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Cartaphilus 5 (2009), 18-31

Revista de Investigación y Crítica Estética. ISSN: 1887-5238


 
 
 
 
BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESCÉPTICA

Introducción ría de los escritores de tendencia escéptica coin-


ciden: 1) en utilizar una fraseología que expresa
indecisión, indefinición y duda, como sucede
Proponemos el término “literatura escéptica” con las expresiones “quizás”, “acaso”, “tal vez”,
para referirnos a aquellas obras cuyo tema y “que yo sepa” y “es dudoso”, entre otras; 2) en
convicción fundamental es la incapacidad cog- sembrar sus textos de paradojas, oxímoron, fala-
noscitiva del ser humano y sus implicaciones cias, dobles negaciones y elipsis que hagan que
éticas, políticas, religiosas y existenciales. Cier- el lector sienta y goce la incertidumbre, la plura-
tamente, a cada doctrina o sensibilidad filosófica lidad y la ambigüedad del mundo según lo con-
corresponde, de forma compleja y bilateral, una cibe el escéptico; 3) en escribir con un gran sen-
constelación de rasgos literarios, más o menos tido del humor y con una fina ironía que no sólo
constantes, en los diversos ámbitos del estilo, las sirven para desacreditar al pensador dogmático,
estructuras narrativas, los temas o los símbolos. sino también para realizar una autocrítica de tipo
pirrónico; 4) y en usar un estilo conversacional
Recordemos brevemente que el escepti- que exprese su actitud tolerante y abierta, resul-
cismo tiene dos momentos filosóficos básicos: tado de la conciencia que tiene de su ignorancia
uno destructivo, en el que suelen aducirse críti- y de la de los demás.
cas contra la fiabilidad de los sentidos, la razón y
el lenguaje como herramientas de conoci- En lo que respecta a la narración, la mayoría
miento, y contra las tendencias de pensamiento de los escritores pertenecientes a la tradición
dogmáticas como, por ejemplo, el esencialismo, literaria que nos ocupa coinciden: 1) en exponer
el racionalismo o la teología positiva; y otro o describir la doctrina o actitud de un personaje
momento constructivo, en el que se reflexiona dogmático para luego parodiarlo y ridiculizarlo;
acerca de las implicaciones prácticas de las críti- 2) en establecer un delicado balance de actitu-
cas anteriores y que van desde la recomenda- des y visiones contrarias de la realidad consi-
ción a realizar la “epoché” o suspensión de juicio guiendo que ninguna de ellas prevalezca sobre
con vistas a conseguir la “ataraxia” o felicidad las otras; 3) en utilizar el recurso de la mise en
concebida en términos de ausencia de dolor o abîme o cajas chinas con el objetivo de transmitir
angustia, hasta las exhortaciones a la tolerancia, un cierto sentido de vértigo lógico análogo al
el sentido común o el pragmatismo. que produce la paradoja; 4) en alterar la presen-
cia autorial sugiriendo que la verdad del narra-
En lo que respecta a las características litera- dor, único criterio de verdad de todo relato, no
rias asociadas al escepticismo, podemos distin- es fiable; 5) en hacer que los personajes se vean
guir entre los ámbitos del estilo, la narración y el engañados por las apariencias, sobrepasados
imaginario. En lo que respecta al estilo, la mayo- por la variedad del mundo y de las opiniones y

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sin poder encontrarle un sentido a las cosas que principio, se estableció como símbolo de la ra-
les ocurren; 6) en acabar el relato con un final zón deductiva; y Wells y Stapledon, por la ficción
abierto o inesperado que nos haga sentir la am- científica, que nos permite imaginar la existencia
bigüedad del mundo, la imprevisibilidad del de otras civilizaciones, mundos y especies, cau-
porvenir y la falta de información de la que sando, de este modo, una hiper-relativización de
siempre adolecemos; 7) y en elaborar mundos grandes implicaciones escépticas.
fantásticos a partir de las premisas de las doctri-
nas filosóficas convirtiendo, de este modo, el
En lo que respecta a la temática habitual de
relato en la ficcionalización de una reducción al
la mayoría de los escritores pertenecientes a la
absurdo.
tradición literaria escéptica, nos encontramos: 1)
con el tema del pecado de hybris y las innume-
En lo que respecta a los géneros utilizados rables versiones que se han realizado a lo largo
por la mayoría de los escritores pertenecientes a de la historia; 2) con el tema de los animales y
la tradición literaria escéptica, podemos afirmar sus modos de percibir la realidad, que nos re-
que no suelen respetar la frontera entre los gé- cuerdan que la nuestra no es la única manera de
neros literarios y, más aún, entre la literatura y las ver, pensar o vivir las cosas, haciéndonos tomar
diferentes disciplinas del saber como la historia, conciencia de nuestros condicionamientos cog-
la filosofía o la ciencia, entre otras. Ciertamente, noscitivos y de nuestra incapacidad para pen-
los escritores escépticos no sólo han sido gran- sarlos de forma independiente a ellos; 3) con la
des transgresores, sino también grandes creado- cuestión de la morfología, lenguaje, mente y
res de géneros. Cabe añadir que este tipo de existencia de Dios así como de todas las esencias
escritor tiende a privilegiar aquellos géneros de las que fue, en un principio, garantía, como es
literarios que mejor le permitan vehicular sus el caso del bien y el mal, la nación, la substancia,
perplejidades, dudas, indecisiones y polémicas la identidad, el tiempo, la causa y la historia, en-
así como su amor por la ambigüedad, la varie- tre otras; 4) y, finalmente, con el tema de la pro-
dad, la pluralidad y los enigmas. Timón, Lucrecio, blemática frontera y distinción entre vida y
Machado y Pessoa optaron por la poesía filosó- muerte, entre sueño y vigilia o entre cordura y
fica, que explota la maravilla metafísica como locura.
fuente de placer estético; Eurípides y Shakes-
peare, por la tragedia, que nos muestra a perso-
En lo que respecta a los símbolos, hallamos
najes divididos a la busca de un criterio con el
referencias a aquellas realidades que sugieren
que elegir en un engañoso mundo de aparien-
una complejidad que sobrepasa y desorienta las
cias, las pasiones y las enfermedades; Cervantes
capacidades racionales del ser humano como
y Gracián, por la novela plural y polifónica, que
son el laberinto, los espejos, las bibliotecas, las
da cuenta de la complejidad del mundo y trata
enciclopedias y los mapas, entre otros; y aquellas
de enseñarnos a disfrutar de ella; Montaigne y
actividades que ponen en evidencia las insufi-
Bacon, por el ensayo, que prescinde de las vanas
ciencias del lenguaje y la razón como son la lec-
pretensiones sistemáticas y apodícticas de la
tura, la traducción, la cábala, la investigación
filosofía dogmática y que permite un tono ín-
científica o policial, etc.
timo y conversacional totalmente acorde con la
tolerancia y la bonhomía escéptica; Chesterton y
Belloc, por el cuento policial, que permite la dis- Cabe señalar, para acabar, que no todos
quisición filosófica y el thauma metafísico así aquellos escritores que participan de dicha tradi-
como la humillación de un detective que, en un ción son plena y conscientemente escépticos. Lo

