Sei sulla pagina 1di 78

1

Capítulo I
Planteamiento del Problema
2

1.- Planteamiento del Problema

1.1.- Antecedentes
El terrorismo es una problemática que han debido enfrentar
recurrentemente los Estados modernos y que, con el desarrollo histórico, político,
social y cultural, ha ido adquiriendo cualidades que le otorgan una complejidad
significativa muy difícil de abordar.
Desde diversos prismas teóricos se ha intentado interpretar el fenómeno
terrorista con resultados que son tan disimiles como los grupos terroristas que son
objeto de estudio.
La carencia de un concepto que unifique las diversas ideas que se han
formado en torno a este complejo tema, muchas veces ha conducido a confusión,
dadas sus múltiples implicancias, que van desde lo político-ideológico, a lo
cultural, lo social y lo religioso.
En la práctica, el terrorismo posee quizás más articulaciones que en el
plano teórico y conceptual, incorporando variables de diversa índole en cada una
de sus manifestaciones, cambiando de signo y mezclándose con otros fenómenos
igual de complejos y dañinos, como el crimen organizado, el narcotráfico y el
tráfico ilícito de armas
Siendo un tema de particular complejidad, la bibliografía existente es tan
abundante como diversa, y muchas veces dispersa, por lo tanto, un esfuerzo por
conceptualizar el terrorismo, y desde ahí acometer la lectura de la realidad, como
el que se realiza en esta investigación, resulta igualmente complejo, que, en
ninguna forma logrará representar la amplitud de miradas existentes al respecto.

1.2.- Preguntas de Investigación


Las preguntas que guiaron el desarrollo de esta investigación fueron las
siguientes:
a.-¿Cuales son las componentes que definen el fenómeno terrorista en la
actualidad?
b.- ¿Qué elementos son novedosos y cuales tienen raigambre histórica?
3

c- ¿Cuáles son los focos y orígenes del Terrorismo Latinoamericano


Contemporáneo?
d.- ¿Cómo se vincula el terrorismo con otras amenazas como el narcotráfico y el
crimen organizado?
f.- ¿Cuáles son las características que tiene el fenómeno en el caso particular de
las FARC?

1.3.- Objetivos

1.3.1.- Objetivos generales


a.- Proponer una definición conceptual del terrorismo que permita comprender la
evolución del fenómeno en los casos de América Latina.
b.- Describir la evolución del fenómeno terrorista en Latinoamérica en la última
década, particularmente en el caso de Colombia (FARC).

1.3.2.- Objetivos específicos


a.- Contar con un concepto teórico del fenómeno aplicable al caso de América
Latina.
b.- Contar con una caracterización de los elementos constitutivos del fenómeno.
c.- Identificar la tendencia del terrorismo hacia el narcotráfico en el caso
seleccionado.
d.- Aportar a la discusión teórica en torno a la definición del concepto y del
fenómeno del terrorismo.

1.4.- Justificación
Este estudio se justifica en la medida en que existen vastas zonas grises,
tanto en el plano conceptual como en el plano del fenómeno terrorista, que se
logran apreciar en la realidad y sobre las cuales es pertinente realizar un esfuerzo
teórico de caracterización.
Si bien la investigación no apunta a establecer una definición universal, ni a
desmadejar la compleja trama que representa la evolución del conflicto
4

colombiano, sí permite describir los elementos que lo constituyen e identificar


algunas tendencias.
La relevancia que podría alcanzar esta investigación radica en el hecho de
que representa una visión externa del conflicto y sus actores, y de los procesos
históricos, políticos y sociales que marcaron su devenir contemporáneo.
De esta forma, se espera realizar un aporte a la discusión acerca de estas
temáticas, desde una perspectiva diversa, ya sea con la discusión que se
establece a nivel teórico entre los autores reseñados, o bien desde los resultados
del análisis de caso.

1.5.- Importancia de la investigación


Este estudio pretende ser un aporte al conocimiento teórico y la discusión
académica en el ámbito de la Ciencia Política.
La importancia que adquiere, en este sentido, radica en que la definición
conceptual y la caracterización de la evolución del fenómeno en el caso en
estudio, podría ser una guía útil para realizar análisis más acabados en torno a las
problemáticas y desafíos que plantea el terrorismo hoy en el resto de la región.
Siendo el terrorismo una temática de permanente actualidad, existe una
indefinición conceptual y uso indiscriminado del término, lo que conlleva a cometer
imprecisiones a la hora de identificar adecuadamente el fenómeno.
Esta investigación no pretende abordar la amplia complejidad del tema,
pero si, aportar elementos a la reflexión académica que se requiere en este
momento.
La presentación y difusión de investigaciones de este tipo ofrece la
posibilidad a la ANEPE, de realizar importantes aportes al estudio de los temas de
Seguridad y Defensa, manteniendo sobre el tapete temáticas de real importancia y
actualidad, y, también, ofrecer diversos puntos de vista que permiten refrescar
discusiones académicas con ideas y material nuevo.
5

1.6.- Delimitación
La investigación está centrada específicamente en la guerrilla de las FARC,
y su evolución del terrorismo de carácter político a uno con características
criminales, una vez que se incorporan al narcotráfico.
Para ello se realizó una revisión de sus orígenes y su composición original,
así como de sus lineamientos político-ideológicos, estrategia militar, y de la
tendencia hacia una violencia degradada al incorporar la variable criminal.
En este sentido, la investigación documental y la realización de entrevistas
con expertos fueron de vital importancia a la hora de dar luz a los aspectos más
oscuros de la dinámica que evidenció esta transición.
6

Capítulo II

Marco Teórico
7

2.- Marco Teórico

2.1.- El Terrorismo

2.1.1.- Aproximaciones Teóricas


Para realizar una aproximación teórica al concepto terrorismo, se debe
partir desde la teoría de la violencia política, en donde se inscribe el tipo de
violencia que ejerce el terrorismo, a pesar de que hay autores que sostienen que
toda la violencia es política en la medida en que cualquier violencia que no
provenga del Estado, será una violencia que subvierta el monopolio del ejercicio
legitimo de esta.1
Sin embargo, la violencia que se manifiesta en el acto terrorista, difiere de
otro tipo de respuestas violentas, como la violencia ejercida por grupos criminales
o el lumpen, en que el acto terrorista manifiesta un objetivo, ya sea político,
religioso, étnico, etc., aunque éste no siempre sea concreto y definido, y, no
obstante que esta violencia sea percibida nada más que por sus efectos. No así
los objetivos de los grupos que la ejercen.
Por otra parte, hay autores que sostienen que la violencia política, y en
especial la violencia terrorista, se define por un intento de subversión del orden
institucional y político del Estado en una dinámica rupturista, y en la medida en
que el temor que suscita la violencia terrorista socaba el monopolio del ejercicio de
la fuerza, pone en cuestionamiento la capacidad del Estado para brindar seguridad
y protección a los ciudadanos, atacando el fundamento del Estado de Derecho2.
De esta forma, la violencia terrorista desafía el poder del Estado y el
monopolio del ejercicio de la fuerza legitima, desestabilizando a aquellos que
tienen procesos de consolidación incipientes o se encuentran en etapas de
desestabilización política y social, en que la emergencia de este fenómeno es más
propicia y cuyos resultados podrían, eventualmente, conducir al colapso de la
estructura estatal.

1
(Lúnecken R., G.: 2000; Corvalán Marquez, L.: 2001; Michaud, Y.: 1989)

2
(Saint Pierre, H.: 2003, p.66).
8

En este sentido encontramos un elemento distintivo de la violencia


terrorista, y dice relación con el objetivo que persigue ésta, en contraposición con
la violencia ejercida por grupos criminales que, aunque genera terror e inseguridad
de la misma forma, no tiene un objetivo político sino económico. Además, este tipo
de violencia no siempre se manifiesta en una relación rupturista en contra del
orden institucional, sino que intenta lo que se ha denominado como “la captura del
Estado”. Esto se refiere esencialmente a la presencia de corrupción en vastos
sectores y niveles del aparato estatal y su infiltración por elementos al servicio de
la criminalidad, lo que redunda en la cooptación del Estado y la consiguiente
imposibilidad para generar respuestas ante la amenaza. Este tema será tratado
con mayor profundidad más adelante.

2.1.2.- El terrorismo y sus (in) definiciones


La reflexión en torno al terrorismo, primero como concepto, ha sido bastante
conflictiva e infructuosa en cierta medida. Existe una gran cantidad de
aproximaciones y definiciones que aportan diversas miradas sobre la cuestión, sin
embargo no existe, hasta ahora, una definición única que permita identificar el
problema con claridad y precisión.
Esta indefinición se debe, entre otras causas, a la utilización extensiva del
término para designar actos de violencia, los cuales no siempre cuadran con la
caracterización del fenómeno que se constata en la realidad. Esto ha otorgado
múltiples significaciones a la palabra, las que hacen virtualmente imposible la
construcción de una definición precisa y aceptada.
Al respecto, Juan Belikow, en su artículo ¿Estamos preparados para el
nuevo terrorismo?, publicado en la revista Redes3 sostiene que las causas de esta
indefinición, están dadas por la cantidad de criterios utilizados para la
caracterización del fenómeno terrorista, por la ideologización del término y su uso
extenso en la deslegitimación de adversarios políticos o movimientos sociales
contestatarios. Sobre esta base, sostiene el argumento en contra de la posibilidad
de abordar la tarea de construir una definición universal para el terrorismo.

3
Belikow 2002, p 102
9

En la vereda contraria, la definición del concepto para el antes citado Héctor


Saint Pierre, es un esfuerzo teórico que vale la pena realizar, que requiere de la
capacidad de abstraerse de criterios ideológicos e intereses políticos para lograr
avanzar hacia el objetivo. Según Saint Pierre, existen dos tipos de definiciones del
terrorismo: Extensionales e intencionadas. Las primeras se caracterizan por
emplear criterios amplios de inclusión/exclusión de conductas y grupos, que
impiden delimitar el fenómeno, y que por lo general, responden a parámetros
ideológicos para calificar acciones; en segundo término, las intencionales “que
definen por una característica o atributo específico de lo definido” 4, permiten
establecer ciertos límites conceptuales para abordar la tarea de acotar con
precisión el fenómeno.
El filósofo polaco Leszek Kolakowski en su publicación “Sobre el
Terrorismo”, de la revista Letras Libres5 sostiene que la legitimidad o ilegitimidad
del poder que se combate con la violencia, define la propia legitimidad del grupo
que la emplea.
La perspectiva antes expuesta aporta un criterio de justificación moral del
uso de la violencia terrorista como un método válido para enfrentar poderes
tiránicos, gobiernos de facto, ocupaciones extranjeras, y cualquier tipo de
autoritarismo carente de legitimación social.
Desde una perspectiva similar, Alex Bellamy, en “Guerras justas. De
Cicerón a Iraq” (2009) sostiene que cualquier acto de violencia terrorista, definido
por el autor desde una perspectiva moral como el ataque deliberado a no
combatientes con fines políticos, es, de por sí, injusto ya que “el uso de tácticas
terroristas socaba lo que en otras circunstancias puede ser un recurso justificable a la
violencia” 6
Por su parte, Michael Walzer, en su obra “Guerras Justas e Injustas”
(2001)7 enriquece esta visión cuando señala que el terrorismo puede ser
considerado como una herramienta o una metodología para hacer la guerra, ya

4
(Saint Pierre, H.: 2003, p.52)
5
Leszek Kolakowski “Sobre el Terrorismo”, de la revista Letras Libres (2001, N°34, p. 46),
6
(Bellamy, 2009: p 211)
7
Watzer Michael 2001 guerras justas e injustas.
10

sea convencional o de guerrillas, y que puede ser utilizada por gobiernos


establecidos y por grupos radicalizados.
Esta idea coincide con los autores precedentes, por cuanto considera esta
arista de justificación moral en su conceptualización, y a su vez, concuerda con W.
Laqueur quien señala que el terrorismo es una “estrategia de insurrección”
plausible de ser utilizada por un amplio espectro de grupos ideológicos 8.
La concepción de Laqueur se aleja de las justificaciones morales que
enarbolan los autores antes mencionados, pero ofrece un elemento clave para
construir una definición que reúna las características que requiere esta
investigación. Esto es, la consideración del terrorismo como una estrategia, o
parte de ella, más que como una conducta o característica de un grupo político,
religioso, étnico, nacionalista, etc.
Caracterizar el terrorismo como una forma de acción que es parte de una
estrategia de mayor alcance, entrega la posibilidad de realizar una aproximación
desprejuiciada tanto al concepto como al fenómeno, lo cual permite obtener una
comprensión de sus elementos constitutivos pasando por alto las consideraciones
ideológicas o morales que podrían entorpecer el análisis y que han originado el
estado de indefinición en el que se encuentra el término.
Otro de los elementos que ha sido estorbo para definir al terrorismo es su
constante dinamismo como fenómeno, es decir, su tendencia a la mutación y
adaptación a los diversos procesos político-sociales en determinados lugares y
momentos históricos en que se ha dado con mayor fuerza. Buena cuenta de ello
aporta el estudio histórico a cerca del terrorismo que ofrece el antes citado W.
Laqueur quién, a la luz de la revisión de las experiencias terroristas en diversos
contextos históricos, políticos y sociales, agrega que, cualquier intento de
definición del terrorismo que pretenda ir más allá de la utilización de la violencia,
física o simbólica, con fines políticos, está irremediablemente condenada a
generar mayores dudas que las que intenta responder, puesto que, lo que se

8
(Laqueur. 2003: p.34)
11

entiende en un determinado momento y lugar como terrorismo, en otra


circunstancia no se comprende con la misma claridad y certeza9.
A pesar de la carencia de consensos al respecto, existen diversos intentos
por elaborar definiciones, provenientes de diversos ámbitos, que aportan
perspectivas, elementos de análisis y características propias, emanadas de las
experiencias y el contexto de cada autor, que confluyen en ciertos aspectos y que
sirven como guías para elaborar definiciones más acotadas y aplicables a la
realidad que intentamos caracterizar.
El Diccionario de Política de Bobbio, Matteucci y Pasquino (1991) se refiere
al terrorismo en tres sentidos, Terrorismo y Terror, Terrorismo y Revolución y
Terrorismo Internacional, de los cuales se considerará aquí, por su pertinencia y
relación con el objeto de estudio, sólo el primero de ellos.
“I. Terrorismo y terror: (…) se entiende como la práctica política de quien recurre
sistemáticamente a la violencia contra personas o cosas provocando terror (…)” 10
Dentro de la misma acepción, los autores hacen una salvedad que permite
esclarecer desde ya un tema que ha sido controvertido en el desarrollo conceptual
del terrorismo: “El recurso del terror por parte de quien ya detenta el poder dentro del
Estado no se puede considerar como una forma de t. político, término por el cual se
entiende el instrumento a que recurren determinados grupos para hacer caer un gobierno
acusado de mantenerse por el terror.” 11Con esta aclaración, el autor descarta la
posibilidad de nominar como terrorismo de Estado la dominación por el terror
desde los aparatos estatales o gubernamentales, elemento que permite acotar la
definición a la violencia ejercida desde abajo.
Luego, los autores agregan una caracterización del terrorismo en su forma
clásica: “(…) 1] Organización: el t. no consiste en uno o varios actos independientes, sino
que es la estrategia escogida por un grupo ideológicamente homogéneo, el cual lleva a
cabo su lucha clandestinamente entre el pueblo, para convencer al cual recurre a 2]
acciones demostrativas que tienen en primer lugar la función de “vengar” a las víctimas
del terror ejercido por la autoridad, y en segundo lugar la de “aterrorizar” a esta última,

9
Ibid. Pag. P.124)
10
(Bobbio, N.: 1991. p.1567 -1568).
11
(Bobbio, N.: 1991. p. 1568)
12

haciéndole ver que la capacidad de golpear el mismo centro de poder es el resultado de


una sólida organización y 3] a una posibilidad más amplia de acción: el aumento de los
atentados (…) expresa el crecimiento cualitativo y cuantitativo del movimiento
revolucionario”. 12
Por su parte, Andrés Serra Rojas, en su Diccionario de Ciencia Política
(1998) define el terrorismo como “(…) amenaza o el uso sistemático de la violencia
contra individuos o instituciones representantes del sector gubernamental y/o de grupos
sociales, políticos, económicos relevantes, nacionales o extranjeros; acompañada de una
campaña de propaganda como parte de una estrategia tendiente a forzar, desde cambios
en la conducta o en la política interna o internacional de estos, hasta la caída del régimen
establecido, con objeto de implantar un nuevo gobierno con estructuras totalmente
diferentes”. 13
A la definición anterior, agrega una perspectiva de Derecho Penal, la cual
caracteriza al terrorismo como la comisión sistemática de delitos que genera un
estado de alarma o terror en la sociedad o en determinado grupo de ella, con la
finalidad de imponer una doctrina social o política.14
Rodrigo Borja, autor de la Enciclopedia de la Política (1998) sostiene que
“(…) en muchas oportunidades el terrorismo es el ejercicio de la violencia para mantener
o derrocar un orden político y social establecido. Puede asumir variadas modalidades:
violencia física, violencia psicológica, acciones de guerrilla urbana”.15 y agrega dos
distinciones basadas en la procedencia del terrorismo; terrorismo contestatario,
cuando la violencia es ejercida desde el pueblo; y terrorismo de Estado, cuando la
violencia terrorista procede del aparato estatal. En ambos casos existe una ruptura
entre quienes ejercen el terror y las victimas que sufren sus consecuencias16.
Tanto en la definición de Bobbio como en la de Serra Rojas, se menciona
que el terrorismo es, fundamentalmente una estrategia de lucha seleccionada por
los grupos que la emplean, cuyo objeto es, en último término, la alteración de las
relaciones de poder al interior de un sistema social.

