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COMUNICACIÓN

EFICAZ





Segismundo Uriarte Domínguez



ACERCA DEL AUTOR

Segismundo Uriarte Domínguez es un profesional de la comunicación,
titulado como Técnico de Radiodifusión por el Ministerio de
Información y Turismo de España y Diplomado en Periodismo por la
Universidad Internacional de Canarias. Está también titulado como
Maestro por el Ministerio de Educación de España y posee un Postgrado
de Educación de Adultos por la Universidad de Barcelona. Es experto en
formación a distancia y educación para la salud.

Ha trabajado en diversas emisoras de radio como guionista y locutor, en
televisión como guionista y coordinador. Es articulista en distintos
medios impresos y digitales, es autor de libros sobre educación,
comunicación, salud y radio. Ha sido director de varios centros de
formación para personas adultas y vicepresidente y gerente de
comunicación en una organización solidaria de España.





















Introducción
¿Por qué elegimos un producto de una determinada marca y no de otra?,
¿por qué usamos un determinado modelo de coche, o porqué
escuchamos una emisora de radio concreta, dentro de la gran oferta que
existe en el mercado? La respuesta a estos interrogantes, podemos
encontrarla, al menos en parte, en el rol cada vez más preponderante que
la comunicación juega en la sociedad actual.

Y este fenómeno se observa tanto en el ámbito empresarial e
institucional, como en el personal. Incluso las estadísticas señalan que
tanto hombres como mujeres, empleamos la mayor parte de nuestro
tiempo útil en tareas que se engloban dentro del área de la comunicación.
Por ejemplo, se calcula que ese tiempo representa el 90% de nuestra vida
cotidiana y que se distribuye de la siguiente manera: 45% escuchando,
30% hablando, 16% leyendo y 9% escribiendo. Por tanto, la
comunicación se convierte en el eje central sobre el que giran las
relaciones humanas.

Pero hay que saber distinguir entre comunicación e información, dos
términos que con frecuencia confundimos. La información se limita
básicamente a la transmisión de datos de un emisor a un receptor,
lmientras que la comunicación comprende un proceso mucho más
complejo, que se relaciona con el intercambio de ideas y conocimientos,
a partir de los cuales, se genera una respuesta o “feedback” por parte de
la persona que recibe dicho mensaje.

Debemos tener en cuenta que todo lo que somos y hacemos forma parte
de un proceso de comunicación y la misma no sólo se compone de
palabras, sino de actitudes, gestos, imágenes. En cualquier caso,
debemos recordar que más allá de las múltiples posibilidades que la
comunicación introduce en el ámbito laboral y personal, es probable que
su mayor aporte sea transmitir conocimiento, permitirnos conocer la
opinión y la verdad del otro, la realidad de todo lo que nos rodea.

Hoy más que nunca, es innegable que una comunicación eficaz con los
demás, constituye una de las claves por excelencia para tener éxito.






ÍNDICE

Capítulo I
La comunicación y sus principios

Capítulo II
Canales de comunicación propios de la organización

Capítulo III
Características de los canales externos de comunicación

Capítulo IV
Hablar en público

Capítulo V
Cómo utilizar los medios de comunicación

Capítulo VI
El capital humano como elemento de comunicación

Capítulo VII
Comunicación y educación








CAPÍTULO I

LA COMUNICACIÓN Y SUS PRINCIPIOS


¿Qué es comunicar?
Comunicar es compartir un mensaje. Hay que destacar la palabra
compartir porque la misma supone acercamiento, ponerse en lugar de la
otra persona a la que se quiere dar el mensaje. Es la falta de
acercamiento al que recibe el mensaje, lo que impide en no pocas
ocasiones que el mensaje llegue correctamente y cumpla el objetivo
para el que fue emitido.

Cuando hablamos de comunicación en una organización, no sólo hay que
pensar en los mensajes hacia el exterior de esa organización. Es
importantísimo tener muy en cuenta la comunicación interna con todas
las personas que forman parte de la misma para lograr así una mayor
implicación que propicie un eficaz trabajo en equipo.
A la hora de comunicar debemos tener muy en cuenta que las reglas
básicas para una buena comunicación se basan en la preparación y
organización previa, en dar la sensación de individualidad, en ser clara y
bien estructurada y en estar centrada en lo que quiere la persona que
recibe el mensaje.

Todo mensaje ha de ser claro, preciso, objetivo y veraz y tiene que ser
fácil de entender por el que lo recibe, al cual hay que proporcionarle la
oportunidad de poder dar respuesta al mismo. Y para que podamos dar
una respuesta eficaz al mensaje, debemos tener en cuenta que todo
mensaje está sometido generalmente a una serie de filtros de tipo
ideológico, económico y profesional que lo degradan y distorsionan, por
tanto, la realidad.

Una importante herramienta
Tan importante es gestionar bien como saber comunicar bien la gestión
que se esté haciendo. Y para lograrlo hay que poner más entusiasmo,
más profesionalidad, más pedagogía, más cercanía que permita a los
ciudadanos conocer de primera mano, no sólo lo que se está haciendo,
sino también por qué se está haciendo.

No se puede caer en el error de pensar que sólo con gestionar bien, el
mensaje que se dé tiene que ser asimilado sin más por la ciudadanía, sin
caer en la cuenta que quizá el mensaje que se está transmitiendo necesita
una metodología acorde con las circunstancias sociales que se están
viviendo y no empeñarse en aplicar una rutina continua que choca
frontalmente con la realidad que se tiene delante.

Lo que implica
La comunicación es un proceso de ida y vuelta que requiere diálogo; y
dialogar implica hablar con la persona y no a la persona, implica
mantener un flujo en dos direcciones, no precipitarse en las conclusiones
y cubrir las expectativas.

El entorno, el carácter, la aptitud, la actitud, los hábitos y la valoración
son barreras que hay que tener en cuenta a la hora de plantear una
comunicación eficaz, que pasa por planificar el modo de hacerlo, tener
seguridad en lo que se dice, verificar el efecto que la comunicación
produce en el receptor, saber escuchar y considerar siempre los
sentimientos ajenos. Para lograrlo hay que creer en la comunicación.

Sus principios generales
Todo proceso de comunicación que lleve a cabo una organización debe
tener en cuenta los siguientes principios generales:

Definir los objetivos de la información.
Cada información que se dé, debe ir más allá de la mera noticia,
debe servir también para crear un estado de opinión sobre la
organización que la produce, para trasmitir la filosofía de la
misma.

Definir los mensajes y los canales de información.
No todos los mensajes son válidos en cualquier momento, ni todos
los canales de información son válidos para un mismo mensaje.
Para lograr una mayor eficacia debemos dar al mensaje el formato
adecuado y elegir el momento oportuno.

No debe ser igual el formato de un mensaje para la radio, para la
prensa escrita, para la televisión, para un colectivo social y para las
redes sociales porque cada canal tiene unas características
determinadas y unas circunstancias concretas.

Establecer una estrategia de comunicación acorde con la
imagen que se quiere transmitir.

Dar a conocer los procesos, los logros y las actividades de la
organización.
Nunca hay que dar por sentado, por muy popular que sea la
organización, que la sociedad conoce la actividad que lleva a cabo.
Toda acción de comunicación debe servir para recordar lo que se
hace, cómo se hace, cuáles los objetivos, qué logros se van
consiguiendo y qué queda por hacer.

Establecer la oportunidad de determinadas acciones
informativas.
Salvo que la información responda a una fecha concreta que no
pueda posponerse, hay momentos a lo largo del año que son más
propensos para dar una determinada información.

Diseñar la metodología adecuada para llevarlas a cabo.
La metodología cambia en función del público al que se dirige, de
la acción en la que se sustenta la información (charla, conferencia,
mesa redonda, nota informativa…) y el medio de comunicación
que se vaya a utilizar (radio, prensa escrita, prensa digital, página
web, boletín informativo, blog, redes sociales….)

La comunicación interna
La comunicación interna es un elemento que permite a las personas que
integran una organización participar activamente en las decisiones que
giren en torno a la misma, así como en los distintos procesos de trabajo
que puedan repercutir al colectivo de la misma.
La comunicación interna adquiere una especial relevancia para el
fortalecimiento de las relaciones con los componentes de la organización
y para propiciar una buena imagen hacia la sociedad. Es imprescindible
para lograr un entendimiento mutuo encaminado a desarrollar proyectos
de cualquier índole.

Una fluida comunicación interna significa una estructura sana y fuerte
para cualquier organización. Fideliza y une a su capital humano que es
uno de los recursos más importantes que tiene.

La comunicación con el personal
Una buena comunicación interna proporciona espacios para que el
personal pueda entenderse, enterarse y estar al tanto de las novedades de
la organización, brindar sus propias opiniones o dudas para que cada
parte de la organización se sienta involucrada y comprometida con ella,
como perteneciendo a una gran familia.

Cada vez más se está dejando atrás la tendencia en donde la
comunicación era unidireccional, en donde todo se comunicaba a través
de boletines o carteles murales. Se debe fomentar, en cambio, una
comunicación bidireccional en donde se escuchen y tengan en cuenta la
opinión y sugerencias de todos los componentes de la organización
incluso de los colaboradores externos.

Los objetivos de la comunicación interna
Los objetivos de la comunicación interna deben estar ligados a la
construcción de la fidelización del capital humano y al fortalecimiento
de su compromiso. Los pasos que se pueden seguir para elaborar una
eficaz estrategia de comunicación interna son:

Evaluación del clima de trabajo.
Antes que nada hay que analizar la situación actual entre los
compañeros de la organización. En base a ese clima que se percibe
podremos detectar cuáles son los puntos débiles que debemos
trabajar y las fortalezas que debemos seguir incentivando. Sin una
correcta evaluación del clima de trabajo, será imposible definir los
objetivos de nuestro plan de comunicación.
La atribución de responsabilidades.
La persona responsable de la comunicación tiene que ser capaz de
fomentar la participación, en las estrategias y procesos
comunicativos, de los demás participantes de la organización.

Es imprescindible delegar y generar responsabilidad en otros para
que la comunicación interna no sea dejada de lado por las
diferentes áreas ni recaiga únicamente en la acción de una persona
o área. Para ello es fundamental detectar y delegar a los líderes de
los distintos sectores tareas de comunicación para que ellos
también estén al tanto y sean responsables de ella.

La creación de los mensajes.
Siempre debe tener prioridad la comunicación interna antes de
lanzarnos a la externa. Toda acción comunitaria hacia el exterior
debe ir precedida de una comunicación hacia el interior de la
organización.

Una buena comunicación interna permite detectar todo el potencial
de nuestro equipo y comprometerlos a ellos en todos los proyectos
que se quiera llevar adelante. Las claves para crear un mensaje
eficaz son las siguientes:
Simple, para garantizar la comprensión general.
Novedoso, para despertar interés.
Selectivo, orientado hacia los hechos que realmente
motivan su comunicación.
Comunicado con rapidez, para eliminar la deformación
informativa que genera el rumor.

La estrategia a seguir.
A la hora de elegir los instrumentos para elaborar el mensaje y el
canal para difundirlo se deben considerar tres variables:
El contenido del mensaje
Si es complejo y largo los soportes audiovisuales ofrecen
buenos resultados en la medida que permiten una narración
estructurada y también a la hora de incorporar gráficos.

También para estos casos resultan de utilidad los soportes
escritos siempre y cuando se considere el público al que va
dirigido así como su capacidad de comprensión y su hábito
de lectura. Si la naturaleza del contenido es más social lo
mejor es que el canal sea oral.

El perfil del destinatario.
Definir detalladamente a qué tipo de personas nos dirigimos
nos ayudará a elegir el soporte y modo adecuado para la
comunicación interna. Podemos dividir y detectar distintos
grupos receptores para elaborar mensajes específicos para
cada uno; mientras más homogéneos sean los grupos más
efectiva podrá ser la comunicación.

La segmentación y definición de la audiencia es
directamente proporcional a la eficacia de cada
comunicación.

El efecto deseado.
Los efectos prioritarios pueden ser:
- Facilitar la comprensión correcta del contenido del
mensaje.
- Evitar la deformación del mensaje o el riesgo de
equívocos.
- La conservación de la información durante un largo
período de tiempo.
- Evitar el coste económico de la comunicación.

Los canales a utilizar. Pueden ser los siguientes:
El personal: es el más directo, cálido y eficaz, pero a su
vez el de menor alcance. Es importante que cada
miembro tenga un grupo de compañeros y un líder
referente en su área que debe tener al día la información
de comunicación prioritaria.
Esta comunicación puede ser informal (en el café de la
mañana, en el lugar de trabajo) o formal, en pequeñas
reuniones de seguimiento.

Encuentros o celebraciones: estos momentos son muy
valiosos y deben ser sumamente aprovechados en
materia de comunicación.

Son espacios donde gran parte de la organización está
presente y se puede aprovechar una comunicación personal
pero de gran alcance en la que debe tener participación todo
el conjunto de las personas que forman parte de esa
organización. Son ocasiones muy propicias para dar noticias,
evaluaciones, bienvenida a nuevos miembros, recabar el
compromiso para nuevos proyectos, etc.

Una cartelera: debemos asegurarnos que esté en un
lugar visible y puede ser muy útil si la mantenemos al
día. En ella podemos colgar noticias, avisos,
felicitaciones, etc.
Un truco: si quieren que TODOS sepan algo, cuelguen un
anuncio en el baño.

Correo electrónico: no sólo es imprescindible para la
comunicación uno a uno sino que puede ser
aprovechado de manera más amplia, editando un
boletín informativo con novedades, fotos y propuestas y
enviándolo a una lista de correos.

Es bueno incluir en estos mensajes invitaciones a que el
lector participe, como votaciones, un cuestionario, etc. para
generar la reciprocidad en la comunicación.

Redes sociales: es un espacio inigualable ya que
incentiva la participación de todos los actores de
nuestra organización. Se puede crear una auténtica
comunicación horizontal, fomentando la interacción de
nuestro equipo y haciéndolos partícipes de nuestro
perfil institucional con fotos, comentarios,
compartiendo o dando “me gusta” y volviéndolos
protagonistas de este espacio.

Revistas digitales trimestrales o anuales: en la medida
de lo posible es muy recomendable armar algunas
gacetillas con novedades de la organización y armar una
publicación digital con ellas.

No hace falta que el diseño sea demasiado elaborado, sino
que se busque crear noticias donde los mismos componentes
de la organización y los destinatarios sean los protagonistas
y puedan ver el progreso de su trabajo y el de otras áreas.

La comunicación externa
La comunicación externa se define como el conjunto de operaciones de
comunicación destinadas a los públicos externos de una empresa o
institución, es decir, tanto al gran público, directamente o a través de los
periodistas, como a sus proveedores, accionistas, a los poderes públicos
y administraciones locales y regionales, a organizaciones
internacionales, etc.

En la actualidad, la publicidad ha dejado de ser la única herramienta
válida para introducir un mensaje en la sociedad y ha dado paso a una
nueva etapa más imaginativa: la comunicación integral. Cuando
hablamos de comunicación integral, hablamos de todos los procesos que
son capaces de comunicar algo dentro de la organización.

La comunicación externa debe ser dinámica, activa, y sobre todo
permanente. Es muy importante hacer público el plan anual de trabajo,
dar cuenta de lo que está pasando en cada una de las actividades que se
realizan. Cada acción ha de tener objetivos, a veces se logran, a veces
no, a veces se logran cosas que no estaban previstas. Es también una
buena práctica de comunicación externa la rendición de cuentas, dar a
conocer públicamente el balance de la organización.

Cada cierto tiempo es conveniente hacer una reflexión acerca de cómo
estamos contando lo que hacemos, ver cómo lo comunicamos, que
impacto social tiene, que nuevos horizontes se abren, y también
compartir las dificultades, lo que no se logra, el porqué no se ha logrado
Comunicar lo que hacemos es algo más, que simplemente informar, es
construir confianza.

Por otra parte, si cotidianamente no registramos nuestras actividades y
utilizamos las herramientas de medición de impacto a nuestra
disposición, debemos dedicar más tiempo a la redacción de informes,
porque, si no lo hacemos, nos perdemos la posibilidad de tener una foto
actualizada de como camina nuestra organización.

Los beneficios que comporta incorporar a una organización una cultura
de transparencia y de rendición, son muchos, genera mayor apertura,
aumenta la comunicación interna y mejora la organización de la
información.

¿Cómo implantar con éxito una política de comunicación externa?
Son muchas las herramientas que la comunicación pone a nuestra
disposición y que bien utilizadas pueden aportar importantes ventajas
adaptándolas a las características del servicio que la organización preste.

Toda organización que quiera estar bien posicionada, debe tener a la
comunicación como una herramienta estratégica. Esto no quiere decir
que la comunicación sea la clave del éxito, pero sí que forma parte de él,
y de hecho a través de ella se acerca a la sociedad la imagen que se
quiera que se tenga de la organización, lo que va a permitir que la
misma se posiciones mejor en la opinión pública.

Evidentemente, la realidad demuestra que posicionar una organización
requiere de un análisis previo del entorno social que le rodea para
conocer qué estrategia es la más adecuada para dar a conocer sus
características y sus objetivos a través de los canales informativos más
convenientes.

Lo que va a dar a una organización la posibilidad de diferenciarse del
resto va a ser la comunicación entendida en su sentido más global, pues
la misma va aportar un valor añadido permitiendo crear en la sociedad
una imagen positiva de dicha organización.

Es importante tener presente que la comunicación no debe estar al
margen de las características y objetivos que definen a la organización,
sino más bien todo lo contrario: la comunicación externa debe ser un
reflejo de la estrategia general de la misma. Resulta obvia, por tanto, la
importancia de una buena estrategia de comunicación y la elección de un
buen mensaje para que ésta sea efectiva.

Aspectos a tener en cuenta
En todo plan de comunicación hay que tener en cuenta tres aspectos:

La imagen percibida actualmente. Lo que la sociedad
percibe hoy en día de la organización.
La definición de la identidad corporativa. Es decir, lo
que es la organización, sus objetivos y principios. De
ahí se extraerán los atributos de identidad que hay que
proyectar a la sociedad.
La imagen ideal de la organización. La imagen que
queremos transmitir a los ciudadanos debe responder a
un plan estratégico de imagen, en el que deben quedar
establecidos los diferentes destinatarios a los que dirigir
las acciones de comunicación, con una estrategia propia
y específica para cada uno de ellos.

Las partes del plan de comunicación externa
El plan de comunicación externa se compone de cuatro partes:
Definir los objetivos de comunicación más adecuados para
transformar la imagen actual de la organización en la imagen
ideal para cada uno de los públicos.
Definir la estrategia de medios y de mensajes que mejor se
adapten a la consecución de los objetivos previamente
definidos.
Definir un calendario de actuación y la evaluación de los
resultados de las acciones propuestas.
Establecer un instrumento de control para realizar un
seguimiento de plan.

Los instrumentos de un plan de comunicación externa
Entre los principales instrumentos que integra un plan de comunicación
para mantener la imagen de una organización, se encuentran las
relaciones públicas y las campañas de comunicación.

Las relaciones públicas se definen como el conjunto de acciones
planificadas y deliberadas que tienen como finalidad crear o mantener
una imagen determinada de la organización ante la sociedad. Trata de
crear y mantener unas relaciones sociales fluidas y dinámicas entre la
entidad y los grupos sociales u organizaciones en los que se esté
interesado en impactar para buscar un posicionamiento en el terreno de
la imagen y la máxima aceptación social.

Sus funciones
Las funciones más importantes a desarrollar son:
- Apoyar y reforzar la labor de los diversos departamentos de la
organización.
- Preparar y supervisar las acciones puntuales de promoción de los
servicios que se prestan.
- Mantener un clima permanentemente favorable hacia los
servicios que se presta, mediante el contacto constante con
colaboradores, agentes sociales, etc.
- Establecer un buen clima en las relaciones interpersonales de sus
componentes y conseguir en los mismos el espíritu e imagen que
la organización pretende en el exterior.
- Conseguir que ningún problema altere o perjudique la imagen de
la organización en el ámbito social.

Las campañas de comunicación
Son el conjunto de mensajes e informes que se elaboran, con la finalidad
de hacerlos llegar a los diferentes medios para que éstos se hagan eco del
contenido de los mismos, y así, sensibilizar a la opinión pública, aportar
datos informativos, etc.

Las funciones de las relaciones con los medios de comunicación
Las más importantes son las siguientes:
Selección y elaboración de la información que produce la
organización, filtrada y transmitida a los medios de
comunicación.
Recepción y análisis de toda la información producida por los
medios de comunicación y demás organizaciones
relacionadas con nuestra actividad.
Filtración y resumen de toda la información anterior para
facilitarla a las distintas áreas de la organización.
Intermediación constante entre la organización y los medios
de comunicación, facilitando la información puntual que el
evento requiera y coordinando las posibles entrevistas,
reportajes, etc. relacionados con la misma.
Control constante del clima de opinión que existe sobre la
organización así como de los problemas que pueden
trascender a los medios.
Etcétera.

Es muy importante no confundir comunicación con publicidad.
Conviene recordar que se trata de dos herramientas totalmente
diferentes, pero complementarias.

Los efectos de la comunicación externa
Las acciones de la comunicación externa permite la relación de la
organización con el mundo que le rodea, permitiéndole mejorar y
adecuar la imagen que la sociedad tiene de ella.

Es imposible NO comunicar. Aunque la organización no defina una línea
de comunicación, esta falta de estrategia ya está comunicando algo
acerca de la organización e influirá en la imagen que se perciba de la
misma.

Por otro lado, lo que no se comunica NO existe. En el mundo tan
conectado en el que vivimos, si alguien decide buscar a nuestra
organización en Google, por ejemplo, y no la encuentra, creerá que no
existe. La presencia en el mundo real debe ser equivalente a la presencia
en el mundo digital. Tener una página web es fundamental para trasmitir
institucionalidad y transparencia.

Aunque no todas las organizaciones creen tener los recursos para
desarrollarlas, hoy en día hay herramientas gratuitas y sencillas para
crear una página web propia. Incluso hay tutoriales y capacitaciones que
enseñan la mejor manera de hacerlo. Por otro lado, la página web se
puede suplir con un blog o con una página de Facebook.

Otro indicador fundamental de confiabilidad son las NOTAS DE
PRENSA, que un medio de comunicación puede hacer de la
organización.

La comunicación debe estar basada en la realidad de la
organización, en el ser y el quehacer de la misma. Una organización que
no basa su comunicación en su realidad, corre el grave peligro de que
ésta se le vuelva en contra, generando un resultado negativo, como la
pérdida de credibilidad.

Es por eso que lo que se dice y lo que se hace deben estar alineados, para
poder lograr una coherencia institucional. Esto logrará aumentar la
credibilidad y el valor ético que el público le dará a nuestra organización.
Hay que tener en cuenta que no sólo comunicamos con una entrevista o
una nota informativa; también al escribir una carta, responder una
llamada telefónica, el grado de demora en responder una consulta, etc.

¿Qué debemos definir a la hora de comunicar?
En el momento de planificar la comunicación es necesario definir:
Qué queremos comunicar (Mensaje).
A quién se lo queremos comunicar (Público receptor).
Cómo lo comunicamos (Canal de comunicación para cada
público).

Qué queremos comunicar
Hay que recordar que la coherencia es la base fundamental de una buena
comunicación. Hay que pensar los mensaje que queremos comunicar a
los distintos públicos receptores, si estos transmiten nuestros valores y
nuestra identidad y nos acercan a nuestros objetivos.

Hay que comunicar cuando hay “algo” para contar, no desperdiciar la
oportunidad ni correr el riesgo de saturar a nuestros públicos. Las claves
para elaborar un mensaje, de acuerdo con el pionero norteamericano del
periodismo Joseph Pulitzer, son las siguientes: “Brevemente, para que
lo lean; claramente, para que puedan apreciarlo, vívidamente, para
que lo recuerden, y por encima de todo con precisión, para que puedan
guiarse con su luz.”

A quiénes nos dirigimos
Las organizaciones tienen diferentes públicos con los que quieren
comunicarse. Es necesario determinar cuáles son los públicos más
importantes, en un momento dado ante un hecho a comunicar

Cómo lo comunicamos
Se debe seleccionar el canal de comunicación más apropiado para cada
público. Tener en cuenta los objetivos de cada mensaje, y el público al
que queremos dirigirnos. No todos los canales sirven para todos los
mensajes.

Los canales que podemos utilizar
Pueden ser propios de la organización y externos a la misma. Los que se
pueden utilizar desde la propia organización son:
Página web.
Redes sociales.
Blog.
Boletines informativos.
Dípticos, trípticos.
Dossier informativo.
Carteles.

Los canales externos son:
Emisoras de radio, proporcionando o propiciando:
- Noticias.
- Entrevistas.
- Comentarios.
- Microespacios.
- Cuñas publicitarias.
Es interesante destacar en este apartado la importancia de contar con las
emisoras locales. Son más fáciles de acceder y tienen una mayor
cercanía con los públicos que pueden ser objeto de la comunicación que
se quiera hacer.

Emisoras de televisión, proporcionando o propiciando:
- Noticias.
- Entrevistas.
- Reportajes.
- Spot publicitario.

Prensa impresa y digital, proporcionado o propiciando:
- Noticias.
- Entrevistas.
- Reportajes.
- Comentarios.
- Módulos publicitarios.

Colectivos sociales con los que la organización pueda tener
relación, tales como: comunidades educativas, asociaciones
vecinales, comunidades religiosas, asociaciones deportivas,
colectivos empresariales, etc.









CAPÍTULO II

CANALES DE COMUNICACIÓN PROPIOS DE LA
ORGANIZACIÓN


EL TELÉFONO
Hablar hoy en día del teléfono es hablar de un medio que se ha
convertido en un bien tecnológico necesario, al alcance de grandes capas
de población de la mayoría de los países del mundo, que lo consideran
un elemento más del paisaje de su vida cotidiana. Las estadísticas
referentes a la disponibilidad del teléfono son impresionantes.

