Sei sulla pagina 1di 13

Es /lLl' o f1t{1

Índice
� J rJ,((J�t0áka i J¿T)
&fJCt:10il t2
�,",,'.
.

+-ll)t:O
Narrar los campos 9

Fuga sin fin: el extranjero radical 29

Franz Kafka y la memoria del porvenir 39

Narrar: testimoniar ante el enmudecimiento de la lengua 55

La tregua: el viaje y la experiencia de la memoria 71

El poder silencioso del nazismo: la lengua del Tercer Reich 85

Más allá del perdón: Jean Améry y la odisea 105


del resentimiento
Agradecimientos
Deseo agradecer, en primer lugar, al Instituto de Investiga­ Imre Kertész: la sonrisa del sobreviviente 121

ciones Filológicas de la Universidad Nacional Autónoma


de México el apoyo que me ha brindado para elaborar este "Dejamos el campo cantando". Etty Hillesum y su éxodo 137

libro. Agradezco de igual manera al Seminario de Poética


del mismo Instituto su interés y comentarios de los ensayos sin retorno a Auschwitz
aquí reunidos. A su vez, quiero agradecer de manera especial
a Esther Shabot y a Enzo Traverso su apoyo y generosidad, Albert Camus: un ejercicio de memoria 155

comentarios e información a 10 largo de estos años de trabajo.


Finalmente no puedo dejar de agradecer a Andreas Ilg y a Ana Bibliografía 164

Rosa Ugalde su lectura y comentarios.


Fuga de la muerte
Paul Celan

NEGRA leche del alba la bebemos de tarde


La bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines
silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde
bebemos y bebemos
Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete
Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí
estrecho

Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad
agarra el hierro del cinto 10 blande son sus ojos azules
hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde
bebemos y bebemos

vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete


tu pelo de ceniza Sulamit juega con las serpientes
Grita que suene más dulce la muerte es un Maestro Alemán
grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire
así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho

Negra leche del alba te bebemos de noche


te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán
te bebemos de tarde y maJñana bebemos y bebemos
la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul
él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú
vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete
azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire
juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán

tu pelo de oro Margarete

tu pelo de ceniza Sulamit


Los NARRADORES DE A USCHWITZ 9

f;.! Narrar los campos

La vergüenza de ser un hombre,


,�-.
¿acaso existe mejor razón p ara
. '�} escribir?
Franz Kafka
l·,

Wívír para contar, ésta parece ser la máxima de buena parte


de los sobrevivientes de los campos de concentración y exter�
minio de la Segunda Guerra Mundial. Pero si hay alguno entre
éllos que l a practica de manera obsesiva y desesperada, con
la angustia de narrar y no ser creído, es el escritor italiano
Primo Levi,quien vuelve una y otra vez sobre la idea: sobrevi­
vir para transmitir lo que fue el infierno de ese lugar llamado
Auschwitz.
Ciudad desconocida hasta 1940, Auschwitz se convertirá
en poco menos de cinco años en el signo de nuestros tiempos,en
la "experiencia central de nuestra época" (Arendt), en la "rup­
tura de la civilización" (Adorno), en la "imagen del infierno
donde se trató de en�adicar el concepto de ser humano" (A­
rendt); escribe lean Améry: "Auschwitz es el pasado, el pre­
sente y el futuro de la humanidad". Si es cierto que Auschwitz
representa, como plantea Adorno, la "autodestrucción de l a
razón", lo sucedido en ese no-Jugar-donde, en términos hei­
deggerianos, nadie logró habitar porque "solamente podemos
habitar cuando podemos construir", 1 Y en ese campo de exter­
niinio no se construyó nada sino la nluerte- se convierte en
el paradigma de la civilización occidental del siglo xx.
Auschwitz, sitio que pasó inadvertido durante siglos y
cuyo nombre fue reconstruido, cadáver sobre cadáver, ceniza

