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EL MUNDO ÁRABE

RESUMEN DE CAPITULO XII


ALUMNOS: ARROYO ANALIA
CASTRO ANALIA
ESCUDERO EVELIN
LUCERO ANABEL
ROJO CYNTHIA
VLACHOS MAURICIO
VEGA MARIA ELENA
ZABALA NIDIA
El mundo árabe-islámico: tradición y cambio
El mundo árabe-islámico ha adquirido un gran peso planetario por sus recursos
petroleros, que se concentran sobre todo en el golfo Pérsico. Es un conjunto regional en
el que la religión y la cultura ejercen un relevante papel en la forma de estructurar sus
sociedades y organizar su territorio.

El mundo islámico trasciende las fronteras de estos países, pero tanto Pakistán como las
repúblicas ex soviéticas de Asia central, o Bangladesh, Malasia e Indonesia están
ocupadas por unos grupos humanos en los que su economía y su organización social y
espacial se aleja de la propia de este conjunto regional, asentado sobre un medio árido,
de desiertos, estepas y montañas mediterráneas.
El mundo árabe del Magreb, Machrek y Oriente Medio

Aquí, hemos optado por estudiar el conjunto de países que han constituido el núcleo
histórico del Islam, identificados tanto con la civilización islámica como con la cultura
árabe dominante.

Ahora bien, no todos los países responden a esta descripción. Algunos, como Iraq y
Egipto, han desarrollado una agricultura intensiva de regadío en los valles de sus grandes
ríos (Tigris-Éufrates y Nilo). Otros, por el contrario, con unas estructuras agrarias
tradicionales sobre medios desérticos, han conocido cambios importantes en función de la
explotación petrolera (Arabia, Libia y Argelia, Emiratos Árabes Unidos, Omán, Qatar,
Bahréin, Kuwait).
Este abultado crecimiento contrasta con la escasa densidad general de población, lo que
no obsta para la emigración de turcos y norteafricanos hacia Europa, movimiento
contrarrestado por la inmigración de hindúes, paquistaníes, turcos, bengalíes, filipinos,
etc., hacia los campos petrolíferos y hacia las nuevas ciudades en construcción. Y es que
el petróleo ha constituido el motor del cambio en esta parte del mundo.

La abundancia de recursos energéticos


Arabia Saudí (primer productor del mundo y primer país en reservas petroleras).
La importancia del petróleo en el mundo árabe-islámico, no sólo en cuanto a producción
sino, especialmente, en cuanto a reservas probadas, que, al ritmo de consumo actual,
durarían el doble de los años previstos que durarán las reservas de todo el mundo.

Importancia del petróleo que nace, en primer lugar, de las condiciones de formación de
esta roca, las cuales fueron muy favorables en el antiguo mar de Tetis. Importancia,
asimismo, por la amplitud y diseminación de las áreas productoras. E importancia,
finalmente, por las consecuencias económicas que ha tenido su explotación y
exportación.
LAS CONDICIONES DE FORMACIÓN DEL PETRÓLEO EN RELACIÓN CON LAS
ESTRUCTURAS GEOLÓGICAS

De las teorías básicas de la formación del petróleo a partir de restos inorgánicos u


orgánicos, esta última parece la más aceptada o, al menos, la que ha permitido localizar
la mayoría de los yacimientos, explorando aquellas áreas en las que se consideraba que
existían posibilidades de acumulación de restos orgánicos, los cuales habrían dado lugar
a los yacimientos petrolíferos. En principio, parece ser que la descomposición de restos
orgánicos, bien se trate de los microorganismos del plancton, de determinadas algas o de
restos de animales, depositados en los fondos marinos y cubiertos por finas capas de
sedimentos arrastrados por los agentes erosivos, se realiza a partir de ciertas bacterias
anaerobias que viven en los suelos de mares cálidos. La descomposición resultante da
lugar a la formación de pequeñas burbujas o gotas de petróleo y de gas que permanecen
mezclados con el fango sedimentario. Incluso, al parecer, este proceso está teniendo
lugar actualmente en el mar Negro y en el golfo de Omán
LAS PRINCIPALES ÁREAS PETROLÍFERAS DEL ORIENTE MEDIO Y NORTE DE
ÁFRICA

