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Edición: 2015
ÍNDICE
I
§ 3. La reacción retribucionista en las teorías absolutas del
idealismo alemán (Kant y Hegel) .................................. 23
§ 4. La respuesta utilitarista de Bentham a fines del
siglo XVII y comienzos del XIX: la reforma del Derecho
Penal como instrumento para lograr la mayor felicidad del
mayor número, por medio de la prevención general y
especial .................................................................... 26
§ 5. La prevención especial negativa (coacción psicológica)
de Feuerbach y la codificación bávara de 1813 ............... 32
§ 6. La Escuela Clásica del Derecho Penal. Predominio del
retribucionismo en las codificaciones de la Restauración del
siglo XIX ................................................................... 34
§ 7. La legislación penal en Chile desde 1810 hasta la
promulgación del Código de 1874 ................................. 39
A. Importancia actual ............................................... 39
B. Patria Vieja ......................................................... 40
C. Derecho Penal en el período de nacimiento de la
República: 1817-1830 .............................................. 41
D. Derecho Penal en el período de la República
Conservadora (1830-1861)........................................ 44
E. Formación y valoración del Código Penal de 1874 ...... 48
§ 8. El surgimiento del positivismo penal europeo a fines del
siglo XIX y principios del siglo XX. Corrección e inocuización
(prevención especial positiva y negativa) como funciones o
finalides de la pena en la Escuela Positiva italiana y en la
Escuela Moderna de V. Liszt en Alemania ....................... 55
A. La Escuela Positiva italiana .................................... 57
B. La Escuela Moderna o de Política Criminal de V. Liszt . 58
§ 9. Auge y aparente caída del positivismo en Chile en la
primera mitad del siglo XX. Su influencia hasta hoy en día 61
II
A. La legislación positivistas en la primera mitad del
siglo XX .................................................................. 64
B. La herencia del positivismo en la actualidad: el carácter
"peligrosista" de nuestro sistema penal ....................... 66
C. La "Lucha de las Escuelas" y el declive del positivismo
entre los penalistas chilenos ...................................... 72
D. Epílogo: Terza Scuola y Defensa Social .................... 73
§ 10. El Derecho Penal de los totalitarismos europeos del
siglo XX .................................................................... 75
§ 11. Crisis del Derecho Penal en la segunda posguerra.
Descriminalización y despenalización. El surgimiento del
abolicionismo ............................................................ 78
A. El paradigma abolicionista en Holanda y los países
nórdicos ................................................................. 81
§ 12. Reforma, recodificación, huida hacia el Derecho Penal
e internacionalización de la respuesta punitiva en el cambio
de siglo .................................................................... 84
A. Los Códigos penales de fin de siglo en Europa y la
reforma en el mundo anglosajón ................................ 84
B. Huida hacia el Derecho Penal en el siglo XXI: sociedad
del riesgo, internacionalización y expansión vs.
modernización del Derecho Penal, populismo penal y
neopunitivismo ........................................................ 88
§ 13. Evolución del Derecho Penal chileno en el siglo XXI:
Democratización, diversificación, intensificación e
internacionalización de la respuesta penal. Impacto del
fenómeno de la huida hacia el Derecho Penal ................. 93
A. Democratización y diversificación de la respuesta penal
............................................................................. 93
B. Intensificación del Derecho Penal ............................ 97
III
C. Internacionalización del Derecho Penal nacional ...... 106
D. ¿Huida hacia el Derecho Penal?: moderada influencia de
los fenómenos de expansión, populismo penal y
neopunitivismo ...................................................... 110
Capítulo 2 El Derecho Penal positivo, concepto y relaciones
con las demás ramas del ordenamiento jurídico y disciplinas
relacionadas .............................................................. 114
§ 1. El Derecho Penal positivo como rama del derecho
público. Su vinculación a los preceptos constitucionales . 115
§ 2. Concepto y alcance del Derecho Penal positivo ....... 117
A. Las penas y medidas de seguridad, y principalmente las
privativas de libertad, como elementos distintivo del
Derecho Penal ....................................................... 117
B. El valor de los Tratados Internacionales en la
conformación del Derecho Penal positivo nacional. Derecho
Penal Transnacional como fuente mediata del Derecho
Penal chileno ......................................................... 122
C. Los Tratados Internacionales en materia de Derechos
Humanos como límites a la soberanía nacional. Su rol
como fuente inmediata del Derecho Penal nacional ...... 126
D. Reglas y principios en el Derecho Penal positivo ...... 130
E. Ley penal y norma penal ..................................... 135
§ 3. Derecho Penal, Derecho Procesal Penal y de Ejecución
Penitenciaria ........................................................... 144
§ 4. Relaciones entre el Derecho Penal y el Derecho
Administrativo Sancionador ....................................... 146
A. El problema del non bis in idem ............................ 150
B. Efectos del Derecho Penal en el Derecho Administrativo
........................................................................... 152
IV
C. Derecho Administrativo y medidas de seguridad
predelictuales ........................................................ 153
§ 5. El problema de la accesoriedad del Derecho Penal
respecto al Derecho y los actos administrativos (no
sancionadores) ........................................................ 154
§ 6. Las relaciones del Derecho Penal con las otras ramas
del ordenamiento jurídico. Accesoriedad conceptual y
normativa del Derecho Penal y unidad del ordenamiento
jurídico como principio rector. Límites de la responsabilidad
penal ..................................................................... 157
§ 7. Derecho Penal Positivo nacional y Derecho Penal
internacional ........................................................... 161
§ 8. Las disciplinas relativas al Derecho Penal ............... 164
A. Dogmática penal ................................................ 164
B. Política criminal .................................................. 169
C. Criminología ...................................................... 171
D. Criminalística, medicina legal y otras técnicas de
asistencia a la justicia penal .................................... 173
Capítulo 3 Función y legitimación constitucional del Derecho
Penal positivo ............................................................ 175
§ 1. Planteamiento del problema y propuesta normativa de
solución .................................................................. 176
§ 2. El principio de legalidad como criterio de legitimación
positivo del Derecho Penal (nullum crimen nulla poena sine
lege) ...................................................................... 180
A. Concepto y fundamento ...................................... 180
B. El principio de legalidad en sentido estricto (nullum
crimen, nulla poena sine lege scripta) ....................... 184
V
C. Principio de determinación y sus corolarios: principios
de la conducta y principio de tipicidad. El problema de las
leyes penales en blanco (nullum crimen, nulla poena sine
lege certa) ............................................................ 193
D. El principio de irretroactividad de la ley penal
desfavorable (nullum crimen, nulla poena sine lege
praevia) ............................................................... 208
E. El principio de fragmentariedad: prohibición de la
analogía y subordinación de la interpretación de la ley
penal a su sentido literal posible (nullum crimen, nulla
poena sine lege stricta) ........................................... 226
§ 3. El principio de reserva como criterio de legitimación
negativo ................................................................. 230
A. El principio de reserva......................................... 230
B. Principio de reserva e igualdad ante la ley. Excepciones
........................................................................... 232
C. Principio de reserva y libertad de expresión.
Limitaciones impuestas a la formulación y aplicación de
leyes penales por el ejercicio de los derechos de emitir
opinión y libertad de expresión................................. 237
D. Principio de reserva y prohibición de la prisión por
deudas ................................................................. 240
E. El principio de reserva como principio de
proporcionalidad. La deferencia hacia el legislador
democrático como límite del mismo .......................... 243
§ 4. Teorías divergentes de fundamentación material del
Derecho Penal ......................................................... 257
A. La teoría del Bien Jurídico como fundamento material
del Derecho Penal .................................................. 257
VI
B. Otras doctrinas divergentes acerca de la idea del
concepto material de Derecho Penal como criterio de
legitimación .......................................................... 262
§ 5. Función y legitimidad democrática de las penas
establecidas de conformidad con la Constitución.
Limitaciones ............................................................ 285
A. Función normativa y clases de penas admitidas en un
sistema constitucionalmente orientado ...................... 285
B. Función normativa adicional y específica de las penas
privativas de libertad: la prevención especial. Limitaciones
........................................................................... 287
C. El aseguramiento como función normativamente
legítima y a la vez objetiva de las penas privativas de
libertad ................................................................ 293
D. Principio de reserva en materia de penas. Penas
prohibidas ............................................................. 294
§ 6. Las funciones de la pena en la discusión doctrinal actual
y justificación político-criminal del aseguramiento legítimo
como finalidad de las penas y medidas de seguridad...... 307
A. Las distintas teorías de la pena dominantes en la
actualidad ............................................................. 308
B. Crítica a las teorías dominantes ............................ 319
C. Justificación político-criminal y filosófica del
aseguramiento legítimo como función de la pena ........ 323
§ 7. Deslegitimación absoluta: el minimalismo radical de
Zaffaroni................................................................. 329
Capítulo 4 Principio de legalidad e interpretación de la ley
penal ........................................................................ 333
§ 1. Fundamentos y límites ........................................ 334
VII
A. Interpretación de la ley como concreción del principio de
legalidad: objeto, efectos y fuentes de la interpretación 334
B. Interpretación y política criminal. Carácter recursivo de
la interpretación y aplicación de la ley penal ............... 340
C. Aplicación de la ley e interpretación de los hechos ... 343
D. Las reglas de interpretación del Código Civil como
normativización de los límites de la interpretación de
conformidad con el principio de legalidad ................... 345
E. Interpretación declarativa, restrictiva y extensiva.
Prohibición de la interpretación extensiva en materias
penales ................................................................ 347
§ 2. Método interpretativo ......................................... 350
A. La determinación del sentido literal posible ............ 350
B. La especificación del sentido literal posible: elementos
contextual, teleológico e histórico. Rol del bien jurídico en
la interpretación .................................................... 353
C. El espíritu general de la legislación y la equidad natural
como elementos de la interpretación ......................... 356
D. El principio de reserva: la exclusión de proposiciones
normativas con efectos inconstitucionales .................. 370
Capítulo 5 Derecho Internacional Penal .......................... 372
§ 1. Efectos de la ley penal en el espacio ..................... 373
A. Los principios básicos: territorialidad y no injerencia en
los asuntos extranjeros (soberanía nacional) .............. 374
B. El problema del lugar de la comisión del delito ........ 379
C. Excepciones positivas al principio de territorialidad.
Casos de aplicación extraterritorial de la ley penal chilena
........................................................................... 383
VIII
D. Excepciones negativas al principio de territorialidad
basadas en el principio de inmunidad de los Estados y el
principio de la bandera............................................ 406
E. Conflictos de jurisdicción ..................................... 414
§ 2. Extradición y colaboración internacional en materias
penales .................................................................. 421
A. La extradición como mecanismo para hacer efectiva la
jurisdicción internacional de los Estados .................... 421
B. Otros mecanismos relevantes de cooperación
internacional ......................................................... 448
IX
X
NOTA DE LOS AUTORES
1
ese neoliberalismo dominante en el cambio de siglo, tras la
caída del Muro de Berlín, todavía no se aprecian con claridad
en Chile. Todo lo anterior ha ido acompañado no sólo de
profusas reformas en la parte especial del Código Penal (y
sobre todo en leyes especiales), para adaptar nuestra
legislación a los tratados internacionales y a los cambios
sociales, sino también a radicales y sutiles transformaciones
en el sistema de penas y de responsabilidad penal, incluyendo
la introducción de un sistema penal diferenciado para
menores de edad (Ley Nº 20.084), penas sustitutivas no
privativas de libertad para adultos (Ley Nº 20.603), la
responsabilidad penal de las personas jurídicas (Ley
Nº 20.393), y un sistema de imputación diferenciado para
crímenes de genocidio, lesa humanidad y de guerra (Ley
Nº 20.357), por mencionar algunas de ellas.
2
impone la expresión de la voluntad democrática
constitucionalmente legítima. Esos límites —expresados en el
sentido literal posible de la legislación penal positiva— son, a
nuestro juicio, el punto de referencia que permite discutir la
corrección o no de las propuestas normativas que aquí se
harán, sin necesidad de aceptar o rechazar nuestras
particulares concepciones políticas, filosóficas o históricas,
como suele ocurrir cuando las proposiciones normativas se
derivan de puntos de partida apriorísticos y ajenos al Derecho
positivo.
3
práctico, completamente ajenas a la realidad que enfrenta y
hasta inútiles.
4
Finalmente, quisiéramos agradecer una vez más la
inestimable colaboración para la preparación de esta obra que
hemos recibido de quienes han sido nuestros ayudantes estos
últimos años, don Roberto Navarro D. y doña Diva Serra C.
LOS AUTORES
Enero de 2015.
5
CAPÍTULO 1 DESARROLLO HISTÓRICO DEL DERECHO PENAL
6
Tito LIVIO relata el siguiente suceso acontecido en los albores
de la naciente Roma, alrededor del año 700 a. de C.: "Tulo,
entonces, dice: 'Metio Fufecio, si tú fueras capaz de aprender
la lealtad y el respeto a los tratados, te dejaría con vida y yo
mismo te impartiría esa enseñanza; pero, como tu manera de
ser no tiene remedio, al menos tú con tu suplicio enseña al
género humano a tener por sagrado lo que tú has violado' ...
Acto seguido, hace traer dos cuadrigas y atar a Metio a sus
carros con los miembros extendidos; espoleados, después, los
caballos en sentidos opuestos, llevan a cada carro una parte
del cuerpo despedazado, según las ataduras se habían
clavado en los miembros. Todos apartaron la vista de tan
repugnante espectáculo. Fue éste, por parte de los romanos,
el primer y el último suplicio ejemplar poco acorde con las
leyes de la humanidad: en los demás les cabe el orgullo de
que ningún pueblo recurrió a castigos más humanitarios".
7
§ 1. EVOLUCIÓN DE LAS INSTITUCIONES PENALES Y LAS IDEAS SOBRE LA
LEGITIMACIÓN DEL SISTEMA PENAL ANTERIORES A LA ILUSTRACIÓN DEL
SIGLO XVIII
10
determinado, esto es, una teoría de la imputación de actos a
una persona como responsable de los mismos, según
veremos más adelante.
11
calidad de gladiador, hoguera, crucifixión, y la muy famosa
pena del "saco, el perro, la víbora, el gallo y el mono" que se
disponía para hundir al parricida en el Tíber o el mar). Pero, lo
más destacado en este pueblo es su evolución (no siempre
lineal) en el empleo de los más diversos métodos de imponer
esas sanciones, pasando desde el talión aplicado por la propia
víctima (o más bien, sus parientes); a la delegación del poder
punitivo frente a mujeres, hijos y esclavos en el padre de
familia; la composición en dinero y el ejercicio de acciones
privadas frente a los magistrados civiles para su cobro; la
aplicación directa por parte del imperium de los Magistrados a
la investigación y sanción de toda clase de sanciones para
hechos más o menos graves, pero mal o poco definidos;
los juicios acusatorios con jurados y posibilidad real
de defensa durante la República, aplicables en ciertos casos
de delitos "públicos" detalladamente reglamentados en cuanto
a competencia, procedimiento y sanción (las
llamadas questiones, primero relativas al sicariato, traición, y
el peculado; y posteriormente también a las falsedades,
incendios, magia y otras imposturas; y la inquisitio del final
del Imperio, a cargo de Magistrados que actuaban
como delegados del Emperador, donde se reemplazó la
question y el procedimiento acusatorio por la cognitio del
Magistrado, y en la que generalmente se empleaba la tortura
y la imposición más bien arbitraria, sin medida ni limitaciones
legales de penas de muerte y otras de semejante gravedad.
12
Pero, como ya dijimos respecto a esta formulación platónica
de la prevención general ilimitada, tal cual la recogía SÉNECA,
no queda claro en esta formulación cuál ha de ser el límite
máximo de las sanciones a imponer para prevenir nuevos
delitos ni qué habría de considerarse como tal (lo que parecía
estar fuera de discusión), con lo cual puede servir de
justificación retórica incluso a un sistema de terror penal
ilimitado, como fue el de las postrimerías del Imperio Romano
de Oriente.
14
la esclavitud de las bestias, de modo que puede disponerse de
él en cuanto es útil a los demás".
15
inglés John HOWARD en su Informe sobre las cárceles y
hospitales en países extranjeros, publicado en 1777 junto a
su Estado de las prisiones en Inglaterra y Gales, países donde
las condiciones carcelarias eran similares, a pesar de que ya
no se utilizaba en ellos la tortura judicial y el juicio por
jurados en asuntos penales se practicaba desde el
establecimiento de la Magna Charta Libertatum, en 1215,
privando al Monarca la posibilidad de detener sin autorización
judicial (Habeas Corpus).
16
principalmente, de esas mismas sanciones, las cuales se
justificarían sólo en tanto fuesen útiles a ese fin.
17
despótico de cada hombre" —lo que hoy en la economía
moderna se llamaría "incentivos" y "contraincentivos"—,
"porque la experiencia ha demostrado que la multitud no
adopta principios estables de conducta", "sino con motivos
que inmediatamente hieran en los sentidos y que de continuo
se presenten al entendimiento, para contrabalancear las
fuertes impresiones de los ímpetus parciales", "no habiendo
tampoco bastado la elocuencia, las declamaciones, y las
verdades más sublimes a sujetar por mucho tiempo las
pasiones excitadas con los sensibles incentivos de los objetos
presentes". Luego, el llamado derecho de castigar del
soberano no sería un "derecho per se", sino sólo la
consecuencia de "la necesidad de defender el depósito de la
salud pública de las particulares usurpaciones", de donde
califica como "tiránica", "toda pena que no proceda de la
absoluta necesidad".
18
se cometan delitos", sino también "que sean menos
frecuentes, a proporción del daño que causan en la sociedad",
"así, pues, más fuertes deben ser los motivos que retraigan a
los hombres de los delitos, a medida que son contrarios al
orden público, y a medida de los estímulos, que los inducen a
cometerlos", de donde sigue que "debe haber" "una
proporción entre los delitos y las penas" (principio de
proporcionalidad).
19
nobles, las excepciones a favor del espíritu de familia,
la gracia y la prescripción.
20
Adicionalmente, se atribuye a BECCARIA ser el fundador e
inspirador de la llamada Escuela Clásica del Derecho Penal en
Italia, cuyo máximo exponente sería un siglo después
Francesco CARRARA. Sin embargo, aunque durante algún
tiempo compartimos esa opinión, hoy no podemos sostenerla
pues, salvo en cuanto a la aceptación del principio de
legalidad y la supresión de la tortura por parte de la Escuela
Clásica, es muy difícil compatibilizar sus propuestas con los
fundamentos de las de BECCARIA. En efecto, como veremos
más adelante, la Escuela Clásica del Derecho Penal italiano
afirma la existencia del libre albedrío, la justa
retribución como función y medida de la pena y la absoluta
separación del estudio del Derecho Penal del resto de las
cuestiones vinculadas a las causas y mecanismos de control
de la actividad criminal, todos presupuestos rechazados
por BECCARIA, cuyas propuestas se fundamentan en
el utilitarismo y la hipótesis del control racional de la conducta
humana por la sociedad, donde el placer y el dolor, como
estímulos humanos, no son cuestiones ajenas a la realidad,
sino sensibles y, por lo tanto, susceptibles de observación y
comprobación empírica.
22
virtud", agregando: "Un asesino castigado con el último
suplicio, y puesto a la expectación pública, causa impresiones
vehementes en las almas insensibles y por lo mismo estas
impresiones son tan pasajeras que, a los pocos momentos de
apartar la vista del patíbulo, no dejan ningun vestijio de haber
existido, y los espectadores solo recuerdan aquel objeto
sangriento, como un suceso de curiosidad. Sería mejor
condenar a los malhechores a trabajos forzados, para
aprovecharse de sus brazos, Y para que su presencia sirviera
de leccion i de escarmiento".
23
determinado por una razón metafísica, a saber, el
cumplimiento del "imperativo categórico" oabsoluto de aplicar
la "justicia" correspondiente a cada caso (justicia que él
mismo identifica con "la ley del talión"), acusando
a BECCARIA de "sentimentalismo y afectada humanidad
(compassibilitas)", "pues cuando la justicia perece, entonces
ya no tiene más valor la vida del hombre sobre la tierra": "el
Derecho Penal es el derecho que tiene quien detenta el
mando [Befehlshaber] con respecto a un súbdito, de
imponerle un sufrimiento por haber cometido un delito" ... "la
pena judicial (poena forensis) ... nunca puede ser utilizada
como un simple medio para producir un bien distinto, ni para
el delincuente mismo, ni para la sociedad civil, sino que
siempre debe serle a él impuesta, porque él ha delinquido".
En consecuencia, siendo "la justicia" la razón y medida de la
pena, éste no podría tener otra función, en palabras de KANT,
que la retribución [Wiedervergeltungsrecht] o ius
talionis: "quien ha asesinado, debe morir", pues "no existe
ningún otro subrogado para la satisfacción de la justicia", de
donde se seguiría que "incluso si la sociedad civil se disolviese
con el acuerdo de todos sus miembros (por ejemplo, si la
población de una isla decide separarse y diseminarse por todo
el mundo), primero debiera ser colgado el último asesino que
se encuentra en la cárcel, para que así todos experimentasen
el valor de sus actos, y la culpa de la sangre no se derrame
sobre el pueblo que no ha impuesto el castigo, pues por ello
podría ser tratado como partícipe en la ofensa pública de la
justicia".
24
al contrario, el Estado "es lo superior, lo que esas vidas y
propiedades toman por derecho y cuyo sacrificio exigen". En
este contexto para HEGEL el hombre, en tanto ser vivo, puede
ser forzado, esto es, "su expresión exterior puede ser
conducida bajo la coerción de otro", y esa coerción o violencia
anulan la libertad y son "por tanto, abstractamente
considerada[s], lo injusto". Luego, no sólo es "justo", sino
"necesario", que esa "coerción", "sea anulada a través de la
coerción", esto es, que exista una "segunda coerción que sea
la anulación de una primera coerción". El delito sería, por
tanto, "la primera coerción ejercida como violencia de la
libertad" de otro, una "proposición negativa y sin fin en todo
sentido" dirigida contra la existencia de la voluntad en un
sentido concreto, que por lo tanto "lesiona al Derecho en
tanto Derecho", pero que "en sí misma es nada", pues
conduce necesariamente a la realización del Derecho como su
anulación. La lesión al Derecho sólo se produce en la medida
que se considera "la voluntad particular del delincuente" como
una proposición que "debiera valer", si no es anulada por el
Derecho. Por lo tanto, la necesaria anulación de la voluntad
particular del delincuente por medio de la pena (la segunda
lesión) sería sólo externamente algo "negativo", pero no
materialmente, ya que mediante ella se obtendría "el
restablecimiento del Derecho". En consecuencia, si "la pena es
vista como continente de su propio Derecho [el del
delincuente], con su imposición el delincuente es honrado
como ser racional" y "no es tratado sólo como un animal
peligroso" o teniendo en cuenta intimidar a los demás.
25
De este modo, en Alemania ahora aparece sólo como un
"paso en falso" la "despedida en KANT y HEGEL" anunciada en
1968 por KLUG al valorar el Proyecto Alternativo de los
Profesores de Derecho Penal, que declaraba la pena una
"amarga necesidad" en el mundo real, no vinculada a
pretensiones metafísicas acerca de "la justicia", no habiendo
tenido eco en la dogmática las críticas que a las pretensiones
de "justicia" absoluta para el "restablecimiento del derecho" le
atribuyen a la imposición de una pena, o el supuesto carácter
de "imperativo categórico" del Derecho Penal,
consistentemente expuestas no sólo por la filosofía alemana
no idealista posterior al siglo XVIII, como puede verse
en SCHOPENAUER y NIETZSCHE, sino también, incluso por otros
pensadores idealistas, incluso contemporáneos
.
a KANT y HEGEL, comoFICHTE
26
"justicia" o "derecho", a los que engloba bajo el principio
"arbitrario" o de "simpatía" y "antipatía", que "consiste en
aprobar o condenar, por sentimiento o instinto, sin dar otra
razón a este juicio que el juicio mismo", aunque revestido de
"diferentes invenciones" para disfrazarlo, como probarían
"casi todos los sistemas morales" arbitrarios.
27
según las formas jurídicas, a individuos convenidos
[convictos] de algún acto dañoso prohibido por la ley, y con el
objeto de prevenir actos semejantes", y su justificación
o legitimación está en la utilidad o necesidad de las mismas
para conseguir ese fin; dado que no existe nada como un
"derecho a castigar" (ius puniendi) que pueda separarse del
poder fáctico del gobierno para regular los comportamientos
humanos, pues "no se podría concebir ni un solo derecho, ni
del gobierno ni de los individuos, que pudiese existir sin el de
castigar; porque este es la sanción de todos los demás". Y ese
fin (prevenir los delitos), se conseguiría de diversas maneras,
que serían el objeto de las penas, a saber: principalmente,
mediante la prevención general, "mediante la denunciación de
la pena y su aplicación", "porque la pena padecida por el
delincuente ofrece en los demás un ejemplo de lo que
sufrirían si cometiesen el mismo delito ... no como un acto de
venganza contra un criminal o un desgraciado que cede a
inclinaciones funestas, sino como un sacrificio indispensable
para la seguridad general"; y también mediante la prevención
particular o especial, que en relación al delincuente tiene tres
objetos: "el de incapacitarle, el de reformarle y el de
intimidarle".
28
desarrollando así más detalladamente los postulados
de BECCARIA en las siguientes "reglas":
29
menor", regla que, como corolario, lleva el de que si se
agravan en exceso las penas de los delitos menores, "se
pierde la facultad de graduarlas para los mayores", tal como
antes había sostenido BECCARIA en defensa de
la proporcionalidad;
30
admisión de pruebas (principio de no-exclusión o de libre
valoración de la prueba)".
31
a dos de las principales corrientes desarrolladas en la filosofía
del Derecho norteamericana y vigentes hasta hoy en día: el
llamado realismo jurídico americano y el análisis económico
del Derecho.
32
las lesiones jurídicas". Sin embargo, según FEUERBACH, para
"hacer realidad" esta finalidad coercitiva, no bastaban las
prescripciones legales, siendo necesaria, además, la
imposición efectiva de las penas por los jueces "tan pronto
como el delito se cometa".
33
§ 6. LA ESCUELA CLÁSICA DEL DERECHO PENAL. PREDOMINIO DEL
RETRIBUCIONISMO EN LAS CODIFICACIONES DE LA RESTAURACIÓN DEL
SIGLO XIX
34
orden social" de su época, que calificaba laudatoriamente de
"monarquía constitucional" y "gobierno nacional".
35
regular aquí abajo su conducta hacia los propios semejantes".
