Sei sulla pagina 1di 52

PROCESO SUCESORIO

I. Concepto

Vivimos con anterioridad dificultad que plantea la determinación de la naturaleza de la


llamada jurisdicción voluntaria, que aún se mantienen los Códigos procesales, entre
ellos el nuestro. Tratamos también, separadamente, los asuntos que comprende con
la denominación de procesos especiales (Libro IV del Código, Título I). Advertimos que
el Código coloca el proceso sucesorio inmediatamente después de los asuntos de
jurisdicción voluntaria (Título II del mismo libro IV). La posición de nuestro Código
Procesal de esta materia es Clara. El proceso sucesorio tiene una marcada afinidad
con los asuntos de jurisdicción voluntaria, pero participa en actividades de tipo
declarativo, cautelar y ejecutivo. Por eso, como lo han señalado los autores, se le
puede considerar como una jurisdicción mixta.

En el código de Enjuiciamiento Civil y Mercantil (Decreto Leg. 2009) derogado por


el vigente, bajo la denominación de juicios extraordinarios se comprendía a los juicios
hereditarios (intestados y testamentarias). Esta calificación de juicios no era en
realidad adecuada. En los procesos sucesorios la actividad judicial se desenvuelve sin
la existencia de un contradictorio o de un litigio, cuya solución se pretenda, que es lo
que caracteriza fundamentalmente al proceso de cognición. Su naturaleza, como se
dijo, es más afín con los asuntos de jurisdicción voluntaria. En los procesos sucesorios
la actividad judicial tiende en último terminó al repartimiento de los bienes, dejados por
una persona a su fallecimiento de conformidad con su expresa voluntad, o bien tácita,
según los principios de normen en el régimen sucesorial en el derecho vigente.

A este respecto expone Alsina: "Se ha dicho que no se trata propiamente de un juicio,
porque éste supone la existencia de una controversia y ella no existe sino cuando los
interesados disienten respecto de su vocación hereditaria y de la forma de partición.
La afirmación es exacta en cuanto se asigna al concepto de juicio la acepción estricta
que le corresponde, o sea la de proceso contradictorio que requiere un
pronunciamiento judicial para la decisión de la litis. Pero ello no obsta para que se trate
de un verdadero proceso en el sentido de conjunto de normas de actuación, de
acuerdo con las nociones generales que expusimos en su oportunidad. Puede
entonces decirse que es un proceso voluntario, susceptible de convertirse en
contradictorio, pero al que continuaremos llamando juicio sucesorio al solo efecto de
no modificar la terminología usada corrientemente por la ley, la doctrina y la
jurisprudencia".2 Debe advertirse que este autor, cuando habla de proceso voluntario,
no lo hace en el sentido de que la iniciación del juicio sucesorio sea facultativa para
los interesados, porque según expresa él mismo, su obligatoriedad resulta de diversas
circunstancias, algunas de ellas previstas en los textos legales.

Alsina refiriéndose al concepto del juicio sucesorio dice que 'es el procedimiento por el
cual se determina la calidad de heredero; se establecen los bienes que forman el activo
de la herencia, se comprueban las deudas que constituyen el pasivo, y, luego de
procederse a su pago, se reparte el saldo entre los herederos de acuerdo con el
testamento, o, a falta de éste, de acuerdo con las disposiciones del Código Civil".

Los elementos señalados por Alsina al expresar el concepto del juicio sucesorio son
los que recoge nuestro Código Procesal en el artículo. 450, cuando se refiere al objeto
del proceso sucesorio, sea que se trate de proceso testamentario o abintestato. Dice
la mencionada disposición que sin perjuicio de que los interesados obtengan la
declaración judicial de otros derechos que pudieran haber emanado del fallecimiento
de su causante, o de su muerte presunta, el proceso sucesorio determinará, cuando
menos. lo.) El Fallecimiento del causante o su muerte presunta, 2o.) Los bienes
relictos, 3º.) Las deudas que graban la herencia; 4º.) Los nombres de los herederos;
5º.) El pago del impuesto hereditario y 6º.) La partición de la herencia.
Dentro de los procesos sucesorios se comprenden dos categorías que dan lugar a
diferentes normas, según que haya o no Testamento. En el primer caso, se habla del
proceso sucesorio testamentario; y en el segundo, de proceso sucesorio abintestato
(o simplemente intestado). Pero, como el Estado tiene un derecho eventual a los
bienes del causante, que únicamente se extingue con el reconocimiento de herederos
testamentarios, una vez comprobada la validez y legitimidad del Testamento, o bien
con la declaratoria de herederos en el caso de que no haya Testamento, se hace
necesario también que el Código regule la forma de proceder en el caso de la llamada
herencia vacante.

De manera que en el Código Procesal guatemalteco se regula como procesos


especiales voluntarios los relativos a la sucesión testamentaria e intestada. No se les
califica, cómo hacía el Código anterior, de juicios extraordinarios. También es
oportuno que mencionemos que nuestro Código vigente permite la tramitación
extrajudicial de ambas clases de mortuales, lo cual debe hacerse ante notario.

De la Plaza refiriéndose a los testamentos y abintestatos en el Derecho español, dice


que estudiando los procedimientos con ellos relacionados, "no ofrecen las
características de los juicios propios de la jurisdicción contenciosa; porque, como no
tardaremos en señalar, cuánto implique contienda en torno a las cuestiones
verdaderamente fundamentales que en ellos se debaten, ha de decirse en un juicio
ordinario concomitante o ulterior, para que, lo que en él se resuelva, se refleje en la
ordenación, distribución y división del haber relicto, medio o no testamento". En el
derecho de guatemalteco se presenta la misma situación y existen normas específicas
que remiten el juicio ordinario, para que a través de este proceso de cognición se
ventilan las impugnaciones que se hagan, tanto en las testamentarias como en los
intestados (artículos 465 y 480 del Código Procesal).
Es importante mencionar las referencias que expone De la Plaza sobre el carácter de
juicios atribuido a los procedimientos que se relacionan con los mortuales. Dice: "Esta
tema, que modernice modernamente ha pretendido ofrecernos los tratadistas patrios
con nuestras vestiduras, constituyó motivo de preocupación para los exigentes de la
Ley de 1855, cuyas normas reprodujo en gran parte la de 1881; y así pudo decir
Gómez de Laserna que " sólo en un sentido lato podía darse el nombre de juicios a
los procedimientos que seguían para que tuviesen cumplimiento las leyes que
establecen el orden de suceder de la persona que falleció sin testar, o del que expresó
en la última voluntad el destino que quería dar a su caudal"; a lo que añadió, para
expresar más rotundamente su personal apreciación, "que el juicio, en rigor, sólo existe
cuando se discute el derecho de los que tienen que percibir algo de la herencia, o hay
que poner en claro la legitimidad de sus créditos; en cuyo caso, hay que recurrir al
juicio ordinario, que viene a ser un incidente del abintestato o de la testamentaria". Más
adelante expone De la Plaza, siempre comentando el Derecho de español: " Creemos,
no obstante, y aun así, el proceso sucesorio debe integrar el número de los especiales,
puesto que tienen características propias que la diferencian de los demás,
engendradas precisamente en la necesidad de acomodarse a la relación de derecho
material que está en juego, sin que para ello se óbice su defectuosa regulación en la
L.E.C.; y asentimos plenamente, aún dentro del régimen actual a la juiciosa
aseveración de Caravantes, para el cual el vínculo que ligaba al juicio ordinario con el
testamentario o abintestato determinaba que ambos pudieran estimare partes de un
todo único que otorgaba al primero Rango más alto que el de una mera cuestión
incidental, de mayor o menor trascendencia en el proceso sucesorio.
II. CARÁCTERES

A) Universalidad
El proceso sucesorio es de los llamados universales, calificativo que deriva de la
división de los procesos en singulares y universales. Afecta la totalidad del patrimonio
del causante que se transmite a título de herencia. Alsina expone: “El juicio sucesorio
tiene, además del carácter de universal; porque, a diferencia de los procesos
singulares en que deciden relaciones concretas, el juez tiene competencia para
resolver todas las cuestiones que se susciten entre los herederos o entre éstos y
terceros que se vinculen a la vocación hereditaria y a los bienes dejados por el
causante”.

De la plaza también señala como nota característica de esta clase de procesos, la de


la universalidad, tomando en cuenta el objeto del proceso que es una universalidad de
cosas, un patrimonio aparte del complejo de cuestiones que se presenta. El mismo
autor aprovecha la oportunidad para indicar que este carácter de universalidad es lo
que justifica que se agrupen los juicios de testamentaria y abintestato y los de concurso
y quiebra. Pero, agrega, “aunque esta consideración sea exacta, como lo es la que en
todos esos procesos se dan, conjunta y armónicamente enlazadas, las tres formas de
la tutela jurídica (la preventiva, la de cognición y la de ejecución) la verdad es, como
ya se observó agudamente Beceña, que los procesos sucesorios están trazados con
una finalidad de sustitución, al paso que los concursales, latu sensu, cumplen una
misión de apartamiento del titular, para llegar rápida y eficazmente a una liquidación".
Ello justifica que se dé un tratamiento procesal diferente ambos tipos de procesos. A
lo sucesorios como procesos especiales con singulares características; y a los
concursos y a la quiebra como verdaderos procesos de ejecución colectiva, cómo lo
hace nuestro Código.
B) Estado de indivisión
Esta es otra de las características que señala de la plaza, ya que los procesos
sucesorios, ante todo, dice, "se trata de poner término a un estado de indivisión,
presupuesta la disconformidad de las partes a que pueden afectar, que nace de una
situación de comunidad (de incidental se califica la comunidad hereditaria). De ahí
que, en todos los sistemas procesales, sin exceptuar el nuestro, el proceso sucesorio
se constituye de modo que permite el libre juego de las voluntades de los condominios
y su posible acuerdo, que sólo en caso de discordia insoluble, sustituya la voluntad del
órgano jurisdiccional”.

En el Código Civil guatemalteco existe la norma de que la proindivisión de bienes se


regirá por las reglas de la comunidad, si los interesados no hubieren acordado las
normas de administrarla y regirla (art. 1101). En el proceso sucesorio, como más
adelante veremos, se incluyen las normas pertinentes para la administración de la
herencia.

Aparte de lo anterior, también según el Código Civil, a ningún coheredero puede


obligarte a permanecer pro indiviso en los bienes hereditarios ni aún por orden expresa
el testador (art. 1087).

C) Fuero de atracción
El fuero de atracción es el principal efecto del carácter universal de los procesos
sucesorios. Dos son sus características con respecto a los llamados juicios
universales. La primera de ellas, qué pertenece al orden público, lo que quiere decir
que es imperativo y que no puede dejarse sin efecto por la voluntad de las partes. La
segunda, que opera mientras no se haga la partición de la herencia, lo que es lógico,
porque a partir de ella, cada heredero tiene adjudicada su respectiva porción
hereditaria, y en consecuencia cualquier demanda que se promueva deberá hacerse
contra cada heredero, según las reglas generales de la competencia.
Alsina al referirse a la cesación del futuro de atracción dice: "Este termina por la división
judicial de la herencia, siempre que no subsista ninguna clase de bienes en estado de
indivisión, no bastando la inscripción del Testamento o de la declaratoria de herederos,
pues la partición debe estar consumada por la inscripción de las hijuelas en el Registro
de la Propiedad. Terminada, también, cuando todos los bienes han sido reducidos a
dinero y éste distribuido entre los herederos. También fórmula Alsina está importante
observación: "la partición no es atributiva sino declarativa de herederos, juzgándose
que los bienes que han correspondido a cada heredero los tienes exclusiva e
inmediatamente del difunto y no de sus coherederos”.

En otras legislaciones se regula casuísticamente cuáles son los juicios acumulables


en virtud del llamado fuero de atracción. Así ocurre en la legislación española (art.
1003 de la L.E.C.), en la Argentina (art. 3284 del C. Civ.) y en la mexicana (art. 778
del Cód. de Proc. Civiles para el Distrito Federal y Territorios)

En el Código Procesal guatemalteco encontramos las disposiciones generales del art.


21, parte final, que dispone que ante el mismo juez deben ejercitarse todos los
derechos que De cualquier manera hayan de deducirse contra los bienes del mortual,
mientras no esté firme la partición hereditaria. En otros sistemas no se usa esta
expresión contra los bienes del mortual, y se opta mejor por hacer la división entre
juicios pendientes en primera instancia contra el causante, juicios que se promuevan
por Los Herederos entre sí y juicios promovidos por extraños contra los herederos.