12
(Bobbio, N.: 1991, p. 1568)
13
(Serra Rojas, A.: 1998.p.1126)
14
(Serra Rojas, A.: 1998, p.1126)
15
(Borja, R.: 1998, p.940)
16
(Borja, R. 1998, p. 940).
13

Como elemento de contraste, en la definición de Bobbio se descarta la


posibilidad de nominar terrorismo de Estado a la dominación por el terror por parte
de quien detenta el poder estatal, lo cual tiene sentido si se considera que sería
absurdo atentar contra el orden que se intenta imponer a sangre y fuego. Sin
embargo, Borja se empeña en asignar el calificativo terrorismo a la dominación por
el terror o la imposición de un régimen de terror desde el aparato estatal, definición
que choca abiertamente con lo que expone Bobbio.
Esta cuestión ha sido una de las aristas más controvertidas en torno a la
problemática definición que se ha intentado hacer del terrorismo, y aún no existe
consenso acerca del carácter que tiene el dominio por el terror y la violencia que
se ejerce desde los aparatos estatales, o que se comete con el patrocinio del
Estado en aras de la conservación de la institucionalidad amenazada o el orden
público, aunque fuera de los márgenes del Estado de Derecho y el respeto a los
Derechos Humanos. Si bien esta manifestación del poder estatal se inscribe
dentro de las formas que adquiere la violencia política, no está del todo claro que
sea una forma de terrorismo propiamente tal, como sostienen algunos autores.
En los tres casos mencionados, se entiende que el terrorismo es, en primer
lugar, un ejercicio sistemático de la violencia, es decir, que tiene cierta
periodicidad y permanencia en el tiempo; en segundo término, que tiene un
objetivo político, relacionado directamente con el tercer elemento, que, además,
parece ser la característica fundamental del terrorismo en las tres definiciones
antes descritas, esto es, la relación de ruptura con el orden institucional
establecido.
El examen de estas definiciones, consideradas inicialmente, deja abierta la
incógnita acerca de los límites del terrorismo, es decir, la posibilidad de incluir otro
tipo de motivaciones, a parte de las políticas, como el terrorismo ecológico o
medio ambiental, el terrorismo de corte fundamentalista religioso o el
narcoterrorismo que, si bien consideran en sus planteamientos cuestiones de
carácter político, se alejan de la definición clásica del terrorismo a la que se
refieren, en último término, los autores mencionados.
14

Más allá de los puntos de cruce y las contradicciones observadas en las


conceptualizaciones de los tres autores, la mayoría de las definiciones
encontradas intentan establecer un concepto general e inclusivo, sin considerar
criterios espacio - temporales que permitan acotar la definición a un ámbito o
momento histórico determinado, lo cual impide, en cierta medida, caracterizar con
precisión el fenómeno y despejar cuestiones relevantes como las motivaciones de
los actores, tipos de acciones o atentados, selección de víctimas y blancos, formas
que adquiere, etc.
Aún en el ámbito de la ciencia política, es posible incorporar otro elemento a
partir de la definición que realiza Héctor Saint Pierre que, como se menciona
previamente, hace una aproximación “intencional” al concepto e intenta definirlo a
partir de sus características.
Éste se refiere, particularmente, al efecto devastador y paralizante del terror
que provoca el ejercicio de la violencia terrorista en la sociedad o los grupos
sociales a los que se dirige en último término, y cuya acción es condicionada por
estos actos.
“Hay una víctima que es herida o muere en el atentado, aquella que es alcanzada
directamente por las letales armas del terror [Víctima táctica]; otras, que quedan en pánico
y descontroladas creando una conmoción social [Víctima Estratégica]; otras todavía que
son las que corren con el peso político del atentado [Victima Política]” 17
Con esta distinción entre los tres grados de victimización que provoca la
violencia terrorista, Saint Pierre pone en el centro de la definición la capacidad de
generar pánico de ésta, incorporando un elemento que no había sido considerado
hasta ahora.
El factor psicológico como elemento constitutivo, le da nombre y sentido a la
acción terrorista, ya que los atentados rara vez tienen como objetivo central la
destrucción física del adversario, o de una víctima inocente, más bien, el objeto
último del atentado es el temor que perdurará en los sobrevivientes, el pánico que
paralizará a la sociedad, a un grupo dentro de ella, y facilitará el cumplimiento de

17
(Saint Pierre: 2003, pp. 59-61)
15

los objetivos políticos, ya sea la desestabilización del andamiaje estatal, ya sea un


cambio en la conducta de determinados actores políticos, etc.
Desde la sociología, Octavio Iani afirma el planteamiento de Saint Pierre
sosteniendo que el terrorismo “es sólo una técnica de violencia, asustadora,
espectacular, mortífera, pero apenas una técnica de violencia. Nunca el terrorismo se
agota en sí mismo, como si fuera un acto suelto en la sociedad, geografía, historia,
ciudad. Al contrario, todo acto terrorista, sea su agente individual o colectivo, es un hecho
social, político, histórico”.18
Con este planteamiento, el brasileño corrobora lo que han sostenido hasta
acá algunos autores, esto es, en primer lugar, el hecho de que el terrorismo puede
manifestarse de variadas formas, y dependiendo del contexto en el que se origine
puede tener diversas procedencias y objetivos, y, a su vez, que no se agota en sí
mismo. Es decir, que sus implicancias van más allá del atentado, del asesinato, el
secuestro o la toma de rehenes, es decir, el objetivo táctico.
La trascendencia del terrorismo radica tanto en su espectacularidad como
en su capacidad de infundir miedo paralizante en un amplio sector de la población,
ese es precisamente su objetivo estratégico, según la conceptualización de Saint
Pierre.
Por su parte, Fernando Reinares coincide con los recién citados al afirmar
que el efecto psicológico desproporcionado de la experiencia inmediata o diferida
de actos de violencia, cuyos alcances y efectos materiales, por lo general, son de
menor envergadura que otros actos de violencia antes desplegados, por lo general
desde el Estado, es la característica fundamental del terrorismo y que la
distinguen de otras formas de violencia política.
Más aún, que este efecto desmesurado prima sobre el daño material o
físico que se pudiese infligir a una persona, o a un grupo de ellas, o bien a un
objeto, puesto que, en último término, es el amedrentamiento que provoca este
uso de la violencia lo que permite condicionar las actitudes de una sociedad o de
un grupo de personas dentro de ella.19

18
(Iani, En:_____, 2003: pp 35)
19
(Reinares: 1998, p. 17)
16

Agrega Reinares, que el accionar terrorista no es un proceder incidental,


sino sistemático, cuyos blancos son seleccionados por su relevancia simbólica, ya
que son los medios para canalizar mensajes a la sociedad en su conjunto, o a
parte de ella.
Este carácter sistemático, no contradice, en palabras del autor, la
característica aleatoria de la violencia terrorista, dada su imprevisibilidad y
sorpresa, elementos que contribuyen a generar esa respuesta psicológica
desmesurada que menciona con antelación.
Como dan cuenta la mayoría de los autores aquí reseñados, la psicología
ha declinado realizar aportes sustanciales al análisis del fenómeno terrorista, ya
sea desde la óptica de las víctimas y el terror que les afecta y paraliza, o bien
desde el punto de vista de los victimarios, sus motivaciones y estructuras de
pensamiento.
Ahora bien, desde el Derecho Internacional también se han hecho
contribuciones a la definición del terrorismo, con miras a construir un andamiaje
jurídico que permita juzgar este tipo de actos, prohibidos por el Derecho
Internacional Humanitario, y, por lo demás, dar un marco normativo a la lucha en
contra de estas prácticas.
Sin embargo, estos esfuerzos no han llegado al punto de suscitar la
adhesión de todos los actores internacionales. De ello dan cuenta los doce
convenios internacionales sobre el tema, los cuales, a pesar de haber sido
ratificados por una gran cantidad de estados, no reflejan un consenso extendido a
todos los miembros de la comunidad internacional, y, por lo demás ninguno de
ellos tiene carácter general.
Este nuevo impulso fue suscitado a partir de los atentados del 11-S en New
York y del 11-M en Madrid, los que revivieron el interés por este tema,
particularmente desde la perspectiva jurídica internacional, con el objeto de
prevenir y combatir la comisión de actos terroristas.
Castor Miguel Díaz Barrado en su ponencia “Marco jurídico internacional de
la lucha contra el terrorismo” da cuenta de los esfuerzos de la comunidad
17

internacional, primero por definir el fenómeno, y luego por elaborar una


convención general sobre el terrorismo.
El autor hace referencia, en primer lugar a la Declaración sobre medidas
para eliminar el terrorismo internacional, contenido en la Resolución 49/60 de la
Asamblea General de Naciones Unidas, de 9 de diciembre de 1994, la cual
menciona que “los actos criminales con fines políticos concebidos o planeados para
provocar un estado de terror en la población en general, en un grupo de personas o en
personas determinadas son injustificables en todas las circunstancias (…)”20
Por otra parte, agrega la definición del informe elaborado por el grupo
asesor sobre las Naciones Unidas y el terrorismo, en donde se afirma que “En la
mayoría de los casos el terrorismo es esencialmente un acto político. Su finalidad es
infligir daños dramáticos y mortales a civiles y crear una atmosfera de temor,
generalmente con fines políticos o ideológicos (ya sean seculares o religiosos). El
terrorismo es un acto delictivo, pero trata de algo más que simple delincuencia”21.
A nivel latinoamericano también se han llevado a cabo algunas iniciativas,
particularmente en el seno de la OEA, por ejemplo la creación del Comité
Interamericano Contra el Terrorismo (CICTE) en 1999, así como la adopción de
otras medidas de carácter no normativo tales como el Compromiso de Mar del
Plata en 1998.
Sin embargo, estas medidas están orientadas, principalmente, a la
cooperación en la lucha contra el terrorismo, por lo cual no se ha avanzado
significativamente en la definición del fenómeno, más que en la tipificación de
determinadas conductas como terroristas.
También desde el Derecho Internacional, Fernando Pignatelli, en su
ponencia “El terrorismo como crimen de lesa humanidad y crimen de guerra en el
Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional” sostiene que “las características
descriptivas del terrorismo son las de constituir un acto destinado a causar la muerte o
lesiones graves a un civil o a un no combatiente, cuando el propósito de dicho acto, por su

20
(En: IEEE 2006, Pp 53-80) (Díaz Barrado, En: IEEE, 2006. P 58)
21
(Díaz Barrado: 2006. Pp 60-61)
18

naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una


organización internacional a realizar un acto o a abstenerse de hacerlo” 22
Estas y otras aportaciones desde el Derecho internacional público vienen a
corroborar lo que se ha expuesto anteriormente desde la ciencia política y la
sociología respecto de los esfuerzos teóricos y el interés que suscita la definición
del terrorismo en diversos ámbitos disciplinarios, y de lo infructuosa que ha sido
hasta ahora esta tarea.

2.1.3.- Tipologías de terrorismo


Varios de los autores mencionados aquí han establecido tipologías de
terrorismo, utilizando una variedad de criterios - algunos de ellos coinciden en
cuanto a sus caracterizaciones y criterios de clasificación - que permiten, en cierta
forma, dar cuenta de algunas de las manifestaciones que el fenómeno podría
adquirir en la realidad, aunque, en ningún modo, estas manifestaciones se agotan
en las tipologías que se señalan a continuación.
En primer lugar, Héctor Saint Pierre, realiza una clasificación tipológica del
terrorismo en función de criterios clasificatorios como el sujeto de la acción, el
ámbito de la acción, la modalidad del atentado, los objetivos del atentado y el tipo
de víctima.
En función del sujeto, es decir, quién es el terrorista, se pueden mencionar
tres tipos de actores, Individuales; grupales como las organizaciones políticas,
religiosas, nacionalistas o étnicos entre otras; y los actores estatales, que
promueven el terror con el patrocinio del Estado o directamente desde el aparato
estatal.
Por otra parte, en función del ámbito, se señala el terrorismo nacional o
interno, estatal o revolucionario; el internacional, como el que se da en guerras de
liberación nacional o frentes de resistencia a la ocupación extranjera; y el
terrorismo transnacional, cuyo ámbito y capacidad de acción trasciende las
fronteras.

22
(IEEE: 2006, pp. 207 – 240) (Pignatelli: 2006, p. 209)
19

A continuación, el autor propone la modalidad del atentado como criterio de


clasificación, dentro de la cual se encuentran dos sub tipos, en primer lugar, en
función de la forma del atentado, ya sea este sexual, psicológico, económico o
militar; en segundo término, en función de los medios con los cuales se realiza el
atentado, esto puede ser mediante explosivos, armas de fuego, armas blancas,
armas químicas, armas biológicas o atómicas.
En cuarto lugar, se clasifica en función de los objetivos del atentado. Aquí
se señalan el terrorismo patológico, el religioso, el económico y el político. Se
debe mencionar aquí que podrían ser muchos más los objetivos y motivaciones de
los grupos que utilicen la violencia terrorista, dependiendo del momento histórico y
las circunstancias sociopolíticas y culturales que los contextualicen.
Finalmente, el autor emplea el criterio clasificatorio en función de la víctima,
en donde se mencionan dos clases, “Terrorismo sistemático o discriminatorio y, por
otra parte, el terrorismo indiscriminado o aleatorio”. 23

Por su parte, Fernando Reinares menciona seis tipos de terrorismo político


que pueden interactuar libremente y dar origen a diversas manifestaciones del
fenómeno.
Estas son, insurgente, cuando pretende alterar la distribución del poder;
vigilante, cuando pretende preservar el orden político establecido; estratégico,
cuando su uso es predominante, es decir, la violencia terrorista es la estrategia de
acción propiamente dicha; táctico, cuando su uso se enmarca dentro de una
estrategia mayor.
Respecto de los grupos terroristas, estos se pueden clasificar en proactivos,
cuando insertan demandas en la arena política; y reactivos, cuando intentan
mantener posiciones de privilegio o defender intereses propios de un grupo o
clase.24
Junto con la conceptualización del terrorismo desde una perspectiva moral,
Alex Bellamy establece tres tipos morales de terrorismo, estos son, Claramente
definido, en el cual “los actores estatales o no estatales hacen un uso sistemático y

23
(Saint Pierre: 2003, P 63)
24
(Reinares:1998, pp, 19 - 33)
20

generalizado del terrorismo y/o se niegan persistentemente a atacar objetivos militares”.


En esta categoría se clasifica el terrorismo practicado por Al – Qaeda, por ejemplo.
En segundo lugar, el terrorismo de zona gris, en el cual “las tácticas
terroristas son parte de una lucha política, social y militar más amplia. Si bien hay actos de
terrorismo que deben ser condenados, no está del todo claro que haya una campaña
sistemática y generalizada de terrorismo (…)”.
Finalmente el autor menciona el terrorismo parcial, “En estos casos, los
actores estatales o no estatales cometen actos de terrorismo que no llegan a los umbrales
(sistemáticos, generalizados y negativa a atacar objetivos militares)” 25

2.1.4.- Hacia una definición de terrorismo político


Del examen y contraste de las definiciones antes mencionadas se puede
concluir que el terrorismo es, 1) una estrategia, o por lo menos parte de una
planificación de mayor alcance; 2) que utiliza la violencia indiscriminada contra
civiles; 3) que provoca miedo paralizante en la sociedad o en un grupo definido de
ella o en una clase social; 4) con objetivos políticos; 5) desafiando el monopolio
estatal del ejercicio de la violencia; 6) en una relación de ruptura con el orden
político institucional.
Esta caracterización sólo permite establecer una idea general de lo que el
terrorismo, o mejor dicho, el terrorismo político, es o ha sido. De ninguna manera
de lo que será en un futuro próximo. Más aún, tampoco permite vislumbrar la
amplia trama de interacciones que el fenómeno que se constata en la realidad
posee, ni la multiplicidad de objetivos, fuera de los políticos, que podría manifestar,
ni da cuenta de las variadas formas que hoy en día se logran apreciar.
Sin embargo, a pesar de sus limitaciones, esta definición o aproximación
conceptual pretende aportar una visión actualizada del fenómeno, y permite contar
con una base conceptual para acometer la lectura de la realidad, esto es, para
contrastar el concepto con la práctica y constatar la distancia existente entre
ambos términos.

25
(Bellamy, 2009: p. 225 - 226).
21

2.1.5.- Elementos constitutivos de la definición de terrorismo político


El primer elemento que se destaca en la definición expuesta es que el
terrorismo es una estrategia, o por lo menos que forma parte de ella, ya que es
una forma de ejercicio de la fuerza o una expresión violenta en el marco de una
lucha de mayor alcance y cuyos objetivos han sido previamente definidos, por esta
razón algunos de los autores citados sostienen que el terrorismo no se agota en sí
mismo.
En segundo término, que este recurso de la violencia, selectiva o
indiscriminada, potencial o expresa, viene a caracterizar al terrorismo. Es esta
violencia lo que le da a quién la utiliza la posibilidad de conseguir los objetivos que
se haya propuesto, merced del terror que esta provoca en sus víctimas.
En tercer lugar, el terror o miedo paralizante, desmesurado respecto del
daño material o físico provocado, es la característica principal de esta forma de
violencia. Es este elemento el que, a fin de cuentas, permite abrir el campo a la
consecución del objetivo político, acometer a la toma del poder, desestabilizar un
sistema social o simplemente poner sobre el tapete demandas que de otro modo
no serían escuchadas.
El objetivo político que manifiesta el terrorismo, caracterizado como se ha
hecho, se aprecia en la medida en que, a través de la violencia terrorista, se
intenta alterar la distribución del poder en un sistema político dado, interferir en el
proceso de toma de decisiones y asignación autoritaria de valores. Más allá del
carácter y los objetivos que tengan los actores que emplean este recurso.
Finalmente, se menciona la relación de ruptura con el orden institucional
establecido como una característica del terrorismo, ya que, en la medida en que
esta es una violencia que mina el monopolio del uso legítimo de la violencia, pone
en entredicho la facultad del Estado para proteger al ciudadano, afectando
directamente uno de los pilares fundamentales del Estado de Derecho.

