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.#
FISIOLOGIA

DEL MATRIMONIO.

I.

.'

- ? , , * .

FISIOLOGIA

MATRIMONIo.
POR MI. DE BALZAC.

TRADUCIDA. AL ESPAÑol.

100 I,

- " BARCELONA:
IMPRENTA DE IGNACIO OLIVERES.
Calle Ancha, núm. 26.

1841.
19o 1 o 6o 32.
INTRoDUCCION.

ce EL matrimonio no deriva de la
naturaleza. La familia oriental se dife
rencia enteramente de la familia occi
dental.—Es el hombre ministro de la
naturaleza, y viene la sociedad á injer
tarse sobre ella.—. Las leyes están he
chas para las costumbres y las costum
bres varian. »
| El matrimonio puede pues sufrir el
complemento gradual á que parecen so
metidas todas las cosas humanas.
| Estas palabras pronunciadas ante el
consejo de estado por Napoleon, cuan
do la discusion del código civil, causa
n mucha admiracion al autor de este
libro.
I. 1
II -
Sin saberlo, tal vez, pusieron en él
el gérmen de la obra que presenta en
el dia al público. En efecto, á la época
en que, mucho mas jóven, estudió el
derecho francés, la voz adulterio le
causó impresiones singulares. Inmensa
en el código, jamas aparecia esta pa
labra en su imaginacion sin arrastrar
en pos de sí una comitiva lúgu
bre. Las lágrimas, la verguenza, el
ódio, el terror, crímenes secretos, guer
ras sangrientas, familias sin gefe, la
desgracia, se personificaban delante de
él y se levantaban de repente cuando
leia la voz sacramental adulterio!
Aportando, mas tarde, á las playas
mejor cultivadas de la sociedad, repa
ró el autor que la severidad de las le
yes conyugales era en ellas, con bas
tante generalidad temperada por el
adulterio. Halló la suma de las fami
lias desgraciadas muy superior á la
de los matrimonios dichosos, y creyó
reparar, el primero, que, entre todos
los conocimientos humanos, es el del
matrimonio el que ha hecho menos
progresos.
III

Pero esta fue una observacion de jó


ven, y, en él como en tantos otros, se
mejante á una piedra arrojada en me
dio de un lago, se perdió en el abismo
de sus pensamientos tumultuosos.
No obstante, el autor observó á pe
sar suyo, y se formó lentamente, en
su imaginacion, como un enjambre de
ideas mas ó menos justas sobre la na
turaleza de las cosas conyugales. Las
obras se forman quizá en las almas tan
misteriosamente como brotan las cria
dillas de tierra en medio de las llanu
ras perfumadas del Perigord. Del pavor
santo y primitivo que le causó el adul
terio, y de la observacion que habia
hecho atolondradamente, nació una
mañana el mas mínimo de todos los
pensamientos, una chanza acerca del
matrimonio. Amábanse dos esposos por
la primera vez despues de veinte y sie
te años de matrimonio. Se holgó de es
ta pequeña observacion conyugal, y pa
só deliciosamente una semana entera
en agrupar alrededor de este inocente
epígrama, la multitud deideas que ha
bia adquirido sin saberlo y que se ad
miró de hallar en sí.
IV

Mas esta chanza desapareció delan


te de una observacion magistral; y dó
cil á las advertencias, volvió á echarse
el autor en la indiferencia de sus hábi
tos holgazanes.
Entonces este principio ligero de
ciencia y de chanza se perfeccionósolo
en los campos del pensamiento: cada
frase de la obra condenada echó raices
en ellos, y se fortaleció, quedando co
mo una rama pequeña de árbol que,
dejada sobre la arena en una tarde de
invierno, se halla cubierta al dia si
guiente con aquellas blancas y estrava
gantes cristalizaciones que forman las
heladas caprichosas de la noche. Asi
vivió el bosquejo y se hizo el punto de
partida de una multitud de ramifica
ciones morales. Fué este como un pó
lipo que se engendró por sí mismo. Las
sensaciones de su juventud, las obser
vaciones que una potencia importuna
le hacia hacer, halláron puntos- de
apoyo en los menores acaecimientos. Y
aun mas, esta masa de ideas se herma
nó, se animó, se personificó casi y mar
chó en los paisesfantásticos en los cua
v

les gusta el alma hacer zanganear sus


locas proles.
En medio de las preocupaciones del
mundo y de la vida, habia siempre en
el autor una voz que le hacia las reve
laciones mas burlonas, en el momento
mismo en que examinaba con mas pla
cer una muger bailando, sonriéndo
se ó platicando. Asi como Mefistófeles
muestra con el dedo, á Fausto, unas
caras siniestras, en la asamblea espan
tosa del Broken; lo mismo, sentia el
autor un demonio que en medio de un
baile llegaba á tocarle familiarmente
sobre la espalda y decirle:
¿Ves esa sonrisa hechicera? es una
sonrisa de odio...
Tan pronto el demonio se pavoneaba
como un capitan de las comedias anti
guas de Hardy. Sacudia la púrpura de
un manto bordado y se esforzaba en
reponer á nuevo los viejos oropeles y
las apariencias de la gloria.
* Tan pronto despedia á la manera de
Rabelais, una risa prolongada y fran
ea, y trazaba sobre la pared de una ca
lle una palabra" que podia servir de
VI y

apéndice á la de:– Choca! oráculo úni


co conseguido de la divina botella.
Frecuentemente este Trilby literario
se dejaba ver sentado sobre montones
de libros, y, con sus dedos retorcidos,
indicaba maliciosamente dos tomos
amarillos cuyo título relumbraba á la
vista. Despues, buando veia al autor
atento, deletreaba con voz tan provo
cativa como los sonidos de una harmó
nica:– Fisiologia del Matrimonio.
Pero casi siempre aparecia por la
noche, en el momento de los sueños.
Acariciando entonces como una hada,
procuraba familiarizar, con dulces pa
labras, el alma que se habia sometido.
Tan burlon como seductor, tan dócil
como una muger, tan cruel como un *
tigre, era su amistad mas temible ques
su odio, pues no sabia hacer una cari
cia sin arañar.
Una noche, entre otras, tentó la po
tencia de todos sus sortilegios y los co
ronó con un último esfuerzo. Llegó, se
sentó sobre la orilla de la cama, como
una jóven doncella llena de amor, que
de pronto calla, pero cuyos ojos bri
VII

llan, y á quien acaba por escapar su


SeCretO.
— Esto, dijo él, es el prospecto de
un Escafandro, por medio del cual será
posible pasearse sobre el Sena á pié
enjuto. Este otro tomo es el informe
del Instituto acerca de una vestidura
propia para hacernos atravesar las lla
mas sin quemarnos. ¿No propondrás
nada acaso que pueda preservar el ma
trimonio de las desgracias del frio y
del calor?
Pero, oye!... Hé aquí: El arte de
conservar las substancias alimenticias:
El arte de impedir las chimeneas de
ahumar: El arte de hacer buenos mor
teros: El arte de poner su corbata: El
arte de trinchar las viandas. (Nombró
en un minuto, un "número tan prodi
gioso de libros que el autor tuvo de
ello como un desvanecimiento.)— Es
tas myriadas de libros han sido devo
radas, decia él, y sin embargo todo el
mundo no edifica,y no come; todo el
mundo no tiene corbata y no se calien
ta, mientras que todo el mundo se casa
un poco!... Mastoma, mira!.
VIII

Entonces hizo su mano un gesto, y


pareció descubrir á lo léjos un oceano
en que todos los libros del siglo se me
neaban como por medio de unos movi
mientos de olas. Los en 18º rebotaban;
los en 8º que se arrojaban despedian
un sonido grave, iban al fondo y no
volvian á subir sino con mucho traba
jo, impedidos por unos en 12? y unos
en 32 que cundian y se resolvian en es
puma ligera. Las olas furiosas estaban
cargadas de diaristas, de regentes de
imprenta, de papeleros, de aprendices,
de dependientes, de impresores, de los
cuales no se veian mas que las cabezas
confundidas con los libros. Millares de
voces clamaban como las de los estu
diantes en el baño. Iban y venian en
sus botes algunos hombres ocupados en
pescar los libros y en llevarlos á la ri
bera delante de un hombre alto, des
deñoso, vestido de negro, seco y frio:
estos eran los libreros y el público. Con
el dedo mostró el demonio un esquife
nuevamente empavesado, navegando á
toda vela y llevando un cartel á modo
de pavellon; despidiendo despues una
IX

carcajada sardónica, leyó con voz pe


netrante :

Fisiologia del Matrimonio.


Hízose el autor enamorado y el dia
blo le dejó quieto, pues este hubiera
tenido que habérselas con un adversa
rio demasiado fuerte si hubiese vuelto á
una casa habitada por una muger.
Corrieron algunos años, sin otros
tormentos mas que los del amor, y pu
do el autor creerse curado de un acha
que por medio de otro.
Pero una noche se halló en un salon
de Paris, en donde uno de los hom
bres, que hacian parte del círculo for
mado delante de la chimenea por algu
nas personas, tomó la palabra y dijo
con voz sepulcral:
ce Un hecho se verificó en Gante, al
momento en que yo me hallaba allí.
Una señora acometida de una enferme
dad mortal, viuda diez años habia, ya
cía en su cama. Su último suspiro era
esperado por tres herederos colaterales
que no la dejaban, temerosos de que
hiciese un testamento en provecho del
I. I.
X

beaterio de la ciudad. La enferma se


mantenia silenciosa, aparentaba estar
adormecida, y parecia la muerte apo
derarse lentamente de su rostro mustío
y amoratado.
cº ¿Veis en medio de una noche de
invierno á los tres parientes sentados
silenciosamente delante de la cama?
Una vieja enfermera está allí menean
do la cabeza, y viendo el médico con
ansia la enfermedad llegar á su último
trance, tiene su sombrero con una ma
no, y con la otra hace un gesto á los
parientes como para decirles:— Ya no
tengo visitas que haceros. .
cUn silencio solemne permitia oir
los sordos silvidos de una lluvia de nie
ve que caia sobre las ventanas. Teme
roso de que los ojos de la moribunda
fuesen heridos por la luz, el mas jóven
de los herederos, habia adaptado una
pantalla á la bugía colocada cerca de
la cama, de modo que el círculo lu
minoso de la bugía llegaba apénas á la
almohada fúnebre, sobre la cual la cara.
amarillenta de la enferma se despren
dia como un Cristo mal dorado sobre
XI
una cruz de plata empanada. Entonces
los resplandores ©ndeantes arrojados
por las llamas azules de un hogar ar
diente, alumbraban solos aquel cuar
to sombrío en que iba á terminarse un
drama.
ir En efecto, cayó un tizon de repente
del hogar sobre el tablado como para
anunciar un acontecimiento.
ce A este ruido, la enferma se incor
poró con prontitud y abrió dos ojos tan
brillantes como los de un gato. Todo el
mundo admirado la contempló. Ella
miró rodjVel tizon, y, antes que na
die hubiese pensado en oponerse al mo
vimiento inesperado producido por una
suerte de delirio, saltó fuera de su ca
ma, cogió las tenazas, y arrojó el ti
zon en el lugar. La enfermera , el mé
dico, los parientes, se precipitaron y
la cogieron en sus brazos. Volviéronla
á acostar; ella puso la cabeza sobre la
almohada, y algunos minutos habiaa
corrido apenas, cuando murió, conser
vando aun despues de su muerte, su
mirada puesta fijamente sobre la hoja
del tablado á la cual había tocado el
tizon»
XII

ce Apenas hubo espirado la condesa


Van-Ostroëm, cuando los tres cohere
deros se echaron una ojeada de descon
fianza, y, no pensando ya mas en su
tia, se mostraron eltablado misterioso.
Como eran Holandeses,fué en ellos el
cálculo tan pronto como sus miradas.
Fué convenido, por medio de tres pa
labras pronunciadas en voz baja, que
ninguno de ellos dejaria el aposento. Un
lacayo fué á buscar á un obrero, y las
almas colaterales palpitáron vivamente,
cuando reunidos alrededor de este rico
tablado, vieron los tres Belgas á un
pequeño aprendiz dar el primer golpe
de cincel. Fué cortada la madera!...
cr—¡Mitia ha hecho un gesto!... di-. "
ejo el mas jóven de los herederos.
cº— No, es un efecto de las ondula
ciones de la luz.... contestó el de mayor
edad que tenia á un tiempo el ojo so-
bre el tesoro y sobre la difunta. -
ce Halláron precisamente en el sitio
en que habia caido el tizon, una masa
envuelta artísticamente con una capa
de yeso.
cº Proseguid!... dijo el viejo cohe
redero.
XIII

* El cincel del aprendiz hizo saltar


una cabeza humana, y yo no sé que
vestigio de vestidura les hizo reconocer
al conde que toda la ciudad creia muer
to en Java y cuya pérdida habia sido
vivamente llorada por su muger.»
Era el narrador de esta vieja historia
un hombre de alta estatura, seco, con
ojos de color leonado, concabellos no
renos... Creyó reparar el autor seme
janzas indeterminadas entre él y el de
monio, que, en otro tiempo, le habia
atormentado tanto; pero no tenia el
estrangero el pié ahorquillado. De re
pente la voz Adulterio resonóá los oi
dos del autor; y entónces, esta especie
de campana despertó, en su imagina
cion, las figuras mas lúgubres de la co
mitiva que, poco há, desfilaba en pos
de estas sílabas prestigiosas.
Principiando por esta velada, las
persecuciones fantasmagóricas de una
obra que no existia volvieron á empe
zar, y, en ninguna época de su vida,
fué asaltado el autor con tantas ideas
mentirosas acerca de la materia fatal
de este libro. Pero resistió animosa
XIV

mente al Espíritu, aunque ligase este


último los menores acontecimientos de
la vida con esta obra desconocida, y
aunque, semejante á un dependiente de
la aduana, lo sellase todo con su cifra.
Algunos dias despues, se halló el au
tor en compañia de dos señoras. Habia
sido la primera una de las mugeres mas
humanas y mas espirituales de la corte
de Napoleon. Llegada en otro tiempo
á una alta situacion social, la restaura
cion la sorprehendió en ella y la derri
bó de allí. Se habia hecho entonces er
mitaña. -

La segunda, jóven y bella, hacia en


aquel momento en Paris el papel de
una muger á la moda. -

Eran amigas, porque teniendo la


una cuarenta años, y veinte y dos la
otra, sus pretensiones ponian rara vez
en presencia su vanidad sobre el mismo
terreno. Siendo el autor sin consecuen
cia para una de las dos señoras, y ha
biéndolo adivinado la otra, prosiguie
ron en su presencia una conversacion
bastante ingénua que habian principia
do acerca de su oficio de muger.
XV
__¿ Habeis reparado, querida mia,
que las mugeres no aman en general
sino á unos tontos ?
_¿Qué decis pues con eso, duque
sa ? y de qué modo hareis concordar es
ta observacion con la aversion que tie
nen por sus maridos f
_ Pero eso es una tiranía ! se dijo el
autor. ¿Hé aqui pues ahora al diablo
en escofieta ?
No , querida mia , yo no me chanceo!
repuso la duquesa, y hay de que hacer
estremecer para sí misma, desde que
he contemplado un poco mas friamen-
te las personas que he conocido en otro
tiempo. Tiene siempre el espíritu un
brillo que nos hiere , y el hombre que
tiene mucho entendimiento nos atemo
riza quizá. Si es altanero, no será celo
so y en tal caso no supiera agradarnos.
En fin gustamos mas tal vez elevar
á un hombre hasta nosotras , que le
vantarnos hasta él...
Tiene el talento muchos sucesos á
que hacernos participar; pero el necio
dá goces , y preferimos siempre oir de
cir:
XVI