1 Heidegger, 1999:191.
10 ESTHER COHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 11

sobre ceniza, para convertirse en el rostro del terror,· de la La violencia bruta de los Einsatzgruppen no consti­
Gorgona, de la muerte en masa organizada y tecnificada. Aus­ tuye el rasgo singular del nacionalsocialismo, sino 10
chwitz como rasgo, imagen y efigie del hombre a partir de su que comparte con muchas otras masacres d e este
momento; Auschwitz como el sello del siglo xx. siglo terrible, un rasgo común con las ejecuciones en
Más de un historiador, entre ellos el erudito historiador masa de armenios en e l Imperio Otomano, con las
inglés Eric Hobsbawm, no han dudado en caracterizar a ese depuraciones étnicas d e la ex-Yugoslavia y las ejecu­
siglo como el de la barbarie. y no se refieren sólo a la que sig­ ciones a golpe de machete en Ruanda. El judeocidio
nificó la Segunda Guerra Mundial, con todas sus atrocidades, no fue sólo una erupción de la violencia bruta, sino
sino que ubican su inicio, como lo hace Enzo Traverso, en la una masacre perpetrada 'sin odio', gracias a un siste­
Primera Gran Guerra, que marca ya el principio de la decaden­ ma planificado de producción industrial de muerte,
cia de un siglo que apenas empieza, el horror del surgimiento un engranaje creado por una minoría de arquitectos
de sociedades autoritarias que desembocarán años después en del crimen, puesto en práctica por una masa de
plenos totalitarismos. Traverso va más allá y encuentra en las ejecutores a veces afanosos, otras inconscientes,
brutales luchas coloniales de finales del XIX el huevo de la ser­ en medio de la silenciosa indiferencia de la gran
piente que se concretará en el ascenso al poder de esa figura mayoría de la población alemana, con la complicidad
que señala, de manera negativa, al siglo xx: Hitler. En efecto, de Europa y la pasividad del mundo.4
"la Primera Guerra", escribe Traverso en La violencia nazi, "es
de manera incontestable un momento de ruptura, una con­ He aquí la razón por la cual Auschwitz nos pertenece a todos:
moción social y psicológica profunda a partir de la cual puede porque el mundo calló, no quiso ver lo que sucedía, porque se
considerarse como el acto fundador del siglo xx". 2 asintió con el silencio, como se ha hecho ahora con Ruanda,
Pero si la Gran Guerra fue el acto fundador del siglo, la con Afganistán, con el África negra, cuya población padece las
Segunda vino a poner el punto final al desgarrar y fracturar mayores hambrunas y de cuyos habitantes, diez millones es­
la visión que el hombre de Occidente tenía de sí mismo. Nada tán destinados a la muerte por sida; con las dictaduras latino­
quedará en pie de la concepción del ser humano occiden­ americanas, con la muerte cotidiana de indígenas de nuestros
tal después de la barbarie del nazismo. Escribe Bataille: "[ . ]
. . países de América Latina que mueren de inanición o a causa
Auschwitz es el hecho, es el signo del hombre. La imagen del de enfermedades fácilmente curables. Vivimos en una bur­
hombre ya es inseparable de una cámara de gas".3 Desde esta �:¡

'-�
buja en la que nadie quiere saber nada del otro, indio, negro,
perspectiva, Auschwitz no remitirá sólo a la tragedia judía, indígena, mujer, etcétera.
al intento de aniquilación radical de todo un pueblo, sino al Auschwitz, ese nombre que nos estremece y ruge en
espacio donde se puso en práctica la mayor destrucción tecni­ nuestros oídos y que nos obliga a mirar hasta dónde fue ca­
ficada de distintas figuras: el judío, el gitano, el homosexual, paz de llegar el hombre "civilizado" -porque no hay que olvi­
el disidente político, ante los ojos de un mundo que no quiso dar el nivel de civilización de la Alemania de mitad de siglo
saber, que no quiso actuar para detener este acontecimiento xx-, se ha convertido en nuestros días en sinónimo de la
inédito en la historia del hombre.

2 Traversa, 2002: 28. 4 Traverso, 2002: 22. Cursivas agregadas.


3 Traversa, 2001: 230.
12 ESTHER eOHEN Los NARRADORES mAUSCHwrrz 13

industrialización de la muerte y del exterminio en masa. En qeseaban recordar a quello que los había convertido e n una
Auschwitz, escribe Hannah Arendt, "no se moría en calidad e:>pecie de subhombres, a unos en bestias salvajes y asesinas,
de individuos, es decir, de hombres y de mujeres, de niños o a los otros en ovejas llevadas al matadero sin siquiera poder

de adultos, de jóvenes, buenos o malos, bellos o feos, sino que levantar la voz, en animales hambrientos dispuestos a matar
todos fueron reducidos al más pequeño den0minador común por un mendrugo de pan. Podemos entender la vergüenza de
de la vida orgánica, sumergidos en el abismo más sombrío y el losVictimarios, pero ¿qué sucedió con las víctimas que deci­
más profundo de la igualdad primera; murieron como bestias, dieron callar para seguir viviendo, que se refugiaron en un
como cosas que no tenían ni cuerpo ni alma, ni siquiera un silencio lleno de culpa para mantenerse en vida? Porque la
rostro sobre el cual la muerte pudiera poner su sello". s Clllpa Y la vergüenza de ocupar el lugar del otro, de ese otro
Podríamos decir, desde esta perspectiva, que no sólo el (\1 que se le deseó la muerte para tener un mayor espacio en
nazismo construyó Auschwitz ni éste se hizo de un día para la barraca o para robarle ese pequeño pedazo de pan extra y
otro; lo fueron construyendo, paso a paso, el imperialismo que, finalmente, acabó esfumándose por las chimeneas de los
del siglo XIX, el nacionalismo, el racismo y, por sobre todo crematorios, pobló la memoria y la vida de la gran mayoría de
y siguiendo el pensamiento del historiador Yehuda Bauer, los sobrevivientes. No hay que olvidar que cuando Primo Levi
el antisemitismo de siglos. Pero, al mismo tiempo, lo edificó quiso publicar, en 1947, Si esto es un hombre, obra maestra
también el Hombre, indiferente, ciego ante el exterminio y al de la literatura testimonial que daba cuenta del infierno nazi,
borramiento del rostro del ser humano. Afirma Ian Kershaw, ningún editor quiso hacerlo. Al final, una pequeña editorial
uno de los mayores especialistas en la Segunda Guerra Mun­ se responsabilizó del libro, que pasó casi inadvertido. Parecía
dial: "La carretera a Auschwitz la construyó el odio, pero la que una de las pesadillas de los habitantes de los campos se
pavimentó la indiferencia".6 Esta misma indiferencia seguirá hubiera hecho realidad: el mundo no quería saber, no se atre­
construyendo, si nos aislamos en el silencio, otros campos, vía a imaginar o, en otras palabras, deseaba olvidar el episo­
otras muertes y, por qué no, otros Auschwitz. dio más denigrante y vergonzoso del siglo.
Jean Améry, Imre Kertész, Victor Klemperer, ElieWiesel,
Etty Hillesum y tantos y tantos más han dejado testimonio
sobre sus experiencias en los campos de concentración y ex­
Testimoniar terminio, pero si hay alguien que lo hizo con la fuerza y la
inmediatez de la experiencia, ése fue, sin lugar a dudas, Primo
La era del testimonio, dice AnnetteWieviorka, tuvo su gran Levi. Podríamos decir, sin pretensiones de jerarquías, que este
desenlace a partir del proceso a Eichmann, en 1961,7 no escritor italiano se convirtió desde un principio, apenas sa­
obstante que ya para entonces se habían publicado umi. cen­ lido de las cámaras de la muerte, en el testigo por excelencia,
tena de textos testimoniales. Hasta ese momento, con excep­ en aquel que habló y escribió el infierno de Auschwitz ante
ción de ciertos casos, la experiencia de Auschwitz había sido un público incrédulo o, para decirlo. de manera más suave,
vivida con vergüenza y turbación. Ni víctimas ni victimarios para un público que no obstante la información que circuló