Esto explica que más adelante afirme no sólo el libre albedrío
como principio "inmutable" de la naturaleza humana y del
Derecho Penal, sino, además, que toda función de "policía",
como procedente de un principio de "utilidad" y no de
"libertad", "no tiene nada en común con la función penal", y
que éstas "no se unifican en sí mismas, ni ante la ciencia". Es
más, justifica en el derecho de defensa la pena de muerte
impuesta por el Estado, que estima "legítima, según la ley
natural cuando es necesaria para la conservación de otros
seres inocentes", pero ilegítima como toda otra pena lo sería
si se impone por el "principio de la intimidación": el "fin de la
pena no consiste en que se haga justicia, ni en que el
ofendido sea vengado, ni en que sea resarcido el daño
padecido por él, ni en que se atemoricen los ciudadanos, ni en
que el delincuente purgue su delito, ni en que se obtenga
su enmienda. Todas estas pueden ser consecuencias
necesarias de la pena, y algunas de ellas pueden ser
deseables, pero la pena continuaría siendo un acto
inobjetable, aun cuando faltaran todos estos resultados. El fin
primario de la pena es el restablecimiento del orden externo
de la sociedad".
36
presentes para su obra, por una parte las teorías de los
filósofos criminalistas modernos y los preceptos consignados
en todos los códigos recientes, práctica europea de la nueva
civilización; y por otra parte las disposiciones de todas
nuestras leyes antiguas y la jurisprudencia de todos nuestros
tribunales". En cuanto a las penas, mientras rechaza la de
"argolla", "la marca" y "los azotes" por "infamantes", admite
la de muerte, considerándola, en razón de "la enormidad de
ciertos crímenes", como "en sí legítima, y en ciertos casos
indispensable".
37
discutieron el contenido y alcance de las categorías
propuestas, lo cierto es que es esta sistematización, que
concibe al delito como acción u omisión típica, antijurídica y
culpable, la que mayor influencia ha tenido y tiene hasta hoy
en día en las ciencias jurídicas del mundo no sujeto
al Common Law anglosajón, incluyendo países tan disímiles
como Holanda, España, Chile, Perú, Japón, Corea, etc. La
Reforma al sistema criminal y la necesidad de imponer
sanciones útiles pasó a formar parte de una discusión
centrada únicamente en las finalidades del castigo y no en los
presupuestos de la imputación, disciplinas separadas que el
propio LISZT denominó política criminal y dogmática
penal, respectivamente, según veremos más adelante.
A. IMPORTANCIA ACTUAL
B. PATRIA VIEJA
40
En este estado de cosas, no hubo preocupación en estos
primeros años por dictar una legislación penal propia y la que
se dictó era más bien de carácter accesoria a las
transformaciones políticas del orden colonial, principalmente
en lo que dice relación con la regulación de las recién
conquistadas libertades de imprenta y de comercio,
manteniendo la vigencia general de las leyes españolas y
reforzando el orden social oligárquico incipiente.
41
buenas intenciones que de decisiones a firme, como aparece
claramente en un Discurso de 1822 del entonces Director
Supremo de Chile, don Bernardo O'HIGGINS, instando a la
adopción de los "cinco códigos célebres", impuestos
por NAPOLEÓN en la Francia posrevolucionaria, de manera de
poder borrar "para siempre instituciones montadas bajo un
plan colonial". A este expresado deseo codificador basado en
el rechazo a la institucionalidad colonial se sucedieron el
fallido ofrecimiento hecho por Jeremy BENTHAM a
Bernardo O'HIGGINS para la redacción de un código criminal y
varias mociones parlamentarias para constituir comisiones
que redactaran los nuevos Códigos de la recién independizada
nación, como las de José ALEJO EYZAGUIRRE de 12 de
noviembre de 1823; la de MUÑOZ BEZANILLA de 28 de julio de
1826; o la de 27 de marzo de 1928, de don Francisco
R. VICUÑA, que derivó en un concurso al efecto, al que se
presentó don Manuel Lorenzo VIDAURRE, cuyo Proyecto no fue
acogido (probablemente, tanto por el origen de su autor —
peruano y a la sazón oídor en la Real Audiencia de Cuba—,
como por su apego a la forma arcaica de la legislación
española que se pretendía superar).
42
1817). Restablecido el orden en esta materia, aparece el
aspecto liberal e independentista de la legislación de la época,
reflejado en el intento de derogar la pena de azotes.El primer
intento al respecto se hizo al finalizar el Gobierno
de O'HIGGINS, en que por Decreto de 14 de julio de 1823 se
derogaron las penas deazotes y, luego, por Decreto de 25 de
abril de 1823, las de palos previstas en las Ordenanzas
Militares españolas que se mantenían vigentes. Sin embargo,
la pena de azotes se repone en menos de un año, por el
artículo 1º del Decreto del Congreso Constituyente de 9 de
octubre de 1823, pero se vuelve a derogar, "perpetuamente",
"como un castigo atroz e infamante", sustituyéndose por la de
"trabajos a presidio urbano, o a la casa de corrección por un
término competente" por el artículo 8º del Decreto de 13 de
agosto de 1824. No obstante, la pena fue repuesta al cambiar
la década, para los delitos de abigeato, hurto y robo, por
los Decretos de 13 de mayo de 1837 y de 22 de julio de
1837, y la Ley General de Hurtos y Robos de 7 de agosto de
1849, lo que refleja muy bien el cambio desde las ideas
liberales predominantes en la década de 1820 hacia las de la
República Conservadora de Diego PORTALES. En lo concerniente
a las leyes relativas a la libertad de imprenta, por Decreto de
18 de junio de 1823 se restableció la vigencia del Decreto de
23 de junio de 1813, con su juicio por jurados, al que declara
"antigüedad preciosas de la revolución". Este Decreto fue
derogado por la Ley Sobre Abusos de la Libertad de Imprenta
de 11 de diciembre de 1828, que, en todo caso, mantuvo
el juicio por jurados. Finalmente, en el ámbito de
la organización económica de la República y el mantenimiento
de sus finanzas públicas, se restablecen el estanco del
tabaco, los impuestos de exportación e importación, y se
realiza la primera emisión de billetes del Fisco, todo lo cual
supuso las correspondientes sanciones penales, que
incluyeron la de muerte para el falsificador de tales billetes,
según la Ley de 29 de diciembre de 1828.
43
D. DERECHO PENAL EN EL PERÍODO DE LA REPÚBLICA CONSERVADORA
(1830-1861)
45
insubordinados y mediante una legislación tendiente a limitar
la libertad de imprenta, con una ampliación de las figuras no
sujetas a la exceptio veritatis; se "legalizaron" el cohecho y la
intervención electoral, al no contemplarse penas a su
respecto; y en relación con los delitos comunes, se agravaron
las penas de la embriaguez y se restablecieron las
de azotes para los hurtos, robos y abigeatos. Pero también la
progresiva organización del Estado y de la economía
necesitaba una "protección penal", atendida su creciente
complejidad: se regularon los servicios de correos, la violación
de correspondencia y la falsificación de los sellos postales; la
emisión de títulos de créditos hipotecarios y su falsificación; la
de billetes de banco y su falsificación; la navegación marítima
con sus correspondientes delitos de navegación sin licencia; la
organización de los telégrafos y sus delitos derivados, muchos
de los cuales hoy permanecen vigentes en el Código de 1874;
entre otras materias, incluyendo la promulgación de nuevas
Ordenanzas del Ejército y la Marina y una Ley de Bancos
claramente benigna con sus Directores y Gerentes, dado la
naturaleza oligárquica de su origen.
46
se imponía la pena de 25 a 50 azotes y "de ocho a dieciocho
meses de servicios en las obras públicas". Especial
importancia por su alcance y completitud sería la Ley general
sobre hurtos y robos, dictada diez años después, con fecha 7
de agosto de 1849, que regiría la materia hasta la entrada en
vigor del Código de 1874. Esta ley, recogiendo en parte la
sistematización del Código español de 1822, y derogando
orgánicamente todas las disposiciones españolas y patrias
antes vigentes (art. 45), distingue el hurto fraudulento o
simple (art. 1º) del de animales (art. 3º), del "con fuerza o
violencia en las cosas en casa, choza o lugar habitado o
destinado a la habitación" (art. 8º), y del robo "con violencia
o fuerza hecha a una persona" (art. 11). Además, establece
una serie de agravaciones para el hurto hasta hoy todavía
vigentes ("ser dos o más los ladrones", "cargar armas", ser
"dependiente", "posadero", etc., arts. 5º a 7º). En la
regulación del robo, el art. 12 contempla una definición de
violencia recogida casi literalmente por el actual artículo 439 y
se establecen casos agravados por la cuantía de lo robado, las
lesiones que se causen a terceros, la naturaleza de algunos
objetos robados y el cometer el delito "por sorpresa" (arts. 13
a 20). Por otra parte, se recogen agravaciones relativas a la
reiteración y reincidencia, similares a las de la primera ley
sobre abigeato pero algo más benignas (arts. 21 y 22), otras
sobre tentativa, complicidad y encubrimiento (arts. 23 a 30);
una excusa legal absolutoria similar a la del hoy vigente
artículo 489 del Código (art. 31); una regla concursal idéntica
a la del actual artículo 453 (art. 34); reglas sobre
comunicabilidad de las circunstancias (arts. 35 a 37); una
regla general sobre el máximo de la pena a imponer en toda
circunstancia: "las condenas por hurto no podrán exceder de
diez años de penitenciaria; las condenas por robo podrán
extenderse a doce" (art. 41). A pesar de esta generalizada
rebaja de penas, se mantiene la posibilidad de sustitución de
las penas corporales por la de azotes "en caso de reiteración o
reincidencia de hurto o robo", "aplicándose la proporción de
cincuenta por cada seis meses de presidio", con un máximo
de 200 (art. 42). Finalmente, se mantiene la pena accesoria
47
de vigilancia a la autoridad para todos los condenados, hasta
por cinco años (art. 44).
49
socioeconómicos de la sociedad cuyo tráfico jurídico aquélla
aspira a regular".
50
maridos para dar muerte a los reos de adulterio y la que
regulaba los casos del denominado "aborto honoris causa"; y
las referidas al duelo.
52
determinación y la "amplitud con que admite el principio de
culpabilidad". Estos juicios positivos, no se apartan mucho de
los de FUENZALIDA, quien ya en 1883 declaraba: "cualesquiera
que sean los lunares de nuestro Código Penal, lo
consideramos digno de nuestro estado de civilización y cultura
y a su libro primero especialmente como la última palabra del
arte y de la ciencia penal hasta el presente".
53
la generalidad de quienes intervienen en unos y otros hechos:
simple reclusión para el duelista, presidio (trabajo forzado)
para el resto. Es por ello que resulta justificada la aserción
dePOLITOFF/BUSTOS/GRISOLÍA en el sentido de que, "por su
índole, este delito privilegiado no puede cometerse sino por
los miembros de determinadas clases, lo que hace intolerable
su subsistencia en un sistema democrático".
54
§ 8. EL SURGIMIENTO DEL POSITIVISMO PENAL EUROPEO A FINES DEL
SIGLO XIX Y PRINCIPIOS DEL SIGLO XX. CORRECCIÓN E INOCUIZACIÓN
(PREVENCIÓN ESPECIAL POSITIVA Y NEGATIVA) COMO FUNCIONES O
FINALIDES DE LA PENA EN LA ESCUELA POSITIVA ITALIANA Y EN LA
ESCUELA MODERNA DE V. LISZT EN ALEMANIA
55
Bienestar también significó una transformación y expansión
del Derecho Penal, aumentando con ello las presiones en el
sistema penal y penitenciario. En palabras de Gary BECKER,
"desde el cambio de siglo, la legislación de los países
occidentales se ha expandido rápidamente para revertir el
breve dominio del laissez faire durante el siglo XIX. El Estado
ya no sólo protege contra las agresiones a personas y cosas,
por medio del asesinato, la violación o el robo en sus
viviendas, sino también restringiendo la "discriminación"
contra ciertas minorías, los acuerdos monopolísticos de los
negocios, cruzar la calle fuera de las esquinas, el transporte,
los materiales usados en la construcción y cientos de otras
actividades".
56
declarados delitos, sin atender en su imposición a la persona
del condenado y, sobre todo, sin considerar que los delitos no
son hechos inertes, sino la valoración del comportamiento de
una persona, cuyas causas no parecían del todo investigadas.
57
la sociedad (incluso con la muerte si no es posible su
"corrección"), impidiéndole que pueda causar daño
(privándole física o quirúrgicamente de la capacidad para
delinquir) y, si es posible, readaptarlo a la vida social. Luego,
para la Escuela Positiva es sólo la prevención especial el
fundamento del Derecho Penal, y la peligrosidad el criterio
para la actuación del sistema penal. La escuela positiva
rechaza todo reproche moral al delincuente. Las providencias
que debieran adoptarse a su respecto no deben medirse con
arreglo a la gravedad del delito sino fijarse según la
peligrosidad del sujeto (sanción indeterminada): las medidas
de seguridad cuya vigencia se determina por
la concreta peligrosidad del agente debieran reemplazar a
las penas de duración fija previstas en abstracto para ser
impuestas a una persona supuestamente libre y responsable.
58
planteamiento radicaba en su apertura a la finalidad (utilidad)
frente al idealismo de la Escuela Clásica dominada en ese
entonces por concepciones absolutas y retribucionistas. En
primer lugar, sostenía que el Derecho Penal tenía, como tal,
una finalidad: la protección de bienes jurídicos, entendidos
como "intereses vitales del individuo y la sociedad",
resultantes de las "relaciones de la vida entre los mismos
individuos o entre particulares y la sociedad organizada en
Estado, y viceversa". Y que esa finalidad se cumplía mediante
la amenaza de la pena (prevención general), pero sobre todo,
mediante su ejecución, actuando sobre la totalidad de los
sujetos del Derecho, "dominando, por una parte, las
inclinaciones criminales por medio de la fuerza intimidante en
la imposición del castigo y, asegurando y fortificando, por otra
parte, por medio de la reprobación repetida y sostenida, el
espíritu de orden de los ciudadanos" (prevención general);
satisfaciendo al lesionado con el castigo; y, sobre todo y
especialmente, intimidando, corrigiendo o inocuizando a los
responsables de los delitos (prevención especial).
59
El límite de estas medidas se encuentra, según LISZT, en el
Derecho mismo que crea espacios de libertad, debiéndose
mantener un sistema de imputación anclado en la
interpretación de la ley penal de manera estricta con base al
principio de legalidad, al punto de sostener que el Derecho
Penal era "la Carta Magna del delincuente" y "límite
infranqueable de la política criminal".
60
§ 9. AUGE Y APARENTE CAÍDA DEL POSITIVISMO EN CHILE EN LA PRIMERA
MITAD DEL SIGLO XX. SU INFLUENCIA HASTA HOY EN DÍA
61
el cambio de siglo y las crisis económicas desatadas durante y
al término de la Primera Guerra Mundial, ya alrededor de
1920 "no veía sino la dominación de una oligarquía que se le
antojaba específicamente incapaz, desnacionalizada, sin
moralidad ni patriotismo", la cual podía asociarse fácilmente
con los valores del liberalismo moderado y decimonónico de
la Restauración y el Derecho Penal Clásico del Código de
1874.
62
Israel y Abraham DRAPKIN, quien fuera su Director, y los
médicos Eduardo BRÜCHER, Luis CUBILLOS y Guillermo AGÜERO,
entre otros. Entre los juristas, destacaron como difusores del
positivismo especialmente Samuel GAJARDO, Gustavo LABATUT y
Rafael FONTECILLA, en sus primeros escritos.
63
A. LA LEGISLACIÓN POSITIVISTAS EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX
65
B. LA HERENCIA DEL POSITIVISMO EN LA ACTUALIDAD: EL CARÁCTER
"PELIGROSISTA" DE NUESTRO SISTEMA PENAL
66
mejores que a la tesis antagónica" (responsabilidad penal
basada en la peligrosidad), aunque las consecuencias de esta
hipótesis (los casos en que se considera o no libre —
¡responsable penalmente!— a una persona) deban estimarse,
"por supuesto", como "una ficción", aunque justificada.
67
delinquir). Son estas ideas acerca del peligro real que en
concreto representa un enajenado y de la presunta menor
peligrosidad que se advierte por regla general en los menores
de edad, las que operan a la hora de determinar cuáles
medidas son aplicables, como surge patente de la redacción
del art. 455 del Código Procesal Penal, e implícitamente en la
del art. 24 de la Ley Nº 20.084.
68
sustitución de las penas contempladas en el Código Penal y en
las leyes complementarias".
69
c) Tercera tesis: la pena es insuficiente
para el control de la criminalidad
70
procesales tienen entre sus requisitos el que el condenado no
sea reincidente y que su conducta anterior y posterior al
delito permitan presumir que "no volverá a delinquir" o, dicho
en clave positivista, todas ellas son alternativas a las penas
previstas en la Ley, basadas en la "baja peligrosidad" del
autor, esto es, en que se trata sólo de un "delincuente
primario ocasional", en las palabras que se usaban en la
década de 1940.
71
C. LA "LUCHA DE LAS ESCUELAS" Y EL DECLIVE DEL POSITIVISMO ENTRE
LOS PENALISTAS CHILENOS
73
tras el término de la Segunda Guerra Mundial, la tendencia
ecléctica derivada de la Escuela Positiva, se denominó Terza
Scuola que no tuvo mayor repercusión en Chile. Sus
integrantes (ALIMENA, MANIZI, entre otros), propugnaban el
mantenimiento de la pena en su forma tradicional, junto con
instituir otras providencias (las medidas de seguridad),
destinadas a combatir la peligrosidad del delincuente. Los
representantes de este grupo negaban la idea de los
neolombrosianos sobre el delincuente nato, pero rechazaban
a la vez el concepto de libre albedrío. A diferencia de los
positivistas, los representantes de la Terza Scuola negaban la
responsabilidad penal de los inimputables (afirmada por la
doctrina extrema del positivismo, que hacía arrancar la
responsabilidad del solo hecho de vivir en sociedad) y
distinguían entre "sujetos dirigibles", para los cuales procede
aplicar penas, con fines aflictivos y de prevención general,
mientras para los sujetos inimputables estarían destinadas
medidas de seguridad, que apuntan a la prevención especial.
74
medidas de seguridad) debieran tomarse en el beneficio
indiscutible de quien es objeto de ellas, liberándolo del riesgo
de caer o reincidir en la delincuencia y asegurando su mejor
adaptación al medio en que debe vivir. La mejor protección de
la sociedad y la más humana consistiría en realizar su
adaptación, por los medios más adecuados a la personalidad
del sujeto. De ahí queANCEL califique su propia doctrina de
"movimiento de política criminal humanista" (subtítulo de su
obra). Aunque este autor rechace el libre albedrío, no cae en
un determinismo ciego, prefiriendo un examen profundizado
de la personalidad del delincuente. Esta doctrina preconiza la
ampliación de los poderes del juez, no sólo para la fijación,
sino también para la ejecución de las penas. Para esta
escuela, "la organización racional de la lucha contra el crimen
(...) está situada exactamente entre la criminología y la
ciencia del Derecho Penal". Donde se aleja de ese equilibrio es
cuando preconiza la aplicación de medidas de
seguridad predelictuales, basadas en la sola peligrosidad del
sujeto.
75
Así, de los códigos soviéticos de la primera época
revolucionaria, destacan la disposición del art. 10 del texto de
1922 y la de los arts. 6 y 16 del de 1926. La primera de ellas
establecía que "en caso de ausencia, en el Código Penal, de
precepto específico para algún delito en particular, las
medidas penales o de defensa social se configurarán
conforme aquellos artículos del Código Penal que contemplen
delitos análogos por su importancia y calidad". Por su parte,
el art. 6 del texto de 1926 disponía: "se considera
socialmente peligrosa toda acción u omisión dirigida contra el
régimen soviético o que importe un atentado al orden jurídico
establecido por el poder obrero y campesino para el período
de transición al orden comunista". El art. 16 del mismo
cuerpo legal establecía que, "el acto socialmente peligroso",
no previsto expresamente por la legislación, se penaría
"conforme a los actos de naturaleza más semejante". Sin
embargo, tras el término de la Segunda Guerra Mundial se
intentó restablecer el principio de legalidad, lo que se
consiguió recién a fines de la década de 1950, en primer lugar
con los "Fundamentos de la legislación penal de la URSS y
repúblicas federadas", de 25 de diciembre de 1958, y luego
en el Código de 1960.
76
muy incomprensible la idea de que éste estuviera protegido
frente al Estado". Los aliados, después de la guerra, mediante
la Ley Nº 22 del Consejo de Control, de 20 de enero de 1946,
suprimieron esa disposición.
77
ni suprimir el principio de legalidad para la comisión de los
crímenes brutales de la última Dictadura Militar (de hecho, los
textos constitucionales que se citan en esta obra fueron
establecidos en su mayor parte precisamente por esa
Dictadura).
78
llamado socialismo real, impuesto en 1990 en la ya
inexistente "órbita soviética" tras la revolución bolchevique de
1917 en RUSia—, pero sobre todo afirmaba la idea del fracaso
del Estado de Bienestar como proveedor de bienes y servicios,
entre ellos, la rehabilitación, imputándole a dicho modelo el
aumento sostenido de las tasas de criminalidad, sobre todo en
la década de 1970. Ello condujo en el mundo anglosajón
también a una crítica importante del funcionamiento del
sistema penal y la necesidad de sustituirlo. Por una parte, se
afirmaba que cuando se estudiaban los tratamientos de
rehabilitación se podía concluir que nada funcionaba,y que,
por ello, lo único que podía hacerse era no hacer nada
(paradigma del no tratamiento o desistimiento: esperar una
suerte de desistimiento espontáneo de la actividad criminal);
por otra, que se debía imponer una pena justa o merecida en
atención únicamente al merecimiento de pena; y también
había quienes propiciaban únicamente imponer una
pena disuasoria, que llevara al decisor racional a optar por
una actividad legal antes que por una ilegal, aplicando el
mismo análisis de costo-beneficio con el cual se adoptarían
las decisiones económicas.
79
Estado. También se sugiere que dicha descriminalización es
posible si otra manera de reaccionar (no represiva) aparece
mejor que la penal, lo que es coincidente con la opinión de
autores que suelen hablar también de una "reorganización
social" de relaciones que, disciplinadas de otra manera,
podrían evitar la actuación del sistema represivo penal, como
sucede paladinamente con el reemplazo del cheque por otros
instrumentos financieros y por el llamado dinero plástico.
80
que ellos se desistirán de la comisión de nuevos delitos con o
sin una actuación estatal, de modo que las penas y sanciones
impuestas carecen de contenido resocializador y se dirigen
más bien a comunicar el hecho de que las infracciones no son
toleradas (como sucede paradigmáticamente en el caso de las
sanciones de amonestación y reparación del daño causado del
art. 23 de la Ley Nº 20.084), o a establecer mecanismos más
o menos estrictos de aseguramiento del infractor en el medio
libre (como sucede con las penas de remisión condicional y
reclusión parcial de los arts. 4º y 7º de la Ley Nº 18.216). Por
otra parte, el Código Procesal Penal contempla varias
instituciones que permiten evitar los efectos de una condena
criminal basadas en criterios de oportunidad y de "restituir el
conflicto a las partes", sin imposición de sanciones o
tratamientos (de nuevo, en la esperanza del desistimiento)
mediante el acuerdo de las mismas y la reparación del mal
causado, como las llamadas salidas
alternativas de oportunidad, suspensión condicional y
acuerdos reparatorios, así como la facultad del tribunal
de suspender la ejecución de la pena en delitos de muy baja
cuantía. Al momento de ejecutarse la pena, el paradigma
del no tratamiento ha influido también decisivamante en la
promulgación de la Ley Nº 19.856, que establece un sistema
de reducción de la pena por buen comportamiento, cuya
mecánica aplicación práctica ha conducido a una reducción
radical de los tiempos de cumplimiento de penas efectivas,
permitiendo la liberación de condenados sin necesidad de
incorporarlos al régimen de libertad condicional y, por tanto,
sin medidas de reinserción social intra y post penitenciarias.
81
peor que la enfermedad, y la llamada perspectiva
abolicionista de juristas como el escritor católico holandés
Louk HULSMAN, y el criminólogo noruego Nils CHRISTIE, entre
varios otros, hay una cierta continuidad lógica. Si a ello se le
agrega el hecho de que el retorno al retribucionismo como
respuesta a la crisis puede parecer una negación de la misma,
sin atención alguna a la realidad de las cárceles que siguen
existiendo, el abolicionismo se presenta como una respuesta
racional para reducir los daños y problemas que el propio
sistema penal generaría.
82
que las operaciones burocráticas del sistema penal (encerrar
en las cárceles o amenazar con ello, privar de bienes
jurídicos, acarrear el estigma de condenado) tienen lugar bajo
la protección de un marco de referencia compuesto de
palabras legitimadoras, tomadas del mundo de la vida.
83
§ 12. REFORMA, RECODIFICACIÓN, HUIDA HACIA EL DERECHO PENAL E
INTERNACIONALIZACIÓN DE LA RESPUESTA PUNITIVA EN EL CAMBIO DE
SIGLO
84
la pena privativa de libertad (que se clasifica en temporal, de
un mes hasta 15 años, y perpetua) y a la multa (y el comiso).
85
El retiro del permiso de caza con prohibición de solicitarlo
nuevamente durante cinco años o más; 9º La prohibición
durante cinco años o más de utilizar tarjetas de crédito o
extender cheques que no sean para retirar fondos propios o
no se encuentren certificados; 10º. El comiso de los objetos
que sirvieron o estaban destinados a la comisión del delito y
de los de su producto, salvo en los delitos de prensa; 11º. La
prohibición de ejercer durante cinco años o más una actividad
profesional o social que hubiere servido para facilitar,
preparar o cometer el delito.
86
fundamentales la culpabilidad del autor y los efectos que la
pena ha de tener en la vida futura del condenado, se prohíbe
la doble valoración de las circunstancias y se señalan
circunstancias que el juez puede considerar "a favor o en
contra del autor", tales como la clase y magnitud del daño
causado, la personalidad del autor, su vida anterior y su
comportamiento posterior al delito. Un sistema muy similar se
consagra en el artículo 71 del CP Portugués, en tanto que en
Italia, aunque se mantiene un sistema más o menos rígido de
lo que allí se denomina "delito circunstanciado", en los
artículos 59 a 70 CP italiano, una vez superada esa etapa, el
artículo 132 señala explícitamente que, "dentro de los límites
fijados por la ley, el juez aplica discrecionalmente la pena",
obligándolo a "indicar el motivo que justifica el uso de esa
potestad discrecional"; motivos que le ofrece su artículo 133,
entre los cuales se cuentan básicamente la gravedad del
delito, conforme a sus modalidades de comisión, el daño
causado y la medida de la culpabilidad; y la capacidad para
delinquir nuevamente del condenado, que se desprende de su
vida anterior y su conducta posterior al delito, de los móviles
de su actuar y de sus condiciones de vida individual, familiar y
social. El nuevo CP francés de 1992, por su parte, regula la
materia otorgando amplia libertad a la judicatura, la cual,
según su artículo 123-24, "pronunciará las penas y fijará su
régimen en función de las circunstancias de la infracción y de
la personalidad de su autor". Sólo el nuevo CP español de
1995 conserva en sus artículos 21 a 23, y 66 a 72 un catálogo
exhaustivo de circunstancias atenuantes y agravantes
genéricas y reglas más o menos precisas acerca de su
valoración y efectos, aunque mitigado en su rigidez por la
significativa reducción del catálogo de circunstancias, la
existencia de la llamada atenuante analógica o de igual
significación del artículo 21.6ª, la eliminación de los grados de
las penas, la ampliación de los marcos penales y la obligación
de fundamentar la individualización de la pena, en caso de no
concurrir circunstancias o de concurrir al mismo tiempo
atenuantes y agravantes, atendiendo a "las circunstancias
87
personales del delincuente y a la mayor o menor gravedad del
hecho".
