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Conciencia ~˙
De la ciencia a la conciencia.
Las cosas son del color del cristal por el que miramos.
Un enfoque riguroso del conocimiento humano nos dice que la ciencia es, y debe ser, algo
subjetivo y cuestionable permanentemente. Sin embargo es habitual que la sociedad en general y el
colectivo de científicos en particular se empeñen en afirmar que la ciencia es una forma de conocimiento
objetiva e incuestionable. Esto ocurre, por ejemplo, con la última moda de investigación en salud, la
práctica basada en la evidencia (PBE) 16 La mayor parte de las evidencias de la PBE son metodológicas e
instrumentales. Aunque algunos profesionales creen ver en esta tendencia algo novedoso, en realidad lo
único que supone es un rebrote de la vieja pretensión de inducir algo objetivo a partir de la acumulación
de datos. “La adoración del ídolo de la certidumbre (verificabilidad) de las teorías (que incluye los
grados de certidumbre imperfecta o probabilidad) reprime la audacia de nuestras preguntas y pone en
peligro el rigor y la integridad de nuestras contrastaciones”, Popper.
El abc de la investigación viene a decir: “el que dos variables covaríen no significa que una sea
causa de la otra”. Así, el que los viejos tengan canas no quiere decir que la causa de la vejez sea el tener
canas (y que hacer desaparecer las canas haga desaparecer la vejez); o el hecho de que en verano se
vendan muchos helados y que aumente el número de ahogados no significa que los helados hagan
aumentar el número de ahogados. Sin embargo este tipo de conclusiones son habituales y se atreven a
considerarse científicas17.
Muchos epidemiólogos, y otros científicos empíricos, creen encontrar la certidumbre objetiva en
las conclusiones de sus estudios, pero el método en el que se basan estas conclusiones (datos no
experimentables, posibilidad de sesgos, variables ocultas, efecto mariposa -pequeñas causas pueden
producir grandes efectos- y otros factores de incertidumbre) no asegura, en absoluto, estas
pretensiones. “el más mínimo error en los cálculos, causado por la necesidad práctica de redondear
cifras a algún nivel de decimales, añadirá inevitablemente suficiente incertidumbre para hacer imposible
toda predicción”, F. Capra 1996. La ciencia materialista también confunde la ausencia de evidencia con
evidencia de ausencia: Hay fenómenos que no podemos o no sabemos probar, pero la falta de pruebas no
demuestra que no existan. Además,
Y ésta es la esencia de la cuestión: los datos son sólo datos. “La ciencia son hechos; de la misma
manera que las casas están hechas de piedras, la ciencia está hecha de hechos; pero un montón de
piedras no es una casa y una colección de hechos no es necesariamente ciencia”, Henri Poincare.
La teoría cuántica y la relatividad, que son muy contradictorias en varios aspectos, tienen algo en
común, ambas sostienen que no hay separación entre el instrumento de observación y el objeto observado,
que el cosmos es una totalidad no dividida. La relación entre observable, observador y comprensión es
esencial para entender lo que es la ciencia misma. Ya hemos visto que las evidencias por sí solas no
significan nada. La imaginación (hipótesis) y la decisión (qué y cómo medir) de la persona es la que
determina el resultado, no la pulcra acumulación técnica.
Holones y cuadrantes del kosmos.
Las características de la evolución en los diferentes reinos de la naturaleza tienen en común unos
principios comunes, que se pueden resumir en la teoría de los holones difundida por Ken Wilber.
“Arthur Koestler acuñó el término holón para referirse a una entidad que es al mismo tiempo
una totalidad y una parte de otra totalidad”, Wilber.
“La realidad no está compuesta de cosas ni de procesos, de totalidades ni de partes, sino de
totalidades/partes”. Un holón es una entidad única que está integrada por unidades menores y que forma
parte de otras mayores. La realidad está compuesta de holones: los átomos, las células, las personas, las
ciudades, las naciones, los árboles, los bosques, los planetas, las palabras, las frases, etc. Todo lo que
existe son entidades que abarcan otras entidades y que son abarcadas a su vez. A continuación menciono
algunos principios que comparten todos los holones.
La identidad de los holones es ser totalidad y parte, a la vez. Ejemplo: los átomos son partes de
moléculas, que son partes de células, que son partes de organismos, etc.
Cada holón posee individualidad, capacidad de adaptación al medio, dentro de la totalidad
superior, capacidad de auto-trascendencia (de superar su situación) y capacidad de auto-disolución
(disociarse en los subholones que lo componen). Una célula, por ejemplo, tiene capacidad para integrarse
armónicamente en un tejido y para disgregarse en moléculas o átomos.
Todo holón es capaz de trascender, es emergente, lo que significa que el todo que forma posee
propiedades que superan la suma de sus partes; esta propiedad de emergencia, como iremos viendo, es
básica para entender los sistemas en general y al ser humano en particular. Unos millones de neuronas no
hacen un cerebro, para construir el organismo deben trascender, llegar a otra entidad que los ordena y los
coloca; el ser vivo es mucho más que sus componentes. Hay una emergencia creativa, un salto cuántico,
el todo es mucho más que la suma de sus partes.
Los holones tienden a discurrir hacia órdenes de totalidad creciente (a emerger jerárquicamente u
holoarquicamente), a unirse y relacionarse armónicamente. Sin la superación hacia nuevas totalidades (o
niveles jerárquicos de organización estructural) no hay evolución, sino sólo conglomerados.
Los holones al trascender incluyen a sus componentes. “Las moléculas trascienden e incluyen a
los átomos que trascienden e incluyen a las partículas…. De tal modo que el nivel superior posee las
cualidades esenciales del nivel inferior más algo adicional”. El agua posee las cualidades del hidrógeno
y del oxígeno y algo más; recordemos la formula I + I = II +.
Lo inferior en la escala jerárquica determina las posibilidades de lo superior y lo superior
establece las probabilidades de lo inferior.
Los niveles de una jerarquía constituyen su profundidad (o verticalidad) y la cantidad de holones
de cada nivel determina su amplitud (u horizontalidad).
Cada paso evolutivo produce mayor profundidad y menor extensión. Así, hay muchas partículas
subatómicas, hay menos átomos que partículas, menos moléculas que átomos, menos células que
moléculas, menos organismos pluricelulares que células, etc. Cada uno de estos saltos jerárquicos tiene
una mayor profundidad y una menor amplitud.
Destruyendo un holón se destruyen todos los niveles evolutivos superiores y ninguno de los
inferiores. Por ejemplo, si destruimos las moléculas de un cuerpo, destruimos todos los niveles superiores
(células, tejidos, órganos…), pero no los niveles inferiores (átomos, partículas…).
Las holarquías coevolucionan. Es decir, diferentes holones de un nivel jerárquico superior están
interrelacionados. Si destruimos los bosques y los mares, también estamos destruyendo la vida humana,
que está en el mismo nivel jerárquico que esos holones, permitiendo un nivel superior llamado biosfera.
Cada parte de una misma totalidad tiene una estrecha interrelación con la totalidad de las partes de su
mismo nivel.
Wilber también estudia los holones desde el punto de vista del observador. Según como miremos
vemos una perspectiva u otra. Distingue cuatro formas de medir (de observar) el cosmos, a las que llama
los cuatro cuadrantes del kosmos2. Estas cuatro perspectivas dependen de dos puntos de vista, el primer
punto de vista es que todo holón se puede ver desde dentro o desde fuera, el segundo punto de vista es
que podemos verlo aislado o conjuntado con otros. Así pues, los cuatro cuadrantes, o cuatro perspectivas
son:
1. La perspectiva de la conciencia: Contempla los holones de forma individual e interior:
pensamientos, sentimientos, valores, cualidades e impulsos internos. Este cuadrante se ocupa de aspectos
invisibles para los sentidos y para los aparatos de medir externos. Por ejemplo, el miedo es una realidad
interior, que puede verse reflejada en comportamientos, o no.
2. La perspectiva física. Contempla los holones de forma individual y exterior: estructuras
individuales, componentes cuantificables, aspectos físicos, observables y medibles desde fuera, por los
sentidos o por aparatos. Por ejemplo, el cerebro puede ser observado, analizado, diseccionado, medidas su
temperatura, sus ondas, etc., pero por mucho que lo investiguemos no se consigue conocer qué piensa la
persona.
3. La perspectiva cultural. Observa los holones de forma grupal e interior: ideologías, culturas,
creencias colectivas de los grupos (familia, vecindad, raza, nación, edad, religión, etc.). Por ejemplo, la
ideología de un grupo radical es parte de la realidad, que puede tener manifestaciones exteriores, o no.
4. La perspectiva social. Contempla la realidad de forma grupal y exterior: Es el aspecto
colectivo y exterior de los holones. Estructuras sociales, económicas, sistemas de producción. Por
ejemplo, medir el número de miembros de una familia, de una ciudad, sus individuos según edad y sexo,
tipo de asociaciones, estructura jerárquica… puede ayudarnos a saber lo que piensan, o no.
Todas las perspectivas, son partes inseparables que condicionan el todo; el omitir una sola de
ellas supone no entender la realidad total. Tanto la filosofía y la religión como la ciencia materialista,
hasta ahora, han dividido e ignorado el mundo real, ocupándose unos del interior y otros del exterior. Los
sistemas ideológicos, filosóficos y religiosos se han estudiado el pensamiento, la cultura o la conciencia y
los científicos han estudiado lo material, lo cuantificable, lo observable; tanto unos como otros han
omitido la inseparable relación entre ambos aspectos.
Teniendo en cuenta todo esto, debemos concluir que una investigación rigurosa de la realidad
debe ser integral, es decir que incluya todos los aspectos, todos los cuadrantes, que use todas las
disciplinas y métodos de conocimiento disponibles. El pluralismo metodológico integral abarca las
distintas metodologías que usa cada cuadrante del Kosmos, en el denominado Sistema Operativo Integral
(SOI). El SOI adopta los diversos métodos de investigación desarrollados hasta el momento (empirismo,
racionalismo, fenomenología, hermenéutica, teoría de sistemas, sistemas de creencias, etc.), para generar
el resultado más completo posible. Este uso integral puede suponer un paso cuántico, es decir la
utilización conjunta de estos conocimientos es capaz de crear un holón superior, una entidad
investigadora (un nuevo paradigma del conocimiento) cuyo método puede superar los resultados de la
suma de sus partes.
¿Dónde se encuentra el misterio de que el todo sea más que la suma de las partes? La clave
parece estar en la cooperación; cuanto mayor es la complejidad de un sistema, tanto mayor es también su
capacidad de auto-transcendencia. Si tratamos de vivir como sistemas cerrados, rígidos, conservadores,
estamos condenados a la regresión. Si ensanchamos nuestra conciencia, si admitimos informaciones
nuevas y sacamos provecho de la maravillosa capacidad de integración y reconciliación de nuestra mente,
podemos dar el salto adelante.
En estados interiores de conciencia (relajación, hipnosis, contemplación mística, creatividad
intuitiva, conexión con la naturaleza, meditación trascendental, inspiración artística, amor...) las
fluctuaciones de energía de las ondas cerebrales (medidas con el EEG) pueden alcanzar un nivel crítico,
lo suficientemente amplio como para provocar el cambio a un nivel superior de organización. En todos
los avances científicos nos encontramos con cambios cualitativos más que graduales. Hay saltos,
eslabones ausentes.
La ciencia, el cosmos y la vida no evolucionan suavemente, sino que se forman a base de calma
y también de tormentas, avanzando a través de sobresaltos y revoluciones, formando aparentes
incongruencias y desordenes que concluyen en una totalidad o explicación superior. Estas revoluciones,
crisis disipativas o saltos cuánticos, también reciben el nombre de catástrofes12. A partir de su
desencadenamiento ya nada vuelve a ser lo mismo. Como los accidentes o la propia muerte, las
catástrofes no son excepciones a las fluctuaciones del cosmos, son fenómenos del ritmo de la existencia,
parte de la vida.
En el siglo XIX, John Dalton comprobó que los elementos están formados de átomos con
diferente masa que los átomos de los demás elementos. La tabla periódica de Mendeleiev fue fundamental
en el estudio de las propiedades de los elementos e hizo pensar a los científicos que hay un orden y un
probable origen común de todo el universo.
Faraday, entre otros logros, introdujo los conceptos de campo eléctrico y campo magnético.
Pensaba que el espacio lo forma una fuerza invisible (como la electricidad o el magnetismo), que cuando
se condensa forma los átomos. Creo una corriente eléctrica juntando una bobina de cobre con una
magneto. Maxwell formuló la teoría matemática del electromagnetismo, que permitió la unificación de
los fenómenos eléctricos y magnéticos en una sola estructura, el campo electromagnético. Ambos
reemplazaron el concepto de fuerza por el de campo de fuerza, yendo más allá de la física newtoniana. El
concepto de campo, una entidad llena de fuerza que interconecta dos o más puntos del espacio, tiene su
propia realidad y puede estudiarse sin ninguna referencia a los cuerpos materiales. El descubrir que la luz
no es más que un campo magnético rápidamente alternante que viaja a través del espacio en forma de
ondas, dio a la teoría electrodinámica su máxima expresión. Hoy sabemos que las ondas de radio, de luz,
de Rayos X, radar... son campos electromagnéticos oscilantes que difieren solo en la frecuencia de su
oscilación y que la luz visible es solamente una pequeña fracción del espectro electromagnético.
Los estudios de Poincaré y Lorentz fueron predecesores de la teoría de la relatividad, el
matemático alemán David Hilbert llegó a publicar las ecuaciones de la co-varianza antes que Einstein
(por lo que acuso a éste de plagio) y Herman Minkowski (profesor de Einstein) y autor del término
espacio-tiempo (Raumzeit), completó matemáticamente la teoría, sin embargo es a Einstein a quien se le
atribuye su forma matemática definitiva.
Fue Einstein quien reconoció los campos electromagnéticos, inexplicables mecánicamente, como
entidades físicas con derecho propio, viajando por el espacio. En 1905, al publicar su teoría especial de la
relatividad, cambió la forma de ver el mundo. Esta teoría estudia la mecánica de los objetos sin tener en
cuenta su campo de gravedad. Su famosa fórmula E=mc2, mostraba que la materia es energía y que ésta
no se crea ni se destruye, sólo cambia de forma5.
La teoría de la relatividad, que a Einstein le gustaba denominar teoría de la in-varianza,
mantiene que independientemente de nuestro punto de observación y de nuestra velocidad, el intervalo
existente entre un suceso y nosotros es constante (invariante). Aunque las medidas espaciales y
temporales resulten diferentes las leyes naturales están por encima de la visión de los fenómenos físicos
particulares. Cada entidad del universo tiene un espacio-tiempo, un dinamismo, diferente. O dicho de
otro modo: hay una realidad esencial implicada que condiciona, o relativiza, la realidad desplegada (los
fenómenos naturales). Las leyes son fijas, los fenómenos relativos.
Una montaña, un roble, una mosca y un humano tienen medidas de tiempo (ciclos de existencia
y ritmos energéticos) diferentes, lo mismo ocurre con los grupos sociales y con los tejidos del cuerpo (su
ciclo vital es distinto). No existen el espacio ni el tiempo absolutos, el espacio (y el tiempo) son
interdependientes y tienen cuatro dimensiones.
La Relatividad General, enunciada por Einstein en 1915, (teoría de la gravedad que incluye a la
de Newton, pues es precisa tanto a velocidades bajas como altas) dice que la materia curva la geometría
del espacio-tiempo, al producir trayectorias que generan pozos gravitatorios, lo cual influye en la
trayectoria de los cuerpos y de la misma luz. Estos huecos atraen materia aumentando aún más la
deformación del espacio-tiempo en sus proximidades y así, en un círculo cerrado, su poder gravitatorio es
capaz de atraer más materia e incluso desviar la trayectoria de la luz.
El espacio, decía Einstein, no tiene tres dimensiones y el tiempo no es algo independiente. El
espacio y el tiempo son la misma entidad y forman un continuo inseparable: el espacio-tiempo. Cuando se
habla de que el espacio está curvado quiere decir que la fuerza gravitatoria es una propiedad del espacio,
más que de la masa de los cuerpos. El concepto de espacio curvado rompe con la geometría euclidiana: la
línea recta o los 180º de un triángulo, por ejemplo, desaparecen6.
La existencia material y su actividad energética, no pueden separarse, es lo mismo, la propia
esencia del ser. Las partículas no están compuestas de ningún tejido básico, sino de paquetes de energía.
Las partículas son entes tetra-dimensionales: espacios con masa y procesos temporales con energía. “No
hay lugar en esta nueva clase de física para el campo y la materia, porque el campo es la única
realidad” A. Einstein.
Nuestra experiencia, al recordar sucesos del pasado como si fueran actuales, confirma la teoría.
Las redes neuronales que se forman son las mismas para el recuerdo que para el presente. Nuestro pasado
está sucediendo ahora mismo en un espacio-tiempo diferente.
Hasta hace poco creíamos que al mirar al cielo lo veíamos en presente, pero no es así. Lo que vemos es el pasado. La luz
del sol, por ejemplo, tarda unos ocho minutos en llegar a la Tierra. Si el sol se apagara de repente nosotros tardaríamos ocho
minutos en saberlo.
Esto por supuesto es mucho más acentuado cuando se trata de estrellas que están a años o miles de años luz. En nuestro
presente estamos viendo estrellas que se han podido extinguir hace millones de años, de forma que vivimos el pasado y el presente
simultáneamente.
Rutherford (Nobel en 1908), descubrió las partículas atómicas a partir de la división del átomo.
Los aceleradores de partículas permitieron romper el átomo en partes muy pequeñas y dando lugar a una
nueva rama de la física, se empezó a estudiar la naturaleza de esas partículas. Al comprobar que las
colisiones de partículas reducían la masa y liberaban energía se empezó a entender el alcance de la
formula de Einstein.
La luz que nuestros ojos pueden ver es una banda, no muy amplia, de radiación electromagnética
que emite el Sol. El espectroscopio7 permitió estudiar en detalle las cualidades de la luz emitida por los
astros, comprobar que el universo no tiene centro y que las estrellas y el sol tienen la misma química. Esto
supuso una revolución porque el ser humano ya no podía considerarse el centro del cosmos.
Las teorías cosmológicas actuales fijan el origen del universo hace unos 13.750 millones de
años1, cuando toda la masa, el espacio y el tiempo, concentrados en un punto (una singularidad espacio-
temporal) explosionaron, momento desde el cual está en expansión.
Un cuanto está a la vez en todas partes y en todo momento, existe en diferentes estados virtuales
simultáneamente, y se hace un ente real al ser observado (medido)5 por un detector de partículas o por un
interferenciometro, que determina, o elige, su estado. No es posible medir a la vez los posibles estados de
las partículas.
Werner Heisenberg, premio Nobel en 1932, desarrolló las mecánicas matrices, enunciando en
1927 el principio de incertidumbre que lleva su nombre. Para algunos este hecho marca el inicio de la
mecánica cuántica moderna. El Principio de incertidumbre de Heisenberg dice que “en el ámbito
subatómico la materia no existe con seguridad en determinados lugares, sino que muestra ‘tendencia a
existir’ y los sucesos subatómicos no ocurren con seguridad en determinados tiempos, sino que muestran
‘tendencia a ocurrir’, “cuando no miras hay ondas de posibilidades, si miras hay partículas de
experiencia; los átomos no son cosas, son sólo tendencias”. Dicho de otra forma, es imposible determinar
con exactitud y a la vez la posición y la velocidad de una partícula, y por tanto es imposible determinar su
trayectoria; a mayor exactitud con que se conozca la posición, mayor será el error en la velocidad, y
viceversa. Cuanto más estudiamos una parte determinada del mundo subatómico, más nos alejamos del
conocimiento de las otras partes. El observador en el propio acto de medir cambia lo medido. El no poder
conocer la trayectoria de una partícula, en el sentido clásico, lleva a establecer una función probabilística
para calcular la posición en un determinado instante, y a partir de ella extraer otras magnitudes.
Algo parecido nos ocurre en la observación cotidiana de la realidad: Si me fijo en el paraguas
que hay en la puerta, al entrar, dejaré de observar la lámpara del techo, o un sonido exterior, podemos
conocer una variable del aquí-ahora, a costa de perder precisión en el conocimiento de otras variables.
En el mundo newtoniano cuando los átomos se juntaban, se volvían a separar de forma
individual. Cuando los sistemas cuánticos se encuentran, sus aspectos onda se superponen y se combinan
para convertirse en un nuevo sistema. El nuevo sistema al que da lugar esta superposición tiene su propio
aspecto de partículas y ondas y su nueva identidad combinada que no es reducible a la suma de sus partes
más las interacciones entre ellas.