El mismo art. 21 del Código Procesal vigente indica que el Juez es competente para
conocer de los procesos sucesorios. Conforme a dicho artículo la competencia en tales
procesos corresponde a los jueces de Primera Instancia del último domicilio del
causante; A falta de domicilio, al Juez de Primera Instancia del lugar en que exista la
mayor parte de los bienes inmuebles que formen la herencia; y a falta de domicilio y
de bienes inmuebles, al Juez de Primera Instancia del lugar en donde el causante
hubiere fallecido.
Ahora bien, en cuanto al fuero de atracción, aparte de la fórmula general ya dicha,
existen otras limitaciones que impone el concepto de acumulación y que producen
efectos especiales. Estos efectos están señalados en el art.451 del código procesal,
qué indica, en su primer párrafo, que el Juez competente para conocer de los procesos
sucesorios lo es también para conocer de todas las cuestiones que puedan surgir con
ocasión de la muerte del causante, así como para entender en todas las reclamaciones
que se pudieran promover respecto al patrimonio relicto.

Esta Norma ha dado lugar a dificultad en la práctica porque no excluye expresamente


a las demandas que se hayan promovido o se promuevan por los acreedores
hipotecarios y prendarios, que si estaban excluidos en el código anterior (arts. 120 y
565 del código derogado), por lo que algunos jueces tienen opinión de que deben
acumularse los procesos sucesorios. Así algún tribunal se ha inhibido de conocer en
ejecución hipotecaria en la vía de apremio, planteada por institución bancaria con base
en los artículos 4, 110 y 111 de la Ley de Bancos, Decreto 315 del Congreso. Los dos
primeros artículos dan especialidad a las normas bancarias y el art. 111 dispone que
será Juez competente para conocer de las acciones ejecutivas que entablen los
bancos en el lugar en que se halla instalada las oficinas principales del ejecutante, el
del lugar donde estén ubicados los bienes gravados, o en dónde se contrajo o deba
cumplirse la obligación, a elección del banco. No obstante, estas normas, la inhibitoria
del tribunal se ha fundado en el fuero de atracción de los procesos sucesorios.

En realidad, el Código vigente no los excluyó, como se dijo, en forma expresa, aunque
en una interpretación sistemática de todas sus disposiciones, tiene que concluirse en
que debe aplicarse el mismo principio que opera en los concursos y la quiebra, que
también participan del carácter de ser universales y en los cuales se exceptúan del
fuero de atracción las reclamaciones que se funden en créditos hipotecarios y
prendarios (art. 393). De todas maneras, este punto debe dejarse Claro en una forma
al código vigente.
En el derecho argentino se presenta una situación similar a la nuestra. Así lo dice
Alsina al referirse a las ejecuciones hipotecarias: " Aunque con pronunciamiento en
contrario, la jurisprudencia se inclina en el sentido de que la sucesión no ejerce fuero
de atracción en las ejecuciones hipotecarias, porque no están incluidas en el artículo
3284, inc. 4o. Del Código Civil; por consiguiente, deben tramitar ante el juez de lugar
convenido para el pago, y, en su defecto, ante el del lugar de la ubicación del inmueble,
salvo que deban iniciarse ante la misma jurisdicción del juez que entiende en la
sucesión.

En la L.E.C. Española, como regla general (art. 166) tampoco se permite la


acumulación a los juicios universales cuando sólo se persiguen los bienes
hipotecados, salvo lo dispuesto en la Ley Hipotecaria. También en la L.E.C. Española
en el art. 1003 inc. 3o. Encontramos la norma que dice que se declara en acumulables
a los juicios sucesorios "los pleitos incoados contra el mismo (el finado) por acción real,
que se hayan en primera instancia, cuando no se sigan en el juzgado del lugar en que
esté sita la cosa inmueble o donde se hubiera hallado el inmueble sobre que se litigue".
Esta disposición fue copiada literalmente por el art. 778, fracción lll del Código de
Procesamientos Civiles para el Distrito Federal y territorios de México.

En situaciones especiales de las citas de jurisprudencia, Alsina menciona la siguiente:


"Del carácter Real del interdicto de obra nueva resulta la competencia del juez del lugar
en que está situado al inmueble y no actúa el fuero de atracción".

Fuera de los casos en que se produce el fuero de atracción por afectar de una u otra
manera a los bienes de la sucesión, también hay algunas cuestiones conexas que los
autores y la jurisprudencia han dicho deben ser tramitadas por el juez que conozca de
la respectiva mortual. Alsina dice: "En el mismo juicio por razones de conexidad deben
tramitarse diversas cuestiones a él vinculadas, cómo son: la determinación de la
calidad de bien propio o ganancial; la rectificación de las actas del registro civil, Aunque
hayan sido labradas en otra jurisdicción; la acción de nulidad de la declaratoria de
Herederos; la reparación de errores cometidos en el juicio sucesorio; las
observaciones del Registro de la Propiedad con motivo de la inscripción de la
declaratoria de Herederos; la rectificación de escrituras públicas de dominio, aunque
hayan sido extendida se inscritas en otra jurisdicción; etc.

Volviendo al art. 451 de nuestro código procesal tenemos que indicar otros importantes
efectos del fuero de atracción. Según el párrafo segundo el mencionado art. 451 en
los juicios pendientes al abrirse la sucesión se suspenderán los términos por el tiempo
necesario para que los autos pasen al juez competente y la sucesión se haya
legalmente representada. Esta disposición es lógica por cuánto que mientras la
sucesión no este legalmente representada, está en suspenso la relación procesal.
Ahora bien, una vez llenados estos requisitos ¿Cómo se tramitan los procesos
acumulados? Sabemos que los efectos normales de la acumulación llevan a que los
procesos acumulados se siguen en un solo proceso y se decidan por una misma
sentencia, y cuando se acumulan los procesos, se suspende el curso del que estuviera
más próximo a su terminación, Hasta que el otro se halla en el mismo estado,
poniéndose razón en autos. Estos efectos no pueden producirse en esa forma con
respecto a los procesos sucesorios. Por eso dice el párrafo tercero del art. 544 del
código procesal que dicha regla no es aplicable a las acumulaciones que se hagan los
procesos atractivos, a cuya tramitación se acomodarán los que se acumulen a ellos,
que se seguirán en cuerda separada.

De esa manera queda claro que en nuestro sistema, el art. 21, Última parte, del código
procesal, impone la unidad en el conocimiento judicial de los procesos que afecten o
puedan tener incidencia en la sucesión, pero no exige que tales procesos acumulados
siguen los trámites del juicio sucesorio, sino simplemente que se adecue al
desenvolvimiento de este. Así por ejemplo si se entabla un juicio ordinario de nulidad
del testamento que se ha presentado para erradicar la sucesión, Es natural que, en
este caso, el trámite del juicio ordinario sea completamente diferente al del juicio
sucesorio. Precisamente por eso, el párrafo final del artículo 451 del código procesal
dice que, sin perjuicio de los trámites del juicio sucesorio, los juicios pendientes y los
que se promuevan por o contra la mortual, se tramitarán en el legajo separado.

Por esa razón legal, es criticable la práctica que algunas veces se ha seguido y qué
consiste en que cuando se concede la apelación de una resolución dictada en el
proceso sucesorio, y por ello se suspende la jurisdicción del Juez, a limpiarse las
actuaciones del proceso sucesorio del tribunal de segundo grado, se remiten también
todos los procesos. Esto perjudica a las partes y cuando así se procede se olvida lo
dispuesto en el párrafo final del art. 451, que claramente Establece que los juicios
acumulados se tramitarán en legajo separado, sin perjuicio de los trámites del proceso
sucesorio. Al no observarse esta regla, los juicios acumulados se verán continuamente
interrumpidos, por las apelaciones interpuestas en el proceso sucesorio siendo que la
sucesión ya se encuentra legalmente representada.

D) La posición de las partes


En este otro aspecto que destaca De la Plaza como punto muy relevante. Dice este
autor: " ofrece también una particularidad digna de mérito la que se relaciona con la
posición de las partes en el proceso sucesorio, Qué es también consecuencia de la
peculiar naturaleza de este; Porque si en el ordinario la dualidad( real potencial)
constituye supuesto de la litis y acusa desde su principio a su fin una situación inicial
de oposición que se mantiene en todo momento, sin mengua, es claro, el injerto de
otras figuras concurrentes ( las que se engendran en el litisconsorcio, en la
intervención o en la tercería) en el proceso sucesorio, la situación fundamental de
contraposición no se dibuja en el momento de iniciarse, ni siempre se mantiene del
mismo modo; Por lo cual se ha dicho con exactitud que la Asunción de la cualidad del
demandante en el proceso sucesorio es puramente formal, porque, en realidad, las
partes a qué afecta pueden adquirir y perder, por consecuencia de su ulterior
desarrollo, la cualidad de actores o demandados.
Aunque como lo señala de la plaza es muy especial la consideración de la oposición
a las partes en el proceso sucesorio, sin embargo, siempre existe la posibilidad de que
surja un interés controvertido, Qué puede ligar al mismo estado, en este tiene un
interés específico en el caso de que la herencia sea declarada vacante. Nuestro código
procesal al referirse a la intervención del ministerio público en los procesos sucesorios
usa la expresión " parte". En efecto, en el art. 457 dispone que el Ministerio Público
será considerado parte en los procesos sucesorios, hasta que haya declaración de
Herederos. Y agrega que además el Ministerio Público representará a Los Herederos
ausentes mientras no se presenten no acrediten su representante Legítimo, a los
menores o incapaces que no tengan representante y el Estado y a la Universidades
en caso de herencia vacante.

E) Etapas definidas
También es de la plaza quien señala que en el proceso sucesorio se observan pasos
determinados y con procedencia lógica, para llegar al resultado final de la partición del
haber hereditario. Lo expresa en estos términos: " finalmente, el proceso sucesorio
debe tener una especial configuración, puesto que, como hemos dicho, persigue, en
último término, el designio de dividir, para adjudicarlo, el as hereditario. La división
judicial debe seguir, pues, pari passu, las etapas del camino que se recorre para llevar
a cabo la extrajudicial en sus fases de inventario y avalúo, liquidación, y división y
adjudicación de la ver partible. Por esta razón en su libro, De la Plaza critica el sistema
adoptado por los códigos que remiten la discusión de los obstáculos que se presentan
en las actuaciones del proceso sucesorio, a un proceso separado, donde únicamente
pueden ser resueltas. Debiera arbitrarse, en su concepto, un tipo de proceso sucesorio
en el que quedarán, resueltas todas las cuestiones.
III. QUIÉNES PUEDEN PROMOVER EL PROCESO SUCESORIO

Recordemos que de conformidad con nuestro código procesal el proceso sucesorio


puede tramitarse en dos formas: 1o.) Extrajudicialmente, ante Notario, siempre que
todos los herederos estén de acuerdo; y 2o.) Judicialmente, radicando lo ante juez
competente (art. 453).

Los sujetos legitimados para promover el proceso sucesorio, en una u otra forma, son
aquellos que por cualquier motivo tienen interés en herencia y están mencionados en
el párrafo primero del art. 455 del Código Procesal. Podemos separarlos de la siguiente
manera:

1o.) El cónyuge supérstite, los herederos, los legatarios, los acreedores y


cualesquiera otros que tengan interés en la herencia;

2o.) El Ministerio Público.


Destacamos la importancia que tiene la intervención del Ministerio Público, no sólo
para radicar el proceso sucesorio, sino por lo que antes dijimos sobre que se le
considera parte en todo proceso de esta naturaleza Mientras no haya declaración de
Herederos.

Además, tiene intervención especial en el caso de que se denuncia una herencia


vacante.

3o.) El albacea y ejecutor testamentario


La figura del albacea se da en los casos en que se trate de proceso testamentario,
puesto que es la persona a quien el testador encarga el cumplimiento de su voluntad
y tiene todas las facultades que expresamente le haya conferido el testador, y no sean
contrarias a las leyes (art. 1041 Cód. Civ.).

Puede haber albacea judicial o sea del nombramiento del Juez, pero sólo en los casos
de renuncia, remoción o falta del que estaba nombrado en el testamento, cuando así
lo pidieron los herederos instituidos (art. 1043 Cód. Civ.).
Algunas normas del código civil deben tenerse presente en este momento. Para ser
albacea se necesita haber cumplido dieciocho años de edad, poder legalmente
administrar bienes, no será incapaz de adquirirlos a título de herencia, y no estar en
actual servicio de funciones judiciales o del Ministerio Público, aunque se haya con
licencia temporal, salvo los casos en que se trate de la sucesión es de sus parientes
(art. 1048). El albacea es meramente personal y no puede transmitirse ni sustituirse
por el que lo ejerce. Pasan, sin embargo, Herederos, las responsabilidades civiles en
que hubiese incurrido por su administración (art. 1055).

