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Profesor: Cristian Cisternas Ampuero

Curso: Lit. Hispanoamericana Moderna


Estudiante: Javiera Soto Barrios
Fecha Entrega: 04 de mayo, 2017

Prueba-ensayo n°1: Análisis comparativo de


Alejo Carpentier y Jorge Luis Borges.

En el presente ensayo me enfocaré en describir y comparar la narrativa de dos grandes autores


latinoamericanos: Jorge Luis Borges y Alejo Carpentier. Ambos han mostrado que, desde el
superrealismo, se encuentran unidos en variados ámbitos de su literatura y narrativa. Antes
de entrar al análisis comparativo, esclareceré un poco el contexto que acontecía para ambos
autores y narraré brevemente un poco de sus vidas.

Jorge Luis Borges nace en Argentina en 1899, bajo el seno de una familia con dos influencias,
la militar y la literaria, se decide por la segunda. Recibe la mayoría de su vida clases
particulares y se desarrolla dentro de bibliotecas con influencias del naturalismo, realismo,
entre otros movimientos, destacando a Las mil y una noches como una de sus principales
fuentes de inspiración, esta obra representaba plenamente su forma de ver la literatura: Un
gran libro cíclico que se reescribe una y otra vez.

Ya terminados sus estudios escolares realiza un viaje de estudios por Europa, volviendo a su
ciudad natal envuelto en la idea del creacionismo influenciado por Vicente Huidobro y por
la literatura española de la época. Funda la revista Proa en donde se publica el manifiesto
Ultraísta, donde se plantea principalmente la eliminación del sentimentalismo (refiriéndose
a la poesía confesional) y la reinvención de las metáforas. Esto se encuentra presente en los
3 poemarios que Borges publica: Fervor de Buenos Aires, Luna de enfrente y Cuaderno San
Martín Evaritas Carrigo, Inquisiciones y Discusión, en todos estos se puede ver una poesía
poco sentimental y muy descriptiva. En los años 30 se dedica a escribir libros de ensayos
polémicos con temas recurrentes como qué es ser argentino, qué significa ser criollo y la
literatura. Entre los años 40 a los 70 se dedica a la producción de cuentos, publicando libros
como El Aleph y Ficciones. Ya en su etapa final se dedicó principalmente a la poesía, las
conferencias y las charlas.

Alejo Carpentier nace en 1904 en Suiza, pero se nacionaliza como cubano al mudarse a
temprana edad a La Habana por el gran interés de su padre en la cultura de un país hispánico,
además de su deseo de evitar la decadencia europea de la época. Sus primeros años escolares
los pasó en escuelas públicas y a la edad de once años comenzó a ser instruido por sus padres
en casa. Su madre le enseñaba música y su padre literatura, lo que hizo que se desarrollara
en un ambiente muy estimulado artísticamente haciéndolo desde esa edad inclinarse por este.
Estas clases siguieron hasta la edad de los diecisiete años cuando su padre abandona a la
familia y Carpentier se aleja de los estudios para trabajar y ayudar a su madre. Cuando
termina los estudios primarios en Cuba, viaja Francia para realizar estudios secundarios y de
teoría de la música para luego volver a La Habana y continuar con ellos. Ya de adulto se
vuelve periodista, con una posición política muy activa en el Grupo Minorista, del cual fue
fundador y aunque se le describía como un grupo de intelectuales apolíticos estuvieron en
clara oposición con el régimen de Alfredo Zayas. De este grupo sale el Manifiesto Minorista,
al cual Carpentier se adhiere y es encarcelado durante varios meses por acusaciones de
profesar ideas comunistas. Luego de salir en libertad condicional, un poeta amigo lo ayuda a
escapar en un buque a Francia.

Ya en Francia Carpentier desarrolla variadas habilidades y nuevos conocimientos que lo van


moldeando como artista. Colabora con diversas revistas cubanas y locales, comienza a ser
influenciado por el surrealismo, escribe sus primeras novelas, se codea con pintores y
escritores de vanguardia, pero su periodo más productivo se encuentra en cuando se traslada
a Venezuela. Es aquí donde produce sus tres obras más famosas: Los Pasos perdidos (1952),
El acoso (1956) y El Siglo de las luces (1958), en estas obras puede verse el artista que se
fue construyendo en Francia con total plenitud. En este tiempo también escribió la mayoría
de sus cuentos, publicó alrededor de dos mil artículos y crónicas con temática literaria y
musical en una columna en el diario El Nacional, también trabajó en la Universidad central
de Venezuela y en una agencia de publicidad con distintos intelectuales de la época. Años
después vuelve a Cuba y se convierte en el director ejecutivo de la Editorial Nacional de
Cuba, un órgano del gobierno que controlaba las diferentes publicaciones en el país. Siguió
publicando libros en distintos países hasta fallecer en París en 1980 mientras realizaba
funciones diplomáticas.