En mecánica cuántica un electrón no es una partícula con una trayectoria determinada que rodea
al núcleo, sino una nube de probabilidades, que se plasma en una concreta cuando se realiza una
medición. La superposición cuántica, uno de los principios básicos de la física cuántica, dice que «si un
evento puede realizarse en dos o más formas indistinguibles, el estado del sistema es una superposición
de esas formas simultáneamente». Erwin Schrödinger, premio Nobel en 1933, formuló una ecuación
sobre la propagación de las ondas materiales, que suministra a partir de un tiempo inicial dado, una
predicción concreta del estado de la función onda, en cualquier tiempo posterior. Este estado, que nace
del acto de medir, es probabilista, no determinista. Para apoyar su teoría ideó, en 1937, el experimento
del gato encerrado en una caja. Todas estas teorías están bien desarrolladas, y los experimentos lo
confirman, sin embargo su interpretación no tiene unanimidad.
Experimento teórico del gato de Schrödinger:
Si introducimos un gato en una caja, que contiene un mecanismo que puede liberar un veneno, y matar al gato, al detectar
una determinada partícula. Si la partícula es detectada, el gato muere, y si no hay partículas el gato sigue vivo. El mecanismo es
inestable, de forma que hay el 50% de probabilidades de que se presente la partícula o de que no lo haga. Teóricamente, según la
teoría cuántica (no por sentido común), mientras la caja permanece cerrada (mientras nadie observe el observable) no se puede
distinguir entre los dos estados, el gato está en una superposición de ambos, a la vez vivo y muerto.
La mecánica cuántica dice que es al abrir la caja y observar su interior, cuando comprobamos si está vivo o muerto; que
es el observador y el acto de observar el que interactúa con el sistema y lo condiciona, provocando que el mecanismo adopte una u
otra posibilidad.
La vibración del campo crea ondas (la realidad virtual o estadística) y las ondas, al colapsarse se
convierten en corpúsculos (el fenómeno material). Los físicos cuánticos piensan que el momento de la
medición es fundamental, porque es el momento en que las muchas posibilidades se condensan en una
única actualidad: el momento del colapso de la función onda. Aunque todavía no se sabe muy bien qué es
lo que produce el colapso de la función onda, lo que sí está claro es que convertir lo posible en real está
relacionado con el hecho observar, medir o tomar conciencia.
El electrón sigue realmente todos los posibles caminos al mismo tiempo. Actúa como si estuviera
disperso por todo el espacio y el tiempo y se hallase en todas las partes a la vez. Así es posible jugar con
múltiples posibilidades en nuestra imaginación, o lanzar globos sonda para ver como puede trabajar algo;
el electrón efectúa sondeos hacia el futuro para ver qué camino le resulta mejor en último término. La
observación, el ser conscientes, crea lo que observamos. El colapso de la función onda es el cambio
producido cuando un campo ondular es observado; este cambio es una transición del estado de onda
(superposición con infinitas posibilidades) al estado de partícula (una sola posibilidad energética
condensada, material, del cual se ocupa la física clásica).
De este modo la materia se crea de la nada, (aparentemente en contra de la ley de la conservación
de la energía). Bohr decía que cuando no se observan las partículas no existen, que el colapso que las hace
surgir de la realidad virtual se produce con la observación; Einstein se negaba a creer esto y mantenía que
debe haber otra explicación para ello. David Bohm profundizó en este fenómeno cuántico y concluyó que
la explicación buscada era la existencia de un vacío potencial, el cual está lleno de variables ocultas.
Observar algo, poner nuestra atención en un campo cuántico, inevitablemente, es dejar nuestra
influencia en él, crear algo donde solo había una posibilidad; el acto de tomar conciencia de algo crea la
realidad. Todo esto tiene unas consecuencias muy importantes para el ser humano y para la vida, como
veremos en los últimos capítulos.
Todo vibra.
En el cosmos todo vibra, todo se mueve, incluidas estrellas y galaxias. El reposo no existe. La
luz, el calor, el magnetismo y la electricidad no son mas que formas de movimiento, todo es energía en
movimiento, vibraciones. La vida es cambio. Los entes del universo no somos materia, somos procesos.
El espectro electromagnético es un infinito océano de ondas de muy diferentes características
que nos llegan continuamente, aunque nuestros sentidos solo son capaces de captar las que vibran entre
determinados límites. La vista, por ejemplo, sólo capta el espectro que se encuentra entre los rayos
infrarrojos y los ultravioletas.
Se ha calculado que si el espectro electromagnético conocido tuviera una franja de 150 millones de kilómetros (la
distancia aproximada de la Tierra al Sol), nosotros veríamos solamente una pequeña zona de ese espectro, cercana a los diez
kilómetros.
Estas señales electromagnéticas, y la fuerza nuclear que las mantiene cohesionadas en sus
órbitas, contienen una inmensa energía encerrada. Solamente cuando las partículas chocan entre sí y se
libera su fuerza (como en las bombas nucleares) nos hacemos realmente conscientes del incalculable
poder que mantenemos en nuestros invisibles movimientos subatómicos, del potencial creativo que
mantenemos en nuestro interior. Esto debiera hacer reflexionar a quienes mantienen que la física cuántica
no tiene importancia para nuestra vida cotidiana, pues en esos niveles cuyas dimensiones infinitesimales
no somos capaces de imaginar, se producen los sucesos energéticos decisivos para nuestra vida
macroscópica.
La radiación electromagnética abarca desde un espectro de frecuencias ondulares muy lentas
(con longitudes de onda largas), que corresponden a las ondas de radio, hasta frecuencias muy rápidas
(con longitudes de onda cortas), que corresponden a los rayos gamma. Al provocar el giro rápido de un
cuerpo empezamos a percibir sonido, si aumentamos la velocidad de oscilación, las notas graves, pasando
por toda la escala musical, van haciéndose agudas, después microondas inaudibles para las personas y se
produce el silencio. A continuación si la velocidad sigue aumentando pasa por los invisibles rayos
infrarrojos, tras el que empezamos a percibir el color rojo y sucesivamente las diferentes gamas del arco
iris. Después del violeta la información de la luz y sus colores, deja de ser percibida por nuestros ojos. A
partir de ahí la vibración, dependiendo de su longitud de onda, empieza a manifestarse como rayos
ultravioletas, rayos x, y rayos gamma. Por fin la vibración puede ser tan alta que sus moléculas se
destruyan, dando lugar a su estado original anterior: átomos, partículas, vacío cuántico. El vacío
interestelar, el silencio o la oscuridad no son carencia de energía, de vibración, sino energía no percibida
por nuestros sentidos físicos.
La materia, los cuerpos del universo, son cuantos girando a gran velocidad. Además, son
codificadores naturales, organizados para recibir y emitir ciertos tipos de vibraciones energéticas, calor,
magnetismo o movimientos de los cuerpos visibles. Hay otros codificadores naturales, que pueden captar
otras formas de energía, animales o vegetales cuyos sentidos, u órganos sensibles de todo tipo, captan
diferentes vibraciones. A medida que se avanza en la escala evolutiva la materia se hace más compleja, su
auto-organización se especializa. Los seres vivos, humamos incluidos, también somos vibración, nuestra
materia esta constituida por partículas oscilando velozmente. En esencia somos fluctuaciones energéticas
condensadas y organizadas para emitir y captar información. Somos codificadores de información,
organizados por la naturaleza para medir ciertas vibraciones energéticas.
Todos los procesos orgánicos y mentales (desde las moléculas a las creencias) tienen su base en
la vibración del campo que forma nuestro holón, fundido con el campo cósmico, del que somos
inseparables. Ya es hora de dejar atrás la idea de la física clásica que cree que la materia es lo esencial. La
materia no existe y la conciencia es energía pura, capaz de generar la forma de todo cuanto existe. Cada
pensamiento, emoción o estado mental tendría, así, su personalidad vibratoria, generando campos
energéticos entre personas10.
Todas estas situaciones van más allá del actual paradigma del conocimiento predominante,
tienen que ver con la conciencia, ese ente que no podían investigar positivistas y mecanicistas; pero en el
cual, sin pretenderlo, han profundizado los físicos del último siglo. Paul Davies ve a las partículas
subatómicas como espejos de la conciencia, mapas subjetivos de la realidad. No obstante Roger Penrose
cree que falta algo, pues “La mecánica cuántica es incompleta y requiere algo más para explicar la
conciencia humana. La conciencia sólo podrá entenderse… cuando tengamos una nueva teoría física que
vaya más allá de la mecánica cuántica”.
Otros físicos teóricos, como Fred Alan Wolf, van más allá y manejan la hipótesis de que se
puede entender y observar todo-lo-que-existe, toda manifestación o información, incluidos los estados
mentales: pensamiento, sentimiento y sentido existencial. Estas formas de energía no serían sino
información manifestada con vibraciones más altas, que pueden ser captadas y entendidas por nuestra
conciencia, si aprendemos a hacerlo. “Cuando una partícula de materia interacciona con su imagen-
reflejo, atraviesa un proceso llamado aniquilación de materia/antimateria, cuyo resultado es la
producción de luz o energía sin masa. Así pues, la materia es luz atrapada… Podemos imaginarnos a los
electrones como ‘sucesos con atributos’ más que como objetos con propiedades. Dicho de otro modo, el
electrón es una construcción del pensamiento humano”, Fred Alan Wolf.
Las vibraciones en forma de pensamiento o emoción, irían más allá de lo racional, constituyendo
diferentes tipos de energía que nos llega; las cuales solemos clasificar vulgarmente como empatía, buen
rollo, enamoramiento, ambiente espeso, me cae mal y no se por qué, etc. Según algunos físicos estos
estados tienen que ver con nuestra vibración personal y con aquella que percibimos, las cuales resuenan y
se contagian como diapasones vibrando. La energía está ahí, pero depende de nosotros sintonizarla o no.
Sería parecido al placer que nos produce una bella melodía, o a la repulsión del pitido de un amplificador
mal sintonizado; ambas vibraciones desencadenan un estado anímico en nosotros, nos contagian armonía
o disonancia. Anton Zeilinger, el primer físico en realizar un experimento de teleportación cuántica de
dos fotones, de 600m, dice que “…las ciencias físicas no son ciencias de la naturaleza, sino ciencias
sobre descripciones de la naturaleza. La naturaleza en sí misma es siempre una construcción de la
mente”.
Con la teoría de los mundos paralelos se pueden explicar, también, situaciones de nuestra vida
cotidiana, tanto material como mental. Según Wolf, los diferentes mundos paralelos o caminos por los
que se mueven las partículas, que son llamados historias por los físicos, son posibilidades de la vida.
Cada historia posible contribuye de alguna manera a la historia real que resulta al ser observada. Antes de
que la historia real se determine hay que tener en cuenta todas las historias posibles, pues cualquiera
puede convertirse en real.
Esta teoría es aplicable, y así se entiende mejor, a nuestra vida cotidiana: Nuestros guiones de
vida, las posibles historias que podemos adoptar las personas, como observadores, son relatos que
contienen recuerdos de lo que sucedió, de lo que pudo haber sucedido (si hubiera estudiado esa
materia…, si hubiera evitado aquel camino…, si…) y de lo que ocurrirá en el futuro o podría ocurrir si
hubiéramos tomado otro camino. Estas diferentes posibilidades virtuales son universos paralelos
necesarios para determinar la historia real que vivimos. Sin estas posibilidades sería imposible escoger
entre diferentes experiencias en la vida.
“Según la interpretación habitual, o ‘de Copenhague’, de la física cuántica, entendemos que la
materia no puede existir sin un observador de la materia. Esto nos conduce a que las cuatro cualidades
de existencia (espacio, tiempo, materia y mente) son co-dependientes; todas surgen simultáneamente”,
Wolf.
La historia real de un electrón en el espacio-tiempo depende de lo que hacemos al principio y al
final de su trayectoria imaginada. La historia no entra en la conciencia hasta que tenemos el principio y el
final. El gato encerrado en una caja puede estar vivo o muerto en nuestra imaginación, pero sólo cuando
medimos, cuando abrimos la caja, la historia se hace real. Podemos elegir por qué camino pasa una
partícula eligiendo lo que se percibe al final del camino, la información es capaz de atravesar el tiempo
desde el futuro. Los datos parecen apoyar, además, que lo imaginario se convierte en real cuándo
recordamos o imaginamos la historia como si estuviese sucediendo (la función onda al colapsar se
convierte en partícula). Si imaginamos con fuerza un final entre las diversas posibilidades virtuales
paralelas que se presentan en nuestro futuro será ese final el que tiene más energía para hacerse real en
nuestra vida. Esto mismo piensa el neurofisiólogo Benjamín Libet “La información sensorial aparece en
la conciencia del observador referida hacia atrás en el tiempo”.
Esto también hace posible cambiar el pasado, la historia personal, cambiando los recuerdos. Por
ejemplo: yo odio a mi madre (a todas las madres y a todas las personas, por extensión) porque me
abandonó de niño. Pero de adulto averiguo que no me abandonó, sino que murió dando su vida para que
yo viviera. Así un suceso del pasado, el vivir abandonado en la niñez, cambia totalmente en mi -y en las
consecuencias para mi vida: el odio cambia en amor- gracias a un acto del futuro, la información recibida
de adulto, ha cambiado mi historia (no fui un niño abandonado sino un niño amado hasta la muerte), lo
cual influye en mi presente y mi futuro. Siempre podemos crear este tipo de cambios para generar una
vida satisfactoria.
El mundo imaginario no son meras fantasías, es la nube de posibilidades o de historias
personales de la que el observador hace emerger una sola realidad. El imaginarnos en algún sitio o en
algún momento, pasado o futuro, es como estar en ese sitio que nos rodea en este momento. Tan objetivo
es lo uno como lo otro, la realidad no está fuera, sino en la mente del observador. Así pues, las
experiencias que conocemos ahora dependen del pasado, del futuro y de la presencia de líneas de relato
paralelas. Gracias a estas historias paralelas podemos elegir, tenemos libre albedrío. La historia con
mayor probabilidad entre los mundos paralelos, la que elegimos con nuestro punto de vista, se convierte
en aquello de lo que somos conscientes. El punto de vista depende de las creencias, así que hacemos real
lo que creemos. J. A. Wheeler dice que las variables del experimento dependen de la elección del
observador. Es decir, el punto de vista, el cómo mirar, es la clave de nuestra vida.
Lo que se repite en las diferentes historias es lo que más posibilidades tiene de hacerse real. Si
los diferentes mundos paralelos tienen muchas semejanzas la vida tendrá pocas alternativas, el cambio
será muy difícil. La inercia, la tendencia a que todo siga como está, surgiría, pues, de la semejanza. La
materia con inercia, y lo que llamamos realidad objetiva, procede del solapamiento de muchos mundos
paralelos muy semejantes. Dicho e otra forma, la realidad intersubjetiva surge de la acumulación
energética de diversas historias semejantes.
Tenemos muchas alternativas en la vida, en cierta forma vivimos en todas ellas, todas ellas
condicionan como somos y nosotros influimos en ellas haciéndolas reales o dejándolas desvanecerse. La
persona que tiene pocas perspectivas es más rígida, más fanática, tiende a creer que no existen otras
posibilidades y dispone de menos libertad. Esto también ocurre con los científicos.
El conocimiento de nuestra configuración energética, de nuestra naturaleza esencial, hace que
toda la realidad cambie y que lo que esperamos de nosotros mismos y de la vida sea mucho más
prometedor. Estos aspectos mentales relacionados con la física serán examinados más adelante.
El CPC es un océano que abarca todo el universo, formado por todos los campos energéticos
existentes; un mar que en lugar de agua contiene energía, cuyas olas surgen y se propagan por todo el
cosmos, donde los cuerpos navegan en un vacío cósmico superdenso y superfluído.
Einstein y Otto Stern7, habían confirmado la existencia de energía de punto cero. Nernst, en
1916, enunció la teoría de que el universo estaba lleno de la energía. En los años veinte los físicos habían
integrado ya que el vacío cósmico no es un espacio vacío, sino un mar saturado de ondas de energía, de
fluctuaciones. A esta energía se la denominó energía punto cero, porque es la mínima energía cuantizada
posible (en las interacciones nucleares y electromagnéticas) presente cuando la temperatura es de cero
grados Kelvin8. A esta temperatura toda forma clásica de energía se ha retirado y solo queda el
movimiento residual de las partículas virtuales ocupando todo el espacio y el tiempo en un único campo
físico, el Campo Punto Cero, CPC (ZPF, zero point field). El vacío es un vasto mar lleno de energía del
punto cero.
Esta energía también es conocida por el nombre de condensado Bose-Einstein y es la estructura
natural conocida con más orden. Sus partes totalmente coherentes se comportan como una sola partícula.
Ejemplos de esta estructura súper coherente son: los rayos láser, los superfluídos, los superconductores y
las estrellas neutrónicas. Ya hemos visto que las partículas no poseen entidad individual separada del
vacío; el CPC es un sistema de campos vibratorios comunicándose, en el que cada onda aporta su energía
sin encontrar resistencia (al contrario que las de un estanque, o las de un cable eléctrico) por lo que su
memoria informativa puede ser eterna. Un ejemplo de este movimiento sin rozamiento de la naturaleza,
denominado condensado Bose-Eisntein es el helio enfriado9.
El comportamiento acostumbrado de los electrones podría compararse al de una multitud agitada, moviéndose
atropelladamente en la ciudad.
El condensado Bose-Einstein sería más parecido a una bandada de estorninos a gran velocidad girando armónica e
instantáneamente sin ningún mecanismo aparente que los dirija.
La vibración del CPC permanece indefinidamente, sin agotarse, en un baile subatómico que da
lugar a la inmensa fuente de energía del mar cósmico. Aunque el campo cósmico abarca todas las
energías, es su energía básica, la del mar en calma, la que tenemos dificultad para aislar y para medir; esta
es la llamada energía del campo punto cero, propiamente dicha.
“El efecto Lamb, en mecánica cuántica, muestra que el intercambio de energía entre el vacío y
las partículas cargadas es real... y genera efectos reales y los puedes medir. Esa energía es
extremadamente densa y extremadamente intensa”, Tom Bearden, ingeniero nuclear. Esta energía es
mucho mayor que la energía nuclear; su inmensa densidad energética por centímetro cúbico ha sido
calculada en 10 veces mayor que la energía del núcleo del Sol. El premio Novel de física Richard
Feynman consideró que se puede hervir todo el agua de los océanos de la Tierra con la energía de un
único metro cúbico de vacío; aunque este cálculo puede resultar muy corto, pues posteriormente se ha
calculado que en un centímetro cúbico de vacío puede haber más energía (teóricamente, si la pudiéramos
condensar en masa) que la existente en toda la masa del universo conocido. La utilización tecnológica de
esta energía sería una fuente inagotable, no solo en la Tierra, sino en cualquier lugar del cosmos; es por
ello que importantes programas gubernamentales de diversos países trabajan para poderla utilizar.
El físico Timothy Boyer demostró que se puede explicar la naturaleza del macrocosmos y del
microcosmos a través de la física clásica, teniendo en cuenta la energía cósmica del campo punto cero.
Esto es lo que piensan algunos físicos, que han comprobado que el CPC está formado por ondas
electromagnéticas clásicas. Esta teoría se denomina SED (electrodinámica estocástica -aleatoria-) y
contempla el CPC sin incluir a la física cuántica.
Los cálculos matemáticos de Hal Puthoff mostraron que la gravedad podía ser explicada por el
movimiento de las partículas en el campo energético de fondo (CPC). La omnipresencia de esta energía y
su interacción permanente con todo cuanto existe responde a incógnitas (a anomalías científicas del
paradigma anterior) como por qué no es posible aislarse de la gravedad, por qué sólo hay masa positiva a
pesar de haber partículas y antipartículas, o por qué el estado de una partícula es indeterminado.
La ya expuesta conexión instantánea a distancia entre partículas que han compartido el nivel
cuántico y que están comunicadas siempre, aunque están separadas por el espacio o el tiempo, también es
un fenómeno que no encaja con el viejo paradigma de la física, y que sin embargo halla su explicación
con la teoría del CPC. Esta acción no local, actúa por la acción hiperdimensional simultánea y coherente
de las ondas del CPC sobre partículas distanciadas, de forma semejante a las diversas sombras chinescas
de una bailarina, que teniendo diferentes formas bailan a la vez, pues no tienen vida propia sino que son
reflejo de la realidad; aunque en vez de sombras podríamos denominarlas ondas chinescas, pues su
presencia llega a todos los rincones del universo instantáneamente. De esta forma la teoría de Puthoff
aunaba la gravedad con las demás fuerzas de la física en una teoría unificada coherente, lo que Einstein y
otros muchos físicos han buscado denodadamente.
También la ecuación de Newton, tal vez la más famosa fórmula de la física, F = m.a (la fuerza es
igual a la masa por la aceleración), fue corroborada. Nadie había probado este principio matemático, que
había establecido los fundamentos de la física mecánica, y que todos daban por incuestionable, pero
Bernie Haisch y Alfonso Rueda, siguiendo la teoría del CPC de Puthoff, consiguieron probar
experimentalmente la teoría de Newton10. Probaron, además, que la inercia de los cuerpos tiene que ver
con una barrera formada por el CPC, y que la materia en sí no es más que un espejismo. Además si la
materia, como tal, no existe, si la única realidad es la energía, también la fórmula de Einstein, E = mc2, se
ve implicada.
