CAPITULO II.
Del segundo precepto del Arte de bien morir, cuando se
acerca la muerte, que es del juicio final.
L segundo de los novisimos es el jui-
F cio, y lacuenta que debemos dar 4
rR Dios de todo el proceso de nuestra
vida, el cual se divide en dos, que son parti-
cular y universal. El particular es el que
cada uno da el dia y hora que muere, el uni-
versal el que se ha de hacer de todo el uni-
verso cuando Dios venga 4 juzgar 4 todos
los hombres; ambos tremendos y formida-
bles, y su memoria utilisima para temer 4
Dios y no pecar. Y que haya juicio y cuenta
particular de cada uno, definiélo el Concilio
Florentino contra unos herejes que lo nega-
ban, determinando que Dios juzga en murien-
do 4 los hombres, y que condena al infierno
4 los que mueren en pecado mortal, y envia
al purgatorio 4 los que deben por sus culpas
alguna pena temporal y mueren en su gracia;y 4 Ios que no la deben lleva desde luégo 4
gozar de su santa gloria; en que ningun ca-
télico puede dudar.
Pero deseards saber cémo se hace el jui-
cio particular de cada uno: 4 lo cual te res-
pondo con los tedlogos, que Dios intima 4
los hombres en muriendo su sentencia por
medio de sus Angeles, 6 por si mismo, reve-
lando 4 las almas intelectualmente el juicio
que hace de ellas, y 4 las buenas acompafian
Angeles hasta el cielo 6 el purgatorio, con-
forme la suerte que les cabe, y 4 las malas
demonios que las arrebatan y llevan al in-
fierno. Este juicio se puede hacer en un ins-
tante, porque el Juez, que es Dios, esta pre-
sente por su inmensidad, y Cristo lo conoce
todo, segun aquello de San Pedro ': Seitor, té
conoces todas las cosas, sin que nada se te es-
conda: y aunque en cuanto Hombre esta en
el cielo, en cuanto Dios est4 en todo lugar; y
el demonio, que como le llamé San Juan, es eZ
acusador de nuestros hermanos, esta siempre
alerta 4 la muerte de todos, buscando como
leon 4 quién tragar. Tambien se halla el testi-
go, que es la conciencia, tan fiel, que siempre
dice la verdad; y asi no hay cosa que impida
&hacerse luégo alli, el juicio, el cual se llama
particular, 4 diferencia del comun de todo el
género humano.
Pero ofrécese una dificultad, y. es gpor
qué ha ordenado Dios dia sefialado para juz-