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Mateo Andrés Díaz Torres

Preguntas y comentarios sobre el Alcibíades

a. En las primeras disertaciones del dialogo (en las que Sócrates y Alcibíades discuten acerca
del saber requerido para poder ser el consejero de los atenienses, es decir, el tipo de
conocimiento necesario para poder participar en la política) se llega a siguiente afirmación: si
se posee un conocimiento, entonces no se puede dudar de que se lo posee. Esta conclusión es
importante porque resume el eje central en el que se basa el método socrático (en adelante MS)
como método de evaluación de la verdad: a través de preguntas se intenta evaluar si un
individuo que cree poseer cierto saber, puede llegar a dudar al respecto. Esto, en los MS, se
ejemplifica cuando los interlocutores responden a las preguntas de Sócrates con un “no sé”.

Ahora, esta forma de presentar el método socrático lo hace ver como un método negativo: el
método únicamente parece identificar el saber incorrecto, pero es incapaz de identificar cuando
es correcto. Y esto, a causa de que, si, por ejemplo, alguien a través del método no ha llegado a
dudar de su conocimiento, esto no lo excluye que en una investigación futura y más profunda
se demuestre lo contrario. En conclusión, el método socrático no puede concluir
efectivamente acerca de si un saber es ciertamente un saber, es decir, el problema del MS no es
con su objeto sino uno epistemológico. Por lo cual, considero que es importante reflexionar
acerca de los alcances, virtudes y vicios que conlleva el método socrático de fondo.

b. En la parte final del dialogo Sócrates y Alcibíades discuten sobre si para buscar el arte para
ser mejores es necesario primero conocerse a sí mismos. Así, se establece una distinción entre
el alma y el cuerpo, siendo identificado lo primero como la parte constitutiva y esencial de la
naturaleza humana. No obstante, aún es posible identificar que el hombre no sea
necesariamente únicamente el alma, y que sea más bien un compuesto entre su alma y su
cuerpo. Esta tesis es rechazada, a causa de que si este fuera el caso sería absurdo: ambos
intentarían dominar al otro, de lo cual se deduce que ninguno podría dominar, sin embargo,
que estén ahí hablando es demostración de que alguno de los dos manda, por lo cual, se
concluye que es imposible que el compuesto pueda gobernar.

Considero que esta justificación es evidentemente insatisfactoria. Lo interesante de esta


discusión, es que posee fuertes implicaciones a la forma en que entendemos la voluntad
humana y, en una forma específica del seminario, el problema de la akrasia: si el hombre es
compuesto explica porque muchas veces actúa según lo que considera benigno, pero que los
sentidos se lo muestran como agradable.

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