Así pues, el CPC parece un espacio repleto de energía e información electromagnética, cuyas
fluctuaciones, en constante interacción, originan la gravedad y la masa. Estas fluctuaciones que propagan
las señales, son información que atraviesa el tiempo y el espacio, encontrándose en todas las partes y en
todos los momentos a la vez. Estas partículas transitorias e insustanciales, que no tienen entidad separada
del vacío, forman los fenómenos observables transitorios, los universos y metaversos, la materia,
incluidos los organismos, entre los que nos encontramos. Estamos conectados indisolublemente por
dentro, entre nosotros y con el cosmos; todos los fenómenos del universo no somos sino las efímeras olas
del infinito mar cósmico.
La publicación de la teoría de Puthoff, a pesar de ser impecable, tuvo una fría acogida y todavía
hoy en día es asumida por una minoría de los científicos. La mejor prueba de lo acertado de su teoría son
los aparatos que, usando ésta energía surgida de la radiación del CPC, Puthoff y otros científicos
diseñaron. “Para entender estas máquinas necesitas un cambio de mentalidad, un cambio de paradigma
en ti mismo. Hasta ahora los físicos, la ciencia, consideran solo el mundo material. Pero deberíamos
buscar otro mundo, un mundo invisible. Y deberíamos reconocer que le mundo invisible y el mundo
material están conectados. Esta energía proviene de otra dimensión.”, S. Inomata. Cuando hablamos de
cambio de paradigma nos referimos a un cambio radical, no comprensible por la ciencia actual. Estos
aparatos nos trasladan a un mundo ahora inimaginable, gracias a la energía libre, limpia, supereficiente,
sin cables, económica e ilimitada; pueden producir cambios en la materia, crear fusión en frío o generar
metales en un laboratorio. Algunos científicos piensan que estamos entrando en una nueva época de la
alquimia; esta vez más entendida racionalmente y más prometedora.
Algunos ejemplos de estos aparatos son: Los motores de imanes que giran sobre un eje, basados
inicialmente en un descubrimiento de Faraday, son los más abundantes (Newman, Villaseñor,
Richardson, Pasichinsinkyj, Perendev, Trombly, Kahn, etc.); solo precisan una mínima energía de
arranque y cambiar las piezas que se desgastan, generando a cambio una permanente y potente energía.
La máquina de fraccionamiento, llamada Thesta Distatica o máquina testátika, construida por Paul
Baumann, que desde 1980 dota de energía ilimitada a la comunidad religiosa de Methernitha, cerca de
Linden, Suiza, y funciona sin combustible ni cables, según han comprobado numerosos expertos. El
motor de agua de electrolisis supereficiente, desarrollado por Stanley Meyers (empleado de la NASA e
inventor del año en 1993), que apenas requiere energía. El diminuto dispositivo de fusión fría
desarrollado en 1989 por Fleischmann y Pons en la Universidad de Utah, publicado y reproducido por
miles de seguidores de todo el mundo. El sistema de plasma frío, de K. R. Shoulders, 1991, capaz de
multiplicar por treinta la energía invertida para su puesta en marcha. El transmisor de radiofrecuencias
del ingeniero John Kanzius, 2007, quien descubrió un método para tratar cualquier tipo de cáncer y de
paso halló una forma de producir energía basada en la combustión de agua de mar.
El Pentágono tuvo incluidos los estudios sobre tecnología del CPC en el número tres de su lista
de prioridades a investigar (después de los bombarderos indetectables y de los ordenadores ópticos).
También la NASA está interesada, pues el CPC abre la posibilidad, de momento solo teórica, de naves
espaciales antigravitatorias y con suministro de energía instantánea e ilimitada en cualquier lugar del
universo.
Según la teoría del CPC, el universo (o los numerosos universos) no nació por una inestabilidad
al azar, que es lo que dice la teoría del BB, sino por la acumulación de información cuántica
hologramática. Las huellas ondulatorias del campo, las partículas y los cuerpos, se comportan como
hologramas y su información es permanente e ilimitada.
Tanto los electrones como la Tierra o la Luna mantienen su movimiento estable gracias a la
interacción con la energía de punto cero del vacío. La Teoría del CPC explica que la Tierra al desplazarse
alrededor del sol va perdiendo su fuerza centrífuga, por lo que la gravedad del sol debiera acabar por
atraerla hacia sí en una espiral de acercamiento progresivo; pero esto no ocurre gracias a la compensación
energética que obtiene del vacío.
Hay evidencias de que el vacío cuántico (que alberga las dos fuerzas nucleares, la
electromagnética y la gravitatoria) es un medio cósmico superdenso que transporta luz, energía, presión y
sonido y que rellena las pérdidas de energía de átomos y galaxias. Según Hartmut Mueller, las ondas de
densidad-presión se propagan por el universo, y al interactuar con todas las cosas (desde los átomos a las
galaxias) hacen posible observar sus dimensiones. La forma y evolución, la huella energética de los
eventos de la naturaleza, se formaría en el seno ultra débil del vacío cósmico a modo de campos
morfogenéticos. Esta teoría se ve apoyada por el hallazgo por parte del observatorio Chandra, de la
NASA , de una onda del vacío de 2500 millones de años de evolución. También los físicos Shipov y
Akimov, y su teoría de la ondas de torsión11, creen que el vacío cósmico establece interconexiones
informativas hiperdimensionales a través de estas ondas.
Según lo explica Nassin Haramein, cada protón vibra en resonancia con las ondas del campo
cósmico, captando y transmitiendo sin cesar toda la información del universo; esta información (que
también podemos denominar conciencia kósmica) organiza todo cuanto existe, ser humano incluido. El
universo se expande y se contrae, se mueve sin cesar, desde las partículas subatómicas a las galaxias,
pasando por las células. Su física geométrica explica de dónde sale la energía que mueve todo; el vacío
sería una esfera que contiene un tetraedro formado por dos grupos de 4 heptaedros, uno abajo y otro
arriba, que se complementan y forman a su vez 64 cubos de octaedros.
Así pues, el universo parece una totalidad indivisa, que al no poderse explicar con los conceptos
y teorías estándar actuales, necesita un nuevo paradigma que admita su implicación instantánea e
ilimitada. La teoría del CPC (o campo A) o la teoría holofractográfica pueden adentrarnos en el nuevo
paradigma, según el cual el universo es un océano agitado, implicado y creativo, hay un único campo, y el
campo es lo único. Este océano, que incluye al ser humano, es una misteriosa entidad con un orden que
escapa a nuestra comprensión actual, cuya energía es información pura, inseparable de nuestras ondas
mentales; este océano informativo parece ser el origen de toda conciencia, incluida la humana.
Esta teoría científica del todo está uniendo la física clásica, la cuántica y la relativista, la
aritmética y la geometría, la materia y la conciencia. Supera la fragmentación cartesiana que había hecho
irreconciliables las ramas del conocimiento humano, uniendo ciencia y religión, física y metafísica,
biología y psicología. Explica muchas anomalías de la macro-física, la micro-física, la biología y la
psicología; ayudándonos a comprender el kosmos en que vivimos de forma más avanzada que los
paradigmas hoy predominantes.
Las implicaciones que esto tiene para la biología, la salud y la mente son revolucionarias. “Un
Universo no basado en la materia y la energía, sino en la información. Un Universo que está lleno de
significado y que se presenta fácilmente entendible incluso sin una formación científica”, Laszlo.
El ADN chatarra.
Garaiev y otros investigadores rusos consideran que la naturaleza es sabia y no puede crear algo
que no necesite; así el 97% del ADN no estudiado debe tener una función aún desconocida. Para explorar
esta función han juntado a genetistas y lingüistas. Los resultados de sus investigaciones son asombrosos:
los lingüistas descubrieron que la estructura básica de los pares alcalinos del ADN y la del lenguaje son la
misma. Experimentalmente comprobaron que el ADN vivo (no in vitro), reacciona a los rayos láser del
lenguaje modulado y a determinadas frecuencias de ondas de radio.
Esto significa que no necesitamos decodificar el ADN para entenderlo, sino simplemente usar las
reglas del nuestro lenguaje. Esto sería como construir un bello poema de una fila interminable de letras
desordenadas e incomprensibles: el poema ordena las letras, aporta información pura donde solo había
posibilidades, da sentido y cambia totalmente el orden del filamento, cambiando la estructura proteica, y
orgánica, en consecuencia. Así, las letras incomprensibles (el ADN), aportan la estructura, pero el orden
surge de la información que procede de la señal EM del campo A, de la conciencia humana.
Esta investigación parece confirmar que la información captada por las células es la que
desencadena los procesos orgánicos. Los investigadores rusos han llegado a capturar pautas de
información de un tipo de ADN y transmitirlas a otro, reprogramando la genética celular. Esto podría
explicar científicamente la poderosa influencia del lenguaje (las afirmaciones, la educación autógena o la
hipnosis) en el organismo humano. Según estos estudios es natural que nuestro ADN reaccione al
lenguaje. Por este motivo orientan sus investigaciones a entender la forma en que el metabolismo celular
es influido por frecuencias moduladas de radio y de luz. Su intención es poder reparar los defectos
orgánicos genéticos con este método, que ha probado funcionar muy bien16.
Algunos experimentos17 vienen a confirmar la capacidad de la conciencia y de la información de
organizar el Campo A, ya sea materia o vacío. La capacidad organizativa de la información parece ser
más efectiva en estado de hipercomunicación (inspiración o intuición), es decir cuando cuerpo y mente
están relajados y el cerebro emite ondas cerebrales alfa; las preocupaciones y la actividad mental racional
dificultan la transmisión adecuada de la información.
El dogma determinista de la genética está quedando desfasado. Nijhout rechazó esta creencia y
reformuló la hipótesis, proclamando la supremacía del medio ambiente: “Los genes están ciertamente
involucrados en la estructura y comportamiento de un organismo, pero ellos no son la fuente de
‘control’… un gen no puede activarse o desactivarse por sí mismo, depende de una señal de su medio
ambiente para controlar su expresión”. Para activar cualquier gen hay que separar sus proteínas
reguladoras de la cadena de ADN, esta separación está regulada por señales de información del medio. La
epigenética estudia los cambios que las señales del entorno, químicas y electromagnéticas, intracorporales
y extracorporales, generan en la herencia, las cuales pueden activar, o no, el código genético, el orden del
ADN.
Los estudios muestran que no somos sujetos inalterables, que la intención y la emoción pueden
alterar la molécula de ADN y que la coherencia mental y cardiaca son llaves de éste cambio. “El genoma
es flexible, y se asemeja más a un código de sofware, que se reescribe constantemente, que a un harware
fijo que se hereda al nacer”, Kart Maret. Este funcionamiento cambia la forma y la rapidez de la
programación de nuestro cuerpo: los genes de acción inmediata pueden actuar en dos segundos pero
generan cambios a largo plazo. “Los traumas del pasado se pueden resolver con tanta rapidez como se
instalaron…”, James L. Oschman.
La naturaleza tal y como es en la práctica, como nos muestra la biología de campo, también nos
ofrece pruebas de la capacidad informativa y organizativa del campo A. Así cuando se aleja a la hormiga
reina de su hormiguero, la actividad sigue organizada como si estuviera presente, por muy lejos que esté,
de alguna forma la reina organiza el trabajo de todas y cada una de las hormigas, haciendo que el
hormiguero participe de una conciencia comunitaria; pero si la reina muere el juego termina, la actividad
se vuelve caótica y el orden desaparece. Éste interesante ejemplo nos muestra que la conciencia
individual aporta información a través del campo a la conciencia grupal siendo ambas una sola conciencia
conectada a través del vacío espacio-temporal.
Esta cooperación basada en el vació espacio-temporal se da en otros muchos ejemplos de la
naturaleza, como en los ya comentados: el vuelo coordinado de los estorninos, en la danza ordenada del
banco de arenques, e incluso en la organización grupal de los espermatozoides cooperantes.
Bruce Lipton se dio cuenta de que las moléculas fosfolípidas de la membrana están alineadas
igual que la estructura altamente coherente de un cristal, por lo que parecían ser cristales líquidos; es
decir parecen ser líquido con organización cristalina, lo cual hace que la membrana cambie
permanentemente manteniendo su estructura y su doble función, aislante y comunicadora.
Los cristales son minerales geométricos, como el diamante por ejemplo, cuya estructura está
ordenada en patrones tridimensionales repetidos regularmente. Esta estructura molecular, que es la más
ordenada y regular de la física clásica, determina sus propiedades y apariencia. Sus tres dimensiones
adoptan diferentes formas según la posición de sus caras y su simetría. Por su orden intrínseco, los
cristales tienen la habilidad de ordenar el campo energético que les circunda. Son los entes más
evolucionados en el Reino Mineral.
Los cristales poseen información en la estructura cristalina, en los patrones ópticos y cromáticos,
en las propiedades electromagnéticas, químicas, catalíticas… Esta información se transfiere por bio-
resonancia a las estructuras cristalinas bio-moleculares (cristales líquidos biológicos) desestabilizadas.
Esta acción promueve los procesos bioquímicos celulares que conducen al aumento de la organización
celular, la activación de los mecanismos de reparación de órganos y tejidos y al movimiento general hacia
el estado de salud física global.
“Al acercar un cristal de cuarzo a un cultivo celular pueden observarse cambios en las
vibraciones de los núcleos y en el conjunto del metabolismo celular… Un cristal es capaz de modificar y
mejorar el nivel celular y, por tanto, de restablecer el orden y la armonía en el interior de la célula”.
Jean-Luc Ayoun, médico cirujano francés.
El cristal líquido es un estado material intermedio entre líquido y sólido, formado por moléculas
que acumulan las propiedades de orden y estructura de los cristales y la movilidad de los líquidos; sus
propiedades ópticas y su capacidad de almacenar memoria son únicas. Los complejos de cristal líquido
suelen ser moléculas grandes y alargadas, lo cual hace que las moléculas se coloquen paralelamente, y
que puedan moverse unas respecto a las otras a lo largo de sus ejes. Las propiedades de los cristales
líquidos dependen de la dirección en que se miden, siendo su densidad menor en la dirección paralela a
las moléculas. Éstas emplean menos energía en sus desplazamientos longitudinales que en los
transversales. Las redes cristalinas son estructuras en las que los iones se organizan espacialmente
oscilando alrededor de su posición; a mayor temperatura mayor es la oscilación. Las posiciones de los
iones, pues, son dinámicas y están calculadas por su media a lo largo del tiempo.
Marcel Vogel, científico que investigó la aplicación de los cristales líquidos a la tecnología
(durante veinte años en IBM) y que ha estudiado la aplicación terapéutica de los cristales (por sus
propiedades geométricas, de luz, color y belleza) dice que un cristal es un conjunto de moléculas que
forman una entidad muy especial, capaz de gravar en ella la información que captan: “Se puede tomar un
cristal, cargarlo de energía, hacerlo oscilar e introducir después en él un programa preciso”.
Los líquidos normales son isótropos: su densidad es la misma en cualquier dirección. Los
cristales líquidos se convierten en isótropos si sobrepasan cierta temperatura; gracias a ésta las moléculas
adquieren suficiente energía para superar las atracciones que restringen su movimiento. Si exponemos los
cristales líquidos a estímulos externos (luz, campos magnéticos, electricidad, temperatura, fuerza
mecánica, etc.) sus moléculas cambian, alterando sus propiedades.
Los líquidos no son estructuras aleatorias sino estructuras muy organizadas, fáciles de moldear a
nivel atómico y molecular. Los científicos buscan agregar metales, a los cristales líquidos para ampliar
sus propiedades eléctricas o magnéticas. La investigación se orienta a la comprensión de su organización
estructural y a la creación de nuevos cristales líquidos, incluyendo las proteínas y las membranas
orgánicas que forman. La organización de estos líquidos puede crear materiales totalmente nuevos, y
diferentes propiedades dentro de cada material.
Los científicos, usando campos eléctricos que orientan las moléculas de cristal líquido, pueden
controlar el paso de la luz a través de éste. Este manejo de la luz en los cristales líquidos ha posibilitado el
desarrollo de componentes que han revolucionado la ciencia y tecnología modernas: informática,
pantallas de cristal líquido (LCD, Liquid Cristal Display) monitores, ordenadores, televisores, relojes,
teléfonos, láser, astronáutica, telescopios, microscopios electrónicos, etc.
Los cristales líquidos más conocidos son moléculas orgánicas18 compuestas de carbono,
nitrógeno y oxígeno. Estas moléculas tienen las cualidades de los cristales líquidos: son semiconductoras,
captan, procesan y comunican la información, como si fueran los chips de un ordenador, aunque de forma
mucho más compleja y perfecta. “El cristal líquido le da a los organismos su característica flexibilidad,
su exquisita sensibilidad y su capacidad de reacción, optimizando así la rápida y silenciosa
intercomunicación que le permite al organismo actuar como un todo coherente y coordinado”, Mae Wan
Ho, bioquímica, 1999.
La física cuántica amplía los postulados de la física clásica (no los anula), el nivel de aplicación
es lo que cambia. La física clásica no disponía de medios para estudiar la vida a nivel submicroscópico, se
ocupaba sobre todo de la materia observable por nuestros sentidos: objetos, órganos, personas, etc.; la
física actual, en cambio, es capaz de estudiar los niveles molecular, atómico y subatómico. Podemos
comprobar que a medida que vamos conociendo sus leyes, los niveles subatómicos aportan explicaciones
científicas más sólidas que las conocidas hasta ahora, que se basaban en el estudio de los niveles
moleculares y superiores. Por lo tanto la ciencia biológica actual debe abarcar todos los conocimientos,
tanto la mecánica newtoniana como la cuántica.
Las señales de información del medio, las vibraciones electromagnéticas en todo su espectro
(Rayos gama, Rayos X, ultravioleta, luz visible, infrarrojo, microondas, ondas cortas de radio, ondas de
FM y televisión, ondas AM de radio, ondas largas…), son una forma más rápida y eficiente de codificar y
organizar la construcción de moléculas, péptidos, proteínas y consecuentemente la de hormonas, enzimas,
genes, células, es decir, la estructura y el funcionamiento orgánico.
La información transmitida por ondas electromagnéticas, es inmensamente más eficaz que la
transmitida por señales moleculares. Para hacernos idea de la eficacia de la organización que generan las
ondas de energía en comparación con los procesos bioquímicos se puede comparar el flujo de
información que se realizaba mediante mensajeros como el correo del zar o los jinetes de la West Point
con la información electrónica, instantánea, de internet. En un segundo las señales químicas como la
histamina o la insulina recorren menos de un centímetro y las ondulatorias unos trescientos mil
kilómetros, con una capacidad informativa inmensamente mayor.
Esta diferencia abismal es la que existe entre la visión química y la visión energética de la
biología, pero estos datos no parecen afectar a la mayoría de biologos y médicos actuales que siguen sin
actualizar la base física de la biología. Hace medio siglo el Premio Nobel, Albert Szent-Györgyi30,
defendió la importancia de la física cuántica en los procesos biológicos, pero los científicos y
profesionales de entonces le desacreditaron e ignoraron. Todavía hoy en día, las teorías ortodoxas de la
biología y de la salud son tan obsoletas que sus libros y revistas ni siquiera consideran la posibilidad de
que las leyes de la física cuántica influyan en los procesos moleculares de los seres vivos. Todo ello a
pesar de las pruebas que aporta la abundante literatura científica disponible.
Todas estas investigaciones hacen surgir la psiconeuroinmunología (PNI), nombre, acuñado por
R. Ader en los años setenta (también conocida por psiconeuroinmunoendocrino-logía). La PNI “ha sido
definida como el campo que estudia las relaciones bidireccionales entre la conducta, el cerebro, el
sistema inmune (Ader, Felten y Cohen, 1990) y sus consecuencias clínicas (Solomon, 1998)”, Sandra M.
Camelo Roa, 200511. Es una disciplina científica que ha aportado evidencia sobre la interacción entre el
sistema nervioso (central y autónomo), el sistema endocrino y el sistema inmune12; esto parece influir en
el condicionamiento de la respuesta inmune, en las lesiones cerebrales, el estrés y las emociones, creando
una nueva concepción de la relación entre la mente y el cuerpo. La PNI estudia también la importancia de
las emociones en esta comunicación y sus implicaciones para la salud. “El cuerpo puede y debe ser
curado a través de la mente, y la mente puede y debe ser curada a través del cuerpo”, Candace Pert.
Los péptidos son los principales mensajeros químicos de la conexión mente-cuerpo; son
responsables del 95% de las conexiones químicas, de nuestro organismo. Cada pensamiento o emoción
parece generar sustancias orgánicas particulares, como si fueran una firma química, que activan la célula
para generar determinadas proteínas. El sistema endocrino, gracias a los péptidos, participa en la
regulación de la información. Transmite sus señales químicas por el torrente sanguíneo, desde las
glándulas endocrinas13. También está demostrado el condicionamiento de la respuesta inmune al efecto
placebo, y que algunas moléculas14 participan tanto en el aprendizaje como en el proceso de crecimiento,
división y maduración de las células linfoides. “Las emociones son el contenido informacional, que es
intercambiado vía la red psicosomática, con los órganos, células y sistemas que participan en el proceso.
Así como la información, las emociones viajan en dos realidades: la de la mente y el cuerpo, como
péptido y receptores en la realidad física y como sentimientos y emociones en el plano no material”.
