Ante la situación de pobreza en nuestro país ¿Cuál es mi responsabilidad social y
profesional?
Raúl Gallardo Vidales
Concibo la pobreza a la manera de Amartya Sen, a través de la insatisfacción de tres
necesidades básicas: educación, esperanza de vida e ingreso. La pobreza en México no está exactamente localizada, lo constatamos por la existencia, en un mismo barrio o colonia, de modos de vida muy disímbolos. Podría decirse que las poblaciones alejadas de las grandes urbes son más pobres, dado que el desarrollo económico depende en México aun de la industrialización y en esas poblaciones la industria está ausente. Soy de la idea de que el desarrollo sostenible no puede adecuarse con un ritmo creciente de población como el que llevamos en México por lo que una de las formas de impulsar el desarrollo en general en el país y en particular en estas poblaciones de las que he hablado es frenar la natalidad. ¿Cómo puedo incidir yo en este aspecto desde mi profesión? Una de las formas en que he ejercido mi profesión, que es la filosofía y el psicoanálisis es precisamente enseñando estas materias en algunas universidades, aunque siempre me he preguntado si mi servicio social de la licenciatura, en vez de hacerlo en un instituto de investigación, aislado de todo contacto con la realidad social, no hubiera sido mejor hacerlo en una comunidad capacitando a la gente en el desarrollo sostenible, capacitando a los maestros de educación básica y diseñando programas curriculares de formación para el desarrollo sostenible para estos contextos específicos. Bien, el momento ya ha pasado, creo que esto más bien deberían pensarlo las universidades ya que su implementación requeriría de todo un compromiso institucional y no solo de una persona aislada, ya que se requeriría, transportación, viáticos y aulas. Antes de hacer una formación psicoanalítica trabajé en la Secretaría Académica de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, participando como tutor de un diplomado en Desarrollo sostenible, la experiencia terminó siendo muy grata pues tuve que documentarme mucho para evaluar las actividades propuestas. Se trataba de un diplomado para capacitar a maestros de educación básica de toda Latinoamérica de forma on line; fue un proyecto que la UASLP ganó en un concurso de la UNESCO. Yo entré al staff del diplomado cuando este ya estaba en marcha. La experiencia fue desagradable y agradable a la vez, me explicaré: mi formación hasta ese momento solo era en filosofía y era pasante de una maestría en educación; yo tenía muy poco qué ver con la ecología, por lo que el hecho de que me hayan puesto como tutor hablaba muy mal de la Universidad, quien una vez ganado el concurso (10 mil dólares) se iba a ahorrar personal calificado contratando a tutores del área administrativa de la Secretaría Académica, entre los cuales estaba yo. Lo bueno de esto fue que de pronto me vuelvo medio obsesivo en materias que ignoro, así que me documenté a fondo sobre el tema y mis tutorías estuvieron a la altura, lo sabía por las retroalimentaciones que se hacían por correo electrónico con las personas que asesoraba y además como el proyecto final en el que los alumnos estaban trabajando era la puesta en marcha de un pequeño plan de estudios para niños de primaria para que tuvieran una perspectiva ecológica sostenible, pude asesorar con legitimidad a estas personas en el área pedagógica. Lo que aprendí de esta experiencia es que las Instituciones aún no están mentalizadas para afrontar la responsabilidad social y la cultura de sostenibilidad está despertando más por la normatividad internacional y sus respectivas sanciones, que por la conciencia social. Hoy en día ya casi no me dedico a la filosofía, si acaso a la epistemología del psicoanálisis. Como psicoanalista creo que estoy aportando a la sociedad a través de mi consultorio privado ya que otorgo becas a quienes no pueden pagar el tratamiento, pero están comprometidos con su bienestar, así que el costo que a veces cobro a algunas personas es simbólico. Académicamente hablando, lo que puedo hacer es darle un giro crítico a mis cursos cuando enseño filosofía social o filosofía de la cultura, por ejemplo, acentuando el papel de la Escuela de Fráncfort en la crítica a las ideologías y pedir a mis alumnos como parte de la evaluación del curso, la aplicación de la teoría crítica a la realidad política de México o incluso de la ciudad. De esta manera, entre los 3 indicadores para medir la pobreza, educación, esperanza de vida e ingreso, me sitúo en el primero. Espero que a través de esta nueva profesión que es la psicología, pueda alentar a la población a cuidar su salud e incidir también en la esperanza de vida…