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I. Concepto
A este respecto expone Alsina: "Se ha dicho que no se trata propiamente de un juicio,
porque éste supone la existencia de una controversia y ella no existe sino cuando los
interesados disienten respecto de su vocación hereditaria y de la forma de partición.
La afirmación es exacta en cuanto se asigna al concepto de juicio la acepción estricta
que le corresponde, o sea la de proceso contradictorio que requiere un
pronunciamiento judicial para la decisión de la litis. Pero ello no obsta para que se trate
de un verdadero proceso en el sentido de conjunto de normas de actuación, de
acuerdo con las nociones generales que expusimos en su oportunidad. Puede
entonces decirse que es un proceso voluntario, susceptible de convertirse en
contradictorio, pero al que continuaremos llamando juicio sucesorio al solo efecto de
no modificar la terminología usada corrientemente por la ley, la doctrina y la
jurisprudencia".2 Debe advertirse que este autor, cuando habla de proceso voluntario,
no lo hace en el sentido de que la iniciación del juicio sucesorio sea facultativa para
los interesados, porque según expresa él mismo, su obligatoriedad resulta de diversas
circunstancias, algunas de ellas previstas en los textos legales.
Alsina refiriéndose al concepto del juicio sucesorio dice que 'es el procedimiento por el
cual se determina la calidad de heredero; se establecen los bienes que forman el activo
de la herencia, se comprueban las deudas que constituyen el pasivo, y, luego de
procederse a su pago, se reparte el saldo entre los herederos de acuerdo con el
testamento, o, a falta de éste, de acuerdo con las disposiciones del Código Civil".
Los elementos señalados por Alsina al expresar el concepto del juicio sucesorio son
los que recoge nuestro Código Procesal en el artículo. 450, cuando se refiere al objeto
del proceso sucesorio, sea que se trate de proceso testamentario o abintestato. Dice
la mencionada disposición que sin perjuicio de que los interesados obtengan la
declaración judicial de otros derechos que pudieran haber emanado del fallecimiento
de su causante, o de su muerte presunta, el proceso sucesorio determinará, cuando
menos. lo.) El Fallecimiento del causante o su muerte presunta, 2o.) Los bienes
relictos, 3º.) Las deudas que graban la herencia; 4º.) Los nombres de los herederos;
5º.) El pago del impuesto hereditario y 6º.) La partición de la herencia.
Dentro de los procesos sucesorios se comprenden dos categorías que dan lugar a
diferentes normas, según que haya o no Testamento. En el primer caso, se habla del
proceso sucesorio testamentario; y en el segundo, de proceso sucesorio abintestato
(o simplemente intestado). Pero, como el Estado tiene un derecho eventual a los
bienes del causante, que únicamente se extingue con el reconocimiento de herederos
testamentarios, una vez comprobada la validez y legitimidad del Testamento, o bien
con la declaratoria de herederos en el caso de que no haya Testamento, se hace
necesario también que el Código regule la forma de proceder en el caso de la llamada
herencia vacante.
A) Universalidad
El proceso sucesorio es de los llamados universales, calificativo que deriva de la
división de los procesos en singulares y universales. Afecta la totalidad del patrimonio
del causante que se transmite a título de herencia. Alsina expone: “El juicio sucesorio
tiene, además del carácter de universal; porque, a diferencia de los procesos
singulares en que deciden relaciones concretas, el juez tiene competencia para
resolver todas las cuestiones que se susciten entre los herederos o entre éstos y
terceros que se vinculen a la vocación hereditaria y a los bienes dejados por el
causante”.
C) Fuero de atracción
El fuero de atracción es el principal efecto del carácter universal de los procesos
sucesorios. Dos son sus características con respecto a los llamados juicios
universales. La primera de ellas, qué pertenece al orden público, lo que quiere decir
que es imperativo y que no puede dejarse sin efecto por la voluntad de las partes. La
segunda, que opera mientras no se haga la partición de la herencia, lo que es lógico,
porque a partir de ella, cada heredero tiene adjudicada su respectiva porción
hereditaria, y en consecuencia cualquier demanda que se promueva deberá hacerse
contra cada heredero, según las reglas generales de la competencia.
Alsina al referirse a la cesación del futuro de atracción dice: "Este termina por la división
judicial de la herencia, siempre que no subsista ninguna clase de bienes en estado de
indivisión, no bastando la inscripción del Testamento o de la declaratoria de herederos,
pues la partición debe estar consumada por la inscripción de las hijuelas en el Registro
de la Propiedad. Terminada, también, cuando todos los bienes han sido reducidos a
dinero y éste distribuido entre los herederos. También fórmula Alsina está importante
observación: "la partición no es atributiva sino declarativa de herederos, juzgándose
que los bienes que han correspondido a cada heredero los tienes exclusiva e
inmediatamente del difunto y no de sus coherederos”.
El mismo art. 21 del Código Procesal vigente indica que el Juez es competente para
conocer de los procesos sucesorios. Conforme a dicho artículo la competencia en tales
procesos corresponde a los jueces de Primera Instancia del último domicilio del
causante; A falta de domicilio, al Juez de Primera Instancia del lugar en que exista la
mayor parte de los bienes inmuebles que formen la herencia; y a falta de domicilio y
de bienes inmuebles, al Juez de Primera Instancia del lugar en donde el causante
hubiere fallecido.
Ahora bien, en cuanto al fuero de atracción, aparte de la fórmula general ya dicha,
existen otras limitaciones que impone el concepto de acumulación y que producen
efectos especiales. Estos efectos están señalados en el art.451 del código procesal,
qué indica, en su primer párrafo, que el Juez competente para conocer de los procesos
sucesorios lo es también para conocer de todas las cuestiones que puedan surgir con
ocasión de la muerte del causante, así como para entender en todas las reclamaciones
que se pudieran promover respecto al patrimonio relicto.
En realidad, el Código vigente no los excluyó, como se dijo, en forma expresa, aunque
en una interpretación sistemática de todas sus disposiciones, tiene que concluirse en
que debe aplicarse el mismo principio que opera en los concursos y la quiebra, que
también participan del carácter de ser universales y en los cuales se exceptúan del
fuero de atracción las reclamaciones que se funden en créditos hipotecarios y
prendarios (art. 393). De todas maneras, este punto debe dejarse Claro en una forma
al código vigente.
En el derecho argentino se presenta una situación similar a la nuestra. Así lo dice
Alsina al referirse a las ejecuciones hipotecarias: " Aunque con pronunciamiento en
contrario, la jurisprudencia se inclina en el sentido de que la sucesión no ejerce fuero
de atracción en las ejecuciones hipotecarias, porque no están incluidas en el artículo
3284, inc. 4o. Del Código Civil; por consiguiente, deben tramitar ante el juez de lugar
convenido para el pago, y, en su defecto, ante el del lugar de la ubicación del inmueble,
salvo que deban iniciarse ante la misma jurisdicción del juez que entiende en la
sucesión.
