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viernes, 27 de junio de 2014

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS. EL CONFLICTO EN PSICOANÁLISIS. Primera parte. “Yo es


Otro” Jean-Arthur Rimbaud

Esto que hoy escribo surge a partir de una charla taller a la que asistí como invitada en un curso
de formación para directores de tiempo libre dirigido a jóvenes. Cuando la docente encargada
del curso me propone hablar del conflicto, lo hace interesada en que precisamente realizara un
aporte al tema desde el enfoque psicoanalítico, ya que ella se encarga de brindarles el enfoque
que del mismo se hace habitualmente desde la psicología.

Sabiendo de antemano que era un grupo conformado por jóvenes con un gran interés en el juego,
el tiempo libre y la creación artística (cine , teatro, literatura) , que algunos son monitores de
tiempo libre, otros maestros o educadores en busca de una “educación alternativa”, me siento en
la libertad de hacer una propuesta en la que la poesía tenga alguna presencia, para decir de una
manera más bella lo que he de abordar teóricamente, y también para que los jóvenes tomen
conciencia de aquello que sin saber que lo saben ya saben –dados sus intereses- : que hay, que
existe un saber del inconsciente del que no solamente el psicoanálisis da cuenta , sino también
los creadores, pues es del mismo que éstos se valen para hacer su acto de creación, su saber
hacer ahí, justo en el borde donde el mismo no cesa de no escribirse ,” lugar” de lo real, del
TROUmatisme como dice Lacan para referirse al trauma). Un saber del cual el psicoanálisis ha
hecho su objeto de estudio. Saber inconsciente, saber a medias asentado en la muerte, en la falta,
que pulsando por entre los intersticios o las grietas de la tierra cual Perséfone, es el que hace
posible que la semilla devenga fruto cada vez en las diferentes creaciones o estaciones de poetas,
músicos, pintores, cineastas, actores, etc.

Es así que antes de hablar de cómo pueden hacer para resolver un conflicto que se les presente a
ellos con otros profesionales, a ellos con los niños o con los padres de los niños en las actividades
donde estén desempeñando su rol ya sea de maestros, monitores o directores de tiempo libre, o
de un conflicto que se produzca entre niños y en el cual ellos deban operar como mediadores,
enfoco mi charla a hablarles del conflicto que nos habita e inaugura a cada uno de nosotros como
sujetos psíquicos.

El conflicto como originario del sujeto es también lo que posibilitó el surgimiento del
psicoanálisis. ¿Qué fue, sino el conflicto lo que Freud escuchó en sus primeras analizantes, las
llamadas pacientes histéricas?, que por suerte de pacientes no tuvieron mucho, y fue
precisamente el psicoanálisis el que gracias a Freud las ayudó a salir de ese lugar de pasividad
que sí tenían y quizás siguen hoy teniendo para la Medicina. Y las ayudó precisamente
escuchándolas, dando lugar a su palabra, precisamente el aspecto que toda psicolog ía considera
fundamental para la resolución de conflictos. Escuchar al otro, aunque al diferencia del
psicoanálisis con la Psicología es que la psicología escucha de yo a yo creyendo que el significante
tiene correspondencia biunívoca con el significado y que el yo dice lo que quiere decir, mientras
el psicoanálisis considera que ese yo que dice, no sabe lo que dice en lo que dice (lapsus, actos
fallidos chistes, sueños, síntomas) pues no hay correspondencia fija entre significante y
significado y un significante puede decir muchas cosas dependiendo de dónde esté ubicado y de
su relación con otros significantes; es el Otro del leguaje el que lo dice y dice a través de él.
Por eso mi enfoque apuntó a escucharnos antes que nada a nosotros mismos como seres en
conflicto, escuchar esa división del sujeto que es originaria e inaugural de nuestra existencia
psíquica entre consciente e inconsciente y entre mociones que como dice Freud responden a
diferentes instancias psíquicas o instancias de lo que él llamó e l aparato psíquico, que en la llamada
segunda tópica estaba conformado por el yo, el ello y el super -yo, con lo cual pretendía entender
y darnos a entender cómo somos seres habitados por pulsiones que entran en conflicto con los
valores morales, culturales, en fin, sociales, que el sujeto internaliza, y es el “yo” decía Freud el
que intenta mediar entre la satisfacción y la prohibición, o el límite a la satisfacción de las mismas
que se hace necesario para poder convivir en sociedad. Así todo conflicto, an tes de producirse
con los otros, está internalizado en cada uno, de ahí que Freud dijera que “toda Psicología es en
rigor Psicología social “(“Psicología de las masas y análisis del yo”), pues no hay posibilidad de
existencia de los sujetos sin la cultura y el lenguaje, y eso esta antes de la concepción del propio
sujeto, éste nace en un baño de Lenguaje y por tanto de cultura.

Y es esta complejidad la que hace que sea tan difícil resolver los conflictos, pues enfrentados a
alguno con otra u otras personas, se juegan todas esas fuerzas contradictorias que cada uno de
nosotros tiene en sí mismo. Para sentir que realmente se resolvió un conflicto con el otro, cada
cual ha de haber podido resolver el conflicto consigo mismo a que ese conflicto con el otro lo
enfrenta, conciliar en la solución encontrada a todas esas instancias psíquicas que reclaman su
cuota de satisfacción.
Y para dar cuenta de cómo el conflicto entre el “yo” (sujeto) y el Otro que habita en mí, está
desde el inicio pues ese Otro de la cultura, del lenguaje que internalizamos, con el que nos
identificamos nos brinda sus significantes y nombres recurrí a la cita de Rimbaud : “Yo es
Otro”.

Si yo es Otro, cuando digo “yo”, es el Otro el que dice de mí, se dice en mi.
Y por eso los nombres nos vienen del Otro, incluso el que llamamos propio, que no es para nada
propio sino también del Otro, determinado por su goce y su deseo en relación a nosotros como
hijos. ¿Qué nombra entonces mi nombre, cuál es mi verdadero nombre? Habría un nombre del
significante y otro del goce; ¿el verdadero será el del goce?
Y para dar cuenta de ello recurrí a una hermosa manera de decirlo, la de José Saramago en
“Todos los nombres”:

“Conoces el nombre que te dieron,


no conoces el nombre que tienes” ( cita del Libro de las evidencias).

¿Habrá entonces que perder todos los nombres del Otro que me habitan para hacerme uno propio realmente
propio con el goce?
Somos producto entonces de un conflicto entre el sujeto y el Otro, lo que determina una división
subjetiva entre consciente e inconsciente. Qué nombrará entonces el nombre propio de cada uno
en el deseo y el goce parental, que nombres habrá allí ocultos o dichos a medias que dicen de
nosotros, y qué dicen en lo que dicen.