Es importante también que ayudamos al plazo del albaceazgo, por la variación


fundamental que en este aspecto aceptó el actual Código Civil, a sugerencia de la
comisión que revisó el proyecto respectivo. En efecto en el código civil anterior el plazo
del albaceazgo concluía fatalmente pasado un año de la muerte del testador, aunque
no estuvieran cumplidas las disposiciones de este y no podían prorrogarse ni por el
testador ni por el Juez (art. 971 y 972). Esto ocasionaba innumerables problemas en
la práctica actualmente los artículos 1058, 1059 y 1060 del Código Civil regulan de
diferente manera esa situación. Conforme al artículo 1058 el albacea, a quien el
testador no haya fijado plazo, deberá cumplir su encargo dentro de un año contado de
su aceptación, o desde que terminan los litigios que se promovieran sobre la validez o
nulidad del Testamento o de alguna de sus disposiciones. Según el artículo 1059 si el
testador quisiera ampliar el plazo legal, deberá señalar expresamente el de la prórroga.
Si no lo hubiese señalado se entenderá prorrogado el plazo por un año. Sí transcurrida
esta prórroga no se hubiese todavía cumplido la voluntad del testador, podrá el juez
conceder otra por el tiempo que fuere necesario atendidas las circunstancias del caso.
El artículo 1060 concede otras facultades a los herederos y legatarios, ya que éstos
pueden, de común acuerdo, prorrogará el plazo del albaceazgo por el tiempo que crea
necesario; pero si el acuerdo fue ser sólo para mayoría, la prórroga no podrá exceder
de un año.
El aspecto importante en que también cambió la regulación del actual Código Civil, en
relación al derogado, es en lo atinente a la representación de la sucesión. De
conformidad con el código anterior (art. 966) los albaceas no eran personeros de la
sucesión Para demandar ni para responder en juicio, sino en los asuntos que
especialmente se subieran confiado el testador. Según el Código en vigor (art. 1055),
mientras el albacea no sea removido ni haya declaratoria de herederos, tiene la
representación de la sucesión Para demandar y responder en juicio, salvo prohibición
del testador.

No es en este libro donde debe explicarse toda la institución del albaceazgo, pero
deben consultarse las disposiciones del Código Civil que regulan esta materia (arts.
1041 a 1066), en donde se estipulan todas las facultades y atribuciones, garantía que
pueden exigirse, forma de cumplir la voluntad del testador, poderes que se pueden
otorgar, rendición de cuentas, honorarios a qué se tiene derecho, remoción, etc.

Aparte de los sujetos legitimados para promover el proceso sucesorio como en todo
proceso, encontramos también la actuación que pueden tener otros auxiliares del
órgano jurisdiccional como son los interventores, Notario inventariante, peritos
valuadores, etc.

IV. RADIACIÓN Y DISPOSICIONES GENERALES

A) Documentos que deben presentarse


El requisito esencial para poder radicar una sucesión cualquiera que sea su naturaleza
es desde luego, la comprobación del fallecimiento del causante. Por esa razón el
Código Procesal en su art. 455, párrafo segundo, dispone que con el memorial de
radicación que se acompaña el certificado de defunción la certificación de la
declaratoria de muerte presunta, los documentos justificativos del parentesco y el
testamento, si los hubiere.
B) Informe del Registro
Como los interesados en promover un proceso sucesorio pueden ignorar la existencia
de un testamento de una donación por causa de muerte, el párrafo final del art. 455
del código procesal ordena que salvo que los interesados lo presentaré, el Juez o el
notario pedirá informe al registro respectivo sobre si existen o no testamentos o
donaciones por causa de muerte otorgados por el fallecido. Actualmente esos registros
son el Registro General de la Propiedad con sede en Guatemala y el segundo Registro
de la Propiedad con sede en la ciudad de Quetzaltenango.

El informe que se mencionan en el párrafo anterior es obligatorio porque en el Registro


de la Propiedad, conforme al Código Civil (art. 1193), debe hacerse inscripción
especial de los testamentos y donaciones por causa de muerte que se otorguen.
Naturalmente esas inscripciones se llevan a cabo con los datos indispensables para la
individualización del acto, sin dar a conocer la voluntad del causante. Es importante
conocer los datos que se requieren para estas inscripciones especiales. Dice el art.
1193 que en ellas se hará constar: 1) En el libro de testamentos abiertos y donaciones
por causa de muerte: el nombre del testador o donante con todas las identificaciones
que aparecen en el testamento o donación; el lugar, fecha y hora; el folio o folios que
correspondan al protocolo; el número y registro del papel sellado en que estuviere
extendido el original; y la constancia de haber firmado el testador o donante, o el
nombre de la persona que firmo a su ruego; 2o.) En el libro de testamentos cerrados:
copia íntegra del acta que protege el testamento; 3o.) En el libro de testamentos
especiales: los mismos datos que contiene el inciso 1o. de este artículo, en lo que
aplicable; y 4o.) La ampliación, revocación, nulidad o insubsistencia de testamentos o
donaciones.

Por su parte el Código de Notariado (Decreto 314 del Congreso), en su art. 45 dispone
que el Notario que autorice un testamento está obligado a comunicar al Registrador de
la propiedad Inmueble, por escrito, en papel sellado del menor valor, dentro de los
quince días siguientes a la fecha en que se autorizó el testamento, los datos que
menciona el art. 1193 del Código Civil (1143 del Código Civil derogado), bajo pena de
veinticinco quetzales de multa, sin perjuicio de las demás responsabilidades penales
y civiles. Esta multa será impuesta por el Juez de Primera Instancia, bajo cuya
jurisdicción se hallare el Registro y se aplicara a los fondos judiciales.

C) Edictos
Conforme al art. 456 del Código Procesal, en la misma resolución en que se radique
el proceso, se ordenara la publicación de edictos, citando a los que tengan intereses
en la mortuoria, debiendo publicarse por tres veces, dentro del término de quince días,
en el Diario Oficial y deberán contener los nombres del solicitante y del causante, el
tipo y forma de proceso que se radica, así como el lugar, día y hora para la celebración
de la junta de herederos, ante el Juez competente o el Notario, según los casos.
Dispone además este artículo que el término de las publicaciones no interrumpe el
curso de las demás diligencias que deban efectuarse.

D) Cambio de Procedimiento
Como el proceso sucesorio puede tramitarse ya sea judicial o extrajudicialmente (ante
Notario), el Código permite que en cualquier momento, el proceso extrajudicialmente
pueda transformarse en judicial, siempre que cualquiera de los herederos solicite que
el expediente respectivo se remita al Juez que corresponda.

Igualmente, si media acuerdo de todos los herederos, en cualquier tiempo, el


expediente judicial puede radicarse ante Notario, para seguir el tramite extrajudicial
(art. 454).

E) Responsabilidad
Para los profesionales que intervienen en la tramitación de un proceso sucesorio y a
efecto de evitarle irregularidades en su conducta procesal, el código prescribe una
responsabilidad específica. Dice el art. 452 que el abogado, notario, procurador,
contador, o perito que en la tramitación judicial o extrajudicial del proceso sucesorio
actuaren en forma de prejuicio al erario público, serán responsables por el perjuicio
sufrido, siempre que el hecho no constituya delito, en cuyo caso, además, se
someterán los antecedentes a Juez del orden penal, sin perjuicio de las medidas
disciplinarias que puedan adoptar los colegios profesionales respectivos.

F) Procesos sucesorios en concurso.


Dispone el código procesal en el Art. 459 que tanto las testamentarias como los
intestados pueden ser concursados en los casos en lo que pueden serlo los
particulares, quedando sujetos a la disposición de la materia que se refieren a estos
procesos de ejecución colectiva.

V. SUCESION RADICADA EN EL EXTRANJERO.

B) Normas del Derecho Guatemalteco.


Aunque en esta obra nos corresponde tratar solos los efectos procesales de una
sucesión radicada en el extranjero y no los principios de Derecho Internacional
Privado, sin embargo, aunque sea someramente, es obligado a que nos refiramos a
ello. Como lo han señalado nuestros tratadistas, el problema fundamental es
determinar qué ley rige las sucesiones por causas de muerte. Indican los autores
guatemaltecos, los siguiente: “Los sistemas que pretenden resolver la cuestión son
dos: uno el de la TERRITORIALIDAD, según el cual cada bien se rige por la ley de su
situación; algunos lo aplican únicamente a los inmuebles, pues estimando los muebles
situados en el domicilio de poseedor, rigen los por la ley personal. El otro, el de la
UNIDAD, que considera el asunto como perteneciente al estatuto personal y los
sometes a la ley de la nacionalidad por el domicilio del DE CUJUS; partidarios de los
dos últimos subsistemas mencionados acuden a los argumentos habituales para
fundamentar su preferencia”: opinan también que considerándose que la sucesión
constituye una continuación de la personalidad del fallecido, es la ley personal de este
la que debe la que debe aplicarse, sea cual fuere la situación de los bienes. En
Guatemala se acepta como ley personal la del domicilio y por lo tanto es dicha ley la
que debe regir la herencia. Recuérdese que de conformidad con lo establecido en el
art. 13 de la Ley del Organismo Judicial, Decreto 1762 del Congreso, el estado y la
capacidad de las personas se rigen por las leyes de su domicilio. Debe luego, esa ley
personal del fallecido “se aplicara en país extranjero, siempre que no venga a lesionar
una regla de su orden público territorial, tal como lo entiende su legislación y la
jurisprudencia de sus tribunales.

Existen limitaciones, naturalmente, de las cuales las principales son las normas de
orden público territorial vigentes en cada país. El art. 23 de la LOJ dice claramente que
las leyes, los documentos, las sentencias de países extranjeros, así como las
disposiciones o convenciones particulares, no tendrán efecto si menoscaban la
soberanía nacional, la Constitución de la Republica o el orden público.

Encontramos estas limitaciones, especialmente en relación con la capacidad para


suceder a título de herencia o de legado; y también en el derecho que puedan tener
algunas personas para oponerse a lo decidido en materia sucesoria en el extranjero,
cuando se trate de bienes situados en la República de Guatemala. En cuanto a la
capacidad que una persona tiene para transmitir sus bienes por herencia, hay que
distinguir si se trata de sucesión testamentaria o intestada. Nuestro Código Civil
dispone que la sucesión por causa de muerte se realiza por la voluntad de la persona
manifestada en testamento y, a falta de este, por disposición de la ley. La primera se
llama testamentaria y la segunda, intestada, comprendiendo en uno y otro caso, todos
los bienes, derechos y obligaciones que no se extinguen por la muerte (art. 917).

Para la sucesión testamentaria dice el Código Civil que toda persona capaz civilmente
puede disponer de sus bienes por medio de testamento a favor de cualquiera que no
tenga incapacidad o prohibición legal para heredar; y que el testador puede
encomendar a un tercero la distribución de herencias o legados que dejare para
persona u objeto determinados (art 8º. Y 934 ref. Por art. 71 Dto. Ley 218). La libertad
de testar solo tiene por límite el derecho de algunas personas de ser alimentadas (Art.
936). Las incapacidades para testar están señaladas en la ley y son las siguientes: 1)
El que se halle bajo interdicción, 2) el sordomudo y el que hubiere perdido el uso de la
palabra, y 3) El que sin estar bajo interdicción no gozare de sus facultades intelectuales
y volitivas, por cualquier causa, en el momento de testar (art. 945).

En el caso de la sucesión intestada, como esta deriva propiamente de la ley, la


capacidad general de transmitir por herencia está determinada por la circunstancia
misma de ser persona (arts. 1 y 3 del Cód. Civ.).

