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Las Siete Palabras

Cristo en la Cruz , de Miguel Ángel, 1539-1541. La mirada levantada hacia el cielo


puede identificarse con las "palabras" primera, cuarta o séptima, dirigidas a Dios
Padre.

Cristo y el Buen Ladrón, de Tiziano, ca. 1566. Representa la "segunda palabra".


Crucifixión de Pietro Perugino, ca. 1482. Su composición (la Virgen a la derecha del
Crucificado y Juan a su izquierda) es la clásica del Stabat Mater, que corresponde a
la "tercera palabra".

Sed tengo, paso procesional de laCofradía de las Siete Palabras en laSemana Santa
de Valladolid. Cristo se representa durante la "quinta palabra", pero los sayones que
se juegan la túnica de Cristo aluden a la "primera palabra". 1
Consummatum est, detalle del púlpito de la catedral de Ribe. Representa la "sexta
palabra".2

Lo que Nuestro Salvador vio desde la Cruz, de James Tissot.

Las Siete Palabras (Septem Verba enlatín) es la denominación convencional


de las siete últimas frases que Jesúspronunció durante su crucifixión, antes
de morir, tal como se recogen en losEvangelios canónicos. Los dos
primeros,el de Mateo3 y el de Marcos,4 mencionan solamente una, la
cuarta. El de Lucasrelata tres, la primera, segunda y séptima.5El de
Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta.6 Su orden es
tradicional, no puede determinarse su orden cronológico.

1. "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen" - Pater dimitte illis,


non enim sciunt, quid faciunt(Lucas, 23: 34).
2. "En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso; o Yo te aseguro
que hoy estarás conmigo en el Paraíso" - Amen dico tibi hodie mecum
eris in paradiso(Lucas, 23: 43).

3. "Madre, he ahí tu hijo ... hijo, he ahí tu madre"; o "Mujer, aquí tienes a
tu hijo ... Aquí tienes a tu madre" -Mulier ecce filius tuus ... ecce
mater tua (Juan, 19: 26-27).

4. "Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado" - Deus meus Deus
meus ut quid dereliquisti me(Mateo, 27: 46 y Marcos, 15: 34).

5. "Tengo sed" - Sitio (Juan, 19: 28).

6. "Todo está hecho"; o "Todo se ha cumplido" - Consummatum est(Juan,


19: 30).

7. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" - Pater in manus tuas


commendo spiritum meum (Lucas, 23: 46).

Su interpretación devocional es una comparación con situaciones por las


que inevitablemente pasa la vida de todo creyente; a la que se suman todo
tipo deexégesis. El mismo texto evangélico atribuye a estas "palabras" un
fin de cumplimiento de profecías del Antiguo Testamento: sabiendo que ya
todo estaba cumplido, y para que la Escritura se cumpliera hasta el
final (Juan, 19: 28).

Son objeto de particular devoción al ser consideradas como "verdaderas


palabras" de Jesús, condición compartida con algunas otras expresiones,
recogidas a lo largo de los Evangelios, que pretenden sercitas
exactas (aunque traducidas al griego, excepto una pocas que se
transcribieron literalmente en hebreo o arameo por los evangelistas y
reciben la denominación particular de ipsissima verba o ipsissima vox).7
Índice

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 1 Primera Palabra
 2 Segunda Palabra

 3 Tercera Palabra

 4 Cuarta Palabra

 5 Quinta Palabra

 6 Sexta Palabra

 7 Séptima Palabra

 8 Liturgia y devociones

 9 Iconografía

 10 Obras musicales

 11 Bibliografía

 12 Notas

Primera Palabra[editar]

Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Lucas, 23: 34.

La oración se ofreció para quienes eran culpables de darle muerte. Puede


interpretarse como dirigida a los judíos, a los soldados romanos (que en el
final de ese versículo aparecen jugándose su túnica a los dados),8 a ambos
o, genéricamente, a la humanidad entera.
Para "perdona", además de la voz latinadimitte, también es muy frecuente
usarignosce.9 El original griego es Πατερ, συγχωρησον αυτους· διοτι δεν
εξευρουσι τι πραττουσι.10

Segunda Palabra[editar]

En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Lucas, 23: 43.

Es la respuesta de Cristo a la súplica "acuérdate de mí, cuando vengas en tu


reino" del ladrón arrepentido. Con ello se interpreta que le asegura
la salvación sin que para ello haya obstáculo en sus pecados anteriores, por
la fe que ha puesto en Jesucristo.

Tercera Palabra[editar]

Madre he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre

Juan, 19: 26-27.

Una primera interpretación ve este pasaje en sentido ético o social: Cristo


entregó el cuidado de su madre al discípulo amado, cumpliendo un
elemental deber filial. Se ve la enseñanza de atender "las cosas del reino" (a
las que es enviado Juan), sin desatender las responsabilidades asignadas
desde antes; si amamos a Dios, amamos a nuestro prójimo y le atendemos,
pero primeramente lo haremos con los más cercanos. En Jesús descansaba
el deber de cuidar a su madre, que se supone viuda en esos momentos. Si no
tenía otros hijos (la problemática existencia o ausencia de hermanos de
Jesús), se entiende que su único hijo la encomiende al discípulo amado,
dándosela por madre. Este acto recíproco se interpreta como demostración
de que no sólo hay que recibir amor, sino saber darlo sin importar las
circunstancias.

Se han hecho numerosas afirmaciones mariológicas sobre este pasaje.


SegúnRaymond Edward Brown, «parece absolutamente increíble que una
escena tan reveladora y dramática, que sitúa a la madre de Jesús en una
nueva relación con el discípulo amado acabe simplemente en que él la lleva
a su casa. [...] El significado de este episodio reside en la nueva relación
entre la madre de Jesús y el discípulo amado».11 Según Francis J. Moloney,
no se puede eludir el hecho de que Jesús crucificado creó desde la cruz
«una familia nueva».12 En el espacio de tres versículos (Juan 19:25-27), el
término «madre» aparece no menos de cinco veces. Esa misma expresión
había aparecido en el pasaje de las bodas de Caná(Juan 2:1-5), cuando
todavía «no había llegado la hora» de la glorificación de Jesús. Moloney
apunta que en el relato de la crucifixión y muerte de Jesús («la hora» de la
glorificación), tan sofisticado y simbólico, el evangelista no pudo significar
simplemente que el discípulo amado tenía que cuidar de la viuda y madre de
Jesús una vez muerto su hijo. En el concepto de Moloney, el pasaje afirma el
papel maternal de la madre de Jesús en la nueva familia de Jesús creada en
la cruz.12

Véase también: Stabat Mater

Cuarta Palabra[editar]

Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?

Mateo, 27: 46 y Marcos 15: 34.

Aparece en el Evangelio de Marcos (el más antiguo) en arameo (Elohi, Elohi,


lema' šĕbaqtani), y en el Evangelio de Mateo en hebreo ( 'Eli, 'Eli, lĕma'
šĕbaqtani).

Según la interpretación tradicional, Jesús estaría recitando el Salmo 22, que


empieza precisamente por esas palabras. Para la teología Jesús se ha
entregado libremente al sacrificio por la humanidad, y en su naturaleza
humana se siente abandonado, como había expresado en Gestemaní. Él es
el Siervo Sufriente de Yahvé, pero finalmente acepta el sacrificio vicario
para con la humanidad. El sufrimiento de Cristo simboliza también el
sufrimiento del ser humano aun en la mayor de las fes.

Para la crítica histórica,13 la frase, o al menos lo que expresa, es


probablemente histórica, cumpliendo con el criterio de la atestiguación
múltiple (siendo de hecho la única de las Siete Palabras que aparece en más
de un evangelio) y el de la dificultad (ya que, dado su carácter de
desolación, es factible que la Iglesia primitiva haya experimentado cierta
dificultad para aceptar esta frase en labios de Cristo). Pero también se
piensa que aunque la idea sea auténtica (esto es, el Jesús histórico se
habría sentido realmente abandonado al momento de su muerte, esperando
una intervención de Dios Padre que no llegó), los múltiples otros insertos del
Salmo 22 (junto a Isaías 53) pueden hacer pensar en el relato de la Pasión
como una composición a posteriori a partir de pasajes del Antiguo
Testamento, si bien con elementos realmente históricos.

Un autor contemporáneo escribió:

¿Cómo entender tal desamparo? [...] Dios lo abandonó, como dice la teología, non
recedendo, sed non adiuvando: no alejándose de Él, sino privándole de su socorro.
[...] Un vacío por dentro, una fuga de las entrañas, un removerse de todo soporte
íntimo. [...] Nadie sabrá nunca como el Hijo qué es ser abandonado por el Padre,
porque nadie ha sabido como el Hijo qué es estar unido al Padre, descansar en Él,
servirle y ser regalado por Él.14

José María Cabodevilla

Quinta Palabra[editar]

Tengo sed.

Juan, 19: 28.

Se interpreta como expresión de dos tipos de ansia de Cristo en la cruz. En


primer término, de la sed fisiológica, uno de los mayores tormentos de los
crucificados. En sentido alegórico, como la sed espiritual de Cristo de
consumar la redención para la salvación de todos. Cuadra con la estructura
del cuarto evangelio, y evoca la sed espiritual que Cristo experimentó junto
al pozo de la samaritana.

Sexta Palabra[editar]

Todo está hecho.

Juan, 19: 30.


