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Función del sustantivo

La categoría gramatical del sustantivo es la que más funciones puede realizar


en un análisis sintáctico. Voy a ir analizando una a una para que las entiendas
perfectamente.

– Sujeto (Suj): la función de sujeto se refiere a la persona, animal o cosa que


realiza la acción del verbo que hay presente en la oración y precisamente,
cualquiera de ellas tres, sólo puede ser nombrada por un sustantivo.

FUNCIONES SINTACTICAS DEL SUSTANTIVO

Ej. María ha redecorado su dormitorio esta tarde. (María = sujeto)


El perro de mis vecinos es insoportable por sus ladridos. (El perro de mis
vecinos = sujeto)
La lámpara de mi dormitorio está fundida desde ayer. (La lámpara de mi
dormitorio = sujeto)

– Objeto directo (OD) : un sustantivo también puede realizar esta función


sintáctica, ya que con un sustantivo se indica el ente sobre el que recae la acción
del verbo.

Ej. Mis amigos han comprado una casa hace unos días (una casa = OD)
Mi vecina ha llamado al mecánico hace un momento (al mecánico = OD)
Ese niño está acariciando a tu perro (a tu perro = OD)

– Objeto Indirecto (OI) : esta función sintáctica también puede ser determinada
por un sustantivo pues se refiere a la persona o animal a la que va dirigida la
acción del verbo. Así:

Ej. Nuestra prima ha enviado una canción a su novio por Whatssap (a su


novio = OI)
Mi amigo ha comprado una sudadera a su perro (a su perro = OI)
– Complemento agente (C.Ag):
Ej. EL paquete ha sido enviado por el dueño del producto (por el dueño del
producto = C.Ag)
La droga del camión fue descubierta por el perro policía (por el perro policía =
C.Ag)
Los sentimientos del autor son plasmados por la pintura. (por la pintura =
C.Ag)

– Atributo (Atr):
Ej. Este hombre es mi vecino del quinto (mi vecino del quinto = Atr)
Ese animal es un lemur (un lemur = Atr)
La parte del cuerpo que me mejor le funciona es el corazón (el corazón = atr)

– Predicativo (Pvo):
Ej. Nombraron alcalde al padre de un compañero de mi instituto (alcalde =
Pvo)

– Complemento del nombre (CN): esta función sólo la podrá cumplir un


sustantivo siempre y cuando vaya acompañado por la preposición “de”.
Ej. La tarjeta del médico está en mi monedero (del médico = CN)
Todavía no he guardado las llaves del cortijo en la mochila (del cortijo = CN)
Mis amigos ya han comprado la comida del perro (del perro = CN)

– Complemento de adjetivo (C.Adj): le ocurre exactamente lo mismo que al


Complemento del nombre, obligatoriamente, un sustantivo debe ir acompañado
por la preposición “de” para funcionar de C.Adj.
Ej. Los habitantes de este pueblo están escasos de recursos (de recursos =
C.Adj)
Mi amiga mejicana está cansada de su novio (de su novio = C.Adj)
Tu prima está loca de contenta por esta noticia (de contenta = C.Adj)
– Complemento de adverbio (C.Adv): acompañado por la preposición “de”, al
igual que los dos anteriores casos.
Ej. Esa tienda está cerca de tu casa (de tu casa = C.Adv)
Ese plato está fuera de la carta del menú (de la carta = C.Adv)
Las gafas las tienes delante del ordenador (del ordenador = C.Adv)

– Aposición:
Ej. Lady Margaret, la protagonista, conoció a su amado (la protagonista =
aposición)
María Dolores, mi maestra de primaria, vive cerca de aquí (mi maestra de
primaria = aposición)
Belén Estebán, la princesa del pueblo, ya no aparece en televisión (la
princesa del pueblo = aposición)

– Complemento circunstancial (CC):


Ej. La inauguración de esa empresa se realizó en el Museo (en el museo)
Mi amiga llegó al bar con su novio (con su novio)
Terminé de escribir el cuento con mucho cansancio (con mucho cansancio)

