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Prof. Dr. Paulus O’Callaghan
Decano della Facoltà di Teologia
Dr. Alfonsus Monroy
Segretario Generale
Romae, 6-VIII-2004
Prot. n° 337/2004
Imprimatur
Vicariato di Roma
Roma, 6 Settembre 2004
ISBN 88-8333-143-5
PONTIFICIA UNIVERSITAS SANCTAE CRUCIS
FACULTAS THEOLOGIAE
ROMAE 2005
A mi hermano Jose
Entiendo que por vuestra santa mano será ensalçada nuestra santa fe
católica e subtraydos e sojusgados e destruydos los ynfieles enemigos della,
bien paresce que la eleçion de nuestro sumo pontifiçe se fase por el Espíritu
Santo pues conoció e infundió su gracia en los coraçones de los reverendisymos
padres cardenales electores de tan alto misterio que vuestra santidad por sus
muy grandes e notorias mentes e virtudes fuese en tanta pase e concordia
electo por lugarteniente de Cristo nuestro Señor.
(Carta del duque de Alba a Alejandro VI felicitándole por su
reciente elección como Romano Pontífice, 3 diciembre 1492;
ARCHIVIO SEGRETO VATICANO, Archivium Arcis, Arm. I-XVIII,
5020, fol. 18r.)
ÍNDICE
ABREVIATURAS...................................................................................................................9
INTRODUCCIÓN ..............................................................................................................11
CONCLUSIONES.............................................................................................................701
E
n el annum mirabilis de 1492, cuando las campanas del Campidoglio aún
resonaban anunciando en Roma la conquista de Granada, subía al trono
pontificio un papa valenciano, “astuto por naturaleza y sobre todo de
admirable intelecto cuando se trata de actuar”1. Estas palabras explican la
confianza que los cardenales electores depositaron en este experimentado
vicecanciller que —dejando a un lado sus desarreglos personales— se aprestaba a
conducir la nave de la Iglesia en el tempestuoso oleaje de la Europa del
Renacimiento. El proyecto eclesiástico de Alejandro VI pasaba por la construcción
de un estado territorial-dinástico sobre el Patrimonium Petri, utilizando los sillares
que las monarquías modernas empleaban para levantar el edificio de su soberanía.
Roma incrementó entonces su centralidad político-simbólica en un sistema de
relaciones que la Santa Sede comenzó a tejer con las demás potencias para
mantener el equilibrio político italiano, y garantizar el reconocimiento de su
primacía en el gobierno de la Iglesia.
Cuando Alejandro VI fue elegido pontífice, hacía casi veinte años que Isabel
y Fernando habían unido en sus personas los reinos de Castilla (1474) y Aragón
(1479), y acometían un proyecto de expansión sobre los territorios de la Península
Ibérica sometidos aún al Islam. La consolidación política y religiosa de sus reinos,
y los recientes éxitos de sus empresas militares, les permitió intervenir
directamente en la Península Italiana por requerimiento expreso del papa Borja.
Los que después serán llamados Reyes Católicos a raíz de sus esfuerzos por la
1 DA VOLTERRA, J. G., Diarium romanum ab anno 1472 usque ad annum 1484, ed. E. Carusi, en
MURATORI, L. A. (dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. XXIII, Città di Castello 1904-1911, p. 130.
12
2 Para el tema que nos ocupa interesan sobre todo los trabajos reunidos en BATLLORI, M., La
3 Sus pioneros trabajos fueron FERNÁNDEZ ALONSO, J., Los enviados pontificios y la colecturía en
España de 1466 a 1475, «Anthologica Annua», 2 (1954), pp. 51-122; ID., Nuncios, colectores y legados
pontificios en España de 1474 a 1492, «Hispania Sacra», 10-19 (1957), pp. 33-90; ID., Legaciones y
nunciaturas en España de 1466 a 1521, vol. I: 1466-1486, Roma 1963; su trabajo sobre Desprats en
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco de Prats, primer nuncio permanente en España (1492-1503).
Contribución al estudio de las relaciones entre España y la Santa Sede durante el pontificado de Alejandro VI,
«Anthologica Annua», 1 (1953), pp. 67-154; para los nuncios pontificios enviados a la Península
Ibérica después de la muerte de Isabel la Católica ver ID., Nuncios pontificios ante el Rey Don Fernando,
en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. II: Pensamiento político, política internacional y religiosa
de Fernando el Católico, Zaragoza 1956, pp. 287-303; ID., La legación frustrada de Cosimo de Pazzi, obispo de
Arezzo (1504), «Anthologica Annua», 11 (1963), pp. 55-90.
4 TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura in Spagna di Francisco des Prats (1492-1503), Génova
divulgarlos”, aunque después admitía “que la persona que se enfrente a tales despachos tiene que ser
historiador, lingüista y literato de una pieza”; AZCONA, T. DE., Relaciones de Alejandro VI con los Reyes
Católicos según el fondo Podocataro de Venecia, «Miscellanea Historiae Pontificia», 50 (1983), p. 146. En
nuestro caso pensamos que ha sido más el paciente trabajo, y alguna mano colaboradora, lo que nos
ha permitido desafiar esta documentación.
6 FITA, F., Don Pedro Luis de Borja, duque de Gandía, «Boletín de la Real Academia de Historia», 10
(1887), pp. 311-328; CHABÀS, R., Alejandro VI y el duque de Gandía, «El Archivo», 7 (1893), pp. 83-
139; ID., Don Jofre de Borja y doña Sancha de Aragón, «Revue Hispanique», 9 (1902), pp. 484-488; ambos
trabajos reeditados en ID., Opúsculos, Valencia 1995; OLIVER Y HURTADO, M. D., Rodrigo de Borja
(Alejandro VI). Sus hijos y descendientes, «Boletín de la Real Academia de Historia», 9 (1896), pp. 402-
447; SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas que pertenecieron al segundo duque de Gandía,
don Juan de Borja. (Notas para la historia de Alejandro VI), «Anales del Instituto General y Técnico de
Valencia», (1919), pp. 5-152 (traducido al catalán por S. La Parra López en Alguns documents i cartes
14
privadas que pertenyeron al segon duc de Gandia eu Joan de Borja. Notes per la història d’Alexandre VI, Gandía
2001); ID., El cardenal Rodrigo de Borja en Valencia, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 8
(1924), pp. 132-164; ID., Un breve del papa Alejandro VI, «Boletín de la Real Academia de la Historia»,
84 (1925), pp. 261-273; algunos documentos contenidos en la sección Osuna se regestan en el
apéndice de la edición llevada a cabo por L. Thuasne de BURCKARDI, J., Diarium sive rerum urbanarum
comentarii 1483-1506, vol. III, París 1885.
7 GARCÍA HERNÁN, E. (ed.), Monumenta Borgia, vol. VI: (1478-1551), Sanctus Franciscus Borgia
Quartus Gandie Dux et Societatis Iesu Praepositus Generalis Tertius, 1510-1572, Valencia-Roma 2003;
NAVARRO SORNÍ, M., y PONS ALÒS, V. (eds.), L’epistolari i altres documents dels Borja a la Catedral de
València, en Recull epistolar. Edició facsímil de les cartes borgianes del’Arxiu de la Seu de València, Valencia
2002.
8 BORRÁS I FELIU, A., Cartes d’Alexandre VI conservades a l’Arxiu del Palau de Barcelona, «Analecta
Sacra Tarraconensia», 66 (1973), pp. 279-323; ID., Principales fondos concernientes a la última fase del reino
de Sicilia-Nápoles, conservadas en el “Arxiu del Palau” de Barcelona, en IX Congresso di storia della Corona
d’Aragona, Napoli 11-15 aprile 1973, La Corona d’Aragona e il Mediterraneo: aspetti e problemi comuni da
Alfonso il Magnanimo a Ferdinando il Cattolico (1416-1516), vol. II, Nápoles 1982, pp. 19-47 (en este
trabajo el autor anuncia la posterior publicación de los documentos cuyo contenido aquí sólo se
esboza).
9 BATLLORI, M. (dir.), Diplomatari Borja. 1, vol. I, Valencia 2002; LÓPEZ, C. (dir.), Diplomatari Borja.
2, Documents de l'Arxiu de la Corona d'Aragó (1416-1429), Valencia 2004; en ambos volúmenes sólo se
reúnen los documentos del Archivo del Reino de Valencia y el de la Corona de Aragón entre los
años 1299-1429, y por tanto no afectan al pontificado de Alejandro VI.
10 LA TORRE, A. DE, Documentos sobre las relaciones internacionales de los Reyes Católicos, vols. I-VI,
Barcelona 1949-1966.
11 DOUSSINAGUE, J. M., La política Internacional de Fernando el Católico, Madrid 1944; la aportación de
FERNÁNDEZ, L., Política internacional de Isabel la Católica. Estudio y documentos, vols. I-V, Valladolid
1965-1972; la parte que corresponde al pontificado de Alejandro VI puede verse en sus trabajos más
recientes ID., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa, Madrid 1990; la reforma y política eclesiástica
en ID., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe, Madrid 1990.
12 OCHOA BRUN, M. A., Historia de la Diplomacia Española, vol. IV-V, Madrid 1995-2002,
especialmente vol. IV, pp. 121-133, y vol. V, Madrid 2002; OLIVA, A. M., Gli ambasciatori dei re
Cattolici presso la Corte di Alessandro VI, en De Valencia a Roma a través de los Borja. Actas del Congreso
(Valencia, 23-26 febrero 2000) (en preparación. Agradezco a la autora la posibilidad de consultar este
valioso trabajo antes de su publicación).
13 LADERO QUESADA, M. Á., Notas sobre la política confesional de los Reyes Católicos, en Homenaje al
Profesor Alarcos, Valladolid 1966, pp. 1-11; ID., La España de los Reyes Católicos, Madrid 1999, pp. 250-
255; NIETO SORIA, J. M., Las relaciones Iglesia-Estado en España a fines del siglo XV, en El Tratado de
Tordesillas y su época. Congreso Internacional de Historia, vol. I, Madrid 1995, pp. 731-749; ID., Relaciones
con el Pontificado, Iglesia y poder real en Castilla en torno a 1500. Su proyección en los comienzos del reinado de
Carlos I, «Studia Historica. Historia Moderna», 21 (1999), pp. 19-48; ID., La política eclesiástica de los
Reyes Católicos durante el pontificado de Alejandro VI, en De Valencia a Roma a través de los Borja. Actas del
Congreso (Valencia, 23-26 febrero 2000) (en preparación). Agradezco al autor la consulta de este trabajo
antes de su publicación.
14 GUTIÉRREZ, C., La política religiosa de los Reyes Católicos en España hasta la conquista de Granada,
«Miscelánea Comillas», 18 (1952), pp. 227-269; AZCONA, T. DE, La elección y reforma del episcopado
español en tiempos de los Reyes Católicos, Madrid 1960; ID., Reforma del episcopado y del clero de España en
tiempo de los Reyes Católicos y de Carlos V (1475-1558), en GARCÍA-VILLOSLADA, R. (dir.), Historia de la
Iglesia en España, vol. III-1: La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI, Madrid 1980, pp. 115-210;
ID., Isabel la Católica. Estudio crítico de su vida y reinado, Madrid 1993; ID., Isabel la Católica. Vida y reinado,
Madrid 2002; una síntesis reciente en ALCALÁ, A., Política religiosa de los Reyes Católicos. La Inquisición.
La expulsión de los judíos, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica y la política, Valladolid 2001,
pp. 117-156.
15 AZCONA, T. DE., Relaciones de Alejandro VI con los Reyes Católicos según el fondo Podocataro de Venecia,
La reforma del clero y las órdenes religiosas fue tratada por el franciscano J.
García Oro, con un rico material extraído de Simancas y del Archivo Vaticano que
emplearía después en sus trabajos sobre el cardenal Jiménez de Cisneros16. J. Goñi
Gaztambide y M. Á. Ladero Quesada han iluminado los temas fiscales en sus
estudios sobre la Hacienda castellana y los ingresos de la Corona sobre las rentas
eclesiásticas, como la décima o la bula de Cruzada17. En las dos últimas décadas, J.
Fernández Alonso, T. de Azcona, J. Goñi Gaztambide y J. Ma. Cruselles han
publicado algunos trabajos sobre eclesiásticos españoles que sirvieron al pontífice,
llenando así no pocas lagunas del tema que nos concierne18.
Por último, con motivo de la celebración del V Centenario de Alejandro VI,
autores como M. Carbonell, X. Company, M. González Baldoví y S. La Parra
López, han hecho importantes aportaciones al mecenazgo artístico y cultural
impulsado por el papa, mientras M. Vilallonga se ha ocupado del aspecto
literario19. Por otra parte, J. L. Pastor Zapata, V. Pons Alòs, o A. Ventura
más general en Relaciones de Rodrigo de Borja (Alejandro VI) con los Reyes Católicos, «Cuadernos de
Estudios Borjanos», 31-32 (1994), pp. 13-52.
16 GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid 1971;
Hacienda castellana de los Reyes Católicos (1493-1504), «Moneda y crédito», 103 (1967), pp. 81-111; GOÑI
GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de la Cruzada en España, Vitoria 1958; ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La
fiscalidad regia extraordinaria en el último decenio de Isabel I (1495-1504), «Cuadernos de Historia Moderna»,
13 (1992), pp. 143-168; ID., El último decenio del reinado de Isabel I a través de la tesorería de Alonso de
Morales (1495-1504), Valladolid 2004 (incluye un CD con la transcripción de las cuentas).
18 Nos referimos particularmente a las voces contenidas en el Diccionario de Historia Eclesiástica de
España y firmadas por estos autores; los trabajos sobre Bernardo de Boil y Pedro de Aranda a cargo
de FERNÁNDEZ ALONSO, J., Instrucción de Alejandro VI a fray Bernardo de Boyl como legado ante los Reyes
Católicos, enero-marzo 1498, «Cuadernos de Historia de España», 31-32 (1960), pp. 173-188; ID., Pedro
de Aranda, obispo de Calahorra († 1500), un legado de Alejandro VI ante la señoría de Venecia, en Miscellanea
in onore di Monsignor Martino Giusti, vol. I, Ciudad del Vaticano 1978, pp. 255-285; y los estudios más
recientes de J. M. y E. Cruselles Gómez sobre los letrados y mercaderes valencianos que
prosperaron en la Corte de Alejandro VI; CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., Los juristas valencianos en la Italia
renacentista. Estudiantes y cortesanos, «Revista d’Història Medieval», 3 (1992), pp. 154-155; ID., El
cardenal de Capua, en L’univers dels prohoms, Valencia 1995, pp. 217-256; ID., La conquista del saber.
Apuntes sobre la emigración estudiantil valenciana a fines de la Edad Media, en GISBERT, J. A. (dir.),
Sucre&Borja. La canyamel dels ducs. Del trapig a la taula, Alicante 2000, pp. 229-252; y especialmente ID.,
El cardenal Rodrigo de Borja, los curiales romanos y la política eclesiástica de Fernando II de Aragón, en
BELENGUER CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V. Congreso Internacional
(Barcelona, 21-23 febrero 2000), vol. I, Barcelona 2001, pp. 253-279.
19 Para no multiplicar excesivamente las citas nos remitimos a las aportaciones recogidas en los
recientes congresos sobre Alejandro VI que se han celebrado en las ciudades de Valencia, Játiva y
Gandía: 1492-1992, V Centenari del Pontificat d’Alexandre VI, Játiva 1992; Xàtiva, els borja: una projecció
europea, vols. I-II, Játiva 1995; L’Europa renaixentista. Simposi Internacional sobre els Borja (València 25-29
d’octubre 1994), Gandía 1998; Els temps dels Borja, Ajuntament de Xàtiva/Consell València de Cultura,
INTRODUCCIÓN 17
Valencia 2000; GISBERT, J. A. (dir.), Sucre&Borja. La canyamel dels ducs. Del trapig a la taula, Alicante
2000; Los Borja. Del Mundo Gótico al Universo Renacentista, Valencia 2001; GONZÁLEZ VALDOVÍ, M., y
PONS ALÒS, V. (coords), El Hogar de los Borja: 2000 any Borja. Xàtiva, Museu de l’Almodi, Antic Hospital
Major del 16 diciembre 2000 al 28 febrero 2001, Valencia 2001. Además habría que contar con los
trabajos de CARBONELL I BUADES, M., Roderic de Borja: un exemple de mecenatge renaixentista, «Afers», 17
(1994), pp. 109-132; ID., Rodrigo de Borja, cliente y promotor de obras de arte. Notas sobre la iconografía del
apartamento Borja del Vaticano, en MENOTTI, M., Los Borja, Valencia 1992, pp. 389-487; COMPANY, X.,
La potència artistica dels Borja, «Saó», 5 (1990), pp. 23-28; ID., Els Borja, espill dels temps, Valencia 1992;
ID., Alexandre VI i Roma. Les empreses artistíques de Roderic de Borja a Itália, Valencia 2002; LA PARRA
LÓPEZ, S., Entre el renaixement i el barroc: l’època dels Borja, en El llibre de la Safor, Sueca 1985, pp. 267-
274; ID., Els Borja, Ducs de Gandia, «Afers», 17 (1994), pp. 11-29; ID., Los hijos de Alejandro VI, duques
de Gandía, en De Valencia a Roma a través de los Borja. Actas del Congreso (Valencia, 23-26 febrero 2000) (en
preparación). Además de los trabajos citados, sobre el mecenazgo literario y su aportación al
humanismo ver también VILALLONGA, M., Alexandre VI: l’humanisme, en Simposio Internacional Els
Borja…, pp. 95-133; ID., Rapporti tra umanesimo catalano e umanesimo romano, en CANFORA, D., CHIABÒ
M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 195-209.
20 Además de los trabajos recogidos en los congresos citados véase PASTOR ZAPATA, J. L., De
senyoria reial a senyoria nobiliària: claus de la implantació del llinatge dels Borja al ducat de Gandia, «Saó», 5
(1990), pp. 29-36; ID., El Ducado de Gandía: un señorío valenciano en el tránsito de la Edad Media a la Edad
Moderna, Madrid 1990; ID., Gandia en la Baixa Edat Mitjana. La vila i el senyoriu dels Borja, Gandía 1992;
VENTURA CONEJERO, A., Els Papes Borja de Xàtiva, «Quaderns de Xàtiva», 4 (1992), pp. 20-31; ID.,
La catedralitat de Xàtiva en l’època dels Borja, en Xàtiva..., vol. I, pp. 223-238; NAVARRO SORNÍ, M., El
enfrentamiento den Calixto III y Alfonso V el Magnánimo por el obispado de Valencia, en Cum vobis et pro vobis.
Homenaje de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, al Excmo. y Revdmo. Dr. D. Miguel Roca
Cabanellas en sus bodas de plata episcopales, Valencia 1991, pp. 709-727; ID., De Calixto III a Alejandro VI:
los Borja de Xàtiva a Roma, «Aula de Humanidades y Ciencias de la Real Academia de Cultura
Valenciana», Serie Histórica, 22 (2002), pp. 157-178; ID., Calixto III y Alfonso el Magnánimo frente a la
Cruzada, Valencia 2003; o su tesis doctoral Calixto III Borja y Alfonso V el Magnánimo, (Tesis de la
Universidad Gregoriana), Roma 2001.
21 Un balance historiográfico sobre el tema en TRENCHS ODENA, J., España y el Archivo Vaticano:
una aproximación a la labor realizada por españoles en el Archivo durante el último siglo, en VIAN, P. (ed.),
L’Archivio Segreto Vaticano e le ricerche storiche, Ciudad del Vaticano 1981, pp. 91-119; y especialmente
18
DÍAZ IBÁÑEZ, J., El pontificado y los reinos peninsulares durante la Edad Media. Balance historiográfico, «En la
España Medieval», 24 (2001), pp. 465-536. Sobre la Iglesia castellano-leonesa ver la revisión
bibliográfica de LADERO QUESADA, M. Á., y NIETO SORIA, J. M., Iglesia y sociedad en los siglos XIII al
XV (ámbito castellano-leonés), «En la España Medieval», 11 (1988), pp. 125-151; VILLALBA RUIZ DE
TOLEDO, F. J., Repertorio bibliográfico de la reforma eclesiástica castellana en el siglo XV, «Hispania Sacra», 45
(1993), pp. 503-517; SANZ SANCHO, I., Para el estudio de la Iglesia medieval castellana, «Estudios
eclesiásticos. Revista teológica de investigación e información», 73 (1998), pp. 61-77; MARTÍN
RODRÍGUEZ, J. L., Iglesia y vida religiosa, en La historia medieval en España. Un balance historiográfico (1968-
1998), Pamplona 1999, pp. 431-456; LADERO QUESADA, M. Á., Histora de la Iglesia en la España
medieval, en GALLEGO, J. A. (ed.), La historia de la Iglesia en España y el mundo hispano, Madrid 2001, pp.
121-190.
22 MANSILLA, D., Iglesia castellano-leonesa y Curia Romana en los tiempos del rey San Fernando, Madrid
1945; ID., Inocencio III y los reinos hispánicos, «Anthologica Annua», 2 (1954), pp. 9-49; LINEHAN, P., The
Spanish Church and the Papacy in the Thirteenth Century, Cambridge 1971; y su colección de artículos
recogidos en ID., Spanish Church and Society 1150-1300, Londres 1983; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
Castilla, el Cisma y la crisis conciliar (1378-1440), Madrid 1960; NIETO SORIA, J. M., Iglesia y poder real en
Castilla: El episcopado, 1250-1350, Madrid 1988; ID., Iglesia y génesis del Estado Moderno en Castilla (1369-
1480), Madrid 1993; sobre las relaciones Iglesia-Estado en la Corona de Aragón cfr. VINCKE, J.,
Staat und Kirche in Katalonien und Aragon während des Mittelalters, Münster 1931; ID., Estado e Iglesia en la
historia de la Corona de Aragón de lo siglos XII, XIII y XIV, en VII Congreso de Historia de la Corona de
Aragón, vol. I, Barcelona 1962, pp. 267-285; SARASA SÁNCHEZ, E., Las relaciones Iglesia-Estado en
Aragón durante la Baja Edad Media, en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et Église dans la genèse
de l’État Moderne, Madrid 1986, pp. 109-216; BAUCELLS I REIG, J., L’Església de Catalunya a la Baixa
Edat Mitjana, «Acta Historica et Archaeologica Mediaevalia», 13 (1992), pp. 427-442; RIU RIU, M., El
poder real y la iglesia catalana en la Corona de Aragón (siglos XIV al XVI), en XV Congreso de Historia de la
Corona de Aragón, t. I/ vol. I: El poder poder real en la Corona de Aragón (Siglos XIV-XVI), Zaragoza
1996, pp. 389-407.
23 GAMS, P. B., Die Kirchen Geschichte von Spanien, Regensburg 1862-1879; ALDEA, Q., Iglesia y Estado
en la España del siglo XVII (Ideario político-eclesiástico), «Miscellanea Comillas», 36 (1961), pp. 143-354 (a
pesar del título, el marco cronológico de la obra es más amplio); ROUCO VARELA, A. M., Staat und
Kirche im Spanien des 16. Jahrhunderts, Munich 1965 (traducido al castellano en Estado e Iglesia en la
España del siglo XVI, Madrid 2001); también los trabajos recopilados en MANSILLA REOYO, D.,
Geografía eclesiástica de España. Estudio histórico-geográfico de las diócesis, vols. I-II, Roma 1994; su
proyección en la Edad Moderno en SÁNCHEZ BELLA, I., Iglesia y Estado en la Edad Moderna (siglos
XVI y XVII), en PELÁEZ, M. J. (coord.), El Estado español en su dimensión histórica, Barcelona 1984, pp.
129-160; PÉREZ-PRENDES Y MUÑOZ DE ARRANCO, J. M., Relaciones Iglesia-Estado en la formación del
Estado Moderno. El Real Patronato; aportación para un estado de la cuestión, en GENET, J. PH., y VINCENT,
INTRODUCCIÓN 19
B. (eds.), État et Église..., pp. 249-255; HERMANN, CH., L’Église d’Espagne sous le Patronage Royal (1476-
1834). Essai d’ecclésiologie politique, Madrid 1988; ID., L’État et l’Église, en ID. (coord.), Le premier âge de
l’État en Espagne 1450-1700, París 1990, pp. 381-406; las relaciones Iglesia-Estado en los territorios
americanos AYALA, F. J. DE, Iglesia y Estado en las leyes de Indias, «Anuario de Estudios Americanos», 3
(1949), pp. 417-460; BRUNO, C., El derecho público de la Iglesia en Indias, Salamanca 1967; y en las
posesiones italianas cfr. MARONGIU, A., Intorno alla politica ecclesiastica di Ferdinando il Cattolico, en Atti
del Congresso internazionale di studi sull’età aragonesa (Bari 15-18 decembre 1468), Bari 1968, pp. 161-181;
RURALE, F., Stato e Chiesa nell’Italia spagnola nei secoli XVI e XVIII, «Cheiron», 17-18 (1998), número
monográfico SIGNOROTTO, G., (ed.), L’Italia degli Austrias: Monarchia cattolica e domini italiani nei secoli
XVI e XVII, pp. 357-380.
24 Un buen análisis de la historiografía sobre el pontificado de Alejandro VI en BORROMEO, A., El
Pontificado de Alejandro VI: corrientes historiográficas recientes, en El Tratado de Tordesillas y su época. Congreso
Internacional de Historia, vol. II, Madrid 1995, pp. 1133-1151; la perspectiva española se analiza con
detalle en CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., Los Borja y Valencia en la historiografía, en De Valencia a Roma a
través de los Borja. Actas del Congreso (Valencia, 23-26 febrero 2000) (en preparación); ID., Los Borja en
Valencia. Notas sobre la historiografía, historicismo y pseudohistoria, «Revista d’Història Medieval», 11
(2000), pp. 279-305; ver también LA PARRA LÓPEZ, S., La mirada sobre los Borja (notas críticas para un
estado de la cuestión), «Anales de la Universidad de Alicante. Revista de Historia Moderna», 15 (1996),
pp. 387-401; y el elenco bibliográfico de BLESA I DUET, I., Recull bibliogràfic sobre els Borja, en Xàtiva,
els borja..., vol. I, pp. 311-323. El desarrollo de la leyenda Borja ha sido bien estudiada por
HERMANN-RÖTTGEN, M., La familia Borja. Historia de una leyenda, Valencia 1994; véanse también los
trabajos del reciente congreso La fortuna dei Borgia (Bologna, 26-28 ottobre 2000) (en preparación).
25 PASTOR, L. VON, Storia dei Papi dalla fine del Medioevo, vol. III: Storia dei Papi nel periodo del
Rinascimento dall’elezione di Innocenzo VIII alla morte di Giulio II, Roma 1942, ID., Storia dei Papi..., vol.
Suplemento a los vols. I-III, Roma 1931.
26 Toda esta polémica ha sido analizada por BORROMEO, A., El Pontificado de Alejandro VI..., vol. II,
pp. 1133 y ss; DE VICENTIIS, A., I Borgia, la providenza e la storia. Una questione storiografica e una nota di
Arsenio Frugoni, «RR Roma nel Rinascimento, Bibliografia e note», 2000, pp. 273-288; LOMBARDI, G.,
20
Storici dell’Ottocento sui Borgia (Burckhardt, Gregorovius, Pastor), en La fortuna dei Borgia (Bologna, 26-28
ottobre 2000) (en preparación). Sobre las obras en cuestión, aporta un buen aparato documental,
aunque falla en los juicios DE ROO, P., Material for a History of Pope Alexander VI. His Relatives and His
Times, vols. I-V, Brujas 1924 (traducción española editada en Valencia 1952, y cuya documentación
sirvió a V. Pacual y Beltrán para su obra, algo apasionada PASCUAL Y BELTRÁN, B., El gran papa
español Alejandro VI en sus relaciones con los Reyes Católicos, Valencia 1941; MENOTTI, M., Documenti inediti
su la famiglia e la corte di Alessandro VI, Roma 1917; ID., I Borgia: storia e iconografia, Roma 1917
(traducción a cargo de M. Batllori y X. Company en ID., Els Borja, Valencia 1992); más endeble el
trabajo de OLMOS Y CANALDA, E., Reivindicación de Alejandro VI (El papa Borja), Valencia 1954; y muy
criticada la difundida obra de FERRARA, O., El papa Borgia, Madrid 1956; MOREU-REY, E., El pro i el
contra dels Borja, Palma de Mallorca 1958. Desde una perspectiva más crítica PICOTTI, G. B., Nuovi
studi e documenti intorno a papa Alessandro VI, «Rivista di Storia della Chiesa in Italia», 5 (1951), pp. 169-
262; ID., Ancora sul Borgia, «Rivista di Storia della Chiesa in Italia», 8 (1954), pp. 313-355. No faltan
intentos recientes, más o menos ingenuos, de rehabilitación en LLOP CATALÀ, M., Los papas
valencianos: Calixto III y Alejandro VI, «Anales Valencianos», 8 (1982), pp. 229-264; NICOLAU SENENT,
A., En defensa y revindicación de Alejandro VI (El papa Borja), Alicante 1992; más serios los trabajos
circunscritos a la política italiana de SORANZO, G., Studi in torno a papa Alessandro VI (Borgia), Milán
1950; ID., Il tempo di Alessandro VI papa e di fra Girolamo Savonarola, Milán 1960; SCALTRITI, G. A., Luci
ed ombre del ‘400. San Francesco de Paola, Alessandro VI papa Borgia, Fra Girolamo Savonarola. Saggio Politico
Religioso, Nápoles 1983; ID., Papa Alessandro VI Borgia, «Palestra del Clero», 63 (1984), pp. 798-814 y
848-862; y el reciente trabajo que no hemos podido consultar de GALÁN, L., El papa Borgia: Un
inédito Alejandro VI liberado al fín de la leyenda negra, Madrid 2004.
27 SCHÜLLER-PIROLI, S., Los papas Borgia Calixto III y Alejandro VI, Valencia 1991; MALLET, M. E.,
The Borgias: The Rise and Fall of a Renaissance Dinasty, Londres 1969; JOHNSON, M., Casa Borgia, Roma
1982; CLOULAS, I., I Borgia, Roma 1988; GERVASO, R., Los Borgia: Alejandro VI, el Valentino, Lucrecia,
Barcelona 1996; recientes aproximaciones a la figura de Alejandro VI en COMPANY, X., Els Borja,
espill del temps, Valencia 1992.
28 PEPE, G., La politica dei Borgia, Nápoles 1945 (donde a la debilidad y oportunismo de la política
Borja el autor contrapone la política veneciana, juzgada con imparcial benevolencia); PASCHINI, P.,
Roma nel Rinascimento, vol. IV, Storia di Roma, Bolonia 1940, especialmente pp. 315-369; CARAVALE,
M., y CARACCIOLO, A., Lo stato pontificio da Martin V a Gregorio XIII, en Lo Stato Pontificio da Martino
V a Pio IX, en Storia d’Italia, vol. XIV, Turín 1986, pp. 139-163. Sobre la figura de Juan de Borja,
duque de Gandía, véanse los trabajos de Batllori. Sobre César Borja cfr. ALVISI, E., Cesare Borgia,
duca di Romagna, Imola 1878; con una buena base documental extraída del Archivo General de
Simancas YRIARTE, C., Cesar Borgia, sa vie, sa captivité, son mort, París 1889; para una equilibrada
interpretación de los hechos cfr. WOODWARD, W. H., Cesare Borgia. A Biography, Londres 1913;
también ONIEVA, A. J., César Borgia. Su vida, su muerte y sus restos, Madrid 1945; SACERDOTE, G.,
Cesare Borgia. La sua vita, la sua famiglia, i suoi tempi, Milán 1950; sobre la relación de César con
INTRODUCCIÓN 21
Florencia SASSO, G., Machiavelli e Cesare Borgia. Storia di un giudizio, Roma 1966; BRADFORD, S., Cesare
Borgia and His Times, Londres 1976, también resulta útil el breve trabajo de GILBERT, F., Borgia,
Cesare, en DBI, vol. XII, Roma 1970, pp. 696-708. Sobre Lucrecia disponemos de dos obras bien
documentadas cfr. BELLONCI, M., Lucrezia Borgia: la sua vita e i suoi tempi, Milán 1969; y
GREGOROVIUS, F., Lucrezia Borgia, Roma 1986 (Stuttgart 1874) especialmente interesante por los
documentos extraidos del Archivio di Stato de Módena, y el de Roma, donde descubrió el fondo
documental de Camillo de Beneinbene, notario de Alejandro VI; puede citarse también la ponderada
síntesis de RUBINSTEIN, N., Lucrezia Borgia, Roma 1971; algunos trabajos recientes con elencos
bibliográficos actualizados en LAUREATI, L. (dir.), Lucrezia Borgia, Ferrara 2002; y FIORAVANTI
BALDI, A. M. (dir.), Lucrezia Borgia, “la beltà, la virtù, la fama onesta”, Ferrara 2002.
29 El mejor estudio sobre las fuentes diplomáticas para el estudio de las relaciones internacionales
de esta época es el de ILARDI, V., Fifteenth-Century Diplomatic Documents in Western Europe Archives and
Libraries (1450-1494), «Studies in the Renaissance», 9 (1962), pp. 64-112; también ID., Microfilm
Collection of Renaissance Diplomatic Documents, ca. 1450-1500, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent
into Renaissance Italy, 1494-1495, Aldershot 1995; un actualizado elenco bibliográfico en BRADY, A.,
OBERMAN, H. A., y TRACY, J. D. (eds.), Handbook of European History 1400-1600. Late Middle Ages,
Renaissance and Reformation, vols. I-II, Leiden 1995.
30 Sobre la visión italiana de la política española en Italia cfr. GIUNTA, F., L’epoca dei Re Cattolici
nella storiografia italiana dell’ ultimo tretenio, en ID., Nuovi studi sull’età colombiana, Roma 1987, pp. 7-26;
además de los títulos mencionados sobre la política internacional de los Reyes Católicos cfr.
PONTIERI, E., La dinastia aragonese di Napoli e la casa de’ Medici di Firenze. (Dal carteggio familiare),
«Archivio Storico delle Province Napoletane», 26 (1940), pp. 274-342; 27 (1941), pp. 217-273; ID.,
L’equillibrio e la crisi politica italiana nella seconda metà del secolo XV, Nápoles 1945-46; ID., Per la storia del
regno di Ferrante I d’Aragona, re di Napoli e di Sicilia nella storiografia italiana dell’ultimo cinquantennio,
«Rivista storica italiana», 64 (1952), pp. 399-422; BATLLORI, M., Alejandro VI y Alfonso II de Nápoles,
en ID., La familia de los Borjas..., pp. 245-254; COCHRANE, E., Southern Italy in the Age of the Spanish
Viceroys: Some Recent Titles, «Journal of Modern History», 58 (1986), pp. 194-217; GALASSO, G.,
Mezzogiorno angioino e aragonese, Turín 1992; ID., L’Italia una e diversa nel sistema degli Stati Europei (1450-
1750), en ID. (dir.), Storia d’Italia, vol. XIX, Turín 1998; recientemente LEONE, A., Il regno di Napoli al
tempo di Alessandro VI, en La fortuna dei Borgia (Bologna, 26-28 ottobre 2000) (en preparación).
31 Sobre el embajador Escrivà véase la reciente aportación de PARISI, I., L’ambasciatore Joan Escrivà
de Romaní e il Libro delle Cartas Reales. Nuove fonti per lo studio delle relazioni tra la monarchia di Spagna e il
Regno di Napoli alla fine del ‘400, «Boletín de la Real Academia de Buenas Letras de Barcelona», 49
(2003-2004), pp. 184-224. La correspondencia del Gran Capitán con los Reyes Católicos se recoge
22
podemos finalizar este esbozo bibliográfico sin hacer referencia a los congresos
que se han celebrado en la última década con motivo del V Centenario del
pontificado de Alejandro VI, una buena parte de los cuales están aún en vías de
publicación32.
En relación a las fuentes documentales, hemos querido partir del material
publicado y de las referencias documentales dadas en los principales estudios.
Cuando no hemos consultado el documento de primera mano indicamos la
referencia bibliográfica de donde lo hemos extraído, precedida por la preposición
“en”, en el caso de que el texto del documento se encuentre trascrito
íntegramente. En una fase posterior de la investigación hemos acudido a los
principales fondos archivísticos que se encuentran en la ciudad de Roma,
especialmente el Archivio Segreto Vaticano, donde hemos consultado los fondos
del Archivium Arcis, donde se encuentra la preciosa correspondencia del nuncio
Desprats con Alejandro VI; los Registri Vaticani, y Registri Lateranensi, ricos en bulas
en PAZ, A., Colección de cartas originales y autógrafas del Gran Capitán que se guardan en la Biblioteca Nacional,
«Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 5 (1901) y 7 (1902); SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.),
Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 20 (1909), pp. 453-462; (serie de artículos hasta) 29 (1912), pp. 300-
312; ID., Noticias inéditas del Gran Capitán, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 79 (1921), pp.
225-275; ID., Nuevos datos sobre el Gran Capitán, «Hispania», 3 (1943), pp. 70-88; un resumen de esta
correspondencia en CERONE, F., Corrispondenza dei re Cattolici con il Gran Capitano durante le guerre
d’Italia, «Archivio Storico delle Province Napoletane», 37 (1912), pp. 470-489; TORRE, L. DE, y
RODRÍGUEZ PASCUAL, R. (ed.), Cartas y documentos relativos al Gran Capitán, «Revista de Archivos
Bibliotecas y Museos», 34 (1916); (serie de artículos hasta) 44 (1923).
32 Además de los congresos organizados en España que ya hemos citado, hay que contar sus
33 Sobre los fondos del Archivo Secreto Vaticano relacionados con España hay que partir de la
obra de HINOJOSA, R. DE, Los depachos de la diplomacia pontificia en España. Memoria de una misión oficial
en el Archivo Secreto de la Santa Sede, vol. I: 1420-1605, Madrid 1896; menos interesante para nuestra
época es el trabajo de MANSILLA, D., La documentación española del Archivo del Castel S’Angelo (395-
1498), Roma 1959; aunque contiene algunos errrores, la guía más reciente y accesible del Archivo
Vaticano es la de BLOUIN, F. X. (ed.), Vatican Archives. An Inventory and Guide to Historical Documents of
the Holy See, Nueva York-Oxford 1998.
34 Ver índices que se encuentran en el archivo para la consultación. Para una información general
sobre el archivo cfr. D’ANGIOLINI, P., y PAVONE, C. (dirs.), Guida generale degli archivi di stato italiani,
vol. I, Roma 1981.
35 SANUDO, M., Diarii, vols. I-LII, Venecia 1879-1903; ALBERI, E. (ed.), Relazioni degli ambasciatori
veneti al Senato. Serie II, vol. III, Florencia 1846; GIUSTINIAN, A., Dispacci, ed. P. Villari, vols. I-III,
Florencia 1876; los informes del embajador mantuano y el de Ferrara en LUZIO, A., Isabella d’Este e i
Borgia, «Archivio Storico Lombardo», 41 (1914), pp. 469-553 y 671-753; ID., Isabella d’Este e i Borgia.
Con nuovi documenti, Milán 1916; NEGRI, P., Le missioni di Pandolfo Collenuccio a Papa Alessandro VI
(1494-1498), «Archivio della Società Romana di Storia Patria», 33 (1910), pp. 333-439; una buena
parte de los despachos florentinos en el apéndice de la edición de BURCKARDI, J., Diarium sive rerum
urbanarum comentarii 1483-1506, ed. L. Thuasne, vol. III, París 1885, pp. 610 y ss. Algunos despachos
milaneses se encuentran en el apéndice de la crónica francesa de Jean D’Auton y, junto con
informes venecianos, en los trabajos de SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di
Venezia dall’autunno 1494 alla primavera 1495. La calatta di Carlo VIII, «Archivio Sorico Lombardo», 29
(1902), pp. 249-317; La caduta di Napoli, 30 (1903), pp. 33-109; La Lega di Venezia, 30 (1903), pp.
368-443; también en BOSCOLO, A., Milano e la Spagna all’epoca di Ludovico il Moro, en Milano nell’Età di
Ludovico il Moro. Atti del convegno internazionale 28 febraio – 4 marzo 1983, vols. I-II, Milán 1983, pp. 93-
106; los informes e instrucciones napolitanas en TRINCHERA, F. (dir.), Codice Aragonese ossia lettere
regie, ordinamenti ed altri atti governativi dei sovrani aragonesi in Napoli, vols. I-II, Nápoles 1868; y
VOLPICELLA, L. (ed.), Regis Ferdinandi primi Instructionum liber (10 maggio 1486-10 maggio 1488), Nápoles
1916.
24
Caroli Cocquelines, Roma 1739; también Bullarum Diplomatum et Privilegiorum Sanctorum Romanorum
Pontificum, vol. V: ab Eugenio IV ad Leonem X, Turín 1760 (las bulas de Alejandro VI en pp. 350-399);
una selección extraída de los registros pontificios en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Bulario de la
Universidad de Salamanca (1219-1549), vols. I-III, Salamanca 1966-1967; ID., Cartulario de la Universidad
de Salamanca, vols. I-VI, Salamanca 1970-1972; la documentación pontificia sobre el tribunal de la
Inquisición española en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario de la Inquisión Española. Hasta la muerte de
Fernando el Católico, Madrid 1998.
37 COLMEIRO, M. (ed.), Cortes de los Antiguos Reinos de León y de Castilla, Madrid 1861; Novísima
Recopilación de las leyes de España, Madrid 1805; FITA, F. (ed.)., Concilios españoles inéditos 2o Concilio
Nacional de Sevilla (8.VII-1.VIII.1478), «Boletín de la Real Academia de la Historia», 22 (1893), pp.
212-257.
38 BURCKARDI, J., Liber notarum ab anno 1483 usque ad annum 1506, ed. E. Celani, en MURATORI, L.
A. (dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. XXII, vols. I-II, Città di Castello 1907-1942; INFESSURA, S.,
Diaria della città di Roma, ed. O. Tomassini, en Fonti per la Storia d’Italia, vol. V, Roma 1880; DE’
CONTI, S., Le storie dei suoi tempi dal 1475 al 1510, Roma 1883.
39 LANDUCCI, Diario fiorentino dal 1450 al 1516, ed. J. del Badia, Florencia 1883; PRIULI, G., I diarii
(1492-1512), ed. de A. Segre, vol. I, 1902; vol. II, ed. de R. Cessi, 1937; también en Muratori, L. A.
(dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. XXIV, Bolonia 1937; MALPIERO, D., Annali veneti (1457-1500), ed.
F. Longo, «Archivio Storico Italiano», VII-1 (1843); y VII-2 (1844); CORIO, B., L’Historia di Milano,
Venecia 1565; CAGNOLA, G. A., Storia di Milano, «Archivio Storico Italiano», 3 (1842), pp. 2-220;
GIACOMO, N., Cronica di Napoli, ed. V. Garzilli, Nápoles 1834; PASSERO, G., Storie in forma de Giornali,
ed. V. M. Altobelli, Nápoles 1785; FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana figurata del Quattrocento,
Nápoles 1957.
40 GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia, vols. I-III, Milán 1843; GIOVIO, P., La prima parte delle Historie
del suo tempo, ed. L. Domenichi, Florencia 1551; ID., Le vite del Gran Capitano e del Marquese di Pescara,
ed. C. Panigada, Bari 1931.
INTRODUCCIÓN 25
41 D’AUTON, J., Chroniques, ed. M. A. R. de Maulde la Clavière, vols. I-III, París 1891; COMMYNES,
PH. DE, Mémoires, ed. R. Chantelauze, París 1881; también ed. J. Calmette, vols. I-II, París 1924; y ed.
M. C. Daviso di Charvensod, Turín 1960.
42 BERNÁLDEZ, A., Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, en ROSELL, C. (ed.),
vol. X, Madrid 1908; FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquágenas, ed. J. Pérez de Tudela y
Bueso, vols. I-II, Madrid 1983-2000.
47 La editio princeps del Opus epistolarum fue publicada en Alcalá en 1530, cuatro años después de la
muerte del autor, y después fue nuevamente editada en Amsterdam en 1670; en nuestro trabajo
utilizaremos la traducción castellana realizada por ANGLERÍA, P. M., Epistolario, en Documentos Inéditos
para la Historia de España, ed. J. López de Toro, vols. IX-X, Madrid 1953-1955.
48 ZURITA, J., Anales de la Corona de Aragón, vol. IV: Historia del rey Don Hernando el Católico. De las
empresas y ligas de Italia, Zaragoza 1610; hemos utilizado también la versión más moderna de ZURITA,
J., Historia del rey Don Hernando el Católico. De las empresas y ligas de Italia, ed. A. Canellas López, vols. V-
VI, Zaragoza 1996. Cuando empleamos la versión antigua citamos por “fols.” y cuando utilizamos la
moderna por “pp.”.
26
LA DIPLOMACIA
HISPANO-PONTIFICIA
1 Algunas síntesis históricas de carácter general sobre las relaciones Iglesia-Estado son RUFFINI,
F., Relazioni fra Stato e Chiesa. Lineamenti storici e sistematici, Bolonia 1974; CARON, P. G., Corso di storia
dei rapporti fra Stato e Chiesa, vol. I: Chiesa e Stato dall’avento del cristianesimo agli inizi della monarchia
assoluta, Milán 1981; LEZIROLI, G., Stato e Chiesa. Per una storia del dualismo giurisdizionale cristiano, Turín
1991; en castellano puede consultarse la breve antología de textos de GALLEGO BLANCO, E.,
Relaciones entre la Iglesia y el Estado en la Edad Media, Madrid 1973. Sobre el contexto ibérico véanse las
referencias bibliográficas ya citadas en la Introducción.
30 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
2 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., Poderes públicos en la Europa Medieval (Principados, Reinos y Coronas),
en Poderes públicos en la Europa Medieval: Principados, Reinos y Coronas. XXIII Semana de Estudios Medievales
(Estella, 22-26 de julio 1996), Pamplona 1997, pp. 19-68, especialmente pp. 34-35 (con amplia
bibliografía sobre el tema); sobre la plenitudo potestatis cfr. OTERO VARELA, A., Sobre la “Plenitudo
potestatis” y los reinos hispánicos, «Anuario de Historia del Derecho Español», 34 (1964), pp. 141-162.
3 Véanse las síntesis de PÉREZ MARTÍN, A., La “Respublica christiana” medieval: Pontificado, Imperio y
Reinos, en PELÁEZ, M. J. (coord.), El Estado español en su dimensión histórica, Barcelona 1984, pp. 59-
128; LINEHAN, P., El orden político de Europa: teorías y realidades, en LADERO QUESADA, M. Á. (ed.),
Edad Media y mundo actual. En torno al siglo XIII europeo, Madrid 1995, pp. 97-104; también LADERO
QUESADA, M. Á., Poderes públicos..., pp. 36-38; sobre la doctrina teocrática pontificia y su relación con
los poderes seculares son útiles los trabajos generales de ULLMANN, W., The Growth of Papal
Government in the Middle Ages. A Study in the Ideological Relation of Clerical to Lay Power, Londres 1965;
PACAUT, M., La thèocratie. L’Église et le pouvoir au Moyen Âge, París 1989.
4 Un análisis detenido del conflicto aquí esbozado RIVIÈRE, J., Le problème de l’Église et de lÉtat au
temps de Phillippe le Bel, Lovaina-París 1926; DIGARD, G., Philippe le Bel et le Saint Siège (1285-1304),
vols. I-II, París 1942-1946.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 31
sistema político de los Estados modernos5. Los concordatos surgidos a raíz del
Concilio de Constanza que puso fin al Cisma fueron el precio pagado por el
Papado por su victoria sobre el movimiento conciliar6. A partir de Eugenio IV, y
en contraste con la tradición precedente, los papas contribuyeron a que el control
del rey se extendiese sobre los negocios eclesiásticos, cediendo prerrogativas para
tener a la monarquía de su lado en el combate contra el conciliarismo.
Afectado por esta tendencia desestabilizante, el Papado romano también se
vio en la necesidad de asumir un poder político sólido sobre los Estados
Pontificios, que se consideraban asiento imprescindible de su poder espiritual
universal. El Pontífice adquiría entonces un “carácter bifronte”, como soberano
de un principado territorial y cabeza de la Iglesia universal, al mismo tiempo que
las dinastías reales, como los Trastámara en Castilla, acentuaban una sacralidad
“desclericalizada” —no controlada por eclesiásticos— y basculada hacia lo laico, a
través de un ceremonial destinado a legitimar sus oscuros orígenes y fomentar la
adhesión social a su proyecto político7. Esta nueva naturaleza de las monarquías
5 La relación del Pontificado con la formación del Estado Moderno se analiza en la obra clásica de
PRODI, P., Il sovrano pontefice. Un corpo e due anime: la monarchia papale nella prima età moderna, Bolonia
1982; ID., Il sovrano pontefice, en CHITTOLINI, G., y MICCOLI, G., La Chiesa e il potere politico dal Medioevo
all’età contemporanea, en Storia d’Italia, Annali, vol. IX, Turín 1986, pp. 195-216; se crítican a las tesis de
Prodi resaltando la incapacidad de los Estados Pontificios a alcanzar el desarrollo político de las
monarquías europeas en CARAVALE, M., Sovrano pontefice e sovrani assoluti, «Quaderni Storici», 18
(1983), pp. 279-286; los precedentes de este proceso inconcluso en GUILLEMAIN, B., Papautè
d’Avignon et État Moderno, en Papautè, Monachisme et Théories politiques. Ètudes d’histoire médiévale offertes à
Marcel Pacaut, vol. I: Le pouvoir et l’institution ecclésiale, Lyon 1994, pp. 79-88; sobre las influencias
recíprocas político-ideológicas del Papado y las monarquías occidentales cfr. VERGER, J., Le transfert
de modèles d’organisation de l’Église à l’État à la fin du Moyen Âge, en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.),
État et Église..., pp. 31-40; FRAGNITO, G., Istituzioni ecclesiastiche e costruzzione dello Stato. Riflessioni e spunti,
en CHITTOLINI, G., MOLHO, A., y SCHIERA, P. (dirs.), Origini dello Stato. Processi di formazione statale in
Italia fra medioevo ed età moderna, Bolonia 1994, pp. 531-550.
6 Un panorama general sobre el desarrollo histórico de la Iglesia durante el siglo XV en RAPP, F.,
L’Église et la vie religieuse en Occident à la fin du Moyen Âge, París 1971; ID., Il consolidamento del papato: una
vittoria imperfetta e costosa, en Storia del Cristianesimo. Religione-Politica-Cultura, vol. VII: Dalla riforma della
Chiesa alla riforma protestante (1450-1530), Roma 2000, pp. 82-144; ENGEN, J. VAN, The Church in the
Fifteenth Century, en BRADY, TH. A., OBERMAN, H. A., y TRACY, J. D. (eds.), Handbook of European
History, 1400-1600. Late Middle Ages, Renaissance and Reformation, vols. I: Structures and Assertions,
Leiden-Nueva York-Colonia 1994, pp. 305-328.
7 Sobre este tema véanse los trabajos de NIETO SORIA, J. M., Fundamentos ideológicos del poder real en
Castilla (siglos XIII al XVI), Madrid 1988; ID., Ceremonias de la realeza. Propaganda y legitimación en la
Castilla Trastámara, Madrid 1993; ID., La configuración eclesiástica de la realeza Trastámara en Castilla (1369-
1474). Una perspectiva de análisis, «En la España Medieval», 13 (1990), pp. 133-162; ID., Fundamentos
ideológicos del poder regio, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica..., pp. 181-215; sobre la
realeza aragonesa cfr. ELÍAS DE TEJEDA, F., Historia del pensamiento político catalán, Sevilla 1963;
PELÁEZ, M. J., Estudios de historia del pensamiento político y jurídico catalán e italiano, Barcelona 1993;
PALACIOS MARTÍN, B., Imágenes y símbolos del poder real en la Corona de Aragón, en XV Congreso de
32 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Historia de la Corona de Aragón, t. I/ vol. I: El poder poder real en la Corona de Aragón (Siglos XIV-XVI),
Zaragoza 1996, pp. 189-229.
8 Imposible no hacer referencia al monumental trabajo de LAGARDE, G. DE, La naissance de l’esprit
laïque au declin du Moyen Âge, vols. I-VI, París 1942-1946; GIACCHI, O., Lo Stato laico, Milán 1978, pp.
13-29; para el caso de la realeza castellana, aunque con un planteamiento que nos parece reductivo,
cfr. NIETO SORIA, J. M., Origen divino, espíritu laico y poder real en la Castilla del siglo XIII, «Anuario de
Estudios Medievales», 27 (1997), pp. 43-101; ID., Religión y política en la Castilla bajomedieval: algunas
perspectivas de análisis en torno al poder real, «Cuadernos de Historia de España», 76 (2000), pp. 99-120;
para el caso aragonés cfr. PALACIOS MARTÍN, B., Los actos de coronación y el proceso de “secularización” de
la monarquía catalano-aragonesa. Siglos XIII-XIV, en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et
Église..., pp. 113-127.
9 Sobre la naturaleza de las relaciones de la Monarquía Hispánica con el Pontificado, y la aparición
de una “Iglesia de Estado” en la que concurre la acción cada vez más cercana del poder real y las
directrices de la Curia romana cfr. MARAVALL, J. A., Estado Moderno y mentalidad social. Siglos XV al
XVII, vol. I, Madrid 1986, pp. 215-249; FERNÁNDEZ ALBADALEJO, P., Iglesia y configuración del poder
en la Monarquía Católica (siglos XV-XVIII), en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et Église dans
la genèse..., pp. 109-216; NIETO SORIA, J. M., Iglesia y génesis del Estado Moderno en Castilla (1369-1480),
Madrid 1993; ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia en la España del siglo XVI, Madrid 2001.
10 Cfr. THOMSON, J. A. F., Popes and Princes, 1417-1517. Politics and Policy in the Late Medieval Church,
Londres 1980.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 33
11 El texto del concordato se encuentra en MERCATI, A., Raccolta di concordati su materia ecclesiastiche
tra la Santa Sede e le autorità civile, vol. I, Ciudad del Vaticano 1954, pp. 144-150; también en TEJADA Y
RAMIRO, J. (ed.), Colección de cánones y concilios de la Iglesia española, vol. VII, Madrid 1859, pp. 9-16; un
análisis global de los “concordatos” como plasmación documental de la negociación entre el
Pontificado y los príncipes laicos en NEAL, F. W., The Papacy and the Nations: A Study of the Concordats,
1418-1515, Chicago 1944.
12 Cfr. NIETO SORIA, J. M., El pontificado de Martín V y la ampliación de la soberanía real sobre la iglesia
modernas para reforzar sus pretensiones absolutistas; cfr. KRYNEN, J., “De nostre certaine science...”.
Remarques sur l’absolutisme legislatif de la monarchie médiévale française, en GOURON, A., y RIGAUDIÈRE, A.
(dirs.), Renaissance du pouvoir legislatif et genèse de l’État, Montpellier 1988, pp. 131-144; para el caso
castellano cfr. NIETO SORIA, J. M., De la grâce papale à l’absolutisme royal. Le roi de Castille suppliant le pape
au XVe siècle, en MILLET, H. (dir.), Suppliques et requêtes. Le Gouvernement par la grâce en Occident ( XIIe-
XVe siècle), Roma 2003, pp. 343-356.
34 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
En BELTRÁN DE HEREDIA, V., Bulario de la Universidad de Salamanca..., vol. II, pp. 169-170.
15
El significado y evolución de los títulos de los enviados pontificios ha sido objeto de algunos
16
trabajos: KYER, I. C., ‘Legatus’ and ‘nuntius’ as used to denote Papal Envoys: 1245-1378, «Mediaeval
Studies», 40 (1978), pp. 473-477; LESAGE, G. L., Notes sur les envoyés pontificaux sous Paul II (1464-
1471), «Mélanges d’Archéologie et d’Histoire», 58 (1941-46), pp. 243-247; ID., La titulaire des envoyés
pontificaux sous Pio II, «Mélanges d’Archéologie et d’Histoire», 58 (1941-46), pp. 206-242; SCHMUTZ,
R. A., Medieval Papal Representatives, Legates, Nuncios and Judges Delegate, «Studia Gratiana», 25 (1972),
pp. 443-473.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 35
Curia, que supone un tipo específico de las relaciones con el Pontificado, que es el
resultado de la necesidad casi permanente de negociar asuntos, ya no sólo
políticos, sino también administrativos, cuya resolución llevaba a veces un tiempo
prolongado.
La presencia cada vez más estable de procuradores ante la Curia pontificia
se explica por la capitalidad que fue adquiriendo Roma desde el final del Cisma. Se
trataba de una centralidad multiforme que envolvía la esfera religiosa como capital
de la Cristiandad; la artística, como laboratorio de pintores, arquitectos y
humanistas; la simbólica, como centro de una Antigüedad rediviva; la económica,
como poderoso centro de los flujos financieros que gestionaba la Cámara
Apostólica o la Camera Urbis; y la política, en fin, como sede de la restauración de
la monarquía pontificia y las instituciones centrales de la Iglesia17.
Esta capitalidad política no se circunscribía a la Península Italiana, sino que
abarcaba Europa concebida como Respublica Christiana, donde el Papa asume un
papel más estable y autorizado, mientras Roma se sitúa en el centro de un sistema
de relaciones que se entretejen y se consolidan en el período que va de los
decenios centrales del siglo XV a los primeros del XVI. Estas relaciones contarán
con un centro que es la Corte romana, entendida en un sentido amplio —Curia,
Corte pontificia, familiae cardenalicias y nobiliarias— y una periferia constituida
por los estados italianos y europeos, incluyendo las casas reinantes y las
aristocracias locales.
La Curia era el principal ámbito en el se estrechaban las relaciones entre los
príncipes y el soberano pontífice, de ahí que su fisonomía fuese permeada por la
consideración de los intereses nacionales de prestigio y una equilibrada
representación de las naciones. Como dice P. Partner, la composición de la Curia
papal en la Baja Edad Media no fue el resultado consciente de una “política del
personal” por parte del pontífice para hacer valer libremente las propias
preferencias, sino que dependía de la capacidad adquisitiva de los candidatos, o la
17 Sobre la progresiva “capitalidad” de Roma del siglo XV véanse los recientes trabajos: CHIABÒ,
M., D’ALESSANDRO, G., PIACENTINI, P., y RANIERI, C. (dirs.), Alle origini della nuova Roma: Martin V,
1417-1431 Roma 1992; FIORINI, L. (dir.), Un’idea di Roma. Società, arte e cultura tra Umanesimo e
Rinascimento, Roma 1993; GENSINI, S. (dir.), Roma capitale (1447-1527), Roma 1994; CHITTOLINI, G.,
MOLHO, A., y SCHIERA, P. (dirs.), Origini dello Stato. Processi di formazione statale in Italia fra medioevo ed
età moderna, Bolonia 1994; PELLEGRINI, M., Corte di Roma e aristocrazie italiane in età moderna. Per una
lettura storico- sociale della Curia Romana, «Rivista di Storia e Letteratura Religiosa», 30 (1994), pp. 543-
602; ESCH, A., Rome entre le Moyen Âge et la Renaissance, Sigmaringen 2000; ver también FIORINI, L., y
PROSPERI, A. (dirs.), Roma, la città del papa. Vita civile e religiosa dal giubileo di Bonifacio VIII al giubileo di
papa Wojtyla, Turín 2000; CHITTOLINI, G., Papato, corte di Roma e stati italiani dal tramonto del movimento
conciliarista agli inizi del Cinquecento, en DE ROSA, G., y CRACCO, G. (dirs.), Il Papato e l’Europa,
Catanzaro 2001, pp. 191-217; PINELLI, A. (dir.), Roma del Rinascimento, Roma-Bari 2001.
36 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
18 Cfr. PARTNER, P., Ufficio, famiglia, stato: contrasti nella curia romana, en GENSINI, S. (dir.), Roma
capitale..., pp. 39-50, especialmente, p. 40; ID., Il mondo della curia e suoi rapporti con la cità, en FIORANI,
L., y PROSPERI, A. (dirs.), Roma, la città del papa..., pp. 199-238. Sobre la compleja administración
pontificia de esta época véanse los trabajos de FRENZ, TH., Die Kanzlei der Papste der Hochrenaissance
(1471-1527), Roma 1989; PARTNER, P., The Pope’s Men. The Papal Civil Service in the Renaissance, Oxford
1990; GARDI, A., Gli ‘officiali’ nello Stato pontificio del Quattrocento, «Annali della Scuola Normale
Superiore di Pisa», Cl di Lettere e filosofia, s. IV, Quaderni, 1 (1997), pp. 225-291; y el estudio más
global de DEL RE, N., La Curia romana. Lineamenti storico-giuridici, Ciudad del Vaticano 1998.
19 Sólo más tarde, y en época imprecisa, Francia y Alemania obtendrían el derecho de presentar a
un auditor en representación de sus respectivos reinos; cfr. RIUS SERRA, J., Auditores españoles en la
Rota romana, «Revista Española de Derecho Canónico», 3 (1948), pp. 767-781; también BASTIDA, X.,
Guillermo Cassador: su vida y sus obras, Roma 1974.
20 Cfr. RIUS SERRA, J., Catalanes y aragoneses en la corte de Calixto III, «Analecta Sacra Tarraconensia»,
3 (1927), pp. 229-231; CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., Los juristas valencianos en la Italia renacentista.
Estudiantes y cortesanos, «Revista d’Història Medieval», 3 (1992), pp. 154-155.
21 Sobre las relaciones políticas de Alfonso el Magnánimo y el Pontificado cfr. ÁLVAREZ
PALENZUELA, V. A., Los intereses aragoneses en Italia: presiones de Alfonso V sobre el pontificado, en XIV
Congresso di Storia della Corona d’Aragona. Sassari-Alghero 19-24 mayo 1990. La Corona d’Aragona in Italia
(secc. XIII-XVII). 2. Presenza ed espansione della Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XV), vol. III, Sassari
1996, pp. 65-89.
22 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Castilla, el Cisma y la crisis conciliar (1378-1440), Madrid 1960;
BELTRÁN DE HEREDIA, V., Presencia y actuación de personalidades castellanas en el concilio de Basilea, en ID.,
Cartulario de la Universidad de Salamanca, vol. I, Salamanca 1970, pp. 314-409, 286-299, 500-516. Cada
una de estas personalidades cuenta con buenos trabajos que no es necesario elencar aquí.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 37
23 En este somero análisis seguimos a NIETO SORIA, J. M., Enrique IV de Castilla y el Pontificado
Borja, espill del temps, Valencia 1992, pp. 12 y ss; su preocupación por el frente oriental de la
Cristiandad se observa también en NAVARRO SORNÍ, M., Breves del papa Calixto III en el ‘Archivio di
Stato’ de Milán (Año 1455), «Anthologica Annua», 44 (1997), pp. 675-734, especialmente pp. 676 y ss;
ID., Calixto III, el papa de la cruzada, «Aula de Humanidades y Ciencias de la Real Academia de
Cultura Valenciana», Serie Histórica, 23 (2002), pp. 11-32; ID., Calixto III y Alfonso el Magnánimo frente
a la Cruzada, Valencia 2003.
25 Cfr. NIETO SORIA, J. M., Enrique IV de Castilla..., p. 172.
26 Sobre la comunidad española en la Roma del siglo XV, y sus diferencias internas cfr. MANCA,
C., Colonie iberiche in Italia nei secoli XIV e XV, «Anuario de Estudios Medievales», 10 (1980), pp. 505-
538; VAQUERO PIÑEIRO, M., Una realtà nazionale composita: comunità e chiese “spagnole” a Roma, en
GENSINI, S. (dir.), Roma capitale..., pp. 473-91; ID., La presencia de los españoles en la economía romana
(1500-1527). Primeros datos de archivo, «En la España Medieval», 16 (1993), pp. 287-305; ID., Cenni
storici sulla componente spagnola della popolazione romana alla fine del ‘500 secondo i registri parrochiali, en
SONNINO, E. (dir.), Popolazione e società a Roma dal medioevo all’età contemporanea, Roma 1998, pp. 141-
149. De la madurez de la nazione spagnola en Roma es indicativo el hecho de que otros grupos
nacionales como el francés no contase en esta época con instituciones eclesiástico-hospitalarias tan
38 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
desarrolladas como la castellana o aragonesa; cfr. UGINET, F. C., L’ideée de “Natio Gallicana” et la fin de
la présence savoisienne dans l’église nationale de Saint-Louis à Rome, en Les fondations nationales dans la Rome
pontificale, (Collection de l'École Française de Rome, 52), Roma 1981, pp. 83-99; para el caso inglés
cfr. HARVEY, M., The English in Rome (1362-1420). Portrait of an Expatriate Community, Cambridge
1999.
27 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., Artigiani e botteghe spagnole a Roma nel primo ‘500, «Rivista storica del
2.2. e.
31 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Pío II y la iglesia de Santiago de los Españoles. Una súplica al Papa en
1459, «Miscellanea Historiae Pontificiae», 50 (1983), p. 140. Desde fines del siglo XIV se tiene
constancia de un hospital yspanorum o de yspanis situado en el rione Trevi. Piensa M. Vaquero que
quizá sea éste el origen de los hospitales que tenía Santiago de los Españoles en la Piazza della Pace
y en la colina del Capitolio; VAQUERO PIÑEIRO, M., La renta y las casas. El patrimonio immobiliario de
Santiago de los Españoles de Roma entre los siglos XV y XVII, Roma 1999, p. 14; CARDAILLAC, L., Le culte
de Saint Jacques à Rome, «Compostelle-Cahiers d’Études de Recherche et d’Histoire Compostellanes»,
6 (2003), pp. 57-65.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 39
FERNÁNDEZ, L., La España de los Reyes Católicos (1474-1515), en Historia de España Menéndez Pidal, t.
XVII, vols. I-II, Madrid 1969 (especialmente el capítulo La gran política: África o Italia (1492-1504),
vol. II); ID., Los Reyes Católicos. La conquista del trono, Madrid 1989; ID., Enrique IV de Castilla. La
difamación como arma política, Barcelona 2001; ID., Nobleza y Monarquía. Entendimiento y rivalidad. El
proceso de la construcción de la Corona española, Madrid 2003; VALDEÓN BARUQUE, J., Los Trastámara. El
triunfo de una dinastía bastarda, Madrid 2001; VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, Isabel la Católica, princesa
(1468-1474), Valladolid 1974; ID., La herencia del trono, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la
Católica y la política, Valladolid 2001, pp. 15-49; AZCONA, T. DE, Isabel la Católica. Estudio crítico de su
vida y reinado, Madrid 1993; ID., Juana de Castilla, mal llamada la Beltraneja, Madrid 1998; VICÉNS I
VIVES, J., Juan II de Aragón (1398-1479). Monarquía y revolución en la España del siglo XV, Barcelona
1953; ID., Fernando el Católico, príncipe de Aragón y rey de Sicilia, 1458-1478, Madrid 1954; PHILIPS, D.
W., Enrique IV and the Crisis of the Fifteenth-Century Castile, 1425-1480, Cambridge 1978; en los últimos
años se han multiplicado los trabajos sobre Enrique IV, entre los que cabe citar, junto con la
reciente obra de L. Suárez: PÉREZ BUSTAMANTE, R., y CALDERÓN ORTEGA, J. M., Enrique IV de
40 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
partidarios —que se negaban a reconocer a doña Juana como hija heredera del rey
Enrique IV— acudieron a la infanta Isabel, hermana de Alfonso y hermanastra
también de Enrique IV. Ésta, probablemente, se negó a ser proclamada reina en
vida de Enrique, pero reclamó la herencia que le fue reconocida por el rey en
septiembre de 1468 bajo ciertas condiciones, especialmente acerca de su
matrimonio.
Parece ser que estas condiciones no fueron cumplidas hasta cierto punto,
porque Isabel rechazó la mano del rey de Portugal, y se casó en 1469 con su primo
Fernando, rey de Sicilia, heredero de Aragón, y antiguo candidato barajado por
Enrique IV para casar a Isabel. El impedimento de consanguineidad se resolvió
con una dispensa falsa —puesto que Paulo II se negaba a concederla—, y
probables promesas del legado pontificio Antonio Giacomo Venier, de conseguir
el documento auténtico35. Tras un breve compás de espera, Enrique la desheredó,
disponiendo que se reconociese nuevamente a su hija Juana. Los nobles y las
ciudades de Castilla se dividieron en dos bandos, y se produjo un enfrentamiento
de alianzas: Alfonso de Portugal se inclinó por la candidatura de Juana, mientras
Juan II de Aragón apoyaba a su hijo Fernando.
En circunstancias tan delicadas, los príncipes Isabel y Fernando contaron
con el apoyo del franciscano Sixto IV (1471-1484), dispensando su matrimonio y
enviando la legación del cardenal Rodrigo de Borja que favoreció positivamente su
situación en Castilla, con la contrapartida de ciertas imposiciones pecuniarias36.
Castilla (1454-1474), Palencia 1998; SÁNCHEZ PRIETO, A., Enrique IV el Impotente, Madrid 1999;
Enrique IV y su tiempo. Semana de Marañón, Valladolid 2000.
35 Este tema tan polémico fue abordado monográficamente por RODRÍGUEZ VALENCIA, V., y
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Matrimonio y derecho sucesorio de Isabel la Católica, Valladolid 1960; critica
algunos puntos del trabajo AZCONA, T. DE., Isabel la Católica..., pp. 178-185; de nuevo SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La conquista del trono..., pp. 11-67; VAL VALDIVIESO, M. I. DEL,
La sucesión de Enrique IV, «Espacio, Tiempo y Forma. Historia Medieval», 4 (1991), pp. 43-78.
36 El perfil biográfico de Rodrigo de Borja —futuro Alejandro VI—, al igual que los detalles de
esta legación, se estudiarán con detenimiento en el capítulo II. 1.1; sobre el reinado de los Reyes
Católicos contamos con un elenco bibliográfico en RÁBADE OBRADÓ, M. P., La España de los Reyes
Católicos: estado de la investigación, «Cuadernos de Historia Moderna», 13 (1992), pp. 239-263; y
especialmente el exahustivo repertorio de LADERO QUESADA, M. Á. (dir.), Los Reyes Católicos y su
tiempo. Repertorio bibliográfico, vols. I-II, Madrid 2004. Además de las obras citadas, cabe mencionar los
siguientes estudios generales sobre el reinado: HILLGARTH, J. N., Los Reyes Católicos. 1474-1516,
Barcelona 1984; PEREZ, J., Isabel y Fernando. Los Reyes Católicos, Madrid 1988; VINCENT, B., 1492: el
año admirable, Barcelona 1992; BELENGUER, E., Ferdinando e Isabella. I Re Cattolici nella politica europea del
Rinascimento, Roma 1999; EDWARDS, J., The Spain of the Catholic Monarchs, 1474-1520, Cambridge
2000; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos, Barcelona 2004; por su equilibrio entre síntesis y
exhautividad en el análisis destacamos los trabajos de LADERO QUESADA, M. Á., Los Reyes Católicos:
la Corona y la unidad de España, Madrid 1989; y su versión revisada ID., La España de los Reyes Católicos,
Madrid 1999; los trabajos reunidos en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica y la política,
Valladolid 2001; en los últimos años se han públicado algunas biografías, con un acento más literario
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 41
la de LISS, P. K., Isabel the Queen. Life and Times, Nueva York 1992; y más histórico las de SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina, Barcelona 2000; VILLAPALOS, G., Fernando V (1474-1516). Los Estados
del Rey Católico, Burgos 1998.
37 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., pp. 155-156.
38 Las actas del concilio se encuentran editadas en FITA, F. (ed.), Concilios españoles inéditos: Provincial
de Braga de 1261 y Nacional de Sevilla de 1478, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 22 (1893),
pp. 209-257; su contenido ha sido estudiado monográficamente por AZCONA, T. DE, Las asambleas
del clero en Castilla en el otoño de la Edad Media, en Miscelánea José Zunzunegui. Estudios históricos, vol. I,
Vitoria 1975, pp. 203-245; VILLALBA RUIZ DE TOLEDO, F. J., Aproximación al Concilio Nacional de
Sevilla de 1478, «Cuadernos de Historia Medieval», 6 (1984); ALDEA, Q., El Concilio Nacional de Sevilla
de 1478, impulso ascensional de la reforma española, en ID., Política y religión en los albores de la Edad Moderna,
Madrid 1999, pp. 101-107.
42 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
se sigue que mucho dinero, oro e plata, se saca de nuestros reynos, e aun porque
con ellos se deroga nuestra real preheminençia; e fue esto pocas veces admitido en
nuestros reynos, ni se admite ni reçibe en los reynos comarcanos”39. Los obispos
acordaron a este respecto en sus deliberaciones “que a sus Alteças perteneçe
remediar, segund que los Reyes sus progenitores hacer fisieron, como e quando
cumplió a su serviçio en semejantes casos”; lo cual pareció a los Reyes Católicos
“bien respondido, con tanto que ellos supliquen esto mismo a nuestro muy santo
padre”40. Junto a esta medida, debe contarse entre las decisiones más duras el
rechazo de cualquier bula pontificia que fuese contraria a los privilegios reales y
costumbres.
Los años inmediatamente siguientes a la asamblea sevillana conocieron una
intensísima actividad de los monarcas, y del Consejo Real, que denota un
progresivo intervencionismo de los reyes en los asuntos eclesiásticos, y una
voluntad firme de llegar a la unidad de la fe en sus reinos. Apuntaban a esta meta
el establecimiento de la Inquisición, la solución del problema judío, y el comienzo
de la guerra de Granada, que se había reactivado en 1481 por un golpe de mano
del sultán granadino sobre Zahara41.
El primer punto trataba de poder remedio a un problema que —tal y como
refirió Nicolao Franco— preocupaba hondamente a la Curia: la extensión del
judaísmo en la los reinos ibéricos y la existencia de un colectivo conversos de
dudosa religiosidad. El nuevo Tribunal de la Inquisición —ya propuesto por
Enrique IV y rechazado por Pío II—, fue aceptado por Sixto IV, que el 1 de
noviembre de 1478 delegó en Isabel y Fernando la potestad de nombrar dos
inquisidores para juzgar a aquellos judíos convertidos que seguían practicando
ocultamente el judaísmo42. Las críticas de algunos conversos influyentes en la
Curia contra las primeras actividades del Tribunal, y el general deterioro de las
relaciones hispano-pontificias, llevaron a Sixto IV a revocar la bula de concesión,
pero la protesta de los reyes y la aclaración de las acusaciones hicieron que el
pontífice la volviese a promulgar, mas dejando siempre abiertas las puertas de la
Inquisición romana para cualquier apelación.
limitaremos a esbozar al hilo de la explicación sobre las negociaciones con la Santa Sede. Los títulos
esenciales sobre la guerra de Granada son LA TORRE, A. DE, Los Reyes Católicos y Granada, Madrid
1946; LADERO QUESADA, M. Á., Castilla y la conquista del reino de Granada, Valladolid 1967; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada, Madrid 1989.
42 El tema se encuentra bien estudiado por MESEGUER FERNÁNDEZ, J., El período fundacional
43 Cfr. AZCONA, T. DE, La elección y reforma del episcopado español en tiempos de los Reyes Católicos,
documento se encuentra en AGS, Patronato Real, 19, fol. 8; una borrador en castellano en AGS,
Estado-Roma, leg. 847, fols. 174-175.
45 AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 125 y ss.
44 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
46 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista del reino de Granada. «Hispania Sacra»,
11 (1951), pp. 2 y 6.
47 Sobre Ferrante I de Aragón, rey de Nápoles, cfr. PONTIERI, E., Ferrante d’Aragona re di Napoli,
Nápoles 1968; RYDER, A., Ferdinando I d’Aragona, en DBI, vol. XLVI, Roma 1996, pp. 185-189.
48 Cfr. TORREGROSA, A. F., Aspectos de la política exterior de Juan II de Aragón, «Estudios de Historia
Moderna», 2 (1952), pp. 123-124 (que insiste en la orientación antifrancesa de la política italiana de
Juan II). Véanse las ponencias del IX Congresso di Storia della Corona d’Aragona. La Corona d’Aragona e il
Mediterraneo: aspetti e problemi comuni da Alfonso il Magnanimo a Ferdinando il Cattolico, vols. I-II, Nápoles
1978-1982; DEL TREPPO, M., Il Regno aragonese, en Storia del Mezzogiorno, vol. IV: Il regno dagli Agioini ai
Borboni, Nápoles 1986; D’AGOSTINO, G., Ferdinando il Cattolico e l’Italia mediterranea, en Actas del 50o
aniversario de la Fundación Fernando el Católico, Zaragoza 1992; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
mediterránea, en ID., Claves históricas en el reinado de Fernando e Isabel, Madrid 1998, pp. 195-226;
TRAMONTANA, S., Il Mezzogiorno medievale. Normani, svevi, angioini, aragonesi nei secoli XI-XV, Roma
2000; DE FREDE, C., Nella Napoli aragonese, Nápoles 2000.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 45
49 Sobre el personaje de Juana de Aragón, hermana y verdadera alter ego del rey Católico en
Nápoles cfr. CROCE, B., La corte delle tristi regine a Napoli, «Archivio Storico delle Province
Napoletane», 19 (1894), pp. 354-375; VOLPICELLA, L., d’Aragona Giovanna, en ID. (ed.), Regis
Ferdinandi..., pp. 253-257; SCANDONE, A., Le tristi reyne di Napoli Giovanna III e Giovanna IV, «Archivio
Storico delle Province Napoletane», 14 (1929), pp. 114-155; 15 (1929), pp. 151-189; FERNÁNDEZ
MURGA, F., Doña Juana de Aragón, reina de Nápoles, en Studi in onore di R. Filangíeri, vol. II, Nápoles
1959, pp. 175-196; DORIA, P., Giovanna d’Aragona, regina di Napoli, en DBI, vol. LV, Roma 2000, pp.
486-489.
50 Cfr. BATLLORI, M., Ferran el Càtolic i el reialme de Nàpols, en ID., Obra completa, vol. V, Valencia
Sisto IV, Padua 1893; CESSI, R., Per la storia della guerra di Ferrara (1482-1483), «Archivio Veneto», 79,
serie 5, 44-45 (1949), pp. 57-76; CONIGLIO, G., La participazione del regno di Napoli alla guerra di Ferrara
1482-1484, «Partenope», 2 (1961), pp. 53-74; sobre la intervención española en el conflicto
CALMETTE, J., La politique espagnole dans la guerre de Ferrare (1482-1484), «Revue historique», 31-92
(1906), pp. 225-253; cuyo plantemiento es duramente criticado por R. Cessi en su recensión
publicada en «Nuovo archivio veneto», 13-7 (1907), pp. 189-191; algunas matizaciones a estos
estudios en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada..., pp. 48-62.
53 Sobre la labor diplomática de este cardenal cfr. LA TORRE, A. DE, Don Juan de Margarit, embajador
de los Reyes Católicos en Italia (1481-1484), «Escuela Diplomática, curso 1947-1948, Conferencias», pp.
51-76; TATE, R. B., Joan Margarit i Pau cardenal i bis. La seva vida i les seves obres, Barcelona 1976; buenos
elencos bibliográficos en GOÑI GAZTAMBIDE, J., Margarit, Juan, en DHEE, vol. Suplemento, pp.
462-466; VILALLONGA, M., La literatura llatina a Catalunya al segle XV. Repertori biobibliogràfic,
Barcelona 1993, pp. 131-140.
46 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Cfr. PILLININI, G., Il sistema degli stati iatliani, 1454-1494, Venecia 1970, pp. 126-127.
54
agosto 1482; en LA TORRE, A. DE, Documentos sobre las relaciones internacionales de los Reyes Católicos, vol.
I, Madrid 1949, pp. 245-248 y 264-265; ver también las cartas del cardenal Francesco Gonzaga a su
hermano, el marqués de Mantua, sobre la actividad del embajador de los Reyes Católicos en Roma,
3 y 9 noviembre 1482; en TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura..., pp. 119-124.
56 Cfr. CALMETTE, J., La politique espagnole..., p. 235; PILLININI, G., Il sistema degli stati italiani..., p.
129.
57 Cfr. CESSI, R., La pace di Bagnolo dell’agosto 1484, «Annali triestini di diritto, economia e politica»,
13-3/4 (1941), 277-356; BENATTO, F., Note per la storia della pace di Bagnolo, «Archivio veneto», serie 5,
44 (1959), pp. 1-12.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 47
58 La década de 1480 marca el inicio de la política de los Reyes Católicos a favor del
pp. 129-132; y OCHOA BRUN, M. Á., Historia de la Diplomacia Española, vol. IV, Madrid 1995, pp. 74 y
ss; NIETO SORIA, J. M., La nación española de Roma y la embajada del comendador santiaguista Gonzalo de
Beteta (1484), «Anuario de Estudios Medievales», 28 (1998), pp. 109-121.
61 Instrucciones en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. I, p. 254.
62 Ibidem, pp. 494-499.
63 Cfr. GARCÍA CRUZADO, S., Gonzalo García de Villadiego, canonista salmantino del siglo XV, Madrid
1968; GARCÍA Y GARCÍA, A., García de Villadiego (Gonzalo), en DHGE, vol. IXX, París 1981, cols.
1214-1215.
48 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
un tiempo— ver PEREA RODRÍGUEZ, Ó., y MADRID SOUTO, R., Francisco Vidal de Noya, obispo de
Cefalú: clérigo, humanista y poeta al servicio del rey Católico, en XVII Congreso de Historia de la Corona de
Aragón, vol. II, Barcelona-Lérida 2003, pp. 745-767.
65 Cfr. NIETO SORIA, J. M., La nación española de Roma..., pp. 113-114; el traslado a la sede de
Córdoba puede verse como un gesto de agradecimiento de los reyes hacia Alfonso de Paradinas;
AGS, Patronato Real, leg. 61, fol. 144; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra
de Granada..., p. 172; también MANSILLA REOYO, D., Alfonso de Paradinas, obispo de Ciudad Rodrigo
(1469-1485), en SARANYANA, J. I. (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi
Gaztambide, Pamplona 1984, pp. 119-154.
66 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios, colectores y legados pontificios en España de 1474 a 1492,
II, p. 136; ver también FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas en España de 1466 a 1521, vol.
I: 1466-1486, Roma 1963, pp. 439-445.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 49
Inocencio VIII para firmar un acuerdo con los príncipes cristianos que
contrarrestase el peligro turco, aprovechando las discordias surgidas entre los
sucesores de Mahomet II, en un momento en que Nápoles se hallaba en malas
relaciones con el pontífice68.
Inocencio VIII concedió a los reyes la indulgencia de la bula de Cruzada,
pero se reservó la tercera parte de ella para las necesidades de la guerra contra los
turcos. Los adustos ademanes, o duricies, de Rojas no lograron solucionar la
cuestión de Sevilla y, en septiembre de 1485, el papa llegó a expulsarlo de Roma
cuando el embajador se enzarzó en una pelea con Bernardino López de Carvajal69.
La situación se hizo aún más difícil cuando los reyes prohibieron a Rojas prestar
obediencia al papa, y reiteraron sus disposiciones para que ninguna bula de
concesión de beneficios fuera aceptada hasta que este hecho se hubiera producido.
Más adelante el embajador recibiría el encargo de solicitar ante la Rota el proceso
de autenticidad de la bula Sedis Apostolicae de Martín V, que había concedido a los
reyes de Castilla el derecho de suplicación sobre la concesión de beneficios, y que
finalmente se ratificó.
En las tratativas los reyes estaban dispuestos a levantar el castigo sobre los
bienes de Rodrigo de Borja, infligido a causa de sus pretensiones sobre la sede de
Sevilla, pero se negaban a ceder el tercio de la indulgencia que el papa reclamaba
para sí. La dificultad de llegar a un acuerdo hizo ver a los reyes la falta de apoyo en
la Curia. La diplomacia de los Reyes Católicos se resentía de la desaparición del
cardenal Margarit y los soberanos españoles vieron la necesidad de armar en Roma
una plataforma diplomática más sólida desde la que negociar. Desde abril
comenzó a prepararse la embajada extraordinaria de Iñigo López de Mendoza, II
conde de Tendilla, sobrino del cardenal Mendoza, antiguo alcaide de Alhama y
uno de los capitanes más experimentados en la guerra de Granada70.
Esta embajada extraordinaria preparada en 1486 era, hasta entonces, la
representación diplomática más importante enviada a Roma por los Reyes
Católicos desde el comienzo de su reinado, y a ella estaba encomendada la
prestación de obediencia a Inocencio VIII. Tendilla constituía el nuevo modelo de
embajador laico, perteneciente a la alta nobleza castellana, letrado, mecenas, y
discreto conocedor del latín. El prestigio adquirido por este capitán de la guerra de
68 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi dalla fine del Medioevo, vol. III: Storia dei Papi nel periodo del
Rinascimento dall’elezione di Innocenzo VIII alla morte di Giulio II, Roma 1942, pp. 260-266.
69 En el capítulo dedicado al cardenal Rodrigo de Borja trataremos este pintoresco episodio que
entregaron unas primeras instrucciones que fueron revisadas y completadas en enero de 1486; en LA
TORRE, A. DE, Documentos..., vol. I, p. 205; vol. II, pp. 257-266; también en GUTIERREZ, C., La
política religiosa de los Reyes Católicos hasta la conquista de Granada, «Miscelánea Comillas», 18 (1952), pp.
257-260.
50 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
71 Véase por ejemplo el caso del tercer hijo del marqués de Santillana que fue enviado al congreso
de Mantua (1459); cfr. DOMINGO BENITO, M. T., El conde de Cifuentes y el de Tendilla, diplomáticos ante
la Santa Sede, «Wad-al-Hayara», 19 (1992), pp. 391-399.
72 Los pormenores festivos, ceremoniales y literarios de esta embajada se analizan en el capítulo I.
3.1. b.
73 Un buen análisis de las gestiones que debía tramitar esta importante embajada se obtiene
sumando las aportaciones de los siguientes trabajos: AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 154 y
ss; ID., Relaciones de Inocencio VIII..., pp. 9-12; GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista...,
pp. 47-57; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada..., pp. 177-
183.
PAPADO Y MONARQUÍA CASTELLANA EN LA BAJA EDAD MEDIA 51
74 Sobre esta crisis diplomática y militar cfr. CALMETTE, J., La politique espagnole dans l’affaire des
barons napolitains (1485-1492), «Revue historique», 37-110 (1912), pp. 225-246; PONTIERI, E., La
dinastia aragonese di Napoli e la casa de’ Medici di Firenze. (Dal carteggio familiare), «Archivio Storico delle
Province Napoletane», 26 (1940), pp. 274-342; 27 (1941), pp. 217-273; ID., L'attegiamento di Venezia
nel conflitto tra papa Innocenzo VIII e Ferrante I d'Aragona (1484-1492). Documenti del Archivio di Stato di
Venezia, «Archivio Storico delle Province Napoletane», 81 (1963), pp. 197-324; 84-85 (1966-1967),
pp. 175-309; estos trabajos se encuentran recogidos sin el apéndice documental en ID., Ferrante
d’Aragona re di Napoli, Nápoles 1968; FUDA, R., Nuovi documenti sulla congiura dei baroni contro Ferrante I
d’Aragona, «Archivio Storico Italiano», 147 (1989), pp. 277-345; una síntesis reciente del conflicto en
SCARTON, E. (ed.), Corrispondenza degli ambasciatori fiorentini a Napoli (Giovanni Lanfredini, maggio 1485-
ottobre 1486), Nápoles 2002.
75 En CALMETTE, J., La politica espagnole..., p. 238. Carta de Fernando el Católico al virrey de Sicilia
ambasciatori fiorentini…, p. 520. Algunas copias en castellano (sin datar, aunque referidas
probablemente a este período) de las instrucciones de los Reyes Católicos a sus representantes en
Roma en Archivio di Stato di Firenze, Dieci di Balia, Carteggio. Responsive, 33, cc. 451r-452v.
77 Los primeros soldados españoles al mando de Juan de Cabrera debían unirse al príncipe de
78 Los acuerdos se recogen en FEDELE, P., La pace del 1486 tra Ferdinando d’Aragona ed Innocenzo
(Napoli, 13 agosto 1486: la resa dei conti dei Baroni ribelli), en La cucina della memoria. Il Friuli e le cucina della
Memoria fra Quattrocento e Cinquecento: per un contributo alla cultura dell’alimentazione, Udine 1997, pp. 141-
165.
80 Se trata de las instrucciones dadas el 27 de agosto de 1487 al embajador Vicenzo de Nola, en las
que el rey napolitano precisaba que “contra li baroni detenuti per loro nove macchinationi”, se había
abierto un “proceso informativo” y “no condenativo”, mientras que para los que habían sido
capturados precedentemente el proceso había concluido con la condena a la pena capital;
VOLPICELLA, L. Lunate, Bernardino, en ID. (ed.), Regis Ferdinandi primi Instructionum liber (10 maggio
1486-10 maggio 1488), Nápoles 1916, pp. 141-147.
81 En PALMAROCCHI, R., Lorenzo de’ Medici, Turín 1945, p. 165.
82 Cfr. LUC, P., Un appel du pape Innocent VIII au roi de France (1489), «Mélanges d’archéologie et
83 AGS, Estado-Roma, leg. 847, fol. 62; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II,
pp. 485-492.
84 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 363v. Alfonso de Silva contaba con una tradición diplomática
del licenciado Frías; instrucciones de los reyes a Alonso de Silva, 27 marzo 1491; en LA TORRE, A.
DE, Documentos..., vol. III, p. 386.
87 Sobre la figura Lorenzo de Medici y su inteligente política de equilibrio cfr. PALMAROCCHI, R.,
La politica italiana di Lorenzo de’ Medici. Firenze nella guerra contra Innocenzo VIII, Florencia 1993; FUBINI,
R., Italia Quattrocentesca. Politica e diplomazia nell’età di Lorenzo il Magnifico, Milán 1994; algunas notas
sobre sus relaciones comerciales con Fernando el Católico en LA TORRE, A. DE, Ferdinando il Cattolico
e Lorenzo de’ Medici, «Archivio Storico Italiano», 107 (1949), pp. 208-211.
88 El texto de los acuerdos firmados en MERCATI, A., Raccolta di concordati..., pp. 222-223; breve
del tribunal tuvo que afectar a la consideración del pontífice respecto a la polémica
institución y a la situación de la Iglesia española en general91. En 1490 las
denuncias se multiplicaron y la reina se vio obligada a escribir en dos ocasiones a
Inocencio VIII, recriminándole que prestase oído a esas críticas y solicitándole que
todas las causas se resolviesen en España92.
A pesar del tono encendido de estas misivas, al pontífice le resultaba muy
difícil presentar un frente sólido ante unos reyes que sostenían con mano cada vez
más firme las riendas de la Iglesia, se comprometían en una guerra para la defensa
de la Cristiandad que estaban a punto de vencer, y lograban intervenir cada vez
con mayor eficacia en los asuntos italianos. En 1491 la situación era sensiblemente
más favorable. Fernando e Isabel agradecían a Inocencio VIII “el concierto” que
sus procuradores habían establecido con él sobre la tramitación de los negocios93.
El pontificado Borja se abría con un dintel que no podía ser más esperanzador.
91 Véanse las instrucciones de los Reyes Católicos a sus procuradores Carvajal y Medina,
quejándose de las cosas dichas al papa contra ellos, que atribuyen al deseo de inutilizar la
Inquisición, 15 diciembre 1488; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, pp. 109-172.
92 Cfr. AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., pp. 12-15.
93 Carta de Fernando e Isabel a Inocencio VIII, 27 marzo 1491; en LA TORRE, A. DE,
The Rise of Modern Diplomacy, 1450-1919, Londres 1993; BÉLY, L. (ed.), L’invention de la diplomatie.
Moyen Âge-Temps Modernes, París 1998; FRIGO, D. (ed.), Politics and Diplomacy in Early Modern Italy. The
Structure Diplomatic Practice, 1450-1800, Cambridge 2000.
2 Sobre la diplomacia pontificia de esta época cfr. BLET, P., Histoire de la representation diplomatique du
S. Siège des origines à l’aube du XIXe siécle, Ciudad del Vaticano 1982; y las síntesis de FELDKAMP, M. F.,
La diplomacia pontificia. Per una storia d’Occidente Chiesa e Società. Percorsi ed occasioni, Milán 1995, pp. 42 y
ss; RICCARDI, L., An Outline of Vatican Diplomacy in the Early Modern Age, en FRIGO, D., Politics and
56 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Diplomacy in Early Modern Italy. The Structure Diplomatic Practice, 1450-1800, Cambridge 2000, pp. 95-
108.
3 Sobre la diplomacia pontificia de esta época cfr. BLET, P., Histoire de la representation diplomatique du
S. Siège des origines à l’aube du XIXe siécle, Ciudad del Vaticano 1982; y las síntesis de FELDKAMP, M. F.,
La diplomacia pontificia. Per una storia d’Occidente Chiesa e Società. Percorsi ed occasioni, Milán 1995, pp. 42 y
ss; RICCARDI, L., An Outline of Vatican Diplomacy in the Early Modern Age, en FRIGO, D., Politics and
Diplomacy in Early Modern Italy. The Structure Diplomatic Practice, 1450-1800, Cambridge 2000, pp. 95-
108.
3 Cfr. BONET NAVARRO, J., La legación pontificia hasta el siglo XV, «Anales Valentinos», 47 (1998),
pp. 112-118.
4 Cfr. PARTNER, P., The Pope’s Men…, pp. 33-34.
5 La actividad de estos nuncios-colectores en la Península Ibérica en el siglo XV muestra que éstos
fueron auténticos representantes del papa, no sólo porque la recaudación de las tasas constituyera
una llamada a la autoridad del pontificia sobre todos los beneficios de la Cristiandad sino porque los
papas les confiaron a menudo gestiones diplomáticas de importancia. P. Blet sospecha que el titular
no era escogido en la mayor parte de los casos para la gestión específica de la colectaduría, sino para
llevar a cabo otra misión que la colectaduría le ayudaría a cumplir, proporcionándole allí donde
estuviera los recursos necesarios para mantenerse durante este período de tiempo; cfr. BLET, P.,
Histoire de la representation diplomatique..., p. 158.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 57
6 Nuncio-colector y nuncio-orador son por tanto oficios distintos que, aunque compartían algunas
PIEPER, A., Zur Entstehungsgeschichte der ständigen Nuntiaturen, Freiburg 1894; RICHARD, P., Les origines
de la nonciature de France. Nonces résidents avant Léon X, 1456-1511, «Revue des questions historiques»,
88 (1905), pp. 103-147; ID., Origines des nonciatures apostoliques permanentes jusqu’en 1648, «Annales de
l’Académie des Sciences de Finlande. Études Romaines», 2 (1910), pp. 13-244; GAETA, F., Origine e
sviluppo della rappresentanza stabile pontificia in Venezia (1485-1533), «Annuario dell’Istituto Storico
Italiano per l’Età Moderna e Contemporanea», 9-10 (1957-58), pp. 3-282.
58 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
9 No se trata, sin embargo, de la única pues la intervención francesa en Italia y los proyectos de
Luis XII sobre Milán aumentaron la inestabilidad de los Estados Pontificios y provocaron la
intensificación de las relaciones de la Santa Sede con Venecia, donde se instala una representación
diplomática permanente en 1500; cfr. BLET, P., Histoire de la Représentation Diplomatique..., p. 515.
Portugal también pasa durante este tiempo de las misiones temporales a la nunciatura permanente, y
en 1503 Alejandro VI envía a Francisco de Macerata como “comisario y nuncio” aunque sus
funciones eran sobre todo de colector; cfr. Corpo diplomatico Portuguez, vol. I, Lisboa 1862-1936, p. 42.
10 Sobre la nunciatura de Desprats en España véanse los trabajos de FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don
Francisco de Prats, primer nuncio permanente en España (1492-1503). Contribución al estudio de las relaciones
entre España y la Santa Sede durante el pontificado de Alejandro VI, «Anthologica Annua», 1 (1953), pp. 67-
154; TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura in Spagna di Francisco des Prats (1492-1503), Génova
1994; algunos de los despachos ya han sido editados en BATLLORI, M. (ed.), De Valènsia a Roma:
Cartes triades dels Borja, Barcelona 1998.
11 Cit. en FERNANDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., p. 90.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 59
Sevilla de 1478. Es conocido el duro trato que recibieron estos agentes cuando —
desatendiendo la súplica real— Sixto IV e Inocencio VIII los enviaron para
misiones de tipo fiscal o beneficial12. Las razones de esta inquebrantable postura
puede deducirse del comentario que en 1504 hicieron los monarcas a su
embajador en Roma, cuando se enteraron de que Julio II pensaba enviarles un
legado: “pues todo lo que el nuncio fazer aquá, os lo puede dezir su santidad, y
escrevídnoslo vos”13. Al margen de las razones específicas que estuvieran detrás
de cada específica legación, es claro que la aceptación de un agente pontificio
exigía a los reyes adoptar una postura definida e inmediata, como la pedía el papa,
en la contienda que estaba abierta. Jugar la partida en el suelo del contrincante
suponía partir de una posición de ventaja. Por ello la resistencia de la Corona a
admitir agentes pontificios constituye un fenómeno que debe relacionarse con la
creación de una sólida plataforma diplomática en Roma, tal y como veremos en el
siguiente capítulo.
En el pontificado de Alejandro VI se llegó a una solución de compromiso
que se reveló muy eficaz. La discreta y continuada presencia de un nuncio-colector
en la Corte real permitiría a Alejandro VI no desairar a unos monarcas recelosos
de todo legado extraordinario enviado desde Roma. Al mismo tiempo, el papa
estaría permanentemente comunicado con los reyes, a través de un agente de su
confianza que tratara los asuntos en beneficio de la Santa Sede, en un momento en
que el papa tenía una necesidad cada vez mayor del auxilio de la Corona
española14.
Además la presencia de Desprats en la Corte permitía a Alejandro VI contar
con una información de primera mano sobre lo que allí se discutía, a pesar de que
los reyes mantenían una lógica reserva sobre asuntos que consideraban que no
eran de su competencia15; mientras éste —actuando a manera de “agente espía”—
escribía buena parte de sus despachos en cifra, y pedía al papa la máxima
discreción sobre lo que allí le contaba, pues si se supiera “seria la perdiçio e
12 En honor a la verdad hay que decir que el trato fue duro pero, finalmente, los legados se las
arreglaron para entrevistarse con los reyes, que los recibieron e incluso agasajaron; véase el caso de
Domenico Centurione en 1481-82 y el de Angelo Geraldini en 1484; FERNÁNDEZ ALONSO, J.,
Nuncios, legados y colectores pontificios..., pp. 66-77; AZCONA, T. DE La elección y reforma..., pp. 147-148.
13 Carta de Isabel y Fernando a su embajador Francisco de Rojas, 25 abril 1504; en RODRÍGUEZ
el predecesor de los nuncios permanentes porque sólo era un hombre de confianza del papa enviado
a la Corte de los Reyes Católicos para informarle personalmente en su lengua catalana; cfr.
PARTNER, P., Un osservatorio privilegiato: la Curia romana e il mondo mediterraneo, en GENSINI, S. (dir.),
Europa e Mediterraneo tra Medioevo e prima Età Moderna: L’osservatorio italiano, Pisa 1992, p. 96.
15 Más adelante se verán casos, como de la provisión de Toledo tras la muerte del cardenal
Mendoza, o las negociaciones de Tordesillas, que los reyes gestionaron prácticamente de espaldas al
nuncio.
60 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
En Francia la legación del cardenal de Amboise, que se desarrolla desde 1501 hasta su muerte
17
en 1510, tampoco impidió que Alejandro VI enviara al obispo de Melfi, Giovanni Ferreri, entre los
años 1500 y 1503, gratificándolo con un sueldo mensual de ciento venticinco florines; cfr. RICHARD,
P., Les origines de la nonciature de France..., pp. 138-141.
18 Sobre la vida de Francisco Desprats cfr. Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco de Prats...,
pp. 67-85; GOÑI GAZTAMBIDE, J., Prats, Francisco des, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 618-619;
TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura..., pp. 28 y ss.
19 Probablemente se trata de “micer Prats”, del que habla Fernando el Católico en las
instrucciones dirigidas al conde de Tendilla, 4 marzo 1487; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol.
II, p. 394. Desprats también se encargó de negociar con los reyes la conversión de Valencia en
arzobispado durante la primavera de 1492; TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura..., pp. 42-43.
20 ASV, Registri Vaticani, 876, fols. 27-29v; en TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura…, pp.
91-97.
21 Sobre la labor de Scandiano en la Península Ibérica cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios,
colectores y legados..., pp. 89-90; ID., Legaciones y nunciaturas..., vol. I, pp. 238-240, 246-250 y 255-260.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 61
Véase también la correspondencia que mantuvo el humanista milanés —Pedro Mártir de Anglería—
con ambos nuncios; cartas del 7 mayo 1488, 1 y 18 septiembre 1492; cfr. TACCHELLA, L., Alessandro
VI e la nunziatura…, 29 y ss.
22 Las letras de paso para Desprats son del 20 febrero 1502, donde se dice que marcha a Roma
“pro non nullis negociis apud santissimum Dominum nostrum peragendis, Dei et magestatis nostre
seruitium concernentibus”; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. VI, pp. 286-287, y 304.
23 “La mayor fatiga de todos los que van a la corte es la de aposentarse, pues dicha corte es tan
grande, y con tantos grandes, y tanta concurrencia, que no hay posadas bastantes; por ello suplico a
Vuestra Beatitud se digne mandar enviarme un breve por el cual se me conceda la facultad de
aposentarme en monasterios, casas de capellanes y otros eclesiásticos, pudiendo exigir a toda clase
de priores, abades y presidentes de monasterios, capellanes y personas eclesiásticas que den posadas
en sus casas a mí y a los míos, con lo cual se me quitará una gran preocupación”; Carta de Desprats
al papa, 18 julio 1494; en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., pp. 91-92.
24 Cfr. TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura..., pp. 55 y ss.
62 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
27 Carta de Fernando e Isabel a Bernardino López de Carvajal y a Juan de Medina, 30 abril 1493;
Boyl y Cristóbal Colón, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 19 (1891), pp. 173-237; ID., Fray
Bernal Boyl. Documentos inéditos, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 20 (1892), pp. 160-178; y
las síntesis biográficas de LAMBERT, A., Boil (Bernat ou Bernal), en DHGE, vol. IX, París 1937, pp.
523-528; VILALLONGA, M., Bernat Boïl, en ID., La literatura llatina a Catalunya al segle XV. Repertori
biobibliogràfic, Barcelona 1993, pp. 38-43. Más adelante aportaremos más bibliografía al tratar su
actuación en las Indias como vicario pontificio, a sus diferentes legaciones ante la Corte de los Reyes
Católicos y la Curia pontificia.
29 Sobre su misión desempeñada en las negociaciones de Perpiñán cfr. FITA, F., Fray Bernal Boyl y
D. Juan de Albión, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 20 (1892), pp. 179-189; sobre su
ingreso y labor en la orden de los Mínimos cfr. D’ALLERIT, O., Bernardo Boyl, ermitaño de Montserrat y
los orígenes de los mínimos en España, en España Eremítica, Pamplona 1970; sobre el apoyo de Alejandro
VI a la orden recién fundada, cuya regla aprobó Alejandro VI en 1493 cfr. GALLUZZI, A., Origini
dell’Ordine dei Minimi, Roma 1967.
30 Carta de Fernando el Católico a Bernardino López de Carvajal y al propio Alejandro VI, 21
instrucciones que se le dieron se dice que debía colaborar con el nuncio Desprats y
con el arzobispo de Toledo Jiménez de Cisneros. Alejandro VI contaba con la
influencia que Boil tendría con su antiguo compañero de juegos, pero Fernando se
negó a apoyar la política matrimonial de César.
A pesar de ello Boil fue despachado a Roma con nuevas instrucciones sobre
la reforma. Al antiguo ermitaño no le hizo ninguna gracia el encargo, pero confió
en “las palabras y bondat del Rey nuestro señor, que en esto me consoló mucho y
me fabló, a mi ver muy entrañablemente, ahunque no menos la tengo [la
esperanza] a la Reyna nuestra señora, puesto que no me fabló tan largo, porque
sus obras son siempre mayores que sus palabras”31. Alejandro VI recibió al
religioso catalán en agosto de 1498 cuando estaba preparando el viaje de Cesar
Borja a Francia. El papa le escuchó, pero no prestó excesiva atención a las
peticiones que le solicitaba, sobre todo en lo que concernía a la necesidad de
acometer la reforma. Aún así, Boil comunicaba a los Reyes Católicos que el papa
“no quería que bolviesse, pero yo no dexaré por ello de correr para ponerme en
algun rincon, donde la muerte me falle menos ocupado”32.
Posteriormente Fernando el Católico nombró a Boil abad del monasterio de
San Miguel de Cuixà (Elna) que pertenecía a la Congregación de los claustrales
parcialmente reformados de Aragón; y en 1502 los reyes le pidieron que
acompañara a Felipe el Hermoso de regreso a Borgoña, dándole facultades para
confirmar o no las negociaciones que mantendría su yerno con Luis XII a su paso
por Francia; negociaciones que culminaron en la paz de Lyon donde se intentó
solucionar el conflicto hispano-francés por Nápoles, y que los Reyes Católicos
nunca reconocieron. La extraña actuación de Boil como “agente doble” le otorga
una fisonomía del todo particular, teniendo en cuenta que no se enemistó ni con el
papa, ni los reyes, los cuales siempre le defendieron ante las acusaciones de
traición que recayeron sobre él.
Por último cabe mencionar entre los agentes diplomáticos de Alejandro VI
al valenciano Juan Vera (1453-1507), que el papa quiso enviar a España como
colector de la bula de Cruzada contra el turco promulgada en 150033. Vera había
sido escogido por Rodrigo de Borja como preceptor de su hijo César. Viajó a
Valencia para notificar la muerte del duque de Gandía, y se encargó de gestionar la
devolución de los bienes muebles del duque a su viuda, María Enríquez, a través
del consell valenciano34. La gobernación de Valencia debió quedar satisfecha por los
buenos oficios de este eclesiástico tan próximo a Alejandro VI, y en 1498 le
31 Despacho de Boil a Cisneros y a los reyes, agosto de 1498; NÚÑEZ, L. M., Dos cartas interesantes
cardenal Mendoza (1428-1495), Madrid 1988, pp. 185-186; también VILCHES VIVANCOS, F., El
Cardenal Mendoza. Datos biográficos definitivos y obra literaria, Guadalajara 1994, pp. 32-34.
38 Carta de Pedro González de Mendoza a Inocencio VIII, 14 abril 1488; BM, Cl. X Cod. 176
(3623) doc. 98, fol. 194rv; AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., p. 12.
39 Cfr. ANDRÉS ORDAX, S., El Cardenal Mendoza y su colegio de Santa Cruz, en ID. (coord.), El
Cardenal y Santa Cruz. V Centenario del Cardenal Mendoza († 1495) fundador del Colegio Mayor de Santa
Cruz, Valladolid 1995, p. 47. Sobre el mecenazgo cultural y artístico del cardenal cfr. Sobre el
mecenazgo cultural y artístico del cardenal cfr. CIVIL, P., Le mécénat artistique du Cardinal Mendoza:
l’introduction de la culture humanistique en Castile à la fin du XVe siècle, «Cahiers de l’U.F.R. d’Etudes
Ibériques et Latino-Américaines», 7 (1989), pp. 15-24; HERRERA CASADO, A., La hulla viva del
Cardenal Mendoza, Guadalajara 1995; BOSCH, L. M. F., Art, liturgy, and Legend in Renaissance Toledo: the
Mendoza and the Iglesia Primada, Pennsylvania 2000; más adelante veremos algunas de las
manifestaciones del mecenazgo del cardenal en Roma.
66 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
J., El cardenal Jiménez de Cisneros y la Iglesia española a fines del siglo XV y principios del XVI, Barcelona
1860, p. 32.
43 Breve Cum sicut, 4 junio-25 diciembre 1496; AGS, Patronato Real, leg. 61, fol. 95; GARCÍA ORO,
48 Breve 27 marzo 1500; AGS, Patronato Real, leg. 61, fol. 95; en LADERO QUESADA, M. Á., Los
Papal Court (1216-1303), «Archivum Historiae Pontificiae», 17 (1979), pp. 69-123; los antecedentes
inmediatos a la época de los Reyes Católicos en NIETO SORIA, J. M., Enrique IV de Castilla..., pp.
227-235.
51 Cfr. BÉLY, L. (ed.), L’invention de la diplomatie. Moyen Âge-Temps Modernes, París 1998.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 69
52 Sobre la diplomacia española en tiempos de los Reyes Católicos cfr. OCHOA BRUN, M. Á.,
Historia de la Diplomacia Española, vol. IV, Madrid 1995; y sus síntesis ID., La Monarquía del
Renacimiento y la Diplomacia española, en Corona y Diplomacia. La Monarquía española en la Historia de las
relaciones internacionales, Madrid 1988, pp. 2-53; ID., La diplomacia española durante la transición a la Edad
Moderna, en KOHLER, A., y EDELMAYER, F. (eds.), Hispania-Austria: los Reyes Católicos, Maximiliano I y
los inicios de la Casa de Austria en España, Oldenbourg 1993, pp. 52-67; desde el punto de vista
interpretativo aporta interesantes sugerencias SERRANO DE HARO, A., Sobre la historia de la diplomacia
medieval española, «Hispania», 104 (1993), pp. 733-747; y la reciente aportación de OLIVA, A. M., Gli
ambasciatori dei re Cattolici presso la Corte di Alessandro VI, en De Valencia a Roma a través de los Borja.
Actas del Congreso (Valencia, 23-26 febrero 2000) (en preparación). Agradecemos a la autora haber
podido consultar el texto antes de su publicación.
53 PULGAR, H., Crónica..., p. 354.
54 Cfr. FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., Sociedad cortesana y entorno regio, en LADERO
QUESADA, M. Á., (coord.), El mundo social de Isabel la Católica. La sociedad castellana a finales del siglo XV,
Madrid 2004, pp. 73-77.
55 Cfr. OLIVA, A. M., Gli ambasciatori dei re Cattolici…, pp. 5-8; ver también las referencias
bibliográficas de SCHENA, O., La storiografia sulla Cancelleria sovrana della Corona d’Aragona (secc. XII-
XV), «Bolletino Bibliografico della Sardegna», 4/7 (1987), pp. 58-67; para el ámbito castellano en
tiempos de los Reyes Católicos cfr. MARTÍN POSTIGO, M. S., La Cancillería castellana de los Reyes
Católicos, Valladolid 1959.
70 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
citar a Luis González, Juan Coloma, Alfonso de Ávila y Fernán Álvarez de Toledo
—los dos últimos más próximos a Isabel— entre los años 1480-1490, y a Miguel
Pérez de Almazán y Juan Ruiz de Cálcena entre 1490-151056. La reina departía
diariamente con estos importantes cortesanos, como se aprecia en el en el
memorial que Hernando de Talavera dirigió a Isabel çerca de la orden que debia tener en
el despacho de los negoçios, donde le aconseja “distribuyr las cartas y peticiones; las de
Roma, las del Andaluzia, las de Navarra y de Gallizia a Hernan d’Alvarez”57. Los
secretarios no sólo aconsejaban a los reyes sino que eran el enlace directo con los
representantes diplomáticos que tantas veces les escribían directamente o recibían
de ellos las órdenes de pago de sus respectivos salarios58.
Durante los primeros años del reinado Isabel y Fernando mantuvieron en
Roma una embajada dual, con una representación como reyes de Castilla y otra
como reyes de Aragón. En este terreno la experiencia aragonesa ensayada por Juan
II y su hijo Fernando superaba la débil representación diplomática que tenía
Enrique IV en la Ciudad Eterna59. El ejemplo aragonés probablemente influyó en
la puesta a punto de una adecuada representación castellana que actuaba en
connivencia con los agentes aragoneses. Así entre 1480 y 1484 encontramos en
Roma a Gonzalo de Beteta (1480-1484) como agente castellano, mientras Gonzalo
Fernández de Heredia (1480-82), Francisco Vidal de Noya (1483-85) y Joan
Margarit (1482-1484) se ocupaban de los asuntos aragoneses, con la suficiente
versatilidad como para desempeñar el oficio de orator regis Castellae como le sucedió
a Margarit en noviembre de 1483.
Este cuerpo diplomático tan polivalente sufrió un proceso de unificación y de
castellanización durante el pontificado de Inocencio VIII y, sobre todo, en el de
Alejandro VI. Lo demuestra la paulatina sustitución del grupo de procuradores
56 Sobre los secretarios regios es imprescindible acudir a ESCUDERO, J. A., Los secretarios de estado y
del despacho (1474-1724), vols. I-IV, Madrid 1969; especialmente vol. I, pp. 3-40; y vol. IV, pp. 317-
573; también BERMEJO CABRERO, J. L., Los primeros secretarios de los reyes, «Anuario de Historia del
Derecho Español», 49 (1979), pp. 187-296.
57 Se encuentra editado en RODRÍGUEZ VALENCIA, V., Isabel la Católica en la opinión de españoles y
extranjeros. Siglos XV al XX, vol. I: Siglos XV al XVI, Valladolid 1970, pp. 368-369.
58 El cometario de Fernando en OLIVA, A. M., Gli ambasciatori dei re Cattolici…, p. 24; sobre los
pagos a los embajadores pueden verse las nóminas de las cuentas del tesorero Alonso de Morales en
ANDRÉS DÍAZ, R. DE, El último decenio del reinado de Isabel I a través de la tesorería de Alonso de Morales
(1495-1504), Valladolid 2004.
59 Véase al respecto la carta de Diego de Saldaña —servidor de Enrique IV— en la que da al rey
60 En estas dos últimas embajadas el rey Fernando no dejó de introducir dos agentes aragoneses
en las personas de Antonio Geraldini —para la obediencia ante Inocencio VIII— y Gonzalo
Fernández de Heredia para la de Alejandro VI.
61 Consecuencia de ello es que la Hacienda castellana sostenía los abultados gastos del cuerpo
diplomático europeo, que ascendieron a 48.356.031 maravedíes durante el decenio 1495-1504 (más los
27.021.695 que ocasionaron los correos y mensajeros); cantidad que casi alcanza a los 88 millones de
maravedíes que costó la primera guerra de Nápoles (1495-1498); cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La
fiscalidad regia extraordinaria en el último decenio de Isabel I (1495-1504), «Cuadernos de Historia Moderna»,
13 (1992), pp. 151 y ss.
62 Interesantes reflexiones en VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, La política exterior de la monarquía
64 Comenta esta feliz idea VAQUERO PIÑEIRO, M., De los Reyes Católicos a Carlos V: el cambio dinástico
visto desde la Corte de Roma, en ALVAR, A., CONTRERAS, J., y RUIZ, J. I. (eds), Política y cultura en la Edad
Moderna (cambios dinásticos, milenarismos, mesianismos y utopías), Alcalá de Henares 2004, pp. 136 y ss.
65 GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia, vol. I, Milán 1843, p. 409.
66 SERIO A., Una representación de la crisis de la unión dinástica: los cargos diplomáticos en Roma de Francisco
de Rojas y Antonio de Acuña (1501-1507), en Isabel la Católica y su época, Valladolid 2004 (en prensa).
Agradezco al autor la consulta del texto antes de su publicación.
67 Este cambio afectó a los principales cargos de la Corte, tal y como señalamos en FERNÁNDEZ
gathering and ceremonial purposes but he was able to negociate and conclude if provided with full
powers for the purpose”; QUELLER, D. E., The Office of the Ambassador in the Middle Ages, Princeton
1967, pp. 228 y ss. La cifra —basada en un sistema de claves de sustitución de letras o de palabras
por otras o por signos o números— fue utilizada por los Reyes Católicos usando modelos italianos y
cambiando las claves para cada embajador; cfr. GALENDE DÍAZ, J. C., La escritura cifrada durante el
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 73
poder al embajador fue sentida en los años finales del reinado de Enrique IV, en
que sus agentes en Roma acusaban la ausencia de “una persona que aquí esté e sea
vuestra e vos quiera byen”, para lo cual era imprescindible asegurar su lealtad
pagándole bien “porque las neçesydades muchas veces fizieron a los onbres fazer
lo que syn ellas no fizieran”, pero “lo más prinçipal de todo […] es que allá e de
allá se le de tanta avtoridad a lo que acá fiziere que lo que él acá denegare deneueys
allá y lo que acá el tal enbaxador e procurador aprouare aproueys allá”69.
Como es bien sabido, Fernando fue el primer soberano no italiano en
utilizar este tipo de representante en las cortes europeas70. Los motivos de su
consolidación en reinado de los Reyes Católicos deben buscarse en la
intensificación de la actividad diplomática con el Pontificado, especialmente
durante el pontificado de Inocencio VIII; en la necesidad de unificar los negocios
castellanos y aragoneses71; y en el prestigio simbólico y ceremonial que los reyes
pretendían ganar en Roma manteniendo una representación estable.
Isabel y Fernando habían comenzado a utilizar este tipo de representación
diplomática en la Corte francesa, donde enviaron a Alonso de Silva, mientras en
Roma fue Gonzalo Fernández de Heredia —como agente de Juan II desde
1475— o Gonzalo de Beteta —a partir de la década de 1480— los que pueden
acreditarse como tales72. Durante el pontificado de Inocencio VIII se mantuvo la
tendencia hacia una representación más o menos prolongada, pero fue en el de
reinado de los Reyes Católicos y Carlos V, «Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Técnicas
Historiográficas», 18-19 (1993-1994), pp. 159-178; OCHOA BRUN, M. Á., Carta en cifra de los Reyes
Católicos, en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., y MANSO PORTO, C. (eds), Isabel la Católica en la Real Academia
de la Historia, Madrid 2004, pp. 166-167.
69 Carta de Diego de Saldaña a Enrique IV, 15 noviembre 1474; en FRANCO SILVA, A., La provisión
“Castella et Legiones” o de “Hispaniae”, del de “Aragoniae”, tal y como determinó Paris de Grassis
en su De oratoribus praecedentia redactado en tiempos de Julio II; en BAV, Ottob. Lat. 2366, fols. 53r y
ss.
72 OCHOA BRUN, M. Á., Historia de la Diplomacia Española..., vol. IV, pp. 74 y ss. Sobre Gonzalo de
dei due ruoli ‘procuradore’ ed ‘ambasciatore ordinari’ rende più difficile determinare i rispettivi ruoli
e competenze”; OLIVA, A. M., Gli ambasciatori dei re Cattolici…, p. 20.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 75
Durante el pontificado Borja en este grupo hay que contar a López de Haro que
marchó a Roma para prestar obediencia; la de Íñigo de Córdoba y Felipe Ponce en
el otoño de 1498 para hacer recapacitar al papa de su acercamiento a Francia; o la
de Luis de Portocarrero en agosto de 1500 que fue a congratularse con Alejandro
VI por haber sobrevivido al accidente que estuvo a punto de costarle la vida.
Dentro de este grupo de legados extraordinarios —que no eran menos
importantes que los embajadores residentes— podemos contar algunos enviados
eclesiásticos que marcharon a Roma para tratar asuntos delicados en un contexto
de particular discreción o incluso extraoficialidad; es el caso de las misiones
encomendadas a fray Bernardo de Boil en 1497, o a Pascual de Ampudia, obispo
de Burgos, en 1499 que tenían por objeto reconvenir a Alejandro VI por ciertos
comportamientos que causaban escándalo, y animarle a emprender con decisión la
reforma de la Iglesia.
En un grado menor de dependencia se encontraban aquellos curiales
españoles instalados igualmente en la Corte pontificia, cuya colaboración
solicitaban los reyes para asuntos puntuales76. Los miembros más poderosos de
este último grupo eran los cardenales que —como Rodrigo de Borja a partir de
1472 o Bernardino López de Carvajal desde 1493— ejercieron una especie de
protectorado sobre los asuntos españoles “porque asi se aprovecha a los estados
de ambos [el papa y los reyes], y a servidores de en medio”, argumentará el propio
Carvajal77.
La cuarta característica de la diplomacia española de este período es el
frecuente empleo de agentes laicos, ya sea como embajadores extraordinarios —el
conde de Tendilla (1486-1487), Diego López de Haro (1493), Luis de Requesens
(1494), Felipe Ponce e Íñigo de Córdoba (1499)— o como embajadores
permanentes —Garcilaso de la Vega o Lorenzo Suárez de Figueroa—, sin que ello
suponga la desaparición de los agentes eclesiásticos78. La carencia de un embajador
laico se la reprochó Diego de Saldaña —servidor de Enrique IV— a su soberano
poniéndole ejemplo de Fernando de Aragón, entonces rey de Sicilia, que junto con
otros príncipes europeos contaban con un embajador “lego” y “non por mengua
de clérigos”, asegurándole que éstos ya podían ser honestos e intachables en
76 En este grupo habría que incluir tanto a los castellanos como al grupo de valencianos y
catalanes que prosperaron a la sombra de Alejandro VI formando una especie de “partido español”
que oscilará entre el servicio a los reyes y la fidelidad al pontífice (ver el capítulo I. 2.2. c.)
77 “En esto yo puedo ser buen obrero, siempre lo hago y haré mientras biba, por lo que debo
dambas partes [la del papa y la de los reyes], y porque asi se aprovecha a los estados de ambos, y a
servidores de en medio”; carta de Bernardino López de Carvajal al duque de Gandía, 17 abril 1494;
en SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas que pertenecieron al segundo duque de Gandía, don
Juan de Borja. (Notas para la historia de Alejandro VI), «Anales del Instituto General y Técnico de
Valencia», (1919), pp. 74-75.
78 Estando Garcilaso de la Vega en Roma, por ejemplo, los reyes enviaron a fray Bernardo de Boil
79 Sin quitar validez a su crítica, hay que tener en cuenta que Saldaña era laico y quizá trataba de
ganarse el puesto que echaba en falta a su rey; carta de Diego de Saldaña a Enrique IV, 15
noviembre 1474; en FRANCO SILVA, A., La provisión del Maestrazgo de Santiago…, p. 576.
80 En GARCÍA ARIAS, L., La doctrina diplomática compuesta por Gonzalo de Villadiego en su “Tractatus de
royauté sans sacré: la monarchie castillane au bas Moyen Âge, «Annales», 3 (1984), pp. 429-453; ID., Toward a
New Concept of Power: Unsacred Monarchy, en Id., From Heaven to Earth. The Reordering of Castilian Society,
1150-1350, Oxford 2004, pp. 133-146; RUCQUOI, A., De los reyes que no son taumaturgos: los fundamentos
de la realeza en España, «Temas Medievales», 5 (1995), pp. 163-183; se acentúa el valor sacro como
forma de “intrumentalización” del poder en NIETO SORIA, J. M., Origen divino, espíritu laico y poder real
en la Castilla del siglo XIII, «Anuario de Estudios Medievales», 27 (1997), pp. 43-101; ID., Religión y
política en la Castilla bajomedieval: algunas perspectivas de análisis en torno al poder real, «Cuadernos de
Historia de España», 76 (2000), pp. 99-120; para el caso aragonés ver el análisis de PALACIOS
MARTÍN, B., Los actos de coronación y el proceso de “secularización” de la monarquía catalano-aragonesa. Siglos
XIII-XIV, en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et Église..., pp. 113-127.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 77
estando las cosas del mundo como agora están [escribía a Manuel de
Portugal en marzo de 1502], no debe estar aquí [en Roma] sin
continuo embaxador; y quando son fieles y nobles ningunos son
mejores aquí que eclesiásticos, porque pueden estar más tiempo y con
menos costa de los reyes, e comummente son más sabios y letrados
que aquí es menester82.
Aún así Saldaña se no cansaba de exigir a Enrique IV en 1474 un embajador
laico para la Ciudad Eterna que fuera “despierta en los negocyos de aquí porque
poco aprouecharía ser leal o proueido si fuese ynorante”. Para soslayar este
defecto los Reyes Católicos escogieron a miembros de la nobleza letrada con una
base jurídico-canónica y una formación humanista acorde con el ambiente
intelectual de la Roma renacentista83. Si esto no era posible, la monarcas asignaban
al embajador algunos colaboradores que le podían ayudar en este cometido, como
ocurrió en la embajada de Tendilla —espléndido en sus manifestaciones de
mecenazgo pero discreto conocedor del latín— cuando se incorporó a la legación
el humanista Antonio Geraldini y el canonista Ruiz de Medina, o en la de López
de Haro que contó con la colaboración del obispo de Tarragona Gonzalo
Fernández de Heredia y el de Cartagena Bernardino López de Carvajal84.
Esta preparación intelectual no sólo constituía una necesidad ante las
complejas negociaciones con la Curia, sino que suponía la creación de una
diplomacia humanista como autorrepresentación discursiva de la Monarquía en su
relación con el Pontificado. La pronunciación de elegantes discursos, la
composición de poemas, o la aparición de un creciente mecenazgo editorial y
artístico, dotarían a la representación española de un perfil humanista que
favorecerá el diálogo político-cultural de la Monarquía Hispánica con la Roma
82 Carta de Bernardino López de Carvajal al rey Manuel de Portugal, 6 marzo 1502; en REBELLO
DA SILVA, L. A., Corpo diplomatico Portuguez contando os actos e relações políticas e diplomaticas de Portugal,
vol. I, Lisboa 1862, p. 27.
83 Sobre los antecedentes Trastámara de esta diplomacia humanista cfr. GONZÁLEZ ROLÁN, T.,
HERNÁNDEZ, F., y SAQUERO, P., Diplomacia y humanismo en el siglo XV, Madrid 1994; BECEIRO PITA,
I., La importancia de la cultura en las relaciones peninsulares (siglo XV), «Anuario de Estudios Medievales»,
29 (1999), pp. 79-104; para la época de los Reyes Católicos cfr. OCHOA BRUN, M. A., Historia de la
diplomacia..., vol. IV, pp. 550 y ss; y la tesis de MARTÍN GARCÍA, J. M., Arte y diplomacia en reinado de los
Reyes Católicos, Madrid 2003.
84 Que hubo algunas excepciones lo confirma el testimonio de Anglería sobre el embajador
Lorenzo Suárez de Figueroa, que desconocía la lengua latina, siendo tan necesario para este oficio
hablarla “o al menos que la entendiese”, y “éste sólo sabe su lengua patria vernácula”; sin embargo
—continuaba el humanista milanés— “el Rey me ha asegurado que es prudente y suficientemente
culto entre ignorantes”; carta de Anglería a la reina Isabel, 10 agosto 1502; en ANGLERÍA, P. M.,
Epistolario, en Documentos Inéditos para la Historia de España, trad. J. López de Toro, vol. X, Madrid
1953-1955, p. 26. Más adelante comentaremos el caso del conde de Tendilla (ver capítulo I. 3.3. b.)
78 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Trunphans que surgía de las cenizas del Cisma. Pero este tema será objeto de otro
capítulo.
85 Cfr. SÁNCHEZ REAL, J., El archiepiscopologio de Luis Pons de Icart, Tarragona 1954, pp. 147-148;
SANABRE, J., Fernández de Heredia (Gonzalo), en DHGE, vol. XVI, París 1967, cols. 1110-1111; ver
también la voz Fernández de Heredia, Gonzalo, en Diccinionari d’història eclesiàstica de Catalunya, vol. II,
Barcelona 2000, p. 158; se analiza especialmente su actividad pastoral y eclesiástica en CABRÉ, M.
D., El arzobispo de Tarragona, Gonzalo Fernández de Heredia, «Cuadernos de Historia Jerónimo Zurita»,
47-48 (1983), pp. 299-321.
86 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, p. 314.
87 Así lo afirma explícitamente Michele Ferno en su Historia nova sobre la elección de Alejandro
VI; cfr. BLASIO, M. G., Retorica della scena: l’elezione di Alessandro VI nel resoconto di Michele Ferno, en
CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico e riuso dei classici. Gli
umanisti e Alessandro VI (Bari-Monte Sant’Angelo, 22-24 maggio 2000), Roma 2002, pp. 19-36.
88 Sobre este cargo cfr. DEL RE, N., Monsignore Governatore di Roma, Roma 1972.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 79
durante dos años, en el curso de los cuales los Reyes Católicos le otorgaron la
presidencia honorífica de la embajada extraordinaria del verano de 1493, donde
actuó eficazmente con Diego López de Haro para reconciliar al pontífice con
Ferrante de Nápoles. La delicada situación política que atravesaba Italia en 1494
llevó a Fernando el Católico a ordenar el traslado de Heredia a Nápoles donde
debía servir a la reina Juana de Aragón, esposa del difunto Ferrante y lugarteniente
general de reino89. Con ello se trataba de crear una plataforma española en la
Corte napolitana que tuvo que trasladarse a Sicilia a raíz de la ocupación
francesa90. Poco sabemos de su labor diplomática en Nápoles, de la que Fernando
le liberó en 1500 cuando decidió modificar su política en el Reino. En septiembre
de aquel año Fernández de Heredia pudo establecerse definitivamente en
Tarragona, donde atendió discreta y eficazmente los asuntos de su diócesis. Con
todo, los achaques y ciertos negocios pendientes con la Corona le llevaran a buscar
la soledad del monasterio de Escornalbou donde pasará los diez últimos años de
su vida.
La gestión diplomática de Ruiz de Medina y Carvajal fue más prolongada: el
primero acabaría situándose en el Consejo Real, y el segundo dirigiría su
trayectoria hacia el cardenalato. Juan Ruiz de Medina († 1507) era natural de
Medina del Campo91. De origen humilde, estudió en el famoso Colegio de San
Bartolomé de Salamanca donde se doctoró en Cánones, y luego fue sucesivamente
profesor de la Universidad de Valladolid, prior de la Colegiata de Medina,
canónigo de la catedral de Toledo y de la de Sevilla, inquisidor en esta última
ciudad, y oidor de la Audiencia y Consejo en 1476. Fue enviado en calidad de
embajador a París en 1478, y después los reyes lo incorporaron —como
“profundo conocedor del derecho canónico”— a la solemne embajada que
encomendaron al conde de Tendilla en 148792.
Medina se quedó en Roma para continuar las gestiones pendientes de la
legación, trabajando como procurador permanente junto al también recientemente
incorporado Bernardino López de Carvajal. Estando en Roma los reyes le
gratificaron concediéndole el obispado de Astorga en 1489, que fue permutado
por el de Badajoz en 1493, y luego por el de Cartagena en 1495. Como “orador de
89 Aunque la orden se cursó en febrero los reyes solicitaron a Alejandro VI el traslado de Gonzalo
Fernández de Heredia a Nápoles el 3 julio de 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol. 9rv; en
BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., pp. 224-225; sobre el papel político de Juana en este
momento de crisis cfr. DORIA, P., Giovanna d’Aragona..., p. 487.
90 Carta de Fernando el Católico a Alejandro VI, 13 agosto 1493; ACA, Reg. 3685, fols. 3 y 45;
27; FARENGA, P., Ciscostanze e modi della diffusione..., pp. XXIX-XXX. Ruiz de Medina firmó como
“orator di Castiglia e di Aragona” en su carta enviada a Luca anunciando la toma de Granada;
VOLPI, G. (ed.), La resa di Granata (1492) descritta dall’orator di Castiglia e di Aragona presso la S. Sede dalle
carte dell’Archivio di Stato di Lucca, Luca 1889.
94 Debido a su experiencia en materia inquisitorial el papa le encargará de la rehabilitación pública
al cardinal d’Este, per Riccardo Filangieri, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. III: Fernando
el Católico e Italia, Zaragoza 1954, pp. 311-314.
98 La importancia de este personaje está siendo cada vez más valorada por la historiografía
reciente; los estudios biográficos de carácter general son: ROSSBACH, H., Das Leben und die politisch-
kirchliche Wirksamkeit des Bernardino López de Carvajal, Kardinal von Santa Croce in Gerusalemme in Rom,
und das schismatische Concilium Pisanum. Erster Theil, Breslau 1892; FERNÁNDEZ Y SÁNCHEZ, T., El
discutido extremeño cardenal Carvajal (D. Bernardino López de Carvajal y Sande), Cáceres 1981; BATLLORI,
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 81
M., Carvajal, Bernardino López de, en Lexicon des Mittelalters, vol. II, Munich-Zurich 1983, pp. 1535-
1536; FRAGNITO, G., Carvajal, Bernardino López de, en DBI, vol. XXI, Roma 1978, pp. 28-34;
PACHECO, A., Bernardino López de Carvajal, en BIETENHOLZ, P. G., y DEUTSCHER, TH. B. (eds.),
Contemporaries of Erasmus…, vol. I, pp. 274-275; GOÑI GAZTAMBIDE, J., López de Carvajal, Bernardino,
en DHEE, vol. Suplemento, pp. 442-450; ID., Bernardino López de Carvajal y las bulas alejandrinas,
«Anuario de Historia de la Iglesia», 1 (1992), pp. 93-112. Existe todavía documentación no utilizada
en estos trabajos como el fondo del AGS, Estado-Roma, leg. 852-854 con información sobre la labor
de Carvajal en su diócesis. Más adelante añadiremos algunos trabajos sobre su producción literaria y
mecenazgo artístico.
99 Tras su predicación ante el papa en la fiesta de Todos los Santos en noviembre de 1482, el
curial Gherardi da Volterra le llama “vir non inelegans, sed plurimum sacris literis eruditus”; DA
VOLTERRA, J. G., Diarium romanum..., p. 117.
100 El relato de este sucedido se encuentra en la carta del helenista veneciano Giovanni Lorenzi a
Marco Barbo del 5 septiembre 1485; en PASCHINI, P., Il carteggio fra il cardinale Marco Barbo e Giovanni
Lorenzi, Roma 1948, pp. 120-122. J. Goñi Gaztambide dice que el embajador con el que se enfrentó
Carvajal era el conde de Cifuentes pero, por los datos que aporta T. de Azcona, el embajador no
podía ser otro que Francisco de Rojas; GOÑI GAZTAMBIDE, J., Bernardino López de Carvajal..., p. 98;
AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., p. 10.
101 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios, colectores y legados pontificios..., pp. 89-90; ID., Legaciones y
nunciaturas..., vol. I, no. 238-240, 246-250 y 255-260. BATLLORI, M., El gran cardenal d’Espanya i el
lullista antilullià Fernando de Córdoba, en ID., Obra completa, vol. II, pp. 281-284. P. Richard le considera
el introductor en España de los derechos de espolio; RICHARD, P., Origines des nonciatures..., p. 325.
82 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
intereses de la Corona que por los del papa102. El testimonio de Palencia es bien
expresivo:
El papa envió con igual objeto a un teólogo, español de nacimiento,
pero por su astucia y su larga residencia en el país, italiano, llamado
Bernardino Carvajal, sobrino del difunto Cardenal de Sant’ Angelo. A
su habilidad diplomática quedó encomendada el dejar entrever al Rey
de España perspectivas de engrandecimiento si en todo se acataba la
voluntad del Pontífice, y temores de futuros males si se contrariaban
sus propósitos103.
Los reyes se entusiasmaron con el colector, seguramente a raíz de su apoyo
a la colación real sobre las provisiones104. A su regreso a Italia, escribió una carta a
Fernando el Católico agradeciéndole su intención de concederle una mitra105. Los
reyes le fueron encomendando asuntos a lo largo del año de 1488 hasta ponerle al
frente de todos los negocios españoles, en estrecha colaboración con Juan Ruiz de
Medina106. Por las manos de ambos procuradores pasaron entonces todos los
asuntos de la diplomacia real: nombramiento de obispos, provisión de beneficios,
los asuntos de la Inquisición —que tuvieron que defender ante el clima adverso de
la Curia y del propio Inocencio VIII—, la reforma de los religiosos, Cruzada,
universidades, o incluso las negociaciones con Nápoles107.
Carvajal asumió su cargo con dignidad, y llegó a enfrentarse con el
embajador del Rey de Romanos por el primer puesto entre los embajadores laicos
no prelados, durante la Misa de la Santísima Trinidad que se celebraba en la
Capilla Sixtina el 1 de junio de 1488108. Tal vez para ascenderle de categoría ante el
cuerpo diplomático, los reyes le otorgaron en agosto el obispado de Astorga, que
fue cambiado por el de Badajoz en 1489. Por estas fechas Carvajal comenzaba a
de Medina y a Carvajal el 14 de abril de 1488, los reyes les exigen que atiendan a sus peticiones
“pues soys nuestros procuradores e sabeys nuestra voluntad en ello”; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
Política internacional..., vol. II, pp. 447-452, especialmente p. 448.
107 Ver sobre este último aspecto, los poderes concedidos a Gonzalo Fernández de Heredia y
de rodillas durante la Misa para que no se notase que el embajador imperial estaba delante de ellos;
como el maestro de ceremonias no aceptó sus explicaciones y el vicecanciller no quiso intervenir, los
dos embajadores decidieron abandonar la capilla; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 235.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 83
109 Instrucciones en cifra de los Reyes Católicos a su procurador Carvajal, 27 marzo 1491; en LA
pues ahora “nadie hay en aquel senado más docto [...], nadie más amante del
decoro universal y de la libertad de la Iglesia”114. A ello el prelado extremeño
añadía sus preciosos servicios en la gestión de asuntos españoles: provisiones,
reforma, cruzada contra el turco, y especialmente en la obtención de las bulas de
concesión de las Indias y expansión hacia África. Todo ello le daba un perfil de
cardenal reformador sensible a la expansión de la fe y a la reforma de la Iglesia115.
Como cardenal, Carvajal tuvo que limitar su labor en favor de los asuntos
españoles, aunque los reyes no dejaron de solicitar su poderosa intercesión en el
tono propio de su nueva condición116. Alejandro VI se apoyó en el cardenal
extremeño para ganar fidelidades en Anagni ante la inminente invasión de Carlos
VIII, oficio apropiado teniendo en cuanta su doble faceta de cardenal del papa y
antiguo embajador de los reyes117. Carvajal se muestra consciente de este oficio
bifronte en carta dirigida al duque de Gandía, el 17 de abril de 1494, a quien
aseguraba que “en esto yo puedo ser buen obrero, siempre lo hago y haré mientras
biba, por lo que debo dambas partes [la del papa y la de los reyes], y porque asi se
aprovecha a los estados de ambos, y a servidores de en medio”118. Era lógico, por
tanto, que el papa que se acogiera a la protección de los Reyes Católicos, eligiese a
su cardenal-embajador como mediador en las conversaciones con el monarca
francés cuando éste se presentó en Roma con sus tropas en diciembre de 1493.
En julio de 1495 Alejandro VI le encargó la legación que recibiría a
Maximiliano en Milán, donde el emperador se había presentado como miembro de
la Liga para resolver la guerra de Pisa. El cardenal aprovechó la ocasión para
estrechar relaciones con Ludovico el Moro y tal vez con el mismo Bramante, a
quien encargaría después las obras de ampliación de la Iglesia de Santiago de los
114 Carta García López de Carvajal, caballero de Plasencia y hermano de Bernardino, 2 febrero
reverenda veniam, video enim cui scribo principi, unde magna expectate salutis spes dependet” (sin
datar); en VITERBO, E. DA, Lettere familiari, ed. A. M. Voci Roth, vol. II: (1507-1517), Roma 1990, p.
241; ver también MINNICH, N. H., The Role of Prophecy in the Carrer of the Enigmatic Bernardino López de
Carvajal, en REEVES, M. (dir.), Prophetic Rome in the High Renaissance Period, Oxford 1992, pp. 111-120.
116 A. M. Oliva señala la diferencia entre las antiguas fórmulas de mandato que los reyes utilizaban
119 Cfr. MARÍAS, F., Bramante en España, en BRUSCHI, A., Bramante..., pp. 29-59, especialmente p.
26; también BRUSCHI, A., Bramante..., pp. 859-861; FROMMEL, C. L., Roma, en FIORE, F. P. (dir.),
Storia dell’architettura italiana. Il Quattrocento, Milán 1998, pp. 379-382.
120 Sobre la relación del cardenal con la familia de los Millini cfr. CANTATORE, F., Un commitente
spagnolo nella Roma di Alessandro VI: Bernardino Carvajal, en CHIABÒ, M., MADDALO S., y MIGLIO, M.
(dirs.), Roma di fronte..., vol. III, pp. 861-871; el dato de la residencia del cardenal se encuentra en
CORTESI, P., Libri de cardinalatu ad Iulium Secundum pontificem maximum, Roma 1510; en BA, M.M.18.8,
fol. 50r.
121 Aunque en un principio el responsable de las obras era Pedro de Aranda, el proyecto fue
presentado por Bernardino López de Carvajal; ASMM, 491, fol. s/n; VAQUERO PIÑEIRO, M., Una
realtà nazionale composita..., p. 486.
122 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Santiago de los españole, en Roma, en el siglo XVI..., p. 81.
123 Carta de Fernando el Católico a Carvajal, 8 diciembre 1497; en LA TORRE, A. DE, Documentos...,
124 Recuérdese además que el cardenal estaba particulamente ligado a la cuestión húngara desde
que su tío, Juan de Carvajal, desempeñara exitosamente su legación a este reino en tiempos de
Calixto III; cfr. GÓMEZ CANEDO, L., Un español al servicio de la Santa Sede, don Juan de Carvajal, Madrid
1947.
125 Cfr. GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, p. 126.
126 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
como refiere éste en carta datada el 4 de julio de 1501; RAH, Salazar, A-11, fols. 309-310 (Salazar,
vol. I, n. 1184, p. 303).
128 La carta de la reina a Carvajal sobre los capuchos se encuentra en TORRUBIA, J., Chrónica de la
Seráphica Religión del Glorioso Padre San Francisco de Asís, Madrid 1756, pp. 334-335; otros asuntos
beneficiales solicitados el 21 agosto 1502; en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Cartulario..., vol. II, pp.
351-352; vol. IV, p. 866.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 87
cardenalicio, como obispo de Ostia, en 1521, dos años antes de su muerte acaecida
el 16 de diciembre de 1523.
El mecenazgo artístico y literario de Carvajal nos interesa en la medida en
que favorecía el prestigio de sus soberanos en la Roma de Alejandro VI. El
cardenal era conocido en su tiempo como un hombre de aguda inteligencia, saber
teológico, vasta cultura y grandes dotes oratorias129. Se han conservado nueve
discursos y sermones pronunciados en diferentes circunstancias, y obras dedicadas
a él, entre las que cabe contar algunos trabajos de Tommaso Fedra Inghirami,
Paolo Pompilio y Annio de Viterbo; más concretamente, el De Triumpho Granatensi
(1490) de Pompilio y las Antiquitates (1498) de Annio de Viterbo, que iban
precisamente dirigidas a los Reyes Católicos por mediación del prelado130. Su
interés por la conversión de los judíos se refleja en la dedicatoria a su persona de la
obra Liber de confutatione hebraicae sectae del converso Johannes Baptista Gratia Dei,
así como su estímulo a Egidio de Viterbo para profundizar en sus estudios sobre
la Kabala131.
Posteriormente Carvajal se unirá al Gran Capitán para desarrollar un
mecenazgo literario del que se beneficiará el protonotario sevillano Alonso
Hernández —autor del poema Historia Parthenopea—, Bartolomé de Torres
Naharro —autor de la Propalladia—, o Giovanni Batista Valentini († 1515)
apodado “Cantalicio” —nombrado obispo de Penna y Atri en 1503—, que dedicó
129 Guicciardini dice que era “chiaro per lettere et per costumi”; GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia...,
vol. III, p. 49; el embajador veneciano, Paolo Capello, dice de él en 1500 que era “catholico, savio, e
à a cuor l’impresa contra infideli”; SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 844; Lucio Marineo Sículo le
considera “viro eloquestissimo et praestantisimo theologo”; en BELTRÁN DE HEREDIA, V.,
Cartulario..., vol. III, p. 157; Leonezi lo llama “sacerdos et Theologus modernus”, en PASCHINI, P., Il
carteggio fra il cardinale Marco Barbo..., p. 121; y Juan del Encina “arca de tesoro teologal”, en su poema
Al señor cardenal de Santa Cruz, Patriarca Gerosolimitano, sobre el mal reparo de la casa del Patriarcado que en
Jerusalén está; en DEL ENCINA, J., Poesía lírica y cancionero musical, ed. R. O. Jones y C. R. Lee, Madrid
1972, pp. 255-258, especialmente p. 255. Él mismo también se consideraba amigo de la sabiduría al
grabar en su hermosa medalla, a fines de la década de 1490, la inscripción “QUI ME
DILUCIDANT VITAM ETERNAM HABEB[UNT]”, junto a la representación de la antigua
filosofía con un cetro y un manuscrito en sus manos, interpretados como filosofía teórica y práctica;
cfr. HILL, G. D., A Corpus of Italian Medals of the Renaissance before Celini, Londres 1931, vol. I, p. 222.
130 Véase el análisis sobre estas obras realizado en el próximo capítulo (I. 3.); una buena
recolección de obras dedicadas al cardenal en KRISTELLER, P. O., Iter Italicum. A Finding List of
Uncatalogued organismo Incompletely Catalogued Humanistic Manuscripts of the Renaissance in Italian and Other
Libraries, Londres-Leidein 1963-1967; vol. I, pp. 254, 336, 370, 419, 434; vol. II, pp. 60, 67, 165, 349
y ss, 361, 387, 416; COSENZA, M. E., Biographical and Bibliographical Dictionary of the Italian Humanists
and of the Worl Classical Scholarship in Italy, 1300-1800, vol. I, Boston 1962, p. 906; ver también
ALTAMURA, A., Studi e ricerche di letteratura umanistica..., pp. 84-85.
131 SECRET, F., Egidio da Viterbo et quelques-uns de ses contemporains, «Augustiniana», 16 (1966), pp.
al Gran Capitán De bis recepta parthenope Gonzalvie libri quatuor (1506)132. En 1511,
Carvajal encargó al humanista cisterciense Arcángel de Madriñano la traducción
del Itinerario del boloñés Ludovico Vartena, y al cardenal extremeño se dirigirían
también otros humanistas y hombres de cultura como Bernardino de Bustos,
Andrea Bussio, Benedicto Silvio, Alejandro Celadonio, Fausto Magdaleno,
Ugolino Verino, Juan del Encina, Cristiano Canaulo Tifernato, o el propio Erasmo
de Rotterdam que enderezó al cardenal una de sus epístolas133.
El cardenal Carvajal intentó conservar el aprecio de la reina enviándole una
buena colección de reliquias, algunas de ellas inverosímiles y otras tan importantes
como un trozo de Lignum Crucis debidamente autenticado o una pequeña sección
del Santo Sudario134. Por las manos del embajador también pasaron las reliquias de
una “gran piedra de marmol algo escuro” que se encontraba en el Santo Sepulcro
y que una legación franciscana venida de Jerusalén —tras pasar por Roma donde
regaló dos pedazos al papa y al cardenal Carvajal— ofreció una tercera a la reina
Isabel cuando estuvo en su Corte135.
Además de la organización de las fiestas por la conquista de Granada, a
Carvajal se debe la preparación de los solemnes funerales por el príncipe don Juan
que se celebraron en la capilla palatina y en Santiago de los Españoles, donde la
homilía fue pronunciada por éste, y después fue imprimida en traducción latina a
132 TORRES NAHARRO, B. DE, Propalladia and Other Works of Bartolomé de Torres Naharro, ed. J. E.
Gillet, vols. I-II, Pensilvania 1943; también ID., Antología (Teatro y Poesía), ed. M. Á., Pérez Priego,
Badajoz 1995; HERNÁNDEZ, A., Historia Parthenopea, Roma 1516; sobre esta obra cfr. CROCE, B., Di
un poema spagnuolo sincronico intorno alle impresse del Gran Capitano nel regno di Napoli. La “Historia
Partonopea” di Alonso Hernández, «Archivio Storico per le Provincie Napoletane», 19-1 (1884), pp. 532-
549.
133 ALLEN, P. S., y ALLEN, H. M., Opus Epistolarum de Erasmi Roterodami, Oxford 1906-1958,
epístola 239; cfr. PACHECO, A., Bernardino López de Carvajal, en BIETENHOLZ, P. G., y DEUTSCHER,
TH. B. (eds.), Contemporaries of Erasmus…, vol. I, pp. 274-275; sobre la traducción de Ludovico
Vartena del véase el reciente trabajo de CALVO FERNÁNDEZ, V., El cardenal Bernardino de Carvajal y la
traducción latina del itinerario de Ludovico Vartena (en prensa).
134 Del interés de la reina por las reliquias son buena muestra la cantidad de reliquias que dejó en
68.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 89
136 Cfr. GONZÁLEZ ROLÁN, T., Y SAQUERO SUÁREZ-SOMONTE, P., Un importante texto político-
literario de finales del siglo XV: La Epístola consolatoria a los Reyes Católicos del extremeño Bernardino López de
Carvajal (prologada y traducida al latín por García de Bovadilla), «Cuadernos de Filología Clásica. Estudios
Latinos», 16 (1999), pp. 247-277; sobre la intervención de Carvajal en el funeral del príncipe don
Juan celebrado en Roma cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., I funerali romani del príncipe Giovanni e della regina
Isabella di Castiglia: rituale politico al servizio della monarchia spagnola, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y
MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma 2001, pp. 641-655.
137 Véanse las fuentes y la bibliografía citada en el capítulo sobre la imagen de los reyes en Roma
(I. 3).
138 Cfr. BLASSIO, M. G., Cum gratia et privilegio..., p. 39; al funeral del propio Burckardi en 1506, dice
P. de Grassis —su sucesor en el cargo— que Carvajal asisitió “quasi alter magister cerimoniarum”;
FRAGNITO, G., Carvajal..., p. 29.
139 El mayor tesoro de esta basílica era la colección de reliquias de la Pasión de Cristo,
especialmente el titulus Christi, cuya autenticidad fue respaldada por Alejandro VI el 29 de julio de
1496 en la bula Admirabile Sacramentum que concedía una indulgencia a los fieles que —en estado de
gracia— visitaran la iglesia el día en que se produjo el descubrimiento de las reliquias.
140 Sobre su mecenazgo artístico en Santa Croce in Gerusalemme cfr. TOESCA, I., A Majolica
Inscription in Santa Croce in Gerusalemme, en FRASER, D., HIBBARD, H., y LEWINE, M. (dirs.), Essays in
the History of Art Presented to Rudolf Wittkower, vol. II, Londres 1967, pp. 602-634; CAPPELLETTI, F.,
L’affresco nel catino absidale di Santa Croce in Gerusalemme a Roma. La fonte iconografica, la committenza e la
datazione, «Storia dell’Arte», 66 (1989), pp. 119-126; VARAGNOLI, C., S. Croce in Gerusalemme: la basilica
restaurata a l’architettura del Settecento romano, Roma 1995; FROMMEL, CH. L., Progetto e archeologia in due
disegni di Antonio da Sangallo il Giovane per Sta Croce in Gerusalemme, en DANESI SQUARZINA, S. (dir.),
Roma, centro ideale della cultura dell’Antico..., pp. 382-309; una sugerente comparación entre el fresco del
ábside de la basílica con los apartamentos Borgia del Vaticano en TIBERIA, V., Santa Croce in
Gerusalemme, l’affresco absidale, en NEGRO, A. (ed.), Restauri d’arte e Giubileo. Gli interventi a Roma e nel
Lazio nel piano per il grande Giubileo del 2000, Nápoles 2001, pp. 13-62.
90 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
141 Sobre el mecenazgo arquitectónico de Carvajal cfr. CANTATORE, F., Un commitente spagnolo...,
pp. 861-871.
142 Una breve semblanza biográfica en MARCELLO, E. E., Diego López de Haro, poeta cancioneril: profilo
Fajardo 1480, «Revue Hispanique», 81-1 (1933), pp. 456-474; su creatividad literaria y cortesana en
CUESTA TORRE, M. L., Las invenciones de don Diego López de Haro, en DEYERMOND, A. (ed.), Proceedings
of Tenth Colloquium, Papers of the Medieval Hispanic Research Seminar, no 30, londres 2000, pp. 65-84;
KENNEDY, K., Inventing the Wheel: Diego López de Haro and his ‘invenciones’, «Bulletin of Hispanic
Studies», 79 (2002), pp. 159-184.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 91
familiar del papa Borja con la Casa real a través del matrimonio de Juan de Borja,
duque de Gandía, con María Enríquez, antigua prometida de su hermano Pedro
Luis y sobrina de Fernando el Católico por línea materna. Del éxito de López
Haro vivió la diplomacia española hasta la crisis de 1497 en que se disolvió la
alianza.
Tras el regreso de la embajada de prestación de obediencia, los reyes
enviaron a Roma como embajador permanente a Garcilaso de la Vega († 1512),
para apoyar al papa ante la amenaza de invasión de Carlos VIII de Francia. De
nuevo encontramos a un laico perteneciente a la nobleza castellana: Garcia Laso
de la Vega era el tercer hijo de Pedro Suárez de Figueroa y Blanca Sotomayor,
pero adoptó el apellido de su abuela Elvira Laso de la Vega, hermana del marqués
de Santillana145. Entró al servicio de los Reyes Católicos como maestresala y luchó
en la guerra de Sucesión contra Alfonso de Portugal, por lo que fue recompensado
en 1479 con los derechos sobre las tasas ganaderas en Badajoz. Dos años después
fue nombrado contino —residiendo por ello en la Corte para cualquier servicio— y
miembro de la guardia personal de los reyes146. En el sitio de Vélez-Málaga en
1487, Garcilaso tuvo una heroica intervención en ayuda del rey Fernando y fue
herido en los alrededores de la ciudad147. En 1490 participó en la toma de Vera de
donde fue nombrado alcalde.
La promoción de Garcilaso fue debida con bastante probabilidad al apoyo
de la reina Isabel. Tres años después de su regreso de Roma fue nombrado
miembro del Consejo Real, presidió las Cortes de Toro a la muerte de la reina, y se
integró en el partido de Felipe el Hermoso frente al rey Fernando. Fernández de
Oviedo justifica su acción diciendo que “esa echura agradecía él a la Reyna
Católica más que al Rey o quería no parecer ingrato a la hija y heredera en los
reynos”148. Sabemos además que la reina concertó el casamiento de Garcilaso con
Sancha de Guzmán, hija de Pedro de Guzmán, IV Señor de Batres. El perfil de
Garcilaso era el de caballero-cortesano, y como tal se comportó en la defensa de
Castel Sant’Angelo, o en las diferentes ceremonias cortesanas de las que estaba
bien informado desde su servicio como maestresala en la Corte de los Reyes
145 Cfr. KENISTON, H., Garcilaso de la Vega. A Critical Study of His Life and Works, Nueva York 1922;
BUCETA, E., Notas acerca de la historicidad del romance “Cercada está Santa Fé”, «Revista de Filología
Española», 9 (1922), pp. 367-383; ID., La tendencia a identificar el español..., pp. 88-108.
146 Sobre este oficio de la Casa Real cfr. MONTERO TEJADA, M. R., Los continos “hombres de armas”
de la Casa Real castellana (1495-1516): una aproximación de conjunto, «Boletín de la Real Academia de la
Historia», 198 (2001), pp. 103-130.
