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1 INTRODUCCIÓN
El principio del interés superior del niño ha sido recogido tanto por los textos
internacionales como por las disposiciones europeas, nacionales y autonómicas más
destacadas en la protección y promoción de los menores de edad. La constante
apelación de las leyes a tal interés tiene una justificación objetiva en la situación de
especial vulnerabilidad del niño, la imposibilidad que tiene de dirigir su vida con
total autonomía y responsabilidad y la necesidad de que las circunstancias que le
rodean le sean especialmente favorables en esta etapa vital de desarrollo como ser
humano.
El principio del interés superior del niño pone acertadamente el acento en su
realidad como sujeto digno de atención, promoción, provisión y protección. Este
principio ha de aplicarse en todas aquellas situaciones o conflictos donde se hallen
involucrados menores de edad. Pero el interés del niño no es un concepto pacífico
sino que es objeto de múltiples y muy diversas controversias que tienen influencia
en su eficacia práctica.
Así, cuando tratamos de determinar cómo y quién decide cuál sea ese interés nos
enfrentamos a una primera divergencia. Teniendo en cuenta que las personas que
abordan y deciden esa cuestión, progenitores, tutores, administración y jueces por
regla general, no operan de manera aséptica y neutral, sino que la mayoría de
veces, aún actuando con la mejor intención, no logran sustraerse a sus propias
convicciones y prejuicios y, consciente o inconscientemente, encaran la cuestión y
valoran ese interés desde su propia óptica vital e ideología, en lugar de hacerlo
pensando única y exclusivamente en el niño, con sus necesidades, sentimientos y
escala de valores distintos de los de los adultos, ¿deben ser siempre ellos los
encargados de efectuar la determinación concreta de lo que más conviene al niño?.
BERCOVITZ1 considera que en primer lugar son los padres quienes, en ejercicio de
la potestad, determinarán qué le conviene al menor de edad, dejando claro que la
actuación de los progenitores - tutores o personas que tengan la guarda del menor
- es siempre en beneficio de sus hijos, pero se trata de una presunción iuris tantum
que permite hacer quebrar la idea de que lo mejor para los hijos sea siempre lo que
entiendan los responsables parentales como tal. Esto podría ocurrir en aquellos
casos en que los propios interesados o el juez declaren un interés distinto. Clara
muestra de ello la encontramos en la situación vivida durante un buen número de
años por un grupo de menores extranjeros sin referentes familiares tutelados por
los órganos autonómicos competentes en materia de protección a la infancia y la
adolescencia, quienes han tenido que esperar hasta el año 2009 para que el
Tribunal Constitucional les reconozca el derecho a recurrir a la justicia ordinaria
para defenderse de una decisión tomada por sus tutores - en este caso la
Administración pública -, que amparándose en el principio del interés superior del
menor, quería tramitar su expulsión - en atención a la mal llamada reagrupación
familiar - del territorio nacional, en contra de sus opiniones y designios. El máximo
intérprete de la Constitución clarifica el derecho de todo menor "en condiciones de
1
Bercovitz, Rodrigo, "Comentarios a los artículos 154 y siguientes del Código Civil" en "Comentarios a
las reformas del Derecho de Familia", Vol. 2º, Ed. Tecnos, Madrid, 1984, pág. 1047.
formarse un juicio propio" a ser escuchado en todo procedimiento judicial o
administrativo, sea directamente o mediante un representante u órgano adecuado.
Estamos pues, ante un concepto de difícil concreción del que hemos de analizar si
se está aplicando realmente y cómo se está haciendo (e interpretando) por parte de
los actores sociales que rodean la vida del niño, para con ello evitar que dicho
concepto se convierta en lo que Carbonnier 2 definió como una noción mágica,
evanescente, que pueda dar lugar a la arbitrariedad jurídica y al abuso de derecho.