A la luz de los planteamientos de los autores aquí reseñados, se puede


sostener que estos intentos de definición del terrorismo pueden resultar
insuficientes a la hora de caracterizar el fenómeno que se presenta, con mayor o
22

menor intensidad, en vastas zonas del mundo, a raíz de la complejidad y


constante mutación de éste, como mencionamos con antelación.
Dada esa característica es que, para efectos de esta investigación, se hace
necesario un análisis de caso que permita contrastar la definición construida a
partir del diálogo que se ha pretendido establecer entre los autores, y dar cuenta
de la distancia que separa al fenómeno presente en la región, con sus
complejidades, interrelaciones y mutaciones, de las aproximaciones conceptuales
y teóricas que se ha tratado de resumir aquí.

2.1.6.- Tendencias contemporáneas del terrorismo en Latinoamérica, el


narcoterrorismo
Es necesario detenerse aquí y reconocer que la conceptualización del
término se ha alejado cada vez más de la práctica observable en los hechos, a la
que se han incorporado variables ajenas a su composición original, producto de
una cada vez más tupida trama de interacciones y cruces con otros fenómenos y
procesos internos de cada país o transnacionales - característica propia de la
época en que se inserta - que han dado origen a un tipo sui generis de terrorismo,
vinculado a la criminalidad organizada, el tráfico de estupefacientes, personas y
armas, en la cual no sólo la violencia es utilizada como herramienta, sino que
también la extorción, la corrupción de funcionarios de los diversos aparatos del
gobierno, poniendo en entredicho la relación de ruptura con el orden institucional
que se hacía patente y característica en las definiciones conceptuales y en las
formas anteriores de expresión de la violencia terrorista, por lo menos en América
Latina.
No obstante, es impreciso señalar que se trate de un fenómeno
completamente nuevo, ya que, tanto en su génesis como en su devenir
contemporáneo, se observan reminiscencias del terrorismo clásico tal como ha
sido definido previamente, lo cual se logra constatar en las formas de violencia
terrorista que afectan a la región, vinculadas a actividades de tráfico ilegal de
estupefacientes.
23

Ya en la década de los 80, previo al desmoronamiento de la Unión


Soviética, existen antecedentes de grupos guerrilleros, como el Movimiento 19 de
Abril (Colombia) en primer lugar y Sendero Luminoso (Perú) más tarde, que
mantuvieron vínculos con carteles de la droga y controlaron extensas zonas de
cultivo de hoja de coca en ambos países.
“(…) tras la desarticulación del MRTA [grupo guerrillero peruano] y el deterioro
orgánico de SL [Sendero Luminoso], la médula del narcoterrorismo latinoamericano se ha
instalado con fuerza desde finales de la década de los 90, al interior de la guerrilla
colombiana. En este caso, la persistencia se ha dado básicamente a partir de dos
agrupaciones: el ELN y las FARC”.26
A partir de este momento particular, por lo menos en lo que a la región
concierne, es que el vocablo narcoterrorismo comienza a hacerse habitual para
designar a los grupos armados radicalizados que mantienen vinculaciones con el
tráfico de estupefacientes.
En este sentido, el autor antes citado apunta que las FARC han logrado un
alto nivel de autonomía financiera en base a los réditos económicos que le ofrece
el narcotráfico, actividad que desarrolla en conexión con carteles mexicanos y
colombianos, principalmente como mediador entre los productores y los
laboratorios de procesamiento de la droga.
A su vez, pueden identificarse algunos factores que han incidido en la cada
vez más compleja manifestación del fenómeno narcoterrorista en América Latina,
principalmente relacionados con su transnacionalización, y su necesidad de
sostener económicamente la alternativa de la lucha armada, con posterioridad a la
caída de la Unión Soviética, con la consiguiente pérdida de objetivos político
ideológicos, sostenida disminución de su base de apoyo político y abierta
tendencia a la consecución del lucro.
Por otra parte, la transnacionalización del terrorismo, el narcotráfico, el
crimen organizado y otras múltiples amenazas y problemáticas, como efecto
directo del proceso de globalización y la revolución de las comunicaciones, se ha
dado gracias a la permeabilidad de las fronteras para el flujo de bienes, capitales y

26
(Witker, 2004, p.78)
24

personas, a través de una red global de comunicaciones y transportes, junto con la


reducción de las distancias físicas y tiempos de traslado que este fenómeno ha
posibilitado, con la consiguiente facilidad para que mercancías ilegales puedan
moverse a través de esas mismas redes internacionales.
En concordancia con lo anterior Mats Berdal y Mónica Serrano sostienen
que “(…) una economía mundial más integrada (…) ha facilitado el crecimiento del crimen
transnacional organizado. No hay lugar a dudas de que los cambios en el funcionamiento
de la economía global en el último cuarto de siglo han creado nuevas oportunidades a los
grupos criminales transnacionales y de que éstos las han capitalizado de maneras
diversas”. 27

En este sentido, se han hecho patentes las vinculaciones de las FARC con
organizaciones terroristas internacionales como ETA e IRA, y de estos con
organizaciones criminales de variada índole y procedencia, lo que ha posibilitado
el intercambio de armamentos y tácticas, con la consiguiente aparición de nuevas
formas de violencia en distintos lugares con presencia de grupos radicalizados o
de crimen organizado, como se aprecia en las caracterizaciones de la evolución
del fenómeno que ofrecen los autores señalados anteriormente28.
De esta forma, el rol cada vez más preponderante que han adquirido
organizaciones terroristas en el narcotráfico se podría caracterizar, a grandes
rasgos, de dos formas no excluyentes de participación:
1.- Grupos terroristas vinculados con el crimen organizado, principalmente en la
producción y tráfico de drogas y armas; y en tareas como la protección de cultivos,
centros de procesamiento y rutas de comercio ante las iniciativas estatales anti
narcotráfico y contrainsurgentes.
2.- Grupos terroristas que producen y comercializan sustancias ilícitas,
autónomamente, para financiar su lucha armada, con la consiguiente posibilidad
de pérdida o debilitamiento de objetivos político ideológicos y abierta tendencia al
lucro, como sostienen Matts Berdal y Mónica Serrano cuando afirman que “los
acontecimientos en Colombia, Los Balcanes y partes de África parecen sugerir en
ocasiones una grave erosión de la vieja lógica interna de la violencia política y la

27
(Berdal y Serrano: 2005. P.293)
28
En especial Villmarin, 2005. la guerra del nuevo siglo.
25

subordinación de las motivaciones políticas a una dinámica ‘econocentrada’ de los


intercambios violentos”. 29

Bajo esta óptica es que se logran apenas vislumbrar problemáticas


altamente nocivas para la institucionalidad democrática, como la
multidimencionalidad de las amenazas que afectan a la seguridad de los Estados -
en mayor medida a los que tienen procesos de consolidación incipientes - y las
personas en la región, y el creciente desvanecimiento de las fronteras que
distinguen las amenazas unas de otras, producto de los estrechos vínculos que las
relacionan y de la similitud de las formas de violencia que emplean, con distintas
finalidades y objetivos.

2.2.- Crimen Transnacional Organizado


El crimen organizado se ha tornado una de las amenazas más
problemáticas y más serias para la institucionalidad democrática y el orden
internacional posterior a la guerra fría, “(…) dada su proliferación transnacional, la
violencia que genera, lo complejo de su control y neutralización, su transversal relación
con otras amenazas -como el terrorismo y el narcotráfico-, y la posibilidad cierta que
tienen quienes lo cometen de acceder a sofisticados instrumentos y armas (…)” 30

Sin embargo, y a pesar de la relevancia que ha adquirido, su estudio


académico, al igual como sucede en el caso del terrorismo, está aún en desarrollo,
dada la escasez de fuentes fiables para su investigación, la complejidad que
presenta como fenómeno social y también en el plano conceptual, en el cual aún
no existen consensos claros en torno a su definición, carácter y alcances.
Para Carlos Resa Nestares, las fuentes tradicionales para el estudio de las
organizaciones criminales distan de ser fiables para la realización de
investigaciones académicas, ya que, por una parte las fuentes secundarias, como
las informaciones de prensa y las estadísticas e informes policiales, conllevan
algún grado de alteración de la realidad, por ejemplo la exageración de algunos
datos y tendencia al sensacionalismo en los reportes de los medios.

29
(Berdal y Serrano: 2005, p 23).
30
(Arellano J.: 2006, p136)
26

Por otra parte, las fuentes primarias como las declaraciones de criminales
en los tribunales, así como las entrevistas que pueda realizar un investigador, o
bien los antecedentes que pueda aportar un informante pagado a los servicios de
inteligencia policial, adolecen en su conjunto de la contaminación informativa que
se da en forma casi natural en este tipo de investigaciones.
Por último, el método de la observación participante pareciera ser una
buena alternativa para obtener información de primera mano, sin embargo, los
riesgos que esta implica, así como los dilemas éticos a que se podría ver
enfrentado el investigador restringen la posibilidad de utilizarla.31
Sin embargo, se han realizado múltiples aproximaciones al fenómeno desde
diversas miradas académicas intentando definirlo y enumerar sus características,
sin existir hasta ahora una visión consensuada al respecto.
Como primer acercamiento, el académico del CESIM, Julio Arellano señala
que para INTERPOL algunas características de esta amenaza son básicamente
once, de las cuales las primeras seis se constatan como mínimos para la
identificación de grupos criminales organizados; estas son, 1.- grupos de tres o
más personas; 2.- con periodos de actuación largo y continuo; 3.- comisión de
delitos graves; 4.- que obtengan beneficios, poder o influencia a través de estas
actividades; 5.- que exista una clara distribución de tareas; y 6.- una jerarquía y
disciplina internas. Por otra parte, las siguientes cinco características son las que
aportan los elementos de mayor peligrosidad a la amenaza, estos son, 7.-
actividad internacional; 8.- uso de la violencia y la intimidación; 9.- montaje de
estructuras empresariales como fachada para actividades ilícitas; 10.-
participación en el blanqueo de activos; y 11.- constatación de que estas
actividades provocan o utilizan la influencia y la corrupción.
A las características antes mencionadas, el profesor Arellano agrega que
estos grupos 1.- Diversifican sus actividades ilícitas; 2.- se interrelacionan con
otras organizaciones, criminales y no criminales y, a su vez con el aparato estatal;
y 4.- que se debe tomar en cuenta que el crimen organizado se adentra en los

31
(Resa Nestares, Carlos: ____. Disponible en: ____, Recuperado el 10 de Sept, de 2011)
27

mercados formales a través de complejos planes financieros y redes


internacionales. 32
Por otro lado cabe mencionar que, si bien el amplio espectro de actividades
que desarrolla el crimen organizado abarca desde el tráfico ilegal de productos
lícitos e ilícitos, el comercio de propiedad intelectual, la trata de personas en
condiciones de esclavitud, el tráfico de armas y explosivos y el lavado de activos,
es la problemática de la producción y tráfico de estupefacientes la que suscita
mayor preocupación entre los expertos, dada su explosiva proliferación a partir de
los 90’, así como el alto grado de violencia que genera al interior de las
sociedades en que se insertan.
Por su parte, Carlos Resa Nestares sugiere que para que se constate la
existencia de un grupo criminal organizado se debe prestar atención tanto a sus
características orgánicas propias, como a las actividades que desempeñan.
“Entre los primeros destaca el hecho de que se reúna un grupo notable de
personas al objeto de cometer de manera constante y permanente actos que son
catalogados como delitos en la jurisdicción en la que actúan o allí donde tengan su base
(…) debe existir una estructura jerárquica, una división de tareas, grados de
especialización y ciertas reglas (un sistema de premios y castigos) que rigen el
comportamiento de la organización y son impuestas de manera coactiva”.33
A lo anterior, el autor agrega que el elemento distintivo del crimen
organizado, y que lo diferencia de otros grupos que podrían reunir estas
características, es el hecho de que son capaces de “protegerse de manera eficaz
frente a quienes reten su capacidad de acción, ya sea desde grupos criminales rivales o
desde el Estado. Esta protección se obtiene, por una parte, a través de la utilización de la
violencia o la amenaza creíble de usarla, la intimidación, y, por otra, por la corrupción de
funcionarios públicos”. 34

32
(Arellano: 2006, p139)
33
Nestares______
34
(Nestares, Carlos____ disponible en:____)
28

2.2.1.- La corrupción y captura del Estado


La corrupción es un fenómeno que ha sido común al desarrollo de la
historia republicana en Latinoamérica hasta hoy, y que se manifiesta con diversas
características y cuotas de penetración en los aparatos estatales.
Hoy, estas cuotas de penetración que se logran apreciar a partir de la
emergencia de grupos criminales organizados que realizan esta actividad a gran
escala, a nivel transnacional, y con gran poder de intervención, llegando a
financiar carreras políticas e interferir en la toma de decisiones en altos niveles de
la administración del Estado, sobre todo en países con bajas tasas de estabilidad
institucional y gobernabilidad.
Como sostiene Angelina Snodgrass “Las relaciones entre crimen organizado y
Estado son de diversa índole y varían desde la condescendencia hasta el enfrentamiento
directo. Lamentablemente en la región se encuentran principalmente tres formas:
condescendencia, incapacidad e incompetencia. En cualquiera de los tres casos, las
capacidades del Estado para enfrentar la problemática son limitadas ya sea por la
decisión de no actuar directamente sobre el fenómeno o por incapacidad operativa,
estratégica e incluso tecnológica por parte de las instituciones gubernamentales”35.
Esta problemática puede asumir, eventualmente, diversas formas de
cooptación de funcionarios gubernamentales, por ejemplo, 1.- Incorporación a la
planilla de pagos regulares de la organización; 2.- Relaciones de clientelismo,
intercambio de favores y tráfico de influencias; 3.- venta de información, entre
otras prácticas de corrupción que se observan al interior de diversas instituciones
y organismos estatales. No obstante, las formas de manifestación de la corrupción
no se agotan, en ningún caso, en las actividades que se describen aquí.
Por su parte, Mónica Serrano, citando un estudio de 1996 de Peter Lupsha,
describe los grados de infiltración del crimen organizado en el aparato estatal
desde lo “predatorio” y “parasitario”, en el cual existe una situación de
vulnerabilidad del crimen respecto de la fuerza represiva del Estado, caracterizada
por el uso de una violencia de tipo defensiva por parte de los grupos criminales;

35
(Snodgrass, A. En: Dammert. 2009. Pp. 70-71)
29

hasta la “fase simbiótica” o de “captura del Estado”, en la cual “Las actividades


criminales se difunden, infiltran y manipulan el sistema político” 36.
El objeto de esta actividad ilícita es lograr un alto grado de penetración en el
aparato estatal, para facilitar la actividad delictual y de esta forma evitar o evadir la
acción del Estado con el fin de abaratar costos operativos y aumentar las
ganancias ilícitas de la organización.
En relación a lo anterior, hay autores que sostienen que los efectos de la
penetración del crimen organizado en la institucionalidad democrática pueden
conducir a crisis de gobernabilidad e incluso a su paralización e incapacidad de
hacer frente a esta y otras amenazas, dado que “(…) produce un desprestigio que se
expresa en la desconfianza ciudadana, en la creciente deslegitimación de los procesos
políticos y en el incremento de la impunidad, lo que produce apatía y una escasa
participación ciudadana. En definitiva, el crimen organizado devalúa la democracia y
aumenta sus vulnerabilidades”. 37
Como ejemplo de lo anterior se puede mencionar la compra o soborno de
funcionarios policiales, ya que, a este nivel, la corrupción puede manifestarse en
forma devastadora, generando violencia e incertidumbre, a la vez que
desconfianza de la ciudadanía en las instituciones. Con esto se evidencia la
incapacidad del Estado para brindar seguridad y resguardar la integridad física y la
vida de sus ciudadanos38.
A raíz de esta incapacidad, se produce un quiebre, o por lo menos un
debilitamiento de los lazos contractuales que dan origen y legitimidad al monopolio
del ejercicio de la fuerza del Estado, y por lo tanto, de similar forma a lo que
provoca la violencia terrorista, este estado de indefensión en que se mantienen los
ciudadanos erosiona el tejido social, dado que la necesidad de seguridad, que
debiese proveer el Estado queda insatisfecha en estos casos, dejando intersticios
en los que surgen organizaciones ilegales dedicadas a brindar seguridad, como
las autodefensas o grupos paramilitares, y grupos criminales dedicados a la