5 Arendt, 1997: 152.


6 Kershaw, citado en Traversa, 2001: 165.
7 Cfr. Wieviorka, 2002.
14 ESTHER eOHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 15

durante y después del mayor genocidio del siglo:xx, no quería .' : Los' hundidos, aunque hubiesen tenido papel y pluma,
saber y se ocultaba en el vacío de la memoria para no reflexio­ . no hubieran escrito su testimonio, porque su ver­
nar acerca de los límites a los que había llegado el hombre. ,dadera muerte había empezado ya antes de la
Levi vivió toda una vida para contar, como el narrador muerte corporal [ . ] Nosotros hablamos por ellos
..

nostálgico de Walter Benjamin, y no permitió que Auschwitz por delegación.9


cayera en el olvido. Escribió una y otra vez, habló y escribió
hasta el· día de su muerte sobre aquella parte de la histo­
ria -que, por desgracia para la humanidad, le había tocado E�ro no es sólo Levi quien, con los años, duda de la integridad
vivir. No permitió que la· memoria, como escribe ]acques .�<�l';testigo Y del testimonio. Cuenta Giorgio. Agamben en Lo
Derrida, perdiera su carácter de porvenir, porque ésta no (¡l/e" q ueda deA uschwitz, que tanto Shoshana Feldman como
.
es una cuestión del pasado, sino del futuro.8 Y aquí Levi fue parí 'Laub elaboraron la noción de la Shoah como "aconte­
enfático y su consigna hasta el día de su muerte fue contar. Qimiento sintestigos".lo ·¿Es acaso, entonces, que la historia de
Aun cuando es el mismo Levi, en Los h undidos y los salvados, los ". campos ha ido con el tiempo perdiendo voz y se trata de
quien da un giro a sus reflexiones de cuarenta años, dejando gnacontecimiento cuyas víctimas -que por suerte o por ha­
al lector y, sobre todo, al sobreviviente, en una situación de bilidad quedaron vivas para relatar lo que sucedió- han ido
desamparo. Ésta, la última obra de Primo Levi, parecería dejar perdiendo toda credibilidad? Sin dejar de ser uno de los libros
al testigo fuera del "juego", negando en cierta forma la tarea más "bellos" de Levi, tendríamos que aceptar que Los h undi­
del narrador que tanto lo ocupó en vida. dos y los salvados es una obra marcada por el pesimismo y el
estado depresivo del autor, quien ve, al final de su vida, que
Lo repito, no somos nosotros, los sobrevivientes, los Auschwitz y su relato no han logrado detener las masacres y
verdaderos testigos [ .. .] Los que hemos sobrevivido los asesinatos en masa.
somos una minoría anómala, además de exigua: ¿Acaso esa figura del narrador tan amada porWalter
somos aquellos que por sus prevaricaciones o su Benjamin se extinguió realmente durante la Primera Guerra
habilidad, o su suerte, no han tocado fondo. Quien lo Mundial? Me niego a pensarlo. Levi dedicó toda una vida a
ha hecho, quien ha visto a la Gorgona, no ha vuelto la memoria y ésta no puede ser cancelada por un texto, por
para contarlo o ha vuelto mudo; son ellos, los bello que sea. No obstante, Giorgio Agamben se apoya en este .
"musulmanes", los hundidos, los testigos integrales, libro para reforzar la tesis de que testimoniar implica la im­
aquellos cuya declaración habría podido tener un posibilidad misma de testimoniar. Si el "musulmán" es aquel
sentido general. Ellos son la regla, nosotros la excep­ que ha llegado a un estado físico y moral que lo incapacita
ción [ . .] La demolición terminada, la obra cumplida,
. para tener voz y dar testimonio, si él representa la única e ín­
no hay nadie que la haya contado, como no hay na­ tegra figura del testimonio fiel pero a la vez su propio estado
die que haya vuelto para contar su muerte. lo imposibilita para hablar, estamos entonces ante la terrible
amenaza de perder la voz, de poblar aún más el olvido y de