Ahora bien, en el Código Civil existe disposición específica que establece que ley rige
la capacidad para suceder. Según el art. 923 del Código Civil “La capacidad para
suceder se rige por la ley del domicilio que tenga el heredero o legatario al tiempo de
la muerte del autor de la sucesión, cuando se trate de bienes situados fuera de la
Republica”. Este artículo ha merecido el comentario de nuestros tratadistas. En el
Código Civil derogaban existían la misma disposición (Art. 823) por lo que se le aplican
las mismas consideraciones. La primera parte del artículo no es más que la expresión
concordante de lo que dispone el Art. 13 de la LOJ, al que antes nos hemos referido;
por lo que ofrece duda es la interpretación de la última parte del Art. 923 del Código
Civil, que dice; “que tratándose de bienes situados aquí, la capacidad no es regida por
la ley de domicilio de los herederos o legatarios, si no por otra diferente”. Dicen
nuestros tratadistas: “Nos preguntamos: ¿esa capacidad será la que determine la ley
nacional del interesado o la que determine la ley guatemalteca? Indudablemente que
no es la ley nacional del interesado, puesto que nada se gana por sustituirla a la ley
del domicilio, y en cambio algo se pierde por sustituir el criterio general de nuestra
legislación, favorable al sistema domiciliar, por el nacional. La ley guatemalteca
tampoco puede regir en general la capacidad de los herederos o legatarios, pues con
ese sistema caeríamos en un absurdo territorialismo, incompatible también con la
personalidad de las leyes sobre estado incapacidad”.
La explicación que nos ofrecen quienes han estudiado esta materia es bastante lógica.
En general “la capacidad el heredero se rige por la ley del domicilio que tenga a la
muerte del causante, el heredero o legatario”, pero “existen incapacidades especiales,
territoriales, para heredar bienes situados dentro de Guatemala”. Así vemos que en
nuestro Código Civil se establecen incapacidades específicas para suceder como
heredero o legatario por causa de indignidad (Art.924) y tan bien incapacidades para
suceder por testamento (Art. 926).

En consecuencia, la ley personal, ósea para nosotros la del domicilio del causante o
la del heredero o legatario, sufre importante restricciones cuando se tratan de bienes
que estén situados en la República de Guatemala y ello porque el Art. 17 de la LOJ
dispone que los bienes, sea cual fuera su naturaleza, situados en Guatemala, están
sujetos a las leyes guatemaltecas, aunque los dueños sean extranjeros.

Teniendo presente lo anterior consideremos qué ocurre cuando una sucesión se radica
en el extranjero y existen bienes en Guatemala. Esta materia está regulada en forma
bastante simple en el Código Procesal. A ella se refiere el art. 458, en estos términos:
“Para que surtan efecto los procesos sucesorios radicados en el extranjero, sobre
bienes situados en Guatemala, el Tribunal competente de esta república, a solicitud
de parte interesada, mandará publicar edictos convocando a quienes, según las leyes
de Guatemala, pudiera perjudicar la adjudicación, transmisión o actos realizados en el
lugar donde se tramitó la sucesión. Las publicaciones se harán por tres veces con
intervalos de cinco días entre cada una, por lo menos, en dos periódicos, siendo uno
de ellos el Diario Oficial. Hechas las publicaciones, cubiertos en esta república los
impuestos correspondientes y llenados los demás requisitos que la ley establece, se
mandará hacer las inscripciones respectivas y dar posesión de los bienes a quienes
corresponda. Si hubiere oposición, se tramitará en juicio ordinario”. Similar norma
contenía el art. 19 de la Ley de Extranjería, Decreto 1781 del Congreso (sustituida por
la nueva Ley de Migración y Extranjería, Decreto-Ley No. 22-86), con alguna variante
en cuanto al término de las publicaciones, aun cuando en este aspecto debía estarse
a lo que dispone el art. 458 del Código Procesal que antes se ha transcrito.
Como se ve, el procedimiento establecido en el art. 458 del Código Procesal, que debe
seguirse par que surtan efecto los procesos sucesorios radicados en el extranjero,
sobre bienes situados en Guatemala, no tiene mayores complicaciones. Esas
complicaciones pueden surgir si se presenta alguna persona oponiéndose, por estimar
que los actos de adjudicación transmisión o bien los realizados en el lugar donde se
tramitó la sucesión, la perjudican en alguna forma con base en las leyes
guatemaltecas. En estos casos la contienda tiene que ventilarse en Guatemala, en
juicio ordinario.

Nuestros autores de Derecho Internacional Privado, que hemos citado en este


apartado, no expresan un parecer satisfactorio con esta posible oposición, incluida en
el vigente Código Procesal, en el anterior y en la derogada Ley de Extranjería.
Argumentan: “Este derecho de oposición, fundado en las prescripciones de la ley
guatemalteca respecto a orden de suceder, cuantía de los derechos sucesorios y
validez intrínseca de las disposiciones de última voluntad, menoscaba el principio de
la unidad.” Y en seguida agregan: “Tal limitación al principio de la unidad es
censurable: es bien cierto que cada Estado, atendiendo a los intereses que importan
a la prosperidad general, determina libremente los medios de constitución, transmisión,
extinción o modificación de derechos sobre los bienes; pero lo es también que cuando
la ley territorial interviene, lo debe hacer en virtud de razones de orden público, no para
proteger intereses puramente privados”.

Si no hubiere oposición por persona que se creyera afectada con base en las leyes de
Guatemala, es requisito indispensable el pago de los impuestos correspondientes,
previamente a que se hagan las inscripciones en los registros que proceda y a que se
de posesión de los bienes. Estos impuestos y la forma de liquidarlos están regulados
en la Ley sobre el Impuesto de Herencias, Legados y Donaciones, Decreto 431 del
Congreso, de fecha uno de octubre de 1947. En el art. 7 de esta ley se establecen las
cuotas del impuesto, según el grado de parentesco y las que corresponden a los
extraños a la sucesión, según la cuantía de la porción de cada heredero, legatario o
donatario. Es importante tener presente que conforme al art. 2 de este Decreto, el pago
de iguales o distintos impuestos en el extranjero, sobre bienes ubicados en la
República, no exime a los interesados del pago de los impuestos creados por dicha
ley.

C) Código de Derecho Internacional Privado


Los países que suscribieron y ratificaron el Código de Derecho Internacional Privado
conocido como “Código Bustamante” como lo hizo Guatemala que aprobó la respectiva
Convención Decreto Legislativo No. 1575, observan normas especiales incluidas en
dicho Código para las sucesiones. Estas disposiciones contenidas en los arts. 144 a
163 más algunas específicas en materia procedimental.

En lo que pueda tener relación con lo que hemos expuesto anteriormente, debe
tenerse presente que, según el Código citado, las sucesiones intestadas y las
testamentarias, incluso en cuanto al orden de suceder, a la cuantía de los derechos
sucesorios y a la validez intrínseca de las disposiciones, se regirán, salvo los casos de
excepción que el mismo Código establece, por la ley personal del causante, sea cual
fuese la naturaleza de los bienes y el lugar en que se encuentren (art. 144).

La capacidad para disponer por testamento se regula por la ley personal del testador
(art. 146) y la capacidad para suceder por testamento o sin él se regula por la ley
personal de heredero o legatario. Estima el Código como de orden público
internacional las incapacidades para suceder que los Estados contratantes consideren
como tales (art. 153).

En lo que respecta a la competencia para conocer en los juicios de testamentaría o ab


intestato, dispone el Código que es Juez competente el del lugar en que tuvo el finado
su último domicilio (art. 327).
VI. SUCESION TESTAMENTARIA

A) Generalidades
Ya aludimos antes al art. 917 del Código Civil que reconoce la sucesión testamentaria
y la intestada. Ahora tenemos que recordar algunos principios que son fundamentales
en nuestro Derecho sucesorio. Todos ellos los encontramos en el Código Civil. Así, es
principio fundamental el de que los derechos a la sucesión de una persona se
transmiten desde el momento de su muerte y que la sucesión puede ser a título
universal y a título particular (art. 918). La asignación a título universal se llama
herencia y la asignación a título particular se denomina legado. En el primer caso, se
sucede al causante en todos sus bienes y obligaciones transmisibles, a excepción de
los legados. En el segundo, o sea cuando el título es particular, se sucede al causante
en uno o más bienes determinados. La sucesión también puede ser en parte
testamentada y en parte intestada (art. 919).

Nuestro Código Civil permite que toda la herencia se distribuya en legados, pero en
este caso los legatarios son considerados como herederos (art. 921).

Es muy importante la innovación que introdujo el Código Civil vigente en relación con
lo que regulaba el anterior sobre el llamado beneficio de inventario. En la actualidad,
conforme a lo dispuesto en el art. 920 del Código Civil, el heredero sólo responde de
las deudas y cargas de la herencia hasta donde alcancen los bienes de ésta; y el
legatario sólo responde de las cargas que expresamente le imponga el testador. Dice
el autor del Proyecto de Código Civil: “El beneficio de inventario se vuelve la regla
general, en vez de ser la excepción como lo consignaba el Código derogado. Los casos
de la no aceptación de la herencia se reducen con este precepto. Se formarán dos
patrimonios separados: el del causante y el propio del causahabiente. No se confunden
en daño del heredero, pues las deudas de la herencia se pagarán solo con los bienes
de la misma, y algo más, el heredero conserva cualquier acción que tenga contra el
caudal del causante”.
Dijimos también con anterioridad que toda persona que sea civilmente capaz, puede
disponer de sus bienes por medio de testamento a favor de cualquiera persona que no
tenga incapacidad o prohibición legal para heredar (art. 934). Nuestro Código Civil
considera que el testamento es un acto puramente personal y de carácter revocable,
por el cual una persona dispone del todo o de parte de sus bienes, para después de
su muerte (art. 935) y esta libertad de testar, como antes señalamos, no tiene más
límite que el derecho que puedan tener algunas personas a ser alimentadas (art. 936).
Hay otras limitaciones como la que prohíbe el contrato de sucesión recíproca entre
cónyuges o cualesquiera otras personas, o la que establece la nulidad del testamento
que se otorgue en virtud de contrato (art. 937). Se prohíbe también que dos o más
personas otorguen testamento en un mismo acto (art. 938) y se dispone que las
cédulas o papeles a que se refiere el testador en el testamento, no podrán considerarse
como parte de este, aunque el testador lo ordene (art. 939).

La omisión de la institución de heredero en un testamento no anula las disposiciones


que contiene y los bienes, derechos y acciones de que no dispuso el testador que
omitió la institución de heredero, pasan a sus herederos legales (art. 947). Si la
disposición testamentaria se redacta a favor de parientes del testador, en forma
general e indeterminada, se entiende hecha únicamente a favor de los herederos
llamados a la sucesión (art. 942).

Recuérdese que también puede donarse algún bien por causa de muerte, y en este
caso, dispone el código civil que las donaciones hechas en esa forma se rigen por las
mismas disposiciones de los testamentos sobre legados (art. 943).

Nuestra legislación divide a los testamentos según su forma y reconoce dos clases:
los comunes y los especiales. Los primeros, son testamento abierto y el cerrado. Los
especiales son aquellos que se otorgan en las situaciones y en las condiciones
puntualizadas en el código civil, como sucede en los casos de testamentos otorgados
en campaña, el marítimo, el que se otorgue en lugar incomunicado y el testamento del
preso (arts. 954, 965, 967, 971, 972 y 973).
Para todos estos casos de sucesión testamentaria, existe un procedimiento especial
que nos corresponde desarrollar en este capítulo. En el caso del testamento común
abierto, prescribe la ley que debe otorgarse en escritura pública, como requisito
esencial, para su validez (art. 955) conciertas regulaciones especiales para el caso del
testamento del ciego (art. 957) y para el testamento del sordo (art. 958), aparte de las
establecidas en el código de Notariado, Decreto 314 del Congreso (arts. 42 a 45). En
el testamento cerrado deben observarse las solemnidades pertinentes prescritas para
el testamento abierto y otras específicas que puntualiza el art. 959 del Código Civil,
más las limitaciones consignadas en los artículos 960 y 961 del mismo Código, que
prohíben que otorgue testamento cerrado el ciego y el que no sepa leer y escribir (art.
960), pero se autoriza el de aquella persona que no puede hablar, pero sí escribir, con
la exigencia de que tanto el testamento como el acta de la plica deberán ser escritos y
firmados de puño y letra del testador (art. 961).

B) Trámite Judicial del Proceso Sucesorio testamentario

1) Radicación
Ocurrido el fallecimiento de una persona o declarada su muerte presunta, para que
haya proceso testamentario se requieren las siguientes condiciones: a) un testamento
válido, que debe ser de los que admite nuestro Código Civil; y b) que el testamento
haya sido otorgado en lo que respecta a sus formas, de conformidad con la legislación
guatemalteca.