“…lo que pensamos tiene una enorme influencia sobre nuestra salud. La mente, las ideas y las emociones
afectan a nuestras moléculas, a nuestra salud física, mucho más de lo que se creía”, C. Pert.
Antes se creía que todos los impulsos nerviosos eran transmitidos por los neurotransmisores de
las sinapsis. Actualmente parece que la importancia de las sinapsis se da principalmente en el sistema
motor, y que el resto de la información emitida por las neuronas viaja a cualquier parte del cuerpo a través
de los péptidos. Por otra parte se sabe que el sistema límbico, especialmente implicado en la inteligencia
emocional es muy rico en péptidos.
Las creencias, las emociones y la percepción interior del estrés parecen ser más importantes para
producir o evitar una enfermedad que las incidencias estresantes exteriores. Por otra parte la relajación y
el ejercicio generan las sustancias bioquímicas neurotransmisoras denominadas endorfinas, que
permanecen en el cuerpo más de dos horas después del ejercicio, la relajación o las actividades creativas.
Antes se creía que las endorfinas eran producidas en el cerebro exclusivamente, pero también las
producen las células inmunológicas y otras células15.
Las emociones desencadenan cambios neuronales capaces de provocar enfermedades; a su vez
la debilidad del sistema inmune está estrechamente relacionada con el sistema nervioso. El estrés crónico,
por ejemplo, es un factor psicológico que se traduce en cambios neurológicos que influyen directamente
en el rendimiento inmunológico.
El estudio de la relación entre los diversos sistemas del cuerpo parece no solo abrir una nueva
puerta para el bienestar de las personas y el alivio de la enfermedad, sino que también cambia el propio
concepto de persona dominante hasta ahora. La persona está pasando de ser considerada un ser con
cuerpo y mente separados a ser una única entidad psicosomática inseparable física y mentalmente, de ser
un organismo cerrado a ser un sistema abierto a la información mental-emocional del entorno.
Neurología cuántica.
La búsqueda de la forma de conexión cuerpo-mente se está haciendo cada vez más apasionante y
su comprensión está más cercana, gracias a la aplicación de los descubrimientos científicos del último
siglo, sobre todo de la física subatómica.
En los años veinte del siglo pasado el ruso Alexander Gurwitsch, descubrió la radiación
mitogenética celular, emitida por gérmenes de cebolla, posteriormente denominada bioluminiscencia
ultra-débil. En esta época, también, hicieron sus investigaciones Lakhovsky y Elmer Lund, el primero usó
ondas electromagnéticas aplicadas a la biología y demostró que las células vivas son transmisores-
receptores de frecuencias de radio ultra cortas, y el segundo descubrió (experimentando con hidras) que
una corriente eléctrica más fuerte que la del organismo, puede hacer crecer una cabeza allí donde debiera
estar la cola.
Albert Szent-Györgyi, también ruso, premio Nobel en 1937 por descubrir la vitamina C, creía
que las moléculas son demasiado lentas para explicar la conexión celular. Propuso la propiedad
semiconductora de las proteínas, como transmisora de la información celular25. Actualmente se sabe que
las moléculas de la matriz viviente “no tienen que tocarse entre sí para interactuar”, Szent-Györgyi,
1988; éste pensaba que el espacio intermolecular facilita que la comunicación electromagnética se
expanda por el organismo. Las moléculas así pueden vibrar de forma conjunta y coherente adoptando
cualidades del condensado Bose-Einstein, incluida la no- localidad. “Estoy convencido de que nunca
conseguiremos comprender la esencia de la vida si nos limitamos a buscar explicaciones en el nivel
molecular… Hay una sutileza de reacciones biológicas que vienen determinadas por la movilidad de los
electrones, y que sólo se pueden explicar desde las posiciones de la mecánica cuántica” Albert Szent-
Györgyi.
En los años cuarenta, Harold S. Burr descubrió que el campo eléctrico que rodea a las
salamandras tiene forma de salamandra adulta, incluso en el óvulo no fertilizado; también halló que estos
campos eléctricos existen alrededor de todo tipo de organismos, incluidos los seres humanos. En los años
cincuenta Herbert Fröhlich, de la Universidad de Liverpool, mostró que una vibración colectiva hace que
las proteínas celulares se comuniquen y se coordinen de forma sincronizada en ciertas frecuencias de
onda, ahora llamadas frecuencias Fröhlich26. En 1975 Fröhlich demostró que a esa frecuencia las
moléculas vibran con la mayor de las coherencias conocidas, como un condensado Bose-Einstein.
El biofísico alemán Fritz Albert Popp demostró que los tejidos vivos absorben y emiten luz que
posibilita la comunicación celular27, capaz de transportar información simultánea a todo el organismo.
Popp creía que estos biofotones, podían ser la respuesta a la morfogénesis, la coordinación y
comunicación celular, cuya gran eficacia era una anomalía carente de explicación.
Los seres humanos emitimos diez fotones/cm2/segundo en el rango de la luz visible; la luz en las
personas sanas sigue ritmos biológicos y en las personas enfermas pierde el ritmo y la coherencia. Popp
mostró que la degeneración corporal y la foto-reparación (fenómeno científico plenamente aceptado, que
consiste en regeneración de la célula con luz) se dan en la longitud de onda de 380 nanómetros. También
sabemos hoy en día que el potencial eléctrico de las células sanas es de unos 90 milivoltios, de las
inflamadas de unos 120 y de las degenerativas de unos 30.
Los desequilibrios en el sistema incrementan la producción de fotones. Popp empezó a pensar
que la emisión de biofotones es una compensación que los seres vivos crean para equilibrarse con las
fluctuaciones del Campo Punto Cero. Creía que cada molécula tiene una rúbrica vibratoria particular que
constituye su forma de comunicarse con el entorno, de la misma forma que dos diapasones vibran
transmitiéndose una frecuencia determinada. La salud se daría, pues, en condiciones de armonía
(coherencia ondular), y la enfermedad en el desorden, la incoherencia, la rigidez e incomunicación. Así,
Popp opina que la calidad de la comida es mejor cuanto mayor sea su aporte de luz, que los productos
homeopáticos aportan coherencia vibratoria para recuperar la salud y que los meridianos de acupuntura
son una especie de mapa transmisor de ciertas frecuencias.
En resumen, para Popp, los biofotones, son una luz ultra débil que emiten las células vivas, con
patrones ondulatorios particulares, que usan para comunicarse entre sí y para transmitir información. En
los sistemas vivos la relación entre el campo fotónico y la materia bioquímica es inseparable, sin esta
relación no se puede entender las reacciones orgánicas, pues son las ondas electromagnéticas las que
estimulan los elementos que desencadenan las reacciones químicas.
Estos científicos pioneros, en sus inicios, fueron incomprendidos o directamente ridiculizados,
pues el paradigma científico del momento impedía a las mentes estrechas ahondar en las investigaciones.
Actualmente son muchos los científicos que creen que la vibración electromagnética regula los procesos
del organismo, los genéticos incluidos.
Somos hologramas.
Los médicos del modelo fármaco-sintomático oficial escuchan lo que refiere el paciente
seleccionando lo que les permite descubrir síntomas y predisponen a la persona a contar lo que les lleva a
este fin. Esto conlleva a excluir los esenciales aspectos existenciales, emocionales, que no sólo no son
preguntados, sino que son ignorados, cuando el afectado los menciona, como un inútil, molesto e
inevitable ruido de fondo. Dicho de otra forma, los problemas, o particularidades referentes a nuestra vida
personal no son escuchados, pues no conducen al diagnóstico sintomático: no contamos como personas
conscientes y emotivas, sino como portadores de síntomas.
Sin embargo esto está cambiando (a peor), en las últimas décadas asistimos a una
mercantilización de los problemas afectivos y emocionales de la vida, cada incomodidad en el curso de la
vida es etiquetada con un diagnóstico que justifique medicar todo pequeño problema que se salga de la
supuesta normalidad.
El objetivo de las empresas farmacéuticas es extender su mercado a todas las personas y a todas
las situaciones de la vida (drogar a los sanos). Esto es un grave problema en la salud de la humanidad y
un obstáculo en el discernimiento y libertad de las personas. La vida ya no parece ser un ejercicio de
opciones y libre albedrío, de aciertos y equivocaciones, de luces y sombras, de alegrías y duelos, todo ello
necesario y enriquecedor para la madurez y el equilibrio personal; ahora el paradigma sanitario dominante
cree que las personas somos organismos indefensos que necesitamos medicarnos continuamente para
llevar un vida normal.
El actual paradigma sanitario fármaco-sintomático, autode-nominado científico, el mayoritario y
con más recursos entre los actuales sistemas de salud del mundo, se basa en varias creencias o hipótesis,
entrelazadas entre sí, que no están avaladas por la ciencia actual:
Creencia de que los fármacos químicos son el factor que mejora la salud y alarga la
esperanza de vida, y los médicos los expertos insustituibles que lo hacen posible: La idea de que la única
posibilidad de mejorar la salud de las personas es a través de la medicina, y de los médicos, es una
creencia común entre los profesionales de la salud, los medios de comunicación y la opinión mayoritaria
de la población; lo cual con el nivel de conocimiento actual, dista de ser cierto. Marc Lalonde dejó claro
que la salud tiene un origen multicausal cuando demostró que las principales causas que inciden en la
salud son el medio ambiente y los determinantes sociales, responsables del 42% de las muertes (con sólo
un 2% del presupuesto sanitario), mientras las enfermedades tratadas por el sistema sanitario generan el
11% de la mortalidad (con el 88% del presupuesto). Esto ha sido ratificado por estudios científicos, que
concluyen que hay factores determinantes (y predictores) más importantes que el uso de la medicina para
mantener la salud y el bienestar: las condiciones personales y del entorno físico y social (trabajo y
vivienda, educación, disposición de agua potable, contaminación, nivel de vida, paz, proyectos de vida,
alegría, optimismo, deporte, vida social satisfactoria…).
Esta creencia y la práctica de este tipo de medicina genera una de las principales anomalías
científicas del modelo actual: la alta iatrogenia. Este modelo genera más problemas y efectos adversos de
los que soluciona, justo lo contrario de lo que afirma el principio básico de la medicina, establecido por
Hipócrates: lo primero no dañar. Esta creencia hace que la medicina actual, además, oculte a las personas
nuestra inherente naturaleza capaz de generar salud y curarnos nosotros mismos, haciéndonos creer que
somos débiles física y mentalmente, que dependemos de los fármacos y médicos para estar sanos;
fomentando la medicalización, pasividad e infantilismo de los consumidores ante la industria sanitaria.
Creencia de que el actual modelo fármaco-sintomático es muy efectivo y que está acabando
con las enfermedades: La medicina farmacológica no ha reducido la incidencia ni la mortalidad de las
enfermedades crónicas: cáncer, cardiovasculares, diabetes, artritis, asma, etc., es más, muchas de éstas
están aumentando notablemente. Cabe preguntarse si la curación es un objetivo de este tipo de medicina,
o lo que se busca es simplemente convivir con síntomas, haciéndolos soportables.
La mortalidad, incidencia y prevalencia del cáncer, por ejemplo, no para de aumentar desde los
años 1940, en los países industrializados, tanto en cánceres con diagnóstico precoz (colon-recto, mama,
cervix…) como sin él (páncreas, pulmón, cerebro, testículos o linfa). Cada vez el cáncer aparece en gente
más joven (hace unas décadas era desconocido entre la juventud). Seis millones de personas fallecen de
cáncer al año, la OMS (2004) cree que dentro de 20 años fallecerán 10 millones al año; estos datos
contradicen los publicitados avances de la medicina farmacológica. En un meta-estudio de todas las
investigaciones sobre este tema con alto grado de evidencia científica de USA y Australia1, los autores
hallaron que la quimioterapia, en su límite máximo de eficacia, facilitaba una supervivencia superior a 5
años en un 2,3% de los casos en Australia, y un 2,1 % en Estados Unidos. El cáncer de estómago, no
obstante, está disminuyendo en todo el mundo (en centro Europa ha disminuido el 60% en unas décadas),
según la OMS debido a los cambios en los modos de vida, no a intervenciones sanitarias.
“Como promedio los tumores sólo remiten en el 7% de los pacientes de cáncer. Por otra parte,
no hay evidencia de que ese 7% de ‘éxito’ sea el resultado de los tratamientos recibidos; puede incluso
que se haya dado a pesar de esos tratamientos”… “Con una tasa de mortandad no menor, sino un 6%
mayor en 1997 que en 1970, no hay indicio alguno de que la moderna terapia del cáncer sea científica, ni
efectiva, ni que valga la pena, el dolor y el esfuerzo de los grandes desembolsos económicos. Partiendo
de una tasa de fracaso no inferior al 93%, la terapia médica contra el cáncer no puede considerarse un
tratamiento sino una seria amenaza para la salud pública”, Andreas Moritz, 2007.
Creencia en la existencia de una entidad autónoma denominada enfermedad: Para el
paradigma ortodoxo de la salud, promovido por instituciones y medios de comunicación social, la
enfermedad es una realidad objetiva, exterior e independiente de la persona. Según esta idea no hay
personas que manifiestan su malestar con disfunciones físicas o mentales, lo que hay son unas entidades,
formas o estructuras patológicas, con vida propia, que atacan a las personas aleatoriamente poniéndolas
enfermas. Esta creencia mantiene que la enfermedad ‘se coge’, no se genera como el humor o la
personalidad: no decimos ‘he cogido mal humor’, sino ‘estoy de mal humor’, pues no es algo inevitable o
irreparable que se apodera de nosotros. Si creemos que la enfermedad no depende de la persona, sino la
persona de la enfermedad, generamos una mentalidad de víctima, a la defensiva de las agresiones de la
enfermedad.
Creencia en la mono-causalidad de la enfermedad: Creemos, por ejemplo, que enfermamos
de gripe porque un virus nos ataca, lo cual debiera hacer que todas las personas enfermen en las mismas
circunstancias, cosa que no ocurre. Este fenómeno constituye otra anomalía científica del modelo
ortodoxo: ¿Por qué las enfermedades infectocontagiosas afectan a unas personas expuestas y no a otras,
próximas a ellas? Las personas seleccionamos la información dependiendo de nuestras características y
respondemos de modo diferente a los mismos estímulos, en función de nuestros valores, ideas, emociones
y fisiología; la subjetividad (creencias, constitución física, actividad…) y el medio (clima entorno
laboral, contaminación…) son expresión de una multicausalidad compleja.
Un ejemplo de esta anomalía: Se sabe que alrededor de la mitad de las personas del mundo
tienen dentro de su estómago la bacteria Helicobacter Pylori, permaneciendo la gran mayoría, durante
toda su vida sin problema ni síntoma alguno. No obstante la hipótesis de que esta bacteria es la causante
de muchas enfermedades gastroduodenales es predominante hoy en día entre los científicos; esta hipótesis
supone que estas enfermedades las causa esta ‘bacteria exterior’ cuando es muy virulenta, y cuando el
sistema inmune de la persona está débil (desnutrición, ingesta de compuestos nitrosos, déficit en vitamina
C, tabaquismo, etc.). ¿No sería más sencillo (aplicando el principio de la Navaja de Ocam) suponer que es
está debilidad, o falta de energía, directamente la que causa los problemas?
La soledad, la tristeza, el pesimismo existencial, la falta de pertenencia, de proyectos, de sentido
de la vida, el sentimiento de inferioridad o superioridad, la angustia, el nerviosismo, el frío, el hambre, la
pasividad, y la falta de voluntad, son condiciones de la vida para nuestro aprendizaje y maduración.
¿Cómo se distingue ‘la variación inherente a la vida’ de la ‘entidad patológica’? No hay separación, no
son más que conceptos que intentan explicar la realidad. Estos aspectos son inseparables de la vida y de la
salud de las personas, pero los terapeutas ortodoxos, a menudo, no llegan ni siquiera a darse cuenta de la
persona que hay detrás, ‘no escuchan’ lo que le ocurre al afectado, solo ven el problema físico, el árbol no
les deja ver el bosque. Por eso quieren que todo tenga una clasificación, un nombre, un síntoma, un
diagnóstico, todo debe ser reducido a un simplismo que de seguridad al experto; la complejidad es poco
manejable. Aún así hasta un 60% de los motivos de consulta de atención primaria son catalogados como
inespecíficos.
Creencia en que tanto la enfermedad como su solución vienen del exterior, y es corporal:
Lo cual supone creer en una separación entre mente-cuerpo, individuo-sociedad, interior-exterior,
enfermedad-salud. Esta creencia-hipótesis no puede explicar la anomalía del efecto placebo, que
estudiamos más adelante; este efecto es una gran espina clavada en el corazón del modelo fármaco-
sintomático de sanidad. La efectividad de un fármaco o de un proceso quirúrgico depende de las
expectativas que la persona tenga en él (expectativas basadas en el terapeuta, la publicidad, las creencias,
etc.). La efectividad de muchos fármacos utilizados no es mayor que la de una cápsula con azúcar; el
efecto favorable de los fármacos puede ser debido a causas mentales: la creencia en su eficacia.
Creencia en la objetividad: La base en la que se sostiene la medicina química está siendo
puesta en duda. La Medicina Basada en la Evidencia se propone erradicar lo que la medicina tiene de
espontáneo y personal, e impulsar la práctica ‘objetiva’ de la ciencia. Sin embargo esta pretensión parece
inalcanzable debido a los problemas de fondo y de forma que presenta el método científico utilizado:
tendencia a los estudios retrospectivos, a los trabajos sobre patologías, sesgos (presupuestarios,
matemáticos, en decidir qué se estudia, en el tamaño muestral, en el nivel de gravedad), arbitrariedad
formal del nivel de significación (qué es normal o anormal) y tratamientos dependientes de conclusiones
estrictamente metodológicas. Así ante un mismo problema de salud suele haber estudios contradictorios
(aún siendo metodológicamente correctos). Al final se forma un círculo vicioso, una paradoja, donde las
variables incontroladas, arbitrariedades y decisiones subjetivas pretenden dar objetividad a la ciencia.
Esto es otra anomalía del modelo de salud químico-sintomático.
Muchos profesionales han abandonado las religiones clásicas para adoptar a la ciencia como
creencia suprema: creen en ella, en sus métodos-protocolos (ritos), y la toman como ‘un dios único y
verdadero’ con tal fe que rechazan toda creencia que no se base en ella, olvidando la esencia ilimitada y
compleja de la realidad, de los procesos vitales y que lo principal es la persona. Este modelo potencia el
sometimiento a una supuesta ‘verdad científica objetiva’ que anula la capacidad crítica, la responsabilidad
personal en las decisiones, la capacidad inmunitaria personal e ignora la gran importancia de la relación
mente-cuerpo. Simplificar la enfermería, la psicología o la medicina a la aplicación de métodos o técnicas
‘basadas en la evidencia’, es querer meter el mar en un cubo de playa, querer dominar la compleja
realidad con protocolos de aprendiz de brujo.
Creencia en que el modelo fármaco-sintomático de salud está basado en la ciencia: Según la
la base de datos Clinical Evidence del año 2006 publicada por el British Medical Journal, el 87% de los
tratamientos médicos ortodoxos carecen de evidencia científica de que su práctica sea beneficiosa. Tras
estudiar 2500 tratamientos solamente consideran probadamente beneficiosos el 13% de ellos. Por otra
parte un estudio realizado por la Universidad de Duke, Durham (USA) sobre 16 guías de práctica clínica
utilizadas por los cardiólogos (JAMA 25-2-2009) detectó que solamente el 11% de las recomendaciones
estaban basadas en ensayos clínicos randomizados (alta evidencia científica)2.
Creencia en que las personas afectadas no podemos hacer nada para evitar la enfermedad: no
tenemos recursos para conservar el estado de salud en buenas condiciones. El sistema sanitario, los
fármacos, el médico son quienes tienen la solución, “ante cualquier problema, acuda a su médico”.
En las últimas décadas los profesionales de la salud se han dado cuenta de que el modelo de
relación con los afectados es demasiado paternalista y están empezando a usar el acuerdo terapéutico. En
esta relación profesionales y pacientes se tratan como iguales; el profesional aporta recomendaciones
basadas en su conocimiento teórico-técnico y el afectado aporta su conocimiento de lo que le ocurre y de
sus capacidades. Ambos aspectos son básicos, pero la decisión y responsabilidad de qué hacer con las
recomendaciones debiera corresponder al afectado. Esta nueva relación deja sin sentido lo que hasta ahora
se conocía como incumplimiento del tratamiento. En este sentido es adecuado promover el no-
cumplimiento del modelo paternalista, es decir, lo adecuado es escuchar las emociones, la intuición, el
cuerpo, cuestionarse lo impuesto, escuchar a los profesionales, informarse bien y, teniendo en cuenta todo
ello, tomar la decisión que se adapte a su proceso y personalidad.
Creencia en que estamos enfermos por naturaleza: los intereses económicos en los que está
basado el actual sistema de enfermedad nos empuja incesantemente a creer que la salud no es un estado
natural, inherente a las personas, sino un objetivo a conseguir mediante fármacos y que nunca se llega a
tener del todo. Esto esta dando lugar a lo que se denomina invención de enfermedades (disease
mongering).
