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Hace un tiempo en el trabajo con Salud Mental Infantil hicimos la propuesta de realizar “primeras
consultas” en cambio de recibir “derivaciones” de otros. La implementación de aquella propuesta
implicó la tarea de ir armando un mapa sistemático y concienzudo de los recorridos terapéuticos
de cada niño y su familia, fueran éstos realizados institucionalmente o en consultas con diferentes
equipos (docentes, terapias ocupacionales y acompañamientos terapéuticos y no terapéuticos) o
profesionales individuales.
El primer objetivo de ese estilo de trabajo, es recopilar información que nos permita entender la
formación de los diagnósticos con los que los niños llegan a consulta. Entender de modo mas
profundo aquellos vínculos establecidos en el marco de la transferencia (relación con el terapeuta)
entre el niño y la familia por un lado y por otro las instituciones con sus equipos y también entre
profesionales individuales que fueron trabajando con ellos construyendo los diagnosticos.
Se van presentando así en ese recorrido histórico distintos avances en la situación. Escollos o
detenciones y cortes que provocaron que el trabajo terapéutico no prosiguiera.
I
La primera consulta en esta modalidad es planteada con profesionales o equipos que
anteriormente han brindado atención a los integrantes de la familia y al niño. Esta forma de
aproximación entre partes permite que el niño no sea dejado a la deriva” al ser derivado, si no
encaminado con su familia entre equipo y equipo. La primera consulta construye un encuentro
efectivo, más o menos productivo, que permite el pasaje, la circulación, entre equipos
terapéuticos, hasta puede producir una acción de tejido común que luego brindará a los padres la
posibilidad de una mejor consulta.
El diagnóstico que otro formuló se torna productivo si se refiere a la clínica que allí abordó: la
transferencia, las impresiones que le produjeron los encuentros y las maniobras que fueron
posibles, los éxitos y los escollos. Si el diagnóstico fue estereotipado por manual DSM o similar
generalmente fue tomado por alguien más que a pesar de la codificación y gracias a su falla, se
modificó en función a este nuevo vínculo establecido y al trabajo elaborativo que se produjo. Esas
rupturas en el discurso pseudo científico de las clasificaciones diagnósticas estadísticas presentan
las diferencias que no permiten una hegemonía mortífera, si no que proponen a la búsqueda
subjetivante, elementos a ser escuchados en función de una posible historización. Cuando en lugar
de la historización se instala esa hegemonía clasificatoria “objetiva” se producen las vías en las que
insiste la repetición típica de lo mortífero:
Plantear una entrevista, hablar con quién diagnosticó o con quién recibió ese diagnóstico y
voluntariamente o no, lo modificó, o lo malinterpretó, da la posibilidad de ruptura y sobre ella
posibilidades de historización en la que no sólo hablan efectivamente los dialogantes si no que
hablan los que mantendrán las entrevistas posteriores de admisión: niño y familia.
II
La historización es una técnica de recuperación de fragmentos de consultas anteriores que se
ordenan en una lógica dada por el vínculo presente entre los involucrados. La primera consulta la
protagonizan los profesionales que se reúnen a comunicar cuestiones referidas al niño y la familia
consultada, impresiones, diagnósticos trabajados, etc. Estos actores de la primera consulta
siempre se proponen algo más que trabajan como plus comunicacional: apariencias que no
cierran, relatos que no parecen tener lógica, datos que fueron unidos con nexos dudosos o datos
que evidentemente estuvieron allí pero no pudieron ser observados y escuchados y mucho menos
registrados.
Todo eso ocurre parte en la misma escena y a veces fuera, posteriormente, en el análisis de lo que
allí ocurrió. A pesar de ese -fuera de escena- debemos considerar siempre que debe ser, al menos,
comunicada esa segunda escucha a quienes vinieron a la primera consulta. Quizá en algunas
ocasiones no quede otro recurso que hacerlo mediante una devolución posterior, en ocasiones
muy formalmente.