36
(Serrano, M. En: Serrano y Berdal, 2005. Pp. 41- 42)
37
(Solis y Aravena: 2008. P.11)
38
(Serrano y Toro: p 270. En Serrano y Berdal comps: 2005)
30

industria de la protección, que han sustituido, en cierta forma, la función del


Estado en estas materias.
En relación a este tópico, se ha constatado que estas empresas reclutan
personal proveniente de las fuerzas públicas, con capacitación y entrenamiento, lo
cual deja al descubierto los vínculos de esta problemática con la corrupción y el
crimen organizado en países como Colombia y México, en donde se aprecia con
mayor claridad este fenómeno, esto es, la transformación de militares y policías en
delincuentes al servicio de estos grupos, y que se incorporan a estas
organizaciones como sicarios o guardaespaldas una vez que son desvinculados
de sus instituciones de origen. 39
Ante este escenario, es posible apreciar la debilidad institucional y
desorganización que manifiesta el andamiaje estatal para enfrentar a un enemigo
cada vez más organizado, y a la vez, la fortaleza de la estructura empresarial de
los grupos criminales, articuladas en redes transnacionales que son prácticamente
inalcanzables para los limitados recursos que poseen las fuerzas policiales,
militares y de inteligencia, y considerando las barreras jurisdiccionales que
representan las fronteras nacionales, lo que se ha convertido en una ventaja
significativa para los grupos dedicados al crimen.
Se puede asumir sin alejarse demasiado de la realidad, que el crimen
organizado y la corrupción que éste promueve han puesto en jaque a la
institucionalidad democrática, primero, desafiando abiertamente el monopolio del
ejercicio legitimo de la violencia, a través de grupos fuertemente armados que, en
ocasiones, rebasan la capacidad policial o militar; y en segundo lugar,
sustituyendo las funciones del Estado allí donde éste no ha sido capaz de irradiar
su poder. “Muchos de estos grupos de crimen organizado han asumido el papel de mini
Estados al monopolizar la violencia, proporcionar protección y ejercer control territorial a
cambio de la sumisión de los ciudadanos”. 40

39
(Serrano y Toro, Pp. 268-271: En Serrano y Berdal: 2005)
40
(Davis, D. En Dammert: 2009. P 225 – 226)
31

2.2.2.- Cooperación y competencia entre organizaciones criminales


Se pueden distinguir diversas formas y grados de cooperación entre
organizaciones criminales, que se realizan en términos de conveniencia, aún entre
adversarios o competidores, que buscan beneficios o superar limitaciones propias,
en un entorno marcado por los elevados riesgos que la actividad ilícita conlleva.
Por ejemplo, alianzas estratégicas de largo plazo, en la cual los niveles de
confianza mutua son elevados, o acuerdos tácticos de corto plazo para lograr
objetivos comunes. También se pueden dar relaciones de contrato y servicio, en
las cuales la organización mayor requiere de los servicios especializados de otra
más pequeña, o bien relaciones de proveedor regular, o a corto plazo. 41
Por otra parte, Resa Nestares, en concordancia con varios de los autores
aquí citados, menciona que una de las características más representativas del
crimen organizado es su estructura empresarial, y divide las posiciones
académicas al respecto en dos grupos de modelos que suponen una
caracterización de estas estructuras.
En el primer grupo, que encasilla los modelos rígidos y centralizados, se
encuentra el “Modelo Iglesia”, el cual se destaca por la presencia de un grupo
criminal que domina un mercado o un territorio. “Este tipo estaría caracterizado por
una disciplina estructurada central de mando en el que las instrucciones fluyen de arriba
hacia abajo hacia las células más pequeñas y, en el sentido contrario, circulan los
ingresos”. 42 Esta cúpula dirigente puede ser unipersonal o colegiada.
En segundo término se menciona el Modelo Trust, como una forma más
flexible que el modelo anterior. Este se caracteriza por constituir una “única
estructura operativa que funciona con una distribución de la propiedad descentralizada.
Los grupos concretos subordinan sus operaciones a la estrategia global menos estricta
que marcan los gerentes del trust. Éstos distribuyen las cuotas de negocio, ya sean
territoriales o sectoriales, conforme al poder económico o carismático de cada uno”.43
Por otra parte se mencionan los modelos más flexibles y menos
estructurados dentro de los que se encuentran el Modelo de Asociación de

41
(Williams, P. En: Serrano y Berdal, 2005. Pp. 111 – 113)
42
Nestares, C._______________
43
NEstares, C. _______
32

Comercio, en cuyo caso “los dirigentes de cada uno de los grupos (…) se encuentran
periódicamente para cooperar acerca de factores estratégicos como proyectos conjuntos
de inversión (…). Esta coordinación tiene lugar con el objetivo de evitar la presencia de
agentes disruptivos para el buen funcionamiento del mercado como las actuaciones del
estado”.44
Finalmente se describe el Modelo de Fraternidad de crimen organizado
“Bajo este arquetipo no existirían ni reuniones periódicas formalmente establecidas ni, por
supuesto, un cuerpo dirigente común. Lo que habría sería unas pautas de
comportamiento similares que conforman una socialización común en la cual los
contactos personales por asuntos no propios del negocio son frecuentes (…)”45.
A pesar de la amplitud de posturas que el autor resume en estas cuatro
estructuras organizacionales, la gama de interacciones y formas de cooperación
entre grupos criminales, y entre estos últimos y otro tipo de organizaciones, es en
extremo variada y multifacética, ya que no sólo el interés común de los
involucrados prima en este tipo de relaciones. Deben considerarse acá otro tipo de
factores, como la personalidad de los líderes, el entorno en el que se
desenvuelven, las cuotas de mercado que están en disputa, entre otros.
Pese a la capacidad que tiene el crimen organizado de generar vínculos y
relaciones que terminan por configurar amplias redes de intercambios ilícitos, se
debe reconocer que la cooperación entre las agrupaciones dedicadas a
actividades al margen de la legalidad no es la única forma en que estas relaciones
se expresan.
De hecho, en muchos casos los intercambios entre ellas suelen ser
violentos, cuando existen intereses opuestos y las relaciones se inclinan hacia la
lógica de la competencia, en un mercado que se caracteriza por su tendencia al
caos, y en el que las normas que regulan estos intercambios son casi inexistentes.
“La competencia en el mundo criminal tiene una tónica implacable o degolladora,
figurativa y literalmente, en tanto que el grado de hostilidad en la toma de poder rebasa
con creces la del mundo de los negocios lícitos”.46

44
Nestares
45
Nestares C.
46
(Williams, P. En: Serrano y Berdal, 2005. Pp. 114 – 115)
33

Muestra empírica de lo anterior es el grado de violencia urbana que se logra


constatar en diversas ciudades de América Latina con presencia de grupos
criminales organizados, pandillas o maras, y otros actores, individuales y
colectivos vinculados a la criminalidad y la violencia, que se enfrentan unas a otras
por territorio, nichos de mercado, acceso preferencial a mercancías o como forma
de imposición de autoridad mediante el amedrentamiento de las bandas rivales.
Al respecto, Nestares agrega que “La utilización profusa de la violencia, que es
propia de esta normatividad alternativa de estos sistemas de justicia privados ante la
carencia de otros medios de imponer sanciones, aunque sólo sea practicada contra
miembros de la propia organización, puede provocar inestabilidad y alarma en la sociedad
por la incapacidad del gobierno para detener los asesinatos, ejercidos a menudo con una
crueldad aleccionadora, y finalmente podría conducir a la deslegitimación de todo el
aparato institucional, por la ineptitud para solucionar un problema de seguridad pública y
proteger eficazmente a sus ciudadanos”. 47

Esta violencia se explica, en cierta forma, por la desconfianza e


incertidumbre que caracterizan a los mercados ilegales y, a su vez, da origen a la
necesidad constante de protección, que ha sido el acicate para los grupos que han
dedicado sus esfuerzos al resguardo de la seguridad al interior de estos
mercados, ya sea como agentes externos o vinculados a los propios grupos
criminales.48

2.2.3.- Capacidad articuladora del crimen organizado


La capacidad que demuestra el crimen organizado de vincularse, tanto con
actividades lícitas como con organizaciones criminales y terroristas en amplias
redes transnacionales, es, en cierta medida, una de las características más
preocupantes de éste, y a la vez, explica la forma en que los límites entre
amenazas de diverso tipo y origen se han ido desvaneciendo, al confluir en
determinados espacios, intereses comunes y formas similares de expresión de la
violencia, como ha sucedido en el caso colombiano.

47
(Nestares, C._____. Disponible en:_____)
48
(Serrano, M. En: Berdal y Serrano 2005. Pp. 36-39)
34

El crimen organizado, al estructurarse como una organización empresarial,


tiende a generar vínculos con los actores que pudiesen, de alguna manera,
favorecer sus intereses. De esta forma se puede entender también su
acercamiento y estrecha relación con grupos radicalizados y movimientos
guerrilleros, de los cuales obtienen protección a cambio de drogas o armas,
fenómeno que no es único ni originario de Latinoamérica, pero que se ha revelado
con gran fuerza en la región a partir de los 90’, como mencionamos anteriormente.
Esto se da particularmente en el caso de las organizaciones criminales
dedicadas al narcotráfico, que podría calificarse como la actividad criminal más
rentable y extendida en Latinoamérica y el mundo, dado que: “En torno a ella se
han estructurado poderosas redes criminales, cuyo diseño –altamente
descentralizado- marca a las sociedades mediante un negocio que se destaca por
estar dirigido a la demanda y orientado a la exportación, con división del trabajo
muy estricta y caracterizada por el blanqueo de dinero sobre la base de la
coacción permanente, la violencia y la corrupción que penetra todos los puntos del
sistema institucional” 49
Esta característica del crimen organizado da cuenta de la complejidad y
multidimencionalidad que han adquirido las principales amenazas para la
seguridad de las personas y de los Estados, y de la necesidad de observar estas
problemáticas con perspectivas más amplias que las que se han utilizado hasta
ahora, con miras a comprender las magnitudes y alcances de sus redes
transnacionales y vinculaciones en los diversos sistemas políticos, sociales,
económicos y culturales, sin perder de vista los efectos nocivos que se manifiestan
a diario e interfieren en la vida de los ciudadanos, y que representan el síntoma de
la enfermedad que se ha tratado de describir aquí.
Es plausible sostener, en concordancia con los autores más arriba
señalados, que el crimen transnacional organizado en la actualidad es una entidad
que opera en redes de contactos a nivel global, y con tendencia a la
desterritorialización, que no se trata de una amenaza de carácter monolítico, sino
que su estructura se compone de una tupida y extensa trama de relaciones e

49
(Arellano: 2006, pp. 121 – 122)
35

intercambios entre personas o grupos que buscan obtener réditos económicos u


otro tipo de beneficios a través de la realización de actividades ilegales.

En síntesis, la transnacionalización y la complejidad que han adquirido las


amenazas a la seguridad en cada país y también a nivel global, junto con el
desvanecimiento de los límites entre la seguridad interior y la defensa nacional,
han alterado la percepción de estas, a la vez que han modificado la forma en que
se concibe la lucha en su contra.
Existe una nueva percepción de que la seguridad, a pesar de ser
responsabilidad esencialmente del Estado, trasciende también a la sociedad
completa, dadas las nuevas características y desafíos que representan estas
amenazas.
Dese la perspectiva, relativamente reciente, de la Seguridad Humana, se
propone un cambio del eje de atención, desde la protección de la institucionalidad
estatal, vinculada a la noción de enemigo externo e interno, a la protección de la
integridad de la persona humana, basado en las premisas de libertad del miedo,
vinculada a la integridad física y resguardo de la vida ante amenazas de carácter
violento, como el terrorismo, el crimen organizado, el narcotráfico y crímenes
asociados, como el tráfico de armas y personas; y libertad de la miseria, vinculada
a temas de desarrollo como la superación de la pobreza, el control de migraciones
y situaciones de desplazamientos forzados de sectores completos de población,
hambrunas, pandemias y otras problemáticas que, si bien tienen incidencia en el
efecto que otras amenazas de carácter violento tienen sobre las personas en
distintos contextos sociales, políticos y económicos, no se asocian directamente a
las problemáticas de la seguridad propiamente dicha.
Cabe destacar aquí el caso de la Estrategia Española de Seguridad50, en la
cual se han hecho cargo de los desafíos que el mundo global y la
transnacionalización y complejidad de las amenazas, junto a la disminución de los
riesgos de enfrentamientos bélicos interestatales, han propuesto a los estados,

50
Gobierno de España. Estrategia Española de Seguridad [On Line] [Consultado: Marzo 2012] Disponible en:
http://www.lamoncloa.gob.es
36

adoptando una visión integral para el resguardo, tanto de la institucionalidad


política, como de la integridad física de sus ciudadanos. Para ello han tomado en
cuenta diversos aspectos que podrían resultar en riesgos o amenazas para la
seguridad del país y se enfocan en la coordinación interestamental para el
resguardo de la seguridad.
Este tipo de enfoques ha sido difícil de implementar en otros países con
culturas de defensa más rígidas o con institucionalidades afectadas y debilitadas
por estas amenazas, sin embargo, la comunidad internacional ha demostrado el
interés por incorporar estas temáticas al debate en torno a los problemas que hoy
enfrenta la seguridad.
37

Capítulo III

Metodología
38

3.- Metodología

3.1.- Tipo de Estudio


La presente investigación es un estudio cualitativo de carácter descriptivo, y
su objeto es documentar, caracterizar y describir a través de los instrumentos
seleccionados, un proceso político y social complejo, acerca del cual existen
diversas miradas e interpretaciones, y que ha sido objeto de múltiples opiniones
que han impedido apreciarlo en su real magnitud y complejidad.

3.2.- Caso a analizar


El caso que esta investigación busca analizar es el proceso de transición de
las FARC desde el terrorismo de carácter estrictamente político, al
narcoterrorismo, prestando especial atención a las formas que ha ido adquiriendo
la violencia terrorista que emplean los actores en estudio en el devenir de la
organización a la que pertenecen.
Este caso fue seleccionado por presentar características particulares bien
definidas, por su cercanía en el tiempo y el espacio y por ser una problemática aun
vigente en la actualidad, y que arroja luz sobre otros fenómenos de similares
características que afectan a diversos países en Latinoamérica, especialmente
México y Centroamérica.

3.3.- Instrumentos de investigación


Para recolectar los datos que un estudio de estas características requiere,
se utilizaron entrevistas en profundidad a expertos, aplicando un cuestionario semi
estructurado, pues permite abordar con mayor amplitud las temáticas relevantes.
Los datos extraídos de éstas, fueron analizados y contrastados entre sí, para dar
cuenta de las lecturas que los expertos entrevistados hacen del fenómeno y así
cotejar las informaciones referentes a un mismo tópico para construir una visión
multidimensional de la problemática.
Por otra parte, la investigación bibliográfica documental se realizó utilizando
bases de datos de bibliotecas, y los textos seleccionados fueron trabajados
39

mediante fichas de contenido o mixtas, con el fin de contrastar las diferentes


visiones y posiciones académicas al respecto.
Paralelamente, se recurrió al análisis de informaciones de prensa, sólo
como soporte documental complementario.

3.4.- Selección de la muestra


Para la revisión de las informaciones de prensa se analizaron las
publicaciones de la versión on-line del diario El Tiempo, de Colombia, por ser un
medio de comunicación de alto tiraje e influencia en la opinión pública colombiana.
Para estos efectos se consideraron los periodos cronológicos con mayor
concentración de informaciones referidas a los términos de búsqueda “Terrorismo,
FARC, Narcotráfico”, que se introdujeron en el buscador del sitio web del medio
seleccionado.
Por otra parte, para seleccionar a los expertos se consideró su relación con
el tema y la experiencia que estos hayan tenido trabajando en investigaciones
académicas vinculadas al terrorismo en general y las FARC específicamente.
Se contactó en primer lugar al profesor Iván Witker, de la Academia
Nacional de Estudios Políticos y Estratégicos, quién es experto en temas
vinculados al terrorismo y ha realizado interesantes aportes en este sentido.
En segunda instancia, se contactó a un grupo de investigadores
colombianos vinculados al ámbito militar (Escuela Superior de Guerra de
Colombia), quienes desde su óptica académica y experiencia en terreno aportaron
a la elaboración de la caracterización del fenómeno en estudio, y a establecer la
dinámica actual que explica la actitud de las FARC respecto de la violencia
terrorista y su orientación hacia el narcotráfico.

3.5.- Marco contextual y aporte de las entrevistas en profundidad


Las entrevistas se realizaron con el objeto de extraer una visión académica
sobre la evolución histórica del conflicto colombiano, análisis sobre las
circunstancias que desembocaron en el giro de las FARC hacia el narcoterrorismo,
y, finalmente, análisis acerca del uso de la violencia terrorista por las FARC.
40

Estos tópicos fueron las guías de las entrevistas semi estructuradas que
constituyeron el instrumento de investigación seleccionado para esta tesis.