Muy a menudo se cita en latín (Consummatum est), pues se ha convertido
en un verdadero tópico literario (en términos escriturísticos, una perícopa).
Se puede interpretar como la proclamación en boca de Cristo del
cumplimiento perfecto de la Sagrada Escritura en su persona. Esta palabra
pone de manifiesto que Jesús era consciente de que había cumplido hasta
el último detalle su misión redentora y la culminación del programa de su
vida: cumplir la Escritura haciendo siempre la voluntad del Padre. Más que
una palabra de agonía, es de victoria, "todo está concluido".

Séptima Palabra[editar]

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.

Lucas, 23: 46.

Es la última frase que se atribuye a Jesucristo, y se interpreta como un


ejemplo de la confianza que debe tener un cristiano ante la entrada en el
mundo espiritual: las postrimerías.15
ESCRITO POR GUILLERMO SANCHEZ SÁBADO 07 DE ABRIL DE 2012 16:40

Las siete palabras de Jesús antes de Morir


viernes 2 de abril de 2010

JESUCRISTO: LUEGO DE SER CRUCIFICADO POR LOS JUDÍOS, PRONUNCIÓ SIETE FRASES COMO
SUS ÚLTIMAS PALABRAS

Hola amigos: A VUELO DE UN QUINDE EL BLOG:, Jesucristo luego de ser condenado a


muerte y crucificado por orden de los jerarcas corruptos judíos del Templo de Jerusalén,
encabezados por el Sumo Sacerdote. Caifás; el suplicio de ser crucificado era el castigo mas
cruel reservado y aplicado solo para los peores criminales en La Tierra. Estando
crucificado,Jesucristo pronunció siete frases que ahora se llaman "Las Siete Palabras",
vamos a decifrarlas a continuación tomando como base la Biblia.
Aquí apreciamos en la imagen a CRISTO
CRUCIFICADO , una hermosa pintura de Diego Velázquez (1599-1660), pintada en 1632 y
actualmente está en el Museo del Prado en España. Fuente: xabierpita.es

1.- PRIMERA PALABRA:


"PADRE, PERDÓNALOS PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN"
Jesucristo estando crucificado, ejecución que se hizo junto a dos malhechores: Dimas a la
diestra y Gestas a la siniestra , en el lugar llamado "Calaveras" o Calvario. Vamos a la Biblia
y llegamos aLucas 23:32-34... mientras Jesús decía: "Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen".

Jesús es magnánimo y perdona a sus enemigos, porque ellos si sabían lo que hacían, no
podían permitir que viva un día más el intruso que les cuestionaba su corrupto poder en el
Templo de Jerusalén. Después de la feroz agresión que le causaron la muerte, aun así estando
moribundo perdonó a sus enemigos judíos.

2.- SEGUNDA PALABRA:


" EN VERDAD TE DIGO : HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO"
Jesucristo ya estando crucificado junto a dos malhechores, vamos a la Biblia y llegamos
a Lucas 23:39-43.... uno de los malhechores crucificado a la siniestra de Jesucristo - Gestas -
insultándolo le dijo: "¿Así que tú eres el Cristo? sálvate, pues, también a nosotros". Pero el
otro que estaba a la diestra - Dimas - lo reprendió, diciéndole: "¿No temes a Dios, tú que estás
en el mismo suplicio? nosotros lo tenemos merecido y pagamos nuestros crímenes. Pero él no
ha hecho nada malo" y añadió: "Jesús, acuerdate de mí cuando llegues a tu Reino". Jesús tan
generoso, respondió: "En verdad te digo: que hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso"
Jesús, tiende su mano benévola al pecador arrepentido, que estando compartiendo el mismo
suplicio y conocedor de sus pecados pide a Dios lo ayude y lo reciba en el Cielo en el último
minuto de su vida.

3. TERCERA PALABRA:
" MUJER , HE AHÍ A TU HIJO ... HIJO HE AHÍ A TU MADRE"
Jesucristo sabiendo la triste realidad que le esperaba a su Madre María, confía a su discípulo
mas querido JUAN y también Juan a María, así lo entiende Juan, vamos a la Biblia y llegamos
aJuan 19: 25-27.... junto a la cruz de Jesús estaba su madre y la hermana de su madre, María,
esposa de Cleofás y María Magdalena. Jesús al ver a su madre , y junto a ella, a su discípulo
(Juan) al que más quería, dijo a la Madre : "Mujer ahí tienes a tu hijo " y después dijo al
discípulo "Ahí tienes a tu madre". Desde ese momento el discípulo se la llevo a su casa .

Jesús, ya estaba muriendo y encomendó a Juan el cuidado y la suerte de su madre: María, es


un gesto maravilloso a todas las madres del mundo, de ese amor tan tierno y dulce de Jesús a
su madre María.

4.- CUARTA PALABRA:


" DIOS MÍ, DIOS MÍO ¿PORQUÉ ME HAS ABANDONADO?"
Jesucristo ya moribundo se siente completamente solo, tiene mucho dolor y las fuerzas
corporales lo están abandonado; vamos a la Biblia y llegamos aMarcos 15:33-35.... llegado el
mediodía. se oscureció todo el país hasta las tres de la tarde y a esa hora Jesús gritó con voz
muy fuerte: "Eloi, Eloi ¿Lama sabactani?, que quiere decir: "Dios mío, Dios mío ¿Porqué
me has abandonado?"

Que desgarrador grito, como él era el Hijo de Dios, sacó fuerzas increíbles para gritar por la
desesperación que sentía en sus últimos momentos de su vida.

5.- QUINTA PALABRA:


" TENGO SED"
Jesucristo como un ser viviente terrestre, es torturado por la sed, vamos a la Biblia y llegamos
aJuan 19:28-29..... después que Jesús entregó a su madre a su discípulo Juan y sabiendo que
todo se había cumplido, dijo: " Tengo sed" Y con esto también se cumplió una profecía. Había
ahí un jarro lleno de vino agridulce, pusieron en una caña una esponja llena de esa bebida y la
acercaron a sus labios.

Jesús también nos decía que tiene sed porque en el mundo se realice el Reino de su Padre.

6.- SEXTA PALABRA:


" TODO ESTÁ CUMPLIDO "
Jesucristo sabiendo que tiene escasos segundos de vida , siente que todo ya va terminando;
vamos a la Biblia y llegamos a Juan 19:29-30..... cuando le acercaron la esponja del vino
agridulce y cuando hubo probado el vino, Jesús , dijo: " Todo está cumplido".

Jesús tomó hasta la última gota del vino, está cumplida la existencia terrenal del Hijo de Dios,
hecho hombre, y de su semilla en La Tierra, va surgir el hombre nuevo. Lamentablemente el
pueblo escogido: Israel, es ahora un pueblo cruel y gobernado por jefes asesinos, por ejemplo
en la última incursión de las tropas israelíes contra la Palestina, asesinaron a mas de 1,500
personas civiles y además condenó a la inanición a otros miles por el bloqueo impuesto en sus
fronteras con muros de contención.

7.- SÉPTIMA PALABRA:


" PADRE, EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU"
Jesucristo, ya estaba entregando su espíritu a Dios su padre, vamos a la Biblia y llegamos
aLucas 23: 44- 48.... como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta
las tres de la tarde . En ese momento la cortina del Templo se rasgó por la mitad y Jesús girtó
muy fuerte: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu" y al decir estas palabras expiró.
El Capitán al ver lo que había pasado, reconoció la obra de Dios, diciendo: "Realmente este
hombre era un justo". Y toda la gente que se había reunido para este espectáculo. al ver lo
sucedido, comenzó a irse golpeándose el pecho.

Jesús, vino al mundo como el Hijo de Dios, era "El MESÍAS", Dios lo envió como su único
hijo primogénito para salvar al hombre del pecado, también es verdad que sembró la semilla
de la justicia y quiso librarnos de los pecados, esa fue la intención de Dios, pero creemos que
casi todo lo hecho por Jesús ahora nadie lo practica, el mundo es cada vez mas cruel, existen
más pecadores y crímenes y desde las esferas de los gobiernos de los países poderosos se
siembra la muerte y el terror bajo la consigna de "salvar al mundo del terrorismo "(que
contradicción con redundancia).

Unos países se han autonombrado "Gobiernos de la Paz " y ejercen el poder con presión de
invasión y para ello tienen una organización de fachada llamada : Organización de las
Naciones Unidas -ONU - que solo obedece las ordenes del Jefe del país mas poderoso. Creo
que necesitamos una segunda venida de Jesús y tal vez así se logre un mundo mas justo y
equitativo y el hombre pueda lograr la gloria y la felicidad eterna de Dios.

Xxxxxxxxxxxx

Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen


(Lc. 23,34)

En verdad, en verdad te digo: hoy estarás conmigo en el Paraíso (Lc. 23,43)


Mujer, he ahí a tu hijo; hijo he ahí a tu madre (Jn. 19, 26-27)

¡Dios mío, Dios mío!, ¿por qué me has abandonado? (Mc. 15, 34; Mt. 27, 46)

Tengo sed (Jn. 19,28)

Todo está consumado (Jn. 19, 39)

Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu.


PRIMERA PALABRA

“PADRE, PERDÓNALES, PORQUE NO SABEN LO QUE HACEN” (Luc.23,34)

Según la narración del Evangelista Lucas, ésta es la primera Palabra


pronunciada por Jesús en la Cruz.