Estos son los requisitos fundamentales. En doctrina se ha exigido también la existencia


de la institución de ´por lo menos un heredero. En Guatemala, según indicamos antes,
se puede distribuir toda la herencia en legados, pero los legatarios se consideran
herederos (art. 921 C. Civ.). También señalamos que la omisión de la institución de la
institución de heredero no anula las disposiciones que contiene y los bienes, derechos
y accidentes de que no dispuso el testador, pasan a sus herederos legales (art. 947 C.
Civ.).
El Código Procesal establece que corresponde acudir al proceso sucesorio
testamentario cuando media testamento valido, abierto o cerrado, otorgando de
acuerdo con las formalidades establecidas por la ley (art. 460). En consecuencia, a
través de este proceso, el Juez tendrá que analizar y validez del testamento y la
observancia de los requisitos que establece nuestro sistema legal para otorgar
testamento, como condición previa al reconocimiento de los herederos y legatarios
instituidos en ese acto de última voluntad.

Dispone también el Código Procesal que la persona que tenga en su poder un


testamento, tiene el deber de presentarlo al Juez competente, tan pronto como
conozca la muerte del testador. Si lo hiciere así, a solicitud de cualquier heredero, del
cónyuge supérstite o del presunto albacea, puede el Juez apercibir al tenedor de un
testamento de persona fallecida, la entrega del documento. En caso de renuencia, el
Juez ordenara el secuestro de dicho documento (art. 461, párrafos 1o. Y 2o.).
Presentado el testamento por las personas legitimadas para hacerlo (art. 466 Cód.
Proc.), o como dice el art. 462, siendo parte legítima el que pida la apertura del
proceso, el Juez lo tendrá por radicado y convocará a los interesados a un junta,
citándolos por edictos en la forma prevista en el art. 456 y señalando día y hora para
la junta de herederos.

En esta misma resolución, como antes puntualizamos, el Juez pedirá informe al


Registro General de la Propiedad y al Segundo Registro de la Propiedad, y al Segundo
registro de la Propiedad, sobre si existen o no testamentos o donaciones por causa de
muerte otorgados por el causante. Desde luego estos informes no se pedirán si los
propios interesados los presentan (art. 455, párr. último).

En la práctica se presentaba el problema de que no se sabía con ce3rteza si se había


radicado algún otro proceso sucesorio con anterioridad, ya fuera en forma judicial o
extrajudicial. A eso obedeció que el Congreso de la República emitiera el Decreto No.
73-75, de fecha 15 de octubre de 1975, mediante el cual creó el Registro de Procesos
Sucesorios, a cargo de la Secretaría de la Corte Suprema de Justicia. 32 Dice este
Decreto en su parte considerativa: “Que se hace necesario el funcionamiento de un
registro que facilite la comprobación de la existencia de uno o más procesos
sucesorios de una mismas persona, con lo cual se evitará la pluralidad de los mismo
y los perjuicios que cualquiera duplicidad pudiera causar, además del servicio de
información a os interesados”.

Conforme al art. 2o. del Decreto 73-75 del Congreso, los Jueces de Primera Instancia
o los Notarios, en su caso, deberán dar aviso dentro de los ocho días hábiles siguiente
a la radicación del proceso sucesorio, el encargado del Registro de Procesos
Sucesorios, de los que tramiten. El aviso deberá contener por lo menos los siguiente
requisitos: a) Fecha de radicación y nombre del solicitante; b) Nombres y apellidos del
causante; c) Nombres y apellidos de los padres del causante, d) Nombres de los
presuntos herederos o legatarios; e) Si el proceso sucesorio es testamentario,
intestado o de donación por causa de muerte; y f) Firma del Juez y sello del Tribunal
o Nombres y apellidos, número de colegiatura, firma, sello y dirección del Notario.

Además, establece este Decreto las obligaciones que tiene el Encardo del Registro
(arts. 3, 4 y 5 ) y las sanciones en que incurre por la omisión o la tardanza en dar los
informes a que se refiere la ley /arts. 6 y 7), También el Decreto citado en su art. 8
impuso a la Corte Suprema de Justicia la obligación de emitir el respectivo
Reglamento. Este fue emitido mediante el acuerdo No. 59-76 y lleva fecha 31 de mayo
de 1976.

2) Junta de herederos
Así se le acostumbre llamar, en la práctica, a la reunión a que convoca el Juez por
edictos, conforme a lo dispuesto en los arts. 456 y 462 del Código Procesal. En
realidad, el Juez convoca a todos los que se consideran con derecho en la sucesión y
por eso se trata apropiadamente de una junta de interesados. Normalmente, quienes
acuden a esta junta son los herederos y legatarios, y el albacea, en caso de haberlo.
El Código Procesal dispone que en dicha unta se dará lectura al testamento, los
herederos y legatarios expresarán su aceptación y se dará a conocer quién es el
albacea y en caso de no haberlo y ser necesario, se procederá a su nombramiento de
acuerdo con los dispuesto en el Código Civil. El heredero que no concurra a la junta
podrá presentarse por escrito, exponiendo lo que convenga a su derecho.

Como puede observarse, el Código elimina la dificultad que antes se presentaba en la


práctica, pues se discutía si para prosecución del proceso sucesorio era indispensable
la asistencia de todos los herederos. El párrafo final del art. 462 no exige que el
heredero que no concurra se presente obligatoriamente por escrito. Simplemente le da
la facultad de hacerlo según lo que convenga a su derecho. En realidad, no hay razón
para que el proceso sucesorio se detenga si no asiste la totalidad de los herederos.
Para éstos el principal objeto de la junta es la aceptación de la herencia y conocer
también la existencia de otros interesados en la mortual. Pero, de todas maneras, en
el Código Civil se regula todo lo relativo a la aceptación y renuncia de la herencia (arts.
1026 a 1040), la que puede ser no sólo expresa sino tácita (arts. 1026, 1027 y 1028),
y si bien es cierto que el mismo término que rige para aceptarla la herencia funciona
para la renuncia, ésta, de producirse, debe ser expresa y manifestarse por escrito ante
el Juez o por medio de escritura pública (art. 1034 C. Civ.). Por ello, si algún heredero
deja de asistir a la junta de herederos no por eso pierde su calidad de heredero. El
proceso debe continuar sus trámites. Cosa diferente ocurre cuando el proceso se
tramita ante Notario. Aquí es necesaria la presencia de todos los herederos y legatarios
y solo pueden dejar de asistir con causa justificada, en cuyo evento si se lleva a cabo
la junta (art. 491) penúltimo párrafo).

Los acreedores del causante o de los herederos pueden concurrir a la junta. En el


primer caso, la razón es obvia puesto que tendrán intereses en que sus créditos se
incluyan en los inventarios que se fraccionaran. En el segundo, por lo dispuesto en los
artículos 1036 y 1039 del Código Civil. Conforme a estas disposiciones, el acreedor
del heredero o legatario que renuncia a la herencia o al legado, puede reclamar la
parte que cubra su crédito (art. 1036); y en el caso de que el heredero renunciara a la
herencia en perjuicio de los acreedores, pueden estos, siempre que sus créditos fueren
anteriores a la renuncia, pedir al Juez que los autorice para aceptar en nombre de
aquel. En este caso, la aceptación solo aprovechara a los acreedores hasta el monto
de sus créditos, correspondiendo el exceso, si lo hubiere, a los herederos que sean
llamados por la ley (art. 1039).

Por estos motivos es que también el Código Civil dispone que cuando alguno tuviere
interés en que el heredero declare si la apertura de esta, que el Juez fije un plazo, que
no excederá de treinta días, para que dentro del haga su declaración, bajo
apercibimiento de que si no lo hace se tendrá la herencia por aceptada (art. 1039).
Esta disposición la completa el artículo 1040 del Código Civil, porque da derecho a los
que deban entrar a la posesión de la herencia por la renuncia del heredero, a que se
opongan a que la acepten los acreedores, siempre que les paguen a estos los créditos
a que tuvieren derecho contra el que renuncio.

3) Reconocimiento de herederos y legatarios


Establece nuestro Código Procesal, en el art. 464, que si el testamento no es
impugnado ni se objeta la capacidad de los interesados, el Juez, dentro de los tres
días que sigan a la junta de herederos, si necesidad de gestión alguna reconocerá
como herederos y legatarios a los que estén nombrado en el testamento (párrafo
primero).

Para llegar a este reconocimiento el Juez tendrá que estudiar el aspecto de la validez
del testamento y si fue otorgado con las formalidades requeridas por la ley
guatemalteca, si el testamento se otorgó en nuestro país.

El segundo párrafo del art. 464 mencionado dispone que si el testamento contuviere
alguna condición nula o imposible de cumplir, así como disposiciones contrarias a la
ley y al a moral, el Juez hará la correspondiente declaratoria en el mismo auto. Esta
declaración a la que se refiere esta parte del artículo 464, está relacionada con los
principios vigentes en nuestro sistema atinentes a los negociaos jurídicos
condicionales. Sabemos que conforma a lo regulado en el art. 1271 del Código Civil,
se puede estipular cualesquiera condiciones que no sean contrarias a las leyes y a la
moral. Ahora bien, si las condiciones fueren imposibles, contrarias a las leyes o a las
buenas costumbres, según el mismo art. 1271 del Código Civil, no vician el contrato y
se tienen por no puestas. En consecuencia, en el caso de darse este supuesto, la
declaración correspondiente del órgano jurisdiccional debe ser en el sentido de que el
testamento es válido y de que se tienen por no puestas tales condiciones; y luego,
hacer el reconocimiento de los herederos y legatarios instituidos en el testamento.

Se han presentado algunos casos curiosos en nuestra jurisprudencia, como el


discutido en la sentencia de la Corte Suprema de Justicia, de fecha 4 de mayo de 1965,
en la que se declaró que es válido un testamento otorgado ante Notario que ha sido
suspendido definitivamente en el ejercicio de su profesión, si el acto se otorgó cuando
ostentaba públicamente esa calidad, por no haber llenado las autoridades
competentes los requisitos necesarios para poner en conocimiento de terceros esa
suspensión. Tampoco invalida el testamento la circunstancia de que la testadora haya
comparecido en ese acto de última voluntad con su nombre y apellidos correctos
legalmente, aun cuando haya usado diferente nombre y apellidos, si se prueba que
corresponden a la misma persona.

En la práctica anterior, el Juez declaraba la legitimidad del testamento con base en lo


dispuesto en el art. 578 del Código derogado, por lo que algunos sostenían,
erróneamente por cierto, que el Juez solo podía pronunciarse sobre los aspectos
formales del testamento. Ahora se ha aclarado este punto y se habla de validez del
testamento y también de los aspectos formales (ver art. 460 Cód. Proc.) En realidad,
en ambas situaciones, el Juez debe analizar la validez del testamento.
4) Impugnación del testamento
Conforme al art. 465 del Código Procesal, si se impugnare la validez del testamento o
la capacidad de algún heredero legatario, la controversia se sustanciara en juicio
ordinario, sin que por ello se suspendan las medidas de seguridad, el inventario y el
avalúo de los bienes. En sentencia de 18 de marzo de 1966,38 la Corte Suprema de
declaró que no es suficiente para probar la falta de capacidad mental y volitiva, que se
acompañen certificados médicos, sino que se precisa del dictamen de expertos.

En relación con el fuero de atracción que antes tratamos, el art. 466 del Código
Procesal se refiere a los procesos conexos y establece que también es aplicable el art.
465 citado, en cuanto a las demandas que se deduzcan con respecto a los viene y las
que se entablen en nombre de la testamentaria. Unas y otras se seguirán en el juicio
correspondiente a su naturaleza; y lo que en virtud de las segundas aumentare el
caudal, se agregara al inventario, con expresión del origen y demás circunstancias de
los bienes nuevamente adquiridos.

Debe tenerse presente que la frase que utiliza el art. 465 del Código Procesal que dice
“sin que por ello se suspendan las medidas de seguridad, el inventario y el avaluó de
los bienes”, no implica que necesariamente tengan que suspenderse los tramites del
proceso sucesorio. Naturalmente que si se impugna la validez del testamento, debe
esperarse la resolución final en el juicio ordinario que se promueva. Pero si se impugna
la calidad de algún heredero o de algún legatario, la impugnación no tiene por qué
afectar al proceso sucesorio en cuanto a los que no tienen impedimento o prohibición
legal para heredar. Los procesos así entablados se tramitan en legajo separado y no
se producen los efectos ordinarios de la acumulación de procesos. Simplemente se
acomodan a la tramitación de los procesos sucesorios, y así tiene que ser, puesto que
son diferentes los procedimientos a que están sujetos ambos tipos de procesos. Ya
decía Manresa que en la legislación española, los efectos de la acumulación a los
juicios de abintestato y testamentaria habían provocado dificultades en la práctica.
Este autor, aludiendo también a la circunstancia de que si la sucesión tiene su
representación legal, es lógico que los juicios que se promueven contra ella, se sigan
en legajo separado dice: “Es, pues, incuestionable que pueden seguirse pleitos contra
el abintestato o la testamentaria, y que han de sustanciarse en pieza separada por los
trámites correspondientes a la naturaleza de la acción que en ellos se ejercite, sin
sujetarse, porque no es posible, a la tramitación del juicio universal. En tales casos, el
efecto que produce la acumulación es el de atribuir competencia exclusiva al juez que
conoce del juicio universal para conocer de esos otros juicios, ya sean ejecutivos, ya
ordinarios.