Fuera de los casos en que se produce el fuero de atracción por afectar de una u otra
manera a los bienes de la sucesión, también hay algunas cuestiones conexas que los
autores y la jurisprudencia han dicho deben ser tramitadas por el juez que conozca de
la respectiva mortual. Alsina dice: "En el mismo juicio por razones de conexidad deben
tramitarse diversas cuestiones a él vinculadas, cómo son: la determinación de la
calidad de bien propio o ganancial; la rectificación de las actas del registro civil, Aunque
hayan sido labradas en otra jurisdicción; la acción de nulidad de la declaratoria de
Herederos; la reparación de errores cometidos en el juicio sucesorio; las
observaciones del Registro de la Propiedad con motivo de la inscripción de la
declaratoria de Herederos; la rectificación de escrituras públicas de dominio, aunque
hayan sido extendida se inscritas en otra jurisdicción; etc.
Volviendo al art. 451 de nuestro código procesal tenemos que indicar otros importantes
efectos del fuero de atracción. Según el párrafo segundo el mencionado art. 451 en
los juicios pendientes al abrirse la sucesión se suspenderán los términos por el tiempo
necesario para que los autos pasen al juez competente y la sucesión se haya
legalmente representada. Esta disposición es lógica por cuánto que mientras la
sucesión no este legalmente representada, está en suspenso la relación procesal.
Ahora bien, una vez llenados estos requisitos ¿Cómo se tramitan los procesos
acumulados? Sabemos que los efectos normales de la acumulación llevan a que los
procesos acumulados se siguen en un solo proceso y se decidan por una misma
sentencia, y cuando se acumulan los procesos, se suspende el curso del que estuviera
más próximo a su terminación, Hasta que el otro se halla en el mismo estado,
poniéndose razón en autos. Estos efectos no pueden producirse en esa forma con
respecto a los procesos sucesorios. Por eso dice el párrafo tercero del art. 544 del
código procesal que dicha regla no es aplicable a las acumulaciones que se hagan los
procesos atractivos, a cuya tramitación se acomodarán los que se acumulen a ellos,
que se seguirán en cuerda separada.
De esa manera queda claro que en nuestro sistema, el art. 21, Última parte, del código
procesal, impone la unidad en el conocimiento judicial de los procesos que afecten o
puedan tener incidencia en la sucesión, pero no exige que tales procesos acumulados
siguen los trámites del juicio sucesorio, sino simplemente que se adecue al
desenvolvimiento de este. Así por ejemplo si se entabla un juicio ordinario de nulidad
del testamento que se ha presentado para erradicar la sucesión, Es natural que, en
este caso, el trámite del juicio ordinario sea completamente diferente al del juicio
sucesorio. Precisamente por eso, el párrafo final del artículo 451 del código procesal
dice que, sin perjuicio de los trámites del juicio sucesorio, los juicios pendientes y los
que se promuevan por o contra la mortual, se tramitarán en el legajo separado.
Por esa razón legal, es criticable la práctica que algunas veces se ha seguido y qué
consiste en que cuando se concede la apelación de una resolución dictada en el
proceso sucesorio, y por ello se suspende la jurisdicción del Juez, a limpiarse las
actuaciones del proceso sucesorio del tribunal de segundo grado, se remiten también
todos los procesos. Esto perjudica a las partes y cuando así se procede se olvida lo
dispuesto en el párrafo final del art. 451, que claramente Establece que los juicios
acumulados se tramitarán en legajo separado, sin perjuicio de los trámites del proceso
sucesorio. Al no observarse esta regla, los juicios acumulados se verán continuamente
interrumpidos, por las apelaciones interpuestas en el proceso sucesorio siendo que la
sucesión ya se encuentra legalmente representada.
E) Etapas definidas
También es de la plaza quien señala que en el proceso sucesorio se observan pasos
determinados y con procedencia lógica, para llegar al resultado final de la partición del
haber hereditario. Lo expresa en estos términos: " finalmente, el proceso sucesorio
debe tener una especial configuración, puesto que, como hemos dicho, persigue, en
último término, el designio de dividir, para adjudicarlo, el as hereditario. La división
judicial debe seguir, pues, pari passu, las etapas del camino que se recorre para llevar
a cabo la extrajudicial en sus fases de inventario y avalúo, liquidación, y división y
adjudicación de la ver partible. Por esta razón en su libro, De la Plaza critica el sistema
adoptado por los códigos que remiten la discusión de los obstáculos que se presentan
en las actuaciones del proceso sucesorio, a un proceso separado, donde únicamente
pueden ser resueltas. Debiera arbitrarse, en su concepto, un tipo de proceso sucesorio
en el que quedarán, resueltas todas las cuestiones.
III. QUIÉNES PUEDEN PROMOVER EL PROCESO SUCESORIO
Los sujetos legitimados para promover el proceso sucesorio, en una u otra forma, son
aquellos que por cualquier motivo tienen interés en herencia y están mencionados en
el párrafo primero del art. 455 del Código Procesal. Podemos separarlos de la siguiente
manera:
Puede haber albacea judicial o sea del nombramiento del Juez, pero sólo en los casos
de renuncia, remoción o falta del que estaba nombrado en el testamento, cuando así
lo pidieron los herederos instituidos (art. 1043 Cód. Civ.).
Algunas normas del código civil deben tenerse presente en este momento. Para ser
albacea se necesita haber cumplido dieciocho años de edad, poder legalmente
administrar bienes, no será incapaz de adquirirlos a título de herencia, y no estar en
actual servicio de funciones judiciales o del Ministerio Público, aunque se haya con
licencia temporal, salvo los casos en que se trate de la sucesión es de sus parientes
(art. 1048). El albacea es meramente personal y no puede transmitirse ni sustituirse
por el que lo ejerce. Pasan, sin embargo, Herederos, las responsabilidades civiles en
que hubiese incurrido por su administración (art. 1055).
No es en este libro donde debe explicarse toda la institución del albaceazgo, pero
deben consultarse las disposiciones del Código Civil que regulan esta materia (arts.
1041 a 1066), en donde se estipulan todas las facultades y atribuciones, garantía que
pueden exigirse, forma de cumplir la voluntad del testador, poderes que se pueden
otorgar, rendición de cuentas, honorarios a qué se tiene derecho, remoción, etc.
Aparte de los sujetos legitimados para promover el proceso sucesorio como en todo
proceso, encontramos también la actuación que pueden tener otros auxiliares del
órgano jurisdiccional como son los interventores, Notario inventariante, peritos
valuadores, etc.
Por su parte el Código de Notariado (Decreto 314 del Congreso), en su art. 45 dispone
que el Notario que autorice un testamento está obligado a comunicar al Registrador de
la propiedad Inmueble, por escrito, en papel sellado del menor valor, dentro de los
quince días siguientes a la fecha en que se autorizó el testamento, los datos que
menciona el art. 1193 del Código Civil (1143 del Código Civil derogado), bajo pena de
veinticinco quetzales de multa, sin perjuicio de las demás responsabilidades penales
y civiles. Esta multa será impuesta por el Juez de Primera Instancia, bajo cuya
jurisdicción se hallare el Registro y se aplicara a los fondos judiciales.