147 Cfr. PULGAR, H., Crónica..., p. 449.
148 FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquagenas..., vol. II, p. 408.
92 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Católicos149. Era sensible a toda descortesía —como hizo notar a los reyes
quejándose de las pocas audiencias que le concedía el papa a mediados de 1494—
y, cuando la situación lo exigía, sabía situarse en una posición de fuerza de la que
luego le resultaba difícil salir150. Zurita le llama “cavallero de gran prudencia y
valor”, y Fernández de Navarrete dice que “manejó con tal pulso los negocios de
su corte que escribiéndole Luis XII de Francia le intituló “Embajador de los
Reyes, y Rey de los embajadores”151. Su labor de mecenazgo esbozada más arriba,
se explica en un hombre al que Gonzalo Fernández de Oviedo vio “tañer algunas
veces”, ya que “era gentil músico de arpa e buen caballero”152.
Sus encargos diplomáticos comenzaron en Francia junto con Alonso de
Silva, y después marchó a Venecia como embajador153. En febrero de 1494, los
reyes requerirán sus servicios en Italia ante el inminente descenso de Carlos VIII:
debía trasladarse a Roma como “nuestro capitán e embaxador” para defender la
delicada posición del papa, misión que no podía ser más oportuna para este
antiguo héroe de la guerra de Granada154; nueve meses después los reyes
despacharían a Venecia a su hermano mayor Lorenzo Suárez de Figueroa como su
representante ante la Señoría. En realidad, la misión encomendada a Garcilaso,
había recaído en un primer momento en el bachiller La Torre, quien, ya presto a
embarcarse, se asustó ante un reciente naufragio y pretextó enfermedad para no
partir155. Sin confirmar este pormenor, Zurita dice que Garcilaso fue enviado a
Roma desde Medina del Campo el 1 de marzo de 1494156.
Garcilaso fue verdadero embajador plenipotenciario durante su estancia en
Roma y a él encomendaron los reyes todos los asuntos políticos o incluso
militares. Su salario era el más generoso del resto de los embajadores oscilando
entre 500.000 y 800.000 maravedíes, frente a los 100.000-200.000 que solía recibir
el embajador de Venecia o el de Nápoles157. En los negocios eclesiásticos pudo
149 Véase por ejemplo su intervención como maestresala en el banquete ofrecido por Fernando el
Católico al príncipe musulmán Adalid en plena campaña granadina; PALENCIA, A., Guerra de
Granada..., pp. 441-442.
150 El dato de las “descortesías de Garçilaso”, lo hace notar el nuncio al papa por información que
le habían trasmitido los reyes en septiembre de 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 29rv.
151 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, E., Vida del célebre poeta Garcilaso de la Vega, en CODOIN, vol.
tesorería de Alonso de Morales (1495-1504), Valladolid 2004, n. 702, 903, 956, 1067, etc.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 93
entrevistó en 1506 con Felipe el Hermoso, en cuyo bando militaba el antiguo embajador. Cuenta
Oviedo que, ante el mutuo recelo, los caballeros del archiduque introdujeron secretamente armas y
corazas bajo las vestiduras. Cuando Garcilaso le pidió la mano al rey Católico, éste se la dio mientras
le palpaba las espaldas con la otra, y notando que venía armado le dijo: “García, engordado habeis”.
Y termina Oviedo diciendo que “fue muy notado esto de los circunstantes, porque el Rey Católico
le había hecho señor”; FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquagenas..., vol. II, p. 408.
162 De su marcha a Venecia informa al papa su nuncio Desprats, incluyendo un informe cifrado,
sobre su persona y cometido, que no nos ha llegado; despacho del nuncio Desprats a Alejandro VI,
11 noviembre 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 56r; su llegada a Venecia el 5 de enero en
SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla primavera 1495.
La caduta di Napoli, «Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 41 y ss. Una breve semblanza del
personaje en LADERO QUESADA, M. Á., Lorenzo Suárez de Figueroa, en CHECA CREMADES, F., y DÍEZ
DEL CORRAL, R. (dirs.), Reyes y Mecenas. Los Reyes Católicos, Maximilano I y los inicios de la Casa de Austria
en España, Toledo 1992, p. 323.
163 Véase el retrato de este personaje trazado por FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y
165 Carta de Anglería a la reina Isabel, 10 agosto 1502; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., p. 26.
166 Cfr. LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia…, p. 514.
167 Cfr. JUSTI, C., Miscellaneen aus drei Jahrunderten spanischen Kunstlebens, Berlín 1908, pp. 69-181.
96 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
168 A pesar de ciertas inexactitudes en la datación de sus embajadas, el estudio más completo
sobre este personaje es el trabajo de RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas, embajador de los
Reyes Católicos, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 28 (1896), pp. 180-202; 29 (1896), pp. 5-
69; en este estudio se emplea principalmente documentación de la Real Academia de la Historia, y la
antigua obra de ROJAS, P. DE, Elogio de la vida y hechos del embajador D. Francisco de Rojas y Escobar, en
Discursos ilustres, históricos y genealógicos, por D. Pedro de Rojas, caballero de la Orden de Calatrava, Conde de
Mora, señor de la Villa de Laios y el Castañar, Toledo 1636; buena síntesis en LADERO QUESADA, M. Á.,
Francisco de Rojas, en Hispania-Austria. I Re Cattolici, Massimiliano e gli inizi della Casa d’Austria in Spagna,
Milán 1992. recientemente ha vuelto sobre la actividad diplomática de este personaje LÓPEZ PITA,
P., Francisco de Rojas: embajador de los Reyes Católicos, «Cuadernos de Investigación Histórica», 15 (1994),
pp. 99-149; y SERIO A., Una representación de la crisis de la unión dinástica: los cargos diplomáticos en Roma de
Francisco de Rojas y Antonio de Acuña (1501-1507), en Isabel la Católica y su época, Valladolid 2004 (en
prensa). Agradezco al autor la consulta de este texto antes de ser publicado.
169 A. Rodríguez Villa da la fecha errada de 1488, que la documentación nos permite retrotraer a
1484; cfr. RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 182; la correción se basa en las
instrucciones reales, tramitadas justo antes de la partida, el 3 de noviembre de 1484; en LA TORRE,
A. DE, Documentos..., vol. II, p. 136.
170 El episodio del encuentro violento de Rojas y Carvajal se detalla en el capítulo II. 1.2.
171 Así se desprende de la cédula de Fernando el Católico en la que consta que Rojas sirvió de
embajador ante Inocencio VIII durante tres años; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas...,
p. 201. El 2 de mayo de 1486 los reyes escribían que Rojas quería volverse a España, pero ellos
deseaban que lo hiciera antes de la llegada del conde de Tendilla “porque no conviene que esté la
Corte de Roma sin persona nuestra”; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 54; AZCONA, T. DE, La elección
y reforma..., p. 149.
172 La exculpación de esta actitud es de Fernández de Oviedo; cit. en Ibidem, pp. 22 y 24.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 97
artistas flamencos, que nuestro embajador regaló a la reina en 1497173. Don Pedro
de Rojas le describe “pequeño de cuerpo y de pocas carnes, pero de mucho
espíritu y de gran corazón, y en las ocasiones que se ofrecían, había mostrado el
gran talento que tenía, y se había hecho no sólo estimar, pero respetar y temer”.
Aunque no era particularmente robusto, Rojas era un hombre de sangre caliente y
ademanes bruscos, como ponen de manifiesto los sonoros incidentes que
protagonizó en sus distintas legaciones174. Los Reyes Católicos contaban con el
carácter enérgico de su embajador ya que en 1502, ante la resistencia del pontífice
a despachar sus asuntos, le mandaban no tener “con él la blandura que teneys y
que mudáis en esto vuestra condición”175. Rojas tenía además una gran capacidad
de intrigar, pues era capaz de corromper a porteros y camareros para recoger
información que por las vías ordinarias no lograba obtener176.
Zurita resalta la perspicacia de este “caballero muy sagaz y de mucha
experiencia de negocios de estado”177; y Fernández de Oviedo sus cualidades
morales, pues era “exemplar y buen religioso”, “cuerdo y bien hablado”, y “murió
virgen y no conoció mujer ni se le oyó jamás palabra deshonesta”. Eran las
mejores condiciones para prosperar en la Corte de la reina, donde se fomentaron
las formas corteses ligadas a la honestidad del comportamiento, y se impuso un
ceremonial que jerarquizaba dignidades y marcaba distancias entre la aristocracia y
los reyes178.
Isabel y Fernando premiaron su trabajo en Roma nombrándole a su vuelta
comendador de varias encomiendas de la Orden de Calatrava (Mestanza,
Puertollano, Almodóvar del Campo y Aceca). A. Rodríguez Villa dice que volvió a
Roma en 1491, pero lo realmente comprobable es que, al menos desde 1488, su
acción diplomática se desarrolló principalmente en Bretaña —para arreglar las
disensiones suscitadas entre la duquesa Ana y el rey Carlos VIII de Francia—, y
posteriormente en Flandes, donde concertó el casamiento de Felipe el Hermoso y
173 Cfr. LEMMENS, L., Testimonia minora saeculi, «Archivum Fratrum Praedicatorum», 1 (1908), pp.
1504 le ganó la posición al embajador francés clavándole el anillo cuando fue a saludarle con un
apretón de manos; y, según Fernández de Oviedo, en 1507 propinó una bofetada en público
consistorio a un cardenal de origen español por hablar mal de sus soberanos; los dos últimos
episodios se recogen en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 13 y ss; ver también
ROJAS, P. DE, Discursos ilustres..., fol. 202.
175 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 21 febrero 1502; en BERWICK Y DE ALBA,
reina cfr. FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte de Isabel I: ritos y ceremonias de una reina
(1474-1504), Madrid 2002, pp. 101-126.
98 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
179 Cfr. LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., pp. 119-123; Sobre el contexto histórica de este
matrimonio cfr. KOHLER, A., y EDELMAYER, F. (eds.), Hispania-Austria: los Reyes Católicos,
Maximiliano I y los inicios de la Casa de Austria en España, Oldenbourg 1993.
180 Cédula real, 15 mayo 1511; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 201.
181 Cfr. LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 103.
182 Un panorama general de la clientela borgiana en IRADIEL, P., y CRUSELLES, J. M., El entorno
eclesiástico de Alejandro VI. Notas sobre la formación de la clientela política borgiana (1429-1503), en CHIABÒ,
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 99
M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, pp. 27-58; también VAQUERO
PIÑEIRO, M., Valencianos en Roma durante el siglo XV: una presencia en torno a los Borja, en GONZÁLEZ
VALDOVÍ, M., y PONS ALÒS, V. (coords), El Hogar de los Borja..., pp. 185-198; CRUSELLES GÓMEZ, J.
Ma., El cardenal Rodrigo de Borja, los curiales romanos y la política eclesiástica de Fernando II de Aragón, en
BELENGUER CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V. Congreso Internacional
(Barcelona, 21-23 febrero 2000), vol. I, Barcelona 2001, pp. 253-279.
183 BATLLORI, M., La correspondencia de Alejandro VI..., p. 183.
184 En NEGRI, P., Le missioni di Pandolfo Collenuccio a Papa Alessandro VI (1494-1498), «Archivio della
prohoms, Valencia 1995, pp. 217-256; ID., Familia y promoción social: los Lopiç de Valencia (1448-1493),
«Estudis Castellonencs», 3 (1986), pp. 355-380; ID., Los juristas valencianos..., pp. 157-158; también GOÑI
GAZTAMBIDE, J., López, Juan, en DHEE, vol. Suplemento, Madrid 1987, pp. 439-440; algunos datos
sobre su carrera en HOFMANN, W. VON, Forschungen zur Geschichte der kurialen Behörden, vol. I, Roma
1914, p. 117; vol. II, p. 101; FRENZ, TH., Die Kanzlei..., p. 378; CÉLIER, L., Les dataires du XVe siècle et
les origines de la Datarie Apostolique, París 1910, pp. 56-59; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 135;
vol. II, p. 295; EUBEL, Hierarchia Catholica Medii Aevi, vol. II, Münster 1914, pp. 65, 132 y 237.
100 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
corte pontificia, donde las relaciones de su familia le permitieron sumarse a las filas
de quienes servían al cardenal vicecanciller Rodrigo de Borja. Su formación
académica se fue orientando hacia la Teología —estudios que cursó en Bolonia—
aunque las funciones que en adelante asumió fueron de índole administrativa. Tras
unos años de paciente servicio, empezó a acumular beneficios en la Península Ibérica
topándose en algún momento con la oposición del rey Fernando, como ocurrió con
la abadía riojana de Valbanera a la que renunció para complacer al rey.
Después vinieron los cargos en la Curia como abreviador de las cartas
apostólicas en 1483, y secretario del Colegio cardenalicio en 1491. Su nombramiento
de testamentario de Pedro Luis de Borja en 1488, y sus gestiones en la concertación
del matrimonio de Juan de Borja con la prometida de su hermano, María Enríquez,
ponen de manifiesto sus estrechos vínculos con el vicecanciller186. Por aquella época
López estrechó sus amistades con el círculo humanista de Paolo Pompilio, que le
dedicó su Vita Senecae nombrándole “philosophum et sacrae theologiae
religiosissimum assertorem”, y comprándole con Hércules al sostener con sus
propias espaldas el cielo para ayudar a Atlante, que es Rodrigo de Borja, el gran
príncipe de la Curia Apostólica187.
Tomó parte en el cónclave de 1492 como acólito del cardenal Borja, y éste le
nombró —una vez elegido pontífice— datario apostólico, obispo de Perusa, y en
1493 secretario personal suyo, como lo había sido en los tiempos de cardenal188.
Conscientes del peso que estaba adquiriendo en la Curia, los Reyes Católicos le
encomendaron asuntos relativos especialmente a provisiones, casi con la misma
frecuencia con la que se dirigían a sus embajadores Ruiz de Medina y López de
Carvajal189. Fue él quien pronunció el discurso de recibimiento de la embajada
extraordinaria de Diego López de Haro, y un mes después los reyes le escribieron
agradeciéndole “la diligencia e afección con que entendeys en la dirección de
nuestros negocios en essa Corte”, y le rogaron que continuara así “ca será darnos
causa para que hayamos encomendado vuestro bien y honra”190.
186 SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 14 y 17.
187 FAIDER, P., Paulus Pompilius, Vita Senecae, en ID., Études sur Sénèque, Gante 1921, pp. 281-282.
188 Para hacerse una idea de la importancia del oficio de datario —que se ocupaba de la concesión
de gracias in foro externo y por su poder era llamado oculus papae— baste citar el siguiente informe del
embajador veneciano rerido a Alejandro VI: “il papa de iure non può nulla; anzi due cardinali
deputati, se loro non paiono giuste, possono stracciare le bolle che fa il Papa, e così fa pure il
Datario”; en ALBERI, E. (ed.), Relazioni degli ambasciatori veneti al Senato. Serie II, vol. III, Florencia
1846, p. 12. Sobre el cargo cfr. CÉLIER, L., Les Dataires du XVe siècle et les origines de la Datarie
apostolique, París 1910; STORTI, N., La storia e il diritto della Dataria Apostolica dalle origini alle nostre giorni,
Nápoles 1969.
189 Véase las cartas que los reyes enviaron a Juan López durante los primeros años del pontificado
de Alejandro VI en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 141, 142, 148, 155, 196, 198 y 250.
190 Carta de Fernando el Católico a Juan López, 21 julio 1493; en LA TORRE, A. DE, Documentos...,
191 CHABÀS, R., Alejandro VI y el duque de Gandía..., p. 131; y OLIVER Y HURTADO, M., Don Rodrigo
los dos derechos. Vuelto a Valencia, el cardenal Rodrigo de Borja le pagó desde 1487 un salario de
mil quinientos sueldos anuales por la administración del ducado de Gandía; cfr. CRUSELLES GÓMEZ,
J. M., Los juristas valencianos..., pp. 158 y ss.
193 Carta de Fernando el Católico al obispo de Cartagena, 20 agosto 1497; en LA TORRE, A. DE,
Papa, ma solo lui feva quello li pareva, licet do siano li primi apresso soa Santità, videlicet, el cardinal
Capua, olim suo datario, et il nipote cardinal Borgia, et non ha consultori”; SANUDO, M., Diarii...,
vol. I, cols. 836-837.
196 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
familia de los Borjas..., pp. 195 y ss; GOÑI GAZTAMBIDE, J., Serra, Jaime, en DHEE, vol. IV, pp. 2438-
2439; también OLIVA, A. M., y SCHENA, O., Il Regno di Serdegna tra Spagna ed Italia nel Quattrocento.
Cultura e società: alcune reflessioni, en GALLINARI, L. (dir.), Descubrir el levante por el Poniente. I viaggi e le
splorazioni attraverso le collezioni della Biblioteca Universitaria de Cagliari. Atti del Convegno internazionale di
Studi (Villanovaforru, 1 diciembre 2001), Cagliari 2002, pp. 110-111.
199 FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas..., pp. 236 y 248.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 103
200 La búsqueda de la influencia de los cardenales Antonio Pallavicini y Rodrigo de Borja ponen de
manifiesto el interés del rey por gratificar a Serra; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 11-
12.
201 Sobre la actividad de Serra en Cesena cfr. FABRI, P. G., Cesare Borgia a Cesena. Istituzioni, vita
politica e società nella cronaca di Giuliano Fantaguzzi dal 1486 al 1500, «Archivio Storico Italiano», 148
(1990), pp. 69-102.
202 Cfr. GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, p. 104.
203 FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias..., pp. 95-96.
204 Cfr. RINCÓN, Ma. D., La égloga Tityrus Famulus de Marcelino Verardi y la desmitificación del papel del
poeta, «Estudi General. Revista de la Facultat de Lletres de la Universitat de Girona», 23-24 (2003-
2004), pp. 463-476.
104 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
senior, en DHGE, vol. IX, París 1937, cols. 1231-1232; DE CARO, G., Borgia, Giovanni, en DBI, vol.
XII, Roma 1970, pp. 713-715.
206 Instrucciones de Fernando el Católico a Juan Margarit, cardenal de Gerona y embajador en
Roma, 5 enero 1484; LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 12-14, especialmente p. 12. La
breve de Sixto IV protestando por la primera negativa de los reyes es del 25 noviembre 1483; en
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 256-257.
207 FRENZ, TH., Die Kanzlei..., p. 364.
208 Cfr. DE CARO, G., Borgia, Giovanni..., p. 714.
209 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
212 BATLLORI, M., La estirpe de los Borja..., pp. 45-46; PASCHINI, P., Borgia, Giovanni junior, en
DHGE, vol. IX, París 1937, cols. 1230-1231; DE CARO, G., Borgia, Giovanni, en DBI, vol. XII, Roma
1970, pp. 715-717; ALDEA, Q., Borja Lanzol de Romani, Juan, en DHEE, vol. I, p. 279.
213 Todavía está por estudiar el tipo de colaboración que ofreció este cardenal a Isabel y Fernando.
vol. IX, París 1937, col. 1233; DE CARO, G., Borgia, Pier Luigi (Ludovico), en DBI, vol. XII, Roma
1970, pp. 737-739; GOÑI GAZTAMBIDE, J., Borja Lanzol, Pedro Luis de, en DHEE, vol. Suplemento,
p. 104.
106 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
216 Cfr. IRADIEL, P., y CRUSELLES, J. M., El entorno eclesiástico..., p. 52; GOÑI GAZTAMBIDE, J.,
1417; un juicio negativo sobre su escasa actividad pastoral en la diócesis de Trani, de donde le
llegaba una renta anual de mil ducados, en RUSSO, C., Castellar, Giovanni, en DBI, vol. XXI, Roma
1978, pp. 646-647; GOÑI GAZTAMBIDE, J., Castelar, Juan, en DHEE, vol. Suplemento, p. 117.
220 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. VI, pp. 237-238.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 107
221 Una breve biografía de este desconocido eclesiástico en AUBERT, R., Isualles (Pietro), en DHGE,
Borgia, Francesco, en DHGE, vol. IX, París 1937, cols. 1229-1230; ALDEA, Q., Borja, Francisco de, en
DHEE, vol. I, p. 279; DE CARO, G., Borgia, Francesco, en DBI, vol. XII, Roma 1970, pp. 711-712; ver
también el breve opúsculo de BORRETTI, M., Francisco Borja arcivescovo di Cosenza (1500-1511),
Cosenza 1939; y PASCUAL Y BELTRÁN, V., Dos obispos de Teano, setabenses y homónimos (contribución a la
genealogía de los Borjas), «Boletín de la Real Academia de la Historia», 76 (1920), pp. 329-339.
224 También recibió algunos beneficios en el reino de Nápoles, como la preceptoría de Sessa, en la
diócesis de Nola; BORRÀS Y FELIU, A., Cartes d’Alexandre VI..., pp. 310-311.
225 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 523.
108 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
procuradores en Roma y al vicecanciller, 2 julio 1489; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, p.
250.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 109
230 BATLLORI, M., La correspondencia de Alejandro VI..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 181 y ss;
GOÑI GAZTAMBIDE, J., Casanova, Jaime de, en DHEE, vol. Suplemento, p. 116.
231 Véase el opúsculo de LLADONOSA PUJOL, J., El Cardenal Remolins, Lérida 1956; sobre su
489-492.
233 Cfr. TEROL I REIG, V., Cullera i els Borja: el Cardenal Lluis de Milà i Borja, senyor de les rectories de
Cullera i Sueca (1476-1508), en III Jornades d’estudis de Cullera, Cullera 2000, pp. 379-399; también ID.,
Els origens de la familia Borja a la ciutat de Xàtiva, en BATLLORI, M. (dir.), Diplomatari Borja…, pp. 226-
227.
110 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
PELLEGRINI, M., Ascanio Sforza: la creazione di un cardenal di ‘famiglia’, en CHITTOLINI, G. (dir.), Gli
Sforza, la Chiesa lombarda, la Corte di Roma. Strutture e pratiche beneficiarie nel ducato di Milano (1450-1535),
Nápoles 1989, pp. 215-89; ID., Ricerche sul patrimonio feudale e beneficiario del cardinale Ascanio Sforza,
«Archivio Storico Lombardo», 122 (1996), pp. 41-83; sobre todo ID., Ascanio Maria Sforza. La
parabola politica di un cardinale-principe del Rinascimento, vols. I-II, Roma 2002.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 111
237 Véase el despacho de Juan Claver, embajador en Nápoles, 29 mayo 1500; en DOUSSINAGUE, J.
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 485- 492, especialmente p. 491.
241 Ver las instrucciones en cifra de los Reyes Católicos a su procurador Carvajal prometiendo a
Pallavicini la sede de Segovia, 27 marzo 1491; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, pp. 385.
242 EUBEL, C., Hierarchia…, vol. II, pp. 112, 233, 294; CIACCONIUS, A. (Chacón), Vitae et Res Gestae
Pontificum Romanorum et S.R.E. Cardinalium, Roma 1630, pp. 1302-1303; AZCONA, T. DE, Derecho de
patronato y presentación a la Iglesia de Pamplona. Privilegio de Adriano VI a Carlos V en 1523, en
SARANYANA, J. I. (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide, Pamplona
1984, pp. 267-268. Algunas notas de sus auxiliares al frente de la diócesis de Orense en GARCÍA
ORO, J. (coord.), Historia de las diócesis españolas, vol. XV: Lugo, Mondoñedo-Ferrol y Orense, Madrid,
2002, pp. 482 y ss.
112 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
243 Sobre la vida y mecenazgo del cardenal Rafael Riario cfr. SCHIAVO, A., Profilo e testamento di
Raffaele Riario, «Studi Romani», 8 (1960), pp. 414-429; FROMMEL, C. L., Il Cardinale Raffaele Riario e il
Palazzo della Cancelleria, en Sisto IV Giulio II della Rovere mecenati e promotori di cultura, Atti del Convegno,
Savona 1985, pp. 73-85; ID., Raffaele Riario, committente della Cancelleria, en ESCH, A. (dir.), Arte,
commitenza ed economia a Roma e nelle corti del Rinascimento (1420-1530), Turín 1995, pp. 197-211;
BENTIVOGLIO, E., Per la conoscenza del palazzo della Cancelleria: la personalità e l’ambiente culturale del
cardinale Raffaele Sansoni Riario, «Quaderni dell’Istituto di Storia dell’Architettura», 15-20 (1991-92),
pp. 367-74.
244 Cfr. DÍAZ IBÁÑEZ, J., Pontificado e iglesias locales en Castilla. El caso de Cuenca (siglos XII-XV),
durante el reinado de los Reyes Católicos, «Espacio, Tiempo y Forma. Serie III. Historia Medieval», 10
(1997), pp. 137-155.
246 Sobre este longevo cardenal cfr. MENDOÇA, M., Don Jorge da Costa, “Cardeal de Alpedrinha”,
Lisboa 1991; CHAMBERS, D. S., What Made a Renaissance Cardinal Respectable? The Case of Cardinal Costa
of Portugal, «Renaissance Studies», 12 (1998), pp. 87-107; sus empresas artísticas en BONINA, M. J. B.,
A Capela Sepulcral do Cardeal D. Jorge da Costa. Um Exemplo de Mecenatismo Eclesiástico na Roma do
Renascimento, vols. I-III, Lisboa 1993.
247 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
248 Cfr. SANFILIPPO, M., Pio III, en Storia dei Papi, vol. III: Innocenzo VIII-Giovani Paolo II, Roma
noviembre 1503; en ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p. 70; ver también ZURITA, J., Historia...,
fol. 302r.
252 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. I, pp. 4, 152-153, 266, 277; vol. II, pp. 84, 155, 163, 299,
368, 407; vol. III, pp. 74, 107, 109-110, 228, 408-409, etc; sobre la activida eclesiástica de Carafa cfr.
PETRUCCI, F., Carafa, Oliviero, en DBI, vol. XIX, Roma 1976, pp. 588-596; su mecenazgo artístico en
STRAZZULLO, A., Il Card. Oliviero Carafa mecenate del Rinascimento, en «Atti dell’Accademia
Pontaniana», 14 (1965), pp. 150-178.
253 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Francisco des Prats..., p. 103.
254 Carta de Fernando el Católico al Gran Capitán, 13 septiembre 1503; SERRANO Y PINEDA, L. I.
(ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos..., «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 23 (1910), pp.
114 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
504-505; la preocupación de Oliviero Carafa por las victorias del Gran Capitán, en las que veía la
ruina de su familia, en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, pp. 15-17.
255 Carta de Carvajal 2 octubre 1493 (mal datada en 1495); en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
Cipro, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte…, vol. III, pp. 873-894.
257 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 23; vol. V, pp. 538-539.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 115
258 Sobre la historia, funcionamiento y derechos de los consulados cfr. SMITH, R. S., Historia de los
consulados de la Mar, 1250-1700, Barcelona 1978; LALINDE ABADÍA, J., La Corona de Aragón en el
Mediterráneo medieval (1229-1479), Zaragoza 1979.
259 Sobre las colonias de mercaderes españoles en Italia cfr. MANCA, C., Colonie iberiche in Italia nei
secoli XIV e XV, «Anuario de Estudios Medievales», 10 (1980), pp. 505-538; DINI, B., Mercaderes
españoles en Florencia, en Actas del V Centenario del Consulado de Burgos (1494-1494), Burgos 1994, pp.
321-347; MAINONI, P., Compagnie iberiche a Milano nel secondo Quattrocento, «Anuario de Estudios
Medievales», 24 (1994), pp. 419-428. Sobre la fundación de consulados en el ámbito mediterráneo
cfr. CASADO ALONSO, H., Las colonias de mercaderes castellanos en Europa (siglos XV y XVI), en Castilla y
Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV, XV y XVI, Burgos 1995, pp. 15-56; FERREIRA
PRIEGUE, E., Cónsules de castellanos y cónsules de españoles en el Mediterráneo bejomedieval, en Castilla y
Europa. Comercio y mercaderes..., pp. 191-239; VAQUERO PIÑEIRO, M., Mercaderes catalanes y valencianos en
el consulado de Roma, «Revista d’Història Medieval», 9 (1998), pp. 155-169; los consulados de la otra
orilla del Mediterráneo en GUASCH, G., Fernando el Católico y los consulados catalanes en África, en V
Congreso de Historia de la Corona de Aragón..., vol. II, pp. 112 y ss; LÓPEZ DE MENESES, A., Un siglo del
consulado de los catalanes en Alejandría (1416-1516), en IX Congresso di Storia della Corona d’Aragona…, vol.
II, Nápoles 1982, pp. 225-242.
260 En LA TORRE, A DE, Documentos..., vol. V, pp. 55-56.
261 En el documento citado Fernando le pedía expresamente que apremiase al papa para pagar a
Vilamarí “pues sabeys toda la forma de la capitulación, assiento e conducción”; Ibidem, p. 56.
116 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
262 Carta de Fernando el Católico a los consellers de Barcelona, 14 febrero 1497; en LA TORRE, A
DE, Documentos..., vol. V, pp. 407-408.
263 Para A. Serio, la diléctica entre el soberano aragonés y el municipio barcelonés es meramente
probablemente se encontraba en un edificio situado entre los números 90 y 104 de la actual plaza
Navona, y fue antiguo consulado español hasta finales del siglo XIX. El edificio —que alberga hoy
las dependencias del Instituto Cervantes— todavía conserva una larga cornisa adornada con
conchas, símbolo del peregrino de Santiago, que podría datar de la época del pontificado Borja; cfr.
COMPANY, X., Alexandre VI i Roma. Les empreses artistíques de Roderic de Borja a Itália, Valencia 2002,
pp. 261-263.
265 Las facultades entregadas por Fernando el Católico a Francisco de Rojas, 20 julio 1503; AGS,
Patronato Real, leg. 16, fol. 58; LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 132.
266 El incremento de los movimientos económicos privados, tando catalanes como castellanos, se
observa en PORRAS ARBOLEDAS, P., Ejército y práctica mercantil. La presencia andaluza en Italia a comienzos
del siglo XVI, «Estudios de Historia y de Arqueología Medievales», 10 (1994), pp. 139-154; PELÁEZ,
M. J. Notas sobre las relaciones económicas entre Cataluña e Italia desde 1472 a 1516, en BALLETO, L. (dir.),
Oriente e Occidente tra Medioevo ed età Moderna. Studi in onore di Geo Pistarino, Génova 1997, pp. 977-1003.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 117
C., Colonie iberiche in Italia nei secoli XIV e XV, «Anuario de Estudios Medievales», 10 (1980), pp. 505-
538; VAQUERO PIÑEIRO, M., Una realtà nazionale composita: comunità e chiese “spagnole” a Roma, en
GENSINI, S. (dir.), Roma capitale..., pp. 473-91; ID., La presencia de los españoles en la economía romana
(1500-1527). Primeros datos de archivo, «En la España Medieval», 16 (1993), pp. 287-305; SERIO, A.,
Modi, tempi, uomini della presenza hispana a Roma tra la fine del Quattrocento e il primo Cinquecento (1492-
1527), en CANTÙ, F., y VISCEGLIA, M. A. (dirs.), L’Italia di Carlo V. Guerra, religione e politica del primo
Cinquecento. Atti del Convegno internazionale di studi (Roma, 5-7 aprile 2001), Roma 2003, pp. 433-476; su
evolución posterior en DANDELET, T., Spanish Conquest and Colonization at the Center of the Old World.
The Spanish Nation in Rome, 1555-1625, «The Journal of Modern History», 69 (1997), pp. 479-511;
ID., Spanish Rome, 1500-1700, New Haven-Londres 2001, pp. 109-159.
268 Para valorar el grado de estabilidad y organización de la nazione spagnola en Roma puede ser
indicativo compararla con otros grupos nacionales —como el francés, el inglés o el portugués— que
no contaban en esta época con instituciones eclesiástico-hospitalarias tan desarrolladas; cfr. UGINET,
F. C., L’ideée de “Natio Gallicana” et la fin de la présence savoisienne dans l’église nationale de Saint-Louis à
Rome, en Les fondations nationales dans la Rome pontificale, (Collection de l’École Française de Rome, 52),
Roma 1981, pp. 83-99; ROSA, M. DE L., «S. Antonio dei Portoghesi»: elementos para a História do Hospital
Nacional Português em Roma (cécss. XIV-XX), «Lusitania Sacra», 2ª série, 5 (1993), pp. 319-378;
HARVEY, M., The English in Rome (1362-1420). Portrait of an Expatriate Community, Cambridge 1999.
269 Carta de Matteo Bosso de Verona a Giovanni Geregato, (datada antes del 23 marzo 1493); en
SORANZO, G., L’umanista canonico regolare lateranense Matteo Bosso di Verona (1427-1502). I suoi scritti e il
suo Epistolario, Padua 1965, p. 36.
270 Cit. en BATLLORI, M., El catalán en la corte romana, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 164-165.
118 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
271 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., L’ospedale della nazione castigliana in Roma tra Medioevo de età moderna,
«Roma moderna e contemporanea», 1 (1993), pp. 57-81; ID., La renta y las casas. El patrimonio
immobiliario de Santiago de los Españoles de Roma entre los siglos XV y XVII, Roma 1999. Sobre la iglesia-
hospital de Santiago véase también: FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias nacionales de España en Roma.
Sus orígenes, «Anthologica Annua», 4 (1956), pp. 9-96; ID., Santiago de los Españoles de Roma en el siglo
XVI, «Anthologica Annua», 6 (1958), pp. 9-122; ID., Pío II y la iglesia de Santiago de los Españoles. Una
súplica al Papa en 1459, «Miscellanea Historiae Pontificiae», 50 (1983), pp. 135-143; CENCHELLI, C.,
Una chiesa insigne sul nuovo Corso del Rinascimento, San Giacomo degli Spagnoli, «Roma», 10 (1936), pp. 325-334;
RUSSO, F., Nostra Signora del Sacro Cuore (Già S. Giacomo degli Spagnoli), Roma 1969; sobre la faceta artística
ARAMBURU-ZABALA, M. Á., La Iglesia y el Hospital de Santiago de los Españoles. El papel del arquitecto en la
Roma del renacimiento, «Anuario del Departamento de Historia y Teoría del Arte», 3 (1991), pp. 31-42;
GARCÍA HERNÁN, E., La iglesia de Santiago de los Españoles en Roma: trayectoria de una institución,
«Anthologica Annua», 42 (1995), pp. 307-314.
272 Texto de la reunión de 1470 fue editado por FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias nacionales...,
pp. 75-78; véase también VAQUERO PIÑEIRO, M., La renta y las casas..., pp. 17-18.
273 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., Una realtà nazionale composita..., p. 485.
274 Es muy expresiva al respecto la carta que Fernando el Católico envió a su embajador Jerónimo
del Vich el 27 de mayo de 1506, comunicándole que él había pensado hasta ahora que la iglesia-
hospital de Santiago acogía a “los vasallos” tanto de la Corona de Aragón como la de Castilla;
MANGLANO Y CUCALO DE MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. II, p. 55;
también SERIO, A., Modi, tempi, uomini della presenza hispana a Roma..., p. 442.
275 Alfonso de Paradinas (c. 1395-1485) era natural del pueblo homónimo (Salamanca), y en 1422
se trasladó en Roma, donde trabajará más adelante como procurador del obispo y del cabildo de la
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 119
otros embajadores de los reyes en la Ciudad Eterna, Paradinas reunió a los tres ó
cuatro miembros de la “nación”, con los que decidió tomar acta notarial de lo que
Beteta había dejado y enviar este material a la Corte276. Para agradecer este
servicio, Isabel y Fernando concedieron el 18 de septiembre de 1484 una serie de
privilegios protocolarios y garantías que protegían a la nación de posibles
injerencias, mientras los reyes recibían bajo su protección y amparo tanto a la
nación como a la iglesia de Santiago de los Españoles277.
Al considerase “protectores y conservadores”, Isabel y Fernando intentaban
ganarse a la comunidad castellana, conscientes que sus servicios podían ser muy
útiles como apoyo a sus representantes diplomáticos, o por la legitimidad que
podían proporcionar a sus proyectos278. La colaboración de la nación también
podía ser eficaz en momentos de tensión, como sucedió durante la crisis hispano-
pontificia de 1498-1499, en la que los embajadores se hicieron acompañar en su
protesta ante la Curia por “magna multitudine nationis hispane usque ad numerum
catedral de Cartagena. En 1469 fue nombrado obispo de Ciudad Rodrigo pero mantuvo su
residencia en Roma, adquiriendo un gran prestigio como auditor del Sacro Palacio, y sirviendo a
Pablo II y Sixto IV en algunas misiones importantes; cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias
nacionales..., pp. 26-32; se añaden algunas noticias, sin entrar en la relación entre el prelado y los
Reyes Católicos, en MANSILLA REOYO, D., Alfonso de Paradinas, obispo de Ciudad Rodrigo (1469-1485),
en SARANYANA, J. I. (dir.), De la Iglesia y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide,
Pamplona 1984, pp. 119-154.
276 Aunque el documento citado contenga ciertas inexactitudes terminológicas, existe una verdad
de fondo: la aproximación de la Corona hacia la comunidad española de Roma; cfr. NIETO SORIA, J.
M., La nación española de Roma..., pp. 116 y ss. Sin embargo hay que decir que en Roma se hicieron
cargo de los negocios españoles tanto el cardenal de Gerona, Juan Margarit, como el vicecanciller
Rodrigo de Borja; el agradecimiento de Fernando el Católico a éste último, 14 mayo 1484; en LA
TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, p. 61.
277 En cuanto a los privilegios obtenidos, el documento establecía que el embajador de los reyes
debía reunir en el futuro a los diputados de la nación para tratar asuntos que pudieran competer a la
Corona y a la propia nación, actuando como a manera de Cortes, en que el lugar del rey lo ocupa el
embajador, y el lugar de los procuradores de las ciudades, los diputados de la nación. Éstos son
considerados en el documento “perpetuos consejeros e consultores e manejadores de graves
negocios de nuestros enbaxadores”. Los diputados de la nación, también debían dar audiencia para
que se pudieran manifestar las posibles quejas y exigir reparaciones al embajador, imitando así el
ejemplo de las audiencias reales. Por último se otorgaba a los diputados el privilegio de ocupar en las
ceremonias el primer lugar a la izquierda del embajador, cardenales o prelados españoles.
278 El curial Girolamo Porcari dice en su Commentarius de creatione et coronatione Alexandri VI
dedicado a los Reyes Católicos en 1493 que gracias a los españoles establecidos en Roma, “sé que
vostros, legítimos reges de las Españas, habéis reivindicado el territorio ocupado hace tiempo y lo
habéis extendido con vuestras acciones y lo habéis consolidado con vuestras virtudes” ; PORCII, H.,
Commentarius de creatione et coronatione Alexandri VI, ed. Eucharius Silber, Roma 1493; IERS 1396; en
BAV, Inc. VI. 8, fol. 2r.
120 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
LXX vel circa”279. Por otra parte, no faltaron ocasiones en que los reyes
amenazaron al Pontificado —en plena crisis diplomática— con hacer salir de la
Urbe a sus súbditos, o congelar los beneficios eclesiásticos que estuvieran en
manos de irresidentes280.
A la muerte de Alfonso de Paradinas en 1485, sus sucesores el obispo de
Oviedo —Alfonso Palenzuela— y el obispo de Pamplona —Alfonso Carrillo,
sobrino del famoso arzobispo de Toledo— mantuvieron un gobierno personal
que apenas tenía en cuenta las innovaciones de los estatutos de Paradinas relativas
a la participación de la comunidad. Esta anómala situación trató de solucionarse
creando en septiembre 1491 —tras la muerte de Carrillo— la figura del
gobernador-rector o protector que, al recaer en la persona del embajador de los
reyes Bernardino López de Carvajal, trajo como consecuencia una mayor
vinculación de la Corona con la institución de la nación castellana281. Desde este
puesto y una vez nombrado cardenal, Bernardino se encargó de las obras de
ampliación de la iglesia en 1498 contando con el beneplácito de los Reyes
Católicos282. Además, el apoyo regio al Hospital debe enmarcarse en la política de
fundaciones hospitalarias que emprendieron los reyes a partir de 1492 en el recién
conquistado reino granadino, o en Santiago de Compostela —ciudad santa como
Roma— donde a finales de 1499 erigieron el impresionante Hospital de Santiago,
sometido al Patronato Real, gracias a la bula fundacional y a las bulas de
279 BURCKARDI, J., Liber notarum ab anno 1483 usque ad annum 1506, ed. E. Celani, en MURATORI, L.
A. (dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. XXII, vol. II, Città di Castello 1907-1942, p. 133.
280 Casos de este tipo sucedieron con Sixto IV por la beligerancia que había adoptado contra el rey
de Nápoles, o con motivo de la disputa por el nombramiento de la sede de Cuenca; y con Alejandro
VI por la orientación profrancesa que dio a su política. Para el primer caso véanse las instrucciones a
su embajador Gonzalo Fernández de Heredia en LA TORRE, A. DE, Documentos sobre las relaciones
internacionales de los Reyes Católicos, vol. I, Barcelona 1949, p. 263; el conflicto por la sede de Cuenca en
PULGAR, H., Crónica de los Señores Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel de Castilla y Aragón, en
ROSELL, C. (ed.), Biblioteca de Autores Españoles, t. LXX, Madrid 1878, p. 362; las amenazas a
Alejandro VI en ZURITA, J., Anales de la Corona de Aragón, vol. IV: Historia del rey don Hernando el
Cathólico. De las empresas y ligas de Italia, Zaragoza 1610, fol. 160r.
281 A pesar del prestigio de la figura del rector, M. Vaquero Piñeiro considera que la asamblea de
Santiago de los Españoles se decantó por un “modelo institucional no ligado a las fortunas y apoyos
personales de los potentes hombres de iglesia castellanos establemente afincados en Roma”, lo que
distinguía muy bien a esta institución —cuya financiación se basaba en sus propios recursos
patrimoniales— de otros establecimientos eclesiásticos que eran resultado directo del mecenazgo de
los Reyes Católicos en Roma; cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., La renta y las casas..., p. 19.
282 Las obras de ampliación y la posible intervención de los Reyes Católicos será objeto del
capítulo I. 3.5. La figura del cardenal-protector de un hospital nacional se observa para la misma
época en la persona del cardenal portugués Jorge da Costa, eficaz benefactor de la iglesia-hospital de
San Antonio de los Portugueses en Roma; ROSA, M. DE L., «S. Antonio dei Portoghesi…, pp. 329-331.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 121
283 Cfr. JARAMILLO CERVILLA, M., El Hospital Real de Caridad de Guadix, «Chronica Nova», 20
(1992), pp. 233-235; ROSENDE VALDÉS, A. A., El Grande y Real Hospital de Santiago de Compostela,
Santiago de Compostela 1999; SZÁSZDI LEÓN-BORJA, I., El Hospital Real de Santiago de Compostela, un
proyecto común europeo. Correspondencia a Reyes y Príncipes, «Iacobus», 7-8 (1999), pp. 5-39.
284 El embajador dejó a la iglesia casi todos los muebles y utensilios de su casa cuando abandonó
Roma en julio de 1499; cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Santiago de los Españoles..., p. 66.
285 ASMM, Libro del camarlengo, leg. 493, renta de las casas 1499-1500; FERNÁNDEZ ALONSO, J., La
compañía de Carvajal y otros cardenales, que había empezado en Santa María la Mayor y había
pasado por Santa Croce in Gerusalemme; BURCKARDT, J., Liber notarum..., vol. II, p. 140.
287 En 1496 se documentan en los libros del camarlengo por primera vez la presencia de los pifans
papales (Pifari Castelli Sant’Angeli) que tocaron en la procesión del Corpus de 1496 junto con los
habituales tamborini de la iglesia. La fiesta de Santiago de aquel año se celebró suntuosamente con la
novedosa participación de los cantores papales, y ante la presencia de toda la casa de César Borja,
que a partir de entonces aportaría el servicio de su capilla hasta 1500. En 1497 fue el duque de
122 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Gandía, Juan de Borja, el que se incorporaría a la celebración de Santiago con su capilla musical;
PIETSCHMANN, K., Música y conjuntos musicales..., pp. 457 y ss.
288 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias nacionales..., p. 67.
289 Cfr. ONORI, L., Un maggiordomo di Alessandro VI, «Rivista del Collegio Heraldico», 12 (1914), pp.
200-205; también FERNÁNDEZ ALONSO, J., La iglesia de Santiago, de Roma en el siglo XVI..., pp. 24 y ss.
290 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias nacionales..., pp. 9-96; ID., Santa María di Monserrato,
Roma 1968, pp. 8-11; también VINKE, J., Inicios del “Hospitale Cathalanorum et Aragonensium” en Roma,
«Hispania Sacra», 11 (1958), pp. 139-156.
291 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias nacionales..., p. 6; ID., Santa María di Monserrato, Roma
1968, p. 12; sobre el personaje de Juan de Castro cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Castro, Juan de, en
DHEE, vol. Suplemento, pp. 119-120.
LOS AGENTES DE LAS NEGOCIACIONES EN TIEMPOS DE ALEJANDRO VI 123
292 Entre 1500 y 1506 ocupa el cargo de administrador del Hospital de San Nicolás de los
Catalanes otro hombre de confianza de Alejandro VI, Miguel de Biure, canónigo de Gerona,
protonotario apostólico y mayordomo mayor del pontífice; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las iglesias
nacionales..., p. 65.
293 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., Una realtà nazionale composita..., 473-489; también SERIO, A., Modi,
1 Sobre la propaganda real en la Castilla Trastámara cfr. NIETO SORIA, J. M., Propaganda política y
poder real en la Castilla Trastámara: una perspectiva de análisis, «Anuario de Estudios Medievales», 25
(1995), pp. 489-515; ID., Propaganda and legitimation in Castile: Religion and Church, 1250-1500, en
ELLENIUS, A. (ed.), Iconography, Propaganda and Legitimation, Oxford 1998, pp. 105-119; ID., (dir.),
Orígenes de la monarquía hispánica. Propaganda y legitimación (ca. 1400-1520), Madrid 1999; CARRASCO
MANCHADO, A. I., Aproximación al problema de la conciencia propagandística en algunos escritores políticos del
siglo XV, «En la España Medieval», 21 (1998), pp. 229-269; OHARA, S., La propaganda en la guerra de
sucesión de Enrique IV (1457-1474), «Edad Media. Revista de Historia», 5 (2002), pp. 117-133. Sobre la
realeza aragonesa cfr. PALACIOS MARTÍN, B., Imágenes y símbolos del poder real en la Corona de Aragón, en
XV Congreso de Historia de la Corona de Aragón, t. I/ vol. I: El poder poder real en la Corona de Aragón
(Siglos XIV-XVI), Zaragoza 1996, pp. 189-229.
2 La imagen de Isabel y Fernando proyectada desde la Corte ha sido objeto de diversos trabajos:
MENÉNDEZ PIDAL, R., La significación del reinado de Isabel la Católica según sus coetáneos, en Curso de
Conferencias sobre la política africana de los Reyes Católicos, vol. I, Madrid 1951, pp. 9-30; CÁTEDRA, P. M.,
La historiografía en verso en la época de los Reyes Católicos. Juan Barba y su ‘Consolatoria de Castilla’, Salamanca
1989; REDONDO, A., Emergence et effacement de la femme politique a la Renaissance: Isabelle la Catholique et
María Pacheco, en ID. (ed.), Images de la femme en Espagne aux XVIe et XVIIe siècles, Paris 1994, pp. 291-
304; TATE, R. B., Las políticas sexuales de Enrique el Impotente a Isabel, maestra de engaños (magistra
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 125
dissimulationum), en Actas del I Congreso Anglo-Hispano, vol. III: Historia, Madrid 1994, pp. 165-176;
VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, Ascenso y caída de un “héroe”: Fernando el Católico en las Décadas de Alonso de
Palencia, «Temas Medievales», 7 (1997), pp. 37-56; CARRASCO MANCHADO, A. I., Propaganda política en
los panegíricos poéticos de los Reyes Católicos: una aproximación, «Anuario de Estudios Medievales», 25
(1995), pp. 517-543; insisten en los aspectos mesiánicos MILHOU, A., Le chauve souris, Le Nouveau
David et le Roi Caché (trois images de l’empereur des derniers temps dans le monde iberique: XIIIe-XVIIe siécles),
«Mélanges de la Casa de Velázquez», 18-1 (1981), pp. 61-78; ID., De Rodrigo le pécheur à Ferdinand le
restaurateur, en FONTAINE, J., y PELLISTRANDI, CH. (dirs.), L’Europe héritière de l’Espagne wisigothique,
Madrid 1992, pp. 365-382; DURAN GRAU, E., La cort reial como a centre de propaganda monárquica: la
participaciò morisca e l’exaltació messiánica dels Reis Catòlics, «Pedralves. Revista d’Historia Moderna», 13-2
(1993), pp. 506-514; ID., y REQUESENS, J., Profecia i poder al renaixent: text profétics catalans favorables a
Ferran el Catòlic, Valencia 1997; ID., El milenarisme al servei del poder i del contrapoder, BELENGUER
CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas…, vol. II, pp. 293-308.
3 Algunos análisis de los testimonios italianos en CARLO ROSSI, G., I Re Cattolici in testimonianze
letterarie e storiche italiane del tempo, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. I, Zaragoza
1955, pp. 47-72; SORANZO, G., Pietro Martire d’Anghiera “laudator” di re Ferdinando d’Aragon e di Isabella
di Castiglia nel suo epistolario, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón..., vol. I, pp. 73-96; un
buen análisis de los textos de Maquiavelo y Castiglione sobre los Reyes Católicos en MENÉNDEZ
PIDAL, R., Los Reyes Católicos según Maquiavelo y Castiglione, Madrid 1952; los trabajos que se contienen
en ROCHON, A. (dir.), Présence et influence de l’Espagne dans la culture italienne de la Renaissance, París 1978;
GIUNTA, F., Italia e Spagna nelle cronache italiane dell’epoca dei Rei Cattolici, en Presencia italiana en
Andalucía. Siglos XIV-XVII. Actas del I Coloquio Hispano-Italiano, Sevilla 1985, pp. 139-173 (reed. en
Nuovi studi sull’età colombiana, Roma 1987, pp. 27-51); ID., I Re Cattolici nelle opere di Machiavelli e di
Guicciardini, en ID., Nuovi studi…, pp. 53-72.
4 CASTIGLIONE, B. DE, El Cortesano, Madrid 1984, p. 257; ver el análisis de estas líneas en GUIDI,
J., L’Espagne dans la vie et dans l’ouvre de B. Castiglione: de l’equilibre franco-hispanique au choix impérial, en
ROCHON, A. (dir.), Présence et influence…, pp. 113-202; QUONDAM, A., Questo povero Cortegiano.
Castiglione, il libro, la storia, Roma 2000, pp. 356-363.
5 GUICCIARDINI, F., Ricordi, Milán 1983, p. 71; también GAGNEUX, M., L’Espagne des Rois
Catholiques dans l’œuvre de François Guichardin, en ROCHON, A. (dir.), Présence et influence de l’Espagne…,
pp. 55-112; SÁNCHEZ SESA, R., La cronística toscana bajomedieval y la imagen de la Península Ibérica, «En la
España Medieval», 20 (1997), pp. 53-54.
126 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
no se explica tan sólo por una utilización política de lo religioso, sino que
responde a una aceptación implícita del carácter intraeclesial que tenía lo político,
y más aún tratándose de unas monarquías agitadas por corrientes mesiánicas de
diversa procedencia6.
El desarrollo de esta propaganda dio lugar a una forma de representación de
la Realeza y a la creación de una imago regis —de contenido más discursivo que
iconográfico— que debía respaldar las negociaciones en la Curia, removiendo los
obstáculos o disipando los recelos que no pocas veces las dificultaban7. Con la
progresiva intervención en la Península Italiana y la expansión oceánica, esta
imagen se fue adecuando a una política global, en razón de la cual Roma acabó
ocupando una posición central en los planes de la monarquía, al querer enlazar el
naciente dominio español en el Mediterráneo con la antigua capital del Impero
Romano. En aquella “plaza del mundo” —como llamaba Fernando el Católico a
la ciudad pontificia— acabó cristalizando un paradigma de la realeza española que
penetrará en el imaginario político del Renacimiento, suscitando el entusiasmo de
la Santa Sede y la emulación de los príncipes cristianos.
Como ha puesto de manifiesto la antropología política, la “imagen” no sólo
devuelve como idea o como memoria lo ausente, sino que además lo trasforma en
su aspecto original, lo re-presenta, lo vuelve a presentar de otra manera distinta
con un objetivo de sublimación8. Fenómeno que tenía particulares resonancias en
Roma, donde el doble prestigio del pasado pagano y cristiano, de un poder sacral y
profano, confería a la Corte pontificia un poder de evocación sin igual e
inigualable9. Por esta razón las monarquías europeas intentaron aprovechar la
sobre historia cultural, Barcelona 1992; BALANDIER, G., El poder en escenas. De la representación del poder al
poder de la representación, Barcelona 1994; MARIN, L., De la représentation, París 1994; ver también los
trabajos reunidos en BLANCHARD, J. (ed.) Représentation, pouvoir et royauté à la fin du Moyen Âge,
Université du Main 1994; ELLENIUS, A., (ed.) Iconography, Propaganda and Legitimation, Oxford 1998.
9 HURTUBISE, P., Jalons pour une Histoire de la Cour de Rome aux XVe et XVIe siécle, «RR Roma nel
Rinascimento, Bibliografia e note», 1999, pp. 121-134. Sobre la imagen de Roma ver también los
trabajos contenidos en DANESI SQUARZINA, S. (dir.), Roma, centro ideale della cultura dell’Antico nei secoli
XV e XVI. Da Martino V al Sacco di Roma, Milán 1989; ESCH, A., Rome entre le Moyen Âge et la
Renaissance, Sigmaringen 2000.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 127
10 FARENGA, P., Ciscostanze e modi della diffusione della “Historia Baetica”, en CHIABÒ, M., FARENGA,
P., y MIGLIO, M. (dirs.), Caroli Verardi. Historia Baetica. La caduta di Granata nel 1492, Roma 1993, p.
XXIII.
128 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Influssi spagnoli nella cultura rinascimentale romana. Intorno alla publicazione della “Historia Baetica” de Carlo
Verardi, «RR Roma nel Rinascimento, Bibliografia e note», 1993, pp. 235 y ss.
12 Cfr. GARCÍA PELAYO, M., Los mitos políticos, Madrid 1981.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 129
13 Sobre el papel ceremonial que caracteriza a las embajadas permanentes cfr. QUELLER, D. E.,
The Office of Ambassador..., pp. 190-220; para el caso español cfr. OCHOA BRUN, M. Á., Los usos
diplomáticos en la época del Tratado de Tordesillas, en El Tratado de Tordesillas y su época..., vol. II, pp. 801-
824.
14 A este cuerpo de servidores se refería Fernando el Católico cuando concede un salvoconducto a
su embajador, Lorenzo Suárez de Figueroa, “cum comitiva sua e cum omnibus rebus quas ipse et
eius comitiva secum ducent”; en OLIVA, A. M., Gli ambasciatori dei re Cattolici..., p. 27.
15 Sobre este perfil militar de la diplomacia del momento cfr. MALLET, M. E., Diplomacy and War in
the Later Fifteenth-Century Italy, «Proceedings of the British Academy», 67 (1981), pp. 267-288.
130 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
16 Nos ocupamos de este tema en FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte de Isabel I...,
pp. 101-126.
17 No le faltaba razón a Oviedo a la vista de los poemas compuestos por López de Haro o sus
requiebros enderezados a doña Marina Manuel, esposa de Balduino de Borgoña; cfr. SAN PEDRO,
D., Obras Completas, ed. K. Whinnom, vol. I, Madrid 1981, pp. 30 y ss.
18 COMMYNES, PH. DE, Mémoires de Philippe de Commynes, ed. R. Chantelauze, París 1881, p. 574. El
retrato del francés coincide con el de Fernández de Oviedo cuando dice que “fue muy estimado, e
tuvo con esto una umildad e conversación digna de tan generoso varón, tan llano e tan sin
presunción —vicio, por otra parte, bastante común en la aristocracia y al que no fue ajeno su
hermano Garcilaso—, que los sabios e los príncipes con quién confirió, se la avían envidia, y a los
vanos e soberbios desplacía y era aborrecible”; FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquágenas,
vol. II, pp. 413-415.
19 FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, E., Vida del célebre poeta Garcilaso de la Vega..., p. 140; Oviedo
comenta sus gustos musicales cuando afirma que él mismo le vio “tañer algunas veces”, ya que “era
gentil músico de arpa e buen caballero”; FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquagenas..., vol.
II, p. 408.
20 De manera inversa, el retraso de las audiencias era visto como falta de consideración de la que
el embajador informaba inmediatamente a sus soberanos; véase al respecto el despacho del nuncio a
Alejandro VI cometándole las “descortesías” que el embajador castellano recriminaba al papa por no
concederle audiencia y había hecho llegar a los reyes en septiembre de 1494; ASV, A.A., Arm. I-
XVIII, 5023, fol. 29rv.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 131
manos, pies y boca, o solamente los pies. Después se iniciaban las conversaciones
con un intercambio de discursos más o menos solemnes. Los asuntos se
tramitaban a través del método de súplica, en virtud del cual el procurador —
como representante del rey— exponía los méritos y virtudes de su soberano que
justificaban la concesión de una determinada “gracia” pontificia. Si el papa accedía,
sus oficiales reconocían las razones alegadas y recogían en sus trazos esenciales la
imagen apologética que los embajadores acababan de describir, haciéndola constar
en las bulas o documentos pertinentes; de ahí que J. M. Nieto Soria considere este
acto como un ceremonial de la representatio, y una ocasión para desarrollar la
propaganda o aportar una legitimación a favor de las pretensiones absolutistas de
los monarcas21.
Normalmente la audiencia se desarrollaba en un ambiente de cordialidad y
diplomacia, pero si las peticiones no eran atendidas podía ocurrir que subiera el
tono del coloquio hasta desencadenar situaciones “explosivas”, como la que se
produjo en 1498 cuando el papa y los enviados españoles se cruzaron
amonestaciones e insultos, hasta que Alejandro VI amenazó a los embajadores con
echarles al Tíber22. En caso de llegar a una crisis diplomática —como ocurrió tras
el episodio mencionado— los embajadores rompían las relaciones con el papa y
no comparecían en los actos públicos. Se llegaba entonces a un “vacío
diplomático” que no era “antirepresentación”, sino ostentación de la inexistencia
de relaciones, pues los reyes no procedían a la retirada de sus embajadores —que
permanecían encerrados en su residencia romana—, sino que utilizaban otro tipo
de medidas de presión como amenazar al papa con sacar a sus súbditos de la
Urbe23.
Además de las audiencias, el embajador solía comparecer a los distintos
actos públicos a las que era invitado, como consistorios, celebraciones litúrgicas,
recepciones o fiestas de diverso tipo. En aquellas ocasiones debía ocupar la
“posición relativa” que le correspondía dentro del cuerpo diplomático
internacional, de acuerdo a una mentalidad en la que “la apariencia simbolizaba
poder” y la geografía del espacio cortesano debía reflejar escrupulosamente la
jerarquía de dignidades24. En una Corte tan internacional como la Curia era
21 Cfr. NIETO SORIA, J. M., De la grâce papale à l’absolutisme royal. Le roi de Castille suppliant le pape au
XVe siècle, en MILLET, H. (dir.), Suppliques et requêtes. Le Gouvernement par la grâce en Occident ( XIIe-XVe
siècle), Roma 2003, pp. 343-356.
22 Ver el relato de este episodio tan singular en el capítulo II. 5.2.
23 Véanse por ejemplo los comentarios que suscitó la incomparecencia de los embajadores de los
Reyes Católicos en el carnaval de 1499 en ADEMOLLO, A., Alessandro VI, Giulio II e Leone X nel
carnavale di Roma. Documenti inediti (1499-1520), Florencia 1886, pp. 25 y ss; también SANUDO, M.,
Diarii..., vol. II, pp. 352-353.
24 Cfr. VISCEGLIA, M. A., Conflitti di precedenza alla corte di Roma tra Cinquecento e Seicento, en ID., La
città rituale. Roma e le sue ceremonie in età moderna, Roma 2002, pp. 119-190.
132 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
25 Para poner fin a este tipo de conflictos que surgieron en el siglo XV, Julio II encargaría a sus
maestros de ceremonias la redacción del Ordo regum et principum en 1504; cfr. QUELLER, D. E., The
Office of Ambassador..., pp. 200 y ss; también VISCEGLIA, M. A., Conflitti di precedenza alla corte di
Roma…, pp. 125 y ss.
26 Sobre el valor simbólico y ritual de la Capilla Sixtina en esta época cfr. ETTLINGER, L. D., The
Sistine Chapel before Michelangelo: Religious Imaginery and Papal Primacy, Oxford 1965.
27 En Castilla el precedente más famoso de esta pugna representativa es el discurso que pronunció
1486; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 15; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp.
388-390.
29 BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. I, p. 179.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 133
soberanos, o cuando en 1485 le rompió la nariz al protonotario Bernardino López de Carvajal; cfr.
RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 13 y ss; sobre el forcejeo con Carvajal ver el
capítulo I. 2.2. b.
33 GRASSIS, P. DE, Diarium, en BAV, Vat. Lat. 5635, fols. 128r y ss.
34 GRASSIS, P. DE, De oratoribus praecedentia, en BAV, Ottob. Lat. 2366, fols. 53r y ss.
35 Cfr. QUELLER, D. E., The Office of Ambassador..., pp. 191 y ss.
134 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
elegido pontífice en nombre de todos sus reinos, y acataban las disposiciones que
afectaran a sus súbditos.
Aunque los papas no se cansaban de repetir que la prestación de obediencia
no les investía como tales, se había impuesto la idea de que los príncipes no
estaban obligados a acatar los mandatos pontificios hasta que no se hubiera
producido la prestación de obediencia36. Es comprensible, por tanto, que las
potencias aprovecharan este acto que honraba al romano pontífice para presentar
sus propios requerimientos en materia política y eclesiástica, y llegar a un acuerdo
beneficioso para ambas partes. Como ha señalado F. Martignone, Roma se
convertía entonces en una caja de resonancia de la política internacional, palco
escénico ideal del ejercicio de la diplomacia, y también de la retórica, como
prueban los discursos que se pronunciaban en tales ocasiones y se entregaban a la
imprenta37.
Los Reyes Católicos prestaron especial atención a este tipo de ceremonia
que solían preparar con tiempo, e incluso retrasar deliberadamente. Ellos
cambiaron la tradicional embajada eclesiástica —que aún mantuvieron en la
prestación de obediencia de Sixto IV— por una representación laica y
aristocrática, como la que encomendaron a Íñigo López de Mendoza —II conde
de Tendilla— para prestar obediencia a Inocencio VIII, o a Diego López de Haro
—señor del Carpio y gobernador general de Galicia— en tiempos de Alejandro
VI38. En ambos casos los reyes acudieron a miembros de la nobleza letrada con el
suficiente poder adquisitivo para aportar a la legación la prestancia ceremonial y el
nivel cultural que exigía el ambiente de la Roma renacentista.
En las páginas siguientes analizaremos el desarrollo de este acto diplomático
en sus diferentes fases, comentando simultáneamente los tres casos que tenemos
mejor documentados, sin someternos tanto a la cronología: la prestación de
36 Así reaccionaron los Reyes Católicos cuando recordaron esta idea a las ciudades de sus reinos
en 1485: provisiones a Badajoz (20 febrero 1485), Calahorra (23 febrero 1485), Toledo (8 julio
1485), Sevilla (9 julio 1485); AGS, Sello, fols. 25, 244, 207 y 203; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes
Católicos. El tiempo de la guerra de Granada..., p. 172.
37 Cfr. MARTIGNONE, F., L’orazione di Giacomo Spinola per l’obedienza genovese al pontefice Alessandro VI,
en La storia dei Genovesi, vol. VII, Génova 1987, pp. 390-409; ID., Le ‘orazioni di obbedienza’ ad
Alessandro VI: immagine e propaganda, en CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE NICHILO, M. (dirs.),
Principato ecclesiastico…, pp. 237-254.
38 La embajada ante Sixto IV estaba compuesta por el maestre de Montesa —Luis Despuig— y el
deán de Toledo —Alfonso de Barajas—, y debía unirse en Roma con los cardenales ibéricos Ausias
Despuig y Rodrigo de Borja, que fueron quienes se ocuparon de los asuntos ceremoniales aportando
su respectivos séquitos y organizando los banquetes. Probablemente en todo ello se manejaron
intereses personales que disgustaron a los reyes, ya que más adelante se quejaron de “la forma que se
tovo en el recibimiento de nuestra obediençia”; en AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 287; sobre esta
embajada véase el relato del datario apostólico, Francisco de Toledo, publicado por PAZ Y MELIA,
A., El cronista Alonso de Palencia, Madrid 1914, pp. 188-195.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 135
obediencia ante Inocencio VIII (1486), Alejandro VI (1493) y Julio II (en 1507 la
aragonesa, y en 1508 la castellana). Isabel y Fernando aprovecharon la embajada
ante el primero de los pontífices mencionados para negociar la concesión del
Patronato Real, la renovación de la bula de cruzada y la reconciliación del papa
con Ferrante Nápoles39. Para adecuar su imagen a estas exigencias, los reyes
decidieron hacer un alarde de ostentación encargando la embajada al conde de
Tendilla, el cual “fizo grandes gastos en los arreos que llevó de su persona e para
las gentes que fueron en su compañía”40. En una época en la que la ostentación
significaba poder, todo aquel lujo no tenía otra misión que la de suscitar las
expectativas pontificias y poder iniciar las negociaciones desde una posición de
ventaja.
La lucida embajada atravesó Italia sin ninguna prisa llevando una escolta de
veintiséis caballeros con un total de cien caballos41. A su paso por Bolonia, en abril
de 1486, Tendilla desfiló junto a Giovanni Bentivoglio —señor de la ciudad—
luciendo una “preciosa collana al collo ornata di ricchisime perle et di altre gioie
estimata in 12 mila scudi”, y en los banquetes exhibió una magnífica vajilla con
vasos de oro y plata, estimada en ochenta mil ducados42. La legación adquirió un
aire de intriga cuando se estableció en Florencia, desde donde se hicieron viajes
secretos a Roma de manera que “más bien parecía que desempeñaban el cargo de
espías que el de embajadores”43. Transcurrieron así dos meses de intensas
negociaciones hasta que Inocencio VIII se decidió a firmar la paz con Ferrante de
Nápoles el 12 de agosto de 148644.
Siete años después, los Reyes Católicos quisieron que López de Haro
imitase el ejemplo de su antecesor en la legación que debía prestar obediencia a
39 Sobre los negocios que debía tramitar esta embajada véase el capítulo I. 1.2.
40 PULGAR, H., Crónica..., p. 431. Sobre la vertiente caballeresca y humanista de nuestro personaje
cfr. CEPEDA ADÁN, J., El gran Tendilla, medieval y renacentista, «Cuadernos de Historia. Anexos de la
revista Hispania», 1 (1967), pp. 159-168; ID., Un caballero y un humanista en la Corte de los Reyes Católicos,
«Cuadernos Hispanoamericanos», 238-240 (1969), pp. 475-503; NADER, H., Los Mendoza y el
Renacimiento español, Guadalajara 1987, pp. 182-183; MARTÍN GARCÍA, J. M., Íñigo López de Mendoza. El
Conde de Tendilla, Granada 2003; ID., La aventura italiana de don Íñigo López de Mendoza: emblemática y
ceremonial de un embajador de los Reyes Católicos, en Actas del I Congreso Internacional de Emblemática General,
Zaragoza 2003, pp. 1389-1399.
41 PALENCIA, A., Guerra de Granada, ed. A. Paz y Meliá, Madrid 1909, p. 159.
42 GHIRARDACCI, P. C., Storia di Bologna, ed. A. Sorbelli, en MURATORI, L. A. (dir.), Rerum Italicarum
Scriptores, t. XXXIII, vol. III, Città di Castello 1915, p. 233. El esplendor artístico de la Bolonia del
Quattrocento en BASILE, B. (dir.), ‘Bentivolorum magnificentia’: cultura e potere nella Bologna del
Rinascimento, Roma 1986.
43 PALENCIA, A., Guerra de Granada..., p. 171.
44 Los acuerdos firmados el 12 de agosto de 1486 se recogen en FEDELE, P., La pace del 1486 tra
Ferdinando d’Aragona ed Innocenzo VIII, «Archivio Storico delle Province Napoletane», 30 (1905), pp.
481-503.
136 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
45 Sobre la embajada de López de Haro cfr. BUCETA, E., Contribución al estudio de la diplomacia de los
Reyes Católicos. La embajada de López de Haro a Roma en 1493, «Anuario de Historia del Derecho
Español», 6 (1929), pp. 145-198; ID., Nuevos datos sobre la diplomacia de los Reyes Católicos. Minuta de las
instrucciones para la embajada de Roma de 1493, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 97 (1930),
pp. 331-359.
46 Copia del despacho del embajador napolitano Anibale Zenaro —8 marzo 1493—, que realizó
embajador de Ferrara en Milán y envió al duque Hércules de Este; en AIRALDI, G. (ed.), La scoperta
nelle relazioni sincrone degli Italiani, en Nuova Raccolta Colombina, vol. V, Roma 1996, pp. 41-42.
47 La crónica de la ciudad dice que los cien caballeros españoles “portavano con essi loro sei pezzi
di razzi di tanta belleza, che era cosa maravigliosa di vederli, con una credenza di bellissimi vassi
d’argento di grandissimo valore”; GHIRARDACCI, P. C., Storia di Bologna..., p. 272.
48 GHIRARDACCI, P. C., Storia di Bologna..., p. 272.
49 Cfr. BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, pp. 446-447.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 137
50 La frase del maestro de ceremonias ayuda a matizar el testimonio del cronista Pulgar, cuando
dice que los reyes se fijaron en él “porque, allende de ser caballero esforzado, era bien maestrado en
las letras latinas e home discreto e de buena prudencia para semejantes negocios”; PULGAR, H.,
Crónica..., p. 431; BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. I, pp. 159-160.
51 Para hacerse una idea de este tipo de ceremonia resulta interesante contemplar el dibujo de la
sest’Alesandro anima pia / che mai si vede tal magnificentia; / in tutte cose la sua signoria /
dimostra aver fra li altri gran potentia: / in questi magni ambasciador’ si spechi, / chi nol credessi o
non ci presta orechi”. Más adelante comentaremos el contenido de esta obra que citamos por la
edición de AIRALDI, G. (ed.), La scoperta nelle relazioni sincrone…, p. 58.
53 Cfr. BELLONCI, M., Lucrezia Borgia: la sua vita e i suoi tempi, Milán 1969, pp. 56 y ss.
138 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
armas”, y los cardenales acompañados de sus familiares, pajes y servidores con sus
lujosas caballerías54. El embajador de los Reyes Católicos llevaba un “capelaz
grande como en Spanya [e iba] todo vestido doro”, y llevaba tres mulas bellísimas
conducidas por tres servidores que avanzaban a pie. Según el testimonio del
maestro de ceremonias, el protocolo fue cuidadosamente fijado por el papa,
respetando el orden de los embajadores que los reyes habían dispuesto: López de
Haro entró en la ciudad escoltado por el duque de Gandía y Giovanni Sforza55; a
éstos les seguían por detrás Fernández de Heredia, López de Carvajal y Ruiz de
Medina “in mantellis suis longis et capuciis magnis in transversum, cum capellis”,
y después la comitiva de los prelados.
En la embajada ante Julio II de 1507 se respetó la acostumbrada parada a las
afueras de la ciudad, esta vez en el monasterio de Santa María del Popolo56. Poco
después tuvo lugar la recepción de las familias de los cardenales “de suerte que
creo ninguna quedó por salir”, hasta que se presentó la familia del papa, el
gobernador de la ciudad, los senadores, la guardia pontificia de estradiotes y
alabarderos, y numerosos súbditos españoles o eclesiásticos que tenían algún
beneficio en estos reinos57. La procesión —“Hyspano more ordinati et vestiti”
según el maestro de ceremonias— entró en Roma por la puerta de San Pedro, y
pasó por delante del Castel Sant’Angelo donde se asomó el papa “más alegre que
suele segund relacion de muchos, dandose tanta priessa en echar benditciones, que
creo que a my parte me cupieron arriba de media docena”. Hubo descargas de
artillería, resonar de trompetas, y “fué tan grande la alegría que mostró [el papa],
que a todos ha parecido cosa muy grande”58.
Pasados algunos días del ingreso, tenía lugar la ceremonia de prestación de
obediencia ante el papa y los cardenales reunidos en consistorio público. Los
embajadores ibéricos solían exhibir entonces sus mejores vestidos, preparándose
con tanta meticulosidad y parsimonia que provocaban la exasperación del maestro
de ceremonias59. Ante Inocencio VIII se presentaron “con gradissimo finimento
54 Se trata del capítulo titulado “Como vino Embaxada por el Rey Despanya, y prestó la
obediencia al Papa: fué cosa buena”; en BOLÓS VAYREDA, C. DE, Un manuscrito inédito del siglo XVI,
«Anuario del Instituto de Estudios Gerundenses», 1 (1946), pp. 125-135.
55 La medida molestó al estricto maestro de ceremonias que consideraba más adecuado que fuera
un laico y un prelado de palacio los que escoltaran al embajador, y no dos laicos. Pero el papa “sic
voluit et ita fieri mihi hodie mandavit”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 446.
56 Fernando el Católico envió al papa della Rovere una doble embajada: en abril de 1507 la
DE MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. II, pp. 38-40; y el relato, hasta ahora
desconocido, de GRASSIS, P. DE, Diarium, en BAV, Vat. Lat., 12268, fols. 117v y ss.
58 MANGLANO Y CUCALO DE MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. II, pp. 39.
59 Paris de Grassis, por ejemplo, dirá que los embajadores ibéricos son como una novia a la que
no basta un día entero para vestirse, adornarse y prepararse para la ceremonia: “quia isti oratores
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 139
nimis morosi et delicati ac tanquam sponse puella delicate essent, quibus non suffuciet tota dies ad
ornandum et comandum et polliendum[...]”; GRASSIS, P. DE, Diarium, en BAV, Vat. Lat., 12268,
fols. 118v.
60 Diario di cose memorabili avvenute in Roma dal 1481 al 1493; en BAV, Vat. Lat. 12502, fol. 76v.
61 GRASSIS, P. DE, Diarium..., fols. 166v-167r.
62 Véase un resumen del contenido de estas cartas, en este caso dirigidas a Inocencio VIII, en
AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., p. 12. Curiosamente la embajada aragonesa de 1507
olvidó estos documentos, provocando un cierto escándalo en la Curia; GRASSIS, P. DE, Diarium...,
fols. 118v.
63 Los discursos de prestación de obediencia constituían un género literario con sus propias
64 “Ego enim licet natione sim Italis tamen Hispanus sum educatione, quippe qui a teneris annis in
Hispania Hispanorumque regum obsequio versatus”; GERALDINI, A., Oratio in obsequio canonice
exhibito per illustrem comitem Tendille, prothonotarium Metimnensem, et per ipsum prothonotarium Geraldinum
nomine serenissimorum Ferdinandi regis, et Helisabeth regine Hispanie Innocentio VIII, ed. Stephan Plannck,
Roma 1486; en BAV, Inc. Ross. 1882.
65 Diario di cose memorabili..., fol. 76v.
66 El discurso fue inmeditamente publicado como LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio super praestanda
solemni obedientia sanctissimo domino nostro Alexandro papae VI ex parte christianissimorum dominorumque
Ferdinandi et Helisabeth, regis et reginae Hispaniae, habita Romae in consistorio publico per R. Patrem dominum
Bernardinum Carvajal episcopum carthaginensem, ed. Stephan Plannck, Roma 1493; IERS 1379; en BAV,
Inc. IV, 566.
67 Burckardi afirma que el orador de los reyes “fecit orationem bene compositam”; BURCKARDI,
Hispaniae plurimum laudis attulit”; elogio extraído de su De Hispaniae laudibus (1497); en BELTRÁN
DE HEREDIA, V., Cartulario..., vol. III, p. 157. Probablemente el discurso también se encontraría
entre las Oracions fetes a Papa Alexandre per diverses ambaxadors” que se encontraban en una
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 141
biblioteca privada de Valencia a comienzos del siglo XVI; en HILLGARTH, J. N., Readers and Books in
Majorca, 1229-1550, vol. II, París 1991, p. 640.
70 MANGLANO Y CUCALO DE MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. II, p. 39.
71 El maestro de ceremonias se limita a decir que respondió “compendiose ad proposita”;
más adelante hablaremos LAYNA SERRANO, F., Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y
XVI, vol. II, Madrid 1942, pp. 297-299; también MARTÍN GARCÍA, J. M., ‘Fundator Italiae pacis et
honoris’: la aventura italiana del conde de Tendilla, «Wad-al-hayara», 27 (2000), pp. 55-84.
142 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Tendilla con el príncipe de Salerno en enero de 1487; BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. I, p. 179.
76 En uno de estos espléndidos banquetes que ofreció el embajador a orillas del Tíber, sorprendió
a los cardenales haciendo servir cada plato en una vajilla de plata distinta, que era arrojada al río
después de haber sido utilizada. Lo que sus invitados no sabían era que, al terminar los festejos y
haberse retirado todos, Tendilla ordenó a sus sirvientes que recogiesen las redes que previamente se
habían tendido en el fondo del río para recuperar el menaje que se había arrobajo, de modo que se
recuperó todo el servicio a excepción de una cuchara y dos tenedores. El gesto, con sus resonancias
en Petronio, fue más tarde imitado por el banquero sienés Agostino Chigi. El segundo sucedido
tuvo como protagonista al propio Inocencio VIII que, indignado por los banquetes del duque,
intentó ponerles freno prohibiendo a los romanos vender carbón y leña al embajador, para que no
pudiera encender sus cocinas. Sin embargo, Tendilla lo resolvió comprando algunas casas y
haciéndolas demoler para utilizar el maderamen como combustible; cfr. GONZÁLEZ PALENCIA, A.,
y MELE, E., Vida y obras de D. Diego Hurtado de Mendoza, vols. I-III, Madrid 1941-1943; CEPEDA
ADÁN, J., Un caballero y un humanista…, pp. 483 y ss.
77 GERALDINI, A., Gratiarum actio directa ad Serenissimos Principes ac Christianissimos Dominos Reges
nostros Dominum Ferdinandum et Dominam Helisabeth pro uictoria eis a Domino collata de Granatensi ciuitate ac
regno, ed. Stephan Plannck, Roma 1486; en BAV, Inc. IV. 51 (28); ver también IERS 1005.
78 MORA, A. DE, Oratio de Trinitate coram Innocentio VIII habita [...] ad comitem de Tendilla, ed.
Eucharius Silber, Roma 1486; en BAV, Inc. Ross. 1882 (16); GAONA, H., Oratio ad comitem de Tendilla
regis et reginae Hispaniae oratorem, ed. Eucharius Silber, Roma 1483-90; en IERS 816; sobre el intrigante
cardenal Balue (1421-1491) cfr. FORGEOT, H., Jean Balue, cardinal d’Angers (1421?-1491), París 1889;
CALENDINI, P., Balue, J., en Dictionnaire d’Histoire et Gregraphie Ecclésiastique, vol. VI, París 1932, cols.
435-438.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 143
Carmelitae, ed. Benedictum Hectoris, Bolonia 1502, fols. 50v-52r y fols. 80v-81v (dentro de la obra
Sylvarum libri VIII); en BAV, Lett. Lat. Mod. III Baptista Mant. 1. Sobre este personaje cfr. CAIOLI,
P., Il Beato Battista Spagnoli e la sua opera, Roma 1917; SAGGI, L., La congregazione mantovana dei
carmelitano sino alla morte del B. Battista Spagnoli, Roma 1954; ID., Jean-Baptiste Spagnoli (dit le Mantouan),
en Dictionnaire de Spiritualité ascétique et mystique doctrine et histoire, vol. VIII, París 1974, cols. 822-826;
SEWELL, P., Blessed Baptista of Mantua, carmelite and humanist, Aylesford 1957.
80 “Inachus ingrediens sancti vestigia patris / Venit adoratum sacrataque limina Petro / Roma tuas
aperi portas; vel moenia frange./ Iste honor elaetis datus est victoribus olim”; MANTUANUS, B., De
legatione Regis Hispaniae ad Innocentium VIII et de adventu Inachi Mendociae comitis Tendiliae regii oratoris, en
ID., Ominia opera..., fol. 81v.
81 El poema se incluye en la primera edición de ANGLERÍA, P. M., Decadas, ed. J. Crumberger,
Sevilla 1511; ver también JIMÉNEZ CALVETE, T., Pedro Mártir de Anglería y su poema histórico Equestria,
«Humanistica Lovaniensia», 42 (1993), pp. 71-101, especialmente p. 78.
82 Más adelante volveremos sobre esta obra para analizar su contenido con más detalle.
83 El Aviso para cuerdos se conserva manuscrito en la Biblioteca de la Real Academia de la Historia,
y ha sido editado por BUCETA, E., “Aviso para cuerdos” de Diego López de Haro, «Revue Hispanique», 76
(1929), pp. 321-346; sobre los versos copiados por Pietro Bembo que se encuentran en un
manuscrito de Milán cfr. CROCE, B., La Spagna nella vita italiana durante la Rinascenza, Bari 1949, p. 90.
144 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
84 Sobre la concertación de estos matrimonios BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real de Aragón,
La política religiosa de los Reyes Católicos hasta la conquista de Granada, «Miscelánea Comillas», 18 (1952),
pp. 257-260; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios, colectores y legados pontificios en España de 1474 a 1492,
«Hispania Sacra», 10-19 (1957), pp. 33-90; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 87-136; ID.,
Relaciones de Inocencio VIII con los Reyes Católicos, según el fondo Podocataro de Venecia, «Hispania Sacra», 32
(1980), pp. 3-29; los asuntos políticos en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la
guerra de Granada, Madrid 1989; sobre el conflicto de Ferrante de Nápoles con el pontífice cfr.
PONTIERI, E., Ferrante d’Aragona re di Napoli, Nápoles 1968; GALASSO, G., Mezzogiorno angioino e
aragonese, Turín 1992.
86 Así se lo comunicaban directamente a Inocencio VIII: “A esta guerra no nos ha movido nin
mueve deseo de acrecentar reinos e señoríos nin cobdicia de adquirir mayores rentas de las que
tenemos, nin voluntad de allegar tesoros; que si dilatar quisiésemos nuestro señorío e acrescentar
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 145
nuestras rentas, con mucho menos peligro e trabajo e gasto de lo que en esto ponemos, lo
podríamos facer. Pero el deseo que tenemos al servicio de Dios y celo a su santa fe católica, nos face
posponer todos los intereses y olvidar los trabajos e peligros continuos que por esta causa se nos
recrescen y podiendo, non solamente guardar nuestros tesoros, más aún haber otros muchos de los
moros mesmos, que muy volontariamente nos los darían por la paz, negamos los que se nos
ofrescen y derramamos los nuestros solamente esperando que la santa fe sea acrescentada y la
Cristiandad se quite de un tan continuo peligro como tiene aquí a las puertas, si estos infieles del
reino de Granada non son arrancados y echados de España”; instrucción de Fernando el Católico a
sus embajadores, Antonio Geraldino y Francisco de Rojas, marzo 1485; en GOÑI GAZTAMBIDE, J.,
La Santa Sede y la reconquista..., pp. 70-76. Algunos trabajos esenciales sobre la guerra de Granada son
CARRIAZO Y ARROQUIA, M., La guerra de Granada, en Historia de España Menéndez Pidal, vol. XVII-1,
Madrid 1969; LADERO QUESADA, M. Á., Castilla y la conquista del reino de Granada, Valladolid 1993;
ID., La guerra de Granada, 1482-1491, Granada 2001.
87 Los principales trabajos sobre estas celebraciones romanas son: FERNÁNDEZ ALONSO, J., Las
iglesias nacionales..., pp. 9 y ss; RINCÓN, D., “Historia Baetica” de Carlo Verardi. Drama humanístico sobre la
toma de Granada, Granada 1992; FARENGA, P., Ciscostanze e modi della diffusione della “Historia Baetica”,
en CHIABÒ, M., FARENGA, P., y MIGLIO, M. (dirs.), Caroli Verardi. Historia Baetica. La caduta di
Granata nel 1492, Roma 1993, pp. XXI-XXIII.
88 Así se entiende la negativa de Julio II a que se encendiesen luminarias por la paz que Luis XII
acababa de firmar con Maximiliano en 1510, ya que sólo se encedían “fuegos en lugares publicos” si
“fuera nueva de alguna victoria que el rey de Francia uviese habido contra infieles”, como las
obtenidas por Fernando el Católico; en MANGLANO Y CUCALO DE MONTULL, J. (Barón de
Terrateig), Política en Italia..., vol. I, p. 139.
89 Sobre la vida festiva de la plaza Navona en esta época cfr. FAGIOLO, M., y LUISA MADONNA,
M., Il revival del trionfo classico. Da Alessandro VI alla sfilata dei Rioni, en FAGIOLO, M. (dir.), La festa a
146 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Roma dal Rinascimento al 1870, Roma 1997, pp. 34-41; RAK, M., Piazza Navona, Trionfi, feste da gioco feste
stellari, en FAGIOLO, M. (dir.), La festa..., pp. 182-190.
90 PALAZZO, É., Liturgie et société au Moyen Âge, París 2000, pp. 68-71; también MARIN, L., Una mise
en signification de l’espace social: manifestation, cortège, défilé, procession. (Notes sémiotiques), en ID., De la
représentation, París 1994, pp. 219-234.
91 Imposible citar las innumerables ocasiones en que los reyes, particularmente la reina Isabel,
hacían partícipes a las ciudades de sus reinos de las victorias militares ordenando que se realizaran
procesiones para agradecer el auxilio prestado por la Providencia.
92 Cfr. PIETSCHMANN, K., Música y conjuntos musicales en las fiestas religiosas de la iglesia nacional española
de Santiago en Roma antes del Concilio de Trento, «Anthologica Annua», 46 (1999), pp. 453-476,
especialmente pp. 467 y ss. Pocos años después, en 1507, el maestro de ceremonias pontificio
volvería a sorprenderse de la música de Santiago de los Españoles cuando en la fiesta de Santiago
“cantores cum organis mixtium cantarunt”; el relato de esta ceremonia en GRASSIS, P. DE, Diarium,
en BAV, Vat. Lat., 5635, fols. 234-235; o en BAV, Vat. Lat., 12268, fols. 127v-128r. Respecto a la
emulación francesa, véase la descripción que hace Agostino Vespucci de la primera ceremonia
solemne celebrada en la iglesia francesa de San Luis en 1501: “no sé por ahora nombrar ninguno de
los seis instrumentos (que allí tocaron) de los cuales no creo que Boecio haga mención, pues son de
España”; cit. en PIETSCHMANN, K., Música y conjuntos musicales..., pp. 468-469.
93 Sobre el prestigio de la música castellano-aragonesa en el último cuarto del siglo XV cfr.
SCHULER, M., Spanische Musikeinflüsse in Rom un 1500, «Anuario Musical», 25 (1970), pp. 27-36;
LLORENS I CISTERÓ, J. M., Cinco cantores españoles en la capilla pontificia, «Anuario Musical», 36 (1981),
pp. 69-90; ID., Cantores de los papas que “pontificaron” en el siglo XV, «Anuario de Estudios Medievales»,
18 (1988), pp. 605-622; ID., El Cardenal Alejandro Farnese en la corte pontificia de Rodrigo de Borja y Lorenzo
de Medicis, «Anuario Musical», 51 (1996), pp. 11-28; SHERR, R., The “Spanish Nation” in the Papal Chapel
1492-1521, «Early Music», 20 (1992), pp. 601-609; O’REGAN, N., Victoria, Soto and the Spanish
Archconfraternity of the Resurrection in Rome, «Early Music», 22 (1994), pp. 274-295.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 147
una oración “pro rege”, núcleo quizá de aquellos oficios litúrgicos de contenido
político-religioso que se componían en la Corte de los Reyes Católicos94. El
objetivo de estas plegarias era dar gracias a Dios mediante secuencias rezadas y
cantadas que, a modo de auténticas laudes regia, ponían de manifiesto la particular
predilección divina por los soberanos. Esta costumbre castellana no era usual en
Roma, donde el maestro de ceremonias pontificio se quejó de las “supersticiosa
verba” con que se adulaba a un príncipe secular —en este caso Fernando el
Católico— delante del colegio cardenalicio en la Misa que se celebró el 25 de junio
de 1507 en la Iglesia de Santiago de los Españoles95.
En el corazón de la celebración litúrgica se pronunciaba un discurso —
híbrido del sermón medieval y la oratio clásica— que puede considerarse uno de
los factores de propaganda y exaltación monárquica más importantes en la Urbe96.
Y lo era por el espacio sagrado donde se desarrollaba, el auditorio presente —
normalmente el papa y el colegio cardenalicio—, y la calidad retórico-literaria de
un discurso que entraba en los canales de difusión de la imprenta romana97. Se
trataba de un género muy desarrollado por curiales y oradores humanistas que
solían utilizar el tercer tipo de elocuencia clásica, el genus demonstrativum o
“epideíctico”, para impactar suscitando sentimientos de “praise and blame” —
94 “In dicta ecclesia consuetitum sit omnibus diebus in missa propriam orationem pro rege
interponere”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 156. Sobre los oficios litúrgicos véanse el Pro
victoria regni Granatensi de Diego de Muros —obispo de Tuy y capellán real— y los dos que compuso
el confesor de la reina Hernando Talavera: uno en memoria de la “excelsa victoria que Dios dio a
Alfonso XI en el Salado”, y otro dedicado a la victoria de Granada y enviado a la reina en 1493; cfr.
RODRÍGUEZ CARRAJO, M., “Oficio de la exaltación de la fe” de Fr. Diego Muros, «Estudios», 19 (1963), pp.
323-343; AZCONA, T. DE, El oficio litúrgico de Fr. Fernando de Talavera para celebrar la conquista de
Granada, «Anuario de Historia de la Iglesia», 1 (1992), pp. 71-92. Algunos antecedentes inmediatos
de estos oficios se pueden encontrar en el reinado de Juan II cfr. VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El
papado y la monarquía de Juan II de Castilla (1406-1454) en un inventario de documentación pontificia de los
Reyes Católicos, «En la España Medieval», 23 (2000), pp. 137-187.
95 GRASSIS, P. DE, Diarium, en BAV, Vat. Lat., 12268, fols. 128r y ss.
96 Sobre la rica producción literaria en torno a la guerra de Granada, además de la bibliografía
citada, cfr. BRIESEMEISTER, D., Episch-dramatische Humanistendichtungen zur Eroberung von Granada
(1492), en DE TORO, A. (ed.), Texte, Kontexte, Strukturen. Beiträge zur französischen, spanischen und
hispanoamerikanischen Literatur. Festschrift zum 60. Geburtstag von Karl Alfred Blüher, Tubinga 1987, pp.
249-263; CARRASCO URGOTI, M. S., El moro de Granada en la Literatura, Granada 1989; GIL, J., Mitos y
utopías del Descubrimiento, vol. I: Colón y su tiempo, Madrid 1989, pp. 60-62 (ver notas); FARENGA, P.,
Non solo classici: politica e attualità (e storia) nelle edizioni romane del Quattrocento, en Alessandro VI. Dal
Mediterraneo al l’Atlantico. Atti del Convegno (Cagliari, 17-19 maggio 2001) (en preparación).
97 Cfr. MURPHY, J. J., Rhetoric in the Middle Ages: a History of Rhetorical Theory from Saint Augustine to the
Renaissance, University of California 1981; WITT, R. G., Italian Humanism and Medieval Rethoric,
Aldershot 2001; para el ambiente romano es imprescindible O’MALLEY, J. W., Praise and Blame in
Renaissance Rome. Rethoric, Doctrine and Reform in the Sacred Orators of the Papal Court (1456-1521),
Durham N. C. 1979; sobre el ámbito español y sus relaciones con Italia cfr. GÓMEZ MORENO, J.,
España y la Italia de los humanistas: primeros ecos, Madrid 1994, pp. 167-178.
148 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
98 Nos referimos a la dedicación del rey de Castilla a la expulsión del Islam, la explicación de que
la victoria no era sólo del rey castellano sino de toda la Cristiandad, y el anuncio de nuevas victorias
más allá de los confines ibéricos aludiendo, no sólo al dominio de las antiguas columnas de
Hércules, sino al control por parte de rey castellano de la puerta de la Bética, Lusitania y de toda
Hispania, pudiendo desde allí dominar e incluso domar África entera; SANTIAGO-OTERO, H.,
Rodrigo Sánchez de Arévalo. Discurso a Pío II con motivo de la conquista de Gribaltar (1462), «Revista
Española de Teología», 37 (1977), pp. 153-158. Ejemplos anteriores se encuentran en la oración que
se pronunció ante Inocencio III con motivo de la victoria de la Navas de Tolosa (1212), o la
magnífica embajada que envió Alfonso IX a Benedicto XII —con cien prisioneros de guerra,
tesoros y estandartes— para informarle de la victoria de Salado (1340), siendo acogida por una Curia
exultante que entonó el Vexilla regis prodeunt alabando al monarca castellano cono un nuevo David;
cfr. GOÑI GAZTAMBITE, J., Historia de la bula de Cruzada…, pp. 130 y 329-332 (el dato del sermón de
las Navas lo hemos obtenido por referencias posteriores que más adelante comentaremos); PÉREZ
BUSTAMANTE, R., Benedicto XII y la cruzada de Salado, en Homenaje a fray Justo Pérez de Urbel O.S.B., vol.
II, Silos 1977, pp. 177-203.
99 Cfr. BLASIO, M. G., Cum gratia et privilegio. Programmi editoriali e politici pontifici. Roma 1487-1527,
Roma 1988; FARENGA, P., Le edizioni di Eucario Silber, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M.
(dirs.), Roma di fronte all’Europa al tempo di Alessandro VI. Atti del Convegno (Città del Vaticano-Roma, 1-4
dicèmbre 1999), vol. II, Roma 2001, pp. 428 y ss.
100 Se trataba de una singular convivencia que data de los primeros tiempos de la imprenta
romana, tal y como pone de manifiesto la intensa actividad editorial del cardenal Juan de
Torquemada; ROMERO DE LECEA, C., Presencia española en el tránsito en Italia del manuscrito al impreso, en
Estudios en Homenaje a D. Claudio Sánchez Albornoz a sus 90 años, vol. IV, Anexos de Cuadernos de Historia
de España, Buenos Aires 1986, pp. 409-418.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 149
Incorporación de Granada a la Corona de Castilla, Granada 1993, p. 258; algún ejemplo anterior al reinado
de los Reyes Católicos en TORRES FONTES, J., Don Pedro Fajardo, adelantado mayor del reino de Murcia,
Madrid 1953, doc. 44.
102 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de la Cruzada en España, Vitoria 1958.
103 Carta de Sixto IV al rey Fernando, 7 junio 1483; ASV, A.A., Arm XXXIX, 15, fol. 546; minuta
1485; en LA TORRE, A. DE, Los Reyes Católicos y Granada, Madrid 1946, pp. 60-63; también LA
TORRE, A. DE, Documentos sobre las relaciones internacionales de los Reyes Católicos, vol. II, Barcelona 1950,
pp. 208 y ss; véase la temprana carta del rey Fernando al vicecanciller Rodrigo de Borja
informándole de la guerra, 14 mayo 1484; LA TORRE, A. DE, Los Reyes Católicos..., pp. 51-52.
150 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
105 Cit. en FARENGA, P., Ciscostanze e modi..., pp. XX-XXI. Otra crónica romana afirma que en
aquella ocasión “andò il bando che si dovessino fare fochi e sonare campane per una vittoria che
haveva lo re de Spagna contra lo Re de Granata, et così fu fatto”; PONTANI, G., Il Diari romano
(1481-1492), en MURATORI, L. A. (dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. III, vol. II, ed. D. Toni, Città di
Castello 1907-1908, p. 48.
106 Carta del embajador florentino en Nápoles, 9 julio 1486; en SCARTON, E. (ed.), Corrispondenza
degli ambasciatori fiorentini a Napoli (Giovanni Lanfredini, maggio 1485-ottobre 1486), Nápoles 2002, pp.
610-611.
107 Ibidem, p. 628.
108 GERALDINI, A., Oratio in obsequio canonice exhibito per illustrem comitem Tendille, prothonotarium
Metimnensem, et per ipsum prothonotarium Geraldinum nomine serenissimorum Ferdinandi regis, et Helisabeth
regine Hispanie Innocentio VIII, ed. Stephan Plannck, Roma 1486; en BAV, Inc. Ross. 1882.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 151
De aquella legación que hemos descrito más arriba, interesa ahora detenerse
en el sombrero y el estoque bendecido que Inocencio VIII entregó a Tendilla
como defensor de la Iglesia, repitiendo el gesto que tuvo Calixto III al enviar a
Enrique IV una espada semejante en premio a “la fama de la grandeza del estado
del rey y de la guerra que a los moros hacía”109. El papa Inocencio tributó este
honor a los Reyes Católicos a través de la persona de su embajador, en una
solemne ceremonia celebrada en la basílica de San Pedro el 25 de diciembre de
1486: el conde compareció entonces ante el papa que se encontraba sentado en el
solio pontificio, y recibió de sus manos un “gladium cum capello” mientras
Inocencio VIII pronunciaba las siguientes palabras: “Accipe gladium et sis defensor fidei
et sancte romane Ecclesie, in nomine Patris etc”110. La importancia de este gesto estriba
en que representaba el primer reconocimiento honorífico que el Pontificado
tributaba a los Reyes Católicos, iniciando una línea de conducta que continuará
con la concesión de la Rosa de Oro en 1490 y llegará, seis años después, al
nombramiento de “Reyes Católicos” por parte de Alejandro VI.
La toma de Málaga en 1487 impactó en la Curia con particular intensidad.
El largo asedio de la ciudad dio lugar a una cadena de celebraciones que se
prolongaron en Roma hasta febrero de 1488. La noticia del sitio y la esperanza de
una rápida victoria llegaron a principios de julio, y el día 9 se celebró una Misa en
la iglesia de Santiago de los Españoles, seguida de algunos festejos en los que
participó el vicecanciller Rodrigo de Borja con otros doce cardenales111. Para
celebrar la capitulación definitiva de la ciudad, el 10 de octubre Inocencio VIII
109 La entrega de la espada, a la que acompañaba un sombrero, era una costumbre pontificia que
se remonta al siglo XIV, y sustituye el antiguo envío del estandarte de San Pedro. El papa entregaba
la espada la noche de Navidad a príncipes o condottieri que se hubiesen distinguido en defensa de la
religión y de la Iglesia, ya fuera como reconocimiento por victorias contra herejes o infieles, o como
incentivo para continuar su obra de protección de la Cristiandad. La espada representa el ejercicio de
la justicia que debe ser usada, no según el arbitrio, sino de acuerdo a la razón, representada por el
lujoso sombrero donde solía representarse una paloma que simbolizaba la inspiración del Espíritu
Santo; cfr. CORBO, A. M., La Rosa d’Oro, la spada e il capello: orafi e ricamatori di Corte (1417-1447), en
ID., Cantori, artisti e condottieri alla Corte dei Papi nel secolo XV, Roma 1999, pp. 53 y ss. Las palabras
entrecomilladas en el texto son del cronista Galíndez de Carvajal; TORRES FONTES, J. (ed.), Estudio
de la “Crónica de Enrique IV” del Dr. Galíndez de Carvajal, Murcia 1946, p. 113.
110 BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. I, p. 175; el estoque formaba parte de la exposición
CHECA CREMADES, F., y DÍEZ DEL CORRAL, R. (dirs.), Reyes y Mecenas. Los Reyes Católicos, Maximilano
I y los inicios de la Casa de Austria en España, Toledo 1992, p. 48. No obstante, hay que decir que no se
trataba de la primera espada que la Santa Sede ofrecía a Fernando ya que en marzo de 1479 Sixto IV
le envió “una spada de la ciudat de Roma”; LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. I, pp. 39-40, y 271.
111 El relato de la celebración en Santiago de los Españoles en BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol.
hizo sonar, no sólo las campanas del Campidoglio, sino todas las campanas de
Roma, y ordenó que aquella tarde se encendieran “infinitos fuegos”112.
Al día siguiente el papa asistió a la Misa que se celebró en Santa María del
Popolo para “ringratiare Dio, e la sua gloriosa Madre”. Diez días después Pedro
Bosca —curial aragonés afecto al rey Fernando y familiar del cardenal Marco
Barbo— pronunció un elegante discurso en pleno consistorio que se publicaría
inmediatamente como Oratio de victoria Malachitana113. El eclesiástico aragonés
desarrolla aquí por vez primera algunos de los temas principales de la producción
literaria sobre la guerra de Granada114. Su exposición comienza advirtiendo que la
justicia reinante en Castilla se debe a Isabel y Fernando, quienes la han conseguido
providencialmente sin ejercer un poder represor y tienen el deseo de llevar hasta
los confines de España. Ellos son los únicos monarcas del orbe cristiano que
combaten y vencen a los enemigos de la fe llevados “solo fidei zelo”, anunciando
una renovada edad de oro que en España es ya un hecho: “non poetarum
praeconiis sed re ipsa”. Como conquistador de Granada, Fernando se convertía de
en un nuevo Fernando III —conquistador de Sevilla— capaz de llevar el proyecto
de cruzada hasta las mismas costas de África, donde “subvertent spurcum
Machometum et propagabunt sanctissimum Christi nomen”. Por ello —y aquí
encontramos la finalidad crematística de sus palabras— los reyes esperan recibir
del Santo Padre las “indulgentias amplissimas et crutiatam et tandem decimarum
exactionem indultaque magnifica” tan necesarias para el sostenimiento de la
campaña.
A este discurso pronunciado y editado en Roma habría que añadir las dos
obras sobre la campaña granadina que Diego de Muros II —arcediano de
Carmona y secretario del cardenal Mendoza— dedicó al cardenal francés Jean
Balue y se publicaron en Roma en 1488. Se trata del Epithoma rerum apud Malacam
gestarum redactada en 1486, y la Epistula De victoria Serenissimi Regis Hispaniarum contra
Maurus granatensis, compuesta en fechas más tempranas pero publicada junto a la
112 Diario di cose memorabili avenute in Roma dal 1481 al 1493, en BAV, Vat. Lat. 12502, fol. 78r;
en BAV, Inc. IV. 54 (2); IERS 1053; García Craviotto, F. (coord.), Catálogo general de incunables…, n.
3847. Pedro Bosca, “natione hispanus” y familiar del sabio cardenal Marco Barbo, ya había
predicado ante la Curia el 25 de mayo de 1483 el día de la Santísima Trinidad “cum commendatione
et laude”; DA VOLTERRA, J. G., Diarium romanum..., pp. 93 y 118. La noticia del discurso de 1487 se
recoge en BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 208. Algunos meses antes del discurso Fernando
el Católico le había concedido una buena reserva de beneficios; súplica de Fernando el Católico al
papa y a varios cardenales a favor de Pedro Bosca, 20 diciembre 1486; en LA TORRE, A., DE,
Documentos..., vol. II, pp. 347-349.
114 Véanse los comentarios de GIL, J., Mitos y utopías..., p. 61; CÁTEDRA, P. M., La historiografía en
115 MURUS, D., Epitoma rerum apud Malacam gestarum; De victoria regis Hispaniarum contra mauros
granatenses epistola, Eucharius Silber, Roma 1488; en IERS 1100; sobre estos opúsculos véase el
análisis de GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Los opúsculos latinos de los Diego de Muros, «Asturiensia
Medievalia», 1 (1972), pp. 357-390; vuelven sobre el personaje ID., El Deán de Santiago. D. Diego de
Muros. Su puesto en la historia del humanismo español, «Anthologica Annua», 22-23 (1975-1976), pp. 64-
70; también GARCÍA ORO, J., Diego de Muros III y la cultura gallega del siglo XV, Vigo 1976; ID., Diego de
Muros III, Santiago de Compostela 1998.
116 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas…, pp. 399-401.
117 Cfr. GOÑI GAZTAMBITE, J., Historia de la bula de Cruzada…, pp. 381 y ss. La exculpación del
cardenal la hizo el propio Carvajal, que se encontraba entonces en la Península Ibérica; FERNÁNDEZ
ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas…, pp. 459-460.
118 Cfr. NOVALÍN, J. L., Los opúsculos latinos…, pp. 366-367.
119 Ibidem, pp. 370-371.
120 DI VASCHO, A., Diario della città di Roma (1481-1492), ed. G. Chiesa, en MURATORI, L. A. (dir.),
Rerum Italicarum Scriptores, t. XXIII, Bolonia 1937, p. 541; también BURCKARDI, J., Liber notarum...,
vol. I, p. 291. La reducción a la esclavitud de quince mil prisioneros tras el duro asedio de Málaga, y
154 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
el reparto de setecientos de éstos a nobles y prelados, ha sido estudiado por LADERO QUESADA, M.
Á., La esclavitud por guerra a fines del siglo XV: el caso de Málaga, «Hispania», 105 (1967), pp. 63-88.
121 BERNÁLDEZ, A., Historia de los Reyes Católicos don Fernando y doña Isabel, en Crónicas de los Reyes de
Castilla, en ROSELL, C. (ed.), Biblioteca de Autores Españoles, t. LXX, Madrid 1878, pp. 630-631.
122 Bernáldez comenta al respecto que “allí se remembraron las victorias romanas, que los claros
varones de Roma hicieron, en especial los Escipiones, é Lucios Metelius, Fabius, Quintius, Publius,
Lucius, Syla, Marius, Gayus, Pompeyus, Marcelus, Julius César, y otros muchos que por Roma
conquistaron por diversas partes del mundo. É cuando venian con las victorias o enviaban las
cabalgadas que habian, era la ciudad toda conmovida á los recibir, y ver. Así don Fernando envió en
Roma al Santo Padre, de la victoria que Dios le dio de la ciudad de Málaga é su tierra, la ciudad de
Roma fué conmovida toda á lo ver, y el Santo Padre se los agradeció mucho, e fizo fazer plegarias é
conmemoriaciones muchas é Dios nuestro Señor por él”; BERNÁLDEZ, A., Historia de los Reyes
Católicos..., p. 631.
123 MARSUS, P., Panegyricus in memoriam Sancti Augustini ecclesiae doctoris eximii ad inclytos Ferdinandum et
Helisabet Hispaniarum reges christianissimos, ed. Eucharius Silber, Roma (sin datar, pero por referencias
internas se imprimió en torno a 1488); AV, Inc. 211 (8); también GARCÍA CRAVIOTTO, F. (coord.),
Catálogo general de incunables en bibliotecas españolas, Madrid 1989-1990, n. 38479; ver también el
comentario de DEFILIPPIS, D., Un accademico romano e la conquista di Granata, «Annali dell’Istituto
Universitario Orientale di Napoli. Sezione romanza», 30/1 (1988), pp. 223-229.
124 Sobre el personaje cfr. DYKMANS, M., L’humanisme de Pierre Marso, Ciudad del Vaticano 1991;
donde no se cita el Panegyricum in laudem Regum Hispaniae Ferdinandi et Hellysabeth, que se conserva en
la Biblioteca de la Universidad de Salamanca (Salamanca), Sección Manuscritos, 1.530.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 155
que llegaron a Roma sobre ciertos abusos en la recaudación de la bula de cruzada y en la exacción de
la décima. Como es sabido, el pontífice reaccionó negando la prórroga de la bula y el permiso para el
subsidio eclesiástico “si no se cedía la mitad de lo recaudado a favor de la Cámara apostólica”;
PALENCIA, A., Guerra de Granada, ed. A. Paz y Meliá, Madrid 1909, p. 219; la documentación en
GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista de Granada..., pp. 60-61. La compleja operación
militar y económica para sostener esta campaña en LADERO QUESADA, M. Á., Milicia y economía en la
guerra de Granada: el cerco de Baza, Valladolid 1964.
128 MILHOU, A., Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español, Valladolid 1983, pp.
36 y 165-172; también ID., Le chauve souris, Le Nouveau David et le Roi Caché (trois images de l’empereur des
derniers temps dans le monde iberique: XIIIe-XVIIe siécles), «Mélanges de la Casa de Velázquez», XVIII-1
(1981), pp. 61-78; ID., De Rodrigo le pécheur à Ferdinand le restaurateur, en FONTAINE, J., y
PELLISTRANDI, CH. (dirs.), L’Europe héritière de l’Espagne wisigothique, Madrid 1992, pp. 365-382.
129 A la bibliografía ya citada añádase AURELL, M., Mesiannisme royal de la Couronne d’Aragon (14e-15e
siècles), «Annales HSS», 52-1 (1997), pp. 119-155. Recuérdese que los Reyes Católicos llegaron a
recibir los derechos imperiales de Andreas Paleólogo, heredero del déspota de Morea y residente en
Roma, que se los cedió en su testamento el 7 de abril de 1502; ZURITA, J., Historia..., cap. 40, fol.
50v; y cap. 39 fols. 109v-110v; también SETTON, K. M., The Papacy and the Levant..., vol. II, pp. 463 y
ss.
156 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
caída de Baza; CORTESI, A., Silva de triumphata Bassa Almeria et Granata, ed. Eucharius Silber, Roma
1492-93; en BAV, Inc. Ross. 7968; ver también IERS 1310; hay una edición a cargo de J. Fogel,
Leipzig 1934. Sobre el personaje cfr. PASCHINI, P., Una famiglia di curiali nella Roma del Quattrocento: i
Cortesi, «Rivista di Storia della Chiesa in Italia», 9 (1957), pp. 2-26; BALLISTRERI, G., Cortesi,
Alessandro, en Dizionario Biografico degli Italiani, vol. XXIX, Roma 1983, pp. 750-754; MIGLIO, M., Una
famiglia di curiali nella Roma del Quattrocento: i Cortesi, en Miscellanea Storica della Valdelsa, 108/3 (2003),
pp. 41-48.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 157
133 PINTOR, F., Da lettere inedite di due fratelli umanisti, Perusa 1907, pp. 34 y ss.
134 El título completo es Ad optimos Hispaniarum Principes Ferdinandum et Helisabet victoriosissimos
coniuges Paulo Pompili Panegyris de Trumpho Granatensi; una de las primeras ediciones de la obra con
correcciones del propio autor en POMPILIUS, P., Panegyris de triumpho Granatensi, en BAV, Vat. Lat.,
2222, fols. 27r-45r; también IERS 1176; véase el análisis de BRIESEMEISTER, D., Episch-dramatische
Humanistendichttungen..., pp. 249-263. En la Universidad de Granada J. González Vázquez está
preparando una edición de este texto.
135 POMPILIUS, P., Panegyris de triumpho..., fol. 29v.
136 “Dic mihi si faciunt felicia saecula reges / an sunt quae nostris nobilias putes”; Ibidem, fol. 29v.
137 Ibidem, fol. 42v.
138 MANTUANUS, B., Alphonsus pro rege Hispaniae de uictoria Granatae, en ID., Ominia opera Baptistae
Mantuani Carmelitae, ed. Benedictum Hectoris, Bolonia 1502, fols. 150r-316v; en BAV, Lett. Lat.
Mod. III Baptista Mant. 1.
158 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
139 Bautista Spagnoli se encontraba en Roma desde mayo de 1487; cfr. FANUCCHI, L. G., Della vita
del beato Baptista Mantovani, Luca 1887, pp. 106 y ss; DI SANTA TERESA, G., Ramenta Mantuaniana 8,
Nuova cronologia della vita del beato Battista, «Ephemerides carmeliticae», 9 (1958), p. 435; ZABUGHIN,
V., Un beato poeta..., pp. 144 y ss.
140 Sobre el desarrollo de este género cfr. COLLINA, B., Illustri in vita. Biografie di donne contemporanee
nella collettanee del secolo XV, «Mélanges de l'École Française de Rome. Italie et Méditerranée», 113
(2001), pp. 69-90.
141 Carta de Anglería a la reina Isabel, 1488; en RODRÍGUEZ VALENCIA, V., Isabel la Católica en la
opinión de españoles y extranjeros. Siglos XV al XX, vol. I: Siglos XV al XVI, Valladolid 1970, pp. 175-
176.
142 Según el repertorio bibliográfico de A. Palau, el Epodom ad divam Helisabet fue editado en Roma
por Herolt en torno a 1480; PALAU Y DULCET, A., Manual del librero hispano-americano, vol. VIII,
Barcelona 1954-55, p. 139, no 149594; segun el repertorio de L. Hain, el Epodom se encuentra
editado en MANTUANUS, B., Secundae Parthenices opus, Zwoliis 1497, cfr. HAIN, L., Repertorium
Bibliographicum, vol. I, p. 310.
143 DEGLI ARIENTI, S., Gynevera de le clare donne, en Scelta di curiosità letterarie inedite o rare dal sècolo
XIII al XVI, vol. CCXXIII, ed. C. Ricci y A. Bacchi della Lega, Bolonia 1888, pp. 404 y ss; sobre
este cortesano, escritor e informador político, que servía a la casa de Este (Ferrara) en la corte
boloñesa de Giovanni Bentivoglio cfr. GHEDINI, C., Un corrispondente estense alla corte dei Bentivoglio:
Giovanni Sabadino degli Arienti, «Annali dell’Università di Ferrara. Sezione Lettere, Nuova Serie», 1
(2000), pp. 157-176.
144 DEGLI ARIENTI, S., Gynevera de le clare donne…, p. 404.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 159
julio de 1499 Diego Guillén de Ávila —familiar del cardenal Battista Orsini—
terminaría para su benefactor un Panegírico en alabanza de la reina Isabel145.
La fama de que gozaba la reina en Roma explica el deseo de Inocencio VIII
de premiar su política concediéndole en marzo de 1490 el distintivo honorífico de
la Rosa de Oro, símbolo de Cristo y metáfora de lo efímero del poder146. Con este
obsequio el papa singularizaba a un soberano o a un príncipe por favorecer a la
Iglesia o extender la fe y, al mismo tiempo, reafirmaba el primado papal como
fuente de dignidades147. Enrique IV de Castilla había sido honrado con este
distintivo en 1457 por Calixto III en premio a sus victorias en la campaña de
Granada, y ahora —treinta años después— Inocencio VIII repetía el gesto con
Isabel I, siguiendo las directrices de su vicecanciller148.
Efectivamente, el artífice de la ceremonia fue Rodrigo de Borja, que se
empeñó en que el acto se celebrase en la capilla mayor del Palacio Apostólico
“ante la presencia del pueblo y para mayor gloria del hecho”, y no “in camera
papagalle” como opinaba el maestro de ceremonias149. Inocencio VIII compareció
145 GUILLÉN DE ÁVILA, D., Panegírico en alabanza de la reina Isabel, ed. facsímil de la Real Academia
Española, Madrid 1951. Las relaciones de los Orsini con los Reyes Católicos fueron particularmente
cordiales en la década de 1480 ya que ambos querían evitar el conflicto del Inocencio VIII con
Ferrante de Nápoles. Más tarde el cardenal Orsini fue aliado de Alejandro VI hasta que el papa
declaró la guerra a su familia y el cardenal fue encerrado en prisión por su presunta conspiración en
la emboscada de Senigallia urdida contra César Borja. Curiosamente fue acusado entonces de ser
agente de los Reyes Católicos; cfr. GIUSTINIAN, A., Dispacci, ed. P. Villari, vol. I, Florencia 1876, p.
311; sobre el personaje cfr. VOLPICELLA, L. Orsini, Battista, en ID. (ed.), Regis Ferdinandi primi
Instructionum liber (10 maggio 1486-10 maggio 1488), Nápoles 1916, pp. 378-379.
146 La Rosa se entregó a Isabel, y no a Fernando, que sólo la recibirá en 1507 de manos de Julio II.
sobresalía en el centro, dentro de la cual había una pequeña copa donde el papa depositaba un
bálsamo con musgo, con lo que se pretendía imitar la fragancia de la flor. El ramo estaba apoyado
en un pedestal de plata en el que estaba inscrito el nombre y el emblema del donador. según las
cuentas conservadas, el gasto para la elaboración de la rosa solía ascender a 240-250 florines; cfr.
CORNIDES, E., Rose und Schwert im päpstlinchen Zeremoniell von den Anfängen bis zum Pontifikat Gregors
XIII, Viena 1967; PARAVICINI BAGLIANI, A., Le chiavi e la tiara. Immagini e simboli del papato medievale,
Roma 1998, pp. 53-55; para la época bajomedieval cfr. MÜNTZ, E., Les arts à la cour des papes Innocent
VIII, Alexandre VI, Pie III (1484-1503), París 1898, pp. 240-243; CORBO, A. M., La Rosa d’Oro..., en
ID., Cantori, artisti e condottieri..., pp. 49-52.
148 El dato de la concesión de la Rosa de Oro a Enrique IV en CORBO, A. M., La Rosa d’Oro..., en
excellentia et dignitate ac de officio vicecancellarii; en BAV, Vat. Lat., 3183, fols. 2r-38v. La ceremonia que
estamos comentando se describe en BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 300.
150 En un inventario de las joyas de la reina realizado en 1505 se conserva una anotación que
probablemente se refiere a la Rosa de Oro concedida por Inocencio VIII: “un ramo de ore que se
arma sobre un pie, que tiene nueve ramos con muchas hojicas muy delgadas, que es todo de oro; y
encima del dicho rame un çafir; que peso todo junto dos marcos e tres onças e quatro ochavas; et
qual dicho ramo dizen aver enbiado à Su Altesa un santo padre. Que va metido en un cofre de cuero que
esta desçerrajado. Pesa dos marcos e tres onças e quatro ochavas; el qual dicho ramo es de diez e
nueve quilates. Tornaron apreciar e tocar, e fallose de ley de diez e ocho quilates por las soldaduras,
e pesose, e se fallaron dos marcos tres onças quatro ochavas”; AGS, Contaduría mayor 1a época, leg.
85, fol. 5; cfr. MÜNTZ, E., Les arts..., p. 241.
151 Sobre la celebración de la toma de Granada en Roma cfr. STINGER, C. L., ‘Roma Triumphans’:
Triumphs in the Thought and Ceremonies of Renaissance Rome, «Medievalia et Humanistica», n.s., 10 (1981),
pp. 189-201; CRUCIANI, F., Teatro nel Rinascimento. Roma 1450-1550, Roma 1983, pp. 228-238 (reúne
los principales textos que describen la celebración pero incurre en algunas imprecisiones al tratar la
sucesión cronológica de los acontecimientos); FARENGA, P., Ciscostanze e modi..., pp. XXIX-XXXI;
también RINCÓN, D., “Historia Baetica” de Carlo Verardi..., pp. 44 y ss.
152 Carta del rey Fernando a Inocencio VIII, 2 enero 1492; en LA TORRE, A. DE, Los Reyes Católicos
y Granada..., pp. 132-133; una copia de la carta de Fernando a Inocencio VIII también se halla en
ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 1443, fol. 114; véase otra misiva en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional..., vol. I, pp. 254-256.
153 Cfr. PESCADOR DEL HOYO, M. C., Cómo fue de verdad la toma de Granada, a la luz de un documento
inédito, «Al-Andalus», 20 (1955), pp. 283-344; la carta de Alonso de Palencia a Ruiz de Medina en
PALENCIA, A., Guerra de Granada, estudio preliminar de R. G. Peinado Santaella, Granada 1998, pp.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 161
LXV y ss; la carta anónima fue publicada por BARRERA PEZZI, C., Documenti inediti Italo-Ispani existenti
nei reali archivi di Milano, Pinerolo 1864. En su carta a Luca, Ruiz de Medina afirma que su
información procede de “lectere delle loro Altesse, et di altri cavalieri et amici nostri, che si sono
trovati a tucto lo sopra dicto”; VOLPI, G. (ed.), La resa di Granata (1492) descritta dall’orator di Castiglia e
di Aragona presso la S. Sede dalle carte dell’Archivio di Stato di Lucca, Luca 1889, p. 19. Existen algunas
discrepancias sobre la llegada de la noticia a Roma: Burckardi dice que fue el 2 de febrero, S.
Infessura el 1 del mismo mes, y S. de Conti el 31 de enero; DE’ CONTI, S., Le storie dei suoi tempi dal
1475 al 1510, vol. I, Roma 1883, p. 375; INFESSURA, S., Diaria della città di Roma, ed. O. Tomassini,
en Fonti per la Storia d’Italia, vol. V, Roma 1880, pp. 269-270.
154 La carta de Ruiz de Medina dirigida a Ladislao di Poggio —oficial laico della’Abondanza en
Luca— fue editada por Volpi en la obra que acabamos de citar. La carta a Siena en TIZIO, S.,
Historia Senensis; en BAV, Chigi, G. II 36, fols. 190r-192r. La respuesta dirigida por las autoridades de
Ferrara al mismo Medina en ZAMBOTTI, B., Diario ferrarese dall’anno 1476 fino al 1504, ed. G. Pardi, en
MURATORI, L. A. (dir.), Rerum Italicarum Scriptores, t. XXIV, Bolonia 1937, pp. 224-225. Módena
escribe a Roma el 1 de febrero; cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi dalla fine del Medioevo, vol. III:
Storia dei Papi nel periodo del Rinascimento dall’elezione di Innocenzo VIII alla morte di Giulio II, Roma 1942,
p. 278.
155 VOLPI, G. (ed.), La resa di Granata…, p. 18.
156 Cfr. PESCADOR DEL HOYO, M. C., Dos cartas inéditas al Dux de Venecia sobre la toma de Granada,
en Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón, vol. VI, Zaragoza 1956, pp. 477-483. Malpiero
prácticamente reproduce el contenido de estas cartas en su relato de la toma de Granada;
MALPIERO, D., Annali veneti (1457-1500), ed. F. Longo, «Archivio Storico Italiano», VII-1 (1843) pp.
311-313. La carta de agradecimiento de los reyes a la Señoría por el envío de la embajada, 7 abril
1492; en LA TORRE, A. DE, Los Reyes Católicos y Granada..., p. 134.
157 El dato se recoge en el antiguo Dietario del Consell de Barcelona y en el Libro de las profecías de
Colón, donde se reproduce la carta de los embajadores; cfr. RUMEU DE ARMAS, A., Colón en
Barcelona. Las bulas de Alejandro VI y los problemas de la llamada exclusión aragonesa, «Anuario de Estudios
Americanos», 1 (1944), p. 41 (paginación propia).
162 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
158 DI BRANCA TEDALINI, S., Diario romano, ad anno 1508, ed. E. Carusi, en MURATORI, L. A. (dir.),
Rerum Italicarum Scriptores, t. XXIII, Città di Castello 1904-1911, p. 317; la comparación con las fiestas
municipales de Roma en FARENGA, P., Ciscostanze e modi..., p. XVII.
159 Burckardi describe en su diario los disgustos protocolarios que le ocasionó el papa, al no
querer ponerse el cappucinus rojo que éste le ofrecía, y los cardenales, al no respetar el orden
establecido en la procesión; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, pp. 336-338; ver también el relato
de DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. I, pp. 374-375; PONTANI, G., Il Diario romano..., p. 70; debido a una
laguna en las cuentas, no se han conservado los gastos de estas celebraciones en los libros de
camarlengo de la iglesia-hospital; cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Santiago de los Españoles, de Roma, en el
siglo XVI..., pp. 10-11.
160 Sobre la interesante figura de Pedro García véase la bibliografía citada en el apartado II. 1. 1.2.
161 ASV, Registri Vaticani, 766, fol. 165v; ver RUSSO, F., Nostra Signora del Sacro Cuore..., pp. 30 y 93;
163 Este deporte caballeresco en Roma ya se había practicado en tiempos de su tío Calixto III; cfr.
Lucido Cattaneo, embajador en Roma, al duque de Mantua; Archivio di Stato di Mantova, Gonzaga,
B. 849, n. 4; TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura..., p. 41.
165 Representaciones de este tipo eran frecuentes en la Corte de los Reyes Católicos; cfr.
Guillén de Ávila en su Panegírico de la reina Isabel (1499). Sobre la práctica del “juego de cañas” y los
“bohordos” en la Península Ibérica cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, Las fiestas de la caballería en la Castilla de
los Trastámara, «En la España Medieval», 8 (1986), pp. 81-107; CLARE, L., Fêtes, jeux et divertissements à
la Cour du connetable de Castille Miguel Lucas de Iranzo (1460-1470). Les exercices physiques, en La fete et
l’ecriture. Thèatre du Cour. Théatre en Espagne et en Italie 1450-1530, Aix en Provence 1987, pp. 5-31;
también FERNANDEZ DE CORDOVA MIRALLES, Á., La Corte de Isabel I..., pp. 344-357; sobre las
costumbres lúdico-caballerescas de la Italia tardomedieval cfr. MODIGLIANI, A. (dir.), Patrimonium in
festa. Cortei, tornei, artifici e feste alla fine del Medioevo (secoli XV-XVI), Roma 2000; y el antiguo trabajo de
TOSI, M., Il torneo de Belvedere in Vaticano e i tornei in Italia nel Cinquecento. Documenti e tavole, Roma 1945,
pp. 47 y ss.
164 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
168 El coste de la celebración debió ser muy alto, teniendo en cuenta la reducción de gastos que se
observa en los libros de cuentas para los años siguientes; cfr. PIETSCHMANN, K., Música y conjuntos
musicales..., p. 456. La frase entrecomillada es de C. Verardi en RINCÓN, D., “Historia Baetica”..., pp.
138-139.
169 La datación del descubrimiento oscila entre finales enero y principios de febrero de 1492; cfr.
BURCKARDI, J. Liber notarum..., vol. I, pp. 340-341; INFESSURA, S., Diario..., p. 270; DE’ CONTI, S., Le
storie…, vol. I, pp. 373-375; se incluye un dibujo de la tabla en TIZIO, S., Historia Senensis..., fol. 193;
también comenta el hallazgo el cronista andaluz Andrés Bernáldez; BERNÁLDEZ, A., Historia de los
Reyes Católicos..., pp. 617-618.
170 DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. I, p. 375; Carlo Verardi lo llamará “regiae illorum maiestati
deditissimo”; RINCÓN, D., “Historia Baetica”..., pp. 142-143; ver también DIAGO HERNANDO, M., El
cardenal de San Jorge y los hombres de negocios genoveses en Cuenca durante el reinado de los Reyes Católicos,
«Espacio, Tiempo y Forma. Serie III. Historia Medieval», 10 (1997), pp. 137-155.
171 “Oblectavit autem mirum in modum animos hominum triumphi pompa reprehesentata.
Quatuor equi candentes sublimem currum trahebant, in quo rex et regina cum laurea palmam
amplexi, quae in summo curru enata videbatur”; DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. I, p. 375.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 165
carta de Leonardo da Sarzana a Giacomo da Volterra, 24 febrero 1492; en CRUCIANI, F., Teatro nel
Rinascimento..., pp. 234-235. Sobre las ceremonias de victoria protagonizadas por los Reyes Católicos
en las ciudades del reino de Granada que iban conquistando cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, Las entradas
reales castellanas en los siglos XIV y XV, según las crónicas de la época, «En la España Medieval», 4 (1984),
pp. 48-62; un análisis de la entrada el Toledo con la que los reyes celebraron la victoria de Toro en
FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte de Isabel I..., pp. 304-328.
173 Cfr. VISCEGLIA, M. A., Il ritorno e la trasfigurazione dei trionfi antichi, en ID., La città rituale. Roma e le
sue ceremonie in età moderna, Roma 2002, pp. 53-117, especialmente pp. 95 y ss.
174 RINCÓN, D., “Historia Baetica”..., pp. 140-141.
175 TEDALLINI DI BRANCA, S., Diario Romano del maggio 1485 al giugno 1524, ed. P. Piccolomini, vol.
III, Città di Castello 1907, p. 317; ver también los testimonios recogidos en TOSI, M., Il torneo de
Belvedere in Vaticano..., pp. 47-9.
176 Carta de Leonardo de Sarzana a Giacomo di Volterra, 24 febrero 1492; en CRUCIANI, F., Teatro
cardenal Rafael Riario cfr. FROMMEL, C. L., Il Cardinale Raffaele Riario e il Palazzo della Cancelleria, en
Sisto IV Giulio II della Rovere mecenati e promotori di cultura, Atti del Convegno, Savona 1985, pp. 73-85;
ID., Raffaele Riario, committente della Cancelleria, en ESCH, A. (dir.), Arte, commitenza ed economia a Roma e
nelle corti del Rinascimento (1420-1530), Turín 1995, pp. 197-211; BENTIVOGLIO, E., Per la conoscenza del
166 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
palazzo della Cancelleria: la personalità e l’ambiente culturale del cardinale Raffaele Sansoni Riario, «Quaderni
dell’Istituto di Storia dell’Architettura», 15-20 (1991-92), pp. 367-74.
178 RINCÓN, D., “Historia Baetica”..., pp. 142-143.
179 CHIABÒ, M., L’eco dei classici, en ID., FARENGA, P., y MIGLIO, M. (dirs.), Caroli Verardi. Historia
del rey Fernando, que conocía personalmente a su hermano Michele Verino. En cuanto a la
información sobre la campaña parece provenir de la crónica de Alfonso de Palencia; cfr. CARRASCO
URGOTI, M. S., El moro de Granada..., p. 96. La obra fue editada por VERINUS, H., Panegyricon ad
Ferdinandum Regem et Isabellam Reginam Hispaniarum de Sarracenae Baetidos gloriosa expugnatione, ed. J.
Fogel y L. Juhász, Leipzig 1933. Sobre el autor cfr. LAZZARI, A., Ugolino e Michele Verino. Studii
biografici e critici, Turín 1897, pp. 144-152; recientemente ha traducido el texto VERINO, U., De
Expugnatione Granatae: (panegyricon ad Ferdinandum regem et Isabellam reginam Hispaniarum de saracenae
baetidos gloriosa expugnatione), ed. I. López Calahorro, Granada 2002.
182 KRISTELLER, P. O., Studies in Renaissance Thought and Letters, Roma 1956, pp. 380-381.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 167
noticia y analiza esta pequeña obra SCARAMUZZI VIDONI, M. R., Conquista de Granada y simbología del
reino universal en textos españoles e italianos, en CRIADO DEL VAL, M. (dir.), Literatura hispánica, Reyes
Católicos y descubrimiento, Barcelona 1989, pp. 13-17.
186 Carta de Fernando el Católico a la Universidad y a los Senadores de Palermo, 2 enero 1492; en
DI BLASI, G. E., Storia cronologica dei vicerè, luogotenenti e presidenti del regno di Sicilia, vol. I, Palermo 1790,
p. 342.
187 Cit. en D’ALESSANDRO, V, y GIRRIZZO, G., La Sicilia dal Vespro all’Unità d’Italia, en Storia
“dignissime quante mai siano fatte in Napoli per la presa di Granata”190. La familia
real quiso celebrar el acontecimiento con la representación de dos obras en
italiano de Jacopo Sannazaro. El duque de Calabria —Alfonso de Aragón, hijo de
Ferrante— se encargó de La presa di Granata, que se escenificó la noche del 4 de
marzo en el Castel Capuano utilizando como escenario un “templo bellissimo
fatto a modo antiquo, sopra vinte colunne, con multi ornamenti dintorno”191. La
obra comienza con un doloroso lamento de “Mahoma” por su expulsión de
Granada, seguido de una legitimación de la guerra a cargo de la “Fe”,
personificada en una mujer ricamente vestida y coronada de laurel192.
Gracias a los Reyes Católicos la cruz de Cristo ha sido alzada de nuevo
sobre los muros de Granada tras una guerra que haría enmudecer a Julio César,
Escipión o el gran Metelo. El rey Fernando aparece como un emperador de la
Antigüedad: “vitorioso, / sopra un carro pomposo, in alta sede, / gir spargendo
col pede argento et auro, / coronato di lauro”, y haciendo desfilar delante de él a
sus enemigos vencidos y encadenados. Por último saldrá la “Alegría” con sus
ninfas, anunciando el comienzo de la fiesta en la que participarán los nobles
napolitanos llevando estampados en sus vestidos los yugos y las flechas de los
Reyes Católicos.
Al día siguiente se representó Il trionfo della Fama en el palacio del duque de
Altamura193. Esta vez el escenario fue un arco de triunfo “fatto con colonne e con
sculture all’antiqua, con una inscrizzione che contineva le laude delli Ser.mi S.ri Re e
Regina di Castiglia”, y en el centro las armas del reino con las empresas de los
reyes. En esta obra el elogio a los soberanos españoles da paso a una exaltación de
la dinastía Trastámara aragonesa sucesora de los godos, como si la rama napolitana
se beneficiara de las victorias de Fernando el Católico: “¡Godi, aragonea invitta
inclita gente! / godi, che dal tuo sterpo escon doi rami, / e l’un fa ombra qui,
l’altro in ponente”. La “Fama” y “Apolo” cantan entonces las hazañas de Isabel y
190 Cfr. PASSERO, G., Storie in forma de Giornali, ed. V. M. Altobelli, Nápoles 1785, p. 53; GIACOMO,
ver también TORRACA, F., Teatro italiano dei secoli XIII, XIV e XV, Florencia 1885, pp. 331 y ss;
vçeanse los análisis de BOILLET, D., La participation d’un humaniste aux spectacles de la cour des aragonais de
Naples: les farces de J. Sannazaro, en La fête et l’écriture. Théâtre de Cour, Cour-Théâtre en Espagne et en Italie,
1450-1530, Aix-en-Provence 1987, 233-256; PIERI, M., Dalla lirica alla festa: il caso dell’egloga nella Napoli
aragonese, en Origini del Drama pastorale in Europa, Viterbo 1984.
192 La “Fe” explica que al principio ella “senza favor di Marte e di sue guerre / vensi tutte le terre,
e fui regina / sol per virtù divina in ogne gente”, pero griegos y romanos se disputaron la tierra “con
bandiere distesse e con la spata” hasta que el Islam convirtió “le mie chiesie in meschite, e tolte via
l’imagin de Maria”.
193 SANNAZARO, I., Il Trionfo de la fama, en ID., Opere volgari, ed. A. Mauro, Bari 1961, pp. 286 295;
ver también TORRACA, F., Studi di storia letteraria napoletana, Livorno 1884, pp. 417 y ss.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 169
Fernando hasta terminar en un baile bajo los fuegos artificiales que iluminaron la
noche napolitana.
La capacidad propagandística de Roma permitió que la noticia se extendiese
a otras zonas de Europa a través de la imprenta y los medios diplomáticos194. La
Historia Baetica tuvo numerosas ediciones, destacándose la de Basilea de 1494
donde se incorporan las cartas traducidas al latín por Carvajal y Medina, y una
congratulatio dedicada a los Reyes Católicos por el humanista alemán Sebastian
Brat195. A Borgoña también llegaron los ecos granadinos a través de las cartas de
los procuradores romanos, ya que la información se reproduce casi íntegramente
en la crónica de Molinet196. Y en Londres anunció la noticia el 6 de abril el
arzobispo de Canterbury, John Morton, y luego hubo una solemne procesión, un
sermón y un Te deum en la catedral de San Pablo de Londres197. Todo parecía
indicar que los Reyes Católicos se habían hecho oír en Europa a través del altavoz
romano, cuyas manifestaciones diplomáticas y literarias anunciaban el nacimiento
de un nuevo poder cristiano en el Mediterráneo capaz de exconjurar la amenaza
otomana y abrir los horizontes del mundo más allá del Atlántico.
194 El recuerdo de la toma de Granada se mantuvo vivo durante el pontificado de Alejandro VI,
tal como reflejan los comentarios de Pomponio Leto en su Romanae historiae compendium, o los del
auditor Girolamo Porcari cuando —en su obra In Turcos Porcia Declamatio— considerará la conquista
de Granada como el hecho más glorioso después del nacimiento de Cristo; cfr. NIUTTA, F., Il
Romanae historiae compendium di Pomponio Leto dedicato a Francesco Borgia, en CANFORA, D., CHIABÒ,
M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 353-354; MODIGLIANI, A., I Porcari. Storia di
una famiglia romana tra Medioevo e Rinascimento, Roma 1994.
195 RINCÓN GONZÁLEZ, D., La toma de Granada y el descubrimiento de América en la edición de Basilea de
1494, en V Congreso Internacional de Historia de América, vol. II, Granada 1992, pp. 29 y ss; ID., Presenza
dell’elemento italiano nella stampa di libri spagnoli o di tematica spagnola in tipografie tedesche nel XV secolo e degli
inizi del XVI, en SCHNUR, R. (ed.), Actas Conventos Neo-Latini Bariensis. (Proceedings in the Ninth
International Congress of Neo-Latin Studies), Tempe (Arizona) 1998, pp. 509-515.
196 MOLINET, J., Chronique, en Collection des chroniques nationales françaises, ed. Buchon, vols. XLVI-
tradición…, p. 259.
198 La exposición detallada de estos temas será objeto de la segunda parte del trabajo (capítulo II).
170 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
atentado contra Fernando el Católico y el municipio gerundense, «J. Zurita. Cuadernos de Historia», 19-20
(1966-1967), pp. 231-239; SESMA MUÑOZ, J. A., Crónica de un atentado real. Barcelona, 7-XII-1492,
Zaragoza 1993, donde sin embargo no se hace ninguna mención a los ecos romanos del atentado.
202 La información transmitida por los procuradores se reproduce en el diario de Burckardi, y
coincide en sus puntos esenciales con la epístola que Pere Miquel Carbonell —notario y archivero
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 171
consistoriales también se recogió una somera alusión a la celebración de la Misa “pro liberatione de
Serenissimo Ferdinandi Regis Hispanias”; en BAV, Barb. Lat., 2932, fol. 6r.
204 Las reacción de Ferrante en GIACOMO, N., Cronica..., p. 177; la carta de Fernando a la Señoría
de Venecia agradeciendo su misiva en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 167-168; en
cuanto a la defectuosa información que llegó a Ferrara cfr. ZAMBOTTI, B., Diario Ferrarense..., p. 287.
172 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
205 LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio super praestanda…, fol. 1v. Véase también el comentario de
GOÑI GAZTAMBIDE, J., Bernardino López de Carvajal y las bulas alejandrinas..., pp. 103 y ss.
206 LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio super praestanda..., fols. 7v y ss.
207 Nos han llegado cuatro copias del poema: un manuscrito conservado en la Biblioteca Vaticana
(Barb. Lat. 1705) —la versión más próxima al original—, un incunable de 1497 y dos ediciones de
1511 y 1520. Una transcripción del texto sobre la base de las dos últimas ediciones en HECHT, U.,
Der ‘Pluto furens’ des Petrus Martyr Anglerius. Dichtung als Dokumentation, Frankfurt am Main 1992, pp.
117-163. La obra ha sido analizada por GOTOR LÓPEZ, J L., Il carme De casu regis di Pietro Martire
d’Anghiera e la tragicomedia Fernandus seruatus di Marcellino Verardi, en La rinascita della tragedia nell’Italia
dell’Umanesimo, Viterbo 1976, pp. 159-184; (también en ID., Carte spagnole. Dieci saggi di letture e ricerche,
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 173
Perusa 1984, pp. 1-25); CANFORA, D., Il carme Supra casum Hispani regis di Pietro Martire d’Anghiera
dedicato al pontefice Alessandro VI, en CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato
ecclesiastico..., pp. 275-284.
208 La supresión, en la versión manuscrita, de este pasaje referido a un acuerdo —el de Tours-
para que lo versificase. En cuanto al nombre de “tragicomoedia”, cabe decir que recoge el criterio de
Plauto en su Amphitruo, según el cual el título de “tragedia” correspondía a la dignidad de los
personajes, mientras el de “comedia” por el feliz desenlace; VERARDI, M., Fernandus Servatus,
Eucharius Silber, Roma 1493; en IERS 1387; aquí utilizamos el incunable que se encuentra en la BA,
Inc. 720, fols. 191r-206v; también editado por THOMAS, H., Fernandus Servatus, «Revue hispanique»,
32 (1914), pp. 428-457; además de la edición romana del año 1493 hubo otras dos españolas, en
Salamanca y Valladolid; RUIZ GARCÍA, E., Los libros de Isabel la Católica..., p. 169; al análisis de J. L.
Gotor López, puede añadirse CRUCIANI, F., Teatro nel Rinascimento..., pp. 228-239; GRAZIOSI, M. T.,
Tradizione e realtà nel “Fernandus Servatus”, en Atti e Memorie dell’Accademia letteraria italiana dell’Arcadia,
6-2 (1973-76), pp. 55-71; RINCÓN, D., “Historia Baetica”..., pp. 44 y ss; esta especialista está
preparando en la actualidad un estudio detallado de la obra.
174 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
leger nel futuro / d’un Allexandro magno papa sesto, / de la sua creatione el modo puro, / grat’a
ciascuno, a nullo mai molesto / e del prim’anno suo el magno muro, / che non gli puo nessuno
esser infesto: / sesto Alessandro Papa Borgia ispano, giusto nel iudicare e tutto humano”.
213 En AIRALDI, G., La scoperta nelle relazioni sincrone…, p. 74.
214 Un reproducción de los grabados en el trabajo citado de R. Lefevre.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 175
215 Cfr. ROCHINI, Niccolo Scillacio e la sua relazione sulla scoperta del Nuovo Continente, Módena 1875;
BERCHET, G., Fonti italiane per la storia della scoperta del nuovo mondo, en Raccolta Colombina, vol. II, Roma
1892-1893, pp. 83-93; véase también el comentario de BOSCOLO A., y GIUNTA, F., Saggi sull’età
colombiana, Milán 1982, pp. 51 y ss; el texto también ha sido editado por AIRALDI, G. (ed.), La scoperta
nelle relazioni sincrone…, pp. 107-115 (de donde hacemos nuestra traducción al castellano).
216 La editio princeps de esta obra fue imprimida completamente en 1530 en Alcalá, cuatro años
después de la muerte del autor, pero la primera década ya había sido editada en Sevilla en 1511 por
Antonio de Nebrija, el cual entregó las tres primeras a la imprenta en 1516; CICALA, R., y ROSSI, V.
S., Per una bibliografia dell’umanista Pietro Martire d’Anghiera, en STOPPA, A. L., y CICALA, R. (dirs.),
L’umanista aronese Pietro Martire d’Anghiera, primo storico del “nuovo mondo”, (Atti del Convegno, Arona, 28
ottobre 1990), Novara 1992, p. 180.
217 Con aguda clarividencia el historiador francés Laband-Mailfert afirma que el diplomático había
logrado “la primièr volte-face du pontifice”; LABAINDE-MAILFERT, Y., Charles VIII: le vouloir et la
176 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
del papa —Juan de Borja, duque de Gandía— con María Enríquez —hija del
almirante Enrique Enríquez, y por tanto prima del rey Fernando— sellaría una
alianza familiar hispano-pontificia, en virtud de la cual Alejandro VI se comprometía
a apoyar a la rama Trastámara de Nápoles, a cambio de que los reyes defendieran a la
Santa Sede frente a una posible agresión francesa, y concedieran un buen estado en
la Península Ibérica al duque de Gandía.
En la primavera de 1494 la situación del pontífice se fue haciendo más
dependiente de la ayuda española218. Con las tropas francesas movilizándose en
Lyon y el duque Gandía establecido en la península, el pontífice consideró la idea de
conceder a los monarcas españoles el título de “católicos”. La historiografía ha
contribuido a esclarecer el tenor y las circunstancias de la concesión de la bula,
datada el 17 de diciembre de 1496; sin embargo un análisis atento a los despachos
del nuncio Desprats nos ha permitido conocer la verdadera génesis del título
pontificio, que debe adelantarse casi tres años a su concesión efectiva219. Nos
referimos a un importante informe que Francisco Desprats dirigió al papa el 27 de
mayo de 1494, y que ha pasado desapercibido a los conocedores de esta fuente
documental220. En este despacho confidencial el nuncio comunicaba a Alejandro
VI la siguiente noticia:
Don Anrich me dix en dies pasats scrivis a vostra beatitud donas al
senyor Rey e Reyna titol de molt catolichs e yo per quem paregue era
cosa proveia de ell non scrivi a vostra santedat. Ora deretament vostra
beatitud ha respost a dit don e mostra voler ho fer vostra santedat te
per be de fer ho, ho deu fer de manera que parega que moguda de si
ho fa, e non per degun altre221.
Por las palabras del nuncio queda claro que la iniciativa de la concesión del
título es muy anterior, casi tres años, a su real ejecución, de manera que el análisis
del texto debe partir de un contexto político diferente al de 1496, y que no es otro
que el de la inminente invasión de Carlos VIII de Francia y la alianza hispano-
destinée…, p. 174. En cuanto a la expresión pax fernandina cfr. VILLAPALOS, G., Fernando V (1474-
1516). Los Estados del Rey Católico, Burgos 1998, pp. 207 y ss.
218 Para un mayor conocimiento del contexto histórico ver los capítulos II. 3 y 4.
219 La bula de concesión Si convenit, 17 diciembre 1496; AGS, Patronato Real, leg. 19, fols. 22-24; en
REY, E., La bula de Alejandro VI otorgando el título de Católicos a Fernando e Isabel, «Razón y Fe», 146
(1952), pp. 59-74; el estudio del contexto histórico se encuentra en el mismo volumen en pp. 324-
347; ID., Reyes Católicos, en Diccionario de Historia Eclesiástica de España, vol. III, Madrid 1973, pp. 2083-
2084; también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. Fundamentos de la monarquía..., p. 40, nota
51; la evolución posterior del título en FERNÁNDEZ ALBADALEJO, P., “Rey Católico”: gestación y
metamorfosis de un título, en CONTINISIO, C., y MOZZARELLI, C. (eds.), Repubblica e Virtù. Pensiero politico
e Monarchia Cattolica fra XVI e XVII secolo, Roma 1995, pp. 109-120.
220 Nos referimos a los trabajos ya citados de los dos excelentes historiadores, M. Batllori y J.
Fernández Alonso.
221 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026, fol. 42v.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 177
Fernando); PALENCIA, A., Guerra de Granada..., p. 161. Una parte de la correspondencia que
mantuvo con el papa ha sido recogida por BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., pp. 222-224; y
SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 19 y ss.
223 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026, fol. 42v.
224 Ver el capítulo II. 3.4.
225 Sobre la llamada “Liga Santa” véase SEGRE, A., I prodromi della ritirata di Carlo VIII, re di Francia,
da Napoli. Saggio sulle relazioni tra Venezia, Milano e Roma durante la primavera del 1495, «Archivio Storico
Italiano», 34 (1904), pp. 3-27; y 34-2 (1904), pp. 350-405; JACOVIELLO, M., La lega antifrancese del 31
marzo 1495 nella fonte veneziana del Sanuto, «Archivio Storico Italiano», 143 (1985), pp. 39-90; SUÁREZ,
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa…, pp. 61-73.
178 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
226 Cfr. MITCHELL, B., Italian Civic Pageantry in the High Renaissance. A Descriptive Bibliography of
Triumphal Entries and Selected Other Festivals for State Occasions, Florencia 1979, pp. 143-144; ver
especialmente los relatos de SANUDO, M., La spedizione..., p. 305; y COMMYNES, PH. DE, Mémoires...,
pp. 126-133.
227 CHIEREGATUS, L., Sermo in publicatione confoederationis inter Alexandrum VI et Romanorum et
Hispaniae reges Venetorumque ac Mediolanensium duces, ed. Johann Besicken, Roma 1495; en IERS 1440 y
1467; en BAV, Inc. IV 399; también Inc. Ross. 1230; sobre el personaje cfr. PASCHINI, P., Leonello
Chieregato: nunzio d’Innocenzo VIII e di Alessandro VI, Roma 1935.
228 En la obra se presenta a Carlos de Francia (Peligro) como un perturbador de la paz de la Iglesia
(burra), gobernada por la mano sabia y poderosa del papa Borja, que tiene como aliado y leal
defensor a Fernando el Católico (Fortunado); cfr. GILLET, J. E., Égloga hecha por Francisco de Madrid
(1495?), «Hispanic Review», 11 (1943), pp. 275-281; BLECUA, A., La Egloga de Francisco de Madrid en
un nuevo manuscrito del siglo XVI, en Serta Philologica F. Lázaro Carreter, vol. II, Madrid 1983, pp. 39-66;
ver también las aportaciones de SURTZ, R. E., Teatro castellano de la Edad Media, Madrid 1992, pp. 48-
51; en cuanto al elogio de Sebastian Brant cfr. BRANT, S., Congratulatio Confederationis Alexandri Papae
VI cum Maximiliano, ed. J. Bergmann 1495; reeditadas por HEITZ I SCHULTZ, P. (ed.), Flugblätter von
Sebastian Brant, Estrasburgo 1915.
229 Los frescos se encontraban en el jardín del papa, en la parte baja del castillo. Se dan referencias
a ciertos dibujos que se conservan en el Museo del Louvre sobre el ciclo ideado por Pinturicchio en
MÜNTZ, E., Les arts à la cour des papes Innocent VIII, Alexandre VI, Pie III (1484-1503), París 1898, p.
208; SCHMARSOW, A., Pinturicchio a Roma, Stuttgart 1882, pp. 62-71; ver también HOWE, E.,
Alexander VI, Pinturicchio and the Fabrication of the Via Alessandrina in the Vatican Borgo, en Papers in Art
History from the Pennsylvania State University, vol. VIII, t. I: An Architectural Progress in the Renaissance and
Baroque, Pittsbourgh 1992, pp. 64-93; CAVALLARO, A., Pinturicchio “familiare” della corte borgiana:
l’Appartamento di Alessandro VI a Castel Sant’Angelo, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 179
(dirs.), Roma di fronte all’Europa..., vol. III, pp. 781-801 ; X. Company comenta que no encontró los
bocetos de los frescos citados en COMPANY, X., Alexandre VI i Roma..., pp. 302-303.
230 VASARI, G., Le vite dei più eccellenti pittori, scultori e architetti, Roma 1991, p. 520. Alejandro VI
también agasajó a Isabel con exquisitos regalos, como el Espejo de la Reina que ella transformó en
Custodia y se conserva actualmente en la Capilla Real de Granada; cfr. BERTOS HERRERA, M. P., Los
escultores de la plata y el oro, Granada 1991, pp. 92 y ss.
231 A lo largo del trabajo tendremos ocasión de comprobar la intervención de Isabel en la política
italiana.
232 Cfr. REY, E., La bula de Alejandro VI..., p. 344; que desconoce el importante informe de
principios de 1497 del entonces cardenal Bernardino López de Carvajal; en SUÁREZ FERNÁNDEZ,
L., Política internacional..., vol. V, p. 193.
233 “Et quanto fece repugnantibus cardinalibus, quia nomen illud potius convenit pontifici et
spiritualibus quam secularibus. Tamen, il pontifice, sic voluit”; SANUDO, M., I Diarii..., vol. I, col.
424. En cambio, el testimonio de Rafael de Volterra da a entender que no existió ningún tipo de
oposición; VOLTERRANI, R., Commentarium Urbanorum, Lyon 1552, lib. II, c. 12; en RAYNALDI, O.,
Anales ecclesiastici accedunt notae chronologicae, ed. de J. D. Mansi, vol. XI, Luca 1754, p. 272.
180 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
VIII cuando el 9 de marzo le otorgó la Rosa de Oro para aliviar el desaire que le había ocasionado al
rechazar su candidatura al trono de Nápoles; cfr. CLOULAS, I., Charles VIII et les Borgia en 1494, en
FIORATO, A. CH. (dir.), Italie 1494, París 1994, p. 42.
237 El embajador veneciano dice que el papa “ha chiamado da Napoli Consalvo Ferando, che ha
3.000 fanti, et gli vuol dar carico di pacificar quella (se refiere a los desórdenes que habían producido
en Viterbo, Terni o Espoleto), le quali ogni giorno si tagliano a pezzi”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II,
col. 491; sobre la campaña pontificia para restablecer el control de sus Estados cfr. CARAVALE, M y
CARACCIOLO, A., Lo stato pontificio da Martin V a Gregorio XIII, en Lo Stato Pontificio da Martino V a Pio
IX, en Storia d’Italia, vol. XIV, Turín 1986, pp. 139-163.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 181
simbólico que allí se propone. Tras una justificación del poder pontificio para
conceder títulos de este tipo a los príncipes cristianos, Alejandro VI expone los
motivos que explican la concesión: las virtudes personales de ambos príncipes,
puestas de relieve en la rápida unificación, pacificación y consolidación de sus
reinos; la reconquista de Granada del dominio del Islam “con las ayudas materiales
y la bendición de la Sede Apostólica”; la erradicación de la herejía y la expulsión de
los judíos “dejándolos llevar sus bienes con increíbles pérdidas para vosotros y
quebranto de los naturales”238; el envió de tropas al reino de Nápoles “por
defender nuestra dignidad pontificia y los derechos de la Iglesia Romana a la que
legítimamente pertenecía el reino de Sicilia”; y, por último, los esfuerzos realizados
y las promesas de “llevar la guerra a los Africanos, enemigos del nombre
cristiano”239.
Por todas estas razones el pontífice otorgaba el título a unos monarcas que
podían considerarse “aviso y ejemplo de los príncipes cristianos, porque vuestras
fuerzas y vuestras armas no las habéis empleado en la ruina y matanza de otros
cristianos, por ambición de tierras y de dominio, sino en la prosperidad de los
cristianos y en la defensa de la Iglesia y de la fe”240. La altisonancia de las palabras
no nos debe hacer pensar que la entrega del título pontificio sea un mero gesto de
cortesía en agradecimiento por la ayuda militar contra el invasor francés. La
donación papal suponía, más bien, el corolario de la otra batalla que se había
librado en el imaginario intraeclesial europeo entre la corriente escatológica
francesa —que veía en Carlos VIII el segundo Carlomagno, castigador de Roma y
conquistador de Jerusalén— y el mesianismo aragonés que hacía de Fernando el
monarca universal y debelador del Islam241. El nuevo título situaba a los reyes de
238 No son pocos los testimonios italianos que ensalzaron a los soberanos españoles por la
expulsión de la comunidad judía de sus reinos; véanse por ejemplo las octavas de Giuliano Dati que
en 1493 consideran a Fernando “Christianissimo rege de’Christiani / come si vede che non è mai
satio / di marrani Giudei far ogni stratio”. En la misma fecha el humanista Matteo Bosso de Verona
llama al rey aragonés “felicissimo e cristianissimo” por acometer esta medida, mientras en Nápoles
un apasionado religioso trata de persuadir al rey Ferrante de que imite a su primo, aludiendo al falso
descubrimiento de algunas cartas proféticas de San Cataldo; SORANZO, G., L’umanista canonico
regolare..., p. 219; PONTIERI, E., Un monarca realista e un asceta del Quattrocento: Ferrante d’Aragona, re di
Napoli, e S. Francesco di Paola, en ID., Ferrante d’Aragona..., p. 411.
