciudadano» era la cabeza del Imperio, por tener adjudicado
los principales puestos y funciones heredados de la República, la soberanía en términos
teóricos pero no prácticos residía en los órganos representativos de los considerados
ciudadanos (Senado, en Roma) y, contrariamente, el "Rex", que, en los sistemas
monárquicos de gobierno (como la época de los reyes en Roma y los reinos en la época
medieval) poseía la soberanía a título personal. Los partidarios de la República aceptaban a
un "Princeps" (sujeto al senado) pero no a un Rey (con el poder absoluto). En la Roma
clásica, el Imperio sucedió a la República y Cesar Augusto, elegido como "Princeps",
mantuvo la constitución republicana hasta el año 23 A.C. en que el poder tribunicio y el
"Imperium" (mando) fueron revestidos con el poder unipersonal absoluto, propio de los
reyes.
El estereotipo
Los príncipes, al igual que las princesas, son habituales protagonistas en cuentos de hadas
tradicionales. Algunos ejemplos de esto son Blancanieves, La bella durmiente, La Cenicienta,
Ruidoquedito (en el que el príncipe es un villano), Rapunzel o el típico personaje del
príncipe azul. Estereotípicamente, los príncipes son bien parecidos, caballerosos, valerosos,
y montan un caballo blanco.
En la Iglesia
Artículo principal: Cardenal (título)
Los cardenales de la Iglesia católica son considerados los príncipes de la misma, puesto que
de entre ellos surge el nuevo papa.
En otros idiomas
Se da la forma en masculino seguida de la femenina. Si después hay un guion, indica la
existencia de formas separadas para los hijos del rey sin principado (similar al infante
castellano)
·16 Lenguas romances, con títulos derivados de la forma latina:
·17 Catalán: Príncep /Princesa
·18 Francés: Prince /Princesse
·19 Gallego: Príncipe / Princesa
·20 Italiano: Príncipe /Principessa
·21 Maltés: Princep /Principessa
·22 Monegasco: Principu /Principessa
·23 Portugués: Príncipe /Princesa
·24 Retorromanche: Prinzi /Prinzessa
·25 Rumano: Prinţ /Prinţesă
·26 Lenguas germanas, con títulos derivados del equivalente alemán Fürst:
·27 Alemán: Fürst /Fürstin - Prinz /Prinzessin
·28 Danés: Fyrste /Fyrstinde - Prins /Prinsesse
·29 Islandés: Fursti /Furstynja - sería Prins /Prinsessa
·30 Inglés:Prince /Princess
·31 Luxemburgués:Fürst /Fürstin - sería Prënz /Prinzessin
·32 Neerlandés: Vorst /Vorstin - Prins /Prinses
·33 Noruego: Fyrste /Fyrstinne - sería Prins /Prinsesse
·34 Sueco: Furste /Furstinna - Prins /Prinsessa
·35 Lenguas eslavas y bálticas, que usan formas derivadas del título latino Caesar, que
terminó por ser el de los herederos al imperio (véase Zar):
·36 Bielorruso: Zarevitch, Karalevich, Prynts /Tsarewna, Karalewna, Pryntsesa
·37 Búlgaro: Knyaz /Knaginya Zarevitch, Kralevich, Prints /Printsesa
·38 Croata, Serbio, Bosnio: Knez /Kneginja Kraljević/Kraljevna, Princ/Princeza
·39 Checo: Kníže /Kněžna, Králevic/Králevična, Princ/Princezna
·40 Letón: Firsts /Firstiene - Princis/Princese
·41 Lituano: Kunigaikštis /Kunigaikštiene - Princas /Princese
·42 Macedonio: Knez /Knezhina, Tsarevich, Kralevich, Prints /Tsarevna, Kralevna,
Printsesa
·43 Polaco: Książę /Księżna, Książę, Królewicz /Księżna, Królewna
·44 Ruso: Knyaz /Knyagina Knyazhnya, Zarevitch, Korolyevich, Prints/Tsarevna,
Korolyevna, Printsessa
·45 Eslovaco: Knieža /Kňažná, Kráľovič, Princ /Princezná
·46 Esloveno: Knez /Kneginja, Kraljevič, Princ /Kraljična, Princesa
·47 Ucraniano: Knyaz /Knyazhnya, Tsarenko, Korolenko, Prints /Tsarivna, Korolivna,
Printsizna
·48 Otras:
·49 Albanés:Princ /Princeshë
·50 Finés: Ruhtinas /Ruhtinatar - Prinssi /Prinsessa
·51 Estonio: Vürst /Vürstinna - sería Prints /Printsess
·52 Griego: Igemonas /Igemonida - Pringipas /Pringipesa
·53 Húngaro: Fejedelem / Fejedelemnő ((en caso de príncipe o princesa reinante)) /
Fejedelemasszony (en caso de príncipe consorte)
·54 Euskera: Printzea/Printzesa
·55 Irlandés: Prionsa /Banphrionsa
·56 Galés: Tywysog /Tywysoges
ARCHIENEMIGO
Un archienemigo, archivillano o archinémesis es el enemigo principal de un personaje o
un grupo de personajes. La razón por la cual el archienemigo destaca más que cualquier
otro enemigo puede deberse a que sea el más difícil de combatir, el opuesto del héroe, el
villano más recurrente, siempre tramando los más peligrosos y amenazantes planes, como
la dominación global, haya sido un amigo del héroe o es la fuente de constante tragedia,
dolor y horror para el héroe, frecuentemente el primer villano en la historia.
Nótese que porque un villano sea el archienemigo de un héroe, no significa que sea su
mayor enemigo, ya que a menudo existen otros que puedan ser considerados más
poderosos, inventivos, persuasivos, influyentes, inteligentes y/o malvados que el
archivillano, o quizás tenga objetivos a mayor escala. Por ejemplo, en Superman, Darkseid,
quien amenaza el universo entero, es mucho más grande que Lex Luthor, quien usualmente
sólo amenaza la Metrópolis y a veces la Tierra. Por estos motivos, en ocasiones, los héroes se
alían con su archienemigo para derrotar al villano más amenazador. Nótese también que a
veces es posible que un héroe cuente con más de un archienemigo. En algunos casos como
en Batman, su archienemigo The Joker es el más difícil de combatir, el más recurrente, el
opuesto de Batman y el más despiadado de sus enemigos, pero, a diferencia de otros
supervillanos no posee poderes (algo muy raro en los supervillanos), también es causante
de las peores tragédias en la vida de Batman como la muerte del segundo Robin (compañero
de Batman) y la parálisis de Batgirl.
Un personaje es caracterizado como "archienemigo" principalmente por considerarse
alguien que "iguala" al héroe y en muchos casos son rivales y hasta presentan características
similares, creando una especie de simetría entre el bien y el mal.
INQUISIDOR
Inquisidor (del latín inquirere < quaerere, "buscar", aquel que "busca" o "inquiere") era la
denominación de los presbíteros que se designaban a cada uno de los tres juzgados de la
Inquisición, un tribunal y organización creada para extirpar la herejía religiosa, la
heterodoxia ideológica y otros asuntos rechazados por la Iglesia católica mediante la
censura o expurgo (libros, comedias etc.), el castigo jurídico (multa, confiscación,
sambenito) o la ejecución por la hoguera (reos rebeldes), en efigie (reos huidos o
desaparecidos), por la horca (reos de condición humilde reconciliados) o por el hacha (reos
de elevada condición social).
Historia
La Inquisición fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio III Ad abolendam,
como un instrumento para acabar con la herejía cátara y desde los Estados Pontificios fue
implantada durante un tiempo más o menos largo o con más o menos rigor según el país
europeo o la colonia de que se tratara; en España, por ejemplo, duró mucho tiempo. Al
inquisidor jefe de cada nación se le llamaba Inquisidor General. Los inquisidores tenían
formación jurídica y como tales no se dejaban influir fácilmente por prejuicios populares,
por lo cual raramente procedían a quemar brujas, costumbre más bien propia de ambientes
rurales e iletrados.[cita requerida] Su labor era principalmente castigar el delito ideológico y
teológico y reprimir la heterodoxia.
Cada tribunal estaba formado por tres jueces, que elaboraban un sumario secreto en el que
estaba prohibido informar al demandado de qué delito contra la fe se le acusaba. Conforme
la Inquisición fue agotando su cometido, se le ampliaron sus funciones, al menos en España,
en persecución de pederastas, homosexuales y protestantes de otras naciones, a veces
acercándose a funciones políticas más cercanas a las de un servicio de contraespionaje o
contrainteligencia.
Había distintos tipos de funcionarios inquisitoriales: teólogos calificadores, familiares o
fiscales denunciantes y alguaciles. Había, asimismo, fiscales y defensores.
Tipos
Se pueden distinguir los siguientes tipos de inquisidores:
·57 Inquisidor general. Era el supremo inquisidor a cuyo cargo estaba el gobierno del
Consejo de Inquisición y de todos los tribunales.
·58 Inquisidor apostólico. Era el nombrado por el inquisidor general para entender en
los negocios pertenecientes a la Inquisición.
·59 Inquisidor ordinario. El obispo o el que en su nombre asistía a sentenciar en
definitiva las causas de los reos de fe.
Inquisidores famosos
Algunos de los inquisidores más famosos de la historia son:
·60 Bernardo Gui
·61 Diego de Deza
·62 Gian Pietro Caraffa (posteriormente el papa Paulo IV)
·63 Fabio Chigi (posteriormente el papa Alejandro VII)
·64 Adriano de Utrecht (posteriormente el papa Adriano VI).
·65 Francisco Jiménez de Cisneros
·66 Francisco Peña
·67 Konrad von Marburg
·68 Pedro de Arbués
·69 Tomás de Torquemada
·70 Roberto Belarmino
En la literatura
·71 El inquisidor, novela de Patricio Sturlese, muestra en primera persona la
persecución de herejes y de brujas por parte de un inquisidor durante el Siglo XVI.
·72 El nombre de la rosa, novela de Umberto Eco, ambientada en el medioevo, en su
trama aparece el histórico inquisidor Bernardo Gui.
·73 Morte dell'inquisitore (1964), novela de Leonardo Sciascia, ambientada en la Sicilia
del Siglo XVII, trata sobre el asesinato del inquisidor Juan López de Cisneros (m.
1657).
Inquisición
El término Inquisición o Santa Inquisición hace alusión a varias instituciones dedicadas a
la supresión de la herejía mayoritariamente en el seno de la Iglesia católica. La herejía en la
era medieval europea muchas veces se castigaba con la pena de muerte y de esta se derivan
todas las demás.
La Inquisición medieval se fundó en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia)
para combatir la herejía de los cátaros o albigenses. En 1249 se implantó también en el
reino de Aragón, siendo la primera Inquisición estatal; y en la Edad Moderna, con la unión
de Aragón con Castilla, se extendió a ésta con el nombre de Inquisición española (1478-
1821) bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió
después a los territorios colonizados en lo que se denominaría América, la Inquisición
portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965).
Aunque en los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso
contra católicos,[cita requerida] contra reformadores radicales como los anabaptistas y contra
supuestos practicantes de brujería, los tribunales se constituían en el marco del poder real o
local, generalmente adecuado para cada caso concreto y no constituyeron una institución
específica.
Origen
En los comienzos de la Iglesia, la pena habitual por herejía era la excomunión. Cuando los
emperadores romanos convierten el cristianismo en religión estatal en el siglo IV, los
herejes empiezan a considerarse enemigos del Estado. En su momento San Agustín aprobó
con reservas la acción del Estado contra los herejes.1
En respuesta al resurgimiento de la herejía de forma organizada, se produce en el siglo XII
en el sur de Francia un cambio de opinión dirigida contra la doctrina albigense, la cual no
coincidía con los puntos de vista de la Iglesia católica con relación al matrimonio y otras
instituciones de la sociedad. Como reacción, el papa Inocencio III organizó una cruzada
contra los albigenses promulgando una legislación punitiva contra ellos. Sin embargo, los
esfuerzos iniciales destinados a someter la herejía no estuvieron bien coordinados y fueron
ineficaces.
Inquisición medieval
Artículo principal: Inquisición pontificia
Aunque el procedimiento inquisitorial como medio para combatir la herejía es una práctica
antigua de la Iglesia católica, la Inquisición episcopal, primera fórmula de la Inquisición
medieval, fue establecida en 1184 mediante la bula del papa Lucio III Ad abolendam, como
un instrumento para acabar con la herejía cátara. El castigo físico a los herejes había sido
dispuesto con anterioridad por Federico II Hohenstaufen, la institución de la Inquisición se
dio para detener los abusos que estos procesos podrían sufrir por parte del poder civil.
Mediante esta bula, se exigía a los obispos que interviniesen activamente para extirpar la
herejía y se les otorgaba la potestad de juzgar y condenar a los herejes de su diócesis.2
A las anteriores disposiciones [...] agregamos el que cualquier arzobispo u obispo,
por sí o por su archidiácono o por otras personas honestas e idóneas, una o dos
veces al año, inspeccione las parroquias en las que se sospeche que habitan herejes;
y allí obligue a tres o más varones de buena fama, o si pareciese necesario a toda la
vecindad, a que bajo juramento indiquen al obispo o al archidiácono si conocen allí
herejes, o a algunos que celebren reuniones ocultas o se aparten de la vida, las
costumbres o el trato común de los fieles.
En las siguientes décadas, el proceso de la Inquisición resultó intermitente y contradictorio
en muchas ocasiones. Un ejemplo fue el caso del primer director de la Inquisición de
Hungría, Paulus Hungarus, quien defendió a los chamanes paganos húngaros valiéndose de
su influencia con el Papa Inocencio III. Además, aseguró que estos al adorar al sol adoraban
al ente supremo que era el mismo Dios, así que no hallaba razón para condenarlos. Paulus
Hungarus fue uno de los primeros frailes dominicos, quien escribió importantes
documentos como la Suma de poenitentiae, tendiendo las bases de la nueva orden a petición
de Domingo de Guzmán. Sin embargo, Paulus fue destituido y reemplazado por un religioso
más estricto cerca de 1232, después de haberse iniciado propiamente la Inquisición.3
En 1231, ante el fracaso de la Inquisición episcopal, denominada así porque no dependía de
una autoridad central, sino que era administrada por los obispos locales, Gregorio IX creó
mediante la bula Excommunicamus la Inquisición pontificia o Inquisición papal, dirigida
directamente por el Papa y dominada por las órdenes mendicantes, especialmente los
dominicos. El hecho de que religiosos bajo el control directo del Papa tuvieran a su cargo los
tribunales, fue un freno a su expansión, ya que algunos obispos no querían ver limitado su
poder en una diócesis por la presencia de estos organismos papales.4
En 1252, el papa Inocencio IV autorizó en la bula Ad extirpanda el uso de la tortura para
obtener la confesión de los reos. Se recomendaba a los torturadores no se excedieran hasta
el punto de mutilar al reo o finiquitarlos. Las penas eran variables. Los que se negaban a
abjurar, "herejes relapsos", eran entregados al brazo secular para la ejecución de la pena de
muerte.
La Inquisición pontificia funcionó sobre todo en el sur de Francia y en el norte de Italia. En
España, existió en la Corona de Aragón desde 1249, pero no en la de Castilla.
Inquisición española
Artículo principal: Inquisición española
La Inquisición real se implantó en la Corona de Castilla en 1478 por la bula del papa Sixto IV
Exigit sincerae devotionis con la finalidad de combatir las prácticas judaizantes de los
judeoconversos de Sevilla. A diferencia de la Inquisición medieval, dependía directamente
de la monarquía, es decir, de los Reyes Católicos. Tras una nueva bula emitida en 1483, la
Inquisición se extendió a los reinos de la Corona de Aragón, incluyendo Sicilia y Cerdeña, y a
los territorios de América (hubo tribunales de la Inquisición en México, Lima y Cartagena de
Indias), y se nombró Inquisidor General a Tomás de Torquemada. La Inquisición se convirtió
en la única institución común a todos los españoles, con excepción de la propia Corona, a
quien servía como instrumento del poder real: era un organismo policial interestatal, capaz
de actuar a ambos lados de las fronteras entre las coronas de Castilla y Aragón, mientras que
los agentes ordinarios de la Corona no podían rebasar los límites jurisdiccionales de sus
respectivos reinos.
Inquisición española en México
La historia de la Santa Inquisición en México se inició desde los primeros momentos en que
los españoles pisaron el continente americano. Los primeros casos de que se tiene noticia
son las "ordenanzas" contra blasfemos promulgadas por Hernán Cortés en 1520, es decir,
antes de la caída de Tenochtitlán, y el proceso de idolatría iniciado por Nuño Beltrán de
Guzmán en contra del Caltzontzin, señor de los tarascos.
Tras la conquista se instauró el Tribunal del Santo Oficio, que dependía directamente del
Consejo de la Suprema Inquisición, que estaba encabezado por el inquisidor general de la
Monarquía Hispánica. La autoridad superior del tribunal en México era el Inquisidor, o
Inquisidores, ya que el puesto normalmente lo ocupaban varias personas. Los empleados de
más alto rango eran el fiscal, a cuyo cargo estaba el promover los procesos, y el Secretario
del secreto, que tenía fe pública y autorizaba las actas, diligencias, despachos, edictos, etc.
Los inquisidores contaban con un cuerpo de personas doctas y de alta posición social y
oficial llamados "consultores del Santo Oficio", que integraban una especie de consejo. Estos
consultores intervenían con su voto en las decisiones graves, como cuando un reo era
condenado a muerte. El tribunal contaba, además, con el auxilio de un cuerpo de peritos en
asuntos teológicos y religiosos, llamados calificadores del Santo Oficio, cuya misión era
ilustrar la opinión de los inquisidores en casos debatibles y de difícil resolución. También
existía un cuerpo policiaco, que eran quienes resguardaban las cárceles y el Tribunal del
Santo Oficio.
Procedimiento judicial
Al establecerse el Tribunal del Santo Oficio, los primeros procedimientos consistían en una
ceremonia llamada de "Juramento", en la que, como lo dice el nombre, los asistentes juraban
denunciar a todas las personas que consideraran sospechosas y prestar al tribunal la ayuda
que pidiese, pero, además, al concluir esa ceremonia se daba lectura a un edicto de los
inquisidores, llamado Edicto General de Gracia, por el cual se conminaba a quienes se
sintieran culpables a denunciarse dentro de un plazo fijado so pena de excomunión mayor.
En el edicto se indicaban con minuciosidad los hechos considerados punibles y se les
prohibía a los confesores dar la absolución a los que de algún modo no hubieren cumplido
con aquel mandamiento.[cita requerida]
Toda denuncia, incluso anónima, era válida. Una vez recibida, se abría de inmediato una
investigación secreta que al revelar algún indicio, por débil que fuera, conducía al
apoderamiento de la persona indiciada y al aseguramiento de sus bienes. Se le tomaba
enseguida una declaración que incluía siempre preguntas sobre su familia y su origen, sobre
su conocimiento de los dogmas y prácticas sobre la religión católica, y sobre si tenía alguna
sospecha acerca del motivo de su prisión. Por lo general el acusado manifestaba total
ignorancia a ese respecto, temeroso de implicarse en algún hecho que no figurara en la
denuncia, situación que agravaba su caso. Si después de preguntarle tres veces el acusado
persistía en la misma respuesta se le declaraba "negativo" y se abría propiamente hablando
el proceso. Durante toda la secuela de éste –que a veces tardaba años- el acusado
permanecía incomunicado en la llamada cárcel del secreto y ni siquiera podía hablar con él
uno de los inquisidores si faltaba alguien que pudiera servir de testigo. El acusado nunca era
informado del nombre de quienes declaraban en el proceso, no había por supuesto la
posibilidad de careos y el recurso de tachar a un testigo por ser enemigo del acusado solo
podía hacerse efectivo si este adivinaba quien había declarado en su contra o por torpeza
del acusado en las declaraciones del testigo. A todos los testigos se les exigía el juramento
del secreto.[cita requerida]
Inquisición romana
Artículo principal: Inquisición romana
La Inquisición romana, también llamada Congregación del Santo Oficio, fue creada en 1542,
ante la amenaza del protestantismo, por el Papa Paulo III. Se trataba de un organismo
bastante diferente de la Inquisición medieval, ya que era una congregación permanente de
cardenales y otros prelados que no dependía del control episcopal. Su ámbito de acción se
extendía a toda la Iglesia católica. Su principal tarea fue desmantelar y atacar a las
organizaciones, corrientes de pensamiento y posturas religiosas que socavaran la integridad
de la fe católica, y examinar y proscribir los libros que se considerasen ofensivos para la
ortodoxia.
Al comienzo, la actividad de la Inquisición romana se restringió a Italia, pero cuando Gian
Pietro Caraffa fue elegido Papa como Pablo IV, en 1555, comenzó a perseguir a numerosos
sospechosos de heterodoxia, entre los que se encontraban varios miembros de la jerarquía
eclesiástica, como el cardenal inglés Reginald Pole. En 1600 fue juzgado, condenado y
ejecutado el filósofo Giordano Bruno. En 1633 fue procesado y condenado Galileo Galilei, al
destierro a más de 50 km de Roma, suspendiéndole asimismo el abono del dinero que
recibía al modo de una beca moderna.
En 1965 el papa Pablo VI reorganizó el Santo Oficio, denominándolo Congregación para la
Doctrina de la Fe.
Inquisición portuguesa
Artículo principal: Inquisición portuguesa
En Portugal, donde se habían refugiado numerosos judíos españoles luego de la expulsión
de 1492, el rey Manuel I, presionado por sus suegros, los Reyes Católicos, decretó la
expulsión de los judíos que no se convirtieran al cristianismo en 1497. Esto produjo
numerosas conversiones al catolicismo.
La Inquisición portuguesa fue establecida en Portugal en 1536 por el rey Juan III. En un
principio, la Inquisición portuguesa estaba bajo la autoridad del papa, pero en 1539, el rey
nombró inquisidor mayor a su propio hermano, Don Enrique. Finalmente, en 1547, el papa
terminó aceptando que la Inquisición dependiese de la corona portuguesa.
El primer auto de fe tuvo lugar en Lisboa el 20 de septiembre de 1540 y en 1560 se
establece un tribunal de la Inquisición en Goa. Fue abolida por las Cortes Generales en 1821.
Inquisición y brujería
En 2004 se publicaron las "Actas del simposio internacional: La inquisición",56 gracias a la
apertura de los archivos secretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe ordenada por
Juan Pablo II en 1998. En estas actas se recoge toda la documentación sobre los procesos
inquisitoriales en la Europa católica donde regía la Santa Sede en el campo espiritual.
Desmitifica una parte del genocidio en países como España por brujería, exagerados por la
exitosa campaña protestante (ver Leyenda negra de la Inquisición española) para mejorar
su oposición al Imperio español de la época.
Primero es necesario comentar que se inició como un fenómeno popular, la aparición de la
figura de la bruja poseída por el diablo, y así se irían ajusticiando por la población local. En
1484, Inocencio VIII da por oficial la existencia de la brujería por medio de la bula Summis
desideratis affectibus:
Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan
el fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías,
hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las
mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra.
Algunos autores[¿quién?] sostienen que el papa no podía saber lo que Kramer y Sprenger iban a
decir en el Malleus maleficarum y que sólo había publicado la bula para decir que compartía
su inquietud por el problema de las brujas. Sin embargo, la posición de la Iglesia con
respecto a las brujas agravó la crisis de las persecuciones. Las primeras grandes oleadas de
caza de brujas son consecuencia directa del Malleus maleficarum debido a la amplia
distribución que tuvo el libro. Aunque la Iglesia nunca aprobó oficialmente la caza de brujas,
en 1657 prohibió esas persecuciones en la bula Pro formandis.7
En la Europa central, se vio especialmente agravada por varios motivos:
·74 La difusión de la imprenta con la enorme difusión de obras como la Divina comedia,
en los años posteriores a la peste negra donde se hablaba de los suplicios del
infierno, el teatro donde se puso de moda incluir al diablo y sus acólitos en sus
representaciones.
·75 Las tensiones religiosas, sobre todo en zonas afectadas por la Reforma, la Guerra de
los Treinta Años, la revuelta de los Países Bajos, el anglicanismo y la aparición de
movimientos religiosos radicales como los anabaptistas.
Entonces se puede hablar de dos regiones diferenciadas según la fuerza de la brujería:
·76 Alemania, Suiza, la Región del Jura, los Países Bajos españoles, Francia e Inglaterra.
·77 En los países nórdicos, orientales y mediterráneos especialmente, la caza de brujas
fue algo tardío, sin fuerza y poco importante demográficamente
La brujería en España
Artículo principal: Brujería en España
Aunque sería el último país en abandonar la Inquisición, ya hacía mucho tiempo que no
ejecutaba a muerte a supuestas brujas; se ejecuta a la última en 1611, la adolescente
catalana Magdalena Duer. Los últimos casos son en los cantones suizos con Anna Göldin en
Glaris, en 1782 (es la última ejecución en Europa Occidental), y en Polonia, en 1793.
A los brujos y brujas condenados la Inquisición les imponía desde la abjuración de levi, con
destierro de seis años de la ciudad donde viviera, hasta la pena de muerte como en el
famoso caso de las brujas de Zugarramurdi (1610). Después de este proceso la absolución
fue frecuente. Con la confesión del brujo, la Inquisición advertía:
Que no procede en estos casos por solo la forma de ser brujos y hacer los dichos
daños, si no testifican de haberlos visto hacer algunos daños, porque muchas veces
lo que dicen han visto y hecho les sucede en sueños y juzgan se hallaron en cuerpo y
lo vieron e hicieron con los que testiffican y les figura el demonio cuerpos
fantasiosos de aquellos que dicen vieron sin haberlos visto ni hallándose allí para
que hagan esos daños de inflamar en peligro a los que no tienen culpa. [cita requerida]
Julio Caro Baroja afirma en El señor Inquisidor y otras vidas por oficio:
Los inquisidores eran más juristas que humanistas y teólogos. La jurisprudencia
más o menos secreta que podían estudiar era grande, casi tan grande como el
escepticismo de muchos de ellos, acostumbrados a ver imposturas y engaños en
cantidad de actos hechiceriles. En el siglo XVII los españoles, por otra parte, no
tenían mucha fama como magos y hechiceros. Alguien sostuvo —con clara
animadversión hacia el país— que el diablo no se fiaba de sus habitantes.
Cifras
Algunas cifras (estimadas) de las ejecuciones por tribunales civiles y por procesos
inquisitoriales constatados,8 por proporcionalidad en relación ejecutados/población:
·78 Polonia-Lituania: unas 1.000, en una población de 3.400.000.
·79 Reino Unido: cientos de ejecutados. Hay que destacar además que en este país
protestante (anglicano) existió la figura de los punzadores, los cuales se dedicaban a
"cazar" y ejecutar brujas de forma lucrativa.
·80 Alemania: en la cuna del protestantismo fueron ejecutadas hasta un total de 2.500
personas de unos 16 millones.
·81 Dinamarca-Noruega: 150 de 970.000 personas.
Bruja y hechicera
La hechicera tradicional fue la que dio origen popular a la brujería. La hechicería era una
figura ancestral, mística, local, su propio nombre variaba en función de su especialidad
(adivinadora, curandero, etc.) y con un fin generalmente lucrativo. La bruja en el folclore
apareció como una figura degenerada de la hechicería, irreal, anónima, sobrenatural,
pervertida por el diablo y de intenciones malvadas y sanguinarias.
Métodos de tortura empleados
La Inquisición fue un tribunal eclesiástico establecido en Europa durante la Edad Media
para castigar los delitos contra la fe concebida por la Iglesia romana. Sus víctimas eran las
brujas, los homosexuales, los blasfemos, los herejes (cristianos que niegan algunos de los
dogmas instituidos por la Iglesia romana) y los acusados de judaizar en secreto. Los
acusados eran interrogados, a veces mediante torturas, y castigados si se les encontraba
culpables, requisándose sus bienes. También, se podían arrepentir de su acusación y recibir
la reconciliación con la iglesia.
Según la Iglesia católica, se adoptó el método de la tortura (lo cual era socialmente aceptado
en el contexto de la época) solo en casos excepcionales. El procedimiento inquisitorial se
regulaba minuciosamente en las prácticas de interrogación. No todos los métodos de tortura
aceptados civilmente eran avalados por la Iglesia católica y para que un acusado fuese
enviado a tortura, debía ser perseguido por un crimen considerado grave, y el tribunal debía
tener también sospechas fundadas de su culpabilidad. [cita requerida]
A pesar del uso de la tortura, el procedimiento inquisitorial representa un avance en la
historia de la legislación. Por un lado, definitivamente descartó el uso de la ordalía como
medio de obtención de pruebas, reemplazándola por el principio de prueba testimonial, el
cual todavía tiene vigencia en las legislaciones de la actualidad. Por otro lado, se restablece
el principio del Estado como fiscal o parte acusadora. Hasta ese tiempo, era la víctima la que
tenía que demostrar la culpabilidad de su agresor, incluso en los procedimientos criminales
más graves, esto frecuentemente era muy difícil cuando la víctima era débil y el criminal
poderoso. Pero en la Inquisición la víctima no es más que un simple testigo, tal y como
sucede en la actualidad. Era la autoridad eclesiástica quien ahora tenía sobre sí la carga de la
prueba.[cita requerida]
La postura reciente de la Iglesia católica respecto del caso de Galileo
En Italia, Galileo Galilei (1564-1642) fue obligado por la Inquisición a declarar que su teoría
heliocéntrica era una hipótesis, que situaba al Sol en el centro de todo, en contra de la
creencia que situaba la Tierra como el centro del universo (véase: teoría geocéntrica). El
sistema copernicano podía interpretarse como un simple cambio de sistema de referencia,
que simplificaba el cálculo astronómico del movimiento de los cuerpos celestes, sin
necesidad de un cambio en la concepción metafísica del mundo. [cita requerida]
Si bien la teoría heliocéntrica es hoy en día ampliamente aceptada, la postura de la Iglesia
católica mantiene un dejo de justificación de sus actos pasados:
Según algunos estudiosos[cita requerida], se le solicitaron a Galileo pruebas sobre la teoría
heliocéntrica pero éste nunca las proporcionó: en su lugar presentó indicios de carácter
experimental pero insuficientes para una demostración adecuada al método científico. La
Iglesia católica, al observar los trastornos ocasionados por la supuesta falta de prudencia
científica, y por declarar como verdad un hecho hipotético, junto con diversas infracciones
disciplinarias, decidió censurar a Galileo y obligarle, en su primera condena (1616), a no
seguir publicando acerca del sistema heliocéntrico.9
Ante la polémica, se hizo una nueva revisión (mediada por la Iglesia) del caso Galileo en
1979, pero la comisión que se nombró al efecto en 1981 y que dio por concluidos sus
trabajos en 1992, tras efectuar un estudio completo del proceso judicial confirmó una vez
más la tesis de que Galileo carecía de argumentos científicos para demostrar el
heliocentrismo en la época en que fue publicado originalmente. Sostuvo la inocencia de la
Iglesia como institución y la obligación de Galileo de prestarle obediencia y reconocer su
magisterio, justificando la condena y evitando una rehabilitación plena. El cardenal
Ratzinger, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, expresó en 1990, citando al
filósofo agnóstico Feyerabend: «En la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la
razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo».1011 En una
carta enviada a los cardenales católicos, el papa Juan Pablo II exhortó a la Iglesia a reconocer
los errores cometidos “por sus hombres, en su nombre”, y les anima a arrepentirse. [cita requerida]
Según la opinión de Michael Segre de esta manera se revalida la posición de que la Iglesia
tiene derecho a decidir qué tesis científicas pueden ser defendidas y cuáles deben ser
prohibidas, y a condenar y castigar a los que defiendan estas últimas.12
La versión según la cual las acusaciones contra la Inquisición son calumniosas o exageradas
empezó con un estudio de Jacques Mallet du Pan en 1784 y fue reeditada múltiples veces
durante dos siglos, y en esencia dice que Galileo paradójicamente fue mejor teólogo que
científico.13
Las dos condenas
Se suele hablar de dos procesos contra Galileo: el primero en 1616, y el segundo en 1633. A
veces sólo se habla del segundo. El motivo es porque Galileo fue denunciado a la Inquisición
romana y el proceso fue adelante, pero no se llegó a citar a Galileo delante del tribunal: el
denunciado se enteró de que existía la denuncia y el proceso a través de comentarios de
otras personas, pero el tribunal nunca le dijo nada, ni le citó, ni le condenó. Por eso, con
frecuencia no se considera que se tratara de un auténtico proceso, aunque de hecho la causa
se abrió y se desarrollaron algunas diligencias procesales durante meses. En cambio, el de
1633 fue un proceso en toda regla: Galileo fue citado a comparecer ante el tribunal de la
Inquisición de Roma, tuvo que presentarse y declarar ante ese tribunal, y finalmente fue
condenado. Se trata de dos procesos diferentes, separados por unos años; pero están
relacionados, porque lo que sucedió en el de 1616 condicionó en gran parte lo que sucedió
en 1633.
En 1619, un decreto inquisitorial condena su obra por primera vez. Haciendo caso omiso,
Galileo publica en 1629 su Diálogo sobre los sistemas máximos, el de Tolomeo y el de
Copérnico. Es procesado entonces por la Santa Inquisición, obligado a abjurar, condenado
como hereje y a prisión domiciliaria el 22 de junio de 1633, la primera parte de la cual la
cumplió en el palacio episcopal de su amigo el arzobispo de Siena, y la segunda en su villa
florentina. Los Médicis, después de abandonarlo a su suerte, dejan de representar la
emancipación de la razón y pierden así la influencia intelectual que ejercieron en aquella
época.
Juana de Arco
Artículo principal: Juana de Arco
Nacida en Domrémy, un pequeño poblado situado en el departamento de los Vosgos en la
región de la Lorena, Francia, ya con 17 años encabezó el ejército real francés. Convenció al
rey Carlos VII de que expulsara a los ingleses de Francia, y éste le dio autoridad sobre su
ejército en el sitio de Orleans, la batalla de Patay y otros enfrentamientos en 1429 y 1430.
Estas campañas revitalizaron la facción de Carlos VII durante la guerra de los Cien Años y
permitieron la coronación del monarca. Como recompensa, el rey eximió a Dòmremy del
impuesto anual a la corona.
Posteriormente, Juana fue capturada por los borgoñones y entregada a los ingleses. Los
clérigos la condenaron por herejía y el duque Juan de Bedford la quemó viva en Ruan. La
mayoría de los datos sobre su vida se basan en las actas de aquel proceso pero, en cierta
forma, están desprovistos de crédito, pues, según diversos testigos presenciales del juicio,
fueron sometidos a multitud de correcciones por orden del obispo Pierre Cauchon, así como
a la introducción de datos falsos. Entre estos testigos estaba el escribano oficial, designado
sólo por Cauchon, quien afirma que en ocasiones había secretarios escondidos detrás de las
cortinas de la sala esperando instrucciones para borrar o agregar datos a las actas.
Juicios contra animales
Entre 1266 y 1586 se realizaron, sólo en Francia, por lo menos sesenta juicios contra
animales en los tribunales de la Inquisición - aunque este tipo de juicios tuvieron lugar en
todo el Occidente cristiano - según lo que el historiador Michel Pastoureau ha encontrado en
los archivos de los documentos judiciales. Un ejemplo citado por Pastoreau es el de la cerda
que fue declarada culpable por el asesinato del bebé Jean Le Maux y fue vestida como
humana, torturada, mutilada y condenada a muerte a pesar de que no confesó frente a
ningún cura, tras nueve días de juicio en Falaise, en 1386. Sin embargo, en 1457, en Savigny-
Sur, en Borgoña, el tribunal logró, bajo tortura, la confesión de otra cerda que había
asesinado a otro pequeño de cinco años. En otro caso la condena fue más fuerte porque el
cerdo cometió su crimen un viernes de vigilia, pecado mayor. Los juicios contra animales
incluían, al igual que los de las brujas, exposición, acarreo, vejaciones, torturas para el
castigo ejemplarizante y la humillación pública y, finalmente la destrucción del cadáver
mediante el fuego.14
En la literatura
·82 El hereje: novela de Delibes. El protagonista y sus compañeros adeptos de la
Reforma Luterana mueren ejecutados por la Santa Inquisición, quemados
públicamente en una pira.
·83 El inquisidor, novela de Patricio Sturlese, muestra en primera persona la
persecución de herejes y de brujas por parte un inquisidor durante el Siglo XVI.
·84 La Gesta del Marrano, novela de Marcos Aguinis. Cuenta la historia real de Francisco
Maldonado da Silva, judeoconverso que volvió a practicar el judaísmo, y que terminó
condenado a la hoguera.
·85 La Catedral del Mar novela de Ildefonso Falcones, nos trae la descripción de juicio
inquisitivo en pequeños pueblos y una gran escena que ocurre en Barcelona.
HADA
Un hada (del latín fatum: hado, destino) es una criatura fantástica y sutil. En la mitología
griega y romana las llaman Hados. Se las representa generalmente en forma de mujer
hermosa y bella con alas de mariposa. Según la tradición son protectoras de la naturaleza,
producto de la imaginación, la tradición o las creencias y pertenecientes a ese fabuloso
mundo de los elfos, gnomos, duendes, sirenas y gigantes que da color a las leyendas y
mitologías de todos los pueblos antiguos. Se puede provocar el contacto con ellas
desarrollando la visión etérea según las leyendas. La mayoría de ellas se representan con
alas. Se conoce de un caso en el que Sir Arthur Conan Doyle, creador de Sherlock Holmes,
fue engañado por unas niñas que se fotografiaron con figuras de papel en forma de hadas, a
las que el consagrado escritor atribuyó autenticidad.
Características
Según las obras de Chrétien de Troyes y especialmente Jean D´Arras ((1478)1854),
Couldrette y Thiiring von Ringoltingen,nota 1 las hadas son unos seres de gran belleza, muy
blancas, poseedoras de considerables riquezas y en ocasiones dotadas de talento en
construcción u otras artes. Casi siempre suelen estar vinculadas o muy cerca de los bosques
y el agua (ríos, lagos, fuentes...). Además todas ellas poseen conocimientos de las plantas, las
piedras y los conjuros. Con ellos logran su riqueza material y sus encantos.1
Es común a las hadas de la literatura medieval el deseo de unirse a hombre para fundar una
familia, pero no tratan de atraparlo. Por el contrario, le ofrecen compartir su fortuna, ser su
amante, su compañera y la madre de sus hijos, imponiendo claramente y desde el principio
un pacto, si dicho pacto se incumple la unión desaparece. Casos claros serían el de Melusina
o su madre Persina.2
Origen
En la mitología griega existían los hados y El poeta Ovideo (2012), entre otros, los menciona
en su obra inmortal Metamorfosis. Unos podían ser hombres, caso de su rey Oberón, y otras
mujeres según se diera el caso. Académicas con Victoria Cirlot ven en las Parcas un
antecedente de las hadas, al menos de las hadas madrinas.1
Autores como Collin de Plancy (1842, p. 201) y especialmente Sherman Loomis (1991)
remontan el origen del mundo feélico a la mitología céltica y las historias populares
centroeuropeas. Según esta línea de pensamiento los autores medievales como D'Arras,
Couldrette y Thiiring von Ringoltingen recogieron la tradición oral céltica y la unieron a
personajes como Melusina, Viviana, la amante del mago Merlín, Morgana o la Dama de la
fuente.
Sería en la Baja Edad Media cuando el hada femenina ocupa todo el protagonismo. La
primera hada sería la Dama del Lago descrita por Chrétien de Troyes en su obra Lancelot ou
le Chevalier de la charrette. Fue la Dama del Lago la que se ocupó de la educación del héroe
Lancelot y la que lo curó de su locura. Muestra todas las características de un hada, pero no
se menciona el término hada, sí se amplía un poco más en obras posteriores incluyendo su
nombre, Viviana.1 Fue a finales del siglo XIV cuando el francés Jean D´Arras ((1478)1854)
quien emplea por primera vez la palabra hada en su novela Melusina. Esta obra fue
redactada con la intención de otorgar a los duques de Lusignan una ascendencia casi
mitológica y en ella todas las hadas son mujeres. Lo es Melusina, su madre y sus hermanas.1
Las leyendas celtas hablan del reino de los Áes Sídhe (pronunciado Os Shi) también
conocido en idioma inglés como Fairy Folk, y donde la mejor traducción a nuestro idioma
sería Hadas, si bien es importante recalcar que no se habla de la concepción victoriana de la
Hadas, esos seres diminutos con alas de mariposa, las cuales son en realidad pixies. Los Áes
Sídhe, son seres semidivinos que viven entre este y el otro mundo, con conexiones
importantes con la naturaleza y las deidades, la mayoría de los relatos los representan como
gente no muy alta, pero de aspecto y altura humana, de tez blanca, ojos claros y pelo muy
negro.
En los relatos medievales, las hadas (a veces llamadas «El Buen Pueblo» o «La Buena
Gente») aparecen relacionadas con encantamientos y hechizos, conocedoras del poder y las
virtudes de las palabras, las leyendas y las hierbas, que les permitían mantenerse jóvenes y
bellas, y acumular grandes riquezas.
En algunos libros, se menciona que las hadas hacen todas las cosas inocentemente, aunque
su comportamiento pueda llegar a ser perverso. En muchos escudos heráldicos de esta
época se refleja el mundo de las hadas. Muchos aristócratas querían hacer ver que
provenían de un linaje de las hadas.
En la mitología cántabra se las llama anjanas, entre las que están las Ijanas del Valle de Aras,
cuya característica es que tienen pechos descomunales y son feas, pero pueden cambiar de
apariencia a voluntad. Este mismo tipo de hadas se encuentra en la isla de Gotland, en
Suecia. En Galicia se llaman mouras , en Asturias reciben el nombre de xanas, en Cataluña
además de fada, se le llaman goljas y en Baleares Dames d'aigua.
La mitología nórdica y la griega -encarnada en las ninfas y dríades de Homero y Ovidio-
influyeron en el concepto que los primeros bardos se formaron de las hadas, pero andando
el tiempo los escoceses, irlandeses, galeses y otros pueblos europeos llegaron a poseer un
cuerpo lleno vivo de tradiciones, fundado principalmente en las leyendas celtas.
Inicialmente se atribuyeron a las hadas proporciones humanas, pero las diminutas y etéreas
criaturas de Shakespeare influyeron poderosamente en las concepciones posteriores de los
poetas ingleses.
Varios rasgos comunes caracterizan a estos habitantes del ultramundo en todos los países:
se clasifican en benéficas y perversas, precisan ocasionalmente de apoyo humano, sus
órdenes deben cumplirse estrictamente so pena de terribles castigos, etc.
Algunas de ellas son hadas convertidas en tales pero que antes habían sido mujeres. Estas se
convirtieron en hadas a causa de alguna infracción contra la naturaleza (ya que es el sitio en
donde viven), siendo castigadas por ello a tener tal apariencia, incluso a vivir en el mundo
de las hadas. Pueden ser desencantadas de diversas maneras en fechas concretas del año,
como en La noche de San Juan y por ejemplo cuando se asoman a las aguas cristalinas y
piden ser desencantadas. Para las que se convertían en hadas o cruzaban el límite existente
entre el mundo humano y el de las hadas, el tiempo en el espacio cambiaba ya que un día o
un mes podía ser un año o un siglo.
Hay varias hadas con poderes nocivos que lo llegan a utilizar contra los humanos, la mayoría
de las veces por maltratar la naturaleza (talar un bosque sería una auténtica catástrofe para
su mundo). Llegaban a raptar a niños para cambiarlos por seres feéricos totalmente iguales
a los niños raptados. Así intentaban crear una estirpe entre humanos y hadas, aunque los
niños morían al poco tiempo, ya que eran pálidos y enclenques. En la Edad Media a todos
aquellos niños que estaban pálidos y delgados se les consideraba que eran hijos de las hadas
y habían ocupado el lugar del verdadero hijo.
Otras veces engatusaban a un hombre de noble estirpe transformándose en mujeres de
belleza inigualable para quedarse embarazadas de estos y dar a luz un ser mitad humano y
mitad feérico. Para que el ser sobreviviera el marido no debía de rezar nunca y jamás
deberían ver a las hadas desnudas por completo.
Este conjunto de supersticiones, derivadas de las creencias anímicas de todos los pueblos
antiguos, ha inspirado a notables literatos sus fabulosos «cuentos de hadas».
La variedad de labores que llevan a cabo las hadas es casi infinita además de cantar y bailar,
ayudan a los hombres en el campo, ejercen su control sobre el tiempo protegiendo las
cosechas. Durante muchos meses ellas esperan impacientes la llegada de la primavera.
También saben el día exacto en que brotaran las primeras flores pero prefieren mantener el
secreto.
También hablan las leyendas del planeta que las hadas suelen tener poderes psíquicos o
mágicos que, podían hacer felices a los seres humanos, también se creía que eran
hechizadas por las brujas de los siglos XVII y XVIII para que vigilaran a sus víctimas, por
otro lado, también se decía que eran ángeles en su forma femenina, aunque a veces se veían
hadas macho.
Según la mitología Celta, las hadas gustan de los árboles del Tilo o Sauces.
Clases de hadas
Hay muchas clases de hadas, pero todas ellas independientes de la mitología celta en la que
tienen origen, siendo todas ellas especulaciones y mezclas de distintas mitología. Estas
clasificaciones y asociaciones con los elementos son contemporáneas, creadas por los
creyentes de esoterismo y espiritismo. Algunas de estas clasificaciones son:
·86 Lamias, hadas de la mitología vasca. Poseen largos cabellos que peinan con peines
de oro que son muy preciados. Sus pies son palmeados, como los de un pato,
exceptuando a las Itxaslamiak, las lamias marinas, semejantes a sirenas.
·87 Ninfas, hadas de la mitología griega que pueden ser:
·88 Náyades: ninfas que pueblan los ríos, a veces son hijas de éstos, por ejemplo,
Eurídice;
·89 Nereidas: ninfas del mar Mediterráneo, hijas de Nereo. A veces son descritas como
mujeres con cola de pez. Destacan Anfitrite y Tetis;
·90 Oceánides: ninfas del océano, hijas de éste. Destacan Metis (madre de Atenea) y
Doris (madre de las nereidas);
·91 Dríades: ninfas de los bosques, a veces asociadas a los robles;
·92 Hamadríades: ninfas ligadas a un árbol concreto de tal modo que si éste era cortado,
la ninfa moría con él;
·93 Melíades: ninfas de los fresnos, nacen de la sangre de Urano (dios del Cielo). Son las
ninfas más antiguas.
·94 Sílfides, hadas de los vientos; Paracelso es el primero en citarlas, y son, según él, los
seres elementales del aire.
·95 Salamandras, hadas del fuego.
·96 Drinfas, hadas de la tierra.
Véase también[editar]
·97 Cuento de hadas
·98 Feérico
·99 Hada madrina
·100 Melusina
·101 Las hadas de Cottingley
Notas
19. Volver arriba ↑ El primer autor en utilizar el término «hada» es Jean D´Arras, pero
las mujeres que aparecen en la obra de Chrétien de Troyes se identifican claramente
con este personaje.
GIGANTES
En la mitología, los gigantes son criaturas humanoides de tamaño y fuerza prodigiosos, son
seres legendarios que aparecen en historias de muy diferentes razas y culturas. Suelen ser
violentos y se dice con frecuencia que comen humanos, especialmente niños. Otros, sin
embargo, son simpáticos e inteligentes, como los gigantes de Oscar Wilde.
La diferencia de tamaño ha sido una forma de enfatizar la importancia de ciertos personajes
tanto como para denotarlos como seres monstruosos aunque de forma humana. Abundan
las referencias a gigantes en la mitología antigua. Los gigantes también figuran en gran
cantidad de cuentos de hadas e historias folclóricas, como en Pulgarcito.
Origen de la creencia en gigantes
Es posible que las historias de gigantes provengan de restos de antiguas civilizaciones. Saxo
Grammaticus, por ejemplo, argumentaba que los gigantes tenían que existir, porque ninguna
otra cosa explicaría los grandes muros, monumentos de piedra, y estatuas de tamaño y peso
colosal.. Similarmente, el poema anónimo anglosajón El navegante habla de altos muros de
piedra que eran obra de gigantes. Los gigantes proporcionaban la explicación menos
complicada para tales artefactos.
Los cíclopes pueden tener su origen en cráneos de elefantes prehistóricos hallados en
Sicilia. Si no se sabe qué aspecto tiene un elefante, el lugar donde se sitúa la trompa en el
cráneo puede malinterpretarse como una cuenca ocular gigante.
También se usa coloquialmente el término «gigante» para aquellos humanos inusualmente
altos, o que padecen alguna forma de gigantismo.
Los gigantes y cabezudos son personajes de desfiles callejeros en las fiestas españolas.
Los gigantes en la mitología antigua
Gilgamesh y Enkidu
El primer mito que se conoce relacionado con gigantes es el de Gilgamesh, perteneciente a la
mitología sumeria. De él se decía que alcanzaba una altura en codos equivalente a 5,60 m,
siendo un caso de altura percibida positivamente, para realzar su valor de héroe y rey.
Enkidu, su compañero en la Epopeya de Gilgamesh aparece como un ser primitivo,
incivilizado e incluso practicante del bestialismo, aunque no deja de ser un personaje
positivo que se convierte en compañero del héroe.
Krishna y Putana
En el Rig-veda (el texto más antiguo de la India, de mediados del II milenio a. C.) no hay
mención de ningún gigante. Recién en las leyendas sobre el dios Krisná ―que se mencionan
por primera vez en el Majábharata (texto épico-religioso del siglo III a. C.
aproximadamente)― aparece la historia de una demonia gigante llamada Putana, que le dio
de tomar de su pecho envenenado al bebé Krisná, pero terminó asesinada por este. Putana
alcanzó de inmediato el mundo espiritual sin necesidad de reencarnarse para purificarse
debido a que Krishna la aceptó como madre o nodriza.
Mitología griega
Artículo principal: Gigante (mitología griega)
Ya la mitología griega hablaba de los Hiperbóreos, gigantes que vivían más allá de los
vientos del norte y dentro de sus mitos encontramos grandes referencias a gigantes, entre
ellos los titanes, incluyendo a Prometeo, que dio el fuego a los hombres.
También eran gigantes los cíclopes de la Odisea de Homero, de los cuales el más famoso fue
Polifemo, quien capturó a los hombres comandados por Odiseo con el fin de devorarlos.
Polifemo es vencido por la inteligencia del griego, en un enfrentamiento desigual.
Mitologías germánicas
En la mitología nórdica, los gigantes (Jotuns) luchan con frecuencia contra los dioses. En
particular, en las mitologías del norte de Europa derivadas del culto a Odín aparecen los
gigantes de hielo, en eterna lucha contra los Ases. Los propios Ases derivan de la unión de la
giganta Bestla y el dios Bor, y en la apocalíptica batalla final de Ragnarök los gigantes de
hielo asaltarán Asgard, hogar de los dioses, y provocarán el fin del mundo. En la forma más
elaborada de esta mitología recogida en la prosa y poesía de Edda, los gigantes son el origen
de la mayoría de los monstruos de la mitología nórdica (por ejemplo, del lobo Fenrir),
aunque en ocasiones se relacionan de forma más amigable con los Ases.
El padre de los Jotuns fue Ymir, el primer ser viviente que existió de acuerdo con el mito de
la creación de la mitología nórdica. Los demás gigantes nacieron de su sudor.
Las historias de combates con los gigantes son comunes en el folclore de Gales e Irlanda.
Desde ahí los gigantes pasaron a los romanceros bretones y artúricos, y de estas fuentes se
divulgaron a los cuentos heroicos de Torcuato Tasso, Ludovico Ariosto, y su seguidor
Edmund Spenser. El gigante Desesperación aparece en El progreso del peregrino de John
Bunyan. Las mitologías nórdica y anglosajona también son ricas en historias de gigantes,
que aparecen aquí como una raza separada pero semejante a la de los dioses, y luchan con
frecuencia con Thor. Los ogros y troles son criaturas humanoides semejantes a los gigantes
que también aparecen en el folclore de varias regiones europeas.
Cultura hebrea
Artículo principal: Gigantes bíblicos
La Biblia hebrea recoge la existencia de una raza de gigantes llamada «Nephilim». El Génesis
afirma que «Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron
los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los
valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre» ( Génesis, 6:4). En este
versículo «gigante» es una traducción del hebreo «Nephilim». La tradición posterior a la
Biblia sostiene que Nemrod era un miembro de esta raza.
Es en la Biblia donde se puede encontrar una mayor cantidad de referencias: Génesis 6.4 ;
Deuteronomio 2.10, 3.11.18; Josué 12.4, 13.12, 15.8; 2º Samuel 21.16; 1º Crónicas 20.4-7 y
Job 16.15.
Goliat y David
Uno de los gigantes bíblicos fue Goliat, con quien luchó el rey David. En los mitos hebreos se
cuenta la historia de Goliat, el último descendiente de los nephilim, una raza híbrida de los
hijos de Dios y las hijas de los hombres, según el Antiguo Testamento. Su derrota en manos
de la honda del pastor David fue —además de una liberación para el pueblo judío— una
metáfora para demostrar la superioridad de alguien a priori en desventaja; representando
éste el mismo «pueblo elegido».
Es necesario notar que la altura descrita en la Biblia acerca de Goliath es de
aproximadamente 2,80 metros; mientras que Robert Wadlow quien mantiene el récord
Guinness del hombre más alto en la historia moderna medía 2,72 metros a la edad de 22
años.
Mitología vasca
En la mitología vasca, aparecen dos tipos de gigantes. Los primeros, tales como los Jentilak y
los Mairuak, fueron los constructores de los dólmenes (Trikuharriak en euskera), y
menhires (los Harrespil o las Zutarri, por ejemplo). Tras la cristianización, los gigantes
fueron olvidados. Cuenta la leyenda que cuando los gigantes vieron una luz brillante en el
cielo, no sabiendo qué podría significar, fueron a buscar al más anciano y sabio de entre
ellos, el cual, sin ninguna duda, avistó el nacimiento de "Kixmi" (Cristo en antiguo vascón), y
proclamó el fin de su raza de inmediato y todos los gigantes incluido el sabio se tiraron por
el vecino precipio, mientras otros se escondieron bajo las piedras, las cuales a partir de ese
momento se denominaron "Jentilarri". El único que quedó fue Olentzero, un carbonero que
según la leyenda debía avisar de la llegada del fin de su raza. Hoy en día se ha asimilado con
el cristianismo y realiza el papel de traer regalos el día de Navidad en Vasconia. Los jentilak
parecen representar al propio pueblo vasco pre-cristiano, montañés por excelencia.
Por otra parte está Tartalo (con variaciones como Torto o Alarabi), que es un cíclope
antropomorfo, gigantesco, con un solo ojo en medio de la frente. Su tamaño es descomunal
al igual que su fuerza, y su entretenimiento favorito es tirar piedras de un monte a otro.
Cuenta la leyenda, que debido a este entretenimiento se crearon varias construcciones
existentes hoy en día. Al contrario que otros personajes también gigantes, como los
"Jentilak", Tartalo es perverso, de instintos salvajes y muy agresivo. Se alimenta de niños e
incluso adultos de vez en cuando. Se cree que habitaba en el monte Saadar en Cegama
(Guipúzcoa) donde hay un dolmen llamado Tartaloetxea (casa de Tartalo). Tartalo era
poseedor de un anillo mágico que le servía para controlar a sus presas, ya que al grito de
Non hago? ("¿Dónde estas?") por parte de Tartalo, el anillo respondía Hemen nago, hemen
nago ("Aquí estoy, aquí estoy"), lo que delataba a su presa.
Otros ejemplos de gigantes
·102 San Cristóbal y Goliat en el catolicismo.
·103 Los Jotuns en la mitología nórdica.
·104 Gog y Magog en la tradición legendaria del Reino Unido.
·105 Los gigantes patagónicos (los Patagones) de la región de la Patagonia en
América del Sur.
·106 Nosjthej, padre de El-lal, creador de los tehuelches.
·107 El Gonxo en la mitología gallega.
En la cultura popular
·108 Hagrid en la serie de libros de Harry Potter es un semigigante, igual que
Olympe Maxime; Grawp, el hermanastro de Hagrid, es un gigante.
·109 El Gran Gigante Bonachón (BFG, «Big Friendly Giant») y otros en el libro El
gran gigante bonachón de Roald Dahl.
·110 En El hobbit de Tolkien, aparecen unos gigantes nórdicos típicos que luego
Tolkien no vuelve a utilizar en su legendarium: «Cuando miró fuera, vio a la luz de
los relámpagos los gigantes de piedra abajo en el valle; habían salido y ahora
jugaban tirándose piedras unos a otros; las recogían y las arrojaban en la oscuridad,
y allá abajo se rompían o desmenuzaban entre los árboles.»
·111 Los gigantes por los que interpreta a los molinos de viento en sus aventuras
El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, personaje y obra de Miguel de
Cervantes Saavedra.
·112 El Anime/Manga creado por Hajime Isayama, Shingeki no Kyojin está
inspirado en esta raza, ya que los principales antagonistas de la serie son los
Gigantes.
·113 En el popular Manga/Anime de Eiichiro Oda, One Piece existen gigantes,
muchos de ellos se han hecho amigos de los protagonistas e incluso dicen que
vienen de una isla habitada únicamente por gigantes.
·114 En los videojuegos Clash of Clans y Clash Royale se les representa como
seres poderosos, ya que poseen alto nivel de salud y daño
ENANO
Los enanos nórdicos o dvergar (en nórdico antiguo dvergar, singular dvergr) son seres de
la mitología nórdica, asociados con las piedras, lo subterráneo, la muerte, la suerte, la magia
y la tecnología, especialmente la forja.1 Son identificados con los svartálfar (‘elfos negros’), y
døkkálfar (‘elfos oscuros’), debido a que estos términos eran aparentemente
intercambiables en los textos más tempranos como las Eddas. Aunque etimológicamente
Dvergar hace referencia a "enanos", el concepto nórdico de Dvergar a menudo se diferencia
del concepto de "enanos" en otras culturas. Por ejemplo, los enanos nórdicos son
originalmente de tamaño humano. No son descritos como los pequeños hasta el siglo XIII,
cuando comenzaron a aparecer en las sagas legendarias, a menudo como un elemento
humorístico.
El significado que tiene la palabra "enano" en las lenguas romances es el de la latina
"nanus", adjetivo que significa "pequeño en su especie". Este significado coincide con el de la
palabra del inglés actual "dwarf", pero ésta tiene el mismo origen indoeuropeo que la
castellana "tuerto", que significa en principio "torcido" o "deforme"; si la anomalía está en el
ojo de la persona o del animal ("ojituerto"), lo que indica en principio la palabra o el
componente "tuerto" no es que falte el ojo, sino que éste está mal formado o lisiado (si falta,
la palabra correcta es en principio "ojimanco"). La verdad es que estas criaturas de la
tradición escandinava eran concebidas como capaces de cambiar la forma y el tamaño de su
cuerpo a voluntad, de ahí el nombre, que algunos han propuesto traducir como "tuergos", en
lugar de "tuertos" o "enanos".
En el folclore escandinavo tardío, otros tipos espíritus de la naturaleza (Vættir), al igual que
los Trol y Nisse, parecen hacerse cargo de muchas de las funciones de la Dvergar.
En la sección Dvergatal, de Völuspá se divide a los enanos en lo que puede ser tres tribus,
primero las lideradas por Mótsognir su primer líder, en segundo lugar por Durin y por
último por Dvalin.2 En Hávamál se menciona que Dvalin llevó la escritura rúnica a los
Dvergar.3
Características
Todas las fuentes mitológicas tempranas describen a los enanos como seres pequeños.4 En
la Edda prosaica, en Gylfaginning se dice que tenían el aspecto de los humanos, pero que
vivían en la tierra y en las piedras.5
Sólo en las fuentes más tardías como las sagas legendarias de los siglos XIII y XV, los enanos
son descritos de baja estatura y en ocasiones de aspecto desagradable. En estas sagas,
generalmente desempeñan un papel humorístico.6
En contra de la teoría de que los enanos eran de la misma estatura que los hombres, está el
propio origen de la palabra que se cree deriva del protogermánico *dweraz, del
protoindoeuropeo *dhwergwhos que significa ‘algo pequeño’,7 lo que sugiere que tal vez los
enanos fueron pensados como seres pequeños en un comienzo.
Los textos nórdicos describen el color de la piel de los enanos pálido (fölr), como un
cadáver8 el color de su pelo es negro (svartr) y su aspecto y complexión cadavéricos.
En la Edda poética, el poema Alvíssmál narra cómo Thor se burla de la «pálida» piel blanca
de un enano. Thor se encuentra lleno de ira al conocer que su hija Þrúðr se prometió en
matrimonio al enano llamado Alvíss (literalmente, ‘todo sabiduría’, refiriéndose a los
conocimientos mágicos de los enanos).