Dicha complejidad nos ayudará a explicar por qué a pesar de la fuerte atracción
instintiva que tiene el principio en el establecimiento de los derechos del niño, han
sido muchos los autores que han expresado reservas sobre el mismo, incluyendo a
modo de compendio las siguientes: si es apropiado o no seguir hablando de los
"intereses" del niño una vez que sus "derechos" han sido reconocidos; que plantea
más preguntas que respuestas; que es un concepto abierto o indeterminado y por
ello no puede producir ningún resultado predecible en una situación determinada;
que los valores empleados para dar contenido al principio del interés superior han
sido a menudo bastante inapropiados; y que el principio del interés superior puede
actuar como un "Caballo de Troya" introduciendo consideraciones culturales en el
terreno de los derechos del niño que pueden minar el consenso reflejado en esta
materia3.
Para responder a todas estas reservas, más las que vayan surgiendo a medida que
vayamos profundizando en la materia, es fundamental la limitación conceptual del
principio del interés superior del niño al que se está refiriendo la Ley y las
resoluciones de nuestros tribunales de justicia partiendo del menor como persona,
como sujeto de derechos, como la mayor riqueza de nuestra sociedad (no
únicamente como un diamante en bruto que en un futuro será pulido y tendrá un
increíble valor, sino como un valor de presente, como una realidad a tener en
cuenta aquí y ahora) y teniendo presente en todo momento la dignidad de cada
persona por el mero y simple hecho de serlo.
Es una constante tanto en los textos legales como en las resoluciones de los
tribunales atender al "interés superior del menor" en todos los asuntos que le
afecten, ya sean de carácter personal o patrimonial. Así resulta del artículo 39 de la
Constitución española, del artículo 2º de la Ley Orgánica 1/1996, de 15 de enero,
de Protección Jurídica del Menor, de múltiples artículos del Código Civil referidos de
manera expresa al beneficio e interés superior de los menores - artículos 92, 154 y
170 entre ellos -, y de la regulación que de los derechos del menor realizan las
legislaciones autonómicas; preceptos todos ellos que están en línea con otros
similares del derecho comparado4, de los Convenios, Tratados y Pactos
2
Carbonnier, J., "Comment. S. Cour d'Appel Paris, 10 abril 1959", en Dalloz, 1960, pág 673, definió el
interés superior del menor como una noción mágica. Por más que contemplada por las Leyes, lo que no se
comprende es el abuso que hoy se hace de ella. Al final, dicha noción terminaría por hacer superfluas
todas las instituciones del Derecho de Familia. Sin embargo, nada más evanescente, nada que favorezca
más la arbitrariedad judicial.
3
Pérez Vera, Elisa, "Convenio nº. XVIII de la Conferencia de La Haya sobre los aspectos civiles de la
sustracción internacional de menores, de 25 de octubre de 1980 e informe explicativo del Convenio" en
suplemento del Boletín del Ministerio de Justicia, nº. 1865, Marzo 2000, pág. 1140, nos recuerda que el
recurso, por parte de las autoridades internas de cada Estado, a la noción del interés superior del menor
implica el riesgo de traducir manifestaciones de la particularidad cultural, social, etc. de una comunidad
nacional dada y por tanto, en el fondo, de formular juicios de valor subjetivos sobre otra comunidad
nacional.
4
El interés del menor o "de los hijos" se recoge así en legislaciones próximas a la nuestra como la
francesa, para suprimir o modificar determinadas cláusulas del convenio regulador de la separación o el
internacionales que vinculan directamente a nuestro Ordenamiento jurídico, en
especial con la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño.
Pretender definir lo que debe entenderse como "interés superior del niño" es una
tarea compleja, ya que nos enfrentamos a lo que en derecho es conocido como un
concepto jurídico indeterminado o una cláusula general. Es por ello que dicho
concepto no debe ser interpretado en una forma estática sino que por el contrario,
deberá entenderse en una forma dinámica, flexible, de manera que nos permita ir
perfilando en cada caso concreto una idea acerca de lo que es el "interés superior
del niño".
Tratar de dar un contenido rígido, estricto, inamovible a la cláusula abierta del
interés superior del niño sería contrario a la finalidad que el propio concepto
encierra en sí mismo; ya que si se trata de un concepto jurídico indeterminado
¿cómo puede quedar fijado su contenido sin que ello implique entrar en franca
contradicción con la finalidad de la propia norma?. Sentadas las bases que deben
regir en todo momento nuestra actitud frente a la cláusula general del interés
superior del niño, sí que podemos, no obstante, tratar de aproximarnos a cuál es su
significado.