C) Edictos
Conforme al art. 456 del Código Procesal, en la misma resolución en que se radique
el proceso, se ordenara la publicación de edictos, citando a los que tengan intereses
en la mortuoria, debiendo publicarse por tres veces, dentro del término de quince días,
en el Diario Oficial y deberán contener los nombres del solicitante y del causante, el
tipo y forma de proceso que se radica, así como el lugar, día y hora para la celebración
de la junta de herederos, ante el Juez competente o el Notario, según los casos.
Dispone además este artículo que el término de las publicaciones no interrumpe el
curso de las demás diligencias que deban efectuarse.
D) Cambio de Procedimiento
Como el proceso sucesorio puede tramitarse ya sea judicial o extrajudicialmente (ante
Notario), el Código permite que en cualquier momento, el proceso extrajudicialmente
pueda transformarse en judicial, siempre que cualquiera de los herederos solicite que
el expediente respectivo se remita al Juez que corresponda.
E) Responsabilidad
Para los profesionales que intervienen en la tramitación de un proceso sucesorio y a
efecto de evitarle irregularidades en su conducta procesal, el código prescribe una
responsabilidad específica. Dice el art. 452 que el abogado, notario, procurador,
contador, o perito que en la tramitación judicial o extrajudicial del proceso sucesorio
actuaren en forma de prejuicio al erario público, serán responsables por el perjuicio
sufrido, siempre que el hecho no constituya delito, en cuyo caso, además, se
someterán los antecedentes a Juez del orden penal, sin perjuicio de las medidas
disciplinarias que puedan adoptar los colegios profesionales respectivos.
Existen limitaciones, naturalmente, de las cuales las principales son las normas de
orden público territorial vigentes en cada país. El art. 23 de la LOJ dice claramente que
las leyes, los documentos, las sentencias de países extranjeros, así como las
disposiciones o convenciones particulares, no tendrán efecto si menoscaban la
soberanía nacional, la Constitución de la Republica o el orden público.
Para la sucesión testamentaria dice el Código Civil que toda persona capaz civilmente
puede disponer de sus bienes por medio de testamento a favor de cualquiera que no
tenga incapacidad o prohibición legal para heredar; y que el testador puede
encomendar a un tercero la distribución de herencias o legados que dejare para
persona u objeto determinados (art 8º. Y 934 ref. Por art. 71 Dto. Ley 218). La libertad
de testar solo tiene por límite el derecho de algunas personas de ser alimentadas (Art.
936). Las incapacidades para testar están señaladas en la ley y son las siguientes: 1)
El que se halle bajo interdicción, 2) el sordomudo y el que hubiere perdido el uso de la
palabra, y 3) El que sin estar bajo interdicción no gozare de sus facultades intelectuales
y volitivas, por cualquier causa, en el momento de testar (art. 945).
Ahora bien, en el Código Civil existe disposición específica que establece que ley rige
la capacidad para suceder. Según el art. 923 del Código Civil “La capacidad para
suceder se rige por la ley del domicilio que tenga el heredero o legatario al tiempo de
la muerte del autor de la sucesión, cuando se trate de bienes situados fuera de la
Republica”. Este artículo ha merecido el comentario de nuestros tratadistas. En el
Código Civil derogaban existían la misma disposición (Art. 823) por lo que se le aplican
las mismas consideraciones. La primera parte del artículo no es más que la expresión
concordante de lo que dispone el Art. 13 de la LOJ, al que antes nos hemos referido;
por lo que ofrece duda es la interpretación de la última parte del Art. 923 del Código
Civil, que dice; “que tratándose de bienes situados aquí, la capacidad no es regida por
la ley de domicilio de los herederos o legatarios, si no por otra diferente”. Dicen
nuestros tratadistas: “Nos preguntamos: ¿esa capacidad será la que determine la ley
nacional del interesado o la que determine la ley guatemalteca? Indudablemente que
no es la ley nacional del interesado, puesto que nada se gana por sustituirla a la ley
del domicilio, y en cambio algo se pierde por sustituir el criterio general de nuestra
legislación, favorable al sistema domiciliar, por el nacional. La ley guatemalteca
tampoco puede regir en general la capacidad de los herederos o legatarios, pues con
ese sistema caeríamos en un absurdo territorialismo, incompatible también con la
personalidad de las leyes sobre estado incapacidad”.
La explicación que nos ofrecen quienes han estudiado esta materia es bastante lógica.
En general “la capacidad el heredero se rige por la ley del domicilio que tenga a la
muerte del causante, el heredero o legatario”, pero “existen incapacidades especiales,
territoriales, para heredar bienes situados dentro de Guatemala”. Así vemos que en
nuestro Código Civil se establecen incapacidades específicas para suceder como
heredero o legatario por causa de indignidad (Art.924) y tan bien incapacidades para
suceder por testamento (Art. 926).
En consecuencia, la ley personal, ósea para nosotros la del domicilio del causante o
la del heredero o legatario, sufre importante restricciones cuando se tratan de bienes
que estén situados en la República de Guatemala y ello porque el Art. 17 de la LOJ
dispone que los bienes, sea cual fuera su naturaleza, situados en Guatemala, están
sujetos a las leyes guatemaltecas, aunque los dueños sean extranjeros.
Teniendo presente lo anterior consideremos qué ocurre cuando una sucesión se radica
en el extranjero y existen bienes en Guatemala. Esta materia está regulada en forma
bastante simple en el Código Procesal. A ella se refiere el art. 458, en estos términos:
“Para que surtan efecto los procesos sucesorios radicados en el extranjero, sobre
bienes situados en Guatemala, el Tribunal competente de esta república, a solicitud
de parte interesada, mandará publicar edictos convocando a quienes, según las leyes
de Guatemala, pudiera perjudicar la adjudicación, transmisión o actos realizados en el
lugar donde se tramitó la sucesión. Las publicaciones se harán por tres veces con
intervalos de cinco días entre cada una, por lo menos, en dos periódicos, siendo uno
de ellos el Diario Oficial. Hechas las publicaciones, cubiertos en esta república los
impuestos correspondientes y llenados los demás requisitos que la ley establece, se
mandará hacer las inscripciones respectivas y dar posesión de los bienes a quienes
corresponda. Si hubiere oposición, se tramitará en juicio ordinario”. Similar norma
contenía el art. 19 de la Ley de Extranjería, Decreto 1781 del Congreso (sustituida por
la nueva Ley de Migración y Extranjería, Decreto-Ley No. 22-86), con alguna variante
en cuanto al término de las publicaciones, aun cuando en este aspecto debía estarse
a lo que dispone el art. 458 del Código Procesal que antes se ha transcrito.
Como se ve, el procedimiento establecido en el art. 458 del Código Procesal, que debe
seguirse par que surtan efecto los procesos sucesorios radicados en el extranjero,
sobre bienes situados en Guatemala, no tiene mayores complicaciones. Esas
complicaciones pueden surgir si se presenta alguna persona oponiéndose, por estimar
que los actos de adjudicación transmisión o bien los realizados en el lugar donde se
tramitó la sucesión, la perjudican en alguna forma con base en las leyes
guatemaltecas. En estos casos la contienda tiene que ventilarse en Guatemala, en
juicio ordinario.
