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MASIFICACIÓN
La vida actual se ha convertido en una mera producción en serie de seres humanos adaptados a
los usos y costumbres de la sociedad vigente. Una especie de clonación donde la rebeldía es la
mayor divergencia admitida.
EGOCENTRISMO
Este proceso que vemos en términos sociales como masificación, intolerancia, etc., tiene su
correlato y origen en la mente de cada uno de nosotros.
ENTIDAD ILUSORIA
El “yo” dista mucho de ser la esencia o razón primera de nada; es una mera entidad ilusoria hecha
de construcciones mentales cristalizadas, fruto de la identificación con las experiencias vividas y
las elecciones efectuadas. La habitual distinción entre un “yo inferior” y un “Yo superior” con la cual
se pretende escapar de este problema apuntado, no deja de ser otra estructura mental complicada
e imaginativa que, además, no aporta ninguna claridad y sólo desvía la cuestión real por el camino
de las especulaciones.
“Eso” que no vemos y que en todo caso, presentimos detrás de los velos de esta “realidad”
ideacional nuestra, no es algo que pueda ser buscado. Se puede buscar lo que se conoce (un
pulóver rojo en el ropero) pero no lo que no se sabe qué es ni dónde está; sólo se puede acometer
la tarea de ir descartando todo aquello que “no es” y así, tal vez, finalmente la verdad se presente
diáfanamente a quien no la busca.
CONDICIONAMIENTO
Esto implica comprender el condicionamiento que opera continuamente sobre nuestros actos.
Condicionamiento genético
Al nacer ya contenemos –genéticamente y aún más- la historia completa de la humanidad. Cada
electrón que nos integra “recuerda” en su propio estado vibratorio la historia total del Universo: él es
esa historia.
Tal vez podríamos definir el presente como el único estado real, que implica el pasado pero sin
necesidad de ir y venir de él.
El pasado está contenido en el presente; y el futuro también, de un modo mucho más enigmático.
Condicionamiento ambiental
Nacemos siempre en algún sitio particular y rodeados de determinadas personas, es decir en un
ambiente cultural. Ello condiciona inevitablemente a ese tierno organismo que acaba de arribar a
esta forma de vida; para bien o para mal (¿bien o mal?) Carga de límites y leyes no naturales sino
humanas, inevitablemente producto de los gustos, disgustos, temores, de quienes “ya fueron”.
Ese niño nace, también, bajo la influencia de un clima y de alguna conjunción astral. El Universo
interactúa permanentemente con cada uno de nosotros. No nos “sentimos” igual un día frío que un
día de calor, con lluvia o con sol. Nuestro temperamento será diferente si hemos nacido y hemos
sido criados en los trópicos o en los polos.
Condicionamiento cultural
Los seres humanos que rodean al niño difícilmente se abstendrán de intentar modelarlo conforme
al patrón que ellos consideren más adecuado; patrón que es un producto de las experiencias
vividas por ellos y no por ese niño.
Todo esto que podría ser cuestionable en un orden social coherente, asume características
verdaderamente peligrosas cuando se da en una sociedad decadente que ha perdido la
comprensión existencial y la relación armónica con la vida.
PONERSE A SALVO
Nadie puede ignorar que “el barco se hunde” y que lo más lógico sería, ya que no supimos
mantenerlo a flote, sacar a los niños de él y ponerlos a salvo.
Pero hoy en día ya no hay donde poner a salvo a nadie. La sociedad se ha planetizado, lo cual
equivale a decir que el horror y la vulgaridad cunden sobre todo el planeta.
Esto no significa que se ignore lo que ocurre en el mundo, ni que se carezca de sentido solidario,
sino que expresa la posibilidad real de vivir en plenitud, sin excusas ni postergaciones.
LA SALIDA
Solo aquel que se da cuenta del vasto condicionamiento que opera sobre cada uno y sobre todos
los seres humanos ha abierto la puerta para salir de esta sub-vida e ingresar en la vida verdadera.
Es inútil querer creer que nuestra mente no está condicionada así como es inútil aceptar el
condicionamiento y seguir así.
Este estado de atención requiere una alta energía inexistente en la observación habitual.
La alta energía existente en el mero acto de “solo ver” proviene de los propios mecanismos
asociativos y discursivos que dejan de intervenir en esta percepción. La energía “acorralada” en
esos circuitos represivos ahora libre y disponible en la atención consciente.
Esta alta energía puesta en la visión-pura, que no se somete a parámetro alguno, se traduce en
comprensión completa global que hace trizas la tradicional separación entre “quien observa” y “lo
observado”. La atención es resonancia analógica donde el observador y lo observado son la
misma cosa.
Ver bien es la única “tarea” humana. Cualquier otra acción que ocurra por añadidura no será
fuente de conflicto por provenir de una visión en armonía con el mundo todo.