89
Tratado respectivo para controlar su implementación; y b) la
"técnica institucional", que consiste en encomendar en el
propio tratado o convención a un organismo internacional la
vigilancia y verificación del cumplimiento del Tratado, con
base en sus facultades generales, como sucede típicamente
con la labor de la UNODC para proveer de asistencia legal
(incluyendo la elaboración de legislaciones modelos y guías
para su implementación), entrenamiento a legisladores,
jueces y fiscales, y asesoría técnica para facilitar la
colaboración judicial (traducciones, intermediación, etc.), con
el propósito de hacer efectivos los objetivos de las principales
convenciones sobre crímenes de trascendencia internacional.
90
introducción al Código se produciría una cierta
"desnaturalización" del Derecho Penal al entrar a regular
materias que califica de "administrativas".
91
especialmente horrendos, conduciendo a una ampliación e
intensificación de la respuesta penal más emotiva que
racional. En estados como los anglosajones donde existe el
referendo popular y elecciones periódicas con sistemas
uninominales, esta clase de presiones se traducirían,
según PRATT, en legislaciones penales cada vez más severas
votadas en plebiscitos y en la exacerbación de las tendencias
penalizadoras de los candidatos a cargos de elección popular.
92
§ 13. EVOLUCIÓN DEL DERECHO PENAL CHILENO EN EL SIGLO XXI:
DEMOCRATIZACIÓN, DIVERSIFICACIÓN, INTENSIFICACIÓN E
INTERNACIONALIZACIÓN DE LA RESPUESTA PENAL. IMPACTO DEL FENÓMENO
DE LA HUIDA HACIA EL DERECHO PENAL
93
de 25 de agosto de 2004, y la Ley Nº 20.042, de 23 de julio
de 2005.
94
autoridad) art. 6 b) de la Ley Nº 12.927, sobre Seguridad del
Estado, tras el escándalo nacional e internacional que se
produjo por la censura e incautación del Libro Negro de la
Justicia Chilena (Santiago: Planeta, 1999), donde
AlejandraMATUS describía la indolencia y aprobación tácita (y a
veces explícita) de los Tribunales de Justicia frente a las
violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante la
Dictadura Militar. Finalmente, la Ley Nº 20.048, de 31 de
agosto de 2005, vino a derogar el resto de los delitos
de desacato como injurias a la autoridad que quedaban en los
arts. 263 y 264 del Código Penal y en el art. 276 del Código
de Justicia Militar. Esta tendencia llegó incluso hasta el
Gobierno de Sebastián Piñera, en principio una alianza de
derecha, contraria a la Concertación gobernante en los
períodos anteriores. En efecto, ante la agudización de unas
largas huelgas de hambre de presos mapuche, entre los años
2010 y 2011, se aprobaron dos importantes modificaciones a
la Ley Nº 18.314 de 17 de mayo de 1984, que determina las
conductas terroristas y fija su penalidad, suprimiendo el
sistema de presunciones que contemplaba desde las Leyes
Cumplido, excluyendo a los menores de 18 años de su
aplicación y morigerando su penalidad (Leyes Nº 20.467, de 8
de octubre de 2010 y Nº 20.519, de 21 de junio de 2011); y
la Ley Nº 20.477, de 30 de diciembre de 2010, que excluye
completamente de la jurisdicción militar a los civiles y
menores de edad, con independencia de si cometen o no un
delito militar.
95
intervinientes que permiten importantes grados
de negociación y reducción del uso de la prisión en los casos
concretos. Posteriormente, la aplicación de este sistema se
extendería a los adolescentes mayores de 14 años
responsables de infracciones penales, con la Ley Nº 20.084,
de 7 de diciembre de 2005, que vino a reemplazar el antiguo
sistema tutelar bajo la égida del Estado de la Ley de Menores.
Las reformas para "adecuar" la legislación a este nuevo
sistema procesal, especialmente las contempladas en la Ley
Nº 19.806 de 31 de mayo de 2002, produjeron importantes
efectos, al restringir el uso de los llamados Ministros en
Visita en las causas por delitos contra la Seguridad del Estado
y la prisión preventiva en la persecución del delito de giro
doloso de cheques del D.F.L. Nº 707 de 1982; y también
influyeron sustancialmente en la expansión de las garantías
procesales de carácter individual hacia otras áreas del
Derecho, como el tributario y aduanero, incluyendo una
reforma sustancial a los delitos de contrabando (Ley
Nº 19.738 de 19 de junio de 2001).
96
su primera formulación, por uno más diversificado de penas
sustitutivas que contempla nuevas y diversas formas
de reclusión domiciliaria (diurna, nocturna, de fin de semana,
con o sin control telemático), el trabajo en beneficio de la
comunidad, y la libertad vigilada intensiva (con o sin control
telemático), como sanciones sustitutivas a las privativas de
libertad.
97
Penal y la regulación de la inviolabilidad de las
comunicaciones por medios electrónicos en la Ley de
Telecomunicaciones (Ley Nº 19.423, de 20 de noviembre de
1995). La introducción en el Gobierno de Sebastián Piñera de
la agravante de discriminación, conocida popularmente
como Ley Zamudio, en atención al nombre de la víctima de un
homicidio de carácter homofóbico, cuya exposición mediática
gatilló su aprobación, actual art. 12 Nº 21 del Código Penal
(Ley Nº 20.609 de 24 de julio de 2012), también puede verse
en la línea de un reforzamiento penal de los derechos y
libertades individuales, en este caso específico, de lo que
podría llamarse la libertad de autodeterminación en materia
de preferencias sexuales.
98
en esas áreas de una manera especial, ya que no responde a
requerimientos de actualización o adecuación a cambios
institucionales locales o internacionales, sino principalmente a
una revalorización social de hechos que antes se entendían
también punibles, pero no de la misma gravedad.
99
modificaciones a las cuantías en los delitos de hurto, en los
Gobiernos de la Concertación de Partidos por la Democracia
primero se elevó a categoría de delito autónomo la
receptación de bienes hurtados o robados (antes una forma
de encubrimiento por aprovechamiento), introduciéndose el
art. 456 bis A al Código Penal por la Ley Nº 19.413, de 20 de
septiembre de 1995; después se elevó la pena del delito de
robo con fuerza en lugar habitado, por la Ley Nº 19.449, de 8
de marzo de 1996; luego se reformó la regulación de los
delitos de abigeato (Ley Nº 20.090, de 11 de enero de2006);
se sancionó la falta frustrada de hurto (art. 494 bis, agregado
y modificado por las Leyes Nº 19.950, de 5 de junio de
2004 y Nº 20.104, de 30 de diciembre de 2006); terminando
por sancionar especialmente el robo de cables y alambrado
público (Ley Nº 20.273, de 28 de junio de 2008). En
el Gobierno de la Alianza por Chile se agregó la figura de robo
con fuerza de cajeros automáticos (art. 443 bis, incorporado
por la Ley Nº 20.601, de 14 de julio de 2012) y se especificó
y agravó el de robo de vehículos que se encuentran en bienes
nacionales de uso público ( Ley Nº 20.639, de 11 de
diciembre de 2012). El hecho de la sobrevaloración que tiene
la propiedad en las sociedades neoliberales, y especialmente
en la Constitución de 1980 parece explicar este fenómeno
de intensificación de su regulación penal, sólo morigerada
la sustitución de la pena de muerte por presidio perpetuo
calificado en el delito de robo con homicidio, violación,
mutilación o lesiones graves del art. 433 Nº 1 del Código
Penal (Ley Nº 19.734, de 5 de junio de 2001).
100
1991). Sin embargo, este proceso de adecuación a las nuevas
realidades tecnológicas (es evidente que una carta
explosiva no existía como objeto de preocupación en 1874)
fue inmediatamente seguido por la intensificación progresiva
de la respuesta penal en estas materias. Así, durante el
Gobierno de Eduardo Frei Ruiz-Tagle se promulgó la Ley
Nº 19.327, de 31 de agosto de 1994, que fija normas para la
prevención y sanción de hechos de violencia en recintos
deportivos con ocasión de espectáculos de fútbol profesional,
recientemente modificada en el Gobierno de Sebastián Piñera
por la Ley Nº 20.620 de 14 de septiembre de 2012, que
agravó las penas previstas primitivamente para los delitos de
lesiones, daños y robos cometidos en tales circunstancias, e
incorporó nuevos delitos, como el porte de elementos para
producir lesiones o daños, la falsificación y reventa de
entradas, la usurpación de nombres para ingresar a un
estadio, y la interrupción del partido mediante desórdenes. La
comisión de delitos portando armas también fue objeto de
especial atención y en el Gobierno de Ricardo Lagos se
estableció como delito común el de porte de armas punzantes
o cortantes en el art. 288 bis Código Penal, derogándose la
figura similar que antes contemplaba la Ley de Seguridad del
Estado, y agregándose, además, como agravante genérica del
art. 12 Nº 20 la de ejecutar el delito portando armas (Ley
Nº 19.975, de 5 de octubre de 2004). En ese mismo período
la Ley Nº 17.798 sobre Control de Armas fue objeto de
importantes modificaciones: se incorporó al régimen de
control la producción y posesión de fuegos artificiales, de
bombas incendiarias (bombas molotov), de municiones o
cartuchos, de armas con número de serie borrado o alterado
y de las de fabricación artesanal o modificadas; se eliminó el
carácter eximente de pena que antes se establecía respecto
del porte y posesión sin permiso, pero intención de alterar el
orden público, atacar a las Fuerzas Armadas o a las de Orden
y Seguridad Pública o perpetrar otros delitos, pasando a ser
este hecho sólo una atenuante especial de la pena (aunque
con un efecto muy importante), estableciendo una nueva
eximente en su lugar, la de entregar voluntariamente las
101
armas antes de ser perseguido judicialmente (Leyes
Nº 19.680, de 25 de mayo de 2000, Nº 20.014, de 13 de
mayo de 2005 y Nº 20.061 de 10 de septiembre de
2005).Este proceso culminó con la gran reforma operada por
la ley Nº 20.813, de 13 de febrero de 2015, que agravó las
penas e impidió su sustitución en delitos cometidos con armas
prohibidas. En todo caso, hay que señalar que estas leyes y
otras vinculadas a la Reforma Procesal Penal morigeraron al
mismo tiempo la severidad de los cambios expresados, al
entregar el control de las armas prohibidas a Carabineros de
Chile, permitir la entrega anónima de las armas prohibidas y,
sobre todo, trasladar a la jurisdicción ordinaria el
conocimiento y sanción de los delitos que allí se establecen.
Finalmente, cabe destacar en esta materia
la intensificación de las sanciones penales previstas por el
Código de Justicia Militar y las respectivas Leyes Orgánicas,
respecto de los atentados contra Carabineros, Policía de
Investigaciones y Gendarmería de Chile, especialmente por
medio de la Leyes Nº 20.064, de 29 de septiembre de
2005 y Nº 20.214, de 22 de septiembre de 2012.
102
casos de resonancia mediática fue siendo modificado en su
tramitación y en 1994 ella incluía modificaciones a otras
figuras penales que atentarían contra la libertad e indemnidad
sexual, como el estupro, los abusos sexuales y la corrupción
de menores. Uno de los últimos puntos de discusión, que
condicionaron la entrada en vigencia de la ley, decía relación
con la pretensión gubernamental de una supuesta
"optimización" del llamado "efecto preventivo general" de la
sanción penal, especialmente en relación a los delitos cuyas
víctimas fuesen menores de 12 años. Para ello, se
endurecieron las condiciones para que el condenado accediera
a las medidas alternativas contempladas entonces en la Ley
Nº 18.216; y se elevó el tiempo de cumplimiento de la pena
para acceder a la libertad condicional de la mitad a los dos
tercios. La ley luego de casi seis años en el Congreso, es
promulgada bajo el Nº 19.617, 12 de julio de 1999. Sin
embargo, al poco andar el nuevo sistema de delitos sexuales
experimentó su primera reforma, precisamente en materias
sobre delitos de pornografía infantil (Ley Nº 19.927, de 14 de
enero de 2004). Este cuerpo legal tuvo como objeto castigar
de manera más eficaz los delitos de pornografía infantil,
incorporando en el articulado del CP circunstancias cuya
punibilidad era dudosa al tenor de la antigua redacción, o que
se regulaban en leyes especiales o simplemente su sanción no
se contemplaba por la ley penal. La primera situación
corresponde al actual art. 366 quater CP, en cuyo inciso
primero se agrega la circunstancia de hacer presenciar
material de carácter pornográfico; la segunda, al nuevo
art. 366 quinquies CP, que incorpora al texto punitivo la
sanción de la producción de material pornográfico infantil
donde se hubiesen utilizado a menores de edad; y la última, a
la criminalización de la adquisición y almacenamiento de esta
clase de material (arts. 374 bis y ter CP). Pero la modificación
no quedó circunscrita únicamente a los delitos que se
relacionan con la pornografía infantil, pues la ley introdujo
cambios que afectaron al régimen general de los delitos
sexuales, empezando por elevar la edad en que se estima
válido el consentimiento sexual, pasando de los 12 a 14 años.
103
Por otra parte, separa del sistema de delitos de abusos
sexuales, el delito que consiste en la introducción de objetos
de cualquier índole o en la utilización de animales en la acción
sexual, creando un tipo agravado del art. 365 bis. En cuanto a
la promoción y facilitación de la prostitución infantil fue
propósito de esta modificación sancionar el ciclo completo de
la conducta. Para estos efectos, se sanciona la promoción
y facilitación en su forma simple, quedando las circunstancias
de habitualidad, abuso de autoridad, confianza como sus
formas agravadas y no como las que calificaban el hecho de
delito según la formulación anterior, incorporando también la
circunstancia del engaño. También se establece el castigo
del favorecimiento de la prostitución de menores de edad
impropio (art. 367 ter CP). Y, en general, en cuanto a las
penas de los delitos, se observa una tendencia al alza en las
mismas mediante una supresión del límite inferir para los
delitos sexuales obedeciendo a la crítica de los autores de la
moción que los jueces suelen condenar al mínimo de la pena
cuando fijan la sanción en el caso concreto. Además, se crea
una nueva pena de inhabilitación absoluta temporal para
cargos, oficios, empleos o profesiones en el ámbito
educacional que involucren una relación directa y habitual con
personas menores de edad, y el cierre definitivo del
establecimiento o local de comercio. Esta última puede
decretarse como medida cautelar durante la sustanciación del
proceso. Por otra parte, asociado a la mayor eficacia
preventiva que se pretende obtener con las penas, se permite
el acceso al Registro Nacional de Condenas para informarse si
una determinada persona ha sido condenada a esta nueva
inhabilitación reseñada. Y, finalmente, se introdujo una norma
de carácter eminentemente procesal para la investigación de
estos delitos, en el nuevo art. 369 ter, por cuya virtud se
autoriza la interceptación de telecomunicaciones y otras
intromisiones de carácter tecnológico, así como el empleo del
agente encubierto y la entrega vigilada para investigar los
delitos que afectarían a menores de edad. Sin embargo, el
legislador estimó insuficientes estas modificaciones para
lograr los objetivos propuestos y en el último decenio se
104
sucedieron diversas leyes con la finalidad de perfeccionar la
normativa en la materia: así, la Ley Nº 20.207, de 31 de
agosto de 2007 estableció una regla especial de prescripción
para evitar la impunidad de los delitos cometidos contra
menores de edad, haciendo que ésta se cuente desde que
éstos cumplan 18 años. Después, la Ley Nº 20.480, de 18 de
diciembre de 2010, en principio destinada a incorporar el
delito de femicidio y aumentar las sanciones para la violencia
intrafamiliar, modificó significativamente la regulación del
delito de violación al reemplazar la expresión "para oponer
resistencia" por la más amplia de "para oponerse" en el Nº 2
del art. 361, incorporó las agravantes específicas del actual
art. 368 bis y modificó de manera bien desafortunada la
regulación del perdón delcónyuge o conviviente del inc. 4º del
art. 369. Luego, la Ley Nº 20.507, de 08 de abril de 2011,
trasladó al Título VIII del Código el delito de trata de personas
con exclusiva finalidad de prostitución que antes se
encontraba en el art. 367 bis y complementó su regulación
estableciendo los delitos de tráfico de migrantes y trata de
personas de los arts. 411 bis a 411 quáter CP. Al año
siguiente, la Ley Nº 20.526, de 13 de agosto de 2011, vino a
modificar los artículos 366 quáter y quinquies, para permitir la
sanción del llamado grooming y de la llamada pornografía
infantil virtual. Un año más tarde, la Ley Nº 20.594, de 19 de
junio de 2012, "creó" las actuales penas de inhabilidades del
art. 39 bis del Código, establecidas exclusivamente para esta
clase de delitos e impuestas para quienes los cometan contra
menores de edad en el que pasaría a ser el actual art. 372,
incluyendo la novedad de su "registro público". Finalmente,
la Ley Nº 20.685, de 20 de agosto de 2013, limitó el acceso a
la libertad condicional y a la cancelación de los antecedentes
penales a los responsables de delitos sexuales contra
menores de edad y agravó las penas para ciertos delitos de
esta índole. Así, al cabo de una década, todas estas
modificaciones consolidaron un especial estatuto para
prevenir y sancionar la llamada pedofilia, esto es, los delitos
de carácter sexual cometidos contra menores de edad y, más
precisamente, contra personas impúberes, en lo que
105
podríamos considerar la muestra más representativa del
fenómeno deintensificación de la respuesta penal entre
nosotros.
106
prostitución infantil y la utilización de los niños en la
pornografía (D.S. Nº 225 de 6 de septiembre de 2003) influyó
también en la modificación ya analizada de los delitos de
prostitución y pornografía infantil introducida al Código Penal
por la Ley Nº 19.927 de 14 de enero de 2004. Por su parte, la
primera regulación de la violencia intrafamiliar por la Ley
Nº 19.325 de 27 de agosto de 1994 pareció insuficiente frente
a las exigencias de la Convención Interamericana para
Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer,
de 9 de agosto de 1994 (D.S. Nº 1640 de 11 de noviembre de
1998) y a la vuelta de la década se promulgó la Ley
Nº 20.066, de 7 de octubre de 2005, que incorporó el delito
de maltrato habitual y ciertas agravaciones a los delitos de
lesiones, aunque sin incorporar completamente la idea de
violencia de género. Por otra parte, la Ley de Caza se
modificó para implementar el Convenio CITES (Ley
Nº 19.473, de 27 de septiembre de 1996) y, finalmente, las
Leyes de Propiedad Intelectual e Industrial debieron
adaptarse a las exigencias de los tratados de libre comercio
suscritos por el país y las transformaciones tecnológicas del
cambio de siglo (Leyes Nº 19.166, de 17 de septiembre de
1992; 19.912, de 4 de noviembre de 2003; 19.914, de 19 de
noviembre de 2003; 19.928, de 31 de enero de 2004;
20.435, de 4 de mayo de 2010; y D.F.L. Nº 3, de 20 de junio
de 2006, que refunde las modificaciones sufridas por la Ley
Nº 19.039, de 25 de enero de 1995, sobre Propiedad
Industrial).
107
Nº 19.366, sobre tráfico ilícito de estupefacientes y sustancias
psicotrópicas e introduce la figura delmicrotráfico; y las
modificaciones introducidas por la Ley Nº 20.467 de 8 de
octubre de 2010 a la Ley Nº 18.314 de 17 de mayo de 1984,
que determina las conductas terroristas, para incorporar el
delito de financiamiento del terrorismo, como exige
el Convenio Internacional para la Represión de la Financiación
del Terrorismo (D.S. Nº 163, de 13 de septiembre de 2002).
108
Otro ejemplo del efecto de la internacionalización del
Derecho en general y del poder de estos mecanismos
institucionales de evitación de conflictos, es la transformación
jurisprudencial de la legislación aplicable a las atrocidades de
la Dictadura, donde el rol del Derecho Internacional y de la
presión que pueden ejercer para su cumplimiento los
organismos que lo aplican, como la Comisión y la Corte
Interamericana de Derechos Humanos, produjo un
significativo cambio en la forma de entender la aplicación del
Derecho Penal local. Así, sin necesidad de una derogación
expresa del Decreto Ley de Aministía (D.L. Nº 2.191 de
1978), en la práctica forense éste ha dejado de regir, con el
argumento de la aplicación directa de las Convenciones de
Ginebra de 1949 (cuyo Protocolo referido a los conflictos
armados de carácter no internacional se promulgó recién
por D.S. Nº 752, de 28 de octubre de 1991) y del recurso a la
autoridad de la Corte Interamericana de Justicia, cuya
jurisdicción se reconoció al momento del retorno a la
democracia con la promulgación de la Convención Americana
de Derechos Humanos, mediante D.S. Nº 873, de 5 de enero
de 1991. Este tribunal internacional, bajo la premisa del
llamado rechazo a la impunidad, ha condenado la aplicación
de las amnistías irregulares dictadas por los gobiernos de
facto en Latinoamérica; rechazó el efecto de cosa juzgada de
los procedimientos seguidos en Dictadura, no podían
presuponerse serios y conducían derechamente a la
impunidad; y declaró que no se debía tomar en cuenta
la prescripción como modo de extinguir la responsabilidad
penal por hechos cometidos en dictaduras que se prolongaban
en el tiempo más allá de todos los plazos normalmente
previstos para hacer efectiva la responsabilidad penal de sus
autores.
109
D. ¿HUIDA HACIA EL DERECHO PENAL?: MODERADA INFLUENCIA DE LOS
FENÓMENOS DE EXPANSIÓN, POPULISMO PENAL Y NEOPUNITIVISMO
111
Sin embargo, si bien es cierto que la aproximación de no a
la impunidad que gobierna la aplicación jurisprudencial de los
Tratados Internacionales sobre Derechos Humanos en materia
de graves violaciones a los mismos cometidas durante la
última Dictadura Militar parece responder a los lineamientos
de una tendencia neopunitivista, como veremos más adelante
ello no es en principio objeto de una crítica de esta
naturaleza, sobre todo si se tiene en cuenta que el trasfondo
histórico de lo que ahora sucede en nuestros tribunales
parece no una "novedad" del cambio de siglo sino una
aplicación local muy atrasada del Derecho Internacional como
se cristralizó en los juicios de Núremberg y Tokio, de fines de
la Segunda Guerra Mundial.
112
por líderes que quieren desmarcarse de las corrientes
dominantes, sino de alguna manera compartido por el amplio
espectro político. Por otra parte, también es cierto que existe
en la opinión pública manifestada en encuestas una cierta
desazón respecto del funcionamiento de las instituciones del
sistema penal; y que por otra parte el movimiento en pos de
los derechos de las víctimas (muy neoliberal, por lo demás)
ha logrado incluso su consagración constitucional, por lo que
no debiera descartarse que, sobre esa base, se produzca
entre nosotros un auténtico surgimiento del populismo
penal, que pueda diferenciarse de los fenómenos
de democratización, diversificación, intensificación
e internacionalización que describimos arriba en el texto. Un
caso de esta naturaleza podría verse en la discusión de la
llamada Ley Emilia, Nº 20.770, de 16 de septiembre de 2014,
que propone penas fijas de al menos un año de cárcel para
los casos de conducción bajo estado de ebriedad causando
muerte, en cuyo proceso legislativo participaron activamente
los padres de la criatura cuyo deceso desencadenó la
modificación legal. Sin embargo, no es menos cierto que
dicha ley responde también a una sorprendente
desvalorización de facto de la vida humana con la anterior
legislación y a problemas imprevistos de aplicación de las
reglas generales del Código Penal a un sistema acusatorio que
favorece los acuerdos y las rebajas de penas incluso en casos
que, según el texto original del Código y las leyes especiales,
parecerían graves, pero respecto de las cuales la respuesta
penal, como se ha dicho, ofrece variadas posibilidades de
diversificación, sea mediante salidas alternativas o penas
sustitutivas.
113
CAPÍTULO 2 EL DERECHO PENAL POSITIVO, CONCEPTO Y
RELACIONES CON LAS DEMÁS RAMAS DEL ORDENAMIENTO
JURÍDICO Y DISCIPLINAS RELACIONADAS
114
§ 1. EL DERECHO PENAL POSITIVO COMO RAMA DEL DERECHO PÚBLICO.
SU VINCULACIÓN A LOS PRECEPTOS CONSTITUCIONALES
115
pues en ella se fija el principio esencial del Derecho Penal
positivo moderno: el principio de legalidad (nullum crimen
nulla poena sine lege), según el cual tanto los hechos
constitutivos de delito como la pena correspondiente deben
hallarse determinados en una ley, antes de ejecutarse el
hecho por el sujeto (art. 19, Nº 3, inc. 8º). Hay, además,
diversos otros preceptos constitucionales, como el que
proscribe las presunciones de derecho en materia penal
(art. 19, Nº 3, inc. 6º); el que prohíbe, aunque con reserva,
la pena de confiscación y la de pérdida de derechos
previsionales (art. 19, Nº 7, letras g) y h); el que establece la
indemnización por error judicial (art. 19, Nº 7, letra i);
además de las variadas disposiciones para garantizar la
libertad personal; todos los cuales tienen asimismo
vinculación directa con el sistema penal material y formal,
como se explica en esta obra. La Constitución consagra
también otras garantías, de carácter procesal penal, como el
principio nulla poena sine iudicio o del debido proceso legal,
según el cual nadie puede ser sometido a pena sin haber sido
previamente juzgado por un tribunal que le señale la ley y
que se halle establecido con anterioridad por ésta. El referido
principio supone también el derecho a contar con la asistencia
de abogados y con un procedimiento y una investigación
racionales y justos (art. 19, Nº 3, incs. 2º, 3º, 4º y 5º). La
entrada en vigor del sistema acusatorio y adversarial
establecido en el Código Procesal Penal del año 2000, que
profundiza y materializa los derechos y garantías del debido
proceso legal permite dejar en el pasado la observación
de CURY, acerca de que la vigencia efectiva de la integridad
del principio nulla poena sine iudicio en nuestro país había
sido hasta principios del siglo XXI "apenas nominal".
116
§ 2. CONCEPTO Y ALCANCE DEL DERECHO PENAL POSITIVO
117
que contemple penas las exigencias que a nivel constitucional
se hacen a las disposiciones penales, en el Nº 3 del art. 19
CPR, con independencia de su denominación legal.
118
considerarse como inconstitucionales e inaplicables las
disposiciones contenidas en ciertas Ordenanzas
Municipales que declaran, sin facultades para ello, que
los graffitis o rayados en muros constituyen el delito de
daños del art. 484 del Código Penal, como el art. 8º de la
Ordenanza Municipal de Coquimbo de 8 de octubre de 2009
(Nº 5.927) sobre la materia.