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cierto es que muchos escritores utilizan las po- lación y escribían epigramas y parodias contra
tencialidades estéticas de dicha doctrina sin co- los filósofos4.
nocer ni adoptar, por ello, todos los rasgos que la
caracterizan.
A pesar de adscribirse al materialismo epicú-
reo, Luciano de Samosata (s. II d.C.) sentía un
gran aprecio por el pirronismo. No es casualidad
I.- que una de sus obras lleve el nombre de Timón.
Asimismo, en Hermotino o las sectas, Luciano
Dejando a un lado a los precursores del es-
narra la historia de un adepto de la doctrina es-
cepticismo1, el primer literato escéptico fue Ti-
toica que ha consumido toda su vida buscando
món de Fliunte, discípulo de Pirrón de Élide, el
la verdad y la felicidad para acabar convencién-
fundador de la escuela escéptica. Nace en el 325
dose de la esterilidad de todo esfuerzo filosófico.
a.c. y muere en el 235 a.c. en Atenas, y fue fa-
En esta obra, Luciano dramatiza el famoso tropo
moso por su mordacidad, que solía dirigir contra
escéptico de la discordancia al convertir en eje
los filósofos de todas las tendencias. No se con-
central de la acción la idea de que no es posible
serva ninguna de sus obras, pero sabemos que
escoger con criterio una filosofía entre las mu-
escribió poemas épicos, tragedias, sátiras, treinta
chas existentes por la sencilla razón de que no es
y dos dramas cómicos y varios libros en prosa de
suficiente una sola vida para conocerlas todas.
una extensión considerable.2 Sólo conservamos
Por último, en Las rebajas de los filósofos, Luciano
fragmentos de sus Yambos, sus Imágenes y sus
satiriza brutalmente a los filósofos dogmáticos,
tres Sátiras, “en las cuales, como escéptico que
mientras que los filósofos escépticos son los
era, vierte mordacidades y burlas contra todos
únicos que reciben sus elogios.
los dogmáticos, tergiversando sus dichos.”3 Se
considera a Timón de Fliunte como uno de los
fundadores del género de la sátira filosófica. Será También Aristófanes criticará a los filósofos
continuado en obras como Las rebajas de los en su comedia Las nubes. En ella, Sócrates habla
filósofos de Luciano de Samosata, el Gargantúa y con unos campesinos y afirma que los dioses no
Pantagruel de Rabelais o el Micromegas de Vol- existen. Al preguntarle éstos quién hace, enton-
taire. Cabe señalar, por otra parte, la fuerte ana- ces, llover, Sócrates trata de explicarles el princi-
logía existente entre los procedimientos de Ti- pio de evaporación y condensación pero los
món y los de los cínicos Antístenes y Diógenes, campesinos no parecen muy convencidos, así
quienes también consideraban inútil la especu- que deciden seguir creyendo en sus dioses y
quemar vivo a Sócrates. Es muy posible que esta
obra inspirase a Cervantes, fuertemente influido
por el escepticismo humanístico, a la hora de
escribir el famoso discurso que don Quijote pro-
nuncia ante los cabreros. Este tema aparece
1
Para más información véase Bernat Castany Prado, también en el relato de Borges, “El evangelio
“Breve historia del escepticismo I: Precursores”, según Marcos”, incluido en El informe de Brodie,
Konvergencias. Diálogos para la cultura, Número 16, donde Baltasar Espinosa es crucificado por unos
Año IV, Septiembre 2007 y Bernat Castany Prado, campesinos que lo han escuchado leer en voz
“Doubt. A history, de Jennifer Michael Hecht”, en El-
dígoras, Número 35, septiembre 2005.
2
Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres, 4
Véase Los filósofos cínicos y la literatura moral seriobur-
Aguilar, Madrid, 1973, IX, 111 lesca, edición de José A. Martín García, 2 vols., Akal,
3
Íbid., IX, pág. 135 Madrid, 2008.

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alta el Evangelio y han entendido su mensaje de la costumbre.”6 Su obra Las imágenes es una serie
una forma demasiado literal. de poemas que insisten en el carácter equívoco
de las apariencias y en la facilidad con la que el
ser humano se deja engañar. También Arcesilao,
No sólo los satíricos y los comediógrafos de
director de la Nueva Academia y una de las
la época antigua mantuvieron una estrecha rela-
máximas figuras de la historia del escepticismo,
ción con la tradición escéptica, sino también los
fue poeta y orador.
trágicos. En todas las obras del género aparecen
numerosas exhortaciones a respetar los límites
cognoscitivos que le han sido asignados al ser Pero no sólo los escépticos se acercaron a la
humano. Más importante todavía es el hecho de poesía sino también los poetas al escepticismo.
que la estructura antilógica de los monólogos Así, Kinesias, poeta griego del siglo VI a.C., que
trágicos sea una transposición dramática del fundó con otros poetas un club de impiedad que
género sofístico-escéptico del doble discurso o se reunía para celebrar fiestas en los días de mal
antilogía, en el que se equilibraban los pros y los agüero, como una forma de mostrar su incredu-
contras de cualquier cuestión, como sucede, por lidad respecto a la superstición general.
ejemplo, en el célebre monólogo de Hamlet. No
es casual, pues, que Montaigne, el evangelista
Por su parte, autores como Herodoto, Plinio,
del escepticismo humanístico, cite constante-
Plutarco y Diógenes Laercio escribieron obras
mente a Esquilo, a Sófocles y a Eurípides en sus
caleidoscópicas en las que no hacía falta argu-
Ensayos. Tal es el caso, por ejemplo, del verso
mentar en favor del escepticismo puesto que su
552 del Áyax de Sófocles, “mucha ventaja hay en
misma estructura miscelánea resultaba ser una
no ser demasiado sesudo”, que no sólo aparece
potentísima ejemplificación del tropo de la dis-
citado en la “Apología de Raimundo Sabunde”,
cordancia. En sus obras, el lector se topa con una
el principal escrito de Montaigne, sino también
diversidad tan grande de opiniones, creencias,
grabado en el dintel de su biblioteca. Asimismo,
costumbres, leyes y doctrinas filosóficas, que
uno de los dramas no conservados de Eurípides
acaba sintiendo la relatividad de sus propias
narra la historia de un hombre que llega a la
creencias y se ve arrastrado a suspender el juicio.
conclusión de que no existen los dioses porque
Siglos más tarde, los humanistas recuperarían el
los malos suelen vivir más felices que los buenos.
género de la miscelánea, conscientes no sólo de
Para confirmar su idea busca un caballo alado y
sus grandes potencialidades estéticas, sino tam-
parte hacia el cielo pero, una vez llega allí, se
bién de sus intensos efectos relativizadores, tan
vuelve loco. Como veremos, el tema de la locura
necesarios durante las guerras civiles religiosas
causada por la desmesura filosófica es una cons-
del siglo XVI.
tante del escepticismo literario.