El teléfono está presente en todos los lugares en los que se pasa la mayor
parte del tiempo (trabajo, calle, domicilio, etc.), de forma que se ha
generalizado de manera silenciosa y se ha deslizado hasta los lugares
más íntimos de las actividades individuales. Lejos de ser simplemente un
fenómeno relativo al consumo electrónico, el empleo del teléfono se ha
convertido en algo de índole cultural que puede, incluso, actuar como
factor de integración social.

Su uso en las organizaciones
El teléfono es un canal de comunicación tan habitual que muchas veces
no se le da la importancia que tiene como un elemento más de la imagen
que una organización puede dar hacia el exterior. Por ello es por lo que
creemos necesario indicar a continuación algunas consideraciones a
tener en cuenta para un uso más correcto y eficaz.

Las normas del procedimiento telefónico


La identificación: a la hora de recibir una llamada telefónica,
hay siempre que identificarse y preguntar quién llama y el
motivo de esa llamada.
Si se hace al exterior, hay que identificarse, preguntar con
quién se está hablando y exponer el motivo de la llamada.
Sostener el teléfono correctamente: tenemos siempre que dar
la sensación de seguridad y atención. Si al teléfono lo
sostenemos, por ejemplo, entre el hombro y la cara, nos
exponemos a que se nos caiga y que se interrumpa la
comunicación.
Adoptar una postura apropiada: mantener una actitud de
desgana puede propiciar que se transmita al interlocutor una
sensación de poca atención y falta de respeto.
Utilizar señalizaciones, tipo posit: puede ocurrir que la
persona que atienda el teléfono deba informar de variadas
cuestiones relacionadas con la organización, por ello es
conveniente que se utilicen las señalizaciones oportunas para
localizar más fácilmente y con mayor rapidez la información
que haya que dar.
Escuchar atentamente: por muy ocupado que se esté a la hora
de recibir una llamada, es imprescindible saber escuchar para
dar siempre una imagen de atención e interés.
Ser educado/a: es una condición imprescindible de la persona
que atienda el teléfono. Nunca hay que dejarse llevar por los
nervios y “entrar al trapo” de algunas personas que llaman
con malos modales.
Vigilar las pausas: sobre todo si se está dando una
información acerca de la organización.
Tener a mano la información adecuada: dará una imagen de
seriedad y eficacia.
Colgar siempre el último.
Proyectar la imagen correcta: tiene que estar a tono con la
imagen pública de la organización.
Hablar con un ritmo adecuado: se debe transmitir siempre una
sensación de serenidad y seguridad que no se conseguiría
hablando atropelladamente.
Utilizar la inflexión de la voz para reforzar el significado de
alguna información.
Sonreir: aunque no se nos vea, tener una actitud de sonrisa
sirve para trasmitir una imagen de amabilidad.
Añadir el énfasis adecuado en el momento oportuno.
Asegurar la claridad de la recepción de la llamada, por lo que
no es conveniente tener al lado alguna fuente de ruido o
personas que estén hablando muy alto.
Ser positivo/a: aunque se nos pida algo que no podemos
solucionar, siempre hay que tener una actitud positiva para
tratar de encaminar la solución hacia otra vía y no dejar a la
persona que hemos atendido con la sensación de no saber qué
hacer.
Ser conciso: a la hora de dar una información, no hay que
andarse por las ramas. Hay que respetar el tiempo de la
persona que llama y la eficacia de nuestra actividad.
Hay que tener en cuenta que una llamada telefónica es un proceso de
diálogo en el que es importante saber escuchar.

¿Qué implica dialogar?
Hablar CON la persona y no hablar A la persona.
Mantener un flujo en dos direcciones.
No precipitarse en conclusiones.
Parecer bien organizado/a.
Cubrir las expectativas de las personas.
Parecer interesado/a al hablar.
Dejar hablar.
Dejar claro que se está escuchando.
Respetar su tiempo.
Ser conciso/a

¿Qué implica escuchar?
Querer hacerlo.
Parecer un buen oyente.
Esforzarse para entender.
Saber reaccionar.
Dejar de hablar cuando sea necesario.
Utilizar el énfasis.
Tener concentración.
Anotar los puntos clave de la conversación que se esté
teniendo.
.No dejar que la mente vague

El teléfono como elemento de campaña de promoción
Puede haber ocasiones en las que una organización tenga necesidad de
hacer determinadas campañas de promoción de una actividad o producto
a través de llamadas telefónicas. Para estos casos hay que tener muy en
cuenta la importancia de planificar esas llamadas.
¿Qué ventajas tiene la planificación?
- Superar cualquier nerviosismo.
- Ayuda a la capacidad de pensar rápidamente.
- Previene caer en lo superfluo.
- Asegura que se establezcan objetivos claros.
- Consigue que la llamada se centre en el objetivo a lograr.

¿Cómo preparar la planificación?
Teniendo a mano toda la información escrita que se
precise.
Preparando de antemano respuestas adecuadas.
Ser claro sobre a dónde se quiere ir y cómo debería
terminar la llamada.
Es importante que se tenga en cuenta, a la hora de planificar una serie de
llamadas al exterior, segmentar las listas de llamadas a realizar para
evitar que una misma información se le de varias veces a una misma
persona a través de distintos componentes de la organización.

Cuestiones a tener en cuenta a lo largo de la conversación
Escuchar muy atentamente.
Tomar notas a medida que va escuchando.
Aclarar, si se puede, las dudas que vayan surgiendo.
Ofrecer la información de forma creativa.

LA PÁGINA WEB
La existencia de una página web en una organización supone dotarla de
un medio de comunicación ágil que puede permitir una acción
informativa y formativa acorde con las características y necesidades de
la misma.

Para llevar a cabo la comunicación a través de la página web, es
conveniente plantearse su contenido en su conjunto no sólo como un
medio para la difusión de las actividades de la organización, sino
también como un recurso sociocultural al servicio de la sociedad a la que
se sirve. Es fundamental tenerla al día.

Sus objetivos
Dar a conocer a la sociedad los diferentes procesos de la
organización los logros conseguidos y las actividades que
realiza.
Contribuir a potenciar la información de los clientes,
voluntarios o socios.
Desarrollar estrategias comunicativas que promuevan la
fidelización.
Fomentar la interacción.
Fomentar el papel de la organización en la sociedad.
Proporcionar una herramienta que agilice las relaciones
administrativas de la organización.

EL BLOG
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momento el control y libertad para editar y modificar la información
publicada.

En cada artículo los lectores pueden escribir sus comentarios y el autor
darles respuesta. De esta forma se fomenta un diálogo que autores y
lectores pueden compartir. Sin embargo esta opción depende de la
moderación del autor o autores del blog y por supuesto de que los
lectores decidan intervenir libremente con sus aportaciones.

Su estructura
Un blog dispone de dos áreas diferenciadas:
- Un área pública donde se muestra los artículos publicados que
pueden ser leídos por cualquier usuario que accede al mismo. Es
como el escaparate del blog.
- Un área de acceso restringido, que es el espacio donde entra el
autor/autores del blog para gestionar su contenido.

El área pública suele tener los siguientes elementos:
Cabecera. Muestra el título del blog y en algunos casos una
imagen de fondo. Cuando el lector hace clic en el enlace que
proporciona se sitúa en la portada o página principal del blog.
Entradas del blog. Contiene los artículos o entradas
publicadas. Aparecen ordenados cronológicamente situándose
arriba el más reciente. En la página principal solo se pueden
leer un número determinado de artículos. Para acceder a los
anteriores se proporciona un sistema de paginación con un
enlace a "Entradas anteriores".
Barra lateral. Contiene los gadgets o módulos que incorporan
prestaciones adicionales al blog: búsqueda, artículos por
meses, artículos por etiquetas, lista de enlaces, suscripción
RSS, etc.

En la lectura de una entrada o artículo se suelen ofrecer los siguientes
elementos:
Fecha de publicación del artículo.
Título del artículo. Cuando el usuario hace clic en su enlace
se accede al artículo de forma individual mostrándose los
comentarios asociados al final del mismo.
Contenido del artículo. Puede contener texto, enlaces,
imágenes, audios, vídeos, etc.
Autor del artículo. Se muestra el nombre del autor del
artículo. Puede resultar interesante cuando en un blog
publican varios usuarios.
Hora de publicación.
Comentarios. Muestra el número de comentarios realizados a
esa entrada. Cuando el usuario hace clic en este enlace accede
a los comentarios publicados.
Edición. Cuando el usuario que navega está autentificado
como administrador del blog aparece en cada artículo un
icono en forma de lápiz proporcionando un enlace directo al
back-end de edición de su contenido. (De forma general,
back-end hace referencia al estado final de un proceso).
Entradas recientes / posteriores. Estos enlaces de navegación
situados al final de una página permiten acceder al resto de
artículos.
Página principal. Enlace a la portada del blog donde se
mostrará una página con los últimos artículos publicados.
Suscripción. Este enlace permite suscribirse a la publicación
de entradas de nuestro blog utilizando el navegador web o
bien un programa específico de lectura de feeds (fuente de
información).

Cuando el artículo se muestra de forma individual en una página, se
accede a los comentarios asociados que se sitúan al final de su
contenido. El administrador del blog puede permitir o denegar el envío
de comentarios a un artículo en concreto o a todos los artículos del blog.
En caso favorable es muy recomendable activar la moderación de
comentarios para que el administrador los supervise antes de que
aparezcan publicados.

Cada artículo de un blog dispone de una dirección individual y única o
enlace permanente que se puede utilizar para situarse en él directamente.

Sus características
Las características de los blogs que han justificado su auge han sido:
Hipermedia. Los artículos pueden contener texto, enlaces,
imágenes, audios, vídeos, animaciones flash, etc.
Facilidad. El blog proporciona un interfaz para administrar
sus contenidos, coordinar, borrar o reescribir los artículos,
moderar los comentarios de los lectores, etc. de una forma
casi tan sencilla como administrar el correo electrónico.
Organización cronológica. Los artículos se ordenan de forma
cronológica mostrando primero los artículos más recientes.
Búsquedas. Los blogs proporcionan herramientas que
facilitan la búsqueda de entradas a partir de un término, fecha,
autor, etc.
Metadatos. Las etiquetas o palabras clave asignadas a un
artículo contribuyen a la organización temática de la
información facilitando su posterior búsqueda.
Comentarios. La posibilidad de que los lectores envíen sus
comentarios permite establecer un interesante flujo de debate
en torno a los artículos publicados.
Suscripción. La suscripción RSS o Atom a los artículos y
comentarios de un blog permiten disponer de las últimas
novedades publicadas en el navegador web o lector de
noticias sin necesidad de acceder directamente a ese sitio
web.
Enlaces inversos. Permiten conocer si alguien desde su blog
ha enlazado a una entrada publicada en nuestro blog o
viceversa. Si así se configura, los enlaces inversos pueden
aparecer junto a los comentarios de un artículo.
Integración. Los blogs permiten mostrar incrustados en sus
páginas recursos multimedia: imágenes, audios, vídeos, etc.

Tipos de blog
Los blogs tienen distintas variantes en función de su funcionamiento,
tipo de contenido predominante, dispositivo donde se visualizarán, etc.
Entre ellos destacan:
Openblog. Es un blog que no requiere interfaz de
administración y proporciona una herramienta para que sus
visitantes puedan publicar de forma abierta y libre. Es de
carácter colectivo y público. Tiene muchas similitudes con un
foro.
Fotolog. Como su nombre indica es un blog donde la foto es
el elemento principal de publicación. La imagen y la fecha de
publicación son los contenidos obligatorios. A diferencia de
un álbum de fotos sólo se publica una o dos fotos en cada
entrada y se pueden acompañar de comentarios del autor.
También admite comentarios de los visitantes y enlaces a los
fotologs de los amigos.
Videoblog. Un videoblog es un blog cuyas entradas son clips
de vídeo, ordenados cronológicamente y publicados por uno o
más autores. El administrador del videoblog puede autorizar a
otros usuarios a añadir comentarios u otros vídeos dentro de
la misma galería.
Audioblog. Es un tipo de blog donde cada entrada suele ser
un audio en formato MP3 o similar. Se reproducen en línea
gracias a una consola de tecnología Adobe Flash y en algunos
casos admiten la descarga de los usuarios.
Moblog. Moblog es un término que surge de la fusión de las
palabras "Mobile" y "Blog". Se trata de un servicio de
publicación similar a un blog pero orientado a su
visualización en equipos móviles: PDA o teléfonos móviles.
Se puede acceder a su contenido y publicar desde cualquier
dispositivo y lugar. Algunos servicios web 2.0 están
orientando la publicación a estos formatos permitiendo la
creación y manejo del blog desde equipos fijos o móviles.
Ejemplo: Moblob.
Tumbleblog. Un tumblelog o tlog es una variante de blog
poco estructurado. No se ajusta a una temática concreta y el
autor va publicando entradas sobre enlaces, fotografías,
informaciones, etc. que va encontrando por Internet. En este
sentido recupera un poco el espíritu inicial con que
aparecieron los blogs: dar a conocer a los amigos las cosas
que cada día te encuentras por la web. La carga textual de sus
entradas es mínima y en este sentido es un formato muy
ligado al microblogging. Ejemplo: Tumblr.
Microblog. El microblogging o nanoblogging permite al autor
publicar mensajes breves (no superiores a 140 caracteres)
formados por texto y enlaces. Estas entradas se muestran en la
página del perfil del usuario y también son enviadas a otros
usuarios que han elegido la opción de recibirlas. Ejemplo:
Twitter.

LAS REDES SOCIALES
Las redes sociales en internet son aplicaciones web que favorecen el
contacto entre individuos. Se basan en los vínculos que hay entre sus
usuarios. Existen varios tipos de redes sociales. De todas ellas, vamos a
centrarnos en Faceboock.
Cómo crear una página en Faceboock
Para crear una página de Facebook más eficaz e interactiva para
comunicar, cada vez a más personas, la misión de la organización hay
que tener en cuenta lo siguiente:
Saber contar historias: curiosamente, como lo hizo Aristóteles
hace miles de años, los asesores de Facebook nos aseguraron
que lo más importante para llegar al público es saber
contar una historia. La información sobre la cual la gente
más interactúa en Facebook es la información que le importa,
y ésta viene primero de su familia, luego de sus amigos y
luego de las organizaciones y las causas que le son relevantes.
La gente en Facebook va a compartir el contenido cuando
se sienta identificado con él y cuando está contado como
una historia relevante para ellos.
Es importante buscar generar empatía y no desesperación.
Aprender a contar una historia desde la empatía y no desde la
desesperación.
Siempre hay que buscar la interacción de nuestros
seguidores: generar conversaciones, preguntarles que esperan
de nosotros, que otras cosas podríamos estar haciendo que no
hacemos.
La misión de Facebook es conectar a las personas, dándole el
poder a la gente para compartir información y hacer un
mundo más abierto y conectado.

¿Cómo generar un cambio desde la página de Facebook?
Encontrar nuestra voz: detrás de cada perfil de Facebook hay
una persona real que quiere que le hablen de un modo real. La
voz nos va a permitir tener un puente de comunicación con
nuestros seguidores. Encontrar la voz es encontrar nuestra
personalidad, hallar una voz que sea única que nos
diferencie, debe ser sincera y que genere empatía.

Los dos pasos fundamentales para encontrar la voz son,
primero crear una personalidad diferenciada y luego, una vez que
la encontramos, mantenerla y ser consistentes. Una herramienta
que suele dar buenos resultados es que miembros de la
organización cuenten sus experiencias, sus historias personales
desde su perfil. Eso permite que la gente que está siguiendo la
causa le llegue de otra forma.

No reciclar contenido: esto es fundamental, Facebook es una
plataforma que exige una estrategia de contenido específica.
A veces utilizamos piezas que fueron creados para otro
soporte como Newsletter, PDFs o avisos publicitarios, que
NO sirven para Facebook.

Debemos generar un contenido que sea específico, exclusivo para
Facebook, con los atributos que más resaltan en esta red social,
donde la foto sea lo más importante. No reciclar contenido
significa no usar piezas que se crearon con otros fines, porque
probablemente tengan mucho texto y poca imagen y no provoquen
que la gente interactúe. Está estudiado que los mensajes con
mucho texto y poca imagen genera poca interacción de los
usuarios

¿Cómo funciona la regla de la interacción?
Si un seguidor en el último tiempo interactúa con el contenido (poniendo
“me gusta”, compartiendo o haciendo un comentario) Facebook detecta
que esa página era relevante para el usuario entonces nos va a seguir
mostrando las publicaciones que se hagan.

Desde que se pone “me gusta” o like a una página hasta que Facebook
decide si es relevante o no tarda alrededor de una semana. Si en siete
días no se interactúa con la página, sus publicaciones ya no van a
aparecer en el muro de noticias.

No todos los seguidores van a ver las publicaciones diariamente, solo
aquellos que hayan interactuado alguna vez con nuestro contenido. Por
eso es tan relevante la calidad de nuestras publicaciones y tener una
estrategia de contenido, ya que si nuestros seguidores interactúan con
él vamos a tener más alcance.

Debemos tratar de crear publicaciones que generen interacción y se
vitalicen entre los usuarios para así poder ser “relevantes” para nuestros
usuarios y aparecer en su muro de noticias.
Las fotos son lo más importante: porque realzan el mensaje
que estamos dando. No hace falta tener una foto profesional,
sacada con una cámara de primer nivel. Hoy en día hay
muchos medios para crear fotos que transmitan belleza y
armonía.

A la hora de publicar, cuanto más limpia esté la foto mejor. Si la
foto es lo suficientemente potente e impactante yo no se necesita
decir nada más, por eso cuanto menos texto o datos haya mejor.
Hay otros canales donde poner la información más amplia, en
Facebook se debe priorizar la historia que se quiere contar. Ya
sabemos que una imagen vale más que mil palabras.

Medir y optimizar resultados: Es fundamental mirar las
estadísticas de la página. Ver qué contenido tuvo más éxito,
cuál es el que genera más interés y también estar atentos a qué
hora los seguidores están online.

El alcance orgánico en Facebook
El contenido que se publica diariamente NO le llega a todos nuestros
seguidores, sólo a una parte. Esto ocurre porque como hay
sobreabundancia de información, Facebook categoriza las preferencias
según la “regla de la interacción”. Intuye cuáles son los contenidos que
más interesan según las veces que se interactúe con el usuario.

¿Cuántas publicaciones es recomendable hacer por día?
No hay una receta en cuanto al número de publicaciones que se deben
hacer por día o por semana. Lo mejor es publicar contenido valioso,
cada vez que tenemos “una historia para contar”. No es obligatorio
publicar una vez por día, no hay tal ley en Facebook, lo ideal es
publicar cada vez que tengamos algo valioso que comunicar ya sea
tres veces por día o tres veces por semana.

EL BOLETÍN INFORMATIVO (NEWSLETTER)
Es una publicación informal para enviar a un público objetivo en
intervalos regulares (mensual, bimensual, trimestral…) y sirve para tener
al día a los lectores de la marcha de la organización: sus actividades, sus
proyectos, sus logros, etc, vinculados al objetivo de la misma.

Para que un boletín informativo tenga éxito, hay que tener en cuenta lo
siguiente:
Utilizar frases cortas y directas.
Emplear un estilo serio y correcto, para un lector muy
ocupado.
Incluir varios temas que puedan interesarle a diversos tipos de
lectores.
Utilizar un formato que todos puedan ver.
Cumplir con la periodicidad.
Agregar siempre datos de contacto de la organización.
(Teléfono, nombre, mail, etc.)
Evitar notas largas y fotos e imágenes pesadas.

LOS DÍPTICOS
Los dípticos son un medio perfecto para comunicar ideas sencillas sobre
la organización. La distribución de esa información y de los elementos
que la componen, suele ser la siguiente:
- En la portada se incluye una frase que identifique la labor que
desarrolla la organización así como su logotipo identificativo.
- En la contraportada se incluyen los datos de la organización tales
como dirección, teléfono, correo electrónico, página web, mapa
de localización, etc.
- En el interior se expone las características de la organización, los
objetivos que persigue, las actividades que realiza y la
colaboración que se solicita.

Dado que este medio de comunicación requiere de una cuidada
presentación en cuanto a calidad de papel, es conveniente no hacer de
ellos tiradas masivas que puedan gravar la economía de la organización.

LOS TRÍPTICOS
Los trípticos destacan por ser los folletos comúnmente más utilizados
por parte de un buen número de organizaciones, puesto que al contener
una hoja, dos plisados y seis caras, nos brindan la posibilidad de poder
añadir una mayor cantidad de textos, imágenes y gráficos, gracias
precisamente a su mayor extensión. Son mucho más completos y
extensos que el díptico, de manera que es una opción adecuada a la hora
de anunciar, porque se cuenta con un mayor tamaño.

Las principales ventajas del tríptico, en comparación con otros tipos de
folletos, son las siguientes:
Más extensión en un mismo tamaño: al contener una hoja,
dos plisados y seis caras, de forma que se podrá añadir más
información y así completar el folleto con los datos que se
crean más interesantes para el público al que se dirige, para
que conozca mejor a la organización.
Más espacio para las ideas: al tener más extensión también
se contará con más espacio para añadir texto o imágenes
descriptivas sin temor a quedar corto.
Al igual que los dípticos, es conveniente no hacer tiradas masivas.

LOS DOSSIER INSTITUCIONALES
Son publicaciones gráficas cuyo objetivo es reflejar los objetivos,
políticas y funciones de la organización. El objetivo es mostrar, a través
de una herramienta impresa, la misión, objetivos y actividades que
desarrolla la organización. Son su “carta de presentación”.

Algunas recomendaciones a tener en cuenta:
El lenguaje a utilizar ha de ser informativo y claro y tener un
diseño sencillo.
Se debe utilizar imágenes y letras claras y grandes.
Es conveniente utilizar subtítulos y textos breves.
Los espacios en blanco, márgenes anchos, sangrías (espacios
en blanco al comienzo de una línea) y páginas cortas evitan
que parezca pesado y denso para leer.
Usar líneas cortas, oraciones breves y sin juicios de valor.
Reflejar la identidad de la organización: utilizar imágenes,
logotipos, colores de la misma.

EL CARTEL
El cartel se ha convertido actualmente en una de las modalidades más
explotadas en congresos, cursos y seminarios, para compartir resultados
de investigaciones, experiencias,... Es un material gráfico que transmite
un mensaje, está integrado en una unidad estética formada por imágenes
que causan impacto y por textos breves.

Ha sido definido por algunos estudiosos como "un grito en la pared",
que atrapa la atención y obliga a percibir un mensaje. También puede
definirse como un susurro que, ligado fuertemente a las motivaciones e
intereses del individuo, penetra en su conciencia y le induce a adoptar la
conducta sugerida por el cartel.

En conclusión, es un material gráfico, cuya función es lanzar un mensaje
al espectador con el propósito de que éste lo capte, lo recuerde y actúe en
forma concordante a lo sugerido por el propio cartel.

A la hora de diseñar un cartel, debemos tener en cuenta las siguientes
consideraciones:
- El atractivo visual y la fuerza emotiva de un buen cartel, hacen de
él una forma eficaz para comunicar mensajes a las personas, a un
grupo, a una institución,... por esta razón el cartel ha pasado a
ocupar, en los medios de comunicación, un importante lugar.
- Ha sido empleado en la política, en el comercio, en la industria,
en la educación y la salud; por tal motivo es importante que se
aprovechen todas sus posibilidades y se alcancen los efectos
previstos al planearlo, realizarlo y difundirlo.
- El cartel es un valioso recurso para propiciar la formación de
conductas positivas.

Tipos de cartel
Existen dos tipos:
Los informativos.
Los formativos.

El cartel informativo es el que está planeado para comunicar eventos,
conferencias, cursos, reuniones sociales, espectáculos, etc. Este tipo de
carteles puede ser presentado sólo con texto, para lo cual se recomienda
letras grandes sobre fondo de color contrastante. Los textos deberán
proporcionar sólo la información indispensable.

También pueden ser presentados con texto e imagen, para lo cual la
información se proporciona acompañada de imagen que puede estar
hecha a base de tipografía de sujetos, objetos o formas que acompañan
textos cortos, que den sólo la información necesaria.

El cartel formativo se utiliza como un medio para propiciar el
establecimiento de hábitos de higiene, salud, limpieza, seguridad, orden,
solidaridad, etc. También se usa para propiciar actitudes de confianza,
actividad, esfuerzo, conciencia, etc.

En el cartel formativo la imagen tiene preponderancia sobre el texto, el
mensaje es expresado gráficamente en forma clara y sólo se apoya en un
corto texto, que dé énfasis a la idea sugerida. El cartel formativo usado
adecuadamente en la promoción de la solidaridad, puede convertirse en
un magnífico recurso para recabar el apoyo ciudadano.

Sus características
El mensaje de un cartel debe ser global, percibiéndose como un todo en
el que cada elemento se integra armónicamente y crea una unidad
estética de gran impacto. Para facilitar el aprendizaje y el manejo de
estos elementos los dividiremos en físicos y psicológicos.

Los elementos físicos son aquellos que constituyen el arreglo o
tratamiento estético y el atractivo visual.

Los elementos psicológicos son los que dentro del mensaje estimulan al
espectador para que se oriente hacia lo que se pretende en dicho
mensaje. Su intención es causar el impacto para que perdure el mensaje.

Un cartel de calidad es aquel que llama la atención espontáneamente, es
decir, independientemente de la voluntad del observador. Los elementos
físicos que provocan este tipo de atención son:
Imagen.
Texto.
Color.
Composición.
Tamaño.
Formato.