Las producciones del Oriente Medio, en contra de lo que sucede en otras regiones, se
caracterizan, en general, por unas fáciles condiciones de extracción, dada la disposición
regular que adquieren las bolsas de petróleo, especialmente en algunos campos, como
sucede en el Juzestán iraní, en los piedemontes de los Zagros.
El gas del petróleo y el gas natural, es decir, aquel que se encuentra en yacimientos
exclusivos de gas, se está conviniendo en una opción de futuro, pues, ante la caída de las
reservas de petróleo en algunos de los países, la explotación del gas aparece como una
alternativa y hasta una necesidad. También Libia y Argelia y otros países del conjunto
regional están desarrollando planes expansivos para la exportación de gas. Esta
coyuntura mundial se basa en los precios competitivos del gas, que está obligando a
construir una red de grandes gasoductos, que han hecho crecer la demanda a ritmos muy
vivos durante la década de los noventa.

LAS CONSECUENCIAS ECONÓMICAS DE LA EXPLOTACIÓN PETROLERA:


RIQUEZA Y DESEQUILIBRIOS
Uno de los primeros resultados, evidentemente, ha sido la creación de la infraestructura
necesaria para la puesta en explotación del petróleo, que ha supuesto la construcción no
sólo de oleoductos, estaciones de bombeo y terminales de carga (como tas de la isla de
Jarq en irán o la de Ras Tanura en Arabia), sino también la de carreteras y ferrocarriles,
que han beneficiado a todas las regiones productoras.

No todos los tipos de petróleo alcanzan los mismos precios y, en consecuencia, los
mismos rendimientos económicos, dado que aquéllos varían normalmente en sentido
inverso al de su densidad, de manera que el «Arabia ligero» (34° API) se paga algo más
que el «medio» (31°) y que el «pesado» (27°), pero menos que el «ligero de Irán», por
ejemplo, que tiene 34° API.
La nacionalización de las compañías extranjeras, que precedentemente habían
conseguido concesiones por unos 70 años, se aceleró en los años setenta y en la
actualidad predominan las compañías nacionales, estatales o privadas.

En esta coyuntura sobrevino el conflicto árabe-israelí, a raíz del cual el petróleo fue usado
como arma política y sus precios se multiplicaron por 4,23 en el período que va de octubre
de J 973 a diciembre de 1978 y por 11,3 desde la primera fecha hasta noviembre de
1981, con lo cual, el precio del barril de 4 «Arabia ligero 34o» pasó a costar en esta última
fecha 34 dólares, cuando todavía en diciembre de 1978 costaba 12,7 dólares y en
septiembre de 1973 se cotizaba a unos 3 dólares.
LA FORMACIÓN DEL RELIEVE ACTUAL

Está claro que la dirección zonal predominante de las cadenas montañosas turcas, de los
montes Elburz iraníes y de las del centro de Afganistán hasta el Hindú Kuch representan
la respuesta al desplazamiento hacia el norte de la placa africana y de la arábiga, lo
mismo que los Zagros, en dirección NO-SE, obedecen a la deformación positiva del
borde suroeste de la placa iraní ante la subducción del sector nororiental de la placa
arábiga, en cuya área de subsistencia se ha configurado la cuenca sedimentaria de
Mesopotamia, rellena de materiales arrancados a los Zagros y al zócalo arábigo.
LOS MEDIOS ECOLÓGICOS: UN OBSTÁCULO A LA COLONIZACIÓN VEGETAL Y A
LA OCUPACIÓN HUMANA

El primer aspecto a destacar es la localización tropical y subtropical de estas tierras, a


caballo entre la zona cálida y la templada, pues se sitúan entre los algo menos de 13° de
latitud norte de Adén y los 42° de las regiones turcas septentrionales. Una gran proporción
del conjunto regional se sitúa en el cinturón de desiertos peri tropicales que se extienden
por todo el planeta, por estar afectados a lo largo de casi todo año por las altas presiones
de los anticiclones subtropicales. Sin embargo, los dominios montañosos septentrionales
se encuentran en la trayectoria de las vaguadas del Jet, que, después de atravesar el
Mediterráneo, pueden producir lluvias importantes durante el invierno y las estaciones
equinocciales.