Jesús en la Cruz se ve envuelto en un mar de insultos, de burlas y de


blasfemias. Lo hacen los que pasan por el camino, los jefes de los judíos, los
dos malhechores que han sido crucificados con El, y también los soldados. Se
mofan de Él diciendo: “Si eres hijo de Dios, baja de la Cruz y creeremos en ti”
(Mt .27,42). “Ha puesto su confianza en Dios, que Él lo libre ahora” (Mt.27,43).

La humanidad entera, representada por los personajes allí presentes, se ensaña


contra El. “Me dejareis sólo”, había dicho Jesús a sus discípulos. Y ahora está
solo, entre el Cielo y la tierra.

Se le negó incluso el consuelo de morir con un poco de dignidad.

Jesús no sólo perdona, sino que pide el perdón de su Padre para los que lo han
entregado a la muerte.

Para Judas, que lo ha vendido. Para Pedro que lo ha negado. Para los que han
gritado que lo crucifiquen, a El, que es la dulzura y la paz. Para los que allí se
están mofando.

Y no sólo pide el perdón para ellos, sino también para todos nosotros. Para
todos los que con nuestros pecados somos el origen de su condena y
crucifixión. “Padre, perdónales, porque no saben…”

Jesús sumergió en su oración todas nuestras traiciones. Pide perdón, porque el


amor todo lo excusa, todo lo soporta… (1 Cor. 13).

SEGUNDA PALABRA

“TE LO ASEGURO: HOY ESTARÁS CONMIGO EN EL PARAÍSO”

(Luc.23, 43)

Sobre la colina del Calvario había otras dos cruces. El Evangelio dice que, junto
a Jesús, fueron crucificados dos malhechores. (Luc. 23,32).

La sangre de los tres formaban un mismo charco, pero, como dice San Agustín,
aunque para los tres la pena era la misma, sin embargo, cada uno moría por una
causa distinta.
Uno de los malhechores blasfemaba diciendo: “¿No eres Tú el Cristo? ¡Sálvate a
ti mismo y sálvanos a nosotros!” (Luc. 23,39).

Había oído a quienes insultaban a Jesús. Había podido leer incluso el título que
habían escrito sobre la Cruz: “Jesús Nazareno, Rey de los judíos”. Era un hombre
desesperado, que gritaba de rabia contra todo.

Pero el otro malhechor se sintió impresionado al ver cómo era Jesús. Lo había
visto lleno de una paz, que no era de este mundo.

Le había visto lleno de mansedumbre. Era distinto de todo lo que había conocido
hasta entonces. Incluso le había oído pedir perdón para los que le ofendían.

Y le hace esta súplica, sencilla, pero llena de vida: “Jesús, acuérdate de mí


cuando estés en tu Reino”. Se acordó de improviso que había un Dios al que se
podía pedir paz, como los pobres pedían pan a la puerta de los señores.

¡Cuántas súplicas les hacemos nosotros a los hombres, y qué pocas le hacemos
a Dios!…

Y Jesús, que no había hablado cuando el otro malhechor le injuriaba, volvió la


cabeza para decirle: “Te lo aseguro. Hoy estarás conmigo en el Paraíso”.

Jesús no le promete nada terreno.

Le promete el Paraíso para aquel mismo día. El mismo Paraíso que ofrece a todo
hombre que cree en El.

Pero el verdadero regalo que Jesús le hacía a aquel hombre, no era solamente el
Paraíso. Jesús le ofreció el regalo de sí mismo.

Lo más grande que puede poseer un hombre, una mujer, es compartir su


existencia con Jesucristo. Hemos sido creados para vivir en comunión con él.

TERCERA PALABRA

“MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO”. “AHÍ TIENES A TU MADRE”,

(Jn.I9, 26)

Junto a la Cruz estaba también María, su Madre. La presencia de María junto a


la Cruz fue para Jesús un motivo de alivio, pero también de dolor. Tuvo que ser
un consuelo el verse acompañado por Ella. Ella que, por otra parte, era el primer
fruto de la Redención.
Pero, a la vez, esta presencia de María tuvo que producir1e un enorme dolor, al
ver el Hijo los sufrimientos que su muerte en la cruz estaban produciendo en el
interior de su Madre. Aquellos sufrimientos le hicieron a Ella Corredentora,
compañera en la redención.

Era la presencia de una mujer, ya viuda desde hacía años, según lo hace pensar
todo. Y que iba a perder a su Hijo.

Jesús y María vivieron en la Cruz el mismo drama de muchas familias, de tantas


madres e hijos, reunidos a la hora de la muerte. Después de largos períodos de
separación, por razones de trabajo, de enfermedad, por labores misioneras en la
Iglesia, o por azares de la vida, se encuentran de nuevo en la muerte de uno de
ellos.

Al ver Jesús a su Madre, presente allí, junto a la Cruz, evocó toda una estela de
recuerdos gratos que habían vivido juntos en Nazaret, en Caná, en Jerusalén.
Sobre sus rodillas había aprendido el shema, la primera oración con que un niño
judío invocaba a Dios. Agarrado de su mano, había ido muchas veces a la
Pascua de Jerusalén… Habían hablado tantas veces en aquellos años de
Nazaret, que el uno conocía todas las intimidades del otro.

En el corazón de la Madre se habían guardado también cosas que Ella no había


llegado a comprender del todo. Treinta y tres años antes había subido un día de
febrero al Templo, con su Hijo entre los brazos, para ofrecérselo al Señor.

Y fue precisamente aquel día, cuando de labios de un anciano sacerdote oyó


aquellas palabras: “A ti, mujer, un día, una espada te atravesará el alma”. Los
años habían pasado pronto y nada había sucedido hasta entonces.

En la Cruz se estaba cumpliendo aquella lejana profecía de una espada en su


alma.

Pero la presencia de María junto a la Cruz no es simplemente la de una Madre


junto a un Hijo que muere. Esta presencia va a tener un significado mucho más
grande.

Jesús en la Cruz le va a confiar a María una nueva maternidad. Dios la eligió


desde siempre para ser Madre de Jesús, pero también para ser Madre de los
hombres.

CUARTA PALABRA

“DIOS MÍO, DIOS MÍO, ¿POR QUÉ ME HAS ABANDONADO” (Mt.27,46)


Son casi las tres de la tarde en el Calvario y Jesús está haciendo los últimos
esfuerzos por hacer llegar un poco de aire a sus pulmones. Sus ojos están
borrosos de sangre y sudor.

Y en este momento, incorporándose, como puede, grita: “Dios mío, Dios mío,
¿por qué me has abandonado?”.

No había gritado en el huerto de los Olivos, cuando sus venas reventaron por la
tensión que vivía. No había gritado en la flagelación, ni cuando le colocaron la
corona de espinas.

Ni siquiera lo había hecho en el momento en que le clavaron a la Cruz.

Jesús grita ahora.

Jesús, el Hijo único, aquel a quien el Padre en el Jordán y en el Tabor había


llamado: “Mi Hijo único” , “Mi Predilecto”, “Mi amado”, Jesús en la Cruz se siente
abandonado de su Padre.

¿Qué misterio es éste? ¿Cuál es el misterio de Jesús Abandonado, que


dirigiéndose a su Padre, no le llama “Padre”, como siempre lo había hecho, sino
que le pregunta, como un niño impotente, que por qué le había abandonado?.

¿Por qué Jesús se siente abandonado de su Padre?

Me gustaría poder ayudarte a conocer un poco, y, sobre todo, a contemplar todo


el misterio tremendo, y a la vez inmensamente grande, que Jesús vive en este
momento.

Este momento de la Pasión de Jesús, en que se siente abandonado de su mismo


Padre, es el más doloroso para El de toda la Redención. El verdadero drama de
la Pasión Jesús lo vivió en este abandono de su padre.

Y si la Pasión de Jesús, el Hijo bendito del Padre, es el misterio que no tiene


nombre, que no hay palabras para describirlo, no lo es simplemente por los
azotes, ni por la sangre derramada, ni por la agonía o por la asfixia, sino porque
nos hace entrar en el misterio de Dios.

Y en este abandono de Jesús, descubrimos el inmenso amor que Jesús tuvo por
los hombres y hasta dónde fue capaz de llegar por amor a su Padre. Porque todo
lo vivió por haberse ofrecido a devolver a su Padre los hijos que había perdido y
por obediencia a Él.

QUINTA PALABRA

“TENGO SED” (Jn.19,28)


1.- Uno de los más terribles tormentos de los crucificados era la sed.

La deshidratación que sufrían, debida a la pérdida de sangre, era un tormento


durísimo. Y Jesús, por lo que sabemos, no había bebido desde la tarde anterior.

No es extraño que tuviera sed; lo extraño es que lo dijera.

2.- La sed que experimentó Jesús en la Cruz fue una sed física. Expresó en
aquel momento estar necesitado de algo tan elemental como es el agua. Y pidió,
“por favor”, un poco de agua, como hace cualquier enfermo o moribundo.

Jesús se hacía así solidario con todos, pequeños o grandes, sanos o enfermos,
que necesitan y piden un poco de agua. Y es hermoso pensar que cualquier
ayuda prestada a un moribundo, nos hace recordar que Jesús también pidió un
poco de agua antes de morir.

3.- Pero no podemos olvidar el detalle que señala el Evangelista San Juan: Jesús
dijo: “Tengo sed”. “Para que se cumpliera la Escritura”, dice San Juan (Jn.19,28).