3.6.- Análisis de caso. Caracterización de la transición de las FARC desde el


terrorismo de carácter insurreccional al narcoterrorismo.
Con los antecedentes recabados a través de las entrevistas con expertos y
la investigación bibliográfica se construyó una caracterización del momento actual
de las FARC y se revisó la evolución histórica que desembocó en el estado de la
organización, poniendo especial cuidado en el análisis de las formas de violencia
que han empleado y de las redes que han logrado articular en la última década.
Por tratarse de la caracterización de un proceso político y militar, los hechos
se han planteado en orden temático, no cronológico, con lo cual se espera
relacionar los hechos presentados con las características propias de la etapa que
se analiza.
41

Capítulo IV

Análisis de Caso. Caracterización de la transición de las FARC desde el


terrorismo de carácter político al narcoterrorismo
42

4.- Revisión de caso: Caracterización del fenómeno


4.1.- Presentación
En el siguiente capítulo se realizará una caracterización del proceso que
llevó a las FARC a incorporarse a la economía de la droga como parte de su
estrategia de financiamiento de la lucha armada.
En primer lugar se hará una revisión acerca del origen de la guerrilla, para
dar cuenta de su raigambre campesina, origen a partir de la coyuntura interna del
país y posterior ideologización, dada las influencias externas que rodearon al
proceso político latinoamericano. Esto es, la guerra fría, y en específico, la
revolución cubana y el resto de los movimientos guerrilleros que emergieron en
ese momento histórico, tanto en la región como en el mundo.
A continuación se explicará el rol que cumple la guerrilla en el conflicto
colombiano a partir de las categorías que menciona el informe de desarrollo
humano del PNUD para Colombia51. Con esto se espera entregar una visión del
conflicto que permita entender la conducta de este actor armado y su vinculación
con la economía de la droga, así como la tupida trama de interacciones con el
resto de los actores que participan en él.
En segundo lugar, se revisarán las directrices político estratégicas que han
guiado a las FARC durante gran parte de sus años de lucha guerrillera, haciendo
hincapié en el discurso político que subyace de la acción armada, a la cual este se
ha visto supeditado en la última etapa del desarrollo histórico de la guerrilla, y a la
vez, en la lucha por el control territorial que hasta hace poco libraban contra las
fuerzas militares y los grupos paramilitares en vastas zonas del país.
Se hará aquí una breve revisión de las formas que ha adquirido la violencia
política ejercida por la guerrilla y se abordará la problemática del terrorismo y el
creciente rol que tiene este en su estrategia militar.
Como tercer punto, se abordarán los distintos roles y grados de
participación que ha tenido la guerrilla en la economía de la droga, en las distintas
etapas de su desarrollo, desde el resguardo de cultivos ilícitos y corredores

51
(PNUD, 2003).
43

estratégicos para el envío de cargamentos de droga hacia el exterior, hasta la


narcotización del conflicto.
Finalmente, se establecerá el estado actual de la guerrilla para dar cuenta
del grado de debilitamiento organizacional y estratégico, así como su tendencia a
la fragmentación.

4.2.- Las FARC. La guerrilla y el narcotráfico en Colombia y su transición del


terrorismo de carácter político al narco terrorismo.
Para entender el devenir contemporáneo de las FARC, es preciso hacer un
recuento de lo que fue su génesis y cómo han evolucionado su orgánica y sus
planteamientos político-ideológicos a lo largo del conflicto colombiano, así como
las formas y el carácter que ha adquirido la violencia que ejerce este actor y, por
último, la evolución de su participación en la economía de la droga.

4.2.1.- Orígenes de las FARC Antecedentes históricos y políticos


El movimiento que dio origen posteriormente a las FARC, se inscribe en la
coyuntura histórica, política y social colombiana que se denomina ‘La Violencia’,
la cual corresponde a la radicalización de la lucha entre los partidos tradicionales,
Liberal y Conservador, a mediados de los años 40’ y la primera mitad de los 50.
Esta lucha fue particularmente cruda en las zonas rurales y la periferia de
las ciudades, y engendró toda una cultura guerrillera en el campo colombiano, que
alejado de los centros de poder político y con un Estado endémicamente débil y
corrupto, fue campo fértil para la formación de organizaciones armadas irregulares
y contestatarias al orden que se intentaba imponer desde la capital.
Hubo un acontecimiento que marcaria un hito decisivo en este violento
proceso político y social. El asesinato del carismático líder de la disidencia liberal
Jorge Eliecer Gaitán en 1948, desató una ola de protestas en el centro de la
ciudad de Bogotá que se extendió a otras ciudades del país, produciendo
destrozos y un elevado número de pérdidas humanas. El hecho quedaría
registrado en la historia colombiana como “El Bogotazo” y constituiría más tarde el
antecedente directo de la formación y radicalización de grupos de autodefensa
44

campesina y la emergencia de los grupos guerrilleros que protagonizan el conflicto


que perdura hasta hoy.
Esto, porque el asesinato de Gaitán y el levantamiento popular que
sobrevino a continuación, provoco temor en la elites que respondieron con
violencia sobre la organización popular, de modo que estas se vieron obligadas a
desplazarse al campo, en donde se mezclaron con las guerrillas liberales,
generando una simbiosis de ideas y prácticas políticas que confluyeron en el
movimiento guerrillero.

4.2.2.- Movimientos de autodefensa campesina


La conformación de estos grupos corresponde a una necesidad de la
población habitante en la periferia y el campo colombiano de resguardarse de la
represión y violencia sufridas durante la contienda entre liberales y conservadores,
que mencionamos en breve más arriba y que culminaría con el llamado gobierno
del Frente Nacional, acuerdo mediante el cual ambos partidos se alternarían en el
poder, dando fin a la lucha violenta entre ambos.
La formación del Frente Nacional, a su vez, vino a significar una frustración
de las reivindicaciones del movimiento campesino y popular, que abogaba por una
reforma agraria profunda, y políticas tendientes a realizar transformaciones
sociales de fondo. Más aun, la respuesta del Estado se tradujo en el “recurso
frecuente a la fuerza y a dispositivos de excepción frente a las reivindicaciones
populares”.52
Posterior a este acuerdo, que condujo a procesos de amnistía y
desmovilización incompletas, la violencia política degeneró en criminalidad común.
Mientras tanto, varios de los grupos campesinos que se habían formado en la
coyuntura anterior, se niegan a abandonar las armas con la intención de luchar en
contra de las desigualdades sociales que afectaban al campesinado, dando origen
a las llamadas “Republicas Independientes”, las cuales generaron alarma en las
elites políticas y sociales, y por ende, fueron intensamente reprimidas.

52
(Pecaut, D.: 2008, p.34).
45

Sin embargo la violenta reacción del Estado no hizo más que exacerbar los
ánimos y acelerar el proceso de formación de estos grupos armados y la toma de
consciencia por parte del campesinado.53
En este proceso formativo, se destacan las figuras de Jacobo Arenas,
enviado a la zona por el Partido Comunista, y Manuel Marulanda Vélez,
fundadores de las FARC, que tendrían en un pequeño poblado al sur de Tolima
llamado Marquetalia su propia “Sierra Maestra”.54
Esta gesta guerrillera aportaría el elemento heroico-mítico para la posterior
fundación en 1964 de una guerrilla moderna propiamente tal, a esas alturas ya
influida ideológicamente por las ideas soviéticas y guiada por el impulso de la
Revolución Cubana.
Sin embargo, no tomarían el nombre de Fuerzas Armadas Revolucionarias
de Colombia sino hasta 1966, adoptando así la orgánica y retórica propias de las
guerrillas comunistas.55
Ya a partir de la promulgación del “Programa Agrario de Los Guerrilleros”
de 1964 se logra apreciar de forma nítida la vocación comunista de la estructura
política de las FARC, y su intención de combinar “todas las formas de lucha” para
derrocar al gobierno colombiano y hacerse del poder político.
Más adelante se realizará una revisión de este y otros documentos en los
que se plasman las directrices ideológicas de la que se hace llamar “la guerrilla
más antigua del continente”
Por su parte, el ELN (Ejército de Liberación Nacional) tendría una marcada
Orientación Guevarista, mientras que otros movimientos guerrilleros como el EPL
(Ejército Popular de Liberación) adhieren a la vertiente Maoista. Es decir, en
Colombia confluyeron en algún momento las tres vertientes del comunismo
internacional, la soviética, la cubana y la china.56
De esta forma, se puede afirmar, junto con las fuentes consultadas, que el
surgimiento de los movimientos guerrilleros colombianos, está estrechamente

53
(Pecaut, D.: 2008, Pp. 32-33)
54
(Entrevista Dr. I.Witker)
55
(Pecaut, D.: 2008, p. 35)
56
(Arellano, J.: 2006)
46

vinculado con el proceso político y social interno, tanto más que con el contexto
mundial imperante -la guerra fría-, y que la ideologización de estos movimientos
fue posterior a los eventos que determinaron su formación como actores armados
irregulares.
No obstante, no se debe ignorar que el elemento político ideológico que
orienta la estrategia militar de las FARC y de otros movimientos armados
formados en paralelo, procede, precisamente, de la confrontación global que
caracterizó al periodo formativo de estos grupos armados, y que se introduce en el
movimiento de autodefensa campesina mediante la intervención del Partido
Comunista Colombiano en las primeras etapas de este proceso (ya en 1961 el
partido había proclamado la ‘combinación de todas las formas de lucha’). Esta
intervención como se verá más adelante, se debió a la incapacidad del PC de
hacerse un espacio en el centro político, dada la prohibición del Frente Nacional
de incluir a terceros partidos en cargos de representación.
También se logra apreciar desde los inicios de este proceso, una actitud de
aversión al movimiento comunista desde el Estado y las elites colombianas, lo
que responde a la lógica discursiva de la “contención del comunismo”, orientada
por los lineamientos estratégicos de la política exterior norteamericana.
En palabras del Dr. Iván Witker57, las FARC se ajustan ideológicamente al
mundo bipolar de la guerra fría con posterioridad a su etapa formativa, lo cual
constituye un elemento clave para el análisis de su devenir contemporáneo y para
explicar el modo en que la organización se ha adaptado, de similar forma, a los
diferentes contextos históricos que se han sucedido a lo largo del conflicto,
modificando sus lineamientos políticos y su estrategia militar de acuerdo a la
exigencia y carácter de los diversos momentos que han debido enfrentar. Esta
capacidad de adaptación ideológica explicaría, en buena medida, la longevidad del
movimiento.

57
Entrevista Dr. Ivan Witker 2011
47

4.3.- El conflicto colombiano. Características y actores


“En Colombia hay un conflicto armado desde hace cuarenta años en el que se han
enfrentado diversos grupos guerrilleros contra el Estado, y al que en los años ochenta se
unieron los grupos paramilitares. Si bien el conflicto actual nace en plena Guerra Fría y la
ideología comunista jugó un importante papel en la conformación y evolución de los
grupos guerrilleros, las causas objetivas del conflicto recaen en factores propios de la
estructura política, social y económica colombiana”58
El conflicto colombiano ha sido visto desde sus orígenes como un problema
periférico al desarrollo de las grandes ciudades y centros del poder político.
La violencia que ha sufrido y sufre hasta hoy gran parte de la población del
campo y los márgenes de las urbes colombianas permanecieron ajenas al
crecimiento del país, que avanzaba hacia el desarrollo a la par que el conflicto
armado se acentuaba, impulsado por la economía de la droga y la feble presencia
y actuación del Estado en las zonas más alejadas geográfica y políticamente.
Esta condición de marginalidad en que se hallaba el conflicto en sus etapas
iniciales, fue revirtiéndose a medida que los actores armados crecían cualitativa y
cuantitativamente, incrementando sus rentas y expandiéndose territorialmente,
luchando por el control de áreas de gran importancia estratégica, como los
corredores fluviales y zonas de cultivo y procesamiento de drogas.
De esta forma, en las ciudades se replicó el conflicto a medida que se
extendía la influencia de los actores armados y se acentuaba con la presencia de
las bandas criminales que emergían con fuerza gracias al narcotráfico.
En Colombia se subsisten hasta hoy: “Una democracia electoral estable y
pluralista al lado de un conflicto violento y persistente. De un lado el centro, urbano y tan
moderno como las otras urbes de América Latina, con un congreso que delibera y unos
jueces que juzgan. Del otro, la periferia de nuevas y no tan nuevas zonas de colonización,
donde cohabitan los representantes elegidos del Estado y los actores armados contra él,
las elecciones con los fusiles, la legalidad con la aventura y el sálvese quien pueda, el
apremio y sin embargo la marginalidad de un proyecto revolucionario”.59

58
(Rodriguez, E.: 2006, p 78)
59
(PNUD: 2003, p 32)
48

En estos aspectos se observan las contradicciones del proceso de


consolidación del Estado colombiano, las que más tarde acarrearían problemas
insolubles de gobernabilidad en las zonas geográficas periféricas a las cuales el
poder estatal no logra llegar con suficiente fuerza, así como la debilidad y
corrupción del aparato burocrático fiscal.60
En esta misma línea Erika Rodríguez Pinzón61 afirma que, a lo largo de este
prolongado conflicto se ha asumido que la guerrilla ha sido un factor de
desestabilización para el Estado, sin embargo, la fuente de la desestabilización
política y social colombiana proviene, precisamente del aparato estatal, y de unas
elites políticas incapaces de hacerse con el control de este.
Rodríguez agrega que, existen tres fases, por lo menos en el discurso, que
han caracterizado al conflicto colombiano62.
La primera corresponde a la Guerra Fría, en la que el discurso
predominante era el de la contención del comunismo, y que caracterizó al periodo
comprendido entre 1948 y 1954, en el cual la lógica del enemigo interno guió la
actuación del Estado, en consonancia con los objetivos geoestratégicos de
EE.UU.
Como mencionamos anteriormente, en esta etapa se desarrolla la crisis
política y social denominada “La Violencia”, caracterizada por la exclusión del PC
del centro político; además, y estrechamente vinculado al proceso antes
mencionado, se produce la formación e ideologización de los grupos de
autodefensa campesina y las FARC se constituyen en el brazo armado del PC.
Posterior a la Guerra Fría, y a raíz del explosivo aumento del consumo y
producción de drogas a nivel mundial, particularmente a partir de los años 60, se
produce un giro de las relaciones entre EE.UU. y Colombia, cuyo eje se centra en
el combate del narcotráfico. En este periodo las FARC realizan esfuerzos para
sustituir el apoyo proveniente de la URSS e incursionan en las primeras fases de
la economía de la droga, esto es, en la protección de cultivos y centros de

60
El Índice de Estado Fallido de 2011, que elabora la revista Foreign Policy y el Fondo para La Paz, ubica a
Colombia en el lugar N°44 del Ranking, con un indicador de 87.0, apenas por debajo del Líbano con un
indicador de 87,7. Disponible en: http://www.fp-es.org/indice_estados_fallidos_2011/index.html
61
(Rodríguez, E.: 2008, p. 69) También véase (PNUD: 2003, p. 33)
62
(Rodríguez. 2006, p. 71)
49

procesamiento, mas adelante profundizaremos en la participación de la guerrilla


en el narcotráfico. Este periodo podría situarse entre 1960 y mediados de la
década de los 90 cuando se produce el derrumbe del comunismo y su zona de
influencia queda sin resguardo político, ideológico, militar ni económico.
Una tercera fase del conflicto se constata con fuerza a partir de los
atentados del 11-S, en que el discurso de seguridad antiterrorista es el eje de
acción estatal. En esta etapa se inscribe la Política de Seguridad Democrática del
entonces presidente Álvaro Uribe, cuyo énfasis en la batalla frontal contra la
guerrilla propicio un retroceso importante en la estrategia de las FARC, las cuales
se vieron forzadas a volver a la guerra de guerrillas y a las acciones de terrorismo
y sabotaje, tras haber avanzado en los periodos anteriores en primera instancia a
la guerra de movimientos y luego a la de posiciones en algunas zonas del país,
enfrentando abiertamente a las FF.MM.
En resumen, la autora sostiene que la evolución del conflicto y las formas
en que este ha sido enfrentado, están vinculados estrechamente con las
orientaciones discursivas de la política exterior norteamericana, aunque en la
práctica, estas directrices discursivas no se tradujeron en políticas de gobierno
sino hasta la implementación del Plan Colombia, con el cual, directa y
abiertamente, EE.UU. propicio armamento y entrenamiento, a la vez que personal
militar y agentes de inteligencia que participaron en el diseño e implementación de
la Política de Seguridad Democrática, pero con un aclaro énfasis en la lucha
contra el narcotráfico.
En este sentido, se debe destacar aquí, que la inclusión de la guerrilla como
actor principal en la industria de la droga fue a la vez la causa de su crecimiento y
consolidación, y la fuente de su debilitamiento ideológico, militar y organizacional,
ya que abrió un nuevo flanco en el que el Estado pudo concentrar sus esfuerzos
por combatirla.
50

4.3.1.- Las FARC como actores del conflicto


En este escenario, y habiendo explicado sucintamente el origen y evolución
del conflicto, cabe apuntar algunas dimensiones mencionadas por el PNUD, en su
informe de desarrollo humano para Colombia y que aportan algunos elementos de
análisis para caracterizar a los actores del conflicto del cual las FARC han sido,
hasta ahora, protagonistas. Y a su vez, permiten visualizar la complejidad y
profundidad del fenómeno que afecta a la sociedad, al aparato estatal, a la vida
política y al desarrollo de Colombia.
Es necesario indicar que, dado el carácter de esta investigación, no se
realizará un examen pormenorizado de todos los actores del conflicto, entre los
que se cuentan además las guerrillas mencionadas al inicio de este capítulo, los
grupos de autodefensa o paramilitares que se agrupan en las AUC, las bandas
emergentes, de carácter netamente criminal, los carteles de narcotráfico y las
FF.MM.
Todos ellos conforman una compleja trama de interacciones con diversas
intensidades y caracteres, que han afectado al desarrollo colombiano y han
horadado el tejido social allí donde el conflicto se ha hecho más crudo y visible.
Según el PNUD, cada uno de los actores armados participantes de esta
guerra es a la vez, aunque en distinta medida:
1) Un proyecto político
2) Un aparato militar
3) Un actor de los conflictos sociales de la región
4) Un cazador de rentas
5) Un modo de vida
6) Un poder territorial
7) Un actor de violencia degradada
8) Un freno al desarrollo humano