“TO BE OR NOT TO BE” dice Hamlet de Shakespeare.

SER lo que nos dice el Otro, o no ser, es la cuestión.


No SER lo que nos dice el Otro, también es la cuestión.
Y ahí dos operaciones de que nos habla Lacan a la entrada del sujeto en el lenguaje, la alienación y la
separación, ambas esenciales para devenir sujeto psíquico, sujeto de lenguaje.

Tenemos dos vidas. La verdadera es la que soñamos en la infancia. La que continuamos soñando adultos en
un sustrato de niebla. La falsa es la que vivimos en convivencia con los demás. La falsa es la práctica y útil.
Aquella en la que acaban por meternos en un ataúd. En la otra no hay ataúdes ni muertes. Hay sólo ilusiones
de infancia. Y grandes libros pintados para ver y no leer. En la otra somos nosotros. En la otra, y no en ésta,
vivimos. (Álvaro de Campos*, “Dos vidas”)
*Heterónimo de Fernando Pessoa.

soy otro cuando soy, los actos míos


son más míos si son también de todos,
para que pueda ser he de ser otro,
salir de mí, buscarme entre los otros,
los otros que no son si yo no existo,
los otros que me dan plena existencia

Octavio Paz, Piedra de sol.

RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS DESDE EL PSICOANÁLISIS. Segunda parte. UNA


SITUACIÓN CLÍNICA: “Caso Juan: de la suspensión del sujeto a su exclusión de la ley del deseo”.

EL CONFLICTO.

En un conflicto con otra u otras personas, estas no solamente se van a enfrentar con el otro
(nivel interpersonal del conflicto), sino que en ellas mismas se va a producir un enfrentamiento,
una confrontación entre diferentes aspectos de su psiquismo (nivel intra-psíquico del conflicto):
diferentes necesidades, intereses, valores, creencias, va a ser determinante también la situación
física, psíquica y social en el momento del conflicto, etc. La constatación de este enfrentamiento
de fuerzas en cada sujeto, fue lo que llevo a Freud a pensar el aparato psíquico constituido por
fuerzas, lugares y aspectos que entraban en contradicción y por tanto en conflicto entre sí en cada
sujeto psíquico (de ahí su postulación de un punto de vista tópico, dinámico y económico para
pensar el aparato psíquico a partir del conflicto.
Mientras que el punto de vista "tópico" se encarga de determinar el lugar del acontecer psíquico(consciente-
inconsciente), el punto de vista dinámico describe las relaciones entre los sistemas, al conflicto y al proceso
transaccional mismo, mientras el punto de vista económico los flujos y el equilibrio energético. En los textos
metapsicológicos y en particular en su ensayo Lo inconsciente, Freud insiste en la necesidad de abordar el
análisis de cada proceso, mecanismo o fenómeno psíquico desde estos tres puntos de vista: tópico, dinámico
y económico:
«Propongo que cuando consigamos describir un proceso psíquico en sus aspectos dinámicos, tópicos y
económicos, eso se llame una exposición metapsicológica.»1
Lo tópico dice relación con los lugares (conceptuales, metafóricos) en donde ocurren los procesos psíquicos.
Se trata de un concepto esencialmente espacial, pero que por cierto no tiene nada que ver con localizaciones
en el sistema nervioso central:
«Nuestra tópica psíquica, provisionalmente, nada tiene que ver con la anatomía; se refiere a regiones del
aparato psíquico, donde quiera que estén situadas dentro del cuerpo, y no a localidades anatómicas.»2
Lo dinámico apunta a lo procesual, al conflicto entre sistemas en el acaecer anímico y puntualmente a la
manera específica en que ocurren las investiduras. Siendo los fenómenos psíquicos resultantes del conflicto
de fuerzas de origen pulsional, el punto de vista dinámico apunta a la observación de los mecanismos que
regulan las formaciones transaccionales (de compromiso entre los sistemas en conflicto).
Lo económico se refiere en cambio al consumo, ahorro, conservación y en general al flujo de energía libidinal,
la estimación al menos relativa de «los destinos de las magnitudes de excitación». 3 La hipótesis es que los
procesos psíquicos pueden observarse en acuerdo a la circulación y distribución de energía (pulsional) y que
ésta sería cuantificable, es decir, una energía que puede aumentar, conservarse o disminuir, y respecto de la
que se puede establecer relaciones y operaciones (de equivalencia, de equilibrio, de compensación, suma,
resta, etc.). Para resolver cualquier conflicto el psicoanálisis coindiciendo ene sete punto con la
psicología va a con conflicto psicoanálisis
2) RESOLUCIÓN DEL CONFLICTO Y PSICOANÁLISIS.
Para resolver cualquier conflicto el psicoanálisis coincidiendo en este punto con la psicología, va
a considerar fundamental privilegiar antes que nada, la escucha. Ahora bien, la escucha
psicoanalítica es diferente de la escucha que puede hacer un/a psicólog /a ya que aquel supone
el inconsciente al decir del sujeto, y ello implica que el sujeto dice más de lo que cree que dice -
en lo que dice-, dice algo importante para el tema en cuestión cuando cree estar diciendo naderías,
sabe más de lo que cree y dice más de lo que sabe. Y puede estar diciendo a nivel consciente que
quiere algo determinado, y al mismo tiempo estar diciendo o haciendo determinadas acciones
que lo llevan en sentido contrario, y que tienen sin embargo su razón de ser o su causa (concepto
analítico) a nivel inconsciente. Intentando escuchar todas estas contradicciones, lo que se dice a
medias, lo que se dice en lo que no se dice, lo que se dice para ocultar la verdad de la enunciación,
el deseo inconsciente en definitiva, trabajaré una situación o caso clínico. Con el mismo,
pretendo dar cuenta del tipo de lectura y lo que el psicoanálisis puede aportar a la
resolución de conflictos, dicho caso fue el que trabajamos en la charla- taller con estos jóvenes
que realizaban el curso de Directores de tiempo libre (y otro que se les sumó de “Formadores
para el empleo”), a lo que hacía referencia en mi anterior trabajo sobre el conflicto, y plantearé
los lineamientos por dónde abordé allí con ellos el mismo.
El caso está tomado de “CÓMO RESOLVER CONFLICTOS Herramientas para prevenir
desde las familias y las AMPAS” (CEAPA)

LA HISTORIA DE JUAN

Juan es un alumno a punto de cumplir los diecisiete años y que cursa 3º de la ESO. Ha repetido
primero y segundo de Secundaria, y tiene grandes dificultades para la lectura compren siva y para
las operaciones matemáticas algo complejas. Ha pasado a tercero por imperativo legal, ya que ha
agotado las dos posibles repeticiones. Tiene suspensas de segundo casi todas las asignaturas
(Lengua, Matemáticas, Sociales, Inglés, etc.), y sólo ha aprobado Tecnología y Educación Física.