Uriarte y Mora consideran que para tomar una decisión adecuada hay que tener en cuenta: La
zona geográfica, la constitución personal o terreno (la vitalidad y fortaleza inmunitaria), el tipo de
vacuna (vacuna ineficaz es “aquella que no supera el 50% de activación o que crea más perjuicios que
ventajas”: rubéola, difteria, tétanos, polio, fiebre amarilla), la enfermedad de que se trata (difteria, tos
ferina, polio, varicela, sarampión, rubéola y paperas, una vez pasadas crean inmunidad; la tuberculosis,
cólera, polio, tétanos y la fiebre amarilla pueden ser potencialmente mortales; la difteria y la hepatitis a
veces pueden complicarse), la historia personal (embarazos, vacunas recientes, reacciones anteriores,
interferencias con xantinas, antibióticos u otros medicamentos…), la historia familiar (alergias,
enfermedades…). Y concluyen: “Teniendo en cuenta todos los puntos de vista expuestos pensamos que la
vacuna puede ser útil si la enfermedad a prevenir es de las consideradas malignas; si la vacuna a
emplear es eficaz; si la enfermedad maligna es pandémica (presentación masiva) y no actúan los
factores económicos, políticos y nutricionales; si no existiesen factores predisponentes, y si se administra
correctamente. La vacuna se ha de administrar en forma única y separada de las otras. Cuando se acabe
el ciclo de vacunación de la primera, se pasa a la segunda. Para evitar ciertas malformaciones no hay
que ponerlas en periodo de fecundación y se aconseja esperar alrededor de seis meses después de la
última vacuna para quedar embarazada. Se puede plantear la interrupción de la vacunación cuando
aparezca algún efecto secundario en la última dosis.” Dr. Xavier Uriarte, Dr. Ioan Mora. “Sobre las
vacunas-origen y futuro”9.
“Puede que sea mejor darle a su hijo zumo de zanahorias y alimentarlo de forma sana que
vacunarlo o, en caso de los bebés, invertir en el programa de inmunización más viejo de todos: La leche
materna”, Lynne Mctaggart.
Considero que lo importante no es posicionarse a favor o en contra de las vacunas, sino dejar
claro que toda decisión debe ser informada. Los afectados y padres deben decidir responsablemente,
después de conocer las ventajas e inconvenientes, si se vacunan o no. Es decir: Hay que informarse muy
bien y no dejar que nadie decida por uno. Esta información hay que conseguirla, pues los profesionales e
instituciones sanitarias no la suelen facilitar. La salud es demasiado importante como para dejarla en
manos de las empresas fabricantes y profesionales.
El filón de la iatrogenia.
Cuando las instituciones o los medios de comunicación hablan del sistema de salud basado en la
curación de síntomas y en la utilización de fármacos, en su gran mayoría lo hacen con total parcialidad y
falta de espíritu crítico. Hablan de este tipo de terapia como si fuera la gran panacea de la humanidad de
todos los tiempos, como si nos aportasen soluciones que nunca antes tuvimos para no enfermar. Suelen
olvidar que las enfermedades mentales y circulatorias son cada día más numerosas, los accidentes nunca
supusieron un nivel tan alto de morbilidad y mortalidad, las enfermedades crónicas y el cáncer van en
aumento. La medicina química, o fármaco-sintomática, no ha contribuido a la erradicación de las
enfermedades en el mundo, ni siquiera en los países ricos actuales, que no tienen menos enfermedades,
sino diferentes. La peste, el tifus, la fiebre amarilla, el cólera, la viruela o la tuberculosis han estado
presentes durante la historia; estas enfermedades han dado paso a otras actuales, relacionadas con nuestras
costumbres y la nueva forma de vivir, la higiene y la cultura.
Los datos de la OMS de 1998 consideran que las tres principales causas de mortalidad en el
mundo son las enfermedades cardiovasculares 31%, las infecciosas 25%, y el cáncer 13%; es curioso que
en el 2004 y 2008 se diferencie entre distintos tipos de cáncer (con lo cual el cáncer más frecuente, el
respiratorio, pasa al puesto 8º).
Pero sobre todo hay que destacar un dato que no quieren ver los estamentos oficiales
(universidades, sistemas de salud y medios de comunicación): la primera causa de morbilidad y
mortalidad en los países occidentales parece ser la iatrogenia, es decir, los daños colaterales del sistema
sanitario. Efectos no deseados que pueden ir desde las simples molestias hasta causar la muerte. Se
incluyen en este concepto tanto las reacciones adversas a fármacos como los problemas causados como
consecuencia de acciones o técnicas profesionales de cualquier tipo, desde el empleo de prácticas
sencillas, como poner una inyección, a técnicas complejas, como sacar radiografías, ingresos hospitalarios
o intervenciones quirúrgicas.
“…a menudo no están tan interesadas en curarle a usted como en sacarle dinero, así que esa
investigación, de repente, es desviada hacia el descubrimiento de medicinas que no curan del todo, sino
que cronifican la enfermedad y le hacen experimentar una mejoría que desaparece cuando deja de tomar
el medicamento… es habitual que las farmacéuticas estén interesadas en líneas de investigación no para
curar sino sólo para cronificar dolencias con medicamentos cronificadores mucho más rentables que los
que curan del todo y de una vez para siempre. Y no tiene más que seguir el análisis financiero de la
industria farmacológica y comprobará lo que digo…la medicina que cura del todo no es rentable y por
eso no investigan en ella… Al capital sólo le interesa multiplicarse. Casi todos los políticos -y sé de lo
que hablo- dependen descaradamente de esas multinacionales farmacéuticas que financian sus
campañas. Lo demás son palabras…”, Richard J. Roberts, Premio Nobel de medicina 199310.
Los procedimientos sanitarios son la primera causa de muerte en occidente, al menos en USA,
como lo atestigua un meta-estudio (una revisión de múltiples estudios publicados en revistas médicas y de
datos oficiales del gobierno) titulado Death by Medicine, llevado a cabo por Fary Null y otros
investigadores, para la organización sin ánimo de lucro Nutrition Institute of America. Esta investigación
lo dejó claro y sus autores concluyeron que: “Cuando el asesino número uno en una sociedad es el
sistema de atención de salud, entonces ese sistema no tiene excusa, salvo para hacer frente a sus propias
urgentes deficiencias. Es un sistema fallido que necesita atención inmediata. Lo que hemos esbozado en
este trabajo son los aspectos intolerables de nuestro actual sistema médico, el cual precisa ser cambiado
desde sus cimientos”. Que la gran mayoría de los medios de comunicación y los organismos oficiales
tapen estos datos es ignorar interesadamente la regla básica de toda terapia: lo primero no hacer daño.
Según este estudio la iatrogenia fue la primera causa de muerte en USA en el año 2001,
provocando 783.936 muertes, seguida de las enfermedades del corazón, que causaron 699.697 muertes y
del cáncer, con 553.251 muertes. Todo ello teniendo en cuenta que el registro de casos por iatrogenia
podría estar muy por debajo de los casos reales (cercano al 20% del total), debido a la natural reticencia
de los profesionales a registrar sus propios errores. Los mismos autores dicen que usando otros
parámetros de medición se podrían sumar otras 216.000 muertes anuales, haciendo un total de 999.936.
COSTO ANUAL FÍSICO Y ECONÓMINCO DE LA INTERVENCIÓN MÉDICA
(según Fary Null y otros).
Factores causantes Muertes Costo (en Millones $) Autor
Reacciones adversas 106.000 12.000 Lazarou, Suh
a fármacos
Errores médicos 98.000 2.000 IOM
Escaras de decúbito 115.000 55.000 Xakellis, Barczak
Infecciones 88.000 5.000 Weinstein, MMWR
Hay otros estudios con resultados más bajos, pero no tienen en cuenta tantos factores causantes
como éste. Aún así quedan sin ser incluidos aspectos como la toxicidad radiológica, el uso inadecuado de
antibióticos, los medicamentos carcinógenos, la quimioterapia o la radioterapia. Asimismo hay que tener
en cuenta la morbilidad, es decir las enfermedades sin muerte achacable, problemas y efectos secundarios
que causan los fármacos, o los procedimientos; los cuales son tan habituales que son considerados por el
sistema como efectos colaterales normales, sin tener en cuenta que los afectados deben ser informados de
las ventajas y desventajas de todos los tratamientos posibles, sean ortodoxos o no, para que puedan tomar
sus propias decisiones.
El diagnóstico mismo es una etiqueta que dispara la creencia de la persona sobre su estado interior. Está comprobado que
las personas a las que se le diagnostica hipertensión, por ejemplo, sufren un agravamiento de los síntomas y viven peor que otros
hipertensos a los que en cambio, no se les ha diagnosticado la enfermedad. También la palabra cáncer pronunciada por un médico
equivale en la cultura occidental actual (el entorno intersubjetivo) a la palabra muerte pronunciada por un brujo en la cultura vudú.
Una simple palabra, un diagnóstico, es capaz de cambiar las emociones de una persona, volverla insegura, cambiar sus objetivos
vitales, su concepción de la vida, y cambiar, también, la química interior de su organismo. Muchos expertos creen que son estos
cambios subjetivos, este miedo, los que realmente provocan la enfermedad, más que la existencia de cualquier factor causante,
supuestamente objetivo.
Esta misma situación parece darse en todos los países con el sistema de salud basado en la
medicina farmacológica, aunque en muchos de ellos no se dispone de estudios que lo atestigüen. Las
empresas farmacéuticas están interesadas en extender la medicalización de la vida, en que sus ventas,
como vendedores que son, aumenten de cualquier forma.
“…La industria farmacéutica es la mayor inversión industrial sobre la tierra, que mantiene y
promueve uno de los mayores planes de engaño y de fraude en la historia de la humanidad. Mientras la
publicidad promete ‘salud’ el mercado mismo de esta industria de inversión es la existencia y expansión
de enfermedades. La prevención, el tratamiento de la raíz del problema y la erradicación de las
enfermedades amenaza el ‘negocio de la enfermedad’ de las farmacéuticas y, por lo tanto, el llamado
cártel farmacéutico lucha contra ello… la propia industria que reclama el monopolio en ‘salud mundial’
es por sí misma el mayor obstáculo para que los habitantes del mundo disfruten de una vida sana”. Estas
palabras son del doctor Matthias Rath, médico investigador que ha contribuido a las ciencias de la salud
con importantes descubrimientos sobre los micronutrientes celulares (como la importancia de la vitamina
C) y su aplicación a las enfermedades cardiovasculares, cáncer o SIDA. Y afirmando que el control y el
tratamiento con terapias naturales es mejor y más eficiente que el tratamiento farmacéutico convencional,
sigue: “La industria farmacéutica es una industria de inversión. Debido a su propia naturaleza no puede
producir ni producirá fármacos que prevengan o erradiquen enfermedades, ya que esto eliminaría estas
enfermedades como mercado del uso continuo de estos fármacos. Este hecho es difícil de entender y
todavía más difícil de aceptar. Pero es la verdad y todo el mundo debe saberlo. En consecuencia, el 80%
de los medicamentos farmacéuticos que se encuentran actualmente en el mercado no tienen ninguna
eficacia comprobada, sino que solo cubren síntomas. Como resultado directo de este hecho, las
enfermedades más comunes de la actualidad, entre ellas las enfermedades cardiovasculares, el cáncer, el
SIDA y muchas otras enfermedades, no son contenidas sino que continúan propagándose a pesar del
hecho de que existen alternativas eficaces y no patentables…”11.
Muchos afectados, conscientes de la peligrosidad de los fármacos son claramente reticentes a
tomarlos, incluso cuando el médico se los receta. Sin embargo la ‘autoridad en la materia’ que se les
supone a los profesionales y la presión mediática y académica hacen que actualmente todavía sea muy
mayoritario el sector de la población que emplea estos productos. Si los afectados supieran a lo que se
arriesgan tomando estos productos probablemente no lo harían, por ello es muy importante leer, como
mínimo, la información de los folletos y contrastar por cuenta propia la información de lo que tomamos.
Se lo pensarían, por ejemplo, antes de tomar Bupropión, usado para dejar de fumar desde 1985, que
estuvo prohibido durante tres años, por provocar convulsiones, y responsable de numerosas muertes, y
que fue autorizado finalmente a dosis controladas. “Creo que el premio Nobel siguiente debiera ser para
el departamento de Marketing de Roche… que vendió toda la producción de un medicamento que no se
sabe si es efectivo para una epidemia que se desconoce si aparecerá”, Rubén Roa, ante la epidemia,
inexistente, de gripe aviar.
Las empresas farmacéuticas están ‘interesadas’ en buscar medicamentos que tengan efectos
paliativos, no curativos; estos tratamientos no solo no han demostrado ser eficaces, sino que son
probadamente venenosos: La quimioterapia es tóxica por definición (no como efecto secundario) pues
destruye o mata a las células normales, las inmunológicas incluidas, además de las tumorales. “Los
pacientes suelen morir a causa del tratamiento, antes de que el tumor pueda (o no) matarles”, Dick
Richards, 1982; ocasiona pulmonía, infecciones, intoxicación directa del fármaco, falta de hematíes
(anemia aplásica), leucocitos (leucocitopenia), o plaquetas (trombocitopenia), cardiopatías, infertilidad,
caída de pelo, nauseas, vómitos, encías sangrantes, úlceras bucales y gastrointestinales, candidiasis,
tumores secundarios...“Se sabe que los cánceres secundarios son complicaciones causadas por la
quimioterapia y la irradiación empleada para tratar linfomas y linfomas de Hodgkin además de otros
cánceres primarios”, New England Journal of Medicine, 21 de septiembre de 1989. La quimioterapia,
reduce los tumores de algunos cánceres, sin embargo esto empeora claramente la calidad de vida de los
afectados, sin mejorar nada la supervivencia; y después de varias décadas siendo usada no existe ni una
sola evidencia científica que respalde el uso de la quimioterapia como método para curar el cáncer.
“Todos debemos saber que ‘la guerra contra el cáncer’ es un gran fraude”, Linus Pauling, dos veces
Premio Nobel. A pesar de que cada año mueren más personas de cáncer, las revistas de salud y los
periódicos, desde hace décadas, no dejan de publicar noticias como esta: “La Ciencia, a punto de vencer
al cáncer”, “El cáncer, acorralado”, etc.11
Los profesionales sanitarios actuales normalmente responden a este panorama de tres formas: 1ª.
La mayoría de ellos no se enteran, están tan absorbidos por el sistema ortodoxo y tienen tan poca
iniciativa que siguen a ciegas lo que los empresarios del sector les dictan. 2ª. Algunos se dan cuenta, e
incluso intentan hacer algo, pero se chocan contra una poderosa pared de intereses económicos y
académicos que les resulta muy difícil superar, por lo que desisten de ello, guardan silencio y se acoplan
al sistema. 3ª. Unos pocos se dan plena cuenta de lo que ocurre, ven que no prevalece el interés de las
personas, que la investigación científica y la práctica sanitaria está corrompida, y actúan en conciencia,
con profesionalidad y con empatía hacia los afectados, pese a quien pese, con peligro para su integridad
profesional y personal, arriesgándose al desprestigio, la deshabilitación profesional, los problemas
económicos e incluso a la cárcel; esto último es lo que les ha ocurrido a Benveniste, R. G. Hamer, o
Ghislaine Lanctôt, y a otros muchos profesionales anónimos.
La industria, el sistema sanitario, el sistema académico (quienes educan a los sanitarios), la
inercia profesional y los mismos ciudadanos, que mayoritariamente prefieren delegar en otros la
responsabilidad sobre la salud, son los factores que han contribuido, hasta ahora, a hacer de la salud un
negocio que se ha vuelto en contra de las personas. El profesional se excusa diciendo que dan a los
clientes lo que éstos quieren (tapar los síntomas y no pensar en el problema), los pacientes echan la culpa
a los profesionales diciendo que lo que les dan les causa más problemas de los que solucionan. Tanto los
unos como los otros, en su mayoría, creen en los fármacos, en la primacía de la química, la separación del
cuerpo de la mente, la separación entre enfermedad, actitudes y emociones, creen que la enfermedad (y su
solución también) viene de fuera, que la salud no depende de cada persona sino de los expertos.
¿De quién es la culpa? No importa, tal vez no sea de nadie, o sea de todos. Esa no es la cuestión.
Lo importante es que los ciudadanos debemos responsabilizarnos de nuestra vida, tomar las decisiones
que nos incumben con sentido común e información, y ser lo bastante creativos y flexibles como para ser
capaces de ver los fraudes, ortodoxos o no, intencionados o no.
Lo que hemos visto sobre el cáncer, las vacunas o las enfermedades vasculares no son ejemplos
aislados. La carencia de efectividad, de criterios científicos, las reacciones adversas y la información
contaminada es lo normal en las enfermedades tratadas por la medicina química, por ejemplo el SIDA.
Actualmente unos 3.000 científicos e investigadores de todo el mundo creen que la actual teoría
del SIDA es errónea y que no tiene fundamento científico. Se ha constituido el "Grupo por el
Replanteamiento Científico de la Hipótesis VIH SIDA" (Reappraising AIDS), en este grupo hay
científicos expertos: biólogos, biólogos-moleculares, matemáticos, físicos, médicos y químicos. Los más
activos son Peter Duesberg, Serge Lang, Eleni Papadopulos-Eleopulos, Harvey Bialy, David Rasnick o
Roberto Giraldo; entre ellos están los Premios Nobel Walter Gilbert, 1980, y Kary Mullis, 1993. Muchos
de estos científicos creen que quienes defienden la posición ortodoxa del SIDA carecen del rigor
metodológico mínimo para probar lo que dicen y que en su mayoría han sido engañados por otros
científicos al servicio de intereses particulares, que han cometido fraude deliberado. Según esta teoría
alternativa, son los propios tratamientos farmacológicos que propone la visión mayoritaria los que
provocarían los síntomas del SIDA, y que para comprobarlo solo hay que leer los prospectos de dichos
fármacos.
Los fármacos ARV (Anti Retro Virales) contra las inmuno-deficiencias: dañan al sistema
inmune, y causan nuevas infecciones. A pesar de que nadie ha demostrado que los beneficios sean
mayores que los daños que provocan los ARV se dispensan como rosquillas. Los afectados debieran leer
los folletos que acompañan a estos fármacos para saber que no curan el VIH ni el SIDA, y que provocan
inmunodeficiencia (justo lo que deberían curar) 17.
Kary Mullis, premio Nobel de química por descubrir la prueba PCR (reacción en cadena de
polimerasa), que los defensores de la Teoría VIH usan para justificar la presencia del virus, dice que su
técnica no sirve para diagnosticar quien es portador del VIH, y que habría renunciado al premio Nobel de
saber el uso que se iba a dar a su invención. “Ni Duesberg ni yo podemos entender cómo ha surgido esta
locura (…) Sabemos que errar es humano pero la hipótesis VIH/SIDA es un error diabólico”, Kary
Mullis18.
Según Peter Duesberg, experto en retrovirus y miembro de la Academia Nacional de Ciencias de
los Estados Unidos, desde el punto de vista científico ningún retrovirus puede ser causa del SIDA.
El inmunólogo Roberto Giraldo afirma que el VIH no existe, o al menos no está demostrado con
una prueba confiable que exista un virus o retrovirus de estas características (aunque sí existe esta prueba
en enfermedades como el sarampión, la hepatitis A y B, la poliomielitis o la gripe). Lo que denominamos
SIDA es, según Giraldo, un conjunto de síntomas causados por una sobreexposición a agentes biológicos,
químicos, físicos, mentales y nutricionales que colapsan el sistema inmunológico. Agentes como alcohol,
tabaco, otras drogas, anfetaminas, polución ambiental, herpes, hepatitis, tuberculosis, malaria,
enfermedades tropicales, de transmisión sexual, ansiedad, depresión, pánico, insomnio, fatiga, falta de
higiene o malnutrición y las deficiencias vitamínicas y de antioxidantes. Todo esto genera radicales libres
que dañan las células y debilita las defensas, causando síntomas infecciosos y metabólicos. En resumen
Giraldo cree que el SIDA no lo causa un virus, sino problemas tóxicos y nutricionales. Además no hay en
la actualidad ningún tratamiento farmacológico para combatir un supuesto virus tan tóxico (como no lo
hay contra la gripe u otras enfermedades virales). Así que es inútil y peligroso dar a las personas afectadas
fármacos antirretrovirales tóxicos.
Está ocurriendo lo mismo que ocurrió, durante décadas, considerando la pelagra, el beriberi y el
escorbuto como enfermedades infecciosas, hasta que a principios del siglo XX se descubrió que eran
nutricionales. Las personas afectadas tuvieron que pasar, también, por el aislamiento y el rechazo de la
sociedad, por miedo al contagio.