¿Que hombre es este?! Hvat er þat fira?!


¿Por qué tan pálida la nariz? Hví ertu svá fölr um nasar?
¿Con los muertos pasas en la noche? Vartu í nótt með ná?
Como un gigante Þursa líki
Pienso que pareces þykki mér á þér vera!
Tu no naciste para la novia. ert-at-tu til brúðar borinn.

«Alvíssmál», Edda poética, estrofa 29

Los insultos de Thor resumen ciertos conceptos relacionados con la apariencia de los
enanos nórdicos. En particular este enano tenía una nariz pálida, que sobresalía entre su
barba y sus cabellos negros. En la cultura nórdica se valoraba la piel blanca, sin embargo el
color de piel del enano no parece saludable con una extrema palidez, y Thor lo acusa de ser
un cadáver al decirle que pasa tiempo con los muertos. Los enanos son pálidos porque la luz
solar les es letal y en la misma forma que los muertos son enterrados en los túmulos y nunca
ven la luz, los enanos viven bajo tierra y evitan la luz solar, la cual les provoca la muerte. Este
enano visita a Thor sólo durante la noche, y en el poema el dios se encarga de prolongar un
juego de adivinanzas que pretenden probar la sabiduría del enano, pero que tiene por
finalidad esperar la luz del amanecer, la cual mata al enano al final del poema,
convirtiéndolo en piedra, y así evitando Thor la boda de su hija con el enano.10
Aunque los enanos en ocasiones son llamados "negros", en nórdico antiguo esto hace
referencia al color de su cabello (svartr), no al de la piel. Para describir una piel oscura en
nórdico antiguo se la definía como una piel de color "azul", expresión que deriva de la
apariencia de los cadáveres. Esto se puede comparar con otros enanos cuyos nombres hacen
referencia a su piel pálida de apariencia cadavérica, como Dáinn (‘el muerto’) y Náin (‘el
cadáver’).
Son grandes artífices, inteligentes e industriosos, y entre otras maravillas, crearon el
martillo Mjolnir para Thor, la lanza Gungnir para Odín, el anillo mágico Draupnir, y el navío
Skíðblaðnir. El collar Brisingamen de Freyja, la cadena Gleipnir, que ata al lobo Fenrir, y el
jabalí dorado de Freyr, Gullinbursti, son otras obras suyas.
DUENDES
Los duendes son criaturas mitológicas fantásticas de forma humanoide pero del tamaño de
un niño pequeño que están presentes en el folclore de muchas culturas. La etimología de su
nombre proviene de la expresión " duen de casa" o "dueño de casa", por el carácter
entrometido de los duendes al "apoderarse" de los hogares y encantarlos,1 o bien del árabe
"duar de la casa" ("que habita, habitante").2
En Castilla la palabra duende define a un tipo de ser sobrenatural de la cultura popular
equivalente al goblin de otros folclores europeos (del francés normando gobelin, nombre
originado en el de un fantasma que se decía asoló el pueblo de Evreux en el siglo XII),3 de
naturaleza maliciosa hacia los humanos.
Historia
Los duendes tal y como son conocidos, son criaturas mágicas, feéricas (relacionadas en
algún caso con las hadas) y no forman parte de la tradición cristiana, aunque algunos
demonólogos de los siglos XVI y XVII los consideraban un tipo de demonios ya al menos
desde la segunda mitad del siglo XV.4
Se los describe físicamente como no mayores a un metro, de aspecto humanoide, orejas
largas y en punta y de piel verdosa, se caracterizan por ser seres elementales, cuidadores de
la naturaleza y el bosque y por ser escurridizos. En una definición amplia para la Mitología
de cualquier cultura, se le describe como de aspecto humanoide y muy baja estatura, con
algún tipo de poder o conocimiento sobrenatural y provisto de un típico espíritu bromista o
malicioso, por el cual se le culpa de todo tipo de daños menores en el entorno doméstico o
rural; siendo así, entrarían en la categoría genérica del duende los gnomos, los trasgos, el
tomte sueco, el leprechaun irlandés o el poltergeist alemán.
Este tipo de supersticiones ligadas a los hogares fueron difundidas por todo el Imperio
romano, ya que su religión pagana afirmaba que había unos dioses menores, los lares o
genius loci, que habitaban una casa a la que estaban ligados con la función de protegerla. A
veces estaban asociados a la familia que construyó la casa o que la habitó desde que fue
construida, esto explicaría su frecuente relación con los fuegos del altar familiar u hogar, los
pucheros o las alacenas. A esto habría que sumar una noción semejante por parte de los
druidas, quizá todavía presente en la creencia germánica en los Kobold. Pero esta tradición
se presenta también en el folklore de todas las naciones eslavas, donde son llamados
domovik, e incluso en el japonés, donde unas criaturas en todo semejantes se denominan
zashiki-warashi. Por lo demás, los djinn de los pueblos semíticos poseen características muy
parecidas. La superstición, por otra parte, podría tener una etiología bastante elemental:
una justificación maravillosa o imaginativa de los ruidos desconocidos que se producen en
las alacenas, sótanos o cuevas subterráneas cerradas de las casas, casi siempre debidos a la
presencia de pequeños roedores o depredadores en busca de alimento.
Es más, aparte de su origen supersticioso, la leyenda de la llamada "gente pequeña", como
los denominaba en su famoso manuscrito el párroco escocés Robert Kirk,5 o "duendes", está
tan arraigada en unos lugares concretos de Europa (islas británicas) que algunos han
llegado a teorizar la posible existencia de un pueblo humano de pequeña estatura ya
desaparecido en estas ubicaciones, lo que ha convertido en más probable el descubrimiento
reciente del hombre de Flores y el ya conocido pueblo pigmeo en África.[cita requerida]
El primero en proponer esta explicación fue David MacRitchie (1861-1925), un folclorista
escocés, en su obra The Testimony of Tradition; este tipo de leyendas (y muchas otras) se
habrían fundado en la existencia histórica de un pueblo que habitaría en cuevas o que sería
subterráneo en las Islas Británicas, resto de gentes antiquísimas de tecnología muy
primitiva, quizás neolítica, quienes, ante la llegada de pueblos más civilizados y mejor
armados, se habrían ocultado en la oscuridad. Esta teoría habría sido completada en The
Witch-Cult in Western Europe (1921) por la doctora Margaret Murray (1863-1963).
El alquimista y médico suizo Paracelso (1493-1541) escribió sobre numerosos tipos de
criaturas ni humanas ni divinas en su grimorio Philosophia Occulta (1570), a los que llama
genéricamente elementales y denominó gnomos (elemento tierra), ondinas (elemento
agua), silfos o sílfides (elemento aire) y salamandras (elemento fuego):
No pueden clasificarse entre los hombres, porque algunos vuelan como los espíritus, no son
espíritus, porque comen y beben como los hombres. El hombre tiene un alma que los
espíritus no necesitan. Los elementales no tienen alma y, sin embargo, no son semejantes a
los espíritus, éstos no mueren y aquéllos sí mueren. Estos seres que mueren y no tienen
alma ¿son, pues, animales? Son más que animales, porque hablan y ríen. Son prudentes,
ricos, sabios, pobres y locos igual que nosotros. Son la imagen grosera del hombre, como
éste es la imagen grosera de Dios… Estos seres no temen ni al agua ni al fuego. Están sujetos
a las indisposiciones y enfermedades humanas, mueren como las bestias y su carne se pudre
como la carne animal, y son virtuosos y viciosos, puros e impuros, mejores o peores.
Los duendes corresponderían a los gnomos y silfos y habitan mundos propios no muy
alejados del nuestro, aunque invisibles para nosotros porque nuestros sentidos son poco
sutiles y poco desarrollados y por tanto no aptos para observarlos. Sin embargo todas esas
criaturas, según Paracelso, tienen en común ser seres interdimensionales y atemporales,
viven en comunidades jerarquizadas, son invisibles para los hombres, pero no para algunos
animales y niños, son juguetones y tramposos y enormemente interesados en algunos
aspectos sexuales de los humanos, a quienes a veces raptan cuando son niños; viven muchos
más años que los hombres, pero sin llegar a ser inmortales: 500 años o más, éticamente
neutros, inteligentes, y les aterroriza el hierro y el acero. Poseen tres grandes festividades: la
del mes de mayo, la del 24 de junio (solsticio de verano) y la del mes de noviembre.
Siguiendo la terminología de C. S. Lewis en su ensayo «The Discarded Image: An
Introduction to Medieval and Renaissance Literature» (1964), traducido al español como
«La imagen del mundo», cabría identificarlos con los longaevi o longevos, espíritus que,
cuando Lucifer se levantó contra Dios, no se pusieron de parte ni de este ni de aquel. Dios
habría suspendido su sentencia hasta el día del Juicio Final, y mientras tanto estos seres
circularían por el orbe infranatural, es decir, por debajo de la órbita de la Luna, pues por
encima estaría lo sobrenatural. Algunos habrían caído a la Tierra y por eso habitarían en
cuevas o subterráneos. No son exactamente demonios ni ángeles: son los duendes, hadas,
etc. de que se ha hablado anteriormente, de ahí su ambigüedad moral. En otro ensayo, el
poeta Heinrich Heine llama a toda esta gente "dioses en el exilio", porque antiguamente eran
los diosecillos paganos menores que detentaban algunas funciones religiosas y ahora han
sido arrojados al margen, por lo que aparecen ridiculizados por la tradición religiosa
dominante. Su aspecto por ello ha sido desfigurado como risible y sólo tienen importancia
para los niños impresionables, gracias a los cuales, sin embargo, perdura su recuerdo más o
menos deturpado.
Duendes en el mundo
Duendes de Europa
Existen muchas variantes de duendes en varios países y culturas del mundo, aunque
universalmente los más populares son los de los países célticos. Uno de los tipos más
reconocidos en la actualidad es la del leprechaun, proveniente de Irlanda y popular durante
las festividades de San Patricio, como las que se llevan a cabo en Estados Unidos. La imagen
moderna del leprechaun es la de un hombrecillo barbado bajo, de aire alegre y a veces
gruñón, vestido con atuendos de color verde, aunque en las leyendas folclóricas irlandesas
su carácter era menos afable y solían vestir con ropajes rojos. Los leprechaun forman parte
del ciclo de leyendas irlandesas relacionadas con los Tuatha Dé Danann. Otros tipos de
duendes irlandeses son los cluricaun (aficionados a las bebidas embriagantes) y los far
darrig (hombres rojos). De Escocia, otro país celta, provienen las leyendas de los hobgoblins
y los puck. Estos seres son descritos como espíritus traviesos relacionados con la tierra. El
hobgoblin es un ser humanoide, pequeño y peludo, que vive en las casas y hace travesuras
por la noche mientras todos duermen. Al puck se le caracteriza con un aire más similar a los
pixis del folclor británico, sobre todo de Cornualles. Mientras el hobgoblin es pequeño y
tosco y habita en las casas de los campesinos, el puck y el pixie son más esbeltos y viven en
los bosques. Otro tipo de duende del norte de las islas británicas es el brownie o urisk,
similar al hobgoblin aunque un poco más pequeño, peludo y ataviado con un manto o
capucha de color café, y que habita en las casas ayudando por las noches con las labores
cotidianas.
En el folclor escandinavo también hay varios tipos de duendes. Los duendes escandinavos se
encuentran asociados al solsticio de invierno, y en la actualidad, a la Navidad. Su apariencia
moderna es la del arquetípico duende de jardín o duende navideño: diminutos, ataviados
con ropajes de colores brillantes, sombreros cónicos puntiagudos y una barba larga, sin
embargo, en las tradiciones folclóricas escandinavas se les describe como hombres viejos y
pequeños vestidos a la usanza rural campesina, de carácter voluble, a veces alegres y
traviesos, otras veces iracundos y vengativos, que tienen la capacidad de volverse invisibles
o tomar diversas formas. Reciben diversos nombres según el país: tomte en Suecia, nisse en
Noruega y Dinamarca, y tonttu en Finlandia. Su presencia es frecuente en la literatura
escandinava, como en los cuentos de Hans Christian Andersen.
En el folclor eslavo, el domovoi es un ser de pequeña estatura, cubierto de pelo, que es
considerado guardián de las viviendas. Estos seres tienen el poder de transformarse en
animales, como gatos o perros, o incluso puede adoptar la forma del propietario de la casa.
Los eslavos solían invitar al domovoi a quedarse en las casas, pues ayuda a mantener todo
en orden, mientras esté a gusto, pero, si esto cambia, el domovoi se enoja y destroza platos,
cambia las cosas de sitio y gime por las nohces.
Para los pueblos sajones de Inglaterra, Gales, Alemania y Países Bajos, los goblins eran
criaturas monstruosas y de apariencia grotesca, a menudo de carácter malvado y egoísta,
ávidas por el oro y las posesiones materiales. Eran criaturas mágicas con diversas
habilidades, similares a las de las hadas o los demonios. Los goblins aparecen
frecuentemente en la literatura moderna, como en los libros de Tolkien, y también son parte
de juegos de rol y videojuegos como Warhammer o World of Warcraft. Similar al goblin,
pero de carácter más benigno y hogareño, es el kobold, perteneciente al folclor de Alemania.
El kobold era parte del mundo espiritual, pero a veces interaccionaba con los humanos. Se le
podía representar con formas animales, como fuego, con forma humanoide o como objetos,
a veces se disfrazaban como campesinos o niños pequeños. Los kobolds podían vivir bajo
tierra y trabajar como mineros, pero a veces hechizaban y vivían en castillos y barcos. Al
igual que otros tipos de duendes, en ocasiones ayudaban a los hombres en las tareas
hogareñas
En el folclor de Rumania, el spiriduș era una pequeña criatura cuyo carácter podía ser bueno
o malo. Su apariencia es similar a la del leprechaun irlandés.El sufijo -uș es un diminutivo de
la palabra espíritu, en un significado más asociado al término "fantasma". En Francia, el
lutin de Normandía juega un papel similar al de los espíritus hogareños de las tradiciones de
Inglaterra, Alemania y Escandinavia. El lutin también es un duende travieso, pues le gusta
amarrar en trenzas las crines de los caballos. Los lutin han pasado del folclor francés a
América, sobre todo en la provincia de Quebec, en Canadá, o en la leyenda del "nain rouge"
(enano rojo) que hechiza la ciudad de Detroit, Michigan. El mazapégul es un tipo de duende
hogareño de la región de la Romaña, en Italia. Su aspecto es la de un ser humanoide
pequeño, de pelaje gris, que a veces podía ser bueno pero volverse maligno si se enfadaba.
Duendes regionales de España
El folclor de España es rico en cuentos y leyendas sobre diversos tipos de duendes: Trasgos,
Martinicos, Diaños, Gnomos, Hadas, Encantadas, Trastolillus, Trentis, Tentirujus, Nuberus,
Trasnos en Galicia, Follets en Cataluña, Iratxoak (y otros nombres) en el País Vasco y
Navarra, Trasgus en Asturias, Menutos o Menudos en Valle de Hecho y en otras partes del
Alto Aragón, Mengues (Sur de España).
Los duendes castellanos
Cabe distinguir entre los duendes castellanos a martinicos, diaños, trasgos, gnomos,
encantadas, hadas y elfos. Los martinicos, emparantados con los bestiones de la Edad Media
y grabados en algunos de los Caprichos de Goya, son enanos cabezones (representados
como cabezudos en las fiestas populares) de grandes manos que se suelen disfrazar con
hábito franciscano, hacen ruido en las alacenas, mueven y pierden objetos cuando no los ven
y gastan crueles chascos y bromas. Los gnomos habitan en las cavidades de la tierra y la
primera mención de un elfo en la literatura española se hace en el Cantar de mío Cid, cuando
se habla de los "caños de Elfa", esto es, la cueva de Elfa.6 El primero en tratar por extenso de
los duendes fue el demonólogo fray Antonio de Fuentelapeña en El ente dilucidado:
discurso único novísimo que muestra que hay en naturaleza animales irracionales invisibles
y quales sean (1676). Se comentaba que todos los duendes desaparecieron con la bula de la
Santa Cruzada. Posteriormente, en el siglo XVIII, el preilustrado benedictino padre Benito
Jerónimo Feijoo se embutió en una lucha sin cuartel contra estas supersticiones en su
Teatro crítico universal.
Por otra parte, en el contexto cultural flamenco se denomina duende al carácter inexplicable
y misterioso que ese arte y sus intérpretes adquieren en ciertas ocasiones, un poder
misterioso que todos sienten y ningún filósofo explica.7
Los duendes cántabros
Son de muchos tipos: los trastolillos, los enanos, los busgosos, los trentis, los nuberos, los
ventolines, los tronantes y las anjanas, entre otros.
Los duendes asturianos "apabardexu"
Especie de los Lagos de Somiedo que los lugareños dicen ser una especie de duende. En
bable, Asturiano, asturleones de Asturias apabardexu se traduciría al español o castellano
como duende de monte.
Las lamias
Las lamias españolas tienen correspondencia con las lamiñak vasconavarras y las lainas
aragonesas. Tienen cara y cuerpo de bellas mujeres y patas palmeadas de ánade (ganso,
pato, oca...). Habitan en lugares cercanos al agua, o en los mismos lagos, ibones y barrancos.
Duendes de América
En América existen diversas historias y leyendas sobre espíritus relacionados a la tierra, las
masas de agua, los bosques, los elementos, el aire, el hogar, el mundo subterráneo. Muchas
de estas leyendas se mezclaron con las leyendas europeas sobre duendes, dando lugar a
nuevas leyendas sincréticas.
En México, entre las culturas mesoamericanas como la civilización maya, los aluxes son un
tipo de duende benéfico que habita en los campos de maíz. Tienen la capacidad de atraer la
lluvia y proteger los campos. Los agricultores solían construirles pequeñas casas llamadas
kahtal alux, donde el alux residía para cuidar del sembradío, pero al cabo de siete años se le
debía encerrar porque el alux se volvía malvado y causaba estragos. Otro tipo de duende es
el chaneque, de la mitología mexica, entidad asociada al inframundo, los bosques, los ríos y
los animales. En la actualidad, se les da apariencia de niños, tienen los pies al revés, el
cuerpo deforme, poseen cola, carecen de la oreja izquierda, y les gusta hacer travesuras.
En Centroamérica, a los duendes también se les conoce indistintamente como gnomos o
enanos. Muchos de estos seres son una mezcla del duende europeo, sobre todo de los
trasgos castellanos, con los genios protectores de las creencias indígenas. De esta forma,
estas criaturas pueden ser desde pequeños humanoides con vestidos de colores y largas
barbas, hasta poseer características físicas de animales como patas de pollo o tener los pies
al revés, como en el caso del Cipitío de El Salvador. En las leyendas de Guatemala, Honduras,
El Salvador, Nicaragua y Costa Rica, los duendes gustan de gastar travesuras en las casas,
aunque a veces ayudaban con el quehacer hogareño, como ocurre en la leyenda de los
duendes del bacín de Costa Rica. Uno de los aspectos más oscuros es que estos espíritus
gustaban de perder a la gente, sobre todo extraviar a los niños, como ocurría en las leyendas
de pueblos indígenas como los bribris y cabécares. Entre los tipos específicos de duendes de
los pueblos indígenas centroamericanos están el mgöra, de la Comarca Ngöbe-Buglé en
Panamá, o el cucumi de Cuba. También merece mención el Sombrerón, personaje de las
leyendas de Guatemala, un enano con un gran sombrero y una guitarra que recorre los
poblados del país enamorando a las mujeres.
En Suramérica hay muchas leyendas de seres mitológicos con características de duendes. En
países como Venezuela se les denomina momoyes. En Colombia, está el Mohán. En la
mitología amazónica, como la de los guaraníes del Paraguay, están personajes como el
Pombero, el Yasy Yateré y el Kurupí, mientras que en Brasil están las leyendas de Caipora y
Curupira. En los pueblos del norte de Chile y Argentina está el Coquena, un ser mitológico
benigno quechua y calchaquí. En la cultura mapuche de Chile están el Laftrache y el Trauco,
en Ecuador, el Tin tín (duende fálico de la costa) y el Chuzalongo (duende fálico de la
serranía), y en Perú, el Muqui o Chumpi (duende minero de los Andes peruanos), el
Chullachaqui, el Chinchilico, y el Shapishico, (en la amazonía del Perú). En Bolivia, en la
región occidental se los denomina como anchancho en aymará y como muki en quechua, en
la zona de los valles8
San Patricio y los duendes
La tradición irlandesa refiere que san Patricio, tras haber fundado su primera iglesia, invitó
a los celtas paganos a convertirse al cristianismo. Tras llevar a cabo varios milagros, la fe
cristiana comenzó a ganar adeptos en Irlanda. Los druidas vieron esto con alarma.
Invocaron una tropa de duendes y la enviaron a la iglesia con tal de hacer la vida imposible a
San Patricio y a los apóstatas ya cristianos. Los feligreses comenzaron a quejarse de que los
duendes no los dejaban rezar y cometían un sinfín de desmanes desbaratando el templo,
por lo que San Patricio, habiendo averiguado que era obra de los druidas, decidió hacerles
frente. Una vez dentro del templo, se les encaró con las siguientes palabras: «En nombre de
Dios Todopoderoso yo los expulso, espíritus impuros», y fue así como San Patricio desterró
a los duendes de la iglesia. Por eso en Irlanda la imagen de san Patricio es muy utilizada
para realizar exorcismos de duendes y para protegerse contra ellos, ya que no soportan la
imagen del hombre que los desterró de la casa de Dios.
Su hábitat general son los bosques, aunque algunos habitan en los jardines y los fondos de
ciertas casas, propicias para ello, ya que a estos alguna vez simpáticos hombrecillos les
agrada la compañía de los niños, así como a las hadas (por su pureza de corazón), para jugar
con ellos. Son de buen carácter; estando por lo tanto casi siempre de buen humor. Aunque
también existen duendes malvados, capaces de hacerle daño a los humanos, si éstos los
enojan. Por ese motivo es conveniente evitar ofenderlos, por ejemplo, dudando de su
existencia, de sus poderes o burlándose de su apariencia.
Duendes en la literatura
Según la mitología celta británica, el rey de los duendes y elfos responde al nombre de Lord
Oberón, y se le menciona en Macbeth y demás obras del poeta inglés William Shakespeare,
además que también se le hace mención en el Fausto de Goethe junto con un coro de silfos
que invoca Mefistófeles con tal de seducir al doctor Fausto.
Según la historia de Fausto, Lord Oberón contrae matrimonio con la reina de las hadas, Lady
Titania, para así consagrar la unión de ambos reinos elementales de la naturaleza. Oberón
tiene un consorte que lo acompaña a todos lados, Puck, un duende menor erudito en la
magia, prolongando así la dualidad clásica de la literatura Rey - Mago, tal como Arturo y
Merlín.
En los cuentos tradicionales infantiles, la figura del duende suele asociarse a pequeños seres
bonachones, que acostumbran a ayudar en secreto a los humanos, recompensando las
buenas acciones y castigando a las personas egoístas y deshonestas. Representativo es el
clásico de El zapatero y los duendes, de los Hermanos Grimm.
Herederos de esa tradición son muchos de los cuentos contemporáneos sobre duendes,
como Un duende a rayas, de María Puncel, Los Duendes de Cristal, de Yolanda Lleonart, Los
duendes de colonia-Estrella, de Augusto Kopish, o Los duendes de Navalcarnero, de Rubén
Serrano.
En la trilogía libros de "El señor de los anillos", así como en "El Hobbit" de J.R.R Tolkien, se
emplean los términos goblin (duende) y orco como sinónimos. Estos seres serían de la
altura de un ser humano, lo cual sirvió como referencia para otras obras posteriores de
fantasía.
También existe la literatura feérica de terror, tal es el caso de las novelas Extraña Simiente y
Cuento Infantil de T.M. Wright y Cuento De Hadas de Raymond E. Feist, en estas historias, los
duendes, hadas y demás fauna elemental se convierten en malvados dejando a un lado el
prototipo bondadoso que muestran los cuentos para niños.
En ocasiones los duendes muestran una enemistad hacia los gnomos y los trolls que puede
compararse con la que hay entre elfos y orcos. En el libro Crónicas de Spiderwick de Tony
DiTerlizzi y Holly Black se dice que los duendes se convierten en gnomos cuando se enojan
(esto es, se vuelven más robustos y amenazadores, y sus dientes se hacen más largos y
puntiagudos).
Y más recientemente, en la serie Harry Potter, los señores de la banca mágica Gringotts son
duendes, el más famoso es Griphook.
Duendes en la televisión y el cinE
En la película Merlín con Sam Neill, durante su trayecto hacia los dominios de la Reina Mab,
Merlín es espiado por duendes y demás seres elementales que siguen discretamente al
aprendiz de mago hacia su nuevo hábitat.
En la película Los ojos del gato basada en la novela de Stephen King, Drew Barrymore
interpreta a una niña que es atacada por un duende de la raza Kobold que roba el aliento y
mata a los niños, siguiendo con la tradición de las leyendas alemanas de los duendes que
roban la vitalidad de las personas mientras duermen, ya sea bajo su forma original o bajo la
de un animal.
También está la saga de películas Leprechaun, en la que su protagonista principal es un
duende irlandés vestido de verde, adorador del oro y del whisky y bastante malvado, con
extraordinarios poderes mágicos y solo vulnerable al hierro forjado, aparte que su magia es
ineficaz en contra del trébol de cuatro hojas.
En la serie animada Gárgolas, Goliath, Angela y Elisa Maza se enfrentan en una ocasión a
Lord Oberón en la isla de Ávalon tras su batalla contra la Banshee en Irlanda, la cual ganaron
gracias al despertar de Cuchulain y a la ayuda de este con su lanza dorada en la pelea.
Además, en una ocasión Puck, haciéndose pasar por Owen, el ayudante de David Xanatos,
toma a su hijo bebé y tras introducir su alma en el cuerpo de Lexington, le enseña las artes
mágicas siendo su primera práctica la transmigración de almas, cosa que Goliath descubre al
final.
CANIVALISMO
El canibalismo es el acto o la práctica de alimentarse con miembros de la propia especie. El
canibalismo puede producirse entre miembros de muchas especies, aunque vulgarmente se
asocia más con antropofagia, o con los seres humanos que consumen congéneres.
El término proviene de la deformación de la palabra caribe en caniba o cariba del idioma
taíno, parcialidad de la etnia arawak.1 Para los caribes, significaba «osado», «audaz»; para
los arawak, «enemigo»; y para los europeos, «comedores de carne humana». Nativos de
América que Cristóbal Colón encontró en la isla de La Española en su primer viaje y que
practicaban la antropofagia. Los caribes atacaban a los arawak para conseguir botines y de
paso capturaban a los niños a los cuales castraban y criaban para comérselos.
Los casos particulares en sociedades occidentales se relacionan actualmente con situaciones
de hambre, criminales o personas con profundos problemas mentales.
Origen
No se sabe a ciencia cierta cuándo los humanos adquirieron el hábito de la antropofagia. En
Europa, en concreto en Francia y Alemania, entre otros, y en los yacimientos arqueológicos
de Atapuerca, en España, el estudio de las marcas en los huesos encontrados en la cueva de
la Gran Dolina ha revelado que se practicaba un canibalismo que, con toda seguridad, no fue
producto de una hambruna y carecía de cualquier intención ritual, sino que se efectuó por lo
que se ha denominado como canibalismo gastronómico ancestral. Se ha demostrado que el
Homo antecessor lo practicaba hace ya unos 800 000 años de antigüedad, siendo esta la
referencia sobre canibalismo más antigua de Europa.2 Recientes estudios aportan pistas3
para creer que los seres humanos actuales tienen genes neandertales y el cruce entre
especies podría haber ocurrido, además de aportar el rasgo cultural o hábito del
antropofagia que es algo probado en diferentes yacimientos neandertales.4 Un estudio
genético publicado en la revista Science indica que los humanos llevan alrededor de 500
000 años protegiéndose evolutivamente contra los priones, debido a que el medio de
transmisión habitual es el canibalismo, lo cual podría indicar que se practicaba de forma
habitual desde entonces.5
Canibalismo ritual y cultural
Varios arqueólogos afirman que restos arqueológicos en Mesoamérica y Sudamérica
contienen muestras de canibalismo. Asimismo, se discute la extensión del canibalismo ritual
en algunas culturas africanas o polinésicas.
Una de las sociedades que más desarrollaron esta práctica fue la de los guaraníes, quienes lo
practicaban con fines religiosos, bajo la creencia de que era una forma de adquirir ciertas
capacidades y aptitudes de la víctima.6 En Norteamérica, el análisis de los restos
descubiertos en yacimientos arqueológicos habitados entre el 1150 y el 1200 d. C. por los
anasazi, confirmó la existencia de canibalismo en este pueblo. Divulgado por primera vez en
1967, el bioarqueólogo Christy G. Turner probó más concretamente en la década de los 90 la
existencia de canibalismo, gracias a los hallazgos de Richard Marlar de la Escuela de
Medicina de la Universidad de Colorado. Junto con sus colaboradores afirman haber
encontrado hemoglobina humana en los vasos de cerámica de la cultura anasazi, lo que
sugiere que fueron cocinados con sangre humana. Más aún, en coprolitos humanos
quemados (antiguas deposiciones), encontrados cerca del fuego en uno de los refugios
abandonados, también se comprobó la existencia de hemoglobina humana.
Explicación
Según los relatos de los conquistadores, la práctica del canibalismo era habitual entre los
pueblos nativos aliados y adversarios de Hernán Cortés en actos religiosos y tras las
escaramuzas, para lo cual incluso se solía llevar sal a las batallas para salar a los enemigos
muertos, de forma que les durase más tiempo su carne y pudieran volver con ella a sus
poblados y repartirla entre sus familiares. Entre la aristocracia azteca se practicaba
habitualmente el canibalismo en actos religiosos.7 El canibalismo como forma habitual de
sostén alimenticio no ha sido probado, y los casos de los que se suele hablar se basan en
fuentes que podríamos calificar de parciales (conquistadores, enemigos, exploradores, etc.).
En la psicología, el canibalismo se describe como el resultado de impulsos agresivos orales
no controlados, un acto antisocial originado por el deseo de dominación.
Parece probada la existencia del canibalismo ritual como ofrenda a los dioses o como
manera de obtener la fuerza y el valor del guerrero enemigo. El principio básico que
sustentaba la antropofagia guaraní era que la persona acumula energía a lo largo de su
existencia, y que esa energía puede ser utilizada por otra persona para expandir la
conciencia. El objetivo vital de los guaraníes era trascender los límites de la existencia
cotidiana accediendo a lo que llamaban «la tierra sin mal», un estado vital en donde una
persona escapaba al daño e incluso a la muerte (como supresión del nivel físico de la
existencia). En este contexto, consumir la personalidad de una persona primero y su cuerpo
físico después, daba al practicante un incremento de energía imposible de conseguir por
otros medios. De allí que los guaraníes no comieran a cualquiera, sino solo a los mejores. El
canibalismo era parte del camino de la perfección o aguyé.
Es atribuido a muchas tribus y etnias: los nativos amazónicos, los caribes, los aztecas, los
pigmeos y otros nativos de la cuenca del río Congo, las tribus Korowai y Fore de Nueva
Guinea.
El 14 de febrero de 1779, el comandante de la expedición marina inglesa James Cook y
algunos de sus hombres fueron muertos y consumidos en Kealakekua Bay, en Hawái
(aunque todavía existe controversia sobre la certeza este hecho) por la población local, tras
un intento fallido de secuestrar a su rey, en represalia por los robos de los nativos. Los restos
remanentes fueron recuperados luego y se les hizo un funeral marino.
En 1809, los 66 pasajeros y la tripulación del barco The Boyd fueron matados y comidos por
maoríes en la península de Whangaroa, en la isla Norte, como parte de un utu (‘venganza’)
por el azotamiento con látigo de un maorí que había rehusado trabajar en el barco durante
el viaje desde Australia. El hecho permanece como la mayor matanza en la historia de Nueva
Zelanda.
En casos aislados, se ha acusado de caníbales a las poblaciones enemigas como medio de
propaganda con que desproveerlas de toda civilización o humanidad. De esta forma, la
conquista, represión o cualquier tipo de trato inhumano y vejatorio podían ser fácilmente
justificados moral y legalmente. Otro ejemplo clásico de esta tendencia sería la acusación de
canibalismo hacia los cristianos en época romana, que facilitó su criminalización y posterior
represión.
Otras razones de canibalismo
El canibalismo por hambre en tiempos de amenaza extrema sería una práctica vinculada a
situaciones donde se pone en juego la propia existencia, por lo que tiene su causa inmediata
en la desesperación y la necesidad radical de sustento. Actualmente, ha decrecido su
práctica y en las civilizaciones actuales es socialmente rechazado y legalmente sancionado;
la extensión y aceptación social en el pasado es un tema debatido en la antropología y se
enmarca en el relativismo cultural. Los casos particulares se relacionan con situaciones
extremas de hambre, criminales o personas con profundos problemas psicológicos. Hubo un
caso notable, el del soldado polaco Charles Domery, cuyo apetito inusual lo llevó a intentar
comerse la pierna amputada de uno de sus compañeros para satisfacer su hambre
extrema.8
En el Antiguo Egipto, a fines del 3.er milenio a. C., el hambre llevó a la gente a la insurrección
y al canibalismo (única ocasión conocida de Egipto) debido a una sequía muy larga (al
parecer un evento global llamado «Súper Niño»), época registrada en la historia egipcia
como «los años de los chacales». Este suceso llevó al fin del Imperio Antiguo y al inicio del
Primer periodo intermedio de Egipto.
En la Biblia está escrito que los antiguos israelitas, en caso de desobediencia a Dios, serían
castigados con grandes calamidades incluyendo el comer carne de sus propios hijos e hijas
(Levítico 26:27-29). Durante el sitio de Samaria por parte de los sirios, se relata el caso de
una mujer que junto a otra se comieron al hijo de la primera ( Segundo Libro de los Reyes
6:24-33). Durante el sitio de Jerusalén (70 d.C.) el historiador Flavio Josefo relata un caso de
canibalismo perpetrado por una mujer de nombre María contra su propio hijo ante la
hambruna que asolaba a la ciudad rodeada por el ejército romano.9
En estos casos suelen ingerirse los cuerpos de los muertos por otras causas y es poco
frecuente el homicidio con fines caníbales. Históricamente, están atestiguados, con mayor o
menor grado de verosimilitud, casos de canibalismo durante el Sitio de Maarat an-Numan en
ocasión de la Primera Cruzada, durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), el asedio
de Leningrado durante la Segunda Guerra Mundial y la época del colonialismo, sobre todo
como consecuencia de los frecuentes naufragios. Más allá de circunstancias históricas de
este tipo, se conocen casos de canibalismo vinculados a hechos dramáticos concretos, como
fue el caso de los supervivientes del accidente aéreo producido en los Andes en 1972, que
hubieron de alimentarse de sus compañeros muertos para sobrevivir. Quienes han probado
la carne humana afirman que ésta tiene un sabor similar a la de cerdo.10 11
En las selvas de Nueva Guinea existen numerosas comunidades nativas aisladas, muchas de
ellas aguerridas, algunas de las cuales han practicado el canibalismo, principalmente
atacando a sus vecinos, otras veces por ritual rendido a sus recién difuntos (es lo que les
provocaba la enfermedad conocida como kuru).
Casos de canibalismo en el siglo XX
En guerras o épocas de hambre surgen a menudo relatos de este tipo de canibalismo.
Algunos ejemplos, más o menos debatidos, serían: en la Unión Soviética en los años 1930;
durante el Sitio de Leningrado en 1941 en la Segunda Guerra Mundial, durante 900 días de
asedio murieron alrededor de 1.500.000 personas y se dieron muchos casos de canibalismo
entre sus habitantes;12 en China, durante la guerra civil y durante la gran hambruna del
«Gran salto adelante».[cita requerida]
Las tropas japonesas lo pudieron practicar ocasionalmente en la Segunda Guerra Mundial.
Muchos informes escritos y testimonios, recolectados por la Sección australiana de
crímenes de guerra del Tribunal de Tokio e investigados por el fiscal William Webb (el
futuro juez en jefe), indicaban que el personal japonés cometió actos de canibalismo contra
los prisioneros de guerra aliados en muchas partes de Asia y el Pacífico. En muchos casos, el
hecho habría estado inspirado por los ataques siempre crecientes de los aliados a las líneas
de suministro japonesas, así como a la muerte y a la enfermedad del personal japonés como
resultado del hambre. Sin embargo, según el historiador Yuki Tanaka: « el canibalismo era a
menudo una actividad sistemática conducida por escuadrones enteros y bajo la dirección de
oficiales».13
Por ejemplo, un prisionero de guerra de India, Havildar Changdi Ram, testificó: «el 12 de
noviembre de 1944 el Kempeitai decapitó a un piloto aliado. Yo vi esta escena desde atrás
de un árbol y observé a algunos de los japoneses, cortando carne de sus brazos, piernas,
caderas, nalgas, y llevársela hacia sus cuarteles... La cortaron en pequeñas piezas y las
frieron».14 Quizás el oficial de más alto rango condenado por canibalismo fue el teniente
general Yoshio Tachibana, quien con otros once japoneses fue juzgado en relación con la
ejecución de pilotos estadounidenses y el canibalismo de, al menos, uno de ellos, en agosto
de 1946 en Chichi Jima, en las Islas Ogasawara.15
La práctica del canibalismo como último recurso en situaciones de hambre fue la extrema
situación de los jugadores de rugby uruguayos sobrevivientes del ya nombrado accidente
aéreo en los Andes en 1972, quienes lograron mantenerse con vida alimentándose de los
cuerpos de las víctimas mortales del accidente. El canibalismo como forma de supervivencia
fue realizado después de una oración solemne. Más tarde se justificó plenamente la acción
de supervivencia.
El 11 de julio de 1981, Issei Sagawa asesinó de un disparo a Renée Hartevelt de 25 años de
edad, descuartizó el cuerpo y se lo comió. Narraría su experiencia caníbal en un posterior
libro. Actualmente, Sagawa vive en libertad en Tokio y es una pequeña celebridad en Japón,
siendo invitado a menudo a participar como conferenciante y comentarista en televisión.16
Entre 1978 y 1991, Jeffrey Lionel Dahmer, apodado «El Carnicero de Milwaukee», fue un
asesino en serie responsable por la muerte de 17 hombres y chicos. Es conocido no solo por
la cantidad de personas que asesinó, sino también por practicar la necrofilia y el
canibalismo. En el año 2002 se estrenó una película llamada Dahmer basada en su historia
real, con Jeremy Renner en el papel de Jeffrey Dahmer.
En 1999 se dio en Venezuela un caso de canibalismo: Dorángel Vargas, un indigente oriundo
del Estado Táchira, asesinaba a sus víctimas para luego consumir la carne. Se le conoció
como «El comegente del Táchira». Sin embargo, en este caso se trataba de un cuadro de
esquizofrenia aguda que padecía.17
En marzo de 2001 Armin Meiwes grabó en vídeo cómo cortó el pene, asesinó, descuartizó y
se comió a Bernd Brandes, con quien había contactado por Internet y que supuestamente le
había pedido que lo matara y luego lo devorara. Por ello Armin Meiwes es conocido como el
caníbal de Rotenburgo.
El 8 de octubre de 2007, miembros de la Procuraduría General de Justicia de México DF
fueron a la casa de José Luis Calva Zepeda y lo arrestaron bajo la sospecha de ser
responsable de la desaparición de su novia Alejandra Galeana Garabito, quien había sido
vista por última vez el día 6 del mes. Fue hallado el cuerpo de esta mujer destazado y
algunas partes fritas en una sartén. No se ha comprobado científicamente que ingiriera
carne humana, y él mismo lo negó antes de morir, pero algunos datos apuntan a que así fue.
Trató de escapar a través de una ventana, pero se lastimó en el intento y fue aprehendido. La
policía encontró restos del cuerpo de su novia, carne humana en el refrigerador, una sartén
con carne humana frita y huesos humanos en una caja de cereal, además de un libro sin
terminar titulado Instintos caníbales o 12 días y una foto de Anthony Hopkins en su papel
de Hannibal Lecter.
Canibalismo en la cultura
·115 En la mitología griega, al titán Cronos se le profetizó que uno de sus hijos lo
destronaría, por lo que cada vez que nacían sus hijos, los devoraba. Su esposa Rea,
harta del proceder de Cronos, cuando iban a nacer su quinto y sexto hijos, parió en
secreto, y una vez nacido Zeus, a su marido le dio una piedra en lugar de su hijo. Una
vez crecido Zeus, obligó a su padre a vomitar a sus hermanos: Hera, Deméter, Hestia,
Hades y Poseidón.
·116 Jonathan Swift, escritor del famoso libro Los viajes de Gulliver, escribió la
sátira augusta Una modesta proposición: para prevenir que los niños de los pobres
de Irlanda sean una carga para sus padres o el país, y para hacerlos útiles:[1] donde
propugna el canibalismo infantil gastronómico como solución a la pobreza, el
nefando aborto y en general los gastos que ocasionaban al erario público los retoños
de los pobres.18
·117 El citado caso de los Supervivientes de los Andes provocó la generación de
noticias, libros y películas.
·118 Aparece también como tema en múltiples obras, desde Tito Andrónico de
William Shakespeare, o más recientemente la novela de Edgar Allan Poe Las
aventuras de Arthur Gordon Pym, donde cuatro supervivientes deciden jugarse a
suertes quién de ellos se sacrifica para que los demás coman, pues llevaban muchos
días en mitad del océano sin comida y sin bebida, hasta el caso del Dr. Hannibal
Lecter, personaje de ficción de la película El Silencio de los Corderos, basada en la
novela homónima de Thomas Harris.
Canibalismo no humano
Varias especies animales no humanas recurren al canibalismo. Se citó ya el caso de los
cocodrilos. Se ha visto a algunos insectos comerse a sus propios hijos en épocas de extrema
escasez, y eso los ayuda a sobrevivir hasta que pase la crisis, pues sus crías de cualquier
forma tienen muy pocas o nulas posibilidades de sobrevivir. Los arácnidos hembras que se
comen al macho, como en el caso de los escorpiones y las arañas.
La mantis religiosa se come al macho al acabar la reproducción, aunque esto ocurre muy
rara vez en estado salvaje.
Se ha visto a perras comerse a alguno de sus hijos recién nacidos, pero no se sabe si lo han
hecho por hambre o si el cachorro nació con algún defecto no visible que la madre olió,
aunque en estos casos generalmente solo los dejan morir de hambre.
La foca leopardo se come a sus crías en casos de hambre, o a otras focas.
En el caso de los hámsteres, pueden darse casos de canibalismo cuando uno de los
progenitores se come a alguna cría, tal vez por algún defecto no visible.
También la rata madre se come a sus crías para sobrevivir, sobre todo, si se siente
obstaculizada para salir de su guarida.

CABALLERO
Véanse también: Hidalgo, Gentilhombre y Galantería.
Un caballero es, según la acepción más estricta de la palabra, una persona que monta a
caballo o, más generalmente, una persona de origen noble o, en época actual, simplemente
distinguida o poseedora de un código de conducta gentil, atento y solidario. Esta variedad
de significados a lo largo de la historia se debe a que montar a caballo ha caracterizado a
distintas condiciones sociales según las culturas o etapas históricas de que se trate.
Historia
Para las tribus nómadas de Asia Central existía una relación muy estrecha entre hombre y
caballo, pues este último era no solo un medio de transporte, sino también una poderosa
fuente de riqueza al facilitar la caza, el comercio y los viajes, contribuyendo además a la
guerra y los rituales mágicos religiosos. Las culturas sedentarias lo utilizaban, además de
para esas funciones, como fuerza para mover maquinaria (norias, etc.) y cargas pesadas y
cultivar el campo; incluso sus excrementos o estiércol servían para abonar los huertos o
alimentar fogatas.
Para los romanos y griegos, en cambio, ser caballero implicaba un prestigio social y
económico dado el gran costo de mantenimiento de uno o varios caballos (poseer uno solo
exigía la renta económica suficiente para pagar un establo, tierras con suficiente extensión
como para criar el alimento con que darle de comer (y que a su vez necesitaban a caballos,
asnos o mulas para ararlas), un pozo para abastecer de agua al animal o animales,
servidumbre para sembrar esas tierras y cuidar, alimentar, limpiar y custodiar al animal,
dinero para pagar su doma y sus arreos -la costosa silla de cuero, herraje y avíos-, etcétera).
Por otra parte, la caballería otorgaba un gran poder militar. Los griegos y macedonios la
conjugaban con una unidad militar menos fuerte, la infantería, en la llamada falange que
permitió a los macedonios conquistar el Imperio Persa en tiempos de Alejandro Magno.
En la Edad Media, la institución de la caballería estaba relacionada con un código de
conducta y de honor que definía no solamente el arte de la guerra, sino que también
implicaba reglamentos específicos de conducta religiosa, moral y social (véase órdenes de
caballería) identificados plenamente con los ideales de la vida cortesana medieval. El
caballero era necesariamente un señor feudal y la caballería ligera o bien pesada un cuerpo
militar al servicio de un rey o poder feudal desde los tiempos de los antiguos imperios medo
y aqueménida, que adoptaron la costumbre de usar el caballo como arma, montando a los
guerreros sobre el animal, a diferencia de etapas anteriores, cuando sólo se le usaba como
animal de tiro al que se ataba un carro o carroza de combate. Posteriormente los medos
adoptaron el uso de la armadura completa, dando inicio así a la caballería pesada, recurso
fundamental para la guerra hasta la aparición de la pólvora.
Etimología
En latín se llamaba caballus –i a los caballos que eran especialmente de trabajo, pero usaban
el término equus –i para el resto de los caballos, especialmente para los utilizados en la
guerra. De ahí que se dijera ordo equester para la clase social de los caballeros. Caballus
venía a su vez del griego kaballes –ou, con el significado igualmente de caballo de trabajo. El
guerrero era un hombre noble que había servido como paje y escudero. La palabra Knight
(caballero en inglés) deriva de la palabra anglosajona Cnight, que significa sirviente.
Caballero como conducta
Caballeroso, dicho de un hombre, se refiere a quien se comporta con distinción, nobleza y
generosidad. El hombre caballeroso, o hidalgo en España, es quien posee la virtud de la
hidalguía, honor o legítimo orgullo nacido de provenir de gentes virtuosas y sensatas y
hacer honor a esa tradición continuándola. Es esa virtud la que hace de un hombre una
persona honrada y circunspecta, alguien cuya urbanidad, compostura y templanza le obliga
a que en todo momento se muestre servicial, atento y gentil con las mujeres, los humildes y
los desfavorecidos, así como tan fuerte y honorable como para desautorizar y en su caso
impedir cualquier bajeza, incorrección, grosería o ruindad. De forma más frívola también se
puede referir a la mera galantería cortés.
Caballeros según etapas históricas
·119 Caballero en la Persia preislámica
·120 Caballero en la Antigua Roma
·121 Caballero villano, en la Edad Media hispánica, fundamentalmente en el
Condado de Castilla y posterior reino, villano que por poseer caballo y armas, se
encargaba de la defensa del territorio
·122 El caballero cubierto era un noble con grandeza de España, esto es, el que
gozaba del privilegio de no quitarse el sombrero en presencia del monarca. El rey de
España otorgaba esta distinción o título a un noble mandándole en voz alta que se
cubriera en su presencia, y desde entonces además podían llamarse "primos".
·123 Caballero de cualquiera de las órdenes de caballería (Orden de Malta, por
ejemplo)
·124 El caballero de industria, de la industria o de mohatra es el estafador o
ladrón que, para poder ejercer mejor su oficio, se hace pasar por tal adoptando su
apariencia y modales para vivir a costa ajena.
·125 Persona que se porta noblemente: "es todo un caballero"
·126 Caballero andante, de los libros de caballerías
·127 Caballero en plaza se llamaba también a los rejoneadores
·128 Caballero como obra de defensa en la torre de un castillo
·129 Caballero en sustitución de señor: ha venido un caballero
·130 La perspectiva caballera era una manera de dibujar algún objeto, como si se
viera desde lo alto
·131 Caballeros cuantiosos o de cuantía eran los que, por el hecho de tener
determinada renta, estaban obligados a mantener armas y caballo para salir en caso
necesario a contener a los moros que hacían correrías e incursiones por la región.
·132 Caballeros noveles. Tomaban el nombre de noveles los que eran recién
investidos con las insignias de la caballería llevando el escudo en blanco y sin divisa
alguna por no haber tenido todavía ocasión de ganarla en la guerra.
·133 Caballeros de conquista. Los de conquista, como lo indica la palabra, eran
aquellos a quienes se distinguía repartiéndoles las tierras que se tomaban al
enemigo.
·134 Caballeros mesnaderos o de la mesnada del rey. Se llamaban así por ser los
que le acompañaban al rey en el trozo principal de su caballería.
·135 Caballeros pardos. Falta enumerar una clase de caballeros que mencionan
nuestras antiguas leyes, denominados pardos y eran los que obtenían la
consideración y preeminencias de caballeros a pesar de pertenecer al estado llano,
por privilegio real o por llenar ciertos requisitos marcados en las leyes. No ofrece
dificultad la explicación de la palabra con que se les designa, puesto que las leyes de
Partidas cifraban en los colores de los trajes, distinciones del rango de los caballeros.
También se utiliza este término para referirse a la pieza de ajedrez que hoy día se suele
representar con un caballo, a menudo sosteniéndose sobre las patas traseras. Esto es
porque en la tradición de este juego (que ha tenido numerosas variantes y versiones hasta
llegar al ajedrez moderno), las piezas representaban guerreros, y en lugar del caballo actual
solían usar la figura de un guerrero sentado sobre un animal de montura, con la condición
precisa de tener ya anteriormente nobleza o hidalguía. El dorado de la espuela era el
distintivo que les daba a conocer siendo una de las señales necesarias en aquel tiempo en
que se combatía cubierto con la armadura todo el cuerpo.
Pudieran todavía citarse otras especies de caballeros, pero menos interesantes, con las que
se demostraría hasta la evidencia las diferencias que entre ellos había.1 para declararlo
primero caballero le tiene que dar con una espada en los 2 codos y en la cabeza y por último
le pega en la nuca para nombrarlo caballero.
Armamento
·136 Espada bastarda o espada de mano y media : Una espada que se utilizaba
principalmente para derribar a un caballero desde su caballo. Tenía la potencia
necesaria para derribarles pero también la movilidad que se requería para las luchas
cuerpo a cuerpo.
·137 Lucero del alba: Una maza con pinchos empleada para combates a media
distancia. Puede destrozar el cráneo de su adversario si esta arma golpea con la
suficiente eficacia y precisión.
·138 Ballesta: Las ballestas eran armas letales a largas distancias. Disparaban una
flecha capaz de atravesar la armadura de un enemigo, sin retroceso, su único defecto
es que se tardaba mucho en recargar. El Papa Inocencio II incluso la prohibió por
considerarla demasiado "maligna".
·139 Alabarda: La alabarda es un arma polivalente, con dos partes, hace las veces
de hacha y de lanza, pudiendo derribar a un caballero de su montura o de atravesar
limpiamente el cuerpo de su adversario; un arma diseñada para combates a corta y
media distancia.
·140 Armadura: La armadura era la principal baza del caballero, con un blindaje
de al menos dos chapas de metal y una cota de malla. La armadura protegía al
caballero en todo momento, muchas veces sin necesidad de restarle movilidad.
·141 Escudo: El escudo es el arma defensiva para protegerse de los ataques.
Acepción social
El caballero se había vuelto de dudoso valor ante los grandes cambios políticos y sociales
del siglo XIX que dio a él un significado más amplio y esencialmente superior. El cambio está
bien ilustrado en las definiciones dadas en las sucesivas ediciones de la Enciclopedia
Británica al caballero o gentilhombre. En su 5ª edición (1815), "un caballero es uno, que sin
ningún título, lleva un escudo de armas, o cuyos ancestros han sido libres". En la séptima
edición (1845) todavía implica un estatus social definido, pero en la octava edición (1856),
el escritor añade, "por cortesía este título es generalmente otorgado a todas las personas
por encima de la fila de comerciantes comunes cuando sus modales son indicativos de una
cierta cantidad de refinamiento y de inteligencia".

Introducción

En este trabajo práctico estudiaré a un personaje de la época medieval "el caballero". Lo


analizaré de varios aspectos tales como su forma de ser, sus ideales, su contexto social, su
armadura, su armamento, su fidelidad y su fe. El caballero era un ser muy noble y de gran
corazón. También se verán varios dibujos de los armamentos y de los caballeros de esa
época.

"El Caballero"

Definición:

El caballero era un guerrero a caballo de la Europa medieval

que servía al rey o a otro señor feudal como contrapartida habitual por la tenencia de una
parcela de tierra, aunque también por dinero o como tropa mercenaria. El caballero era por
lo general un hombre de noble cuna que, habiendo servido como paje y escudero, era luego
ceremonialmente ascendido por sus superiores al rango de caballero. Durante la ceremonia
el aspirante solía prestar juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los
indefensos.

Ideales:

Valor: Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las
personas necesitadas. Esto implica el elegir mantener verdad a toda
costa.wergrewgrewgrewg

El valor no significa ser estúpido arrogante, sino tener voluntad de hacer lo correcto. Estos
personajes tenían un gran valor, capaces de pelear con gran coraje contra seres superiores
que mantenían a las personas de los pueblos aterrorizados.

En la toma de Valencia Pedro Bermúdez, Alvarez Fañez y Muñoz Guztos luchan


heroicamente contra un ejército mucho mayor que ellos.

Los caballeros eran capaces de enfrentarse a personas con mayor habilidad para luchar, sin
medir consecuencias; Como lo hacen contra el León que se había escapado y que estaba por
atacar a las hijas de Cid.

Defensa: Los caballeros juraban cuando eran ascendidas, defender a sus señores y señoras, a
sus familias, a su nación, a las viudas y a los huérfanos, y a la Iglesia. En la defensa de estos
ideales e individuos

Fe: Los caballeros que tenían una fuerte fe en Dios les permitía llevar a cabo toda una vida
de sacrificios y tentaciones, dándoles raíces y esperanza fuertes contra los malvados del
mundo.

El Cid siempre antes de una batalla, la encomendaba a Dios y sabía que de Él dependía la
suerte del éxito.

Humildad: los caballeros humildes eran los primeros en decir a las otras personas cuando
llevaban a cabo hechos de gran heroicidad, dándoles el honor que merecen de sus buenos
hechos. Y dejando o otros que los feliciten por sus propios hechos y estos los ofrece a Dios.
Esta es una de las características más sobresalientes de un caballero.

El Cid siempre atribuía el éxito de las batallas al coraje de sus soldados y repartía
proporcionalmente las riquezas ganadas.

Justicia: Para los caballeros era muy importante buscar la verdad sobre todo, los caballeros
no buscaban su beneficio personal. La justicia sin templar por misericordia puede traer
pena, sin embargo. La justicia buscada por los caballeros sin la flexión a la tentación era la
utilizada por ellos.

El Cid bien pudo haber matado a los de Carrión pero prefirió que se haga un juicio y que se
duelan justamente.

Generosidad: La generosidad era una característica de un caballero. Para contradecir la


debilidad de la avaricia, los caballeros eran tan abundantes como sus recursos permitirían.
Un caballero generoso puede recorrer mejor la línea entre la misericordia y la justicia fría. El
Cid repartía los bienes de las batallas ganadas y además era generoso con los enemigos
derrotados Ej: El conde de Barcelona.

Templanza: El caballero debía estar acostumbrado a comer y beber con moderación.


Además el caballero debe ser moderado con sus riquezas, esto no significaba abstenerse de
ellas sino, no utilizarlas vanamente. Sin templanza no se podía mantener el honor de la
caballería. El caballero debía contenerse de sus apetitos sexuales.

Lealtad: Los buenos caballeros juraban defender fervientemente sus ideales, a la Iglesia y a
sus señores, ellos darían su vida por defenderlos.

El Cid bien pudo haber luchado contra el rey Alfonso y derrotarlo, pero él le era fiel y
cumplió sus ordenes de destierro

Nobleza: La nobleza es el principio de la cortesía. Y los caballeros debían así ser corteses,
honrados, estimables, generosos e ilustres equitativos a todos mientras que desarrollaron y
mantuvieran un carácter noble con los ideales de la caballería. Un caballero es por siempre
un ejemplo a seguir.
Mandamientos.

Los caballeros también poseían mandamientos inquebrantables:

Creer en todo lo que la iglesia enseñe y observar todos sus mandamientos.

Proteger a la iglesia.

Tendrás respeto por sus debilidades, las defenderás.

Amaras el país en que naciste

No retrocederás ante el enemigo

Harás a los infieles una guerra sin cuarteles.

Cumplirás tus deberes feudales si no contradice la ley de Dios.

No mentiras y serás fiel a tu palabra.

Serás generoso.

Mantendrás el bien frente a la injusticia y el mal.

Épocas de la caballería.

Heroica:

Esta fue la época de máxima expresión, la cristiandad era el fin y objeto del hombre.

Se produjo en los siglos XII y principios del XIII. La caballería se caracterizaba por ser viril,
austera y conquistadora.

Esta fue la época en que el Cid vivió.

Galante:

Se produjo en los siglos a fines del XIII. Comienza a declinar la caballería. En esta época se
registran poemas, juglares y relatos sobre la caballería. El caballero cambia la guerra por las
pasiones amorosas con las mujeres.

Decadencia:

Las guerras santas pierden el sentido y la paz los hace sedentarios y de dedican al ocio.
Además se abre la inscripción a la caballería a todos los jóvenes, dignos o no.

Pero principalmente el espíritu religioso ya no poseía su alma.

La obra de "Don Quijote de la Mancha" es un importante ejemplo, que demuestra la


decadencia de la caballería. Era tal la decadencia que hasta se burlaban de ellos.
Las armas.

ARCOS:

Arco grande: Era un arqueamiento mecánico de acero corto que tiraba flechas pequeñas.
Tomaba un tiempo largo para cargarlo. Esta arma podía tirar docenas de flechas. Prohibida
por la iglesia, la mayoría de los caballeros la consideraban una arma que deshornaba, pero
algunos soldados la utilizaron dé todos modos. Guillermo tuvo que tirar a una manzana
sobre la cabeza de su hijo como castigo para no ser leal a la corte austríaca. Él tuvo éxito.

Arco largo - Era un arqueamiento grande bajo gran tensión que era difícil de dominar, pero
podría lanzar flechas mortales hasta 100 yardas. Los ingleses la utilizaron para derrotar a
los franceses en la batalla de Crecy (1346) a pesar de ser excedido en número 4 a 1.

Arco común: El arqueamiento más común que se encontrará en Europa, tiene un rango y
una exactitud limitada, y se utilizaba lo más a menudo para la caza, que para la guerra.

Armas de mano.

Maza - Es una bola pesada claveteada asociada directamente a una manija. Rompían al
enemigo, vino en las versiones del lacayo (de largo mango) y del jinete (corto-dirigido).

Espada - La arma más común para luchar mano-a-mano del caballero, era una lámina
templada del acero que tiene aproximadamente 1, 20 de longitud. Bendecida por el
sacerdote, la espada era generalmente el arma preferida de un caballero. La espada
preferida de Cid, Tizona, fue enterrada con él. La espada era más que una arma, porque la
lámina y el hilt formaban la muestra sagrada de la cruz. La espada más común era la
broadsword. Esta arma de doble filo era de 30 " a 42" pies en longitud, pero solamente 3 a 4
libras pesadas. Así un caballero podría manejarla ágilmente en una batalla. Una espada más
grande era la espada híbrida, pero que costaba su traslado y uso.

Armas del personal:

Lanza - La segunda arma preferida de un caballero, fue hecha de hierro. La rectitud de la


lanza simbolizó verdad al caballero, y su cabeza del hierro, fuerza. La arma más vieja del
personal fue utilizada generalmente para empujar o tirar al enemigo de su caballo. Los
postes eran cerca de 3 Mt de longitud y rematados con una punta de lanza que sería un
triángulo.

Lucio – Era una arma suiza que servia para defenderse de los caballeros: 5 metros de largo.
La utilizaban para a herir a los caballos.

Armas de sitio

Catapulta – Era una máquina para arrojar grande rocas contra las paredes de los castillos.
Una taza o una red masiva es llevada a cabo bajo gran tensión por una cuerda o un
encadenamiento fuerte. La tensión se afloja mecánicamente y la taza arroja su contenido de
la roca, o de basura, o de vacas muertas, o del fuego griego, este fuego era muy difícil de
apagar.