119
como las contempladas en el artículo 21 del Código Penal,
incluyendo además las disposiciones que permiten su no
imposición o sustitución por otra clase de sanciones, como
sucede ahora con las sanciones y penas sustitutivas
contempladas en las Leyes Nº 20.084 sobre Responsabilidad
Penal de los Adolescentes, y Nº 18.216, sobre Penas
Sustitutivas de las Privativas de Libertad.
120
definiciones de autor,cómplice y encubridor de los arts. 14 a
17 del Código y las que establecen los requisitos para
sostener la responsabilidad penal de las personas jurídicas en
los casos que allí se indica (arts. 3º y 5º de la Ley Nº 20.393,
en relación con su art. 1º).
121
y cuantía de las sanciones a imponer a las personas,
naturales o jurídicas, declaradas responsables de un hecho
considerado delito, como las clasificaciones, definiciones y
reglas relativas a las clases de penas y sanciones que se
contemplan en el Código Penal, en la Ley Nº 20.084 sobre
Responsabilidad Penal de los Adolescentes, en la Ley
Nº 20.393 sobre Responsabilidad Penal de las Personas
Jurídicas, en la Ley Nº 18.216, sobre Penas Sustitutivas a las
Penas Privativas de Libertad, el Decreto Ley Nº 521 sobre
Libertad Condicional y la Ley Nº 19.856, que crea un Sistema
de Reinserción Social de los Condenados Sobre la Base de la
Observación de Buena Conducta.
122
cuanto obligan con diversos matices a establecer ciertas
conductas como delitos e imponerles penas, contienen
disposiciones que en su mayoría no son autoejecutables, sino
que requieren, como dispone el art. 54 CPR y exigen los arts.
19 Nº 3 y 63 Nºs. 2 y 3 CPR, de implementación mediante la
dictación de una ley, formalmente diferenciada del tratado
que se trate, que describa la conducta punible y le señale la
pena o medida de seguridad aplicable. Este conjunto de
tratados y convenciones internacionales lo podemos designar
como Derecho Penal Transnacional, teniendo en cuenta eso sí
que no se trata propiamente de un ordenamiento jurídico que
sea ejecutable directamente por organismos jurisdiccionales
encargados al efecto, como el Derecho Penal Nacional o el
Derecho Penal Internacional, del que trataremos más
adelante.
124
Así, por ejemplo, a partir de la década de 1970 pueden
encontrarse en dichos tratados todas o algunas de las
siguientes obligaciones más o menos precisas a cumplir por
los Estados Parte:
126
sus Enmiendas de 1992, y su Protocolo Facultativo de 2002;
la Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de
Guerra y de los Crímenes de Lesa Humanidad, de 1968; y la
Convención Internacional sobre la Represión y el Castigo del
Crimen de Apartheid, de 1973, entre otras. También se
consideran especialmente relativas a los derechos
humanos, el conjunto de las Convenciones de Ginebra de
1949 y sus Protocolos, así como el resto del llamado derecho
internacional humanitario, previsto para regular el ejercicio de
la guerra y el tratamiento de civiles y prisioneros en la
misma.
127
Prisioneros de Guerra, ratificado por nuestro país el 12 de
octubre de 1950 y publicado en el Diario Oficial de 18 de abril
de 1951, y por los Convenios de Ginebra sobre Protección de
las Personas Civiles en Tiempos de Guerra, ratificado por
Chile el 12 de octubre de 1950 y publicado en el Diario Oficial
el 19 y 20 de abril de 1951", pues el país se encontraba
"jurídicamente" en "estado o tiempo de guerra", según lo
dispuesto en el Decreto Ley Nº 3 de 11 de septiembre de
1973 y en el Decreto Ley Nº 5 de 12 de septiembre de 1973,
publicados en el Diario Oficial de 22 de septiembre de 1973,
en los cuales la Junta de Gobierno de la época declaró, "que
el estado de sitio decretado por conmoción interna, en las
circunstancias que vive el país, debe entenderse 'estado o
tiempo de guerra'".
128
la extradición pasiva de una persona, cuando "el delito que se
le imputare o aquél por el cual se le hubiere condenado sea
de aquellos que autorizan la extradición según los tratados
internacionales vigentes o, a falta de éstos, en conformidad
con los principios del derecho internacional".
129
D. REGLAS Y PRINCIPIOS EN EL DERECHO PENAL POSITIVO
130
económica, sino porque así lo requiere "la justicia" "o alguna
otra dimensión de la moralidad", como el principio de que
nadie puede aprovecharse de su propio dolo.
131
(como los arts. 52 y 53 del Código Civil) y especialidad (como
el art. 13 del Código Civil). Según DWORKIN, un sistema legal,
como el norteamericano, podría también dar preferencia a
una regla "fundamentada en el principio más importante".
132
conducta considerada necesaria para su promoción". En esta
versión, es incorrecto afirmar que "incumplir un principio es
más grave que incumplir una regla", "porque las reglas tienen
una pretensión de decibilidad que los principios no tienen:
mientras las reglas pretenden ofrecer una solución provisional
a un conflicto de intereses ya conocido o previsible por el
Poder Legislativo, los principios sólo ofrecen razones
complementarias para solucionar un conflicto verificable en el
futuro", de donde, a igual nivel jerárquico, las reglas
preferirían a los principios.
133
una determinada regla legal supone la interpretación de las
disposiciones legales que establecen unos y otras y la
formulación de tales interpretaciones y limitaciones como
propuestas normativas sujetas a la decisión judicial. En
consecuencia, no deberían considerarse aplicables a los casos
concretos las disposiciones penales de rango meramente
legal cuya aplicación fuese incompatible con alguna regla o
principio constitucional,ya sea de manera parcial (en el
sentido de que exista al menos una propuesta de
interpretación inconstitucional) o total (en el sentido de que
todas las posibles propuestas de interpretación lo sean), pues
es obligación de todos los organismos del Estado (incluyendo
los Tribunales de Justicia) respetar y promover los derechos
humanos, tanto los garantizados en la Constitución como los
establecidos en los tratados internacionales sobre derechos
humanos de que Chile es parte (art. 5 de la CPR).
134
preferentes subyacentes en su elección, parecen no ser
superables por la simple alegación de principios contrarios del
mismo nivel jerárquico, que no regulan la situación que se ha
reglado expresamente. En tales casos el intérprete que
propone su propia ponderación sobre la del legislador, le pide
al aplicador que lo sustituya. Otra cosa es que la
interpretación de la regla conduzca a una proposición
normativa contraria al principio que la disposición legal
procura expresar: la proposición normativa resultante sería
contraria a un principio del mismo nivel jerárquico y podría
entenderse como no válida o inaplicable al caso. Pero lo
inválido o inaplicable sería la regla o proposición normativa
resultante de la interpretación, no la expresión lingüística
inscrita en la disposición penal, en la medida que es en base a
esa misma expresión que se propone la preferencia
del principio del mismo nivel jerárquico que en ella se
contendría. Se trataría, por tanto, de un problema de
inconsistencia en la interpretación antes que de conflicto entre
principios y normas de un mismo nivel jerárquico.
135
que sigue el desarrollo de la dogmática alemana parece girar
en torno a la distinción entre disposiciones legales y normas,
como veremos enseguida. Y lo segundo, porque salvo la
referencia a un conjunto de normas ideales ("A es obligado a
B", "se permite C", "está prohibido D" y otras expresiones por
el estilo que no se refieran en modo alguno al contenido
semántico de "A", "B", "C" o "D"), las "expresiones" o
"formulaciones legales interpretadas" no tienen un sentido
unívoco o un significado definido, más allá de la convención
de quienes así lo entiendan, como aprende cualquier
estudiante de Derecho al enfrentarse a las distintas
interpretaciones y soluciones (sentidos semánticos) que se
ofrecen por la doctrina y la jurisprudencia para la aplicación
de las mismas "formulaciones legales". Es más, dado que
tanto las disposiciones legales como la interpretaciones
del sentido de las mismas, las "normas"
según ALCHOURRÓN y BULYGIN, se expresan en un lenguaje
natural comprensible para sus destinatarios, en ambos casos
tanto la formulación lingüística factual de la "disposición legal"
como de la "norma" arrastrarían los problemas de falta de
univocidad e indefinición que, en el margen, presenta la
textura abierta y recursiva del lenguaje natural. Luego,
una norma que sea el sentido unívoco de una disposición legal
ni siquiera podría corresponder a una entidad semántica,
dado el carácter abierto y recursivo del lenguaje, por lo que
sólo podría concebirse como el sentido inexpresable de dicha
disposición.
136
Según BINDING, sería posible distinguir entre la norma y
el precepto penal, la ley propiamente tal, entendida como
aquí se hace, como un juicio hipotético que vincula una
supuesto de hecho con la pena como consecuencia jurídica.
El precepto penal sería lo que
modernamenteKINDHÄUSER denomina norma de sanción y
la norma, lo que denomina norma de conducta, esto es, en
palabras de BINDING, el "imperativo" que, encabezado por las
palabras "debes ..." o "debéis ...", exigiría a los ciudadanos un
comportamiento conforme a Derecho. Según BINDING, la
"norma" de conducta tendría una existencia propia e
independiente de los preceptos penales, lógicamente
antecedente a ellos, y constituiría una suerte de "precepto del
derecho no estatuido", al que el precepto penal se vincularía.
El argumento para llegar a esta construcción es que en el uso
del lenguaje común, según el cual el delincuente "viola" o
"infringe" la ley, dicha infracción no puede referirse al juicio
hipotético establecido en el precepto penal, el que jamás es
"violado" o "infringido", sino que "el delincuente sólo puede
infringir aquella regla que le prescribe la pauta de su
conducta".
137
A pesar de esta fundamental objeción teórica, actualmente
existen importantes cultores del Derecho Penal que
mantienen en lo esencial la distinción propuesta por BINDING y
sus efectos. Así, se afirma que en Derecho Penal existirían
dos niveles o clases de normas: en el nivel superior se
encontrarían las normas primarias, de conducta o
de valoración, cuya infracción constituiría el injusto culpable o
lo objetivamente injusto, según se entienda esta norma
superior como una norma de
conducta (imperativa, prescriptiva o directiva, según la teoría
que se trate) o como una norma de valoración más o menos
objetiva del hecho, que no haría referencia a las
consecuencias jurídicas que acarrearía la responsabilidad de
una persona por esa infracción, cuestión que se determinaría
por las normas secundarias. Estas normas
secundarias,ubicadas lógicamente en el nivel inferior, serían
propiamente los preceptos penales legalmente establecidos
o normas de sanción, que impondrían a los jueces la
obligación de sancionar "la infracción a las normas primarias".
138
proteger determinados bienes jurídicos o no cumplir una
finalidad que supuestamente deberían cumplir.
139
expresión de opiniones e informaciones, a la libertad sexual,
el juego y las apuestas, van reflejando el juego y predominio
de los intereses de los gobernantes en un momento
determinado.
140
esta alternativa no podría ser calificada de iusnaturalismo,
sino sería más bien una propuesta positivista y objetiva, dado
que, en principio, la regularidad observable de un
comportamiento social puede ser afirmada o negada con
pruebas empíricas cuya validez no depende de la
argumentación o justificación de su existencia. En esta
variante las "normas primarias" expresarían "expectativas
institucionalizadas de comportamiento", sociológicamente
determinables, en el sentido de actos comunicativos que
permitirían orientar las decisiones y conductas de todos los
ciudadanos y no sólo de quienes aparecerían como obligados
por los imperativos que en ellas subyacerían, y su "infracción"
equivaldría a la "defraudación de la expectativa de conducta".
Esta es la posición de JAKOBS, quien escribe: "De acuerdo con
una cómoda ilusión, todos los seres humanos se hallan
vinculados entre sí por medio del Derecho en cuanto
personas. Esta suposición es cómoda porque exime de la
necesidad de empezar por comprobar en qué casos se trata
en realidad de una relación jurídica y en cuáles otros de una
situación ajurídica; en cierto modo, como jurista nunca se
corre el riesgo de topar con sus límites. Es ilusoria porque un
vínculo jurídico, si se pretende que concurra no sólo
conceptualmente, sino en la realidad, ha de conformar la
configuración social; no basta con el mero postulado de que
tal conformación debe ser. Cuando un esquema normativo,
por muy justificado que esté, no dirige la conducta de las
personas, carece de realidad social. Dicho con un ejemplo:
mucho antes de la llamada liberalización de las distintas
regulaciones respecto del aborto [en Alemania], estas rígidas
prohibiciones ya no eran verdadero Derecho (y ello con total
independencia de qué se piense acerca de su posible
justificación)".
141
lo tanto, desde este punto de vista, su objeto es establecer
los casos cuya solución es la imposición o no de alguna pena,
medida de seguridad o sus sustitutos que se encuentran
expresados en el texto de tales disposiciones legales y no en
otro lugar. Luego, es a partir de la interpretación de tales
disposiciones que existe la posibilidad de contrastar su
contenido y alcance con la interpretación que se haga del
comportamiento social, y la adecuación o no de éste a
aquéllas.
142
jurídico, esto es, consista en la repetición de actos de los
operadores jurídicos (no aplicar una ley a pesar de probarse o
poder probarse los presupuestos para ello) con conciencia de
su adecuación jurídica (o, al revés, de que la ley que se trata
no debe aplicarse por alguna razón jurídica). La observación
sociológica aparece aquí reconocida en el ordenamiento
jurídico como una fuente del mismo (pero no la única) a
través de la costumbre que si bien en materia penal y por
razones políticas en la actualidad no autoriza la creación de
normas, "no puede ser excluida por la legislación escrita, por
lo menos en la medida que se tome en cuenta la función
negativa de la desuetudo".
143
ha hecho mayor en un sentido: ahora el Estado se ve
envuelto en él. La pena es un nuevo grado en el mismo
conflicto. También es ella, a su vez, un instrumento utilizado
por el primer grupo en contra del segundo, por medio del
Estado".
145
relativas al inicio, cumplimiento y control de las penas y
medidas de seguridad impuestas como consecuencia de un
delito.
146
De allí que el artículo 20 del Código Penal ha debido aclarar
que no se reputan penas, entre otras sanciones, las
"...correcciones que los superiores impongan a sus
subordinados y administrados en uso de su jurisdicción
disciplinal o atribuciones gubernativas".
147
El Derecho Administrativo Sancionador trata de hacer valer
determinadas reglas en beneficio de la Administración, sobre
la base de que está comprometido un asunto principalmente
de orden y cumplimiento de objetivos estatales, para cuya
concreción no se requiere asegurar a las personas
legítimamente, privándoles de libertad o mediante otras
sanciones de efectos similares. Por eso, es Derecho
Administrativo y a ese ordenamiento remiten sus reglas
generales, sin perjuicio de la necesidad de reconocer las
mínimas garantías procesales para que las decisiones
adoptadas se adecuen a las exigencias del debido proceso. La
principal de estas limitaciones es la posibilidad de revisión
judicial de la sanción administrativa, instancia en la que son
aplicables las garantías judiciales del debido
proceso establecidas en los Tratados Internacionales, como
las dispuestas en el art. 8.1 del Pacto de San José de Costa
Rica ("Toda persona tiene derecho a ser oída, con las debidas
garantías y dentro de un plazo razonable, por un juez o
tribunal competente, independiente e imparcial, establecido
con anterioridad por la ley, en la sustanciación de cualquier
acusación penal formulada contra ella, o para la
determinación de sus derechos y obligaciones de orden civil,
laboral, fiscal o de cualquier otro carácter"). Es discutible, sin
embargo, que corresponda imponer al Derecho Administrativo
Sancionador similares limitaciones a las existentes para la
imposición de sanciones penales, particularmente en lo
relativo a las exigencias de precisión en la descripción del
supuesto de hecho y otras derivadas del principio de
legalidad, cuyo contenido veremos más adelante. Nuestra
jurisprudencia constitucional y ordinaria se ha pronunciado al
respecto admitiendo la aplicación "con matices" de tales
exigencias y, últimamente, reconociendo incluso principios
propios del Derecho Administrativo Sancionador, aunque sin
que se haya llegado un desarrollo acabado de los mismos.
148
satisface por el sentenciado, se convierte por vía de
sustitución y apremio en pena de reclusión, hasta un máximo
de seis meses, o de trabajo en beneficio de la comunidad; las
multas administrativas, en cambio, no son convertibles y el
Estado sólo podría cobrar el importe por la vía ejecutiva.
Pertenecen también a las sanciones administrativas otras
correcciones, como la clausura del establecimiento, la
cancelación del permiso para ejercer determinada actividad,
la revocación de la personalidad jurídica, la suspensión de
actividades u obras, etc.
149
internacional, pues una aplicación moderada de las facultades
de la autoridad en esta delicada materia es indispensable, "si
se quiere realmente un auténtico Estado de Derecho
Democrático", siempre que, adoptadas en los casos
permitidos por la Constitución (arts. 39 y ss.), ellas se
fundamenten en la existencia de una "guerra, de peligro
público o de otra emergencia que amenace la independencia o
seguridad del Estado" y sean adoptadas "en la medida y por
el tiempo estrictamente limitados a las exigencias de la
situación", "no entrañen discriminación alguna fundada en
motivos de raza, color, sexo, idioma, religión u origen social"
y no supongan la privación de otros derechos, principalmente
a la vida, integridad personal, legalidad y de retroactividad,
"ni de las garantías judiciales indispensables para la
protección de tales derechos" (arts. 27.1 y 2 de la Convención
Americana de Derechos Humanos).
150
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, establece que
"nadie podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el
cual haya sido ya condenado o absuelto por una sentencia
firme de acuerdo con la ley y el procedimiento penal de cada
país".
151
proporcionalidad y su respeto a la interdicción de la doble
incriminación por el triple fundamento de identidad en la
persona, la conducta y sus fundamentos". Pero como dado
que esta triple identidad no impide, según el órgano
constitucional, la imposición legítima de penas penales junto a
sanciones administrativas, habría que agregar al requisito de
la doble incriminación que ella suponga también una doble
penalidad.
152
salvo que se beneficie al condenado con alguna pena
sustitutiva de la Ley Nº 18.216, no dejan de ser importantes:
de acuerdo a lo dispuesto en el art. 119 c) Estatuto
Administrativo, se castiga con la medida disciplinaria
de destitución al funcionario que ha sufrido una "condena por
crimen o simple delito", con total independencia de la
magnitud de pena impuesta (Dictámenes Nº 18.134, de 1966,
y Nº 52.190, de 1970), en tanto que el art. 11 e) y f) del
mismo cuerpo legal establece como requisitos para ingresar a
la Administración del Estado "no haber cesado en un cargo
público... por medida disciplinaria" y "no hallarse condenado o
acusado por crimen o simple delito". De las disposiciones
citadas se desprende que, en la práctica, la condena por
cualquier crimen o simple delito trae aparejada la privación
del empleo o cargo público que se desempeñe y laincapacidad
para ejercerlo en el futuro, traducida en la imposibilidad de
ingresar nuevamente a la Administración Pública. A ello se
agrega que quien ha cumplido el tiempo de su condena y de
las accesorias correspondientes, para poder reingresar a la
Administración Pública necesita el transcurso de cinco años
desde la fecha de la destitución (art. 11 e) Estatuto
Administrativo) y un decreto supremo de rehabilitación,
conforme lo dispuesto en el art. 38 f) de la Ley Orgánica de la
Contraloría General de la República, organismo que mantiene
el registro general de personas incapacitadas para ingresar a
la Administración.
153
internamiento por razones sanitarias y las detenciones en
tiempos de excepción constitucional, sin que se haya
acreditado la existencia de un delito, se encuentran reguladas
legítimamente en el Derecho Administrativo y Constitucional,
con las limitaciones que establece el ordenamiento
internacional.
154
También, de conformidad con lo que se dirá más adelante,
cuando se ha delegado en el Gobierno la precisión de una
conducta punible por medio de un reglamento, describiendo
expresamente la ley el núcleo de la conducta punible (ley
penal en blanco), se produce una relación deaccesoriedad, la
llamada accesoriedad al ordenamiento
administrativo, vinculante para el juez en lo penal.
155
administrativo, en tanto esa ilegalidad no se subsane, el
particular se encuentra obligado a cumplirlo y si,
contraviniéndolo realiza alguna conducta penada por la ley,
debe responder criminalmente de ella. Sin embargo, esta
posición no es pacífica y existe un muy importante sector
doctrinal que estima que la denegación antijurídica de una
autorización puede ser cuestión decisiva para la vida de una
industria, encontrando por lo mismo inadecuado castigar al
infractor si, a pesar de todo, actúa sin autorización, cuando
esa negativa es antijurídica (anulable) y así se declara
posteriormente. Una postura más extrema, estima que la
valoración acerca de la antijuricidad de la negativa debe
hacerla directamente el juez del crimen, sin atención a las
decisiones de la Administración; y
156
§ 6. LAS RELACIONES DEL DERECHO PENAL CON LAS OTRAS RAMAS DEL
ORDENAMIENTO JURÍDICO. ACCESORIEDAD CONCEPTUAL Y NORMATIVA DEL
DERECHO PENAL Y UNIDAD DEL ORDENAMIENTO JURÍDICO COMO PRINCIPIO
RECTOR. LÍMITES DE LA RESPONSABILIDAD PENAL
157
relaciones pueden alterarse allí donde la especificidad de la
materia regulada lo exija, según disponen los arts. 20 y 22
CC, donde se expresa que "cuando el legislador" "haya
definido" ciertas palabras o conceptos "expresamente para
ciertas materias, se les dará en éstas su significado legal"; y
que "las palabras técnicas de toda ciencia o arte se tomarán
en el sentido que les den los que profesan la misma ciencia o
arte, a menos que parezca claramente que se han tomado en
sentido diverso".
158
por un consciente o inconsciente alejamiento del principio de
legalidad. Según hasta aquí se ha expuesto y se desarrollará
más adelante, el único fundamento de la responsabilidad
penal en los sistemas de Derecho Penal Positivo occidentales
es la realización de los presupuestos de hecho de la ley penal
democráticamente establecida.
159
mismos hechos que generan esa responsabilidad civil, laboral,
comercial, administrativa, etc. Este es el efecto de lo que se
denomina el carácter fragmentario del Derecho Penal. Así, por
ejemplo, no hay sanciones penales para ciertos casos de
hallazgo de bienes muebles, ni para los supuestos expresos
de responsabilidad civil por el hecho ajeno, ni por la llamada
responsabilidad objetiva o estricta de los herederos, del que
recibe provecho del dolo ajeno "sin ser cómplice en él", de los
que se encuentran a cargo de infantes, dementes y menores
de 16 años que han actuado sin discernimiento y, en general,
de quienes se encuentran al cuidado de terceros, los padres,
los amos, los dueños de edificios ruinosos y de ciertos
animales, etc. (artículos 2319 a 2328 del Código Civil).
160
establecen como presupuesto para la imposición de una pena
o medida de seguridad, no de todo daño causado a terceros.
161
las que resultaron asesinatos, torturas, esclavización... son
criminales per se".
162
complejo sui generis, sus fuentes serían, según BASSIOUNI, en
general, el conjunto de normas y decisiones jurisprudenciales
internacionales y nacionales que determinan cada uno de sus
aspectos; y, en particular, en lo que toca a sus "aspectos
penales", las convenciones internacionales, la costumbre y los
Principios Generales del Derecho derivados por los Tribunales
Internacionales de los sistemas jurídicos del mundo, tal como
se enuncian en el art. 38 del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia y se reproducen —en un contexto
específico y jerárquicamente organizadas— en el art. 21 del
Estatuto de Roma, donde dicho Estatuto y los "Elementos del
Crimen" aprobados por la Asamblea de los Estados Partes
aparecen como normas convencionales específicas y
preferentes.
163
normas fundamentales de derecho internacional; f) Tortura;
g) Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada,
embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos
sexuales de gravedad comparable; h) Persecución de un
grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos
políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos,
de género definido en el párrafo 3, u otros motivos
universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al
derecho internacional, en conexión con cualquier acto
mencionado en el presente párrafo o con cualquier crimen de
la competencia de la Corte; i) Desaparición forzada de
personas; j) El crimen de apartheid; k) Otros actos
inhumanos de carácter similar que causen intencionalmente
grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la
integridad física o la salud mental o física.
A. DOGMÁTICA PENAL
164
reglas y principios debía definir, clasificar y sistematizar, para
lograr "la reconstrucción del derecho vigente con base
científica".
165
aspectos teleológicos y político-criminales es algo que ya está
exigido en la tarea interpretativa de la dogmática [...] el
dogmático (sea Juez o científico) debe, por tanto, como el
legislador, argumentar político-criminalmente". No obstante,
insiste ROXIN que la argumentación político-criminal está
claramente limitada por un "punto de partida", que no es ya
un "principio" o "axioma" ajeno al derecho positivo, sino el
"sentido literal posible de la ley"; y, además, porque el
intérprete no estaría autorizado a "reemplazar con las suyas
las propias finalidades político-criminales del legislador".
166
Searle y otros; [...] Lampe, apelando a una "ontología social"
[...]; y LESCH, con Hegel" .
167
Luego, nuestra tarea es intentar por nosotros mismos
explicar el funcionamiento de nuestro sistema jurídico, darnos
al trabajo de estudiar sin prejuicios sistemáticos y legales
nuestra propia vasta legislación y las no pocas obras escritas
al respecto al menos desde la promulgación de los códigos
decimonónicos, averiguar qué problemas se tratan allí, qué
teorías se han intentado esbozar para explicarlos y si tales
teorías tienen vigencia en la práctica de nuestros tribunales.
También nos queda, sobre todo, procurar sistematizar las
teorías explícitas e implícitas en los fallos de nuestros
tribunales y su praxis, para poder predecir sus regularidades
e irregularidades, determinando las razones que hacen
posibles esas irregularidades, para procurar así también
hacerlas predecibles.
B. POLÍTICA CRIMINAL
169
derecho, como debería ser)", mediante la interpretación y
reconstrucción dogmática del derecho vigente "como
resultado del desarrollo del pensamiento político criminal del
legislador". Aquí, el conocimiento criminológico jugaría un
papel informativo y también argumentativo a la hora de
decidir lotolerable o no en una sociedad "democrática y social
de Derecho", según los "fines y contenidos del Derecho
Penal", como suerte de "control" del cumplimiento de tales
fines en la práctica y, por tanto, como un conocimiento que,
transformado en directrices de política
criminal,permitiría limitar decisiones valorativas
contradictorias.
170
C. CRIMINOLOGÍA
171
(1) Excurso: desarrollo de la criminología en Chile
172
acerca del logro de las finalidades del sistema penal y su
actual funcionamiento.
173
los peritos especializados de la Policía de Investigaciones y
Carabineros, como el Instituto Forensik, dirigido por el Dr.
Leonardo GONZÁLEZ W.
