Sei sulla pagina 1di 5

UNIVERSIDAD PEDAGÓGICA NACIONAL

MAESTRÍA EN ESTUDIOS SOCIALES


HERMENÉUTICA DEL SUJETO
ENSAYO FINAL
1 de Junio de 2017
BRAINER BEDOYA Y LORENA ESCOBAR
___________________________________________________________________________

MICHEL FOUCAULT Y HANNAH ARENDT: BROCHAZOS DE SUJETOS Y SU


ESFERA POLÍTICA

El siguiente escrito propone indagar por la comprensión del concepto gobierno de sí mismo
desde las posturas de Michel Foucault y Hannah Arendt, aunque estos autores difieren en sus
posturas epistemológicas, intentamos hacer un paralelo que permita profundizar en esta
cuestión, con el objetivo de comprender el lugar del sujeto en el entramado de la política y el
significado que adquiere el ​gobierno de sí mismo. El trabajo se divide en tres partes, en
primer lugar indagamos por la constitución del sujeto en el momento cartesiano para Foucault
y la modernidad para Arendt, en segundo lugar, la administración de la vida como forma
política y finalmente la articulación entre ética y política en el contexto del ​gobierno de sí
mismo​.

El gobierno de sí mismo es un concepto que nos llama poderosamente la atención en la


medida en que encierra toda la dimensión de la ​epimeleia heaoutu, c​ omo principio de toda
conducta racional y en cualquier forma de vida activa, que en sustancia, quisiera obedecer el
principio de racionalidad moral (Foucault, 2002)​, ​con lo anterior se designa todas las
condiciones de espiritualidad, el conjunto de las transformaciones de sí mismo que son la
condición necesaria para que se pueda tener acceso a la verdad.

De ahí que, el gobierno de sí se comprenda desde una transformación ética del sujeto y una
práctica política que establece una relación distinta consigo mismo y con los otros, en forma
de resistencia a los mecanismos de poder y de administración de la vida, que se impusieron
con la modernidad y el momento cartesiano.

Es por esto que, la forma que adquiere el poder en el momento cartesiano determina una
relación entre los seres humanos y la verdad; lo que constituye para Foucault (1982, citado
por Quitana, 2012) una sujeción en el doble sentido del término: sujeto sometido al otro por
el control y la dependencia, mediante formas de objetivación, y sujeto que se reconoce a sí
mismo como amarrado a su propia identidad por la conciencia o el conocimiento de sí
mismo.

Dado que las tecnologías de poder impuestas por la modernidad y validadas por la verdad del
momento cartesiano, producen y reproducen a un tipo de sujeto-sujetado desde el punto de
vista de Foucault, se da forma de gobierno sobre la vida que sujeta a los seres humanos, ya
sea a través de técnicas individualizantes que atraviesan y moldean los cuerpos, fijándolos a
una identidad (normación disciplinaria); o de técnicas totalizantes que regulan e inciden en
sus comportamientos globalmente, mediante el control y modificación de los procesos de la
vida del ser humano, considerado como miembro de la especie (normalización biopolítica).
Se trata asimismo de una condición inseparable de unos regímenes de verdad que permiten
objetivar, identificar a los individuos de cierta forma, pero también que éstos se reconozcan a
sí mismos como sujetos de cierto tipo, por medio de una verdad que asumen sobre sí mismos.
(Quintana, 2012).

Sin embargo, aunque el sujeto aparezca inserto en relaciones de poder y determinado por los
regímenes de verdad es necesario reconocer que esta condición no invalida necesariamente
formas de resistencia o prácticas contra hegemónicas que revierta el poder establecido con
formas subjetivas que transformen ética y políticamente a los sujetos.

De ahí que Foucault en la hermenéutica del sujeto enfatice en la espiritualidad definida como
el conjunto de esas búsquedas, prácticas y experiencias, que pueden ser las purificaciones, las
ascesis, las renuncias, las conversiones de la mirada, las modificaciones de la existencia,
etcétera, que constituyen, no para el conocimiento sino para el sujeto, para el ser mismo del
del sujeto (…), lo cual entraña la siguiente consecuencia: no puede haber verdad sin una
conversión o una transformación del sujeto (Foucault, 2002 ). De donde se puede inferir que
se trata de verdaderos postulados de liberación, aunque en términos de este autor, la
liberación pasaría primero porque el hombre en condición de sujeto-sujetado, se reconcilie
consigo mismo, se reencuentre con su naturaleza o retome el contacto con su origen y
restaure así una relación plena consigo mismo.

