Modificación genética de organismos: regulación y posibles impactos
El 18 de enero del 2017, a dos días de terminar el periodo presidencial de Barack
Obama, la FDA (Food and Drugs Administration) presentó un borrador donde proponía tratar las modificaciones genéticas como si fuera un medicamento. Esto abrió un debate en la comunidad científica acerca de si tener un ente regulador podría beneficiar o perjudicar el avance en este campo. Para proponer el considerar las modificaciones genéticas como un medicamento el FDA se ampara de la definición de un medicamento como algo que modifica el funcionamiento de un organismo. Si bien modificar genéticamente un organismo logra esto, no es una definición precisa de su funcionamiento. Muchas veces las modificaciones genéticas ni siquiera involucra ADN de terceras especies, sino que se usan rasgos genéticos de la misma especie. Un ejemplo de esto es la creación de ganado modificado para que carezcan de cuernos usando genes de otras poblaciones de la misma especie. Las personas en contra de la regulación del FDA argumentan que lo mismo se obtendría a través del cruce selectivo, siendo la edición genética solo un atajo para reducir un proceso que tomaría cientos de años en perfeccionar a tan solo un par de meses, indicando que el temor de algunos grupos a las modificaciones genéticas sería en realidad la causa de este intento de regulación. El temor de los investigadores a una regulación por parte de la FDA viene también de antecedentes previos, como es el caso del salmón modificado. A una especie de salmón se le incluyó parte del código genético de otras especies de salmón para acelerar su crecimiento. Sin embargo, la FDA demoró más de veinte años en darle su aprobación a este salmón, requiriendo más de 50 investigaciones que concluían que el salmón era seguro. Este lapso de tiempo es ciertamente exagerado, pero cabe resaltar que la preocupación de la FDA no solo va enfocada hacia sus efectos en la salud humana, sino también en su impacto en los ecosistemas. Es difícil predecir el impacto que un ser genéticamente modificado puede tener en un ecosistema. Por ejemplo, si uno de estos salmones escapara, podría crear una competencia por alimento con otras poblaciones de salmones, ya que, al ser de rápido crecimiento, necesita consumir mucha más comida. Esto podría traer consecuencias catastróficas para los salmones y otras especies que dependen de estos. Afortunadamente, como mecanismo de prevención, el 95% de los salmones modificados son estériles, por lo que de escaparse no tendrían gran impacto. Sin embargo, esto pone en perspectiva como un cambio como la velocidad de crecimiento de una especie puede llegar a afectar un ecosistema entero. El potencial que nos ofrecen las nuevas técnicas de edición genética para modificar distintas especies es inmenso, pero aún algo impredecible: si bien sistemas como CRISPR-Cas9 nos dan una precisión nunca antes vista, no está libre de fallos, lo que puede terminar en resultados inesperados. Esto, sumado a nuestro aún limitado conocimiento sobre el código genético y sus expresiones, nos obligan a tener una mayor responsabilidad en cuanto la investigación y desarrollo de estos, siendo conscientes no solo de sus posibles efectos en la salud humana cuando sea el caso, sino también pensando en el posible impacto que un ser con tales modificaciones genéticas podría tener en un ecosistema, llevándonos a pensar en posibles medidas de prevención y mitigación de daños.