“Brevemente aclaremos que proyecto político significa que el grupo actúa en función del
poder, no necesariamente que tenga una ideología coherente, convincente, popular o
factible. El aparato militar es una burocracia armada, con implicaciones de tipo logístico,
cultural y organizativo. Que el grupo sea actor en conflictos sociales quiere decir que
51

representa / pretende representar los intereses de un sector de población, o en todo caso


que altera con sus armas la evolución de las luchas sociales. Cazar rentas significa
valerse de la fuerza para obtener recursos económicos. Bajo modo de vida denota el
universo de motivos privados o “no políticos” para ingresar o permanecer en el grupo
armado. Poder territorial es el control “paraestatal” que se ejerce sobre los pobladores de
una zona. Violencia degradada son los crímenes atroces o infracciones al dih. Y
desarrollo humano es el aumento de las opciones disponibles para la gente”.63
El desglose de las categorías mencionadas por el informe del PNUD, para
el caso de las FARC, según la evidencia recolectada por esta investigación,
permite asumir que esta organización armada es, en primer lugar un proyecto
político, en la medida que su estrategia política y militar apunta abiertamente a la
toma del poder por la fuerza, a pesar de que esa opción se haya visto debilitada
por los recientes golpes que le ha asestado el Estado, y el avance de los
paramilitares.
En segundo lugar, es un aparato militar propiamente tal, dada su orgánica y
estructura, con un mando central al cual responden todos los frentes. Más
adelante se revisa en detalle este punto.
También es un actor de los conflictos sociales de la región en que se
insertan, ya que han asumido el rol del Estado en los territorios en que han
logrado consolidar su poder, y también porque enarbolan su lucha armada en
función de una pretendida justicia social.
Como la mayoría de los actores armados, las FARC también son cazadores
de rentas, puesto que, dada la necesidad de sostener logísticamente sus fuerzas,
y llevar adelante la estrategia planteada desde el Secretariado General, han
debido incursionar en diversas actividades que involucran el empleo de la fuerza
para hacerse con el control de los beneficios económicos que estas producen,
como el secuestro extorsivo, chantajes (cobro de peaje, impuesto revolucionario a
empresarios, etc.), así como la amplia gama de actividades vinculadas a la
economía de la droga. Este es un punto de inflexión de vital importancia para el
análisis del devenir de esta organización, dada la relevancia que reviste para su
crecimiento y el avance de la estrategia militar de la guerrilla, así como de otros
63
(PNUD. 2003, p. 142)
52

actores armados que ven en el narcotráfico una fuente prácticamente inagotable


de ingresos. Y también porque constituye una fuente importante de corrupción de
los actores, al debilitar ideológica y moralmente sus orgánicas, y por ende,
contribuye a degradar el conflicto, al privatizar la violencia ejercida por estos.
Como quinto punto del análisis, se puede sostener que las FARC son un
modo de vida, puesto que en las zonas donde ejercen control territorial se
constituyen como la única forma de permanecer con vida, resguardar la seguridad
personal y la familiar, así como también conforman una, sino la única, alternativa
viable para el desarrollo personal, dada las escasas oportunidades que ofrece el
entorno rural, y más aún en las zonas de conflicto o de colonización reciente.
Íntimamente relacionado con el punto anterior, el PNUD sostiene que cada
actor se constituye como un poder territorial para-estatal. En el caso de las FARC,
estas han suplantado las funciones del Estado -las de administración de justicia,
por ejemplo- allí donde logra ejercer, aunque sea por periodos cortos de tiempo,
alguna forma de control sobre determinadas zonas y sus respectivas poblaciones.
Como mencionamos anteriormente, las FARC se han constituido en un
actor de violencia degradada en la medida en que el beneficio personal y el lucro
se han transformado en las razones para ejercer la violencia y los mecanismos
que se han empleado para estos efectos se alejan del DIH y se aproximan
derechamente a la violencia criminal. Este punto se plasma sobre todo en la
violencia que han sufrido innumerables conjuntos de personas que se han visto
forzadas al desplazamiento ante la amenaza de muerte y masacres realizadas no
solo por la guerrilla, sino también por los paramilitares, en vastas zonas del
campo.
Cabe destacar aquí, que en periodos más recientes la estrategia militar de
las FARC ha tendido a volver a una fase de guerra de guerrillas y acciones de
terrorismo.
Finalmente, y como corolario a este desglose, las FARC representan un
freno al desarrollo humano en la medida en que restringe o impide, que se
originen las condiciones para que la población pueda alcanzar un estatus de
desarrollo acorde con sus necesidades y proyecciones, limitando al mínimo el
53

abanico de posibilidades disponibles para los individuos y las colectividades que


son víctimas del conflicto.
Esta caracterización, si bien no explica la complejidad del conflicto, ni los
grados e intensidades de las relaciones entre los diversos actores armados,
permite establecer cuál es el papel que han jugado las FARC y el resto de los
actores protagonistas de la violencia, así como su participación en la economía de
la droga y los efectos que esta actuación ha tenido sobre el tejido social
colombiano.64

4.3.2.- Carácter marginal de la guerrilla


Las FARC, en su origen y en su devenir contemporáneo han visto
postergado su acceso al poder, en una primera fase, por la proscripción del PC, al
que estaban ideológicamente supeditadas, una vez conformado el Frente Nacional
entre el Partido Liberal y el Conservador; luego con la masacre de la Unión
Patriótica, brazo político de las FARC que logro tener presencia en el parlamento y
que fue violentamente exterminado por grupos paramilitares y agentes del Estado;
por su incapacidad de derrotar militarmente a las fuerzas militares; y, finalmente
por la pérdida del apoyo popular ocasionada por la extensa duración y
degradación del conflicto que sobrevino años mas tarde.
Si bien su proceso de formación se llevo a cabo en la periferia, su objetivo
final se hallaba en el centro de la vida política colombiana, a la cual, como
mencionamos, le fue denegado el acceso vía electoral.
Por esta razón, privilegiaron la creación de un ejército revolucionario por
sobre la conformación de una alternativa política democrática y representativa.
Su estrategia militar se basa en la creación de un Estado embrionario que
garantice control territorial y ejercicio del poder de facto sobre la población, por
esto incorporó cada vez más regiones de la periferia, hasta el reciente avance
paramilitar y el retroceso de la guerrilla a su zona de retaguardia estratégica.

64
Para un análisis detallado del rol de cada uno de los actores del conflicto y de sus complejas vinculaciones
véase el citado Informe de desarrollo humano del PNUD, 2003 para Colombia
54

Sin embargo, según el informe del PNUD, “La marginalidad política y


geográfica de la guerrilla se debe a una razón más importante que las ya sugeridas
(control policial de las ciudades, canibalismo de la izquierda, falta de olfato político, etc.).
La explicación fundamental es otra: En Colombia no existían ni existen las condiciones
para que tenga éxito la insurgencia armada.65
No obstante su condición de marginalidad, las FARC tuvieron amplio control
territorial e incorporaron buena parte del territorio colombiano a su zona de
influencia, valiéndose de su aparato militar para hacerse con el control de estas
zonas y luego implantando un rudimentario orden político y ejerciendo el poder de
facto, ante la imposibilidad de acometer la toma del poder central por la vía
armada.
Este control, si bien extenso, ha sido más bien esporádico, dado el avance
de los paramilitares y las arremetidas del Estado por recuperar el control sobre los
territorios que hasta hace muy poco estaban controladas por la guerrilla.
Por otra parte, a pesar de que la presencia y el accionar de las FARC han
sido tradicionalmente periféricos, en las ciudades se ha visto reflejado el conflicto
en formas tan crudas como en la periferia.
Este fenómeno se manifiesta en los violentos enfrentamientos armados
entre los militantes de los frentes urbanos de las FARC y otras guerrillas, los
paramilitares y la fuerza pública en la periferia de las ciudades, así como también
en las acciones y atentados terroristas realizados por las guerrillas, siendo los más
recordados la toma del Palacio del Justicia por el M19 en 1985 y el más reciente
atentado contra el club El Nogal, perpetrado por las FARC en 2003.
Como factores de esta extensión del conflicto a las ciudades se pueden
mencionar elementos como:
“Primero, Las necesarias ‘redes de apoyo’ (…) [De cada uno de los actores
armados con presencia en las ciudades].
Segundo, las operaciones puntuales de carácter táctico o logístico (…)
Tercero, la ‘guerra sucia’ que se traslada del campo o que se ejerce sobre
personalidades que habitan en la ciudad.

65
(PNUD: 2003, p. 30)
55

Cuarto, (y más peculiar al caso colombiano) la fragmentación de algunas ciudades


en zonas, comunas, barrios o hasta cuadras bajo control de una fuerza guerrillera o
paramilitar (…)
Quinto, y asociado a lo anterior, combates abiertos (…)
Sexto, el terrorismo y otras ‘acciones sicológicas’ del grupo armado (…)”.66

4.4.- Programa político de las FARC Orientaciones político estratégicas


Para comenzar esta parte del análisis es preciso señalar que la longevidad
de las FARC ha permitido que estas se hayan adaptado, como se señaló en un
primer momento, a diversos entornos históricos y políticos, y junto con ello, han
ido modificando sus orientaciones político estratégicas y moderando su discurso
ideológico junto con el avance de los tiempos. Sin embargo, han mantenido
elementos que han servido para sustentar la cohesión al interior de sus filas.
Al revisar la documentación oficial de la guerrilla se encuentra en primer
lugar, el Programa Agrario de los Guerrilleros 67, el cual se considera un
documento fundacional de las FARC, y en el que se logra vislumbrar su vocación
como guerrilla de corte agrarista y nacionalista, y pregonan la lucha armada
revolucionaria en contra de los intereses latifundistas y la intervención de EE.UU.
“Nosotros hemos llegado a todas las partes donde había puertas para golpear en
procura de auxilio para evitar que una cruzada anticomunista, que es una cruzada
antipatriótica contra nuestro pueblo, nos llevará, y con nosotros a todo nuestro pueblo a
una lucha larga y sangrienta. Nosotros somos revolucionarios que luchamos por un
cambio de régimen. Pero queríamos y luchábamos por ese cambio usando la vía menos
dolorosa para nuestro pueblo: la vía pacífica, la vía de la lucha democrática de las masas,
las vías legales que la Constitución de Colombia señalan. Esa vía nos fue cerrada
violentamente y como somos revolucionarios que de una u otra manera jugamos el papel
histórico que nos corresponde, obligados por las circunstancias arriba anotadas, nos tocó
buscar la otra vía: la vía revolucionaria armada para la lucha del poder”.68

66
(PNUD: 2003, p. 60)
67
(FARC, 1964)
68
(Farc, 1964, en: http://www.cedema.org/ver.php?id=4021)
56

Si bien el programa de siete puntos dista de proponer medidas radicales,


deja entrever la retorica revolucionaria propiciada por la incipiente influencia
comunista soviética.
De ahí en más, la guerrilla quedaría supeditada a las directrices ideológicas
del PC Colombiano hasta mediados de los 80’, adhiriendo a la línea soviética y
dando preponderancia a la vía política, a pesar de propugnar la “combinación de
todas las formas de lucha”.
“Esta parsimonia en cuanto a la elaboración política e ideológica tiene sus
ventajas: contribuye a que las FARC eviten los debates susceptibles de engendrar
tensiones o disensiones internas. Este es uno de los secretos de su longevidad. Pero
también tiene sus inconvenientes: su débil poder de atracción, aun entre las corrientes
que tienen una sensibilidad de izquierda”.69
El Programa Agrario seria ratificado y ampliado en la II Conferencia de
1966, que le da el nombre definitivo a la guerrilla de las FARC, y en la que además
se señala la importancia de la organización política, la educación y la propaganda,
y se trazan los primeros lineamientos tácticos de una estrategia militar en procura
de la toma del poder.
En este sentido, se asumió que la guerra de guerrillas móviles seria la
táctica más adecuada, dadas las condiciones geográficas y la distribución de
fuerzas disponibles.
“En 1973 se crea el Secretariado del Estado Mayor. Naturalmente, no es fortuito
que el término adoptado sea el que hace carrera en los partidos comunistas, y es una
manera de subrayar el carácter político de la guerrilla. Al mismo tiempo, las FARC crean
sus cinco primeros frentes”.70
La VI Conferencia de las FARC en 1978 vendría a concretar los años de
experiencias recogidas en el terreno político y militar, en nuevas directrices y
ajustes en la conformación de la estructura del Estado Mayor Central.
Posteriormente en 1983, la VII conferencia de las FARC, vino a dotar de
una estrategia ofensiva a la guerrilla, agregándole a su nombre el sufijo EP

69
(Pecaut, Pp. 142 - 143)
70
(Pecaut D.: 2008, p.42)
57

(Ejército del Pueblo) que encierra dentro de sí la nueva concepción operacional


que guiaría la estrategia militar guerrillera.
“Por primera vez desde que surgió en Marquetalia la guerrilla revolucionaria, la
séptima Conferencia le dio al movimiento una clara concepción operacional y estratégica
para un Ejército Revolucionario, lo que marcó un reajuste de todos sus mecanismos de
dirección y mando. Además, la Séptima Conferencia dijo: ‘de hoy en adelante nos
llamamos oficialmente Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Ejército del
Pueblo FARC-EP’”.71
Es en esta fase del desarrollo político estratégico de las FARC en que se
aprecia con claridad un crecimiento cuantitativo y cualitativo de la guerrilla,
aumentan el número de sus frentes pasando de ocho a mediados de los 70’ a
cerca de cincuenta en 1982.
En 1985, en conjunto con el PC, constituyen un referente político legal
denominado la “Unión Patriótica”, que logra cinco escaños en el Senado y nueve
en la Cámara de Representantes.
Esta iniciativa, que podría leerse como un intento de viraje de la guerrilla
hacia la alternativa política, fue vista como un serio peligro para la institucionalidad
democrática por los sectores más conservadores, y fue objeto de una de las
campañas de exterminio más virulentas que conozca la historia política
colombiana. Este evento marcaría la inclusión en el conflicto de un actor armado
que hasta ese momento se había mantenido latente.
En un lapso de cinco años, la mayor parte de sus dirigentes y mandos, sin contar
a los simples militantes, tanto nacionales como regionales y tanto urbanos como rurales,
es asesinada (…) Esta masacre política prosigue después de 1990. Según fuentes
oficiales, el número total de víctimas asciende a dos mil quinientas.
Los autores de esta operación, en principio calificada por la izquierda como ‘guerra
sucia’, forman parte de un universo heterogéneo. Son miembros de la fuerza pública,
políticos, narcotraficantes, personalidades locales –terratenientes o comerciantes- ,
miembros de grupos privados de autodefensa que comienzan a recibir el nombre de
‘paramilitares’ ”.72

71
(FARC, 2005, p. 35)
72
(Pecaut D.: 2008, p. 51)
58

La violencia con que es eliminada esta tentativa de las FARC por utilizar la
vía política, no hace más que ratificar que la opción armada es la única vía posible
para acometer la toma del poder, y sobre esa premisa se avocan a intensificar su
campaña de control territorial. La guerra se intensifica con la irrupción de los
paramilitares.
En segundo lugar en términos de relevancia política, la Plataforma para un
gobierno de reconstrucción y reconciliación nacional de 1993, producto de la
discusión de la VIII conferencia de las FARC, viene a marcar el momento de
autonomía ideológica de la guerrilla.
A partir de este evento en particular, se produce un giro que otorga
preponderancia a lo militar, sin dejar de lado el proyecto político.
“Los diez puntos se refieren a aspectos institucionales como la transformación de
las fuerzas armadas, que deberán adoptar una ‘doctrina bolivariana de defensa nacional’,
la instauración de mecanismos de control popular o de reformas de la justicia (…);
aspectos económicos y sociales, como la nacionalización de los sectores estratégicos de
la economía (…) Esta plataforma expresa bien la pretensión de las FARC de afirmarse en
lo sucesivo como un gobierno en potencia” 73
A pesar de su discurso de alcance nacional, y la declarada intención de
llegar al centro del poder político, la guerrilla continúa actuando desde la periferia
geográfica y política, manteniendo, en líneas generales, la estrategia de control
territorial.
En época más reciente, y con los golpes militares sufridos en los años que
siguieron al fracasado proceso de paz del presidente Pastrana y la posterior
elección de Álvaro Uribe Vélez en 2002, las FARC se amoldan ideológicamente,
una vez más, dando inicio a lo que Pecaut denomina el “Momento Bolivariano”
marcado por un nuevo intento de articular redes políticas en las ciudades.
En esta etapa se forma el “Movimiento Bolivariano” y posteriormente el PC3
(Partido Comunista Clandestino de Colombia) agrupaciones políticas que quedan
sumergidas en la clandestinidad. Con esto se hace patente el distanciamiento de
la guerrilla del PC oficial.