Para llevar a cabo esa aproximación utilizaremos las definiciones que sobre dicho
valor jurídico indeterminado nos ha ido aportando la doctrina entendida sobre la
materia, así como las valoraciones realizadas por parte de nuestros tribunales en el
momento de resolver los problemas prácticos que día a día se han ido presentando.
En el orden doctrinal, varias son las opiniones acerca de qué es o cómo se entiende
el interés del menor, como variadas son también las perspectivas psicosociales y
jurídicas desde las que ha sido contemplado.
ROCA TRIAS5, tras un análisis detallado de la legislación estatal y catalana en
materia de protección de menores, llega a la conclusión de que dicha normativa,
como no podía ser de otra forma, gira alrededor del interés superior del niño que
"no es nada más que la seguridad de la protección de sus derechos
fundamentales". Añade a continuación la mencionada autora que el elemento
central de cualquier discusión o teorización sobre qué debe entenderse por interés
superior del niño debe partir de "su proyección al futuro de manera que pueda
considerarse como una fórmula destinada a facilitar la formación del menor y
diseñar las líneas de desarrollo de su personalidad". Por último ROCA TRIAS
partiendo de la base de que la personalidad jurídica trae causa del concepto de
persona, es universal y supone una traducción de la dignidad en el ámbito privado,
afirma que el interés superior del menor "es una proyección en las personas
menores de edad, de un tema más complejo como es el de la personalidad".
divorcio (artículo 253 del Código Civil Francés); para resolver sobre el ejercicio de la patria potestad
(artículo 287 del Código Civil francés), y para fijar, a título excepcional, la residencia de los menores en
casa de persona distinta de la de sus padres o en un establecimiento de educación (artículo 287.1 del
Código Civil Francés). El derecho italiano por su parte, obliga igualmente al Juez a considerar el interés
moral y material de la prole para resolver sobre la medida de guarda y custodia, tanto en los supuestos de
separación (artículo 155 del Código Civil italiano), como en los de divorcio (artículo 6º de la Ley 1-12-
1970), así como para atribuir la custodia - el cofiamiento - de manera conjunta o alternativa a los padres,
y para asignar el uso de la casa familiar, aunque no lo diga expresamente - "con quien queden los hijos o
con el que los hijos convivan más allá de la mayoría de edad" y "al cónyuge al que sean confiados los
hijos" - (artículo 155 del Código Civil italiano).
5
Roca Trias, Encarna, "El interés del menor como factor de progreso y unificación del Derecho
Internacional Privado", discurso de contestación a la académica de número Dra. Alegría Borras, en su
discurso de ingreso en la Academia de Jurisprudencia y Legislación de Cataluña, Revista Jurídica de
Cataluña, nº. 4, 1994, págs. 976-977.
De acuerdo con este primer punto de vista, el interés del menor es considerado
como un principio general que abarca todos los derechos fundamentales,
garantizando la efectiva protección del menor, con miras a posibilitar el libre
desarrollo de su personalidad6.
educacionales, sobre el matrimonio, la familia, los hijos y el divorcio. Por su parte, Seijas Quintana, José
Antonio, "Las consecuencias de la separación y el divorcio: el interés del menor. Alimentos. Guarda y
custodia. Régimen de visitas. Aspectos internacionales. La vía convencional como medio de solución de
conflictos. Especial referencia a los Convenios de La Haya, Luxemburgo y Bruselas", en Actualidad
Civil, nº. 29, Julio 1997, págs. 642-643 pensando en el nuevo sistema de relaciones personales y
económicas entre los padres y los hijos que se crea con motivo de una ruptura matrimonial, lanza la
misma noción sobre el interés superior. Dicho autor nos ofrece también un listado de los principales
datos que aportados por las partes al proceso han de servirle al Juez para proceder a realizar la valoración
a la que hacíamos mención:
1) La edad, el sexo, la personalidad de los hijos, valoradas y ponderadas en relación a otros factores,
como la capacidad de sus padres para asumir los menesteres de guarda y custodia; procurando no
separar a los hermanos.
2) Facilitar el trato del niño con el progenitor que no haya obtenido la custodia, valorando la posibilidad
de una custodia compartida.