La imagen debe ser una síntesis que resuma la idea a la mínima
expresión gráfica, sin dejar de ser clara y significativa. Son poco
recomendables las simplificaciones exageradas, así como el abuso de
abstracciones, debido a que presentan dificultades para su comprensión o
decodificación del mensaje, y en consecuencia, el número de
observadores que entiendan el mensaje se reducirá.

La imagen en un cartel está constituida por formas, que desde nuestro
punto de vista, pueden ser básicamente: naturales, geométricas o
abstractas.

Son imágenes naturales las representaciones totales o parciales de la
figura humana, de los seres vivos o de las cosas que nos rodean. Las
formas naturales por lo general provocan mucho la atención de las
personas.

Las formas geométricas son tan importantes como las naturales, pues se
identifican fácilmente. Pueden ser simples o compuestas y no exigen
gran esfuerzo perceptivo de quien las observa.

Las formas abstractas no tienen relación aparente con el mundo objetivo
que nos rodea. Son imágenes que han sido usadas simbólicamente en un
estilo de expresión muy personal del autor. Exigen una mayor
participación de quien las observa. Estas imágenes corren el riesgo de
que el significado que le dé el observador no sea el que le dio el
realizador. Por lo tanto, es recomendable usarlas sólo si se está seguro de
que el nivel de interpretación de los observadores es suficiente para su
comprensión.
En cuanto a su elaboración, las imágenes que se aplican al cartel pueden
ser: fotográficas o dibujadas. Las imágenes fotográficas a su vez pueden
ser de dos tipos: normal o con efectos. La fotografía ha sido poco
utilizada por los cartelistas, sin embargo, las nuevas técnicas fotográficas
han proporcionado un campo ilimitado para la creación de imágenes
originales y llamativas.

Se identifica como imagen normal aquella que ha sido captada en la
realidad sin ningún artificio de laboratorio. Este tipo de imagen no
resulta tan atractiva como otras que veremos a continuación. Las
imágenes con efectos son las que se elaboran en el laboratorio y su
atractivo depende de la dedicación del creador. Estas son más apropiadas
para el cartel.

Las imágenes dibujadas son preferidas por las personas que realizan los
carteles y parece ser que también por el público en general; tal vez esto
se deba a la originalidad de las imágenes. El dibujo que se usa
actualmente tiende a ser más sencillo que los primeros carteles que se
hicieron en el siglo pasado, tienden a sintetizar los elementos que lo
integran; esto exige del realizador gran imaginación y creatividad.

Los tipos más usuales de dibujo aplicados al cartel son:
- El realista.
- El caricaturizado.
- El estilizado.

El dibujo realista se caracteriza por estar apegado, tanto los objetos como
los sujetos, a la realidad. Es poco recomendable porque requiere mucha
elaboración y no provoca tanto la atención.

El dibujo caricaturizado es más adecuado, pero hay que usarlo con
moderación y buen gusto. Por ejemplo, no hay que usar la
caricaturización en situaciones negativas como la ridiculización, los
objetos repugnantes, y escenas dramáticas o hirientes.

El dibujo estilizado generalmente busca la simplificación de los detalles,
este tipo de dibujos es el más usual, pues pretende crear formas nuevas
que llamen la atención y el interés. La estilización no es recomendable si
ésta lleva al observador a la pérdida del significado.

No olvidemos que la imagen en un cartel no es un fin en sí misma, sino
un medio para llegar al fin propuesto, que es la comunicación y fijación
del mensaje.

El texto cumple una doble función en el cartel, refuerza el mensaje
implícito en la imagen y es en sí mismo un elemento importante en la
composición que ayuda a dar la impresión de equilibrio. Este elemento
del cartel debe cuidarse tanto en la redacción como en el tipo de letra,
tamaño de la misma y su colocación.

La redacción no debe ser muy extensa, sino más bien debe ser un
destello al observador que la visualizará en segundos. Dicho en otras
palabras, para que la percepción sea rápida los textos deben ser cortos,
directos y claros, buscando al igual que la imagen, comunicar el mensaje
con el mínimo de elementos, sin utilizar palabras o frases largas.

Hay que buscar el texto que mejor transmita el mensaje. En algunos
casos un texto interrogativo puede ser el centro motivacional de un
cartel. No debemos olvidar que su redacción estará determinada por el
nivel cultural y social de las personas a las que irá dirigido el mensaje.

Los tipos de textos
Dentro del elemento texto existen dos tipos: el encabezado y el pie. El
encabezado sirve de título al cartel, es el primer elemento del texto que
llama la atención de las personas; se debe escribir con letras de mayor
tamaño que las del pie, y con una, dos o tres palabras a lo sumo.

El pie tiene como función clarificar y profundizar en el mensaje: da los
detalles y globaliza la información. Para su interpretación es necesario
que el observador se acerque al cartel. Su extensión varía dependiendo
de las necesidades del mensaje, pero se recomienda que la redacción sólo
incluya lo elemental.



El tipo de letra
El tipo de letra es también un elemento importantísimo, pues a través de
ésta podemos transmitir significados emotivos y sentimientos;
combinada con la imagen pueden resultar más impactante en su mensaje
global. Por ejemplo, una letra suave o adornada tal vez no armonice con
una ilustración industrial.

El color
El color es otro aspecto relevante del cartel. Para éste hay que seguir
ciertas reglas:
Usar pocos colores.
Aplicar los colores planos, sin matices.
Usar fondos contrastantes.
Usar colores claros.

Los contrastes
Los contrastes pueden hacerse recurriendo a la combinación de los
colores complementarios (por ejemplo: violeta y amarillo) o a los
armónicos (por ejemplo: bermellón que sale del rojo y amarillo). La
combinación de colores armónicos se percibe de una manera más
relajada, en cambio; la combinación de colores complementarios es
percibida como más agresiva. Sin embargo, cualquier combinación es
válida si se consigue el efecto deseado.

El tamaño
El tamaño del cartel deberá considerarse, pues dependiendo del lugar en
que estará colocado y la distancia en la que pasarán los que lo observen,
determinará sus dimensiones.

El tamaño más común es el de 70 x 100 centímetros, de 50 x 70 cm, o el
más pequeño que es de 35 x 50 cm. Este tipo de medidas son las más
recomendables pues están en función de las medidas comerciales del
papel, con lo cual se evitará el desperdicio.

La composición
La composición es tan importante como las anteriores. Se refiere a la
distribución de los elementos, tanto las figuras como los textos, en el
área utilizable del papel. La composición debe buscar el equilibrio y la
armonía, no sólo en lo referente a la imagen, sino también en cuanto a
colorido y estética. El mensaje debe estar compuesto de forma integral,
como si fuera una unidad perfectamente equilibrada.

El formato
El último elemento a considerar en el cartel es el formato. Existen dos
tipos: el vertical y el horizontal. El primero es el más usado y al segundo
se le conoce también como apaisado. La selección de una u otra forma
dependerá en gran medida de las intenciones del mensaje y de la estética
o composición.
























CAPÍTULO III

CARACTERÍSTICAS DE LOS CANALES DE COMUNICACIÓN
EXTERNOS A LA ORGANIZACIÓN


A la hora de sacarle más partido a los distintos canales de comunicación
que externamente utilice una organización, es conveniente conocer
alguna de las características principales de cada uno de ellos.

LA RADIO
A la radio la podemos definir como un medio de comunicación
ambivalente, instrumental, a distancia, colectivo, directo y que utiliza
como vehículo físico primario exclusivamente el sonido.

Es un medio ambivalente porque puede ser unidireccional (el mensaje se
transmite desde la radio al oyente) o bidireccional porque el oyente
puede también participar y aportar elementos que completen el mensaje.
Esta segunda opción es más completa porque hace a la radio más viva,
más dinámica y permite lograr más rápidamente la retroalimentación
necesaria para hacer más eficaz la comunicación radiofónica.

Es un medio instrumental porque requiere de elementos técnicos. Unos
elementos técnicos cada vez más perfeccionados que permiten hacer de
la Radio el medio más ágil y también más económico.

Es un medio a distancia porque habitualmente el emisor y el oyente no
están presentes en el mismo lugar.

La Radio es además un medio colectivo porque permite llegar en el
mismo momento a una gran cantidad de personas. Por pocas personas
que oigan un determinado programa de radio, siempre será más que las
que puedan acudir presencialmente a escuchar una charla-coloquio o una
conferencia.

Es un medio directo porque permite la recepción inmediata y de manera
individual. Cuando damos un mensaje a través de la radio no lo
debemos hacer como si estuviéramos en una caseta de feria que nos
dirigimos a una masa. En la radio el mensaje debe ser más
personalizado.

El hecho de que utilice como vehículo físico primario exclusivamente el
sonido le hace adquirir una personalidad propia que hay que tener en
cuenta a la hora de transmitir el mensaje. Hay que tener en cuenta que la
radio, como medio, tiene sus limitaciones. Debemos conocerlas para
saber qué es lo que se puede hacer si queremos comunicarnos a través de
ella.

Sus características
La radio tiene una gran fertilidad. Las emisoras lanzan al aire miles de
palabras por minuto, en sus esfuerzos por informar, educar y entretener,
hacer publicidad y persuadir. Sus características principales son las
siguientes:
Hace imágenes.
Es directa.
Es veloz.
Es sencilla.
Es barata.
Tiene un carácter transitorio.
Es selectiva.
Tiene escasez de espacio.
Tiene su propia personalidad.
Tiene música.

Analicemos algunas de ellas.

La radio hace imágenes
Aunque es un medio ciego, la radio puede estimular la imaginación, de
forma que en cuanto la voz sale del altavoz, el oyente intenta visualizar
lo que oye, y crear en su mente al autor de la voz. Al contrario que en la
televisión, en donde las imágenes están limitadas por el tamaño de la
pantalla, las imágenes radiofónicas pueden ser del tamaño que uno
desee.
Esta característica debe ser tenida en cuenta por las organizaciones en
caso, por ejemplo, de una entrevista. La persona entrevistada debe
intentar hacer llegar a los oyentes la imagen más completa del mensaje
que pretende transmitir. Eso conlleva hablar con tranquilidad, con
firmeza y con claridad para que a los oyentes no les quede duda alguna.
La radio es directa
A diferencia de la televisión, en la que el espectador está observando
algo que sale de una caja "que está allí", las imágenes y sonidos de la
radio se crean dentro de nosotros y pueden tener un mayor impacto o
implicación. La radio es mucho más personal, que llega directamente al
oyente.

Por ello, a la hora de dirigir un mensaje, hay que hacerlo como si se
dirigiera a cada uno de los oyentes y no a una masa de ellos.

El carácter transitorio de la radio
La radio es un medio muy efímero, y si el oyente no llega a tiempo para
la emisión de noticias, entonces ya ha pasado y tiene que esperar a la
siguiente. A diferencia del periódico, que puede dejar por un momento, y
después volver a cogerlo o pasarlo a otra persona, el medio de la
radiodifusión impone la estricta disciplina de tener que estar allí en el
momento preciso.

De ahí la importancia de que lo que se diga a través de la radio sea
concreto y conciso y no divagar ni “enrollarse” porque se pierde el
objetivo del mensaje.

La personalidad de la radio
La gran ventaja que el medio hablado tiene sobre el escrito reside en el
sonido de la voz humana. Una voz tiene la capacidad de impartir mucho
más que la palabra impresa. Tiene inflexión y acento, duda y pausa y una
variedad de énfasis y ritmos. La información que un locutor/a imparte
depende tanto de su estilo de presentación como del contenido de lo que
dice.

Por eso, a la hora de remitir una noticia a la radio, es conveniente resaltar
en negrita aquella frase o frases a las que hay que dar más énfasis por su
importancia para la organización.

La proximidad de los mensajes radiofónicos
Entre los medios colectivos instrumentales, la radio es posiblemente el
más próximo al receptor del mensaje, el que interpone menos obstáculos
físicos, dificultades intelectuales y requisitos técnicos entre el emisor y
la audiencia potencial.

Con lógicas matizaciones y excepciones podemos establecer la teoría de
que el interés, la capacidad de captación y, por ello, la utilidad individual
de los mensajes, decrecen a medida que el canal comunicativo se hace
más distante y complejo.

La proximidad de cualquier mensaje es sentida con intensidad
decreciente por el receptor cuando le llega, por este orden, a través de los
siguientes canales:
Emisora de radio local (con pequeños sucesos, notas y avisos
locales, alusiones a personas y lugares que se conocen).
Periódico local (contenido semejante en información general,
así como anuncios por palabras, carteleras y horarios de cines
y espectáculos).
Radio regional (información específica de la localidad desde
la que se emite y de otras próximas; mayor variedad de
contenidos).
Periódico y Televisión regional (merma notable de los
contenidos más próximos).
Radio de difusión nacional (gran alcance y variedad; las
emisoras de difusión nacional incluyen espacios de
contenidos y difusión local y regional).
Periódico nacional (retraso en temas regionales y
provinciales; muy escasa información local).
Televisión de ámbito nacional (capacidad de impacto
propagandístico y publicitario; información tediosa y
desprecio por contenidos locales y cotidianos).

Por ello, insistimos en la importancia que para una organización tiene las
emisoras locales a las que se puede acceder más fácilmente y tiene una
mayor cercanía a los oyentes que nos interesan.

LA TELEVISIÓN
La televisión es también, como la radio, un medio de comunicación de
masas, que transmite información por medio de la imagen y del sonido,
pero que no puede simultanearse tan fácilmente con otras ocupaciones.
Su aspecto más positivo es que nos permite ver la realidad en el mismo
momento en que se produce como si estuviéramos presentes y nos acerca
a la cultura y ambientes más remotos, abriendo de este modo la puerta
hacia la universalidad y el cosmopolitismo.

Sus características
Conjuga imágenes y sonidos para comunicar mensajes.
Los programas los componen los productores y no los
telespectadores.
Comunicación en la intimidad.
Es accesible a todo tipo de público.
El público receptor es muy heterogéneo.
Las imágenes no vienen dadas por quienes han realizado el
mensaje.
Es unidireccional.

Su lenguaje
El código televisivo es lingüístico, icónico y sonoro, por lo que obliga
al receptor a dedicarle una atención exclusiva. Las características de su
lenguaje son las siguientes:
- La imagen es normalmente redundante con respecto a la palabra
y nunca se basta a sí misma.
- La influencia de su código lingüístico es decisiva para el futuro
del idioma, ya que elimina los rasgos particulares y locales,
unifica y uniformiza la lengua con una singular pobreza léxica.




A tener en cuenta
Las organizaciones deben tener en cuenta, a la hora de poder utilizar la
televisión como canal para su comunicación externa, que, como el
mensaje televisivo no permite relecturas, es aconsejable:
Emplear frases sencillas, muy concisas y concretas.
Usar repeticiones, evitando cacofonías. (Ejemplo de
cacofonía: Mauricio escribió la canción, con todo su corazón,
porque es su pasión.
Utilizar un léxico común, ya que el público destinatario es
muy diferente.
Evitar términos que puedan resultar ofensivos o
inadecuados.
Emplear recursos orales que mantengan la tensión y la
atención.
Cuidar los elementos sonoros: vocalización, tono.
Tener capacidad de improvisación y talento para conectar
con el público.
El tiempo verbal más adecuado es el presente, porque indica
que la acción está sucediendo, pero si se necesita el pasado, el
más usado es el pretérito perfecto

LA PRENSA IMPRESA Y DIGITAL
La prensa impresa tiene las siguientes características:
Permanencia, el lector puede pasarlo a otra persona o
conservarlo lo que da un valor importante desde el punto de
vista publicitario.
Imagen, tradicionalmente este medio se considera cultural ya
que además de aportar la noticia, ofrece el comentario, la
investigación y la reflexión, lo que provoca credibilidad en la
opinión pública.
Selectividad geográfica, la mayoría de los periódicos tienen
distribución local, lo que permite segmentar geográficamente
los contenidos.
Interés del público, la lectura de este medio es voluntaria lo
que representa un esfuerzo diferente del espectador ante otros
medios.
Es medible, existen fuentes que permiten conocer el número
de ejemplares vendidos, su distribución y la composición de
la audiencia.
Por su parte, la prensa digital tiene las siguientes características:
Se puede recuperar. Además cualquier información se
encuentra de forma rápida y selectiva.
Virtualidad. Se puede distribuir de forma virtual e instantánea
un número indeterminado de copias del mismo documento.
Actualidad de la información. Permite la renovación o
reedición de los contenidos con una periodicidad más flexible
que las publicaciones impresas.
Interactividad. Existe la posibilidad de enlazar la información,
con otros documentos, con archivos multimedia. Los lectores
también pueden opinar o hacer comentarios sobre aquello que
leen.
Posibilidad de personalización. Los usuarios, en virtud de sus
gustos o intereses, pueden personalizar las webs de los diarios
digitales.
Fácilmente actualizable o editable .Cualquier información
puede ser revisada y actualizada en cualquier momento, algo
que la prensa en papel no permite.

Las notas informativas para la prensa
Las notas informativas llueven sobre cualquier medio de comunicación
impreso o digital en grandes cantidades. La mayor parte de este material
se quedará sin utilizar.

Para que el material que se envíe pueda leerse en su totalidad, y se
pueda decidir lo que se hace con él, hay unas sencillas reglas sobre la
forma en que debe estructurarse la información, a las que deben atenerse
todos aquellos que emiten comunicados.

Una nota informativa es simplemente una indicación de que algo está
sucediendo o que va a suceder, y no es un completo informe del hecho
visto desde todos los ángulos. Por consiguiente, debe ser lo más breve
posible, y ocupar sólo una cara de una hoja.

Es conveniente que cada nota informativa tenga siempre un encabezado
que identifique a la organización y, si se remite por correo electrónico,
utilizar para el apartado “asunto” una frase corta y atrayente que mueva a
leer su contenido.
El texto debe ser a dos espacios, con una clara separación de párrafos y
amplios márgenes. Deberá comenzar con una cabecera o título
descriptivo, para identificar el acontecimiento o el texto de la noticia.

La nota informativa tiene como objetivo suscitar el interés en el tema, y
estimular al medio de comunicación a que tome medidas adicionales. El
texto debe entrar rápidamente en el quid de la cuestión facilitando sólo el
contexto necesario para destacar la importancia del acontecimiento. El
material debe ser "nuevo", "interesante" y "cierto" así como pertinente
para el público al que se dirige el medio.

Deben incluirse todos los hechos pertinentes, después de haber sido
concienzudamente verificados. Un error en una nota informativa minará
seriamente la credibilidad del remitente. Al dar nombres de personas se
citarán también los nombres propios, y no solamente las iniciales. La
información debe ser completamente exacta. Si existe la más pequeña
duda sobre cualquier detalle, éste debe omitirse. Si se descubre
posteriormente un error, los receptores deben ser informados
inmediatamente.

Una nota informativa debe indicar claramente su autor o departamento o
área de origen. Deberá facilitarse una referencia para futuros contactos,
con inclusión de los números de teléfono o correo electrónico.

Una vez producida la nota informativa, debe difundirse lo antes posible,
ya que las horas e incluso los minutos pueden tener importancia para que
el medio de comunicación decida si se va a hacer uso de ella y la forma
en que va a ser utilizada.

LOS COLECTIVOS SOCIALES
Los colectivos sociales como las comunidades educativas, asociaciones
vecinales, asociaciones profesionales, comunidades religiosas, etc
pueden ser importantes canales de comunicación externa a los que hacer
llegar nuestro mensaje a través de charlas-coloquio, conferencias, mesas
redondas, coloquios, etc.

El coloquio
El término coloquio es el que se utiliza para hacer referencia a un tipo de
reunión o encuentro más o menos formal en el cual las personas que se
reúnen, lo hacen para hablar o debatir sobre alguna temática específica,
probablemente determinada con anterioridad.

El coloquio puede ser también una exposición de una o más personas a
un jurado o a un público también específico. La idea que prevalece en
ambos casos es la de que las personas entonces reunidas tienen un tema,
un tiempo y un objetivo determinados y seleccionados para realizar el
debate o intercambio comunicativo.

Sus reglas
A la hora de organizar un coloquio, debemos tener en cuenta lo
siguiente:
Abrir el coloquio mediante las ideas que nos ofrezca el flujo
de la mente.
Evitar que otros dirijan el coloquio.
Dejar tiempo para que el público decida. No impacientarse.
No encargar preguntas.
No exigir al público que formule las preguntas por escrito.
Preparar las respuestas: mediante la sobreabundancia de
material estudiado. Mediante el conocimiento previo del
perfil, probable o seguro, del público.
Escuchar con atención, cordialidad y respeto.
Reflexionar un instante antes de responder. El silencio
siempre prestigia al orador/a.
Confirmar la pregunta, si existen dudas sobre su sentido.
Vigilar el desarrollo del coloquio, como parte esencial del
acto retórico.
No utilizar, como conclusión del discurso, la apertura del
coloquio.
Cerrar el coloquio -y el acto-, reafirmando la conclusión del
discurso.



Perfiles en el coloquio
El orador/a será paciente y tolerante; y evitará perder los papeles en
virtud de implicaciones de tipo emocional, o a causa de posiciones
frontales inoportunas. Nunca reaccionará a la ofensiva ni a la defensiva.

En consecuencia, resulta muy eficaz conocer los perfiles de las personas
que generan situaciones de riesgo, precisamente en el momento cívico y
democrático del coloquio. Estos perfiles pueden ser los siguientes:
- El desequilibrado.
- El orador frustrado.
- El ofensivo.
- El de la pregunta imposible.

A la hora de la participación de una organización solidaria en un
coloquio, conviene tener en cuenta las cuestiones que vamos a analizar a
continuación.

El respeto de las opiniones ajenas
Los participantes en un coloquio defenderán sus propias opiniones y
refutarán las ajenas que no coincidan con aquéllas con hábiles
razonamientos; sin elevar innecesariamente la intensidad de la voz y sin
acudir a palabras torpes para suplir aquéllos.

Saber escuchar
Los participantes en un coloquio deben saber escucharse los unos a los
otros, evitando, así, interrumpir al que habla; y han de esperar el turno de
palabra, para expresar libremente sus opiniones personales, aunque estén
en desacuerdo con las que ya se hayan manifestado.

El sentido de la cortesía y de la buena educación
Los desacuerdos entre los participantes de un coloquio deben
manifestarse siempre dentro de los límites de una ejemplar corrección.



EL MATERIAL AUDIOVISUAL
Dentro de este apartado nos centraremos en las presentaciones en
diapositivas, que son una de las formas más populares para comunicar y
transmitir información, presentar un proyecto, exponer ideas, etc. debido
a la facilidad de creación y que se reproducen en cualquier equipo que
tenga instalado el programa apropiado.

Microsoft PowerPoint es el programa favorito de la gran mayoría para


crear, editar y reproducir presentaciones, aunque existen otros que son
totalmente gratuitos y libres.

Hoy la gran mayoría de las presentaciones se crean para crear archivos


que permiten comunicar y transmitir información ya sea en internet o
usando la facilidad que brindan los dispositivos portables USB.

Reglas para crear una presentación de diapositivas exitosa
Las medidas que aconsejan los expertos y especialistas en comunicación,
que se deben tener en cuenta al crear una presentación de diapositivas,
son las siguientes:
Que sean simples, según Leonardo da Vinci "La simplicidad
es la máxima sofisticación".
Usar un estilo personal y único.
Que sea fácil de ver y de leer, aun en pantallas pequeñas. Usa
tipos de fuentes que faciliten la lectura y no fatiguen al lector,
elegir el tamaño adecuado para cada uso.
Usar siempre imágenes, fotografías y otros elementos
gráficos, porque son procesadas más rápidamente por nuestro
cerebro que el texto.
Cuando sea necesario y lo requiera, usar audio, música y
videos en las presentaciones, le agregarán valor.
Evita las transiciones muy complicadas y sofisticadas.
Configurar los intervalos para la reproducción automática
adecuadamente.
Usar las páginas de notas para agregar información extra,
pero necesaria en cada dispositiva.
Comprobar siempre la ortografía y la gramática.

Simplicidad y sencillez de las presentaciones
Para comunicar de forma efectiva, mantener la atención y el interés, hay
que reducir el número de diapositivas de la presentación al mínimo. Hay
que limitarse a una idea central por cada una de ellas. De ser posible hay
que dejar que las imágenes o gráficos cuenten la historia, reduciendo el
uso del texto.

La llamada "Regla de Guy Kawasaki" de 10-20-30, especifica que una
presentación no debe tener más de 10 diapositivas, durar más de 20
minutos y no tener ningún texto con menos de 30 puntos de tamaño.
(Equivalente aproximadamente a dos centímetros)

La "Regla 20-20" dice que una presentación debe tener 20 diapositivas


con una duración exacta de 20 segundos por cada una, para ser precisos
y evitar fatigar y aburrir al lector.

La "Regla del 6" dice que no debe haber más de seis líneas por pantalla,
con no más de seis palabras cada una.

La "Regla 33" indica un máximo de 33 palabras por diapositiva.


Por supuesto ninguna de ellas es exacta, ni se aplican a todas las
presentaciones.

Estilo de las presentaciones
Podemos usar uno de los temas que incluye la aplicación, aunque lo
ideal es crear uno personal, que sea único. Para eso personaliza la
primera página y copia el estilo al resto. Hay que usar fondos atractivos
pero que no sean demasiado vistosos, evitando que desvíen la atención
del contenido.