73
(Pecaut, D.: 2008, p. 144)
59

El rol de estos referentes políticos, era generar una base de apoyo social
que fuese el respaldo de la acción militar y otorgara legitimidad al movimiento una
vez lograda la victoria y la toma del poder por las armas.
En paralelo, se genera toda una ofensiva en el plano internacional, con el
fin de conseguir el estatus político de grupo beligerante, poniendo en el centro de
su estrategia el intercambio humanitario de rehenes. Sin embargo, esta aspiración
no logra concretarse, dados sus numerosos actos criminales y violaciones al DIH,
así como por la presión internacional.
“(…) la solidaridad bolivariana le ofrece a las FARC la posibilidad de adquirir
presencia política en el escenario internacional al insertarse en la constelación constituida
en torno a Chávez. La elección de Evo Morales en Bolivia y de Rafael Correa en Ecuador
consolida la expansión de dicha constelación en los países andinos”.74
En 2007 las FARC publican su manifiesto, en cuyo texto se resume una
denuncia de la connivencia del gobierno con el paramilitarismo y el narcotráfico, el
elevado gasto militar como resultado de la implementación de la Política de
Seguridad Democrática de Uribe y se realiza un llamado a la movilización social y
a la participación en la Plataforma Bolivariana Por la Nueva Colombia, instancia
que estaría dedicada a la discusión entre diversos actores políticos y sociales para
trazar acuerdos de alcance nacional con miras a la conformación de una asamblea
constituyente.
El documento tiene un carácter esencialmente propagandístico y no arroja
nuevos lineamientos político ideológicos, sino que intenta concretar en un
referente amplio, lo ya expuestos en su programa político.
En síntesis, se podría resumir la evolución de los lineamientos político-
ideológicos de las FARC en tres momentos que se superponen en la práctica y en
el discurso político:
“a. El agrarismo radical, que se mantuvo hasta los 60’ y que pedía garantías
políticas, indemnización para los campesinos desplazados, reforma agraria e inversión
pública en el campo.
b. El marxismo-leninismo línea URSS, que dominó hasta comienzos de los 90’, en
una versión acartonada y militarista para la cual ’el poder nace del fusil’.

74
(Pecaut, D.: 2008, p.170)
60

c. El bolivarianismo, que se acentúa tras la caída de la URSS, donde reviven y se


actualizan ciertas ideas gruesas del Libertador (latinoamericanismo, antiimperialismo,
militarismo, intervencionismo económico, etc.)”.75
Esta capacidad de las FARC de redirigir su estrategia, adaptándose
ideológicamente, es una de las claves de sus subsistencia hasta hoy, sin
embargo, como mencionamos anteriormente, la extensión del conflicto y la
degradación de la violencia, producto de la incursión en la economía de la droga,
ha difuminado los objeticos políticos, no solo de las FARC, sino de todos los
actores armados que participan en esta guerra.

4.5.- Las formas de la violencia política de las FARC. El plan estratégico y la


degradación del conflicto
Las directrices de la estrategia militar de las FARC están contenidas en el
Plan Estratégico estructurado en la VII conferencia de las FARC de 1982, el cual
ha orientado el accionar de la guerrilla en términos bélicos hasta ahora.
“A partir del criterio doctrinario de la combinación de todas las formas de lucha, el
plan estratégico de las Farc abarca tres componentes definidos, concatenados e
interdependientes, que en su conjunto apuntan a la construcción y fortalecimiento de una
fuerza armada irregular, cuyo objetivo final es la toma violenta del poder (…)”.76
En el análisis de este documento publicado por el periódico colombiano “El
Tiempo”, el Coronel Luis Villamarin (Ejercito de Colombia) explica que la estrategia
militar, la estrategia financiera y la estrategia política, que explicamos
sintéticamente en el acápite anterior, han sido los pilares fundamentales de este
plan por lo menos hasta el momento de su repliegue estratégico.
“El primer eslabón del plan general de las Farc es la estrategia armada. Es un
meticuloso programa de desarrollo de las estructuras armadas clandestinas, proyectado a
instalar una fuerza irregular capacitada para rodear la capital de la república y otras 29
ciudades (…) El segundo eslabón es la estrategia financiera, enfocada en la obtención de
dineros derivados del narcotráfico, el secuestro, las extorsiones, el lavado de activos y los

75
(PNUD: 2003, p. 41)
76
(Villamarin II)
61

réditos producidos por las inversiones realizadas por sus testaferros en la economía
legal”.77
A partir de la evidencia recabada por esta investigación, en forma
esquemática, podríamos resumir los momentos de la estrategia guerrillera en tres
fases que se superponen y que se manifiestan con distinto grado de intensidad en
las diversas regiones del país. A saber:
Fase de crecimiento y acumulación de fuerzas: Desde 1966 a 1990. En esta
etapa del desarrollo estratégico de las FARC, se produce un ‘estancamiento’
precedido por auge guerrillero inicial que le dio forma. Con lo anterior también se
sumergen en un proceso reflexivo que fijará los primeros lineamientos de la
estrategia política y militar. También se ocupan de acumular fuerza y recursos
suficientes para llevar a cabo su plan.
Fase de expansión territorial. Guerra de movimientos: Desde 1990 a 2002.
Bajo los lineamientos del Plan Estratégico, las FARC logran, a partir de 1995,
emprender una ofensiva que les permitiría hacerse con el control de vastas zonas
del país llevando a cabo una serie de operaciones militares exitosas que los deja
ad portas de la capital.
“Durante las laxas presidencias del lapso 1982 – 2002 las Farc habían logrado un
crecimiento cualitativo y cuantitativo financiado por el narcotráfico y que les había
permitido operar como unidades fundamentales de infantería ligera apoyadas con artillería
artesanal, con capacidad de copar y destruir unidades militares aisladas, indisciplinadas o
mal comandadas como sucedió con la tercera y novena brigadas durante los años 2001 y
2002”.78
Además, en su avanzada la guerrilla demuestra la capacidad de confrontar
a las Fuerzas Militares abiertamente y propinarle duros golpes que se traducen en
numerosas bajas, toma de bases militares y secuestro de unidades prácticamente
completas. Es en este punto en que se logra observar en plenitud el giro de las
FARC, que supedita la estrategia política a la estrategia militar.
Se logra apreciar en la práctica, la evolución de una estrategia propia de la
guerra de guerrillas a una guerra de movimientos. Sin embargo este desarrollo

77
(Villamarin II)
78
(Villamarin I)
62

cualitativo y cuantitativo de las FARC adquiere diversas profundidades en los


frentes, ya que la distribución de recursos y medios logísticos y militares es dispar
entre ellos.
Por esta razón se debe aclarar que, no obstante el alcance nacional de las
operaciones militares de la guerrilla, la fuerza con que estas se manifiestan no
posee la misma intensidad en todos los teatros operacionales, pero responde, de
todas maneras, a las directrices del plan estratégico.
En el 2000 el Plan Colombia se hace efectivo y las Fuerzas Armadas
observan un crecimiento sustantivo gracias a los recursos inyectados desde
Estados Unidos. A partir de este momento retoman la iniciativa estratégica en
algunas zonas del país, exhibiendo: “(…)una profunda transformación cualitativa (…)
incremento de la proporción de soldados profesionales, la creación de brigadas móviles,
la formación de batallones de alta montaña y la compra de Black Hawks”79
Fase de repliegue estratégico. Desde 2002 - 2008: En esta etapa, las
operaciones militares lanzadas en el marco del Plan de Seguridad Democrática de
Álvaro Uribe, permiten retomar la iniciativa estratégica y causar serios reveces a la
guerrilla, la cual pierde a su vez la capacidad de confrontar abiertamente al
ejército.
“Bajo la presión de la campaña de seguridad de la administración Uribe, la guerrilla
se vio obligada a operar de forma dispersa para hacer que sus unidades fuesen más
difíciles de localizar. Esta dilución de su estructura militar incrementó las dificultades de la
dirección para mantener el control efectivo de sus fuerzas”. 80
Por otra parte, el Plan Patriota, busca el descabezamiento del Secretariado
General, lo cual consiguen en forma paulatina y con altos costos.
Junto con la arremetida militar que se comenzaba a hacer sentir, el avance
paramilitar que se aproximaba desde el norte del país, vino a complejizar el
panorama estratégico de la guerrilla, la que paulatinamente fue cediendo terreno,
disminuyendo su pie de fuerza y sus capacidades ofensivas, viéndose obligada a
retroceder a su zona de retaguardia estratégica, sin embargo este retroceso aún
no sería señal del cese de las hostilidades.

79
(Pecaut, D.: 2008, p.119)
80
(Ortiz, R.: 2010, p. 93)
63

“En este momento, sin embargo, cabe preguntarse si las FARC efectúan un simple
“repliegue estratégico” en espera de que las fuerzas armadas se agoten y el prestigio de
Uribe se desmorone, o si han sido debilitadas a largo plazo por las operaciones
militares”.81
Es en esta fase que las FARC evidencian una tendencia marcada hacia las
acciones de terrorismo, particularmente dirigidas contra la fuerza pública y la
infraestructura critica del país, ya sean oleoductos, torres de alta tensión e
instalaciones militares.
También recurren al uso masivo de minas antipersonales de fabricación
artesanal y de morteros lanza cilindros explosivos, que constituyeron parte
importante de su arsenal en las fases de acumulación de fuerzas. Su uso
indiscriminado destruyó poblados completos y causo cuantiosas bajas militares y
civiles.
Grafico 1.- Evolución anual de las acciones bélicas de las FARC. 1997 – Oct.

200982
La marcada tendencia al terrorismo y las acciones de sabotaje que se
observa en el accionar de las FARC ha sido interpretada por los expertos como un
síntoma del debilitamiento militar de la guerrilla y de su potencial ofensivo.

81
(Pecaut, D.: 2008, p. 120)
82
Observatorio del conflicto armado, Corporación Nuevo Arcoíris. ¿El declive de la Seguridad Democrática?
[Disponible en: www.oidhaco.org/uploaded/content/category/2135478225.pdf]
64

Mientras que el retroceso a su zona de retaguardia estrategia y la concentración


de sus fuerzas en zonas de cultivos ilícitos y corredores estratégicos para la salida
de la droga, particularmente en 2004 y 2005, son muestras de una trasposición de
sus objetivos políticos, los que se difuminan con los objetivos de la estrategia de
financiamiento, la cual ha tomado preponderancia en este momento.

4.5.1.- La degradación de la violencia. Privatización del conflicto


Las formas que ha adquirido la violencia que se constata en el conflicto
colombiano, se han alejado en época reciente de lo que se ha caracterizado
comúnmente como violencia política, y se acercan cada vez más a la criminalidad
común. Fenómeno propiciado, principalmente, por la creciente participación de los
actores armados en la economía de la droga, lo cual se ha manifestado en el
crecimiento desmesurado de los aparatos militares de cada uno de ellos y la
adopción de formas de violencia típicas del narcotráfico en una lucha que había
sido tradicionalmente política y social.
“(…)la guerrilla secuestra, vuela oleoductos, lanza cilindros contra el cuartel de
policía, asesina informantes del ejercito, siembra minas antipersonales, dispara contra el
Palacio Presidencial; los paramilitares masacran o encadenan muertes ‘selectivas’,
desplazan cientos o miles de campesinos, mandan matar al candidato comunista (…)”.83
No se debe desconocer que el crecimiento de las fuerzas en conflicto, de la
mano con el aumento de los recursos provenientes del cultivo y producción de
estupefacientes, los cuales han alimentado el conflicto hasta ahora, han
propiciado, la desmoralización y corrupción de los actores, así como la pérdida de
sus objetivos políticos, es decir, la degradación del conflicto deja entrever una
privatización de las motivaciones para ejercer la violencia y una desviación de las
directrices político ideológicas que habían sido el leitmotiv de la lucha armada.
De esta forma, se logran apreciar numerosos episodios de masacres contra
población civil y asesinatos selectivos, que por su espectacularidad someten a los
habitantes de las zonas de conflicto a un régimen de terror, ya no con fines

83
(PNUD: 2003, p. 93)
65

políticos o ideológicos, sino con el objeto de controlar zonas de cultivo o que


revistan alguna importancia para el narcotráfico.
En este punto es necesario afirmar que, en el conflicto colombiano, el
accionar de cada uno de los actores armados no evidencia una marcada línea
divisoria entre la violencia que corresponde a la estrategia política y la violencia
que tiene carácter criminal. Los límites difusos entre ambas impiden acometer una
revisión exhaustiva de las formas violentas que se constatan en este extenso
conflicto.
“(…) hay que anotar que la indudable degradación de las FARC oscurece
sensiblemente pero no desaparece la connotación política del conflicto. La corrupción de
esta guerrilla proviene, entre otros, de haber abierto un amplio boquete entre la ética
revolucionaria’ y política, lo cual seguirá ahogando la legitimidad que pretende ganar (…)
el oscurecimiento de las líneas divisorias entre la violencia política y la privada, entre el
delito político y el común, es inherente a esa degradación cuyas expresiones han variado
en tipología y frecuencia durante el tiempo”.84
Esta degradación de la violencia, producto de la corrupción que supone la
incorporación de los actores armados al narcotráfico y la consiguiente adopción de
las formas de violencia típicas de los carteles, se logra plasmar en las masacres y
desplazamientos ocasionados por el accionar de la guerrilla y, en mayor medida
por los paramilitares, cuyas practicas de intimidación incluyen la decapitación y el
desmembramiento de cadáveres y personas vivas mediante machetes y moto
sierras.
En este sentido, la utilización de la violencia con fines económicos más que
políticos, evidencia la “lógica econocentrada de los intercambios violentos” y
prueba los efectos del vuelco de las FARC, así como del resto de los actores hacia
el narcotráfico.
“Es la creciente ‘lumpenización’ de la guerra, la descomposición de veteranos y
novatos por obra del narcotráfico, el exceso de recursos, de las ganas desnudas de
mandar, del sicario o arriendo de la fuerza para saldar cuentas ajenas, de subsumir la

84
(Velásquez, C.: 2006, p.160)
66

pandilla juvenil de la comuna, del entrecruce con hampones ordinarios que se inicia en la
cárcel y se estrecha en el secuestro, la compra de armas o el asalto al banco”.85

4.5.2.- El rol del terrorismo en la estrategia guerrillera


No es posible establecer una sola tipología de terrorismo que agrupe todas
las acciones violentas de la guerrilla, dado el complejo escenario en que se inserta
el fenómeno y la multiplicidad de motivaciones, caracteres y formas que adquiere
el ejercicio del terror.
Sin embargo, es posible sostener que el terrorismo practicado por la
guerrilla en gran medida es de carácter táctico, ya que es parte de la estrategia de
mayor alcance que ha sido definida previamente en el “Plan Estratégico”. De esta
forma, como vimos anteriormente, la mayoría las acciones responden a esta
lógica.
Por lo demás, la indiscriminación de los atentados se logra apreciar
patentemente en el uso sistemático de minas antipersonales, así como en algunos
bombardeos a población civil. Por otra parte, los atentados a cuarteles militares y
el hostigamiento a la fuerza pública no manifiestan esta característica.
Respecto del rol que puede haber cumplido el terrorismo como parte de
esta estrategia se puede mencionar, en primer lugar, la de amedrentar a la fuerza
pública, demostrar al resto de la sociedad sus flaquezas y generar incertidumbre
en el resto de la población. En general, desestabilizar la vida política colombiana;
en segundo término, la de aterrorizar a los individuos o colectividades contrarios a
la guerrilla para evitar delaciones o la colaboración con militares y paramilitares, e
instaurar control territorial; como tercer punto, se puede mencionar las acciones
destinadas a desplazar conjuntos de pobladores de áreas que serán destinadas a
narco cultivos o que revisten alguna importancia estratégica para la guerrilla u otro
actor armado.
Durante la investigación se pudo establecer que las formas de terrorismo
utilizadas por los guerrilleros procedían de por lo menos dos vertientes
tenuemente definidas.

85
(PNUD: 2003, p. 93)
67

La primera corresponde a operaciones tácticas con un correlato establecido


en el plan estratégico y que consisten principalmente en ataques a la
infraestructura energética y petrolera, además de los ataques, ya sean
emboscadas u hostigamientos a la fuerza pública. Este tipo de acciones tiene
blancos establecidos y responde a una planificación previa.
Por otra parte, se aprecia la violencia terrorista que procede de las acciones
destinadas a la consecución de rentas, las cuales degeneran ocasionalmente en
violencia privada, dadas las características propias y la naturaleza del “negocio”.
En este grupo se pueden mencionar los amedrentamientos a campesinos y
pobladores, la ejecución de delatores o indeseables, excesos cometidos por
individuos o grupos en contra de civiles, así como también revanchas y vendettas
motivadas por la ambición, conflictos personales, y otras motivaciones fuera del
ámbito de lo político, o que no responden a los lineamientos estratégicos del plan.
Dadas las características que ha adquirido la violencia a lo largo del
conflicto, existen extensas zonas grises en que la violencia política esta matizada
de criminalidad y viceversa, en las cuales aventurar una clasificación de las formas
de la violencia es un ejercicio complejo y cuyos resultados serian bastante
cuestionables.
Sin embargo, si apreciamos la violencia en relación a las víctimas que la
sufren se puede lograr por lo menos una enumeración de tipos, que aporta
algunas luces respecto al carácter de cada una de las formas violentas que se
mencionan.
“Los actores armados realizan seis tipos de agresiones contra la vida o la
integridad de las personas, a saber: i) contra enemigos armados en el curso de un
combate; ii) contra la población civil que real o supuestamente conforman las ‘bases
sociales’ del adversario (‘guerra sucia’), y en especial iii) contra civiles forzados a
abandonar su lugar de residencia (‘desplazados’); iv) contra civiles que sufren los
llamados ‘daños colaterales’ de los ataques; v) contra poblaciones civiles con el objeto de
aterrorizarlas, y vi) contra personas objeto de secuestro o ‘retención’ para obtener
provecho económico o político”.86

86
(PNUD: 2003, p. 119)
68

Sin duda el terrorismo es una práctica extendida en el conflicto colombiano,


y un recurso empleado por la mayoría de los grupos armados que participan de él.
Sin embargo, a este fenómeno se debe agregar el concurso del narcotráfico, el
que trae consigo otras violencias, que se suman al conjunto de formas violentas
que reseñamos anteriormente y vienen a aportar un elemento corruptor y que ha
permitido que el conflicto se perpetúe.

