Sei sulla pagina 1di 8

Nubes de palabras.

Cuando pensamos en la historia de internet, frecuentemente, nos remontamos a la


leyenda de su origen. Recordamos el nombre de las instituciones, públicas y privadas,
involucradas en su génesis. El proyecto ARPANET viene a nuestra memoria, o bien el
nombre de alguna prestigiosa universidad norteamericana. Aunque no tengamos
certeza plena del grado en que estuvo involucrada. Igualmente, podemos hacer un
recuento de las industrias (empresas) que hemos visto pasar por internet. O de las
que prestan los servicios que hoy utilizamos.

También es posible hacer un recuento de los “héroes que nos dieron internet”, sea lo
que este artefacto sea... desde el inventor del email hasta el desarrollador del
lenguaje informático en que se basa la World Wide Web (www), o bien, el creador de
alguna red social.
Pensar en la política en internet, del mismo modo, nos refiere a sus grandes actores.
Empresas y gobiernos. Ya sea que unas u otros busquen sacar el mayor provecho a
costa de los otros y ambos de los usuarios de la red. Su clave es, equilibrar y
balancear (permitir y regular) lo que es posible hacer en internet y lo que no. De tal
modo nos empeñamos en resolver el conflicto, las contradicciones, continuidades,
antagonismos y dialéctica entre distintas ambigüedades tales como lo público y lo
privado, la seguridad y la libertad, la transparencia y la privacidad, la dominación y la
resistencia… entre otras. Sin embargo, lo más probable es que decisiones sobre a
cuál lado se inclina (y cuánto se inclina) la balanza se toman en lugares y momentos
lejanos y opacos como las personas quienes deciden.

La economía en internet, de la misma manera remite a la cotización en bolsas de


valores de todo el mundo, de los activos financieros de las grandes empresas
asentadas en internet. También se deja ver cuando nos enteramos que una empresa
es adquirida por otra en medio de una danza de millones y de litigios. La economía se
deja ver tanto en los fraudes como en la gran cantidad de recomendaciones que
recibimos para no caer en ellos. Es decir, en la magia de la publicidad. La dinámica de
la búsqueda de la ganancia se reproduce por todo el ecosistema de internet. Es la
sospecha subyacente en la paranoia del “acceso gratuito”, de la “suscripción sin costo”
y de todo lo que es de “libre acceso”. Aunque, desde luego, internet es un inmenso
mercado en donde ocurren cualquier cantidad de intercambios dentro de un marco
económico no siempre y/o no necesariamente legal.
El Conocimiento, así con mayúsculas, también abunda en internet. Convengamos en
la siguiente secuencia: la información está hecha por datos y el conocimiento está
integrado a base de información. Esto es, el conocimiento se forma por medio de la
relación entre diversas informaciones, la información a su vez se constituye por la
relación de distintos datos. Los datos son la referencia mínima de un cierto hecho
empírico. Estas cadenas que van de los datos al conocimiento, frecuentemente se
nos presentan ya elaboradas. Aunque siempre existe la oportunidad de desarrollarlas
por cuenta propia. La pregunta acá es más bien por los hechos mismos. Lo que
denota la naturaleza mediática y el carácter intermediador es la ausencia de hechos…
desde luego internet es un hecho y se le puede conocer. Lo hasta aquí dicho sobre la
Historia, Política, Economía y el Conocimiento en internet, son parte de ello. Pero
antes me he referido a los hechos de los que se da cuenta en internet pero fuera de
la red.

Por supuesto internet también es cultura. Al mismo tiempo que contiene cultura, es
decir sirve de contenedor para distintos elementos de diversas culturas y también ha
constituido variedad de culturas que lo animan a través de las prácticas e
interacciones de sus usuarios y de las diferentes tecnologías e interfases que se
emplean, desarrollan y experimentan.

Seguramente internet se puede categorizar por medio de muchas otras de sus


características. Además dichas dimensiones se pueden relacionar unas con otras de
diferente manera y nivel de dominancia. En todo caso, lo que quiero terminar de
subrayar aquí es que la historia de internet es también la historia de sus usuarios.
Historia que bien pudo haber iniciado hace unas horas, días, meses o años y que es
indiferente a la historia del artefacto técnico, su infraestructura o el panteón de sus
ídolos (re-creadores).

Igualmente, su política si bien marcada por los intereses de los actores hegemónicos,
también está conformada por los valores, creencias e ideología de sus usuarios en el
ámbito mediático en que los expresan y hacer valer sin pretensión de alcanzar otras
esferas pero sin negarse a ello.

Finanzas y monetización no es a lo único que se reduce la economía. Existe no sólo


el comercio a muy pequeña escala y al mismo tiempo redes de intercambio y
colaboración por medio del trueque y la piratería. Internet no es sólo un espacio de
ofertas y demandas, lo es también de la serendipia y la creatividad. Un espacio en
donde además, las regulaciones sociales, del mercado y las jurídicas se contradicen o
cuando menos, divergen frecuentemente.
¿Puede el conocimiento volverse sabiduría? (la pregunta puede hacerse al
conocimiento en general, pero, ahora nos enfocamos particularmente al conocimiento
dispuesto y disperso por internet) es decir, ¿puede un conjunto de conocimientos
interactuar e interrelacionarse para producir sabiduría? Para ser efectiva esa relación
entre conocimientos tendría que manifestarse más allá del medio y su intermediación.
Esto es, la sabiduría será una forma de transconocimiento. Quiero decir que
trascendería a los individuos y a sus situaciones, o sea para ser su sabiduría tendrá
que ser en alguna medida cooperativa, colectiva, compartible y quizás sobre todo
desmediatizadora.