239 Pedro Mártir de Anglería da razones semejantes en carta dirigida a fray Hernando de Talavera,
obispo de Granada y antiguo confesor de la reina: “por haber arrojado de Andalucía a los
inhumanos sarracenos, por haber sometido a su poder el reino de Granada, por haber expulsado a
los judíos, por haber quebrantado a los herejes, y, finalmente, por haber ampliado con su bondad las
fronteras de nuestra fe”. La extraña datación de la carta —el 5 de febrero de 1495— constituye una
muestra más de las frecuentes interpolaciones del autor; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp.
293-295.
240 En REY, E., La bula de Alejandro VI..., p. 74.
241 Sobre el mesianismo catalano-aragonés véase la bibliografía citada de E. Durán, J. A.
Requesens o M. Aurell. Para el caso francés cfr. DENIS, A., Charles VIII et les italiens: histoire et mythe,
182 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Génova 1979; VASOLI, C., Il mito della monarchia francese nelle profezie tra il 1490 e il 1510, en CECHETTI,
D., SOZZI, L., y TERREUX, L. (dirs.), L’aube de la Renaissance, Ginebra 1991, pp. 145-165; LECOQ, A.
M., François Ier imaginaire. Simbolique et politique à l’aube de la Renaissance française, Baltimore 1994.
242 En REY, E., La bula de Alejandro VI..., p. 74.
243 SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 849.
244 Cfr. LE FUR, D., Louis XII: un autre Cesar, París 2001, pp. 232 y ss.
245 Un análisis militar de la campaña en PIERI, P., La crisi militare italiana nel Rinascimento nelle sue
Estado en la expansión europea de la Monarquía bajo los Reyes Católicos, en El Tratado de Tordesillas y su
época..., pp. 1826-1828; ID., Estrategia cruzada y guerra moderna: la conquista de Nápoles en la política italiana
de los Reyes Católicos. Sobre el nuevo sistema español en Italia, en Los Reyes Catolicos y la Monarquia de España
(Valencia septiembre-noviembre 2004), Valencia 2004; o los trabajos reunidos en El reino de Nápoles y la
monarquía de España. Entre agregación y conquista (1485-1535), Madrid 2004. Desde la perspectiva
intaliana cfr. GALASSO, G., La crisi italiana e il sistema politico europeo nella prima metà del secolo XVI, en
ID., Dalla “Libertà d’Italia” alle “preponderanze straniere”, Nápoles 1997, pp. 15-59; ID., L’Italia una e
diversa nel sistema degli Stati Europei (1450-1750), en ID. (dir.), Storia d’Italia, vol. XIX, Turín 1998, pp.
27-50; MUSI, A., L’Italia dei viceré. Integrazione e resistenza nel sistema imperiale spagnolo, Cava de’ Tirreni
2000, pp. 37-55.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 183
247 GIOVIO, P., La vita di Consalvo Ferrando di Cordova detto il Gran Capitano, Florencia 1950, pp. 66-
67.
248 Cantalicio hizo una colorida descripción del desfile que avanzaba hacia el Vaticano: “Entra in
Roma con grande apparato, ed andavangli innanzi in bello ordine, e con molta pompa lo schiere
de’Cavalieri, ed i Capitani Spagnoli ed Italiani, che pareano tutti folgori di battaglia; seguiva dietro di
costoro il gran Consalvo, nuovo Ercole di nostra età, con sembianza allegra, e piena di gravità, e
mostravasi nel viso non men grande, che piacevole. Innanzi il Gran Capitano andava il misero
Menaldo sopra un ronzino con volto languido e mesto, e con gli occhi chinati a terra, con barba
squallida e scarmigliata, così lunga, che ne copriva tutto il suo petto; e traeva così altre sospiri dal
profondo del cuore, che mettea compassione di se a chiunque il veneva e udiva. Seguiva
ultimamente un gran numero di soldati, e d’altre genti, che accompagnavano il trionfo del
Capitano”; CANTALICIO, G. B., De bis Parthenope, Nápoles 1506; traducida por QUATTROMANI, S.,
Delle Guerre fatte in Italia da Gonsalvo Ferrando di Aylar di Cordoba detto il Gran Capitano, Cosenza 1597,
libro I, p. 21; otra descripción de la entrada en la Crónica manuscrita que se encuentra en RODRÍGUEZ
VILLA, A. (ed.), Crónicas del Gran Capitán, Nueva Biblioteca de Autores Españoles, vol. X, Madrid
1908, pp. 295-296.
249 Véase también la Crónica manuscrita..., pp. 295-296.
250 Según P. Giovio, el papa calificó la hazaña del capitán andaluz como de “azione sopraumana”;
diario de J. Burckardi—, sin embargo el gesto no es extraño porque la Rosa de Oro podía otorgarse
a condottieri o militares que prestaran un servicio especial a la Santa Sede; cfr. CORBO, A. M., La Rosa
d’Oro..., en ID., Cantori, artisti e condottieri..., pp. 49-52.; las palabras señaladas en el texto son de SANTA
CRUZ, A., Crónica de los Reyes Católicos, ed. J. de M. Carriazo, vol. I, Madrid 1951, pp. 172-173.
184 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
252 Los rumores sobre la decisión pontificia de poner al Gran Capitán al frente de sus tropas se
literarias que desencadenó en SANZ HERMIDA, J., Literatura consolatoria en torno a la muerte del príncipe
Don Juan, «Studia Historica. Historia Medieval», 11 (1993), pp. 157-170; ID., y ALCALÁ, Á., Vida y
muerte del Príncipe Don Juan. Historia y literatura, Valladolid 1999.
255 Breve Ex concepto, 26 noviembre 1497, en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 170-
171.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 185
256 La obra ha sido editada por GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Los opúsculos latinos de los Diego de Muros,
«Asturiensia Medievalia», 1 (1972), pp. 358 y ss; también en ID., El Deán de Santiago. D. Diego de
Muros. Su puesto en la historia del humanismo español, «Anthologica Annua», 22-23 (1975-1976), pp. 64-70
y 97-104.
257 La versión latina —publicada entre 1500 y 1502— ha sido estudiada y parcialmente editada por
GONZÁLEZ ROLÁN, T., y SAQUERO SUÁREZ-SOMONTE, P., Un importante texto político-literario..., pp.
247-277. Conviene recordar que este tipo de composiciones sobre el nacimiento o defunción de
infantes castellanos —tan importantes para la sucesión del reino— encontraba un terreno abonado
en Roma por Rodrigo Sánchez de Arévalo, cuando en 1462 pronunció un discurso en la basílica de
San Pedro ante Pío II con motivo del nacimiento de Juana de Castilla, hija de Enrique IV y
posteriormente llamada “la Beltraneja”; en BAV, Vat. Lat. 4881, fols. 2222-2224; editado
recientemente por AZCONA, T, DE., Juana de Castilla..., pp. 151-155.
258 La celebración del funeral en Roma ha sido recientemente analizada por VAQUERO PIÑEIRO,
M., I funerali romani del príncipe Giovanni e della regina Isabella di Castiglia: rituale politico al servizio della
monarchia spagnola, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma
2001, pp. 641-655; donde se utilizan los testimonios de BURCKARDI, J., Liber notarum, en BAV, Vat.
Lat., 5944, 218v-219r; y el libro ceremonial de GRASSIS, P., De particolari missa exequiali in Cappella
Papali pro primogenito regis Hispaniarum de alia etiam simili missa habita in eadem S. Iacobi de natione, en BAV,
Vat. Lat. 5944, fols. 218r-219v.
186 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
seu potius sub quo rege, cum rex ipse et regnum Catalonie sive Valentie obtinebat, in quo pontifex
est genitus, singulariter inclinatus”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 69-70. En el
manuscrito consultado por M. Vaquero Piñeiro, el maestro de ceremonias comenta desdeñoso que
el papa pretendía con ello “adulare” a su rey español; cit. en VAQUERO PIÑEIRO, M., I funerali
romani..., p. 645.
262 Cfr. BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 70-71.
263 La ostentosa presencia de César permite sospechar que pretendía ganarse el favor de los
embajadores de los Reyes Católicos para el proyecto de abandonar el capelo cardenalicio y contraer
matrimonio con la hija de Federico de Nápoles.
264 BAV, Vat. Lat., 5944, fol 218v.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 187
Una vez terminada la Misa y por encargo del cardenal Carvajal, el humanista
volterrano Tommaso Inghirami pronunció un discurso funerario que fue alabado
por todos, y se publicaría posteriormente en Roma en 1502 con el título Oratio de
obitu Iohannis Hispaniae principis ad Senatum apostolicum265. Esta obra que ha pasado
desapercibida a los especialistas pudo servir de inspiración a la epístola
consolatoria de Carvajal, que se publicaría también por aquellas fechas266.
También hubo manifestaciones de condolencia en Sicilia, especialmente en
Mesina, donde el senado proclamó nueve días de luto y preparó una solemne
procesión que culminó en un Misa y la lectura de poemas en honor del príncipe
difunto267. Ludovico el Moro —aliado de los Reyes Católicos en aquel entonces—
decretó en Milán un día de luto, y mandó celebrar el 5 de diciembre una Misa
solemne en el Duomo a la que asistió toda la nobleza268.
A la vista de estas notas puede decirse que los agentes españoles en Italia, y
especialmente en la ciudad de Roma, lograron transformar el fallecimiento del
heredero en un motivo de exaltación de la dinastía, y lo que podría verse como un
signo de debilidad política en una fuente de prestigio y reconocimiento por parte
del Pontificado. Los funerales por el príncipe don Juan representaron el punto
culminante de la capacidad española de ejercer sobre Roma una poderosa
hegemonía, pero también anunciaron también tiempos difíciles para la Corona
española. La resistencia de los reyes a apoyar la política familiar de Alejandro VI y
la discrepancia en la sucesión napolitana deterioraron progresivamente las
265 INGHIRAMI, T., Oratio de obitu Iohannis Hispaniae principis ad Senatum apostolicum, ed. Eucharius
Silber, Roma 1502; IERS 1794; la nota bibliográfica de la publicación posterior del discurso se
recoge también en TINTO, A., Gli annali tipografici di Eucario e Marcello Silber (1501-1527), Florencia
1968, p. 24. Ninguna noticia sobre este discurso hemos encontrado en los trabajos de RUGIADI, A.,
Tomasso Fedra Inghirami, umanista volterrano (1470-1516), Amatrice 1933; INGHIRAMI, I., Notizie dei codici
degli autografi e delle stampe riguardanti le opere dell umanista volterrano Tommaso Inghirami detto Fedra,
«Rassegna Volterrana» 21/22 (1955), pp. 33-41.
266 Sobre la importancia de este tipo de composiciones funerarias cfr. MCMANAMON, J. M.,
Funeral Oratory and the Cultural Ideals of Italian Humanism, Londres 1989.
267 Entre las elegías conservadas cabe destacar las de Bernardino Rici y Francisco Faragonio; cfr.
BIANCA, C., “In urbe messana nobilissima”: tre incunabili in morte di Giovanni d’Aragona, en La civiltà siciliana
del Quattrocento. Atti del Convegno (Messina 21-24 febbraio 1982), Mesina 1984, pp. 3-9; ID., Stampa,
cultura e società a Messina alla fine del Quattrocento, vol. II, Palermo 1988, pp. 323-331, 341-349 y 359-
365; algunos de los testimonios literarios sicilianos han sido editados en el trabajo de Sanz Hermida
y en GARCÍA OLMEDO, F., Diego Ramírez de Villaescusa (1459-1537), fundador del Colegio de Cuenca y
autor de los Cuátro Diálogos sobre la muerte del Príncipe Don Juan, Madrid 1944.
268 Cfr. BOSCOLO, A., Milano e la Spagna all’epoca di Ludovico il Moro, en Milano nell’Età di Ludovico il
Moro. Atti del convegno internazionale (Milano, 28 febraio – 4 marzo 1983), vol. I, Milán 1983, p. 102; ver
también NATALE, A. R., La relazioni tra il ducato di Milano e il regno del Portogallo nel Rinascimento, Milán
1971, p. 40, 52 y ss. (doc. 10). La llegada de la noticia a Venecia en enero de 1498 en SANUDO, M.,
Diarii..., vol. I, col. 818.
188 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
domino Georg. de Amboysia tituli S. Sixti presbytero cardinali Rhotomagensi Galliarum legato meritissimo, ed.
Johann Besicken, Roma 1501; BV, Q. V. 225, fols. 13v-14r.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 189
acción de los Reyes Católicos: “debellata Betica, Aphrica depressa, adventus alter
in fidemque redactus orbis locupletissime attestantur”275. Alpharabius acentúa los
valores cristianos de las gestas españolas alegrándose del retorno de tantas almas
de infieles, apartadas y perdidas, al camino de la verdadera salvación. Por ello el
curial anima a los reyes a continuar su trayectoria poniendo los fundamentos del
nuevo siglo de oro: “Circunspicite obsecro populorum anhelantium spem; preces,
studia, vota, cogitationesque omnes sub vestrae tamen Maiestates fastigio
dumpendere”. Los pueblos anhelantes, las oraciones, los esfuerzos, los deseos, y
todos los pensamientos están pendientes de los monarcas españoles, y los mismos
Cielos con sus jerarquías angélicas exultan complacidos por su victoria y felicidad.
El tono reconciliador y profético del discurso dejaba entrever, sin embargo,
sombras que sólo la guerra de Nápoles terminaría de disipar. Surgió entonces un
nuevo tipo de escritos destinados a justificar la intervención española y la posterior
ocupación del reino, como el Tratado de las sucesiones de los reynos de Gerusalem,
Napoles, Sicilia y provincias de Pulla y Calabria, y del derecho que a ellos tienen los Reyes
Católicos don Fernando y doña Isabel del jurista Cristóbal de Santiesteban, que apela a
la integridad del reino de Jerusalén y el de las dos Sicilias para defender los
derechos de Fernando a éstos reinos, y también los de Isabel276. La campaña de
Nápoles daría origen a comedias humanísticas como el poema alegórico dialogado
La Comedia sine titulo, o Leucasia, que el napolitano Girolamo Morloni compuso en
latín entre 1503 y 1504, y se representó en la Corte de Fernando de Nápoles277.
Mientras tanto en Roma los únicos acontecimientos que anunciaban un
tímido acercamiento del pontífice a la causa española eran los alardes de tropas —
“a suon di trombetta e tamburini”, y “a nome del Papa, sotto titolo di Spagnoli”—
que organizó en el verano de 1503 el embajador Francisco de Rojas con el
permiso de Alejandro VI278. Sin embargo no sería el papa Borja, sino Julio II,
quien asistiría al triunfo de las tropas españolas en la segunda guerra de Nápoles y
la ocupación del reino por Fernando el Católico, fallecida ya la reina Isabel. En
esta época habría que encuadrar la producción histórico-literaria destinada a
exaltar la figura del Gran Capitán, como el poema Historia Parthenopea que escribió
el protonotario sevillano Alonso Hernández —familiar del cardenal Carvajal—, la
Propalladia de Bartolomé de Torres Naharro, o la biografía del militar español que
se contiene en De bis recepta parthenope Gonzalvie libri quatuor que escribió en 1506 el
obispo de Penna y Atri, Giovanni Batista Valentini, llamado el “Cantalicio”279.
Gillet, vols. I-II, Pensilvania 1943; también ID., Antología (Teatro y Poesía), ed. M. Á., Pérez Priego,
190 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Badajoz 1995; HERNÁNDEZ, A., Historia Parthenopea, Roma 1516; sobre esta obra cfr. CROCE, B., Di
un poema spagnuolo sincronico intorno alle impresse del Gran Capitano nel regno di Napoli. La “Historia
Partonopea” di Alonso Hernández, «Archivio Storico per le Provincie Napoletane», 19-1 (1884), pp. 532-
549.
280 Sobre las relaciones políticas de Julio II con los Reyes Católicos cfr. MANGLANO Y CUCALO DE
MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. I, pp. 50 y ss; DOUSSINAGUE, J. M.,
Fernando el Católico y el cisma de Pisa, Madrid 1946; sobre los aspectos eclesiásticos véase también
AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 171 y ss.
281 Cfr. FERNÁNDEZ DE ALONSO, J., La legación frustrada de Cosimo de Pazzi, obispo de Arezzo (1504),
«Anthologica Annua», 11 (1963), pp. 55-90; la disputa por la sede de León en AZCONA, T. DE, Isabel
la Católica..., pp. 567-568. Las problemáticas relaciones entre Venecia y la Santa Sede en SENECA, F.,
Venezia e papa Giulio II, Padua 1962, pp. 24 y ss.
282 La descripción de la ceremonia en BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 471-472 (véanse
otras versiones en los manuscritos conservados en la BAV); y GRASSIS, P., De exequiis domina
Elisabeth Reginae Hispaniarum Romae apud Ecclesiam Sancti Iacobi celebratis, en BAV, Vat. Lat. 5944, fols.
215v-217v; también ID., Diarium; en BAV, Vat. Lat. 5635, fols. 82v-84v; buena parte de estos textos
ha sido empleada por VAQUERO PIÑEIRO, M., I funerali romani..., pp. 649-653.
283 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., I funerali romani..., pp. 649-650; ID., De los Reyes Católicos a Carlos
pour très catholicque princesse, madame Isabel, royne de Castille, de Léon et de Grenade”, pp. 227-
232; nuestro comentario a esta ceremonia en FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte de
Isabel I..., pp. 284-285.
192 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
288 BRUNI, L., De obitu Serenissimae et Catholicae dominae Helisabeth Hispaniarum et utriusque Siciliae ac
Hierusalem Reginae Oratio, J. Besicken, Roma 1505; BC, Misc. 130/1. Sobre este personaje cfr. RILL,
G., Bruno, Ludovico, en Dizionario Biografico degli Italiani, vol. XIV, Roma 1972, pp. 669-671. Carvajal
pudo conocer al embajador imperial Ludovico Bruno durante la legación de cardenal ante
Maximiliano; en 1505 Bruno gozaba de un alto prestigio ante el cuerpo diplomático acreditado en
Roma, y el papa le había encargado la misión de exigir a Venecia las tierras ocupadas en la Romaña
tras la muerte de Alejandro VI. En cuanto a la indisposición de L. Bruno para la pronunciación del
discurso “vel ita eius impediente, sive potius animi defectu cusate cesavit”, ver GRASSIS, P. DE,
Diarium; en BAV, Vat. Lat., 5635, fol. 84r.
289 BRUNI, L., De obitu…, fol. 1v.
290 Ibidem, fols. 7r y ss.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 193
291 “Visa est enim eripi non regina Hispaniarum, sed solis et siderum universa lux”; carta de
Egidio de Viterbo a Juan Bautista, eremita napolitano, fines de enero 1505?; en VITERBO, E. DA,
Lettere familiari, ed. A. M. Voci Roth, vol. I: 1494-1506, Roma 1990, pp. 347-353.
292 Sobre la entrada en Nápoles de Fernando el Católico cfr. HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El reino
Internacional de Fernando el Católico, Madrid 1944, pp. 128 y ss; FERNÁNDEZ ÁLVAREZ, M., La crisis del
Nuevo Estado (1504-1516), en Historia de España Menéndez Pidal, t. XVII, vol. II: La España de los Reyes
Católicos (1474-1516), Madrid 1969, pp. 635-741; LÓPEZ BELTRÁN, M. T., Notas sobre la expansión
castellana en el Magreb a partir de 1492, «Baetica. Estudios de Arte Geografía e Historia», 3 (1980), pp.
155-165; LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes Católicos..., pp. 461-464; GUTIÉRREZ
CRUZ, R., Los presidios españoles en el Norte de África en tiempos de los Reyes Católicos, Melilla 1997.
294 GRASSIS, P. DE, Diarium; en BAV, Vat. Lat., 5635, fols. 161r y ss.
194 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Cazaza en 1506 encontró un ambiente más favorable en la Curia. Pero esta vez ya
no fue Carvajal sino Egidio de Viterbo —predicador y eremita de San Agustín—
quien se encargaría de cantar las hazañas del monarca aragonés en el sermón que
pronunció el 15 de noviembre, después de que Fernando se lo hubiese ganado
durante su estancia en Nápoles295.
Tímida pero imperturbablemente la figura de Fernando el Católico se
agrandaba gracias a la propaganda curial en un horizonte diplomático cada vez
más despejado. Aunque continuaron las desavenencias en materia de provisiones,
Fernando apoyó a Julio II en su conflicto contra Venecia y después se alió con el
pontífice, el emperador Maximiliano y el rey de Francia en la Liga de Cambray de
1508. Fue el momento aprovechado por el Católico para enviar a Roma la
embajada aragonesa de prestación de obediencia en abril de 1507296. Aunque no se
obtuvo el reconocimiento al trono de Nápoles, el papa quiso honrar al rey
Fernando entregándole la Rosa de Oro “que había reservado para dársela a sus
oradores, nomine regis”297.
Un año después se presentó en Roma la embajada castellana, en la que
Fernando Tello hizo toda una alabanza de la labor evangelizadora de la Corona en
las Indias, tema al que la Santa Sede se mostraba cada vez más sensible y sobre el
que la Corona tenía aspiraciones muy concretas298. En 1507 el agustino Egidio de
Viterbo había visto en Fernando el rex Catholicus por excelencia “qui ne omnia
persequar, ad impios debellandos neque rudis neque novus accedit”299. Con gran
fuerza evocadora el cardenal describía su imperio “inter Occeanem Pyreneosque”,
no como una expresión de su dominio sino como realidad objetiva del
“incrementum fidei” que se ha producido especialmente en las Indias.
295 Sobre el agustino Egidio de Viterbo, vicario general de la orden desde 1507 y cardenal desde
1517, cfr. O’MALLEY, J. W., Gilles of Viterbo on Church and Reform, Leiden 1969; MARTIN, F. X., Friar,
Reformer and Renaissance Scholar: Life and Work of Giles of Viterbo, 1469-1532, Villanova 1992; ERNST,
G., Egidio da Viterbo, en Dizionario Biografico degli Italiani, vol. XXI, Roma 1993, pp. 341-351. Sobre la
predicación que tuvo ante Fernando el Católico en Nápoles el 22 de octubre de 1506 véase la carta
—llena de alabanzas hacia el rey aragonés— de Alessio Celadeno a Egidio, 30 noviembre 1506?; en
VITERBO, E. DA, Lettere familiari, ed. A. M. Voci Roth, vol. I: 1494-1506, Roma 1990, pp. 347-353.
296 MANGLANO Y CUCALO DE MONTULL, J. (Barón de Terrateig), Política en Italia..., vol. I, pp. 60-
66.
297 La ceremonia de entrega tuvo lugar en la Cámara Apostólica “apud lectum paramenti”, con los
embajadores de rodillas frente al papa y el colegio cardenalicio dispuesto alrrededor; GRASSIS, P. DE,
Diarium, en BAV, Vat. Lat., 12268, fol. 119v. Las palabras señaladas en el texto son de SANUDO, M.,
Diarii..., vol. VII, col. 71.
298 AZCONA, T. DE, Isabel la Católica..., pp. 867-869; también O’MALLEY, J. W., The Discovery of
America and Reform Thought at the Papal Court in the Early Cinquecento, en ID., Rome and the Rennaissance
Studies in Culture and Religion, Londres 1981, n. VII, pp. 185-200.
299 Véase el discurso en O’MALLEY, J. W., Fulfillment of the Christian Golden Age under Pope Jules II.
300 Se trata de la bula Universalis Ecclesiae estudiada por LETURIA, P. DE, La bula del Patronato de las
Indias españolas que falta en el archivo Vaticano, en Miscellanea Giovanni Mercati, Ciudad del Vaticano 1946;
LA HERA, A. DE, El regio Vicariato de Indias en las Bulas de 1493, «Anuario de Historia del Derecho
Español», 29 (1959), pp. 317-349; DE BERNARDIS, L. M., Giulio II e il Trattato di Tordesillas, «Atti e
memorie della Società Savonese di Storia Patria», 25 (1989), pp. 269-272.
301 Instrucciones al embajador en Roma, Jerónimo del Vich, 28 de febrero 1510; MANGLANO Y
pública. Las reacciones de las ciudades del reino de Castilla frente al proyecto fernandino de cruzada (1510-1511),
en Homenaje a J. A. Maravall, Madrid 1985, pp. 51-62.
303 Sobre la campaña de Orán impulsada por Cisneros cfr. GARCÍA ORO, J., La ‘santa jornada’ de
Orán, en ID., El Cardenal Cisneros..., vol. II, pp. 532-567; SÁNCHEZ DONCEL, G., La presencia de
España en Orán (1509-1792), Toledo 1991.
304 Una buen análisis de esta literatura de propaganda en HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. I., El taller
historiográfico: cartas de relación de la conquista de Orán (1509) y textos afines, Papers of the Medieval
Hispanic Research, no 8, Londres 1997, pp. 16-17.
305 GRASSIS, P. DE, Diarium, en BAV, Vat. Lat., 12268, fols. 233v-234r.
196 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
Estudios de Historia Medieval en Homenaje a Luis Suárez Fernández, Valladolid 1991, pp. 361-373.
309 Breve del 15 de febrero 1505; en DOUSSINAGUE, J. M., La política internacional..., p. 589.
310 Pedro Isvalies, natural de Mesina, mantenía buenas relaciones con Fernando el Católico,
probablemente a raíz de su colaboración como obispo de Reggio (Calabria); AUBERT, R., Isualles
(Pietro), en Dictionnaire d’Histoire et Gregraphie Ecclésiastique, vol. XXVI, París 1997, col. 338.
311 Cfr. RUGIADI, A., Tomasso Fedra Inghirami…, pp. 34-37; INGHIRAMI, I., Notizie dei codici degli
autografi…, p. 35; una copia manuscrita del discurso en BAV, Vat. Lat. 7928, fols. 11r-16v; editada
también por P. L. Galletti en Roma en 1773.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 197
312 La inscripción se conserva en el Museo de Santa María de Monserrat; cfr. RUSSO, F., Nostra
VII, pp. 617-618; SETTON, K. M., The Papacy and the Levant…, vol. III, p. 85.
314 El sincero entusiamo de Egidio de Viterbo por la victoria de Fernando el Católico se
comprueba en la carta que envió a Costantino Arenito, déspota de Acaya y príncipe de Macedonia,
agosto 1510?; en VITERBO, E. DA, Lettere familiari…, vol. II, pp. 145-148. Otros ecos
propagandísticos de la victoria en HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, M. I., El taller historiográfico…, pp. 23 y
ss.
315 DE FERRARIS GALATEO, A., Ad Catholicum regem Ferdinandum de capta Tripoli, en ID., Epistole, ed.
A. Altamura, Lecce 1959, pp. 152-153; sobre los estereotipos literarios aplicados a Fernando cfr.
TATEO, F., Gli stereotipi letterari, en GENSINI, S. (dir.), Europa e Mediterraneo tra Medioevo e prima Età
Moderna: L’osservatorio italiano, Pisa 1992, pp. 31 y ss; DEFILIPPIS, D., y NUOVO, I., I reflessi della scoperta
dell’America nell’opera di un umanista meridionale, Antonio De Ferrariis Galateo, en CANFORA, D., CHIABÒ,
M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 396-403.
316 DEFILIPPIS, D., y NUOVO, I., I reflessi della scoperta..., p. 397.
198 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
317 En la Península Ibérica también se desarrollará una literatura en latín sobre las conquistas
africanas, como refleja el caso del aragonés Juan Sobrarias y su Panegyricum carmen de gestis heroicis Diui
Ferdinandi catholici (...) et de bello contra Mauros Lybies, Zaragoza 1511; cfr. ALCINA, J. F., Repertorio de la
poesía latina del Renacimiento en España, Salamanca 1995, p. 192; MAESTRE MAESTRE, J. M., El
humanismo alcañizano del siglo XVI. Textos y estudios de latín renacentista, Cádiz 1990. En la Biblioteca de
la Universidad de Valencia también se conserva una obra de N. Scillacio dedicada a Fernando el
Católico en la perspectiva de las conquistas africanas, titulada De regibus Tunitis; Biblioteca de la
Universidad de Valencia, M 782.
318 Cfr. MADDALO, S., Breviario-Messale di Ferdinando il Cattolico, en Liturgia e Figura, Ciudad del
Vaticano 1995, pp. 274-279; también en Biblioteca Apostolica Vaticana. Liturgie und Andacht im
Mittelalter, Stuttgart 1992, pp. 386-391.
319 YARZA LUACES, J., Imágenes reales hispanas en el fin de la Edad Media, en Poderes públicos en la Europa
Zaragoza 1996, pp. 109 y ss; MORTE, C., La iconografía real, en SARASA E. (coord.), Fernando II de
Aragón..., pp. 163-164.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 199
321 Cfr. DOUSSINAGUE, F., Fernando el Católico y el Cisma de Pisa, Madrid 1946; GOÑI GAZTAMBIDE,
J., España y el V Concilio de Letrán, «Anuarium Historiae Conciliorum», 6 (1974), pp. 154-222.
322 Sobre el Humanismo castellano del siglo XV hay una bibliografía abundante de la que
escogemos algunos títulos fundamentales: GIL FERNÁNDEZ, L., Panorama del humanismo español (1500-
1800), Madrid 1997; ID., El Humanismo en Castilla en tiempos de Isabel la Católica, en VALDEÓN
BARUQUE, J. (ed.), Arte y cultura en la época de Isabel la Católica, Valladolid 2003, pp. 15-75; LAWRENCE,
J. N. H., Humanism in the Iberian Peninsula, en GOODMAN, A., y MACKAY, A. (ed.), The Impact of
Humanism in Western Europe, Londres-Nueva York 1990, pp. 220-258; MAESTRE MAESTRE, J. M., y
PASCUAL BAREA, J. (dirs.), Humanismo y pervivencia del mundo clásico: homenaje al profesor Juan Gil, vols. I-
III, Cádiz 1993-1997; CAMILLO, O., El humanismo castellano del siglo XV, Valencia 1976; ID., Humanism
in Spain, en RABIL, A. (ed.), Renaissance Humanism: Fundations, Forms and Legacy, vol. II, Filadelfia 1988,
pp. 55-108; COROLEU, A., Humanismo en España, en KRAYE, J. (dir.), Introducción al humanismo
renacentista, Madrid 1998, pp. 295-330; ID., L’area spagnola, en TATEO, F. (dir.), Umanesimo e culture
nazionali europee. Testimonianze letterarie dei secoli XV-XVI, Palermo 1999, pp. 249-290.
323 Sobre la relaciones literarias entre España e Italia durante el reinado de los Reyes Católicos hay
que acudir a las obras clásicas de FARINELLI, A., Italia e Spagna, Turín 1929, pp. 279 y ss; CROCE, B.,
La Spagna nella vita italiana durante la Rinascenza, Bari 1949, pp. 84 y ss; BECCARIA, G. L., Spagnolo e
spagnoli in Italia: riflessi ispanici sulle lingua italiana del cinque et del seicento, Turín 1968; VASOLI, C., Aspetti
dei rapporti culturali tra Italia e Spagna nell’età del Rinascimento, «Annuario dell’Instituto Storico Italiano
per l’Età Moderna e Contemporanea», 29-30 (1977-1978), pp. 459-481; BATLLORI, M., Els regnes
Hispànics i els regnes itàlics de la Corona catalano-aragonesa 1416-1516, en ID., Obra completa, ed. E. Duran y
200 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
J. Solervicens, vol. V: De l’humanisme i del Renaixement, Valencia 1995, pp. 251-254; y las aportaciones
más recientes de GÓMEZ MORENO, J., España y la Italia de los humanistas: primeros ecos, Madrid 1994;
COMPAGNA PERRONE, A. M., Intercanvis historiogràfics entre Itàlia i els Països Catalans: continuïtat i
innovació de l’Edat Mitjana a l’Edat Moderna, «Recerques», 40 (2000), pp. 41-58; VILALLONGA, M.,
Rapporti tra umanesimo catalano e umanesimo romano, en CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE NICHILO, M.
(dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 195-209; MAZZOCCO, A., Il rapporto tra gli umanisti italiani e gli umanisti
spagnoli al tempo di Alessandro VI: il caso di Antonio de Nebrija, en CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE
NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 211-236; probablemente encontraremos un buen
material documental en MIGLIO, M., y OLIVA, A. M., Roma e i Re Cattolici. Qualche documento (en
preparación).
324 Cfr. LA TORRE, A. DE, El concepto de España durante el reinado de los Reyes Católicos, «Revista de la
Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid», 23 (1954), pp. 285-294; MARAVALL, J.
A., El concepto de España en la Edad Media, Madrid 1954; TATE, R. B., Ensayos sobre la historiografía
peninsular del siglo XV, Madrid 1970; GONZÁLEZ RODRÍGUEZ, J., La idea de Roma en la historiografía
indiana (1492-1550), Madrid 1981; buena síntesis en LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes
Católicos..., pp. 119-126; recientemente VALDEÓN BARUQUE, J., Isabel la Católica. La monarquía de todas
las Españas, en ID. (ed.), Isabel la Católica y la política, Valladolid 2001, pp. 337-347.
325 PALENCIA, A. DE, Tratado de la perfección del triunfo militar, en Biblioteca de Autores Españoles, t. 116:
Prosistas castellanos del siglo XV, ed. M. Penna, vol. I, Madrid 1959, pp. 372-374; también De perfectione
militaris triunphi. La Perfeçión del triunfo militar, ed. J. Durán Barceló, Salamanca 1996; sobre el
personaje y su obra cfr. TATE, R. B., Introducción, en PALENCIA, A. DE, Gesta Hispaniensia, vol. I,
Madrid 1998.
326 Cfr. TRAME, R. H., Rodrigo Sánchez de Arévalo, 1404-1470. Spanish Diplomat and Champion of the
Papacy, Washington 1958; sus relaciones con los humanistas de la Academia Romana en LABOA, J.
M., Rodrigo Sánchez de Arévalo. Alcaide de Sant’Angelo, Madrid 1973, pp. 214-263; también HEREDIA,
V., Revisión crítica de la biografía de D. Rodrigo Sánchez de Arévalo, ID., Cartulario..., vol. I, pp. 376-409;
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 201
LÓPEZ SANTIDRÍAN, L., Sánchez de Arévalo (Rodrigo), en Dictionnaire de Spiritualitè, Ascétique et Mystique,
vol. XIV, París 1989, cols. 301-303.
327 Mientras en Italia los godos eran vistos como los causantes de la caída de Roma, en España se
veía en ellos un pasado glorioso de signo nacional y cristiano del que ahora los Reyes Católicos se
consideraban restauradores; cfr. RUCQUOI, A., Le wisigoths fondement de la nation Espagne, en
FONTAINE, J., y PELLISTRANDI, CH. (dirs.), L’Europe héritière..., pp. 341-352; GÓMEZ MORENO, A.,
España y la Italia..., pp. 278 y ss; algunos análisis de la obra de Arévalo en TATE, R. B., Ensayos sobre la
historiografía..., pp. 13-32, 96-98 y 289-294; GÓMEZ MORENO, J., España y la Italia de los humanistas...,
pp. 133 y ss; MAZZOCCO, A., Il rapporto tra gli umanisti..., pp. 216-220.
328 Sobre el humanismo catalano-aragonés BADIA, L., L’Humanisme català: formació i crisi d’un concepte
historiogràfic, en De Bernat Metge a Joan Róís de Corella, Barcelona 1988, pp. 13-38; VILALLONGA, M., La
literatura llatina a Catalunya al segle XV. Repertori biobibliogràfic, Barcelona 1993; DURAN GRAU, E., y
SOLERVICENS, J., Renaixement a la carta, Barcelona 1996.
329 Sobre la actividad cultural de Rodrigo de Borja cfr. CARBONELL I BUADES, M., Rodrigo de Borja,
cliente y promotor de obras de arte. Notas sobre la iconografía del apartamento Borja del Vaticano, en MENOTTI,
M., Los Borja, Valencia 1992, pp. 389-487; ID., Roderic de Borja: un exemple de mecenatge renaixentista,
«Afers», 17 (1994), pp. 109-132; ID., Els papes Borja, l’art i la cultura, en Xàtiva, els borja: una projecciò
europea…, vol. I, pp. 63-84; COMPANY, X., El mecenatge artístic i cultural dels Borja, en Els temps dels Borja,
Valencia 1996, pp. 129-139; VILALLONGA, M., Alexandre VI: l’humanisme, en L’Europa renaixentista.
Simposi Internacional sobre els Borja (València 25-29 d’octubre 1994), Gandía 1998, pp. 95-133.
330 Sobre estos personajes véase la bibliografía citada en el capítulo I. 3.2. b.
202 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
331 Sobre la moda literaria de las descripciones arqueológicas de ciudades españolas cfr. GÓMEZ
MORENO, A., España y la Italia de los humanistas..., pp. 282 y ss; TATE, R. B., Laus Urbium: Praise of
Two Andalusian Cities in the Mid-Fifteenth Century, en COLLINS, R., y GOODMAN, A. (eds.), Medieval
Spain. Culture, Conflict and Coexistance. Studies in Honour of Angus Mackay, Houndmills (Hampshire)
2002, pp. 148-159.
332 Sobre la figura de Jeroni Pau y su producción literaria dedicada al vicecanciller véase más
seves obres, Barcelona 1976; ID., Ensayos sobre la historiografía..., pp. 150 y ss; MAZZOCCO, A., Linee di
sviluppo dell’antiquaria del Rinascimento, en DE CAPRIO, V. (dir.), Poesia e poetica delle rovine romane, Roma
1987, pp. 67-68; VILALLONGA, M., La literatura llatina a Catalunya…, pp. 131-140; sobre las
influencias clásicas e italianas cfr. LUCERO COMAS, LL., El ‘Paralipomenon Hispaniae’ de Joan Margarit i
els humanistes italians, en BADIA, L., CABRÉ, M., y MARTÍ, S. (eds.), Literatura i cultura a la Corona
d’Aragó (segles XIII-XV). Actes del III Coloqui «Problemes i Mètodes de Literatura Catalana Antiga»
Universitat de Girona, 5-8 juliol de 2000, Barcelona 2002, pp. 271-284.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 203
334 Cfr. CHIABÒ, M., Paolo Pompilio, professore dello ‘Studium Urbis’, en MIGLIO, M., NIUTTA, F.,
QUAGLIONI, D., y RANIERI, C. (dirs.), Un pontificato ed una città. Sisto IV (1471-1484). Atti del Convegno
(Roma 3-7 dicèmbre 1484), Ciudad del Vaticano 1986, pp. 503-514; BRACKE, W., Pietro Paolo Pompilio
grammatico e poeta, Mesina 1993; ID., Paolo Pompilio, una carriera mancata, en CANFORA, D., CHIABÒ, M.,
y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 429-438.
335 En páginas anteriores hemos comentado su amistad con Juan López y Bernardino de Carvajal
a quienes dedicó Panegyris de Triumpho Granatensi, o a este último el Panegyricum Carmen ad Carvajales,
con ocasión de la liberación de Plasencia realizada gracias a los Carvajal en 1488; en esta fecha
Pompilio ofreció la edición del De Syllabis a su alumno César Borja. El humanista romano también
cultivó la amistad de Jeroni Pau —el cual dedicaría a Pompilio su poema Barcino— o del mallorquín
Esperandeu Espanyol, a quien probablemente dirigió Pompilio su desaparecida Historia Balearica; cfr.
BRACKE, W., Paolo Pompilio, una carriera mancata..., pp. 432 y ss. Respecto a la relación de Pompilio
con Jeroni Pau cfr. VILALLONGA, M., Rapporti tra umanesimo catalano..., pp. 201-208.
336 POMPILIUS, P., Vita Senecae, en BAV, Vat. Lat. 2222, fols. 1r-25r; editada como POMPILIUS, P.,
Vita Senecae; Silva Alphonsina, ed. Eucharius Silber, Roma 1490; en IERS 1172; también ha sido
editada por el filólogo belga FAIDER, P., Paulus Pompilius, Vita Senecae, en ID., Études sur Sénèque,
Gante 1921.
337 BRACKE, W., Paolo Pompilio..., p. 430.
338 Cfr. ZABUGHIN, V., Giulio Pomponio Leto. Saggio critico, vols. I-III, Roma-Grottaferrata 1909-
1912; sus contactos con Carvajal en pp. 214 y ss; LANZILLOTA, M. A., L’insegnamento di Pomponio Leto
nello ‘Studium Urbis’, en CAPO, L., y DI SIMONE, M.-R. (dirs.), Storia della Facoltà di Lettere e Filosofia de
“La Sapienza”, Roma 2000, pp. 71-92.
204 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
cuenta de las reivindicaciones pro-españolas que defendía el cardenal extremeño sobre las antiguas
provincias visigodas de África (la Tingitania y las dos Mauritanias); ZURITA, J., Historia del rey don
Hernando el Cathólico. De las empresas y ligas de Italia, ed. A. Canellas López, vols. V-VI, Zaragoza 1996,
pp. 144-145. Otras referencias al pasado visigodo en su Sermón sobre la conquista de Baza de 1487, y en
su Epístola consolatoria por la muerte del príncipe don Juan.
343 ANNIUS VITERBIENSIS, S., Commentaria super opera diversorum auctorum de antiquitatibus loquentium,
ed. Eucharius Silber, Roma 1498; BUA, Inc. 430. La biografía de este personaje en WEISS, R., Traccia
per una biografia di Annio da Viterbo, «Italia medioevale e umanistica», 5 (1962), pp. 425-441; ID., An
Unknown Epigraphic Tract by Annius of Viterbo, en Italian Studies Presented to E. R. Vincent, Cambridge
1962, pp. 101-120.
344 Carvajal estimaba esta obra lo suficiente como para adquirir el manuscrito de las Antiquitates
tras el fallecimiento de su autor en 1502; cfr. TIGERSTEDT, E. N., Ioannes Annius and Graecia Mendax,
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 205
concedido por Alejandro VI el 23 de julio del mismo año —el primero otorgado
por un pontífice a un tipógrafo—, que portaba una mención explícita a los regios
destinatarios de la obra en su calidad de reyes copartícipes de la gloria dinástica del
papa345.
Annio da Viterbo era un dominico teólogo, arqueólogo e historiador
falsario, que fue nombrado por Alejandro VI Maestro del Sacro Palacio en
1498346. Este enigmático personaje debió su ascenso con bastante probabilidad al
embajador de los Reyes Católicos, en cuya casa se alojó y sanó milagrosamente por
intercesión de la beata Colomba de Rieti; en 1499 pasó a residir definitivamente en
el Vaticano, ya como obispo de Quíos y con un estipendio mensual de diez
ducados347. El papa contó con su colaboración en el programa iconográfico —
orientalizante y anti-helenista— de los apartamentos Borgia del Vaticano, donde
algunos han visto una legitimación histórico-cultural de las conquistas territoriales
de Alejandro VI348.
En las Antiquitates el autor hace una lisonjera alabanza de los Reyes
Católicos que sirve de prólogo y se enmarca dentro de las coordenadas alegóricas
propias de la obra349:
en HENDERSON, JR. CH. (ed.), Classical, Medieval and Renaissance Studies in Honor of Berthol Louis
Ullmann, vol. II, Roma 1964, p. 299.
345 Cfr. BLASIO, M. G., Cum gratia et privilegio…, pp. 25-27.
346 Al papa dedicará el extraviado De dignitate officii magistri Sacri Palatii, compuesto entre 1499-1502,
y en la Curia mantendrá buenas relaciones con curiales españoles, como reflejan sus conversaciones
con el cardenal Castro y el médico judío Samuel Zarfati; SECRET, F., Egidio da Viterbo et quelques-uns
de ses contemporains, «Augustiniana», 16 (1966), pp. 372-376.
347 La estancia de Annio en la casa del embajador castellano —no está claro si se trata de
Garcilaso o de Carvajal— se documenta en Acta Sanctorum Maii, vol. V, París-Roma 1866, p. 195.
348 Sobre el programa iconográfico de Annio de Viterbo cfr. MATTIANGELI, P., Annio da Viterbo
ispiratore di cicli pittorici, en Annio da Viterbo. Documenti e ricerche, vol. I, Roma 1981, pp. 257-339; CIERI
VIA, C., Mito, allegoria e religione nell’appartamento Borgia, en CAVALLERO, A. (dir.), Le arti a Roma da Sisto
IV a Giulio II, Roma 1985, pp. 77-104.
349 Algunos análisis de esta obra en TATE, R. B., Ensayos sobre la historiografía peninsular..., pp. 25-28;
FUBINI, R., Gli storici dei nascenti stati regionali regionali italiani, en Il ruolo della Storia e degli storici nella
civiltà, (Atti del Convegno di Macerata, 12-14 settembre 1979), Mesina 1982, pp. 238-243 y 264-273;
STEPHENS, W. E., The Etruscans and Ancient Theology in Annius of Viterbo, en BREZZI, P., y PANIZZA
LORCH, M. DE (dirs.), Umanesimo a Roma nel Quattrocento, Roma-Nueva York 1984, pp. 309-322;
LIGOTA, CH., Annius of Viterbo and the Historical Method, «Journal of the Warburg and Courtauld
Institutes», 50 (1987), pp. 44-56; GRAFTON, A., Traditions of Invention and Inventions in Tradition in
Renaissance Italy: Anniua of Viterbo, en Defenders of the Text. The Tradition of Scholarship in a Age of Science
1450-1800, Cambridge-Londres 1991, pp. 76-103 y 268-276; DE CAPRIO, V., Il mito delle origini nelle
‘Antiquitates’ di Annio da Viterbo, en Cultura Umanistica a Viterbo. Atti della Giornata di Studio per il V
Centenario della Stampa a Viterbo (Viterbo, 12 novembre 1988), Viterbo 1991, pp. 87-110; no hemos
podido consultar el trabajo de WIFSTRAND SCHIEBE, M., De Anni i Viterbiensis Antiquitatum Libris
anno 1498 editis, «Vox Latina», 28 (1992), pp. 2-13; recientemente FERRAÙ, G., Riflessioni teoriche e prassi
206 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
storiografica in Annio da Viterbo, en CANFORA, D., CHIABÒ, M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato
ecclesiastico..., pp. 151-193.
350 ANNIUS VITERBIENSIS, S., Commentaria…, fol. 1r.
351 Sobre los orígenes legendarios de nuestra historiografía cfr. TATE, R. B., Ensayos sobre la
historiografía..., pp. 15-32; CARLOS VILLAMARÍN, H. de, Mitos fundacionales de la Península Ibérica: entre la
historiografía medieval y la del temprano Humanismo, «Euphrosyne. Revista de Filología Clássica», 23
(1995), pp. 247-258. Véase la peculiar relación entre Valencia, Roma y los Borja cuando Annio habla
de Romo, rey decimo segundo de Hispania; ANNIUS VITERBIENSIS, S., Commentaria…, fol. 294r.
352 Véase por ejemplo el intento de demostrar la historicidad del mito de los caníbales, o el de las
Amazonas, en la población indígena de las islas recién descubiertas; cfr. FERRAÙ, G., Reflessioni
teoriche e prassi storiografica..., p. 177.
353 Cfr. FERRAÙ, G., Reflessioni teoriche e prassi storiografica..., pp. 192-193.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 207
a Elio Antonio de Nebrija, difundiéndose por Europa con una autoridad que
seduciría al propio Erasmo de Rotterdam.
Para Tate, la revisión histórica propuesta en las Antiquitates obedecía al
interés de Castilla de forzar su integración en el espacio cultural europeo, sirviendo
de acompañante propagandístico de la política expansiva de los Reyes Católicos.
Pero la obra de Annio no respondía exclusivamente a intereses españoles, sino que
—como un Jano bifronte— también ofrecía a Alejandro VI una legitimación
histórico-alegórica de su política de conquistas354. De ser así, el papa estaría
brindando a los Reyes Católicos una justificación de sus reivindicaciones
territoriales con la esperanza de contar con la colaboración militar española. Como
hemos visto, la realidad fue bien distinta.
En el mismo año de la publicación de las Antiquitates, el embajador
Garcilaso pronunció un solemne discurso ante la Curia sobre la antigüedad y el
prestigio del castellano355. Durante el pontificado Borja el castellano había
ocupado una posición privilegiada en Roma: “Valencia había ocupado la colina del
Vaticano, [y] a nuestros hombres y mujeres ya no les gustaba tener en su boca otra
lengua ni otro acento sino los españoles”356. Seis años después de que el
embajador López de Haro saludara a los cardenales de Alejandro VI con un
“sermone hispanico”, Garcilaso hacía una defensa de esta lengua en una especia
de reacción “patriótica” por el acercamiento del pontífice a Francia. La
intervención del diplomático español fue la discusión que se entabló entre los
embajadores de Florencia, Francia y Portugal sobre la dignidad de sus respectivas
lenguas. Para defender su postura, el legatus Hispaniae se propuso demostrar la
mayor semejanza del castellano al latín, ante Alejandro VI, y algunos cardenales y
embajadores. Aunque la propuesta de Garcilaso se apartaba del prejuicio anti-
clásico de Annio de Viterbo, en el fondo perseguía el mismo objetivo de estrechar
los lazos lingüísticos de España y Roma357.
El entusiasmo nacionalista que se vivía la Corte española a finales del siglo
XV no impidió a los reyes incorporar a su servicio a aquellos humanistas italianos
354 Esta justificación parte de que Alejandro VI es descendiente de Apis, el cual se identifica con
Osiris, y el hijo de Osiris fue Hércules Aegyptius, que vino a Italia desde España para liberar a Italia
de los malvados gigantes; cfr. STEPHENS, W. E., The Etruscans and Ancient Theology..., pp. 309 y ss.
355 Cfr. BUCETA, E., La tendencia a identificar el español con el latín. Un episodio cuatrocentista, en Homenaje
ofrecido a R. Menéndez Pidal. Miscelánea de Estudios lingüísticos, literarios e históricos, vol. I, Madrid 1925, pp.
88-108. Sobre el predominio del castellano en la cultura humanística española del siglo XV cfr.
LAWRENCE, J. N. H., Of Fifteenth-Century Spanish Vernacular Humanism, en MICHAEL, I., y CARDWELL,
R. A. (dirs.), Medieval and Renaissance Studies in Honour of R. B. Tate, Oxford 1986, pp. 63-79.
356 Aunque la famosa frase de Pietro Bembo puede referirise tanto al castellano como al catalán,
que veían renacer en España los valores de la antigua Roma358. Como dice Giunta,
“en el período de los Reyes Católicos la idea de una gran España empezó a
permear el ambiente cultural de Italia, y la Corte española se convirtió en un polo
de mayor atracción que los centros tradicionales del humanismo italiano, como
Nápoles, Roma, Bolonia, Pádua o Pavía”359. Desde el principio del reinado los
monarcas se rodearon de italianos buenos conocedores del latín, como los
hermanos Geraldini —Antonio (1457-1488) y Alejandro (1455-1525)— que
sirvieron en la Corte como preceptores de las infantas y publicaron la fama de los
reyes en Florencia y Roma360.
El milanés Pedro Martire d’Anghiera (1457-1526), castellanizado como
Pedro Mártir de Anglería, se incorporó al séquito del conde de Tendilla en 1487 y
poco después encontró en la Corte española el escenario ideal desde el que relatar
las proezas de los monarcas a sus confidentes en Roma: los cardenales Ascanio
Sforza y Bernardino López de Carvajal —destinatario de sus Carmina al ser elegido
cardenal—, humanistas como Pomponio Leto, y el propio pontífice Alejandro VI,
a quien enderezó el poema Supra casum Hispani regis en 1493 y, pensó hacer lo
mismo con sus Oceanea Decas en 1501361. Anglería quedó fascinado por el proceso
358 Sobre el ambiente cultural de la Corte de los Reyes Católicos cfr. VENNE, P., Cultori delle poesie
in Ispagna durante il regno di Ferdinando il Cattolico, Génova 1906; NOTO, G., Moti umanistici in Ispagna al
tempo del Marineo, Caltanisseta 1911; RUBIO, J., Cultura de la época fernandina, Zaragoza 1952; Fernando el
Católico y la cultura de su tiempo, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. V, Zaragoza 1961;
MAHN-LOT, M., Le mécénat d’Isabelle la Catholique, «Revue Historique», 562 (1987), pp. 289-307;
GÓMEZ MORENO, A., El reflejo literario, en NIETO SORIA, J. M. (dir.), Orígenes de la monarquía hispánica:
propaganda y legitimación (ca. 1400-1520), Madrid 1999; FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La
Corte de Isabel I..., pp. 101-127; SALVADOR MIGUEL, N., Esplendor cultural, «Aventura de la Historia»,
30 (2001), pp. 63-67; desde el punto de vista artístico YARZA LUACES, J., L., Isabel la Católica promotora
de las artes, «Sitios Reales», 110 (1991), pp. 57-64; ID., Los Reyes Católicos. Paisaje artístico de una
monarquía, Madrid 1993.
359 GIUNTA, F., L’época dei Re Cattolici..., en ID., Nuovi studi..., p. 9.
360 Recuérdese la amistad de Antonio Geraldini con Ugolino Verino o con Paolo Pompilio, a
quien dedicó algunos epigramas de sus Carmina publicados en Roma en 1485; MUSTARD, W. P. (ed.),
The Eglogues of Antonio Geraldini, Baltimore 1924; ver especialmente el incunable GERALDINI, A.,
Carmina, ed. Eucharius Silber, Roma 1484-1490; en BAV, St. Barb. BBB. I. 22; también en la BUA,
Inc. 654. Sobre el personaje véanse los trabajos reunidos en MENESTÓ, E. (dir.), Alessandro Geraldini
e il suo temp. Atti del Convegno storico internazionale (Amelia, 19-21 novembre 1992), Espoleto 1993.
361 Cfr. MARIEJOL, J. H., Un lettré italien á la cour d’Espagne (1488-1526): Pierre Martyr d’Anghiera. Sa
vie et ses ouvres, París 1887; RIBER, L., El humanista Pedro Mártir de Anglería, Barcelona 1964; Pietro
Martire d’Anghiera nella storia e nella cultura, (Atti del II Convegno Internazionali di Studi Americanistici,
Génova-Arona, 16-19 ottobre 1978), Génova 1980; STOPPA, A. L., y CICALA, R. (dirs.), L’umanista
aronese Pietro Martire d’Anghiera, primo storico del “nuovo mondo”, (Atti del Convegno, Arona, 28 ottobre 1990),
Novara 1992; DELLA CORTE, F., Un poeta alla corte d’Isabella, ID., Opuscula, vol. XI, Génova 1988, pp.
251-260; ID., Umanisti italiani giudicati in Spagna; en ID., Opuscula, vol. XIII, Génova 1992, pp. 231-
236. Sobre los Carmina cfr. DELLA CORTE, F., I carmina di Pietro Martire d’Anghiera, en Pietro Martire
d’Anghiera nella storia..., pp. 187-194.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 209
362 Cfr. LYNN, C., A College Professor of the Renaissance: Lucio Marineo Siculo among the Spanish
Humanists, Chicago 1937; VERRUA, P., Lucio Marineo Siculo 1444-1533? (con bibliografia dell’autore),
Téramo 1984; RUMMEL, E., Marineo Siculo: A Protagonist of Humanism in Spain, «Renaissance
Quarterly», 50 (1997), pp. 701-722; JIMÉNEZ CALVETE. T., Un siciliano en la España de los Reyes
Católicos. Los ‘Epistolarum familiarum libri XVII’ de Lucio Marineo Sículo, Alcalá de Henares 2001.
363 Cfr. LO PARCO, F., Tideo Acciarini, Nápoles 1919; VERRUA, P., Tideo Acciarini e la Corte dei Sovrani
de la fe..., p. 14.
210 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
historiador Pere Miquel Carbonell (1434-1517)366. Entre los cronistas reales Roma
era el referente simbólico: si Hernando del Pulgar se inspiraba en Tito Livio para
describir a los caballeros de los reyes “como se loa un hecho romano”, Andrés
Bernáldez veía en la reina una nueva emperatriz sicut Elena mater Constantini, y
Alfonso de Ávila enlazaba las grandes gestas consulares con la historia pontificia y
castellana en su Compendio universal de las historias romanas y de las chronicas de Castilla
(1499)367. El cronista aragonés Gauberte Fabrizio Vagad describió el cambio
interpretativo al considerar cómo Italia —que había sido en un tiempo caput
mundi— saludaba ahora con admiración a la dinastía aragonesa de Nápoles, o a los
dos papas ibéricos, Calixto III y Alejandro VI, para “mayor prestigio de nuestro
Aragón que fasta de sus criados faze papas de Roma”368.
Por último habría que comentar la aportación de Antonio de Nebrija (1441-
1522), formado en Bolonia y corresponsal de Pico della Mirandola369. Las críticas
antiespañolas surgidas a raíz del dominio político español en Italia llevaron al
maestro salmantino a recuperar el tono dialéctico en su análisis sobre las relaciones
de Hispania y Roma. Siguiendo las huellas de Annio, Nebrija intentó demostrar en
su Muestra de la historia de las antigüedades de España (1499) que los valores y las
instituciones de la Monarquía de los Reyes Católicos no tenían sus raíces en el
pasado clásico sino en los pueblos y culturas de la España pre-romana370. Cuando
redactó el prólogo de las Decades en 1509 se ajustó a los cánones de los autores
clásicos pero sin someterse a sus ideales, ya que de éstos se podía decir lo que
Catón decía de los griegos: “cuando este pueblo nos enseña las letras, todo lo
corromperá”371.
Nebrija fue más allá del factor lingüístico-gramatical, y retomó la propuesta
política florentina —defendida por Cristoforo Landino o Lorenzo de Medici— que
veía en la lengua vulgar el factor unificador de un territorio desigual: el florentino en
366 A la bibliografía de Tate, Capelli o Perea sobre los autores citados puede añadirse
VILALLONGA, M. Dos opuscles de Pere Miquel Carbonell, Barcelona 1988; ID., La literatura llatina a
Catalunya..., pp. 63-72; ID., Pere Miquel Carbonell, un pont entre Itàlia i la Catalunya del segle XV, «Revista
de Catalunya», 85 (1994), pp. 39-59.
367 ÁVILA, A. DE, Compendio universal de las historias romanas y de las chronicas de Castilla; en BNM, Ms.
10448; cfr. AMADOR DE LOS RIOS, J., Historia crítica de la literatura española, vol. VII, Madrid 1969, pp.
316 y ss.
368 Sobre Vagad cfr. TATE, R. B., Ensayos sobre la historiografía..., pp. 276 y ss; y el trabajo de LISÓN
TOLOSANA C., Vagad o la identidad aragonesa en el siglo XV, «Revista española de investigaciones
sociológicas», 25 (1984) 1984, pp. 95-136.
369 Sobre la figura de Nebrija puede encontrarse un buen elenco bibliográfico en los trabajos
372 Cfr. ASENSIO, E., La lengua compañera del imperio. Historia de una idea de Nebrija en España y
Portugal, «Revista de Filología Española», 43 (1960), pp. 399-413; se critica la atribución de esta frase
a Valla en MAZZOCCO, A., Il rapporto tra gli umanisti..., pp. 229-233.
373 Cfr. MAZZOCCO, A., Il rapporto tra gli umanisti..., pp. 234-236.
212 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
374 Cfr. DANESI SQUARZINA, S. (a cura di), Roma, centro ideale della cultura dell’Antico nei secoli XV e
XVI. Da Martino V al Sacco di Roma, Milano 1989; SANFILIPPO, M., Le tre città di Roma. Lo sviluppo
urbano dalle origini a oggi, Roma-Bari 1993; BENZI, F. (dir.), Sisto IV. Le Arti a Roma nel Primo
Rinascimento, Roma 2000.
375 Cfr. HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El mecenazgo español en Roma bajo Carlos V y la evolución del gusto
artístico (1527-1557), «Accademia Spagnola di Storia, Archeologia e Belle Arti, Roma», 1996, pp. 103-
115; BODART, D. H., L’immagine di Carlo V in Italia tra trionfi e conflitti, en CANTÙ, F., y VISCEGLIA, M.
A. (dirs.), L’Italia di Carlo V..., pp. 115-138; algunos trabajos de síntesis en ROSA PIRAS, P., y SAPORI,
G. (dirs.), Italia e Spagna tra Quattrocento e Cinquecento, Roma 1999.
376 F. Marías explica que esta tradición se basa en la ubicación del lugar del martirio inter duas metas
(“entre dos enterramientos”) que se han identificado erróneamente con el Mons Aurelius vaticano y el
Mons Aurens gianicolese; sin embargo la indicación puede ser correcta si se considera que estas metas
sean la Meta Romuli que se encontraba en el Borgo —desaparecida con la apertura de la Via
Alessandrina con motivo del jubileo de 1500— y la Meta Remi junto a la pirámide de Caio Cestio;
cfr. MARÍAS, F., Bramante en España, en BRUSCHI, A., Bramante..., p. 29; POU I MARTI, J. M., Un
monumento de los Reyes Católicos en Roma, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. III:
Fernando el Católico e Italia, Zaragoza 1954, pp. 251-258; el complejo giannicolese ha sido objeto de
varios trabajos a raíz del reciente proyecto de restauración: HOWARD, D., Bramante’s Tempietto. Spanish
Royal Patronage in Rome, «Apollo», 136 (1992), pp. 211-217; CANTATORE, F., La chiesa di S. Pietro in
Montorio a Roma: ricerche e ipotesi intorno alla fabbrica tra XV e XVI secolo, «Quaderni dell’Istituto di
Storia dell’Architettura», 24 (1994), pp. 3-36; ID., Aspetti della committenza straniera nella Roma di Sisto
IV: S. Pietro in Montorio e S. Giacomo degli Spagnoli, en BENZI, F. (dir.), Sisto IV. Le Arti…, pp. 417-425;
BRUSCHI, A., L’architettura a Roma negli ultimi anni del pontificato di Alessandro VI Borgia (1492-1503) e
l’edilizia del primo Cinquecento, en ID. (dir.), Storia dell’architettura italiana. Il primo Cinquecento, Milán 2002,
pp. 34-75.
377 FROMMEL, CH., Roma, en FIORE, F. P. (dir.), Storia dell’architettura italiana. Il Quattrocento, Milán
378 En carta escrita el 6 julio de 1480 el soberano recuerda haber prometido, con voto para el
nacimiento de un heredero varón, “votivam ecclesiam divo Petro fundare”; y para ello asigna una
renta de 2.000 florines de oro procedentes de las rentas de Sicilia durante un trienio; AGUADO, F.,
Documentos relativos a la fundación de S. Pedro in Montorio, Roma 1876, p. 11. Sobre Beatriz de Silva cfr.
GUTIÉRREZ, E., Santa Beatriz de Silva. Primera biografía comentada, Burgos 1990; OMAECHEVARRÍA, I.,
Orígenes de la Concepción de Toledo, Burgos 1976; y los trabajos que se contienen en las Actas del I
Congreso Internacional de la Orden Concepcionista, vols. I-II, León 1990.
379 Carta de poder de Fernando el Católico a sus procuradores, Carvajal y Medina, 10 septiembre
tal Jorge Castellón como maestro de la obra, del que los frailes franciscanos le han hablado bien; y
encarga al obispo de Barcelona, Gonzalo Fernández de Heredia, que negocie con el cardenal de San
Clemente, Domenico della Rovere, el pago de un censo sobre la heredad en que ha de edificarse el
monasterio; cfr. ibidem, pp. 149-150.
382 Cfr. COMPANY, X., Alexandre VI i Roma..., pp. 228-232.
383 VASARI, G., Le vite de’ più eccellenti architetti, pittori et scultori italiani da Cimabue insino a’ tempi nostri,
384 Sobre la importancia teológica del lugar del martirio de San Pedro cfr. RATZINGER, J., El
primado de Pedro y la unidad de la Iglesia, en ID., La iglesia. Una comunidad siempre en camino, Madrid 1992,
pp. 27-44, especialmente p. 42.
385 Cfr. CANTATORE, F., Aspetti della committenza straniera..., p. 420.
386 En las Antiquitates de Annio da Viterbo —que ya hemos comentado— Jano se asocia a la
figura de Noé: si el primero es el primer dios, civilizador del mundo, justo y depositario de un poder
sapiencial, el segundo es guía del Arca que es la Iglesia, y símbolo de la institución pontificia; cfr. DE
CAPRIO, V., Il mito delle origini nelle ‘Antiquitates’..., pp. 100 y ss.
387 Como en el caso del convento de San Pietro in Montorio, en el de la Trinidad fue necesaria la
mediación de un cardenal, en este caso el francés Bilhères, que fue sustituido en 1499 por Guillaume
Briçonnet. El convento sólo comenzaría a construirse en 1502 coincidiendo con la mayor presencia
de Luis XII en Italia; cfr. RAUWEL, A., La fondation d’un couvent royal, en BRULEY, Y. (dir.), La Trinité-
des-Monts redécouverte. Arts, foi et culture, Roma 2002, pp. 47-49.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 215
388 Carta de Fernando el Católico a los obispos de Cartagena y Badajoz, 8 abril 1493; en LA
nacimiento se había comenzado a construir la iglesia. Sin embargo la noticia no había llegado aún al
papa, que aprovecha para agradecer al rey aragonés “super benefico illi hactenus exhibito in fabrica
domus et ecclesie sancti Petri de Monteaureo de Urbe, ubi apostolorum Princeps Martirium insigne
pertulit, que sumptu regio, per maiestatem tuam cepta et magna ex parte [borró: plusquam
dimidiata] nondum tamen ad finem deducta est”; breve Dilectus filius, 24 octubre 1497; en AZCONA,
T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 162.
216 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
392 Carta del rey Fernando al cardenal Carvajal, 17 agosto 1498; en LA TORRE, A. DE, Documentos...,
vol. VI, p. 117; ignoramos por qué J. Goñi hace intervenir al cardenal Juan de Castro; cfr. GOÑI
GAZTAMBIDE, J., Castro, Juan de..., p. 119.
393 COMPANY, X., y GARIN, F. V., Alejandro VI en Roma. Cultura y comisión artística, en Los Borja. Del
descubrió en 1638 al romperse una esquina de la losa de mármol, cuando se intentó abrir un nuevo
acceso a la cripta del templete: “Sacellum apostolor[um] princi[pis] / martyrio / sacrum /
Ferdinand[us] Hispan[iarum] Rex / et Helisabe[tha] Regina Ca / tholici post erectam / ab eis aedem
poss[=posuerunt] / an[no] sal[utis] xpiane [=christianae] M DII; cit en CALVO FERNÁNDEZ, V.,
Nuevo epígrafe en el templete romano de ‘San Pietro in Montorio’, «Tempus», 24 (2000), pp. 135-138; la
inscripción esclarece las dudas de Bruschi a la hora de adjudicar una fecha tan temprana a una obra
tan innovadora; véase al respecto el estudio introducctorio de F. Marías a la obra de BRUSCHI, A.,
Bramante, Bilbao 1987, pp. 34-63.
395 “[--- Ca]rvajal Cardinalis / [--- primu?]m lapidem posuit” (“El cardenal Carvajal puso la
Roma (1417-1503). Tecniche e tipologie, Roma 1995, p. 66; TORMO, E., Monumentos de españoles en Roma y
de portugueses e hispano-americanos, vol. I, Roma 1939-40, pp. 88-105; ARAMBURU-ZABALA, M. A., La
iglesia hospital..., pp. 33-36; FROMMEL, CH., Roma, en FIORE, F. P. (dir.), Storia dell’architettura italiana...,
pp. 379-382.
IMAGEN DE LOS REYES CATÓLICOS EN LA ROMA PONTIFICIA 217
398 Por aquellos años Bramante estrechó sus contactos con los curiales españoles, interviniendo en
el complejo del Ginnicolo, en la fuente de Santa María in Trastevere —basílica confiada a Juan
López— y en la iglesia de Santiago, de la que dirá Vasari en su biografía de Bramante: “trovosi
consiglio dello accrescimento di S. Iacopo degli Spagnuoli in Navona”; VASARI, G., Vite, ed. G.
Bonetti, Milán 1970, p. 147.
399 El pago por las quince libras de plomo empleadas en el escudo de la capilla mayor se registra el
día 28 de junio de 1497 precisando que el desembolso no lo hizo el entonces gobernador Pedro de
Aranda; Archivo de Santa María de Montserrat (Roma), Libro del camarlengo, leg. 491, fol. 11v;
FERNÁNDEZ ALONSO, J., La iglesia de Santiago, de Roma en el siglo XVI..., p. 19. En cuanto al escudo
de la fachada se encuentra hoy en la entrada de la casa adyacente a la iglesia por su entrada de Via
Corso Rinascimento; Ibidem, p. 44.
400 A partir de 1498 se fue consolidando la costumbre de pintar para la fiesta el escudo real junto
Santa Maria di Monserrato a Roma. Da Cinquecento sintetista al purismo dell’ottocento, Roma 1996.
402 Cfr. FROMMEL, CH., Giuliano e Antonio da Sangallo, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M.
(dirs.), Roma di fronte..., vol. III, pp. 898-899. Se destaca la participación de Antonio da Sangallo sobre
218 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
visitó las obras al menos en dos ocasiones: el 21 de abril de 1498 para inaugurar
los trabajos, y después el 5 de mayo de 1499. El dorado artesonado de casetones,
en el que se repiten alternativamente los emblemas de Alejandro VI y de su tío
Calixto III, puede interpretarse como un deseo de ostentación borgiana
protojubilar.
Juan López —datario y familiar del papa— había informado a la Corte
española de este proyecto en marzo de 1493, pero la posible intervención de los
reyes en la decoración de la basílica liberiana sólo se apoya en noticias
indirectas403. Tal es el caso del tardío testimonio que atribuye la magnífica
techumbre de la basílica a la financiación de los Reyes Católicos, utilizando para
ello el primer oro llegado de las Indias404. Fernández Alonso comenta que la
noticia se apoya en una tradición documentada a finales del siglo XVI. Sin
embargo, el testimonio más temprano que hemos podido hallar es el P. de Angelis,
cuando afirma en 1621 que “Alexander Sextus perfecit (et quidem si nonnullis
credimus) ex primo auro quos Indiae transmiserint”405. La información concuerda
con la inscripción grabada en un cartel de madera adherido a un retrato de
Alejandro VI, que adornaba uno de los muros de la sacristía de la basílica en 1600.
En este texto se afirmaba que el papa había recibido el primer oro de las Indias
obtenido por los Reyes Católicos, y que el pontífice había asignado un subsidio
anual para la conservación de la admirable obra de la techumbre406. Dado que el
subsidio pontificio está bien documentado, puede conjeturarse que también sea
cierta la cuestión del oro español, al que se alude en la segunda parte de la
la de Giuliano en JACKS, PH. J., Alexander VI’s Ceiling for Santa Maria Maggiore in Rome, «Römisches
Jahrbuch für Kunstgeschichte», 22 (1985), pp. 65-81.
403 Carta del datario Juan López al almirante Enrique Enríquez, 28 marzo 1493; en SANCHIS
SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., p. 19. Las fuentes documentales contemporáneas a
los hechos sólo transmiten la noticia de la participación de dos proveedores de madera de tilo
naturales de Madrid; cfr. PANZERA, A. M., La Basilica dalla fine del secolo XV alla fine del secolo XVI, en
LUCIANI, R. (dir.), Santa Maria Maggiore a Roma, Roma 1996, p. 152. Por otra parte, la basílica
también daba muestras de una creciente “hispanización” como refleja la creación de una escuela de
música que interpretaba melodías litúrgicas more hispano durante el pontificado Borja; cfr. ROS, V., La
musica i els Borja, en Els temps dels Borja..., pp. 9-35.
404 FERNÁNDEZ ALONSO, J., España en Santa María la Mayor, «Anthologica Annua», 42 (1995), p.
799.
405 DE ANGELIS, P., Basilicae S. Mariae Majoris de Urbe a Liberio Papa usque ad Paulum V P. M.
Descriptio et delineatio, Roma 1621; cfr. PIETRANGELI, C. (dir.), Santa Maria Maggiore a Roma, Florencia
1988, p. 204. A este testimonio puede añadirse el de F. Cancellieri que, en 1809, aludía al oro
americano diciendo que “Il pontefice [Alejandro VI]stimò di non poterle meglio impiegare che
consacrandole in onore della Beata Vergine, e facendole servire per l’indorattura della soffitta della
Basilica Liberiana”; CANCELLIERI, F., Notizie storiche e bibliografiche di Cristoforo Colombo, Roma 1809.
406 “Basilicae creatus / lacunar affabre scultum / coelavit auro / quod primo catholici reges / ex
inscripción407. Quizá los reyes fueran aconsejados por el cardenal Mendoza o por
Carvajal para apoyar la iniciativa pontificia en momento que coincide con la
reanudación de la financiación de San Pedro in Montorio.
La intervención española en una basílica romana no era algo novedoso. En
la década de 1480 uno de sus más fieles consejeros Pedro Hurtado de Mendoza —
cardenal de Santa Croce in Gerusalemme— comenzó la restauración de la cubierta
de esta iglesia, que sería ampliamente embellecida por su sucesor Bernardino
López de Carvajal408. Los trabajos se concentraron en el fresco del ábside central,
donde se representa la “invención” —o descubrimiento— de la Santa Cruz llevada
a cabo por la emperatriz Santa Elena, que aparece adorando la cruz con el cardenal
Mendoza arrodillado a sus pies. El fresco fue encomendado Antoniazzo Romano
y sus discípulos, que desarrollaron de derecha a izquierda el relato narrado por la
Leyenda aurea de Jacopo da Voragine, excluyendo los episodios más sangrientos,
como la degollación del Cosroes —rey de los Persas— o el tormento del judío
Judas409. Vitalino Tiberia sostiene que el triunfo de la Cruz y la conversión de los
infieles —judíos y musulmanes— es el gran tema de una composición que
constituye “el primer documento figurativo de valor ecuménico de la edad
moderna” al pretender reconciliar las tres religiones monoteístas410.
Sin llegar ese extremo, puede pensarse que la obra patrocinada por los dos
cardenales castellanos refleja el ambiente de entusiasmo por la expansión de la fe
que se respiraba a fines del siglo XV y al que tanto habían contribuido los Reyes
Católicos. Quizá no sería arriesgado pensar en una posible identificación de la
reina Isabel con la emperatriz Elena, y de Fernando el Católico con el emperador
Heraclio que entra en Jerusalén llevando en triunfo la reliquia de la Cruz411.
Durante aquellos años el prestigio de la basílica no hizo más que aumentar. Santa
Croce in Gerusalemme Llegó a considerarse la séptima iglesia de la Urbe y la única
entre los edificios sacros patriarcales en detentar un título cardenalicio. En 1496
407 En una lápida de la basílica se conmemora que, a principios del siglo XVII, los canónigos de la
iconografica, la committenza e la datazione, «Storia dell’Arte», 66 (1989), pp. 119-126; VARAGNOLI, C., S.
Croce in Gerusalemme: la basilica restaurata a l’architettura del Settecento romano, Roma 1995.
409 Las dudas sobre la atribución del fresco al taller de Antoniazzo Romano se han despejado a
raíz de la reciente restauración del ábside (1998-99); cfr. TIBERIA, V., L’affresco restaurato con Storie
della Croce nella Basilica di Santa Croce in Gerusalemme a Roma, Todi 2001.
410 TIBERIA, V., L’affresco restaurato…, pp. 40-53.
411 En páginas anteriores hemos podido comprobar que la identificación de Isabel la Católica con
Santa Elena no sólo la desarrollaron autores castellanos o aragoneses —como Andrés Bernáldez o
Pedro Marcuello— sino que también era conocida en ambientes romanos, como se observa el
sermón pronunciado por Ludovico Bruno en los funerales de la reina.
220 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
412 Cfr. TOESCA, I., A Majolica Inscription in Santa Croce in Gerusalemme, en FRASER, D., HIBBARD,
H., y LEWINE, M. (dirs.), Essays in the History of Art Presented to Rudolf Wittkower, vol. II, Londres 1967,
pp. 602-634; FROMMEL, CH. L., Progetto e archeologia in due disegni di Antonio da Sangallo il Giovane per Sta
Croce in Gerusalemme, en DANESI SQUARZINA, S. (dir.), Roma, centro ideale della cultura dell’Antico..., pp.
382-309.
413 San Lorenzo in Dámaso era una basílica situada en el centro de la vida financiera de Roma y
dentro de la zona que pertenecía a los Orsini. En octubre de 1483 el papa Sixto IV entregó a su
sobrino Rafael Riario la encomienda de la basílica, que se encontraba en un estado deplorable
después de un gran incendio en el siglo XI y de infinitas inundaciones. Riario fue cardenal de San
Lorenzo entre 1483 y 1503, y después como comendatario hasta 1517. A partir de 1500 el cardenal
se sirve de Pietro Marso (rector de San Salvatore in Primicerio) como vicario y desde 1507 de
Giovanni Stafilao; VALTIERI, S., La basilica di San Lorenzo in Damaso nel palazzo della Cancelleria
attraverso il suo archivio ritenuto scomparso, Roma 1984, pp. 64-97. La presencia de un cimiterio nationis
hispanorum en la zona de San Lorenzo in Damaso, del que se habla en un documento de finales del
siglo XV, podría indicar uno de los asentamientos españoles más antiguos en Roma, relacionado con
una vieja iglesia española situada en el terreno donde más tarde se levantará el Palacio de la
Cancillería y la propia iglesia de San Lorenzo in Damaso; cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., La renta y las
casas..., pp. 88-89; ID., Cenni storici sulla componente..., pp. 141-149; también FROMMEL, C. L., Raffaele
Riario, committente della Cancelleria..., pp. 197-221.
414 Prueba de la infatigable actividad fundacional de esta mujer son las siguientes fundaciones que
del Sacramento” y Gutierre de Cárdenas, Toledo 1992; FERNÁNDEZ, A., Teresa Enríquez. La loca del
Sacramento, Madrid 2001; ID., Teresa Enríquez, la loca del Sacramento, «Toletana. Cuestiones de Teología
e Historia», 6 (2002), pp. 9-37.
415 Cfr. FERNÁNDEZ, A., Teresa Enríquez..., p. 32.
416 El emisario tal vez se trataba de Pedro Marso, humanista de la academia romana, al que hemos
visto pronunciar discursos en honor de los Reyes Católicos. Marso fue vicario de Rafael Riario —
cardenal titular de la basílica— entre 1500 y 1507, y conservó después una canonjía junto con otros
eclesiásticos españoles.
417 La capilla se sitúa en el extremo izquierdo de la primera nave horizontal de la iglesia de San
exposición del SS. Sacramento; VALTIERI, S., La basílica di S. Lorenzo..., pp. 89-90. Habría que
comparar las reglas de esta cofradía con las que se contienen en la Regla de Hermandad de la Cofradía
del Santísimo Sacramento (Harvard, Houghton Library, ms. Typ. 184) publicada en Toledo en 1502,
donde figuran las armas de Teresa Enríquez junto con las de la reina.
222 CAPÍTULO I: LA DIPLOMACIA HISPANO-PONTIFICIA
419 Sobre la posible inspiración de esta capilla para la realización de la capilla Chigi de Santa María
del Popolo cfr. BENTIVOGLIO, E., Raffaello e i Chigi nella chiesa agostiniana di S. Maria del Popolo, Roma
1984, p. 24.
420 Cit. en FERNÁNDEZ, A., Teresa Enríquez..., p. 33.
CAPÍTULO II
RELACIONES POLÍTICAS
1 Véanse los trabajos de síntesis, con buenos elencos bibliográficos, de PICOTTI, G. B., Alessandro
VI, en DBI, vol. II, Roma 1960, pp. 196-205; actualizado en ID., y SANFILIPPO, M., Alessandro VI, en
Storia dei Papi, vol. III: Innocenzo VIII-Giovani Paolo II, Roma 2000, pp. 13-22; AUBENAS, P., I tragici
anni del pontificato di Alessandro VI (1492-1503), en ID., y RICARD, R., Storia della Chiesa, vol. XV: La
Chiesa e il Rinascimento (1449-1517), Turín 1977, pp. 168-200; BATLLORI, M., Alejandro VI, Rodrigo de
Borja, en DHEE, vol. I, pp. 36-39; actualizado en ID., La familia de los Borjas..., pp. 91-102; AZCONA,
T. DE, Alejandro VI, papa, en Gran Enciclopedia Rialp (GER), vol. I, Madrid 1991, pp. 537-539;
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Alexandre VI, en LEVILLAIN, PH. (dir.), Dictionnaire Historique de la Papautè,
vol. I, París 1994, pp. 31-34; MIGLIO, M., y OLIVA, A. M., Alejandro VI. Más cruel y más feliz que nunca,
en Los Borja. Del Mundo Gótico al Universo Renacentista, Valencia 2001, pp. 93-114; sobre los orígenes
de la familia Borja cfr. ORTS I BOSCH, P. M., Notes al voltant de l’origen i l’ascensió social dels Borja, en
Xàtiva, els Borja: una projecció europea, vol. I, Játiva 1995, pp. 257-276; MARTÍNEZ, L. P., CASTILLO, J., y
SAIZ, J., Els orígens de la família Borja, en L’Eurapa renaixentista. Simposi sobre els Borja, Gandía 1998, pp.
39-62; BATLLORI, M., Le origini della famiglia Borgia, en ALFANO, C., y GARIN LLOMBART, F. V.
(dirs.), I Borgia. L’arte del potere, Roma 2002, pp. 23-29.
2 Sobre la promoción familiar de Rodrigo de Borja contamos con dos trabajos recientes:
NAVARRO SORNÍ, M., De Calixto III a Alejandro VI: los Borja de Xàtiva a Roma, «Aula de Humanidades
y Ciencias de la Real Academia de Cultura Valenciana», Serie Histórica, 22 (2001), pp. 157-178;
224 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., El cardenal Rodrigo de Borja, los curiales romanos y la política eclesiástica de
Fernando II de Aragón, en BELENGUER CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V.
Congreso Internacional (Barcelona, 21-23 febrero 2000), vol. I, Barcelona 2001, pp. 253-279.
3 GIORGI, F., Rodrigo Borja allo studio di Bologna, en «Atti e memorie per le provincia di Romagna», 8
(1890), pp. 159-195; PAVÓN, M., La formación de Alonso y Rodrigo de Borja, en Los Borja. Del Mundo
Gótico al Universo Renacentista, Valencia 2001, pp. 115-119; sobre la presencia de valencianos en este
Estudio cfr. CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., Valencianos en la Universidad de Bolonia: rentabilización social de
los estudios superiores a finales del siglo XV, en Lluís de Santàngel i el seu temps, Valencia 1996, pp. 387-400.
4 El nombramiento se mantuvo en secreto por la excesiva juventud de los nuevos purpurados, y
no por supuestas malas costumbres que no señala ninguna fuente contemporanea conocida. Sobre el
descontento de Alfonso el Magnánimo por esta promoción en la que el papa había desatendido a los
candidatos que éste le propusiera cfr. NAVARRO SORNÍ, M., De Calixto III a Alejandro VI…, pp. 166-
167.
5 NAVARRO SORNÍ, M., El enfrentamiento den Calixto III y Alfonso V el Magnánimo por el obispado de
Valencia, en Cum vobis et pro vobis. Homenaje de la Facultad de Teología San Vicente Ferrer de Valencia, al
Excmo. y Revdmo. Dr. D. Miguel Roca Cabanellas en sus bodas de plata episcopales, Valencia 1991, pp. 709-
727; y RUBIO VELA, A. (ed.), Alfons de Borja y la Ciudad de Valencia (1419-1458). Colección de documentos
del Archivo Histórico Municipal, Valencia 2000, pp. 82-85.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 225
6 Los anteriores beneficios de Rodrigo quedarían en manos del clan Borja, pasando a manos del
cardenal Luis Juan del Milá y de Jofré Lanzol; NAVARRO SORNÍ, M., De Calixto III a Alejandro VI…,
pp. 172-173.
7 Cit. en Ibidem, p. 173.
8 Cfr. RIUS SERRA, J., Catalanes y aragoneses en la corte de Calixto III, «Analecta Sacra Tarraconensia», 3
(1927), pp. 229-231; PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. I, pp. 771-775.
9 CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., El cardenal Rodrigo de Borja…, p. 256.
226 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
1507), Juan (1476-1497), Lucrecia (1480-1519) y Jofré (1481-1517). Con todo, los
pontífices le recompensaron con una gran cantidad de beneficios llegando a
acaparar varios obispados, lo que nunca llegó a suceder durante el pontificado de
su tío. De los numerosos beneficios situados en la península Ibérica retengamos la
administración de Cartagena y la exención —que le concedió Paulo II en 1470 a
título de privilegio personal— de la iglesia valentina eximiéndole de la jurisdicción
de Tarragona y quedando directamente sometida a la Santa Sede10.
10 ASV, Registri Vaticani, 536, fol. 144rv; en CÁRCEL ORTÍ, M. M., Las bulas para la erección de la sede
concretos y con un fuerte carácter de representatividad pontificia cfr. BONET NAVARRO, J., La
legación pontificia hasta el siglo XV, «Anales Valentinos», 47 (1998), pp. 95-120; y el tratado de Gonzalo
de Villadiego, dedicado a Rodrigo de Borja, que más adelante cometaremos.
12 Sobre la legación de Rodrigo de Borja cfr. PASTOR, Storia dei Papi..., vol. II, pp. 446-447;
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Los enviados..., pp. 85-99; VICÉNS I VIVES, J., Fernando el Católico príncipe de
Aragón, rey de Sicilia, 1458-1478, Madrid 1952, pp. 281 y 317; ID., Juan II de Aragón (1389-1479).
Monarquía y revolución en la España del siglo XV, Barcelona 1953, p. 335; ID., Fernando II de Aragón,
Zaragoza 1962, pp. 315-335; GARCÍA DE LA FUENTE, A., La legación del cardenal Rodrigo de Borja y la
cuestión sucesoria de Enrique IV, «Religión y Cultura», 1ª época 23 (1933), pp. 334-354; los aspectos
fiscales de la legación en GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la bula de Cruzada..., pp. 423-427; un
análisis completo sobre la legación VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, Isabel la Católica, princesa..., pp. 292-
302; AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 202-217; sobre su intervención en la diócesis de Valencia SANCHIS
SIVERA, J., El cardenal Rodrigo de Borja en Valencia, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 84
(1924), pp. 120-164; la dimensión ceremonial y festiva de la legación en ESCARTÍ, V. J., El cardenal
Rodrigo de Borja en Valencia (1472-1473): representación social y poder, en GONZÁLEZ VALDOVÍ, M., y
PONS ALÒS, V. (coords.), El Hogar de los Borja..., pp. 109-123; COMPANY, X., Alexandre VI i Roma...,
pp. 130-153.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 227
13 El texto del discurso traducido al castellano en SANCHIS SIVERA, J., El cardenal Rodrigo de Borja...,
pp. 141-144; J. Sánchez Herrero afirma que no pueden considerarse concilio ni la asamblea de
Valencia, ni la posterior de Tarragona que presidió el legado; cfr. SÁNCHEZ HERRERO, J., Los concilios
provinciales y los sínodos diocesanos españoles. 1215-1550, «Quaderni Catanesi di Studi Clasici e Medievali»,
5 (1981), pp. 145-146. En cuanto a la entrevista del cardenal con su vicario Jaume Pérez de Valencia
cfr. SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Dietari del Capellà d’Anfós el Magnànim, Valencia 1932, pp. 308-309.
14 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la bula de Cruzada..., pp. 424-425; también FITA, F., Los
Reys d'Aragó y la Seu de Girona des de l'any 1462 fins al 1482. Collecció d'actes capitualars, Barcelona 1873.
15 Véanse al respecto los clásicos trabajos de VICÉNS I VIVES, J., Juan II de Aragón (1398-1479).
Monarquía y revolución en la España del siglo XV, Barcelona 1953, pp. 341-372; SOBREQUÉS I VIDAL, S.,
y SOBREQUÉS I CALLICÓ, J., La guerra civil catalana del segle XV. Estudis sobre la crisi social i econòmica de la
baixa edat mitjana, vols. I-II, Barcelona 1973.
16 Luis Suárez subraya bien este hecho cuando afirma: “Fernando comprendió que el momento
era decisivo y, por primera vez desde su matrimonio, abandonó Castilla para recibirle; en cuanto a
las inclinaciones del legado dice que “Borja era absolutamente adicto a la causa aragonesa”; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Nobleza y Monarquía. Puntos de vista sobre la Historia política castellana del siglo XV,
Valladolid 1975, pp. 240-241.
17 El rechazo de los barceloneses al obispo de Asís, enviado por Rodrigo de Borja, en Dietari de la
Diputaciò del General de Catalunya, en CODOIN Archivo de la Corona de Aragón, vol. XLVI,
Barcelona 1946. Las once ocasiones en las que Juan II solicita préstamos durante la guerra a la
228 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
ciudad de Valencia en SEVILLANO COLOM, F., Préstamos de la ciudad de Valencia a los reyes Alfonso V y
Juan II (1462-1472), «Estudios Medievales», 3 (1951), pp. 85-131.
18 Interesante carta, relatando estos sucedidos, del bastardo Juan de Calabria —representante de
los Anjou— al pontífice Sixto IV, 17 septiembre 1472; en CALMETTE, J., Louis XI, Jean II et la
révolution catalane (1461-1473), Toulouse 1902, pp. 332-333.
19 Cfr. VICÉNS VIVES, J., Fernando II..., pp. 314 y ss; AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 208-210; VAL
agradecimiento del cardenal a Juan II por el apoyo a la candidatura de su sobrino Rodrigo de Borja
fue enviada desde Segovia el 2 de febrero de 1473; en VILLANUEVA, J. L., Viaje literario a las iglesias de
España, vol. XVIII, Madrid 1851, pp. 40-41; este Rodrigo de Borja i Escrivá es el segundo de los
hijos varones de Rodrigo Gil y Sibíla Escrivá, que había obtenido la sede de Urgel en 1467, residía
en Roma y moriría en 1478; cfr. BATLLORI, M., La estirpe de los Borjas: del siglo XIII al XVI, en ID., La
família de los Borjas..., p. 28; sobre su escasa actividad al frente de la diócesis de Urgel y Barcelona en
AYMERICH, M., Nomina et acta episcoporum Barcinonensium, binis libris comprehensa, atque ad Historiae et
chronologiae rationem revocata, Barcelona 1760, pp. 392 y ss; CEBRIÀ, B., CASTELLS, J., MARQUÈS B., y
MOLINÉ, E., Episcopologi de l’Església d’Urgell, segles VI-XXI, «Urgellia», 14 (1998-2001), p. 71. Los
intercambios de rentas eclesiásticas entre el monarca y el cardenal en CALMETTE, J., Louis XI, Jean
II…, p. 333.
21 En aquel momento Pedro González de Mendoza se mantenía fiel a Enrique IV pero
sospechaba que el marqués de Villena —uno de los nobles más influyentes en el ánimo del
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 229
monarca— había obstaculizado su aspiración al capelo cardenalicio; cfr. SUÁREZ FERNÁMDEZ, L.,
Nobleza y Monarquía. Entendimiento y rivalidad..., pp. 355-356.
22 El obispo de Sigüenza entró en Valencia “acompañado de dos hermanos suyos, varios obispos,
teinta caballeros lujosamente ataviados, hombres de a pie, halconeros y muchas acémilas con
bagajes, precedido de dos negros montados a caballo, tocando grandes timbales, y otros ministriles
con trompetas y tamborinos”; relato del dietarista Miralles en SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Dietari del
Capellà d’Anfós el Magnànim…, p. 375.
23 Cfr. SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Dietari del Capellà d’Anfós el Magnànim…, pp. 376 y ss.
24 AZCONA, T. de, Isabel..., p. 210; el cronista Alonso de Palencia considera que el cardenal Borja
era originalmente partidario de los príncipes, y fue él quien acercó a los Mendoza a su causa; ver un
amplio relato de la legación en PALENCIA, A., Crónica de Enrique IV, en PAZ Y MELIA A. (ed.),
Biblioteca de Autores Españoles, t. CCLVIII, Madrid 1973, pp. 48 y ss; también VILCHES VIVANCOS, F.,
El Cardenal Mendoza..., pp. 32-34.
25 SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Dietari del Capellà d’Anfós el Magnànim…, pp. 379-380.
26 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la bula de Cruzada..., p. 426; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Los
enviados pontificios..., pp. 87-96; AZCONA, T. DE, Las Asambleas del clero…, pp. 203-245. Extrañamente
el sínodo no aparece mencionado en la colección de GARCÍA Y GARCÍA, A. (dir.), Synodicum
Hispanum, vol. VI: Ávila y Segovia, Madrid 1993 (donde se recoge el sínodo de Aguilafuerte de junio
de 1472 y uno de Turégano de 1473)
230 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
27 La inclinación filoisabelina de Árias Dávila en AZCONA, T. DE, Arias Davila, Juan, en DHEE,
vol. Suplemento, p. 65; también BARRIO GONZALO, M., La iglesia de Segovia durante el pontificado de
Arias Dávila (1461-1497). Instituciones y poder económico, en GALINDO GARCÍA, Á. (ed.), Árias Dávila:
Obispo y Mecenas. Segovia en el Siglo XV, Salamanca 1998, pp. 80 y ss; no hemos podido consultar el
trabajo de ECHAGÜE, J. J., La Corona y Segovia en tiempos de Enrique IV (1440-1474), Segovia 1993; la
buleta extendida por el legado en AGS, Patronato Real, leg. 27, fol. 14; GOÑI GAZTAMBIDE, J.,
Historia de la bula de Cruzada..., p. 427.
28 Cfr. VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, Isabel la Católica..., pp. 296-297; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
“concluir e confirmar lo en que stovieren differentes”. Juan II se enteró por su hijo de esta
comisión, e informó a sus agentes en Italia para que Sixto IV aprobara lo que allí se acordara y que
era la adjudicación de la sucesión a Isabel; cfr. AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 212-213.
30 El impacto que tuvo la capitulación de Barcelona, y las fiestas que se celebraron especialmente
Pacheco—, fue despertar los recelos de Pedro González de Mendoza en relación al capelo, ya que
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 231
éste llegó a pensar que Pacheco quería arrebatárselo para dárselo a su sobrino el obispo de Burgos;
cfr. VAL VALDIVIESO, M. I. DEL, Isabel la Católica..., pp. 299-300.
32 Colección diplomática de Enrique IV, Madrid 1913, doc. 197, pp. 689-690.
33 No consta documentalmente si esta bula fue enviada a Aragón o si la trajo en persona Rodrigo
de Borja en su legación, tal y como refiere Zurita; ZURITA, J., Historia..., fol. 184; el original de la
bula Oblatae nobis, 1 diciembre 1471; en AGS, Patronato Real, leg. 12, fol. 32. Batllori ha manifestado
sus sospechas sobre la probable —pero nunca demostrada— influencia del cardenal Borja en la
sanatione in radice del matrimonio entre Fernando de Aragón e Isabel de Castilla: si su papel hubiera
sido tan decisivo “costaría entender las serias prevenciones que tenía Isabel hacia su persona, tanto
por lo que se refiere a su vida privada como a sus primeros pasos dados en el terreno político-
eclesiástico”; BATLLORI, M., Nota complementaria 1, en ID., La familia de los Borjas..., p. 107.
34 Sobre la relación de Rodrigo de Borja, el cardenal Mendoza y los príncipes ver AHN, Osuna,
leg. 844, caja 7/15; 616/68; NADER, H., Los Mendoza..., p. 218 y ss; durante los días en que éste
permaneció en Guadalajara tampoco faltaron las conversaciones sobre el mecenazgo artístico
desplegado por el cardenal valenciano en Roma; MEDINA Y MENDOZA, F. DE, Vida del Cardenal Don
Pedro González de Mendoza, Madrid 1853, pp. 191-192.
35 Sobre el cambio de alianzas de ambos prelados cfr NIETO SORIA, J. M., Dos prelados en la
encrucijada de un trono: Alfonso Carrillo de Acuña y Pedro González de Mendoza, «Torre de los Lujanes», 54
(2004), pp. 49-64; QUINTERO, G. M., Apuntes Genealógicos y biográficos de de don Alfonso Carrillo de
Acuña, arzobispo de Toledo, «Anales Toledanos», 28 (1991), pp. 55-76.
232 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
36 Ver las cartas que le dirigió el cardenal Ammannati el 27 de abril y el 19 de julio de 1473; en
AMMANNATI PICCOLOMINI, J., Lettere (1444-1479), ed. P. Cherubini, en Publicazione degli Archivi di
Stato: Fonti XXV, vol. III, Roma 1997, pp. 1718-1720.
37 Carta de compromiso de Rodrigo de Borja con la princesa Isabel, 13 junio 1473; RAH,
Biblioteca, leg. 9/7161, fol. 12 (la cursiva es nuestra). El documento se presentó en la exposición
celebrada en la Academia con motivo del V Centenario de Isabel la Católica; SUÁREZ FERNÁNDEZ,
L., y MANSO PORTO, C. (eds), Isabel la Católica en la Real Academia de la Historia, Madrid 2004, pp. 64-
65.
38 Carta de Diego de Saldaña —servidor de Enrique IV en Roma— al monarca castellano, 15
noviembre 1474; el segundo entrecomillado pertenece a la carta enviada por Diego de Saldaña al
marqués de Villena en noviembre de 1474(¿); en FRANCO SILVA, A., La provisión del Maestrazgo de
Santiago tras la muerte de Juan Pacheco. Unas cartas inéditas, en La Península Ibérica en la Era de los
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 233
Descubrimientos (1391-1492), Actas III Jornadas Hispano-Portuguesas de Historia Medieval (Sevilla, 25-30
noviembre 1991), Sevilla 1997, pp. 574-557 y 577-578.
39 Cfr. AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 286-288.
40 CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., El cardenal Rodrigo de Borja…, p. 260.
41 Las galeras zarparon finalmente el 18 de septiembre debido el mal tiempo que les obligó a
recalar algunos días en el puerto de Denia; SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Dietari del Capellà d’Anfós el
Magnànim…, p. 384.
42 Cfr. SANCHIS SIVERA, J., El cardenal Rodrigo de Borja en Valencia…, pp. 159-160; también
VAQUERO PIÑEIRO, M., Valencianos en Roma durante el siglo XV: una presencia en torno a los Borja, en
GONZÁLEZ VALDOVÍ, M., y PONS ALÒS, V. (coords), El Hogar de los Borja..., p. 190 y ss.
234 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
cien o ciento veinte miembros que solían constituir una familia cardenalicia a fines
del siglo XV44.
El círculo de colaboradores inmediatos del cardenal tenía un origen
modesto. Sus apellidos raramente aparecen en las listas de los altos cargos
municipales de Valencia, salvo algunos casos que se pueden adscribir a la pequeña
nobleza valenciana45. Según P. Iradiel y J. Ma. Cruselles, los hombres del
vicecanciller procedían en primer lugar de la filas de la familia Borja y de otras
ligadas con ella por lazos de parentesco político; y en segunda instancia de la
nómina del clero, el funcionariado y los juristas universitarios de las clases medias
urbanas. En el grupo de catalanes curiales que formaban parte del entorno de
Rodrigo de Borja habría que contar a Ausias Despuig —maestre de Montesa,
obispo de Monreale (1458) y servidor de Juan II de Aragón en los conflictos de
Navarra y Cataluña—, y Pere Ferris —obispo de Tarazona (1464) vinculado a los
tribunales eclesiásticos. En un segundo nivel en cuanto a status pero más ligado al
vicecanciller encontramos a Bartolomé Martí —obispo de Segorbe (1473)—, Juan
de Castro —obispo de Agrigento (1479)—, Rodrigo de Borja i Escrivá —sobrino
del vicecanciller, obispo de Barcelona (1472) y referendario apostólico— o Jaime
Serra, curial emparentado con Rodrigo y futuro obispo de Oristán (1492). A esta
comitiva se sumaría después Pedro García —arzobispo de Arlés (1484) y luego de
Barcelona (1490)—, Juan de Borja —obispo de Monreal (1484)—, y otros tantos
que Rodrigo nombraría cardenales durante su pontificado46.
De las relaciones del cardenal vicecanciller con los curiales ibéricos surgió
una fecunda veta literaria que tuvo su centro en el palacio del vicecanciller donde
se respiraban los nuevos aires del humanismo y se discutían los problemas
políticos y teológicos más candentes del momento47. Las primeras obras a él
44 Ante la cifra de Rodrigo de Borja palidecen los noventa y un familiares que componían la casa
del cardenal Estouteville, la otra gran fortuna del Colegio Cardenalicio en esta época; los datos en
SCHWARTZ, U., Die papstfamiliaren der ersten Stunde. Zwei Expektativenrotuli für Sixtus IV. (1. Jan. 1472),
«Quellen und Forschungen aus italienischen Archiven und Bibliotheken», 73 (1993), pp. 303-386;
ver también SOMAINI, F., Il cardinale Rodrigo Borgia ed il conclave del 1484, en CHIABÒ, M., MADDALO,
S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, pp. 113-114.
45 IRADIEL, P., y CRUSELLES, J. M., El entorno eclesiástico de Alejandro VI..., pp. 43-44.
46 Véase una enumeración de estos prelados en la carta de Giovanni Lorenzi al cardenal Barbo, 3
octubre 1490; en PASCHINI, P., Il carteggio fra il cardinale Marco Barbo..., p. 212. El perfil biográfico de
estos eclesiásticos en el capítulo I. 2.2. c.
47 Sobre la actividad cultural de Rodrigo de Borja y su relación con el humanismo cfr. CARBONELL
I BUADES, M., Roderic de Borja: un exemple de mecenatge renaixentista, «Afers», 17 (1994), pp. 109-132; ID.,
Rodrigo de Borja, cliente y promotor de obras de arte. Notas sobre la iconografía del apartamento Borja del Vaticano,
en MENOTTI, M., Los Borja, Valencia 1992, pp. 389-487; ID., Els papes Borja, l’art i la cultura, en Xàtiva,
els borja: una projecciò europea…, vol. I, pp. 63-84; COMPANY, X., El mecenatge artístic i cultural dels Borja,
en Els temps dels Borja, Valencia 1996, pp. 129-139; VILALLONGA, M., Alexandre VI: l’humanisme, en
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 235
L’Europa renaixentista. Simposi Internacional sobre els Borja (València 25-29 d’octubre 1994), Gandía 1998,
pp. 95-133.
48 AZCONA, T. DE, Relaciones de Rodrigo de Borja…., p. 17.
49 SÁNCHEZ DE ARÉVALO, R., Liber de monarchia orbis et de differentia cuiusvis humani principatus tam
imperialis quam regalis et de antiquitate et iustitia utriusque; en BAV, Vat. Lat. 4881, fols. 1-48.
50 SÁNCHEZ DE ARÉVALO, R., Clypeus monarchiae ecclesiae; en BAV, Vat. Lat. 4881, fols. 49r-96r; ID.,
encuentra en BAV, Vat. Lat. 3183, fols. 2r-33v; en cuanto al Tractatus de Legato cfr. GARCÍA ARIAS,
L., La doctrina diplomática compuesta por Gonzalo de Villadiego en su “Tractatus de Legato”, «Cuadernos de
Historia Diplomática», 3 (1956), pp. 275-309. Sobre la compleja datación de estas obras cfr. GARCÍA
CRUZADO, S., Gonzalo García de Villadiego..., pp. 86-120; también GARCÍA Y GARCÍA, A., Los canonistas
de la Universidad de Salamanca en los siglos XIV-XV, «Revista Española de Derecho Canónico», 17
(1962), pp. 185-190; ID., García de Villadiego (Gonzalo), en DHGE, vol. IXX, París 1981, cols. 1214-
1215.
236 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
precisamente en Subiaco cuando visitaba la célebre abadía quizá por encargo del
cardenal Borja, abad comendatario desde 147153.
En el círculo de humanistas catalanes y mallorquines que gravitaba en torno
al vicecanciller hay que contar al curial Jeroni Pau (c. 1458-1497), considerado por
M. Vilallonga el más importante de los humanistas catalanes del siglo XV. Pau se
acogió a la protección del cardenal Borja entre los años 1475 y 1492 en que
permaneció en Roma trabajando como abbreuiator de prima uisione (1479), y después
como litterarum apostolicarum vicecorrector (1486)54. Muestra de su contactos literarios
es su temprana obra De fluminibus et montibus Hispaniarum ofrecida a Rodrigo de
Borja en la temprana fecha de 1475 para que “lo corrijas, tú, de quien nadie ignora
que por la inteligencia y por la experiencia de las cosas no eres inferior a nadie de
tu categoría”55; Pau aprovecha también para felicitarle en el prólogo por su
amplissima legatio en la Península Ibérica, de la cual ha dejado “inmensos recuerdos
de su consideración y de tu gloria sobre nuestra Hesperia”; y termina augurándole
un futuro grávido de éxitos: “Espero que un día serán consignadas a tu nombre
cosas más importantes”56.
En el incunable de la obra que se editó en 1491, el humanista barcelonés
incorporó un pequeño opúsculo, también dirigido al cardenal Borja, con el título
De priscis Hispaniae episcopatibus et eorum terminis, donde se recogen las divisiones
territoriales de los episcopados de la Península Ibérica57. En 1482 Pau dirigiría a su
mecenas sesenta y ocho versos en dísticos elegiacos llenos de reminiscencias
clásicas donde alaba las virtudes del cardenal, comparándolo a un héroe de la
antigüedad, e incluyendo al final una profecía sobre su acceso a la tiara58. Toda
53 cfr. FRANK, B., Spagnoli e portoghesi nella riforma monastica italiana nei secoli XIV e XV, en La
umbral de un mundo nuevo: Quinto Centenario de su muerte, en SCHNUR, R. (ed.), Acta Conventus Neo-Latini
Abulensis, (Proceedings of the Tenth International Congresss of Neo-Latin Studies, Ávila, 4-9 Agosto 1997),
Tempe (Arizona) 2000, pp. 647-657; también ID., Rapporti tra umanesimo catalano..., pp. 196-200.
55 “Eum celsitudini tuae dicatum non prius ausus sum manifestum praebere, quam tibi quem
nemo ignorat et ingenio et rerum experientia nemini tui ordinis cedere, emendandum tribuissem”;
en VILLALONGA, M. (dir.), Jeroni Pau..., vol. I, pp. 206-209.
56 “Magnam enim Hispaniae partem feliciter peragrando, immensa tuae dignationis et gloriae
monumenta nostrae Hesperiae reliquisti. Spero dabuntur tuo nomini aliquando maiora”; en
VILLALONGA, M. (dir.), Jeroni Pau..., vol. I, p. 207.
57 La primera obra fue publicada en 1491; PAULUS, H., De fluminibus et montibus Hispaniarum, ed.
Eucharius Silber, Roma 1500; en IERS 1809; cfr. VILLALONGA, M., Rapporti tra umanesimo catalano...,
pp. 197-198.
58 La profecía viene a decir: “Dios te reserva para cosas más grandes, porque la sagrada tiara
conviene sólo a tu cabeza. Oh! Qué me sea permitido ver los días deseados!. ¿Quién te honrrará,
Roma, una vez cambiado el nombre? Entonces mi Musa te cantará con un poema lírico, entonces
cantará la gran gesta con verso heróico. Si no lo sabes, esto es lo que desea Roma y esto pide todo el
mundo, y no sorprende, bajo tu guía se sentirá segura, bajo tu guía el Oriente no será oprimido por
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 237
el dominio turco, y tampoco la ilustre Grecia permanecerá bajo el triste yugo. Tu restablecerás la
antigua Jerusalén, los primitivos sagrarios de Dios, para que sea venerada por nuestra religión. Tu
aniquilarás Jope y Gaza y también la soberbia Beirut, la entera Siria se somterá a ti”; el texto latino y
su traducción en VILLALONGA, M., Jeroni Pau..., vol. II, pp. 116-125.
59 Cfr. VILALLONGA, M. Dos opuscles de Pere Miquel Carbonell, Barcelona 1988; ID., La literatura llatina
a Catalunya..., pp. 63-72; ID., Pere Miquel Carbonell, un pont entre Itàlia i la Catalunya del segle XV,
«Revista de Catalunya», 85 (1994), pp. 39-59.
60 Cfr. HILLGARTH, J. N., Readers of Books in Majorca (1229-1550), vol. I, París 1991, pp. 241-242;
ID., Mallorca e Italia: relaciones culturales durante la baja Edad Media, en ID., Spain and the Mediterranean in
the Latter Middle Ages. Studies in Political and Intellectual History, Aldershot-Vermont 2003, no XVI, pp.
343-344; VILALLONGA, M., Una mostra de la poesia llatina quatrecentista als països catalans, en Llengua i
Literatura de l’Edat Mitjana al Renaixement, «Estudi General», 11 (1991), pp. 55-56; CARBONELL I
BUADES, M., Rodrigo de Borja, cliente y promotor de obras de arte..., pp. 405 y ss.
61 Cfr. BIGNAMI-ODIER, J., La Bibliothèque Vaticane de Sixte IV à Pie XI. Recherches sur l’histoire des
vol. XVIII, p. 43; ALBAREDA, A. M., Il vescopo di Barcelona Pietro Garsias bibliotecario della vaticana sotto
Alessandro VI, «La Bibliofilia», 60 (1958), pp. 1-18; RUYSSCHAERT, J., Garsías (Pietro), en Dictionnaire
d’Histoire et Gregraphie Ecclésiastique, vol. IXX, París 1981, cols. 1324-1325; PARADAS PENA, Ma. S.,
Pere García, obispo de Barcelona (1490-1505), y la reforma, en MARTÍNEZ RUIZ, E., y SUÁREZ GRIMÓN, V.
(eds.), Iglesia y sociedad en el Antiguo Régimen, III Reunión científica Asociación española de Historia Moderna,
vol. I, Las Palmas de Gran Canaria 1995, pp. 65-80; algunas manifestaciones de su mecenazgo
religioso y cultural en MIGLIO, M., Xàtiva, Roma, Barcellona: Pietro Garcia, «RR Roma nel
Rinascimento, Bibliografia e note», 1999, pp. 257-260.
238 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
63 Cfr. ARRIZABALAGA, J., BALLESTER, L. G., y SALMÓN, F., A propósito de las relaciones intelectuales
entre la Corona de Aragón e Italia (1470-1520): los estudiantes de medicina valencianos en los estudios generales de
Siena, Pisa, Ferrara y Padua, «Dynamis», 9 (1989), pp. 117-147.
64 Cfr. ARRIZABALAGA, J., Los médicos valencianos Pere Pintor y Gaspar Torrella, y el tratamiento del mal
francés en la corte papal de Alejandro VI Borja, en GONZÁLEZ VALDOVÍ, M., y PONS ALÒS, V. (coords),
El Hogar de los Borja..., pp. 141-158; LÓPEZ PIÑERO, J. M., Gaspar Torrella y Pere Pintor, médicos del papa
Alejandro de Borja, en Los Borja. Del Mundo Gótico al Universo Renacentista, Valencia 2001, pp. 245-249;
OLIVA, A. M., y SCHENA, O., I Torrella, una famiglia di medici tra Valenza, Sardegna e Roma, en Alessandro
VI. Dal Mediterraneo al Atlantico (Atti del Convegno, Cagliari, 17-19 maggio 2001) (en preparación).
65 Sobre las competencias de este oficio de la Curia que el propio Rodrigo de Borja recortó
cuando fue elegido pontífice cfr. CLAEYS-BOUAERT, F., Chancellier, en Dictionnaire de Droit Canonique,
vol. III, París 1942, cols. 454-464; PASTORA NIETO, I. DE LA, Diccionario de derecho canónico, vol. I,
Madrid 1848, pp. 203-205; FRENZ, TH., Die Kanzlei..., pp. 202-203; DEL RE, N., La Curia romana...,
pp. 438 y ss; PARTNER, P., The Pope’s Men..., pp. 22 y ss (donde considera al vicecanciller “the head
of the papal civil service”); véase también la obra que le dedicó, entre 1477 y 1482, Gonzalo García
de Villadiego —el auditor de la Rota y agente de los Reyes Católicos en Roma— sobre el oficio de
vicecanciller; GARCÍA DE VILLADIEGO, G., Tractatus de cardenalium excellentia et dignitate ac de officio
vicecancellarii; en BAV, Vat. Lat., 3183, fols. 2r-38v; comentado en GARCÍA CRUZADO, S., Gonzalo
García de Villadiego..., pp. 86-93.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 239
pp. 300-301
67 HOFMANN, W. VON, Forschungen..., vol. II, p. 130; SCHIAVO, A., Il palazzo della Cancelleria, Roma
1964.
68 Sobre esta embajada véase la relación del datario apostólico, Francisco de Toledo, en la que se
70 El análisis de estos sucesos en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La España de los Reyes Católicos..., vol. I,
pp. 221-227.
71 Véase el relato de ZURITA, J., Anales..., vol. IV, fol. 281; y especialmente la carta de Pedro
Sánchez, prior de Daroca, a Fernando el Católico, 25 enero 1477; en PAZ Y MELIA, A., El cronista...,
pp. 273-285.
72 Véase más adelante la explicación de la pugna por la sede de Zaragoza entre Juan II de Aragón
y Sixto IV..
73 Sixto IV dio sus explicaciones al rey Fernando en el breve Questi sunt, 13 marzo 1477; RAH,
Aragón en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La España de los Reyes Católicos..., vol. I, pp. 226 y ss. El propio
Rodrigo se apuntaba el tanto en una carta en la que relataba al secretario regio Juan de Coloma, su
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 241
cabalgada hasta la residencia papal de Bracciano a través de una Roma asolada por la peste; SANCHIS
Y SIVERA, J., El cardenal Rodrigo de Borja…, pp. 162-163.
78 Sobre los intentos de Rodrigo por hacerse con la sede de Barcelona ver la carta del cardenal
pontífice el compromiso de espera de la iglesia cartaginense” antes de que su titular falleciera; y “una
vez que se enteró que había muerte Lope de Ribas, el último posesor de la referida iglesia, tomó
posesión de ella”; PALENCIA, A., Cuarta Década..., vol. II, p. 190.
80 Ibidem, p. 190 (la cursiva es nuestra).
81 Cfr. CÁRCEL ORTÍ, V., Historia de las tres diócesis valencianas. Valencia, Segorbe-Castellón, Orihuela-
Alicante, Valencia 2001, pp. 161 y 177-181; sobre la figura y la obra de Jaime Pérez de Valencia cfr.
PEINADO MUÑOZ, M., Jaime Pérez de Valencia (1408-1490), y la Sagrada Escritura, Granada 1992;
CORTÉS SORIANO, A., La teología como supuesto y resultado de la interpretación de la Escritura, en Jaime Pérez
de Valencia, «Anales Valentinos», 39 (1994), pp. 1-97.
82 Cfr. TORRES FONTES, J., Cronología de los obispos de Cartagena en la Edad Media, «Anuario de
Estudios Medievales», 28 (1998), p. 675. Probablemente los reyes tenían en la cabeza al desgobierno
de Cartagena cuando emitieron un severo dictámen en la minuta de las instrucciones entregadas en
1484 a Antonio Gerladino, donde se negaban a entregar la sede sevillana al vicecanciller para que la
gobernase “tan mal como las otras que él [Rodrigo de Borja] tyene”. La frase fue tachada en una
segunda redacción por una expresión más impersonal; cfr. AZCONA, T. DE, La elección y reforma…,
pp. 148-149.
242 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
83 Véase el excelente trabajo de PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía: un señorío valenciano en el
los reyes, en el de la orden de Santiago Isabel y Fernando solicitaron el apoyo del vicecanciller para
que el papa concediese al rey su administración tras la muerte del maestre, Rodrigo Manrique, y
poder así reformar la Orden y evitar disensiones en la elección; carta de Isabel y Fernando a Rodrigo
de Borja, 22 noviembre 1476; BNM, Ms. 18.700, fol. 50; AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 315-316.
85 Cfr. AZCONA, T. DE, Relaciones de Rodrigo de Borja…, pp. 24 y 26.
86 En 1481 el rey ordenaba al embajador que debía obtener estas facultades sin que el asunto “no
venga a noticia de los cardenales sobredichos [Borja y Caraffa] nin del general de la Orden de
Preycadores, nin de otras algunas personas que destorbo o empacho alguno en ello pudiesen dar o
poner”; instrucciones de Fernando el Católico a Gonzalo de Beteta, 23 mayo 1481; en LA TORRE, A.
DE, Documentos..., vol. I, pp. 152-153.
87 LEA, H. CH. DE, Historia de la Inquisición española, vol. I, Madrid 1983, p. 264.
88 Carta del rey Fernando a Inocencio VIII, 13 mayo 1482; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol.
I, pp. 216-217.
89 Los documentos se encuentran en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario de la Inquisión Española. Hasta la
91 Carta de Isabel y Fernando al vicecanciller, 3 diciembre 1482 (datado por L. Suárez); en SUÁREZ
GÓMEZ, J. Ma., El cardenal Rodrigo de Borja, los curiales romanos…, p. 267; y para Joan Margarit cfr.
SOBREQUÉS I VIDAL, S., Joan Margarit i Pau i l’afer de les diòcesis catalanes vacants, en Sociedad i estructura
politica de la Girona Medieval, Barcelona 1975, pp. 265-284.
94 PALENCIA, A., Guerra de Granada..., p. 137; sobre este personaje cfr. DE CARO, G., Borgia, Pier
Luigi, en DBI, vol. XII, Roma 1970, pp. 736-737; también LA PARRA LÓPEZ, S., Los hijos de Alejandro
VI, duques de Gandía, en De Valencia a Roma a través de los Borja. Actas del Congreso (Valencia, 23-26 febrero
2000) (en preparación).
95 Documento regestado en el apéndice de BURCKARDI, J., Diarium sive rerum..., ed. L. Thuasne,
otorgase una canongía para Ángel Escrivà, hijo del maestre racional de Valencia,
Joan Escrivà de Romanì97.
La sede episcopal más importante que vacó durante este tiempo fue la de
Monreale (Sicilia), que Fernando pensaba entregar al cardenal Pedro de Foix y que
finalmente puso en manos de Juan de Borja el mayor —sobrino del vicecanciller—
a cambio de que su propio sobrino —Felipe de Aragón— obtuviera el maestrazgo
de Montesa y que en la bula de designación pontificia quedase recogidos sus
derechos de presentación98. Aquella compleja negociación tuvo extraños
derroteros. El vicecanciller logró la sede para su sobrino, pero Fernando no logró
situar a su candidato debido a la oposición de la Orden de Montesa. Para calmar al
rey aragonés que tampoco veía en la bula de Monreale los derechos de
presentación solicitados, el vicecanciller logró que el papa otorgase las sisas —o
contribución económica del clero— que se considerabas necesaria para la
recuperación económica de Cataluña99.
El rey aragonés y el cardenal valenciano se entendían. En una carta muy
afectuosa del 14 de mayo de 1484, Fernando agradecía al cardenal ciertas
propuestas beneficiales que había hecho a su favor, mientras prometía atender a
las demandas de Pedro Luis —que servía en la Corte española como “criado e
camarlengo”— , especialmente en lo que tocaba a las tierras que estaba pensado
adquirir en Gandía: “y si en ello ay alguna dilacion, sea cierta vuestra
reuerendissima paternidat la causa querer bien assegurar la compra del dicho don
Luys, de manera que, lo que se le vendera, lo pueda tener y posseer sin ningun
97 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, p. 63; una recomendación semejante en 1491 a favor de
Gaspar Pou; en Ibidem, vol. III, p. 464; apoyando a Ángel Escrivá Fernando intentaba gratificar los
valiosos servicios de su maestre racional, preocupado por el futuro de su hijo establecido en Roma a
la sombra del vicecanciller y del obispo de Segorbe, Bartolomé Martí. La gestión de la canongía se
alargó y no tuvo el desenlace esperado por el rey ya que Rodrigo prefirió concedérsela a Serra en
1489; véanse las cartas entrecruzadas por los agentes de esta operación en PARISI, I., L’ambasciatore
Joan Escrivà…, pp. 207-214. Sobre la relación de la familia Escrivà con los Borja cfr. BATLLORI, M.,
La famìlia Escrivà, parenta dels Borja, en ID., Obra Completa, vol. IV: La familia Borja, E. Duran (dir.), i J.
SOLERVICENS (coord.), Valencia 1994, pp. 79-106.
98 Instrucciones de Fernando el Católico a Juan Margarit, cardenal de Gerona y embajador en
Roma, 5 enero 1484; LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 12-14; ver también pp. 22-27, 31 y
48. El breve de Sixto IV protestando por la primera negativa de los reyes es del 25 noviembre 1483;
en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 256-257. Ver también el análisis de este
embrollado episodio en CRUSELLES GÓMEZ, J. Ma., El cardenal Rodrigo de Borja, los curiales romanos…,
p. 267.
99 Instrucciones de Fernando el Católico al protonotario y embajador Francisco Vidal de Noya, 20
agosto 1484; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 81-83; otras instrucciones dirigidas al
propio vicecanciller, 25 agosto 1484; en Ibidem, pp. 87-88. Desgraciadamente luego se demostró que
el documento pontificio tenía algunos defectos formales que lo hacían ineficaz.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 245
100 Carta de Fernando el Católico al vicecanciller Rodrigo de Borja, 14 mayo 1484; en LA TORRE,
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 213 y 256-257; otra carta del 30 agosto
1482 para que apoye las gestiones del embajador en Roma relativas a este asunto; en LA TORRE, A.
DE, Documentos..., vol. I, p. 266. No se olvide que el vicecanciller fue quien en 1480 había ratificado
los acuerdos de Sixto IV y Ferrante de Nápoles contra el turco; DA VOLTERRA, J. G., Diario
concistoriale..., p. 30.
103 Carta del rey Fernando al vicecanciller, 29 enero 1483; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol.
I, p. 301.
104 Cfr. BATLLORI, M., Alejandro VI y Alfonso II de Nápoles, en ID., La família de los Borjas..., p. 246;
véase la carta del cardenal Ascanio a su hermano Ludovico el Moro, describiendo el palacio donde
el vicecanciller recibió al duque de Calabria, 22 octubre 1482, en PASTOR, L. VON, Storia dei Papi...,
246 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
vol. III, p. 836. Sobre el apoyo de Ferrante a la candidatura de Rodrigo de Borja cfr. PASTOR, L.
VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 174 y ss; MALLET, M. E., The Borgias..., pp. 94-102.
105 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 174 y ss; MALLET, M. E., The Borgias..., pp.
94-102.
106 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 192 y ss; CLOULAS, I., I Borgia..., p. 85.
107 Las maniobras del cardenal para ser elegido, y el cambio repentino hacia la candidatura del
futuro Inocencio VIII, para no quedar como perdedor, han sido estudiadas por SOMAINI, F., Il
cardinale Rodrigo Borgia..., pp. 137 y ss; posteriormente el rey acusará a Borja de haber obstaculizado la
candidatura del propio cardenal de Gerona y embajador de Fernando el Católico, a quien en un
principio el vicecanciller apoyó: “y de eso sea cierto, y creeemos bien que él vos havrá fecho todo el
mal que havrá podido en lo del papado”; carta de Fernando a Joan Margarit, 11 octubre 1484; en LA
TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, p. 115.
108 Cfr. AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 145; también SOMAINI, F., Il cardinale Rodrigo
pueden fazer otras cuentas; pero no piense ni pressuma nadi la possea sin que parta de voluntat
nuestra”; carta del rey Fernando a Francisco Vidal de Noya, 20 agosto 1484; en LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. II, p. 82.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 247
110 Recuérdese que Cartagena, situada en el dominio castellano, extendía una buena parte de su
563; ver también BELTRÁN DE HEREDIA, V., Notas sobre el episcopado salmantino durante los siglos XIII-
XVI, en ID., Cartulario..., vol. IV, pp. 529 y ss.
113 La decisión se había tomado en octubre tal y como informan al cardenal Margarit, 11 octubre
1484; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 115-116; la orden es de noviembre de 1484 (sin
fecha exacta); en Ibidem, pp. 139-140.
114 Carta de Fernando a Joan Margarit, 11 octubre 1484; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II,
p. 115.
115 Véase el análisis detenido y bien documentado del conflito en AZCONA, T. DE, La elección y
reforma..., pp. 144-151; algunas matizaciones en ID., Relaciones de Inocencio VIII..., pp. 5-9; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El tiempo de la guerra de Granada..., pp. 169 y ss; también
BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 193-194.
248 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
116 Primeras cartas de Inocencio VIII enviadas a Firmano de Perusa —nuncio y colector— y a
Bartolomé Vallescas —subdiácono apostólico—, para convencer a los reyes, 3 septiembre 1484; en
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas…, pp. 410-412.
117 Cartas de Inocencio VIII al obispo de Sessa y al cardenal Mendoza, 20 y 21 noviembre 1484; y
también del colegio de cardenales a los reyes y a Mendoza en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y
nunciaturas..., vol. I, pp. 424-426; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 309-311.
118 PALENCIA, A., Guerra de Granada..., p. 139.
119 La suspensión de la cruzada se lo recriminan los reyes expresamente en las instrucciones a
podían consentir que la segunda sede de sus reinos “por tierra y por mar cercada
de moros y aun no del todo limpia de apostatas y hereticos crhistianos [...] se
permita ser dado[a] no solo sin su voto, suplicacion e consentimiento, mas aun
contra su voluntad y espreso defendimiento”121. Los reyes trataban de distinguir los
asuntos del cardenal de los de la Santa Sede explicando al papa que no tomara “las
cosas del viçecançiller por propias suyas [...] e non quiera Su Beatitud mesclar las
cosas de Dios e de la fe tan meritorias e nesçesarias con demandas de otro tan
demasyadas e injustas e tan grand cargo de conçiençia”122.
Como el cardenal Margarit falleció el 21 de octubre, Fernando mantuvo al
corriente de esta negociación a Francisco Vidal de Noya —que se hallaba en
Roma desde marzo de 1484—, hasta que en enero de 1485 el comendador Rojas
tomó las riendas del espinoso asunto123. Los reyes sintetizaron su postura en un
largo despacho en que respondían a las últimas cartas de Margarit124. Como ha
señalado L. Suárez, en este despacho llama la atención el tono áspero hacia Borja,
pero amable hacia el papa, que —según había informado Margarit— había
prometido renovar la indulgencia de la cruzada125.
Enero fue un mes clave. Rojas no logró gran cosa con sus adustos
ademanes en el modo de negociar, y fue más bien la labor mediadora del cardenal
Mendoza, y de la reina a través de una carta personal al vicecanciller, lo que
permitió allanar el camino126. El papa también estaba deseando llegar a una
121 Una trascripción de esta minuta en GUTIÉRREZ, C., La política religiosa..., pp. 257-260;
importantes matizaciones respetando las correcciones que se hicieron sobre el texto, probablemente
escrito en noviembre-diciembre de 1484, en AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 148-149;
también en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, pp. 299-309. Los reyes también
informaron de ello al cardenal de Gerona, Juan Margarit, sin saber que acaba de fallecer, 5 diciembre
1984; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 145-148.
122 En SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, p. 305.
123 Instrucciones de Fernando el Católico al protonotario Francisco Vidal de Noya, 24 y 29
diciembre 1484; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 154-155 y 173-174. Recuérdese que
Rojas fue enviado a Roma en noviembre de 1484 para resolver asuntos de la Corona de Aragón;
instrucciones en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 136-139. Vidal de Noya permaneció en
Roma hasta mediados de 1485 en que marchó a Sicilia para hacerse cargo del obispado de Cefalú, al
que fue promovido gracias al apoyo del rey Católico; PEREA RODRÍGUEZ, Ó., y MADRID SOUTO, R.,
Francisco Vidal de Noya, obispo de Cefalú…, pp. 751-753.
124 Carta de los reyes al cardenal Margarit, 5 diciembre 1484; en LA TORRE, A. DE, Documentos...,
nombre de Francisco Vidal de Noya, pero Azcona ha documentado mejor la decisiva intervención
del cardenal Mendoza en AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., p. 8; la opinión de los autores
citados en LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 106; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El
tiempo de la guerra de Granada..., pp. 171-172. M. Batllori, en cambio, piensa que Fernando fue el
auténtico promotor de la reconciliación, alegando que fue quien dio el primer paso liberando a
250 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Pedro Luis, lo que parece un error cronológico ya que —según las instrucciones de marzo de 1485
enviadas a Rojas y Geraldini— los reyes accedieron a su liberación sólo después de que el
vicecanciller hubiese mostrado su disposición a renunciar a la sede sevillana; BATLLORI, M.,
Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., p. 194.
127 Breves a la reina y al cardenal Mendoza, 31 enero y 8 de febrero 1485; AZCONA, T. DE, La
elección y reforma..., p. 150; también FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas..., vol. I, p. 431.
128 Instrucciones de Isabel y Fernando a Francisco de Rojas y a Antonio Geraldini, marzo 1485;
en GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede..., pp. 70-76; también LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas...,
pp. 106-107. La descongelación del conflicto se observa también en que los reyes vuelve a mantener
correspondencia con el vicecanciller; ver cartas del 19 y 20 marzo 1484 en LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. II, pp. 187 y 189. El cardenal Borja también empleó a su hijo Pedro Luis para
exigir a los reyes una compensación ya que éste se negaba a salir de la prisión “fasta tanto que se
concluya cierto negocio que toca al acrecentamiento de su honra”; en GOÑI GAZTAMBIDE, J., La
Santa Sede..., p. 75 y ss.
129 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de la Cruzada..., p. 379.
130 Fernando el Católico informa al cardenal Borja de la campaña en carta datada el 3 de junio de
1485: “porque somos cierto que a vuestra reuerendissima paternidat, mas que a otro, le ha de
plazer”; en la TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, p. 208.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 251
131 AHN, Osuna, leg. 844, 3 (28 mayo 1485); en OLIVER Y HURTADO, M., D. Rodrigo de Borja
(Alejandro VI)..., pp. 400 y ss; y Monumenta Historica Societate Iesu, vol. III, Madrid 1984, pp. 226-228.
132 Véanse las instrucciones enviadas por los reyes a Geraldini y a Rojas en marzo de 1485 donde
se mezclan las cuestiones relativas a Pedro Luis y la obtención de la bula de Cruzada; en GOÑI
GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista..., pp. 671-676.
133 AHN, Osuna, leg. 548, 3, no 7; PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, pp. 382-383.
134 Carta de Giovanni Lorenzi al cardenal Marco Barbo, 18 agosto 1485; en PASCHINI, P., Il
carteggio fra il cardinale Marco Barbo e Giovanni Lorenzi, Roma 1948, pp. 110 y ss.
135 Damos el párrafo completo de la misiva que se refiere a la concordia: “Negotia hispanica hodie
conclusa fuere, numerataque sunt per Spanochies reges nomine XXm., pontifice presente, domino
Sancti Petri et Audegaven., qui omnia fractavit. Pontifex autem remittit regi quod reliquum erat
cruciate, fructusque Hispalen. ecclesie preceptor concedit, sed secreto et nihil sciente vicecancellario,
qui pactus fuerat cum pontifice, ut tamquam sedi apostolice debitos repeteret, sibi tamen postea
solvendos; particularia postea intelligemus. Hoc autem non ignoret d.tio r.da v.ra, quod pontifex ex
presse prohibuit ne vicecancellarius in Urbem rediret ante rem factam, honorificis tamen verbis:
quod scilicet monebat eum ne in domum et Urbem male affectam ex aere salubri rediret, quodquod
ipse procurator esset rerum suarum. Nunc autem permittit ut veniat; vetuit autem concordiam
factam publicari. Quanto gaudio afficiantur universi homines pro conventione ista, exprimi facile
non posset; non tam pro pontificis commodo quam vicecancellarii damno qui, non ut de Tito scribit
Suetonius, amor ac delicie, sed commune odium est generis humani sunt qui omnino sperent
hominem non minus ambitiosum quam cupidum ac ignominiam et damnum equo animo non
laturum; sed egritudine animi tabescet omnino”.
252 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Inocencio VIII expidió las bulas a favor de Diego Hurtado de Mendoza, que
llevan fecha del 26 de agosto, aunque haciendo constar el derecho exclusivo de la
Santa Sede a proveer libremente todas las iglesias vacantes apud Sedem
Apostolicam136. A pesar de las protestas de Rodrigo el acuerdo se dio por concluido
el 27 de agosto137.
En los acuerdos firmados —pero nunca publicados por expresa disposición
pontificia— intervino el cardenal Giuliano della Rovere, antagonista del Borja, y
también el protonotario y procurador del cardenal Mendoza, Bernardino López de
Carvajal, que actuaría como longa manus de Mendoza, a quien el papa siempre
atribuyó el éxito de las negociaciones138. Inocencio VIII mantuvo al vicecanciller
apartado de las negociaciones y sólo le permitió regresar cuando ya estaban
concertados los acuerdos. En la Curia el episodio fue visto como una derrota del
ambicioso Borja que, sin embargo, satisfacía a todos139.
Sin embargo Borja era un consumado maestro en convertir las “fracasos”
en triunfos. Aprovechando la concordia firmada, trató de aparecer a los ojos de
Isabel y Fernando como el principal agente de la reconciliación. Para ello contó
con la ayuda del protonotario Carvajal, que en septiembre de 1485 salió en su
defensa enzarzándose en una violenta disputa con el embajador de los Reyes
Católicos, Francisco de Rojas; el motivo era que Rojas era partidario de la
tramitación de ciertos documentos —probablemente la reciente provisión de
136 ASV, Registri Vaticani, 691, fols. 3-4; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 150.
137 “Res hispanica, d.no vicecancellario novas difficultates opponente quottidie, nundum concluse
fuerunt”; carta de Giovanni Lorenzi al cardenal Marco Barbo, 27 agosto 1485; en PASCHINI, P., Il
carteggio fra il cardinale Marco Barbo..., p. 117.
138 Véase el breve del 17 de septiembre eviando al cardenal Mendoza, donde le dice que aunque
vivía lejos de la Curia trabajaba más por la Iglesia que otros cardenales; ASV, A.A. Arm. XXXIX,
19, fol. 13; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 150. El testimonio del historiador de la ciudad
de Sevilla, Ortiz de Zúñiga, también afirma la decisiva intervención de Mendoza en la solución del
conflicto, “porque precedieron hartos lances, en que entendió el cardenal Don Pedro González de
Mendoza, que reduxo al Pontífice a sobreser, y al cardenal Don Rodrigo a desistirse”; ORTIZ DE
ZÚÑIGA, D., Anales eclesiásticos y seculares de la muy noble y muy leal ciudad de Sevilla, vol. III, Madrid 1796
(reed. 1988), pp. 128-129. La intervención de Carvajal se deduce de una carta posterior de los reyes,
en la que le consideran conocedor de “la concordya que se fizo con nuestro muy Santo Padre
quando la provisión del arçobispado de Sevilla”; instrucciones de Isabel y Fernando a sus
procuradores Carvajal y Medina, 14 abril 1488; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol.
III, pp. 447-452, especialmente p. 451.
139 Así lo expresa el secretario pontificio en una carta dirigida al cardenal Barbo que destila
resentimiento: “Quanto gaudio afficiantur universi homines pro conventione ista, exprimi facile non
posset; non tam pro pontificis commodo quam vicecancellarii damno qui, non ut de Tito scribit
Suetonius, amor ac delicie, sed commune odium est generis humani sunt qui omnino sperent
hominem non minus ambitiosum quam cupidum ac ignominiam et damnum equo animo non
laturum; sed egritudine animi tabescet omnino”; en PASCHINI, P., Il carteggio fra il cardinale Marco
Barbo..., pp. 110-111.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 253
Sevilla— “ad Regem recta via”, mientras Carvajal —inducido por el cardenal
Borja— exigía que la expedición se hiciera a través del vicecanciller140. De las verbis
iniuriosis se pasó a los pugnos et alapas (puños y bofetadas), de resulta de las cuales
Carvajal acabó con los ojos y las narices rotas; el embajador también tuvo su
merecido y, a instancias del vicecanciller, fue conminado por el pontífice a
abandonar la Urbe sub poena capitis141. Carvajal también lo haría a finales de
septiembre pero con todos los permisos del papa para negociar asuntos
económicos y relacionados con la provisión de beneficios142.
Los asuntos del cardenal se fueron solucionando. El rey cumplió lo
prometido suspendiendo el secuestro de los bienes de los Borja el 16 de
septiembre de 1485143. A primeros de noviembre llegaron a Roma cartas de los
monarcas españoles que agradecían las recientes provisiones episcopales, e
informaban de la restitución de los beneficios que ocupaba el vicecanciller, así
como la decisión de vender la villa de Gandía a su hijo Pedro Luis por cuarenta
mil ducados144. La venta se efectuó el 3 de diciembre, y el 20 del mismo mes los
reyes otorgaron el título ducal a Pedro Luis y a sus sucesores, lo que suponía la
creación de un nuevo señorío nobiliario a expensas de un territorio del patrimonio
regio145. Con todo el rey Fernando también ganaba con la operación ya que
resolvía de esta manera las necesidades financieras suscitadas por la campaña
granadina, y se libraba de unas tierras empeñadas a la ciudad de Valencia que,
desde 1472, le venían costando veinte mil sueldos anuales en pensiones de
censal146. Así pues la operación beneficiaba tanto al rey como al cardenal
poniendo fin a un conflicto que perjudicaba a ambos.
140 Carta del humanista Giovanni Lorenzi al cardenal Marco Barbo, 5 septiembre 1485; en
Rojas de que se excedía “in modo negociandi”, hasta el punto que “manus suas violentas in eum
[Bernardinum] iniecit”, con lo que colmó el vaso de la paciencia del papa, que lo arrojó de la Curia;
ASVe, Podocataro, II-475, 549b y 793; AZCONA, T. DE, Relaciones de Inocencio VIII..., p. 10. Este
episodio, cuanto menos pintoresco, no se encuentra recogido en los trabajos monográficos sobre la
figura del embajador.
142 En FERNÁNDEZ ALONSO, J., Legaciones y nunciaturas…, pp. 451 y ss.
143 En LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, pp. 230-231. Hubo algún retraso en las rentas que
recibía el vicecanciller por sus beneficios en Sicilia, ya que el 26 de agosto de 1486 el rey Fernando
tuvo que insistir al virrey de Sicilia para que desembargase los bienes del cardenal; en Ibidem, pp. 315-
316.
144 Carta de Giovanni Lorenzi a Marco Barbo, 2 noviembre 1485; en PASCHINI, P., Il carteggio fra il
(1887), pp. 323-328; SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 15-16; se analizan
las capitulaciones de la venta en PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, pp. 382-386.
146 El préstamo se encuentra en SEVILLANO COLOM, F., Préstamos de la ciudad de Valencia a los reyes
Alfonso V y Juan II (1426-1472), Valencia 1951, pp. 123-125; también BATLLORI, M., Recreación del
254 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
ducado de Gandía, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 110-113; PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de
Gandía…, pp. 384-385. Sobre la compra del ducado de Gandía y su posterior ampliación han vuelto
PASTOR ZAPATA, J. L., Gandía en la baixa Edat Mitjana. La vila i el senyoriu dels Borja, Gandía 1992; ID.,
El ducat de Gandia: la construcció d’un espai senyorial, en L’Europa renaixentista..., pp. 233-270; también
GUINOT I RODRÍGUEZ, E., Los señoríos medievales de la familia Borja, en GONZÁLEZ VALDOVÍ, M., y
PONS ALÒS, V. (coords), El Hogar de los Borja..., pp. 139-170. La documentación de las operaciones
financieras de los Spannochi —banqueros sieneses— en relación al ducado se encuentra en AHN,
Osuna, leg. 745, 11.
147 ASV, Arm. XXXIX, 19, fol. 75; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 150; la bula de
absolución del 2 de diciembre de 1485 en DE ROO, P., Material for a History..., vol. I, pp. 580-581.
148 BAV, Vat. Lat., 2222, fols. 77r-85r; también BRACKE, W., Paolo Pompilio, una carriera mancata...,
pp. 434-435.
149 De la cantidad de negocios que trataba Fernando con Margarit en aquella época dan idea las
disposiciones que dictó el rey a los testamentarios del cardenal en cuanto se enteró de su
fallecimiento dictando consejos prácticos sobre la custodia de los documentos diplomáticos que
poseía Margarit; carta del rey Fernando a Berenguer de Pau y Bernat de Margarit, 24 diciembre 1484;
en TATE, R. B., Joan Margarit i Pau…, pp. 320-321.
150 La entrega de poderes a Jaime Serra para establecer los capítulos del desposorio en AHN,
de 1486 Pedro Luis se benefició de los favores de los reyes y los de su padre
realizando operaciones destinadas a redondear su señorío hasta que abandonó
Valencia en junio de 1488151.
El vicecanciller supo corresponder a las mercedes concedidas intercediendo
ante Inocencio VIII para que prorrogase la bula de Cruzada en 1487152. Además el
rey comenzó a negociar con el cardenal —a través de su hijo Pedro Luis— la
reforma e incorporación a la Corona de los maestrazgos de Santiago y
Calatrava153. Pastor Zapata piensa que éste pudo ser el verdadero motivo del viaje
que en el verano de 1488 emprendió el duque de Gandía a Roma, donde enfermó
al cabo de un mes y falleció en el mes de agosto154. En el testamento que Pedro
Luis firmó el 14 agosto dejaba por heredero de sus estados a su hermano Juan,
segundo hijo de Vanozza, y futuro duque de Gandía. Efectivamente, Rodrigo no
dudó ni un instante en sustituir a Pedro Luis por Juan, como sucesor en el ducado
y como futuro marido de María Enríquez, firmando los capítulos matrimoniales en
Valladolid el 13 de diciembre de 1488155.
Los reyes facilitaron las gestiones, y escribieron al vicecanciller unas letras
“increiblemente plazibles [...] sobre la consolaçion suya en lo del duque de Gandia,
que Dios aya, y lo del otro nuevo [Juan de Borja] su aceptacion y confirmacion”,
de manera que —añadía el embajador— el cardenal “queda por ello como es
razon sumamente obligado y servidor de vuestras altezas”156. Los representantes
151 Se comenta la imprecisión cronologica de los últimos años del duque en CRUSELLES GÓMEZ, J.
Ma., El cardenal Rodrigo de Borja…, p. 274. Sin embargo la carta del cardenal dirigida a Fernando el 25
de junio de 1488 no deja lugar a dudas, pues allí se dice que “el Duque de Gandía nuestro siervo e
fechura llego aquí con las galeas del Capitan Mossen Vilamarin a XX del pasado”; AHN, Osuna, leg.
548, 3 no 7 d); cit. en PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, p. 391.
152 Sobre la intervención del cardenal Borja en este asunto cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa
septiembre. Sin embargo, en una carta de Rodrigo de Borja fechada en Roma el 29 de agosto y
dirigida a Juan Ram Escrivà, se informa del fallecimiento de Pedro Luis y de la sucesión del ducado
de su hermano Juan de Borja; BATLLORI, M., La estirpe de los Borjas: del siglo XIII al XVI, en ID., La
familia de los Borjas..., pp. 55; PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, p. 401; PARISI, I.,
L’ambasciatore Joan Escrivà…, doc. 40, p. 212.
155 En estas capitulaciones que firmaría el procurador del duque —Francisco Desprats— se
establecía que el matrimonio debía celebrarse tres años después de la firma, obligándose los padres
de María Enríquez a pagar la dote, pasados treinta días desde la consumación. Como veremos más
adelante el matrimonio no se celebró en los plazos prescritos, sino dos años más tarde; cfr. SANCHIS
SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., p. 17; BATLLORI, M., La estirpe de los Borjas: del siglo
XIII al XVI, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 54-55.
156 Carta de Ruiz de Medina a los reyes, 21 octubre 1488; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
del cardenal —Jaime Conill y Jerónimo López— y el tutor del nuevo duque
Francisco Desprats— se encargaron de las gestiones relativas al señorío que el
cardenal les indicaba desde Roma, como la compra de las tierras de la Val de Ebo
o el intento frustrado de adquirir la baronía de Palma, limítrofe al ducado de
Gandía157.
Isabel y Fernando no fueron tan condescendientes con la promoción
eclesiástica del segundo hijo del vicecanciller, el famoso César Borja158. Sixto IV lo
había legitimado en 1480 para que pudiera acceder a beneficios eclesiásticos, y al
año siguiente Fernando de Aragón reconoció su legitimación y le atribuyó la
calidad de súbdito del reino de Aragón. Después llegó la concesión de una
prebenda del capítulo de la catedral de Valencia, la dignidad de rector de Gandía y
la de archidiácono de Játiva, preboste de Albar y de Játiva en 1484, y finalmente
fue nombrado tesorero de Cartagena cuando apenas había cumplido los nueve
años159. El vicecanciller se esmeró en su educación proporcionándole preceptores
aragoneses —como el mallorquín Esperandéu Espanyol o el valenciano Juan
Vera—, rodeándole de connacionales —entre los que se encontraban personajes
tan conspícuos como Ángel Escrivà, hijo del maestre racional de Valencia—, y
enviándole a estudiar a Perusa en 1489 y dos años después a la Universidad de
Pisa160.
Sin embargo, en 1487, mientras los reyes facilitaban el acceso a la nobleza
de Pedro Luis, se opusieron al intento del cardenal de renunciar a favor de César
el monasterio benedictino de Valldigna, en el reino de Valencia161. Fernando
sospechaba que el vicecanciller pretendía unir esta abadía —con el valle de
Alfadech— al ducado de Gandía; por ello, en cuanto se enteró de la operación,
157 Cfr. PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, pp. 402-403. Según De Caro, el joven
duque de Gandía viajó a España para tomar posesión de su nueva dignidad en 1489 y permaneció
allí tres años hasta la elevación 1492, momento en que se produjo la elección de Rodrigo de Borja y
en el que se concertó definitivamente el matrimonio de Juan y María, el 11 de agosto de aquel año;
DE CARO, G., Borgia, Giovanni, duca di Gandía, en DBI, vol. XII, Roma 1970, p. 718; también VOCI
ROTH, A. M., Il figlio prediletto dal papa: Alessandro VI, il duca de Gandia e la Pietà di Michelangelo in
Vaticano: comittenza e destino di un capolavoro, Roma 2001; recientemente han examinado las cuentas
IGUAL LUIS, D., y CRUSELLES GÓMEZ, J. M., El duc Joan de Borja a Gandia. Els comptes de la banca
Spannochi (1488-1496), Valencia 2005.
158 Sobre la figura de César Borja véase la bibliografía citada en la introducción.
159 Cfr. GILBERT, F., Borgia, Cesare, en DBI, vol. XII, Roma 1970, pp. 696-697; BATLLORI, M., César
Borja, en Lexikon des Mittelalters, vol. II, Munich-Leipzig 1982, cols. 461-462.
160 La noticia de los estudios de César con el hijo del maestre racional en la carta del obispo de
Segorbe a Juan Ram Escrivà, 28 agosto 1488; cfr. PARISI, I., L’ambasciatore Joan Escrivà…, doc. 40, p.
212. Los otros datos de los estudios en Perusa y Pisa en GILBERT, F., Borgia, Cesare..., p. 696.
161 Sobre las rentas y los problemas financieros de esta abadía durante los veintidós años que
estuvo en posesión de los Borja cfr. GARCIA-OLIVER, F., El censal en el senyoriu. Valldigna (1393-1530),
«Revista d’Història Medieval», 8 (1997), pp. 165 y ss.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 257
pidió al papa que evitara semejante maniobra que iría en prejuicio de la concesión
hecha por Jaime I, fundador de aquella prestigiosa abadía162.
El conflicto de Sevilla había dejado una sombra de resentimiento entre el
cardenal y los reyes que asomaba en pequeños conflictos. Como contestación a las
dificultades que ponía Fernando a sus proyectos, el vicecanciller entorpecía ciertos
negocios del monarca en la Curia, ya fueran cuestiones beneficiales u otras
relativas a la implantación del Tribunal de la Inquisición en el reino de Aragón163.
Esta última institución volvió a ser objeto de discusión en los años finales de la
década de 1480 a raíz de algunas críticas que algunas familias conversas habían
hecho llegar a Roma, y a las que habían prestado oído el vicecanciller y el cardenal
Balue, que tenían “el cargo principal de la Inquisicion en essa corte”164. De ahí que
Fernando el Católico se refiriese a ellos cuando se quejaba de que diesen “logar a
semejantes cosas, antes las deuen deffender, siquiera por no participar en alguna
manera en el cargo de la consciencia, viniendo a noticia dellos”165.
En 1489 Rodrigo de Borja volvió a tropezar con la negativa de los reyes
cuando intentó ceder a su hijo el obispado de Mallorca. De nada le valió el apoyo
del papa cuando los monarcas alegaron el defecto de edad, afirmando que “es
cierto que por muchos respetos traería inconveniente dar lugar a que personas no
de suficiente edat fuesen proveíadas de prelacías e obispados”166. Con todo, los
reyes aceptaban “que provea de la dicha iglesia en la persona que le plugiera, pues
sea de edat suficiente y sea súbdito y natural nuestro”, añadiendo que en cuanto
César tuviera la edad se la concederían. Y para que no se dudara de sus
162 Súplica de Fernando el Católico a Inocencio VIII, 10 marzo 1487; en LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. II, pp. 402-403; carta del rey avisando al abad de las pretensiones del cardenal, 13
marzo 1487; en Ibidem, pp. 405-406; también PASTOR ZAPATA, J. L., El ducat de Gandia..., pp. 233 y
ss.
163 Entre los forcejeos por las provisiones en este tiempo cabe mencionar el caso de la abadía de
San Juan de la Peña que Juan de Aragón —primo del rey Fernando pero enemistado con él— trató
de traspasar a su maestro fray Casisi con la colaboración del vicecanciller, lo que motivó una carta
del rey dirigida el 27 de junio de 1487 a Rodrigo de Borja en la que declaraba no querer “en ésto
perder más tiempo, ni consentir que lo haya [la abadía de San Juan] otro salvo en dicho arzobispo
nuestro fijo”, don Alfonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza e hijo natural del rey Fernando; cfr.
DURÁN GUDIOL, A., Juan de Aragón y de Navarra, obispo de Huesca, «Cuadernos de Historia Jerónimo
Zurita», 49-50 (1984), pp. 34-35.
164 El 20 de marzo de 1487 el rey Fernando agradecía a Ruiz de Medina —su procurador en Roma
especializado en los asuntos del Tribunal— por la defensa que había hecho de la Inquisición ante el
papa, el vicecanciller y el cardenal Juan Balue; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. II, p. 413.
165 Instrucciones de los Reyes Católicos a sus procuradores Medina y Carvajal, 5 mayo 1490; en
noviembre 1489 (según Azcona); ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol. 13; en BATLLORI, M.,
Alejandro VI y la casa real..., pp. 221-222; ver también el comentario de AZCONA, T. DE, La elección y
reforma..., p. 162.
258 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
167 La iglesia de Mallorca fue concedida el 9 de octubre de aquel año al propio Rodrigo de Borja, y
tras la elección de éste al cardenal Savelli (31 agosto 1492), y a Guillem Ramón de Moncada (27
marzo 1493). La carta de Fernando al lugarteniente de Mallorca, 12 noviembre 1489; LA TORRE, A.
DE, Documentos..., vol. III, pp. 269-270.
168 En este breve de concesión de la cruzada, el papa muestra su satisfacción por la solución dada
al asunto de Mallorca; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 179-180. Pocos
días después Inocencio VIII acudirá a la reina Isabel para recordarle el acuerdo de entregar a César
la sede mallorquina en cuanto fuera posible; breve del 17 enero 1490; en Ibidem, pp. 180-181.
169 AZCONA, T. DE, Alejandro VI..., p. 539.
170 En líneas anteriores hemos aportado la bibliografía esencial de este largo litigio.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 259
171 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de los obispos de Pamplona, vol. II: Siglos XIV-XV, Pamplona
1973, pp. 641-645; también PÉREZ GOYENA, A., César Borja, obispo de Pamplona, «Razón y Fe», 105
(1934), pp. 179-201.
172 Carta de Fernando a Martín Alegría, secretario de los reyes de Navarra, 29 septiembre 1491; LA
TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, pp. 458-459. Para reparar la confusión los reyes prometieron
interceder por los reyes de Navarra ante la Curia para que no se volviera a otorgar la provisión sin
atender al derecho de suplicación regio. Parece que así se pactó con el propio Rodrigo de Borja que,
al subir al pontificado, incumplió los acuerdos; cfr. AZCONA, T. DE, Derecho de patronato y presentación a
la Iglesia de Pamplona. Privilegio de Adriano VI a Carlos V en 1523, en SARANYANA, J. I. (dir.), De la Iglesia
y de Navarra. Estudios en honor del Prof. Goñi Gaztambide, Pamplona 1984, pp. 265-268.
173 Instrucciones de Fernando a su embajador en Navarra, Gracián de Ayamonte, 2 febrero 1492;
en Ibidem, vol. IV, p. 8. Véase la queja de los reyes de Navarra en carta dirigida a Isabel y Fernando
(sin datar, probablemente 1491), en AZCONA, T. DE, Derecho de patronato y presentación a la Iglesia de
Pamplona..., pp. 294-295.
174 BATLLORI, M., La estirpe de los Borja..., pp. 50-51.
175 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 179-180.
176 “Asseverat etiem is munere diuino ad felicitatem Hispaniae factum, ut ipse ad eius principum
negocia hoc maxime tempore gerenda natus sis. Quibus omnibus ex rebus merito te iidem fovent
sibique multis modis ornandum proposuerunt. Ego verum cum propiorem observantiae meae
nexum in tantam Regis Reginaeque optimae maiestatem iampridem cuperem, nullam hactenus
materiam intervenisse tam idoneam existimo quam praesentis Triumphi concelebrationem”; BAV,
Vat. Lat., 222, fols. 28 y ss.
260 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Rodrigo de Borja recibió la perpetua gestión de los asuntos españoles, y por esta
causa obtuvo “benevolentiam omnem et affinitatis vinculum” (toda la
benevolencia y vínculo de amistad) del invicto rey Fernando177.
A su mecenazgo literario a favor de los Reyes Católicos, y su participación
en las fiestas que se celebraban en Roma para festejar sus victorias, el cardenal
añadió gestos fuertemente simbólicos como la concesión de la Rosa de Oro a
Isabel la Católica; distintivo honorífico que otorgó Inocencio VIII a la reina, a
instancias del vicecanciller, en marzo de 1490 por su actuación política a favor de
la Santa Sede178.
Pero Rodrigo de Borja no se conformaba con la amistad con la casa
Trastámara que reinaba en Castilla, Aragón y Nápoles. En 1490 Paolo Pompilio le
había comparado en la Vita Senecae (1490) con un Atlante que sostiene la bóveda
del cielo, pues se ha convertido en el patrum prudentissimums unicus gestor de todos
los negocios de la Curia Apostólica, y a quien se dirigen los príncipes y reyes de
todo el orbe cristiano para encomendarle sus asuntos179. Durante aquellos años
Rodrigo mantuvo contacto con Ludovico el Moro —gobernador de Milán desde
1479—, gracias a las relaciones que mantenía con su hermano, el poderoso
cardenal Ascanio Sforza, que será quien le abra el camino al solio pontificio en
1492. Además, Borja buscó la amistad con Lorenzo de Medici enviando a estudiar
a Florencia a su propio hijo César en compañía de Giovanni de Medici, cuyo
acceso al cardenalato en 1491 apoyó el vicecanciller con el objeto —según G. B.