Si no hubiere oposición por persona que se creyera afectada con base en las leyes de
Guatemala, es requisito indispensable el pago de los impuestos correspondientes,
previamente a que se hagan las inscripciones en los registros que proceda y a que se
de posesión de los bienes. Estos impuestos y la forma de liquidarlos están regulados
en la Ley sobre el Impuesto de Herencias, Legados y Donaciones, Decreto 431 del
Congreso, de fecha uno de octubre de 1947. En el art. 7 de esta ley se establecen las
cuotas del impuesto, según el grado de parentesco y las que corresponden a los
extraños a la sucesión, según la cuantía de la porción de cada heredero, legatario o
donatario. Es importante tener presente que conforme al art. 2 de este Decreto, el pago
de iguales o distintos impuestos en el extranjero, sobre bienes ubicados en la
República, no exime a los interesados del pago de los impuestos creados por dicha
ley.
En lo que pueda tener relación con lo que hemos expuesto anteriormente, debe
tenerse presente que, según el Código citado, las sucesiones intestadas y las
testamentarias, incluso en cuanto al orden de suceder, a la cuantía de los derechos
sucesorios y a la validez intrínseca de las disposiciones, se regirán, salvo los casos de
excepción que el mismo Código establece, por la ley personal del causante, sea cual
fuese la naturaleza de los bienes y el lugar en que se encuentren (art. 144).
La capacidad para disponer por testamento se regula por la ley personal del testador
(art. 146) y la capacidad para suceder por testamento o sin él se regula por la ley
personal de heredero o legatario. Estima el Código como de orden público
internacional las incapacidades para suceder que los Estados contratantes consideren
como tales (art. 153).
A) Generalidades
Ya aludimos antes al art. 917 del Código Civil que reconoce la sucesión testamentaria
y la intestada. Ahora tenemos que recordar algunos principios que son fundamentales
en nuestro Derecho sucesorio. Todos ellos los encontramos en el Código Civil. Así, es
principio fundamental el de que los derechos a la sucesión de una persona se
transmiten desde el momento de su muerte y que la sucesión puede ser a título
universal y a título particular (art. 918). La asignación a título universal se llama
herencia y la asignación a título particular se denomina legado. En el primer caso, se
sucede al causante en todos sus bienes y obligaciones transmisibles, a excepción de
los legados. En el segundo, o sea cuando el título es particular, se sucede al causante
en uno o más bienes determinados. La sucesión también puede ser en parte
testamentada y en parte intestada (art. 919).
Nuestro Código Civil permite que toda la herencia se distribuya en legados, pero en
este caso los legatarios son considerados como herederos (art. 921).
Es muy importante la innovación que introdujo el Código Civil vigente en relación con
lo que regulaba el anterior sobre el llamado beneficio de inventario. En la actualidad,
conforme a lo dispuesto en el art. 920 del Código Civil, el heredero sólo responde de
las deudas y cargas de la herencia hasta donde alcancen los bienes de ésta; y el
legatario sólo responde de las cargas que expresamente le imponga el testador. Dice
el autor del Proyecto de Código Civil: “El beneficio de inventario se vuelve la regla
general, en vez de ser la excepción como lo consignaba el Código derogado. Los casos
de la no aceptación de la herencia se reducen con este precepto. Se formarán dos
patrimonios separados: el del causante y el propio del causahabiente. No se confunden
en daño del heredero, pues las deudas de la herencia se pagarán solo con los bienes
de la misma, y algo más, el heredero conserva cualquier acción que tenga contra el
caudal del causante”.
Dijimos también con anterioridad que toda persona que sea civilmente capaz, puede
disponer de sus bienes por medio de testamento a favor de cualquiera persona que no
tenga incapacidad o prohibición legal para heredar (art. 934). Nuestro Código Civil
considera que el testamento es un acto puramente personal y de carácter revocable,
por el cual una persona dispone del todo o de parte de sus bienes, para después de
su muerte (art. 935) y esta libertad de testar, como antes señalamos, no tiene más
límite que el derecho que puedan tener algunas personas a ser alimentadas (art. 936).
Hay otras limitaciones como la que prohíbe el contrato de sucesión recíproca entre
cónyuges o cualesquiera otras personas, o la que establece la nulidad del testamento
que se otorgue en virtud de contrato (art. 937). Se prohíbe también que dos o más
personas otorguen testamento en un mismo acto (art. 938) y se dispone que las
cédulas o papeles a que se refiere el testador en el testamento, no podrán considerarse
como parte de este, aunque el testador lo ordene (art. 939).
Recuérdese que también puede donarse algún bien por causa de muerte, y en este
caso, dispone el código civil que las donaciones hechas en esa forma se rigen por las
mismas disposiciones de los testamentos sobre legados (art. 943).
Nuestra legislación divide a los testamentos según su forma y reconoce dos clases:
los comunes y los especiales. Los primeros, son testamento abierto y el cerrado. Los
especiales son aquellos que se otorgan en las situaciones y en las condiciones
puntualizadas en el código civil, como sucede en los casos de testamentos otorgados
en campaña, el marítimo, el que se otorgue en lugar incomunicado y el testamento del
preso (arts. 954, 965, 967, 971, 972 y 973).
Para todos estos casos de sucesión testamentaria, existe un procedimiento especial
que nos corresponde desarrollar en este capítulo. En el caso del testamento común
abierto, prescribe la ley que debe otorgarse en escritura pública, como requisito
esencial, para su validez (art. 955) conciertas regulaciones especiales para el caso del
testamento del ciego (art. 957) y para el testamento del sordo (art. 958), aparte de las
establecidas en el código de Notariado, Decreto 314 del Congreso (arts. 42 a 45). En
el testamento cerrado deben observarse las solemnidades pertinentes prescritas para
el testamento abierto y otras específicas que puntualiza el art. 959 del Código Civil,
más las limitaciones consignadas en los artículos 960 y 961 del mismo Código, que
prohíben que otorgue testamento cerrado el ciego y el que no sepa leer y escribir (art.
960), pero se autoriza el de aquella persona que no puede hablar, pero sí escribir, con
la exigencia de que tanto el testamento como el acta de la plica deberán ser escritos y
firmados de puño y letra del testador (art. 961).
1) Radicación
Ocurrido el fallecimiento de una persona o declarada su muerte presunta, para que
haya proceso testamentario se requieren las siguientes condiciones: a) un testamento
válido, que debe ser de los que admite nuestro Código Civil; y b) que el testamento
haya sido otorgado en lo que respecta a sus formas, de conformidad con la legislación
guatemalteca.
Conforme al art. 2o. del Decreto 73-75 del Congreso, los Jueces de Primera Instancia
o los Notarios, en su caso, deberán dar aviso dentro de los ocho días hábiles siguiente
a la radicación del proceso sucesorio, el encargado del Registro de Procesos
Sucesorios, de los que tramiten. El aviso deberá contener por lo menos los siguiente
requisitos: a) Fecha de radicación y nombre del solicitante; b) Nombres y apellidos del
causante; c) Nombres y apellidos de los padres del causante, d) Nombres de los
presuntos herederos o legatarios; e) Si el proceso sucesorio es testamentario,
intestado o de donación por causa de muerte; y f) Firma del Juez y sello del Tribunal
o Nombres y apellidos, número de colegiatura, firma, sello y dirección del Notario.