'_Hé aquí un bello hombre! á ver


nuestro amante ir al Instituto.
– Hay muy bastante con eso, du
quesa! Me habeis atemorizado.
Y poniéndose la jóven presumida á
hacer los retratos de los amantes de que
estaban enamoradas todas las mugeres
conocidas suyas, no halló entre ellos á
un solo hombre de entendimiento.
—Mas, por mi virtud, dijo ella, va
len mas sus maridos...
—Son sus maridos! contestó la du
quesa con gravedad. -

— Pero, preguntó el autor, ¿es pues


inevitable el infortunio de que es ame
nazado en Francia un marido?
—Sí, respondió la duquesa riendo.
Y la obstinacion de ciertas mugeres,
contra las que tienen la dichosa des
gracia de tener una pasion, prueba
cuan pesada es para ellas la castidad.
Si no fuera por medio del diablo, una
seria Laís; otra debe su virtud á la ari
dez de su corazon; aquella al modo né
cio con que se ha conducido su primer
amante; esta...
Detuvo el autor el torrente de reve
XVII

laciones, dando parte á las dos señoras


del proyecto de la obra por la cual era
perseguido. Ellas se sonrieron de eso,
y prometieron muchos consejos. La
mas jóven suministró alegremente uno
de los prineros caudales de la empre
sa, diciendo que se encargaba de pro
bar matemáticamente que las mugeres
enteramente virtuosas son unos entes
de razon.
Vuelto entonces á su casa, dijo el
autor á su demonio: – Llega. Estoy
pronto.—Firmemos el pacto!
El demonio no volvió mas. Si el au
tor escribe aqui la biografía de su li
bro, no es por inspiracion ninguna de
fatuidad. Refiere hechos que podrán
servir á la historia del pensamiento
humano y que esplicarán sin duda la
obra misma. -

No es indiferente tal vez á ciertos


anatomistas del pensamiento el saber
que el alma es muger. Asi, mientras
que se privaba el autor de pensar en
el libro que debia hacer, se mostraba
el libro escrito en todas partes. Halla
ba una página de él sobre el lecho de
XVIII

un enfermo, otra sobre el canapé de


un retrete. Las miradas de las muge
res, cuando daban vueltas, arrebatadas
por una valse, le suministraban pensa
mientos; un gesto, una palabra,ferti
lizaban su cerebro desdeñoso.
El dia en que se dijo:-Esta obra
que me molesta se hará!.....todo ha
huido; y asi como los tres Holandeses,
levantóun esqueleto, en donde se ba
jaba para coger un tesoro.
Un rostro dulce y pálido sucedió
al demonio tentador. Tenia modales
atractivos é ingenuidad. Sus represen
taciones estaban desarmadas de las
puntas agudas de la crítica. Prodigaba
mas palabras que ideas y parecia tener
miedo del ruido.
Era tal vez el genio familiar de los
honorables diputados que tienen su
asiento en el centro de la cámara.
—¿No vale mas, decia ella, dejar
las cosas tales como son? ¿Van pues
tan mal?
Es necesario pues creer en el matri
monio como en la inmortalidad del al
ma, y no haceis ciertamente un libro
para jactar la felicidad conyugal.
XIX

Concluireis por otra parte sin duda


á imitacion de un millar de familias
parisienses, que no son mas que escep
ciones. Hallareis quizá maridos dis
puestos á abandonar sus mugeres; pe
ro á ningun hijo encontrareis que
abandone su madre.....
Algunas personas heridas por las
opiniones que profesáreis, sospecha
rán vuestras costumbres, calumniarán
vuestras intenciones.
- En fin, para curar los lamparones
sociales, es necesario ser Rey, ó cuando
menos primer Cónsul.
Aunque apareciese bajo la forma
que mas podia agradar al autor, no
fue escuchada la Razon; pues á lo lé
jos la Locura agitaba la muñeca de
Panurge, y este queria cogerla. Cuan
do intentó tomarla, se halló que era
tan pesada como la clava de Hércules.
Por otra parte el cura de Meudon la
habia guarnecido de modo que un jó
ven, que se precia menos de hacer
bien un libro que de estar bien en
guantado, no podia verdaderamente
llegará ella.
__¿Está acabada nuestra obra? pre
guntó una mañana la mas jóven de las
dos cómplices femeninas del autor.
_Ay! señora, ¿me recompensareis
de todos los odios que podrá levantar
contra mí?
Hizo un gesto, y entonces respondió
el autor á su indecision con una espre-
sion de indiferencia. >
—Gomo! ¿estariais incierto? publi-
cadla , no tengais miedo. En el dia to
mamos un libro mucho mas por la he
chura que por la estofa.
Aunque no. quiera el autor pasar
aqui sino por el secretario humilde de
dos señoras , al mismo tiempo que co
ordina sus observaciones, ha cumplido
mas de una tarea. Una sola tal vez ha
bía quedado en punto al matrimonio:
la de recoger las cosas que todo el mun
do piensa y que nadie espresa; pero,
hacer un libro con el espíritu de todo
el mundo , ¿ no es esponerse á que no
agrade á nadie?
El eclectismo de este libro le salvará
tal vez, sin embargo. Al mismo tiem
po que se chanceaba , ha procurado el
XXI
autor popularizar algunas ideas conso
ladoras. Ha intentado casi siempre des
pertar resortes desconocidos en el alma
humana. Tomando la defensa de los
intereses mas materiales, juzgándolos,
6 condenándolos , habrá hecho quizá
reparar en mas de un goce intelectual.
Mas no tiene el autor la necia pre
tension de haber acertado siempre en
hacer chanzas de buen gusto ; ha con
tado solamente con la diversidad de los
entendimientos, para recibir tanto vi
tuperio como aprobacion. Era tan gra
ve la materia, que ha procurado cons
tantemente ponerla en anécdotas, pues
to que en el dia son las anécdotas el
pasaporte de toda moral y el anti-nar-
cótico de todos los libros.
En este , en que todo es análisis y
observacion , la fatiga en el lector y el
Yo en el autor eran inevitables. Esta es
una de las desgracias mas grandes que
puedan suceder á una obra, y no se
lo ha disimulado el autor. Ha dispues
to entonces para el caso los rudimen
tos de su libro de modo que propor
cione paradas al lector. Este sistema
XXII

ha sido consagrado por un escritor que


hacia sobre el gusto una obra bastante
semejante á aquella de que se ocupaba
sobre el Matrimonio, y á la cual se
permitirá pedir prestadas algunas pa
labras para espresar un pensamiento
que es comun á ambas. Será esta una
suerte de homenage tributadoá su pre
decesor cuya muerte ha seguido tan de
cerca el suceso.
cc Cuando escribo y hablo de mí, en
singular, eso se supone una confabula
cion con el lector; puede examinar,
discutir, dudar y aun reir; pero, cuan
do me armo del temible Nos, entonces
yo profeso; es necesario someterse.»
(Brillat-Savarin, prefacio de la Fi
siologia del Gusto.)
DE BALZAC.

15 de diciembre de 1829.
La muger que, en vista del título de este
libro, estuviese tentada de abrirle, puede dis
pensarse de ello: le ha leido ya sin saberlo:
un hombre, por mas malicioso que pueda
ser, nunca dirá de las mugeres tanto bien,
ni tanto mal como lo piensan ellas mismas.
Si apesar de esta advertencia, persistiese
una muger en leer la obra, deberá la deli
cadeza imponerle la ley de no murmurar del
autor, desde el momento en que privándo
se de las aprobaciones que mas lisonjean á
los artistas, ha grabado en algun modo en
el frontispicio de su libro, la prudente
inscripcion puesta sobre la puerta del Mu
seo de anatomía comparada: Las señoras
no entran aqui.
..
PARTE PRIMERA.

CONSIDERACIONES GENERALES.

Hablaremos contra las leyes insensatas hasta


el momento en que se reformen , y entretanto
nos someteremos á ellas ciegamente.
( Suplemento al viage de Bougainville. )
DlDEROT.

I. t
V.
MEDITACION I,

La Materia.

Fisiología, ¿que me quieres?


¿Es tu fin demostrarnos que el matri-
trimonio une , por toda la vida , dos entes
que no se conocen?
¿Que la vida se halla en la pasion y que
ninguna pasion resiste al matrimonio?
¿Que es el matrimonio una institucion
necesaria al mantenimiento de las socie
dades, pero que es opuesto á las leyes de
la naturaleza?
¿Que el divorcio , ese paliativo admira
ble á los males del matrimonio, será uná
nimemente reclamado?
4

¿Que ápesar de todos sus inconvenien


tes, es el matrimonio la fuente primera de
la propiedad?
¿Que presenta pruebas incalculables de
seguridad á los gobiernos?
¿Que hay algo de patético en la aso
ciacion de dos entes para soportar las
penas de la vida?
¿Que hay algo de ridículo en querer
que un mismo pensamiento dirija dos
voluntades?
¿Que es la muger tratada como esclava?
¿Que no hay matrimonios enteramente
dichosos?
¿Que se halla el matrimonio con hipo
de crímenes, y que los asesinatos conoci
dos no son los peores?
¿Que la fidelidad es imposible, al me
nos en el hombre?
¿Que si pudiese establecerse una suma
ria probaria mas disturbios que seguridad
en la transmision patrimonial de las pro
piedades?
¿Que ocasiona mas males el adulterio
que no procura bienes el matrimonio?
¿Que la infidelidad de la muger ascien
de á los primeros tiempos de las socieda
5

des, y que ha resistido el matrimonio á


esta perpetuidad de fraudes? "
¿Que las leyes del amor ligan tan fuer
temente dos seres que ninguna ley humana
puede separarlos?
¿Que si hay matrimonios escritos so
bre los Registros de la Oficialidad, los hay
formados por los votos de la naturaleza,
por una dulce conformidad ó por una en
tera desemejanza en el pensamiento, y por
conformaciones corporales; que de este mo
do el cielo y la tierra se oponen uno á otro
sin cesar? ·
¿Que hay maridos ricos en estatura y
con un entendimiento superior, cuyas mu
geres tienen amantes muy feos, pequeños
ó estúpidos?.... Todas estas preguntas su
ministrarian libros en caso necesario;pero
estos libros están hechos y las preguntas
resueltas.
¿Fisiología, que me quieres?
¿Revelas tú principios nuevos? Llegas
á pretender que es necesario poner las mu
geres en comun? Lycurgo y algunas po
blaciones griegas, algunos tártaros y algu
nos salvages lo han intentado.
6 *
¿Seria acaso que es menester encerrar
las ? Los Otomanos lo han hecho y en el
dia les restituyen la libertad.
¿Seria que es necesario casar á las don
cellas sin dote y escluirlas del derecho de
sucesion?... Algunos autores Ingleses y al
gunos Moralistas han probado que este era
juntamente con el divorcio, el medio mas
seguro de hacer dichosos los matrimonios.
¿Seria que una pequeña Agar es necesa
ria en cada familia ? Para eso no se nece
sita ley ninguna. {11 artículo del Código
que pronuncia penas contra la muger adúl
tera , en cualquier parte que sea cometido
el delito , y el que no castiga á un marido
sino cuando habita su manceba bajo el
techo conyugal, admiten implícitamente
queridas en una ciudad.
Sanchez ha disertado sobre todos los ca
sos penitenciales del matrimonio ; ha ar
gumentado además acerca de la legitimi
dad, en punto á la oportunidad de cada
placer ; ha trazado todos los deberes mo
rales, religiosos, corporales de los esposos;
en resumen, sus obras formarian doce to
mos en- 8? , si volviese á imprimirse aquel
grueso in folio titulado de Matrimonio. Una
7
multitud de jurisconsultos han arrojado mul
titudes de tratados acerca de las dificulta-
des legales que nacen del matrimonio. Ec
sisten igualmente obras sobre el congreso
judicial. Legiones de médicos han dado á
luz legiones de libros sobre el matrimonio
en sus relaciones con la cirujía y la me
dicina.
En el siglo diez y nueve, fisiología del
matrimonio es pues una compilacion que
nada significa, ú obra de un necio escrita
para otros necios: algunos viejos sacerdotes
han tomado sus balanzas de oro y pesado
los menores escrúpulos; algunos viejos ju
risconsultos han puesto sus anteojos y dis
tinguido todas las especies; algunos viejos
médicos han tomado el escalpelo y le han
paseado sobre todas las llagas; algunos
viejos jueces han subido sobre su sitial y
juzgado todos los casos de restitucion; ge
neraciones enteras han pasado despidiendo
sus gritos de alegria ó de dolor; cada si
glo ha echado su voto en la urna; el Es
píritu Santo, los poetas, los escritores, lo
han empadronado desde Eva hasta la
guerra de Troya, desde Helena hasta ma
dama de Maintenon, desde la muger de
Luis XIV hasta la contemporánea.
3 ".
Fisiología, ¿que me quieres pues?
¿Quisieras acaso presentarnos cuadros
mas ó ménos dibujados para convencernos
que un hombre se casa:
Por ambicion,... eso es bien conocido;
Por bondad, para arrebatar una hija á
la tirania de su madre;
Por cólera, para desheredar á unos co
laterales; Y

Por desdén de una querida infiel;


Por fastidio de la vida deliciosa de sol
tero;
Por locura, es siempre el matrimonio
una de ellas;
Por apuesta, este es el caso mas raro;
Por honor, como Jorge Dandin.
Por interés,pero eso es siempre así;
Por juventud, al salir del colegio como
un atolondrado;
Por fealdad, temiendo carecer algun dia
de muger;
Por maquiavelismo, para heredar pron
tamente de una vieja;
Por necesidad, para dar un oficio á su
hijo;
Por obligacion, habiendo la señorita te
nido una flaqueza;
9
-

Por pasion, para curarse mas segura


mente de ella;
Por querella, para acabar un pleito;
Por reconocimiento, es dar mas de lo
que se ha recibido;
Por sabiduria, eso acontece aun á los
doctrinarios;
Por testamento, cuando un tio difunto
grava su herencia con una doncella por
CaSar;

Por vejez, para hacer un fin;


Por costumbre, á imitacion de sus an
tepasados;
Por escrúpulo, como el duque de Saint
Aignan, que no queria cometer pecados?
Pero estos accidentes han suministrado
las materias de treinta mil comedias y de
cien mil novelas.
Fisiología,
¿ que por la terceragº y última vez,
me quieres?
Aqui todo es comun como los empedra
dos de una calle, vulgar como una en
crucijada.
Es el matrimonio mas conocido que
Barrabás de la Pasion; todas las viejas
ideas que despierta abundan en las litera
, turas desde que el mundo es mundo, y no
I. 2.
1.0
existe opinion alguna útil ni proyecto des
cabellado , que no hayan hallado un autor,
un impresor , un librero y un lector.
Permitidme deciros como Rabelais.
nuestro autor comun :
— ee Buenas gentes, Dios os salve y os
guarde! ¿En donde estais? no puedo veros.
Esperad que calce mis anteojos. Ah ! ah !
os veo. Vosotros, vuestras mugeres, vues
tros hijos; ¿estais en salud deseada'?»—
Me alegro mucho.
Pero no escribo para vosotros. Puesto
que teneis hijos grandes , todo está dicha.
ee¡Ah! sois vosotros, bebedores muy
ilustres, vosotros gotosos muy preciosos y
vosotros sarnosos infatigables, currutacos
galicados , que pantagruelizais ( 1 ) todo
el dia , que tenéis urracas domesticadas
bien charladoras, y que vais á tercia, á
sesta, á nona, y tambien á vísperas, á
completas, que iriais tambien siempre. v>
No se dirige á vosotros la Fisiología del
Matrimonio, puesto que no sois casados.
Asi sea siempre.

