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Introducción a la Filosofía
Septiembre 2018
Actualmente es frecuente escuchar las nociones de razón, critica, pensamiento,
progreso, humanidad, entre otras, pero, ¿Dónde situamos la génesis de aquellas? ¿Hay
manera de pesquisar este momento inflexivo? Durante largo tiempo dentro de filosofía,
y también desde otras disciplinas, se ha dado cabida a esta pregunta, intentando -
mediante diversas estrategias- concluir en una respuesta que esté a la altura de magno
misterio. Además, la íntima relación que guardan éstas nociones con el armazón teórico
que sustenta la denominada época moderna, torna más complejo el panorama al
momento de intentar llegar a una respuesta que contenga en mayor o menor grado
argumentos convincentes.
Es justamente en esta interrelación entre conceptos y época, donde dos grandes autores
de la filosofía occidental convergen, y desde allí lanzan tesis evidentemente críticas con
el momento histórico actual, las cuales pretenden introducir un nuevo tipo de discurso
reflexivo. Este innovador discurso, desea nada menos que penetrar en las premisas
fundamentales en las que se ha configurado todo un proyecto denominado modernidad,
y que según éstos autores, ha fracasado como tal, por lo tanto es necesario salir de ahí
urgentemente. Para escapar, ambos autores coinciden en que es necesario reflexionar
sobre la disciplina histórica y redefinirla, estableciendo nuevos objetivos y métodos que
la caractericen. En esta misma línea histórica, es que a continuación se expondrán y
enfrentarán las principales ideas que emanan desde Michael Foucault, específicamente
del compilado de conferencias que constituyen “Sobre la Ilustración” y desde Walter
Benjamin, concretamente aquellas tesis que configuran su manuscrito titulado como
“Sobre el concepto de historia”.
I. Ilustración y modernidad
El supuesto antropológico a partir del cual Kant construye el armazón teórico que
fundamenta la modernidad, propone que el destino de la naturaleza humana- provista
de razón crítica- consiste en progresar sin un límite establecido, ya que delimitar el
conocimiento humano y por lo tanto el proceso de ilustración, seria “violar y pisotear
los sagrados derechos de la humanidad”(Kant, 1784). Esta idea de progreso, justificada
en la razón, es propia de la época moderna, del proceso de ilustración que según Kant
estamos vivenciando como humanidad. Por lo tanto, para criticar la modernidad, es
necesario también cuestionar los conceptos de progreso y de razón.
En las tesis sobre la historia, el filósofo alemán de origen judío postula que todas las
revoluciones de corte socialista-comunista que se han librado a lo largo de la historia
no han sido auténticas, porque no han cuestionado el “progreso” como fundamento del
liberalismo, el cual permite el capitalismo. Enuncia que los marxistas se han dedicado
a criticar aquello que se predica del concepto de progreso, y no a la idea misma de éste.
Para contrarrestar estos errores en los que se ha incurrido, y con la idea de proponer
una historia verdaderamente histórica y materialista que permita revolucionar la
realidad, es que Benjamin contempla que una crítica hacia la noción de progreso sólo
se puede llevar a cabo si se critica la concepción del tiempo como algo homogéneo y
vacío, es decir, si se critica la idea del tiempo como algo trascendental, inmutable y
eterno. En oposición al tiempo metafísico del que se valen los opositores al marxismo,
Benjamin propone una perspectiva materialista del tiempo, en la cual “el tiempo del
ahora” es proteico y fugaz.
Siguiendo ésta línea, realiza una oposición entre dos posibles concepciones de la
disciplina histórica, por un lado la historia universal que funciona bajo el principio
aditivo, suministrando la cantidad de hechos necesarios para llenar el tiempo vacío y
homogéneo sin poner importancia en la singularidad de cada momento. Por otro lado,
la historia materialista, la cual funciona bajo el principio constructivista, es decir,
abordando los hechos como única y solamente ahí donde se presenta como mónada,
sirviéndose de la particularidad de cada momento y no aspirando a la universalización
de éste (Benjamin, 1942)
A modo de síntesis, Walter Benjamin en sus tesis sobre la historia, critica la modernidad
mediante el cuestionamiento de la noción de progreso, esto a su vez poniendo en duda
el cómo concebimos el tiempo al momento de construir el discurso histórico. Pero, ¿por
qué es importante cambiar el discurso histórico predominante? La respuesta que él nos
otorga es que la necesidad de esta redirección de la disciplina histórica se debe a que
hasta ahora ésta no ha sido un elemento útil para la clase oprimida en su proceso
revolucionario de liberación, en su afán de justicia. La perspectiva histórica que se
contempla a sí misma como historicista y universal es la que ha obstaculizado la
instauración de una sociedad comunista-socialista auténtica, ya que no comprende a
los momentos históricos situados en su contexto, sino que los entiende bajo el
paradigma del tiempo como algo vacío que se debe rellenar con un cúmulo de
acontecimientos neutros y generales.
