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Cahiers du monde hispanique et

luso-brésilien

El criollismo : período de estabilización de la narrativa nacional


[Una hipótesis]
Una hipótesis
Lubio Cardozo

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Cardozo Lubio. El criollismo : período de estabilización de la narrativa nacional [Una hipótesis]. In: Cahiers du monde
hispanique et luso-brésilien, n°32, 1979. Numéro consacré au Venezuela. pp. 149-156;

doi : https://doi.org/10.3406/carav.1979.2179

https://www.persee.fr/doc/carav_0008-0152_1979_num_32_1_2179

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El criollismo : período de estabilización

de la narrativa nacional.

Una hipótesis.

PAR

Lubio CARDOZO
Universidad de los Andes, Metida.

Introducción.
Fue un siglo de aprendizaje y de comienzo el diecinueve
venezolano. El novel transitar por la organización republicana, por las
experiencias de la vida democrática, después de la Guerra de
Independencia, no resultó fácil. Difícil, igualmente, el descubrir,
construir y expresar — sobre todo expresar — el espíritu del país, la
idiosincracia de sus pobladores, al pueblo culto reflejarle en el espejo
de la cultura el ethos de los venezolanos. Descubrir, aprehender y
expresar el alma nacional constituyó labor de los humanistas.
Y representa la literatura la disciplina del conocimiento en la cual
mejor exprésase la evolución vital e intelectual de los venezolanos
del diecinueve en su lucha por capturar y comunicar lo nacional.
La literatura venezolana del siglo diecinueve refleja en gran parte
eso : el testimonio dramático del venezolano en su angustia por
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aprehender y expresar el espíritu nacional para así poder nutrir


desde la superestructura de las humanidades el cuerpo del mundo
auténticamente venezolano.
Meter en la poesía, en el ensayo, en la novela, en el cuento, en el
teatro, el mundo venezolano sencillo no fue. Plasmar lo histórico
— la historia de là patria, remota, reciente, coetánea — ; desplegar
la pasión geográfica, por el paisaje nativo el amor; el poder litera-
turizar el hombre del país en todos sus niveles sociales con los
estratos de la personalidad : su psicología, su ética, su mayor o
menor intelectualidad, su lenguaje, sus costumbres y al través de
ese paisano las costumbres comarcanas; los modos de pensar del
escritor, su concepción del mundo como expresión de un idearium
propio o de una filosofía universalista, significó ardua labor.
Devino lento el proceso de la expresión conjunta de los elementos
anteriores, los cuales forman parcelas cardinales, cantidades, de
una realidad. Alcanzóse su integración cualitativa y total en las
últimas décadas de la centuria al incorporarse un elemento
decisivo : la problemática del país, es decir, la captación de la lucha de
clases en Venezuela como el motor de la dinámica histórica y social
de la nación, y cuya forma en la literatura manifiéstase como la lid
entre el progresismo y el conservadurismo. Cuando incluyese en la
literatura la problemática venezolana ésta vale de catalizador para
homogeneizar todo cuanto antes representaban cantidades —
elementos — de una verdad. Y tal homogeneización, o cambio
cualitativo, alquitara en la literatura la categoría de lo nacional.
Sólo después de lograda la expresión de la categoría de lo nacional
aflora otra vital preocupación de los escritores del diecinueve : la
de trascender de lo nacional hacia la universa terra en el espacio
y hacia lo eterno en el tiempo : Darle a su literatura valor de
conocimiento universal por ser la expresión de un pueblo de la Tierra
y el valor estético capaz de permitirle la supervivencia en el tiempo.

El vocablo « criollo ».
Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia,
edición de 1974, para el adjetivo criollo hay cinco acepciones :
1 - Dícese del hijo de padres europeos, nacido en cualquiera otra
parte del mundo; 2 - Aplícase al negro nacido en América, por
oposición al que ha sido traído de África; 3 - Dícese de los americanos
descendientes de europeos; 5 - Aplícase a la cosa o costumbre
propia de los países americanos.
Para « criollismo » trae esa obra tres sentidos : 1 - Carácter de
lo que es criollo; 2 - Rasgo o peculiaridad criollos; 3 - Tendencias
a exaltar las cualidades de lo criollo.
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J. Corominas en su Diccionario crítico etimológico de la lengua