En los primeros siglos de nuestra era nos en-


La tradición literaria escéptica cuenta tam-
contramos con Favorino (80d.c.-150d.c.), amigo
bién con grandes poetas. Timón de Fliunte no
de Plutarco, rétor y conocedor de todas las doc-
sólo fue satírico sino también poeta. Diógenes
trinas filosóficas, aunque sus contemporáneos lo
Laercio cita, en su Vida de los filósofos más ilus-
consideraron menos un filósofo que un literato
tres, algunos de sus versos: “La apariencia reina
amigo de la filosofía. Como Borges, en sus obras
allá donde se presenta”5 o “No nos salgamos de
trató de sacarle partido literario a las doctrinas

5 6
Íbid., IX, 105 Íbid., IX, 105

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filosóficas. Se dice que tenía la costumbre de cios, los cuales sólo aprecian lo dicho en térmi-
discurrir sobre todas las cosas aportando un nos enigmáticos.”12
mismo número de razones a favor y en contra,
sin inclinarse nunca por nada.7 Tanto es así que
Lucrecio fue leído y estudiado como un clá-
uno de sus libros más famosos tenía como ob-
sico ya en época romana y las figuras más impor-
jeto demostrar que el sol en sí mismo no puede
tantes de la literatura latina recogieron muchos
ser percibido. Sus libros estaban llenos de para-
de sus temas, imágenes y actitudes. Es enorme el
dojas, sofismas, dialogismos, juegos especulares
impacto que De la naturaleza de las cosas tuvo en
y mises en abîme.
Virgilio y Ovidio, quienes amaban su burla de los
dioses tradicionales así como sus exhortaciones
En época latina, el gran epicúreo Lucrecio escépticas a deshacerse de las ficciones de la
mostrará en su poema De la naturaleza de las filosofía. El hecho de que Michel de Montaigne lo
cosas una gran afinidad con la doctrina escép- cite constantemente en sus Ensayos nos indica
tica. En uno de sus versos criticará la filosofía por que no era casual la afinidad que Lucrecio sentía
tratar de “expresar cosas inmortales en términos con la tradición escéptica.
mortales”8 y afirmará que no debería hablarse ni
de los dioses ni de los grandes misterios, puesto
También fue escéptico Cicerón. Recordemos
que “nuestro lenguaje, impropiamente, los re-
que Montaigne, al poner como ejemplo de sabio
baja y hace descender a esta tierra donde nos
consciente de su ignorancia a Filón, afirmará que
movemos nosotros.”9 Su escepticismo es de cor-
éste les enseñó a Cotta y a Cicerón “a no saber
te pirrónico puesto que, para él, “el que cree que
nada.”13 El mismo Cicerón se burlará de los filó-
no se puede saber nada no sabe siquiera si se
sofos dogmáticos en De la adivinación, al afirmar
puede saber que nada se sabe.”10 Asimismo, en
que “nada por absurdo que sea, puede decirse
su poema criticará los males que las imagina-
que no lo haya dicho algún filósofo”.14 En De los
ciones de la teología y la religión popular le pro-
deberes aplicará a la filosofía el tropo del des-
vocan al ser humano: “¡Qué tantos males ha po-
acuerdo al decir que, según los cálculos de Va-
dido aconsejar la religión!”11 Finalmente, como
rrón, existe un mínimo de doscientas ochenta y
todos los grandes escépticos, Lucrecio criticará
ocho doctrinas éticas y que “quienes disienten
en su poema a todos aquellos filósofos que han
en lo que es el sumo bien ponen en duda toda la
tratado de disimular mediante cierta compleji-
filosofía”15 y en otra ocasión afirmará que “Dios
dad sintáctica la confusión de sus pensamientos:
nos niega el conocimiento de las cosas y nos
“Con su lenguaje oscuro, pero interiormente
concede su uso”.16 En sus Académicos, que es
insignificante, se atrajo la admiración de los ne-
una exposición completa de la doctrina escép-
tica de Arcesilao y Carnéades, afirmará que
“hallando sobre un tema idéntico número de
pros y contras, es fácil, en un punto u otro, dejar
7
Victor Brochard, Les sceptiques grecs, Librairie Philosop-
hique J. Vrin, Paris, 1981, pág. 330
8
Lucrecio, De la naturaleza de las cosas, V, 122
12
9 Íbid., I, 640
Michel de Montaigne, Ensayos, Porrúa, México, 1991,
13
pág. 420 Michel de Montaigne, op. cit., pág. 421
14
10
Lucrecio, op. cit., IV, 469. Citado en Michel de Mon- Cicerón, De Div., II, 58. (M. 464)
15
taigne, op. cit., pág. 422 Cicerón, De Fin., V, 5 (M. 495)
11 16
Lucrecio, op. cit., I, 102 Cicerón, De Div., I, 18 (M. 425)