Torre de ataque – Era una estructura de madera sobre ruedas que era para atacar a los
castillos. Durante el intento de los Moros a recuperar Valencia intentaron utilizar vanamente
esta arma.

Conclusión.

Los caballeros fueron personas que dedicaron casi la totalidad de su vida a la búsqueda de
la verdad y la justicia para el pueblo medieval. Se guiaban por ideales y valores dignos de
imitar, tales como su valor y generosidad.

Luchaban por sus reyes y por la Iglesia, sin temor al enemigo, que con gran bravura
enfrentaban. Ellos iban en búsqueda de grandes aventuras

También eran personas humildes, que no ostentaban sus poderes y riquezas, sino que las
utilizaba, para el bien de los demás.

Los caballeros poseían una fe inquebrantable en Dios, que los ayudaba y guiaba por los
caminos y aventuras que hacían.

Después de la época de decadencia, todavía seguía habiendo personas con actitudes


caballerescas, que humildemente se distinguían de la masa. Hoy es día la caballerosidad es
solamente una cualidad de muy pocos, es necesario que cada día seamos más amables y
generosos con nuestros hermanos.

HIDALGO

Padrón de hidalgos de Castropol, Asturias.

Hidalgo, hijodalgo, fidalgo (en castellano antiguo, y común en literatura) e infanzón tiene su
origen en España y Portugal y es sinónimo de noble, aunque coloquialmente se utilice el
término para referirse a la nobleza no titulada. En España existían muchas clases de
Hidalguías: El «hidalgo» - notorio - , el «de solar conocido», el «de todos cuatro costados», el
«de vengar quinientos sueldos», los «hidalgos por el cuerno» y otros, incluso uno que está
entre lo conceptual y lo real el «hidalgo como un gavilán».1 Hace referencia a hijo de algo
como hijo de algún linaje, con variadas calidades la palabra algo, en sus diferentes contextos,
denotaba “noble”, “valioso”, “bueno”. Además de los Infanzones era sinónimo de
Gentileshombres y Escuderos.2

El censo de 1787 contaba en España 480.589 vecinos hidalgos (cabezas de familia) sobre
una población de 10.268.150, por lo que se estima que suponían en torno a un 5 % del
total.34

Etimología y usos

Ignota, se desconoce el origen cierto, Covarrubias dice se sabe que de hidalgo vino hidalguía,
que comúnmente se refería al hombre bien nacido, existiendo el fem. hidalga, que su uso es
muy propio de España. Fidalgo se dijo por el latín fide «fe»1 que vale por confianza y lealtad.

Esto no obsta que hubieran varias acepciones que se arraigan en lo antiguo, según Sebastián
de Covarrubias en su tiempo se consideraban estas:

La Itálica o romana que dice acaso proceda del Ius italicum de la Antigua Roma, exención y
nobleza que se concedía primero por el pueblo romano, después por los emperadores y
también se obtenía por compra.1

La cristiana traída de un episodio de San Pablo quien dio a entender a un tribuno que había
heredado la nobleza de sus padres y que por ello no solo era algo sino hijo de algo, de aquí
se interpretaba que algo vale por nobleza, bondad o bienes.1

En la acepción Goda se dijo que es voz corrompida de 'fijo de Godo' - hijo de Godo o filgod - y
que transmutadas consonares derivó hasta 'fidalgo'. El fundamento sería que quedaron muy
pocos nobles y realeza Goda refugiados en las montañas e iniciada la reconquista estos eran
muy estimados en España.1

En las Siete Partidas, aparece en muchos lugares, en una donde se trata cómo escoger las
personas para la milicia dice:1

E por esso sobre todas las cosas cataron que fuessen hombres de buen linage, porque se
guardassen de fazer cosas porque pudiessen caer en verguença: e porque estos fueron
escogidos de buenos logares y con algo. Quiere tanto dezir en lenguage de España, como
bien. Por esso los llamaron Fijos de algo, (...)

ley segunda tit. 21. partita 2. 1

Inicios

Literariamente los hidalgos han sido caracterizados fundamentalmente como nobles con
escasos o nulos bienes pero exentos del pago de determinadas obligaciones tributarias,
debido a la prestación militar que les confería el derecho de portar armas, de las cargas y
tributos que pagaban en cambio los plebey os (pecheros), exentos de tal arriesgada
obligación o privilegio.

La hidalguía tiene sus orígenes en la Reconquista. Ya para el siglo X aparece el término


“infanzón” como sinónimo de la palabra caballero y su análoga en el latín medieval, miles.
Estos infanzones eran vasallos de los grandes magnates y prelados y administraban sus
propiedades. En los primeros siglos era posible conseguir el rango de infanzón simplemente
con la habilidad de proveer y costear su propio servicio en la caballería. Es sólo en el siglo
XII cuando el rango de infanzón se cierra a los que no nacen en él. En los pueblos que se
fundan en las tierras reconquistadas, los caballeros —y no los magnates, quienes solían
quedarse en áreas más antiguas— llegaron a dominar la vida política, social y cultural. Los
oficios municipales y la representación de las ciudades en las Cortes eran privilegios casi
exclusivos de los caballeros. Es también en el siglo XII cuando se les empieza llamar
“hidalgos”.5

En sus inicios, entonces, el título surgió como un reconocimiento. Pero a lo largo de los años,
su uso se fue extendiendo en forma descontrolada, y los monarcas, a cambio de algún
beneficio económico personal, nombraban hidalgos a cuantos les resultaba conveniente. Fue
con la llegada de la Ilustración y los Borbones cuando comenzó una reforma en profundidad
de la hacienda pública, una de las cuales fue la limitación de este tipo de nombramientos, ya
que por entonces más de medio millón de personas gozaba de exenciones tributarias
basadas en este título.

A diferencia de la España meridional, en el norte el número de nobles era elevado y sus


diferencias con el pueblo llano, escasas, habiendo sido en sí reformada su sociedad desde un
principio por motivos históricos y demográficos como auténticas milicias para la
manutención de las huestes reales. En Asturias, los hidalgos llegaron a ser casi un 80 % de la
población, y en el caso de Cantabria esta cifra fue aún mayor, alcanzando el 83 % en el siglo
XVI y superando el 90 % en torno a 1740.6 En el Señorío de Vizcaya, y en Guipúzcoa, existía
también el llamado derecho de hidalguía universal, en virtud del cual todos los vizcaínos y
todos los guipuzcoanos nacían hidalgos.

Instituciones de la hidalguía y su régimen

Esta condición social llevaba aparejados ciertos deberes y privilegios. Era su obligación
mantener caballo y armas, así como recibir periódicamente preparación militar, a fin de
acudir a la guerra en el momento en el que el Rey le llamase. Como contrapartida, entre
otros privilegios, estaba exento de pago de ciertos tributos. El contenido de los deberes y
obligaciones de los hidalgos en España fue variando a lo largo de los siglos. Sus pleitos se
dirimían ante el alcalde de los hijosdalgo que existía en cada uno de los ayuntamientos
españoles donde se diese la división de estados (la mayoría) y en segunda instancia, en las
Salas de los Hijosdalgo de las Reales Chancillerías de Valladolid y Granada, la Real Audiencia
de Oviedo y otros tribunales. Con el paso del tiempo se fue transformando su régimen
jurídico hasta la completa abolición de sus privilegios con el advenimiento del liberalismo
en el primer tercio del siglo XIX. Esto, no obstante, no supuso la abolición de la nobleza.

Formas de acceder a la hidalguía

En la Partida Segunda, la Ley XII7 del Título XXI,8 establece dos maneras de llegar a la
nobleza:

Por saber, es decir, mediante el conocimiento y la práctica de Ciencias y Artes Liberales.

Por bondad de costumbres - more nobilium -.

Los Privilegios Reales de Nobleza[editar]

Las modalidades eran cinco:9

Concesión. Facultad inherente a la Corona se fundaba tanto en la voluntad del monarca


como en las normas generales del reino. Podían ser hereditarias -regla general- o
personales. Temporales limitadas a dos o tres generaciones y establecerse exclusiones
expresas. Podían otorgarse a naturales y a extranjeros cuya ascendencia era noble en sus
países de origen, conforme a las leyes usos y costumbres respectivos, previa justificación de
su derecho y con la declaración o confirmación del monarca, sin diferencias quedaban estos
nobles homologados a la hidalguía de España. También se concedían a extranjeros
residentes - especialmente a flamencos, franceses o irlandeses - cuando se planteaba algún
supuesto de declaración de hidalgo de sangre.

Declaración. El Privilegio Real de declaración hacia notorio el estado de nobleza o hidalguía


porque lo justificaba o hacía constar sin necesidad del procedimiento ante las Chancillerias
del Reino.

Confirmación. Se limitaba a confirmar la nobleza concedida a los antepasados o al propio


interesado.

Reintegración. Era la devolución al estado y calidad de noble a quienes por cualquier motivo
la hubiesen perdido.

Restitución. Este Privilegio Real se usaba para compensar o indemnizar al agraviado por
cualquier causa.

La hidalguía inmemorial de linaje o sangre

La primera distinción que cabe hacer es la de hidalgo de sangre e hidalgo de privilegio.

Hidalgo -sin más locuciones-. El hidalgo de sangre, también llamado escudero (si ejercía ese
oficio para otro noble o ricohombre magnate que lo fuera aun sin título) o infanzón donde
era usanza, era aquel a quien la nobleza le venía por descender de quienes habían
disfrutado de ella desde tiempo inmemorial.10

Hidalgo de solar conocido era el hidalgo que tenía casa solariega, o que desciende de una
familia hidalga que la tiene o la ha tenido. Para ser reconocido como hidalgo solariego, era
necesario justificar que los cuatro abuelos habían sido a su vez hidalgos - por los cuatro
costados -, excepto en Castilla donde a su uso se decía El caballo lleva la Silla (o solar).
Osease, con que fuese el padre de casa reconocida con nobleza antigua, los hijos e hijas
también lo serían, aunque sus madres no lo fuesen e incluso fueran ilegítimos.

Es el famoso caso del cantar de gesta castellano sobre el reconocido infante Mudarra y los
infantes de Lara, sus hermanos de Padre, que recoge costumbres ancestrales a la Castilla
condal originaria anterior al siglo X, y en el que se reconoce que ni siquiera la madre tenía
que ser necesariamente cristiana o castellana, como también lo fue el hijo reconocido y
heredero del rey Alfonso VI.

Hidalgo de ejecutoria era reconocido como el que ha litigado por su hidalguía y ha probado
ser hidalgo de sangre. Se demostraba mediante la presentación de escrituras y testigos en
un juicio de executoria que debía superar.
Hidalgo de cuatro costados era denominado aquel que podía probar que sus abuelos
paternos y maternos eran hidalgos (de cualquier clase).

La hidalguía de privilegio

El hidalgo de privilegio podía ser de dos maneras:

Hidalgo de privilegio por méritos o servicios, cuando el Rey daba privilegio de tal por su
mucha valía, grandes servicios en la guerra o en la paz, así se daba principio de hidalguía
por ser bueno en el servicio público. Los hidalgos de privilegio eran tratados de manera
despectiva en muchas ocasiones por los de sangre, y se les apartaba de los actos sociales y
de participar en hermandades. Estos eran los recién nombrados por algún servicio o tarea y
muchos de los que estudiaban en las universidades. La hidalguía de privilegio no llevaba
aparejada automáticamente la hidalguía de sangre, ya que “el Rey puede fazer cavalleros
mas non fidalgos” y era preciso el paso de tres generaciones que pudiesen acreditar la
asunción del more nobilium desde el otorgamiento del privilegio para que al “hijo de padre
y abuelo” se le reconociese la hidalguía.

Hidalgo de privilegio por compra eran los que habían comprado sus hidalguías, por lo
general para no pechar y tener acceso a algunos empleos o dignidades, tenían las mismas
exenciones y preeminencias que los demás, pero sin las calidades de nobleza y sangre.

Otras clases de hidalguía hacían referencia a costumbres o fueros específicos otorgados


generalmente por la realeza: Así, por nacer en determinados lugares: por ejemplo, la madre
que paría sobre una determinada piedra del municipio aragonés de Caspe, adquiría para su
hijo la categoría de infanzón, o todos los nacidos desde principios del siglo XIV en
determinados señoríos vascos eran reconocidos como hidalgos según Fuero de Castilla por
el privilegio de hidalguía universal.

hidalgos de devengar quinientos sueldos

Esos privilegios diferenciados también servían para clasificar a diferentes tipos de hidalgos:
en Castilla, los hidalgos de devengar quinientos sueldos eran los que por fuero inmemorial
tenían derecho a cobrar 500 sueldos como satisfacción de las injurias que se les hacían, en
lo que parece ser una reminiscencia del antiguo derecho visigodo a recibir compensaciones
económicas por no aplicar la Ley del Talión.

hidalgos por el cuerno

La hidalguía por servicios podía concederse o reconocerse a municipios enteros, es el caso


de los vecinos de Zamarramala que enviaban gente al Alcázar de Segovia porque tenían
perpetuamente a su cargo las guardas centinelas del castillo,11 estas se efectuaban al modo
militar romano, conservado en España,12 - y como bocina valía por cuerno - de aquí les vino
el nombre hidalgos por el cuerno. Por este servicio estaban sus vecinos exentos de pechar ya
que el dicho privilegio los hacía y tenía hidalgos.11

En estas centinelas estaban los Soldados siempre armados, y se despertaban para relevarse,
no solo al ruido y toque de la bocina, sino de ciertos gritos y voces que se daban
mutuamente, que Lipsio con algún apoyo congetura que eran decirse vela o alerta,
costumbre que hoy día estamos observando, pues (...)

Historia de la milicia española - De los Romanos, Cap. V.

hidalgos de gotera

Por último, los hidalgos de gotera eran los hidalgos reconocidos como tales en un pueblo
determinado, de modo que perdían los privilegios de su hidalguía si cambiaban de domicilio
trasladándose a otro pueblo distinto. Estos también se denominaban «de canales adentro» -
local -,13 «de puertas adentro» o «de tejas para abajo».

Las pseudo hidalguías por privilegio y exenciones

Varios calificativos añadidos a la palabra de hidalgo fueron sistemáticamente rechazados


por la Sala de los Hijosdalgo de la Chancillería de Valladolid. La recopilación dada por Felipe
IV, en Madrid el 12 de febrero de 1623, trata de los privilegios y exenciones de los que casen
antes de tener la edad de diez y ocho años y de los que tengan seis hijos varones. Se trataba
de una protección que se daba a las familias numerosas, pero no un cierto privilegio de
hidalguía, popularmente eran llamados hidalgo de bragueta.14

En la cultura popular

En el Cantar de mío Cid se narra como Rodrigo Díaz de Vivar parte para el destierro con 300
"hijos dalgos".

Miguel de Cervantes sitúa como protagonista de su obra inmortal Don Quijote de la Mancha
al hidalgo Alonso Quijano.

GENTILHOMBRE

En España, un gentilhombre era la persona que despachaba al rey con un pliego de


importancia para darle noticia de algún buen suceso, como la toma de una plaza o el arribo
de una escuadra. También recibía el nombre de gentilhombre el que servía en las casas de
los grandes u otras para servir al señor o señora.

En concreto, se distinguían las siguientes clases:

Gentilhombre de boca, también llamado gentilhombre de interior. Criado de la casa del rey,
en clase de caballeros que seguía en grado al mayordomo de semana. Su destino era el de
servir la mesa del rey, por lo que se le dio dicho nombre. Posteriormente, cayó en desuso y
sólo acompañaban al rey cuando salía a la capilla en público o a otra fiesta religiosa y
cuando iba a alguna función a caballo.

Gentilhombre de cámara. Persona de distinción que acompaña al rey en la cámara cuando


sale. Estas funciones son privativas de los gentileshombres de cámara con ejercicio porque
también existían los gentileshombres de entrada, llamados así por tenerla en la sala de
Grandes y por haberlos también honorarios, que sólo gozaban de la insignia de la llave.

Gentilhombre de la casa. El que acompañaba al rey después de los gentileshombres de boca.

Gentilhombre de manga. Criado cuyo empleo honorífico se estableció en la casa Real para
servir al príncipe y a cada uno de los infantes en su edad más joven. Su cargo consistía en
asistir continuamente al cuidado de la persona real a quien estaba asignado, darle el brazo
cuando lo necesitase, etc.

Gentilhombre de placer. Familiarmente, se llamaba así al bufón o juglar para hacer reír.

Gentilhombre Grande de España con ejercicio y servidumbre y Gentilhombre de cámara con


ejercicio. Cargos palatinos de la Real Casa y Patrimonio de la Corona de España

Otras atribuciones

En la ciudad ecuatoriana de Chone, en la provincia de Manabí, se le llama Gentilhombre de


Felipe V por mérito histórico al alcalde de dicho poblado cuando éste asume su dignidad por
votación popular. Si la persona elegida fuese mujer, se le aplicaría Gentildama de Felipe V.

También se puede definir como "de exquisita elegancia y educación",1 pero generalmente se
traduce más como caballero.

GALANTERIA

Puede referirse tanto a una acción como a una frase y se considera una forma elegante de
seducción y el preludio del cortejo.1 Es sinónimo de cortesía, gentileza, delicadeza, atención,
galanteo y espíritu o actitud galante.2

Historia

Antigua Grecia

Entre los griegos pueden encontrarse precedentes de la galantería en gestos como adornar
la puerta de la amada antes del alba con coronas y guirnaldas de mirto y flores, o escribir en
varios puntos de la calle algunos versos que indicasen la hermosura de su dama y la pasión
que sentían por ella. También hay referencias sobre la costumbre de cantar bajo sus
ventanas o ante sus casas canciones amorosas al son de liras o flautas. Si bien todos ellos
son gestos más cercanos al cortejo que a la galantería.3

Entre los lacedemonios, el asunto del galanteo queda reflejado en imprecaciones como:
"¡Ojalá que tu mujer tenga un galán o cortejo!".[cita requerida]

Edad Media y Renacimiento

Obras de corte filosófico de Baltasar Gracián como El Discreto dan ya noticia concreta de la
galantería como fenómeno de cierta entidad social.4 Otras fuentes históricas atribuyen a los
árabes el origen galante de la relación entre hombre y mujer.
"Estos musulmanes —relata Florian— que colocaban en los combates su gloria y su
destreza en cortar sabiamente cabezas, que ataban al arzón de su silla y ponían después
llenas de sangre sobre las almenas de sus ciudades y sobre las puertas de sus palacios; estos
inquietos guerreros, indóciles, dispuestos siempre a conjurarse contra sus príncipes, a
deponerlos y degollarlos, eran los amantes más tiernos, más sumisos y más apasionados.
Sus mujeres, aunque eran casi esclavas, pasaban a ser, cuando eran amadas, soberanas
absolutas y diosas supremas de aquel cuyo corazón poseían. Buscaban el honor y la gloria
solo para agradarlas; despreciaban sus tesoros y su vida, se esforzaban a oscurecerse unos a
otros con hazañas y con las fiestas más magníficas, solo por brillar a su vista..5

En otras fuentes se le atribuyen supuestos orígenes a la caballerosidad en otros territorios y


culturas. Así, por ejemplo, Saint Pelaye en las Memorias que publicó en 1719 los sitúa en
Francia; mientras otros apuntan origen germano, relatando que durante el reinado de
Carlos VII de Francia se reunieron "una porción de caballeros de aquella nación, los cuales
tomaron el título de Compañía o Corte amorosa y se propusieron pasar el tiempo en
galanteos y buscando aventuras amorosas".6

Romanticismo literario de la galantería

La galantería caballeresca que, según Montesquieu (Esprit des lois, XXVIII, c.22), "nació
cuando la fantasía creó hombres extraordinarios que al ver la virtud unida a la belleza y a la
debilidad, no dudaban en arrostrar por ella los mayores peligros y quisieron complacerla en
los actos ordinarios de la vida", se perpetuó con la práctica medieval de los torneos.

Más tarde prevaleció la galantería de los sentidos; así, en el siglo XIV, al iniciarse el ocaso de
la Edad Media, el ideal amoroso ha cambiado; a las trovas de amor puro que Thibaut de
Champagne dedicó dos siglos antes a Blanca de Castilla, suceden las de Margarita de
Borgoña e Isabel de Baviera, que no suspiran sino por los placeres materiales.

En el romance de Juan de Saintré se percibe de qué modo había decaído la primitiva


galantería, cuando el protagonista acaba apaleando a la que escogiera como señora de sus
pensamientos, conducta que hubiera horrorizado dos siglos antes. Con los últimos Valois, la
galantería es ya un arma despiadada para los fines de la seducción; así lo denuncia
Brantôme, en su Recuil des dammes.

Otro recurso galante literario fueron los madrigales, a menudo insustanciales, en los que se
abusaba de la mitología y escaseaba el genio, especialmente a fines del siglo XVII.7

Del siglo XVII a la actualidad

Charles Boyer, galán francés, en la película Todo este cielo y tú (1940)

Desde míticos galanes desafortunados del siglo XVII como Cyrano de Bergerac, a los
ejemplos de furor galante que en ocasiones casi desembocaba en la servidumbre
incondicional, como en el curioso fenómeno social denominado chischiveo,8 la galantería
creció primero y decayó luego progresivamente hasta llegar a resultar ridícula a finales del
siglo XX.9

Actualidad

Hoy en día la galantería casi ha desaparecido en determinados círculos (pues con frecuencia
se asocia a segundas intenciones), por temor al ridículo en el caso de los hombres y por las
más o menos justificadas sospechas de ser un gesto de machismo sutil o sexismo
benévolo.101112 Los hombres que tradicionalmente cedían sus asientos a las mujeres en
un transporte urbano, que les cedían el paso ante puertas y encrucijadas, que abrían la
puerta del coche o que las ayudaban con los paquetes suelen considerarse individuos
machistas en el siglo XXI.

DON TRATAMIENTO

Don o doña es un vocablo de origen hispano muy usado protocolarmente que antecede al
nombre de la persona y que se usa como una expresión de respeto, cortesía o distinción
social.

En España y sus reinos de las Indias se usó para diferenciar al plebeyo del noble o al criollo
del común de las personas. Las personas que no tenían ejecutoría de nobleza eran gravadas
en sus bienes y se les conocía como pecheros.

La anteposición de don (abreviado D.) al nombre de los varones y de doña (abreviado D.ª) al
de las mujeres, no indica un título sino un tratamiento deferencial cuyo uso tuvo grandes
variaciones a lo largo del tiempo. Aunque su uso está muy extendido, se considera Don o
Doña a aquella persona que haya finalizado una diplomatura o la Secundaria Obligatoria
(ESO).

Etimología

Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, el tratamiento don


proviene del latín domĭnus (propietario o señor), término que también dio origen a la
palabra dueño. Atribuirle la abreviatura de de origen noble, es un error proveniente de la
interpretación literal de una chanza.

Uso de don y doña[editar]

En su uso original se anteponía solamente al nombre de pila o al nombre de pila seguido del
apellido. Así, al distinguido Juan Domínguez se le daba indistintamente el tratamiento de
don Juan o don Juan Domínguez. En el caso de usar sólo el apellido, el tratamiento correcto
era el señor Domínguez. Se consideraba entonces vulgar (denotando el origen plebeyo del
que hacía la referencia) o poco cortés (con intención de denigrar a la persona a quien se le
aplicaba) darle el tratamiento de don Domínguez, o el Sr. Juan.

En la actualidad, aunque la forma de uso de don/doña es más libre, según el lugar y la clase
social del que lo aplica o lo recibe puede tener connotaciones muy diferentes:
Respeto, sea por estatus social, edad, experiencia o logros personales.

Afabilidad y buena crianza.

Buena voluntad hacia la persona a quien se aplica, especialmente si quien lo hace es una de
mayor estatus social.

Desprecio cuando se usa sin el nombre, como en "esa doña" o en "es un don nadie" (alguien
sin importancia).

Trato condescendiente a personas de avanzada edad.

En el lenguaje callejero latinoamericano, y especialmente centroamericano, es frecuente el


uso del término "don" sin que vaya seguido de nombre o apellido para referirse a cualquier
varón (dale, don, dale). Puede considerarse equivalente al uso del término "tío" en la jerga
callejera española. En ese mismo ámbito geográfico y ambiente cultural, en femenino se
utiliza mucho el diminutivo "doñita", que en España se dejó de utilizar hace siglos. Este
diminutivo tampoco se suele usar seguido de nombre. En general en Latinoamérica los
tratamientos formales de "don" o de "doña" son ya infrecuentes. Se prefiere el tratamiento
"Sr." o "Sra." incluso antes del nombre o, con mayor prioridad, el título profesional
("doctora", "ingeniero", "licenciada", "juez"...).

En otros idiomas, especialmente en portugués, italiano y en menor medida francés, el


tratamiento "don" tuvo un uso histórico muy similar al español, aunque mucho más
esporádico y localizado, pero en la actualidad queda restringido a la curia católica, y sólo de
forma muy ocasional. Ejemplos de esos usos son Don Manuel II, el célebre personaje Don
Camilo, de Giovanni Guareschi, o el champán "Dom Perignon".

Historia[editar]

El tratamiento se daba originalmente sólo a Dios, a Jesucristo y a los santos. En la España


medieval se aplicó inicialmente sólo a los reyes, a los grandes nobles a quienes los monarcas
consideraban sus primos (del latín primus, primero) y los más altos cargos eclesiásticos,
como los de arzobispo y cardenal.

Con posterioridad, en épocas variables en los diversos reinos, se generalizó el tratamiento a


algunos hidalgos y sus descendientes, pero nunca a los plebeyos. Esto requería la figuración
en el padrón de hidalgos que usualmente se guardaba en los cabildos, incorporación para la
que normalmente había que efectuar probanza de nobleza.

Su uso en España parece haber sido rigurosamente acotado hasta bien pasada la Edad
Media, probablemente hasta fines del siglo XVIII o comienzos del XIX. Cuando el hidalgo
Alonso Quijano adopta el nombre de don Quijote de la Mancha, Sancho reflexiona sobre ese
don, que no tenía derecho a usar quien hasta ayer era solamente merced. Hubo, sin
embargo, continuas incorporaciones al grupo de los merecedores de ese tratamiento, como
el de los doctorados por una universidad. Con fecha 3 de julio de 1611 el rey don Felipe III
de España mandó que su uso estuviese limitado a obispos, condes, mujeres e hijas de los
hidalgos y los hijos de personas tituladas, aunque fuesen bastardos. Medio siglo después,
cuando los monarcas españoles necesitaron aumentar sus ingresos, pusieron en venta tanto
los títulos de hidalguía como el derecho al uso del don/doña. Por real cédula del 3 de julio
de 1664 se estableció que su costo sería de doscientos reales por "una vida", de
cuatrocientos por "dos vidas" y de seiscientos los "a perpetuidad". En no pocos casos incluía
un escudo de armas.

La situación fue diferente en las posesiones españolas en América. En 1573 el rey don Felipe
II, en las ordenanzas del bosque de Segovia, concedió el carácter de hidalgo, aunque no
necesariamente el tratamiento de don/doña, a todos sus conquistadores y primeros
pobladores. El uso del tratamiento se generalizó por simple asentamiento en los registros
parroquiales de bautismos, confirmaciones, casamientos y sepulturas, así como en muchos
cabildos. Aunque este abuso causó que algunas audiencias americanas intimaran al
cumplimiento de las ordenanzas reales, el uso parece haber continuado según la práctica
americana de la época del se acata, pero no se cumple.1 En la práctica, ya que no había
registros especiales que autorizaran su uso, el tratamiento fue otorgado por consenso de los
pares y denotaba la pertenencia al nivel social más alto, sea en lo político (cargos militares,
de cabildo, de gobernación o virreinato) o en lo económico (grandes comerciantes y
encomenderos). Posteriormente su aplicación se fue extendiendo a todos los estratos
sociales, y su forma de uso se hizo más libre.

Los jefes indígenas americanos, considerados nobles, también recibieron el tratamiento


durante todo el período colonial. A partir de la independencia de los países americanos, su
uso perdió las connotaciones usuales, siendo muy variable en los distintos nuevos países. En
las Provincias Unidas del Río de la Plata (actual Argentina y Uruguay ), por ejemplo, se
otorgó el tratamiento de don a los esclavos libertos que lucharon contra los españoles.

Su uso actual[editar]

El tratamiento de don y de doña solo se da a personas que pertenecen al mundo hispano,


sea por su nacimiento o por matrimonio. Así lo confirma el que se pueda decir por ejemplo,
el presidente de la República de Costa Rica don Luis Guillermo Solís, pero nunca el
presidente de EEUU don Barack Obama. De la misma manera; la española Fabiola de Mora y
Aragón fue tratada de doña hasta el día de su matrimonio, pero desde entonces solo se
refiere a ella como la reina Fabiola de Bélgica. Por su parte, Sofía de Grecia y su hermana
Irene, nacidas princesas de Grecia; no eran doñas. Por el matrimonio de la primera con un
príncipe español; ésta se convirtió en doña Sofía, pero su hermana nunca es tratada de doña
Irene.

En España

En España, el uso de don y doña está cada vez más limitado a los escritos, al trato dado a los
maestros de escuela y a los sacerdotes católicos. Se suele emplear también en eventos
públicos, para presentar a personas de edad avanzada y trayectoria personal o profesional
destacada, siempre como una muestra de afecto y reconocimiento del interlocutor o de la
comunidad en general.

En Hispanoamérica

En el continente americano el tratamiento se suele otorgar con mayor facilidad. Muy


frecuentemente se trata de don a toda persona después de la mayoría de edad o del
matrimonio. En ciertos países, es el tratamiento dado solo a individuos que se han ganado el
respeto de la comunidad (caso de México). En el caso Colombiano se trata de don no solo
por ser una persona de mayor edad, sino cuando existe una diferencia en la jerarquía de la
persona (estatus), por lo que una persona de mayor edad podría llamar Don+nombre a
alguien menor si este ocupa una posición laboral más alta.

Referencias

Volver arriba

↑ Félix Luna; Argentina se hizo así, cuadernillo I; Edit. Agrupación de Diarios del Interior;
Buenos Aires (Argentina); 1993; páginas 40-41.

HOMBRE COMPETENTE
Un hombre competente o mujer competente es un personaje tipo que puede hacer
cualquier actividad a la perfección o, al menos, demuestra poseer un amplio rango de
conocimientos y habilidades útiles para la vida, por lo que posee un conocimiento holístico
y, hasta cierto punto, sabio. Aunque no es el primero que recurre a este personaje tipo, la
obra del escritor de ciencia ficción Robert A. Heinlein está repleta de héroes y heroínas que
pueden ser considerados hombres y mujeres competentes (p. ej. Jubal Harshaw y Lazarus
Long). En palabras de Heinlein:
El ser humano debe ser capaz de cambiar pañales, planear una invasión, sacrificar un cerdo,
gobernar un barco, diseñar un edificio, escribir un soneto, reducir una fractura, consolar a
los moribundos, recibir órdenes, dar órdenes, resolver ecuaciones, abonar la tierra con
estiércol, programar una computadora, cocinar una comida sabrosa, combatir con eficacia,
morir con gallardía. La especialización es para los insectos.
Time Enough for Love (1973). Robert Heinlein.
A menudo, los escritores adoptan como protagonista a un hombre competente sin
adentrarse en explicar cómo ha logrado conseguir su amplia gama de conocimientos y
habilidades. Se suele sugerir que el personaje se ha convertido en un experto a través de la
experiencia en lugar de aprender dichas habilidades a través de la lectura de libros o de la
educación tradicional. Esto no resulta inverosímil con personajes de una edad avanzada,
pero cuando los personajes son demasiado jóvenes no se suele explicar suficientemente la
manera con la que adquirieron dichas habilidades a una edad tan temprana. El lector debe
imaginar que un hombre competente es en esencia una especie de hombre superior a los
demás.
Muchos personajes de cómic sin superpoderes han sido concebidos como personajes
“hipercompetentes”, debido a que, si no, serían simplemente personajes sin poderes.
Batman, por ejemplo, suele ser representado como un miembro de la Liga de la Justicia de
América junto con personajes de poderes sobrehumanos de cualquier tipo. Sin embargo, a
pesar de su descripción original como un vigilante, los comics lo presentan como un hombre
que ha agotado las posibilidades físicas e intelectuales del ser humano. El mismo
tratamiento ha sido aplicado a Lex Luthor, que siempre ha sido el archienemigo de
Superman, a pesar de su total ausencia de poderes sobrehumanos.

CABALLERO MEDIEVAL

Historia de los Caballeros en la Edad Media

La época medieval fue dominada por el sistema feudal y el papel de los caballeros
medievales fue muy destacado, tanto que cuando pensamos en la época medieval el primer
pensamiento a menudo que nos llega es el de los caballeros medievales y sus damas. El
deber de un caballero medieval era aprender a luchar , a manejar las armas, para poder así
servir a su señor feudal de acuerdo con el Código de la Caballería. La edad media fue una
época muy violenta en la historia europea.

ORIGEN: Cuando los normandos (vikingos), dirigido por Guillermo el Conquistador invaden
Inglaterra (900) , se necesitaban muchos y preparados hombres para proteger las tierras.
Inicialmente, los hombres jóvenes hacían juramentos de fidelidad para proporcionar su
servicio militar para proteger a un señor o noble.

Con el tiempo estos hombres de servicio guerrero comenzaron a acumular riquezas y


adquirieron su propia tierra lo que les permitió pagar los suministros necesarios para llevar
a cabo campañas militares y mantener sus propios hombres ejércitos. En poco tiempo, los
caballeros eran una clase de nobleza a todos a sí mismos.

En la práctica de armas se incluyen las habilidades en el manejo de las espada con ambas
manos, del hacha, la maza, daga ylanza. De un caballero se esperaba que sea un guardia del
castillo y en apoyo de su señor feudal en las guerras.

El caballero medieval fue uno de los tres tipos de hombres de guerra durante la Edad Media:
caballeros, soldados de infantería, y arqueros. El caballero medieval era el equivalente del
tanque moderno. Estaba cubierto de varias capas de blindaje, y era muy difícil enfrentarlo, y
menos aun de a pie o de parado. Generalmente eran de una familia de buena posición
económica, pues era sumamente caro conseguir las armaduras y el caballo ideal para la
batalla. El caballo de batalla podría costar el equivalente hoy de un automóvil.

El caballero era un guerrero a caballo de la Europa medieval que servía al rey o a otro señor
feudal como contrapartida habitual por la tenencia de una parcela de tierra, aunque también
por dinero o como tropa mercenaria. El caballero era por lo general un hombre de noble
cuna que, habiendo servido como paje y escudero, era luego ceremonialmente ascendido
por sus superiores al rango de caballero. Durante la ceremonia el aspirante solía prestar
juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los indefensos.

Convertirse en un caballero era parte del acuerdo feudal. A cambio de su servicio militar, el
caballero recibía un feudo. En la Baja Edad Media, muchos caballeros prospectivo comenzó a
pagar “dinero de protección” a su señor para que no tendría que servir en el ejército del rey.

El dinero se utilizó para crear un ejército profesional que fue pagado y apoyado por el rey.
Estos caballeros solían pelear más por el saqueo de los salarios del ejército. Cuando
capturaron a una ciudad, se les permitió a saquear, robar los bienes y objetos de valor.

Convertirse en un Caballero: No había muchas formas en que una persona podía convertirse
en un caballero, o era hijo de otro caballero, hijo de una familia aristocrática o bien había
tenido una acto de valentía y honor en el campo de batalla, pero normalmente eran hijo de
un un caballero o de noble que desde niño, de unos ocho años de edad, era enviado para que
sea preparado en arte de guerrear.

Pasaba mucho tiempo fortalecimiento su cuerpo, practicando lucha libre y montando a


caballo. Aprendía a luchar con una lanza y una espada. Practicaba golpeando sobre una
bolsa pesada con forma humana colgada de una cuerda.

Por otro lado también recibía instrucción intelectual, a leer , escribir, lenguas como latín y
francés, a bailar, cantar y a comportarse en la corte frente a un rey.

A los 15 años podría convertirse en escudero al servicio de un caballero. Sus deberes


incluían vestir al caballero en la mañana, servir las comidas al caballero, cuidar el caballo, y
también la limpieza de la armadura y sus armas. Acompañaba al caballero a todos los
torneos y ayudaba a su señor en el campo de batalla.

Un escudero también se preparaba para aprender a manejar la espada y la lanza mientras


transportaba veinte kilos de armadura y montado en un caballo. A los veinte años, si se lo
consideraba digno, el escudero podía convertirse en un caballero, mediante una ceremonia.
La noche antes de la ceremonia, el escudero vestía una túnica blanca y roja. Debía ayunar y
orar toda la noche para la purificación de su alma. El capellán le daba la bendición a su la
espada que se la colocaba en el altar de la iglesia.

Antes del amanecer, tomaba un baño para mostrar que él era puro, y se vestía con sus
mejores ropas. Cuando amanecía, el sacerdote escuchaba la confesión de la joven, un rito
contrición católica. Luego el escudero podía desayunar. La ceremonia se hacia al aire libre
en frente de la familia, amigos, y la nobleza. El escudero se arrodillaba delante del Señor, y
era ligeramente golpeado en cada hombro con su espada y se proclamaba un caballero,
seguía luego una gran fiesta siguió con música y baile.

Una de las habilidades más importantes de un caballero era su capacidad de combate


montado en un caballo. Esta habilidad sobre un caballo le tomó muchos años de educación y
además lograr los recursos necesarios como caballos, armas y armaduras. La carga en
conjunto de estos caballeros montados con armas y armaduras metálicas eran muy efectivas
para romper en los combates las líneas defensivas de soldados a parados.

El código de la caballería: Se comprometían a defender a los mas débiles, ser cortés con
todas las mujeres, ser leal a su rey, y servir a Dios en todo momento. De los caballeros se
esperaba humildad ante los demás, especialmente frente a sus superiores. Se esperaba
también que no “hablara demasiado”.

En otras palabras, no se gloríe o tenga actitudes soberbias. El código de la caballería exigía


que un caballero tenga misericordia de un enemigo vencido. Sin embargo, el hecho mismo
de que los caballeros se formaron como hombres de guerra, muchas veces no se cumplía
este código.

Este código de caballería no se extendía a los campesinos. Por “débil” se interpreta


generalmente como “las mujeres nobles y los niños“. Eran a menudo brutal con la gente
común. A veces puede incluso violaban a mujeres jóvenes, campesinas sin temor a
represalias, porque todos ellos formaban parte de la clase alta.

E1 ideal caballeresco se atenía a normas y estas llevaron a que se formularan distintos


decálogos que las resumían. El famoso historiador francés Leén Gautier, sobre la base de
fuentes medievales, reprodujo uno en su libro La caballería, publicado en 1895, que podría
considerarse una síntesis de los conocidos.

Los caballeros también poseían mandamientos inquebrantables:

Creer en todo lo que la iglesia enseñe y observar todos sus mandamientos.

Proteger a la iglesia.

Tendrás respeto por sus debilidades, las defenderás.

Amaras el país en que naciste

No retrocederás ante el enemigo

Harás a los infieles una guerra sin cuarteles.

Cumplirás tus deberes feudales si no contradice la ley de Dios.

No mentiras y serás fiel a tu palabra.

Serás generoso.

Mantendrás el bien frente a la injusticia y el mal.

A pesar de que procedían de familias ricas, muchos caballeros no eran primogénitos de sus
familias y por lo tanto ellos no reciben una herencia. Así que se olvidaban de su formación y
se transformaban en sanguinarios mercenarios. Saqueaban pueblos o ciudades que
capturaban, y a menudo profanaban y destruían iglesias y otros bienes.

Armaduras y armas: Un caballero estaba armado y,…. hasta los dientes. Tenían tanta
armaduras y armas que dependía de la ayuda de su escudero para mantener su armadura y
armas limpias y en buenas condiciones de trabajo. Al principio, la armadura estaba hecha de
anillos de metal pequeño llamado cota de malla.
Un caballero llevaba una camisa de lino y un par de pantalones, así como los cojines de lana
gruesa de metal debajo de la túnica de anillos. Un traje de cota de malla podía tener más de
200.000 anillos. Sin embargo, la cota de malla era pesada, incómoda, y difícil para mantener
con el paso del tiempo.

Los caballeros estaban cubiertos con placas de metal, mediante armaduras muy costosas.
Las placas le cubrían el pecho, espalda, brazos y piernas. Un cubo como el casco protegia la
cabeza y tenía una visera de metal con bisagras para cubrir su rostro. La armaduras eran
calientes, incómodas y pesada de llevar. Una armadura pesaba entre veinte y veinticinco
kilogramos.

Algunos caballeros itambien protegían a sus caballos con una armadura. Usaban un escudo
al frente para mantenerse mas la batalla. Los escudos eran de madera o de metal o de
ambos, y adornaban sus escudos con el emblema o escudo de la familia y el lema de la
familia.

Su principal arma fue la espada, que llegaba a pesar unos quince kilogramo. Se usaba en su
lado izquierdo, sujeta a la cintura. A veces un cuchillo se usaba en el lado derecho del
caballero. Una larga lanza se utilizaba en las justas, también hachas de metal, martillos de
guerra, pesadas mazas de hierro, para derrotar al enemigo.

Cuando el caballero no estaba peleando o guerreaba, mantenían y practicaban sus


habilidades compitiendo en torneos y otras competiciones.

Esta cultura caballeresca medieval prevaleció durante centenares de años en Europa, y es la


cultura de la armadura blindada asociada en las películas que solemos ver seguido. Con el
tiempo se inventa el arco largo, consiguiendo una excelente combinación de precisión y
potencia.

El arco largo inglés, es el refinamiento de una antigua tecnología galesa, y se convirtió en el


último grito de la moda en armamentos durante el siglo catorce. Preciso y potente en manos
de un arquero experimentado, el arco largo fue una razón adicional para que los caballeros
usaran sólidas armaduras metálicas.

El arco largo era poderoso, pero tanto su precisión como su alcance eran limitados. El
modelo inglés podía causar daño a una distancia de 225 metros y se recargaba rápidamente.
No obstante, sólo un arquero experimentado podía manejarlo a cabalidad, de modo que
Inglaterra exigía a los pequeños propietarios de tierras que se enrolaban como soldados, de
ser necesario, como en la antigua Grecia y en Roma, un entrenamiento para adquirir buena
puntería.

En la batalla de Crécy, librada en 1346 durante la guerra de los cien años entre Inglaterra y
Francia, los arqueros ingleses provistos de arcos largos derribaron las filas francesas una
tras otra. Francia perdió ese día más de 1.500 caballeros y 10.000 soldados de infantería.
Inglaterra perdió menos de 200 hombres en total, entre ellos solamente dos caballeros.
De esta manera, la realidad y el futuro de los caballeros medievales tenía sus días contados…

PARA SABER MAS…

El ocio del caballero está ocupados por la guerra. Todos tienen el mismo armamento: un
caballo de combate, una larga lanza, una daga corta. Para protegerse, un yelmo de metal y
una cota de malla, de la nuca a las rodillas, la loriga.

La batalla no es más que una serie de furiosas cargas de caballería, sin estrategia, en las que
los caballeros se enfrentan en duelo. Un caballero derribado de la silla por la lanza de su
adversario, embutido en su armadura, se encuentra a merced de éste, el cual lo remata de un
golpe de «gracia», a menos que prefiera hacerlo prisionero, exigiendo de él un fuerte
rescate.

Para muchos, la guerra viene a ser, de esta forma, un medio de aumentar su fortuna. Las
ocasiones de guerrear son múltiples: ultrajes, rivalidades de los señores, pero, sobre todo,
puesto que los caballeros se libran de toda justicia coercitiva, la interminable guerra privada
en que la víctima (con su linaje, es decir, toda su familia, solidaria de cada uno de sus actos, y
sus vasallos) trata de hacer justicia por sí misma.

La palabra «guerra», designa primeramente ese género de conflictos armados, porque la


vindicación es el más corriente de tales conflictos. A pesar de la paz de Dios que trata de
imponer la Iglesia, a pesar de la multiplicación de los juramentos mutuos, el estado de
guerra es permanente.

Los caballeros tiene en común la afición por los ejercicios violentos, por la hazaña
individual, y el desprecio hacia el estudio y el trabajo. Por eso, en tiempos de paz se dedican
a la caza mayor, muy peligrosa, o a los torneos, enfrentamiento en un terreno libre de dos
tropas de jinetes, con cargas alternas, persecuciones, rescates y muerte; réplicas demasiado
fieles de la guerra, por lo cual la Iglesia los prohibe a finales del siglo XII.

Partiendo de estas actividades, los caballeros elaboran una moral de disciplina libremente
consentida, de lealtad, de honor y de generosidad, que es un potente factor de unidad para
su clase, y les separa completamente de los campesinos. El amor y la mujer no entran para
nada en esta moral ideal. La esposa del caballero comparte sus costumbres; apasionada de
la caza, violenta, pega a sus sirvientes por la menor falta.

Su esposo la aprecia por su capacidad física y su vigor. Pero ella no puede llevar armas, por
eso está excluida del orden feudal. Eterna menor, primero bajo la completa dependencia del
padre, después de la de su esposo, la mujer es una especie de criatura inferior, y la Iglesia
discute si tiene alma o no.

Fuente Consultada:

Enciclopedia de Historia Universal HISTORAMA Tomo IV La Gran Aventura del Hombre

CABALLERIA MEDIEVAL
La caballería medieval fue una institución militar, política, económica y social de gran
importancia que eran esclavos obligados a luchar.

El arma de caballería se dio en todas las civilizaciones desde la Edad Antigua, en la Antigua
Roma existía la clase social de los équites ("caballeros"), y entre los pueblos germánicos se
daban denominaciones genéricas equivalentes a las de armar caballero y velar armas para
referirse a la ceremonia de investir de armas a los jóvenes guerreros. Y hasta tiempos mas
recientes, se conservaria en las islas japonesas entre los caballeros nobles bajo el codigo
Samurai de Honor guerrero. Pero, al contrario que esos precedentes, el concepto medieval
de caballero es de creación eclesiástica, tiene como función ideológica elevar a la nobleza a
la altura del ideal cristiano (miles Christi o "caballero cristiano"), y no aparece hasta el siglo
XI.1

El caballero (designado en la época con la palabra francesa chevalier o la latina milites) era
un guerrero a caballo de la cristiandad latina (la Europa occidental medieval, que se había
definido en torno al Imperio carolingio) que servía al rey o a otro señor feudal como
contrapartida por la tenencia de un dominio territorial o por dinero (como tropa
mercenaria, lo que en las ciudades italianas denominaban condottiero). La participación de
los caballeros en las Cruzadas originó la creación, en Tierra Santa, de las denominadas
órdenes militares; y posteriormente, en Europa, de las denominadas órdenes de caballería.

La trayectoria vital de un caballero era, por lo general, la de un hombre de noble cuna que,
habiendo servido en su primera juventud como paje y escudero, era luego ceremonialmente
ascendido por sus superiores al rango de caballero. Durante la ceremonia el aspirante solía
prestar juramento de ser valiente, leal y cortés, así como proteger a los indefensos; lo que se
denominaba el código de caballería. Convertido en ideal caballeresco (el del "caballero
andante"), fue un importante componente de la ideología justificativa de la función de la
nobleza en la sociedad estamental, y se expresó en la denominada literatura caballeresca
(cantares de gesta, poesía trovadoresca, romancero, materia de Francia, materia de Bretaña,
materia de Roma, libros de caballerías, novela caballeresca) y en todo tipo de obras de arte.

Al principio, no había hombre por nacimiento mejor que los demás, pues todos descendían
de un mismo padre y madre. Pero cuando la envidia y la codicia se apoderaron del mundo y
el poder se impuso sobre el derecho, ciertos hombres fueron señalados como
garantizadores y defensores de los pobres y los humildes.

Lanzarote del Lago, libro del ciclo de la Vulgata.

Se ha identificado la evolución de la caballería en distintas épocas: el esplendor de la


"caballería heroica" (en la plena Edad Media, la de los cruzados y los reyes santos -San Luis,
San Fernando, San Ladislao, San Esteban), el ocaso de la "caballería galante" (en el "otoño de
la Edad Media", más preocupada del amor cortés y los torneos y menos austera) (cuando,
perdida la función militar en favor del ejército moderno de la monarquía autoritaria, la
figura del caballero pasó a ser incluso ridiculizada -como en Don Quijote-). Las
reconstrucciones historicistas en la Edad Contemporánea asociaron el comportamiento
caballeresco al ideal romántico (Ivanhoe, de Walter Scott); mientras que se revitalizó alguno
de los aspectos más truculentos asociados al "honor" (el duelo), o se aplicó a los nuevos
deportes alguno de los más aspectos de su moralidad (el fair play). Se llegaron a redactar
incluso códigos caballerescos, como el que se expresaba en "los diez mandamientos de la
caballería".2

Inicios

La institución de la caballería medieval está ligada a la historia de los guerreros a caballo en


el reino de Francia que surge de la descomposición del Imperio carolingio (Francia
occidentalis). A finales del siglo X los caballeros se habían convertido en el cuerpo militar
más importante, frente a la infantería común, acumulando un creciente poder político. El
ejercicio del poder por los caballeros fue posible porque solamente ellos poseían el
necesario entrenamiento militar y la suficiente riqueza para mantener las armas y los
caballos necesarios para poder desarrollar su forma típica de combate. La diferenciación
social basada inicialmente en la habilidad y destreza de los propios caballeros desembocó
en un sentido de clase caballeresca, orgullosa de su conducta y valores marciales y
desdeñosa hacia otros segmentos no armados de la sociedad: los clérigos y los campesinos.

Los caballeros nacieron de la necesidad de defender los dominios feudales (nobiliarios o


eclesiásticos, ambos vinculados en las mismas familias) contra toda clase de enemigos,
incluyendo los pillajes y rapiñas y los salteadores de caminos. De esta forma, la caballería
fue un ejército coercitivo. Los caballeros defendían los intereses de aquellos de quienes
dependían, es decir, de los señores que les mantenían; lo que entre otras cosas suponía
garantizar el cobro de las cargas impuestas a los campesinos.

Así como en los origen de los caballeros predominaba el espíritu guerrero, en los primeros
relatos artúricos se daba mayor énfasis al valor militar, a los hechos de guerra y a las
descripciones de las batallas. La iglesia procuró moderar los excesos bélicos con
instituciones como la tregua de Dios y encauzó el apetito de combate de los milites hacia
objetivos más acordes con el espíritu cristiano: la lucha contra las injusticias y la lucha
contra los infieles. La incorporación de las tradiciones violentas de la caballería en el seno
de la propia iglesia permitió que clérigos fueran célebres narradores artúricos, como es el
caso de Robert de Boron, a finales del siglo XII.

Dentro de esta estructura feudal, los caballeros mantenían un feudo que un señor les había
concedido, a cambio de rendirle homenaje y prestarle servicio con las armas. A su vez este
señor podía ser vasallo de otro señor más poderoso, o el caballero ser servido por otros
caballeros de inferior rango. Con el paso del tiempo eran muchos los milites, a veces de baja
extracción social, que querían convertirse en caballeros, por lo que se impuso una prueba
selectiva, que acabó por tomar la forma de un rito de iniciación, bendecido por la Iglesia,
llamado espaldarazo o palmada. Como su nombre indica, el rito consistía en el golpe
solemne dado al principiante por su padrino o caballero que le había instruido y le
introducía en la Caballería. El prestigio que adquirió la citada ceremonia y el carácter
sagrado que le confirió la Iglesia, provocó que muchos nobles de nacimiento se hicieran
armar caballeros. Con el tiempo, hacia el siglo XIII, nobleza y caballería acabaron
confundiéndose, aunque en general los nobles eran los responsables de mantener la paz
debido a su asunción de autoridad real, y a veces a un especial carisma basado en su
descendencia de héroes o santos, mientras que los caballeros eran sus auxiliares, sin un
linaje distinguido y con poca o ninguna tierra. No obstante, se debe resaltar que el título de
caballero no es parte del escalafón feudal en sí, sino que puede atribuirse a señores de muy
distinto rango. Ejemplos de ello son Ricardo III de Inglaterra, que antes de ser rey fue duque
de Gloucester y fue armado caballero, o Eduardo el príncipe Negro, que era príncipe de
Gales y duque y fue armado caballero tras la batalla de Creçy.

Auge

El auge de la caballería tuvo lugar en Francia hacia los siglos XII o XIII, en la misma época
que los relatos artúricos, pero se desarrolló y tomó forma en un contexto europeo. En los
primeros relatos (Cantar de Roldán) la caballería o caballerosidad se identifica con la acción
valerosa en el campo de batalla. Sin embargo, a partir del siglo XII ésta se entiende como un
código social, moral y religioso de conducta caballeresca, haciendo hincapié en las virtudes
de coraje, honor y servicio.

Ideales caballerescos

Valor

Los caballeros deben soportar sacrificios personales para servir los ideales y a las personas
necesitadas. Esto implica el elegir mantener verdad a toda costa. El valor no significa
arrogancia, sino tener voluntad de hacer lo correcto. Estos personajes tenían un gran valor,
capaces de pelear con gran coraje contra seres superiores que mantenían a las personas de
los pueblos aterrorizados. Los caballeros eran capaces de enfrentarse a personas con mayor
habilidad para luchar, sin medir consecuencias. Por ejemplo: En la toma de Valencia Pedro
Bermúdez, Álvarez Fañez y Muñoz Guztos luchan heroicamente contra un ejército mucho
mayor que ellos.

Defensa

Los caballeros juraban cuando eran ascendidos, defender a sus señores y señoras, a sus
familias, a su nación, a las viudas , a los huérfanos, y a la Iglesia.

Fe

Los caballeros que tenían una fuerte fe en Dios les permitía llevar a cabo toda una vida de
sacrificios y sin caer en tentaciones, dándoles raíces y esperanza fuertes contra los malvados
del mundo. Por ejemplo: El Cid siempre antes de una batalla, la encomendaba a Dios y sabía
que de Él dependía la suerte del éxito.

Humildad[editar]

Los caballeros humildes eran los primeros en decir a las otras personas cuando llevaban a
cabo hechos de gran heroicidad, dándoles el honor que merecen de sus buenos hechos. Y
dejando a otros que los feliciten por sus propios hechos y estos los ofrece a Dios. Esta es una
de las características más sobresalientes de un caballero.Por ejemplo: El Cid siempre
atribuía el éxito de las batallas al coraje de sus soldados y repartía proporcionalmente las
riquezas ganadas.

Justicia

Para los caballeros era muy importante buscar la verdad sobre todo, los caballeros no
buscaban su beneficio personal. La justicia sin templar por misericordia puede traer pena,
sin embargo. La justicia buscada por los caballeros sin la flexión a la tentación era la
utilizada por ellos. Por ejemplo: El Cid bien pudo haber matado a los infantes de Carrión
pero prefirió que se hiciera un juicio y castigarles justamente.

Generosidad

La generosidad era una característica de un caballero. Para contradecir la debilidad de la


avaricia, los caballeros eran tan abundantes como sus recursos permitirían. Un caballero
generoso puede recorrer mejor la línea entre la misericordia y la justicia fría.Por ejemplo: El
Cid repartía los bienes de las batallas ganadas y además era generoso con los enemigos
derrotados como el conde Berenguer.

Templanza

El caballero debía estar acostumbrado a comer y beber con moderación. Además el


caballero debe ser moderado con sus riquezas, esto no significaba abstenerse de ellas sino,
no utilizarlas vanamente. Sin templanza no se podía mantener el honor de la caballería. El
caballero debía contenerse de sus apetitos sexuales.

Lealtad

Los buenos caballeros juraban defender fervientemente sus ideales, a la Iglesia y a sus
señores, ellos darían su vida por defenderlos. Por ejemplo: El Cid bien pudo haber luchado
contra el rey Alfonso y derrotarlo, pero él le era fiel y cumplió sus órdenes de destierro.

Nobleza

La nobleza es el principio de la cortesía. Y los caballeros debían así ser corteses, honrados,
estimables, generosos e ilustres equitativos a todos mientras que desarrollaron y
mantuvieran un carácter noble con los ideales de la caballería. Un caballero es por siempre
un ejemplo a seguir.

Armas de los caballeros

Las armas de los caballeros medievales respondían a la caballería pesada propia de una
época anterior a las armas de fuego.

El equipo de protección, que inicialmente se limitaba a un casco o yelmo, un escudo, y en su


caso una cota de malla (el uso de las grebas para las piernas, propio de la época
grecorromana, decayó), fue complicándose con el tiempo, añadiendo una coraza a la que se
articulaban piezas cada vez más numerosas, hasta componer armaduras que podían
fácilmente pesar más de 25 kg, lo que exigía una particular resistencia tanto a los caballeros
como a sus caballos (que también podían acorazarse). Su solidez hacía muy difícil herirlos
mientras estaban montados, siendo la táctica habitual proceder primero al derribo para
atacar algún punto débil cuando estaban en el suelo.

La espada era el arma personal y "de mano" más común para el combate singular, en que un
caballero se enfrentaba a otro. Bendecida por un sacerdote, la espada era generalmente el
arma preferida de un caballero, que procuraba personalizarla (algunas incluso recibían
nombres), y era considerada tanto arma como símbolo (la hoja y la empuñadura tienen
forma de cruz). La espada más común era la denominada espada bastarda o "de mano y
media", de hoja templada de acero de doble filo, recta y larga (entre 100 y 120 cm), pero que
solamente pesaba de 3 a 4 libras (entre 1200 y 2000 gramos), lo que permitía un manejo
ágil en el campo de batalla. Espadas más grandes eran las denominadas espada larga
(longsword), montante, mandoble o espadón, que podían llegar a medir dos metros o más y
pesar hasta cuatro kilos; diseñadas para ser utilizadas con las dos manos, la contundencia
de sus golpes provocaba terribles daños, aunque volvía más dificultoso su uso y transporte.
La sofisticación y agilidad de otras modalidades de armas blancas no fue propia de los
combates y torneos de la caballería medieval, sino de la esgrima de la Edad Moderna
(florete, sable); pero sí se usaban todo tipo de armas cortas (cuchillos, puñales, dagas), solas
o en combinación con las espadas.

La maza y el hacha completaban el equipo de armas personales "de mano", útiles para
atacar las armaduras. La maza era una bola pesada claveteada asociada directamente a una
manija, contaba con dos versiones: la del lacayo (de largo mango) y la del jinete (de mango
corto y dirigido).

La lanza era la segunda arma preferida de un caballero. La rectitud de su asta simbolizaba la


verdad, y su cabeza de hierro, la fuerza. Se utilizaba generalmente para empujar al enemigo
hasta tirarlo de su caballo. Tenían hasta 3 m de longitud y se remataban con una punta de
lanza de forma triangular.

El conjunto de armas y armadura se denominó, a partir del Renacimiento, con el término


clásico de panoplia.

Armas contra los caballeros

El concepto de la lucha a distancia era particularmente contrario a los valores caballerescos.


La sangrienta derrota de la nobleza francesa a caballo asaeteada por los arqueros ingleses
plebeyos en la batalla de Agincourt (1415) simbolizó el fin a la época dorada de la
caballería.

El arco común tenía limitaciones de alcance y precisión, y su uso por los caballeros era más
frecuente para la caza que para la guerra. El arco largo inglés, de hasta dos metros de
tamaño, era difícil de dominar, pero tenía un alcance efectivo de más de cien metros.

La ballesta era un dispositivo mecánico corto, cuyo arco de acero lanzaba flechas pequeñas
(hasta docenas) con gran potencia. Cargarla tomaba un tiempo que limitaba su eficacia.
Prohibida por la iglesia, la mayoría de los caballeros la consideraban una arma que
deshonraba, pero algunos la utilizaron de todos modos.

La pica era un arma de origen suizo que servía para oponerse a las cargas de caballería,
clavándola en el suelo o sujetando un extremo con el pie, y oponiendo su extremo armado a
los caballos, que se herían con él. Eran mucho más largas que las lanzas: hasta 5 metros de
largo, y su uso era especialmente eficaz cuando equipaba a compactas unidades de
infantería (piqueros, lansquenetes).

ESTRATEGIA MILITAR MEDIEVAL

La batalla de Agincourt (1415). Las batallas campales no eran muy usuales en la guerra
medieval, pues, como es el caso de Agincourt, solían suponer la destrucción del ejército
perdedor.