Además, establece este Decreto las obligaciones que tiene el Encardo del Registro
(arts. 3, 4 y 5 ) y las sanciones en que incurre por la omisión o la tardanza en dar los
informes a que se refiere la ley /arts. 6 y 7), También el Decreto citado en su art. 8
impuso a la Corte Suprema de Justicia la obligación de emitir el respectivo
Reglamento. Este fue emitido mediante el acuerdo No. 59-76 y lleva fecha 31 de mayo
de 1976.
2) Junta de herederos
Así se le acostumbre llamar, en la práctica, a la reunión a que convoca el Juez por
edictos, conforme a lo dispuesto en los arts. 456 y 462 del Código Procesal. En
realidad, el Juez convoca a todos los que se consideran con derecho en la sucesión y
por eso se trata apropiadamente de una junta de interesados. Normalmente, quienes
acuden a esta junta son los herederos y legatarios, y el albacea, en caso de haberlo.
El Código Procesal dispone que en dicha unta se dará lectura al testamento, los
herederos y legatarios expresarán su aceptación y se dará a conocer quién es el
albacea y en caso de no haberlo y ser necesario, se procederá a su nombramiento de
acuerdo con los dispuesto en el Código Civil. El heredero que no concurra a la junta
podrá presentarse por escrito, exponiendo lo que convenga a su derecho.
Por estos motivos es que también el Código Civil dispone que cuando alguno tuviere
interés en que el heredero declare si la apertura de esta, que el Juez fije un plazo, que
no excederá de treinta días, para que dentro del haga su declaración, bajo
apercibimiento de que si no lo hace se tendrá la herencia por aceptada (art. 1039).
Esta disposición la completa el artículo 1040 del Código Civil, porque da derecho a los
que deban entrar a la posesión de la herencia por la renuncia del heredero, a que se
opongan a que la acepten los acreedores, siempre que les paguen a estos los créditos
a que tuvieren derecho contra el que renuncio.
Para llegar a este reconocimiento el Juez tendrá que estudiar el aspecto de la validez
del testamento y si fue otorgado con las formalidades requeridas por la ley
guatemalteca, si el testamento se otorgó en nuestro país.
El segundo párrafo del art. 464 mencionado dispone que si el testamento contuviere
alguna condición nula o imposible de cumplir, así como disposiciones contrarias a la
ley y al a moral, el Juez hará la correspondiente declaratoria en el mismo auto. Esta
declaración a la que se refiere esta parte del artículo 464, está relacionada con los
principios vigentes en nuestro sistema atinentes a los negociaos jurídicos
condicionales. Sabemos que conforma a lo regulado en el art. 1271 del Código Civil,
se puede estipular cualesquiera condiciones que no sean contrarias a las leyes y a la
moral. Ahora bien, si las condiciones fueren imposibles, contrarias a las leyes o a las
buenas costumbres, según el mismo art. 1271 del Código Civil, no vician el contrato y
se tienen por no puestas. En consecuencia, en el caso de darse este supuesto, la
declaración correspondiente del órgano jurisdiccional debe ser en el sentido de que el
testamento es válido y de que se tienen por no puestas tales condiciones; y luego,
hacer el reconocimiento de los herederos y legatarios instituidos en el testamento.
En relación con el fuero de atracción que antes tratamos, el art. 466 del Código
Procesal se refiere a los procesos conexos y establece que también es aplicable el art.
465 citado, en cuanto a las demandas que se deduzcan con respecto a los viene y las
que se entablen en nombre de la testamentaria. Unas y otras se seguirán en el juicio
correspondiente a su naturaleza; y lo que en virtud de las segundas aumentare el
caudal, se agregara al inventario, con expresión del origen y demás circunstancias de
los bienes nuevamente adquiridos.
Debe tenerse presente que la frase que utiliza el art. 465 del Código Procesal que dice
“sin que por ello se suspendan las medidas de seguridad, el inventario y el avaluó de
los bienes”, no implica que necesariamente tengan que suspenderse los tramites del
proceso sucesorio. Naturalmente que si se impugna la validez del testamento, debe
esperarse la resolución final en el juicio ordinario que se promueva. Pero si se impugna
la calidad de algún heredero o de algún legatario, la impugnación no tiene por qué
afectar al proceso sucesorio en cuanto a los que no tienen impedimento o prohibición
legal para heredar. Los procesos así entablados se tramitan en legajo separado y no
se producen los efectos ordinarios de la acumulación de procesos. Simplemente se
acomodan a la tramitación de los procesos sucesorios, y así tiene que ser, puesto que
son diferentes los procedimientos a que están sujetos ambos tipos de procesos. Ya
decía Manresa que en la legislación española, los efectos de la acumulación a los
juicios de abintestato y testamentaria habían provocado dificultades en la práctica.
Este autor, aludiendo también a la circunstancia de que si la sucesión tiene su
representación legal, es lógico que los juicios que se promueven contra ella, se sigan
en legajo separado dice: “Es, pues, incuestionable que pueden seguirse pleitos contra
el abintestato o la testamentaria, y que han de sustanciarse en pieza separada por los
trámites correspondientes a la naturaleza de la acción que en ellos se ejercite, sin
sujetarse, porque no es posible, a la tramitación del juicio universal. En tales casos, el
efecto que produce la acumulación es el de atribuir competencia exclusiva al juez que
conoce del juicio universal para conocer de esos otros juicios, ya sean ejecutivos, ya
ordinarios.
Al testamento cerrado se refieren otras disposiciones del Código Civil (arts. 959 a 964).
En el art. 959 se establece que en el testamento cerrado se observaran las
solemnidades pertinentes prescritas para el testamento abierto y otras que puntualiza
dicho artículo. El articulo menciona las “solemnidades pertinentes”, porque
obviamente no podrán observarse todas, como es el caso de que se otorgue en
escritura pública, porque este es un requisito esencial de validez solamente para el
testamento abierto. Igual disposición contenía el Código Civil anterior (art. 854).
Según el art. 959 del Código Civil, además de las solemnidades que sean pertinentes
aplicables al testamento abierto, deben cumplirse las siguientes: 1º.) El papel que
contenga el testamento se pondrá dentro de una cubierta cerrada, de suerte que no
pueda extraerse aquel sin romper ésta; 2º.) En presencia del Notario y los testigos, y
los interpretes en su caso, manifestara el testador que el pliego que presenta contiene
su testamento y si está escrito y firmado por el o escrito por mano ajena y si, por no
poder firmar, lo ha hecho a su ruego otra persona, cuyo nombre expresará; 3º.) Sobre
la cubierta del testamento extenderá el Notario el acta de su otorgamiento, dará fe de
haberse observado las formalidades legales; y 4º.) Extendida y leída el acta, la firmaran
el testador, los testigos, los interpretes si los hubiere y la autorizara el Notario con su
sello y firma.