3) Concreción particularizada de lo que se debe entender por cuidado personal y patrimonial, en los
casos en los que por cualquier razón se asignaran dichos menesteres a personas distintas de los
progenitores.
4) Implicación de los jueces en programas formativos para la obtención de habilidades que incidan en
sus conocimientos sobre el desarrollo infantil, facilitando la interpretación del sistema adecuado para
los niñas y las niñas.
5) Eliminación del juicio de culpabilidad en los Ordenamientos Jurídicos como determinante de la
separación y divorcio y de los efectos consiguientes, evitando el aumento de tensiones que
radicalizan la postura de la pareja y afectan de manera directa a los hijos.
6) Confidencialidad del testimonio realizado por el menor en las exploraciones judiciales, valorando en
cada caso su grado de madurez o inmadurez, y evitando que su incumplimiento pueda colocarle en
situación de ruptura de los vínculos emocionales y afectivos.
10
Dolz-Lago, Manuel Jesús, "El Fiscal y la reforma de menores: balance de experiencias tras la Ley
Orgánica 4/1992", en la Revista Jurídica la Ley, nº. 3955, Enero 1996, pág. 1.
preocupado de manera especial el llegar a determinar qué es el bienestar o interés
del menor ese sea el ordenamiento jurídico inglés11.
11
Bromley, P. M., "Bromley's Family Law", Ed. Butterworths, Séptima edición, London, 1987, págs.
311-312, realiza una descripción detallada de la evolución que ha sufrido el "welfare principle" en la
normativa británica. El autor cifra la aparición de la preocupación por el bienestar de los menores en la
normativa de finales del siglo XIX. Por ejemplo, en la "Custody of Infants Act" de 1873 ya se fijaba que
los acuerdos a los que llegasen los progenitores sobre la custodia de un/a hijo/a no serían validados por
los tribunales si éstos no entendían que tales acuerdos eran lo más beneficioso para el menor. Más
contundente aún fue la posterior "Guardianship of Infants Act" de 1886, que preveía que los Tribunales en
el momento de pronunciarse sobre la custodia de un menor debían tener presente el "child's welfare" y los
deseos de los padres. No obstante lo anterior, Bromley puntualiza que fue la labor de los tribunales
británicos la que introdujo e implantó realmente como principio fundamental el "welfare principle".
efectividad de unos derechos a unas personas que por sus condiciones de madurez,
no pueden actuar por sí mismas, de forma independiente para reclamar su
efectividad12.
Nuestros tribunales, que han debido abordar con frecuencia esta cuestión, no han
sido excesivamente precisos ni claros al resolver problemas reales en los que
aparece implicado el interés del menor, empleando en no pocas ocasiones fórmulas
preestablecidas que se limitan a reiterar sentencia tras sentencia sin realmente
indagar en la verdadera esencia de dicha cláusula general.
Tal y como es concebida la cláusula del interés superior del menor por parte de los
órganos jurisdiccionales se entiende que permite una autonomía judicial para
solucionar los problemas prácticos según las circunstancias del supuesto concreto.
Por ello, a primera vista pareciera conveniente la ambigüedad del concepto, ya que
fuera de concepciones rígidas, permite al Juez acercarse a la verdadera situación en
la que se halla el niño y decidir lo más favorable para él. Ahora bien, la
conveniencia de esas notas de ambigüedad y discrecionalidad judicial a las que nos
referíamos, es relativa, ya que de no ser así podrían implicar actuaciones contrarias
al interés del menor por lo difícil de determinar que resulta en algunas ocasiones,
principalmente cuando es contrario a otros intereses concurrentes.
Así, nuestra jurisprudencia, que considera el artículo 92.2 del Código Civil ("en
beneficio de ellos, tras oírles si tuvieran suficiente juicio y siempre a los mayores de
12 años") como norma de carácter imperativo y de obligado cumplimiento 13, hace
continua alusión, al resolver problemas concretos relativos a menores (guarda y
custodia, visitas, adopciones casi siempre), al principio del "favor filii", al beneficio
o interés de los hijos como preponderante, al "bien de los hijos que encarna el bien
más estimable"14 y expresiones parecidas. Pero no ha hecho, en general, apenas
mayores precisiones, ni de sus resoluciones se infiere una línea o conclusión segura
acerca de qué entienden los órganos jurisdiccionales por "interés del menor", o
dónde está éste y cuál es tal interés en los conflictos familiares en que se inserta el
del menor; aunque cabe aducir en su descargo lo difícil que resulta realizar
afirmaciones generales, en abstracto, porque el verdadero interés del menor
apenas puede ser delimitado in concreto y en atención a sus circunstancias
personales y particulares.