En su casa están pasando por un mal momento. Su madre, separada desde hace años, no recibe
ayuda económica de su padre y va a limpiar casas. No andaba muy bien de salud y la han ingresado
en el hospital para hacerle unas pruebas, ya que sospechan que padece una enfermedad tumoral.
Al no poder trabajar tampoco tienen ingresos en la casa, dependiendo de la pensión de viudedad
de la abuela que convive con ellos.

Juan se aburre en clase y no entiende prácticamente nada de lo que le explican. A veces pregunta
algo, pero la respuesta que le suelen dar apenas le aclara nada. El profesorado le dicen que tiene
que estudiar más, que tiene que preocuparse y esforzarse más, y que para recuperarlas asignaturas
pendientes y tener una base mínima, lo más conveniente es que vaya a una academia o a alguien
que le pueda dar clases extras.

Juan se lleva particularmente mal con el profesor que le da Lengua. Ya se conocen de años
anteriores y nunca se han llevado bien. Considera que se sitúa siempre por encima de sus alumnos,
que continuamente presume de sus conocimientos y títulos y que apenas se preocupa de sus
alumnos de la clase. Nunca ha aprobado la asignatura con él y procura sentarse en sus clases en
la última fila, lejos de la vigilancia y atención del profesor. Coincide en la mesa con otro
compañero, Luis, con quien se lleva estupendamente y que también tiene una si tuación académica
parecida. Como se aburren en clase, apenas entienden nada y no tienen interés en lo que se
explica, se ponen a hablar, hacen bromas a otros compañeros, interrumpen al profesor o se ponen
a “jugar a los barcos”.

El profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al
haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le han
sancionado con diez días de expulsión del centro. Al volver a clase, el profesor se ha diri gido a
él comentándole que esperaba que el castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un
cambio de comportamiento por su parte, de manera que mantuviera una actitud distinta en el
aula. También le ha pedido los deberes que le había mandado para los días deexpulsión, deberes
que Juan no ha hecho. Termina recordándole la importancia del esfuerzo y que todo depende de
él; que, si quiere, puede hacer que las cosas transcurran de manera diferente a como han ido hasta
ahora.

Al día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones completivas
de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se va desenganchando de la
explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos veces le pilla distraído e incapaz de
responder. Al rato empieza a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le
llama la atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a mandar otra vez al
despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y que l es deje así tranquilos. Juan
pierde los nervios, se dirige de malas maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente.
El profesor reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a Juan y a
Luis.

Reunido el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con expulsión de
29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su decisión han pesado, sobre todo,
los graves insultos que Juan le hizo al profesor de Lengua.
PROPUESTA Y SÍNTESIS DE LA DISCUSIÓN GRUPAL. APORTES PARA UNA
LECTURA PSICOANALÍTICA.

Luego de presentarles el caso clínico a los alumnos, les propongo intercambiar en pequeños
grupos sus reflexiones acerca de la situación que presenta este caso, y luego, que contesten
a varias preguntas para posteriormente realizar una puesta en común, y desde la misma yo poder
retomar algunos puntos a partir de una escucha psicoanalítica. Las preguntas fueron: si hubo una
resolución del conflicto, si esa resolución pasó por escuchar a am bas partes del mismo en juego,
si el resultado de la supuesta resolución implicó un acuerdo que dejará medianamente conforme
a ambas partes, y cómo resolverían ellos el mismo, que cosas tendrían en cuenta para hacerlo.

Resumiendo, el grupo coincidió en que en este caso no había habido una resolución del conflicto
que escuchara ni dejara conforme a ambas partes de “manera justa”, y consideraron que el mismo
en vez de resolverse se negó, considerando más bien “conflictivo” solamente al alumno a quien
se lo expulsa del centro de manera autoritaria, y sin haberlo escuchado realmente. Ellos
consideraron que haberlo escuchado habría implicado tener en cuenta su situación como
estudiante, su situación familiar, haberle brindado desde el Centro, determinadas ayuda s o apoyos
que por sí mismo ni él ni su familia estaban en condiciones de darle, por ejemplo las clases de
apoyo.

Retomando los aspectos que los alumnos iban considerando intenté hacer hincapié en la
especificidad de la escucha psicoanalítica: qué aspectos se escuchan y en cómo se realiza la
misma. Así como lo hicieron también los estudiantes, el tema de la repetición es a escuchar.
Ellos consideraron que era importante prestar atención a este punto para entender cómo esa
repetición de cursos afecta lo que ellos llaman la autoestima del joven y su motivación.
Efectivamente, se trata de un joven que ha repetido primero y segundo de Secundaria y ello
afecta la imagen de sí mismo y el amor o valor a la misma (narcisismo) en su identificación como
estudiante. Pero desde el Psicoanálisis diremos que este joven no está pudiendo realizar su deseo
(deseo como concepto psicoanalítico), o también como diría Freud, encontrando una vía acorde
con la cultura para la satisfacción pulsional, pues en vez de poder sublimar sus pulsiones en el
estudio, en el aprendizaje, se aburre, no entiende nada, no le interesa lo que le explican y se pone
eventualmente a jugar con otro compañero que está en una situación escolar (¿será solo escolar?)
similar.

Lo presentado a partir de ahora es una elaboración posterior a ese encuentro, en el cual


simplemente me limite a esbozar y de la manera más simple posible (ya que eran chicos ajenos a
los planteamientos del psicoanálisis) algunos de los aspectos que acá profundizo.

DESEO, PULSIÓN Y REPETICIÓN.

Desde una lectura psicoanalítica de la situación clínica, esta repetición de curso remite a
la repetición como concepto fundamental del psicoanálisis (no lo desarrollaré acá teóricamente)
Si hay repetición ello implica que el deseo no está pudiendo circular metonímicamente en busca del objeto
de deseo, quedando el sujeto apresado o fijado y detenido a determinados significantes.
Ese objeto del deseo al que el sujeto supone, de poder encontrarlo, una satisfacción definitiva y completa,
no existe, está irremediablemente perdido, pues en su lugar está la falta de objeto (objeto a de Lacan) o
el objeto causa del deseo; ese que nos causa como sujetos. Y es precisamente esta falta estructural la que
posibilita la metonimia de la red de significantes del deseo: deseamos poder alcanzar en ella y a partir de ella,
ese objeto que cierre nuestra herida de origen y de culminación a nuestra búsqueda.