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el juicio en suspenso”17 y en De la naturaleza de II.-


los dioses afirmará que “lo falso se mezcla con lo También a lo largo de la época medieval nos
verdadero, pareciéndosele tanto que no hay encontramos con expresiones escépticas en
señal cierta para distinguirlo.”18 Según Cicerón, el obras que pueden ser leídas literariamente, co-
escepticismo no es el monopolio de unos pocos, mo es el caso de las Confesiones de san Agustín,
sino la actitud general de los grandes literatos y algunos sermones inspirados por la teología
pensadores griegos: “Decían los antiguos que negativa o los grandes poetas místicos medie-
nada se conoce, nada se percibe, nada se puede vales, sin olvidar la tradición cabalística judía o la
saber, porque nuestros sentidos son angostos, mística sufí. Entre los escépticos musulmanes
nuestra mente necia y nuestra vida demasiado hallamos también a los poetas zindiq Al-Tauhidi
corta.”19 y al-Ma´arri, famosos por sus odas a la duda y sus
críticas a la ignorancia de la ignorancia. Incluso el
Él mismo nos indicará que su estilo sigue las Eclesiastés y El libro de Job pueden ser leídos co-
pautas habituales del escepticismo: “Hablo, mas mo obras poéticas afines al escepticismo. Asi-
sin afirmar nada, buscando siempre, dudando a mismo, en la tradición oriental nos encontramos
menudo y desconfiando incluso de mí mismo.”20 con las expresiones poéticas del carvaka, así co-
A este carácter prudencial y lateral cabe añadir la mo con muchas de las parábolas de corte es-
familiaridad y el humor que caracterizan muchos céptico pertenecientes a la tradición budista.
de sus escritos. Recordemos que al descubrir Dentro del budismo zen destaca el poeta de la
Petrarca, en 1345, unas cartas inéditas de Cice- duda Ikkyu Sojun, que creó numerosos satoris
rón en las que el gran estilista se muestra mucho con el objetivo de hacernos sentir la estrechez
más cercano que en los textos que de él se habí- de nuestros condicionamientos lógicos y algu-
an conservado durante la Edad Media, cambiaría nas odas en las que anima al hombre a dudar de
radicalmente su estilo literario, dando origen al todo y a tomar conciencia de sus límites cognos-
intimismo y al confesionalismo humanístico, citivos.
cuyo máximo exponente serán los Ensayos de
Montaigne. En la aurora del Renacimiento europeo
hallamos a Rabelais, que fue conocido como “el
Finalmente, hemos de recordar que el poeta mono de Luciano.” Debemos tener en cuenta
Catulo, al que Cicerón dará un papel fundamen- que “lucianesco” era, en aquellos tiempos, sinó-
tal en la exposición de la doctrina escéptica que nimo de “pirrónico” y “ateo”. Ciertamente, Gar-
efectúa en sus Academica, fue uno de los más gantúa y Pantagruel es una obra satírica en la que
fervientes seguidores del escéptico académico ningún filósofo queda bien parado, especial-
Carnéades.21 mente los seguidores de la escolástica aristoté-
lica. También Boccaccio afirmará, en su Decame-
rón, que creemos lo que nos han enseñado a
creer, razón por la cual las sensaciones de verdad
y de evidencia –a las que Descartes dará luego
tanta importancia– no son garantía de nada.
17
Cicerón, Académicos, I, 12.
18
Cicerón, De Nat. Deor., I, 5. (M. 427) El escepticismo humanístico no sólo fue
19
Cicerón, Académicos, I, 12 enormemente fértil en la arena de las disputas
20
Cicerón, De Divin., II, 3. (M. 424) teológicas, sino también en el ámbito literario.
21
Cic., Ac., II, xlviii, 148 Recordemos, simplemente, los conciliadores

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BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESCÉPTICA

Coloquia o el satírico Elogio de la locura de Eras- la lectura y los juegos de palabras en los que el
mo así como los numerosos diálogos huma- texto abunda rozan en ocasiones el absurdo.
nísticos que en el siglo XVI llenaron clandesti- Algunos fragmentos son de corte autobiográfico
namente la Península y entre los cuáles destacan y poco tienen que envidiar relatos como “La
el Diálogos de las cosas acaecidas en Roma, el biblioteca de Babel”, de Jorge Luis Borges. Cabe
Diálogo de Mercurio y Carón o el Viaje de Turquía. señalar que el mismo Descartes parece haber
seguido esta obra para redactar las “autobiográ-
ficas” primeras páginas de su Discurso del método
Fue enorme la influencia que el escepticismo
que son, ciertamente, las de mayor interés litera-
humanístico tuvo en autores tan importantes
rio. No es extraño que Quevedo admirase esta
como Shakespeare, Cervantes, Quevedo, Saave-
obra llena de trampas verbales y que Borges le
dra Fajardo o Torres Villarroel. Baste recordar
dedicase un soneto homónimo.
que Saavedra Fajardo era conocido como “el
Enesidemo” de su época; que Los sueños de
Quevedo tenían como primer título Que nada se Otro filósofo de tendencia escéptica y de in-
sabe, en homenaje al famoso opúsculo escéptico dudable trascendencia literaria es Blaise Pascal.
de Franscisco Sánchez; y que Shakespeare, Cer- Él mismo afirmará, de un modo un tanto para-
vantes y Quevedo fueron asiduos lectores de dójico, que “el pirronismo es la verdad”25 y, en
Montaigne.22 Ciertamente, el autor de los Ensa- otras ocasiones, insistirá en la imposibilidad de
yos, adelantó en sus escritos tópicos y temas decidirse entre las dos premisas que lo desga-
barrocos como los del gran teatro del mundo o rran puesto que “es tan incomprensible “que
la indistinción entre sueño y vigilia. Así, en cierta Dios exista” como “que no exista”.”26 Por esta
ocasión, Montaigne afirmará: “¿Por qué no so- razón, Pascal no atacará sólo a los ateos, que
metemos a duda si nuestro pensar y obrar serán intentaban mostrar racionalmente la inexistencia
otro soñar y si nuestro velar no será una especie de Dios, sino también a los filósofos que intenta-
de dormir?”23 Idea que extrajo, a su vez, de los ban mostrar la premisa contraria. Tanto es así
pensadores escépticos que, según él mismo di- que llegará a decir que Descartes es un filósofo
ce, “compararon nuestra vida a un sueño quizá “inútil e incierto.”27 En otra ocasión, Pascal afir-
tuviesen más razón de lo que pensaban. Cuando mará que “el objetivo último de la razón es reco-
soñamos nuestra alma vive, obra, ejerce todas nocer que hay una infinidad de temas que la
sus facultades ni más ni menos que cuando ve- sobrepasan”28 y es sobradamente conocida la
la.”24 fascinación que sintió por Michel de Montaigne,
en cuyos Ensayos se inspirará para realizar mu-
chas de sus reflexiones acerca de la inconstancia
Son indiscutibles las cualidades literarias del
humana. Su escepticismo poetiza la filosofía
Que nada se sabe, de Francisco Sánchez. El tono
es burlón, el ritmo trepidante, las afirmaciones
autorreferenciales le dan una gran complejidad a 25
Blaise Pascal, Pensées, VIII, 432. La traducción es nues-
tra: “le pyrrhonisme est le vrai.”
26
Íbid., III, 230. La traducción es nuestra: “Il est aussi “in-
22
Véase Millicent Bell, Shakespeare’s Tragic Skepticism, compréhensible que Dieu soit” et “qu’il ne soit pas”.”
Yale University Press, New Haven, 2002; Graham 27
Citado en André Verdan, Le scepticisme philosophique,
Bradshaw, Shakespeare´s scepticism, The Harverter Paris, Bordas, 1971, pág. 93. La traducción es nues-
Press, Brighton, 1987; y Maureen Ihrie, Skepticism in tra: “...inutile et incertain.”
Cervantes, Tamesis Books Limited, London, 1982 28
Blaise Pascal, op. cit., IV, 267) “la dernière demarche de
23
Michel de Montaigne, op. cit., pág. 513 la raison est de reconnaître qu’il y a une infinité de
24
Íbid., pág. 512 choses que la surprassent”