174
CAPÍTULO 3 FUNCIÓN Y LEGITIMACIÓN CONSTITUCIONAL
DEL DERECHO PENAL POSITIVO
175
§ 1. PLANTEAMIENTO DEL PROBLEMA Y PROPUESTA NORMATIVA DE
SOLUCIÓN
176
pasaría de ser una pretensión ajena al Derecho Penal que ha
existido y se ha aplicado en diversas épocas y lugares. El
Derecho Penal positivo ha respondido siempre al interés de
los grupos gobernantes en cada momento histórico y dentro
de la organización política que se han dado, sin relación a los
discursos actuales o pasados acerca de su legitimidad, medida
por valores o principios ajenos al ordenamiento político de ese
momento histórico. En este sentido, es cierta la afirmación de
que así como existió un Derecho Penal monárquico, también
lo hizo uno revolucionario, otro de la época de la Restauración
y el liberalismo decimonónico, otro del Estado de Bienestar,
uno neoliberal e, incluso, un Derecho Penal de los regímenes
totalitarios del siglo XX y el propio de las dictaduras
latinoamericanas de los años 1970.
177
Por lo tanto, la medida de la legitimidad de una conminación
penal es la medida normativa de su constitucionalidad o
inconstitucionalidad (art. 19 Nº 26 CPR y, a través de la
disposición del art. 5º CPR, su conformidad con el Derecho
Internacional de los Derechos Humanos) y el lugar para
discutirla es, en primer lugar, el órgano constitucional
encargado de tales declaraciones, a saber, el Tribunal
Constitucional, de conformidad con el art. 93 Nºs. 6 y 7 CPR.
Además, puesto que nuestro país ha reconocido la jurisdicción
de la Corte Interamericana de Justicia, como intérprete de la
Convención Americana de Derechos Humanos, es ese órgano
también el encargado de declarar la convencionalidad o no de
las disposiciones penales existentes y, en consecuencia, su
legitimidad o no, normativamente considerada, frente al
orden internacional.
178
Dos son los principios fundamentales cuyo respeto asegura,
por tanto, la legitimidad normativa de una conminación
penal: el principio de legalidad y el principio de reserva. El
primero legitima positiva y normativamente la forma de
creación y aplicación del Derecho Penal positivo,
subordinando al Legislador democrático el resto de los
poderes del Estado. El segundo, establece un límite negativo
a dicho Legislador (y también al resto de los poderes del
Estado), subordinándolo normativamente al respeto a los
derechos y garantías constitucionales y a las contempladas en
los Tratados de Derechos Humanos.
179
§ 2. EL PRINCIPIO DE LEGALIDAD COMO CRITERIO DE LEGITIMACIÓN
POSITIVO DEL DERECHO PENAL (NULLUM CRIMEN NULLA POENA SINE LEGE)
A. CONCEPTO Y FUNDAMENTO
180
sentido literal posible de las palabras empleadas en la ley por
el legislador.
181
necesaria interpretación de la ley para su adecuada
aplicación. Dicha interpretación y aplicación está, respecto del
Derecho Penal positivo, limitada en su margen externo por
el sentido literal posible de la prescripción penal, no sólo por
la garantía constitucional del principio de legalidad, sino por
las normas constitucionales generales que le impiden asumir
la labor del soberano legislador y someten su actuación "a la
Constitución y a las normas dictadas conforme a ella" (arts.
5º y 6º CPR).
182
Luego, para entender cabalmente el sentido de la limitación
de los títulos de imputación de la responsabilidad penal en
nuestro sistema jurídico, es necesario preguntarnos por el
origen político de este principio, anclado en las revoluciones
liberales del siglo XVIII.
183
pero éste es el precio (no demasiado alto) que el legislador
debe pagar para que los ciudadanos estén a cubierto de la
arbitrariedad y dispongan de la seguridad jurídica (esto es,
que sea previsible la intervención de la fuerza penal del
Estado)".
184
a) Exclusión de otras fuentes diferentes de la ley estricta
como fuentes inmediatas y directas del Derecho Penal
186
También ante el Juez de Garantía y, en apelación, ante la
Corte respectiva, se puede alegar la improcedencia de una
persecución criminal apartada de los límites del principio de
legalidad, por medio de la solicitud de sobreseimiento
definitivo del art. 250 letra a) CPP ("Cuando el hecho
investigado no fuere constitutivo de delito").
187
que establece el principio de legalidad a las fuentes del
Derecho Penal se extendiese también a las disposiciones
penales que permiten establecer exenciones, limitaciones o
atenuaciones a la punibilidad, el legislador nacional, cuando
ha tenido oportunidad de pronunciarse al respecto, lo ha
hecho en sentido contrario, esto es, subordinando las otras
fuentes a la ley, como elementos que ha de tenerse en cuenta
en la labor interpretativa, salvo en el caso de los Tratados
Internacionales de Derechos Humanos, que a su vez limitan la
soberanía legislativa.
188
No modifica esta conclusión la entrada en vigor del Convenio
Nº 169 de la OIT, sobre Pueblos Indígenas, cuyo art. 8º, junto
con reconocer la costumbre y el derecho consuetudinario de
los pueblos originarios, declara que dicho reconocimiento "no
deberá impedir a los miembros de dichos pueblos ejercer los
derechos reconocidos a todos los ciudadanos del país y asumir
las obligaciones correspondientes" (art. .3); y que "Dichos
pueblos deberán tener el derecho de conservar sus
costumbres e instituciones propias, siempre que éstas no
sean incompatibles con los derechos fundamentales definidos
por el sistema jurídico nacional ni con los derechos humanos
internacionalmente reconocidos" (art. 8.3). Y puesto que el
respeto del principio de legalidad es, precisamente, uno de
aquellos derechos constitucional e internacionalmente
reconocidos, la supremacía de la Constitución en esta materia
impone concluir que la costumbre de los pueblos originarios
no es fuente de creación de delitos y penas y tampoco de
modificación, contra legem, de las reglas generales de
imputación, legalmente establecidas.
189
dispone que en los delitos de carácter sexual y contra las
personas, "cometidos por naturales de la Isla y en el territorio
de ella, se impondrá la pena inferior en un grado al mínimo de
los señalados por la ley para el delito de que sean
responsables"; y el art. 14, que "en aquellos casos en que el
Tribunal deba aplicar penas de presidio, reclusión o prisión
podrá disponer que hasta dos tercios de ellas puedan
cumplirse fuera del establecimiento carcelario, fijando en la
sentencia las condiciones de trabajo y residencia que deba
llevar el condenado y el tiempo por el cual se concede este
beneficio, el que podrá suspenderse o revocarse por el Juez,
de oficio o a petición de parte, por medio de una resolución
fundada, que se apoye en el incumplimiento de las
condiciones impuestas".
190
al Presidente de la República legislar en materias penales,
incluyendo las normas que precisan el ámbito de punibilidad,
agravan o atenúan los delitos y establecen el procedimiento a
seguir. Como se ve, se trata de la misma limitación que se
plantea respecto a la ejecutabilidad de los tratados
internacionales y su fundamento es similar: sólo el Poder
legislativo está autorizado constitucionalmente para crear
leyes penales. Las supuestas razones "prácticas" que se solían
invocar en el pasado para explicar la pasividad de la Corte
Suprema respecto del resguardo del principio de legalidad son
ciertamente anacrónicas y sólo podrían aducirse hoy día a
otros aspectos diferentes de las leyes penales.
191
en el D.F.L. Nº 4/2006 había actuado de manera conforme a
la Constitución, en la medida que "reprodujo una norma
preconstitucional, que ha estado vigente durante años",
agregando a tal razonamiento el exceso retórico de declarar
que dicha norma "está incorporada a la conciencia jurídica del
pueblo" (sic). Como señala FERNÁNDEZ C., con esta
argumentación no sólo se trae a la memoria el infausto
fundamento del sistema penal nacionalsocialista, sino que se
permite al Presidente simplemente no aplicar la Constitución
vigente cuando legisla de manera delegada en 1982 y en
2006, aún cuando ésta le prohíbe establecer delitos y penas y
es más o menos claro que ningún impedimiento técnico,
constitucional o legal hace imposible establecer el delito de
hurto de energía eléctrica mediante una ley ordinaria,
traspasando todos los "límites impuestos, tanto por el modelo
procedimental, como del minimalista de control constitucional
de las leyes penales".
192
legislación por medio de Decretos Leyes, sino particularmente
que las complicadas circunstancias políticas de una etapa de
transición —como la que ha vivido nuestro país después de la
larga Dictadura que precedió al actual orden constitucional—
dieron lugar a una situación en que la pretensión de hacer un
examen legislativo conjunto de los decretos leyes, para
formalizarlos mediante un procedimiento especial,
descartando aquellos que estuvieran en contradicción con los
derechos fundamentales, resultaba una solución impracticable
y, por lo mismo, ilusoria (no hay que olvidar que la misma
Constitución vigente se promulgó por un decreto ley). En
obedecimiento a la situación de necesidad y como fruto del
consenso, la fórmula que de hecho se ha empleado es la de
suponer que el Legislador democrático, en la medida que
teniendo en su mano el poder de abrogar toda esa regulación
inconstitucional no lo hace, ha aceptado tácitamente y en
general que dichas regulaciones sean parte del ordenamiento
democrático. Sobre esa suposición (que es la misma que
opera para conceder validez a toda la legislación previa a la
Constitución de 1980, incluyendo el Código Penal de 1874,
adoptado bajo otra regulación constitucional, bien distinta a la
actual), la vigencia de dichas regulaciones no se pone en
entredicho y, en su lugar, se procura, a través de reformas y,
eventualmente, de una interpretación que refleje los valores
que inspiran a un Estado democrático de derecho, que ellas
pierdan su connotación original de producto de un régimen de
fuerza.
194
a) El principio de la conducta
195
controlar (bienes robados y drogas, respectivamente). Luego,
es la configuración normativa de estas "conductas" de
acuerdo con el uso del lenguaje empleado lo que les otorga
tal carácter y no una idea naturalística o filosófica acerca del
comportamiento humano, ajena al Derecho positivo y
únicamente aceptable desde una determinada subjetividad,
sin posibilidad de contrastación objetiva.
196
(2) Principio de la conducta y principio de exterioridad
198
cometido dolosa o culposamente, al que se añade una
consecuencia que lo califica y que está causalmente vinculada
a ese delito, pero que aparentemente no requiere ser
abarcada por la previsibilidad del agente, una interpretación
conforme a la Constitución de tales disposiciones exigiría que
se supusiera en ellas al menos el mínimo de subjetividad
presente en todas las conductas punibles (negligencia o
incumplimiento de la obligación de conocer las consecuencias
del hecho en el momento de realizar una conducta cuya
naturaleza sí se conoce), para mantener la vigencia
del principio de culpabilidad.
200
hecho punible), como la falta de programas
de compliance o modelos de prevención (el llamado modelo
de responsabilidad autónoma), cuestiones sobre las que
volveremos más adelante al analizar nuestra Ley Nº 20.393.
b) El principio de tipicidad
201
vida real y la alternativa de hacer una catálogo de ellas sería
una labor inabarcable por el legislador.
202
dicho en expresión de M. Radin, 'si bien las palabras no son
como cristales tampoco son como baúles de viaje, no
podemos poner en ellas todo lo que queramos' (o
estipulemos)".
204
En todos estos casos es necesario realizar precisiones
valorativas para poder aplicar adecuadamente la ley.
206
conducta en la ley penal, sino también que la norma
complementaria exista como tal no quedando entregada la
determinación de la conducta punible al criterio discrecional
del juez, y que dicha regulación tenga la entidad o densidad
normativa suficiente para cumplir con la exigencia
constitucional. Esto último importa tanto un
requisito material, esto es, que la norma a que se remite
(norma complementaria) no complemente la disposición con
expresiones vagas e imprecisas; como uno formal, en el
sentido que dicha norma debe ser producto del ejercicio de la
potestad reglamentaria del Poder Ejecutivo, debiendo por
tanto emitirse en la forma de un Decreto Supremo y no bajo
otros mecanismos como son los decretos u otros actos de la
administración. Conforme a nuestra jurisprudencia ordinaria,
a esta exigencia de precisión en la ley, debe añadirse la de
que las normas complementarias de la ley en blanco cumplan
con las exigencias de los arts. 6º, 7º y 8º CC (publicación en
el Diario Oficial), puesto que para ser consideradas como
parte integrante de la ley penal, deben reunir las exigencias
de publicidad de toda ley, aunque, por su índole y en otras
circunstancias, la norma de jerarquía inferior no la hubiera
requerido.
(2) La ley penal en blanco impropia
207
de ley en sentido estricto, no hay, en principio, problemas
relativos al principio de legalidad, pues éste no parece exigir
una determinada técnica legislativa, aunque CURY tiene razón
en formular advertencias respecto de los riesgos y
complicaciones substanciales que de ella derivan para que el
principio de legalidad opere efectivamente como garantía,
especialmente si el complemento se contiene en una ley no
penal, que suele ser menos precisa en la definición de las
conductas prohibidas.
(3) La ley penal en blanco al revés
209
tradicional afirmación de la vigencia in actum de dichas
normas.
210
(1) Concepto de ley más favorable
211
construyendo una tercera ley (lex tertia), creación para la
cual los tribunales no están, en principio, facultados.
212
(2) Limitación de los efectos de la ley más favorable
(a) Limitaciones derivadas del Derecho Internacional
213
susceptibles de calificarse como crímenes de lesa
humanidad (desapariciones forzadas, torturas, por ejemplo)
o crímenes de guerra (ejecución ilegal de prisioneros, por
ejemplo), no les son aplicables los plazos ordinarios de
prescripción y deben considerarse imprescriptibles en mérito
de dicha calificación. Así también se pronunció respecto de las
ejecuciones de presos políticos la Corte Interamericana de
Justicia en el caso Almonacid vs. Chile.
(b) Inalterabilidad de los hechos acreditados
en una sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada
214
(c) Imposibilidad normativa de aplicación de penas
y sanciones por inexistencia de organismos e instituciones
referidas
215
Otra cosa bien diferente es que no exista la obligación de
restituir al condenado primitivamente al cargo o función que
se desempeñaba con anterioridad a la condena que se
levanta, pues ello alteraría no sólo la buena marcha de la
administración, sino sobre todo eventuales derechos de
terceros que estén ocupando dichos cargos o funciones en su
reemplazo.
b) Vigencia y promulgación:
momento desde el cual se aplica la ley más favorable
216
desde que ello sea procedente, en conformidad con lo
dispuesto en los arts. 72 a 75 CPR, o cuando así lo declare en
su fallo el Tribunal Constitucional, en virtud de la facultad
otorgada en el art. 93 Nº 5 CPR. En ambos casos, el trámite
promulgatorio de una ley es distinto al de su publicación, tal
como aparece en lo dispuesto en los arts. 75 CPR y 6º y 7º
del CC. En efecto, la promulgación de una ley queda afinada
una vez que la Contraloría General de la República ha tomado
razón del decreto promulgatorio (art. 75 en relación con el
art. 93 CPR). La publicación es un trámite posterior (art. 75
CPR, art. 7º CC), que no incide en la obligación de aplicar la
ley promulgada (art. 6 del CC), si es más favorable al reo
conforme dispone el art. 18 CP. Lo mismo puede decirse
respecto de la vigencia en el tiempo que la propia ley se
asigne, pues amén de ser dos cosa bastantes distintas la
vigencia de la promulgación, el art. 18 CP, obliga a aplicar la
ley promulgada, más favorable al reo, aunque su vigencia
esté suspendida o deferida en el tiempo: "la ley es ley y
obliga como tal, desde su promulgación, incluso en aquella
parte que posterga la vigencia de sus disposiciones
sustantivas". Lo anterior es aplicable a cualquier legislación
(Civil, Comercial, de Menores, etc.) que incida, directa o
indirectamente, en la determinación de la pena y que pueda
favorecer al reo.
217
este argumento cabe oponer el de que el Constituyente de
1980 conocía perfectamente la diferencia entre la
promulgación y la publicación, definiendo el acto
promulgatorio como la adicional aprobación por el Presidente
de un proyecto de ley antes aprobado por las Cámaras, cuya
publicación el propio constituyente ordena hacer "dentro de
los cinco días hábiles siguientes a la fecha en que quede
totalmente tramitado el decreto promulgatorio".
218
la ley establece disposiciones penales nuevas o más gravosas,
pues la forma democrática de gobierno exige que ellas deban
ser conocidas por los ciudadanos cuya libertad es limitada por
ellas (y de allí que su "vigencia" no pueda ser anterior a su
publicación en el Diario Oficial); en cambio, desde que está
completo el proceso de formación de la voluntad soberana
(con el acto promulgatorio) que declara que para la
comunidad un hecho no es ya delito o merece una pena
inferior, al aumentar dicha declaración los márgenes de
libertad de los ciudadanos, la Constitución prohíbe que dicha
declaración sea diferida en tiempo, cuando favorece a los
ciudadanos. O, dicho en términos modernos: El legislador no
es competente, según el art. 19 Nº 3º CPR, para limitar el
tiempo de vigencia de una disposición penal más favorable a
los ciudadanos.
(1) Leyes intermedias
219
celeridad se habría traducido en el pronunciamiento de la
sentencia todavía bajo la vigencia de la ley más favorable.
(2) Leyes temporales
221
Guerra sin garantía alguna y con la posibilidad, cierta en
muchos lamentables casos, de imponer penas de muerte.
d) El problema de la determinación
del momento de comisión del delito (tempus delicti)
223
b) En los delitos materiales, esto es, aquellos cuya
descripción legal comprende la causación de un resultado (ej:
homicidio, art. 391 CP; lesiones corporales, 395 y ss. CP), la
opinión dominante entre nosotros considera que hay que
atender al momento de la acción o de la omisión, aun cuando
sea otro el tiempo del resultado. Sin embargo, puesto que
esta discusión afecta a otras instituciones, como la
prescripción, estimamos conveniente no adoptar una sola
teoría a este respecto, y dejar al juez valorar cada caso
diferenciadamente, con arreglo a la lógica, esto es, para
evitar el absurdo de que el derecho del Estado a perseguir un
delito se extinga antes de que pueda ejercerse, lo que puede
requerir varios años. Se piense en los cuasidelitos: un
contratista construyó un edificio de departamentos que, por
defectos de construcción, se desploma cinco años después,
causando la muerte de algunas personas que lo habitaban.
(¿Ha prescrito el delito antes de la muerte de los ocupantes?).
Algo parecido pudiera plantearse, eventualmente, respecto de
delitos de mera apropiación: un funcionario distrae caudales
públicos al asumir su cargo, y la cuenta se le exige cinco años
después: ¿delito prescrito? Como señala NOVOA, el problema
es que aquí no es útil una solución análoga al principio de
ubicuidad, pues hay que decidir la ley, no la jurisdicción
aplicable y tampoco, como expresamente sí hace, por
ejemplo, el Código alemán, el asunto ha sido resuelto por el
legislador. El asunto entonces debiera resolverse
reconociendo que, en delitos de resultado, "cometer" es
sinónimo de "consumar" y la consumación no puede ser otra
cosa que la "realización del resultado".
224
con carácter delictivo, si se considera por separado) que
componen una sola acción por la homogeneidad de las formas
de comisión y del propósito único, así como la existencia de
un mismo bien jurídico afectado (ej.: la malversación de
caudales públicos, art. 233 CP), el delito se comete desde el
primer acto parcial y hasta el término de la serie. En este
caso, la ley aplicable es la más favorable de entre las que han
estado vigentes durante la realización de la serie;
225
responde en general al principio de la aplicación de la ley
penal más favorable y con ello soluciona problemas como el
de la prescripción, su aplicación difiere de las reglas
anteriores, pues en estricto rigor no se establece el efecto
retroactivo de una ley procesal más favorable (como sería
conceder un recurso nuevo que se incorporase a la ley
respecto de un proceso fenecido y pasado en autoridad de
cosa juzgada), sino específicamente sólo la excepción de
la ultractividad de la ley procesal más favorable frente a la
regla básica de su vigencia in actum, establecida en el art. 24
de la Ley sobre Efecto Retroactivo de las Leyes: "Las leyes
concernientes a la substanciación y ritualidad de los juicios
prevalecen sobre las anteriores desde el momento en que
deben empezar a regir. Pero los términos que hubiesen
empezado a correr y las actuaciones y diligencias que ya
estuvieren iniciadas se regirán por la ley vigente al tiempo de
su iniciación".
a) Prohibición de la analogía
228
responsable del hecho que se le imputa o llegue al
convencimiento de que existe una eximente o atenuante
legalmente establecida, "si existen motivos para afirmar que
la voluntad extraída del contexto normativo es la de no
castigar o conceder una morigeración de la pena en la
situación de que se trata".
b) La interpretación analógica
y el sentido literal posible como límite
A. EL PRINCIPIO DE RESERVA
230
distinto del principio de legalidad. Para nosotros, el principio
de reserva significa, en general, que nadie podría ser
sancionado por conductas que impliquen el ejercicio de los
derechos del hombre, de conformidad con lo dispuesto en la
CPR.
232
"raza, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier
índole, origen nacional o social, posición económica,
nacimiento o cualquier otra condición social" (art. 26 Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos).
233
la propia jurisprudencia constitucional que había antes
declarado (en obiter dictum) como inaceptables las
diferenciaciones basadas en la "la edad, sexo, raza, origen
social o nacional del sujeto activo".
234
que imponen la Constitución y los Tratados Internacionales de
Derechos Humanos. Y esas exigencias no son otras, en
materia de interpretación y aplicación de la ley, que el estricto
apego a los principios de legalidad e igualdad ante la ley y la
prohibición de hacer discriminaciones arbitrarias, como
reconoce el art. 376 CPP al habilitar especialmente un recurso
de nulidad ante la Corte Suprema en caso de existir "distintas
interpretaciones sostenidas en diversos fallos emanados de
los tribunales superiores".
235
protección de la libertad parlamentaria de expresión y de
voto.
237
embargo, que el ejercicio del derecho a la libertad de
pensamiento y expresión que allí se contempla puede
limitarse "por la ley" "para asegurar" "el respeto a los
derechos o la reputación de los demás" o "la protección de la
seguridad nacional, el orden público o la salud o moral
públicas". En similares términos el art. 19.3 PIDCP también
permite limitar el derecho a la libertad de expresión de su
art. 19.2, pero sin que esa limitación alcance al derecho de
emitir opiniones del 19.1. antes citado.
238
complementada con la posibilidad de invocar la exceptio
veritatis, esto es, la prueba de la verdad de los hechos
imputados que sean de interés público y cometidos por
funcionarios, reconocida por el art. 30 de dicha ley. En el
derecho común, la exceptio veritatis sólo se reconoce en
casos de calumnias, según el art. 415 CP, y
de injurias dirigidas contra empleados públicos sobre hechos
concernientes al ejercicio de su cargo. Además, la Corte
Suprema ha declarado que, tratándose del ejercicio del
periodismo, la difusión de informaciones que pudiesen
considerarse subjetivamente como injuriosas no lo serían,
objetivamente, si existe un interés público en su difusión y
conocimiento.
239
CP y sucede en el todavía vigente art. 284 del Código de
Justicia Militar.
240
deudor (como los casos de estafas y otros delitos
patrimoniales) o de una obligación vinculada con otros
derechos, como el de la seguridad social (art. 19 Nº 18 CPR),
o derivada de la ley o una sentencia judicial, como el caso de
las obligaciones alimentarias. De hecho, el art. 7.7 del Pacto
de San José de Costa Rica dispone expresamente que en este
último caso es posible detener por deudas, al señalar que
"nadie será detenido por deudas", frase seguida de la
declaración de que "este principio no limita los mandatos de
autoridad judicial competente dictados por incumplimiento de
deberes alimentarios".
241
Tratándose de delitos de carácter
patrimonial o económico, es a veces difícil trazar una frontera
entre un mero incumplimiento contractualy un incumplimiento
contractual que constituye delito. Sin embargo, es claro que
la literalidad de las palabras de la Convención Americana de
Derechos Humanos y del Pacto Internacional de Derecho
Civiles y Políticos suponen una limitación al encierro en el
primero de los casos, pero no en el segundo, ya que existe
una diferencia entre el no pago de una deuda y cometer un
delito para no pagarla. El ejemplo más claro de ello son los
delitos de fraudes en la entrega, de los arts. 467 y 469 Nº 1 y
Nº 2 y de apropiación indebida del art. 470 Nº 1: se trata de
situaciones donde un contrato civil válidamente otorgado
obliga a hacer entrega o restitución de cosas de una
determinada calidad y cantidad, respectivamente. El
incumplimiento de estas obligaciones es, desde el punto de
vista del Derecho Civil, el no pago de una deuda u obligación
contractual. Sin embargo, ese incumplimiento puede
ser delito y ser sancionado con privación de libertad, si deriva
de un engaño, en el caso del fraude en la entrega, o de la
decisión de apropiarse de la cosa, en el caso de la apropiación
indebida, esto es, de incumplimiento imputable
exclusivamente a la voluntad del agente que abusa con ello
de la confianza otorgada al recibir la cosa.
242
que la ley que establece un delito no sancione como tal la
imposibilidad de cumplir una obligación por una causa
externa, no imputable a la simple decisión del deudor de no
cumplir sus obligaciones. Delitos de esa naturaleza no existen
en nuestro ordenamiento, donde, como en los ejemplos
propuestos, al incumplimiento contractual se añaden
elementos que dependen de la voluntad del agente, como
el engaño y el abuso de confianza.
243
Lamentablemente, no existe en la Constitución ni en los
principales Tratados sobre Derechos Humanos una
consagración positiva de tal principio y de sus límites. Ello
conlleva a la dispersión de fundamentaciones del mismo y,
por consiguiente, a una muy difícil objetivización de sus
exigencias y efectos, a diferencia de lo que acontece con la
garantía del principio de legalidad. De allí que resulte
acertada la crítica que ve en la aplicación práctica de este
principio ciertas dosis de irracionalidad, que nosotros
preferimos llamar subjetividad, donde la falta de una
referente constitucional para objetivizar las razones que se
dan para considerar proporcional o no una determinada ley
penal conlleva a que el juicio de conveniencia y
oportunidad del legislador democrático soberano sea
reemplazado por el de la mayoría de los jueces
constitucionales encargados de su revisión en cada caso.
244
penas en sí mismas consideradas. Por ahora, baste con saber
que al respecto nuestro Tribunal Constitucional ha mostrado
una especial preferencia por el criterio político del legislador
democrático, lo que se denomina principio de deferencia
democrática o de deferencia al legislador democrático.
245
Desde esta perspectiva, el cumplimiento de ese propósito,
interés de protección, telos legal, o bien jurídico protegido en
sentido sistemático es también una exigencia del
reconocimiento siquiera débil del principio de proporcionalidad
en nuestro ordenamiento constitucional. Así, el bien
jurídico limita la práctica del Derecho Penal por la función de
protección del mismo que se supone el legislador ha adoptado
al formular las respectivas leyes penales. En consecuencia, se
trata de una limitación que no se dirige primordialmente al
legislador, desde la posición de la crítica al sistema (de lege
ferenda), sino sobre todo al juez y a la dogmática penal en la
interpretación y sistematización de lege lata del derecho
vigente. En ese sentido, el bien jurídico constituye un
concepto esencial para la interpretación de los tipos legales
previstos en la legislación vigente, particularmente para
determinar su ámbito y extensión y para su clasificación.