Picotti— de ganarse el voto del joven cardenal para el próximo cónclave180. La
estancia en la Universidad de Pisa-Florencia también permitiría a César entablar
relaciones con los numerosos estudiantes de la Corona de Aragón —
especialmente valencianos y mallorquines— que a fines del siglo XV formaban la
natio hispana de la Universidad181.
177 “Hispaniarum praesertim et curam perpetuam recepit, quam ob rem Ferdinandi illarum regis
t. III: Anni scolastici 1491/1492-1502/1503, Florencia 1985; HILLGARTH, J. N., Mallorca e Italia:
relaciones culturales durante la baja Edad Media, en ID., Spain and the Mediterranean..., pp. 339-344; también
MINNUCCI, G., y MORELLI, P. G., Lo Studio di Siena nei secoli XIV-XVI. Documenti e notizie biographiche,
Milán 1989.
LOS REYES Y EL VICECANCILLER (1472-1492) 261
182 Carta de la reina Isabel a Rodrigo de Borja, 7 septiembre 1490; en LA TORRE, A. DE,
fueron “apremiados a este respecto por nuestro queridísimo hijo en Cristo, el rey Fernando, y
nuestra carísima hija en Cristo, Isabel, reina de Castilla y León […] que desean esto con gran
interés”.La erección de Valencia a la dignidad de metropolitana se produjo por bula fechada el 9
junio 1492; ASV, Registri Vaticani, 691, fols. 322v-324; cfr. CÁRCEL ORTÍ, V., Las bulas para la erección
de la sede metropolitana de Valencia (1492), «Anales Valentinos», 36 (1992), pp. 207-285.
186 Cfr. TORRES FONTES, J., Cronología de los obispos de Cartagena…, p. 675. Fernando para la
ocupación de Mallorca por Rodrigo de Borja en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, p. 270.
262 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
187 Sobre la participación del vicecanciller en estos festejos ver el capítulo I. 3.2. b.
263
1 Cartas del 26 julio 1492; RAH, Salazar, A-1, fol. 19; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
puerta del conclave. Hizieron asimismo capitan de la guardia de palaçio al arçobispo de Tarragona”;
en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, p. 296.
3 FERNUS, M., Historia nova Alexandri VI ab Innocentii obitu VIII (la obra también se cita como
Epistola), ed. Eucharius Silber, Roma 1493, fol. 10v; cfr. BLASIO, M. G., Retorica della scena: l’elezione di
Alessandro VI nel resoconto di Michele Ferno, en CANFORA, D., CHIABÒ M., y DE NICHILO, M. (dirs.),
Principato ecclesiastico..., pp. 19-36; sobre el personaje de Michele Ferno cfr. CERESA, M., Ferno Michele,
en DBI, vol. XLV, Roma 1996, pp. 359-361.
4 Sobre la actividad oratoria de Carvajal ante la Curia durante los años anterioires véanse los
5 LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio de eligendo summo pontifice, ed. Stephanus Plannck, Roma 1492; en
IERS, 1288; el discurso se encuentra en MARTÈNE, E. (ed.), Thesaurus novus anecdotorum, París 1717,
pp. 1774-1787; el texto ha sido analizado por PASCHINI, P., Una predica inefficace (Propositi di riforma
ecclesiastica alla fine del sec. XV), «Studi Romani», 1 (1953), pp. 31-38; MCMANAMON, J. M., The Ideal
Renaissance Pope: Funeral Oratory from the Papal Court, «Archivum Historiae Pontificiae», 14 (1976), pp.
16-53; O’MALLEY, J. W., Preaching for the Popes, en TRINKAUS, CH., y OBERMAN, H. (eds.), The Pursuit
of Holiness in Late Medieval and Renaissance Religion, Leiden 1979, pp. 408-440; GOÑI GAZTAMBIDE, J.,
Bernardino López de Carvajal y las bulas..., pp. 104-105.
6 Así lo entendieron algunos diaristas como el sienés Segismundo Tizio cuando dice: “huc defluxit
oratio Bernardini Carvajal de meliore eligendo”; Historia senensi; BAV, Chigi, G II 36, fol. 198rv.
7 Sobre la política antiotomana y el espíritu de cruzada caballeresca típicamente europeo —y no
sólamente ibérico— que caracterizó el pontificado de Calixto III cfr. BATLLORI, M., Calixto III, en
ID., La familia de los Borja..., pp. 88-89; COMPANY, X., Els Borja, espill del temps… pp. 12 y ss.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 265
8 Carta de agosto 1492; en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Cartulario..., vol. II, p. 159.
9 Alabanza extraída de su De Hispaniae laudibus (1497); en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Cartulario...,
vol. III, p. 157.
10 Conclavi dei Pontefici quali ci sono potuti trovare fino al presente giorno, Colonia 1691; en OCHOA BRUN,
legación que se dirigiera a Francia para solicitar la devolución de los condados pirenaicos (ver
capítulo II. 1.3.). Nada más subir al trono pontificio, Alejandro VI recompensaría a Carvajal
concediéndole la sede de Cartagena que ocupaba en sus tiempos de vicecanciller.
13 Los turcos, inquietos por la caída de Granada, se mostraron agresivos durante el año 1492: el
año anterior habían concluido la paz con Egipto, y la muerte en 1490 del rey de Hungría, Matías
266 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Corvino, les había dado la esperanza de avanzar hasta Belgrado; en 1491 la flota turca penetró en
Albania, y en 1492 en Croacia, Transilvania y Eslovenia, de manera que el precario equilibrio
establecido por el Papado y el Turco en 1489 estaba más que amenazado; cfr. BOUYÈ, E., Alexandre
VI, les Turcs et la croisade, en Alessandro VI. Dal Mediterraneo al Atlantico (Cagliari, 17-19 maggio 2001) (en
preparación). Por otra parte, la instabilidad de Italia se había agrabado con la muerte de Lorenzo de
Medici; en cuanto a Roma, en los días que siguieron a la muerte de Inocencio VIII, se produjeron
más de doscientos delitos de sangre y una serie de desórdenes causados por los seguidores de los
Orsini y los Colonna; SCHÜLLER-PIROLI, S., Los papas Borgia..., p. 129; tal vez por ello Michele Ferno
habla del estado de sitio en que se encontraba la ciudad durante la predicación de Carvajal; BLASIO,
M. G., Retorica della scena..., pp. 23 y ss.
14 Sobre este opúsculo ver nuestro comentario en el capítulo I. 3.3. c.
15 Carta de Francisco de Valencia 6 octubre 1492; en BATLLORI, M., Alejandro VI y Alfonso II..., en
SCHÜLLER-PIROLI, S., Los papas Borgia..., pp. 132-134; especialmente beneficiado salió Ascanio
Sforza, a quien Rodrigo cedió su cargo de vicecanciller, el obispado húngaro de Erlau y su propio
palacio en la Cancillería vieja (palacio Sforza-Cesarini) en Roma; PELLEGRINI, M., Ricerche sul
patrimonio feudale…, pp. 67 y ss; el decisivo apoyo de Ascanio a la candidatura del vicecanciller fue
conocido en la Corte de los Reyes Católicos, y suscitó algunas censuras; carta de Anglería a Ascanio
Sforza, 27 septiembre 1492; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 217-218.
17 Picotti piensa que si no se invocó inmediatamente la acusación de simonía, se debió a la
voluntad de evitar un cisma, pero la sospecha de mantuvo latente como un arma que podía ser
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 267
neoelecto, sino por el eligendo, lo que debe considerarse simonía in dubia18. Lo que sí
sabemos con certeza es que la elección de Alejandro VI fue prácticamente
unánime, incluso con los votos de aquellos pocos cardenales que no habían
prestado sus oídos a semejantes promesas, y que desaprobaban el lujo y la vida
desarreglada del cardenal19.
Alejandro VI fue elegido Pontífice la noche del 10 al 11 de agosto. Según el
testimonio de Juan de Valencia “aquella noche antes, luego como fue criado, de su
mano escrevió a los reyes, nuestros señores, de su creaçión”20. En este breve
Alejandro VI les comunicaba exultante de gozo que “veintidós de los veintitrés
electores, entre los cuales nos contábamos, con admirable consenso nos dieron
por escrito su voto, algo que según nuestra memoria a la de los padres no hemos
oído que nunca sucediera”21. Consta que la noticia llegó a la Corte castellana, pues
el duque de Alba en su carta de felicitación hacía referencia al hecho de que “por
sus muy grandes e notorios meritos e virtudes fuese en tanta pas e concordia electo
por lugarteniente de Cristo nuestro Señor”22. El 26 de agosto el papa escribió a la
reina Isabel, a quien llama “peculiarem nostram et Eclesie filiam singulari” y la
exhorta a que eleve preces solemnes a Dios para que le asista en su labor de
mantener el honor y la gloria de la Iglesia, la exaltación de la fe y la extirpación de
esgrimida en caso de que surgiesen dificultades con el nuevo pontífice, como de hecho ocurrió;
PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 281 y ss; PICOTTI, G. B., Nuovi studi e documenti intorno a papa
Alessandro VI, «Rivista di Storia della Chiesa in Italia», 5 (1951), pp. 169-262, especialmente pp. 181-
207. En cambio La Torre defiende que no hubo simonía, y ni siquiera los cardenales consideraron
las peticiones y promesas que se hicieron en el cónclave como prácticas simoníacas; cfr. LA TORRE,
F., Del conclave di Alessandro VI, papa Borgia, Florencia-Roma 1963; SORANZO, G., Studi in torno a papa
Alessandro VI..., pp. 1-33.
18 AZCONA, T. DE, Alejandro VI..., p. 538; ID., Relaciones de Rodrigo de Borja…, pp. 30-31.
19 BATLLORI, M., Alejandro VI, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 93-94; también ID., L’elecciò
Roderic de Borja com a papa Alexandre VI, l’any 1492, en Els Borja. Un llinatge universal dels Països Catalans,
Barcelona 1992, pp. 22 y ss.
20 Carta de Francisco de Valencia, 6 octubre 1492; en BATLLORI, M., Alejandro VI y Alfonso II..., en
internacional..., vol. III, pp. 299-301. El papa envió a la Corte de los Reyes Católicos a uno de sus
maceros, de nombre Juan López, a quien Fernando el Católico pagó nueve mil maravedíes por
haberle dado la noticia; orden de pago a su tesorero general, 6 diciembre 1492; LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. IV, p. 91.
22 Carta del duque de Alba al pontífice, 3 diciembre 1492; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol.
18rv. En un contexto mucho menos agradable, el papa se defenderá de las acusaciones contra la
legitimidad de su elección recurriendo a similares argumentos, diciendo que “la obediencia que le
dieron (Isabel y Fernando) no le hizo papa pues sin ella lo era siendo canónicamente elegido porque
en su elección concurrieron todos y sin discrepar alguno”; ZURITA, J., Historia..., fol. 159v.
268 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
los herejes, así como gobernar en paz y tranquilidad a todo el pueblo cristiano23.
El papa también comunicó su elección a varias personalidades de la aristocracia
castellana, y a la Universidad de Salamanca, a la que pide —además de celebrar la
Misa del Espíritu Santo y la procesión prescrita— “porrigatis altissimi vestras
preces, humiliter suplicando ut nobis uberem gratiam largiatur”24.
A los sesenta años de edad, que prometían un pontificado no muy largo,
Rodrigo de Borja aparecía como hombre inteligente, experto en la administración,
hábil diplomático, político astuto y enérgico en la conducción de los asuntos,
sereno y equidistante entre dos partidos cuya animosidad recíproca amenazaba la
estabilidad de Italia. A su desordenada vida sentimental no se le daba excesiva
importancia, teniendo en cuenta la conducta de sus predecesores y el ejemplo
desedificante de no pocos cardenales25.
Las crónicas italianas de la época señalan su origen español, y al nombre de
“Alejandro” se le atribuye el sentido de fortaleza, de hondo sabor clásico, que se
proyectaría contra los enemigos de la fe26. El 10 de noviembre de 1492 el cardenal
Pierre d’Aubuson escribiendo al secretario pontificio —Ludovico Podocataro— le
compara con Alejandro el Grande que sometió el Oriente; y el embajador de
Siena, Angelo Poliziano, lo llamará en su discurso de prestación de obediencia
“omnibus orientis populis formidabile”27. En las felicitaciones dirigidas desde la
23 Breve 26 agosto 1492, AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 28; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
comprender la valoración menos grave que en esta época se hacía de los pecados contra la castidad;
así, Inocencio VIII tuvo dos hijos, Pio II dos hijas, el cardenal Estouteville cuatro hijos, Giuliano
della Rovere —que después sería elegido papa con el nombre de Julio II— tres hijas, el cardenal
Riario un hija, etc. Con sus siete hijos documentados hasta el acceso al pontificado, Alejandro VI no
era ningún modelo de virtud, pero lo que constituía un auténtico motivo de escándalo —
especialmente en la Corte de los Reyes Católicos— era la falta de discreción a la hora de exhibir a
los propios hijos, cosa que Alejandro VI hacía sin ningún recato imitando la conducta de su
predecesor Inocencio VII, que fue el primer papa en legimitar a sus hijos naturales, engrandecerlos y
celebrar públicamente sus depososrios en el Vaticano. Interesantes reflexiones sobre la espiral del
nepotismo pontificio en REINHARD, W., Le népotisme. Fonctions et avatars d’une constante de l’histoire
pontificale, en ID., Papauté, confessions, modernité, París 1998, pp. 69-98.
26 Véase por ejemplo Landucci: “fu fatto un Cardinale, che era Vececancelliere, ed era spagniuolo;
e chiamosi Papa Alessandro sesto”; LANDUCCI, Diario fiorentino dal 1450 al 1516, ed. J. del Badia,
Florencia 1883, p. 66; sobre el nombre ver las cartas de complacencia por la elección que se analizan
en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 147-148.
27 SETTON, K. M., The Papacy and the Levant…, vol. II, pp. 435 y ss; la iconografía de los
apartamentos del Vaticano que el papa encargará a Pinturicchio muestran que el pontífice
reivindicaba plenamente la herencia de Alexander Magnus; cfr. POESCHEL, S., Alexander Magnus
Maximus. Neue Apekte zur Ikonographie Alexanders des Grossen in Quattrocento, «Römisches Jahrbuch für
Kunstgeschichte», 23-24 (1988), pp. 61-74; ID., Age itaque Alexander: das Appartamento Borgia und die
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 269
Erwartungen an Alexander VI., «Römisches Jahrbuch der Bibliothek Hertziana», 25 (1989), pp. 127-
165.
28 ASVe, Podocataro, II-475, 549b y 793; AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 147-149;
la carta de Rodrigo Pimentel, conde de Benavente, se reproduce en el apéndice del trabajo citado,
pp. 165-167.
29 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol. 18rv.
30 T. de Azcona y J. García Oro opinan de esta manera utilizando como fuentes una carta del rey
Fernando de 1497, y el epistolario de Anglería; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp; 166-167.
31 SANTA CRUZ, A., Crónica..., p. 69; ZURITA, J., Historia..., fol. 15r. Bernáldez se limita a informar
del hecho: “e crearon Papa los Cardenales al Vice-canciller, Cardenal Arzobispo de Valencia, el qual
se llamó Alejandro VI; fuéle muy contrario el Cardenal Ad vincula Sancti Petri [Giuliano della
Rovere], en la elección, y aun despues en algunas cosas”; BERNÁLDEZ, A., Historia..., p. 645.
270 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
un puente mucho más seguro que de madera o de piedra. Éstas son las
encontradas opiniones que en Roma cunden sobre Alejandro —pues
tal nombre es el que ha tomado— del cual tú allí fuiete íntimo amigo, y
que hace poco subió a la cumbre de la gloria. Dios quiera oigamos que
su talento —que tiene mucho— lo inclinó a la parte más buena32.
En carta a su amigo el cardenal Sforza, Anglería manifiesta idéntico recelo
cuando dice: “ha causado grave disgusto a mis Reyes la muerte del Papa Inocencio
y que el pontificado haya recaído sobre Alejandro VI, a pesar de ser súbdito suyo.
Temen, en efecto, que su ambición, liviandad y debilidad por los hijos —que es lo
más grave— arrastre a la ruina a la religión cristiana”33. En carta a Alejandro
Prado, familiar del pontífice, el humanista milanés deja caer los rumores de “no sé
qué cosas torpes, sacrílegas, nefandas, utilizó tu patrón como peldaños para subir a
este cargo supremo, y que tal escala se la construyó, no con sus letras, castidad y
caridad fervorosa, sino con oro, plata y grandes promesas”34. Y a ello añade sus
propias reflexiones y augurios: “Si esto es así, tal escala se ha montado sobre los
muros del Paraíso para derribar a Cristo y no para reverenciarlo y ganar las gloria.
No doy crédito a nada de esto hasta que el tiempo me lo vaya poniendo en claro”.
Sin embargo hay que tomar con cautela el testimonio de Anglería, ya que su
epistolario fue muy retocado por el propio autor antes de darlo a la imprenta, e
introdujo “vaticinios” que el humanista milanés ni siquiera sospechaba en el
momento de redactar sus misivas. Y es muy probable que la información
“profética” de Pedro Mártir haya contaminado también los testimonios tardíos de
Santa Cruz y de Zurita. Algunos documentos posteriores que más adelante
comentaremos confirman que estos rumores llegaron a la Corte española, pero los
hicieron en un segundo momento que alterarían las primeras impresiones35.
Probablemente estas críticas procedían de la diplomacia veneciana, ya que la
Señoría fue uno de los pocos estados italianos en mostrase descontento con la
elección, proporcionando una visión muy negativa del cónclave. Su embajador en
32 Carta al conde de Tendilla, 23 septiembre 1492; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 216-
217.
33 Carta a Ascanio Sforza, 27 septiembre 1492; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 217-
218.
34 Carta a Alejandro Prado, de Oriol, familiar de Alejandro VI, 18 septiembre 1492; ANGLERÍA, P.
información” que le había llegado, y que conocemos gracias a la respuesta que le escribió el datario
Juan López el 28 de marzo de 1493; en OLIVER Y HURTADO, M., D. Rodrigo de Borja (Alejandro VI)...,
p. 438; y también en SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., p. 19.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 271
36 El embajador de Ferrara informaba al duque Hércules de Este que el procurador veneciano “se
persuade che quando Franza et Spagna intenda tale exorbitantie recusara darli la obedientia”; en
PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, p. 844.
37 Cfr. AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 148-149.
38 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol. 18rv.
39 En el mismo documentos también se encuentran frases tan entusiastas como la que sigue: “Y
[Alejandro VI] hizo tantas larguezas en soldados y en quien las quería pedir, que avemos perdido el
nombre de Spaña mísera”; Carta de Francisco de Valencia 9 octubre 1492; RAH, Salazar, G-49, fol.
452 rv; en BATLLORI, M., Alejandro VI y Alfonso II de Nápoles, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 251-
254.
272 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
manuscrito inédito del siglo XVI, «Anuario del Instituto de Estudios Gerundenses», 1 (1946), pp. 125-
135.
41 Ibidem, pp. 129-131.
42 Cit. en BLASIO, M. G., Retorica della scena: l’elezione di Alessandro VI nel resoconto di Michele Ferno, en
MADONNA, M. L., Il revival del trionfo classico. Da Alessandro VI alla sfilata dei Rioni, en FAGIOLO, M., (a
cura di), La Festa a Roma dal Rinascimento al 1870, Roma 1997, pp. 34-41; VISCEGLIE, M. A., Ceremoniali
romani: il ritorno e la trasfigurazione dei trionfi antichi, en FIORANI, L., y PROSPERI, A. (a cura di), Roma, la città
del papa..., pp. 113-170; QUATTROCCHI, A., Alessandro VI: il ceremoniale del possesso tratto dai modelli
dell’antico trionfo, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (a cura di), Roma di fronte..., vol. I, pp.
592-639; MODIGLIANI, A., Uso degli spazi pubblici nella Roma di Alessandro VI, en Ibidem, vol. II, pp.
521-548.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 273
pontificado de este súbdito suyo, los monarcas españoles no sólo habían aportado
a Roma las “insignia victoriae” de sus conquistas “sed ipsam victoriam”44.
Los Reyes Católicos pudieron tener noticia de la ceremonia de coronación-
possesso de Alejandro VI a través de sus dos embajadores en la Corte de Roma —
Carvajal y Medina— que estuvieron allí presentes, y tuvieron el privilegio de
desfilar inmediatamente después de los cardenales. Los dos agentes de los Reyes
Católicos son los únicos diplomáticos mencionados por B. Corio en su relato de la
toma de posesión, en el que describe su lujoso atuendo —uno con velludo negro y
el otro con damasco verde y rojo— y su escolta de ocho escuderos45. Aunque los
despachos de estos diplomáticos no nos han llegado, contamos con el opúsculo
que Girolamo Porcari —auditor de la Rota y futuro obispo de Andria— dedicó a
Isabel y Fernando con el título Commentarius de creatione et coronatione Alexandri VI,
editado en Roma el 18 de septiembre de 149346. Esta obra desatendida por la
historiografía constituye un panegírico de los monarcas españoles —Hispaniarum et
Granatae reges augustos—, y una descripción laudatoria del acceso de Rodrigo Borja
a la cátedra de San Pedro, que fue conocido por los reyes e Isabel conservaba en
su biblioteca47. Con ello el colaborador del papa trataba de fortalecer los lazos
nacionales de Alejandro VI con los Reyes Católicos, resaltando la fidelidad al
pontífice de la población española en Roma y, al mismo tiempo, el valor
legitimador que esta natio instalada en la Ciudad Eterna proporcionaba a sus
soberanos48.
Tampoco faltaron los festejos en España, especialmente en la tierra que vio
nacer al recién elegido, y en las sedes que antiguamente ocupaba, especialmente
Valencia y Mallorca49. En Valencia, en cuanto llegó la noticia a las nueve de la
44 PORCII, H., Commentarius de creatione et coronatione Alexandri VI, ed. Eucharius Silber, Roma 1493;
di damasco verde e pavonazzo”; CORIO, B., L’Historia di Milano…, p. 887; algunos análisis de la
ceremonia en COMPANY, X., Alexandre i Roma..., pp. 157-166; QUATTROCCHI, A., Alessandro VI: il
ceremoniale del possesso…, pp. 607-608.
46 PORCII, H., Commentarius de creatione et coronatione Alexandri VI, ed. Eucharius Silber, Roma 1493;
descripción: “en latín, de octabo, enquadernado en tablas con chamellote colorado, escrito de mano
de pergamino, es un Tratado de Jeronimo Porçio a los Reyes Católicos”; SÁNCHEZ CANTÓN, F. J.,
Libros, tapices y cuadros que coleccionó Isabel la Católica, Madrid 1950, p. 87; recientemente E. Ruiz García
ha identificado su otra obra In Turco Porcia declamatio entre los libros de la reina; RUIZ GARCÍA, E.,
Los libros de Isabel la Católica. Arqueología de un patrimonio escrito, Madrid 2004, p. 622.
48 Ibidem, fol. 2r.
49 Los extractos trascritos proceden del Libro de Consejos de Játiva, citados en esa fuente
inagotable de datos que es VILLANUEVA, J. L., Viaje literario a las iglesias de España, vol. II, Madrid
1804, pp. 213-214; otras noticias en las cartas de la ciudad y de los magistrados de Valencia que se
274 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
recogen en ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020; sobre las fiestas organizadas en Mallorca cfr. FURIÓ, A.,
Episcopologio de la santa Iglesia de Mallorca, Palma de Mallorca 1852, p. 295.
50 Recogemos las noticias suministradas por VILLANUEVA, J. L., Viege literario..., vol. II, p. 214 y ss;
CARRERES ZACARÉS, S. (ed.), Libre de memories de diversos sucesos e fets memorables e de coses senyalades de la
ciutat e regne de València (1308-1644), vol. II, Valencia 1935, p. 701; SANCHIS SIVERA, J. (ed.), Libre de
antiquitats, Valencia 1926, p. 19.
51 El prestigio que adquiría Játiva con elección de un hijo natural de su tierra explica la
investigación y la declaración jurada que en ese momento se hizo para demostrar el nacimiento de
Rodrigo Borja en esta ciudad; VILLANUEVA, J. L., Viege literario..., vol. II, p. 214.
52 Que la medida no era para quitarle prestigio al nuevo pontífice lo demuestran las medidas
similares que estableció Fernando para la celebración de festejos monárquicos como la toma de
Granada; cfr. CARRERES ZACARÉS, S. (ed.), Libre de memories..., vol. II, p. 701 y ss.
53 Breve Cum divine 24 agosto 1492, y Salvator noster 26 agosto 1492; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
que Su Santidat nos scriuio sobre las prouisiones de las yglesias y otras cosas”58.
La gratitud del papa no se hizo esperar. El mismo 27 de marzo en que se
despachaba la bula de las provisiones, Alejandro VI enviaba a los reyes el breve en
el que autorizaba la reforma de monasterios de religiosas de cualquier orden; a ello
hay que añadir la concesión de la administración de los maestrazgos de las órdenes
de Santiago y Alcántara, con la que el papa ponía en manos de la Corona un
caudal de dinero muy considerable que podía ascender a los veinte millones de
maravedíes anuales.
Paralelamente se retomó la negociación del matrimonio del hijo
primogénito del papa, Juan de Borja, con María Enríquez, prima del rey Católico y
antigua prometida del difunto Pedro Luis de Borja. Las capitulaciones se había
firmado nada subir al pontificado Rodrigo de Borja —el 13 de agosto de 1492—,
pero el tema habría encallado tras las primeras tensiones suscitadas entre los reyes
y el pontífice, y los recelos que mostraba el almirante Enrique Enríquez ante un
papa del que le había llegado “siniestra información”. El almirante llegó a escribir
al papa Borja comentándole ciertas “afruentas e novidades [que] su Santidad ha
ovido luego en su pontificado”. Hubo necesidad de explicaciones, y el papa se las
encargó a su datario que el 28 de marzo redactó un respuesta en forma de
apología59.
Juan López ensalzaba “su luenga experiencia” y “acutisimo ingenio”, hasta
el punto de que “no hubo otro papa de tan sublime natura, ni tanto temido”;
después acusaba al cardenal della Rovere de difundir las críticas contra el papa, ya
que “solevado por el rey don Hernando [Ferrante de Nápoles], temorizados antes
de tiempo, empiezan a tentar e invocar el poco que pueden y saben”60. El datario
aconsejaba al almirante “que pues su Santidad ha determinado la ida del Ilustre
Señor Duque de Gandia, vuestro fijo [yerno], trabaje Vuestra Señoria sea recibido,
tratado y beneficiado por sus Altezas, como es la esperanza de quien lo manda y él
merece”. La advertencia era algo más que un consejo ya que el duque de Gandía se
estaba convirtiendo en el “ochio della S.tà de Nostro Signore”61.
Enrique Enríquez tuvo que plegarse al nuevo rumbo que estaban tomando
las relaciones hispano-pontificias. El beneplácito regio se confirmó el 2 de abril de
1493, cuando el rey Fernando firmó el seguro dirigido a Juan de Vilamarí para que
58 Carta de la reina Isabel a Bernardino López de Carvajal y Juan Ruiz de Medina, 30 abril 1493;
datario Juan López en la respuesta que le dirigió el 28 de marzo de 1493; en SANCHIS SIVERA, J.,
Algunos documentos y cartas privadas..., p. 19.
60 Ibidem, p. 19.
61 Carta del mantuano Carlo Canale —tercer marido de Vanozza Cattanei— al marqués de
Mantua, Federico Gonzaga, 18 marzo 1493; en LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia, «Archivio Storico
Lombardo», 41 (1914), p. 472.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 277
recogiera al duque de Gandía y le trajese a España62. Con ello el rey ofrecía la flota
catalano-aragonesa para limpiar de piratas el Mediterráneo y garantizar la seguridad
del pontífice, poniendo con ello un nuevo sillar en la alianza política con el
Papado. Alejandro VI respondía concediendo la primera de las llamadas “bulas
alejandrinas”, la Inter caetera I, que llegaría a la Corte española a principios de junio
como muy tarde. Los acuerdos habían sido un éxito. Puede decirse, por tanto, que
en la primavera de 1493 se habían logrado enderezar aquellas relaciones que tan
mal habían comenzado nada más apagarse el entusiasmo inicial. Ahora conviene
enmarcarlas en el escenario político europeo, y de manera particular en el tablero
de la Italia del Renacimiento.
que debe añadirse CALMETTE, J., La politique espagnole dans l’affaire des barons napolitains, «Revue
historique», 110 (1912), pp. 225-246; los trabajos clásicos de CESSI, R., Per la storia della guerra di
Ferrara, «Archivio veneto», 79, serie 5, 44-45 (1950), 57-76; PONTIERI, E., La dinastia aragonese di
Napoli e la casa de’ Medici di Firenze. (Dal carteggio familiare), «Archivio Storico delle Province
Napoletane», 26 (1940), pp. 274-342; 27 (1941), pp. 217-273; ID., L’equillibrio e la crisi politica italiana
nella seconda metà del secolo XV, Nápoles 1945-46; ID., Per la storia del regno di Ferrante I d’Aragona, re di
Napoli e di Sicilia nella storiografia italiana dell’ultimo cinquantennio, «Rivista storica italiana», 64 (1952), pp.
399-422; más recientemente GALASSO, G., Mezzogiorno angioino e aragonese, Turín 1992; ID., L’Italia
una e diversa nel sistema degli Stati Europei (1450-1750), en ID. (dir.), Storia d’Italia, vol. XIX, Turín 1998.
278 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
65 Debe por tanto revisarse el topos historiográfico, tan querido por los autores italianos de
principios del siglo XX, de que los cuarenta años que van de la paz de Lodi a la expedición de
Carlos VIII, fue un época “feliz” de equilibrio interno que garantizó la “libertà d’Italia” frente a la
ingerencia de las potencias externas. Véase al respecto los trabajos de FUETER, E., Storia del sistema
degli stati europei dal 1492 al 1559; Florencia 1932; VALERI, N., L’Italia nell’età dei Principati. 1343-1516,
Milán 1959; y especialmente PILLININI, G., Il sistema degli stati italiani..., pp. 7-15.
66 Sobre estos enlaces político-familiares cfr. DINA, A., Isabella d’Aragona duchessa di Milano e di Bari,
«Archivio Storico Lombardo», 47 (1920), pp. 279 y ss; BERTINI, G. M., Isabella d’Aragona duchessa di
Bari, en IV Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. II, Barcelona 1970, pp. 359-386; LUZIO, A.,
y RENIER, R., Delle relazioni di Isabella d’Este Gonzaga con Ludovico e Beatrice Sforza, «Archivio Storico
Lombardo», 17 (1890), pp. 74-119; ILARDI, V., Towards the Tragedia d’Italia: Ferrante and Galeazzo
Maria Sforza, Friendly Enemies and Hostile Allies, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent..., pp. 91-
122; sobre la figura de Ludovico el Moro véase por ejemplo CATALANO, F., Ludovico il Moro, Milán
1985.
67 Sobre las delicadas relaciones entre Nápoles y Milán cfr. SOLDI RONDINI, G., Milano, il Regno di
Napoli e gli Aragonesi (secoli XIV-XV), en Gli Sforza a Milano e in Lombardia e i loro rapporti con gli stati
italiani ed europei (1450-1530), Milán 1982, pp. 229-290. En cuanto a las relaciones de Francia con la
potencias italianas cfr. PEYRONET, G., The Distant Origins of the Italian Wars: Political Relations between
France and Italy in the Fourteenth and Fifteenth Century, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent..., pp.
29-53.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 279
Carlos VIII tenía muy poco que ver con los limitados recursos que los Anjou era
capaces de movilizar68. Con el peligroso juego de Ludovico, Milán volvía a
convertirse en el “centro de la lucha por la supremacía en Italia”, en un momento
en ésta se iba a constituir en el centro de la lucha por la supremacía de Europa69.
Como declaraba Pedro Mártir al conde de Tendilla, Italia estaba forjando, sin
darse cuenta, la espada con que degollarse70.
La elección de Alejandro VI fue vista en Italia como un triunfo de Ludovico
el Moro, y un fracaso de Ferrante I de Nápoles —primo y cuñado bastardo de
Fernando II de Aragón— que trató de atraerse al nuevo pontífice enviando como
embajador para prestarle obediencia a su segundogénito Federico, más querido en
la Curia que el heredero al trono, Alfonso de Calabria71. Ferrante no logró este
objetivo, y tuvo que contentarse con la amistad de Piero de Medici y la del
condottiero Virginio Orsini, cuya desafortunada compra de las ciudades de Cerveteri
y Anguillara —enclaves pertenecientes a los Estados Pontificios— no hizo más
que aumentar la tensión entre Ferrante de Nápoles y el papa72. Inocencio VIII
había donado estas ciudades a su hijo Franceschetto Cybo y ahora éste se los
vendía a los Orsini, siendo intermediario del negocio el cardenal della Rovere —en
cuyo palacio se hicieron las gestiones—, y Ferrante de Nápoles el que prestó el
68 Sobre expedición de Carlos VIII y la invasión del reino de Nápoles debe consultarse el antiguo
trabajo de SANUDO, M., La spedizione di Carlo VIII in Italia, ed. R. Fulin, Venecia 1883; la
interpretación de la acción de Carlos VIII como la consecuencia lógica de la precedente política
francesa hacia Italia, y no como como el producto de una decisión aventurada en DELABORDE, H.
F., L’Expédition de Charles VIII en Italie: histoire diplomatique et militaire, París 1888; LUPO-GENTILE, M.,
Pisa, Firenze e Carlo VIII, Pisa 1934; DENIS, A., Charles VIII et les italiens: histoire et mythe, Ginebra
1979; CLOULAS, I., Charles VIII et le mirage italien, París 1986; LABAINDE-MAILFERT, Y., Charles VIII:
le vouloir et la destinée, París 1986; para un análisis más reciente cfr. FIORATO, A. CH. (dir.), Italie 1494,
París 1994; ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent into Renaissance Italy, 1494-1495, Aldershot 1995.
69 La reciente historiografía ha tratado de exculpar a Ludovico el Moro de la invasión francesa
precisando —como hace D. Abulafia— que “Ludovico’s aims were not the resolution of an Italian
issue, the claim to Naples, but of his own status as lord of Milan”; ABULAFIA, D., The French Invasion
of Italy, 1494-95, en ID., The Western Mediterranean Kingdoms 1200-1500. The Struggle for Domination,
Londres-Nueva York 1997, p. 250. La expresión utilizada en el texto es de VALERI, N., L’Italia
nell’età dei Principati…, pp. 550 y ss.
70 Carta al conde de Tendilla y al arzobispo de Granada, 28 septiembre 1492; ANGLERÍA, P. M.,
esposa cuando le llegó la noticia del nombramiento de Rodrigo de Borja; cfr. FERNÁNDEZ MURGA,
F., Doña Juana de Aragón..., p. 187; dos breves análisis sobre la política internacional del momento en
COMPANY, X., El món occidental a l’època dels Borja, en Els Borja (Nadala de la Fundació Jaume I), 26
(1992), pp. 24-44; NAVARRO SORNÍ, M., La política dels papes Borja, «Saó», 5 (1990), pp. 8-13.
72 Cfr. PICOTTI, G. B., Per le relazioni fra Alessandro VI e Piero de’ Medici. Un duplice matrimonio per
Laura Orsini, «Archivio Storico Italiano», 23 (1915), pp. 37-100; SORANZO, G., Studi intorno a papa
Alessandro VI..., pp. 133-136.
280 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Soranzo aporta algunos testimonios que demuestran la aquisciencia del soberano napolitano sin
participar directamente en la operación; PONTIERI, E., Un scontro tra Alessandro VI e Ferrante
d’Aragona: la questione di Anguillara e di Cerveteri, en ID., Per la storia di Ferrante..., pp. 351-353;
SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro VI..., p. 133. Sobre las tempestuosas relaciones del
cardenal della Rovere con el pontífice recién elegido cfr. SORANZO, G., Il tempo di Alessandro VI...,
pp. 251-317; SHAW, CH., Julius II: The Warrior Pope, Oxford 1993, pp. 81-92.
74 Ver gráfico II en el apéndice.
75 A esta alianza se unirían después Mantua, Ferrara y Siena; SORANZO, G., Il tempo di Alessandro
VI..., pp. 61 y ss; SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla
primavera 1495. La Lega di Venezia, «Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 368-443; el sermón
pronunciado en Roma para celebrar la alianza estuvo a cargo de Bartolomé Flores, editándose
después con el título Oratio confoederationis initiae inter Alexandrum VI et Venetorum Mediolani et Bari
Duces, ed. Eucharius Silber, Roma 1493; IERS 1392.
76 JACOVIELLO, M., Venezia e Napoli nel Quattrocento, Nápoles 1992; KIDWELL, C., Venice, the French
Invasion and the Apulian Ports, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent…, pp. 295-308.
77 Sin caer en la mitificación de la figura de Lorenzo de Medici, tantes veces impulsor de una
política que miraba a consolidar la hegemonía de Florencia, es preciso concederle un cierto papel de
contrapeso en las tensiones italianas en la década de 1480; cfr. PILLININI, G., Il sistema degli stati
italiani..., pp. 16-37; también FUBINI, R., Italia Quattrocentesca. Politica e diplomazia nell’età di Lorenzo il
Magnifico, Milán 1994.
78 Cfr. PICOTTI, G. B., Giovanni de’ Medici nel conclave per l’elezione di Alessandro VI, «Archivio della
Nápoles para que le apoyara militarmente contra las pretensiones francesas sobre
el reino79.
Como ha señalado M. Batllori, con esta liga el papa seguía la misma política
de los pontífices anteriores —entre ellos Calixto III—, reacios a reconocer como
soberanos de Nápoles a los descendientes bastardos de Alfonso el Magnánimo;
mientras intentaba rehacer en parte la Liga de Lodi sobre un eje transversal —
Venecia-Milán-Roma—, diverso del antiguo vertical —Milán-Florencia-Nápoles—
, sin que esto suponga aceptar la intervención francesa, que solicitaba Ludovico,
pues Alejandro VI confiaba en la oposición de Venecia a esta ingerencia desde el
exterior80. El papa estaba tanteando un nuevo sistema de equilibrio italiano a cuyo
servicio puso el matrimonio de su hija Lucrecia con Giovanni Sforza, conde de
Cotignola, insignificante personaje pero genealógicamente por encima de todos los
Sforza, tanto los de la rama de sucesión legítima de Gian Galeazzo, como los del
intruso Ludovico el Moro81. M. Batllori ha sabido reconocer aquí una muestra del
mayor peso que tenía en Alejandro VI las razones políticas sobre las conveniencias
familiares, tantas veces aducidas por cierta historiografía82. Además, el papa
trataría de robustecer la alianza con Florencia proponiendo a Piero de Medici el
matrimonio de su hermano —Giuliano de Medici— con Laura, hija de Orsino
Orsini y Giulia Farnese83.
Las desavenencias del pontífice y el rey de Nápoles eran conocidas por los
Reyes Católicos, puntualmente informados por la reina Juana —hermana de
Fernando el Católico—, los embajadores aragoneses en la Corte de Nápoles y los
procuradores de Ferrante. En sus cartas a la Corte española, el rey napolitano
criticaba ásperamente al nuevo pontífice, acusándole de ser un perturbador de la
79 Cfr. HALE, J. R., Firenze e i Medici. Storia di una città e di una famiglia, Milán 1980, pp. 108 y ss;
especialmente RUBINSTEIN, N., The Government of Florence under the Medici, 1434-1494, Oxford 1997,
pp. 260 y ss; CADONI, G., Lotte politiche e riforme istituzionali a Firenze tra il 1494 e il 1502, Roma 1999.
La correspondencia del duque de Calabria, Ferrante, con Piero de Medici en PONTIERI, E., La
dinastia aragonese di Napoli e la casa de’ Medici di Firenze. (Dal carteggio familiare), «Archivio Storico delle
Province Napoletane», 28 (1942), pp. 71-94.
80 Cfr. BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 200-201.
81 Cfr. FELICIANGELI, B., Un episodio del nepotismo. Il matrimonio di Lucrezia Borgia con Giovanni Sforza,
signore di Pesaro, Turín-Roma 1901; véase la crítica de BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., p.
200.
82 Cabría recordar, además, que Alejandro VI seguía en esto el ejemplo de su antecesor, Inocencio
VIII, cuando casó a su hijo Fraceschetto con la hija de Lorenzo de Medici para buscar a la alianza
política con Florencia; alianza que quedaría sellada con el nombramiento cardenalicio de Giovanni
de Medici, hijo de Lorenzo y futuro papa que adoptaría el nombre de León X; cfr. PELLEGRINI, M.,
Innocenzo VIII..., p. 7.
83 Cfr. PICOTTI, G. B., Per le relazioni..., pp. 37 y ss.
282 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
84 TRINCHERA, F. (dir.), Codic Aragonese..., vol. II, pp. 41-48; ver el análisis de esta enemistad en
PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 35-50; los duros juicios que acumularon contra Alejandro VI los
humanistas napolitanos en DE NICHILO, M., Papa Borgia e gli umanisti meridionali, en CANFORA, D.,
CHIABÒ M., y DE NICHILO, M. (dirs.), Principato ecclesiastico..., pp. 49-98.
85 Cfr. LA TORRE, A. DE, Ferdinando il Cattolico e Lorenzo de’ Medici, «Archivio Storico Italiano», 107
1493; en BURCKARDI, J., Diarium sive rerum..., ed. L. Thuasne, vol. II, pp. 621-622.
87 Aunque Ferrante de Nápoles no especifique el nombre del embajador espeñol en Roma, es
probable que se trate de Bernardino López de Carvajal, elevado al cardenalato en octubre de 1493.
Respecto a la correspondencia de Fernando el Católico con Ascanio, se refería especialmente a
suntos eclesiásticos; cfr. LA TORRE, A, de, Documentos..., vol. IV, pp. 147, 155, 271, 569.
88 “Tras esto, luego entendió el papa en justificarse con el rey y reina de España por haber hecho
esta liga, excusándose que esto no era cosa nueva pues por semejantes ocasiones se habían hecho
otras tales ligas, no solamente por los sumos pontífices antiguos como fueron los Gregorios,
Alexandres e Inocencios, pero por los modernos Eugenio IV y Calixto su tío, y por Pío, Paulo, Sixto
e Inocencio su predecesor; y que todos estos sumos pontífices en la variedad de los tiempos que
concurrieron, se confederaron con diversos príncipes en muy estrecha amistad y que en esta
confederación se había exceptado la amistad que él tenía con el rey y la reina de España”; ZURITA,
J., Historia..., p. 79.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 283
89 Ignoramos por qué Batllori cita a Bernat de Vilamarí como capitán general de esta flota, cuando
el seguro —como hemos visto— se entregó a Juan de Vilamarí; cfr. BATLLORI, M., Alejandro VI y la
casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., p. 215.
90 Sobre Beatriz de Aragón véase el excelente trabajo de DE BERZEVICZY, A., Béatrice d'Aragon,
reine de Hungrie (1457-1508), vols. I-II, París 1911-1912; también ID., Rapporti storici tra Napoli e
l’Ungheria nell’epoca degli Aragonesi (1442-1501), «Atti della Academia pontaniana» 58 (1928), pp. 180-
202.
91 Ludovico dejaría de apoyar el divorcio a raíz de la intervención de su esposa Beatriz de Este,
sobrina de Beatriz de Aragón; mientras que la alianza de Francia con Ladislao se haría efectiva más
tarde con Luis XII.
92 Instrucciones 27 enero 1493; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 122-123 y 287-288;
también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 19.
93 La zozobra del papa es descrita en ZURITA, J., Historia..., p. 87; el agradecimiento de Ferrante de
Nápoles a los Reyes Católicos por el apoyo prestado a la causa de su hija en TRINCHERA, F. (dir.),
Codice Aragonese..., vol. II, p. 295; el breve mencionado en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro
VI..., pp. 156-157.
94 Cfr. DE BERZEVICZY, A., Béatrice d'Aragon..., vol. II, pp. 207 y ss; al parecer Garcilaso de la Vega
llegó a sugerir al papa que acompañasen al legado representantes del Imperio, Venecia y España; cfr.
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 136.
284 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
95 Sobre la política exterior de los Reyes Católicos es imprescindible referirse a los trabajos ya
francesa; cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Algunos datos sobre las relaciones de Fernando el Católico con Génova,
hasta la alianza de 1493, en D’ARIENZO, L. (dir.), Sardegna, Mediterraneo e Atlantico tra Medioevo de Età
Moderna. Studi storici in memoria di Alberto Boscolo, vol. II: Il Mediterraneo, Roma 1993, pp. 369-385,
especialmente pp. 384-385.
LA ELECCIÓN DE RODRIGO BORJA Y SU REPERCUSIÓN EN LA PENÍNSULA IBÉRICA (1492) 285
98 Véanse los trabajos anteriormente citados en el capítulo dedicado a las relaciones de los Reyes
camino hacia Europa..., p. 23; PONTIERI, E., Aragonesi di Spagna e Aragonesi di Napoli, en IX Congreso di
Storia della Corona d’Aragona. La Corona d’Aragona e il Mediterraneo, vol. I, Nápoles 1978.
100 Cfr. D’AGOSTINO, G., El sistema político representativo interno del reino de interno del Reino de Nápoles
entre Monarquía aragonesa y virreinato español, «Cuadernos de Investigación Histórica», 2 (1978), pp. 92-
123; ID., Gli stati italiani e la Corona d’Aragona: potere regio, istituzioni, assemblee rappresentative, en XV
Congreso de Historia de la Corona de Aragón, t. I/ vol. I: El poder poder real en la Corona de Aragón (Siglos
XIV-XVI), Zaragoza 1996, pp. 170-176.
101 Sobre la política de Isabel y Fernando en Sicilia cfr. GIARRIZZO, G., La Sicilia dal Viceregno al
Regno, en Storia della Sicilia, vol. VI, Nápoles 1978; TRASSELLI, C., Da Ferdinando il Cattolico a Carlo V.
L’esperienza siciliana, vols. I-II, Mesina 1982; BENIGNO, F., y TORRISI, C. (dirs.), Élites e potere in Sicilia
dal Medioevo ad oggi, Catanzaro-Roma 1995. Sobre Cerdeña y la política defensiva de la isla cfr. ERA,
A., Storia della Sardegna durante il Regno di Ferdinando il Cattolico, en V Congreso de Historia de la Corona de
Aragón, vol. III: Fernando el Católico e Italia, Zaragoza 1954, pp. 43-77; TODDE, G., Maestro razionale e
amministrazione in Sardegna alla fine del ‘400, en IX Congresso di Storia della Corona d’Aragona…, vol. II,
Nápoles 1982, pp. 147-155; CASU, S., DESSÌ, y TURTAS, R., Le piazze forti sarde durante il Regno di
Ferdinando il Cattolico (1479-1516), en XIV Congresso di Storia della Corona d’Aragona. Sassari-Alghero 19-
24 mayo 1990. La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVII). 1 Il regnum Sardiniae et Corsicae
nell’espansione mediterranea della Corona d’Aragona, vol. II, tomo 1, Sassari 1995, pp. 217-261; ANATRA,
B., Istituzioni e Società in Sardegna e nella Corona d’Aragone (secc. XIV-XVII), Cagliari 1997; OLIVA, A. M.,
y SCHENA, O., Il Regno di Serdegna tra Spagna ed Italia nel Quattrocento. Cultura e società: alcune reflessioni, en
GALLINARI, L. (dir.), Descubrir el Levante por el Poniente..., pp. 101-134; Sardegna, Spagna, Mediterraneo,
Atlantico dai Re Cattolici al Secolo d'Oro, Mandas 2003.
286 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
102 Cfr. FUETER, E., Storia del sistema degli stati europei dal 1492 al 1559, Florencia 1939.
287
1 AGS, Registro General del Sello, 1484-III, fol. 225; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La
conquista del trono..., pp. 367-368. Ver también las notas que hemos apuntado en la breve biografía
incluida en el capítulo sobre los agentes reales (I. 2.2. b.)
2 Véase el capítulo dedicado a la represenctación diplomática y ceremonial de los Reyes Católicos
FITA, F., Fray Bernal Boyl y Cristóbal Colón, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 19 (1891), p.
183; también en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 177.
288 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
5 Carta de un procurador de Roma sin nombre y sin fecha (por referencias internas debe ser
anterior a la prestación de obediencia del rey de Francia y del rey de Romanos); en SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 339-340.
6 Sobre la embajada véase los clásicos trabajos de BUCETA, E., Contribución al estudio de la diplomacia
de los Reyes Católicos. La embajada de López de Haro a Roma en 1493, «Anuario de Historia del Derecho
Español», 6 (1929), pp. 145-198; ID., Nuevos datos sobre la diplomacia de los Reyes Católicos. Minuta de las
instrucciones para la embajada de Roma de 1493, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 97 (1930),
pp. 331-359.
7 Copia del despacho del embajador napolitano Anibale Zenaro —8 marzo 1493—, que realizó
embajador de Ferrara en Milán y envió al duque Hércules de Este; en AIRALDI, G. (ed.), La scoperta
nelle relazioni sincrone degli Italiani, en Nuova Raccolta Colombina, vol. V, Roma 1996, pp. 41-42.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 289
8 GHIRARDACCI, P. C., Storia di Bologna, ed. A. Sorbelli, en MURATORI, L. A. (dir.), Rerum Italicarum
belleza, che era cosa maravigliosa di vederli, con una credenza di bellissimi vassi d’argento di
grandissimo valore”; Ibidem, p. 272.
10 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, pp. 446-447.
11 Sobre la explédida residencia del cardenal de San Clemente cfr. AURIGEMMA, M. G., y
Ferrara, 19 junio 1493; en GREGOROVIUS, F., Lucrezia Borgia..., n. 10; se incluye el malicioso
testimonio de Infessura en CLOULAS, I., I Borgia..., pp. 108-109. Los reyes probablemente tuvieron
noticia de estos actos a través de su embajador López de Haro o de los embajadores napolitanos,
después de lo cual la reina no dejó de recriminar al papa el escándalo suscitado, como más adelante
veremos. En realidad, Rodrigo de Borja no hacía nada nuevo ya que fue Inocencio VIII quien al
celebrar la boda de su hijo Franceschetto Cibo —hasta entonces en la sombra— con Madalena de
Medici rompió la costumbre de que las mujeres intervinieran en los banquetes del pontífice en el
Vaticano, así como la tradición que imponía a los prelados tener ocultos a sus propios hijos
naturales. Ambas transgresiones volvieron a repetirse en noviembre de 1488 cuando Inocencio VII
dio un banquete por las bodas de Peretta Usodimare —hija de su hija Teodorina— con el marqués
de Finale; cfr. PELLEGRINI, M., Innocenzo VIII, en Storia dei Papi, vol. III: Innocenzo VIII-Giovani Paolo
II, Roma 2000, p. 6.
290 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
13Cfr. BELLONCI, M., Lucrezia Borgia: la sua vita e i suoi tempi, Milán 1969, pp. 56 y ss.
14Se trata del capítulo titulado “Como vino Embaxada por el Rey Despanya, y prestó la
obediencia al Papa: fué cosa buena”; en BOLÓS VAYREDA, C. DE, Un manuscrito inédito..., pp. 131 y ss.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 291
refiere a la entrada del conde de Haro entre sus dos hijos15. A éstos les seguían
después Fernández de Heredia, López de Carvajal y Ruiz de Medina “in matellis
suis longis et capuciis magnis in transversum, cum capellis”, y tras éstos la
comitiva de los prelados. El papa también intervino en la organización de la
procesión que se dirigió al palacio de Giovanni de Medici, en Campo dei Fiori,
donde se iba a alojar el embajador.
El despliegue de lujo y ostentación del conde de Haro quedaría reflejada en
los versos de Giulano Dati que se imprimieron en Roma el 15 de junio de 1493, y
aluden a la “magnificentia” y “potentia” de la embajada del virrey de Galicia:
Come mostra la magna ambasceria
che gli à mandato a dar l’ubedientia
al suo sest’Alesandro anima pia
che mai si vede tal magnificentia;
in tutte cose la sua signoria
dimostra aver fra li altri gran potentia:
in questi magni ambasciador’ si spechi,
chi nol credessi o non ci presta orechi16.
El 19 de junio, tres días después de la llegada, tuvo lugar en consistorio
público la solemne prestación de obediencia del embajador en nombre de sus
reyes. El papa mandó a sus prelados de palacio, camareros y escuderos para
acompañar a los oradores hasta el palacio del Vaticano. Una vez allí hubo una
primera intervención de Juan López que el papa interrumpió para escuchar el
discurso de prestación de obediencia a cargo del experimentado Carvajal, que —
según Burckardi— “fecit orationem bene compositam”17.
Siguiendo las reglas del género Carvajal pronunció una oratio pacis destinada
a unir las personalidades de Alejandro VI y los Reyes Católicos, lo que constituye
un interesante testimonio de propaganda política al más alto nivel18. No es preciso
repetir aquí las ideas principales de estas disertación que ya tuvimos oportunidad
15 La medida molestó al estricto maestro de ceremonias que consideraba más adecuado que fuera
un laico y un prelado de palacio los que escoltaran al embajador, y no dos laicos. Pero el papa “sic
voluit et ita fieri mihi hodie mandavit”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 446.
16 Más adelante comentaremos esta obra destinada a exaltar los recientes descubrimientos de islas
en el Atlántico por parte de las naves de Fernando el Católico. Ya hemos dado anteriormente las
diferentes ediciones que ha tenido el texto; ahora citamos por la más reciente de AIRALDI, G. (ed.),
La scoperta nelle relazioni sincrone…, p. 58.
17 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 447; el discurso fue inmeditamente publicado como
LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio super praestanda solemni obedientia sanctissimo domino nostro Alexandro
papae VI ex parte christianissimorum dominorumque Ferdinandi et Helisabeth, regis et reginae Hispaniae, habita
Romae in consistorio publico per R. Patrem dominum Bernardinum Carvajal episcopum carthaginensem, Roma
1493; BAV, Inc. IV, 566; ver también el comentario de GOÑI GAZTAMBIDE, J., Bernardino López de
Carvajal y las bulas alejandrinas..., pp. 103 y ss.
18 Véase nuestro comentario a este tipo de discursos en el capítulo I. 3.2. b.
292 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
curiales españoles, tal y como afirma Anglería en carta al obispo de Braga, previniéndoles de que
“no se os trendrá tampoco a vosotros, españoles, cuando los franceses empiecen a andar por Italia
sin freno alguno”; carta de Anglería al arzobispo de Braga, 1 octubre 1493; ANGLERÍA, P. M.,
Epistolario..., vol. IX, p. 246.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 293
24 Ibidem, p. 81.
25 Cfr. BELLONCI, M., Lucrezia Borgia..., p. 57.
26 ZURITA, J., Historia..., pp. 80-81.
27 Cfr. PELLEGRINI, M., Ascanio Maria Sforza. La parabola politica…, vol. II, pp. 442 y ss.
28 ZURITA, J., Historia..., p. 82.
29 INFESSURA, S., Diario..., p. 288.
294 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
30 Ibidem, p. 288.
31 Carta de Alejandro VI a Francisco Desprats, 23 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
documentos y cartas privadas..., p. 63.
32 Sobre la concertación del matrimonio cfr. CHABÀS, R., Don Jofre de Borja y doña Sancha de Aragón,
«Revue Hispanique», 9 (1902), pp. 484-488; DE CARO, G., Borgia, Godoffredo, en DBI, vol. XII, pp.
725-726; sobre las concesiones territoriales cfr. BORGIA, L., La successione nell stato feudale di Squillace,
«Vivarium Scyllacense», IV/2 (1993), pp. 60 y ss. Ver el gráfico VI del apéndice para localizar los
territorios concedidos.
33 Véanse las cartas de agradecimiento que Ferrante envía a los Reyes Católicos por el apoyo
prestado por López de Haro y Gonzalo Fernández de Heredia en las negociaciones; TRINCHERA, F.
(dir.), Codice Aragonese..., vol. II, pp. 65, 77, 141 y ss. La intervención del embajador castellano en la
concertación del matrimonio la confirma el mismo Alejandro VI en carta al duque de Gandía, en la
que le habla de los beneficios que Jofré “en lo principat de Squilaçi, contat de Cariati, e altres terres
e conducta, com era stat per lo pasat concordat per medi del embaxador don Diego Lopez de Haro
e lo Sor don Federic, princep Daltamira [...]”; carta de Alejandro VI al duque de Gandía, 23 abril
1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 56-57.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 295
ceremonias a veces dan lugar34. Después el papa habló largo rato de la gran
amistad que él siempre había mantenido con Ferrante. El cardenal Carafa y el
embajador de los Reyes Católicos —testigos del proceso— comentaron a
Alejandro el feliz final de las hostilidades con Virginio y el rey Ferrante, “diciendo
que, como su Santidad ya estaba en paz y en términos de amistad con los barones
y con los potentados vecinos, podía considerarse más papa que cuanto lo hubiera
sido en el pasado”; y López de Haro terminó animando al papa a mantener esta
política35.
Alejandro VI siempre reconoció la responsabilidad de los monarcas
españoles en los acuerdos, y les recordaría posteriormente que López de Haro fue
“medi e terçer, en nom de les prefates Mtats, no sols que no nos acordassem ab dit
Rey e condeçendessem a la Cort del Sor Virginico Ursino, sobre la controversia de
certes terres que llavar ocorria e nos les hi otorgam graçiosament, mas encora
meneja e assenta matrimoni entre don Joffre de Borja, Carim nostre, e donna
Sancha, filla del modern Rey don Alfonso”36.
Al matrimonio de Jofré que se concluyó por procuradores el 16 de agosto,
se añadió el del hijo primogénito de Alejandro VI, Juan de Borja, con María
Enríquez, prima de Fernando de Aragón, por ser hija de Enrique Enríquez,
hermano de doña Juana, segunda mujer de don Juan II de Aragón. Al enlazar
familiarmente con la Casa de Aragón, el papa Borja hacía realidad un sueño
acariciado por su tío Calixto III y quizá por él mismo desde que en su legación a la
Península Ibérica obtuviese de Juan II el privilegio de asumir la doble corona —
como empresa tomada de los reyes de Aragón— que recordaba la descendencia de
los Borja del rey Ramiro Sánchez de Aragón, y suponía la expresión heráldica de
sus pretensiones territoriales en el reino de Aragón o en su prolongación
napolitana37.
Como ha puesto de manifiesto M. Batllori, el entronque de la Casa Borja
con la de Aragón no era un mero asunto de familia, sino que constituía una
formidable alianza política que, en aquellos precisos momentos, significaba una
seria admonición para Ludovico el Moro y para Carlos VIII en sus proyectos de
34 Despacho de Antonio Guidotti di Colle a Otto di Pratica, 17 agosto 1493; BURCKARDI, J.,
Diarium sive rerum..., ed. L. Thuasne, vol. II, apéndice n. 22, pp. 641-644.
35 “[...] dicendo che certamente hora S. Sanctità essendo in quite et buona amicitia co Baroni et
potentati vicini, si poteva dire fussi più Papa che non era suto per il passato, confortando quella a
conoscere questa via et conservarla”; Ibidem, p. 643.
36 Carta de Alejandro VI a Francisco Desprats, 23 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
especialmente pp. 178; sobre la actitud de Calixto III ante el reino de Nápoles recuérdese su
oposición a reconocer a Ferrante I, hijo ilegítimo de Alfonso el Magnánimo, alegando los derechos
feudales de la Santa Sede sobre el reino.
296 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
conquista sobre el reino de Nápoles38. Los hechos hablan por sí solos: cuando el
embajador francés, Perron de Baschi, se presentó en Roma a principios de agosto
para pedir a Alejandro VI la investidura a favor de Carlos VIII recibió una rotunda
negativa, que el papa trató de suavizar otorgando al rey francés la Rosa de Oro39.
El 17 de agosto —un día después a la concertación del matrimonio de Jofré y
Sancha— se levantaron los entredichos pronunciados contra Virginio Orsini, y se
le concedió la investidura de los ducados Cerveteri y Anguillara40. El 21 el papa
comunicó a Ludovico el Moro los términos de compromiso que había contraído
en lo que respecta a los ducados entregados a Virginio41. En la Curia también se
producirían cambios: Giuliano della Rovere recuperaba la amistad del pontífice,
mientras Ascanio —hasta entonces omnipotente— se apartada discretamente del
palacio pontificio42.
Del testimonio de Zurita salta a la vista que si Fernando estaban decidido a
sostener a la rama Trastámara de Nápoles, estaba aún más convencido de que su
legitimidad a dicho trono era mayor. De hecho el historiador aragonés asegura que
el López de Haro dejó caer la idea de que antes de consentir que Carlos VIII se
instalase en Nápoles, el rey Católico estaba dispuesto a presentar al papa sus
propios derechos, apoyados por una parte de la nobleza napolitana liderada por el
príncipe de Salerno, Antonio Sanseverino43. Como dice L. Suárez, el condicional
“pertenezca” empleado en el compromiso del 25 de agosto cobraba así su
verdadera significación44. Un último asunto político que debió tratarse en la
embajada sería el de la causa de Beatriz de Nápoles frente a las pretensiones de
divorcio del rey de Hungría. La gestión era seguida en Roma por Ruiz de Medina y
Carvajal, los cuales tuvieron que informar al embajador del estado de las
negociaciones45.
38 BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 203-204.
39 SORANZO, G., Il tempo di Alessandro VI..., pp. 64-65; PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp.
303-304; también CLOULAS, I., Charles VIII et les Borgia en 1494, en FIORATO, A. CH. (dir.), Italie
1494, París 1994, p. 42.
40 La intervención de Diego López de Haro y el obispo de Cartagena, Bernardino López de
Carvajal, en los acuerdos del 6 de agosto se confirma en el acta de la compra que se recoge en
PONTIERI, E., Un scontro tra Alessandro VI..., pp. 588-590.
41 CLOULAS, I., I Borgia..., p. 119.
42 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 305.
43 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 27; sobre el príncipe de Salerno cfr. DE FREDE, C., Roberto
Sanseverino principe di Salerno (Per la storia della feudalità meridionale nel secolo XV), Salerno 1951;
COLAPIETRA, R., I Sanseverini di Salerno: mito e realtà del barone ribelle, Salerno 1985.
44 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., p. 424.
45 En las instrucciones dadas al embajador los reyes argumentaban diciendo que “no solo aquello
es contra toda conçiençia mas aun contra su verguença y onestidad del rey, y aunque no tocase a la
dicha reyna nuestra sobrina sy no a otra qualquier persona lo procurariamos quanto mas tocando a
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 297
la dicha serenisima reyna nuestra sobrina”; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol.
III, p. 394.
46 El análisis de estos documentos es objeto del capítulo II. 7.2.
47 Instrucciones de Alejandro VI a su hijo Juan de Borja, duque de Gandía; SANCHIS SIVERA, J.,
Algunos documentos y cartas privadas..., p. 23; la traducción es de BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa
real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 205-206.
48 Tal objetivo se revela en las segundas instrucciones que el papa envió a mosén Fira y a Jaime de
Pertusa —secretario y tesorero del duque, respectivamente—, donde se dice los reyes daría “alguna
senyoria en lo Regne de Granada, segons lo Embaxador don Diego nos ha significat”; en SANCHIS
SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas, pp. 28-29. Sobre la evolución del ducado de Gandía
véanse los trabajos de J. L. Pastor Zapata anteriormente citados.
49 Las últimas instrucciones de los reyes a López de Haro son del 4 de agosto, y el 30 de octubre
los reyes dan a entender a sus procuradores en Roma que López de Haro ya había regresado; cfr. LA
TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 266 y 393.
50 La cita de Oviedo en GOTOR LÓPEZ, J L., Il carme “De casu regis”..., p. 111.
51 LABAINDE-MAILFERT, Y., Charles VIII: le vouloir et la destinée…, p. 174.
298 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
enviadas por el papa al tesorero y al secretario del duque, Jaime de Pertusa y Genís Fira (sin datar);
en CHABÀS, R., Alejandro VI y el duque de Gandía..., p. 88; y también en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
documentos y cartas privadas..., p. 23.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 299
Magestates” debía adjudicarse méritos del duque y a sus “aegregia futurae virtutis
indicia”55.
55 La minuta de la carta del papa a los Reyes Católicos, sin datar pero probablemente escrita en el
otoño-invierno de 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5029, fol. 219r; carta de Alejandro VI a la reina
Isabel sobre este asunto, 18 agosto 1493; AGS, Patronato Real, leg. 61, fol. 156; SUÁREZ FERNÁNDEZ,
L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 25. La carta de Pedro González de Mendoza a
Alejandro VI, 16 octubre 1493, donde hace referencia a la misiva que le envió el papa solicitando su
mediación en el asunto del duque; ASV, A.A. Arm. I-XVIII, 5021, fol. 8r.
56 El viaje y estancia del duque de Gandía en la Península Ibérica ha sido bien estudiado por
SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 35-107; BATLLORI, M., Alejandro VI y la
casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 209-215; y también ID., La correspondencia de Alejandro
VI..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 177-180; ID., El nacimiento de don Juan de Borja..., en ID., La
familia de los Borjas..., pp. 116-127; recientemente M. Batllori ha editado una parte del epistolario que
mantenía el papa Borja con sus agentes al servicio del duque de Gandía; BATLLORI, M. (ed.), De
Valènsia a Roma: Cartes triades dels Borja, Barcelona 1998; la llegada del duque de Gandía a Barcelona
quedó consignada en Dietari de l’antich Consell Barceloní, vol. III, p. 115.
57 Se trata de una carta sin datar de Carlo Casale que se halla entre las minutas de 1493, en el
Archivio di Stato de Mantua. Extrañamente, este importante testimonio no ha sido utilizado por
Batllori; en LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia..., pp. 480-481.
58 En LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia..., pp. 480-481.
300 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
59 De todas formas, el testimonio alegado pone de manifiesto que los reyes no trataron al duque
BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 209-210 y 218.
61 Breve Incredibili cum molestia 30 octubre 1493; ASVe, Podocataro, I-561rv; AZCONA, T. DE,
64 Cfr. BATLLORI, M., El nacimiento de don Juan de Borja..., en ID., La familia de los Borjas..., p. 127.
65 Cartas de César Borja a su hermano Juan, y a Enrique Enríquez, suegro de Juan, ambas del 31
octubre 1493; en Ibidem..., pp. 126-131.
66 Carta de Juan de Borja a su padre, Alejandro VI, 4 dciembre 1493; en Ibidem..., pp. 133-134.
67 Los pormenores de la elección en PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 305 y ss;
datos internos del documento inducen a pesar que fue redactado el 2 octubre 1493; en SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 428-432. Es probable que Isabel y Fernando
también tuvieran noticia de esta elección a través de los embajadores de Ferrante, único soberano
italiano que protestó por los nombramientos efectuados; PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 49.
70 Tampoco Fernando de Aragón se mostraba especialmente complaciente con Ferrante cuando, a
la embajada que le envió en el mismo mes de septiembre, respondió “con harto disfavor”, y “no dio
el rey más esperanzas de tomar aquella casa por propia de lo que de suyo estaba entendido que lo
había de ser”; ZURITA, J., Historia..., pp. 88-90.
302 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
César, tal y como le comunica Jaume Conill en carta del 13 octubre 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII,
5021, 57rv.
72 Despacho de Desprats a Alejandro VI, 5 noviembre 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol.
62r.
73 Bernardino Lunate, era secretario del cardenal Ascanio, y por tanto se orientación política
filofrancesa; sobre este personaje cfr. VOLPICELLA, L. Lunate, Bernardino, en ID. (ed.), Regis Ferdinandi
Primi..., pp. 355 y ss.
74 En aquel momento César ocupaba los sedes de Pamplona y Valencia, y sin embargo ni siquiera
era diácono ya que será ordenado como tal el 26 de marzo de 1494, ordenación que será declarada
nula cuando, en 1498, el hijo del papa decida abandonar la carrera eclesiástica. Todo ello contribuía
a darle un perfil eminentemente aristocrático pues “non ha mai avuto nessun gusto por la vita
ecclesiastica” y sólo un pequeño cerco en la cabeza recuerda que está tonsurado, decía el obispo de
Módena en 1493; CLOULAS, I., I Borgia..., p. 110.
75 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 61r.
76 Sobre el apoyo de los Reyes Católicos a la candidatura de este obispo francés ver la minuta de la
carta que les envió el papa a fines de 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5029, fols. 219r.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 303
77 Dada la importancia que tiene transcribimos íntegramente la versión castellana ofrecida por el
padre Batllori: “Beatísimo Padre, esta carta tengo escrita hasta aquí hace cuatro o cinco días,
esperando que partiese algún correo, y entre tanto ha sucedido que la señora reina me ha mandado
llamar, y cerrados solos en un aposento me ha dicho las palabras que referiré, y suplico a vuestra
santidad las pondere. [...]. Lo que me dijo, es lo siguiente: que desde hacía días me quería hablar, y
que lo había diferido porque pensaba enviar alguna persona a vuestra beatitud para darle gracias de
lo que había hecho en el despacho de todas la cosas de sus majestades encargadas a Diego López de
Haro; y, pues difería en el envío de esa persona, había determinado hablarme y decirme lo que ella
hubiera enviado a decir a vuestra beatitud, y es esto: que su majestad tenía mucha voluntad y amor a
su beatitud, y eso, dejando a un lado el lugar que vuestra santidad ocupa, por su persona, de la cual
su majestad siempre recibió buenas obras; y que si alguna vez me refiriesen algunas cosas que su
majestad decía de las cosas de vuestra beatitud estuviese seguro que no las decía con mal ánimo,
sino con todo amor, pero que la obligaban algunas cosas que de vuestra beatitud oía, de las cuales,
por el bien de vuestra santidad, recibía gran disgusto y displacer, que eran tales, que engendraban
escándalo y podrían traer algunos inconvenientes; y me especificó las fiestas que se hicieron en los
desposorios de doña Lucrecia y la creación de los cardenales, esto es, del cardenal de Valencia, y del
cardenal Farnesio, y del cardenal Lunati; y que yo, de parte de su majestad, escribiese sobre ello
suplicando a vuestra beatitud quisiese mirar mejor en estas cosas, de modo que no diese lugar a
algún inconveniente; y que vuestra santidad no mostrase tanto calor en las cosas del duque y de sus
hermanos, que sus majestades los tendrían por recomendados, y al duque le harían mercedes y
gracias, y lo honrarían; y eso de querer hacer mercedes al señor duque me lo dijo dos veces. Todo
eso me dijo en otro estilo y muy largamente”; despacho de Francisco Desprats a Alejandro VI, 5
noviembre 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 61v-64r; tomamos la traducción realizada por
BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 210-214.
304 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
78 Carta de la reina Isabel a Hernando de Talavera, 4 diciembre 1493; sobre esta correspondencia
cfr. RODRÍGUEZ VALENCIA, V., Isabel la Católica en la opinión de españoles y extranjeros. Siglos XV al XX,
vol. I: Siglos XV al XVI, Valladolid 1970, pp. 347-372.
79 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5024, fols. 16rv-17v; en BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en
ID., La familia de los Borjas..., pp. 222-224. Batllori opina que debía tratarse del cardenal Farnesio o el
de Lunati.
80 Ibidem, p. 224.
81 Sobre el breve reinado de Alfonso II cfr. PICCIARDI, R. A., Il regno di Alfonso II d’Aragona (1494-
1495), «Archivio Storico Gentilizio del Napoletano», 1 (1895), pp. 1-12; MOSCATI, R., Alfonso II
d’Aragona, en DBI, vol. II, Roma 1960, pp. 331-332.
82 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 54-55. La espectante posición de Venecia la describe
Anglería en su carta al conde de Tendilla del 28 noviembre 1493: “los venecianos —por haberlo así
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 305
convenido con Ludovico— se limitan a mirar, a disimular, y no se sabe qué es lo que preparan.
Ellos también están sobre las armas por tierra y por mar”; en ANGLERÍA, P. M., Epistolario…, vol.
IX, p. 255.
83 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 405-406.
84 Así lo afirma explícitamente Alejandro VI en carta a Desprats, 23 abril 1494; en SANCHIS
SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 63-68, especialmente p. 64; del traslado de
Requesens con instrucciones concretas para el pontífice informa el nuncio desde la Corte de los
Reyes Católicos; despacho del nuncio Desparts, 15 marzo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023,
fol. 3; ver también el relato de ZURITA, J., Historia..., libro 1, caps. 27-28.
85 Despacho de Desprats al papa, 27 mayo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 45v.
86 Carta de Alejandro VI a Francisco Desprats, 23 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
Don Jofre de Borja y doña Sancha de Aragón, «Revue Hispanique», 9 (1902), p. 486.
88 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, p. 309.
306 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
con aquella”89; a lo que el nuncio contestó que el papa le tiene “en especial
encomendación y que no le faltaría en nada por el amor paternal que Vuestra
Beatitud le tiene, y por ser hermana de sus Magestades”. El comentario no era un
simple gesto de cortesía tratándose de una persona que constituía el enlace más
sólido que unía a los reyes españoles con la Casa aragonesa de Nápoles. Desprats
terminaba diciendo que los reyes “alegrarense molt i molt, dient quen besaven los
peus a Vostra Beatitut”, y le prometen que darán instrucciones a su embajador en
Nápoles para que anime al rey Alfonso a ser obedientísimo y haga todo lo que el
papa ordene90.
En el mismo despacho el nuncio explicó a los reyes la preocupación que
tenía Alejandro VI por el peligro turco, en lo que siguiendo “lo consell de ses
Magestats se dispponia molt en metre pau, concordia e unió entre los princeps
cristians, e que axí havia fet un breu al Serenissimo Rey de França affí de remourel
de les fantasies de voler fer la guerra [...]”91. Los reyes respondían al nuncio que
para hacer desistir al Carlos VIII se le podía ofrecer la esperanza de abrirle camino
en Italia cuando haya cesado el peligro turco, y recomiendan al papa que —ante
todo— se esforzase por poner paz y concordia entre los príncipes cristianos, para
lo que siempre tendrían su apoyo. Pero el rey francés viajaba ya con su
imaginación hasta la misma Constantinopla, negociando con Andrea Paleólogo la
compra de los derechos a la sucesión del trono bizantino. El 14 de marzo Carlos
VIII informó al papa de su decisión de expulsar a los otomanos de Europa.
Vanas esperanzas si pensaba que el papa favorecería su paso por Nápoles.
El 20 de marzo Alejandro VI dio el paso decisivo al declararse públicamente en
consistorio a favor de la dinastía aragonesa, recordando la investidura que
Inocencio VIII ya había concedido a Alfonso cuando era duque de Calabria. En
cuanto al proyecto de cruzada contra los turcos, el papa escribió a Carlos VIII el 6
de abril asegurándole que le apoyaría si intervenían otros príncipes los príncipes
cristianos, proponiéndole que atacase los Balcanes junto con Maximiliano de
Habsburgo, mientras él mismo y Fernando el Católico desembarcaban en el
Peloponeso, donde se habrían unido todas las fuerzas cristianas92. De Nápoles no
se hablaba porque el papa ya había tomado su decisión.
El 18 de abril, a pesar de las protestas de algunos cardenales, decidió el
envío de Juan de Borja el mayor como legado a latere para coronar a Alfonso, lo que
sucedió el 8 de mayo, un día después del casamiento de Jofré con Sancha de
89 Despacho del nuncio Desprats a Alejandro VI, 15 marzo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023,
93 Por esta concordia Alfonso II pagó al papa doce mil ducados de renta para el duque de Gandía,
y diez mil ducados a Jofré de Borja, así como treinta mil para garantizar la seguridad de las tierras de
la Iglesia; ZURITA, J., Historia..., p. 101. Cfr. PERCOPO, E., Notizie della coronazione di Alfonso II
d’Aragona, «Archivio Storico delle Province Napolitane», 14 (1889), pp. 140-143; BATLLORI, M.,
Alejandro VI y Alfonso II de Nápoles, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 245-250; los coloridos
informes del cardenal Borja sobre sobre la celebración del matrimonio de Jofré de Borja y Sancha de
Aragón en CHABÀS, R., Don Jofre de Borja y doña Sancha de Aragón, «Revue Hispanique», 9 (1902), pp.
484-488.
94 Así opina Pastor Zapata, al afirmar que estas concesiones se efectuaron más tarde en octubre de
1495 al mismo tiempo que Fernando otorgaba al duque el juro sobre los puertos secos de Requena;
cfr. PASTOR ZAPATA, J. L., El ducado de Gandía…, p. 406.
95 Carvajal le escribía: “Debéis, señor, endreçar con nuestro señor, como siempre lo abeis hecho,
que las cosas de sus Altezas tenga en todo y por todo por propias, y cierto asi lo haze su Beatitud,
pero vuestro medio sera vinculo indisoluble, y sus majestades haran lo que es su oficio de
obedeçerle, servirle y satisfazerle en las cosas de su estado y honra de los suyos”; carta de
Bernardino López de Carvajal al duque de Gandía, 17 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
documentos y cartas privadas..., pp. 74-75.
96 Carta del nuncio Desprats a Alejandro VI, 15 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos
VI, al peso que había llegado a tener en la Corte pontificia su principal enemigo, el cardenal Ascanio
Sforza; cfr. SHAW, CH., Julius II..., pp. 84 y ss.
308 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
98 El papa no dejó de comunicar a Carlos que, una vez pasado el peligro turco, examinaría en
justicia sus derechos sobre el reino de Nápoles; PASTOR, L. Storia..., vol. III, pp. 320 y ss; ZURITA, J.,
Historia..., fol. 34.
99 Cfr. PÉREZ DE TUDELA BUESO, J., La Armada de Vizcaya. Acerca de una razón de fuerza y otros
el nuncio en fecha tan temprana; Desprats comunica al pontífice que los rumores de invasión les
causaron un gran disgusto, porque poco antes habían firmado con el rey francés el tratado de
Barcelona, de paz y unión “contra omnes praeter Sanctitatem vestram”; carta del 12 diciembre 1493;
ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 55; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., p. 113.
Conviene recordar que la flota de Bernat de Vilamarí ya se había puesto al servicio del papa en
marzo de 1493, antes por tanto de que la amenaza francesa fuese una realidad.
101 Sobre los acuerdos de Barcelona cfr. CALMETTE, J., La questions des Pyrénées et la Marche d’Espagne
hasta la alianza de 1493, en D’ARIENZO, L. (dir.), Sardegna, Mediterraneo e Atlantico tra Medioevo de Età
Moderna. Studi storici in memoria di Alberto Boscolo, vol. II: Il Mediterraneo, Roma 1993, pp. 384-385.
Además, Tacchella menciona un importante fondo de correspondencia entre Génova y los Reyes
310 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
tuvo que retrasar su misión hasta el invierno de 1494 por la sospecha de que había
contraído la peste en Pavía; mientras tanto, desde Roma, Carvajal trataba de
convencer al cardenal Ascanio de que abandonase la política filofrancesa de su
hermano Ludovico108; con Venecia pensaron estrechar una alianza bilateral que
sólo se concretaría en noviembre de 1494.
Como primera medida Isabel y Fernando concentraron sus esfuerzos en
fortalecer su posición diplomática en Nápoles y en Roma109; para ello ordenaron a
Gonzalo Fernández de Heredia que sustituyese en Nápoles —como consejero de
la reina Juana— a Luis de Requesens, mientras éste gestionaba algunos asuntos en
Roma con el pontífice110. Por su parte, Alejandro VI encomendaba a Carvajal su
primera misión en Anagni como cardenal —y embajador de los Reyes Católicos—
que tenía por objeto ganar fidelidades en el bajo Lacio y en la Campania pontificia,
donde los señores feudales se estaban aliando con el rey de Francia y Ludovico de
Milán111. Por último, el 1 de marzo se ponía en marcha el caballero Garcilaso de la
Vega —“nuestro capitán y embaxador” experimentado en la campaña de
Granada—, que era enviado a Roma por los reyes para asegurar la protección del
papa en los difíciles momentos que se avecinaban112. En verano del mismo año
Católicos en el Archivio di Stato di Genova, Archivio Secreto, Letterarum, 1812; TACCHELLA, L.,
Alessandro VI e la nunziatura..., p. 71.
108 Cfr. BOSCOLO, A., Milano e la Spagna all’epoca di Ludovico il Moro, en Milano nell’Età di Ludovico il
Moro. Atti del Convegno internazionale 28 febraio – 4 marzo 1983, vol. I, Milán 1983, p. 96; sobre la labor
de Carvajal cfr. BATLLORI, M., Bernardino López de Carvajal, legado de Alejandro VI en Anagni, 1494, en
ID., La familia de los Borjas..., pp. 266 y ss.
109 Ferrante ya había utilizado la promesa de ayuda española en sus intentos de atraerse a Venecia,
ya que “né conforti e speranze da’ re di Spagna gli mancavano, i quali soccorso potente gli
promettevano, in caso che con le persuasioni e con l’autoritá non potessino questa impresa
interrompere”; GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., vol. I, p. 98.
110 Credenciales de Requesens 15 febrero 1494, y el permiso solicitado al papa para que el
arzobispo de Tarragona se traslade a Nápoles; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 404-
405, 478-479 y 488; la carta al papa solicitando el traslado de Heredia a Nápoles, 3 julio 1494; ASV,
A.A., Arm. I-XVIII, 5020, fol. 9rv; en BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., pp. 224-225; el
mandato a Requesens para que regrese a la Península Ibérica, 14 julio 1494; en LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. IV, p. 488; ver también el relato de ZURITA, J., Historia..., lib. 1, caps 27-28.
111 De esta manera el papa imitaba el ejemplo de su tío, Calixto III al confiar legaciones de diversa
índole a Juan de Carvajal, tío a su vez de Bernardino. La legación en Anagni ha sido estudiada por
M. Batllori gracias a los despachos que se han conservado entre el 12 julio-12 octubre 1494; ASV,
A.A., Arm. I-XVIII, 5021, fols. 27r-42v; cfr. BATLLORI, M., Bernardino López de Carvajal, legado de
Alejandro VI..., pp. 263-283.
112 El 28 de febrero de 1494 están fechadas las primeras cartas de creencia para Garcilaso de la
Vega; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 410. Garcilaso debió llegar a Roma el 30 de
mayo, fecha en que el maestro de ceremonias registra la entrada en la Urbe de un embajador hispano;
las primeras instrucciones despachadas por los reyes datan del mes de agosto; en Ibidem, vol. IV, pp.
483 y ss; otras en ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5021, fol. 4r.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 311
marcharía también a Roma el contino Juan Oliver, para gestionar algunos asuntos
eclesiásticos y ayudar a Garcilaso en las próximas jornadas113.
Pero las preocupaciones del papa no sobrevolaban únicamente la situación
internacional. La correspondencia mantenida con Desprats, y los servidores que
acompañaban al duque de Gandía reflejan el interés del Santo Padre por la suerte
de su hijo primogénito. Ya tuvimos ocasión de comentar los escándalos que había
levantado el duque en la Corte española, alarmando al papa por las noticias que le
llegaban sobre la falta de consumación del matrimonio. Cabe imaginarse su alegría
cuando el 26 de febrero le escribió su hijo anunciándole que su esposa estaba en
cinta114. Aunque en un principio el pontífice había decidido que el duque de
Gandía acudiera a Roma como “capitán de la Iglesia” en compañía de su mujer, en
marzo cambió de parecer estimando más conveniente que María Enríquez
permaneciera en Gandía para evitar que corriese algún peligro115. El papa
necesitaba del duque para hacerse cargo de la condotta que Alfonso II de Nápoles y
Piero de Medici le habían concedido para hacer frente al ejército que Carlos VIII
comenzaba a reunir en Asti116.
Sin embargo, antes de su partida el pontífice esperaba que los reyes “li
havran ya fetes mercedes de algun bon stat, com aquelles vos haviem significat de
voler fer, presertim la Serma Sra Reyna, en la qual nos fem fundament, e que,
pertant, nos lo fessem anar a dita Cort”117. El papa trasmitía al nuncio su
esperanza de que el “don” que debían hacer al duque debía ser conveniente “a la
benefiçençia potençia e magnanimitat de ses Mtats e a les obres e actions que nos,
per lo augment de la Corona estat de aquelles, havem fet per lo passat, e farem
incessanter per lavenir. Car, mes stimarem lo que faran en persona de dit Duc, que
si en la nostra persona propria ho metessen”118.
Alejandro VI recordaba a Desprats el ofrecimiento mencionado por
Requesens, pero prefería no forzar la intención de los reyes, a quienes también
solicitaba la legitimación necesaria para que Jofré pudiera heredar a Juan en el
ducado de Gandía119. Y por si esto no bastara, el papa escribía a todos sus
contactos en la Corte regia solicitando personalmente su colaboración para
facilitar la acogida del duque en Palacio. Entre los “aliados” del pontífice se
113 Instrucciones 8 julio y 25-26 agosto 1494; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 483 y
521.
114 Juan de Borja y Enríquez, hijo del duque de Gandía y nieto del papa, nacería finalmente el 10
de noviembre de 1494; cfr. BATLLORI, M., El nacimiento de don Juan de Borja..., pp. 123 y ss.
115 Ibidem, pp. 122-123.
116 Cfr. DE CARO, G., Borgia, Giovanni..., p. 718.
117 Carta de Alejandro VI a Desprats, 23 abril 1494; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos..., p.
66.
118 Ibidem, p. 66.
119 Ibidem, pp. 67-68.
312 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
120 Minuta de la carta de Alejandro VI a Juan de Coloma, 26 marzo 1494; ASV, A.A., Arm. I-
XVIII, 5029, fol. 201r; la intervención del cardenal Mendoza se sobrentiende gracias al despacho
que el nuncio dirigió al papa en mayo de 1494 diciendo que “lo cardenal de spanya sta maravellat
com vostra santedat noli ha scrich mostrant contentaçio e fent gracies del bon trastament que feu al
senyor duch de Gandia”; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026, fol. 45v.
121 Se trata del despacho ya comentado del 24 de mayo de 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026,
fol. 42v.
122 Cfr. PASTOR ZAPATA, J. L., El ducado de Gandía…, pp. 404-405.
123 M. Batllori piensa que el duque de Gandía suponía un buen rehén para Fernando el Católico,
un motivo menos de enojo para el rey de Francia, además de que el parto de María Enríquez, que se
anunciaba para el mes de noviembre, aconsejaba igualmente que don Juan de Borja no se moviese
de sus estados de Gandía y Llombay; cfr. BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La
familia de los Borjas..., pp. 214-216; la vinculación de la embajada de Garcilaso con este suceso en
ZURITA, J., Historia..., p. 102; la carta de Alfonso II a Isabel y Fernando, 3 mayo 1494; en SANCHIS
SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 84 y ss.
124 Ya vimos que los reyes habían recibido al duque nada más llegar a Barcelona, después se
entrevistaron con él en abril-mayo de 1494, y volverían a hacerlo en junio de 1495. Como más
adelante veremos, el duque asistiría al nacimiento de su hijo y sólo partiría para Roma a mediados de
1496.
125 ZURITA, J., Historia..., libro I, caps. 12 y 18.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 313
126 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., pp. 115-116.
127 Los Reyes Católicos conocieron esta correspondencia que tanto les agradó a través del nuncio,
a su vez puntualmente informado por el papa; cfr. SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos..., pp. 63 y
ss; sobre la utilización de la cruzada como pretexto en esta época cfr. DUPRONT, A., Le mythe de
croisade, vol. II, París 1997.
128 “Contra vostra Santedat una sola paraula fins ora no ha parlat, sinó que ha portat a ses
majestats tots quants breus vestra Santedat ha fet al dit rei de França e còpia de totes les lettres que
dit rey ha fet a vostra beatitud sobre aquesta matèria de Nàpols”; despacho de Desprats a Alejandro
VI, 27 mayo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026, fol. 6r; BATLLORI, M. (ed.), De Valènsia a
Roma..., pp. 97-98.
129 Ibidem, p. 97.
130 Sobre este personaje cfr. BONVINI MAZZANTI, M., Giovanni Della Rovere, Senigaglia 1983.
314 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
131 Véase la carta de Alejandro VI contando estos hechos al duque de Gandía, 29 mayo 1494; en
consigna Guicciardini: “costrinse questo caso il pontefice a querelarsi della ingiuria franzese con tutti
i príncipi cristiani, e specialmente co’ re di Spagna e col senato viniziano, al quale, benché invano,
domandò aiuto, per l’obligo della confederazione contratta l’anno precedente insieme”;
GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., vol. I, p. 129.
134 Zurita también consigna el requerimiento del dichoso documento, a lo que el rey Fernando
contestó que “le ayudaría para defenderle, y que para aquello asaz debía bastar su palabra”; ZURITA,
J., Historia..., p. 103.
135 Carta de Enrique Enríquez a Alejandro VI, 21 mayo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5024,
del rey— era nombrado almirante de la flota que debía conquistar Génova136.
Ante los requerimientos desesperados del pontífice y Alfonso II, los Reyes
Católicos solicitaron al papa a mediados de julio un breve que pudiera legitimar su
intervención de cara a los acuerdos firmados con el rey de Francia, y otro por el
que se les concediera usar para la campaña de Italia el dinero recaudado en la
décima y Cruzada destinado a la guerra de África137. La documentación solicitada
llegó el 30 de agosto, y el nuncio se la entregó a los Reyes haciendo recaer sobre su
conciencia la seguridad del pontífice, que se encontraba en situación tan delicada
“por causa de ellos”138. El historiador florentino Guicciardini se hace eco de las
angustiosas peticiones de auxilio que el papa y el rey de Nápoles dirigían a los
Reyes Católicos:
E perché il re di Spagna, ricercato instantemente dal pontefice e da
Alfonso, prometteva di mandare la sua armata con molta gente in
Sicilia, per soccorrere quando bisognasse il regno di Napoli, ma si
acusava non potere essere sí presta per la sua difficoltá che aveva di
danari; il pontefice, oltre a certa quantitá mandatagli da Alfonso,
consentí che e’ potesse convertire in quest’uso i danari riscossi con
l’autoritá della sedia apostolica, sotto nome della crociata, in Ispagna,
che spendere contro ad altri che contro agli inimici della fede cristiana
non si potevano139.
Los soberanos españoles no estaban en condiciones de oponerse
directamente a Carlos VIII, ya que debían solicitar a éste el consentimiento para el
doble matrimonio de los infantes, Juan y Juana con Margarita y Felipe de
Habsburgo, que los acuerdos de Barcelona exigían; y al mismo tiempo impedir que
el monarca francés recurriese a la fuerza para obtener el trono de Nápoles140. El
rey francés contestó a su embajador Alfonso de Silva con un silencio que
significaba un intercambio recíproco: les daría el consentimiento del matrimonio si
apoyaban su candidatura al trono de Nápoles141. En esta situación los Reyes
136 Cfr. POMPONI, G., Storico incontro al Castello di Vicovaro tra papa Alessandro VI e Alfonso il re di
Don Francisco des Prats..., pp. 119-120. El breve solicitado con fecha de 24 junio 1494; AGS, Patronato
Real, leg. 60, fol. 37; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 208-210.
139 GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., vol. I, p. 118.
140 El pontífice protestó, por ser contrario al derecho divino, de la introducción de la cláusula por
la que los Reyes Católicos se comprometían a que sus hijos no contrajesen matrimonio con ciertos
reyes y príncipes; breve Inter omnes, 21 septiembre 1494; ASVe, Pococataro, I-575; AZCONA, T. DE,
Relaciones de Alejandro VI..., p. 158.
141 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 47-48. A la luz de
estas consideraciones, y de las que haremos más adelante, hay que revisar la interpretación que hizo
316 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
servicio de los reyes de Castilla, se gestó en septiembre de 1492 para proteger a las naves castellanas
de los ataques corsarios y otros peligros, tanto en las rutas procedentes del Estrecho de Gibraltar
como en su prolongación en las costas peninsulares, Cantábrico y Golfo de Vizcaya. Como ha
demostrado M. Á. Ladero Quesada, sólo en un segundo momento se pensó destinarla a la
protección de segunda expedición colombina ante el temor de una posible agresión portuguesa que,
al no producirse, posibilitó que la armada estuviera disponible para la empresa italiana; cfr. SZÁSZDI
LEÓN-BORJA, I., El origen de la Armada de Vizcaya y el Tratado de Alcáçovas, «Historia. Instituciones.
Documentos», 26 (1999), pp. 547-574; LADERO QUESADA, M. Á., La “Armada de Vizcaya” (1492-
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 317
1493), «En la España Medieval», 24 (2001), pp. 365-394; ver también la exposición de CEREZO
MARTÍNEZ, R., La proyección marítima de España en la época de los Reyes Católicos, Madrid 1991, pp. 178 y
ss.
145 Véanse los trabajos ya citados sobre la expedición de Carlos VIII.
146 PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 63-64.
147 Así lo pone de manifiesto MALLET, M. E., I condottieri nelle guerre d’Italia, en DEL TREPPO, M.
(dir.), Condottieri e uomini d’arme nell’Italia del Rinascimento, Nápoles 2001, pp. 347-360; donde anuncia
su próximo trabajo The Italian Wars: War, State and Society in Early Modern Europe (en preparación).
148 Cfr. CONTAMINE, PH., L’Artillerie Royale française à la vieille des guerres d’Italie, «Annales de
Bretagne», 63 (1964), pp. 238-260; PEPPER, S., Castles and Cannon in the Naples Campaign of 1494-1495,
en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent..., pp. 263-293.
149 Cfr. CONTAMINE, PH., Guerre, état et societé à la fin du Moyen Âge. Etudes sur les armées des rois de
France, 1337-1494, París 1972; también LOT, F., Recherches sur les effectifs des armés françaises des Guerres
d’Italie aux Guerres de Religion, 1494-1562, París 1970.
150 Cfr. RYDER, A., Ferdinando I d’Aragona..., p. 187; sobre la probada experiencia militar de Alfonso
II cfr. STORTI, F., Il principe condottiero. Le compagne militari di Alfonso duca di Calabria, en DEL TREPPO,
M. (dir.), Condottieri e uomini d’arme nell’Italia del Rinascimento, Nápoles 2001, pp. 327-346.
151 Ver el itinerario de Carlos VIII en el gráfico I del apéndice.
152 Cfr. NEGRI, P., Milano, Ferrara e Impero durante l’impresa di Carlos VIII in Italia, «Archivio Storico
parapetó detrás una posición neutral que de hecho favorecía a Carlos VIII153; en la
Romaña Catalina Sforza se alineó a la política milanesa y permitió la penetración
del ejército francés, ejemplo que imitaron los otros señores, temerosos de ver sus
propios territorios invadidos154. En Florencia los Medici comenzaban a
tambalearse.
El papa no logró consolidar la red de fortalezas con las que pensaba
defender sus Estados, y en el último momento recibió la amarga noticia de que los
barones romanos le habían traicionado155. Los Orsini —con los que se había
reconciliado tras la disputa por los condados de Cerveteri y Anguillara— se
pasaron definitivamente al lado francés, mientras los Colonna —antiguos aliados
de Ferrante de Nápoles— abandonan al pontífice y al rey napolitano tomando la
ciudadela de Ostia el 18 de septiembre156. Con ello se impedía el abastecimiento
de Roma, y el papa tuvo que acudir a los reyes españoles para que le suministraran
trigo desde Sicilia157.
Los Reyes Católicos mostraron al papa su indignación y le recomendaron
—medio en broma medio en serio— que “com Sevilla una vegada vostra santedat
debe cobrar Ostia”, pues “apres temps vendria que podria castigar dits
columpneses”158; en cuanto al abastecimiento de Roma, autorizaron
153 Sobre la familia Este al frente del ducado de Ferrara y su compleja política de alianzas cfr.
V Centenario della nascita di Caterina Sforza, «Atti e Memorie della Deputazione di storia patria per le
province di Romagna», 15-16 (1963-1964 / 1964-1965), pp. 207-221; también CARAVALE, M y
CARACCIOLO, A., Lo stato pontificio…, pp. 145-146; CLOUGH, C. H., The Romagna Campain of 1494: A
Significant Military Encounter, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent..., pp. 191-215.
155 Cfr. SHAW, CH., The Roman Barons and the French Descent into Italy, en ABULAFIA, D. (ed.), The
French Descent..., pp. 249-261. Sobre la política defensiva del pontífice Cfr. FIORANI, L., Rocche e
fortificazioni durante il pontificato di Alessandro VI (1492-1503), en Sermoneta e i Catanei. Dinamiche politiche,
sociali e culturali di un territorio tra Medioevo de Età Moderna. Atti del Convegno, Fondazione Camillo Caetani
(Roma, 16-19 giugno 1993), Roma 1999, pp. 585-598; y los recientes trabajos reunidos en CHIABÒ, M.,
y GARGANO, M. (dirs.), Le rocche alessandrine e la rocca di Cività Castellana (Viterbo, 19-20 marzo 2001),
Roma 2003.
156 Para una localización aproximativa de los territorios pertenecientes a estas familias ver el
gráfico II en el apéndice.
157 La defección de los Colonna en REHBERG, A., Alessandro VI e i Colonna: motivazione e strategie nel
conflitto fra Papa Borgia e il baronato romano, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma
di fronte..., vol. I, pp. 357-361.
158 El nuncio pedía a los reyes que avisara a los puertos de Valencia, Cerdeña y Cataluña para que
detuviesen a cualquiera de los participantes en la traición de Ostia que buscaran refugio allí;
despacho del nuncio Desprats a Alejandro VI, 30 septiembre 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023,
fol. 48rv.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 319
159 Breve 6 septiembre 1494; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 217-
218; autorización 20 septiembre 1494; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 535.
160 Entre las medidas reformadoras que impulsó el papa tras el asesinato del duque de Gandía, se
pensaba que el papa encomendaría el mando de las tropas pontificias al capitán de los Reyes
Católicos en Nápoles —Gonzalo Fernández de Córdoba—, pues “non voleva si conducesse nessun
barone Romano”; carta de una persona desconocido a Giovanni Bentivoglio, señor de Bolonia, 20
junio 1497; en PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 858-859.
161 El cardenal Della Rovere había enviado un secretario suyo a la Corte de los Reyes Católicos
solicitando la mediación de los reyes para lograr una reconciliación con el papa; actitud que
contrastaba con las maquinaciones que llevaba a cabo en Francia para deponer al papa. Los reyes se
limitaron a inducirle “a tota obediença de vostra santedat”; despacho del nuncio Desprats a
Alejandro VI, 30 septiembre 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 49r.
162 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 48v.
163 AGS, Patronato Real, leg. 60, fols. 40 y 194; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El
camino hacia Europa..., p. 49. Por pasarse a su bando, Carlos VIII había ofrecido a los Colonna
ampliar sus dominios territoriales con el ducado de Traetto y el condado de Fondi.
164 AGS, Patronato Real, leg. 60, fols. 40bis; Ibidem, p. 49.
165 En PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 67.
320 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
5023, fol. 27v-29r; ver el resumen de estos folios en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des
Prats..., p. 121.
169 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fols. 28v.
170 Ibidem, fols. 28v-29r.
171 Ibidem, fol. 27r.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 321
172 Despacho del nuncio Desprats al datario Juan López, 5 octubre 1494; ASV, A.A., Arm. I-
Garcilaso en Roma; carta de Isabel y Fernando a Alejandro VI, 6 octubre 1494; ASV, A.A., Arm. I-
XVIII, 5020, fols. 16v-17; en BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., pp. 225-226. Ver también el
despacho de Desprats a Alejandro VI, 14 octubre 1494; ASV, A.A., Arm XVIII, 5023, fols. 37v-38;
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., p. 123.
175 Las instrucciones de Garcilaso a Jerónimo de Bobadilla en ASVe, Senato, Secreta, Deliberazione, c.
30; en SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla primavera
1495. La Lega di Venezia, «Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 436-438.
322 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
S.a”176. Para garantizar el absoluto secreto de los acuerdos, los reyes proponían
enviar un orador privado o gestionar los trámites desde Roma “per mezzo de li
communi oratori de Lí”; y si Venecia se negaba a pactar con los reyes al menos
pedían que la Señoría mantuviese en secreto su propuesta. El senado veneciano
dudaba. Cuando los embajadores napolitanos le pidieron que expresara claramente
su opción política, el senado respondió que preferían aliarse con Francia ya que “el
rey de España sería demasiado grande si el obtenía el reino de Nápoles, con las
islas de Sicilia y las otras cosas que había obtenido en Lyon, y que él era poderoso
por mar”177.
Los reyes españoles no se desanimaron y el 6 de noviembre decidieron
enviar como embajador ante la Señoría al hermano mayor de Garcilaso de la Vega,
Lorenzo Suárez de Figueroa178. Su misión era lo suficientemente importante y
secreta como para que el nuncio adjuntase un informe cifrado, sobre su persona y
su cometido, en el despacho que envió al papa comunicándole estas noticias179. A
Nápoles los reyes enviaron como embajador al antiguo maestre racional de
Valencia, Juan Ram Escrivá de Romaní, con el objeto de conseguir la entrega de
algunas plazas fuertes de Calabria que permitieran crear una cabeza de puente en
la península y facilitar la intervención militar desde Sicilia180. Del ejército de
choque que debía cumplir este objetivo se encargaría Gonzalo Fernández de
Córdoba, capitán experimentado en la guerra de Granada, hábil negociador, y
hombre de confianza de la reina181.
racional de Valencia, y desde febrero de 1495 lo encontramos como embajador en Nápoles. Sobre
su figura se puede añadir a los estudios ya citados de Batllori y Parisi el trabajo de RIQUER, M. DE,
Los escritores mossèn Joan Escrivà y el Comendador Escrivà, «Cultura Neolatina», 53 (1993), pp. 85-113. La
correspondencia —en buena parte cifrada— entre el rey y el embajador en PARISI, I., L’ambasciatore
Joan Escrivà de Romaní…, pp. 214 y ss. (Habrá que esperar a la publicación de su tesis doctoral para
conocer el texto íntegro de esta importante documentación).
181 Sobre amplia y desigual bibliografía que se acumula sobre este personaje véase ARCE JIMÉNEZ,
R., y BELMONTE SÁNCHEZ, L., El Gran Capitán. Repertorio Bibliográfico, Montilla 2000; y los trabajos
reunidos en PRIMO JURADO, J. J. (ed.), El Gran Capitán. De Córdoba a Italia al servicio del rey, Córdoba
2003. Para la campaña italiana —además de los trabajos de P. Pieri— todavían resultan útiles
LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de Córdoba (El Gran Capitán), Madrid 1942; VIGÓN, J., El Gran
Capitán, Madrid 1944; PURCELL, M., The Great Capitain, Nueva York 1962; un análisis desde una
perspectiva italiana D’AGOSTINO, G., La capitale ambigua. Napoli dal 1458 al 1580, Nápoles 1979, pp.
117-133; ID., Sovranità e feudo nel regno di Napoli. 1503-1556, vol. I, Nápoles 1988, pp. 5-46; sobre las
ambiguas relaciones con los reyes VALDECASAS, G. G., Fernando el Católico y el Gran Capitán, Granada
1988; ÁLVAREZ-OSSORIO ALVARIÑO, A., Razón de linaje y lesa majestad. El Gran Capitán, Venecia y la
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 323
corte de Fernando el Católico (1507-1509), en BELENGUER CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas..., vol.
III, pp. 385-451; la dimensión política, señorial y cultural del personaje en HERNANDO SÁNCHEZ, C.
J., El Gran Capitán y los inicios del virreinato de Nápoles. Nobleza y Estado en la expansión europea de la
Monarquía bajo los Reyes Católicos, en El Tratado de Tordesillas y su época..., vol. III, pp. 1817-1854; ID., La
imagen de la gloria. El mecenazgo del Gran Capitán y la construcción del mito heroico, en PRIMO JURADO, J. J.
(ed.), El Gran Capitán..., pp. 145-166; veáse por último la reciente biografía —tan sugerente como
arriesgada en algunas interpretaciones— de RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán. Retrato de una
época, Barcelona 2002.
182 El nombramiento oficial de Gonzalo Fernández de Córdoba no se produjo hasta el 29 de
1495-1498, «Renaissance Quarterly», 28-1 (1978), pp. 21-37; sobre la participación aragonesa en las
guerras de Italia cfr. SOLANO CAMÓN, E., Significado histórico de la participación de Aragón en las campañas
militares de Fernando el Católico: un estado de la cuestión, en SARASA E. (coord.), Fernando II de Aragón, el
Rey Católico, Zaragoza 1994, pp. 275-294.
184 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., p. 426; también ID., El Gran Capitán y la política
exterior de los Reyes Católicos, en PRIMO JURADO, J. J. (ed.), El Gran Capitán. De Córdoba a Italia al servicio
del rey, Córdoba 2003, pp. 34 y ss. Pocos años después el pontífice incluiría a la reina Isabel —no
tenemos noticia de que figurara también Fernando— en la galería de retratos de Castel Sant’Angelo
que encargó a Pinturicchio en 1495, en honor de los aliados que apoyaron al papa contra la agresión
de Carlos VIII.
185 Sobre la organización del ejército de los Reyes Católicos y la llamada “revolución” militar que
inspiraron véanse los antiguos trabajos de VIGÓN, J., El ejército de los Reyes Católicos, Madrid 1953;
STEWART, P., The Army of the Catholic Kings: Spanish Military Organization and Administration in the Reign
of Ferdinand and Isabella, 1474-1516, University of Illinois 1961; y especialmente LADERO QUESADA,
324 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
M. Á., La organización militar de la Corona de Castilla durante los siglos XIV y XV, en V Centenario de la
Incorporación de Granada a la Corona de Castilla, Granada 1993, pp. 195-227; ID., El tiempo de la guerra en
la España de los Reyes Católicos, en La paz y la guerra en la época del Tratado de Tordesillas, Valladolid 1994,
pp. 263-276; QUATREFAGES, R., La Revolución Militar Moderna. El Crisol Español, Madrid 1996;
LADERO QUESADA, M. Á. (coord.), Conquistar y defender: los recursos militares en la Edad Media Hispánica,
Madrid 2001. Sobre la artíllería véase la reciente exposición La artillería de los Reyes Católicos, Junta de
Castilla y León, Valladolid 2005.
186 En realidad las cifras aportadas por los cronistas son algo dispares: Bernáldez habla de
setecientos caballeros y tres mil peones, mientras la Crónica manuscrita dice que se embarcaron
seiscientas lanzas y cinco mil peones; BERNÁLDEZ, A., Historia..., p. 685; Crónica manuscrita..., p. 281;
véanse también los datos documentales aportados por QUATREFAGES, R., La Revolución Militar
Moderna..., pp. 83-88.
187 ZURITA, J., Historia..., libro 3, cap. 7.
188 Cfr. QUATREFAGES, R., La Revolución Militar Moderna..., p. 108.
189 El peligro turco y la obtención de recursos económicos para fortificar la isla fue el motivo para
convocar una de las escasas reuniones del Parlamento sardo; cfr. ERA, A., Reunión extraordinaria del
Parlamento Sardo en 1495, «Anuario de Historia del Derecho Español», 21 (1953), pp. 593 y ss.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 325
190 Carta de Isabel y Fernando a Alejandro VI, 6 octubre 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5020,
apéndice de BURCKARDI, J., Diarium sive rerum urbanarum comentarii 1483-1506, ed. L. Thuasne, vol.
III, París 1885, pp. 646-647.
192 Despacho de el embajador de Ferrara Pandolfo Collenuccio, 27 noviembre 1494; en NEGRI, P.,
Pressures: Italian Involvement in the French Invasion of 1494, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent...,
pp. 151-163.
194 Para este cometido Alejandro VI escogió al venerable cardenal de Siena, a quien Carlos VIII
rechazó en un primer momento, y finalmente recibió en esta ciudad; cfr. MAUMENE, CH., Une
ambassade du pape Alexandre VI au roi Charles VIII: le cardinal François Piccolomini, «Revue des deux
mondes» 52 (1909), pp. 677-708.
326 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
195 Despacho de el embajador de Ferrara Pandolfo Collenuccio, 30 noviembre 1494; en NEGRI, P.,
la que se llegó en 1500: el reparto del reino y la exclusión de la rama bastarda aragonesa;
Instrucciones 1 diciembre 1494; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 270-
279; analizadas extensamente en ID., La declaración de guerra a Francia por parte de los Reyes Católicos en
1494, en Archivum XII. Homenaje a Juan Uría, Oviedo 1962, pp. 193 y ss.
199 Carta al conde de Tendilla, 28 noviembre 1493; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p. 255.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 327
200 A Zurita también debemos la precisión de que el alcaide era el “cardenal de lorgento” (en ese
momento Juan de Castro Pinós), y que la guarnición se componia de españoles, a los que el papa
mandó “se aposentasen en torno del castillo”; ZURITA, J., Historia..., pp. 142 y 157; el ejercicio del
cargo de alcaide de la fortaleza a cargo del cardenal Castro se confirma en la documentación del
momento; cfr. BATLLORI, M., El catalán en la corte romana, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 162-164;
se da un mayor relieve a la figura de Garcilaso al frente de Castel Sant’Angelo en SANTA CRUZ, A.,
Crónica..., vol. I, p. 119; y FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquagenas..., vol. II, p. 402.
201 BERNÁLDEZ, A., Historia..., p. 683. La confianza en las tropas españolas tenía su contrapartida
en el recelo que mostraba el papa por las italianas cuando el 12 de diciembre decía que “i soldati
italiani non erano buoni che a far mostra”; en LUZIO, A., Isabella d’Este..., p. 21; una fuente italiana
del siglo XVII bien informada afirma que “Sbirri e soldati della casa di Borgia, cioè alcuni Spagnoli e
napoletani, per non voler il Papa Alessandro soldati romani nei suoi quartieri, facendo quelli si erano
arruolati cassare”; en PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 26.
202 ZURITA, J., Historia..., pp. 142 y 157. El papa había pensado de este modo cuando abandonó la
decoración de sus apartamentos para llevar a cabo una restructuración de las defensas de la antigua
Mole Adrianea, tal como refiere la inscripción en la fachada interna de la puerta Viridaria, donde
Alejandro VI se titula pontífice máximo, sobrino de Calixto III de nación española (natione Hispanus),
de la ciudad de Valencia y de familia Borja. Las obras se limitaron entonces a la preparación de la
fortaleza para el asedio y el derrumbe de las casas adosadas a los muros. Más adelante, tras el regreso
de Carlos VIII a Francia, se llevará a cabo la excavación de un foso, la construcción de cuatro
bastiones angulares (tres de ellos englobando las antiguas torres de Nicolás V), y la restauración del
corredor cubierto que unía el palacio del papa en el Vaticano con Castel Sant’Angelo; cfr.
D’ONOFRIO, C., Castel Sant’Angelo, Roma 1971, pp. 206-213; SPAGNESI, P., Castel Sant’Angelo, la
fortezza di Roma: momenti della vicenda architettonica da Alessandro VI a Vittorio Emmanuele III (1494-1911),
Roma 1995, pp. 9-29.
203 Un repertorio de las fuentes que nos informan sobre la entrada de Carlos VIII en Roma en
204 Carvajal debía comunicar a Carlos VIII que el papa “se maravillaba mucho de haberle
prometido por su fe Real de no le enojar ni demandar cosa alguna de la Iglesia, y habiendo dado lo
que fasta allí demandó, quería ir contra la Santa Madre Iglesia y demandar lo que era imposible darle;
que supiese por cierto que él no le podía dar en ninguna manera el castillo de Sanct Angelo, ni
menos le podía dar thesoros de la Iglesia; el castillo es de la Iglesia, y la Iglesia no tenía otros
thesoros sino cruces y cálices, y cuerpos santos”; BERNÁLDEZ, A., Historia..., p. 683; también
GREGOROVIUS, F., Storia di Roma..., vol. V, p. 202.
205 FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y quinquagenas..., vol. II, p. 402.
206 MALPIERO, D., Annali veneti..., pp. 329 y ss; sobre la reliquias expuestas en Castel Sant’Angelo
quien “no solo no le recogiendo como a embajador de quien ellos eran y lo que representaba, pero
tratándole indigna y afrentosamente, mandándole hacer todo disfavor hasta echarle de su corte, no
sabiendo causa por qué el rey tratase tan mal sus cosas”; BERNÁLDEZ, A., Historia..., p. 683. En
concreto, Fonseca y Albión exigieron al monarca francés la restitución de Ostia y la libertad del
cardenal de Valencia, César Borja.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 329
210 Bernáldez afirma que el rey francés mandó a Fonseca leer los capítulos del tratado de
Barcelona, “los quales estaban en latín, y leyéndolos Don Antonio, los que le parecían bien el Rey
decía, está bien fecho, y el que no le agradaba, decía que no estaba bien, y él mesmo lo borraba e
rayaba, y ansí borró e chanceló siete capítulos de los que eran necesarios a la honra y pro del Rey
Don Fernando y de sus Reynos y del Santo Padre y de la Santa Iglesia de Roma; y desque Don
Antonio Fonseca vido borrados y dados por ningunos aquellos siete capítulos, y cómo el Rey de
Francia se quitaba de la verdad y proseguía su interés y mal propósito contra el Papa, tomándole e
demandándole lo de la Iglesia, dijo al Rey: «Mirad, señor, que V. A. firmó todos estos capítulos y
prometió de estar por ellos; y pues que no valen estos que V. A. borró, de parte del Rey de España
mi señor digo que tampoco valdrán estos otros, y todos los doy por ningunos»: y estonce con ambas
manos, como caballero muy esforzado y muy leal a su señor, pospuesto el temor al gran Rey, rasgó y
hizo pedazos todos los capítulos, y echó los pedazos en el suelo a los piés de él, y se inclinó ante el
Rey, y el Rey le echó mano de los corbejones espantado de tal osadía, y le mandó y dijo: «no te
partas de mí, porque no te maten»; y Don Antonio no se osaba quitar de par del Rey, y el Rey le
envió a poner en salvo en Roma con un capitán y gente que le guardaron y pusieron en salvo; el cual
luego se metió en el castillo de Sanct Angelo, con Garci-Laso de la Vega”; BERNÁLDEZ, A.,
Historia..., pp. 683-684. Un relato más breve de los hechos en SANTA CRUZ, A., Crónica..., vol. I, pp.
94-95; la versión de Anglería en su carta a los obispo de Braga y Pamplona, 31 octubre 1494;
ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p. 264; ver también FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Batallas y
quinquagenas..., vol. II, p. 402; entre las fuentes intalianas no hemos encontrado un relato tan
pormenorizado pero si referencias al tono áspero y directo que tuvo la entrevista de Velletri; cfr.
SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla primavera 1495.
La caduta di Napoli, «Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 81 y ss.
211 “Y sabido la necesidad en que estaba la reina su hermana y aquel reino, mandó al conde
Trivento que estaba en Sicilia, que luego pasase a Nápoles con la armada que tenía, y a Gonzalo
Hernández que por contrariedad de tiempo se detuvo algunos días en Mallorca, que apresurase su
viaje y se juntase con el conde de Trivento”; ZURITA, J., Historia..., p. 178.
212 Carta de Fernando el Católico a Juan de Lanuza, 21 enero 1495; en SERRANO Y PINEDA, L. I.,
“entendiendo que el rey tomaba la defensa de la iglesia y que los otros príncipes y
potentados de Italia le seguirían en ella, [...] cobró más ánimo”213. En abril de 1495
veremos a Fonseca y a Albión, junto con Juan Deza y Juan Claver, en la Corte de
Ludovico tratando la formación de un frente antifrancés y esperando la llegada del
nuevo embajador permanente que los Reyes Católicos pensaban destinar a
Milán214. Su nombre era el bachiller de la Torre y su misión era convencer a
Ludovico para evitar que Génova cayera bajo la influencia francesa215.
La situación en el reino de Nápoles era de abierta rebelión, especialmente en
las ciudades de L’Aquila, Sulmona y Popoli, o incluso en la capital donde un sector
de la nobleza veía con buenos ojos el cambio dinástico. Para reconstruir el
consenso interno, Alfonso II estimó oportuno abdicar en favor de su hijo que se
convirtió en Fernando II tras la cabalgata que efectuó en Nápoles el 23 de enero
de 1495216. Se corrió entonces el rumor de que Alfonso pretendía trasladarse la
Península Ibérica para abrir un nuevo frente en los Pirineos, y negociar el
casamiento de su hijo Ferrante con una infanta española217. Mientras tanto en
Nápoles la resistencia se hizo imposible ante las continuas deserciones que se
producían en el ejército del joven rey. A principios de febrero Carlos VIII entró en
San Germano, al norte de Capua, provocando una matanza que causó el pánico
tanto en el campo aragonés, precipitadamente abandonado, como en la ciudad de
Nápoles.
La reacción de Ferrante II fue inmediata, y el 11 de febrero cedió a
Fernando el Católico las cinco cabezas de puente en Calabria —Reggio, Crotone,
Esquilache, Tropea y Amantea— que su padre había rehusado entregar en un
primer momento. Tras el paso de su capitán Gian Giacomo Trivulzio al ejército
francés, a Ferrante ya sólo le quedaba poner tierra de por medio. Mientras Carlos
VIII hacía su entrada en Nápoles el 18 de febrero, Ferrante zarpó con su flota
junto con Federico —tío suyo y aparente heredero— hacia Mesina (Sicilia) para
preparar la defensa de las plazas que aún resistían en Calabria. En Sicilia, el joven
rey se encontraría con su padre Alfonso —famoso por su audacia militar y su falta
de escrúpulos— que, tras su abdicación, había decidido retirarse a Mesina, donde
Re Ferrandino, Canosa 1923; BRUNELLI, G., Ferdinando II (Ferrandino) d’Aragona, re di Napoli, en DBI,
vol. XLVI, Roma 1996, pp. 189-194.
217 SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla primavera
contro Carlo VIII nel 1495, Mantua 1876; SEGRE, A., I prodromi della ritirata di Carlo VIII, re di Francia,
da Napoli. Saggio sulle relazioni tra Venezia, Milano e Roma durante la primavera del 1495, «Archivio Storico
Italiano», 34 (1904), pp. 3-27; y 34-2 (1904), pp. 350-405; más recientemente DUFOURNET, J.,
Commynes, et la ligue anti-française, en FIORATO, A. CH. (dir.), Italie 1494..., pp. 95-120 (que sigue más de
cerca el relato del embajador francés); JACOVIELLO, M., La lega antifrancese del 31 marzo 1495 nella fonte
veneziana del Sanuto, «Archivio Storico Italiano», 143 (1985), pp. 39-90 (más atento al testimonio
veneciano).
221 M. Sanudo dice que la Señoría comenzó a alarmarse “vedendo venetiani questo re di Franza
prosperar felicemente et che fiorentini erano accordati et havea gra exercito”; de esta manera
comenzaron a negociar “per veder si potevano pacifichar le cose et operarsi in metter paxe in Italia,
come voleva pur il pontifice, terminò adì 20 ottubrio et elexeno nel Consiglio di Pregadi do’
ambasciatori a ditto re et andassero con lui fino a Roma”; en JACOVIELLO, M., La lega antifrancese...,
pp. 39-40. Dos meses después del envío de los embajadores, en diciembre de 1494, el ejército
veneciano se puso en pie de guerra reclutando tres mil hombres de armas; MALLET, M. E.,
L’organizazione militare di Venezia nel ‘400, vol. I, Roma 1989, p. 75.
222 La propuesta de Garcilaso-Bobadilla en SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di
Venezia dall’autunno 1494 alla primavera 1495. La Lega di Venezia, «Archivio Sorico Lombardo», 30
(1903), pp. 436-437. G. Pepe afirma que la idea partió contemporáneamente de los Reyes Católicos
y de Ludovico el Moro que se volvieron a Venecia, la cual se convertiría en un segundo momento
332 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
en el centro de operaciones y en la mente directiva de la liga; cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp.
83 y ss.
223 Cfr. SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla
primavera 1495. La caduta di Napoli, «Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 41 y ss; SANUDO, M.,
Diarii..., vol. I, col. 198.
224 Ibidem, p. 42.
225 Extraña imprudencia la de Carlos VIII, demasido absorto en la frenética sucesión de victorias
que le habían llevado hasta Nápoles; cfr. DUFOURNET, J., Commynes, et la ligue anti-française…, pp. 113
y ss.
226 Figueroa conjugaba las insistencias más apremiantes ante la Señoría con el mutismo más
absoluto ante el embajador francés; la frase señalada en el texto es de SANUDO, M., La spedizione di
Carlo VIII..., vol. II, p. 258; los intentos infructuosos de Philippe de Commynes por extraer
información de Figueroa en la carta enviada el 7 enero 1495; en DE LETTENHOVE, K. (ed.), Lettres et
négociations de Philippe de Commynes, vol. II, Bruselas 1867, p. 151.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 333
227 Según Zurita la liga se constituyó gracias a “la prudencia y destreza y gran ingenio y autoridad
de los dos hermanos que el rey tenía por embajadores en Venecia y Roma, que eran Garcilaso de la
Vega y Lorenzo Suárez de Figueroa y de Mendoza; el cual, aunque concurrió en este mismo tiempo
con Felipe de Commynes señor de Argenton que fue enviado a Venecia por el rey de Francia —
hombre de suma prudencia y gran uso en los negocios de estado, por cuya mano y consejo el rey
Luis había tratado grandes cosas— pero Lorenzo Suárez remató la conclusión de la liga con tanta
maña e industria, que aquel tan curtido embajador y tan discreto cortesano de las casas de Borgoña y
Francia, apenas supo cosa de ella hasta que fue publicada y quedó tan espantado que el dogo de
Venecia tuvo que calmarle y decirle que no era para empreder la guerra sino que y el embajador le
preguntó si su señor podía vover a casa seguro”; ZURITA, J., Historia..., p. 187; sobre las
negociaciones de Alonso de Silva en Milán: “Persuádome a tener esto por muy verdadero porque es
cierto que don Alonso de Silva desde Génova con gran aviso propuso al nuevo duque por medio de
Rafael Parvesino que si quisiese confederarse con el rey de España le daría una de sus hijas para su
hijo el mayor pues no podía casar con otros príncipes por la prenda que había dado al rey de
Francia. Y el duque se cebó tanto en esta plática que luego propuso se confederar con el rey de
España y procurar el daño y destrucción de los franceses; y fue este gran principio para apartar al duque
Luis de la amistad del rey Carlos, y que se comenzase a platicar de hacer liga contra él, por donde se
desbarataron todas sus empresas”; ZURITA, J., Historia..., p. 135.
228 Commynes, embajador francés ante la Señoría, sospechaba que se estaba tramando algo,
mientras en Roma el cardenal de Saint Maló se quejaba al pontífice del proyecto de alianza, aunque
confiaba que Fernando el Católico nunca se adheriría a ella: “dil re di Spagna che havevano pace
bona et datoli do’ contadi, zoè di Risoglion e Serdania et che mai non credeva volesse romperli la
fede”; cit. en JACOVIELLO, M., La lega antifrancese..., p. 47. Los informes del legado Pedro de Aranda
al papa en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Pedro de Aranda, obispo de Calahorra…, pp. 274 y ss (habría que
revistar, a la vista de los informes venecianos, la supuesta participación del legado en favor de la
Liga, tal y como se plantea en este excelente trabajo).
229 SANUDO, M., La spedizione di Carlo VIII..., vol. II, p. 258.
230 Según Zurita los procuradores de los Reyes Católicos lograron por fin que Alejandro VI
accediese a ayudar “al duque de Milán y a su hermano [el cardenal Ascanio] contra todos sus
334 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
fue clave, ya que el partido milanés exigía su envío a Milán en calidad de rehén,
mientras el papa pedía insistentemente a Garcilaso que el rey Fernando lo
despachara a Roma231. La indecisión pontificia exasperaba al dogo de Venecia,
obligado a responder con evasivas a las preguntas indiscretas del embajador
francés, mientras urgía insistentemente a Pedro de Aranda, legado del papa, a
tomar una decisión232.
Con el beneplácito de Ludovico, Maximiliano y los Reyes Católicos, el dogo
dio un ultimatum al pontífice el 24 de marzo. El beneplácito de Alejandro VI era
fundamental para los soberanos españoles que prohibieron a Figueroa firmar
acuerdo alguno antes de que el papa diera su aprobación233. El 29 de marzo los
representantes de Milán, Venecia y del Rey de Romanos firmaron unos primeros
acuerdos, a los que al día siguiente se adhirieron los Reyes Católicos y Alejandro
VI234. Al día siguiente los agentes franceses solicitaron en consistorio la
investidura de Nápoles para Carlos VIII; Garcilaso protestó enérgicamente contra
lo que consideraba un atentado contra los derechos del rey de Nápoles; el
consistorio se opuso a la pretensión francesa, y el papa declaró que se adhería a
esta decisión sin que ello significase un rechazo sino el deseo de no dañar a
terceros235.
Lo que no sabían los agentes franceses es que detrás de la prudente medida
del papa discurría una larga negociación con Venecia, Milán y España que acababa
de culminar en una Liga para la defensa de Italia y que los venecianos quisieron
llamar “Santa”. En virtud de los acuerdos firmados cada potencia se comprometía
a proporcionar ochocientos caballos y cuatro mil infantes, excepto el pontífice que
enemigos exetando solamente al rey de España”; ZURITA, J., Historia..., p. 150; Garcilaso, Albión y
Suárez de Figueroa informan a Fernando el Católico de un principio de acuerdo enl 16 de febrero;
en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. V, pp. 20-21.
231 Zurita señala que Fernando era consciente del valor que tenía la carta del duque de Gandía
“pues conocía la poca firmeza del papa en quien aún en sus negocios propios hallaba contrariedad,
porque de cualquier hecho por llano que fuese sacaba negociación; y su principal fin era poner en
grandes estados a todos sus hijos y deudos”; ZURITA, J., Historia..., p. 179.
232 El 23 de marzo el dogo llegó a invitar a Ludovico a firmar la Liga sin Alejandro VI. La acción
de la diplomacia veneciana en NICOLINI, F., Itinerari degli ambasciatori veneti a Napoli da 1450 al 1501,
«Bollettino dell’Archivio Storico del Banco di Napoli», 9-12 (1956-57), pp. 406-440; ver también
JACOVIELLO, M., La lega antifrancese..., pp. 46-47.
233 Despacho del embajador de Milán desde Venecia, 29 marzo 1495; en SEGRE, A., Ludovico
Sforza, detto il Moro, e la repubblica di Venezia dall’autunno 1494 alla primavera 1495. La Lega di Venezia,
«Archivio Sorico Lombardo», 30 (1903), pp. 442-443.
234 El texto oficial de la liga en LÜNIG, J. CH. (dir.), Codex Italiae diplomaticus, Francoforte-Lipsia
1725, col. 112-118; un ejemplar en AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 105; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
Política internacional..., vol. IV, pp. 327-347; la descripción de los acuerdos tambien en MALPIERO, D.,
Annali veneti…, pp. 333-334.
235 Cfr. SEGRE, A., Ludovico Sforza, detto il Moro..., pp. 402 y ss.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 335
daba la mitad, salvo que fuera para combatir fuera de Italia, en cuyo caso podría
contribuir con sesenta mil ducados; por último, no se aceptaba el ingreso de
ninguna potencia, salvo que todos los miembros lo acordasen.
Estos eran los términos públicos de la Liga pero —como dice Sanudo— no
faltaron los capítulos “li qualli fonno tenuti assa’ secreti”. Las operaciones
militares contra el ejército francés se reducían al apoyo de los Reyes Católicos a la
recuperación del reino de Nápoles desde Sicilia, mientras Venecia atacaba los
lugares marítimos y Ludovico impedía el envío de refuerzos franceses por el
Norte236. Nápoles quedaba excluido de la liga, como si fuera un objeto y no un
sujeto de la negociación, pero sus embajadores en Venecia manifestaron su
satisfacción por el apoyo prestado contra la dominación francesa237. Desde esta
perspectiva se comprende que Fernando pudiera exigir de su homónimo pariente
y como remuneración de la ayuda que iba a prestarle, la entrega de una cabeza de
puente en Calabria (Reggio, Esquilache, Crotone, Tropea y Amantea) que debía
permitirle en adelante controlar las dos orillas del estrecho de Mesina. En
Florencia, los intentos de Alejandro VI para que se adhirieran a la liga no lograron
que la república —dominada por la fuerte personalidad de Savonarola— rompiera
su alianza con Francia238.
Antes de la publicación de los acuerdos Alejandro VI preparó el terreno
concediendo a Venecia la Rosa de Oro. Cuando la Liga se hizo pública el 7 de
abril, Carlos VIII montó en cólera acusando de traición a la Señoría, por mucho
que el embajador veneciano Trevisan le dijera que Liga no era en contra suya, sino
para la defensa de sus propios estados “perchè intendevano el Turcho faceva
grande armata”. Sin embargo, Carlos se dio cuenta del verdadero objetivo de la
236 Según Guicciardini se preveía que “le genti spagnole venute in Sicilia aiuttasino Ferdinando di
Aragona alla recuperazione di quel reame, il quale, con speranza grande della volontà de’ popoli,
trattava di entrare nella Calavria; e che i viniziani nell tempo medesimo assaltassino con l’armata loro
i luoghi maritimi; sforzassesi il duca di Milano, per impedir se di Francia venisse nuovo soccorso, di
occupar la città di Asti nella quale con piccole forze era rimasto il duca di Orliens; e che a’ re romani
e di Spagna fusse data dagli altri confederati certa quantità di danari acciocé ciascuno di loro
rompesse con potente esercito la guerra nel regno di Francia”; cit. en DE FREDE, C., L’impresa di
Napoli di Carlo VIII. Commento ai primi due libri della “Storia d’Italia” del Guicciardini, Nápoles 1982, p.
334.
237 Según el testimonio de Zurita, el embajador Suárez de Figueroa trató de incluir a Nápoles en la
Liga, pero los venecianos tenían intereses contrastados con los napolitados en la región de la Apulia;
ZURITA, J., Historia..., p. 195.
238 A Alejandro VI le preocupaba especialmente que Florencia pudiera facilitar la entrada de la
armada francesa en el centro de Italia, con el consiguiente peligro para la integridad de los Estados
Pontificios. Florencia podría ceder si se le restituía el control político sobre Pisa, a lo que se oponía
Venecia; cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 88-90.
336 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Liga cuando exclamó en tono desafiante que quebraría aquella cadena “aunque
dixesen que era de diamantes”239.
En Roma se celebró la promulgación de los acuerdos con una Misa solemne
presidida por Pedro de Aranda en la Basílica de San Pedro, que se adornó para la
ocasión con paños de oro y estandartes240. En Milán, Ludovico hizo proclamar la
Liga el 12 de abril con grandes trompetas en la plaza del Duomo, y en Ferrara el
duque Hércules de Este —aunque era aliado de Francia— ordenó que se
celebraran los pactos con una “procesione solenne per tuta questa terra e fallò e
fogi in Piaza”241. Los venecianos celebraron la conclusión de la alianza con uno de
sus incomparables rituales públicos el 12 de abril de 1495, un mes antes de la
segunda entrada de Carlos VIII en Nápoles242.
A la Península Ibérica fueron enviados Bautista Sfondrati —consejero de
Ludovico el Moro— por parte de Milán, y Francesco Capelli y Giovanni Mariani,
por parte veneciana, para la firma de los acuerdos, siendo recibidos los
embajadores “con todos los honores”243. La Liga se publicó el 26 de abril con
grandes manifestaciones festivas, civiles y religiosas, mientras en la Corte se
representó —entre los meses de abril y mayo— la famosa égloga pastoril de
Francisco de Madrid con el objeto de convencer a los embajadores castellanos de
la necesidad de intervenir en Nápoles244.
La firma de la Liga Santa abrió la puerta de Nápoles a la Corona española,
encargada —según los acuerdos secretos— de expulsar a los franceses de sus
asentamientos en el reino. La entidad material y estratégica éste determinó que
ocupase de inmediato el primer rango en la gestión de la política italiana y
mediterránea de la Corona, dentro de un sistema de equilibrio que tenía su núcleo
en Roma. En esa “plaza del mundo” —como llamaba Fernando a la Ciudad
Eterna— se estableció el centro diplomático de todo el dispositivo de alianzas;
desde aquí Garcilaso de la Vega coordinaba la acción de los embajadores y del
cuerpo expedicionario del Sur de Italia245.
A Sicilia acababan de llegar las fuerzas navales de Galcerán de Requesens, y
se esperaba el desembarco de las lanzas de Gonzalo Fernández de Córdoba que, el
Pageantry…, pp. 143-144; sobre la vida festiva de la ciudad cfr. MUIR, E., Civic Ritual in Renaissance
Venice, Princeton 1981.
243 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 2 abril 1495; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp.
293 y ss.
244 Véase el comentaria de esta obra en el capítulo I. 3.3. b.
245 En realidad Garcilaso acompañaba siempre al papa, también en su huída de Roma hacia
Viterbo y después a Perusa, cuyo obispo era el datario Juan López; cfr. ZURITA, J., Historia..., p. 192.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 337
246 En SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante
stara concertado con el rey de Francia, y que tiene en el reyno de Napoles fortalezas que se puedan
bien defender y que no se puedan tomar por fuerça nin se les pueda quitar el socorro por la mar, si
Garçilaso os escriviere que es hecha la liga de nosotros y de los otros principes, en que agora se
entiende, procurares que el rey don Fernando os entregue las mas fuertes de las dichas fortalezas; y
si las entregare, en este caso recebidlas a nombre nuestro”; en Ibidem, pp. 455-456.
248 Bernáldez señala que dejó en Roma a Garcilaso de la Vega “Embaxador del Rey de España por
Alcayde del Castillo de Sanct Angelo con otros muchos españoles, que no se fiaba de otra nacion”;
BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 686. Sobre la huída del papa cfr. Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia...,
p. 86; BISTONI COLANSELI, M. G., La presenza di Alessandro VI a Perugia, en FROVA, C., y NICO
OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp. 255-263.
249 Figueroa obtuvo de Venecia una declaración firmada de esta postura; cfr. SEGRE, A., I prodromi
della ritirata..., pp. 14 y ss. La verdad de la afirmación de Figueroa sobre los preparativos militares en
Perpiñán en el verano de 1495 lo confirman los datos hacendísticos aportados por LADERO GALÁN,
A., “La frontera de Perpiñán”. Nuevos datos sobre la primera guerra del Rosellón (1495-1499), «En la España
Medieval», 27 (2004), pp. 225-283.
338 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
250 Sobre la batalla de Fornovo es fundamental el diario de Alessandro Benedetti empleado por
SCHULLIAN, D. M., Diaria de Bello Carolino, Nueva York 1967; PIERI, P., La crisi militare italiana nel
Rinascimento nelle sue relazioni con la crisi politica ed economica, Nápoles 1934, pp. 302-302-308; sobre los
efectivos militares cfr. MALLET, M. E., L’organizazione militare..., pp. 76 y ss; ver también la reciente
monografía NICOLLE, D., Fornovo, Londres 1999.
251 El embajador de Fenando en Milán —Juan Claver— informa al soberano aragonés de estas
turbias negociaciones en septiembre de 1495; cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La España de los Reyes
Católicos…, t. XVII, vol. II, p. 397.
252 Ver el gráfico IV en el apéndice. Sobre el desarrollo de la campaña italiana es inexcusable la
referencia a PIERI, P., La crisi militare italiana nel Rinascimento nelle sue relazioni con la crisi politica ed
economica, Nápoles 1934; ID., Il Rinascimento e la crisi militare italiana, Turín 1952; ID., Consalvo di Cordova
e le origini del moderno esercito spagnolo, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. III: Fernando el
Católico e Italia, Zaragoza 1954, pp. 209-225; ver también PUDDU, R., El soldado gentilhombre.
Autorretrato de una sociedad guerrera. La España del siglo XVI, Barcelona 1984; LENZI, M. L., Fanti e
cavalieri nelle prime guerre d’Italia (1494-1527), en La pace strega. Guerra e società in Italia dal XIII al XVI
sècolo, Montepulciano 1988, pp. 127-237; la perspectiva francesa de la campaña se puede seguir en los
recientes trabajos de MICELI DI SERRADILEO, A., Beraud Stuart D’Aubigny al servizio della Francia nelle
guerre d’Italia tra il XV e il XVI secolo, «Archivio Storico delle Province Napoletane», 118 (2000), pp.
105-134; PAVIOT, J., Philippe de Cleves Seigneur de Ravenstein, París 1997.
253 Ver gráfico IV de nuestro apéndice. Cfr. PIERI, P., La crisi militare italiana..., pp. 319 y ss.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 339
caballería napolitana254. La batalla de Seminara se saldó con una derrota para las
fuerzas coaligadas, pero Gonzalo aprendió dos lecciones: que su caballería era
notablemente inferior a las lanzas francesas, y que la clave en el nuevo modo de
hacer la guerra estaba en la potencia de fuego. Más adelante veremos las medidas
que adoptó ante este descubrimiento.
Después de Seminara los capitanes decidieron dividir sus efectivos. Gonzalo
se ocuparía de la reconquista de Calabria, mientras Ferrante se dirigía a la capital,
donde entró triunfalmente el 7 de julio de 1495, gracias a la oleada de nuevas
adhesiones que se extendía entre los antiguos nobles napolitanos favorables al rey
francés255. Durante su campaña en Calabria contra los barones que aún se
mantenían fieles a Carlos, Gonzalo decidió emplear el estilo de guerra que había
practicado en Granada: una sucesión de hostigamientos, salpicada de golpes de
mano, de escaramuzas y de emboscadas, que resultará provechosa en el curso del
verano de 1495.
Alejandro VI seguía de cerca la evolución de la campaña, mostrándose el
miembro de la Liga más empeñado en lograr la completa expulsión del ejército
francés. El 12 de mayo animaba al rey de Portugal a sumarse a la Liga, y el 24 de
junio escribía a los Reyes Católicos incitándoles a abrir las hostilidades en la
frontera del Rosellón, pensando que el frente napolitano se tambaleaba256. El papa
multiplicó las ayudas militares a Ferrante II, e intercedió en la reconciliación del
poderoso clan de los Colonna con el rey de Nápoles en agosto de 1495257. El día
25 de este mes le envió al cardenal de Monreale —Juan de Borja— como legado
“confortando et allegrandose de sua Maistà de lo Riamo recuperato. E la Maistà
del Sig. Re lo àpre multo a caro, che de carize et honore le fece multo assaye”258.
En noviembre de 1495 el papa le envió varias bombardas para el asedio de
254 La versión francesa de la batalla en COMMYNES, PH., Mémoires..., p. 605; la opinión del propio
Gonzalo en su carta enviada a los monarcas desde Reggio, 7 julio 1495, en que alude a la
impetuosidad de Ferrante como causa de la derrota, lo que no le impidió —según Guicciardini—
abandonar la lucha cuando las cosas empezaron a ponerse feas; en PAZ, A., Colección de cartas originales
y autógrafas del Gran Capitán que se guardan en la Biblioteca Nacional, «Revista de Archivos Bibliotecas y
Museos», 5 (1901), pp. 335-340; ver también el análisis de PIERI, P., La crisi militare..., pp. 319 y ss;
QUATREFAGES, R., La Revolución Militar Moderna..., p. 120.
255 La noticia de la entrada en Nápoles se la comunicaba Ferrante a Garcilaso el mismo día; RAH,
Salazar, A-11, fol. 103; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, p. 395.
256 Petición reiterada el 6 de agosto 1495; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol.
IV, pp. 371-372, 377-379, 409-410. Los preparativos militares efectuados por los Reyes Católicos en
la “frontera del Perpiñán” en LADERO GALÁN, A., y LADERO QUESADA, M. Á., Ejércitos y armadas de
los Reyes Católicos: algunos presupuestos y cuentas de gastos entre 1493 y 1500, «Revista de Historia Militar»,
92 (2002), pp. 43-103; LADERO GALÁN, A., “La frontera de Perpiñán”…, pp. 227 y ss.
257 Cfr. FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana..., p. 170.
258 Ibidem, p. 172.
340 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
internacional..., vol. IV, pp. 589-590. Para el desarrollo de la campaña cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 81-86.
262 Los frescos debían estar terminados en diciembre de 1495 “quando —según Vasari— vengono
assegnati al pittore due poderi «ex... artificio picturarum... in Arce S. Angeli ac in Palatio apostolico
factarum»”; en COMPANY, X., Alexandre VI i Roma..., p. 303. Véase la bibliografía citada en el
capítulo dedicado a la imagen de los Reyes Católicos en Roma (I. 3.5.)
263 Breve Tam ex litteris, 2 julio 1495; en ASVe, Podocataro, I-603; AZCONA, T. DE, Relaciones de
Alejandro VI..., pp. 155-156; de donde se da por descontada la estancia del duque en el mes de junio.
264 Concesión fechada en Burgos el 6-7 octubre 1495; AHN, Osuna, 844, n. 1; BATLLORI, M.,
265 Alejandro VI solicitaba a Cisneros su mediación para que los reyes “volunt ecclesiam
Romanam pietissimam matrem suam in tot oppressionibus deserere sed illam fortiter adiuvare
contra ipsos gallos arma que maestatibus suis in defensionem Ecclesie tradita sunt, movendo
bellumque pacis inductuum potenter gerendo ut rex ipse Francie alienis restitutis pacem amplecti
flectatur quam toto corde et animo super omnia desideramus ut es pace habita una cum istis rege et
regina illustris aliisque principibus chistianis desideratissimam illam et felicisimam adversus infideles
expedictionem assumere et prosequi valeamus”; Breve Quum sancta Romana ecclesia, 17 diciembre
1495; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 454-456.
266 Carta de Isabel la Católica al doctor Puebla, embajador en Inglaterra, 22 de agosto 1496; en
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, p. 615. El poder de Alejandro VI a Puebla
para firmar la liga con Enrique VII, 15 septiembre 1495; en LÓPEZ DE TORO, J. (ed.), Tratados
internacionales de los Reyes Católicos..., pp. 81-82.
267 Alejandro comunica a los reyes la aceptación de Inglaterra en la Liga por el breve Exposuit et
declaravit, 17 diciembre 1495; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 451-453;
los reyes pretendieron hacer lo mismo con Juan II de Portugal, a quien Alejandro VI animó a
adherirse a la Liga sin conseguirlo; cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 75.
268 Informe de Ruiz de Medina a los Reyes Católicos, 7 julio 1496; RAH, Salazar, A-8, fols. 197r-
CASTELLESI, A., Oratio super foedere inter Alexandrum VI ac Romanarum, Hispaniae et Anglie reges, ed.
Andreas Freitag, Roma 1496; sobre el cardenal Castellesi cfr. PASCHINI, P., Adriano Castellesi, cardinale
di S. Grisogono, en ID., Tre Illustri Prelati del Rinascimento, Roma 1957.
342 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
270 DATI, G., La magna lega, ed. Johann Besicken, Roma 1495-96; los versos citados en CASSIANI,
agentes en Roma, Juan de Monacayo y Garcilaso de la Vega, 12 julio 1495; RAH, Salazar, A-11, fol.
92v (Salazar, vol. I, n. 1052, p. 273).
274 Ibidem, pp. 211-212.
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 343
seguramente”, pero cuando el correo que debía tramitar al duque este mensaje
llegó Valencia en junio de 1496 las velas de su embarcación apenas se divisaban en
el horizonte275.
El duque dejaba en Gandía unas tierras endeudadas y ahora proyectaba en
Italia los sueños de gloria caballeresca que no había logrado materializar en la corte
española276. Una vez más, la realidad no iba a estar a la altura de su quimera. Las
naves que ahora atravesaban las aguas del Mediterráneo le conducían, sin saberlo,
a una mediocre acción militar y una cicatriz en el rostro, infausto presagio de su
futura muerte a orillas del Tíber.
A pesar de estas pequeñas discrepancias, el papa mantenía unas cordiales
relaciones con los soberanos españoles, y el 23 de febrero de 1496 les comunicó la
elección de cuatro nuevos cardenales españoles, que se contaban entre los más
estrechos colaboradores del pontífice y se sumaban a los cinco que ya formaban
parte del Colegio Cardenalicio: Juan de Borja-Lanzol el Menor —obispo de Melfi y
sobrino del papa—, y los valencianos, Juan López —obispo de Perusa y antiguo
datario pontificio—, Bartolomé Martí —obispo de Segorbe—, y al catalán Juan de
Castro-Pinós, obispo de Agrigento277. Dos días más tarde, el papa prometía a los
reyes nombrar a un castellano278.
En el Norte de Italia Fernando reforzaba su alianza con Ludovico el Moro,
a quien Venecia no había perdonado sus tratos con Carlos VIII279. Los Reyes
Católicos estaban enterados de esta maniobra desde el mes de septiembre, y meses
después comunicaron su descontento a la Señoría junto con su deseo de mantener
lo acuerdos de la Liga para lo cual habían ordenado aparejar dos armadas: una en
275 Carta de Fernando el Católico a Diego de la Torre, 10 junio 1496; en BATLLORI, M., El
IV, p. 497.
279 Isabel y Fernando aprovecharon los lazos comerciales para asegurar la amistad con Ludovico,
que en 1496 recibía frecuentes informes de su agente en la Corte española, Francesco Litta; cfr.
FANTONI, G., Milano e Spagna alla fine del Quattrocento: le lettere di Francesco Litta a Ludovico il Moro,
«Quaderni di Letteratura Iberiche e Iberoamericane», 18/20 (1993), pp. 5-28. Fernando por su parte
daba instrucciones a Juan Claver —su embajador en Milán— sobre la forma de tratar al duque,
datadas en 1496 en ARCHIVIO SFORZESCO, Potenze Estere, cart. 654, doc. 165; cit. en LÓPEZ DE
COCA CASTAÑER, J. E., Publicidad en torno al tercer viaje colombino: fragmento de una carta de Juan Claver a
Ludovico el Moro (enero de 1499), en BOSCOLO Y BIBIANO, A. (dir.), La presenza italiana in Andalusia nel
Basso Medioevo, Bolonia 1986, p. 234. Mientras tanto Isabel también se dirigía al duque solicitando su
protección para los mercaderes castellanos instalados en Milán, o interesándose por los familiares de
Pedro Mártir de Anglería, humanista milanés que servía en la corte española; cfr. NAVARRO
ESPINACH, G., El ducado de Milán y los reinos de España en tiempos de los Sforza (1450-1535), «Historia,
Instituciones, Documentos», 27 (2000), pp. 169-170.
344 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
280 El embajador veneciano comunica en diciembre de 1495 que “quei Re se duol che Ludovigho
de Milan habbia fatto pase con Francesi, e rotta la fede dada a la ligha, e se lassa intender che i se’l
tegnirà a mente; e che i ha fatto do armade, una in Catalogua de vente nave del paese, e do grosse
zenoese: l’altra in Biscaia, de quaranta nave”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 416.
281 Cfr. RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., pp. 257-259. El movimiento de capitales para el
sostenimiento de este ejército se realizaba a través del embajador en Roma que en noviembre de
1496 recibiría ocho millones “para la paga de la armada y de la gente de caballo y de pie que está en
Nápoles”; ANDRÉS DÍAZ, R. DE, El último decenio del reinado de Isabel I…, n. 816.
282 En realidad, Ludovico no se fiaba demasiado de los Reyes Católicos, como lo muestra la
petición que hizo a uno de sus agentes para que se informara de la opinión que tenían de él los
soberanos españoles; cfr. BOSCOLO, A., Milano e la Spagna..., pp. 100-101.
283 Informe del obispo de Cartagena, Juan Ruiz de Medina, del 7 de julio 1496; en SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 592-596; para esta misión acompañó a Carvajal el
humanista Tommaso Inghirami, y un séquito de cincuenta y un oficiales, en gran parte españoles,
entre los que se encontraba el maestro de ceremonias Burckardi, que nos ha dejado un relato
detallado de la legación; cfr. BURCKARDI, J., Liber notarum..., pp. 615 y 653 y ss; ver también la
correspondencia —un tanto cáustica— de Inghirami comentada en RUGIADI, A., Tomasso Fedra
Inghirami..., pp. 30-31; y las páginas de ROSSBACH, H., Das Leben und die politisch-kirchliche…, pp. 45 y
ss; las facultades concedidas a Carvajal el 6 de julio de 1496 como legado a latere en BATTELLI, G.,
Per una diplomatica dei nunzi pontifici, en Miscellanea in memoria di Giorgio Cencetti, Turín 1973, p. 545. Su
discurso ante Maximiliano se imprimió después con el título Homilia habita coram Maximiliano Cesare,
LA ALIANZA POLÍTICO-FAMILIAR FRENTE A CARLOS VIII (1493-1495) 345
J. Besicken, Roma 1508; pudo ayudarle en su redacción el propio Inghirami que posteriormente le
dedicará su oración académica Panegyricus in memoriam divi Thomae pronunciada en Santa Maria sopra
Minerva en honor a Santo Tomás y posteriormente editada.
284 Despacho del embajador veneciano, Francesco Foscari, en la Corte de Maximiliano, 11 y 21
agosto 1496; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, cols. 800-801 y 813.
285 Se trata del testimonio de Egasse du Bulèe, que en el siglo XVII recogió numerosos
documentos de la Universidad de París; cfr. BULAEUS, C. E., Historia Universitatis Parisiensis, vol. V:
Ab anno 1400. ad an. 1500, París 1670, pp. 821-822.
286 El abismo insalvable entre las intenciones de Maximiliano y sus frustradas realizaciones
político-militares en KOHLER, A., El Sacro Imperio Romano en la época de Maximiliano, en CHIABÒ, M.,
MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma 2001, pp. 77-84; existe también un
trabajo antiguo que no hemos podido consultar sobre las relaciones de Maximiliano con el papa
Borja REDIK, A., Das Verhältnis König Maximilians I. zur Kirche während des Pontifikats Alexanders VI,
1963; sobre la expedición de Maximiliano a Italia cfr. WOOLFS, M. VON, Die Beziehungen Kaiser
Maximilians. Zu Italien, 1495-1508, Insbruck 1909; WIESFLECKER, H., Kaiser Maximilian I. Das Reich,
Österreich und Europa an der Wende zur Neuzeit, vol. II, Viena 1975; RAINER, J., Maximilian I.und Italien,
en KOHLER, A., y EDELMAYER, F. (eds.), Hispania-Austria..., pp. 132-140. Sobre la guerra de Pisa cfr.
LUZZATI, M., Una guerra di popolo. Lettere private del tempo dell’assedio di Pisa (1494-1509), Pisa 1973; ID.,
Carlo VIII re di Francia, la repubblica di Pisa e un complesso atto di donazione, en Nozze Zampieri-Gualtieri,
Pontedra 1994, pp. 33-39.
287 Ver el proyecto de Carvajal en ZURITA, J., Historia..., pp. 329 y ss; y su idea de una doble
ofensiva contra Francia explicada por él mismo a los Reyes Católicos en su informe de principios de
1497; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. V, pp. 192-194. Sin embargo ni los
Reyes Católicos ni el papa estaban dispuestos a aceptar el control de Pisa por parte de los
venecianos; cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 441 y 446.
346 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
fin era que ya le pesaba [al papa] que Italia estuviese unida y no quería que el rey
de Romanos tuviese libre la entrada para coronarse”288.
288 Sobre la actitud personal de Carvajal véase la correspondencia del humanista Inghirami que le
acompañó durante la legación; cfr. RUGIADI, A., Tomasso Fedra Inghirami..., p. 31; la frase
entrecomillada es de ZURITA, J., Historia..., fol. 121r.
347
Fernández de Córdoba a su aprendizaje italiano, P. Stewart y M. E. Mallet considera que la base del
éxito estuvo en la eficaz organización belico-administrativa de la Santa Hermandad, verdadero
núcleo de las tropas españolas que combatieron en Nápoles; cfr. PIERI, P., Consalvo di Cordova e le
origini..., pp. 11 y ss; STEWART, P., The Santa Hermandad and the First Campaign..., p. 36; MALLET, M.
E., I condottieri nelle guerre d’Italia…, pp. 337-338.
2 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., pp. 429-430. Sobre el empleo de armas de fuego
portátiles en esta época cfr. HALL, B., Weapons and Warfare in Renaissance Europe, Baltimore 1997.
3 Una extensa descripción de esta campaña en la carta dirigida a Isabel de Este por su marido,
capitán de las tropas venecianas; ZAMBOTTI, B., Diario ferrarese…, vol. I, pp. 259-261.
348 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
SARSA, S., La Puglia dagli Aragonesi alle lotte tra Francia e Spagna, en Storia di Puglia, vol. III, Bari 1954;
sobre Francisco Gonzaga cfr. CHAMBERS, D. S., Francesco II Gonzaga, Marquis of Mantua, ‘liberator’ of
Italy, en ID., Individuals and Institutions in Renaissance Italy, Aldershot-Brookfield 1998, VII, pp. 217-
229. Las cartas del embajador en Nápoles —Joan Escrivà de Romaní— informando al rey Fernando
de las operaciones militares y de la necesidad de contar con la ayuda veneciana en PARISI, I.,
L’ambasciatore Joan Escrivà de Romaní…p. 216.
7 El anuncio del matrimonio se dio el 28 de febrero pero, en espera del consentimiento papal, sólo
se consumó en agosto del mismo año; cfr. PASSERO, G., Storie..., p. 105.
8 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, p. 351.
9 Fernando anima a Ferrante a premiar los servicios de Vilamarí en carta dirigida a su embajador
en Nápoles, 29 septiembre 1496; PARISI, I., L’ambasciatore Joan Escrivà de Romaní…, p. 216.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 349
1963, pp. 44 y ss; MALLET, M. E., The Borgias..., pp. 132-137; también SCHAW, CH., The Political Role of
the Orsini Family in the Papal States c. 1480-1534, Oxford 1983.
13 Ver gráfico IV de nuestro apéndice. Cfr. PIERI, P., La crisi militare italiana..., pp. 324 y ss.
14 Informe de Ruiz de Medina a los Reyes Católicos, 7 julio 1496; RAH, Salazar, A-8, fols. 197r-
198r; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 592-596.
15 Cfr. PIERI, P., La crisi militare italiana..., pp. 325-327.
350 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
16 Carta de Alejandro VI al Gran Capitán, 18 julio 1496; RAH, Salazar, A-8, fols. 203-208;
(Salazar, vol. I, n. 796, p. 208); en RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., pp. 272-273.
17 El texto de las capitulaciones se encuentra en GIACOMO, N., Cronica..., pp. 205-206; ver también
RACIOPPI, G., La capitolazione di Atella nel 1496, «Archivio Storico Napoletano», 16 (1896), pp. 863-
870; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 253 y ss.
18 RACIOPPI, L., La capitolazione di Atella..., p. 863; sobre la voluntad de Gonzalo de que se
respetasen los acuerdos de Atella y se liberara a los Orsini cfr. LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de
Córdoba..., pp. 126-127; el 7 de septiembre Alejandro VI escribía a Ferrante II para que se llegase a
un arreglo sobre el asunto de Virginio Orsini de manera que el honor del rey y el del papa quedasen
a salvo; BORRÁS I FELIU, A., Principales fondos concernientes..., p. 24.