Sobre la base de ese primer diálogo entre profesionales y equipos y el análisis de lo allí producido,
se desarrollará la entrevista a padres, es allí donde ocurre la posibilidad de circulación, ese
encaminar que viene en lugar de la deriva. La derivación siempre corre con un gran riesgo:
perderse y quedar a la deriva entre tratamientos, entre profesionales, entre instituciones.
El trabajo de la primera consulta no podría ocurrir sin esta condición y esos elementos. La ruptura
del encapsulamiento tampoco sería posible y nos perderíamos de una buena base para el
comienzo de una práctica subjetivante en función del niño y la familia.
III
El diagnóstico para el equipo interdisciplinario de Salud Mental constituye una construcción sobre
la problemática presentada en cada consulta y viene compuesto con muchos elementos. Primero
debemos considerar la cuestión sobre que el diagnóstico comienza con el planteo de una
problemática, no de una patología. Esta primera consideración nos exige poner al diagnóstico en
términos de una situación que por naturaleza es compleja: la complejidad es parte del planteo que
nos va a referir a cuestiones varias entre sociales subjetivas, biológicas, de lenguaje y vínculos, etc.
Hay que situar entonces los elementos que nos guían en el planteo de la problemática, como ya lo
venimos haciendo desde hace unos párrafos, ubicando algo de lo que sucedió antes, a nivel de
instituciones, tanto escolares como de otro tipo como pueden ser de desarrollo social o justicia o
protección de derechos y de tratamientos de psicología o psicopedagogía u otros de Salud Mental.
Lo que viene lógicamente antes nos preocupa tanto como aquello que estuvimos trabajando hasta
ahora ¿cuál es el motivo para que la situación actual se nos presente a consulta en el equipo de
Salud Mental? Algo inquieta a los adultos que vienen a presentar al niño y su familia, o a los
mismos padres que vienen a presentar a su hijo, a consultar por él. Esto nos pone en situación
para pensar el desarrollo posterior: el ordenamiento del material de la primera consulta en base a
los ejes del intercambio entre profesionales y la historia de las transferencias y nos da lugar a
formular las primeras hipótesis. Algo de lo que se presenta está oculto para la mirada más
superficial y también para la escucha desde el posicionamiento que logramos en el primer
momento en este diálogo sobre las transferencias, por eso vale la acción de ir cambiando el
posicionamiento de la escucha, como si un observador cambiara de ángulo la mirada.
Algo inquieta a los adultos sobre el niño o la familia, esta formulación no expresa en si la
preocupación acerca de la presencia de patología, pero la patologización de la vida cotidiana de los
humanos hace que se exprese en esos términos: la inquietud es angustia, la tristeza depresión, un
loco un psicótico, etc. Entonces viene bien que nosotros podamos pensar en los mismos términos
y arribemos al diagnóstico de patología cuando las cosas se plantean de forma ineludible de esa
manera; es decir que la situación nos convenza acerca de la presencia de patología. Mientras
tanto, habrá que abrir el lugar para que las emociones y sentimientos se expresen como tales y
podamos recuperar una escucha en espera de narrativas típicamente humanas: complejas,
dramáticas, románticas, desesperanzadas, soñadoras, apasionadas, crueles, malvadas que
contengan los elementos que pueden plantear una problemática de salud mental: situaciones de
vida ante las cuales se complican los vínculos, las elaboraciones, el planteo de soluciones, las
recetas, etc.
Algo inquieta a los adultos. Escuchamos diariamente en nuestra práctica esa inquietud puesta en
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términos de violencia, dominación, abuso, imposibles de ser reducidas a violencias paternas o
rupturas vinculares primarias. Violencias que no pueden ser pensadas en el típico esquema
opositivo víctimario/víctima o dominador/dominado. Aquí también se impone un e ntre para hacer
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justicia a la complejidad de semejante problemática .
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La violencia paterna es grave, y se encuentra ubicada para nosotros del lado de la patología.
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Rodulfo Ricardo, Futuro porvenir, Buenos Aires, Noveduc, 2008.
Bibliografía.
Derrida Jaques, Estados de ánimo del psicoanálisis, Buenos Aires, Eudeba, 2001
Vasen Juan, Una nueva epidemia de nombres impropios, Buenos Aires, Noveduc, 2011