Se producen así elevadísimas oscilaciones térmicas, tanto en los desiertos interiores


como en las altitudes medias y altas, que normalmente superan los 20 °C entre el mes
más cálido y el más frío (Teherán, 27°; Mosul, 29°; Riad, 20a; Konya, 24°; altas planicies
del sur del Magreo,25°). Por otro lado, las medias mensuales van desde los más de 30°
del mes de julio en Jeda, en Riad, Abadano Bagdad..., a los 0,6 de Mashad (nordeste
iraní) en el mes de enero. En las llanuras del interior argelino la nieve cae todos los
inviernos, lo mismo que sobre la península de Anatolia y en todas las montañas
mediterráneas.

En estas condiciones no se desarrolla más que una cobertera vegetal muy pobre,
dispersa y rústica, con algunas excepciones, como la del bosque mediterráneo de
montaña, que crece en las altitudes medias y que únicamente en Turquía cubre
aproximadamente una octava parte del territorio nacional. Tanto Turquía como Marruecos
tienen elevadas proporciones de matorral y bosque en su territorio (25 y 20 %
aproximadamente). Un bosque a base de frondosas y de coníferas, como la encina, pino
de Alepo, sabina, cedro, etc. La debilidad de la cobertera vegetal sobre los medios áridos
explica las dificultades del aprovechamiento agrícola y la expansión adquirida por la
ganadería nómada. Sin embargo, determinados oasis y valles fluviales han posibilitado
una ocupación más intensa, que en gran medida es la responsable del proceso de
desertización que se está produciendo no sólo en la franja saheliense del Sahara
meridional.

La ocupación del medio: bajas densidades poblacionales, explosivo


crecimiento de la población y considerable peso de las actividades agrarias
Unos 385 millones de personas se distribuyen por casi 13 millones de km2. La densidad
media de 30 m2 habs/ km resulta, por lo tanto, francamente baja, pero este dato encubre
la desequilibrada ocupación territorial, que se encuentra fuertemente condicionada por las
disponibilidades hídricas.
UNA OCUPACIÓN LAXA, CON UNA ORGANIZACIÓN SOCIAL TRADICIONAL

Aunque la debilidad del poblamiento humano es general, hay unos cuantos países que se
exceptúan de esta norma; entre ellos se cuentan algunos pequeños como Bahréin (896
habs./km2), Líbano (371), Israel (277) o Kuwait (102), y otros de dimensiones medias,
como Siria (81), y grandes, como Turquía m2 (82), mientras Marruecos y Egipto están ya
en los 64 habs./km2 Obviamente, el reciente incremento de la población y de las
densidades ha correspondido fundamentalmente a los medios urbanos, mientras el
espacio rural continúa con una ocupación muy laxa. Ahora bien, estas densidades
humanas no se distribuyen de una manera azarosa, sino que están claramente
relacionadas con una ocupación tradicional, basada, ante todo, en las disponibilidades
hídricas.
a) La organización de la sociedad tradicional

Si nos atenemos a las estadísticas oficiales, aproximadamente el 55 % de toda la


población actual vive en centros urbanos, con una proporción algo mayor en Asia
suroccidental que en el norte de África. Esta cifra contrasta vivamente con las sociedades
del Asia extremo-oriental y meridional, donde, como hemos indicado, tan sólo en tomo a
un 30 % de la población habita en ciudades, y es que, como se ha dicho en numerosas
ocasiones, las sociedades del Oriente Medio se configuraron, históricamente, como
sociedades urbanas.
Ahora bien, aunque los nómadas ocupan vastísimos espacios, la mayor parte de las
comunidades rurales son sedentarias. Comunidades que se distribuyen en aldeas o
pueblos de pequeñas dimensiones, con unos 400-500 habitantes de media, si bien en Irán
se reducen a unos 160 habitantes por pueblo (Fisher, W. B., 1978, 135). Este poblamiento
concentrado responde en gran medida a imperativos del medio, dada la escasez de agua,
aunque también a la necesidad de defensa colectiva frente a calamidades naturales y
hostilidades tribales.
b) Explosión demográfica y desequilibrios socioeconómicos como efectos
contradictorios de la modernización