– Complemento de Régimen Preposicional o Suplemento (C.Reg/Supl): como


ya sabrás, el suplemento es una función que necesita una preposición siempre.
Ej. Me acuerdo de tus palabras en cada momento (de tus palabras =
Suplemento)
Los hombres hablan de fútbol continuamente (de fútbol = Suplemento)
Ella sueña con gatos frecuentemente (con gatos = Suplemento)
MORFOLOGÍA SUSTANTIVO
GENERO Y NUMERO
Los sustantivos tienen género, que puede ser masculino o femenino:
Como regla general los sustantivos masculinos terminan en “-o” y los femeninos en “-a”,
aunque hay excepciones.
Ejemplos de sustantivos masculinos: niño, gato, perro, palo, saco
Ejemplos de sustantivos femeninos: niña, leona, cama, casa, peluca

Veamos algunas excepciones:


Ejemplos de sustantivos masculinos: cristal, camión, muelle
Ejemplos de sustantivos femeninos: pared, mujer, revolución

Para referirnos a personas o animales, que pueden ser de ambos géneros, el femenino se
forma:
1.- Sustituyendo la “o” del masculino por la “a” del femenino:
Ejemplos:
Alumno – alumna
Muchacho – muchacha
Tío – tía

2.- Añadiendo una “a” al masculino:


Ejemplos:
Ladrón – ladrona
León – leona
Manuel – Manuela

3.- A veces el femenino puede tener una terminación diferente al masculino:


Actor – actriz
Emperador – emperatriz
Príncipe - princesa

4.- O puede ser una palabra distinta:


Padrino – madrina
Caballo – yegua
Toro - vaca

Los sustantivos también tienen número, que puede ser singular o plural.
El sustantivo singular se refiere a una única persona, animal, cosa o lugar, mientras que el
sustantivo plural se refiere a más de una.
Como regla general el plural se forma:
1.- Añadiendo “-s” al singular si termina en vocal:
Toro – toros
Oreja – orejas
Muñeca – muñecas
Silla – sillas
Bolso – bolsos

2.- Añadiendo “-es” al singular si termina en consonante:


Pared – paredes
Camión – camiones
Mujer – mujeres
Árbol – árboles
Salón – salones

3.- Cuando la palabra termina en “z” forma el plural sustituyendo esta letra por una “c” y
añadiendo “-es”.
Lápiz – lápices
Pez – peces
Paz – paces

4.- Cuando la palabra termina en “y” forma el plural añadiendo “-es”.


Buey – bueyes
Ley - leyes
Rey – reyes

5.- Si la palabra termina en “s” hay que distinguir:


Si la palabra es aguda el plural se forma añadiendo “-es”.
Obús – obuses
Anís- anises
Holandés - holandeses

Si la palabra no es aguda el plural coincide con el singular.


El lunes – los lunes
La dosis – las dosis
La crisis – las crisis

Hay palabras que tan sólo se utilizan en singular y otras que tan sólo se utilizan en plural.
Ejemplos de palabras que sólo se utilizan en singular: sed, salud, norte
Ejemplos de palabras que sólo se utilizan en plural: sacapuntas, paraguas, tijeras
COMPOSICIÓN

Sustantivos simples
En La guía de lengua estamos inmersos desde hace algunas semanas en un estudio concienzudo y
detallado cerca de los sustantivos (que también son llamados nombres en muchos lugares). Lo que
más nos interesa es estudiar características y funciones principales, pero además queremos
saberlo todo acerca de cómo se dividen los sustantivos, cómo hacen para diferenciarse unos de
otros. Como ya se ha dicho aquí, los sustantivos son aquellos tipos de palabras que nos ofrecen la
posibilidad de referirnos a elementos del mundo real, elementos que por supuesto pueden ser
personas, pueden ser animales, pueden ser objetos inanimados y también pueden ser ideas. Como
no podía ser de otra manera, la existencia de miles de sustantivos hace tremendamente necesaria
la existencia de un buen sistema de categorización de los mismos.