. ( i ) Pantagruelizar , es decir estar bebiendo y co


miendo todo el dia como unos glotones determinados.
11
ce Vosotros tropel de serrabaitas, san
turrones, monges con buenas rentas, pe
regrinos que vais á Roma, camanduleros,
frailes licenciosos, hipócritas, frailes con
capilla, y otras gentes semejantes que se
han disfrazado como las máscaras para
engañar al mundo!... atrás mastines, fuera
de la palestra; ¡fuera de ahí cerebros con
fronteros! De parte del diablo, estais aun
ahí...»
En tal caso no me quedan ya tal vez
mas que buenas almas quegustan de reir.
No de aquellos llorones que quieren aho
garse á cada instante en verso y en prosa,
que remedan á los enfermos en odas, en
sonetos, en meditaciones; no de aquellos
cogitabundos de toda especie, sino de al
gunos de aquellos antiguos pantagruelistas
que no lo miran tan de cerca cuando se
trata de banquetear y de chocarrear, que
hallan algo bueno en el libro de los gui
santes con tocino, cum commento, de Ra
belais, en el de la dignidad de las Brague
tas, y que aprecian aquellos bellos libros
mugrientos y asquerosos, tardíos para per
seguir y atrevidos para ir al encuentro de
dichos libros.
12

No es posible ya burlarse mucho del


gobierno, amigos mios, desde que ha ha
llado el medio de levantar mil y qui
nientos millones de impuestos. Los papas,
los obispos, los monges y las monjas no
son todavia bastante ricos para que se
pueda beber en sus casas; pero que lle
gue San Miguel que arrojó al diablo del
cielo, y verémos quizá el buen tiempo vol
ver! Por tanto no nos queda en este mo
mento sino el Matrimonio en Francia que
dé motivo de burla. Discípulos de Panurge,
á vosotros solo quiero por lectores. Voso
tros sabeis coger ó dejar un libro cuando
es necesario, hacer lo que es mas fácil,
comprehender á media palabra y sacar
alimento de un hueso meduloso.
Esas gentes con microscópio, que no
ven mas que un punto, los censores en
fin, ¿lo han dicho bien todo, pasádolo to
do en revista, han pronunciado sin apela
cion que un libro sobre el Matrimonio es
tan posible de ejecutar como el poner nue
vo un cántaro roto?
Sí, loco de atar. Estrujad el Matrimo
nio, no saldrá nunca de él mas que placer
para los solteros y enfado para los mari
13
dos. Tal es la moral eterna. Un millon de
páginas impresas no tuvieran otra sustan
cia. Hé aquí sin embargo mi primera pro
posicion.
Es el Matrimonio un combate á todo
trance antes del cual los dos esposos piden
al cielo su bendicion , porque amarse siem
pre es la mas temeraria de las empresas.
No tarda el combate en principiar, y la
victoria , es decir la libertad , queda al mas
"mañoso. <'
Convengo en ello. ¿En donde veis en
eso una concepcion nueva?
¡Pues bien! me dirijo á los .casados de
ayer y de hoy, á los que, al salir de la
iglesia ó del concejo municipal , conciben
la esperanza de guardar á sus mugeres pa
ra sí solos ; á aquellos á quienes no sé que
egoismo ó que sentimiento indefinible ha
ce decir al aspecto de las desgracias age-
aas: — ¡Eso no me sucederá á mí!
Me dirijo á aquellos marineros. que,
despues de haber visto algunas naves zo
zobrar, se embarcan; á aquellos solteros
que, despues de haber causado el naufra
gio de mas de una virtud conyugal , se
atreven á casarse.
14
Y hé aquí el motivo:
Un jóven, un anciano quizá, enamora
do ó no, acaba de adquirir por medio de
una escritura bien y debidamente registra
da en el corregimiento, en el cielo y so
bre las matrículas del Dominio real, una
jóven doncella con cabellos largos, con
ojos negros y humedecidos, con pies pe
queños, con dedos lindos y afilados, con
lábios colorados, con dientes de marfil, bien
hecha, toda estremecida, apetecible y to
da rozagante, blanca como una azucena,
colmada de los tesoros mas deseables de
la belleza: sus pestañas bajas se parecen
a los dardos de la corona de fierro; su
piel, tejido tan fresco como la corola de
un camelia blanco, es matizada con la púr
pura de los camelias encarnados; sobre su
tez virginal los ojos creen ver la flor de
una fruta reciente y el vello imperceptible
de un albérchigo matizado; el azul de las
venas destila un rico calor por medio de
aquel enrejado claro; ella pide y dá la vi
da; es toda alegria y toda amor, toda
donaire y toda ingenuidad. Ama á su es
poso á á lo menos cree amarle.
El marido enamorado ha dicho en lo
15
íntimo de su corazon. eº Esos ojos no verán
mas que á mí, esa boca no se estremecerá
de amor sino para mí, esa dulce mano no
derramará los tesoros cosquillosos del de
leite sino sobre mí, ese pecho no palpita
rá sino á mi voz, esa alma adormecida no
se despertará sino á mi voluntad;yo seré
solo en meter mis dedos en esas trenzas
brillantes, solo pasearé caricias deliciosas
sobre esa cabeza tiritante. Haré velar la
muerte á mi cabecera para defender el ac
ceso del lecho nupcial contra el estrange
ro robador; ese trono del amor nadará en
la sangre de los imprudentes ó en la mia.
Reposo, honor, felicidad, lazos paterna
les, fortuna de mis hijos, todo está allí;
quiero defenderlo todo como una leona á
sus cachorros. ¡Desgraciado el que ponga el
pié en mi caverna!
Pues bien, atleta animoso, celebramos
tu designio. Hasta ahora ningun geómetra
se ha atrevido á trazar líneas de longitud
y de latitud sobre el mar conyugal: los
viejos maridos han tenido verguenza de in
dicar los bancos de arena, los arrecifes,
los escollos, los cachones, los monzones,
las costas y las corrientes, que han des
416

truido sus embarcaciones, por la mucha


verguenza que les causaban sus naufragios.
Faltaba un piloto, una brújula á los pere
grinos casados... Esta obra es destinada á
servirles de todo esto.
Sin hablar de los especieros y de los mer
caderes depaños, existen tantas gentes que
están demasiado ocupadas para perder tiem
po en buscar los motivos secretos que hacen
obrará las mugeres,que es una accion cari
tativa el clasificarles portítulos y por capí
tulos todas las situaciones secretas del ma
trimonio. Un buen índice de las materias
lespermitirá poner el dedo sobre los movi
mientos del corazon de sus mugeres, como
la tabla de los logaritmos les enseña el
producto de una multiplicacion.
Ahora bien, ¿Que os parece de esto?
¿No es una empresa nueva y á la cual ha
renunciado todo filósofo, el mostrar de que
modo se puede impedir á una muger de
engañar á su marido? ¿No es esta la co
media de las comedias? ¿No es otro spe
culum vitae humanae? No se trata ya de
aquellas cuestiones ociosas de que hemos
hecho justicia en esta meditacion. En el
dia, en moral como en las ciencias exac
17
tas , el siglo exjge hechos y observaciones.
Las traemos.
Empecemos pues por ecsaminar la si
tuacion real de las cosas, por analizar las
fuerzas de cada partido. Antes de armar
á nuestro campeon imaginario, calculemos
el número de sus enemigos, contemos los
Cosacos que quieren invadir su pequeña pa
tria.
Embarquese con nosotros quien quiera,
ria el que pueda. Levantad el áncora , izad
las velas. ¿Sabeis de que pequeño punto re
dondo partís ? Es una gran ventaja que te
nemos sobre muchos libros.
Por lo que hace á nuestra fantasía de
reir llorando y de llorar riendo, como el
divino Rabelais bebia comiendo y comia
bebiendo; por lo que toca á nuestra manía
de poner á Heráclito y á Democrito en la
misma página , de no tener ni estilo ni pre
meditacion de frase si murmura de ello
alguno de la tripulacion .'...Fuera de la cu
bierta los viejos cerebros con frontero, los
clásicos en pañales , los románticos en mor
taja, y vogue la galera!
Toda esa gente nos vituperará quizá de
parecemos á los que dicen" con aire joco-
18

so: es Voy á contaros una historia que os


hará reir.....»
¿Como es posible chancearse cuando se
habla de matrimonio? ¿No adivinais que
le consideramos como una enfermedad li
gera á que estamos todos espuestos, y que
es este libro su monografía?
Pero vos, vuestra galera d vuestra obra,
os pareceis á aquellos postillones que,par
tiendo de una posta, hacen chasquear su
látigo porque conducen á unos ingleses. No
habreis corrido á galope tendido durante
media legua cuando bajareis para restable
cerun tirante ó para dejar resollar vues
tros caballos. ¿Para que tocar la trompeta
antes de la victoria?–¡Ay! caros panta
gruelistas, basta hoy tener pretensiones á
un suceso para lograrle; y, como en resu
midas cuentas, no son tal vez las grandes
obras mas que ideas pequeñas bien desar
rolladas, yo no veo porque no procuraria
coger laureles, aunque no fuese mas que
para coronar esos perniles tan salados que
nos ayudarán á hacer humear el puchero.
—Poco á poco, ¡piloto! No partamos sin
hacer una pequeña definicion.
Lectores, si encontrais de tarde en tar
19 .

de, como en el mundo, las palabras de


virtud ó de mugeres virtuosas en esta obra,
convengamos en que la virtud será aquella
facilidad penosa con que una esposa reser
va su corazon á un marido; á no ser que
la voz sea empleada en un sentido gene
ral, distinčion que es abandonada á la sa
gacidad natural de cada cual.
MEDITACION II,

Estadística conyugal.

LA administracion se ha ocupado de
veinte años acá poco mas ómenos en in
dagar cuantas hectareas de bosques, de
prados, de viñas, de barbechos encierra el
suelo de la Francia. No se ha contentado
con eso y ha querido conocer el número y
la naturaleza de los animales. Han ido mas
allá los literatos. Han contado los esterios
de leña, los kilógramos de vaca, los litros
de vino, las manzanas y los huevos consu
midos en Paris. Pero nadie ha imagiaado
todavia, sea en nombre del honor marital,
sea en el interés de las personas por casar,
22
sea en utilidad de la moral y de la perfec
tibilidad de las instituciones humanas, de
examinar el número de las mugerés honra
das. ¡Como! requerido el ministerio fran
ces podrá contestar que tiene tantos hom
bres bajo las armas, tantos espías, tantos
empleados, tantos estudiantes; y por lo
que hace á las mugeres virtuosas Nada.
Si cogiese á un rey de Francia el capricho
de buscar su augusta compañera entre sus
subditas , no pudiera la administracion in
dicarle siquiera el grueso de ovejas blancas
en el seno del cual tuviera que escoger;
estaria obligado de valerse de alguna ins
titucion de jóvenes nubiles , lo que dispon
dria á reir.
¿Serian pues los antiguos nuestros maes
tros en instituciones políticas como en mo
ral? La historia nos enseña que Asuero,
queriendo tomar á una muger entre las
doncellas de Persia, eligió á Esther, la
más virtuosa y la mas bella. Sus ministros
habian hallado pues necesariamente un mo
do cualquiera que fuese de desflorar la po
blacion. Por desgracia la Biblia, tan clara
en punto á todas las cuestiones matrimo
niales, ha omitido darnos esta ley de elec
cion conyugal.
23
Procuremos suplir á este silencio de la
administracion, estableciendo el descuento
del sexo femenino en Francia. Reclama
mos en este pasage la atencion de todos
los amigos de la moral pública , y los ins
tituimos por jueces de nuestro modo de
proceder. Procuraremos ser bastante ge
nerosos en nuestras valuaciones, bastante
exactos en nuestros razonamientos, para
hacer admitir por todo el mundo las re
sultas de este análisis. Cuéntanse general
mente treinta millones de habitantes en
Francia.
Algunos naturalistas piensan que el nú
mero de las mugeres sobrepuja al de los
hombres; pero como muchos estadísticos
son de opinion contraria , tomaremos el
cálculo mas verosímil admitiendo quince
millones de mugeres. Principiaremos por
rebajar de esta suma total nueve millones
poco mas ó menos de criaturas que, al
primer aspecto, parecen tener bastante
semejanza con la muger , pero que un exá-
men profundizado nos ha obligado á dese
char, «k,
Espliquémonos.
No consideran los naturalistas en el
24 ,
hombre mas que un género único de aquel
orden de hombres establecido por Dume-
ril , en su Zoología analítica , página 1 6.
y al cual Bory de Saint-Vincent ha creido
deber añadir el género Orang , con pretes-
to de completarle.
Si estos Zoologistas no ven en nosotros
mas que un Manmíjero (1), con treinta
y dos vértebras, teniendo un hueso hioydes,
poseyendo mas arrugas que cualquier otro
animal en los hemisferios del cerebro; si
para ellos no existen otras diferencias en
este orden que las que son introducidas
por la influencia de los climas, que han
suministrado la nomenclatura de quince
especies cuyos nombres científicos es inútil
citar ; debe el fisiologista tener por su par
te el derecho de establecer sus géneros,
y sus sub-géneros , segun ciertos grados de
inteligencia y ciertas condiciones de exis
tencia moral y pecuniaria.
Por tanto, los nueve millones de entes,
(i) Manmifero. Voz sacada del francés Mammijere,
y españolizada. Significa esta voz un animal con tetas,
y no ba podido el traductor dejar de españolizarla ,
por falta de una voz castellana que corresponda á la
palabra francesa Mammijere.
(Ifota del traductor. )
25
de que se trata aqui, presentan cierta
mente al primer aspecto todos los carac
teres atribuidos á la especie humana : tie
nen el hueso hioydes, el pico corocaydea ,
el acromion y la bóveda cigomática; per
mitido sea pues á estos señores del jardín
de las plantas clasificarlos en el género
de los hombres; ¡pero que sean mugeres!...
Hé aquí lo que nuestra fisiología no ad
mitirá nunca.
Para nosotros y para aquellos á quienes
este libro es destinado , es una muger una
variedad rara en el género humano, y cu
yos carácteres fisiológicos principales son
estos.
Es debida esta especie á las diligencias
particulares que los hombres han podido
hacer en su cultura, gracias al poder del
ero y al calor moral de la civilizacion.
Esta se reconoce generalmente en la
blancura , en la finura , en la suavidad de
su piel. Su inclinacion la incita á una lim
pieza escesiva. Sus dedos se horrorizan al
encontrar otra cosa que unos objetos suaves,
jugosos, perfumados. Como el armiño,
muere algunas veces de (Mor de ver man
char su túnica blanca. Gusta de alisar sus
I. 3
26
cabellos, de hacerles exhalar olores delei
tosos; de limpiar sus uñas rosadas, de cor
tarlas en almendra; de bañarfrecuentemen
te sus miembros delicados. No se compla
ce durante la noche sino sobre el plumon
mas suave, durante el dia sino sobre sofás
de cerda; asi es la posicion horizontal la
que toma con mas placer. Tiene su voz
una suavidad penetrante, sus movimientos
son graciosos. Habla con una facilidad
asombrosa. A ningun trabajo penoso se de
dica, y no obstante, á pesar de suflaqueza
aparente, hay cargas que sabe llevar y
menear con una facilidad milagrosa. Huye
el resplandor del sol y se preserva de él
por medios ingeniosos. Para ella, andar es
una fatiga; si come, es un misterio; si par
ticipa de las necesidades de las otras espe
cies, es un problema. Curiosa con esceso,
se deja engañar facilmente por el que sabe
ocultarle la cosa mas pequeña; pues la in
clina su espíritu á buscar incesantemente
lo desconocido. Amar es su religion: no
piensa sino en agradar al que ama. Ser
amada es el fi todas sus acciones, es
citar deseos el de todos sus gestos. Por eso
no piensa sino en los medios de brillar: no
27
se mueve sino en el centro de una esfera
de gracia y de elegancia ; para ella la jó-
ven Indiana ha hilado el pelo flexible de
las cabras del Tibet , Tarara teje sus ve
los ligeros, Bruselas hace correr sus lanza
deras cargadas con el lino mas puro y mas
delgado, Visapour disputa á las entrañas
de la tierra sus guijarros relucientes, y do
ra Sevres su blanca arcilla. Medita dia y
noche nuevos aderezos, emplea su vida en
hacer almidonar sus batas , en rozar paño
letas. Va mostrándose brillante y fresca á
unos desconocidos cuyos homenages la li
sonjean, cuyos deseos la encantan aunque
le sean indiferentes. Las horas robadas al
cuidado de sí misma y al deleite , las em
plea en cantar las arias mas agradables:
para ella la Francia y la Italia inventan sus
conciertos deliciosos y Ñapoles dá á las
cuerdas una alma armoniosa. Es esta es
pecie en fin , reina del mundo y esclava
de un deseo.
Teme el matrimonio porque acdba por
echar á perder el talle, pero se entrega á
él porque promete la felicidad. Si hace
criaturas es por pura casualidad. Cuando
son grandes las oculta.
28
Estos rasgos, tomados á la ventura en
tre otros mil, ¿se hallan entre aquellas
criaturas cuyas manos son negras como las
de los micos,y la piel curtida como los
viejos pergaminos de un Olim; cuyo rostro
es quemadopor el sol, y el pescuezo arruga
do como el de los pavos; que están cubier
tas de andrajos; cuya voz es ronca, nula
la inteligencia, insoportable el olor; que
no piensan mas que en el arca del pan;
que están sin cesar encorvadas hácia la
tierra; que cavan , rastrillan , revuel
ven la yerba, espigan, siegan, amasan
el pan, agraman el cáñamo; que con
fundidas con ganados, niños y hombres,
habitan agujeros cubiertos á penas con pa
ja; á quienes en fin importa poco de don
de lluevan las criaturas? Producir mu
chas de ellas para entregarlas á la miseria
y al trabajo es toda su tarea, y si no es
su amor un trabajo como el de los cam
pos, es al ménos una especulacion. ¡Ay!
Si existen en el mundo mercaderas senta
das todo el dia entre velas y cogucho, ar
rendadoras que ordeñan las vacas, desgra- .
ciadas de quienes nos servimos como de
acémilas en las fábricas, ó que llevan la
29
banasta y el azadon; si existen por des
gracia demasiadas criaturas vulgares pa
ra las cuales la vida del alma, los
beneficios de la educacion, los tormentos
deliciosos del corazon son un paraiso inac
cesible , y si ha querido la naturaleza que
tuviesen un pico coracoydea , un hueso
hioydes y treinte y dos vértebras, ¡que
permanezcan para el fisiologista en el gé-
nero Orang ! Aqui no estipulamos mas que
para los ociosos, para aquellos que tienen
el tiempo y el espíritu de amar, para los
ricos que han comprado la propiedad de
las pasiones, para las inteligencias que
han conquistado el monopolio de las qui
meras. ¡Anatema sobre todo lo que no
vive del pensamiento ! Despreciemos el
que no es ardiente , jóven , bello y apa
sionado. Esta es la espresion pública del
sentimiento secreto de los filantrópicos
que saben leer ó que pueden subir en un
coche. En nuestros nueve millones de pros
critas, el recaudador, el magistrado, el
legislador, el sacerdote, verán sin duda
almas, administrados, sujetos á justicia,
pecheros; pero el hombre de sentimiento,
el filósofo de retrete, al comer el panecillo
30