8 Cfr. Derrida, 1989. 9 Levi, 2000: 72-73.


10 Agamben, 2000: 34.
16 ESTHER COHEN
Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 17
hacer desaparecer la palabra del horizonte de la "verdad". En [emano poder aceptar esta excepción a la regla. Esas muertes
palabras de Agamben, "Quien asume la carga de testimoniar fueron causadas por seres humanos, por motivos cuyas fuen­
por ellos [los musulmanes] sabe que tiene que dar testimonio tes se encuentran en la historia y que pueden por lo tanto ser
de la imposibilidad de testimoniar. Y esto altera de manera analizados".1 4
definitiva el valor del testimonio, obliga a buscar su sentido
en una zona imprevista".11 Imaginar. La palabra pese a todo
¿Cuál sería esa "zona imprevista" que permitiría hablar
de aquello que tanto en palabras de Levi como en las del No haytestimonio que no implique estructuralmente
propio Agamben haría posible hablar de 10 supuestamente en sí mismo la posibili da d de la ficción, del simu­
"indecible", "inenarrable", "intestimoniable"? ¿Es el Holocaus­ lacro, de la simulación, de la mentira y del per­
to realmente algo impensable? Habría que decir, con Piérre jurio -es decir, también de la literatura, de la
Vidal-Naquet, que "El genocidio fue pensado, por 10 tanto inocen te o perversa literatura que juega inocente­
era pensable".12 Insisto entonces sobre esa zona imprevista mente a pervertir todas estas distinciones.
cuando, de manera contradictoria, aunque esta vez acertada,
]acques Derrida
Agamben, refutando la indecibilidad de la Shoah. Planteada
por Levi, escribe. "¿Por qué indecible? ¿Por qué conferir al
exterminio el prestigio de la mística? [...] Decir que Auschwitz "Para saber hay que imaginar", escribe Georges Didi-Huber­
es 'indecible' o 'incomprensible', equivale a euphemein, a man al inicio de su libro Imágenes pese a todo. Contra la tesis
adorarlo en silencio, como se hace con un dios. [...] Por eso los de Agamben, pero también contra la del propio Primo Levi
que hoy reivindican la indecibilidad de Auschwitz deberían y de tantos otros que han hablado o escrito sobre lo "inima­
mostrarse más cautos en sus afirmaciones. .".13 El libro de
.
ginable", lo "intestimoniable" de Auschwitz, Didi-Huberman
Agamben no deja de causar cierta contrariedad, una especie apuesta por la imaginación. Trata con ello de introducir esta
de turbación. Por un lado, plantea que testimoniar es la im­ dimensión en todo lo narrado, sea escrito u oral. Defiende en
posibilidad de testimoniar y, por otro, defiende frente a uno concreto el valor de la imagen de cuatro fotografías tomadas
de los mayores testigos, la no indecibilidad de la Shoah. ¿Será clandestinamente en los crematorios de Auschwitz y conser­
enton�es que la palabra, siendo insuficiente para dar cuenta vadas en un tubo de pasta de dientes. La imagen, sostiene de
del infierno, es capaz, pese a to do, de decir 10 indecible? ¿Re­ manera sorprendente, nos permite ir más allá de la imagen,
presentará la palabra ese horizonte de "verdad" que permite esto es, imaginar lo que se encuentra más allá de ésta o in­
y seguirá permitiendo escribir los campos? Porque de acuerdo cluso a pesar de ésta, cuando aquello que se desea mostrar,
con Yehuda Bauer -uno de los grandes especialistas en el como los crematorios, se oculta tras los árboles o los arbustos
Holocausto�, "ciertas personas se refugian en el misticismo que se encargan de camuflar la imagen misma del horror que
para afirmar que un acontecimiento de esta amplitud -que yace detrás.
califican de 'inconmensurable'- no podría ser explicado [ ...] .