Esta división interna de los distintos tipos de sustantivos es, precisamente por esa misma
razón, bastante diferente de las demás. Como ya sabemos, cuando se trata de categorizar
otros tipos de palabras, como los verbos y los adverbios, lo que suele hacerse es diseñar un
gran cuadro de categorías y colocar a cada miembro (a cada verbo, a cada adverbio) en una
de ellas. Pues bien, cuando se trata de sustantivos las cosas no son así, sino que lo que aquí
tenemos son una serie de categorías duales, en cada una de ellas puede caer cada sustantivo,
pero nunca en ambas. Así, un sustantivo puede ser abstracto o concreto, propio o común,
contable o incontable, etcétera.

La categoría que hoy nos interesa es la que divide a los sustantivos simples de los
compuestos. Y como ya hemos hablado de estos últimos, aquí vamos a ocuparnos de los
primeros: de los sustantivos simples.

Los sustantivos simples se definen muy rápidamente: se trata de aquellos sustantivos que
están formados por una sola palabra o, para ser más exactos, por un único lexema.

Pongamos algún ejemplo:

agua
calle
boca
fuego
pelo

En realidad, estos sustantivos están en su estado “normal”, y sólo en algunas ocasiones


pueden unirse entre ellos, o con otros tipos de palabras, para formar los compuestos.
Los sustantivos simples, cuando funcionan de forma individual, pueden ser igualmente
contables o incontables, abstractos o concretos, etcétera. El funcionamiento de, por
ejemplo, “boca” y “calle” no debe guardar ninguna relación con el funcionamiento del
compuesto “bocacalle”, aunque sí es verdad que, por norma general, cuando un sustantivo
compuesto nace de la unión de dos sustantivos simples, como en este último caso, el nuevo
hereda las particularidades de los dos antiguos, es decir, sigue siendo -en este caso-
contable, concreto y común.

Sustantivos compuestos
En La guía de lengua llevamos unas semanas dedicándonos en exclusividad al estudio y la
compresión de los sustantivos (también llamados nombres). Lo que nos interesa es estudiar sus
principales rasgos y funciones, pero sobre todo queremos saber cómo se dividen los sustantivos,
cómo se diferencian unos de otros. Ya sabemos que los sustantivos son esos tipos de palabras que
nos conceden la posibilidad de referirnos a elementos del mundo real, ya sean estos personas,
animales, objetos o ideas. Como es natural, existen miles de ellos, y en esta situación una buena
categorización de los mismos se nos antoja fundamental.

La división interna de los sustantivos es, antes bien, sumamente distante de las demás. Si
bien otros tipos de palabras se categorizan según un cuadro general de categorías maestras,
dentro de las cuales van colocándose cada uno de sus miembros, los sustantivos tienen su
propia manera de organizarse. En realidad, aquí lo que existen son una serie de categorías
duales, que pueden ser A o B, pero no ambas, y que por acumulación van definiendo a cada
uno de los sustantivos. Por ejemplo, un sustantivo puede ser abstracto o concreto, propio o
común, contable o incontable, etcétera.

Una de esas categorías es la que hace referencia a la composición de los propios


sustantivos. Así, según esté formado por una sóla raíz, podrá ser simple; o si está formado
por más de una raíz, podrá ser un sustantivo compuesto.

Los sustantivos compuestos, que son los que queremos tratar en este artículo, se definen de
una manera muy sencilla: son aquellos formados a través de la unión de dos o más palabras
simples.

Pongamos algún ejemplo:

bocacalle
sacacorchos
pelirroja
albiceleste
mapamundi
mediodía
cortafuegos

Hay que entender bien que, cuando estos sustantivos se pueden pluralizar (es decir, son
contables), la parte que se pluraliza es la que va en última posición. Por ejemplo, el plural
de “bocacalle” no es “bocascalles”, sino “bocacalles”. Así mismo, diremos “pelirrojas” y
no “pelisrrojas”, “mapamundis” y no “mapasmundis”.