Surgen algunas dudas que es preciso considerar. En primer lugar la que se relaciona
con las “solemnidades pertinentes prescritas para el testamento abierto”, o sea la de
determinar cuáles son esas formalidades. En el Código Civil anterior sí se indicaban
cuáles eran porque el art. 854 remitía al 849 que puntualizaba cuales correspondía
para el testamento abierto y sólo excluía las de los incisos 8º. Y 9º. Sin embargo,
siempre quedaba el vacío porque el art. 849 fue derogado expresamente por el Código
de Notariado. La segunda duda se contrae a establecer si es el Notario el que debe
redactar el testamento que será introducido en la cubierta cerrada; e igualmente si
debe ser el mismo Notario que redacta sobre la cubierta el acta de su otorgamiento.
Esas dudas no las aclaran las disposiciones del Código Civil. Parece ser que no es
forzoso que deba ser el mismo Notario ni tampoco que necesariamente sea el Notario
el que lo redacte, puesto que no se trata de una escritura pública. Al contrario, otra
cosa se desprende de varios incisos del art. 959 del Código Civil. En efecto, el inciso
1º. De dicho artículo dice “el papel” que contenga el testamento se pondrá dentro de
una cubierta cerrada. En el inciso 2º. Se indica que es el testador el “que presenta” el
pliego que contiene su testamento y el que manifiesta “si está escrito y firmado por él
o escrito por mano ajena y si, por no poder firmar, lo ha hecho a su ruego otra persona,
cuyo nombre expresará”. Es el inciso 3º. El que especifica la función pública del
Notario porque es él el que especifica la función pública del Notario porque es él el que
debe extender “sobre la cubierta del testamento” el acta de su otorgamiento, dando fe
de que se observaron las formalidades legales, la que una vez leída, firman el testador,
los testigos, los intérpretes si los hubiere y la autorizará con su sello y firma. Agrega
este inciso que si el testador no puede firmar, pondrá su impresión digital, y un testigo
más designado por él mismo, firmará a su ruego.
El autor el proyecto del Código Civil dijo que este aspecto: “Que el testamento se
simplifica haciendo más sencilla la redacción del acta sobre la cubierta que lo contiene,
el testamento puede entregarlo cerrado ya el testador y el notario dará fe de que el
pliego encerrado en la plica es su testamento”
Pues bien, quien no desee exponerse a esos riesgos puede acudir al otorgamiento de
testamento cerrado. Pero, desafortunadamente, el Código Civil y el Código de
Notariado, tiene alagunas que provocan algunas dudas como las que hemos señalado.
Por ello, nos parece conveniente que acudamos a la historia fidedigna de nuestra
institución, que es un método de interpretación legal que permite nuestro sistema
jurídico (art. 11 inc. 2º. De la Ley del Organismo Judicial).
En el Código Civil de 1877 se reconocía el testamento cerrado y en el artículo 768 se
decía que el que declara su última voluntad en un escrito que cierra, sella y entrega
para que en su cubierta se pongan las seguridades que el Código requiere, hace
testamento cerrado. Luego, en el artículo 777 establecía las solemnidades para esa
clase de testamento, pero no hacia ninguna remisión a los requisitos del testamento
abierto, que es la circunstancia que ahora provoca duda. Sin embargo, no había
ninguna duda sobre la naturaleza de este tipo de testamento. Podemos citar la
autoridad del civilista Fernando Cruz, quien al respecto nos dice: “El testamento puede
ser solemne y menos solemne o privilegiado; y puede ser cerrado y abierto o
nuncupativo, pero siempre escrito. Solemne es aquel en que se guardan todas la
solemnidades que el derecho requiere comúnmente; y menos solemne o privilegiado,
aquel en que se omiten algunas de esas solemnidades ordinaria, por consideración a
circunstancias particulares que la ley determina expresamente. Luego, en la parte que
estamos tratando manifiesta: “Testamento cerrado, que también se llama místico o
secreto, es aquel en que el Notario o persona que lo autoriza y los testigos, no tienen,
o por lo menos, no es preciso que tengan, conocimiento de las disposiciones al Notario
o persona autorizada, y a los testigos que deben presenciarlo. Así pues, el que declara
ante ellos en la forma legal, su disposición respecto de sus bienes, hace testamento
abierto; y el que declara su última voluntad, en un escrito que cierra, sella y entrega,
haciendo constar en su cubierta, con las formalidades legales, que ese escrito contiene
sus disposiciones finales, hace testamento cerrado”. Conforme a las disposiciones
legales del Código de 1877 se requerían ciertas exigencias un poco rigurosas, como
por ejemplo la intervención de siete testigos. Esto tiene su explicación histórica. En
efecto en la Exposición de Motivos del Código de 1877 la comisión manifiesta: “La Ley
3ª. De Toro dice: “en el testamento cerrado que en latín dice, in scriptis, mandamos
que intervengan a los menos siete testigos con un Escribano: los cuales hayan de
firmar encima de la escritura del dicho testamento, ellos y el testador si supieren, o
pudieren firmar, y si no supieren, y el testador no pudiese firmar, que los unos firmen
por los otros, de manera que sean ocho firmas y el signo del Escribano”. Los términos
de esta disposición encierran duda sobre el modo de proceder en aquel acto solemne.
Nada dice la ley acerca de si los testigos deben ser vecinos del lugar, ni menos indica
cuantos testigos es preciso que sepan firmar. La Comisión Redactora indica que para
llenar esos vacíos se redactó adecuadamente el art. 777 del Código Civil de 1877.
Conforme al Código Civil una vez que el testamento cerrado sea autorizado en la forma
antes dicha, el Notario lo entregará al testador, después de transcribir en el protocolo,
con el número y en el lugar que le corresponde, el acta de otorgamiento. Dicho
instrumento será firmando también por todos los que hayan intervenido en el acto (art.
962).
Finalmente, dispone el Código Civil que el Notario o la persona que tenga en su poder
el testamento cerrado, deberá presentarlo al Juez competente luego que sepa el
fallecimiento del testador y, a más tardar dentro de diez días, bajo pena de responder
de los daños y perjuicios (art. 964).
B) Procedimiento judicial
Por las características especiales en que se otorga el testamento cerrado, deben
observarse también ciertas seguridades entes de que se proceda con los trámites del
proceso sucesorio testamentario. En realidad, se trata de diligencias preliminares que
tienden a verificar la autenticidad del testamento cerrado y luego a que sea
debidamente protocolizado. A estos trámites se les comprende bajo la denominación
de formalización y de apertura del testamento cerrado y a ellos se refiere los arts. 467
a 473 del Código Procesal.
1) Acta del examen de la cubierta
Dispone el art. 467 del Código Procesal que en el acto de entrega del testamento
cerrado y antes de cualquier otro trámite, el Juez a presencia del solicitante y del
secretario, levantará acta que exprese cómo se encuentra la cubierta y sus sellos, y
demás circunstancias relativas al estado de la plica. Esta acta la suscribe el Juez y las
demás personas que hubieren concurrido al acto. Si el testamento no se hallare en
poder de quien solicite la apertura, pedirá que lo exhiba el que lo tenga y a presencia
de éste se levantará el acta.