El tamaño y la fuente
Los expertos aconsejan lo siguiente:
El tamaño de la letra no debe ser menor a 34 puntos para el
título.
En el cuerpo de la diapositiva debe ser mayor de 24 puntos.
En el titulo usar mayúsculas y preferentemente minúsculas en
el cuerpo.
El tipo de fuente usada en el cuerpo debe ser clara, sencilla y
limpia, aunque en los títulos se puede usar alguna más
sofisticada.
No se deben emplear más de tres tipos de fuentes.
Siempre se debe usar las fuentes incluidas en Windows, para
evitar al reproducirla en otro equipo que sea reemplazada por
otra, lo que generalmente es desastroso.
Se deben usar las fuentes que se lean más fáciles en la
pantalla.
Evitar totalmente las fuentes en cursivas y las que incluyen
bordes decorativos, como Times.
Las fuentes aconsejadas son: Arial, Verdana, Tahoma, Lucida
Sans Unicode, Comic Sans MS, Calibri, Helvetica.
Alinear el texto a la izquierda o a la derecha cuando sea
imprescindible, el texto centrado es más difícil de leer y se
considera de novatos.
Simplificar en lo posible el texto. Eliminar, si es posible, las
expresiones cortas como: "un", "a", "el", etc.

El color del fondo y el del texto en las diapositivas
Sobre esta cuestión debemos tener en cuenta lo siguiente:
Para que la diapositiva se vea correctamente debe existir
contraste entre el fondo y la letra. La mejor combinación es el
texto oscuro sobre un fondo claro, aunque se puede usar lo
inverso.
Tratar siempre que los colores sean complementarios.
Se deben evitar colores muy brillantes como el amarillo o
naranja, además es mejor evitar el uso de muchos colores
diferentes.
No se debe combinar: rojo/verde, amarillo/violeta o
azul/naranja.

El formato del texto en las diapositivas
En el formato del texto, debemos tener en cuenta lo siguiente:
- Evitar largos párrafos y bloques de texto. El exceso de texto que
sea necesario, no hay que desperdiciarlo, hay que dejarlo para las
notas.
- Evitar el subrayado para resaltar el texto, hay que dejarlo solo
para los links, para resaltar usar negritas o cursivas.
- Para hacer las listas más atractivas usa los gráficos SmartArt.

Las imágenes y elementos gráficos en las presentaciones
Las imágenes y fotografías, son un medio poderoso de
comunicación. Para utilizarlas adecuadamente, hay que tener en cuenta
lo siguiente:
- Deben ser de calidad y con la apropiada resolución (no sirve
ninguna imagen que haya que estirarla).
- Deben tener relación con la exposición (se asimilan siempre antes
de leer el texto que las acompaña).
- Usar imágenes únicas, evitando totalmente los Cliparts e
imágenes prediseñadas incluidas en Office que todos han visto
alguna vez.
- Todas las imágenes se deben comprimir usando las opciones del
programa, para evitar el tamaño excesivo de la presentación y
mejorar el rendimiento al reproducirla.

El uso de audio, música y videos en las presentaciones
Algunas presentaciones se hacen más amenas insertándoles música.
También se puede insertar o vincular videos específicos que tengamos en
el disco duro del ordenador.

Los videos online se deben descargar previamente para asegurar que se


muestren al reproducir la presentación en cualquier equipo offline. Al
igual que las imágenes se deben comprimir.

El uso de las transiciones en las presentaciones
Las transiciones son interesantes, pero en exceso distraen, hacen más
lenta la presentación y hasta pueden lograr que se bloquee al
reproducirse en equipos con poca memoria. El efecto de transición más
sencillo y recomendado es hacer un fundido. A veces puede ser lo ideal,
las transiciones limpias y sencillas.




Reproducción de las presentaciones
Si se configura la reproducción automática, hay que evitar asignarle
demasiado tiempo a cada diapositiva, tampoco que sea demasiado rápida
la transición.

Usar, ver e imprimir las páginas de notas en las presentaciones
Las páginas de notas es la información adicional incluida en cada
diapositiva, pero que no se ve en la presentación normal. Nos permiten
solo incluir en la presentación el texto elemental, pero no descartar
información extra para ampliar lo que se expone. Las notas pueden
incluir texto e imágenes. Es posible imprimirlas.

Para mostrarlas en una presentación es necesario usar el modo de "Vista


Moderador" que requiere dos monitores conectados el equipo.

Las reuniones informativas
Las reuniones de equipo son eficaces para difundir información a los
distintos departamentos y grupos dentro de una organización. La
realización de una reunión informativa requiere organización y tener una
agenda establecida para tratar la información más pertinente sin perder
tiempo, y la que no esté relaciona puede guardarse para otra reunión. Las
reuniones informativas también permiten que los miembros expresen
ideas y actualizaciones, si se estructuran adecuadamente.

Cuestiones a tener en cuenta:
Elaborar una agenda con la cantidad de tiempo para tratar
cada tema. Sólo hay que enumerar la información importante
y pertinente y dejar un tiempo al final para un debate grupal.
Ponerse en contacto con las personas que van a asistir con
anterioridad a través del correo electrónico, fax o teléfono
para que puedan preparar su material a tratar en la reunión.
Comenzar la reunión con buenas noticias, como el progreso
que está teniendo la organización. Plantear cualquier futuro
procedimiento y política de actuación que se pretende
implantará. Si fuera necesario, elegir a las personas que
intervendrán en los planes de futuro que se presente, así como
exponer una lista de metas alcanzables que se deben cumplir
antes de la próxima reunión informativa.
Destinar unos minutos adicionales para cualquier pregunta o
duda pendiente que se pueda debatir. El tiempo adicional
también permite que los miembros del equipo informen de
cualquier fallo o problema que pueda impedir el logro de una
tarea determinada para la próxima reunión informativa.

Las jornadas de formación
Se conoce como jornada al tipo de evento de corta duración (menos de
un día, pero más de seis horas) sobre algún tema específico. Si una
organización solidaria quiere establecer unas jornadas de formación
interna, debe preocuparse ante todo de identificar las necesidades en
dicha materia para poder priorizar y seleccionar las materias que se
desarrollarán en las jornadas.

Para ello, se debería seguir un proceso de diseño que podríamos resumir
en cuatro puntos básicos:
1. Establecer y concretar los objetivos.
2. Planificar y clasificar los contenidos.
3. Establecer el método pedagógico.
4. Realizar los preparativos de la acción.

Para llevar a cabo unas buenas jornadas de formación, habría que
plantearse las siguientes cuestiones:
¿Por qué queremos hacer unas jornadas de formación?
¿Qué material necesitamos y queremos impartir?
¿Cómo vamos a dar la formación?
¿Quién o quiénes impartirá las jornadas?
¿Para quiénes serán las jornadas?
¿Con qué material contamos?
¿Cuál es nuestro presupuesto?
¿Dónde llevaremos a cabo las jornadas?
¿Cómo comprobaremos que las mismas han sido un éxito?

El seminario
El seminario es una reunión especializada, que intenta desarrollar un
estudio sobre una determinada materia. Por lo general, se establece que
un seminario debe tener una duración mínima de dos horas.
Concretamente podemos establecer que el sentido de la puesta en marcha
de cualquier seminario es que los asistentes al mismo entren de lleno y a
fondo en una materia concreta.

El aprendizaje en un seminario es activo, ya que los participantes deben
buscar y elaborar la información en el marco de una colaboración
recíproca entre sí y a partir de la interacción con el especialista.

Al proyectar un seminario, hay que tener en cuenta las siguientes
cuestiones:
Qué tipo de personas constituyen el grupo del seminario.
Cómo es el entorno en el que tienen que trabajar.
Qué expectativas tienen estas personas.
Qué se puede hacer para ayudarles a cubrir esas expectativas.
Qué objetivos de aprendizaje (cognoscitivos y operativos se
habrá de fijar para satisfacer las necesidades de la institución
que organiza el seminario.
Cómo estructurar el contenido y que medios didácticos se
usarán para conseguir los objetivos fijados.

A tener en cuenta en seminarios de más de 50 minutos
Tener una introducción en la que se aclaren asuntos de
organización, técnica de intervalos, objetivos que se
pretenden alcanzar y animar a los participantes a que
intercambien opiniones durante, aproximadamente, 20
minutos acerca de cuestiones relacionadas con el contenido y
objetivo del seminario.
Debe haber alternancia de fases “pasivas” y “activas”. A cada
fase pasiva (fase en que escuchan los participantes) debería
seguir una fase activa en la cual los participantes debe hacer
algo (discusión, estudio de casos, juego de roles etc)
Inmediatamente después de un descanso debería haber una
fase activa.



¿Qué hay que tener en cuenta con el tema a tratar?
- Hay que buscar un tema de interés general, de actualidad (quizás
incluso que genere controversia) y que toda la audiencia pueda
entender.
- Hay que evitar los temas muy detallados o complejos, recuerde
que los miembros de la audiencia no tienen la misma preparación
ni comparten los mismos intereses.

Cómo organizar la presentación
Es conveniente tener un esquema del contenido a desarrollar
que puede o no ser entregado a los participantes.
El esquema debe ser general para que la audiencia no reciba
demasiado detalle y pierda interés en el contenido de la
charla.
El título del seminario debe describir el contenido de la
presentación.
El título es una etiqueta, y como toda buena etiqueta debe ser
atractivo y describir fielmente el contenido.

La presentación oral se divide en tres partes principales:
1. La introducción
2. El cuerpo
3. La conclusión

El tiempo que se sugiere a continuación para cada una de las partes,
corresponde a un seminario de 50 minutos; acorta el tiempo
proporcionalmente para presentaciones más cortas.

Partes principales y su contenido
Introducción: hay que comenzar agradeciendo la presencia de
los asistentes. Este acto de cortesía ayuda a establecer el
clima positivo y cordial que debe prevalecer durante la
presentación. Se debe informar luego el propósito del
seminario, enfatizando la importancia del tema y presentando
los puntos principales que se discutirán. Si es posible, se
puede mencionar una noticia o evento reciente que evidencie
la importancia del tema. Duración sugerida: 5 minutos.

Cuerpo: esta sección es una exposición lógica y organizada
del tema. Hay que seguir el esquema al pie de la letra y
exponer cada apartado del tema en la secuencia planificada.
Hay que mirar el reloj disimuladamente para verificar que se
está cubriendo cada apartado según lo pautado. Duración
sugerida: 40 minutos.

Conclusión: la atención de los asistentes aumenta cuando
perciben que se acerca el final de la charla, así que hay que
anunciar el fin con una frase como “Para concluir esta
charla”... y entonces hay que repetir los puntos más
importantes del seminario. Finalmente, hay que agradecer la
atención de los asistentes e invitarlos a participar en la sesión
de preguntas. Duración sugerida: 5 minutos.

Si cuando se acerca el final de la charla nos damos cuenta de que se
terminará antes de tiempo, no hay que tratar alargarla hablando muy
lento, improvisando comentarios o presentando material que se había
decidido omitir. Tampoco hay que pedir excusas por lo que haya salido
mal durante la presentación ni por lo que se haya olvidado mencionar.
Los comentarios finales de la charla son los más duraderos, por eso
deben ser positivos y tener el mayor impacto posible.

La presentación digital
Si se utilizan presentaciones con el ordenador, he de tenerse en cuenta lo
siguiente:
Deben ser sencillas, elegantes.
El texto debe ser grande para que pueda leerse desde la parte
posterior del salón.
Cada diapositiva debe contribuir positivamente al contenido
de la presentación.
Hay que evitar:
Los errores gramaticales.
Las faltas de acentuación.
El texto diminuto o que no contrasta adecuadamente
con el fondo.
Las tablas y las gráficas que contienen demasiados
datos.
Las fotografías fuera de foco y las ilustraciones muy
pálidas u oscuras.

Sugerencias adicionales para hacer una buena presentación digital
No hay que dedicar demasiado tiempo a experimentar con
fondos de distintos colores. Los diseños más sencillos son a
menudo los más efectivos.
Hay que usar letras, tablas e ilustraciones grandes. El tamaño
más pequeño sugerido para el texto es 24 puntos.
Si es posible, es conveniente el uso un control remoto para
pasar las diapositivas sin tener que estar al lado del ordenador.
Hay que familiarizarse con el funcionamiento del ordenador,
el proyector y el sistema de sonido antes de la presentación.
Hay que verificar que se dispone todos los cables y que
ambos equipos se comunican adecuadamente.
No hay que exagerar el número de diapositivas. Los
conferenciantes que tienen demasiadas diapositivas a menudo
entran en pánico y comienzan a saltarlas o a presentarlas
apresuradamente.
Hay que usar solamente las diapositivas que pueda cubrir
adecuadamente el tiempo asignado para la charla.
No hay que proyectar las diapositivas justo antes de comenzar
el seminario, pues se reducirá el misterio y la anticipación que
éstas contribuyen a la charla.
Hay que oscurecer el salón sólo lo suficiente para que las
diapositivas proyecten adecuadamente. Si el salón queda en
tinieblas, la pantalla se convertirá en el protagonista de la
charla y se perderá la atención de la audiencia.

Cuestiones a tener en cuenta para crear un ambiente adecuado
Si se puede escoger el salón, hay que buscar uno amplio, con
sillas cómodas y, si es posible, con aire acondicionado.
El salón ideal está aislado del bullicio, tiene un atril elegante,
posee un control adecuado de la iluminación y tiene el equipo
necesario para proyectar la presentación.
Hay que llegar temprano para verificar que los asientos estén
en orden y que todo esté en orden.
La puntualidad del conferenciante influye sobre el ánimo de
la audiencia. Muy pocas personas recriminarán que el
seminario termine un poco antes de la hora marcada, pero
todos se molestarán si se pasa de la hora límite.
Las presentaciones muy cortas o muy largas denotan falta de
control y de organización. Si se va muy rápido, hay que
relajarse y hablar más despacio. Si se va muy lento, hay que
acelerar gradualmente para terminar a tiempo.
El seminario debe comenzar a la hora marcada, nunca antes
ni después.

Cómo actuar ante la audiencia
El lenguaje corporal es importante para el éxito de la presentación. Si la
persona que está hablando, lo hace mirando hacia la pantalla, el techo, el
piso o las ventanas, la audiencia percibirá que está insegura y/o que no le
interesa el tema de la presentación, por lo que poco a poco se
desconectarán y acabarán pensando en otras cosas.

Si se mantiene el contacto visual con la audiencia se retendrá la atención
de los asistentes, se les hará partícipe de la presentación y se proyectará
una imagen de confianza y seguridad. Hay que mirar a todo el público, si
se concentra la atención sobre una parte pequeña de la audiencia las
demás personas se sentirán ignoradas y perderán interés en la charla.

Hay que evitar gesticular excesivamente, rascarse a menudo, tocarse la
boca, tocarse la nariz, acomodarse el cabello constantemente, jugar con
un bolígrafo o con el puntero, pasear excesivamente de un lado a otro, o
apoyarse contra la pared o el atril. No hay que esconderse todo el tiempo
detrás del atril, hay que salir de este refugio psicológico y moverse
pausadamente para proyectar seguridad y mantener la atención de la
audiencia.

Cuando se esté quieto, hay que mantener las piernas juntas, el cuerpo
erecto y la frente en alto; la buena postura proyecta confianza, seguridad
y dominio del tema.
Si se utiliza puntero laser, no hay que moverlo constantemente sobre la
pantalla. Encenderlo para señalar el objeto deseado, moverlo una vez
alrededor del objeto y apagarlo. Si se deja encendido y se mueve
exageradamente la audiencia se mareará tratando de seguirlo. Hay que
aguantar el puntero con ambas manos si el punto rojo vibra mucho sobre
la pantalla. Por supuesto, nunca hay que dirigir el puntero hacia la
audiencia.

La comunicación verbal es el componente principal del seminario y
hay que prestarle una especial atención. Para ello es importante lo
siguiente:
Hay que tratar de mantener un volumen adecuado y
consistente, pero cambiarlo ocasionalmente para romper la
monotonía o para enfatizar un punto importante.
Hay que tratar de hablar pausadamente, a un ritmo más lento
que la conversación normal.
Es conveniente acompañar el tono de voz con gestos
complementarios; por ejemplo, la palabra subir puede
acompañarse con un movimiento hacia arriba de las manos y
la palabra ustedes puede enfatizarse señalando hacia la
audiencia.
Una pausa breve luego de decir algo importante enfatiza el
valor de la información.
Hay que evitar el uso excesivo de muletillas tales como eh,
bueno, porque, ok, como, pero, o sea y entonces; la repetición
constante de estas voces evidencia nerviosismo, inseguridad.
No es buena idea leer la presentación impresa o leer todo el
texto de las diapositivas. Es preferible usar como guía el
esquema de la charla o una lista de palabras clave y transmitir
el material con las palabras que surjan en el momento.
No es conveniente, porque quita categoría al orador/a, usar
palabras o frases tales como obviamente, como todos ustedes
saben, está claro, es harto conocido, todo el mundo sabe,
como ustedes recordarán o se supone que todos ustedes sepan,
estamos locos.
El seminario exige un lenguaje más formal que el que
empleamos en la comunicación cotidiana.


Cómo contestar las preguntas
Si se hace una pregunta en voz baja, el orador/a debe repetirla en voz
alta para beneficio de la audiencia y para beneficio propio, pues se
tendrá unos segundos adicionales para pensar en la contestación. Hay
que contestar las preguntas directa y brevemente, sin extenderse más de
lo necesario. Si no se sabe la respuesta, es preferible admitirlo que
inventar algo que enrede o delate ante miembros de la audiencia que se
conoce el tema.

Si alguien levanta la mano durante el seminario, hay que informarle
cortésmente que se contestará las preguntas al final de la charla. Si por el
contrario, al final la audiencia se queda muda y nadie pregunta, hay que
tomar la ofensiva haciendo una o dos preguntas que puedan ser
polémicas o discutibles que enfaticen los puntos importantes del
seminario y que ayuden a comenzar la discusión. No está de más halagar
a la primera persona que pregunte, diciéndole por ejemplo, “excelente
pregunta” o “ese punto es muy importante”. Hay que evitar los
intercambios prolongados con una misma persona y las respuestas
innecesariamente largas.



















CAPÍTULO IV

HABLAR EN PÚBLICO


A una organización se le puede presentar la ocasión de intervenir con
una charla en distintos foros tales como:
- Colectivos sociales.
- Colectivos profesionales.
- Colectivos empresariales.
- Colectivos religiosos.
- Colectivos educativos, etc.

Esta es una posibilidad de comunicación que hay que aprovechar al
máximo. De ahí, que consideremos oportuno dedicar este capítulo a
exponer una serie de consideraciones que permitan una eficaz
intervención.

Hablar en público no se limita a tomar a palabra y "soltar" un discurso;
hablar en público consiste en lograr establecer una comunicación
efectiva con el mismo, en la que uno sea capaz de transmitir sus ideas.

Hablar en público es una oportunidad que hay que saber aprovechar. Un
grupo más o menos numeroso de personas estará escuchando al orador/a,
quien tiene una ocasión única para transmitir sus ideas, para tratar de
convencerlos.

Por ello, las intervenciones hay que prepararlas a conciencia, lo que
implica no limitarse a elaborar la charla, sino que hay que ensayar la
forma en la que se va a exponer. Para ello, es importante tener en cuenta
lo siguiente:
El orador/a tiene que conseguir que el público se interese por
lo que les va a decir y esto exige dominar las técnicas de la
comunicación.
Una cosa es conocer una materia y otra muy distinta es saber
hablar de la misma.
Conocer el tema es una condición necesaria pero no
suficiente: hay que saber exponerlo de una manera atractiva,
conseguir captar la atención del público y no aburrirles.
El orador/a tiene que resultar interesante, sugerente,
convincente, etc.
Cuando se va a hablar sobre un tema lo primero que se tendrá
que hacer es dominarlo. En el momento en el que se tome la
palabra deberá tener un conocimiento sobre el mismo muy
superior del que tiene el público.
El orador/a debe tener algo interesante que transmitir.
Se debe evitar a toda costa hablar sobre un tema que apenas
domine ya que correría el riego de hacer el ridículo.
Escribir la charla es sólo una parte del trabajo y
probablemente no la más difícil, ni tampoco probablemente la
más determinante a la hora de alcanzar el éxito.
El cómo se expongan esas ideas juega un papel fundamental.
Una misma charla puede resultar un tremendo éxito o un
rotundo fracaso en función de la habilidad del que la expone.
Aunque resulta natural estar algo nervioso cuando se va a
hablar en público, hay que tener muy claro que el público no
es el enemigo, que se encuentra acechando a la espera del más
mínimo fallo para saltar sobre el orador/a.
Muy al contrario, cuando el público acude al acto es porque
en principio le interesa el tema que se va a tratar y entiende
que la persona que va a hablar tiene la valía suficiente para
poder aportarle algo, ya que se supone que el orador/a sabe
más del tema que se va a exponer que la mayoría de los
asistentes.
Cuando se habla en público hay que estar pendiente no sólo
de lo que se dice, sino de cómo se dice, del vocabulario que
se emplea, de los gestos, de los movimientos, de la forma de
vestir, etc. Todo ello será valorado por el público y
determinará el mayor o menor éxito de la intervención.

El miedo
Tener miedo antes de una intervención pública es algo natural, por lo que
uno no debería ser excesivamente autocrítico consigo mismo por que le
ocurra esto, y no por ello ha de considerarse una persona débil e
insegura.
Hay que analizar este miedo que a uno le atenaza y tratar de descubrir las
causas que lo originan. Cuando se habla en público lo primero que hay
que buscar es captar su interés y atención, con vistas a que la
comunicación resulte efectiva.

Hablar a un público que no muestra interés es perder el tiempo. Si el
público asiste al acto es porque le interesa, porque espera obtener algo
(aprender, conocer otros puntos de vista, pasar un rato agradable, etc.),
por lo que hay que intentar no defraudarle. No hay que ver al público
como al enemigo.

La preparación de la charla
La charla hay que prepararla en función del público que se espera que
asista y teniendo en cuenta lo siguiente:
Tratando un tema que le interese (si el orador/a tiene la
opción de poder elegir).
Utilizando un lenguaje apropiado, comprensible; no se deben
utilizar términos que le resulten extraños (no es lo mismo
dirigirse a universitarios que a un grupo con menos
formación y de mayor edad).
Un mismo tema se puede abordar de manera diferente en
función del público objetivo.
Si antes del momento de la intervención no se tuviera una
idea exacta del público asistente, habría que hablar
previamente con los organizadores del acto para que indiquen
qué tipo de público se espera que asista.
Un aspecto que conviene tener en cuenta es si se trata de un
grupo homogéneo (por ejemplo, alumnos de un centro
docente o no, por ejemplo, el público de una Asociación de
Vecinos), ya que el discurso deberá ir dirigido a todos ellos.
No se deben utilizar términos o expresiones que parte del
público no conozca, ni entrar en unos niveles de detalle que a
una parte del público pueda no interesarle, o que
sencillamente no sea capaz de entender.

El número de asistentes
También hay que informarse del número previsto de asistentes, para
tener en cuenta lo siguiente:
No es lo mismo dirigirse a 10 que a 300 personas. Esto
influirá en la capacidad de interactuar (preguntar, debatir, etc),
en la necesidad o no de utilizar micrófono, en los posibles
medios de apoyo (pizarra, proyectores, etc.).
Si el público es numeroso habrá que hablar más alto (con
independencia de que se utilice micrófono), aspecto que se
tendrá en cuenta en los ensayos. Con pocos asistentes el estilo
puede ser más informal, más cercano, frente a un estilo más
formal cuando la audiencia es numerosa.
Hay que tener en cuenta el posible conocimiento que pueda
tener el público sobre el tema que se va a abordar, ya que esto
determinará hasta qué nivel se podrá profundizar, o que
vocabulario, más o menos técnico, se podrá utilizar.
Un aspecto que también influirá en la charla es si el orador/a
conoce ya al público (ha participado en ocasiones anteriores,
vive en el pueblo, etc.) ya qué esto podría permitirle darle a su
charla un toque de mayor cercanía, más informal.
Hay que tratar de anticipar si el público va a estar de acuerdo
o no con la tesis que se va a exponer y en el caso de que se
prevean discrepancias, intentar conocer las razones de las
mismas.
En la exposición de puede hacer referencia a otros posibles
puntos de vista, tratarlos con rigurosidad y respeto, aunque
indicando que no se coincide con ellos.
También hay que considerar las preguntas más probables que
el público pueda plantear, lo que permitirá llevar preparadas
las respuestas.

El lugar de intervención
El lugar de la intervención también determina en gran medida el tipo de
charla. Por ello, debemos tener en cuenta lo siguiente:
El lugar imprime al acto su propia identidad, dándole una
nota de mayor o menor formalidad: no es lo mismo intervenir
en una pequeña sala de junta, en un auditorio, o desde el
balcón del ayuntamiento.
El orador/a debe conocer el lugar en el que va a hablar y
tenerlo en cuenta a la hora de ensayar.
Del lugar, debe conocer sus dimensiones, si podrá contar con
proyectores, pizarras, ordenador, etc.; si el estrado tiene una
dimensión suficiente para poder moverse por él; si tendrá
también la posibilidad de moverse entre el público (por
ejemplo, en un aula), etc.
Lo ideal sería, además de conocerlo, realizar allí el último
ensayo general, el día previo al acto. Esto le permitiría
familiarizarse con el sitio, lo que también contribuye en cierta
medida a calmar un poco los nervios.
Si no se tiene posibilidad de visitar el local, al menos debería
ponerse en contacto con los organizadores del acto para que le
informen sobre sus características.
Lo que no se debe hacer es no conocer el lugar donde se va a
hablar hasta el momento de la intervención, no vaya a haber
sorpresas de última hora de difícil solución: no dispone de
proyector para mostrar las transparencias que se habían
preparado, no hay un atril donde colocar las fichas de apoyo,
el estrado es demasiado pequeño, etc.
Se trata, en definitiva, de evitar cualquier imprevisto que
pueda perjudicar la intervención.