No hay síntomas específicos de SIDA, por lo que el diagnóstico médico es arbitrario. Por otra
parte en los afectados por SIDA jamás se encuentra el virus del VIH, ni se observan los síntomas de que
se dan en otras enfermedades virales como el sarampión o la rubéola. La paranoia que los medios de
comunicación y la posición ortodoxa sobre el SIDA (que afirma que es incurable), ha provocado que,
además de los agentes debilitantes, se produzca una autosugestión de las personas que les lleva a
intensificar los síntomas y el falso pronóstico de muerte. Esta influencia psico-emocional en el estado
inmunológico está actualmente demostrada por la psoconeuroinmunología.
El SIDA no tiene síntomas propios, sino que causa infecciones oportunistas (infecciones por
bacterias, micobacterias, virus, hongos, parásitos, toxemias, demencias, enfermedades sanguíneas y
tumorales), propios de otras enfermedades como: neumonías, tuberculosis, toxoplasmosis, angiomatosis,
candidiasis vulvo-vaginales y orales, displasias de cervix, carcinomas, encefalopatías, fiebre, diarreas
persistentes, fatiga crónica, herpes recurrentes, neuropatías periféricas, sarcoma de Kaposi, linfoma de
Burkitt, linfomas… La prueba del VIH positiva, no garantiza que haya SIDA, muchas personas con VIH
positivo están perfectamente permanentemente; para diagnosticar el SIDA tienen que darse los síntomas.
De modo que el diagnóstico de SIDA es subjetivo, ya que ni los síntomas ni el VIH positivo lo confirman.
Algunos científicos críticos creen que la crisis psicoemocional y los hábitos nocivos, pueden
reflejarse en el cuerpo, haciendo que la homeostasis se rompa y aparezcan los síntomas. Según Hamer las
personas que tienen estos síntomas, cuando no saben que tienen SIDA, se curan sin problemas, es el
efecto mental del diagnóstico lo que les mata: “¡sólo se convierte en víctima del SIDA quien sabe que es
seropositivo o cree serlo!”. Respecto a las causas emocionales dice que está producido por un conflicto
de desvalorización de uno mismo con síntomas comunes a otras enfermedades; cuando la persona se
vuelve a auto-valorar, se produce la curación.
Parece pues que la clave de la recuperación de estas personas está en la creencia sobre la posible
evolución de la enfermedad. Cuando no se interpone el pronóstico que los expertos predicen (sin base
científica), su fuerza mental, emocional y física son capaces de superar los síntomas. Ayudados por todo
lo que pueda reforzar su sistema homeostático: superación de la crisis emocional y hábitos de vida
naturales y energéticos. En resumen, el enfoque natural del SIDA dice que se puede prevenir y curar de
forma efectiva, fácil y barata.
“Todos los postulados en que se basa la teoría infecciosa del SIDA están plagados de errores
metodológicos…, ninguna, pero absolutamente ninguna de las bases de la hipótesis VIH-SIDA, ha sido
demostrada a nivel objetivo. No son más que simples suposiciones teóricas creadas por las mentes de los
generadores de esa teoría…”, R. Giraldo19.
Aunque ya hemos visto que la mayoría no significa nada en ciencia, más bien todo lo contrario,
es preciso conocer lo que piensan los científicos ortodoxos. Los que siguen son los argumentos de la
posición mayoritaria-oficial respecto al SIDA. En el año 2000, más de 5000 científicos firmaron la
declaración de Durban, asegurando que el VIH es la causa del SIDA. Entre ellos había varios premios
Nobel y directores de institutos de investigación, academias y sociedades médicas. Esta declaración decía
que aunque existen aspectos que se desconocen: Los pacientes con síndrome de inmunodeficiencia
adquirida, sin importar donde vivan, están siempre infectados con el VIH; si no se trata, la mayor parte
muestran síntomas del SIDA al cabo de 5 o 10 años; la infección se identifica en sangre mediante la
detección de anticuerpos, secuencias genéticas o aislamiento viral; estos test son tan efectivos como los
usados para detectar otras infecciones virales; quienes reciben sangre contaminada o productos
sanguíneos contaminados con VIH desarrollan SIDA; la mayor parte de los niños que desarrollan la
enfermedad nacen de madres infectadas con VIH; a mayor carga viral en la madre aumentan las
probabilidades de que el bebé se infecte; en pruebas in vitro, el VIH infecta el mismo tipo de células de la
sangre (linfocitos CD4) que la enfermedad ataca en los pacientes con SIDA; las drogas que impiden la
replicación del VIH in vitro también reducen la carga viral en humanos y retrasan o impiden la aparición
del SIDA. Cuando está disponible, el tratamiento reduce la mortalidad por SIDA en más de un 80%.
Por otra parte Luc Montagnier (uno de los iniciadores de la teoría y único premio Nobel por este
motivo), se ha desmarcado en varias ocasiones de las tesis oficiales, afirmando que el VIH por sí solo no
es causa suficiente para el SIDA, que ni siquiera en pacientes terminales de SIDA están infectadas más de
una entre 500 Células T y que debe haber otros factores que hagan aparecer la enfermedad, pues el VIH
por sí sólo es incapaz de matar esas células. Tras buscar otros factores parece haber concluido que éstos
tienen que ver con los hábitos de vida y con aspectos psicoemocionales. Además Montagnier es partidario
de limitar el uso de antirretrovirales y de usar antioxidantes naturales. En declaraciones a la revista
Discovery Salud20, en diciembre del 2007, dijo: “El VIH sólo es un problema grave si el sistema inmune
está deprimido”.
Las pruebas usadas para el diagnóstico de infección por VIH (Elisa, Western Blot y carga viral)
no garantizan que un resultado positivo sea por una infección con el VIH21. Según diversos autores todos
los positivos son falsos positivos, pues estas pruebas no están estandarizadas, no son reproducibles, no
clarifican que haya infección VIH, ni indican lo mismo en todas las personas. Además, como el VIH
nunca ha sido aislado como una entidad viral independiente, libre y purificada, la sensibilidad y la
especificidad de estas pruebas no pueden ser comparadas con el VIH mismo, y se comparan con las
manifestaciones clínicas del SIDA o con los recuentos de las células T4. “En otras palabras, que un
resultado positivo en una prueba de anticuerpos para el VIH puede ser el resultado de una sobre-
estimulación antigénica previa, antes que consecuencia de una infección con el VIH o de cualquiera otra
retroviral”, R. Giraldo22.
El VIH parece no existir, pues su supuesto hallazgo no sigue el procedimiento estándar para
aislar un retrovirus. La existencia del VIH ha sido establecida en forma indirecta: por la presencia sangre,
enzimas o fragmentos de ARN o de ADN que supuestamente pertenecen al VIH, sin haber demostrado
esta supuesta pertenencia, ya que el VIH no ha sido nunca aislado23. Por otra parte “Es interesante anotar
que la presencia de antioxidantes en los cultivos evita que aparezca el fenómeno”… “Es decir, que el
fundamento de toda la concepción viral del SIDA es un fantasma”, Giraldo24.
El descubrimiento del VIH se anunció el 24 de abril de 1984, por Robert Gallo, en una rueda de
prensa, sin publicación científica previa, o presentación en congreso o reunión científica alguna.
Posteriormente Robert Gallo fue condenado por un tribunal de su país por el fraude de apropiarse de los
trabajos de Luc Montagnier (este fraude ha sido tácitamente reconocido por el jurado del premio Nobel,
que sólo ha otorgado el premio a Montagnier, no a Gallo). Asimismo se ha probado que Gallo cometió
fraude científico al anunciar unos resultados contrarios a los que el jefe de investigación de su laboratorio
había firmado25.
Acabo este tema con unas palabras de Montagnier, posteriores a recibir el premio Nobel de
Medicina del 2008: “El virus actúa en aquellos organismos que presentan ya una situación degradada
por el consumo de drogas o por una vida complicada, con abuso de alcohol o escasa atención a la
alimentación. Algunas personas sanas pueden ser infectadas por el virus durante un breve periodo pero
pueden desembarazarse de él enseguida. La moraleja de todo esto es que hay que llevar una vida
responsable y evitar otras infecciones”26.
La nutrición celular-ortomolecular.
Otros estudios recomiendan nutrientes naturales, que sin ser esenciales en la alimentación
cotidiana, son recomendables en ciertas situaciones: tirosina (antiestrés), quercitina (bioflavonoide
antialér-gico, antiinflamatorio, etc.), genisteína (fitoestrógeno natural), Coenzina Q10 (energética), luteína
(para problemas oculares), pignogenol, resveratrol, etc.
Cuando menciono la palabra interior, vitalidad o armonía interior, me refiero a una armonía más
profunda y primaria que la salud física (aunque incluye esta), relacionada con lo que podemos denominar
paz mental y espiritual. La investigación muestra que muchas enfermedades (corazón, dolores, cáncer…)
surgen de la pérdida de la felicidad. La armonía interior provoca la coherencia orgánica y con el entorno,
personas y naturaleza, en general. Para tener vitalidad física y mental hemos de potenciar la congruencia
entre lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos; superando los resultados, los pensamientos y el
miedo a enfermar.
La forma de mirar da sentido a la vida, a todo lo que hacemos. Amar la vida, acogerla tal como
es, apreciar su belleza y su transitoriedad como una aventura, da vitalidad. Esta vitalidad no precisa
resolver el problema exterior, basta centrarse en lo agradable, disolver el pensamiento de miedo, de
enfermedad. El miedo desordena, enferma, separa, condiciona la vida con creencias victimistas. Apreciar
la vida, cada detalle, nos devuelve el poder que habíamos delegado en la mala suerte, el azar. La
enfermedad y el dolor son oportunidades de darnos cuenta de nuestros procesos interiores; nos ayudan a
integrar y superar las crisis, aunque éstas sean de vida o muerte. Parafraseando al chamán Millo se puede
decir “la enfermedad no hay que curarla, hay que amarla”. De la misma forma que enfermamos solos,
también podemos curarnos solos, auto-curarnos con nuestros propios recursos, ayudados de los seres
queridos; el dolor es demasiado importante para dejarlo en manos de asépticos profesionales, es mejor
compartir las penas con los seres allegados, llorar a los muertos, estrechar las cooperación mientras dure.
También debemos elegir terapeutas que nos vean como personas, no como simples cuerpos,
implicándonos en nuestra propia salud, haciéndonos conscientes y responsables de la vida. Ser consciente
de la vida, vivirla ahora da paz-armonía y cambia la química y las células del cuerpo; sólo hay que
potenciar la paz interior, lo demás viene por añadidura.
La mente racional analiza, auto-critica y rumia para solucionar el problema, las investigaciones
muestran que esto empeora el problema. Diagnóstico universal: creer que algo me afecta, y temerlo.
Remedio universal: observar desde arriba, sin la mente racional, lo que ocurre a cada instante, feliz de
existir, ahora; sin identificarme con el problema, con la creencia. Esto es lo mejor que puedo hacer por mí
mismo, al hacerme consciente me curo interiormente, disfruto la vida y la vivo coherentemente, libre de
miedo y obsesiones. Esto es lo mejor que puedo hacer también por mi cuerpo, tanto en la salud como en
la enfermedad, por breves instantes o por una larga vida.
Para resumir podemos decir que el proceso homeostático es perfecto para vitalizar a las personas,
física y mentalmente. La enfermedad es un recurso de la naturaleza, no un error de ésta; es una señal que
nos indica qué ocurre dentro de nosotros, qué problemas tenemos. Sanar es más que curar, es darse cuenta
de este proceso, entendernos a nosotros mismos. Y aunque no se basa en la enfermedad, el enfoque
vitalizador e integral es el mejor para evitarla y/o superarla. Lo fundamental es dejar actuar a la
naturaleza, que nos ha construido, y disfrutar de sus regalos. El éxito de este enfoque de la salud se mide
en términos de autogestión y auto-responsabilidad, pero sobre todo de agradecimiento, paz interior y
armonía con el entorno. Vitalidad es vivir cada momento, disfrutar siendo lo que somos. No es tanto
cambiar de vida sino de forma de ver la vida.
Pasos para disfrutar de vitalidad:
1. Amar (a uno mismo y a todo lo que existe). Es la esencia de todo proceso de sanación.
2. Potenciar las cualidades: interiores (alegría, libertad, confianza...) y exteriores (energías naturales: estilo de vida,
alimento, aire, agua, ejercicio, reposo...).
3. Evitar las toxinas (rencor, contaminación mental, agobios, antinutrientes, fármacos, agentes químicos, infecciosos,
ionizantes, posturas inadecuadas, inactividad, etc.).
4. Limpiar lo ya contaminado: cuerpo (limpiar con saunas, limpiezas de piel, comidas ricas, ayunos, respiración profunda
en el campo), ideas (con sentido común, congruencia, cuestionamiento de creencias), emociones problemáticas (con expresión
emocional, relaciones, psicoterapia), relaciones (perdón y aceptación), espíritu (con silencio mental y satisfacción interior).
5. Darse cuenta de dónde nos afectan las crisis internas. Darse cuenta de que la vitalidad es el mayor poder curativo, que
está en uno mismo. Darse cuenta de que lo mejor de la vida es lo cotidiano y lo más sencillo. Vivir es darse cuenta.
Diferentes culturas han descrito en sus textos, o pintado, una fuerza cósmica (el Ki de los chinos,
Ruasch de los judios, Physis de los griegos, Vis de los romanos, Huaca de los incas, prana de los
hindúes...) que puede ser vista como un halo luminoso surgiendo del cuerpo de las personas que están en
paz interior, sobre todo de su cabeza: chamanes, faraones, místicos, profetas, santos, ángeles, yoguis,
budas, etc. Según las tradiciones religiosas esta luz está presente en todos los seres vivos y objetos.
Algunas culturas en contacto con la naturaleza son capaces de verla, como los aborígenes australianos, y
pueden interpretarla para saber el estado de salud y el pasado de una persona. Esta energía luminosa
también es denominada aura, o más recientemente, Campo Energético Humano (CEH).
“Michael Faraday y James Clerk Maxwell consideraron que era más apropiado utilizar éste
concepto (de campo), afirmando que cada carga crea una “alteración” o una “condición” en el espacio
circundante de manera que la otra carga, cuando está presente siente una fuerza. El campo sería pues,
una condición en el espacio con potencial para producir fuerza. Así nació la visión de un universo lleno
de campos que crean fuerzas mutuamente interactivas”. Bárbara Ann Brennan10.
Nuestro campo energético es mucho más de lo que habitualmente somos capaces de ver o medir.
Hay diversos tipos de campos (eléctricos, magnéticos, gravitatorios…). Parece, además, que existen otras
cualidades del campo que los científicos aún no son capaces de encontrar físicamente, entre éstos están
los campos morfogenéticos, que según hemos visto transmiten su forma y sus características internas por
medio de la resonancia mórfica. Sheldrake cree que las personas funcionamos, mental, fisiológicamente y
con el entorno, gracias a estos campos. Las emociones y los pensamientos funcionarían en interacción con
estos campos, influyendo en ellos y siendo influidos por ellos; como el ambiente de un grupo de amigos
influye en cada individuo, pero en el que cada persona es capaz de influir en el ambiente del grupo. Esto
quiere decir que estos campos se activan con nuestra energía, con nuestros pensamientos, emociones,
palabras y acciones, y cada vez que pensamos, sentimos, decimos o hacemos algo estamos dando forma al
campo individual, al grupal y al cósmico.
Los estados mentales armónicos transforman las vibraciones del organismo y la interacción
celular. Esto hace que la alegría y el amor sean curativos, que el ambiente familiar y social influya en
nuestra salud. También pone las bases para las intervenciones terapéuticas basadas en la empatía, la
autopercepción positiva y la elevación del estado vibracional de la persona; como es el caso del Toque
Terapéutico, la EFT, la visualización curativa, etc. Durante estas intervenciones las personas cambian su
estado mental interior desequilibrado, situándose en un nivel energético armónico, en un campo mórfico
sereno y agradable.
B. A. Brennan, física, investigadora y también sanadora sensitiva, coincidiendo con otras
investigaciones y tradiciones, ha descrito con detalle que el CEH tiene diferentes niveles de diferentes
colores o cuerpos bioenergéticos, ínterpenetrados e interdependientes, relacionados también con sus
respectivos vórtices energéticos (lo que la tradición hindú denomina chacras). Ella y otros muchos
investigadores han mostrado que el estado interior de las personas, mental, emocional y orgánico, hace
vibrar en diferentes frecuencias el campo. Como cada color tiene una vibración diferente se reflejan en las
formas de adopta este CEH, que puede ser captado por las técnicas de Kilner o de Kirlian, o por las
técnicas más actuales, como los equipos computerizados de observación del aura. Brennan expone
detalladamente, no solo la descripción y detalles del campo, sino la forma en que podemos armonizarlo.
Los diferentes niveles de densidad del CEH se complementan según el principio físico de
coexistencia no destructiva: “materias de frecuencias diferentes ocupan el mismo espacio al mismo
tiempo potenciándose mutuamente”. Esta coexistencia constructiva de diferentes campos vibratorios,
donde el todo es más que la suma de las partes, es la que se da en los seres vivos en general, y en la
persona humana en particular. “Los doctores John White y Stanley Krippner mencionan diversas
propiedades del Campo Energético Universal: penetración e interconexión de cuerpos, biológicos o no, y
densidad variable inversa a la distancia desde el origen de la emisión; sigue las leyes de la inductancia
armónica y la resonancia simpática (el fenómeno que se produce cuando se golpea un diapasón y otro
situado cerca empieza a vibrar a la misma frecuencia, produciendo idéntico sonido). Las observaciones
visuales revelan que el campo está organizado en una serie de puntos geométricos, puntos de luz
pulsantes aislados, espirales, tramas de líneas, chispas y nubes. El campo palpita y se puede detectar
mediante el tacto, el gusto y el olfato y su sonido y luminosidad son perceptibles para las personas con
alta sensibilidad.”, B. A. Brennan.
Los actuales equipos computerizados de observación del aura están basados en las
investigaciones de biofeedback, y en avanzados sistemas informáticos y de imagen; miden parámetros
fisiológicos como la actividad electro-dermal y temperatura, y tratan la información con programas de
software realizados en base a investigaciones empíricas como la correlación de los datos fisiológicos con
lo percibido por personas sensitivas12.
Los investigadores afirman que el Campo Energético Universal es básicamente sinérgico, lo
que indica una acción simultánea de distintos medios que en conjunto tienen un efecto total más elevado
que la suma de sus efectos individuales. Este campo es lo opuesto a la entropía. El Campo Energético
Universal tiene un efecto organizador sobre la materia y crea formas, por lo que parece existir en más de
tres dimensiones. Cualquier cambio en el mundo material va precedido por una modificación de éste
campo y está asociado siempre con alguna forma de conciencia. B. A. Brennan.
Placebo es el efecto curativo causado por la creencia, o expectativa, de mejora de una persona
cuando piensa que está recibiendo un tratamiento eficaz; ejemplo: la persona deja de tener dolor al tomar
un comprimido de glucosa, creyendo que es un potente analgésico. La creencia de que va a funcionar
desencadena el proceso de curación.
Antiplacebo es obtener el efecto deseado (la relajación, por ejemplo) al recibir un tratamiento de
efecto contrario (un estimulante), creyendo la persona afectada que lo que toma es un relajante al que
considera efectivo. Nocebo: Es el perjuicio que causa un tratamiento inocuo, creyendo la persona
afectada, y/o el terapeuta, que es un tratamiento que considera perjudicial.
Factores físicos como virus y bacterias están presentes en los cambios y enfermedades que
alteran nuestro organismo, pero todavía no sabemos qué es lo que hace que estos factores afecten a unas
personas y no a otras. La conciencia, las emociones, las creencias y la capacidad de estar en paz con la
vida, parecen ser los factores decisivos que nos hacen enfermar o disfrutar de la salud. El sistema
inmunológico y toda la bioquímica interna dependen de factores mentales.
El inconsciente tiene poder para curar, ya sean verrugas, asma, o dolor12. Pequeños detalles en el
proceso terapéutico, como el tono de voz o el lenguaje corporal del terapeuta, hacen que un placebo
funcione. Estas pequeñas y abundantes variables pueden alterar totalmente los resultados de una
investigación.
Es decir: el efecto curativo (o no) de una terapia parece depender de la fe que se tenga en ella.
Un dolor de cabeza se suele pasar a los dos minutos de tomar un analgésico, tiempo insuficiente para
llegar a la sangre y producir efecto. El efecto placebo lo podemos ver con los genéricos (fármacos
denominados por su composición química, no por un nombre comercial), ante el cambio obligado que la
administración sanitaria impuso, para ahorrar: muchas personas no quieren cambiar de fármaco pues
refieren no obtener los mismos beneficios con el nuevo, químicamente idéntico.
Algunos investigadores13 creen que toda prescripción profesional es un placebo, el fármaco
incluido. Lo que es aceptado por todos es que los fármacos, con o sin sustancia activa, generan los
mismos canales fisiológicos que los procesos psicoemocionales. Los fármacos para ser aprobados deben
mostrar un efecto placebo superior que el de sustancias inocuas. Diversos fármacos solo superan el efecto
placebo tras realizar muchos ensayos clínicos para conseguirlo, o no lo superan.