12
Roca Trias, Encarna, op. cit. pág. 220.
13
El Fundamento de Derecho primero de la Sentencia del Tribunal Supremo de 14 de mayo de 1987 (RJ
1987\3550) establece lo siguiente:" El párrafo segundo del artículo 92 del Código Civil en cuanto
preceptúa que las medidas judiciales, que en los pleitos sobre separación, nulidad y divorcio del
matrimonio, han de adoptarse en relación con el cuidado y la educación de los hijos, lo serán en beneficio
de ellos, tras oírles si tuvieran suficiente juicio «y siempre a los mayores de doce años», establece una
norma de carácter imperativo y de obligado cumplimiento por los órganos jurisdiccionales que conozcan
de los referidos litigios". Otras consecuencias relevantes del "favor filii", en este caso referidas al orden
procesal o adjetivo son, como nos recuerda la Sentencia de la Audiencia Provincial de Murcia de 8 de
junio de 2001 en su Fundamento de Derecho Segundo (JUR 2001\265999), que las medidas que afectan a
los hijos menores de edad, y que se derivan de una sentencia de nulidad matrimonial, separación o
divorcio, han de ser imperativamente acordadas por el Juez, incluso de oficio y sin necesidad de
someterse estrictamente a los principios dispositivos y de rogación, característicos del proceso civil,
según se infiere de la expresión "determinará" que emplea el citado artículo 91 del Código Civil.
14
Vid. a título simplemente ejemplificativo las siguientes resoluciones: Sentencia del Tribunal Supremo
de 25 de junio de 1994 (RJ 1994\6502), Sentencia del Tribunal Supremo de 12 de febrero de 1992 (RJ
1992\1271), Sentencia del Tribunal Supremo de 2 de mayo de 1983 (RJ 1983\2619), Sentencia del
Tribunal Supremo de 31 de diciembre de 1982 (RJ 1982\7988), Sentencia de la Audiencia Provincial de
Alicante de 7 de octubre de 1998 (AC 1998\7376), Sentencia de la Audiencia Provincial de Granada de
20 de enero de 1998 (AC 1998\3185).
Dicho lo anterior, no hay que olvidar que en el año 2005 se produjo en España una
importante reforma legislativa, la operada por la Ley Orgánica 15/2005, de 8 de
julio, por la que se modificaron el Código civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en
materia de separación y divorcio. Dicha disposición legal dio nueva redacción al
mencionado artículo 92 del Código civil, cuyo apartado 6 manifiesta: "En todo caso,
antes de acordar el régimen de guarda y custodia, el Juez deberá recabar el
informe del Ministerio Fiscal, y oír a los menores que tengan suficiente juicio
cuando se estime necesario de oficio o a petición del Fiscal, partes o miembros del
Equipo Técnico Judicial, o del propio menor, valorar las alegaciones de las partes
vertidas en la comparecencia y la prueba practicada en ella, y la relación que los
padres mantengan entre sí y con sus hijos para determinar la idoneidad con el
régimen de guarda".
Esta disposición se complementa con el punto segundo del artículo 9 de la Ley
Orgánica 1/1996, de 15 de enero, que garantiza el derecho del menor a ser oído
(STC 163/2009, de 29 de junio)
La actuación del Tribunal Constitucional en el tema que nos ocupa es poco
relevante, puesto que corresponde a los órganos del Poder Judicial la aplicación del
principio. El propio Tribunal Constitucional, en Recurso de Amparo núm. 5258/2000
es tajante en ese sentido al afirmar que "la determinación de cuál sea ese interés
superior del menor en el caso concreto 15 es un asunto ajeno a la jurisdicción de
amparo, por corresponder su determinación a los órganos judiciales y no al Tribunal
Constitucional, que únicamente podrá comprobar si en la motivación de las
resoluciones judiciales se tuvo en cuenta fundadamente dicho interés".