La duración de la intervención
La duración de la intervención condiciona la preparación del la charla.
No es lo mismo preparar una intervención de cinco minutos que una de
duración mayor, preferiblemente no superior a cuarenta y cinco minutos.
Cuando se prepara una charla hay que intentar ajustarse a un tiempo
algo inferior al que uno tiene previsto, ya que durante el mismo es
frecuente que uno tienda a extenderse (saludos, agradecimientos, alguna
anécdota improvisada, etc.)

Siempre es preferible quedarse corto que sobrepasar el tiempo asignado.
El público agradece la brevedad. Hay que tener presente la posibilidad
de que en el último momento los organizadores del acto modifiquen la
duración de la intervención, bien ampliándola (porque un conferenciante
no haya podido asistir), bien recortándola (porque el acto marche con
retraso).

Por ello, el orador/a debería llevar preparado material adicional (otros
argumentos, anécdotas, ejemplos, transparencias, etc.) por si tuviera que
hablar más tiempo del previsto. También debe tener identificadas partes
de la charla que se puedan omitir, para el caso contrario en el que se
recorte el tiempo de la intervención.

El control del tiempo
Durante la charla hay que controlar el tiempo (tener un reloj a la vista
que se pueda mirar discretamente), tratando de que la intervención se
vaya desarrollando según lo previsto, evitando agotar el tiempo con la
charla todavía por la mitad con el peligro, además, de no decir lo que de
verdad interesa.

No hay que olvidar que una de las partes principales del mismo es la
conclusión, a la que hay que dedicar el tiempo necesario para poder
desarrollarla convenientemente. Si la charla es extensa el orador/a no
debería confiar únicamente en su memoria ya que corre el riesgo de
olvidar algún punto fundamental o, peor aún, de quedarse en blanco. Es
conveniente en este caso llevar preparadas fichas de apoyo que le pueden
servir de guía a lo largo de su exposición.

Por último, una idea que hay que tener siempre presente: el orador/a sólo
se extenderá en la medida en la que tenga algo interesante que decir, lo
que no debe hacer bajo ningún concepto es tratar de "rellenar" el tiempo
con información carente de interés (al público no se le puede aburrir). En
este caso es preferible hablar con los organizadores del acto y
comunicarles que el tiempo asignado es demasiado extenso para el tema
que se va a tratar.

La elaboración de la charla
La elaboración de la charla, aún siendo determinante, constituye tan sólo
una primera etapa de la preparación del acto (y puede que no la más
complicada).

Con respecto a la elaboración de la charla, debemos tener en cuenta lo
siguiente:
Cuando se prepara una charla hay que tener muy claro cuál es
su objetivo, qué es lo que se pretende conseguir (informar,
motivar, divertir, advertir, etc.).
En primer lugar hay que definir el tema de la exposición. Esto
puede venir ya indicado por los organizadores del acto
(aunque uno siempre podrá darle su propia orientación) o
puede que uno tenga libertad para elegirlo.
Definido el tema, hay que determinar la idea clave que se
quiere transmitir y sobre la que va a girar toda la
argumentación.
Una vez seleccionada la idea clave, hay que buscar
argumentos en los que apoyarla. Para ello lo mejor es dar
rienda suelta a la imaginación ("lluvia de ideas") e irlas
anotando a medida que vayan surgiendo.
Este proceso puede durar algunos días (hay que dar tiempo a
la imaginación; las ideas surgen inesperadamente).
Una vez que se dispone de una lista de posibles argumentos
hay que seleccionar los cuatro o cinco más relevantes (y no
más).
Hay que tener presente que en una charla la capacidad de
retención que tiene el público es limitada y que difícilmente
va a ser capaz de asimilar más de cuatro o cinco conceptos.
Tratar de apoyar la idea clave con muchos argumentos a lo
único que lleva es a que el público termine sin captar lo
esencial (los árboles no dejarían ver el bosque).
Una vez que se han seleccionado esos pocos argumentos que
se van a utilizar hay que desarrollarlos en profundidad. Se
utilizarán conceptos, datos, ejemplos, citas, anécdotas, notas
de humor (se pueden incluir aunque el tema tratado sea muy
serio).

La estructura de la charla
La charla se estructura en tres partes muy definidas:
- Introducción (plantea el tema que se va a abordar y la idea que se
quiere transmitir).
- Desarrollo (se presentan los distintos argumentos que sustentan la
idea).
- Conclusión (se resalta nuevamente la idea y se enumeran
someramente los argumentos utilizados).

La importancia de la introducción
La introducción es una parte fundamental de la charla. Al iniciar la
intervención el orador/a se "juega" el conseguir o no la atención del
público. Si la introducción resulta interesante, atractiva, novedosa,
sugerente, y si el orador/a parece preparado, agradable, entusiasta,
entretenido, es posible captar la atención del público, y una vez que se ha
conseguido es más fácil mantenerla a lo largo de toda la intervención.

Si por el contrario, el orador/a no consigue en la introducción
"enganchar" al público, a medida que avance la charla le va a resultar
cada vez más difícil lograrlo (si el público no ha prestado atención al
principio, es muy complicado que luego pueda captar la línea
argumental, aunque lo intente).

Si la introducción suena a rollo, la voz resulta monótona, no se oye bien,
no queda claro de que se va a hablar, la imagen del orador/a resulta
indiferente, etc., es muy fácil que la mente del público empiece a viajar
en diferentes direcciones. Hay mil cosas en las que el público puede
entretenerse.

La presentación tiene que ser breve, se trata simplemente de introducir el
tema que se va a tratar; ya habrá tiempo más adelante para desarrollarlo.
En la introducción tiene que quedar muy claro el asunto que se va a
abordar y la opinión del orador/a sobre el mismo.

Si la charla va a ser extensa, en la introducción se debe presentar un
pequeño guión indicando las distintas partes de la exposición. La
introducción se tiene que preparar a conciencia. Hay que ser capaz de
exponerla sin recurrir a fichas de apoyo (aunque se lleven preparadas) ya
que gana en espontaneidad.

Además, es al comienzo de la intervención cuando los nervios están más
a flor de piel, por lo que una buena preparación ayuda también a
dominarlos. La introducción debe empezar con entusiasmo, con energía.
Marca la línea que debe seguir el resto de la intervención.
Por último, indicar que la introducción debe comenzar con un saludo a
los asistentes, agradeciéndoles su presencia; también se dará las gracias a
los organizadores del acto por la invitación. Si alguien ha intervenido
antes se le dedicarán unas palabras de reconocimiento (aunque haya sido
un auténtico petardo).

Un grupo de personas, más o menos numeroso, está pendiente de lo que
uno les va a decir, por ello hay que ser enormemente selectivo en la idea
que se quiere transmitir. No se puede perder esta oportunidad tratando
temas marginales o menos relevantes.

El orador/a tiene que ser capaz de ir al núcleo del asunto. Es preferible
centrarse en un solo mensaje que quede claro que abordar distintas ideas
que al final sólo produzcan confusión. Cuando se habla en público hay
que ser muy conciso, evitar la dispersión.

Para definir la idea clave uno debe tomarse un periodo de reflexión y
hasta que no esté convencido de la misma no comenzará a desarrollar la
charla. Esta idea principal se expresa en la introducción (para que el
público sepa cuál es la posición que se va a exponer), se argumentará
durante el desarrollo y se destacará nuevamente en la conclusión.

El objetivo del orador/a es que cuando termine su intervención el público
conozca perfectamente los puntos principales de la exposición.

El desarrollo de la charla
Durante el desarrollo de la charla se expondrán aquellos argumentos
principales que sustenten el objetivo de la misma. Hay que ser muy
selectivo en la utilización de argumentos de apoyo (no más de cuatro o
cinco). En el desarrollo no hay que extenderse más allá de lo necesario.
Ya se ha dicho anteriormente que debe primar siempre el principio de
brevedad.
No hay que abusar de los datos, de los detalles (ocultan los aspectos
fundamentales). Hay que dar exclusivamente aquella información que
sea realmente relevante. El desarrollo debe ser ágil, combinando
conceptos teóricos, ejemplos, datos estadísticos, citas, comparaciones,
anécdotas e incluso incluyendo algún toque de humor (permite acercar la
charla al público). Es conveniente que estos ejemplos, anécdotas, citas
etc., sean relevantes, vengan al caso, y no se utilicen simplemente para
tratar de impresionar al público con los conocimientos que uno posee (el
público rechaza la pedantería).

El desarrollo debe ser equilibrado, repartiendo el tiempo entre las
distintas partes que se van a exponer, evitando extenderse en demasía en
un punto determinado y pasar "de puntillas" por otro igualmente
importante. Se utilizarán, si es posible, medios de apoyo (pizarra,
transparencia, etc.), con idea de ir alternando la palabra con la imagen,
dando movimiento a la presentación y evitando la monotonía.

La conclusión
La conclusión es un recordatorio del tema tratado, del punto de vista
defendido y de los principales argumentos presentados. La conclusión
debe ser breve, destacando únicamente los puntos básicos que se han
expuesto.

Mientras más se diga, menos resaltarán los aspectos claves. La
conclusión, al igual que la introducción, es una parte fundamental de la
charla que debe ser preparada a conciencia. Probablemente, cuando el
público abandone la sala tan sólo recuerde de la presentación lo que se
haya dicho en la conclusión.

Es conveniente tener la conclusión aprendida de memoria, de modo que
se pueda desarrollar sin tener que recurrir a fichas de apoyo (aunque se
lleven por si acaso). Así gana en espontaneidad, en frescura, pudiendo el
orador/a centrar todo su esfuerzo en enfatizar sus palabras, sus gestos,
mirando al público, sin tener que estar consultando sus notas.

En la conclusión el orador/a debe emplearse a fondo, utilizando un
lenguaje enfático, hablando con determinación, con entusiasmo. Es el
momento de recalcarle al público el punto central de la exposición.
A lo largo de la charla hay que controlar el tiempo con vistas a disponer
al final de los minutos necesarios para poder desarrollar adecuadamente
la conclusión (es el momento del lucimiento).

Es frecuente que el orador/a tienda a alargarse más de la cuenta y al final
tenga que cerrar su charla de forma atropellada, sin la oportunidad de
poder rematarlo con una buena conclusión. Como cierre de la
intervención, se agradecerá nuevamente al público su asistencia y el
interés mostrado.

El ensayo
Toda intervención pública exige una preparación adecuada, no se puede
dejar nada al azar. La diferencia puede ser entre una charla discreta y una
gran charla. La regla fundamental es ensayar, ensayar y ensayar.

Ensayar con seriedad permite llegar a dominar la actuación que se va a
realizar, lo que contribuye a aumentar la autoconfianza y a reducir la
tensión típica de los días previos a la intervención. Ensayar no significa
simplemente repasar mentalmente el texto dos horas antes de la
intervención.

Ensayar implica:
Leer la charla en voz alta, cuantas veces sean necesarias,
hasta llegar a familiarizarse con ella.
Exponerla, recreando en todo lo posible las condiciones en las
que se va a desarrollar la intervención (de memoria, con
apoyo de notas, utilizando pizarra, con proyección de
transparencia, con micrófono...).
Practicar la voz, los silencios, las miradas, los movimientos,
las manos, los gestos de la cara, etc.
Ser capaz de mostrar serenidad, transmitir entusiasmo, saber
enfatizar, mostrarse convincente, etc.

En definitiva, se ensaya no sólo para dominar el texto (evitar poder
quedarse con la mente en blanco), sino con vista a sacarle todo su jugo,
de conseguir conectar con el público, de motivarlo, de entusiasmarlo,
etc.
Hay que ensayar incluso aunque se pretenda improvisar la charla. Tan
sólo el dominio de la misma permitirá realizar una buena improvisación.
Resulta muy útil grabarse en video y analizar con sentido crítico la
actuación: Permite detectar fallos y poder corregirlos.

También resulta interesante ensayar con público: convencer a algún
familiar o amigo para que esté presente en algún ensayo y que realice un
análisis crítico, señalando aquello que haya ido bien y aquello otro que
necesite ser mejorado.

Se debería realizar un último ensayo (el ensayo general) en el lugar en el
que se va a celebrar el acto, y si es posible con participación del equipo
técnico de luz y sonido. El objetivo es familiarizarse con el entorno y
coordinar todos los aspectos de la intervención. Se ensayará hasta el día
anterior al acto.

El día de la intervención
Es conveniente acercarse al lugar del acto con tiempo de sobra, evitando
prisas de última hora (no se encuentra taxi, la calle está atascada, etc.).
Uno puede emplear estos minutos en comprobar que todo está en orden
(atril, ordenador, proyector, micrófono, luces, etc.).

Lo oportuno es que la persona responsable de conducir el acto sea quien
se encargue de presentar al orador/a, aportando algunos datos básicos de
su biografía. Dicha presentación, no debe caer en exageraciones que le
resten credibilidad. En ella se debe facilitar únicamente aquella
información sobre el orador/a que tenga relación con el tema que se va a
tratar, lo que ayudará al público a situarse.

Una vez hecha la presentación y el orador/a toma la palabra, empezará
agradeciendo al presentador de forma sencilla sus palabras de elogio,
dirigiéndole la mirada. Se debe evitar la falsa modestia: "gracias por esas
palabras tan inmerecidas". A continuación, se saludará al público,
tratando de abarcar con la mirada toda la sala (si se saluda sin dirigir la
mirada, mientras se ordenan las notas de apoyo, resultará un saludo muy
frío y meramente protocolario).
Hay que evitar un comportamiento muy típico que consiste en subir al
estrado y tomarse un tiempo (que resulta una eternidad) en organizar las
notas, el micrófono, beber agua, etc., sin haber previamente saludado
(resulta poco elegante).

Si nadie introduce al orador/a, él/ella tendrá que hacerlo. Tras saludar al
público, uno se presentará aportando algunos datos básicos de su
biografía o su relación con la organización que en ese momento
representa (no se trata de leer el Curriculum Viatae).

El desarrollo de la charla no consiste simplemente en leer un texto (para
eso sería más fácil repartir fotocopias a los asistentes), sino en exponer
de manera convincente unas ideas. La charla hay que interpretarla, hay
que sacarle todo su "jugo", hay que enfatizar, entusiasmar, motivar,
convencer, persuadir, etc.

La intervención tiene que ir encaminada a captar (y mantener) la
atención del público y a facilitar la comprensión del mensaje. No se trata
de asombrar al público con lo que uno sabe, con la riqueza del
vocabulario que emplea, con la originalidad del estilo que utiliza. Lo que
hay que tratar es de llegar al público de la manera más directa, más fácil
y, a la vez, más sugerente.

El orador/a tiene que cuidar el ritmo de su intervención, tratando de
mantener la emoción y la atención del público durante toda la
intervención, evitando atravesar por momentos de gran intensidad,
seguidos por momentos de escaso intereses (se arriesgaría a perder la
atención de la audiencia).

La persona que interviene tiene que ser muy consciente de que además
de utilizar un leguaje verbal (lo que dice, cómo lo dice, vocabulario
empleado, entonación, volumen de voz, énfasis, etc.), utiliza también un
lenguaje corporal que el público capta con igual claridad (gestos,
movimientos, expresiones, posturas, posición en el estrado, etc.).

La mayoría de las veces uno no es consciente de este lenguaje corporal
por lo que resulta muy difícil controlarlo. No obstante, dada su
importancia es un aspecto que hay que trabajar en los ensayos.

Desde el momento en el que el orador/a sube al estrado el público
comienza a fijarse y a analizar multitud de factores (como se mueve, su
grado de nerviosismo, como va vestido, su tono y volumen de voz, sus
gestos, seriedad o sonrisa, etc.) y con todo ello se va formando una
imagen del orador/a que puede considerar interesante, aburrida,
sugerente, intrascendente, atractiva, patética, ridícula, etc.

Esta imagen que el público se forma influye decisivamente en el interés
que va a prestar a la intervención, así como en su predisposición a
aceptar o no las ideas presentadas. Si esta imagen es positiva, el público
será mucho más proclive a aceptar los argumentos presentados, mientras
que si es negativa tenderá a rechazarlos o a no prestarles atención.

Se debe proyectar una imagen de profesionalidad, de desenvoltura, de
dominio de la materia, etc. Se debe mostrar entusiasmo: es una manera
de reforzar las ideas, además el entusiasmo es contagioso y dispone al
público a favor. Hay que mostrar un rostro amable, una sonrisa (ayuda a
ganarse al público) y evitar gestos antipáticos (provocan rechazos).

En la valoración global de la charla, el público no sólo tendrá en cuenta
las ideas expuestas y la solidez de los argumentos, sino también la
imagen de la persona que la ha impartido. Por ello, no resulta lógico
trabajar intensamente en el texto y al mismo tiempo descuidar otros
detalles igualmente importantes.

Los silencios
Dentro de la comunicación verbal hay que destacar la importancia de los
silencios. Sobre ellos hay que tener en cuenta lo siguiente:
El silencio juega un papel fundamental en toda comunicación
verbal, por lo que hay que saber utilizarlo de forma adecuada.
Se debe utilizar de forma consciente (para establecer pausas,
destacar ideas, dar tiempo a la audiencia a asimilar un
concepto, romper la monotonía de la exposición, etc.).
No se puede utilizar aleatoriamente, sin un fin determinado,
ya que lo único que haría sería interferir en la comunicación,
dificultándola.
Hay que vencer el miedo que sienten muchos oradores que
evitan el silencio a toda costa (piensan que rompen la
comunicación).

El manejo de la voz
Durante la intervención hay que cuidar la voz. Una voz monótona,
desagradable, un volumen bajo, etc., lleva a la audiencia a desconectar.
Normalmente uno no conoce su propia voz, de ahí que se sorprenda
cuando se escucha en una grabación. Oírse en una grabación es muy útil
ya que permite familiarizarse con la voz, oírla como la oyen los demás.
Es la manera de conocer como suena, como resulta, que defectos hay que
corregir.

Dominar la voz sólo se consigue con ensayo; en el que hay que tener en
cuenta lo siguiente:
Grabar la charla y escucharla, lo que permite detectar fallos
(se habla muy rápido, no se vocaliza suficientemente, se habla
muy bajo, se tiende a unir palabras, etc.) y poder tratar de
corregirlos.
También es interesante preguntarle a alguien su opinión.
Una vez detectados los fallos se trabajará sobre ellos con
vistas a mejorar la calidad de la voz.
Aunque la voz sea difícil de cambiar, si se pueden mejorar
algunos defectos que dificultan su comprensión o que la
hacen poco atractiva (una voz nasal, una voz excesivamente
fina o ronca, etc.).
Hay que saber modular la voz: subir y bajar el volumen,
cambiar el ritmo, acentuar las palabras; todo ello ayuda a
captar la atención del público, para lo cual puede ser útil
subrayar con rotulador fosforescente, palabras,
oraciones…….
Hay que jugar con la voz para enfatizar los puntos
importantes de la charla, destacar ideas, introducir nuevos
argumentos, contar anécdotas, resaltar las conclusiones, etc.
Por ejemplo, si se realiza una afirmación hay que hablar con
determinación (voz firme, alta, sin titubeos); en otras partes
de la charla (una explicación, una anécdota, etc.) se puede
utilizar un tono más distendido, más relajado.
Hay que hablar claro, esforzarse en vocalizar con mayor
precisión que de costumbre, remarcar los finales de palabra,
etc.

El volumen
Un aspecto que hay que cuidar especialmente es el volumen. En la vida
ordinaria uno suele hablar con personas muy próximas, lo que determina
que nos acostumbremos a hablar bajo. Cuando se habla en público hay
que hacer un esfuerzo por hablar más alto (aspecto que hay que cuidar en
los ensayos). Hay que conseguir que la voz llegue con claridad a toda la
sala.

Un fallo que se suele cometer es empezar las frases con un volumen
elevado e ir disminuyéndolo a medida que se avanza, de modo que el
final de la frase parece como si careciese de importancia. En los ensayos
hay que vigilar este problema y tratar de corregirlo.

También es muy frecuente hablar demasiado rápido, tendencia que se
intensifica cuando se habla en público (debido a los nervios). Dificulta la
comprensión y proyecta una imagen de nerviosismo. En los ensayos hay
que vigilar este aspecto. Hablar lento facilita la comprensión, proyecta
una imagen de seguridad y ayuda a calmar los nervios.

Hay que estar muy atento al comienzo de la intervención: si se empieza
hablando pausadamente es posible que se consiga mantener esta línea a
lo largo de toda la intervención. Cuando la audiencia es medianamente
numerosa (más de cincuenta personas) es conveniente utilizar
micrófono, lo que supone tener en cuenta lo siguiente:
- Si el micrófono es fijo o se coge con la mano, hay que
mantenerlo siempre a la misma distancia de la boca (si se acerca
y se aleja el volumen presentará oscilaciones).
- Hay que cerciorase de que el volumen del micrófono es el
adecuado y que la voz llega con claridad a toda la sala (lo mejor
es preguntarle al público al comienzo de la intervención si se oye
con claridad).
- Si uno habla bajo no debe recurrir a elevar el volumen del
micrófono, sino que tendrá que esforzarse en hablar más alto.

La naturalidad
Una regla de oro cuando se habla en público es la naturalidad. Al público
le gusta ver en el orador a una persona normal, cercana y se suele
mostrar muy tolerante con los errores normales que se puedan cometer
(los atribuirá a los nervios típicos del momento), pero si hay algo que
rechaza es la artificialidad, la pomposidad, la demagogia, la antipatía y el
aburrimiento.

El público agradece la naturalidad y aborrece la petulancia. Si uno tiene
acento no tiene por qué ocultarlo (espontaneidad), pero tampoco
exagerarlo (dificultaría la comprensión).

Hay que utilizar un lenguaje apropiado para el público al que uno se
dirige, ya que lo primero que lo que se debe procurar es ser entendido.
De ahí la importancia de tener una cierta idea del tipo de público que se
espera que asista al acto.

Por ello, no se deben utilizar términos y expresiones que parte del
público pueda no entender. Únicamente se emplearán términos técnicos
si la audiencia conoce su significado. Si se utilizan abreviaturas o siglas
hay que estar seguro de que el público sabe lo que significan, si no habrá
que explicarlos.

No se deben utilizar palabras extranjeras salvo que no hubiera un
equivalente en castellano, en cuyo caso hay que saber pronunciarlas
correctamente. Hay que evitar a toda costa resultar pedante (molesta al
público).

El objetivo de la charla es ganarse al público con las ideas, no tratar de
asombrarlo con nuestro vasto dominio del idioma. Hay que huir de un
lenguaje rebuscado o frases complicadas. Hay que evitar emplear
"coletillas" que a veces se intercalan continuamente en la conversación
sin que uno sea consciente (ya ves, entiendes, me sigues, etc.). El efecto
que producen es terrible (bastaría que uno se oyese en una grabación
para darse cuenta de esto).

La sencillez
Otra regla que debe presidir toda charla es la de la sencillez. Mientras
que en un texto escrito el lector puede volver sobre un párrafo que no
haya entendido, en una charla no existe tal posibilidad, por lo que hay
que facilitarle a la audiencia su comprensión.

El lenguaje debe ser preciso y directo, con frases sencillas y cortas,
utilizando tiempos verbales simples. En definitiva, el público aprecia la
sencillez y aborrece la pedantería.

La mirada
Cuando se habla en público la mirada juega un papel fundamental. Es un
excelente medio de conexión entre la persona que habla y la audiencia.
Al público le gusta que la persona que le habla le dirija la mirada. El
orador/a que no mira al público da la impresión de tener miedo o de falta
de interés.

Cuando se mira al público hay que intentar presentar una imagen abierta,
agradable, optimista, sonriente. Mirar al público sirve también para
comprobar si ese público, con su expresión, está entendiendo lo que se
está diciendo.

La simpatía
La simpatía conquista el corazón del público. Al iniciar la charla, lo
primero que hay que hacer es saludar al público, mirándole a los ojos.
Hay que tratar de abarcar con la mirada toda la sala, enfocando las
distintas zonas (pero evitando hacer un efecto "barrido" como si de un
faro se tratase).

En lugar de mirar difusamente a la masa, hay que tratar de individualizar
rostros concretos, moviendo la mirada entre el público y fijándola en
personas determinadas, tratando de dar cobertura a toda la audiencia. A
veces, de manera inconsciente, se comete el fallo de dirigir la mirada
preferentemente a una zona determinada de la sala (por ejemplo, al
público que está sentado en las primeras filas, o a la parte derecha del
auditorio). El resto del público puede llegar a pensar que no se le está
prestando la debida atención.

La ventaja de improvisar la charla, utilizando notas de apoyo, en lugar de
leerlo, es que resulta mucho más fácil mirar al público. En todo caso,
aunque la charla sea leída hay que tratar de mantener un contacto visual
con la audiencia (uno no puede enfrascarse en la lectura y no levantar la
vista del papel; resulta poco elegante y el público terminaría
desconectando).

En los momentos de silencio hay que mirar al público. Permite
intensificar la conexión "orador-audiencia". Mientras alguien formule
una pregunta se le dirigirá la mirada, pero cuando se responda se mirará
a toda la audiencia (todos pueden estar interesados en conocer la
respuesta).

El lenguaje corporal
Ya hemos dicho anteriormente que además del lenguaje verbal, existe un
lenguaje corporal (movimientos, gestos, actitudes, etc.) del que muchas
veces uno no es consciente, ni sabe muy bien cómo funciona.

A través de este lenguaje corporal, el orador/a transmite también
mensajes: nervios, timidez, seguridad, confianza, dominio, entusiasmo,
dudas, etc. Desde el momento en el que uno accede al lugar donde se va
a impartir la charla, el movimiento de las manos, la expresión de la cara,
la postura, los movimientos, la mirada, etc. todo ello está transmitiendo
mensajes diversos que el público los capta con total nitidez..

A veces puede suceder que estos mensajes sean contrarios a lo que el
orador/a está tratando de comunicar con el lenguaje verbal. Por tanto,
dada la importancia que tiene en la comunicación, es un aspecto que hay
que trabajar convenientemente en los ensayos.