de moyuelo sembrado y cogido por esas


criaturas, las desecharán como nosotros
fuera del género de muger. Para ellos no
hay muger alguna que la que puede ins
pirar amor, no hay nada, existente mas
que la criatura investida del sacerdocio del
pensamiento por medio de una educacion
privilegiada, en la cual la ociosidad ha
desarrollado la potencia de la imaginacion;
en fin no hay ente ninguno mas que aquel
cuya alma sueña, en amor, tantos goces
intelectuales como placeres físicos. s
Harémos observar no obstante que estos
nueve millones de Parias hembras produ
cen aquí y allí millares de aldeanas, que,
por circunstancias caprichosas, son bonitas
como unos amores. Llegan á Paris ó á las
ciudades grandes y acaban por subir al
rango de las mugeres de forma; pero en
contrapeso de estas dos ó tres mil criatu
ras privilegiadas, hay otras cien mil que
permanecen criadas ó que se sumergen en
unos escesos espantosos. Contarémos sin
embargo en la poblacion femenina estas
Pompadour de aldea.
Este primer cálculo estriba sobre el des
cubrimiento que ha hecho la estadística,
31

de que en Francia hay diez y ocho mi


llones de pobres, diez millones de gentes
acomodadas y dos millones de ricos. .
No existen pues en Francia mas que
seis millones de mugeres de las cuales los
hombres delicados se ocupan, se han ocu
pado ó se ocuparán.Sometamos esta flor
social á un examen filosófico. Pensamos,
sin temor de ser desmentidos, que los es
posos que tienen veinte años de matrimo
nio deben dormir tranquilamente sin tener
que temer la invasion del amor y el escán
dalo de un proceso en conversacion crimi
nal. -

En tal caso, de estos seis millones de


individuos será necesario rebajar poco mas
ómenos dos millones de mugeres suma
mente amables, porque á cuarenta años
cumplidos han visto la sociedad; pero co
mo no pueden mover el corazon de nadie,
se hallan fuera de la cuestion de que se
trata.Sitienen la desgracia de no ser so
licitadas por su amabilidad, las coge el en
fado: se arrojan en la devocion, en los ga
tos, los perritos, y en otras manías que
no ofenden mas que á Dios.
Los cálculos hechos en la oficina de lon
32
gitudes acerca de la poblacion, nos auto
rizan á desfalcar aun de la masa entera
dos millones de muchachitas, bonitas como
el sol, que se hallan en el A, B, C, de la
vida y retozan inocentemente con otros mu
chachos sin sospechar que estos pequeños
malignos, (malis) que las hacen reir en
tonces, las harán llorar algun dia.
Ahora bien, sobre los dos millones de
mugeres sobrantes, ¿cual es el hombre ra
zonable que no nos abandonase cien mil po
bres doncellas corcovadas, feas, caprichu
das, raquíticas, enfermas, ciegas, heridas,
pobres aunque bien criadas, pero quedando
todas solterasy no ofendiendo de ningun
modo,por este medio, las leyes santas del
matrimonio?
¿Se nos rehusarán otras cuatro cientas
mil doncellas que se hallan hermanas de
Sante-Camila, hermanas de la Caridad, re
ligiosas, fundadoras, señoritas de compa
ñia, etc.? Pero pondremos en esta santa
vecindad el número bastante dificil de va
luar de las jóvenes demasiado grandes pa
ra retozar con los muchachitos y demasia
do jóvenes aun para repartir sus coronas
de azahar.
33

En fin, sobre el millon y quinientos mil


sujetos que se hallan en el fondo de nues
tro crisol, desfalcaremos aun otras quinien
tas mil unidades que atribuiremos á las hi
jas de Baal que agradan á las gentes poco
delicadas. Comprehenderemos tambien en
ellas, sin “temer que se echen á perder
juntas, las mugeres entretenidas, las mo
distas, las criadas de tienda, las merceras,
las actrices, las cantarinas, las mozas de
ópera, las figurantas, las criadas-amas, las
doncellas, etc. La mayor parte de estas
criaturas escitan muchas pasiones, pero
hallan indecencia en hacer dar aviso á un
notario, á un corregidor, á un eclesiástico
y á una multitud de zumbones, del dia y
del momento en que se entregan á un
amante. Su sistema vituperado con razon
por una sociedad curiosa, tiene la ventaja
de no obligarlas ánada para on el corre
gidor, para con la justicia. No ofendiendo
pues á ningun juramento público, no per
tenecen estas mugeres en nada á una obra
eonsagrada esclusivamente á los matrimo
nios legítimos.
Se dirá que es pedir muy poco para es
te artículo, pero formará compensacion
I. 3.
34
con los que algunos aficionados pudieran.
hallar demasiado escesivos. Si alguien por
amor por una rica viuda, quiere hacerla
pasar en el millon sobrante, la tomará so
bre el capítulo de las hermanas de la Cari
dad , de las mozas de ópera d de las joro-
hadas. En fin, no hemos llamado mas que
quinientas mil cabezas para formar esta
última categoría porque acontece muchas
veces, como se ha visto mas arriba, que
los nueve millones de aldeanas la aumentan
de un gran número de individuos. No he
mos hecho caso de la clase obrera ni del
bajo comercio por el mismo motivo: las
mugeres de estas dos secciones sociales son
producto de los esfuerzos que hacen los
nueve millones de hombres-hembras para
levantarse hacia las altas regiones de la ci
vilizacion.
Sin esta exactitud escrupulosa, muchas
personas considerarían esta meditacion de
estadística conyugal como una burla.
Bien habíamos pensado en organizar una
clase pequeña de cien mil individuos, pa
ra formar una casa de amortizacion de la
especie, y para servir de asilo á las mu
geres que caen en un estado mediano , co»
35
mo las viudas, por ejemplo; pero hemos
preferido contar ampliamente.
Es fácil probar la precision de nuestra
análisis: basta una sola reflexion.
Divídese la vida de la muger en tres
épocas muy distintas : la primera principia
en la cuna y se termina á la edad niíbil ;
encierra la segunda el tiempo durante el
cual una muger pertenece al matrimonio:
la tercera comienza á la edad crítica, no
tificacion asaz brutal que hace la natura
leza á las pasiones de tener que cesar. Es
tas tres esferas de existencia, siendo poco
mas ó menos iguales en duracion, deben
dividir en números iguales una cantidad
convenida de mugeres.
Por tanto en una masa de seis millones,
se hallan , salvo las fracciones que es líci
to á los sabios buscar, dos millones de
doncellas aproximativamente entre un año
y diez y ocho, dos millones de mujeres de
edad de diez y ocho años al menos, á
cuarenta á lo mas , y dos millones de vie
jas. Los caprichos del estado social han
distribuido pues los dos millonea de muge-
res aptas á casarse en tres grandes cate
gorías de existencia , á saber : las que per-
36
manecen doncellas por los motivos que
hemos deducido, aquellas cuya virtud im
porta poco á los maridos, y el millon de
mugeres legítimas de que tenemos que ocu
parnos.
Veis por medio de este resúmen bastan
te exacto de la poblacion femenina, que
existe apenas en Francia un pequeño reba
ño de un millon de ovejas blancas, redil
privilegiado en que quieren entrar todos
los lobos.
Hagamos pasar ademas por todas las
aduanas á este millon de mugeres escogi
das ya con mucha prolijidad.
Para llegar á una apreciacion mas real
del grado de confianza que debe tener un
hombre en su muger, supongamos por un
momento que todas estas esposas engaña
rán á sus maridos.
En esta hipótesis convendrá desfalcar
una vigésima parte poco mas ó menos de
las personas jóvenes que, casadas la víspe
ra, serán al menos fieles á sus juramentos
durante cierto tiempo.
Otra vigésima parte estará enferma: es
to es otorgar una parte bien reducida á los
dolores humanos.
37

Ciertas pasiones que, segun se dice, des


truyen el imperio del hombre sobre el co
razon de una muger, la fealdad, laspesa
dumbres, las preñeces, reclaman aun una
vigésima parte.
No se establece el adulterio en el cora
zon de una muger casada lo mismo que se
dispara una pistola. Aun cuando la simpa
tía hiciese nacer sentimientos al primer
aspecto, hay siempre un combate cuya du
racion forma cierto valor-nulo en la suma
total de las infidelidades conyugales. Es casi
insultar al pudor en Francia, el no repre
sentar la duracion de estos combates en
un pais tan naturalmente guerrero, sino
por una vigésima parte de la totalidad de
las mugeres; pero supondremos en tal
caso que ciertas mugeres enfermas conser
van sus amantes en medio de las pocio
nes calmantes, y que hay mugeres cuya
preñez hace reir á algun soltero disimula
do.Salvaremos de este modo el pudor de
las que combaten por la virtud.
Por el mismo motivo, no nos atreveré
mos á creer que una muger abandonada
por su amante halle otro hic et nunc; pe
ro por este valor-nulo siendo necesariamen
38
te mas débil que el anterior, le estimare
mos á una cuadragésima parte.
Estas rebajas reducirán nuestra masa á
ochocientas mil mugeres, cuando se trate
de determinar el número de las que ofen
den la fé conyugal. -

En este momento ¿quien no quisiera


quedar persuadido que son virtuosas estas
mugeres? ¿No son la flor del pais? ¿no son
todas jovencitas, hechiceras, asombrosas
de belleza, de juventud, devida y de amor?
Creer en su virtud es una especie de reli
gion social, pues son el ornamento del mun
do y hacen la gloria de la Francia.
Tenemospues que buscar en el seno de
este millon:
El número de las mugeres honradas;
El número de las mugeres virtuosas.
Esta investigacion y estas dos categorías
exigen meditaciones enteras que servirán
de apéndice á esta.
MEDITACION III*

De la Muger honrada.