Lo que une a estos dos autores es la corriente que toca a ambos: el surrealismo o
superrealismo1. Este es considerado el sistema literario que supera al naturalismo y realismo.
El superrealismo se presenta como una fractura literaria, en donde se pierde la relación causa-
efecto, no hay una explicación secuencial causal. Esto permite que la obra poética logre una
autonomía, se vuelve autosuficiente como un objeto, dándole al mismo tiempo autenticidad.
Desde el punto de este nuevo sistema literario, la literatura no representa una realidad
verdaderamente, sino que crea un mundo donde las cosas que se presentan no necesitan ser
corroboradas en la realidad, logrando que de cierta forma haya una destrucción del lenguaje
y del mundo: “La vanguardia rechaza la idea de arte como representación de la realidad. En
tanto que productor de una realidad específica el arte renuncia a cualquier cometido de
traducir en figuras, realidades ajenas a su propio universo” (Bürger, 45).

La narración dentro del surrealismo tiende a ser subjetiva y con marcas textuales, usualmente
de elementos a los que son contemporáneos cada autor como por ejemplo hechos históricos,
científicos, filosóficos, entre otros. Las obras, y en especial las novelas, tienen la posibilidad
de ser abiertas, es decir, que pueden estar no concluidas haciendo que el lector aporte con las
partes faltantes. Puede tener una multiplicidad de narradores, lo que se denomina obra
polifónica y permite tener diferentes puntos de vista dentro de una sola obra, en esto se puede
ver el cambio del realismo a surrealismo, pues se pierde al narrador realista y objetivo, pero
se puede mantener la narración en omnisciente.

Para demostrar el surrealismo o superrealismo en Borges y Carpentier utilizaré dos de sus


obras: El jardín de senderos que se bifurcan y Los pasos perdidos respectivamente. Con ellos
compararé y analizaré diferentes aspectos que van estructurando y construyendo la obra
dentro de este nuevo sistema literario que acontecía en la época de estos autores.

1
Todo lo mencionado en este trabajo sobre el superrealismo fue extraído de la obra Historia de la Novela
Hispanoamericana de Cedomil Goic, capítulo 13.
El jardín de senderos que se bifurcan trata la historia de Yu Tsun, un espía bajo órdenes
alemanas que huye de su perseguidor Richard Madden, espía irlandés al servicio de
Inglaterra, ya que desea apresarlo para enmendar errores en su trabajo. La narración comienza
con la citación de un libro y luego la historia empieza abruptamente, sin describir un contexto
o posicionar al lector de ninguna forma: “…y colgué el tubo. Después inmediatamente
después reconocí la voz que me había contestado en alemán” (Borges, 124). Esto es una
característica del surrealismo pues el lector debe comenzar a asumir cosas, pues al contrario
del realismo, no se explica todo de este mundo. Este tipo de característica se puede ver al
final de la obra Los pasos perdidos de Carpentier, pues tiene un final abierto: cuando el
protagonista de la historia vuelve a la cuidad, el lector no sabe que sucedió finalmente con el
personaje, logrando el mismo efecto que el comienzo abrupto del cuento de Borges, que el
lector deba aportar elementos.

Tsun se encuentra en búsqueda de Stephen Albert y luego de encontrar su dirección que una
guía telefónica, toma un tren a la aldea de Ashgrove. Cuando el tren cierra sus puertas ve a
el capitán Madden tratar de alcanzar el tren y se da cuenta de que existe la posibilidad de
lograr su cometido, de escapar, pues el tren salía cada cuarenta minutos de la estación. Una
vez en la aldea y en la puerta de Stephen Albert, este mismo lo reconoce como el bisnieto de
Tsui Pen, astrólogo chino que en su vida se había planteado dos grandes tareas: construir un
laberinto infinito y complejo y escribir una novela que tuviera las mismas características: ´

(…) soy bisnieto de aquel Ts’ui Pên , que fue gobernador de Yunnan y que renunció al
poder temporal para escribir una novela que fuera todavía más populosa que el Hung Lu
Meng y para edificar un laberinto en el que se perdieran todos los hombres. (…) su
novela era insensata y nadie encontró el laberinto. (Borges, 129)
De pronto Albert comienza a decirle que descubrió el enigma planteado por su antecesor.
Tsun asombrado por la revelación del hombre comienza a comprender todo lo que su ancestro
decía, pero existía un problema: El capitán Madden se acercaba para apresarlo y sólo tenía
unos minutos por lo que siguió con su plan:

Albert se levantó. Alto, abrió el cajón del alto escritorio; me dio por un momento la
espalda. Yo había preparado el revólver. Disparé con sumo cuidado: Albert se desplomó
sin una queja, inmediatamente. Yo juro que su muerte fue instantánea: una fulminación.
(Borges, 137)
Tsun cumple su cometido y le envía el mensaje a su jefe, aunque tal vez no haya cambiado
nada los acontecimientos, pues Alemania de todas formas pierde la guerra.