La atención favorece funciones cerebrales relegadas o asfixiadas por la supremacía absoluta de
las funciones operativas, tal como ocurre hoy en día. Estas funciones cerebrales permiten
comprender de un modo no discursivo y llenar de significado lo que antes eran sólo datos
fragmentarios de la realidad.
Percibir la realidad a través de la memoria no permite ver nada nuevo en absoluto sin repetir
continuamente la misma vieja mirada que ha quedado fijada en los mecanismos identificatorios de
los gustos y disgustos.
La atención sostenida produce una verdadera mutación en las células cerebrales cuyos alcances y
consecuencias son difíciles de establecer pero que seguramente dará (o ya está dando) lugar a
una “supra- consciencia” humana –o consciencia supra- humana- que significará una diferencia
cualitativa similar a la que existe hoy entre un hombre leyendo el periódico y un mono aparentando
que lo hace.
La atención no persigue ningún fin pero lo primero que produce es la paz interior que es el
requisito ineludible y garantía total de la paz en el mundo.
Aún los honestos intentos de muchos maestros y directivos por modificar esta situación fracasan
completamente por la misma razón de que, en el fondo, no se atreven a cuestionar los cimientos
mismos sobre los que se levanta la actual cultura.
Una escuela podría ser, hoy, un lugar donde los niños no sean obligados a pensar conforme a
ningún patrón establecido y donde se permita y favorezca la realización plena de sus
potencialidades, y no sólo de aquellas cualidades que la sociedad aprecia.
Ello requiere comprender el condicionamiento que opera sobre cada uno en todos los niveles para
no ser arrastrados por el torrente del pensamiento y las expectativas colectivas. Esta es la
prioritaria tarea de los maestros de la nueva cultura, tarea que será ejercida horizontalmente, junto
a sus alumnos.
Excelencia académica para la enseñanza de las disciplinas tradicionales a través de sistemas que
permitan la libre investigación y el perfeccionamiento más allá de los contenidos mínimos exigidos
oficialmente y del conocimiento formal.
Se retirará el énfasis puesto (por la cultura actual) exclusivamente en los procesos operativos
basados en el pensamiento como mecanismo y parte de la memoria.
Un ámbito que permita el diario contacto con la naturaleza de un modo no ideológico a fin de
facilitar el mantenimiento de (o la vuelta a) la unidad armónica entre el hombre y el universo, unidad
que la vida en las ciudades destruye, por constituir “universos” inventados por la mente humana
que no contienen ya, el código de la naturaleza. Esto configura una actitud ecológica de nuevo tipo
basada en la comprensión de la unidad de todo lo existente y la consiguiente responsabilidad en el
cuidado de todas las cosas.
Una formación adecuada para el cuidado de la propia salud a través de una alimentación natural,
práctica de ejercicios físicos, hábitos de vida naturales.
El juego será siempre, además de una herramienta educativa, la expresión de la libertad creadora
que no se aborta y el júbilo del ser que se encuentra con la vida desbordante. La competencia y los
estereotipos no serán alentados, lógicamente.
La vivencia que permita descubrir en forma directa la verdad en la vida misma será el espíritu
pedagógico que impregnará la vida de la escuela. Ello irá unido, indisolublemente, a la observación,
la percepción conciente, el autoconocimiento.
Todo ello requiere una atención muy personal para cada niño, a la vez que posibilita expresarse,
disentir, escuchar, ser escuchado tanto por los maestros como por sus compañeros. Esto no
impide que el niño participe de algunas actividades con muchos niños a la vez (coros, juegos,
charlas, salidas) pero el desarrollo principal de la vida escolar deberá se en grupos pequeños que
revistan las características de verdaderos equipos de trabajo.
La vida religiosa así concebida no se funda en ninguna revelación sino en quitar los velos que
impiden comprender la Verdad (de-velar)
No se puede descubrir el sentido de la vida con dogmas, con imposiciones, con respuestas
estereotipadas, producto de un vasto condicionamiento genético y epigenético.
Esta escuela pretende educar sin condicionar la mente del niño con patrones de conducta,
dogmas, creencias y, a la vez, ayudarlo en la tarea de quitarse de encima el condicionamiento que
todos tenemos y que la cultura refuerza.
Trabajamos para generar ese espacio donde no haya imposiciones ni autoritarismo ni ideas
preconcebidas pero donde haya: orden, silencio, contacto con el orden natural, atención
consciente y –también- ofertas educativas de aprendizaje cultural.
EL SUEÑO DE LA VIDA
Así vive
una vida que no es su vida
en un mundo que no es el mundo.
De esta especie de
“sueño de la vida”
solo se puede despertar abriendo los ojos
completamente
y viendo la realidad tal como es,
sin interpretarla
ni aceptando intérprete alguno.