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Durante la búsqueda Teddy se interesa por un faro, en el cual le dicen ya se ha buscado. A lo largo
de más escenas de la película se llega a la conclusión que el número 67 es nada más y nada
menos que el protagonista, vemos que existen muchas escenas e vivencias extrañas y
relacionadas con el pasado, podrán ser estos recuerdos o más bien alucinaciones de
interpretaciones que el protagonista tiene. Es evidente que algo le ocurre al agente Daniels. Tiene
ensoñaciones en las que reviven vívidamente pasajes del pasado, de la guerra concretamente.
Además periódicamente tiene alucinaciones en las que ve a su mujer, fallecida en un incendio, que
le previene de acontecimientos y le dice lo que debe hacer.
Y es que es cierto que el agente tiene alucinaciones. Puede padecer trastorno de estrés
postraumático por lo que vivió en la guerra y además se siente culpable por la muerte de su mujer
y por no haber evitado la de sus hijos. La situación le ha trastornado, sufre un trastorno psicótico,
probablemente esquizofrenia. Él fue agente, pero ahora es un interno de la institución. Está
sometido a un tratamiento farmacológico a base de Clorpromazina, pero no responde
adecuadamente a él porque se ha fabricado una historia para dar sentido a todo lo que le ha
pasado y eso interfiere en su proceso curativo.
El doctor Cawley ha montado un psicodrama para hacerle salir de su fantasía. Una especie de
“role-playing ”, para que Daniels vea lo incongruente de su historia y asuma la realidad. Es su única
oportunidad. Si la medicación no funciona tendrán que dejar paso a la cirugía. Es un paciente muy
violento, ya ha agredido a varias personas en la institución. De no encontrar una solución rápida le
practicarán una lobotomía.
Pero al final el proceso funciona y el “agente” recuerda todo lo que pasó. La representación ha sido
un éxito, ahora sabe que Daniels es un personaje inventado, en realidad es Andrew Laeddis. Fue
él quien mató a su mujer cuando vio que había ahogado a sus tres hijos y desde entonces la culpa
lo persigue.
Por fin la terapia farmacológica puede tener una oportunidad de éxito. Pero Laeddis, que se ha
fabricado toda una historia para huir de la realidad, ahora tampoco está dispuesto a aceptarla. Ante
la opción de asumir los hechos y curarse o de negarlos y seguir siendo un “loco”, prefiere la
segunda. Por muy dura que parezca, la última escena de la película, es una representación, ahora
consciente, para conseguir que le hagan una lobotomía. Es la única manera que le queda de
salirse con la suya, de persistir en su postura inicial, de seguir negando la realidad.