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tu siervo Martín, usando del mismo, merezca vestirse de ti».

—«¡Oh Dios, fidelísimo prometedor


de los bienes eternos y certísimo cumplidor, que prometiste a tus fieles vestidura de salvación y
traje de jocundidad!: humildemente pedimos a tu clemencia que bendigas † propicio este hábito,
símbolo de la humildad de corazón y del desprecio del mundo, con el que este tu siervo desea
públicamente ser revestido, a fin de que con tu auxilio guarde este hábito de feliz abnegación que
bajo tu inspiración ha recibido; y te rogamos que a quien quisiste imponer el hábito de esta
veneranda religión, tú lo revistas de dichosa inmortalidad. Que vives y reinas con Dios Padre»,
etc.
Entonces fueron incensados tanto el novicio como el nuevo hábito, y uno y otro asperjados
con agua bendita. El prior lo desnudó del hábito novicial, pronunciando este versículo: «Te
despoje el Señor del hombre viejo con todos sus actos. Amén». Y seguidamente le impuso el
hábito de los profesos, diciendo: «Que el Señor te revista del hombre nuevo, creado según Dios
en justicia y verdadera santidad. Amén».
Todos los frailes corearon el himno Magne Pater Augustine. Ante el novicio arrodillado oró
así el prior: «Ruega por nosotros, santo Padre Agustín. —Para que seamos dignos de las
promesas de Cristo. —Oremos: Atiende a nuestras súplicas», etc. Se entonó la antífona Veni
Sancte Spiritus con su versículo y la oración del Espíritu Santo. Fray Martín, vestido de la túnica
blanca y la cogulla negra con cíngulo de cuero, se arrodilló y, tomando el librito de la regla de
San Agustín, lo dejó abierto sobre las rodillas del prior. Luego, poniendo sus propias manos sobre
la regla, hizo así su profesión solemne:
«Yo, Fr. Martín Lutero, hago profesión y prometo obediencia a Dios omnipotente y a la
bienaventurada siempre virgen María, y a ti, Fr. Wienand de Diedenhofen, prior de este lugar, en
nombre y representación del prior general de la Orden de frailes ermitaños de San Agustín
Obispo y de sus legítimos sucesores; de vivir en pobreza (sine proprio) y en castidad, según la
regla del mismo San Agustín, hasta la muerte».
Le entregaron al nuevo profeso una candela encendida, y, tras una breve oración, todos se
dirigieron al coro cantando el himno Veni Creator Spiritos.
El prior recitó las siguientes plegarias:
«Omnipotente, sempiterno Dios, en cuyas llamas de caridad encendido este tu siervo somete
su cuello a tu yugo al prometer estabilidad en esta Congregación; concédele propicio que,
colocado a tu diestra en el día del juicio final, se alegre de haber cumplido todo cuanto
devotamente prometió. Omnipotente, sempiterno Dios, que bajo el gran Padre San Agustín reclu-
taste en tu santa Iglesia el gran ejército de sus hijos contra los enemigos invisibles: enciende en el
amor del Espíritu Santo a nuestro hermano, que recientemente sometió su cuello a tu yugo bajo la
milicia de tan gran Padre, y haz que por la obediencia, pobreza y castidad que ahora ha profesado
pueda recorrer el estadio de la vida presente militando en tu servicio, ¡oh Rey de reyes!, a fin de
que pueda, por donación tuya, recibir la corona de la eterna recompensa después de vencer y
sojuzgar al mundo con sus pompas». «Reconoce, ¡oh Señor Jesucristo!, a tu siervo entre tus
ovejas para que él te reconozca a ti, y, abnegándose a sí mismo, no siga a otro pastor ni escuche
la voz de los extraños, sino la tuya, que dice: Quien me sirve, sígame». «¡Oh santo Espíritu, que
te revelaste como Dios y Señor!, suplicamos a tu inmensa piedad y gracia que, pues soplas donde
quieres, otorgues a este tu siervo el afecto de la devoción, de suerte que el que fije creado por tu
sabiduría sea gobernado por tu providencia; enséñale con tu unción todas las cosas, como suele
hacerlo tu gracia; y por intercesión de nuestro santísimo Padre Agustín, a quien hiciste legislador
principal de esta santa institución, hazle tan fervoroso, que, en medio de las tribulaciones y
angustias, respire aliviado con tu indeficiente consolación y, bien fundado en la caridad fraterna,
en la piedad, justicia, verdadera humildad y obediencia, cumpla con feliz perseverancia lo que

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