Por estrategia militar medieval se entiende el tipo de guerra librado en el período histórico
de la Edad Media, definida por las características propias del tipo de enfrentamientos
librados en esta época, basados en el control de plazas fuertes. La visión tradicional de las
guerras europeas de la Edad Media sostenía que los caballeros eran los dueños de los
campos de batalla. Estos se lanzarían a la carga diezmando y arrollando a la infantería
campesina que encontraban a su paso, mientras sus afines corrían a su encuentro para
decidir el resultado del enfrentamiento.

Según esta versión, el poder de los jinetes acorazados a caballo habría acabado cuando la
infantería, gracias a las armas de fuego y a las técnicas de formaciones compactas de
piqueros y alabarderos, recobró su poder en la batalla. Esta visión, alimentada por el arte y
las crónicas de la época, mostraba a los nobles combatiendo a caballo e ignorando a los
plebeyos y campesinos que luchaban a pie. Todo esto ha demostrado ser falso, pues las
tropas de infantería eran una parte importante de los ejércitos medievales. Estas tropas
luchaban cuerpo a cuerpo y a modo de tropas de artillería (con arcos, ballestas y más tarde
con pistolas). La infantería jugaba un papel crucial en los asedios contra posiciones
fortificadas.

Las guerras medievales se resumen en asedios y guerra de desgaste. Esta última variante,
consistente en operaciones de pillaje llamadas cabalgadas, algaradas o algaras, lograba
objetivos tan variados como el debilitamiento y la desestabilización política de los rivales,
ganancias de botín, abastecimiento de tropas, etc. Los enfrentamientos entre ejércitos en
campo abierto eran infrecuentes. Eran más comunes y decisivas las maniobras para tomar
castillos y ciudades mientras se evitaban batallas que supusieran pérdidas elevadas. Los
soberanos llegaron incluso a prohibir a sus ejércitos entablar batallas que pudiesen resultar
decisivas.1 En las pocas ocasiones en que podía tener lugar una batalla campal, resultaba
probable que la victoria fuera para el bando que hiciera mejor uso de los componentes
principales del ejército medieval: la tropa de infantería, la caballería y los arqueros junto
con la primitiva artillería. Otros factores de importancia eran la moral, el liderazgo, la
disciplina y la táctica, así como el conocimiento del terreno.

El Krak de los Caballeros fue un punto importante para el control de Tierra Santa. En la Edad
Media, la estrategia militar consistía fundamentalmente en dominar posiciones claves.

La estrategia militar de la Edad Media consistía principalmente en controlar las fuentes de


riqueza y, por lo tanto, en la capacidad de los ejércitos para ocupar tierras. En los inicios de
la época, se trataba casi exclusivamente de arrasar o defender los campos y las huertas,
puesto que los caudales procedían de las tierras de labranza y de los pastos. Durante la Baja
Edad Media, el resurgimiento y crecimiento de las urbes conllevó a que éstas se convirtieran
en centros de riqueza gracias al comercio derivado de las cruzadas y gracias a la artesanía.

La parte más importante de las guerras medievales radicaba en la toma y el dominio de los
castillos, ya que en estos recaía la defensa de las tierras, además del control de la población
de los alrededores. También las ciudades fortificaron sus muros con su crecimiento, y así, en
la Baja Edad Media, la defensa y conquista de las ciudades resultó mucho más importante
que controlar los castillos.

La mayor parte de las acciones bélicas de la guerra medieval consistía en el asedio de plazas
fuertes.

Los ejércitos maniobraban para tomar fortificaciones importantes y devastar las cosechas, o
bien para evitar que el enemigo perpetrara ese tipo de ataques. Únicamente tenían lugar
batallas campales cuando se buscaba aniquilar al ejército enemigo o poner fin a la
devastación. Un ejemplo de este tipo de enfrentamientos es la batalla de Lechfeld, que tuvo
lugar en el año 955 y donde se batieron los germanos contra invasores magiares
provenientes de la Europa Oriental. La victoria decisiva de los germanos, liderados por Otón
I, puso fin a posteriores incursiones de los magiares. Otros ejemplos más conocidos son la
batalla de Hastings, en 1066, donde los anglosajones fueron derrotados por los normandos,
flamencos y bretones de Guillermo el Conquistador en su intento de poner fin a su invasión.
En la década siguiente a la batalla, los normandos dominaron Gran Bretaña. La victoria de
los francos en Tours en 732 frente a los sarracenos detuvo, en cambio, a los invasores.

Este tipo de maniobras fueron muy comunes en la Guerra de los Cien Años. Las batallas de
Agincourt, Poitiers y Crécy, libradas entre Francia e Inglaterra, fueron las mayores tentativas
francesas para frenar las invasiones inglesas. Los franceses fueron derrotados en los tres
combates, por lo cual continuaron las invasiones. El control de Francia por parte de los
ingleses, no fue, sin embargo, permanente, y al fin y al cabo, los franceses les vencieron en la
guerra. En Oriente Próximo, las Cruzadas supusieron un intento fracasado por parte de los
cristianos de tomar y controlar puntos estratégicos en Tierra Santa para dominar la zona.
Aunque lograron tomar Jerusalén, los cruzados fueron finalmente expulsados.

Los ejércitos medievales


A diferencia de los ejércitos nacionales de la época moderna, la organización de los ejércitos
feudales era mucho más simple. Hasta finales del siglo XV no existieron regimientos o
divisiones permanentes. Los pueblos bárbaros que invadieron el Imperio romano
marchaban y combatían a pie y con espadas y hachas. Estos grupos rara vez podían ser
descritos como auténticos ejércitos, pues se trataba de bandas armadas con tácticas y
estrategias muy escasas y limitadas. Las actividades militares que llevaban a cabo estos
grupos solían tener como principales cometidos hacerse con alimentos y otros botines de
guerra. Las batallas consistían en luchas entre hordas que combatían cuerpo a cuerpo sin
ningún orden. Con la llegada de Carlomagno, aparecieron los primeros ejércitos. El de los
francos, creado por Carlos Martel y mejorado por sus sucesores, se componía de infantería y
caballería armada. La caballería pesada dio origen a los caballeros medievales como los
conocemos. En sus campañas, Carlomagno se enfrentó muy pocas veces contra enemigos
organizados.

Con la aparición del feudalismo siglos después, al convocarse un ejército feudal, los vasallos
se desplazaban hasta el lugar de encuentro con los caballeros, arqueros y hombres de armas
que se habían solicitado. En el punto de reunión, los distintos contingentes de tropas eran
reagrupados según su función. Los caballeros marchaban junto a los escuderos y los
arqueros con la infantería. Las unidades especiales, a saber ingenieros y artillería de sitio,
eran normalmente expertos contratados para la campaña. Un ejemplo es la artillería
otomana usada en el bombardeo contra Constantinopla, que fue manejada por mercenarios
cristianos. En la historia de Occidente, la Edad Media representa un período en el que se
consolidaron las razones principales para justificar la muerte violenta, el uso de la fuerza y
la destrucción masiva de los adversarios. Fueron las sociedades de Europa, de Asia Menor y
Lejano Oriente entre otros, en este período de la historia de la humanidad quienes
desarrollaron principios morales y religiosos para legitimar la guerra como el yihad
islámico, o las conquistas de Gengis Khan y las cruzadas . La necesidad de exculpar y de
potenciar una actividad aberrante y pecaminosa acabó generando un complejo entramado
de representaciones mentales. Las ideas y códigos de comportamientos, elaborados con el
fin de hacer aceptables actividades nocivas, surgieron normalmente a partir de la aplicación
a la guerra de nociones procedentes del derecho y de la religión, que cristalizaron en torno a
dos grandes conceptos ideológicos: el de guerra justa y el de guerra santa.

Desde el siglo XIV, los mercenarios eran soldados respetables. Estos guerreros formaban
compañías que solían ser utilizadas por señores ricos o por ciudades que los contrataban.
Algunas de estas compañías se especializaban en un tipo específico de combate. Por
ejemplo, en el año 1346, 2000 ballesteros genoveses lucharon al servicio del rey de Francia
en la batalla de Crécy. Otras compañías aunaban contingentes de todas las clases. Solían ser
descritos en términos del número de lanzas de las que disponían. Una lanza equivalía a un
soldado. Una compañía de 100 lanzas representaba a un centenar de combatientes. Este
sistema dio origen al término freelance.

El inicio de los ejércitos modernos permanentes se encuentra en el año 1439, cuando el rey
Carlos VII de Francia creó las Compañías Reales de Ordenanza, formadas por caballeros o
por soldados de infantería, que eran pagadas con el dinero procedente de los impuestos.
Cada compañía se componía por una dotación establecida de hombres. Quien escogía su
armadura y las correspondientes armas solía ser el monarca.

Organización

La mayor parte de las batallas tenían una disposición establecida, en la que los dos bandos
se preparaban en el campo de batalla antes de comenzar el enfrentamiento. Las operaciones
y las sumas y pactos para el encuentro no eran frecuentes. De esta manera, antes de
empezar cada batalla existía una preparación de todas las unidades sobre el terreno, lo cual
evitaba el desorden de un enfrentamiento mezclado entre caballeros, infantería ligera,
unidades a distancia como arqueros o ballesteros y demás participantes en la batalla.
Además los generales y los señores que mandaban los ejércitos lo hacían para después
atribuirse el mérito de la victoria del ganador.

Las tácticas militares

En la Alta Edad Media, las batallas consistían en desordenadas luchas entre bandas armadas
y desordenadas; más adelante estos enfrentamientos evolucionaron hacia batallas mucho
más complejas. Esta evolución se debió en parte al desarrollo de diferentes clases de armas
y de tropas y al perfeccionamiento en su uso. Los ejércitos de la Alta Edad Media consistían
en grupos de infantería, pues salvo los sarracenos y los visigodos, así como los nómadas de
la Europa del Este, ningún pueblo había desarrollado ese tipo de soldados. Al desarrollarse
la caballería pesada, los mejores ejércitos fueron las hordas de caballeros. La tropa de
infantería quedó relegada a arrasar tierras de labranza y a realizar el trabajo pesado en los
asedios. No obstante, en el campo de batalla este tipo de soldados corrían riesgos respecto a
ambos bandos, al buscar los caballeros el enfrentamiento con sus rivales en combates
individuales. Esto era así solamente al principio del periodo, tiempo en el que la infantería
se formaba con siervos y campesinos sin ninguna preparación. Los arqueros fueron también
de gran utilidad en los asedios, pero eran aún más vulnerables ante la caballería en el campo
de batalla, pues corrían el riesgo de ser arrollados.

En los últimos años del siglo XV, los comandantes habían logrado estabalecer una disciplina
entre sus caballeros y habían conseguido que sus tropas se cohesionasen. En el ejército
inglés, los caballeros acabaron mostrando a regañadientes su respeto a los arqueros
después de que estos demostraran su gran valor en los campos de batalla de la Guerra de los
Cien Años. La disciplina de la tropa mejoró al haber más hombres que luchaban por dinero y
menos que lo hicieran por el honor y la gloria. En Italia, los soldados mercenarios
adquirieron mucha fama por largas campañas en las que apenas se derramó sangre. Para
esa época, los soldados de todos los rangos eran activos de valor que no convenía
desaprovechar a la ligera. Los ejércitos feudales que buscaban la gloria eran ahora ejércitos
profesionales con mucho más interés por vivir para disfrutar de la paga.

La caballería

El Combate de los Treinta. Los caballeros solían actuar individualmente en busca del honor
y la gloria, en ocasiones, en detrimento del plan de batalla establecido.

Un ejemplo de la conducta indisciplinada de los caballeros medievales es la batalla de Crécy,


donde un ejército francés de 40.000 hombres fue vencido por 10.000 ingleses. La falta de
paciencia de la caballería franca la llevó a cargar arrollando a sus propios ballesteros.

En los campos de batalla medievales fue predominante el uso de la caballería pesada.2


Normalmente, esta caballería se organizaba en tres cuerpos o divisiones, que eran lanzadas
una detrás de la otra al combate. La primera oleada debía abrir paso entre el ejército
enemigo o romper sus líneas para que las demás oleadas pudieran hacerlo. Si el enemigo
huía, comenzaba la persecución y masacre de sus tropas en retirada. A la hora de la verdad,
los caballeros se movían individualmente en detrimento del plan establecido por su
comandante. La gloria y el honor eran casi los únicos intereses de los caballeros, y por ello
maniobraban con el fin de hacerse con las posiciones de primera fila en los ataques. La
victoria del ejército en el campo de batalla era un objetivo secundario al de su propia gloria.
Los caballeros se lanzaban al ataque tan pronto como vislumbraban al enemigo,
desbaratando la estrategia de su jefe.

En algunas ocasiones, los líderes del ejército desmontaban a sus caballeros para poder
controlar sus ataques. Esto era bien recibido por las tropas de infantería, que en la melé
tenían pocas esperanzas de salir bien paradas. Esto aumentaba el vigor del combate y la
moral entre la soldadesca. De combatir a pie, los caballeros, junto con los soldados de a pie,
combatían detrás de estacas u otro tipo de defensas diseñadas para frenar y desbaratar las
cargas de caballeros enemigos.

A finales de la época medieval, el poder y la fuerza de la caballería pesada, y por lo tanto su


utilidad, se encontraba al mismo nivel que el de la infantería y los tiradores. Para entonces
ya se había probado la inutilidad de cargar contra una tropa disciplinada y bien emplazada.
Las reglas de los combates habían cambiado. Las estacas, trincheras y otras trampas se
utilizaban astutamente para protegerse de las cargas de caballería. Atacar una fila cuantiosa
de piqueros y arqueros resultaba una masacre para los caballeros. Estos se vieron entonces
obligados a combatir a pie o a esperar el momento preciso para atacar. Por lo tanto, las
devastadoras cargas de principios del periodo eran posibles, pero únicamente cuando el
enemigo rompía filas y huía, se encontraba sin orden o estaba al descubierto y sin opciones
de defensa.

Caballeros

Un caballero medieval era generalmente un soldado montado y acorazado, a menudo


relacionado con la nobleza o la realeza, aunque (especialmente en la Europa del Norte) los
caballeros también podían provenir de las clases más bajas, e incluso podían ser personas
libres. El coste de su armadura, caballos y armas era grande; esto, contribuyó gradualmente,
entre otras cosas, a transformar al caballero, por lo menos en la Europa Occidental, en una
clase social distinta de otros guerreros. Durante las Cruzadas, las órdenes militares de
caballeros lucharon en la Tierra Santa.
Caballería pesada

La caballería pesada, armada con lanzas y un variado surtido de armas de mano,


desempeñaron un papel importante en las batallas de la Edad Media. La caballería pesada se
nutría de caballeros ricos y de nobles que podían permitirse el equipo y los nobles
escuderos empleados por los nobles. La caballería pesada era la diferencia entre la victoria y
la derrota en muchas batallas importantes. Sus cargas atronadoras podían romper las líneas
de la mayoría de las formaciones de la infantería, haciéndoles un activo valioso a todos los
ejércitos medievales.

Caballería ligera

La caballería ligera constaba generalmente en jinetes con armas ligeras, que podían
consistir en lanzas, jabalinas o armas de proyectil, tales como arcos o ballestas. Utilizaron a
la caballería ligera como exploradores, escaramuzadores o fuera de los flancos. Muchos
países desarrollaron sus propios estilos de caballería ligera, tales como los arqueros
montados húngaros, los jinetes españoles, los ballesteros montados italianos y alemanes y
los currours ingleses.

La infantería

Durante la Alta Edad Media, la principal (y casi única) táctica de los soldados de infantería,
que componían la principal fuerza de los ejércitos de la Alta Edad Media, suponía
aproximarse al enemigo y descargar hachazos sobre él. Los francos disponían de hachas
arrojadizas llamadas franciscas (de ahí el nombre del pueblo3). El poder de la caballería
pesada, que apareció en tiempos de Carlomagno, relegó a la infantería a un segundo plano,
más que nada, porque no se trataba de una tropa bien instruida y con disciplina. En los
primeros ejércitos feudales, la infantería se componía de campesinos mal armados y sin
instrucción.

Distintos tipos de franciscas merovingias. Este tipo de hacha era característica de los
pueblos germanos occidentales.

Los lanceros escoceses en la batalla de Bannockburn (1314). Escocia se valió de tropas de


infantería con lanzas para derrotar a Inglaterra.

Las primeras defensas contra la caballería surgieron de manos de los anglosajones.


Consistía en colocar a los hombres juntos y con los escudos juntos para formar una barrera
que frenase a la caballería y los protegieses de los arqueros. Así combatieron los
anglosajones en Hastings y, de hecho, frenaron el ataque de la caballería normanda. En las
zonas donde era dificultoso formar tropas de caballería pesada, especialmente en regiones
de terreno más bien accidentado, como Escocia o Suiza, y en las ciudades independientes, la
infantería experimentó un cierto resurgimiento. Debido a sus necesidades, encontraron
modos de organizar ejércitos eficaces que incluyeran muy poca caballería. Se probó que los
caballos no se lanzarían contra una barrera de estacas o de lanzas. Una formación de
lanceros podía frenar a la caballería noble de mucho más poder, y ello por una pequeña
parte del coste del mantenimiento de la caballería pesada.

Los escoceses emplearon círculos de lanceros durante las guerras de independencia que se
produjeron a finales del siglo XIII. William Wallace se valió de ella en Falkirk4 y Robert
Bruce en Bannockburn. Descubrieron que esa formación, llamada schiltron, era de gran
eficacia. Robert Bruce sólo presentó batalla a los caballeros ingleses en zonas pantanosas, lo
que impedía prácticamente la carga de sus enemigos.

Los suizos ganaron mucho renombre en el combate de picas. Se puede decir que revivieron
la antigua falange macedonia de Alejandro Magno y llegaron a adquirir una buena pericia en
el combate con largas armas de palo. Su táctica consistía en formar un escuadrón de
piqueros. Las cuatro filas exteriores sujetaban las picas a una misma altura, apuntando más
hacia abajo. Ello creaba una eficaz defensa contra la caballería. Las filas de la retaguardia
usaban armas de palo para acuchillar a los enemigos que se acercaban a la formación. Los
suizos se habían especializado hasta tal punto que eran capaces desplazarse sin romper la
formación con relativa rapidez. Gracias a ello pasaron también a ser una tropa de ataque.

La única forma eficaz de disolver los compactos cuadros de piqueros era la artillería,
principalmente cañones, que rompían las filas de las formaciones de soldados aglutinados.
Los castellanos fueron los primeros en lograrlo. Las tropas castellanas del Gran Capitán
combatían también a los piqueros con una tropa de espadachines provistos con rodelas. Se
trataba de soldados ligeros que se escurrían entre las picas y atacaban directamente a los
piqueros. Las fuerzas del Gran Capitán fueron las primeras en combinar, en una misma
formación, picas, espadas y armas de fuego; como resultado se obtuvo una formación capaz
de batir a diferentes armas en varios terrenos, ya fuera en defensa o atacando. Por ello
algunos consideran a Gonzalo Fernández de Córdoba como el primer estratega moderno.

Armas de la guerra medieval

Los asedios

Un enfrentamiento militar típico de asedio en el medievo se daba cuando un ejército sitiaba


el castillo del oponente. Si éste estaba bien defendido, las opciones se limitaban a establecer
un asedio con la finalidad de rendir la fortaleza por hambre, o a utilizar máquinas de asedio
para destruir las defensas fortificadas. A veces los propios sitiadores se veían forzados a
defenderse de ataques que venían en ayuda de la ciudad.

Los diseños medievales incluyen la catapulta (la cual a su vez incluye el onagro), la balista (o
ballesta) y el trabuquete. Estas máquinas utilizaban energía mecánica para lanzar grandes
proyectiles para destruir las murallas. En Europa, la catapulta la inventó Dionisio I de
Siracusa en el año 399 a. C.[cita requerida] También se usaron el ariete y la torre de asedio.
Otra forma de combatir era con largas escaleras apoyadas sobre la pared, pero no sobre
fortificaciones de altas dimensiones, y además éste método no daba defensas al escalador.
De hecho, en la propia torre de asedio, torre de madera con ruedas que permitía a los
atacantes escalar las murallas y a la vez protegerse de las flechas enemigas, había una serie
de escaleras puestas como para subir una torre cualquiera, y en el último piso una puerta de
madera, de forma que al juntarse un gran número de soldados abrían la puerta, que se
apoyaba sobre el muro, y los soldados salían a masacrar a los enemigos. Normalmente, era
después de esto cuando se utilizaban más escaleras para que un mayor número de soldados
se internaran en la fortaleza y se abrieran paso para abrir las puertas, para entrar con el
mayor número de refuerzos, como la caballería.

Trabuquete, arma de asedio de la época medieval, que podía lanzar unos dos proyectiles por
hora al objetivo.

Otra arma muy importante era el trabuquete, que tenía mayor radio de alcance que la
catapulta, y se solía utilizar sobre todo en Asia para mandar animales (incluidas las
personas) muertos por enfermedad, para hacer más posible que los sitiados se rindieran, y
esto provocaba epidemias. De hecho, se dice que cuando un ejército mongol sitió la ciudad
genovesa de Kaffa en la región de Crimea, mandaron cuerpos infectados por una
enfermedad, y debido a que los itálicos basaban su poder en el comercio, la enfermedad se
extendió por toda Europa con gran facilidad. Esa enfermedad fue la Peste Negra de 1347.

Había otras tácticas, como prender fuego alrededor de las murallas para intentar
descomponer el cemento que sujetaba a las piedras unas con otras, o en ocasiones incluso
se minaban los cimientos con túneles excavados bajo las murallas.

Para defender Constantinopla, Los bizantinos, como tenían el mayor puerto de Europa,
tuvieron que defenderse por mar, creando la flota más poderosa de la época, y con ayuda de
un invento solo conocido por ellos llamado "fuego griego".[cita requerida]

La guerra naval

Las batallas navales son menos conocidas por ser menos frecuentes, ya que normalmente se
intentaba detener al enemigo tras dejar su embarcación (lo que demuestra un gran retraso
en este aspecto, pues ya los egipcios descubrieron la eficacia de detener a los enemigos por
el mar). Sin embargo, también se dieron varias batallas navales, y fueron tan sangrientas o
más que las terrestres.

Al principio de la Edad Media, los árabes tenían un gran poder naval, asolaron Sicilia en el
652 y derrotaron a la armada bizantina en el 655.

El Imperio bizantino fue famoso por su superioridad naval. Su flota, tras la caída del Imperio
romano de Occidente, controló el Mar Mediterráneo, especialmente durante la Edad de Oro
de Justiniano I, además de disponer de una flota que patrullaba el Danubio. Hay que
entender que tener una importante flota era crucial para defender Constantinopla, la
capital, pues tenía el puerto más importante de Europa, posiblemente del mundo, en su
época de esplendor. Sin embargo, sufrió una temprana derrota contra tropas árabes en el
655. La capital la salvaron gracias a un invento secreto que solo ellos conocían, el fuego
griego, una mezcla de diferentes compuestos químicos que al entrar en contacto con el agua,
ardía y prendía así los barcos enemigos. El navío modelo de la flota bizantina era el dromon,
evolución de los trirremes clásicos. Es un barco de remo, similar a la galera, de un solo
mástil. El velamen era latino (de vela cuadrada) como herencia de las técnicas de
navegación precedentes.

Con el renacimiento macedónico que tuvo lugar en el siglo XI, la flota volvió a recuperar su
papel predominante en el Mediterráneo Oriental, aunque no alcanzó su anterior poder. En
los últimos estertores del imperio, ya reducido a un puñado de ciudades portuarias, los
restos de su poder naval fueron clave para conservar dichas posiciones hasta el último sitio
de Constantinopla.

Cuando el poder árabe en el Mediterráneo empezó a declinar, las ciudades comerciales


italianas de Génova, Pisa y Venecia fundaron redes comerciales y construyeron armadas
para protegerlas y ser la nueva potencia naval. Al principio las armadas lucharon contra los
árabes (en Bari en 1004, en Mesina en 1005), pero después se encontraron peleando contra
los normandos que habían llegado hasta Sicilia, y finalmente el uno contra el otro. Los
genoveses y los venecianos tuvieron cuatro guerras navales, en 1253–1284, 1293–1299,
1350–1355 y en 1371–1378. La última guerra finalizó con una victoria decisiva para
Venecia, lo que le permitió disfrutar durante casi un siglo de la dominación comercial del
Mediterráneo antes de que otros países europeos comenzasen a explorar hacia el sur y el
oeste.

Los vikingos, que asolaron Europa con sus drakkar, embarcaciones largas, estrechas, livianas
y con poco calado y con remos en casi toda la longitud del casco (con una vela en versiones
más modernas), no es que sus barcos fueran poderosos, pero eran muy maniobrables, y por
ello podían internarse y atacar poblaciones remontando ríos como el Sena, el Támesis o el
Tajo. Los nórdicos también lucharon en muchas batallas navales entre ellos mismos. Esto se
hacía normalmente atando los barcos de ambos bandos uno contra el otro, luchando así
esencialmente una batalla terrestre sobre el mar. Sin embargo, el hecho de que el lado
perdedor no podía escapar fácilmente, significaba que las batallas tendían a ser muy duras y
sangrientas. La Batalla de Svolder es quizás de las más famosas. El rey inglés Alfredo el
Grande construyó una flota con la que les derrotó.

Imagen de un barco vikingo o drakkar.

En el norte de Europa, por otro lado, por la Guerra de los Cien años, el casi continuo
conflicto entre Inglaterra y Francia raramente conlleva una actividad naval más sofisticada
que el transporte de los caballeros a través del canal de la Mancha, y quizás el tratar de
atacar esos transportes. La Batalla de Dover en el 1217, entre una flota francesa de 80
barcos bajo el mando de Eustaquio el Monje y una flota inglesa de 40 bajo el mando de
Hubert de Burgh, es notable por ser la primera batalla registrada usando las tácticas de los
barcos de vela, con la victoria del primero en la misma, que sin embargo fue derrotado
después.

El uso de la pólvora

Artículo principal: Pólvora


La pólvora es un polvo explosivo utilizado en balística, en particular pólvora negra, una
mezcla explosiva de un 75% de nitrato potásico, un 15% de carbón y un 10% de azufre
aproximadamente. La pólvora fue el primer explosivo conocido; su fórmula aparece ya en el
siglo XIII, en los escritos del monje inglés Roger Bacon, aunque parece haber sido
descubierta por los chinos, que la utilizaron con anterioridad en la fabricación de fuegos
artificiales. Es probable que la pólvora se introdujera en Europa procedente del Oriente
Próximo. Berthold Schwarz, un monje alemán de comienzos del siglo XIV, puede haber sido
el primero en utilizar la pólvora para impulsar un proyectil. Sean cuales sean los datos
precisos y las identidades de sus descubridores y primeros usuarios, lo cierto es que la
pólvora se fabricaba en Inglaterra en 1334 y que en 1340 Alemania contaba con
instalaciones para su fabricación. El primer intento de utilización de la pólvora para minar
los muros de las fortificaciones se llevó a cabo durante el sitio de Pisa en 1403. En la
segunda mitad del siglo XVI, la fabricación de pólvora en la mayoría de los países era un
monopolio del Estado, que reglamentó su uso a comienzos del siglo XVII. Fue el único
explosivo conocido hasta el descubrimiento del denominado oro fulminante, un poderoso
explosivo utilizado por primera vez en 1628 durante las contiendas bélicas que se
desarrollaron en el continente europeo.

CABALLERO ANDANTE

En la Edad Media, un caballero era una unidad guerrera que forma parte de la hueste
(fuerza militar) de un señor feudal o de un rey. Con motivo de las Cruzadas se crearon las
órdenes militares, formadas por caballeros que se comprometían a votos monásticos, como
la orden templaria o la orden hospitalaria. En los distintos reinos se fueron creando otras
órdenes, como las órdenes militares españolas. Los rituales de iniciación incluían elementos
luego incorporados al imaginario de la caballería andante, como el velar las armas (pasar
una noche en oración ante las armas) y ser armado caballero (en una ceremonia propia del
homenaje e investidura de las relaciones feudo-vasalláticas).

La orden de caballería era pues cada una de las instituciones formadas por caballeros
organizados jerárquicamente como vasallos de un señor y que respetaban un código de
honor. Se suponía que un caballero andante debía ser un miembro de una de estas órdenes
que, por orden de su señor o por obligación moral (por ejemplo, por imposición de una
promesa a su dama), viajaba grandes distancias, ya sea persiguiendo un objetivo concreto o
no, aceptando o provocando desafíos, resolviendo entuertos (injusticias) y protegiendo a los
desfavorecidos (doncellas, viudas y huérfanos). Estos hechos (hazañas) hacían ganar al
caballero una gran fama (paralelo al concepto de honra u honor, popularidad y prestigio,
objetivos principales de la época, que equivalía a una vida más allá de la muerte -véase por
ejemplo su formulación en las Coplas a la muerte de su padre de Jorge Manrique-1), muchas
veces exagerando sus proezas. La épica de los cantares de gesta, la lírica del amor cortés de
los trovadores provenzales y la adaptación de leyendas como el ciclo artúrico fueron fijando
a lo largo de la Edad Media el modelo ideal de caballero en la literatura y en el imaginario
colectivo, convirtiéndolo en un arquetipo más que en un agente social real.

Para decirlo con otras palabras, la caballería andante como tema literario es anterior a
cualquier manifestación de la caballería andante en la práctica.

Hoy en día, la constancia de tales caballeros es prácticamente de carácter mítico y forma


parte del folclore de las islas británicas y los países escandinavos. El ejemplo más claro se
encuentra en la leyenda del Rey Arturo y sus caballeros de la Mesa Redonda, donde en
diversas ocasiones los caballeros al mando del rey posponen sus obligaciones no inmediatas
para servir al pueblo. No obstante, todavía se denomina caballeresco al comportamiento
cortés y galante de los caballeros (varones) hacia las damas (mujeres); o a las actitudes
desinteresadas o que respetan un código de honor, sobre todo cuando se mantienen contra
el propio bienestar, interés o seguridad. Un comportamiento extremado en ese sentido
llegaría a calificarse de heroísmo.

El caballero andante según don Quijote

Don Quijote nos ofrece en el capítulo XIII de la primera parte de El ingenioso hidalgo don
Quijote de la Mancha una concisa historia y explicación de en qué consiste el oficio de
caballero andante, según sus nociones, no siempre correctas.

''–¿No han vuestras mercedes leído –respondió don Quijote– los anales e historias de
Inglaterra, donde se tratan las famosas hazañas del rey Arturo, que continuamente en
nuestro romance castellano llamamos el rey Artús, de quien es tradición antigua y común en
todo aquel reino de la Gran Bretaña que este rey no murió, sino que, por arte de
encantamento, se convirtió en cuervo, y que, andando los tiempos, ha de volver a reinar y a
cobrar su reino y cetro; a cuya causa no se probará que desde aquel tiempo a éste haya
ningún inglés muerto cuervo alguno? Pues en tiempo de este buen rey fue instituida aquella
famosa orden de caballería de los caballeros de la Mesa Redonda, y pasaron, sin faltar un
punto, los amores que allí se cuentan de don Lanzarote del Lago con la reina Ginebra, siendo
medianera dellos y sabidora aquella tan honrada dueña Quintañona, de donde nació aquel
tan sabido romance, y tan decantado en nuestra España, de:

Nunca fuera caballero

de damas tan bien servido

como fuera Lanzarote

cuando de Bretaña vino;

con aquel progreso tan dulce y tan suave de sus amorosos y fuertes fechos. Pues desde
entonces, de mano en mano, fue aquella orden de caballería estendiéndose y dilatándose
por muchas y diversas partes del mundo; y en ella fueron famosos y conocidos por sus
fechos el valiente Amadís de Gaula, con todos sus hijos y nietos, hasta la quinta generación, y
el valeroso Felixmarte de Hircania, y el nunca como se debe alabado Tirante el Blanco, y casi
que en nuestros días vimos y comunicamos y oímos al invencible y valeroso caballero don
Belianís de Grecia. Esto, pues, señores, es ser caballero andante, y la que he dicho es la orden
de su caballería; en la cual, como otra vez he dicho, yo, aunque pecador, he hecho profesión,
y lo mesmo que profesaron los caballeros referidos profeso yo. Y así, me voy por estas
soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo
y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y
menesterosos ".

Los libros de caballerías [...] son unas narraciones en prosa, por lo común de gran extensión,
que relatan las aventuras de un hombre extraordinario, el caballero andante, quien vaga por
el mundo luchando contra toda suerte de personas o monstruos, contra seres normales o
mágicos, por unas tierras las más de las veces exóticas y fabulosas, o que al mando de
poderosos ejércitos y escuadras derrota y vence a innúmeras fuerzas de paganos o de
naciones extrañas. Es el caballero andante de los libros un ser de fuerza considerable,
muchas veces portentosa e inverosímil, habilísimo en el manejo de las armas, incansable en
la lucha y siempre dispuesto a acometer las empresas más peligrosas. Por lo común lucha
contra el mal- opresores de humildes, traïdores, ladrones, déspotas, infieles, paganos,
gigantes, dragones-, pero el afán por la acción, por la “aventura”, es para él una especie de
necesidad vital [...]. El constante luchar del caballero supone una serie ininterrumpida de
sacrificios, trabajos y esfuerzos que son ofrecidos a una dama, con la finalidad de conseguir,
conservar o acrecentar su amor.

Martín de Riquer, Prólogo a Don Quijote de la Mancha (Barcelona, 1980)

LIBROS DE CABALLERIA

El libro de caballerías1 o novela de caballerías es un género literario en prosa, de gran éxito


y popularidad en España, y en menor grado en Portugal, Francia y la península Itálica en el
siglo XVI. Se escriben desde fines del siglo XV hasta 1602 y empiezan a perder su
popularidad después de 1550. Estas novelas narraban las hazañas o proezas de un
caballero. El último libro original castellano, Policisne de Boecia, se publicó en 1602 y la
última reedición en castellano anterior al siglo XIX fue las tercera y cuarta partes del Espejo
de príncipes y caballeros, publicadas juntas en Zaragoza en 1603

Sus características esenciales son:

Ficciones de primer grado

Los hechos tienen más relevancia que los personajes, quienes suelen ser arquetípicos y
planos. Además son constantemente traídos y llevados por la acción, sin que ésta los cambie
o los transforme y sin que importe demasiado su psicología.

Estructura abierta

Inacabables aventuras, infinitas continuaciones posibles; la necesidad de hipérbole o


exageración, la «amplificación» (cada generación tiene que superar las hazañas, hechos de
armas o fama de su padre). Los héroes no mueren, siempre existe un camino abierto para
nueva salida. Total falta de verosimilitud geográfica, lógica. Libros larguísimos, de aventuras
entrelazadas.
Búsqueda de honra, valor, aventura a través de diferentes pruebas

Es una estructura episódica donde el héroe pasa por distintas pruebas (como, por ejemplo,
el paso del "Arco de los fieles amadores" en el Amadís) para merecer a su dama, desencantar
a un palacio, o conseguir alguna honra reservada para el mejor caballero de su tiempo. Casi
siempre la motivación principal del caballero es la fama y el amor.

Idealización del amor del caballero por su dama

Amor cortesano, servicio de la dama, idolatría masoquista; relaciones sexuales fuera del
matrimonio con hijos ilegítimos, pero siempre terminan por casarse.

Violencia glorificada

Valor personal ganado por hechos de armas; combate individual para conseguir la fama; el
valor superior implica moralidad superior, excepto jayanes (soberbios); torneos, ordalías,
duelos, batallas con monstruos y gigantes. Como contrapunto, masoquismo amoroso.

Nacimiento extraordinario del héroe

Hijo ilegítimo de padres nobles desconocidos, muchas veces reyes; tiene que hacerse héroe,
ganar fama y merecer su nombre; muchas veces tiene espada mágica u otros poderes
sobrehumanos, y goza de la ayuda de algún mago o hechicero amigo.

Ideal cristiano de una Guerra Sagrada contra los turcos

Cruzada para defender Constantinopla (perdida de verdad en 1453). Evocación nostálgica


de la Reconquista (terminada en 1492).

Geografía totalmente fantástica

Viajes a nuevas tierras; monstruos como el Endriago, gigantes, pueblos paganos con ritos
extraños; barcos encantados que pueden navegar distancias enormes en una hora; palacios
mágicos, lagos encantados, selvas misteriosas.

Tiempos históricos remotos, míticos

Sin referencias a circunstancias históricas sociales contemporáneas.

Tópico de la falsa traducción

Los libros se presentan como traducidos de originales escritos en griego, alemán, inglés,
toscano, árabe u otras lenguas, o como "manuscritos encontrados" después de largo tiempo
ocultos o enterrados.

Series o ciclos de libros de caballerías

Portada de Floriseo.
Los sesenta y tres libros de caballerías, de los cuales hubo numerosas ediciones y
traducciones, se suelen clasificar, a partir de eruditos del siglo XIX, en pertenecientes a ciclos
o sueltos. Los ciclos principales, que pueden contener otros subciclos, son los siguientes:

Ciclo de Belianís de Grecia.

Ciclo de Clarián de Landanís.

Ciclo de la Demanda del Santo Grial.

Ciclo de Espejo de caballerías.

Ciclo de Espejo de príncipes y caballeros o El caballero del Febo.

Ciclo de Felixmagno.

Ciclo de Florambel de Lucea (Francisco de Enciso Zárate).

Ciclo de Florando de Inglaterra.

Ciclo de Floriseo.

Ciclo de Lepolemo o el Caballero de la Cruz.

Ciclo de Morgante (Traductor-autor: Jerónimo Aunés).

Palmerín de Inglaterra (Traductor-autor: Miguel Ferrel).

Ciclo de Palmerín de Oliva.

Ciclo de Renaldos de Montalbán.

Ciclo de Tristán de Leonís.

Entre los sueltos figuran Arderique (del bachiller Juan de Molina), el antiguo Libro del
caballero Cifar, Cirongilio de Tracia (de Bernardo Pérez de Vargas), Claribalte (de Gonzalo
Fernández de Oviedo), Cristalián de España (de Beatriz Bernal), Febo el troyano (de
Esteban Corbera), Felixmarte de Hircania (de Melchor Ortega), Florindo (de Fernando
Basurto), el anónimo Guarino Mesquino, Lidamor de Escocia (de Juan de Córdoba), Olivante
de Laura (de Antonio de Torquemada), los anónimos Oliveros de Castilla y Philesbián de
Candaria, Policisne de Boecia (de Juan de Silva y de Toledo), Polindo y Valerián de Hungría
(de Dionís Clemente).

Los ciclos mayores

La obra más representativa de este género fue la titulada Los cuatro libros de Amadís de
Gaula, escrita al parecer en el siglo XIV en tres libros, pero cuya primera edición conocida es
la de Zaragoza de 1508, en la versión refundida de Garcí Rodríguez de Montalvo, quien
añadió el cuarto libro y además la continuó en Las sergas de Esplandián. A éste siguieron
Florisando, de Ruy Páez de Ribera; el Lisuarte de Grecia de Feliciano de Silva; el Lisuarte de
Grecia de Juan Díaz; Amadís de Grecia, Florisel de Niquea y Rogel de Grecia, los tres escritos
por Feliciano de Silva; Silves de la Selva de Pedro de Luján y la Cuarta Parte de Don Florisel
de Niquea de Feliciano de Silva. Varias de estas obras fueron traducidas a otros idiomas
europeos, y con ello surgieron nuevas continuaciones, como la francesa Flores de Grèce, la
alemana Amadís de Francia y varias obras amadisianas en italiano debidas a Mambrino
Roseo.

Aparte del ciclo de Amadís de Gaula, el más popular en España y Portugal fue el de los
Palmerines, iniciado con la obra Palmerín de Oliva (Olivia según la primera edición),
atribuida a Francisco Vázquez y continuada en español por el mismo Vázquez en Primaleón
y al parecer por Francisco de Enciso Zárate en Platir. En portugués, el Primaleón fue
continuado por Francisco de Moraes en el célebre Palmerín de Inglaterra, éste por Diogo
Fernández en Duardos de Bretaña, y éste a su vez por Baltasar Goncalves Lobato en Clarisol
de Bretaña. En Italia también se publicó una serie de obras que continuaba el ciclo de los
Palmerines.

Otros ciclos populares fueron los de Clarián de Landanís, del que se conservan cinco libros
impresos, aunque aparentemente fueron siete; y el del Espejo de Príncipes y Caballeros o El
Caballero del Febo, del que subsisten cuatro libros impresos y uno manuscrito.

Ciclos menores, obras independientes y traducciones

Además de estos grandes ciclos, a lo largo del siglo XVI se publicaron en España numerosos
libros de caballerías pertenecientes a ciclos menores o que eran obras independientes.
Entre ellos cabe mencionar Arderique, Belianís de Grecia, Cirongilio de Tracia, Claribalte,
Cristalián de España, El caballero del Febo el troyano, Félix Magno, Felixmarte de Hircania,
Florambel de Lucea, Florando de Inglaterra, Florindo, Floriseo y su continuación Reymundo
de Grecia, Lepolemo o El Caballero de la Cruz, Lidamor de Escocia, Olivante de Laura,
Philesbián de Candaria, Polindo, Rosián de Castilla y Valerián de Hungría. En español, la
última obra de este género fue Policisne de Boecia, publicada en 1602. Otras, como
Adramón, Bencimarte de Lusitania, Claridoro de España, Clarisel de las Flores y su
reelaboración parcial Filorante, El Caballero de la Luna, Flor de caballerías, León Flos de
Tracia, Marsindo, Polismán de Nápoles y Lidamarte de Armenia, quedaron inéditas,
mientras que del manuscrito de Clarís de Trapisonda solamente se conservan dos folios.
También se sabe de la existencia de varios de los que no se conserva ningún ejemplar, como
Leoneo de Hungría, Leonís de Grecia, Lucidante de Tracia y Taurismundo.

En Portugal tuvo una especial popularidad la obra Clarimundo, que llegó a reimprimirse
incluso hasta fines del siglo XVIII.

En algunos estudios sobre los libros de caballerías españoles se incluyen también la obra
medieval El Caballero Zifar y especialmente la famosa novela valenciana Tirant lo Blanch, de
Joanot Martorell, que fue publicada por primera vez en 1490 e impresa en castellano en
1511. También se han estudiado como parte del género diversas obras francesas e italianas,
traducidas al castellano, y que relatan aventuras legendarias de los caballeros del Rey
Arturo, como El Baladro del sabio Merlín, La demanda del Santo Grial, Tablante de
Ricamonte y Jofre y Tristán de Leonís, o de los legendarios paladines de la corte de
Carlomagno, como La historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia,
Reinaldos de Montalbán, Guarino Mezquino, Morgante y Espejo de caballerías. La versión
española del Tristán francés fue continuada en España en una obra conocida como Tristán el
joven y los dos libros del Espejo de caballerías, refundición y arreglo de obras italianas,
fueron continuados en español en un tercer volumen. Otra obra francesa cuya traducción fue
muy popular en España fue Oliveros de Castilla. En Portugal, los continuadores del ciclo
artúrico produjeron la obra Triunfos de Sagramor y los del carolingio prosiguieron La
historia del emperador Carlomagno y de los doce pares de Francia en varias obras más.

Cronología de las primeras ediciones

Los cuatro libros del virtuoso caballero Amadís de Gaula. (La primera edición conocida es
de Zaragoza, Jorge Coci, 1508, pero hay indicios de que hubo una anterior, quizá de Sevilla,
hacia 1496)

Garci Rodríguez de Montalvo, Las sergas de Esplandián. (Edición príncipe anterior a 1510,
quizá de Sevilla, hacia 1496)

Baladro del sabio Merlín con sus profecías. (Burgos: Juan de Burgos, 1498)

Oliveros de Castilla y Artús Dalgarbe. (Burgos: Fadrique Biel de Basilea, 1499)

Adramón (manuscrito, principios del siglo XVI)

Tristán de Leonís. (Valladolid: Juan de Burgos, 1501)

Ruy Páez de Ribera, El sexto libro del [...] rey Amadís de Gaula [...] [y] Florisando [...] príncipe
de Cantaría su sobrino fijo del rey don Florestán. (Salamanca: Juan de Porras, 1510)

Francisco Vázquez, Palmerín de Oliva. (Salamanca: Juan de Porras, 1511)

Joanot Martorell, Tirante el Blanco. (Valladolid: Diego de Gumiel, 1511)

Francisco Vázquez, Primaleón. (Salamanca: Juan de Porras, 1512)

La corónica de los nobles cavalleros Tablante de Ricamonte & Jofre hijo del conde Donasón.
(Toledo: Juan de Varela de Salamanca, 1513)

Feliciano de Silva, Lisuarte de Grecia. (Séptimo libro de Amadís, 1514)

Demanda del Santo Grial. (Toledo: Juan de Villaquirán, 1515)

Fernando Bernal, Floriseo. (Valencia: Diego de Gumiel, 1516)

Anónimo, Libro del esforzado caballero Arderique. (Valencia: Juan Viñao. 1517)
Gabriel Velázquez de Castillo, Clarián de Landanís (1518)

Jerónimo López, Clarián de Landanís (libro II, Floramante de Colonia) (Edición perdida,
impresa entre 1518 y 1524)

Gonzalo Fernández de Oviedo, Claribalte (Valencia: Juan Viñao, 1519)

Leoneo de Hungría, (Toledo: 1520)

Alonso de Salazar, Lepolemo, (El caballero de la cruz). (Valencia: Juan Jofre, 1521)

Álvaro de Castro, El segundo libro del muy valiente y esforçado cavallero don Clarián de
Landanís (Libro segundo de la Parte I) (Toledo: Juan de Villaquirán, 1522)

Libro del noble y esforçado cavallero Renaldos de Montalbán. (Toledo: Juan de Villaquirán,
1523)

Jerónimo López, Clarián de Landanís (Libro III, El Caballero de la Triste Figura) (Toledo:
Juan de Villaquirán, 1524)

¿Fernando Bernal?, Reymundo de Grecia. Libro tercero de la historia del rey Floriseo.
(Salamanca: Alfonso de Porras y Lorenzo Liondedei, 1524)

Pedro López de Santa Catalina, Espejo de caballerías (libro I) (Toledo: 1525)

Juan Díaz, Lisuarte de Grecia, El octavo libro de Amadís que trata de las extrañas aventuras y
grandes proezas de su nieto Lisuarte y de la muerte del ínclito rey Amadís. Sevilla: Juan y
Jacobo Cromberger, 1526)

Primer libro de don Polindo. Historia del invencible cavallero don Polindo, hijo del rey
Paciano rey de Numidia & de las maravillosas fazañas y estrañas aventuras que andando por
el mundo acabó por amores de la princesa Belisia, fija del rey Naupilio rey de Macedonia.
(Toledo: Miguel de Eguía (?), 1526)

Pedro López de Santa Catalina, Espejo de caballerías (libro II) (Toledo: 1527)

Jerónimo López, Clarián de Landanís (Libro IV, Lidamán de Ganail). (Toledo: Gaspar de
Ávila, 1528)

MIO CIDFeliciano de Silva, Amadís de Grecia. (Noveno libro de Amadís) (Cuenca: Cristóbal
Francés, 1530)

Fernando Basurto, Florindo. (Zaragoza: Pierre Hardouin, 1530)

Félix Magno, (Barcelona: Carles Amorós, 1531)

Francisco de Enciso Zárate, Florambel de Lucea. (Partes I-III) (Valladolid: Nicolás Tierri,
1532)
Feliciano de Silva, Florisel de Niquea. (Décimo libro de Amadís) (Valladolid: Nicolás Tierry,
1532)

Platir, (Valladolid: Nicolás Tierry, 1532)

La Trapesonda que es tercero libro de don Renaldos. (Sevilla: Juan Cromberger, 1533)

Juan de Córdoba, Lidamor de Escocia. (Salamanca: ¿Juan de Junta?, 1534)

Lucidante de Tracia. (Salamanca: ¿Juan de Junta?, 1534)

Tristán de Leonís el joven. (Sevilla: Dominico de Robertis, 1534)

La demanda del Sancto Grial con los maravillosos fechos de Lançarote y de Galaz su hijo. El
primero libro. El baladro del famosíssimo profecta & nigromante Merlín con sus profecías.
(Sevilla: 1535)

Feliciano de Silva, Rogel de Grecia. (Undécimo libro de Amadís) (Medina del Campo:
¿Pierres Tovans?, 1535)

Dionís Clemente, Valerián de Hungría. (Valencia, Francisco Díaz Romano, 1540)

Jerónimo Fernández, Libro primero de don Belianís de Grecia. (Sevilla: 1545)

Feliciano de Silva, Florisel de Niquea. (Décimo libro de Amadís) (Valladolid: Nicolás Tierry,
1532)

Bernardo de Vargas, Cirongilio de Tracia, (Sevilla: Jacobo Cromberger, 1545)

Beatriz Bernal, Cristalián de España. (Valladolid: Juan de Villaquirán, 1545)

Philesbián de Candaria, (Medina del Campo: 1542)

Florando de Inglaterra (Lisboa: Germán Gallarde, 1545)

Jerónimo Fernández, Libro primero de don Belianís de Grecia. (Sevilla: 1545)

Pedro de Luján, Silves de la Selva. (Duodécimo libro de Amadís) (Sevilla: Dominico de


Robertis, 1546)

Pedro de Reinosa, Espejo de caballerías (Libro III, Roselao de Grecia) (Toledo: Juan de Ayala,
1547)

Feliciano de Silva, Cuarta Parte de Don Florisel de Niquea. (Libro XIII de Amadís)
(Salamanca: Andrea de Portonaris, 1551)

Pedro Hernández de Villaumbrales, El caballero del sol (Medina del Campo: Guillermo de
Millis, 1552) (libro de caballerías alegórico o "a lo divino")

Diego Ortúñez de Calahorra, Espejo de Príncipes y Caballeros (libro I) (Zaragoza: Esteban


de Nájera, 1555)

Melchor Ortega, Felixmarte de Hircania (Valladolid: Francisco Fernández de Córdoba, 1556)

Antonio de Torquemada, Olivante de Laura (Barcelona: Claude Bornat, 1564)

Jerónimo de Contreras, Polismán de Nápoles (manuscrito, 1573)

Esteban Corbera, El caballero del Febo el troyano. (Barcelona: Pedro Malo, 1576)

Jerónimo Fernández, Belianís de Grecia (partes III-IV) (Burgos: Pedro de Santillana, 1579)

Pedro de la Sierra, Espejo de Príncipes y Caballeros (libro II) (Alcalá de Henares: Juan
Iñíguez de Lequerica, 1580)

Joaquín Romero de Cepeda, Rosián de Castilla (Lisboa: Marcos Borges, 1586; Zaragoza:
Esteban de Nájera, 1555)

Marcos Martínez, Espejo de Príncipes y Caballeros (libros III-IV) (Alcalá de Henares: Juan
Iñíguez de Lequerica, 1587)

Francisco de Enciso Zárate, Florambel de Lucea (parte III) (manuscrito, fines del siglo XVI)

Pedro Guiral de Verrio, Belianís de Grecia (parte V) (manuscrito, fines del siglo XVI)

Francisco de Barahona, Flor de caballerías (manuscrito, fines del siglo XVI)

Dámaso de Frías y Balboa, Lidamarte de Armenia (manuscrito, fines del siglo XVI)

Juan de Silva y Toledo, Policisne de Boecia (Valladolid: herederos de Juan Iñíguez de


Lequerica, 1602)

Espejo de Príncipes y Caballeros (parte V) (manuscrito, siglo XVII)

Adversarios y partidarios de los libros de caballerías[editar]

Los libros de caballerías fueron severamente censurados por teólogos y moralistas, que
incluso intentaron combatir su popularidad mediante obras llamadas libros de caballerías
"a lo divino", como la Caballería celestial, El caballero del sol y Mexiano de la Esperanza, que
presentaban a los lectores alegorías morales con características del género caballeresco. Sin
embargo, eran muy apreciados por diversas clases sociales, y entre los aficionados a su
lectura estuvieron el emperador Carlos V, Santa Teresa de Jesús y San Ignacio de Loyola, y
sin duda, el propio Cervantes, que tenía con ellos una extraordinaria familiaridad.

Los libros de caballerías, que en los últimos decenios del siglo XVI tuvieron un notable
resurgimiento, perdieron gradualmente su popularidad, al extremo de que el Amadís de
Gaula no volvió a ser impreso en España sino hasta 1837. La crítica del siglo XIX les fue en
general hostil y los calificó de absurdos, tediosos e inverosímiles. Hoy, sin embargo, hay una
corriente favorable a su estudio e interpretación, considerados de gran importancia para la
comprensión del Quijote, y varios de ellos han sido publicados en ediciones anotadas.

El primer estudio general sobre los libros de caballerías españoles fue el Discurso
preliminar de Pascual de Gayangos y Arce (1857), preliminar al primer tomo de Libros de
caballerías en la Biblioteca de Autores Españoles, cuyo segundo tomo no llegó a publicarse.
Se refirió también a los libros de caballerías portugueses. Otra obra pionera sobre la materia
fue la de Henry Thomas Las novelas de caballerías españolas y portuguesas (1920,
publicada en español en 1952). En años recientes destacan los valiosos trabajos de Daniel
Eisenberg, María Carmen Marín Pina, José Manuel Lucía Megías y otros eruditos.

Véase también

Philippe de Nanteuil

Novela caballeresca

Libros de caballerías portugueses

Caballero andante

Partonopeus de Blois

Referencias[editar]

Volver arriba

↑ Real Academia Española y Asociación de Academias de la Lengua Española (2014).


«libro». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Madrid: Espasa. ISBN 978-84-670-
4189-7.

NOVELA CABALLERESCA

Introducción de la novela Aunque algunos confunden novela caballeresca y libro de


caballerías, existe una diferencia esencial entre los dos géneros: la novela caballeresca,
remite a un mundo posible, y a veces real, cuando se trata de biografías de caballeros que
pertenecen a la historia. Por el contrario, los libros de caballerías están repletos de gigantes,
dragones, magos y brujas, ungüentos y otras inverosimilitudes fantásticas.

No parece correcto considerar «novela caballeresca» como sinónimo de «libro de


caballerías», como consta, se trata de dos géneros muy diferentes.

Diferencias entre libros de caballerías y novelas caballerescas

A lo largo de la Edad media, se produjeron múltiples transformaciones sociales, la nobleza


deja de ser una clase social bárbara, cuya mentalidad se centra solo en la guerra y la
conquista, para convertirse en una aristocracia refinada, con ideales tales como la
heroicidad y el amor. Esta transformación social se reflejó en la evolución literaria que se
originó en este periodo y que dio lugar al origen de la novela. De la tradición narrativa
basada en la inspiración artúrica surgen los libros de caballerías que tuvieron una gran
acogida hasta el siglo XII, y de ellos posteriormente se evolucionó hacia la novela
caballeresca que surgió a mediados del s. XV, con sus propias características literarias, por
tanto no podemos confundir los libros de caballerías con la novela caballeresca. Este
artículo pretende poner de manifiesto las diferencias entre ambos estilos, reflejando las
particularidades típicas de cada uno de ellos.

De los libros de caballerías podemos extraer las siguientes características.

Estos libros narran las hazañas fantásticas e increíbles de un caballero, como personaje
principal, considerado un héroe, cuyo origen viene de un nacimiento épico y extraordinario,
las cualidades de este personaje son inverosímiles y fantásticas, tales como una fuerza
sobrenatural, el don de la magia, es mitificado como un personaje omnipotente e invencible.
Los libros de caballerías sitúan la historia en lugares lejanos y exóticos, recreando
escenarios fantásticos y en un tiempo no contemporáneo, sino en épocas lejanas e incluso
míticas. En el trasfondo de las historias de caballeros aparecen seres irreales con los cuales
debe luchar, tales como dragones, serpientes gigantes, brujas y gigantes, de los cuales
siempre sale victorioso. Y en sus aventuras suelen aparecer personajes secundarios, los
cuales ofrecen su ayuda tales como enanos, o magos… Resultan libros muy extensos llenos
de aventuras fantásticas, en las cuales siempre se abren nuevos caminos para que el héroe
salga victorioso de toda gesta. Amadís de Gaula, es un referente en este tipo de libros de
caballerías.

De las novelas caballerescas podemos extraer las siguientes características.

Surgen en el s. XV, y tienen como intención ser un reflejo contemporáneo de los caballeros
de dicha época, por lo tanto tratan de ser lo más verosímil y reales posible. Los personajes
principales recaen sobre caballeros fuertes y valientes pero sin sobrepasar las capacidades
normales del ser humano, los cuales deben realizar gestas de dimensiones reales, que
cualquier otro caballero podría realizar. Y para ello deben valerse de su inteligencia, astucia
y valor. Se caracterizan por ser nobles, leales, honorables y fieles a sus deberes éticos. La
acción se sitúa sobre lugares reales fácilmente reconocibles por los lectores u oyentes, y
transcurre en un tiempo coetáneo al lector. En su intento por querer reflejar la realidad del
momento, en este tipo de novelas aparecen personajes, batallas, o hazañas reales de la
época. Son referentes de este tipo, la novela valenciana Tirante el Blanco, y la catalana Curial
e Güelfa.

COMUNICACION EN LA EDAD MEDIA

La Edad Media comienza con la caída de la parte occidental del Imperio Romano, lo que
supuso, a su vez, una gran crisis de la comunicación. En esta larga etapa que transcurre
entre el fin de la Era Antigua en el siglo V y el Renacimiento en el siglo XV, a pesar de la
fragmentación territorial que implicó el cambio del mundo romano al feudal, de la
incomunicación que trajo consigo el proceso de ruralización, y de la división política que
ocasionaron los distintos reinos, la institución eclesiástica medieval consiguió crear un
mismo sistema comunicativo e incrementar su poder sobre la población.1

La Iglesia Católica en Occidente y la Ortodoxa en Oriente, fueron las grandes promotoras de


distintas formas de comunicación pública caracterizadas por su contenido simbólico. El
sistema desarrollado por la Iglesia Católica es un sistema moral de organización social que
fue una alternativa al sistema legal de Roma y del clasicismo.

La mayor parte de la población era analfabeta, por lo que la imagen y la palabra hablada
eran las principales formas de comunicación. La lectura y la escritura era un privilegio de
quienes estaban en el poder, es decir, de sacerdotes y señores feudales.

Formas de comunicación popular

Para el hombre medieval las nociones de tiempo, espacio o distancia se reducen a su


quehacer cotidiano, es decir, a su labor de trabajar las tierras del señor y a la observación
del sol para delimitar la jornada laboral. No necesitaba saber leer, escribir o tener noticias
de lo que sucedía en la Corte.

Las campanadas eran las que organizaban la vida de la población. Cada tres horas
anunciaban el rezo correspondiente y, con ello, la división del día y las labores cotidianas. El
historiador francés Le Goff llamó a este periodo El tiempo de Dios.2

Así fue hasta el renacimiento de las ciudades, cuando nuevas necesidades provocaron la
aparición de los primeros relojes públicos o laicos. A partir del siglo XIV, se instalaron
relojes en las torres de los ayuntamientos. Le Goff habla ahora de El tiempo de los hombres,
un nuevo tiempo de cambios esenciales para el sistema de comunicación tanto social como
interpersonal.3

Por otra parte, el espacio entre ciudades se media por el tiempo andando. Los mapas
indicaban los pasos que había a los templos o iglesias más próximas. Un ejemplo es el mapa
del Camino de Santiago o del Camino de las Estrellas.

Además, el afianzamiento del feudalismo estuvo muy relacionado con el establecimiento de


una nueva concepción de la paz, la llamada Ideología de la Paz de Dios y su consecuencia, la
Teoría de los Tres Órdenes(rezar, luchar y trabajar). Sus principios se basan en las tres
tareas específicas que Dios otorgó a los hombres: unos tienen la misión de rezar por la
salvación, otros se encargan de las armas para la protección, y el resto debía trabajar para
mantener a las gentes de la Iglesia. Este esquema de interpretación social se fomentó en la
conciencia colectiva, justificando la explotación económica y la desigualdad social.4

La "Teoría de los Tres Órdenes" se estableció en toda Europa y acompañaría al régimen


feudal hasta su disolución en los siglos XVII al XIX con los estallidos de las revoluciones
burguesas.