Además del razonamiento utilizado por el Tribunal Constitucional en la anterior
resolución, entendiendo que la interpretación y valoración de la ponderación de cuál
sea el interés superior del menor en cada caso, es competencia de la jurisdicción
ordinaria porque así se lo ha atribuido la ley, también cabría argumentar que el
Tribunal Constitucional difícilmente podría revisar las circunstancias concretas de
cada caso, no sólo ya por su lejanía y falta de inmediatez con respecto a las
mismas, sino también por no ser su función la propia de una tercera instancia
llamada a revisar lo decidido por los órganos judiciales ordinarios 16.
Lo que sí que ha realizado el Tribunal Constitucional en algunas sentencias, al
dilucidar si ha existido vulneración o no de un derecho fundamental del menor, ha
sido utilizar el principio del interés del menor para justificar la legitimación que
ostentan sus padres o tutores de dirigirse al Tribunal para pedir el restablecimiento
del derecho en cuestión. Así, la Sentencia del Tribunal Constitucional 134/1999, de
15 de julio17 y la Sentencia del mismo Alto Tribunal 197/1991, de 17 de octubre 18,
15
El Recurso de Amparo se formuló por parte de la Junta de Castilla y León contra Auto de la Audiencia
Provincial de Salamanca, por el que se desestimaba el recurso de apelación interpuesto contra el del
Juzgado de 1ª Instancia de la misma ciudad, recaídos en autos de jurisdicción voluntaria sobre
acogimiento familiar preadoptivo.
16
Múltiples sentencias del Tribunal Constitucional se manifiestan en ese sentido SSTC 198/2000,
203/200, 256/2000, entre otras.
17
Esta sentencia recayó en Recurso de Amparo interpuesto por la entidad editora de la revista "Pronto"
contra la Sentencia del Tribunal Supremo de 7 de diciembre de 1995, sobre protección civil del derecho al
honor e intimidad de los menores J.Z. y T. Tous Abad, hijos adoptivos de Sara Montiel, con motivo de la
publicación de un reportaje con entrevista a una señora relativo al origen y filiación biológica de los
menores. El Juzgado de 1ª Instancia condenó a la editora de la revista; la Audiencia Provincial de
Barcelona revocó la sentencia de 1ª Instancia absolviendo a los demandados, y el Tribunal Supremo
estimó el recurso de casación confirmando parcialmente la sentencia del Juzgado y elevando la
indemnización señalada por este último. Boletín Oficial del Estado, nº. 197, de 18 agosto de 1999.
18
Esta sentencia se refería a la publicación en el diario "Ya" de un artículo periodístico titulado "La
madre XX trabajaba en una barra americana" y con el subtítulo "El hijo adoptivo de Sara Montiel fue
adquirido en Alicante". Los avatares del asunto fueron muy parecidos a los del caso anterior: el Juzgado
de 1ª Instancia condenó a los demandados, la Audiencia confirmó la sentencia de primera instancia salvo
ambas referidas al derecho a la intimidad personal y familiar de unos menores.
Igualmente la Sentencia del Tribunal Constitucional 141/2000, de 29 de mayo
relativa a determinar el derecho de un padre a que sus hijos recibieran enseñanzas
religiosas frente a la oposición de la madre que aducía violencia para el derecho a la
libertad religiosa de los menores19.
Como acabamos de comprobar, es el propio Tribunal Constitucional el que con sus
pronunciamientos remite las cuestiones relativas al interés del menor a instancias
inferiores, por no ser competente el Recurso de Amparo para conocer acerca de las
decisiones en las que deba acudirse a principios indeterminados.
A. Idea general
B. Estructura
B. El Derecho inglés
(b) sus necesidades físicas, educativas y emocionales ("his physical, emotional and
educational needs");
(d) su edad, sexo, ambiente y cualquiera otra característica suya que el tribunal
considere relevante ("his age, sex, background and any characteristics of his which
the court consiers relevant");
(e) cualquier daño que haya sufrido o que se encuentre en riesgo de sufrir el
menor ("any harm which he has suffered or is at risk of suffering");
(g) el rango de las facultades a disposición del tribunal de acuerdo con la presente
"Act" y el procedimiento de que se trate ("the range of powers available to the
court under this Act in the proceedings in question").