VII TESTAMENTO CERRADO


A) Generalidades
Ya vimos antes que nuestro Código Civil reconoce dos clases de testamentos en
cuanto a la forma, que son los comunes y los especiales. Dentro de los primeros se
encuentra el testamento abierto, que debe otorgarse en escritura pública como
requisito esencial para su validez (arts. 954 y 955), y se comprende también al
testamento cerrado.

Al testamento cerrado se refieren otras disposiciones del Código Civil (arts. 959 a 964).
En el art. 959 se establece que en el testamento cerrado se observaran las
solemnidades pertinentes prescritas para el testamento abierto y otras que puntualiza
dicho artículo. El articulo menciona las “solemnidades pertinentes”, porque
obviamente no podrán observarse todas, como es el caso de que se otorgue en
escritura pública, porque este es un requisito esencial de validez solamente para el
testamento abierto. Igual disposición contenía el Código Civil anterior (art. 854).

Según el art. 959 del Código Civil, además de las solemnidades que sean pertinentes
aplicables al testamento abierto, deben cumplirse las siguientes: 1º.) El papel que
contenga el testamento se pondrá dentro de una cubierta cerrada, de suerte que no
pueda extraerse aquel sin romper ésta; 2º.) En presencia del Notario y los testigos, y
los interpretes en su caso, manifestara el testador que el pliego que presenta contiene
su testamento y si está escrito y firmado por el o escrito por mano ajena y si, por no
poder firmar, lo ha hecho a su ruego otra persona, cuyo nombre expresará; 3º.) Sobre
la cubierta del testamento extenderá el Notario el acta de su otorgamiento, dará fe de
haberse observado las formalidades legales; y 4º.) Extendida y leída el acta, la firmaran
el testador, los testigos, los interpretes si los hubiere y la autorizara el Notario con su
sello y firma.

Surgen algunas dudas que es preciso considerar. En primer lugar la que se relaciona
con las “solemnidades pertinentes prescritas para el testamento abierto”, o sea la de
determinar cuáles son esas formalidades. En el Código Civil anterior sí se indicaban
cuáles eran porque el art. 854 remitía al 849 que puntualizaba cuales correspondía
para el testamento abierto y sólo excluía las de los incisos 8º. Y 9º. Sin embargo,
siempre quedaba el vacío porque el art. 849 fue derogado expresamente por el Código
de Notariado. La segunda duda se contrae a establecer si es el Notario el que debe
redactar el testamento que será introducido en la cubierta cerrada; e igualmente si
debe ser el mismo Notario que redacta sobre la cubierta el acta de su otorgamiento.
Esas dudas no las aclaran las disposiciones del Código Civil. Parece ser que no es
forzoso que deba ser el mismo Notario ni tampoco que necesariamente sea el Notario
el que lo redacte, puesto que no se trata de una escritura pública. Al contrario, otra
cosa se desprende de varios incisos del art. 959 del Código Civil. En efecto, el inciso
1º. De dicho artículo dice “el papel” que contenga el testamento se pondrá dentro de
una cubierta cerrada. En el inciso 2º. Se indica que es el testador el “que presenta” el
pliego que contiene su testamento y el que manifiesta “si está escrito y firmado por él
o escrito por mano ajena y si, por no poder firmar, lo ha hecho a su ruego otra persona,
cuyo nombre expresará”. Es el inciso 3º. El que especifica la función pública del
Notario porque es él el que especifica la función pública del Notario porque es él el que
debe extender “sobre la cubierta del testamento” el acta de su otorgamiento, dando fe
de que se observaron las formalidades legales, la que una vez leída, firman el testador,
los testigos, los intérpretes si los hubiere y la autorizará con su sello y firma. Agrega
este inciso que si el testador no puede firmar, pondrá su impresión digital, y un testigo
más designado por él mismo, firmará a su ruego.
El autor el proyecto del Código Civil dijo que este aspecto: “Que el testamento se
simplifica haciendo más sencilla la redacción del acta sobre la cubierta que lo contiene,
el testamento puede entregarlo cerrado ya el testador y el notario dará fe de que el
pliego encerrado en la plica es su testamento”

Debemos reconocer que el testamento cerrado es poco usado en Guatemala. Al


menos con nuestra práctica notarial podemos afirmar que los guatemaltecos prefieren
otorgar testamento abierto. O sea que confían sus disposiciones de última voluntad al
Notario, quien redacta el testamento de acuerdo con los deseos de la persona que lo
requiere y lo instrumenta en escritura pública. Ahora bien, no podemos dejar de
mencionar un aspecto que profesionalmente nos produce cierta inquietud. Según el
Código de Notariado Decreto 314 del Congreso, den la capital el Director del Archivo
General de Protocolos, y en los departamentos los jueces de Primera Instancia, tienen
a su cargo la revisión anual de los protocolos (arts. 84 y 89). Para ese efecto el Notario
entrega su protocolo, en el cual también figuran los testamentos abiertos que se han
otorgado. Esto implica la posibilidad de que las disposiciones de última voluntad de
los testadores sean conocidas por tercera persona. En consecuencia, de nada sirve
que el testimonio especial, que por obligación debe remitir el Notario al Director del
Archivo General de Protocolos, o a los jueces de Primera Instancia, según el caso, se
envíe en plica (art. 37 del Código de Notariado, reformado por los Decretos 29-75 y
42-75 del congreso), porque a la hora de la revisión de los protocolos, cabe la
posibilidad de que se lean los testamentos por terceras personas. Este es un aspecto
que tendrá que contemplarse en futuras reformas a nuestra legislación en materia
notarial.

Pues bien, quien no desee exponerse a esos riesgos puede acudir al otorgamiento de
testamento cerrado. Pero, desafortunadamente, el Código Civil y el Código de
Notariado, tiene alagunas que provocan algunas dudas como las que hemos señalado.
Por ello, nos parece conveniente que acudamos a la historia fidedigna de nuestra
institución, que es un método de interpretación legal que permite nuestro sistema
jurídico (art. 11 inc. 2º. De la Ley del Organismo Judicial).
En el Código Civil de 1877 se reconocía el testamento cerrado y en el artículo 768 se
decía que el que declara su última voluntad en un escrito que cierra, sella y entrega
para que en su cubierta se pongan las seguridades que el Código requiere, hace
testamento cerrado. Luego, en el artículo 777 establecía las solemnidades para esa
clase de testamento, pero no hacia ninguna remisión a los requisitos del testamento
abierto, que es la circunstancia que ahora provoca duda. Sin embargo, no había
ninguna duda sobre la naturaleza de este tipo de testamento. Podemos citar la
autoridad del civilista Fernando Cruz, quien al respecto nos dice: “El testamento puede
ser solemne y menos solemne o privilegiado; y puede ser cerrado y abierto o
nuncupativo, pero siempre escrito. Solemne es aquel en que se guardan todas la
solemnidades que el derecho requiere comúnmente; y menos solemne o privilegiado,
aquel en que se omiten algunas de esas solemnidades ordinaria, por consideración a
circunstancias particulares que la ley determina expresamente. Luego, en la parte que
estamos tratando manifiesta: “Testamento cerrado, que también se llama místico o
secreto, es aquel en que el Notario o persona que lo autoriza y los testigos, no tienen,
o por lo menos, no es preciso que tengan, conocimiento de las disposiciones al Notario
o persona autorizada, y a los testigos que deben presenciarlo. Así pues, el que declara
ante ellos en la forma legal, su disposición respecto de sus bienes, hace testamento
abierto; y el que declara su última voluntad, en un escrito que cierra, sella y entrega,
haciendo constar en su cubierta, con las formalidades legales, que ese escrito contiene
sus disposiciones finales, hace testamento cerrado”. Conforme a las disposiciones
legales del Código de 1877 se requerían ciertas exigencias un poco rigurosas, como
por ejemplo la intervención de siete testigos. Esto tiene su explicación histórica. En
efecto en la Exposición de Motivos del Código de 1877 la comisión manifiesta: “La Ley
3ª. De Toro dice: “en el testamento cerrado que en latín dice, in scriptis, mandamos
que intervengan a los menos siete testigos con un Escribano: los cuales hayan de
firmar encima de la escritura del dicho testamento, ellos y el testador si supieren, o
pudieren firmar, y si no supieren, y el testador no pudiese firmar, que los unos firmen
por los otros, de manera que sean ocho firmas y el signo del Escribano”. Los términos
de esta disposición encierran duda sobre el modo de proceder en aquel acto solemne.
Nada dice la ley acerca de si los testigos deben ser vecinos del lugar, ni menos indica
cuantos testigos es preciso que sepan firmar. La Comisión Redactora indica que para
llenar esos vacíos se redactó adecuadamente el art. 777 del Código Civil de 1877.

En el Código anterior al vigente, o sea en el Decreto Legislativo 1932, como ya lo


dijimos, el art. 854 dispuso que en el otorgamiento del testamento cerrado se
observaran las solemnidades prescritas para el testamento abierto, con algunas
excepciones, que exige la propia naturaleza del testamento cerrado.

En el Código en vigor, o sea en el Decreto-Ley 106, se usó la misma referencia


equívoca en el art. 959, cuando dice este precepto que “en el testamento cerrado se
observarán las solemnidades pertinentes para el testamento abierto”. Ya hicimos
algunos comentarios a este respecto, pero creemos que por la historia fidedigna de la
institución queda claro que el testador puede libremente disponer de sus bienes, en la
forma que lo desee y la intervención del Notario, a través de su función pública, da la
seguridad de que la plica efectivamente contiene el testamento de quien lo ha hecho.
En consecuencia, “el acta de otorgamiento” a que se refiere el inciso 3º. del art. 959
del Código Civil en vigor, es la que debe llenar los requisitos exigidos para el
testamento abierto, en lo que sea pertinente. Esta acta de otorgamiento la extiende el
Notario sobre la cubierta que encierra el testamento. Así la voluntad del testador queda
ignorada hasta que a plica es abierta, una vez llenado los requisitos legales a que
luego nos referiremos. No ocultamos nuestro deseo porque en el futuro se elimine esta
dificultad interpretativa y porque en el Código Civil, en vez de hacer esa referencia
equívoca, se diga con toda claridad cuáles son los requisitos que debe llenar el acta
que el Notario extiende sobre la cubierta que contiene el testamento otorgado en esa
forma.
Ya mencionamos antes que no pueden hacer testamento cerrado el ciego y los que no
sepan leer y escribir (art. 960) y que los que no puedan hablar, pero sí escribir, podrán
otorgar testamento cerrado, pero tanto el testamento como el acta de la plica deberán
ser escritos y firmados de puño y letra del testador (art. 961).

Conforme al Código Civil una vez que el testamento cerrado sea autorizado en la forma
antes dicha, el Notario lo entregará al testador, después de transcribir en el protocolo,
con el número y en el lugar que le corresponde, el acta de otorgamiento. Dicho
instrumento será firmando también por todos los que hayan intervenido en el acto (art.
962).

El Código Civil permite que le testador conserve en su poder el testamento cerrado o


viene encomendar su guarda a la persona de su confianza, o depositarlo en poder del
Notario. Cualquiera de estas circunstancias se hará constar en el acta (art. 963).

Finalmente, dispone el Código Civil que el Notario o la persona que tenga en su poder
el testamento cerrado, deberá presentarlo al Juez competente luego que sepa el
fallecimiento del testador y, a más tardar dentro de diez días, bajo pena de responder
de los daños y perjuicios (art. 964).

B) Procedimiento judicial
Por las características especiales en que se otorga el testamento cerrado, deben
observarse también ciertas seguridades entes de que se proceda con los trámites del
proceso sucesorio testamentario. En realidad, se trata de diligencias preliminares que
tienden a verificar la autenticidad del testamento cerrado y luego a que sea
debidamente protocolizado. A estos trámites se les comprende bajo la denominación
de formalización y de apertura del testamento cerrado y a ellos se refiere los arts. 467
a 473 del Código Procesal.
1) Acta del examen de la cubierta
Dispone el art. 467 del Código Procesal que en el acto de entrega del testamento
cerrado y antes de cualquier otro trámite, el Juez a presencia del solicitante y del
secretario, levantará acta que exprese cómo se encuentra la cubierta y sus sellos, y
demás circunstancias relativas al estado de la plica. Esta acta la suscribe el Juez y las
demás personas que hubieren concurrido al acto. Si el testamento no se hallare en
poder de quien solicite la apertura, pedirá que lo exhiba el que lo tenga y a presencia
de éste se levantará el acta.