246
comprobarse dicha afectación en un proceso concreto, no
puede afirmarse la existencia del delito, esto es, su tipicidad.
(1) Bien jurídico y Constitución
247
O, expresado con base en lo dispuesto en el texto
constitucional vigente, que la política penal ha de recurrir a la
enumeración de bienes que se hace a partir del artículo 19 de
la Constitución —y por extensión, quizás también a los
contemplados en los tratados internacionales suscritos al
respecto (artículos 5º y 6º de la Constitución)—, pues aunque
no se explicite allí la protección penal de los mismos ni se
indique otro nivel de protección en el ordenamiento jurídico,
del rango que se otorga a los mismos podría deducirse un
interés primordial en la protección de tales bienes, como lo
demostraría el número 12, inciso 1º del mentado artículo 19
CPR, donde, si bien no se establece la obligación de imponer
penas privativas de libertad, sí se contempla el mandato
constitucional de considerar delito las conductas que allí se
describen; y también el artículo 9º CRR, donde se afirma que
el terrorismo "es por esencia contrario a los derechos
humanos", ordenando sancionarlo y penarlo por ley de
quórum calificado, admitiendo por lo demás que entre las
penas a imponer se contemple incluso la de muerte. Además,
nuestra Carta Fundamental reconoce indirectamente la
existencia de otros delitos, como los que dan origen a la
acusación constitucional fundada en la disposición de las
letras b) y e) del Nº 2 del artículo 52 CPR, a saber, traición,
sedición, concusión, malversación de fondos públicos y
soborno; y como los que contempla en el artículo 79, como
propios de un abuso en la función jurisdiccional que
constituyen formas de prevaricación: cohecho, falta de
observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el
procedimiento, denegación y torcida administración de
justicia.
248
constitucional, de manera que solamente aquellas conductas
que supongan una lesión o la puesta en peligro de un bien
jurídico o, al menos (como límite inferior insuperable),
comporten por sí mismas efectivamente un peligro, merecen
sanción penal. Por otro, la teoría del delito tiene una base
constitucional para reafirmar el uso del llamado desvalor de
resultado (es decir, el desvalor de afectación del bien
jurídico)".
249
configurados. Lo que en otras palabras quiere decir que "la
protección de bienes legitimada por la Constitución es
solamente la que se refiere a la estructura de nuestra
sociedad en su concreta configuración y a las unidades
funcionales que son para ello necesarias y, por lo tanto,
valiosas".
250
personal para evitar la lesión o puesta en peligro de otros
bienes de mayor entidad (si esa mayor entidad fuese posible
de determinar). Desde luego, el hecho que la Constitución no
haga ninguna referencia al respecto, aunque sea indirecta, es
ilustrativo de que no parece ser un tema que le interesara del
todo y que, claramente, parece no habérselo siquiera
planteado. En segundo lugar, si bien el mandato del artículo
19 Nº 12 inciso 1º se refieren a otras garantías
constitucionales de rango más o menos similar a la de la
libertad personal, el reconocimiento que hacen los artículos 52
Nº 2, letras b) y e), y 79 inciso 2º CPR, de ciertos delitos que,
aunque parezcan en principio "graves", evidentemente no
atentan directamente contra derechos constitucionalmente
reconocidos, nos plantea la cuestión acerca de si el
constituyente realmente ha pensado que los delitos —y las
penas privativas de libertad— deben proteger bienes jurídicos
de entidad igual o superior al derecho a la libertad personal
consagrado en el artículo 19 Nº 7 CPR. Pero no sólo es ésa la
interrogante que se plantea, sino también la cuestión acerca
de si la Constitución exige verdaderamente que los delitos
que nombra como tales protejan un bien jurídico más o
menos determinable, en particular, cuando estima como tal la
mera falta de observancia a la ley procesal que, aunque incida
en un aspecto esencial de la misma, no pasa de ser un
incumplimiento de las funciones del juez, de un deber en
estricto sentido, y no de la afectación de un derecho
fundamental, al menos no directamente.
251
legislador para establecer no sólo los procedimientos por
medio de los cuales se prive de libertad a una persona, sino
también los casos en que esto puede suceder. Resulta que el
artículo 19 Nº 7, letra b) CPR delega en el legislador la
determinación de los casos en que se ha de privar a una
persona de libertad: se trata de una delegación amplia y
desagradable de facultades para decidir los casos de privación
de libertad de una persona. No está de más señalar que en el
Derecho internacional, el Convenio de Roma —vigente en
Europa—, establece un amplio catálogo de casos en que se
puede privar de libertad a una persona sin que sea necesario
estar protegiendo algún valor declarado en dicho Convenio
(clásico ejemplo: la detención de los vagos, artículo 5º, letra
e)).
252
de los derechos constitucionalmente declarados. Así, los
artículos 5º, 6º y 19 Nº 26 CPR declaran la vinculación de los
poderes públicos a los derechos establecidos en el Capítulo III
de la Constitución y en los tratados internacionales vigentes
en Chile, estableciendo la última disposición citada, "la
seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la
Constitución regulen o complementen las garantías que ésta
establece o que las limiten en los casos que ella lo autoriza,
no podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer
condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre
ejercicio". Esto puede entenderse, en el ámbito penal, en el
siguiente sentido: como toda tipificación penal importa,
generalmente, una limitación a la libertad personal, en el
sentido de libre desarrollo de la personalidad, y por su
intermedio, una limitación al ejercicio de los derechos
constitucionalmente declarados al establecer condiciones
legales para su ejercicio con consecuencias penosas en caso
de no cumplirlas, entonces podemos concluir que toda
tipificación penal ha de someterse a la garantía del contenido
esencial del artículo 19 Nº 26. Que la determinación del
contenido esencial de los derechos y libertades es algo en
extremo difícil es otro problema que aquí no podemos
resolver.
253
necesaria para el mantenimiento de una sociedad
democrática.
255
pérdida de sus bienes. La exigencia de una respuesta penal
que ofrezca a quienes delinquen la oportunidad de
reinsertarse en la vida social y al resto de los miembros de la
comunidad la seguridad de que podrán ejercer sus derechos
libres de violencia y temor se convierte entonces en parte de
la lucha por la ampliación de la democracia y por el desarrollo
de un Estado de Derecho formal hacia un Estado de Derecho
efectivo y democrático.
256
sobreponiendo las propias valoraciones subjetivas de cada
cual acerca de lo que debe y cómo de ser sancionado a las del
representante de la soberanía popular, democráticamente
electo, que mientras respete los límites constitucionalmente
establecidos para formular su propia política criminal estará
material y formalmente legitimado para hacerlo.
257
determinados bienes jurídicos, intereses individuales o
colectivos, juzgados indispensables para proteger la libertad
de los ciudadanos, y se derivara de su efectiva afectación
(principio de ofensividad o lesividad). Y tal intervención sólo
debiera admitirse, siempre y cuando aparezca como la ultima
ratio en un abanico de intervenciones subsidiarias que
transite por una escala de gravedad ideal, donde los primeros
recursos sean el empleo del Derecho Civil y el Administrativo.
258
En cambio, según BUSTOS, "el bien jurídico es una fórmula
sintética concreta de una situación social dinámica" ("la
relación concreta, de la posición que en ella ocupan los
individuos, su intermediación a través de los objetos y otros
entes que se dan en el medio social y de la interacción que se
opera entre ellos"), cuya función sería permitir conocer "el
fundamento mismo de lo que cae bajo el ordenamiento
jurídico", lo que permitiría al legislador fundamentar de
manera no arbitraria los preceptos legales. De allí
concluye BUSTOS que "el primer principio fundamental es que
no ha de haber un delito particular sin un bien jurídico preciso
y concreto". Y rechaza, por tanto, "los delitos de peligro
abstracto y la punición de la tentativa imposible", por faltar la
lesión, el desvalor de acto y de resultado. Además, esta
exigencia implicaría "una revisión exhaustiva y constante de
la parte especial de los Códigos", para adaptarla a las
concretas relaciones sociales actuales, para evitar el castigo
de "ideas, pensamientos, estados de conciencia, ánimos" o
"determinados modos religiosos o filosóficos" que no
constituirían relaciones protegibles mediante la conminación
penal". Para BUSTOS, las diferencias entre estas relaciones
sociales sí merecedoras de protección social implicarían
también diferencias en la "graduación en las penas y otras
consecuencias punitivas". Por último, según este autor, se
debiera considerar que la existencia de un bien jurídico no
siempre debe implicar su protección por la vía penal, dado el
carácter deultima ratio de éste: la protección de la vida del
que está por nacer, un bien jurídico existente, no
necesariamente implicaría la penalización absoluta del aborto,
si la experiencia social indica que ello provocaría "enormes
daños" en otros bienes jurídicos (principalmente relativos a la
mujer embarazada que consiente en el aborto).
259
jurídicos", entendiendo por tales todas las "condiciones u
objetivos socialmente determinados, necesarios para el libre
desarrollo de la persona, la realización de sus derechos
fundamentales y el funcionamiento del sistema estatal
destinado al cumplimiento de esos fines". Reconoce ROXIN que
este concepto es un desarrollo moderno de la idea "liberal" de
bien jurídico basada en el contrato social, donde el Estado se
encontraría limitado por su obligación de asegurar la libertad
y la paz social, el respeto a la dignidad humana, la igualdad y
el resto de los Derechos fundamentales. Así, "el homicidio y
las lesiones, el hurto y el fraude deben ser penados, pues si
tales hechos no fuesen sancionados criminalmente, se haría
imposible la coexistencia pacífica". Pero como en una
sociedad moderna también es necesario proteger la integridad
de la moneda y del sistema recaudatorio de impuestos,
precisamente para hacer posible la protección de esos bienes
individuales, también sería posible, "legítimamente", proteger
con la amenaza de la pena bienes jurídicos colectivos como la
administración de justicia, la integridad de la moneda y los
ingresos fiscales. Pero si bien con este
concepto ROXIN rechaza como ilegítimas las disposiciones
penales arbitrarias, las ideológicamente motivadas, las
contrarias a los derechos fundamentales, las que sólo
pretenden conseguir fines estatales o evitar el propio daño
(como la prohibición del autoconsumo de drogas basada en la
pretensión de lograr una "sociedad libre de drogas", o la mera
prohibición del "tráfico de órganos"), las que castigan actos
meramente inmorales, contrarios a las buenas costumbres, o
a la propia dignidad (como las relaciones sexuales con
animales); al contrario que BUSTOS, sí admite que los "fuertes
sentimientos", como el honor, lascreencias religiosas o
el respeto a los muertos puedan considerarse bienes jurídicos
protegidos penalmente de manera legítima, así como que
pueda recurrirse a la protección de bienes colectivos mediante
delitos de peligro (incluyendo los de peligro abstracto), lo
mismo que se protegen los bienes individuales con el castigo
de la tentativa en todas sus formas.
260
Por su parte, HASSEMER postula, con base en una idea
actualizada del contrato social, que "sólo la lesión de las
libertades aseguradas por el contrato social pueden
considerarse un delito", admitiendo la protección de bienes
jurídicos colectivos o universales sólo en cuanto sirvan a la
protección de los ciudadanos particulares, como
criterio negativo, "que impide la criminalización ilegítima" y
justificaría la existencia de los principios de subsidiariedad y
proporcionalidad. Y por ello critica que, en la "modernidad",
se le haya transformado en un criterio positivo, como "una
exigencia para que [el legislador] penalice determinadas
conductas", como el acoso sexual en el trabajo.
261
jurídicamente lo hacen mediante sanciones de carácter civil o
administrativo, en procedimientos alejados de la miseria,
pobreza y deshonra que rodea los tribunales en lo penal
ordinariamente.
262
descriminalización del monopolio en el Chile de 2005 y la
despenalización de los abusos contra los consumidores en la
década de 1980). La reacción a esa revolución ha supuesto
intentos de nuevas regulaciones en ámbitos y de maneras que
antes no se concebían, como el medio ambiente, el mercado
de valores, el bancario, etc. Nuevos peligros y nuevas formas
de delitos antiguos resurgen y se proponen nuevas leyes o
reformar las antiguas para regularlos adecuadamente:
el tránsito en calles y carreteras, la distribución de drogas,
la violencia doméstica y de género, el terrorismo,etc.
263
materialmente Derecho Penal de lo que ellos identifican
exclusivamente como ejercicio de la fuerza o coacción estatal,
como en el caso recién analizado de la Teoría del Bien
Jurídico.
264
como la nacionalsocialista, con tal de estar de acuerdo, como
lo estuvo la inmensa mayoría de la doctrina penal alemana,
no sólo con el gobierno nacionalsocialista, sino también con
los fundamentos racistas y iusnaturalistas de la ideología y el
Derecho nazi.
265
geográficas de las definiciones de lo que se castiga
penalmente y lo que no:
266
lata a los casos que enfrentan, sino ofrecer soluciones de lege
ferenda para hacer más comprensible, funcional o útil la
legislación (incluyendo la posibilidad de su derogación por no
ser ni lo uno ni lo otro). Para tal labor no es, como resulta
obvio, suficiente afirmar la legitimidad o ilegitimidad formal
de la ley, sino que es necesario recurrir a
argumentos políticos (que la literatura penal llama también
de política criminal) que, dentro del marco previsto por la
Constitución, sean convincentes para promover, apoyar o
rechazar los cambios legales.
268
criterios, "las únicas prohibiciones penales justificadas" son
las "prohibiciones mínimas necesarias, esto es, las
establecidas para impedir comportamientos lesivos que,
añadidos a la reacción informal que comportan, supondrían
una mayor violencia y una más grave lesión de derechos que
las generadas institucionalmente por el Derecho Penal". Pero
la precisión de cuáles han de ser estas prohibiciones, esto es,
la determinación de los concretos intereses o bienes
jurídicos que el ordenamiento defiende de su lesión mediante
la prohibición de una conducta es, según FERRAJOLI, "una
doctrina no jurídica, sino política, modelada en torno a
criterios de política criminal". El desarrollo de esta doctrina le
lleva a proponer, en primer lugar, que los principales sino
únicos bienes tutelables por el Derecho Penal serían
los derechos fundamentales, en el sentido de "aquellos cuya
lesión se concreta en un ataque lesivo a personas de carne y
hueso", excluyendo así los "delitos contra el Estado", los de
"carácter asociativo", los "ultrajes y todos los delitos de
opinión", "la prostitución, los delitos contra natura, la
tentativa de suicidio y, en general, todos los actos contra uno
mismo, desde la embriaguez al uso personal de
estupefacientes", y "ciertos delitos patrimoniales, como el
hurto o la estafa", que sólo habilitarían su persecución penal
"a instancia de parte más que de oficio". En segundo término,
se sostiene que el castigo penal de las conductas que afecten
tales bienes sólo se justificaría cuando tal afectación sea
undaño material o puesta en peligro verificable, como los que
expresamente entiende producen la tortura y los delitos
ambientales, pero no los meros "atentados" ni los "delitos de
peligro abstracto" o "presunto", como tampoco los de
"asociación, conspiración, instigación para ciertos delitos
contra la seguridad interior del Estado, provocación,
insurrección, guerra civil", que propone suprimir, si no se
pueden transformar al menos en delitos de peligro concreto
para intereses individuales. En tercero, se pide que se
despenalicen los llamados delitos de bagatela y los hechos
castigados sólo con multas o penas cortas de prisión, o al
menos se reemplacen éstas por alternativas, si no puede
269
justificarse su castigo penal por el valor comparativo de la
libertad personal frente al interés lesionado. En cuarto
término, se advierte que el castigo penal sólo se legitimaría
respecto de prohibiciones que fuesen efectivamente
motivadoras de una conducta, por lo que se rechaza la
penalización de conductas tales como "el aborto, el adulterio,
el concubinato, la mendicidad, la evasión de presos o la
tóxico-dependencia". Y, finalmente, se exige para legitimar
una incriminación, que ella se proponga de
manera subsidiaria, esto es, que el daño o peligro que con
ella se pretende evitar no pudiese ser evitado por otras
medidas preventivas más eficaces, como las del Derecho
Administrativo, lo que lo lleva a cuestionar el castigo penal de
los delitos culposos, y especialmente de los "accidentes
automovilísticos o laborales", así como también del control de
las armas de fuego, "sin contar el papel preventivo que
juegan todas las políticas reformadoras que inciden sobre las
causas económicas y sociales del delito".
270
legitimidad no deriva de sus límites, sino de su origen: la
regla de la mayoría ejercida en democracia.
271
b) La protección de los valores ético-sociales
en la versión de Welzel y el fin del derecho legislado
272
Que este apoyo al Derecho Penal nacionalsocialista no se
encontraba únicamente dirigido al público interesado en la
literatura especializada y en las "notas al pie" de sus obras,
queda claro cuando se revisan las ediciones de su Derecho
Penal alemán durante el régimen nacionalsocialista. Así, en la
tercera, aparecida un año antes del término de la guerra
(1944), reproducía para sus estudiantes que lo que estaba
detrás de la ley penal eran "los valores positivos de la recta
conciencia", esto, es, la "lealtad al pueblo, al Reich, a
la Führung, etc.", y agregaba, valorando positivamente las
reformas nacionalsocialistas, lo siguiente: "A pesar de que el
StGB se ha mantenido inalterado en su gran parte, las
modificaciones legales del Tercer Reich lo han llevado en un
nuevo nivel. Entre ellas se cuentan: a) la eliminación de
limitaciones liberales, especialmente de la estricta vinculación
del juez a la ley, la reordenación y revaloración de los delitos
de traición y el aumento de la penalidad en numerosos
delitos; b) la complementación de las penas con medidas de
seguridad y reeducación; c) el cambio del acento en el
concepto de delito, pasando desde el resultado al lado de la
voluntad y la conciencia, la derogación de la atenuación
obligatoria en la tentativa y la complicidad (una exigencia del
"Derecho Penal de la voluntad"), la introducción de
"momentos de la conciencia" en la construcción de delitos,
como en el caso del § 211 StGB. Así, la valoración del autor
se considera en primer plano frente a la del hecho externo (lo
que se denomina muchas veces como Derecho Penal de
autor)".
273
nacionalsocialista, llegándose al punto de privar al legislador
democrático de la facultad de determinar lo punible y lo no
punible, al disolver el principio y garantía de la legalidad,
reemplazándolo por la libertad judicial (sólo controlada
políticamente) de hacer realidad los valores que se sostengan
en un momento histórico determinado.
274
funcionamiento de la vida social, en la forma dada y en la
exigida legalmente, no se den por perdidas en caso que
resulten defraudadas". Pero esta garantía de la vigencia de
las normas (las expectativas defraudables) no opera, en la
visión de JAKOBS, únicamente en el plano material, sino
principalmente en el significativo o comunicativo. Lo que
entonces legitimaría materialmente al Derecho Penal sería el
cumplimiento de su función de garantizar a los miembros de
una sociedad que dichas normas rigen (esto es, que es
esperable que se cumplan en el futuro,
como expectativas normativas), contra el comportamiento
expresivo que afirma que tales normas no debieran regir. Así,
lo que constituiría materialmente una lesión a esas normas o
expectativas, en el ejemplo del delito de homicidio, no sería
"la causación de una muerte", "sino la oposición a la norma
subyacente en el homicidio evitable": "la norma obliga a
elegir la organización a la que no siguen daños, pero el autor
se organiza de modo que causa daño imputablemente: su
proyecto de conformación del mundo se opone al de la
norma". De este modo, el Derecho Penal
actuaría significativamente, mediante una reacción ante esa
"negación del significado de la norma" consistente en "el
reforzamiento de perseverar en el significado de la norma por
medio de la reacción punitiva".
275
nuestra actual sociedad capitalista, como la expectativa
normativa de que los contratos se cumplan o los sueldos de
los trabajadores se paguen a fin de mes. JAKOBS, con todo,
reconoce la falta de respuesta precisa en esta materia, al
poner en entredicho el llamado principio de subsidiariedad de
la penal respecto del cumplimiento de los contratos o el pago
de los sueldos de los trabajadores y la supuesta diferencia
cualitativa entre infracciones administrativas y delitos. Sin
embargo, esboza una respuesta al proponer la existencia de
defraudaciones a expectativas que "nunca puede[n] ser
contravención, sino sólo una infracción penal": "la infracción
de las normas del ámbito central o nuclear, por difusos que
sean sus límites", mencionando como tales las relativas a los
delitos contra la vida, la propiedad y el patrimonio, y
extrayendo de ello la conclusión que aún la bagatela en tales
delitos "deba pertenecer al ámbito central".
276
la propia perspectiva luhmaniana porque con ello, por una
parte, se introducirían conceptos ajenos a la autocomprensión
del sistema jurídico, lo que impediría o dificultaría a la
dogmática cumplir su función de "hacer operativas las
cuestiones de justicia al nivel de la aplicación del derecho"; y
por otra, se confundiría con ello los planos de la "descripción"
del sistema jurídico penal desde el punto de vista sociológico,
con el de las propuestas de soluciones "dogmáticas" a
problemas "dogmáticos" que, como tales, no son
"descripciones", y por tanto, no reconducibles a conceptos
sociológicos no habilitados necesariamente para "jugar" el
juego de la dogmática penal, cuyas reglas serían diferentes de
las que se utilizan en el análisis sociológico.
277
(1) Excurso: Derecho Penal del ciudadano,
acciones neutrales y Derecho Penal del enemigo
278
Naturalmente, decidir cuál sea el ámbito de la esfera privada
sería una cuestión normativa, dependiente de las reglas que
conferirían eseestatus de ciudadano, asunto
que JAKOBS sencillamente deja a la interpretación de cada cual
(incluyendo la suya): "lo interno carece de un límite
preestablecido, cuasinatural: por dónde discurre el límite
entre lo externo y lo interno es algo que se decide de un
modo diferente según la concepción que se tenga de la
sociedad y, dentro de una misma sociedad, según el ámbito
que se trate". Además, según JAKOBS, "en un Estado de
libertades están exentas de responsabilidad no sólo
las cogitationes, sino toda conducta que se realice en el
ámbito privado y, además, toda conducta externa que sea per
se irrelevante".
279
ajena o el incumplimiento de un deber institucionalmente
establecido.
280
económica, de la criminalidad relacionada con las drogas
tóxicas y de otras formas de criminalidad organizada) o
mediante su incorporación a una organización (en el caso del
terrorismo, en la criminalidad organizada, incluso ya en la
conspiración para delinquir, §30 StGB) se ha apartado
probablemente de manera duradera, al menos de modo
decidido, del Derecho, es decir, que no prestan la garantía
cognitiva mínima que es necesaria para el tratamiento como
persona".
281
doctrina penal elaborar diferentes fundamentos de
legitimación material del Derecho Penal.
282
permanecen subyacentes en las discusiones, aunque varían
sus usos y los puntos de partida para las valoraciones acerca
de si, en casos de necesidad (cuyo presupuesto también se
discute), es aceptable o no que para conseguir un cierto fin
(bien) se deba causar un mal inevitable o, en casos extremos,
si para evitar un mal (mayor) sea lícito causar otro (menor).
283
muerte" y "el que odia a su hermano es un asesino y, como
saben, ningún asesino tiene la vida eterna", dice la primera
Epístola de Juan (3:15).
284
exigibles, se entrelazan con los conceptos morales
dominantes en la comunidad.
286
k) trabajos forzados acompañados de prisión (art. 8.3 b)
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y 6.3.a) del
Pacto de San José de Costa Rica).
287
penitenciario consistirá en un tratamiento cuya finalidad
esencial será la reforma y la readaptación social de los
penados", agregando que "los menores delincuentes estarán
separados de los adultos y serán sometidos a un tratamiento
adecuado a su edad y condición jurídica". Por su parte, el
art. 5.6 de la Convención Americana de Derechos Humanos
dispone de manera similar que "las penas privativas de
libertad tendrán como finalidad esencial la reforma y la
readaptación social de los condenados".
288
facilitar su reinserción social al término de la condena, aunque
no existe claridad acerca de los límites que estas exigencias
impondrían realmente al legislador y a la administración
penitenciaria, salvo en cuanto considerar inconstitucional "una
legislación que no contemplara en ninguna medida
instituciones tendentes a la reeducación y reinserción del
condenado y que redujera la vida en prisión a la mera
retención de los presos".
289
a) Los límites de la prevención especial:
la prohibición de los tratamientos forzados
291
para quienes participan en los tratamientos aparte del
beneficio esperado del propio tratamiento.
292
C. EL ASEGURAMIENTO COMO FUNCIÓN NORMATIVAMENTE LEGÍTIMA Y A LA
VEZ OBJETIVA DE LAS PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD
293
Como veremos enseguida, esa legitimidad normativa de las
penas privativas de libertad como una consecuencia jurídica
consistente en aseguramiento temporal del condenado en un
establecimiento público destinado al efecto por un hecho que
la imposición de esa pena califica de delito, en la forma y
dentro de los límites del principio de legalidad, se encuentra
supeditada además al hecho de que su ejecución sea también
legítima, esto es, que por las condiciones fácticas en cada
caso concreto ella no se transforme en una especie de pena
cruel, inhumana o degradante, infringiendo el principio de
reserva en materia de penas.
294
Ahora veremos cómo el principio de reserva —que en
materia de incriminaciones limita el ámbito de lo que se
puede sancionar como delito—, actúa
limitando normativamente la clase y naturaleza de las penas a
imponer, esto es, determina las penas que no se pueden
imponer.
296
Materialmente, en cambio, la cuestión ha de plantearse caso
a caso, a la luz de la concreta forma de ejecución de las
penas. Así, por ejemplo, el problema del hacinamiento
carcelario, que ha sido discutido en los Tribunales
Internacionales se hizo muy presente entre nosotros tras un
incendio ocurrido en la Cárcel de San Miguel en Santiago, en
diciembre de 2010, en que fallecieron más de 80 reclusos. La
cuestión es que, con total independencia de la adecuación
constitucional de las disposiciones penales aplicadas para
condenar a los internos y del proceso en que se aplicaron, la
ejecución de penas privativas de libertad (que no se
consideran en sí mismas crueles e inhumanas) en contextos
de sobrepoblación penitenciaria puede significar en los
hechos, la imposición de una pena cruel, inhumana y
degradante, principalmente, por la falta de espacio del que se
disponga en prisión y de las pésimas condiciones de salud
física y mental que de ello se deriven.
297
las Cárceles Estatales, respectivamente), era la causa
primaria de que sus internos no recibiesen el suficiente
cuidado médico, especialmente aquellos con serios problemas
mentales y de salud, lo cual violaba la octava enmienda de su
Constitución, constituyendo una pena inusitada y cruel.