Uno de los efectos más claros de la modernización ha sido el de la introducción de


medidas sanitarias, que han reducido drásticamente los índices de mortalidad, de modo
que ya están muy próximos a los bajos niveles de Latinoamérica. Salvo Afganistán,
Yemen e Iraq, el resto tiene índices por debajo del 10 ‰ (Véase Anexos). Evidentemente,
este acusado descenso de la mortalidad ha sido posible merced a las masivas campañas
sanitarias desarrolladas por los organismos gubernamentales, merced también a la
expansión de las infraestructuras, que han llegado a eliminar el aislamiento de numerosas
comunidades campesinas y merced, asimismo, a la generalización de los medios de
comunicación de masas, sobre todo de la radio, cuyas consignas han permitido extender
una educación sanitaria. Asimismo, la inversión en hospitales y en el bienestar de los
ciudadanos ha mejorado sensiblemente las antiguas tasas.
UNA ORGANIZACIÓN RURAL Y UNAS ESTRUCTURAS AGRARIAS
DISFUNCIONALES,
CON UNA CRECIENTE PRESIÓN SOBRE LA TIERRA

El espacio y sector agrarios adquieren una singular importancia desde el momento en que
representan la primera fuente de empleo en el conjunto regional, con tasas medias del 38
%, que superan el 30 % en todos los grandes países, como Egipto, Irán, Turquía,
Afganistán (véase cuadro XII.3), si bien su participación en el PIB guarda muy poca
relación con el empleo que sustenta: tan sólo el 13 %. Este dato refleja el escaso valor de
las producciones agrarias en la economía general y la pobreza del campesinado;
aspectos que descansan en unas estructuras productivas y sistemas agrarios poco
evolucionados, a pesar de las transformaciones experimentadas desde los años cincuenta
y a pesar del enorme esfuerzo inversor llevado a cabo durante los años de las grandes
rentas del petróleo (1973-1982) o a pesar de la prioridad dada a la agricultura en otros
momentos por algunos gobiernos como Egipto o Argelia.

Las condiciones ecológicas de este sector del norte de África y de! Oriente Medio
dificultan enormemente la extensión del labrantío, de manera que las tierras arables tan
sólo alcanzan el 8 % de la superficie total, produciéndose fuertes disparidades entre unos
países y otros; pues mientras no hay más que cinco cuyo terrazgo supera el 2C % —
Israel, Turquía, Líbano, Siria, Túnez y Marruecos—, en el extremo opuesto se sitúan
varios que no alcanzan ni el 2 %.

No obstante, estos datos se deben matizar, pues no todas las tierras arables se cultivan
anualmente, dado que en este mundo de aridez tan sólo el regadío puede hacer crecer
las cosechas m2 ininterrumpidamente. Ahora bien, del millón de km2 cultivados, el riego
no afecta más que a una cuarta parte, con lo cual las potencialidades del escaso terrazgo
total se ven limitadas por su permanencia en barbecho hasta 4 de cada 5 años, aunque
se tiende al sistema de año y vez.

El regadío ha tenido un gran valor histórico tanto en los oasis como en los valles de los
grandes ríos o en determinadas áreas regadas con agua extraída de los pozos o de
qanats. El sistema de qanat, conocido ya hace 4.000 años y originario probablemente de
Irán, se ha mantenido hasta la actualidad, aunque hoy tiende a ser sustituido por
perforaciones y pozos con motobombas.

También se han desarrollado otros cultivos comerciales de importancia, como la palmera


datilera en el Chat-el-Arab, donde, en virtud del encharcamiento estacional, llega a dar
grandes rendimientos, con producciones destinadas al mercado nacional e internacional.
Asimismo, el algodón prospera sobre estos medios áridos, regados, con producciones
destacables en Egipto (900.000 tm de algodón sin desmotar en 1996), Siria (760.000 el
0,8 % del mundial), Irán (512.000 tm), Israel (113.000) y sobre todo Turquía, con
2.089.000 tm, equivalentes al 4,3 % del mundial.

Transformaciones y progresos en la organización rural


Las transformaciones decisivas se refieren a la estructura de la propiedad y al régimen de
tenencia de la tierra, de manera que las reformas agrarias y la expansión de las
cooperativas representan las más destacables, a las que habría que añadir las que ya
hemos comentado respecto a la modernización de las explotaciones. El control de la tierra
por parte de unos pocos feudales o terratenientes era norma común en los momentos
posteriores a la II Guerra Mundial, de modo que en Iraq el 2 % de los propietarios
controlaba el 68 % de las tierras cultivadas, y en Siria el 1 % de los propietarios poseía la
mitad de la tierra; resultando una distribución similar en Turquía o en Irán, donde poco
más de 400 terratenientes disponían del 57 % de todos los pueblos iraníes.

