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FACTORES CULTURALES

Cultura: Según el Diccionario de la Real Academia Española, es "el conjunto de modos de


vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una
época de un grupo social. Conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio
crítico". Dentro de la cultura también se encuentran los valores en los que una persona crece
y la induce luego a tomar cierto tipo de decisiones. Cada país, y dentro de él, cada región, tiene
su cultura propia. Es decir, al vivir una persona en una región, los hábitos y costumbres de esta
región influyen en su conducta como comprador. (Nieto, 2018)

La cultura o civilización, tomada en su sentido etnográfico amplio, es ese todo complejo que
incluye conocimientos, creencias, arte, moral, costumbres, y todas las demás capacidades y
hábitos adquiridos por el hombre como miembro de una sociedad. La condición de la cultura
entre las diferentes sociedades de la humanidad, en la medida en que es capaz de ser investigada
sobre principios generales, es un tema apto para el estudio de las leyes del pensamiento y de la
evolución humana» (Tylor, E. 1871).

“Todo lo que se aprende socialmente y es compartido por los miembros de una sociedad”

“La cultura de cualquier sociedad es la suma total de las ideas, las reacciones emotivas
condicionadas y las pautas de conducta habitual que los miembros de esa sociedad han
adquirido por instrucción o imitación y que comparten en mayor o menor grado”. (Ralph, L.
1972).

Subcultura: Cada grupo cultural puede subdividirse, nuevamente, en grupos más pequeños
con costumbres y hábitos más específicos. Cuando la subcultura está constituida por una
cantidad interesante de personas se convierte en un segmento de mercado y, muchas veces, se
diseñan productos que van de acuerdo a las necesidades de esa subcultura. Por ejemplo, existen
actualmente varias subculturas, como las de "alimentación sana" que buscan productos
específicos para necesidades distintas a las de los demás. Esta subcultura busca menos
conservantes, una alimentación más natural, menos azúcares, menos grasas,0 grasas trans, entre
otras cosas. (Nieto, 2018)

Elementos:

 Creencias e ideas
• Valores

• Normas

• Costumbres

• Modos de vida

• Medios para interactuar (tecnología)

La influencia

Los factores culturales tienen bastante influencia tanto en los consumidores como en las
empresas, ya que de estos depende la compra o venta de un producto o servicio.

De dónde se adquieren los factores culturales

Los factores culturales se adquieren de los siguientes elementos como son:

 La familia
 La iglesia
 El colegio

Factores de Riesgo Conductuales

 El tabaquismo;
 Un consumo excesivo de alcohol;
 Las elecciones nutricionales;
 La inactividad física;
 pasar mucho tiempo al sol sin la protección adecuada;
 No haberse vacunado contra determinadas enfermedades y
 Mantener relaciones sexuales sin protección.
 La organización del tiempo de trabajo y el tiempo de descanso.
 La alimentación.
 La higiene personal.
 La limpieza del hogar.
 La forma y condiciones en que nos desplazamos al trabajo.
 La manera de organizarnos en nuestro trabajo.
 La diversión y el tiempo de ocio.
Factores de riesgo para el inicio del consumo de alcohol

De acuerdo a la OMS, el consumo de alcohol ocupa el tercer lugar mundial entre los factores
de riesgo de enfermedades y de discapacidad; es el primer lugar en América y el Pacífico
Occidental y el segundo en Europa. En el mundo 320, 000 jóvenes entre 15 y 29 años mueren
por causas relacionadas con el alcohol, lo que representa un 9% de la mortalidad de este grupo
etario. En México, el uso de alcohol es la cuarta causa de muerte de la población en el país
(8.4%). Los trastornos asociados a este consumo son usualmente subestimados por la población,
principalmente por los jóvenes, se piensa que se necesita de un consumo crónico e intenso para
producir daños orgánicos, sin embargo, la evidencia indica la existencia de daño orgánico
asociado al consumo intermitente.

Martínez a través del Centro Nacional para la Prevención y el Control de las Adicciones
(CENADIC), reporta algunas consecuencias que conlleva el consumo de alcohol en los
adolescentes, como lo son:

- Los accidentes de tráfico, suicidios y homicidios.

- El inicio de la actividad sexual a edad más temprana y mayor tendencia a relaciones sin
protección.

- Los adolescentes que inician a edades tempranas el consumo de alcohol incrementan 4


veces la probabilidad de desarrollar dependencia, que aquellos que inicia el consumo en la edad
adulta.

- Ausencia escolar, actitud negativa, bajo rendimiento académico, problemas de disciplina,


que conllevan al abandono total de la escuela.

