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El oso celoso está nervioso pues no encuentra la osa.

Nerviosa la osa celosa busca


al oso. Se encuentran los osos, haysosiego y reposo, pues el oso ama la osa y la osa
ama al oso.

La sardinera sacó para asar


sesenta sardinas secas;
sesenta sardinas secas,
secadas solas al sol.

Nadie silba como Silvia silba, pues el que silba como Silvia silba, es porque le
enseñó a silbar Silvia.

Sintiéndose solitario, Sergio, sentado sobre su suntuoso sofá, suspiró, sopló,


salpicó saliva. Saltó súbitamente. Sordos silbidos sonaban. Susurro sigiloso: soy
Silvia. ¡Salve!, silabeó Sergio, sonsacaré sus secretos.

Sonia sacó su saco satinado, se quitó sus sandalias y se sentó. Sergio sirvió sendos
sakes, salchichones, saladitos, surubíes sin sal, selectas sardinas sancochadas.
Silvia, sonrojada, sorbió su sake sin sonreir. Sólo sentenció: soy solamente suya,
Sergio. Suspenda sus sibaríticos servicios.

Se sienta el que tiene sesenta,


se sienta el que se encuentra cansado,
si sientes que tienes sesenta,
el asiento te has ganado.

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