25
La figura del "guardian ad litem and reporting officer" (GALRO) fue creada en el año 1984, bajo la
supervisión de las distintas autoridades locales competentes en la materia. El papel fundamental a
desempeñar por el guardian ad litem en los procesos de derecho público ("public law proceedings") es el
de garantizar y promover el bienestar del menor ante los tribunales. Debe en ese sentido informar al
tribunal de los deseos y sentimientos del menor, así como de cualquier otra circunstancia relevante para el
proceso. Tienen un rol similar en los procesos de adopción, velar por el bienestar del menor, pero en ellos
su papel no está tan centrado en la figura del menor como en la figura de los adultos. Departament of
Health, "The Children Act Report 1995-1999", informe presentado al Parlamento británico por el
Secretario de Estado para la Salud, el Secretario de Estado para la Educación y Empleo y el Lord
Chancelor sobre el estado de aplicación de la Children Act de 1989, Enero de 1999, págs. 112-113.
d) Su edad, sexo, ambiente y cualesquiera otra característica suya que el tribunal
considere relevante: aunque no se trate de una regla estricta, en la práctica los
tribunales aceptan como criterio a seguir en la mayoría de los casos que cuando
los/as niños/as implicados/as son pequeños/as, la madre es la persona más
apropiada para cuidarles y comprenderles. Si se trata de niños/as más adultos/as,
la madre continúa en posición ventajosa con respecto al padre en aquellos
supuestos en que se trate de una niña cercana a la adolescencia y, aunque los
Tribunales han iniciado una ligera tendencia permitiendo a padres criar a sus hijos
adolescentes (la posición del padre puede verse fortalecida en aquellos casos en
que el menor ya estuviera viviendo con él antes de iniciarse el procedimiento de
guarda y custodia. Recordar la tendencia de los tribunales ingleses de no variar el
"status quo" del menor), continúa siendo más probable que se conceda la custodia
a la madre en casos de hermanos de distinto sexo con edades cercanas a la
pubertad (los Tribunales prefieren no separar a esos hermanos, especialmente si
sus edades son muy próximas). Las convicciones religiosas del menor y de sus
padres, el ambiente cultural y social en que se mueven son factores a tener en
cuenta dentro de este indicador.
Otros factores tenidos en cuenta por el "Statutory Law" son la aptitud moral del
padre/madre (Alabama), y el "entorno emocional" que proporciona el progenitor
(Indiana), algunos toman en consideración las inclinaciones sexuales de los padres
(Virginia, Florida), que la jurisprudencia, progresivamente, ha ido aplicando con
menos rigor, y otros ponen especial énfasis en el fenómeno de la violencia
doméstica ("Revised Code of Washington", Minnesota).
El "best interest of the child standard" gobierna sustancialmente el régimen de
atribución de la custodia de los hijos y el de visitas de los padres no custodios, pero
los tribunales presumen que esas relaciones personales son interesantes, valiosas
26
Este punto está redactado siguiendo las notas de Rivero Hernández, Francisco, "El derecho de visita",
Ed. Bosch, Barcelona, 1996, págs. 167-168, sobre la aplicación del principio del best interest of the child
en los Estados Unidos de América.
para el menor. La mayor parte de los Estados propician la política de asegurar la
continuación de las relaciones del hijo con el padre/madre no custodio, regidas por
aquellos principios.
CASO PRÁCTICO
El 18 de octubre de 2006, Abdel-Hamit Hussein Ali, fue localizado por los Mossos
d'Esquadra a altas horas de la madrugada en una céntrica plaza de la ciudad de
Barcelona. Tras serle requerida la documentación, Abdel-Hamid manifestó no estar
en posesión de su pasaporte ni de documento acreditativo alguno, por haber sido
víctima de un robo durante la noche inmediatamente anterior. Ante tal
circunstancia, junto con las reiteradas declaraciones de Abdel-Hamid manifestando
ser menor de edad, los Mossos d'Esquadra remitieron el caso al organismo
competente en Cataluña en materia de protección a la infancia - Dirección General
de Atención a la Infancia y la Adolescencia (DGAIA) - y al Ministerio Fiscal.