19 FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana..., p. 229.
20 Así parece atisbarse en los informes venecianos, y pondrá de manifiesto en la petición formal
que le hará el papa en octubre de 1496; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, cols. 229 y 491. Es posible que
Garcilaso informase de estos hechos al rey Fernando en la carta cifrada enviada desde Roma el 3 de
octubre de 1496; BNM, sig. 9/11, fols. 109-111; hay otra misiva datada el mismo día en RAH,
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 351
Salazar, A-11, fols. 109-111 (Salazar, vol. I, n. 1067, pp. 276-277, de la que da traducción en fol.
125).
21 Cfr. SANTA CRUZ, A., Crónica..., vol. I, p. 152.
22 Cfr. BRUNELLI, G., Ferdinando II..., pp. 193-194.
23 Cfr. SUMMONTE, G. A., Dell’Historia della Città e Regno di Napoli, Nápoles 1640, pp. 523-525.
24 Sobre Federico de Nápoles cfr. VOLPICELLA, L., Federico d’Aragona e la fine del regno di Napoli nel
1501, Nápoles 1908; ID., d’Aragona Federico, en ID. (ed.), Regis Ferdinandi..., pp. 234-240; BENZONI,
G., Federico d’Aragona, en DBI, vol. XLV, Roma 1995, pp. 668-682.
25 D’AGOSTINO, A., Il Mezziogiorno aragonese..., p. 296.
26 Estas palabras se encuentran en un informe dirigido por los reyes al obispo de Catania, y
redactado poco después del acceso al trono de Federico; en RODRÍGUEZ VILLA, A., La reina doña
Juana la Loca, estudio histórico, Madrid 1892, pp. 23-26.
352 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
27 Cfr. SCHIPA, M., Il popolo di Napoli dal 1495 al 1522, «Archivio Storico delle Province
Napoletane», 34 (1909), pp. 294-295; SAKELLARIOU, E., Institutional and Social Continuities in the
Kingdom of Naples between 1443 and 1528, en ABULAFIA, D. (ed.), The French Descent..., pp. 344-345.
28 ZURITA, J., Historia..., lib. 2, cap. 23.
29 Más adelante comentaremos estas donaciones.
30 GIACOMO, N., Cronica..., pp. 210-211; FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana..., p. 245; el
33 La entrevista de Suárez de Figueroa con el dogo tuvo lugar el 19 de octubre de 1496; SANUDO,
apoyasen su proyecto de casar a César Borja con la viuda de Ferrante II; cfr. PELLEGRINI, M.,
Ascanio Maria Sforza. La parabola politica…, vol. II, p. 598.
37 Sólo así se entiende que cuando los embajadores napolitanos fueron a pedir al papa su
consentimiento, “le fo impedita, e sopraseduta, e questo non se sapeva, perche cause se fosse, se
non che multi dicevano, che lo Papa voleva certe terre nelle Riame, e questo durò dui misi”;
PASSERO, G., Storie…, p. 114. El reproche de Fernando el Católico a la Señoría de Venecia por
reconocer a Federico en MALPIERO, D., Annali veneti..., p. 473; también ZURITA, J., Historia..., pp.
300-301.
354 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
campaña que estaba preparando contra los Orsini38. Intereses crematísticos aparte,
Alejandro VI estaba decidido a sostener a la rama Trastámara napolitana para
mantener el frágil equilibrio de Italia, asegurase un aliado y ahuyentar las
veleidades expansionistas de Fernando de Aragón39. Las sospechas sobre el rey
Católico no eran infundadas ya que éste había pensado apoyar militarmente su
candidatura utilizando la armada que acababa de dejar a la infanta Juana en los
Países Bajos para contraer matrimonio con el archiduque Felipe el Hermoso40.
Según L. Suárez, el golpe de fuerza llevaría consigo un cambio en la dirección de la
campaña de Nápoles: la sustitución del segundón del linaje Fernández de Córdoba
—que ya había cumplido sus objetivos militares— por uno de los grandes,
Enrique Enríquez, almirante de la flota de Flandes que debía trasladarse a Italia41.
Sin embargo, en octubre de 1497 Carlos VIII lanzó un ataque sobre el Rosellón
que obligó a los monarcas españoles a desviar sus recursos militares al frente
recién creado en los Pirineos42.
El nuevo monarca napolitano trató de atraerse la benevolencia de los Reyes
Católicos y buscó el entendimiento con Juana de Aragón, temeroso de que
planease el matrimonio de su joven hija, también viuda, con algún pretendiente
extranjero que pudiera arrebatarle el trono. Para ello, Federico cedió a Juana las
tierras de Sorrento, Massa y Vico —que antaño le prometiera Ferrante II—, le
pidió que retomase el cargo de lugarteniente y, en su coronación celebrada en
Capua el 10 de agosto de 1497, cuidó de que no compareciese su esposa Isabella
del Balzo para evitar que surgiera un conflicto de precedencia con la reina viuda43.
El 19 de diciembre de 1496 Alejandro intentó suavizar la tensión
concediendo a los monarcas españoles el famoso título de “Reyes Católicos”, del
que ya tuvimos ocasión de hablar44. Como dijimos entonces, se trataba de un
asunto negociado tres años antes, en el contexto de la inminente invasión de
Carlos VIII y la alianza hispano-pontificia. Pasando por encima de las protestas, el
papa decidió otorgarlo contando con el apoyo de otros cardenales no españoles,
38 Más adelante veremos las gestiones que hizo Federico para que éstos ayudaran al papa en la
recuperación de Ostia.
39 Cfr. BATLLORI, M., Alejandro VI y la casa real..., en ID., La familia de los Borjas..., p. 218.
40 Véase el citado despacho enviado al embajador de Borgoña en el que solicitan a Felipe el
Hermoso que deje partir la armada que había acompañado a la infanta para que pudiera reunirse con
Gonzalo Fernández de Córdoba en Nápoles, y negociar así “con mucho secreto” la política que
debía seguirse ante la sucesión de Federico. Sobre los impresionantes efectivos de esta armada cfr.
LADERO QUESADA, M. Á., La Armada de Flandes. Un episodio en la política naval de los Reyes Católicos,
Madrid 2003.
41 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., El Gran Capitán y la política exterior..., p. 36.
42 Cfr. Sobre los efectivos y las operaciones militares cfr. QUATREFAGES, R., La Revolución
45 El embajador veneciano dice que el papa “ha chiamado da Napoli Consalvo Ferando, che ha
3.000 fanti, et gli vuol dar carico di pacificar quella (se refiere a los desórdenes que habían producido
en Viterbo, Terni o Espoleto), le quali ogni giorno si tagliano a pezzi”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II,
col. 491. No hemos podido consultar la carta cifrada de Garcilaso enviada a Fernando el Católico,
31 diciembre 1496; RAH, Salazar, A-11, fols. 121-125, descifrada en fol. 125 bis (Salazar, vol. I, n.
1075, pp. 278-279).
46 Un análisis de este problema estructural de los Estados Pontificios en SHAW, CH., The Roman
Barons and the Security of the Papal States, en DEL TREPPO, M. (dir.), Condottieri e uomini d’arme..., pp. 311-
325. Véase una localización de los territorios de las principales familias baronales en el gráfico II de
nuestro apéndice.
47 Cfr. PRODI, P., Il sovrano pontefice..., pp. 28-40.
356 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
los parientes del papa y el estado un vínculo orgánico, sino más bien un
antagonismo de familia latente durante la vida del pontífice, y pronta a
manifestarse en cuando falleciera48. Como consecuencia, el Pontificado romano
había estructurado sus territorios en torno al reconocimiento de la dominación
señorial, distinguiendo ciudades sometidas por vía directa a la Santa Sede
(immediate subiectae), y las que estaban ligadas a través de la mediación de un señor
laico o eclesiástico (mediate subiectae) con el que mantenía el papa una relación bajo
la forma de vicariato, basada en el pago de un pequeño censo anual, un juramento
de fidelidad y ayuda militar49. Al no existir un reglamento claro sobre la
jurisdicción pontificia sobre estas tierras, las relaciones entre el dominio directo de
la Iglesia y el dominio útil del señor quedaban a merced de la tradición del lugar y
a la concreta evolución de los vínculos político-económicos entre los dos poderes.
Como señala M. Caravale esta situación hacía que la política pontificia fuera
eminentemente realista y dependiente de la oscilación política de la Península
Italiana50.
Rodrigo de Borja, vicecanciller de la Iglesia desde 1457, era consciente del
desgobierno de los territorios mediate subiectae, donde se consolidaban dinastías
señoriales cada vez más independientes de la Santa Sede, que habían dado la
espalda al pontífice durante la invasión de Carlos VIII51. Exconjurado el peligro,
48 Cfr. CAROCCI, S., Governo papale e città nello Stato della Chiesa. Ricerche sul Quattrocento, en GENSINI,
S. (dir.), Principi e città alla fine del Medioevo, Pisa 1996, pp. 153-154; también GIRAUD, J., L’état pontifical
après le Grand Schisme. Étude de géographie politique, París 1896; MONACO, N., Lo Stato della Chiesa, vol. I:
Dalla fine del Grande Scisma alla pace di Cateau-Cambrésis, Pescara 1971; CARAVALE, M y CARACCIOLO,
A., Lo stato pontificio da Martin V a Gregorio XIII, en Storia d’Italia, vol. XIV: Lo Stato Pontificio da
Martino V a Pio IX, Turín 1986, pp. 139-163; PARTNER, P., The Lands of St. Peter, Londres 1972; ID.,
Lo Stato della Chiesa nel XV e XVI secolo, en Storia della Società italiana, vol. VIII: I secoli del primato
italiano: il Quattrocento, Milán 1988, pp. 399-425; ID., The Papal State: 1417-1600, Conquest and
Coalescence, en GREENGRASS, M. (ed.), The Shaping of the State in Early Modern Europe, Londres 1993,
pp. 25-47.
49 Cfr. CAROCCI, S., Governo papale..., pp. 172-173; una buena descripción cartográfica de este
“mapa virtual” de los Estados Pontificios en PIZZORUSSO, G., Una regione virtuale: il Lazio da Martino
V a Pio VI, en Atlante storico politico del Lazio, Roma-Bari 1997, pp. 63-87, y las tablas 22, 23 y 24.
50 CARAVALE, M, Le istituzioni temporali della Chiesa agli albori dell’età moderna, en FROVA, C., y NICO
OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa. Atti del Convegno (Perugia, 13-15 marzo
2000), Roma 2003, pp. 11-26.
51 Un caso típico es el de la ciudad de Nepi, perteneciente al patrimonio de la Santa Sede y a las
tierras immediate subiectae. Inocencio VIII había entregó la ciudad en feudo al cardenal Rodrigo de
Borja —que ya había sido gobernador de la ciudad en tiempos de Calixto III— y éste, una
convertido en papa, se la entregó a Ascanio Sforza, que después se aliaría con Carlos VIII. Para
evitar traiciones de este tipo, Alejandro VI recuperó esta ciudad poniéndola en manos de su hija
Lucrecia —nombrada gobernadora— y en 1501 lo sustrajo del patrimonio y lo erigió en ducado,
que entregaría a su hijo recientemente legitimado, Juan de Borja; cfr. CARAVALE, M, y CARACCIOLO,
A., Lo Stato Pontificio..., p. 156; TARQUINI, S., y PESIRI, G., Aree strategiche e attenzioni alessandrine, en
CHIABÒ, M., y GARGANO, M. (dirs.), Le rocche alessandrine…, pp. 25-46.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 357
52 Ver gráfico VI del apéndice; cfr. CARAVALE, M y CARACCIOLO, A., Lo stato pontificio …, pp.
146-148.
53 Palabras de Platina que se recogen en el sugerente análisis de REINHARD, W., Le népotisme.
fastos antiguos del possesso, o la iconografía de sus apartamentos en el Vaticano muestran en qué
medida el papa Borja reivindicaba la herencia simbólica del Imperio romano; cfr. MIGLIO, M., Il
ritorno a Roma. Varianti di una costante nella tradizione dell’Antico: le scelte pontificie, en DANESI
SQUARZINA, S. (dir.), Roma, centro ideale della cultura dell’Antico..., pp. 216-220; POESCHEL, S., Alexander
Magnus Maximus. Neue Apekte zur Ikonographie Alexanders des Grossen in Quattrocento, «Römisches
Jahrbuch für Kunstgeschichte», 23-24 (1988), pp. 61-74; PRODI, P., Alessandro VI e la sovranità
pontificia, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa. Atti del
Convegno (Perugia, 13-15 marzo 2000), Roma 2003, pp. 311-338.
358 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
55 PRODI, P., Alessandro VI e la sovranità pontificia, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.),
Alessandro VI e lo Stato della Chiesa. Atti del Convegno (Perugia, 13-15 marzo 2000), Roma 2003, pp. 312 y
ss.
56 Cfr. DE CARO, G., Borgia, Giovanni..., pp. 718-719; GREGOROVIUS, F., Storia di Roma..., vol. V, p.
214.
57 Cfr. CARAVALE, M, y CARACCIOLO, A., Lo Stato Pontificio..., p. 156; TARQUINI, S., y PESIRI, G.,
Aree strategiche e attenzioni alessandrine, en CHIABÒ, M., y GARGANO, M. (dirs.), Le rocche alessandrine…,
pp. 25-46.
58 Ver gráfico IV de nuestro apéndice. Cfr. DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. II, p. 172; BURCKARDI,
J., Liber notarum..., vol. II, p. 15; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 506; PANUNZI, B., La breve
“stagione” di Juan Borgia, tra Bracciano, Ostia e Roma, en LEFÈVRE, R. (dir.), Lunario Romano IX:
Rinascimento nel Lazio, Roma 1980, pp. 503-516; un análisis militar de la campaña en PIERI, P., La crisi
militare…, pp. 326-327.
59 ZURITA, J., Historia..., pp. 331-332.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 359
60 Dice Zurita que Gonzalo Fernández de Córdoba, al enterarse de la paz que el papa estaba
firmando con los Orsini, “apresuró su venida a Roma y envió delante alguna gente a caballo”;
ZURITA, J., Historia..., pp. 333; el papa también había escrito a Fabricio Colonna el 31 de enero para
que le auxiliara contra los Orsini que acababan de derrotarse en Soriano; BORRÁS I FELIU, A.,
Principales fondos concernientes..., p. 24.
61 Despacho del embajador veneciano en Roma, enero 1497; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, p. 465.
62 Ibidem, p. 333.
63 La crónica manuscrita dice que Roma dependía de las vituallas que los Reyes Católicos enviaban
desde Sicilia y Calabria, y ahora interceptaban los rebeldes de Ostia que amenazaban a las naves con
hundirlas a cañonazos, hasta el punto que “había faltado poco que no pudiesen entrar las galeras del
Papa, que habían llegado a la boca del río”; Crónica manuscrita..., p. 293; sobre la importancia
estratégica de la fortaleza de Ostia cfr. AURIGEMMA, M. G., La roca e’ un labirinto. Nascita e sviluppo del
presidio ostiense, en Il ‘400 a Roma en el Lazio, vol. III: DANESI SQUARZINA, S., y BORGHINI, G. (dirs.),
Il Borgo di Ostia da Sisto IV a Giulio II, Roma 1981 pp. 69-87.
64 Véase por ejemplo la apremiante petición del papa dirigida a Federico en octubre de 1497
solicitando la restitución del trigo que le habían enviado los Reyes Católicos desde Sicilia, y que
había sido incautado por las autoridades de Gaeta al refugiarse allí las naves a causa de una tormenta
y el ataque de los piratas; en BORRÀS Y FELIU, A., Cartes d’Alexandre VI..., pp. 302-301.
360 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
65 Ver gráfico IV del apéndice. Cfr. HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El Gran Capitán y los inicios del
Gonzalo ante la ciudadela de Ostia, el capitán afirmaba que sólo deseaba “servir en esto al Sumo
Pontífice y agradar al rey Federico y ensalzar nuestra nación y ganar honra y fama para nosotros y
nuestros descendientes”; Crónica manuscrita..., p. 294.
67 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 16 y ss.
68 SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 538.
69 Archivo Zabálburu, vol. XVII, fol. 142-143; RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., p. 280.
70 Se trata de una familia partidara del príncipe de Viana que había combatido contra Juan II; cfr.
LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de Córdoba..., p. 128; las palabras de Menaldo se recogen en Crónica
manuscrita..., p. 294.
71 Las fuentes venecianas dicen que el sitio comenzó el 23 de febrero, mientras J. Burckardi da la
fecha del 2 de marzo; sobre la toma de Ostia ver SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 539, 547 y 555-
556; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 18-19; Crónica manuscrita..., pp. 294-296;
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 361
CANTALICIO, G. B., De bis Parthenope..., libro I, pp. 20-22; GIOVIO, P., La vita di Consalvo…, pp. 66-
67; ZURITA, J., Historia..., fols. 116-117.
72 Se trata del extravangante informe, redactado por el vizcaíno el 26 de agosto de 1498; cfr. OUY,
G., Le Pape Alexandre VI a-t-il employé les armes chimiques?, «Recueil de travaux offert à M. Clovis
Brunel», vol. II, París 1955, pp. 321-324. En realidad el vizcaíno acusó a la artillería que disparaba
desde las galeras pontificias.
73 Cfr. BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 689.
74 J. Burckardi dice que la rendición fue el 9 marzo, mientras el embajador veneciano la retrasa al
14 del mismo mes, señalando que el vizcaíno “si rendete a esso Ferando [Gonzalo Fernández de
Córdoba] con promessa di farli dar al pontefice ducati 10 milia, et altre conditione ut in capitulis”;
SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 555-556; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 18-19.
75 La noticia del pacto en la crónica napolitana de PASSERO, G., Storie…, pp. 112-113; las palabras
entrecomilladas son de BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 689. La noticia de la toma de Ostia llegó a la
Corte de la Reyes Católicos gracias al informe de los embajadores; el pago al correo data del 10 julio
1497 según el libro de gastos del tesorero Alonso de Morales; ANDRÉS DÍAZ, R. DE, El último decenio
del reinado de Isabel I…, n. 1265.
76 Cfr. SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro VI..., p. 154.
362 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
ante el papa para implorar clemencia, pero el papa no contestó al vizcaíno sino a don Gonzalo
diciéndole: “Domine capitanee, licet hic multorum malorum perpetrator in hanc sanctam sedem et
nos et totam romanam curiam graviter deliquerit, tamen quia Nobilitas vestra eum sub sua
protectione suscepit, nolumus in eum manum apponere, sed ipsum Nobilitati vestre relinquimus,
que cum eo agat ut placet”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 19. El embajador veneciano
dice, en cambio, que “Adoncha Hostia vene a questo modo in man del papa, et li messe custodia,
ma detto don Gonzalvo, reabuto Hostia et inteso de la trieva, voleva ritornar in Spagna et menar
con lui questo Menno di Guerra che a lui si rese, come ho scrito: ma el pontefice non voleva, et
volevalo lui ne la mano. Tamen rimase a don Gonsalvo, et quello lassoe senza farli alcun danno”;
SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 555-556. Sin embargo parece que Menaldo finalmente se marchó
a Francia; Crónica manuscrita..., p. 295.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 363
p. 327; también en ID., Rome and the Rennaissance Studies in Culture and Religion, Londres 1981; los
rumores sobre la decisión pontificia de poner al Gran Capitán al frente de sus tropas se encuentran
en la carta de una persona desconocido a Giovanni Bentivoglio, señor de Bolonia, 20 junio 1497; en
PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., vol. III, pp. 858-859.
83 Cfr. DE CARO, G., Borgia, Giovanni..., p. 719.
84 Se documenta esta privilegiada posición del delfín laico del papa en las ceremonias del 276 de
febrero y 19 de marzo de 1497; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 17 y 19.
85 “Gundisalvus Fernandi, capitaneus, etiam interfuit in dicta capella et nolluit habere locum suum
in gradibus solii pape, sed sedit in banco oratorum laicorum, post oratorem regis et regine
Hispaniarum, et noluit recipere palmam neque post predictum oratorem neque alios: de quo, cum rr.
Dd. Cardinales et alii factum considerarent, mirarentur: suscitatus causam, intellexi id actum asse
prope decem Gandie, filium pape. Nolebat enim predictus Gundisalvus capitaneus quod d. Dux
precederet: in quo tamen ratione non utebatur, sed mala et sinistra opinione propria”. Burckardi
apunta que esta actitud podía deberse “propter ducen Gandie, filium pape”. Además Gonzalo
364 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
prefirió sentarse al lado a los embajadores de los Reyes Católicos y no junto al hijo del papa, lo que
muestra la probable compenetración de éstos; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 19.
86 Sobre el trasfondo político de estos conflitos precedencia cfr. VISCEGLIA, M. A., Conflitti di
precedenza alla corte di Roma tra Cinquecento e Seicento, ID., La città rituale..., pp. 119-190.
87 Se trataba de unos territorios enclavados en la frontera o dentro del reino de Nápoles, que años
atrás había concedido Calixto III a Pedro-Luis de Borja. Durante el siglo XV terriotios como
Benevento había oscilado entre la vigilancia de los soberanos napolitanos y la continua acción de
tutela del territorio por parte de los pontífices (ver gráfico VI en el apéndice); BURCKARDI, J., Liber
notarum..., vol. II, p. 41; recientemente QUESADA, M. A., La provincia di Benevento tra Stato della Chiesa e
Regno di Napoli durante il pontificato di Alessandro VI, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.),
Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp 79-128.
88 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 100.
89 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 9 abril 1497; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p.
329.
90 Se trata de unas negociaciones que habían comenzado en junio de 1496 cuando Fernando
recibió en Almazán a ciertos mensajeros de Carlos VIII. A principios de noviembre se llegó a una
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 365
tregua entre Francia y España valedera hasta el 17 de enero de 1497 que silenció las armas en el
frente del Rosellón, y dio pie a las negociaciones entabladas en Burgos en enero de 1497 que
culminaron en Lyon el 25 de febrero. La discreta negociación de Burgos en MARTÍNEZ DÍEZ, G.,
En el V Centenario de la muerte de Isabel la Católica, Burgos 2004, pp. 41-42.
91 Una copia de la tregua en italiano en ZAMBOTTI, B., Diario ferrarese…, vol. I, pp. 268-272.
92 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 119 y 132.
93 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., pp. 443-444.
94 Sobre el recibimiento en Nápoles cfr. Crónica general…, pp. 47 y ss; el otorgamiento del apelativo
“Gran Capitán” en este momento lo atestigua Paolo Giovio, mientras Zurita lo situa en el cerco de
Atella, en cuyas capitulaciones —como hemos apuntado— aparece este título por vez primera; cfr.
LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de Córdoba..., pp. 133 y ss; RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán…,
pp. 282-287; sobre la imagen de Gonzalo Fernández de Córdoba ver también pp. 515 y ss; DÍEZ
DEL CORRAL, L., El Gran Capitán, figura hispano-italiana, en ID., La Monarquía Hispánica y el pensamiento
político europeo, Madrid 1976, pp. 195-214; NICOLINI, F., Don Gonzalo dei “Promessi Sposi” e la sua
discendenza del Gran Capitano. Schizzo storico d’una famiglia ispano-italiana nel Cinquecento, en Aspetti della
vita italo-spagnuola nel Cinque e Seicento, Nápoles 1936, pp. 11-46.
95 Ver gráfico V en el apéndice; FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana..., pp. 242-243.
366 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
infantes y “da giente a cavallo multa quantitate”, que desfilaban bajo el estruendo
de trompetas y tambores de diverso tipo.
Ante las inquietantes maniobras de Lyon, Federico multiplicaba sus
muestras de reconocimiento hacia los agentes españoles. El 6 de diciembre de
1496 y el 7 de marzo 1497 entregó al embajador Joan Ram Escrivá la posesión de
los lugares de Ostumi y Grottaglio en la Apulia, mientras trataba de ganarse a
Gonzalo concediéndole los títulos de duque de Terranova —el que más usaría en
vida— y de duque de Monte Santangelo, junto a las propiedades de Marzone,
Rocadevalle, Pinello, Montenegro y Torremayor96. Fernando el Católico estaba
informado de ello. El 7 de mayo le escribía a Gonzalo que “esperavamos que en
mercedes vos sera todo remunerado”, y le comunicaba que debía regresar a
España con sus tropas “lo mas presto que pudiéredes [...] porque vuestra estada
allá con la gente de cavallo que alla llevastes nos paresçe que por agora non es
neçesaria”97. Debía entregar todas las fortalezas de Calabria, guarnecidas y seguras,
al virrey de Sicilia —Lanuza—, y traer consigo la carraca que se le enviaba
pagando antes la deuda de tres mil quinientos ducados que pesaba sobre ella.
Sin embargo, Gonzalo retrasó su marcha, y se dedicó a una de sus
ocupaciones favoritas, la de negociar; esta vez sirviendo de mediador entre
Federico y algunos barones —como el conde Sinopli o el príncipe de Salerno,
Antonio Sanseverino— que se habían rebelado contra el monarca napolitano98.
Federico involucró a todo el partido español en la expedición de castigo que
decidió llevar personalmente contra el duque rebelde: a finales de septiembre de
1497 el almirante Bernat de Vilamarí y Gonzalo Fernández de Heredia cabalgaban
a su lado cuando Federico partió de Nápoles99.
Las cosas no se habían calmado en Italia. A la sombra de la tregua de Lyon,
Carlos VIII comenzó a concentrar nuevas tropas en Asti, que anunciaban un
ataque sobre Milán. El duque Ludovico temió entonces que el gran perjudicado en
las negociaciones hispano-francesas fuera él. En junio solicitó a los Reyes
Católicos ayuda militar, a cambio de una contribución económica, si Carlos VIII
rompía la tregua. Desde Roma y Venecia, Garcilaso de la Vega y Lorenzo Suárez
de Figueroa aconsejaron a los reyes el entendimiento con Ludovico, que volvía a
convertirse en pieza clave en las aspiraciones del monarca francés.
El papa no había sido informado de las negociaciones de Lyon, y a fines de
febrero reunió a los embajadores de las diferentes potencias, incluida Nápoles,
96 Sobre las donaciones a Joan Escrivà cfr. RIQUER, M. DE, Los escritores mossèn Joan Escrivà..., p. 93;
y PARISI, I., L’ambasciatore Joan Escrivà de Romaní…, pp. 217. Sobre la actitud de Federico con el Gran
Capitán cfr. RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., p. 281.
97 En SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante
las campañas de Italia, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 20 (1909), pp. 455-456.
98 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 129-130.
99 Cfr. FILANGIERI, R. (ed.), Una cronaca napoletana..., pp. 252-261.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 367
para insistir en la necesidad de mantener los acuerdos de la Liga, que era cada vez
más “itálica”, y menos “extranjera”. Una nota de desencanto se deja entrever en el
discurso del pontífice cuando, comentando la posibilidad de un nuevo descenso
de Carlos VIII en Italia, explicaba que “non si poteva contare sul re di Spagna, che
con quello aveva concluso una tregua, nè sul re dei Romani, disgustato dopo la sua
infausta venuta in Italia di due anni prima”100. Para cubrir estas bajas Alejandro VI
animaba a Florencia a incorporarse a la Liga, ofreciéndole la restitución de Pisa a
su dominio, mientras trataba de convencer infructuosamente a Venecia de que
retirase su apoyo a los pisanos.
Venecia también se mostraba recelosa ante los acuerdos de Lyon y, al tener
noticia de éstos, recriminó a los reyes españoles “che questa non era la fede
promessa più volte, et maxime a la Signoria nostra”101. Isabel y Fernando
contestaron que la Liga no estaba rota, pero que habían pactado con Francia por
tres razones: las potencias italianas habían hecho lo mismo, empezando por Milán;
los italianos no habían cumplido las promesas de situar a su ejército en la frontera
con Francia como había hecho los reyes desplazando sus tropas al Rosellón; y, por
último, los príncipes italianos —y esto iba por los venecianos— no habían
apoyado la intervención de Maximiliano en el contencioso de Pisa.
La respuesta no logró calmar la indignación veneciana, y la Señoría
comenzó a alimentar las sospechas del pontífice anunciándole que, una vez
lograda la paz, Francia y España desencadenarían la Reforma102. El embajador de
los Reyes Católicos trató de tranquilizar al papa asegurándole que sus soberanos
sólo deseaban que su Santidad viviese un poco más honestamente. En cuanto a la
tregua era preferible que los miembros de la Liga se adhirieran igualmente, lo que
ocurrió el 11 de mayo de 1497 cuando los representantes del rey de Francia, el
duque de Milán y la Señoría de Venecia se reunieron en Roma para firmar los
acuerdos en presencia del embajador de los Reyes Católicos Joan Ram Escrivá,
venido desde Nápoles a tal efecto.
Sin embargo Alejandro VI temía ser desplazado de la cuestión napolitana
por Fernando el Católico y Carlos VIII, de manera que decidió estrechar una
alianza personal con Federico. El 9 de junio de 1497 anunció en consistorio
secreto su decisión de investirle como rey de Nápoles, para cuya coronación sería
enviado el cardenal César Borja en compañía de su hermano Juan, duque de
Gandía, a quien dos días antes se le había concedido el ducado de Benevento —
perteneciente al Patrimonio de San Pedro— y los feudos de Terracina y
Pontecorvo en el reino napolitano. Alejandro VI también había recibido la
100 Carta de Ascanio Sforza a su hermano Ludovico refiriéndole las palabras del papa, 1 marzo
1498; en SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro VI..., pp. 154-156.
101 SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 864 y ss; los capítulos del tratado enviados por los Reyes
promesa de Federico de procurar una renta de dos mil escudos de oro al duque de
Gandía y a Jofré de Borja, príncipe de Esquilache103. Para ello el rey napolitano
debía concederles la investidura de algunos condados y tierras —el de Olivete y el
de Monte Fusculo entre otros—, quedando a merced del papa determinar la forma
concreta de su distribución.
De todo aquel entramado de negociaciones y alianzas lo que podía
escandalizar era la enajenación, por parte del papa, de tierras del patrimonio de
San Pedro a favor de su hijo. En este caso, como en tantos otros, Alejandro VI
seguía el ejemplo de Inocencio VIII, cuando —ante la insistencia de Lorenzo de
Medici— había concedido a su hijo, Fraceschetto Cibo, la investidura de
Anguillara junto a otros bienes territoriales, creando así el primer caso de un hijo
de pontífice que se beneficia públicamente de la investidura feudal de tierras de la
Iglesia104. En el consistorio del 7 de junio sólo el embajador de los Reyes
Católicos, junto con el cardenal Piccolomini, se atrevieron a protestar contra esta
decisión pontificia105. El cardenal lo hizo “viriliter et animose” y Garcilaso llegó a
postrarse ante el papa, implorándole que renunciara a esta alienación del
patrimonio de la Iglesia con el que daba tan mal ejemplo106.
Es claro que el proyecto bloqueaba las expectativas de Fernando el Católico,
y fomentaba la animadversión de las familias baronales contra el nepotismo
pontificio107. Con esta medida el papa trataba de asegurar el equilibrio italiano al
margen de las grandes potencias, apoyando a la rama bastarda aragonesa en
Nápoles, y garantizando al mismo tiempo la estabilidad de los Estados Pontificios
a base de un señorío ligado por vínculos familiares a su persona, tal y como habían
hecho en el pasado Pío II, Sixto IV o Inocencio VIII108. En cuanto a Liga, el papa
estaba dispuesto a mantenerla siempre cuando el duque de Milán y el rey Federico
de Nápoles pusieran al servicio del duque de Gandía una condotta de seicientos
hombres de armas y que “le ayudasen con todo lo que podiesen para ganar el
recordándole las cláusulas del pacto firmado “ante suam coronationem”; en BORRÀS Y FELIU, A.,
Cartes d’Alexandre VI..., pp. 15; y la que escribió el papa en la misma fecha a Jerónimo López,
procurador del duque de Gandía, ordenándole que se dirigiera a Nápoles para la ejecución de los
capítulos acordados; en Ibidem, pp. 229-230; la concesión de las tierras que engrandecían el estado de
Esquilache se llevó finalmente a cabo el 29 de julio de 1497; cfr. BORGIA, L., La successione nell stato
feudale di Squillace..., p. 62.
104 Cfr. PELLEGRINI, M., Innocenzo VIII..., pp. 6-7.
105 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 41.
106 Hay que precisar una vez más que el papa Borja no hacía nada que no hubiera hecho antes
Inocencio VIII cuando concedió a su hijo, Fraceschetto Cibo, la investidura de Anguillara junto a
otros bienes territoriales pontificios; cfr. PELLEGRINI, M., Innocenzo VIII..., pp. 6-7.
107 Cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 650; ZURITA, J., Historia..., fols. 123 y ss; ver también el
109 Despacho de Juan Claver —embajador en Milán— a los Reyes Católicos, 23 junio 1497; donde
hace referencia a informes anteriores del 13 de junio; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional…, vol. V, pp. 187-191.
110 Según el informe de Claver, el envío del cardenal no interesaba mucho al papa “y Garcilaso me
para perpretar el asesinato SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 653-654. El propio Ascanio comunica a
su hermano Ludovico, en carta del 20 de junio, que Garcilaso le había confirmado su apoyo y el de
los Reyes Católicos; en PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 859-860.
113 “El Papa hizo muy gran sentimiento por su hijo, e mandó combatir la casa donde estaba
Esforza y la vecindad, e ficieron mucho daño con los tiros la gente del Papa en Roma; e Esforza e
los de su parte se defendieron muy bien, e defendieron las casas donde estaban; e murieron en la
pelea e combate más de doscientos hombres de ambas partes, y allí hirieron a Garcilaso de la Vega y
al Obispo de Segovia Juan Arias, que eran del papa, y viendo el mucho daño que la gente del Papa
hacía, y como destruian por una parte a Roma con las lombardas, Roma se alzaba contra el Papa”;
BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 690.
114 En realidad la presunción de la culpabilidad de César empezó a considerar ocho meses después
del dramático suceso y ni siquiera hoy los historidores han llegado a una conclusión definitiva. Las
fuentes que lo acusan son fundamentalmente florentinas y venecianas; cfr. CLOULAS, I., I Borgia..., p.
186.
370 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
115 Se trata de una operación rapidísima que María Enríquez llevó a cabo entre los meses de julio a
septiembre de aquel año; cfr. PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, p. 408. Los rumores
llegados a España sobre el asesinato del duque de Gandía en BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 689.
116 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 9 abril 1497; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p.
329. Hay que precisar que esta carta —como tantas otras del humanista milanés— tiene
interpolaciones, ya que está informando del asesinato dos meses antes de que ocurriera. En realidad
Anglería trasmite la opinión que cuajó tiempo después, al igual que el cronista Santa Cruz que
escribió su crónica ya entrado el siglo XVI; SANTA CRUZ, A., Crónica..., vol. I, p. 166.
117 Cfr. SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., pp. 116-117.
118 Pensamos que la opinión de L. Suárez se acerca más a la verdad de los hechos, que el
“complot” propuesto por S. Schüller-Piroli; de otra manera no se entendería bien las sinceras
manifestaciones de consideración que Alejandro VI dispensa a los reyes a la muerte del príncipe don
Juan, ni la gallarda actitud del embajador de los Reyes Católicos en la defensa de Ascanio; cfr.
SCHÜLLER-PIROLI, S., Los Papas Borgia..., pp. 242-243; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos.
El camino hacia Europa..., p. 137.
119 ZURITA, J., Historia..., fol. 125.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 371
120 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 47; también BENTIVOGLIO, E., y VALTIERI, S., Santa
Maria del Popolo a Roma, Roma 1976, pp. 44-51. Los ecos literarios, musicales y artísticos —como el
encargo de la Pietà a Miguel Ángel— de la muerte del duque han sido estudiados recientemente por
VOCI ROTH, A. M., Il figlio prediletto dal papa..., pp. 22 y ss.
121 SANTA CRUZ, A., Crónica..., vol. I, p. 166. Desde Milán Juan Claver les relato las circustancias
del asesinado y de cómo el papa “se ençerro en enoio que vuestras altezas pueden pensar”; Informe
de Juan Claver a los Reyes Católicos, 23 junio 1497; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional…,
vol. V, pp. 187-191.
122 Trataremos este tema más extensamente en el capítulo dedicado a la reforma del Papado (III.
3.3.)
123 “Non volemo più atender al governo della Chiesa; ma questi 6 cardinali saranno quegli che
atenderano a elexer uno legato in Spagna, et a la quiete de Italia”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col.
654.
124 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 371-372, sobre la posible marcha de Lucrecia p.
862.
125 Carta de una persona desconocido a Giovanni Bentivoglio, señor de Bolonia, 20 junio 1497; en
127 “Il papa ha chiamado da Napoli Consalvo Ferando, che ha 3000 fanti, et gli vuol dar carico di
pacificar quella, le quali ogni giorno si tagliano a pezzi”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 491.
128 Las actas del consistorio, y la cédula redactada en castellano inserta en ellas, en ASV, Archivio
Concistoriale, Acta Vicecancellarii, 1 (1498-1499); una copia de estas actas en BAV, Barb. Lat. 2874, fols.
2r-6v; el tema ha sido estudiado mientras escribíamos estas líneas por AIT, I., La Santa Hermandad
di Alessandro VI: un progetto di controllo militare dei territori pontifici, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M.
G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp. 37-77.
129 Ibidem, fol. 6v.
130 Sobre la institución de la Hermandad véase la rica síntesis de LADERO QUESADA, M. Á., La
España de los Reyes Católicos..., pp. 199-206; y los trabajos monográficos de BERMEJO CABRERO, J. L.,
Hermandades y comunidades de Castilla, «Anuario de Historia del Derecho Español», 68 (1988), pp. 277-
412; LUNENFELD, M., The Council of Santa Hermandad. A Study of the Pacification Forces of Ferdinand and
Isabela, Florida 1970; MARTÍNEZ RUIZ, E., Algunas reflexiones sobre la Santa Hermandad, «Cuadernos de
Historia Moderna», 13 (1992), pp. 91-107.
131 La presencia de tropas de la Santa Hermandad en el ejército del Gran Capitán en STEWART, P.,
The Santa Hermandad and the First Italian Campaign of Gonzalo de Córdoba, 1495-1498, «Renaissance
Quarterly», 28-1 (1978), pp. 21-37.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 373
132 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 371-372, sobre la posible marcha de Lucrecia p.
862.
133 Informe de Juan Claver a los Reyes Católicos, 23 junio 1497; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
Benevento el 2 de septiembre de aquel año que obedeciesen a Federico de Nápoles; VERGINEO, G.,
Storia di Benevento e dintorni, vol. II: Dall’aquila sveva all’aquila napoleonica, Benevento 1986, p. 109.
135 Carta de Alejandro VI a César Borja, cardenal y legado pontificio en Nápoles, 31 agosto 1497;
cierto recelo por los tratos unilaterales entre los Reyes Católicos y el rey francés: “Fracia e Spagna
dovessi tra loro oltramontani trattare le cose d’Italia senza... saputa degli Italiani”. El desarrollo de la
embajada veneciana en PRIULI, G., I diarii..., pp. 71 y ss; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 741-745,
778 y 865-868; un análisis de la posición de Venecia en PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 114-120.
137 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 129.
138 Ibidem, fol. 132. El cronista Malpiero relata un conversación que mantuvo el dogo de Venecia y
el embajador de los Reyes Católicos durante el mes de noviembre de 1496. Para disuadirle de sus
374 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
tanto Gonzalo Fernández de Córdoba seguía por tierras del reino, sin apenas
comunicarse con sus soberanos, y dedicado a la reducción de barones rebeldes a
Federico —el príncipe de Salerno, los condes de Conza, Lauria y Capaccio— que
se mostraban deseosos de una nueva calatta de Carlos VIII139.
Génova también había aprovechado la nueva situación internacional para
renovar su alianza con los Reyes Católicos en octubre de 1497140. En las
instrucciones que se cursaron para sus embajadores se enumeran las peticiones y
alguna reclamación: entre las primeras se encontraba el permiso de sacar grano de
Sicilia, la solicitación de ayuda militar para asediar la flota francesa que fondeaba
en Tolone, y también acabar con los piratas que entorpecían el comercio genovés;
entre las exigencias se mencionaba la restitución de Pietrasanta tal y como se había
convenido en los acuerdos anteriores. En las instrucciones a los embajadores
ligures, se especificaba que se negociase mejor con Castilla —más favorable a
Génova que la competidora Aragón— y se solicitaba el envío de un embajador
con capacidad de decidir.
Las relaciones con Milán también eran cordiales. El intercambio epistolar
del monarca aragonés con el cardenal Ascanio, así como la defensa que hizo el
embajador castellano en Roma de su inocencia en el asesinato del duque de
Gandía, manifiestan las buenas relaciones entre la Corte de España y la de
Ludovico. Los Reyes Católicos enviaron a los aliados los capítulos de los nuevos
acuerdos adoptados con Francia —ante los cuales “tutti rimaseno suspesi” dice el
embajador veneciano—, y recomendaron a Federico de Nápoles que los respetara
escrupulosamente para no ofrecer a Carlos VIII un pretexto para romperla141. A
quien no satisfizo la tregua fue a Alejandro VI “no porque fuese enemigo de veras
del rey Carlos, con quien trabajaba de poner muy estrecha amistad, pero porque el
rey Católico no le fuese amigo”142. Garcilaso trató de explicarle que la tregua era
un mal menor ante unos príncipes italianos que no quieren “entender en el bien
general sino en sus particulares fines”; y dado que seguramente el rey de Francia
pretensiones de ocupar Tarento, el diplomático español contó al dogo el cuento del enfermo que
queriendo comer, no una, sino dos perdices, acabó por vomitar ambas; y Malpiero explica la
moraleja: “e disse questa cosa vogiando inferir che la Signoria haveva habuo le altre terre delle Pugia,
che la voleva anche Taranto; ma che alla fin la restituirave ‘l tutto”; MALPIERO, D., Annali veneti..., p.
480; la profecía se cumpliría en la primavera de 1509; cfr. COZZI, G., y KNAPTON, M., La Repubblica
di Venezia nell’età moderna. Dalla guerra di Chioggia al 1517, en Storia d’Italia, vol. II, Turín 1986, p. 80.
139 Cfr. FILANGIERI, R., Una congiura di baroni nell castello d’Isola in vista de’ una seconda spedizione di
Carlo VIII (5 agosto 1496), en Studi di storici alla memoria di M Schipa, Nápoles 1942, pp. 3-29.
140 Instrucciones a Benedetto da Porto, canciller, embajador genovés ante los Reyes Católicos, 5
octubre 1497; en CIASCA, R. (dir.), Istruzioni e relazioni degli ambasciatori genovesi, vol. I: Spagna (1494-
1617), Roma 1951, pp. 14-20.
141 El comentario del embajador veneciano en SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 868; los consejos
de Fernando de Aragón a Federico en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. V, pp. 541 y 571.
142 ZURITA, J., Historia..., fol. 141.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 375
143 Informes de Claver desde Nápoles y Carvajal desde Roma; RAH, Salazar, A-11, fols. 13 y 139;
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 137.
144 SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 741-745 y 778.
145 El primer contrato del matrimonio se data el 20 de junio de 1498: Lucrecia debía aportar como
dote cuarenta mil ducados mientras que el rey de Nápoles se comprometía a convertir la ciudad de
Bisceglie en un ducado para el sobrino (ver gráfico VI en el apéndice). N. Rubinstein considera que
con este matrimonio el papa pretendía persuadir al rey de Nápoles para que concediese a César la
mano de su hija Carlota; cfr. RUBINSTEIN, N., Lucrezia Borgia..., p. 11.
146 El ofrecimiento a César de un casamiento con una princesa napolitana no era nuevo, pues en
1492 Ferrante I de Nápoles ya le había ofrecido la mano de su hija natural Lucrecia de Aragón; cfr.
BATLLORI, M., Cesar Borja..., p. 294.
147 En SOTELO ÁLVAREZ, A., La Casa de Aragón de Nápoles (1442-1503) en la historiografía italiana.
valorados en doce mil ducados; cfr. CLOULAS, I., I Borgia..., p. 191; el regesto del inventario de los
bienes de Juan de Borja hecho a instancias de María Enríquez, como tutora de su hijo, en
BURCKARDI, J., Diarium sive rerum..., ed. L. Thuasne, vol. II, p. 9. Pastor Zapata documenta algunos
intentos infructuosos de María Enríquez por recuperar los bienes de su difunto marido y manifiesta
su desconocimiento sobre el éxtito final de esta reclamación presentada por Juan Vera a la
governación valenciana; cfr. PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, pp. 412-413.
151 Ante la dificultad que llevaba consigo su administración desde Gandía, finalmente la duquesa
María se los vendió al propio Fernando el 30 de agosto de 1506, obteniendo un dinero que le
permitiría aumentar el territorio del ducado de Gandía; cfr. BATLLORI, M., La estirpe de los Borjas...,
pp. 57-58; PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de Gandía…, pp. 411 y ss.
152 La descripción pormerizada de estas operaciones en PASTOR ZAPATA, J. L., El Ducado de
153 En SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro VI..., pp. 154-156.
154 Ibidem, p. 155.
155 Sobre este acontecimiento y su reflejo en Roma ver el capítulo I. 3.3. c.
156 La carta de agradecimiento de Fernando el Católico al cardenal Carvajal por el apoyo prestado
a Boil en la expedición de los asuntos de su orden pone de manifiesto que el papa había favorecido
378 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
FERNÁNDEZ ALONSO, J., Instrucción de Alejandro VI a fray Bernardo de Boyl como legado ante los Reyes
Católicos, enero-marzo 1498, «Cuadernos de Historia de España», 31-32 (1960), pp. 173-188; una nueva
trascripción de las instrucciones en GALUZZI, A. M., L’eremita Bernardo de Boil e le Instructiones di
Alessandro VI sulla situazione in Italia alla fine del sécolo XV, «Bolletino ufficiale dell’ordine dei minimi»,
18 (1972), pp. 222-232; aquí utilizamos la de versión mal datada de SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional..., vol. IV, pp. 661-668.
158 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, p. 662.
159 Un informe de esta época sobre los derechos de las partes en litigio en RAMUNDO, G. S., Il
diritto degli Aragonesi sul Napolitano de il ricordo della calata di Carlo VIII in una istruzione di Alessandro VI,
Sulmona 1912, pp. i-vii.
160 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, p. 663.
161 Ibidem, p. 665.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 379
Figueroa, proponiendo para Pisa una forma de gobierno semejante a la que poseía Génova en el
ducado de Milán; cfr. DUPRÉ THESEIDER, E., L’intervento di Ferdinando il Cattolico nella guerra di Pisa, en
V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. III: Fernando el Católico e Italia, Zaragoza 1954, pp.
22-26. Para ganarse a la república, Fernando permitió el envío de trigo desde Sicilia el 31 de octubre
de 1497; RAH, Salazar, A-11 (Salazar, vol. I, n. 118, p. 287).
163 En PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., p. 375.
164 Así se deduce del relato de Zurita cuando comenta que Federico “escribió al Rey Catholico
encarecidamente pidiendole que le quisises ayudar a desviar una cosa tan deshonesta, porque el Papa
no estaba sin esperanza que el Rey [Fernando el Católico] lo tenía por bien con que le dexassen
proveer de todas las dignidades y beneficios que el Cardenal de Valencia tenia en estos reinos”, con
la idea que conceder a César las posesiones del difunto duque de Gandía; en ZURITA, J., Historia...,
fols. 141r-142v.
380 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
la más rotunda negativa165. En carta a César Borja, el rey Fernando dirá que
“oymos lo que de vuestra parte [fray Boil] nos habló; y porque dirá largamente las
causas porque aquello no se pudo fazer, no conuiene aquí repetirlas”166. La carta
que Cristoforo Poggio envió a Mantua el 2 de marzo describe bien la actitud de los
reyes y la zozobra de César:
Intendo etiam el Car.le Valenza non esser per deponere el capello per
non havere risposta de Spagna secondo el desiderio suo circa il stato
del q. Duca de Candia, quale li S.mi Re et Regina de Spagna voleno
specti al figliolo et come catholici hanno disuaso tal depositione. Non
scio mò quello sucederà167.
Sin embargo la paciencia de César tenía sus límites. Dos semanas después,
Poggio escribía que el Valentino “perseverava in dire de voler deponere lo habito
et già lo haveria facto, se da li S.mi Re et Regina de Spagna non li fusse dissuaso li
quali dicono non voler consentire S. S.ta gli dia cosa alcuna de quello del q. Duca
de Gandia, nè etiam de quelle de S.ta Ecclesia”168. La postura de los Reyes
Católicos era bastante clara: ni secularización de César para sustituir su hermano
en sus posesiones de la Península Ibérica, ni alienación de tierras del patrimonio
de la Iglesia para sostener la carrera civil del antiguo cardenal.
Es importante retener esta idea para no considerar exclusivamente los
móviles políticos a la hora de valorar las protestas de los monarcas por la
secularización de César cuando se preparaba ya su viaje a Francia. Antes de que el
pontífice decidiera imponer este nuevo rumbo a su política, Isabel y Fernando
habían mostrado su repulsa a dar cobijo en sus dominios al excardenal, en un
momento en que esta decisión les podría haber reportado nuevas ventajas,
especialmente en sus reivindicaciones al trono de Nápoles. Anglería se refiera a
esta negativa cuando comentando el deseo del papa por otorgar un título civil a
César “elevó consulta a nuestros Reyes, quienes contestaron con la amenaza de
levantar contra él a todos los Príncipes cristianos, si intentaba llevar a cabo tan mal
ejemplo en nuestra religión”169.
Si Alejandro VI decidía apoyar a su hijo César sólo le quedaba “puentear” a
los reyes llegando a un entendimiento personal con Federico de Nápoles, y ésto
165 Cfr. FITA, F., Fray Bernal Boyl. Documentos inéditos..., pp. 163-165; también hay algunas respuestas
Borgia..., p. 504.
169 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 9 marzo 1497; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX,
p. 330.
LA CUESTIÓN DE NÁPOLES (1496-1498) 381
fue precisamente lo que sospechaba Poggio: “e pur se crede non obstante questo
sustitución de César e pur se crede non obstante questo [el papa] lo deponerà cum
animo de satisfare ad la intentione sua cum il megio S.mo Re Federico”170. Para
lograr este objetivo, envió a la Corte napolitana una embajada semejante a la
anterior, que encargó a otro religioso, el general de los agustinos —Mariano de
Genazzano— y al predicador y eremita agustino, Egidio de Viterbo171. El objetivo
de esta legación era la reforma de los monasterios de Campania, pero los religiosos
probablemente llevaban instrucciones secretas para inducir a Federico a acceder al
matrimonio de su hija Carlota con César Borja. Sin embargo el resultado fue un
nuevo fracaso.
Alejandro VI pasó de las buenas palabras a las amenazas. Zurita habla del
“gran sentimiento que el Papa mostró porque no quiso dar el Rey Don Fadrique
[Federico] a Carlota su hija para que casase con Cesar Borja”. A principios de abril
el papa trató de amedrentar a Federico amenazándole con apoyar las pretensiones
venecianas sobre la Apulia, y con volver a llamar a Carlos VIII, que falleció por
aquellos días. Atemorizado ante la “ira borja”, el monarca napolitano acudió a los
Reyes Católicos para que intercedieran por él, pero Alejandro VI pensaba que “a
acabar con el rey Católico que dentro de cierto tiempo daría lugar que se vendiese
lo que el Duque de Gandía tenía en el reino porque quería aquel estado para el
cardenal [César]”172.
Las relaciones de los Reyes Católicos con Federico adquirieron un extraño
cariz, que se vuelve aún más desconcertante ante la ambigua actitud de Gonzalo
Fernández de Córdoba, que retrasaba su regreso a España. El 13 de febrero le
vemos cabalgando junto a Federico y el embajador de los Reyes Católicos —Juan
Fernández de Heredia—, con motivo de la entrada en Nápoles de Federico tras la
expedición punitiva contra el príncipe de Salerno173. El tono victorioso de la
procesión se vio ensombrecido por las oscuras ropas que llevaban “per la morte
della fillia del Re de Spagna [Isabel, casada con Manuel de Portugal]”, y el silencio
que envolvió la corte por expresa disposición de Juana, la reina viuda.
Seis meses después Gonzalo Fernández de Córdoba empezaría a pensar en
regresar a España, donde llegó en enero de 1498. Los reyes le recibieron en
Zaragoza con grandes manifestaciones de aprecio que no ocultaban la necesidad
de hacer cuentas sobre los gastos de la campaña de Nápoles, con la ayuda de su
174 RODRÍGUEZ VILLA, A., Las cuentas del Gran Capitán, «Boletín de la Real Academia de la
Historia», 56 (1910), pp. 281-286; Las Cuentas del Gran Capitán, Madrid 1983.
175 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes Católicos..., pp. 443-444.
176 Estos cambios de embajdores se pueden detectar en los pagos efectuados por Ambrosio de
Morales; ANDRÉS DÍAZ, R. DE, El último decenio del reinado de Isabel I…, n. 1721, 1806, 2260, 2261, etc.
383
1 Sobre las relaciones de Alejandro VI con Luis XII cfr. PÉLISSIER, L.-G., Sopra alcuni documenti
relativi all’alleanza tra Alessandro VI e Luigi XII (1498-99), «Archivio della Società di Storia Patria», 17
(1894), pp. 303-73, 18 (1895), pp. 99-215; ID., Recherches dans les Archives italiennes: Louis XII et Ludovic
Sforza (9 avril 1498-23 juillet 1500), «Biblioteque de l’Ecole Française d’Athènes et de Rome», 65-66
(1896); recientemente MONACO, M., The Instructions of Alexander VI to His Ambassadors Sent to Louis
XII in 1498, «Renaissance Studies», 2 (1988), pp. 251-257; y GILLI, P., Alexandre et la France d’après les
sources contemporaines: physionomie d’une relation diplomatique inconciliable, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y
MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma 2001, pp. 59-76.
2 Las palabras exactas del embajador fueron “I Dio aiuta i boni”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col.
970.
3 Sobre Luis XII cfr. QUILLIET, B., Louis XII, père du peuple, París 1986; BAUMGARTNER, F. J.,
Louis XII, Nueva York 1994; LE FUR, D., Louis XII: un autre Cesar, París 2001.
4 Sobre la tramitación del divorcio y las opiniones dispares sobre su licitud cfr. RENAUD, E., La
beate Jeanne de France, son mariage et le procès de nullitè, «Ami du clergé» 60 (1950), pp. 113-121; MAULDE
LA CLAVIERE, M. A. R. DE, Alexandre et le divorce de Louis XII, «Biblioteque de l’Ecole des Chartres»,
57 (1896), pp. 197-204; VOUTERS, E., Un procès en annullation de mariage au XVIe siècle: Louis XII et
Jeanne de France, Lille 1931.
5 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 150.
384 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
6 Breve Ut pro consuetudine, marzo de 1498; ASVe, Podocataro I-675; AZCONA, T. DE, Relaciones de
Alejandro VI..., pp. 159-160. En cuanto a la alianza concertada con Venecia, ésta era todavía un
proyecto pues la señoría dio instrucciones a sus embajadores de tener “la cossa in longo”; en
SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro VI…, p. 159.
7 El texto de la misiva fue editado en VEGA, G. DE LA, Carta a los Reyes Don Fernando y Doña Isabel
de su embajador en Roma en 1498, San Sebastián 1842, p. 7. Comenta el texto GAMS, P. B., Die kirchen
geschichte von Spanien, Regensburg 1862-1879, pp. 55 y ss.
8 Breve 12 mayo 1498; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. V, pp. 224-225;
348v. Sobre la correspondencia de Flores con la Santa Sede cfr. PÉLISSIER, L.-G., Catalogue des
documents de la Collection Podocataro, «Centralblatt für Bibliothekswesen», 18 (1901), p. 494. En líneas
anteriores hemos comentado las sospechas que la reina Isabel albergaba sobre este legado en Francia
hacia 1490. Su amistad con César Borja se deduce de su apoyo en la fuga que efectuó el hijo del
papa cuando Carlos VIII lo tomó como rehén en su expedición a Nápoles.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 385
11 Esta es la opinión de Monaco ante las instrucciones sobre la política matrimonial de Alejandro
VI que se encuentran en Archivio di Stato de Roma, Archivio San Salvatore ad Sancta Sanctorum
(escrituras diversas), b. 512, n. 34; MONACO, M., The Instructions of Alexander VI..., pp. 254 y ss.
12 Cfr. LE FUR, D., Louis XII…, pp. 232 y ss.
13 A este cambalache diplomático le seguiría la competencia por el apelativo de César, por el
disputaba César Borja y el propio Luis XII, que era aclamado como nuevo César y señor de Italia;
cfr. LE FUR, D., Louis XII…, pp. 239 y ss.
14 Según Woodward, Luis XII había prometido al papa en julio de 1498 no hacer nada en Nápoles
sin contar con su parecer; cfr. WOODWARD, W. H., Cesare Borgia..., p. 132.
15 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp- 118-119.
16 LA TORRE, A, DE, Documentos..., vol. V, pp. 416-424.
386 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
venga de Roma el mensajero que me ha de explicar en qué estado se encuentran los asuntos, pues
éste está pendiente del Sumo Pontífice”; Ibidem, p. 350.
21 En la primavera de 1499 Ladislao se ganaría también el apoyo de Venecia en la obtención de la
nulidad matrimonial con la promesa de que no intentaría conquistar la Dalmacia y que se casaría con
la mujer que la Señoría le propusiera. Sin embargo, al final vencería la candidata de Luis XII, su
sobrina Ana de Foix, que esposó a Ladislao en 1502; cfr. DE BERZEVICZY, A., Béatrice d'Aragon...,
vol. II, pp. 234-236, y 260-261.
22 Carta de Anglería al arzobispo de Braga y de Pamplona, 5 abril 1498; ANGLERÍA, P. M.,
23 Carta de Fuensalida a los Reyes Católicos, 7 julio 1498; en DUQUE DE ALBA, Correspondencia de
Gutierre Gómez de Fuensalida, embajador en Alemania, Flandes e Inglaterra (1496-1509), Madrid 1907, pp.
49-70.
24 Hasta el último momento el embajador Rojas lidió por esta causa tal y como relata el embajador
veneciano el 28 de abril de 1500: “l’orator yspano fa il tutto, per operar non siegui, per caxon di la
raina Beatrice”; SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 186; mientras tanto Ladislao ponía sobre la mesa
la fuerte cantidad de veinticinco mil ducados para pagar la tramitación del divorcio a través de
bancos venecianos; CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E.
(dir.), Relazioni degli ambasciatori veneti..., serie II, vol. III, p. 10.
25 El tratado se encuentra en LÓPEZ DE TORO, J. (ed.), Tratados internacionales..., pp. 116-130;
esperanza] a la Reyna nuestra señora, puesto que no me fabló tan largo, porque
sus obras son siempre mayores que sus palabras”27.
En el mes de agosto de 1498, los informes trasmitidos por el religioso
catalán daban por conocido el hecho de que, en la embajada de junio, el papa
había enviado a Luis XII “la dispensacion que le pide para dexar la muger y casar
con la viuda de Bretaña”28. Añadía que “la dispensacion dizen que es concedida
con que faga dar por muger al Cardenal de Valencia un pupilla muy rica que sta en
Francia. Así que parezeme que todavia la cosa va adelante”29. Dada las malas
disposiciones que tenía el papa con el cardenal Carvajal y con Garcilaso, el
religioso de Montserrat inició sus gestiones entrevistándose con uno de los
hombres de confianza del pontífice, el cardenal Juan López. Desgraciadamente,
Boil escribe que sólo había conseguido “reñir con el cardenal de Perusa diziéndole
quan acordadamente quieren no tener allá ninguno que por Monseñor [Cisneros]
ni por sus cosas faga”, lo que ponía de manifiesto la indiferencia con que era
tratado el agente de Cisneros en Roma.
Boil también había intentado tratar con César “ahunque es peor de
concertar para negociar en cosas semejantes que no el Papa porque quien vela de
noche necesario es que duerma de dia”. Sin embargo en julio el papa tampoco
estaba para muchas audiencias, ya que se encontraba enredado “en desposorios de
su fija Lucrecia”, mientras se rodeaba con una escolta de seiscientos peones
españoles, temeroso quizá de la nueva paz que habían firmado los Orsini y los
Colonna sin su mediación30. Anglería se hacía eco de esta información cuando
escribía al conde de Tendilla que Roma se ha llenado de “facinerosos y
criminales”, mientras el palacio del Vaticano “está franco para las nupcias
nefandas de las hijas del Papa y aún para la Profana Venus”, y las cosas no parece
que vayan a cambiar “mientras el buey [Alejandro VI] empuñe el cetro”31.
Las relaciones de Alejandro VI con los embajadores hispanos se mantenían
tensas y poco podía esperarse de la nueva legación: “Paréceme que nostramo
[Alejandro VI] stá muy duro en conçeder lo que V. S. R. le pide ni han valido
27 Despacho de Boil a Cisneros y a los reyes, agosto de 1498; NÚÑEZ, L. M., Dos cartas interesantes
39-40.
29 En NÚÑEZ, L. M., Dos cartas interesantes de Fr Bernardo Boil..., p. 440.
30 Sanudo confirma la presencia de esta guardia de 600 “provisionati” que se alojaban en el Borgo
—junto a la Basílica de San Pedro—, y de los que se decía que eran sostenidos por el rey de Francia;
cfr. PASCHINI, P., Roma nel Rinascimento, en Storia di Roma, vol. IV, Bolonia 1940, p. 348; el acuerdo
antipontificio de Orsinis y Colonna se basaba en la solicitación del arbitraje del rey napolitano sobre
los feudos de Tagliacozzo y Alba; GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., vol. II, pp. 348 y ss.
31 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 7 julio 1497; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p.
337.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 389
despacho del embajador mantuano, fechado el 18 de agosto de 1498: “E dice il papa che de filioli
del duca de Gandia poco se ne cura, perché sono piú proximi parenti al re di Spagna che a lui, e nati
da una sorella del patre del re predetto”; en LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia..., p. 421. Sobre Juan
de Borja y Enríquez cfr. BATLLORI, M., El nacimiento de don Juan de Borja y Enríquez, tercer duque
borgiano de Gandía, en ID., La familia de los Borjas..., pp. 11-145.
390 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
35 Las disposiciones sobre la pensión que debía recibir su nieto se encuentran en el breve Maiestates
vestre del 3 de septiembre de 1498; ASVe, Podocataro, I-693; en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro
VI..., p. 156. El papa también envió a la viuda ciertas cantidades de dinero “pro fabrica ecclesie terre
Candie” el 27 de junio de 1502; cfr. VOCI ROTH, A. M., Il figlio prediletto dal papa..., pp. 20 y ss). La
bula concediendo el derecho de patronato en AHN, Osuna, leg. 541, 19; PASTOR ZAPATA, J. L., El
Ducado de Gandía…, pp. 409-410.
36 En aquel mes Garcilaso andaba también tramitando la devolución de los bienes de un tal
Gonzalo Ruiz —que debía heredar el tesorero real Gabriel Sánchez—, sobre los cuales César Borja
había puesto la mano. Al comprobar que el pleito no se resolvía, el rey Fernando se quejaba
duramente al papa y al cardenal de Valencia de “aquellos spolios que de mis vasallos se fagan en essa
Corte en donde es razon que en su tiempo sean mas amparados”; carta del rey Fernando a
Alejandro VI, 27 julio 1498; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. VI, pp. 104-105.
37 Esta es la idea que trasmite Anglería cuando escribe desde la Corte de los Reyes Católicos; carta
de Anglería al conde de Tendilla, 7 julio 1497; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, p. 338.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 391
38 Ibidem, p. 338.
39 En NÚÑEZ, L. M., Dos cartas interesantes de Fr Bernardo Boil..., p. 443.
40 Cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 1110; vol. II, cols. 67 y 269.
41 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 151.
392 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Sus Altezas jamas consentiran ni quanto en ellos sera sufriran ni permitiran cosa
fea y de mal exemplo”42. El antiguo ermitaño de Montserrat, cansado de la
corrupción reinante, pedía a los reyes que consideraran “mi reposo y consuelo
desta vejez”, y le sacaran de allí enviándole a una apartada ermita, “que ya no
puedo tener en las piernas de flaco y quebrantado”43.
Cabe preguntarse qué hubiera pasado si Fernando hubiera llevado a la
práctica la idea —que ya barajó en tiempos de Sixto IV— de “mandar salir de la
Curia romana y de las tierras de la Iglesia todos sus súbditos y naturales”44. El
mismo día de la renuncia de César, llegaba a Roma el embajador de Francia, Luis
de Villeneuve, que traía al hijo del papa su investidura como duque de Valences
(Valentinois), que —por ironías del destino— venía a coincidir en el nombre con
el arzobispado de Valencia que acababa de abandonar. Antes de que terminase el
mes y previo informe de una comisión designada al efecto, se otorgaba la bula que
declaraba nulo el matrimonio de Luis XII con Juana de Valois, dando libertad al
rey para que se casara con Ana de Bretaña.
Las relaciones con Isabel y Fernando no mejoraron durante los meses de
septiembre y octubre, a pesar de que el papa tratara de ganarse a Cisneros para que
defendiese en la Corte de los reyes la secularización de César45. En Roma los
procuradores de los Reyes Católicos se limitaban a describir, con despecho e
ironía, las fiestas que se celebraron con motivo de los desposorios de Lucrecia con
Alfonso de Aragón, a quien el rey Federico acababa de donar las ciudades de
Bisceglie y Corato46: “Duraban las fiestas tanto de noche que antes que el Papa se
acostase venia el dia”47. Se ha conservado incluso una Relación de los festinos que se
celebraron en el Vaticano con motivo de las bodas de Lucrecia Borja con Alonso de Aragón,
que refleja el ambiente cortesano y carnavalesco de estas fiestas celebradas a
finales de julio48.
asuntos del matrimonio entre Alfonso de Aragón y Lucrecia, 20 agosto 1498; BORRÁS I FELIU, A.,
Principales fondos concernientes..., p. 29; sobre Alfonso de Aragón cfr. BORSARI, S., Aragona, Alfonso d’, en
DBI, vol. III, Roma 1961, pp. 688-689.
47 Se trata de resúmes de cartas enviadas desde Roma, hechos para Cisneros. Sospecha García
Oro que se deben a Garcilaso y a sus colaboradores, que algún miembro de la corte, tal vez
Almazán, haría resumir. Se conservan en AUC, 106-Z-19, fols. 211r-213v; GARCÍA ORO, J., El
Cardenal Cisneros..., vol. I, pp. 118-121.
48 UHAGÓN y GUARDAMINO, F. R. DE (ed.), Relación de los festinos que se celebraron en el Vaticano con
motivo de las bodas de Lucrecia Borja con don Alonso de Aragón, Madrid 1916; también en CAHNER, M. (ed.),
Epistolari del Renaixement, vol. I, Valencia 1977, pp. 46-48.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 393
Los informes llegados desde Roma describen las diversiones y los crímenes
imputados a César Borja, a quien el rey de Francia ha prometido el título de conde
de Avignon. Corrían rumores sobre las tres damas que le esperaban en Francia: “o
la fija del Rey Federico de Napoles, o la fija de Monsiur de Monpensier, o la fija de
Monseñor de Tuedla”49. El 17 de septiembre George de Amboise, arzobispo de
Rouan que había intervenido directamente en estas negociaciones, recibió el
capelo y se incorporó al colegio cardenalicio.
Los rumores sobre César se confirmaron el 1 de octubre. Los agentes
españoles escriben que el hijo del pontífice “partió de Valencia a Civita Vieja para
enbarcar a Francia. Va en habito de seglar, con su cabellera, riquezas, joyas y
atavios de todo genero, tan ricos que mirari non possunt, lo que va por tierra que es
otro mundo”50. El papa le despidió desde la ventana “porque se temieron que en
ella no non lo podria ver la universalidad y multitud de la gente”. El relato se
detiene a describir la magnificencia de una procesión que “era tanta la trisca de
soldados, roqueros y escuderos todos de libre de terciopelo fasta la rodilla, y
azemilas cargadas de argento y de todo lo necesario [...], que mas parecia que lo de
Burgos quando las bodas del Señor Principe”51. Sin embargo, los Borja no
pecaban de imprudencia, porque “todavia va con su renta, porque si en Francia le
mintiesen, oviese della recurso”.
César se incorporó a la Corte francesa de Chinon en el mes de diciembre, y
—tras una acogida fastuosa— comenzaron las negociaciones para su matrimonio,
ya acordado, con Carlota de Aragón, hija de Federico de Nápoles, que residía en la
Corte francesa52. A la alianza franco-napolitana, Alejandro VI unía también la
amistad con Venecia, con quien había establecido contactos para la formación de
un estado territorial fronterizo, segregando del Patrimonio de San Pedro las
ciudades de Ímola, Forli, Faenza y Pésaro53. El gran perdedor del nuevo equilibrio
italiano era Milán, que tenía sus días contados desde que Luis de Orleans subiera al
trono de Francia, y Venecia le volviera la espalda. Cuando el procurador de los
Reyes Católicos en Venecia se ofreció como intermediario para paz entre la
Señoría y Milán recibió un abucheo general54. La guerra contra el Moro había
comenzado.
mantenía el 24 de julio de 1498, cuando escribía a Gonzalo Fernández de Córdoba que estaría
dispuesto a perder la vida a dar su consenso a aquella unión; cit. en PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol.
III, p. 422. El análisis más detenido del viaje de César a Francia se encuentra en MIRON, E. L.,
Duchesse Derelict. A Study of the Life and Times of Charlotte d’Albret, Londres 1911.
53 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 178.
54 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 128.
394 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
55 En esta época Fadrique de Nápoles trató de concertar otra Liga Santa con los Reyes Católicos;
junto con su esposa Isabel, príncipes herederos de Castilla y Aragón; cfr. DE GÓIS, D., Crónica do
felicíssimo Rei D. Manuel..., vol. I, pp. 69-70; más detalles sobre esta embajada portuguesa en
ALMEIDA, F. DE, História da Igreja em Portugal, vol. II, Lisboa 1968, p. 857.
58 Ibidem, p. 70.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 395
59 Ibidem, p. 70.
60 ZURITA, J., Historia..., fol. 159v.
61 Cit. en PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 425.
62 ZURITA, J., Historia..., fol. 159v.
63 Los rumores son trasmitidos por los embajadores venecianos; cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. II,
1522), Madrid 1982; ID., Fuentes para el estudio del Consejo Real de Castilla, Salamanca 1986, pp. 281 y
248.
396 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
65 Carta en cifra de Fernando el Católico a Felipe Ponce e Íñigo de Córdoba, 7 septiembre 1498;
RAH, Salazar, A-11 fol. 194 (Salazar, vol. I, n. 1127, p. 290); ver también ZURITA, J., Historia..., fol.
157v.
66 El embajador veneciano informa que “li oratori son zonti a Viterbo quali vieneno con garbe
parole, per qual s’intende”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 250. El cardenal de Monreal, Juan de
Borja el mayor, se encontraba en esta ciudad con las tropas pontificias para reprimir la lucha de
partidos que había estallado en la ciudad. Parece ser que el cardenal Borja logró restablecer la paz en
la ciudad con despiadada determinación; DE CARO, G., Borgia, Giovanni…, p. 715; también BARBINI,
B., Fazioni in lotta a Viterbo al tempo di Alessandro VI, «Biblioteca e Società», 4 (1982), pp. 17-20; PINZI,
C., Storia della città di Viterbo, vol. IV, Viterbo 1899-1913, p. 381.
67 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 250.
68 El tema lo tratamos al estudiar las medidas que tomó el papa tras el asesinato del duque de
Borja…, p. 40. Véase también el capítulo dedicado a la reforma del clero (III. 3.2.)
70 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 120.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 397
71 Sobre el desarrollo de esta turbulenta embajada disponemos del testimonio de los embajadores
venecianos, el del maestro de ceremonias pontificio, y el posterior análisis de Zurita, que debió
contar con un rico material documental ya que aporta ciertos detalles inexistentes en los otros
relatos. En cambio no hay ni una mera alusión a la embajada en las actas de consistorio que hemos
consultado, como si se hubiera dispuesto que no quedara ni rastro del infausto episodio; cfr.
ZURITA, J., Historia..., fol. 159v; SANUDO M., Diarii..., vol. II, cols. 279 y 836; BURCKARDI, J., Liber
notarum..., vol. II, p. 120.
72 ZURITA, J., Historia..., fol. 157v.
73 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 279.
74 ZURITA, J., Historia..., fol. 159v; sobre el conocimiento que se tenía en la Corte de los Reyes
Católicos sobre las prácticas simoníacas de la elección recuérdese la carta de Anglería al familiar del
papa, Alejandro Prado; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 214-215.
75 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 279.
398 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
76 “Poi li oratori introrno a dir che Dio lo haveva tochato in le morte del duca di Gandia, et a
Valenza prima di farlo cardinal, disfarlo e farlo tuor moglie. Rispose il Papa con colera ‘I reali vostre
è sta più tochati da Dio, che li ha spento la prole e posterità, et a dà altri per haver messo le man a le
cosse ecclesiastiche’”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, cols. 279 y 385.
77 ZURITA, J., Historia..., fols. 159v-160r.
78 Resulta extraña esta acusación sobre la posesión ilegítima de la isla de Sicilia cuando fue el
82 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 343; el despacho del embajador de Hércules de Este en
colaborando estrechamente con los embajadores de los Reyes Católicos, 2 enero 1499; en SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Política internacional…, vol. V, pp. 349-351.
85 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 160r; también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El
que hallan tenido lugar tres encuentros con el papa puesto que Burckardi sólo describe el del 24 de
enero, mientras Sanudo registra el del 25 de enero como la tercera audiencia que los embajadores de
los Reyes Católicos tuvieron con Alejandro VI; cfr. BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 120; y
SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 385; ZURITA, J., Historia..., fol. 160; ignoramos de donde saca la
fecha del 3 de enero PEPE, G., La politica dei Borgia…, p. 127.
87 Cfr. BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, p. 120.
400 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
las localidades de Alba, Tagliacozzo, y la baronía de Carsoli; COPPI, A., Memorie Colonnesi compilate,
Roma 1855, pp. 234-236.
91 En el despacho de Feltrino dei Manfredi se dice que el carnaval se desarrolló sin particulares
violencias “perchè gli spagnoli quel giorno no se sono mancho reserati che sogliano fare li Judei el
Vernerdì Sancto”; en ADEMOLLO, A., Alessandro VI, Giulio II e Leone X nel carnavale di Roma.
Documenti inediti (1499-1520), Florencia 1886, pp. 25 y ss.
92 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, pp. 352-353.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 401
proponer al Santo Padre el abandono de la amistad francesa y la concertación de una alianza con
Maximiiliano contra Venecia, prometiéndole la adquisición de Rávena y Cervia, y un matrimonio
digno para César, a quien se entregarían cien mil ducados por la recuperación de las tierras que
habían pertenecido al duque de Gandía; cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 427; PÉLISSIER,
L.-G., Sopra alcuni documenti relativi all’alleanza tra Alessandro VI e Luigi XII (1498-99), «Archivio della
Società di Storia Pa tria», 18 (1895), pp. 106 y ss.
94 Luis XII prometía a Venecia la posesión de Cremona y la Ghiara d’Adda, y el derecho a no
colaborar con Francia en la conquista del ducado de Milán, a cambio de una contribución de cien
mil ducados; PRIULI, G., Diari..., vol. I, pp. 109-115; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, pp. 453-455.
95 La carta de Alejandro VI al rey Federico recordándole el compromiso de otorgar el condado de
Terranova, 23 enero 1499; en BORRÀS Y FELIU, A., Cartes d’Alexandre..., pp. 309-310; la de la entrega
del principado de Salerno y la ciudad de Sanseverino, 18 noviembre 1499; en Ibidem, p. 313.
96 Cit. en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 180.
97 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 428.
98 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 531.
402 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
otros fines”, y “por estorbar mejores inconvenientes y daños, contentose con que
el papa hiciese algo de lo que se le pedía”99. Se retomó entonces la antigua
dinámica política del do ut des: el 20 de marzo el papa anunció en consistorio
público, y “con gran alabanza del rey Católico”, la restitución de Benevento al
Patrimonio de San Pedro; prometía alejar a sus hijos de Roma y retomar la
reforma de la Iglesia100. A cambio, Fernando el Católico prometería fidelidad al
papa, y le dejaba manos libres en la provisión de los beneficios de César,
especialmente el arzobispado de Valencia101.
Semejantes cambios de actitud exigían un relevo diplomático: Garcilaso —
quemado ya con el pontífice— debía abandonar Roma, y ceder su puesto a un
eclesiástico reformador de la talla de Pascual de Ampudia —obispo de Burgos y
confesor de la reina— que fue enviado a la Ciudad Eterna en marzo de 1499102.
Zurita señala que “el papa estaba muy temeroso por la ida de este prelado,
creyendo que en tal coyuntura no podía ser sin su gran misterio”, lo que manifiesta
que el religioso no debía gestionar únicamente asuntos de la reforma, sino algo
“principal” que al final no se obtuvo103. Probablemente estaba detrás la reina
Isabel ya que —como dice el embajador veneciano— Ampudia se dirigía
“celeramente” al encuentro del papa “a far reverentia et impetrar cosse contra la
consientia soa”. Por eso el prelado no había venido “come orator” sino como
“privato”, aunque portase cartas de creencia. Da la impresión que la reina probaba
otra manera más discreta de reconvenir al pontífice que no fuera la pública
protesta ideada por Fernando, que se había demostrado infructuosa. Pero
Ampudia llevaba también un importante despacho diplomático que tratar con el
oratori yspani per darli pasto il papa havia in consistorio ritornato la cità di Benevento a la chiesia, e
questo a requisition di le regie alteze ispane, et spera per questo haver a disponer di l’arzivescoado di
Valenza”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 562.
102 En marzo de aquel año el embajador veneciano anota que se espera la llegada de un orador
obispo de España, mientras “Garcilasso orator vechio non è ancora partito [porque] non ha avuto
licentia da’ soi reali”. SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 531.
103 Zurita dice que el papa se ganó a Ampudia a base de mercedes, y “no le dejó ninguna cosa de
las que llevaba a cargo y púsose indiscretamente como hombre que sabía poco del siglo, y en aquel
género de negocios en abonar la persona del rey como si fuera tiempo de semejante plática, y no
sólo no se acabó en lo principal, cosa que fuese de momento, pero aún lo de la reformación se fue
entibiendo”; ZURITA, J., Historia..., fol. 161v.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 403
pontífice. Se trataba de la dispensa para poder casar a la infanta María con Manuel
de Portugal, esposo de su difunta hermana, y a la infanta Catalina con Arturo, hijo
primogénito del rey de Inglaterra.
Ampudia llegó a Roma el 23 de marzo y se marchó el 12 de abril. J.
Burckardi nos lo describe participando en algunas ceremonias con el papa en un
momento en que los procuradores de los Reyes Católicos no comparecían en
ellas104. El embajador veneciano dice que el papa “li ha fatto grande honor e
careze”, añadiendo que en la capilla ya se hablaba de concilios o de amenazas, sino
sólo de devolver Benevento a la Iglesia105. Según el testimonio de Zurita y Sanudo,
el papa logró esquivar al prelado español prometiéndole el capelo cardenalicio, a
cambio quizá de que facilitase la concesión del arzobispado de Valencia para Luis
de Borja106.
Durante los meses de marzo, abril y mayo no se suavizó la tensión entre
Alejandro VI y los embajadores que contaban con el apoyo de Garcilaso y del
obispo de Cartagena, Juan Ruiz de Medina, el cual solía abandonar la capilla
pontificia cuando el papa recibía a los embajadores franceses107. El 17 de abril,
haciendo causa común con la “nación española”, Juan Ruiz, Garcilaso y los dos
procuradores se dirigieron al Vaticano a caballo acompañados de una “magna
multitudine nationis hispane usque ad numerum LXX vel circa”108. Mientras tanto
Carvajal, Juan López y Juan de Borja actuaban como mediadores entre los
embajadores que insistían en “la reformación”, y el pontífice que exigía a cambio
la devolución de Sicilia por parte del rey Católico109. Era todo un reflejo del
extremo al que habían llegado las paradójicas relaciones de unos reyes que se
sentían responsables de la reforma de la Iglesia y un papa que se comportaba
como un príncipe.
La llegada a Roma, a fines de mayo, de la noticia del casamiento de César
Borja con Carlota d’Albret —hermana del rey consorte de Navarra, Juan II, y
pariente de Luis XII— inclinaron al pontífice definitivamente hacia Francia y
104 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 133 y ss.
105 “il papa li ha fatto grande honor e careze, e in capella, essendo con li episcopi, lo fece suo
assistente apresso la carega, e più non si parla di concilii e di manaze, maxime da poi il redur di
Benivento a la chiesia”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 581.
106 El despacho del embajador veneciano del 18 de abril de 1499 dice que “Lo episcopo di Borges
è partito, va in Spagna carezzato dal papa acciò asseti, e li à promesso il cardinalato; et il papa à cargà
li oratori ispani hanno dito più di quello doveano, per istigation di domino Garcilasso”; SANUDO,
M., Diarii..., vol. II, col. 640.
107 Cfr. BURCKARDT, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 131 y ss. Conviene recordar que la
configuración espacial de los asientos en capilla pontificia reproducía la imagen de una situación
política tan nítida a ojos de los contemporáneos que Julio II se vio obligado a regularlo en el Ordo
regum et principum de 1504; VISCEGLIA, M. A., Conflitti di precedenza alla corte di Roma..., pp. 125 y ss.
108 BURCKARDT, J., Liber notarum..., vol. II, p. 133.
109 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 163v.
404 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
110 Cfr. MIRON, E. L., Duchesse Derelict. A Study of the Life and Times of Charlotte d’Albret, Londres
1911.
111 CARAVALE, M, y CARACCIOLO, A., Lo Stato Pontificio..., pp. 151-152; también VIVANTI, C., La
storia politica e sociale. Dall’avvento delle signorie all’Italia spagnola, en Storia d’Italia, vol. II, Turín 1974, pp.
360-364; de nuevo MIGLIO, M., y OLIVA, A. M., Alejandro VI..., pp. 105-106; el objetivo de un
estado centralizado explícitamente atribuido a Alejandro VI en AUBEMAS, R., I tragici anni..., p. 195.
112 Despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el Moro, 3 junio 1499;
dejasen disponer —ante omnia— de las sedes de Valencia y Coria, mientras daba
vía libre a la concesión del indulto solicitado para Cisneros sobre la libre
disposición de beneficios, y accedía a nombrar a un cardenal “ad instantia de
quelle Regie Mta”.
Según el despacho milanés, el papa reprochaba a los reyes que su política
reformadora de los monasterios obedecía a fines crematísticos, “ne la quale quelle
Alteze mirano solo a guadagno”, y ponía como ejemplo la acaparación de las
rentas del maestrazgo de Santiago y de las grandes sedes episcopales, “li quali
quelle Alteze dano a fratri et persone ville, che se contentano de poca cosa, et loro
goldeno el resto”. Alejandro VI se quejaba de que los reyes sólo buscaban su
propio beneficio en las cosas que le solicitaban, “et non a la emendatione de la Sua
Sta”, y que sus indignación era sólo consecuencia del comportamiento de César y
aproximación a Francia. Sobre este tema poco se podía hacer, porque César ya
había contraído matrimonio y no podía retomar el capelo; de todas formas el papa
les anuncia la llegada a la Corte española de embajadores franceses que, entre otras
cosas, “hanno commisione de mitigare li animi di quelli reali cum N. Se et
extinguere el sdegno concepto per dicto caso de Valentia [César Borja]”114. La
situación no podía ser más paradójica: el papa que solicitara la ayuda española
contra la amenaza de Carlos VIII, utilizaba ahora la mediación de Luis XII para
recuperar el favor de sus antiguos aliados.
Para tener propicios a Isabel y Fernando, el pontífice tomó nuevas medidas
destinadas a alejar a sus hijos de Roma y asegurar algunos enclaves de sus Estados.
En agosto de 1499 envió a Espoleto a su hija Lucrecia —en compañía de Jofré—
nombrándola gobernadora de esta ciudad, de Foligno, y señora de Nepi desde
octubre de 1499115. Además de asegurar el control territorial de los alrededores de
Roma, gesto indica la connivencia pontificia con el ejército francés que en aquel
momento estaba invadiendo el Milanesado con la participación de César Borja,
mientras Espoleto se convertía en un baluarte que debía impedir cualquier
movimiento de tropas que desde Nápoles pudiera acudir en ayuda del duque de
Milán116. El papa estaba poniendo las bases de un sistema de fortificación
moderno destinado a defender los dominios familiares dentro del Estado
Pontificio, y que se materializaría en la construcción de las “rocas alejandrinas” de
Nepi (1499), Civita Castellana (1499), Nettuno (1501-1503) y Castel Sant’Angelo
en Roma desde 1495117. El pontífice aprovechó entonces para estrechar lazos con
los Orsini, mientras mostraba públicamente su enemistad con Federico y sus
aliados, los Colonna. Alejandro VI también tenía duras palabras contra los Reyes
Católicos, ya que —según testimonia el embajador veneciano por estas fechas— el
papa “è nimico della Spagna et pocho stima quelli reali, et di le parole disseno lo
orator yspani fu gran causa Garcilaso orator vechio”118.
Los días de este caballero-embajador estaban contados; con todo, no se
marchó de Italia sin augurar al papa en su última audiencia que pronto quedaría
degradado a capellán del rey de Francia, y se vería obligado a regresar a su tierra
natal solo y abandonado, sin barcos y sin séquito, en un miserable bote de remos
—un buchiello—, si es que lograba hacerse con alguno gracias a la misericordia
divina119. A principios de julio partía Garcilaso de Civitavechia hacia Nápoles para
tratar el regreso a la Península Ibérica de la reina Juana, viuda de Ferrante I y
madrastra del rey Federico, quien se opuso rotundamente a este viaje120. Con la
marcha de Garcilaso se ponía fin a una época en las relaciones hispano-pontificias
y comenzaba una nueva búsqueda del equilibrio diplomático de la que se
encargaría su hermano, el antiguo embajador de Venecia, Lorenzo Suárez de
Figueroa, que llegaría a Roma en octubre de 1499121. La situación era lo bastante
tensa como para que recomendaran al nuevo embajador que no comiera fuera de
casa para evitar el posible peligro de envenenamiento122. El viaje de Juana de
Aragón a la Corte española, suponía el último intento de la hermana del rey
Católico de lograr la intervención de los monarcas españoles en el sostenimiento
de la rama Trastámara napolitana, contando o no con Federico123.
117 Ver gráfico VI del apéndice. Cfr. CHIABÒ, M., y GARGANO, M. (dirs.), Le rocche alessandrine e la
causa el rey se había movido principalmente a hacer tanta demostración”; ZURITA, J., Historia..., fol.
163v; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 836.
119 Despacho de G. Lucido Cattanei —procurador en Roma— al duque de Mantua, 2 agosto
1499; LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia…, p. 509; también SCHÜLLER-PIROLI, S., Los papas Borgia...,
p. 272; y MALLETT, M., The Borgias..., pp. 168-169.
120 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 912.
121 La letras de paso para Lorenzo Suárez de Figueroa son del 27 septiembre 1499; en LA TORRE,
A. DE, Documentos..., vol. VI, pp. 201-202. En Roma sería Felipe Ponce quien le pasaría el relevo de la
embajada ya que Garcilaso se había marchado en julio.
122 Más adelante veremos que el consejo no era infundado.
123 Aunque el móvil del viaje aducido por Juana era el de consolar a Isabel y Fernando por la
reciente pérdida de su hijo primogénito, es indudable que semejante decisión debía obedecer a
razones políticas muy personales de Juana que logró zarpar de Nápoles el 7 de septiembre de 1499
sin el beneplácito del rey Federico; DORIA, P., Giovanna d’Aragona..., p. 489; LA TORRE, A. DE., Juana
de Nápoles. Su venida a España en 1499, en Studi in honore di Riccardo Filangieri, vol. II, Nápoles 1959, pp.
245-248.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 407
124 Tras la muerte de su esposa, Beatriz de Este, el 2 de enero de 1497, Ludovico el Moro había
enviado a sus embajadores a Costantinopla para concertar su matrimonio con una hija de Bayazet.
Las bodas no tuvieron lugar pero sí el apoyo turco contra Venecia; cfr. BOSCOLO, A., Milano e la
Spagna..., p. 104.
125 Informe de Joan Escrivà de Romaní al rey Fernando informánole de los movimientos de los
turcos y de las intrigas de las potencias italianas, 11 agosto 1499; PARISI, I., L’ambasciatore Joan Escrivà
de Romaní…, p. 221.
126 Véase el gráfico VII (primera campaña) en el apéndice. Desde la conquista veneciana de Cervia
y Ravena, y por la tiranía de algunos vicarios pontificios, ciudades como Faenza, Forli, Ímola o
Rímini se habían convertido en centros autónomos que se regían, de hecho, “quasi separate dal
dominio ecclesiastico”; cfr. PEPE, G., La politica del Borgia..., pp. 158 y ss; SASSO, G., Machiavelli e
Cesare Borgia..., pp. 4-5; véanse los recientes trabajos de ANGIOLINI, E., La politica dei Borgia in
Romagna, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp. 147-
174; PEDRETTI, C. (dir.), Leonardo, Machiavelli, Cesare Borgia. Arte, storia e scienza in Romagna (1500-
1503), Roma 2003.
127 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., p. 129.
128 SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 536.
408 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
degli ambasciatori veneti..., serie II, vol. III, p. 6; también en SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 844.
132 En junio de 1499, el embajador Girolamo Donato, comunicaba el siguiente despacho a la
Señoría: “Niun poteva col Papa, ma solo lui feva quello li pareva, licet do siano li primi apresso soa
Santità, videlicet el cardinal Capua, olim suo datario, et il nipote cardinal Borgia, et non ha
consultori”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 836-837.
133 El dominio francés sobre Milán y la favorable acogida de las autoridades locales ha sido
estudiado por ARCANGELI, L., Gian Giacomo Trivulzio marchese di Vigevano e il governo francese nello Stato
di Milano (1499-1510), en CHITTOLINI, G., Vigevano e i territori circostanti alla fine del Medioevo, Milán
1997, pp. 15-80; ID. (dir.), Milano e Luigi XII. Ricerche sul primo dominio francese in Lombardia (1499-
1512), Milán 2002; GIANNINI, M. C., Note sulla dialettica politica del Ducato di Milano prima del suo ingresso
nell’impero di Carlo V (1499-1535), «Archivio Storico Lombardo», 127 (2001), pp. 29-60.
134 ZURITA, J., Historia..., fol. 168.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 409
135 La legación de Juan de Borja se hizo de espaldas al Moro, contra el que tuvo el prelado un
duro discurso ante la Señoría; cfr. DE CARO, G., Borgia, Giovanni..., pp. 714 y ss; PEPE, G., La politica
dei Borgia…, pp. 150-153; SORANZO, G., Il tempo de papa Alessandro VI…, pp. 163-164; las fuentes
narrativas sobre esta legación son BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. II, pp. 158-161; PRIULI, G.,
Diari…, vol. I, p. 159; vol. II, 187-188.
136 PIERI, P., Politica estera di Venezia ai primi del ‘500, en ID., Scritti vari, Turín 1966, pp. 121-161,
J., Liber notarum..., vol. II, pp. 176-178; sobre Catalina Sforza cfr. BREISACH, E., Caterina Sforza. A
Renaissance Virago, Chicago-Londres 1967; Caterina Sforza. Una donna del Cinquecento. Storia e arte tra
Medioevo e Rinascimento, Milán 2000. El dato de las tropas españolas que combatían al lado de César es
de Gonzalo Fernández de Oviedo, instalado entonces en Italia; AVALLÉ-ARCE, J. (ed.) Las memorias
de Gonzalo Fernández de Oviedo, vol. I, North Carolina 1974, p. 626.
138 Carta de Anglería al conde de Tendilla, 5 marzo 1500; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX,
p. 401.
139 CORIO, B., L’Historia di Milano..., fols. 941-942. Zurita considera que, aunque las relaciones
gravissimo et ha suspetto de haver bevuto. Li fu ditto al principio chel non manducase fora de casa
sua”; despacho de G. Lucido cattanei —orador de Mantua en Roma— al duque de Mantua, 13
enero 1500; LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia…, p. 514.
143 CANTALICIO, G. B., De bis Parthenope..., libro I, pp. 27-28.
144 BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 694; ZURITA, J., Historia..., fol. 182v; ver también el análisis de
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión hacia Europa..., pp. 197-198.
145 P. Doria afirma que Federico decidió aceptarlo demasiado tarde, cuando Fernando el Católico
y Luis XII ya habían firmado la repartición del reino; cfr. DORIA, P., Giovanna d’Aragona..., p. 488; el
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 411
platearse el primer proyecto con condiciones más duras que ponían de manifiesto
que Fernando el Católico ya no intervendría en Nápoles para sostener a Federico
si no se aseguraba con ello la posesión, al menos, de la Calabria.
Según el testimonio de Anglería, Juana era la primea interesada en este
matrimonio pero “Nuestros Soberanos dan largas al asunto”146. Bernáldez, en
cambio, parece más optimista cuando afirma que “el Rey Don Fernando escribió
algunas cartas a Federico su sobrino, Rey de Nápoles, sobre el mismo casamiento
y sobre otras cosas convenientes para entre ellos, y que teniendo a él no temiese al
Rey de Francia ni a otro, que él le ayudaría a defender el reino de Nápoles”147. Sin
embargo,
el Rey Federico diz que era mucho mas aficionado a Francia que no a
España, porque diz que casó en Francia una vez, y vivió allá con el Rey
de Francia gran tiempo, y diz que las cartas que el Rey de España le
enviaba, mostraba el Rey de Francia a los embaxadores del Rey don
Fernando de España, de lo qual el Rey hubo asaz enojo, e no se pudo
acabar con Federico y su hijo que el casamiento se ficiese148.
Cantalicio también apunta que la inclinación filofrancesa de Federico
“ofesse sì fortemente l’animo del Cattolico, che tutto quello amore, egli portava al
Re Federico, si rivolse in odio ed in sdegno”149.
Mientras tanto, César continuaba sus conquistas en la Romaña utilizando
como centro de operaciones la ciudad de Cesena150. Gracias a la recuperatio de las
tierras de la Iglesia, el hijo de Alejandro VI pretendía crear un dominio personal
legitimado en la función tradicional del vicariato apostólico y potencialmente
hereditario, favoreciendo el cambio paulatino de la “Romaña de los señores” a la
“Romaña de los Papas” que heredaría Julio II151. Pero César no se conformaba
con las tierras del Norte, pues en marzo de 1500 consiguió sustraer Sermoneta a la
proyecto acariciado por Federico de casar a su hijo con una infanta española en VOLPICELLA, L.,
Federico d’Aragona..., p. 15.
146 Carta de Anglería al cardenal Carvajal, 13 noviembre 1499; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol.
rilevantissime delle boni animi et ottima disposizione [che] teneno verso noi quelli Ser.mi Re”; en
VOLPICELLA, L., Federico d’Aragona..., p. 16.
148 BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 694.
149 CANTALICIO, G. B., De bis Parthenope..., libro I, p. 28.
150 Cfr. FABRI, P. G., Il goberno e la caduta di Cesare Borgia a Cesena (1500-1504) nella Cronaca di
Giuliano Fantaguzzi, «Nuova Rivista Storica», 72 (1988), pp. 341-388; ID., La ocupazione di Cesena da
parte di Cesare Borgia nell’anno 1500, «Romagna», 27 (1989), pp. 51-62; ID., Cesare Borgia a Cesena.
Istituzioni, vita politica e società nella cronaca di Giuliano Fantaguzzi dal 1486 al 1500, «Archivio Storico
Italiano», 148 (1990), pp. 69-102.
151 ANGIOLINI, E., La politica dei Borgia in Romagna..., p. 174.
412 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
152 Cfr. VAQUERO PIÑEIRO, M., La signoria di Sermoneta tra i Borgia e i Catanei, en Sermoneta e i
Catanei. Dinamiche politiche, sociali e culturali di un territorio tra Medioevo de Età Moderna. Atti del Convegno,
Fondazione Camillo Caetani (Roma 16-19 giugno 1993), Roma 1999, pp. 125-145; PESIRI, G., Sermoneta
1499-1503, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. II, pp. 657-704.
153 Cfr. PICOTTI, G. B., Alessandro VI..., p. 18; sobre el cargo de gonfaloniero cfr. DEL RE, N.
(dir.), Gonfaloniere della Chiesa, en ID. (dir.), Mondo Vaticano..., pp. 1077-1078.
154 Sobre la política pontificia con Giovanni Bentivoglio cfr. DONDARINI, R., Il declino della
pseudosignoria bentivolesca e Alessandro VI, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI
e lo Stato della Chiesa..., pp. 175-202; TROMBETTI, A. L., Alessandro VI e i Bentivoglio, en La fortuna dei
Borgia (Bologna, 26-28 ottobre 2000) (en preparación).
155 Cfr. GILBERT, F., Borgia, Cesare…, vol. XII, p. 700.
156 El retrato que hace Anglería de la persona de César recoje las ambiguas opiniones que se tenía
de él en la época: se le considera “magnánimo, liberal para con los soldados valentes, espléndido
para con los agradecidos”, elegante e instruido en las letras; pero la crueldad para con los desleales y
su vanidad semejante al de un “pavo real”, ofrecen la otra cara de la moneda; carta de Anglería al
conde de Tendilla, 5 noviembre 1502; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X, p. 37.
157 Ver gráfico VII (cuarta campaña) del apéndice.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 413
158 Cfr. BERTELLI, S., La crisi del 1501: Firenze e Cesare Borgia, en BERTELLI, S., y RAMAKUY, G.
(dirs.), Essays presented to Myron P. Gilmore, vol. I: History, Florencia 1978, pp. 8-11.
159 Cfr. SASSO, G., Machiavelli e Cesare Borgia..., pp. 6 y ss.
160 PRIULI, G., I diarii…, p. 227.
161 Sobre la alianza de Piero de Medici con Luis XII cfr. HALE, J. R., Firenze e i Medici..., p. 110.
162 Despacho del embajador florentino Francesco Pepi, 22 mayo 1500; en BERTELLI, S., La crisi del
1501..., p. 16.
163 Cfr. DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. II, pp. 232-234; SORANZO, G., Studi intorno a papa Alessandro
VI..., p. 169.
164 Cfr. GILBERT, F., Borgia, Cesare, en DBI, vol. XII, p. 701.
414 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
papa se derrumbó sobre él165. La noticia se extendió por las cortes europeas con
algunas inexactitudes que provocaron el desconcierto general. El 5 de julio de
decía en Génova que el papa había fallecido en un accidente motivado por un
vendaval, según unos, o por un rayo, según otros. Los agentes españoles
informaron inmediatamente a Isabel y Fernando recogiendo diferentes
testimonios, entre los que se encontraba la versión que daba Rafael de Signori
desde Saona:
Estando el papa en palaçio, dando audiençia al Cardenal de Capua, el
dia de San Pedro, se levantó un gran temporal de agua y piedra, y
çerrando el dicho cardenal unas ventanas, cayó una chimenea sobre un
porche, el qual porche derribo una sala... e despues cayo la dicha sala
sobre donde el papa estava, y fue cubierto de çiertos paños de ras que
vinieron juntamente al traves166.
Ante la posibilidad de la muerte del pontífice, las fuerzas francesas entraron
en Toscana para proteger a César. Desde la Corte francesa establecida en Lyon,
Mosén Gralla informó el 9 de julio a los Reyes Católicos de que “por el dicho caso
del Papa, el Rey [Luis XII] envia de aquí çiertos capitanes y a Monsser De Leni,
capitan con postas para que toda la gente quel Rey de Françia tiene sobre Pisa
vaya con el Cardenal de San Pedro ad Vincula a Roma a hazerle papa por fuerça,
quiera o no quiera el colegio de los cardenales”167. En Roma “la çibdad se puso en
armas y pusieron barreras y cadenas por las calles”. La situación era tan alarmante
que el embajador de los Reyes Católicos, Lorenzo Suárez de Figueroa, consultó el
uso de la fuerza para impedir la eventual elección de un candidato francés168.
Al poco las noticias se clarificaron: Alejandro VI había sobrevivido al
derrumbamiento y se estaba recuperando de los golpes sufridos en la cabeza y
ciertas heridas en la mano derecha. En cuanto pudo ponerse en pie mandó
celebrar una Misa con la mayor solemnidad en agradecimiento de la Virgen María,
y ofreció una rica limosna a su altar en la iglesia de Santa María del Popolo169. La
165 El papa atribuyó a la intercesión de la Vírgen María el haber salido ileso del peligro y mandó
celebrar una Misa con la mayor solemnidad en agradecimiento a la Virgen y ofreció a su altar de
Santa María del Popolo una buena limosna; cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 436-437.
166 AUC, Alcalá y Madrid, Documentos varios y antiguos, 6; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol.
I, p. 122.
167 Informe de Mosén Gralla desde Lyon, 9 julio 1500; Ibidem, p. 123.
168 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 215.
169 Se trata de la reacción que podía esperarse de un papa que mantuvo siempre una sentida
por Alejandro VI en 1494 a las imágenes de la Inmaculada cfr. PICCALUGA, F., Le “dispute teologiche”
nell’iconografia devozionale di Raffaello, en FAGIOLO, M., y MADONNA, M. L. (dirs.), Raffaello e l’Europa,
Roma 1990, pp. 106 y 112; también PERRICONE, V., Notizie storiche documentale sulla devozione di Cesare
Borgia all’Immacolata (1499-1500), «Analecta Tertii Ordinis Regularis San Francisci de Paenitentia», 13
(1974-76), pp. 549-600; otros datos sobre la vida de piedad del pontífice en CLIMENT BONAFÉ, A.,
Homenaje al Papa Alejandro VI, Játiva 2004.
170 Carta de Luis de Portocarrero a Miguel Pérez de Almazán, secretario real, describiendo su
llegada a Roma y su entrevista con el cardenal de Capua; RAH, Salazar, A-11, fols. 280-284 (Salazar,
vol. I, n. 173., p. 298).
171 Carta de Anglería al cardenal Carvajal, 29 julio 1500; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX,
pp. 411-412.
172 ZURITA, J., Historia..., fol. 191.
416 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
173 Breve de 29 julio 1500; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 59; leg. 61, fol. 161; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 195-196. Luis de Borja escribió a los
soberanos agradeciendo su benevolencia en carta fechada el de agosto de 1500; RAH, Salazar, A-11,
fols. 265 (Salazar, n. 1156, p. 297)
174 Justo dos horas antes del asesinato de Alfonso de Aragón, el embajador de los Reyes Católicos
informaba al papa del fallecimiento del príncipe Miguel, y la urgencia que revestía ahora el despacho
de las bulas de dispensa para el matrimonio de Manuel y María. La noticia le llegó a Figueroa a
través del correo Portocarrero; carta de Portocarrero a Miguel Pérez de Almazán, 28 agosto 1500;
RAH, Salazar, A-11, fols. 280-284; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia
Europa..., pp. 215-216.
175 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Hurtado de Mendoza, Diego, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 388-
389.
176 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
Biblioteca, colección marqués de San Román, Ms. Caja 3, no 4; véase el comentario de M. Á. Ochoa
Brun en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., y MANSO PORTO, C. (eds), Isabel la Católica…, pp. 268-270.
CRISIS DIPLOMÁTICA Y VIRAJE PONTIFICIO HACIA FRANCIA (1498-1500) 417
buenas relaciones que mantenía Alfonso con los Colonna—, los testimonios posteriores, así como la
autoacusación de Miguel Correllas —uno de los capitanes de César que fue procesado en 1503—,
hacen pesar que el verdadero instigador del crimen fue César Borja; cfr. BORSARI, S., Aragona,
Alfonso d’..., p. 689.
181 Carta del embajador de Mantua 18 agosto 1500; en PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III,
183 Así lo pone de manifiesto el memorial autógrafo de la reina redactado en noviembre de 1500;
en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., y MANSO PORTO, C. (eds), Isabel la Católica…, pp. 269-270.
184 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Hurtado de Mendoza, Diego, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 388-
389.
185 Memorial autógrafo de la reina antes citado, noviembre 1500; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., y
Roma, 2 mayo 1501; LUZIO, A., Isabella d’Este e i Borgia…, p. 531; también BATLLORI, M., La estirpe
de los Borjas..., en ID., La familia de los Borjas..., pp. 51-52.
419
1 AGS, Patronato Real, leg. 41, fol. 20; en LÓPEZ DE TORO, J. (ed.), Tratados internacionales..., pp. 173-
184; ver también OCHOA BRUN, M. A., Historia de la diplomacia..., vol. IV, pp. 250-254. Ver el gráfico
VIII de nuestro apéndice.
2 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., El Gran Capitán y la política exterior..., pp. 37 y ss.
3 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 206r.
4 Carta de P. M. de Anglería al cardenal Carvajal, 16 de febrero de 1501: “el Rey D. Fadrique no
tiene justicia a aquel reino, no hallaron [Isabel y Fernando] en él agrado, aunque de lo que por él
ficieron, ni amistad, ni se habían de juntar con él, pues se ayudaba de los turcos, y él mismo fizo
saber a sus altezas que los quería meter en el reino; y ha más de un año que sus altezas trabajan con
él porque no los meta, diciendo que si los metiese, los primeros que serían sus enemigos serían sus
altezas, y nunca pudieron acabar con él que no los metiese”; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X,
p. 20.
420 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
los Reyes Católicos la ingratitud de Federico hacia ellos cuando ofreció al rey de
Francia pagarle un tributo anual y entregarle para su garantía plazas fuertes en su
reino, poniendo con ello en peligro el dominio aragonés en Sicilia5.
Dos años después, en junio de 1503, el propio Fernando aseguró al
embajador veneciano que sólo había procedido a la repartición porque “la
necessità ve lo induxe, per obviare che non venisse tucto in mano dei franzesi, et
per consequens per impedire che col mezo si quel Regno et del Ducato di Milano
due notabilissimi membri non s’ingnorissino di tucto el resto di Italia”; añadía
además que su primera intención había sido que el reino se entregara a un hijo de
Federico, lo que todavía era posible y por ello consultaba el parecer de la Señoría6.
Pero Federico contaba ya con pocos valedores, ya que el propio pontífice se
mostraba “nemiccisimo” del rey napolitano y trataba de ganarse aliados para
defenderse de Cesar Borja y los Colonna7. El temor a que Nápoles cayera en
manos del rey de Francia, aparece de nuevo en la exculpación que dieron los reyes
a su decisión de repartir el reino, según el testimonio de Anglería.
Digeron [los reyes] que habían tratado de actuar por medio de
mensajeros, por rápidos correos, por conductos de religiosos varones,
con el fin de que Luis de Orleans, Rey de los franceses, no se
dispusiera a atacar el reino de Nápoles. Afirman que todos sus intentos
les salieron fallidos, sin que nunca consiguieran disuadirlo de ello, aun
imponiéndole tributo, diciendo que ellos pagarían como fiadores de
Federico, caso de que éste se negara a hacerlo. Viendo, pues, con
mucha prudencia, que el reino napolitano iría muy pronto a parar a
manos de franceses, ante la imposibilidad para ellos deenviarles
socorros a causa de las excesivas distancias, entre dos males —dicen—
han elegido el menos grave, osea quedarse con la mitad del reino, para
que no cayese entero en poder de Francia, pues esperan recuperar
algún día la parte que les cupo en suerte a los franceses con más
facilidad que si hubieran ociupado todo el reino8.
Antes de que se concretara el tratado de Granada, los Reyes Católicos
habían comenzado a movilizar tropas. Les inquietaba el afianzamiento de Francia
5 Ver por ejemplo la Crónica general o la anónima Historia del Gran Capitán, en RODRÍGUEZ VILLA,
A., Crónicas del Gran Capitán..., pp. 77 y 317; también VOLPICELLA, L., Federico d’Aragona..., pp. 69 y
ss.
6 El testimonio se contiene en el despacho del embajador florentino, 22 de junio de 1503; en
degli ambasciatori veneti..., serie II, vol. III, p. 7; la petición de auxilio al Gran Capitán —en ese
momento al mando de una flota que se dirigía hacia Cefalonia— en SUÁREZ BILBAO, F., Los partes de
guerra del Gran Capitán..., pp. 464 y ss.
8 Carta de Anglería al cardenal Carvajal, 16 febrero 1501; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX,
las instrucciones al Gran Capitán en SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia de los Reyes
Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos»,
20 (1909), pp. 458-460.
422 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
campañas16. Como setenta años después don Juan de Austria, Gonzalo apostaba
ahora el destino de Europa a un combate definitivo con los turcos en el istmo de
Lepanto.
El proyecto de la campaña antiturca tuvo como consecuencia el
replanteamiento de la cuestión húngara, que se resolvió a favor de Ladislao —a
quien apoyaba Venecia y Luis XII de Francia— declarándose la nulidad de su
supuesto matrimonio con Beatriz de Aragón, a quien tanto habían defendido sus
parientes de Nápoles y de España. La decisión se debió en última instancia a la
amenaza que había hecho llegar Ladislao al papa, en febrero de 1500, de que si
dentro de cincuenta días no se obtenía una sentencia favorable firmaría la paz con
los turcos17. Semejante acuerdo supondría el golpe de gracia a la campaña que
Alejandro VI estaba promoviendo con tanto entusiasmo, de manera que el 3 de
abril, después de un violento debate en pleno consistorio, y a pesar de las protestas
del cardenal Piccolomini y los enviados alemanes, españoles y napolitanos, el papa
declaró la nulidad del matrimonio defendiendo a Ladislao de las acusaciones que
habían vertido sobre él los procuradores de Beatriz, a quien se condena a hacerse
cargo de todos los gastos del proceso18. Con todo, los Reyes Católicos no se
desentendieron de la reina viuda: sus embajadores en Hungría, tras solicitar sin
conseguirlo la devolución de la dote, acompañaron a Beatriz en su triste retorno a
Nápoles, mostrando con ello la ruptura de las relaciones hispano-húngaras19.
El 5 de junio de 1500 la deslumbrante armada de cincuenta y cinco barcos al
mando de Gonzalo Fernández de Córdoba zarpó rumbo a Mesina. El capitán
andaluz respiraba en el aire la victoria cuando tres días antes de partir escribía a los
reyes: “pueden creer Vuestras Altezas que es la más hermosa armada de navíos y
de gente y artillería que nunca de España salió”20. Su objetivo era incorporarse a la
16 Archivo Zabálburu, vol. XV, número 29. También el dogo Agostino Barbarigo reconocía la
competencia militar del capitán andaluz cuando le instaba a que comprendiese el alcance de su
misión “perchè la formilodosa potentia del inimico del christiano nome e tanto avanti, che chi
presto et subito non li dona remedio, le por produz una ruina grandissima et quasi irremediabile ad
Italia primum et poi consequenter et inmediate a la república christiana”; Archivo Zabálburu, vol.
XV, número 20; RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., pp. 310-311.
17 Cfr. DE BERZEVICZY, A., Béatrice d'Aragon..., vol. II, pp. 236-237.
18 A pesar de la dureza de la sentencia, Beatriz no dejaría de mostrar respeto a Alejandro VI,
como se refleja en su correspondencia con el cardenal Hipólito de Este en 1502, pensado quizá que
podría lograr una reducción de la pena o la restitución de la dote; cfr. Ibidem, pp. 238-239, y 257;
SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 198.
19 Beatriz acabó alojándose en Castel Capuano, bajo la protección de Ferrante, y después tuvo que
exiliarse a Ischia donde en 1502 Gonzalo Fernández de Córdoba le concedería ciertos territorios en
Apulia para su sotenimiento; SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 326; DE BERZEVICZY, A., Béatrice
d'Aragon..., vol. II, pp. 244-245, y 259.
20 En TORRE, L. DE, y RODRÍGUEZ PASCUAL, R. (ed.), Cartas y documentos relativos al Gran Capitán,
flota veneciana para la campaña contra los turcos, y de paso reforzar las posiciones
en Calabria y Sicilia con vistas a una posible invasión del ejército francés21. Con
ello se estaba intentando estrechar la alianza con Venecia, fortalecer el eje español
Nápoles-Sicilia-Cerdeña, y asegurar la defensa del Mediterráneo mediante el envío
de la poderosa armada de Bernat de Vilamarí22. Una vez más Fernando necesitaba
del equilibrio italiano para mantener sus posiciones, de ahí que —según Zurita—
ordenara a Gonzalo que “no hiciese demostración alguna de dar favor a ningún
príncipe cristiano contra otro, aunque lo pidiese el rey don Fadrique”23.
El centro de operaciones volvía a ser Roma, donde trabajaba
incansablemente Suárez de Figueroa y el cardenal Carvajal. Este último servía de
enlace con el romano pontífice, mientras Figueroa cursaba las instrucciones al
Gran Capitán, y negociaba con los banqueros italianos las letras de cambio
enviadas desde España para financiar las operaciones militares24. Nada más llegar
surgieron los problemas. En el primer informe que Gonzalo envió a los reyes el 8
de septiembre, se quejaba de la agitación entre los soldados, especialmente los
vizcaínos que amenazaban con irse “que muy cerca he estado de tomarlos a todos
en una fusta y enbyarlos a vuestra alteza”25. En el segundo parte del 15 del mismo
mes se detiene en el problema de la paga del ejército, “porque cuando no se pagan
syguen se muchos males que no se pueden remediar”26.
21 A su vez, para Venecia la campaña de Cefalonia tenía el doble objetivo de parar el avance turco
y consolidar sus posiciones en la Italia meridional; cfr. MALLET, M. E., Venezia e la politica italiana:
1454-1530, en Storia di Venezia. Dalle origine alla caduta della Serenissima, vol. IV: TENENTI, A., y TUCRI,
V. (dirs.), Il Rinascimento. Politica e Cultura, Roma 1996, p. 281.
22 La formación de un “sistema español” en la Península Italiana ha sido objeto de estudio de la
reciente historiografía italiana, dentro de un amplio contexto cronológico; cfr. D’AGOSTINO, G., La
formazione dello Stato moderno nei territori italiani sotto il dominio spagnolo: Napoli, Sicilia e Sardegna nei secoli
XV-XVIII, en Per la storia del Mezzogiorno medievale e moderno. Studi in memoria di Jole Mazzoleni, vol. I,
Roma 1988, pp. 389-406; GALASSO, G., La crisi italiana e il sistema politico europeo nella prima metà del
secolo XVI, en ID., Dalla “Libertà d’Italia” alle “preponderanze straniere”, Nápoles 1997, pp. 15-59; ID.,
L’Italia una e diversa nel sistema degli Stati Europei (1450-1750), en ID. (dir.), Storia d’Italia, vol. XIX,
Turín 1998, pp. 27-50; MUSI, A., L’Italia dei viceré. Integrazione e resistenza nel sistema imperiale spagnolo,
Cava de’ Tirreni 2000, pp. 37-55; desde la perspectiva española véanse los recientes trabajos de
RIVERO RODRÍGUEZ, M., De la separación a la reunión dinástica: la Corona de Aragón entre 1504 y 1516, en
MARTÍNEZ MILLÁN, J. (dir.), La Corte de Carlos V, vol. I: Corte y Gobierno, Madrid 2000, pp. 73-101;
HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., Estrategia cruzada y guerra moderna: la conquista de Nápoles en la política
italiana de los Reyes Católicos. Sobre el nuevo sistema español en Italia, en Los Reyes Catolicos y la Monarquia de
España (Valencia septiembre-noviembre 2004), Valencia 2004; o los trabajos reunidos en El reino de
Nápoles y la monarquía de España. Entre agregación y conquista (1485-1535), Madrid 2004.
23 Cfr. LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de Córdoba..., p. 150.
24 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 216-217.
25 En TORRE, L. DE, y RODRÍGUEZ PASCUAL, R. (ed.), Cartas y documentos relativos al Gran Capitán,
AGS, Contaduría Mayor, 1ª época, leg. 98, sin fol; ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La fiscalidad regia
extraordinaria..., p. 152.
30 PRIULI, G., I diarii..., vol. II, p. 81.
31 La carta de Fernando el Católico al Gran Capitán, 27 febrero 1501; en SERRANO Y PINEDA, L.
I. (ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 21 (1910), p. 348; ver también SUÁREZ BILBAO, F., Los partes de
guerra del Gran Capitán en la campaña de Corfú, en XIV Congresso di Storia della Corona d’Aragona, vol. IV:
La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII), Roma 1997, pp. 457-475. Sobre esta campaña véase el
gráfico IX del apéndice.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 425
reyes negociaban en secreto con Luis XII el reparto del reino de Nápoles32. Ésta
fue la misión que los Reyes Católicos encargaron en febrero de 1501 al nuevo
embajador en Roma, Francisco de Rojas, que se encontraba en la Ciudad Eterna
junto al cardenal Carvajal, y el propio Figueroa; este último abandonó Roma a
mediados de mayo, después de cumplir su oficio “con tanta autoridad, prudencia y
solicitud como lo pudiera hacer Garcilaso, su hermano”33.
Rojas, antiguo criado de la reina, caballero-letrado, miembro del Consejo, y
embajador en Borgoña, Bretaña y Roma, era el diplomático apropiado para dar
ahora un golpe de fuerza, presentando la propuesta española sobre Nápoles en
términos de estricta justicia. La autoridad de Rojas era tal que —según A.
Rodríguez Villa— estaban “sometidos a sus órdenes y consejos los demás
embajadores y agentes españoles que residían en los múltiples potentados y
repúblicas en que aquella península se hallaba fraccionada”34. El nuevo embajador
tenía indicaciones precisas de atraerse a algunos cardenales, y consolidar un
partido “español” en Roma que pudiera contrarrestar la influencia que Luis XII
ejercía sobre el papa a través de su hijo César. A sus órdenes se encontraba
Gonzalo Fernández de Córdoba, que debía seguir sus instrucciones, y esperaba
recibir de él “oportunos avisos y poderosos auxilios de gente y dinero”35.
El Gran Capitán se enteró de la firma del tratado de Granada nada más
llegar a Palermo el 27 de enero de 1501, pero sólo fue informado oficialmente el 1
de marzo, después de haber sido nombrado Lugarteniente General en Apulia y
Calabria36. En este período de tiempo los reyes le escribieron felicitándole por la
campaña de Cefalonia pero recriminándole la falta de noticias37. Isabel recibió
32 La respuesta de los Reyes Católicos a la llamada del papa para formar una liga frente a los
turcos, y la campaña hispano-veneciana contra los enclaves turcos del Mediterráneo Oriental, son
temas que estudiaremos más detenidamente en el capítulo dedicado a la expansión Mediterránea (II.
7.4.)
33 ZURITA, J., Historia..., fol. 109v; las credenciales de Francisco de Rojas, 8 febrero 1501; en
RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 40. Pagos conjuntos a Rojas y a Figueroa entre los
meses de marzo, abril y mayo en ANDRÉS DÍAZ, R. DE, El último decenio del reinado de Isabel I…, n.
3.184 y 3.166.
34 RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 9.
35 El conde de Mora dice que “hubo temprada de tener más de mil soldados pagados a su costa
en el Reino de Nápoles, y el Gran Capitán no resolvía cosa de importancia sin consultarla con el
embajador, cuyos pareceres executaba como ley inviolable, así porque sabía era orden de su Rey
como por lo que estimaba su persona y respeto que le tenía”; ROJAS, P. DE, Elogio de la vida y hechos
del embajador D. Francisco de Rojas..., fol. 200.
36 HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El Gran Capitán y los inicios del virreinato..., p. 1833; ignoramos por
qué Ruiz-Domènec da la fecha del 22 de mayo; RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., p. 321.
37 Carta de Fernando el Católico al Gran Capitán, 27 febrero 1501; en SERRANO Y PINEDA, L. I.
(ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 21 (1910), p. 348; ver también SUÁREZ BILBAO, F., Los partes de
426 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
satisfecha las martas cibelinas y las piezas de oro que la Serenísima había regalado
al Gran Capitán, junto con el título de “amico charissimo de Venecia”38. La
campaña antiotomana había reconciliado a los reyes con la Señoría y con la Santa
Sede. Desde la perspectiva de los siglos puede decirse que Cefalonia anuncia
Lepanto y en la silueta del Gran Capitán se recorta el perfil de Juan de Austria.
Los Reyes Católicos volvieron a demostrarle su confianza poniéndole al
frente de la nueva campaña de ocupación del territorio napolitano39. La situación
en el Reino era bastante confusa pues el ejército francés y el español se
apresuraban a tomar posesión de las tierras estipuladas por el tratado —aún
secreto— mientras se multiplicaban ofrecimientos y promesas de todo tipo. En
este contexto se enmarca el ofrecimiento que el papa Borja hizo a Gonzalo de
convertirle en gonfaloniero de las tropas pontificias, según se desprende de una
carta del virrey de Sicilia40. De aceptar el nombramiento, Alejandro VI habría
asestado un golpe bajo a los planes Fernando el Católico sobre Nápoles, pero
Gonzalo ya tenía instrucciones precisas de ocupar los territorios españoles en
Calabria.
Ante la urgencia de recursos que exigía la implantación del tratado, Gonzalo
envió a Roma a Sancho de Paredes con objeto de que, mediante el dinero que
Rojas y Carvajal debían proporcionarle, reclutara soldados entre los españoles que
formaban parte de las compañías de César Borja41. Se lograron reunir ochocientos
hombres que embarcaron en Ostia el 24 de junio para reunirse en Sicilia con el
Gran Capitán, que “estava ya en orden para se partir a la provincia de Calabria”42.
Por fin el 5 de julio de 1501, Gonzalo se hizo a la mar en Milazzo con sus tropas,
desembarcando en una playa desierta entre Tropea y Nicastro, con un discreto
ejército de trescientos hombres de armas, otros tantos jinetes ligeros y tres mil
ochocientos soldados de infantería43. Inmediatamente se unió a él García de
guerra del Gran Capitán en la campaña de Corfú, en XIV Congresso di Storia della Corona d’Aragona, vol. IV:
La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII), Roma 1997, pp. 457-475.
38 Archivo Zabálburu, vol. XV, núm. 17; RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., p. 319.
39 Ver el gráfico IX del apéndice.
40 Carta de Juan de Lanuza, virrey de Sicilia, a Miguel Pérez de Almazán, secretario de los Reyes
Católicos; RAH, Salazar, A-11, fol. 304 (Salazar, vol. I, núm. 1180, p. 302); RUIZ-DOMÈNEC, J. E.,
El Gran Capitán..., p. 321.
41 Los cronistas italianos han dejado constancia de la indisciplina que reinaba entre los españoles
de César pues, al no recibir pagas regulares, cometían tales desórdenes que —según el cronista
florentino— “mai non fu veduta più sporca gente che erano questi spagnoli mercenari veri nemici
degli italiani”; LANDUCCI, L., Diario florentino…, p. 224; sobre las tropas españolas que integraban el
ejército de César cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia…, pp. 178-182; y especialmente LARNER, J.,
Cesare Borgia, Machiavelli, and the Romagnol Militia, «Studi Romagnoli», 17 (1966), pp. 253-268.
42 Cfr. Crónica general de Gonzalo Fernández de Córdoba, en RODRÍGUEZ VILLA, A. (ed.), Crónicas del
Gran Capitán, Nueva Biblioteca de Autores Españoles, vol. X, Madrid 1908, pp. 80-81.
43 Datos de Zurita comentados por LOGENDIO, L. M. DE, Gonzalo de Córdoba..., p. 168.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 427
Paredes, después de que César Borja —bajo cuyas banderas militaba— le diese
licencia para incorporarse al ejército de Gonzalo.
Durante aquel verano se dedicaría a preparar las fortificaciones para poder
soportar el ataque de la artillería francesa. Se multiplicaron entonces los
ofrecimientos —entre otros los del propio pontífice— haciendo titubear al capitán
andaluz que el 27 de julio confesaba a Rojas:
digoos verdad que visto que ofrescimiento de un Reino pocas veces se
ofresce [...] y considerando que cuando esta negociación se hizo, otra
disposición se creía en Italia de lo que hoy se siente, [...] como un
escrupulo de conciencia quiero que me satisfagáis. Mas acordándome
del amor de la Reina nuestra Señora con Francia, téngome a lo que
escribísteis que siguiese y no me curase de ofrecimientos; y asi se ha
fecho y hará44.
Mientras los franceses requiriendo la ayuda de Gonzalo en el reparto de
Nápoles, Federico no daba la más mínima muestra de haberse enterado de la
división del reino45. Para salvar su honor ante el monarca napolitano sin levantar
sospechas, Gonzalo le pidió que le librara del compromiso de fidelidad que había
contraído con él, a lo que accedió Federico “dubitando” que fuera constreñido por
los Reyes Católicos a hacer alguna cosa en contra suya46.
Mientras tanto en Roma, Francisco de Rojas y Roger de Agramonte,
embajador del rey de Francia, proponían al pontífice que si quería resistir a los
turcos debía proceder a la destitución del rey de Nápoles que se entendía con
ellos47. Alejandro VI se había enterado del entendimiento hispano-francés gracias
a los informes de su nuncio en Francia y ahora, ante las acusaciones contra
Federico, respondía que este monarca “se había hecho indigno de la posesión y
derecho de aquel reino si alguno tenía”, y “otorgaba aquella división y
44 Carta del Gran Capitán a Francisco de Rojas, embajador de los Reyes Católicos en Roma, 27
julio 1501; en TORRE, L. DE, y RODRÍGUEZ PASCUAL, R. (ed.), Cartas y documentos relativos al Gran
Capitán, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 34 (1916), p. 315.
45 “Si los franzeses, hallando el minero de Capua y Nápoles duro, como acá se dize, y
considerando que acabado aquello se acabó con todo, me requieren por ayuda, ¿qué haré?”; carta del
Gran Capitán a Francisco de Rojas, 27 julio 1501; en RODRÍGUEZ VILLA, Crónicas del Gran Capitán...,
p. 25.
46 Carta del rey Federico de Nápoles al Gran Capitán, 4 julio 1501; en PESCADOR DEL HOYO, C.,
Datos sobre el Gran Capitán en relación al caso de Federico de Nápoles, en Estudios de Edad Media de la Corona
de Aragón, vol. VII, Zaragoza 1962, pp. 637-646, especialmente p. 646.
47 Guicciardini dice que el orador de Luis XI y el de los Reyes Católicos entraron juntos en el
consistorio y notificaron al pontífice y a los cardinales la liga y la división que habían establecido sus
respectivos monarcas, “per potere attendere, come dicevano, all’espedizione contro agli inimici della
religione cristiana; dimandandone la investitura secondo il tenore della convenzione che avevano
fatta, che fu senza dilazione conceduta dal pontefice”; GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., II, p. 451.
428 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
repartimiento, y les concedía las investiduras para ellos y sus hijos legítimos y
sucesores”48.
Anglería señala que el papa fue “repetidamente requerido por ambos reyes
—el francés y el español—, a toda prisa”, y que pasmado ante la novedad que se
presentaba, ha coronado Reyes a los dos, aunque contra su voluntad, temeroso del
poderío de ambos”49. El 25 de junio el papa promulgó la bula con la que
confirmaba el tratado de Chambord-Granada que dividía el reino de Nápoles,
otorgando el título de rey a Luis XII, y el de duque de Calabria y Apulia a
Fernando el Católico50. Se entendía que cada uno podía organizar con entera
independencia el gobierno de su parte51.
En la solución coincidían tanto el papa como Venecia que preferían el
reparto de territorios al dominio exclusivo de una de las potencias, pero a
diferencia de Alejandro VI, la Serenísima prefería mantener una neutralidad
pacífica a promover una política antagonista contra las potencias extranjeras52. En
realidad Venecia no había ganado mucho junto a Francia, pues se había visto
obligada a ceder a Luis XII el protectorado sobre Mantua y Ferrara, mientras
debía soportar la influencia del Valentino sobre la Romaña y las Marcas; con todo,
menos podía ganar aliándose con España, cuya victoria —según P. Pieri—
resultaba peligrosa desde que se unió con el Imperio —auténtico rival de la
expansión territorial veneciana— a través del matrimonio de Juana y Felipe el
Hermoso53.
En la concertación del tratado el papa obtuvo ventajas personales, ya que a
cambio de la investidura de Apulia y Calabria exigió de los Reyes Católicos “la
confirmación de los estados que Príncipe de Esquilache y Lucrecia, Duquesa de
Viseli, tenían en aquellas provincias”54. Fernando el Católico además tuvo que dar
a César Borja diez mil ducados de renta en ciertos lugares de Calabria y Apulia, “y
el Papa quiso que el Rey Catholico tuviese en su protección al Duque y al Príncipe
de Esquilache y a la Duquesa de Viseli”.
Alejandro VI aprovechó la concertación del tratado para pacificar los
Estados Pontificios: en mayo de 1501 se sometieron los Colonna y los Savelli, así
octubre 1501; RAH, Salazar, N-6, fols. 184-186; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El
camino hacia Europa..., p. 224.
52 Cfr. MALLET, M. E., Venezia e la politica italiana..., p. 281; CERVELLI, I., Macchiavelli e la crisi dello
como las fortalezas de Amelia, Rocca di Papa, Rocca Priora, Civita Lavinia, Narni
y Anticoli55. Tal y como anota Sanudo, “quest’accordo di Francia e Spagna fa
andare i baroni dispersi”56. Cuatro días después de la firma de la Liga, Girolamo
Porcari anunció públicamente en la basílica de San Pedro la adhesión del papa. Sin
embargo, los soldados franceses y españolas se enzarzaran por las calles de Roma
en violentas reyertas que hacía presagiar lo peor57. Entonces empezó a pensarse
que el acuerdo, más que un preámbulo de la paz, iba a convertirse en la antesala de
la guerra58.
El reparto de Nápoles puso en una delicada situación a Federico, a quien
“solum li Reali di Spagna si dimostravanno cum parole di volerlo adiuctare”.
Fernando el Católico le llegó a proponer que pagase a Luis XII trescientos mil
ducados como compensación por su parte del reino, más un tributo anual cien
mil59. En realidad era el fin de Federico y de aquellos —como los Colonna— que
lo sostenían. Alejandro VI le destituía por traición e indignidad, contraponiendo el
ánimo cruzado de los Reyes Católicos y el Cristianísimo a la connivencia de
Federico con los turcos. El desposeído rey de Nápoles se enteró del acuerdo
veinte días antes de su promulgación y entonces confesó “lachrymando” al
embajador veneciano que había sido objeto del “magior tradimento che maii fusse
fatto, che non a Re da assassin publico non se faria pegio”. Del rey Fernando
decía que “non hanno havuto respetto al parentado [...] in questo regno, mancho
averanno algli altri de Italia. De Franza non parlo perche la sua [parola] non ha
fede en lege alcuna”60. En cambio Federico mantuvo su confianza en el Gran
Capitán considerándolo “amico nostro carissimo” hasta el último momento. El 29
de junio se publicaba en Roma una alianza entre el pontífice y los reyes de Francia
y España, para la defensa de la Cristiandad contra los turcos, mientras se
intensificaba la propaganda hispano-francesa para legitimar la ocupación del
reino61.
adherentes et complices et omnes volentes turbare statum sue Sanctitatis ac statum predicatorum regum in regno
Neapolitano et divisio regni cum investitura en DE ROO, P. Material for a history..., vol. IV, pp. 331-336;
también en AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 106; sobre la propaganda española cfr. SALAVERT
FAVIANI, V. L., La política exterior de Fernando el Católico a la luz de la literatura polémica hispano-francesa de
su tiempo, en SARASA E. (coord.), Fernando II de Aragón..., pp. 539-553.
430 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
estranjeros por España y Portugal, vol. I, Madrid 1952, p. 583. En su Storia d’Italia su juicio es aún más
crítico: “Ma non era nel concetto universale meno desiderata la integritá e la fede di Ferdinando,
maravigliandosi si fusse congiurato contro uno re del sangue suo, e che per potere piú facilmente
sovvertirlo l’avesse sempre pasciuto di promissioni false di aiutarlo; e oscurato lo splendore del
titolo di re cattolico (il quale titolo egli e la reina Elisabetta avevano, pochi anni innanzi, conseguito
dal pontefice), e quella gloria con la quale era stato esaltato insino al cielo il nome loro, di avere, non
meno per zelo della religione che per proprio interesse, cacciato i mori del reame di Granata”;
GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., vol. II, pp. 454-455.
63 GUICCIARDINI, F., Storia d’Italia..., II, pp. 454-455. Ver también GAGNEUX, M., L’Espagne des
Rois Catholiques dans l’œuvre de François Guichardin, en ROCHON, A. (dir.), Présence et influence de
l’Espagne…, pp. 97-102.
64 PONTIERI, E., Aragonesi di Spagna..., p. 24; véase también el juicio negativo de CROCE, B., Storia
del Regno di Napoli, Bari 1931, pp. 95 y ss. Ya expusimos más arriba las razones que las fuentes
españolas dan al comportamiento de Fernando el Católico hacia Federico.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 431
pp. 1-23; ID., The Political Role of the Orsini Family in the Papal States c. 1480-1534, Oxford 1983.
69 Ver gráfico VI en el apéndice; cfr. CARAVALE, M, y CARACCIOLO, A., Lo Stato Pontificio..., p.
156; TARQUINI, S., y PESIRI, G., Aree strategiche e attenzioni alessandrine, en CHIABÒ, M., y GARGANO,
M. (dirs.), Le rocche alessandrine…, pp. 25-46.
432 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
entre la Marítima, la Sabinia, los montes Albanos y el Tal vez por ello se corría el
rumor de que el papa y los venecianos favorecían la guerra entre españoles y
franceses, lo que inquietaba a Fernando el Católico preocupado por evitar la
ruptura como fuera, tal y como manifestaba a su lugarteniente en Calabria:
E porque sabemos cierto que el Papa e Venecianos y todos los otros
de Italia desean extrañamente y procuran poner revuelta entre Vos
[Gonzalo] y los capitanes del Rey de Francia, e por una via e por otra
buscan caminos para que ante Nos y el Rey de Francia aya discordia,
tanto quanto más desean y procuran esto, tanto más deveys estar en
ello sobre aviso e mirar e trabajar por todas maneras en la
conservación de nuestra paz e amistad70.
Este testimonio concuerda con el que trasmitía Anglería desde Venecia,
donde hizo escala antes de dirigirse a su nuevo destino diplomático en
Alejandría71. El humanista milanés constató que los venecianos “abrigan la
esperanza que al amparo de estas discordias entre extraños ellos se harán dueños
de la situación más rápidamente”72. Anglería avisaba a sus reyes que los francesas
“con todo empeño tratan de enajenarnos la voluntad de los venecianos”, pero que
no pueden conseguir de éstos “que os declaren abierta hostilidad, ni el que se
avengan a llevar socorro a los franceses en el reino de Nápoles contra vuestras
defensas”73.
En el Norte el papa terminaba de apuntalar las fronteras de Romaña,
concertando en septiembre de 1501 el matrimonio de Lucrecia con Alfonso de
Este —primogénito de Hércules, duque de Ferrara— con lo que se lograba la
fidelidad de un ducado que Venecia nunca hubiera consentido que pasara a manos
de César74. La alianza con el duque de Ferrara, que controlaba también las
ciudades de Módena y Regio, permitiría a Alejandro VI estrechar la alianza con
Venecia. La presencia del embajador de los Reyes Católicos junto a Lucrecia
durante la solemne procesión que la condujo hasta Santa María del Popolo, y los
(ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 21 (1909), p. 352.
71 Sobre los informes que envió Anglería con motivo de esta legación cfr. GIUNTA, F., Pietro
Martire d’Anghiera e le guerre d’Italia, en BOSCOLO, A., y GIUNTA, F., Saggi sull’età colombina, Milán 1982,
pp. 73 y ss.
72 Carta de Anglería al arzobispo Hernando de Talavera y al conde de Tendilla desde Venecia, 1
octubre 1501; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 436 y ss; se confirma esta política
veneciana en COZZI, G., y KNAPTON, M., La Repubblica di Venezia..., p. 87.
73 Ibidem, p. 438.
74 Ver gráfico VI del apéndice. Con motivo del V Centenario de la celebración de la boda: se han
publicado dos trabajos colectivos: LAUREATI, L. (dir.), Lucrezia Borgia, Ferrara 2002; FIORAVANTI
BALDI, A. M. (dir.), Lucrezia Borgia, “la beltà, la virtù, la fama onesta”, Ferrara 2002.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 433
75 En un principio el rey de Francia se opuso a este matrimonio pero más adelante se vió obligado
a presionar a Hércules de Este para que lo aceptara ante la necesidad que tenía el francés del apoyo
del papa en la inminete partición del Nápoles; cfr. RUBINSTEIN, N., Lucrezia Borgia..., p. 17.
76 Carta de contestación de Hércules d’Este a Juan Martínez, 8 octubre 1501; Archivio di Stato di
Modena (ASMo), Minuta ducal, octubre 1501; y ASMo, Busta 10, Cancellerie ducal estense. Dispacci degli
ambasciatori estensi da Roma, anno 1501; BELLONCI, M., Lucrezia Borgia..., pp. 112 y ss.
77 Carta a Jorge de Amboise, 22 agosto 1501; RAH, Salazar, M-23, fol. 78; SUÁREZ FERNÁNDEZ,
L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 226; ver también la carta a Aubigny, 22 agosto 1501;
en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 46; sobre el problema de los límites cfr.
HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El Gran Capitán y los inicios del virreinato..., pp. 1836-1838.
78 En SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia..., «Revista de Archivos Bibliotecas y
momentos de Federico de Nápoles en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, en Homenaje a Riccardo Filangieri,
Nápoles 1957.
434 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
contradecía la cláusula del tratado firmado con el papa, los Reyes Católicos y el
monarca francés, según el cual se comprometían a perseguir a los Colonna y
Savelli como cómplices de los turcos. Los condottieri Próspero y Fabrizio Colonna
se pusieron a las órdenes del Gran Capitán, y el cardenal Próspero buscó refugio
en Sicilia, desde donde escribió a Fernando el Católico para agradecerle el
“honorevole” recibimiento en Palermo, que le había hecho “demendicar onne
altro despiacer de mia sinistra fortuna”80. Los tratos se realizaron lenta y
discretamente hasta el verano de 1502, en que don Gonzalo se comprometía con
los Colonna a mantener sus estados en el reino de Nápoles, si España adquiría
estas tierras81. Alejandro VI sólo se enteraría del acuerdo en febrero de 150382.
Paralelamente a la maniobra de atracción de los Colonna, Fernando el
Católico tanteó un acercamiento a César Borja concediéndole algunas rentas en el
reino de Nápoles como duque de Andria83. La ambigua actitud de César era
desconcertante. El cronista veneciano afirmaba que por aquel entonces César se
mostraba francés porque necesitaba de Luis XII para mantener su estado, pero
“dissimulava quello che in core sentiva il contrario”84. Los reyes fueron menos
transigentes con Jofré de Borja, príncipe de Esquilache, que tampoco tenía una
posición muy decidida. En el verano de 1501 el Gran Capitán ocupó sus estados
porque —según el embajador portugués— “nom quis hiir ajudar a Gomçalo
Fernamdes”85. Jofré recapacitó y le envió algunas tropas, pero “cree se que lhe
nom sera dado nada de cousa sua atee el Rey e a Reyna de Castella lho nom
mandar”.
Mientras el ejército francés mandado por Robert Stewart, señor de Aubigny,
ocupaba rápidamente su territorio, que incluía la capital de Nápoles, el Gran
Capitán se encontró en Tarento con una ciudad fuertemente fortificada por el
duque de Calabria —Ferrantino, hijo de Federico—, que resistió desde septiembre
de 1501 hasta marzo de 1502. En el resto del territorio asignado a España,
Gonzalo Fernández actuó con cautela, receloso del despecho que mostraban los
franceses hacia los españoles y, en todo caso, siguiendo las instrucciones del
80 RAH, Salazar, A-10, fol. 16; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia
Europa..., p. 221.
81 Cfr. REHBERG, A., Alessandro VI e i Colonna…, pp. 365-366.
82 Cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. IV, col. 698.
83 Cfr. CLOULAS, I., I Borgia..., p. 261.
84 El cronista dice exáctamente que “dimostrava essere tutto francese e faceva ogni dimostrazione
verso Francesi in accarezzarli [...] perchè sperava con l’aiuto del re di Francia conservarsi nello stato
acquistato [...] o veramente perchè vedeva Francesi potenti a Roma e per timore, non potendo fare
altrimenti, dissimulava quello che in core sentiva il contrario”; PRIULI, G., I diarii…, vol. II, p. 137.
85 La información del procurador portugués se la trasmitió con bastante probabilidad su amigo
Francisco de Rojas; carta de Francisco Lopes al rey Manuel de Portugal, 28 agosto 1501; en
REBELLO DA SILVA, L. A., Corpo diplomatico Portuguez..., vol. I, p. 7.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 435
embajador en Roma. Había que asegurar las posiciones pero no emprender una
guerra que los reyes trataban de evitar a costa de utilizar más la bolsa que la
pólvora.
Los franceses aprovecharon este tiempo para armarse aún a consta de crear
ciertas discrepancias entre los mandos que se acumulaban en el Reino. El 8 de
agosto de 1501 atracó en Nápoles una flota francesa al mando de Phillipe de
Cleves, señor de Ravenstein, que debía apoyar a las tropas de d’Aubigny, pero los
militares no se entendieron, surgieron discrepancias, y Luis XII tuvo que enviar en
octubre al duque de Nemours como virrey para poner orden86.
El Gran Capitán escribía a Rojas en julio de 1501 que, teniendo muy
presente “el amor de la Reyna nuestra señora con Francia, tengome a lo que me
escribistes que siguiese y no curase de ofrecimientos, y así se ha fecho y hará”87. El
militar cordobés aprovechaba para informarle de los efectivos de su ejército —
ciento noventa hombres de armas, trescientos jinetes y cuatro mil peones—, y
solicitaba el envío de quinientos peones, a ser posible “españoles [probablemente
de los que servían a César Borja], aunque sean más caros de los que traxe, no me
pesa, pues sus Altezas lo mandan pagar”88.
Gonzalo Fernández de Córdoba se hizo con las provincias de Apulia y
Calabria al percatarse de la prisa que tenían los franceses por ocupar Nápoles,
incluyendo territorios que se habían asignado en un principio a España. Sólo
resistió la plaza de Tarento al avance de las tropas españolas. El sitio fue tan duro
que el Gran Capitán llegó a emplear rehenes para tomar la fortaleza al asalto.
Además, la escasez de tropas y la mala financiación provocó algunos motines. En
un momento dado un mercenario levantó la pica y apuntó al pecho de su general.
Gonzalo se volvió y midió su respuesta: “Levanta para arriba esa punta, necio, no
sea que burlando me pases de parte a parte”89. Tras un largo asedio, el militar
cordobés logró pactar con el duque de Calabria prometiéndole la libertad si
entregaba la fortaleza. Ferrantino aceptó, pero para Fernando el Católico era un
rehén demasiado precioso para dejarlo escapar, ahora que su padre Federico se
refugiaba en la corte francesa, e hizo que el Gran Capitán quebrantara su palabra
al ordenarle que tomara prisionero a Ferrantino y lo enviara a España90.
86 Cfr. MICELI DI SERRADILEO, A., Beraud Stuart D’Aubigny..., pp. 119 y ss; también PAVIOT, J.,
la que prometía a Federico dejarle en liberadad, habría tenido que hacer valer su palabra sobre el
mandato a posteriori de su señor. Si no los tenía, nunca debió comprometerse en una promesa de
436 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
tanta resonancia; cfr. PESCADOR DEL HOYO, C., Datos sobre el Gran Capitán en relación al caso de Federico
de Nápoles..., p. 637.
91 La concesión de la renta en AGS, Estado. Nápoles, leg. 1454, fol. 4; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los
(ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 22 (1910), p. 253.
93 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 21 febrero 1502; RAH, Colección Salazar, N-
41, fol. 54; M-23, fol. 81v; en BERWICK Y DE ALBA, DUQUE DE, Noticias historico-genealógicas..., p. 313.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 437
94 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 21 febrero 1502; RAH, Colección Salazar, N-
41, fol. 56; M-23, fol. 81 v; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 314.
95 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 22 febrero 1502; en RODRÍGUEZ VILLA, A.,
20 mayo, y privilegio del 10 de junio 1502; RAH, Salazar, M-18, fols. 1-9 y 11-13; y N-5, fol. 72;
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 234; el 7 de enero de 1502
los Reyes Católicos dieron facultad a Francisco de Rojas para confirmar en la persona de Rodrigo la
posesión del ducado de Bisceglie y la ciudad de Cuadrata, por los cuales recibía los títulos de duque
de Bisceglie y Sermoneta, y señor de Cuadrata; cfr. GREGOROVIUS, F., Lucrezia Borgia, Roma 1986, p.
167.
97 Bula del 15 mayo 1502; RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 14.
98 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, p. 54.
99 “En l’odierno Concistorio fu intromesso l’Oratore ispano, el quale ha presentato prima lettere
de credenza, e a N. S. e al collegio de’ reverendissimi cardinali espose la causa della composizion dei
sui Cattolici Re con el Re Cristianissimo, essendo stata non solum per commodo de’ stati loro, ma
etiam per beneficio universal de tutta la Cristianità; e che alla conservazion de questa intelligenza i sui
rei pongono ogni cura e studio loro; tamen essendo venuta discordia tra i capitani di questi due stati,
insciis dominis, che ex nunc i suoi Reali si mettevano in arbitrio della Santità Sua e di quel sacratissimo
collegio, i quali avessero a terminare ogni differenzia che potesse esser nel Regno tra le Cattoliche
Maestà e il Cristianissimo Re, de iure tantum; e mostrò el mandato dei suoi Re, dato in Toledo alli 25
de zugno, della libertà che lui ha di far questo arbitrazo”; despacho del embajador veneciano, 20
julio 1502; GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, p. 61.
438 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
aquel día dedicó un encendido elogio de los monarcas españoles, pero —después
de que se marchara se representante— les acusaba de hipocresía en sus relaciones
con Luis XII100. Sin embargo, su arbitraje sobre Nápoles había llegado demasiado
tarde. En Atripalda las tropas francesas y españolas habían comenzado a
intercambiarse las primeras descargas de pólvora. El 13 de julio de 1502, los Reyes
Católicos indicaron a Gonzalo que se limitase a asegurar posiciones situando en
las fortalezas “a capitanes de gran esfuerço”, y que se evitara la ruptura por todos
los medios “porque mucho mas nos servireys en conservar eso con paz que en
darnos todo el reyno con guerra”101.
Ante la espiral de violencia que estaba a punto de desencadenarse, Venecia y
el papa cerraban filas. Los despachos venecianos reflejan la concordia que existía
entre Alejandro VI y la Señoría, cuya neutralidad el pontífice alababa
públicamente; al mismo tiempo le llenaba de satisfacción la caída de Camerino
bajo el poder de César Borja102. En junio de 1502 Anglería, que regresaba de su
viaje a Egipto, encontró las cosas muy revueltas en Venecia. Para empezar avisó a
los reyes de lo peligroso que era no tener allí un embajador —pues sólo se
encontraba el cónsul catalán—, mientras los franceses exigían al nuevo dogo,
Leonardo Loredano, que cumpliese el pacto “de estar en abierta hostilidad contra
cualquier clase de enemigos de los franceses”103. Sin embargo, el exceso de
jactancia de los franceses preocupaba a los venecianos, temerosos de que “les
sobrevendrá una catástrofe si éstos expulsan de Italia a los nuestros”104.
Los Reyes Católicos estaban concentrando toda su actuación en Roma. El
propio Anglería enviaba sus noticias a través del embajador Fernando de Rojas
100 “Il Pontefice poi, presente questo orator, molto se estese nella laude delle Cattoliche Maestà, e
presertim di observanzia e fede verso la Sede Apostolica; ma non molto da poi partito questo
ambassador, disse il contrario, e che li Spagnoli, che ora vedono vegnir il Re de Franza in Italia
potente, sono fatti umili e condescendono a far quelo che per avanti non volevano far per alcun
modo: e disse che in questo avril el Cristianissimo Re aveva mandato uno in Spagna, azò che quei
Re mandasseno un altro loro insieme, i quali componessero le lor differenzie, e non lo avevano
voluto mandar; e laudo i Francesi, come prima aveva laudato Spagnoli, e che erano più
valentuomini”; GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, p. 62.
101 En SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia..., «Revista de Archivos Bibliotecas y
prospettiva nel cuore della Marca, Milán 2002; Ver el gráfico VII (tercera campaña) de nuestro apéndice.
103 Carta de Anglería a los Reyes Católicos desde Venecia, 3 junio 1502; ANGLERÍA, P. M.,
junio 1502; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X, p. 17; y a los Reyes Católicos, 27 junio 1502;
ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X, pp. 18-19.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 439
naves, por medio de las cuales los pones [a los reyes] a menudo al corriente de cuanto acontece en
medio del revuelto torbellino de tantos asuntos”; Carta de Anglería a Garcilaso, 12 julio 1502;
ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X, p. 24. Extrañamente Anglería escribe a Garcilaso como
embajador de los Reyes Católicos destinado en Roma, pero tal noticia no coincide con los datos que
tenemos, según los cuales éste hacía ya tres años que había abandonado la Ciudad Eterna, dejando
su puesto a su hermano Lorenzo Suárez de Figueroa, el cual, a su vez, había sido reemplazado más
tarde por Francisco de Rojas, que se encontraba en Roma en las fechas en que Anglería escribía
desde Venecia y Milán; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. X, pp. 22-23.
106 Carta de Anglería desde Milán a los Reyes Católicos, 27 junio 1502; ANGLERÍA, P. M.,
83.
440 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
108 “E disse, che lui se offeriva toto posse a questo effetto affaticarse, persuadendo l’ambasciator che
volese scrivere alli sui Re, et aricordarli tutte quelle cose; e bench’e el viazzo fosse longo, Sua Santità
disse andaria temporizando e potraendo le cose, ch’el vignisse risposta tale che le cose se potrebbero
adattar”; Ibidem, pp. 81-82.
109 Ibidem, p. 83; P. Pieri opina que Venecia rechazó la alianza con el papa, pensando que
Alejandro VI sólo pretendía proteger a su hijo César de la reciente amenaza de Baltolomé d’Alviano;
PIERI, P., Politica estera di Venezia..., p. 144.
110 ZURITA, J., Historia..., fol. 57. Los poderes para la firma de la Liga dados el 7 y 20 septiembre
1502; AGS, Estado. Nápoles, leg. 1003, fol. 33; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino
hacia Europa..., p. 247.
111 Véanse las quejas que se repiten en el mes de abril de 1502; en CIASCA, R. (dir.), Istruzioni e
88.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 441
113 El 28 de agosto, el embajador veneciano comenta que “il Papa è molto inpensiero per la guerra
meior de todos”, sin que esto significase que se desentendía de los asuntos ya que
Conchillos debía proporcionarle el traslado de todos los documentos que firmaba
el rey117.
En las decisiones políticas de esta época no es fácil distinguir las probables
diferencias que habría entre ambos soberanos. Por la correspondencia de Anglería
y de la propia Isabel, conocemos el horror que tenía la reina por el derramamiento
de sangre entre cristianos, lo que era compatible con una política de intimidación
para defender los legítimos derechos118. Ello llevaba a los soberanos a lograr una
Liga como la de 1494 que frenara la guerra y les permitiera consolidar sus
posiciones en el reino de Nápoles. En el otoño de 1502, los agentes diplomáticos
de los Reyes Católicos retomaron la ofensiva diplomática sobre Venecia, clave de
bóveda del nuevo equilibrio italiano. En las instrucciones despachadas el 13 de
septiembre, Fernando el Católico anunciaba al Gran Capitán el envío de dos
cuerpos militares y cuarenta mil ducados, en letras de cambio, sobre la plaza de
Venecia119. Francia multiplicó entonces sus acusaciones contra la Señoría por dar
dinero y grano a los españoles, de lo que se excusaba el dogo alegando que eran
mercaderes particulares quienes realizaban tales préstamos120.
La disparidad de fuerzas a favor de Luis XII contribuía a que Gonzalo
Fernández de Córdoba optase por una guerra de desgaste y focalizada en la
defensa de las fortalezas del litoral italiano, especialmente Barletta, donde Gonzalo
había concentrado sus fuerzas121. Esta guerra de posiciones era posible gracias al
dominio de las vías marítimas de comunicación en el Mediterráneo central
controladas por la escuadra de Juan de Lezcano en el Adriático —especialmente
desde la destrucción de la escuadra francesa fondeada en Otranto— y Bernat de
Vilamarí en el Tirreno, controlando el estrecho de Mesina y facilitando el
aprovisionamiento de los enclaves españoles con el trigo siciliano122. Gracias a esta
estrategia los asedios de Barletta y Tarento no lograron su objetivo, mientras Hugo
RAH, Salazar, A-9, fols. 16-19, 91-92 y 100-101; cfr. AZCONA. T. DE, Isabel..., pp. 888-889.
118 Véase esta correespondencia en el contexto de la guerra de Rosellón y la batalla de Salses en
1503; en RODRÍGUEZ VALENCIA, V., Isabel la Católica en la opinión de españoles y extranjeros..., vol. I, pp.
185-186.
119 En SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia..., «Revista de Archivos Bibliotecas y
algunos gobernadores de los puertos neutrales, como Trani, de ser filofranceses; cfr. KIDWELL, C.,
Venice, the French Invasion and the Apulian ports…, p. 307.
121 Ver nuestro gráfico VIII. P. Pieri describía aquella fase bélica como “una guerra minuta di
piccoli colpi di mano, di sorprese, di stratagemmi, in cui emerge il valore dei singoli combattenti
dalle due parti, senza che nulla de conclusivo avenga”; PIERI, P., La guerra franco-spagnola nel
Mezzogiorno (1502-1503), «Archivio Storico delle Province Napoletane», 72 (1952), p. 27.
122 Cfr. CEREZO MARTÍNEZ, R., La proyección marítima de España…, pp. 191-195.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 443
123 Probablemente fue Francisco de Rojas quien suministró el dinero para costear estas tropas que
aparecen en las cuentas de Alonso de Morales con fecha de 29 marzo 1503; ANDRÉS DÍAZ, R. DE,
El último decenio del reinado de Isabel I…, n. 4567.
124 Sobre la sublimación de esta campaña durante estos años cfr. PROCACCI, G., La ‘disfida di
161-163.
126 Cfr. SERRANO Y PINEDA, L. I. (ed.), Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante
las campañas de Italia, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 22 (1910), pp. 117-121; también
QUATREFAGES, R., La Revolución Militar Moderna..., pp. 146-147.
127 Despacho del embajador veneciano, 31 octubre 1502; GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, pp.
184-188.
444 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
manera que “la illustrisima Signoria sia quel Dio ch’el chiama in suo adiutorio, e
ch’el debba festinar presto, perchè li bisogna”.