298
adecuación a los requerimientos de los tratados suscritos en
la materia y que el art. 5º, en relación con el 19 Nº 1 CPR,
integra a nuestra legislación, hace posible su evaluación no
respecto únicamente a la corrección con que se hayan
establecido e impuesto las penas que se sufren, sino también
y especialmente respecto de las concretas condiciones de su
ejecución.
299
delitos contemplados en él, sino también de los
procedimientos que allí se establecen.
300
(1) Limitaciones a la extensión y reinstauración en Chile de la
pena
de muerte: El art. 4º del Pacto de San José de Costa Rica
3º) que sólo puede imponerse a "los delitos más graves", sin
distinguir si ella se encuentra o no prevista legalmente
(artículo 4.1.); y
c) Prohibición de la confiscación
y principio de personalidad de las penas
302
se habría adoptado el Derecho romano, como en Inglaterra y
en varias provincias francesas, tal pena no existía más.
Estas críticas
de BECCARIA, VOLTAIRE, MONTESQUIEU y LARDIZÁBAL se encuentran
en el origen ilustrado del reclamo por el llamado principio de
personalidad de las penas, con la consecuencia de la
prohibición de las penas trascendentes, cuya importancia para
la revolución liberal de fines del siglo XVIII fue tal que hasta
el día de hoy muchas constituciones, como la de Chile,
contemplan una prohibición expresa de las penas
de confiscación de todos los bienes del condenado, e incluso
la Convención Americana de Derechos Humanos se hace
cargo de ello, al declarar en su art. 5.3 de la Convención
303
Americana de Derechos Humanos que "la pena no puede
trascender de la persona del delincuente", permitiéndose
únicamente el comiso de bienes determinados.
304
d) El principio de proporcionalidad
de los delitos y las penas. Su versión débil
305
También ha sostenido que imponer igual pena a un delito
frustrado o tentado que a su consumación, como hace el inc.
primero del art. 450 CP en los casos de robo con violencia e
intimidación y robo en lugar habitado, no afecta la garantía
constitucional de no imponer discriminaciones arbitrarias, por
cuanto el legislador tendría la facultad de escoger los medios
que estimase idóneos para prevenir los delitos, entre ellos, un
trato más severo para algunos o para sus etapas de
ejecución, medios y finalidades constitucionalmente lícitos. En
este caso se declaró expresamente que al Tribunal
Constitucional "no le corresponde sustituir el juicio propio del
legislador, ni juzgar la sabiduría o mérito de los instrumentos
que emplea, incluso si ellos conllevan diferencias, a condición
de que estos instrumentos diferenciadores se presenten como
razonablemente idóneos para alcanzar fines
constitucionalmente lícitos" y ello no aparezca como tan
desproporcionado como para constituir una infracción a la
prohibición de establecer diferenciaciones arbitrarias del
art. 19 Nº 2 CPR.
306
revisión judicial, transformaba la multa administrativa en una
pena privativa de libertad "hasta por hechos de ínfima
magnitud y en los que puede no haber mediado ni siquiera
culpa del infractor", lo que sería contrario al principio de
proporcionalidad, en cuanto exigiría que las sanciones
"correspondan con la gravedad de las faltas cometidas y la
responsabilidad de los infractores en ellas".
307
qué hechos han de ser punibles y la medida de la pena están
dados exclusivamente por el principio de
reserva constitucionalmente garantizado.
308
impone al autor por el hecho culpable", basada en el
postulado kantiano "de la retribución justa", esto es, que
"cada uno sufra lo que sus hechos valen": "la pena se justifica
como retribución adecuada a la medida de la culpabilidad". En
cuanto a su función, "la inflicción de un mal inhibe los
instintos, sentimientos y aspiraciones contrarios al derecho,
de modo inmediato en el autor y mediatamente en los
ciudadanos (aquélla, la intimidación preventiva especial, ésta,
la general)"; y, al mismo tiempo, "la pena al obligar al autor a
una toma de conciencia, al trabajo y a una vida ordenada,
debe despertar y reforzar en él, sobre todo las penas
privativas de libertad, las tendencias útiles para la comunidad
(corrección preventiva especial)".
309
general". La exigencia del cumplimiento de estas funciones
preventivas para la imposición de la pena dentro de la medida
de la culpabilidad del responsable es lo que ha conducido a
denominar esta teoría como funcionalista.
310
una de carácter preventivo", dado que las normas penales
sólo se podrían legitimar si se dirigen a la protección de la
libertad individual y de una sociedad orientada a ello. De allí
que, según el profesor de Múnich, la "prevención especial y la
general deben sostenerse conjuntamente como fines de la
pena" limitada por el principio de culpabilidad. Por ello
podrían imponerse penas a los genocidas ancianos, dado que
así lo exigiría la prevención general; lo mismo que en casos
que el condenado no aceptase voluntariamente tratamientos
de resocialización.
312
enérgica reafirmación de tal régimen y un sometimiento del
infractor".
313
mero utilitarismo, como proponía la Escuela de Chicago, sino
en la retribución (merecimiento) y la justicia
(proporcionalidad).
314
Sin embargo, como los seres humanos no son "ángeles" sino
"seres falibles", sería de la naturaleza del Derecho Penal que
el mensaje moral de reprobación sea acompañado por el
sufrimiento físico de la pena, una "privación considerable de
libertad y propiedad", que actúa dentro de los límites de la
censura, preventivamente, pues es necesario unir a las
razones morales expresadas en la censura penal, "razones
prudenciales" "para resistir a la tentación".
Se concluye así con una teoría más bien unitaria, pero cuyos
puntos de partida y límites absolutos son el merecimiento y la
proporcionalidad que, por contraste con lo que se dirá
enseguida, llamaremos merecimiento deontológico.
315
cuidadosamente diseñados para ver qué factores influyen de
hecho en sus juicios sobre la pena".
316
cuanto Derecho Penal de un Estado social, deberá legitimarse
como sistema de protección efectiva de los ciudadanos, lo que
le atribuye la misión de prevención en la medida —y solo en
la medida de lo necesario para aquella protección [...] Pero en
cuanto Derecho Penal de un Estado democrático de
Derecho, deberá someter la prevención penal a otra serie
de límites, en parte herederos de la tradición liberal del
Estado de Derecho y en parte reforzados por la necesidad de
llenar de contenido democrático el Derecho Penal", entre los
que considera los principios de humanidad de las penas,
culpabilidad, proporcionalidad y resocialización.
317
de legalidad o de reserva; el Estado social, el de intervención
mínima y el de protección de bienes jurídicos; el
Estado democrático, los principios de humanidad,
culpabilidad, proporcionalidad y resocialización". También
defiende que la pena ha de tener un sentido de prevención
general positiva, aunque no exactamente como la
entiende MIR, sino más bien recurriendo al llamado
planteamientodialéctico de ROXIN, antes expuesto, en todo
caso muy emparentado con el del Profesor de Barcelona,
salvo en cuanto al recurso de criterio deculpabilidad para fijar
el máximo de la pena a imponer, lo que GARRIDO identifica
como una función retributiva que han de tener las penas.
318
prevención general, aceptando la conminación penal y la
intimidación como funciones de las penas en los momentos de
su establecimiento y ejecución, y que en este último
momento se tienda a la prevención especial. Además, rechaza
que la proporcionalidad tenga relación con la
retribución, atribuyéndole más bien una función
de eficacia para que la prevención general pueda operar,
favoreciendo la comisión de delitos menos graves antes que
otros más graves y adecuando la pena a los intereses de la
sociedad y del delincuente, para hacer que éste prefiera los
primeros antes que los suyos propios.
319
nada en la expresión "A es legítimamente responsable del
hecho B, porque es culpable", que permita deducir
lógicamente que "la sanción privativa de libertad de 5
años impuesta a A por el hecho B es legítima", a menos que
se asuma la existencia de una premisa general que diga "toda
sanción impuesta a personas culpables de un hecho B
es legítima". Lo mismo cabe decir de las frases "La pena de 5
años impuesta a A previene los delitos, reafirma la vigencia
de la norma, etc.", si no se está dispuesto a aceptar la
premisa de que, por definición, "toda consecuencia jurídica
(cualquiera que ella sea, incluso una meramente simbólica)
previene delitos, reafirma la vigencia de la norma, etc.". Pero
si estas premisas son válidas, también podría decirse
válidamente: "la sanción privativa de libertad de 3
años impuesta a Juan por el hecho X es legítima", o "la
sanción privativa de libertad de 20 años", o "la sanción
privativa de libertad perpetua, o
la multa, la confiscación, la pena de azotes, la tortura, la pena
de muerte, etc., por el mismo hecho X también
son legítimas", incluso si se agregase como requisito el que
Juan sea culpable o responsable por el hecho X.
320
de la justicia hacer corresponder la sanción con el talión,como
en el ejemplo kantiano del imperativo categórico de imponer
la pena de muerte al asesino, como única sanción
proporcionada al "injusto". Sin embargo, ningún defensor de
las teorías de la culpabilidad para justificar la pena defiende
en la actualidad la necesidad de hacer justicia al violador
sometiéndolo a vejaciones sexuales públicas, ni de flagelar al
que lesiona o, en casos de hurtos y robos cometidos por
indigentes, hacerles "pagar" a lo Shylok, con lo único que
pueden disponer: órganos útiles para trasplantes.
321
condicionada a la existencia de tratamientos efectivos y a la
voluntad del condenado a aceptarlos; la disuasión está sujeta
a los medios con que se cuente para investigar y sancionar las
infracciones de carácter penal y a la duración efectiva del
tiempo promedio de privación de libertad. Si no se cuenta con
lo primero o lo segundo es aleatorio, no se produce un efecto
de disuasión real, sino únicamente el aseguramiento del
condenado por el tiempo aleatorio de privación de libertad
que se determine.
322
tiempo determinado y las multas que esa comunidad "intuya"
como "merecidas" en un momento determinado para un caso
dado. Pero habrá que asumir que, entonces, son igual de
"merecidas", en otro tiempo y lugar, la prisión y las multas en
otras cuantías, la muerte, la prisión perpetua, las torturas, las
penas corporales, el trabajo forzado, etc., en la medida que
dichas sanciones correspondan a las "intuiciones" acerca de la
"justicia" que existan en la comunidad de que se trate. De
donde se sigue que no existe una relación lógica entre "las
intuiciones de justicia de la comunidad" y las respuestas
penales de dicha comunidad, sino una relación meramente
empírica y contingente. Y esa relación no afecta a las
funciones que, como veremos más adelante, objetivamente
cumplen las penas privativas de libertad (que es lo que aquí
interesa), sino únicamente las "intuiciones" de la "comunidad"
que permiten "explicar" su "merecimiento".
323
En primer lugar, porque el aseguramiento legítimo es tal
sólo si cumple condiciones normativas positivas y negativas
de legitimación (principios de legalidad y reserva, orientación
resocializadora) y condiciones de ejecución empíricas de
legitimación (prohibición de que en su ejecución se
transforme en una pena o trato cruel, inhumano o
degradante), cuya infracción permite recursos jurisdiccionales
para restablecer el Derecho. Es decir, no se trata de una
justificación aplicable por defecto a todo sistema penal y a
toda pena impuesta, sino que se trata de un baremo o medida
de legitimidad de cada sistema penal y de cada pena en
particular, entendida como consecuencia jurídica asociada a
un hecho sin capacidad indemnizatoria y sin pretensión de
servir de apremio para el cumplimiento de una obligación que
se extingue con su prestación voluntaria.
324
comunicación social que declara que la normatividad del
agente no prevalece sobre la del legislador democrático, pero
con ello no se legitima toda pena que pueda cumplir esa
función.
325
de quienes de ellos dependan. Sin embargo, si la peligrosidad
se entiende, como se hace aquí, no como la del "ser
antisocial" o "criminal nato", sino estrictamente en el sentido
de peligro de reiteración, el argumento contrario decae por sí
mismo, pues precisamente son esas capacidades económicas,
fortuna y relaciones las que podrían hacer previsible, según la
naturaleza, móviles y circunstancias del delito cometido, un
peligro de reiteración, cuanto más si tales delitos se han
estructurado y cometido como una forma ilícita, pero
"normal" para sus autores, de organización económica o
social.
326
En cuanto a la segunda pregunta, acerca del sentido y
posible justificación filosófica del aseguramiento legítimo, ella
puede reformularse conforme al cuestionamiento de FOUCAULT:
¿cuál es el sentido de mantener una institución, la cárcel, que
no respondería a las penas imaginadas por los liberales del
siglo XVIII y cuya crítica la ha acompañado prácticamente
desde su nacimiento?
327
Luego, la sociedad puede considerar apropiado asegurar por
un tiempo determinado que la persona que comete uno de
esos hechos no lo vuelva a cometer. Y ello no por capricho,
sino porque al cometer previamente un delito demuestra que
no ofrece garantías cognitivas de que no cometerá
nuevamente otro delito.
328
aquí se ha procurado señalar es que la mayor parte de las
consecuencias jurídicas que asociamos con el nombre de
penas y medidas de seguridad comparten un mismo
fundamento normativo y efecto objetivamente contrastable:
aseguran legítimamente y por un tiempo más o menos
determinado a quien se le atribuye un hecho cuya reiteración
se considera intolerable, o se le atribuye un carácter de
peligrosidad para sí o para terceros, que sólo puede reducirse
mediante el aseguramiento por un tiempo determinado del
condenado o a quien se ha declarado peligroso, excluyéndolo
de la vida social.
329
indispensable para que el estado de derecho subsista, y no
sea reemplazado brutalmente por un estado totalitario".
330
sean irracionales y proponer a sus operadores, sobre todo en
la Magistratura, que actúen bajo una racionalidad distinta, sin
advertir que en la medida que los operadores del sistema
penal respeten los derechos y garantías constitucionales lo
que están haciendo es operar un sistema propio de un Estado
de Derecho, democráticamente organizado.
331
332
CAPÍTULO 4 PRINCIPIO DE LEGALIDAD E INTERPRETACIÓN
DE LA LEY PENAL
333
§ 1. FUNDAMENTOS Y LÍMITES
334
banco de una plaza pública?, etc. Así, puesto que la ley está
escrita con palabras, por evidentes que éstas parezcan en el
lenguaje común, siempre suscitarán preguntas al intérprete
derivadas de la propia estructura del lenguaje, cuyos referidos
contemplan siempre zonas de indeterminación, y que,
además, deben adecuarse al contexto de la situación a que
deban aplicarse: ¿Puede tomarse en cuenta la circunstancia
agravante de cometerse el delito de noche(art. 12, Nº 12) si
el lugar estaba iluminado y concurrido o si, por su índole (p.
ej., falsificación de documento) el hecho de la nocturnidad era
indiferente?. ¿Cabe subsumir en la figura legal del artículo
314, que castiga al que "expendiera substancias peligrosas
para la salud", al que venda leche mezclada con agua, inocua
en sí, pero cuyo valor alimenticio aparece afectado?, etc.
335
Así, el producto de la interpretación de una disposición legal
es una proposición normativa acerca del sentido que dicha
disposición tendría, según el intérprete, esto es,
una propuesta de reconstrucción de su sentido con base a su
significado semántico, sus relaciones con otras disposiciones
legales y la finalidad de su establecimiento o mantenimiento
en el ordenamiento jurídico. Dicha reconstrucción es la que
permite afirmar o negar si un caso concreto puede
considerarse comprendido dentro de la clase de casos a que
hace referencia la disposición interpretada.
336
mantención en el ordenamiento jurídico y las que usan el
intérprete y otros juristas en la labor de interpretación y
sistematización. Y todas esas expresiones lingüísticas
adolecen de vaguedades, definiciones recursivas, conceptos
valorativos y toda la textura abierta del lenguaje natural de
que forman parte ellas y las contenidas en las disposiciones
legales que se interpretan.
337
Ministerio Público) aplican sus interpretaciones a casos
concretos con efecto obligatorio para las partes (esto es,
ofrecen proposiciones normativas con un
sentido perlocucionario). Es más, el aplicador no puede eludir
este sentido perlocucionario de sus proposiciones normativas,
que puede verse también como una función constructiva o de
algún modocreativa y no meramente cognoscitiva o
de reconstrucción del Derecho.
338
efecto inconstitucional, esto es, contrario a los derechos y
garantías establecidas en la Constitución y en los Tratados de
Derechos Humanos que limitan la soberanía.
339
regirá para el futuro, pues se trata de una ley que, como tal
queda sujeta al principio de legalidad y a la prohibición
de retroactividad. De allí se sigue que ante cualquier ley, no
será sólo su propia declaración la que le otorgue valor
interpretativo: es el intérprete el que le da tal carácter, pues
se ha de decidir si en todas y cada una de sus partes la nueva
ley está fijando el sentido y alcance de una ley anterior
(dentro de los límites de su sentido literal primigenio) o
legislando para el futuro, lo que determinará su aplicación o
no a los casos concretos, según sea o no favorable o
perjudicial para el imputado, respectivamente.
340
legales que se interpretan y su limitación por el principio de
reserva.
341
derecho fundamental que su contenido esencial sea imposible
de realizarse lícitamente o, dicho al revés, que la
interpretación debería promover y proteger los derechos
humanos normativamente reconocidos.
342
naturaleza no podemos llegar hasta tal punto de concreción y
habremos de suponer que dicha política criminal se manifiesta
en las Instrucciones Generales e interpretaciones de la ley con
efecto general que la Fiscalía Nacional del Ministerio Público
produce con pretensión de obligatoriedad para todos y cada
uno de sus fiscales, y en la jurisprudencia de los Tribunales
Superiores de Justicia, llamados a decidir en los casos que las
partes intervinientes y los jueces de instancia proponen
interpretaciones diferentes de la ley para su aplicación en
casos determinados.
343
conceptual, vale decir, se debe determinar significado para el
derecho ("la conducta de Juan puede interpretarse como una
determinada acción o una omisión"), y además, si estos
hechos corresponden al grupo de casos al que se dice
aplicable una determinada proposición normativa ("la acción u
omisión realizadas por Diego es uno de los casos sancionados
como delito por tal disposición legal"), lo que también se
conoce como proceso de subsunción.
344
ilícitas", "las pruebas que existen no permiten probar, más
allá de una duda razonable, la realización del delito que se me
imputa o mi participación en él").
346
adoptadas como fundamento de la decisión de un tribunal
respetuoso del ordenamiento constitucional.
347
convencer al aplicador o al resto de los intervinientes en el
proceso de su corrección o correspondencia con el sentido
literal posible de la disposición interpretada y, por lo tanto, de
su aplicabilidad en los casos concretos que identifica como
condiciones para las consecuencias jurídicas que se traten.
348
delimitándola dentro del sentido literal posible de la norma
interpretada; el segundo, delimitando las propuestas
normativas resultado de la interpretación a aquellas que no
produzcan efectos inconstitucionales.
349
de ésta en lo desfavorable. Y en mérito de lo anterior se ha
resuelto que, "ninguna ley penal puede ser interpretada
extensivamente contra el reo. En caso de duda sobre el
significado y alcance del texto legal, éste deberá interpretarse
en el sentido más favorable al reo".
§ 2. MÉTODO INTERPRETATIVO
350
interpretación del CC, cuyo art. 19, inc. 1º, exige que el
intérprete en primer término, procure extraer el sentido del
precepto legal de su propio texto o tenor literal.
351
3º) Por excepción, sin embargo, las expresiones legales
deben interpretarse en el sentido que la propia ley estipula,
recurriendo a las definiciones legales, "cuando el legislador las
haya definido expresamente para ciertas materias" (art. 20
CC). En tales casos, será el intérprete quien deberá decir que
se trata de una materia a la que esa definición resulte
aplicable (en caso contrario, vuelve a operar la norma
precedente sobre el "sentido natural y obvio").
353
normativas contradictorias, desconcertantes o que se
confundan o sean difíciles de distinguir de otras.
354
elemento contextual, en la forma expresada en el citado
inciso segundo del art. 22, esto es, ilustrando el texto a
interpretar mediante otras leyes que versan sobre el mismo
asunto.
355
descripción del delito que comete "el que accede
carnalmente" como la de un delito consistente en "ser
accedido carnalmente", por mucho que en ambos casos se
lesionen la integridad o libertad sexual, ya que la ley sólo
castiga expresamente como violación el primero de los
supuestos y no el segundo; o que no es posible castigar con
las penas del art. 397 la no evitación por omisión de los
resultados de lesiones que allí se describen, pues la ley en ese
caso expresamente indica que éstas han de cometerse
hiriendo, maltratando o golpeando a otro "de obra".
356
tener sentido cuando no puede llegarse a una decisión
adecuada siguiendo las reglas antes estudiadas, esto es, con
carácter subsidiario.
a) El principio de vigencia
357
art. 27 de la ley de Registro Civil que sanciona la que "en
escritura pública suministrare maliciosamente datos falsos
sobre su estado civil", debiera interpretarse como la exigencia
de algo más allá que el requisito que suponga la
voluntariedad en general o dolo.
(1) Limitaciones normativas al principio de vigencia
358
legal para decidir la aplicabilidad o vigencia de una disposición
determinada en el caso concreto.
(a) El principio de especialidad, como regla de preferencia
359
para todos los otros efectos, incluso para la interpretación de
la especial, ilustrando sus pasajes oscuros, según los términos
del art. 22 CC. Esto es lo que sucede típicamente en nuestro
Código Penal con las figuras de parricidio y homicidio de los
arts. 390 y 391 CP. En estos casos, una futura derogación de
los delitos de parricidio no significará que esos hechos hoy en
día especialmente penados, no podrán ser sancionados con la
regla general que sanciona el delito de homicidio, aunque hoy
en día sea desplazada en su aplicación por el principio
de especialidad. Aquí estamos ante dos normas de vigencia
simultánea y, además, compatibles.
360
Sin embargo, cualquiera que sea la clase de derogación que
se trate, sus efectos son los mismos: la expulsión del sistema
de la ley o disposición derogada, es decir, el término de su
vigencia, sin posibilidad de volver a regir, salvo remisión
expresa de una ley posterior que así lo permita: "Es
necesario, pues, que una ley expresamente devuelva su vigor
a la ley derogada: la simple abolición de la ley derogatoria no
puede por sí sola dar vida a lo que ya no existe. Y es lógico
que así sea. La ley es la declaración positiva y actual del
legislador; su existencia no puede desprenderse por meras
conjeturas".
361
Un caso especial de derogación tácita es el que produce el
establecimiento de una ley especial posterior
incompatible, pues se combina en ello tanto esta regulación
como la del principio de especialidad. Siguiendo la doctrina
civil, allí se señala que, "es indudable que si con posterioridad
a una ley general se promulga una especial, ésta prevalece
sobre aquélla en todo lo que sean incompatibles; deroga las
disposiciones que no puedan coexistir con las suyas propias.
Esto resulta de la mera aplicación de los principios generales
de la derogación tácita".
362
ejemplo, del privilegio que supone la regulación proveniente
de 1874 del duelo regular, contemplada en el § 4 del Libro
VIII del Título II CP, sobre todo si se comparan las penas allí
previstas con las de los respectivos delitos de lesiones y
homicidio. En este caso, parece cierto que ninguno de los
intereses que dicha regulación pretende tutelar representaría
alguno que pudiese considerarse de valor en las sociedades
actuales y pudiera decirse así que están a la espera de la
inevitable decisión del legislador de suprimirlos del catálogo
de delitos, de un momento a otro. Sin embargo, si realmente
se respeta la decisión del legislador democrático como
representante del pueblo organizado y soberano, habrá que
conceder que la calificación de supuesto anacronismo de estas
disposiciones no es más que un encubierto deseo político de
modificar la configuración legal de una sociedad por la vía de
la atribución de dicho carácter a disposiciones vigentes y que
el legislador democrático no ha estimado necesario derogar.
Otra cosa sería que la contraposición valórica supusiese una
infracción al principio de reserva constitucional, razón válida
para rechazar la aplicación de las figuras anacrónicas, pero no
exclusiva para ellas, sino para toda regulación que infrinja
dicho principio, independiente de su época de promulgación.
364
el homicidio calificado (art. 391 Nº 1 CP), en casos
de concurso aparente de leyes.
d) El principio de insignificancia
365
parece desprenderse de las diversas disposiciones que
regulan la pena en atención a la cuantía del daño producido
(delitos de malversación, hurtos, estafas y daños, por
ejemplo); la general distinción entre tentativa, frustración y
consumación; la distinción entre crímenes, simples delitos y
faltas; así como las reglas de reiteración y concurso medial.
Sin embargo, es en el ámbito procesal donde la idea de
la insignificancia se ha manifestado últimamente en toda su
amplitud, con las diversas formas de términos de las
investigaciones basadas en la discreción del Ministerio Público
(principio de oportunidad, suspensión condicional) o en los
acuerdos a que puedan llegar los intervinientes (acuerdos
reparatorios, procedimientos especiales, etc.).
e) La equidad natural
368
Por lo mismo, en este lugar procuraremos únicamente
organizar aquellos que creemos son primariamente aplicables
a la discusión propiamente penal y no se encuentran
comprendidos directa o indirectamente en alguna de las
reglas de interpretación ya analizadas, clasificándolos entre
aquellos que hacen referencia a la mayor o menor fuerza
persuasiva del entimema en que se fundamentan y aquellos
que constituyen en sí mismos un entimema, al remitirse en su
expresión a las ideas de "lo justo", "lo razonable", "lo
equitativo", etc., para el caso concreto.
369
argumento sistemático kantiano (la corrección de una
propuesta depende de su coherencia con la sistematización
doctrinaria de la ley de conformidad con algún punto de
partida ordenador que se haya elegido al efecto), etc.
370
en todos los casos en que pudiese en abstracto ser aplicada
produciría tales efectos, corresponde al propio Tribunal
Constitucional, de oficio o tras el ejercicio de una acción
popular, declarar la inconstitucionalidad de dicho precepto,
expulsándolo del sistema jurídico (art. 93 Nº 7 CPR).
371
CAPÍTULO 5 DERECHO INTERNACIONAL PENAL
372
§ 1. EFECTOS DE LA LEY PENAL EN EL ESPACIO
374
No es preciso buscar una justificación especial a este
principio, aun en circunstancias en que el interés nacional
pueda parecer enteramente ausente (pensemos en un
hombre de negocios norteamericano que engaña a un colega
japonés con un documento de crédito aparentemente emitido
en Costa Rica, cuando ambos estaban alojados, de paso, en
un hotel de Santiago), pues es un principio general del
Derecho Internacional derivado del reconocimiento de
la soberanía estatal y del principio de no injerencia en los
asuntos extranjeros el que cada Estado ejerza su jurisdicción
respecto de los hechos cometidos dentro de su territorio y se
reste de ejercerla en otros: "la primera y principal limitación
que el derecho internacional impone al Estado es la exclusión
del ejercicio de su poder en el territorio de otro Estado, a
menos que exista una norma que se lo permita".