En consecuencia, esta diligencia se refiere sólo al examen de la plica para constatar


el estado en que se encuentra. Por eso el Juez examina la cubierta y los sellos y lo
hace en presencia de las personas que concurrieron al otorgamiento del testamento
cerrado. Por ello dice el artículo citado que tal diligencia se llevará a cabo antes de
cualquier otro trámite.

2) Apertura del testamento


El Código regula este acto como una diligencia separada de la del examen de
la cubierta y los sellos. Pero, en realidad y por economía procesal, no hay
inconveniente en hacerlo en un mismo acto, siempre que primero se compruebe el
estado en que se encuentra la plica.

El art. 468 del Código Procesal establece que para el acto de apertura del testamento
serán citados, además de los interesados, el Notario y los testigos que firmaron la
cubierta. Al Notario se le prevendrá que presente el testimonio del acta, extendida en
su Protocolo, del testamento cerrado de que se trate, lo cual como antes vimos, debe
de haberlo hecho en cumplimiento de lo preceptuado en el art. 962 del Código Civil.
También prevé el art. 468 del Código Procesal la circunstancia de que no fueren
conocidas todas las personas que intervinieron en el acto, lo cual puede suceder sobre
todo cuanto se trata de testamentos que se otorgaron hace mucho tiempo. En este
caso debe citarse al Ministerio Público.
No exige el Código la comparecencia de todas las personas que intervinieron en el
acto de otorgamiento del testamento cerrado, porque a veces ello es imposible. Por
eso el párrafo primero del art. 469 del Código Procesal indica que la diligencia de
apertura se realizará con los que concurran. Si no pueden comparecer todos los
testigos y el Notario, por muerte o por ausencia del lugar donde se sigan las diligencias,
bastará la manifestación de los que puedan estar presentes.

Si comparece el Notario y los testigos, el Juez tomará declaración bajo protesta al


Notario autorizante de la carátula del testamento y a los testigos instrumentales de la
misma, para que manifiesten si las firmas que aparecen en el documento que se les
exhibe son suyas, si tienen por auténticas las de aquéllos que hayan fallecido o estén
ausentes y si las vieron colocar todas en un mismo acto (art. 469 párr. 2º.). También
se les permitirá que examinen el pliego a fin de que expresen si lo encuentran en el
mismo estado en que se hallaba cuando firmaron la cubierta y si es el que entregó el
testador (art. 469 párr. 3º.).

Pudiera suceder que el acto de apertura del testamento cerrado no comparecieren ni


el Notario autorizante de la cubierta ni los testigos instrumentales, lo que puede ocurrir
según lo prevé el Código Procesal, por haber fallecido, por hallarse ausentes o por no
poder hacerlo. En estos casos el Juez suspende la diligencia de apertura y dispone
que se publiquen edictos en dos periódicos, uno de los cuales será el Diario Oficial,
por una sola vez. En estos edictos se indicará el día y la hora en que se procederá a
la apertura del testamento. Al llegar la fecha y hora señaladas para la diligencia, el
Juez la practicará con los interesados que hallaren presentes y podrá dictar todas las
medidas que estime necesarias para cerciorarse de la autenticidad de las firmas del
Notario y de los testigos (art. 470 Cód. Proc.).
Es hasta que se han llevado a cabo todas las diligencias que se han descrito,
que el Juez procede a abrir el testamento y a darle lectura. Luego rubrica y sella cada
una de las hojas del testamento y el secretario levanta el acta en la que se deja
constancia de todo lo realizado y de las observaciones formuladas. Esta acta deberá
ser firmada por los presentes en la diligencia (art. 471).

3) Protocolización
Las diligencias concluyen con la resolución que dicta el Juez, en la cual debe
considerar que se han llenado los requisitos prescritos por el Código y que, por ello,
se ordena protocolizar el testamento. Para ese efecto lo entrega al Notario que designe
la mayoría, o en su defecto, al que decida el propio Juez (art. 472 párr. 1º.). Este es
uno de los supuestos legales a que se refiere el inciso 1º. del art. 63 del Código de
Notariado. En consecuencia, la protocolización la hace el Notario por sí y ante sí y
debe llenar los requisitos puntualizados en el art. 64 de dicho Código. Dispone el
párrafo segundo del art. 472 del Código Procesal que el Notario podrá expedir luego
los testimonios que fueren solicitados por los interesados.

4) Radicación del proceso sucesorio


Protocolizado el testamento cerrado y expedidos los testimonios correspondientes a
los interesados, éstos podrán presentarlos al Tribunal competente, para radicar la
mortual, como si se tratara de testamento abierto y entonces el proceso sucesorio se
tramitará en la forma que antes hemos explicado (art. 473 Cód. Proc.)

En el párrafo segundo del art. 473, se prevé la hipótesis de que se hubieran formulado
objeciones a la cubierta del testamento y se indica que, en ese caso, no podrá
tramitarse en forma extrajudicial.

La observación que aquí debemos hacer es la relativa a señalar que la circunstancia


de que se hayan formulado objeciones a la cubierta del testamento no impide la
radicación del proceso sucesorio. Ya vimos antes que si tales objeciones se producen,
el secretario se limita a hacerlas constar en el acta. Naturalmente que ello no impide
que el que se crea con derecho pueda hacer valer en juicio ordinario la impugnación
del testamento, conforme al derecho que le otorga el art. 465 del Código Procesal.

VIII. TESTAMENTOS ESPECIALES


A) Generalidades
En el Código Civil se regulan distintas clases de testamentos que por otorgarse en
circunstancias muy calificadas se les llama testamentos especiales. A todos ellos se
les aplica la norma general de que sólo son válidos, si el testador muere durante la
situación que configuran los hechos que motivaron que el testamento se otorgara en
su forma, o bien, si se fallece dentro de los noventa días posteriores a la cesación de
esa situación (art. 973).

Esos testamentos especiales son los siguientes:

1) Testamento otorgado en campaña


El Código Civil le llama testamento militar y dispone en el art. 965 que los militares en
campaña, rehenes, prisioneros y demás individuos empleados en el Ejército o que
sigan a éste, podrán otorgar testamento abierto el oficial bajo cuyo mando se
encuentren. Se aplica esta misma disposición a los individuos de un ejército que se
halle en un país extranjero. En casos muy particulares se pueden otorgar ante distinta
persona, como ocurre cuando el testador estuviere enfermo o herido, en cuya situación
puede hacerlo ante el facultativo que lo asista, o ante un oficial de cualquier categoría.
También si estuviere el que va a otorgar su testamento en destacamento, podrá
hacerlo ante el que manda éste aunque sea subalterno. En todos estos casos es
necesaria la presencia de dos testigos que sepan leer y escribir; y si el testador no
pudiere firmar, lo hará por él cualquiera de los dos testigos.

El Código civil dispone el procedimiento para hacer llegar el testamento al órgano


jurisdiccional que corresponda. Establece que debe ser remitido con la brevedad que
sea posible al Cuartel General y éste lo hará llegar al Ministerio de la Defensa. Si el
testador hubiere fallecido, el titular de ese Ministerio debe remitirlo al Juez del último
domicilio del difunto y no siéndole conocido, a cualquier Juzgado de Primera Instancia
del Ramo Civil del departamento de Guatemala, para que, de oficio, cite a los
herederos y demás interesados en la sucesión (art. 966).

2) Testamento marítimo
Específicamente se refiere el Código Civil a los testamentos abiertos o cerrados de los
que vayan a bordo durante un viaje marítimo y establece de los que vayan a bordo
durante un viaje marítimo y establece las reglas para su otorgamiento. Si el buque es
de guerra deberá otorgarse ante el que ejerza sus funciones, en presencia de dos
testigos que sepan leer y escribir, y que vean y entiendan al testador. El comandante
del buque o el que haga sus veces, siempre con la asistencia de dos testigos. En
ambos casos los testigos se elegirán entre los pasajeros, si hubiere (art. 967).

Para el supuesto de que sea el contador del buque de guerra o el capitán del mercante
los que deseen otorgar su testamento, éste será autorizado por quien deba
substituirlos en el cargo, observándose las mismas formalidades prescritas para los
casos anteriores (art. 968).

Los testamentos abiertos hechos en alta mar serán custodiados por el comandante o
por el capitán y de ellos debe hacerse mención en el diario de navegación (art. 969).
Finalmente, para los testamentos marítimos prescribe el Código Civil que es nula toda
disposición a favor de cualquiera persona que ejerza autoridad a bordo, a no ser que
sea pariente del testador (art. 970).

3) Testamento en lugar incomunicado


El código Civil sólo se refiere al supuesto de que el lugar se encuentre incomunicado
por motivo de epidemia, con criterio muy limitativo porque la incomunicación puede
resultar de otras circunstancias. En ese caso contemplado por el Código Civil, quienes
se encuentren en esa situación pueden testar ante Juez local en presencia de dos
testigos que sepan leer y escribir (art. 971). No especifica el Código Civil la categoría
jerárquica que deba tener el Juez local, por lo que en este sentido la disposición debe
entenderse que es bastante amplia.

4) Testamento del preso


A esta clase de testamento se refiere el art. 972 del Código Civil. Indica esta
disposición que si el testador se halla preso, podrá en caso de necesidad, otorgar
testamento ante el jefe de la prisión, pudiendo ser testigos, a falta de otros, los
detenidos o presos, con tal que no sean inhábiles por otra causa y que sepan leer y
escribir.

Tal como lo dice el Código Civil, el preso podrá otorgar su testamento en esta forma,
“en caso de necesidad2, o sea que se prevé alguna circunstancia muy especial, porque
en situación normal nada impide que otorgue su testamento con las formalidades,
prescritas para ese acto de última voluntad. En el caso del testamento del preso,
también es nula toda disposición hecha a favor de los que tengan autoridad en la
prisión, a menos que sean parientes del testador.

5) Testamento otorgado en el extranjero


Incluimos la referencia a los testamentos otorgados en el extranjero, porque el autor
del proyecto de Código, en la Exposición de Motivos, los califica como testamentos
especiales y también el art. 954 del Código Civil. Sin embargo, precisa hacer algunas
observaciones para clarificar este punto, ya que de otra manera podrá pensarse que
en estos casos también se sigue el procedimiento de formalización previsto en el
Código Procesal. Esto será así pero dependiendo de la naturaleza del testamento
otorgado.

Conforme al art. 974 del Código Civil, los guatemaltecos podrán testar fuera del
territorio nacional, sujetándose a las normas establecidas por las leyes del país en que
se hallen. También podrán testar en alta mar, durante su navegación en un buque
extranjero, con sujeción a las leyes de la nación a que el buque permanezca.
En estos casos, si se trata de testamento abierto y no concurre ninguna de las
circunstancias especiales que antes hemos señalado, se aplica la regla locus regit
actum en cuanto a las formalidades extrínsecas, no así en cuanto a las condiciones de
capacidad o de fondo. El Código Civil dispone expresamente que no será válido en
Guatemala el testamento mancomunado que los guatemaltecos otorguen en país
extranjero, aunque lo autoricen las leyes de la nación donde se hubiere otorgado (art.
975)

Dentro de los testamentos otorgados en el extranjero habrá algunos que, si pueden


considerarse como especiales, como ocurre en el marítimo, en cuyo caso las
autoridades consulares a quienes se les presente el testamento “cumplirán sus
obligaciones sujetándose a las formalidades del lugar de su residencia” Para los
demás “el procedimiento de protocolación corresponde al juez del mismo lugar del
otorgamiento, y de conformidad con sus leyes procesales propias”.

Igualmente, si se trata de testamento cerrado, que nuestro Código Civil no considera


como especial, si no como común, nuestros autores han sostenido esta opinión: “es
Juez competente para dicho procedimiento (se refieren al de formalización) el del lugar
donde fue otorgado el Testamento. Generalmente habrá quedado en poder de una
persona residente en dicho lugar, y ella cumplirá con presentarlo a la autoridad judicial
más próxima. Este juez es el más indicado para examinar al Notario y a los testigos.
Cumplidos estos requisitos, de conformidad con la ley del Tribunal, quedara en la
calidad de documento público, pudiendo surtir sus efectos en todos los países”.