Aquel día Rojas explicó al embajador veneciano que el papa había perdido la
esperanza de obtener el apoyo de Francia y que ahora lo solicitaría a Venecia, sin
embargo, el español le proponía “far chel è commun beneficio de tutti, e liberar
l’Italia da questo morbo che la infetta tutta”. Trasmitiendo la intención de los
Reyes Católicos, Rojas le ofrecía unirse para acabar con este “morbo” —no queda
claro si se refiere a Francia o al propio Alejandro VI—, a lo que el embajador
veneciano contestó que no era costumbre de la Señoría traicionar a nadie,
tampoco al papa. Y Rojas replicó diciendo que era peor mantener la palabra dada a
quien no la respeta con nadie.
Las gestiones de Lorenzo Suárez de Figueroa para ganarse a la Señoría
tuvieron cierto éxito, ya que en noviembre de 1502 el dogo Loredán anunció a
Fernando el Católico que le apoyaría, y le ofrecía abrir un corredor por el que
pasasen los piqueros suizos y alemanes contratados por el Gran Capitán; a cambio
Fernando le hacía ciertas promesas de expansión en Tierra Firme del Imperio y en
las costas adriáticas de Nápoles, ya que “mejor avemos que ellos tengan parte...
que no que el rey de Françia lo tuviese todo”128. El 10 de noviembre los reyes
otorgaban a Rojas un poder amplísimo para recibir en la amistad española a
cardenales, nobles y ciudades, sin necesidad de consultarles129. La carta que envió
el rey a Gonzalo Fernández de Córdoba es bien expresiva al respecto:
Para lo de la liga e unión con veneçianos e con los otros de Ytalia e
con el Rey de Romanos, ya tienen poderes nuestros Rojas e Lorenço
Suarez, e también para hazer la unión e concordia entre ursinos e
coluneses, e para trabajar e ganar esos otros potentados menores, e
fazer asientos en ellos, porque todo esto nos paresçe que se negoçiará
mas presto desde Roma, por tener allí mas çerca la comunicaçion de
todos130.
No sabemos si Rojas intervino en la confederación del 9 de octubre que
conspiró contra César Borja, y desencadenó la espectacular venganza del
Valentino. Lo cierto es que por aquellas fechas el embajador de los Reyes
Católicos se encontraba en tratos con los Orsini, una de las principales familias
conjuradas. Estas oscuras maniobras acabarían costándole la vida al cardenal
Orsini, acusado de ser agente español. El castigo infligido por Cesar Borja contra
los barones conjurados hizo saltar los tratos que mantenía Rojas “con el mismo
128 Carta a Gonzalo, 9 noviembre 1502; en SERRANO Y PINEDA, L. I., Correspondencia de los Reyes
Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos»,
22 (1910), pp. 121-122.
129 Cfr. RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 12-13.
130 Carta de Fernando el Católico al Gran Capitán, 10 octubre 1502; en SERRANO Y PINEDA, L. I.,
cardenal, y con los Ursinos, para que con su gente fusen a servir al Rey en la
guerra del Reyno”. En noviembre y diciembre César conquistaba Senigallia y
lograba recuperar Urbino y Camerino, que en octubre habían vuelto a manos de
sus antiguos señores131. Las negociaciones de Rojas tuvieron mayor éxito en
Génova, potencia que logró sustraer de la obediencia milanesa y con la que firmó
una alianza el 15 de diciembre de 1502 en reconocimiento de haberla librado del
dominio francés132.
Fernando el Católico consideraba fundamental lograr en Roma una
reconciliación de Orsini y Colonna para ganar apoyos frente a Francia, y evitar que
César se apoderase de las posesiones de estas familias133. El negociador andaluz se
empleó a fondo en este cometido y lo logró apoyando con firmeza la posición de
Bartolomeo d’Alviano —principal capitán de los Orsini—, mientras favorecía el
matrimonio entre Ferrante Francesco Dávalos —marqués de Pescara— con la
joven Vittoria Colonna, hija de Fabrizio Colonna y sobrina a la vez del duque de
Urbino, que era el principal apoyo de los Orsini. Como dice J. E. Ruiz-Domènec,
Gonzalo se situaba de este modo en medio de ambas familias, buscando un
enemigo común, que no era otro que el duque Valentino134. Las familias parecían
unidas, al menos de momento, contra el invasor francés y el arrogante César Borja,
que operaba siempre a la sombra de Luis XII.
Mientras tanto el papa —como anunciara Rojas al embajador veneciano—
buscaba una alianza con la Señoría para garantizar el equilibrio frente a las dos
potencias que se disputaban Nápoles. El 2 de diciembre Alejandro VI confesaba al
procurador veneciano que sería un mal negocio para ambos que los españoles
ocuparan el reino de Nápoles, pero sería aún peor que cayera en manos de
Francia135; y en otro momento añadía que, aunque era español por nacimiento y
aliado temporal con Francia, él era “italiano y es en Italia donde descansa nuestra
fortuna”136. El papa, como en la víspera de la calatta de Carlos VIII, expresaba
nuevamente su neutralidad justo antes de que estallara la tormenta.
131 Cfr. CARAVALE, M, y CARACCIOLO, A., Lo Stato Pontificio..., pp. 157-158; y el antiguo trabajo de
diciembre 1502; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 50-51; sobre la evolución
diplomática de Génova en esta época cfr. CONSTANTINI, C., La republica di Genova nell’età moderna,
Turín 1978.
133 Carta de Fernando el Católico al Gran Capitán, 10 diciembre 1502; en SERRANO Y PINEDA, L.
I., Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de
Archivos Bibliotecas y Museos», 22 (1910), pp. 118-121.
134 Cfr. RUIZ-DOMÈNEC, J. E., El Gran Capitán..., pp. 335-336.
135 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, pp. 242-243.
136 Cfr. GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. I, p. 150.
446 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
137 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 20 enero 1503; en RODRÍGUEZ VILLA, A.,
23, fol. 81v; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 275.
140 En RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 51.
141 Una descripción del estado territorial de los Orsini en SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 861.
142 Cfr. DE CARO, G., Borgia, Godofredo..., p. 727.
143 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 297.
144 Cfr. CARAVALE, M, y CARACCIOLO, A., Lo Stato Pontificio..., pp. 158-159; especialmente LISINI,
A., Relazioni tra Cesare Borgia e la Repubblica Senese, «Bulletino Senese di Storia Patria», 7 (1900), pp.
114-149.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 447
145 Cfr. SANUTO, M., Diarii..., vol. IV, col. 663. Sobre la situación de Siena en esta época cfr.
ARCHERI, M., Siena nel Rinascimento. Instituzioni e sistema politico, Siena 1985.
146 ZURITA, J., Historia..., fol. 262rv.
147 Ibidem, fol. 288r.
148 Ibidem, fol. 271r.
448 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Lui [el papa] vede e conosce certamente e molte fiate ce l’ha detto che
se egli non s’intende bene con la V. S. tutto quello che ha fatto non é
niente. Poi anche egli vede che le cose dei miei cattolici re vanno
adesso più prospere che le francesi e ogni giorno anderanno di bene in
meglio [...] in modo che il pontefice, che vede e conosce tutte queste
cose, non si lascerà pregar troppo a unirsi con voi e con me149.
De los despachos posteriores se deduce que el papa estaba intentando que
Rojas lograra primero la alianza con Venecia, pero la Señoría parecía estar más
unida con el monarca francés a quien informó de estas maniobras, temerosa de
que en esta alianza se diera entrada a Maximiliano150. El papa titubeaba, tratando
de contentar al rey de Francia con el apoyo de César, mientras tanteaba una
alianza con los Reyes Católicos: “il pontefice sta molto sospeso [...] e giudicò sia di
ordine suo levata fama che omnino egli darà volta con Spagnoli [...] e finsero il
Duca e lui essere venuti alle man [...]. Ed è contento che il Duca si mostri
affezionato francese e lui mostrare ambiguità e più presto declinare a Spagnoli che
a Francesi e con questi tratti dar posto a ognuno e ridurre le cose al proposito
suo”151. Sin embargo, Alejandro VI no retomaría la alianza española hasta que no
se comprobara su superioridad militar sobre las fuerzas de Luis XII. Había llegado
la hora de Ceriñola.
En este contexto en que la situación militar en Nápoles se mantenía indecisa
se enmarca el intento de Felipe el Hermoso —yerno de los Reyes Católicos desde
que casó con Juana— de llegar a un acuerdo con Luis XII sobre la cuestión de
Nápoles152. Fernando el Católico trató de encauzar semejantes negociaciones
enviando junto a Felipe el Hermoso a Bernardo de Boil con los poderes para
negociar. Es probable que mediaran engaños cuando, sorprendentemente, Boil
firmó unos acuerdos que Fernando consideró a posteriori una estratagema de Felipe
para sustituir en Nápoles a la Casa de Aragón por la de Borgoña.
El tratado firmado en Lyon el 5 de abril establecía el matrimonio de Carlos
—primogénito de Felipe, de tres años de edad— con Claudia —hija de Luis
XII153. Hasta el nacimiento de un heredero de este matrimonio que sería
considerado rey de Nápoles, el reino quedaría dividido en dos zonas: una
gobernada por un virrey del monarca francés, y la otra por el mismo archiduque
Felipe. La noticia creó gran confusión entre las potencias italianas y el mismo Boil
informó al papa de los acuerdos en carta enviada desde Barcelona el 7 de
149 GIUSTINIAN, A., Dispacci…, vol. I, pp. 439 y ss (ver despachos 325 y 328).
150 PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 237-238.
151 GIUSTINIAN, A., Dispacci…, vol. I, pp. 437; en esta época Zurita recoge la opinión que tenía la
Señoría sobre la ambigua política del papa: “que estava confederado con Francia y que eran amigo
del Rey Cathólico”; ZURITA, J., Historia…, fol. 288r.
152 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 262-265.
153 El texto del tratado en LÓPEZ DE TORO, J. (ed.), Tratados internacionales..., pp. 185-192.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 449
154 En FITA, F., Fray Bernal Boyl. Documentos inéditos..., pp. 170-172.
155 Ver gráfico VIII del apéndice.
156 GARCÍA ORO, J., Don Fernando de Andrade, conde de Villalba (1477-1540), Betanzos 1999, pp. 79-
82.
157 Entre los barones napolitanos que se pasaron al bando español en el mes de abril de 1503 se
encontraba Íñigo Dávalos, marqués de Pescara; cfr. COLAPIETRA, R., Il baronaggio napoletano e la sua
scelta spagnola: “il gran Pescara”, «Archivio Storico delle Provincie Napoletane», 107 (1989), pp. 7-71.
158 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., pp. 474-475.
450 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
159 Sobre la campaña militar que culmina en la batalla de Ceriñola cfr. Crónica general..., pp. 155 y ss;
Crónica manuscrita..., pp. 348 y ss; FUENTES, F., Ceriñola, abril 1503, Madrid 1912; DE VECCHI, E., Due
date, due battaglie, due mutazzioni di straniero dominio in Puglia, Bari 1931; PIERI, P., Il Rinascimento..., pp.
405 y ss; ID., Consalvo di Córdoba..., pp. 216-220; ID., La Guerra franco-spagnuola nel Mezzogiorno (1502-
1503), «Archivio Storico delle Province Napoletane», 72 (1952), pp. 21-69. Los reyes fueron
informados de la campaña a través de su embajador en Venencio, Lorenzo Suárez de Figueroa;
despacho del 7 mayo 1503, RAH, Salazar, A-10, n. 17.
160 Como dice R. Puddu, Ceriñola demostró la superioridad de la infantería sobre la caballería, la
impotencia francesa contra los infantes castellanos bien adiestrados, armados con picas y arcabuces,
dispuestos “al riparo di ostacoli assolutamente invalicabili dai destrieri ricoperti di ferro e di spledide
quanto ingombranti gualdrape”; PUDDU, R., Il soldato gentiluomo..., pp. 28 y ss.
161 Los poderes a Francisco de Rojas, 20 julio 1503; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 107; SUÁREZ
comercial del puerto de Gaeta cfr. CORBO, P., y CORBO, M. C., Gaeta. La Storia, vols. I-III, Gaeta
1985-1989.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 451
un comentario más amplio de esta última elección cardenalicia; cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol.
III, pp. 472 y ss; MALLET, M. E., The Borgias..., p. 209; PEPE, G., La politica dei Borgia…, p. 239.
172 Aunque el episodio es confuso, ésta es la interpretación que propone CLOUGH, C. H., Niccoló
Machiavelli, Cesare Borgia, and the Francesco Troche Episode, «Medievalia et Humanistica», 17 (1966), pp.
129-149.
173 Cfr. VILLARI, P., Niccoló Machiavelli..., vol. I, pp. 447 y ss; también PASTOR, L., Storia dei Papi...,
175 Despacho de Jo. Vectorius Soderinus, embajador de Florencia, 17 junio 1503; en D’AUTON, J.,
pp. 269-270.
180 SANUDO, M., Diarii..., vol. V, col. 59.
181 Despacho de Jo. Vectorius Soderinus, embajador de Florencia, 29 junio 1503; en D’AUTON, J.,
Chronique..., vol. III, p. 389. La fecha de Soderino no coincide con el despacho del embajador
veneciano que data este episodio en agosto del mismo año.
182 Ibidem, p. 390.
454 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
183 Despacho del embajador veneciano, 29 junio 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 52.
184 Ibidem, p. 389.
185 Despacho de Jo. Vectorius Soderinus, embajador de Florencia, 17 y 18 junio 1503; en
87; también YRIARTE, C., Cesar Borgia..., vol. II, pp. 48 y ss.
188 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 239-240.
189 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 294v.
190 Informe del embajador florentino, 16 diciembre 1502; en FACHARD, D. (dir.), Consulte e pratiche
probable que los reyes aconsejaran a la ciudad un entendimiento con la Santa Sede
creando una especia de alianza a tres bandas192. El 5 de agosto de 1503 Pisa
decidió firmar un acuerdo con el pontífice para entregarse a César Borja, contando
seguramente con el beneplácito de los Reyes Católicos193. Así parece confirmarlo
las buenas relaciones que existían entre la ciudad y los soberanos españoles
cuando, en octubre de 1503 y por consejo del cardenal Carvajal, los pisanos
enviaron una legación al Gran Capitán Carvajal para ratificar los capítulos
firmados meses antes y solicitar su protección194.
Mientras tanto, el embajador castellano en Roma seguía ganándose
fidelidades entre los barones, y recibía desde Venecia abultadas cantidades de
dinero para sufragar los gastos del ejército del Gran Capitán195. Pese a estas
muestras de benevolencia, la alianza con Venecia no se había conseguido. El 20 de
junio Francisco de Rojas trató de hacer ver al embajador veneciano en Roma que
los intereses de sus soberanos no eran de simple hegemonía sino el de lograr el
equilibrio italiano; para ello se estaba considerando la idea de restituir el reino de
Nápoles a Federico:
Il mio Re e Regina ha fatto proponer alla lillustrissima Signoria che vol
restituir el Regno de Napoli al Re Federico et al suo figliolo; e questo
vi affermo essere sua constante opinion, chè no potria essere partito
più utile per la Italia di questo, ni cosa che meglio possa resanar li
membri di questo corpo de Italia, che li ha tutti infermi, come vedete,
dal vostra in fuora; perchè, benchè li miei Re siano iusti etc (e qui me
disse in laude loro molte parole), pur confesso la verità, che la Italia sta
meglio in man de Italiani che de altri196.
Seis días después, Rojas volvió a insistir al procurador de la Señoría
alegando que si se unía a sus soberanos “nè Francesi averiano animo di venire in
Italia e manco il papa potria recalcitrare, ma di grazia staria alla volontà del re e
della Signoria”197. A pesar de estas palabras, las relaciones entre el papa y los reyes
españoles atravesaban una fase de bonanza, que la reina aprovechó para pedir a su
embajador que consiguiera unos breves de conciencia, la bula de los “coronados”,
192 Cfr. VOLPE, G., Intorno ad alcune relazioni di Pisa con Alessandro VI e Cesar Borgia (1499-1504),
«Studi Storici», 7 (1898), pp. 89 y ss; importantes apreciaciones en DALLE MURA, C., La ricerca di
un’alleanza: i rapporti tra Pisa e Spagna dal 1504 al 1507, «Bollettino Storico Pisano», 55 (1986), pp. 85-
116.
193 Cfr. PEPE, G., La politica dei Borgia..., pp. 240-241.
194 Cfr. DALLE MURA, C., La ricerca di un’alleanza..., pp. 87-88.
195 Ver las cartas del despensero Francisco Sánchez a Rojas acusando el envío de estas cantidades,
3 junio y 16 julio 1503; RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 54-56; también carta de
Fernando el Católico aceptando la alianza con el duque de Romadío, 22 julio 1503; Ibidem, pp. 56-57.
196 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, pp. 49-50.
197 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 51.
456 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
198 AGS, Libros de cédulas, 6, fols. 148-149v; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 916.
199 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 473.
200 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 45.
201 Carta de Fernando el Católico a Francisco de Rojas, 10 agosto 1503; RAH, Salazar, N-6, fols.
262-262; LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 132; el alto costo que la guerra de Italia suponía a los
Reyes Católicos se lo confesó Rojas al embajador veneciano: “vi dico ben che questa guerra è di
grandissimo peso alla Spagna, e se averà a durar troppo lui sola, non la potrà continuar”; despacho
del embajador veneciano en Roma, 26 junio 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 46.
202 Despacho del embajador veneciano, 8 agosto 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p.
101.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 457
203 Despacho del embajador veneciano, 15 julio 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 71.
204 El embajador veneciano anota que Gonzalo “si voli per questa via dechiarir de la mente del
Pontefice, o veder come el se moverà in questa cosa; aut farsi la è qualche nova machinazione del
Pontefice, che vuol veder che mormoro faranno i Franzesi et andarse a poco a poco scoprendo per
Spagnoli”; despacho del embajador veneciano, 1 julio 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p.
53.
205 Despacho del embajador veneciano, 27 julio 1503; en GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, pp. 72
y ss.
206 DE BERNARDI, A., Cronache Forlivesi dal 1476 al 1517, ed. D. Mazzatini, vol. II, Bolonia 1895-
1897, p. 45.
207 GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, p. 104.
208 La muerte del papa se relata en DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. II, pp. 267 y ss; GIUSTINIAN, A.,
Dispacci..., vol. II, pp. 119 y ss; y por el embajador de Mantua G. L. Cataneo; en BURCKARDI, J., Liber
notarum..., vol. III, pp. 449-450; ver también PASTOR, L. VON, Storia..., vol. III, pp. 474-477;
CLOULAS, I., I Borgia..., pp. 322-323.
458 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
X, p. 68.
212 D’AUTON, J., Chroniques..., vol. II, p. 201.
213 Véase la carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 13 septiembre 1503; RODRÍGUEZ
VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 57-58. Zurita dice que César declaró y escribió al cardenal de
Salerno, y a los purpurados españoles, que quería pasarse al servicio de Fernando el Católico
“ofreciendo su persona y estado, afirmando que en lo pasado por obediencia a su padre le fue
forçado venir a Francia y a ser francés contra su naturaleza y voluntad, siendo él nacido español y
todos los suyos”; ZURITA, J., Historia..., fol. 298r.
214 SASSO, G., Machiavelli e Cesare Borgia..., pp. 6 y ss; también GREGOROVIUS, F., Storia di Roma…,
vol. VI, p. 9.
HACIA LA NEUTRALIDAD PONTIFICIA (1500-1503) 459
Eran malos tiempos para la familia Borja. En las tierras pontificias, los
Orsini hacían caer las primeras piezas de ese castillo de naipes que Alejandro VI
había intentado levantar, mientras tropas venecianas se acercaban peligrosamente
a las fronteras de la Romaña. Zurita lo dijo con una hermosa frase: el reino que
Valentino de imaginara “se deshizo como una sombra”. En Roma la “caza de
catalanes” que se desató contra los españoles a la muerte de Calixto III, amenazó
con abatirse de nuevo sobre los curiales nacionales que habían prosperado a la
sombra de Alejandro VI215. Fue entonces cuando el cardenal Carvajal abrió las
puertas de su fortaleza Millina a los que buscaban refugio216. Mientras tanto el
cardenal negoció con Rojas para afrontar la delicada situación, especialmente en
relación con César, sobre el que diferían sus puntos de vista217.
Advertidos por cartas enviadas desde Génova, los Reyes Católicos dieron
todo su apoyo a la alianza con César; además, ordenaban a Francisco de Rojas y al
Gran Capitán que reunieran sus fuerzas e hicieran todo lo posible por evitar que la
cercanía del ejército de Luis XII forzara la elección al Pontificado de un candidato
francés: “porque si tal persona fuese, claros están lo grandes inconvenientes que
dello se siguirian en la christiandad y que será mas causa de guerra que de paz”218.
Si la elección había sido canónicamente correcta no había más que hablar, pero si
los franceses trataban de forzarla los monarcas ordenaban a Rojas “sostener al
summo Pontifice que fuese criado, poniendo para ello todo lo nuestro e de
nuestros amigos”. En caso de que no se hubiese producido la elección, Rojas
debía “ganar para ello todos los cardenales que pudieses ganar, y procurad con el
Duque [César Borja] que todos los cardenales de su parte se junten para esto con
los otros que pudiéredes ganar para ello”.
215 Cfr. CHAMBERLAIN, E. R., The Fall of the House of Borgia, Londres 1974.
216 Recuérdense los versos del poeta Hernández de Sevilla referidos al papa Borja “que hizo la
nuestra hispana nacion al mundo odiosa, qual nunca se viera”, de manera que “fuera milagro
poderse escapar Yspano en Italia, ny en ella abitar; para después enderezar a Carvajal el siguiente
elogio: “Tu casa fue el arca donde han escapado / toda nobleza de gente d’España, / según el gran
odio, rancor y gran saña, / que tanta Alexandre nos ovo dexado”; cit. en CROCE, B., La Spagna..., pp.
88-89; a este testimonio podemos añadir el de Arcángel de Madriñano a quien Carvajal encomendó
la traducción del Itinerario de Ludovico Vartena, y que en su prólogo escribe: “id declararunt in te
olim hominum accensa studia, cum post occasum Alexandri sexti saeuirent in Hispanam gentem
iratores Romani, rati superbe nimis imperitatum esse (ut assolet ultionis studio) ab te tuisque
omnibus. Veluti a sacratiore sanctuario temperarunt”; cit en CALVO FERNÁNDEZ, V., El cardenal
Bernardino de Carvajal..., p. 3 (en prensa).
217 Sobre la actuación de Carvajal tras la muerte de Alejandro VI cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J.,
Carvajal..., p. 443.
218 Cartas a Gonzalo Fernández de Córdoba y Francisco de Rojas, 13 septiembre 1503; SERRANO
225 Aunque el embajador veneciano cita a un tal “cardenal Borgia”, es bastante probable que se
trate de Francisco ya que Juan de Borja y Navarro el mayor, y Juan de Borja Llanzol el menor, ya
habían fallecido; Ibidem, vol. II, p. 122.
226 Ibidem, fol. 302r.
227 Cfr. ORTEGA, T., Castelar (Juan), en DHGE, París 1949, col. 1417; sobre este personaje véase
nuestro breve comentario en el capítulo dedicado a los agentes reales (I. 2. 2.2).
228 El historiador aragonés juzga con dureza la maniobra de César Borja, pues “era perverso y
maligno y todo su pensamiento movíase a tiranía”; ZURITA, J., Historia..., fol. 298r.
229 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Carvajal..., p. 443.
230 Carta de Jaime Conchillos, 13 septiembre 1503; RAH, Salazar, A-11, fol. 393; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 299-300.
231 Cit. en GOÑI GAZTAMBIDE, J., Carvajal..., p. 443.
462 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
sará secondo el voto Spagnolo, e non abiate altra opinione”; y añadía que no
saldrían elegidos ni Amboise, ni Giuliano della Rovere, ni Carafa, sino
Piccolomini, Podocátaro, o Pallavicini, el primero por ser “bonus homo, li altri per
essere come neutrali, ma ben favoriti da Spagnoli”232. Finalmente los treinta y seis
cardenales optaron por elegir un papa de transición que contentara a españoles y
franceses: era Francesco Piccolomini, que adoptaría el nombre de Pío III233.
De creer a Zurita, se trataba de un triunfo español, ya que “a esta elección
ayudó mucho la parte del Cardenal Ascanio”, que con ello pretendía ganarse a los
reyes para acometer la reconquista de Milán contra el rey de Francia. La elección
de Pío III, fue muy bien recibida en Castilla, donde la reina “dio vivas muestras de
alegría [...] pues ordenó que los sacerdotes de la ciudad preparasen sus cultos y el
pueblo se congregase en los templos, donde con himnos, cánticos y entonando el
salmo Te Deum laudamus, se dieron gracias al Todopoderoso por haber concedido
tal pastor a su Iglesia, dada la excelente opinión que a tal varón tuvo siempre la
Reina”234. Información que coincide con la de Zurita, cuando escribe que de Pío
III “se tuvo esperanza que sería causa de la reformación de la Iglesia, y que
procuraría la paz universal”235.
232 Despacho del embajador de Mantua, Ghivizano, al marqués, 15 septiembre 1503; en PASTOR,
síntesis de SANFILIPPO, M., Pio III, en Storia dei Papi, vol. III: Innocenzo VIII-Giovani Paolo II, Roma
2000, pp. 22-31.
234 Carta de Anglería al conde de Tendilla y al arzobispo de Granada, Hernando de Talavera, 10
1 Entre los gestos de los reyes que revelan su particular protección sobre los Santos Lugares, están
los trescientos florines anuales concedidos por la reina a perpetuidad en 1477, y los mil ducados de
oro otorgados en 1489 que vienen a ser el origen remoto de la Obra Pía de los Santos Lugares en
España. La sustancial ayuda de la reina fue duplicada por Fernando en 1505; cfr. EIJAN, S., El Real
Patronato de los lugares en la historia de la Tierra Santa, vol. I, Madrid 1945; GARCÍA BARRIUSO, P., La
Obra Pía de los Santos Lugares en España, «Revista Española de Derecho Canónico», 130 (1974), pp.
233-263.
2 Sobre esta rica producción literaria ver el capítulo I. 3.2.
3 MARSUS, P., Panegyricus in memoriam sancti Augustini ecclesiae doctoris eximii ad inclytos Ferdinandum et
Helisabet Hispaniarum reges christianissimos, Roma (la fecha de edición no aparece en el incunable pero
por las referencias internas debió publicarse en 1488); IERS 1801; BV, Inc. Y.II.139, fol. 8; véase al
respecto el capítulo dedicado a la imagen de los Reyes Católicos en la Roma pontificia (I. 3.).
464 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
que permitían a los reyes idear proyectos defensivos y comerciales sobre los
puertos norteafricanos4.
Como ha expuesto M. Á. Ladero Quesada, el problema de la expansión
marítima y la ocupación de nuevos territorios presenta tres niveles diferentes de
análisis: la legitimidad jurídica, la legalidad política y los hechos efectivos5. En el
plano de la legitimidad jurídica hay que partir de la doctrina jurídica romana y
medieval que afirmaba la pertenencia del mar a la res communes omnium, por lo que
no contemplaba una noción del mare clausum, ni de mar territorial, teniendo en
cuenta además que el ordenamiento jurídico era esencialmente terreno. Desde el
punto de vista del derecho internacional, el único derecho entonces con carácter
universal y reconocido por todos los reinos cristianos era el canónico, lo que
permitía a la Santa Sede poder justificar, legitimándola, la misma autoridad política
de los príncipes o la ocupación de nuevas tierras o mares6. Este mismo derecho
otorgaba a los príncipes una cierta legitimidad, en virtud de la mera adquisición,
sobre las tierras descubiertas que no pertenecían a un príncipe cristiano (terrae
nullius) y se encontraban habitadas por infieles, a los que se intentaría convertir a la
fe cristiana7. Sin embargo, la posibilidad máxima de legitimación de tierras o mares
venía del otorgamiento por el Pontificado, en virtud de la potestas in temporalibus —y
no de su auctoritas espiritual— aunque ambas eran expresión del carácter supremo
que tiene el poder papal aplicado al otorgamiento a príncipes cristianos de tierras
habitadas por infieles y a su capacidad de reconocer derecho de conquista, con la
idea más o menos explícita de lograr la evangelización de las poblaciones.
tierras a príncipes cristianos cfr. FILESI, T., Significato e validità delle bolle alessandrine di fronte al fenomeno
d’espansione d’oltremare dell’evo moderno, «Annuario di Diritto Internazionale», (1966), pp. 196-210;
HOFFMAN, P. E., Diplomacy and the Papal Donation, 1493-1585, «The Americas», 30/2 (1973), pp. 151-
183; CODIGNOLA, L., La Chiesa e le Americhe al tempo dei Della Rovere, «Atti e Memorie della Società
Savonese di Storia Patria», 25 (1989), pp. 271-287; PISTARINO, G., La sede di Roma nell’apertura del
Nuovo Mondo, en GENSINI, S. (dir.), Roma capitale..., Roma 1994, pp. 541-579; TEDESCHI, M., Le bolle
alessandrine e la loro rilevanza giuridica, en ID., Scritti di Diritto Ecclesiastico, Milán 1997, pp. 321-342;
AIRALDI, G., Il ruolo di Alessandro VI nelle scoperte geografiche, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO,
M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma 2001, pp. 217-225; también LADERO QUESADA, M. Á., Los
debates..., p. 236; menos completo el trabajo de síntesis de SURDICH, F., La Curia romana e la scoperta
dell’America, en ROSA PIRAS, P., y SAPORI, G. (dirs.), Italia e Spagna tra Quattrocento e Cinquecento, Roma
1999, pp. 257-271.
7 Cfr. CIALDEA, B., La formazione dell’ordinamento marittimo nelle relazioni internazionali (secoli XIV-
XVIII), vol. I, Milán 1959. Otros autores consideran que el pontífice tenía pleno derecho sobre
tierras de infieles como supremo rector y moderador de todas las empresas de la Cristiandad; cfr.
BETTANINI, A. M., Studi di storia dei Trattati e Politica internazionale, Pádua 1939; REDSLOB, R., Histoire
des grandes principes du droit de gens, París 1923.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 465
Los primeros en hacer uso de esta fuente de legitimación fueron los reyes
de Portugal cuando acudieron a la Santa Sede para respaldar sus proyectos de
conquista exigiendo, por primera vez, tanto el dominio en exclusiva de las rutas
marítimas como el de las tierras hacia las que conducían. Fue Nicolás V el que
satisfizo esta demanda mediante la bula Romanus pontifex de 1455, a la que siguió la
Inter caetera —concedida por su sucesor Calixto III en 1456— que reservaban a
Portugal la navegación atlántica al Sur del cabo Bojador y Num, en la costa
africana “hasta los indios”, otorgaba los derechos de ocupación sobre todas las
tierras descubiertas y, por último, concedía a los reyes la administración y
jurisdicción eclesiástica en dichas tierras a través de la Orden de Cristo,
posteriormente incorporada a la Corona8. La expansión portuguesa discurría
pacíficamente por estos cauces diplomáticos, pero estaba por ver qué ocurriría si
Portugal viese amenazado su monopolio sobre la navegación atlántica,
especialmente, cuando en la guerra civil Isabel y Fernando declararon su derecho a
la navegación hacia Guinea y las velas de las naves castellanas comenzaron a
dejarse ver en el litoral africano9.
La paz de Toledo de 1480 firmada entre Castilla y Portugal, que culmina
con el Tratado de Alcaçobas-Toledo, pretendía normalizar de manera definitiva la
expansión ultramarina mediante la renuncia de Castilla al reino de Fez (actual
Marruecos) y el reconocimiento portugués de la soberanía castellana sobre el
archipiélago de las Canarias, con la prohibición —sin embargo— de navegar para
descubrir tierras desde las islas Canarias en adelante, frente a Guinea, y quedando
reservadas a Portugal todas las tierras al Sur del cabo Bojador10. Con relación a
8 Imprescindible la referencia a los trabajos de WITTE, CH. M. DE, Les Bulles pontificales et l’expansion
expansión peninsular por la costa africana. El enfrentamiento entre Portugal y Castilla (1475-1480), en Congresso
Internacional Bartolomeu Dias e a sua época, vol. III, Oporto 1989, pp. 59-79.
10 Sobre las negociaciones de Portugal y Castilla en torno a la expansión marítima cfr. PÉREZ
EMBID, F., Los descubrimientos en el Atlántico y la rivalidad castellano-portuguesa hasta el Tratado de Tordesillas,
Sevilla 1948; desde la óptica portuguesa PERES, D., História dos descubrimentos portugueses, Oporto 1943;
DIFFIE, B. W., y WINIUS, G. D., Alle origini dell’espansione europea. La nascita dell’impero portoghese
1415/1580, Bolonia 1985; recientemente CASTAÑEDA, P., Las exploraciones castellanas y los problemas con
Portugal antes de 1492, en El Tratado de Tordesillas y su época. Congreso Internacional de Historia, vol. I,
Madrid 1995, pp. 103-145; GARCÍA, J. M., Descobrimientos Mare clausum e tratados, en O Testamento de
Adao, Lisboa 1994, pp. 77-101; ID., Portugal e a repartição do Mundo: Do infante D. Henrique a D. João II,
Lisboa 1994; OLMEDO BERNAL, S., El dominio del Atlántico en la baja Edad Media. Los títulos jurídicos de
la expansión peninsular hasta el Tratado de Tordesillas, Salamanca 1995; una edición del texto del Tratado
de Alcáçovas en MORALES PADRÓN, F., Teoría y leyes de la conquista, Madrid 1979, pp. 41-43.
466 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
11 El texto de la bula en MORALES PADRÓN, F., Teoría y leyes..., pp. 29-30; véase el análisis de LA
HERA, A. DE, La primera división del Océano entre Portugal y Castilla, en El Tratado de Tordesillas y su
proyección..., pp. 1051-1070.
12 Ver el capítulo II. 3.3. para el primero de los temas mencionados, y el 7.4. para el segundo.
13 Las líneas generales del debate suscitado por los documentos pontificios en LA HERA, A. DE, El
tema de las bulas indianas de Alejandro VI, «Estudios Americanos», 102 (1960), pp. 257-267; FILESI, T.,
Nota bibliográfica relativa alle Bolle Alessandrine, en ID., Esordi del colonialismo e azione della Chiesa, Como
1968, pp. 163-167; BARAGONA, A., La polémica historiográfica sulle bolle alessandrine relative alle grandi
scoperte, en Miscellanea di storia delle esplorazioni II, Génova 1977, pp. 23-47. Una explicación sobre la
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 467
génesis y el contenido de los documentos pontificios se encuentra en LETURIA, P., Relaciones entre la
Santa Sede e Hispanoamérica, vol. I: Época del Real Patronato 1493-1800, Roma-Caracas 1959; y
especialmente GARCÍA GALLO, A., Las Bulas de Alejandro VI y el ordenamiento jurídico de la expansión
portuguesa y castellana en África e Indias, «Anuario de Historia del Derecho Español», 27-28 (1958), pp.
461-829 (reed. en ID., Los orígenes españoles de las instituciones americanas, Madrid 1987, pp. 313-659); no
hemos podido consultar la nueva revisión de este trabajo ID., Las bulas de Alejandro VI sobre el Nuevo
Mundo descubierto por Colón, Madrid 1992. Para no alargar la cita bibliográfica, ahora nos limitamos a
mencionar algunos estudios recientes, que pueden completarse con los títulos que irán apareciendo
a lo largo de la exposición: CASTELL, V., Las bulas alejandrinas: precedentes, génesis y efectos inmediatos, en
SÁNCHEZ, Á., CASTELL, V., PESET, M., Alejandro VI, papa valenciano, Valencia 1994, pp. 35-81;
GARCÍA, J. M., O Tratado de Tordesillas e a política papal face à expansão Ibérica, en Comemorações do V
Centenario do Tratado de Toldesilhas na Santa Sé, Lisboa 1994, pp. 9-43; y los trabajos contenidos en los
congresos sobre el Tratado de Tordesillas: PÉREZ DE TUDELA, J. (coord.), Tratados de Tordesillas,
Madrid 1990; O Tratado de Tordesilhas, Lisboa 1991; El Tratado de Tordesillas, Banco Bilbao-Vizcaya,
Madrid 1993; El Testamento de Adán, Valladolid 1995; El Tratado de Tordesillas y su época. Congreso
Internacional de Historia, Madrid 1995; ADÃO DA FONSECA, L., y RUIZ ASENCIO, J. M. (coord.), Corpus
Documental del Tratado de Tordesillas, Valladolid 1995.
14 Cfr. TEDESCHI, M., Le bolle alessandrine..., pp. 323-325; sobre la vigencia de la idea de la Respublica
Christiana a fines de la Edad Media cfr. BELLINI, P., Respublica sub Deo. Il primato del Sacro nell’esperienza
giuridica dell’Europa preumanistica, Florencia 1981.
15 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., Los debates..., p. 238.
16 Es importante señalar que no siempre se había solicitado la intervención papal para legitimar las
conquistas hechas en tierra de infieles, pero sí solía requerirse cuando las tierras sobre las que se iban
a hacer dichas conquistas podían ser apetecidas por otro pueblo cristiano. El papa actuaba así como
máximo garante de los derechos de la nación conquistadora, y su intervención se daba a petición de
parte; MANZANO Y MANZANO, J., La incorporación de las Indias a la Corona de Castilla, Madrid 1948, pp.
12-16.
468 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
17 En este sentido no debe darse un sentido pleno al “fallo arbitral” que Pedro Mártir de Anglería
atribuye al pontífice en sus escritos de principios del siglo XVI; acoge esta interpretación de
“arbitraje político” PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 600-601; CATALANO, G., Arbitrato
pontificio, en Enciclopedia di Diritto, vol. II, Milán 1958, pp. 994 y ss. Sin embargo —como hemos
dicho— Alejandro VI no intervino en estos actos con poder otorgado por los reyes de España y
Portugal, sino que lo hizo motu proprio con potestad apostólica y a petición de los primeros (no
obstante la fórmula “non ad vestram vel alterius pro vobis super hoc nobis oblate petitionis
instantiam”); GARCÍA GALLO, A., Bulas alejandrinas..., p. 288.
18 Ver el itinerario de los viajes de Colón en el gráfico XI del apéndice.
19 La ambigüedad del texto de la Aeterni regis pudo motivar esta disensión de criterios, ya que se
había respetado la cláusula que establecía la prohibición de navegar en el golfo de Guinea, pero
respecto a la prohibición de navegar más allá de las Canarias se podía entender como limitada a un
área de razonable extensión frente a Guinea, o a toda la amplitud del Océano Atlántico, en cuyo
caso las tierras descubiertas pertenecerían a Portugal.
20 De acuerdo a este criterio, Juan II contestó a Lope de Herrera, embajador que los Reyes
Católicos, “que ninguno [de los castellanos]... fuesen osados de ir ni enviar a aquellas islas y tierra
firme, que era en la parte de las Indias [...], pues aquello era suyo y les pertenecía por lo haber
hallado y descubierto ellos”. En noviembre de aquel año, es decir, una vez obtenidas las bulas
pontificias, Fernando respondería al monarca portugués —por medio de su embajador— “nosotros
somos los primeros que hemos comenzado a descubrir por aquellas partes [de occidente]. E como
él sabe, ningún otro derecho tuvieron sus antecesores a poseer e tener por suyo aquello que agora
tiene e posee e procura de descubrir, sino haber sido los primeros que por aquella parte
descubrieron”; la contestación de Juan II y las Instrucciones de Fernando el Católico a su embajador
del 3 de noviembre de 1493 en GARCÍA GALLO, A., Las bulas..., pp. 792-793 y 817-818; sobre la
tensión castellano-portuguesa de esta época cfr. IZASZDI IGRICI-NAGY, A., y IZASZDI LEÓN BORJA,
I., La crisis luso-castellana de 1493 por el mar oçeano, en ESPINOSA, R y MONTENEGRO, J. (coord.),
Castilla y Portugal en los albores de la Edad Moderna, Valladolid 1997, pp. 109-123.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 469
21 Cfr. CASTAÑEDA, P., El Tratado de Alcáçovas y su interpretación hasta la negociación del Tratado de
descubiertas, argumentaba que “no pertenece al dicho rey [...] todo el mar Oceano, salvo aquellas
islas de la Madera i de las Azores i de las Flores e Cabo Verde, e las otras islas que al presente posee,
y lo que es hallado e descubierto e se hallare y descubriere desde las dichas islas de Canaria para
abajo contra Guinea”; cit. en LA TORRE, A. DE, La política de los Reyes Católicos..., p. 163.
23 Sobre la posición sostenida por autores españoles —salvo Giménez Fernández— cfr. PÉREZ
EMBID, F., Los descubrimientos en el Atlántico..., pp. 214-232; RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de
Tordesillas (1494), en El Tratado de Tordesillas y su proyección..., pp. 1207-1220. La tesis portuguesa en
ADÃO DA FONSECA, L., El Tratado de Tordesillas: antecedentes y significados, en El Tratado de Tordesillas,
Banco Bilbao-Vizcaya, Madrid 1993, pp. 1207-1220.
24 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., Los debates..., pp. 243-244.
470 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Isabel25; y por medios militares con la presencia intimidadora, desde julio de 1493
hasta febrero de 1494, de la armada de Vizcaya que constituía una flota de guerra
—compuesta de seis navíos con un total de dos mil trescientas toneladas— capaz
de neutralizar los intentos iniciales de Juan II de lanzar naves descubridoras hacia
el Oeste desde Madeira26.
En contra de esta tesis se sitúa Giménez Fernández, para quien los Reyes
Católicos eran conscientes de haber violado el tratado de Alcáçovas y necesitaban
las bulas para librase de la excomunión en que habían incurrido27. Resulta difícil
defender esta postura ante las mismas Capitulaciones de Santa Fe, fechadas el 17
de abril de 1492, en que los reyes se consideraban señores de la mar Océana y de
las islas y tierras firmes aludidas, antes de que las Indias hubiesen sido
descubiertas. El título de descubrimiento y ocupación era un título válido a menos
que Portugal demostrara que la navegación en esa parte del mar le estaba
reservada, para lo cual habría sido necesario recurrir a un título pontificio de
carácter extraordinario28. Ciertamente, en el tratado de Alcáçovas los reyes se
comprometieron con juramento solemne a no solicitar del papa la disolución, la
dispensa, o el cambio de los pactado y, en el caso de que el papa lo concediese
motu proprio, se comprometían a no aceptarlo; sin embargo, está por demostrar
25 Según Zurita fue la reina Isabel la que más se opuso a la legitimación de don Jorge, despertando
en Juan II los más negros pensamientos que le duraron hasta el lecho de muerte, donde exteriorizó
en su testamento —dictado el 25 de octubre de 1495— un afecto especial hacia Juana la Beltraneja
“para mostrar más el odio que tenía a la reina de Castilla”; ZURITA, J., Historia..., libro 2, cap. 9.
26 Cfr. PÉREZ DE TUDELA BUESO, J., La Armada de Vizcaya..., pp. 33-91; SZÁSZDI LEÓN-BORJA, I.,
El origen de la Armada de Vizcaya..., pp. 547-574; véase el reciente análisis de los efectivos de esta
armada en LADERO QUESADA, M. Á., La “Armada de Vizcaya”..., pp. 373-394.
27 Según el autor citado, las bulas alejandrinas constituyeron el pago simoniaco del papa Borja al
rey Fernando por facilitar el matrimonio de su hijo, Juan de Borja, con María Enríquez. Tan
arriesgada interpretación suscitó una encendida polémica que dio lugar a un buen número de
trabajos: GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M., Nuevas consideraciones sobre la historia, sentido y valor de las Bulas
alejandrinas de 1493, referentes a las Indias, Sevilla 1944; ID., Algo más sobre las Bulas alejandrinas, «Anales
de la Universidad Hispalense», 8 (1945), pp. 37-86; ID., Réplica al Sr. Zunzunegui, «Anales de la
Universidad Hispalense», 9 (1946), pp. 115-126; ID., Todavía más sobre las Letras alejandrinas de 1493,
referentes a las Indias, «Anales de la Universidad Hispalense», 14 (1953), pp. 241-301. Las principales
críticas —más o menos apasionadas— que llovieron sobre la interpretación de Giménez Fernández
fueron: SIERRA, V. D., Nuevas hipótesis sobre la historia de las bulas de Alejandro VI referentes a las Indias,
«Missionalia Hispanica», 10 (1953), pp. 2-122; ID., Y nada más sobre las Bulas alejandrinas de 1493, en
«Missionalia Hispánica», 1955, pp. 401-426; ZUNZUNEGUI, J., Las bulas alejandrinas de 1493, «Revista
Española de Derecho Canónico», (1946), pp. 249-268.
28 Cfr. LA HERA, A. DE, La concesión de la soberanía sobre las Indias occidentales, y La cuestión de los justos
títulos, en SÁNCHEZ BELLA, I., LA HERA, A. DE, y DÍAZ REMENTERIA, C., Historia del Derecho Indiano,
Madrid 1992, pp. 117-119 y 120-144.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 471
29 En este sentido nos parece algo aventurada la conclusión a la que llega Giménez Fernández,
que parece admitir M. Tedeschi y, en cierta medida también A. de la Hera según el cual —
desechados los títulos de descubrimiento y ocupación por la protesta de Portugal— el recurso a la
Santa Sede fue el “único” título válido de soberanía sobre las Indias; TEDESCHI, M., Le bolle
alessandrine..., p. 339; LA HERA, A. DE, La concesión de la soberanía..., p. 124.
30 HERRERA, A. DE, Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme, Madrid 1601,
Españoles, vol. CXVII, Madrid 1959, p. 33 (el subrayado es nuestro); nueva edición en GIUNTA, F.
(dir.), Le scoperte di Cristoforo Colombo nei testi de Fernández de Oviedo, Roma 1990, pp. 104-106; la misma
idea transmite el cronista A. de Santa Cruz cuando dice que los reyes solicitaron las bulas relativas a
las Indias “para que con más justo título las pudiesen poseer”; SANTA CRUZ, A. DE, Crónica..., vol. I,
p. 94. Por último puede añadirse el tardío testimonio de Fernando el Católico contenido en las
instrucciones dirigidas a su embajador en Roma —Jerónimo de Vich— el 28 de febrero de 1510, en
las que explica el recurso a la Santa Sede “porque, así como algunos quieren decir que para mayor
justificación de la dicha guerra convenía que Su Santidad, por su bula apostólica, declarase guerra
contra todos los infieles, y que nos diese la conquista de todo lo que Nos adquiriésemos de las
tierras de los infieles porque dicen que de derecho no es permitido a los príncipes cristianos facer
guerra en todas las tierras de todos los infieles, salvo en el reino de Jerusalem, sino en caso que los
dichos infieles fagan la guerra a los cristianos, o que la guerra sea declarada contra ellos por el Sumo
Pontífice”; en SARRABLO AGUARELES, E., Una correspondencia diplomática interesante: las cartas de
472 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Fernando el Católico a Jerónimo de Vich, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón..., vol. II, pp. 177-
194, especialmente, pp. 188-189.
33 El autor citado considera la noción de hierocracia más exacta a la de teocracia, puesto que ésta
última corresponde al sistema político en donde la divinidad rige al pueblo directamente por medio
de representantes nombrados por la propia divinidad. La hierocracia, en cambio, hace referencia al
sistema en el cual el que ejerce el poder es un ministro de alguna religión, que no se limita a mandar
al dictado de lo que Dios le ordena directamente, aunque trate de hacerlo de acuerdo con los
principios éticos de la religión a la que pertenece; cfr. GARCÍA Y GARCÍA, A., La donación pontificia de
las Indias, en BORGES, P. (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica y Filipinas, vol. I, Madrid 1992,
pp. 33-45; ID., La donation pontificale des Indes, «Recherches de Science Religieuse», 80 (1992), pp. 491-
512; ID., La teoría de la ‘potestas pontificia in temporalibus’ durante el Medievo, en El Tratado de Tordesillas y su
época..., vol. II, pp. 1021-1037; una síntesis sobre el desarrollo histórico del concepto en PACAUT, M.,
La theocratie: l’Église et le pouvoir au Moyen Âge, París 1989; la tradicional noción de teocracia se
mantiene en la amplia y desigual obra de CASTAÑEDA DELGADO, P., La teocracia pontifical y la
conquista de América, Vitoria 1968; ID., La teocracia pontifical en las controversias sobre el Nuevo Mundo,
México 1996; ID., Las bulas alejandrinas y la extensión del poder indirecto, «Missionalia Hispanica», 28
(1971), pp. 215-248; ID., La ética de la conquista en el momento del descubrimiento de América, en Actas del I
Simposio sobre la ética en la conquista de América, 1492-1573, Salamanca 1984; ID., Presupuestos jurídico-
canónicos a finales del siglo XV, en Derecho canónico y pastoral en los descubrimientos luso-españoles y perspectivas
actuales, Salamanca 1989, pp. 13-29; ID., Las bulas alejandrinas y el tratado de Tordesillas. Trayectoria jurídica
de la expansión luso-castellana, «Communio. Comentarii Internationales de Ecclesia et Theologia», 27
(1994), pp. 35-62; ID., La teocracia pontifical en las controversias sobre el Nuevo Mundo, México 1996; una
crítica a los planteamientos de Weckman y Castañeda en LOPETEGUI, L., y ZUBILLAGA, F., Historia
de la Iglesia en la América española. Desde el descubrimiento hasta comienzos del siglo XIX. México, América
Central, Antillas, Madrid 1965, pp. 44-68; LOPETEGUI, L., A propósito de la teocracia pontificia y la
conquista de América, «Estudios de Deusto», 19 (1971), pp. 131-151; ID., La Iglesia española y la
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 473
embargo, que esta teoría era minoritaria entre los autores bajomedievales, así
como la doctrina que —fundándose en la pseudo-donación constantiniana o
Constitutum Constantini— concedía al papa la potestad sobre todas las islas que
antaño le cediera el emperador al trasladar a Constantinopla la capital de su
imperio34. La base de la hierocracia es la convicción de que todos los hombres
están llamados por Dios a la salvación, y el gobierno sobre éstos se legitima en la
medida los medios para alcanzarla; el papa, como Vicario de Dios en la tierra,
posee en su nombre la potestad de asegurar estos medios, la facultad de privar de
su soberanía a los gobernantes cristianos que la ejercieran para el mal, y la de
conceder al príncipe cristiano que considere más adecuado para ello el derecho de
conquistar tierras de infieles, con el deber inherente de cristianizarla y procurar así
la salvación eterna a sus habitantes. Como ha señalado Lopetegui, la “teocracia”
tenía sus límites ya que sólo podía extenderse a tierras de infieles, y no en virtud de
una soberanía universal sino subyaciendo siempre como un medio de atraer a sus
habitantes a la fe, no directamente en términos de soberanía temporal35.
A. García y García considera que la mayoría de los autores medievales era
partidaria de la doctrina dualista, según la cual el poder viene de Dios a los
hombres por dos vías independientes, el poder secular, a través del príncipe
(dualismo laico), y el poder espiritual, a través de la jerarquía de la Iglesia (dualismo
eclesiástico)36. Ambas posturas estaban de acuerdo en que los dos poderes eran
independientes y que debían colaborar entre sí debido a su unidad de origen en
Dios, y al hecho de que ambos se dirigían a los mismos súbditos. El problema
venía cuando se aceptaba una cierta superioridad del poder espiritual sobre el
temporal, lo que permitía al primero intervenir en la esfera del poder temporal,
siempre que el gobierno del príncipe secular atropellase, a juicio de la Iglesia, algún
valor ético, o como entonces se decía, ratione peccati, es decir, por razón del pecado
implícito en aquella actuación del poder secular. En la configuración canónica
medieval esta concepción del poder pontificio adquirió el nombre de plenitudo
pertenecían al patrimonio de San Pedro por donación del emperador Constantino, entre otras cosas
porque en las dos bulas Inter caetera se habla tanto de “islas” como de “tierras firmes”. En el reciente
reparto de las Baleares y las Canarias los papas no habían invocado esta teoría en su intervención
sino que actuaron por petición de las partes; WECKMANN, L., Las bulas alejandrinas de 1493 y la teoría
política del papado medieval. Estudio sobre la primacía papal sobre las islas, 1091-1493, México 1949 (reed.
Constantino el Grande y Cristóbal Colón. Estudio de la supremacía papal sobre las islas (1091-1493), México
1992); ID., The Alexandrine Bulls of 1493: Pseudo-Asiatic Documents, en CHIAPARELLI, F. (ed.), First
Images of America. The Impact of the New World in the Old, Los Ángeles 1976, pp. 201-209.
35 LOPETEGUI, L., A propósito de la teocracia pontificia..., p. 140.
36 GARCÍA Y GARCÍA, A., La donación pontificia..., pp. 34 y ss; ID., La teoría de la ‘potestas pontificia in
37 Un análisis general sobre las diferentes posiciones doctrinales en CASTAÑEDA DELGADO, P., La
teocracia pontifical..., pp. 173 y ss; ver también DE BERNARDIS, L. M., Le bolle alessandrine, San Roberto
Bellarmino e la “Potestas indirecta in temporalibus”, en Atti del III Convegno Internazionale di Studi Colombiani,
Génova 1979, pp. 547-564; GARCÍA Y GARCÍA, A., La teoría de la “potestas pontificia..., pp. 1030-1031.
38 Cfr. SEGARRA I AÑON, I., El tractat ‘Corona Regum’: l’humanismoe italià i el pensament polític de Joan
Mrgarit, en BADIA, L., CABRÉ, M., y MARTÍ, S. (eds.), Literatura i cultura a la Corona d’Aragó (segles XIII-
XV). Actes del III Coloqui «Problemes i Mètodes de Literatura Catalana Antiga» Universitat de Girona, 5-8
juliol de 2000, Barcelona 2002, pp. 285-296.
39 Una síntesis de los argumentos en CARRO, V. D., La Teología y los teólogos-juristas españoles ante la
conquista de América, vols. I-II, Madrid 1944. Sobre Rodrigo Sánchez de Arévalo véanse los trabajos
ya citados de R. H. Trame y J. M. Laboa. En cuanto al planteamiento doctrinal de Torquemada cfr.
DUBLANCHY, E., Turrecremata et le pouvoir du Pape dans les questions temporelles, «Revue Thomiste», 28
(1923), pp. 74-101; IZBICKI, T. M., Protector of the Faith. Cardinal Johannes de Turrecremata and the Defense
of Institutional Church, Washington 1981; HERNÁNDEZ, R., El poder en Juan de Torquemada, «Ciencia
Tomista», 122-1 (1995), pp. 43-83.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 475
40 Cfr. BLASIO, M. G., Cum gratia et privilegio. Programi editoriali e politica pontificia. Roma 1487-1527,
Roma 1988, p. 27; sobre la biblioteca de Hernando de Talavera cfr. ALDEA, Q., Política y religión en los
albores de la Edad Moderna, Madrid 1999.
41 Sobre la recuperación de los signos de la antigüedad romana y la naturaleza política de la nueva
monarquía pontificia véanse los trabajos de M. Miglio, S. Poeschl y P. Prodi; especialmente PRODI,
P., Alessandro VI e la sovranità pontificia, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e
lo Stato della Chiesa. Atti del Convegno (Perugia, 13-15 marzo 2000), Roma 2003, pp. 311-338.
42 Cfr. BLACK, R., The Donation of Constantine: a New Source for the Concept of the Renaissance, en
BROWN, A. (dir.), Language and Images of Renaissance Italy, Oxford 1995, pp. 51-85; la obra de Lorenzo
Valla en VALLA, L., De falso credita et ementita Constantini donatione, ed. W. Setz, Weimar 1976.
43 Aunque nos parece algo simplista la visión dialéctica de filólogos versus canonistas mantenida
por D. Maffei, su trabajo sobre el tema sigue siendo referencia obligada MAFFEI, D., La donazione di
Costantino nei giuristi medievali, Milán 1964; al que debe añadirse el análisis y la cuidada edición de
FUHRMANN, H. (ed.), Constitutum Constantini, en Monumenta Germaniae Historica, Fontes iur. Germ., vol.
X, Munich 1968. Poco se añade al respecto en PACAUT, M., La thèocratie…, pp. 182 y ss. Reflexiones
interesantes que permiten reconstruir esta polémica en los trabajos de ANTONIAZZI, G., Lorenzo
Valla e la polemica sulla Donazione di Costantino, Roma 1985; CAMPOREALE, S. I., Lorenzo Valla e il “De
falso credita donatione”. Retorica, libertà ed ecclesiologia nel ‘400, «Memorie dominicane», 19 (1988), pp. 191-
293; FUBINI, R., Contestazioni quattrocentesche della donazione di Costantino, «Medioevo e Rinascimento», 5
(1991), pp. 19-61; REGOLIOSI, M., Tradizione e redazioni nel “De falso credita et ementita Constantini
donatione” di Lorezo Valla, en Studi in memoria di Paola Medioli Masotti, Nápoles 1995, pp. 47-57; VIAN,
G. M., La donazione di Costantino, Bolonia 2004.
476 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
44 De hecho Barbazza consideraba ilegítima la donación pero suspendía el juicio sobre el famoso
canon Constantinus del Decreto de Graciano donde la donatio encontraba su más sólida legitimación;
cfr. VIAN, G. M., La donazione…, p. 97; sobre el magisterio de Barbazza cfr. PAVÓN, M., La formación
de Alonso y Rodrigo de Borja, en Los Borja. Del Mundo Gótico al Universo Renacentista, Valencia 2001, p.
119.
45 DE SANGIORGIO, G. A., In primam Decretorum partem commentaria, Venecia 1574, fol. 242 y ss; ver
dell’Istituto Storico Italiano per il Medioevo», 79 (1968), pp. 167-232. Entre los humanistas
favorables a la hierocracia pontificia también se encontraba Pomponio Leto, quien —en su Romanae
historiae compendium (1497)— considera que el obispo de Roma no sólo es “caput catholicae fidei”
sino “divino iussu et humanae rationis vinculo generis humani parens et princeps est”; cfr. NIUTTA,
F., Il Romanae historiae compendium di Pomponio Leto..., p. 354. La posición doctrinal de Girolamo
Porcari en MODIGLIANI, A., I Porcari. Storia di una famiglia romana tra Medioevo e Rinascimento, Roma
1994; ID., Roma e Firenze, “Tuscus et Remus”. Due modelli in opposizione?, «Studi Romani», 46 (1998), pp.
5-28; sobre Michele Ferno cfr. CERESA, M., Ferno Michele, en DBI, vol. XLV, Roma 1996, pp. 359-
361. En un ambiente romano más popular véase las rimas de Giuliano Dati que hablan de la
Donación de Contantino y del papa que “non è patriarcha solamente / di queste genti, e loro
sommo pastore, / ma temporal signore certamente, et è chiamato loro imperadore”; en CASSINI,
CH., Rime predicabili…, pp. 424 y 428.
47 Cfr. ERA, A., Il giurisconsulto catalano Gironi Pau e la sua “Practica Cancellariae Apostolicae”, en Studi di
storia e diritto in onore di C. Calisse, vol. III, Milán 1939, pp. 369-402; también MAFFEI, D., La
donazione..., pp. 323-324; REGOLIOSI, M., Tradizione contro verità: Cortesi, Sandei, Mansi e l’Orazione del
Valla sulla “Donazione di Costantino”, «Momus», 3-4 (1995), pp. 50 y ss.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 477
poder directo del papa en las cuestiones temporales cfr. GARCÍA Y GARCÍA, A., La ética de la conquista
en el pensamiento español anterior a 1534, en Actas del I Simposio sobre la ética en la conquista de América
(1493-1573), Salamanca 1947, pp. 77 y ss; LA HERA, A. DE, La ética de la conquista de América en el
pensamiento europeo anterior a Vitoria, en La ética de la conquista de América, 1492-1573, Salamanca, 2-5
noviembre 1983, Salamanca 1984, pp. 105 y ss; CASTAÑEDA DELGADO, P., La Teocracia pontifical..., pp.
367-392. Una situación análogamente ambigua puede apreciarse en Portugal, ya que, si en 1437 el
rey Duarte suscribía la doctrina de la plenitudo potestatis para solicitar la concesión de las tierras que
proyectaba arrebatar a los infieles, en cambio Juan II rechazó la intromisión pontificia cuando se
entrevistó con Colón en 1492; WITTE, CH. M. DE, Les Bulles pontificales et l’expansion portugaise au XV
siècle, «Revue d’Histoire Ecclésiatique de Louvain», 48 (1953), p. 117.
51 El padre Batllori ha expuesto su tesis en BATLLORI, M., Alexandre VI, Colom i els Reis Catòlics, en
ID., Obra Completa, vol. XIV: Iberoamèrica: del Descobriment a la Independència, E. Duran (dir.), i J.
SOLERVICENS (coord.), Valencia 2000, pp. 31-54; ID., La división del mundo por Alejandro VI y sus
478 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
consecuencias, en ID., Del descubrimiento a la independencia. Estudios sobre Iberoamérica y Filipinas, Caracas
1979, pp. 25-40; ID., Cataluña y América. Precedentes, descubrimientos y período colombino, en ID., Humanismo
y Renacimiento. Estudios hispano-europeos, Barcelona 1987, pp. 77-99.
52 El análisis de la obra de dos importantes consejeros de los Reyes Católicos —Juan de Palacios
Rubios y Matías de Paz— permiten sospechar un mayor peso de la corriente ierocrática en la Corte
real, especialmente en el terreno de los principios.
53 CASTAÑEDA DELGADO, P., Las bulas alejandrinas y la extensión..., p. 248.
54 En este apartado estudiamos cuatro de las tradicionalmente llamadas “bulas alejandrinas —Inter
caetera I, Eximiae devotionis, Inter caetera II y Dudum siquidem— dejando la Piis Fidelium para el siguiente
capítulo por referirse a la labor misionera. A los pioneros análisis paleográficos de H. Vander Linden
y E. Staedler, habría que añadir las investigaciones de De Bernardis sobre la cuarta bula Dudum
siquidem que más adelante comentaremos. La edición de estos documentos en METZLER, J. (ed.),
America pontificia. Primi saeculi evangelizationis. 1493-1592, vols. I-II, Ciudad del Vaticano 1991;
traducción al castellano en MORALES PADRÓN, J., Teoría y leyes de la conquista, Madrid 1979, pp. 165-
185 (está omitida la bula Eximiae devotionis); también MATEOS, F., Bulas portuguesas y españolas sobre
descubrimientos geográficos, «Missionalia Hispanica», 55 (1962), pp. 1-34; 56 (1962), pp. 129-168; PÉREZ
DE TUDELA, J. (dir.), Colección documental del Descubrimiento (1470-1506), vol. I, Madrid 1994. El estudio
interno de los documentos ha sido abordado ampliamente por LETURIA, P., Relaciones entre la Santa
Sede e Hispanoamérica, vol. I: Época del Real Patronato 1493-1800, Roma-Caracas 1959; FILESI, T., Le
Bolle Alessandrine e la formazione degli imperi coloniali spagnolo e portoghese, en ID., Esordi del colonialismo e
azione della Chiesia, Como 1968, pp. 92-154.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 479
que interpretar separadamente, sino ante eslabones de una larga cadena que se
influencia mutuamente55.
Las dos primeras “bulas” alejandrinas, o más precisamente brevia bullata,
fueron el resultado de un intenso trabajo diplomático en la Curia pontificia, donde
se perfiló la habilidad negociadora de Bernardino López de Carvajal, obispo de
Cartagena y procurador ordinario de los reyes en Roma, cuya destacada
personalidad oscurecía la de su compañero Juan Ruiz de Medina, obispo de
Badajoz56. La amistad que este prelado-embajador tenía con su protector, el
cardenal Mendoza, explica mejor la vinculación de Carvajal con la gestión de las
bulas americanas, teniendo en cuenta que Mendoza fue mediador en las entrevistas
de Cristóbal Colón con la reina Isabel, e impulsó su proyecto descubridor en
momentos particularmente delicados57.
Herrera afirma que este obispo castellano se encargó de informar al papa
del acontecimiento, puntualizando que “aquel descubrimiento se había hecho sin
prejuicio de la Corona de Portugal, con orden precisa que el almirante había
llevado de sus Altezas de no acercarse con cien leguas a la Mina, ni a Guinea, ni a
cosa que perteneciese a portugueses”58. Esta versión coincide con la que
55 Como se podrá comprobar en las páginas que siguen, en este trabajo nos apartamos de la
Bernardino López de Carvajal y las bulas alejandrinas, «Anuario de Historia de la Iglesia», 1 (1992), pp. 93-
112. A Goñi se le han pasado en este excelente trabajo algunos detalles que vienen a confirmar la
intervención de Carvajal en la obtención de las bulas, como la participación de su hermano en las
conversaciones con Portugal, o el memorial que envió a los reyes el 2 de octubre de 1493,
informándoles de la obtención de la Dudum siquidem.
57 Es Alonso de Santa Cruz quien informa de la intervención de Mendoza ante los reyes para
retomar el proyecto de Colón que acaba de ser rechazado por la Junta de Salamanca: “Sobre lo qual
también habló a Sus Alteças el cardenal don Pedro Gonçales de Mendoça, porque ya estava
informado de la persona de Cristóbal Colón y le havia hablado, y les suplicó lo diese a entender y le
diesen audiencia; diciéndoles a los reyes que era hombre cuerdo y de buen ingenio y avilidad, y que
para lo que se prefería descubrir parecía traer buenas razones, y bien fundadas en Cosmografía. Y
que Sus Alteças le devían ayudar con algunos navíos, aunque no fuesen tantos como el pedía, para
que pudiese efectuar su jornada; pues lo que se aventuraba hera poco y lo que podía suceder de su
viaje hera mucho”; SANTA CRUZ, A. DE, Crónica..., vol. I, pp. 64-65; cfr. VILLALBA RUIZ DE
TOLEDO, F. J., El cardenal Mendoza..., pp. 173-174; ver también CUENCA, E., y OLMO, M., Cristóbal
Colón, los Mendoza y el humanismo castellano, Guadalajara 1990.
58 HERRERA, A. DE, Historia general..., vol. II, pp. 137-138; recuérdese al respecto las precisiones
que Colón dio al soberano portugués en la entrevista que mantuvieron en Valparaíso, nada más
llegar de su primer viaje.
480 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
59 Texto extraído de la crónica de Siena de Allegretti; en AIRALDI, G. (ed.), La scoperta nelle relazioni
1493 a Luis de Santángel, y continúa con otras enviadas nada más llegar a Lisboa el 4 marzo. La
extraordinaria difusión de esta carta que en 1493 tuvo nueve ediciones en idiomas distintos, hace
pensar a D. Ramos Pérez en un programa propagandístico impulsado desde la Corte regia para
respaldar la legitimidad del descubrimiento; cfr. RAMOS PÉREZ, D., La carta de Colón dando cuenta del
Descubrimiento de América en relación con las islas canarias y gestión de la bula de donación, en Coloquio de
Historia Canario-Americana, Las Palmas 1976; ID., La carta de Colón sobre el Descubrimiento, Granada
1983; ID., La primera noticia de América, Valladolid 1986; también BALLESTEROS GAIBROIS, M., La
novedad indiana. Noticias, informaciones y testimonios del Nuevo Mundo, Madrid 1987, pp. 15-16; la carta en
castellano, editada en Barcelona también en abril de 1493, se encuentra en COLÓN, C., Diario de a
bordo, ed. V. Muñoz Puelles, Madrid 1992, pp. 225-237.
62 Leonardo de Cosco era descendiente de una familia aragonesa emparentada con Juan Cabrero,
camarlengo de los Reyes Católicos y clérigo al servicio de Alejandro VI, que lo nombró arcipreste de
Daroca y rector de Osera; cfr. LEFEVRE, R., La “stampa” romana nel 1493 e le prime notizie sulla scoperta
del “nuovo mondo”, «Strenna dei Romanisti», 53 (1992), pp. 325-338; FORMISANO, L. (ed.), La lettera
della scoperta (febbraio-marzo 1493) nelle versione spagnuola, toscana e latina con il “Cantare” di Giuliano Dati,
Nápoles 1992; BALDACCI, O., Roma e Cristoforo Colombo..., pp. 33-40.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 481
63 La carta de Colón contiene algunas imperfecciones que —según Ramos Pérez— están
orientadas a incluir el descubrimiento dentro del ámbito canario, que la bula Aeterni regis (1481)
atribuía a Castilla; cfr. RAMOS PÉREZ, D., La primera noticia de América, Valladolid 1986.
64 FORESTI DA BERGAMO, G. F., Novissime hystoriarum, Venecia 1503; en AIRALDI, G. (ed.), La
del libro copiador de Cristóbal Colón, vol. II, Madrid 1989, pp. 435-443.
66 Consciente del inconveniente de la edad, Colón argumenta diciendo “que puesto que no sea en
hedad ydonea se le dé, que poca diferençia ay en el tiempo dél y del hijo del oficio de Medizis de
Florençia, a quien se dio el capelo, sin que aya servido ni tenga proposito de tanta honrra de la
Christiandad...”; Ibidem, p. 441.
67 Colón tuvo tratos con los diferentes papas: sobre los contactos con Inocencio VIII y la posible
financiación pontificia del viaje descubridor cfr. MARINO, R., Cristoforo Colombo e il papa tradito. Un
giallo storico lungo cinque secoli, Roma 1991; PISTARINO, G., Italia, Roma, Genova negli scritti di Cristoforo
Colombo, «Anuario de Estudios Medievales», 18 (1988), pp. 645-662; ID., Papa Innocenzo VIII
finanziatore di Colombo?, «Columbus 92», 7-54 (1991), pp. 26-28; algunas noticias sobre la relación del
almirante con Alejandro VI en MANSELLI, R., Cristoforo Colombo, Alessandro VI e gli inizi delle missioni in
America, en Diffusione del francescanesimo nelle Americhe, «S.I.S.E., 10», Perusa-Asís 1984, pp. 37-54;
también en ID., Da Gioachino da Fiore a Cristoforo Colombo. Studi sul francescanesimo spirituale,
482 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
luego que yo tomé esta impresa y fue a descobrir las Indias, prepuse en
mi voluntad de venir personalmente a Vuestra Santidad, con la
relación de todo; [...] nasçió a esse tiempo differencias entre el Señor
Rey de Portugal y el Rey y la Reina, mis Señores. Por ello el Rey y la
Reina, mis Señores, me reenviaron a priessa a la empresa para
descobrir y ganar todo, y ansi non pudo haver affecto mi venida a
Vuestra Santidad68.
En la entrevista de Barcelona, los reyes tuvieron que convencer a Colón de
posponer aquel viaje para dirigir una nueva expedición a las Indias antes de que los
portugueses pudieran establecerse en las nuevas tierras, y evitar de paso molestas
ingerencias del almirante en las delicadas relaciones con Alejandro VI.
Según A. de Santa Cruz, los reyes enviaron inmediatamente unas “cartas” al
papa “haciéndole saber cómo don Cristoval Colón, en su nombre y por su mandado,
avía descubierto muchas islas en el mar Oçeano, que hasta entonces no se sabía de
ellas”69; sin embargo nada sabemos de la petición desorbitada que el almirante
dirigió a la Santa Sede solicitando el capelo cardenalicio para su hijo Diego, o
sobre la organización de la primera jerarquía episcopal en Indias. Los reyes
necesitaban al almirante en el Océano Atlántico y no enredando en las complejas
conversaciones que se mantenían con el pontífice por aquellos días en el más
riguroso de los secretos. En estas gestiones los reyes hicieron valer ante el papa el
interés que ya habían mostrado por el descubrimiento de nuevas tierras, y así se
estampó en la primera bula de donación como un cierto título de legitimidad:
“Sabemos ciertamente que vosotros, desde hace tiempo, en vuestra intención os
habíais propuesto buscar y descubrir algunas tierras firmes e islas lejanas”70.
Desde el primer momento Isabel y Fernando se arrogaron los derechos de
una expedición transoceánica conocida en ambientes curiales ya en la temprana
fecha del 18 de septiembre de 1492, cuando se editó el Commentarii de rebus gestis ab
Alexandro Borgia Papa VI, dedicado a los Reyes Católicos por el auditor de la Rota,
sull’ecclesiologia e sull’ escatologismo bassomedievale, Roma 1997, pp. 669-680; también intercambió
correspondencia con Julio II, tal y como le manifiesta a su hijo Diego en 1504, cuando dice que “yo
he escrito al Santo Padre de mi viaje, porque se quexaba de mí porque non le escrivía”; carta del
almirante a su hijo Diego, 21 diciembre 1504; en FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M., Colección de los
viajes y descubrimientos que hicieron por mar los españoles desde fines del siglo XV, vol. I, Buenos Aires 1945-
46, pp. 248 y ss; ver también BALDACCI, O., Roma e Cristoforo Colombo..., pp. 41 y ss.
68 Carta del almirante al romano pontífice, febrero de 1502; en FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M.,
Colección de los viajes..., vol. I, pp. 469-471; también en VARELA, C. (ed.), Textos y documentos completos,
Madrid 1992, pp. 285-288.
69 SANTA CRUZ, A. DE, Crónica..., vol. I, p. 94 (el subrayado es nuestro).
70 A. Rumeu de Armas considera que esos proyectos mencionados por el papa se refieren a la
misión en África protagonizada por Alfonso de Bolaños, a la que siguió la creación de la nunciatura
de Guinea; RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., p. 129.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 483
71 Los pasajes de la obra se recogen en FUMAGALLI, G. (ed.), Bibliografia degli scritti italiani o stampati
in Italia sopra Cristoforo Colombo, la scoperta del nuovo mondo e i viaggi degli italiani in America, Roma 1893, p.
84, n. 550; ver también MODIGLIANI, A., I Porcari..., pp. 105-106 y 503-504.
72 Cfr. GIL, J., Miti e utopie della scoperta. Cristoforo Colombo e il suo tempo, Milán 1991, p. 71.
73 Sobre la difusión del descubrimiento de las Indias en Italia existe actualmente una amplia
bibliografía: STIFFONI, G., La scoperta e la conquista dell’America nelle prime relazioni degli ambasciatori
veneziani (1497-1559), en CARACCIOLO ARICÓ, A. (dir.), L’impato della scoperta dell’America nella cultura
veneziana, Roma 1990, pp. 354 y ss; HEERS, J., La scoperta dell’America. Ecchi e debattiti nella vechia
Europa, Génova 1993; se recogen algunos textos importantes traducidos al italiano en COLLO, P., y
CROVETTO, P. (dirs.), Nuovo Mondo. Gli italiani (1492-1565), Turín 1991; para nuestro objetivo resulta
más útil la excelente recopilación de AIRALDI, G. (ed.), La scoperta nelle relazioni sincrone degli Italiani, en
Nuova Raccolta Colombina, vol. V, Roma 1996; ver también ID., L’eco della scoperta dell’America: uomi di
affari italiani, qualità e rapidità dell’informazione, en ID. (dir.), Gli orizzonti aperti. Profili del mercante
medievale, Turín 1997, pp. 225-237.
74 El secretismo con que se gestionaron las bulas exigía un precio; en el mismo mes en que se
despacharon las bulas el agente pontificio, N. de Cortejana, enviaba algunas bulas y breves sobre la
inquisición al secretario Almazán y añadía “que sólo conseguirlos y enviarlos secretos es un no
pequeño servicio”; RAH, Salazar, A 1, fols. 61-62, AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 894.
75 Bula Inter caetera I, 3 mayo 1493; en METZLER, J. (ed.), América pontificia..., p. 74; traducción
castellana en MORALES PADRÓN, F., Teoría y leyes..., pp. 165-180. Leturia piensa que la bula fue
despachada el 17 de abril —entre el 28 y 30 de abril según Giménez Fernández—, y llegó a
Barcelona poco antes de las nuevas instrucciones de los reyes a Colón fechadas el 28 de mayo;
LETURIA, P., Relaciones entre la Santa Sede..., vol. I, p. 194; GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M., Las bulas
alejandrinas de 1493..., pp. 24 y 31.
76 La reina dice expresamente que “el dicho Reino de Granada, e las islas Canarias, e Islas e Tierra
Firme del Mar Océano, descubiertas e por descubrir, han de quedar incorporadas en estos mismos
reinos de Castilla y León, segund que en la Bula Apostólica a Nos sobre ellos concedida se
484 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
contiene”; en LA HERA, A. DE, La incorporación de las Indias a la Corona de Castilla, en SÁNCHEZ BELLA,
I., LA HERA, A. DE, y DÍAZ REMENTERIA, C., Historia del Derecho Indiano..., p. 158. Para compensar a
su esposo Fernando, la reina le concedía a título personal la mitad de las rentas de las Indias. Más
adelante, ante la disputa con Felipe el Hermoso —marido de su hija y heredera de Juana— sobre los
derechos de Fernando en Castilla, el soberano aragonés actuó sobre la base de que le pertenecía
personalmente la mitad de las tierras, y mantuvo el título de “Señor de las Indias”. Sin embargo, tras
la concordia de Villafáfila-Benavente con Felipe el Hermoso, Fernando se conformó con la mitad de
las rentas indianas, sin conservar la soberanía, que quedó en los reyes de Castilla, a cuya Corona se
incorporarían las Indias definitivamente en las Cortes de Valladolid de 1518; el trabajo más
completo sobre este polémico tema es el de MANZANO Y MANZANO, J., La incorporación de las
Indias..., pp. 309-354; ver las matizaciones de PÉREZ EMBID, F., Los descubrimientos del Atlántico..., pp.
251-300; el variado elenco de opiniones al respecto en GARCÍA GALLO, A., La unión política de los
Reyes Católicos y la incorporación de las Indias. En torno a una polémica, en ID., Estudios de Historia del Derecho
Indiano, Madrid 1972, pp. 472-488.
77 Cfr. PÉREZ EMBID, F., Los descubrimientos del Atlántico..., p. 277; RUMEU DE ARMAS, A., Colón en
Barcelona. Las bulas de Alejandro VI y los problemas de la llamada exclusión aragonesa, «Anuario de Estudios
Americanos», 1 (1944) [publicado también como monografía], pp. 10-14.
78 Observación que ha hecho BORGES MORÁN, P., Isabel la Católica y la iglesia americana..., p. 64.
79 La necesidad de recurrir a aspiraciones anteriores como fuente de legitimación vuelve a ponerse
tierras a la fe cristiana. El papa actúa motu proprio, pero a instancia de los reyes que
solicitan su intervención80.
Por último, cabe resaltar la presencia de una cláusula de mandato-privilegio
que exige a los monarcas in virtute sancte obedientie
destinar a las tierras é islas antedichas varones probos y temerosos de
Dios, doctos, instruidos y experimentados para adoctrinar a los
indígenas y habitantes dichos en la fe católica e imponerlos en las
buenas costumbres81.
Esta sencilla frase constituye una novedad en la “bulas” de expansión
oceánica que debe atribuirse a Alejandro VI y sus colaboradores que trabajaron en
la elaboración del documento. Por primera vez la evangelización irrumpe en la
actividad descubridora constituyendo un motivo central del documento de
concesión, donde se impone como mandato lo que nunca se había exigido con tal
vehemencia en las bulas portuguesas. El destinere debeatis se funda en una fons iuris
de antigua tradición que proyecta, además, una nueva imagen del “rey misionero”,
sucesor del “rey cruzado” de las bulas portuguesas, y una nueva concepción del
infiel “convertible”, en contraste con el antiguo infiel “no convertible” de las
80 Tal y como puntualizó De Witte, lo mismo había ocurrido con los 69 documentos pontificios
dirigidos a Portugal, ninguno de los cuales fue redactado por iniciativa pontificia pues, aunque
apareciese la expresión motu proprio, existió siempre una súplica real previa; WITTE, CH. M. DE, Les
Bulles pontificales..., 53 (1968) pp. 455-456.
81 “Et insuper mandamus vobis in virtute sancte obedientie ut sicut etiam pollicemini et non
dubitamus pro vestra maxima devotione et regia magnanimitate vos esse facturos ad terras et insulas
predictas viros probos et Deum timentes doctos, peritos et expertos ad instruendum incolas et
habitatores prefactos in fide catholica et bonis moribus inbuendum destinare debeatis omnem
debitam diligentiam in premissis adhibentes”; en METZLER, J. (ed.), America Pontificia..., p. 74; sobre
el mandato evangelizador véase SIERRA, V. D., El sentido misional en la conquista de América, Madrid
1944; sobre el mandato evangelizador contenido en las bulas GARCÍA-VILLOSLADA, R., Sentido de la
conquista y evangelización de América, según las bulas de Alejandro VI (1493), «Anthologica Annua», 24-25
(1977-78), pp. 381-452; MULDOON, J., Papal Responsability for the Infidel: Another Look at Alexander VI’s
“Inter caetera”, «The Catholic Historical Review», 64 (1978), pp. 168-84; CANTELAR RODRÍGUEZ, F.,
El envío de misioneros a América y las bulas “Inter caetera” de Alejandro VI, en CHODOROW, S. (ed.),
Proceedings of the Eighth International Congress of Medieval Canon Law, San Diego, University of California at
La Jolla, 21-27 August 1988, Ciudad del Vaticano 1992, pp. 635-655; LA HERA, A. DE, La concesión a
Castilla de la soberanía sobre Indias y la imposición del deber de evangelización, en ID., Iglesia y Corona en la
América Española, Madrid 1992, pp. 51-66; ID., La Santa Sede e l’evangelizzazione dell’America. Dalla
“Inter coetera” di Alessandro VI alla “Sublimis Deus” di Paolo III, en VACCARO, L. (dir.), L’Europa e
l’evangelizzazione del Nuovo Mondo, Milán 1995, pp. 71-86; lo que fue concebido como un deber acabó
convirtiéndose —según Vitoria— en el único derecho que el documento otorgó a los reyes; cfr.
GARCÍA GALLO, A., La posición de Francisco de Vitoria ante el problema indiano, en ID., Estudios de Historia
del Derecho Indiano, Madrid 1972, pp. 403-423; sobre la influencia de las bulas en el derecho indiano
ver SÁNCHEZ BELLA, I., Las Bulas de 1493 en el Derecho Indiano, en ID., Nuevos estudios de Derecho Indiano,
Pamplona 1995, pp. 169-190.
486 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
82 Un paso intermedio en este proceso lo constituye la acción misionera en las Canarias, donde
Pío II reaccionó mediante la bula Pastor eternus (1462) contra el sistema cruzadista, o guerra santa
indulgenciada, para abogar por la acción misional indulgenciada; cfr. LA HERA, A. DE, El sentido
misional del descubrimiento, en Descubrimiento y fundación de los reinos de Indias (1475-1560). La Huella de
España en América. Seminario Interdisciplinar sobre Iberoamérica en el V Centenario del descubrimiento, Madrid
1988, pp. 165-177. En la entrevista de Barcelona Colón había presentado a los reyes la imagen del
nativo abierto a la fe cristiana, que volverá a describir en su carta-circular y llegará a otras cortes
italianas a través del despacho del embajador napolitano en Barcelona; allí se explicaba que Colón
“non ha cognoscuto essere in loro alcune lege ni seta, salvo che credono omnia pervenire ex celo [...]
per il che spera de facili se converterano a la sancta fede catolica”; en AIRALDI, G. (ed.), La scoperta
nelle relazioni…, pp. 41-42.
83 HOUSLEY, N., The Later Crusades. From Lyon to Alcazar, 1274-1580, Oxford-New York 1995, p.
309.
84 En FITA, F., Fray Bernal Buyl y Cristóbal Colón. Nueva colección de cartas reales enriquecida con algunas
inéditas, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 19 (1891), p. 183; también en LETURIA, P. DE,
Relaciones..., p. 194. Sin embargo, esta indicación del rey Católico también podría referirse únicamente
al envío de nuncios a la Península Ibérica.
85 No deja de ser significativa la coincidencia de todos los testimonios (carta enviada por Colón a
Santángel, primeras cartas a los reyes dirigidas —según Santa Cruz— al papa, texto de la Inter caetera
I y II, discurso de prestación de obediencia de Carvajal, etc...) sobre la buena disposición de los
habitantes a recibir la fe cristiana, y que los distingue netamente del tratamiento normalmente
concedido a los infieles. Este planteamiento también se encuentra en la Oratio que Sancho de
Miranda pronunció ante Alejandro VI en el cuarto aniversario de su elección, donde se defiende que
no sólo los cristianos sino también los paganos deben adorar a Dios por ley natural; MIRANDA, S.
DE, Oratio de divino amore ad Alexandrum VI habita, ed. Eucharius Silber, Roma 1496; BNM, I-261;
también en BAV, Inc. IV 54 (18); el texto transcrito de Carvajal en LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio
super praestanda solenni obedientia..., fol. 6v.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 487
86 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Bernardino López de Carvajal y las bulas alejandrinas..., pp. 100-103.
87 El embajador extremeño pretendía quizá legitimar las recientes conquistas realizadas por los
Reyes Católicos, y secundadas por el Pontificado, en una supuesta y automática donación papal de
las mismas; MORA, M., Bernardino López de Carvajal. La conquista de Baza, Granada 1995.
88 Cfr. ROSBACH, H., Das Leben..., pp. 14-15.
89 En estos registros se recoge el préstamo de un ejemplar manuscrito, por parte de Carvajal,
durante el mes de enero de 1495 y en el período que va del 3 de octubre de 1513 al 30 de marzo de
1515; cfr. RUYSSCHAERT, J., Les Decretales du Ps. Isidore du Vat. Lat. 630. Pèripeties Vaticanes d’une
manuscrit du Jean Jouffroy, consultè par B. Carvajal, en Miscellanea Bibliothecae Apostolicae Vaticanae, vol. I,
Ciudad del Vaticano 1987, pp. 111-115. Las Decretales han sido editadas por HINSCHIUS, P. (ed.),
Decretales Pseudoisidorianae et Capitula Angilramni, Aalen 1963, pp. 249-254 (el relato de la Donatio
Constantiniana).
90 AYALA, F. J. DE, El descubrimiento de América y la evolución de las ideas políticas, «Arbor», 8 (1945), p.
316.
91 El papa comunicaba el 17 de mayo de 1493 al nuncio Desprats el envío de un breve “sobre la
concesión del dominio y los bienes de las ínsulas recientemente descubiertas [...] que por nos se ha
hecho a los citados reyes”; cit. en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 160; en cuanto a la
llegada del breve a Barcelona, A. Rumeu de Armas opina que se produjo más tarde, el 7 de junio,
basándose en la llegada de “pliegos” papales que el tesorero Gonzalo de Baeza registra en esta fecha;
RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., p. 119; LA TORRE, A. DE y LA TORRE, E. A. DE
(eds.), Cuentas de Gonzalo de Baeza..., vol. I, p. 81.
488 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
92 METZLER, J. (ed.), America Pontificia..., pp. 79-83; cfr. LETURIA, P., Relaciones de la Santa Sede...,
Azores que se describe en el documento repite el error cometido por el almirante al colocar las
Azores sobre el mismo meridiano de Cabo Verde; cfr. RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de
Tordesillas..., p. 121; sobre la formación cartográfica de Cristóbal Colón cfr. VARELA MARCOS, J., El
Tratado de Tordesillas en la política atlántica castellana..., pp. 59-64 y 81-93.
96 Conocemos el proyecto de Juan II, rechazado por los Reyes Católicos, de dividir el océano
mediante la prolongación de la línea del paralelo de las Canarias por el oeste hasta llegar a nuevas
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 489
tierras, quedando el Norte para Castilla y el Sur para Portugal; ver el memorial presentado por Pero
Díaz y Ruy de Pina en GARCÍA GALLO, A., Las bulas de Alejandro VI..., pp. 337-339; también DEL
VAS MINGO, M. M., Las bulas alejandrinas y la fijación de los límites..., p. 1083.
97 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., p. 123.
98 GARCÍA GALLO, A., Las bulas alejandrinas..., p. 288; la tesis que concibe la donación pontificia
como una “investidura feudal” fue sostenida por STAEDLER, E., Die “donatio alexandrina”..., pp. 363-
402; ID., Die westindischeninvestituredikte..., pp. 315-334; una nueva formulación en RUGGIERO R., Las
bulas alejandrinas y el Tratado de Tordesillas: en los orígenes del feudalismo americano, en El Tratado de
Tordesillas y su época..., pp. 1541-1551.
99 Aunque Giménez Fernández ha supuesto que la recepción de la bula se produjo el 3 de agosto,
A. Rumeu de Armas considera más acertado adelantar su llegada al 4 de julio, basándose en el gasto
registrado en esta fecha de “ciertos envoltorios de cartas que [el correo Gonzalo Corrales] truxo
para Sus Altezas de Roma de dos Diego Lopes de Aro, que allá estaba por su embajador”; LA
TORRE, A. DE y LA TORRE, E. A. DE (eds.), Cuentas de Gonzalo de Baeza..., vol. I, pp. 209-210; RUMEU
DE ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., p. 122; GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M., Nuevas consideraciones...,
pp. 34 y 88. Para Pérez Embid, la bula se gestionó antes del 15 de junio en que, el rey Fernando se
jacta, en carta confidencial a Colón, de que los embajadores portugueses “no vienen informados de
lo que es nuestro, y creemos que querrán consultar con el Rey de Portugal”; cit. en PÉREZ EMBID,
F., Los descubrimientos en el Atlántico..., p. 239.
100 En FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M., Colección de los viajes..., vol. I, p. 354.
490 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
101 A. Rumeu de Armas dice que Colón debió llegar a Barcelona “en la última decena de abril”;
RUMEU DE ARMAS Y BUESO, A., Colón en Barcelona..., pp. 37 y ss; sobre la presencia de Diego López
de Haro en Gerona véase la crónica anónima estudiada por DE BOLÓS VAYREDA, C. DE, Un
manuscrito inédito..., pp. 132 y ss.
102 De hecho las fuentes locales de Cataluña apenas informan del acontecimiento; cfr. RUMEU DE
ARMAS Y BUESO, A., Colón en Barcelona..., pp. 17-38; no obstante, los reyes dispensaron a Colón un
caluroso recibimiento de puertas a dentro —tal y como contó Anglería al cardenal vicecanciller
Ascanio Sforza— haciéndole sentar públicamente delante de ellos; el testimonio del humanista
milanés será después copiado por Angelo Trevisan —embajador veneciano en España y conocido
de Colón— en su Libretto de tutta la navegatione de Re de Spagna de la isole et terreni novamente trovati; en
AIRALDI, G. (ed.), La scoperta nelle relazioni sincrone…, pp. 292-293.
103 INFESSURA, S., Diario..., p. 288.
104 LÓPEZ DE CARVAJAL, B., Oratio super praestanda solenni obedientia..., fol. 1rv.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 491
105 “Subegit quoque sub eis Christus Fortunatas Insulas, quarum fertilitatem mirabilem esse
constat. Ostendit et nuper alias incognitas versus Indos, quae maxime ac plene omnibus mundi
preciosis existimantur, et Christo per regios internuntios brevi pariturae creduntur”; Ibidem, fol. 6v;
otra referencia a este discurso en ASENSIO, M., Cristóbal Colón: su vida, sus viajes, sus descubrimientos, vol.
I, Barcelona 1981, pp. 466-467. Con el término Fortunatas insulas fueron designadas las islas Canarias
desde que Plinio las bautizara con este bello nombre; PLINII, Historia naturalis, lib. 6, núm. 37, ed. H.
Rackham, Londres 1961, pp. 488-90; otra referencia a este discurso en ASENSIO, M., Cristóbal Colón:
su vida, sus viajes, sus descubrimientos, vol. I, Barcelona 1981, pp. 466-467.
106 Cfr. GIL, J., Mitos y utopías del Descubrimiento, vol. I: Colón y su tiempo, Madrid 1989, pp. 60-62 (ver
notas).
107 FORESTI DA BERGAMO, G. F., Novissime hystoriarum, Venecia 1503; en AIRALDI, G. (ed.), La
109 De haber triunfado la diplomacia portuguesa, Alejandro VI habría tenido que rectificar sus
anteriores bulas retirando a los reyes castellanos la exclusividad de la navegación hacia el Oeste;
ZURITA, J., Historia..., libro II, cap. 15.
110 Recuérde la tesis suscrita por Giménez Fernández, finamente criticada por BATLLORI, M.,
bulas: “Y porque después de la venida de los Portugueses, en la plática que con ellos se ha habido,
algunos quieren decir que lo que está en medio desde la punta que los portugueses llaman de Buena
Esperanza, que está en la costa que vos dijistes que debía venir en la Bula del Papa, piensan que
podrá haber Islas y aún Tierra Firme, que seguir en la parte del Sol, que está, se cree que serán muy
provechosas y más ricas que todas las otras [...] porque si conviniere, y vos pareciere que aquello es
tal negocio cual acá piensan que será, se enmiende la Bula; por eso por servicio nuestro que luego
nos lo escribais”; cit. en BALLESTEROS BERETTA, A., Cristóbal Colón y el descubrimiento..., p. 133.
112 En SZÁSZDI IGRICI-NAGY, A., Y SZÁSZDI LEÓN BORJA, I., La crisis luso-castellana de 1493..., pp.
109-123.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 493
tratase o directamente, o bien “en corte de Roma o en otra parte que fuese sin
sospecha”113. La reacción de Juan II fue de profunda consternación ante una
embajada que consideraba “non tinha pees nem cabeça”, y viendo que sus agentes
en Roma habían perdido la batalla se negó a aceptar la propuesta del arbitraje
pontificio114.
Paralelamente a estas negociaciones se elaboró el documento Dudum
siquidem —datado el 26 de septiembre de 1493— con el objeto de paliar las
deficiencias de la Inter caetera II. Según L. M. De Bernardis, se trata de un acto
meramente ejecutivo cum filo canapis —y no una bula cum filo serico—, en el que el
pontífice especifica los espacios concedidos a los Reyes Católicos en el hemisferio
oriental, para situar a los soberanos castellanos en una posición de ventaja frente al
rey portugués, sin suscitar el resentimiento de este último115. Probablemente
Carvajal se refiere a este documento en el despacho que envió a los Reyes
Católicos el 2 de octubre, donde habla del “breve plumbeo que vuestras altezas
pedian para las cosas de las insulas”116. El recientemente nombrado cardenal
comunica a sus reyes que la concesión “al Papa se le ha hecho grave por derogar a
los privilegios de otros principes y porque nuestro señor Alexandrino dezia que no
le pareçia bien y asi no le he podido tan ayna expedir”. Carvajal se disculpaba por
el retraso de documento que, sin embargo, “va mejor que se pedia”, y añade que
“plega a Dios que lo de las insulas salga como todos esperamos”.
La zozobra del papa y el recelo del canonista Giovanni Antonio de
Sangiorgio, cardenal de Alejandría, eran comprensibles. El breve plumbeo ampliaba el
ámbito de la concesión a todas las islas y tierras firmes, “descubiertas o por
descubrir, que, navegando o caminando de cualquier modo hacia occidente o al
mediodía, estuvieren, fueren o aparecieren en las regiones occidentales,
meridionales o orientales, y existan en la India”. Por consiguiente, Dudum siquidem
no derogaba la cláusula de la bula Inter caetera II relativa al límite a partir del cual
comenzaban los derechos castellanos, sino que simplemente hace donación sin
límites hacia Occidente, ya que también siguiendo este rumbo se podía llegar a las
BERNARDIS, L. M., Riserve sull’autenticità della quinta bolla…, pp. 51-62. Metzler, en cambio, lo
considera auténtico; METZLER, J. (ed.), America pontificia..., vol. I, pp. 87-89; las precisiones
paleográficas sobre la naturaleza del documento en FRENZ, TH., I documenti pontifici nel Medioevo e
nell’Età Moderna, Ciudad del Vaticano 1989, pp. 25-35.
116 El informe de Bernardino López de Carvajal fue datado por L. Suárez el 2 de octubre de 1495,
regiones orientales117. El papa concedía a los reyes todas las tierras sin tener que
efectuar previamente su ocupación, mientras se confirmaba de manera absoluta e
inequívoca la dirección de la línea de demarcación en el sentido de los meridianos.
Dudum siquidem también revoca cualquier derecho concedido anteriormente sobre
dichos territorios, siempre “que no hubieran surtido su efecto por la posesión
actual y real”, y se reiteran dos condiciones importantes: que las tierras no se
hallen sujetas al dominio temporal de un príncipe cristiano, y el compromiso de
enviar misioneros.
Es claro que Dudum siquidem favoreció ampliamente a Castilla frente a los
intereses de Portugal118. Las dudas de Alejandro VI se explican por los posibles
perjuicios que ocasionaba al monarca portugués, el cual —según Memorial de la
Mejorada redactado por Colón en 1497— “avía seido agraviado qu’el Santo Padre
lo oviese ansí ençerrado que no pudiese él enviar allende de las dichas cient leguas
al Poniente a navegar y descobrir”119. El cronista Alonso de Santa Cruz también
recoge la protesta de Juan II en Tordesillas cuando “deçía que el Papa avía sido
mal informado en decir que se echase una línea de polo a polo [...]”120; y Zurita
refiere que el monarca portugués “públicamente decía que el papa no tenía
obligación alguna, ni le era en cargo, porque su antecesor [Inocencio VIII] le había
concedido cosas que él [Alejandro VI] no le había querido otorgar, aunque eran
bien pequeñas y justas”121.
La relación entre Castilla y Portugal se deterioró hasta tal punto que, el 5 de
septiembre, Isabel consultó a Colón para llegar a un entendimiento. El momento
del acuerdo llegó el 7 de junio de 1494, en que las legaciones española y
portuguesa firmaron los dos pactos del Tratado de Tordesillas: uno referente a la
expansión africana y otro a la atlántica. En relación a esta última, se desplazó la
línea oceánica de demarcación, entre el área española y el área portuguesa, 270
117 Mateos piensa que esta ampliación fue probablemente sugerido por Colón a Fernando el
Católico, para tener manos libres en la zona del descubrimiento o incluso llegar a la India navegando
hacia occidente; MATEOS, F., Bulas portuguesas y españolas..., p. 156.
118 De Witte llega a decir que el papa había firmado este documento con una venda en los ojos
mientras Fernando de Aragón le sostenía la pluma; cfr. FILESI, T., Significato e validità..., pp. 212 y ss;
BIGNARDELLI, O., Ottene il Portogallo nel 1493 vantaggi politici da papa Alessandro VI?, en Memorie
geografiche, vol. IX, Pubblicazionie dell’istituto di scienze geografiche e cartografiche, Facoltá di
Magistero, Università degli Studi di Roma, serie I, vol. VI, Roma 1964, pp. 261 y ss.
119 El Memorial de la Mejorada en VARELA, C. (ed.), Textos y documentos completos..., pp. 170-177.
120 SANTA CRUZ, A., Crónica..., p. 108.
121 ZURITA, J., Historia..., libro I, caps. 25 y 29. Posteriormente Alejandro VI tratará de compensar
a Manuel de Portugal con la bula Ineffabilis del 1 de mayo de 1497 en que le vuelve a abrir la
posibilidad de llegar a la India, y le concede la posesión de tierras descubiertas sin especicificar
dónde, pero, que probablemente se refieren a África; cfr. WITTE, CH. L., Les Bulles..., 53 (1958), pp.
451 y ss; recientemente ADÃO DA FONSECA, L., Alexandre VI e os descobrimentos portugueses, en
CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. I, Roma 2001, pp. 217-225.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 495
millas hacia el Oeste, llevando así la raya divisoria a 370 leguas de las islas de Cabo
Verde122. Todas las tierras descubiertas al Este de aquel meridiano debían ser
restituidas a Portugal, mientras las tierras al Oeste pertenecían a Castilla,
independientemente de la nacionalidad de quien realizara el descubrimiento. Se ha
especulado sobre la existencia de un “preconocimiento” portugués de la costa
brasileña como causa de la insistencia lusitana en el desplazamiento de la línea
divisoria, pero parece más probable que se estuviera negociando a partir de la idea
común sobre la existencia de islas en el Atlántico meridional123. La concesión
hecha a Portugal debe entenderse como el pago por la confirmación de la entrada
a los mercados africanos del oro y el derecho que concedió Portugal a Castilla para
instalarse en Melilla124. De ahí que la ruta de América pueda considerarse como un
capítulo más de la negociación africana, y que la expansión castellana en el
Atlántico no fue insensible a los avatares de la expansión, más propiamente
aragonesa, en el Mediterráneo.
En Tordesillas se firmó un tratado político bilateral por el cual Castilla y
Portugal delimitaban sus zonas de colonización, sin intervención de la Santa Sede,
que sólo fue informada al respecto para confirmar con sus bulas todo lo contenido
en las capitulaciones125. La correspondencia del nuncio Desprats revela que, a
pesar de encontrarse en Tordesillas, no sabía casi nada de los acuerdos firmados.
En su carta del 7 de junio de 1494 se limita a decir que “en aquesta cort hi ha al
present, enbaxador de Portugal e, en lo que comprench, les coses de aquestes
122 Véase el gráfico X del apéndice para comprobar los cambios efectuados en Tordesillas con
respecto a la línea de demarcación propuesta en la Inter caetera II. Sobre el “Tratado de Tordesillas”
remitimos a los numerosos estudios y congresos organizados con motivo del quinto centenario de la
firma de los tratados. A los títulos ya mencionados se pueden añadir RUMEU DE ARMAS, A., El
Tratado de Tordesillas, Madrid 1992 (la edición del tratado se encuentra en las pp. 274-288); y otros
trabajos colaterales como La paz y la guerra en la época del Tratado de Tordesillas, Valladolid 1994; El arte
en la época del Tratado de Tordesillas, Valladolid 1994.
123 En cuanto a la tierra firme, baste recordar que Cristobal Colón —principal asesor de los
Tordesillas, «Atti e memorie della Società Savonese di Storia Patria», 25 (1989), pp. 269-272;
especialmente BORGES MORÁN, P., La anómala ratificación pontificia del Tratado de Tordesillas (1494-
1506), en USUNÁRIZ GARAYOA, J. M. (ed.), Historia y Humanismo. Estudios en honor del profesor Dr. D.
Valentín Vázquez de Prada, vol. I: El profesor Vázquez de Prada y su obra científica. Felipe II y su tiempo.
Varia, Pamplona 2000, pp. 317-329.
496 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
senyors rey e reyna ab lo rey de Portugal se van molt metigant, e se creu ne exirà
alguna bona concòrdia”126. Como ha señalado M. Batllori, el nuncio no sabía
precisar los asuntos que se estaban tratando, lo que resulta sospechoso teniendo
en cuenta que sí sabe comunicar perfectamente los asuntos discutidos por los
reyes y los embajadores de Francia y Nápoles. Que no se informase a la Santa
Sede no significa que en Tordesillas se prescindiese o no se tuviese en cuenta lo
concedido en las bulas alejandrinas. Es más, sin ellas en la mano, Isabel y
Fernando no habrían estado en condiciones de sentarse frente al soberano
portugués en la mesa de negociaciones.
En Tordesillas las partes se comprometieron a no recurrir a la Santa Sede
para posibles modificaciones, pero introdujeron la extraña cláusula por la que se
suplicaba al papa “confirmar e aprobar esta dicha capitulación”. Según P. Borges
Morán, tan insólita petición sólo podía partir de Juan II de Portugal, verdadero
interesado en confirmar el traslado de la línea de demarcación, pero que no llegó a
solicitar debido a sus malas relaciones con el pontífice127. Por parte de los Reyes
Católicos, la confirmación del tratado ni les favorecía ni les perjudicaba, lo que
demuestra a todas luces el valor subsidiario que otorgaban a los documentos
pontificios en lo que respecta al dominio político de las tierras descubiertas. Ellos
habían llevado la iniciativa en la gestión de las bulas, una de las cuales —la Inter
caetera II— establecía una línea de demarcación de la zona que el papa asignaba
exclusivamente a Castilla con la imposición de obligaciones espirituales sobre la
evangelización de sus habitantes128. En Tordesillas los Reyes Católicos se
permitieron la licencia de modificar el contenido político de la bula y desplazar la
línea de demarcación sin contar con el papa, porque el fin político de ambos
documentos era lograr un entendimiento con Portugal que garantizase los
derechos castellanos sobre las nuevas tierras. Las capitulaciones afectaban sólo a
ambas potencias, y es de suponer que las bulas seguirían vigentes en lo relativo a
otros poderes políticos. Aún así una carta dirigida a su embajador Garcilaso en
julio de 1494 nos permite suponer que los reyes informaron al papa de los
acuerdos firmados con Portugal, puesto que solicitaron de Alejandro VI un
documento que confirmase los territorios que se les había adjudicado en África —
y que corregían el contenido de las bulas otorgadas por Nicolás V y Calixto III a
Portugal—, así como el establecimiento de una línea de demarcación entre Fez y
comentado por MCPHEETERS, D. W., Una carta desconocida de los Reyes Católicos a su embajador en Roma,
Garcilaso de la Vega, en CRIADO DEL VAL, M. (dir.), Literatura hispánica, Reyes Católicos y descubrimiento,
Barcelona 1989, pp. 388-393.
130 El texto íntegro del Testamento de Isabel la Católica se ha publicado muchas veces, véase por
ejemplo GARCÍA Y GARCÍA DE CASTRO, R., Virtudes de la Reina Católica, Madrid 1961, pp. 391-421,
especialmente p. 418.
131 En los famosos pleitos colombinos, el fiscal de la Corona rechazaba los argumentos de la parte
contraria, y entre otras cosas decía: “lo otro, porque al tiempo que vuestras altezas ficieron esta
capitulación e merced en ella contenido, no eran señores destas islas e tierra firme, ni tenían título a
ella, porque esta capitulación se hizo por el mes de abril del año de 92 e el Papa Alejandro VI hizo
gracia e donación a Vuestras Altezas el año de 93, y les dio título e investidura destas islas e tierra
firme ganadas e que se ganasen en el mar Océano..., e lo hizo patrimonio real, e por esta manera el
Papa en la concesión tácitamente prohibió la enaxenación desto”; sobre la interpretación posterior
de las bulas véase GARCÍA Y GARCÍA, A., La donación pontificia..., pp. 38-43.
132 BATLLORI, M., Alexandre VI, Colom..., pp. 35-36.
498 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
133 A esta idea se oponen M. Giménez Fernández y A. Rumeu de Armas, según los cuales sólo en
un segundo momento coincidente con la gestición de las bulas, los móviles misionales superarían los
meramente económicos y políticos de los comienzos; cfr. GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M., Las bulas
alejandrinas..., pp. 239-241; RUMEU DE ARMAS, A., La política indigenista..., pp. 127-129. Recientemente
aportan argumentos a favor del sentido evangelizador previo a la donación pontificia DUARTE
DUARTE, L., Los ideales de la misión bajomedieval en la conquista de América, Madrid 1999; BORGES, P.,
Isabel la Católica y la iglesia americana (1492-1504), «Mar Oceana», 9 (2001), pp. 59-79; CASTAÑEDA, P.,
Isabel la Católica y las Indias, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica y la política..., pp. 164-
168.
134 Véase un mapa de América Central y las Antillas en el gráfico XI del apéndice.
135 Cláusula 12 del codicilo de la reina Isabel, 23 noviembre 1504; en GÓMEZ DE MERCADO, F.,
Isabel I. El espíritu y la obra de la Reina Católica en su testamento y codicilio, Granada 1943, pp. 489-490.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 499
136 Sobre la primitiva organización eclesiástica en las Indias véanse los trabajos generales de
EGAÑA, A. DE, La teoría del Regio Vicariato español en Indias, Roma 1958; BRUNO, C., El derecho público
de la Iglesia en Indias, Salamanca 1967; HUERGA, A., La implantación de la Iglesia en el Nuevo Mundo,
Ponce 1987; GARCÍA AÑOVEROS, J. M., La monarquía y la Iglesia en América, Madrid 1990; LA HERA,
A. DE, El regio Vicariato de Indias en las Bulas de 1493, «Anuario de Historia del Derecho Español», 29
(1959), pp. 317-349; ID., Los comienzos del Derecho misional indiano, en ID., Iglesia y Corona en la América
Española, Madrid 1992, pp. 97-109; la cuestión del vicariato lo ha desarrollado también CASTAÑEDA
DELGADO, P., El Regio Vicariato de Indias: 1493-1622, en ID., y COCIÑA Y ABELLA, M. J. (coord.),
Iglesia y poder público. Actas del VII Simposio de Historia de la Iglesia en España y América, Córdoba 1997,
pp. 11-44; ver también los estudios contenidos en SÁNCHEZ BELLA, I., LA HERA, A. DE, y DÍAZ
REMENTERIA, C., Historia del Derecho Indiano, Madrid 1992; una mención aparte merece el estudio del
Derecho de Patronato en: GÓMEZ ZAMORA, M., Regio Patronato Español e Indiano, Madrid 1867;
GUTIÉRREZ DE ARCE, M., Regio patronato indiano, «Anuario de Estudios Americanos», 11 (1954), pp.
107-168; MARTÍN GONZÁLEZ, M., Gobernación española de Indias. Código Ovandiano, Guatemala 1977;
CANTELAR RODRÍGUEZ, F., Patronato y Vicariato Regio español en Indias, en Derecho canónico y pastoral en
los descubrimientos luso-españoles y perspectivas actuales. XX Semana Luso-Española de Derecho Canónico, Braga
15-20 septiembre 1986, Salamanca 1989, pp. 57-102; LA HERA, A. DE, El regio patronato indiano y la
planificación de la labor evangelizadora por Fernando el Católico, en Congresso de Historia del Descubrimiento, vol.
IV, Madrid 1992; voz “patronato” en AYALA, M. J. DE, Diccionario de Gobierno y legislación de Indias,
edición y estudios de M. M. del Vas Mingo, vol. XI, Madrid 1988-1993, pp. 76-77; sobre la
intervención de la Santa Sede en la Iglesia de Indias cfr. BORGES MORÁN, P., La Santa Sede y América
en el siglo XVI, «Estudios Americanos», 21 (1961), pp. 141-168; ID., La Santa Sede y la Iglesia americana,
en ID. (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica..., vol. I, pp. 47-61.
137 Cfr. BORGES MORÁN, P., La Santa Sede y la Iglesia americana..., pp. 47 y ss.
138 Cfr. BORGES MORÁN, P., El envío de misioneros a América durante la época española, Salamanca 1977,
p. 61.
139 Cfr. CANTELAR RODRÍGUEZ, F., Patronato y Vicariato Regio..., p. 97; donde se critica la posición
de P. Castañeda.
500 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
seleccionar a los misioneros que deben evangelizar las nuevas tierras. Como ya
tuvimos ocasión de señalar, este privilegio otorga un derecho añadido a la
donación pontificia, fundado en la misión espiritual, y al mismo tiempo da una
marca de distinción a unos reyes estimados por su defensa de la fe.
El interés del papa por la evangelización de nuevas tierras debe se encuadra
perfectamente con otras iniciativas pontificias que no suelen tenerse en
consideración, y que permiten comprender mejor la inquietud misionera que se
vivía en la Curia a fines del siglo XV. Alejandro VI había decidido el envió a
Groenlandia al monje benedictino Matías, nombrado obispo de Gardar
(Groenlancia) por Inocencio VIII, eximiéndole del pago de tasas curiales140. El
papa Borja también había recibido la legación enviada por José Bulgarinovic —
metropolita de Kiev y máxima autoridad ortodoxa en los territorios de Polonia y
Lituania— que solicitaba la unión con Roma141. La cuestión era espinosa porque
en la Ciudad Eterna se reconocía sólo al patriarca latino de Constantinopla
residente en la Urbe, pero éste se mostró a favor de la iniciativa del metropolita de
Kiev porque era coherente con los acuerdos del Concilio de Ferrara-Florencia142.
Finalmente el pontífice tomó una decisión fundamental en la Historia de la Iglesia
cuando en 1501 reconoció la validez del bautismo administrados por los rutenos
en Lituania, lo que constituye el reconocimiento del bautismo administrado por
los ortodoxos.
Así se comprende mejor el interés de la Santa Sede por la evangelización de
las nuevas tierras descubiertas en el Atlántico. Inmediatamente después de la bula
del 4 de mayo de 1493 el papa concibió el proyecto de enviar un nuncio a las
Indias, como otros antecesores suyos habían hecho en otras tierras de
evangelización como Canarias, donde Sixto IV había nombrado al franciscano
Alonso de Bolaños en 1472, y dos años después a Alonso de Zamora, también
franciscano143. La nunciatura de Guinea creada mediante la bula Pastoris aeterni
(1472) era independiente del obispado de Rubicón —sufragáneo de Sevilla y con
jurisdicción sobre Canarias— y había sido concebida para la organización
140 Cfr. PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 493.
141 Cfr. Ibidem, vol. III, p. 484; también AMMANN, A. M., Storia della Chiesa Russa e dei paesi limitrofi,
Turín 1948, pp. 160-161.
142 Cfr. HRYNIEWICZ, W., Lasciamo il passato a Dio. Unione e uniatismo nella prospettiva ecumenica, Opole
1995, pp. 21-46; RYBALT, E., Clemente VIII e i vescovi ucraniani all’epoca dell’unione di Brest. La preistoria
dell’acumenismo odierno, en DE ROSA, G., y LOMASTRO, F. (dirs.) L’età di Kiev e la sua eredità nell’incontro
con l’Occidente. Atti del Convegno (Vicenza 11-13 aprile 2002), Roma 2003, pp. 195-214.
143 Se trataba de una concesión que pasaba por encima de la soberanía portuguesa y de la
jurisdicción espiritual otorgada a la Orden de Cristo por su predecesor Calixto III, constituyendo
“una penetrante cuña espiritual hispánica clavada en el ámbito territorial portugués”; cfr. RUMEU DE
ARMAS, A., El obispado de Telde. Misioneros mallorquines y catalanes en el Atlántico, Madrid 1960; ID., La
nunciatura castellana de Guinea, «Revista de Indias», 109-110 (1967), pp. 285-311 (el texto citado en p.
301.).
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 501
eclesiástica de todas las tierras descubiertas en África y todas las islas del Mar
océano, así como para la salvaguardia de los misioneros, que procedían en su
mayor parte del convento franciscano de La Rábida, junto a la ría de Huelva144. La
bula beneficiaba a la misión con una amplísima indulgencia y la colocaba bajo la
protección directa de la Santa Sede y la jurisdicción inmediata del ministro general
de los franciscanos; al mismo tiempo autorizaba al nuncio para reclutar misioneros
entre observantes y conventuales, sin que los superiores respectivos pudieran
poner obstáculos a su labor. Al mismo tiempo la Corona se había atraído a los
nuncios, especialmente fray Alfonso de Zamora, nombrado capellán real, y dotado
de un seguro amplísimo para el desarrollo de su misión145.
Interesa tener presente estas facultades porque la Pastoris aeterni fue
examinada por el vicecanciller Rodrigo de Borja —entonces legado en la Península
Ibérica— por especial petición del papa, y constituye el precedente inmediato de la
Piis fidelium, que Rodrigo promulgará siendo ya pontífice y más adelante
analizaremos146. El vicecanciller se hizo garante de la interpretación de la bula de
Sixto IV autorizando el uso del fondo de la indulgencia para el apoyo militar de la
empresa evangelizadora, tal y como la planteaban los reyes, en sintonía con el
obispo del Rubicón —fray Juan de Frías—, el nuncio y comisario apostólico fray
Alonso de Zamora y, a partir de 1478, el nuevo nuncio y comisario de Guinea fray
Andrés de Zumis147.
Como es sabido, la nunciatura de Guinea tuvo una corta existencia ya que,
por disputas y rencillas dentro de la Orden franciscana, el propio Sixto IV decidió
suprimirla incorporando todas las casas y religiosos a la Vicaría de Canarias en
1480, y siete años más tarde integrando la misión con todos sus conventos y
religiosos en la custodia de Sevilla148. De toda esta experiencia el cardenal
144 Bula Pastoris aeterni, 29 junio 1472; en RUMEU DE ARMAS, A., La política indigenista..., pp. 151-
157; los comienzos de la evangelizaciión en Canarias han sido objeto de un reciente trabajo en
VÁZQUEZ DE PARGA Y CHUECA, M. J., Redescubrimiento y conquista de las Afortunadas, Madrid 2003.
145 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A., La política indigenista..., pp. 41-42.
146 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A., La nunciatura castellana de Guinea..., p. 304.
147 Aunque la Pastoris aeterni sólo se refiere a la propaganda de la fe por la vía de la persuasión, los
reyes dejan claro en sus cédulas que el dinero se destinaba para la “conversión e conquista” de las
islas, apoyándose en el beneplácito del cardenal y —ante las críticas del nuncio pontificio Francisco
Ortiz (1474-1482)— en las bulas concedidas a fray Andrés de Zumis. Como ha puesto de
manifiesto A. Rumeu de Armas, la progresiva intervención de la Corona en la recaudación de los
fondos a través de los receptores reales, se debe a los frecuentes fraudes que se cometían en los
trámites de la gestión de la indulgencia; cfr. RUMEU DE ARMAS, A., La política indigenista..., pp. 40-46;
también AZNAR VALLEJO, E., La colonización de las islas Canarias en el siglo XV, «En la España
Medieval», 6 (1986), pp. 195-217; ID., Los inicios de la Bula de Cruzada en Canarias, «Revista Española
de Derecho Canónico», 47 (1987), pp. 205-219.
148 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A., La nunciatura castellana de Guinea..., pp. 306-307; no hemos podido
consultar el trabajo de RIESCO TERRERO, A., Restauración de la vida monástica religiosa en el reino de
502 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
valenciano sacaría la idea clara de que una nunciatura en tierras de misión debía
quedar al margen de las querellas internas de la orden, para lo cual se debía dotar
al nuncio con poderes que lo convirtieran prácticamente en un vicario pontificio.
Éste fue el proyecto que Alejandro VI ideó para las Indias y que quedaría fijado —
con leves retoques favorables a la Corona— en la bula Piis fidelium.
A finales de abril de 1493 los soberanos —ya lo vimos anteriormente—
expresaron a Carvajal su oposición al proyecto pontificio de enviar a un
representante de la Santa Sede a las nuevas tierras si la persona elegida no fuera la
que ellos designaran. Al cabo de dos meses se llegó a un acuerdo, y los reyes
indicaron al embajador extremeño que lograse del papa la concesión
por su bula apostólica al dicho fray Buil, y a qualesquier persona o
personas ecclesiásticas, que nos para ello nombraremos, todas las
facultades contenidas en un memorial, que aquí va. Ca, vista la tan
grande distancia como hay de tierra firme a las dichas yslas, sin duda
son muy necesarias para las animas de los que se convertirán en las
yslas y de los que irán a estar en ellas; e si no se otorgasen es de creer
que pocos, e ninguno querria ir alla, porque les seria muy dificile haver
el remedio de cada cosa destas, quando menester la hoviese149.
Por último los reyes mandaban a sus embajadores que pusieran “muy
grande diligencia en obtener la dicha bulla y breve, con todas las clausulas y
firmezas necessarias”. Del texto se desprende que los reyes pretendían facilitar la
atención espiritual de los expedicionarios y de los indígenas que se convirtiesen,
pero al mismo tiempo los reyes se aseguraban el derecho de presentación de la
persona que iría a las Indias investida de la jurisdicción apostólica, en este caso
fray Bernardo de Boil, ermitaño de Montserrat y agente diplomático de los Reyes
Católicos150.
Alejandro VI respondió a esta petición el 26 de junio de 1493 mediante la
bula Piis fidelium dirigida al monje catalán, en la que crea una vicaría apostólica, y
no una nunciatura151. La Piis fidelium rompió además con los precedentes
portugueses e innovó para Castilla un nuevo sistema evangelizador indiano152.
Granada e islas Canarias. Bula misionera de Inocencio VIII (1486), «Commentarium pro Religiosis et
Missionaliis», 67 (1986), 277-310.
149 Instrucciones de los reyes a Carvajal, 7 junio 1493; en LA TORRE, A. DE (ed.), Documentos..., vol.
Instrucciones de los reyes al almirante en MORALES PADRÓN, F., Teoría y Leyes..., pp. 67-72.
151 Cfr. LETURIA, O., Las grandes bulas misionales..., p. 243.
152 Bula Piis fidelium, 25 junio 1493; en GARCÍA GALLO, A., Las bulas alejandrinas..., pp. 637 y ss;
véase también el análisis del contenido del documento en CANTELAR RODRÍGUEZ, F., Patronato y
Vicariato Regio..., pp. 88-92; y LA HERA, A. DE, Los comienzos del Derecho misional indiano..., pp. 98-102;
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 503
BORGES MORÁN, P., Delegación pontificia a fray Bernardo Boil, «Boletín de la Real Academia de la
Historia», 19 (1981), pp. 183-186.
153 Cit. en GARCÍA GALLO, A., Las bulas alejandrinas..., p. 637.
154 Cfr. LA HERA, A. DE, Los comienzos del Derecho misional indiano..., pp. 99-100. P. Borges considera
que era una facultad insólita —recuérdese que la Pastoris aeterni sólo afectaba a la Orden
franciscana— que el sumo pontífice concedió directamente, a petición posiblemente de los Reyes
Católicos, acuciados tal vez por la urgencia de la expedición y, como en el caso de las bulas,
valiéndose de la confianza que el papa tenía depositada en ellos; cfr. BORGES MORÁN, P., Isabel la
Católica y la iglesia americana..., p. 68.
155 La designación podía recaer en religiosos de cualquier orden, aboliéndose con este fin la
prohibición que desde Bonifacio VIII pesaba sobre los mendicantes, sobre todo los franciscanos y
dominicos que tenían prohibido fundar nuevos conventos sin la licencia de la Santa Sede; cfr.
BORGES, P., El envío de misioneros..., p. 69.
156 Véase la similitud de entre estas facultades concedidas a Boil y las que antes disfrutaron los
vicarios de Canarias, los nuncios de Guinea y los misioneros de ambos territorios en GARCÍA
GALLO, A., Las bulas de Alejandro VI..., pp. 509-538, 569-599 y 799-514; GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M.,
Las bulas alejandrinas..., pp. 177-215 y 246-387.
157 Ibidem, p. 101. De hecho, cuando los reyes pidieron a Fonseca que elegiese un sustituto para el
cargo abandonado por Boil, hablan de “las facultades del papa para las cosas episcopales en las yndias”;
504 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
carta de los reyes a Juan de Fonseca, 9 abril 1495; en FITA, F., Fray Bernal Boyl y Cristóbal Colón..., pp.
200-201.
158 El cardenal Bellarmino explicó en 1581 que el documento “non divisit ad eum finem reges illi
proficiscerentur ad debellandos reges infideles novi orbis, et eorum regna occupanda, sed solum ut
eo adducerent fidei christianae praedicatores, et protegerent ac defenderent cum ipsos praedicatores
tum christianos ab eis conversos, et simul ut impedirent contentiones et bella principum
christianorum, qui in illis novis regionibus negotiari volebant”; cit. en DE BERNARDIS, L. M., Le bolle
alessandrine, San Roberto Bellarmino..., pp. 537 y ss.
159 Carta de los reyes a Bernando de Boil, 25 julio 1493; en FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Colección
desde 1493, cfr. TERESA LEÓN, T., El obispo don Juan Rodríguez de Fonseca, diplomático, mecenas y ministro
de Indias, «Hispania Sacra», 13 (1960), pp. 251-304; y los trabajos de SAGARRA GAMAZO, A., La
formación política de Juan Rodríguez de Fonseca, en Congreso de Historia del Descubrimiento (1492-1556), vol. I,
Madrid 1992, pp. 609-641; ID., El protagonismo de la familia Fonseca, oriunda de Portugal y asentada en Toro,
en la política bajomedieval castellana hasta el descubrimiento de América, Zamora 1994; ID., Burgos y el gobierno
indiano: la clientela del obispo Fonseca, Burgos 1999; ID., Los Fonseca en el horizonte político marcado por Isabel
de Trastámara en Castilla e Indias, en MARTÍN ACOSTA, E. (coord.), Isabel I de Castilla y América…, pp.
29-91.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 505
162 Cfr. SZÁSZDI LEÓN-BORJA, I., Gobierno e inicio de la recaudación áurea en el Nuevo Mundo, «Anuario
expedición procedían casi exclusivamente de Montserrat; cfr. CATALÁ ROCA, P., Los monjes que
acompañaron a Colón en el segundo viaje, en Studi colombiani, vol. II, Génova 1952, pp. 371-390; cfr.
BORGES, P., El envío de misioneros..., pp. 71 y ss; ID., Primeras expediciones misioneras a América, «Archivo
Ibero-americano», 27 (1967), pp. 121-133; GARCÍA ORO, J., Prehistoria y primeros capítulos de la
evangelización de América, Caracas 1988; BALLAN, R., I missionari della prima ora nell’evangelizzazione
dell’America Latina, Bolonia 1991.
166 Cfr. BORGES MORÁN, P., Isabel la Católica y la iglesia americana..., p. 68.
167 Sobre la labor evangelizadora de este personaje cfr. FITA, F., Fray Bernal Buyl y Cristóbal Colón.
Nueva colección de cartas reales, «Boletín de la Real Academia de la Historia», 19 (1891), pp. 173-237;
ID., El primer apóstol y el primer obispo de América. Escrito inédito de fray Bernal Buyl, «Boletín de la Real
Academia de la Historia», 20 (1892), pp. 573-614; MARTÍ, D., Fray Boyl, su época y su personalidad. El
primer apóstol de América, Haban 1932; COLELL, J., Fray Bernardo Boyl primer apóstol de América, Vich
1929; HUERGA, A., Antillas: Implantación y consolidación de la Iglesia, en BORGES MORÁN, P. (dir.),
506 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Historia de la Iglesia en Hispanoamérica..., vol. II, pp. 4-5; recientemente OLAECHEA LABAYEN, J. B.,
Inicios de la misión en América: Isabel la Católica, Colón y Boil, «Hispania Sacra», 53 (2001), pp. 467-489.
168 En FITA, F., Fray Bernal Boyl y Cristóbal Colón..., pp. 196-197.
169 Se trata de una afirmación de Fernández de Oviedo, que Las Casas trata de justificar en la
opinión que tenía el almirante de no bautizar sin antes catequizar a los indígenas. Para lograr esto,
Colón envió con las naves de Antonio de Torres —alcalde de La Isabela que se volvía a España en
enero de 1494— algunos hombres, mujeres y niños caníbales “que sus altezas debían distribuir por
familias donde sirvieran y aprendieran el castellano y se preparasen para el bautismo”. Sin embargo,
los reyes aconsejaron a Colón que procurase “sin remociones ni desplazamientros de gente la
conversion de los indigenas”; en FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Colección de viajes..., vol. I, pp. 350-
366; las dispustas de Boil y Colón sobre los métodos misionales en OLAECHEA LABAYEN, J. B.,
Inicios de la misión en América..., pp. 87-88.
170 La Relación fue incorporado por Hernando Colón, hijo natural del almirante, a su libro Historia
del Almirante terminado en 1538; PANÉ, R., Relación acerca de las antigüedades de los indios, los cuales, con
diligencias, como hombre que sabe el idioma de éstos, recogió por mandato del Almirante, en COLÓN, H. DE,
Historia del Almirante, ed. L. Arranz, Madrid 1984; una buena edición de la obra en Relación acerca de las
antigüedades de los indios: el primer tratado escrito en América, ed. J. J., Arrom, México 1974; se analiza la
doble redacción de la obra en RAMOS PÉREZ, D., Sobre la relación de Pané, dedicada a los taínos, y su
utilización por Pedro Mártir de Anglería, «Archivo Hispalense», 68 (1985), pp. 419-429; también
POLANCO BRITO, H., Fray Ramón Pané, primer maestro, catequizador y antropólogo del Nuevo Mundo, en
Para una historia de la evangelización de América Latina, Barcelona 1977, pp. 127-140.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 507
la nueva persona elegida por ellos171. Días más tarde avisaron a Juan Rodríguez de
Fonseca que buscase un clérigo idóneo “de buena conciencia e de algunas letras”
que sustituyese a Boil172. Sin embargo no se ha conservado documentación
pontificia alguna que reitere los poderes concedidos a Boil, sino que —como
veremos más adelante— contamos sólo con testimonios indirectos de una
representación pontificia en Indias respetada por los reyes. Según Szászdi León-
Borja, el fracaso de Boil llevó al papa a entablar negociaciones secretas con
Enrique VII de Inglaterra, en los primeros meses de 1496, para apoyar las
primeras expediciones de Juan Caboto otorgando los mismos poderes vicariales a
los franciscanos italianos que le acompañaban173
A pesar del relativo fracaso de la misión de Boil, los reyes siguieron
confiando en Colón para impulsar la labor evangelizadora en la Indias. Con objeto
de responsabilizarle más en este cometido, la reina pidió al astrónomo catalán
Jaume Ferrer de Blanes que escribiera al almirante recordándole la misión
providencial que el Altísimo le había confiado como “apostolo y ambajador de
Dios mandado por su divinal juicio á faser conoscer su Sancto Nombre en partes
de incógnita verdad”174. Encendido de ardor reformista, el cosmógrafo explicó al
almirante que este deber se hacía aún más honeroso por el desentendimiento que
parecía mostrar la Santa Sede, ya que no “sería apartado de razón ni del precepto
Divino que un Apostolo ó Cardenal de Roma en esas partes [las Indias] tomase
parte de nuestros gloriosos trabajos [la evangelización]; pero la gravedad y peso de
sus grandes mantos, y la dulzura de su delicado vivir les quita gana de seguir tal
camino”175. Colón debía por tanto continuar la labor que Dios encomendó al
apóstol Tomás en la India, pues “á vos, Senior, mandó por esta opposita parte de
Oriente á Poniente, tanto que por Divina voluntad sois legado en Oriente, y en las
extremas partes de India superior para que oyan los siguientes lo que sus
antepasados negligeron de la predicación de Tomás”.
171 Las instrucciones de los reyes a Garcilaso de la Vega sobre la renuncia de Boil, 16 de febrero
Alejandro VI, en Memoria del X Congreso del Instituto Internacional de Historia del Derecho Indiano, vol. II,
México 1995, pp. 1593-1617.
174 Carta de Jaume Ferrer de Blanes a Cristóbal Colón, 5 agosto 1495; en FERNÁNDEZ DE
NAVARRETE, Colección de viajes..., vol. II, pp. 118 y ss; sobre este famoso astrónomo que ayudó a los
reyes en la demarcación de la línea de Tordesillas cfr. COMA I SOLEY, V., Santa María de Blanes,
Barcelona 1941; ID., Jaime Ferrer de Blanes y el descubrimiento de América, Barcelona 1952.
175 Además el cosmógrafo catalán alude precisamente a que la misión evangelizadora fue
precisamente la que impulsó a San Pedro a trasladarse a Roma “con sus túnicas rasgadas, comiendo
muchas veces solo el pan de mal sabor”; FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, Colección de viajes..., vol. II, p.
118.
508 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Con motivo del tercer viaje, los reyes insistían nuevamente a Colón —en
sus instrucciones del 23 de abril de 1497— que pusiese especial atención en que
los religiosos que le acompañaban administrasen los sacramentos a indígenas y
colonizadores176; el 15 de junio de aquel mismo año, los reyes le mandaban que
procurara “vayan a las dichas Indias algunos religiosos e clerigos, buenas personas,
para que alla administren los Santos Sacramentos a los que en ella estaran, e
procuren de converir a nuestra santa fe catolica a los indios naturales de las dichas
Indias e lleven para ello los aparejos e cosas que se requieren para el servicio del
culto divino e para la administración de los sacramentos”177.
De esta manera, la Corona volvía a poner su confianza en el almirante, él
mismo íntimamente convencido de estar cumpliendo una misión divina, de
acuerdo a la visión milenarista de la tradición “espiritual” franciscana de la que
participaba, y que le llevaba a acometer esta empresa desde una óptica cruzadista
“con el fin de gastar lo que d’ello se oviesse en presidio de la Casa sancta a la
Sancta Iglesia”, tal y como le decía por carta a Alejandro VI en febrero de 1502178.
176 En Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento, conquista y organización de las antiguas
posesiones españolas de América y Oceanía, sacadas de los archivos del Reino y muy especialmente del de Indias, vols.
I-XLVI, Madrid 1864-1884; vol. XXX, p. 450; también en MORALES PADRÓN, F., Teoría y Leyes...,
pp. 73-76.
177 En Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento..., vol. XXX, pp. 462-463.
178 En el famoso Libro de las profecías que Colón preparó hacia 1504, el almirante se mostraba
convencido de que dentro de 155 años se acabaría el mundo, por lo que urgía a los Reyes Católicos
a acometer la conquista de Jerusalén, que a ellos estaba reservada, pues “el abad Joaquín, calabrés,
dijo que había de salir de España quien había de reedificar la Casa [el Templo] del monte de Sión”;
carta del almirante a los Reyes Católicos; en FERNÁNDEZ VALVERDE, J. (ed.), Cristóbal Colón: Libro de
las profecías, Madrid 1992, p. 14. La bibliografía sobre este tema se ha incrementado mucho en los
últimos años: MILHOU, A., Colón y su mentalidad mesiánica en el ambiente franciscanista español, Valladolid
1983; ID., Le Messianisme hispanique et l’enterprise de Colomb, «Bulletin de la Société d’Histoire
Moderne», 4 (1992), pp. 12-19; ARCELUS ULIBARRENA, M., Cristobal Colón y el abad calabrés Joaquín de
Fiore, en Mediterraneo Medievale. Scrtti in onore di Francesco Giuntta, Soveria Mannelli 1989, pp. 1-40; ID.,
Cristóbal Colón y los primeros evangelizadores del Nuevo Mundo. Lección de profetismo joaquinista, en POTESTÀ,
G. L. (dir.), Il profetismo gioachimita tra Quattrocento e Cinquecento. Atti del III Congresso internazionale di
Studi gioachimiti (San Giovanni in Fiore 17-21 settembre 1989), Génova 1991, pp. 575-514; PISTARINO,
G., Cristoforo Colombo: scoperta, mistero e mito (un simbolo per il grande incontro), «Atti della Accademia
Ligure de Scienze e Lettere», 42 (1989), pp. 237-246; ID., L’enigma del criptogramma di Cristoforo
Colombo, «Columbus 92», 6-49 (1990), pp. 25-33; ID., Il Messaggero della Trinità (Cristoforo Colombo), en
Convegno Internazionale “Colombo e l’ardimento”, 1982-1992: dieci anni dello Zonta Club di Savona-area,
Savona 1992, pp. 17-44; ID., Cristoforo Colombo: tempo dello spirito e tempo di comando, «Medioevo. Saggi e
Rassegne», 17 (1992), pp. 9-42; GIL, J., Mitos y utopías del Descubrimiento, vol. I: Colón y su tiempo,
Madrid 1989; RUSCONI, R., Cristoforo Colombo e Gioacchino da Fiore, «Florensia», 7 (1993), pp. 95-108;
ID., Il «Libro de las Profecias» di Cristoforo Colombo. Retroterra culturale e consapevolezza di uno scopritore,
«Rivista di storia e letteratura religiosa», 29 (1993), pp. 305-339; ID., Profezia e profeti alla fine del
Medioevo, Roma 1999, pp. 229-264; BROWN, E. A. R., y LERNER, R. E., On the Origins and Import of the
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 509
Columbian Prophecies, «Traditio», 45 (1989-90), pp. 219-256; PROSPERI, A., Attese millenaristiche e scoperta
del Nuovo Mondo, en POTESTÀ, G. L. (dir.), Il profetismo gioachimita..., pp. 433-460.
179 En el Memorial de la Mejorada de 1497 Colón cita todavía como válida la raya trazada en la bula
Inter caetera II, donde se repite el error cometido por Colón de situar las Azores sobre el mismo
meridiano de Cabo Verde. Sobre el afecto que Alejandro VI tributaba al almirante es buerna
muestra aquel libro de oraciones que le regaló, y —como escribe en su testamento de 1506— “le
había proporcionado el mayor consuelo en la cárcel, en el campo de batalla y en todas las
adversidades”. Por otra parte, Colón no dejó de tener a Roma en el centro de sus pensamientos, y ya
al final de su vida, en carta dirigida a los reyes desde Jamaica el 7 de julio de 1503, manifestó su
deseo siempre presente de marchar a la Ciudad Eterna: “Suplico umildemente a Vuestras Altezas,
que, si a Dios plaçe de me sacar de aquí, que ayan por bien de mi ida a Roma”. Sobre el libro de
Horas que le regaló el pontífice cfr. MORGHEN, R., Il libro d’ore di Cristoforo Colombo (Roma - Bibl.
Corsiana, Ms. 55.K.28 - già 1219), en Studi colombiani, vol. II, Génova 1952, pp. 295-299; BALDACCI.
O., Roma e Cristoforo Colombo..., pp. 62 y ss.
180 Cfr. RAMOS PÉREZ, D., Posible proyecto colombino del protectorado pontificio de su virreinato, en Congreso
Deule y fray Juan Tisin o Cosin, cuya labor evangelizadora fue relatada por el cronista franciscano
Glassberger; cfr. GLASSBERGER, N., Chronica ordinis minorum observantium, Quaracchi 1887; también
en Annalecta Franciscana, vol. II, pp. 523 y ss; ver también LIPPENS, H., De fratre Joanne de La Deule,
missionario Americae, «Archivum Franciscanum Historicum», 27 (1934), pp. 62-74. El testimonio de
Las Casas tomado en buena parte de la obra de Pané en LAS CASAS, B., Historia..., vol. I, c. 62. A la
obra de Pané puede añadirse el testimonio del doctor Diego Álvarez Chanca, físico de la reina
Isabel, que escribió una carta al cabildo de Sevilla dando noticias sobre la empresa y también
información etnográfica; cfr. TIO, A., El doctor Diego Álvarez Chanca (Estudio biográfico), San Juan 1966;
GALLINARI, L., Diego Álvarez Chanca, medico di Cristoforo Colombo, Cagliari 1992.
510 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
182 Sobre los primeros contactos de los evangelizadores y la población nativa de las Antillas cfr.
RAMOS GÓMEZ, L. J., El inicio de la colonización española en América. El contacto y la conquista del mundo
tahíno, en Ias Jornadas de Historia de Burgos y América, Burgos 1991; CASSA, R., Los indios de las Antillas,
Madrid 1992; un análisis de los métodos de la primera evangelización en LUQUE ALCAIDE, E., y
SARANYANA, J. I., La Iglesia Católica y América, Madrid 1992, pp. 124 y ss.
183 Esta catequización rudimentaria la confirma Las Casas cuando dice en tono crítico que Ramón
Pané “tuvo algún celo y deseo bueno, y lo puso por obra, de dar conocimiento de Dios a estos
indios”, pero que “como hombre simple no lo supo hacer, sino todo era decir a los indios el Ave
Maria y el Pater Noster, con algunas palabras de que había en el cielo Dios y era creador de las
cosas, según que él podía, con harto defecto y confusamente, darles a entender”; matizaciones al
testimonio de Las Casas en BORGES MORÁN, P., La primera etapa de la evangelización americana, en
Descubrimiento y fundación de los reinos de Indias (1475-1560). La Huella de España en América. Seminario
Interdisciplinar sobre Iberoamérica en el V Centenario del descubrimiento, Madrid 1988, p. 148.
184 Por esta razón se piensa que en un primer momento los bautismos tucvieron que ser escasos
en la Española, teniendo en cuenta el entusiamo con que haban de ellos en el memorial enviado a
Cisneros en 1500 y que coinciden con el eclipse político de Colón. Posteriormente, el tema del
bautismo de los niños provocará una polémica en la que participarán Diego de Deza y el mismo
Francisco de Vitoria; cfr. ARIMÓN, G., El problema del bautismo de los niños infieles. Orientación escotista de
la opinión de Diego de Deza y Francisco de Vitoria. Antecedentes doctrinales y circustancias históricas, «Analecta
Sacra Tarraconensia», 30 (1957), pp. 203-232; FORCHER, J., Itinerario del misionero en América, Madrid
1960; LA HERA, A. DE, El derecho de los indios a la libertad y a la fe. La bula “Sublimis Deus” y los problemas
indianos que la motivaron, «Anuario de Historia del Derecho Español», 26 (1956), pp. 89-182.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 511
plenísimo poder”189. Cisneros escogió para ello a tres hermanos de su círculo más
íntimo que le había acompañado en sus desplazamientos al menos desde 1498:
fray Francisco Ruiz, fray Juan de Trasierra y fray Juan de Robles190. A estos tres
compañeros de Cisneros se añadirían otros tres antiguos misioneros que
regresaban ahora a La Española: Juan de la Deule, Juan Tisin, y un tal fray
Rodrigo. Por último, también se encontraba entre los misioneros el benedictino
calatraveño fray Alonso del Viso, y otros autores citan también a los franciscanos
fray Juan Bermejo y fray Juan Francés191.
Lo que interesa destacar aquí es la presencia entre estos hombres de una
persona “que acá está que tiene auctoridad del Papa”, según refieren los
franciscanos en su memorial redactado el 12 de octubre de 1500192. Szászdi León-
Borja ha identificado a esta persona con el franciscano Juan de Trasierra, el
hombre de confianza de Cisneros que había recibido los poderes delegados de
Boil, según se deduce del borrador realizado por Gaspar de Gricio entre 1502 y
1503 para contestar a las peticiones de Ovando193. Entre estas peticiones se
encontraba la solicitud de que los reyes nombren a un prelado “o persona que
tuviese comision del Papa para en todas las cosas de la Yglesia e algunos clerigos”,
a lo que Gricio contestaba “que fray Buyl tiene poder para ello e el ha de señalar la
persona con acuerdo de sus Altezas y se prouea de clerigos a petiçion de fray Buil
e de fray Juan de Trasyerra”194. El dato sobre la existencia de un vicario pontificio
pone de manifiesto que en 1500 los reyes seguían contando con los poderes
concedidos por Alejandro VI y con el prudente consejo de fray Boil que en
189 VALLEJO, J. DE, Memorial de la vida de Fray Francisco Jiménez de Cisneros, Madrid 1913, p. 41.
190 Cfr. GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, pp. 608-613; sobre esta expedición ver
también MESEGUER FERNÁNDEZ, J., El Cardenal Cisneros y la Iglesia misionera de América (1500-1512),
«Anales Toledanos», 8 (1973), pp. 3-47; ID., El arzobispo Cisneros y la Iglesia misionera en América,
«Archivo Ibero-americano», 45 (1985), pp. 451-486; VARELA, C., y FERNÁNDEZ, J., Nueva
documentación sobre fray Juan de Trasierra, «Archivo Ibero-americano», 46 (1986), pp. 685-698; MEIER, J.,
La presencia de las órdenes religiosas en el Caribe durante la dominación española (1500-1630), «Missionalia
Hispanica», 43 (1986), pp. 362-372.
191 Cfr. LÁZARO DE ASPURZ, La aportación extranjera a las misiones españolas del Patronato Regio, Madrid
300; también GLASSBERGER, N., Chronica ordinis minorum..., vol. II, pp. 525-526.
193 Cfr. SZÁSZDI LEÓN-BORJA, I., La Real Carta-Instrucción de 20 y 29 de marzo de 1503 dirigida a Frey
Nicolás de Ovando, gobernador de las Yndias, en IX Congreso Internacional de Historia de América, vol. I:
Ponencias y Comunicaciones, Mérida 2002, pp. 31-43. Nada se dice al respecto en el trabajo de PÁSZTOR,
L., I francescani nell’America Latina e la Curia Romana, en Diffusione del francescanesimo nelle Americhe,
«S.I.S.E., 10», Perusa-Asís 1984, pp. 55-120.
194 La identificación de Trasierra como el representante de Boil —y por tanto con autoridad
pontificia— se corresponde bien con las malas relaciones que mantendría el franciscano con
Cristobal Colón, siguiendo las huellas de su predecesor en el cargo; el texto entrecomillado en
SZÁSZDI LEÓN-BORJA, I., La Real Carta-Instrucción…, p. 39.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 513
195 Cfr. ORTEGA, A., La Rábida..., pp. 303-304; MESEGUER FERNÁNDEZ, J., Cisneros y la Iglesia...,
pp. 470-472.
196 Véase el análisis de este memorial en MESEGUER FERNÁNDEZ, J., El arzobispo Cisneros y la Iglesia
misionera..., pp. 473-475. Sobre los orígenes del episcopado indiano, además de los estudios citados,
véase CASTAÑEDA, P., y MARCHENA, J., La jerarquía de la Iglesia en América, 1500-1850, «Hispania
Sacra», 40 (1988), pp. 701-730; MARTÍN HERNÁNDEZ, F., El episcopado, en BORGES MORÁN, P. (dir.),
Historia de la Iglesia en Hispanoamérica..., vol. I, pp. 155-174.
197 En el memorial se dice exáctamente “que por que esto mejor se haga y sin hazer de allá costa
alguna [que] entre tanto que a esta tierra proueen de perlado, el que acá está que tiene la auctoridad
del Papa, le dexen libremente los diezmos de la yglesia así para proveer las yglesias de las cosas
necesarias commo para el proveymiento de las personas religiosas que asi vinieren con zelo de
aprovechar”; en MESEGUER FERNÁNDEZ, J., El arzobispo Cisneros y la Iglesia misionera..., p. 473.
198 En ORTEGA, A., La Rábida..., p. 304; MESEGUER FERNÁNDEZ, J., Cisneros y la Iglesia..., p. 472.
199 Cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La fiscalidad regia extraordinaria..., pp. 153, 161 y ss.
514 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
200 Sobre el envío de Juan de Aguado cfr. PÉREZ-PRENDES Y MUÑOZ DE ARRANCO, J. M., La
Monarquía Indiana y el Estado de Derecho, Madrid 1989, p. 69; las instrucciones de los reyes, sobre los
tributos que debían pagar los indios, dirigidas al obispo de Badajoz, Alfonso de Fonseca, y el
armador florentino Juanoto Berardi en RUMEU DE ARMAS, A., La política indigenista..., pp. 318-319.
201 En Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento..., vol. XXXI, pp. 31-32.
202 “Os concedemos a Vosotros y a vuestros sucesores, que en las dichas islas y provincias podais
percibir y llevar lícita y libremente los diezmos todos de sus vecinos, moradores y habitadores que
en ella están o por tiempo estuvieren, después de que, como dicho es, las hayais adquirido”; bula
Eximiae devotionis, 16 noviembre 1501; en METZLER, J. (ed.), America pontificia..., pp. 89-91; véase
también el análisis de BRUNO, C., El derecho público..., pp. 285-286; CASTAÑEDA, P., Problemas sobre los
diezmos en las Antillas y Nueva España (1501-1585), en Estructura, gobierno y agentes de la Administración en
la América Española. Siglos XVI, XVII y XVIII, Valladolid 1984, pp. 61-93; ESCOBEDO MANSILLA,
R., La economía de la Iglesia americana, en BORGES, P. (dir.), Historia de la Iglesia en Hispanoamérica..., vol.
I, pp. 99-133, especialmente pp. 99-100; LA HERA, A. DE, Los diezmos, en ID., SÁNCHEZ BELLA, I., y
DÍAZ REMENTERIA, C., Historia del Derecho Indiano..., pp. 263-268.
203 La bula manda exactamente: “asignar de antemano, en forma real y efectiva, por vosotros y por
vuestros sucesores, de vuestros bienes y de los suyos, dote suficiente a las iglesias que en las dichas
Indias se hubieren de erigir, con la cual sus prelados y rectores se puedan sustentar congruamente, y
llevar las cargas que incumbieren a las dichas Iglesias, y ejercitar cómodamente el culto divino a
honra y gloria de Dios Omnipotente, y pagar los derechos episcopales conforme a la orden que en
esto dieren los diocesanos que entonces fueren en los dichos lugares, cuyas conciencias sobre esto
cargamos”.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 515
204 Carta de Cristóbal Colón a su hijo Diego, carece de fecha pero es muy probable que se
escribiese en 1504; FERNÁNDEZ DE NAVARRETE, M., Colección de los viajes..., vol. I, p. 254.
205 Cfr. FITA, F., Primeros años del episcopado en América, «Boletín de la Real Academia de la Historia»,
20 (1892), pp. 273 y ss; también CANTELAR RODRÍGUEZ, F., Patronato y vicariato Regio..., pp. 79-80;
sin embargo hay que recordar que Alejandro VI había concedido al rey de Portugal el patronato
sobre África por medio del breve Cum sicut nobis, datado el 23 de agosto de 1499; cfr. FILESI, T., Le
Bolle Alessandrine..., p. 145.
206 Cfr. LA HERA, A. DE, La jurisdicción real sobre los diezmos en Indias, en Memoria del IV Congreso
un tanto abusiva de la bula, cuando explicó a Julio II que su antecesor había concedido a los
soberanos españoles los diezmos y primicias de las Indias, y que ellos proyectaban donar esos
diezmos y primicias a la jerarquía recién creada, reservándose únicamente las tercias reales y todos
los diezmos de oro, plata y otros metales preciosos. Se trataba por tanto de la base de los derechos
patronales, pero no había —salvo los diezmos— ninguna concesión de estos derechos, que sólo se
obtuvieron en 1508 mediante la bula Universalis Ecclesiae de Julio II; LETURIA, P. DE, La bula del
Patronato de las Indias españolas que falta en el archivo Vaticano, en Miscellanea Giovanni Mercati, Ciudad del
Vaticano 1946.
516 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
que quedarían fijados en cien pesos con valor retroactivo, según la cédula a
Ovando del 20 de marzo de 1503208. Con todo, la bula pontificia no resolvió todos
los problemas económicos de las indias y en 1502 el entonces gobernador, Nicolás
de Ovando, solicitó a los reyes la concesión de bulas plenarias de compensación
para los vecinos de la isla Española —que fueron denegadas— y ciertas
indulgencias a favor de los que dieran limosnas a conventos y hospitales en el
nuevo mundo, a lo que los reyes accedieron cursando instrucciones a su
embajador en Roma para que se obtuvieran209.
La destitución de Colón como gobernante, marca un cambio importante en
la dirección política de las Indias y, por tanto, en la labor evangelizadora. A su
retorno en cautividad de su tercer viaje, el almirante escribió a Alejandro VI una
extraña carta en la que solicita “le dé aiuda de algunos sacerdotes y religiosos que
para ello conosco que son idoneos, y que por su breve mande a todos los
superiores de cualquier orden de San Benito, de Cartuxa, de San Hierónimo, de
Menores et Mendicantes que pueda yo o quien mi puder tuviere excojer d’ellos
fasta seis, los cuales negocien adonde quier que fuere menester en esta santa
empresa”210. J. Gil y R. Manselli han considerado la petición como una alternativa
del almirante a la política misionera de Cisneros, que acababa de enviar a los 17
franciscanos de fray Alonso de Espinar211. La labor evangelizadora de Colón había
sufrido duras críticas por parte de Boil —que pasó a ser agente de Cisneros en
Roma—, a las que se sumaba ahora el informe que fray Juan de Trasierra enviaba
al arzobispo de Toledo a su regreso en 1502, y en el que se contenían graves
acusaciones contra los Colón212. El almirante se distanció entonces de los
franciscanos de La Rábida que tanto le habían ayudado en el descubrimiento, y se
acercó a los cartujos de Sevilla, trabando una especial amistad con fray Gaspar
Gorricio.
Para defenderse, el almirante trató de buscar el apoyo de Alejandro VI. En
carta datada en 1502 solicitaba al papa la dirección de la actividad misionera,
sustrayéndola al poder real y a los generales franciscanos, mientras pide para sí una
en el Memorial dirigido a su hijo Diego, trata de intervenir en la constitución de los tres episcopados
de la “Hispaniola”; el texto de la carta eviada a Alejandro VI en VARELA, C. (ed.), Textos y
documentos..., pp. 285-288.
211 De hecho, Colón fue prescindiendo de los franciscanos y se volvió al monasterio cartujo de las
Cuevas (Sevilla); cfr. GIL, J., Miti e utopie..., pp. 168-169; ID., Los franciscanos y Colón, «Archivo Ibero-
americano», 46 (1986), pp. 77-110; también MANSELLI, R., Cristoforo Colombo, Alessandro VI..., p. 53.
212 El memorial de Trasierra en GIL, J., y VARELA, C. (ed.), Cartas de particulares a Colón y relaciones
coetáneas, Madrid 1984, pp. 288-290; ver también VARELA, C., y FERNÁNDEZ, J., Nueva documentación
sobre fray Juan de Trasierra, en Los franciscanos en el Nuevo Mundo, vol. I, Madrid 1987, pp. 684-698.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 517
213 En el testamento explica a su hijo Diego que “al tiempo que yo me moví para yr a descubrir las
Indias fue con intención de suplicar al Rey ya a la Reyna, nuestros señores, que de la rente que Sus
Altezas de las Indias huviessen, que se determinasen de la gastar en la gastar en la conquista de
Jerusalem”. Si los reyes no lo hacían Colón proponía utilizar su herencia para “yr solo con el más
poder que tuviere”, mientras él mismo se ofrecía en brazo protector del papa a quien prometía
“servir con toda su fuerça e renta e hazienda”; véase la edición del testamento en RAMOS PÉREZ, D.,
Los últimos días de Cristóbal Colón, Madrid 1992.
214 RAMOS PÉREZ, D., Posible proyecto colombino del protectorado pontificio..., pp. 581-584.
215 En VARELA, C. (ed.), Textos y documentos completos. Relaciones de viajes, cartas y memoriales, Madrid
220 En KONETZKE, R. (ed.), Colección de documentos para la historia social de Hispanoamérica, 1493-1810,
de santiguar y cómo se han de encomendar a Dios y hacer oración, y cómo se han de confesar y
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 519
hacer todas las otras cosas que convengan para ser bien adoctrinados; y asimismo les hagan venir a
la iglesia cada día, para que allí hagan todo lo susodicho” más adelante se dice que en la casa adjunta
a la iglesia de cada población se debían reunir a todos los niños “cada día dos veces, para que allí el
dicho capellán los muestre a leer y a escribir y santiguar y signar y la confesión y el Paternoster y el
Avemaría y el Credo y Salve Regina”; instrucción al comendador frey Nicolás de Ovando, 20 y 29
marzo 1503; en Colección de documentos inéditos relativos al descubrimiento..., vol. XXXI, pp. 156-174;
reeditada por KONETZKE, R. (ed.), Colección de documentos..., vol. I, pp. 9-13.
223 Sobre la primera política constructiva en las Indias cfr. NOUEL, C., Historia eclesiástica de la
arquidiócesis de Santo Domingo, primada de América, vols. I-II, Roma 1913; vol. I, pp. 25 y ss;
recientemente LAVAINA CUETOS M. L., y GUTIÉRREZ ESCUDERO, A., Las primeras obras públicas en el
Nuevo Mundo y su financiación: Santo Domingo 1494-1572, en Congreso de Historia del Descubrimiento, (1492-
1556), vol. III, Madrid 1992, pp. 523-577; MIRA CABALLOS, E., Espontaneidad y medievalismo en las
primeras construcciones de la Española (1492-1550), en Actas del Congreso Conmemorativo del V Centenario de
la Fundación de Santo Domingo, Santo Domingo 1996 (en prensa).
224 La visión crítica del gobierno de Ovando se recoge en GIMÉNEZ FERNÁNDEZ, M., La política
religiosa de Fernando el Católico en Indias, Madrid 1943, pp. 29 y ss; recientemente ha matizado esta
visión MIRA CABALLOS, E., Iglesia y evangelización en las Indias durante el gobierno de Nicolás de Ovando
(1502-1509), «Hispania Sacra», 53 (2001), pp. 455-465.