- Conflictos familiares, distanciamiento y hostilidad.

- Movimientos motores menos coordinados, reflejos lentos, afección del control de los
músculos del habla y la actividad de los ojos.

Los problemas de salud son las principales consecuencias del consumo de alcohol,
relacionado como la causa de 60 tipos de enfermedades tanto agudas como crónicas. Mismas
que se pueden agrupar en tres categorías (Condiciones de salud íntegramente atribuibles al
consumo de alcohol, condiciones crónicas que tienen el alcohol como factor contribuyente y
condiciones agudas en las cuales el alcohol es factor contribuyente), reflejadas por la naturaleza
de su condición y su relación etiológica del consumo de alcohol (Guerra & García
Centro de Información sobre Salud y Alcohol CISA; Alcohol, España, por tipo de trastorno
se pueden clasificar de la siguiente manera:

- Trastornos cardiovasculares como la hipertensión arterial, miocardiopatía dilatada,


alteraciones del ritmo cardíaco, cardiopatía isquémica y accidentes cerebrovasculares.

- Trastornos digestivos. Orofaringe (queilitis, boqueras, glositis, gingivitis, caries,


hipertrofia de la glándula parótida, cáncer de labio, lengua o de cavidad orofaríngea), esófago
(reflujo gastroesofágico, esofagitis pépticas, hemorragias digestivas altas o bajas), estómago
(gastritis alcohólica aguda o crónica, úlcera de estómago y cáncer de estómago), páncreas
(pancreatitis aguda, colelitiasis), hígado (hepatopatía, hígado graso, hepatitis alcohólica,
cirrosis alcohólica, hepatomegalia, hepatocarcinoma), intestino delgado (mala absorción
intestinal, diarrea, desnutrición). - Trastornos hematológicos.

- Trastornos osteomusculares. Osteoporosis, alteraciones articulares, miopatías y


rabdomiólisis.

- Trastornos metabólicos. Alteraciones de las proteínas, lípidos y vitaminas, cetoacidosis


alcohólica, hipoglucemia alcohólica.

- Trastornos endocrinos. Hipogonadismo hipogonadotrópico, con atrofia testicular e


infertilidad, feminización por aumento de estrógenos plasmáticos, amenorrea, riesgo de aborto
espontáneo, esterilidad, síndrome pseudo Cushing con atrofia muscular.

- Infecciones. Neumonías, tuberculosis, hepatitis virales por virus B y C, meningitis,


infecciones cutáneas y peritonitis, infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
- Cáncer. Oro faríngeo, esofágico, del tracto respiratorio superior, de recto y cáncer de mama.
- Trastornos neurológicos. Degeneración cerebelosa, demencia alcohólica, síndrome de
WernickeKorsakoff, pelagra, beriberi, ambliopía alcohol-tabaco, enfermedad de Marchiafava

El efecto del consumo de alcohol en los Años de Vida Ajustados por Discapacidad (AVAD)
es muy pronunciada por dos razones: la primera es porque las muertes atribuibles al consumo
de alcohol se producen relativamente en etapas tempranas de la vida lo que resulta en muchos
años perdidos por muerte prematura, y la segunda debido a que los trastornos por consumo de
alcohol son a menudo incapacitantes. En muchos países de ingresos medios, el consumo de
alcohol es el principal factor de riesgo para la carga de la enfermedad.
Factores causales socioculturales de los trastornos de ansiedad

Las investigaciones transculturales sugieren que, aunque la ansiedad sea una emoción
universal, y los trastornos de ansiedad probablemente existan en todas las sociedades humanas,
hay muchas diferencias en la prevalencia y en la forma en que esos trastornos se expresan en
diferentes culturas (Barlow, 2002 & Kleinman, 1985 & Kirmayer, Young, & Hayton, 1995).

Diferencias culturales en la causa de las preocupaciones

En la cultura Yoruba de Nigeria, existen tres conjuntos básicos de síntomas asociados con
la ansiedad generalizada: preocupación, sueños y dolores corporales. Las causas de
preocupación son muy distintas, sin embargo, de las que suelen encontrarse en las sociedades
occidentales, ya que se centran fundamentalmente en la creación y mantenimiento de una
familia grande, así como en la fertilidad. Los sueños también provocan ansiedad, porque se les
considera como indicadores de que se está embrujado. Las quejas somáticas más habituales
también resultan extrañas desde una perspectiva occidental: «tengo la sensación de tener líquido
en el cerebro», «noto como si estuvieran andando hormigas por mi cerebro», o «estoy
convencido de que tengo carcoma en el cerebro» (Ebigbo, 1982; Good & Kleinman, 1985).