11 Agamben, 2000: 35. 14 Bauer, 2002: 20.


12 Vidal-Naquet, citado en Didi-Huberman, 2004: 48.
13 Agamben, 2000: 31-32.
18 ESTHER COHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 19
De la misma manera, podríamos decir, Primo Levi, a su narrado en La treg ui';z y recogido en un ensayo de este libro, es
pesar, o a pesar de su último libro, narra su experiencia en la mejor prueba de la fuerza de la palabra.
los campos, escribe los campos y su escritura ya es, en defini­ Con Didi-Huberman, podemos afirmar: la palabra pese a
tiva, una forma de la imaginación, no porque lo que escriba sea to do. De otro modo" si bien es cierto que existe un elemento
un mero invento de una experiencia imaginada, sino porque de ininteligibilidad· en lo que sucedió en Auschwitz, Treblin­
narrar implica por principio una organización del discurso, ka, Sobibor, Chelmno, donde se gaseó y cremó a millones de
una, podríamos llamarla, "literariedad" de lo narrado. Así seres humanos, nos colocaríamo s del lado de Himmler y sus
como, en términos freudianos, nunca llegamos a conocer SS, quienes plantearon una y mil veces que la historia de los
el sueño en cuanto tal, sino la narración del mismo, su dis­ campos, aun contada, sería absolutamente increíble. Primo
posición discursiva, la narración de Levi en Si esto es un hom­ Levi relata en Los hundidos ylos salvados las afirmaciones de
bre, por poner un ejemplo, sin dejar de ser un auténtico tes­ los SS:
timonio, es a su vez un relato y, por lo tanto, no escapa a
la idea de ficcionalidad de lo narrado. Levi quiere guardar De cualquier manera que termine, esta guerra contra
memoria pero para recordar, dice de nuevo Didi-Huberman, vosotros la hemos ganado; ninguno de vosotros que­
hay que imaginar lo que fue Auschwitz en 1944. A su vez, dará para contarlo, pero incluso si alguno lograra
Jorge Semprún, en su novela La escritura o la vida, reafirma escapar, el mundo no l o creería [ ...] Aunque alguna
esta idea: "Les enseñé la hilera de hornos, los cadáveres me­ prueba llegase a subsistir y aunque alguno de
dio calcinados que habían quedado en su interior. Casi no les vosotros llegara a sobrevivir, la gente dirá que los
hablaba. Les nombraba sencillamente las cosas, sin comen­ hechos que contáis son demasiado monstruosos
tarios. Era necesario que vieran, que trataran de imaginar' .15 para ser creídos: dirá que son exageraciones de
De ahí que la palabra, acompañada de las imágenes y éstas, a la propaganda aliada y nos creerá a nosotros, que lo
su vez, acompañadas por la imaginación, nos conduzcan, en negaremos todo, no a vosotros. La historia del Lager
efecto, al lugar del narrador como lugar mismo de la justicia seremos nosotros q uienes la escribamos' .17
benjaminiana.
Primo Levi es un justo porque rememora y lo hace a través
de la escritura. Walter Benjamin escribe al referirse al histo­ Maurice Blanchot considera que en los campos "lo invisible se
riador: "Sólo tiene derecho a encender en el pasado la chispa ha hecho visible para siempre".18 En este mismo sentido tiene
de la esperanza, aq uel historiador traspasado por la idea de razón Didi-Huberman al decir que "la 'verdad' de Auschwitz
,
que ni siq uiera los m uertos estarán a salvo del enemigo si éste si es que esta expresión tiene algún sentido, no es ni más ni
vence. y este enemigo no ha dejado de vencer".16 Levi no es menos inimaginable que indecible".19 Por ello la escritura
se
un historiador pero sí un narrador que da vida a través de su convierte en una lucha contra el olvido, en una facultad políti
­
voz a quienes no tuvieron la posibilidad de vivir para contar. ca, en un momento ético donde el otro, el "hundido", cobra
El caso de Hurbinek, el niño de tres años muerto en el campo, vida a través de la pluma del escritor y del sobreviviente.

15 Semprún, 1995: 137. Cursivas agregadas. 17 Levi, 2000: 11. Cursivas agregadas.
16 Benjamin, "Tesis de filosofía de la historia", en Angelus novus, 80. 18
Blanchot, La escritura del desastre, 132.
19 Didi-Huberman, 2004: 49.
20 ESTHER eOHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 21
Es cierto que la imagen total de la Shoah no existe, como la;'médida en que es la experiencia estética la que permite el
tampoco una verdad total y absoluta del genocidio, pero si tránsito hacia lo testimonial, en este caso concreto, hacia la
hay algo que nos ofrece la palabra es el destello benjaminia­ f'r, éalidad" de los campos de concentración nazis.
no, la epifanía de un momento durante el cual, súbitamente, Se ha hablado. mucho, sobre todo en los últimos años,
todo se revela para ofrecernos la "verdad" del "infinito tor­ de abuso de la memoria en relación con lo que fue el gran
mento de morir". Y si quisiéramos ir más allá de lo planteado genocidio del siglo xx. Me refiero de manera concreta al libro
por Primo Levi, podríamos citar un pasaje de La escritura o la de' Todorbv El ab uso de la memoria, donde el autor plantea
vida, de Semprún, en el que el autor propone que para hacer esta sobreabundancia de textos e imágenes, además de monu­
"creíble" el infierno vivido es necesario hacer uso del artificio, mentos, museos, memoriales, etc., erigidos en recuerdo d e las
es decir, de la ficción: "Contar bien significa: de manera que víctimas. Estamos de acuerdo con ]acques Derrida, quien pro­
sea escuchado. No lo conseguiremos sin algo de artificio. ¡El pone que "nada es menos seguro, nada es menos claro hoy
artificio suficiente para que se vuelva arte!".20 elidía que la palabra archivo",23 pues si se trata de optar por
, De seguro esto puede provocar desconcierto, pues especí­ el abuso o por su contrario, estaría de parte de Hayim Yeru­
ficamente en el caso de los campos de. concentración y exter­ shalmi quien, a pesar de hacer la misma crítica de Todorov,
minio nazis resulta difícil pensar en el testimonio como forma termina diciendo: "Si ésa es la opción, me pronuncio por el
literaria, como ficcionalidad; esta condición es un problema 'exceso' antes que por la 'falta', pues mi terror de olvidar es
que se presenta' al leer los relatos de los habitantes de los mayor que mi terror de tener demasiado que recordar". 24
campos. Pese a ello, lo que afirma Semprún es cierto: no se
trata sólo de contar, sino de contar bien; sólo así podrá llegar
a los oídos de quienes des'ean escuchar porque, como bien
dice otro de los personajes de su novela y que remite al sueño Soñar
obsesivo de Primo Levi, y de tantos otros: "El verdadero pro­
blema no estriba en contar, cualesquiera que fueren las difi­ Victor Klemperer, en su libro L TI La lengua del Tercer Reich,
cultades, sino en escuchar [ ...] ¿Estarán dispuestos a escuchar señala con gran agudeza la transformación de la lengua
nuestras historias, incluso si las contamos bien?".21 y de nuevo alemana durante el nazismo. La lengua alemana, dice el filólo­
surge la desolación de Benjamin frente a la desaparición de go, se uniformó a tal grado que no había cabida para el pen­
la figura del narrador a partir de la Gran Guerra. ¿Será cierto samiento ni la crítica. Se convirtió en una especie de robot
esto que Walter Benjamin tanto sufre y lamenta? Resulta per­ militarizado que respondía sólo a estímulos del exterior y de
tinente referirnos, de la misma manera, al crítico y filósofo una única manera. "La lengua", escribe Paul Celan, "tuvo que
ruso Mijail Bajtín, quien plantea que la actividad estética tiene pasar a través de la propia falta de respuesta, a través de un
una mayor capacidad de concentrar la experiencia de 10 hu­ terrible enmudecimiento, pasar a través de las múltiples tinie­
mano en comparación con cualquier otra área de la actividad blas del discurso mortífero. Pasó a través y no tuvo palabras
humana.22 Lo que sugiere Semprún cobra aún.más fuerza en para lo que sucedió". 2S Si la lengua es ese espacio desde donde