Por ultimo dispone el Código Civil que los guatemaltecos que se encuentran en país
extranjero podrán otorgar testamento, abierto o cerrado, ante el agente diplomático o
consular de esta República, residente en el lugar del otorgamiento, si fuere Notario.
B) Procedimiento Judicial
Aparte de los principios que reconoce el derecho Internacional Privado, para los
testamentos otorgados en el extranjero y que son aplicables tanto a los testamentos
comunes como a los especiales, debemos manifestar que en nuestro Código Procesal
también se exige para los testamentos especiales, la práctica de diligencias que
tiendan a comprobar la autenticidad del testamento otorgado en circunstancias
excepcionales. Una vez hecha esa comprobación, el Juez de Primera Instancia
competente ordena su protocolización al igual que lo hace en el caso del testamento
cerrado.

La norma general la recoge el artículo 474 del Código Procesal, que dispone que, para
la formalización de los testamentos especiales, se seguirán los mismos tramites
señalados para el caso del testamento cerrado, con algunas modalidades adicionales.

1) Testamentos especiales con excepción del marítimo.


Antes indicamos que nuestro Código Civil reconoce como testamentos especiales al
que se otorga en campaña, en lugar incomunicado y al testamento del preso. En todos
estos casos es obvio que no pueden seguirse todos los pasos legales que se exigen
cuando se trata de testamento cerrado, por lo que la aplicación de los tramites debe
hacerse en lo pertinente. De esa manera el Juez citará, o bien oirá, a las personas
que intervinieron en el otorgamiento del testamento. Si esto no fuere posible por las
circunstancias señaladas en el artículo 470 del Código Procesal, o sea por
fallecimiento, por ausencia o porque no pudieren hacerlo, dispondrá la publicación de
edictos, señalando odia y hora para la lectura del testamento. En esta oportunidad, el
Juez rubricara y sellara cada una de las hojas del testamento.

Ahora bien, el Código Procesal trae disposición especial para el examen de los testigos
que sean citados para oírlos. En efecto, el artículo 475 establece que los testigos que
concurran a la diligencia serán separados y deberán declarar sobre los siguientes
extremos: 1°) Lugar, hora, día, mes y año en que se otorgó el testamento. 2°) la edad
de los testigos y el lugar en donde tenían su domicilio al otorgarse el testamento. 3°)
Si vieron y oyeron distintamente al testador expresar en forma clara su voluntad. 4°)
si el testador gozaba de su capacidad mental y estaba libre de coacción. 5°) El tenor
de la disposición testamentaria, en su caso, y las personas que intervinieron en el acto.
6°) Si lo que consta en la cedula que se les pondrá de manifiesto es sustancialmente
lo que oyeron y fue dispuesto por el testador, en su caso. Y 7°) Si las firmas que
igualmente se les pondrán de manifiesto, son de puño y letra, y en caso de no saber
firmar, si encargaron a otro que lo hiciera por ellos.

2) Testamento Marítimo.
Para el caso de testamento marítimo, que también es considerado por nuestro Código
Civil como un testamento especial, se dan reglas particulares. El artículo 476 del
Código Procesal establece que las autoridades diplomáticas o consulares
guatemaltecas a quienes se presente un testamento marítimo otorgo conforme a las
prescripciones del Código Civil, cuidaran de que, sujetándose a las solemnidades
externas del lugar de la residencia, ratifiquen sus declaraciones al comandante y
testigos ante quienes se haya otorgado. Acto seguido, remitirán la cedula
testamentaria, la certificación de defunción y los actos correspondientes al Ministerio
de Relaciones Exteriores, ara que este haga llegar esa documentación al Juez
competente, a fin de que proceda a su formalización.

3) Declaratoria de formalización.
Conforme al artículo 477 del Código Procesal, si las declaraciones fueren satisfactorias
y se han llenado los requisitos legales, el juez puede declarar formal el testamento
especial y ordenar su protocolización.

Esta declaratoria de formalización quiere decir, en otras palabras, que el testamento


especial es legítimo y por consiguiente auténtico. La declaración judicial da base para
la protocolización del testamento, que la lleva acabo el Notario conforme a lo dispuesto
en el inciso 1°) del Articulo 63 y 64 del código de Notariado. El testimonio de estas
actuaciones notariales es el que se utiliza para iniciar el proceso sucesorio
testamentario por los trámites ya conocidos.
IX. Sucesión Intestada
A) Generalidades
El Código Civil regula la sucesión intestada en los artículos 1068 a 1082. Pero existen
algunas otras disposiciones que son aplicables tanto a la sucesión testamentaria como
a la intestada en el Libro III del referido Código. No nos correspondientes algunas
disposiciones. Así, recordemos que conforme al art. 1068 del Código Civil la sucesión
intestada tiene lugar: 1°) Cuando no hay testamento. 2°) (Art. 75 del Decreto-Ley No.
128) Cuando Falta la Condición puesta a la institución de heredero, o el instituido
muere antes que el testador, o es incapaz de heredar, o repudio la herencia; fuera de
los casos de sustitución, representación y acrecimiento, según lo dispuesto en el
Código Civil. 3°) Cuando en el testamento no hay heredero instituido y el testador no
ha dispuesto de todos sus bienes en legados y 4°) Cuando el testador de disponer de
alguno o algunos de sus bienes.

En los dos últimos casos mencionados, la sucesión intestada solo procede respecto
de los bienes de que no dispuso el testador (Art. 1069).

Según nuestro sistema legal, son llamados a la sucesión intestada los parientes del
difunto y a falta de estos el Estado y las Universidades de Guatemala, por partes
iguales. El pariente más próximo en grado excluye al más remoto, salvo el derecho de
representación en los casos en que deba tener lugar (Art. 1074).

En el art. 1078 del Código Civil, en lo que respecta a los parientes, se expresan que la
ley llama a la sucesión intestada, en primer lugar, a los hijos, incluyendo a los
adoptivos, y al cónyuge sobreviviente que no tenga derecho a gananciales. Todos ellos
heredan por partes iguales. Sin embargo, dispone este precepto que el cónyuge
sobreviviente cuyo derecho de gananciales sea menor que la cuota hereditaria que le
correspondería en ausencia de gananciales, tendrá derecho a que se le complete un
monto equivalente a dicha cuota, denunciándose la diferencia de la masa hereditaria.
A falta de descendencia, sucederán los ascendientes más próximos y el cónyuge, por
iguales porciones y cuando sólo hubiere una de esas partes, ésta llevará toda la
herencia (art. 1079).

A falta de los llamados a suceder. Según el artículo precedente, sucederán los


parientes colaterales hasta el cuarto grado (art. 1080 ref. por art. 76 Dto. Ley 218).

Lo anterior en cuanto al orden de suceder por los parientes. En otras disposiciones se


indica que Ley sólo considera los vínculos del parentesco, no el sexo de las personas,
ni la naturaleza, ni el origen de los bienes (art. 1080). La sucesión intestada se hereda
por derecho propio y por derecho de representación (art. 1071). Es por eso que en el
art. 1081 se aclara que lo dispuesto para el orden de sucesión intestada se entenderá
sin perjuicio de los derechos de representación y alimentos.

Ahora bien, los que suceden por derecho propio heredan por cabezas, es decir, que
cada uno toma por iguales partes la porción que la ley le asigna (art. 1072). En cambio
los que suceden por derecho de representación heredan por estirpes (arts. 1073 y
932).

Existen algunas reglas especiales para el caso del cónyuge separado o divorciado. En
cuanto al primero no tendrá parte alguna en la herencia intestada de su mujer o marido,
si por sentencia hubiere sido declarado culpable de la separación (art. 1082). En
cuanto al cónyuge divorciado, éste no tendrá parte alguna en la herencia intestada de
su excónyuge (art. 1083).

En la unión de hecho que esté legalizada, se aplican los mismos preceptos que rigen
para el matrimonio y el hombre o mujer supérstite ocupan el primer lugar, juntamente
con los hijos (art. 1084).

Finalmente, expresemos que los hijos sean o no de matrimonio, heredan a sus padres
por iguales partes. En cuanto al hijo adoptivo hereda a su padre adoptivo en igual
grado que los hijos que lo son por naturaleza, pero no hay derecho de sucesión entre
el adoptado y los parientes del adoptante (art. 1076). En cambio, el adoptado y su
familia natural conservan sus derechos de sucesión recíproca y si el adoptado
falleciere antes que el adoptante renunciare a la herencia o fuere excluido de ella, los
hijos del adoptado no tienen derecho de representación ni a ser alimentados por el
adoptante (art. 237). Si hubiere varios parientes de un mismo grado y algunos o
algunos renunciaren o no pudieren heredar, su parte acrecerá a los otros del mismo
grado, salvo el derecho de representación (art. 1077).

B) Trámite judicial del proceso sucesorio intestado

1) Radicación
La persona que desee promover un proceso sucesorio intestado, deberá justificar el
interés con que proceda por cualquier medio de prueba, Así lo establece el primer
párrafo del art. 478 del Código Procesal, disposición que también expresa que el
solicitante deberá indicar, si lo supiere, los nombres y residencias de los parientes en
línea recta y del cónyuge supérstite, o a falta de ellos, de los parientes colaterales
dentro del cuarto grado. De ser posible deberá acompañar de una vez las
certificaciones de las correspondientes partidas del Registro Civil.

Con esta petición el Juez tendrá por radicada la sucesión y mandara citar a los que
tengan interés en la mortual por edictos, tal como lo dispone el art. 456 del Código
Procesal, pero sin perjuicio de hacerlos notificar por cédula o por correo certificado
(art. 479).

Recuérdese la disposición general del art. 455 del Código Procesal para la radicación
del proceso sucesorio, que antes comentamos- Aunque se trate de proceso sucesorio
intestado, el Juez deberá pedir informe a los registros respectivos, salvo que los
interesados lo presenten, sobres si existen o no testamentos o donaciones por causa
de muerte otorgados por el causante.
También debe cumplir el Juez con las disposiciones del Decreto 73-75 del Congreso,
relativo al Registro de Procesos Sucesorios, al cual ya nos hemos referido con
anterioridad.

2) Junta de Herederos
Al tratar del proceso sucesorio testamentario, hicimos los comentarios pertinentes en
relación con la junta de herederos. Algunos también son aplicables a la junta que se
lleva a cabo en el proceso intestado, salvo naturalmente en lo que respecta al
testamento y disposiciones con él relacionadas.

El segundo párrafo del art. 479 del Código Procesal establece que durante la
celebración de la junta, los presuntos herederos expresarán su aceptación; y si no
hubiere acuerdo sobre la forma de administrar la herencia, podrá el Juez nombrar al
que designe la mayoría, o bien a un tercero de su propia elección.

Puede presentarse también la circunstancia de que alguno de los herederos no pueda


acudir a la junta convocada. Ello no impide la celebración de la junta y el Código
Procesal le permite que se presente por escrito, exponiendo lo que convenga a su
derecho (art. 479 párr., 2º.).

3) Declaratoria de Herencia
Si las certificaciones de las correspondientes partidas del Registro Civil y los demás
documentos se encuentran en debida forma y no han sido objetados, el Juez dicta el
auto de declaratoria de herederos conforme a lo dispuesto en el Código Civil, es decir
con base en las disposiciones relacionadas con el orden de suceder y la
representación hereditaria. Esta declaración se hace siempre sin perjuicio de tercero,
de igual o mejor derecho, lo cual quiere decir que no se afecta a quienes tengan
derecho a heredar y que por alguna razón no comparecieron a hacerlo valer en los
trámites del proceso sucesorio. En consecuencia, este auto llamado de declaratoria de
herederos, puede ser ampliado o rectificado. Sin embargo, el Código establece la
limitación de que sólo puede solicitarse la ampliación o la rectificación del auto dentro
del término de diez años a partir de la fecha de la declaratoria (art. 481). Se trata de
un plazo de caducidad que no figuraba en la legislación anterior, pero que se consideró
necesario introducir en el Código vigente, por los innumerables problemas que
ocasionaba la posibilidad de mantener indefinidamente abierta la vía para pedir dicha
ampliación o rectificación.

4) Impugnación.
Se contempla en el Código la posibilidad de que, algún interesado o el Ministerio
Público, se presente impugnando la capacidad para suceder de algún heredero o la
validez de algún documento con que se trate de justificar el parentesco. En tal evento,
la controversia se sustanciará en juicio ordinario, sin que por ello se suspendan las
medidas de seguridad, el inventario, ni el avalúo de los bienes, ni la declaratoria en
favor de herederos no afectados por la oposición (art. 480).

Potrebbero piacerti anche