Internet es un aparato demasiado novedoso, muy grande, ambiguo, complejo y sobre


el que se cuenta con casi nada de control (más allá de un botón online-offline).
Elementos constitutivos de su forma de operar son justamente el caos y el desorden.
Podemos contar con innumerables desarticulaciones técnicas y (des)contextos
existenciales. A la discontinuidad de los contenidos y a los malentendidos creativos.
También con conspiraciones y paranoias. Con delito como estrategia de intervención
y performance que cuestiona la ley. Así como con el escándalo frívolo y el meme
ocurrente frente a la sabiondez santurrona e interesada. Sin perder de vista la
posibilidad de desplegar una táctica guerrera implementada lúdicamente, a entrar y
salir. A dejar huellas aquí y allá, a borrar unas, a remarcar otras. A negarnos a morir
reducidos a una representación en un perfil, o bien, a producir un perfil que resulte ser
irreconocible, deforme y amorfo, es decir inútil para participar en cualquier juego de
simulaciones comunicativas.

Las emociones son un epifenómeno ineludible. Las interacción, la comunicación, está


mediada por emociones que se generan o se transforman durante la misma. A través
de internet transitan emociones de todos tipos y del más variado nivel de legitimidad.
Cómo suele ser cuando se trata de emociones y sentimientos, la cuestión no es
pensarlos o de entenderlos, sino de sentirlos…

Del mismo modo en que en todo lo anterior, no pretendo aquí decir la última palabra
sobre los tópicos sobre los que he escrito algunas palabras. Pero, en cuanto a las
emociones que circulan por internet, quiero mostrar una re-mediación, es decir, poner
a circular de un modo diferente un contenido que originalmente fue presentado de
otro modo, bajo otro formato y soporte… La invitación a encontrar ese original queda
abierta...
Soy suicidio – Tom King

Dicen que te has vuelto problemática. Violenta.


Visitarte en tu estado actual sin duda sería improductivo.
No hablaríamos. Lucharíamos. Y no es momento de luchar.
Es momento de que reconozcas lo que eres.
Mi padre era una persona digna y mi madre una persona amable.
No eran la clase de personas que reían a menudo.
El mundo era una carga para ellos.
Una carga que sobrellevaban con dignidad y amabilidad.
Pero de vez en cuando. Si veían alguna cosa particularmente ridícula...
Cuando los recuerdo, los recuerdo riendo.
Y deberían reír fuertemente.
¿Crees que no lo sé?
Un hombre adulto. Vestido como un animal. Sentado en un gárgola.
Es gracioso.
Y lo que lo vuelve más gracioso.
Lo que hará que todo el mundo grite, es que en realidad no es un hombre adulto.
No. Ahí arriba, quien nos cuida, quien intenta salvarnos.
Ese... es un niño.
Un niño y una promesa.
Qué triste. Qué estúpido. Qué inmaduro. Qué gracioso.
Qué gracioso es todo esto.
También quisiera reírme.
¿Sabes cuanto quisiera reírme?
Pero no lo hago. Pienso en ti.
Todos ellos pueden reírse. Mamá. Papá. El mundo entero.
Pueden verme haciendo esta ridiculez, y pueden reír y reír sin parar.
Tú no lo harías. Porque lo sabes. Tú sabes qué es esto.
Después del callejón y el arma... ¿de qué serviría?
Era dolor. Sólo eso era yo.
¿Y de qué sirve el dolor? ¿de qué sirve simplemente ser dolor?
No es ser digno. No es ser amable.
Entonces quizá no sirva de nada.
Quizá es mejor ser nada. Desaparecer. Morir.
Tenía diez años.
Tome una de las navajas para afeitar de mi padre y me puse de rodillas.
Puse el metal en mi muñeca. Sentí el helado frio. La sangre en mi mano.
Y mire hacia arriba. A mamá y papá.
Les dije que lo lamentaba. Que lo lamentaba tanto.
Estaba de rodillas.
Y estaba haciendo una plegaria.
Uniendo mis manos, con la sangre y la hoja entre ellas. Suplique.
Y nadie, nadie respondió, nadie respondió, nadie respondió...
Estaba solo.
Como todos los demás.
Entonces, lo vi. Y lo entendí.
Finalmente.
Amabilidad. Dignidad.
Deje caer la navaja, y lo entendí, estaba hecho.
Lo había hecho, me rendí. Mi vida ya no me pertenecía…
Entonces, así es esto.
No es gracioso.
Es la decisión de un niño. La decisión de morir.
Soy suicida.
Tú lo sabes.
Porque tú tomaste la misma decisión, puedes verlo en alguien más.
Puedes verlo en mí. Yo puedo verlo en ti.
Porque tienes razón. Cuando nos besamos. El dolor desaparece.
Porque durante un momento compartimos nuestras muertes.
Y, durante un momento, no morimos solos.
Pero quiero que sepas.
Que mientras te vuelves problemática. Violenta.
Algún día. Pronto. Voy a liberarte.
Y cuando seamos libres, nos pondremos nuestras máscaras.
Y juntos, finalmente, reiremos y reiremos sin parar.

Hay quienes dicen que ya no se trata más de buscar comprender este mundo sino, de
transformarlo. Pero cuando todo puede ser reducido a un montón de palabras
aglutinadas en una nube… quizá haya aún cosas que nos hace falta comprender… o
interpretar… o recrear...

Potrebbero piacerti anche