Por otra parte, y como se habrá podido notar, estos sustantivos compuestos pueden
formarse a través de palabras de diferentes categorías gramaticales. Por ejemplo, pueden
formarse a través de la unión de dos sustantivos (como es el caso de “mapamundi”); a
través de la unión de un sustantivo y un adjetivo (como son los casos de “mediodía” o de
“pelirroja”, aunque en distinto orden), o incluso de a través de la unión de un verbo y un
sustantivo (como es el caso de “sacacorchos” o de “cortafuegos”).

DERIVACIÓN

Sustantivos primitivos
Como ya sabemos, los sustantivos son las palabras que nos permiten a los hablantes hacer
referencia a elementos del mundo real, ya sean estos personas, animales, objetos o ideas. En La
guía de lengua llevamos un tiempo dedicándonos exclusivamente a ellos, y como nuestra
intención es estudiarlos a fondo y conocer todas sus particularidades y manifestaciones, hemos de
adentrarnos con decisión en todos los casos.

Uno de los elementos en los que hemos hecho más hincapié a lo largo de esta serie de
artículos es en la división de los sustantivos. Al conformar una lista de palabras casi
interminable, tener claro cómo dividirlos o “repartirlos” en grupos es crucial para poder
abarcarlos. Así hemos ido pasando por lo que a menudo hemos llamado las “categorías
binarias” de los sustantivos: un mismo nombre puede ser propio o común, abstracto o
concreto, contable o incontable, etcétera, decíamos.

Pues bien, existen otra clasificación que no funciona exactamente de ese modo binario o
dual. Cuando miramos a los sustantivos y los tratamos en función de su origen (de su
origen léxico), entonces sí podemos diseñar un cuadro de categorías maestras y repartir a
todos los sustantivos en grupos diferentes. Es el caso de los sustantivos primitivos, de los
derivados, de los patronímicos, de los hipocorísticos, de los gentilicios, etcétera. Hoy
vamos a ocuparnos de los primeros: los sustantivos primitivos.
Los sustantivos primitivos son, como las palabras primitivas en general, aquellos que se
componen únicamente de una raíz léxica, o de un lexema. Por alguna razón, estos
sustantivos no cuentan con ningún añadido, están “vírgenes” léxicamente. De ellos, por
supuesto, se pueden “derivar” otras palabras, y muchas de estas palabras serán también
sustantivos, pero cuando esto ocurra ya no serán sustantivos primitivos sino que habrán
pasado a ser sustantivos derivados.

Sí es necesario añadir que, si bien decimos que estos sustantivos no cuentan con ningún
añadido, si son susceptibles de presentarse a sí mismo portando algún tipo de morfema de
género o de número, o bien de ambos. Por ejemplo, serían sustantivos primitivos los
siguientes:

mar
pan
niño / niña
lápiz
ojo
jardín
flor
queso
zapato

Como se puede observar, suelen ser sustantivos cortos compuestos por un único lexema o
un lexema más un morfema de género o de número. Cuando estos sustantivos se derivan se
convierten en estos otros:

marinero
panadería
niñez
lapicero
ojera
jardinero
floristería
quesero
zapatería

Es decir, los sustantivos primitivos son lexemas a los que no se añade ningún otro tipo de
morfema que porte significado propio.

Sustantivos derivados
Los sustantivos, como ya hemos dicho aquí, son esas palabras que permiten a los hablantes de una
determinada lengua hacer referencias al mundo real, ya sea personas, a animales, a objetos o a
ideas. En La guía de lengua hemos estado dedicándonos durante un tiempo exclusivamente a
ellos, a los sustantivos, y dado que nuestra querencia es estudiarlos en detalle y conocer todas sus
características, el resultado ha sido -está siendo- una larga y esperamos que completa serie de
artículos.