En síntesis, se hace alusión a verdaderas formas de resistencia al poder y a los regímenes de


verdad, lo que apuntaría específicamente a nuevas formas del sujeto mismo, que implica
comprender la dimensión política como una dimensión netamente ética, de donde se afirma
que la lucha radica en establecer una relación distinta primero consigo mismo. En Foucault
(2002) la pregunta por la constitución de una “ética del yo” resulta “políticamente
indispensable” en la actualidad, “si es cierto, después de todo, que no hay otro punto, primero
y último, de resistencia al poder político que en la relación de sí consigo”.

En contraste con los anterior, mientras que Foucault sostiene que la especie humana es
fabricada por dispositivos, mecanismos que intervienen en las poblaciones, es decir, en la
misma especie humana, desde sus condiciones biológicas (natalidad, sexualidad, medio
ambiente, etc.), así como en lo <<público>>, asociado con creencias y opiniones. Arendt por
su lado, indica que cualquier cosa que entre frecuentemente en contacto con la vida humana,
asume inmediatamente el carácter de condición de la existencia humana, de allí que los
hombres sean considerados por la autora como seres condicionados, tal como lo refiere
Toscano (2016).
Al respecto, Arendt agrega “nada hay más obvio que el hecho de que el hombre, tanto como
miembro de la especie que como individuo, no debe su existencia a sí mismo” p. 336. (citada
por Toscano, 2016), de ahí que cada una de las actividades que realice el ser humano quedan
supeditadas a la fuerza natural, en donde la perpetuación de la especie se debe al metabolismo
entre hombre y naturaleza por un lado, y a la imbricación entre labor y vida por el otro, esta
última vinculada a la humanidad socializada. Por lo tanto, la autora invita a pensar lo humano
como una capacidad oculta que: “transforma la necesidad en libertad y la naturaleza en el
mundo. Esa capacidad es la acción y el discurso” p. 140., esa capacidad constituye lo humano
y es la que según Lasaga (s.f.) retomando a Hannah, la que diferencia al hombre de los
animales.

Sumado a ello, Lasaga (s.f., Ibíd) afirma que los procesos políticos de la modernidad
“movimientos totalitaristas”, lo que condujo al progresivo deterioro de la vida activa, ya que
fueron desapareciendo las diferencias entre las actividades: labor, trabajo y acción.

Sin embargo, Foucault señala que los sujetos tienen la posibilidad de indagar por la inquietud
de sí, lo que les permite hacer un examen de autoconciencia dirigido al encuentro con sí
mismo, y por lo tanto, al relacionamiento con los otros. De esta manera, se revela la opción
que todo ser humano tiene para iniciar prácticas espirituales, que permitan de una forma u
otra, la purificación, es decir, la transformación del sujeto para acceder a la verdad y así, ser
libre.

Por otro lado, Hannah describe la acción humana como un proceso de configuración de la
acción, labor y trabajo. De esta manera, lo político es invención humana que denota la calidad
de la existencia del hombre como una segunda naturaleza, en la que el mundo es una creación
humana, que alude a la singularidad y particularidad de todos los hombres, especialmente
políticos, orientados por su ser en común. Zapata (2006) agrega, citando a Arendt, que la
acción política se basa en la condición de la libertad, que es sinónimo de condición humana,
la cual es expresada por el lenguaje <<la palabra>>, que es asociado en la acción. Como
consecuencia, la separación entre acción y palabra conlleva a la violencia, puesto que los
hechos sin argumentos son violencia (antipolítica).

Es así como, en el espacio de la esfera pública, la palabra y la acción constituyen el poder


como “la virtualidad propia de lo político, como capacidad de actuar concertada y plural”
p.522., lo que significa, como señala Zapata (2006), la verdad de los hechos contra la
violencia que elimina la pluralidad y funda el totalitarismo, como “enfermedad política”, en
donde la humanidad se masifica, por consiguiente desaparece la singularidad y lo
característico de la esfera de lo político (diversidad de intereses, perspectivas, etc.), en sí la
pluralidad “es la ley de la tierra y se desarrolla como condición política”. De esta manera, la
violencia va en contravía de la humanidad, ya que los seres humanos se asumen como fines
de ideologías.
Los totalitarismos de la modernidad han negado la libertad, enfrascando a la humanidad en
“tiempos de oscuridad”, soslayando la condición más auténtica de la humanidad, la política.
Según Zapata (2006) la condición política requiere de la acción (donde cada ser pone en
escena su particularidad y su diferencia) y de la capacidad del juicio, el cual es comprendido
por Hannah como una abstracción que necesita de la integralidad “de la inteligencia
humana”, focalizándose en el universo de la inteligibilidad, capacidad que los hombres deben
desarrollar, a través de la admiración (origen del pensamiento), la alteración y transformación
de la misma realidad. De esta forma, Arendt hace la invitación a los ciudadanos a “recuperar
su verdadera condición política, distanciada de la violencia, la cual radica en tender la
democracia que subyace en la humanidad.