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BERNAT CASTANY PRADO

desde el momento en que su apología del cris- a figuras como Pirrón de Élide, Sexto Empírico,
tianismo se fundamenta en la constatación de Michel de Montaigne, Giordano Bruno, Pierre
los límites de la razón humana y en la apuesta Charron o Francisco Sánchez. La calidad literaria
por otra modalidad de conocimiento que lla- de esta obra es indudable y se sabe que no sólo
mará “del corazón” y que tiene su propia lógica, influyó en los ilustrados, sino también en mu-
ajena a la racional. Esto le llevará a afirmar que chos otros escritores que buscaban noticias cu-
“el corazón tiene razones que la razón no en- riosas y enloquecidos argumentos que incluir en
tiende”29 o que Dios “es sensible al corazón, no a sus historias. Cabe añadir que Pierre Bayle fue,
la razón.”30 Esta oposición entre lo racional y lo además, el primero en romper la exposición li-
pasional le dará un sabor trágico a sus escritos, lo neal al incluir en sus artículos notas de más de
que puede ayudarnos a explicar por qué sus treinta páginas que, a su vez, incluían notas de
Pensées han tenido una enorme influencia litera- notas de similar extensión. Como veremos, una
ria en autores como Kierkegaard, Unamuno, de las características de la tradición literaria es-
Sartre, Camus o el mismo Borges. Vemos, pues, céptica es la de no respetar las fronteras de los
que en Pascal, el escepticismo le ha llevado a géneros literarios o filosóficos.
minimizar el aspecto racional de sus reflexiones
en aras del aspecto emocional, literaturizando de
David Hume, “el escéptico”, como lo llama
este modo una filosofía que acabará acercán-
Borges, leyó hasta la saciedad el Diccionario his-
dose más y más a la poesía. Cabe añadir que el
tórico y crítico de Pierre Bayle. Se sabe que cuan-
escepticismo no sólo literaturizó la filosofía de
do se dirigió a Francia con el objetivo de escribir
Pascal sino que, también, la psicologizó, ini-
allí su famoso Treatise sólo llevaba consigo los
ciando, de este modo, una tradición de observa-
dos tomos de la obra de Bayle, de los que extrajo
ción psicológica que seguirían autores como La
los argumentos que Enesidemo, Sexto, Mon-
Rochefoucauld, La Bruyère o Malesherbes y que
taigne y Charron, entre otros, habían recogido y
daría lugar a la novela psicológica moderna, una
desarrollado en contra de conceptos como la
de cuyas primeras expresiones fue La princesa de
identidad, la causalidad o la existencia de la ma-
Clèves, de Madame de La Fayette.
teria. Como es el caso de muchos otros escépti-
cos, la vocación de Hume no era tanto filosófica
como literaria. Ciertamente, uno de los proyec-
III.- tos más ambiciosos de Hume fue su célebre His-
toria de Inglaterra. No olvidemos que en aquella
El Diccionario histórico y crítico de Pierre Bay-
época la historia era concebida como un género
le, conocido como “el arsenal de la Ilustración”,
literario. Por otra parte, sus diálogos tienen una
no es tanto una obra filosófica sistemática como
calidad literaria excelente y han dejado una evi-
una amena “silva de varia lección” en cuyas mis-
dente impronta en la obra de literatos de ten-
celáneas páginas hallamos miles de ejemplos,
dencia escéptica como Stevenson, Chesterton o
anécdotas, historias y paradojas narradas con
Borges.
energía y amenidad. Esta obra se esfuerza en
crear toda una tradición escéptica elevando al
rango de héroes del librepensamiento escéptico Otro escritor escéptico de enorme importan-
cia literaria fue el historiador inglés Edward Gib-
29
bon (1737-1794), quien realizó con su escanda-
Íbid., IV, 277. La traducción es nuestra: “Le coeur a ses
loso Decline and Fall of the Roman Empire una
raisons que la raison ne connaît point.”
30
verdadera revolución copernicana en la historia
Íbid., IV, 278. La traducción es nuestra: “Dieu “est sensi-
de la Historia ya que no sólo se atreve a excluir
ble au coeur, non à la raison.”

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BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESCÉPTICA

de la historia, por primera vez, toda intervención ma que “de lo que no se puede hablar, es mejor
divina sino que, además, muestra a los cristianos guardar silencio.”
como la causa de la degeneración del Imperio
Romano y afirma que el de los mártires cristianos
El Diccionario filosófico de Voltaire, como el
es un mito construido a posteriori. Se sabe que
de Bayle, puede ser leído como una obra literaria
Gibbon, antes de publicar su obra, le envió el
perteneciente al género de la miscelánea. En ella
manuscrito a su amigo David Hume, quien, a
vemos cómo las estrategias escépticas pueden
pesar de estar totalmente de acuerdo con su
ser convertidas en argumentos literarios de gran
escéptica manera de narrar la historia, le pregun-
efectividad. En el artículo “César”, Voltaire juega
tó si estaba preparado para aguantar la avalan-
con el relativismo perspectivista escéptico y nos
cha que se le vendría encima.
cuenta que los hindúes “tienen noticias vagas de
que un gran bandido que se llamaba Alejandro
Si, como dijimos, el Diccionario histórico y crí- Magno se lanzó sobre su territorio con otros
tico de Pierre Bayle fue considerado como “el bandidos”32, lo que nos recuerda a la novela Las
arsenal de la Ilustración”, cabe sospechar que les cruzadas vistas desde la perspectiva de los árabes
philosophes tuvieron una fuerte impronta escép- de Amin Maalouf o al “Deutsches Requiem” de
tica. Lo cierto es que su deísmo era de tipo fide- Borges. En su artículo “El celibato de los cléri-
ísta y tolerante y la razón en la que tanto confia- gos”, Voltaire afirma que “en todas partes varían
ban era más de tipo empírico y pragmático que los usos y cambia la disciplina según los tiempos
metafísico y especulativo. Voltaire cuestionó y los lugares”33, que es la formulación clásica de
duramente el valor de las especulaciones metafí- uno de los principales tropos escépticos, que
sicas y atacó nociones como la substancia –espi- será también tratado en otras obras ilustradas de
ritual y material–, la individualidad y la causali- contraste cultural como Las cartas persas o El
dad. En sus Cartas inglesas, Voltaire juzgará con espíritu de las leyes, de Montesquieu o las Cartas
gran severidad a los filósofos racionalistas, espe- Marruecas de Cadalso. Asimismo, en el artículo
cialmente a Descartes, del que dirá, expresando “Destino”, Voltaire afirma que “el hombre no
la opinión de sus compañeros de generación, puede tener más que un determinado número
que “sus novelas filosóficas son despreciadas de dientes, de cabellos y de ideas”.34 En su artí-
hoy y para siempre en toda Europa.” 31 Para Vol- culo “Naturaleza”, Voltaire escribirá un diálogo
taire, la verdadera sabiduría consiste en renun- entre un filósofo y la naturaleza en el que el filó-
ciar a encontrar la solución de los grandes miste- sofo afirmará, al referirse a la búsqueda de cono-
rios. Al final del Candide, nos encontramos con cimiento, que “los hombres todos nos parece-
una exhortación típicamente escéptica a la ap- mos a Ixión, que creyó que abrazaba a Juno y
hasia, silencio o indefinición. En efecto, el lacó- sólo abrazaba una nube.”35 Recordemos que,
nico consejo que el derviche Turco le da a Cán- además, la sátira juega un papel importantísimo
dido y a Pangloss, cuando éstos le preguntan en el Micromegas o el Cándido, y que, como co-
por el problema del mal, es, simplemente “Ca- rresponde a la tradición literaria escéptica, los
llar”, lo que nos recuerda, a su vez, la última pro-
posición del Tractatus de Wittgenstein, que afir-
32
Voltaire, “César”, en Diccionario filosófico, Sophos,
Buenos Aires, 1960, t. II, pág. 49
31
Voltaire, Le philosophe ignorant, V. Citado en André 33
Voltaire, “Del celibato de los clérigos”, en íbid., t. II,
Verdan, Le scepticisme philosophique, Paris, Bordas,
pág. 65
1971, pág. 128. La traducción es nuestra: “ses ro-
34
mans philosophiques, méprisés aujourd’hui pour ja- Voltaire, “Destino”, en íbid., t. II, pág. 179
35
mais dans toute l’Europe.” Voltaire, “Naturaleza”, en íbid., t. I, pág. 188

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BERNAT CASTANY PRADO

protagonistas de estos relatos son filósofos que mundo entero un laberinto sin posible salida y
con sus disputas ficcionalizan el tropo escéptico sin fin?”39 En la línea de la tradición empirista
del desacuerdo. inglesa, Stevenson se sentirá más interesado por
lo particular que por lo general (“El individuo es
más conmovedor que la masa”40); no dudará en
utilizar la filosofía como filón literario; y afirmará,
IV.- adelantándose a Borges, que la filosofía no es
Evoquemos, a continuación, la importancia más que una fantasía: “a la imaginación le en-
que John Keats le daba, en la confección de sus canta desperdiciarse con lo que no existe.”41
poemas, a lo que bautizó como “negative capa-
bility”, y que consiste en la capacidad de propo-
Gustave Flaubert criticará en la figura de M.
ner una serie de ambigüedades y misterios sin
Homais, de Madame Bovary, al hombre dogmá-
que se sienta, por parte del autor, la tendencia o
tico y se burlara de las pretensiones de conoci-
necesidad de resolverlos. Recordemos que Keats
miento de todos los filósofos y pensadores en su
le otorgaba dicha capacidad a Shakespeare
célebre Estupidario42 así como del mal entendido
quien, como buen trágico, es un auténtico poeta
“sentido común” en su Diccionario de prejuicios,43
de la duda que utiliza en sus monólogos el gé-
del que Borges hablará de forma entusiasta en
nero del doble discurso y trata temas de enor-
sus artículos “Vindicación de “Bouvard et Pécu-
mes implicaciones escépticas como son los ce-
chet”“ y “Flaubert y su destino ejemplar” donde
los, la locura, el sueño o la escasa fiabilidad de
lo compara con Jonathan Swift por el hecho de
los sentidos. Por su parte, Shelley honrará, en
que “ambos odiaron con ferocidad minuciosa la
Queen Mab, al gran dudador humanista Gior-
estupidez humana”44.
dano Bruno, citará algunos de los argumentos
escépticos de Voltaire y afirmará que “el orgullo
humano es hábil para inventar nombres grandi- Que Gilbert Keith Chesterton se convirtiese,
locuentes que oculten sus ignorancias.”36 bastante tardíamente, en uno de los más apa-
sionados defensores del catolicismo conservador
inglés no supone un problema para que poda-
Robert Louis Stevenson es otra de las figuras
mos considerarlo un escritor de tendencia es-
que componen la tradición literaria escéptica. En
céptica. Ciertamente, no sólo el escepticismo
varias ocasiones, el autor de Dr. Jerkyll y Mr. Hyde
estuvo aliado durante muchas décadas con la
insiste en la incapacidad del ser humano para
Contrarreforma, sino que muchos escépticos han
comprender racionalmente la realidad ya que “la
sido creyentes, de una forma fideísta, como es el
vida es monstruosa, infinita, ilógica, abrupta e
caso de Pirrón, Montaigne y Charron, entre otros.
intensa”37 y “va por delante de nosotros, con una
Las paradojas de Mr. Pond, El candor del padre
complicación infinita.”38 En otra ocasión, adelan-
Brown, El hombre que fue jueves y El hombre que
tando las arquitecturas perplejas de Chesterton y
Borges, se preguntará: “¿Y si no hubiera meta
39
alguna y todo fuera una avenida tras otra y el Íbid., pág. 131
40
Íbid., pág. 150
41
Íbid., pág. 146
36 42
Citado en Jennifer Michael Hecht, Doubt, a history, Gustave Flaubert, Estupidario. Diccionario de prejuicios,
Harper San Francisco, New York, 2003, pág. 374 Valdemar, Madrid, 1995
37 43
Robert Louis Stevenson, Fábulas y pensamientos, Val- Íbid.
demar, Madrid, 1995, pág. 128 44
Jorge Luis Borges, “Vindicación de “Bouvard et Pécu-
38
Íbid., pág. 128 chet””, en Discusión, op. cit., t. I, pág. 261