En algo hemos hecho mucho hincapié a lo largo de esta serie, y ese “algo” es la división de
los sustantivos. Al tratarse de una lista de palabras casi interminable, tener claro cómo
dividirlos o colocarlos en grupos es crucial para poder abarcarlos, y mucho más importante
que conocerlos a todos. Así que en este serie hemos ido estudiando lo que muchas veces
hemos llamado las “categorías binarias” de los sustantivos. Decíamos pues que un mismo
sustantivo puede ser propio o común, abstracto o concreto, contable o incontable, etcétera,
pero no ambos a la vez.

Pero hemos llegado a un punto en el que hemos de decir que existe otra clasificación que
no funciona exactamente de ese modo dual. En concreto, si tratamos a los sustantivos en
función de su origen entonces sí podemos esbozar un cuadro de categorías y repartir en
ellas a todos los sustantivos que conocemos. Esas categorías son, por ejemplo, el caso de
los sustantivos primitivos, de los derivados, de los patronímicos, de los hipocorísticos, de
los gentilicios, y algunas más. Hoy vamos a ocuparnos de los sustantivos derivados.

Los sustantivos derivados son fáciles de definir si lo hacemos negativamente: se trataría así
de los que no son primitivos. Entonces, si los primitivos son aquellos que cuentan con un
único lexema y ningún añadido más, los derivados son los que sí portan consigo algún
lexema adicional.

En realidad, y más allá de los tecnicismos en la definición, todos conocemos muy bien lo
que es un sustantivo derivado. Los aumentativos y los diminutivos, por ejemplo, lo son, al
igual que los despectivos. Si “mesa” es primitivo, “mesita” es un derivado suyo.

Normalmente, de un primitivo, como por ejemplo “mar”, se deriva toda una lista de
sustantivos que derivados que conforman lo que llamamos una familia léxica (pues
comparten el mismo lexema original). Así, de “mar” surgen “marinero”, “marino”,
“marejada” o “marisco”. Lo particular es que cada uno de estos sustantivos derivados tiene
un significado propio, es decir, está compuesto por una raíz más un lexema con significado.
DERIVADOS

Sustantivos gentilicios
Los llamados sustantivos, o nombres, son la materia que desde hace algún tiempo nos mantiene
ocupados en La guía de lengua. Queremos entenderlos bien y abarcar todas sus manifestaciones, y
es por ello que habiendo visto ya la mayoría de los tipos de sustantivos que existen, nos vamos a
seguir adentrando los casos más particulares.

Como ya sabemos, los sustantivos se dividen en categorías que bien podríamos definir
como binarias, es decir, categorías en las cuales un mismo sustantivo puedes ser de un tipo
de otro, pero no de ambos. De esta manera un mismo sustantivo puede ser o bien abstracto
o bien concreto; o bien propio o bien común, o bien aumentativo o bien diminutivo,
etcétera.

Podría pensarse que los sufijos son los encargados de fabricar los sustantivos aumentativos
y los sustantivos diminutivos, y que esa es toda su función con respecto a estas palabras.
Pero sería un error. Los sufijos son capaces de fabricar un tipo de sustantivo adicional, el
llamado sustantivo gentilicio, que nos indica de dónde es una persona y se fabrica
añadiendo al nombre del lugar un sufijo particular.

En realidad, la variación del sufijo utilizado en función del país se sumamente curiosa y
tiene interesantes particularidades regionales. Por ejemplo, a los habitantes de Guatemala se
les llama guatemaltecos, pero también a sus vecinos mexicanos del Yucatán o de Chiapas, a
los que nos referimos como yucatecos o chiapanecos.

El sufijo -io es casi exclusivo de algunas antiguas repúblicas soviéticas, como Estonia,
Ucrania o Armenia, a cuyos habitantes nos referimos como estonios, ucranios y armenios.