Formas de comunicación culta

El dominio comunicativo de la Iglesia


La Iglesia fue la primera en la historia de la comunicación en construir y desarrollar un
sistema de aspiraciones universal y hegemónico. Dicho dominio comunicativo fue posible
por el control casi absoluto de la educación. La Iglesia ofreció una respuesta al sentido de la
vida individual y colectiva. Entre los siglos XVII y IX la mayor parte de las escuelas en
Europa eran catedráticas, las bibliotecas eran del convento y los escritores más reconocidos
eran los monjes.1

El sistema de comunicación socia que se desarrolló para los iletrados rurales, donde el peso
de la Iglesia era pleno, se basó en lo siguiente:

La comunicación oral se basaba en la predicación, el sermón, los cánticos y todas las formas
de relación entre el cura y sus feligreses, como por ejemplo, la confesión. En cuanto a la
predicación, surgieron las Órdenes Mendicantes como “cuerpos especializados” de
predicadores, los libros manuales de predicación como los Sermonarios o “Ars Predicandi”, y
las “misiones” o “campañas especializadas” una vez al año. En cuanto a la confesión, se
elaboraron guías que ayudaban a buscar la perfección individual.5

La comunicación visual contó con el arte como vía más destacada, reflejándose en las
construcciones religiosas, en las pinturas y en otras artes menores. Se representaban
historias sagradas en vidrieras, capitales, pórticos, bajorrelieves, etc. Todo ello
complementado con una importante carga de comunicación simbólica, mediante
procesiones y diversas imágenes cargadas de emotividad.

El arte pasó de tener un ideal estético a convertirse en el instrumento educativo más valioso
de la Iglesia. Desde la cruz, el pez o la almendra mística que decora el templo hasta los ritos
que componen la liturgia del oficio religioso.

La misa es el ejemplo máximo de comunicación eclesiástica. Se organiza siguiendo una


estructura (predicación, oración, comunión), unos componentes (palabra, música, olores,
colores, gestos), y una simbología (un proceso en el que el individuo se purifica, se identifica
y se fusiona con la iglesia y la divinidad). Con esta liturgia se pretendía difundir que sólo la
Iglesia, a través de sus “expertos” está capacitada para interpretar y explicar el mensaje de
Dios.

La Iglesia se encargó de simplificar el mensaje divino' de manera que, no solamente fuese


fácil de interiorizar para quien lo recibe, sino también muy fácilmente de memorizar para
quien lo expone. El sentido del mensaje era describir el horror de la condena al infierno con
el fin de evitar cualquier tentación de pecar o de desobedecer. La credibilidad del mensaje
viene garantizada por la fuente del mensaje, el mismo Dios, y por el libro donde se recoge su
palabra, la guía tangible de la verdad, la Biblia.

La risa en la Edad Media está separada de lo culto. Al diablo se le representaba riendo,


haciendo muestra de su maldad y desconsideración por los ciudadanos que debían llevar
una vida seria para no cometer pecados.

Por otra parte, la Iglesia irá integrando sus formas de representación en las fiestas litúrgicas,
incluso haciendo coincidir en el calendario cristiano las antiguas celebraciones ligadas a los
ciclos naturales. Este sincretismo 'entre paganismo y cristianismo daría lugar a fenómenos
intensos de comunicación para el hombre medieval. Los santuarios y los relicarios
conformarán un nuevo mapa medieval de comunicación humana.1

A partir del siglo XI, con el crecimiento de las ciudades y la expansión de los focos de
pensamiento, surgirían las herejías. Ante esta amenaza, la Iglesia aumentaría y
especializaría sus medios de persuasión creando cuerpos especializados en la propaganda
del mensaje, hasta que en el siglo XIII se pondrían en marcha las órdenes mendicantes, las
cuales consistían en congregaciones móviles de predicadores encargados de contener las
manifestaciones desviacionistas que asumían las capas bajas de las ciudades. Los miembros
de estas nuevas órdenes (dominicos y franciscanos) se dedicarán únicamente a la
propagación del mensaje divino.1

Además, la Iglesia hizo uso de la pedagogía del terror para lograr sus objetivos. En 1231, el
Papa Gregorio IX crea un tribunal inquisidor, bajo la tutela de los dominicos, encargado de
velar por la pureza de la fe y con capacidad de imponer la pena de muerte para todo
condenado por herejía.

En primer lugar, se anunciaba el llamado tiempo de gracia, durante el cual los culpables
podían confesar libremente y ser perdonados o condenados a ligeras penitencias
espirituales.

En segundo lugar, se llevaba a cabo un interrogatorio. En un principio, el acusado no


dispondría de ningún defensor. Si el interrogatorio no salía como se esperaba, se sometía al
acusado a tortura (práctica reglada por Inocencio IV en 1252 mediante la Bula Ad
Extripanda).

En tercer y último lugar, el veredicto del inquisidor se denominaba auto de fe. En caso de
condena a muerte, la pena se ejecutaba en la hoguera. Las siguientes condenas podían ser la
cárcel perpetua o temporal, el “sambenito”, la confiscación de bienes u otros castigos
temporales.

Formas de comunicación pre-periodística

La comunicación en el nuevo mundo urbano

Entre los factores que explican la revitalización de las ciudades a partir de los siglos X y XI
está la reactivación del comercio, con la que se incrementó el intercambio de mercancías y el
trasiego de ideas. Los oficios artesanales se organizaron en gremios que introdujeron el
concepto de aprendizaje y mostraron interés por todo tipo de producciones.

El entorno comunicativo medieval incorpora nuevos personajes y escenas mediáticas que


alterarían progresivamente el panorama comunicativo medieval. Algunos de ellos fueron la
plaza, el mercader y el vagán.1

La plaza como espacio para el debate, la comunicación no jerarquizada y las formas de


comunicación derivadas de la cultura popular y sus manifestaciones festivas y grotescas.

El mercader es el protagonista de la feria y del mercado. Con el tiempo los mercaderes se


convertirán en un sector social enfrentado al sistema feudal. Ya entrada la Baja Edad Media
fueron impulsores de propaganda política y del noticierismo comercial manuscrito, en lo
que constituye la base del correo regular.

El vagán es un trotamundos que suele dominar la técnica letrada (principalmente el latín y


en lengua romance). En las ferias y mercados lee los juguetes cómicos que compone, vende
sus nuevas, narra leyendas, y ofrece un cuadro de cómo se vive en tal o cual ciudad, o qué
novedades genera esta o aquella universidad. Difunde tanto noticias intranscendentes como
herejías urbanas.

La emergente burguesía construye un modelo de sociedad bajo unas bases que se alejan del
mundo feudal. Creará sus propios instrumentos de acción y los utilizará en el ejercicio de
sus poderes sobre la administración urbana. Tres son los caracteres que concurren en tales
instrumentos:

Una tendencia laica frente al espiritualismo dominante.

La elaboración de una nueva razón económica, fundada en la circulación mercantil y


monetaria, en la búsqueda del beneficio, en la sacralización del trabajo y en la promoción
individual.

El acercamiento a la cultura escrita, como fórmula y soporte de nuevas formas de


comunicación que impulsen y acrecienten los negocios comerciales y artesanales.

Esta última tendencia será la que dará lugar a la irrupción de la comunicación regular
manuscrita. La nobleza, el clero, los monarcas, los comerciantes y los banqueros empiezan a
interesarse en la compra de noticias, llegando algunos de ellos a tener a su servicio toda una
red de corresponsales que les informaban de las noticias de la Corte, las guerras en curso, el
desarrollo político de los distintos países, los precios de cada producto en los principales
mercados del mundo, etc.

Nacen de esta manera los primeros servicios de correos, privados, aunque pertenezcan al
ámbito de la Corona. Y nacen los mercaderes especializados en la venta de noticias, que
concurren en ferias, puertos o mercados con la intención de sacar provecho a su mercancía.
Pero también, los mercaderes que fundan redes de información para el mejor
funcionamiento de sus negocios. El ejemplo más característico lo encontramos en la familia
alemana de los Fugger, financieros y comerciantes que organizarán un servicio propio de
noticias, por medio de una correspondencia regular basada en cartas-diario. Es muy
significativo que tales formas noticieras recibieran el nombre de algunas monedas de curso
común en algunas de las principales comunas comerciales de la época: la gazeta es, al
parecer, la moneda veneciana con la que podían adquirirse las noticias manuscritas que
tanto interés suscitaban entre sus comerciantes. Tales instrumentos manuscritos,
normalmente cuatro páginas en folio, sin título y sin firma, reciben nombres diversos en
función de sus lugares de circulación.1

Estas nuevas formas de comunicación escrita fueron mal vistas y hasta perseguidas en sus
orígenes por las autoridades eclesiásticas. Pero fue imposible acabar con su desarrollo. Por
el contrario, tales noticias se vieron pronto dobladas por crónicas de viajes -como la célebre
de Marco Polo- o por la emergencia de una nueva literatura cada vez más vendible, aunque
todavía extraordinariamente restringida por su caracterización manuscrita, por su soporte
(todavía en pergamino) y, en consecuencia, por su elevado precio.1

En todo caso, las nuevas monarquías feudales de los siglos XIV y XV ampararon el
noticierismo manuscrito, aún contra la voluntad papal. La razón era obvia: banqueros como
los Fugger sostenían con préstamos sus erarios.1

Al calor del noticierismo manuscrito, cuando van apareciendo las primeras formas de
estado feudal con vocación centralista -que culminarán con las monarquías absolutas a
partir del siglo XVI- surgirá un nuevo estadio superior de la comunicación feudal,
protagonizado por un nuevo artilugio, la imprenta.

URBANISTA MEDIEVAL

La urbanística medieval se refiere a la ordenación urbana existente en las ciudades durante


el Medievo, que tendrán una forma urbana característica: compacta, amurallada, y con una
vivienda típica, la casa gótica.

Condicionantes de la ciudad medieval

La aparición de la ciudad medieval vendrá dada por una serie de condicionantes.

El feudalismo: los miembros de la sociedad feudal se agrupan de forma jerárquica. Para


mantener la protección tanto económica y social como militar en las pequeñas industrias
agrícolas de los señores feudales se establecen pequeños núcleos urbanos.

La Iglesia: las ciudades medievales se agruparán también en torno a sedes episcopales y


monasterios. No lo harán con una planimetría definida, sino que dependerá de la
importancia del asentamiento religioso.

El comercio: con el resurgimiento del comercio, sobre todo en el norte de Italia (Florencia,
Pisa, Siena...) y en la Liga Hanseática, resurgirá también la vida urbana. Aparecerán también
ciudades en la costa mediterránea debido a las rutas comerciales con Oriente, y en
Centroeuropa. Con la aparición de las rutas comerciales, se crean ciudades-peaje donde la
burguesía comercial podía desarrollar su labor, separadas entre sí, no más de un día de viaje
para estar comunicadas.

La forma urbana

Sean de origen espontáneo o planificado, tienen una tipología edificatoria común,


distinguiéndose en ellas las siguientes partes:
Muralla

La muralla es el elemento delimitante de la ciudad, y crea en su interior un ámbito legal y


jurídico. Si la ciudad crece, la muralla puede expandirse, en anillos concéntricos. Poseía dos
funciones: una función militar defensiva y otra, la económica, al cobrarse aranceles en las
puertas. En el siglo XIII aparecen conventos fuera de las murallas, alrededor de los cuales se
crearán nuevos barrios. En el siglo XVI, al normalizarse el uso de la pólvora, se construirá
otro tipo de muralla, siguiendo la llamada traza italiana.

Mercado

Todo el viario de la ciudad era un mercado, habiendo especialización gremial por zonas o
calles (zapateros, plateros...). No obstante, la actividad comercial se intensificará en algunas
plazas, porticadas, en las que podrán coincidir varios gremios, dando lugar a la plaza del
mercado.

Iglesia

La iglesia es el segundo polo de la ciudad, junto con el mercado. La ciudad medieval se


caracteriza por la bipolaridad de la plaza del mercado y la plaza de la iglesia, aunque no
entran en conflicto entre ellas, al ser una de ellas únicamente comercial y la otra solamente
social.

La masa de viviendas

Las viviendas se agrupan en extensas manzanas de casas estrechas alineadas, entre


medianeras y con un huerto hacia atrás. Así, estas grandes manzanas cuentan con enormes
huecos interiores dedicados a cultivos hortícolas. Habitualmente, las huertas tienen acceso a
un camino de servicio que transcurre por el interior de la manzana en paralelo a las calles
que la delimitan. La parcela típica será la parcela gótica, que se caracteriza por su estrechez
(de 3 a 5 metros), debida al sistema constructivo de la vivienda tradicional: las vigas, de
madera, no permitían alcanzar grandes luces, por lo que los muros de carga no pueden estar
muy separados entre sí.

Clasificación de las ciudades

En función de su forma urbana, se puede establecer una clasificación:

Ciudades de crecimiento orgánico

Pueden surgir de asentamientos romanos (Londres, Barcelona...) o aldeas cerradas. Crecen


espontáneamente respondiendo a un patrón orgánico e irregular, adaptándose al terreno.

Ciudades de nueva planta

En la Europa medieval se fundaron multitud de ciudades planificadas por diferentes


motivos.
Bastidas: las bastidas son pequeños núcleos rurales en torno a grandes ciudades pensados
para maximizar la explotación agrícola de un territorio. Se desarrollarán fundamentalmente
en el sur de Francia (Conques, Monpazier...), fruto del acuerdo entre un señor feudal, que
proporcionaba el territorio, y la corona de Francia, que proveía la población. El trazado del
viario será reticular, adaptado al territorio, por lo que pocas veces será regular. Para
promover su ocupación, los señores feudales ofrecen incentivos como la parcela edificable y
la posibilidad exclusiva de mercadear en el interior y explotar los terrenos de cultivo. Una de
cada tres bastidas tendrá función militar; no obstante, ya que son asentamientos agrícolas,
sólo una pequeña parte de la población se dedicará a su defensa. Como en todas las ciudades
de la época, estarán presentes la plaza del mercado y la iglesia, y estarán cerradas con una
muralla.

Plano de Berna donde se observa la calle principal (Gerechtigkeitsgasse) y las ampliaciones


de la muralla.

Ciudades de los Zähringen: otro tipo de ciudades planificadas, que crean los duques de
Zähringer entre 1122 y 1218 en Suiza (Zurich, Friburgo, Berna...), con carácter comercial. Se
asientan sobre las rutas principales, en torno a un elemento principal que no será la plaza,
sino la calle-mercado. Esta calle, de más de veinte metros de ancho, recorrerá la ciudad
desde una puerta hasta la otra, creando el antecedente de la ciudad lineal del siglo XX. La
parcela tipo impondrá el modelo de tributación y planeamiento urbano, estableciendo como
unidad de medida el área, equivalente a cinco parcelas (516 m2). La fortaleza se separa de la
ciudad y se sitúa en la muralla.

Ciudades alemanas en cruz: se retoma el método romano de trazar las ciudades con cardo y
decumano, dotando al trazado en cruz del simbolismo de la cruz cristiana.

De la ciudad medieval a la ciudad renacentista: Florencia

Vista global de Florencia.

Florencia había sufrido una fuerte contracción de su extensión tras la caída del Imperio
romano. En el período carolingio se expandirá, llegando a extender cinco veces sus murallas,
y construyendo multitud de puentes sobre el Arno. Con la aparición de las órdenes
mendicantes se revalorizarán los edificios religiosos existentes y se construirán otros
nuevos fuera de las murallas, alrededor de los cuales crecerán núcleos urbanos, que
quedarán encerrados en las sucesivas ampliaciones. Serán estas órdenes religiosas las que
se conviertan en promotoras de la edificación en los terrenos vacantes. En esta época, la
Comuna Florentina empezará a promover los espacios públicos (calzadas, calles, plazas,
catedrales...) estableciendo comunicación entre los elementos importantes de la ciudad. Así,
se llevará a cabo una planificación urbanística en torno a dichos elementos, buscando el
mayor aprovechamiento de las fincas para obtener el mayor rendimiento económico. A
partir de aquí se llevarán a cabo los procesos constructivos más destacados: la quinta
muralla, palacios, plazas, nuevas vías... coincidiendo con los comienzos del Renacimiento.

CASTILLO
Castillo (del latín castellum, diminutivo de castrum) es, según definición del Diccionario de
la RAE, un «lugar fuerte, cercado de murallas, baluartes, fosos y otras fortificaciones».[cita
requerida] Existe todo un conjunto de edificaciones militares que guardan analogías con el
castillo, como el alcázar, la torre, el torreón, la atalaya, el fuerte, el palacio fortificado, la
ciudadela o la alcazaba, lo que hace que no siempre sea fácil asegurar si se trata o no de un
castillo propiamente dicho. Se tiene normalmente por tal el conjunto formado por un
recinto amurallado que encierra un patio de armas, en torno del cual se sitúan una serie de
dependencias y que dispone por lo menos de una torre habitable.

Antecedentes

Ya desde el Neolítico (entre 8500 a. C. y 2500 a. C.), la población construyó castros y


fortificaciones en colinas para defenderse. Muchas de ellas, construidas de barro (tapial)
han llegado hasta nuestros días, junto con la evidencia del uso de empalizadas y fosos.
Posteriormente se fueron construyendo en piedra o en ladrillos de barro o adobe según la
disponibilidad de materiales o las necesidades defensivas. Los romanos encontraron
enemigos que se defendían en colinas fortificadas que llamaron oppidum. Aunque
primitivas, eran efectivas y requerían del uso de armas y otras técnicas de asedio para
superar las defensas, como por ejemplo en la batalla de Alesia.

Las propias fortificaciones romanas, los castrum, iban de simples obras provisionales
levantadas sobre el terreno por los ejércitos en campaña, hasta construcciones permanentes
en piedra, como el Muro de Adriano en Inglaterra o los Limes en Alemania. Los fuertes
romanos se construían con planta rectangular y torreones con esquinas redondeadas. El
arquitecto romano Marco Vitrubio fue el primero en señalar la triple ventaja de las torres
redondas: más eficiente uso de la piedra, una mejor defensa contra los arietes (al trabajar la
muralla a compresión) y mejor campo de tiro. Hasta el siglo XIII estas ventajas no se
redescubrieron en la Europa del norte, llevadas desde la España musulmana, que mantuvo
la tradición desde mucho antes.

Primeros castillos

Si bien los primeros castillos datan del IX, su origen es más antiguo y tienen precedentes en
la arquitectura militar de la Grecia clásica. En la Alta Edad Media, se utilizaba como cerco
defensivo una mera empalizada de madera, pero la evolución del armamento y de las
técnicas militares hicieron inservible este procedimiento; más adelante, se confió en la
solidez de las construcciones en piedra y en la altura de los muros que con este material
podía alcanzarse.

Aunque los castillos proliferaron durante la Edad Media, el castillo no solo cumplía
funciones puramente castrenses, sino que servía también de residencia a los señores de la
nobleza y a los propios reyes, llegando con el tiempo a ser un auténtico palacio fortificado. Si
bien podía estar enclavado en los núcleos urbanos, lo común es que se situase en lugares
estratégicos, normalmente en puntos elevados y próximos a un curso de agua para su
abastecimiento, desde donde pudiera organizarse la propia defensa y la de las villas que de
él dependían.

A partir del siglo XVI, con el ocaso del feudalismo y la consolidación de las monarquías
absolutistas, la nobleza propietaria de los castillos los fue abandonando a cambio de
mansiones palaciegas en la corte. Por este motivo, y porque quedaron obsoletos en su
función militar, los castillos perdieron todo interés y decayeron hasta la actual ruina de la
mayor parte de todos ellos.

Elementos del castillo

En la arquitectura castelar pueden señalarse los siguientes componentes como esenciales y


característicos:

Mota castral

Artículo principal: Mota castral

Una mota era un montículo de tierra con una cima plana. A menudo era artificial, aunque a
veces se incorporaba a una característica preexistente del paisaje. La excavación de la tierra
para hacer el montículo dejaba una zanja alrededor de la mota, llamado «foso» (por la que
deriva la palabra "mota" del "motte" en francés antiguo y "moat" como foso), indicando
cómo se asociaron entre sí dichas características interdependientes en la construcción
original. Aunque la mota se asocia comúnmente con el patio (o "bailey") para formar lo que
se denominó «castillo de Mota y Bailey», pero no fue siempre así y existen casos en los
cuales existía una mota por sí misma.1

"Mota" refiere a la loma sola, pero a menudo era coronada por una estructura fortificada,
como un homenaje, y la parte superior plana estaría rodeada por una empalizada,1 Era
común que la mota fuera alcanzada por un puente levadizo (un puente sobre la acequia de
la contraescarpa del foso hasta el borde de la parte superior del montículo), como se
muestra en la descripción que hace el tapiz de Bayeux del castillo de Dinan.2 A veces, una
mota cubría un viejo castillo o un hall, cuyas habitaciones se convirtieron en áreas de
almacenamiento subterráneo y en prisiones bajo una nueva fortaleza.3

Cerca

Todo el recinto va cercado de una alta y gruesa muralla, generalmente transitable por el
adarve, un camino que la recorre en su parte superior. De trecho en trecho, se intercalan en
la muralla cubos o torreones que permiten diversificar los ángulos de tiro y defender mejor
las cortinas. Todos los lienzos suelen estar rematados por almenas para la protección de los
defensores. También es habitual disponer de matacanes y garitas voladas para mejorar las
condiciones de tiro sobre los asaltantes. Al pie de la muralla y rodeándola por el exterior se
abre a veces un foso para impedir la aproximación del enemigo; se salva con puentes
levadizos. Puede haber más de un anillo defensivo amurallado.

Torre del homenaje


Es la torre principal, la que sirve de residencia del señor y cumple con las funciones más
destacadas del castillo, albergando las estancias principales y, en ocasiones, los almacenes
de víveres. Se encuentra en la posición más abrigada en relación con un posible ataque
exterior, de forma que si sucumbiese el resto de las defensas, esta torre proporcionase un
último refugio.

Generalmente es más alta que el resto del conjunto, sus dimensiones pueden ser de hasta 40
metros. La torre del homenaje más alta en España es la del Castillo de los Sotomayor Zúñiga
en Belalcázar (Córdoba).

Patio de armas

También llamado plaza de armas, constituye un espacio central que en algunos casos
recuerda los claustros monásticos. En torno al patio se distribuyen determinadas estancias,
como la capilla (cuando la hay), la sala de recepciones, las naves para acuartelamiento de la
tropa, la armería, etc. La entrada al castillo se produce a través del patio de armas; desde él
se accede al resto de las dependencias como pasillos de acceso a las mazmorras o incluso a
pasadizos secretos de huida, que suelen estar reservados al señor. Se utiliza para la
instrucción militar de la guarnición.

Muralla cortina

Artículo principal: Cortina (arquitectura)

Los muros cortina eran las murallas que encerraban un patio. Tenían que ser lo
suficientemente altos como para hacer escalar las paredes con escaleras difíciles de
construir y lo suficiente para soportar el bombardeo de máquinas de asedio que, desde el
siglo XV en adelante, incluyeron la artillería de pólvora gruesa. Una pared típica podría ser
de 3 metros (10 pies) de espesor y 12 metros (39 pies) de altura, aunque los tamaños
varían mucho entre los castillos. Para protegerlos de caer, los muros cortina se hacían veces
con un faldón de piedra alrededor de sus bases. Las pasarelas a lo largo de la parte superior
de los muros cortina permitieron a los defensores hacer una lluvia de misiles sobre los
enemigos abajo, y las almenas les daban una mayor protección. Los muros cortinas estaban
salpicados de torres para permitir abrir fuego a lo largo de la pared.4 Las aspilleras en las
paredes no se volvieron comunes en Europa hasta el siglo XIII, por temor a que pudieran
poner en peligro la fortaleza de la pared.5

Puerta fortificada o Casa del guarda

Artículo principal: Casa del guarda

La entrada era a menudo la parte más débil del circuito de defensas. Para superar esto, la
casa del guarda fue desarrollada, permitiendo a aquellos dentro del castillo para controlar el
flujo de tráfico. En los castillos de tierra y madera, la puerta de entrada era por lo general el
primer tramo que se reconstruía en piedra. La parte frontal de la puerta de entrada era un
punto ciego y para superar esto, se añadieron torres que sobresalían a cada lado de la
puerta en un estilo similar a la desarrollada por los romanos.6 La puerta de entrada
contenía una serie de defensas para hacer un asalto directo más difícil que derribar una
simple puerta. Por lo general, había uno o más rastrillos —una rejilla de madera reforzada
con metal para bloquear el paso— y aspilleras para permitir a las defensas. El paso a través
de la puerta de entrada se alargó para aumentar la cantidad de tiempo que un agresor tenía
que pasar bajo el fuego en un espacio cerrado y no pudiera tomar represalias.7

Es un mito popular de que los llamados meurtrière, que eran las aberturas en el techo en el
paso por la puerta, se utilizaran para verter aceite o plomo fundido hirviendo sobre los
atacantes; ya que el precio del aceite y el plomo y la distancia de la puerta de entrada
demostraban que la noción es poco práctica. Pero posiblemente eran utilizados para tirar
objetos sobre los atacantes, o para permitir que el agua se virtiera durante los incendios.8
En el piso superior de la casa del guarda se dispuso un alojamiento para que la puerta nunca
quedara sin defensas, aunque con el pasar del tiempo el alojamiento se volvió más
confortable a expensas de la defensa.9

Durante los siglos XIII y XIV, se desarrolló la barbacana.10 Esta consistía en una muralla,
foso, y posiblemente una torre, en frente de la puerta de entrada,11 que podría ser utilizado
para proteger aun más la entrada. El propósito de una barbacana no era solo para
proporcionar otra línea de defensa, sino también para dictar la única aproximación a la
puerta.12

Otros elemento

Barbacana

Así se llama a una fortificación de defensa adicional, en el lado más avanzado del foso.
Protegía puertas, cabezas de puente o cualquier otro lugar que fuese punto débil. Se le llama
también revellín.

Liza

El espacio más o menos ancho que uno encuentra nada más atravesar el puente levadizo, de
derecha e izquierda, entre la muralla que rodea el castillo y el edificio. Está a ras del suelo,
mientras que el adarve está en altura.

Aljibe o pozo

El aljibe o pozo es el depósito para almacenar el agua casi siempre obtenida con
aportaciones de acarreo; a veces el sistema permitía almacenar también el agua de lluvia.
Generalmente estaba construido bajo tierra.

Almena

La almena, también llamada merlón, es un elemento arquitectónico típico de la arquitectura


militar medieval. Se trata de cada uno de los salientes verticales y rectangulares dispuestos
a intervalos regulares que coronan los muros perimetrales del castillo, para resguardarse en
ellas los defensores.

Ladroneras

Los soldados que luchan desde la parte más alta de los abruptos muros del castillo no
pueden disparar o atacar de ningún otro modo a los enemigos situados en la base del muro,
sin exponerse a las flechas. Los castillos se mejoraron con ladroneras, que eran cubículos
que sobresalían de los muros altos, en cuyo suelo se hallaban los matacanes y en cuyo muro
frontal había aspilleras.

Matacanes o buzón matafuegos

En la parte inferior de las ladroneras se situaban trampillas denominadas matacanes. Se


podían abrir y los defensores podían lanzar flechas y tirar piedras, agua hirviendo o arena
muy caliente.

Orificios en el techo, por los cuales podía derramarse agua hirviendo, arena caliente o rocas.
Esos orificios también permitían a los soldados transmitir órdenes o apagar las llamas si se
prendía fuego a la puerta.

Centro social

«God Speed!» de Edmund Blair Leighton, 1900: En el período victoriano una visión de una
dama dando un favor a un caballero antes de la batalla.

La presencia del Señor en un castillo hacia que se convirtiera en un centro administrativo


desde donde éste gestionaba las tierras. El señor contaba con el apoyo de personas por
debajo de él, ya que sin el apoyo de sus más poderosos inquilinos un señor podía esperar
que su poder fuera socavado. Los señores exitosos se unían a la corte con quiénes se
encontraban inmediatamente debajo en la escala social, y quiénes se ausentaban de la corte
podían esperar que su poder se debilitara. Los grandes señoríos podían ser enormes, por lo
que era poco práctico para un señor visitar todas las tierras regularmente, por lo que se
nombraban diputados encargados de ello. Esto aplicaba especialmente a la realeza, que en
otros tiempos incluían propiedades en tierras extranjeras también.13

Para permitir que el señor se concentre en sus tareas relacionadas con la administración,
tenía una casa de siervos para ocuparse de las tareas como el suministro de alimentos. El
hogar era dirigido por su chambelán, mientras que un tesorero se hacía cargo de las
escrituras de las tierras. Las casas reales tenían esencialmente la misma forma que las
baronías, aunque con una escala mucho más grande y con posiciones de mayor prestigio.14
Una función importante de los sirvientes de la casa fue la preparación de los alimentos, las
cocinas del castillo eran un lugar muy concurrido cuando se encontraba ocupado, llamando
a procurar grandes comidas para todos.15 Sin la presencia del señor en el castillo, siendo
que por lo general se alojaba en otro lugar, el castillo era un lugar relativamente tranquilo,
con pocos residentes y centrado en el mantenimiento del edificio.16

Como centros sociales los castillos eran lugares ideales para exhibirse. Los constructores
aprovechaban la posibilidad de aprovechar el simbolismo, a través del uso de motivos, para
evocar el sentido de caballerosidad que se aspiraba en la Edad Media entre la élite. Las
estructuras posteriores al renacimiento romántico utilizarían elementos de arquitectura
propios de los castillos como las almenas para ese propósito. Los castillos, además, son
comparados con las catedrales siendo objetos de orgullo arquitectónico, y a algunos de ellos
se les incorporó jardines como elementos ornamentales.17 El permiso para fortificar
cuando era otorgado por monarcas -aunque no siempre era necesario- era importante no
solo porque permitía defender la propiedad con pertrechos asociados a los castillos sino
que también daban un prestigio al ser utilizados por la élite.18 El permiso de fotificación
también era una prueba de la relación o favor del monarca, quién era encargado de otorgar
dicho permiso.19

El amor en la corte fue la erotización de amor entre la nobleza. Se hizo hincapié en la


moderación entre los amantes. Aunque a veces se expresaba a través de eventos como
torneos caballerescos, donde los caballeros lucharían lleva un símbolo de su dama, que
también podría ser privado y llevado a cabo en secreto. La leyenda de Tristán e Isolda es un
ejemplo de las historias de amor cortesano en la Edad Media.20 El ideal de la noción de
amor cortesano era entre dos personas solteras entre sí, aunque el hombre podía estar
casado con otra persona. No era infrecuente o poco noble para un señor que fuera adúltero
—Enrique I de Inglaterra tenía más de 20 hijos bastardos, por ejemplo—. Pero para una
dama el ser promiscua era visto como deshonroso.21

El propósito del matrimonio entre las elites medievales era asegurar la tierra. Las niñas se
casaban en la adolescencia, pero los niños no se casaban hasta que la mayoría de edad.22
Hay una concepción popular de que las mujeres jugaban un papel periférico en el hogar del
castillo medieval, y que estaba dominada por el señor. Esto se deriva de la imagen del
castillo como una institución marcial, pero la mayoría de los castillos en Inglaterra, Francia,
Irlanda y Escocia, nunca estuvieron involucrados en conflictos o asedios, por lo que la vida
doméstica era un aspecto en sí descuidado.23 A la dama se le daba una dote con parte de las
tierras de su marido - por lo general alrededor de un tercio -, que le pertenecerían de por
vida y que heredaría a la muerte de su esposo. Era su deber de administrarlas directamente,
como los señores administraban sus propias tierras.24 A pesar de generalmente estar
excluidas del servicio militar, una mujer podría estar a cargo de un castillo, ya sea en
nombre de su marido o si ella era viuda. Debido a su influencia dentro de la casa medieval,
las mujeres influenciaban construcción y el diseño, a veces a través de patrocinio directo; el
historiador Charles Coulson enfatiza el papel de la mujer en la aplicación de "un gusto
aristocrático refinado" de castillos, debido a su residencia a largo plazo.25

Véase también: Corte noble

Castillos de España

Artículo principal: Anexo:Castillos de España

Los ocho siglos que duró la Reconquista (711-1492) llevada a cabo por los reinos cristianos
del norte para recuperar las tierras sometidas por los musulmanes mantuvieron la
Península Ibérica en permanente estado de guerra. Si se añaden a ello las tensiones internas
entre la nobleza y la monarquía, frecuentes durante la baja Edad Media y el Renacimiento,
que derivan a veces en auténtica guerra civil, se comprende fácilmente el papel que jugaron
los castillos y el porqué de su abundancia en España. Sin embargo, estas luchas entre
nobleza y monarca eran más comunes en países como Francia que en España, pues en la
península la defensa contra los musulmanes hacía que los nobles tuvieran que recurrir más
a su rey como símbolo de unidad.

MONASTERIO

Un monasterio es un edificio donde habita uno o varios monjes en clausura. Originalmente


un monasterio era la célula de un anacoreta. Los monasterios cristianos son también
llamados abadías, (regidas por un abad) o prioratos, (regidos por un prior). La vida
comunitaria de un monasterio se denomina cenobitismo, en contraposición con la vida
anacorética de un ermitaño. La palabra "monasterio" también se utiliza para referirse a este
tipo de comunidades de otras religiones.

Las distintas órdenes de monjes cristianos

Véase también: Monacato cristiano

La palabra "monasterio" procede del griego monasterion, de la raíz mono («uno solo»), ya
que originariamente todos los monjes cristianos eran ermitaños y muy solitarios.

La vida monástica para los cristianos empezó poco tiempo después de la muerte de Jesús.
Los primeros cristianos compartían sus posesiones y llevaban una vida de entrega a Dios.

En el siglo III, san Antonio, un cristiano egipcio, —que vivió desde mediados del siglo III a
del IV— reflexionó sobre las palabras de Jesús, Ve, vende todo lo que posees y dáselo a los
pobres, y entonces él y sus seguidores abandonaron todas sus posesiones y marcharon al
desierto de Egipto (en la llamada Tebaida) y Siria. De esta manera creían vivir más cerca de
Cristo dedicándose a la oración y la contemplación.

Inicialmente vivieron solos, pero poco tiempo después decidieron unirse y habitar en cuevas
o chozas construidas por ellos mismos, sencillas pero suficientes como para hacer su vida de
oración en comunidad.

En el siglo VI san Benito creó una comunidad, y estableció reglas de convivencia que luego
sirvieron de base para otras órdenes. Los seguidores de san Benito hacían tres promesas:
abandonar todas sus posesiones personales (voto de pobreza), no mantener relaciones
sexuales (voto de castidad), y seguir las reglas de la vida monástica obedeciendo al abad
(voto de obediencia).

En la Edad Media, los monasterios evolucionaron completando su entorno con granjas,


hospitales y otros edificios.
Más tarde aparecieron otras órdenes que establecieron sus propias como los cartujos o los
cistercienses, monjes benedictinos de la estricta observancia conocidos como monjes
blancos, debido a que utilizaban hábitos de lana sin teñir. Esta congregación fue fundada en
1098 por san Roberto de Molesmes, san Alberico y san Esteban Harding, en la Abadía de
Citeaux, que da nombre a la orden. Uno de sus personajes de mayor repercusión es san
Bernardo.

En la segunda década de siglo XIII se crearon dos nuevas órdenes: los franciscanos (1210),
que se guiaban por las enseñanzas de san Francisco de Asís; y los dominicos (1216)
seguidores de santo Domingo. A diferencia de las órdenes monásticas, las nuevas órdenes
mendicantes establecían sus casas —conventos— en las renacientes ciudades y no en
despoblados, profesaban la pobreza, combatían la herejía cátara y proporcionaron
enseñantes para las nuevas universidades. Sus miembros serían conocidos como «frailes».

Monasterios en Oriente

Se denomina saniasi al hinduista que decide abandonar la vida familiar y dedicarse a la


oración. Visten túnicas color azafrán y son ayudados por el común de las gentes, quienes los
consideran hombres sabios. En los monasterios hinduistas, los monjes viven en
construcciones de habitaciones sencillas y con grandes salones para la meditación. El
equivalente al monasterio cristiano se llama áshram, aunque sus construcciones y modo de
vida difiere en algunos puntos.

Los monasterios budistas (viharas) son similares a los hindúes. Antiguamente los monjes
budistas solo pasaban en ellos los tres meses de lluvias. En ambos casos los monjes pueden
abandonar el monasterio y llevar una vida familiar.

En China se encuentran algunos monasterios famosos, como los de Shaolin, donde los
monjes practicaban un tipo de arte marcial con origen en las filosofías del budismo y el
taoísmo. El primer monasterio Shaolin fue construido durante la dinastía Wei del Norte
(386 - 534), en el año 495, en la provincia de Henan (China).

El cristianismo ortodoxo contó desde antes del siglo XIV con un buen número de creyentes
en las llanuras de Rumania (cristianizada por el apóstol San Andrés, según la tradición)
tanto en Valaquia (al norte del Danubio y sur de los montes Cárpatos), en las montañas de
Moldavia (al este los montes Cárpatos), como en las provincias de Transilvania (hasta la
anexión austro-húngara, que conllevó la destrucción de muchos monasterios a cañonazos,
por orden del general Buchow). Los monjes del monte Athos han contribuido a difundir el
misticismo y la oración por estas tierras y habían fundado una serie de monasterios; los
monasterios búlgaros fueron especialmente reconocidos en la ortodoxia cristiana, sobre
todo los de la época bizantina. Un claro ejemplo de ello es el Monasterio de Rila en Bulgaria.

Monasterio hispano

Artículo principal: Monasterio hispano


Son aquellos monasterios o cenobios que existieron en la Hispania peninsular desde los
comienzos del cristianismo hasta bien entrado el siglo XII en que tanto los edificios como el
modo de vida de los monjes y sus reglas se fueron sustituyendo por la liturgia y las reglas de
Cluny, el monasterio benedictino que tanta influencia tuvo, durante la Edad Media desde el
Imperio carolingio, en la vida monacal de toda Europa.

Reglas monásticas

Artículo principal: Reglas monásticas

Las reglas eran las ordenanzas escritas que los monjes de las distintas órdenes monacales
debían seguir. La primera regla para cenobitas de que se tiene constancia es la de san
Pacomio, escrita para sus monasterios de la Tebaida en Egipto; estas reglas se iniciaron
cuando los cenobios, o monasterios, crecieron en número de monjes y hubo necesidad de
una cierta organización. Muchas de estas reglas se conservan y gracias a ellas se tiene
noticia de la arquitectura y disposición de algunos monasterios ya desaparecidos. Figuras
importantes de la Iglesia católica fueron San Agustín, San Basilio (su regla se obedece en
todo el monacato cristiano oriental), San Benito, San Bernardo, San Bruno, San Jerónimo, y
otros más (aunque san Bernardo no escribió ninguna regla sino que comentó y reinterpretó
la de san Benito; y san Bruno y san Jerónimo no escribieron ningunas reglas pero han
creado un nuevo estilo de vida monástico, semi-anacorético). Las reglas estaban
compuestas por capítulos que solían leerse en los monasterios en la sala capitular. En ellos
se iba dictando una serie de normas a seguir, tanto de carácter espiritual como práctico y
sobre la vida de los monjes (vestuario, comida, horas de sueño, trabajo, etc.).

Órdenes religiosas de Occidente

Artículo principal: Orden religiosa católica

Las órdenes religiosas están compuestas por grupos de personas cuyos individuos están
unidos por una regla establecida por el fundador de sin dichaorden. Son la consecuencia del
monacato en comunidad, de aquellos monjes que primero viven en soledad hasta que tienen
que reunirse y compartir una vida religiosa porque el número de personas así lo requiere.
Cada una de estas comunidades adoptó una regla de convivencia y un nombre. La aspiración
común que tenían estas gentes era la de llevar una vida apostólica semejante a la de los
discípulos de Jesús, bien siguiendo un modelo activo o bien contemplativo. Las órdenes
tienen su esplendor desde finales del siglo VIII, haciendo de la regla de san Benito la oficial
para todos los monasterios de Europa (lo que desembocará en la espiritualidad de Cluny),
hasta finales del XVIII con la Revolución francesa.

Arquitectura de los monasterios cristianos

La construcción de un monasterio se compone de diversas partes y estancias que siguen por


lo común un mismo esquema con algunas variantes. La estructura arquitectónica debe dar
como resultado la autonomía de la comunidad, algo parecido a una pequeña ciudad donde el
monje encuentre todo lo necesario para su existencia para vivir para Jesucristo.
Componentes arquitectónicos

La iglesia, lugar de oración, es el edificio principal. En torno a ella se iban alzando las
dependencias necesarias. La iglesia se empezaba a construir por el ábside y tenía fácil
comunicación con las celdas de los monjes a través del claustro.

El claustro era quizás el segundo elemento en importancia. Estaba construido generalmente


junto a la nave sur de la iglesia, aunque hay bastantes modelos que lo presentan junto a la
nave norte. La iglesia tenía una puerta de acceso al claustro. En este espacio estaban
distribuidas las estancias de mayor uso para la vida de los monjes.

El claustro es de planta cuadrada y cada uno de los cuatro lados recibe el nombre de panda.
En el centro suele haber un pozo y en el espacio restante, un pequeño jardín con cuatro
caminos. Cada panda tiene una galería o corredor cubierto limitado por arcadas. En la panda
este y cerca del cuerpo de la iglesia se halla casi siempre una pequeña estancia que servía
como estudio o biblioteca, independientemente de la gran biblioteca que tenían algunos
monasterios importantes. Este hueco se llamaba armariolum o armarium y en él se
depositaban tanto los libros litúrgicos para los actos religiosos de cada día como los libros
de lectura de los monjes. Cuando los monasterios acumularon una buena cantidad de libros
y legajos, tuvieron necesidad de construir una biblioteca y el armarium quedó como un
hueco obsoleto; en algunas ocasiones se utilizó para poner un altar de devoción. A
continuación se hallaba la sala capitular, pieza que se consideraba de gran importancia y
que generalmente se construía con rica ornamentación arquitectónica. Era el lugar de
reunión de la comunidad, donde se leían los capítulos de la regla de la orden y donde el abad
organizaba las distintas tareas a seguir por los monjes. En esta sala era donde se exponían
posibles faltas de alguno de ellos para que el superior le reprendiese. Se decía llamar a
capítulo.

En la panda sur solía estar el calefactorio, lugar caldeado donde podían ir los monjes de vez
en cuando para descansar y entrar en calor. A su lado, el refectorio, que era el comedor y,
colindante con él, la cocina. La panda oeste se solía llamar de legos o de conversos y tenía el
callejón también de legos y la cilla con la bodega. Las celdas de los monjes o el gran
dormitorio común (depende de la época y de las distintas órdenes) estaban en el piso
superior.

A esta estructura fundamental se añadía la parte del scriptorium, el huerto, la enfermería, el


locutorio y a veces, establos, lagares, molinos, talleres, etc. Y el cementerio se encontraba
siempre en el terreno monacal.

Véase también

Clausura monástica

Regla de San Agustín

Regla de San Benito


Regla de monjes cartujos

Convento

Clausura monástica

Clausura monástica o clausura conventual1 son expresiones propias de la terminología


monástica y conventual. Como otras acepciones de la palabra "clausura", indica el concepto
de "cierre". La misma etimología tiene la palabra "claustro". Indican la forma de vida que
llevan monjes y monjas de clausura (monje de clausura, monja de clausura, recluso, reclusa)
en referencia a la obligación que tienen de no salir de su monasterio o convento y del
impedimento de que personas ajenas a la orden puedan entrar en su espacio de residencia y
de la mezcla de sexos en la misma orden;2 otro tipo de religiosos de las órdenes religiosas
que no imponen la clausura pueden desempeñar actividades en el exterior.

También se denomina "clausura" al recinto dentro de estas instituciones donde los


religiosos se aíslan del exterior (habitualmente se refiere a la parte a donde no se permite
pasar a personas de distinto sexo al de los monjes o monjas titulares).

La clausura tiene la finalidad de mantener un clima de recogimiento, silencio, oración y


otros recursos ascéticos para la búsqueda de la unión mística con Dios. A pesar de esta
separación física con "el mundo", los religiosos pretenden estar íntimamente unidos a la
humanidad y a sus problemas a través de sus oraciones ofrecidas como intercesión. De ahí,
por ejemplo que Santa Teresita del Niño Jesús, que nunca salió de su convento en Francia,
sea la patrona de las misiones.

Entre las órdenes religiosas que practican la vida monástica de clausura en la actualidad
tenemos como ejemplos: los monjes benedictinos, carmelitas, cartujos, cistercienses,
jerónimos, trapenses, entre otros (en el caso de las comunidades de los hombres), y las
monjas anunciadas, agustinas, benedictinas, carmelitas, clarisas, cartujas, concepcionistas,
jerónimas, mínimas, visitandinas, entre otras.

Convento

Convento (del la voz latina «conventus», congregación) es el establecimiento religioso


ocupado por una comunidad compuesta por clérigos regulares, sean hombres o mujeres;12
en el contexto de la religión católica se denomina así el conjunto formado por el edificio
donde viven congregaciones y el conjunto de frailes o monjas de las distintas órdenes
mendicantes (franciscanos, dominicos, carmelitas, agustinos) que lo ocupan.3 Se
desarrollaron a partir del siglo xiii, época de consolidación de las ciudades, de las
universidades y de las órdenes mendicantes. La Real Academia Española, anota que puede
usarse como sinónimo de monasterio,4 y puede asociarse al contexto físico, como edificio,
de otros términos relacionados como abadía, cenobio, convento, monasterio, priorato, e
incluso clausura/claustro, colegiata e internado religioso.3

Historia
Asociado quizá en su origen a la idea o filosofía del encuentro (de «cum venire»,
"encontrarse"), el origen de los conventos se registra a partir del siglo xiii como
establecimientos de actividad religiosa en Occidente de las llamadas órdenes mendicantes,
que a diferencia del cenobita no se apartaban de la gente sino que vivían entre ellas con la
misión de predicarles su credo.a

En España

En España, y tomando como modelo la ciudad de Madrid,5 entre el siglo xvi y el xix, las
conventos y monasterios poblaron gran parte del espacio de la villa histórica, los arrabales y
el perímetro exterior inmediato.6 En 2007 se catalogaban todavía «37 monasterios
madrileños –34 de ellos femeninos–, donde habitaban entonces 515 monjas y 50 monjes de
clausura».7

Arquitectura

El la arquitectura de un convento destaca el templo, iglesia o capilla, y espacios recoletos al


aire libre como el claustro. El edificio o conjunto de edificios suele incluir además comedor o
refectorio y una sala de reuniones o sala capitular, celdas o pequeños aposentos privados
para sus habitantes, además de cocinas, almacenes, y primitivamente, huerto.8

CIUDAD MEDIEVAL

Representación de la villa medieval y fortaleza de Miranda de Ebro (1487 y 1497).

Las ciudades medievales se desarrollaron con la expansión agrícola iniciada en el siglo XII
que generó prosperidad económica y favoreció los intercambios comerciales que se
realizaban en núcleos urbanos ya existentes, aunque despoblados desde el fin del Imperio
Romano. Estos intercambios también se llevaban a cabo en los castillos y en los monasterios
del feudo, especialmente si estaban situados en alguna ruta comercial transitada o tenía
puerto.1

A estos centros acudían los campesinos a vender sus excedentes (cereales, frutas, carne...), a
la vez que compraban artículos de uso cotidiano elaborados por los artesanos
(herramientas, cerámica, ropa...). Estos últimos, poco a poco, fueron estableciéndose allí,
creando nuevos barrios de artesanos y mercaderes denominados burgos, por eso a los
habitantes de estas nacientes ciudades se les llamaban burgueses.

La burguesía constituye una nueva clase social cuya riqueza no está ligada a la posesión de
tierras pero, con el paso del tiempo, algunos de ellos se van haciendo ricos y prósperos, lo
que hace que a su vez acumulen mas poder. Este hecho hace que se produzca dentro de esta
clase social una división.2

Las ciudades medievales estaban rodeadas de altas murallas para su protección. En sus
puertas se cobraban los impuestos sobre las mercancías que entraban en la ciudad. Las
puertas se cerraban por la noche pero por el día permanecían abiertas.
Los edificios más destacados eran la catedral, el ayuntamiento, la Iglesia, las lonjas y los
palacios de algunos nobles y burgueses. La ciudad se dividía en barrios, cada uno con su
propia parroquia. El resto del espacio estaba ocupado por un enjambre de calles estrechas y
tortuosas, entre las que, en ocasiones, había pequeños huertos.

Disponían de un gran espacio abierto, la plaza del mercado, donde los comerciantes y
campesinos instalaban sus tenderetes y en el que tenían lugar los principales
acontecimientos de la ciudad: las representaciones de los artistas, las celebraciones festivas
y los ajusticiamientos.

Ciudad medieval de Albarracín, España

El ambiente de las ciudades era muy insano. Pocas calles estaban empedradas, por lo que se
caminaba entre el barro. Las ciudades carecían de alcantarillas y los desperdicios de las
casas se arrojaban directamente a las calles. Por ellas correteaban también los animales
domésticos (gallinas, cerdos, etc.) que poseían algunos habitantes. Por todo esto, las
enfermedades eran frecuentes. Como muchas viviendas eran de madera se producían
numerosos incendios.

Las Ciudades Medievales y el comercio.

De entre todas las ciudades de Europa occidental, la primera donde vuelve a surgir el
comercio, después de la caída del imperio romano y tras paréntesis que supusieron las
invasiones de hordas musulmanas en el siglo VIII, es Venecia. Son destacables las
implicaciones de carácter humano. Las ciudades no se hubieran creado, no habrían pasado
de aldeas compuestas por siervos dedicadas al cultivo y la ganadería para los señores de la
tierra, si el comercio no hubiera florecido. 3

El gobierno de las ciudades[editar]

Los burgueses tenían algunas aspiraciones:

Poder organizar ellos mismos las ciudades y su gobierno

Librarse del dominio de los señores feudales.

Tener libertad para viajar, hacer negocios y de desarrollar actividades comerciales

Tener propiedades, posibilidad de heredar y libertad para poder casarse con quien quisiera

Las cartas de privilegios

Los monarcas, a los que les interesaba reducir el poder feudal, apoyaban a los burgueses por
lo que les concedieron cartas de privilegio, también llamadas de franquicia o fueros, que
eran unos documentos que fijaban sus libertades y los liberaban del sometimiento al señor
feudal. A cambio, la ciudad pagaba unos impuestos al rey que éste utilizaba para sufragar
sus luchas contra la nobleza y para aumentar sus dominios.
BESTIARIO

Un bestiario o bestiario medieval, palabra que proviene del Latín bestiarum,[1] es un


compendio de bestias. Se hicieron muy populares durante la Edad Media en forma de
volúmenes ilustrados que describían animales, plantas o motivos orgánicos de la naturaleza.
La historia natural y la ilustración de cada una de estas bestias se solía acompañar con una
lección moral, reflejando la creencia de que el mundo era literalmente la creación de Dios, y
que por tanto cada ser vivo tenía su función en él. Por ejemplo, el pelícano, del que se creía
que se abría su propio pecho para dar vida a sus polluelos con su propia sangre, era, a través
de su sacrificio, una viva representación de Jesucristo. El bestiario, por tanto, es también una
referencia al lenguaje simbólico de los animales en la literatura y el arte cristianos de
occidente.

Dentro de los bestiarios encontramos bestiarios reales de signo positivo, como las aves
(palomas, cigüeñas, águilas) y leones, bestiarios de signo negativo como serpientes, monos,
liebres, cerdos, cabras, etc y bestiarios fantásticos, dragones, arpías, sirenas, basiliscos,
centauros, sátiros, etc.

Los bestiarios fueron especialmente populares en Inglaterra y Francia cerca del siglo XII,
pero su origen se remonta tiempo atrás.

La primera obra considerada como bestiario es el Physiologus. Se trata de un antiguo


volumen griego, de autor anónimo y fecha incierta, que se presume fue escrito entre los
siglos II y IV. El Physiologus resumía conocimiento y sabiduría antiguos sobre animales en
las obras de autores clásicos como la Historia de los animales, de Aristóteles de Estagira, así
como las historias de Heródoto, la Historia Natural de Plinio el Viejo, obras Cayo Julio Solino,
Claudio Eliano, y de otros naturalistas menos conocidos.

Tras el Physiologus, San Isidoro de Sevilla (libro XII de las Etimologías) y San Ambrosio
expandieron el mensaje religioso con referencias a pasajes de la Biblia y la Septuaginta.
Ellos y otros autores expandieron o modificaron libremente modelos preexistentes,
refinando de forma constante el contenido moral, sin interés o acceso a más detalles
respecto al contenido en hechos. Sin embargo, los coloristas relatos sobre estas bestias
fueron ampliamente leídos, y en general tomados como ciertos. Algunas observaciones
encontradas en los bestiarios de la época, como la migración animal (principalmente en los
pájaros), fueron descartados por los filósofos naturales de épocas posteriores, solo para ser
redescubiertas por la ciencia moderna.

El bestiario medieval más famoso es el Bestiario de Aberdeen. Hay muchos más, y hoy en día
sobreviven más de cien manuscritos. Uno de ellos fue compuesto por el artista italiano
Leonardo da Vinci.

El único bestiario escrito en castellano conservado data de 1570 y se titula Bestiario de Juan
de Austria escrito por Martín Villaverde y su original se encuentra en Monasterio de Santa
María de La Vid (Burgos).
En tiempos más modernos, artistas como Henri de Toulouse-Lautrec y Saul Steinberg han
producido sus propios bestiarios.

Bestiario mitológico

Un bestiario mitológico es una recopilación de animales y criaturas mitológicas


monstruosas, quiméricos e irreales, creados por la insaciable curiosidad del hombre
sintiendo fascinación, respeto o temor por todas las criaturas que, junto a él, poblaban la
Tierra. Los científicos y naturalistas, los exploradores y aventureros de la época, tomaban
nota de sus descubrimientos conformando una obra, mitad prohibida y mitad venerada, que
solo era consultada por los sabios que intentaban descubrir los nuevos monstruos que aún
habitaban el mundo.

Un gran número de criaturas legendarias fueron imaginadas por vez primera en los valles
mesopotámicos entre los ríos Tigris y Éufrates. Luego, desde aquellas culturas, con
frecuencia se difundieron en oriente y occidente. Es el caso del Ave Fénix, por ejemplo, o la
serpiente de varias cabezas que puede identificarse en la iconografía de diferentes
civilizaciones. Algunas bestias mitológicas se caracterizan por reunir atributos animales y
humanos, otras, quizá incluso más "monstruosas" reúnen simbólicamente la combinación
de dos especies animales.

Antecedentes

Baphomet, demonio según Eliphas Lévi (Dogme et Rituel de la Haute magie, 1854).

Procedentes del mundo grecorromano, bizantino y persa, popularizados en la época


medieval (siglo XII), los bestiarios mágicos, fantásticos o mitológicos, como también se les
conocía, fueron una colección de fábulas referentes a animales y monstruos reales o
quiméricos con descripciones, e imágenes que se generaban por combinación de partes de
animales diferentes, creando estampas, en ocasiones, atroces... hablando y clasificando a las
bestias de la más diversa ralea, apoderándose rápidamente del mundo cristiano románico
no sin resistencias y críticas por pensadores de la época.

Pero el románico sacraliza esta estética pagana convirtiendo a los animales -tanto reales
como imaginarios- en portadores de virtudes o perversiones, por lo que su aparición en
capiteles, canecillos, metopas, tímpanos, etc., es reinventada y usada con sentido de
enseñanza y advertencia. Por lo que estos animales podían ser representados solos o en
lucha entre sí o con hombres indefensos, con el objetivo de conmover y motivar al creyente
en su esfuerzo por evitar las tentaciones y renegar del pecado.

Aunque cualquier símbolo tiene dualidad de significados, incluso completamente opuestos,


el románico usó ciertos animales con predilección para manifestar el bien y otros como
formas del mal y del diablo. De esta forma nos encontramos con dragones, basiliscos, fauna
escatológica, demoníaca, estrambótica, alucinante, grotesca y divertida...

Bestiarios mitológicos modernos


Jorge Luis Borges, en colaboración con Margarita Guerrero, publicó un conocido bestiario, El
libro de los seres imaginarios, que compendia algunos animales imaginados en la literatura
universal a través de los siglos. Las fábulas del erial de Juan Alberto Corrales hace alusión a
la Quimera evocada como figura literaria principal y conformada por los rasgos de los
personajes presentados a través de la narración.

Los escritores de ficción de fantasía (J.R.R. Tolkien, por ejemplo) suelen inspirarse en las
extraordinarias bestias descritas en la mitología, los cuentos de hadas y bestiarios
medievales. Los "mundos" creados en las obras de fantasía pueden tener sus propios
bestiarios. De forma análoga, los autores de juegos de rol de fantasía a veces compilan sus
propios bestiarios como referencia, como es el caso del Manual de Monstruos para
Dungeons & Dragons.

No es tampoco infrecuente que los videojuegos de rol con una gran cantidad de enemigos
distintos incluyan algún tipo de bestiario, en la forma de listas de criaturas comentadas.

DRAGON

El dragón (del latín draco, y este del griego δράκων , drákon, ‘serpiente’) es un ser
mitológico que aparece de diversas formas en varias culturas de todo el mundo, con
diferentes simbolismos asociados.

Hay dos tradiciones principales sobre dragones: los dragones europeos, derivados de las
tradiciones populares europeas y de la mitología de Grecia y Oriente Próximo, y los
dragones orientales, de origen chino, pero conocidos también en Japón, Corea y otros países
asiáticos. Las dos tradiciones surgieron probablemente de forma independiente, pero en su
desarrollo se han influido mutuamente.

La palabra aparece también en la tradición cristiana: el Apocalipsis se refiere a Satanás


como el gran dragón, la serpiente antigua.1

También es posible que la deidad mesoamericana "Quetzalcóatl" (serpiente emplumada)


haga referencia a un dragón de "tipo oriental", según se aprecia en representaciones suyas
en códices, pirámides y esculturas

Nombre

La palabra dragón deriva del griego δράκων (drákōn), "serpiente, dragón", de la familia del
verbo δέρκομαι, "mirar fijamente", que se aplica a la mirada de las serpientes, las águilas, la
Gorgona y los guerreros. Se cree, pues, que en origen el término hace referencia al poder
fascinante e hipnótico de la mirada de la serpiente.23 Aunque aplicada en un principio a
serpientes reales, pronto se utilizó también para referirse a aquellas dotadas de
características imaginarias (enorme tamaño, capacidad de arrojar fuego por la boca, etc.)
que aparecen en cuentos, leyendas y mitos.

Características
La representación de un dragón en la Puerta de Istar, en Babilonia. Estos dragones se
llamaban Mušḫuššu.

La imagen y la figura del dragón varían en las diversas culturas que lo han representado. La
cultura occidental ha imaginado a los dragones como reptiles gigantes y alados, inspirados
en las serpientes y en otros reptiles, como los cocodrilos, caimanes y gaviales. Añaden a
estas criaturas rasgos tomados de otras clases animales (alas, cuernos) o fantásticos (un
aliento de fuego). Los dragones orientales tienen también por lo general apariencia
serpentina, pero mezclada con características de otros animales, y casi nunca tienen alas.

A menudo desempeña un papel importante como dios o guardián, o como monstruo y


poderoso enemigo. Se le atribuyen cualidades positivas, como una gran sabiduría y
conocimiento, pero también defectos, como una avaricia y codicia insaciables que le
conducen a devastar poblaciones enteras para apilar gigantescos tesoros.

Origen

La creencia en dragones se sustenta en las diversas tradiciones que sobre ellos aparecen en
muchas culturas. Se ha planteado, como explicación de este fenómeno, el descubrimiento de
fósiles de dinosaurios o de pterosaurios que llevasen a esas culturas a imaginar seres
parecidos. A menudo, se ha creído que estos seres seguían vivos, generalmente en lugares
lejanos: durante la época de Las Cruzadas, era posible encontrar en los mercados y otros
lugares de exposición de Europa presuntos restos de dragón, que eran en realidad
cocodrilos procedentes de Egipto y Arabia.

Funciones en las distintas culturas

Cuadro de Eugène Delacroix Apolo combatiendo con la serpiente Pithon.

En Occidente el simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha.4 La lucha


entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos
míticos combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que tienen
finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción implica la muerte –o el
nacimiento– de un orden universal.4

Así, en un principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren a
estas criaturas como la causa de los eclipses, por ejemplo–, o sus enemigos –caso de Apofis y
Pithon, enemigos del sol–; posteriormente los dragones fueron fuerzas a las que se les
ofrecían doncellas en sacrificio y no tardaron en concebirse como comedores de hombres.
De todos modos, ese papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el
mantenimiento de un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento
de un lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que
simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe.

Las actitudes tomadas en las culturas del mundo frente a la figura del dragón y la lucha que
supone se distancian en ocasiones, particularmente si se compara la idea de dragón que
existe en el lejano Oriente con la predominante en Occidente. Los dragones chinos (o long),
los japoneses (o ryū) y los coreanos son vistos generalmente como seres benévolos,
mientras que los europeos son en su mayoría malévolos.