Realizadas las respectivas pruebas oseométricas, éstas dieron como resultado que
Abdel-Hamid contaba con dieciséis años de edad, lo cual motivó que la DGAIA
asumiera la tutela automática sobre dicho menor, una vez declarada su situación
administrativa de desamparo.
Cuestiones guía
1. Cree que la opinión del menor tiene alguna incidencia en nuestro caso práctico?.
3. Cuál considera que sería el interés superior del menor en el presente supuesto
de hecho?.
Estamos ante un tema que ha sufrido una cierta evolución durante los últimos
tiempos. En el presente caso, la tutela del menor la ostenta la Generalitat de
Cataluña y la acción judicial se ha deducido con la finalidad de impugnar la orden
de repatriación del menor, por lo que sin duda alguna existe un conflicto de
intereses entre la entidad que ostenta la tutela y el menor tutelado, por mucho que
ello pueda ser negado por la Dirección General de Atención a la Infancia y a la
Adolescencia (DGAIA) sosteniendo que su criterio está fundado en el interés del
menor.
No obstante, para apreciar el conflicto de intereses no es posible acudir al criterio
objetivo del interés superior del menor, que es la cuestión que configura el fondo
del debate en las controversias entre el menor y su representante legal - DGAIA -,
sino al meramente subjetivo del menor, pues el conflicto de intereses existe
cuando, en la realización de los actos de guarda y protección, la actuación de los
representantes pone en peligro el beneficio del menor, al ser éste contrario al
interés subjetivo o personal de éstos - STS, Sala 1ª, de 2 de marzo de 2003 -.
Dado que la entidad que ha asumido la tutela del menor extranjero es partidaria de
la repatriación del menor - mal conocida en la práctica como reagrupación familiar
-, el Juzgador debería proceder al nombramiento de defensor judicial, para cuya
solicitud sí se encuentra capacitado el interesado pese a su minoría de edad -
artículo 224-1 y ss. del Libro II del Código civil de Cataluña -.
Por lo que al derecho de audiencia del menor se refiere, se trata éste de un
requisito esencial del procedimiento. La necesidad de oír a los menores en todo
procedimiento judicial o administrativo que les afecte es así proclamado en el art.
12 de la Convención sobre los Derechos del Niño, de 20 de noviembre de 1989, en
la Carta Europea de los Derechos del Niño, en el art. 9 de la Ley Orgánica 1/1996,
de 15 de enero, y en el art. 7 de la Ley del Parlamento de Cataluña 14/2010, de 27
de mayo, de los derechos y las oportunidades en la infancia y la adolescencia. En el
procedimiento de repatriación también lo exige expresamente el artículo 92.4 del
Real Decreto 2393/2004, de 30 de diciembre. En el ámbito del proceso judicial la
falta de audiencia es determinante de una infracción del art. 24.1 de la Constitución
española - SSTC. 221/2002, de 25 de noviembre; 71/2004, de 19 de abril; y
152/2005, de 6 de junio -.
Pero, además, de la citada infracción normativa, la ausencia de dicho trámite
imposibilita valorar adecuadamente si la repatriación responde al superior interés
del menor, que es el criterio imperante y excluyente para la adopción de la medida.
Sin negar que el interés superior del menor se identifica habitualmente con su
permanencia en la familia y en el ámbito cultural del que procede, esto no
constituye sino la regla general. La audiencia, además de facilitar el parecer del
interesado, que en ocasiones puede resultar trascendente, permite llegar a través
de éste al conocimiento de circunstancias eventualmente relevantes para
determinar la procedencia de la repatriación.
TEMAS DE ESTUDIO
PROPUESTA DE TEMAS QUE SE PODRÍAN DESARROLLAR
SOBRE ESTE CAPÍTULO
ROCA TRIAS, Encarna, "El interés del menor como factor de progreso
y unificación del Derecho Internacional Privado", en su discurso de
contestación a la académica de número Dra. Alegría Borras en la
Academia de Jurisprudencia y Legislación de Cataluña, Revista
Jurídica de Cataluña, nº. 4, 1994.