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BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESCÉPTICA

sabía demasiado son algunas de las muchas creído que la tierra era plana”47); sus afirmacio-
obras en las que Chesterton traduce a términos nes relativistas (“Los hábitos de todos los pue-
literarios los argumentos y las actitudes propias blos están determinados por sus circunstancias.
del escepticismo. Su estilo está lleno de parado- Los habitantes de las Bermudas se apoyan co-
jas, de juegos de palabras y de disquisiciones ntra los barriles por la escasez de farolas”48); su
filosóficas en las que se subrayan la imperfección lucha contra los prejuicios en aras de la toleran-
de los sentidos y de la razón. Sus argumentos cia (“No se pueden adquirir puntos de vista am-
nos llevan, como a un callejón sin salida, a topar plios, saludables y caritativos sobre los hombres
con perplejidades que luego se resuelven, o di- y las cosas vegetando toda la vida en un peque-
suelven, en explicaciones cotidianas que pare- ño rincón de la tierra”49); y sus numerosos escri-
cen querer enseñarnos que no hace falta recurrir tos irreverentes, inspirados en los estudios de
a lo sobrenatural, a la metafísica, para vivir en Charles Darwin y en el Age of Reason de Tom
este mundo, sino que basta con cierto fideísmo – Paine.
el protagonista de sus obras más famosas es un
sacerdote, el Padre Brown– y una actitud prag-
No nos es posible realizar una historia ex-
mática de corte escéptico. Así, en “Cuando los
haustiva de la tradición literaria escéptica. Báste-
médicos están de acuerdo”, uno de los persona-
nos recordar que, además de los autores aquí
jes convence a otro de que no existe ningún tipo
citados, también participan de dicha tradición:
de esencia moral, para realizar, a continuación,
Thomas de Quincey y sus misceláneos volúme-
una exhortación al fideísmo, no ya religioso sino
nes repletos de noticias curiosas, de relativismo y
filosófico: “Me ha convencido de que mis creen-
de una tendencia escéptica a valorar las ideas
cias no eran más que sueños; pero no de que
filosóficas en función de su fuerza estética; Emily
soñar sea peor que despertar”.45
Dickinson y sus obras cuajadas de ambigüeda-
des, paradojas e ironía; Milton Steinberg, que
Mark Twain es otro de los escritores de ten- narró, en A driven Leaf, la vida del famoso escép-
dencia escéptica que proliferaron en el siglo XIX tico judío Elisha ben Abuyah; Pío Baroja, del que
inglés. Son proverbiales su ironía, lucidez y capa- Borges afirmó que era pirrónico y del que quiso
cidad humorística. Su escepticismo atraviesa imitar el tono mordaz de sus ensayos en su ju-
toda su obra. Recordemos sus célebres ataques ventud; Machado de Assís y su escepticismo
contra el esencialismo nacionalista que en aque- radical; Anatole France, que no esconde en su
lla época empezaba a sustituir o complementar Jardin d´Epicure su repugnancia por todo sistema
al esencialismo religioso (“Lo primero y único metafísico y que cae en un profundo nihilismo
que hay que hacer cuando alguien está herido y por pensar que el conocimiento científico no
sufriendo es aliviarlo, la curiosidad por saber su sólo es limitado sino que, sobre todo, es incapaz
nacionalidad no tiene importancia y puede espe- de brindarle a la humanidad los fundamentos de
rar”46); sus festivas reducciones al absurdo (“Una una nueva ética; y Henry Louis Mencken, perio-
de las pruebas de la inmortalidad del alma es dista y crítico norteamericano de temida morda-
que miríadas han creído en ella. También han cidad del que se ha escrito una reciente biografía
que lleva por título El escéptico.

45
Gilbert Keith Chesterton, “Cuando los médicos están
47
de acuerdo”, en íbid., pág. 86 Íbid., pág. 123
48
46
Mark Twain, El diccionario de Mark Twain, Valdemar, Íbid., pág. 103
49
Madrid, 2003, pág. 170 Íbid., pág. 250

