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EL ESTADO
Las cuatro fuentes del poder social a las que Mann hace referencia son:
ideológica, económica, política y militar.
La cita adquiere sentido pues entendemos al Estado moderno como “el componente
específicamente político de la dominación en una sociedad territorialmente
delimitada”. Así la dominación, no sólo es relacional sino que también es asimétrica
en tanto implica el acceso diferencial al control de los diferentes recursos de poder
que circulan socialmente.
Podríamos agregar cuatro elementos: Que la propiedad privada, tiene que ver con
lo que denominamos condiciones estructurales impuestas por la matriz. Dos, el
control del Estado se convierte en un elemento central de la lucha política en tanto
es potencialmente un lugar estratégico para generar cambios en la misma matriz.
Tres, en el Estado moderno ese orden tiene las características de estar legalmente
estatuido. Cuarto, el Estado moderno desarrolla una serie de instituciones
“rutinarias, racionalizadas y formalizadas de gran alcance sobre los ciudadanos y
sus territorios”.
Durante el siglo XVI las funciones del Estado se siguieron ampliando. Con la
aparición de instancias como los parlamentos, los Estados comenzaron a legislar
sobre cuestiones relativas a “regular los salarios y las condiciones de empleo,
controlar la movilidad de los trabajadores y proporcionar comida en época de
hambrunas. El autor de este siglo fue Maquiavelo, con su obra El Príncipe donde
comienza a construirse una visión autónoma de la política, separada de lo moral y
de lo religioso.
Consolidación y expansión
Esta nueva etapa se caracteriza por la consolidación de esos elementos así como la
agregación de nuevas cuestiones: fundamentalmente nos referimos al problema de
la representación.
Esta etapa es la de consolidación de las relaciones capitalistas. Se consolida
definitivamente el Estado como garante de dichas relaciones. Sin embargo, la
característica sobresaliente es el cuestionamiento al poder despótico monárquico.
Las dos instituciones fundamentales que confluyeron en este proceso fueron, por
un lado la división de poderes. Como señala Montesquieu, la fórmula para evitar que
un gobierno se convierta en tiranico pasa porque el poder contrapese al poder. Por
otro lado, el desarrollo de instituciones representativas y el movimiento de
ampliación del sufragio fueron elementos que permitieron una cada vez mayor
inclusión de los habitantes de los Estados nacionales, lo que al mismo tiempo
consolidó la construcción de los mismos.
Podemos decir que los Estados nacionales modernos se cristalizaron a fines del
siglo XIX como Estados: capitalistas, militaristas, representativos y nacionales.
Mayor burocratización.
Más allá de que durante este periodo histórico las funciones civiles del Estado se
desarrollaron en forma considerable, termino generales éste continuó siendo
predominantemente un Estado liberal. Liberal, desde la teoría económica implica: 1)
debe mantener su presupuesto equilibrado; 2) debe permitir que los mercados se
autorregulen permitiendo una vuelta natural al equilibrio luego de los periodos de
crisis.
Este modelo “amplio”, suponía algún grado de subordinación de los mercados ante
la política.
Los Estados nación eran el centro del sistema internacional. Podemos decir que ls
poderes del Estado aumentan, y cada vez “enjaulan” mayores relaciones sociales
pero, al mismo tiempo, aumentan los poderes de la sociedad en tanto ésta se
interpreta cada vez más con el Estado mediante el accionar de los partidos políticos
y los diferentes grupos sociales.
No significa que la globalización viene a terminar con los Estados nación. Sino,
que la complejidad de un mundo en el cual sus tradicionales instituciones se
encuentran momento de redefinición, del cual seguramente se conjugará un nuevo
entramado institucional en el que los Estados seguirán existiendo pero con
diferentes capacidades o inmersos en nuevas realidades en términos geopolíticos.
En las sociedades del siglo XVII, en términos de régimen político las naciones más
avanzadas de la época estaban empezando a transitar el camino hacia la
democracia. Primero, en la dimensión del debate público con la apertura gradual de
la discusión y con la transición desde hegemonías cerradas hacia hegemonías
competitivas. La ciudadanía se restringía a aquellos varones, adultos, con
propiedades materiales.
A lo largo del siglo XIX con los procesos de urbanización e industrialización, se fue
constituyendo un nuevo actor social, la clase obrera, que se organizó colectivamente
enfrentada al sistema en su conjunto, inspirada ideológicamente en las diversas
corrientes del socialismo que proliferaron a lo largo de la segunda mitad del siglo.
Las luchas que los actores del trabajo dieron, con el propósito de alterar el orden
social establecido y obtener mejores condiciones materiales de vida, tuvieron un
papel fundamental a la hora de ampliar la ciudadanía política.