Y, en un ejemplo de inusitada curiosidad, existen gentilicios que son más cortos que los
nombres de sus países. Por ejemplo, un afgano es un habitante de Afganistán; un kurdo lo
es del Kurdistán, y un kazajo lo es de Kazajistán. La razón es que los gentilicios de estos
países son anteriores a sus propios nombres: “stan” es una antigua palabra persa que
significa “tierra de”, luego Kurdistán significa literalmente “tierra de los kurdos”, y el
gentilicio ha de ser, como es lógico, simplemente kurdo.

Pero los gentilicios son por lo general caprichosos, y si bien en otros palabras se puede
cambiar de sufijo sin apenas problemas, los gentilicios necesitan decirse de una manera y
no de otra. Así, estos son algunos de los más conocidos:
Argentina » Argentino
España » Español
Francia » Francés
Inglaterra » Inglés
Estados Unidos » Estadounidense
Japón » Japonés
Brasil » Brasileño
Canadá » Canadiense
Suecia » Sueco
Italia » Italiano
Portugal » Portugués

Sustantivos despectivos
Los sustantivos, también llamados nombres, son la materia en la que nos hemos adentrado en La
guía de lengua desde hace algún tiempo. Queremos comprenderlos bien y ayudaros a que
también los comprendáis, y es por ello que habiendo visto ya la mayoría de los tipos de
sustantivos que existen, vamos a seguir adentrándonos en algunos casos particulares.

Sabemos ya que los sustantivos se dividen en categorías binarias, es decir, en las cuales
existen dos posibilidades y cada sustantivo encaja en una de ellas. Así, sabemos que un
sustantivo puede ser o bien abstracto o bien concreto; o bien propio o bien común, o bien
aumentativo o bien diminutivo, etcétera.

Cuando hemos hablado de los sustantivos aumentativos y de los diminutivos, hemos dicho
que éstos se componían utilizando la raíz original del sustantivo y añadiéndole algún sufijo.
Sin embargo, estos sufijos no sólo pueden utilizarse para “agrandar” o “empequeñecer” la
apariencia de un sustantivo, sino también para expresar sentimientos acerca del mismo. Y
uno de los sentimientos que es más común expresar a través del uso de estos sufijos, es el
de desprecio: el que da lugar a los llamados sustantivos despectivos.

Los principales sufijos que nos permiten expresar ese sentimiento despectivo son los
siguientes:

-ajo
-ejo
-aco
-astro
-ucho
-uelo
-uzo
Así como sus correspondientes femeninos. Veamos algunos ejemplos de despectivos,
siguiendo el orden de los sufijos anteriores:

Papelajo (de papel), Hierbajo (de hierba)


Arbolejo (de árbol)
Libraco (de libro), Animalaco (de animal)
Artistastro (de artista)
Perrucho (de perro)
Hombrezuelo (de hombre), Mujerzuela (de mujer)
Borrachuzo (de borracho)

Aunque no son los únicos. Los citados anteriormente son los sufijos más conocidos y
traspasables entre unas palabras y otras, pero existen bastantes más:

Picacho (de pico)


Tontaina (de tonto)
Listillo (de listo)
Señoritingo (de señor-ito)
Bodorrio (de boda)
Tintorro (de tinto)
Casuca (de casa)
Blandurrio (de blanco)
Viejuno (de viejo)

En realidad, los sufijos despectivos, al ser más propios del habla coloquial, se prestan como
nadie a las variaciones regionales y sociológicas, existiendo así diferentes despectivos
según la zona y el grupo social o de edad en el que nos movamos. Asímismo, muchos de
estos despectivos son modismos, y pasan de utilizarse de forma casi generalizada por los
miembros de una generación, a ser prácticamente olvidados o vistos como “arcaicos” por
los miembros de la generación siguiente.

De la misma manera, ciertos sufijos son gramaticalmente inexistentes y se utilizan sólo para
fortalecer la carga despectiva de los sustantivos a los que se unen.