La Meditacion antecedente ha demos


trado que poseemos en Francia una masa
fluctuante de un millon de mugeres que se
valen del privilegio de inspirar las pasiones
que un hombre de bien confiesa sin rubor
ú oculta con placer.
Es necesario pues pasear nuestra linterna
diogénica sobre este millon de mugeres,
para encontrar las mugeres honradas del
pais.
Esta pesquisa nos obliga á algunas di
gresiones.
Dos jóvenes bien vestidos, cuyo cuerpo
40)

ligero y cuyos brazos redondos se parecen


al pison de un empedrador, y cuyas bo
tas estan perfectamente hechas, se encuen
tran una mañana sobre el boulevart, calle
de árboles á la salida del pasage de los
Panoramas."
—¡Como! eres tú?
—Sí, querido mio, me parezco á mí
mismo, ¿no es verdad?
Y empiezan á reir mas ó menos espiri
tualmente segun la naturaleza de la chanza
que abre la conversacion.
Cuando se han examinado con la curio
sidad disimulada de un gendarma, que
procura reconocer algunas señas; cuando
están bien convencidos de la delicadeza
respectiva de sus guantes, de sus chalecos,
y de la gracia con que están puestas sus
corbatas; cuando están seguros poco mas
o menos que ninguno de ellos ha caido en
la desgracia, se cogen por el brazo, y si
parten del teatro de las Variedades, no lle
garán á la altura de Frascati sin haberse
dirigido una pregunta algo alegre, cuya
traduccion libre es esta:
—¿Con quien casamos por el momento?
Regla general, es siempre con una mu
ger encantº dora.
41

¿Cual es el hijo de Paris en cuyo oido


no hayan caido, como balas en un día de
batalla, millares de palabras pronunciadas
por los transeuntes, y que no haya com
prendido una de aquellas palabras innume
rables, heladas en el aire, de que habla
Rabelais? Pero la mayor parte de los
hombres se pasean en Paris como comen,
como viven, sin pensar en ello.
Existen pocos músicos hábiles, pocos fi
sonomistas instruidos que sepan reconocer
de qué clave están rubricadas estas notas
esparcidas, de qué pasion proceden.
¡Oh! ¡vaguear en Paris! ¡adorable y de
liciosa existencia! Estar ocioso es una cien
cia, es la gastronomía de los ojos. Pasear
se, es vegetar; estar ocioso es vivir. La
jóven y bonita muger contemplada largo
tiempo por ojos ardientes, seria aun mu
cho mas admisible á pretender un salario,
que el pastelero que pedia veinte sueldos al
palurdo, cuya nariz hinchada á todo tra
po aspiraba perfumes alimenticios. Estar
ocioso, es gozar, es recoger rasgos de in
-genio; es admirar cuadros sublimes de des
gracia, de amor, de alegria, retratos gra
ciosos ó grotescos; es sumergir sus miradas
42
en el fondo de mil existencias; para un
anciano es desearlo todo, poseerlo todo; pa
ra un anciano , es vivir con la vida de los
jovenes , es casar con sus pasiones. Pues ,
¿ cuantas respuestas no ha oido hacer un
artista ocioso á la interrogacion categórica
sobre la cual hemos quedado?
— Tiene treinta y cinco años; ¡pero no
le darías veinte ! dijo un jóven fogoso con
ojos vivos, y que, recien salido del colegio,
quisiera como Querubín abrazarlo todo.
— Como pues! pero tenemos peinado
res de batista y anillos de noche con dia
mantes.... dijo un pasante de notario. ¡Tie
ne un coche y un palco en la Comedia
Francesa! dijo un militar.
— ¡A mí, esclama otro de corta edad y
aparentando contestar á un ataque , eso no
me cuesta un sueldo ! ¡ Cuando es un hom
bre plantado como nosotros!... ¿No sabrias
mas que eso, respetable amigo mio?
Y el paseante dió un golpe ligero con
la mano abierta sobre el empeine de su
camarada.
—¡Oh! ¡Ella me ama! dijo otro; no es
posible hacerse una idea de ello , ¡ pero tie
ne el marido mas tonto !
43
\ Ah!....Buffon ha pintado superiormen
te los animales , pero el bipedo llamado
marido.... Que agradable es eso de oir,
cuando un hombre es casado !
—¡Oh amigo mio, como un ángel!., esta
es la respuesta de una pregunta hecha dis
cretamente al oido. — ¿Puedes decirme su
nombre ó mostrármela?...— Oh no, es una
muger honrada.
Cuando es amado un estudiante por la
ama de un café, la .nombra con orgullo y
lleva á sus amigos á almorzar con ella.
Si ama un jóven á una muger cuyo ma
rido se dedica á un comercio que abraza
objetos de primera necesidad, contestará
sonrojándose :
— Es una ropera, es muger de un pape
lero, de un gorrero, de un mercader de
paños , de un dependiente , etc.
Pero esta confesión de un amor subal
terno que nace y crece en medio de los
fardos, de los pilones de azúcar ó de los
chalecos de franela, es siempre acompaña
da de un elogio pomposo de la fortuna de
la señora. El marido, solo se entremete
en el comercio , es rico , tiene muebles her
mosos; por lo demas ella va á su casa,
44
tiene un cachemira , tiene una casa de cam
po, etc.
En resumidas cuentas, un jóven no ca
rece jamás de razones escelentes para pro
bar que su querida va á hacerse muy en
breve una muger honrada , si no lo es ya.
Esta distincion producida por la elegancia
de nuestras costumbres, se ha hecho tan
indefinible como la linea en que principia
el buen tono.
¿Qué se entiende pues por una muger
honrada? Pertenece demasiado esta mate
ria á la vanidad de las mugeres, á la de
sus amantes, y aun á la de un marido,
para que no establezcamos aqui reglas ge
nerales , resultado de una larga observacion.
Nuestro millon de cabezas privilegiadas
representa una masa de elegibles al titulo
glorioso de muger honrada ; pero todas no
son elegidas. Hállanse los principios de es*
ta eleccion en los axiomas siguientes:

AFORISMOS.-

t. Una muger honrada es esencialmen


te casada.
ii. Una muger honrada tiene menos
de cuarenta años.
m. Una muger honrada cuyos favores
se compran, no es muger honrada.
rv. Una muger casada que tiene un
coche suyo, es una muger honrada.
v. Una muger que hace la cocina en
su casa no es una muger honrada.
vi. Cuando ha ganado un hombre vein
te mil libras de renta , es su muger una
muger honrada , sea el que fuere el género
de comercio á que ha debido su fortuna.
vn. Una muger que dice una letra de
permuta (d'échange) en vez de letra de
cambio (de change), sapato (suyger),por
zapato (soulier), piedra de yedra (de her
re), por piedra franca (pierre de liais),
que dice de un hombre: ee ¡Es farzante ó
chusco el caballero tal ! m No puede ser
nunca una muger honrada cualquiera que
sea su fortuna. ( 1 )
vm. Debe una muger honrada poseer
una existencia pecuniaria que permita á

(t) En este aforismo vil hay retruécanos , que Un


irían los franceses jeu de motsj que tienen mucha sal y
gracejo , mucho espíritu en la lengua francesa ; pero que
en el genio de la lengua castellana , no pueden verterse
con la fuerza que es debida ni con la sal que se requiere.
i (Nota del traductor. )
46
su amante pensar que nunca serámolesta
para él de ningun modo.
1x. Una muger que vive en el piso ter
cero (á escepcion de las calles de Rivoliy
de Castiglione), no esuna muger honrada.
x. La muger de un banquero es siem
pre una muger honrada; pero una muger
sentada delante de un mostrador no puede
serlo en tanto que su marido haga un co
mercio muy estenso y que no viva en el
piso encima de la tienda.
xI. La sobrina soltera de un obispo,y
cuando vive en su casa,puede pasar por
una muger honrada, porque si tiene una
intriga, está obligada á engañar á su tio.
XII. Una muger honrada es la que se
teme comprometer.
XIII. La muger de un artista es siem
pre una muger honrada.

Al aplicar estos principios,un hombre


del departamento del Ardeche puede re
solver todas las dificultades que se presen
ten en esta materia.
Para que una muger no haga por símis
ma su cocina,que haya recibido una edu
cacion brillante, que tenga el sentimiento
47
de la afectacion , que tenga el derecho de
pasar horas enteras en un retrete, recosta
da sobre un sofá , y que viva con la vida
del alma, necesita ai menos un rédito de
mil escudos en la provincia y de seis mil
francos en Paris. Estos dos términos de
fortuna van á indicarnos el número presu
mido de mugeres honradas que se hallan
en el millon, producto entero de nuestra
estadística.
Ahora bien, trescientos mil censualistas
á mil y quinientos francos representan la
suma total de las pensiones, de los inte
reses vitalicios ,y perpetuos, pagados por
la tesoreria, y la de las rentas hipotecarias.
Trescientos mil propietarios que gozan
de tres mil y quinientos francos de rédito
en bienes raices, representan toda la for
tuna territorial.
Doscientos mil censualistas, á mil y qui
nientos francos , representan la division del
Budget ( 1 ) del estado y la de los Budget s
municipales ó departamentales; desfalco
(i) Ya se sabe que la voz Budget, es una voz ingle
sa, que significa el estado de lo que cobra anualmen
te el gobierno, y de los gastos de la real hacienda , y
que se traduce en español por presupuesto.
{Nota del traductor.)
48
hecho de la deuda, de los fondos del clero,
del salario de los héroes á cinco sueldos
diarios y de las sumas otorgadas á su ro
pa blanca, al armamento, á los víveres,
al vestuario, etc.
Doscientas mil fortunas comerciales, á
razon de veinte mil francos de capital, re
presentan todos los establecimientos indus
triales posibles de la Francia.
Hé aquípues un millon de maridos.
Pero ¿cuantos censualistas contaremos á
diez, cincuenta, cinco, dos, tres, cuatro
cientos, seiscientos francos solamente de "
renta escritos sobre el gran libro y en
otras partes?
¿Cuantos propietarios hay que no pa
gan mas de cien sueldos, veinte francos,
ciento, doscientos y doscientos y ochenta
francos de impuestos?
¿Cuantos pobres plumistas supondremos
entre los Presupuestofagos (1), que no
tienen mas que seiscientos francos de
sueldo?

(1) Presupuestofagos, voz españolizada que se saca


del frauces Budgetophage, y significa los dependientes
que trabajan al Budget, presupuesto, ó estado de las
rentas y gastos de la real hacienda.
(Nota del traductor.)
49
¿Cuantos comerciantes admitiremos que
no tienen mas que caudales ficticios, que
ricos en crédito , no tienen un sueldo que les
sea propio y se parecen á unos harneros por
donde pasa el Pactolo ? y cuantos comer
ciantes que no tienen mas que un caudal
real de uno ó dos mil francos ? ¡ O indus
tria ! ¡ lo que puedes !
Hagamos mas dichosos de los que exis
ten tal vez, y pareamos este millon en dos
partes : quinientos mil matrimonios tendrán
desde ciento hasta tres mil francos de renta ,
y quinientas mil mugeres cumplirán con las
condiciones exigidas para ser honradas.
En virtud de las observaciones que ter
minan nuestra meditacion de estadística,
estamos autorizados á desfalcar de este nú
mero cien mil unidades: por tanto puede
considerarse como una proposicion mate
máticamente probada, que no existen en
Francia mas que cuatrocientas mil muge-
res cuya posicion pueda procurar á los
hombres delicados los goces esquisitos y
distinguidos que solicitan en amor.
En efecto, este es el lugar de hacer
observar á los adeptos para los cuales es-
crií'iinos , que el amor no se compone de
i 4
50) º

algunas conversaciones solicitadoras, de


algunas noches de deleite, de una caricia
mas ómenosinteligente, y de una centella
de amorpropio bautizado con el nombre
de zelos. Nuestras cuatro cientas mil mu
geres no son de aquellas de quien pueda
decirse: ecla doncella mas bella del mundo
no dá mas que lo que tiene:» son ricamente
dotadas con los tesoros que piden presta
dos á nuestras ardientes, imaginaciones, y
saben vender caramente lo que no tienen
para compensarla vulgaridad de lo que dan.
¿Es acaso besando el guante de una
jóven como esperimentareis mas placer
que en agotar aquel deleite de cinco mi
nutos que os ofrecen todas las mugeres?
¿Es la conversacion de una mercadera
la que os hará esperar goces infinitos?
Entre vos y una muger inferior á vos,
son para ella las delicias del amor propio.
No os hallais en el secreto de la felicidad
que dais.
Entre vos y una muger superior á vos
por su fortuna ó su situacion social, las
complacencias de vanidad son inmensas y
son compartidas. -

Un hombre nunca ha podido levantar su


51

querida hasta sí; pero una muger coloca


siempre á su amante tan alto como ella.
—ce ¡Yo puedo hacer príncipes, y vos no
hareis jamás sino bastardos!»
Es una respuesta resplandeciente de ver
dad.
Si es el amor la primera de las pasio
nes, es porque las adula todas á un tiem
po. Se ama en proporcion de las mas ó
nenos cuerdas que los dedos de nuestra
bella querida atacan en nuestro corazon.
Biren, hijo de un platero, subiendo al
lecho de la duquesa de Curlandia, y ayu
dándola á firmarle la promesa de ser pro
clamado soberano del pais, como lo era de
lajóven y bonita soberana, es el símbolo
de la felicidad que deben dar á sus aman
tes nuestras cuatro cientas mil mugeres.
Para tener el derecho de hacerse un
suelo de todas las cabezas que se estre
chan en un salon, es necesario ser amante
de una de las mugeres escogidas. Ahora
pues, todosgustamos de entronizarnos mas
o menos. Por esto se dirigen sobre esta,
parte brillante de la nacion todos los ata
ques de los hombres á quienes la educacion,
el talento ó el espíritu han adquirido el
· . • -

52 »

derecho de ser contados por algo en la


fortuna de aquellos varones de que se en
soberbecen los pueblos. Y en esta cla
se de mugeres solamente se halla aquella
cuyo corazon quiere defender nuestro ma
rido.
¿Que importa que las consideraciones á
que dá lugar nuestra aristocracia femenina
se apliquen ó no á las otras clases sociales?
Lo que será verdad en aquellas muge
res tan perficionadas en sus modales, en
su lenguage, en sus pensamientos; en las
euales una educacion privilegiada ha de
sarrollado el gusto de las artes, la facultad
de sentir, de comparar, de reflecsionar;
que tienen un sentimiento tan elevado de
las conveniencias y de la política, y que
mandan á las costumbres en Francia, debe
ser aplicable á las mugeres de todas las
naciones y de todas especies. El hombre
superior, á quien es dedicado este libro ,
posee necesariamente cierta óptica de pen
samiento que le permite seguir las degra
daciones de la luz en cada clase y coger el
punto de civilizacion en el cual tal obser
vacion es aun verdadera.
¿No es pues de un interés superior pa
5.
ra la moral el indagar en el dia el número
de las mugeres virtuosas que puede hallar
se entre estas criaturas adorables?
¿No hay en esto una cuestion marito
nacional?
MIEDITACION IV.

De la Muger virtuosa.

LA cuestion no consiste tal vez tanto en


saber cuantas mugeres virtuosas hay, como
en saber si una muger honrada puede per
manecer virtuosa. Para aclarar mejor un
punto tan importante, echemos una ojeada
rápida sobre la poblacion masculina.
De nuestros quince millones de hombres,
desfalquemos primero los nueve millones
de hombres con treinta y dos vértebras y
no admitamos en nuestra análisis:
ca mas que seis millones de individuos.
Los Murat, los Marceau, los Lefebvre, los
" ,

Tarmontel, los Diderot y los Rollin (1)


germinan muchas veces de repente del se
no de esta hez social en fermentacion; pe
ro aqui cometeremos de intento algunas
inexactitudes. Estos yerros de cálculo re
caerán con todo su peso en la conclusion,
y fortalecerán los terribles resultados que
va á descubrirnos el mecanismo de las pa
siones públicas.
De los seis millones de hombres privi
legiados, desfalcarémos tres millones de
ancianos y de niños.
Esta sustraccion, se dirá, ha producido
cuatro millones entre las mugeres.
Puede esta diferencia parecer estraña al
primer aspecto, pero es fácil de justificar.
La edad media en que se casan las
mugeres es de veinte años, y á cuarenta
cesan de pertenecer al amor. -

Ahora pues un jóven muchacho de diez


y siete años dá recios golpes de cortaplu
(1) Murat, Marcean, Lefebvre, generales de ejército
en tiempo de la república francesa; Marmontel, Dide
rot y Rollin, escritores célebres en tiempo de Luis XIV,
los dos primeros, y Rollin autor célebre de la historia
universal, escrita en francés y traducida en varias le
guas.
(Nota del traductor.)
- — ----- — ======
A
-

• . - --- -
57

mas en los pergaminos de las escrituras y


particularmente en los mas antiguos, di
cen las crónicas escandalosas.
Ahora bien, un hombre de cincuenta y
dos años es mas terrible en esta edad que
en otra cualquiera.
En esta bella época de la vida es cuan
do usa de una esperiencia caramente ad
quirida,y de toda la fortuna que debe te
ner. Siendo las últimas, las pasiones ba
jo cuyo azote gira, es desapiadado y fuer
te como el hombre arrastrado por la cor
riente, que coge una rama de sauce verde
y fiexible, jóven renuevo del año.
AEORISMO,

Un hombre es físicamente por mas lar


go tiempo hombre que la muger es muger.