Jesús habló en esta quinta Palabra de “su sed”. Aquella sed que vivía El como
Redentor.

Jesús, en aquel momento de la Cruz, cuando está realizando la Redención de los


hombres, pedía otra bebida distinta del agua o del vinagre que le dieron.

Poco más de dos años antes, Jesús se había encontrado junto al pozo de Sicar
con una mujer de Samaría, a la que había pedido de beber.”Dame de beber”.
Pero el agua que le pedía no era la del pozo. Era la conversión de aquella mujer.

Ahora, casi tres años después, San Juan que relata este pasaje, quiere
hacernos ver que Jesús tiene otra clase de sed. Es como aquella sed de
Samaría.

“La sed del cuerpo, con ser grande -decía Santa Catalina de Siena- es limitada.
La sed espiritual es infinita”.

Jesús tenía sed de que todos recibieran la vida abundante que El había
merecido. De que no se hiciera inútil la redención. Sed de manifestarnos a Su
Padre. De que creyéramos en Su amor. De que viviéramos una profunda relación
con El. Porque todo está aquí: en la relación que tenemos con Dios.

SEXTA PALABRA

“TODO ESTÁ CUMPLIDO” (Jn. 19, 30)

Estas fueron las últimas palabras pronunciadas por Jesús en la Cruz.


Estas palabras no son las de un hombre acabado. No son las palabras de quien
tenía ganas de llegar al final. Son el grito triunfante del vencedor.

Estas palabras manifiestan la conciencia de haber cumplido hasta el final la


obra para la que fue enviado al mundo: dar la vida por la salvación de todos los
hombres.

Jesús ha cumplido todo lo que debía hacer.

Vino a la tierra para cumplir la voluntad de su Padre. Y la ha realizado hasta el


fondo.

Le habían dicho lo que tenía que hacer. Y lo hizo. Le dijo su Padre que anunciara
a los hombres la pobreza, y nació en Belén, pobre. Le dijo que anunciara el
trabajo y vivió treinta años trabajando en Nazaret.

Le dijo que anunciara el Reino de Dios y dedicó los tres últimos años de su vida
a descubrirnos el milagro de ese Reino, que es el corazón de Dios.

La muerte de Jesús fue una muerte joven; pero no fue una muerte, ni una vida
malograda. Sólo tiene una muerte malograda, quien muere inmaduro. Aquel a
quien la muerte le sorprende con la vida vacía. Porque en la vida sólo vale, sólo
queda aquello que se ha construido sobre Dios.

Y ahora Jesús se abandona en las manos de su Padre. “Padre, en tus manos


pongo mi Espíritu”.

Las manos de Dios son manos paternales. Las manos de Dios son manos de
salvación y no de condenación.

Dios es un Padre.

Antes de Cristo, sabíamos que Dios era el Creador del mundo. Sabíamos que era
Infinito y todopoderoso, pero no sabíamos hasta qué punto Dios nos amaba.
Hasta qué punto Dios es PADRE. El Padre más Padre que existe.

Y Jesús sabe que va a descansar al corazón de ese Padre.

SÉPTIMA PALABRA

“PADRE, EN TUS MANOS PONGO MI ESPÍRITU (Luc. 23,46)


Y el que había temido al pecado, y había gritado: “¿Por qué me has
abandonado?”, no tiene miedo en absoluto a la muerte, porque sabe que le
espera el amor infinito de Su Padre.

Durante tres años se lanzó por los caminos y por las sinagogas, por las
ciudades y por las montañas, para gritar y proclamar que Aquel, a quien en la
historia de Israel se le llamaba “El”, “Elohim”, “El Eterno”, “El sin nombre”, sin
dejar de ser aquello, era Su Padre. Y también, nuestro Padre.

Y el hecho de que tenga seis mil millones de hijos en el mundo, eso no impide
que a cada uno de nosotros nos mime y nos cuide como a un hijo único.

Y, salvadas todas las distancias, también nosotros podemos decir, lo mismo que
Jesús: “Dios es mi Padre”, “los designios de mi Padre”, “la voluntad de mi
Padre”.

Y si es cierto que es un Padre Todopoderoso, también es cierto que lo es todo


cariñoso. Y en las mismas manos que sostiene el mundo, en esas mismas
manos lleva escrito nuestro nombre, mi nombre.

Y, a veces, cuando la gente dice: “Yo estoy solo en el mundo”, “a mi nadie me


quiere”, El, el padre del Cielo, responde: “No. Eso no es cierto. Yo siempre estoy
contigo”.

Hay que vivir con la alegre noticia de que Dios es el Padre que cuida de
nosotros. Y, aunque a veces sus caminos sean incomprensibles, tener la
seguridad de que El sabe mejor que nosotros lo que hace. Hay que amar a Dios,
sí. Pero también hay que dejarse amar y querer por Dios.

En las manos de ese Padre que Jesús conocía y amaba tan entrañablemente, es
donde El puso su espíritu.

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PRIMERA PALABRA:

"Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allí, y a los


dos malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús
decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.
Dividiendo sus vestidos, echaron suerte sobre ellos. El pueblo estaba
allí mirando, y los príncipes mismos se burlaban, diciendo: A otros
salvó; sálvese a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido. Y le
escarnecían también los soldados, que se acercaban a Él
ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres el rey de los judíos, sálvate a
ti mismo. Había también una inscripción sobre Él: Este es el rey de
los judíos (Lc 23, 33-38)".

Reflexión:

Jesús, traicionado, llevado a los tribunales como acusado y luego


juzgado, cruelmente azotado, escupido, golpeado, maltratado,
condenado a muerte, castigado a subir con su propia cruz, luego
desnudado en público, tendido sobre la cruz, clavado a través de sus
huesos de manos y pies, esta recibiendo las ofensas y burlas, y lo
único que dice es: "Padre, perdónalos, porque no saben lo que
hacen".

SEGUNDA PALABRA

"Uno de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: ¿No eres


tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros. Pero el otro,
tomando la palabra, le reprendía, diciendo: ¿Ni tú temes a Dios? En
nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo de
nuestras obras; pero este nada malo ha hecho. Y decía: Jesús,
acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Él le dijo: En verdad te
digo, hoy estarás conmigo en el paraíso." (Lc 23, 39-43).

Reflexión:

Señor, eres admirable, distingues en el corazón de los malhechores


lo que ellos tienen y te has conmovido, es así como uno de estos,
reclama desde su cruz tu inocencia, además reconoce en ti que eres
Rey, y nos enseña como debemos cargar esa pesada cruz si hemos
hecho algo para merecerlo. Señor, así como ese buen ladrón, y no
como el otro quiero ser, esto es tener la capacidad para reconocer lo
que merezco, la cruz que debo cargar, por mis malas acciones, pero
en el fondo ser humilde y pedir perdón y misericordia

TERCERA PALABRA:

"Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su


Madre, María de Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su
Madre y al discípulo que amaba, que estaba allí, dijo a la
Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a tu
Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa" (Jn
19, 25-27).

Reflexión:

Una pregunta Señor, en ese momento donde estaban los otros,


donde estaban esos permanentes seguidores, donde estaban lo otro
miembros que acompañaba tu caminar, donde estaban todos esos
que oyeron, y creyeron en ti, ¿dónde están ahora?, porque son tan
pocos los que acompañaron el dolor de Maria. Así es también este
mundo hoy Señor, somos cómodos, no siempre asistimos al sacrificio
de la Eucaristía, decimos te acompañamos en las buenas y en las
malas, es solo por cumplir y no actuamos.

CUARTA PALABRA

"Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta


la hora de nona. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte,
diciendo: ¡Eloí, Eloí, lama sabachtani! Que quiere decir: Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has desamparado? Algunos de los que allí
estaban, oyéndolo, decían: A Elías llama éste" (Mt 27, 45-47).

Reflexión:

Señor Jesús, que angustia, que pena más grande, sólo hicisteis el
bien, y por nosotros, por mi pecado, por nuestros pecados, estas
sintiendo tanto dolor, nuevamente Señor, donde están aquellos por lo
que tu sufristeis, y ahora a pocos instantes de la muerte, sufres la
angustia de sentirte abandonado y soportas el dolor de los clavos y
de la flagelación, el dolor causado por mis pecados.

QUINTA PALABRA:

"Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba ya consumado,


para que se cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allí un
botijo lleno de vinagre. Fijaron en una rama de hisopo una esponja
empapada en vinagre y se la llevaron a la boca" (Jn 19, 28-29).

Reflexión:

Señor, permíteme interpretar de que tienes sed, es sed de almas, es


sed de amor, es sed de perdonar, es sed de salvación de todos
nosotros, es sed de compresión, es sed de justicia, es sed de
conversión.

SEXTA PALABRA
"Cuando hubo gustado el vinagre, dijo Jesús: Todo está acabado…"

(Jn 19, 30).

Reflexión:

¿Que esta acabado Señor? ¿Tu misión?, Señor, llegasteis hasta


estas palabra, por toda la humanidad, no solo por los habitantes del
paraíso que ofendieron a Dios con su desobediencia, nuevamente
nos das una gran lección Señor, la obediencia es salvación, acatar la
voluntad de Dios, obedecer sus mandatos es llegar a tu reino gracias
por esta enseñanza.

SÉPTIMA PALABRA

"Jesús, dando una gran voz, dijo: Padre, en tus manos entrego mi
espíritu... y diciendo esto, expiró" (Lc 23,46).