castellana (!) dice al respecto lo siguiente : la voz viene del
portugués crioulo, se refiere a : « el esclavo que nace en casa del señor »,
« el negro nacido en las colonias », « blanco nacido en las colonias ».
Para Corominas es un derivado del portugués criar. El dato más
antiguo al respecto, según él, proviene de los escritos del sacerdote
Josep Acosta de 1590. El vocablo se aplicó primeramente en el
Brasil, y de ese país se propagó a la América española. Del español
pasó al francés créole.
Garcilaso de la Vega, el Inca, en la capítulo XXXI del Libro Nono
de su obra Comentarios reales de los incas (2) intitulado « Nombres
nuevos para nombrar diversas generaciones » escribe,
(...) « À los hijos de español y de española nacidos allá dicen
criollo o criolla, por decir que son nacidos en Indias. Es nombre
que lo inventaron los negros, y así lo muestra la obra. Quiere
decir entre ellos negro nacido en Indias; inventáronlo para
diferencias los que van de acá, nacidos en Guinea, de los que nacen
allá, porque se tienen por más honrados y de más calidad, por
haber nacido en la patria, que no sus hijos, porque nacieron
en la ajena, y los padres se ofenden si los llaman criollos. Los
españoles, por la semejanza, han introducido este nombre en su
lenguaje para nombrar los nacidos allá ».

El crítico latinoamericano Ernesto Montenegro en su artículo


« Aspectos del criollismo en América » (3) tiene palabras
conclusivas,
« Para nosotros, los hijos del Nuevo Mundo, criollismo equivale
a decir americanismo más o menos auténtico. » (...)
« El criollismo es un concepto histórico, un fenómeno social y
una modalidad literaria. En sus comienzos el sentimiento criollis-
ta brotó del repudio de las influencias externas que amenazaban
ahogar los caracteres y costumbres tradicionales de un pueblo. »

De todo lo anterior destácase una constante semántica


acompañante de la palabra desde su aparación, y esto resulta muy
importante : la carga del significado pertenece al Nuevo Mundo. Negros
o blancos, animales u objetos nacidos o concernientes a
Latinoamérica. El peso semántico de esta humilde voz ha sido una onda
expansiva. Relacionóse con lo propio, con lo autóctono; durante la
Guerra de Independencia el partido por la libertad y la democracia

(1) Madrid, Gredos (¿ 1954 ? ) v. 1, A - C. pp. 943-944.


(2) (Caracas), Biblioteca Ayacucho (1976), v. II, pp. 265-266.
(3) Ricardo Latcham, Ernesto Montenegro y Manuel Vega, El criollismo.
Santiago de Chile, Editorial Universitaria (1956), p. 58.
(4) Id, Id. p. 57.
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republicana lo representaban los « criollos ». En la Guerra Magna


el vocablo nuevos relieves adquiere, es lo nacional, es lo patriótico;
la onda propágase y, como afirma el chileno Ernesto Montenegro,
alcanza la representación de un « americanismo más o menos
auténtico ». Por último, la palabra matizó la literatura identificada con
la exaltación de lo autóctono y aflora asi el ¡criollismo como
inconcuso término literario.

¿ Qué significa el criollismo en la literatura venezolana ?


No informa el criollismo en Venezuela de una literatura cuya
preocupación estética y humana afincábase únicamente en describir
con léxico vernáculo paisajes, flora y fauna, las costumbres,
personajes sacados de ambientes rurales o heredados de las narraciones
costumbristas. No obstante la afirmación de lo anterior represente,
en la mayoría de los estudios, el sentido de la crítica literaria del
país al analizar ese movimiento literario de entresiglos. Aquellos
críticos quienes consideran el criollismo como una parte, un lado,
una zona, un aspecto de la literatura modernista tampoco atinan.
De todas esas cosas hay mucho en la villa del criollismo pero
como coreografía, no como substancial y centro del desvelo de sus
narradores.
En la historia literaria del país el criollismo significa el proceso
de estabilización del largo, heterogéneo y enredoso desarrollo de la
novela y el cuento nacionales decimonónicos. Los naturales
elementos de la narrativa homogenéizanse mediante la fijación de un
carácter nacional general y dinámico : la problemática del país.
Dicho proceso duró un período muy concreto de la historia
literaria venezolana : 1890-1916, o por mejor decir, desde la aparición
de Peonía hasta la fecha de la primera edición completa de ¡ En
este país /... (5). Coincide en el tiempo este período de veintiséis
años con otro movimiento literario de gran cuantía : el
modernismo. Aunque la salida de la novela de Romero-García anterior
es a la publicación de la revista con la cual oficialízase el
movimiento modernista en Venezuela, Cosmópolis (1894-1895). La
preocupación formal por construir obras estéticamente válidas ante
todo, el afán de unlversalizarse el escritor al través de ellas
adoptando patrones literarios universalizados por la literatura europea,
en algunos casos (Dominici, por ejemplo) el exotismo-escapismo
como consciente olvido de lo nacional, la visión negativa del país,