En la repetición el sujeto repite lo igual pero diferente, repite lo igual merced a la pulsión de muerte en una
búsqueda compulsiva(compulsión a la repetición) del goce, de un “más allá del principio del placer”, cerrar
ese circuito infernal que dice Lacan que es la repetición, pero en la medida en que el sujeto está dentro de lo
simbólico (estructurado en función de la castración simbólica que es el lenguaje), hay suficiente pulsión de
vida, esto es, deseo, búsqueda del placer, preservación simbólica de la falta como para contrarrestar u
oponerse a ese cierre. O sea que al mismo tiempo que se busca lo casi igual (cubrir la falta con un objeto
cuyo representante de representación se corresponda exactamente con la huella de la primera experiencia de
satisfacción, o sea un objeto que se cree que satisfará plenamente el deseo y hará desaparecer la hiancia
originaria entre sujeto y objeto), se conserva la marca, la falta, la diferencia simbólica, y ello hace a pulsión
de vida. Producto de esa encrucijada entre ambas es el síntoma, donde entran en conflicto el deseo y la
defensa, el goce y la lucha contra el goce.

Tenemos entonces que Lacan vincula la repetición a la pulsión de muerte, pero la pulsión de vida
oponiéndose al cierre definitivo de su círculo, intenta preservar simbólicamente la falta, que en ciertos
momentos según las experiencias a las que se enfrente el sujeto, amenaza faltar dejándole detenido, fijado a
determinados significantes que lo coagulan en el goce. La pulsión de vida intentando reanimar el deseo
que amenaza perderse. Pensarlo a nivel del fantasma sería cuando el fantasma trastabilla y amenaza perderse
la distancia entre el sujeto y el objeto, porque el sujeto deviene objeto plus de goce, de $ <>a a Sa.

Digamos que Juan repite curso, tiende determinadas dificultades de aprendizaje, etc.; si a esos problemas de
conducta se le hubieran supuesto un sentido simbólico y así se los hubiera leído, se los estaría llevando
camino del síntoma y trabajándolo por esa vía (hablando, encontrando relaciones entre lo que le sucede y su
situación familiar, encontrando otras soluciones a la expulsión, etc.),se podría haber preservado la brecha
del deseo, impidiendo que Juan siguiera adentrándose cada vez más en el circuito de la repetición. Pero al ser
tomadas sus dificultades como problemas de conducta que no se esfuerza suficientemente en controlar
porque sí , o porque es un caso perdido, se lo deja cerrado sobre sí mismo en un narcisismo por fuera de la
ley y la cultura(el estudio).El intento de llamado al Otro : llamar la atención del profesor para que le sancione
sí pero como sujeto de deseo, es inoperante, ya que lo que hace quien lo encarna es lo opuesto: expulsarlo
del deseo y dejarlo merced a la repetición y a la pulsión de muerte.

Esos nombres del Otro simbólico, red de significantes al que el sujeto queda fijado en la repetición(Juan el
que repite curso, Juan el que no comprende tal y cual, el que juega en clase, etc.), por el lado de la pulsión
nos ubican ante el objeto de goce que el propio sujeto deviene en la repetición, él mismo es tapón-objeto
que obturando la falta que debería haber entre él sujeto y el Otro, impide que el deseo del sujeto del
inconsciente circule por la red significante. A nivel de la pulsión Juan deviene objeto de goce que obtura la
falta, un objeto que repite en su no pasar…de curso (de un significante a otro significante, de
una representación a otra) su no saber, su no comprender, “dificultades a nivel del pensamiento” y por tanto
del lenguaje que solamente podrán ser despejadas si son leídas analíticamente, permitiéndole entonces a Juan
posicionarse como sujeto. Ello implica que en vez de ser tomadas como un simple dato descriptivo, se las
haga devenir enigma: qué repite Juan en su repetir curso, y por tanto síntoma analítico.

Ello implica leer que el joven en su repetir cursos repite algo del orden de lo inconsciente no
simbólico, de lo real, del toumatisme, algo que no puede ser dicho con palabras, nombrado,
simbolizado. Lo real es por estructura inasimilable totalmente por lo simbólico, esto es que Juan
aunque se psicoanalizara buscando el sentido de su repetición, no podría nunca saber o leer todos
los supuestos sentidos que estarían en juego en su repetición hasta agotarlos y llegar al hueso del
goce o de lo real por esa vía, ya que el sentido es metonímicament e inagotable. (Si se le podría
haber propuesto hacer algo con esas dificultades, “además de” o “en lugar de” hablarlas con el
docente o el orientador si es que lo hubiera: escribir un cuento, montar una obra de teatro, pintar
algo que le permita representar-se en las mismas, etc.) Pero aún así, si se le hubiera dado un lugar
a su palabra y a alguna lectura simbólica tentativa de la misma (aunque no fuera desde la posición
rigurosa en relación al saber inconsciente y al deseo, que lo haría un psicoanali sta).
Juan en su repetir curso se repite a sí mismo como repetidor, igualdad mortificante de la pulsión
de muerte, que lo deja ubicado como objeto plus de goce. Si Freud decía que en la melancolía la
sombra del objeto cae sobre el yo, acá yo diría que la sombra de la pulsión de muerte, la repetición
de la muerte o expulsión originaria del sujeto recae sobre el sujeto mismo gozándolo
y expulsándolo como objeto. Se produce algo del orden de latyché encuentro imposible con el objeto
(es el encuentro con lo imposible de lo real), implica el encuentro con la renuncia al goce, al que nos somete
el hecho de hablar, esa pérdida de vida por entrar en lo simbólico.

Quizás Juan podría haber encontrado algunos sentidos a ese repetir le permitieran resituarse en
relación a su deseo, pues siempre es posible hacer pasar algo de ese real por lo simbólico - eso es
lo que se hace en un análisis-Pero al contrario, el abordaje que se hizo de su caso no favorece su
reubicación como sujeto de deseo, al no haber sido escuchado en absoluto, sino lo contrario,
pues las medidas tomadas hacen que quede aún más fijado al “circuito infernal de la repetición”
como lo llama Lacan en “los cuatro conceptos fundamentales del Psicoanálisis”.