Un meta-análisis de Irving Kircsch14 y cia sobre fármacos antidepresivos concluyó que en el
82% la mejoría de los síntomas se debía a que los pacientes creían que así ocurriría. ¡No son más eficaces
que un placebo! Además, no está demostrado que las depresiones estén relacionados con la bioquímica de
la serotonina. En Suecia el 80% de los suicidios del 2006 habían sido tratados con fármacos psiquiátricos.
“La creencia de que los antidepresivos curan químicamente la depresión es completamente equivocada".
“El efecto placebo... se basa en la santísima trinidad de la creencia, la expectativa y la
esperanza, pero decirle eso a un individuo deprimido que recibe apoyo con antidepresivos o (como mi
amigo) que espera superar su problema con esas sustancias, es tanto como echar por tierra su casa de
naipes. Explicarles que todo es una cuestión mental, que el beneficio que creen experimentar es como la
pluma que el famoso elefante de Disney sujetaba con la trompa para volar (creyendo en que era
necesaria), entonces la magia desaparece en un torbellino de polvo de hadas... ”, Sharon Begley y Sarah
Kliffn15.
“Dentro de nosotros mismos existen sustancias químicas curativas. Si logramos aprender a
pulsar los botones correctos y a manejar las señales procedentes de nuestro entorno, estas vías químicas
se activan”, Howard Brody, Michigan State University. “Los placebos son los espectros que habitan en
la casa de la objetividad biomédica…. exponen las paradojas y fisuras en la definición creada por
nosotros mismos sobre lo que constituye el factor real y activo de un tratamiento”, Anne Harrington,
Universidad de Harvard.
La medicina farmacológica cree que la enfermedad y el tratamiento son procesos moleculares,
que el estado mental no influye en la terapia. Pero las investigaciones muestran que la curación debida a
las creencias no es puramente Psicológica. Las creencias generan procesos bioquímicos medibles, liberan
péptidos y crean los efectos orgánicos deseados. Todo esto apunta a que incluso el efecto de los fármacos
y procesos quirúrgicos puede ser generado por las creencias, por el efecto placebo.
Las investigaciones apuntan a que la efectividad del Efecto Placebo, tiene relación con:
1. La expectativa de curación que genera; las personas con más esperanza tienen mejores resultados.
2. La confianza en la persona que lo prescribe.
3. Las características del tratamiento, que es más efectivo cuanto más agresivo es:
Placebos, por orden de mayor efecto.
1. La cirugía (las operaciones fingidas).
2. Las vacunas e inyecciones.
3. Las pastillas: Una pastilla cuanto más grande, más nueva, más cara y de marca más conocida es más efectiva. El color
también cuenta: Las pastillas verdes y las azul-cielo son más efectivas como tranquilizantes, las rojas y amarillas como estimulantes,
las marrones como laxantes…
Elhuyar nº 267.
En un estudio sobre 400 curaciones espontáneas del cáncer, Elmer y Alice Green, de la clínica
Menneiger, demostraron que el único punto común de los pacientes afectados era que todos habían
modificado su comportamiento antes de la curación espontánea. Se habían mostrado valientes, positivos y
esperanzados.
Herbert Spector, del Instituto Nacional para la Salud estadounidense, administró a un grupo de
ratones poli-I-C (un potenciador inmunitario), junto a olor de alcanfor. Al cabo de unas semanas expuso
los ratones solo al olor del alcanfor y constató que el número de células inmunológicas aumentaba, sólo
con el olor. No es el alcanfor el que modificó las respuestas; hubiera podido provocar otro olor, otro
estimulo, con los mismos resultados. La modificación inmunológica la provoca una inteligencia
homeostática capaz de crear un remedio que no tiene que ver con las sustancias.
Pero, ¿cómo funciona el placebo? Como ya hemos visto, los mecanismos físicos que genera
están relacionados con péptidos que creamos al generar pensamientos-emociones. Pero a un nivel más
profundo ¿Es, tal vez, el aspecto onda que se convierte en el aspecto partícula? ¿La potencialidad que se
hace materia? Este proceso parece darse en nuestro vacío interior. ¿Cómo generar esta energía y estos
péptidos benéficos? El hecho de creer en el efecto analgésico, antibiótico o cualquier otro, induce
fisiológicamente la liberación inmediata de péptidos. La vida congruente y los recursos armonizadores
(físicos, psicológicos y espirituales) crean coherencia, salud, en el organismo. La liberación de péptidos
aumenta cuando la actividad eléctrica del cerebro actúa en estado alfa y theta. El cuerpo se relaja, las
emociones se calman y la mente se vuelve intuitiva.
Así vemos, de nuevo, que salud es vitalidad, disfrutar de la vida plenamente. Todo lo bueno es
fácil, divertido y abundante.
Lipton cita una investigación16 en la que querían saber qué procedimiento quirúrgico de rodilla
obtenía mejores resultados; formaron tres grupos, a los pacientes del primero les rebajaron el cartílago
dañado, a los del segundo les limpiaron la articulación (dos tratamientos habituales de la artritis de
rodilla) y a los del tercero les practicaron una cirugía placebo (simularon la operación). Las personas del
tercer grupo obtuvieron el mismo grado de curación que las de los otros dos grupos; según palabras de
Moseley “…cualquier posible beneficio de la cirugía para la osteoartritis de rodilla se debió al efecto
placebo”.
El efecto placebo es un incordio para los investigadores, a no ser que le den la vuelta, que
cambien de chip17, y que se den cuenta de que en realidad esta capacidad de las personas de curar es lo
más potente que se puede encontrar. Se quiere evitar el efecto placebo, cuando lo mejor sería utilizarlo,
dirigir las investigaciones a profundizar en esta cualidad de la fuerza curativa interna de la persona. Este
efecto constituye otra anomalía de la ciencia ortodoxa. El poder de la mente es inmensamente superior a
los fármacos y el bisturí. El placebo no es un estorbo para hallar el tratamiento a las enfermedades, es la
solución. Así se han realizado grandes descubrimientos, al cambiar de creencia, dar la vuelta a la realidad,
mirar lo que hay desde otra perspectiva.
Hay otra anomalía, otro fenómeno que la ciencia ortodoxa actual no puede explicar: El desorden
de personalidad múltiple (DPM). Esta anormalidad especial se caracteriza por presentar una misma
persona diversas personalidades, cada una de las cuales posee patrones físicos y mentales diferentes:
ondas cerebrales diferentes, el tono muscular, el ritmo cardiaco, la postura, el tipo de voz, el color de ojos,
etc. La persona cuando cambia de personalidad puede adquirir o dejar de tener, al instante, diversas
enfermedades: miopía, diabetes, epilepsia, tumores, etc. se curan instantáneamente de quemaduras,
quistes, problemas de visión, alergias, etc.
Este fenómeno es apasionante, pues deja entrever la posibilidad de que nuestra mente puede
curar total e instantáneamente las enfermedades19. Si ello es así, solo habría un paso de la activación
inconsciente de la enfermedad a la voluntad consciente de estar sanos. Sin embargo no parece que las
subvenciones a la investigación se interesen por este enfoque, que podría dar un vuelco a la vida de la
humanidad.
“Llegará un día en el que hasta el más recalcitrante de los escépticos sepa aceptar el hecho de
que su mente, por sí misma, es capaz de curarlo de todas sus enfermedades y de que el fundamento sobre
el que está construida su realidad consiste en un entramado de intenciones y suposiciones…” Marcel
Vogel.
Las emociones.
Las creencias pueden crear lo que deseamos y sentimos, lo que nos apasiona y entusiasma.
Aunque también lo que odiamos y tememos. Los pensamientos crean los implantes y la pasión, la
emoción, los carga, haciéndolos potentes. Las emociones desagradables son indicadores, señales en el
camino, para que me corrija mi dirección si me aparto de la Fuente. Lo deseado o temido con fuerza
siempre se hace realidad.
Los sentimientos, o emociones, son un puente entre la mente y el cuerpo. Algunos teóricos
establecen una distinción entre ambos, refiriéndose a los sentimientos como la impresión o alteración
mental por los sucesos de la vida y a las emociones como su manifestación en el cuerpo2. La
personalidad, sus procesos mentales y orgánicos y sus acciones son creados por la energía del
pensamiento (creencias e imaginación) y por las emociones. El pensamiento genera la imaginación y las
emociones, pero éstas, energéticamente, son mucho más potentes que el pensamiento; la pasión doblega a
la ideología.
Aunque se suelen clasificar como positivas y negativas, todas las emociones son positivas, pues
todas son necesarias para nuestro equilibrio existencial. Podemos ver la belleza de la tristeza convertida
en melancolía, aprovechar los sucesos desagradables para fortalecer las relaciones, para sentirse sensible,
expresar amor y dejarse querer, intimar con los seres cercanos. Grandes poetas han sacado su creatividad
gracias a la sombra, a las emociones denominadas negativas. Cada situación es una oportunidad, “si
lloras porque se ha puesto el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”, R. Tagore.
Las emociones negativas se basan en creencias negativas, en pensamientos que nos hacen
sentirnos mal, que causan sentimientos de dolor. Para evitar el sufrimiento solemos reprimir lo que nos
duele y acoplar el cuerpo a esa represión: ahogamos la respiración, creamos corazas musculares o dolores
articulares. ¿Qué podemos hacer? Generar pensamientos creadores armónicos, de felicidad y cargarlos de
pasión, de vitalidad.
La reina de todas las emociones, es el amor. Amar es complacerse en la contemplación de lo
amado; es ser conscientes de todo lo que nos presenta la existencia, tal y como se presenta, con
naturalidad, con alegría, apreciar lo sublime de los pequeños acontecimientos cotidianos; fluir con todo y
todos con frescura, sin conceptos o prejuicios.
Las emociones pueden oscilar con el transcurso de los días, pero nuestro tono emocional habitual
lo conforma nuestra actitud ante las experiencias, es nuestra esencia interior, el sentimiento hacia mí y
hacia el mundo. Lo interesante es que el tono emocional se puede crear, no depende de otras personas ni
de acontecimientos exteriores; la alegría es interior, el amor es interior, están siempre en nosotros, solo
tenemos que recordarlo y generar estados emotivos de bienestar. Para hacerlo solo tenemos que dejarnos
llevar por el entusiasmo, lo que nos entusiasma es lo que nos indica quien somos, cual es nuestra esencia
emocional.
Los sentimientos naturales o primarios son los que fluyen espontáneamente con las situaciones
de la vida: amor, alegría, miedo y tristeza. Los sentimientos secundarios son consecuencia directa de las
creencias. Si me han educado con la idea de que llorar es inadecuado, cuando surja mi llanto de forma
natural debido a algún suceso de la vida, es probable que me sienta alterado, que sienta dolor, vergüenza,
celos, venganza, rabia, odio, frustración, ansiedad o culpa, por sentir algo que va contra mi creencia. Lo
que pienso genera mi estado emocional, condiciona cómo percibo la realidad, interior y exterior.
La activación de los programas y circuitos que captan la información del mar informado es
selectiva, mientras escoge una información, rechaza otras. La atención activa la recepción de datos de
manera similar a como escogemos una cadena en la radio: sintoniza una determinada frecuencia y acalla
las otras, presta atención a la señal que escoge e ignora las demás. Lo que ocurre es que tendemos a
sintonizar siempre la misma emisora emocional. De esta forma no hacemos adictos a nuestras propias
emociones, a nuestra propia energía, sin importar que sea agradable o desagradable: la alegría genera
felicidad y la tristeza genera depresión en una espiral que se autoalimenta3. Estos programas son
generalmente implantados en la infancia, pero seguimos enganchados a ellos sin darnos cuenta de que ya
no los necesitamos. Nos ocurre como a los elefantes domesticados de la India: de pequeños les atan con
una cuerda para que no se escapen, y de adultos, cuando pueden romper la cuerda fácilmente, no lo hacen
porque están acostumbrados a la idea de que no pueden escapar.
Así pues, las emociones son entidades electromagnéticas que se transmiten a través del entorno,
son contagiosas, como cualquiera puede percibir cuando encuentra un buen ambiente o un clima
cargado en una reunión. También se transmiten por medio de imágenes o de palabras. Cada persona,
imagen o palabra lleva consigo una carga emocional, una energía, que nos hace vibrar en esa frecuencia
cuando la percibimos4. Las emociones espontáneas (o inmediatas) son las que surgen como respuesta
instantánea a las situaciones que nos presenta la vida. Expresar estas emociones es vivir con sencillez y
profundidad. Son reacciones a estímulos del entorno que no tenemos tiempo de filtrar con la mente
conceptual. Son liberadoras de tensión, instintivas, adaptadas y resolutivas de la situación que se presenta.
Toda emoción espontánea es rápida y eficaz, aumenta la armonía (la coherencia vibratoria) de la persona
y del ambiente que nos rodea. Incluso cuando expresa enojo o irritación contra alguien suele ser bien
recibida, pues al no pasar por el filtro del pensamiento no es percibida como amenazante, sino como
informadora de los límites ajenos.
Las emociones pospuestas son sentimientos guardados, que permanecen largo tiempo sin ser
expresadas; al no estar vinculadas a la realidad se autogeneran a sí mismas, y acaban incluso siendo
rasgos de la personalidad. Como consecuencia su energía se acumula en nuestro campo, creando tensión
interior que explota por estímulos insignificantes; y al salir cargada de prejuicios suele ser mucho más
agresiva e hiriente para otras personas. Estas emociones generan malestar (disonancia, culpa, miedo,
descontrol...) en la propia persona que las siente y en quienes le rodean, empeorando la situación previa;
además suelen causar desconcierto en las otras personas, pues están aparentemente desvinculadas de
causas reales externas. Para liberar las emociones retardadas hay que darse cuenta de los pensamientos-
creencias que las generaron. Al reconocer la creencia, tanto ésta como su emoción asociada desaparecen
de forma natural, dejando al descubierto el pensamiento y la emoción primaria. Los sentimientos
desenmascaran las creencias.
El control de las emociones es el rechazo racional a experimentar el estado que generan y
expresar libremente lo que sentimos. Este rechazo supone un bloqueo energético de las funciones
orgánicas, lo que crea malestar y enfermedad. El control emocional nos proporciona una falsa seguridad,
una falsa personalidad, que nos hace fríos, superficiales y genera más sufrimiento a la larga. La seguridad
no existe, la vida es incertidumbre, es cambio permanente, es aventura, es riesgo; es libertad, que nos
permite vivir intensamente. La salud es equilibrio emocional, no ausencia de emociones desagradables, es
inspirar y exhalar; no podemos disfrutar de lo uno sin sentir lo su opuesto. Sonreír cuando nuestro
impulso natural nos pide expresar disgusto, es mentirnos a nosotros mismos y privar a la otra persona de
nuestro sentimiento; la sonrisa es a menudo una máscara de incomunicación que nos impide ser
espontáneos. Otras formas de enmascarar las emociones, son la evitación de relaciones, la seriedad, el
parloteo constante, el humor superficial, la crítica constante…
Reprimir las emociones es huir de la vida, de las oportunidades, de la aventura, es vivir a la
defensiva. Si el rechazo a lo que sentimos se convierte en habitual, la vitalidad se resiente y el organismo
genera síntomas. La enfermedad, pues, no es consecuencia del suceso que desencadena la crisis
emocional en sí (el fallecimiento de un ser querido, por ejemplo), sino de la percepción que la persona
tenga de sí misma ante este suceso. Esto causa lo que algunos expertos llaman fortaleza emocional o, lo
contrario, predisposición emocional a enfermar. Sólo estáis a merced de vuestras emociones cuando las
teméis. Las dificultades empiezan cuando no sois conscientes de los contenidos de vuestra mente
consciente, no sois justos con vuestras emociones, Seth.
La fortaleza emocional consiste en:
1. Dejar que mis emociones surjan libremente, con naturalidad, acoger tanto la alegría y el amor como la tristeza y el
miedo.
2. Ser consciente de lo que experimento, lo que vivo en cada momento, sin depender de ello: no apegarme, ni rechazarlo.
3. Saber que las emociones se pueden crear para fortalecernos y ser felices: Puedo contemplar el anochecer en el campo,
compartir el trabajo con mis compañeros atareados, escuchar a un amigo dolido, o abrazar con profundo amor a mis seres queridos.
4. Reconocer los sentimientos personales y ajenos, y usarlos para satisfacernos y mantener buenas relaciones.
El recuerdo de las emociones agradables suele ser positivo, pues nos ayuda a generar estados
interiores de paz y bienestar. No obstante el recuerdo constante de situaciones emocionales, es otra forma
de control emocional; nos lleva a un alejamiento de la realidad y nos hace pensar que nosotros no somos
adecuados (yo estoy mal), o que nuestro entorno no es adecuado (tú estás mal), generando problemas de
baja autoestima y victimismo. Buscar sin cesar, el placer y la alegría, las emociones agradables, es
como “desechar el agua sucia con el niño dentro”. Sin pena, sin miedo o sin enfado seríamos autómatas
insensibles y desalmados; el día no existiría sin la noche, la inspiración sin la espiración, ambos polos son
necesarios para una vida plena y equilibrada. La pena, la ira, la angustia, la vergüenza, el temor, el
aburrimiento, la desesperación, la añoranza, el odio son la sombra interior. Pero la sombra es buena
cuando castiga el sol de verano; el enojo nos da fuerza, la alegría ganas de vivir, la angustia sensibilidad,
el temor seguridad, el amor nos une al mundo, el odio nos muestra nuestros fantasmas y debilidades. La
observación ecuánime de las emociones es fundamental para vivir en armonía.
Si combino pensamiento, emoción e imaginación el resultado deseado es más potente, capaz de
generar cambios electromagnéticos. La mente consciente percibe qué ocurre en el exterior, a través de los
sentidos y en el interior, a través de la intuición. El escuchar atentos toda emoción, observar, estimula
nuestra inteligencia, fortalece nuestro carácter y nos aporta sabiduría intuitiva, superior a la erudición
racional enlatada. Ampliar nuestra inteligencia con las emociones es integrar información y vivencias y
capacitarnos para usarlas a nuestro favor.
Siempre emitimos nuestra opinión, nuestra huella personal o vibración: cuando opinamos y
cuando callamos, cuando nos descubrimos y cuando nos escondemos, cuando actuamos y cuando nos
dejamos llevar por la corriente. Cuando calificamos algo como fácil, difícil o imposible nos valoramos o
nos culpamos, sufrimos o nos disgustamos, estamos mostrando nuestra firma energética.
Las emociones, la pasión, son vibraciones, voces de júbilo o gritos de dolor, que nos indican con
contundencia nuestra energía, nuestra personalidad vibratoria; por mucho que las neguemos u ocultemos
siguen siendo nuestra huella de identidad. No hay escapatoria, no podemos no participar, no podemos no
emitir vibraciones, emociones, pensamientos. Así que hagámoslo conscientes; pues hacerlo de forma
consciente optimiza la calidad de vida, el gozo de la existencia, la alegría permanente. Al notar-apreciar-
disfrutar lo que somos, lo que somos se hace gozo.
¿Qué hacer? No cambiar nada. Dejar que los cambios surjan del corazón de la oscuridad
luminosa. Bailar con ellos, como en judo, dejándonos llevar por sus cabriolas y remolinos, por el vértigo
de sentirlos, aprovechar su fuerza para impulsarnos en la dirección deseada, disfrutando cada turbulencia,
cada emoción.
Psicología Positiva.
Desde los años 60, gracias sobre todo a la psicología humanista y la gestalt, la importancia de las
cualidades del ser humano (alegría, amor, empatía, autoestima, autorrealización, etc.) han tomado un
lugar importante en las corrientes psicológicas. El movimiento de la Psicología Positiva es una corriente
psicológica que ha surgido en la última década, de la mano de Martin Seligman, que estudia las bases del
bienestar humano. No aporta novedades de fondo a la psicología26, sin embargo tiene el mérito de recoger
lo sembrado por otras corrientes y subrayar la importancia de lo positivo de la vida.
Personalmente a menudo ponemos la atención en la sombra, en lo que no nos gusta de nosotros
mismos: Miedo, vergüenza, tristeza, melancolía, desamor, depresión, ansiedad, etc. También las
corrientes psicológicas más utilizadas se han centrado en la enfermedad y en los aspectos que deseamos
cambiar. Pero la naturaleza no está formada por ausencias, por aspectos que no queremos, por la huida de
lo desagradable, sino por energía, por vitalidad.
Para disfrutar de la vida hay que darse cuenta de lo que nos hace felices: amor, alegría,
creatividad, amistad, humor; hay que destacar lo que nos da vitalidad en nuestra vida diaria, no dejarnos
llevar por el miedo. Vitalidad es el máximo nivel de armonía, interna y con el entorno, que un sistema
vivo puede manifestar. Es vivir la vida con todo el potencial de que somos capaces. La Psicología
Positiva no busca dejar de sufrir, no pone el acento en el dolor, sino en lograr el máximo bienestar
posible.
El enfoque en los aspectos positivos va más allá de la corriente de la salud que pretende prevenir
la enfermedad. El prevenir es también poner el acento en la enfermedad, en el miedo a sufrir, aunque sea
para evitar su aparición. Enfocarse en lo positivo es olvidarse de la patología, es vivir las cualidades, la
vitalidad, no el miedo.