Sin embargo, los dragones malévolos no están restringidos a Europa: entre otras culturas,
esta interpretación se mantiene también en la mitología persa. El tema es complejo y ha
variado a lo largo de la historia. Como ejemplo, entre los romanos, típicos representantes
del Occidente antiguo, el dragón era considerado un símbolo de poder y sabiduría.

Para la cultura cristiana el dragón simboliza el mal y la destrucción, convirtiéndose en un


animal al que hay que eliminar. Tenemos varios ejemplos como el arcángel San Miguel
luchando contra un dragón, o el dragón que se revuelve contra la lanza de San Jorge.

Este animal mitológico está cargado de significación emblemática entre las distintas
culturas de diversos pueblos ; por tanto, no sólo existe un solo concepto simbólico
relacionada con el dragón. Lo cierto es que existen muchos significados emblemáticos de
gran importancia referidos a esta criatura entre los pueblos del lejano oriente,
especialmente entre la India y China, así como también entre los japoneses y las Filipinas.
En tal sentido, en los pueblos del valle del Indo se identifica al dragón con Agni,
personificación del cielo, que vigila con sus innumerables ojos, al tiempo que protege a
quien le pide ayuda, es decir, con el origen y principio del cielo y la tierra.

Pero donde adquiere mayor importancia el significado emblemático del dragón es al


relacionarlo con el poder de los gobernantes y empedadores de pueblos o aldeas.5

Oriente

Oriente cercano

En Oriente Próximo, la figura del dragón, simbolizaba el mal y la ruina. En Enuma Elish, una
epopeya escrita alrededor del 2000 a. C., la diosa Tiamat era un dragón que simbolizaba los
océanos y comandaba las hordas del mal, cuya destrucción previa era necesaria para crear
un nuevo universo ordenado.

También en la Biblia hebrea el dragón representa el mal. En la mitología persa destaca el


caso de Azi Dahaka, un dragón malévolo. En Rumanía, se habla del dragón geta-dacio, que
tenía cabeza de lobo y cola de serpiente. Esta imagen era empleada en la guerra ya que en la
bandera de Dacia aparece un dragón.

Lejano Oriente

Véanse también: Dragón chino y Dragón japonés.

Estampa japonesa de un dragón.

Dragón Vietnamita en Hoi An, Quang Nam.

En muchas culturas orientales los dragones eran, y en algunos cultos son todavía,
reverenciados como representantes de las fuerzas primitivas de la naturaleza y el universo.

En Oriente, el dragón siempre se ha considerado una criatura benéfica y un símbolo de


buena fortuna.

A diferencia de sus congéneres occidentales, los dragones orientales no escupen fuego ni


tienen alas, aunque normalmente pueden volar gracias a la magia. Un dragón típico de
Oriente tiene cuernos de ciervo, cabeza de caballo, cuello de serpiente, garras de águilas,
orejas de toro y bigotes largos como los de los siluros. En las leyendas chinas hay dragones
que vigilan los cielos, dragones que traen la lluvia, y dragones que controlan los ríos y
arroyos. En Japón, donde se los tiene por seres sabios, amables y siempre dispuestos a
ayudar, los dragones han sido, durante siglos, el emblema oficial de la familia imperial.

Los dragones chinos y japoneses simbolizan el poder espiritual supremo, el poder terrenal y
celestial, el conocimiento y la fuerza, y por lo tanto son benévolos. El dragón es la insignia
más antigua del arte de estos países.[cita requerida] Proporcionan salud y buena suerte y
viven en el agua. Según las antiguas creencias chinas, traen la lluvia para la recolección. Por
eso el dragón se convirtió en el símbolo imperial de ese país.[cita requerida]

En el Himalaya representan la buena suerte.

Corea, como se dijo antes, también tiene sus dragones, de similar carácter positivo.[cita
requerida]

Europa

La leyenda de San Jorge y el dragón

Las tribus nórdicas de Europa asociaban su folclore con varios aspectos terroríficos del
dragón.[cita requerida]

La mitología germana incluye al dragón (Nidhug o Níðhöggr) entre las fuerzas del
inframundo. Se alimenta de las raíces de Yggdrasil, el fresno sagrado que extiende sus raíces
a través de todos los mundos. Los antiguos escandinavos (los vikingos), adornaban las proas
de sus barcos esculpiéndolas en forma de dragón. Usaban esta decoración en la creencia de
que así asustarían a los espíritus (Landvaettir) que vigilaban las costas a las que llegaban.
También los dragones aparecen en poemas germanos: en Beowulf, un poema épico
anglosajón, el más antiguo que se conserva. Un hombre llamado Beowulf, que había librado
a su pueblo de un monstruo mitad hombre y mitad diablo, luego, ya convertido en el rey,
lucha contra un dragón, disputa en la que ambos mueren. En el Cantar de los Nibelungos, un
poema épico medieval anónimo, Sigfrido mata a un dragón, llamado Fafnir, y al ungirse con
su sangre se hace inmune a todo mal.

Para los celtas, el dragón era una divinidad de los bosques, cuya fuerza podía ser controlada
y utilizada por los magos.[cita requerida] Entre los conquistadores celtas de Britania fue
símbolo de soberanía, y durante la ocupación romana de la isla adornó los estandartes de
guerra, convirtiéndose en un símbolo heráldico y luego militar.
En la mitología griega, existen varios dragones que fueron usados por los dioses, o eran
temidos por ellos mismos. Existen en el mito antiguo el dragón Ladon, de cien cabezas que
custodiaba el jardín de las Hespérides, además de Tifón, Lamia, el dragón de Delfos o Pitón,
Amphisbaena (dragón de dos cabezas que nació de la sangre de Medusa cuando cayó una
gota en el desierto de Libia), basilisco y la famosa Hidra de Lerna.

Entre los romanos, como se dijo más arriba, el dragón era considerado un símbolo de poder
y sabiduría.[cita requerida]

Para la mitología eslava, el dragón era una de las formas que adoptaba el dios Veles, señor
del Mundo Subterráneo, adversario de Perún, dios del trueno.

Los cristianos heredaron la idea hebrea del dragón, que aparece en el Apocalipsis, del
apóstol Juan, y en otras tradiciones posteriores. En el arte cristiano del Medievo simboliza el
pecado y al aparecer bajo los pies de los santos y mártires representa el triunfo de la fe y los
reinos cristianos sobre el diablo. La leyenda de San Jorge y el dragón, ilustrada en la figura
de la derecha, muestra claramente este significado.

En el simbolismo medieval la idea de lucha contra dragones sirvió para fortalecer la


motivación de los reinos cristianos.[cita requerida] Se presentaban a menudo también como
representaciones de la apostasía, la herejía y la traición, pero también de cólera y envidia, y
presagiaban grandes calamidades. Varias veces significaban la decadencia y la opresión,
aunque sirvieron también como símbolos para la independencia, el liderazgo y la fuerza.

Los colores a menudo determinaron el simbolismo que un dragón tenía. En la pauta del viaje
del héroe, los dragones representaron el obstáculo o el temor, y el paso necesario para
volver al hogar, y como muchos dragones se presentan también como la encarnación de la
sabiduría, en esas tradiciones matar a uno de ellos no sólo daba acceso a sus riquezas sino
también significaba que el caballero había vencido a la más astuta de las criaturas. Otra
faceta del dragón en la mitología clásica de la época caballeresca es el dragón como guardián
que custodia o secuestra princesas en sus castillos.

En el occidente de la actualidad es casi siempre concebido como una criatura malvada,


poderosa y cruel, estereotipo extraído tanto de las antiguas leyendas como de las más
modernas películas.

Norteamérica[

La mayoría de los autores llaman serpientes a los dragones mesoamericanos, pero ya que
etimológicamente la palabra dragón significa serpiente entonces tomaremos el término
náhuatl cóatl como dragón en el caso de los seres mitológicos mencionados a continuación
en lugar del significado literal "serpiente" para diferenciarlos de las serpientes y víboras, las
que tienen sus propios significados.

Sudamérica

En torno a Los Andes se creía en el poder que ejercían las "serpientes del abismo marítimo y
de la montaña esplendorosa". Estas eran criaturas de grandes proporciones que también
son considerados dragones. Así por ejemplo, las que se veneraban en los Andes centrales
difieren de aquéllas de los extremos del Imperio Inca (Ejemplo: pueblos nativos de Perú o
Bolivia).

Las bestias de la mayor parte de Sudamérica estaban ampliamente relacionadas con


enormes serpientes que se remontaban con los orígenes de la humanidad, coincidiendo con
otras regiones del planeta. Pero, a diferencia del viejo mundo, estos dragones no presentan
unicidad ni en sus características predominantes ni en sus actitudes, aun siendo de aspectos
semejantes. De hecho, tales dragones mantenían una historia de conflictos entre sí que se
remonta al primitivo pasado de las culturas americanas. La leyenda de TrenTren y Cai Cai
Vilu refleja esto, al enfrentarse ambas serpientes (Mar y Tierra) por el futuro del pueblo
Mapuche.

Los Muiscas, pueblo indígena de Colombia, creían en Chiminigagua, dios creador en forma
de serpiente de fuego bajo la sagrada laguna de Iguaque, que creó a los padres de la
humanidad, Bachue y su joven acompañante. Ellos vivieron y tuvieron hijos, que después de
un tiempo los dejarían hasta convertirse en dos serpientes acuáticas para vigilar a su
pueblo, dentro de la laguna de Iguaque. Tiempo después el primer Zaque de la sabana de
Bogotá, Hijo de Sue o el sol (o de Chia, la Luna o deidad maligna) era un hombre en forma de
dragón de color verde.

Apariciones en el imaginario moderno

Puente del Dragón en Alcalá de Guadaira.

La mitología moderna ha empleado repetidamente el símbolo del dragón, extendiendo su


pervivencia en el imaginario; pero también ha usado su imagen reduciéndolo a un poderoso
monstruo casi invencible. Las múltiples apariciones de dragones en la cultura y la ficción,
sin embargo, hacen uso frecuente no sólo de elementos tradicionales sino también otros
innovadores en la criatura, que amplían sus alcances y estimulan más la imaginación, dando
así lugar a un sinfín de dragones con diversas cualidades y variantes. Como ejemplos
representativos se pueden mencionar los dragones del legendarium de J. R. R. Tolkien, cuyo
máximo exponente es el Smaug de El hobbit, o los dragones que constituyen uno de los
elementos más relevantes del universo del juego de rol Dungeons & Dragons. También
podemos encontrar a Fújur en La historia interminable o los dragones-montura de la serie
de historietas El Mercenario. También es un buen ejemplo la película Cómo entrenar a tu
dragón, en la que se pueden observar distintas formas de dragones.

Animales que pudieron inspirar el mito de los dragones

Cocodrilo del Nilo

Dragón de Komodo.

Se ha especulado que las cobras pueden ser el origen de los mitos sobre los dragones que
escupen fuego.6

Los cocodrilos de Nilo, una especie reducida actualmente, fueron encontrados en tiempos
arcaicos en el Sur de Europa, tras haber nadado a través del Mediterráneo. Estos cocodrilos
desviados pudieron ser un elemento de inspiración para los mitos de dragones.78 Tanto
esqueletos de ballenas como de dinosaurios, así como fósiles de mamíferos gigantes, puede
que hayan sido confundidos de igual manera por los huesos de estas criaturas aladas y otros
seres mitológicos; por ejemplo, el descubrimiento en el año 300 a. C. en Wucheng, Sichuan,
China, fue marcado como uno de ese estilo por Chang Qu.79 Adrienne Mayor ha escrito del
tema de los fósiles como una inspiración para los mitos en su libro “Los Primeros Cazadores
de Fósiles”,10 y en una sección de la Enciclopedia de Geología ella escribió: “Los restos
fósiles crearon una vasta variedad de geomitos especulando en la identidad de las criaturas,
desde China e India hasta Grecia, América y Australia, contando historias de dragones,
monstruos y héroes gigantes”.11

Para el caso de Australia, las historias de los dragones pueden tener su origen en la tierra de
los cocodrilos Quinkana, los cuales eran terrestres y abarcaban medidas desde los 5 hasta
los 7 metros de largo. Otro lagarto gigante que habitaba esa región era el Varanus priscus un
reptil carnívoro que vivió en el Sur de Australia en el Pleistoceno hace 40,000 años y que
también llegaba a medir 7 metros de largo con un peso de 1,940 kilogramos
aproximadamente. O bien, las extintas serpientes arcoíris que posiblemente pertenecían al
grupo de las Wonambi naracoortensis.12 Hoy en día el mismo reptil Varanus komodoensis
es conocido en español como el Dragón de Komodo.

En el libro An Instinct for Dragons13 el antropólogo David E. Jones propone una hipótesis de
que los humanos, al igual que los monos, hemos desarrollado reacciones instintivas contra
las serpientes, los gatos gigantes y las aves de rapiña. Los dragones tienen caracteres que
son la combinación de esas tres especies, por lo que ese instinto de miedo podría explicar el
por qué los dragones con descripciones similares aparecen en historias de diferentes
culturas en todos los continentes.

Finalmente en Eslovenia, el historiador natural Janez Vajkard Valvasor recopiló historias


populares sobre el Olm (una salamandra subterránea) en The Glory of the Duchy of
Carniola. Este es mencionado como un bebé dragón que fue empujado a la superficie por las
fuertes lluvias de Eslovenia dando origen a la creencia popular de que los grandes dragones
vivieron en la corteza de la Tierra, y que los olms fueron los descendientes no desarrollados
de estas míticas criaturas.14

Dragones a través de la historia

Dragones serpientes

La destrucción de Leviatán, un grabado hecho en 1865 por Gustave Doré. El grabado


representa a Dios venciendo al legendario Leviatán.

Leviatán - Bestia descrita en el libro de Isaías.1516


Jörmundgander - La serpiente de Midgard.

Quetzalcóatl - La serpiente emplumada. Deidad prehispánica de diversas culturas como la


Mexica, Azteca o Teotihuacana. En la zona maya era conocido como Kukulkán.

Uróboros - Dragón serpiente representada con su cola en su boca, expresa un ciclo.

Azi Dahaka - Serpiente demoníaca en la mitología de la Persia zoroástrica.

Trentren Vilu y Caicai Vilu - Gigantescas serpientes de la leyenda del diluvio araucano en la
mitología mapuche.

Huanglong - Dragón chino de color amarillo, que emergió del río Luo para enseñar a Fuxi los
elementos de la escritura.

Amaru - Serpiente alada gigante con cabeza de llama, hocico rojizo y cola de pez, este mito
perteneció a la cultura incaica.

Ryūjin - Dragón de la mitología japonesa. simbolizaba el poder del océano. Vivía en el


Ryūgū-jō donde controlaba las olas del mar utilizando unas gemas mágicas (Kanju y Manju).

Yamata no Orochi - Dragón-Serpiente con 8 cabezas de la mitología japonesa. Es asesinado


por Susanoo usando la espada legendaria Kusanagi que se encontraba en su cuarta cola.

Cuélebre - Dragón de las mitologías de Cantabria y Asturias.

Amphipteres - Serpiente alada con cabeza de dragón, inofensiva para los humanos. Es parte
de la heráldica europea.

Dragones clásicos

Sigfrido mata a Fafnir.

Ladón - Dragón de cien cabezas que cuidaba las manzanas de oro.

Fafnir - Cuya sangre hizo casi invulnerable a Sigfrido.

El dragón de Wantley - Dragón de Inglaterra que ofrece una peculiar pelea.

Níðhöggr - Dragón de Niflheim en la mitología nórdica.

El dragoncito del Monte Pilatos - Cuya sangre era mortal.

Herensuge - Dragón de la mitología vasca.

Lagarto de la Malena - Dragón de una leyenda de Jaén.

El Dragón de Vilardell - Dragón que aterrorizaba Sant Celoni, entre Gerona y Barcelona,
muerto por Soler de Vilardell
El Piasa - El dragón pájaro de Illinois.

El Dragón galés o Ddraig - Símbolo de Gales y parte de su respectiva leyenda

Otros seres y criaturas semejantes[editar]

Gárgola

Basilisco

Tarasca

Salamandra

Hidra

Guiverno

Dragones de la literatura, cine y videojuegos

Smaug el Terrible (ilustración de David Demaret).

Vermithrax Pejorative, es el dragón de la película Dragonslayer (El Dragón del Lago de


Fuego), de más de 400 años de edad que asola el ficticio reino de Urland, en el siglo VI.

Maléfica, también conocida como emperatriz del mal. Es una poderosa hechicera capaz de
convertirse en un gigantesco dragón negro. Aparece por primera vez en la película de 1959
La bella durmiente de Walt Disney.

Smaug - dragón de la novela El hobbit de J. R. R. Tolkien.

Glaurung - dragón de El Silmarillion de J. R. R. Tolkien.

Ancalagon - también dragón de El Silmarillion de J. R. R. Tolkien.

Sungaku - dragón de la serie Cumbia Ninja. Este vive debajo de la casita China bajo la
protección de Xian Wu, Sungaku le concede a los miembros de Cumbia Ninja los 4 golpes
imposibles y en el caso de Hache Sungaku decide darle todos sus poderes y habitarlo como
un templo mortal, Sungaku desaparece en la tercera temporada llevándose consigo los
golpes imposibles cuando realiza una danza con "Balam el jaguar", el cual habita a Juana y
desaparece con él trayéndole así paz al mundo.

Shenlong - dios dragón de la serie Dragon Ball que puede ser invocado al reunir las siete
Dragon Balls (o esferas del dragón) para conceder un deseo.

Polunga - dios dragón del planeta Namek en la serie Dragon Ball que también puede ser
invocado (solamente en la lengua de su planeta) al reunir las siete bolas de dragón de dicho
planeta (las cuales son más grandes que las del planeta Tierra) para conceder tres deseos.

Igneel, Grandeeney, Metalicana, Weisslogia y Skiadrum son dragones pacíficos y los padres
adoptivos de Natsu Dragneel, Wendy Marvell, Gajeel Redfox, Sting Eucliffe y Rogue Cheney,
Los Cinco Dragon Slayer del Pasado, en el manga y anime Fairy Tail.

Lockheed - Un dragón extraterrestre que funge como mascota de los X-Men de Marvel
Comics. Fue creado por Chris Claremont y Paul Smith en Uncanny X-Men vol. 1 # 166, en
1983.

Acnologia - el Dragón Negro del Apocalipsis, aparece en el manga y anime Fairy Tail.

Ryuuji - dragón de una saga de relleno de la serie One Piece.

Norberto - dragón que aparece en el primer libro de Harry Potter (Harry Potter y la piedra
filosofal).

Momonosuke - futuro rey de wuano, convertido en dragón, de la saga Punk Hazard de la


serie One Piece.

Fújur - dragón de la suerte de La historia interminable de Michael Ende.

Smerg - dragón creado por Bastián como reto para Hynreck el Héroe en La historia
interminable de Michael Ende.

Mushu - el guardián de la familia Fa en la película Mulán y Mulán 2

Alexstrasza - la Reina de los Dragones en el universo de World of Warcraft.

Ysera - líder de los dragones del Vuelo Esmeralda en el universo de World of Warcraft.

Alamuerte - líder de los dragones del Vuelo Negro y antagonista principal de World of
Warcraft: Cataclysm.

Ddraig- llamado welsh dragon el dragon de la dominación que esta sellado en el sacrede
gear de Hyodo issei de la serie de novelas ligeras Highschool dxd

Draco - un dragón de la película Dragonheart: corazón de dragón.

Takhisis - diosa de la oscuridad y reina de los dragones malignos en la saga de Dragonlance.

Silvara - dragona plateada de la saga de Dragonlance.

Fin Fang Foom personaje ficticio que aparece en historietas publicadas por Marvel Comics.
El personaje aparece por primera vez en Strange Tales # 89 (octubre de 1961), y fue creado
por Stan Lee y Jack Kirby.

En la serie de novelas de Harry Potter, aparecen varios dragones, entre ellos el Galés verde
común, el Hébrido negro, el Hocicorto sueco, el Ironbelly ucraniano, el Longhorn Rumano, el
Opaleye de las Antípodas, el Ridgeback noruego, el Vipertooth peruano, el Bola de fuego
chino y el Colacuerno húngaro, algunos de los cuales también aparecen en las películas.
En el videojuego The Legend of Zelda aparecen varios dragones, siendo uno de los más
destacados "Volvagia" en The Legend of Zelda Ocarine of Time.

En el videojuego Metroid, Ridley (uno de los líderes de los Space Pirates) y su versión
mecánica (Meta-Ridley o Mecha-Ridley) es un dragón espacial.

En el videojuego Dota 2 de Valve, Davión al derrotar al temible Slyrak, obtuvo su fuerza y


siglos de sabiduría, es así que se convirtió en Dragon Knight, pudiendo adoptar la forma de
tres poderosos dragones ancestrales.17

Tharos- Aparece en la saga de Rhapsody.

Saphira - dragona azul de Eragon en la tetralogía de El legado.

Glaedr - Es un dragón macho de color dorado, compañero del Jinete Oromis. Saga de El
legado.

Espina - Es un dragón, compañero del Jinete Murtagh. Saga de El legado.

Shruikan - Es el dragón del rey Galbatorix. Saga de El legado.

Firnen - Es un dragón macho, este prendió para Arya después de la caída de Galbatorix. Saga
de El legado.

Furia nocturna, mejor conocido como "Desdentado" (Chimuelo en Latinoamérica) - dragón


protagonista de la película de Cómo entrenar a tu dragón y Cómo entrenar a tu dragón 2.

En Pokémon, el Tipo Dragón es uno de los 18 tipos elementales.

Drogon, Viserion y Rhaegal - son los tres dragones que nacen al final del primer libro de la
saga Canción de hielo y fuego, del autor George R. R. Martin. Los tres dragones son criados
por Daenerys Targaryen, la legítima heredera del trono, que vive en el exilio. Son los últimos
dragones que quedan con vida y son hermanos.

Bahamut - En el mundo de Final Fantasy es el rey de los dragones. Él realmente no es un


dragón aunque tiene varias de sus características. En el primer juego utiliza su poder para
fortalecer a los protagonistas y a partir del tercero comenzó a aparecer como personaje
invocable donde los personajes lo llamaban para que les ayudase. Su ataque más poderoso
es el Megafulgor.

Tiamat - En la saga de Dungeons & Dragons es una deidad dracónica conocida como la Reina
de los Dragones Malignos, cuya forma es un dragón de cinco cabezas, cada una de las cuales
representa a cada uno de los colores primarios de las razas de dragones (rojo, verde, azul,
blanco y negro). Cada cabeza tiene los poderes de su respectiva raza.

Spyro: un dragón de color morado de una saga de videojuegos englobados bajo el nombre
de Spyro the Dragon.
Akatosh: el dios del tiempo, que adopta la forma de un dragón para enfrentar a Mehrunes
Dagon en la Crisis de Oblivion, dentro del universo de The Elder Scrolls.

Alduin: líder de los dragones en el videojuego The Elder Scrolls V: Skyrim

Paarthurnax: Dragón anciano, hermano de Alduin, que ayuda al Dovahkiin en The Elder
Scrolls V: Skyrim.

Ohdaviing: Dragón rojo, mano derecha de Alduin y posteriormente subordinado del


Dovahkiin en The Elder Scrolls V: Skyrim.

Dojo: Dragón pequeño de color verde que mide un metro. Aparece en la serie Xiaolin
Showdown como uno de los protagonistas principales.

Kushala Daora, Lao Shan Lung, Fatalis, Teostra, Lunastra, Yamatsukami, Chameleos,
Alatreon, Amatsumagatsuchi, Raviente, Rukodiora y Guran-Miraosu de la serie de
videojuegos Monster Hunter.

Draconis, Mercurio, Sadist y Thombor: dragones que aparecen en la novela Raisie de Patrick
Tenebrae.

Jacinda: protagonista de la novela juvenil de Sophie Jordan: Firelight, donde los dragones
son llamados ¨Draki¨.

Dibo: Dragón púrpura de la serie infantil: Dibo, the Gift Dragon.

Existen una gran cantidad y variedad de dragones en los juegos de cartas intercambiables
de Magic the Gathering y Yu-Gi-Oh!; en estos los dragones son un tipo de criatura que suele
ser muy poderosa.

Spike: Dragón morado mensajero de una princesa alicornio de la serie infantil: My Little
Pony: La Magia de la Amistad.

En el juego MMORPG Runescape, los dragones son monstruos NPC, generalmente de alto
nivel y difíciles de combatir. El metal más resistente y poderoso del juego también se llama
dragón.

Kalessin y otros dragones en los cuentos de Terramar.

Valentín, dragón de peluche que cobra vida en el programa infantil "La Doctora Juguete".

Medeus: Dragon del videojuego Fire Emblem, que el héroe Anri derrota; siglos después
logran revivirlo, pero fue acabado por el príncipe Marth.

Cómo entrenar a tu dragón: Furia nocturna (Chimuelo), Muerte Roja, Cremallerus


Espantosus, Nadder Mortífero, Gronckle, Terrible Terror, Pesadilla Monstruosa, son algunos
de los dragones de esta película.

Yandrak, último dragón en la trilogía Memorias de Idhún, el cual forma una sola entidad con
Jack, uno de los protagonistas.

Los "dragones de piedra", seres inmortales del mundo primigenio en Dark Souls que
existían antes de que Gwyn, Nito, la Bruja de Izalith y Seath el Descamado acabasen con
ellos. Durante el juego, sólo queda uno con el que se puede establecer un Pacto de Dragón.

Kalameet, el dragón negro de Oolacile en un tiempo remoto del juego Dark Souls que tenía
en jaque hasta a los señores de Lordran.

Seath el Descamado, un dragón ciego, con tentáculos por patas traseras, y sin escamas que
estaba obsesionado por adquirir la misma inmortalidad que la de los dragones de piedra, a
quienes traicionó al apoyar a Gwyn, a Nito, y a la Bruja de Izalith en Dark Souls. Se mantuvo
con vida gracias a un cristal primordial que robó, y se especula que se le otorgó un título
nobiliario de duque en Anor Londo y unos archivos en el que llevar a cabo sus experimentos.
Con el tiempo enloqueció.

El "hellkite" o "hellkite dragon", un dragón enemigo que aparece en el Burgo de los No


Muertos en Dark Souls.

Los "drakes" de Dark Souls que aparecen en el valle de los dragones guardando una de las
entradas a Nuevo Londo. En lugar de escupir fuego, "escupen" electricidad, y son
vulnerables al fuego.

Los "dragones no-muertos" de Dark Souls que aparecen a lo largo del juego, supuestamente
siendo dragones que fueron víctimas del miasma desatada por Nito. En lugar de fuego,
escupen algún tipo de sustancia venenosa.

El dragón boquiabierto de Dark Souls, un dragón encontrado en las Profundidades que ha


mutado de manera que ha desarrollado un segundo torso con una gran boca grotesca.

Temerario, dragón que se cree es de raza China imperial y luego se sabe que es de raza
China celestial, en la saga de libros Temerario de la escritora Naomi Novik.

Lluvia: Unos de los dragones de la novela "Elpida, El comienzo". Se caracteriza por ser uno
de los dragones más poderosos del mundo. Inteligente y vigilante del bienestar del mundo.

Senda: Hermana del Dragón Lluvia. Más grande y a su vez más tranquila y benévola. Juntos
luchan por la defensa del mundo. (Elpìda, El comienzo)

Uncas o El gran rojo: Dragon más grande que ha pisado la faz de la tierra. Rojo carmesí.
Inmortal y señor de dragones. (Elpida, El comienzo)

En el videojuego para móviles Clash of Clans se desbloquea la unidad Dragon en cuartel


nivel:9 y es una tropa con muchos puntos de vida y ataque, también al mejorar el cuartel a
nivel 11 se puede desbloquear una tropa llamada Bebé Dragón que es una versión miniatura
del anterior.

Enderdragon o Dragon del fin: dragón del juego Minecraft es el primer jefe del juego. Solo se
genera de forma natural en su hábitat natural, el End.

Filia Ul Copt es un dragón que se puede transformar en humano en el anime Slayers.

Existen varios dragones a lo largo del mapa del videojuego para PC Sacred.

En las leyendas Artúricas Uther Pendragón asesinó a un dragón.

American Dragon: Jake Long (titulada Jake Long: el dragón occidental en Hispanoamérica)
es una serie animada producida por Walt Disney Television Animation y fue transmitida
desde el 2005 por Disney Channel en todo el mundo. Jake es descendiente de una larga línea
de dragones, y es su deber proteger a la comunidad de seres mágicos que habitan de forma
secreta en todos los sectores de Nueva York. Durante el transcurso de la serie aparecen
diversos dragones.

En Plants vs Zombies 2: It's About Time, se pueden desbloquear 2 plantas con


características de dragón, Boca de dragón y Bocadragón gélido.

En el mundo de la "Edad Oscura" está Zombidito dragón, un pequeño zombie con un disfraz
de dragón, que lo hace inmune a las plantas de fuego. Ademas, el boss de este mundo es un
dragon robot denominado "Zombot dragón oscuro", construido por el Dr Zomboss.

En Overwatch, los hermanos Hanzo y Genji Shimada, Invocan a Dragones Ancestrales, como
habilidad especial o Definitiva.

En League Of Legends de Riot Games, hay un varios Dragones representados; por ejemplo,
personajes como Shyvana, quien es Mitad Dragon, Mitad Humana, Aurelion Sol, el campeon
mas parecido a un Ryūjin; tambien estan los dragones Elementales, los cuales al ser
derrotados, conceden diferentes habilidades, las cuales pueden ayudar a dar un giro
drastico a la partida:

Dragón de fuego: perfecto para atacar: Una mejora que beneficiará más notablemente al AD
Carry o al Top, ya que necesitarán de esa ventaja para poder marcar distancias.

Dragón de tierra: que tiemblen las torretas: El dragón de tierra aumenta nuestro daño. No
obstante, a diferencia del dragón de fuego, no potencia el daño que infligimos a campeones,
sino el que propiciamos a las torretas y monstruos épicos. Esto último es importante de
señalar, ya que el jungla se verá especialmente beneficiado.

Dragón de agua: evitando volver a casa: Esta criatura potencia nuestro porcentaje de
regeneración de Vida y Maná. Hacernos con ella nos ayudará a aguantar más en las calles al
no tener que ir tanto a base a regenerarnos.

Dragón de aire: pies en polvorosa: Este monstruo aumenta nuestra velocidad de


movimiento. Eso sí, se trata de una mejora que se encuentra activa únicamente fuera de
combate. Nos ayuda adelantarnos al enemigo en según qué tipo de situaciones, y nos facilita
según qué jugada.
Dragón Anciano: el rey de los dragones: Una vez transcurren los primeros 35 minutos de la
partida, todos los dragones que aparecerán en la cueva serán Dragones ancianos. Este tipo
de dragón es más difícil de derrotar, cuenta con más vida y con más daño. No obstante,
también otorgará más poder a los aliados. Este monstruo no sólo otorga un beneficio
específico, sino que aumentará el nivel de las mejoras elementales que hayamos conseguido.
Además, una vez hayamos derrotado al dragón anciano, nuestros hechizos y ataques harán
daño por quemadura adicional. Eso sí, esta mejora es temporal.

ANILLO MAGICO

Un anillo mágico es un artículo de joyería que aparece frecuentemente en los cuentos de


hadas, las leyendas y las historias de fantasía. Se pueden hallar referencias en todas las
culturas en las que llevar anillos es algo común.[1] Pueden tener muchos poderes, como el
de volver invisible a quien se lo pone o concederle sus deseos. En algunos casos están
malditos, como en la mitología nórdica o en El Señor de los Anillos, pero normalmente se
representan como instrumentos del bien o como una herramienta neutral cuyo valor
depende del usuario.[1]

Los anillos tienen características que los hacen la elección natural como objeto mágico:
ornamento, facilidad de llevar, una forma simbólica (al ser circulares), y se llevan de modo
que el usuario puede apuntar con ellos fácilmente.[2]

Función en la historia

Como otros objetos mágicos en los cuentos e historias, los anillos mágicos actúan como
elementos de la trama. Pueden otorgar habilidades mágicas a una persona que no las tenga,
o aumentar el poder de un mago. Por ejemplo, en El hobbit de J. R. R. Tolkien, el Anillo Único
le permite a Bilbo ser útil en la misión, equiparando sus habilidades con las de los enanos.
[3]

Otros anillos mágicos funcionan como simples MacGuffins; el deseo de los personajes por
poseer el anillo, más que sus poderes innatos, es lo que mueve la historia. Por ejemplo, en la
Saga Volsunga, el anillo mágico que posee Sigurd nunca es utilizado para nada, y su posible
uso y poderes nunca son explicados. La función del anillo en la trama es sólo la de enfocar el
deseo de la mayoría de los personajes principales de la historia. Es su codicia por poseer el
anillo lo que impulsa la trama. Del mismo modo, el Anillo Único, auténtico protagonista
inanimado de la historia de El Señor de los Anillos, también de J. R. R. Tolkien, es el que
impulsa la actuación de todos los personajes de la novela, cuando el Anillo en realidad
apenas es utilizado.

Anillos mágicos en la mitología y el folklore

"Brunhilda, Sigurd and los Anillos" Sello de las islas Faroe mostrando los anillos mágicos de
la mitología nórdica.

El primer anillo mágico conocido en ficción o mito es el muy probablemente el brazalete


llamado Draupnir. Perteneció a la Deidad Nórdica Odín. Como su única función
documentada es la de crear nuevos brazaletes cada pocos días, Draupnir parece que fue un
símbolo religioso que representaba la riqueza creciente.

Un brazalete similar, también procedente de la mitología nórdica, es el llamado Andvarinaut.


Andvarinaut es el famoso Anillo de los Nibelungos de la Saga Volsunga y El Cantar de los
Nibelungos, que en un momento dado llega a manos del héroe Sigfrido. Aunque el cómo
llegó a ser maldecido se explica en detalle, la función o poderes de Andvarinaut no se
especifican a lo largo de la historia. Aparte de que su maldición es origen de desgracias para
todos sus portadores, el único propósito en la trama de Andvarinaut es que todos los
personajes lo desean, excepto Sigurd que lo posee pero no sabe lo que es.

Se sabe de in reducido número de anillos de la Época Vikinga con inscripciones rúnicas de


aparente significado mágico, entre ellos el Anillo Kingmoor y el Anillo Bramham Moor.

Las historias medievales hablan del mago Merlín, que fue víctima de un anillo que le regaló
la joven encantadora Nimue. La magia del anillo hizo que se enamorase de ella. Merlín
permitió entonces que Nimue le aprisionase en el tronco de un árbol o en un sarcófago de
piedra, de ahí su desaparición.

La leyenda habla también de las propiedades del anillo de Salomón, que le permitía saberlo
todo, le confería la habilidad de hablar con los animales y llevaba el sello que permitía
encerrar genios en botellas.[2] Este anillo reaparece en el relato de fantasía moderno
Muchas Dimensiones, de Charles Williams[2] y también en el argumento del cómic Seraph,
publicado por DC Comics.

Aunque la mitología griega contiene muchos objetos mágicos, no hay mención alguna a
anillos. Platón, sin embargo, cuenta la leyenda del Anillo de Gyges, que confería invisibilidad
al que lo llevase.

Las Baladas de Child números 18 (Hind Horn) y 92 (Bonny Bee Hom) hablan de de un anillo
mágico que empalidece cuando la persona que lo recibió pierde a la persona que lo dio.[4]

Anillos mágicos en cuentros de hadas y libros modernos de fantasía

La siguiente es una lista parcial de cuentos de hadas modernos y novelas de fantasía en los
que un anillo mágico es un elemento central o esencial de la trama. (Nótese que hay una
multitud de relatos en los que hay un anillos mágico como referencia secundaria o
incidental. Esta lista no los incluye.)

La historia de Aladino: no sólo hay un genio de la lámpara, sino que hay un genio al que se
llama desde un anillo, que le proporciona el mago a Aladino.

El compositor Richard Wagner escribió una tetralogía de opera titulada El Anillo del
Nibelungo en la que describe su versión de la historia del Cantar de los Nibelungos y la Saga
Volsunga.
En La rosa y el Anillo, tanto el anillo como la rosa tienen el poder de hacer a quien los posea
hermosos, y es el paso de una mano a otra de los mismos lo que mueve la trama.[5]

En El Castillo Encantado de Edith Nesbit, un anillo mágico tiene cualesquiera poderes


mágicos que el portador diga que tiene.[6]

A lo largo de El Señor de los Anillos de J. R. R. Tolkien se mencionan hasta 20 anillos, aunque


no aparecen todo en la historia, que sólo revela el destino de los tres anillos élficos (en
posesión de Gandalf, Elrond y Galadriel) y del Anillo Único, alrededor del cual se desarrolla
la trama. Los Espectros del Anillo poseen cada uno uno de los anillos destinados a los
hombres.

En El Sobrino del Mago de C. S. Lewis, dos anillos mágicos, que transportan a la gente al
Bosque entre los Mundos, un nexo de unión entre universos paralelos conforman el centro
de la trama.

El escritor H. Warner Munn escribió la novela El anillo de Merlín.

Stephen R. Donaldson escribió una larga serie de novelas de fantasía sobre un anillo mágico
de oro blanco en poder de Thomas Covenant.

En la serie de Harry Potter, escrita por J.K. Rowling un anillo perteneciente a la madre de
Voldemort, descendiente de Salazar Slytherin se convierte en uno de los objetos más
importantes de la trama, ya que contiene un fragmento del alma de Lord Voldemort(es un
Horcruxe).

En el Universo DC, el Green Lantern original, Alan Scott forjó un anillo de poder a partir de
una linterna antigua derivada de una materia que más tarde se revelaría como el Corazón
Estelar.

Los anillos mágicos, entre otros muchos objetos mágicos, aparecen frecuentemente como
"tesoros" en el juego de rol Dungeons & Dragons y por tanto en los numerosos videojuegos
basados en él.

En El aprendiz de brujo (película de 2010) el anillo de Merlín permite a Dave controlar su


magia pero después ya no lo necesita.

EL CANTAR DE MIO CID

Manuscrito

El Cantar de mio Cid es un cantar de gesta anónimo que relata hazañas heroicas inspiradas
libremente en los últimos años de la vida del caballero castellano Rodrigo Díaz de Vivar el
Campeador. La versión conservada fue compuesta, según la mayoría de la crítica actual,
alrededor del año 1200.12
Se trata de la primera obra poética extensa de la literatura española y el único cantar épico
de la misma conservado casi completo; solo se han perdido la primera hoja del original y
otras dos en el interior del códice, aunque el contenido de las lagunas existentes puede ser
deducido de las prosificaciones cronísticas, en especial de la Crónica de veinte reyes.
Además del Cantar de mio Cid, los otros tres textos de su género que han perdurado son: las
Mocedades de Rodrigo —circa 1360—, con 1700 versos; el Cantar de Roncesvalles —ca.
1270—, un fragmento de unos 100 versos; y una corta inscripción de un templo románico,
conocida como Epitafio épico del Cid —¿ca. 1400?—.

El poema consta de 3735 versos de extensión variable (anisosilábicos), aunque predominan


los de catorce a dieciséis sílabas métricas, divididos en dos hemistiquios separados por
cesura. La longitud de cada hemistiquio es normalmente de tres a once sílabas, y se
considera unidad mínima de la prosodia del Cantar. Sus versos no se agrupan en estrofas,
sino en tiradas; cada una es una serie sin número fijo de versos con una sola y misma rima
asonante.

Se desconoce su título original, aunque probablemente se llamaría «gesta» o «cantar»,


términos con los que el autor describe la obra en los versos 1085 ("Aquí compieça la gesta
de mio Çid el de Bivar", comienzo del segundo cantar) y 2276 ("las coplas deste cantar aquís
van acabando", casi al fin del segundo), respectivamente.

Argumento y estructura

Estructura interna

El tema del Cantar de mio Cid es el complejo proceso de recuperación de la honra perdida
por el héroe, cuya restauración supondrá al cabo una honra mayor a la de la situación de
partida. Implícitamente, se contiene una dura crítica a la alta nobleza leonesa de sangre o
cortesana y una alabanza a la baja nobleza que ha conseguido su estatus por méritos
propios, no heredados, y guerrea para conseguir honra y honor.

El poema se inicia con el destierro del Cid, primer motivo de deshonra, a causa de la figura
jurídica de la ira regia3 ("el rey me ha airado", vv. 90 y 114), injusta porque ha sido
provocada por mentirosos intrigantes ("por malos mestureros de tierra sodes echado", v.
267) y la consiguiente confiscación de sus heredades en Vivar, el secuestro de sus bienes
materiales y la privación de la patria potestad de su familia.

Tras la conquista de Alcocer, Castejón, la derrota del conde don Remont y la final conquista
del reino de taifas y ciudad de Valencia, gracias al solo valor de su brazo, su astucia y
prudencia, consigue el perdón real y con ello una nueva heredad, el Señorío de Valencia, que
se une a su antiguo solar ya restituido. Para ratificar su nuevo estatus de señor de vasallos,
se conciertan bodas con linajes del mayor prestigio cuales son los infantes de Carrión.

Pero con ello se produce la nueva caída de la honra del Cid, por el ultraje que le infieren los
infantes de Carrión en la persona de sus dos hijas, que son vejadas, fustigadas, malheridas y
abandonadas en el robledal de Corpes para que se las coman los lobos.
Este hecho supone según el derecho medieval el repudio de facto de estas por parte de los
de Carrión. Por ello el Cid decide alegar la nulidad de estos matrimonios en un juicio
presidido por el rey, donde además los infantes de Carrión quedan infamados públicamente
y apartados de los privilegios que antes ostentaban como miembros del séquito real. Por el
contrario, las hijas del Cid conciertan matrimonios con reyes de España, llegándose así al
máximo ascenso social posible del héroe.

Así, la estructura interna está determinada por unas curvas de obtención–pérdida–


restauración–pérdida–restauración de la honra del héroe. En un primer momento, que el
texto no refleja, el Cid es un buen caballero vasallo de su rey, honrado y con heredades en
Vivar. El destierro con que se inicia el poema es la pérdida, y la primera restauración, el
perdón real y las bodas de las hijas del Cid con grandes nobles. La segunda curva se iniciaría
con la pérdida de la honra de sus hijas y terminaría con la reparación mediante el juicio y las
bodas con reyes de España. Pero la curva segunda supera en amplitud y alcanza mayor
altura que la primera.

Las hijas del Cid de Ignacio Pinazo, 1879. Doña Elvira y doña Sol aparecen atadas en el
robledo de Corpes tras ser vejadas por sus esposos, los infantes de Carrión.

Estructura externa

Los editores del texto, desde la edición de Menéndez Pidal de 1913, lo han dividido en tres
cantares. Podría reflejar las tres sesiones en que el autor considera conveniente que el juglar
recite la gesta. Parece confirmarlo así el texto al separar una parte de otra con las palabras:
«aquís conpieça la gesta de mio Çid el de Bivar» (v. 1085), y otra más adelante cuando dice:
«Las coplas deste cantar aquís van acabando» (v. 2276).

Argumento

Primer cantar. Cantar del destierro (vv. 1–1084)[editar]

Tras ser acusado falsamente de haberse quedado con las parias que fue a recaudar a Sevilla,
el Cid es desterrado de Castilla por el rey Alfonso VI. Algunos amigos suyos deciden
acompañarlo: Álvar Fáñez, Pedro Ansúrez, Martín Antolínez, Pedro Bermúdez etc. Antolínez
aporta víveres y consigue un préstamo de los judíos Raquel y Vidas para poder financiar el
viaje, empleando en su favor el rumor de que Rodrigo se ha quedado con las parias; así les
deja en depósito y garantía dos cofres, en realidad llenos de arena, sin siquiera decirles qué
hay en su interior. El rey ordena que nadie los albergue mientras pasan hacia la frontera, por
ejemplo en Burgos; por nobleza el Cid se niega a aposentarse por la fuerza en una posada y
acampa a las afueras. Para evitarles peligros, deja a su esposa e hijas bajo el amparo del
abad Sancho del monasterio de San Pedro de Cardeña, e inicia una campaña militar
acompañado de sus fieles en tierras no cristianas. Primero conquista Alcocer y luego
Castejón y, por último, derrota en la batalla de Tévar al catalán conde don Remont, quien,
lleno de soberbia por haber sido capturado por esos "malcalçados", se niega a comer hasta
que la amabilidad del Cid le hace deponer su actitud. Con cada victoria envía una parte del
botín (el llamado "quinto real") al rey, a pesar de que no está obligado por haber sido
desterrado, pues pretende lograr el perdón real.

Véanse también: Castillo de Alcocer y Castillo de Torrecid.

Segundo cantar. Cantar de las bodas de las hijas de Cid (vv. 1085–2277)[editar]

El Cid se dirige a Valencia, en poder de los moros, y logra conquistar la ciudad. Envía a su
amigo y mano derecha Álvar Fáñez a la corte de Castilla con nuevos regalos para el rey,
pidiéndole que se le permita reunirse con su familia en Valencia. El rey accede a esta
petición, y el Cid puede mostrar orgulloso la ciudad y su vega a su familia desde una alta
torre; el rey incluso lo perdona y levanta el castigo que pesaba sobre el Campeador y sus
hombres, y tanta fortuna del Cid hace que los infantes de Carrión pidan en matrimonio a
doña Elvira y doña Sol; el mismo rey pide al Campeador que acceda al matrimonio; para
terminar de congraciarse con él, accede, aunque no confía en ellos. Las bodas se celebran
solemnemente.

Tercer cantar. Cantar de la afrenta de Corpes (vv. 2278–3730)[editar]

Los infantes de Carrión muestran su cobardía ya en la primera tirada de este cantar ante un
león que se ha escapado de su jaula y del que huyen despavoridos; después lo hacen
también en la lucha contra los musulmanes del rey Búcar de Marruecos, que quiere
recuperar Valencia. Los capitanes de las mesnadas del Cid ocultan el deshonor de los
Infantes al Cid y se burlan de ellos. Sintiéndose humillados, los infantes deciden vengarse.
Para ello emprenden un viaje hacia Carrión de los Condes con sus esposas y, al llegar al
robledo de Corpes, las azotan y las abandonan dejándolas desfallecidas, para que se las
coman los lobos. El Cid ha sido deshonrado y pide justicia al Rey. Este convoca Cortes en
Toledo y allí el juicio empieza con la devolución de la dote que el Cid dio a los infantes: sus
espadas Tizona y Colada, y culmina con el «riepto» o duelo en el que los representantes de la
causa del Cid (los mismos capitanes que habían ocultado la deshonra de los infantes), Pero
Bermúdez y Martín Antolínez, retan con elocuentes discursos y los vencen dejándolos
medio muertos y deshonrados. Se anulan sus bodas y el poema termina con el proyecto de
boda entre las hijas del Cid y los príncipes de Navarra y Aragón y, por tanto, con la honra del
Cid en su punto más alto.

Características y temas

El Cantar de mio Cid se diferencia de la épica francesa en la ausencia de elementos


sobrenaturales (salvo, quizá, la aparición en sueños del arcángel San Gabriel al protagonista,
el episodio del león que se humilla ante el Campeador, el brillo de las espadas Colada y
Tizona, y la extraordinaria calidad de Babieca),4 la mesura con la que se conduce su héroe y
la relativa verosimilitud de sus hazañas. El Cid que ofrece el Cantar constituye un modelo de
prudencia y equilibrio. Así, cuando de un prototipo de héroe épico se esperaría una
inmediata y sangrienta venganza, en esta obra el héroe se toma su tiempo para reflexionar
al recibir la mala noticia del maltrato de sus hijas («cuando ge lo dizen a mio Cid el
Campeador, / una grand ora pensó e comidió», vv. 2827-8) y busca su reparación en un
solemne proceso judicial; rechaza, además, como buen estratega, actuar precipitadamente
en las batallas cuando las circunstancias lo desaconsejan. Por otro lado, el Cid mantiene
buenas y amistosas relaciones con muchos musulmanes, como su aliado y vasallo
Abengalbón, que refleja el estatus de mudéjar (los «moros de paz» del Cantar) y la
convivencia amistosa y tolerante con la comunidad hispanoárabe, de origen andalusí,
habitual en los valles del Jalón y Jiloca por donde transcurre buena parte del texto.5

Además, está muy presente la condición de ascenso social mediante las armas que se
producía en las tierras fronterizas con los dominios musulmanes, lo cual supone un
argumento decisivo en favor de que no pudo componerse en 1140, pues en esa época no se
daba ese «espíritu de frontera» y el consiguiente ascenso social de los caballeros infanzones
de las tierras de Extremadura.

El propio Cid, siendo solo un infanzón (esto es, un hidalgo de la categoría social menos
elevada, comparada con condes y ricos homes, rango al que pertenecen los infantes de
Carrión) logra sobreponerse a su humilde condición social dentro de la nobleza, alcanzando
por su esfuerzo prestigio y riquezas (honra) y finalmente un señorío hereditario (Valencia)
y no en tenencia como vasallo real. Por tanto se puede decir que el verdadero tema es el
ascenso de la honra del héroe, que al final es señor de vasallos y crea su propia Casa o linaje
con solar en Valencia, comparable a los condes y ricos hombres.

Más aún, el enlace de sus hijas con príncipes del reino de Navarra y del reino de Aragón,
indica que su dignidad es casi real, pues el señorío de Valencia surge como una novedad en
el panorama del siglo XIII y podría equipararse a los reinos cristianos, aunque, eso sí, el Cid
del poema nunca deja de reconocerse él mismo como vasallo del monarca castellano, si bien
latía el título de Emperador, tanto para los dos Alfonsos implicados como para lo que fue su
origen en los reyes leoneses, investidos de la dignidad imperial.

De cualquier modo, el linaje de un señor feudal como es el Cid emparenta con el de los reyes
cristianos y, como dice el poema: «Oy los reyes d'España sos parientes son, / a todos alcança
ondra por el que en buen ora nació.» («Hoy los reyes de España sus parientes son, / a todos
les alcanza honra por el que en buena hora nació.»), vv. 3724–3725,6 de modo que no solo
su casa emparenta con reyes, sino que estos se ven más honrados y gozan de mayor
prestigio por ser descendientes del Cid.

Respecto de otros cantares de gesta, en particular franceses, el Cantar presenta al héroe con
rasgos humanos. Así, el Cid es descabalgado o falla algunos golpes, sin que por ello pierda su
talla heroica. De hecho, se trata de una estrategia narrativa, que al hacer más dudosa la
victoria, realza más sus éxitos.

La verosimilitud se hace patente en la importancia que el poema da a la supervivencia de


una mesnada desterrada. Como señala Álvar Fáñez en el verso 673 «si con moros no
lidiamos, nadie nos dará el pan». Los combatientes del Cid luchan para ganarse la
subsistencia, por lo que el Cantar detalla por extenso las descripciones del botín y el reparto
del mismo, que se hace conforme a las leyes de extremadura (es decir de zonas fronterizas
entre cristianos y musulmanes) de fines del siglo XII.
Métrica

Cada verso está dividido en dos hemistiquios por una cesura. Esta forma, también típica de
la épica francesa, refleja un recurso útil a la recitación o canto del poema. Sin embargo,
mientras en los poemas franceses cada verso tiene una métrica regular de diez sílabas
divididas en dos hemistiquios por una fuerte cesura, en el Cantar de mio Cid tanto el
número de sílabas en cada verso como el de sílabas en cada hemistiquio varía
considerablemente. A este rasgo se le denomina anisosilabismo.

Aun cuando, salvo excepciones que se suelen atribuir a anomalías en la transmisión textual,
se encuentran versos de entre nueve y veinte sílabas y hemistiquios de entre tres y once, la
mayoría de los versos oscila entre 14 y 16 sílabas.7

Se han propuesto diversas interpretaciones de la métrica del poema. Una de las más
comunes defiende que el elemento más importante de la prosodia de la épica medieval
española son los apoyos acentuales y no el cómputo silábico, generalmente postulando dos
ictus tónicos por cada hemistiquio. Tal es la opinión de autores como Leonard (1931),8
Morley (1933),9 Navarro Tomás (1956),10 Maldonado (1965),11 López Estrada (1982),12
Pellen (1994),13 Goncharenko (1988),14 Marcos Marín (1997) 15 Duffell (2002)16 y
Segovia (2005), que a juicio también de Montaner Frutos es la opción más razonable, si bien
este autor apunta que la mayoría de estas propuestas son excesivamente rígidas, puesto que
el modelo rítmico del Cantar no responde a un patrón fijo, sino variable en función del
servicio a una cadencia, de modo que, dependiendo de la longitud de los versos, pueda
aumentar o disminuir el número de acentos por hemistiquio, en función del número de
intervalos átonos que aparezcan en cada verso.17 Orduna, en 1987, postula la presencia de
inflexiones de intensidad secundarias,18 y en esta línea se sitúan otras teorías que
combinan varios parámetros.19 En todo caso, la importancia de los acentos no supone que
haya que prescindir completamente de la cantidad de sílabas en relación con el estudio de la
métrica de este poema.20

En principio, todos los versos riman en asonante, pero las asonancias no son tampoco
totalmente regulares ni muy variadas (se usan once tipos de asonancia). Lo fundamental, en
todo caso, es la asonancia de la última sílaba tónica y se debe tener en cuenta que a partir de
esta última sílaba tónica no se considera a efectos de rima la vocal «e», fenómeno que está
en relación con la «e» paragógica o añadida a las palabras terminadas en consonante de la
poesía épica.

Los versos se agrupan en tiradas de extensión variable. En la edición de Menéndez Pidal la


longitud varía entre 3 y 190 versos,21 cada una de las cuales tiene la misma rima y suele
constituir una unidad de contenido, aunque el cambio de asonante no puede reducirse a
reglas. El cambio de rima puede obedecer a una transición a otro lugar, al desarrollo más en
detalle de algún episodio o a una variación en el estilo del discurso, la identificación del
interlocutor en un diálogo, el cambio de la voz emisora (del narrador a un personaje, por
ejemplo) o la introducción de digresiones.
Fuentes

La Historia Roderici, una biografía en latín de hacia 1190, fue una de las fuentes de
información que seguramente proporcionó datos históricos al autor del Cantar de mio Cid,
especialmente para los episodios que transcurren desde la batalla de Tévar hasta la lucha
con Yúcef, que refleja hechos que se produjeron realmente en la batalla de Cuarte.

El Cantar de mio Cid reaprovecha una buena cantidad de noticias históricas, a menudo
transformadas por las necesidades literarias de adecuar la historia al género de los cantares
de gesta y a lo que se esperaba de un héroe épico, e inventa otra serie de pasajes, el más
destacado el de la afrenta de los infantes de Carrión, que es toda ficticia, pues ni siquiera se
ha podido comprobar la existencia de estos condes.

Dejando al margen la posibilidad, no demostrada, de que pudiera haber cantares épicos


sobre el Cid anteriores al que se ha conservado, y rechazada la existencia de unos presuntos
«cantos noticieros», de los que no existe ningún testimonio,22 la principal fuente del Cantar
sería la historia oral, y parcialmente a pasajes que en última instancia remiten a la Historia
Roderici,23 aunque queda la objeción de que el cantar de gesta omite completamente el
servicio de Rodrigo Díaz a los reyes taifas de Zaragoza, que en la biografía latina está
relatado con considerable extensión, pero esto mismo sucede con el himno panegírico
Carmen Campidoctoris, que también silencia este periodo en la selección que hace de los
episodios narrados en la Historia Roderici.24

Para otros datos, como los nombres de los personajes históricos, pudo haber utilizado
también la documentación legal de la época, en su condición de letrado, si bien por
reminiscencias de documentos manejados por otros motivos, y no acudiendo expresamente
a archivos de diplomas sobre Rodrigo Díaz para documentar la obra que estaba escribiendo,
lo cual es un planteamiento anacrónico, además de que este tipo de documentación no
ofrece el material que sería necesario para componer un poema épico.25 Fue este
procedimiento de composición en el que se fundamentaron las tesis de Colin Smith, que
defendió que el autor era Per Abbat, identificándolo con un clérigo y jurista burgalés.26

Así pues, aunque secundariamente el autor del Cantar pudo recibir información procedente
de documentos jurídicos y de la Historia Roderici, la información histórica del Cantar de mio
Cid proviene, fundamentalmente, de la historia oral, cuya vitalidad era mucho mayor en el
siglo XII de lo que hoy se podría pensar: todavía en 1270, los colaboradores de la Estoria de
España de Alfonso X el Sabio manejaban información obtenida de noticias orales sobre la
época del Cid.24

Si existió una tradición de cantares de gesta hispánicos anteriores al de mio Cid (algo que
niegan autores como Colin Smith), este heredaría su sistema métrico, que sería una
romanización del hexámetro latino adaptado con acentos de intensidad, en lugar de
cantidad. Pero la más clara influencia se da con respecto a la épica francesa del siglo XII, en
especial la Chanson de Roland (quizá a partir de un Cantar de Roldán hispánico, de cuya
existencia hay indicios), de la que adoptó, entre otros aspectos, el sistema formular. Su eco
se percibe también en otros pasajes concretos, como el verso 20 «¡Dios, qué buen vasallo, si
oviesse buen señor!», la aparición del arcángel San Gabriel, la estructura narrativa de los
combates y el tipo de tácticas y armamentos guerreros, o la figura del obispo guerrero
Jerónimo, paralela a la del Turpín del la chanson de geste francesa.27

Estilo[editar]

Los rasgos más característicos del estilo del poema épico del Cid son su sobriedad retórica,
su realismo y un uso consciente de una lengua arcaizante propia de los cantares de gesta y
que constituyó de hecho una lengua artificial identificada con este subgénero narrativo
hasta el siglo XIV, como muestra el tardío Cantar de las mocedades de Rodrigo.

El realismo, y su asociada sobriedad en el empleo de la retórica, es importante: imprime ya


un sello definitorio a toda la literatura española que vendrá después: La Celestina, la novela
picaresca, el Quijote... Se refleja en la concordancia y descripción cuidadosa de todos
detalles; incluso se lleva en marcos de plata (la moneda del cantar) y en caballos la
contabilidad de lo que gana el Cid como botín en cada una de sus victorias; se describen
detalles tan prosaicos como que se cocinó en las bodas de las hijas del cid e incluso el color
que da a la cara este acto fisiológico: "bermejo viene, ca era almorzado", así como todos los
gestos que hacen los personajes.

La lengua arcaizante y convencional propia de los cantares de gesta ha provocado


dificultades en cuanto a la datación del poema a partir solamente de sus rasgos lingüísticos.
El lenguaje antiguo daba a este verso heroico un tinte venerable, de valor intrínseco por
remitirse a una edad mítica, a un tiempo heroico. Constituiría un registro propio del estilo
sublime o grave medieval. Pero además de los arcaísmos, en esta modalidad lingüística
aparecen cultismos latinos (laudare, el ablativo absoluto las archas aduchas) e incluso
arabismos (la partícula árabe vocativa ya).

En el plano fónico se aprecian aliteraciones, rimas internas y otros efectos eufónicos, muy
relacionados con la naturaleza oral, recitada o semicantada que tenían estos poemas. Así, se
ha propuesto como ejemplo de aliteración el verso 286 («Tañen las campanas en San Pero a
clamor») con su recurrencia en las nasales, que evocan la peculiar acústica de las campanas.
De rima interna, pueden destacarse los siguientes versos:

¡Merced, ya rey e señor, por amor de caridad!

La rencura mayor non se me puede olvidar

oídme toda la cort e pésevos de mio mal,

los ifantes de Carrión, que m' desondraron tan mal.

Cantar de mio Cid, ed. de Montaner Frutos, vv. 3253-3256.

Pasando al ámbito léxico, destaca el uso de expresiones de la variedad lingüística clerical y


jurídica, como «curiador» ('avalista'), «rencura» ('querella'), «entención» ('alegato') o
«manfestar» ('confesar'). Destaca, asimismo, el empleo de dobletes de sinónimos, como «a
rey e a señor», «grandes averes priso e mucho sobejanos», «a priessa vos guarnid e metedos
en las armas» o «pensó e comidió»; un caso especial es el doblete antitético pero en realidad
sinónimo: «venido es a moros, exido es de cristianos», «si a vos pluguiere, Minaya, e non vos
caya en pesar», «antes perderé el cuerpo e dexaré el alma» o «passada es la noche, venida es
la mañana». Paralelo es el uso de las parejas léxicas que incluyen la referencia a un todo
mediante la conjunción de dos términos que se complementan, como es el caso de «grandes
e chicos» (que equivale a 'todo el mundo'), «el oro e la plata» ('riquezas de todo tipo'), «de
noch e de día» ('en todo momento') o «a caballeros e a peones» ('a toda la hueste'). En
general se aprecia un recurso recurrente a las estructuras sintácticas bimembres, que en
ocasiones suponen un oxímoron («e faziendo yo a él mal e él a mí grand pro»).