Arendt señala que la fuerza vinculante de lo político en una acción con sentido, se instituye
en el “milagro en el mundo del espíritu”, lo que complementa afirmando “Si el milagro del
espíritu humano en esta vida es el hombre que pueda trascender, al menos mental y
provisionalmente, sus condiciones terrenas y gozar de la auténtica realidad de un ejercicio
que tiene su fin en sí mismo, así también en la esperanza del milagro de una vida más allá que
el hombre será espiritualizado en su plena existencia” p. 26 (citada por Zapata, 2006), lo que
es atravesado por la relación de la vita activa con la vita contemplativa.

Así mismo, Govea (2010) expone las tres esferas de la vida de los seres humanos
diferenciadas por Arendt. Por un lado, está la privada (la familia), la pública (lo político) y la
social (que no es pública ni privada). Las dos primeras se han distinguido y por lo tanto,
desde el surgimiento de la antigua ciudad-estado se han mantenido separadas. Por ejemplo, a
lo largo de la era greco-romana la esfera privada fue la única alternativa al espacio público.
Sin embargo, la tercera esfera según Arendt, es un fenómeno más o menos nuevo, su
emergencia se dio con la llegada de la modernidad, cuya estructura política es nación-estado.
Esta Edad Moderna desdibujo la línea entre lo público y lo privado, debido a: En primer
lugar, a la visión de la imágen de una familia en el grupo de pueblos y comunidades políticas,
por lo que sus cotidianidades deben ser “cuidadas” por la administración doméstica a la
magnitud de una nación. Segundo, debido a que la esfera de lo privado se haya aumentado
por el abrumador fenómeno de un espacio público social y las fuerzas productivas sociales.

Para finalizar, se indica que ambos pensadores “Foucault” y “Arendt” se interesaron por la
comprensión del sujeto y su relación con la esfera política, si bien uno hizo mayor énfasis en
la inquietud de sí y el gobierno de sí, el otro profundizó más en los ámbitos privados,
públicos y sociales de la condición humana. lo que permite concluir que lo determinante en la
en Foucault es la articulación de lo ético con lo político, que parte de la idea de que la forma
en que cuido de mí mismo y asumo la configuración de mi existencia afecta todo el
entramado de relaciones en las que me muevo y puede incidir entonces en la manera en que
me relaciono con los demás. En definitiva la transformación de mi identidad como sujeto, por
medio de las practicas de si se da siempre en relación con los otros.
Desde el punto de vista de Hanna Arent, el énfasis esta puesto en la manera en que una
pluralidad actuante puede manifestarse en relación con el mundo compartido, y como esta
manifestación pueden revelarse unas singularidades que, en su interacción, logran establecer
nuevos espacios en-común (Quintana, 2012). Cabe resaltar, que a pesar de sus diferencias
teóricas ambos autores aportaron al ejercicio formativo e investigativo que estamos llevando
a cabo, en la medida que nos permiten tener unas miradas alternativas de los fenómenos que
estamos estudiando, en los que se destaca la importancia de reconocer al otro en su pleno
esplendor, sujetos capaces de transformar, de movilizarse y de cambiar, a partir de prácticas
cotidianas.

Referencias
FOUCAULT, M. (2002 ). ​HERMENÉUTICA DEL SUJETO: curso en el college de France
(1981-1982).​ Buenos Aires : Fondo de Cultura Económica de Argentina, S.A. .

QUITANA, L. (2012). Singularización política (Arendt) o subjetivación (Foucault): dos


formas de interrupción frente a la administración de la vida. ​Revista de Estudios Sociales ,​
50-62.
.
Govea, J. (2010). Visión de la política en Hannah Arendt. ​Frónesis,​ ​17(​ 2), 217-240.
Recuperado el 24 de mayo de 2017 desde
http://www.scielo.org.ve/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1315-62682010000200006&ln
g=es&tlng=es​.

Lasaga, J. (s.f.). Hannah Arendt o el valor de pensar. ​Instituto Universitario Ortega Y Gasset,​
125-152. Recuperado el 24 de mayo de 2017 desde
http://www2.uned.es/dpto_fim/InvFen/InvFen05/pdf/04_LASAGA.pdf

Toscano, D. (2016). El descubrimiento político de la vida en Hannah Arendt y Michel


Foucault. Revista de filosofía, 41(2), 335-356. Recuperado el 24 de mayo de 2017 desde
http://revistas.ucm.es/index.php/RESF/article/view/53957/49367

Zapata, G (2006). La condición política en Hannah Arendt. ​Papel Político​, ​11​(2), 505-524.
Recuperado el 23 de Mayo de 2017 de
http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0122-44092006000200002&ln
g=en&tlng=es.

Potrebbero piacerti anche