La diferencia de duracion que existe


entre la vida enamorada del hombre y la
de la muger por lo que respeta al matri
monio es pues de quince años. Este tér
mino equivale á las tres cuartas partes del
tiempo, durante el cual las infidelidades
de una muger pueden originar las desgra
I. 4.
t
58
das de un marido. Sin embargo el resto
de la sustraccion obrada sobre nuestra ma
sa de hombres no presenta una diferencia
sino de la sesta parte de mas, comparán
dole con el qu. resulta de la sustraccion
hecha sobre la masa femenina. Grande es
la moderacion de nuestros cálculos. Por lo
que hace á nuestros motivos , son de una
evidencia tan vulgar que no los hemos es-
puesto sino por exactitud y para precaver
toda crítica.
Es probado pues á todo filósofo, por
poco calculador que sea , que existe en
Francia una masa fluctuante de tres mi
llones de hombres de edad de diez y siete
años á lo menos, hasta cincuenta y dos
cuando mas , bien vivos , con buenos dien
tes , bien determinados ú morder, mordien
do y no deseando mas que andar con la
mayor firmeza en el camino del paraiso.
Las observaciones hechas ya nos auto
rizan á separar de esta masa un millon de
maridos. Supongamos por un momento que,
satisfechos y dichosos siempre como nues
tro marido-modelo , se contenten con el
amor conyugal.
Pero nuestra masa de des millones de.
59
solleros no necesita de cinco sueldos de
renta para enamorar ;
Pero bástale á un hombre tener buen
pié , buen ojo , para descolgar el retrato de
un marido;
Pero no es necesario que tenga un ros- .
tro bonito, ni aun que sea bien hecho;
.Pero con tal que un hombre tenga en
tendimiento, una cara distinguida y ma
nejo, las mugeres no le preguntan nunca
de donde sale, sino adonde quiere ir;
Mas los equipages del amor son los en
cantos de la juventud ;
Mas un vestido hecho al fiado por
Staub , un par de guantes tomado en casa
de Walker , botas elegantes que tiembla
Evrat de haber suministrado, una corbata
bien atada , bastan á un hombre para ha
cerse rey de un salon; '
Pero en fin los militares, aunque la in
fatuacion por el grano de cebada en el bor
dado y por la agujeta haya decaido mucho,
los militares ¿no forman ya por sí solos
una legion formidable de solteros?... Sin ha
blar de Eginardo, puesto que era un secre
tario particular , ¿ no ha referido un diario
últimamente que una princesa de Alemania
60 -

habia legade su fortuna á un simple te


niente de coraceros de la guardia imperial? •
Pero el notario de aldea, que, en el
fondo de la Gascuña, no pasa mas que
treinta y seis actas anuales, envia su hijo
á estudiar su derecho en Paris; el mediero
quiere que su hijo sea notario; el procura
dor destina el suyo á la magistratura; el
magistrado quiere ser ministro para dotar
á sus hijos con la dignidad de par. En nin
guna época del mundo ha habido una sed
tan ardiente de instruccion. En el dia es
el talento, y no ya el ingenio, el que cor
re por las calles.
Por medio de todas las grietas de nues
tro estado social salen flores brillantes,
como la primavera las hace brotar so
bre las paredes arruinadas; en las ca
vernas mismas, se escapan de entre las
bóvedas mazorcas nedio coloreadas que
verdearán por poco que el sol de la
instruccion penetre en ellas. Desde este in
menso desarrollo del pensamiento, desde
esta igual yfecunda dispersion de luz, no
tenemos ya superioridades, porque cada
hombre representa la masa de instruccion
de su siglo. Estamos rodeados de enciclo
61

pedias vivientes que marchan, piensan,


obran y quieren eternizarse. De aquí, aque
los espantosos sacudimientos de ambiciones
ascendientes y de pasiones delirantes: ne
cesitamos otros mundos, necesitamos col
menas dispuestas á recibir todos estos en
jambres, y sobre todo son necesarias muchas
mugeres bonitas.
Pero despues, las enfermedades que afli
gen al hombre no producenvalor-nulo nin
guno en la masa total de suspasiones.
Con vergüenza nuestra nunca nos está tan
aficionada una muger como cuando sufri
mos!...
A este pensamiento, todos los epígra
mas dirigidos contra el pequeño sexo (pues
es muy viejo decir el bello sexo) debieran
desarmarse de sus puntas agudas y mu
darse en madrigales...!
Todos los hombres debieran pensar que
la sola virtud de la muger es amar, que
todas las mugeres son prodigiosamente vir
tuosas, y cerrar entonces el libro y la me
ditacion.
Ay! ¿os acordais de aquel momento lú
gubre y negro en que solo y padeciendo,
acusando á los hombres, sobre todo á vues
62
tros amigos, débil, desanimado y pensan
do en la muerte ; la cabeza apoyada sobre
una almohada sosamente caliente , y acos
tado sobre una sábana cuyo enrejado blan
co de lino se imprimía dolorosa mente en
vuestra piel, paseabais vuestros ojos agran
dados sobre el papel verde de vuestra cá
mara silenciosa ; os acordais digo, de ha
berla visto entreabrir vuestra puerta sin rui
do , mostrar su jóven y rubia cabeza ador
nada con su hermosa cabellera y un sen
cillo sombrerito, aparecer como una es
trella en una noche borrascosa , sonreirse ,
acudir medio apesadumbrada , medio di
chosa, y precipitarse hácia vos?...
— ¿Como lo has hecho? que has dicho
á tu marido?....
Un marido !... Ay ! vednos aqui vueltos
de nuevo en medio de nuestra materia.

AFORISMO.

Moralmente es el hombre mas frecuen


temente y mas largo tiempo hombre , que
no es muger la muger.

Debemos' considerar sin embargo que


63

entre estos dos millones de solteros, hay


muchos desgraciados en los cuales el sen
timiento profundo de su miseria y un tra
bajo obstinado apagan el amor;
Que no han estado todos en el colegio,
y que hay muchos artesanos, muchos la
cayos, (1) muchos empresarios de edificios,
muchos industriales que no piensan mas que
en el dinero, muchos mancebos de tienda;
Que hay hombres mas bestias y verda
deramente mas feos que no los hubiera he
eho Dios mismo;
Que los hay cuyo carácter es como una
castaña sin pulpa;
Que el clero es generalmente casto;
Que hay hombres colocados de modo
que no pueden entrar jamás en la esfera
brillante en que se mueven las mugeres
honradas; sea por falta de un vestido, sea
por timidez, sea por falta de un conductor
que los introduzca en ella.
Pero dejemos á cada cual aumentar el
número de las escepciones segun su propia
(1) El duque de Gesores era muy feo y muy pequeño.
Paseándose en el bosque de Versalles, vió á unos cria
los con rica estatura, y dijo á sus amigos:—Ved co
nao hacemos á esos perillanes, y como ellos mos hacen.
(Nota del autor.)
64

esperiencia; (pues ante todas las cosas,


el fin de un libro es hacer pensar) y su
primamos de repente una mitad de la ma
sa entera; no admitamos mas que un mi
llon de corazones dignos de ofrecer sus
homenages á las mugeres honradas: este
es, poco mas ó menos, el número de nues
tras superioridades intelectuales, y las mu
geres no aman solamente á las personas
de espíritu! pero vuelvo á decir, otorgue
mos amplias ventajas á la virtud!
Ahora bien, si se deben escuchar nues
tros amables solteros, cada cual de ellos
refiere una multitud de aventuras, que,
todas comprometen gravemente á las mu
geres honradas.
Hay mucha modestia y mucho recato
en no distribuir mas que tres aventuras
por soltero; pero si algunos las cuentan por
decenas, hay tantos que se han contenta
do con dos ó tres pasiones y aun con una
sola en su vida, que hemos tomado como
en estadística el modo de una reparticion
por cabeza. Pues si se multiplica el núme
ro de los solteros por el número de los
lances amorosos, se conseguirán tres millo
nes de aventuras, y, para hacer frente á
65
ellas , no tenemos mas que cuatro cientas
mil mugeres honradas!
Si el Dios de bondad y de indulgencia
que domma sobre los mundos no hace una
segunda colada del género humano , es sin
duda con motivo del poco exito de la pri
mera !,....
He aqui pues lo que es un pueblo! He
aqui una sociedad cernida, y he aqui lo que
presenta en resultado,

AFORISMOS.

i. Son las costumbres la hipocresía de


las naciones; la hipocresía es mas ó* me
nos perfeccionada.
n. La virtud es la urbanidad del alma.

Es el amor físico una necesidad seme


jante al hambre, si no es que el hambre
come siempre, y que su apetito en amor
no es tan sostenido ni tan regular.
Un pedazo de pan moreno y un cántaro
lleno de agua , satisfacen el hambre de to
dos. los hombres; pero nuestra civilizacion
ha dado nacimiento á la gastronomía.
Tiene el amor su pedazo de pan, pero
66
tiene igualmente aquel arte de amar, que
llamarnosla Coquetería, voz encantadora
que no existe sino en Francia en donde ha
nacido esta ciencia.
Ahora bien! ¿no hay conque hacer estre
mecer á todos los maridos , si llegan á pen
sar que el hombre es poseido de tal modo
de la necesidad innata de diversificar sus
manjares , que en tal pais salvage á donde
hayan aportado los viajantes, han hallado
bebidas espirituosas y guisados?
Pero no es el hambre tan violenta co
mo el amor; pero los caprichos del alma
son mucho mas numerosos, mas incitativos;
mas solicitados en su furia que los capri
chos de la gastronomía ; pero todo lo que
nos han descubierto los poetas y los acon
tecimientos, del amor humano, arma á
nuestros solteros con una potencia terrible "
son los leones del Evangelio que buscan
presas que devorar.
Interrogue aqui cada cual á su concien
cia, invoque sus recuerdos y pregúntese
si ha encontrado jamas hombre alguno que
se haya contentado con el amor de una so
la muger!
Ay! ¿de que modo se ha de esplicar por
67
el honor de todos los pueblos el problema
que resulta de tres millones de pasiones ar
dientes que no hallan por pasto mas que
cuatro cientas mil mugcres?... Se quieren
acaso distribuir cuatro solteros por muger
y reconocer que las. mugeres honradas pu
dieran muy bien haber establecido por ins
tinto y sin saberlo, una especie de redoble
entre ellas y los solteros; semejante al que
han inventado los presidentes de los tribu
nales reales para hacer pasar á sus conse
jeros en cada cámara unos despues de otros
al cabo de cierto número de años?... Triste
modo de aclarar la dificultad !
¿ Quiérese conjeturar además que ciertas
mugeres honradas obran, en la reparticion
de los solteros, como el leon de la fábula?..
Como ! una mitad al menos de nuestros
altares serian sepulcros blanqueados !
I Se quiere suponer por el honor de las
señoras francesas, que en tiempo de paz
los otros paises nos introducen cierta can
tidad de sus mugeres honradas, principal
mente la Inglaterra, la Alemania y la Ru
sia ?
Pero las naciones europeas pretenderán
establecer una balanza objetando que la
68

Francia estrae eierta cantidad de mugeres


bonitas.
La moral, y la religion sufren tanto en
semejantes cálculos, que un hombre hon
rado, en su deseo de absolver á las muge
res casadas, hallaria alguna satisfaccion en
creer que las viudas ricas y las jóvenes don
cellas se hallan por mitad en esta corrup
cion general, ó mejor aun, que los solteros
mienten.
Mas ¿qué calculamos?
Pensad en nuestros maridos, que, con
vergüenza de las costumbres, se conducen
casi todos como unos solteros y se glorian
in petto de sus aventuras secretas!
Oh, entonces creamos que todo hombre
casado, si quiere un poco á su muger en
punto al honor, diría el viejo Corneille,
puede buscaruna soga y un clavo, fenumo
habet in cornu.
No obstante, en el seno de estas cuatro
cientas mil mugeres honradas, es necesario
con la linterna en la mano, buscar el nú
mero de las mugeres virtuosas de Fran
cia!... En efecto, por nuestra estadística
conyugal no hemos rebajado mas que cier
tas criaturas de las cuales la sociedad, no
69

se ocupa realmente; y es cosa conocida que


en Francia las gentes honradas, las gentes
de forma, componen un total de tres mi
llones de individuos; á saber: nuestro mi
llon de solteros, quinientas mil mugeres
homradas, quinientos mil maridos y un mi
llon de viudas ricas, de niños y de jóvenes
doncellas.
Admiraos pues ahora del verso famoso
de Boileau !
Anuncia esteverso que el poeta habia ha
bilmente profundizado las reflexiones ma
temáticamente desarrolladas ávuestros ojos
en estas tristes meditaciones, y que este
verso no es un hipérbole.
Existen no obstante mugeres virtuosas.
Si; las que nunca han sido tentadas, y
las que mueren en sus primeros partos,
suponiendo que sus maridos hayan casado
con ellas cuando eran vírgenes. Si; las que
son feas como la Kaifakatadary de las Mil
y una Noches.
Si; las que Mirabeau llama Hadas Pe
pinos y son formadas de átomos en todo
semejantes á los de las raices de fresal y
de ninfea; sin embargo no nos fiemos en
ello.
70)
Despues confesemos en alabanza del si
glo, que desde la restauracion de la moral
y de la religion, y por el tiempo que corre,
se encuentran esparcidas algunas mugeres
tan morales,tan religiosas, tan aficiona
das á sus deberes, tan rectas, tan mesu
radas, tan graves, tan virtuosas, tan... que
el diablo no se atreve solamente á mirar
las;llevan tantosrosarios, escapularios; ha
cen tantas novenas..... chiton!
No intentaremos contar las mugeres que
son virtuosas por tonteria; es cosa conoci
da que en amor todas las mugeres tienen
ingenio.
En fin no seria posible sin embargo que
hubiese en algun rincon, mugeres jóvenes,
bonitas y virtuosas de que el mundo no
sospecha.
Pero no deis el nombre de muger vir
tuosa á la que, combatiendo una pasion
involuntaria, no ha concedido nada á un
amante que se halla desesperada de adorar.
Es la injuria mas cruel que pueda hacerse
á un marido enamorado.
¿Que le queda de su muger?
Una cosa sin nombre: un cadáver ani
nado. En el seno de los placeres, perma
iiece su muger como aquel convidado ad
vertido por Borgia , en medio del festin ,
que ciertos manjares están envenenados:
ya no tiene hambre, come con dientes
afuera ó aparenta comer. Echa menos la
comida que ha dejado por la del terrible
cardenal y suspira tras el momento en que,
estando acabada la fiesta podrá levantarse
de la mesa.
¿ Cuál es el resultado de estas reflexio
nes acerca de la virtud femenina? Héle
aq Di; pero las dos ultimas máximas nos han
s ido dadas por un filósofo ecléctico del si-
glo XVIII,

AFORISMOS.

i. Una muger virtuosa tiene en el co


razon una fibra mas ó menos que las de
más mugeres: es estúpida ó siíhlime.
ii. La virtud de ¡as mugeres es quizá
una cuestion de temperamento.
m. Lis mugeres mas virtuosas tienen
en sí alguna cosa que jamás es casta.
iv. ceQue tenga du las un hombre de
entendimiento acerca de su querida, eso
se concibe; pero sobre su muger!... Es ne-
72

cesario ser para ello demasiado bestia.»