Los nigerianos que tienen este síndrome también suelen mostrar un temor paranoico de
sufrir ataques de brujas (Kirmayer, 1995).

En la India también es posible encontrar grandes preocupaciones respecto a la posibilidad


de ser poseído por espíritus, o respecto a la incapacidad sexual (Kapur, 1976 & Kleinman,
198).

Otro síndrome de tipo cultural que suele aparecer en algunas zonas de China es el Koro: los
hombres que lo sufren muestran un gran temor a que su pene se encoja hasta el interior de su
cuerpo, y que una vez que haya desaparecido del todo puedan morir. El Koro es menos frecuente
en las mujeres, para quienes el temor es que se retraigan sus pezones y se encojan sus pechos.
Este síndrome suele ocurrir fundamentalmente en grupos culturalmente minoritarios, y en los
momentos en que su supervivencia está amenazada. También aparece en contextos culturales
donde existe gran preocupación respecto a la potencia sexual de los varones (Barlow, 2002;
Kirmayer, 1995).

Taijin Kyofusho; También se han encontrado pruebas de que la forma en que se manifiestan
ciertos trastornos de ansiedad ha evolucionado para adaptarse a determinados patrones
culturales. Un buen ejemplo de lo dicho es un trastorno japonés denominado taijin kyofusho
(TKS), que podría ser similar al diagnóstico de la fobia social. Al igual que ésta, consiste en el
temor a las relaciones interpersonales y a las situaciones sociales (Kirmayer, 1991; Kleinknecht
et al., 1997; Tseng et al., 1992).

Sin embargo, los occidentales con fobia social tienen miedo de aquellas situaciones sociales
en las que pueden estar sometidos a observación y críticas. Por el contrario, la mayoría de las
personas con TKS están preocupadas por la posibilidad de hacer algo que ofenda o avergüence
a los demás (Barlow, 2002). Por ejemplo, tienen miedo de insultarlos si se sonrojan, por su
propio olor corporal, o por mirarles fijamente a los ojos. Este temor a deshonrar y ofender a los
demás es el que provoca la evitación social (Kleinknecht et al., 1997). Dos de los síntomas más
comunes (la fobia al contacto ocular y a ruborizarse) no se mencionan en la descripción que se
hace en el DSM-4-TR de la fobia social (Kirmayer, 1991). El trastorno dismórfico corporal —
el temor de que alguna parte del cuerpo sea defectuosa o tenga una malformación.

Diferencias interculturales en los síntomas depresivos

Si bien la depresión está presente en todas las culturas que se han estudiado, la forma que
adopta difiere ampliamente entre ellas, así como también su prevalencia (por ejemplo, Marsella,
1980; Tsai y Chentsova-Dutton, 2002). Por ejemplo, en algunas culturas no occidentales como
la china y la japonesa, donde las tasas de depresión son muy bajas, no suelen presentarse
muchos de los síntomas psicológicos de esta enfermedad. Por el contrario, esos pacientes
tienden a mostrar preferentemente las manifestaciones somáticas y vegetativas del trastorno,
como las alteraciones del sueño, pérdida de apetito y de peso, o disminución de la actividad
sexual (Kleinman, 1986; Tsai y Chentsova-Dutton, 2002). Los componentes psicológicos de la
depresión que parecen haberse eclipsado (desde nuestra perspectiva occidental) son los
sentimientos de culpa y auto-recriminación, tan frecuentes en los países «desarrollados»
(Kidson y Jones, 1968; Tsai & Chentsova-Dutton, 2002).

Algunas de las razones de estas diferencias proceden de las creencias asiáticas en la unidad
de la mente y el cuerpo, la falta de expresividad emocional y la estigmatizaciónque la
enfermedad mental tiene en esas culturas (por ejemplo, Tsai y Chentsova-Dutton,2002). Otra
razón por la que la culpabilidad y los pensamientos negativos son más comunes en los países
occidentales que en la cultura asiática radica en la concepción occidental del individuo como
alguien independiente y autónomo, por lo que cuando se produce un error suele atribuirse a
elementos internos.
Otro ejemplo, de diferencias en los síntomas proviene de los aborígenes australianos, entre
quienes Kidson y Jones (1968) no sólo encontraron que no mostraban culpabilidad ni auto-
recriminación, sino que tampoco había intentos de suicidio. En relación con este último hecho,
los autores afirmaron que «la ausencia de suicidios quizá se puede explicar como consecuencia
de su intenso miedo la muerte, y también debido a su tendencia a exteriorizar y proyectar los
impulsos hostiles»

Factores causales socioculturales de los trastornos disociativos

En diferentes partes del mundo ocurren fenómenos aparentemente relacionados, como la


posesión por parte de espíritus o trances disociativos, siempre y cuando la cultura local los
haya consagrado (Krippner, 1994).