4.6.- La estrategia de financiamiento y la participación de la guerrilla en la


economía de la droga
El plan estratégico de las FARC también hace alusión a las fuentes de
financiamiento de la lucha armada, la cual ha tenido la capacidad de sostener el
crecimiento progresivo de las fuerzas guerrilleras, solventar las operaciones
durante todos los años que ha durado el conflicto, así como, en mayor o menor
medida, cubrir las necesidades logísticas de los diversos frentes.
En la estrategia financiera se incluyen una batería de mecanismos que el
PNUD clasifica en:
“a. Las fuentes clásicas corresponden al momento inicial y al patrón convencional
de las guerrillas. Básicamente consisten en decomisos al enemigo y en donativos del
extranjero (…).
b. Las rentas cuasivoluntarias se obtienen a cambio de algún servicio o ‘bien
colectivo local’ que ofrezca el actor armado. La seguridad de las personas y la
administración de justicia son ejemplos de tales bienes (…)
c. Las rentas extorsivas son ‘impuestos’ ilegítimos sobre ingresos lícitos o ilícitos
del extorsionado, que habitualmente se cobran bajo amenaza de muerte (…)
d. Las rentas empresariales son ganancias que obtiene el grupo armado por
explotar sus propias empresas lícitas o ilícitas (…)
Tanto en términos de recursos como, en especial, de degradación del conflicto, el
principal negocio ilícito por supuesto ha sido la producción y comercialización de
sustancias sicotrópicas”.87
La lógica del rentismo es la que ha contribuido en mayor medida a la
degradación del conflicto, ha permitido la hipertrofia de los aparatos militares y ha

87
(PNUD: 2003, p.87)
69

convertido el conflicto en un fin en sí mismo y a los actores en cazadores de


rentas que han volcado sus aparatos militares a dichas tareas.

4.6.1.- Las FARC y el narcotráfico. Evolución de su participación en la


economía de la droga.
A mediados de los 70, Colombia posee pocos cultivos de coca en
comparación a los peruanos y bolivianos que concentran el grueso de la
producción. Sin embargo, comienza a ser plataforma para la distribución de
cocaína hacia Estados Unidos; instala los laboratorios y posee rutas de
exportación. Los carteles de Medellín y de Cali controlan y centralizan la
exportación de la cocaína producida.88
A partir de 1980 se acentúa la vinculación de la guerrilla en el narcotráfico, y
sobre esta base prescinden del apoyo soviético y logran autofinanciarse. Las
FARC comienzan a cultivar coca en zonas de colonización, pero a pequeña
escala. En el sur del país se dedican a proteger los cultivos que comienzan a
proliferar en estas zonas.
“Entrando en los 80 empezaron los cultivos de coca en ciertas zonas de
colonización dominadas por las Farc; pero los cultivos nacionales no significaban mucho
para la industria. En cambio los procesadores colombianos, que dominaban el mercado
mundial, se dedicaron a comprar tierras y así entraron en conflicto con la guerrilla (Farc y
M- 19 en particular); las incipientes autodefensas crecieron en número y en agresividad.
Hacia finales de la década, la presencia de todos los actores armados en los mercados
negros ya era notable”.89
A partir de los 90 Colombia se convierte en principal productor de cocaína a
nivel mundial y comienza también a producir heroína, dada la disminución de los
cultivos en Perú y Bolivia y el desmantelamiento de los carteles de Medellín y de
Cali, que dan paso a múltiples grupos de menor envergadura y permiten que los
actores armados asuman un rol preponderante en la actividad.

88
(Pecaut, D.: 2008, p. 97 – 98)
89
(PNUD: 2003, p. 87)
70

Si bien, en primera instancia, la guerrilla solo desempeña funciones de


protección de cultivos, por el que cobran un impuesto denominado ‘gramaje’, a
poco andar se involucran cada vez más profundamente en otros estadios de la
cadena productiva de la droga.
Esta incorporación de la guerrilla al narcotráfico es el resultado de un
proceso paulatino, que adquiere diversos alcances y matices, cuyo fin era
solventar la estrategia financiera y autofinanciar las operaciones militares.
No se trata, pues, de una adopción inmediata de los aspectos criminales
que se logran constatar más tarde en la práctica de la violencia indiscriminada
contra los civiles, bajo la lógica del control territorial, sino que, podría decirse, que
esta incorporación sucede por capas acumulativas que se superponen. Es decir, a
medida que la relación entre el narcotráfico y las FARC se profundizaba, la
corrupción de sus militantes aumentaba, en distinto grado de intensidad entre los
diversos frentes y zonas en donde la guerrilla tenía control.

Como ya se ha mencionado anteriormente, los crecientes recursos


provenientes del narcotráfico alimentaron a los actores armados que
incrementaron sus capacidades militares y se avocaron a la expansión de sus
zonas de influencia, buscando a la vez mas terrenos para cultivos ilícitos,
corredores estratégicos y zonas alejadas del control estatal para operaciones
vinculadas al narcotráfico.
“Obligadas a partir de 2003 a replegarse territorialmente a causa de los violentos y
repetidos ataques de las fuerzas armadas y los paramilitares, la conservación de los
corredores estratégicos que conducen hacia el océano pacifico se vuelve su prioridad
militar: a esto se debe su fortalecimiento en los departamentos de Chocó y Putumayo
(…)”.90
Esta lucha por el control de territorios alimentó el conflicto y llevó a los
actores armados a incrementar sus esfuerzos bélicos por controlar cuotas cada
vez más grandes de la industria, lo que a su vez contribuyo a la degradación del
conflicto y de las formas de violencia.

90
(Pecaut, 2008. p 100)
71

De esta forma, desde las primeras fases de participación de la guerrilla en


la economía de la droga para su financiamiento, hasta la cartelización y
narcotización de la lucha armada, se aprecian etapas no sucesivas de control del
negocio que se superponen. Desde las primeras funciones de protección de
corredores estratégicos al control de plantaciones y centros de procesamiento.
Luego el control de pequeños nichos de mercado y exportación, que propiciaron la
vinculación con el crimen organizado.
De ahí en más se logra apreciar un proceso de deterioro moral, corrupción y
debilitamiento ideológico y organizacional que, sumado a los reveses militares y la
pérdida de territorios han terminado por sumir a la guerrilla en una profunda crisis.

4.7.- Características del movimiento en la actualidad


“A comienzos del 2008, el debilitamiento de las FARC es un hecho indiscutible. Se
manifiesta en múltiples síntomas: reducción del pie de fuerza, destrucción de varios
frentes, repliegue territorial, descenso del número de acciones, perdida de varios altos
cuadros, entre quienes por primera vez hay miembros del Secretariado, y problemas de
comunicación interna”.91
En marzo del mismo año la muerte de Raúl Reyes, en un operativo aero-
terrestre de las fuerzas militares, el asesinato de Iván Ríos a manos de su propio
escolta y la deserción de Karina, una de las comandantes más duras, son
muestras de un debilitamiento que no es solo material, sino también moral.
Muchos guerrilleros desertan, se desmovilizan o simplemente cambian de bando,
uniéndose a las bandas de narcotraficantes o incluso a los grupos paramilitares.
Meses más tarde fallece Manuel Marulanda y se lleva a cabo exitosamente
la operación Jaque, en la que se rescata a Ingrid Betancourt y un grupo de
secuestrados que constituyen el activo político más importante de la Guerrilla.
Estos reveses, sumados al debilitamiento de sus estructuras armadas, la
creciente pérdida de identidad ideológica, así como el retroceso territorial y
consecuente pérdida de protagonismo en la economía de la droga vienen a

91
(Pecaut, D.: 2008, p. 159)
72

completar el cuadro crítico en que se encuentran las FARC a mediados de la


década.
“En estas condiciones, aun si la participación de las FARC en los ingresos de la
economía de la droga se ha reducido, es suficiente para evitar que el debilitamiento militar
se presagio de su próxima desaparición”.92
A lo anterior, en 2010 se suma la muerte del “Mono Jojoy”, uno de los
cabecillas militares de mayor reputación.
De esta forma, la guerrilla se ve compelida a dar un giro a su estrategia
militar, evadiendo el enfrentamiento directo con las fuerzas armadas y
transformando sus estructuras militares en redes criminales destinadas a la
consecución de fondos, y a la vez, incrementar su actividad en las zonas urbanas.
También se aprecia un intento por retomar la estrategia política, ante la
imposibilidad de continuar con el avance de la estrategia militar, tal como había
sido concebida en 1982.
“(…) el debilitamiento de las FARC ha venido acompañado de una paulatina
transformación de la organización, que ha perdido una parte sustancial de su peso militar;
pero parece haber escogido una formula estratégica que le permitirá sobrevivir en el largo
plazo y conservar suficiente capacidad operativa como para desestabilizar la vida política
colombiana a través del uso sistemático del terrorismo”.93

92
(Pecaut, D.: 2008, p. 174)
93
(Ortiz, R.: 2010, p. 94)
73

Capitulo V

Conclusiones
74

5.- Conclusiones
Al finalizar esta investigación, una vez analizados los documentos y las
entrevistas con expertos, es posible establecer una serie de conclusiones en torno
al caso que se propuso revisar, las cuales se enumeran a continuación.

1.- Respecto del proceso formativo de los movimientos guerrilleros en Colombia,


es posible sostener que, dadas las características observadas y constatadas por
diversos autores, estas se originaron a partir de la coyuntura político-sociales
colombiana de mediados de los 40’ y principios de los 50’.
Por esta época, la violencia que caracterizó la lucha entre los partidos
tradicionales llevó a los campesinos a formar grupos de autodefensa, que mas
tarde serian influidos ideológicamente por el Partido Comunista, dando pie a la
radicalización de estos movimientos y origen a los grupos guerrilleros modernos
que perduran hasta hoy.
Como se menciona en el análisis, figuras gravitantes de este proceso
fueron Jacobo Arenas y Manuel Marulanda Vélez, quienes acompañaron este
desarrollo desde su génesis y constituyeron los pilares fundamentales, tanto en los
aspectos político-ideológicos y militares, así como también en lo referente al
elemento mítico, componente que contribuyó a dar cohesión y carácter a la
organización armada.
En síntesis, la formación de la guerrilla, estuvo determinada por la dinámica
política interna colombiana, pero su ideologización está vinculada estrechamente
con el proceso global de la Guerra Fría.

2.- En lo que se refiere al carácter del conflicto, esta investigación concluye que,
habiéndose gestado en la periferia, fue observado desde el comienzo por el
Estado y las elites políticas como un problema que se alejaba del centro del poder,
y por ende fue tratado como un problema de orden público, sin reparar en el
carácter esencialmente político y social que revestía.
75

El énfasis en la estrategia militar, que marcó durante años la política estatal


a este respecto, no hace más que dejar en evidencia el error de apreciación que
se cometió.
Aunque periférico, el accionar de los grupos armados que participan del
conflicto reviste una complejidad que quedo manifiesta en el análisis, así como
también, la debilidad de la respuesta estatal frente a la problemática de fondo.
La marginalidad que evidencia el conflicto colombiano se relaciona también
con la marginalidad de los actores. En este caso, siendo un actor periférico, las
FARC se han visto imposibilitadas de aproximarse al centro del poder político, por
su incapacidad para derrotar militarmente a las fuerzas militares, y por su escaso
apoyo popular. A este respecto cabe recordar la catástrofe que significó para las
aspiraciones políticas de la guerrilla, la masacre de la Unión Patriótica.

3.- Como se pudo apreciar en la revisión de caso, la estrategia de las FARC tiene
componentes políticas, militares y financieras, las cuales se articulan de tal forma
que propicien las condiciones para la toma del poder por las armas, el cual ha sido
el objetivo trazado desde un principio por el PC colombiano y la dirigencia de la
guerrilla, y el eje principal de sus operaciones en estos tres ámbitos.
Sin embargo, a partir de la VII conferencia de las FARC queda en evidencia
la supeditación de la estrategia política a los lineamientos de la estrategia militar,
con lo que comienza una extensa campaña ofensiva que, a su vez, requirió de
mayores recursos, con lo que se intensifican las tareas en lo que respecta a las
extorsiones, secuestros y una creciente participación en la economía de la droga.
La ofensiva lanzada por las FARC a partir de este hito obligó al Estado a
intensificar la presión militar sobre la guerrilla, la cual hasta ese momento
controlaba extensas zonas en todo el territorio colombiano.
De esta forma, a partir de la implementación del Plan Colombia y la mejora
sustantiva de las capacidades militares de las Fuerzas Armadas que este significo,
se produce un retroceso territorial de las FARC que se ven compelidas a recurrir
nuevamente a tácticas de guerra de guerrillas, sabotaje y terrorismo. Se debe
reconocer aquí que este retroceso de la guerrilla no solo responde a la ofensiva
76

militar, sino a la extensa campaña de reconquista lanzada por los paramilitares


que les disputaron palmo a palmo las zonas de cultivo y producción de drogas, así
como los corredores estratégicos para la salida de los estupefacientes a los
mercados internacionales.

4.- En torno a la problemática del terrorismo, es posible sostener que las FARC,
en efecto, han recurrido sistemáticamente a los atentados con explosivos en
contra de instalaciones petroleras, torres de alta tensión y también en contra de
unidades militares. Han practicado también el secuestro con fines extorsivos para
lograr réditos económicos o políticos.
En época más reciente, y dado el retroceso de su estrategia militar han
incrementado el uso de minas antipersonales de fabricación artesanal, sobre todo
en el bloqueo de caminos, las cuales han tenido un efecto devastador en la
población civil.
Este antecedente permite sostener que las acciones de la guerrilla que
caben dentro de la clasificación de acciones de terrorismo, tienen un carácter
táctico, y se enmarcan dentro de la estrategia militar cuyo objeto, como
mencionamos anteriormente, es la toma del poder por la vía armada.
Sin embargo, se constató de igual forma, que la violencia ejercida por la
guerrilla ha sufrido un serio proceso de degradación por efecto de la participación
de este actor armado en la economía de la droga.
En este sentido, la práctica de masacres y asesinatos selectivos y las
formas atroces que se han corroborado a lo largo de la investigación se alejan de
lo que se ha definido como violencia política y se enmarcan derechamente en las
tipologías de la violencia criminal.
Este fenómeno es compartido por la mayoría de los cuerpos armados que
participan de este conflicto, el cual ha sobrevivido impulsado por los cuantiosos
ingresos que le suministra el narcotráfico.

5.- De los elementos que se aprecian en el conflicto, por sobre todos, el


narcotráfico se destaca como un factor que ha potenciado a los actores armados,
77

ya que incrementa las rentas que estos tienen a su disposición, incrementando


con ellas su potencial bélico; perpetúa el conflicto, dada la lógica del rentismo, que
compele a los actores a buscar cada vez más fuentes de financiación, lo cual
genera una espiral creciente de violencia y criminalidad. De esta forma, incorpora
componentes criminales a un conflicto político y social; degrada la violencia, al
incorporar las formas violentas provenientes del narcotráfico, las cuales se
plasman en crímenes atroces perpetrados transversalmente por todos los cuerpos
armados; desmoraliza a los combatientes, generando una ‘lógica econocentrada
de los intercambios violentos’ y generando una privatización de las motivaciones
para ejercer la fuerza; desgasta la cohesión de los grupos armados y promueve su
criminalización.
En síntesis, el narcotráfico, como factor potenciador del conflicto, reduce las
alternativas posibles de salida pacífica, complejiza el panorama político,
desestabiliza al gobierno y retrasa el desarrollo del país.

6.- Dada la complejidad del fenómeno, es muy difícil aventurar hipótesis acerca del
desarrollo futuro que este tendrá, o incluso adelantar escenarios posibles para
todos los actores y la evolución de sus interacciones, sin embargo, varios de los
autores que se revisaron en el análisis del caso coinciden en que las FARC han
exhibido una tendencia a la fragmentación, dado el momento de retroceso de su
estrategia militar y el debilitamiento de sus orgánicas, sumado a los golpes que
significaron las muertes de Reyes, Marulanda, Jojoy y la liberación de Ingrid
Betancourt.

5.1.- Epilogo
Durante la investigación hubo hechos que podrían determinar el curso del
desarrollo del conflicto, o por lo menos marcar hitos significativos en él.
Estos hechos fueron, en primer lugar la muerte de Alfonso Cano y la
ascensión de alias Timochenko a la dirección del Secretariado General, con lo que
se presume un giro en la conducción política de las FARC y la consiguiente
posibilidad de una marcada pérdida de identidad ideológica y cohesión interna.
78

Con Cano, muere también parte del elemento mitológico que había sido clave de
su extensa supervivencia.
A comienzos del 2012, las FARC anunciaron el cese de los secuestros,
anuncio que tiene profundas implicancias políticas para la guerrilla, ya que hasta
ahora habían hecho de la política de intercambio humanitario el eje de su accionar
en el frente internacional94.
De esta forma podría suponerse que estarían privilegiando una salida
política al conflicto ante la imposibilidad de seguir adelante con su estrategia
militar, sin embargo no existe claridad acerca de sus intenciones.

94
Este aviso se hizo efectivo a mediados de este año, con la liberación de diez militares y policías
secuestrados desde hace años por la guerrilla, operación que conto con la mediación de Piedad Córdoba, ex
senadora colombiana con quien las FARC mantenían comunicaciones desde hace algún tiempo.

Potrebbero piacerti anche