.v. cc Serian los hombres demasiado des
dichados, si cerca de las mugeres se acor
dasen algun tanto de lo que saben de me
moria. »

El número de las mugeres raras que,


semejantes á las vírgenes de la parábola,
han sabido guardar encendida su lámpara,
será siempre demasiado reducido á los ojos
de los defensores de la virtud y de los bue
nos sentimientos;pero aun será necesario
desfalcarle de la suma total de las muge
res honradas, y esta sustraccion consolante
hace todavia mas grande el peligro de los
maridos, el escándalo mas espantoso, y
contamina tanto mas el resto de las espo—
sas legítimas.
¿Que marido podrá ahora dormir tran
quilo al lado de su jóven y bonita muger,
sabiendo que tres solteros, á lo menos, es–
tan en aceche, los que, si no han hecho
aun estrago alguno en su pequeña propie
dad, consideran á la casada como á una
presa que se les debe, que tarde ó tem
prano les caerá en suerte, sea por astucia,
sea por fuerza, por conquista ó de buena
73
voluntad; y es imposible que no sean un
dia victoriosos en esta lucha. Conclusion
espantosa!...
En este punto ciertos puristas en moral,
los Golillas en fin, nos acusarán tal vez de
presentar cálculos tan dolorosos: querrán
tomar la defensa ó de las mugeres honra
das, óde los solteros; pero les hemos re
servado una última observacion.
Aumentad, á vuestra voluntad, el ní
mero de las mugeres honradas y disminuid
el número de los solteros, hallareis siempre
en resultado, mas aventuras galantes que
mugeres honradas; hallareis siempre una
masa enorme de solteros, reducidos por
nuestras costumbres á tres géneros de de
litos. -

Si permanecen castos, su salud se alte


rará en el seno de las irritaciones mas do
lorosas, harán vanas las miras de la natu
raleza é irán á morir enfermos del pecho
bebiendo leche en las montañas de la
Suiza.
Si sucumben á sus tentaciones legítimas,
ó comprometerán mugeres honradas, y en
tal caso volvemos á entrar en la materia
de este libro, ó se degradarán por medio
I. 5
74
del comercio horrible con las quinientas mil
mugeres de que hemos hablado en la ultima
categoría de la primera meditacion; y en
este ultimo caso, cuantas suertes para ir
tambien á beber leche y morir. en la Suiza!.. .
¿No habeis pues notado jamás como no
sotros un vicio de organizacion en nuestro
orden social , y cuya nota vá á servir de
prueba moral á nuestros últimos cálculos?
La edad media en que se casa el hom
bre es la de treinta años ; la edad media en
que sus pasiones, sus deseos mas violentos
de goces genésicos se desarrollan , es la de
veinte años. Pues, durante los diez años
mas bellos de su vida , durante la estacion
juvenil en que su belleza , su juventud y su
espíritu le hacen nías terrible para los ma
ridos, que en cualquier otra época de su
existencia , queda sin hallar medio de sa- "
tisfacer legalmente aquella necesidad irre
sistible de amar que conmueve su ser en
tero. Este lapso de tiempo representa la
sesta parte de la vida humana; debemos
pues admitir que la sesta parte al menos
de nuestra masa de hombres, y la sesta
parte mas vigorosa, quedan perpetuamente
en una actitud tan penosa para ellos como
peligrosa para la sociedad.
75
¿Por que no los casáh? csclamari una
devota. Mas ¿cuil es el padre cuerdo que
quisiera casar su hijo á veinte años ?
¿ No se conoce el peligro de estas unio
nes prematuras? Parece que el matrimonio
sea un estado bien opuesto á los hábitos
naturales, puesto que exige una madurez
particular de razon. En fin , todo el munde
sabe que Rousseau ha dicho: ir Un tiempo
de relajacion es siempre necesario, ó en
una situacion ó en otra. Es una mala le
vadura que fermenta tarde ó temprano. v>
Pues, ¿cual es la madre de familia que es
pusiera la felicidad de su hija á los acasos
de esta fermentacion cuando no se ha ve
rificado?
-Por otra parte, ¿qué necesidad hay de
justificar un hecho bajo el imperio del
cual existen todas las sociedades?
¿No hay en todos países, como lo he
mos demostrado , una cantidad inmensa de
hombres que viven lo mas honradamente
que sea posible fuera del celibato y del ma
trimonio?
¿No pueden estos hombres, dirá siem
pre la devota, vivir en la continencia co
mo los sacerdotes?
76
Convengo en ello. Haremos observar sin
embargo que el voto de castidad es una de
las escepciones mas fuertes del estado na
tural necesitadas por la sociedad; que la
continencia es el punto principal de la pro
cesion de sacerdote, que debe ser casto co
mo es insensible el médico á los males fí
sicos, como el notario y el procurador lo
son á la miseria que les manifiesta sus lla
gas, como lo es el militar-á la muerte que
le rodea en un campo de batalla. Porque
las necesidades de la civilizacion osifican
ciertas fibras del corazon y forman callos
sobre ciertas membranas que deben reso
nar , no se debe concluir por eso que todos
los hombres están obligados á sufrir estas
muertes parciales y escepcionales del alma.
Esto seria conducir al género humano á un
detestable suicidio moral.
Pero que un.jóven de veintiocho anos se
presente sin embargo en el seno del salon
mas jansenista posible , que hiya guardado
muy preciosamente su ropa de inocencia . y
que sea tan vírgen como los gallos silves
tres con que se regalan los golosos, ¿no
veis desde aquí la muger virtuosa mas aus
tera dirigirle algun cumplimiento bien
77
amargo sobre su valor, el magistrado mas
grave menear la cabeza sonriéndose, y to
das las señoras ocultarse para no dejarle
ver sus risas? t
Si la víctima herdica y difícil de hallar
se retira del salon, ¡que diluvio de chanzas
llueve sobre su cabeza inocente! Cuantos
insultos !
¿Qué cosa hay en Francia mas vergonzosa
que la impotencia ? que la frialdad? que la
ausencia de toda pasion? que la necedad?
El tínico rey de Francia que no se aho
gase de risa, seria tal vez Luis XIII ; pero
por lo que hace á su cortejante de padre,
hubiera desterrado tal vez á un mozalvete
semejante , y acusándole de no ser Francés,
ó bien porque creyese que su ejemplo era
peligroso.
Contradiccion estraña!
Es un joven igualmente vituperado si
pasa su vida- en tierra santa, para valemos
de una espresion de la vida de soltero! ¿Se
ria por ventura en provecho de las mugeres
honradas que los prefectos de policia y los
corregidores han mandado en todo tiempo
á las pasiones públicas que no principien
sino al caer de la noche y que cesen á las
once?
"i
78

¿En donde quereispues que nuestra ma


sa de solteros eche su mal humor?
¿Y á quien se engaña pues aquí? como
lo pregunta Figaro. ¿Son los gobernantes ó
los gobernados? ¿Es el órden social como
aquellos muchachos que se tapan los oidos
en el teatro para no oir fusilazos? ¿Tiene
miedo de sondear su llaga? ¿O seria re
conocido que este mal no tiene remedio y
que es necesario dejar andar las cosas?
Mas existe aqui una cuestion de legisla
cion; porque es imposible escapar al dile
ma material y social que resulia de este
halance de la virtud pública por lo que
hace al matrimonio.
No nos toca el resolver esta dificultad;
supongamos no obstante por un momento
que para preservar tantas familias, tantas
mugeres, tantas doncellas honradas, sevie
se obligada la sociedad á dar á los cora
zones patentados el derecho de contentar
á los solteros: ¿no debierán en tal caso
nuestras leyes erigir en gremio, á aque
llas especies de Decios femeninos que
se sacrifican por la república y hacen á
las familias honradas un antemural con sus
cuerpos? Los legisladores lo han errado en
79
desdeñar hasta alhora el arreglar la suerte
de las raneras. Estas son una institucion
si son una necesidad.
Es tan ardua y tiene tantos si y tantos
pero esta cuestion, que la legamos á nues
tros nietos; es preciso dejarles algo que
que hacer.
Por otra parte es enteramente acciden
tal en esta obra; pues en el dia, mas que
en ningun tiempo, se ha desarrollado la
sensibilidad, en ninguna época, ha habido
tantas buenas costumbres, porque nunca
se ha sentido tan bien que el placerprocede
del corazon. Portanto, ¿cual es el hombre
que tenga sentimientos, el soltero que en
presencia de cuatrocientas mil mugers jó
venes y bonitas, adornadas con los esplen
dores de la fortuna y con las gracias del
igenio, ricas de los tesoros de la coque
tería y pródigas de la felicidad, quisiese
r… ¡vaya vaya!
ongamos para nuestros legisladores fu
turos, bajo fórmulas claras y breves, el
resultado de estas últimas observaciones.
80

..AFoRISMos.
-
1. En el órden social, los abusos ine
vitables son leyes de la naturaleza en vir
tud de las cuales el hombre debe concebir
sus leyes civiles y políticas.
mI. Es el adulterio una quiebra, con
esta diferencia no obstante, dice Champ
fort, que es aquel á quien se hace quebrar
el que es deshonrado. En Francia, las le
yes sobre el adulterio y acerca de las quie
bras necesitan grandes modificaciones.

¿Son demasiado dulces, pecan por sus


principios?
Ahora bien, atleta animoso, tú que has
tomado por tu cuenta el pequeño apóstrofe
que nuestra primera meditacion dirige á las
personas encargadas de dirigir una muger,
¿qué dices de eso?
Es menester esperar que esta ojeada
echada sobre la cuestion no te hará temblar,
que no eres uno de aquellos hombres cuyo
espinazo dorsal se hace ardiente y cuyo
81
fluido nervioso se hiela al aspecto de un
precipicio ó de un Boa constrictorV
Ay ! amigo mio , el que tiene tierra tiene
guerra. Los hombresujue desean tu dinero
son aun mucho mas numerosos que los que
desean tu muger.,.
En resumidas cuentas, los maridos son
libres de tomar estas frioleras por cálculos,
o estos cálculos por frioleras, pues, lo que
hay mas bello en la vida , son las ilusiones.
Lo que hay mas respetable son nuestras
creencias mas frívolas.
¿No existen muchas gentes cuyos prin
cipios no son mas que preocupaciones, y
que, no teniendo bastante fuerza para con
cebir la felicidad y la virtud por sí mife
mos, aceptan una virtud y una felicidad
hechas enteramente por mano de los legis
ladores?
Así no nos dinamos sino á todos aque
llos Manfredos que , por haber levantado
demasiados vestidos, quieren levantar to
dos los velos en los momentos en que una
suerte de spleen moral los atormenta.
Para ellos, la cuestion en el dia está
atrevidamente puesta y conocemos 13 es-
tension del mal. Nos quedan por examinar
L 5.
92
los acasos generales que pueden encontrar
se en el matrimonio de cada hombre y ha
cerle menos fuerte en el combate de que
debe salir vencedor nuestro campeon.

9 \
MEDITACION V
i

De los predestinados.

Predestinado significa destinado de an


temano á la felicidad ó á la desgracia. La#
teología se ha apoderado de esta palabra
y la emplea siempre para señalar á los
bienaventurados; aquí le damos uní signi
ficacion enteramente^atal para nuestros eli
gidos , de quienes puede decirse lo opuesto
á los del Evangelio: v
<v Muchos llamados, muchos elegidos. «
La esperiencia ha demostrado que <exis-
tian ciertas clases de hombres mas espues
tas que las otras á ciertas desgracias: asi
como los Gascones son exagerados ¡. vani-
84. "
dosos los Parisienses, así como se vé la
apoplejía acometer á las gentes cuyo pes
cuezo es corto, como el carbunco (especie
de peste) se arroja con preferencia sobre
los carniceros, la gota sobre los ricos, la
salud sobre los pobres, la sordera sobre
los reyes, la parálisis sobre los administra
dores, se ha notado que cierta clase de
maridos eran con mas particularidad víc
timas de las pasiones ilegítimas. Estos ma
ridos y sus mugeres se apoderan de los sol
teros; esta es una aristocracía de otro gé
1621'O.

Si se halláse un lector en una de estas


clases aristocráticas, tendrá, asi lo espera
mos, bastante presencia de espíritu, él ó
su muger, para acordarse al instante del
axioma favorito de la gramática latina de
Lhomond: no hay regla sin escepcion.
Un amigo de la casa podrá además citar
eSte. VerSO:

La persona presente es siempre esceptuada.


Y en tal caso cada cual de ellos tendrá,
in petto, el derecho de creerse una escep
cion. Pero nuestro deber, el interés que te
menos por los maridos y el deseo que nos
-

85

asiste de preservar á tantas mugeres jóve


venes y bonitas de los caprichos y de las
desgracias que acarrea un amante que
los siga, nos obligan á señalar por órden
los maridos que deben"mas particular
mente velar sobre sí.
En esta enumeracion, todos los maridos
que sus negocios, sus empleos ó funciones,
hacen salir de casa á ciertas horas y du
rante cierto tiempo, se presentarán los pri
meros. Estos llevarán la bandera de la co
fradía.
Entre ellos distinguiremos á los magis
trados, asi amovibles como inamovibles,
obligados de permanecer en el tribunal
durante una gran parte del dia: los demás
empleados en el ministerio público hallan
algunas veces los medios de dejar sus ofici
nas; pero un juez ó un procurador del rey,
colocado en su asiento, debe, por decirlo
asi, morir durante la audiencia. Aquel es
su campo de batalla.
Lo mismo acontece con los diputados y
pares que discuten las leyes, con los mi
nistros que trabajan con el rey, con los
directores que trabajan con los ministros,
con los militares en campaña, y en fin, con
86
el cabo de escuadra en patrulla, como lo
prueba la carta de Lafleur, en el viage
sentimental.
Despues de las gentes obligadas de au
sentarse de casa á horas determinadas, lle
gan los hombres á quienes sus grandes y
serias ocupaciones no dejan un minuto para
ser amables: sus frentes están siempre in
quietas, su conversacion es rara vez alegre.
A la cabeza de estastropas incornifisti
buladas, colocarémos aquellos banqueros
que trabajan en girar millones, cuyas ca
bezas están llenas de tal modo de cálcu
los que los guarismos acaban por atravesar
su colodrillo ypor levantarse en colunas de
sumas encima de sus frentes. -

Estos millonarios olvidan la mayor par


te del tiempo las leyes santas del matri
monio y los cuidados reclamados por la
tierna flor que tienen que cultivar: nunca
piensan en regarla, en preservarla del frio
y del calor. Apenas saben que la felicidad
de una esposa les ha sido confiada; si se
acuerdan de ello, es en la mesa al ver de
lante de sí á una muger
»
ricamente ador
nada, ó cuando la presumida, temiendo su
acceso brutal, llega, tangraciosa como Vé
87

nus, á sacar dinero de su caja... Oh, en


tonces, por la noche, se acuerdan algunas
veces con bastante fuerza de los derechos
especificados en el artículo 213 del código
civil,y sus mugeres los reconocen, pero
como aquellos fuertes impuestos que esta
blecen las leyes sobre las mercancías estran
geras: los sufren y los pagan en virtud del
axioma: no hay placer ninguno sin mezcla
de pena.
Los doctos,que emplean meses enteros en
discurrir sobre el hueso de un animal anti
diluviano, en calcular las leyes de la natu
raleza óen acechar sus secretos; los Griegos
ylos Latinos, que comen con un pensamien
to de Tácito, cenan con una frase de Thucí
dides, viven sacudiendo el polvo de las
bibliotecas, permaneciendo en acecho de
una nota ó, de un papiro, son todos pre
destinados. Nada de lo que sucede al re
dedor de ellos les hiere, á tal punto es
grande su absorbencia, su éstasis: su des
gracia se completaria aun en medio del dia,
que apenas la verian ! Dichosos! ó mil veces
dichosos! Ejemplo: Mr. Beauzée que, des
pues de una sesion de la academia, sor
prendió á su muger con un Aleman.
88 ... ".