(5) ¡ En este pais /... se comenzó a publicar en 1901 en El Cojo Ilustrado,


n° 221. Caracas, 1° de marzo, pp. 155-159. Es el artículo < Ruiseñol >.
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la urdiembre con la cual tejiéronse las novelas y los cuentos de


los modernistas son.
Con excepción del necesario cuidado de la forma expresiva y de
la responsabilidad ante el acto creador, producto de la coexistencia
con los modernistas, los rasgos definitorios de la narrativa del
criollismo fíjanlos su mirada de dentro hacia dentro del país, el plantear
una problemática de política nacional en el veraz esquema de la
lucha del progresismo contra el conservadurismo, su rechazo a la
mediatización cultural extranjera predatora de la cultura nacional,
y su afán de universalizar lo criollo.
No meramente describen el « color local », defínense como
narradores centrados en una preocupación vital colectiva : Venezuela.
Narrativa nacional cuyos orígenes remóntanse muy atrás de Peonía
pero logra cuajar armoniosamente — estabilizar — entre 1890
y 1916, y comprende los nombres de Romero-García, Picón Febres,
Celestino Peraza, Tosta García, Rafael Cabrera Malo, y muy pocos
más.
Después de 1916 — final del criollismo — hasta la publicación
de la última novela del ciclo nacional de Rómulo Gallegos : Sobre
la misma tierra (1943) desenvuélvese el período de esplendor de la
narrativa nacional; lapso caracterizado por la aparición de cuentos
y novelas en las cuales afirmase literariamente de manera definitiva
un lenguaje acorde con expresiones y léxico venezolanos, y por
otra parte devélase hacia la mirada universal la problemática del
país. Cuentos y novelas : espejos desplazados por el camino de la
venezolanidad reflejando su ethos. Honran esta etapa de la narrativa
venezolana, entre otros nombres, Teresa de la Parra, Díaz Sánchez,
Enrique Bernardo Núñez, Pocaterra y Gallegos.

¿ Cómo se formó la narrativa nacional ?


Nada viene de la nada y todo es un proceso continuo. Esa
narrativa capaz de reflejar el alma, las costumbres, el lenguaje, y poner
sobre las páginas de sus novelas y cuentos los problemas sociales,
económicos y políticos venezolanos resultó efecto de una larga
causa, de una acumulación cuantitativa de tendencias, movimientos,
de intentos, balbuceos, detalles. Tal acopio cuantitativo de afluencias
luego cualificará con un definido relieve nacional la narrativa
venezolana de 1890 a 1916, cuyos límites embocan las novelas de Romero-
García y Urbaneja Achelpohl.
Los variados caminos de la natural evolución de la narrativa
venezolana estabilízanse para fines de siglo en dos tipos de novelas y
cuentos : aquéllos en los cuales subordínanse los elementos del
significado a la búsqueda de una belleza formal, y en otros los
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elementos del significante al planteamiento y expresión de un


contenido somátense.
De manera paradigmática definen los dos caminos Manuel Díaz
Rodríguez y Luis Manuel Urbaneja Achelpohl.
Los ejercicios narrativos de Fermín Toro comienzan en 1837,
La viuda de Corinto y El solitario de las catacumbas; y en 1842
escribe Los mártires. La novela venezolana nace en 1842 con Los
mártires de Fermín Toro. Esa obra dos tributos entrega, los cuales
permanecerán inalterables en el camino de la novela venezolana :
la exaltación de los sentimientos a la par o por sobre la razón, o
por mejor decir, la lógica de lo afectivo; y el contenido de denuncia
de la injusticia social. Trascendental contribución de la novela de
Toro captada por el crítico Gustavo Luis Carrera y expresada de
manera inequívoca en las palabras conclusivas de su « Estudio
preliminar » de la edición crítica de Los mártires (6),
(...) « Ya que — a pesar de la escasa atención que le ha dedicado
la mayor parte de la crítica — Los mártires es la primera novela
escrita por venezolano y publicada en Venezuela, y establece que
la novela venezolana nace romántica y social. »

La lógica de lo afectivo y la inculpación de la injusticia social


consolidanse como dos caracteres permanentes de toda la narrativa
venezolana decimonónica y, en parte, de la del presente siglo.
No obstante Los mártires no desenvuélvese en Venezuela ni devela
problemas venezolanos. Desarróllase en Londres y plantea la
cuestión de la pavorosa miseria de las clases pobres londinenses en los
comienzos de la revolución industrial. Denuncia expresada
ideológicamente dentro de los lineamientos teóricos del socialismo utópico.
De 1842 hasta 1875 sucédense cinco novelas distinguidas por no
tener en su urdimbre absolutamente ninguna tangencia con
Venezuela : ni su paisaje, ni sus hombres, ni su problemática. Es la
novela exótica. El perfil de la exoticidad somorgújase luego hasta
cuando reaparecerá en la esquina de entresiglos en las novelas del
modernista Pedro César Dominici. Volviendo a las cinco novelas
puédese considerar como relieve común de todas su exotismo
temático y ambiental. Son : Los mártires (1842) de Fermín Toro, Dos
siglos a dieciocho años de distancia (1857) de Heriberto García de
Quevedo, Gullemiro o las pasiones (1864) de Guillermo Michelena,
Blanca de Torrestella (1868) de Julio Calcaño y Una noche en
Ferrara (1875) de Eduardo Blanco.