225 LAS CASAS, B., Historia..., vol. II, c. 13.
520 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
226 No pretendemos abordar aquí el proyecto ideado por Fernando en 1513 de nombrar un
patriarca de las Indias con jurisdicción efectiva sobre ellas y con residencia en la Corte, ni las
tensiones —estudiadas por Borges— entre la Santa Sede, partidaria de enviar un nuncio a las Indias,
y la monarquía española, que prefería que fuese un legado a latere; cfr. FERNÁNDEZ DURO, C.,
Noticias acerca del origen y sucesión del Patriarcado en las Indias Occidentales, «Boletín de la Real Academia de
la Historia», 7 (1885), pp. 197-215; RUIZ GARCÍA, F., Patriarcado de Indias y Vicariato General Castrense,
«Revista Española de Derecho Canónico», 23 (1967), pp. 449-471; BORGES MORÁN, P., La Santa
Sede y América en el siglo XVI, «Estudios Americanos», 21 (1961), pp. 141-168; DEL VAS MINGO, M.
M., Legado, en AYALA, M. J. DE, Diccionario de Gobierno y legislación..., vol. VIII, pp. 243-244.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 521
227 Cfr. POESCHEL, S., Age itaque Alexander: das appartamento Borgia und die Erwartungen an Alexander
VI, «Römisches Jahrbuch der Bibliothek Herziana», 25 (1989), pp. 127-165; ID., Pinturicchios Fresken
im Apartamento Borgia. Die Gestaltung einer Papstwohnung, en SCHRAUT, E. (comp.), Die Renaissancefamilie
Borgia: Geschichte und Legende, Sigmaringen 1992, pp. 28-40; ID., Alexander Maximus. Das Bildprogramm
des Appartamento Borgia im Vatikan, Weimar 1999; la imaginería de Alejandro VI como soberano
oriental en BOUYÉ, E., Alexandre VI, les Turcs..., pp. 5-8.
228 Sobre el tema contamos con el extenso trabajo de SETTON, K. M., The Papacy and the Levant (1204-
1571), vol. II: The Fifteenth Century, Filadelfia 1978, especialmente pp. 417-542; también PETROCCHI,
M., La politica della Santa Sede di fronte all’invasione otomana (1444-1718), Nápoles 1955; SCHWOEBEL, R.
H., Coexistance, Conversion, and the Crusade against the Turks, «Studies in the Renaissance», 12 (1965), pp.
164-187; ID., The Shadow of the Crescent: The Renaissance Image of the Turk (1453-1517), Nieuwkoop
1967. Sobre el imperio otomano a fines del siglo XV cfr. BOWLE, I., Storia d’Europa, vol. II, Milán
1982, pp. 319 y ss; GOFFMAN, D., The Ottoman Empire and Early Modern Europe, Cambridge 2003;
IMBER, C., El imperio otomano, 1300-1650, Barcelona 2004; los trabajos de BUNES IBARRA, M. Á.,
Italia en la política otomana entre los dos sitios de Otranto 1480-1532), en El reino de Nápoles y la monarquía…,
pp. 661-584; ID., El avance otomano en el Mediterráneo: Granada, Isabel la Católica y los turcos, en
BARTOLOMÉ, A., y HERNANDO, C. J. (dirs.), Los Reyes Católicos y Granada…, pp. 137-148.
522 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
229 Sobre la política antiotomana de Alejandro VI cfr. BOUYÈ, E., Alexandre VI, les Turcs et la
croisade, en Alessandro VI. Dal Mediterraneo al Atlantico, (Cagliari, 17-19 maggio 2001) (en preparación);
CARDINI, F., Alessandro VI e la crociata, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di
fronte..., vol. III, pp. 971-977; también KISSLING, H. J., Militärisch-Politische Problematiken zur
Türkenfrage im 15. Jahrhundert, «Bohemia: Jahrbuch des Collegium Carolinum», 5 (1964), pp. 115-136;
ID., Francesco II Gonzaga ed il sultano Bâyezîd’s, «Archivio Storico Italiano», 125 (1967), pp. 34-68; y ID.,
Sultan Bâyezîd’s Bezichungen zu Margraf Francesco II, von Gonzaga, Munich 1965; no faltaron, sin
embargo, los contactos diplomáticos diplomáticos entre el papa y el sultán: HEIDENHEIMER, Die
Correspondenz Bajazets II. Mit Papst Alexander VI, «Zeitschrift für Kirchengeschichte», 5 (1882), pp.
511-573; BABINGER, F., Mehmed II, der Eroberer, und Italien, «Aufsätze und Abhandlungen zur
Geschichte Südeuropas und der Levante», 1 (1962), pp. 172-200.
230 MARSO, P., Panegyricus in memoriam sancti Augustini..., fol. 3v.
231 BUNES IBARRA, M. Á., El avance otomano en el Mediterráneo…, pp. 147-148.
232 Sobre la política africanista de los Reyes Católicos cfr. LA TORRE, A. DE, La política de los Reyes
Católicos en África: antecedentes y orientaciones, en Curso de Conferencias sobre la política africa de los Reyes
Católicos, vol. II, Madrid 1951, pp. 151-172; MARTÍNEZ-VALVERDE, C., La marina de los Reyes Católicos
en la acción africana, en Curso de Conferencias..., vol. V, Madrid 1953, pp. 121-139; sobre todo RUMEU DE
ARMAS, A., España en el Africa Atlántica, vols. I-II, Madrid 1956; DUFOURCQ, C. E., La continuité des
activités catalano-aragonaises dans les ètats musulmans mediterranées d’Alphonse Le Magnanime à Ferdinand le
Catholique, en IX Congresso di storia della Corona d’Aragona..., vol. I, Nápoles 1978, pp. 199-223;
BRAUDEL, F., En torno al Mediterráneo, Barcelona 1996, pp. 41-100; LÓPEZ BELTRÁN, M. T., Notas
sobre la expansión castellana en el Magreb a partir de 1492, «Baetica. Estudios de Arte Geografía e
Historia», 3 (1980), pp. 155-165; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe...,
pp. 197-228; LADERO QUESADA, M. Á., Castilla, Gibraltar y Berbería (1252-1516), en Los mudéjares de
Castilla y otros estudios de historia medieval andaluza, Granada 1989, pp. 169-219; BUNES IBARRA, M. Á.,
Los españoles y el norte de África. Siglos XV-XVIII, Madrid 1992; GUTIÉRREZ CRUZ, R., Los presidios
españoles en el Norte de África en tiempos de los Reyes Católicos, Melilla 1997.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 523
233 Zurita dice que Garcilaso de la Vega “propuso al papa que el rey tomaría a su cargo de
proseguir la empresa contra los infieles y comenzaría la guerra por las cosas de Africa y la
continuaría, dando con los maestrazgos a la corona real por todo el tiempo que durase, las otras
gracias que la sede apostólica suele conceder”; ZURITA, J., Historia..., p. 144.
234 PÉREZ EMBID, F., Los descubrimientos en el Atlántico..., p. 304.
235 Carvajal ya había tenido ocasión de exponer este argumento en su Sermón sobre la conquista de
Baza en 1487, y volverá a recuperarlo en su Epístola consolatoria por la muerte del príncipe don Juan;
cfr. GONZÁLEZ ROLÁN, T., y SAQUERO SUÁREZ-SOMONTE, P., Un importante texto político-literario...,
pp. 275-276.
524 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
argumentaba que los pontífices no podían otorgar un territorio que desde tiempo
de los godos pertenecía a los reyes de León y Castilla, puesto que
las dos Mauritanias, la Tingitana y parte de la Cesariense, que eran los
reinos de Fez Tremecén y Marruecos, fueron grandes tiempos
poseídas por muchos reyes godos, en cuyo derecho sucedió Pelayo
primero rey de Galicia de quien sucedieron los reyes que después
reinaron en León y Castilla: y que por esta causa la conquista de Fez
no la pudo dar ningún pontífice al rey de Portugal, especialmente
siendo aquel rey feudatario al rey de Castilla: porque la remisión que
del feudo hizo el rey don Alonso el deceno por ser en contradicción de
los ricos hombres de su señorío y del todo el reino era ninguna de
razón y derecho236.
Carvajal no se conformaba con el reconocimiento de la posesión castellana
sobre Alger, Bugía y Túnez, sino que exigía también a los portugueses la
devolución de los enclaves de Tánger, Ceuta y Arcila, “dando la recompensa que
fuese justa por el gasto que se hizo en haberlas conquistado de poder de los
infieles”237. Lo confuso de la disputa hace sospechar a Rumeu de Armas que la
negociación sobre África era una “contramedida estratégica” de los diplomáticos
españoles para compensar la obstrucción portuguesa a las bulas oceánicas238.
Sea como fuere, lo cierto es que las exigencias de Carvajal y Garcilaso no se
tuvieron en cuenta en Tordesillas el 7 de junio de 1494, donde se confirmó la
posesión portuguesa del reino de Fez, como había quedado dispuesto en el
Tratado de Alcáçovas239. Con todo, los Reyes Católicos alegaron su urgente
necesidad a ocupar plazas en el litoral mediterráneo frente a las costas de Granada,
para conseguir una rectificación en los límites fijados para aquel reino240. A
cambio de algunas concesiones a Juan II en la costa africana situada entre Aguer y
Messa, los Reyes Católicos —como reyes de Castilla y León— obtuvieron el reino
de Tremecén, con Melilla y Cazaza, de manera que Castilla lograban manos libres
en el Mediterráneo hasta el extremo oriental africano; además, en los acuerdos
firmados se prohibía a los castellanos la pesca más allá del cabo Bojador, pero
adquirían a cambio el derecho a realizar cabalgadas en el interior, lo que suponía
236 ZURITA, J., Historia..., pp. 144-145; ver también RUMEU DE ARMAS, A., España en el África
Fernando utilizó su título de rey de Aragón con un valor meramente patrimonial, actuando sobre
todo como soberano mancomunado de Castilla y León; cfr. RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de
Tordesillas..., pp. 162-163.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 525
una puerta de entrada en Poniente para el contacto con las caravanas de oro241.
Para Aragón, en cambio, se reservaba la conquista de Argel, Bugía, Túnez y
Trípoli. Los reyes informaron al papa de estos acuerdos, y el 17 de julio solicitaron
a través de Garcilaso una bula que aprobara los territorios obtenidos —
especialmente Melilla y Cazaza— y fijara una línea entre Cazaza y Fez que
delimitase la zona de expansión corrigiendo los errores contenidos en documentos
pontificios anteriores242.
Inmediatamente se sucedieron los preparativos militares para una campaña
sobre Melilla y Cazaza, para lo que se solicitó del papa una bula concediendo los
beneficios ya otorgados por Sixto IV para la guerra de Granada, y la indulgencia a
los que combatiesen en dicha guerra243. La bula se expidió el 17 de diciembre
1494, pero parece que el nuncio la retuvo durante un tiempo hasta que el papa —
asediado en Castel Sant’Angelo por las tropas de Carlos VIII— le ordenó que la
entregara a los reyes en enero de 1495244. Sin embargo la gran concesión llegó el
13 de febrero de 1495, cuando Alejandro VI decidió otorgar a los Reyes la bula
Ineffabilis et summi, que legitimaba la posesión de cualquier ciudad o territorio que
los monarcas conquistasen en África245.
Zurita establece un paralelismo entre esta concesión y la que “el año pasado
puso límites entre los reyes de Castilla y Portugal en el descubrimiento de las islas
y tierra firme en la navegación de poniente”, y recuerda que —como aquella— la
nueva concesión se fundamentaba “en la autoridad del vicario de Cristo en virtud
241 Véase el estudio detenido de las cláusulas del tratado referidas a África en RUMEU DE ARMAS,
A., España en el África Atlántica..., vol. I, pp. 194-206; también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes
Católicos. La expansión de la fe..., pp. 201-202.
242 Instrucciones de Isabel y Fernando a Garcilaso de la Vega, 17 julio 1494; documento
comentado por MCPHEETERS, D. W., Una carta desconocida de los Reyes Católicos a su embajador en Roma,
Garcilaso de la Vega, en CRIADO DEL VAL, M. (dir.), Literatura hispánica, Reyes Católicos y descubrimiento,
Barcelona 1989, pp. 388-393 (donde se recoge su procedencia en el fondo del Marqués de
Villafranca conservado en Biblioteca Karpeles de Santa Bárbara, California).
243 Bula Redemptor noster, 12 noviembre 1494; RAYNALDUS, Annales ecclesiastici..., vol. XI, pp. 239-
240; y Bula Catholice fidei, 17 diciembre 1494; AGS, Patronato Real, leg. 9, fol. 21; en SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., La política internacional..., vol. IV, pp. 279-282; el papa también había prometido al
nuncio el 15 de noviembre el envío de varios breves para los reyes “in expeditione africana”;
AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 161.
244 Cfr. AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 161.
245 Bula Ineffabilis et summi, 12 febrero 1495; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 195; copia en RAH,
Salazar, leg. C, carp. 12, n. 4; fue publicada y traducida por primera vez por DOUSSINAGUE, J. M., La
política internacional..., pp. 351-524; también en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La política internacional..., vol.
IV, pp. 299-302; sorprendentemente este importante documento no se recoge en colección de
PALERMO, S. (ed.), Africa Pontificia seu de africae evangelizatione ex documentis pontificiis, vol. I: 1490-1980,
Roma 1993; una reciente edición facsimil en RUIZ ASENCIO, J. M. (ed.), Bula del Papa Alejandro VI
concediendo a los Reyes Católicos todos los territorios conquistados en África y a sus herederos la investidura de todos
aquellos reinos, tierras y señoríos, Madrid 1995.
526 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
del cual se atribuye también a los sumos pontífices el supremo poder en la tierra
sobre lo temporal”246. El texto de la bula comienza señalando el deber del romano
pontífice de velar, como poder supremo, sobre reyes y reinos, especialmente en lo
que concierne a la propagación de la fe entre las naciones bárbaras247. Alejandro
VI menciona los méritos alcanzados en este campo por los reyes de Castilla y
León, así como ciertos documentos desaparecidos “a causa de las perturbaciones
de las guerras y otros siniestros sucesos”, a través de los cuales los pontífices les
habían concedido el derecho de conquistar África, sometiéndola a su dominio.
Careciendo de la documentación pertinente y soslayando los argumentos
históricos de la continuidad de los derechos de la monarquía visigoda en los
soberanos de Castilla y León, el papa alude al ejemplo de los reyes como fuente de
legitimación. Concretamente la bula habla de la campaña “contra los sarracenos
del reino de Granada [...] esperando que también en breve tiempo lo haréis contra
dicha África, y que allí llevaréis y esparciréis el nombre de Nuestro Señor
Jesucristo”. Por estos motivos, “siguiendo, no sin razón, las huellas de nuestros
predecesores los Romanos Pontífices que a los dichos Reyes concedieron, como
se ha dicho, el derecho de tomar tal religión [...] os damos la investidura de la misma
Africa y de todos los reinos, tierras y dominios de ella”. Además, el papa les honra y
condecora con el título de Rey, “puesto que la dicha Africa y los demás dominios
della son gobernados con dicho titulo de Rey”. Aunque la bula otorgaba “la
misma Africa”, debe entenderse que sólo entregan en la concesión las comarcas
del norte y occidente de África, previamente limitados en el Tratado de
Tordesillas, o, en otros términos, el reino de Tremecén y las tierras de la
confederación Gezula (Berbería de poniente), desde Aguer-Messa hasta el cajo
Bojador248. En cualquier caso, la ausencia de cualquier referencia al Tratado de
Tordesillas refleja que las negociaciones bilaterales hispano-portuguesas no
afectaban directamente a las que mantenían los Reyes Católicos con el papa Borja.
Jerónimo de Zurita apunta una importante diferencia de la bula Ineffabilis
con respecto a las bulas indianas, al señalar que en esta ocasión “fue reservado que
no se hiciese perjuicio en su derecho a ningún príncipe cristiano”. Con ello se
trataba de salvaguardar los derechos del rey de Portugal, a quien el 2 de mayo de
1497 el papa concedería una bula análoga, titulada también Ineffabilis, en la que le
246 Aunque Zurita hace un buen análisis diplomático del documento, el historiador aragonés
incurre en un grueso error al anteceder la bula pontificia a la firma del Tratado de Tordesillas;
ZURITA, J., Historia..., p. 145; ver la importante aclaración de RUMEU DE ARMAS, A., España en el
África Atlántica..., vol. I, pp. 190-194.
247 En DOUSSINAGUE, J. M., La política internacional..., p. 353.
248 Cfr. RUMEU DE ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., p. 166.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 527
otorgaba los mismos derechos que había concedido a Castilla249. Una segunda
diferencia que se desprende del texto de Zurita es el diferente destinatario de
ambas bulas, ya que mientras las bulas indianas conceden las tierras recién
descubiertas a los reyes y a sus sucesores en los reinos de Castilla y León, la
Ineffabilis concede los territorios africanos a los reyes “y a sus sucesores como a
Reyes de Castilla y Aragón, Sicilia, Valencia y Granada”250. Las tierras africanas
conquistadas podían por tanto incorporarse tanto al reino castellano como al
aragonés. Tal vez por esta razón se soslayó el argumento de la continuidad de la
monarquía goda en los soberanos de Castilla y León, basándose la concesión papal
en la ficción jurídica de estar aquellos reinos y sus respectivos soberanos en
posesión de otras bulas de adjudicación anteriores.
Parece que los reyes estuvieron dispuestos a ceder a Carlos VIII parte del
territorio africano para llevar a cabo su proyecto de cruzada contra los turcos sin
necesidad de ocupar el reino de Nápoles. En una relación de 1495 se decía que
le ofresçieron sus altezas que sy no tenia lugar dispuesto para ello que
sus altesas le darian la parte que quisiesede su conquista e tierras e
dominios que estan fronteros de Marsella quel tiene. Lo qual pocas
veces o casy nunca se acostumbro entre reyes dar parte de su
conquista a otros reyes [...]. Y aun le ofresçieron mas que si quisiese
tierra o puerto en Africa en las fronteras por donde el tenia de faser la
guerra a donde adonde pudiese desçender entera su gente que sus
altezas procurarian de lo aver e gelo darian e de fecho por entonçes
estava muy aparejado para lo aver por algunos tratos e avisos que sus
altezas tenian251.
La ocupación francesa del reino de Nápoles, la formación de la Liga Santa y
las alianzas matrimoniales con Borgoña y el Imperio, hicieron que la expansión
africana pasara a un segundo plano y ni siquiera se llevó a cabo la fijación de los
límites del reino de Fez impuesta por el Tratado de Tordesillas en el plazo
improrrogable de tres años. Todo parece indicar que Isabel y Fernando contaron
con el norte de África únicamente como suministro y abastecimiento de las
tropas que ocupaban Nápoles. El papa autorizó el empleo de las tercias
eclesiásticas en esta guerra, y en octubre de 1497 —tras la ocupación de Melilla—
249 Se trataba de una bula compensatoria a los derechos otorgados a Castilla, que fue otorgada en
un contexto de bonanza tras las tensas relaciones diplomáticas que mantuvo Juan II con la Santa
Sede; cfr. ADÃO DA FONSECA, L., Alexandre VI e os descobrimentos portugueses..., pp. 220 y ss.
250 Este texto, extraido de la obra de Zurita, coincide con el de la bula que habla de “vuestros
herederos” cuando antes ha hablado de los Isabel y Fernando como reyes de Castilla y León,
Aragón, Sicilia, Valencia y Granada; en DOUSSINAGUE, J. M., La política internacional..., pp. 353-354.
251 Relación breve julio? 1495; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 381-
otorgaba una bula que permitía el libre comercio con puertos norteafricanos, con
la sola excepción de armas, hierro o material semejante de guerra252.
La conquista de Melilla fue encomendada al poderoso duque de Medina
Sidonia, don Juan de Guzmán, que con un cuerpo expedicionario al mando de
Pedro de Estopiñán tomaron la plaza al asalto en el plazo de unas horas. La
Corona otorgó al duque la tenencia y defensa de la plaza, con una guarnición de al
menos 700 hombres, y vinculó para ello un juro anual de 4.400 maravedíes y 4.080
fanegas de trigo, de modo similar a como antaño se proveía a la defensa de las
fortalezas en la guerra de Granada, de manera que —como dice M. Á. Ladero—
venía a darse un traslado “allende la mar” de dicha situación fronteriza al sector
melillense, entre Fez y Tremecén, donde no alcanzaba la autoridad efectiva de
ningún emir253.
Con Manuel de Portugal llegaron a un acuerdo entre abril y agosto de 1498
para la fijación de los límites del reino de Fez, que sólo pudo efectuarse en 1499
sin que sepamos más detalles al respecto254. Salvo algunas incursiones aisladas, las
tropas españolas no penetraron más al interior, pero la Corona logró consolidar su
posición en misma puerta del Mediterráneo, mediante la compra de la plaza de
Gibraltar a los duques de Medinasidonia, que la retenían desde tiempos de
Enrique IV255. Con todo, Berbería seguía siendo una tierra aún por explorar, y en
1504 —pensando quizá en un proyecto que quedaba inacabado— la reina Isabel
aconsejaba en su testamento que “no cesaren en la conquista de Africa e de puñar
por la fe”256.
En la costa africana del Levante, el único asentamiento que tenían los
castellanos era la Torre de Santa Cruz de la Mar Pequeña, edificada por Diego de
Herrera hacia 1478 en la bahía presahariana de Puerto Cansado257. Desde esta
torre-factoría se llevó a cabo un activo comercio con las tribus acenegues
comarcanas, al mismo tiempo que se establecía una prometedora conexión con las
famosas rutas caravaneras con las que se intercambiaban cereales, cerámica y
tejidos por oro malaquita y esclavos. La primera acción militar sobre la zona tuvo
252 Bula del 24 de octubre de 1497; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 56; en SUÁREZ FERNÁNDEZ,
señalada sobre los tratos hispanos-portugueses hasta el Tratado de Sintra de 1509; cfr. RUMEU DE
ARMAS, A., El Tratado de Tordesillas..., pp. 176-178.
255 Sobre la compleja historia de este importante estrecho cfr. LADERO QUESADA, M. Á., El
Estrecho como eje de relaciones. Siglos XII a XV, en Historia del paso del Estrecho de Gibraltar, Cádiz 1995,
pp. 189-209.
256 El testamento de la reina se encuentra publicado en GARCÍA Y GARCÍA DE CASTRO, R., Virtudes
la Corona de Aragón..., vol. II, pp. 105-122; FERREIRA PRIEGUE, E., Cónsules de castellanos y cónsules de
españoles en el Mediterráneo bajomedieval, en Castilla y Europa. Comercio y mercaderes en los siglos XIV, XV y
XVI, Burgos 1995, pp. 191-239.
530 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Mesina llegaba hasta la ciudad de Alejandría atravesando las islas de Quíos, Rodas,
Chipre y Creta262.
El restablecimiento del consulado catalán de Alejandría permitió a los
soberanos españoles entablar una singular relación con el Soldán de Babilonia,
Kayt bey, a quien Isabel y Fernando sostuvieron cuando Bayaceto —sultán de
Estambul— trató de adueñarse de Egipto263. Gracias a este apoyo, el soldán
consintió que los reyes ejercieran un protectorado sobre los cristianos súbditos de
Egipto, y sobre los Santos Lugares cuya custodia estaba encargada a un grupo de
franciscanos. Rodas era la isla que mantenía mejores relaciones con los Reyes
Católicos y su maestre Pierre d’Aubusson había logrado de éstos una protección
especial para la Orden de San Juan264. Desde 1476 los reyes se preocuparon de
enviar cereales, armas, caballos y víveres al enclave sanjuanista de Rodas, e incluso
desviaron ingresos de naturaleza eclesiástica para el mantenimiento de las
actividades de la Orden en el Mediterráneo Oriental265.
La Santa Sede había mantenido estrechos contactos con los soberanos
españoles para garantizar la seguridad de estos enclaves constantemente
amenazados por la flota otomana. El 20 de octubre de 1493 Alejandro VI invitó
Fernando el Católico a luchar contra los turcos, e incluso le pidió a través del
nuncio Desprats que convenciera al rey de Carlos VIII de Francia a que hiciera lo
mismo sin empeñarse en ocupar el reino de Nápoles266. Como hemos visto, la
invasión francesa paralizó este proyecto contra el poder otomano, cuya amenaza
se hizo particularmente acuciante tras la muerte Djem (25 febrero 1495), hermano
del sultán de Constantinopla Bayazid II y rehén que durante años había
garantizado la seguridad de Occidente267. En este contexto se explica la decisión
262 Cfr. DEL TREPPO, M., Els mercaders catalans i l’expansió de la Corona catalanao-aragonesa al segle XV,
Barcelona 1976; sobre los consulados catalanes en el Mediterráneo oriental cfr. FERRER I MALLOL,
M. T. (coord.), Els catalans a la Mediterrània oriental a l’edat mitjana, 11 Jornades científiques de l’Institut
d’Estudis catalans. Secció Històrico-Arqueològica (Barcelona, 16-17 noviembre 2000), Barcelona 2003.
263 Cfr. LÓPEZ DE MENESES, A., Un siglo del consulado de los catalanes en Alejandría (1416-1516), en IX
Congresso di Storia della Corona d’Aragona…, vol. II, Nápoles 1982, pp. 225-242.
264 Sobre el papel de contención militar de la Orden de San Juan en esta época cfr. VATIN, N.,
L’ordre de Saint-Jean de Jérusalem, l’Empire ottoman et la Méditerranée orientale entre les deux sièges de Rhodes.
1480-1522, en Collectio Turcica, vol. VII, Lovaina-París 1994.
265 En la correspondencia conservada entre el maestre y el rey Fernando, se observa la común
preocupación por las potencias islámicas y sus movimientos estratégicos, la defensa de los intereses
comerciales catalanes en la zona, o la provisión de los cargos hospitalarios en España en lo que
Fernando trató de hacer causa común con el maestre para contrarrestar las intervención pontificias;
cfr. BARQUERO GOÑI, C., Los caballeros hospitalarios durante la Edad Media en España (siglos XII-XV),
Burgos 2003, pp. 223-230.
266 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de Cruzada..., p. 434.
267 Sobre la importancia de este personaje en la relación con el soberano turco véase, además de
las aportaciones de Kissling, el clásico trabajo de THUASNE, L., Djem-Sultan, fils de Mohammed II, frère
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 531
de Bayezid II, 1459-1495, París 1892; recientemente VATIN, N., Sultan Djem. Un prince ottoman dans
l’Europe du XVe s. d’après deux sources contemporaines, Ankara 1997.
268 Cfr. ERA, A., Reunión extraordinaria..., pp. 593 y ss.
269 “Et un hoc sancte memorie Callistum III, avunculum nostrum ac Pium II, predecessores
nostros, inter alios pontifices, qui talem expeditionem (i.e. in Turcos) agressi sunt, quantum nobis
Deus concederet, imitari”; Instructiones diversae, junio 1497; en POESCHL, S., Alexander Maximus..., p.
34.
270 SETTON, K. M., The Papacy and the Levant..., vol. II, p. 509.
271 DUPRONT, A., Le myth de croisade, vol. I, París 1997, pp. 456-458.
532 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
(1899), pp. 5-76; 18 (1899), pp. 348-421; 19 (1900), pp. 96-138; también PRETO, P., Venezia e i Turchi,
Florencia 1975.
273 Ver gráfico IX del apéndice.
274 SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 216.
275 Las gestiones diplomáticas en realidad habían comenzado a finales del otoño de 1499, cuando
el pontífice invitó a los príncipes cristianos a enviar a sus respectivos procuradores a Roma para
marzo del siguiente año; PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, pp. 1441-1442; el proyecto de la
expedición militar fue encomendado a Stefano Taleazzi, arzobispo de la ciudad veneciana de
Torcello, que redactó tres informes sobre el tema; cfr. FELICIANGELI, B., Le Proposte per la guerra
contro i Turchi presentate da Stefano Taleazzi, vescovo di Torcello, a Papa Alessandro VI, «Archivio della
Romana Società di Storia Patria», 40 (1917), pp. 5-63.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 533
debían pagar una décima parte de sus ingresos para el mantenimiento de la flota, lo que supuso un
pago anual total de 34.900 ducados; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 226-227; SANUDO,
M., vol. III, cols. 435-438; ver también SETTON, K. M., The Papacy and the Levant..., vol. II, pp. 528-
530; los efectivos de la flota pontificia en GUGLIELMOTTI, A., La guerra dei pirati e la marina pontificia
dal 1500 al 1560, Florencia 1876; no se dice nada al respecto en el trabajo más reciente de PIOLA
CASELLI, F., La flotta pontificia tra il XIV ed il XVI secolo: costo e finanziamento, en FANFANI, T. (dir.), La
penisola italiana ed il mare. Costruzioni navali, trasporti e commerci tra XV e XX secolo, Nápoles 1993, pp.
89-105.
279 SANUDO, M., vol. III, cols. 752-753; el breve a Gonzalo Fernández de Córdoba se encuentra
en col. 824.
280 Cfr. COGO, G., La guerra di Venezia contra i Turchi (1499-1501), «Nuovo Archivio Veneto», 18
(1899), p. 375.
281 Carta del 4.VIII.1500; en SERRANO Y PINEDA, L., Correspondencia de los Reyes Católicos con el Gran
Capitán durante las campañas de Italia, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 20 (1909), p. 460;
534 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
Breve de Alejandro VI al Gran Capitán, 30 julio 1500; en SANUDO, M., Diarii..., vol. III, cols. 584-
590.
282 El informe del embajador veneciano dice que “il papa diede la colpa a lui [Bernardino López
de Carvajal] e a l’oratore Ispano [Lorenzo Suárez de Figueroa], che l’armata non sia venuta. E ciò fu
per due cause: la prima, per non essere stato mandato avanti in Spagna l’orator nostro, come fu
scritto; l’altra per non essere stato risposto alla proposizione fatta da loro”; CAPELLO, P., Sommario
della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni degli ambasciatori veneti..., serie
II, vol. III, p. 6.
283 PRIULI, G., I diarii..., vol. II, p. 33.
284 SANUDO, M., Diarii..., vol. III, cols. 635-636.
285 Una transcripción al italiano de estas misivas en SANUDO, M., Diarii..., vol. III, cols. 709-712;
Modon et altri luochi nostri de Levante”; cit. en SETTON, K. M., The Papacy and the Levant..., vol. II,
p. 522.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 535
288 El proprio pontífice era consciente de lo que contrariaba el envío de legados a los Reyes
Católicos; SANUDO, M., Diari, vol. III, cols. 892-93 y 1171-1174 y 1166.
289 Bula Mittimus fraternitate tuae, 15 noviembre 1500; AHN, Universidades, leg. 3, n. 13; GARCÍA
comunicaba por carta don Gonzalo a los Reyes Católicos294. Tras dos meses de
duro asedio, la fortaleza turca cayó el 24 de diciembre gracias a unas técnicas de
sitio que recuerdan el asedio de Ostia295. Las felicitaciones de los reyes por la
victoria se mezclaron con los reproches por la falta de noticias de una campaña de
la que estaban informados únicamente por los informes de su embajador en
Roma. Venecia enterró a Gonzalo con obsequios y regalos exquisitos que el
caballero cordobés se apresuró a enviar a la reina Isabel, pero la Señoría no pudo
evitar que las naves españolas regresaran a Sicilia siguiendo indicaciones de sus
soberanos296.
Durante todo este tiempo, Alejandro VI mantuvo estrechos contactos con
Venecia, firmando una triple alianza —puesto que se sumó el rey de Hungría—
que fue celebrada el 30 de mayo de 1501 con el tañido de las campanas del
Capitolio297. Fernando e Isabel aprovecharon la ocasión para solicitar al dogo que
les apoyase la concesión de la bula de cruzada que habían solicitado al papa, pues
estas rentas se hacían imprescindibles para el sostenimiento de la armada que
había combatido en Cefalonia298. La súplica tuvo éxito y, en aquel mes de mayo, el
papa satisfizo a los reyes concediéndoles una décima bienal para la expedición
contra los turcos299.
Los Reyes Católicos trataron de convencer a Enrique VII de Inglaterra para
armar una flota con el dinero de la cruzada, tal y como ellos estaban haciendo
294 Cfr. SUÁREZ BILBAO, F., Los partes de guerra del Gran Capitán en la campaña de Corfú, en XIV
Congresso di Storia della Corona d’Aragona, vol. IV: La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII), Roma
1997, pp. 457-475. Sobre esta campaña véase el gráfico IX de nuestro apéndice.
295 Sobre esta campaña contamos con los relatos de las crónicas del Gran Capitán, que pueden
cotejarse con el testimonio de los cronistas venecianos; SANUDO, M., Diarii..., vol. III, cols. 960 y ss;
PRIULI, G., I diarii..., pp. 65 y ss; GIOVIO, P., Le vite del Gran Capitano…, pp. 55-60; ver también
FUENTES, J., Gonzalo de Córdoba en Cefalonia, «La Lectura», 9-2 (1909), pp. 39-50; SUÁREZ BILBAO, F.,
Los partes de guerra del Gran Capitán en la campaña de Corfú, en XIV Congresso di Storia della Corona
d’Aragona, vol. IV: La Corona d’Aragona in Italia (secc. XIII-XVIII), Roma 1997, pp. 457-475.
296 La Señoría regaló a Gonzalo cincuenta piezas de oro y plata, sedas tejidas en China, y martas
cibelinas de Asia Central. La reina devolvió tan fabulosa mercancía a la esposa del Gran Capitán,
quedándose tan solo con cuatro piezas de oro como muestra de agradecimiento y las martas
cibelinas por ser privilegio real el ostentarlas; cfr. FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte
de Isabel I..., p. 84; también PRIULI, G., I diarii..., pp. 102-103; algunas cartas de la Señoría a los Reyes
Católicos, y al papa para que les escriba solicitando el regreso de su armada al Mediterráneo oriental
en SANUDO, M., Diarii..., vol. III, cols. 1427 y ss.
297 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 285-286; SANUDO, M., Diarii..., vol. IV, cols. 41-42.
298 Cfr. PRIULI, G., I diarii..., pp. 83-84.
299 Bula Universo pene orbi, 9 mayo 1502; ASV, Registri Vaticani, 871, fols. 208v-213; GOÑI
GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de Cruzada..., p. 436; el relato del embajador veneciano en
SANUDO, M., Diarii..., vol. III, col. 1249.
LA EXPANSIÓN ATLÁNTICA Y LA DEFENSA DEL MEDITERRÁNEO 537
1502; en GAIRDNER, J. (ed.), Historia Regis Henrici VII, en Rerum Britannicorum Medii Aevi Scriptores,
Londres 1858, pp. 410-412.
301 Ver gráfico IX del apéndice.
302 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Las relaciones de los Reyes Católicos con Egipto, «En la España
“Opus Epistolarum” de Pedro Mártir de Anglería), ed. L. García y García de Castro, Valladolid 1947;
GIUNTA, F., La legatio babilonica di Pietro Martire d’Anghiera e la fine dei Mameluchi d’Egitto; también I
turchi nell’Epistolario di Pietro Martire d’Anghiera, en ID., Nuovi studi..., pp. 73-90 y 91-100; sobre el
mantenimiento de las relaciones en tiempos inmediatamente posteriores al pontificado Borja cfr.
GARÍA ORO, J., Fray Mauro Hispano, O.F.M. (1504-1507): un portavoz del Soldán de Babilonia en Europa,
en Homenaje a Cabanelas, vol. I, Granada 1987, pp. 345-354.
304 GIUNTA, F., La legatio babilonica..., pp. 76 y ss.
538 CAPÍTULO II: RELACIONES POLÍTICAS
305 Sobre los ecos romanos de estas conquistas durante el pontificado de Julio II ver el capítulo I.
3.5. b.
306 ZURITA, J., Historia..., cap. 40, fol. 50v; y cap. 39 fols. 109v-110v; también SETTON, K. M., The
RELACIONES
ECLESIÁSTICAS
a demanda del pleno Patronato Real sobre el conjunto de las iglesias de sus
1 El Patronato Regio como tema monográfico ha sido desarrollado por ALDEA, Q., Iglesia y Estado
en la España del siglo XVII (ideario político-eclesiástico), Comillas 1961, pp. 99-103; SHIELDS, W. E., King
and Church. The Rise Fall of the Patronato Real, Chicago 1961; SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato
de Granada. El Arzobispo Talavera, la Iglesia y el Estado moderno (1486-1516), Granada 1985; un buen
estudio de conjunto en HERMANN, CH., L’Église d’Espagne sous le Patronage Royal (1476-1834). Essai
d’ecclésiologie politique, Madrid 1988; interesantes sugerencias con bibliografía esencial en PÉREZ-
PRENDES Y MUÑOZ DE ARRANCO, J. M., Relaciones Iglesia-Estado en la formación del Estado Moderno. El
Real Patronato; aportación para un estado de la cuestión, en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et
Église..., pp. 249-255.
2 La geografía eclesiástica de la Península Ibérica en el gráfico XII del apéndice.
540 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
3 Es bien sabido que la intervención regia en las provisiones se había acentuado en la etapa del
Cisma mediante la consolidación de la costumbre de que el cabildo catedralicio —de quien dependía
la elección del prelado— informara al rey de la muerte del obispo; el cabildo debía abstenerse de
elegir a uno nuevo hasta que el rey comunicara su propio candidato, el cual debía solicitar del
monarca las temporalidades. Sobre la trayectoria jurídico-canónica de las provisiones episcopales en
la Baja Edad Media cfr. NIETO SORIA, J. M., Algunas consideraciones sobre el patronato real castellano-leonés
en los siglos XIII y XIV, «Anuario de Estudios Medievales», 15 (1985), pp. 203-227; ID., El pontificado
de Martín V y la ampliación de la soberanía real sobre la iglesia castellana (1417-1431), «En la España
Medieval», 17 (1994), pp. 113-131; VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado y la monarquía de Juan II de
Castilla (1406-1454) en un inventario de documentación pontificia de los Reyes Católicos, «En la España
Medieval», 23 (2000), pp. 165 y ss; ID., Las intervenciones regias en las elecciones episcopales en el reinado de
Juan II de Castilla, «Anuario de Estudios Medievales», 31-1 (2001), pp. 147-190; para el reinado de
Enrique IV ver NIETO SORIA, J. M., Enrique IV de Castilla..., pp. 167-238.
4 Cfr. VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado y la monarquía de Juan II..., pp. 150 y ss.
5 Cfr. AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 73-86.
6 Una buena panorámica de la situación europea en RATVITCH, N., Sword and Mitre. Government and
Episcopate in France and England in the Age of Aristocracy, La Haya-París 1966; PERONNET, C., Les èveques
de l’ancienne France, Lille-París 1977; GAUDEMET, J., Église et societé en Occident au Mogen Âge, Londres
1984; ID., Un point de rencontre entre les pouvoirs politiques et l’Église: le choix des évêques (schéma pour une
enquête), en GENET, J. PH., y VINCENT, B. (eds.), État et Église..., pp. 279-293; PROSPERI, A., «Dominus
beneficiorum»: il conferimento dei benefici ecclesiastici tra prassi curiale e ragione politiche negli stati italiani tra ‘400 e
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 541
‘500, en PRODI, P., y JOHANEK, P. (dirs.), Strutture ecclesiastiche in Italia e in Germania, Bolonia 1984,
pp. 51-86; y la obra ya comentada de THOMSON, J. A. F., Popes and Princes, 1417-1517. Politics and
Policy in the Late Medieval Church, Londres 1980.
7 La política de los Reyes Católicos sobre las provisiones episcopales ha sido tratado ampliamente
por AZCONA, T. DE, La elección y reforma del episcopado español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid
1960; ver también su síntesis ID., Reforma del episcopado y del clero de España en tiempo de los Reyes Católicos
y de Carlos V (1475-1558), en GARCÍA-VILLOSLADA, R. (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. III-1:
La Iglesia en la España de los siglos XV y XVI, Madrid 1980, pp. 115-210; ID., Isabel..., pp. 544-586.
8 La prestación de juramento se realizaba incluso antes de ponerse en marcha la súplica, y se
convirtió en una exigencia por una ley establecida en las Cortes de Toledo de 1480; una de estas
fórmulas puede encontrarse en AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 275-276; véase también el
juramento referido al obispo de Ciudad Rodrigo, Juan Ortega, promovido a esta sede el 23 enero
1493; BNM, Ms. 1.890, fols. 299v-300; NIETO SORIA, J. M., Las Relaciones Iglesia-Estado..., p. 742.
9 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes Católicos..., pp. 255 y ss; véase también la
síntesis de BARRIO GONZALO, M., La iglesia peninsular de los Reyes Católicos a Carlos V (1490-1530), en
BELENGUER CEBRIÀ, E. (dir.), De la unión de coronas al Imperio de Carlos V. Congreso Internacional
(Barcelona, 21-23 febrero 2000), vol. I, Barcelona 2001, pp. 211-251.
542 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
10 Cfr. MILHOU, A., La Penisola Iberica, en Storia del Cristianesimo. Religione-Politica-Cultura, vol. VII:
Dalla riforma della Chiesa alla riforma protestante (1450-1530), Roma 2000, pp. 374-376; en este sentido
también se pronuncia SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato de Granada…, pp. 162 y ss.
11 AZCONA, T. DE, La reforma del episcopado..., p. 151.
12 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., pp. 356-357.
13 PÉREZ-PRENDES Y MUÑOZ DE ARRANCO, J. M., Relaciones Iglesia-Estado en la formación del Estado
moderno..., p. 253. La continuidad entre la política de los Reyes Católicos y la desarrollada después
por los Austrias tiene su reflejo documental en el archivo que encargó Felipe II a Juan de Verzosa
con objeto de recoger toda la documentación sobre los dominios hispánicos y sus relaciones con los
pontífices a partir del reinado de los Reyes Católicos; AGUIRRE LANDA, I., Archivi e documentazione
politica: Juan de Verzosa archivista dell’ambasciata di Spagna a Roma, en CANTÙ, F., y VISCEGLIA, M. A.
(dirs.), L’Italia di Carlo V..., pp. 217-231.
14 AZCONA, T. DE, La reforma del episcopado..., pp. 201-266; una visión más crítica sin aportar datos
Aragón, y la de dos sobrinos suyos a los que el rey se vio obligado a corregir por
ciertos comportamientos poco acordes con su condición15.
Las pretensiones regias encontraban su mayor fuente de oposición en la
libre colación del papa que, desde su origen en la Curia de Avignon, fue
extendiendo la reserva y la consiguiente colación a todos los obispados y beneficios
mayores, hasta llegar a suplantar a los cabildos16. La Curia necesitaba reservase estas
sedes como medio para asegurar el funcionamiento de la burocracia, y admitía a
cambio la injerencia decisiva de los reyes, sancionando como “antigua y laudable
costumbre” la de que los cabildos tuviesen que votar en primer término a favor de
aquellas personas “recomendadas por los reyes” (derecho de suplicación).
Respecto a los beneficios menores —que no eran consistoriales— los reyes retomaron el
derecho de patronato que Enrique IV había cedido a algunos nobles, pero de
Roma sólo lograron en 1486 la confirmación —sin efectos prácticos— de la bula
de Eugenio IV que concedía a los reyes de Castilla el Patronato Universal sobre
todas las iglesias del país liberadas de los infieles17. En realidad, los avances en la
provisión de beneficios menores sólo se logró tras la concesión del Patronato en
Granada, Canarias y Puerto Real.
Otro tipo de beneficios menores eran los que pertenecían a iglesias locales
que tenían especiales derechos beneficiarios; este era el caso de beneficios
patrimoniales que se encontraban en las diócesis de Burgos, Palencia y Calahorra, y
que —por derecho consuetudinario— sólo podían ser concedidos a fieles que
procedían de la parroquia, y tras un previo concurso o examen de idoneidad. Tal
procedimiento de provisión sería confirmado y completado después por una bula
de Alejandro VI y varios sínodos diocesanos18. Las prebendas pertenecientes a las
iglesias catedrales eran adjudicadas por el obispo y el cabildo según la forma
acordada, salvo los beneficios que estaban sometidas a reservas pontificias o vacaban
en los meses apostólicos (enero, febrero, abril, mayo, julio, agosto, octubre y
noviembre), en cuyo caso eran provistas por la Santa Sede. Por último hay que
mencionar los beneficios vacantes en Curia que eran los beneficios que poseían
aquellos eclesiásticos que habían fallecido en Roma, y que tradicionalmente se
reservaban al papa.
cuando ciertos desarreglos en la vida de estos eclesiásticos podían causar escándalo. Tales casos no
se documentan entre los prelados promovidos por la reina Isabel, al menos en vida de ella;
AZCONA, T. DE, La reforma del episcopado..., pp. 209-212.
16 Cfr. MOLLAT, G., La collation des bénéfices ecclésiastiques à l’époque des papes d’Avignon (1305-78), en
19 Durante la crisis por la sede sevillana, los reyes se quejaban amargamente de esta actitud a su
embajdor el cardenal Margarit: “entendemos fazer en esto tal provisión, será en esa corte [Roma]
sonado, porque otros, tomando desto exemplo non solamente vasallos nuestros, más aún otros que
tengan dignidades algunas en nuestros regnos, no tengan osadía de fazer ni pensar semejantes cosas
contra nuestra voluntad, ni menospreciar lo que por nos fuere conminado”; LA TORRE, A. DE,
Documentos..., vol. II, p. 115.
20 Cit. en AZCONA, T. DE, Reforma del episcopado..., pp. 115 y ss.
21 FERNÁNDEZ DE OVIEDO, G., Quinquágenas..., p. 433.
22 ALCALÁ, Á., Política religiosa de los Reyes Católicos..., pp. 138-139.
23 Cfr. VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado y la monarquía de Juan II de Castilla (1406-1454) en un
inventario de documentación pontificia de los Reyes Católicos, «En la España Medieval», 23 (2000), pp. 137-
187.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 545
VAZA, E., Hijos ilustres de Arévalo: el doctor Alonso Díaz de Montalvo, «Estudios Abulenses», 4 (1955), pp.
39-42; GARCÍA Y GARCÍA, A., La canonística medieval ibérica posterior al Decreto de Graciano, en Repertorio
de Historia de las ciencias eclesiásticas de España, vol. II: Siglos IV-XVI, Salamanca 1971, pp. 183-214;
también vol. V: Siglos III-XVI, Salamanca 1976, pp. 351-402.
27 Sobre la figura del doctor Angulo, arcediano de Talavera e importante consejero de los reyes,
redactara la obra que llevará por título De Beneficiis in Curia vacantibus29. En este
opúsculo se reconocía el privilegio pontificio como el título más claro de la
provisión beneficial, pero a continuación lo situaba al mismo nivel que el derecho
de Patronato Regio practicado por “costumbre inmemorial”. Palacios Rubios
defendía la potestad del papa en esta materia salvo en caso de injusticia, y se
consideraban flagrantes injusticias conceder un beneficio a una persona indigna o
atropellar los derechos de los reyes derivados de la fundación, dotación y
conquista de estas iglesias30. La actitud de la Corona se hizo cada vez más exigente
y no modificó su postura hasta que la concesión del Patronato Universal en 1523,
privilegio que ya se había concedido a Portugal en la temprana fecha de 1506, y a
Francia siete años antes.
Para entender las complejas negociaciones que llevaba consigo el reparto de
beneficios puede ser útil conocer el itinerario diplomático que recorrían las
provisiones31. Todo comenzaba con el fallecimiento del antiguo titular y la
designación del nuevo titular a cargo del cabildo, bajo la atenta vigilancia de la
Corona. De la Cancillería regia salía un documento de presentación de la persona
para un determinado beneficio, redactado en singular o en plural y aglomerando
varias provisiones. Este documento era tramitado mediante los procuradores
permanentes en Roma, a quienes los reyes daban instrucciones concretas al
respecto, y no pocas veces se requerían los servicios de algún solicitador de
beneficios que basaban su prestigio en sus conocimientos técnicos y burocráticos.
En caso de beneficios menores se procedía a la presentación de la súplica en
forma de ficha, pero no bastaba el concessum escrito en la súplica presentada a la
Signatura, ya que contaban más las clausulae añadidas por los referendarios papales
necesarias para la salida legal del documento32.
Para la concesión de los beneficios consistoriales —en general los
obispados, y todos los monasterios de un valor superior a doscientos florines de
cámara— era necesaria la intervención de un cardenal que presentase la súplica en
consistorio y en virtud de lo cual adquiría el derecho a la llamada propina33. Es
29 Cfr. BULLÓN FERNÁNDEZ, E., Un colaborador de los Reyes Católicos. El doctor Palacios Rubios y sus
obras, Madrid 1927, pp. 65-70; véase también el análisis de AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp.
272-274 y 280-282.
30 AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 281.
31 Sobre el tema de las provisiones, además de la bibliografía citada cfr. BARRACLOUGH, G., Papal
Provisions. Aspects of Church History, Constitutional, Legal and Administrative in the Latter Middle Ages,
Oxford 1935.
32 Cfr. PARTNER, P., Ufficio, famiglia, stato: contrasti nella curia romana, en GENSINI, S. (dir.), Roma
FOKCINSKY, H., Conferimento dei benefici ecclesiastici maggiori nella Curia romana fino alla fondazione della
Congregazione concistoriale, «Rivista di Storia della Chiesa in Italia», 35 (1981 ), pp. 334-354.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 547
pagos que se registran en las Cuentas del secretario Gonzalo de Baeza; en 1494, por ejemplo,
desenvolsaba 233.200 maravedíes para pagar a un tal Lorenzo Bertino —probable representante de
la compañía en Castilla— por las bulas obtenidas en Roma por Juan Ruiz de Medina, Bernardino
López de Carvajal y López de Haro; LA TORRE, A. DE, y LA TORRE, E. A. DE (eds.), Cuentas de
Gonzalo de Baeza. Tesorero de Isabel la Católica, vol. II, Madrid 1956, pp. 170-171.
37 Véase un ejemplo de estos documentos para el pontificado de Alejandro VI en SANZ FUENTES,
Ma. J., D. Juan Daza, obispo de Oviedo (1498-1503). Noticias documentales, en Scripta. Estudios en homenaje a
Élida García García, vol. II, Oviedo 1998, pp. 565-581.
38 Véase un ejemplo en AGS, Diversos de Castilla, leg. 2, no 75; NIETO SORIA, J. M., Relaciones con el
En caso de que no fuese así los reyes podían elevar una protesta a la Santa Sede, o
intervenir desde Cámara de Castilla en los litigios resultantes de los conflictos
beneficiales relacionados con el derecho real de patronato, los beneficios
patrimoniales, la prohibición de extranjeros o el patronato de laicos39.
Entre las medidas de fuerza desarrolladas por los reyes hay que situar en
primer lugar la pragmática promulgada en las Cortes de Toledo (1480) que
prohibía a los extranjeros la ocupaciones de beneficios, “excepto cuando por
alguna muy justa y evidente causa debiéramos dar la tal carta de naturaleza y
entonces la daremos, seyendo vista y averiguada primeramente la tal causa por los
Grandes y Prelados y las otras personas que con Nos residieren en el nuestro
Consejo”40. La Santa Sede no reaccionó ante semejante restricción de la
Monarquía en su libertad de provisión —sin entrar en la bula de Sixto IV
promulgada e inmediatamente revocada—, pero esquivó la legislación regia en
varias ocasiones mediante la negociación directa con los reyes. En el capítulo
dedicado a los conflictos jurisdiccionales analizaremos los recursos de fuerza
empleados por los reyes ante la Curia, y la práctica de retención de bulas que
introdujeron en la legislación.
Como ha demostrado T. de Azcona, las provisiones episcopales fue uno de
los temas que más enturbiaron las relaciones de los Reyes Católicos con el
Pontificado romano. Sixto IV sólo les concedió la aceptación tácita de las súplicas
regias en las sedes vacantes de los reinos peninsulares —no así para las sedes
vacantes in curia—, sin concederles ni reconocerles ningún derecho o privilegio
expreso. Los reyes procuraron, ante todo, que los beneficios quedasen en manos
de los naturales de sus reinos, lo que estuvieron a punto de alcanzar en 1474
cuando Sixto IV les concedió una bula en este sentido41. Aunque la bula fue
después revocada —y se duda incluso de su expedición—, los reyes obraron como
si de hecho hubiera sido expedida, dirigiendo a todos los obispos de sus reinos
una pragmática para que no diesen beneficio alguno a extranjero. Tras los ruidosos
conflictos con Sixto IV por las provisiones de Zaragoza (1474-1478), Osma (1475-
1482), Tarazona (1478-1482) y Cuenca (1479-1482), el 3 de julio de 1482 se firmó
en Córdoba un pequeño concordato por el embajador pontificio Dominico
Centurione y los Reyes Católicos42. Como ha demostrado T. de Azcona el
contrato no afectó al terreno de los principios, sino que supuso una capitulación
39 Varias referencias de la acción desde la Cámara de Castilla en DIOS, S. DE, Gracia, Merced y
II, pp. 187-198; una valoración un tanto ambiciosa en MARAVALL, J. A., Estado moderno..., pp. 230;
ver también BAUER, C., Studien zur spanischen Konkordatgeschichte des späten Mittelalters. Das spanische
Konkordat von 1482, en Gesammelte aufsatze zur kulturgeschichte spaniens, vol. II, Reihe 1955, pp. 43-97.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 549
del papa en las provisiones pendientes, y una cesión por parte de los reyes de un
tercio de la décima y Cruzada que se destinaría, a partir de entonces, a la Cámara
Apostólica43.
En páginas anteriores ya tuvimos ocasión de describir el forcejeo que
mantuvo Inocencio VIII con los reyes por las provisiones de Salamanca y Sevilla,
y afectó directamente al cardenal Rodrigo de Borja44. A pesar de estos conflictos
puntuales, la resistencia del pontífice fue cediendo hasta que en 1486 concedió —a
instancias del embajador Rojas y, sobre todo, del conde de Tendilla— el Patronato
Regio, o ius patronatus et praesentandi, sobre todas las iglesias de Granada, Canarias y
Puerto Real (puerto de realengo en Cádiz que sirvió de aprovisionamiento en la
Guerra de Granada) con el derecho de presentación para45: 1) las iglesias,
catedrales, monasterios y prioratos conventuales cuyas rentas pasasen de los
doscientos florines; 2) todas las dignidades mayores en las catedrales y principales
cargos en las colegiatas; y 3) los ordinarios de todas las dignidades mayores,
canonjías, prebendas y porciones46. Según Zurita, los reyes también intentaron que
Inocencio VIII les concediera una bula otorgándoles la provisión de las sedes
vacantes en Curia. La gestión se encargó a Carvajal durante su actuación como
colector en Castilla en los años ‘80, —quizá venga de ahí las sospechas que
cayeron sobre él de apoyar más los intereses regios que los pontificios— pero “no
se pudo obtener, aunque se trató de algunos medios”47.
43 El cronista oficial, Hernando del Pulgar, se limita a decir que el acuerdo consistía en “que de las
iglesias principales de todos sus Reynos el Papa proveyese a suplicación del Rey e de la Reyna a
personas sus naturales, que fuesen dinas y capaces para las haber”; PULGAR, H., Crónica..., p. 363.
44 El estudio pormenorizado de ambos enfrentamientos con su respectiva documentación en
AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 143-160; ID., Relaciones de Inocencio VIII..., pp. 5-9. Véase
nuestro comentario en el capítulo II. 1.2.
45 Bula Orthodoxe Fidei, 13 diciembre 1486; en GUTIÉRREZ, G., La política religiosa..., pp. 264-267.
46 Los reyes reunieron toda esta documentación en un lujoso libro titulado Institutio et ius Patronatus
Ecclesiarum regni Granatensis; en AGS, Patronato Real, 68-174; que la reina custodiaba en su biblioteca
cfr. SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Libro, tapices y cuadros..., p. 77; véanse los importantes los estudios de
PERAZA DE AYALA, J., El Real Patronato de Canarias, «Anuario de Historia del Derecho Español», 30
(1960), pp. 113 y ss; LA HERA, A. DE, El Regio Patronato de Granada y las Canarias, «Anuario de
Historia del Derecho Español», 27-28 (1957-58), pp. 5-16; matizaciones al trabajo de A. de la Hera
en GARRIDO ARANDA, A., Organización de la Iglesia..., pp. 43-69; SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real
Patronato de Granada..., pp. 145 y ss; recientemente MARTÍNEZ MEDINA, F. J., El Patronato Regio y la
Iglesia de Granada de los Reyes Católicos, en BARTOLOMÉ, A., y HERNANDO, C. J. (dirs.), Los Reyes
Católicos y Granada…, pp. 157-176.
47 Cfr. ZURITA, J., Historia..., libro. V, fol. 135v.
550 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
48 Alejandro estaba utilizando las tres sedes que poseía, Valencia, Cartagena y Mallorca; breves del
27 de agosto y 6 de septiempre 1492; AGS, Patronato Real, leg. 60, fols. 30-31.
49 Los breves de 27 de agosto y 6 de septiembre de 1492; AGS, Patronato Real, leg. 60, fols. 30 y
31; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 303-306.
50 ASVe, Podocataro, I-547; en AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 149.
51 Se trata del mismo breve en que el papa comunica a los reyes el envío a España del duque de
Gandía; el breve Oratores Maiestatum del 27 de marzo de 1493; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 82; en
AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 168.
52 FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., pp. 101-102; la cifra que en realidad el papa
comunicó al nuncio era de seis mil ducados; AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 149.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 551
53 AGS, leg. 60, fol. 32; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 168.
54 Instrucciones a Diego López de Haro, 3 mayo 1493; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional..., vol. III, p. 404.
55 Ibidem, p. 393.
56 Ibidem, p. 389.
57 Esta bula no había llegado en 1497 cuando el doctor Angulo se quejaba a los reyes de que “en
las Cortes de Toledo se acordo que esto se avia de suplicar al Papa, y hasta agora se ha oluidado”;
añadía que había oído hablar de la famosa bula-fantasma de Sixto IV sin dar con ella, por lo que
aconsejaba que “sy la ay, bien sera que venga con su confirmaiçion, e sy habla corto que venga bien
estendida a favor de sus naturales, e sy no la ay, que la conçeda de nuevo”; memorial del doctor
Angulo 1497; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 36; en AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 349-
352, especialmente p. 351.
552 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
58 NIETO SORIA, J. M., Las relaciones Iglesia-Estado..., p. 743; de nuevo en ID., La política eclesiástica de
gastaban por la concesión del capelo cardenalicio. En 1494 Alejandro VI exigía de Giovanni
Bentivoglio, señor de Bolonia, mil ochocientos ducados por el capelo de su hijo Antongaleazzo; cfr.
PICOTTI, G. B., Alessandro VI..., p. 16.
62 El cronista Priuli explica que “molti veneti con danari si partivano da Venezia e andavano a
Roma per farsi cardinali e altri benefici e il Papa, nemico dei Veneziani, per trarre i danari di mano di
simili persone, li concedeva i benefici e con tali danari facevano guerra all’Italia”; PRIULI, G., I
diarii…, vol. II, p. 256.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 553
más que un beneficio con cura de almas a cada prebendado, y se anularan cargos
auxiliares como el de coadjutor que escondían comportamientos nepotistas y
absentistas63. Para corregir estos abusos, los reyes fueron recortando los derechos
pontificios sobre las provisiones solicitando al propio pontífice el derecho de
retención de bulas, que fue otorgado por Alejandro VI el 19 de agosto de 1498, tal
y como veremos en el capítulo dedicado a los recursos de fuerza.
Un asunto distinto era la provisión beneficial del reino granadino recién
conquistado y sometido al Real Patronato concedido por Inocencio VIII64. Por la
bula In eminenti specula del 10 de diciembre de 1492, Alejandro VI elevó la iglesia de
Granada a la dignidad metropolitana, asignándole las sufragáneas de Guadix y
Almería, pero no Málaga, que siguió dependiendo de la sede de Sevilla aunque
perteneciese al Real Patronato de Granada65. El 23 de enero de 1493 fue
nombrado Hernando de Talavera prelado de la nueva sede, y en marzo los reyes
debieron presentar al pontífice un organigrama beneficial trazado probablemente
por Talavera y el arzobispo de Toledo, Pedro Hurtado de Mendoza66. En las
instrucciones los reyes no se limitaron a decidir la asignación territorial de sus
respectivas diócesis, sino que pretendían también que el pontífice extinguiese
“qualesquier lides que sobre esto ay pendientes, asy allá como acá”, prescindiendo
así de jueces comisarios y ejecutores apostólicos que sentenciasen sobre límites67.
Alejandro VI no aprobó directamente el memorial sino que por la bula Ad
apostolicae dignitatis del 11 de abril de 1493 hizo leves retoques al mismo y facultó al
nuevo obispo de Ávila, Francisco de la Fuente, para designar los límites de las
cuatro diócesis del Reino de Granada, “iuxta consilium et ordinationem regis et
reginae praedictaorum”68. Más adelante, el cardenal y arzobispo de Sevilla, Diego
Hurtado de Mendoza, fundaría y dotaría las iglesias parroquiales y sus beneficios
por las constituciones del 10 de octubre de 150169.
En Galicia, en cambio, predominaban los desórdenes provocados por las
disputas beneficiales entre la nobleza gallega y los prelados que no se habían
logrado resolver a pesar de la intervención de Inocencio VIII. Ahora, el que era
de la Iglesia en el Reino de Granada..., pp. 47-69; SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato de Granada...,
pp. 64-244; LÓPEZ Y ANDRÉS, J. M, Real patronato Eclesiástico: la iglesia de Almería como iglesia de Estado,
«Boletín del Instituto de Estudios Almerienses», 1 (1981), pp. 127-140.
65 ASV, Registri Vaticani, 774, fols. 321-324; MANSILLA REOYO, D., Geografía eclesiástica..., p. 423.
66 La distribución de beneficios en Granada en AGS, Patronato Real, leg. 68, fol. 174; un amplio
70 Bula Apostolicae Sedis Providentia, 27 julio 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 4173, fols. 64r-65v;
a los reyes el Patronato y el derecho de presentación de las dignidades mayores del reino de Galicia;
AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 280; GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 78-79.
72 AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 169; ID., Isabel..., pp. 566-567.
73 El 23 de junio de 1494 Meléndez Valdés sería provisto de la sede, con lo cual se reparaban las
tensiones con los reyes que se habían suscitado por la sede de Salamanca. Valdés era obispo de
Astorga desde 1493 después de que abandonara esta sede Juan Ruiz de Medina para ocupar la de
Badajoz; Litterae executoriae (1493) de Alejandro VI mandando al cabildo de Astorga que acepte a
Valdés como nuevo obispo en CAVERO DOMÍNGUEZ, G., y DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S., Colección
documental de la catedral de Astorga, vol. III: (1300-1499), León 2000, doc. 2240, p. 587.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 555
del ayo del Príncipe, Sancho de Castilla74. Otras veces eran los reyes los que
cedían, como en 1493 cuando aceptaron la entrega de Cuenca para el cardenal de
San Jorge, aquel Rafael Riario contra el que combatieron cuatro años antes por
una sede que ahora —sorprendentemente— concedían sin la menor resistencia75.
En las cartas del nuncio se observa el tira y afloja de una difícil negociación
cuyas riendas solía llevar la Corona. Cuando el papa presentaba otra candidatura
distinta a la propuesta por ésta, Desprats preguntaba al papa —de parte de los
soberanos— por el nombre de su candidato; a lo que Alejandro VI podía o no
contestar, por el temor quizá a descubrir sus cartas, que solían llevar el nombre de
cardenales o familiares suyos. El 15 de marzo de 1494, por ejemplo, pretendía
otorgar la sede de Astorga a dos sobrinos, el protonotario Juan Castellar y Juan de
Borja, de quien los reyes pidieron al nuncio toda clase de informes sobre su edad y
cualidades76. Si no les complacía, como ocurrió en este caso, los reyes trataban de
despejar la candidatura papal a iglesias de menor importancia. Otras veces
contestaban a Alejandro VI, a través del nuncio, que obrarían según fuera la iglesia
que vacara, “e tal pora esser que la dexaran, e tal que no”77. De todas formas, esta
intervención de la Corona sobre las provisiones estaba muy lejos de lo que ocurría
en Francia, donde Carlos VIII y sus oficiales concedían los oficios sin ninguna
referencia a Roma78.
El papa también se servía del recién nombrado cardenal, Bernardino López
de Carvajal, para pedir beneficios a los reyes a favor de sus incondicionales como
Gaspar Torrella —médico valenciano y futuro bibliotecario de la Vaticana— para
quien pedía la iglesia de Santa Justa, explicando —decía Carvajal a sus
soberanos— que “no se hará sino lo que vuestras altezas escrivieren, y si esta
iglesia no la quieren para las uniones y reformaçion de Çerdeña no seria mal
conplazer al papa que me lo ha encargado que en su nombre lo escreviese a
vuestras majestades”79. Es posible que la actitud nepotista del papa fuera
secundada por el rey Fernando para lograr otros beneficios, a veces para su propio
hijo, el arzobispo de Zaragoza, para el que el soberano suplicaba a principios de
1494 rentas por el valor de doce mil ducados, situados en beneficios de Sicilia y
74 El nuncio se lo solicita al papa el 19 de mayo de 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 5rv.
Enrique Enríquez lo hace el 20 de mayo ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5024, fol. 15rv.
75 Cfr. DÍAZ IBÁÑEZ, J., Pontificado e iglesias locales en Castilla. El caso de Cuenca (siglos XII-XV),
este privilegio por los abusos que se habían producido; cfr. THOMSON, J. A. F., Popes and Princes…,
p. 162.
79 Carta de Carvajal a los reyes, 2 octubre 1493 (mal datada en 1495); en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
Aragón80. Sin embargo, lo más frecuente era ver al papa apostar por sus familiares
y al rey Fernando por los capellanes de su Corte81.
Un capítulo aparte merece la provisión del arzobispado de Toledo tras la
muerte de Pedro González de Mendoza el 11 de enero de 149582. El nuncio
Desprats mantenía informado al papa sobre el desarrollo de la enfermedad;
explicaba que el cardenal había hecho testamento y no había dejado nada a la Sede
Apostólica83. Comunicaba también que la reina no consentiría que se ejecutase la
bula por la que se aplicaba a la Cámara Apostólica la tercera parte de los bienes de
los prelados fallecidos. Nadie sabía quién iba a suceder al cardenal en el
arzobispado, aunque los reyes barajaban la posibilidad de concederlo al maestre de
Alcántara —Juan de Zúñiga— “per haver dit maestrat”84. Respecto al obispado de
Sigüenza decía que “es tanbe molt bella cosa dels principals o per ventura lo mes
principal bisbat de Castella, no se que faran”85.
Alejandro VI, acosado por el ejército de Carlos VIII y obligado a refugiarse
en el castillo de Sant’Angelo, no estaba en condiciones de oponerse a unos reyes
de los que dependía su seguridad personal. El embajador Garcilaso —al mando de
la guarnición que protegía entonces al papa— se ocupó de la tramitación de la
súplica regia a favor de Jiménez de Cisneros, y las bulas pontificias de febrero de
1495 que comunicaban la elección y costaron a la Corona doce mil ducados86.
80 Carta al embajador en Roma, 9 marzo 1494; RAH, Salazar, A-11, fol. 74; AZCONA, T. DE,
Isabel..., p. 619.
81 Véanse algunos de estos casos en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, p. 523; vol. V, pp.
T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 150-155; poco se añade en VILLALBA RUIZ DE TOLEDO, F. J.,
El cardenal Mendoza..., pp. 200-202.
83 Ver los despachos de Desprats en ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5024, fols. 30v-31, 42r, 49v-50;
también AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 151; la capacidad de un cardenal para testar
era variable, y Alejandro VI vigiló atentamente los testamentos de los cardenales que morían en
Roma, según se deduce de la siguiente carta que Vespucci dirigió a Maquiavelo desde Roma el 25 de
agosto de 1501: “il Papa non permettere ad alcuno cardinale che loro faccino herede, immo circa il
testamento la vuol vedere molto pel sobtile”; en Lettere, ed. Gaeta, Milán 1961, pp. 65-66.
84 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fols. 42rv. Se manejaron también otros nombres —piensa L.
Suárez— para disimular una decisión que se había tomado mucho antes, pues la rapidez con que fue
despachado el breve de nombramiento —tan solo cuarenta días después de su antecesor—
demuestra que en vida de Mendoza el nombre estaba ya señalado; SUÁREZ, L., Los Reyes Católicos. La
expansión de la fe..., pp. 168-169. Juan de Vallejo dice que la reina informó a Alejandro VI de su
candidato “no sabiéndolo persona otra sino su secretario y enbaxador”; VALLEJO, J. DE, Memorial...,
p. 11.
85 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 42v.
86 La elección de Cisneros constituyó un cambio en la política acostumbrada, ya que —como dice
Zurita— “el Rey y la Reyna pretendieron que eran ya tiempos aquellos para echar por otro camino”,
que consistía precisamente “en dar perlado a la Iglesia de Toledo que fuese varón de vida muy
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 557
exemplar y limosnero, y hechura suya, sin otras rayces, ni prendas de casa, y linaje y parcialidad de
los grandes de sus reynos”; ZURITA, J., Historia..., fol. 61; ver también el comentario de GARCÍA
ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 312-318; el breve de nombramiento en AGS, Patronato Real, leg.
61, fol. 75; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política Internacional..., vol. IV, pp. 303-304.
87 Cartas de Carvajal y Fonseca en GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 371 y ss.
88 Ver capítulo I. 4.1.
89 Breve Videbis ex incluso, 21 febrero 1495; ASVe, Podocataro, I-596; AZCONA, T. DE, Relaciones de
Alejandro VI..., p. 150; también en RAH, Salazar, A 11, fol. 82; ID., La elección y reforma..., p. 169.
90 Breve Scribimus, 17 diciembre 1495; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, p.
451.
91 Breve Quemadmodum, 28 julio 1495; cuya petición se repite en el breve Sicut videbis, 23 febrero
1496; AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., p. 156; El monarca intervino en el litigio en apoyo
de las autoridades centrales de la Orden, pero el resultado final fue más bien un aumento de la
influencia del monarca sobre tales nombramientos; cfr. BARQUERO GOÑI, C., Los caballeros
hospitalarios…, p. 229.
92 Cfr. LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. V, pp. 415-416 y 429-432.
558 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
93 Despacho de Desprats a Alejandro VI, 14 julio 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fols. 14v-
fol. 31v; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., pp. 109-110.
95 ZURITA, J., Historia..., libro V, fol. 135v.
96 Breve Nuper hac, 6 noviembre 1497; ASVe, Podocataro, I-669; AZCONA, T. DE, Relaciones de
reyes que se instase a la Curia a dejar constancia en las provisiones episcopales que
se hacían “a nominaçion y presentaçion de sus Altezas”98.
Otro motivo de tensión que surgió entre los Reyes Católicos y el papa Borja
se produjo en 1501-1502 con motivo de ciertas provisiones que se había desde
Roma sobre beneficios patrimoniales de Burgos, Palencia y otras diócesis, en los
que —como se ha dicho— sólo podían ser concedidos a fieles que procedían de la
parroquia y tras un previo concurso o examen de idoneidad. Tal y como
explicaban a Rojas el 20 de junio, el resultado es que “ahora muchos clérigos que
no son tales [idoneos] traen bulas de S. S. y por ellas se las provee el beneficio.
Además los hijos patrimoniales, sabiendo que así se han de proveer, dejan de
estudiar las cosas que los buenos clérigos deben saber”99. En aquellas mismas
instrucciones los reyes se quejaban de que el papa, a suplicación de algunos
clérigos, había provisto algunos beneficios de monasterios y anteiglesias de
Vizcaya, Guipúzcoa y Álava, que eran de Patronato Real, y por tanto pertenecía a
los reyes la provisión de los patronos y presentación de los clérigos por los
privilegios que poseen de más de seiscientos años de antigüedad.
Se tiene la impresión de que los Reyes Católicos utilizaron Sicilia como
mercado de compensaciones para los curiales, mientras que en Cerdeña Fernando
cuidaba más la selección de los obispos —en su mayoría catalanes— para poder
impulsar un proyecto de reforma de la iglesia sarda100. Desde principios del
reinado, el soberano había explicado a la Curia que “en aquel reino no aceptaría
otros obispos que los que son de nuestro agrado”, porque era indispensable “para
la conservación de aquel reino lejano”. De hecho, la voluntad regia debía ser tan
conocida que, durante el parlamento sardo de 1484, el estamento eclesiástico
estaba convencido que el soberano había ya “obtenido del papa el patronato sobre
todas las dignidades y prelaturas de este reino”; lo que sin ser cierto reflejaba un
estado de opinión según el cual —decían los eclesiásticos— “nadie de hecho
obtiene una prelatura o dignidad en el reino sin el beneplácito de vuestra
majestad”101.
Fernando planteó el problema de “reformar la Iglesia de Cerdeña” en el
verano de 1493, y encargó a sus embajadores, Carvajal y Medina, que planteasen al
papa la deprimida situación de la iglesia: la estrechez económica de casi todas las
sedes no favorecía la residencia de sus obispos, se descuidaba el culto divino, se
di diocesi in Sardegna durante il regno di Ferdinando II d’Aragona (1479-1516), «Italia Sacra», 44 (1990), pp.
727-755; también en Atti del VII Congreso di Storia della Chiesa in Italia (Brescia 21-25 settembre 1987),
Roma 1990, pp. 717-735.
101 En TURTAS, R., Erezione, traslazione e unione…, pp. 717 y ss.
560 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
desatendía la cura animarum, etc102. Para resolver esta situación Fernando proponía
reducir el excesivo número de sedes episcopales en la isla, y procedió a nombrar a
eclesiásticos aragoneses y catalanes —Basin, Tremps, Ferriz— que podrían
contentar a Alejandro VI y al mismo tiempo desempeñar la acción reformadora en
las islas, al frente de la cual fue propuesto el arzobispo de Mesina en 1496103. Sin
embargo, la reorganización diocesana no llegó a aprobarse hasta diciembre de
1503 en que Julio II publicó la bula Aequum reputamus ya preparada por Alejandro
VI dieciséis meses antes, en la que se redujeron las dieciocho diócesis sardas a
siete104.
Este tema nos da pie para hablar de la reestructuración diocesana que los
reyes acometieron en Castilla durante el pontificado de Alejandro VI. En líneas
anteriores tuvimos ocasión de comentar la creación en 1492 de los dos nuevos
arzobispados de Granada y Valencia, que se unieron a los ya existentes de Toledo
y Sevilla105. Consta en una relación de 1517 que —tras el fallecimiento de Pedro
González de Mendoza— la reina pensó en la desmembración del arzobispado de
Toledo, la sede más rica de la Península Ibérica, y siempre susceptible de
peligrosas ambiciones político-económicas106. La Corona pretendía quitar al
prelado de Toledo el dominio temporal que poseía en muchas villas y ciudades,
que se había utilizado como arma política en tiempos de Alfonso Carrillo en la
década de 1470. Gracias a la referencia dada por el arcediano de Alcor, sabemos
que el Consejo de Castilla escuchó pareceres contrarios a la desmembración, que
alegaban la necesidad de este dominio temporal “porque el nervio y censuras
eclesiásticas fuesen más reverenciadas”, mientras que la división de la sede
primada sólo llevaría al descrédito del arzobispado, al de toda la iglesia española, y
por tanto a toda la nación107. Las razones aducidas, junto con otras de índole
económica y espiritual, frenaron el proyecto de la Corona, que volvería a
plantearse en tiempos del emperador Carlos V108.
102 Instrucciones a Bernardino López de Carvajal y Juan Ruiz de Medina, 20 julio 1493; en LA
dar la diócesis de Patti, sufragánea de Mesina, al fraile franciscano Monleón, porque era un persona
capaz de llevar a cabo la reforma de los monasterios, en la cual ponen un interés extraordinario;
ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 3; FERNÁNDEZ ALONSO, J., Francisco des Prats..., pp. 102-103;
sobre las provisiones sardas ver LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 377-78; vol. V, pp. 9-15
y 280-281.
104 Cfr. TURTAS, R., Erezione, traslazione e unione..., pp. 741-748.
105 Sobre este tema son fundamentales los trabajos de D. Mansilla reunidos en MANSILLA REOYO,
D., Geografía eclesiástica de España. Estudio histórico-geográfico de las diócesis, vols. I-II, Roma 1994.
106 Cfr. MANSILLA REOYO, D., Geografía eclesiástica..., pp. 470-474; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 547.
107 VIELVA RAMOS, M. (ed.), Silva Palentina, vol. I, Palencia 1932, pp. 509-510.
108 Cfr. MANSILLA REOYO, D., Geografía eclesiástica..., pp. 474 y ss.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 561
109 Cfr. MANSILLA REOYO, D., Geografía eclesiástica..., pp. 522-524; AZCONA, T. DE, La elección y
Academia Gallega», 83 (1914), pp. 287-291; GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Don Diego de Muros II, obispo
de Canarias, «Anuario de Estudios Atlánticos», 20 (1974), pp. 13-111.
116 En junio de 1499, en plena crisis diplomática, el papa se mostraba dispuesto a satisfacer las
demandas de los reyes “del concedere lo indulto ricierchato a lo archiepiscopo di Toleto per poter
disponere de li beneficii”; despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el
Moro, 3 junio 1499; en D’AUTON, J., Chroniques..., p. 335.
117 Las bulas mencionadas se encuentran en AHN, Universidades, leg. 4, n. 13, 17 y 18; GARCÍA
pontificias pudo actuar con cierta libertad de acción en el cabildo, y cuando murió
Francisco Ortiz, el 8 de octubre de 1502, la reina escribió inmediatamente a su
embajador Francisco de Rojas para que los beneficios que poseía el difunto
pasaran a diversas personas que ella misma le señalaba119.
Un cierto cambio se aprecia en la distribución de las provisiones cuando el
papa inició su viraje hacia Francia y situó en el centro de sus objetivos las
campañas de su hijo César. En 1498, antes de que César abandonase el capelo, el
rey Católico se quejaba al pontífice de que su hijo había secuestrado los bienes de
un cierto Alonso Ruiz. Fernando le advertía entonces que “en ninguna manera
debe tollerar semejantes spolios que de mis vasallos se fagan en essa Corte en
donde es razon que en su tiempo sean mas amparados; y esta no es la primera vez
que se ha fecho [...] torno muy humildemente a supplicar mande proveer que
daqui adelante mis vasallos ni sus faziendas no sean asi violentamente
maltractados”120. Las denuncias presentadas por López de Haro al papa en 1493
sobre los turbios manejos de algunos curiales volvía ponerse a la orden del día tras
la detención del obispo de Cosenza, Bartolomé Flores, secretario pontificio que
fue detenido en octubre de 1497 por expedir breves sin conocimiento del papa121.
El 11 de octubre fue encarcelado en Castel Sant’Angelo donde —según J.
Burckardi— llegó a declarar que con la aquisciencia del papa expedía aquellos
breves “quae regem et reginam Hiapaniarum irritaverant, ac si quasi illo inscio
expedita, excusaret; quod si ipse Cusentinus id facerat, pontifex eum exaltatum et
majoribus oficiis remuneratum”122. Del proceso iniciado en noviembre por los
comisarios Pedro Mendi de Vicenza —obispo de Cosenza— y Pedro Isvalies —
obispo de Reggio—, han quedado unas actas editadas que no hemos podido
consultar123. De todo ello fue informado Fernando el Católico y, en carta del 8 de
119 Cfr. AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 614-615. La fecha de su muerte que da Azcona no coincide
con la que propone Meseguer, según el cual el nuncio y canónigo toledano Francisco Ortiz murió en
Toledo en 1508; MESEGUER, J., Ortiz, Francisco..., p. 565.
120 En LA TORRE, A. DE, Documentos..., VI, p. 105.
121 De él conocemos su discurso para celebrar la alianza del pontífice con Venecia y Milán en
1493: FLORIDUS, B., Oratio confoederationis initae inter Alexandrum VI et Venetorum Mediolani et Bari
Duces, ed. Eucharius Silber, Roma 1493; IERS 1392; algunas noticias sobre su persona en
HOFMANN, W. VON, Forschungen..., vol. II, pp. 124 y 159; vol. I, pp. 232-233; FRENZ, T., Die
Kanzlei..., p. 298; PASCHINI, P., Carteggio Barbo-Lorenzi..., p. 191; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol.
II, p. 444; SUPINO, P., Floridus, Bartholomeus, en DHGE, vol. XVII, París 1971, col. 635; PARTNER, P.,
The Pope’s Men…, p. 232.
122 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 55-58; ver también el relato muy crítico de
diciembre, escribía a Juan Ruiz de Medina agradeciéndoselo “porque con ellos [los
breves falsos] se fazian aqua grandes desordenes”124.
La secularización de César abría una auténtica Caja de Pandora en materia
beneficial por la que estaban dispuestos a pujar un buen número de curiales
españoles, el pontífice y, lógicamente, los reyes. Fray Bernardo de Boil, que se
encontraba aquel verano en Roma, informó a Cisneros del ambiente de
“mercaduria llana” que se respiraba en la Curia como consecuencia del reparto de
las prebendas de César antes de la dimisión: “Y en esto sta Su Santidad tan
engañado y todos sus vezinos que yo me pense tornar loco porfiando sobre dar a
entender a Su Santidad que por ningun interesse, por grande que sea, Sus Altezas
jamas consentiran ni quanto en ellos sera sufriran ni permitiran cosa fea y de mal
exemplo”125. Boil exculpaba al pontífice alegando la politización de las provisiones
que se había extendido en Italia; “que esto viene a su Santidad de la luenga
costunbre destos Principes de la Italia, que por los intereses de sus stados
condescenden mil cosas, poco a semejantes personas y stados pertinentes, y de
veer que en la Spaña no le acuden a sus pensamientos como aquá, no lo toman
con paciencia”126.
Los reyes eran conscientes de esto cuando incluyeron en las instrucciones
de Íñigo de Córdoba y Martín Ponce el mandato de lograr que el papa “dejase
proveer a los prelados las dignidades y beneficios que eran necesarios para el
servicio de las iglesias y de todos los curados para que se proveyese a personas de
letras y de buena conciencia, como el derecho lo dispone, y residiesen en ellos y
proveyese de las dignidades y beneficios que tenia el cardenal de Valencia en sus
reinos a las personas por que el rey suplicase”127. Sin embargo en aquella embajada
los procuradores y el papa sólo lograron intercambiarse algunas palabras gruesas, y
el papa ya tenía pensada la adjudicación de la sede valentina a Juan de Borja
Lanzol el menor, sobrino segundo del papa y obispo de Melfi.
En las tensas negociaciones que se desarrollaron en la primavera de 1499, el
papa se mostraba inquebrantable en la provisión de Valencia. La misión
diplomática de Pascual de Ampudia —obispo de Burgos— en marzo de aquel año
trató el tema con el papa en los términos más cordiales posibles, de manera que
dos meses después Alejandro VI pudo asegurar a los embajadores de los Reyes
Católicos que “haverà il possesso di la chiesa di Valenza, dicendo: amantium ire
124 Instrucciones de Fernando el Católico a Juan Ruiz de Medina, 8 diciembre 1497; en LA TORRE,
ya acusaba este ambiente en la Península Ibérica en su Exortación a los Reyes de 1493: “que no parece
hoy el adquirir de los beneficios y dignidades sino un tracto subtil de mercadería”; en GONZÁLEZ
NOVALÍN, J. L., El Deán de Santiago..., p. 94.
127 ZURITA, J., Historia..., libro. V, fol. 157r.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 565
128 Despacho del 14 mayo 1499; en SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 733.
129 Despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el Moro, 3 junio 1499;
en D’AUTON, J., Chroniques..., p. 335.
130 Ibidem, p. 335.
131 ZURITA, J., Historia..., libro. V, fol. 176r.
132 Cfr. CASAGRANDE, G., y MONACCHIA, P., Colomba da Rieti di fronte ad Alessandro VI, en
CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. III, pp. 917-951, especialmente
p. 941.
133 Sobre este personaje véase el capítulo dedicado a los agentes reales (I. 2.2. c.) En cuanto a las
consecuencias políticas de la concesión de los reyes cfr. MALLETT, M., The Borgias..., pp. 168-169.
Azcona también cita una propuesta regia para las diócesis de Coria y Elna, que el papa pensaba
conceder a Juan López y a Francisco Loriz respectivamente; en RAH, Salazar, A 1 fol. 33; AZCONA,
T. DE, La elección y reforma..., p. 169.
566 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
en el que se narra la férrea voluntad del papa a disponer de las diócesis de Coria y
Valencia, se dice que se mostraba favorable en el “concedere lo indulto ricierchato
a lo archiepiscopo di Toleto per poter disponere de li beneficii”134.
Valencia quedó de nuevo vacante tras la muerte de Juan de Borja el menor en
enero de 1500, cuatro meses después de su elección. El papa pensó en traspasar la
sede a Pedro Luis de Borja Lanzol, hermano del titular difunto y, por tanto,
también sobrino segundo del papa, “hombre de costumbres galantes y de mirada
oblicua”. Los reyes volvieron a resistirse, pero necesitaban las dispensas pontificias
del inminente matrimonio de María y Manuel de Portugal, que ellos se habían
comprometido a costear135. El 11 de julio de 1500 el embajador veneciano
informaba que Fernando el Católico no estaba dispuesto a conceder el
arzobispado de Valencia al sobrino del pontífice si no se otorgaba el capelo
cardenalicio a Pedro Hurtado de Mendoza —arzobispo de Sevilla y sobrino del
difunto cardenal Mendoza— y se concedían las dispensas al rey de Portugal para
casar con la infanta María136.
A finales de julio se llegó a un acuerdo. El papa publicó la futura elección
del candidato de los reyes, Pedro Hurtado de Mendoza, y el día 29 los reyes
aceptaron al Pedro Luis de Borja Lanzol en la sede arzobispal de Valencia137. Le
tocaba el turno a Alejandro VI, que el 16 de agosto otorgó la ansiada dispensa por
partida doble, de manera que el 24 del mismo mes se pudo celebrar el matrimonio
134 AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 203; Diversos de Castilla, leg. 2, fol. 52; la fecha de 1499 viene
consignada en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 140; el despacho
milanés del que se han tomado las palabras citadas en D’AUTON, J., Chroniques..., p. 335.
135 Tal y como dicen las capitulaciones matrimoniales —fechadas el 20 de mayo de 1500— el
matrimonio sólo podía celebrarse “luego que sea venida la dispensaçion que nuestro muy Santo
Padre ha de otorgar para el dicho matrimonio, la qual se haya de ganar y traher a costas de los
dichos señores rey e reyna de Castilla”; en LA TORRE, A. DE, y SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Documentos
referentes a las relaciones con Portugal durante el reinado de los Reyes Católicos, vol. III, Valladolid 1963, pp.
35-43, especialmente p. 36.
136 “Et così fu ragionato di dare il vescovado di Valenza al nipote suo, fratello dil Cardinale Borges
[se trata de Pedro Luis de Borja, hermano de Juan de Borja, el menor]. Et perchè il Re di Hispagna
non darebbe la possessione di decto vescovado se prima il Papa non publicassi Cardinale
monsignore Hispalense et etiam se prima non concedessi la dispensa al Re di Portogallo di poter
piglare per Donna la sorella dell’altra sua prima Donna, et figliuola di detto Re di Hispagna [es decir,
la infanta María, hermana de Isabel, difunta esposa de Manuel de Portugal]: sendo queste due cose
difficile, però non sorti effecto, et decto vescovado non si conferi altrimenti: ma dal Papa, perchè lo
vuole a ogni modo, fu ragionato del publicare Cardinale electo monsignor Hispalense: et anche di
quello di libretto cognato del Duca Valentinese similiter del nipote suo”; despacho de Paolo Capello,
embajador de Venecia, a la Señoría, 11 julio 1500; en apéndice de BURCKARDI, J., Diarium sive rerum
urbanarum comentarii 1483-1506, ed. L. Thuasne, vol. III, París 1885, pp. 435-436.
137 Sobre este personaje véase lo dicho en el capítulo dedicado a los curiales españoles (I. 2.2. c.).
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 567
138 Carta de Portocarrero a Miguel Pérez de Almazán, 28 agosto 1500; RAH, Salazar, A-11, fols.
280-284; ver también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 195-
196. El negocio no pasó desapercibido al embajador veneciano, que el 28 de septiembre escribía a la
Señoría: “Coi reale di Spagna, se l’uno può fare offesa all’altro, va da catalano a catalano. Pure, quei
reali gli diedero il possesso dell’arcivescovado di Valenza e Sua Santità diede loro la dispensa del
matrimonio del re di Portogallo, per causa come dice, di aver l’annata”; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
degli ambasciatori veneti..., serie II, vol. III, pp. 9-10.
139 Breve de 29 julio 1500; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 59; leg. 61, fol. 161; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 195-196.
140 El status quo al que habían llegado el papa y Luis XII de Francia, permitió a Alejandro VI situar
a obispos protegidos suyos en sedes francesas, levantando con ello las protestas del parlamento; cfr.
IMBART DE LA TOUR, P., Les origines de la Reforme, Melun 1946, pp. 105 y ss; THOMSON, J. A. F., Popes
and Princes…, pp. 162 y ss.
141 Instrucciones sin fecha enviadas a Francisco de Rojas probablemente en 1501; AGS, Patronato
Real, leg. 16, fol. 30; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 130.
568 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
todos los otros reyes de la Cristiandad, no le piden semejantes cosas porque ellos,
de hecho, lo remedian”142.
Alejandro VI no tomó medidas estructurales pero cedió en la provisión de
Coria, vacante tras el fallecimiento del cardenal Juan López el 5 de agosto de 1501.
El 22 de agosto los monarcas cursaron instrucciones al embajador Rojas
proponiendo Francisco Busleyden, arzobispo de Besanzon, por sus “méritos y
letras y grande avilidad”143. El nombramiento del antiguo preceptor de Felipe el
Hermoso era una concesión al duque de Borgoña, a quienes los reyes trataban de
apartar de la amistad francesa. En mayo de 1503, cuando la sede quedó de nuevo
vacante, los reyes propusieron a Juan Ortega Bravo de la Laguna, obispo de
Calahorra y uno de los organizadores del ejército que fue a Italia144; a lo que
accedió el papa como muestra del acercamiento diplomático que se estaba
produciendo en el último año de su pontificado. En aquella ocasión, Alejandro VI
también otorgó la sede de Sevilla a Juan de Zúñiga, antiguo maestre de Alcántara,
propuesto por los reyes para poder gozar de los territorios que el maestre
dimisionario se había reservado tras la compleja capitulación de 1494145.
***
142 Instrucciones a Francisco de Rojas, septiembre 1501; AGS, Estado. Roma, leg. 847, fol. 56;
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., p. 234.
143 En LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 126.
144 Cédula presentada por Francisco de Rojas a Alejandro VI, 4 mayo 1503; en RODRÍGUEZ
VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 318. Ver también el mensaje que dio Rojas al papa sobre la
provisión de Coria y Sevilla, 4 mayo 1503; RAH, Salazar, A-11, fol. 374 (Salazar, vol. I, n. 1228, p.
313-314)
145 Más adelante haremos una referencia a esta capitulación al hablar de los maestrazgos.
146 Sobre las órdenes militares a fines de la Edad Media la bibliografía es muy abundante; véanse
los trabajos generales de LOMAX, D. W., Las órdenes militares de la península ibérica durante la Edad
Media, Salamanca 1976; AYALA MARTÍNEZ, C. DE, Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media
(siglos XIII-XV), Madrid 2003; y los repertorios bibliográficos de ID., Las órdenes militares hispánicas en
la Edad Media. Aproximación bibliográfica, en Lux Hispaniarum. Estudios sobre las órdenes militares, Madrid
1999, pp. 435-457; y en los trabajos contenidos en Las Órdenes Militares en la Península Ibérica, vols. I-
III, Cuenca 2000. Sobre la incorporación de los maestrazgos por la Corona cfr. JAVIERRE MUR, A.,
Fernando el Católico y las órdenes militares españolas, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. II:
Pensamiento político, política internacional y religiosa de Fernando el Católico, Zaragoza 1956, pp. 213-306;
LÓPEZ GONZÁLEZ, C., La incorporación a la Corona de los Maestrazgos de las órdenes militares españolas,
«Revista de Historia Moderna y Contemporánea», 8 (1980), pp. 9-16; LADERO QUESADA, M. Á., La
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 569
España de los Reyes Católicos..., pp. 271-275; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 283-285; ID.,
Isabel..., pp. 898-902; también ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 258-262; AYALA, C., La
Corona de Castilla y la incorporación de los maestrazgos, «Militarium Ordinum Analecta», 1 (1997), pp. 257-
290.
147 No se conserva el documento pontificio pero Alejandro VI lo cita en la bula de confirmación
de 1493; cfr. SOLANO RUIZ, E., La Orden de Calatrava en el siglo XV. Los señoríos castellanos de la Orden a
fines de la Edad Media, Sevilla 1978, pp. 122-125.
148 ASV, Registri Vaticani, 869, fol. 61-61v; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 283; debe
corregirse por tanto la fecha citada en LOMAX, D. W., Órdenes militares, en DHEE, vol. III, Madrid
1973, pp. 1814 y 1822.
149 El tema ha sido tratado por LADERO QUESADA, M. Á., La incorporación del maestrazgo de
Alcántara a la corona, «Hispania», 42 (1982), pp. 5-14; PALACIOS MARTÍN, B., La orden de Alcántara y su
570 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
las resistencias del sector más “conservador” de la orden que deseaba mantener la
independencia y el gobierno propio de la orden militar.
En la bula del 18 de junio de 1494 Alejandro VI aprobó la concordia entre
Juan de Zúñiga y los Reyes Católicos sobre la cesión del maestrazgo de Alcántara,
y una segunda bula fechada el 21 del mismo mes ordenaba al obispo de Palencia
que recibiera la renuncia de Zúñiga, además de conceder a los Reyes Católicos la
autoridad sobre la orden de Alcántara como administradores legítimos de la
misma150. En esta última bula el papa reconocía algunos acuerdos entre Zúñiga y
los reyes que serían definitivamente sancionados a finales de 1494151. En la
capitulación se erigía para Zúñiga un monasterio al que se consignaba la provincia
de La Serena, a cuyas rentas se sumaban las de las encomiendas de Zalamea y
Castilnovo. Zúñiga y su monasterio pasaban a depender de la sede apostólica y
todos los bienes, privilegios y derechos otorgados al antiguo maestre deberían
extinguirse tras su fallecimiento. Tal y como señalan M. Á. Ladero Quesada, los
reyes habían cedido a casi todas las exigencias de Zúñiga, especialmente las
económicas —que beneficiaban también a la Santa Sede—, pero habían logrado
controlar de forma inmediata el potencial político y militar de la orden, a la espera
de obtener el económico tras la muerte de Zúñiga152.
No es posible saber con certeza si las bulas se extraviaron, o los reyes no
quedaron totalmente satisfechos con la concesión, puesto que el 16 de junio de
1501 Isabel y Fernando solicitaron a su embajador Francisco de Rojas que el papa
volviese a otorgar las bulas para “ambos juntamente durante nuestras vidas o
qualquier de nos durante su vida, falleciendo el otro o renunciando a la dicha
administración, no sea menester más bulas desta que pedimos”153. La pretensión
regia era bastante audaz, teniendo en cuenta que Alejandro VI había expresado su
descontento en 1499 por el interés económico que había impulsado a los reyes en
la obtención de los maestrazgos de las órdenes militares, “ne la quale quelle Alteze
incorporación a la Corona, en Primeras Jornadas de Historia de las Órdenes Militares, Madrid 1996, pp. 51-67;
CORRAL VAL, L., La Orden de Alcántara durante la Edad Media según la documentación pontificia: sus
relaciones institucionales con las diócesis, el Cister, otras órdenes militares y la monarquía (Segunda Parte),
«Hispania Sacra», 50 (1998), pp. 5-34; sobre Juan de Zúñiga cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Zúñiga, Juan
de, en DHEE, vol. IV, Madrid 1975, pp. 2816-2817.
150 Bula del 18 junio 1494 en ORTEGA Y COTES, I. J. DE, Bullarium Ordinis militiae de Alcantara olim
174v. El memorial de los acuerdos establecidos por los reyes y Zúñiga han sido estudiados por
LADERO QUESADA, M. Á., La incorporación del maestrazgo de Alcántara..., pp. 12 y ss; también CORRAL
VAL, L., La Orden de Alcántara durante la Edad Media..., pp. 32-34.
152 Cfr. LADERO QUESADA, M. Á., La incorporación del maestrazgo de Alcántara..., p. 7.
153 Los reyes explican en sus instrucciones a Rojas que las bulas “no las hallamos y no lo osamos
decir, porque el Papa no se encarezca”; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 307 y
ss.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 571
mirano solo a guadagno, como hanno facto de la extinctione del magistrato de Sto
Jacobo et deli altri de grande intrata, li quali hanno aplicati a la Corona”154. Que
Isabel no era ajena a la nueva súplica que se pretendía presentar al pontífice lo
pone de manifiesto el testimonio de Rojas cuando, con posterioridad a los hechos,
escribe a Fernando que la reina
secretamente me mandó despachar para Roma, que procurase allá una
bula, en que ofreciéndoseme caso para ello, la reina sola tuviese la
administración de las órdenes. Y después en Roma yo trabajé con
todas mis fuerzas y las agenas para aver, como ove, la dicha bula,
igualmente para vuestra Alteza sola y para la reina sola, y certifico a
vuestra magestad que conceder el Papa que fuese para la reina sola fue
la más dificultosa cosa de acabar de quantas en Roma despaché.
Porque el Papa y todos los cardenales y letrados habían por cosa
contra todo derecho y por cosa monstruosa que mujer pudiera tener
administración de órdenes155.
Aunque existía el precedente de la concesión de la Orden de Cristo a doña
Beatriz de Portugal, la cuestión era lo suficientemente espinosa como para que el
asunto se negociase secretamente e incluso llegase a suscitar la oposición de una
parte del colegio cardenalicio, especialmente ante la posibilidad que la
administración de las órdenes —con su correspondiente jurisdicción eclesiástica—
recayera exclusivamente en una mujer156. En las instrucciones enviadas a
Francisco de Rojas el 21 de febrero de 1501, los reyes se quejaban de los
obstáculos que ponía el papa a esta petición, y aconsejaban al embajador que
suplicase en consistorio “las cosas de Santiago y las otras cosas justas que os
havemos escrito”157.
Finalmente, el 12 de junio de 1501, el papa otorgó la bula Dum ad illos por la
que confirmaba una vez más lo concedido en 1493, es decir, la administración de
los tres mayorazgos a ambos cónyuges, y más adelante al que sobreviviera. Si
desde el punto de vista político se entiende bien el interés de la Corona por
adueñarse de este peligroso bastión de la nobleza, desde la perspectiva eclesiástica
resultaba más complejo conceder la administración de un poderoso obispado a un
laico. Fernando e Isabel hicieron valer la concesión pontificia para soslayar esta
154 Son palabras extraídas del despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a
Ludovico el Moro, en el que se describen algunos temas de política eclesiasticaba que estaban
gestionando los embajadores de los Reyes Católicos con el sumo pontífice en el verano de 1499; en
D’AUTON, J., Chroniques..., pp. 334-335.
155 En RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 189.
156 El asunto se acabaría resolviendo mediante el acuerdo de que, si se diera el caso, la reina podría
ejercer la administración espiritual a través de una persona eclesiástica; ROUCO VARELA, A. M.,
Estado e Iglesia..., p. 260.
157 En RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 314.
572 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
anomalía que —como dice Azcona— nunca emplearon para atribuirse un derecho
intrínseco a los maestrazgos, ni para considerarlos como una regalía de la
Corona158. Como es bien sabido, la anexión de las órdenes concedida por
Alejandro VI fue temporal, y en poco se distinguía de las de sus predecesores, ya
que sólo se llegaría a una concesión perpetua en tiempos del emperador.
Un devenir diferente tuvo la Orden de Montesa, cuyo maestrazgo venía
tanteando Fernando desde la década de 1480. En 1484 trató de ganarse al cardenal
Borja ofreciéndole la sede de Monreale para un familiar suyo —Joan de Borja el
mayor— a cambio de obtener la provisión del maestrazgo para su sobrino Felipe
de Aragón que rivalizaba con el candidato propuesto por la orden, Felipe de
Boil159. El conflicto se prolongó hasta 1488, cuando Felipe de Aragón murió en el
asedio de Baza y Fernando decidió apoyar al candidato de la orden. Éste no vivió
muchos más años ya que falleció envenenado en 1492. Fernando aprovechó la
oportunidad para solicitar a Alejandro VI el maestrazgo que le concedería para
lastres órdenes militares mayores, pero “nuestro valenciano, no quiso hazer esta
grazcia a Su Magestad”160. La esquiva actitud del papa —que sancionaría la
incorporación de las tres órdenes mayores— respecto a Montesa quizá tenga
relación con los intereses familiares que abrigaba sobre una orden cuyo último
maestre sería precisamente su bisnieto, Glacerán de Borja161.
de Montesa a la Corona. Los hechos (1492-1592), en MARTÍNEZ RUIZ, E., y SUÁREZ GRIMÓN, V. (eds.),
Iglesia y sociedad en el Antiguo Régimen…, pp. 409-420.
162 Véase un ejemplo de este tipo de petición en la carta que dirigió Fernando el Católico a
Inocencio VIII a favor de Pedro Marquet, residente en la Curia, para que fuera recibido entre los
familiares del pontífice, 11 enero 1480; ASVe, Podocataro, II-494; AZCONA, T. DE, Relaciones de
Inocencio VIII..., p. 20.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 573
163 Sobre el colegio cardenalicio de esta época y su progresiva italianización cfr. GRÉGOIRE, R., Il
sacro Collegio Cardinalizio dall’elezione di Sisto IV all’elezione di Giulio II (1471-1513), «Società savonese di
Storia patria. Atti e Memorie», n.s., 24 (1988), pp. 209-32; BRODERICK, J., The Sacred College of
Cardinals: Size and Geographical Composition (1099-1986), «Archivum Historiae Pontificiae», 25 (1987),
pp. 7-72; REINHARD, W., Struttura e significato del Sacro Collegio tra la fine del XV e la fine del XVI secolo,
en Città italiane del ‘500 tra Riforma e Contrariforma. Atti del Convegno internazionale di studi (Lucca 1983),
Luca 1988, pp. 257-65; ID., Le carriere papali e cardinalizie. Contributo alla storia sociale del papato, en
FIORANI, L., y PROSPERI, A. (dirs.), Roma, la città del papa..., pp. 261-290. Para el pontificado de
Alejandro VI ver especialmente PELLEGRINI, M., Il profilo politico-istituzionale del cardinalato nell’età di
Alessandro VI: persistenze e novità, en CHIABÒ, M., MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte...,
vol. I, pp. 177-216; ID., A Turning-Point in the History of the Factional System in the Sacred College: The
Power of Pope and Cardinals in the Age of Alexander VI, en SIGNOROTTO G., y VISCEGLIA, M. A. (eds),
Court and Politics in Papal Rome, 1492-1700, Cambridge-Nueva York 2002, pp. 8-30.
164 Cfr. WODKA, J., Zur Geschichte der nationalen Protektorate der Kardinäle an der römischen Kurie,
Innsbruck-Leipzig 1938; el caso del cardenal Piccolomini que ejerce como cardenal protector de
Inglaterra a partir de 1492 se encuentra bien estudiado por WILKIE, W. E., The Beginings of the
Cardinal Protectorship of England: Francesco Todeschini Piccolomini, 1492-1503, Cambridge 1966; ID., The
Cardinals Protectors of England: Rome and the Tudors before the Reformation, Cambridge 1974; CHAMBERS,
D. S., Cardinal Bainbridge in the Court of Rome 1509-1514, Londres 1965; STELZER, W., Zum Kardinal-
Protektorat der deutschen Nation am Beginn des 16. Jahrhunderts, «Zeitschrift der Savigny-Stiftung für
Rechtsgeschichte. Kanonistische Abteillung», 86 (1969), pp. 461-466.
165 Gracias a ella, en la cabeza de las diócesis de la ciudad capital, y ocupando un lugar en el
Tarraconensia», 12 (1936), pp. 359-382; OLIVIER BERTRAND, R., Alfonso IV el Benigno quiere un
cardenal de sus reinos, «Estudios de Edad Media de la Corona de Aragón», 4 (1951), pp. 156-176;
EMEIS, D, Peter IV, Johann I und Martin von Aragon und ihre kardïnale, «Gesammelte Aufsätze
Kulturgeschichte Spaniens», 17 (1961), pp. 72-233.
LAS PROVISIONES EPISCOPALES Y OTROS BENEFICIOS ECLESIÁSTICOS 575
Santidat y todos los cardenales serian dello muy contentos y dandole las razones
que havia para ello y de los cardenales que han falleçido subditos de vuestra alteza
y suplicandole que diese a vuestra majestad un breve desta graçia”170. El ambiente
de entusiasmo nacional que se respiraba en la Corte española llevaría al propio
Cristóbal Colón —recién llegado de las Indias— a solicitar a los reyes el 3 de
marzo de 1493 “que le demanden [al papa] un cardenalgo para mi hijo”, que era
un niño, añadiendo que ya había gestionado el asunto directamente en Roma171. El
papa Borja era magnánimo pero no pródigo. Ejerciendo la clásica política del do ut
des, se mostró dispuesto a gratificar a los reyes eligiendo a un cardenal “nacional”,
pero exigiendo a cambio la inmediata prestación de obediencia, y —para
urgirles— comentó que lo mismo le habían pedido Carlos de Francia y
Maximiliano, a los que había hecho el mismo ofrecimiento, de manera que si no se
apresuraban a dar la obediencia —decía el embajador a los Reyes Católicos—
“havran paciencia porque [el papa] no fara tantas criaçiones”.
Los reyes enviaron su embajada extraordinaria en julio de 1493 con
peticiones concretas al respecto y, dos meses después, Alejandro VI nombró
cardenal de San Pedro y San Marcelino al procurador de los reyes, Bernardino
López de Carvajal; título demasiado largo, por lo que —como explica el recién
elegido a los reyes— “llamarme he vulgarmente de Cartagena fasta quel Papa me
de algund titulo mas breve o como vuestras altezas mandaren”172. En esta carta el
nuevo cardenal pedía a los reyes “escrivan muy buenas letras de gracias al Papa
por todo lo que en mi hizo a su suplicaçion y que le supliquen me de un buen titulo y
una casa en Roma quando vacare y algund lugarejo en administraçion como los
otros cardenales tienen y que pues so cardenal de vuestras majestades y su siervo
me trate muy bien y mejor que a otros cardenales”173.
Dice Galíndez de Carvajal que el obispo extremeño fue elegido “a
suplicación de la reina”, a la que tributaría un afecto tan especial que en los
170 Carta del embajador en Roma (Carvajal o Juan Ruiz de Medina), en fecha desconocida (entre el
27 agosto 1492 y abril 1493); en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 339-340.
171 Carta de Colón a los Reyes Católicos, 3 marzo 1493; en RUMEU DE ARMAS, A. (ed.), Manuscrito
del libro copiador de Cristóbal Colón, vol. II, Madrid 1989, pp. 435-443.
172 Carta de Carvajal, 2 octubre 1493 (mal datada en 1495); en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional..., vol. IV, p. 429. La intercesión de López de Haro ante el papa en favor de Bernardino
se explica en la carta de Anglería a García López de Carvajal, caballero de Plasencia y hermano de
Bernardino, 2 febrero 1494; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 284-285.
173 Ibidem, p. 432. El apoyo de los reyes a la candidatura de Carvajal se pone también de manifiesto
174 GALÍNDEZ DE CARVAJAL, L., Anales breves del reinado de los Reyes Católicos, en CODOIN, vol.
XVIII, Madrid 1851, p. 283; el título de “creatura” de Isabel se lo adjudica el maestro de ceremonias
pontificio en 1505; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 471-472.
175 Carta de Anglería a Carvajal, 30 junio 1501; ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, no 222. El
humanista milanés también escribió una carta de felicitación al recién elegido; ANGLERÍA, P. M.,
Epistolario..., vol. IX, pp. 298-300.
176 Carta de Bernardino López de Carvajal al duque de Gandía, 17 abril 1494; en SANCHIS SIVERA,
típico cardenal “Hispanorum in regia fortuna natus”; cit. FERRAÙ, G., Politica e cardinalato in un’età di
transizione, en GENSINI, S. (dir.), Roma capitale..., pp. 519-540, especialmente p. 536.
178 Breve Non dubitamus, 23 febrero 1496; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol.
179 Breve Iam pridem inclinati, 25 febrero 1496; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional...,
vol. IV, p. 497. Sobre la promoción al cardenalato del obispo de Albi ver la minuta de la carta que el
papa envió a los Reyes Católicos, a fines de 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5029, fol. 219r.
180 Despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el Moro, 3 junio 1499;
Biblioteca, colección marqués de San Román, Ms. Caja 3, no 4; véase el comentario de M. Á. Ochoa
Brun en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., y MANSO PORTO, C. (eds), Isabel la Católica…, pp. 268-270.
182 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Hurtado de Mendoza, Diego, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 388-
389.
183 Despachos del nuncio Desprats a Alejandro VI, 27 mayo y 30 septiembre 1494; ASV, A.A.,
pp. 427-428.
578 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
1 MARTÍNEZ DÍEZ, G., La jurisdicción eclesiástica, en La aplicación del Derecho a lo largo de la Historia.
Actas de las I Jornadas de Historia del Derecho de la Universidad de Jaén, Jaén 1996, pp. 51-91; también los
trabajos contenidos en MARTÍNEZ RUIZ, E., y DE PAZZIS PI, M. (coord.), Las instituciones de la España
Moderna. 1. Las jurisdicciones, Madrid 1996.
2 Cfr. BENEYTO PÉREZ, J., La ciencia del derecho en la España de los Reyes Católicos, «Revista General de
Legislación y Jurisprudencia», 101 (1953), pp. 563-581; ID., Política jurisdiccional y orden público de los
Reyes Católicos, «Revista de Estudios políticos», 77 (1954), pp. 89-103; VILLAPALOS, G., Justicia y
monarquía: puntos de vista sobre su evolución en el reinado de los Reyes Católicos, Madrid 1997; un estudio
modélico sobre un caso particular en GÓMEZ MAMPASO, M. V., Un caso de conflicto entre la jurisdicción
real y la jurisdicción eclesiástica, en tiempo de los Reyes Católicos, «Boletín de la Real Academia de Historia»,
178 (1981), pp. 301-319.
3 Además de los trabajos citados, sobre el papel de la justicia en la doctrina política de la época
véase LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes Católicos..., pp. 104 y ss; en cuanto las
ceremonias de justicia cfr. FERNÁNDEZ DE CÓRDOVA MIRALLES, Á., La Corte de Isabel I..., pp. 369-
373.
CONCURRENCIA Y CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN 581
4 FITA, F., Concilios españoles inéditos..., p. 225. Una prueba de la preocupación de la reina por la
delimitación del fuero eclesiástico es la presencia en su biblioteca del Ordo Judiciarius Bonon in foro
ecclesiastico de Aegidii de Muzcariis Bononiensis, o un Directorium juris yn foro conçiençia; cfr. SÁNCHEZ
CANTÓN, F. J., Libros, tapices y cuadros..., pp. 75-76.
5 No obstante se mantuvo el antiguo principio legal —establecido en una ley de 1447 y recogido
en la Recopilación— de que también los señores eclesiásticos tenían que estar dispuestos, ante el
llamamiento del rey, a seguirle con sus tropas, lo que se derivaba necesariamente de su integración
en la organización estamental de la época; Nueva Recopilación..., libro IV, título 3, ley 13.
6 Ibidem, pp. 228-229.
7 Cortes..., vol. IV, p. 98.
8 Los Reyes Católicos llegaron a dispensar al clero de las contribuciones para el mantenimiento de
la Hermandad, y de la Alcabala, el famoso impuesto indirecto que los reyes habían reestructurado
582 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
por completo tal y como se observa en el Cuaderno de Alcabala del 10 de diciembre de 1491:
“porque nuestra intención es, que a los Clérigos e Iglesias de nuestros Reinos les sean guardadas las
franquezas que por derecho les competen; también en lo tocante a las Alcabalas mandamos, que
nuestros arrendadores y otras cualesquier personas que por Nos hobieren de recaudar nuestras
Alcabalas, no las pidan ni demanden de las ventas que hicieren de sus bienes qualesquier Iglesias y
Monesterios, Perlados y Clérigos de estos reinos, ni de los trueques...”; Nueva Recopilación..., libro
VIII, título 13, ley 37. Cabe recordar que —de acuerdo a las leyes de 1390 y 1401— no se
exceptuaba a los clérigos del pago de ciertos impuestos municipales relacionados con las obras
públicas, como puentes, caminos, obras de fortificación, etc, así como los gastos relacionados con el
mantenimiento de la cosecha comunal de cereales y vino; Nueva Recopilación..., libro I, título 3, ley 11-
12.
9 A los clérigos les bastaba el juramento para demostrar la procedencia de sus productos, lo que
significaba una interpretación generosa de la disposición; si bien se añadía la restricción de que las
ventas de vinos que procedieran de viñedos arrendados por los clérigos no estaban bajo este
privilegio, y que en los casos de duda serían competentes el rey y sus funcionarios, no los jueces
eclesiásticos; Nueva Recopilación..., libro IX, título 18, ley 7.
10 Las denuncias se concentraban en los abusos de los tribunales civiles en materias relativas a
resolverse en Roma; bula Inter multiplices curas, 26 junio 1493; en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política
internacional..., vol. III, pp. 421-422; también en ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 4173, fols. 46r-47v.
CONCURRENCIA Y CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN 583
“facultad a sus Altezas e a sus Corregidores e justiçias para que lo puedan desterrar
e hechar de la çibdad por el tiempo que les paresçiere syn yncurrir en excomunion
alguna”; y “que avnque no sea escandaloso nin aya cometido delicto alguno que sy
a sus Altezas paresiere por algund rrespecto de paçificaçion de sus Reynos que el
tal Obispo, o clerigo conviene que ande en su Corte, o que salga fuera de alguna
çibdad por el tiempo que les paresçiere”12.
Otro tema bastante discutido y relacionado con la inmunidad eclesiástica
fue el de los abusos del derecho de asilo en los lugares sagrados. El 14 de mayo de
1498 los reyes promulgaron una pragmática que ampliaba el número de los
excluidos a los deudores, perseguidos por un tribunal civil, que se retiran con su
fortuna a una iglesia para evitar el pago de las deudas. Los monarcas también
determinaban el procedimiento que debían seguir las autoridades ejecutivas reales
para sacar a tales deudores de la iglesia, previa solicitación a los jueces
eclesiásticos13. Algunos prelados trataron de poner freno a los abusos ordenando
la expulsión del recinto sagrado de aquellas personas que —amparándose en el
derecho de asilo— intimidaban o se burlaban de los oficiales reales desde las
puertas de las iglesias o realizaban algún delito14.
20 Nueva Recopilación..., libro IV, título 1, ley 10-11. Posteriormente los reyes tuvieron que aclarar
que estas leyes no afectaban a los contratos entre clérigos y laicos, y que de ningún modo se
pretendía suprimir el juramento ni la práctica de los contratos ni del derecho contractual.
21 AGS, Estado-Roma, leg. 847, fol. 57; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de
la fe..., p. 130.
586 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
26 El uso de la vara de justicia fue un tema discutido en la Audiencia, y Fernández Angulo dio un
dictamen al respecto que establecía la deposición por parte de los obispos y sus representantes de
este o cualquier otro signo de jurisdicción ante los reyes; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 592.
27 Cortes..., vol. IV, pp. 80-92; Nueva Recopilación..., libro IV, título 1, ley 14.
28 GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. I, pp. 139-140.
29 El tema ha sido objeto de un fino análisis por ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 171-
175.
588 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
reales36. Los reyes se conformaron con la decisión pontificia que, al fin y al cabo,
les permitía eliminar las situaciones anárquicas de tiempos pasados37.
Tampoco faltaron conflictos jurisdiccionales entre la justicia civil y la
eclesiástica en los territorios donde una institución religiosa poseía derechos
señoriales. Los problemas surgían cuando los oficios de la jurisdicción eran
confiados a eclesiásticos, que se oponían a la acción de los fiscales regios, o
recurrían a censuras eclesiásticas para hacer efectivo su poder, aún en causas que
se consideraban profanas38. Durante el pontificado Borja los reyes reaccionaron
con particular decisión en agosto de 1493 contra la intromisión en asuntos
temporales de los jueces eclesiásticos del obispado de Cuenca (cuyo titular era el
cardenal Rafael Riario), a los que se acusaba de coartar la actuación de la justicia
real “por temor de las censuras eclesiásticas”39. Los casos tuvieron que repetirse ya
que los reyes volvieron a tomar cartas en el asunto en 1500 mediante una
pragmática promulgada en Sevilla el 23 de junio de aquel año dirigida a los obispos
y abades de Galicia, que en enero de 1502 se extendió a todos los señores
eclesiásticos de sus reinos40.
Es interesante resaltar que el problema no se reducía un enfrentamiento de
poder, sino a una auténtica voluntad de orden público que exigía una correcta
distinción de los planos civil y eclesiástico. Los reyes reconocían a los obispos y
abades que tenían vasallos la existencia de una jurisdicción temporal sobre los
mismos, pero en el ejercicio de esta jurisdicción temporal los reyes advertían que
se debía proceder “como jueces temporales y no como jueces eclesiásticos”,
reservando la apelación de todos estos casos “para las nuestras chancillerías”.
Habiendo deliberado en Consejo, los reyes mandaban que para ejercer la
jurisdicción temporal se eligieran personas legas —que no tenían excusa del
privilegio de fuero para sustraerse a la autoridad real—, o que si se eligiesen a
clérigos, nunca pudieran éstos proceder con armas espirituales. Estos tribunales
tenían que seguir el derecho procesal real y tener en cuenta el trámite de los
tribunales reales, ante los cuales los laicos tenían siempre la capacidad de apelar41.
De esta forma, los reyes estaban tratando de establecer el principio
organizativo de que a los clérigos sólo les correspondían las funciones de
36 Cfr. NIETO SORIA, J. M., La política eclesiástica de los Reyes Católicos…, p. 13.
37 Cfr. ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., p. 175.
38 La intromisión de jueces eclesiásticos en causas profonas “en que según derecho no tienen
poder ni jurisdiçion” ya había sido denunciada en las Cortes de Madrigal, y una ley emitida el 27 de
diciembre de 1477 —pero recogiendo legislación anterior de Juan II— había prohibido a los
tonsurados el desempeño de oficios seglares; CARANDE, R., y CARRIAZO, J. de M. (eds.), Tumbo de los
Reyes Católicos del Concejo de Sevilla, vol. II, Sevilla 1968, pp. 31-32.
39 GÓMEZ MAMPASO, M. V., Un caso de conflicto entre la jurisdicción real..., pp. 305 y ss.
40 Ibidem, p. 306.
41 AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 590-592.
590 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
soberanía espiritual y las temporales sólo a los laicos. En este sentido deben
entenderse las disposiciones que adoptó la Corona en 1489, y después en 1503,
según las cuales ningún juez superior o penal (alcalde mayor) podía ejercer de
abogado en los procesos temporales, excepto en litigios que afectaran a la Iglesia,
sus beneficios y sus vasallos, a sus padres o a los pobres42. Tampoco podían los
escribanos públicos eclesiales, los notarios apostólicos y cualquier otro escribano
que fuera clérigo, ejercer su cargo en asuntos temporales, y por tanto los
documentos expedidos por ellos no tenía ningún valor civil. Los reyes pretendían
de esta manera alejar de los cargos públicos a los clérigos, ya que éstos podían
sustraerse en cualquier momento al control del rey mediante su privilegio de fuero.
A pesar de las medidas para distinguir los ámbitos de jurisdicción hubo
casos durante el pontificado de Alejandro VI en que los pleitos tuvieron que
dirimirse en la Curia romana. La postura de la Santa Sede fue la de facilitar la
capacidad de apelación a sus tribunales, como muestran las dos bulas promulgadas
por Inocencio VIII el 25 de enero de 1491, y por Alejandro VI el 13 de abril de
1502, condenando todo estorbo de las relaciones judiciales con los tribunales
romanos43. Un ejemplo paradigmático de ello fue el proceso que el cabildo de
Toledo —liderado por Alfonso de Albornoz y Álvaro Pérez de Montemayor—
trató de llevar a Roma en abril de 1496, “a decir al Santo Padre como los Reyes
nuestros señores facian lo que querian”, o bien, “para pleitear con Sus Altezas e
con el Arçobispo, para que dicho Arçobispo no fuese arçobispo de Toledo”44.
Las razones de este movimiento de protesta liderado por el cabildo de
Toledo no son claras. J. García Oro estima que los descontentos se debían al peso
excesivo que había supuesto para el clero el reciente subsidio exigido por la
Corona y aprobado por el papa. L. Suárez piensa que las acusaciones se dirigían
contra los reyes por pretender suprimir la inmunidad eclesiástica, sometiendo a los
clérigos al nivel de simples pecheros y al rigor de la ley civil45. Los reyes se
enteraron de las gestiones urdidas por el cabildo de Toledo, y enviaron una galera
real que ganó la delantera a la de Albornoz sin que éste pudiera percatarse. Los
agentes reales arribaron al puerto de Civitavecchia con el tiempo suficiente para
prevenir a Garcilaso de la Vega, que se personó inmediatamente en el puerto
pontificio. Al desembarcar Albornoz, el embajador pudo sin dificultad, y con el
mayor disimulo, detener a la comisión de representantes y remitirlos prisioneros a
Castilla. El día 23 envió un correo al arzobispo excusándose de no dar más detalles
42 Nueva Recopilación..., libro II, título 5, ley 17; título 16, ley 15; libro IV, título 25, ley 19-20;
“porque no tengo aquí su letra, que estos señores de vuestro Cabildo me facen aca
andar en almogaravia”46.
Los reyes quisieron castigar semejante rebelión y mandaron a Garcilaso que
obtuviera del papa una sanción para el cabildo toledano. Alejandro VI parecía
estar dispuesto a ello pero, tras unos días de interrupción por indisposición del
embajador, el pontífice cambió de opinión mostrándose reacio a satisfacer diversas
súplicas españolas47. A Garcilaso le pareció todo aquello fingimiento del papa, y se
cruzaron palabras violentas que salpicaron al arzobispo Cisneros. Finalmente
Garcilaso decidió resolver la cuestión interviniendo sobre los beneficios de los
acusados. Era una vía menos severa que la que se planteó en un primer momento,
pero que en el fondo llegaría a los mismos resultados; se trataba de que “Su
Santidad mandase, fasta en numero de diez o doce, que, dandoles equivalencia en
otra parte, dejasen lo que alli tienen”, de manera que “al menos parescera bien que
si alguno de aquellos han deservido que vean en toda España que Vuestras Altezas
les hacen dejar sus bienes”48.
El papa aceptó la propuesta y ofreció a los reyes la posibilidad de resolver el
asunto en Roma o en Castilla, a lo que Garcilaso respondió eligiendo la segunda
opción. Pero el papa —en una de su típicas maniobras políticas del do ut des—
pidió a Garcilaso que “escribiese a sus altezas que les pluguiese que dando
equivalençia por el abadia de Valdina la pluguiese sacar para el duque [de
Gandía]”. Garcilaso no entendió muy bien la maquinación borgiana y tuvo que
pedir consejo al cardenal Juan López, a quien el papa tampoco clarificó el asunto
“mas que no lo dexase de escrevir”. Al final, la mediación del pontífice y de
Cisneros ahorró a los prebendados toledanos la sanción prevista, lo que manifiesta
la efectividad del recurso a Roma.
Como conclusión a lo expuesto en este capítulo podemos decir que los
reyes, sin dejar de erigirse en garantes de las inmunidades eclesiásticas,
procedieron a una limitación pública de éstas en lo que consideraban
intromisiones en el ámbito civil. En el fondo estas medidas político-eclesiásticas
eran de carácter defensivo. Con la progresiva asunción de competencias de la
Corona, los reyes intentaban recortar un conjunto de privilegios y exenciones
eclesiales, que más que garantizar a la Iglesia una zona de seguridad, le
proporcionaban un ámbito de influencia meramente temporal con consecuencias
46 Ibidem, p. 82.
47 Así lo relata Garcilaso a los reyes en carta fechada el 8 de noviembre de 1499, que J. García Oro
considera mal datada; BNM, Ms. Reservado, 18.691, fol. 132; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros...,
vol. I, p. 84; se trata de la misma carta que, conservando la fecha de 1499, se encuentra transcrita en
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. V, pp. 435-438. El análisis del contenido del
documento nos induce a pensar que la fecha correcta es la de 1496, ya que Garcilaso abandonó
Roma en julio de 1499.
48 Ibidem, p. 436.
592 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
49 AGS, Estado-Roma, leg. 847, no 24 y 93; editado por VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado y la
monarquía de Juan II de Castilla (1406-1454) en un inventario de documentación pontificia de los Reyes Católicos,
«En la España Medieval», 23 (2000), pp. 137-187; el Libro en que están compiladas algunas bullas y todas
las pragmáticas, Estanislao Polono, Alcalá de Henares 1503; en NORTON, F. J., A Descriptive Catalogue
of Printing in Spain and Portugal, 1501-1520, Cambridge 1978, n. 4.
50 Cfr. ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., p. 199.
51 Cfr. MALDONADO, J., Los recursos de fuerza en España. Un intento para suprimirlos en el siglo XIX,
«Anuario de Historia del Derecho Español», 24 (1954), pp. 281-380, especialmente pp. 280-290; ver
también el ponderado análisis de ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 317-347.
52 Novísima Recopilación..., libro IV, título 1, ley 3.
CONCURRENCIA Y CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN 593
decisiones, el poder regio recurrió al medio legal del recurso de fuerza, que se
activaba cuando se solicitaba del rey que alzase la fuerza de los jueces de los
señoríos que se habían extralimitado en su procedimiento jurídico. Tal legislación
fue contemplada por los jueces eclesiásticos como una pretensión inadmisible que,
en no pocas ocasiones, suponía un menoscabo jurídico material de la jurisdicción
eclesiástica.
Desde esta óptica el recurso a la fuerza podía contemplarse como una
“intromisión” del poder civil en la esfera de lo propiamente eclesiástico, sin
embargo la Corona lo consideraba un medio para garantizar los derechos de sus
súbditos frente a abusos jurisdiccionales53. De hecho, el recurso de fuerza suponía
reconocer al que se consideraba perjudicado o agraviado por el fallo de un tribunal
eclesiástico el derecho de apelar del mismo ante los tribunales reales, ya sea a
través de su Consejo o de las Audiencias, para que éstos, sin entrar en el fondo del
asunto, y atendiendo sólo a posibles vicios de procedimiento, revocasen la
sentencia del tribunal eclesiástico y dictasen otra, o bien, confirmasen aquélla. Por
ello, Pérez-Prendes entiende que constituían una clara garantía del súbdito, que la
Corona utilizaba también —añadimos nosotros— como medio defensivo de su
jurisdicción frente a los tribunales eclesiásticos54.
En el informe redactado en 1497 por el doctor Angulo —miembro del
Consejo Real— se exponen las circunstancias en las que se desencadenaba el
recurso a la fuerza: se trataba de situaciones en las que el Consejo Real o las
Audiencias exigían a los tribunales eclesiásticos que no obstaculizasen el recurso
de una justa apelación a un tribunal superior, o que alzasen la fuerza, y también las
censuras, lanzada contra la parte que requería dicha apelación. Por tanto, el poder
real utilizaba el recurso de fuerza como un medio legal desarrollado, no para
combatir la rectitud legal material de las sentencias de los tribunales eclesiásticos,
sino su corrección legal formal de los tribunales eclesiásticos basándose en los
principios de derecho procesal, subsumidos entonces en el concepto procesal de
hacer fuerza, el principio de competencia en los litigios de los laicos y el principio de
derecho natural, de que a las partes normalmente les corresponde siempre el
derecho de apelación, también en litigios entre personas eclesiásticas55. Con ello la
Corona lograba ejercer un control sobre la jurisdicción interna de la Iglesia,
limitando sus competencias e inspeccionando su sistema judicial.
El paso definitivo se dio con la promulgación, el 9 de junio de 1500, de la
pragmática que establece los recursos de fuerza como derecho legítimo de la
justicia real para actuar contra las intromisiones jurisdiccionales de los tribunales
56 Novísima Recopilación..., libro III, título 6, ley 16; debería por tanto corregirse la atribución a
Carlos V de la primera pragmática sobre el recurso de fuerza, en ROUCO VARELA, A. M., Estado e
Iglesia..., p. 320.
57 Cfr. NIETO SORIA, J. M., Relaciones con el Pontificado..., p. 31.
58 Véase un antecedente de esta actitud en la amenaza que en 1457 presentó Alfonso V de Aragón
a Calixto III de retirar a sus embajadores si no recibía a su procurador; NAVARRO SORNÍ, M., De
Calixto III a Alejandro VI: los Borja de Xàtiva a Roma, «Aula de Humanidades y Ciencias de la Real
Academia de Cultura Valenciana», Serie Histórica, 22 (2001), pp. 170 y ss.
59 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. I, p. 263, y 267.
60 El ambiente de indignación que se respiraba en la Corte española por aquellas fechas queda
reflejado en la crónica oficial de Hernando del Pulgar, que también recoge en términos más
generales las medidas de fuerza adoptadas por los reyes; PULGAR, H., Crónica..., p. 362; pensamos
que Isabel moderó estas medidas de fuerza ya que, después de su fallecimiento, Fernando llegó a
plantearlas en términos más duros, como hizo en 1507 al comentar a Julio II: “estamos muy
determinados, si Su Santidad no revoca los autos luego [...] de le quitar la obediencia de todos los
reinos de Castilla y Aragón”; en LADERO QUESADA, M. Á., La España de los Reyes Católicos..., p. 254.
CONCURRENCIA Y CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN 595
61 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 160r; también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El
col. 531.
64 Véase la obra clásica de LA FUENTE, V. DE, La retención de bulas en España ante la historia y el
Dottrine e istituzioni politiche medievali e moderne. Raccolta, Roma 1979, pp. 294-295.
70 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. I, pp. 170-171.
71 Ibidem, p. 173.
72 LLORCA, B., Bulario pontificio..., p. 85.
73 AGS, Registro General del Sello, fols. 203, 207 y 244; NIETO SORIA, J. M., Las relaciones Iglesia –
Estado..., p. 747; ver también SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. II, p. 324.
CONCURRENCIA Y CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN 597
documento de la Curia relativo a la provisión de beneficios; CAUCHIES, J.-M., Eglise et droit public dans
le Pays-Bas au seuil des Temps modernes: la Curie romaine et les premiers Habsbourg (1484-1500), en Eglise et
pouvoir politique. Actes des Journées internationales d’Histoire du Droit d’Angers (30 mai -1er juin 1985), Angers
1987, pp. 193-209.
75 Véase la fundamentación jurídica de algunos consejeros en DE DIOS, S., Gracia, merced y
85 NIETO SORIA, J. M., La capilla real..., pp. 22-26; algunos privilegios horíficos y jurisdiccionales
otorgados al capellán mayor durante el reinado de Juan II en VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado
y la monarquía de Juan II..., p. 151 y 171.
86 Cfr. NIETO SORIA, J. M., Iglesia y génesis..., p. 344; ID., Les clers du roi et les origines de l’état moderne en
Castille: propagande et legitimation (XIIIème-XVème siècles), «Journal of Medieval History», 18 (1992), pp.
297-318.
87 Las constituciones han sido editadas por GARCÍA ORO, J., Las constituciones de los Reyes Católicos...,
pp. 283-326; los Reyes Católicos fundaron también capillas adscritas a catedrales cfr. GALLEGO
BURÍN, A., La Capilla Real de Granada, Granada 1931; varios documentos referidos a la Capilla Real
de Granada son enunciados en PRIETO CANTERO, A., Casa y descargo..., pp. 385-389; los datos del
personal se han extraido de DOMÍNGUEZ CASAS, R., Arte y etiqueta de los Reyes Católicos. Artistas,
residencias, jardines y bosques, Madrid 1993, pp. 213-216. Para hacerse una idea de su magnitud, quizá
pueda compararse esta cifra con la que nos proporciona la fuente, algo más temprana, del Lliber Regie
Capelle que redactó el deán de la capilla real inglesa, según la cual ésta contaba con 49 miembros a
mediados del siglo XV; cfr. ROBIN, F., Les chapelles seigneuriales et royales françaises au temps de Louis XI,
en La France de la fin du XVe siècle. Renouveau et Apogée, París 1985, pp. 237-252. Para todo lo
relacionado con el servicio musical de la capilla cfr. ANGLÉS, H., La música en la Corte de los Reyes
Católicos, Madrid 1941; LLORENS CISTERÓ, J. M., La música en la casa del príncipe don Juan y en la de las
infantas de Aragón y de Castilla, «Nassarre», 9/2 (1993), pp. 155-172; KNIGHTON, T., Fernando el Católico
y el mecenazgo musical de la corte real aragonesa, «Nassarre», 9/2 (1993), pp. 27-51; ID., Música y músicos en
la corte de Fernando el Católico, 1474-1516, Zaragoza 2001; AGUIRRE RINCÓN, S., La música en la época de
Isabel la Católica: la Casa Real como paradigma, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Arte y cultura en la época
de Isabel la Católica, Valladolid 2003, pp. 281-321.
88 Lista fechada en 1498-1499; AGS, Casa y Sitios Reales, leg. 5, sin foliar; en ANGLÉS, H., La música
90 FITA, F., Concilios españoles inéditos..., p. 218; la petición de los reyes contaba con el precedente de
ciertos privilegios obtenidos por Juan II, como el de celebrar Misa a puertas abiertas y a campaña
tañida incluso en lugar de entredicho; cfr. VILLAROEL GONZÁLEZ, O., El papado y la monarquía de
Juan II..., p. 150.
91 Bula Regis Regum, 4 agosto 1486; ASV, Registri Vaticani, 685, fol. 58; AZCONA, T. DE, La elección y
reforma..., p. 289.
92 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 124.
93 Cfr. SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Isabel I, reina..., p. 359.
94 Véase todo lo expuesto en el capítulo anterior sobre el juez de apelaciones.
95 En SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 397-398.
602 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
caso dispensable, lo qual non se puede fazer syn dispensaçion apostolica”104. Por
ello solicitaban del papa que otorgara facultades al capellán mayor de su Corte
para dispensar los vínculos de parentesco que ya les había concedido Inocencio
VIII para veinte damas, lo que fue otorgado por Alejandro VI por la bula Magna
fide constantia fechada 27 julio 1493105. En aquel mismo verano los reyes obtendrían
la autorización pontificia para casar a los infantes con parientes en grado
prohibido por las leyes canónicas106.
Documentos referentes a las relaciones con Portugal durante el reinado de los Reyes Católicos, vol. II, Valladolid
1960, pp. 411-412.
605
1 Una visión general del tema en GARCÍA ORO, J., La reforma de la Iglesia en España durante el reinado
de los Reyes Católicos (1475-1517), en KOHLER, A., y EDELMAYER, F. (eds.), Hispania-Austria..., pp.
115-125; ID., La reforma de la Iglesia y la Monarquía Española, en El Tratado de Tordesillas y su época,
Congreso Internacional de Historia, Madrid 1995, pp. 661-679; VILLALBA RUIZ DE TOLEDO, F. J., La
Corona de Castilla y su participación en la reforma eclesiástica del siglo XV, en Actas del I Congreso Internacional
de la Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 79-84; ver también su elenco bibliográfico en ID.,
Repertorio bibliográfico de la reforma eclesiástica castellana en el siglo XV, «Hispania Sacra», 45 (1993), pp.
503-517; RUBIAL GARCÍA, A., Isabel la Católica y los movimientos religiosos en España durante su reinado. Su
impacto en América, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica y la política..., pp. 351-362;
CANTERA MONTENEGRO, M., Las órdenes religiosas, en LADERO QUESADA, M. Á., (coord.), El mundo
social de Isabel la Católica…, pp. 113-126; sobre la situación de las órdenes religiosas en Italia durante
el pontificado Borja cfr. PENCO, G., Storia del monachesimo in Italia. Dalle origini alla fine del Medioevo,
Milán 1983; ZARRI, G., Aspetti dello sviluppo degli Ordini religiosi in Italia tra Quattro e Conquecento. Studi e
problemi, en PRODI, P., y JOHANEK, P. (dirs.), Strutture ecclesiastiche in Italia e in Germania, Bolonia 1984,
pp. 207-258; para el ámbito francés sigue siendo fundamental IMBART DE LA TOUR, P., Les origines de
la Reforme, Melun 1946.
2 Desde esta perspectiva véase MARAVALL, J. A., Estado moderno y mentalidad social..., vol. I, p. 218; y
NIETO SORIA, J. M., Iglesia y génesis del Estado Moderno..., pp. 381-390.
3 GARCÍA ORO, J., La reforma de la Iglesia en España..., p. 115.
4 Aunque el tema de la reforma de las órdenes religiosas afecta a toda la política eclesiástica de los
Reyes Católicos ha sido tratado de manera monográfica y con amplio aparato documental por
GARCÍA ORO, J., La reforma de los religiosos españoles en tiempo de los Reyes Católicos, Valladolid 1969; ID.,
606 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
Cisneros y la reforma del clero español en tiempo de los Reyes Católicos, Madrid 1971; una síntesis de estos
trabajos puede verse en ID., Conventualismo y Observancia. La reforma de las órdenes religiosas en los siglos
XV y XVI, en GARCÍA-VILLOSLADA, R. (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. III-1: La Iglesia en la
España de los siglos XV y XVI, Madrid 1980, pp. 211-349; recientemente ID., y PORTELA SILVA, M. J.,
Los monasterios de la Corona de Castilla en el reinado de Carlos V. ¿La reforma o la institución?, Santiago 2001;
sigue siendo una mina de datos para el tema que tratamos el trabajo de MESEGUER FERNÁNDEZ, J.,
La bula Ite Vos (29 de mayo de 1517) y la reforma cisneriana, «Archivo Ibero-americano», 18 (1958), pp.
257-361; ver también el capítulo dedicado a la reforma en AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 703-774; las
reflexiones de carácter general de DIAGO HERNANDO, M., La reforma de los monasterios riojanos en
tiempos de los Reyes Católicos, «Hispania Sacra», 44 (1992), pp. 667-697; y los trabajos sobre las
iniciativas cisnerianas de SAÍNZ RODRÍGUEZ, P., La sombra mística del cardenal Cisneros y las reformas de la
iglesia, Madrid 1979; OLIN, J., Catholic Reformation from Cardinal Ximenes to the Council of Trent 1495-
1563, Nueva York 1990.
5 En síntesis, el movimiento de la observancia nace como un impulso a vivir la perfección religiosa
7 El texto de las instrucciones se encuentra recogido en CODOIN, vol. VII, pp. 539-571.
8 AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 721. Vuelve al tema aclarando que “no lo vemos como una dejación
de jurisdicción en laicos, sino como una valiosa corresponsabilidad de los Reyes en un aspecto
socioreligioso de sus reinos”; en ID., Relaciones de Rodrigo de Borja…, p. 47.
9 Un comentario a las intrucciones de esta negociación en GARCÍA ORO, J., Conventualismo y
Observancia..., pp. 271-272; y AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 156 y ss.
10 Las fundadas razones contra del régime electivo en AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 725-726.
11 Lo ha recordado DIAGO HERNANDO, M., La reforma de los monasterios…, p. 668.
12 CANTERA MONTENEGRO, M., Las órdenes religiosas…, pp. 119-120.
608 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
13 Sobre los avances de la reforma en los monasterios gallegos cfr. RÍOS RODRÍGUEZ, Ma. L., La
preparación de la reforma de Galicia. Alonso Carrillo de Albornoz y la diócesis auriense en 1489, «Espacio,
Tiempo y Forma. Historia Medieval», 12 (2000), pp. 325-339.
14 Esta es la opinión de AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 748-748.
15 Pueden verse algunas copias de esta bula en ASV, Registri Vaticani, 689, fols. 129r-130v; ASV,
A.A., Arm. I-XVIII, 4173, fols. 52r-54v; se repite muchas veces en los nombramientos de los
reformadores, por ejemplo en ACA, Reg. 3569, fol. 189; una lectura benevolente del breve en
GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 46-47.
16 En SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, pp. 395-396.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 609
en aquel tiempo— para fray Bernardo de Boil como vicario pontificio para la
evangelización de las Indias17.
Resulta altamente significativo que la petición de la “bulla para la
reformaçion de los monesterios de frayles” (expresión subrayada en el original),
venga inmediatamente después de la concesión de Valencia y Valldigna a César
Borja, tan ansiada por Alejandro VI y tan rechazada por reyes desde el comienzo
de su pontificado18. Consecuencia de las gestiones de López de Haro fue la
expedición de la bula Quanta in Dei Ecclesia (27 de julio de 1493), en la que
Alejandro VI, informado de la vida nada ejemplar que llevaban los religiosos
españoles de ambos sexos y deseando satisfacer las justas peticiones de los reyes,
encarga al arzobispo de Mesina —Martín Ponce—, y a los obispos de Coria y
Catania —Jiménez de Préxamo y Carrillo de Albornoz— “reformare, corrigere et
emendare” todos los monasterios y conventos de Castilla, Aragón y de todos los
dominios de los reyes; éstos contaban además con la autorización de castigar
debidamente los abusos, dar las ordenaciones convenientes, privar de sus oficios y
dignidades a los indignos, y transferir —con licencia de sus superiores— los
religiosos reformados de otros monasterios a las casas que reformasen19.
Con este nuevo documento se lograban paliar algunas deficiencias que el
primer breve no contemplaba, como las relativas al régimen temporal y electivo de
los monasterios, la obligación de que los comisionados realizasen la reforma por sí
mismos, la imprecisión respecto al cambio de jurisdicción de las casas reformadas,
etc. La bula tenía también algunos inconvenientes, como el de que la facultad de
reforma no recayese en los reyes, sino en los tres prelados, razón por la cual
volvieron a pedir otra bula semejante y corregida que permitiese visitar y reformar
los monasterios a cada uno de los prelados por separado o por medio de sus
delegados, ya sean “prelatos vel viros sanae et timoratae conscientiae et
integritatis”20. Tampoco admitía el documento la posibilidad de cambiar la
jurisdicción de las casas reformadas del régimen conventual a la Observancia, lo
que concedió el pontífice a través del breve Dudum certis del 18 de julio de 1494,
siempre y cuando los conventuales quisiesen reformarse o consintiesen en que los
conventos fuesen entregados a los observantes21. Para ello el Papa derogaba las
precedentes bulas de concordia que otros pontífices habían concedido
anteriormente.
154-157.
20 Carta de Fernando a Carvajal exponiendo los defectos de la bula en LA TORRE, A. DE,
A pesar de estos defectos, J. García Oro considera que la bula Quanta in Dei
Ecclesia fue en adelante la norma por la que se rigió una reforma que comenzó por
los monasterios femeninos de Cataluña, y pasó luego a Aragón, Valencia y
Mallorca22. Ante la multiplicación de los procesos y apelaciones que llegaban a
Roma contra los visitadores aragoneses, los reyes pidieron reiteradamente al
pontífice que estos procesos se tramitasen y decidiesen en sus reinos por un
tribunal eclesiástico designado por ellos; la razón que daban es que “ha parecido
aquí que el breve y poder que nos tenemos de Su Santidad no se extiende para que
[por] las dichas personas por nos nombradas [los reformadores] se pueda evocar
tales causas o pleitos”. La autorización pontificia nunca llegó y los procesos se
multiplicaron en la Curia romana, donde se ocuparían de ellos los cardenales
Oliviero Carafa —protector de los dominicos y accesible a los requerimientos de
los reyes— y Jorge Costa, protector de los franciscanos conventuales y receloso de
la política reformadora de los monarcas23. En julio de 1494 los reyes se mostraban
cada vez más exasperados y aseguraron al papa que, si la reforma no se autorizaba
la Santa Sede debía llamar a Roma a los reticentes, y si ésto no se hacía ellos se
mostraban dispuestos a expulsarles por su propia autoridad24.
Con el objeto de resolver los pleitos que surgían como consecuencia de la
reforma, los reyes abrieron en su cancillería una sección especial que era regentada
por el secretario Coloma y, en su defecto, Ruiz de Cálcena, mientras en Roma se
encargaba de la tramitación oficial Bernardino López de Carvajal y especialmente
Juan Ruiz de Medina, a quien Fernando encomendaba en 1496 “las cosas de las
reformaciones [...] porque entiendo lo fazes con la diligencia que conviene”25. Los
reyes también contaron con la colaboración de sus embajadores en Roma —
Garcilaso de la Vega, Lorenzo Suárez de Figueroa y Francisco de Rojas—, y con
22 Sobre la reforma de las órdenes femeninas en Cataluña cfr. AZCONA, T. DE, Reforma de las
clarisas de Cataluña en tiempo de los Reyes Católicos, «Collectanea Franciscana», 7 (1957), pp. 5-51; ID.,
Paso del monasterio de Santa Clara de Barcelona a la regla benedictina, «Collectanea Franciscana», 38 (1968),
pp. 78-134; ID., Reforma de religiosas benedictinas y cistercienses de Cataluña en tiempos de los Reyes Católicos,
«Studia Monastica» 9 (1967), pp. 75-167.
23 Cfr. AZCONA, T. DE, Reforma..., pp. 19-20.
24 Instrucciones de Isabel y Fernando a Garcilaso de la Vega, 17 julio 1494; documento
comentado por MCPHEETERS, D. W., Una carta desconocida de los Reyes Católicos a su embajador en Roma,
Garcilaso de la Vega, en CRIADO DEL VAL, M. (dir.), Literatura hispánica, Reyes Católicos y descubrimiento,
Barcelona 1989, pp. 388-393.
25 Cit. en AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 742; la confianza que manifestaba el rey Fernando a Ruiz de
Medina se manifiesta también en las palabras que le dirigía cuando el obispo de Cartagena tuvo que
salir en defensa de la reforma de los reyes ante las críticas que arreciaron en la Curia a finales de
1497: “Tengoos en mucho servicio lo que pasastes con el Papa sobre lo de la reformación y las
respuestas que fezistes a lo quel Cardenal de Portogal dixo a Su Beatitud”; carta del rey a Ruiz de
Medina, 8 diciembre 1497; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. IV, pp. 564-565.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 611
Isabel..., p. 741.
28 ASV, Registri Vaticani 873, fol. 473v; en GARCÍA ORO, J., La reforma de los religiosos..., pp. 178-179.
29 Sobre la actividad reformadora de la Observancia de San Benito ver los trabajos de COLOMBÁS,
G. M., y GARCÍA GOST, M., Estudios sobre el primer siglo de San Benito de Valladolid, Montserrat 1954;
RIVERA, J. (dir.), VI Centenario. Monasterio de San Benito el Real. 1390-1990, Valladolid 1990;
COLOMBÁS, G. M., Un reformador benedictino en tiempo de los Reyes Católicos: García Jiménez de Cisneros,
abad de Montserrat, Montserrat 1955; ZARAGOZA PASCUAL, E., Los generales de la Congregación de San
Benito de Valladolid, vol. I: Los priores (1390-1499); vol. II: Los abades trienales (1499-1568), Silos 1975-
1976; ID., Abadologio del Monasterio de San Benito el Real de Valladolid (1390-1835), «Investigaciones
Históricas», 23 (2003), pp. 210-215; un caso bien estudiado en CANTERA MONTENEGRO, M., La
incorporación de Santa María de Nájera a la Congregación de San Benito de Valladolid (1496-1513), en
Homenaje a la memoria del prof. Dr. Emilio Sáez, Barcelona 1989, pp. 513-529.
612 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
30 La peculiar predilección del papa Borja por esta prestigiosa abadía se pone de manifiesto en los
documentos recogidos por BARAUT, C., El Papa Alexandre VI i el monestir de Santa Maria de Montserrat,
«Studia Monastica», 36-1 (1994), pp. 41-67.
31 Véase el trabajo de Colombás sobra García de Cisneros, y la biografía de fray Juan de San Juan
de Luz en ZARAGOZA PASCUAL, E., Tratado del Espiritu Santo, Zamora 1978, pp. 7-11.
32 En BARAUT, C., El Papa Alexandre VI…, pp. 42 y ss.
33 Los interesantes interrogatorios de los visitadores sobre el uso de los bienes y las rentas de cada
monasterio, la vida de piedad de sus monjes, y la calidad moral del administrador en ZARAGOZA
PASCUAL, E., Documentos inéditos sobre la Reforma de los Monasterios Benedictinos Gallegos (1493-1513),
«Compostellanum», 44 (1999), pp. 77-103; otros casos en ID., Documentos inéditos sobre la Reforma de los
Monasterios Benedictinos Gallegos (1496-1499), «Estudios Mindonienses» 14 (1998), pp. 807-844; Proceso
de reforma contra el abad de Samos y Monforte (1498-1499), «Estudios Mindonienses» 16 (2000), pp. 421-
465.
34 En 1499 un colaborador del procurador general de la Observancia en Roma —fray Martín de
35 Cfr. ZARAGOZA PASCUAL, E., Los generales de la Congregación…, vol. I, pp. 210-212; la bula en pp.
267-272.
36 Ibidem, vol. I, pp. 222-223.
37 Ibidem, vol. II, pp. 41-43.
38 Instrucciones de los reyes a Lorenzo Suárez de Figueroa, 5 mayo 1500; ZARAGOZA PASCUAL,
E., Los generales de la Congregación…, vol. II, pp. 54-55. El papa accedió a estas peticiones en bula
emitida el 2 de marzo de 1501; Ibidem, p. 64.
39 Cfr. MATÉ SADORNIL, L., Silos dentro de la Congregación benedictina de Valladolid en los siglos XVI-
XVIII, en Silos. Un milenio, vol. II: Historia, Burgos 2003, pp. 297-320.
614 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
40 Sobre la situación de la orden en Castilla cfr. PÉREZ EMBID WAMBA, J., El Cister en Castilla y
León. Monacato y dominios rurales (siglos XII-XV), Valladolid 1986, pp. 706-717; PASCUAL, F. R. DE, Los
orígenes de la Congregación de Castilla. Documentación, «Cistercium», 199 (1994), pp. 765-814; la
encomienda de César en ASV, Registri Vaticani, 772, fols. 1-2; ver también GARCÍA-OLIVER, F.,
Cistercencs del País Valenciá. El monestir de Valldigna (1298-1530), Valencia 1998.
41 Cfr. COLOMBÁS, G. M., Un reformador benedictino en tiempo de los Reyes Católicos..., pp. 145-180;
los trabajos de VILARRUBIAS FÉLIO, A., Los franciscanos en España y en la corte de los Reyes Católicos,
«Estudios Franciscanos», 58 (1957), pp. 227-245; MESEGUER FERNÁNDEZ, J., Franciscanismo de Isabel
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 615
particular predilección era conocida por el propio Alejandro VI, a quien informaba
su nuncio Desprats el 15 de marzo de 1494 que, siempre que había ido a la Corte,
había encontrado no menos de media docena de observantes franciscanos en
ella43. Desde el primer momento los reyes actuaron enviando a los observantes a
reformar las casas de los conventuales, no sin que mediaran ciertas violencias44.
En Atienza, por ejemplo, éstos llegaron a recurrir a Alejandro VI quejándose por
la injusticia cometida, pero el papa —que estrechaba en aquellos momentos la
alianza con los reyes— envió un breve permitiendo a los observantes permanecer
en Atienza45. En otras ocasiones fueron los superiores de los conventos quienes
accedían a incorporarse a la Observancia solicitando para ello las necesarias
dispensas pontificias, como ocurrió por ejemplo en Ávila. Si era necesario, los
reyes podían esgrimir el breve Dudum certis iudicibus que permitía a cualquier casa de
conventuales pasar a la jurisdicción de los observantes.
Mientras en Castilla la Observancia desplazó a la Clausura —que quedó
reducida a dos grupos marginales en Galicia y Andalucía—, en Aragón convivió
con la sólida presencia de los conventuales46. Desde la atalaya romana los
embajadores notaron ciertas diferencias de criterio entre los reyes y Cisneros. En
1496, por ejemplo, Garcilaso escribía a los monarcas que “el papa me ha
rrespondido muy bien a lo quel rey nuestro señor me escrivio çerca del nombrar
los perlados para la reforma de aquellas dos Ordenes”, probablemente la
franciscana y la dominica47; sin embargo el embajador acusaba ciertas
contradicciones entre los memoriales enviados por el propio Cisneros y el de los
la Católica, «Archivo Ibero-Americano», 2ª época, 19 (1959), pp. 154-195; ID., Isabel La Católica y los
Franciscanos (1451-1476), «Archivo Ibero-Americano», 119 (1970), pp. 19-20; CASTRO, M. DE,
Confesores franciscanos en la Corte de los Reyes Católicos, «Archivo Ibero-Americano», 34 (1974), pp. 55-
126; ID., Juan de Argumanes, O.F.M. (1458?-1535). Sus relaciones con los Descalzos y sus escritos, «Archivo
Ibero-americano», 32/127 (1972), pp. 332-334. La actitud de Isabel enlazaba con una particular
predilección de los Trastámara por la Orden NIETO SORIA, J. M., Franciscanos y franciscanismo en la
política y en la Corte de la Castilla Trastámara (1369-1475), «Anuario de Estudios Medievales», 20 (1990),
pp. 109-131.
43 “La conclusio es que tot sen ho porten frares maravellarse hia Vostra Santitat del lloch que
tenen aquests frares observants ab Ses Majestats; may vag vegada a palacio que no y trobe mija
dotzena de dits frares”; despacho de Desprats a Alejandro VI, 15 marzo 1494; ASV, A.A., Arm. I-
XVIII, 5023, fol. 3r; FERNANDEZ ALONSO, J., Don Francisco des Prats..., p. 103.
44 Además de los estudios citados, sobre la reforma franciscana cfr. GARCÍA ORO, J., Reformas y
estudios sobre los franciscanos de España y Portugal según el «Regristrum Ordinis» (1488-1510), Madrid 1981;
GRAÑA CID, Ma. Mar, Franciscanismo reformista y sociedades urbanas en Galicia durante la Baja Edad Media,
en La Península Ibérica en la Era de los descubrimientos (1391-1492), vol. II, Sevilla 1991, pp. 999-1011.
45 AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 32; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., pp. 132-133.
46 Cfr. AZCONA, T. DE, Reforma de la provincia franciscana de la Corona de Aragón en tiempos de los Reyes
reyes, “lo qual deven mucho mirar quien haze los memoriales porque se despache
una vez y no tantas. Verdad es que este va mejor que el otro, mas algo se quito
que venia en el memorial”48.