El art. 468 del Código Procesal establece que para el acto de apertura del testamento
serán citados, además de los interesados, el Notario y los testigos que firmaron la
cubierta. Al Notario se le prevendrá que presente el testimonio del acta, extendida en
su Protocolo, del testamento cerrado de que se trate, lo cual como antes vimos, debe
de haberlo hecho en cumplimiento de lo preceptuado en el art. 962 del Código Civil.
También prevé el art. 468 del Código Procesal la circunstancia de que no fueren
conocidas todas las personas que intervinieron en el acto, lo cual puede suceder sobre
todo cuanto se trata de testamentos que se otorgaron hace mucho tiempo. En este
caso debe citarse al Ministerio Público.
No exige el Código la comparecencia de todas las personas que intervinieron en el
acto de otorgamiento del testamento cerrado, porque a veces ello es imposible. Por
eso el párrafo primero del art. 469 del Código Procesal indica que la diligencia de
apertura se realizará con los que concurran. Si no pueden comparecer todos los
testigos y el Notario, por muerte o por ausencia del lugar donde se sigan las diligencias,
bastará la manifestación de los que puedan estar presentes.
3) Protocolización
Las diligencias concluyen con la resolución que dicta el Juez, en la cual debe
considerar que se han llenado los requisitos prescritos por el Código y que, por ello,
se ordena protocolizar el testamento. Para ese efecto lo entrega al Notario que designe
la mayoría, o en su defecto, al que decida el propio Juez (art. 472 párr. 1º.). Este es
uno de los supuestos legales a que se refiere el inciso 1º. del art. 63 del Código de
Notariado. En consecuencia, la protocolización la hace el Notario por sí y ante sí y
debe llenar los requisitos puntualizados en el art. 64 de dicho Código. Dispone el
párrafo segundo del art. 472 del Código Procesal que el Notario podrá expedir luego
los testimonios que fueren solicitados por los interesados.
En el párrafo segundo del art. 473, se prevé la hipótesis de que se hubieran formulado
objeciones a la cubierta del testamento y se indica que, en ese caso, no podrá
tramitarse en forma extrajudicial.
2) Testamento marítimo
Específicamente se refiere el Código Civil a los testamentos abiertos o cerrados de los
que vayan a bordo durante un viaje marítimo y establece de los que vayan a bordo
durante un viaje marítimo y establece las reglas para su otorgamiento. Si el buque es
de guerra deberá otorgarse ante el que ejerza sus funciones, en presencia de dos
testigos que sepan leer y escribir, y que vean y entiendan al testador. El comandante
del buque o el que haga sus veces, siempre con la asistencia de dos testigos. En
ambos casos los testigos se elegirán entre los pasajeros, si hubiere (art. 967).
Para el supuesto de que sea el contador del buque de guerra o el capitán del mercante
los que deseen otorgar su testamento, éste será autorizado por quien deba
substituirlos en el cargo, observándose las mismas formalidades prescritas para los
casos anteriores (art. 968).
Los testamentos abiertos hechos en alta mar serán custodiados por el comandante o
por el capitán y de ellos debe hacerse mención en el diario de navegación (art. 969).
Finalmente, para los testamentos marítimos prescribe el Código Civil que es nula toda
disposición a favor de cualquiera persona que ejerza autoridad a bordo, a no ser que
sea pariente del testador (art. 970).
Tal como lo dice el Código Civil, el preso podrá otorgar su testamento en esta forma,
“en caso de necesidad2, o sea que se prevé alguna circunstancia muy especial, porque
en situación normal nada impide que otorgue su testamento con las formalidades,
prescritas para ese acto de última voluntad. En el caso del testamento del preso,
también es nula toda disposición hecha a favor de los que tengan autoridad en la
prisión, a menos que sean parientes del testador.
Conforme al art. 974 del Código Civil, los guatemaltecos podrán testar fuera del
territorio nacional, sujetándose a las normas establecidas por las leyes del país en que
se hallen. También podrán testar en alta mar, durante su navegación en un buque
extranjero, con sujeción a las leyes de la nación a que el buque permanezca.
En estos casos, si se trata de testamento abierto y no concurre ninguna de las
circunstancias especiales que antes hemos señalado, se aplica la regla locus regit
actum en cuanto a las formalidades extrínsecas, no así en cuanto a las condiciones de
capacidad o de fondo. El Código Civil dispone expresamente que no será válido en
Guatemala el testamento mancomunado que los guatemaltecos otorguen en país
extranjero, aunque lo autoricen las leyes de la nación donde se hubiere otorgado (art.
975)
Por ultimo dispone el Código Civil que los guatemaltecos que se encuentran en país
extranjero podrán otorgar testamento, abierto o cerrado, ante el agente diplomático o
consular de esta República, residente en el lugar del otorgamiento, si fuere Notario.
B) Procedimiento Judicial
Aparte de los principios que reconoce el derecho Internacional Privado, para los
testamentos otorgados en el extranjero y que son aplicables tanto a los testamentos
comunes como a los especiales, debemos manifestar que en nuestro Código Procesal
también se exige para los testamentos especiales, la práctica de diligencias que
tiendan a comprobar la autenticidad del testamento otorgado en circunstancias
excepcionales. Una vez hecha esa comprobación, el Juez de Primera Instancia
competente ordena su protocolización al igual que lo hace en el caso del testamento
cerrado.
La norma general la recoge el artículo 474 del Código Procesal, que dispone que, para
la formalización de los testamentos especiales, se seguirán los mismos tramites
señalados para el caso del testamento cerrado, con algunas modalidades adicionales.
Ahora bien, el Código Procesal trae disposición especial para el examen de los testigos
que sean citados para oírlos. En efecto, el artículo 475 establece que los testigos que
concurran a la diligencia serán separados y deberán declarar sobre los siguientes
extremos: 1°) Lugar, hora, día, mes y año en que se otorgó el testamento. 2°) la edad
de los testigos y el lugar en donde tenían su domicilio al otorgarse el testamento. 3°)
Si vieron y oyeron distintamente al testador expresar en forma clara su voluntad. 4°)
si el testador gozaba de su capacidad mental y estaba libre de coacción. 5°) El tenor
de la disposición testamentaria, en su caso, y las personas que intervinieron en el acto.
6°) Si lo que consta en la cedula que se les pondrá de manifiesto es sustancialmente
lo que oyeron y fue dispuesto por el testador, en su caso. Y 7°) Si las firmas que
igualmente se les pondrán de manifiesto, son de puño y letra, y en caso de no saber
firmar, si encargaron a otro que lo hiciera por ellos.
2) Testamento Marítimo.
