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QUE ES EL FENOMENO DE AGUAJE

Al referirse a este Fenómeno el Capitán de Navío Germán Stiglich hace una


explicación del llamado "Fenómemo Marítimo del Aguaje", que asume todas las
características del ahora conocido Fenómeno El Niño, señalando que este
Fenómeno en el Norte del Perú se llamaba "Sargaso" en todo el resto "Aguaje",
por los marinos ingleses "Peruvian Barber" o "Peruvian Painter".

El Fenómeno de El Niño, conocido también como Oscilación del Pacífico Sur


(ENSO = El Niño Southern Oscilation) es un suceso que ocurre en ciertos años
con manifestaciones patentes en el mar y la costa del Perú, y, como se ha
demostrado recientemente, tiene conexiones con sucesos en otras partes del
planeta. Consiste en una serie de alteraciones oceanográficas y climáticas con
consecuencias importantes.

· La presencia de temperaturas anormalmente altas en el mar, con invasión de


aguas cálidas que avanzan en el sentido contrario a la Corriente Peruana, o sea,
de norte a sur.

· Alteraciones biológicas en el mar como el "aguaje". El mar se tiñe de rojo por la


presencia de anomalías en el plancton, la anchoveta y la sardina se profundizan, y
hay mortandad de aves guaneras, que no encuentran alimento cerca de la
superficie.

· Se produce un incremento de las lluvias en la costa peruana, principalmente al


norte, pero que pueden llegar más al sur, según el avance de las aguas cálidas.
Estas lluvias originan desastres naturales, como inundaciones, y afectan la
infraestructura (vías de comunicación, ciudades, etc.).

QUE OCASIONA EL HOMBRE EN LA PRESION DEL OCEANO


El peso del aire a nivel de la superficie terrestre nos pasa inadvertido porque,
como cualquier otro fluido, el aire ejerce su presión en todas direcciones. La
sangre en nuestras venas, el aire en nuestros pulmones, los fluidos de nuestros
cuerpos están a presión atmosférica. Ejercen una presión hacia afuera igual a
la que la atmósfera ejerce hacia adentro. Es decir, estamos en equilibrio con
nuestro ambiente.
Si nos sumergimos en agua, la presión externa crece rápidamente con la
profundidad y no puede ser equiparada desde adentro sin dañar nuestros
tejidos. Por esta razón, un hombre sin protección alguna tiene limitada su
inmersión, aunque esté equipado con un traje de oxígeno, a los más profundos
abismos del océano, donde la presión hidrostática es de más de 1.000
atmósferas. Cuando el buzo se sumerge sin protección rígida, por ejemplo,
debe respirar aire a la misma presión que la del entorno. El tanque de aire
comprimido que carga en la espalda tiene un regulador que permite que el aire
inhalado cumpla este requisito. Desde que se ha empezado a utilizar el aire
comprimido se sabe que la exposición a grandes presiones puede dañar o
matar. Cuando un buzo novato retiene el aire mientras sube muy ligero, puede
sufrir embolia gaseosa. Se produce porque la presión del entorno disminuye
rápidamente, entonces el gas sin escape de los pulmones se expande. El
pulmón se rasga y el aire separa a la sangre. Por los circuitos arteriales las
burbujas pueden llegar al cerebro y provocar parálisis o muerte. La enfermedad
de la descompresión propiamente dicha es la consecuencia de formación de
burbujas en los tejidos. Actualmente, los científicos han desarrollado algunos
robots submarinos de exploración, cartografías de alta resolución del fondo
submarino, instrumentos hidroacústicos, cámaras isotérmicas. Todo ello para
investigar los recursos biológicos y de gran importancia para sectores como la
industria, las farmacéuticas o la biología molecular, reemplazando a los seres
humanos en la tarea de bajar a las profundidades de los océanos.

LOS FECTOS DE LA ALTA PRESION MARINA EN EL HOMBRE


El peso del aire nos pasa inadvertido porque, como cualquier otro
fluido, el aire ejerce su presión en todas direcciones. La sangre en
nuestras venas, el aire en nuestros pulmones, los fluidos de nuestros
cuerpos están a presión atmosférica. Ejercen una presión hacia
afuera igual a la que la atmósfera ejerce hacia adentro.
Es decir, estamos en equilibrio con nuestro ambiente. Si nos
sumergimos en agua, la presión externa crece rápidamente con la
profundidad y no puede ser equiparada desde adentro sin dañar
nuestros tejidos.
Por esta razón, un hombre sin protección alguna tiene limitada su
inmersión, aunque esté equipado con un tanque de oxígeno. Por otro
lado, existen formas de vida adaptadas a los más profundos abismos
del océano, donde la presión hidrostática es de más de 1.000
atmósferas.
El pulmón se rasga y el aire escapa a la sangre.
Por los circuitos arteriales las burbujas pueden llegar al cerebro y
provocar parálisis o muerte. La enfermedad de la descompresión
propiamente dicha es la consecuencia de formación de burbujas en
los tejidos. El gas que lo provoca (nitrógeno, por lo general) entra al
cuerpo por los pulmones en una inmersión, y la alta presión hace que
se disuelva en la sangre.
La circulación lo lleva hasta los capilares
donde se difunde en los tejidos. Esta
difusión es más rápida en la médula
espinal y en el cerebro (porque están
más irrigados), yen los músculos
calientes y activos.
Una manera de prevenir la enfermedad
consiste en un ascenso lento, a razón de 9 metros por minuto, o con
paradas de seguridad regulares. Otra, es la aspiración de mayor
concentración de oxígeno; se venden tubos con aire con una
concentración de 32% de oxígeno (en lugar del 21% normal).
Los buzos aficionados pueden bucear hasta una profundidad de 39
metros con un tubo de aire comprimido común y sin necesitar de una
descompresión por etapas mientras suben. Pero son muchos los
buzos que mejorando su equipo, y aumentando el riesgo, prefieren
incursionar en lo más profundo para poder encontrarse con restos de
naufragios, túneles y oscuras cavernas, entre otras maravillas.
Últimamente se han experimentado diferentes mezclas de gases para
evitar que las altas presiones resulten nocivas para el organismo. En
1993, una inmersión simulada (en una cabina presurizada especial)
alcanzó el récord de 701 metros de profundidad. Estas experiencias
límite requieren de siete días de compresión progresiva y de treinta
días de descompresión.
El conocimiento de la fisiología de la enfermedad puede incorporarse
a modelos matemáticos que indican probabilísticamente los riesgos
de las inmersiones acuáticas. Para desarrollar dichos modelos se ha
recogido información de cientos de inmersiones por medio de
computadoras que llevan los buzos entre su equipo.
Estas computadoras registran la profundidad de manera precisa y
continuamente actualizas cálculos de nitrógeno
en los tejidos, transfiriendo la información a computadoras en la
superficie.
El desafío de las próximas décadas es el perfeccionamiento de los
modelos para que extiendan su cobertura y minimicen los riesgos. Ya
se ha pagado bastante caro la información de cómo el cuerpo del
hombre responde a las fuerzas para las que no está diseñado cuando
traspasa sus limites hacia el espacio exterior o hacia las
profundidades oceánicas.

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