Los problemas se agudizaron cuando los respectivos superiores generales
comenzaron a trabajar en Roma para detener una reforma que se le escapaba de
las manos. Las principales críticas procedían de los franciscanos conventuales que
se lamentaban ante Alejandro VI de la injusticia que se les hacía en España
arrebatándoles las casas contra todo derecho, a lo que el pontífice respondió —
según los editores de los Monumenta Ordinis— que nunca había sido su intención
traspasar sus casas a los observantes y que, por tanto, habían incurrido en censuras
cuantos obraron de otro modo. El 3 de noviembre llegó a Roma el rumor de que
los Reyes Católicos había promulgado un edicto por el que todos los frailes
conventuales de sus reinos debían pasarse a la observancia, lo que había
provocado la evasión de mil frailes a tierras africanas, donde había abrazado el
Islam49. Aparte de estos comportamientos escandalosos, se estaba poniendo en
duda que los reyes respetasen el consentimiento de los conventuales a la hora de
pasar sus casas a la observancia, única condición impuesta por el breve Dudum
certis iudicibus50.
Tales quejas suscitaron la indignación del procurador general de la Orden
franciscana, Egidio Delfini, y del Cardenal Protector, el portugués Jorge Costa.
Mientras el segundo multiplicaba sus quejas ante el pontífice, el primero envió a
algunos conventuales italianos a la Península Ibérica para que acompañasen a los
reformadores españoles en la visita de las casas. La desatención que recibieron
estos enviados incrementaron las críticas en el seno de la Curia, hasta el punto de
que Alejandro VI decidió suspender la bula Quanta in Dei Ecclesia e interrumpir la
actividad reformadora por el breve Ut imponatur finis dirigido a los reyes el 9 de
noviembre de 149751. J. García Oro considera que los biógrafos cisnerianos han
dado una importancia desmedida a este documento, considerando un “choque
espectacular” lo que en realidad fue una “simple fricción”. En realidad el breve
48 “Este breve que de alla vino ordenado para el arçobispo de Toledo, vienen en el algunas cosas
contrarias de lo que se ha demandado primero por el memorial de vuestras altezas, lo qual deven
mucho mirar quien haze los memoriales porque se despache una vez y no tantas. Verdad es que este
va mejor que el otro, mas algo se quito que venia en el memorial”; Ibidem, 437.
49 Cfr. SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 497.
50 La amarga queja de los reyes contra la atención que el pontífice dispensaba a los claustrales se
refleja en la carta del 8 diciembre de 1497; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. V, pp. 560-566.
51 García Oro llama la atención sobre la falsa datación que se dado a este documento en
52 En aquellos meses el papa miraba con recelo las conversaciones franco-españolas sobre la
llevaban instrucciones para solicitar al papa “la reformación de los monasterios de España a las
personas que el rey nombrase”; ZURITA, J., Historia..., fol. 157r.
618 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
57 Despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el Moro, 3 junio 1499; en
J., La reforma de los religiosos..., pp. 194-196. T. de Azcona cita por error a Carrillo de Albornoz como
tercer delegado; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 741.
60 Cfr. GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 196-197.
61 Cfr. DIAS, J., y DA SILVA, S., Correntes de sentimento religioso em Portugal (s. XVI a XVIII), vol. I,
62 Véanse las cartas enviadas por Boil en NÚÑEZ, L. M., Dos cartas interesantes..., pp. 436-443.
63 Cfr. CASTRO, M. DE, Proyecto de creación de un tercer vicario general para los franciscanos observantes de
España y sus posesiones, «Archivo Ibero-americano», 54 (1985), pp. 487-500.
64 Cfr. GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 204-217.
65 MESEGUER FERNÁNDEZ, J., La bula Ite vos..., pp. 277-278; GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma...,
pp. 214-215.
66 La anécdota de la reina la cuenta el biógrafo de Cisneros, Alvar Gómez de Castro; y las
discusiones con Cisneros se detallan en la obra de Juan de Vallejo; cfr. GARCÍA ORO, J., Cisneros y la
reforma..., pp. 210-216.
67 Carta 24 septiembre 1503; MESEGUER FERNÁNDEZ, J., La bula Ite Vos..., p. 330.
620 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
68 LEJARZA, F. DE, Orígenes de la descalsez franciscana, «Archivo Ibero-americano», 22 (1962), pp. 15-
131.
69 La carta de la reina a Carvajal solicitando esta gracia en TORRUBIA, Chrónica de la Seráphica
Religión del Glorioso Padre San Francisco de Asís, Madrid 1756, pp. 334-335.
70 Cfr. ORTEGA, J. L., Un reformador pretridentino: Don Pascual de Ampudia, obispo de Burgos (1496-
la influencia de Savonarola en la reforma dominica española cfr. ID., Las corrientes de espiritualidad entre
los dominicos de Castilla en la primera mitad del siglo XVI, Salamanca 1941.
72 El tema salió a relucir en el informe redactado por Ampudia para la preparación del V Concilio
73 Cfr. ÁLVAREZ, L., El movimiento observante agustino en España y su culminación en tiempo de los Reyes
Viterbo O.S.A. e il suo tempo. Atti del Convegno dell’Instituto storico agostiniano (Roma-Viterbo, 20-23 ottobre
1982), Roma 1983, pp. 27-41.
75 Como muestra de la especial predilección de Alejandro VI por esta orden, el papa les confió de
modo perpétuo el puesto honorífico de la sacristía de la capilla del palacio apostólico; cfr. PASTOR,
L. VON, Storia dei Papi…, vol. III, p. 481.
76 En AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 753.
77 GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 253-256.
78 Cfr. AZCONA, T. DE, Reforma de las clarisas en Cataluña..., pp. 5-51.
79 Cfr. AZCONA, T. DE, Nuevos documentos sobre la reforma del monasterio de Santa Clara de Pedralbes en
tiempos de los Reyes Católicos, «Estudios Franciscanos», 69 (1968), pp. 311-337; ver también las
instrucciones reales enviadas a Francisco de Rojas, 12 noviembre 1501; en LÓPEZ PITA, P., Francisco
de Rojas..., pp. 126-127.
80 Cfr. ALMELA Y VIVES, F., El monasterio de Jerusalem, Valencia 1941.
622 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
clarisas, contando con las facultades pontificias para introducir el régimen trienal
en los monasterios, o acrecentar los bienes de los conventos81. La propia reina
Isabel tenía en alta estima conventos como el de Calabazanos, al que enviaba a
damas de su corte gracias al breve que le concedió Alejandro VI el 28 de agosto de
149782.
Las resistencias procedieron de la Congregación de Santa Clara de
Tordesillas, que recurrió a Alejandro VI para defender su autonomía frente a los
intentos de Cisneros de someter los monasterios a la superioridad de los
observantes83. Bajo la protección de la reina Isabel se promovió el nuevo brote de
franciscanismo de las religiosas concepcionistas, fundadas por iniciativa de
Beatriz de Silva e instaladas en Toledo desde 148484. Tal vez por falta de medios
materiales se decidió unirlas con las benedictinas de San Pedro de las Dueñas
(Toledo) pero dotándolas de la regla de Santa Clara; medida que fue confirmada
por Alejandro VI por la bula Ex supernae providentia del 19 agosto de 1494, en la
que declaraba extinguida la Orden del Císter en el monasterio85.
Para la reforma de las cistercienses castellanas se nombró a fray Juan de
Cifuentes en 1495 y a fray Juan de San Juan, prior de San Benito de Valladolid. En
algunos casos particulares, como el monasterio de las Huelgas, los reyes tuvieron
que solicitar facultades especiales a Alejandro VI que les permitieran visitar el
monasterio86. En 1498 se encargó a fray Rodrigo de Valencia —prior de
81 Breve Cum sicut nobis, 21 mayo 1497; y breve Cum sicut pro parte, 31 mayo 1502; MESEGUER
FERNÁNDEZ, J., La bula Ite Vos..., pp. 327 y ss; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, pp.
215-216.
82 El breve Singularis devotionis permitía el ingreso de las damas enviadas por la reina, no obstante
Cisneros y la reforma..., pp. 380-381; ver también URIBE, A., Primer ensayo de reforma franciscana en España.
La Congregación de Santa María la Real de Tordesillas, «Archivo Ibero-americano», 45 (1983), pp. 217-
347.
84 Cfr. MESEGUER FERNÁNDEZ, J., Primeras constituciones de las concepcionistas franciscanas, «Archivo
Ibero-americano», 25 (1965), pp. 361-389; GUTIÉRREZ, E., Santa Beatriz de Silva. Primera biografía
comentada, Burgos 1990; OMAECHEVARRÍA, I., Orígenes de la Concepción de Toledo, Burgos 1976; ver los
trabajos de GARCÍA LOBO, V., Documentos en torno a la fundación de la Orden Concepcionista. Estudio
diplomático, en Actas del I Congreso Internacional de la Orden Concepcionista, vol. I, León 1990, pp. 119-140;
PRIETO PRIETO, A., Documentos en torno a la fundación de la Orden Concepcionista. Estudio jurídico, en Actas
del I Congreso..., pp. 141-146.
85 En OMAECHEVARRÍA, I., Orígenes..., pp. 101-106.
86 La reina conservaba en su biblioteca Los autos originales de la visita que de mandato de los Señores Reyes
Católicos mediante facultad del Papa Alejandro VI hizo del Real monasterio de las Huelgas de Burgos y del
Hospital del Rey[...] desde el martes primer día de abril del año MD hasta fines de Julio del mismo año; en
SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Libros, tapices y cuadros..., pp. 76-77.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 623
87 Cfr. PARADAS PENA, Ma. S., Pere García, obispo de Barcelona (1490-1505), y la reforma, en
MARTÍNEZ RUIZ, E., y SUÁREZ GRIMÓN, V. (eds.), Iglesia y sociedad en el Antiguo Régimen, III Reunión
científica Asociación española de Historia Moderna, vol. I, Las Palmas de Gran Canaria 1995, pp. 71-72.
88 Cfr. FOIS, M., I Papi e l'osservanza minoritica, en I Rinnovamento del Francescanesimo. L'Osservanza,
papel que desempeñará la nunciatura en la reforma de las órdenes religiosas en el siglo XVI; cfr.
BORROMEO, A., La nunziatura di Madrid, la Curia romana e la riforma postridentina nella Spagna di Filipo II,
en KOLLER, A. (dir.), Kurie und Politik. Stand und Perspektiven der Nuntiaturberichts forschung, Tubinga
1998, pp. 35-63.
624 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
90 Sobre el clero regular de esta época no abundan los estudios. Véanse las panorámicas generales
de AZCONA, T. DE, Reforma del episcopado y del clero de España en tiempo de los Reyes Católicos y de Carlos V,
en GARCÍA-VILLOSLADA, R. (dir.), Historia de la Iglesia en España, vol. III-1, La Iglesia en la España de
los siglos XV y XVI, Madrid 1980, pp. 115-210; BARRIO GONZALO, M., La iglesia peninsular de los Reyes
Católicos..., pp. 229-248; NIETO SORIA, J. M., El clero secular, en LADERO QUESADA, M. Á., (coord.),
El mundo social de Isabel la Católica…, pp. 94-111. Sobre el clero aragonés cfr. GARCÍA ORO, J., El clero
regular aragonés en el tránsito del siglo XV al siglo XVI, Valencia 1994.
91 Cfr. NIETO SORIA, J. M., El clero secular..., pp. 97-98.
92 Instrucciones a Francisco de Rojas 1500, AGS, Estado, leg. 847, fol. 53; AZCONA, T. DE, Isabel...,
p. 596.
93 FITA, F. (ed.), Concilios españoles inéditos..., pp. 217, 223-224 y 239-240.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 625
los catorce años debían jurar previamente que lo hacían con la intención de que
estos niños llegaran a ser clérigos en su día., y los chicos mayores de 14 años no
podían ser tonsurados por el obispo si no juraban ellos mismos que deseaban la
tonsura para poder recibir las ordenes sagradas a su debido tiempo. En su réplica a
los padres conciliares, los Reyes Católicos quisieron estrechar más el cerco en
torno a los clérigos revoltosos, exigiendo que a los clérigos que quisieran gozar del
privilegio de fuero no les estuviera permitido llevar armas en las poblaciones y
tampoco ser bandoleros, blasfemos públicos, asesinos, etc; solicitaban también
que no se permitiese a los niños menores de 11 años acceder a la tonsura bajo
ningún concepto, y que los obispos entregasen a cada clérigo un título de
ordenación para ser presentado a los jueces reales.
Los deseos de los reyes no fueron tomados en consideración, y en 1480 las
Cortes reunidas en Toledo recomendaron a los monarcas que pidieran al papa la
confirmación de las disposiciones de Sevilla, para que éste las impusiera a todo el
reino, incluyendo a los obispos y jueces eclesiales94. El pontificado de Alejandro
VI fue el momento elegido por los reyes para elevar esta petición, confiando en la
condescendencia del papa a sus deseos de reforma, y en la capacidad negociadora
de su embajador López de Haro. El señor de Vizcaya llevaba instrucciones
precisas para solicitar del papa que los obispos “non hordenen nin den facultad de
orden a ninguno de primera corona sy non jurarae el que ha de ser ordenado sy
fuere de hedad bastante para ello, e sy fuere menor de hedad lo juren sus padres
que sera clerigo”95. Atendiendo a esta súplica, el papa otorgó, el 27 de julio de
1493, la bula Romanum decet en la que no sólo se prescribía la corona y el hábito
clerical, sino que se daba autoridad a los reyes para proceder contra los clérigos
“facinerosos”, que no traían dichos hábitos y corona96; además, el papa concedía
la posibilidad de que los laicos juzgasen a los clérigos “de primera tonsura” que no
usasen hábito.
Los reyes escribieron a sus oficiales mayores para que presentasen la bula a
los prelados de cada diócesis y la hiciesen cumplir sin dilación. Las constituciones
de algunos sínodos revelan que los obispos apoyaron la política de la Corona
ordenando que no fueran recibidos por los jueces eclesiásticos ningún clérigo
coronado, no beneficiado, “sin que traya corona abierta del tamaño de un real, y el
cabello honestamente cercenado, […] e el habito decente”, al menos curante los
Isabel..., p. 598; ver también AGS, Patronato Real, leg. 60, fols. 191-193; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los
Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 140.
626 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
GARCÍA, A. (dir.), Synodicum Hispanum, vol. V: Extremadura: Badajoz, Coria-Cáceres y Plasencia, Madrid
1990, pp. 40-42.
98 En AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 353.
99 Instrucciones a Francisco de Rojas; AGS, Estado, leg. 847, fol. 53; AZCONA, T. DE, Isabel..., p.
599; quizá sean las mismas datadas en septiembre de 1501 que se encuentran en AGS, Estado, leg.
16, fol. 36; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., pp. 129-130.
100 Carta de los Reyes Católicos a Francisco de Rojas, 22 febrero 1502; en RODRÍGUEZ VILLA, A.,
“que por hábito y tonsura clerical debía entenderse, corona abierta del tamaño del sello de plomo
que suele venir en las bulas Apostólicas, y no menos; y que no traigan los cabellos largos y sí de
modo que se vea algo de las orejas; y que la vestidura y hábito decente, sea manto tan largo, que con
un palmo más pueda llegar al suelo, y no sea colorado, ni azul, ni verde claro, ni amarillo, ni de otra
color deshonesta, ni bordado, trepado, ni entretallado”; Novísima Recopilación..., libro I, título 10, ley 4,
nota 1.
102 Véanse por ejemplo las constituciones del sínodo de Badajoz de 1501 presidido por su obispo
Alonso Manríque de Lara; en GARCÍA Y GARCÍA, A. (dir.), Synodicum Hispanum…, vol. V, pp. 41-42.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 627
103 Bula Inter curas multiplices, 1 septiembre 1499; en LA FUENTE, V. DE, Historia eclesiástica de
España..., vol. V, p. 582; cfr. GARCÍA ORO, J., Cisneros y la reforma..., pp. 339-340.
104 Detallada contextualización del problema en AZNAR GIL, F. R., La penalización de los clérigos
concubinarios en la Península Ibérica (siglos XIII-XVI), «Revista Española de Derecho Canónico», 55-144
(1998), pp. 503-546.
105 Burgos, compilaciones sinodales de 1503-1511, c. 391; en AZNAR GIL, F. R., La penalización de
106 Cfr. PARADAS PENA, Ma. S., Pere García, obispo de Barcelona…, pp. 73-74.
107 Cfr. GARCÍA ORO, J., El obispo salmantino Juan de Castilla..., pp. 271 y ss. El texto entrecomillado
pertenece a las constituciones del sínodo de Badajoz de 1500 convocado por Alonso Manrique; en
GARCÍA Y GARCÍA, A. (dir.), Synodicum Hispanum…, vol. V, pp. 55.
108 Cfr. AZCONA, T. DE, Isabel…, p. 602.
109 Sobre la elección de obispos letrados por parte de los Reyes Católicos cfr. AZCONA, T. DE, La
Real, leg. 16, fol. 30; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., p. 130.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 629
***
Inocencio VIII en 1489; cfr. JULIÁ, E., La Universidad de Sigüenza y su fundador, Madrid 1928;
BELTRÁN DE HEREDIA, V., La facultad de Teología en la Universidad de Sigüenza, «Revista Española de
Teología», 2 (1942), pp. 409-469; MONTIEL, I., Historia de la Universidad de Sigüenza, vols. I-II,
Maracaibo 1963.
115 Cfr. BELTRÁN DE HEREDIA, V., Don Pedro González de Mendoza, cardenal de Santa Cruz y fundador
del Colegio Mayor de Valladolid, en ID., Cartulario..., vol. V, pp. 195-242; VILLALBA RUIZ DE TOLEDO,
J., Política universitaria en la Castilla del siglo XV: el Colegio de Santa Cruz de Valladolid, «En la España
Medieval», 5 (1986), pp. 1285-1297; SOBALER, M. A., Los colegiales de Santa Cruz. Una élite de poder,
Salamanca 1987; ANDRÉS ORDAX, S. (coord.), El Cardenal y Santa Cruz. V Centenario del Cardenal
Mendoza († 1495) fundador del Colegio Mayor de Santa Cruz, Valladolid 1995.
116 Cfr. BELTRÁN DE HEREDIA, V., La Facultad de Teología en la Universidad de Toledo, «Revista
Española de Teología», 3 (1943), pp. 201-247; GARCÍA ORO, J. M., Don Francisco Álvarez de Toledo. La
estela de un humanista, educador y mecenas toledano en el Renacimiento, «Revista Española de Teología», 62
(2002), pp. 459-482.
630 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
117 Cfr. MARTÍN HERNÁNDEZ, F., Un seminario español pretridentino: el Real Colegio Eclesiástico de San
1928; BELTRÁN DE HEREDIA, V., El Colegio de San Gregorio de Valladolid, en ID., Cartulario..., vol. V,
pp. 243-266; SOBALER SECO, M. A., Otros colegios universitarios vallisoletanos, en Historia de la Universidad
de Valladolid, vol. I, Valladolid 1989, pp. 355-366.
119 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 51v.
120 Cfr. PESET, M., Alejandro VI y las universidades hispanas, en ID., SÁNCHEZ, Á., y CASTELL, V.,
orígenes al siglo XIX, Santiago de Compostela 2000, pp. 37-47. Aunque se salgan del pontificado
Borja, habría que citar el colegio de Santa María de Jesús fundado por Rodrigo de Santaella en
Sevilla, o el que creó en la misma ciudad el arzobispo Diego de Deza
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 631
122 Sobre el desarrollo histórico de las universidades ibéricas véase la obra monumental de AJO Y
SÁINZ DE ZÚÑIGA, C. M., Historia de la universidades hispánicas, vol. I, Madrid 1957; una síntesis en
BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, B., Las Universidades medievales. Los primeros colegios universitarios, en ID. (dir.),
Historia de la acción educadora de la Iglesia en España, vol. I: Edades Antigua, Media y Moderna, Madrid
1995, pp. 326-373; una reciente revisión historiográfica en Las universidades en la Edad Media Hispánica.
Fuentes e Historiografía, Jornadas Académicas, Lleida 4-6 de mayo de 2000 (en prensa). Sobre la relación de
Alejandro VI con las universidades cfr. FROVA, C., Alessandro VI e le sedi universitarie, en FROVA, C., y
NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.), Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp. 293-309; para el ámbito
hispano cfr. PESET, M., Alejandro VI y las universidades hispanas, en ID., SÁNCHEZ, Á., y CASTELL, V.,
Alejandro VI, papa valenciano, Valencia 1994, pp. 83-113.
123 Cfr. GARCÍA ORO, J., Cisneros y la Universidad de Salamanca, Roma 1978; ID., Diego Ramírez de
Villaescusa y las visitas reales a la Universidad de Salamanca en el siglo XVI, en «Stvdia Gratiana», 28 (1998),
pp. 281-303, especialmente 293.
124 ASV, Registri Vaticani, 879, fol. 446v; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, p. 236.
632 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
125 Cfr. DE DIOS, S., El Consejo Real de Castilla (1385-1522), Madrid 1982, pp. 379-380.
126 BERWICK Y DE ALBA, DUQUE DE, Noticias historico-genealógicas..., pp. 82-83.
127 Cfr. PESET, M., La organización de las universidades españolas en la edad moderna, en ROMANO, A.
(dir.), Studi e diritto nell’area mediterranea in età moderna, Mesina 1993, pp. 73-122.
128 Cfr. PESET, M., Alejandro VI y las universidades…, p. 89.
129 Cfr. CLARAMUNT, S., La política universitaria de Fernando II, en SARASA E. (coord.), Fernando II de
Academia de la Historia», 109 (1936), pp. 7-58; PALANCA PONS, A., La Universidad de Valencia en el
primer decenio del siglo XVI, «Saitabi», 18 (1968), pp. 85-106; TEIXIDOR Y TRILLES, J., Estudios de
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 633
Valencia (Historia de la Universidad hasta 1616), Valencia 1976; FELIPO, A., La Universidad de Valencia
durante el siglo XVI (1499-1611), Valencia 1993; PESET, M. (coord.), Historia de la Universidad de
Valencia, Valencia 1999-2000.
131 La carta del consell a Juan Vera en VILLANUEVA, J. L., Viaje literario…, vol. II, pp. 212-216.
132 Se transcriben ambas bulas en PESET, M. (coord.), Bulas, constituciones y estatutos de la Universidad
Sede, los jurados mallorquines enviaban a Gaspar Calaf para informar al rey Fernando; cfr.
SANTAMARÍA, Á., La promoción universitaria en Mallorca. Época de Fernando el Católico (1479-1516), Palma
de Mallorca 1983, pp. 118-121 y 248-251.
634 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
136 Se trata del Studium Urbis de Eugenio IV creado sobre el antiguo Archigimnasio fundado por
Bonifacio VIII en 1303. El papa visitó las obras el 5 de mayo de 1499 acompañado por una docena
de cardenales y una guardia armada; BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 140; cfr. RENAZZI,
F. M., Storia dell'Università degli studi di Roma detta la Sapienza, vols. I-II, Roma 1802-1806; PASTOR, L.
VON, Storia dei Papi…, vol. III, pp. 498-499; sobre todo BEDON, A., Il palazzo della Sapienza a Roma,
Roma 1991, pp. 15-23; ID., La fabbrica della Sapienza da Alessandro VI alla fine del Cinquecento, en Roma e
lo ‘Studium Urbis’. Spazio urbano e cultara dal Quattro al Seicento, (Atti del Convegno, Roma, 7-10 giugno
1989), Roma 1992, pp. 471-485; algunos privilegios fiscales en AIT, I., Il finanziamento dello Studium
Urbis nel XV secolo: iniciative pontificie e interventi dell’élite municipale, en CAPO, L., y DI SIMONE, M.-R.
(dirs.), Storia della Facoltà di Lettere e Filosofia de “La Sapienza”, Roma 2000, pp. 35-69; también FROVA,
C., Alessandro VI e le sedi universitarie…, pp. 307 y ss.
137 Cfr. HERNÁNDEZ SANDOICA, E., y PESET, J. L., Universidad, poder académico y cambio social (Alcalá
de Henares 1508 – Madrid 1874), Madrid 1990; ALVAR EZQUERRA, A., La Universidad de Alcalá de
Henares a principios del siglo XVI, Madrid 1996; ID., Le modèle universitaire d’Alcalá de Henares dans la
première moitiè du XVIe siècle, en FUMAROLI, M. (ed.), Les origines du Collège de France (1500-1560), París
1998, pp. 209-256.
138 El memorial de Cisneros dirigido a Alejandro VI fue editado y comentado por GALINDO
ROMEO, P., La Universidad de Alcalá. Datos para su historia. Las “preces” dirigidas por Cisneros al papa
Alejandro VI, «Revista de Archivos Bibliotecas y Museos», 39 (1918), pp. 307-323; recientemente
AGUADÉ NIETO, S., Súplica del Cardenal Cisneros para que Alejandro VI expida una bula en la que se autorice
la fundación del Colegio de San Ildefonso de Alcalá, en Cisneros y el siglo de Oro de la Universidad de Alcalá,
Alcalá de Henares 1999, pp. 77-80; ID., La política universitaria de Alejandro VI en la Corona de Castilla: la
Universidad de Alcalá (I parte); y CABAÑAS GONZÁLEZ, M. D., La política universitaria de Alejandro VI en
la Corona de Castilla: la Universidad de Alcalá (II parte), en La fortuna dei Borgia (Bologna, 26-28 ottobre
2000) (en preparación); y el ajustado análisis de la documentación pontificia realizado por
GONZÁLEZ NAVARRO, R., Fundación del Colegio Mayor de San Ildefonso y Universidad de Alcalá de Henares,
en Aulas y saberes, VI Congreso Internacional de Historia de las Universidades Hispánicas (Valencia, 1999), vol.
I, Valencia 2003, pp. 479-495.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 635
139 AUM, Alcalá y Madrid, 6, fol. 197r; GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, p. 338.
140 Cfr. GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, pp. 339-341. Un análisis de estas bulas en
AGUADÉ NIETO, S., Carta bulada “Inter caetera”, Bula “Etsi cunctos” y Carta bulada “Militanti ecclesiae”, en
Cisneros y el siglo de Oro de la Universidad de Alcalá, Alcalá de Henares 1999, pp. 81-88.
141 Cfr. GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. II, pp. 328-330.
142 LA TORRE, A. DE., Estudios de Alcalá de Henares anteriores a Cisneros, en Estudios dedicados a
Menéndez Pidal, vol. III, Madrid 1954, pp. 627-654, especialmente pp. 648-651.
636 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
143 Sobre la actividad sinodal de esta época es imprescindible la referencia a los trabajos de
AZCONA, T. DE, Las asambleas del clero en Castilla en el otoño de la Edad Media, en Miscelánea José
Zunzunegui. Estudios históricos, vol. I, Vitoria 1975, pp. 203-245; ID., Estado e Iglesia en España a la luz de
las asambleas del clero del siglo XVI, en Actas del Congreso Internacional Teresiano, Salamanca 1982, pp. 297-
330; SÁNCHEZ HERRERO, J., Concilios provinciales y sínodos toledanos de los siglos XIV y XV. La religiosidad
cristiana del clero y pueblo, La Laguna 1976; ID., Los concilios provinciales y los sínodos diocesanos españoles.
1215-1550, «Quaderni Catanesi di Studi Clasici e Medievali», 5 (1981), pp. 113-181; 7 (1982), pp.
111-197; ID., y PÉREZ GONZÁLEZ, S. M., El sínodo de Sevilla de 1490, «Archivo Hispalense», 224
(1990), pp. 35-54; las actas de estos concilios se están editando en la colección dirigida por GARCÍA
Y GARCÍA, A. (dir.), Synodicum Hispanum, vols. I-VII, Madrid 1981-1997. Sobre la educación y
catequesis de los laicos remitimos a los recientes trabajos de BARTOLOMÉ MARTÍNEZ, B. (dir.),
Historia de la acción educadora de la Iglesia en España, vol. I: Edades Antigua, Media y Moderna, Madrid
1995; RESINES, L., La catequesis en España, Madrid 1997.
144 Cfr. SÁNCHEZ HERRERO, J., Los concilios provinciales y los sínodos diocesanos españoles..., pp. 175-176.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 637
145 Sobre la política editorial de los Reyes Católicos cfr. ROMERO DE LECEA, C., y ODRIOZOLA,
A., Historia de la imprenta en España, Madrid 1982; GARCÍA ORO, J., Los reyes y los libros: la política
libraria de la Corona en el Siglo de Oro (1475-1598), Madrid 1995.
146 Bula Inter multiplices nostrae sollecitudinis, 1 de junio de 1501; en RAYNALDI, O., Annales
ecclesiastici..., no 36; en castellano GARCÍA CUADRADO, A., Aproximación a los criterios legales en materia de
imprenta durante la Edad Moderna en España, «Revista General de Información y Documentación» 6
(1996), pp. 135-137. La bula de Inocencio VIII tratando de someter el nuevo invento al servicio de
la cultura y de la fe en PINTO DE OLIVEIRA, C. J., Le premier document pontifical sur la presse. La
constitution “Inter multiplices” d’Innocent VIII, «Revue des sciences philosophiques et théologiques», 50
(1966), pp. 638-643.
147 Cfr. SIERRA CORRELLA, A., La censura de libros y papeles en España, Madrid 1947, pp. 37-42; una
puesta al días sobre el tema en TENA TENA, P., Censuras literarias en España (1492-1505),
«Medievalismo», 7 (1997), pp. 139-150; GARCÍA PÉREZ, S., Imprenta y censura en España desde el reinado
de los Reyes Católicos a las Cortes de Cádiz: Un acercamiento a la legislación, «Boletín de la Asociación
Española de Archiveros, Bibliotecarios, Museólogos y Documentalistas», 49 (1998), pp. 197-198.
148 Cit. en AZCONA, T., DE, Isabel..., p. 582.
638 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
eligendo Summo Pontifice el obispo de Cartagena traza el perfil del papa ideal y sugiere
la reunión de un concilio general como único medio para la reforma de la Iglesia,
cuya cabeza se encontraba asolada por pecados “tan graves, tan frecuentes, tan
públicos y tan impunes” como nunca se habían dado en Roma149. Con todo,
Carvajal afirmaba que la reforma debía hacerse contando con el papa ya que éste
está siempre por encima del concilio150.
Este ambiente de reforma se respiraba tanto en Roma como en la Europa
del momento, especialmente entre los consejeros eclesiásticos de Isabel y
Fernando151. Diversos testimonios parecen confirmar que Cisneros creía en una
reforma de la Iglesia organizada y dirigida por un concilio, al que asistiría él mismo
con tal de que se garantizase la libertad para hablar y para proponer remedios152.
De igual manera, el superior jerónimo de Lupiana expresaba en 1502 su
desconfianza hacia una reforma débil y dispersa, que no partiese de la celebración
de un concilio general153. Por lo que respecta a los reyes, la necesidad que sentían
de una reforma in capitis se refleja en el informe que —en respuesta a ciertas
149 Véase la encendida retórica de Carvajal en estas exhortaciones: “Cecidit, cecidit quae stare
solebat maiestas illa et gloria romanae Ecclesiae [...] Bone Deus! Quanta istic criminum alluvio!
Horret tamen animus dicere, quando meminit sedem Petri. Sed numquid nos blandiendo silebimus
quod in plateis malefactis nostris publicavimus? [...] Cui parcit avaritia? Quem non subiecit auri sacra
fames?”; y compara la situación actual de la Iglesia con la decadencia moral de otras épocas, pero
“Praecesserunt quidem, non inficior, in Ecclesia romana crimina [...] Verum non paria, verum non
ita crebra, verum non ita publica, verum non sic impunita [...] Concidit, igitur, magna ex parte
Ecclesia romanae maiestas, libertas, auctoritas”; dos análisis de este discurso en PASCHINI, P., Una
predica inefficace (Propositi di riforma ecclesiastica alla fine del sec. XV), «Studi Romani», 1 (1953), pp. 31-38;
MCMANAMON, J. M., The Ideal Renaissance Pope: Funeral Oratory from the Papal Court, «Archivum
Historiae Pontificiae», 14 (1976), pp. 16-53; sería interesante comparar la crítica de Carvajal con la
hará Egidio de Viterbo poco después del fallecimiento de Alejandro VI; EGIDIUS VITERBIENSIS,
Historia XX saeculorum; BA, cd. lat. 502, fol. 260v y ss.
150 Somos conscientes que la participación de este prelado en el famoso Conciliábulo de Pisa de
1511 desmentirá por la vía de los hechos su categórica afirmación; cfr. ULLMANN, W., Julius II and
the Schismatic Cardinals, «Studies in Church History», 9 (1972), pp. 177-193; DOUSSINAGUE, J. M.,
Fernando el Católico..., pp. 506 y ss.
151 Una visión general del contexto europeo en BARRON, C., y HARPER-BILL, CHR. (eds), The
Church in Pre-Reformation Society, Boydell 1985; PETTIGREW, E., Early Reform in Europe, Cambridge
1992; PENCO, G., La Chiesa in Italia nell’età moderna, Roma 1999; sobre la idea de reforma en el
ambiente romano de la segunda mitad del siglo XV cfr. CÉLIER, L., L’idée de Reforme à la cour pontificale
du Concile de Bâle au Concile de Latran, «Revue des questions historiques», 86 (1909), pp. 418-435;
JEDIN, H., Historia del Concilio de Trento, vol. I: La lucha por el Concilio, Pamplona 1972, pp. 1-182;
O’MALLEY, J. W., Praise and Blame in Renaissance Rome. Rethoric, Doctrine and Reform in the Sacred Orators
of the Papal Court (1456-1521), Durham N. C. 1979; VASOLI, C., La crisi del tardo Umanesimo e le
aspettative di Riforma in Italia fra la fine del Quattrocento ed il primo Cinquecento, en Storia della Teologia, vol.
III, Casale Monferrato 1995, pp. 397-464.
152 AGS, Diversos Castilla, leg. 8, fol. 105; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 746.
153 AHN, Universidades, libro 1224 F, fols. 27-28v.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 639
críticas que se hacían en Roma sobre sus personas— enviaron a sus embajadores
Carvajal y Medina sobre los abusos y desórdenes de la Iglesia:
Primeramente que la Iglesia nunca stuvo en tal perdición ni tan mal
regida y governada como agora está, e que todas las rentas eclesiásticas
que avían de servir a los pobres y obras pías, las gastan los clérigos en
cosas profanas. Item que al fin sobre dicho se fazen todas las cosas
con simonías y por interesses y que el servicio de Dios y la honestat de
la Iglesia se pierden del todo, de manera que no hay memoria de temor
de Dios ni de virtut ni de obras algunas de aquella154.
Desde una perspectiva más positiva, Isabel y Fernando expresaban su idea
del Papado en su correspondencia personal con Sixto IV e Inocencio VIII. Allí se
observa que los soberanos exigían del papa un profundo sentido de la
ejemplaridad y honestidad personal, una firmeza inquebrantable en la custodia de
la fe, y una preocupación efectiva por la paz de los estados cristianos,
especialmente los italianos, y por la guerra a los enemigos de la religión cristiana.
En carta al embajador Francisco de Rojas, nada más fallecer Alejandro VI, los
reyes describen al candidato que debería ser elegido en el próximo cónclave como
“persona de que nuestro Señor sea servido e qual conviene para bien regir e
gobernar su yglesia e para resistir a los infieles”155. A Gonzalo Fernández de
Córdoba le decían el 2 de marzo de 1504 “que, sy fuese posible, fuese elegido por
papa muy buen onbre e buen cristiano e de buena vida e que tuviese muy buen
zelo a todas las cosas del serviçio de Nuestro Señor e a la buena gobernaçión de la
Iglesia e a la reformaçion della, e a la paz de la cristiandad e a la guerra de los
ynfieles, e que su eleçion fuese limpia e canonica e syn ningund ynterese”156.
A la vista de estas notas se tiene la impresión que el modelo pontificio que
tenían los Reyes Católicos se ajustaba en buena medida a la imagen del “papa
angélico” (angelicus pastor) de profundas raíces medievales pero que volvía a resurgir
como consecuencia del contraste suscitado por el ideal de reforma y los
escándalos de la Corte romana. Este paradigma de un hombre humilde, pobre y
santo, que impulsaría la renovatio de la vida cristiana, recorre la segunda mitad del
siglo XV y llega hasta el Concilio de Trento encarnando la idea de la ansiada
reforma de la Iglesia. Vehículo de esta sensibilidad fue la Orden franciscana,
especialmente en sus ramas más renovadoras como la que impulsó el beato João
Menezes da Silva († 1482), autor del Apocalypsis nova, un tratado teológico de
inspiración scotista, dedicado a temas marianos y angeológicos, que contiene una
154 Carta de los reyes a Medina y a Carvajal, 15 diciembre 1488; ACA, Reg. 3686, fol. 98v; en
parte profética relativa al pontificado de Sixto IV, Inocencio VIII y Alejandro VI.
Al referirse a los acontecimientos de la reciente historia de Italia, el beato Amadeo
concluía con el anuncio de la renovatio y de la llegada del “papa angelico”, que ya
había nacido y se encontraba en Roma manteniendo contactos con la Orden
franciscana157.
Hermano de santa Beatriz de Silva —amiga íntima de la reina—, el beato
Amadeo encontró apoyo en la Corte de los Reyes Católicos y, tras una estancia en
los conventos de Extremadura, fundó en Roma una nueva congregación que
tendría su centro en el convento de San Pietro in Montorio, cuya construcción
patrocinaron los Reyes Católicos a través de su embajador Bernardino López de
Carvajal, responsable de la fábrica desde 1488158. Fue precisamente en esta iglesia
donde en 1502 el cardenal Carvajal presidió, junto al general de la orden Gil
Delfini, la apertura del libro sellado de las profecías del beato Amadeo; gesto que
pone de manifiesto la vinculación de la idea de la reforma con el advenimiento del
papa angélico159.
Aún primando la faceta espiritual, Fernando el Católico tuvo en cuenta las
connotaciones políticas que acumulaba toda elección pontificia y, en las
instrucciones a Rojas, el rey aragonés añadía a las cualidades religiosas que debía
poseer el nuevo papa “que no eligan persona que sea parcial al Rey de Francia,
porque si tal persona fuese, claros están los grandes inconvenientes que dello se
seguirían en la christiandad, y que serán mas causa de guerra que de paz”160.
Palabras en las que late la preocupación por el futuro del reino de Nápoles, pero
abren también un período de progresivo intervencionismo sobre la elección
pontificia que llegará a su máxima expresión en tiempos de los Austrias161.
Una vez esbozada la concepción del Papado que abrigaban los soberanos,
pasaremos a estudiar cual fue su actitud ante Alejandro VI en lo que respecta a la
reforma de la Santa Sede. Isabel y Fernando conocieron personalmente a Rodrigo
de Borja durante su legación de 1472-73, y en sus frecuentes tratos con el
vicecanciller durante el pontificado de Sixto IV e Inocencio VIII. Como ya
157 Cfr. MORISI, A., «Apochalypsis nova». Ricerche sull’origine e la formazione del testo dello pseudo Amadeo,
Roma 1970; ID., The «Apochalypsis nova». A Plan for Reform, en REEVES, M. (dir.), Prophetic Rome in the
High Renaissance Period, Oxford 1992, pp. 27-50.
158 Los aspectos relativos al mecenazgo de los Reyes Católicos sobre este monasterio, iglesia y
templete ya han sido tratados anteriormente, así como su relación con la comunidad amadeíta que
habitaba allí.
159 La posible identificación de Carvajal con el papa angelico y sus deseos de restauración
politización, es analizado por ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 263-269.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 641
162 Semejante opinión es la de S. de’ Conti cuando afirma que “este papa, si no hubiese tenido
hijos y no fuese tan indulgente con ellos, habría dejado mejor memoria de sí”; DE’ CONTI, S., Le
storie..., vol. II, p. 282.
163 ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 216-218.
164 Cfr. PASTOR, L. VON, Storia dei Papi..., pp. 363 y ss.
165 Carta del datario Juan López al almirante Enrique Enríquez, 28 marzo 1493; en SANCHIS
como nosotros acá vemos en su seguimiento y gobierno de su Beatitud, con qué gracia y suavidad
fabla, con qué justicia y clemencia donde conviene se tempra, con qué devoción religiosa y
liberalidad en las cosas pías se porta, vos mallavillaríades por cierto. Da sus audiencias publicas
spesso hasta a las pobres vejezuelas, y ¡con qué paciencia y sufrimiento! Labra en Santa María la
Mayor una muy insigne obra, aquí en el Palacio de San Pedro, en la benedicción, en Campo Formio
642 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
y en muchos otros lugares; esplende y gasta lo que tiene en justos y buenos usos la mayor parte; e da
y dará tal razón delante de Dios y el mundo de su gloriosa vida, que todos debemos estar contentos
y asombrados”; en SANCHIS SIVERA, J., Algunos documentos y cartas privadas..., p. 19.
167 Carta de Ferrante a su embajador en la Corte de los Reyes Católicos, 7 junio 1493; en
facta sunt benefitia et offitia ac dignitates venales et venalia; et quod quasi bona profana
subhastantur, et quod non potest quis ad aliquod beneficium sive minimum, item ad episcopatum
vel etiam cardinalatum pervenire, nisi soluta pecunia; et quod olim virtute sancti spiritus creabantur,
hodie loco illius sola pecuniarum consideratio habetur indiferenter, et non quaeritur bonus an malus,
idoneus vel non promovetur; sed solum qui maiorem pecuniarum numerum exponere potest. Et
quod exhortatus est summum pontificem, ut non plus quam unum beneficium curatum pro quolibet
concederet et non plura; et alia quaedam multa fertur dixisse quae ad statum et honorem Ecclesiae
pertineret, quae hic non exprimo”; INFESSURA, S., Diario..., p. 289.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 643
169 Cabe recordar que en su Corte se educaban las dos hijas naturales de su esposo Fernando, y los
hijos del cardenal Medoza, legitimados por la reina el 15 de junio de 1476; VILCHES VIVANCOS, F.,
El Cardenal Mendoza..., pp. 45-46.
170 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 23v. Diego de Peralta fue capellán, limosnero y predicador
de la los reyes, nombrado posteriormente capellán mayor, obispo de Ciudad Rodrigo y miembro del
Consejo Real, hasta su fallecimiento en 1500; cfr. LA TORRE, A. DE, y LA TORRE, E. A. DE (eds.),
Cuentas de Gonzalo de Baeza..., vol. II, pp. 56, 59, 92, 96, 119, etc.
171 Véase el comentario que ya hicimos de esta obra en el capítulo I. 3.3. b.
172 Aún así la reina depositaba una gran confianza en Talavera cuando le decía más adelante “Y
destas cosas de Roma os ruego mucho que me escribays lo que os parece, y si es cosa en que algo
podamos fazer y qué: y esto es lo principal que os abía de escrebir y va ahora aquí porque vino
acaso”; carta de la reina Isabel a Hernando de Talavera, 4 diciembre 1493; sobre esta
correspondencia cfr. RODRÍGUEZ VALENCIA, V., Isabel la Católica en la opinión de españoles y extranjeros.
Siglos XV al XX, vol. I: Siglos XV al XVI, Valladolid 1970, pp. 347-372.
644 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
173 Lógicamente los Reyes Católicos no tomaron en consideración las amenzas conciliaristas de
Carlos VIII, como tampoco lo hicieron en 1476 ante la propuesta francesa de convocar un concilio
en contra de Sixto IV; cfr. AZCONA, T. DE, Isabel..., pp. 581-582.
174 Despacho del nuncio Desprats a Alejandro VI, 27 mayo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023,
SOZZI, L., y TERREUX, L. (dirs.), L’aube de la Renaissance, Ginebra 1991, pp. 145-165; sobre la
descripción de Savonarola del “papa santo y bueno” como “un instrumento subrenatural [...] en esta
renovación de la Iglesia, que es cosa sobrenatural” cfr. WEISTEIN, D., Savonarola and Florence. Prophecy
and Patriotism in the Renaissance, Princeton 1970, pp. 77, y 173-175; véanse las recientes obras y
congresos sobre el polémico dominico: RIDOLFI, R., Vita di Girolamo Savonarola, Florencia 1997;
Girolamo Savonarola. L’uomo e il frate. Atti del XXXV Convegno storico internazionale (Toddi, 11-14 ottobre
1998), Espoleto 1999; GARFAGNINI, G. C. (dir.), Savonarola e la politica. Atti del II Seminaro (Firenze 19-
20 ottobre 1996), Florencia 1998; ID. (dir.), Verso Savonarola. Misticismo, profezia, empiti riformistici fra
Medioevo ed Età moderna, Florencia 1999.
176 Cfr. SCALTRITI, G. A., Luci ed ombre del ‘400. San Francesco de Paola, Alessandro VI papa Borgia, Fra
ss; en la benévola actitud del papa hacia la invectivas de Savonarola pudo influir una cierta sintonía
con la corriente de profetismo igualmente presente en su tierra natal; cfr. HAUF I VALLS, A.,
Profetisme, cultura literària i espiritualitat en la València del segle XV: d’Eiximenis i sant Vicent Ferrer a
Savonarola, passant pel Tirant lo Blanc, en Xàtiva, els borja..., vol. I, pp. 101-138; sobre el profetismo
italiano en esta época cfr. MORISI GUERRA, A., Il profetismo al tempo di Alessandro VI, en CHIABÒ, M.,
MADDALO, S., y MIGLIO, M. (dirs.), Roma di fronte..., vol. III, pp. 961-970.
178 En realidad la carta no fue expedida, pero los Reyes Católicos fueron informados del concilio
por el embajador florentino Niccolò del Nero, a quien había escrito su hermano Simone por
encargo del propio Savonarola: “Et però, sapendo io che la Maestà di quelli Ser.mi Re et Regina sono
zelantissimi della fede di Christo; le ho scripto queste cose degne de adviso, acciocchè li possi
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 645
declaró dos horas antes de morir que confiaba especialmente en los Reyes
Católicos para llevar a término la idea conciliar179.
No conocemos bien la actitud de los reyes ante el reformador dominico
pero la presencia de sus homilías en la biblioteca de Isabel, y su publicación en
Sevilla en 1495 por iniciativa de Cisneros, permiten conjeturar una común
participación de los deseos de reforma y de retorno a los ideales primitivos de la
Iglesia180. Los Reyes Católicos pudieron estar informados de las tensiones entre
Savonarola y la Santa Sede a través del cardenal Carvajal, que sustituyó a Carafa
como protector de la Orden dominica cuando éste se marchó a Nápoles en abril
de 1498, tomando para sí la defensa de los hermanos de San Marcos181. En las
cartas de Anglería escritas en la corte, la figura de Savonarola aparece criticada por
sus extravagancias y sus indiscretas amonestaciones, pero comprendida en sus
sinceros deseos de reforma182. Quizá no sea casualidad que la propuesta más seria
de reforma —y de celebración de un concilio— presentada por los reyes a
Alejandro VI tenga lugar cinco meses después de la ejecución del famoso
predicador dominico a cargo de las autoridades de Florencia y tras juicio de los
comisarios pontificios.
Los reyes también profesaron una cierta simpatía e incluso veneración por
la beata Colomba de Rieti, terciaria dominica y fundadora del monasterio de
informar del tutto, perchè a loro principalmente tocharebbe ad provvedere ad simili errori cum li
debiti Concilii, che già erano usati farsi. Et certo, sarebbe maior merito ad pigliar cura di questa et
perseguire questi scellerati (prelati et preti), che far guerra ad Turchi et a Mori; perchè non
provedendogli, el fondamento della fede cristiana va per terra, et quelli che li ponno far qualche
remedio, non facendolo, ne haranno ad render rasone ad Dio”; la carta de Savonarola a los Reyes
Católicos en SAVONAROLA, G., Lettere..., pp. 202-204; y la de Simone en VILLARI, P., La storia de
Girolamo Savonarola e de suoi tempi, vol. II, Florencia 1930, pp. 131-136; ver el análisis de CORDERO, F.,
Savonarola, vol. IV: Agonista..., pp. 371-372.
179 Cfr. DE MAIO, R., Savonarola e la curia..., p. 140.
180 La presencia de la obra Sobre el psalmo Miserere mei en la biblioteca de la reina Isabel la registra
SÁNCHEZ CANTÓN, F. J., Libros, tapices y cuadros..., p. 54; sobre la influencia de los ideales de
Savonarola en la Península Ibérica cfr. BATAILLON, M., Sur la diffusion des oeuvres de Savonarole en
Espagne et en Portugal, «Mèlanges offerts a J. Vianney», París 1934, pp. 93-103; ID., De Savonarole à
Louis de Granade, «Revue de litterature comparée», 16 (1936), pp. 23-39; BELTRÁN DE HEREDIA, V.,
Las corrientes de espiritualidad entre los dominicos de Castilla durante la primera mitad del siglo XVI, Salamanca
1941.
181 Aquel mismo año Carvajal había mostrado su descontento ante la homilía violentamente
antisavonaroliana que el primer domingo de Cuaresma predicó el general de los agustinos, Mariano
della Barba da Genazzano, “capo et auctore” de la excomunión del 13 de mayo de 1497 contra
Savonarola; cfr. FRAGNITO, G., Carvajal..., p. 30; FORTE, L., The Cardinal Protector of the Dominican
Order, Roma 1959, p. 67; carta de Carvajal a la Señoría de Florencia a favor de los discípulos de
Savonarola, 22 julio 1498; en GHERARDI, G., Nuovi documenti e studi in torno a Girolamo Savonarola,
Florencia 1872, p. 320.
182 ANGLERÍA, P. M., Epistolario..., vol. IX, pp. 363 y ss.
646 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
Perusa, que tuvo fama de santidad en vida y llegó a amonestar con sencillez al
propio Alejandro VI durante su encuentro en Perusa en junio de 1495. En aquella
ocasión el papa sometió a la beata a un riguroso interrogatorio en el que
intervinieron los cardenales Bernardino López de Carvajal y Juan López. También
se encontraba presente “el devoto oratore del re de Yspanie [probablemente
Garcilaso de la Vega] che quilli patarnostri che essa havea tra li deta io li havessi
pigliati che la recevea per regio dono”183, relata el confesor de Colomba; con
Garcilaso estaba también Juan Ruiz de Medina, que no desaprovechó la ocasión
para pedir a la beata dos escapularios de la Virgen elaborados por ella, para el rey y
la reina de España, “li quali lei fece benedire in honore di sancta Caterina da Siena,
li quali cum certi pie reliquie e signaculi da oratione li asegnò”184.
A lo largo de su extensa crónica, Zurita señala en frecuentes ocasiones la
preocupación que tenía el rey de que el papa Borja corrigiese su público
nepotismo y reformase la Curia: “porque su casa estaba tan deformada que toda
Roma se podía llamar un convento de religiosos a respeto de los suyos y toda la
Cristiandad parecía que miraba al rey Católico y que por providencia divina
concurría en aquel tiempo porque no pasase el daño más adelante”185. Con
ocasión de la sustracción del ducado de Benevento del Patrimonio de la Iglesia
para concederlo al duque de Gandía, Fernando quiso actuar con decisión en este
campo pero —según Zurita— “para esto entendía el rey que no había necesidad
de concilio y que con solo asentarse la paz se podría llegar al remedio que no fuese
pernicioso a la Cristiandad, ni escandalizara”.
Los Reyes Católicos utilizaron a sus agentes diplomáticos, eclesiásticos y
seglares, para exhortar al pontífice a una reforma de sus costumbres. Ante las
críticas que se escuchaban en la Curia contra las oscuras intenciones que ocultaban
los Reyes Católicos bajo su proyecto de paz de 1496, Garcilaso intervino diciendo
que “sólo una cosa deseaba el rey su señor, que su Santidad viviese en alguna más
reformación y honestidad porque teniendo especial protección y cuidado de sus
cosas no pareciese que con su favor se atrevía a más que otro pontífice, porque de
ello no se pudiese atribuir a él culpa”186. La presencia en Roma de Gonzalo
Fernández de Córdoba sirvió a este objetivo. En las conversaciones que mantuvo
con el pontífice después de la toma de Ostia, el noble cordobés recriminó a
Alejandro VI “las solturas de su casa y corte, no usados de sus antecesores o no
llegados a tales términos”, especialmente por la profanación de cosas sagradas
“teniendo sus hijos con tanta publicación los más cercanos de sí, con tan grande
183 ANGELI, S., Legenda volgare di Colomba da Rieti, ed. G. Casagrande, Espoleto 2002, pp. 154-155.
184 Ibidem, p. 160.
185 Cfr. ZURITA, J., Historia..., fol. 123r.
186 ZURITA, J., Historia..., fol. 121r.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 647
comisión.
648 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
191 “Non volemo più atender al governo della Chiesa; ma questi 6 cardinali saranno quegli che
atenderano a elexer uno legato in Spagna, et a la quiete de Italia”; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col.
654.
192 Instrucciones de Fernando el Católico a Ruiz de Medina, 8 diciembre 1497; en LA TORRE, A.
Paradójicamente éste fue uno de los motivos que llevó al papa a suspender los
trabajos de la comisión, ya que “con aquella plática de la reformación se quitaba al
papa la libertad para hacer por los príncipes lo que pidiesen”194.
Debido a la amplitud y complejidad de los temas tratados se vio la
necesidad de convocar un concilio ecuménico, pero las obligaciones políticas, la
incertidumbre internacional y quizá las preocupaciones de orden ideológico
llevaron a retrasar el proyecto195. Los informes de Garcilaso —a quien después
acusará el papa de mentir a sus reyes— se hicieron cada vez más destemplados, y
los despachos más diplomáticos de Carvajal no lograron tranquilizar a Fernando
que, a finales de 1497, escribía al cardenal: “del buen pontificado de que decía que
su Santidad quiere hacer [...] no parece que lleva camino para ello”196. Los agentes
españoles enviados en el verano de 1498 informaron al arzobispo Cisneros del
paulatino olvido de una reforma de la que ya “no ay memoria; el Cardenal de
Nápoles [Oliviero Carafa] se fue, y el de Sena [Francisco Piccolomini], que eran
los principales”197. Fernando el Católico, preocupado por el hecho de que “cada
día se tratasen las cosas eclesiásticas con mayor rotura y abuso, se determinó en
procurar cuanto posible fuese por medios lícitos y menos escandalosos que la
persona del papa se reformase porque, si no se ponía algún remedio, se entendía
manifiestamente que comenzaba a fabricar nuevas cosas en Francia y Venecia,
para que en caso de que lo uno no le saliese cierto agiése de lo otro para acrecentar
el estado de César Borja su hijo”198.
Con mayor o menor oportunismo del monarca aragonés trató de hacer
recapacitar al papa sobre su alianza con Francia y la grave pérdida de prestigio que
ello acarreaba a su persona, pues era evidente el protagonismo que adquiría su hijo
César en esta negociación que había comenzado con el abandono del capelo
cardenalicio. En aquel verano de 1498 el antiguo legado pontificio —Bernardo de
Boil— logró ser recibido por Alejandro VI, a quien insistió “mucho sobre la
reformacion de su casa”, poniéndole como modelo la del arzobispo Cisneros, “de
suerte que gran parte de la audiencia se consumo en fablar de Vuestra
y correo de los reyes—, cfr. LEÓN GUERRERO, M. M., Antonio de Torres, correo entre la reina Isabel y
Colón, en MARTÍN ACOSTA, E. (coord.), Isabel I de Castilla y América. Hombres que hicieron posible su
política, Valladolid 2003, pp. 93-117.
203 Es inexacto considerar que el recurso al concilio —aunque a veces los embajadores lo
pudieron utilizar como amenaza— implicara un planteamiento conciliarista, ya que esta posición
estaba eclesiológicamente bastante lejos del común sentir de los eclesiásticos españoles y no se
ajusta a la política de los soberanos con la Santa Sede, a la que nunca se sustrajo la obediencia a
pesar de lo enconado de los enfrentamientos; cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., El conciliarismo en España,
«Scripta Theologica», 10 (1978), pp. 893-928; ver también su revisión ID., Conciliarismo en España, El,
en DHEE, vol. Suplemento, pp. 169-180.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 651
204 Cfr. LANDI, A., Concilio e Papato nel Rinascimento (1449-1506). Un problema irrisolto, Turín 1997,
especialmente pp. 175-205; BURNS, J. H., y IZBICKI, TH. M. (eds.), Conciliarism and Papalism,
Cambridge 1997.
205 La reaparición de brotes conciliaristas en Francia durante el pontificado de Alejandro VI en
240-244.
207 El relato de Zurita coincide con el de Sanudo, ya que también este último dice que el prelado
había ido a tratar con el papa “cosse contra la consientia soa”; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 540.
208 Ibidem, col. 581.
209 ZURITA, J., Historia..., fol. 161v; SANUDO, M., Diarii..., vol. II, col. 640.
652 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
ricordi, et che queste cose fara ma quando a Sua Sta piacera, la qual no
se astringe ad prefinitione alcuna di tempo210.
En cuanto a la acusación de que en la Curia hubiera prácticas simoniacas,
simplemente mostró su desconocimiento de tales manejos. Corteses palabras que
mostraban la imposibilidad de llegar a un entendimiento para la reforma.
Los reyes se dieron cuenta de que con Alejandro VI sólo cabía pactar, y
ahora necesitaban su colaboración para asegurar las dispensas necesarias para, el
matrimonio de la infanta María con Manuel de Portugal, vital para la sucesión al
trono. Hacía bastante tiempo desde que el papa no se situaba en una posición de
fuerza tan ventajosa como la que se le presentaba ahora. Quiso desquitarse de la
“afrenta” que había recibido de los embajadores hispanos “por causa de la
reformación” y por el hecho de que no pudiera “sacar ningún estado en estos
reinos para el duque César”211. A cambio de las dispensas, Alejandro VI exigió que
los Reyes Católicos le entregaran un documento, firmado por Lorenzo Suárez de
Figueroa y el cardenal Carvajal, en el que se comprometían a ser “siempre
obedientes como a verdadero pontífice y que serían una misma cosa con él y le
ofreciesen que si algunos príncipes por causa de aquella dispensación le
molestasen o maltratasen en lo espiritual o temporal fuesen contra ellos”.
Este documento, del que habla Zurita sin precisar la fecha, tuvo que
satisfacer mucho al pontífice, preocupado —como lo estuvo ante la invasión de
Carlos VIII en 1493— de poseer un compromiso escrito de los Reyes Católicos,
que le sirviera también para acallar las impertinentes instancias que éstos le hacían
para que se reformase. Como prueba de ello, en julio de 1500 recibieron sin
protestar el nombramiento de Luis de Borja Lanzol como arzobispo de Valencia, a
cuyas rentas el papa añadió en septiembre los setecientos mil maravedíes que tenía
el duque de Gandía212. Los reyes también tuvieron que callar cuando el papa
disolvió el matrimonio de Ladislao de Hungría y Beatriz de Aragón, en cuyo
mantenimiento se habían empeñado tanto. Con todo, no dejaron de reconocer a
un papa que les daba la espalda, y se negaron a apoyar el proyecto que les presentó
el cardenal Amboise en 1500 —a través del emperador Maximiliano— de lograr la
“decheance de Alexandre VI” por indignidad213.
Queda por fin el juicio póstumo que vertió el rey Fernando sobre Alejandro
VI en carta a su embajador Rojas: “dejó extragadas y fuera de orden las cosas de la
Iglesia romana y muchas de la Iglesia universal”, y “no quedó de él en esta vida
210 Despacho de Cesar Guasco, embajador milanés en Roma, a Ludovico el Moro, 3 junio 1499;
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia Europa..., pp. 195-196.
213 D’AUTON, J., Chroniques..., vol. II, pp. 141-143.
LA REFORMA ECLESIÁSTICA Y RELIGIOSA 653
sino mucha infamia y en la otra es de creer que mucha pena, si Nuestro Señor no
usó con él de grandísima misericordia”214. Isabel fue más indulgente con el papa
“de buena memoria” cuando al redactar su testamento hacía referencia a las bulas
de concesión de las Indias que otorgó Alejandro VI. Valoraciones personales
aparte, el juicio eclesiástico del papa Borja deberá tener en cuenta el interés que
puso en la acción reformadora en Castilla y Aragón, Francia —especialmente a
través del cardenal George d’Amboise—, o en Inglaterra, donde encargó al nuncio
reformar las iglesias y los monasterios del país215.
La preparación del V Concilio de Letrán en 1511 ofreció la oportunidad a
importantes eclesiásticos españoles —muchos de ellos antiguos consejeros de los
reyes— para presentar a instancias de la Corona informes sobre los temas que
debían tratarse en un concilio que tenía como objetivo prioritario la reforma de la
Curia216. En los dictámenes emitidos sale a relucir la preocupación por reducir el
peso del colegio cardenalicio, e impedir que las disposiciones emanadas por la
Curia, o el propio pontífice, no se ajustasen al derecho común. Diego de Deza se
quejaba del abuso que suponía la recaudación de los espolios episcopales, la
mercantilización de los beneficios eclesiásticos, el intolerable absentismo, y la
reforma de las órdenes religiosas mediante el paso a la Observancia. Pascual de
Ampudia cargaba las tintas sobre la necesidad que tenía la Curia de reformarse, ya
que “todo el mal y el bien de la Iglesia, depende de la cabeza”. El prelado burgalés
denunciaba el trato con judíos, las prácticas simoníacas, los intereses crematísticos
en la provisión de beneficios, y la vida inmoral que tantos prelados ostentaban
públicamente.
Como dice J. Goñi, en líneas generales se denuncian los privilegios de la
Curia romana sin proponer más solución que la vuelta al Derecho común,
percibiéndose un continuo eco de los decretos de Constanza y Basilea depurado
de todo resabio conciliarista. Las propuestas elaboradas a instancias del rey no
planteaban ninguna exigencia concreta sobre determinados derechos reales, sino
que nacía de una preocupación promovedora y suponía un poderoso impulso para
la reforma de la Iglesia. Fernando el Católico asumía de esta forma una
214 Carta de Fernando el Católico a Rojas, 29 febrero 1504; en RODRÍGUEZ VILLA, A., Don
Francisco de Rojas..., p. 9.
215 Ver las diferentes iniciativas pontificias en el ámbito de la reforma eclesiástica en PASTOR, L.,
Storia dei Papi..., vol. III, pp. 481 y ss; también MIGLIO, M., y OLIVA, A. M., Alejandro VI..., pp. 102-
104.
216 Los dictámenes se recogen en los apéndices de DOUSSINAGUE, F., Fernando el Católico y el Cisma
de Pisa, Madrid 1946; el tema ha sido tratado por GOÑI GAZTAMBIDE, J., España y el V Concilio de
Letrán, «Anuarium Historiae Conciliorum», 6 (1974), pp. 154-222; sobre las disposiciones
reformadoras del Concilio cfr. MINNICH, N. H., The Fifth Lateran Council (1512-17). Studies on its
Membership, Diplomacy and Proposal for Reform, Aldershot 1993.
654 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
217 De nuevo puede verse aquí un preámbulo del intervencionismo de los Austrias como patronos
del Concilio de Trento; cfr. ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 297-304.
655
1 Al frente de la Cámara estaba el cardenal camarlengo que, durante el período 1483-1521, fue el
poderoso cardenal Rafael Riario; sobre el funcionamiento de este complejo organismo cfr.
PARTNER, P., Camera Papae: Problems of Papal Finance in Later Middle Ages, «The Journal of
Ecclesiastical History», 4 (1953), pp. 55-68; ID., La Camera apostolica come organo centrale delle finanze
pontificie, en Lo Stato al tempo di Alessandro VI, en FROVA, C., y NICO OTTAVIANI, M. G. (dirs.),
Alessandro VI e lo Stato della Chiesa..., pp. 27-36; y las reflexiones de GARDI, A., La fiscalità pontificia tra
medioevo ed età moderna, «Società e storia», 9 (1986), 509-557.
2 Sobre estos oficiales cfr. PARTNER, P., The Pope’s Men..., pp. 33-34; BROUETTE, E., Les Clercs
“mensiers” de la Chambre apostolique sous le pontificat de Siste IV, «Bulletin de l’Istitut Historique Belge de
Rome», 24 (1962), pp. 405-418; ID., Les Clercs “mensiers” de la Chambre apostolique sous les pontificats
d’Innocent VIII et d’Alexandre VI (1484-1503), en Économies et sociétés au Moyen Âge: Mélanges offerts à
Èdouard Perroy, París 1973, pp. 581-587.
3 Cfr. BLET, P., Histoire de la Représentation Diplomatique..., p. 158; véase también FERNANDEZ
4 Esto no significa que la Colectoría asumiese el papel de la nunciatura: “en realitè la nonciature
est première, et lorsque des missions d’ordre ecclésiastique ou politique viennent se greffer sur une
collectorerie, c’est la collectorerie qui est absorbée dans la nonciature. Que cette union accidentelle
ait pu contribuer à rendre permanente les nonciatures, qui n’avaient été que des légations, de
caractére moins solennel, on ne saurait l’exclure entièrement. En fait cependant les nonciatures
permanentes se developperont aussi bien en dehors de toute attache avec une collectorerie, et là où
la collectorerie demeurera unie à la nonciature, comme en Espagne et en Portugal, elle gardera un
caractère distinct et subordonné”; BLET, P., Histoire de la Représentation Diplomatique..., p. 158.
5 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Colectoría..., p. 447.
6 Cfr. CASTELLANO, F., Un banchiere genovese a Siviglia agli inizi del XVI secolo: Gaspare Centurione, en
Miscellanea di Storia italiana e mediterranea per Nino Lanoboglia, 1978, pp. 411-4121; D’ARIENZO, L.,
Francesco Pinelli banchiere del Papa, collettore e nunzio apostolico in Spagna all‘epoca di Cristoforo Colombo, en
Cultura e società nell’Italia Medievale. Studi per Paolo Brezzi, vol. I, Roma 1988, pp. 241-272; GONZÁLEZ
JIMÉNEZ, M., Fiscalidad pontificia e italianos en Castilla (1470-1484), en Presencia italiana en Andalucía.
Siglos XIV-XVII, Sevilla 1989, pp. 401-409.
7 Cfr. SCHUCHARD, CH., Die päpstlichen kollektorem im späten Mittelalter, Tubinga 2000.
LAS RELACIONES FISCALES IGLESIA-ESTADO 657
castellana no era por tanto un mito, sino una realidad económica que —según las
estimaciones de M. Á. Ladero Quesada— amontonaba en 1492 un millón y medio
de ducados, mientras los ingresos de la Corona apenas llegaban al millón. Así se
comprende cómo semejante riqueza pudo estimular los apetitos de la Curia, y
motivar la oposición de la Corona a la huída de este capital con el que los reyes
pretendían sostener su proyecto político-eclesiástico8.
Es bien conocida la oposición de los Reyes Católicos al envío de estos
agentes pontificios, que se destacaban por su intransigencia, sus métodos violentos
y la corrupción en la que incurrían frecuentemente. En la asamblea de Sevilla
(1478) se llegó a solicitar al pontífice que no se predicaran indulgencias en sus
reinos con contribución de dinero, “porque los que della usan e las publican, las
fasen asy venales [...] e da manera a que se saca mucho dinero e oro e plata de
nuestros reinos”; de ahí que se pidiera que “la venida e stada de legados e nunçios
apostolicos en estos nuestros reinos çesen por los muchos inconvenientes que
dello ha naçido e nace”9. El concilio aprobó ambas cosas, que fueron solicitadas a
Roma a través de dos embajadas, en la primera de las cuales los reyes proponían
que para cobrar los derechos de la Cámara Apostólica “envíe nuestro muy Santo
Padre algún lego natural o no natural de sus reinos, que tengo el cargo de le
cobrar”10. Se trataba por tanto de evitar el nombramiento de colector y que sus
funciones no las desempeñase un eclesiástico, normalmente bien situado en la
Curia. Por otra parte, el concilio encomendó al cardenal Mendoza y al obispo de
Segovia, Juan Arias de Ávila, que escribieran a sus procuradores en Roma “para
que tomen cargo de la expediçión de estos negocios”11.
Los reyes hicieron saber al Pontificado que las actuaciones de sus colectores
perjudicaban gravemente los intereses regios, y no faltaron los planteamientos de
índole discriminatoria al considerar que el clero español sufría cargas abusivas por
parte de la Cámara en comparación con otros países como Francia o Inglaterra, lo
que —como hemos visto— era absolutamente cierto. Sin embargo, se siguieron
concediendo indulgencias con contribución económica y continuaron viniendo a
Castilla nuncios y legados con misión fundamentalmente de colectores. Si la
Corona no lograba evitar el envío de colectores, al menos intentó someter la
acción de estos oficiales a la autoridad de los obispos, cosa que lograron de
Inocencio VIII para el caso de Zaragoza, cuyo arzobispo obtuvo la facultad de
8 Véanse los fundamentales trabajos de LADERO QUESADA, M. Á., La Hacienda real castellana entre
1480 y 1492. Estudios y documentos, Valladolid 1967; ID., La Hacienda Real de Castilla en el siglo XV, La
Laguna 1973; ID., El siglo XV en Castilla. Fuentes de renta y política fiscal, Barcelona 1982; ID., Castilla y
la conquista del reino de Granada, Granada 1993.
9 En FITA, F., Concilios españoles inéditos..., pp. 218-219.
10 Instrucciones a Alfonso de San Cebrían de julio 1481; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 1;
12 ASV, Registri Vaticani, 686, fols. 347-348v; AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 626.
13 Sobre este tema son fundamentales los estudios de FERNÁNDEZ ALONSO, J., Los enviados
pontificios y la Colectoría en España de 1466 a 1475, «Anthologica Annua», 2 (1954), pp. 51-122; ID.,
Nuncios, colectores y legados pontificios en España de 1474 a 1492, «Hispania Sacra», 10-19 (1957), pp. 33-
90; ID., Legaciones y nunciaturas en España de 1466 a 1521, vol. I: 1466-1486, Roma 1963.
14 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Los enviados pontificios..., pp. 85-96.
15 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios, colectores y legados..., pp. 34-44.
16 Breves del 18 enero y 31 julio 1987; AGS, Patronato Real, leg. 19, fol. 14 y 16; NIETO SORIA, J.
1488; AGS, Patronato Real, leg. 68, fols. 9-11; bulas del 16 marzo y 20 mayo 1488; AGS, Patronato
Real, leg. 68, fols. 5, 8, 16 y 18; LÓPEZ PITA, P., Francisco de Rojas..., p. 109; también GOÑI
GAZTAMBIDE, La Santa Sede y la Reconquista..., p. 65.
LAS RELACIONES FISCALES IGLESIA-ESTADO 659
entre los años 1485 y 1492 intervinieron en Castilla como comisarios pontificios
Bernardino López de Carvajal y Bartolomé de Scandiano18.
Carvajal se encargó primero de resolver algunos conflictos originados en
torno a los frutos y espolios de las diócesis vacantes de Coria, Oviedo, Córdoba,
Badajoz y Ciudad Rodrigo, y más adelante volvió como colector de la cámara
realizando varias entregas de dineros hasta 1488, en que le sustituye Bartolomé
Scandiano. A su vuelta, Carvajal fue acusado de haber mirado más por los
intereses de la Corona que por los de la Santa Sede, y aunque los reyes lo
desmintieron, debieron de entusiasmarse con el colector cuando poco después le
nombraron embajador en Roma19. Mientras tanto Scandiano hizo su labor sin
muchos escrúpulos a juzgar por el comentario que hizo su sucesor, Francisco
Desprats, cuando se quejaba al papa de aquellos cuestores que “excedexen e se
acostumaven de conposar ab los nunçios pasats e sen reportava utilitat, car, segons
so informat, lo nunçio miçer Bartholome Scandiano feu en aço bons diners”20.
Durante el pontificado de Alejandro VI, Francisco Desprats fue el único
colector ante los Reyes Católicos —sin contar a Francisco Ortiz, que todavía
residía en España—, y aunque su título fuera simplemente el de nuntius et collector,
gozó de la amplitud de poderes de un nuncio21. Su actividad en la Colectoría
apenas ha podido ser estudiada por los vacíos documentales que existen tanto en
la sección correspondiente del Archivio di Stato de Roma, como en la de Diversa
Cameralia y Camera Apostolica del Archivio Segreto Vaticano, donde sólo se han
conservado las cuentas bienales de 1498, 1500 y 1502, con un resumen general de
los tres bienios de 1492-149822. Esta aparente desorganización contrasta con el
exhaustivo control —ciertamente asistemático y carente de un proyecto
centralizador— de las finanzas pontificias que llevó a cabo Alejandro VI23. El
18 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios, colectores y legados..., pp. 89-90; ID., Legaciones y nunciaturas...,
fol. 43.
21 Sobre este personaje véanse los estudios ya citados de FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco de
Prats, primer nuncio permanente en España (1492-1503), «Anthologica Annua», 1 (1953), pp. 67-154;
TACCHELLA, L., Alessandro VI e la nunziatura in Spagna di Francisco des Prats (1492-1503), Génova 1994.
22 FERNÁNDEZ ALONSO, J., Don Francisco de Prats..., p. 94; el envío de seis mil florines de oro en
1498 en ASV, Camera Apostolica, Introitus et Exitus, 530, fol. 168v; TACCHELLA, L., Alessandro VI e la
nunziatura…, p. 74. Este vacío documental quizá pueda llenarse gracias a las nuevas descripciones de
los fondos documentales del Archivio Segreto Vaticano y el Archivio di Stato de Roma; PASTURA
RUGGIERO, M. G., La Reverenda Camera Apostolica e i suoi Archivi (secoli XV-XVIII), Roma 1984; y
Guida generale degli Archivi di Statio italiani, vol. III: Archivio di Stato di Roma, Roma 1986, pp. 1047-95.
23 Aunque no faltaron los intentos centralizadores (véase la constitución Etsi ex pastoralis del 29
abril 1502; Bullarium Romanum, vol. V, Turín 1860, pp. 397-399) M. Caravale considera que “alle
profonde modifiche della situazione política delle terre dalla Chiesa non corrisposse, sotto
660 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
belgas, utilizando los catorce registros de Alejandro VI que se encuentran en la sección Annate del
fondo del Archivio di Stato di Roma del Archivio Secreto Vaticano; BROUETTE, E., Les “Libri
Annatarum” pour les Pontificats d’Eugène IV à Alexandre VI, vol. IV: Pontificats d’Innocent VIII at
d’Alexandre VI (1484-1503), «Analecta Vaticano Belgica» 34, Bruselas 196; algunas indicaciones
generales sobre este impuesto pontificio en ALDEA, Q., Anata, en DHEE, vol. I, Madrid 1972, pp.
61-62.
25 En SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, p. 407.
26 Cfr. GARCÍA ORO, J., y PORTELA SILVA, M. J., El gobierno toledano del Cardenal Cisneros en las
cuentas de 1495-97, «Toletana. Cuestiones de Teología e Historia», 2 (2000), pp. 77-144, especialmente
p. 92.
27 Memorial del doctor Angulo 1497; AGS, Patronato Real, leg. 16, fol. 36; en AZCONA, T. DE, La
de María y Manuel de Portugal “per causa [...] di aver l’annata”28; o dos años antes
cuando Cisneros pagó en 1498 los cinco millones de maravedíes de la media
annata del obispado de Toledo, acumulados desde el fallecimiento de Mendoza en
1495 y pagada ahora para que el papa facilitara los documentos que Cisneros
necesitaba para la creación de la Universidad de Alcalá29.
La percepción de los espolios por la Cámara Apostólica —que se atribuía
los bienes dejados por un obispo en el momento de su muerte— constituyó
durante el último decenio del siglo XV un motivo de conflicto grave con la
Monarquía. Aunque P. Richard considera que fue Carvajal el introductor de este
tipo de impuesto en su legación a Castilla de 1485-1487, Fernando el Católico
alude a su imposición ya en tiempos de Sixto IV, en la protesta que hizo llegar a la
Santa Sede en 150630.
Durante el pontificado de Alejandro VI los espolios fueron particular objeto
de discusión cuando el prelado fallecido había gozado de un patrimonio relevante
y estaba en juego la propiedad de un volumen importante de ingresos. Así sucedió
a raíz del fallecimiento del cardenal Pedro González de Mendoza, el cual no había
dejado cantidad alguna a la Cámara Apostólica y había nombrado a la reina como
testamentaria31. Antes de que se produjese el fallecimiento, en septiembre de 1494,
los reyes dieron instrucciones a fin de adelantarse a cualquier iniciativa pontificia
sobre este asunto, tratando de bloquear toda intromisión que alterara las
condiciones del testamento del prelado. Sin embargo, el papa estaba
perfectamente informado por su nuncio Desprats de que la reina había afirmado
estar dispuesta a perder el reino antes que permitir al colector pontificio meter la
mano en los bienes del cardenal32. Aún así, el 10 de abril de 1495, el papa solicitó a
la reina la tercera parte de todos los bienes muebles e inmuebles dejados por el
28 CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28 septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni
Patronato Real, leg. 16, fol. 20; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., p. 300. Sobre el origen de los
espolios en el resto de Europa cfr. WILLIAM, D., Records of the Papal Right of Spoil, 1316-1412, París
1974.
31 El tema ha sido tratado con abundante documentación por GARCÍA ORO, J., Cisneros y la
reforma..., pp. 274 y ss; y AZCONA, T. DE, Relaciones de Alejandro VI..., pp. 151-153; los despachos de
Desprats hablando sobre el tema en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Francisco des Prats..., pp. 97-99. Véase
también la documentación de BNM, Ms. 1.890, fols. 300-301; AGS, Patronato Real, leg. 60, fol. 168; y
SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. IV, pp. 351-353.
32 Despacho de Desprats a Alejandro VI, 11 noviembre 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023,
época de los Austrias cfr. ROUCO VARELA, A. M., Estado e Iglesia..., pp. 226-227.
37 Instrucciones de Fernando el Católico a Ruiz de Medina, 8 diciembre 1497; en LA TORRE, A.
llegaron a sancionar con una ley el pago efectivo de los mismos39. Sin embargo,
los reyes trataron de subsanar la pérdida sufrida por las tercias de Cruzada que la
Santa Sede todavía exigía, imponiendo las tercias reales sobre los diezmos del
clero, con particular eficacia a partir de la concesión del Patronato de Granada.
Tampoco debe olvidarse la concesión pontificia de los diezmos de la Iglesia de
Indias —en esta época no muy abundantes—, y los diezmos de los cristianos nuevos
del reino de Granada que comentaremos más adelante.
Sobra la cuestión de las indulgencias los reyes aprovecharon el acceso al
pontificado de Alejandro VI para poner en práctica la política reductiva que se
había acordado en la asamblea de Sevilla (1478), pero que hasta la embajada
extraordinaria de López de Haro no se habían atrevido a acometer. En las
instrucciones que se dieron al embajador en febrero de 1493 los reyes se quejaban
de la cantidad de indulgencias que se predicaban en sus reinos, fundadas en “falsas
cabsas o a lo menos non justas nin sufiçientes para las conçeder, e aun los que las
predican e publican las estienden a muchas mas cosas e casos de los que en ella se
contyene”40. Se trataban de indulgencias que se habían otorgado a ciertos lugares
por razones que fueran plausibles en su tiempo, y que todavía se subsistían
después de haber cesado aquella necesidad. Los reyes consideraban absurdo y
pernicioso que un acto consecuente de un proyecto subsistiera tras haberse
cumplido el fin; sobre todo, si las consecuencias que de esto se seguían era el
abuso de estos medios —con su consecuente desnaturalización— y el
empobrecimiento de sus reinos.
Sin negar estos motivos, Goñi Gaztambide considera que la crítica a las
indulgencias por parte de la Corona no respondía tanto a los abusos —que
tampoco faltaban entre los comisarios de Cruzada— como a la concurrencia
económica tan perjudicial para la bula de Cruzada41. Para evitar esto, los reyes
solicitaron al papa “suspender todas e qualesquier yndulgençias plenarias e non
plenarias que fasta aquí son conçesas”, e impedir “a los prelados que non les den
inpetras para las publicar so grandes çensuras y penas”. Además, pedían que no se
publicase ninguna indulgencia “syn que primeramente sean traydas a nuestro
Consejo donde ay perlados e otras personas eclesiasticas de çiençia e conçiencia
para que las vean e esaminen”.
39 Novísima recopilación, libro I, título 5, ley 2; AZCONA, T. DE, La elección y reforma..., pp. 287-288;
sobre el orígen de este impuesto cfr. MARTÍNEZ, G., Diezmo, en DHEE, vol. I, Madrid 1972, pp.
757-758; para tiempos más cercanos a los que nos interesan ver LADERO QUESADA, M. Á., y
GONZÁLEZ JIMÉNEZ, M., Diezmo eclesiástico y producción de cereales en el reino de Sevilla (1408-1503),
Sevilla 1979.
40 En SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Política internacional..., vol. III, p. 406.
41 GOÑI GAZTAMBIDE, J., Los cuestores en España y la regalía de indulgencias, «Hispania Sacra», 21
42 Bula Inter curas, 27 julio 1493; ASV, Registri Vaticani, 869, fols. 136v-137; en GOÑI
con lo que “ay alguna dificultad de juntallos a todos”. El doctor Angulo propuso
en su memorial de 1497 que “su Sanctidad conçeda vn Breve para que como estos
avian de haser esta examinaçion, la haga vna persona eclesiastica que sus Altezas
nombraren, e que asy mismo se estienda a los perdones que conçeden los
ordinarios en sus Dioçesis”; además sugería que el dinero recaudado por las
indulgencias predicadas sin el permiso requerido “su Sanctidad lo de a Sus Altezas
para la guerra que tienen contra los moros de Africa”49. Los abusos no se cortaron
y en el sínodo de Badajoz de 1501 el obispo Alonso Manrique de Lara bramaba
contra aquellos cuestores que predicaban “bullas no examinadas por nos,
engañando los pueblos”, mientras Diego de Deza llegaba a sospechar incluso de
sus propios cuestores que se excedían en las demandas50. Goñi Gaztambide afirma
que de estos abusos no se salvó ni la Corona pues, al menos desde 1505,
aprovechó la situación de caos para publicar por cuenta propia algunas de estas
indulgencias a cambio de una indemnización51.
Queda por estudiar la aportación de la iglesia castellana al jubileo universal
de 1500, que Alejandro VI preparó con tanta dedicación en un contexto de
cruzada por las recientes conquistas turcas en el Mediterráneo52. Para su
recaudación se suspendieron todas las indulgencias durante el año santo, y se
acometió en Roma un plan urbanístico de reformas basado en la fortificación del
complejo de los palacios Vaticanos, el Borgo, Castel Sant’Angelo, Porta San Pietro
o “viridaria”, Porta dei Cavallegeri o “turronis”, así como la reparación de puentes
y caminos para facilitar el acceso de los peregrinos53. La seguridad de las costas
quedó garantizada por la creación de una pequeña flota pontificia al mando de
Ludovico Mosca, mientras las vías terrestres fueron custodiadas por una policía
immagini per un giubileo, en Homo viator. Nella fede, nella cultura, nella storia, Roma 1996, pp. 245-256;
FAGIOLO, M., y MADONNA, M. L. (dirs.), La storia dei Giubilei, vol. II: 1450-1575, Florencia 1998;
TESTA. L., Il Giubileo di Alessandro VI: Gli appartamenti Vaticani, la ristrutturazione di Castel Sant'Angelo e
la decorazione di Santa Croce in Gerusalemme, en CALVESI, M. (dir.), Arte a Roma. Pittura, scultura,
archittetura nella storia dei giubilei, Turín 1999, pp. 57-69; sobre los peregrinos cfr. PALUMBO, G.,
Giubileo Giubilei. Pellegrini e pellegrine, riti, santi, immagini per una storia dei sacri itinerari, Roma 1999.
53 Sobre la reforma urbanística proyectada por el papa con motivo del jubileo de 1500 cfr.
FAGIOLO, M., y MADONNA, M. L., La rifundazione urbanistica di Roma nei piani giubilari del Quattrocento,
en ID., La storia dei Giubilei, vol. II: 1450-1575..., pp. 10-37, especialmente pp. 32-37; GUIDONI, E., y
PETRUCCI, G., Roma, via Alessandrina. Una strada “tra due fondali” nell’Italia della corti (1492-1499), Roma
1997.
666 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
54 Cfr. MALLET, M. E., The Borgias..., pp. 209 y ss; algunos datos sobre la marina militar de
Alejandro VI en GUGLIELMOTTI, A., La guerra dei pirati e la marina pontificia dal 1500 al 1560,
Florencia 1876; ID., Storia della marina pontificia, vol. II, Roma 1886; véase el proyecto de imitación de
la Santa Hermandad ya comentado que presentó Carvajal y el cardenal de Santa Práxedes en BAV,
Barb. Lat., 2874, fols. 2r-6r.
55 Cfr. ROMANI, M., Pellegrini e viaggiatori nell’economia di Roma dal XIV al XVII secolo, Milán 1948,
pp. 6-15, y 260; ESPOSITO, A., Corsi a Roma e nella Maremma laziale nel tardo Medioevo, en
CARACIOCCHI, S. (dir.), Le migrazioni in Europa. Secc. XIII-XVIII, Florencia 1994, pp. 825-838;
también CHERUBINI, G., Il giubileo da Bonifacio VIII ad Alessandro VI; en ID., Pellegrini, pellegrinaggi,
giubileo nel Medioevo. Quattro studi, Turín 2000, pp. 53-98.
56 DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. II, p. 218.
57 Cfr. VISCEGLIA, M. A., I rituali del giubileo, en FAGIOLO, M., y MADONNA, M. L. (dirs.), La storia
dei Giubilei, vol. II: 1450-1575..., pp. 84-129; ID., “Haec est Porta Domini. Justi intrabunt in eam”. I rituali
del Giubileo, en ID., La città rituale..., pp. 239-285; sobre el sentido simbólico de la Puerta Santa cfr.
PARAVICINI-BAGLIANI, A., La Chiavi e la Tiara..., p. 21.
58 DOMPNIER, B., Lucrare il giubileo lontano da Roma, en FAGIOLO, M., y MADONNA, M. L. (dirs.),
La storia dei Giubilei, vol. II: 1450-1575..., pp. 316-329, especialmente p. 318.
59 BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. II, pp. 247 y ss.
60 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Nuncios..., p. 25; el embajador veneciano confirma que el jubileo
se cobró en España cuando afirma que el papa había pedido a la Señoría “un giubileo per tutto il
dominio come ha dato a Spagna e a Francia”; CAPELLO, P., Sommario della relazione di Roma, 28
septiembre 1500; en ALBÈRI, E. (dir.), Relazioni degli ambasciatori veneti..., serie II, vol. III, p. 13.
61 El empleo de César Borja sobre los fondos recaudados en Florencia parece bastante
documentado. Sobre las murmuraciones en Roma cfr. DE’ CONTI, S., Le storie..., vol. II, p. 218.
LAS RELACIONES FISCALES IGLESIA-ESTADO 667
62 LADERO QUESADA, M. Á., Estado y hacienda en Castilla durante la Baja Edad Media, en Estado,
debió redactarse en julio de 1493); en GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., El Deán de Santiago. D. Diego de
668 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
Nótese que el deán de Santiago no dudaba del justo uso que hacían los reyes
de las rentas eclesiásticas, sino del sistema fiscal que se estaba creando,
honestamente manejado por quienes ocupaban ahora el trono, pero peligroso si
caía en manos menos escrupulosas. Veamos concretamente cuales eran los
principales ingresos de rentas eclesiásticas que disfrutaron los reyes durante el
pontificado Borja.
El mayor aporte de rentas eclesiásticas fue sin ninguna duda el capital
recaudado a través de la décima o bula de Cruzada, que era un tipo de bula de
indulgencia otorgada por Sixto IV en 1482 para sufragar los gastos de la guerra de
Granada, y que se ha calculado en ochocientos millones de maravedíes64. Como
semejante importe, la bula de Cruzada constituía la concesión pontificia más
amplia de las que habían recibido los anteriores monarcas Trastámara, ya que
otorgaba gracias espirituales y económicas tanto al cruzado como al contribuyente,
mientras que los ingresos obtenidos se invertían prioritariamente a los gastos de la
guerra65.
Su recaudación en Castilla y en Aragón discurría por las vías del poder
eclesiástico, y no por las de la fiscalidad del rey o de las Cortes y ciudades, aunque
el cargo de comisario era provisto a propuesta de la Corona en prelados
cortesanos66. La aportación económica a la guerra de Granada fue considerada tan
indispensable que —según el embajador florentino Guicciardini— “sin tales
subsidios este rey [Fernando el Católico] no sólo no habría tomado Granada y
tantos reinos extranjeros, sino que habría tenido dificultad en conservar Aragón y
Castilla”67. Aunque el embajador afirma que “parece a estos papas poca cosa
concederlos”, lo cierto es que no faltaron las tensiones entre la Corona y el
Pontificado a la hora de prorrogar la citada bula, de la cual Sixto IV había logrado
—partir del concordato de 1483— sustraer una tercera parte de los ingresos para
Muros. Su puesto en la historia del humanismo español, «Anthologica Annua», 22-23 (1975-1976), pp. 78-
94.
64 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista del reino de Granada. «Hispania Sacra»,
11 (1951), pp. 43-81; trabajo incorporado a su obra más extensa ID., Historia de la Bula de la Cruzada
en España, Vitoria 1958; importante análisis económico en LADERO QUESADA, M. Á., La Hacienda
real castellana entre 1480 y 1492. Estudios y documentos, Valladolid 1967, pp. 29-30; ID., La Hacienda real
de Castilla en el siglo XV, La Laguna 1973, pp. 236-237; ID., Castilla y la conquista del reino de Granada,
Granada 1993, pp. 212 y ss.
65 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Santa Sede y la reconquista..., pp. 47-48 y 52.
66 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Comisarios generales de Cruzada, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 168-
169.
67 Cit. en ÁLVAREZ PEÑA, C. M., Guicciardini en la corte del Rey Católico, «Universidad», 26 (1949), pp.
68 Los reyes se opusieron a conceder lo pactado porque aquello “fue invención de hombres
seglares y poco temientes a Dios, más que voluntad de pontífice”; en GOÑI GAZTAMBIDE, J., La
Santa Sede y la reconquista..., p. 52.
69 Ibidem, pp. 57-59.
70 NIETO SORIA, J. M., La política eclesiástica de los Reyes Católicos…, p. 12.
71 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5026, fol. 100r.
72 ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fols. 27v-28r.
73 Ibidem, fol. 28r.
74 AGS, Patronato Real, leg. 19, fol. 2; GOÑI GAZTAMBIDE, J., La Bula de Cruzada..., p. 462; también
y fue prorrogada en 1501 por nueva concesión pontificia hasta el año 150375.
Durante todo este tiempo Ambrosio de Morales —tesorero de los gastos
“extraordinarios”— ingresó 169.045.136 maravedíes como fruto de la predicación
de la Cruzada; cantidad considerable si tenemos en cuenta que supone el concepto
más sustancioso para las arcas reales después de las libranzas a Morales para el
pago de las guardas76. Durante el primer trienio aparece mencionado como
tesorero Pedro Díaz de Toledo —siendo comisarios Francisco de la Fuente y
Diego de Deza, obispos de Ávila y Salamanca respectivamente—, mientras que en
el trienio 1501-1503 se encargó el tesorero de Burgos, Fernando López de la
Fuente, bajo los comisarios Alonso Suárez de Fuentesalce, obispo de Jaén, y de
nuevo Diego de Deza77.
El uso que se dio al dinero recaudado gracias a la bula de Cruzada fue muy
variado. Del trienio de 1495-1497 hubo varias partidas, como la del arzobispado
de Sevilla y los obispados de Cádiz y Córdoba, que se destinaron a las
expediciones a las Indias; mientras que de los ingresos del segundo trienio, más
numerosos que los del anterior, se libraron cantidades para gastos de la armada de
Nápoles, de la de Levante y de la que fue a Inglaterra con la princesa de Gales78.
En 1500 Alejandro VI quiso que la bula se destinase a la Cruzada organizada
contra los turcos79. Para recaudar los fondos en la Península Ibérica, el papa
decidió enviar al cardenal de Salerno, el valenciano Juan Vera, lo que —según los
informes venecianos— desagradó a los reyes80. Isabel y Fernando querían llevar el
asunto personalmente, sin que esto significase un uso indebido de los fondos. El
testamento de la reina refleja hasta qué punto la Corona se esforzó por no desviar
a otros fines ajenos a los previstos los ingresos recaudados en la Cruzada y, si así
fuere, la reina mandaba que “sean tomados los tales maravedís e cosas que dellos
se hayan tomado e se complan e paguen de las rentas de mis reinos de aquel año
75 Órdenes de los reyes al Concejo de Sevilla para que acaten la bula, 20 marzo 1495, 8 julio 1496
y 23 febrero 1501; en FERNÁNDEZ, M., OSTOS, P., y PARDO, M.L. (eds), El tumbo de los Reyes Católicos
del concejo de Sevilla, Madrid 1998-2002, vol. VII, pp. 332-334 y 156-157; vol. X, pp. 60-62.
76 Cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La fiscalidad regia extraordinaria..., pp. 156-158. Con todo, la cantidad
recaudada durante el pontificado Borja es sensiblemente menor a la que se cobró durante los siete
últimos años de la guerra de Granada (1485-1992), en que se llegó a recaudar el casi el cuádruple
(505.805.871 maravedíes); AGS, Contaduría mayor, 1ª época, leg. 88, fol. 82.
77 Cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Comisarios generales..., p. 168.
78 Ibidem, p. 158.
79 AGS, Patronato Real, leg. 19, fol. 25; NIETO SORIA, J. M., Las relaciones Iglesia-Estado..., p. 745.
80 SANUDO, M., Diari, vol. III, pp. 892-93 y col. 1171-1174 y 1166; sobre las relaciones de Juan
Vera con Fernando el Católico ver GOÑI GAZTAMBIDE, J., Vera, Juan, en DHEE, vol. IV, pp. 2732-
2733.
LAS RELACIONES FISCALES IGLESIA-ESTADO 671
que yo fallesciere, para que se gasten conforme al tenor e forma de las dichas
concesiones e Bulas”81.
En líneas generales los comisarios de la bula de Cruzada pudieron
desarrollar su trabajo sin mayores alteraciones, ni siquiera cuando el papa decidió
la suspensión general de las indulgencias, pues anunció a los reyes el 13 de julio de
1501 que esta medida no afectaba a las gracias a ellos otorgadas82. A principios de
1502 los reyes solicitaron al embajador Francisco de Rojas “el Breve que decís que
procurábades que diese nuestro muy Santo Padre para que continúe la Cruzada en
nuestros reinos”, para “sostener nuestra armada y rehacerla, porque esté presta
para socorrer a cualquier necesidad que los turcos pusiesen en la Cristiandad”83.
Como respuesta a este requerimiento Alejandro VI concedió a los reyes, el 9 de
mayo de 1502, una décima bienal para la expedición contra los turcos, pero los
fondos se destinaron más bien a la campaña de Nápoles, ya que el proyecto de
cruzada se frustró cuando los venecianos firmaron la paz con los turcos84.
Según Goñi Gaztambide, para obtener el máximo rendimiento económico
de la bula de Cruzada, no solían promulgarse a la vez todas las gracias y privilegios
de aquella, sino que se repartían en varias predicaciones procurando que cada una
de ellas ofreciera alguna novedad que moviera la piedad de los fieles. En la
segunda de éstas solía publicarse la facultad de componer, es decir, de reparar por
medios también económicos, de donde recibía el nombre de composición. En las
cuentas de Ambrosio de Morales se registran 48.417.259 maravedíes que se
obtuvieron en concepto de composiciones que se hicieron en tiempo de la
Cruzada en los dos trienios mencionados85. Se conoce que parte del destino de
estos ingresos se emplearon en gastas de la guerra de Nápoles, las expediciones a
las Indias, la armada contra los turcos de 1502 y 1503, así como las flotas que
acompañaron a la archiduquesa Juana a Flandes y a la princesa de Gales a
Inglaterra.
A la concesión de la Cruzada vino a sumarse el otorgamiento del Patronato
Real sobre Granada, y en 1488 el de las tercias y décimas de todas las tierras
ganadas o por ganar en dicho reino86. Con motivo de la embajada de Diego López
81 Véase el testamento de la reina en GARCÍA Y GARCÍA DE CASTRO, R., Virtudes de la reina..., pp.
391-414.
82 AGS, Patronato Real, leg. 27, fol. 46; SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. El camino hacia
Europa..., p. 220.
83 En RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., pp. 328; Goñi Gaztambide corrigue la fecha
de 1504 por la de 1502; cfr. GOÑI GAZTAMBIDE, J., Historia de la Bula de Cruzada..., p. 436.
84 Cfr. Ibidem, p. 436.
85 Cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La fiscalidad regia extraordinaria..., pp. 158-161.
86 Cfr. ALDEA, Q., Tercias reales, en DHEE, vol. III, pp. 2552-2553; ver también GALLARDO
FERNÁNDEZ, F., Origen, progresos y estado de las rentas de la Corona de España, vol. III, Madrid 1832, pp.
33-146.
672 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
103.
90 Véase el estudio monográfico sobre el caso francés CAUSSE, B., Église, finance et royautè. La
fijo se había convertido en un procedimiento usual durante los últimos años de la guerra de
Granada; LADERO QUESADA, M. Á., La Hacienda Real..., pp. 234-238.
96 CAVERO DOMÍNGUEZ, G., y DOMÍNGUEZ SÁNCHEZ, S., Colección documental de la catedral de
despachos este tipo de concesiones pontificias, como hace el 7 de abril de 1500; SANUDO, M.,
Diarii..., vol. III, col. 186.
100 Cit. en GARCÍA ORO, J., El Cardenal Cisneros..., vol. I, pp. 79-80.
101 Véase el tratamiento de esta legación en el capítulo dedicado a los conflictos jurisdiccionales
(III. 2.2.). Según recogen los libros de gasto de los años 1495-1501, el subsidio pagado a la Corona
por la iglesia de Toledo llegó a 3.839.166 maravedíes; cfr. GARCÍA ORO, J., y PORTELA SILVA, M. J.,
El gobierno toledano del Cardenal Cisneros..., p. 92.
674 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
102 Cfr. VICÉNS VIVES, J., Ferran II i la ciutat de Barcelona, 1479-1516, vol. II, Barcelona 1937, p. 161
y 244-245.
103 Bula Cum ad illos fidei, 5 junio 1500; SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato de Granada..., pp.
208-210. Bulas del 15 julio y 22 noviembre 1501; AGS, Patronato Real, leg. 68, fols. 47-50; SUÁREZ
FERNÁNDEZ, L., Los Reyes Católicos. La expansión de la fe..., pp. 191-192; ver también GARZÓN
PAREJA, M., Diezmos y tributos del clero de Granada, Granada 1974; y HERMANN, CH., L’Église
d’Espagne..., pp. 56-57.
104 Cfr. SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato de Granada..., p. 211; NIETO SORIA, J. M.,
105 Una copia en AGS, Patronato Real, leg. 68, fol. 46; SUBERBIOLA MARTÍNEZ, J., Real Patronato de
3.5.).
109 Cfr. ANDRÉS DÍAZ, R. DE, La fiscalidad regia extraordinaria..., pp. 155-156.
110 En RODRÍGUEZ VILLA, A., Don Francisco de Rojas..., p. 317.
676 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
1 Sobre los orígenes de la Inquisición española moderna son imprescindibles los trabajos de
74-79.
678 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
3 Ibidem, p. 75.
4 Sobre el colectivo judeoconverso en la Península Ibérica ver las obras de conjunto de
DOMÍNGUEZ ORTIZ, A., Los judeoconversos en la España moderna, Madrid 1992; CARRETE PARRONDO,
C., El judaísmo español y la Inquisición, Madrid 1992; la carrera de algunos conversos particularmente
influyentes en RÁBADE OBRADÓ, M. P., Una élite de poder en la Corte de los Reyes Católicos. Los
judeoconversos, Madrid 1993; sobre su polémica y variadísima religiosidad ID., Religiosidad y práctica
religiosa entre los conversos castellanos (1483-1507), «Boletín de la Real Academia de Historia», 194 (1997),
pp. 83-141; sobre la literatura polémica que se generó cfr. LÓPEZ MARTÍNEZ, N., Teología de
controversia sobre judíos y judaizantes españoles del siglo XV. Ambientación y principales escritos, «Anuario de
Historia de la Iglesia», 1 (1992), pp. 39-70; un análisis teológico del problema en MARTÍN DE LA
HOZ, J. C., El problema teológico de los falsos conversos, «Anales Valentinos», 44 (1996), pp. 295-329.
5 Bula Cum sicut non sine displicentia, 1 agosto 1475, entregada por Sixto IV a Nicolao Franco;
AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 502; también ALCALÁ, Á., Política religiosa de los Reyes Católicos..., pp. 122-
129.
6 Cfr. GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., La inquisición española..., p. 124.
7 El papa se quejaba especialmente del agente de los reyes que gestionó la bula de 1478, pues
“mandamos redactar ciertas letras [la Exigit] con la colaboración de aquel que en vuestro nombre
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 679
—hasta entonces religiosos dominicos— fuesen obispos, para estar más ligados
jurisdiccionalmente a Roma y, en cualquier caso, actuasen en consonancia con el
Ordinario8. La mano de Borja no anduvo lejos de esta reacción pontificia que
suspendía las facultades concedidas a los inquisidores para actuar de manera
independiente y disponía que en el futuro no se hiciera nada sin contar con el
vicario general, Mateo Mercader, arcediano de Valencia e íntimo colaborador de
Rodrigo de Borja9. En el terreno de los hechos el papa se limitó a confirmar a los
inquisidores reales, esta vez sometidos al obispo diocesano, y el 11 de febrero de
1482 decidió nombrar por cuenta propia a siete dominicos como inquisidores —
entre los que se encontraba fray Tomás de Torquemada—, concedió un perdón
general a los neófitos, exigió que se publicasen los nombres de los testigos, y
dispuso que fuesen admitidos en apelación por los tribunales romanos las causas
sentenciadas por los inquisidores10.
T. de Azcona considera que la sospecha del pontífice debe encuadrarse en
un contexto diplomático viciado por la disputa por la sede episcopal de Cuenca, la
oposición a las exigencias de la Cámara Apostólica, y el enfrentamiento del papa
con el reino de Nápoles, al que apoyaban los Reyes Católicos11. Los monarcas
trataron de calmar al pontífice a través de dos cartas que pasaron por las manos
del vicecanciller Rodrigo de Borja. Fernando se quejaba de que las nuevas
disposiciones iban en contra de las normas canónicas del Santo Oficio —cosa que
más tarde reconoció Sixto IV— e Isabel aseguró en carta autógrafa que no existían
solicitaba la expedición de tales cartas, y sucedió que expuesto a Nos el tenor de las mismas no
plenamente y con detalle, como convenía, sino de una manera genérica y confusa, tales cartas fueron
expedidas en contra de los decretos de los Santos Padres y de nuestros predecesores y de la
observancia común; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., p. 89. recuerda este detalle ALCALÁ, Á.,
Política religiosa de los Reyes Católicos..., p. 135.
8 Cfr. EDWARDS, J., The Popes, the Inquisition..., p. 75. La coordinación entre los inquisidores y el
obispo diocesano —que compartían una jurisdicción acumulativa en materia de fe de acuerdo con la
legislación de Bonificacio VIII— continuó siendo un tema de discusión, tal y como se refleja en la
instrucción dirigida el 13 de agosto 1499 por los Reyes Católicos al obispo de Salamanca, Juan de
Castilla, donde le advierten que la misión de los inquisidores no era impedir que sus prelados
cumplan sus obligaciones pastorales, sino ayudarles trabajando de común acuerdo ambas
autoridades; en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Cartulario..., vol. II, p. 153; también GARCÍA ORO, J., El
obispo salmantino Juan de Castilla..., pp. 271 y ss; un análisis de este problema de concurrencia en
BORROMEO, A., Contributo allo studio dell’Inquisizione e dei suoi rapporti con il potere episcopale nell’Italia
spagnola del Cinquecento, «Annuario dell’Instituto Storico Italiano per l’Età Moderna e
Contemporanea», 29-30 (1977-1978), pp. 219-276; ALCALÁ, Á., Herejía y Jerarquía. La polémica sobre el
Tribunal de Inquisición como desacato y usurpación de la jurisdicción episcopal, en ESCUDERO, J. A. (ed.), Perfiles
jurídicos..., pp. 61-87.
9 Breve de Sixto IV, 4 diciembre 1481; cit. en LEA, H. CH. DE, Historia de la Inquisición española…,
vol. I, p. 264.
10 Bula Apostolice Sedis 11 febrero 1482; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 92-94.
11 AZCONA, T. DE, Isabel..., p. 517.
680 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
ningún interés por los bienes de los conversos, y proponía la creación de un juez
de las súplicas para canalizar la apelaciones a Roma.
En mayo de 1483 se procedió al nombramiento de Íñigo Manrique,
arzobispo de Sevilla, como juez delegado de apelaciones que se levantaran contra
las sentencias emitidas por el Tribunal de Sevilla, contando para ello con la
garantía pontificia. La carta dirigida por Sixto IV a los reyes confirmando el
nombramiento de Manrique revela que éste fue el resultado de una comisión
investigadora de la que formaban parte Rodrigo de Borja, tres cardenales más, y el
propio Joan Margarit, obispo de Gerona y embajador de Isabel y Fernando12.
Según Ch. de Lea, el vicecanciller trató de hacerse con el cargo tras el fallecimiento
de Íñigo Manrique en 1485, pero la protesta de los monarcas le obligó a plegarse
ante al candidato real13.
Un nuevo movimiento de oposición, esta vez a cargo de conversos
poderosos, se fraguó en la Curia Romana durante el pontificado de Inocencio
VIII. Aunque los reyes movilizaron a sus representantes diplomáticos —
especialmente Juan Ruiz de Medina y López de Carvajal— el papa exigió llevar a
Roma varias causas, entre las que se encontraba el proceso contra el obispo de
Segovia, Juan Arias Dávila. Es probable que Rodrigo terciara en estas
negociaciones prestando oídos a las críticas, tal y como prueba la “mula con una
guarnición muy rica que valía más de CL ducados” y recibió de Arias Dávila14. El
25 de septiembre de 1487 promulgaba una bula que excluía los asuntos de fe de
los obispos de las competencias de la Inquisición, reservándose las competencias
correspondientes.
La reina condescendió, pero en marzo de 1490 escribió personalmente al
pontífice recriminando su apoyo hacia los obispos acusadores, hasta el punto de
permitir que Arias Dávila publicara diversos escritos y un libelo difamatorio contra
los reyes15; en una segunda carta se lamentaba de que en la Curia se mostrase tan
poco celo por el servicio de Dios y aseguraba que el envío de los procesos a
Castilla no iba contra la dignidad pontificia, pues en Roma quedaba sin castigo el
crimen de herejía y la justicia romana no llegaba a esclarecer la verdad16. En las
instrucciones enviadas dos meses después a sus procuradores en Roma los reyes se
12 Carta de Sixto IV a Isabel y Fernando, 25 mayo 1483; en SIMONSOHN, S., The Apostolic See...,
por la sede de Sevilla; cfr. LEA, H. CH. DE, Historia de la Inquisición española…, vol. I, p. 728.
14 El documento cita a otros cardenales que recibieron dádivas parecidas, habiendo otros
purpurados que no aceptaron nada; cfr. AZCONA, T. DE, Relaciones de Rodrigo de Borja…, p. 29.
15 Carta de la reina Isabel a Inocencio VIII, 6 octubre 1490; ASVe, Podocataro, II-543; en AZCONA,
quejaban por la falta de diligencia con que Ruiz de Medina había llevado en este
asunto que tanto desprestigio e injusticias acarreaba a la institución17. Los
cardenales que se ocupaban de este asunto en la Curia —entre los que se
encontraba el vicecanciller— estimaban que el fondo del problema era el
“detrimento” de la autoridad del papa.
Sin saber ya a quien acudir para revocar las comisiones, los reyes solicitaron
secretamente la colaboración del cardenal Antoniotto Pallavicini, prometiéndole la
sede de Segovia si apoyaba estas gestiones “sobre el remediar las cosas de la
Inquisicion [...], ahunque otros deurian ser los respectos que diessen remedio a
negocio de tal suerte”18. La solución acabó siendo la designación de dos agentes
nombrados por el papa para “visitar las inquisiciones”, e incluso tratar las causas
de los que habían recurrido en apelación, corriendo ella con todos los gastos19. Las
cosas debieron solucionarse poco a poco. Probablemente la situación en Roma no
era tan dramática como la pintaban los reyes, ya que durante este forcejeo por las
apelaciones Inocencio VIII había concedido a los monarcas facultad de nombrar a
uno o dos inquisidores con las cualidades requeridas que ayudaran a Tomás de
Torquemada en sus tareas de inquisidor general20; y en 1491 renovaba a petición
de los reyes el privilegio quinquenal que permitía a los inquisidores percibir las
rentas de sus beneficios, aunque no residieran21.
La actitud de Alejandro VI ante el Tribunal fue más condescendiente que la
de sus antecesores. La necesidad que tenía de la ayuda de los Reyes Católicos al
principio de su pontificado, y el conocimiento que tenía de la polémica institución
llevaron al papa Borja a adoptar una política conciliadora en relación a la polémica
institución22. El antiguo vicecanciller confirmó los privilegios —en cuya gestión él
interviniera— y favoreció el desarrollo del tribunal, en sintonía con los monarcas,
pero sin descuidar la vigilancia sobre el mismo. Nada más acceder a la tiara,
declaró nulos dos veces los privilegios que Sixto IV concediera a cierto número de
judaizantes, huidos a Portugal. Mientras los inquisidores Morillo y San Martín los
procesaban y condenaban en ausencia, los huidos habían obtenido la absolución
del papa Sixto IV y pretendían que les fuera reconocido en España, que fueran
anuladas las sentencias de Sevilla, y les fueran devueltos los bienes confiscados.
17 Instrucciones de los Reyes Católicos a sus procuradores Medina y Carvajal, 5 mayo 1490; en LA
del Santo Oficio, en PÉREZ VILLANUEVA, J., y ESCANDELL BONET, B. (dirs.), Historia de la Inquisición en
España y América, vol. II: Las estructuras del Santo Oficio, Madrid 1993, pp. 289-292.
682 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
23 Breve Sicut accepimus, 12 agosto 1493; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 285-261.
24 Breve Sicut accepimus, 12 marzo 1494; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 264-267; de todas
formas no se dejaron de conceder indultos, absoluciones y gracias a título personal que se
tramitaban a través del Tribunal de la Penitenciaría; F. Tamburini ha estudiado algunos documentos
referidos a personas procesadas por la Inquisición española en el Archivio S. Penitenziari, Registri
delle Supliche, fols. 28-146; cfr. TAMBURINI, F., Inquisición española y Penitenciaría Apostólica, en PÉREZ
VILLANUEVA, J., y ESCANDELL BONET, B. (dirs.), Historia de la Inquisición en España y América, vol.
III: Temas y problemas, Madrid 2000, pp. 207-224.
25 Cfr. TAMBURINI, F., Inquisición española y Penitenciaría Apostólica..., p. 211. Como veremos más
adelante, Alejandro VI no dejó de conceder este tipo de rehabilitaciones que no tenían valor en la
Península Ibérica, y que le granjearon algunos beneficios económicos.
26 Como es sabido, un acto nefando no era de suyo materia de inquisición, pero andaba muy
cerca, y llegó a serlo más adelante, porque se decía que ciertas desviaciones en la conducta suponían
una desviación en la doctrina, y entrar por ello en el campo de la herejía; así se comprueba, por
ejemplo, en el caso del obispo Juan Arias Dávila, acusado de algunos actos homosexuales; cfr.
GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Juan Arias Dávila, obispo de Segovia, y la Inquisición española, en GALINDO
GARCÍA, Á. (ed.), Árias Dávila…, pp. 191 y ss.
27 Despacho de Desprats al papa, probablemente de noviembre 1493; ASV, A.A., Arm. I-XVIII,
28 Despacho de Desprats al papa, 27 mayo 1494; ASV, A.A., Arm. I-XVIII, 5023, fol. 45v.
29 Breve Cum sicut accepimus, 30 marzo 1495; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 278-281.
30 Como es sabido, el Consejo era presidido por el Inquisidor General y tenía capacidad de
intervinieran en la elaboración del reglamento que los reyes mandaron revisar a los
inquisidores en 1485, 1488, 1498, 1500 y 1503. El verdadero rector del Tribunal
era Torquemada, que se encargó de redactar las “instrucciones” de 1493 y 1498 —
fecha esta última de su fallecimiento—, a las que se añadieron las que compuso
Diego de Deza en 1500 y 1504 con claras precisiones sobre la confiscación y venta
de bienes incautados31.
Otro de los aspectos que los reyes resolvieron durante este pontificado fue
el sostenimiento económico de la institución. Inocencio VIII ya había concedido a
los prebendados que ocuparan cargos en del Santo Oficio el derecho a percibir
íntegramente los frutos de sus prebendas, aunque no cumplieran con el deber de
residencia. Por bula del 18 de febrero de 1495 Alejandro VI encargó a los reyes la
custodia de los bienes confiscados de los condenados —que antes se aplicaban a la
Cruzada—, y su correspondiente reparto entre los funcionarios de la Inquisición.
Para asegurar que así fuese, en 1496 el papa dio facultad al arzobispo de Toledo,
Jiménez de Cisneros, para forzar tanto a los inquisidores como a los deudores de
la institución si era necesario32. Además, el 24 de noviembre de 1501, Alejandro
VI mandó que se pusiera a disposición del Inquisidor general el primer canonicato
y la primera prebenda que quedaran vacantes en las catedrales y colegiatas de
España33. La canonjía de la Inquisición se convirtió después en fuente de litigios y,
aunque no dio el capital que se esperaba, permitió una pagar mínimamente los
salarios de los oficiales34.
Los reyes también tuvieron que recurrir a la Santa Sede para poder recibir
los indultos, que eran pagos de una cantidad de dinero que realizaban los
conversos judaizantes, después de lo cual se le consideraba hábil y sin infamia legal
para la vida pública. Se intentaba así no juzgar por el mismo rasero a todos los
conversos, pero la Curia sabía que esta facultad podía poner en manos de los reyes
importantes sumas de dinero, sobre todo si se trataba de reconciliaciones
generales. Inocencio VIII ya había concedido este tipo reconciliaciones, públicas o
secretas, en 1486 y 148935. Sin embargo, fue en tiempos de Alejandro VI cuando
31 Es conocida la anécdota que muestra la energía y el poder alcanzado por Torquemada cuando
en 1498, a sus casi ochenta años de edad, excomulgó al provisor de Zaragoza y paralizó, contra la
voluntad del rey, las obras de acondicionamiento del palacio de la Aljafería. Cuando Fernando pidió
a Alfonso de Fuentelsaz la anulación de la censura, él respondió que no se atrevía porque era cosa
del inquisidor general, como si su cargo fuera subordinado; LEA, H. CH. DE, Historia de la Inquisición
española..., vol. II, p. 773.
32 Breve 26 marzo 1496; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 286-287.
33 La libre disposición de los bienes procedentes de las confiscaciones y composiciones se
concede en el breve Cum sicut accepimus, 18 febrero 1495; y la concesión de la canonjía en Bula Inter
cetera cordis, 24 noviembre 1501; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., pp. 274-277 y 268-271.
34 Cfr. MARTÍNEZ MILLÁN, J., Las canonjías inquisitoriales: un problema de jurisdicción entre la Iglesia y la
36 Se trataba de una medida que estimulaba la mezcla y dispersión de los conversos entre los
ingresos cfr. MARTÍNEZ MILLÁN, J., La Hacienda de la Inquisición..., pp. 75-76; MESEGUER
FERNÁNDEZ, J., Las primeras estructuras del Santo Oficio, en PÉREZ VILLANUEVA, J., y ESCANDELL
BONET, B. (dirs.), Historia de la Inquisición..., vol. I, pp. 397-402.
40 En el capítulo privado de la orden del 20 de octubre de 1498 se perfilaría la delimitación de la
admisión de los conversos; cfr. CARRETE PARRONDO, C., El judaismo español..., pp. 122-123.
41 En SIMONSOHN, S., The Apostolic See..., vol. II, pp. 1465-1466.
686 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
42 Bula Dum onus vniversalis, 1 diciembre 1498, y su ampliación el 1 septiembre 1499; en MARTÍNEZ
45 Cfr. ROTH, C., The Spanish Exiles of 1492 in Italy, en Homenaje a Millás-Vallicrosa, vol. II,
Barcelona 1956, pp. 293-302; MILANO, A., Storia degli ebrei in Italia, Turín 1963, p. 237 y ss; KAMEN,
H., The Mediterranean and the Expulsion of the Spanish Jews in 1492, «Pasta and Present», 119 (1988);
ESPOSITO, A., Gli Ebrei a Roma tra Quattrocento e Cinquecento, «Quaderni Storici», 54 (1983), pp. 813-
846; ID., La conmunità ebraiche di Roma prima del Sacco (1527): problemi di identificazione, «Henoch», 12
(1990), pp. 165-188; ID., Un altra Roma. Minoranze e comunità ebraiche tra Medioevo e Rinascimento, Roma
1995; ID., La communità ebraica spagnola nella Roma del ‘500, en ROSA PIRAS, P., y SAPORI, G. (dirs.),
Italia e Spagna tra Quattrocento e Cinquecento, Roma 1999, pp. 191-202. STOW, K. R., Ethnic Rivalry or
Melting Pot? The Edot in the Roman Ghetto, «Judaism», 41 (1992), pp. 286-296; BONFIL, R., Italia: un
triste epílogo de la expulsión de los judíos de España, en ALCALÁ, Á. (ed.), Judíos. Sefardíes. Conversos. La
expulsión de 1492 y sus consecuencias, Valladolid 1995, pp. 246-268; MOTIS DOLADER, M. A., Diáspora de
los judíos del reino de Aragón en Italia, en XIV Congresso di Storia della Corona d’Aragona. La Corona
d’Aragona in Italia. 3. Soppravivenza ed estensione della Corona d’Aragona sotto la monarchia spagnola (secc.
XVI-XVIII), vol. IV, Sassari 1997, pp. 291-313; TOAF, A., Alessandro VI, inquisizione, ebrei e marrani.
Un pontifice a Roma dinanzi all’expulsione del 1492, en IOLY ZORATTINI, P. C. (dir.), L’indentità disimulata.
Giudaizzanti iberici nell’Europa cristiana dell’Età Moderna, Florencia 2000, pp. 15-25; FOA, A., La
prospettiva spagnola: il Papa e gli ebrei nell’età di Carlo V, en CANTÙ, F., y VISCEGLIA, M. A. (dirs.),
L’Italia di Carlo V..., pp. 509-522. Sobre la expulsión de los judíos llevada a cabo por los Reyes
Católicos véanse los estudios generales de SUÁREZ FERNÁNDEZ, L., La expulsión de los judíos de
España, Madrid 1991; ID., La expulsión de los judíos, en VALDEÓN BARUQUE, J. (ed.), Isabel la Católica y
la política..., pp. 85-90; PÉREZ, J., Historia de un tragedia. La expulsión de los judíos de España, Barcelona
1993; BEINART, H., Gerus Sefarad (La expulsión de los judíos de España), Jerusalén 1994.
46 CORIO, B., Storia..., fol. 885 y ss; el desarrollo ritual e histórico de este gesto ha sido estudiado
por PROSPERI, A., Incontri rituali: il papa e gli ebrei, en Storia d’Italia, Annali, vol. XI: Gli ebrei in Italia,
Turín 1996, pp. 497-520.
47 Cfr. SIMONSOHN, S., The Apostolic See..., vol. II, pp. 411 y ss.
48 Cfr. COMPANY, X., y GARIN, F. V., Alejandro VI en Roma..., p. 148.
688 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
a la concurrencia económica de los recién llegados. Según esta fuente, “los judíos
que había en esta ciudad [Roma] reuniéronse para acordar lo que habían de hacer,
de suerte que no se mezclasen entre ellos extraños, pues les quitarían su alimento;
inmediatamente juntaron mil escudos para dar al papa como regalo, a fin de que
no los recibiera en su tierra. Pero el Pontífice, cuando le fueron referidos tales
actos, exclamó: ‘Esto es para mí cosa nueva, pues yo he oído que la costumbre de
los judíos es usar de conmiseración unos de otros, y he aquí que estos se portan
cruelmente”49. Por esta causa decretó que fueran expulsados de su tierra, pero los
judíos reunieron dos mil escudos más, que entregaron como regalo al papa para
que no los echara y también entrasen los judíos extranjeros en la ciudad, lo que fue
aceptado por el papa.
El cronista del Senado, Stefano Infessura, afirma que un gran número de los
sefardíes expulsados de la Península Ibérica buscaron refugio en Roma y
montaron sus tiendas de campaña “extra portam Appiam apud caput Bovis”50.
Más adelante la comunidad sefardí se iría estableciendo en el centro histórico de la
ciudad distinguiéndose de la comunidad judía de Roma, ya que en 1496 se habla
de una Communitas hebreorum hispanorum in Urbe conmorantium, en función antagonista
a los judíos romanos51. Una gran parte de estos se dedicaría a negociaciones
económicas como banqueros. En un segundo momento las fuentes comienzan a
especificar los grupos ibéricos que dieron vida a escuelas y sinagogas
independientes (scole), según las áreas geográficas de origen: Castilla, Aragón-
Cataluña y Navarra52. El arraigo de las dos primeras les permitirá convertirse en las
comunidades judías con mayor permanencia en Roma53.
Desgraciadamente el papa no pudo protegerles de las extorsiones
provocadas por las tropas francesas de Carlos VIII, cuando a su llegada a Roma en
1494 “metieron a saco gran parte de la judería, donde había más de tres mil judíos,
vecinos, y forçaron muchas mujeres de todas suertes”54. No sería extraño que se
ensañaran especialmente con la comunidad sefardí, dado el carácter antiespañol de
estas violencias que no perdonaron las posesiones de ciertos curiales españoles55.
Ghetto of Rome in the 16th Century. Ethnical and Social Conflicts (in ebr.) Romat Gan 1984, pp. 36-41;
también ID., Alessandro VI, inquisizione, ebrei..., pp. 15-25.
53 Cfr. ROTH, C., The Spanish Exiles of 1492 in Italy..., pp. 293-302.
54 SANTA CRUZ, A. DE, Crónica..., vol. I, p. 117.
55 Las agresiones se repitieon al regreso desde Nápoles de Carlos VIII, el cual “ha fatto tagiar a
pezzi alguni spagnoli, e ha fatto metter a saco ‘l palazzo del Cardenal de Monreal, spagnol”;
SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 342; también RODOCANACHI, E., La Saint-Siège et les juifs. Le ghetto à
Rome, París 1891, p. 156.
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 689
Eran las tristes consecuencias de la campaña de un rey que había acusado al papa
de “seguiere la marrana setta”; acusación que esgrimiría también el cardenal
Giuliano della Rovere y se encontraba en las invectivas de Savonarola contra el
pontífice56. Con todo, a principios de 1500 los sefardíes constituían el treinta por
ciento de la población judía de Roma.
Los Reyes Católicos reprocharon a Alejandro VI su transigencia hacia la
población judía y conversa que era acogida en Roma57. El embajador Diego López
de Haro se refirió explícitamente a los marranos expulsados de sus reinos —“tam
quam inimicos christianae fidei”—, y conminaban al papa —“qui esset caput
dictae fidei”— a expulsarlos de las tierras de la Iglesia58. No está claro si el cronista
Infessura se refiere a los judíos propiamente dichos, o a los cristianos que
criptojudaizaban —también llamados conversos o marranos— y huían de la Península
Ibérica para no ser procesados por la Inquisición. Ya en tiempos de Inocencio
VIII no pocos conversos huidos de la Península Ibérica —agentes quizá de la
campaña antiinquisitorial desplegada en Roma— habían logrado ocupar cargos en
los oficios eclesiásticos, lo que llevaría al pontífice a tomar medidas al respecto59.
Tales excesos explicarían la protesta del obispo de Burgos, Pascual de Ampudia,
cuando recriminaba en su dictamen elaborado para el V Concilio de Letrán, la
escandalosa transigencia de la Curia romana ante los apóstatas judíos60.
En otra parte de su crónica, el judío andaluz Ibn Verga describe el
encuentro de dos representantes de los Reyes Católicos con el pontífice el día de
Navidad:
Se presentaron ante nuestro señor, el papa, dos enviados del rey de
España para informarle de su intención de expulsar a los judíos del
reino. El rey de España sin embargo habría preferido que fuese
56 CORIO B., Storia..., fol. 909; también PASTOR, L., Storia dei Papi..., vol. III, p. 669.
57 Se trataba de una medida coherente con la política desarrollada por Isabel y Fernando en sus
reinos, donde decretaron la expulsión de los judíos el 31 de marzo de 1492, al igual que en Sicilia y
Cerdeña; BOSCOLO, A., Gli ebrei in Sardegna durante la dominazione aragonese di Alfonso III a Ferdinando il
Cattolico, en V Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. III: Fernando el Católico e Italia, Zaragoza
1954, pp. 9-17.
58 “Aliud quod [el embajador] proposuit est, quod ex quo (quod miraretur) praefactus rex
expulerat marranos de imperio suo, tam quam inimicos christianae fidei, quod mirabatur quod papa,
qui esset caput dictae fidei, illos recepisset in Urbe; et propterea hortatus est eum, ut de terris
Ecclesiae subiectis illos expelleret”; INFESSURA, S., Diario..., p. 288. Teniendo en cuenta los
prejuicios del diarista romano contra Alejandro VI, es probable que Infessura haya cargado
excesivamente las tintas en la denuncia de un embajador que fue a Roma para sellar la alianza de los
Reyes Católicos con el Pontífice. Ver también RAYNALDI, O., Anales ecclesiastici accedunt notae
chronologicae, ed. de J. D. Mansi, Luca 1754, n. 32, 1493; cit. en PASTOR, L., Storia..., vol. III, p. 492.
59 Cfr. PASTOR, L., Storia..., vol. III, p. 256.
60 Él mismo pudo conocer este fenómenos en sus numerosos viajes a Roma; cfr. ORTEGA, J. L.,
64 Instrucciones de Fernando el Católico al Gran Capitán, 11 julio 1503; Archivo Zabálburu, 16-
91; HERNANDO SÁNCHEZ, C. J., El Gran Capitán y los inicios del virreinato..., pp. 1834-1835.
65 Sobre el tema de la introducción de la Inquisición en Nápoles y la expulsión de los judíos en
marzo de 1504; cfr. RUIZ MARTÍN, F., La expulsión de los judíos del reino de Nápoles, «Hispania», 39
(1949), pp. 32-34; ID., Fernando el Católico y la Inquisición en el reino de Nápoles: génesis de un mito, en V
Congreso de Historia de la Corona de Aragón, vol. II, Zaragoza 1956, pp. 317-336; MARONGIU, A., Intorno
alla politica ecclesiastica..., pp. 174-175; BONAZZOLI, V., Gli ebrei del Regno di Napoli all’epoca della loro
espulsione, II: Il periodo spagnolo (1501-1541), «Archivio Storico Italiano», 139 (1979), pp. 179-287;
ABULAFIA, D., Insediamenti, diaspora e tradizione ebraica; gli ebrei del regno di Napoli da Ferdinando il Cattolico
a Carlo V, en GALASSO, G., y MUSI, A. (dirs.), Carlo V, Napoli e il Mediterraneo..., pp. 171-198.
66 En REY, E., La bula de Alejandro VI otorgando el título de Católicos a Fernando e Isabel, «Razón y Fe»,
67 Cfr. FERNÁNDEZ ALONSO, J., Pedro de Aranda, obispo de Calahorra († 1500), un legado de Alejandro
VI ante la señoría de Venecia, en Miscellanea in onore di Monsignor Martino Giusti, vol. I, Ciudad del
Vaticano 1978, pp. 255-285; sobre este personaje ver también GOÑI GAZTAMBIDE, J., Aranda, Pedro
de, en DHEE, vol. Suplemento 1987, pp. 37-38; los datos sobre su carrera eclesiástica pueden
rastrearse en HOFMANN, W. VON, Forschungen..., vol. II, pp. 92, 152 y 192; BROUETTE, E., Les clercs
“mensiers”..., p. 412; FRENZ, T., Die Kanzlei..., p. 424; RIUS SERRA, J., Regesto ibérico..., vol. I, pp. 12,
198, 231; EGIDI, P., Necrologi..., vol. II, pp. 154-155; BURCKARDI, J., Liber notarum…, vol. II, pp. 116-
117; algunas hipótesis ariesgadas sin aportar documentación nueva en FOA, A., Un vescovo marrano: il
processo a Pedro de Aranda (Roma 1498), «Quaderni Storici», 99 (1998), pp. 533-551.
68 Véase el capítulo dedicado a la formación de la Liga (II. 3.4.); la opinión que hemos discutido
en FERNÁNDEZ ALONSO, J., Pedro de Aranda, obispo de Calahorra…, pp. 274 y ss.
69 Cfr. HOFMANN, W. VON, Forschungen..., vol. II, p. 118; FRENZ, T., Die Kanzlei..., p. 276;
BURCKARDI, J., Liber notarum..., vol. I, p. 204; UGHELLI, F., Italia sacra, VII, 141; EUBEL, Hierarchia…,
vol. II, pp. 9, 116-117 y 200-1.
70 Véanse la copia de las actas del consistorio donde se recoge el proceso en BAV, Barb. Lat.,
2876, fols. 7v-12r., y ha sido estudiada por FERNÁNDEZ ALONSO, J., Pedro de Aranda, obispo de
Calahorra…pp. 279 y ss.
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 693
71 La autora no da razones que le llevan a esta consideración; cfr. SCHÜLLER-PIROLI, S., Los Papas
Borja..., p. 263.
72 SANUDO, M., Diari, vol. I, col. 949-950 y 1014.
73 Los embajadores hablan de veinte mil; cfr. PASTOR, L., Soria dei papi..., vol. Suplemento ai
volumi I-III, p. 334; ver también SANUDO, M., Diarii..., vol. I, cols. 949, 1014, 1029.
74 Cfr. LAMBERT, A., Arias Dávila, Juan, en DHGE, vol. IV, cols. 125-128; AZCONA, T. DE, Arias
Davila, Juan, en DHEE, vol. Suplemento, pp. 64-67; BELTRÁN DE HEREDIA, V., Juan Arias Dávila,
obispo de Segovia, ¿el introductor de la imprenta en España?, en ID., Cartulario..., vol. II, pp. 95-103;
CARRETE PARRONDO, C. (ed.), Fontes Iudaeorum Regni Castellae, vol. III: Proceso inquisitorial contra los
Arias Dávila segovianos: un enfrentamiento social entre judíos y conversos, Salamanca 1986; sobre su
interesante biblioteca enriquecida durante su estancia romana cfr. BERTINI, G. M., Un vescovo
umanista di Segovia, en ID., Studi e ricerche ispaniche, Milán 1942, pp. 57-63; EDWARDS, J., Bishop Juan
Arias Dávila of Segovia: “judaizer” or reformer?, en ID., Religion and Society..., no X, pp. 71-86; GITLITZ, D.
M., Los Arias Davila de Segovia: entre la sinagoga y la iglesia, San Francisco 1996; ver también las páginas
que le dedica RÁBADE OBRADÓ, M. P., Los judeoconversos en la época de los Reyes Católicos, Madrid 1990;
véanse también los recientes trabajos reunidos en GALINDO GARCÍA, Á. (ed.), Árias Dávila: Obispo y
Mecenas. Segovia en el Siglo XV, Salamanca 1998; especialmente GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Juan Arias
Dávila, obispo de Segovia, y la Inquisición española, en GALINDO GARCÍA, Á. (ed.), Árias Dávila..., pp. 181-
199.
75 LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. III, pp. 299-305, 314 y 381-385.
76 Ibidem, vol. III, p. 301.
694 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
77 Véanse los dos informes de Carvajal y Medina a los reyes en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Juan
cardenales que intervinieron en el proceso en BELTRÁN DE HEREDIA, V., Cartulario..., vol. II, p. 100.
80 Cfr. GONZÁLEZ NOVALÍN, J. L., Juan Arias Dávila..., pp. 195-198.
81 LAMBERT, A., Arias Dávila..., col. 128.
82 BERNÁLDEZ, A., Crónica..., p. 690.
83 Aún así el papa mandó a su nuncio la inmediata tramitación de sus bienes y espolio, dándole
facultades para recurrir a censuras eclesiásticas si fuese necesario; AZCONA, T. DE, Relaciones de
Alejandro VI..., p. 163; ver también LE FLEN, J. P., La premièr version castillane du testament de Don Juan
Arias de Ávila, Éveque de Ségovie, «Estudios Segovianos», 22 (1970), pp. 16-46.
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 695
algunos movimientos en contra del Tribunal. En diciembre de 1497, Ruiz de Medina informaba al
rey Fernando que en Roma se habían falsificado algunos breves que iban en “deseruicio de Dios e
impedimento del officio de la Santa Inquisiçion”; y el 27 de mayo el rey le agradecía “la buena
diligencia que haueys puesto en me euisar de las cosas tocantes al officio de la Santa Inquisiçion, que
en esa Corte se han innouado”; carta del rey Fernando al obispo de Cartagena, 1 febrero 1498, y 27
mayo 1498; en LA TORRE, A. DE, Documentos..., vol. VI, pp. 19-20 y 79-80.
88 Véanse la capia de las actas del consistorio en BAV, Barb. Lat., 2874, fols. 4v-6r; también 2876,
fols. 12r-13r.
696 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
descripciones de la ceremonia, siendo la del maestro de ceremonias la que aporta los datos más
plausibles: BURCKARDI, J., Liber notarum..., pp. 114-115; SANUDO, M., Diarii..., vol. I, col. 1029; ver
también también el despacho del embajador de Milán en BARON, S. W., A Social and Religious History
of the Jews, vol. XIII, Filadelfia 1969, pp. 102-103, y la nota 45 en pp. 360-361; cfr. BETHENCOURT,
F., L’Inquisition á l’époque moderne. Espagne, Portugal, Italie, XVe – XIXe siécle, París 1995, p. 308.
92 En el breve dirigido posteriormente a los inquisidores españoles, Alejandro VI habla de
“algunas personas de uno y otro sexo que, como vehementemente sospechosas y mal afamadas por
crímenes de herejía y apostasía de la fe, habían huido de esas regiones por miedo a vuestra
represión”; breve Cum nuper 5 octubre 1498; en MARTÍNEZ DÍEZ, G., Bulario..., p. 300.
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 697
93 “Super habitu quotidiano quedam tela rubea sive pavonatia super humeros ante pectus et terra
pendens usque ad coxas, habens crucem croceam latam quatuor digitorum et longam ad
longitudinem ipsius tele superhumeralis”; BURCKARDI, J., Liber notarum..., p. 115; el embajador
veneciano contabiliza “300 marrani spagnoli vestiti di zalo, con una candela in mano”; SANUDO, M.,
Diarii..., vol. I, col. 1029.
94 En la disposición emanada por la comisión se decía que la pena debía concretarse en “a singulis
ebraicae sectae, impresa en 1500, el converso Juan Bautista Gratia Dei dice que maduró su conversión
frecuentando S. María sopra Minerva y escuchando la predicación de los religiosos dominicos.
96 El decreto fue firmado por el cardenal Pedro Isvalies arzobispo de Reggio-Calabria, 7
septiembre 1498; AGS, Patronato Real, leg. 28, fol. 13; ver también SIMONSOHN, S., The Apostolic See
and the Jews..., vol. II, pp. 1454-55. En el breve pontificio del 5 de octubre se explica que “como se
dudase, según refería la fama y afirmaban también los mismos reconciliados, si todos o la mayor
parte de aquéllos habían sido ya condenados en contumacia en sus lugares de origen por dichos
crímenes de herejía y apostasía, y sus efigies quemadas, los antedichos Inquisidores [nombrados por
el Pontífice], para evitar el escándalo que acaso pudiera originarse con el regreso de estos
reconciliados a sus lugares de origen, entre otras cosas ordenaron muy prudentemente e impusieron
a cada uno de ellos como penitencia que no les fuera lícito regresar a España sin antes obtener
licencia expresa de los carísimos en Cristo hijos nuestros Fernando e Isabel, Reyes Católicos de
España, bajo la pena de los relapsos, a la que los así reconciliados se obligaron, y cuyo tener
queremos que sea tenido por expreso”; breve Cum nuper 5 octubre 1498; en MARTÍNEZ DÍEZ, G.,
Bulario..., pp. 300-304.
698 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
97 Carta de Garcilaso de la Vega, 8 noviembre de 1499 (mal datada); en SUÁREZ FERNÁNDEZ, L.,
de Córdoba, o el de un tal Juan de Borja; cfr. TAMBURINI, F., Inquisición española y Penitenciaría
Apostólica..., pp. 217-218.
100 Despachos del 17 y 19 de junio de 1503; GIUSTINIAN, A., Dispacci..., vol. II, pp. 383 y ss.
101 Cfr. IOLY ZORATTINI, P. C., L’Inquisizione romana e i giudaizzanti in Italia, en BORROMEO, A.
(dir.), L’Inquisizione. Atti del Simposio internazionale (Città del Vaticano, 29-30 ottobre 1998), Ciudad del
Vaticano 2003, pp. 505-538, especialmente 516-517.
ALEJANDRO VI Y LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA 699
Por último cabe aludir al aprecio que mostró Alejandro VI por médicos de
origen judeoconverso como los valencianos Pere Pintor y Gaspar Torrella,
especialistas en la enfermedad del “mal francés” extendida tras la campaña militar
de Carlos VIII en Italia102. El propio pontífice, como hacía una buena parte de los
príncipes europeos —entre ellos Isabel la Católica— fue atendido por médicos
judíos, y aconsejó sus servicios a conocidos suyos como los banqueros genoveses
de la familia Sauli en marzo de 1493103. La presencia del sabio hebraísta Adriano
Castellesi y del rabino Bonetus de Latis, médico y astrólogo del papa, muestra
además que Alejandro VI era permeable, o quizá favorable a la cultura hebraica,
sin transigir con ello en el terreno doctrinal o dogmático. Muestra de ello es que
durante su pontificado se desarrolló una literatura apologética dirigida a los judíos
—quizá sefardíes emigrados— y redactada por conversos españoles o dedicada a
eclesiásticos de esta nación104; a ésta pertenece el Liber de confutatione hebraicae sectae
que el converso Johannes Baptista Gratia Dei —médico hebreo convertido,
también llamado Verae Crucis— dirigió a Bernardino López de Carvajal en 1500,
o su traducción del Tractatus de perscrutatione mundi de Yecla ‘yah hap-Penînî ben
Abraham de Beziers105. Por su parte, el cardenal Carvajal animó a Egidio de Viterbo
en sus estudios de la Kabala, mientras Juan López, familiar del cardenal
Piccolomini, compuso su De haeresi et haereticorum reconciliatione106.
A la vista de estas consideraciones la figura de Alejandro VI adquiere
matices aparentemente contradictorios, ya que hizo compatible la
condescendencia hacia la política restrictiva de los Reyes Católicos y la tolerancia
con la minoría hebrea establecida en Roma. Como hemos tenido ocasión de
comprobar, el pontífice no sólo facilitó la acción del Tribunal inquisitorial en los
reinos de Castilla y Aragón, sino que imitó en Roma algunos procedimientos
ensayados en Castilla, como la reconciliación pública de conversos judaizantes
procedentes en su mayor parte de la Península Ibérica, poniendo fin a los
desórdenes y escándalos que se estaban produciendo por esta causa. Al mismo
Ross. 544. Sobre Verae Crucis cfr. OFFENBERG, A. K., Johannes Verae Crucis. A fifteenth Century
Translator and Imitator of Jedaiah Hapenini bem Abraham Bedershi, en DAVIES, M. (ed.), Incunabula. Studies
in Fifteenth Century Printed Books Presented to Lotte Hellinga, Londres 1999, pp. 215-230.
106 Cfr. SECRET, F., Egidio da Viterbo et quelques-uns de ses contemporains, «Augustiniana», 16 (1966), p.
375.
700 CAPÍTULO III: RELACIONES ECLESIÁSTICAS
pretenden ser una síntesis de nuestra investigación, con referencias más o menos
explícitas a las aportaciones que ésta ha proporcionado.
El objeto de estudio debía encuadrarse primero en el contexto de las
relaciones Iglesia-Estado durante la época bajomedieval, y más concretamente en
los cauces de negociación abiertos por los últimos monarcas de la dinastía
Trastámara. Fue una época caracterizada por la gestación de una dinámica
concordataria en la que la Santa Sede cedió a la Corona una serie de prerrogativas
en el gobierno de la Iglesia de sus reinos en asuntos beneficiales, fiscales y
jurisdiccionales. Los contactos se intensificaron hasta el punto de crear unas
formas de negociación lo suficientemente flexibles para favorecer el diálogo
Pontificado-Monarquía sobre la base de una plataforma diplomática cada vez más
sólida. El sistema también presentaba algunos planos de fractura al ofrecer a la
monarquía castellana expectativas de mayor intervención en un momento en que
el Papado se preparaba para acometer la restauración política de sus Estados, e
intensificar su actuación en las iglesias locales.
Ésta era la situación cuando Isabel y Fernando subieron al trono reuniendo
en sus personas las Coronas de Sicilia (1468) Castilla (1474) y Aragón (1479),
después de una guerra civil en la que contaron con el respaldo legitimador de Sixto
IV. En un principio, la Santa Sede estuvo dispuesta a entregar una parte de las
rentas eclesiásticas para la reactivación de la guerra de Granada y otorgar los
permisos oportunos para la creación del nuevo Tribunal de la Inquisición; sin
embargo, al poco tiempo surgieron aristados conflictos por el nombramiento de
las provisiones episcopales y las contribuciones económicas a la Cámara
Apostólica. Comenzó entonces una batalla diplomática para mediatizar la acción
de los agentes pontificios que eran enviados a la Península Ibérica, mientras los
reyes creaban una representación diplomática permanente en Roma.
Isabel y Fernando intentaron suavizar estos roces asegurando al pontífice su
apoyo militar para salvaguardar la estabilidad política de Italia, aquejada por
discordias internas y la constante amenaza del peligro turco. Para ello los
monarcas hicieron valer su influencia ante la rama de la Casa Trastámara que
reinaba en Nápoles, enfrentada de manera intermitente con Sixto IV y después
con su sucesor Inocencio VIII. La política castellano-aragonesa tuvo como
objetivo prioritario mantener la paz en Italia sosteniendo a la rama Trastámara que
reinaba en Nápoles, e impulsar —en colaboración con el Papado— una Liga de
los príncipes cristianos para la defensa del Mediterráneo frente a la fuerza naval
otomana, que en 1480 había conquistado la ciudad de Otranto.
Los éxitos políticos y militares de estos monarcas empezaron a crear en
Roma un clima de entusiasmo por sus personas, que se expresaba en discursos,
sermones, y una amplia variedad de manifestaciones festivas que alcanzaron su
máxima expresión en la celebración de la conquista de Granada en 1492. El
estudio de la producción literaria, o el incipiente mecenazgo artístico, constituye
CONCLUSIONES 703
Gracias al análisis conjunto de los diferentes temas, cabe constatar que las
mayores ventajas políticas y eclesiásticas que los reyes obtuvieron de la Santa Sede
datan precisamente del trienio 1493-1495: las bulas de concesión de las tierras
recién descubiertas en el Atlántico, y de las conquistas en África; la renovación de
la bula de cruzada y otras ventajas fiscales; los poderes sobre la reforma de los
religiosos; los permisos para obtener algunas reducciones del fuero eclesiástico; el
mantenimiento de un cierto status quo en la distribución de las provisiones; o el
apoyo al Tribunal de la Inquisición reduciendo las apelaciones a Roma y poniendo
las bases de su sostenimiento económico. De todas estas concesiones el
Pontificado nunca se retractó —salvo quizá el otorgamiento de los maestrazgos de
las órdenes militares—, pero hubo algunas reacciones cuando se torcieron las
relaciones diplomáticas que dificultaron la acción política de los reyes en estos
campos.
Siguiendo una política de compensaciones, Alejandro VI exigió —a cambio
de las citadas concesiones— la intervención armada contra Carlos VIII y la cesión
de un estado señorial en la Península Ibérica para su hijo Juan. Sin embargo los
reyes sólo podían declarar la guerra si se producía una agresión contra los Estados
Pontificios, tal y como estipulaban los acuerdos del tratado de Tours-Barcelona.
Por ello la guerra sólo pudo declararse en enero de 1495, cuando Carlos VIII ya
había ocupado Roma y se dirigía a Nápoles con sus tropas.
El estudio de los despachos diplomáticos italianos y españoles, nos ha
permitido apreciar la apremiante necesidad que tenía el pontífice de la ayuda
española y los intentos de estos monarcas por evitar el conflicto utilizando los
medios diplomáticos. Finalmente los Reyes Católicos decidieron intervenir en dos
frentes simultáneos: mientras enviaban a Sicilia una fuerza de choque al mando de
Gonzalo Fernández de Córdoba para ocupar las plazas fuertes de Calabria cedidas
por su pariente napolitano, en el Norte sus embajadores iniciaron una intensa
negociación diplomática con Venecia, Milán y la Santa Sede para la creación de
una liga defensiva contra los turcos, que en realidad pretendía aislar a Francia. Los
acuerdos se firmaron en abril de 1495, y un año después las tropas francesas
capitularon en Atella frente al ejército coaligado de los Reyes Católicos y el rey de
Nápoles.
Exconjurado el peligro francés, comenzaron a aflorar motivos de
resentimiento entre el pontífice y los monarcas españoles. Primero fue la
frustración del papa por las escasas rentas que éstos habían ofrecido a su hijo, el
duque de Gandía, vuelto a Roma en agosto de 1496 tras una estancia de tres años
en la Península Ibérica. Después vino la negativa de Alejandro VI a respaldar la
candidatura de Fernando el Católico al trono de Nápoles cuando la sucesión
recayó en una rama doblemente adulterina de la Casa de Aragón, a la que el rey
Fernando pensaba aventajar en derechos por ser descendiente legítimo de Alfonso
el Magnánimo.
CONCLUSIONES 707
hasta ahora con la atención que precisa. Fue entonces cuando Alejandro VI
decidió buscar la alianza con Luis XII, ofreciéndole la neutralidad de cara a las
pretensiones que tenía el rey francés sobre el ducado de Milán por descender de
los Visconti. El papa exigía a cambio un digno matrimonio para César y el apoyo
militar para reemprender una campaña militar en los Estados Pontificios. En esta
ocasión los intereses políticos del papa contrastaban con el escándalo que suponía
la secularización del antiguo cardenal, a lo que se opusieron los Reyes Católicos
con una protesta que fue subiendo de tono hasta la creación de un frente
diplomático con Portugal en diciembre de 1498.
Resulta difícil distinguir los móviles políticos de los religiosos en la crisis
diplomática que se desencadenó entonces. Los testimonios parecen indicar que los
reyes reprocharon al papa la interrupción de la reforma de la Iglesia a causa de su
nueva orientación política. Mediante el cotejo de los diferentes despachos
diplomáticos se han intentado reconstruir los encuentros que se desarrollaron
entre los embajadores regios y el romano pontífice, los reproches, las acusaciones
e incluso los insultos que se cruzaron, en aquellos ásperos momentos que reflejan
también la confianza con que ambas partes se trataban. Al cabo de unos meses se
inició la distensión cuando el papa volvió a integrar en los Estados Pontificios el
ducado de Benevento, —anteriormente conferido a Juan de Borja—, y prometió
enviar a sus hijos fuera de Roma; a cambio, los reyes se comprometieron a guardar
fidelidad al pontífice y cederle la provisión de la sede valentina que César acababa
de abandonar.
El último período del pontificado se caracterizó por la ocupación francesa
de Milán en septiembre de 1499, y la recuperación de varios enclaves en la
Romaña por parte de las tropas franco-pontificias al mando de César Borja. Un
año después Fernando el Católico y Luis XII se repartían el reino de Nápoles sin
contar con el rey Federico, desposeído por mantener contactos con los turcos. Al
tratarse de un reino vasallo de la Santa Sede, el papa tuvo que sancionar el reparto
de Nápoles, pero se mantuvo neutral en el conflicto que se preveía entre las tropas
españolas y francesas a causa de las disputas por la fijación de los límites de las
zonas respectivas.
Alejandro VI buscó la alianza con Venecia para poder equilibrar la
ingerencia de las grandes potencias en la Península Italiana, pero la pasividad de la
Señoría llevó al pontífice a mirar con buenos ojos la ocupación española de
Nápoles como contrapeso de la presencia francesa en Milán. Los despachos
venecianos examinados muestran el interés de los Reyes Católicos por firmar una
nueva liga con el pontífice, y la resistencia de Alejandro VI hasta que no se
comprobara la superioridad militar española sobre los franceses. El papa exigía a
Fernando que se respetaran sus dominios familiares en el Reino y contar con su
colaboración en el reajuste de los territorios baronales que se encontraban dentro
CONCLUSIONES 709
Las ventajas políticas que los reyes obtuvieron del pontífice no afectaron
tanto a sus intereses italianos —Alejandro VI nunca concedió a Fernando la
investidura de Nápoles— sino a África y a las nuevas tierras descubiertas en el
Océano Atlántico. Como es sabido, el papa respaldó la legitimidad del
descubrimiento frente a las posibles reivindicaciones de Portugal, el gran
competidor en la expansión ultramarina castellana.
Sin embargo, a diferencia de sus predecesores, Alejandro VI no se limitó a
conceder las tierras desde una óptica “cruzadista”, sino que exigió a los reyes la
evangelización de la población de las Indias a través del envío de misioneros
cualificados. Era la primera vez que el mandato evangelizador se hacía constar en
los documentos pontificios, presentándose como un precepto y una contrapartida
del poderío temporal otorgado. Decisión tan original reflejaba la “tensión
misionera y universalista” que se vivía en la Curia y en la Cancillería castellano-
aragonesa a fines del siglo XV, y que grabará hondamente la conciencia de los
soberanos. Así lo pone de manifiesto el codicilo de la reina dictado en su lecho de
muerte, en que Isabel suplica a sus sucesores continuar con la evangelización de
las nuevas tierras “y poner en ello la diligencia debida, según como más largamente
en las Letras [las llamadas “bulas alejandrinas”] de la dicha concesión se
contiene”1.
Por último, se ha querido enriquecer el estudio de las relaciones entre el
Papado y la Monarquía Hispánica con el análisis de la imagen de los Reyes
Católicos en la Ciudad pontificia, utilizando el instrumental metodológico que nos
han proporcionado las recientes perspectivas historiográficas sobre la imagen del
poder. El estudio de los aspectos ceremoniales de la representación diplomática,
las celebraciones por las victorias en la guerra de Granada, la producción literaria
—poética, discursiva e incluso dramática— y las manifestaciones de un incipiente
mecenazgo cultural y artístico, nos han dado las claves del imaginario político que
encarnaban los Reyes Católicos en Roma, y su evolución a lo largo de cuatro
pontificados consecutivos.
Tal y como se ha visto, la faceta cruzadista de tiempos de Inocencio VIII
dio paso a un perfil ligado a la defensa de la Iglesia —de la persona del pontífice y
de sus Estados— al que se van adhiriendo connotaciones providencialistas y
misioneras a raíz de las empresas oceánicas, hasta desembocar en el paradigma de
Fernando como nuevo imperator christianus. Este proceso tendrá su reflejo
simbólico en las sucesivas muestras de reconocimiento por parte de la Santa Sede,
desde la entrega del estoque al embajador castellano en 1486, pasando por la
concesión de la Rosa de Oro a la reina Isabel —y después a Fernando—, hasta la
donación del título de “Reyes Católicos” por Alejandro VI.
1 Cláusula 12 del codicilo de la reina Isabel, 23 noviembre 1504; en GÓMEZ DE MERCADO, F.,
abadía de Valldigna a César Borja, mientras que la bula Quanta in Dei Ecclesia del 27
de julio del mismo año, se gestionó durante la embajada de López de Haro, en la
que se concertaría el matrimonio del duque de Gandía con María Enríquez.
Después se fueron librando batallas particulares, donde los reyes defendían
la transformación del régimen de colación directa por el papa en provisión
electiva, y la conversión de los cargos perpetuos en cargos trienales o bienales, lo
que facilitaba la intervención de los delegados regios. El papa apoyó las iniciativas
de la Corona, pero intentó evitar que se orillara a los superiores o se vulnerasen los
derechos de los conventuales; también se resistió a perder los ingresos de los
monasterios que los reyes desviaban para sufragar los gastos que la reforma
ocasionaba. Para evitar estos problemas y vigilar de cerca la acción de la Corona
nombró en 1498 a su nuncio encargado de la reforma de las órdenes mendicantes,
junto con Cisneros y Diego de Deza.
Alejandro VI también amparó la reforma del clero que los reyes
emprendieron en dos frentes principales: la batalla contra los clérigos de primera
tonsura que se refugiaban en la jurisdicción eclesiástica para escapar a la justicia
civil —con los problemas de disciplina que se derivaban— y la creación de
colegios mayores y universidades para mejorar la formación de los eclesiásticos.
Junto con la evangelización de las Indias, la política educadora fue el tema en que
más coincidieron el papa y los reyes, entregados ambos a una política universitaria
de altos vuelos que culminaría en la erección de la Universidad de Alcalá y la de
Valencia, o en la reforma del Studium Urbis que Alejandro VI impulsó en Roma.
Un tercer aspecto relacionado con la política eclesiástica es el relativo al
interés de la Corona por emprender la reforma in Capitis; tanto más en un
momento en que pesaban sobre el Pontificado graves acusaciones de inmoralidad
y simonía. Se trata de un tema que no ha sido desarrollado por la historiografía, y
que tiene interesantes precedentes en el período de los Reyes Católicos. Durante el
pontificado de Inocencio VIII los reyes se habían limitado a presentar al papa
informes sobre los abusos que se cometían en la Curia. Sin embargo, con
Alejandro VI se sintieron especialmente comprometidos por ser “súbdito” de sus
reinos. Los monarcas manifestaron su preocupación en forma de reconvenciones
más o menos discretas —a través del nuncio, cartas personales, informes a sus
embajadores, o el envío de legaciones— que reflejan el grado de responsabilidad
que habían asumido con la Santa Sede y, de manera especial, con el compromiso
reformador. Se iniciaba así una línea de actuación que seguirá Fernando el Católico
con motivo de la celebración del V Concilio de Letrán (1512-1517), y se
intensificará en tiempos de los Austrias.
Imitando el ejemplo de sus antecesores, Alejandro VI concedió a los reyes
ingresos extraordinarios sobre las rentas eclesiásticas, con la condición de que se
destinaran a causas relacionadas con la defensa de la Santa Sede (campaña de
Nápoles) o la expansión de la fe (conquistas africanas y expediciones a Indias). Se
CONCLUSIONES 713
A) FUENTES INÉDITAS
En el siguiente elenco sólo ofrecemos las fuentes inéditas que hemos consultado
directamente:
B) INCUNABLES
C) FUENTES IMPRESAS
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