Cabe preguntarse que repite cuando repite cursos. Diremos que repite un lugar de no saber, de
no poder o saber, ver, escuchar ni aprender. ¿Qué es lo que repite no saber, en ese repetir no
saber las materias del colegio? Seguramente algo que no pude ser dicho en relación al goce y al
deseo, de su lugar en relación al deseo y la sexualidad parental: que objeto es él para la mirada, la
escucha y el deseo del Otro. En definitiva, repite no saber ni aprender, o más bien no ser
aprehendido en la castración o en la ley del deseo.

Y ello nos lleva a considerar en nuestra lectura su situación familiar y su situación de vida actual:

En su casa están pasando por un mal momento. Su madre, separada desde hace años, no recibe
ayuda económica de su padre y va a limpiar casas. No andaba muy bien de salud y la han ingresado
en el hospital para hacerle unas pruebas, ya que sospechan que padece una enfermedad tumoral.
Al no poder trabajar tampoco tienen ingresos en la c asa, dependiendo de la pensión de viudedad
de la abuela que convive con ellos.

Acá una puede dejar en suspenso, -coincidiendo con el sujeto que está también en suspenso en
relación a su deseo en estos momentos (“tiene suspensas de segundo casi todas las
asignaturas…”)- algunas preguntas que en caso de trabajar con el joven, el analista considerar ía :
cómo vive Juan la separación de sus padres, y ello implica para el analista escuchar qué sucede
con esa pérdida: ¿ha elaborado Juan el duelo por la misma? ¿Cuál es su posición como hijo al
haberse separado sus padres? ¿El padre se separó de la madre o también de Juan y se ausentó de
su función simbólica como padre? Parecería que aún no ha podido ser elaborada ésta pérdida
dada su situación. Acaso podríamos pensar que en la repetición de cursos repite su no poder
elaborar, comprender o simbolizar la separación: ¿cuál? ¿la de sus padres?, ¿o más bien la suya
como sujeto que se ha de separarse o auto-engendrarse como dice Lacan?.
Tenemos a Juan traumatizado a raíz de la separación, pero quizás no, o no solamente, por la
separación de sus padres en sí, sino, y muy especialmente por los efectos simbólicos que sobre
él como hijo, han producido estos cambios; cambios de lugares de estos padres que replantean e
interrogan a Juan, replantean su lugar simbólico, su lugar como hijo en relación al deseo de su
madre y a su padre. Hablar sobre ello le permitiría darse cuenta, tomar conciencia de esos
replanteamientos que están teniendo lugar en él sin que él lo sepa, de manera inconsciente.

En ese punto, el padre parece tener dificultades para brindar “los recursos económicos” al hijo
(que son psíquicos, ya que Freud habla de economía psíquica), en un momento crucial de re -
construcción estructural identificadora como es la adolescencia, recursos simbólicos
imprescindibles para que Juan pueda crecer y posicionarse como sujeto de deseo.

La función padre simbólica falla, ( lo cual es siempre así, pero importa leer y escribir cómo falla
en cada caso en particular) dificultando la separación de Juan del deseo materno. Y en ese punto
de falla, Juan repite, pues no logra tramitar esa falla de la metáfora paterna totalmente vía
simbólica (nadie lo hace porque es así por estructura), no logra simbolizar plenamente la
castración. ¿Queda así Juan “atrapado” en el deseo materno entre estas dos mujeres (madre y
abuela por línea materna) a medias excluido de la cultura y lo simbólico representado por el
aprendizaje y el estudio?

Y así en cada repetición en vez de dejar caer el objeto, y devenir él sujeto en relación al objeto
(obj a), cae él identificado al objeto (sistemáticamente es expulsado de clase) pues la separación
de sus padres y toda separación o pérdida actualiza la separación originaria, el troumatisme del
origen. Repite el trauma originario, cae una y otra vez como objeto fuera de lo simbólico
representado por las materias en las que falla, el profesor de lengua, el centro, etc., al ser
expulsado sistemáticamente de clase. ¿De qué clase queda Juan expulsado además de la del
colegio?

Juan expulsado de la clase simbólica no puede realizar una lectura comprensiva (significante)
de su traumatismo o trauma y de su situación, ni realizar una operación compleja como es la de
la separación, castración: “tiene grandes dificultades para la lectura comprensiva y para las
operaciones matemáticas algo complejas”.

Esto implica que no puede simbolizar la misma, ya que comprender es poder pensar y ponerle
palabras, hablar de lo que le sucede. Operar es la división subjetiva, y es cortar, cortar con su no
entender qué lugar ocupa en relación al deseo del Otro, que sucedió con su familia, con
ese padre del cual solamente sabemos que está separado a nivel físico de la madre (¿divorciado?).
¿Habrá la madre de Juan superado, elaborado, el duelo por esta separación del padre de Juan, o
cómo él, tampoco lo ha podido hacer? ¿Qué sucede con el padre de Juan, qué relación tiene Juan
con él, por qué no ayuda económicamente a su manutención?, ¿qué relación tiene Juan con esta
madre y con su abuela?

Juan no está pudiendo separarse, pensarse (constituirse como sujeto de deseo) y ello hace síntoma
en el aprendizaje (todas sus dificultades con la lectura compresiva, con la lengua, con las
operaciones complejas).

Su madre parece que tampoco, pues ha quedado atrapada en una relación con su propia madre y
con Juan, no recibiendo algo del orden de los simbólico, “una ayuda económica de parte del padre
de Juan” (¿su deseo de hombre en relación a ella como mujer y no solo como madre de Juan?)que
le permita separarse del hijo( el dinero o la palabra del padre operando como falo que circulando
del padre a la madre hacia el hijo, medie simbólicamente-separe- a la madre del hijo ), pues la
ayuda económica nos remite a la economía psíquica, en el dar o no dar dinero para ayudar a
mantener un hijo se juega algo del orden del deseo de ese padre por el hijo, y por la madre de
ese hijo, y el ubicarse como padre que da algo al hijo ayuda a este a separarse de la madre ( y
posicionarse como hijo del padre, también como varón), pues si no queda en una posición de ser
solo en relación al deseo de estas dos mujeres. ¿Don de amor, que este padre no da?

La enfermedad que se sospecha padece la madre (enfermedad tumoral) también nos permite
suponer el impacto que ello esté teniendo en Juan y en cómo de alguna manera también en la
madre tampoco puede separarse, separase de su esposo parece haberla dejado ubicada sin falta
entre ese hijo y su propia madre, y ello no puede ser elaborado, cortado vía la palabra y se juega
en el cuerpo. Si ello implica que la madre pueda ser operada, el cor te operación para ella devendría
real.