Reflexión:

Señor Jesús, tu última palabra es una gran voz, entregasteis tu vida,


la pusiste en las manos de Dios Padre, que gran lección Señor, es
preciso que el grano de trigo muera para que pueda dar frutos, tu
gesto nos salvo. Con Tu muerte en la cruz, nos indicasteis que en ella
esta la salvación.
1. "Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".

Esta oración, fue ofrecida por Cristo para los culpables de su muerte y puede estar dirigida
directamente a los judíos y los soldados romanos que en todo momento, se burlaron del
sacrificio de Jesús.

2. "Hoy estarás conmigo en el paraíso"

Esta frase fue la réplica al ladrón arrepentido de sus actos y es clara representación de la
salvación para aquel que se arrepienta a tiempo de sus pecados por la fe puesta en Dios.

3. "Madre he ahí a tu hijo, hijo he ahí a tu madre"

Es quizás, uno de los más grandes regalos que le dio Jesús a la humanidad, representada en
esta oportunidad por el apóstol San Juan. La Virgen María es la madre de todos los cristianos
e intercede por nosotros ante el Reino de Dios.

4. "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?"

Es una de las escenas donde se ve al Jesús humano. En hebreo se pronuncia: 'Elohi, Elohi,
lĕma' šĕbaqtani'. Cristo se entregó en sacrificio por el bien de la humanidad pero en
naturaleza humana se siente abandonado, tal y como se sintió en el Huerto de Getsemaní,
antes de ser apresado.

5. "Tengo Sed"

Representa la ansiedad que vivió Jesús en la cruz. Primero, la sed fisiológica (considerado
uno de los mayores tormentos para los crucificados) y luego, la sed espiritual que Cristo
experimentó en el episodio del pozo junto a la samaritana.

6. "Todo está consumado"

Se interpreta la proclamación en boca de Cristo del cumplimiento de las Sagradas Escrituras


en su persona. Cristo fue consciente de que había cumplido con su misión redentora y con la
voluntad de su Padre.

7. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"


Es la última frase de Cristo en la cruz, con la que finalmente expira y muere. Tras aquel
momento, la cortina del Templo se razgó y un fuerte temblor sacudió al monte Calvario y sus
alrededores.

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Las siete Palabras de Jesús en la Cruz

Por El escritor - 21 de Marzo, 2008, 21:24, Categoría: Pascua

Las siete Palabras de Jesús en la cruz.

Primera palabra

“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (San Lucas 23:34)

Todas las personas mueren. Unos mueren blasfemando, otros mueren en desesperanza y
con temor. Otros mueren orando. Las últimas palabras de una persona, pueden ser
palabras de juicio, condenación, blasfemia, desespero, miedo, derrota. Más también, las
últimas palabras pueden ser de libertad, bendición, esperanza consuelo y victoria. Los
últimos gestos y palabras de una persona, revelan como una huella de carácter
permanente, lo que la persona hizo con su vida. Cristo desde lo alto de la cruz, pronuncia
siete palabras de bienaventuranza y vida. Después de guardar silencio por el gran
sufrimiento y rechazo que tuvo que soportar, su primera palabra es de perdón: “Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen”.

El lugar del Calvario en el Gólgota, era el escenario. Unos se burlaban de Jesús: “Si eres
el Hijo de Dios, baja de esa cruz”, Otros estaban al pie de la misma echando suertes sobre
su única posesión, su túnica. Mientras los judíos y romanos lo maldecían y blasfemaban,
otros a lo lejos, que eran sus seguidores, contemplaban con miedo a ser identificados el
sufrimiento de su Maestro. Jesús frente al insulto y la burla, oraba. Al insulto, Jesús
respondía con la oración. Al odio, respondió con amor. A la venganza, con perdón. Padre,
ésta es la primera palabra que Jesús pronuncia, después del largo silencio, después de las
injusticias del Sanedrín, de Herodes, de Pilatos. El Padre es quien lo envió al mundo para
realizar la obra de la reconciliación.

¡Que diferentes somos los cristianos! Con que facilidad perdemos la confianza en Dios,
cuando viene sobre nosotros alguna prueba. Muchas veces le reclamamos a Dios, cuando
las cosas no salen como nosotros queremos y estamos listos para murmurar contra nuestro
Dios y Padre: No son raras las veces, en que hacemos como el profeta Jeremías, que
acusamos a Dios diciendo “ que en el furor de su ira actuó como un adversario, como un
enemigo, como un oso, como un león que tiende una emboscada” (cf Jer 12). Sigamos a
Cristo, orando a favor de quienes nos persiguen y nos maltratan, sabiendo que ¡Dios es
nuestro Padre!

Mientras Jesús derrama su sangre, suplica por clemencia y misericordia, gracia y perdón:
“¡Padre perdónalos!”: Cristo sabe que Dios castiga a los que profanan, blasfeman y toman
en vano su nombre. Dios abrió la tierra para que esta se tragara a la tribu de Coré.
Carbonizó a los soldados que criticaban al profeta Elías. Envió osos para que devoraran a
los 42 jóvenes que ridiculizaban al profeta Eliseo. ¿Qué castigo les esperaba a aquellos
que se burlaban y blasfemaban del Hijo de Dios?. Por eso Cristo clama al Padre:
“Perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Cristo ora por los soldados que le azotaron,
por aquellos que clavaron sus manos y sus pies, por los sacerdotes y principales del
Sanedrín, por los príncipes y ancianos, por Pilatos, Herodes y por aquellos que gritaban:
“Crucifícalo”, oraba por los discípulos que huyeron despavoridos. Cristo ora e intercede a
favor de todos los seres humanos. El también ora a favor nuestro: “Padre perdónalos”

Señor, gracias por perdonar nuestros pecados y transgresiones.

Segunda Palabra.

“De cierto te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso” (San Lucas 23:43)

Jesús en la cruz, le quedan muy pocos minutos de vida. ¿Qué harías tú sabiendo que te
quedan unos pocos minutos de vida?

Uno de los malhechores que estaba al lado de Jesús, le quedan muy pocos minutos
antes de morir, tiene una petición a Jesús: Señor, acuérdate de mí cuando vengas en
tu reino” (v.42) Y Cristo pronuncia su segunda palabra desde lo alto de la cruz: “De cierto
te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso”

¿Quién es el hombre que implora: “Jesús, acuérdate de mi”?. Ignoramos su nombre.


Sabemos que era un malhechor, un ladrón, un bandido… Tal vez formaba parte de una
cuadrilla de salteadores que se encontraban en las montañas. Tal vez era conspirador, un
revolucionario que luchaba contra el Imperio Romano, un zelote. Sus actos lo llevaron a la
muerte en la cruz. Y ahora, está al lado de Cristo suplicando: Señor, acuérdate de mi”: Al
hacer esta petición, este hombre ya no era el mismo de antes. Con toda seguridad escuchó
y vio todo lo que pasó con Jesucristo en Jerusalén. En el camino del calvario, vio el
sufrimiento de Hombre Justo y sin pecado. Las palabras que Jesús dirigió a las mujeres de
Jerusalén. Escucharía también, la primera palabra de Jesús: “Padre perdónalos porque no
saben lo que hacen”. Y la Palabra de Dios, que no regresa vacía, hace eco en la vida de
aquel agonizante hombre. Se arrepiente de sus pecados, y en seguida la súplica por su
salvación:¡ “Jesús, acuérdate de mi”!

Cristo, escuchando el clamor de un pecador arrepentido, no establece condiciones, ni la


enumeración de sus pecados, ni penitencia, sino que con toda solicitud y prontitud atiende
la súplica: “Acuérdate de mi” y le responde de inmediato: “De cierto te digo, que hoy estarás
conmigo en el paraíso”. ¡Cuanto amor, bondad, y misericordia hay en Jesús!

¡Qué diferencia tan grande con el sistema religioso – filosófico- medieval tomista, que
esclavizó y sumergió a la Iglesia en las tinieblas en cuanto, a la confesión, absolución y
penitencia! En las palabras de Jesús, no existe exigencia de la “enumeración de pecados”,
“ni penitencia post absolución”, “ni sistemas de indulgencias pagas por el penitente”, “ni
purgatorio” y mucho menos, “misas de intercesión por los difuntos”, “para sacarlo del
purgatorio”. Los pecados de este hombre, que eran muchos, habían sido perdonados por
completo” (Sal 32:1). El sacrificio vicario de Jesucristo, canceló totalmente la deuda que
había de nuestro pecado y enemistad contra Dios, a través del “derramamiento de su
preciosa sangre y su inocente pasión y muerte”.(Lutero). El perdón que Jesús da al pecador
arrepentido desde la cruz, es un perdón completo e incondicional. Es un perdón de pura
gracia dado por Dios, que viene a consolar a un corazón que en arrepentimiento y fe,
confiesa su pecado y confía en la pura palabra de Cristo, su Evangelio. No exige nada, ni
de él, ni de sus deudos o familiares si es que estaban cerca. Jesús no exige nada este
hombre, ni de ningún otro hombre, porque las puertas de la eternidad estaban abiertas de
par en par para él, y El lo pagó todo, absolutamente todo. Es por pura gracia, sin méritos
y/o ninguna obra humana.