Desde que se inicia la charla, se debe ser capaz de utilizar este lenguaje
corporal en sentido positivo, facilitando la conexión con el público,
reforzando su imagen. Hay que transmitir serenidad y naturalidad,
evitando gestos, actitudes o movimientos que resulten afectados. Hay
que dar la sensación de seguridad y tranquilidad (las prisas denotan
nerviosismo e inseguridad).

Si hay espacio suficiente, durante la intervención es conveniente
moverse, no quedarse inmóvil, pero controlando los movimientos,
evitando deambular sin ton ni son. La movilidad rompe la monotonía y
ayuda a captar la atención del público.

Si la charla es leída no cabe la posibilidad de movimiento, pero sí se
debe mantener una postura cómoda, erguida, aunque natural, no forzada.
Si se está sentado hay que tratar, de incorporarse a fin de realzar la figura
y no quedar perdido tras la mesa (para establecer una comunicación con
el público es fundamental el contacto visual).

Si es posible (por ejemplo en un aula) es aconsejable moverse entre el
público, ayuda a romper las distancias, transmitiendo una imagen de
cercanía. Hay que tratar de superar la timidez, transmite inseguridad y
dificulta la conexión con el público.

Los gestos de la cara deben ser relajados: una sonrisa sirve para ganarse
al público, mientras que una expresión crispada provoca rechazo.

El movimiento de las manos debe estar ensayado. Tan mala impresión
producen unas manos que no paran de moverse, como unas manos
inmóviles.

Los movimientos deben ser sobrios. Las manos se utilizarán para
enfatizar aquello que se está diciendo, de manera que voz y gestos
actúen coordinadamente, remarcando los puntos cruciales del discurso.
La propia situación del orador/a en el escenario transmite también
mensajes subliminales:
De pie, en el centro del escenario: autoridad.
Sentado, en un lateral del escenario: actitud más relajada,
menos solemne.

Además del lenguaje verbal y corporal, el orador también transmite una
imagen personal que será valorada positiva o negativamente por el
público. Hay que tratar de proyectar una imagen positiva. Una imagen
agradable, abierta (aunque uno sea un tímido empedernido), atractiva,
etc., es valorada favorablemente por el público y ayuda a ganarse su
estima. Una imagen descuidada, hosca, antipática, pone al público en
contra (aunque comparta las ideas expuestas).

El vestuario
La persona que imparte la charla debe vestir de forma apropiada para la
ocasión, tratando de no desentonar con el público asistente. El orador/a
tiene que informarse de cómo debe ir vestido. En caso de duda es
preferible adoptar la opción más conservadora.

Hay que sentirse cómodo, a gusto con su apariencia. Esto acrecienta su
autoconfianza y le permite luchar contra la inseguridad. No obstante,
debe evitar todo exceso (no se trata de ir hecho un figurín). La imagen
debe realzar su figura, pero sin llegar a eclipsarla (el público tiene que
prestar atención al discurso y no distraerse con un atuendo espectacular).

Los medios de apoyo
A la charla se la puede apoyar utilizando distintos medios visuales:
pizarra, transparencia, pantalla del ordenador, etc., con lo que se
consigue:
Captar la atención del público (rompen la monotonía).
Facilitar la comprensión.
Enriquecer la presentación.
Ayudar a transmitir una imagen de profesionalidad.
Dar seguridad al orador/a (cuenta con material de apoyo).

Se debe saber cuándo y cómo emplear estos medios visuales porque,
tanto pueden servir de apoyo como suponer un obstáculo porque distraen
demasiado. En su uso debe primar la simplicidad,

El material de apoyo debe ser eso, un apoyo al discurso, y no convertirse
en la base de la presentación. No puede restar protagonismo al orador. Su
uso requiere una práctica que sólo con el ensayo se consigue.

Hay que tener prevista la posibilidad de que en el momento de la
intervención no funcione algún material de apoyo. Para evitar una
situación tan difícil como ésta (por remota que parezca) el orador/a,
además de preparar el discurso contando con estos elementos de apoyo,
debe ensayarlo también sin la ayuda de los mismos. Es decir, tiene que
estar preparado para, si es necesario, desarrollar su discurso sin emplear
los apoyos visuales.

Cómo utilizarlos
- La pantalla o pizarra se situará en el centro del escenario para
facilitar su visión desde todos los ángulos.
- Mientras explica la imagen, el orador/a se situará al lado de la
pantalla para que el público pueda verle al tiempo que sigue la
explicación, sin tener que ir mirando de un sitio a otro (podría
llegar a perder la atención en el orador/a).
- Mientras se explica la imagen, se estará mirando al público y no
dándole la espalda contemplando la pizarra o la pantalla.
- Si se van a proyectar transparencias o se van a realizar
demostraciones en la pizarra, se debería indicar al público al
comienzo de la intervención que a la salida van a recibir copia de
este material. Se trata de evitar que se pasen toda la sesión
tomando apuntes, ya que le impediría presta la atención debida.

Veamos algunos elementos de apoyo.

La pizarra
Permite desarrollar una explicación paso a paso y sólo se empleará con
grupos reducidos (no más de cuarenta personas).
Cuando se utiliza hay que tener en cuenta:
Escribir con letra clara y grande, (preferiblemente en
mayúscula) que sea fácil de entender.
Es conveniente utilizar varios colores: por ejemplo azul y rojo
(uno para escribir y otro para subrayar).
Mientras se escribe, hay que situarse en un lateral para tapar
lo menos posible.
Ir leyendo lo que se vaya escribiendo (facilita su
seguimiento).
Una vez que se termine de escribir, hay que volverse
rápidamente hacia la audiencia, colocándose al lado de la
pizarra.

Las transparencias
Entre sus ventajas se pueden señalar:
Se pueden utilizar con audiencias más numerosas (70-100
personas).
A diferencia de la pizarra permite tener el material ya
preparado.
Al servir de apoyo al orador/a, le ayuda a eliminar una de sus
principales preocupaciones (la posibilidad de quedarse con la
mente en blanco).

En la preparación de transparencias debe primar la sencillez, hay que ir
"al grano". Tan sólo se recogerán las ideas principales (máximo tres o
cuatro líneas por transparencias), que el orador se encargará de
desarrollar. La transparencia no es un resumen del discurso.

Hay que evitar las transparencias abigarradas que no comunican nada y
que resultan difíciles de seguir. Hay que utilizar letra grande, que su
lectura sea fácil. Se debe utilizar colores para destacar las ideas
principales.

No se puede dejar de comentar ninguna idea que aparezca en la
transparencia, ya que si no automáticamente la atención del público se
dirigiría a ella (si hay un punto que no es importante es mejor eliminarlo
de la transparencia).

Si se proyecta un gráfico hay que explicarle a la audiencia que significa,
cómo se interpreta (a veces son difíciles de seguir). En los gráficos hay
que jugar con las escalas para resaltar el mensaje que se quiere
transmitir.
Antes de comenzar la sesión hay que conocer cómo funciona el
proyector, comprobar que está bien enfocado y que las transparencias se
pueden ver desde toda la sala. El proyector se colocará de manera que no
dificulte la visión a nadie del público. Sólo se encenderá en el momento
en el que se vayan a proyectar transparencias y se apagará cada vez que
se produzca una pausa pues su luz puede resultar molesta.

Las transparencias estarán perfectamente ordenadas para que el orador
pueda localizar fácilmente aquella que necesite. A medida que se vayan
proyectando se irán apilando con cuidado por si más tarde se quisiera
volver a proyectar alguna de ellas.

Cada vez que se proyecta una nueva transparencia se darán unos
segundos al público para que le pueda dar una primera lectura, antes de
comenzar a comentarla. Mientras se proyectan las transparencias, el
orador/a se situará al lado de la pantalla, señalando y comentando los
puntos que en ellas se recogen.

No hay que limitarse a leer la transparencia. No hay que olvidar que la
transparencia es tan sólo un material de apoyo. Se utilizará
exclusivamente cuando sea conveniente, sin abusar de su número.

Proyección de la pantalla del ordenador
Cada vez su uso se está generalizando más, desplazando a la proyección
de transparencias ya que ofrece un enorme potencial de comunicación y
transmite una imagen muy profesional.

Se puede utilizar con un número indeterminado de personas, ya que la
imagen se puede proyectar en diferentes monitores o pantallas repartidos
por la sala. La capacidad de jugar con las formas, los fondos, los colores,
la animación, etc., es formidable. Para su uso, debemos tener en cuenta
lo siguiente:
Debe primar la sencillez: proyectar imágenes fáciles de
entender (evitar imágenes recargadas).
El orador/a debe conocer perfectamente su uso, con vistas a
que durante la intervención no encuentre dificultades y pueda
concentrarse en el discurso.
La explicación debe desarrollarse de tal manera que permita
al público su fácil seguimiento.
Con este sistema se puede correr el riesgo de ir proyectando
pantalla tras pantalla, sin que al público le dé tiempo a
situarse, para lo cual ha de darse la velocidad adecuada.
Hay que evitar que la intervención sea fría y distante.

Las fichas de apoyo
Cuando uno habla en público, si se limita a leer el discurso resultará muy
aburrido (falta de espontaneidad y de improvisación). Es recomendable
improvisar, aunque en este caso se corre el riego de quedarse en blanco
(situación temida por cualquier orador/a). Esto se puede evitar llevando
fichas de apoyo.

Por una parte se dispone de un guión que recoge los puntos que uno
quiere tratar, reduciendo al mínimo la posibilidad de olvidos. Da
seguridad al orador y le ayuda a calmar los nervios.

Por otra parte, le permite desarrollar el discurso sobre la marcha
(improvisar). Esto le facilita introducir nuevas ideas, resultar más
espontáneo. El uso de fichas de apoyo es especialmente aconsejable en
intervenciones de cierta duración (más de treinta minutos).

Confiar únicamente en la memoria implica correr un riesgo excesivo
(quedarse en blanco, perder la línea argumental, olvidar tratar algunos de
los puntos principales, etc.).

Su preparación
En la preparación de las fichas de apoyo conviene tener en cuenta:
Utilizar letra grande, clara, que sea fácil de leer con un simple
vistazo.
Deben ser muy escuetas, recogiendo palabras claves, ideas
básicas, etc, que sirvan de guía al orador/a. Hay que evitar
fichas muy recargadas que dificulten su rápida consulta.
Se escribirán por una sola cara, para no tener que darles la
vuelta (resulta más discreto).
Es conveniente utilizar papel duro, de tamaño cuartilla o
menor, ya que son más fáciles de manejar y se arrugan menos.
Las fichas se dispondrán de manera ordenada e irán
numeradas, para evitar que se puedan desordenar y no sepa el
orador/a cual es la que viene a continuación.
En los ensayos se deben utilizar las fichas de apoyo que más
adelante se van a emplear en la intervención (permite
familiarizarse con su uso).
No hay que esconder las fichas de apoyo, fingiendo que no se
utilizan. El público entiende perfectamente que es natural que
el orador/a se sirva de un pequeño guión para desarrollar su
discurso.
Se irán pasando discretamente y se irán amontonando en un
lateral (sin darles la vuelta).
Aunque se preparen fichas de apoyo para la introducción y la
conclusión, habría que tratar de no tener que recurrir a ellas.
Son las dos partes más importantes del discurso y es
preferible desarrollarlas de memoria, para poder poner todo el
énfasis en su exposición (mirar una nota, aunque sea un
instante, resta espontaneidad).

La cercanía al público
El orador/a debe tratar de acercar el discurso a la audiencia, de romper
distancias. Tiene que intentar ganarse al público, con independencia de
que éste coincida o no con las tesis defendidas. Esto ayuda a captar su
atención y a predisponerle favorablemente hacia los puntos de vista que
desarrolle. Al público se le gana con amabilidad y simpatía.

Cuando se imparte una charla, se debe estar permanentemente vigilante
de la reacción del público, tratando de detectar inmediatamente cualquier
señal de pérdida de atención (mirar al reloj, leer un papel, hablar con el
vecino, etc.).
Si la desconexión se mantiene, será cada vez más difícil volver a captar
su atención (al público le resultaría muy difícil retomar el hilo del
discurso aunque quisiera), de ahí la necesidad de reaccionar
inmediatamente cambiando el tono, enfatizando, contando una anécdota,
proyectando una transparencia, formulando una pregunta o incluso
haciendo una pausa (si la intervención va a ser larga).

El ensayo
Ya hemos comentado la importancia de ensayar para poder llevar la
charla perfectamente preparada y no dejar nada al azar. No obstante, ello
no significa que el orador/a no pueda improvisar, apartarse un poco del
guión (el discurso gana en frescura).

Se le pueden ocurrir ideas nuevas, acordarse de anécdotas curiosas, etc.
Puede tratar de conectar su charla con las ideas expuestas por otro
orador/a que le haya precedido. A veces las cosas no resultan tal cómo
estaban previstas y el orador/a tiene que ser capaz de reaccionar con
agilidad.

Las increpancias
Aunque no es normal que ocurra, en ocasiones podría suceder que una
persona del público increpe con dureza al orador/a. Si este ataque se
produce en mitad del discurso, interrumpiendo, lo apropiado es rogarle
que espere al turno de preguntas para exponer su punto de vista.

Si esta persona mantiene su actitud, habrá que indicarle educadamente
que tenga la amabilidad de abandonar la sala, disculpándose uno ante el
público por la interrupción. Si el ataque se produce una vez finalizada la
intervención, en el turno de preguntas, habrá que indicarle educadamente
que el estilo empleado no es admisible y que por tanto no se le
responderá hasta que no utilice un tono correcto.

Si se mantiene en su actitud se le puede ofrecer la posibilidad de discutir
el tema personalmente una vez concluida la sesión, y si insiste habrá que
pedirle que abandone la sala. El orador/a debe estar dispuesto a aceptar
críticas, lo que no tiene que admitir bajo ningún concepto, y menos en
público, es que se le falte al respecto.

Ante el público quedaría en una situación muy desairada, perdiendo
totalmente su autoridad. Lo importante, en momentos tan delicados y
desagradables, es mantener la calma y la educación, evitando responder
con ironía o desprecio. No hay que darle al ofensor la más mínima
excusa para que persista en su actitud.
Hay que tratar de no alterarse y menos aún de iniciar una trifulca en
público (aunque se tenga razón). En situaciones de este tipo el público
suele reaccionar a favor del orador/a (quien ha sido verbalmente
agredido), aún cuando discrepe de sus argumentos.

El turno de preguntas
El público agradece la posibilidad de poder formular preguntas sobre
aquellos aspectos que no le hayan quedado claro o sobre los que
discrepe. La opción de preguntar enriquece la intervención, consigue
involucrar más a la audiencia y transmite una imagen de seguridad, de
dominio de la materia. Si no se domina suficientemente el tema tratado,
habrá que evitar a toda costa el turno de preguntas, ya que se corre el
riego de no salir airoso del trance.

Al principio de la intervención se indicará que al final habrá un turno de
preguntas porque si se permite interrumpir con preguntas, esta opción
presenta como inconvenientes que pueden impedir que el razonamiento
se desarrolle con fluidez, lo que puede perjudicar a parte del público;
además, las interrupciones dificultan controlar el tiempo de la
intervención, con el peligro de llegar a agotarlo sin haber finalizado la
intervención. Un turno de preguntas al finalizar la presentación permite
que ésta se desarrolle con continuidad, sin interferencia, y facilita al
orador/a a controlar mejor su tiempo.

Si se opta por un turno de preguntas al final de la sesión, deberemos
tener en cuenta lo siguiente:
Se indicará el tiempo disponible.
Se invitará a la audiencia a que plantee sus dudas.
Hay que evitar agotar el turno de preguntas discutiendo un
solo punto, para lo cual es conveniente ir anotando las
distintas preguntas y responderlas todas juntas al final.
Si el orador/a no sabe cómo contestar una pregunta debe
evitar mostrar nerviosismo o contrariedad. Indicará con total
naturalidad que desconoce la respuesta y solicitará al público
asistente si alguien puede responder.
Si nadie contesta, el orador/a se comprometerá a analizar el
tema planteado y a dar una respuesta a la mayor brevedad
posible.
Lo que no puede hacer bajo ningún concepto es inventarse la
respuesta (podría ser desenmascarado).
El público valora la sinceridad y comprende que el orador/a
puede desconocer algún aspecto determinado del tema
tratado.
Cuando el tiempo disponible se esté agotando, se señalará que
tan sólo queda tiempo para dos preguntas más.
Una vez finalizado el turno de preguntas se agradecerá
nuevamente al público su asistencia y se dará por concluido el
acto.

Si por falta de tiempo no es posible un turno de preguntas, el orador/a
puede ofrecerse a, una vez finalizado el acto, quedar a disposición del
público para contestar cualquier pregunta que pueda tener.

El debate
Una vez finalizada la intervención se puede organizar, si hay tiempo y
disponibilidad, un debate entre el público asistente para analizar el tema
tratado.

Mientras que en el turno de preguntas el público pregunta y el orador
contesta, en el debate todos pueden participar exponiendo sus puntos de
vista. Para que el debate se desarrolle de forma eficaz es necesario que el
número de asistentes sea reducido (no más de veinte o veinticinco
personas).

El público debe estar situado de forma que facilite la participación de
todos ellos. En torno a una mesa (si su número es reducido) o en
semicírculo (si su número es mayor). Antes de iniciar el debate, el
moderador presentará a las personas asistentes o les pedirá que ellas
mismas lo hagan.

De cada una de ellas se facilitará aquella información que resulte
relevante (formación académica, experiencia, etc.) y que permita al resto
de asistentes tener una idea sobre los demás participantes.

La persona que modere puede iniciar el debate planteando alguna
pregunta genérica o pidiéndoles a los asistentes que den su opinión sobre
el tema tratado. El moderador/a debe controlar la marcha del debate con
vistas a que en el tiempo previsto puedan abordar la mayoría de los
aspectos relevantes (de ahí la importancia de tener un guión elaborado
con los puntos que se quieren tratar).

También debe preocuparse por mantener su intensidad, interviniendo si
fuera necesario (lanzando nuevos temas, realizando preguntas, etc.). En
su papel de moderador/a, se debe mostrar máxima corrección y
educación, pero actuando con firmeza si fuera necesario (reconduciendo
el debate si comenzara a desviarse del tema tratado, corrigiendo a algún
asistente que utilizara un tono inadecuado, solicitando moderación si el
debate fuera subiendo de tono, etc.).

Tratará de repartir el tiempo entre todos los presentes de forma
equitativa, evitando que unos pocos puedan monopolizarlo. Cuándo
queden cinco minutos para su conclusión se avisará a los participantes y
se pedirá a cada uno de ellos que brevemente resuma su punto de vista.

El moderador/a concluirá haciendo un breve resumen de los temas
tratados y de los puntos de vista expuestos. Se finalizará dando por
concluida la sesión y agradeciendo al público su asistencia.

La autoevaluación
Después de hablar en público, resulta muy útil pedir la opinión a algunos
de los asistentes sobre cómo ha resultado la intervención. Hay que tratar
de buscar opiniones sinceras, objetivas, en las que se destaquen los
puntos fuertes y aquellos otros que necesiten ser mejorados.
También resulta muy útil grabar en video la intervención porque
permitirá analizar con detenimiento todos los aspectos de la misma: voz,
lenguaje, gestos, movimientos, entusiasmo mostrado, seguridad,
reacciones del público, etc.

Hay que ser riguroso en el análisis (aunque sin llegar a ser
autodestructivo) y detectar los fallos cometidos, sus posibles causas
(falta de ensayo, imprevistos, nervios, escaso dominio de la materia, etc)
y ver las posibles medidas a adoptar para evitar que se vuelvan a repetir.
Hay que analizar la naturalidad y la soltura mostradas ya que son
aspectos claves para captar el interés del público. Si se han empleado
medios de apoyo visuales hay que valorar como han resultado (si han
enriquecido la intervención, si han ayudado a captar la atención del
público, si se han utilizado con soltura, etc.).

Es muy útil hablar con gente experta con vistas a buscar consejos. Cada
participación en público viene a ser un ensayo general de la siguiente, y
en cada una de ellas hay que tratar de evitar cometer los mismos errores
que en la anterior Sólo se pueden corregir estos errores si se conocen
cuales han sido

Otras cuestiones a tener en cuenta
- La charla no tiene por qué ser una pieza literaria, lo que sí debe
primar es la claridad.
- Al ser escuchado (y no leído) el público no tiene tiempo de
analizar detenidamente el lenguaje utilizado, la estructura de las
frases, etc.
- Además, en el supuesto de no entender una frase no va a tener la
posibilidad de volver sobre ella.

Todo ello lleva a que en la charla deba emplearse un lenguaje claro y
directo, frases sencillas y cortas. Hay que facilitarle al público su
comprensión.

Para terminar, señalar algunos aspectos importantes:
Independientemente del tema que se vaya a tratar, hay que
procurar que la charla resulte atractiva, novedosa, ágil, con
gancho, bien fundamentada, interesante.
Debe primar siempre la idea de la brevedad (el público lo
agradece). La brevedad no implica que la charla tenga que ser
necesariamente corta, sino que no debe extenderse más allá de
lo estrictamente necesario (ir "al grano", evitar rodeos que tan
sólo dificultan la comprensión y terminan aburriendo al
público)


CAPÍTULO V

CÓMO UTILIZAR LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


Con frecuencia se plantea la dificultad que existe para transmitir
mensajes relacionados con la actividad de las organizaciones a través de
los medios de comunicación social.

Una rueda de prensa largamente preparada y pensada durante días se
convierte después en un sentimiento de frustración al ver que las ideas
más importantes no son reflejadas con el relieve que merecen y que los
informadores se han quedado en la anécdota. Lo mismo puede ocurrir
con una conversación detallada con un/a informador/a sobre cualquier
tema de tipo social.

¿Qué ha ocurrido? Lo más normal y más cómodo es que se acabe
echando la culpa al profesional del medio o al mismo medio en el que
trabaja. Siempre es cómodo recurrir a la consabida falta de rigor del
informador/a, a la existencia de intereses económicos o políticos
ocultos.... Los más benevolentes excusarán el hecho y argumentarán la
falta de especialización del informador/a, el poco tiempo de que dispone
o los criterios de algún jefe con intereses poco claros.

Y puede que a veces se acierte en el juicio. No es ningún secreto que los
medios de comunicación, como cualquiera otra empresa, tienen una
dependencia económica, a la que hay que añadir intereses políticos en
muchos casos.

Pero también es posible que no tenga la culpa el informador/a o su
empresa. La simple duda debería hacer reflexionar a los que
pretendemos hacer llegar a la población el mensaje de la solidaridad a
través de los medios de comunicación.

Habría que empezar por hacer dos apartados claros al abordar el
problema planteado. Por un lado, estarían las dificultades debidas a los
propios medios de comunicación, a su filosofía periodística, a sus
intereses económicos y a sus limitaciones técnicas.

Por otro lado, estarían las dificultades que plantea el acercamiento a los
profesionales de la comunicación, sus carencias de especialización o su
falta de tiempo para trabajar reposadamente las informaciones, entre
otras.

Los medios de comunicación y sus profesionales pueden ser agentes de
promoción social inmejorables si se consigue el acercamiento entre los
responsables de llevar a cabo las acciones de promoción y los referidos
medios y profesionales.

No sólo es posible que estos medios sirvan para transmitir informaciones
y opiniones a la población, sino que pueden ser útiles para influir en la
toma de decisiones de la misma.

Cualquier grupo de presión sabe de la importancia de una estrategia
combinada en distintos frentes en aras de sus intereses, acompañada de
una serie de noticias o reportajes publicados simultáneamente en los
medios de comunicación.

Concienciar a la población de un problema comunitario, implica
conseguir que ese problema adquiera la categoría de noticia puesto que
parece que algo no existe hasta que aparece reflejado en un medio de
comunicación social.

El objetivo de este capítulo es hacer una serie de consideraciones acerca
de la realidad de los medios de comunicación a fin de que sean tenidas
en cuenta por todas aquellas organizaciones que pretendan utilizar estos
medios como soportes de los mensajes que quieran comunicar.

La realidad de los medios de comunicación
Vamos a exponer una serie de consideraciones acerca de la realidad de
los medios de comunicación a fin de que sean tenidas en cuenta cuando
se pretendan utilizar estos medios como soportes de las actividades que
cada organización lleve a cabo.
Lo primero que hay que decir es que el acercamiento a los medios de
comunicación es difícil si no se rompe antes muchos esquemas todavía
vigentes. Para conseguirlo debemos partir, entre otras cosas:
- Del conocimiento de las propias limitaciones de cada medio de
comunicación.
- Del respeto mutuo por la profesionalidad de los periodistas.
- De una delimitación del papel de cada cual en la promoción de
un determinado mensaje.
No se le puede pedir a un/a informador/a o a su empresa que asuma una
función distinta a la de informar. La empresa de comunicación no
atenderá, probablemente, a más razones que las económicas.

Cualquier emisora o publicación intentará congelar un reportaje o un
artículo que desagrade a sus anunciantes o vaya en contra de los
intereses políticos que puedan estar detrás de esa empresa.

Es un hecho evidente la dependencia de los medios de comunicación
respecto a la publicidad. Otra cosa es que esa dependencia sea igual en
todos los medios y hacia todos los anunciantes. Es cierto que mientras
más potente es un medio, menos depende de sus anunciantes, entre otras
razones porque tiene más diversificada su publicidad y porque los
publicitarios tienen que acudir a los medios que le garanticen una mayor
cobertura e impacto.

No obstante, a pesar de esos condicionamientos económicos e
ideológicos de los medios de comunicación, hay una amplia franja de
intereses comunes que pueden facilitar la colaboración.

Para potenciar esos intereses comunes es necesario saber encontrar el
momento oportuno. Es decir, será bueno tener en cuenta las
circunstancias del momento antes de abordar un tema con los medios de
comunicación.