Sustantivos aumentativos
Los sustantivos son el elemento lingüístico que nos mantiene ocupados desde hace unos días en
La guía de lengua. Nos hemos marcado el objetivo de hacer por viaje por todas sus
manifestaciones posibles, entenderlos en su totalidad, y prestar especial atención a sus
diferencias, a sus particularidades y a sus muy variadas subdivisiones internas y formas de
presentarse en las oraciones.
Los sustantivos. como ya sabemos también se llaman nombres, y es que son las palabras
justas a las que recurrimos para para referirnos a personas, a animales, a objetos o a ideas.
Es decir, utilizamos los sustantivos para “nombrar”, y es por ello que muchos los
consideran la principal ancla de sujeción que tiene el lenguaje, o la forma más perfecta,
fácil y concreta con la que contamos los hablantes para referirnos al mundo real. No
obstante, o puede que precisamente a causa de esta inabarcable función, los sustantivos no
sólo están divididos en muchas categorías, sino que además tienen la habilidad de
manifestarse de maneras tan distintas que se hace complicado conocerlas todas.

En cualquier caso, una de esas formas tiene una relación muy cercana con los sufijos y sí es
estudiable, de manera que vamos a ponernos a ello en este artículo.

Los sufijos, en realidad, cuando se añaden al final de la raíz de un sustantivo tienen la


capacidad de cambiarlo, de matizarlo o de añadirle algún nueva utilidad. Normalmente lo
que hacen es aumentarlo o reducirlo, bien sea simplemente por esa, por expresar ese
tamaño, o bien sea para expresar aprecio o desprecio. Aquí nos vamos a concentrar en los
sufijos que se utilizan para “aumentar”, y que dan lugar a los sustantivos aumentativos.

Los sustantivos aumentativos son los que se forman juntando a la raíz de un sustantivo un
sufijo aumentativo, que puede ser:

-ón
-ote
-azo

y sus correspondientes versiones femeninas:

-ona
-ota
-aza

Estos sufijos aumentativos dan lugar a nombres como estos:

grandón
fortote
cuerpazo

Por lo general, el uso de estos aumentativos es muy reducido, al contrario de la ambigüedad


que encontrábamos en los diminutivos. El mayor uso, pues, de los aumentativos es expresar
el gran tamaño, aunque sería más concreto traducirlos simplemente como “gran”. “Gran”
en sentido de “muy grande”, como con “grandón” o “fortote”, o “gran” en sentido de muy
bueno, como en “cuerpazo”, con lo que queremos expresar un cuerpo no tanto “muy
grande” como “muy bueno”, o “muy bonito”, o “muy desarrollado”.

Sustantivos diminutivos
Los sustantivos son la materia en la que estamos ocupados desde hace algún tiempo en La
guía de lengua. Nuestro objetivo es entenderlos en su totalidad, especialmente a través del
estudio de sus diferencias, particularidades y subdivisiones internas.

Los sustantivos o nombres, como sabemos, son aquellas palabras que utilizamos para
referirnos a personas, animales, objetos o ideas. Por ello, se consideran la principal ancla
del lenguaje, o la manera más directa y concreta que éste tiene para referirse a elementos
del mundo real. Sin embargo, o precisamente a causa de ello, los sustantivos no sólo se
dividen en muchas categorías, sino que tienen la capacidad de presentarse de maneras muy
distintas. Una de ellas tiene una relación directa con los sufijos, y es la que vamos a
estudiar en este artículo.

Los sufijos, en efecto, cuando se adhieren al final de la raíz de un sustantivo tienen la


capacidad de cambiar éste, matizarlo o añadirle algo. Pueden aumentarlo o reducirlo, y
pueden hacerlo para despreciarlo o apreciarlo, según sea su uso y la intención del hablante
al emplearlo. Hoy nos vamos a concentrar en los sufijos que se utilizan para “disminuir”, y
que dan lugar a los sustantivos diminutivos.