Cristo perdona a este pecador que viene a él arrepentido, confesando sus pecados, y
le da perdón completo, consuelo, paz, felicidad, gozo, y la certeza de tener vida eterna
,que viene de la confianza en su muerte y resurrección. Así también lo hace con nosotros,
cuando confesamos nuestros pecados y recibimos la absolución de Dios por parte del
ministro que escucha nuestra confesión, así como también recibimos la absolución en
el culto público o Misa. Hay gran alegría y saberse amado y perdonado por Cristo. Ven a
Cristo que te llama con su mirada amorosa y su Evangelio: Y así, si en la hora de la muerte
suplicas: “ Jesús acuérdate de mi”. El te dirá: “De cierto te digo, que hoy estarás
conmigo en el paraíso”.

Señor. Gracias porque tienes compasión de mi, y me das completo perdón, paz y gozo.
Amén.

Tercera Palabra:

“Mujer, he ahí a tu hijo… He ahí a tu madre”. (San Juan 19:26, 27)


Sufriendo sed, con los clavos rasgando los puños y los pies, sintiendo el ardor de los
azotes y la corona de espinas clavadas en la cabeza, Jesús ve a su buena madre, entre
la multitud que estaba agolpada frente a él. Cargando con las transgresiones e iniquidades
de todos los seres humanos, Cristo se acuerda de su madre. “ Mujer, he ahí a tu hijo”. Amor
profundo, sublime eterno, sublime y divino que el Dios hecho hombre demuestra a esta
dulce mujer, que lo envolvió en pañales al nacer en Belén, que lo apretó en los brazos para
huir de la espada de Herodes que quería matarlo muy pequeño, que después de tres días
de búsqueda, lo reprendió cuando lo encontró en el templo de Jerusalén, que lo
recomendó en las Bodas de Caná de Galilea, que había “guardado todas las cosas que
habrían de venir en su corazón”, se encuentra ahora al pie de la cruz. Es María, su madre.

Cuanto dolor hay en la vida de esta madre. Su único hijo, que tanto bien hizo al pueblo,
ahora está colgado y crucificado en una cruz. Temblorosa, con los ojos bañados de
lágrimas, llena de dolor, se siente también abandonada y desamparada, aguarda una última
palabra de su hijo. Y Jesús viendo y sintiendo el dolor de su madre le dice: “Mujer, he ahí a
tu hijo” Después mirando a Juan “el discípulo amado” le dice: “He ahí a tu madre”.

Este es el testamento de Jesús. Juan tiene en María una segunda madre. María tiene en
Juan un segundo hijo, un hogar donde pasaría sus últimos días y un hombre que cuide de
ella. El evangelista concluye diciendo: “Y desde aquella hora, el discípulo la recibió en su
casa.

Cristo cumple por nosotros el cuarto mandamiento: “Honra a tu padre y a tu madre”. El libro
de Proverbios nos exhorta: “No desprecies a tu madre cuando la veas envejecer”. Aún en
medio del dolor, el sufrimiento y la muerte, Cristo amparó a su discípulo y a su madre. En el
día de hoy, él nos ampara : “Invócame en el día de angustia; yo te libraré, y tú me
honrarás”. (Sal 50:14). El apóstol nos exhorta: Confíen en él toda vuestra ansiedad, porque
él tiene cuidado de vosotros”. Aún dentro de la gran multitud, Jesús no se olvida de ti.

“Pon tu vida al cuidado de Dios, confía en él y él vendrá en tu ayuda” (Sal 37:5)

Señor Jesús, ampara a este pobre hijo tuyo. Amén.

Cuarta Palabra:

“Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado?” (San Mateo 27:46)

¿Quién puede escudriñar la longitud y profundidad de este grito de abandono del


Salvador? ¿Cómo comprender el misterio que engloba este grito desde lo alto del
Calvario?. Son palabras insondables, que van mucho más allá de toda comprensión
humana. Son palabras que revelan la gravedad de los pecados de la humanidad en los
cuales están incluidos tus pecados y los míos, y también revelan la profundidad del amor de
Dios.

Sintiendo y asumiendo el peso de los pecados de toda la humanidad, Cristo siente el rigor
de la soledad y el abandono de Dios. Cristo es abandonado. Cristo lucha por la redención
de la humanidad, aunque no cometió pecado alguno. Cristo carga sobre sí, los pecados de
todos los seres humanos, y se hace así el mayor de todos los pecadores “Aquel que no
cometió pecado, se hizo pecado por nosotros para que fuésemos justicia de Dios en él”.
Por eso el Padre aparta su rostro de Jesús, y Jesús es abandonado de Dios. Sintiendo los
horrores del infierno y el aguijón de la muerte, Jesús exclama: “Dios mío, Dios mío, ¿Por
qué me has desamparado?. Aunque este es el único pasaje de la Escritura en que Jesús no
llama a Dios como Padre, sino Dios mío, él no pierde su confianza en el Padre. Jesús no
desespera de sí, sino que encomienda su causa a quien lo envió, y encomienda su causa al
Padre.

Dios mío, Dios mío, ¿Por qué me has desamparado? No es un abandono aparente o
ficticio, sino real y verdadero. No fue un momento de debilidad o de tentación, sino un real
abandono del amor y la misericordia de Dios. No fue una ruptura o separación entre el
Padre y el Hijo, más el Padre que es Santo, privó al Hijo en aquel momento, del amor,
consuelo, gracia y misericordia, ya que llevaba sobre sí la culpa y el pecado de todos los
seres humanos, que lo enjuiciaban y lo hacía reo de muerte. Dice el profeta Isaías:
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros lo
tuvimos por herido de Dios y abatido. Mas él, herido fue por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros
curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su
camino; mas Yahvé cargó el pecado de todos nosotros. Angustiado él, y afligido, no abrió su
boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores,
enmudeció y no abrió su boca” (Isaías 53:4-7)

Cuando alguien nos pregunte: ¿Por qué Cristo exclamó “Dios mío , Dios mío, por que me
has abandonado?” Podremos responder entonces, sin excluirnos diciendo:”Fue por
nuestra culpa y por nuestro pecado, que motivamos su gran dolor”. Y entonces recordarás
agradecido que fue por este abandono de Dios que recibió Jesucristo, que ahora tú estás
amparado por la mano poderosa de nuestro amado Padre celestial.

¡Cristo autor de mi vida


De la muerte vencedor
Que por ansias sin medida,
E incomparable dolor.
Mi muerte tú aniquilaste
Y mi vida rescataste
Agradecido soy por tanto amor.
Mi bendito Redentor! ¡Amén.!
Quinta Palabra

“Tengo sed” (San Juan 19:28)

Los pies que llevaban a Jesús por las plazas, las calles, los lagos, las sinagogas y hacia
el templo… están inmóviles, están perforados por largos clavos. Las manos de Jesús, que
cargaron a tantos niños, señalaba a los muertos para que salieran de sus sepulturas,
manos que abrían los ojos a los ciegos, daba oído a los sordos, bendecía a los pobres, y
confortaba a los abatidos, estas manos estaban presas y clavadas en el “madero de la
maldición”. Los labios de Jesús, que proferían bendición, perdón, vida, consuelo y
salvación, están secos y pálidos. “He sido derramado como aguas, y todos mis huesos se
descoyuntaron; Mi corazón fue como cera, Derritiéndose en medio de mis entrañas. Como
un tiesto se secó mi vigor, y mi lengua se pegó a mi paladar y me has puesto en el polvo de
la muerte” (Sal 22: 14,15) Avanzada la tarde, el rigor del dolor crece, los clavos, de la
corona de espinas y la asfixia que produce estar colgado en una cruz, Jesús tienen
sed. Jesús tiene sed de ver que la justicia de Dios se cumple en él. El es el
“Bienaventurado que tiene hambre y sed de Justicia” La Justicia de Dios es sobre El, para
que El sea nuestra justicia.

“Seca está de sed su lengua; yo Yahvé los oiré, yo el Dios de Israel no los desampararé.
En las alturas abriré ríos y fuentes en medio de valles; abriré en el desierto estanques de
aguas y manantiales de aguas en la tierra seca. Daré en el desierto cedros acacias,
arrayanes y olivos; pondré en la soledad cipreses pinos y bojes juntamente, para que vean
y conozcan, y adviertan y entiendan todos, que la mano de Yahvé hace esto, y que el Santo
de Israel lo realizó” (Isaías 41:17b-20)

Recuerda que Jesús tuvo sed. Es plenamente hombre. Tuvo sed por todos nosotros. La
sed de ser reconciliado por Dios. Jesús tuvo sed de ser el instrumento de reconciliación de
Dios con nosotros. La sed que nosotros no tuvimos por la sequedad de nuestro pecado,
Jesús la asumió sobre si.

Sexta Palabra

“¡Consumado es! “ “ ¡Todo está cumplido!”

Jesús bebió del vino agrio y dijo: Todo está cumplido. (San Juan 19:30)

Los acontecimientos que completan el cuadro del sufrimiento y de la muerte de Jesús se


llevaron a cabo por la incomprensión humana. En los días de hoy, la razón humana
cuestionan la realidad de las palabras del texto bíblico: “Jesús dijo todo está cumplido.
Luego inclinó su cabeza y murió”. ¡Consumado es!. Esto significó para el “padre de la
mentira”, sus ángeles y seguidores creer que tenían la victoria sobre el Hijo de Dios. Para
los propios discípulos, la muerte de Jesús representó momentáneamente derrota, fracaso y
decepción. Ellos tampoco habían comprendido que las palabras de Jesús: “¡Consumado
es!” era un anuncio y proclamación de la victoria total y definitiva de Dios sobre Satanás,
de la vida sobre la muerte y del cielo sobre el infierno.