La historia de Los pasos perdidos trata de un hombre, docto músico, que se encuentra en una
rutina constante en su vida, monotonía en su matrimonio y en su trabajo. En este mismo se
le da la posibilidad de ir de viaje a la selva en busca de unos instrumentos musicales nativos:

Sin hacer hincapié en mi pericia, mi maestro subrayaba el hecho de que mi resistencia


física, probada con una guerra, me permitiría llevar la búsqueda a regiones de un acceso
harto difícil para viejos especialistas. [ ...] Y con miedo advertí que se confiaba en mí,
firmemente para traer, entre otros idiófonos singulares, un injerto de tambor y bastón de
ritmo que Schaeffner y Curt Sachs ignoraban, y la famosa jarra con dos embocaduras de
cana, usada por ciertos indios en sus ceremonias funerales, [ ...] (Carpentier, 26)

Ya en la selva, el protagonista comienza a ver el entorno como algo autentico, limpio y sano,
y poco a poco el viaje de trabajo se comienza a transformar en un viaje para encontrarse a sí
mismo:

Además, en el mundo nuevo, la ciudad fundada por el Adelantado, que contrasta con el
mundo moderno que antes vivía y dejó atrás, le permite liberarse de la enajenación y del
sentimiento de inutilidad. Y la forma que lleva la gente "primitiva" le ayuda a hallarse a
sí mismo, a estar en paz con el mundo y los hombres. La recompensa, en este caso,
significa la conciencia del protagonista de sí mismo. (Tseng, 480)

El hecho de conocer a una mestiza, Rosario, con la cual entabla un romance. Ella representa
la autenticidad máxima, lo que lo intriga y atrae, pues se contrastan notablemente con su
esposa y amante que se encuentran en Nueva York:

Rosario, en cambio, era la Cecilia o la Lucía que vuelve a engastarse en sus cristales
cuando termina de restaurarse un vitral. De la mañana a la tarde y de la tarde a la noche
se hacía más auténtica, más verdadera, más cabalmente dibujada en un paisaje que fijaba
sus constantes a media que nos acercábamos al río. [ ...] Y, sin embargo, al mirar a la
mujer como mujer, me veía torpe, cohibido, consciente de mi propio exotismo, ante una
dignidad innata que parecía negada de antemano
a la acometida tacil (Carpentier, 109-110).

Una vez encontrados los instrumentos musicales, comienza a darse cuenta que estar en la
selva lo inspira a escribir y esto lo lleva a tomar la decisión de quedarse indefinidamente en
el lugar con Rosario. Pero el deseo de civilización se encuentra siempre latente y cuando ya
no tiene papel para escribir de pronto aparece un grupo de rescate, enviado por su esposa,
que por casualidad lo encuentran, así que decide irse con ellos, tomar las cosas que sean
necesarias de la cuidad para su oficio y volver a la selva en donde se siente pleno. Cuando
llega allá se da cuenta de que Rosario siguió con su vida, y triste se devuelve a la ciudad.

La primera similitud que podemos ver entre las dos obras es que poseen un narrador
protagonista, Tsen narra en primera persona y desde sus ojos la historia de cómo llegó a
Stephen Albert y como este le esclareció los pensamientos de su pasado:

Pero del fondo de la íntima casa un farol se acercaba: un farol que rayaban y a ratos
anulaban los troncos, un farol de papel, que tenía la forma de los tambores y el color de
la luna. Lo traía un hombre alto. No vi su rostro, porque me cegaba la luz. (Borges, 130)
Al igual que el protagonista de Pasos perdidos, ya que cuenta sus experiencias y sensaciones
de su viaje a la selva latinoamericana:

Tenía miedo. Las sombras se cerraban ya en un crepúsculo prematuro, y apenas hubimos


organizado un campamento somero, fue la noche. Cada cual se aisló en el ámbito
acunado de su hamaca. Y el croar de enormes ranas invadió la selva. Las tinieblas se
estremecían de sustos y deslizamientos (Carpentier, 165).
Ambos personajes se encuentran en aventuras: Tsen en una relacionada con su trabajo, que
no necesariamente desee hacer, pero su vida se encuentra en peligro. El personaje de
Carpentier se encuentra en otro tipo de aventura: “(…) las etapas de un viaje simbolizan las
etapas de una aventura mítica, espiritual o psicológica” (Tseng, 475), es un viaje que
comienza como una búsqueda de objetos y termina transformándose en una aventura de
autoconocimiento y sanación. Aunque desconocemos el comienzo de la obra de Borges, esta
también termina siendo una aventura de autoconocimiento, pues Tsen termina descubriendo
verdades sobre sus antepasados que desconocía.