Para el caso de testamento marítimo, que también es considerado por nuestro Código
Civil como un testamento especial, se dan reglas particulares. El artículo 476 del
Código Procesal establece que las autoridades diplomáticas o consulares
guatemaltecas a quienes se presente un testamento marítimo otorgo conforme a las
prescripciones del Código Civil, cuidaran de que, sujetándose a las solemnidades
externas del lugar de la residencia, ratifiquen sus declaraciones al comandante y
testigos ante quienes se haya otorgado. Acto seguido, remitirán la cedula
testamentaria, la certificación de defunción y los actos correspondientes al Ministerio
de Relaciones Exteriores, ara que este haga llegar esa documentación al Juez
competente, a fin de que proceda a su formalización.
3) Declaratoria de formalización.
Conforme al artículo 477 del Código Procesal, si las declaraciones fueren satisfactorias
y se han llenado los requisitos legales, el juez puede declarar formal el testamento
especial y ordenar su protocolización.
En los dos últimos casos mencionados, la sucesión intestada solo procede respecto
de los bienes de que no dispuso el testador (Art. 1069).
Según nuestro sistema legal, son llamados a la sucesión intestada los parientes del
difunto y a falta de estos el Estado y las Universidades de Guatemala, por partes
iguales. El pariente más próximo en grado excluye al más remoto, salvo el derecho de
representación en los casos en que deba tener lugar (Art. 1074).
En el art. 1078 del Código Civil, en lo que respecta a los parientes, se expresan que la
ley llama a la sucesión intestada, en primer lugar, a los hijos, incluyendo a los
adoptivos, y al cónyuge sobreviviente que no tenga derecho a gananciales. Todos ellos
heredan por partes iguales. Sin embargo, dispone este precepto que el cónyuge
sobreviviente cuyo derecho de gananciales sea menor que la cuota hereditaria que le
correspondería en ausencia de gananciales, tendrá derecho a que se le complete un
monto equivalente a dicha cuota, denunciándose la diferencia de la masa hereditaria.
A falta de descendencia, sucederán los ascendientes más próximos y el cónyuge, por
iguales porciones y cuando sólo hubiere una de esas partes, ésta llevará toda la
herencia (art. 1079).
Ahora bien, los que suceden por derecho propio heredan por cabezas, es decir, que
cada uno toma por iguales partes la porción que la ley le asigna (art. 1072). En cambio
los que suceden por derecho de representación heredan por estirpes (arts. 1073 y
932).
Existen algunas reglas especiales para el caso del cónyuge separado o divorciado. En
cuanto al primero no tendrá parte alguna en la herencia intestada de su mujer o marido,
si por sentencia hubiere sido declarado culpable de la separación (art. 1082). En
cuanto al cónyuge divorciado, éste no tendrá parte alguna en la herencia intestada de
su excónyuge (art. 1083).
En la unión de hecho que esté legalizada, se aplican los mismos preceptos que rigen
para el matrimonio y el hombre o mujer supérstite ocupan el primer lugar, juntamente
con los hijos (art. 1084).
Finalmente, expresemos que los hijos sean o no de matrimonio, heredan a sus padres
por iguales partes. En cuanto al hijo adoptivo hereda a su padre adoptivo en igual
grado que los hijos que lo son por naturaleza, pero no hay derecho de sucesión entre
el adoptado y los parientes del adoptante (art. 1076). En cambio, el adoptado y su
familia natural conservan sus derechos de sucesión recíproca y si el adoptado
falleciere antes que el adoptante renunciare a la herencia o fuere excluido de ella, los
hijos del adoptado no tienen derecho de representación ni a ser alimentados por el
adoptante (art. 237). Si hubiere varios parientes de un mismo grado y algunos o
algunos renunciaren o no pudieren heredar, su parte acrecerá a los otros del mismo
grado, salvo el derecho de representación (art. 1077).
1) Radicación
La persona que desee promover un proceso sucesorio intestado, deberá justificar el
interés con que proceda por cualquier medio de prueba, Así lo establece el primer
párrafo del art. 478 del Código Procesal, disposición que también expresa que el
solicitante deberá indicar, si lo supiere, los nombres y residencias de los parientes en
línea recta y del cónyuge supérstite, o a falta de ellos, de los parientes colaterales
dentro del cuarto grado. De ser posible deberá acompañar de una vez las
certificaciones de las correspondientes partidas del Registro Civil.
Con esta petición el Juez tendrá por radicada la sucesión y mandara citar a los que
tengan interés en la mortual por edictos, tal como lo dispone el art. 456 del Código
Procesal, pero sin perjuicio de hacerlos notificar por cédula o por correo certificado
(art. 479).
Recuérdese la disposición general del art. 455 del Código Procesal para la radicación
del proceso sucesorio, que antes comentamos- Aunque se trate de proceso sucesorio
intestado, el Juez deberá pedir informe a los registros respectivos, salvo que los
interesados lo presenten, sobres si existen o no testamentos o donaciones por causa
de muerte otorgados por el causante.
También debe cumplir el Juez con las disposiciones del Decreto 73-75 del Congreso,
relativo al Registro de Procesos Sucesorios, al cual ya nos hemos referido con
anterioridad.
2) Junta de Herederos
Al tratar del proceso sucesorio testamentario, hicimos los comentarios pertinentes en
relación con la junta de herederos. Algunos también son aplicables a la junta que se
lleva a cabo en el proceso intestado, salvo naturalmente en lo que respecta al
testamento y disposiciones con él relacionadas.
El segundo párrafo del art. 479 del Código Procesal establece que durante la
celebración de la junta, los presuntos herederos expresarán su aceptación; y si no
hubiere acuerdo sobre la forma de administrar la herencia, podrá el Juez nombrar al
que designe la mayoría, o bien a un tercero de su propia elección.
3) Declaratoria de Herencia
Si las certificaciones de las correspondientes partidas del Registro Civil y los demás
documentos se encuentran en debida forma y no han sido objetados, el Juez dicta el
auto de declaratoria de herederos conforme a lo dispuesto en el Código Civil, es decir
con base en las disposiciones relacionadas con el orden de suceder y la
representación hereditaria. Esta declaración se hace siempre sin perjuicio de tercero,
de igual o mejor derecho, lo cual quiere decir que no se afecta a quienes tengan
derecho a heredar y que por alguna razón no comparecieron a hacerlo valer en los
trámites del proceso sucesorio. En consecuencia, este auto llamado de declaratoria de
herederos, puede ser ampliado o rectificado. Sin embargo, el Código establece la
limitación de que sólo puede solicitarse la ampliación o la rectificación del auto dentro
del término de diez años a partir de la fecha de la declaratoria (art. 481). Se trata de
un plazo de caducidad que no figuraba en la legislación anterior, pero que se consideró
necesario introducir en el Código vigente, por los innumerables problemas que
ocasionaba la posibilidad de mantener indefinidamente abierta la vía para pedir dicha
ampliación o rectificación.
4) Impugnación.
Se contempla en el Código la posibilidad de que, algún interesado o el Ministerio
Público, se presente impugnando la capacidad para suceder de algún heredero o la
validez de algún documento con que se trate de justificar el parentesco. En tal evento,
la controversia se sustanciará en juicio ordinario, sin que por ello se suspendan las
medidas de seguridad, el inventario, ni el avalúo de los bienes, ni la declaratoria en
favor de herederos no afectados por la oposición (art. 480).