En cuanto a la sintaxis, es notable el empleo de las llamadas «frases físicas», que realzan la
gestualidad. Así sucede en las expresiones pleonásticas «llorar de los ojos» o «hablar de la
boca». Abundan también los paralelismos sintácticos y semánticos, y es frecuente encontrar
anáforas y enumeraciones:

salveste a Jonás cuando cayó en la mar

salvest a Daniel con los leones en la mala cárcel,

salvest dentro en Roma al señor san Sabastián,

salvest a Santa Susaña del falso criminal.

vv. 339-343, ed. de Montaner Frutos.

Otro recurso notable es la gran cantidad de usos verbales perifrásticos, entre los que
destacan los incoativos querer + infinitivo, tomarse a + infinitivo y compeçar de +
infinitivo. El encabalgamiento es más raro (el cantar se caracteriza por su esticomitia), pero
su uso es muy significativo en este tipo de género literario.

Entre las figuras retóricas, cabe mencionar el uso de la interrogación y la exclamación. Son,
en cambio, muy escasas las figuras de pensamiento. Solo caben mencionar algunas
metáforas sencillas, con valor simbólico y una base asentada en la tradición y la lengua oral.
Un símil ha sido habitualmente señalado, el que se usa para comparar la separación del Cid
y su familia con la fórmula «commo la uña de la carne» (vv. 365 y 2642). Más extendida está
la metonimia, sobre todo en su variedad de sinécdoque (expresar la parte para aludir al
todo). En el verso 16 se dice que en la compañía del Cid se contaban «sessaenta pendones»
(esto es, sesenta caballeros armados con lanza, que remataba en un estandarte o pendón).
Caso notable es la expresión «fardida lança» donde la lanza es sinécdoque de caballero y el
epíteto «fardida» (=ardida, 'fogosa', 'valiente') es en realidad una metáfora que personifica
la virtud del que la enristra. De alcances líricos son los «ojos vellidos catan a todas partes»,
donde los ojos son metonimia sinecdótica de las mujeres del Cid, que acaban de subir al
punto más alto de Valencia para contemplar la riqueza del paisaje que el héroe acaba de
conquistar.
Frases formulares[editar]

La tradición épica posee un recurso expresivo característico consistente en utilizar


determinadas expresiones convertidas en frases hechas que eran utilizadas por los juglares
como recurso que ayuda a la recitación o la improvisación y que se convierten en un
estilema propio de la lengua de los cantares de gesta. El sistema formular del Cantar de mio
Cid está fuertemente influido por el de la chanson de geste del norte de Francia y occitania
del siglo XII, aunque con fórmulas renovadas y adaptadas a su ámbito espacio-temporal
hispánico de hacia 1200.

El recurso consiste en la repetición estereotipada de frases hechas y, a menudo,


deslexicalizadas, que ocupan habitualmente un hemistiquio y, en su caso, aportan la palabra
de la rima, por lo que, en origen, tendrían la función de solventar las lagunas de recitado
improvisado del juglar. Con el tiempo se convirtió en un rasgo de estilo de la variedad
lingüística particular (Kunstsprache) propia del género épico. Algunas de las más frecuentes
en el Cantar son:

aguijó mio Cid 'espoleó [a su caballo] mio Cid', en ocasiones usado con otro personaje, como
«el conde», v. 1077

metió mano al espada/al espada metió mano 'empuñó la espada'

por el cobdo/la loriga ayuso la sangre destellando

mio vassallo de pro

El epíteto épico[editar]

Se trata de locuciones o perífrasis fijas usadas para adjetivar positivamente a un personaje


protagonista que se define e individualiza con esta designación. Puede estar constituido por
un adjetivo, oración adjetiva o una aposición al antropónimo con función especificativa y no
únicamente explicativa. Es el Cid quien mayor número de epítetos épicos, que en última
instancia forman parte del sistema de fórmulas y frases hechas. Los más utilizados para
referirse al héroe son:

El Campeador

El de la barba vellida (barba poblada, vellosa)

El que en buen hora nasció

El que en buen hora cinxo espada (ciñó su espada, es decir, fue armado caballero)

Pero también los afectos y allegados del Cid reciben epítetos. Así, el rey es «el buen rey don
Alfonso», «rey ondrado» ('honrado'), «mi señor natural», «el castellano», «el de León».
Jimena, su esposa, es «mugier ondrada»; Martín Antolínez es el «burgalés de
pro/complido/contado/leal/natural»; Álvar Fáñez (además de que el «Minaya» que lo suele
anteceder como apelativo pudiera ser un epíteto), es «diestro braço». Incluso la legendaria
montura del Cid, Babieca, es «el caballo que bien anda» y «el corredor»; o Valencia, que es
«la clara» y «la mayor».

La voz enunciadora[editar]

El discurso o relato está emitido desde la voz de un narrador omnisciente que usa de forma
muy libre los tiempos verbales con función estilística. Habitualmente proporciona más
información de la que tienen los personajes, creando un desfase entre las expectativas del
público y la de los protagonistas que conduce a lo que se ha venido en llamar ironía
dramática; ello puede crear comicidad o hacer surgir tensión conflictiva. Como ejemplo, se
puede referir el momento en que los infantes de Carrión se llevan a las hijas del Cid. El
auditorio sabe que tienen planeado maltratarlas pero no el héroe, que las deja marchar de
su protección. Por otra parte, un caso de comicidad es el episodio del empréstito de las arcas
a los judíos Rachel y Vidas; el público sabe, con el Cid, que están llenas en su mayor parte de
arena, pero los avaros prestamistas la imaginan repleta de riquezas.

El narrador se posiciona siempre en favor del Cid (toma partido en su alborozo por la
llegada, gracias al Campeador, del obispado a Valencia: «¡Dios, qué alegre era todo
cristianismo, / que en tierras de Valencia señor avié obispo!», vv. 1305–1306), y contra sus
antagonistas, como el Conde de Barcelona, a quien tilda de petulante. Para buscar la
complicidad con el auditorio, el narrador abandona en ocasiones la tercera persona para
dirigirse a los oyentes con fórmulas apelativas en segunda persona o refiriéndose a él
mismo en primera persona. Por ejemplo cuando se celebran las bodas de las hijas del Cid en
Valencia, exclama ante su público: «sabor abriedes de ser e de comer en el palacio», v. 2208
('Os encantaría estar y comer en el palacio').

El manuscrito[editar]

Existe un ejemplar único acéfalo (esto es, aquel al que le falta el comienzo, en codicología)
que actualmente se encuentra en la Biblioteca Nacional en Madrid y se puede consultar en la
Biblioteca Digital Hispánica y en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes. Además del folio
inicial, le faltan otros dos, de unos cincuenta versos cada uno, después de los versos 2337 y
3507. Las tres lagunas pueden reconstruirse por medio de las prosificaciones de las
crónicas. La primera se transcribe en dos: la Estoria de España y la Crónica de Castilla. En la
Estoria de España mandada escribir por Alfonso X el Sabio se dice así:

Et él después que ovo leídas las cartas, como quier que ende oviese gran pesar, non quiso ý
ál fazer, ca non avié plazo más de nueve días en que saliese. Enbió por sus parientes e por
sus vasallos, e díxoles cómo el rey le mandava salir de su tierra e que non le dava de plazo
más de nueve días, e que querié saber d’ellos cuáles querién ir con él o cuáles fincar. Minaya
Álvar Fáñez le dixo: “Cid, todos iremos convusco e servos hemos leales vasallos”. Todos los
otros dixieron otrosí que irién con él donde quier que él fuese, e que se non quitarién d’él
nin le desamparién por ninguna guisa. El Cid gradeciógelo estonces mucho, e díxoles que si
Dios le bien feziese, que gelo galardonarié muy bien. Otro día salió el Cid de Bivar con toda
su compaña…28
En la Crónica de Castilla se dice más o menos lo mismo, pero conservando algunas rimas
asonantes por una mala prosificación:

Enbió el Cid por todos sus amigos e sus parientes e sus vasallos, e mostroles en cómo le
mandava el rey sallir de la tierra fasta nueve días. E díxoles: “Amigos, quiero saber de vós
cuáles queredes ir comigo. E los que comigo fuerdes, de Dios ayades buen grado, e los que
acá fincáredes, quiérome ir vuestro pagado”. Estonce fabló Álvar Fáñez, su primo cormano:
“Conbusco iremos todos, Cid, por yermos e por poblados, e nunca vos falleceremos en
cuanto seamos bivos e sanos, conbusco despenderemos las mulas e los cavallos, e los averes
e los paños; siempre vos serviremos como leales amigos e vasallos”. Estonce otorgaron
todos lo que dixo Álvar Fáñez e mucho les gradeció mio Cid cuanto allí fue razonado. […] E
desque el Cid tomó el aver, movió con sus amigos de Bivar29

Para la segunda y tercera lagunas solo se puede recurrir a la Estoria de España; la segunda
dice así:

El Cid cuando lo oyó, sonriose un poco e dixo a los infantes: “esforzad infantes de Carrión e
non temades nada. Estad en Valencia a vuestro sabor”. Ellos en esto estando, embió el rey
Búcar decir al Cid que le dexase a Valencia e se fuese en paz, e si no, que le pecharié cuanto ý
avié. El Cid dixo a aquese que traxo el mensaje: “Dezid a Búcar aquel fi de enemiga que ante
d’estos tres días le daré yo lo qu’él demanda”. Otro día mandó el Cid armar todos los suyos e
salió a los moros. Los infantes de Carrión pidiéronle entonces la delantera. E después que el
Cid ovo paradas sus azes, don Ferrando, el uno de los infantes, adelantóse por ir ferir a un
moro a que dezién Aladraf. El moro cuando lo vío, fue contra él otrosí, e el infante con el
grant miedo que ovo d’él volvió la rienda e fuxo, que solamente non le osó esperar. Pero
Bermúdez, que iva cerca d’él, cuando aquello vío, fue ferir en el moro e lidió con él e lo
matólo. Desí tomó el cavallo del moro e fue empós del infante que iva fuyendo e díxole: “don
Ferrando, tomad este cavallo e dezir a todos que vós matastes el moro cuyo era, e yo
otorgarlo he convusco”. El infante le dixo: “don Pero Bermúdez, mucho vos gradesco lo que
vós dezides29

La tercera laguna se suple con el texto siguiente:

Señor, ruégovos que estos cavalleros que yo aquí vos dexo que me los embiedes
onradamente para Valencia. E pues que vós tenedes por bien que esta lid sea en Carrión,
quiérome yo ir para Valencia”. Estonce mandó dar el Cid a los mandaderos de los infantes de
Navarra e de Aragón bestias e todo lo ál que menester ovieron, e embiólos. El rey don
Alfonso cavalgó estonces con todos los altos omnes de su corte para salir con el Cid que se
iva fuera de la villa. E cuando llegaron a Çocodover, el Cid yendo en su cavallo que dezién
Babieca, díxole el rey: “don Rodrigo, fe que devedes que arremetades a ese cavallo de que
tanto bien oí dezir”. El Cid tornóse a sonreír e dixo: “señor, aquí en vuestra corte ha muchos
altos omnes e guisados para fazer esto, e a esos mandat que trobejen con sus cavallos”. El
rey le dixo: “Cid, págome yo de lo que vós dezides, mas quiero toda vía que corrades ese
cavallo por mio amor”. El Cid arremetió estonces el cavallo, tan de rezio lo corrió que todos
se maravillaron del correr que fizo. Entonces veno el Cid al rrey e díxole que tomase aquel
cavallo29

En el siglo XVI se guardaba el manuscrito en el Archivo del Concejo de Vivar. Después se


sabe que estuvo en un convento de monjas del mismo pueblo. Ruiz de Ulibarri realizó una
copia manuscrita en 1596. Eugenio de Llaguno y Amírola, secretario del Consejo de Estado,
lo sacó de allí en 1779 para que lo publicase Tomás Antonio Sánchez. Cuando se terminó la
edición, el señor Llaguno lo retuvo en su poder. Más tarde pasó a sus herederos. Pasó
después al arabista Pascual de Gayangos y durante ese tiempo, hacia 1858, lo vio y consultó
Damas-Hinard para realizar una edición. A continuación fue enviado a Boston para que lo
viera el hispanista Ticknor, amigo de Gayangos. En 1863 ya lo poseía el primer marqués de
Pidal (por compra) y estando en su poder lo estudió Florencio Janer. Con posterioridad lo
heredó Alejandro Pidal y en su casa lo estudiaron Karl Vollmöller, Gottfried Baist,
Huntington y Ramón Menéndez Pidal. Finalmente fue adquirido por la Fundación Juan
March el 20 de diciembre de 1960 y el día 30 de ese mismo mes lo donó al Ministerio de
Cultura, que lo adscribió a la Biblioteca Nacional.30

Se trata de un tomo de 74 hojas de pergamino grueso, al que como ya se ha dicho le faltan


tres: una al inicio y dos entre las hojas 47 y 48 la primera, y 69 y 70 la tercera. Otras 2 hojas
le sirven de guardas. El manuscrito es un texto seguido sin separación en cantares, ni
espacio entre los versos y las tiradas, los cuales se inician siempre con letra mayúscula
según la costumbre. En muchas de sus hojas hay manchas de color pardo oscuro, debidas a
los reactivos utilizados ya desde el siglo XVI para leer lo que, en principio, había
empalidecido y, después, se hallaba oculto a causa del ennegrecimiento producido por los
productos químicos previamente empleados. De todos modos, el número de pasajes
absolutamente ilegibles no es demasiado alto y en tales casos, además de la edición
paleográfica de Menéndez Pidal, existe como instrumento de control la copia de Ulibarri del
siglo XVI y otras ediciones anteriores a la de Pidal.

La encuadernación del tomo es del siglo XV. Está hecha en tabla forrada de badana y con
orlas estampadas. Quedan restos de dos manecillas de cierre. Las hojas están repartidas en
11 cuadernos; al primero le falta la primera hoja; al séptimo le falta otra, lo mismo que al
décimo. El último encuadernador hizo algunas averías importantes en el tomo.

La letra del manuscrito es clara y cada verso empieza con mayúscula. De vez en cuando hay
letra capital. Los últimos estudios aseguran que, tras analizar todos los aspectos pertinentes,
el códice pertenece a la primera mitad del siglo XIV, más concretamente entre 1320 y 1330,
y con preferencia en el último lustro de esta década,31 y fuera elaborado o encargado
posiblemente por el monasterio de San Pedro de Cardeña a partir de un ejemplar
preexistente del Cantar tomado en préstamo.32

Datación

Folio 74 recto del Cantar de mio Cid, donde se puede leer el éxplicit «Quien escrivió este
libro de Dios paraíso, amen / Per Abbat le escrivió en el mes de mayo en era de mil e. CC XLV
años», vv. 3731-3732.
Solamente se conserva en una copia realizada en el siglo XIV (como se deduce de la letra del
manuscrito) a partir de otra que data de 1207 y fue llevada a cabo por un copista llamado
Per Abbat, que transcribe un texto compuesto probablemente pocos años antes de esta
fecha.

La fecha de la copia efectuada por Per Abbat en 1207 se deduce de la que refleja el éxplicit
del manuscrito: «MCC XLV» (de la era hispánica, esto es, para la datación actual, hay que
restarle 38 años).

Quien escrivió este libro de Dios paraíso, amen

Per Abbat le escrivió en el mes de mayo en era de mil e. CC XLV años.33

Este colofón refleja los usos de los amanuenses medievales, que cuando finalizaban su labor
de transcribir el texto (que era lo que significaba «escribir»), añadían su nombre y la fecha
en que terminaban su trabajo.

El autor y la fecha de composición[editar]

En virtud del análisis de numerosos aspectos del texto conservado, los críticos literarios lo
atribuyen a un autor culto, con conocimientos precisos del derecho vigente a finales del
siglo XII y principios del XIII, y que podría estar relacionado (por su conocimiento de la
microtoponimia) con la zona aledaña a Burgos, Medinaceli (actual Soria), la zona fronteriza
de Castilla con Aragón, la Alcarria o el valle del Jiloca.26 Los filólogos, sin embargo, como
Diego Catalán, basado en la interpretación de la estructura social, o Francisco Marcos Marín,
a partir de datos lingüísticos que apoyan la existencia de una versión previa,
lingüísticamente más arcaica, con vestigios de la -d < -t de la tercera persona, por ejemplo,
defienden la necesidad de una versión anterior, no conservada, escrita a mediados del siglo
XII.

La lengua utilizada es la de un autor culto, un letrado que debió trabajar para alguna
cancillería o al menos como notario de algún noble o monasterio, puesto que conoce el
lenguaje jurídico y administrativo con precisión técnica, y que domina varios registros, entre
ellos, claro está, el estilo propio de los cantares de gesta medievales, que necesitaban ciertos
estilemas exclusivos, como el epíteto épico o el lenguaje formular.

La geografía aporta otro dato: el hecho de que Medinaceli aparezca como plaza
definitivamente castellana, y no como ciudad fronteriza en litigio entre varios reinos
fronterizos, solo puede remitir a la segunda mitad del siglo XII. Por ejemplo, en 1140 era
aragonesa.

La sociedad reflejada en el Cantar testimonia la vigencia del «espíritu de frontera», que solo
se dio en la extremadura aragonesa y castellana a fines del siglo XII, pues las necesidades
guerreras en las fronteras permitió a los infanzones las condiciones de rápido ascenso social
y relativa independencia que tenían los hidalgos de frontera que vemos en el Cantar y que se
dieron históricamente a partir de la conquista de Teruel. Así también es histórico el estatus
de «moros en paz» del Cid, es decir, los primeros mudéjares, necesarios en territorios con
poca población cristiana, como la extremadura soriana y turolense.

El derecho muestra que la descripción técnica detallada de las cortes o vistas remiten al
«riepto» o juicio con combate singular, institución influida por el derecho romano, y solo
introducida en España a fines del siglo XII. Asimismo, la presencia de la legislación de la
extremadura aragonesa y castellana (los fueros de Teruel y Cuenca datan de fines del XII y
principios del XIII respectivamente) nos llevan como muy pronto a 1170.

La sigilografía nos dice que el sello real (la «carta... fuertemientre sellada» de los vv. 42–43)
solo está documentado bajo el reinado de Alfonso VIII de Castilla a partir de 1175.

Desde el punto de vista de la heráldica, que llega a la Península Ibérica hacia 1150, aparece
en el Cantar el uso simbólico (sobreseñal) con el ornato en la sobreveste de los caballeros,
una túnica que se ponía la vestimenta. Esta utilización emblemática tiene su testimonio más
temprano en un sello de Alfonso II de Aragón de 1186.26

Desde la sociología y la lexicografía diacrónica, el testimonio más antiguo del término


«fijodalgo» (hidalgo) remite a 1177, y el de «ricohombre» a 1194.26

En la Edad Media «escribir» significaba solo «ser el copista», para lo que hoy conocemos
como autor habría de decir «compuso» o «fizo». Esto invalida la teoría de Colin Smith de que
el autor fue Per Abbat, aunque, como es lógico, supone que la fecha de composición no pudo
ser posterior a 1207, sin embargo es muy poco posterior a la redacción original.

Estatua del Cid, en Burgos.

Pidal daba como fecha del éxplicit 1307, aduciendo que habría una tercera 'C' borrada en el
manuscrito, siguiendo la conjetura del primer editor del Cantar Tomás Antonio Sánchez
(1779).34 Pero según queda demostrado en investigaciones recientes, en especial el CD
anexo a la edición de Alberto Montaner, nadie ha podido observar el más mínimo rastro de
tinta de una «C» borrada. Montaner utiliza todos los medios técnicos a su alcance, incluida la
visión infrarroja. Lo más probable es que el copista dudara y dejara un espacio algo mayor
por si acaso (como hace en otros lugares del poema) o que intentara evitar unas
imperfecciones del pergamino. También pudo ser que hiciera dos incisiones pequeñísimas
con el cuchillito de raspar (cultellum) que servía para las correcciones, pues estas sí se han
observado al microscopio, y son incisiones rectas (no una raspadura de borrado como
defendía Menéndez Pidal, que dejaría la textura rugosa) que pudieron inducir al copista a
evitar ese espacio para que no se corriera sobre la hendidura la tinta. El mismo Pidal llegará
a admitir que no habría esa tercera «C» borrada, porque, en todo caso, el defecto de textura
del manuscrito o «la arruga» según él sería anterior a la escritura. Para él, Per Abbat sería un
copista de un texto del 1140, pero el argumento de la difusión popular de la genealogía
cidiana actúa también en su contra, pues el Cid no emparentó con todas las dinastías
españolas hasta el año 1201; también se apoyaba en que un poema latino menciona al Cid,
el Poema de Almería, pero este es de datación insegura (pudiera ser de finales del XII) y,
sobre todo, no alude al Cantar, sino al propio Cid, que ya era conocido por sus hazañas. En
cuanto a los arcaísmos, queda claro, como dice Rusell y otros autores, que lo que pasa es que
hay una kunstsprache en la poesía heroica, como demuestra el hecho de que en las
Mocedades de Rodrigo, del siglo XIV, se usen los mismos arcaísmos, con similares epítetos
épicos y lenguaje formular. En cuanto al autor, Pidal primero habla de un poeta de
Medinaceli con conocimiento de San Esteban de Gormaz; luego habla de dos poetas:
primera versión corta y verista por un poeta de San Esteban, luego refundición de uno de
Medinaceli. Pero Ubieto demostró que la geografía local del área de San Esteban de Gormaz
era desconocida para el autor, debido a grandes imprecisiones y lagunas, por ejemplo, el no
situar correctamente las márgenes del Duero, y, sin embargo, hay un conocimiento
exhaustivo de los topónimos del valle del Jalón (Cella, Montalbán, Huesa del Común), la zona
de la provincia de Teruel. Además localiza varias palabras exclusivas del aragonés, que no
podía conocer un autor castellano. Por otro lado, el Cantar refleja la situación de los
mudéjares (con personajes como Abengalbón, Fariz, Galve, incluso de gran lealtad al Cid),
que fueron necesarios para repoblar la extremadura aragonesa, y por tanto, estaban muy
presentes en la sociedad del sur de Aragón, cosa que no ocurría en Burgos. Por tanto, según
Ubieto, el autor provendría de alguno de esos lugares. Hay que recordar que Medinaceli fue
en ese tiempo un lugar en disputa que estuvo en ocasiones en manos aragonesas. Rafael
Lapesa también defendió una datación antigua en Estudios de historia lingüística española,
donde intentaba mostrar que la composición del cantar dataría de entre 1140 y 1147, pero
sus argumentos a este respecto son muy endebles.

Colin Smith, como se dijo, consideró a Per Abbat el autor de la obra. También piensa que el
texto de la Biblioteca Nacional sería copia del de Per Abbat. Para este autor 1207 sería la
fecha real de composición, y relacionó Per Abbat con un notario de la época del mismo
nombre, al que supuso un gran conocedor de la poesía épica francesa, y que sería quien
compuso el Cantar inaugurando la épica española, sirviéndose de sus lecturas y de las
chansons de geste, y mostrando su formación jurídica. Según Smith, tanto el sistema
formulario del Cantar como su métrica son préstamos de la épica francesa. Sin embargo,
aunque no cabe duda que los ciclos épicos franceses influyen en la literatura española —
como demuestra el que aparezcan en esta personajes como Roldán, Oliveros, Durandarte o
Berta la de los grandes pies— las enormes diferencias en cuanto a elementos maravillosos,
exageración de las hazañas del héroe y menor realismo, hacen que el Cantar pudiera ser
redactado por cualquier escritor culto de la época, sin necesidad de tener un modelo francés
cercano. De todas maneras, su profunda erudición puso en la pista de la datación actual de
fines del XII o principios del XIII a los más acreditados investigadores sobre temas de fecha y
autoría. Además, el propio Colin Smith modificó su tesis inicial en sus escritos posteriores
reconociendo que Per Abbat pudo ser solo el copista y que el Cantar no fue el punto de
partida de la épica medieval española; la fecha de composición la situaría también en los
años anteriores a 1207; mantendría, no obstante, la autoría culta y letrada para el poema.
Todas estas cuestiones han sido debatidas por extenso por Alan Deyermond, Antonio Ubieto
Arteta, María Eugenia Lacarra, Colin Smith, Jules Horrent y Alberto Montaner Frutos, quien
se ocupó de sintetizar todas las propuestas en su edición del Cantar.

Así pues, toda una serie de circunstancias históricas y sociales llevan a los investigadores
actualmente a la conclusión de que hay un único autor, que compuso el Cantar de mio Cid
entre fines del siglo XII y principios del siglo XIII, (de 1195 a 1207) que podría conocer la
zona aledaña a Burgos, la Alcarria y la del valle del Jalón, culto, y con profundos
conocimientos jurídicos, posiblemente notario o letrado.

Los personajes[editar]

Los personajes principales de la obra son todos reales, como Rodrigo Díaz de Vivar, Alfonso
VI, Diego y Fernando González (infantes de Carrión), García Ordóñez, Yúçef ben Texufín o
Minaya Álvar Fáñez (conquistador de Toledo e históricamente un héroe casi tan grande
como el mismo Cid), así como muchos secundarios (Jimena Díaz, prima de Alfonso VI), el
Conde don Remont (Berenguer Ramón II), el "moro de paz" Abengalbón, el obispo don
Jerome (Jerónimo de Perigord), Muño Gustioz, Diego Téllez, Martín Muñoz, Álvar
Salvadórez, Galín García, Asur González, Gonzalo Ansúrez, Álvar Díaz...); de otros no se sabe
si son reales o ficticios (Pero Bermúdez, Martín Antolínez, Félez Muñoz, Raquel -que sería en
realidad Raguel o Roguel- e Vidas...), otros son ficticios (los moros Tamín, Fáriz, Galve) y
unos pocos aparecen con el nombre equivocado (las hijas del Cid, Elvira y Sol, son en
realidad Cristina y María; Sancho, abad de Cardeña, se llamaba en realidad Sisebuto; Búcar,
rey de Marruecos, es en realidad el general almorávide Sir ben Abu-Béker).35

El héroe, Rodrigo Díaz, el Cid, está más caracterizado por sus actitudes y personalidad que
por su físico, del cual solo se destaca su gran barba ("¡Oh Dios, cómo es bien barbado!" v.
789; "el de la crecida barba", v. 1226; "el Cid de la barba grande", v. 2410, etc.) que se ata con
un cordón y promete no cortarse hasta que vuelva a la Corte en señal de duelo, y su
fortaleza. Es además un diestro guerrero, piadoso, buen padre, fiel al rey hasta la
humillación: a su paso ("las yervas del campo a dientes las tomó", v. 2022), amigo incluso de
paganos musulmanes, pues uno de sus mejores ("myo amigo natural", v. 1479; "amigo sin
falla", v. 1528) es un mudéjar o sarraceno rico, Abengalbón, quien descubre el complot de
los Infantes para matarlo y robarlo por medio de un "moro ladinado" o disfrazado de
cristiano que escucha su conjura; sin embargo, los perdona en deferencia al Cid,
mostrándoles así en qué radica la verdadera nobleza (episodio que inaugura una larga
tradición de maurofilia en la literatura castellana).

Pero lo que realmente define al Cid, como determinó Ramón Menéndez Pidal, es la mesura,
un rasgo propio del modo de ser castellano que apenas puede traducirse por "serenidad",
"equilibrio" o "contención": el Cid nunca pierde la fe en sí mismo aun en las circunstancias
más duras y se prevalece de un fundamental optimismo, rechazando incluso malos agüeros
en una época en que la superstición era lo normal y mucho más común que hoy. Su venganza
es más jurídica que violenta: exige Cortes al Rey, quien las convoca en Burgos, y reclama la
devolución de la dote que les dio a los infantes a cambio del casamiento de sus hijas;
asimismo, para no mancharse con la vileza de los Infantes, y pues que los verdaderos
responsables de su deshonra son los capitanes de sus mesnadas, quienes le han ocultado la
cobardía de los mismos, deja en sus manos la resolución del conflicto de honor mediante el
riepto o duelo para lavar su propia honra en señal de respeto a la del Cid. El Cid no es un
personaje invulnerable a los sentimientos, ni tampoco un engreído, como Roldán: se
emociona y reza cuando es oportuno y, al soltarse un león, no lo mata para exhibir su fuerza
como haría cualquier bárbaro caballero, sino que respeta la nobleza del león y lo devuelve a
su lugar, la jaula, porque esto es lo correcto y lo que también él debe hacer: estar en su sitio,
demostrando su mesura de gran caballero. El episodio, uno de los ficticios creados en el
cantar (junto con otros como el del robledo de Corpes o las arcas de los judíos, este último
proveniente de un apólogo incluido ya en la Disciplina clericalis de Pedro Alfonso), es
parodiado en el Don Quijote de la Mancha, II, 17 de Miguel de Cervantes cuando el personaje
principal hace abrir la jaula de un león y este le da la espalda sin hacerle caso. Por demás, el
Cid es también un hombre honrado que posee mala conciencia: se siente incómodo cuando
Antolínez engaña a los judíos Raquel e Vidas y se intenta calmar pensando que se ha visto
forzado a ello; cuando en el futuro Álvar Fáñez se los vuelva a encontrar, la respuesta no será
precisamente la devolución de los fondos: Álvar Fáñez les da largas, simplemente, algo que
el Cid, el héroe propiamente dicho, sería incapaz de hacer.

Pese a todo, la caracterización de Álvar Fáñez es la de un digno lugarteniente que participa


de todas las virtudes del Cid (aunque no precisamente la de pagar las deudas, como ya se ha
visto), pero hay una que sobresale en él: es un gran diplomático, por lo cual el Cid lo escoge
siempre para enviar sus embajadas ante el rey Alfonso VI con los regalos que son parte
proporcional del botín. Martín Antolínez, "el burgalés complido", esto es, "perfecto", destaca
como un personaje leal y generoso (provee de víveres a Rodrigo, empobrecido por el Rey),
pero también es el astuto que idea la trapacería de los cofres con que estafa a los judíos
Raquel e Vidas, un episodio del cual algunos críticos han aducido rasgos de antisemitismo.
Es igualmente un gran guerrero que se enfrenta a los Infantes en los duelos finales.

Pero Bermúdez, sobrino del mismo Cid y primo de sus hijas, es tartamudo y se le caracteriza
como un hombre fogoso, impaciente y lleno de entusiasmo y empuje, hasta el punto de que,
sorteado entre los capitanes el honor de cruzar el acero en primer lugar en la batalla, olvida
que a él no le ha tocado esta distinción y es el primero en hacerlo. Los demás capitanes de
las mesnadas del Cid bromean por su tartamudez llamándole "Pero Mudo", pero pierde, con
un gran golpe de efecto, este freno lingual cuando debe retar a uno de los Infantes en un
potente discurso en el tercer cantar, empezando su alocución con el primer refrán que se ha
transmitido en la literatura española: "lengua sin manos, cuemo osas fablar".

La atención hasta los más pequeños detalles en la caracterización se percibe incluso en el


cuidado que se da a personajes menores o episódicos como Félez Muñoz, el paje pariente
lejano del Cid que no duda en estropear el pobre sombrero que se ha regalado con la
miserable parte que le ha correspondido por el botín valenciano llenándolo de agua para
socorrer a sus primas, vejadas y abandonadas en el Robledal de Corpes para que se las
coman los lobos por los infames Infantes de Carrión. Este acto lo define como "noble"...
aunque también subraya esta actitud la generosa sangre del Cid que corre por sus venas.
Doña Jimena es bosquejada como una madre piadosa... y como una mujer orgullosa, que ha
tenido que soportar una gran vergüenza en su obligada reclusión en el monasterio de San
Pedro de Cardeña: "Sacado me habéis, oh Cid, de muchas vergüenzas malas: / aquí me
tenéis, señor: vuestras hijas me acompañan, / para Dios y para vos son buenas y bien
criadas".

Por otra parte, los Infantes de Carrión están descritos con un realismo y una penetración
tales en los motivos de la vileza que se llega al escalofrío. No se para en barras el texto al
referir que, cuando están azotando a sus esposas, competían por ver quién daba los mejores
golpes, detalle de sadismo que refleja verdaderamente a un poeta creador que ha penetrado
hondamente dentro de la misma psicopatía de la maldad, despojándola de toda posible
justificación. Los "malos" del poema, a diferencia de los de la epopeya francesa, el Ganelón
de la Chanson de Roland, por ejemplo, carecen absolutamente de nobleza y de grandeza, y
aun incluso de humanidad. Pero otro de los personajes negativos, el catalán Conde don
Remont, se muestra muy diferente: aparece como un fatuo y engreído cortesano que se
avergüenza de haber sido vencido por esos "malcalçados" de los castellanos, negándose a
comer hasta que, apiadado más por los pitorreos que ejercen sobre él sus mesnaderos que
por el hambre que pueda sufrir el personaje, el Cid logra con su condescendencia que
transija en alimentarse.

Ediciones[editar]

Tomás Antonio Sánchez, "Poema del Cid", en Colección de poesías castellanas anteriores al
siglo XV, vol. I. Madrid, 1779, pp. 220-404.

Jean Joseph Stanislas Albert Damas Hinard, Poëme du Cid, texte espagnol accompagné d'une
traduction française, des notes, d'un vocabulaire et d'une introduction, París, 1858.

Florencio Janer, "Cantares del Cid Campeador, conocidos con el nombre de Poema del Cid",
en Biblioteca de Autores Españoles... Poetas castellanos anteriores al siglo XV... Madrid:
Manuel Rivadeneyra, 1864. Coteja críticamente el texto del manuscrito, cedido por Pedro
José Pidal, con el de Tomás Antonio Sánchez y el de Damas Hinard, y añade las suyas a las
notas de ambos.

Andrés Bello, "Poema del Cid", en Obras completas de Don Andrés Bello, vol. II. Santiago de
Chile: Imprenta de Pedro G. Ramírez, 1881, pp. 85-303.

Ramón Menéndez Pidal, Cantar de Mío Cid, vol. III, Madrid, 1911; 2.ª ed. en Obras completas
de Ramón Menéndez Pidal, vol. V, Madrid: Espasa-Calpe, 1946; 3.ª ed. Madrid, 1956.

Ramón Menéndez Pidal, Poema de Mío Cid, Madrid: La Lectura, 1911; Madrid: Clásicos
Castellanos, núm. 24, 1913; 13.ª ed. Madrid: Espasa-Calpe, 1971.

Ramón Menéndez Pidal, Poema de Mío Cid, Facsímil de la edición paleográfica, Madrid,
1961.

Ian Michael, Poema de mio Cid, Madrid: Clásicos Castalia núm. 75, 1976; 2.ª ed. 1978.

Christopher Colin Smith, The Poem of the Cid, Oxford: Clarendon Press, 1972; versión
castellana: Poema del Cid, Madrid: Cátedra, 1976, muy reimpresa.
Miguel Garci-Gómez, Poema de mio Cid, Madrid: CUPSA, 1977.

María Eugenia Lacarra, Poema de mio Cid, Madrid: Taurus, 1982. Usa el texto de Colin Smith
y refunde sus notas, las de Menéndez Pidal y las de Ian Michael.

Jules Horrent, Cantar de Mio Cid / Chanson de Mon Cid, Gante: Editions Scientifiques, 1982,
2 vols.

José Jesús de Bustos Tovar, Poema de mio Cid, Madrid: Alianza Editorial, 1983.

Pedro Manuel Cátedra, Poema de mio Cid, Barcelona; Planeta, 1985.

Cantar de mío Cid. Ed., introd. y notas de Alberto Montaner Frutos. Estudio preliminar de
Francisco Rico. Barcelona: Crítica, 1993.

Poema de mio Cid. Est. introd. y notas de Julio Rodríguez Puértolas. Madrid: Akal, 1996.

Poema de mio Cid. Ed., introd. y notas de Eukene Lacarra Lanz. Barcelona: Debolsillo, 2002.

Cantar de mio Cid. Ed. de Alberto Montaner, Barcelona: Biblioteca Clásica de Galaxia
Gutenberg/Círculo de Lectores, 2007.

Adaptaciones modernas

El erudito mexicano Alfonso Reyes Ochoa hizo una versión en prosa moderna en 1919; el
filólogo y poeta de la Generación del 27 Pedro Salinas adaptó el Cantar al castellano
moderno en verso en 1926. Otras versiones rítmicas posteriores en verso está firmadas por
Luis Guarner (1940), el medievalista Francisco López Estrada (1954), fray Justo Pérez de
Urbel (1955), Matías Martínez Burgos (1955), Camilo José Cela (1959) y Alberto Manent
(1968). En prosa, fuera de la ya citada de Alfonso Reyes, existen las versiones de Ricardo
Baeza (1941), de Ángeles Villarta (1948), de Fernando Gutiérrez (1958), del mexicano
Carlos Horacio Magis (1962) y de Enrique Rull (1982).

Saga (literatura)

Se conoce como sagas a un tipo de obras literarias producidas en la Edad Media entre los
siglos XII y XV. Son narraciones en prosa producidas principalmente en Islandia, de origen
casi en su totalidad anónimo, aunque con notables excepciones.

Origen de las sagas[editar]

Hubo discusión sobre el origen de las sagas. Mientras que se veía las sagas como nacidas en
la oralidad y la tradición popular, hoy se entiende más comúnmente que el origen de la saga
se encuentra en la confluencia de la hagiografía y la historiografía.

Antecedentes orales[editar]

Según señala Borges:


Este arte empezó siendo oral, oír cuentos era uno de los pasatiempos de las largas veladas
de Islandia. Se creó así, en el siglo X, una epopeya en prosa: la saga. La palabra es afín a los
verbos sagen y say (decir, y referir) en alemán e inglés. En los banquetes, un rapsoda repetía
las sagas.

Jorge Luis Borges, Antiguas literaturas germánicas color

. La postura de Borges refleja un punto de vista hoy considerado anticuado por la crítica
especializada.

Antecedentes escritos[editar]

Antes de las sagas, existía en Islandia una considerable tradición de literatura cristiana que,
aunque posee características peculiares, es coherente en la literatura europea de la época.

A los relatos de la vida de María o de los santos siguieron las narraciones de los primeros
obispos cristianos de la isla, utilizando un lenguaje barroco y un estilo recargado. Estas son
las sagas de obispos. Obras destacadas de este género son la Maríu saga (Saga de María),
atribuida a Kygri-Bjórn Hjaltason y escrita posiblemente a principios del siglo XIII. La saga
Nidrstigningar (Saga del descenso a los infiernos) existe en manuscritos de la primera mitad
del siglo XIII. Y las Postolasögur (Sagas de los apóstoles), cuyo primer manuscrito es de
1220, aproximadamente. Casi todos estos trabajos eran copias y reelaboraciones de obras
anteriores.

Igualmente, existía desde el siglo XII, una considerable tradición historiográfica. Entre las
primeras obras producidas en Islandia están las historias del país o, más atrás, de los reyes
noruegos. Es considerable la relación entre las sagas de reyes, con marcado carácter
histórico, y las primeras sagas islandesas, donde predomina el elemento literario. El primer
escritor islandés conocido, Ari Thorgilsson (el Sabio), fue historiador, autor de un
Íslendingabók (Libro de los islandeses) y de una primera versión del Landnámabók (Libro
de la Colonización), donde se cuentan los primeros años de la colonización de Islandia por
colonos noruegos. Igualmente, Sæmundr fróði (el Sabio) fue historiador, aunque sus obras
no hayan llegado hasta nosotros.

La fusión de estas dos corrientes se hace claramente visible en las primeras sagas de San
Olaf, que son al mismo tiempo historia y hagiografía. De aquí pudo pasarse, en un breve
lapso de tiempo, a la redacción de historias de otros reyes no santos, de época pagana
incluso. El modelo fundamental para las sagas de islandeses ya estaba formado y sólo había
que tomar como protagonistas, en lugar de reyes extranjeros, grandes personajes
islandeses.

Posteriormente aparecieron otras sagas que tomaban elementos mitológicos de la


antigüedad, por eso se la las llama sagas de los tiempos antiguos, como la Saga Volsunga.

Por último, surgieron en Islandia la llamadas sagas caballerescas o sagas mentirosas, que
incorporan elementos e historias de la literatura europea, como las novelas de caballerías.
Tipos de sagas[editar]

Globalmente se las conoce como sagas nórdicas, pero debido a su carácter diverso se suelen
agrupar en:

Sagas de obispos (Byskupasögur), muy cercana a la hagiografía.

Sagas de los reyes (Konungasögur) , muy cercana a la historiografía.

Sagas de los islandeses (Íslendingasögur), el género literario por excelencia. Narra las vidas
de héroes o familias de Islandia.

Sagas arcaicas, donde abunda el elemento mitológico.

Sagas caballerescas (Riddarasögur), acerca de caballeros del sur de Europa, donde abunda
el elemento legendario.

Sagas de los tiempos antiguos (Fornaldarsögur), obras islandesas de ficción tardías, de los
siglos XIII y XVI.

Sagas de dioses (Götersagas), que se originan de la mitología y la épica germánicas, según


Felix Genzmer.

Sagas de paladines (Kämpensagas), que son sagas caballerescas pero de contenido histórico
más o menos verosímil.

Sagas de proscritos (Skógarmanna sögur), un subgénero de las sagas de los islandeses


protagonizada por fugitivos.

Sagas de poetas (Skáldasögur), un subgénero de las sagas de los islandeses protagonizada


por escaldos.

Características[editar]

El estilo[editar]

Narración.

Uso de la prosa. El verso sólo aparece en poemas intercalados en la narración.

Los personajes[editar]

Son islandeses y noruegos, principalmente, aunque aparecen destacadamente otros


escandinavos.

No hay descripción psicológica, aunque el perfil se intuye por sus acciones o por mención
explícita de caracteres notables. Difieren bastante de la mayoría de los personajes de la
literatura europea del mismo periodo.

No son intrínsecamente buenos o malos, presentan características propias de la naturaleza


humana.

La acción[editar]

El orden es cronológico.

No hay explicación de los motivos que la incitan.

El ambiente[editar]

Ambientada principalmente en Islandia, Noruega y Groenlandia.

Descripción toponímica detallada.

La saga literaria contemporánea[editar]

También, con el nombre de saga, se conoce en el mundo literario contemporáneo, a un


conjunto de series literarias o narraciones, habitualmente del género novelesco,
entrelazadas mediante un argumento central, lo que da origen a un universo literario en el
que llegan a escribir otros autores aparte del autor original. Como ejemplo, la Serie de la
Fundación de Isaac Asimov, un extenso conjunto de novelas y relatos de ciencia ficción
ambientados en un remoto futuro. Otros ejemplos son: El Señor de los Anillos, de J. R. R.
Tolkien (una novela del género fantástico, editada en tres tomos); las heptalogías de Las
Crónicas de Narnia, de C. S. Lewis; La torre oscura, de Stephen King; Harry Potter, de J. K.
Rowling (novelas del género fantástico); la trilogía Los juegos del hambre, de Suzanne
Collins; Divergente, de Veronica Roth (ambas distopías), y Hush, Hush, de Becca Fitzpatrick

MEDIEVALISMO

Se denomina medievalismo no solo a la cualidad o carácter de medieval,1 sino al interés por


la época y los temas medievales y su estudio. Medievalista es el especialista en estas
materias.2 Se desarrolla tanto en la historiografía como en la ficción, con representaciones
de mayor o menores anacronismos o fidelidad a la época; incluso es uno de los temas más
tratados en la pintura de historia. Por su parte, la arquitectura historicista del siglo XIX tuvo
en la Edad Media su principal fuente de inspiración; sobre todo el neogótico, donde destacó
la labor a la vez restauradora y recreadora de Eugène Viollet-le-Duc, y el neomudéjar.

Los abusos románticos de la ambientación medieval, que se usaba con el simple propósito
de aumentar el exotismo, igual que se recurría al orientalismo o a los temas españoles,
produjo ya a mediados del siglo XIX la reacción del realismo de Honoré de Balzac (El público
está harto de España, del Oriente y de la historia de Francia al modo de Walter Scott). Otro
tipo de abusos son los que dan lugar a una abundante literatura pseudohistórica que llega
hasta el presente, y que ha encontrado la fórmula del éxito mediático entremezclando temas
esotéricos sacados de partes más o menos oscuras de la Edad Media (Archivo Secreto
Vaticano, templarios, rosacruces, masones y el mismísimo Santo Grial).3 Algunos de ellos se
vincularon al nazismo, como el alemán Otto Rahn.
Historiografía[editar]

El descrédito de la Edad Media fue una constante durante la Edad Moderna, en la que
Humanismo, Renacimiento, Racionalismo, Clasicismo e Ilustración se afirman como
reacciones contra ella, o más bien contra lo que entienden que significaba, o contra los
rasgos de su propio presente que intentan descalificar como pervivencias medievales. No
obstante en el campo e la erudición, desde fines del siglo XVI se producen interesantes
recopilaciones de fuentes documentales medievales que buscan un método crítico para la
ciencia histórica: Annales ecclesiastici de Cesar Baronius (1588-1607); Historia
normannorum scriptores antiqui, de Duchesne (1619); Italia sacra, de Ferdinando Ughelli
(1644) o Capitularia regum Francorum, de Baluce (1677). Los benedictinos de Saint Maur
sostuvieron una polémica con los jesuitas denominados bolandistas sobre historia
eclesiástica, que está en el origen de la constitución de la ciencia diplomática. En España
fueron significativos los trabajos de José de Moret (Annales del Reyno de Navarra, 1695) y
de Jerónimo Zurita (Anales de la Corona de Aragón, 1562-1580), así como la reelaboración
del cuerpo cronístico en la Historia de España del Padre Mariana (1592-1601). En el siglo
XVIII Muratori reivindicó a los autores medievales italianos en su Eerum italicarum
scriptores, y Thomas Rymer hace lo propio con los ingleses en sus Foedera, conventiones,
literae, et cujuscunque generis acta publica. En Francia el benedictino Charles-François
Toustain (Dom Toustain) y la Académie des Inscriptions et Belles Lettres. En España, las
Antigüedades de España de Francisco de Berganza y los Bularios de las Órdenes Militares,
así como la España sagrada del Padre Flórez.4

El Romanticismo y el Nacionalismo del siglo XIX revalorizaron la Edad Media como parte de
su programa estético y como reacción anti-académica, además de como única posibilidad de
encontrar base histórica a las emergentes naciones.5 Así por ejemplo en la Historia del
pueblo alemán, de Heinrich Luden (Geschichte des Teutschen Volkes, 1825-1845) y el
Seminario de Ranke de 1833 en Berlín; la francesa École Nationale des Chartes (1821); el
austriaco Institut für österreichische Geschischtsforschung (1854) y la belga Commision
Royale d´Histoire (1834). Se multiplicaron las sociedades regionales o locales que se
esforzaban en el rescate y recopilación de fondos. Sin duda el esfuerzo más importante y
fructífero fue Monumenta Germaniae Historica, en el que, entre muchos otros, colaboraron
personalidades como Humboldt y Grimm (el primer tomo apareció en 1826). Guizot en
Francia impulsó la Collection de documents inédits relatifs à la'histoire de France (desde
1835); y desde 1868 la École Pratique des Hautes Études realizó importantes trabajos
medievalísticos, con Gabriel Monod. En Inglaterra se editaron a iniciativa pública los Patent
rolls, Cloose rolls, Rerum birtannicarum medii aevi scriptores y otras muchas recopilaciones
de asociaciones privadas, como la Cadmen Society y la Pipe Roll Society. En Italia, a pesar de
la abundancia de material clásico, no se descuida la investigación del medieval, con la
Historiae patriae monumenta. Historiadores medievalistas destacados fueron los alemanes
Raumer y Stenzel en la primera mitad del siglo y Giesebrecht, Köpe, Dohl, Dahn, Stälin,
Dümler, Sybel, Lamprecht y muchos otros en la segunda mitad. Ingleses como Hallam y
Kemble en la primera mitad del siglo, y Stubbs y Maitland en la segunda. En Francia, además
de los citados Guizot y Monod, destacan Gerard y Delisle, en el último tercio del XIX, y ya a
finales Luchaire, Viollet, Guilhiermoz, Langlois, Lavisse, etc.

En la España del siglo XIX aparece la Colección de documentos inéditos para la historia de
España (1841) y el Memorial histórico español (1851). Próspero Bofarull dirige la
publicación de los documentos del Archivo de la Corona de Aragón. La Real Academia de la
Historia (Actas de las Cortes de los antiguos reinos de León y Castilla), e investigadores
individuales, como Cayetano Rosell (Crónicas de los reyes de Castilla desde don Alfonso el
Sabio hasta los Reyes Católicos) y Tomás González realizaron una tarea importante, que no
llegaba a ser suficientemente satisfactoria, dada la abundancia del material disponible.
Historiadores medievalistas notables, aparte de los citados, fueron los arabistas Pascual
Gayangos, Francisco Codera Zaidín y Julián Ribera y en otros ámbitos Eduardo de Hinojosa y
Naveros, Amador de los Ríos, Manuel Colmeiro, Francisco Javier Simonet, Tomás Ximénez de
Embún, Catalina García, Cesáreo Fernández Duro, y Joaquim Miret i Sans.6

El medievalismo del siglo XX se ha centrado en la renovación metodológica,


fundamentalmente por la incorporación de la perspectiva económica y social aportada por
el materialismo histórico y la Escuela de los Annales. Medievalistas belgas como Henri
Pirenne, franceses como Marc Bloch, o ingleses como Steven Runciman se cuentan entre los
más importantes de la primera mitad del siglo. En España nombres destacados fueron el
estudioso del Cantar de Mío Cid Ramón Menéndez Pidal, los arabistas Miguel Asín Palacios y
Emilio García Gómez, el institucionalista Luis García de Valdeavellano, y Jaume Vicens Vives,
introductor de la historia económica y social. En la segunda mitad del siglo y hasta la
actualidad, no han dejado de sucederse valiosas aportaciones de importantes historiadores,
algunos citados en la bibliografía de este artículo, y muchos otros, como los italianos Vito
Fumagalli y el también semiólogo Umberto Eco.

Pervivencia y reconstrucciones de espectáculos medievales[editar]

En muchas localidades europeas existen espectáculos, ligados a festividades, que provienen


de la Edad Media y constituyen una actualización del pasado en el que la comunidad se
identifica, lo que se ha venido en llamar memoria histórica. Algunos son espectáculos
deportivos, como el Palio de Siena (una carrera de caballos en que los barrios se disputan un
estandarte), el calcio florentino italiano y el fútbol de carnaval inglés (precedentes del fútbol
actual); pero la mayoría son religiosos, como el misterio de Elche, otros ejemplos de teatro
eclesiástico medieval, de donde derivan el Ball de diables y las representaciones de la Pasión
(La Pasión de Olesa de Montserrat) o distintas formas de Belén viviente (tradición que se
remonta a San Francisco de Asís). La más universalmente extendida son los Carnavales.
Otras son costumbres agrícolas o ganaderas, como A rapa das bestas en Galicia o la
renovación de tributos medievales como el pago de vacas por derechos de pasto en varios
lugares de la frontera pirenaica (Tributo de las tres vacas entre Baretous y Roncal, desde
1375). Otros tienen un origen menos claro, como la festividad de Moros y Cristianos en
muchos lugares de España, sobre todo en la Comunidad Valenciana.

La importancia turística de estas representaciones (véase Anexo:Fiestas de Interés Turístico


Nacional (España)) ha motivado que muchas otras localidades las imiten, basándose en
acontecimientos de su propia historia local, recreados más o menos fidedignamente (Batalla
de Hastings en Inglaterra o el Sinodal de Aguilafuente en España),7 organizados como
festivales (Festival Medieval de Hita, Festival Medieval de Elche), como sociedades y clubes
medievalistas,8 o simplemente celebrando mercadillos medievales o parodias de torneos y
banquetes regios en castillos.9

Ficción[editar]

Poesía[editar]

La Chanson de Roland trata hechos y personajes de la época carolingia con una perspectiva
que no toma en cuenta ni la geografía ni a la historia real y desde una distancia temporal
lejana, del siglo VIII en que suceden los hechos al XI en que se compone el cantar de gesta,
como todos ellos, con base en distintos elementos, principalmente la tradición oral. En
cambio, la épica medieval castellana, especialmente el Cantar de mío Cid no puede
considerarse ficción histórica, puesto que habla de su propio presente (o trabaja con
materiales compuestos a muy poca distancia de los hechos descritos) con elementos casi
más cronísticos que novelescos (a excepción de algunos elementos obviamente literarios),
aunque la pretensión sea fuertemente mitificadora (función que no es ajena a buena parte
de la historiografía, como ocurre con las mismas Crónicas o las hagiografías). De un modo
mucho más evidente, la recreación posterior del género, que es lo que se ha venido a llamar
el Romancero, sí tiene esa característica, tanto por la mayor distancia cronológica como por
los mayores elementos de fantasía (a lo que se suma una mayor anacronía).

El Orlando furioso de Ludovico Ariosto (1516), junto con

la Jerusalén libertada de Torquato Tasso (1579)

sentaron el modelo de poesía épica renacentista, utilizando el primero el tema de la


caballería errante y el segundo el de las cruzadas.

En el siglo XVII hay un descomunal poema barroco: El Bernardo, o Victoria de Roncesvalles,


sobre el mito de Bernardo del Carpio, de Bernardo de Balbuena (1624).

Los fraudulentos poemas atribuidos a Ossian por James Macpherson (1765) pretendían ser
una épica céltica rival de la homérica, e influyeron mucho en el historicismo romántico
posterior.

El romanticismo trató leyendas y tradiciones medievales, como el inacabado Don Pelayo, de


José de Espronceda, o La pérdida de España, de Pedro de Montengón.10

Novela[editar]

Después del ciclo artúrico (Thomas Malory, La muerte de Arturo); los libros de caballerías,
en algunos casos la novela bizantina, y particularmente en España la novela morisca
(Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa) fueron tratamientos imaginativos sobre una
Edad Media que, a medida que avanzaban los siglos, iba pasando de ser un pasado más o
menos reciente a ser un pasado más o menos lejano; aunque siempre sin intención de
mantener ningún tipo de rigor histórico.

Fue la valorización de la Edad Media por el romanticismo lo que hizo nacer el género de la
novela histórica a comienzos del siglo XIX:

Ivanhoe, de Walter Scott

Cuentos de las Cruzadas, del mismo

Nuestra Señora de París, de Victor Hugo

Cuentos de la Alhambra, de Washington Irving

Los caballeros teutones, 1900, de Henryk Sienkiewicz

La novela histórica española aparece también en la misma época y muy influenciada por
Walter Scott, pasando a buscar una mayor fidelidad a la época tratada a partir de la segunda
mitad del siglo XIX.11

Sancho Saldaña, de José de Espronceda

El doncel de don Enrique el doliente, de Mariano José de Larra

Cristianos y moriscos, de Serafín Estébanez Calderón

Doña Isabel de Solís, reina de Granada, de Martínez de la Rosa

El señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco

Men Rodríguez de Sanabria, de Manuel Fernández y González

Abelardo y Eloísa, de Ramón Ortega y Frías

Amaya o los vascos del siglo VIII, 1879, de Francisco Navarro Villoslada.

Doña Blanca de Navarra, del mismo.

La campana de Huesca, de Antonio Cánovas del Castillo

Los hidalgos de Monforte, de Benito Viceto

La novela histórica actual tiene algunos muy buenos ejemplos:

El nombre de la rosa, de Umberto Eco

Baudolino, del mismo autor

Los pilares de la tierra, de Ken Follett

Un mundo sin fin, su continuación, por el mismo autor


El Médico (The Physician), de Noah Gordon (forma trilogía con otras dos novelas)

Pero lo que más abunda en la literatura reciente, convertido en un subgénero por sí mismo,
es el recurso al mito de los templarios, en conexión con temas de ocultismo o teorías más o
menos extravagantes:

Los Reyes Malditos, de Maurice Druon (serie de siete novelas).

Teatro

El teatro clásico, tanto español como francés (El Cid, de Corneille) e inglés (la mayor parte
de las obras de Shakespeare), tomaron en los siglos de la Edad Media buena parte de sus
temas:

Fuenteovejuna, de Lope de Vega.

El mejor alcalde, el rey, del mismo.

La campana de Aragón, del mismo (el tema es tratado en varias obras de otros autores).

Los amantes de Teruel, tema tratado por Tirso de Molina y posteriormente por
Hartzenbusch.

Los jueces de Castilla, de Agustín Moreto.

Reinar después de morir, de Luis Vélez de Guevara, sobre Inés de Castro, tema vuelto a tratar
en Corona de amor y muerte por Alejandro Casona.

La pérdida de España, de Eusebio Vela,12 tema tomado del romancero y vuelto a reutilizar
en El puñal del godo, de José Zorrilla,13 ya en época romántica.

La Raquel, de Vicente Antonio García de la Huerta (1778).

El Trovador, drama romántico de Antonio García Gutiérrez (1836) convertido en libreto


para la ópera de Giuseppe Verdi Il Trovatore, de 1853.

El abuso del medievalismo en dramones románticos de discutible calidad dio pie a una obra
paródica de enorme éxito:

La venganza de Don Mendo, de Pedro Muñoz Seca.

Ópera[editar]

La ópera desarrolló temas históricos y mitológicos desde su origen en el siglo XVII (Claudio
Monteverdi), y otros compositores utilizaron temas medievales, reales o ficticios:

Antonio Vivaldi

Alvida, regina dei Goti (Alvida, reina de los Godos).


Ginevra principessa di Scozia (Ginebra, princesa de Escocia).

Ottone in Villa (Otón en la villa), sobre el emperador germánico.

Orlando furioso (Vivaldi), sobre el poema de Ariosto.

Gioachino Rossini

Tancredi, ambientada en Sicilia en 1005.

Guillermo Tell (ópera), sobre la leyenda suiza

También en la ópera fue la sensibilidad estética del romanticismo, al que en Alemania e


Italia se añadió el empuje ideológico del naciente nacionalismo, lo que suscitó el uso y abuso
de los temas medievales:

Carl Maria von Weber

Der Freischütz (El cazador furtivo), basada en el folklore alemán, cuyo exitoso estreno en
1821 marca el inicio de un género luego continuado por Wagner y difundido a los demás
países.14

Euryanthe, de menor éxito, basada en un cuento medieval francés.

Giuseppe Verdi

Oberto, su primera ópera, ambientada en 1228

I Lombardi alla prima crociata (Los lombardos en la primera cruzada)

Giovanna d'Arco (Juana de Arco)

Attila (ópera) (Atila)

Macbeth (ópera), Otello y Falstaff, sobre obras o personajes de Shakespeare

La battaglia di Legnano (La batalla de Legnano)

Il trovatore, sobre la obra de García Gutiérrez, ambientada en la España del siglo XV

I vespri siciliani (Las vísperas sicilianas)

Simón Boccanegra (ópera), sobre el primer Dogo de Venecia

Aroldo (ópera), basada en una obra de Walter Scott y en Harold, the last of the Saxon King
(Harold, el último de los reyes sajones), de Edward Bulwer-Lytton.

Gaetano Donizetti

Zoraida di Granata, Alahor in Granata y La favorita, de temas andalusíes


Alfredo il grande (Alfredo el Grande)

Richard Wagner

Rienzi, sobre Cola di Rienzi, italiano del siglo XIV.

Tannhäuser (ópera), sobre una leyenda alemana del siglo XIII

Lohengrin, Tristán e Isolda (ópera) y Parsifal de temas artúricos

El anillo del nibelungo, tetralogía sobre la mitología nórdica.

Giacomo Puccini

Il Trittico, sobre todo el episodio veneciano de Gianni Schicchi, basado en un personaje real
citado por Dante en la Divina Comedia.

Cine[editar]

Las películas basadas en el mito del Rey Arturo, como Excalibur (1981, John Boorman) no
suelen tener una ubicación cronológica concreta, a pesar de lo cual alguna de ellas puede
ofrecer alguna buena recreación de determinados asuntos pertinentes a la época medieval
(Lancelot du Lac -1974, Robert Bresson-);15 otras, en cambio, son una excepción al optar
por recrear de forma más o menos verosímil el final del Imperio Romano (El rey Arturo: La
verdadera historia que inspiró la leyenda -2004, Antoine Fuqua- o La última legión -2007,
Doug Lefler-); o planteando anacrónica pero cómicamente algunas interesantes cuestiones
de historia social (Los caballeros de la mesa cuadrada -1975, Monty Python-). A
continuación sigue una lista de películas ambientadas en entornos históricos, míticos,
literarios o fantásticos, pero siempre relacionados con la Edad Media.16

Beowulf, de animación (2007, Robert Zemeckis), sobre el mito de Beowulf. Lejanamente


inspirada en el mismo mito, la adaptación de una novela de Michael Crichton: 13 guerreros
(1999, John McTiernan).