(6) Caracas, Universidad Central de Venezuela. Centro de Estudios Literarios,


1966. p. LXXI.
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La primera noticia de Venezuela en la narrativa sale en 1858


en la novela de Guillermo Michelena Garrastazú, o el hombre bueno
perdido por los vicios; el país aparece apenas como el paisaje capaz
de ser capturado por un relámpago, apenas una pincelada. De 1858
hasta 1873 hay otro ciclo de novelas en las cuales lo nacional
muéstrase con timidez, fluctuante; los mismos narradores no entienden
— o parecieran no alcanzar — el fenómeno de su realidad
circundante. Los novelistas de estos años prosiguen por la ruta de lo
exótico y libresco. Sin embargo, algo de lo comarcal ya ha aflorado
en el segundo ciclo : descripciones ambientales; pálida crítica de
costumbres, de política y de moral. Nombres y obras : además del
Garrastazú. de Michelena de 1858, Un drama en Caracas (1868) de
Aecio, seudónimo de Juan Alfonso; El rei de Tebas (1872-1873) de
Julio Calcaño, Vanitas vanitatis (1874) de Eduardo Blanco y Anaida
(1882) de José Ramón Yepes.
En Anaida el paisaje venezolano su definitivo rango de elemento
estructural de la narrativa venezolana adquiere; Yepes, gran poeta
y reo de un sublime lirismo, supo imprimirle al lenguaje descriptivo
toda la fuerza necesaria para elevar el paisaje venezolano a una
categoría literaria propia, a la misma jerarquía de su
correspondiente en la exuberante naturaleza de aquellos trópicos de entonces.
Es un paisaje de exaltación. Yepes, en un acorde de sensualidad y
sentimentalidad el paisaje a su máxima exaltación lírica eleva y
transfórmalo en rica herencia de toda la narrativa posterior hasta
Gallegos.
La problemática venezolana — aporte cuantitativo detonante y
catalizador de lo nacional — apenas comienza su perfil a trazar,
pero aún muy tímidamente, en 1879, en Los dos avaros de José
María Manrique, novela inaugural del tercer ciclo.
En el río de la narrativa venezolana la natural evolución de la
novela decimonónica un afluente de considerable importancia
constituye. Si el primer grupo de novelas entrega dos bienes herenciales,
dos cargas « genéticas », dos estructuras de la narrativa mayor :
la lógica de lo afectivo y la denuncia de la injusticia social; y el
segundo ciclo desarrolla el paisaje hasta el grado de la poesía, rasgo
conservado, en la literatura de la ruralidad, hasta Gallegos, y aún
en esta década de los años setenta en novelistas como Gustavo Luis
Carrera y José Balza; el tercer ciclo de la novelística venezolana a
perfilar la problem aticidad nacional empieza, o mejor dicho, a iniciar
una pasión llamada Venezuela, la búsqueda de la perfección del
país. Descubriendo las grandes fallas en el camino de su historia,
destapando los males sociales, señalando los errores económicos,
delatando las arbitrariedades políticas, criticando las bárbaras y
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malas costumbres. Dentro de la evolución de la narrativa éste


representa el último peldaño hacia la meseta de la estabilización de la
novela y el cuento nacionales, período con nombre muy bizarro e
ilustre en la historia de la literatura venezolana : el criollismo.
El último trayecto del camino ascendente tres novelas lo jalonan :
Los dos avaros (1879) de José María Manrique, Zarate (1882) de
Eduardo Blanco y Ovejón (1890) de Daniel Muñoz.
Y arríbase por fin a una etapa — la llanada después de la ascensión
— en la cual los elementos conformadores del carácter nacional
se homogeneizan, se arremansan, en la novelística. Dos novelas
notables abren y cierran dicha etapa, Peonía (1890) de M.V. Romero-
García y j En este país /... (1916) de L.M. Urbaneja Achelpohl.
Entre ellas quedan encerradas Don Secundino en París (1895) de
Francisco Tosta García, Los piratas de la sabana (1896) de
Celestino Peraza, Mim (1898) de Rafael Cabrera Malo, El sargento Felipe
(1899) de Gonzalo Picón Febres. Y en cuanto a la narrativa menor,
los cuentos de Urbaneja Achelpohl (desde sus primeros relatos de
1896 hasta los de 1915) entrarían también, por supuesto, acá.

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