Cuando se hacen de manera voluntaria, los estados de posesión y de trance no se consideran


algo patológico ni tampoco un trastorno mental. Pero el DSM-4-TR ha puesto de manifiesto
que algunas personas que son capaces de entrar voluntariamente en ese estado terminan por
desarrollar angustia y deterioros; en estos casos, podrían ser diagnosticados con un trastorno
de trance disociativo (una categoría diagnóstica provisional en el DSM-4-TR). También se han
encontrado variantes interculturales de los trastornos disociativos, como por ejemplo el Amok,
que suele considerarse como un trastorno de ira. El Amok tiene lugar cuando un episodio
disociativo provoca una conducta violenta, agresiva, u homicida, dirigida hacia personas u
objetos. Suele ser característica de los varones, y a menudo inducida por un desaire o un insulto.
La persona que lo padece suele tener manía persecutoria, hostilidad y amnesia, que con
frecuencia van seguidas por un periodo de agotamiento y depresión. El Amok es característico
de Malasia, Laos, Filipinas, Nueva Guinea y Puerto Rico, y también entre los indios navajos
(APA, 2000).

Factores socioculturales

LAS PRESIONES HACIA LA DELGADEZ.

Las jóvenes adolescentes son consumidores ávidos de revistas de moda. Por ejemplo, la
revista Vogue se publica en más de cuarenta países (Gordon, 2000). En las culturas occidentales
estamos asistiendo a una idealización sociocultural de la delgadez extrema de la mujer. Estas
presiones pueden llegar a ser especialmente poderosas en entornos socioeconómicos elevados,
que es precisamente donde predomina el problema de la anorexia nerviosa (McClelland y Crisp,
2001).

Un ejemplo muy sugestivo que demuestra la importancia de los medios de comunicación


para ejercer presión hacia la delgadez proviene de un fascinante estudio realizado por Anne
Becker (véase Gordon, pp.136). A principios de los años 90, cuando Becker estaba
desarrollando su investigación en Fiji, se dio cuenta de que en ese país predominaban las
mujeres con sobrepeso. En esa cultura, las redondeces están asociadas con la fortaleza, la
capacidad de trabajo, la bondad y la generosidad (cualidades muy valoradas en Fiji). Por el
contrario, las personas delgadas eran consideradas de manera negativa, y se las percibía como
enfermizas, incompetentes o con algún tipo de problema.

En otras palabras, se prefería la gordura a la delgadez, y hacer dieta se veía como algo
ofensivo. Lo más llamativo era la completa ausencia de cualquier síntoma que pudiera
parecerse lejanamente a un trastorno de alimentación.

Becker volvió a las Islas Fiji en 1998. Pero en el ínterin se habían producido algunos cambios
importantes. Había llegado la televisión. Aunque sólo había una emisora, los habitantes de las
islas podían ver programas como Beverly Hills 90210 y Melrose Place. Pero había otra cosa
que también había cambiado. Muchas chicas jóvenes estaban empezando a mostrar indicios de
preocupación respecto a su peso, y expresaban desagrado por su cuerpo. Por primera vez, las
mujeres de Fiji estaban haciendo dieta.

Este «experimento natural» puede proporcionarnos información anecdótica pero muy


interesante respecto a la manera en que los valores occidentales sobre la delgadez pueden llegar
a penetrar en otros entornos culturales. Si bien Becker no recogió información sobre trastornos
de la conducta alimentaria (únicamente midió la actitud hacia la comida), y aunque este estudio
carece de los requisitos básicos de una investigación bien diseñada, sus resultados resultan
verdaderamente alarmantes.

Factores socioculturales

En un sentido general, nuestra cultura considera al alcohol como un instrumento de relación


social, y una manera de aliviar la tensión. Así pues, muchos investigadores han destacado el
papel de los factores socioculturales, junto a los fisiológicos y psicológicos, para explicar las
elevadas tasas de abuso del alcohol (Vega, 1993).

El papel de las actitudes culturales hacia la bebida queda muy bien ilustrado por los
musulmanes y los mormones, cuyos valores religiosos prohíben el alcohol, y por los judíos
ortodoxos, que tienen limitado el alcohol a los rituales religiosos. En consecuencia, la incidencia
del alcoholismo entre estos grupos es mínima. En comparación, resulta desmesurada en Europa.
Por ejemplo, unas investigaciones recientes han demostrado que las tasas de consumo de
alcohol más elevadas entre los jóvenes se producen en Dinamarca y Malta, donde uno de cada
cinco estudiantes reconoce haber bebido alcohol en diez ocasiones y durante los últimos treinta
días (ESPAD, 2000).