El Príncipe Valiente (1954, Henry Hathaway), basada en la historieta Príncipe Valiente


(1937, Harold Foster).

The War Lord (El señor de la guerra, 1965, Franklin Schaffner), sobre la implantación del
feudalismo y el cristianismo en torno a un castillo y una aldea en la Alta Edad Media.

Alfredo el Grande (1969, Clive Donner) sobre el rey inglés Alfredo el Grande.

Los vikingos (The Vikings) (1958, Richard Fleischer).

El mensaje (1976, Moustapha Akkad).

Amaya (1952, Luis Marquina), adaptación de la novela.

El ladrón de Bagdad (1924), dirigida por Raoul Walsh y vagamente basada en Las mil y una
noches. Con el mismo título se han rodado otras versiones, aunque no siempre con el mismo
argumento pero siempre con el trasfondo de un mundo árabe idealizado e inspirado en Las
mil y una noches (véase El ladrón de Bagdad, de 1940, o también, por ejemplo, la película de
animación de los estudios Disney: Aladdín, de 1992).

El Cid (1961, Anthony Mann).

El halcón y la flecha (1950, Jacques Tourneur) basada en el mito de Guillermo Tell.

Braveheart (1995, Mel Gibson), sobre William Wallace.

El león en invierno (1968, Anthony Harvey), basada en la obra de teatro de James Goldman,
sobre Enrique II de Inglaterra, Leonor de Aquitania y sus hijos.

Robin Hood, con muchas versiones, como Robin y Marian (1976, Richard Lester).

Las cruzadas (1935, Cecil B. DeMille), y muchas otras del mismo tema, como L'armata
Brancaleone (La armada Brancaleone, 1966, Mario Monicelli), con una secuela (1970,
Brancaleone alle crociate -Brancaleone en las Cruzadas-); y recientemente El reino de los
cielos (2005, Ridley Scott).

Las aventuras de Marco Polo (1938, Archie Mayo, con Gary Cooper). Hay versiones más
recientes de la vida de Marco Polo adaptadas a la televisión: una de la RAI italiana (1982,
Giuliano Montaldo) y otra estadounidense (2006, Kevin Connnor).

La venganza de Don Mendo (1961, Fernando Fernán Gómez), adaptación de la obra de


Muñoz Seca (hubo también varias adaptaciones para la televisión).

El nombre de la rosa (1986, Jean-Jacques Annaud), adaptación de la novela de Umberto Eco.

El séptimo sello (1957, Ingmar Bergman), ambientada en la Peste Negra.

Paseo por el amor y la muerte (1969, John Huston), ambientada en la Peste Negra y el
desorden social y el cambio de mentalidades que la acompañó. Una visión más descarnada
del mismo asunto, pero ambientada un siglo más tarde, es Los señores del acero (1985, Paul
Verhoeven).

Juana de Arco, con muchas adaptaciones: Jeanne d'Arc (1899, del primer cine francés,
mudo), La Passion de Jeanne d'Arc (1928, dirigida por el danés Carl Theodor Dreyer), Joan
of Arc (1948, con Ingrid Bergman), The Messenger: The Story of Joan of Arc (1999, de Luc
Besson con Mila Jovovich), y una adaptación a la televisión como miniserie: Joan of Arc(del
mismo año 1999).

La conquista de Albania (1983, Alfonso Ungría), sobre una expedición de guerreros


navarros del siglo XIV.

Tirante el Blanco (2006, Vicente Aranda), sobre Tirant lo Blanc, novela caballeresca de
Joanot Martorell.
El jorobado de Notre Dame (1996, animación de los estudios Disney), adaptación de
Nuestra Señora de París de Victor Hugo. Hay películas anteriores que adaptan la misma
novela, como The Hunchback of Notre Dame (1939) interpretada por Charles Laughton.

La prostituta (Die Wanderhure, 2010), adaptación de una novela de Iny Lorentz,


ambientada en el concilio de Constanza (1414)

Parsifal

Al-Andalus, camino del sol

Daniya, jardín del harén

Al-Massir

La esclava del Paraíso

El corazón y la espada

Isabel de Solís, reina de Granada

El valle de las espadas

Los cien caballeros

Las hijas del Cid

El bordón y la estrella

Cotolay

El talismán

Historieta[editar]

En España Apeles Mestres introduce como ilustrador y precedente del cómic, algunas
aventuras largas de tema medieval:17

El conde tal (1878)

La Brivia (1902)

Príncipe Valiente (1937, Harold Foster)

En la posguerra española, el cómic medievalista, cumplió una especial función de evasión de


la realidad, al tiempo que eludía la censura más fácilmente al tratar glorias del pasado:

El Guerrero del Antifaz (1944, Manuel Gago García).

Capitán Trueno (1956, Víctor Mora Pujadas y Miguel Ambrosio Zaragoza -Ambrós-).
Hubo muchos otros ejemplos (Sangre en Bizancio, El Caballero de las Tres Cruces, Flecha
Negra, El Rey del mar, Terciopelo negro o Tirant lo Blanc).

Desde una perspectiva totalmente cómica:

Don Furcio Buscabollos (1947, Guillermo Cifré)

En Francia, siguiendo el género de acercamiento cómico a la historia iniciado con Asterix:

El gran visir Iznogud (1961, guionista René Goscinny -el de Asterix-, dibujante Jean Tabary)
ambientada en Bagdad en el califato de Harún El Pussah (parodia del Harún al-Rashid de las
mil y una noches). La frase repetida por Iznogoud en todas sus maquinaciones Quiero ser
califa en lugar del califa, no deja de ser una reflexión sobre la naturaleza del poder.

Véase también: Historieta histórica

MATADRAGONES
Un matadragones es una figura heroica, casi exclusivamente de sexo masculino, que logra
derrotar a un dragón mitológico. Se encuentran matadragones en los cuentos de hadas, en
los mitos, leyendas e historias ancestrales de muchas culturas, así como en géneros más
modernos como los libros de caballerías o la fantasía; e incluso en juegos de rol o
videojuegos.
Un matadragones representa un gran valor y la superación del mal. En la mayoría de las
historias el cazador de dragones logra liberar mediante su hazaña a las gentes cercanas de
los ataques y la devastación y sequía prolongada causada por el fuego escupido por el
dragón. A veces ha de rescatar una joven doncella de su cautividad en la guarida del dragón;
o conseguir un tesoro guardado y protegido por el dragón. En algunas leyendas germánicas,
como en el Cantar de los Nibelungos, ese tesoro está maldito y trae la desgracia trágica al
héroe. En la leyenda de Sigurd (o Sigfrido), el héroe bañado en la sangre del dragón muerto
resulta invulnerable, a excepción de un pequeño lugar que determina el desenlace fatal
(tema similar al de «el talón de Aquiles» de la mitología griega).
Estos cuentos de matadragones se encuadrarían en el epígrafe «ATU 300» de la clasificación
de cuentos de hadas Aarne-Thompson-Uther.
Matadragones por orden histórico
El príncipe Gozu lucha contra el dragón de ocho cabezas Yamata-no-Orochi en el mito
japonés (Grabado de Utagawa Kuniteru).
·142 Marduk, que venció a Tiamat, el dragón del caos, en la mitología babilónica;
·143 Teššup en la mitología hitita;
·144 Aquiles, Apolo, Hércules, Cadmo, Jasón y Perseo en la mitología griega;
·145 el Arcángel San Miguel y Sansón en el Antiguo Testamento del cristianismo y
el judaísmo;
·146 Baldur en la mitología escandinava;
·147 Sigurd o Sigfrido en la mitología germánica;
·148 Beowulf en el antiguo poema épico homónimo anglosajón;
·149 Tristán en el cantar de gesta de origen celta que narra la historia de Tristán e
Isolda;
·150 San Jorge, como el representante más conocidos de los santos cristianos en
este género de leyendas;
·151 el príncipe Gozu en la mitología japonesa;
·152 los bogatyres Dobrynya Nikitich y Aliosha Popovich en la mitología eslava;
·153 Wawel Krak, que venció al dragón en el folklore polaco de Cracovia; y
·154 Santa Margarita de Antioquía, que es una de las pocas mujeres matadoras de
dragones.
También se menciona en ocasiones a Santa Marta de Betania entre los cazadores de
dragones, pero en su leyenda ella sólo domó a la Tarasca, siendo los aldeanos los que la
mataron. También se atribuye el milagro de domar a un dragón mediante la Santísima Cruz
a San Marcelo de París.
Fiestas populares de matadragones
Especialmente conocida es la de Furth im Wald, una ciudad de la frontera oriental de
Baviera, que se celebra anualmente en agosto.
Una vez al año, el último domingo de junio, tiene lugar en Tarascón (Provenza-Alpes-Costa
Azul) un festival para recordar a la Tarasca y a Tartarín de Tarascón, el personaje principal
de la novela homónima de Alphonse Daudet.
Los matadragones en la ficción contemporánea
En la ficción literaria y cinematográfica contemporánea se puede mencionar a los siguientes
matadragones:
·155 En la ficción literaria del escritor británico J. R. R. Tolkien:
·156 Bardo el Arquero en El hobbit;
·157 Eärendil en El Silmarillion;
·158 Túrin en El Silmarillion y Los hijos de Húrin; y
·159 Fram en los Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media;
·160 Ulrich en la película Dragonslayer (‘matadragones’), producida en 1981 por
la factoría Disney;
·161 el caballero Bowen en la película de fantasía Dragonheart: corazón de
dragón;
·162 Natsu Dragneel, Wendy Marvell, Gajeel Redfox, Sting Eucliffe y Rougue
Cheney, personajes de la serie de animación japonesa Fairy Tail, quienes fueron
criados por dragones que les enseñaron la magia Dragon Slayer o «Asesino de
Dragones»;
·163 Dovahkiin (literalmente ‘el nacido del dragón’, aunque traducido al español
como «Sangre de Dragón»), el protagonista del videojuego The Elder Scrolls V:
Skyrim.
VENGADOR
La venganza consiste primordialmente en el desquite contra una persona o grupo en
respuesta a una mala acción percibida, vengarse es "equilibrar la balanza", y ello tiene como
consecuencia que muchos aspectos de la venganza se asemejen al concepto de justicia,
haciendo que la diferencia entre los conceptos de venganza y justicia puedan parecer
difusos.
La venganza persigue un objetivo injurioso antes que reparador. Consiste en forzar a quien
haya hecho algo malo en sufrir el mismo dolor que él infringió, o asegurarse de que esta
persona o grupo no volverá a cometer dichos daños otra vez. Muchos creen que la venganza
es un acto que causa placer a quien la efectúa, aunque otros consideran que no es placer lo
que se siente, sino que es la sensación del restablecimiento de la salud del que se venga, ya
que la venganza traslada el daño de la víctima hacia el atacante, lo que hace que la víctima se
libere de aquella "molestia", acontecimiento el cual, al interpretarlo de manera incorrecta es
llamado placer.
En la historia
En sociedades antiguas, en particular aquellas con sistemas de justicia natural, el método
para disuadir a los asesinos era permitir a la familia del asesinado vengarse del asesino. Sin
embargo, si las familias del asesino y del asesinado estaban en desacuerdo sobre el
asesinato, seguramente estarían en desacuerdo también con cualquier medida vengativa,
con lo cual podía llegarse finalmente a una pelea sangrienta muy importante.
Las vendettas o peleas de sangre, son una secuencia de actos o acciones premeditadas,
motivadas por la venganza y llevadas a cabo a lo largo de un tiempo por familias o grupos
reclamando justicia; fueron parte importante de sociedades pre-industriales, especialmente
en la región Mediterránea, y aún hoy persisten en algunas áreas, por ejemplo en el norte de
Albania. Allí, los miembros masculinos de las familias que temen un acto de venganza suelen
vivir encerrados en su casa para evitar ser asesinados.
En el pasado feudal de Japón, la clase samurái mantenía el honor de la familia o clan de su
señor feudal, a través del asesinato vengativo o katakiuchi.1 Estos asesinatos podían
también involucrar a familiares del ofensor. Hoy, el katakiuchi se lleva a cabo de manera
pacífica, pero la venganza aún es una parte importante de la cultura japonesa.
La Islandia medieval también contemplaba la deuda de sangre o víglóði, un derecho
amparado por la ley (Grágás) y defender la persona y el honor dentro de unos límites.2
El objetivo de algunos sistemas legales está limitado a la "justa" venganza.
El sistema legal moderno Occidental usualmente establece como objetivo la reforma o
reeducación de quien comete un crimen o acto criminal. Aun en estos sistemas, sin embargo,
la sociedad es concebida como víctima de las acciones criminales, y la venganza de tales
actos es una parte importante del concepto de justicia —un criminal "paga sus deudas con
la sociedad"—.
Es interesante saber que los psicólogos han descubierto que la frustrada expectativa
psicológica de venganza puede enfermar al paciente, llevándolo a la victimización,
resultados que llevan a concluir a algunos estudiosos que la venganza es un elemento
natural del hombre y restringirla solo niega la realidad de su condición humana,
considerándola antisaludable, dado que impide liberar el rencor que se acumula por el acto
dañoso.
El proverbio "la venganza es un plato que se sirve frío" proviene de una novela del siglo
XVIII titulada Las amistades peligrosas (Les liaisons dangereuses) , escrita por el oficial
francés y general del Ejército Pierre Choderlos de Laclos.
"Muchas sociedades primitivas tienen sentimientos y normas intensos, y hasta
institucionalizados, de venganza, y todo el grupo se siente obligado a vengar el daño hecho a
uno de sus individuos. Es probable que desempeñen aquí un papel decisivo dos factores. El
primero se parece mucho a otro mencionado arriba: el ambiente de escasez psíquica que
impregna al grupo primitivo y que convierte la venganza en un medio necesario para la
reparación de una pérdida. El segundo es el narcisismo, fenómeno que se estudia
detenidamente en el capítulo IV. Baste decir aquí que, en vista del intenso narcisismo del
que está dotado el grupo primitivo, toda afrenta a la imagen que tiene de sí mismo es tan
devastadora, que suscitará de un modo totalmente natural una hostilidad intensa." de Erich
Fromm, "El corazón del hombre". Carlos Arturo Valenzuela del Olmo
VIEJO SABIO
El Viejo sabio, Anciano sabio, o Senex, que en latín significa hombre viejo, es un arquetipo
de lo Inconsciente colectivo descrito por Carl Gustav Jung. También denominado el
Arquetipo del anciano o Arquetipo del sentido. Es a su vez un clásico de la figura
literaria, y puede considerarse como un personaje tipo.
Definición
En la Psicología analítica de Carl Gustav Jung ejemplos del arquetipo Senex en su forma
positiva incluyen al Viejo sabio o a la figura del Mago.
El mago es sinónimo del viejo sabio, que se remonta en línea directa a la figura del hechicero
de la sociedad primitiva. Es, como el Ánima, un demon inmortal, que ilumina con la luz del
sentido las caóticas oscuridades de la vida pura y simple. Es el iluminador, el preceptor y
maestro, un psicopompo (conductor de almas), a cuya personificación no pudo escapar ni
siquiera el «destructor de las tablas», Nietzsche, puesto que declaró portador y proclamador
de su propia iluminación y éxtasis «dionisíacos» a su encarnación en Zaratustra, ese espíritu
superior de una era casi homérica.
Carl Gustav Jung. Obra completa. Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. 1
Pero como todo arquetipo incluye su polaridad, éste puede aparecer también en su forma
negativa como un padre devorador, ejemplificado en la Mitología griega a través de Urano, o
Crono, o también puede aparecer como la típica figura de un viejo estúpido.
Al hacer la experiencia de ese arquetipo, el hombre moderno vive la más antigua forma del
pensar como una actividad autónoma, cuyo objeto es uno mismo. Otras formulaciones de la
misma experiencia son Hermes Trismegisto o el Thoth de la literatura hermética, Orfeo, el
Poimandres y, emparentado con éste, el Pastor de Hermas. Si no se tuviese ya un juicio
previo sobre el nombre de «Lucifer», esa sería la denominación adecuada para este
arquetipo. Por eso me he limitado a llamarle arquetipo del viejo sabio o del sentido. Como
todos los arquetipos, éste también tiene un aspecto positivo y uno negativo.
Carl Gustav Jung. Obra completa. Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. 2
El arquetipo antitético, u opuesto enantiodrómico, del Senex es el Puer aeternus, con las
implicaciones psicopatológicas que ello conlleva respecto de la Pederastia o Paidofilia.
Carácter
Este tipo de carácter es por lo general representado como un sabio, como aquella figura del
padre anciano que utiliza su conocimiento personal de la gente y del mundo para ayudarse a
contar historias y ofrecer orientación, que de una manera mística, puede impresionar a su
audiencia al mostrar quienes son y en qué se convertirán, actuando de este modo como un
mentor. Puede aparecer de forma ocasional como la figura del profesor de mente distraída,
perdiendo el control de su entorno a causa de lo absorto de sus pensamientos.
El anciano sabio es visto a menudo de alguna manera como un extranjero, es decir, de una
cultura, nación, u ocasionalmente incluso, de un tiempo diferente, cuya función es la de
asesoramiento. En casos extremos, puede ser representado en un estado liminal, como
Merlín, que era mitad humano.
En el romance medieval caballeresco y en la fantasía moderna aparece frecuentemente
como mago. En las mismas obras, puede figurar también como un ermitaño, el cual a
menudo explicaba a los caballeros— en particular aquellos que buscaban el Santo Grial— la
importancia de sus encuentros.
Jung apodó este personaje como "Senex". Es la expresión en latín para el viejo anciano en
general. Además del Senex mencionado se pueden distinguir dos diferenciaciones
adicionales del mismo arquetipo:
20. el senex iratus, un anciano que irracionalmente se opone al amor de los caracteres
más jóvenes,
21. y el senex amans, un anciano tontamente enamorado de una mujer demasiado joven
para él.
El Senex más vinculado con el Anciano Sabio, a diferencia de estas dos distinciones, ha
logrado saltear estas dificultades; ha recorrido la vida, envejecido gentilmente y ha logrado
así su individuación completa. Su sabiduría no solo se ha incrementado en conocimiento y
juicio, sino que ha comprendido que la juventud está predestinada de manera natural al
papel del héroe, y que tal papel cambia con el tiempo a una de mentor, tal como a él le ha
pasado.
Merlín cayó de su función de senex a la de senex amans cuando se enamoró de Nimue. Este
lapso del juicio es lo que le llevó a ser encantado y encarcelado.
El «anciano sabio» aparece en sueños como mago, médico, sacerdote, maestro, profesor,
abuelo o como cualquier persona dotada de autoridad. El arquetipo del espíritu en figura de
hombre, de gnomo o de animal se presenta en situaciones en que haría falta visión de las
cosas, comprensión, buen consejo, decisión, previsión, etc., pero no se puede conseguir por
propios medios. El arquetipo compensa ese estado de carencia espiritual con contenidos
que rellenan el espacio vacio.
Carl Gustav Jung. Obra completa. Volumen 9/I. Los arquetipos y lo inconsciente colectivo. 3
BROMISTA
Una broma es una maniobra, trampa o truco que se le hace a alguien a propósito para que
se sienta ridiculizado, engañado o victimizado, normalmente por humor. En muchas bromas
existe una crueldad inherente que las hace difíciles de diferenciar del acoso, el sadismo, el
vandalismo o el hooliganismo. Las bromas son típicas de los niños aunque también hay
adultos enrollados que se dedican a ser infantiles o divertir a sus hijos.
En la cultura occidental suele dedicarse un día al año para llevar a cabo bromas, como el día
de los Santos Inocentes en la mayoría de los países de habla hispana, o el día de las bromas
de abril en otros países. Otro día común para bromas es el día de Halloween, bajo la forma
del «truco o trato». También se hacen bromas en las fiestas de cumpleaños de adolescentes
y adultos (principalmente en Latinoamérica), así como en carnaval. Las bromas en las que
se utiliza el teléfono como medio se denominan bromas telefónicas.
La masificación de las Web 2.0 ha revitalizado la producción de bromas, como consecuencia
de la facilidad que entregan estos sitios para compartir la información, el nuevo impulso que
han tenido las bromas, ha convertido a la época actual, en una edad de oro, por la
proliferación de bromas caseras amateur y profesionales. Youtube realizó una gráfica en la
cual muestra el explosivo crecimiento que han tenido las visualizaciones de vídeos y canales
dedicados a las bromas.1
Es sumamente importante saber diferenciar una simple broma de un acto de acoso
(bullying, mobbing).
BUFON
Bufón es toda aquella persona que hace reír con su ingenio, sus gracias o sus desgracias. En
un sentido histórico, los bufones, hombres o mujeres, muchas veces niños, enanos o
personas deformes o grotescas, han ocupado un lugar privilegiado junto a reyes y
poderosos. Sus habilidades cómicas en pantomimas y representaciones histriónicas o
burlescas, su destreza en acrobacias, malabarismos y otros juegos, y muy en especial su
privilegio ante los poderosos para decir lo que a nadie le estaba permitido pronunciar o
reírse de quien nadie osaría hacerlo, han sido sus características principales.nota 1 Se les
concede el insólito mérito de humanizar al gran mandatario, haciéndole sentir, supuesta y
temporalmente, como un mortal más.1 En simbología el significado del bufón, como
personaje dual, es tan ambiguo como cruel su origen en la historia de la Humanidad.2
Etimología y usos
El término bufón procede del idioma italiano, en concreto de las voces «buffone» y «buffo».
La RAE, en un primer significado lo define como buhonero y, en una segunda acepción, como
chocarrero, y también individuo que divierte a reyes y cortesanos, o simplemente truhán
que se dedica a hacer reír. En francés tiene como par «bouffon» (con la misma raíz latina),
en inglés «fool» ("loco") y en alemán «narr» ("engañar").nota 2
Historia
En Grecia y Roma
En la Grecia ateniense, los bufones compartían en los teatros las creaciones de Sófocles y de
Eurípides.
En Roma, las obras de muchos autores cómicos y algunos pasajes de las de Marcial, Séneca y
Suetonio -reflejadas en pinturas halladas en Pompeya- dan pistas sobre los gustos romanos
por la figura del bufón. En Pompeya, en concreto, se han hallado vasos etruscos con figuras
cómicas, en muchos casos deformes o monstruosas.
Hay noticia, un tanto fabulosa, de que el emperador Augusto hizo exhibir un joven llamado
Licino que no tenía más de seis decímetros (poco más de medio metro) de altura, no pesaba
más de 8 kilos y que, sin embargo, poseía una voz estentórea. Galba, Capitolino y Cecilio son
nombres de famosos bufones satirizados por Marcial. Las rivalidades de Pilades y Batilio,
dos mímicos famosos, alborotaron de tal manera el orden público que Augusto se vio
obligado a desterrar al primero.
El mundo pagano legó los bufones al cristiano, pudiéndose seguir sus huellas en el Digesto,
en Isidoro de Sevilla y otros historiadores de la época.
En Europa, del siglo V al XVIII
Ya en el siglo V, el oficio callejero del bufón se mezcló con el de los juglares; como tales, les
correspondió el mérito de mantener y propagar a lo largo de toda la Edad Media el arte del
títere y la marioneta.3
La continuidad de los bufones en los umbrales de la Edad Media la documentan noticias
como la que informa de que Atila llevaba uno en sus correrías.nota 3 En la Alemania
caballeresca llegan a alcanzar el mito como en el caso de Kurtz van den Rosen, uno de los
cómicos de Maximiliano, que penetró en la prisión donde estaba encerrado su amo,
consiguiendo liberarle con lo que las crónicas llamaron valor y serenidad.
Algunos bufones llegaron a adquirir títulos de nobleza, aunque su existencia siempre estuvo
sujeta a vicisitudes, como fue el caso del bufón de Margarita de Navarra que, tras gozar
durante años del amor de la princesa, desaparecida su protectora, murió en la miseria.
Uno de los más célebres bufones de Francia fue Triboulet, en la corte de Francisco I, en
cuyas supuestas desgracias se inspiró Víctor Hugo para hacerle protagonista de su drama El
rey se divierte, sobre el que más tarde, a su vez, compuso Verdi su Rigoletto.
En España, los bufones menudearon en la corte de los Austrias, como dejó patente la galería
de retratos pintados por Velázquez. Por su parte, escritores como Diego de Saavedra
Fajardo, en sus Empresas, y Quevedo en sus Zahurdas, los describen alternativamente como
afortunados cortesanos o como "espías públicos de los palacios y los que más estragan sus
costumbres" (de los reyes).
En la pintura de Velázquez
Quizá el documento gráfico, psicológico e histórico que más información aporta sobre los
bufones y su medio, en la España del siglo XVII, es la galería de retratos que Diego Velázquez
hizo como pintor de las cortes de Felipe III y Felipe IV. Retratados con entrañable realismo,
Velázquez llega a dotarles de una cierta dignidad. En la galería velazqueña de enanos y
bufones de la corte de los austrias españoles, pueden verse: a Nicolasito Pertusato, el bufón
italiano que no hacía gracia a nadie,4 y a la enana Mari Bárbola, que se hicieron famosos
por figurar retratados en primer término en Las Meninas; y a los que componen la siguiente
galería:
El príncipe Baltasar Carlos con un enano (1631), Museo del Prado.
·164 //commons.wikimedia.org/wiki/File:Vel%C3%A1zquez_-_El_buf%C3%
El bufón llamado don Juan de Austria (1632), Museo del Prado.
·165 //commons.wikimedia.org/wiki/File:Vel%C3%
Pablo de Valladolid (1636), Museo del Prado.
El bufón Calabacillas (1638) Museo del Prado.
El bufón Barbarroja (1635-1640), Museo del Prado.
El bufón don Sebastián de Morra (1645), Museo del Prado.
El bufón don Diego de Acedo, el Primo (1636-1645), Museo del Prado.
Francisco Lezcano, el Niño de Vallecas (1643-45), Museo del Prado.
En la dramaturgia
El bufón, como personaje cómico o tragicómico, está presente en casi todas las
dramaturgias, y como el loco, es un ser marginal, cuyo discurso es escuchado y prohibido,
deseado y nulo a la vez.5 El Falstaff shakesperiano, heredado por Verdi y Salieri es "el
principio orgíaco de la vitalidad desbordante, la palabra inextinguible, la revancha del
cuerpo sobre el espíritu"; para Mauron es "el vértigo de la comicidad absoluta";6 en la
Commedia dell'Arte, el Arlequín encarna el triunfo del pequeño frente a los "dueños"; en la
cultura popular, el bufón es el héroe de los pícaros, cronista de los acontecimientos como
una parodia del coro clásico.
En este juego de antiguas y modernas definiciones del bufón, quizá una de las más acertadas
haya sido la del filósofo Theodor Adorno: "En el parecido de los payasos con los animales se
ilumina el parecido del hombre con el mono: la constelación animal-loco-payaso es uno de
los fundamentos del arte".7
El bufón de Shakespeare
Con pareja sensibilidad a la de Velázquez, William Shakespeare retrató a uno de los más
logrados bufones literarios en su tragedia El rey Lear, donde Bufón supera su dimensión
dramática, y sus canciones e irónicas ocurrencias desvelan la lógica oculta de los
acontecimientos (en una especie de «fatum» del alter ego del protagonista del drama).8
JORGE DE CAPADOCIA

Cuestiones

En 1969, Pablo VI hizo el culto a San Jorge opcional en el santoral de la Iglesia Católica,
aunque en muchas iglesias no se lo venera como santo, ya que lo mantuvo a nivel facultativo,
la devoción popular no ha decaído, con excepción de los católicos tradicionalistas. En la
Iglesia Ortodoxa sigue siendo venerado como un Santo Mayor.

Jorge de Capadocia (en griego, Γεώργιος Georgios; en siríaco clásico, ‫ ܓܝܘܪܓܝܣ‬Giwargis;


en latín, Georgius) es el nombre de un soldado romano de Capadocia (en la
actual Turquía), mártir y más tarde santo cristiano. Se le atribuye haber vivido
entre 275 o 280 y el 23 de abril de 303. Es considerado pariente de Santa
Nina.

Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más


venerados en las diferentes creencias cristianas e incluso —en un fenómeno de
sincretismo— en las religiones afroamericanas y musulmana de Medio Oriente
especialmente Palestina donde le llaman Mar Giries (árabe cristiano) o Al-Khader (árabe
tanto cristiano como musulmán).

El dragón tiene la apariencia de un guiverno.

La leyenda -posiblemente originada en el siglo IV- cuenta la historia de Jorge, un romano


que tras morir su padre —Geroncio, oficial del ejército romano— se trasladó con su madre
Policromía hasta la ciudad natal de ésta, Lydda (actual Lod, en Israel). Allí, Policromía pudo
educar a su hijo en la fe cristiana y poco después de cumplir la mayoría de edad se enroló en
el ejército. Debido a su carisma, Jorge no tardó en ascender y, antes de cumplir los 30 años
fue tribuno y comes, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador
Diocleciano (284-305).

Tumba de San Jorge en Lod, Israel.

En 303, el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo
el imperio, que continuó con Galerio (305-311). Jorge, que recibió órdenes de participar,
confesó que él también era cristiano y Diocleciano ordenó que le torturaran para que
apostatase, aunque sin éxito. Por ello se ordenó su ejecución y fue decapitado frente a las
murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303. Los testigos convencieron a la emperatriz
Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana a convertirse al cristianismo y unirse a Jorge
en su martirio. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera
enterrado.

Veneración como mártir

San Jorge y el dragón, pintado en 1504 por Rafael.

La historia anterior es, en el mejor de los casos, dudosa. Sin embargo, su veneración como
mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias a través de relatos de peregrinos
de una iglesia construida en Diospolis (la antigua Lydda) en su honor durante el reinado de
Constantino I, que se convirtió en el centro del culto oriental a Jorge.

Hacia los años 518–530, el archidiácono y bibliotecario Teodosio relata que Diospolis era el
centro del culto de Jorge. Un peregrino anónimo de Piacenza menciona lo mismo hacia el
570.

La iglesia fue destruida en 1010 y más tarde reconstruida por los cruzados. En 1191 y
durante la Tercera Cruzada (1189–1192), la iglesia fue destruida de nuevo por las fuerzas
de Saladino. Una nueva iglesia fue erigida en 1872 y aún se mantiene en pie.

Durante el siglo IV, la veneración al santo se extendió desde Palestina al resto del Imperio
Romano de Oriente. En el siglo V su popularidad llegó a la parte occidental del imperio.

Canonización

En 494 Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa Gelasio I, mas lo incluyó junto con
«...aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos sólo son
conocidos por Dios».

Esta afirmación no evitaría la creación de diversas historias apócrifas sobre su vida, varias
de ellas llenas de milagros. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el texto más antiguo
preservado sobre la vida del santo se encuentra en el Acta Sanctorum, identificado por
estudiosos como un palimpsesto del siglo V, «lleno de extravagancias y maravillas más allá
de cualquier credibilidad».

Hacia finales del siglo VI, el abad irlandés Adomnanus de la abadía de la isla de Iona relata
algunas de las leyendas orientales de Jorge recogidas por el obispo galo Arkulf en su
peregrinaje a Tierra Santa en el año 680.

En los comienzos del Islam, el santo cristiano se unió —a través del sincretismo religioso y
cultural— con el profeta judío Elías, el predicador judío samaritano Phineas y el santo
islámico al-Hadr ('el verde', del árabe hadir) para formar una figura religiosa que era y
todavía es venerada en Oriente Próximo.

El nombre de al-Hadr es más corrientemente transcrito como al-Khidr o al-Khadir, mientras


para el habla hispana sería más correcto al-Jadir o al-Jidr.

La historia de al-Jidr con el profeta Moisés en el Corán árabe: al-Qur'an al-Karim donde se le
llama Musa se encuentra en la azora 18, Surat al-Kahf. Es una historia mística y gnóstica del
sufismo, la ciencia esotérica del Islam.

La leyenda del dragón

En el siglo IX aparece otra popular historia: San Jorge a caballo como vencedor de un
dragón. Esta historia, que es parte de La leyenda dorada, también es conocida como «San
Jorge y el dragón», y es el probable origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y
dragones en Occidente.

Debe tenerse en cuenta que la leyenda se relata en diversas partes de Europa (como por
ejemplo el mito griego de Perseo) y Asia Menor como propia (e incluso en el Japón, donde se
puede equiparar a Jorge con el dios del trueno Susano-oh, a la princesa con la doncella
Kushinada y al dragón con Yamata-no-Orochi), así que los detalles varían según la tradición
local.

Existe una tradición cristiana ortodoxa que sitúa el encuentro de san Jorge con el dragón en
Beirut (Líbano),1 donde es el santo patrón de la ciudad.

La leyenda occidental medieval comienza con un dragón que hace un nido en la fuente que
provee de agua a una ciudad. Como consecuencia, los ciudadanos debían apartar
diariamente el dragón de la fuente para conseguir agua. Así que ofrecían diariamente un
sacrificio humano que se decidía al azar entre los habitantes. Un día resultó seleccionada la
princesa local.

En algunas historias aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin éxito.
Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge en uno de sus viajes (a
menudo a caballo), se enfrenta con el dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos
ciudadanos abandonan el paganismo y abrazan el cristianismo.

La historia, antiguamente considerada verdadera, ha sido abandonada progresivamente. Por


otra parte, pocos dudan de que contenga un rico simbolismo religioso, para el que se han
propuesto diversas interpretaciones.

Una antigua interpretación cristiana del mito: Jorge sería el creyente, el caballo blanco la
Iglesia y el dragón representaría el paganismo, la idolatría, la tentación y Satanás.

Algunos historiadores laicos consideran que la historia tiene raíces más antiguas que las
cristianas. En Capadocia, como una de las primeras regiones en adoptar al santo, puede que
haya habido una integración de elementos paganos. Un candidato a predecesor de Jorge de
Capadocia es el dios Sabacio, padre celestial de los frigios, conocido como Sabazius por los
romanos. Se sostiene que su imagen a caballo arrollando a una serpiente sería el origen de
la popular imagen de San Jorge sobre un caballo blanco.
Por otra parte, la historia de Jorge y el dragón tiene muchos elementos comunes con el
antiguo mito griego de la princesa etíope Andrómeda y su salvador y posterior esposo
Perseo, vencedor de la gorgona Medusa. En ambos casos hay un dragón / gorgona con su
decapitación, una princesa y una recompensa, en un caso el matrimonio, en el otro la
conversión de la ciudad. Algunas de las leyendas sobre Jorge y el dragón sitúan la acción en
Libia (antiguamente, toda África del norte al oeste de Egipto), es decir, la acción en ambos
casos se sitúa en distantes reinos «mágicos».

Finalmente, el origen podría estar en una manifestación alternativa de Miguel Arcángel, que
está al frente de las huestes celestiales. En otras palabras, Georgius era la encarnación o bien
el avatar del Arcángel Miguel, el comandante en jefe del ejército de los cielos (Josué 5:13-15;
Daniel 8:25, 10:13, 12:1; Zacarías 3:2; Judas Tadeo 1: 8; Apocalipsis 12:7)

Popularidad en Occidente

Se puede demostrar que en el reino Franco merovingio ya se veneraba a Jorge de Capadocia


en el siglo VI.[cita requerida] Sin embargo, no fue hasta la Alta Edad Media, la época de las
cruzadas y de la caballería, cuando se extenderá el culto en Europa.

Jorge se convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén (15 de julio de


1099). Como miles Christi, es decir, 'soldado de Cristo', se convirtió en patrón de los
caballeros y soldados, y en protector de algunas órdenes religiosas militares, como la Orden
Teutónica (siglo XII) o los templarios.

Hacia el siglo XII, la leyenda áurea se extendió por Europa. Santiago de la Vorágine (hacia
1230 – 13 de julio de 1298), arzobispo de Génova escribió la Legenda sanctorum, una
colección de fábulas sobre distintos santos. La historia de Jorge de Capadocia destacaba
entre otras. El libro, por el valor que tenía a ojos de los lectores del siglo XIII, acabó
conociéndose como Legenda aurea o Leyenda dorada.

La información contenida en sus 177 capítulos (que en otras ediciones son 182)
actualmente se considera falsa, pero de notable valor literario. Se estima que el libro tuvo
una profunda influencia en la extensión de la leyenda en Occidente, tanto a nivel popular
como en la literatura y la pintura de Europa Occidental.

En los últimos siglos de la Edad Media, Jorge se convirtió en patrón de ciudades, burgos y
casas nobles; también llegó a ser el primero de los 14 santos ayudadores como protector de
los animales domésticos.

Jorge de Capadocia en Eurasia

Alemania

En el siglo IX (o quizás posteriormente el siglo XI) aparece en Alemania la Canción de San


Jorge. La canción, basada en precedentes latinos y redactada en alto alemán, cuenta el
martirio del santo. Es atribuida al primer poeta conocido en el idioma alto alemán, Otfrido
de Wissenbourg (hacia 800–después de 870), aunque sólo se puede demostrar la existencia
de la canción a partir del siglo XI. El origen podría estar en el monasterio de Prüm, al que el
emperador Lotario I (840–855) donó un brazo cercenado y disecado, diciendo que era una
reliquia de San Jorge. Eso lo convirtió en el centro de veneración de los francos.

Iglesia de San Jorge en Reichenau.

Sin embargo, el idioma alto alemán indica un origen en la isla monástica de Reichenau.
Hacia el siglo IX —gracias a la mediación del arzobispo de Maguncia y abad de Reichenau
Hatto III (891–913)— llegó desde Roma, entre otras reliquias, un cráneo que era atribuido a
Jorge. Para esta reliquia se construyó la iglesia de Sankt Georg.

Esta iglesia, declarada en el siglo XX Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ha


conservado pinturas murales del siglo X con escenas de la vida de Jesucristo tomadas de los
evangelios. Como consecuencia, Reichenau se convirtió en un gran centro de veneración de
Jorge de Capadocia, que extendió su influencia hasta el convento de Sankt Georgen
(1084/1085) en la Selva Negra. La ciudad principal de la Selva Negra, Friburgo de Brisgovia,
tiene a San Jorge como su patrón.

Francia

Existen 81 localidades y varios centenares de iglesias con el nombre de Saint-Georges.

Georgia

San Jorge es el patrón de Georgia. La bandera actual es una Cruz de San Jorge y el escudo
tiene una representación del santo a caballo matando al dragón.

Los georgianos se autodenominan Kartvelebi (ქართველები) y su país Sakartvelo


(საქართველო). El nombre occidental de "Georgia" se deriva del persa ‫ گرجی‬Gurji a través
del árabe Jurj.[cita requerida]

La escritura del nombre ha sido influenciada por la raíz griega geōrg- (γεωργ-, la misma
raíz de Γεώργιος 'Georgios') y por etimología popular se creyó que el nombre provenía de
San Jorge.

La palabra persa ‫ گرجی‬Gurji y la relacionada armenia Vrastan parecen estar


relacionadas con el nombre Iberia, con pérdida de la i- inicial y sustitución de la b por w
o v.[cita requerida]

Para los georgianos, San Jorge se celebra el 14 de agosto, tradición que proviene
directamente de la fiesta del dios Luno (Jorge blanco).

Grecia

Jorge de Capadocia sigue siendo venerado en Grecia, donde se le ha dado el nombre


de Gran Mártir.

Para los eslavos de Corinto, la celebración del «San Jorge Verde» toma el aspecto
folclórico de un rito para obtener lluvia.

España y Portugal[editar]

En la Edad Media, Jorge pasó a ser patrón de la Corona de Aragón y de Portugal.

La Corona de Aragón[editar]

El escudo de Aragón luce la cruz de San Jorge en el tercer cuartel.

En 1096, las huestes del rey Sancho Ramírez de Aragón asediaban la ciudad de
Alcoraz, cerca de Huesca. Tras recibir ayuda desde Zaragoza, los asediados consiguen
matar al rey, pero ganan la batalla de Alcoraz, según la tradición, gracias a la aparición
de San Jorge. Posteriormente el rey Pedro I de Aragón conquista Huesca tras invocar la
ayuda del santo. Cuenta la leyenda que el mismo día estuvo ayudando a los cruzados
en Antioquía y que, en un momento de la batalla, subió a la grupa de su caballo a un
caballero teutón descabalgado; más tarde, ese mismo caballero se vio envuelto en la
batalla de Alcoraz.

Sobre todo a partir del siglo XIII surgen numerosas leyendas y apariciones en el reino.
Así, Jaime I el Conquistador cuenta que en la conquista de Valencia apareció el santo:
«Se apareció San Jorge con muchos caballeros del paraíso, que ayudaron a vencer en
la batalla, en la que no murió cristiano alguno». Más tarde, el rey Jaime cuenta de la
conquista de Mallorca que «según le contaron los sarracenos, éstos vieron entrar
primero a caballo a un caballero blanco con armas blancas», que él identifica con Jorge.

El patrocinio de Jorge de Capadocia sobre los reyes de Aragón y, por extensión, sobre
toda la Corona de Aragón se reconoce oficialmente a mediados del siglo XV durante el
reinado de Juan II de Aragón y Navarra, que lo nombra patrón del Reino y de la
Diputación del General, principal institución foral en caso de no estar convocadas las
Cortes.

Aragón

Actualmente el 23 de abril, día de San Jorge es festivo en Aragón, que celebra ese día
el Día de Aragón.

La cruz de San Jorge aparece en el tercer cuartel del Escudo de Aragón, junto con
cuatro cabezas de moros, representando la victoria de Pedro I en la batalla de Alcoraz,
el primer gran hito de la reconquista y donde 40.000 hombres lucharon por Huesca en
1096. Completan el escudo los cuarteles del Árbol de Sobrarbe (fueros que defendían la
ley sobre el rey según la tradición), La Cruz de Íñigo Arista (vinculación entre Aragón y
Navarra), la llamada Cruz de Alcoraz, introducido como emblema de Pedro III el Grande
en el siglo XIII, y las Barras de Aragón, cuya existencia y uso por la casa Aragón como
emblema heráldico data del reinado de Alfonso II el Casto. Las barras fueron el
emblema de los Reyes de Aragón que, como otros señores en la Edad Media, fueron
vasallos de Roma y Aviñón; los colores del emblema son los mismos que los usados por
los Papas. Posteriormente se convirtió en el símbolo de la Corona de Aragón).

Pedro IV el Ceremonioso promovió la devoción de los reyes de Aragón a San Jorge y


adoptó como divisa heráldica una cimera con un dragón. De ahí el entramado que hizo
a Jorge patrón de Aragón, por serlo de su rey, y con ello de todos los reinos que
componían la Corona de Aragón. El modelo del escudo de Aragón, tal y como fue
aprobado tras la transición española, aparece impreso por primera vez en Zaragoza, en
las prensas del impresor alemán y «magnífico maestre Paulo Hurus» el 12 de
septiembre de 1499.

Cataluña

La bandera de Barcelona luce dos cruces de San Jorge junto con las barras de la
Corona de Aragón.

La cruz de San Jorge es el primer emblema de la Generalidad de Cataluña.


Actualmente la cruz aparece en el escudo de Barcelona.

Según el Costumari Català de Joan Amades, el hecho de que Jorge sea el patrón de los
caballeros es debido a la ayuda que prestó al rey Pedro I de Aragón en la batalla del
Alcoraz, en Huesca, en el año 1096 contra los musulmanes. Para agradecer la gesta, el
rey lo nombró no sólo patrón de la caballería, sino de la nobleza del Reino de Aragón.
Este patronato se extendió a la posterior Corona de Aragón la cual abarcaba el
Condado de Barcelona.

En Cataluña la fiesta del Día de San Jorge se generalizó también a mediados del siglo
XV. En 1456 se oficializa el patronazgo al declarar las Cortes Catalanas el día 23 de
abril como festivo.2 La fiesta se ha convertido con el tiempo en el día de los
enamorados: el enamorado regala a la amada una rosa roja. Más tarde se generalizó la
costumbre de que, como contrapartida, las mujeres regalaran un libro a sus amados.

En Montblanch se representa el 23 de abril la leyenda de San Jorge y el dragón, ya que


se conmemora la ocurrencia de los hechos en la ciudad. Y en San Clemente Sasebas
hay una procesión a la Roca Encantada, donde se supone que hay un gran tesoro que
sólo puede ser encontrado esa noche.

Comunidad Valenciana

El santo es muy venerado en Alcoy y Bañeres, donde se celebran en su honor las


fiestas patronales de «moros y cristianos» (Moros y Cristianos de Alcoy, y Moros y
Cristianos de Bañeres) las fiestas de moros y cristianos de Alcoy son reconocidas en
todo el mundo pues son de tal espectacularidad que los días 22, 23 y 24 de abril, días
en los que se celebra dichas fiestas, la ciudad de Alcoy se engalana y las calles del
centro de Alcoy se abarrotan para ver los diferentes actos llenos de historia y belleza
que convierten a esta ciudad en un importante reclamo turístico.

En Bañeres, además, se escenifica cada tres años la famosa Leyenda del dragón y la
princesa, organizada por la Associació de la llegenda de Sant Jordi.

Resto de España

Castilla y León

Es patrón de Olmedo de Camaces y de Santiago de la Puebla, ambas localidades de la


provincia de Salamanca, que celebran su festividad el 23 de abril como también lo
hacen los habitantes de San Esteban de Nogales, provincia de León, en cuya ermita se
guarda una reliquia: el casco del santo matadragones. El día de San Jorge los
habitantes del pueblo realizan una visita a la ermita, al otro lado del río eria. Los mozos
acarrean el pendón, cruzando el puente artesanal. Además se realiza una danza
(bailina) con palos.

Extremadura

Jorge de Capadocia es patrón de la ciudad de Cáceres, siendo festividad local el 23 de


abril, y celebrándose en la noche del 22 de abril (víspera del día del patrón) con la
quema del dragón en la Plaza Mayor.

La Rioja

Es patrono de Santurdejo. El día de su festividad se celebran danzas y procesiones en


su honor. Antiguamente gente enferma de todos los rincones se acercaban a la iglesia
de San Jorge en Santurdejo y daban vueltas a su alrededor para ser curados por los
milagros del Santo.

Castilla-La Mancha

Es patrón de Villanueva de Alcardete, (Toledo). En ese día, 23 de abril, se celebra misa


y procesión. Novenario, vísperas, verbenas, música y folklore popular completan un
amplio programa que la hermandad o el Ayuntamiento organizan y financian. El mismo
día 23, por la tarde, se hace una puja con los regalos que los vecinos hacen al santo.
Antiguamente se regalaban animales que luego se subastaban y la recaudación servía
para las obras del santo y su hermandad. Ahora se subastan roscos, panes, etc.
También se hacen las típicas caridades (tortas de harina sin sal ni levadura cocidas en
horno) que se adquieren para ayudar a mantener la festividad. Ya en 1606 se celebraba
esta fiesta con toros, según consta en el archivo del Ayuntamiento, pero la climatología
impide un año sí y otro también que los toreros, a veces, no puedan ni hacer el paseíllo.

Es patrón de Aldea del Rey, Ciudad Real. En este municipio de La Mancha se


encuentran el Sacro-Convento Castillo de Calatrava La Nueva y el Palacio de Clavería,
también perteneciente a la Orden de Calatrava. Desde hace unos años la festividad se
celebra durante el fin de semana posterior al día 23 de abril. El viernes es el día de
fiesta local, el sábado se celebran las vísperas en honor al Santo y el domingo es el día
grande en el que se celebra la misa por la mañana y por la tarde noche una procesión
que recorre las calles principales de la localidad y a la que todos los hermanos de dicha
hermandad asisten. El distintivo de la hermandad es una banda cruzada con los colores
de la bandera de España y la Cruz de la Orden de Calatrava bordada en el centro.

Asturias

En Asturias se denomina San Xurde y es el encargado de dar muerte al Cuélebre, que


es una gran serpiente a la que se le representa con crines, orejas, alas de murciélago
(cuando ya es viejo), y custodiando un gran tesoro en una cueva o al lado de una fuente
protegiendo a las Xanas. Será con la llegada del cristianismo cuando el Cuélebre deje
de tener el papel de Guardián cambiándolo por el de dragón devorador de ganados y
vírgenes. Al Cuélebre solo se le puede dar muerte clavándole una espada en el cuello, o
dándole de comer una hogaza de pan llena de alfileres o de piedras calentadas al rojo.

Portugal

Parece ser que los cruzados franceses que ayudaron a Alfonso I de Portugal en la
conquista de Lisboa en 1147, introdujeron el culto a Jorge en Portugal. Sin embargo, se
cree que no fue hasta la época de Alfonso IV en la que se pasó a usar el nombre de
San Jorge como grito de guerra, en lugar de Santiago.

Nuno Álvares Pereira, condestable de Portugal y profundo devoto del santo,


consideraba a Jorge como adalid de la victoria de Aljubarrota contra los castellanos.

También Juan I de Portugal era devoto de Jorge. Tanto es así que sustituyó a Santiago
por Jorge como santo patrón de Portugal. En 1387 ordenó que su imagen a caballo
fuera sacada en la procesión de Corpus Cristi, tradición que se extendió también al
Brasil.

Ya en 1386, Inglaterra y Portugal —unidas también por el patronato de San Jorge—


firmaron la alianza anglo-portuguesa, que todavía sigue en vigor.

Hungría

Insignia de la Orden de San Jorge de Hungría.

Las figuras de San Jorge y San Martín se hallan estrechamente ligadas a los cultos religiosos
húngaros incluso antes de la fundación del reino de Hungría, hacia el año 1000. Según las
crónicas y leyendas, el rey San Esteban I de Hungría condujo a sus ejércitos contra el adalid
de los paganos, Cupan, en el año 997 bajo las banderas de San Jorge y San Martín.

Durante los siguientes trescientos años, se rindió culto tanto a San Jorge como a San Martín
en varias iglesias y monasterios, aunque a partir de la canonización del rey San Ladislao I de
Hungría en el año 1192, éste remitió.

En año 1326 el rey Carlos I de Hungría fundó la primera orden caballeresca laica del mundo,
la Orden de San Jorge, lo que atestigua que en el siglo XIV su culto seguía teniendo gran
importancia en Hungría.
En año 1373 los hermanos húngaros Martín de Koloszvár y Jorge de Kolozsvár, maestros
escultores, fundieron una estatua en bronce de San Jorge, probablemente obsequio del rey
Luis I de Hungría a su aliado el emperador Carlos IV de Luxemburgo, también rey de
Bohemia, que fue colocada en Praga.

A partir de la segunda mitad del siglo XIV prevaleció el culto del rey caballero Ladislao I de
Hungría: incluso se convirtió en tradición acuñar monedas con su imagen.

Según un estudio realizado en Hungría en año 1808, 59 asentamientos llevaban el nombre


de San Jorge. Sin embargo, tomando en cuenta los documentos y manuscritos existentes, se
estima que previo a los 150 años de ocupación turca otomana en los siglos XV y XVI, el
número de localidades nombradas en honor a San Jorge era cerca de el doble que de las que
aparecieron en el estudio. Concluyéndose así todas las ausentes en el listado de año 1808
fueron destruidas previamente.3

Inglaterra

La bandera de Inglaterra es una cruz de San Jorge.

El rey Eduardo III de Inglaterra (rey de 1327 a 1377), conocido por promover el código de la
caballería, fundó en 1348 la Orden de la Jarretera y nombró a Jorge como su santo patrono.

Los antiguos archivos de la orden fueron destruidos por el fuego, pero se cree que en 1344 o
en 1348, Eduardo III proclamó a Jorge de Capadocia como patrón de Inglaterra. A pesar de
que su culto fue reprimido en la época de la Reforma por la Iglesia de Inglaterra, la capilla de
San Jorge en el Windsor (completada entre 1483 y 1528) se mantuvo como sede de la
orden.

En 1818, el entonces príncipe regente y más tarde rey Jorge IV de Inglaterra creó la Muy
Distinguida Orden de San Miguel y San Jorge para reconocer los servicios extraordinarios en
el campo diplomático.

Jorge es uno de los personajes principales del poema Faerie Queen ('La Reina de las Hadas')
de Edmund Spenser, considerado uno de los poemas más bellos de la lengua inglesa.

Aparece en el libro I como el Redcrosse Knight of Holiness ('Caballero Santo de la Cruz


Roja'), protector de la Virgen María. Es de esta guisa que se puede interpretar a Jorge de
Capadocia, como parte de la Iglesia de Inglaterra manteniendo y apoyando a la dinastía
Tudor de Isabel I de Inglaterra.

Italia

Jorge de Capadocia (en Italia "San Giorgio")

En Italia, el culto a Jorge de Capadocia estuvo muy difundido. En Roma, Belisario (hacia 527)
colocó bajo la protección de Jorge la Puerta de San Sebastián (Porta San Sebastiano) y la
iglesia de San Jorge en Velabro, adonde fue trasladado poco después otro cráneo del santo,
descubierto en el patriarcado lateranense del Papa Zacarías (744–752). Algunas ciudades
italianas, incluyendo Génova, Ferrara y Regio de Calabria, tienen a San Jorge como su patrón.

Rusia

La imagen de Jorge de Capadocia aparece en el antiguo escudo imperial y en el escudo


nacional moderno. Era el antiguo emblema de los ejércitos rusos y dio nombre a la primera
orden militar del país.

La Iglesia Ortodoxa rusa celebra su fiesta como patrono de Rusia el 6 de mayo. El «Gran
Mártir Jorge, portador de trofeo» se venera en forma de icono desde la Edad Media. La
galería de iconos de Nóvgorod de la Universidad Estatal de la ciudad posee una colección de
iconos del santo de los siglos XII al XVI.

Ucrania

La fiesta de San Jorge es en mayo. En esa fecha se celebra en Ucrania el plastuny, que es a la
vez la fiesta de San Jorge y el festival de primavera. San Jorge es el patrón de Ucrania, la
región de Kiev, el santuario principal de Galitzia y de la ciudad Leopolis- Catedral de San
Jorge, las más antiguas ciudades de Volodimir-Volinski, Kamianets-Podilskyi y par de
docenas de ciudades.

Bielorrusia

En la República de Bielorrusia se celebra el 23 de abril al comienzo de la primavera: los


campesinos se revuelcan por la hierba empapada por el primer rocío y bendicen la tierra.
Por otra parte, la fiesta está relacionada con la prosperidad y cuidado de los animales: se
frota con un huevo a las reses para que estén más lozanas.

Malta

En la isla de Malta se celebra la fiesta el cuarto domingo de junio y en Gozo el tercer


domingo de julio. San Jorge es la advocación principal de la capilla de la Lengua de Aragón
en la Catedral de San Juan, en La Valletta, capital de Malta.

Serbia y Montenegro

En los dos países de Serbia y Montenegro San Jorge es uno de los patrones. Cómo en Rusia,
la Iglesia ortodoxa serbia y la Iglesia ortodoxa montenegrina celebran su fiesta el 6 de mayo.
Hay una isla próxima de la costa de Montenegro llamada de San Jorge, con un monasterio
devotado al santo.

San Jorge en el resto del mundo

Argentina

San Jorge es el patrono del arma de Caballería del Ejército Argentino, por lo que el día 23 de
abril se celebra su día. También es patrono de una ciudad de la Provincia de Salta llamada
Pichanal.

También se encuentra la ciudad de San Jorge en la Provincia de Santa Fe. Ubicada en el


Centro Oeste de la provincia.

Colombia

En el Ejército Nacional de Colombia es patrono del arma más insigne de la Fuerza, la


Caballería. El soldado de Caballería, que acompaña con su leal trabajo la misión del Ejército
Nacional, ha sido recurso importante en la defensa de los valores patrios y reconocen en él a
un hombre luchador, virtuoso que entrega sus esfuerzos por la seguridad y progreso de la
patria; El día del Arma de Caballería se celebra igualmente el 23 de abril - fuente: [1]

Uruguay

San Jorge es el patrono del Arma de Caballería del Ejército Uruguayo, pero su día se celebra
el 12 de octubre, fecha que se recuerda la primera carga a caballo del Ejército Oriental el 12
de octubre de 1825, Batalla de Sarandí.

Venezuela

En Venezuela San Jorge de Capadocia es el patrono del arma de Caballería y Blindado,


siendo celebrado su dia el 23 de abril.

Etiopí

Iglesia de San Jorge en Etiopía

Según una leyenda, generada probablemente por el rey Lalibela de Etiopía, cuando éste
estaba acabando una serie de iglesias, se apareció San Jorge en su armadura y montado en
un caballo blanco. El rey dijo que el santo militar le echó en cara que ningún templo
estuviera dedicado a él, por lo que el rey comenzó a colectar más impuestos para construir
una lo antes posible.

Así se construyó Bet Giyorgis ('San Jorge'), excavada en la roca, una de las iglesias más
hermosas de Etiopía. La iglesia está rodeada por mitos y leyendas que afirman que fue
construida por los templarios en el siglo XIII o que guarda el Arca de la Alianza bíblica.

Brasil

Portugal llevó el culto a sus colonias. En los cultos afro-brasileños, en la Umbanda se


identifica a San Jorge con Ogum u Ogún (en Río de Janeiro, Recife, San Pablo y Porto Alegre),
dios de la guerra y las armas, que maneja el hierro y con Oxóssi y Odé, en el Candomblé de la
Bahia. El Africanismo también toma este santo para representar a Ogum, santo (orixá)
guerrero y protector.

México
En el estado de Durango de México, se ha declarado patrono festejable el día 23 de abril.
Esto debido a su mitología de defender ante las «fieras», en la ciudad de Durango abundan
los insectos y arácnidos (específicamente los alacranes).

Icono, Museo Cristiano-Bizantino, Atenas

Patronazgo

San Jorge es o fue santo patrón y protector de diversos países, regiones y ciudades: la
Corona de Aragón, Inglaterra, Portugal, Georgia, Lituania, Génova, Calabria, Barcelona,
Friburgo de Brisgovia, Moscú, Cáceres, etc.

Es uno de los santos caballeros, protector durante la Edad Media de este estamento. En
Rusia se empleó como principal emblema de sus ejércitos. En Inglaterra y Provenza se usaba
su nombre como grito de guerra.

Varias órdenes militares portan su nombre o sus símbolos: la Orden de la Jarretera, la Orden
Teutónica, la Orden de Calatrava, la Sacra Orden Constantiniana, la Orden de San Jorge de
Alfama, entre otras.

También es patrono de diversas otras profesiones y actividades: agricultores, soldados,


arqueros, prisioneros, herreros, gentes del circo, escultistas, montañeros, entre otros.

También es protector de los animales domésticos. Su nombre es invocado contra las


serpientes venenosas, las enfermedades de la piel, el herpes, la peste, la lepra y la sífilis, y en
los países eslavos contra el mal de ojo.

San Jorge mártir también es el patrón de Alcoy, ciudad situada en la Comunidad Valenciana
destacándose como las fiestas de moros y cristianos más conocidas del mundo, declaradas
de interés turístico internacional en 1980.

También es reconocido como el patrón del Movimiento Scout, específicamente de la rama


Scout. Fue elegido por Baden Powell, el fundador del movimiento, por su ejemplo de
valentía y caballerosidad.

Iconografía

San Jorge se suele representar a caballo, habitualmente blanco, vestido al modo militar
medieval, con palma, lanza, espada y escudo. Era el portaestandarte vencedor, el caballero
campeón de dragones, con el símbolo de la maldad a sus pies. Era el caballero de la madre
de Dios, María, equivalente en la tierra de San Miguel Arcángel (del que se distingue porque
este último suele representarse con alas).

Los «colores de San Jorge» (o lo que se llama más habitualmente la «Cruz de San Jorge») es
una bandera blanca con una cruz roja cuyos brazos llegan hasta los extremos. Se puede ver a
menudo en el escudo de San Jorge en cuadros y otras representaciones. También se ha
adaptado en las diferentes entidades de las que es patrono, como la bandera de Inglaterra, la
de Georgia, etc.

San Jorge en el arte

Los cuadros más famosos del santo fueron realizados por Durero (en 1503), Donatello,
Rafael y el San Jorge y el dragón de Rubens, en el Museo del Prado.

También hay algunas representaciones de la Leyenda de San Jorge y el Dragón en pintura


mural, como el San Jorge de Alfambra, de grandes dimensiones y estilo gótico, datado hacia
1490, y que en encuentra en la Ermita de Santa Ana, Alfambra (Teruel). Su nivel de detalle
en la vestimenta que anuncia ya el Renacimiento es destacable, además de estar relacionado
con el mecenazgo de la Fernández de Heredia, uno de cuyos miembros del linaje aparece en
la escena contigua. 4

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