La salvación estaba completa. El Salvador podía morir en paz pues la misión que le
había sido encomendada por su Padre, fue cumplida en su totalidad.

¡Consumado es!. Consumada estaba su obra redentora que libertó a toda la Creación,
que gemía y perecía bajo los relámpagos de la Ley que afirma que: “el salario del pecado
es la muerte” (Romanos 6:23). Más Jesús no cometió ningún pecado. “Cristo no cometió
pecado alguno; pero por causa nuestra, Dios lo trató como el pecado mismo, para así, por
medio de Cristo, liberarnos de culpa. (2 Corintios 5:21)

¡Consumado es! Significa que Cristo hizo todo por nosotros, por pura gracia y
misericordia. La humanidad entera estaba rescatada de la condenación del infierno.
Consumada está su salvación.

En el momento de la muerte de Cristo, el velo del templo de Jerusalén se rasgó en dos


partes, vino tal oscuridad sobre la tierra a plena luz del día, la tierra se estremeció desde
sus profundidades y hubo un gran terremoto, hizo que las rocas se despedazaran y se
abrieron muchas tumbas y muchos resucitaron de entre los muertos. Todo eso sucedió
según el testimonio de los Evangelios, para anunciar que una nueva era, un nuevo orden
comenzó para la humanidad: Cristo pagó con su muerte en la cruz, el rescate de toda
nuestra deuda con Dios.

Confiemos también en esta promesa del Salvador: “tus pecados te son perdonados; tu fe
te salvó, vete en paz” ( San Lucas 7: 48,50 )

Séptima Palabra.

“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu” (San Lucas 23:46)

Muerte, Cristo murió. El hombre tiene miedo de la muerte. Muchos poetas y escritores
hacen referencia a la muerte de manera sombría y muchas veces con desesperanza e
incertidumbre. El pecado es el aguijón que atemoriza al hombre. El pecado es la causa de
la muerte y el que causa el temor en las personas a afrontarla.

Cristo murió. Fue sepultado. Murió por causa de los pecados de toda la humanidad. No
fue porque él haya pecado, ya que, “Jesús nunca pecó ni hubo engaño en su boca”.
La muerte de Jesús fue horrorosa y cruel. Sufrió dolores que no se pueden imaginar. Fue
engañado y vendido por uno de sus discípulos, recibió un juicio injusto. Sudó gotas de
sangre en el huerto de Getsemaní, fue azotado sin clemencia, fue clavado en una cruz y
recibió en la cabeza una corona de espinas. Más el momento de su muerte fue sublime y
bello, lleno de gran paz.

Consumada estaba la obra de la redención, consumados todos los sufrimientos. Cristo


eleva sus ojos al cielo y dice: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Cristo sabe
como morir. Sabe entregar su vida en las manos amorosas de Dios Padre.

Las personas que están cercanas a la cruz, se dan cuenta a través de estas palabras
quien es Jesús. El centurión romano puede decir: “verdaderamente , este era un hombre
justo” y los que observaban a Jesús comenzaron a “darse golpes de pecho”, después de
escuchar esta última palabra.

También nosotros moriremos, tú morirás. ¿Cómo será tu muerte? ¿Dónde encontrarás la


respuesta y descanso a tu muerte . ¡En La muerte de Cristo!. También, cada uno de
nosotros, gracias a la muerte expiatoria de Cristo, tiene en Dios un Padre bondadoso y
misericordioso. También tú puedes tener una bella muerte como la de Cristo. Esteban
siguió el ejemplo de su Salvador diciendo: Señor, en tus manos encomiendo mi espíritu.
Juan Huss, reformador en Bohemia unos cien años antes de Lutero, antes de morir
quemado en hoguera dijo cantando “Señor Hijo de David, ten misericordia de mí”. Lutero
aprendió de Jesús el arte de una bella muerte cuando oró así: “Oh Padre celestial, aunque
yo deje este cuerpo, deje esta vida, yo se que estaré con Jesús para siempre. Recibe en tu
seno mi pobre alma”.

Ten presentes las palabras que el Señor tu Dios te da, confía tu vida a sus cuidados, así
cuando llegue la hora del encuentro definitivo, podrás decir con toda seguridad como dijo el
salmista: “Aunque ande en valles de sombra y de muerte, no temeré mal alguno, porque tú
estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento” (Sal 23).

Conserva pues, el regalo que Dios te da, y en la hora de la muerte di con Jesús: “Padre, en
tus manos encomiendo mi espíritu”.

Llegando a la fría muerte


Conmigo ven a estar.
Con un vencedor tan fuerte,
En paz voy a descansar.
Por mí sufriste tanto,
Y no me vas a dejar. Amén.[1]
1. “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen…” (Lc 23,34)
“Cuando llegaron al lugar llamado Calvario, le crucificaron allá, y a los dos
malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: Padre, perdónalos,
porque no saben lo que hacen. Dividiendo sus vestidos, echaron suerte sobre ellos.
El pueblo estaba allá mirando, y los príncipes mismos se burlaban, diciendo: A
otros salvé; sálvese a sí mismo si es el Mesías de Dios, el Elegido. Y le escarnecían
también los soldados, que se acercaban a él ofreciéndole vinagre y diciendo: Si eres
el rey de los judíos, sálvate a tí mismo. Había también una inscripción sobre él: Este
es el rey de los judíos (Lc 23, 33-38)”.

REFLEXIÓN:

Jesús, al pasar por tantas ignominias- acusado, juzgado, azotado, burlado,


escupido, golpeado, condenado a muerte, hecho desnudarse ante una
muchedumbre, clavado- lo único que dice es: “Padre, perdónalos, porque no saben
lo que hacen”. Paradoja de las paradojas! Jesús excusa a sus malhechores. No les
desea ningún mal, antes da su vida por salvar a la humanidad. Hacemos nosotros lo
mismo?

Señor, ayúdanos a entender que a pesar de lo que nos puedan hacer otras
personas, lo que Tú pasaste fue mucho más y no les guardaste rencor, antes bien
pediste por ellos. Danos la fortaleza en los momentos de dificultad con otros y la
virtud necesaria para darnos cuenta de la magnitud de nuestras faltas, que
podamos levantar nuestras almas a Ti y repetir : Perdónalos y perdóname!

2. “En verdad te digo hoy estarás conmigo en el paraíso” (Lc 23, 43)

“Uno de los malhechores crucificados le insultaba, diciendo: ¿No eres tú el Mesías?


Sálvate, pues, a tí mismo y a nosotros. Pero el otro, tomando la palabra, le
reprendía, diciendo: ¿Ni tú temes a Dios? En nosotros se cumple la justicia, pues
recibimos el digno castigo de nuestras obras; pero este nada malo ha hecho. Y
decía: Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino. Él le dijo: En verdad te
digo, hoy estarás conmigo en el paraíso.” (Lc 23, 39-43).

REFLEXIÓN:

Dimas- el buen ladrón -fue el primero en reclamar públicamente que Jesús es


inocente y que es Rey. Nos enseña cómo debemos cargar con nuestra cruz si
hemos hecho algo para merecerlo. Siempre va a ver una cruz en nuestra vida, pero
hay diferentes maneras de sobrellevarla. Una, como Jesús, aquél que es inocente y
la soporta por amor en silencio reconociendo en esto la voluntad de Dios. Otra,
como el mal ladrón, que no sólo se mofaba de Jesús, sino que también tuvo la
osadía de pedirle que le quitara la cruz sabiendo que por sus acciones merecía lo
que le pasaba. O como el buen ladrón, que reconoce que merece la cruz por sus
acciones, pero en el fondo es humilde y pide misericordia. Le robé el corazón a
Jesús con su arrepentimiento y obtuvo el tesoro de los tesoros, entrar en el paraiso.
Tres maneras de llevar la cruz, eres libre de escoger tu forma de sobrellevarla,
¿cuál escoges tú?

3. “Mujer, he ahí a tu hijo…” (Jn 19, 26-27)

“Estaban junto a la cruz de Jesús su Madre y la hermana de su Madre, María de


Cleofás y María Magdalena. Jesús, viendo a su Madre y al discípulo que amaba, que
estaba allí, dijo a la Madre: Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: He ahí a
tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa”
(Jn 19, 25-27).

REFLEXIÓN:

¡Qué curioso! Jesús, unos días antes tenía muchos “amigos”, ¿dónde estaban ahora?
En la cruz, los amigos de Jesús eran contados, un apóstol, dos mujeres y su Madre.
A la hora de la verdad, son pocos los que quieren acompañar a Jesús a la cruz,
somos demasiados cómodos. Para Jesús fue un consuelo ver a Juan y a su Madre
padeciendo con él, consuelo y angustia a la vez. Antes de morir Jesús quería
asegurar que su madre no estuviera desamparada y se la entregó al discípulo
amado. A su vez, nos la entregó como Madre de la Iglesia. Es tu Madre y la mía. ¿La
has recibido en tu casa?

4. “¿Dios mío, Dios mío, por qué me has desampardo?” (Mt 27, 46)

“Desde la hora sexta se extendieron las tinieblas sobre la tierra hasta la hora de
nona. Hacia la hora de nona exclamó Jesús con voz fuerte, diciendo: Elo, Elo, lama
sabachtani! Que quiere decir: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Algunos de los que allí estaban, oyéndolo, decían: A Ellas llama éste” (Mt 27, 45-
47).