Hay que tener en cuenta que los medios de comunicación tienen por
norma intentar responder a las necesidades de información de sus
lectores, oyentes o espectadores. Esto conlleva que determinadas
informaciones sean más propicias en unas fechas que en otras. A veces
es sólo cuestión de programar un calendario de iniciativas a lo largo del
año.

El papel del profesional del medio
Es frecuente que los profesionales de los medios de comunicación social
reciban peticiones para que tomen un papel activo en ésta o aquella
cuestión. Sin rechazar la posibilidad de que cada uno de ellos, como
persona individual, pueda o incluso deba asumir una determinada
postura, como colectivo la petición es poco recomendable y bastante
improbable su viabilidad.

Existe, por lo general, una imagen bastante deformada del profesional de
un medio de comunicación social. A veces esta imagen es demasiado
idealizada, no teniéndose conciencia clara de su realidad cotidiana.

Esa realidad cotidiana nos ofrece a una mayoría de profesionales
atrapados entre la rutina del suceso, el discurso monocorde de la rueda
de prensa, el refrito de una noticia de agencia, el apremio del jefe o jefa
que tiene que cerrar páginas, las limitaciones del espacio o del tiempo
para explicar lo sucedido y las presiones de quienes quieren que escriba
de una u otra forma.

Las organizaciones que pretendan acercarse a los medios de
comunicación social deben tener en cuenta que los profesionales de esos
medios no son ni héroes ni ignorantes a los que hay que decirles cómo
tienen que elaborar su trabajo. Por el contrario, deberían tenerse en
cuenta sus limitaciones de todo tipo e intentar facilitarles un tratamiento
adecuado a la información, lo cual lleva a una cuestión crucial: no se
puede pretender un acercamiento a los medios de comunicación social o
a sus trabajadores sin tener un mínimo conocimiento de los mismos.

La mediación del medio
Debemos tener en cuenta que todo medio de comunicación social es un
intermediario entre el hecho y el público. Pero como todo intermediario,
el medio de comunicación no es neutro, no se limita a transmitir lo
sucedido tal como fue. Por su propia naturaleza, los medios de
comunicación social interpretan la realidad para sus lectores, oyentes o
espectadores, y lo hacen con unas técnicas específicas.

Y en esa interpretación de la realidad hay que tener en cuenta lo que se
denomina la degradación del mensaje motivada fundamentalmente por
los filtros de tipo ideológico, económico, profesional y tecnológico al
que se ve sometida esa realidad, sin contar luego con el grado de
penetración que la comunicación de esa realidad tenga en los receptores.
Penetración que nunca será del cien por cien y tampoco llega al cien por
cien de los receptores.

Este condicionante que tiene los medios de comunicación social nadie
los discute, salvo los ingenuos que creen aún en la objetividad y en el
mensaje aséptico, o los malintencionados, que se escudan en una
supuesta objetividad para perpetrar sus desafueros.

Es pues importante que sepamos que los medios de comunicación social
reescriben la realidad y, por ello, la modifican. No vamos a entrar aquí
en el debate de posibles manipulaciones intencionadas.

La primera modificación de la realidad surge con la limitación del
espacio disponible en la página de un periódico o con el tiempo en un
informativo de radio o televisión. Una amplia y detallada información
acerca de la actividad que lleva a cabo una organización, se puede ver
reducida sensiblemente con el consiguiente problema que se les plantea a
los profesionales de los medios de cómo comprimir sin desvirtuar.

Otra duda que se le plantea es qué puede ser lo más destacable de la
noticia, lo más novedoso y lo que más le interesa al receptor. Estos
aspectos pueden y deben prevalecer en la elaboración de la noticia. Pero
no son los únicos. Hay también que sopesar su importancia relativa
dentro del conjunto de las informaciones del día.

La adaptación a la realidad
De acuerdo con lo anteriormente expuesto, a la hora de transmitir un
mensaje a través de los medios de comunicación social es conveniente
tener en cuenta las siguientes recomendaciones prácticas:
Debe pensarse que ese mensaje va a competir con otros
muchos para hacerse un hueco en el reducido espacio de un
periódico o en el tiempo reducido de un informador/a de radio
o televisión.
Es recomendable elegir bien el momento. Hay épocas a lo
largo del año que son más propicias que otras, así como
acontecimientos o celebraciones que pueden dar pie a la
inclusión del mensaje.
Hay que elegir bien la forma de dar ese mensaje. De acuerdo
con las características del mensaje habrá que plantearse si el
tema del que se va a hablar merece la convocatoria de una
rueda de prensa o es mejor una entrevista individual con un/a
informador/a seleccionado/a. Si es más conveniente elaborar
un comunicado y distribuirlo a todos los medios de
comunicación.
A la hora de elegir la mejor forma hay que tener en cuenta los
objetivos que se pretenden alcanzar. Si lo que se pretende es
influir en una toma de decisión, quizá sea más indicada una
entrevista, que garantiza una mayor fidelidad en el contenido.
Las ruedas de prensa deben estar justificadas. De lo contrario,
si se abusa de ellas se conseguirá que cuando el tema sea
trascendente no acuda nadie. A veces, por determinados
criterios, por afanes de protagonismo o por simple torpeza, se
convocan ruedas de prensa que no tienen razón de ser.

Quizá con sólo hacer tres o cuatro llamadas telefónicas a
profesionales de los medios de comunicación para explicarles unos
datos que antes se les ha hecho llegar por medio de un
comunicado, tendrá el mismo o mejor efecto. Esto obligaría a
disponer de una serie de buenos contactos en los medios de
comunicación.

La estructuración del mensaje
También es conveniente tener en cuenta que la transmisión de cualquier
mensaje exige unas reglas elementales. Lo que significa que antes hay
que prepararse bien, conviene tener las ideas claras antes de llegar a un
medio de comunicación. Es difícil transmitir datos e ideas claras cuando
no las tiene claras uno mismo.

También hay que tener estructurada la información, partiendo de lo que
se denomina en los medios de comunicación la pirámide invertida que
supone resaltar primero lo más importante desde un punto de vista
informativo, lo más novedoso, lo más llamativo para el gran público, y
desgranar luego de mayor a menor importancia el resto de los datos. No
conviene mezclar varios temas en un solo comunicado, entrevista o
rueda de prensa. Hay que dar pocas ideas y muy claras.

Con respecto al número de personas que intervienen a la hora de dar una
rueda de prensa hay que recomendar que hablen una o dos para evitar la
confusión. Uno de los fallos más frecuentes es querer que hablen
demasiadas personas y tratar demasiados temas a la vez. Las
informaciones tienen que ser claras, concretas y concisas. Para ayudar a
lograrlo es conveniente dar al final de la rueda de prensa un resumen del
tema tratado.

Otra cuestión a tener en cuenta es el tiempo. La profesión del
informador/a se caracteriza, entre otras cosas, por la feroz competencia
para ver quién da antes la información; entre dar antes una noticia y
darla mejor, la mayoría eligen lo primero. La información tiene que ir de
lo concreto a lo abstracto y de lo cercano a lo lejano.

Los condicionantes de los medios
Lo expuesto hasta ahora es válido para cualquiera de los medios de
comunicación social. Pero no todos los medios tienen los mismos
condicionantes. Cualquier emisor de información debe ser consciente
que el medio utilizado para hacer llegar los contenidos va a condicionar
el propio mensaje.

Hay también hay que considerar que la actitud del receptor cambia según
el medio a través del que le llegan los mensajes. Las características del
medio y la actitud del receptor deben hacer reflexionar a los que quieran
utilizar cualquier medio antes de elaborar un mensaje, una noticia, un
programa, etc.

No será lo mismo hablar para el redactor de un periódico que aceptará
todas las explicaciones que hagan falta, que hacerlo ante un micrófono o
ante una cámara en directo ante miles de oyentes o espectadores de una
emisora de radio o televisión.

Muchas veces puede sentirse una gran frustración cuando, después de
haber preparado a conciencia un tema para intervenir en una emisora,
sólo nos dan la oportunidad de hablar unos pocos minutos. Eso hay que
tenerlo en cuenta porque al oyente o al espectador no podemos darle
largas parrafadas sino que hay que emplear un lenguaje conciso y
concreto. La información en radio y televisión se da como en píldoras,
porque de otra forma el receptor se atraganta.

El otro aspecto a considerar es la actitud más o menos receptiva del
público. Los medios de comunicación se diferencian entre sí por el
distinto grado de atención que exigen a sus audiencias. El periódico o la
revista no permiten a sus lectores realizar otra actividad simultánea. La
radio, en cambio, sí. Es poco frecuente que la gente se siente en un sillón
sólo a escuchar la radio.

Con la televisión pasa algo intermedio. Normalmente, la gente se sienta
a ver la televisión, pero también es frecuente que haga algo más, que se
levante, que se distraiga de vez en cuando con otra cosa. El grado de
atención es muy distinto. Por eso también habrá que adaptarse el
mensaje a esa circunstancia.

Las características de cada medio de comunicación hacen, al mismo
tiempo, que aparezcan en cada uno de ellos ventajas y desventajas. Los
medios audiovisuales ofrecen la ventaja de la mayor amplitud de
audiencia. La televisión permite ver y oír al emisor del mensaje,
controlar sus gestos...

Esto enriquece las posibilidades de comunicación. Sin embargo, tanto la
radio como la televisión emiten mensajes que se pierden en el momento
de la emisión, a no ser que el receptor se tome la molestia de grabarlos,
cuestión, por lo general, poco frecuente.

El ritmo de los mensajes, su cadencia, son impuestos por el medio, lo
que lleva a considerar que una parte importante de los contenidos se
pierden. A esas pérdidas de contenido originadas por el ritmo quizás
discordante con la capacidad de seguimiento del oyente o el espectador,
hay que unir las que se producen por el “ruido” propio de cada medio
(interferencias, cortes, sonido defectuoso...) O por el que pueda haber en
el entorno de la audiencia, todo lo cual contribuye a que el mensaje no
llegue nunca al receptor con una pureza del cien por cien.

En cambio, los medios impresos tienen un público más reducido, pero
las exigencias de atención mejoran las posibilidades de transmitir el
mensaje con mayor intensidad. El lector puede detenerse en cualquier
momento, sin que ello signifique la pérdida de datos. Retomará la lectura
donde la dejó o, incluso, volverá a empezar desde el principio. Es el
receptor el que marca el ritmo de la lectura y puede guardar los mensajes
para el momento que considere adecuado.
















CAPITULO VI

EL CAPITAL HUMANO Y LA COMUNIICACIÓN


El capital humano de una organización es su recurso más importante y
básico ya que es el que desarrolla el trabajo encaminado a dar
productividad a la actividad que esa organización lleva a cabo. Los
gerentes, directivos o administradores deben basarse para la toma de
decisiones en el trabajo que desempeñan sus trabajadores y así saber
elegir el curso de acción que más le convenga a la organización.

Para que haya una buena relación del capital humano con la organización
deben desarrollarse planes de apoyo con servicios como la capacitación
así como proveer de herramientas que hagan que sus tareas sean más
eficientes y permitan desarrollar sus actividades con eficiencia. Es
importante tener un departamento de recursos humanos y comunicarse
constantemente con todos los integrantes del capital humano para ayudar
a su desarrollo profesional.

Muchas organizaciones ante la imposibilidad operativa y financiera de
contar con un departamento de recursos humanos dejan en segundo
plano esta función, lo cual representa una desventaja ante la
competitividad que se vive día a día que puede significar una
disminución en el logro de sus objetivos.

Las organizaciones que no prestan la suficiente atención a su capital
humano pueden tener muchas desventajas por no capacitarlos antes de
realizar sus actividades lo cual representaría disminuciones en la calidad
del servicio. No hacer las cosas bien desde el principio y a la primera, y
corregirlos posteriormente significaría costos extras para la organización.

Debemos identificar la necesidad de implementar esquemas eficientes
para el manejo de la información y aplicarla para el reclutamiento,
selección y evaluación del personal y así encontrar a la persona o
personas ideales para un determinado puesto o función.

La importancia de trabajar en equipo
Trabajar en equipo mejora la comunicación y la colaboración dentro de
las organizaciones; se fomenta el aprendizaje compartido, se produce
una mayor involucración en los procesos por parte de los empleados, se
genera un mayor número de ideas. El orgullo de pertenencia a la
compañía y una buena organización, rompiendo barreras antiguas en los
niveles de responsabilidad, logra que sobre una misma mesa se sienten
representantes de distintos estratos de un departamento.

La gran efectividad de un equipo se basa en su diversidad: cuanta más
variedad de roles exista entre los miembros de un mismo equipo, mayor
será su fortaleza y su potencial para alcanzar sus objetivos.

Las características del trabajo en equipo
Del trabajo en equipo podemos apreciar las siguientes características:
Se comparte el objetivo o fin último que es común para todos.
La unidad de trabajo es el equipo, no la persona.
Existe una división funcional del trabajo más o menos estable,
que permite asignar tareas.
El referente básico de actuación es el problema a resolver.
Se produce una acción externa integrada del conjunto del
equipo.
Existe un enriquecimiento mutuo.
Se comparte un modelo de intervención.
Lenguaje común, en la medida en que hacen operativa la
relación.

El modelo de comunicación
A la hora de construir un modelo de comunicación con el capital
humano, la circulación de la información y la toma de decisiones, es
necesario tener en cuenta las siguientes cuestiones:
Las comunicaciones han de ser abiertas.
Hay que tener aptitud de diálogo y de respeto.
Debe haber una estructura y organización operativas.
Debe existir un nivel de confianza (en la capacidad del otro
profesional).
Hay que procurar una relación de interdependencia; tener
conciencia de la mutua dependencia.
Hay que tener clara la participación en la responsabilidad
común.
Es necesario tener conciencia de la finalidad del modelo de
organización e intervención.
Hay que hacer una puesta en común de prioridades, que lleva
consigo:
Tener una escala común de prioridades.
La comprobación de acercamiento a los fines
propuestos (autoevaluación).

Elementos que dificultan la comunicación con el personal
Tener objetivos contradictorios.
El lugar y el momento elegidos para dar una información.
Acusaciones, amenazas y exigencias.
Hacer preguntas que, al mismo tiempo, son reproche.
Contaminación acústica.
Inconsistencia de los mensajes.
Cortes de conversación.
Etiquetar (“tú eres un cotilla”).
Generalizar.
Utilizar términos vagos.
No escuchar.

Elementos que facilitan la comunicación
- Buscar el momento y lugar adecuado.
- Escuchar activamente.
- Empatizar.
- Utilizar un lenguaje acorde con el nivel del interlocutor.
- Expresar sentimientos y opiniones.
- Emplear la comunicación no verbal acorde al mensaje que
transmitimos.
- Mantener un estado emocional facilitador.

La formación del capital humano


Toda organización debe ser consciente de que la participación del
personal adquiere mayor sentido y eficacia con una información y una
formación de calidad.

Una adecuada información y formación garantiza la adquisición de las
herramientas necesarias para saber dar respuesta a las diversas
situaciones que la acción de la organización plantea en el día a día. Si
queremos promover un personal dinamizador y responsable, hay que
dotarle de los recursos formativos que contribuyan a logarlo. La tarea de
formación es, ante todo, un proceso de comunicación.

Abordar el tema de la formación debe ser un importante reto, porque la
formación es una de las garantías de la calidad de la tarea que se esté
llevando a cabo. Es la formación, uno de los instrumentos aunque no el
único, que permite al personal que constituye el capital humano ir
adquiriendo cada vez más fuerza social, ahorrando esfuerzos y
rentabilizando su implicación.

Por ello las organizaciones están obligadas a abordar no solamente su
necesidad, sino que deben intentar concretar el tema en la medida en que
sea posible. Cuando nos referimos a formación del personal estamos
hablando de un proceso constante de transformación, en el que cada
persona, con su grupo de acción, va dialogando con la realidad, va
aprendiendo de ella, y va sistematizando sus conocimientos, sus hábitos
de trabajo, y sus habilidades.

Un derecho del personal
El personal, en el desarrollo y realización de su acción, tiene derecho a
ser informado, apoyado, asesorado, acompañado, enriquecido para su
constante diálogo con la realidad. Situarlo en la responsabilidad de una
tarea para la que no está capacitado sería violar un derecho, sería
conducirlo a un hacer sólo intuitivo, a un hacer ineficaz o quizá a una
desmotivación personal, a un abandono, a un retirar su participación.

Por ello, las organizaciones tienen el deber de ofrecer la formación
necesaria para el desempeño de las tareas. Un personal formado abrirá
nuevos campos para nuevas participaciones y para el planteamiento de
nuevos e ineludibles objetivos de la organización.

Será factor de cambio de la misma organización, ya que su posibilidad
de participación será cada vez mayor y obtendrá mayor nivel de
conciencia para poder tomar más y mayores decisiones. Podrá ofrecer
más eficazmente su servicio, y al mismo tiempo podrá trabajar más
adecuadamente por erradicar las causas que producen los problemas.

La formación es un camino para la participación
El personal participará verdaderamente en aquello en lo que se sienta
implicado y comprometido. Participará cuando se sienta parte integrante,
cuando sea consciente de que su aportación, por pequeña que sea, es
importante de cara al servicio que estamos prestando entre todos.

Capacitar al personal es hacer más sólido su ámbito y su modo de
participar. Darle a conocer su tarea y cómo hacerla es un modo de que
vaya eligiendo por sí mismo su lugar de participación, es contribuir a
que descubra campos nuevos para su compromiso y nuevos recursos que
den respuestas.

Los objetivos de un plan de formación
Un plan de formación debe lograr los siguientes objetivos:
Una preparación integral adaptada a las características de las
personas y de las diversas tareas en que las mismas realizan
su participación.
Promover actividades para la promoción de una cultura de
participación y fomento de agentes de sensibilización e
integraciónl.
Crear debate y reflexión en torno a la acción dentro de la
organización, desde una metodología participativa donde se
combine el estudio, la práctica y el avance teórico desde un
planteamiento de investigación-acción.

Las actividades formativas que se lleven a cabo deben girar en torno a
tres ejes:
- La información.
- La formación propiamente dicha.
- La coordinación.

Se aconseja un tipo de formación:
Integral.
Participativa.
Inductiva.
Permanente.

La formación integral debe procurar el desarrollo, con equilibrio, de los
aspectos que se deben contemplar y que al mismo tiempo sepa adecuar la
mayor o menor relevancia que se le dará a cada uno de ellos en cada
momento del proceso de formación. Ese equilibrio significará la
distribución ordenada de las distintas áreas que debe abarcar un proceso
de formación.

Esas áreas son las siguientes:
Área de formación institucional de la organización.
En ella habría que abordar cuestiones relacionadas con los
objetivos de la organización, su historia, sus estatutos y sus
campos de acción

Área de formación personal
A través de ella se tendría que tratar cuestiones relacionadas con:
Las motivaciones.
Las actitudes.
Las aptitudes.
El sentido de la responsabilidad.

Área de formación grupal
Destinada a desarrollar los aspectos relacionados con:
El trabajo en equipo.
La dinámica de los grupos.
Los roles dentro del grupo.
Los conflictos grupales.
La toma de decisiones.
De poco nos sirve una formación academicista, pues, mientras el que
aprende es llevado por los que saben, se agrandan más las distancias
entre el que enseña y el que aprende.

Hay que pretender que el personal en formación, por su participación en
ella, pueda acceder a la independencia en la acción, a un saberse
implicado en ella, un sentirse participativo en la medida que puede poner
en común sus aciertos, sus dudas, sus errores como fuente importante de
aprendizaje.

Tiene que ser participativa en el sentido de implicación activa en un
verdadero proceso. Esta es una característica de la formación que atañe
principalmente al formador que invierte fe en los que se forman, que
revaloriza la experiencia y la iniciativa que poseen, que retoma las
intervenciones, sistematiza y completa los aspectos que faltan.

La formación inductiva
Como punto de partida es fundamental que el personal sea formado en
los aspectos necesarios para su acción. De ahí que ofrecer un programa
de formación tiene el reto ineludible de ser una formación técnico-
práctica que parta de la acción y se revierta en la acción.

El personal que se forma son adultos y quieren aportar algo real, tangible
y operativo, que traduzca el valor de la formación en una acción
concreta. Suelen ser prácticos y creativos y escapan de los grandes
discursos para bajar a las más tangibles realidades.

La formación deberá contemplar estos dos canales: lo teórico, en la
medida en que abre un panorama, muestra otra perspectiva; y lo práctico,
en la medida en que la acción bien hecha será nueva fuente de
motivación y responsabilización.

La formación permanente
Esta cualidad hace referencia a la capacidad inagotable de aprendizaje
que posee la persona. Una realidad cambiante y siempre nueva debe ser
acompañada por una formación permanente, un proceso de aprendizaje
que acompañe al personal y que se convierta en un autoaprendizaje.

Despertar la necesidad de aprender y tender al autoaprendizaje es un
objetivo a largo plazo de cualquier proceso de formación. El
cumplimiento de dicho objetivo se verá alimentado por el interés que la
persona que se forma vaya poniendo en su aprendizaje, en ese sentir que
va avanzando.

Una formación que se traduzca en una acción eficaz es el mejor aliciente
para que el personal vaya optando por su autoformación. De modo que el
período de formación sistemática será sólo el punto de partida para el
cultivo de una permanente actitud de querer avanzar en la acción. La
formación permanente estará entonces garantizada por todos esos
instrumentos varios: reuniones de trabajo, folletos, lecturas, jornadas,
publicaciones, encuentros, etc., que el mismo personal se procurará a sí
mismo.

Lo que no debe hacerse en un plan de formación
Limitarse a la formación personal; porque obtendríamos un
proceso de formación intimista, quizá en ocasiones
psicologista, en el que el objetivo énfasis en el crecimiento de
las motivaciones, actitudes y aptitudes del talante de
gratuidad, elementos todos ellos valiosos, pero no pueden ser
los únicos. Obtendríamos un personal que está creciendo para
sí mismo, pero no se está preparado para el compromiso, para
la entrega de sus potencialidades.

Limitarse a la formación para el trabajo grupal; porque
obtendríamos otro espejismo: un grupo muy cohesionado,
abierto, dispuesto a abrirse a otros, a conocerse a sí mismo en
el intercambio grupal, inclusive a resolver sus propios
conflictos, pero cerrado en sí mismo a la hora de actuar.
Acentuaríamos el valor del grupo, la importancia del desempeño
de roles y cultivaríamos una falsa actitud de sobrevaloración
grupal, en detrimento del crecimiento de las demás áreas donde
también reside la responsabilidad en el cambio de la sociedad.
Idealizar al grupo es tan peligroso para la acción como trabajar por
libre.

Limitarse a la formación institucional; porque la formación
quedaría asimilada a un proceso de conocer la organización.
De esta manera, una información exclusiva sobre los fines,
objetivos, estatutos, tareas concretas para realizar, estaría muy
lejos de la formación del personal. La finalidad de la
formación va mucho más allá del conocimiento de la
organización por parte del personal.

Limitar la formación a los aspectos institucionales sería caer en el
peligro de convertir un medio en un fin. La Institución sería el fin
y la formación el medio, cuando lo que proponemos es justo lo
contrario.

Limitarse a una formación social; porque se corre el peligro
de la paralización del personal a la hora de hacer. La realidad
puede ser muy paralizante si no se sabe cómo intervenir en
ella operativamente Abordar esta área, sin desarrollar las
demás, sería pretender que el personal conociera (a nivel
intelectual) la realidad, pero no se comprometiera con ella por
no saber desde dónde y cómo hacerlo.

Limitarse a la formación técnica; porque si sólo se le forma
para hacer, pero no desde un crecimiento personal, ni desde
un hacer con otros, ni desde una asociación con una identidad
y un norte, ni desde un conocimiento del entorno social, sería
poner al personal en el peligro de querer resolver con su
formación la acción de hoy, la inmediata, el cómo hacer, la
respuesta que hay que dar, la receta que hay que obtener,
cercenada del contexto general.

Los formadores
Los formadores del personal pueden ser personas externas a la
organización que, por sus conocimientos en determinadas materias,
pueden desarrollar en la misma algunos aspectos necesarios para la
formación de dicho personal.
Esos formadores necesitan también una formación paralela acorde con
las características y objetivos de la organización. No podremos abordar
la formación del personal sin fomentar la formación de los formadores.
Es necesario también que el personal a los que se destine la formación
esté invitado a participar desde la programación. Por ello, sería
conveniente un primer encuentro en el que ambos, formadores y
personal, compartan inquietudes y objetivos, metas y necesidades.

Un primer encuentro en el que se recojan las expectativas de ambos y en
el que se lleguen a vivir los objetivos como propios, en el que se realicen
los ajustes necesarios al programa inicial y se acomoden a las
necesidades de la organización y del personal.

La formación del equipo formador puede realizarse de múltiples
maneras, a través de:
Reuniones de trabajo en las que se reparta su duración en dos
bloques: la revisión de la tarea realizada y las perspectivas
para el futuro inmediato.
Cursos complementarios, de una o dos semanas de duración
en horarios que todos puedan asistir.
Jornadas en las que se invite a expertos en el tema de la
formación, de la creación y animación de equipos.
Material bibliográfico seleccionado por el coordinador del
equipo de formadores y su posterior análisis y discusión.
Reuniones de intercambio de las experiencias de los mismos
formadores, en las que cada uno desarrolle uno de los temas
de la formación del personal para profundizar en él y hacerle
los ajustes metodológicos necesarios
Reuniones de intercambio de materiales de formación
apropiado para el personal.

Los momentos de la formación
Desde el primer momento, no se podrá abarcar todo, será necesario
seleccionar en el tiempo:
- Hay un primer momento, metodológicamente hablando, en el que
el personal a formar obtenga una visión general y básica, para su
acción.
- Un segundo en el que profundizará.
- Un tercero en el que traduzca en la acción lo aprendido.