En esta situación, se abordaron las reformas agrarias, como consecuencia de


revoluciones políticas en Siria e Iraq; también con carácter radical en el antiguo Yemen
del Sur; en irán se llevó a cabo una reforma conocida como «revolución blanca»; en
Turquía y en Jordania las reformas apenas tuvieron eco, y en el otro Yemen. Omán y
Arabia Saudí ni siquiera se plantearon. Destacan los casos de Irán, Iraq, Siria y Argelia.

Al final de proceso, las reformas agrarias no han conseguido más que truncar el vértice de
la pirámide, pero las diferencias entre una clase dominante y capitalizada y un
campesinado empobrecido se han agrandado incluso, merced al crecimiento explosivo de
la población agraria, que no ha podido ser contrarrestado con el incremento del regadío ni
con las mejoras técnicas.
Transformaciones industriales y urbanas

Aunque existen profundas diferencias entre unos países y otros, el proceso de desarrollo
industrial en África del Norte y Asia suroccidental presenta unas singularidades difíciles de
encontrar en otras partes del Tercer Mundo. No se puede decir lo mismo, sin embargo,
del proceso de urbanización, pues el crecimiento industrial ha afectado a unos núcleos,
escasos en número pero de grandes dimensiones, que, en conjunto, tienen los mismos
problemas y lacras que otras ciudades del mundo subdesarrollado.
UN FIRME CRECIMIENTO URBANO

El mundo del Occidente y Oriente árabes ha sido testigo de florecientes civilizaciones


urbanas, que se apoyaron en un firme desarrollo comercial, al que se sumaron las
actividades políticas, religiosas y culturales. Jerusalén, La Meca, o la ciudad santa de
Qom en Irán, atestiguan la importancia del componente religioso en la vida urbana, lo
mismo que el engrandecimiento de Estambul se debió a su papel político-religioso entre
los turcos otomanos. Todas las ciudades tradicionales conservan su centro histórico —la
medina—, donde se pueden observar los antiguos barrios comerciales (los zocos o
bazares), de estrechas calles, en las que los artesanos se codean con vendedores de las
más dispares mercaderías.

No faltan en las medinas las escuelas religiosas (madrazas) y las mezquitas. Pero, junto
al barrio histórico, normalmente degradado, ha surgido la ciudad moderna, con edificios
funcionales, construidos en altura, que no goza de la personalidad de la tradicional.

Al problema del desempleo hay que unir el de la vivienda, pues la afluencia masiva hacia
los centros urbanos ha generado los típicos barrios chabolísticos, que en el caso de
Turquía reciben el nombre de gecekondu o barrios de autoconstrucción (literalmente,
quiere decir «construidos durante la noche»; no son bidonvilles, sino barrios de casas
sencillas, con las cuatro paredes y el techo y unas divisiones mínimas), sin permisos
legales, que pueden ser legalizados progresivamente, pero que en Ankara, por ejemplo,
afectaban a dos tercios de la población en los años setenta y en Estambul a la mitad.

Como resultado de este crecimiento se han configurado una serie de metrópolis


nacionales millonarias, a la cabeza de las cuales se sitúan El Cairo (unos 10 millones),
Teherán y Estambul (más de 6 millones), la gran ciudad industrial y portuaria de Turquía.
Y otras como Casablanca, Argel, Túnez. Ankara, Alejandría, Bagdad, Damasco, Esmirna,
Konia, Adana, Kabul, Riad... conocen un crecimiento acelerado. Turquía cuenta, así, con
el mayor número de ciudades millonarias y con el sistema urbano más equilibrado del
conjunto, en tanto que en Irán se están potenciando grandes ciudades, de en torno al
millón de habitantes (Esfahan, Mashad, Tabriz, Shiraz), que representan un contrapunto
de Teherán, pero de mucho menor peso.

En conjunto, se trata de un sistema urbano incompleto y con escasos flujos internos, lo


que dificulta su integración.

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