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Osdany Morales: la biblioteca ambulante

Hernán Vera Alvarez

Especial/el Nuevo Herald

15 de octubre de 2015 01:05 PM

https://www.elnuevoherald.com/vivir-mejor/artes-letras/article39292926.html

Como Enrique Del Risco y Alexis Romay, Osdany Morales (Nueva Paz, 1981) es un escritor
y docente cubano que vive en el estado de New York. El autor llegó a Estados Unidos gracias
a una beca para cursar una maestría en escritura creativa en español. En la actualidad, el joven
estudia un doctorado en literatura en la Universidad de Nueva York. Y como Del Risco y
Romay, también publicó en la exquisita editorial Sudaquia su novela Papyrus.

El argumento de la obra –que en Cuba ganó un merecido Premio Alejo Carpentier 2012–
gira en torno a un escritor que recorre las Siete Bibliotecas del Mundo dejando un libro en
cada una de ellas. Sobre un escenario de contrastes, los siete capítulos de Papyrus se leen como
un diario de viajes, una clase magistral de literatura en clave pop que incluye el testimonio
del desarraigo.

La obra de Osdany Morales se completa con el volumen de relatos Minuciosas puertas estrechas
–Premio David 2006– y el de poemas El pasado es un pueblo solitario.

La cultura pop está muy presente en Papyrus. Hay referencias a bandas de rock,
series de TV, films. “Supongamos una generación que crece escuchando conciertos de Liszt
o partes de El anillo del Nibelungo con tramas de Bugs Bunny. Una especie de publicidad
encubierta que terminó siendo música clásica. Claro que en ese momento no lo sabíamos, ni
necesitábamos saberlo, pero luego es difícil escuchar un fragmento y no pensar en el conejo.
O, aunque la experiencia sensible vaya por otro rumbo, digamos más comprometido, siempre
está el peligro de que todo, súbitamente, se convierta en un dibujo animado. Pero eso no le
resta materialidad al presente, lo intensifica. En Papyrus aparecen algunos de estos trances, es
algo que para mí tiene que ver con el concepto de ficción en ese libro: espacios de
representación ya asumidos que sin embargo conservan intersticios vacíos, y ese vacío se
puede recorrer con el relato”.

Muchos han leído Papyrus en clave borgeana. ¿Qué piensa al respecto? “La figura de
Borges en la literatura cubana es una aparición un tanto policial. Tiene algo conspirativo, que
refuerza lo borgeano. A diferencia de Latinoamérica, en Cuba no se publicaban mucho sus
libros. Circulaba una especie de Borges Reader que incluía cuento, poesía y ensayo, publicado
por Casa de las Américas. Y era difícil de encontrar. La lectura de Borges (como la de muchos
autores) implicaba una negociación extraliteraria. Pero si Papyrus fuera clave de algo, creo es
de una biblioteca más desorganizada. Como si la Biblioteca de Babel borgeana hubiera
colapsado y alguien merodeara por allí y no quedara en pie ningún hexágono”.

En la búsqueda de las Siete Bibliotecas del Mundo, el autor viaja por Zurich,
Montevideo, Shanghai, Belgrado, Londres, San Petersburgo, Estambul y otras
ciudades. ¿Además de elegirlas porque servían para la trama, hay otras razones por
la elección de algunas de ellas? “Hay ciudades a las que el personaje principal llega, y
ciudades de las que habla con otros personajes, pero no las visita. En el momento en que
escribí el libro había dos situaciones, primero mi desconocimiento e imposibilidad de visitar
esos lugares y luego la circunstancia de que la ciudad como lugar, como utopía, comenzaba
a desdibujarse. Las que aparecen en Papyrus son ciudades que llegan al relato por su
resonancia literaria; están más cerca de las locaciones que han escogido otros autores que de
la guía de viajes”.

¿Cuándo empezó a escribir El pasado es un pueblo solitario? “Hace tres años. Es un


libro de poesía; algo que no pensaba escribir, y que luego no sabía si iba a publicar. No tanto
por el resultado final, sino por el grado de exposición personal que hay en ese proyecto. Una
tentativa de escritura que la ficción, o cierta práctica de la ficción que hasta ese momento
había trabajado, a veces posterga. Por suerte, el escritor Waldo Pérez Cino, desde Holanda,
se interesó en el libro y ahora está publicado en Bokeh, uno de sus sellos editoriales con un
catálogo en construcción de literatura cubana”.

¿Ha leído a los escritores cubanos que viven en Estados Unidos? “He leído a algunos
que viven, releído a muchos que vivieron. Y me imagino que he leído también a otros que
en algún momento vivirán”.

¿Qué le parece la literatura que elaboran y qué autores disfruta? “Recomiendo mucho
a Legna Rodríguez Iglesias, también en Bokeh con su novela Las analfabetas. Aunque en
verdad, no soy partidario de leer las literaturas necesariamente desde el lugar geográfico
donde se escriban. En muchos casos es una referencia anecdótica, en otros no tanto; pero el
libro es algo distinto. No es un monumento que está emplazado en unas coordenadas de
lugar concretas. La escritura tiene una condición flotante o nómada. No está nunca donde
parece estar”.

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