Juan atrapado en una economía psíquica familiar que no entiende, un padre que se desentiende
“económicamente” de él, viviendo entre dos mujeres que apenas ganas para subsistir, y una de
ellas realizando un aporte que viene de la muerte de otro sujeto (pensión de viudedad), y la otra
aparentemente con una enfermedad tumoral. Repetición y pulsión de muerte cerrando su circuito
infernal.

¿Cómo va Juan un adolescente (con lo que implica la adolescencia a nivel de cambio, de


reorganización de la personalidad y proyección futura) a poder digerir mentalmente todo esto, a
poder pensar si no puede pensarse en lo fundamental que es su lugar como sujeto de deseo ¿cómo
no se va a aburrir (en clase) y a no entender “prácticamente nada de lo que le dicen?
Y encima la única recomendación del profesorado apunta a un control consciente de su conducta
que claramente no está en condiciones de poder lograr:

“el profesorado le dicen que tiene que estudiar más, que tiene que preoc uparse y esforzarse más,
y que para recuperarlas asignaturas pendientes y tener una base mínima, lo más conveniente es
que vaya a una academia o a alguien que le pueda dar clases extras”.

¿Esforzarse? ¿Asignaturas pendientes?, ¿base mínima? Juan no pude e sforzarse en el colegio


porque antes y a la vez, ha de tener asegurada su base mínima como sujeto de deseo, está en
juego su propia ex –istencia como sujeto. Atrapado en la repetición de su no existencia como
sujeto, repite su lugar de objeto. No puede “se parere” como dice Lacan: engendrarse a sí mismo,
darse a luz, parirse como sujeto de deseo, esa es la principal asignatura pendiente de Juan,
operación compleja que una vez lograda abriría la posibilidad a todo lo demás. Pero Juan no
tiene una base mínima de apoyo simbólico: familiar ni escolar para poder hacerlo.

Repite en su no entender las materias de clase y especialmente Lengua, su no entender esta


situación familiar en relación al deseo. ¿Con qué cuenta realmente para construir su proyecto de
futuro? No cuenta con suficientes apoyos, hay una precariedad en la situación familiar que no
solamente es material sino afectiva o simbólica ¿y si su madre enferma y tampoco puede ya
trabajar?, ¿y si le diagnostican el tumor?, ¿y si se muere a raíz del tumor? ¿Juan quedará solo con
su abuela? ¿Qué va a ser de él? De su vida posible, de su deseo, solo quedará una proyección si
es que la hubo, truncada. No poder cortar, elaborar la operación compleja que es la castración, la
separación del Otro materno y su goce mortífero, implica truncarse a sí mismo.
Todas estas preguntas posiblemente fuesen posibles de ser conscientes, de ponerse en palabras
en Juan si se lo escuchara y diera lugar a su palabra y ello lo ayudaría a moverse de ese lugar en
el que ahora está fijado: el que no entiende, no aprende, se aburre.

Y el hecho de que se lleve mal y durante varios años especialmente con el profesor que le
da Lengua permite una lectura aún más clara de lo que está en juego. Su conflicto con la Lengua,
con el lenguaje. Con su entrada y ubicación en el mismo como sujeto de deseo. Su no entender,
comprender la Lengua, su sentirse sin poder apropiarse de la misma, sentirse expulsado del
Lenguaje, ya que este profesor es el que lo expulsa reiteradas veces de clase, y finalmente a
instancias del director, del Instituto.

De ahí que lo que en psicoanálisis llamamos transferencia negativa se establezca con ese
profesor, al que Juan vive precisamente como “situándose por encima de sus alumnos que
continuamente presume de sus conocimientos y títulos y que apenas se preocupa de sus
alumnos de la clase”. Más allá de que el profesor sea o no como lo describe Juan, lo esencial
para el psicoanálisis es cómo él lo vive y cómo ha proyectado sobre el mismo su conflicto con
la lengua, digamos que el inconsciente se vale del profesor de Lengua para actualizar y repetir el
conflicto con la lengua como representante del lugar simbólico del padre. Lo mismo sucede con
el analista, la transferencia toma al analista en un determinado lugar para repetir un conflicto que
no puede ser hablado (por eso es repetido) y que ha de ser elaborado en el análisis mediante la
palabra (vía lo simbólico).

En esa transferencia negativa Juan le adjudica al profesor un lugar de saber, saber de la cultu ra,
saber de la ley del deseo: tener los conocimientos y títulos, pero un saber del que él se encuentra
privado por aquel, pues vive al profesor como presumiendo de los mismos y no otorgándoselo
a sus alumnos: “no se preocupa de ellos” dice Juan.

La virulencia del conflicto con este profesor es la actualización de la virulencia del conflicto que
tiene Juan con la Lengua y con la función padre que ella encarna. ¿Qué es lo que Juan en su
repetición reclama a este Profesor- padre que no le da, guardándoselo de manera narcisista para
sí mismo? El falo diríamos, un lugar simbólico, un lugar en el lenguaje que lo ubique en la misma
línea que él: “igual que el padre debes ser, pero diferente…”, gozando en otro lugar (no con la
madre) y de otra manera propia (sinthome).

“Nunca ha aprobado la asignatura con él y procura sentarse en sus clases en la última fila, lejos
de la vigilancia y atención del profesor. Coincide en la mesa con otro compañero, Luis, con quien
se lleva estupendamente y que también tiene una situación académica parecida. Como se aburren
en clase, apenas entienden nada y no tienen interés en lo que se explica, se ponen a hablar, hacen
bromas a otros compañeros, interrumpen al profesor o se ponen a “jugar a los barcos”.
El profesor de Lengua les ha expulsado de clase y siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al
haber acumulado tantas expulsiones, se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le han
sancionado con diez días de expulsión del centro.