Como otro punto de comparación que puede verse entre estas dos obras es el de los espacios
múltiples u otras dimensiones: En Los pasos perdidos al llegar a la selva latinoamericana, el
protagonista pasa a una “nueva dimensión” que le proporciona diferentes emociones y
sensaciones muy distintas a las de la ciudad:

Por todo ello el desenlace, que nos devuelve al punto de partido, resulta ser de forma
circular, que nos transmite de nuevo a los comienzos, y así permite reunir la estructura
superficial con las estructuras profundos de la novela que son las que constituyen una de
aquellas obras abiertas. (Tseng, 481)
Parecido a esto es lo que propone el antepasado de Yu Tsun:

La explicación es obvia: El jardín de los senderos que se bifurcan es una imagen


incompleta, pero no falsa, del universo tal como lo concebía Ts’ui Pên. A diferencia de
Newton y de Schopenhauer, su antepasado no creía en un tiempo uniforme, absoluto.
Creía en infinitas series de tiempos, en una red creciente y vertiginosa de tiempos
divergentes, convergentes y paralelos. Esa trama de tiempos que se aproximan, se
bifurcan, se cortan o que secularmente se ignoran, abarca todas las posibilidades. No
existimos en la mayoría de los tiempos; en algunos existe usted y yo no. (Borges, 136)
Un mundo donde existen infinitas posibilidades, e infinitas probabilidades de cada acción,
diferentes realidades, como lo es la selva latinoamericana para el protagonista de la obra de
Alejo Carpentier.

Finalmente se puede apuntar el hecho irónico de que Yu Tsun deba matar a Stephen Albert,
el hombre que descifró los acertijos de su bisabuelo, que de cierta forma descifró una parte
de él y debe matarlo para enviarle un mensaje a su jefe y cumplir con su trabajo. Esto te
puede comparar con la vuelta del protagonista a la selva en Los pasos perdidos, pues al llegar
ve que la mujer con la que tuvo una relación, Rosario, se encuentra comprometida con
Marcos, la ironía puede verse en que él frenó y desbarató toda su vida para estar con ella pero
Rosario siguió con su vida pues jamás pensó que él volvería, dejándolo finalmente solo en el
plano amoroso, donde siempre había estado acompañado, haciendo que se vuelva a la ciudad,
a su punto de retorno:

Por fin, tras una cantidad considerable de esfuerzos horribles, consigue volver al río. No
obstante, le resulta casi imposible volver. Al regresar al río, se le cierran los caminos de
aproximación al mundo de adentro. Al fin, tiene que reconocer que toda esa vida que ha
vivido en aquel mundo, en que él creía ser auténtico, no ha sido sino una especie de
sueño, en el que ha actuado como de prestado. (Tseng, 481)
Como conclusión podemos decir que aunque ambas obras no tengan mucho parecido a
primera vista, si posee elementos en común como los mencionados anteriormente.
Finalmente, aunque Alejo Carpentier es reconocido por escribir literatura real maravillosa,
en Los pasos perdidos pueden detectarse elementos surrealistas, que se ven en la misma línea
que la obra de Jorge Luis Borges expresa en su historia policial, que esconde bajo esa premisa
dada en el prólogo de Ficciones, es finalmente una historia de los tiempos y espacios,
persecución y descubrir antiguos significados de libros de laberintos.
Bibliografía
Borges, Jorge Luis. El jardín de senderos que se bifurcan. Nueva antología personal.
Barcelona: Editorial Bruguera, 1980.
Bürger, Peter. Teorías de la Vanguardia. Barcelona: Ediciones Península, 2009.
Carpentier, Alejo. Los pasos perdidos. Madrid, Lozana, 2004.

Goic, Cedomil. Historia de la novela hispanoamericana. Santiago: Ediciones Universitarias


de Valparaíso, 1972.

Tseng, Li-jung. El viaje en Los Pasos Perdidos de Alejo Carpentier. Taiwán: Providence
University.

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