375
a) El concepto de territorio
376
Principios que Deben Regir las Actividades de los Estados en
la Exploración y Utilización del Espacio Ultraterrestre, Incluso
la Luna y otros Cuerpos Celestes de 1966 (D.S. Nº 70, de
26.03.1982). Lo que todavía no se define es exactamente el
límite entre uno y otro, aunque la costumbre internacional ha
terminado por aceptar que el espacio aéreo termina allí donde
se acaba la atmósfera terrestre (unos 90 a 100 kms. sobre el
nivel del mar), lo que es más o menos coincidente con el
ocupado por los satélites artificiales, mientras permanecen en
órbita.
377
es, evitar la fuga de sus responsables mediante la
fiscalización, pero en tal caso no hay ejercicio de la
jurisdicción penal sobre hechos cometidos fuera del territorio,
sino la limitada para la persecución y sanción de los
cometidos dentro de la República y su mar territorial.
378
B. EL PROBLEMA DEL LUGAR DE LA COMISIÓN DEL DELITO
379
Según ETCHEBERRY, se deben considerar cometidos en
Chile todos los delitos cuyo principio de ejecución se
encuentre en el territorio nacional (principio de
actividad), pues así lo dispondría el inciso tercero del art. 157
COT, el cual dispone que "el delito se considerará cometido en
el lugar donde se hubiere dado comienzo a su ejecución",
pues cometer un delito también supone dar comienzo a su
ejecución, como reconoce el art. 7º CP al penar la tentativa y
la frustración. Además, así lo dispone, respecto de las injurias
y calumnias cometidas a través de medios extranjeros, el
art. 425 CP, donde se establece que, "respecto de las
calumnias o injurias públicas por medio de periódicos
extranjeros, podrán ser acusados los que, desde el territorio
de la República, hubieren enviado los artículos o dado orden
para su inserción, o contribuido a la introducción o expedición
de esos periódicos en Chile con ánimo manifiesto de propagar
la calumnia o injuria".
380
a publicar en el extranjero, sino de las publicadas allí y
posteriormente difundidas en Chile. También el art. 302 CB
reconoce que el territorio donde el hecho se consuma permite
ejercer la jurisdicción completa sobre el mismo, al establecer
el criterio del resultado como una regla de solución subsidiaria
de los conflictos de jurisdicción.
381
países sin solución de continuidad, su general carácter de
delitos de emprendimiento (una actividad criminal en que se
participa una y otra vez, iniciada o no por el autor, aun con
separaciones temporales o espaciales, típicamente, el tráfico
de drogas), permanentes (aquellos como el secuestro, donde
la conducta antijurídica permanece en el tiempo)
o habituales (aquellos donde para su castigo se exige
la reiteración de una determinada conducta), permite sin
dificultad el fraccionamiento de la jurisdicción, esto es,
atribuir a cada Estado por donde la actividad
criminal pasa o transita plena competencia sobre el hecho,
considerando exclusivamente las características que se
manifiestan en su territorio y sin atención a su lugar de
origen o destino. Así, por ejemplo, en el tráfico de drogas, la
posesión ilícita de éstas, su transporte, guarda, compra,
venta, exportación o importación (art. 3º Ley Nº 20.000)
puede ser castigado en Chile sin atención
a yconcurrentemente con la jurisdicción que sobre los hechos
iniciales tuviese el país donde la droga se produce o aquél a la
cual llega tras su paso por nuestro territorio. Mutatis
mutandi, lo mismo puede apreciarse respecto de los delitos de
trata de personas (arts. 411 bis y ss. CP). Respecto de esta
clase de hechos adquiere pleno sentido la primera parte de lo
dispuesto en el art. 302 CB, según el cual, "cuando los actos
de que se componga un delito se realicen en Estados
contratantes diversos, cada Estado puede castigar el acto
realizado en su país, si constituye por sí solo un hecho
punible". Expresamente recoge también la solución
del fraccionamiento en esta clase de delitos la Convención
Única de Estupefacientes de 1961, cuando en su
art. 36.2.a).i) dispone que "cada uno de los delitos
enumerados en el inciso 1, si se comete en diferentes países,
se considerará como un delito distinto".
382
Estados (jurisdicciones concurrentes), cuyos detalles y reglas
de solución veremos más adelante.
383
algunos de los principios antes señalados, sólo tenga lugar en
casos que se consideran de especial gravedad, taxativamente
señalados.
384
miembros de la tripulación, visitantes ocasionales, etc.,
cualquiera que sea su nacionalidad (chilenos o extranjeros),
cuando los delitos se comentan fuera del territorio nacional:
385
delitos cometidos a bordo de ellas que no hubieren sido
juzgados en otro país" (art. 5º Código Aeronáutico); y
386
principio se hace consistir en la aceptación por parte del
Derecho Internacional de la negativa de algunos países a
entregar a sus nacionales a la jurisdicción del Estado donde el
hecho se cometió, a condición de juzgarlo conforme a su
propia ley, lo que da origen a uno de los casos del
llamado principio de subrogación, como solución a los
conflictos jurisdiccionales. De otro modo, el Estado de que el
responsable es oriundo se convertiría en tierra de refugio para
sus propios súbditos. En tales casos, aparece el criterio de
la doble incriminación del hecho (que sea delito tanto en el
Estado donde se comete como en el que lo juzga) como un
fundamento adicional de la posible persecución penal. En
cambio, el llamado principio de personalidad activa
absoluto, que no considera la punibilidad del hecho en el lugar
de su comisión, carece de efectos prácticos mientras el
nacional no vuelva voluntariamente a su país de origen, pues
para su extradición se requeriría la doble incriminación y es
discutida su admisibilidad desde el punto de vista del Derecho
Internacional.
387
a) Art. 6º, Nº 6 COT: los crímenes y simples delitos
"cometidos por chilenos contra chilenos si el culpable regresa
a Chile sin haber sido juzgado por la autoridad del país en que
delinquió". En este caso, se trata de un supuesto de principio
de personalidad limitado por tres factores: a) Requiere una
conjugación de los principios de personalidad
activa y pasiva (víctima y victimario han de ser chilenos); b)
Exige la presencia en Chile del culpable; y c) Supone la doble
incriminación del hecho, única manera de que tenga sentido
la posibilidad de su juzgamiento en el lugar donde se cometió.
Aunque el delito ha de ser contra particulares, el ataque no se
refiere exclusivamente a bienes de carácter personal (vida,
integridad corporal, honor, etc.), "ya que la ley no ha previsto
una limitación al respecto";
388
Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del
Niño Relativo a la Venta de Niños, la Prostitución Infantil y la
Utilización de los Niños en la Pornografía de 2000, que no sólo
lo autoriza a recurrir al principio del domicilio en su art. 3º,
sino que también supone la existencia de una doble
incriminación de tales hechos, al menos entre los Estados
suscriptores del mismo. De allí que puede afirmarse que se
trata propiamente de un caso de principio de personalidad
pasiva limitada, por el de doble incriminación.
(1) Principio del domicilio
392
soberana del Estado de Chile. Es por ello que el art. 31 de la
Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961,
establece a su respecto una inmunidad absoluta ("art. 31.1.
"El agente diplomático gozará de inmunidad de la jurisdicción
penal del Estado receptor") y al mismo tiempo dispone que "la
inmunidad de jurisdicción de un agente diplomático en el
Estado receptor no le exime de la jurisdicción del Estado
acreditante" (art. 31.4). De este modo, elfemicidio (art. 390
CP) que cometa un agente diplomático chileno en la persona
de su mujer extranjera será de jurisdicción nacional y no del
país extranjero, pero el que cometa un cónsul, sólo podrá ser
conocido por los tribunales extranjeros. El Derecho
Internacional consuetudinario extiende las reglas de
inmunidad y jurisdicción de los agentes diplomáticos a los
Jefes de Estado, pero no existe en nuestro ordenamiento
jurídico una regla expresa que así lo disponga, de modo que
los delitos cometidos en el extranjero por el Presidente de la
República que no sean de competencia de los tribunales
nacionales no quedan sometidos a jurisdicción alguna, a
menos que se le destituya del cargo o al término del mismo
se renuncie a la inmunidad, entregándolo en extradición al
país donde cometió el delito;
393
Nº 20.000, sobre Tráfico Ilícito de Estupefacientes y
Sustancias Sicotrópicas, cuyo art. 65 se remite a esta
disposición, por lo que les es aplicable, pero sólo si dichos
delitos ponen en peligro la salud de los habitantes;
394
la Corte Suprema y el Tribunal Constitucional en orden a
limitar la jurisdicción militar a los delitos
cometidos exclusivamente por militares;
396
submarinos, la Convención dispone que los Estados deben
castigarlos de conformidad con su legislación interna cuando
se cometan, en alta mar, en "buques autorizados para
enarbolar su pabellón" (arts. 99, 108 y 113). Sólo respecto de
la realización de transmisiones ilegales se autoriza también a
ejercer jurisdicción a los Estados de la nacionalidad del
responsable, que reciban las transmisiones o cuyos servicios
de radiocomunicación sufran interferencias (art. 109).
398
Derecho Penal Internacional exige un "punto de conexión" con
España (la nacionalidad del autor o de la víctima,
generalmente, o su presencia en España), y además, se
subordina a la extranjera y a la de los Tribunales
Internacionales, declarando el nuevo art. 23.5 que tales
delitos "no serán perseguibles en España en los siguientes
supuestos: a) Cuando se haya iniciado un procedimiento para
su investigación y enjuiciamiento en un Tribunal Internacional
constituido conforme a los Tratados y Convenios en que
España fuera parte. b) Cuando se haya iniciado un
procedimiento para su investigación y enjuiciamiento en el
Estado del lugar en que se hubieran cometido los hechos o en
el Estado de nacionalidad de la persona a que se impute su
comisión, siempre que: 1.º la persona a la que se impute la
comisión del hecho no se encontrara en territorio español; o,
2.º se hubiera iniciado un procedimiento para su extradición
al país del lugar en que se hubieran cometido los hechos o de
cuya nacionalidad fueran las víctimas, o para ponerlo a
disposición de un Tribunal Internacional para que fuera
juzgado por los mismos, salvo que la extradición no fuera
autorizada".
399
de los suscriptores más jurisdicción que las derivadas de los
principios tradicionales de territorialidad,
bandera y personalidad activa, aun en los graves casos que
trata. En efecto, para que la Corte ejerza jurisdicción, lo
primero que debe determinarse es que los delitos se hayan
cometido en el territorio de uno de los Estados Parte, en sus
buques o aeronaves o por alguno de sus nacionales (art. 12
del Estatuto de Roma) y que ese Estado no ejerza seriamente
su jurisdicción. Lo que sí es claro es que en la mayor parte de
los tratados vinculados a esta clase de delitos se establece al
menos la obligación de extraditar o juzgar a quienes son
requeridos por los Estados que aleguen jurisdicción sobre los
hechos, como veremos al estudiar el principio
de representación.
400
bajo el Derecho Internacional, opera el principio de la
primacía o supremacía del ordenamiento internacional sobre
los locales aplicables, y el Derecho Penal Internacional
(incluyendo las penas que impone) se impone sin atención a
las regulaciones nacionales.
402
Normalmente, el principio de representación deriva de la
aplicación del principio aut dedere aut iudicare, esto es, de la
obligación consuetudinaria de carácter internacional de juzgar
a los nacionales por los delitos respecto de los cuales se ha
denegado una extradición solicitada por el Estado del
territorio donde se cometió el delito, cuando no se concede su
extradición por razón de su nacionalidad. Sin embargo, en
Chile no existen limitaciones legales que impidan extraditar a
los nacionales, pues como vimos no rige entre nosotros el
principio de nacionalidad activa, por lo que su alcance estará
limitado a los términos de cada Tratado en particular, según
el tenor del antes citado art. 307 CB. Lo decisivo es que el
tratado internacional obligue al Estado a la persecución o a la
colaboración en la persecución del hecho cometido fuera de
sus fronteras mediante el mecanismo de la extradición y no
solamente a tipificarlo en la legislación interna. Por la inversa,
si el delito de que se trata no estuviera tipificado en el
derecho interno, no podría perseguirse o concederse la
extradición a su respecto en obedecimiento al principio de lex
certa, reconocido internacionalmente en el antes citado
art. 343 CB.
403
ser vistos como delitos de secuestro y sustracción de menores
(141 y 142 CP).
404
o a bordo de una aeronave o un buque matriculados en ese
Estado; b) Cuando el presunto delincuente sea nacional de
ese Estado; c) Cuando la víctima sea nacional de ese Estado y
éste lo considere apropiado"; y en su art. 7º: "1. El Estado
Parte en el territorio de cuya jurisdicción sea hallada la
persona de la cual se supone que ha cometido cualquiera de
los delitos a que se hace referencia en el artículo 4 [...] si no
procede a su extradición, someterá el caso a sus autoridades
competentes a efectos de enjuiciamiento". Es decir, esta
Convención no ofrece otros "puntos de conexión" o bases
para extender la jurisdicción de los Estados Parte más allá de
los tradicionales principios de territorialidad,
bandera y nacionalidad activa y pasiva, salvo en el caso de
que el responsable: a) sea hallado en el territorio del Estado;
b) Otro Estado parte haya requerido su extradición; y c) La
extradición no se haya concedido. Se trataría, por tanto, de
un principio de universalidad condicionado al caso ya señalado
y, en Chile, más aún, dado que, como se ha dicho, no existe
una prohibición general de extraditar a los nacionales. Y,
además, la Convención se plantea como autoejecutable para
servir de base jurídica en la concesión de una extradición
basada en el principio de reciprocidad o en el de los tratados
entre las partes (art. 8º).
405
permitido la jurisdicción nacional, al disponerse que, "esta
Convención no faculta a un Estado Parte para emprender en
el territorio de otro Estado Parte el ejercicio de la jurisdicción
ni el desempeño de las funciones reservadas exclusivamente
a las autoridades de la otra Parte por su legislación interna".
407
y disciplina internos aplicables a los buques mercantes
nacionales.
409
la jurisdicción penal chilena y se someten a la extranjera,
"salvo que no tengan relación legal con dicho ejército", según
dispone el ya citado art. 299 CB. Esta exención de jurisdicción
es recíproca frente a la extensión que el CJM permite hacer de
la jurisdicción nacional respecto de los delitos cometidos por
militares chilenos en el ejercicio de sus funciones, aunque se
encuentren en el extranjero.
410
alegar la inmunidad, dado que ésta está otorgada a favor de
dicho Estado y no de la persona que alguna vez encarnó su
mando.
411
casas, siempre que no sean nacionales del Estado receptor ni
tengan en él residencia permanente"; y a los empleados "del
servicio de la misión" extranjeros, pero sólo respecto a los
delitos cometidos en el ejercicio de sus funciones.
412
general, no son inviolables y carecen de inmunidad respecto
de los delitos comunes que cometan en Chile y no afecten el
interés del Estado a que sirven.
413
E. CONFLICTOS DE JURISDICCIÓN
414
a) Concurrencia, preferencia y exclusión de jurisdicciones
415
1933, diversas reglas que permiten una solución jurídica a
estos conflictos.
416
existiendo entre nosotros la excepción legal de no extraditar a
nacionales, tendrá preferencia para la entrega del responsable
el Estado del territorio donde se cometió el hecho o donde se
cometió el hecho más grave.
417
Naciones Unidas sobre Derecho del Mar regula
específicamente la situación del abordaje en alta mar,
estableciendo como regla general la jurisdicción
excluyente del Estado del pabellón donde se encontraba la
persona supuestamente responsable del abordaje. Así, su
artículo 97 dispone: "1. En caso de abordaje o cualquier otro
incidente de navegación ocurrido a un buque en la alta mar
que implique una responsabilidad penal o disciplinaria para el
capitán o para cualquier otra persona al servicio del buque,
sólo podrán incoarse procedimientos penales o disciplinarios
contra tales personas ante las autoridades judiciales o
administrativas del Estado del pabellón o ante las del Estado
de que dichas personas sean nacionales", agregando en su
número 3: "No podrá ser ordenado el apresamiento ni la
retención del buque, ni siquiera como medida de instrucción,
por otras autoridades que las del Estado del pabellón".
418
b) Jurisdicciones concurrentes y non bis in idem.
La regla del art. 13 CPP
419
Internacional de Derechos Civiles y Políticos con las reglas
de complementariedad del Estatuto de Roma que recoge el
art. 13 CPP no puede sino conducir a perplejidades que tienen
como principal consecuencia la práctica imposibilidad
normativa de aplicar las excepciones previstas.
420
§ 2. EXTRADICIÓN Y COLABORACIÓN INTERNACIONAL EN MATERIAS
PENALES
a) Concepto
421
ni en atención a la nacionalidad del afectado ni en atención a
la existencia o no de un tratado específico de extradición con
el otro Estado involucrado, como sucede en otros países.
422
tratados y convenciones, en los principios generales del
Derecho Internacional.
423
Es por ello que tratándose de delitos que caen bajo
el Derecho Penal Internacional o bajo el Derecho Penal
Transnacional, las convenciones multilaterales respectivas
suelen incorporar cláusulas en las que los países contratantes
declaran que los delitos comprendidos en dichas convenciones
multilaterales se entenderán también comprendidos en los
tratados bilaterales de extradición suscritos por los Estados
Parte.
424
suscrito con Chile un tratado bilateral de extradición la
solicita. En tales casos, suele exigirse, adicionalmente,
una garantía de reciprocidad.
425
trámite de la extradición están obligados a denunciarlos, si
son perseguibles en Chile. Si al juzgarse el hecho se impone
una pena, ha de estarse a lo dispuesto en el art. 13 CPP, para
abonar a su duración la que se haya cumplido en el
extranjero, si la solicitud de extradición primitiva requería a la
persona para ejecutar una sentencia sobre esos mismos
hechos.
427
público" de art. 268 quater CP, o la "entrada" y "salida" "del
país" con fines de explotación sexual a que hace referencia el
delito del art. 411 ter CP. Lo que importa no es la
nacionalidad de los intervinientes en el hecho, ni el territorio
donde ocurren ni la forma jurídica de las instituciones en cada
país, sino que los hechos de que se trate, de haberse
cometido en Chile por habitantes de la República y con
relación a las instituciones locales, pudieran ser punibles. De
otro modo, ni siquiera el caso de una violación de una
ciudadana boliviana en Argentina podría considerarse
incriminado doblemente, pues Chile carece de jurisdicción
sobre tales hechos, que no han sido cometidos en su
territorio, donde es aplicable la ley nacional.
(ii) Gravedad del hecho
428
Pero el art. 440 CPP parece exigir únicamente que la pena
mínima privativa de libertad superior a un año esté prevista o
se haya impuesto en la legislación del Estado requirente, de
donde podría ser el caso que se concediese una extradición
por un hecho cuya pena mínima en Chile fuese en abstracto
inferior a un año (como sucede con todos los simples delitos
cuya pena parte en el presidio o reclusión menor en su grado
mínimo). De este modo, la legislación nacional habría
reducido los requisitos para conceder la
extradición, renunciando a la exigencia de comprobar que en
Chile el delito pudiere ser punible con penas mínimas de un
año de privación de libertad, que podría imponer según los
arts. 354 CB y I.b) de la Convención de Montevideo de 1933.
Sólo puede afirmarse a este respecto que no procede la
extradición por faltas, ya que el art. 449 letra c) CPP se
refiere a hechos respecto de los cuales pudiera
deducirse acusación en Chile y las faltas están sometidas a un
procedimiento especial, que no requiere el trámite de la
acusación, el cual se reemplaza por
un requerimiento (art. 390 CPP).
(iii) Delito común
429
Sin embargo, es difícil determinar qué hechos
serían puramente políticos. Un criterio subjetivo considera
fundamentalmente los móviles o propósitos que llevaron al
hechor a querer cambiar el régimen de su país. Un
criterio objetivo atiende sobre todo a la índole del derecho o
interés tutelado, según que éste concierna a la organización
institucional del Estado y los derechos que de ella fluyen para
los ciudadanos, sin atender a los móviles que guiaron al
hechor para afectarlos.
Hay, por supuesto, delitos políticos puros —esto es, que sólo
se dirigen en contra de la institucionalidad (como algunos de
los delitos del Título II del Libro II CP y de la Ley de
Seguridad del Estado)—, pero lo corriente es que ellos puedan
lesionar además otros bienes jurídicos, como la vida, salud o
propiedad de personas determinadas. Por eso el art. III.e) de
la Convención de Montevideo de 1933 declara expresamente
que, "no se considerará delito político el atentado contra la
persona del Jefe de Estado y sus familiares" y el art. 357 CB
agrega que "no se reputará delito político" el homicidio o
asesinato de "cualquier persona" que "ejerza autoridad".
430
La Convención de Montevideo de 1933 otorga al Estado
requerido la posibilidad de denegar la extradición cuando, aún
no calificándose depolítico el hecho como tal, el procedimiento
a que se someterá en el Estado requirente haga presumir que
la solicitud se basa en una persecución de ese carácter, como
cuando el inculpado "haya cumplido su condena en el país del
delito o cuando haya sido amnistiado o indultado", "hubiera
de comparecer ante tribunal o juzgado de excepción del
Estado requirente" o se trate de "delitos puramente militares
o contra la religión" (art. III, letras b), d) y f)). En el mismo
sentido puede interpretarse la exigencia que dicha
Convención (art. V. b)) impone a los Estados para
acompañar, junto con la solicitud de extradición, documentos
que acrediten las leyes que rigen la prescripción en su
legislación (exigencia que recoge, para la extradición activa,
el art. 436 CPP), como si pudiese darse el caso de Estados
que requerirían la extradición de alguien cuya responsabilidad
penal se encontrase prescrita según su propia legislación, sólo
imaginable en situaciones de anormalidad constitucional.
(iv) La situación de la punibilidad del hecho incriminado
431
prescripción que impide la extradición es la que ha de
contarse de conformidad con la ley local (como p. ej. el
tratado de nuestro país con Bélgica y el sistema de los arts.
III. a) del Tratado sobre Extradición de Montevideo de 1933 y
359 CB de 1928).
432
(c) La garantía de reciprocidad
433
principalmente porque supone una cierta desconfianza entre
los Estados, fundada en un criterio puramente político y no
jurídico, que va más allá de los principios generales del
Derecho Internacional y que, como sugiere POLITOFF, debiera
reemplazarse en el futuro por otro criterio, como el principio
de mejor justicia,que preferiría sin más otorgar jurisdicción al
juez natural del territorio donde se cometió el delito e impedir
que los países se conviertan en refugios de criminales. La
crítica está respaldada por nuestra Corte Suprema, que ha
declarado que "el principio de reciprocidad está edificado
sobre plataformas de escasas consistencias jurídicas, porque
hace que un Estado sea justo o injusto sólo en virtud de la
conducta de otro Estado; y esto, en verdad, no es ético ni
jurídico; es un principio bárbaro oriundo de una época
primitiva". Por eso insistimos en que su aceptación debe estar
limitada exclusivamente al carácter de una condición adicional
exigida allí donde no existe regulación convencional
internacional.
(d) La existencia de antecedentes serios en contra del
extraditable
434
antecedentes (regulada en el art. 444 CPP), a los que se
puede añadir la declaración voluntaria del imputado (art. 445
CPP), y su discusión en la audiencia respectiva (art. 448 CPP),
no constituye un juicio sobre la culpabilidad o responsabilidad
del extradido, sino a lo más antejuicio para determinar la
concurrencia de no sólo las exigencias señaladas en dicha
letra c) del art. 449 CPP, sino también en sus letras
anteriores, incluyendo el resto de las condiciones de
fondo establecidas para conceder la extradición según el
Derecho Internacional a que remite su letra b).
435
imputado, y una copia de las leyes penales aplicables,
incluidas las referidas a la calificación del hecho, la
participación del inculpado y la prescripción de la acción penal
y de la pena, en su caso (art. V Convención de Montevideo de
1933 y art. 365 CB). En el proceso que así se inicie el Estado
requirente es representado de pleno derecho por el Ministerio
Público, aunque siempre puede nombrar abogado particular
exclusivo (art. 443 CPP). Para cumplir con los requisitos de
fondo de la extradición, se permite presentar pruebas
(art. 444 CPP) y recibir la declaración voluntaria del imputado
(art. 445 CPP), todo ello en la audiencia oral que se cite al
efecto, donde se presentarán el extraditable con su defensor
(art. 448). Esta audiencia no tiene carácter de juicio oral ni de
preparación del mismo, sino únicamente de antejuicio para
acreditar las condiciones que permitan conceder la
extradición, por lo que no le son aplicables supletoriamente
las normas que regulan el juicio oral.
436
en el Estado requirente no se ajusta a las exigencias
del debido proceso.
e) Extradición activa
441
(1) Extradición activa para solicitar la entrega de personas
que se encuentran en el extranjero a fin de enjuiciarlas en
Chile
442
c) Que se hubiere formalizado la investigación en contra del
imputado. La formalización de investigación pudo haberse
hecho de forma ordinaria, según lo dispuesto en el
art. 232 CPP o, de forma extraordinaria, contra el imputado
ausente, de conformidad con el art. 432CPP. Si la
formalización se ha realizado según el procedimiento regular
del art. 232 CPP, esto es, con el imputado presente, la ley no
parece exigir otro requisito para conceder la solicitud de
extradición. En cambio, si se trata de un imputado ausente, el
art. 432 inc. segundo CPPexige para que el juez de garantía
acceda a la solicitud de extradición, que concurran los
requisitos del art. 140 CPP. Como dicha disposición se refiere
a los requisitos para ordenar la prisión preventiva y el inc.
tercero del art. 432 y el art. 433 CPP dan a entender que la
detención y prisión preventiva del imputado en el extranjero
son decisiones diferenciadas de la concesión de la extradición
(que podría otorgarse sin necesidad de ordenar al mismo
tiempo su detención o prisión), deberemos entender que los
requisitos para conceder la extradición de un imputado
ausente son exclusivamente la acreditación de antecedentes
que justifiquen la existencia del delito y la responsabilidad en
él como autor, cómplice o encubridor del imputado; y
443
si el hecho es o no extraditable, de conformidad con los
tratados suscritos y los principios generales del Derecho
aplicables, realizando "las gestiones necesarias para dar
cumplimiento a la resolución de la Corte de Apelaciones".
444
Atendido el potencial juego de atenuantes y agravantes o las
reducciones de pena que determinan la edad del condenado y
los grados de participación y desarrollo del delito, no es
posible establecer una regla general para saber respecto de
qué clase de delitos puede solicitarse la extradición activa
para el cumplimiento de la condena, sino sólo una mera
aproximación, diciendo que se tratará de situaciones en las
cuales estaremos ante responsables multirreincidentes de
simples delitos y reincidentes de crímenes, salvo los crímenes
graves cuya pena no admite sustitución (secuestro y
sustracción de menores hiperagravados de los arts. 141 y
142; violación con homicidio del art. 372 bis, y robo calificado
del Nº 1 del art. 433; parricidio del art. 390, todos del CP).
446
intervención de terceros Estados o imposible el ejercicio de
nuestra jurisdicción.
f) Efectos de la extradición
448
(1) Reconocimiento general de las sentencias,
resoluciones judiciales y administrativas extranjeras,
para efectos de persecución penal
449
dispusieren los tratados internacionales ratificados por Chile y
que se encontraren vigentes".
450