Los sustantivos diminutivos son, en efecto, los que se forman juntando a la raíz de un
sustantivo un sufijo diminutivo, que puede ser:

-ito
-ico
-ecillo
-ete
-in/o
-ículo
-uelo

y sus correspondientes versiones femeninas. Por ejemplo, dan lugar a:

gatito
mocico
cochecillo
majete
pequeñín
montículo
riachuelo

En general, el uso principal de este tipo de sustantivo tiene el objetivo de expresar lo


pequeño del ejemplo en cuestión. Todos entendemos que un “riachuelo” es un “río
pequeño”, que un “cochecillo” es un “coche pequeño” y que un “montículo” es un “monte
pequeño”.

Sin embargo, los diminutivos pueden expresar igualmente tanto para despreciar como para
apreciar. Si, por ejemplo, decimos “qué lindo gatito”, no nos estamos refiriendo
necesariamente a que el gato en cuestión sea muy pequeño, sino que hacemos uso del
diminutivo para expresar cariño por el animal.

De la misma manera, un diminutivo puede expresar para expresar, haciendo uso de la ironía
o el sarcasmo, nuestro desprecio por algo. Si le decimos a alguien, por ejemplo: “¡qué
pesado eres! ¡haz ya el trabajito de las narices!”, realmente no estamos expresando cariño,
ni tampoco nos estamos refiriendo a que el trabajo a realizar sea pequeño o fácil, sino que,
realmente, estamos utilizando el diminutivo para despreciarlo o expresar nuestra
disconformidad con la situación.

Sustantivos patronímicos

La lista de palabras que podríamos conformar si pusiéramos, uno tras otro, todos los
sustantivos que existen en español sería casi interminable. Los sustantivos, como ya
sabemos, son, de todos los elementos con que cuenta la lengua, los que tienen una relación
más directa con el mundo real: son, en efecto, los que nos permiten referirnos de forma
directa a personas, a animales, a objetos o a ideas. y es a causa de ello que en La guía de
lengua les hemos estado dedicando un tiempo casi en exclusiva a ellos. Dado que nuestra
intención no era otra que llegar a comprenderlos en su globalidad, hemos intentado dar
cuenta de todas sus características y de todas sus particularidades.

Es natural que, a causa de esa enorme cantidad existente de sustantivos a la que hacíamos
referencia, se haga del todo necesario el conocimiento y la aplicación de una buena serie de
reglas de categorización y diferenciación de los mismos. A grandes rasgos, podemos decir
que los sustantivos cuentan con dos de esas normas.

La primera es bastante diferente a lo que suele ser habitual. Se dice que un sustantivo
determinado puede ser o bien propio o bien común (pero no propio y común), o bien
abstracto o bien concreto (pero nunca abstracto y concreto), etcétera.
La segunda es más convencional, pero también nos permite dar cuenta de menos
diferencias. Es la clasificación que divide a los sustantivos según cuál sea su origen, así que
éstos pueden ser primitivos (cuando se componen de un único lexema, como “mar” o
“pan”), derivados, cuando se componen de más de un lexema (como “marino” o
“panadero”), gentilicios (cuando surgen del nombre de un lugar, como “español” o
“francés”), y algunos otros. En esta categoría vamos a detenernos ahora (y este será nuestro
último artículo referente a los sustantivos) para dar cuenta de los llamados sustantivos
patronímicos.

Al igual que ocurre con el caso de los sustantivos hipocorísticos, los sustantivos
patronímicos pueden parecer algo “extraño”, una especie de “tecnicismo” de la lengua, pero
en realidad todos los conocemos muy bien. Se trata, también al igual que los hipocorísticos,
de unos sustantivos derivados de nombres propios de personas. Pero en este caso, no son un
diminutivo cariñoso, sino que han derivado en apellidos.

Los apellidos son un invento relativamente moderno. Antiguamente, las personas, más allá
de su nombre propio, se identificaban según el nombre de sus padres, de forma que se podía
decir “Juan, hijo de Fernando”. Con el tiempo, y para abreviar, este individuo se terminó
llamando “Juan Fernández”, y es que en español, ese “-ez” tan común al final de muchos
apellidos significa justamente eso, “hijo de”, como “Bermúdez”, “González”, “Diéguez”o
“Hernández”.

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