“Las luces que han descubierto las libertades, han inventado también las disciplinas” i
Para argumentar la nueva matriz de análisis que propone, establece una diferencia
entre pensamiento y razón, definiendo al primer concepto como aquella razón situada
en su contexto, es decir, eventualizándola. Ésta diferencia, nos lleva a establecer otra
nueva: historia trascendental de la razón versus historia del pensamiento. Por historia
trascendental de la razón o también denominada historia interna de la verdad, Foucault
considerará a aquel discurso histórico que otorga a la crítica –como instrumento de la
razón- un carácter normativo, sujetando la razón a la trascendencia y por lo tanto,
asignándole la función de establecer la verdad. De esta manera el conocimiento –
entendido como aquel saber que se considera válido- pasaría a ser algo metafísico y por
lo tanto, en parte está fuera del alcance de la razón humana. Esta perspectiva al
considerar la historia como la memoria de un sujeto absoluto, eterno e inmutable,
conserva la dicotomía nóumeno/fenómeno que propone Kant y la idea hegeliana de
que la historia tiene un principio sintetizador y por lo tanto un sentido determinado, es
decir, la noción de la manifestación histórica de la verdad.
Por otro lado, la denominada historia externa de la verdad o historia del pensamiento
constituye un relato histórico-filosófico del desenvolvimiento de la humanidad. Desde
esta perspectiva la pregunta central que hasta ahora se había intentado responder,
¿Qué es? O ¿qué puedo conocer? es reemplazada por ¿Quién conoce? O ¿quién crítica?.
Este es el punto neurálgico de la propuesta foucaultiana, ya que establece que el
conocimiento no es objetivo y metafísico, sino que necesariamente debe ser subjetivo
e histórico. Para llevar a cabo esto es necesario liberar a la crítica del carácter normativo
que se le atribuye, ya que esto impide que se convierta en una crítica total
desfundamentalizadora y verdaderamente transformadora. De esta manera, la crítica
“al volverse contra la razón como fundamento de la validez de la crítica, se hace total” ii
III. Conclusión
Luego de dar a conocer dos puntos de vista diferentes- tanto por la época y las
motivaciones que lo forjan- podemos dar cuenta, a pesar de que por un lado Benjamin
deseaba criticar a la socialdemocracia y por el otro Foucault pretendía cuestionar las
relación entre verdad y poder, de que ambas convergen en un mismo punto: la
universalidad como dogma constitutivo de la Época moderna.
A mi juicio, con estos dos conceptos, historia y singularidad, se puede hacer un análisis
de la modernidad que nos saque del chantaje de la ilustración, el cual no nos deja más
opciones que optar por la supremacía de la razón o por la irracionalidad. La superación
de éste nos permite acceder a una tercera vía, en la cual al analizar la realidad como un
momento que emerge azarosamente del contexto histórico singular en el que existe y
no como algo que estaba premeditado y de orden superior, éste puede ser
transformado, y ésta revolución está a nuestro alcance, ya que los hechos no
trascendentales sino materiales, no son divinos sino humanos.
Bibliografía
i
Vigilar y castigar, Michael Foucault, 1975, p. 224
ii
Sobre la ilustración, Michael Foucault, Editorial Tecnos 2° edición año 2006. Esta cita corresponde al
estudio preliminar realizado por Javier de la Higuera, p. XII.
iii
Sobre la Ilustración, Michael Foucault, Editorial Tecnos 2° edición año 2006. Esta cita corresponde al
estudio preliminar realizado por Javier de la Higuera, p. XLI