20 Semprún, 1995: 140.


21
Ibídem, 140. 23 Derrida, citado en Didi-Huberman, 2004: 149.
22 2
Cfr. Bajtín, 1986. 4Yerushalmi, 2002: 139.
25 Paul Celan. 1 qqq: 4Q7-4c)R
22 ESTHER eOHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 23
somos capaces de pensar, es posible afirmar que el nazismo, El.1 este sueño tan sigÍlificativo se concentra el propósito cen­
con su gusto por 10 uniforme, por los eslóganes y los clichés que tral del totalitarismo: desaparecer al individuo como tal para
nada acabaron comunicando a fuerza de repetición, también hacerlo parte de una maquin aria colectiva en la que le es ne­
invadió y puso en jaque al inconsciente, tanto el de las vícti­ gada la posibilidad del pensamiento y la crítica, en la que se
mas, como también el de aquellos alemanes que no vivieron el le impide en todas las formas tener un espacio privado, y ¿qué
exterminio en carne propia pero a quienes se les "expropió", más privado que el :sueño mismo? En el sueño arriba citado
por decirlo de alguna manera, la capacidad de soñar "libre­ (!ncontramos esta exclusión de lo privado, esta incapacidad
mente", y quien se doblega ante la palabra, se somete a su vez para decir "Yo"; en su lugar aparece una sociedad ("departa­
a la imposibilidad misma de la narración "libre" del sueño. Si mento") sin muros dlonde, al desaparecer el espacio privado
éste se encuentra sometido a las cadenas de la retórica nazi, todos los individuos se vuelven iguales y sus reacciones son
soñar se convierte ya no en un claro de libertad, sino en el idénticas, casi como las de los a cusados de "En la colonia peni­
espacio de sometimiento total, individual y colectivo. El sueño tenciaria", de Kafka. Otro sueño nos habla de la prohibición
muestra, así, ya no la separación entre un espacio público y incluso de soñar:
otro privado, sino el lugar de la fractura, del desgajamiento
radical de lo íntimo, el punto de fisura, la demolición metódi­ Sueño que ya no sueño más que con cuadrados, trián­
ca del Yo. Charlotte Beradt, en Rever so us le ¡JI Reich, recoge gulos, octágonos que parecen pasteles de Navidad,
alrededor de 300 sueños en los que identifica la uniformación porque está prohibido soñar.27
del inconsciente alemán derrotado ante las palabras. Cuenta
la autora el siguiente sueño de un médico en 1934: Inmediatamente después de citar este sueño Beradt escribe:
"Alguien ha resuelto, por precaución, elaborar sueños sin obje­
Después de mis consultas, hacia las nueve de la to". El sueño ya no es más un refugio, ha dejado de pertenecer
noche, en el momento en que me dispongo a des­ al espacio privado para transformarse y pasar a formar par­
cansar tranquilamente sobre mi sofá con un libro te del gran engranaje totalitario. No obstante, es importante
sobre Matthias Grünewald, la habitación y el depar­ subrayar cómo la maquinaria hitleriana logró penetrar hasta
tamento mismo pierden bruscamente sus muros. las capas más profundas del sujeto y desde allí manipular a
Aterrado veo a mi alrededor tan lejos como me su antojo a quienes, tanto víctimas como testigos, vivieron el
permite la mirada, ya no quedan muros en los período nazi como un tiempo de terror que daba lugar, en
departamentos. Escucho un altoparlante que grita: cierta medida, a un mínimo margen de movimiento, ya que el
"De acuerdo con el decreto sobre la supresión de los �iedo no fue sólo prerrogativa impuesta al judío o al gitano,
muros del 17 de este mes ... ".26 SIllO a todos aquellos que vivieron la oscuridad de Europa du­

rante los trece años del Tercer Reich.

26 Beradt, 2004: 61. 27 Beradt, 2004: 87.


24 ESTHER COHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 25

Genocidio y literat ura gertútidios han seguido ocurriendo a los ojos del mundo sin
f)ti�'el Hombre, aquel que, como escribe Levi, desapareció en
Todo testimonio responsable compromete una }\'uschwitz, reaparezca de nuevo. "Vivimos una época en la
experiencia poética de la lengua. que acontecimientos similares al Holocausto son posibles",31
Jac;ques Derrida por ello es necesario continuar pensando e imaginando Aus­
chwitz no como algo que perteneció al pasado, sino como un
El término "genocidio" fue inventado por Rafael Lemkin, un espacio que puede pertenecer al futuro: el Holocausto como
jurista judío polaco, a finales de 1942 o principios de 1943.28 premonición y no como antecedente, porque como bien dice
No es casual, a pesar de que ya se había cometido un acto Traverso al referirse a los filósofos de la escuela de Frankfurt:
igualmente genocida con los armenios durante la Primera "-En' contra de la tendencia reconfortante, pero en el fondo
.