Los franceses parecen tener la tasa de alcoholismo más elevada del mundo, con
aproximadamente el quince por ciento de la población. Francia tiene la tasa más elevada del
consumo de alcohol per cápita, y también la tasa más alta de muerte por cirrosis (Noble, 1979).

En Suecia, otro país con las altas tasas de alcoholismo, el 13,2 por ciento de las admisiones
de hombres en el hospital, y el 1,1 por ciento de las admisiones de mujeres, se pueden atribuir
al alcohol (Andreason & Brandt, 1997).

En definitiva, es posible identificar múltiples razones por las que las personas beben, así
como infinidad de condiciones que pueden predisponerlas a ello, si bien la combinación exacta
de factores que hacen que una persona se convierta en alcohólica están todavía por descubrir.

Religión

La religión se consideraría como algo más comunal, más propia del grupo que del individuo.
Englobaría a las vivencias compartidas por el grupo y por ello, de alguna forma, consiste en
ponerle límites a la libertad espiritual de cada cual, una religión es controlar la forma de
pensamiento de muchas personas. Así, por ejemplo, los miedos asociados a la muerte, a la vida
en soledad, las enfermedades, los peligros del mundo, la falta de apoyo percibido, etc. son
razones por las que los seres humanos pueden unirse a un grupo religioso. (Testerman, 1997).

El término religión también ha sido definido de muchas formas. En la actualidad, tiende a


verse como una institución gobernada por dogmas severos, una tradición muy consensuada y
que se basa en ritos (Testerman, 1997).

La religión no tiene por qué ser la única forma de conseguir la espiritualidad, no es el único
camino para llegar a ésta. Así, Zinnbauer y Pargament (2005)
(Wink, 2003) establecen tres tipos de espiritualidad: una espiritualidad religiosa; una
espiritualidad teística y una espiritualidad existencial.

La definición específica de ateo resulta bastante sencilla. El Diccionario de la Real Academia


la recoge como aquella persona que niega la existencia de Dios.

El ateísmo como una postura intelectual y afectiva que niega la existencia de Dios y de
todo proceso que implique un mundo sobrenatural, y la mayoría de autores se basa en esa
oposición a la creencia en la existencia de un ser supremo o divinidad junto con el mundo
sobrenatural implícito a la misma. (Krueger, 1998).

Influencia de la religión y Suicidio

La participación en grupos religiosos reduce el riesgo de suicidio. Tanto un estudio reciente


realizado en Estados Unidos como uno publicado hace cuarenta años observaron que quienes
no acuden a los servicios religiosos se suicidan 4 veces más que quienes sí frecuentan
actividades religiosas (21, 22). Más aún, en una revisión de 68 estudios que examinó la relación
entre suicidio y espiritualidad/religiosidad, el 84% encontró menores tasas de suicidio en
quienes eran más religiosos (23). Un estudio norteamericano reportó que la participación
religiosa reduce significativamente el riesgo suicida (24), siendo este hallazgo de especial
interés dado al incremento de más del 400% de suicidios cometidos en Estados Unidos entre
1950 y 1990 en esa población. Otro estudio realizado en Estados Unidos, que analizó más de
5.000 causas de muerte en la tercera edad, observó que quienes cometían un suicidio
participaban menos en los servicios religiosos en comparación con quienes morían por causa
natural (25). Esta misma investigación mostró que la visita o la charla con amigos no reduce el
riesgo relativo de suicidio, mientras que la participación frecuente en un culto religioso sí, por
lo que se sugiere que la prevención del acto suicida no es inherente al contacto social que
soslaya la participación en un grupo religioso

BIBLIOGRAFÍA:

Carrasco, Y. (2015). La religión y su influencia en las conductas de salud. (Tesis)


Universidad de Huelva.

Guadalupe, J. & Gámez, M. & Valdez, C. (2017). El consumo de alcohol como problema en
la salud pública, México. Recuperado de: http://www.redalyc.org/pdf/461/46154510001.pdf.
Nieto, P. (2018). Factores culturales que influyen en la conducta del consumidor,
http://www.abc.com.py/articulos/factores-culturales-que-influyen-en-la-conducta-del-
consumidor-5874.html.

Rodríguez, N. (2011). Impacto de la espiritualidad en salud mental. Recuperado de:


http://revistagpu.cl/2011/GPU_junio_2011_PDF/SM_Impacto_de_la_espiritualidad.pdf

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