Pero aunque detrás de este odio que se hace presente en la transferencia negativa, está el amor y
la transferencia positiva ya que él le supone al profesor un saber que desearía que aquel le cediera.
Como él no lo hace o no sabe actuar para incluir a Juan, el responde por un lado queriendo pasar
desapercibido al sentarse en la última fila, pero a la vez queriendo ser visto, pues se pone a jugar
con otro alumno.
Podemos pensar como este conflicto con el profesor puede remitir a un conflicto con
la función padre (no es el padre concreto) pues es esta la que posibilita la entrada del sujeto en
el lenguaje, su ubicación en el mismo como sujeto de deseo. Un padre vivido como guardándose
para sí el saber sobre la ley del deseo que es la ley del lenguaje, y que presume de hacerlo, un
padre que expulsa al hijo, que lo deja por fuera de la misma, ¿ y el padre de Juan, que no le pasa
sustento económico a este hijo?, ¿cómo incide ello en Juan y en su ser expulsado?
Quizás el joven con su actitud de “procurar sentarse en sus clases en la última fi la, lejos de la
vigilancia y atención del profesor”, lo que busca es precisamente lo opuesto: llamar la atención y
la mirada del profesor, su vigilancia. Posiblemente se trate de la búsqueda de una mirada que lo
subjetive –que lo vea y le otorgue un lugar-aún a costa de ser castigado.
Juan juega a los barcos, una puede preguntarse qué sentido tendrá para él el significante barco:
por lo pronto el de alejarse e irse, o volver y regresar (¿el fort-da Freudiano?), ¿algo que permita
intermediar, ir y venir al sujeto en relación a su deseo?, y si una analista trabaja con él dándole
la palabra, seguramente se pueda desplegar una red significante que posibilite darle un sentido en
relación a su historia, a este barco.

¿Qué intentará Juan dar a ver al profesor tomado en la transferencia paterna con este juego?¿Se
trata de una acting out, transferencia salvaje que culminara en un pasaje al acto y la expulsión
definitiva del centro: “Juan pierde los nervios, se dirige de m alas maneras al profesor e incluso
llega a insultarlo gravemente”.

“El profesor siempre culpa de lo sucedido al propio Juan. Al haber acumulado tantas expulsiones,
se les ha abierto expediente hace un mes y a Juan le hansancionado con diez días de expulsión
del centro. Al volver a clase, el profesor se ha dirigido a él comentándole que esperaba que el
castigo le hubiera servido de enseñanza y que hubiera un cambio de comportamiento por su parte,
de manera que mantuviera una actitud distinta en el aula . ( el subrayado es mío)

No solamente se piensa y aborda el conflicto simplificando y proyectando toda la culpa (pues no


se habla de responsabilidad, que es diferente), en el alumno como “alumno problema”, sino que
encima por haber acumulado tantas expulsiones, se le abre un expediente en el que el sancionan
con aún más expulsión. Expulsión a la n potencia, cuanto mayor negación del docente de su
implicancia en la virulencia y en la no resolución del conflicto, por la causa que sea (comodidad,
ignorancia, miedo, arrogancia, etc.), mayor proyección de la culpa de todo en Juan, e incremento
de la expulsión. Hasta se crea un expediente de expulsión de lo simbólico y la cultura, cuando lo
que un joven que más necesita es un expediente de inclusión en el dese; se lo expide, despacha
rápidamente de su subjetividad.

El profesor además de hablar de castigos, habla de deberes y esfuerzo, centrando la solución en


la conciencia , la racionalidad y la voluntad cuando el todo sujeto está dividido y es incapaz de
poder controlar la parte de sí que desconoce , que es inconsciente y determina el conflicto. El
profesor opera como un Amo: desde un lugar de saber lo que es el bien del sujeto, de creer que
el sujeto sabe lo que le conviene y si quiere puede llevarlo a cabo, no pudiendo ni sabiendo leer
de otra manera obviamente porque no es un analista, pero sin tampoco considerar a la
subjetividad de Juan. Al final del trabajo veremos que implicaría considerar la subjetividad de
Juan y haberlo sabido escuchar.

Pero ahora leeremos como termina la fallida historia de deseo de Juan:


“Al día siguiente, en clase de Lengua, el profesor empieza a explicar las oraciones completivas
de subjuntivo. Juan no entiende lo que dice, y poco a poco se va desenganchando de la
explicación. Dos veces le pregunta el profesor, las dos veces le pilla distraído e incapaz de
responder. Al rato empieza a hablar con su compañero y a molestar al de al lado. El profesor le
llama la atención a voces, le recuerda que ya ha sido expulsado y que le va a manda r otra vez al
despacho del Jefe de Estudios, pidiendo que le expulsen un mes y que les deje así tranquilos. Juan
pierde los nervios, se dirige de malas maneras al profesor e incluso llega a insultarlo gravemente.
El profesor reclama la presencia del Director, que acude al aula y se lleva al despacho a Juan y a
Luis”.
“Reunido el Consejo escolar, a propuesta del Director aprueba sancionar a Juan con expulsión de
29 días y solicitar a la Inspección que le cambie de centro. En su decisión han pesado, sobre tod o,
los graves insultos que Juan le hizo al profesor de Lengua”.

Nada más y nada menos la explicación del subjuntivo llevan a Juan a la expulsión, definitivamente
expulsado del deseo, ¿acaso no es el deseo lo que expresan principalmente estas oraciones? Un
deseo que no circula en la palabra, del que Juan se “va desenganchando”.

En Usos del subjuntivo dice entre otros


aspectos: deseos o esperanza- pedidos, consejos o
sugerencias-emociones o sentimientos- dudas- probable, poco probable o imposible -, etc.

Además se trata de oraciones completivas:

Dee ellas dice el diccionario : adj. Que completa, llena o


perfecciona. GRAM. [Oración] subordinada que funciona como complemento
directo de la oración principal, y [conjunción] que la introduce, como el resto de las subordinadas están
insertas en una oración principal y responden a la pregunta ¿qué?

Ante la pregunta del sujeto ¿qué me quiere el Otro?, ¿Cómo completo la falta en el Otro? En vez
de recibir como respuesta el Otro me quiere sujeto de deseo, sujeto a-palabrado, esto es hablado,
escuchado, entendido y leído por el Otro, ayudado, reconducido a la cultura, al estudio, el Otro
me quiere objeto caído, expulsado de la palabra, de la Lengua, al cultura y la sublimación.

El sujeto al no ser reconocido como sujeto de deseo, sujeto de palabra, se torna agresivo porque
es el Otro sin saberlo quien al no reconocerlo como tal lo está agrediendo, (aunq ue el profesor
lo agrede también al gritarle),expulsando de la palabra, lo que se concreta en la expulsión
definitiva del mismo del centro. Lucha de egos, nivel imaginario que deja por fuera lo simbólico.

REPETICIÓN, OBJETO PULSIONAL Y SUBLIMACIÓN.

¿Qué objeto deviene Juan, al no poder comprender, pensar, ya que la comprensión es del orden del lenguaje
y sin lenguaje no podemos pensar? Para poder determinarlo hemos de considerar las pulsiones y su relación
con el aprendizaje y la posibilidad o no de que las mismas sean sublimadas, ya que aprender, estudiar es
sublimar, simbolizar.