Guerra por parte de los turcos, que este concepto salga a la apologética, que consiste en ver al nazismo como una legiti­
luz el mismo año en que se pone en marcha la "solución final" mación en negativo del Occidente liberal considerado como
nazi, es decir, en el momento en que se intenta la destrucción �l mejor de los mundos, los filósofos de la escuela de Frank­
total de un grupo étnico. La conferencia de Wannsee, en enero furt lanzaron una advertencia severa. El totalitarismo nació
de 1942, que planteaba la llamada "solución final", marca un en el seno de la civilización misma, es su hijo. Esta civilización
hito en la historia, un cambio de rumbo radical de la civili­ sigue siendo la nuestra y vivimos siempre en un mundo en el
zación occidental. Quizás estamos ante la máxima benjami­ que Auschwitz delimita un horizonte de posibilidad". 32
niana de que "no existe documento de cultura que no sea a Se ha hablado de la poca o nula resistencia del pueblo
su vez documento de barbarie" .29 ¿Cómo explicar el hecho de judío frente a su demolición. Encontramos en una infinidad
que el país europeo con mayor desarrollo industrial y cultural de textos que el judío fue llevado a las cámaras de gas como un
de Europa haya podido producir lo que Goya describió en uno rebano pasivo y obediente. Sin embargo, habría que atender
de sus cuadros: "el sueño de la razón engendra monstruos"? a la historiografía moderna que empieza a descubrir, a partir
Al respecto me deslindo del concepto arendtiano de "banali­ de documentos, la cantidad de momentos de resistencia que,
dad del mal", pues no alcanzo a comprender la banalidad de aunque estériles en la mayoría de los casos, cambian el esce­
quienes arrojaron al fuego, como siglos antes lo hicieran los nario que comúnmente se maneja acerca del Holocausto. Pero
inquisidores con las brujas, a millones de seres inocentes cuya si hay un espacio de resistencia donde la necesidad de vivir se
"culpa" fue haber nacido judíos, gitanos, incapacitados. hace enfáticamente patente, es el de la escritura.
Yehuda Bauer escribe: "si el Holocausto es un aconte­ A partir de la década de 1960 una infinidad de textos
cimiento único e inexplicable, su estudio representa una pér­ referentes al Holocausto han visto la luz, especialmente en Eu­
dida de tiempo".30 Ahora bien, si continuamos pensando e ropa, y otros nan sido reconsiderados bajo nuevos enfoques.
imaginando el genocidio que marcó una ruptura en el pen­ Los autores son innumerables: Primo Levi, para mí el autor
samiento occidental, que puso en evidencia la capacidad del del libro más elocuente y conmovedor de·todos, Bruno Bettel­
hombre de autodestruirse, es porque tanto masacres como heim, Etty Hillesum, Victor Klemperer, Jorge Semprútl, Jean

28 Cfr. Bauer, 2002. 31 Bauer, 2002: 29.


29 Benjamin, 1971: Tesis VII, 8I. 32 Traverso, 2005: 62.
30 Bauer, 2002: 27.
26 ESTHER COHEN Los NARRADORES DE AUSCHWITZ 27
Améry, CharIotte Delbo, Robert Antelme, Ana Frank Albert t�yi,. y La escri t ura o la vida, de Semprún. En el primero en­
Camus, sin haber vivido la experiencia de los campos, escribió contramos la inmediatez de la experiencia y, aunque el propio
en su novela La peste una terrible alegoría del genocidio y su ��vi ,no quiera aceptarlo, hay en esta "novela" un elemento
posible repetición. Sería imposible enumerar la totalidad de gue podría caracterizarse simplemente como el arte del bien
los libros publicados sobre las experiencias d� sobrevivientes contar. Levi cuenta bien, sin retórica, como él lo quiere, su
:. , ' .. .

en los campos de concentración y exterminio nazis. experiencia cOncentracionaria:


¿Se puede hablar no sólo de una narrativa o de una li­
teratura testimonial en términos generales o existe específica­ Los problemas de estilo me parecen ridículos. [ . ] . .

mente una "literatura de los campos"? ¿Podría ser Auschwitz Escribí de la manera más natural escogiendo de­
el motivo aglutinador de una serie de testimonios, aunque no liberadamente un lenguaje [ ..] no demasiado
.

sea este campo el único que marcó el descarrilamiento del sonoro. Lo que debía decir tenía en sí mismo suficien­
hombre hacia la barbarie? Ciertamente se trata de literatu­ te fuerza para admitir un estilo medio, de manera
ra testimonial, pero podríamos ir más allá y plantear que se que la escritura, el son�do de las palabras, jamás
trata de una literatura particular que gira alrededor de las rompieran el contenido. [.. ] valía más dejar que las
.

barracas, las cámaras de gas, los crematorios, el hambre, la cosas se relataran a sí mismas; es decir, un miedo
autodestrucción del hombre a manos del hombre; de eso que constante de caer en la retórica [ ]. No había nece­
...

hizo que Paul Celan escribiera: "grita más oscuro el tañido sidad de subrayar el horror. El horror estaba ahí.
de los violines así subiréis como humo en el aire/así tendréis No era necesario escribir "esto es horrible". 35
una fosa en las nubes no se yace allí estrecho/[.. ] tu pelo de
.