REFLEXIÓN:

Jesús gritó con voz fuerte, utilizando la poca respiración que necesitaba para
expresar la terrible angustia que sentía. Se pasó “haciendo el bien” y sus seguidores
lo abandonaron. Sintió en su propia carne el dolor de nuestros pecados, los tuyos y
los míos, fue el precio por nuestra redención.
“Dios mío, Dios mío, por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi
oración no te alcanza.

En ti confiaban nuestros padres, confiaban, y los ponías a salvo; a ti gritaban, y no


los defraudaste.

5. “Tengo sed” (Jn 19, 28)

“Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba ya consumado, para que se
cumpliera la Escritura dijo: Tengo sed. Había allá un botijo lleno de vinagre. Fijaron
en una rama de hisopo una esponja empapada en vinagre y se la llevaron a la boca”
(Jn 19, 28-29).

REFLEXIÓN:

El vinagre servía de anestesia, por eso Jesús no quiso tomar de ella al principio de
su crucifixión para así mejor sentir el dolor y sobrellevarlo sólo por amor a la
voluntad de su Padre y por la redención nuestra. “Tengo sed”, dijo. No sólo una sed
física buscando un alivio temporero, sino sed de justicia, sed de que se haga el
bien, no el mal. Sed de almas, almas verdaderamente convertidas no sólo de
palabra, pero en las obras, en su forma de vivir. Sed de amor, pues como decía San
Francisco de Asís: “El Amor no es amado! El Amor no es amado!” ¿Qué hacemos por
amor a Jesús, ya hemos leído y meditado lo que él hizo por nosotros, qué vamos a
hacer por amor a Jesús?

6. “Todo está terminado” (Jn 19, 30)

“Cuando hubo gustado el vinagre, dijo Jesús: Todo está acabado”

REFLEXIÓN:

¡Triunfó Dios sobre las tinieblas del pecado! Jesús llevó a cabalidad su misión. La
humanidad ya está salvada. Adán y Eva al desobedecer a Dios, ofendieron a un Ser
Infinito, Jesús y María al obedecer a Dios, repararon esta ofensa y mostraron cómo
amar al Ser Infinito. Amamos así a nuestro Dios? Nos damos cuenta de que un acto
de obediencia a su palabra puede contribuir a la salvación de muchas almas?

7. «Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu» (Lucas 23,46).

Esta palabra expresa la oblación de la propia vida, que Jesús pone a disposición del Padre. Invoca el
salmo 30,6, en el que el justo atormentado confía su vida al Dios bondadoso y fiel. En Cristo todo
se había cumplido, sólo quedaba morir, lo que acepta con agrado y libertad. Esteban, uno de los
mártires cristianos, imitó a Cristo en la primera palabra, lo hizo también en esta última,
encomendando su espíritu en el Señor Jesús (Hechos 7,59).

Las Siete Palabras

Introducción:
A. ¿Qué tan importantes pueden ser las palabras de una persona
que esta a punto de morir? El Señor Jesús antes de morir, desde la
cruz dijo siete frases,
¿Que tan importante han de ser estas siete palabras para nosotros?.
B. Durante su ministerio personal, Jesús tuvo una variedad de
púlpitos: la cima de
una montaña, el tope de un techo, una embarcación, un pozo, pero
nunca antes,
un púlpito como la cruz. Desde este pulpito el Señor dio una de sus
mejores
enseñanzas, analicemos y consideremos estas siete palabras.

I. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. (Lucas.23:34)


A. Las primeras palabras de Jesús en la cruz, fueron palabras de
perdón, fueron
una oración.
1. Jesús pide la misericordia del Padre para aquellos que lo
crucificaron.
2. Jesús podría haberlos aniquilado y destruido, ya que tenia poder y
fuerza
para ello. Pero no lo hace, porque no ha venido a destruir sino a
salvar.
B. Lo normal era que los crucificados maldijeran a sus verdugos,
pero el Señor
enseño en muchas ocasiones sobre el tema del perdón:
1. Perdón: es el acto de pasar completamente por alto una ofensa,
como si
nuca hubiese existido.
2. El Amor hacia el enemigo. (Mat.5:44)
3. El Padre nuestro. (Mat.6:12,14-15)
C. Pero la mejor enseñanza de Jesús sobre el perdón se dio en la
cruz, cuando
el demostró y vivió lo que enseñaba. No había odio en el corazón de
Jesús.
1. Nosotros debemos aprender de su ejemplo y empezar a perdonar.
2. ¿Estamos dispuestos a perdonar a los demás, cuando nos
ofenden?

II. Hoy estarás conmigo en el paraíso. (Lucas.23:39-43)


A. Los dos malhechores bombardearon los oídos de Jesús: Uno falto
de
arrepentimiento se suma a la burla y blasfemia del pueblo , En
cambio el otro
se arrepiente, su fe creció, se considera pecador y pide perdón y
misericordia a
Jesús. Confía en Jesús.
1. En estos dos ladrones estamos representados todos: los que
dudan y los
que creen, los que se arrepienten y los que no se arrepienten.
B. La respuesta de Jesús fue un mensaje de Esperanza:
1. Jesús estaba por concluir su misión. (Morir por los pecados)
2. Cualquiera puede ser salvo, a pesar de su vida pasada.
3. Hay perdón para nuestros pecados por la infinita misericordia de
Dios.
C. No debemos tomar este ejemplo de salvación para nosotros hoy
día, ya que
el malhechor se salvo bajo el antiguo pacto. (Heb.9:16-17)

III. He ahí tu hijo, he ahí tu madre. (Juan.19:25-27)


A. No todos los presentes insultaban y se burlaban de Jesús, había
un grupo al pie
de la cruz que se preocupaban. Entre estas estaban su madre y
Juan, y estas
palabras fueron dirigidas a ellos.
B. Los hermanos de Jesús eran incrédulos, por esto el no quiso
confiarles el
cuidado de su madre a ellos, por esto le pide a Juan que vea por el
bienestar de
ella. Son palabras de responsabilidad para Juan.
C. Jesús estaba preocupado por su madre. (Luc.2:35)
1. La espada se hundió en el alma de Maria al ver a su hijo en una
cruz. El moría
pero no dejaba a su madre sin ayuda, perdía a un hijo pero ganaba
otro.

IV. Dios mió, Dios mió ¿Por qué me has desamparado? (Mat.27:46)
A. Estas son palabra de sufrimiento Espiritual.
1.Desamparar:es una palabra
triste,significa:abandonar,ausentarse,separarse.
2. El sufrimiento espiritual es peor que el físico. (Jesús padeció
ambos)
B. El Señor Jesús siempre estuvo en plena comunión con su Padre,
y a pesar de estar
cumpliendo y agradando al Padre, fue desamparado por Dios.
1. Estas palabras van mas allá de la compresión humana.
C. El pecado nos separa de Dios. (Isa.59:1-2)
1. Jesús se hizo pecado por nosotros. (2Cor.5:21)
D. ¿Cuan lejos estuvo dispuesto Jesús a ir, para salvarnos a
nosotros? ¿Cómo pudo
Jesús amarnos tanto? Demos infinitas gracias a Dios por su amor y
misericordia.

V. Tengo sed. (Juan.19:28)


A. Son palabras de agotamiento, Juan nos presenta la parte humana
de Jesús.
1. La flagelación, su cuerpo sin sangre, colgado en la cruz, la sed le
atormentaba.
Jesús estaba compuesto de sangre y huesos, llego a tener hambre y
sed como
nosotros. Por esto el pude compadecerse de nosotros. (Heb.4:15-16)
B. Los soldados romanos tenían la costumbre de dar a los
crucificados, “vino
mezclado con mirra” para aliviar el dolor. (Mar.15:23)
1. A Jesús le ofrecieron pero el no acepto, el quería conservar plena
lucidez.
C. Su sed no solo era física,también tenia sed de nuestra fe amor,y
obediencia.

VI. Consumado es. (Juan.19:30)


A. Estas son palabras de victoria. Al pie de la cruz los hombre
decían: la vida de Jesús
fue un fracaso, pero Jesús decía: Es un éxito.
B. Consumado: “tetelestai” esta acabado, esta hecho.
C. Jesús no se refería a que su vida había llegado a su fin, sino al
hecho de que lo que
el se había propuesto hacer, estaba cumplido. (1Tim.2:6)
D. La parte que le correspondía a Jesús estaba consumada, falta
que el hombre
obedezca, haga su parte para que pueda ser salvo.

VII. Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. (Lucas.23:46)


A. Estas son palabras de encomendamiento. Si bien Jesús sintió el
abandono del Padre,
no obstante Jesús sabia que el Padre siempre estaría con El.
B. Estas ultimas palabras de Jesús, son la expresión de aquel que lo
deja todo en manos
de Dios. Confiaba en su Padre.
1. Jesús no muere maldiciendo o renegando de Dios. Su mente
estaba en calma,
estaba consiente de la cercanía de la comunión con Dios.
C. El entrego su vida, nadie se la quito, el la ofreció. (Juan.10:18)

Conclusión:
A. Por estas palabras el Señor nos enseña grandes lecciones: de
Perdón,
esperanza, soledad, sufrimiento, agotamiento, victoria,
encomendamiento.
B. Aprendamos a apreciar lo que Cristo a hecho por nosotros.

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