Para ello, hemos de decir antes que: el lugar de la falta (falo) instauradora del deseo que a nivel
de la pulsión el objeto a encarna (nombra un agujero, en realidad la falta de objeto que satisfaga
plenamente el deseo), vienen determinados objetos pulsionales con valor fálico, que en tanto
semblantes del falo, la recubren. El deseo de saber y comprender asienta fundamentalmente en
dos pulsiones: la escópica (cuyo objeto es la mirada) y la pulsión invocante (cuyo objeto es la
voz).

Ambas pulsiones no están pudiendo ser sublimadas por Juan ya que no logra ni atender ni
comprender en el colegio precisamente porque están tomadas por un no entender o no saber algo
en relación a lo sexual: cuál es su lugar en relación al deseo del Otro: ¿qué me quiere el Otro?.
Para sublimar lo pulsional el sujeto tiene que haber podido reprimir en este caso el deseo de ver
y de oír acerca de la sexualidad de sus padres y del lugar que él tie ne en dicha sexualidad y en su
deseo, y haber desplazado ese deseo de saber hacia el conocimiento y saber escolar. La pulsión
invocante es fundamental para poder gozar del lenguaje y del pensamiento. Ella hace posible el
deseo de oír primero (los sonidos, la musicalidad del lenguaje) y escuchar después (los sonidos
con valor significante) y por tanto todo lo vinculado a la escucha, el placer en relación a la palabra
y el valor de la misma como proveniente del Otro de la cultura que encarna un profesor, y
también el placer de pensar y comprender.

La mirada, que es fundamental en la situación de Juan y en todo proceso de aprendizaje y


enseñanza. Como el deseo de saber está íntimamente vinculado a la pulsión de ver o escópica
como le llama Lacan, Juan para poder estudiar y desear hacerlo, debería estar pudiendo
sublimar la pulsión escópica. Esto implica, en primer lugar que haya habido un proceso de
erotización de la mirada: antes que nada, que él haya sido un objeto erótico, libidinal, que ocupara
el lugar del falo para la mirada maternal, y luego a la vez, que en la mirada del niño, el centro de
interés dejara de ser la madre y su cuerpo, su sexualidad, y él como objeto sexual central de la
mirada y la sexualidad de la madre y propia, para dirigirla a l padre y al mundo, a la cultura, ello
es simbolizar la castración. O sea, que él mismo cayera como objeto mirada que centra la
sexualidad materna, para dirigirse como sujeto que mira, al mundo y a otros intereses culturales.
Ello implica que la sublimación de esa pulsión escópica es lo que hace posible que el deseo de
gozar-saber primario sobre la sexualidad, se reprima y se deslice vía representaciones, vía
significantes, metonímicamente por el saber cultural cualquiera sea, aspirando a saber ya sea
sobre algún tema en especial, alguna materia, o saberlo todo sobre algún tema, etc.

También he de decir que las otras pulsiones (anal, oral) también tienen que haber logrado algún
nivel de sublimación para que el joven centre su deseo de saber en el colegio, u en otros ámbitos.
Lo oral implica la incorporación y el hacer propio lo que se va aprendiendo, comida alimento que
se incorpora o no, que se aprehende o se rechaza dependiendo también de la carga de amor y
de odio que inter-juegan en ello. Amor para tomar ese objeto comida intelectual y carga de
destrucción para masticar y digerir y hacer propio lo que se lee y escucha. También la pulsión
anal, en cuanto posibilita la retención de lo que se aprende y de los conocimientos –heces valiosos
y la expulsión de lo que no es importante, secundario o presenta menos interés, etc. (sobre este
punto no me he de extender, daría para mucho más).

UN LUGAR MÍNIMO PARA ALOJAR AL SUJETO Y SU PALABRA.

El profesor habría escuchado mínimamente a Juan si se hubie se interesado en él como persona,


y no simplemente como un ¿alumno?, o aún peor, un aprobado o repetidor más. También si él
el profesor y/o el director hubieran sido y sentido como personas sensibles al otro ser humano,
como sujetos deseosos de implicarse, de dejarse afectar más por el amor que por el odio, que les
provoca ¡un adolescente!!! , y hubieran tenido en cuenta que es un ser único que tiene una sola
vida, y además constituye el futuro de nuestra cultura y sociedad.
Ello hubiera implicado hablar con Juan de lo que le sucedía respecto a él, a su materia, a cómo
y porque Juan lo vivía como creyéndose superior, etc., ya que al acercarse y hablar, se podría
haber ido desmontando esa transferencia negativa y ese lugar de saber ideal intrasmitible
e inaccesible sobre la lengua, que el profesor encarnaba. Justamente establecer con él otro
vínculo, que posibilitara quizás suplir en alguna medida la falta de ese padre que Juan necesitaba
para poder aprehender-se a la Lengua. Hablarle hecho saber de su “empatía” (ya que hoy se habla
tanto, y se organizan tantos cursos de habilidades sociales que luego nunca se ponen en
práctica), sobre la situación difícil que Juan estaba pasando en su familia, sobre su padre y la
enfermedad de su madre, haciéndole saber que él puede entender que para él (Juan) sea difícil
estudiar y querer aprender en una situación así pero que podrían intentar colaborar para mejorar
la situación.

Poner palabras, enunciar lo que se da por hecho que el chico ha de saber, pero que solo adquiere
valor de enunciación si es dicho: que él en su lugar de profesor (padre con autoridad) debe poder
dar la clase y ser escuchado porque ese es su deber, que los demás alumnos tienen derecho a
poder escuchar y si él se comporta de esa manera genera un perjuicio para todos. Buscar alguna
estrategia para ayudar efectivamente a Juan a que mejore su aprendizaje de la materia. Hablar,
hablar y hablar.

Eso hubiera implicado escucharlo como sujeto, como persona y no so lo como un objeto
estudiante problema que no rinde y molesta porque sí, por lo cual parece merecer ser expulsado
del sistema.

Se podrá decir que esas no son funciones docentes. Sí pero se supone que en los centros hay
equipos psicopedagógicos, ¿no intervienen ante estas situaciones? ,¿o el problema es la manera
en que lo hacen?

Más allá de ello, si cada uno de nosotros en las tareas y lugares donde nos desempeñamos en
determinados roles, tendemos cada vez más a borrarnos, ausentarnos o vestirnos de indi ferencia
hacia el otro, prefiriendo por comodidad, egoísmo, miedo, etc. despersonalizar al ser humano que
tenemos delante, tenemos el futuro como especie simbólica, cultural que hemos sido hasta
ahora, complicado o abortado, pues cada vez seremos menos seres humanos.

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