oro Margarete/tu pelo de ceniza Sulamit".33 ¿Será que estamos A pesar de todo, Levi está consciente de la escritura, una es­
ante un nuevo género testimonial: el género de la literatura critura sobria y sin artificios retóricos. El problema que se
concentracionaria nazi? plantea al hablar de literatura en casos corno éste es aparente­
Jorge Semprún insiste en la necesidad de hacer de la ex­ mente ético. Si se trata de ficción, ¿entonces estamos hablando
periencia concentracionaria una experiencia "estética", arran� de mentira? Esta relación ficción-mentira parece acompañar
carie a los hornos las palabras para transformarlos en aquello el pudor de hablar de literatura frente a los crímenes atroces
que podríamos llamar literatura: " Tengo que fabricar vida del nazismo. Es necesario superar este prejuicio para abrirle
con tanta muer te. Y la mejor forma de conseguirlo es la es­ un espacio al nuevo género.
critura. En eso estoy: sólo puedo vivir asumiendo esta muerte El caso de Semprún es diferente. Han transcurrido cua­
mediante la escritura, pero la escritura me prohíbe literal­ renta años desde su experiencia y al escribir su novela está
mente vivir".34 Semprún tardó cuarenta años en dar cuenta de consciente de que, además de una obra testimonial concentra­
su experiencia, en hacer de ésta un acto cargado de artificio, cionaria, es también una reflexión sobre 10 ya dicho y escrito
como él mismo 10 dice. y podemos verlo. De hecho es posible durante esos años. Semprún tuvo que optar por la vida, pues
establecer un contraste entre Si esto es un hombre, de Primo el recuerdo de Buchenwald le prohibía literalmente escribir.

33 Celan, 1999: 64.


35 Levi, dtado en Parrau, 1995: 286.
34Semprún, 1995: 180. Cursivas agregadas.
28 ESTHER COHEN Los NARRADORES DE AuscHWITZ 29

Para él la escritura del campo no fue su forma de resisten­


cia, como para muchos otros; su "salvación" estuvo en la vida,
Fuga sin fin: el extranjero radical
en esta obsesión repetida por tantos: "Una voz sorda, irritada,
imperativa, que resonaba en mi sueño y que, curiosamente,
ViVÍa� en los úl timos meses, en un estado para el q ue
en vez de hacerme comprender que estaba ¡soñando, como no exis te nombre ni en ruso ni en alemán, proba­
suele ocurrir en casos semejantes, me hacía creer que por fin blemente en ning una leng ua del m undo, un estado
me había despertado, otra vez -o todavía, o para siempre- en entre la resignación y la espera.
la realidad de Buchenwald [. .] que jamás había salido de allí,
. loseph Roth
a pesar de las apariencias, que jamás saldría de allí, a pesar
Nos q ui tarán también el nombre: y .si queremos
de ··los simulacros y melindres de la existencia" .36 El propio
conseIVarlo, deberemos encontrar e11 'noso tros la
Semprún se refiere a sí mismo como un aparecido, no como f uerza de hacerlo� de hacer, sí, q ue de trás delnom­
un sobreviviente. Y eso parecen ser casi todos aquellos que bre� algo aún nuestro, de noso tros como éramos
lograron salir vivos del infierno: aparecidos que, una vez ofre­ antes� se·conSeIVe.
cido su testimonio, se esfuman, desaparecen para, en algunos Primo Levi
casos, volver a aparecer. Porque están aquellos aparecidos
Amo el Ho tel Foyo t como o tros aman a su patria
que cuentan para luego desvanecerse, no por las chimeneas,
-decía-� nada me impor ta tanto� nada me afec ta
pero sí por su propia mano, "espectros" que escriben para en mayor grado ni nada p uede conmoverme tanto
morir después: lean Améry, Bruno Bettelheim, Primo Levi, como su demolición. Muchas veces regresé a mi
Stefan Zweig, Paul Celan y tantos otros, optan por la muerte c uarto como o tros regresan a su trib u o a su casa.
antes que seguir ocupando el lugar de otro, de ese otro que loseph Roth
se esfumó por los aires. La culpa de seguir vivo, el recuer­
do de la vergüenza de 10 que significó ser un hombre en los
campos, los empuja al vacío, como a Primo Levi, que se lanza
por el hueco de la escalera para decirnos, quizá, que la es­
critura tiene sus límites en el poder de resistencia: la muerte El 2 1 de noviembre de 19 16 muere el emperador Francisco
de quienes sobrevivieron, junto con los genocidios que segui­ José. y si una fecha pudiera condensar el hálito de una deca­
mos viviendo, son, en cierta medida, un triunfo de la barbarie dencia, podría decirse que en el último soplo del monarca
sobre la cultura, la venganza del nazismo por su derrota. Por. de la estirpe de los habsburgo se dejaron sentir los estertores
ello es necesario seguir escribiendo, toda palabra arrancada a finales del Imperio Austro-húngaro. Dos años más tarde, 1918,
la sofocación es una victoria sobre la barbarie, incluso si esta la desintegración total de esa potencia no haría sino ratificar
palabra, como en el caso de Paul Celan, no exprese sino el lo que por décadas había venido anunciándose: el Imperio,
silencio. De ahí que Kafka tenga razón: "La vergüenza de ser sostenido de manera ilusoria, al final casi sólo y patética­
un hombre, ¿acaso existe mejor razón para escribir?" mente, con el retrato de un viejo FranzO]osef colgando de la

36 Semprún, 1995: 169.

Potrebbero piacerti anche