La energía va allí donde ponemos la atención. Si digo ‘no’ pienses en el peor suceso de tu vida,
automáticamente piensas en ello, vives esa experiencia de nuevo; pero si digo piensa en lo mejor que te
ha sucedido, la conciencia automáticamente se traslada a esa experiencia agradable. Lo que ha ocurrido es
que el hecho de revivir esa alegría ha alejado nuestra mente de lo desagradable, sin mencionarlo, sin
poner la energía en ello. Pero no solo eso, la mente no solo ha superado el problema sin mencionarlo,
sino que ha conseguido un grado de bienestar superior a la simple desaparición del sufrimiento, ha
conseguido alegría. En la naturaleza no existe algo denominado desaparición del sufrimiento, si
desaparece es porque algo viene a ocupar su lugar, y ese algo puede ser, si nos enfocamos en ello, el gozo
de vivir. Esta es la base de la psicología positiva. Si nos enfocamos en lo agradable, en eso ponemos la
energía, la vida. “La psicología positiva es la ciencia que nos puede ayudar a conseguir las mejores cosas
de la vida”, M. Seligman.
La energía positiva no está destinada solamente a los enfermos, a las personas con patologías,
sino a todo ser humano. Todo ser humano puede potenciar sus cualidades, y esto hará que su salud sea
óptima para sus condiciones, tanto si está enfermo como sano.
La investigación realizada por la psicología positiva muestra que: Las personas felices y alegres
son parecidas entre sí, en todas las culturas. Tienen claros sus objetivos, su ocupación no es ni demasiado
fácil ni demasiado difícil, se concentran en sus tareas, y las controlan, tienen experiencias subjetivas del
tiempo, no se quejan ni se rompen la cabeza con lo que no pueden hacer. Sienten el flujo de la vida, se
dan cuenta de la armonía de todo cuanto existe.
La felicidad se puede aprender. El sentido de la vida de las personas felices, su energía, está
puesto en estas virtudes: sabiduría, belleza, alegría, ecuanimidad, comprensión, trascendencia. En
resumen, la investigación apunta que lo fundamental para el bienestar es: ser optimistas, darse cuenta de
la belleza que hay en todo, disfrutar lo que surge en cada momento, dar un sentido interior a la vida y
tener relaciones de amistad e intimidad27.
La inteligencia se suele definir como el conjunto de cualidades mentales que llevan a la persona
al éxito; entendemos por éxito la autoestima, las relaciones gratificantes, creatividad, consideración
social, ingresos económicos, matrimonio, hijos, etc. Sin embargo este éxito tiene muy poco que ver con lo
que la ciencia actual, todavía, considera inteligencia. Hasta hace unas décadas se consideraba inteligente a
quien mostraba en los tests de inteligencia un coeficiente intelectual (CI) superior a 110. Para ello se
medía exclusivamente la capacidad lógico-matemática y lingüística. Pero la complejidad de la vida
(como los problemas en la familia o en el trabajo) no puede ser resuelta con este tipo de inteligencia y en
la práctica individuos con un CI muy alto pueden ser ineficaces para enfrentarse a problemas prácticos; o,
al revés, personas con bajo CI pueden ser felices, excelentes profesionales, amigos o padres.
Esta idea restringida de entender la inteligencia de la persona ya ha quedado superada; la
expresión de sentimientos y emociones, por ejemplo, se hace con la inteligencia poética, no con la
computacional. Actualmente entendemos por inteligencia la armonía entre el conjunto de las diversas
inteligencias del ser humano.
Todos los seres humanos tenemos doce formas de conocimiento, y las empleamos en mayor o
menor grado dependiendo de las circunstancias y de las características personales. Estas doce
subdivisiones están deducidas de estudios de diversos investigadores: Howard Gardner, Thomas
Armstrong, Elena María Ortiz de Maschwitz, Wendy Chappman, José Manuel Piedrafita, Ken Wilber,
David Goleman, Danah Zohar y Ian Marshall. Obviamente la clasificación es conceptual, pues todas estas
inteligencias son una única; la cual dependiendo de los estímulos físicos, sociales, emocionales y del
momento determinado, activa alguna de estas doce características o especialidades. La clasificación lo
mismo podría describir seis o quince inteligencias, pues separa algo inseparable, de forma arbitraria, a
efectos explicativos.
1. Inteligencia: lingüística (supone dos tercios del sistema educativo actual).
Especialización: palabras, sonidos, significados y funciones del lenguaje.
Habilidades: hablar, leer, escribir, contar cuentos, juegos de palabras y comunicación.
Estímulos: todo tipo de textos (libros, revistas, grabadoras...).
Aplicación: comunicación personal, debates, entrevistas, charlas, lecturas.
Personas sobresalientes: Goete, Borges, Unamuno, Garcia Marquez...
2. Inteligencia: lógico-matemática (supone un tercio del sistema educativo actual).
Especialización: razonamiento lógico y organización numérica.
Habilidades: cuantificar, cuestionar, solucionar problemas teóricos.
Estímulos: experimentos, laboratorios, museos, ordenadores.
Aplicación: orden personal. Investigación, búsqueda de soluciones. Matemáticas, física, lógica filosófica.
Personas sobresalientes: Pitágoras, Tales, Marie Curie, David Hilbert.
3. Inteligencia: Espacial.
Especialización: percepción y organización del espacios, imágenes y perspectivas.
Habilidades: Diseñar, dibujar, esculpir, construir, visualizar, manejo de la movilidad, orientación.
Estímulos: rompecabezas, ensamblajes, vídeos, comics, laberintos, excursiones.
Aplicación: Artes plásticas, montaje industrial, arquitectura, exploración y cartografía de espacios. Ajedrez.
Personas sobresalientes: Chillida, Colón, Rodin, Da Vinci, F. Ghery.
4. Inteligencia: Corporal-kinestésica.
Especialización: sentir y manejar el cuerpo, agilidad de movimientos, manipular objetos, sensibilidad táctil.
Habilidades: tocar, bailar, correr, brincar, construir, gesticular, atletismo, artes marciales, mímica, equilibrismo.
Estímulos: actividades físicas, gimnasia, trabajos manuales, caricias, abrazos.
Aplicación: afectividad, relaciones familiares y sexuales, teatro, deporte, danza, psicomotricidad.
Personas sobresalientes: Nureyev, Paulova, Maradona, Nadal.
5. Inteligencia: Musical.
Especialización: ritmo, armonía, melodía, tonos y timbres.
Habilidades: Cantar, silbar, tararear, escuchar, recitar. Componer, e interpretar música.
Estímulos: audición de música, práctica de cantar y tocar. Asistir a conciertos
Aplicación: Alegría de vivir, expresión emocional, armonización de grupos y coros. Músicos.
Personas sobresalientes: Bach, Mozart, Beethoven, Berstein, Sinatra, Lenon.
6. Inteligencia: Interpersonal.
Especialización: comunicación e integración social, empatía, interés por otros, organización de grupos.
Habilidades: Dirigir, organizar, diplomacia, comunicación humana, liderazgo y manejo grupal.
Estímulos: familia, amigos, grupos sociales y culturales, clubes, fiestas, relaciones humanas, compartir experiencias.
Aplicación: medios de comunicación, formar equipos, promover la igualdad social. Políticos, ONG, sociólogos.
Personas sobresalientes: Gandhi, Mandela, Madre Teresa, equipos deportivos.
7. Inteligencia: Intrapersonal.
Especialización: interiorización, recogimiento, reflexión. Percepción del yo interior, de la intimidad y auto-aprendizaje.
Habilidades: Definir metas, meditar, soñar, callar, planificar, captar la “esencia” de la vida y de las cosas.
Estímulos: Momentos y lugares de soledad, silencio, tranquilidad, afrontar las dificultades, aprendizaje solitario.
Aplicación: Autoestima, construcción de la personalidad. Psicólogos, religiosos, filósofos.
Personas sobresalientes: Freud, Ana Frank, Paulo Coelho.
8. Inteligencia: Naturista.
Especialización: Percepción del entorno, integración con la naturaleza, sensibilidad para captar su belleza y fuerza.
Habilidades: Manejarse y gozar de la naturaleza y los seres vivos. Comprender la importancia de la naturaleza.
Estímulos: Tiempo al aire libre, observación de la naturaleza, belleza natural.
Aplicación: Vivir en espacios naturales, excursiones, naturalistas, biólogos, ecologistas, agricultores, veterinarios.
Personas sobresalientes: Cousteau, Darwin, Rodríguez de la Fuente.
9. Inteligencia: Emocional.
Especialización: Conciencia de las emociones y su utilización equilibrada.
Habilidades: Expresar sentimientos libremente. Superar la dependencia emocional. Empatizar con sentimientos ajenos.
Estímulos: Entorno familiar, amigos, pareja, relaciones
Aplicación: Vida cotidiana, duelos, traumatismos. Psicólogos, policías, urgencias y UVI, oncología, pilotos de avión.
Personas sobresalientes: Suárez y Carrillo en el 23 F. Profesionales de UVI. Bomberos y sanitarios en el 11 S y 11 M.
10. Inteligencia: Intuitiva.
Especialización: Corazonadas, inspiración (artística, científica...), espontaneidad, libertad de decisión.
Habilidades: Conectar con la fuente de inspiración, darse cuenta de las percepciones no racionales, fiarse de lo percibido.
Estímulos: libertad de acción, soledad, silencio, integración en la naturaleza, meditación.
Aplicación: decisiones cotidianas, poetas, artistas, científicos, publicistas.
Personas sobresalientes: Walt Witman, Einstein, Newton, Lorca, Serrat, Van Gogh, Mozart.
11. Inteligencia: Existencial o trascendente.
Especialización: Buscar y disfrutar experiencias místico-existenciales. Interés por el misterio de la existencia.
Habilidades: trascender la personalidad, sentir la unidad del Kosmos, vivir el momento, amar la existencia. Gozar la vida.
Estímulos: experiencias intuitivas, sutiles, místicas; meditación, visión global y holística de las materias.
Aplicación: conciencia de ser, comprensión de la existencia, de la unidad en la diversidad.
Personas sobresalientes: Jesucristo, Buda, Francisco de Asis, Juan de la Cruz, Teresa de Avila, Ekart Tolle.
Y por último la inteligencia número 12, la inteligencia surgida del campo kósmico, inherente en
la materia: la vitalidad inteligente natural, celular u homeostasis.
La Homeostasis.
La espiral de la conciencia.
La Conciencia superior está al alcance de todos, pues “la esencia del espíritu no solo es fácil de
conseguir, sino que es imposible de evitar”, Wilber. Supera los dogmas, las creencias limitadas, y
propone al ser humano desarrollar su potencial desconocido y descubrir las elevadas cualidades de su
identidad superior. La espiritualidad interior, o conciencia profunda, se experimenta en la vida cotidiana:
relaciones, trabajo, sexo, enfermedad, diversión…
No se debe confundir el estado de conciencia de unidad con los estados psíquicos milagrosos.
Estos estados alterados de conciencia o experiencias psíquicas supra-racionales (euforia, sensación de
conocimiento profundo, de superación del tiempo, pertenencia, adecuación, unidad, perfección de sí
mismo y del universo) se dan en todos los estadios de evolución de la conciencia, pero su interpretación
depende del nivel que la persona tiene en la Espiral de la Conciencia. Newton, Hitler, Einstein, Rasputín,
Francisco de Asís, Juana de Arco, Juan de la Cruz, Buda, Charles Mason, Gandi, Ignacio de Loyola,
muchos brujos, personas que entran en trance e infinidad de personas corrientes han vivido estas
experiencias, pero cada cual le da una interpretación y una utilidad. La psiquiatría convencional y algunas
escuelas psicológicas interpretan estos estados mentales como patológicos.
Hay dos niveles de cambio. Uno es el que vimos al hablar de las creencias emociones e
imaginación, es el cambio superficial: cambiar una personalidad por otra, des-energizar la realidad ficticia
desagradable, que nos hace sufrir, y crear una realidad ficticia agradable (elegimos lo mejor que
conocemos). El cambio profundo consiste en observar lo que surge en la conciencia y darse cuenta de que
es ficticio; es sentir presencia permanente en el cambio constante de las circunstancias vitales. Se trata de
cambiar la personalidad por la espontaneidad, por la conciencia absoluta, no una personalidad por otra.
Elegimos no elegir, dejarnos mecer por la aventura de la incertidumbre, disfrutando de todo cuanto surja
en la mente, en la realidad.
La mente racional analiza, auto-critica y rumia para solucionar el problema; las investigaciones
muestran que esto empeora la situación. Lo que pensamos es secundario, el problema está en el mismo
acto de pensar; es como querer apagar el fuego con gasolina. Lo fundamental es cuestionar los
pensamientos y sentimientos. Observarlos como observamos un sueño una vez despiertos, sabiendo que
no es real, darse cuenta del momento presente. “No hay prueba de la validez de un pensamiento que no
sea otro pensamiento”, Byron Katie. No importa quien soy, quien pienso que soy, sino el hecho de ser. El
concepto aire no se respira.
Ser consciente es lo que cambia la espiral indeseada del subconsciente y genera un programa
llamado atención constante al presente. Mi identidad depende de mis pensamientos condicionados en el
pasado. El mejor entrenamiento para potenciar la conciencia superior es acoger cada momento, cada
forma del ahora, como si lo hubiera elegido, con alegría.
Las personas solemos buscar el sentido de la vida, la felicidad, en el mundo material.
Perseguimos el triunfo social, el dinero, el poder; trabajamos por conseguir bienestar en el futuro. Pero el
futuro nunca llega, siempre hay algo que no conseguimos, algo inalcanzable que nos impide ser felices.
Cuando nos damos cuenta de ello recurrimos al mundo espiritual (casi siempre en edades avanzadas); la
gran mayoría de las personas aspiran al cielo, a la iluminación, al nirvana; en el futuro. Pero buscar la
felicidad en el mundo espiritual es como buscarla en los bienes materiales, es perseguir una quimera que
nunca alcanzamos; es trabajar para conseguir algo que creemos que no tenemos. Así que si no
cambiamos la creencia, el punto de vista, por mucho que busquemos seguiremos creyendo que somos
desdichados. “El hombre es infeliz porque no sabe que es feliz… Todo es bueno para los que saben que
todo es bueno, pero mientras no sepan que es bueno, será malo”, Dostoyevski (Los poseídos). Buscar en
el futuro, material o espiritual, es el mayor enemigo de una vida armónica. “El tiempo no es un medio
para la salvación, sino un obstáculo para lograrla”... “Encuentro a Dios en el momento en que me doy
cuenta de que no tengo que buscarlo”, Ekart Tollet.
“La gran búsqueda es el principal enemigo de lo que es. Consolida la creencia de que Dios no
se halla presente. Promete para el futuro, siempre futuro, lo que solo existe en el eterno ahora. Este
juego interminable de hacernos buscar en otra parte nos impide darnos cuenta de donde nos
encontramos ya”... “Cualquier estado de conciencia en que se pueda entrar no es el estado de conciencia
absoluta, porque éste es atemporal, sin principio ni final. Esto significa que el estado de conciencia
absoluta no se diferencia en nada de nuestro estado de conciencia ordinario o de ningún otro estado de
conciencia que pudiésemos tener en este o cualquier otro momento”, Ken Wilber.
La búsqueda espiritual es un engaño de la mente racional, o ego. El ego es la personalidad, el
personaje que creo ser, el concepto que la mente racional tiene de mi mismo; es una fantasía que es bueno
observar, y disfrutar, pero sin dejarse arrastrar. Ocurre como en los sueños: El personaje soñado busca
solucionar sus problemas y dejar de sufrir, sin darse cuenta de que vive una ilusión, en el mundo onírico;
hasta el mayor de sus problemas es irrisorio cuando la persona despierta y se da cuenta de que vivía en un
sueño. El principal obstáculo para despertar o iluminarme es la idea que mi mente racional, mi personaje,
tiene de mi mismo; yo no soy el personaje soñado sino el que sueña ese personaje. Por más que busque,
me trabaje o medite, mientras no me de cuenta de quien soy seguiré sufriendo; mientras no sea consciente
de que no soy el protagonista de la película, sino el director-actor que hay detrás, de que no soy la mente
racional individual sino la conciencia kósmica, mientras no cambie la idea de mi mismo seguiré
sufriendo. No se trata de cambiar de pensamiento, sino de cambiar de yo. “El sujeto y el objeto no son
más que uno”, Schroedinger.
La vida, cada momento, es un fin en sí misma. No tengo que curarme, ni hacerme más rico, más
bueno o más sabio, sino darme cuenta de que mi personalidad es un sueño, y despertar. Aunque
solucionar los problemas del personaje soñado no es el objetivo del despertar, es el método más efectivo,
pues cuando despierto (cuando cambio de yo) todo problema es trascendido (con o sin solución). “No
existen las malas experiencias. Son sencillamente la creación de tu resistencia a lo que es”, Yogi Amrit
Desal. Al darme cuenta que mi personaje mental es un sueño se produce la comprensión: El sufrimiento,
la enfermedad y la muerte es la identificación con conceptos mentales. Si no hay identificación no existen
ninguno de los tres. Disfrutar es siempre pensar que se disfruta.
Sin embargo el ejemplo del soñador y del personaje soñado es limitado, es paradójico. Nadie
puede despertar, ni iluminarse, el personaje del sueño no puede despertar porque cuando despierta ya no
es ese personaje, es otra entidad, un holón superior. Lo que viene a decir que yo (nadie) no puedo
iluminarme, pues cuando hay iluminación no hay yo, la iluminación es la muerte del yo.
Un ciego que deja de serlo valora lo maravilloso que es ver. Iluminarse es valorar la maravilla de
ver, de percibir la maravillade la vida, sin necesidad de haber estado ciego; saber que vemos ya, ahora, y
que ello es maravilloso. La mente superior (mente supra-personal, despierta, iluminada) ya está en mi
personaje; o mejor mi personaje está en ella, es sostenido por la mente que observa. Es el ruido de fondo
que oímos sin fijarnos en él. Para despertar del sueño de la mente conceptual debo darme cuenta, saber
que, debajo del personaje, ya soy la mente superior; sin creencias, sin conceptos; sólo sentirme ser,
fundirme con lo que surge en la mente, ahora.
La meditación es para la mente lo que la gimnasia es para el cuerpo, la mantiene en forma. Nos
ayuda a estar presentes, a dar la bienvenida a lo que surge en la mente, a Ser uno con el kosmos. Meditar,
ser consciente del momento, es dejar de usar el pensamiento racional, actuar sin pensar, con
espontaneidad. Es volver a la esencia de ser, por encima de conceptos. Lo que en zen denominan pensar
sin pensar, no pensar pensando; pasar del pensamiento conceptual-racional al espontáneo es un salto
cuántico, un salto tan importante para la mente como el que damos entre el pensamiento onírico (el
pensamiento del personaje soñado) y el pensamiento del soñador, cuando ha despertado. En este sentido
casi todos somos, casi todo el tiempo, onírico-neuróticos; nos creemos nuestras fantasías, nuestros sueños,
el sueño de la personalidad. Meditar, es ser consciente de cada milagro de la existencia, sentir la vitalidad
que existe por doquier, es emerger a una inteligencia superior, es despertar del sueño de la razón.
La meditación hay que sentirla, lo mismo que la palabra aire no se respira, la explicación de lo
que es meditar no la explica. Krisnamurti decía que “siempre que haya un perceptor, lo que percibe es
limitado y por lo tanto no es verdadero. La verdad solo existe cuando no hay ningún perceptor solo la
percepción”.
Meditar es una forma de experimentación científica, de conocerse uno mismo, es indagar y darse
cuenta de qué es la realidad. Esta investigación introspectiva es la más importante de nuestra vida, pues
nos lleva a conocer quien somos, a residir en el más alto potencial de nuestra mente y a gozar la vida,
cada momento; ni más ni menos. Una vez sabido esto, hay que olvidar el concepto y la palabra meditar.
Meditar es hacerlo.
Sentir la vida, Sentirme Ser.
Ahora.
ÍNDICE.
Palabras previas. 9
3. EL MISTERIOSO UNIVERSO. 59
Cosmología. 59
Dimensiones del Cosmos. 62
El campo entra en escena. 63
¿Se expande el Universo? 66
Materia oscura y energía oscura. 67
La insuficiencia del Big Bang. 69
Sobre agujeros negros y ondas mentales. 70
¿Cómo surgió el universo? 71
4. EL SUBMUNDO MÁGICO. 73
La física cuántica. 73
La luz es onda y partícula al mismo tiempo. 74
Al observar algo lo creamos. 77
La existencia de diferentes realidades. 79
La búsqueda de una teoría unificada. 80
El mapa no es el territorio. . 82
Todo vibra. 85
Aplicaciones prácticas de la física cuántica. 86
El mundo cuántico interior de las personas. 88
5. EL MAR KÓSMICO. 92
¿Comunicación más rápida que la luz? 93
El vacío potencial. 95
Un mar agitado: el Campo Punto Cero. 99
Por fin la gravedad cuántica. 100
La nueva comprensión del viejo universo. 103
NOTAS. 341
BIBLIOGRAFÍA 390
ÍNDICE 392