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BERNAT CASTANY PRADO

Otros grandes poetas influidos directamente ha ido acumulando a lo largo de más de dos
por la tradición escéptica fueron Antonio Ma- milenios de discusión.
chado quien, tanto en sus poemas como en sus
Complementarios mostrará un gran conocimien-
Con los siglos, el ámbito de la dialéctica pa-
to de los temas, símbolos y dinámicas literarias
saría de la discusión oral a la discusión escrita,
de la tradición que nos ocupa; o Fernando Pes-
como es el caso de las polémicas ensayísticas o
soa, uno de cuyos heterónimos más importantes
periodísticas. En esta nueva arena, el escepticis-
estaba especializado en criticar las pretensiones
mo desarrolló nuevas técnicas con el objetivo de
cognoscitivas de la filosofía especulativa.
seguir brillando. Parece, pues, que el escepticis-
mo es una de las pocas escuelas filosóficas que le
da a la retórica una enorme importancia, no ya
V.- en la exposición de su doctrina, sino en la des-
trucción de las demás. Esta alianza entre dos
Teniendo en cuenta el enorme número de
disciplinas tan contrarias como la retórica y la
escritores “clásicos” que pertenecen a esta tradi-
filosofía –baste recordar cómo Platón expulsa a
ción, cabe sospechar una íntima relación entre
poetas y rétores en el libro X de la República– le
escepticismo y clasicismo, no en el sentido die-
dará una enorme fuerza literaria al escepticismo,
ciochesco, claro está, sino en el sentido más ge-
ya que le permitirá acumular en su archivo o
neral que designa a aquellos escritores cuya lec-
memoria colectiva un buen número de recursos
tura, a través de los siglos, parece no agotarse.
retóricos, estrategias narrativas y géneros litera-
En efecto, Eurípides, Cicerón, Petrarca, Erasmo,
rios híbridos.
Montaigne, Cervantes, Shakespeare, Shelley,
Mark Twain, Stevenson, Chesterton y Borges son
algunos de los muchos “clásicos” que el escepti- Además, el escepticismo privilegia, como
cismo cuenta entre sus filas, sin olvidar a aque- tema y recurso literario, la anfibología que, se-
llos autores como Ovidio, Horacio, Luciano, Lu- gún dice Umberto Eco, en Obra abierta, es la
crecio, Quevedo y Gracián, entre muchos otros, principal fuente de riqueza literaria y una de las
que participan de un modo parcial de dicha tra- características fundamentales de todo clásico.
dición. Cabe preguntarse cuál es el origen del Recordemos la importancia arriba señalada que
altísimo potencial literario del escepticismo. John Keats le atribuía a la negative capability o
capacidad de presentar situaciones ambiguas sin
resolverlas en favor de una u otra interpretación.
El escepticismo siempre ha sido visto como
De este modo, si la virtud del clásico consiste en
una cómoda posición para brillar en la conversa-
permitir un número inagotable de lecturas a lo
ción o en la escritura. Ciertamente, no verse em-
largo de los individuos y las culturas, la ambi-
barazado por ningún dogma, no ofrecer ni un
güedad del texto escéptico es una apuesta segu-
centímetro de cuerpo filosófico y tener siempre
ra para convertirse en un Fénix de las interpreta-
la ofensiva es una postura mucho más cómoda y
ciones, como es el caso de Shakespeare, Cervan-
ventajosa que la de atreverse a afirmar algo y
tes o Borges.
exponerse a las objeciones de los demás. Desde
su enroque ofensivo, el escéptico exhibe sin
peligro alguno la finura de sus refutaciones, iro- Según el estructuralista ruso Viktor
nías, caricaturas, paradojas y demás batería de Schklovski, la esencia del texto literario o litera-
artificios retóricos y filosóficos que su tradición riedad, consiste en la capacidad de desautomati-
zar o desfamiliarizar nuestra vivencia del lengua-

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BREVE HISTORIA DE LA LITERATURA ESCÉPTICA

je así como nuestra percepción y procesamiento perspectiva y un tono que, en muchas ocasiones,
de la realidad. Como el escepticismo pone en se ha comparado con la misericordiosa “mirada
cuestión no sólo la fiabilidad de los sentidos sino de dios”, que solemos atribuir a los clásicos. Re-
también los conceptos y categorías que parecen cordemos la magnanimidad y tolerancia que
estructurar la lectura que realizamos de la infor- hallamos en el trato que Cervantes, Shakespeare
mación que los sentidos nos ofrecen, las obras o Dickens dan a sus personajes.
pertenecientes a la tradición literaria escéptica
poseen una enorme fuerza desautomatizadora
Otra de las razones de la potencialidad litera-
que provocan en el lector reacciones como la
ria del escepticismo consiste en que, desde el
risa, la sorpresa, la perplejidad, la inquietud o la
momento en que dicho movimiento cuestiona
belleza. Esta fuerza desfamiliarizadora o de ex-
todo tipo de doctrina filosófica, también cues-
trañamiento hace que la literatura escéptica no
tiona todo tipo de doctrina estética y sus corres-
deje a nadie indiferente e interese, siglo a siglo,
pondientes preceptivas. Por esta razón, la litera-
tanto a los lectores que buscan emociones in-
tura de tendencia escéptica tiende a ser mucho
tensas como a aquellos que quieren profundizar
más innovadora. Desde el momento en que
en el análisis de su modo de percibir e interpre-
nuestra historia de la literatura está fundamen-
tar la realidad.
tada en los prejuicios del progreso y la novedad,
aquellos autores que realizan revoluciones o
El hecho de que el escepticismo ataque, al innovaciones literarias parecen tener un lugar
menos en un primer momento, el sentido co- asegurado en sus anales. Esto puede ayudarnos,
mún hace que sus textos contagien un senti- quizás, a explicar por qué tantos escritores de
miento de irrealidad y de misterio que los hacen tendencia escéptica han tenido una enorme
muy atractivos, teniendo en cuenta que, como relevancia en la historia de la literatura.
diría Borges, la aventura y el enigma son dos
necesidades del espíritu. Tanto las tragedias de
Shakespeare como el Don Quijote o las ficciones
de Borges nos transmiten esa sensación de ex- BIBLIOGRAFÍA
trañeza y de perplejidad que suele resultar libe- Bell, Millicent, Shakespeare’s Tragic Skepticism,
radora puesto que, al irrealizar el universo, tam- Yale University Press, New Haven, 2002
bién irrealiza los problemas cotidianos que pue- Borges, Jorge Luis, “La postulación de la reali-
dan abrumar al lector, logrando, de este modo, dad”, en Discusión, en Obras completas, Eme-
desdramatizarlos. Se trata, pues, de una literatu- cé, 1990, t. I
ra analgésica y reparadora que armoniza perfec-
Bradshaw, Graham, Shakespeare´s scepticism, The
tamente con los objetivos prácticos del escepti-
Harverter Press, Brighton, 1987
cismo.
Brochard, Victor, Les sceptiques grecs, Librairie
Philosophique J. Vrin, Paris, 1981
Cabe añadir que al ser el escritor escéptico
Castany Prado, Bernat, “Breve historia del escep-
consciente de la ignorancia del ser humano así
ticismo I: Precursores”, Konvergencias. Diálo-
como de sus debilidades e inconstancias, tiende
gos para la cultura, Número 16, Año IV, Sep-
a ser comprensivo y tolerante con sus personajes
tiembre 2007
y evita reducirlos a meros arquetipos o a distri-
buirlos en categorías maniqueas. Antes bien, Castany Prado, Bernat, “Doubt. A history, de Jen-
intenta dar cuenta de la complejidad de cada nifer Michael Hecht”, en Eldígoras, Número
uno de ellos, consiguiendo, de este modo, una 35, septiembre 2005.

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BERNAT CASTANY PRADO

Cervera, Vicente y Ruiz, Sagrario, “El escepticis- Pascal, Blaise, Oeuvres complètes, Gallimard, La
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BERNAT CASTANY PRADO


Universidad de Barcelona (España)

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