Sin embargo, el personal necesita traducir en la acción lo aprendido
porque está actuando, y desde el principio habrá que evitar la sensación
de que la teoría va por un lado y la práctica por otro. La formación será
una reflexión sobre la propia acción.

La metodología
Al hablar de una formación integral, en la que tanto los conocimientos
como las habilidades y las actitudes tienen importancia, la opción
metodológica es también esencial. La metodología, el camino elegido
para la formación, no es neutra. Si las metas están puestas en estas tres
áreas, el camino para llegar a ellas será también triple:
El camino hacia el saber.
El camino hacia el saber hacer.
El camino hacia el ser.

Hablamos entonces de metodología activa y participativa, y no
academicista y acumulativa de saber y habilidades que otros poseen. Hay
que partir de que los integrantes del personal a formar saben, hacen y
son, para acompañarlos gradualmente hacia el fin. Se tendrá en cuenta lo
que verdaderamente pueden. Se fomentará la confianza necesaria para
que compartan sus logros y también sus fracasos.

Se pondrá el acento en el cómo van realizando su contribución, se
fomentará una actitud de evaluación constante y de ninguna manera se
reproducirá el modelo competitivo existente en otros procesos de
formación, en los que se camina para llegar, olvidándose del caminar y
de los tropiezos.

El concepto de metodología activa
Es activa en la medida que interpela, mueve al cambio y
llama al compromiso.
Es activa porque es un aprendizaje verdadero que modifica
realmente a la persona en proceso de formación, quien
traducirá en la acción su aprendizaje porque ya le pertenece.
Es activa porque favorece el intercambio y el aprendizaje con
otras personas y el sólo hecho de que otros existan hace que el
personal crezca y entre en actividad.
Es activa en la medida en que el valor no es parte de una
exposición que otros realizan, sino que la persona que se está
formando entrará en juego con ese valor para transformarse.

El proceso de la formación
Por proceso de formación queremos significar el periodo en el que un
grupo de personas inicia y realiza de forma estable y continuada una
etapa de formación, para aumentar la calidad de la acción. Etapa en la
que se disponen a adecuar esas pautas educativas a su realidad concreta.
Ese plan de formación será reflexionado de antemano conjuntamente por
el equipo de formadores y el grupo de personas a formar.

El plan nacerá del diagnóstico previo que se realice con este grupo
concreto y se adecuará a los principios, finalidades, opciones y objetivos
que se propongan. Este plan de formación acompañará al programa de
actuación en todo momento aunque en ocasiones más de cerca, en lo que
se refiere a la práctica, y en otras más panorámicamente, en lo que se
refiere a la teoría.

La formación acompañará permanentemente, pero no asumirá las
funciones que no le sean propias. Es decir, concluida una etapa de
formación, la formación acompañará una próxima etapa, pero el
seguimiento de la acción del personal no le corresponde a la formación.

Un proceso de formación debería concluir en un grupo comprometido,
con un programa de trabajo y con alguien que los coordine y favorezca
el intercambio. La tarea del seguimiento no corresponde a la formación
básica, porque ésta absorbería la energía, y no la dejaría libre para
nuevos grupos que necesiten formarse.

El modelo de formación
No es posible, ni siquiera recomendable, que establezcamos un modelo
único de formación, sobre todo en lo que a la práctica se refiere. Cada
realidad con sus recursos y necesidades será diferente de la otra, y es
necesario que el proceso de formación sea adecuado a cada una de ellas.
Es necesario tender hacia un equilibrio entre lo que se necesita y lo que
los formadores crean también necesario. El proceso es inductivo en la
medida en que parte de las necesidades del grupo de personas a formar y
vuelve a ellas.
































CAPITULO VII

COMUNICACIÓN Y EDUCACIÓN


La comunicación es una habilidad muy importante que debe
desarrollarse en toda la escuela, no sólo en el salón de clases. Los
profesores de cualquier nivel educativo deben establecer los medios para
comunicarse de forma eficiente con los alumnos y los padres, así como
entre profesores y el equipo directivo.

Es importante no olvidar que la labor principal de un docente es con los
alumnos, por lo que hay que demostrar que siempre se está dispuesto a
escuchar sus necesidades. También hay que tener en cuenta la
importancia de la retroalimentación para mejorar las actividades en
clase, por lo que habrá que establecer una forma correcta para que ellos
escuchen para lograr unas relaciones entables con ellos y lograr así más
confianza.

Debe establecerse reuniones frecuentes con los padres o tutores ya que
es importante conocerlos. Si no se pueden tener personalmente, hay que
utilizar la tecnología para establecer la comunicación. Una comunicación
que también debe ser en dos vías: por un lado generar el interés para que
ellos se preocupen por el desarrollo de sus hijos en la escuela y, por otro,
asegurar que esta comunicación siempre sea en beneficio de sus hijos o
tutelados.

Al referirnos a la comunicación entre profesores, no hablamos de
simplemente estar en la sala del profesorado y compartir las quejas de
los alumnos. Es necesario establecer una comunicación real con los
compañeros que puede beneficiar en muchos aspectos tales como
involucrarse en otras clases, apoyarse y mejorar los temas que se
enseñan, así como aprender nuevas técnicas de enseñanza. Unificar
talentos no sólo funciona con los alumnos, el trabajo colaborativo
también se debe dar entre profesores.

En la mayoría de las instituciones educativas, se deja notar con claridad
la ausencia de comunicación entre docente y alumno por el hecho de
seguir trabajando con estructuras conductistas; a pesar de recibir
capacitaciones acerca de nuevas modelos de trabajo, es decir
aprendizajes significativos. Se observa claramente en las aulas ese
modelo verticalista, en la que el actor principal es sólo el profesor no
dejando espacio para que los alumnos expresen lo que sienten.

De una vez por todas debemos romper estos esquemas y dejar que los
alumnos sean los protagonistas de sus propios aprendizajes. Hay que
dejar que los educandos y los educadores sean actores de una
comunicación fluida y adecuada, expresando todo lo que se piense y se
sienta, de esta manera no solamente se logra una buena relación, sino
que también incrementan la autoestima.

Hay que brindar un espacio adecuado de comunicación, de manera que
el trabajo pedagógico constituya un intercambio de conocimientos,
participativo, motivador y dinámico; no un simple paso de información
de un lado a otro, propiciando en el alumnado la posibilidad de pensar y
de esta manera poder crear, descubrir y mostrar sus resultados. Se trata
de compartir con ellos el tiempo de presentación de un tema, utilizando
técnicas de comunicación distintas acordes con la realidad que rodea a
ese alumnado, en lugar de ver como algo dañino el uso de esas nuevas
tecnologías.

Comunicación y enseñanza son parte de una misma e indivisible
realidad. Enseñar siempre es comunicar. La comunicación y sus medios
se imbrican en todo currículo educativo y hay que tener en cuenta que la
acción pedagógica ocurre en un ambiente y en un espacio específico y
con un tiempo asignado.

Los actuales cambios tecnológicos han venido impactando el proceso
docente, apareciendo con mayor fuerza la interactividad del educando, lo
que implica una acción mutua y simultánea por parte de dos
participantes, que pueden, pero no necesariamente deben, perseguir un
fin común.

Surgen así variadas transformaciones en el campo de la comunicación y
la información, que guardan una estrecha relación con la generación de
nuevas "formas" de leer y escribir; nuevas formas de relacionar los
contenidos de estudio con los medios de comunicación empleados,
entendidos éstos como cualquier forma que se aplique para compartir un
mensaje.

Mejorar la comunicación
Para mejorar la comunicación entre los docentes y los alumnos, es
imprescindible que los docentes tengan claro la importancia de saber
comunicar. Pero no bastaría con el conocimiento profundo de estas
cuestiones teóricamente, sino que se hace más importante aún el dominio
práctico de las técnicas de comunicación para poderse comunicar con los
alumnos y con los que les rodean de forma adecuada.

Ello implicaría en los docentes desarrollar estrategias adecuadas para
lograr un intercambio de ideas, asimismo, es necesario conseguir que
cada individuo aprenda primero a pensar y luego a comunicar sus ideas.
En el caso que nos ocupa, la esfera educativa, la filosofía de partida
determina, por un lado, la concepción pedagógica que asumen los
docentes y, por otro lado, la práctica real de su ejercicio.

Hay que aclarar que no siempre coinciden ambos aspectos, es frecuente
que algún docente "declare" una concepción filosófica y pedagógica, y
en la práctica observe otra bien distinta, incluso contradictoria.

Si bien es cierto, que hoy en día se habla de una comunicación abierta en
todas las dimensiones en las escuelas y colegios, sin embargo esto no se
plasma aún todavía, ya que sigue aún la influencia por el modelo
conductista, aquel modelo que "obligaba a la gente a asimilar una masa
de conocimientos inútiles, superfluos y sin vida que atiborraban la
cabeza y convertían a la joven generación en burócratas fundidos en el
mismo molde", valiéndose de prácticas y ejercicios constantes para
lograr el éxito académico.

Como profesional de la comunicación y la educación, pienso que la
comunicación no es un sistema lineal, sino más bien discontinuo, dentro
del cual un mismo receptor decodifica y reenvía varios mensajes de una
o distintas fuentes a la vez, algunos con mayor fuerza que otros. Es por
ello que hay que considerar que la comunicación humana es un sistema
complejo, lleno de interfaces, rupturas y variaciones que
afortunadamente ha influenciado y replanteado a la comunicación
pedagógica.

Los educadores deben plantearse un nuevo modelo comunicativo, que
realce la formación activa de la personalidad de los educandos mediante
un rico proceso de comunicación participativa, el mismo que permita un
espacio didáctico de intercambio de conocimientos, participativo,
motivador y dinámico; no un simple paso de información de un lado a
otro, dándoles lugar a los alumnos para pensar y de esta manera poder
crear, descubrir y mostrar sus resultados.

Se trata de compartir con ellos el tiempo de presentación de un tema,
utilizando técnicas distintas. Para establecer las normas y las
responsabilidades es necesario aprender a negociar con ellos,
haciéndoles ver que se trata de un propósito que debe alcanzarse y que
por tanto es importante para ellos y mucho más si se trata de
adolescentes.

La comunicación, como herramienta del profesorado, tiene distintas
formas y momentos de darse en cada clase, distintas funciones y
diferentes canales.

Modelos de comunicación
Los modelos de comunicación tienen unas conexiones importantes con
el cómo se entiende la enseñanza. Nos encontramos con tres tipos:
Unívoca: se trata de aquel tipo de comunicación en el que
existe un personaje principal denominado docente que es el
encargado de emitir todos los mensajes a los discentes o
alumnos. El profesor/a habla y los alumnos escuchan,
obteniendo de esta manera una posición de mayor jerarquía
sobre los alumnos, engrandeciendo su figura más si cabe de
este modo. No suele existir diferencias entre los alumnos,
siendo siempre el mensaje igual para todos ellos, para que de
este modo participen todos por igual y tengan las mismas
oportunidades.

El valor social que se deriva de este tipo de comunicación es el
referente a la existencia de un cierto estatus o jerarquía que está
por encima de las demás, ya que el profesor/a está en su situación
de “poder” mientras los alumnos serían los “sumisos” teniendo
éstos que respetar esa situación. Se adecua al método directivo. El
alumno debe adaptarse al profesor, a la propuesta genérica que se
da para todos.

Biunívoca: puede existir un cambio de dirección en lo
referente a la comunicación, es decir, aunque la mayoría de
los mensajes emitidos a lo largo de la clase sean realizados
por parte del docente, algunos son dirigidos por los alumnos,
lo que genera un cambio de dirección en la comunicación.

El valor social que se transmite en este tipo de comunicación es el
de respeto hacia el resto de compañeros; debemos escuchar.

Múltiple: este tipo de comunicación consiste en que cualquier
persona puede convertirse en foco principal, todos los
participantes son protagonistas y actúan como tales, todas las
personas tienen conocimiento, y el resto de ellas puede
aprender de otras, es decir, podemos de este modo aprender
los unos de los otros.

Ejemplos de este tipo de comunicación son los debates, ya que
todo el mundo participa, cuando los alumnos exponen sus
respuestas, propuestas, es decir, dentro de un estilo productivo, el
conocimiento reside igualmente en los alumnos y pueden
enriquecerse unos a otros; no solo reside en el profesor.

Funciones de la comunicación
En la enseñanza, la comunicación tiene las siguientes funciones:
Informativa: lo que se pretende es transmitir un mensaje
objetivo y que éste llegue a un destino o receptor; lo que
importa aquí es el mensaje, lo que estamos transmitiendo, el
conjunto de cosas que decimos. Lo que realmente nos interesa
es el mensaje como objeto.

Afectiva: además de ponerse en juego mensajes también se
pone en juego la relación entre los sujetos; los que se
comunican son personas, dos mensajes iguales dichos de
igual o diferente forma son absolutamente distintos, tenemos
que entender cómo es percibido eso por los alumnos. Les
cuesta mucho separarse de lo que a ellos les pasa.

Empática: hace relación a la necesidad de que haya contacto
entre las personas para una buena comunicación.

Educativa o metacomunicativa: la información no es lo
importante sino la comunicación múltiple. Mejorar el
lenguaje tanto verbal como corporal es una tarea a realizar por
parte del profesorado para ser entendido de la mejor manera
posible. En la expresión corporal se reflejan tanto el lenguaje
verbal como el corporal, y es una cuestión muy a tener en
cuenta para conseguir nuestros fines.

No se puede hablar de verdadera enseñanza si no hay comunicación,
pues debe haber contacto entre docente y discente para que haya ajustes
en el proceso educativo. Esta es la base para que se dé una enseñanza
que tenga en cuenta a la persona y las diferencias que, como tal, ésta
presenta.

Esta comunicación debe ser normal y fluida, debiendo saber el
profesorado en qué momento se necesita un tipo u otro de sistema de
comunicación para el perfecto desarrollo de las clases. Ni que decir tiene
que si lo que queremos es que los alumnos escuchen las explicaciones se
debe utilizar una comunicación de tipo unidireccional o unívoca, ya que
es la más apropiada para este tipo de propuestas.

Una comunicación biunívoca es apropiada para establecer un diálogo
con los alumnos, para responder a sus preguntas y sonsacarles lo que el
profesor estime necesario. Por último, una comunicación múltiple es
apta para momentos de juego, de debate, de aprendizaje común, ya que
en todo momento todos se ven a un mismo nivel y se aprende más
fácilmente unos de otros.

Tampoco se puede entender una educación en la que no se permita y
atienda a la manifestación de la persona como individuo: a esto debe
dirigirse la comunicación. Es en este caso en el que no debe darse con
demasiada frecuencia un tipo de comunicación unívoca, ya que además
de no atender a las necesidades de los alumnos con igualdad de
oportunidades, esta comunicación puede resultar un tanto cortante para
las intervenciones de éstos, ya que el profesor es visto como un ser
superior o algo así, mientras los alumnos se pueden llegar a creer
personas inferiores, no interviniendo por miedo al reproche.

Dentro de la enseñanza, el alumno no sólo es un ser que recibe, sino
también que emite y tiene que ser atendido para que su personalidad
tenga un correcto desarrollo. No se puede hablar de comunicación si no
se da un exquisito respeto y consideración por el otro; en demasiadas
ocasiones, nuestros propios mensajes nos parecen tan importantes que no
dejamos posibilidad de respuesta o no prestamos atención a ésta, que es
lo mismo.

Por todo ello, se debe tener muy en cuenta que la comunicación en la
educación es el medio de intervención de los docentes y reúne las
posibilidades de influencia educativa. La comunicación que el
profesorado realiza no se debe limitar a la verbal sino que hay que dan
simultáneamente diversos mensajes por otros canales, a veces
contradictorios entre sí.

Cuanto menor es la edad de los alumnos, mayor predominio hay de la
comunicación no verbal mientras que en los más mayores hay una
creciente influencia de la comunicación verbal. No obstante, el lenguaje
tampoco tiene para todas las personas los mismos significados y
connotaciones.

Los profesores no han de fijarse únicamente en los mensajes que
emiten, sino también en la respuesta que producen en sus alumnos así
como los mensajes espontáneos que estos producen. De este modo, el
profesorado siempre comprenderá perfectamente lo que sus alumnos
quieren comentarle, sus ruegos, preguntas, rarezas...El profesorado debe
conocer en todo momento lo que se cuece en la clase, los comentarios
que en ella surgen, ya que son de vital importancia para conocer el
estado de los alumnos: si necesitan descansar, seguir, cambiar de
actividad...

Mejorar el lenguaje
Existen algunos aspectos mediante los cuales podemos llegar a mejorar
el lenguaje. Esos aspectos son los siguientes:
Técnicos: ayudan a que el mensaje llegue sin ningún tipo de
interferencia. En este sentido habría que tener en cuenta el
nivel sonoro, que debe tener las siguientes características:
- Tener una postura que permita sacar la voz lo más fluida
posible.
- Conseguir que el volumen no sea excesivo buscando los
momentos de mejor acústica en la sesión.
- Pronunciación, velocidad y modulación adecuadas;
debemos ser cuidadosos a la hora de pronunciar todos los
rasgos de una palabra cuidando la velocidad que debe ser
adecuada y el lenguaje que no debe ser excesivamente
monótono.
Respecto a los aspectos técnicos, podemos mencionar el nivel
sonoro que imponemos a nuestro mensaje. Para ello, es
especialmente importante que los profesores sepan cómo obtener
la mayor proyección de su voz sin limitarse al empleo de las
cuerdas vocales.

Existen técnicas que es muy recomendable aprender no sólo para
eficacia de la comunicación sino para conservar la propia salud.

Debemos ser cuidadosos respecto a la pronunciación y velocidad y
saber que lo que puede ser audible en un grupo pequeño se
convierte en un amasijo de palabras que nadie entiende cuando el
grupo es más amplio. En general, hemos de ser conscientes que
cuanto mayor sea el tamaño del grupo y más disperso esté, más
claramente hemos de vocalizar y menor ha de ser la velocidad de
nuestra habla.

El habla, como la música, no sólo es sonido, sino también silencio.
Un uso adecuado de las pausas nos permitirá dar tiempo para que
asimilen lo que les decimos, crear expectación o marcar un punto
importante dentro del discurso.

Deberemos procurar también utilizar las posibilidades de
modulación que tiene la voz y que dan un mayor atractivo a
nuestro discurso. También hay que tener en cuenta la necesidad de
vocalizar, incluso aunque nos parezca forzado, todas y cada una de
las palabras de nuestro discurso.

Didácticos: ayudan a obtener sentido e interés pedagógico.
Aquí debemos preguntarnos si el mensaje tiene sentido y
relevancia, obteniendo esta información mediante las
siguientes pautas:
- Vocabulario que se utiliza: debemos enseñar a nuestros
alumnos palabras que expliquen nuevos conceptos y
movimientos.
- Sintaxis adecuada a las edades, consiguiendo esto a través
de frases cortas ya que se entienden mejor que las largas.
- Debemos procurar que el lenguaje tenga en cuenta las
necesidades motivacionales convenientes para el alumnado.
- El discurso debe ser coherente.

Además de estos aspectos técnicos que debemos tener en cuenta
para que todos oigan nuestros mensajes y estén atentos a ellos, hay
que procurar respetar otros aspectos que podemos denominar
didácticos. Por ejemplo, el vocabulario y la sintaxis deberán ser
adecuados a nuestra audiencia.

Igualmente, prestaremos atención a la coherencia del discurso para
que las partes que en él aparezcan sean lógicas y faciliten la
comprensión. Un último aspecto que habría que cuidar es el
relativo a que el mensaje sea significativo para aquellos a quienes
vaya dirigido; debe atraer al alumnado y conectar con sus
conocimientos previos, motivaciones, intereses...

El empleo del lenguaje no sólo pretende que nos entendamos, sino
que cada vez seamos más precisos en el conocimiento de una
materia. Por eso, las diversas asignaturas tienen generalmente un
vocabulario específico que debe ser adquirido para poder avanzar
en su estudio.

El canal visual
Para terminar con la presencia del lenguaje en la comunicación,
tendríamos que citar el lenguaje escrito como un tipo de mensajes que se
transmite por la vista. Cuando se emplea este lenguaje, se debe tener en
cuenta parecidos aspectos didácticos que los que comentábamos en el
lenguaje oral.

En el canal visual se apoya también el empleo de gráficos, esquemas,
dibujos, fotografías, vídeo, transparencias, diapositivas... El uso de
medios audiovisuales, o más simplemente la pizarra, puede ayudar a
presentar un modelo que de otra forma sea difícil de entender. Todo un
tratado aparte se podría hacer de la comunicación corporal que,
querámoslo o no, todo ser humano está emitiendo en cada momento de
su vida.

El lenguaje corporal proporciona una fuente inestimable de
comunicación que puede llegar a caracterizarnos. Algunos de los
mensajes que se emiten con el lenguaje corporal, no son modificables, ni
tan siquiera en muchos casos son conscientes. Otros, en cambio, los
podemos modificar en determinado grado. La teatralización es uno de
los recursos de los profesores que al principio les cuesta utilizar.

Algunos de los gestos son inseparables de nosotros o aparecen en
determinadas situaciones, por ejemplo cuando estamos nerviosos. Así,
podemos decir que una persona es muy gesticulante o expresiva y que
otra 'parece un pasmarote'. Sin embargo, hay otro tipo de gesticulación
que la podemos controlar: la sonrisa, el asentimiento, las malas caras, la
amplitud del movimiento, el signo de victoria, el pulgar boca abajo de
los circos romanos...

Llamamos paralenguaje a todos los gestos, voluntarios o no que hacemos
durante las conversaciones verbales. Este nos puede ayudar, en
interacción con otros aspectos detallados antes, a hacer el mensaje más
claro y atractivo. La postura global del cuerpo también nos envía
mensajes, de seguridad, de apertura, de temor, de oposición... La
vestimenta y ornamentos (peinado, maquillaje, adornos) tampoco ha de
ser descuidada pues envía mensajes que influyen en quienes se
relacionan con nosotros.

La proxemia
La proxemia estudia el significado que en las diversas culturas tiene las
distancias que se mantienen entre interlocutores. La misma nos puede
dar muchas explicaciones de las conductas del alumnado y referencias
sobre cómo debe el profesorado emplear su espacio como una forma más
de incidir educativamente. Se habla de cuatro distancias: íntima,
próxima, social y pública.

La distancia íntima se da en algunos contenidos como los de expresión
corporal, en algunos juegos, en corros o en actividades de lucha, en los
saludos...

La distancia próxima es lo que habitualmente conocemos como distancia
normal de conversación. No hay una distancia estándar por la que todos
nos podamos regir, ya que esta distancia es personal.

La distancia social es aquella en la que se producen interacciones con
gente más o menos desconocida.
La distancia pública es aquella en la que la comunicación ya no es
personal sino que es dirigida al grupo, ya sea para una clase, una
conferencia o un meeting.

Todo lo que aquí hemos visto no es sino una ínfima muestra de las
posibilidades de la comunicación, debido a que la misma se caracteriza
por compartir significados y éstos no son nunca unívocos y universales,
la comunicación nunca es efectiva cien por cien y sí, en cambio, causa
de muchos problemas. El desarrollo de la cultura y la transmisión de la
misma se basan en desarrollar y compartir significados.

Por ello, la comunicación es una de las prioridades de la enseñanza
porque los docentes no sólo han de estar pendiente a la corrección y
oportunidad de sus propios mensajes sino también a los de su alumnado.
Es conveniente estudiar qué mensajes se requieren qué estrategias
comunicativas y tener en cuenta la necesidad de ofertar diversidad de
mensajes en diferentes soportes que permitan reducir las interferencias
que inevitablemente se van a dar.

La comunicación y la educación no pueden seguir existiendo, del modo
tradicional, como ámbitos totalmente separados. La sociedad de la
información ha puesto en evidencia la necesidad de que ambos mundos,
el educativo y el comunicativo, se aproximen y se relacionen. Una
escuela, o una institución educativa, es una entidad que comunica,
transmite y proporciona orientaciones, códigos y lenguajes.

En consecuencia, la educación y la comunicación están obligadas a
entenderse.
2
A modo de conclusión
La comunicación entre docente-alumno, implica un acto de
subjetividad humana filosóficamente argumentado.

En la comunicación pedagógica se evidencia aspectos
significativos que tiene que ver con el proceso docente en lo
que respecta a su labor.

Existen ciertas dificultades en la comunicación pedagógica
con el alumnado que tienen que ver con el estilo de dirección
autoritario, vertical que prevalece en la institución educativa,
en correspondencia con ello el estilo de comunicación
prevalece en la relación profesor alumno-grupo que no
facilita la interacción comunicativa grupal en el proceso
docente.
Es destaca la necesidad del conocimiento pedagógico teórico
y práctico por parte de los profesores para propiciar un tipo
de comunicación que favorezca la educación.

Para lograr una comunicación positiva en la educación se
debe tener en cuenta que: el profesor (fuente/emisor) prepara
el escenario para el aprendizaje del educando
(receptor/destinatario), a través de la estimulación,
motivación y persuasión, fundamentalmente.

Debe existir una adecuada orientación en la que se brinde
toda la información requerida, se orienten los procedimientos
a desarrollar y dónde complementar la búsqueda de más
información y se asignan tareas docentes.

Se debe brindar al educando las oportunidades para la
ejercitación de lo aprendido en la fase anterior. En ella se le
facilita la ejecución de los diferentes procedimientos y
técnicas requeridos para el desarrollo y demostración de
modos de actuación establecidos.

Se debe procurar realizar una retroalimentación, ya que esto
constituye la consolidación de lo aprendido y la posibilidad
de su transferencia, de forma creadora, hacia nuevas
situaciones y tareas docentes.

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