— Cuando yo os advertia, señora, que


era menester que me vaya.… esclamó el
estrangero.
– Hola! caballero, decid almenos, que
yo me fuese! repuso el académico.
Llegan tambien, con una lira en la ma
no, algunos poetas cuyas fuerzas animales
todas abandonan el entresuelo para ir al
piso superior. Sabiendo mejor montar el
Pegaso que la yegua del compadre Pedro,
se casan tambien rara vez, acostumbrados
como lo están á echar á ratos, su furor so
bre unasChloris vagabundas óimaginarias.
Pero los hombres cuya nariz está em
badurnada de tabaco;
Pero los que, por desgracia han nacido
con una pituta eterna;
Pero los maridos que fuman ó que mas
can tabaco; s
Pero las personas á quienes un genio
seco y bilioso dá siempre el aire de haber
comido una manzana agria;
Pero los hombres que, en la vida pri
vada, tienen algunos hábitos cínicos, algu
nas prácticas ridículas; que conservan á
pesar de todo un aire de desaseo;
Pero los maridos, que merecen el nom-
bre afrentoso de calentadores de cama;
89

En fin, los ancianos que se casan con


mugeres jóvenes;
Todas esas gentes son los predestinados
por escelencia !
Existe una última clase de predestina
dos cuyo infortunio es tambien casi cierto.
Y son aquellos hombres inquietos y chis
mosos, maricas y tiránicos, que tienen no
Sé que ideas de dominacion doméstica, que
piensan sin reserva mal de losmatrimoniosy
que no entienden mas la vida que los abe
jorros no conocen la historia natural. Cuan
do se casan esos hombres, sus matrimonios
se parecen á aquellas avispas á las cuales un
estudiante ha cortado la cabeza y que vol
tean acá y acullá sobre un vidrio. Para es
ta clase de predestinados es este libro des
pacho cerrado.
No escribimos mas para esas estatuas
mentecatas ambulantes que se parecen á
las esculturas de una catedral, que para
las viejas máquinas de Marly que no pue
den ya levantar agua en los bosques de
Versalles sin ser amenazadas de una diso
lucion repentina.
Rara vez voy en los salones á observar
las singularidades conyugales de que hor
90) .
miguean sin traer á mi memoria un es
pectáculo de que he gozado en mi juven
tud.
En 1819, habitaba yo una choza en me
dio del valle delicioso de la Isla-Adam.
Mi ermita estaba vecina al bosque de
Cassan, retiro el mas dulce, el mas delei
toso que se pueda ver, el mas risueño para
el paseante, el mas fresco en el verano de
todos los que han inventado el lujo y el
arte. Esta verde Cartuja es debida á un
asentista general del buen tiempo viejo,
un tal M. Bergeret, hombre célebre por
su originalidad, y que, entre otras helio
gabalerias, iba á la ópera con los cabellos
empolvados de oro, iluminaba su bosque
para sí solo ó se daba á sí mismo una fies
ta suntuosa Este ciudadano Sardanápalo
habia vuelto de Italia, tan apasionado por
los sitios de aquella bella comarca que,
por un acceso de fanatismo, gastó cuatro ó
cinco millones en hacer copiar en su bos
que las vistas que tenia en su cartera.
Los contrastes mas hechiceros de fron
dosidad, los árboles mas raros, los valles
amenos, lospuntosde vista mas pintorescos
de los afueras, las islas borromeas fluctuan
91

do sobre aguas claras y caprichosas son


otros tantos rayos que vienen á llevar sus
tesoros de óptica á un centro único, á una
isola bella desde donde el ojo encantado ve
cada pormenor á su grado, á una isla en
cuyo centro hay una casa pequeña oculta
la bajo los penachos de algunos sauces
centenarios, á una isla bordada de espadi
las, de cañas, de flores y que se asemeja
á una esmeralda ricamente engastada. Hay
para que huir á mil leguas.El mas en
rmizo, el mas seco de aquellos nuestros
hombres de ingenio que no tienen salud,
moriria allí de grasa derretida y de satis
ficcion al cabo de quince dias, agoviado
por las riquezas suculentas de una vida
Vegetativa.
El hombre bastante indiferente de este
Eden, y que entonces le poseía, se habia
enamorado de un gran mico, por falta de
niño ó de muger. Amado en otro tiempo
por una emperatriz, segun se decia, tal
vez estaba disgustado de la especie huma
ll3.

Una linterna elegante de madera, so


| portada por una coluna esculpida, servia
le habitacional animal malicioso que. en -
92
cadenado y rara vez acariciado por un amo
antojadizo que se hallaba mas frecuente
mente en Paris que en su hacienda, se
habia grangeado una reputacion muy mala.
Me acuerdo haberle visto, en presen
cia de ciertas señoras, hacerse casi tan in
solente como un hombre. -

Su maldad fue creciendo á tal punto,


que el propietario se vió obligado á ma
tarle.
Una mañana que estaba yo sentado bajo
un bello tulípero florido, ocupado en no
hacer nada, pero respirando los perfumes
amorosos que unos altos álamos impedian
de salir de aquel brillante recinto, sabo
reándome en el silencio de los bosques, es
cuchando los susurros del agua y el murmu
llo de las hojas, admirando los calados azu
les que dibujaban sobre mi cabeza unas
nubes de nácar y de oro, ociando tal vez
en mi vida futura, oíno sé á que zopenco,
llegado la víspera de Paris,tocar el violin
con la rabia repentina de un ocioso.
No desearia que mi enemigo mas cruel
esperimentase una sorpresa tan disparatà
da con la armonía sublime de la naturale
za. Si los sonidos lejanos de la trompa de
93
Rolando hubiesen animado á los aires , tal
vez... pero una prima vocinglera, que tiene
la pretension de comunicaros ideas huma
nas y frases !
Este Anfion que se paseaba de dere
cha á izquierda en el comedor, acabó por
sentarse sobre el arrimo de una ventana
precisamente enfrente del mono. Buscaba
quizá un público.
Ví de repente el animal bajar lenta
mente de su pequeña azotea , plantarse so
bre sus dos pies, inclinar su cabeza como
un nadador y cruzarse los brazos sobre el
pecho como» hubiera podido hacerlo Spar-
taco encadenado ó Catilina escuchando á
Ciceron.
Llamado el banquero por una voz dul
ce cuyo tono argentino despertó los ecos
de un retrete, por mí conocido, puso el
violin sobre el arrimo de la ventana y se
escapó como una golondrina que se reune
á su compañera con un vuelo horizontal y
rápido.
El gran mico, cuya cadena era larga,
llegó hasta la ventana y tomó el violin con
gravedad. No sé si habeis tenido como yo
el gusto de ver á un mico procurando
94

aprender la música; pero en este momen


to, en que no rio ya tanto como en aque
llos dias de indiferencia, no pienso jamas
en mimono sin sonreirme. El medio-hom
bre principió por echar mano al instru
mento con viveza y para olfatearle como
si se hubiese tratado de probar una man
zana. Su aspiracion nasal hizo probable
mente vibrar una sorda harmonía á la ma
dera sonora, y entonces el Orang Outang
meneó la cabeza, volvió, revolvió, alzó,
bajó el violin, le puso derecho, y le agitó,
le llevó á su oido, le dejó y volvió á to
marle con una rapidez de movimientos
cuya presteza no pertenece sino á esos ani
males.
Interrogaba al bosque silencioso con una
sagacidad sin fin, que tenia no sé que cosa
maravillosa é incompleta.
En fin, procuró del modo mas grotesco,
colocar el violin bajo su barba teniendo el
mango con una mano; pero como un niño
mimado, se cansó de un estudio que exi
gia una habilidad demasiado larga de ad
quirir, y punteó las cuerdas sin poder con
seguir otra cosa que unos sonidos discor
dantes. Se enfadó, puso el violin sobre el
N 95
arrimo de la ventana; y, cogiendo el arco,
se puso á empujarle y á retirarle con vio
lencia como un albañil que asierra una pie
dra. Esta nueva tentativa no habiendo lo
grado sino fatigar mas sus sabios oidos,
tomó el arco con dos manos, despues hi
rió sobre el instrumento inocente, fuente
de placer y de harmonia, con golpes apre
surados. Me pareció ver á un estudiante
tener bajo de sí un camarada derribado y
administrarle una tunda de puñadas apli
cadas con precipitacion, para corregirle de
una cobardia.
Juzgado y condenado el violin, se sentó
el mono sobre los destrozos y se divirtió
con una alegria estúpida en mezclar la rú
bia cabellera del arco roto.
Jamás, desde aquel dia, he podido ver
los matrimonios de los predestinados sin
comparar la mayor parte de los maridos con
este Orang-Outangque queria tocar el violin.
Es el amor la mas melodiosa de todas
las armonías.
Tenemos el sentimiento innato de ella.
Es la muger un instrumento delicioso de
placer, pero es necesario conocer sus cuer
das delirantes, estudiar su asiento, el te
(
96
ciado tímido , la pulsacion mudable y ca
prichosa.
¡Cuantos Orangs!... ¡cuantos hombres,
quiero decir , se casan sin saber lo que es
una muger ! ¡ Cuantos predestinados han
procedido con ellas como el mono de Cassan
con su violin ! Han quebrado el corazon que
no comprehendian , asi como han marchi
tado y desdeñado la alhaja cuyo secreto les
era desconocido. Niños toda su vida , ae
van de la vida con las manos vacías, ha
biendo vegetado, habiendo hablado de
amor y de placer, de relajacion y de vir
tud , como hablan los esclavos de la liber
tad.
Casi todos se han casado en la ignoran
cia mas profunda de la muger y del amor.
Han comenzado por echar abajo la puerta
de una casa estraña y han querido ser
bien recibidos en el salon.
Pero el artista mas vulgar sabe que ec-
siste entre él y su instrumento , ¡ su instru
mento que es de madera ó de marfil ! una
suerte de amistad indefinible.
Sabe, por esperiencia, que ha necesita
do años para establecer esta relacion mis
teriosa entre una materia inerte y él.
97
"No ha adivinado de pronto los recursos
de ella y sus caprichos , sus defectos y sus
virtudes. Solo despues de largos estudios se
hace su instrumento un alma para él, y so
lo entonces es una fuente de melodía su
instrumento. No llegan á conocerse como
dos amigos sino despues de las interroga
ciones mas sabias.
¿ Es acaso permaneciendo acurrucado en
la vida , como un seminarista en su celda ,
como puede un hombre aprender la mu-
ger y saber interpretar este admirable sol
feo?
¿ Es un hombre que hace oficio de pen
sar por los otros, de juzgar á los otros, de
gobernar á los otros , de robar el dinero de
los otros, de alimentar, de curar, de he
rir á los otros; son todos nuestros predes
tinados en fin , los que pueden emplear su
tiempo en estudiar á una muger?
Venden su tiempo; ¿como le darian á
la felicidad? El dinero es su dios. Nadie
sirve á dos amos á un tiempo.
Asi el mundo está lleno de jóvenes mu-
gercs que se arrastran pálidas y débiles,
enfermas y doloridas.
Uuas son víctimas de inflamaciones mas
I. 6
m
98

d menos graves, otras permanecen bajo la


dominacion cruel de ataques nerviosos mas
d menos violentos. Todos los maridos de
estas mugeres son ignorantes y predestina
dos.
Han causado su desgracia con el cuida
do que un marido-artista hubiera emplea
do en hacer brotar las tardías y deliciosas
flores del placer. El tiempo que pasa un
ignorante en consumar su ruina es preci
samente el que un hombre hábil sabe em
plear en la educacion de su felicidad.
En las meditaciones antecedentes, he
mos manifestado la estension del mal con
lairreverente audacia de los cirujanos que
desenvuelven atrevidamente los tejidos en
gañosos bajo los cuales está oculta una he
rida vergonzosa.
La virtud pública, colocada sobre la ta
bla de nuestro anfiteatro, no ha dejado si
quiera cadáver alguno bajo el escalpelo."
Anante ó marido, os habeis sonreido ó es
tremecido del mal! Pues bien! con una
alegria maligna trasladamos esta cargain
mensa social sobre la conciencia de los pre
destinados.
Arlequin, procurando saber si su caba
99
lio puede acostumbrarse á no comer, no
es mas ridículo que aquellos hombres que
quieren hallar la felicidad en su matrimonio
y no la cultivan con todos los cuidados que
requiere. Las culpas de las mugeres son
otros tantos actos de acusacion contra el
egoísmo, la indiferencia y la nulidad de
los maridos.
Ahora á vos mismo, ¡oh lector que ha
beis condenado frecuentemente vuestro cri
men en otro! á vos toca el tener la ba
lanza. Uno de los platos está bastante
cargado, ved lo que pondreis en el otro.
Valuad el número de los predestinados que
pueden encontrarse en la suma total de las
personas casadas, y pensad: sabreis en
donde está el mal.
Procuremos penetrar mas adelante en
las causas de esta enfermedad conyugal.
La voz amor, aplicada á la reproduc
cion de la especie, es la blasfemia mas
odiosa que hs costumbres modernas hayan
enseñado á proferir. La naturaleza hacién
donos superiores á las bestias por el pre
sente divino del pensamiento, nos ha he
cho aptos á esperimentar sensaciones y
sentimientos , necesidades y pasiones. Esta
100
doble naturaleza crea en el hombre al ani
mal y al amante. Esta distincionva áacla
rar el problema social que nos ocupa.
Puede el matrimonio ser considerado
político, civil y moralmente, como una es
critura, como una institucion: ley, es la
reproduccion de la especie: escritura, es la
transmision de las propiedades: institucion,
es una garantia cuyas obligaciones intere
san á todos los hombres: tienen un padre
y una madre, tendrán hijos. Debe pues el
matrimonio ser objeto del respeto general.
No hapodido la sociedad considerar mas
que estas superioridades que,para ella,do
minan la cuestion conyugal.
La mayor parte de los hombres no han
tenido por mira en su matrimonio, sino la
reproduccion, la propiedad, ó la criatura;
pero ni la reproduccion, ni la propiedad,
ni la criatura constituyen la felicidad. El
crescite et multiplicamini no implica el
amor. Pedir á una doncella, á quien se ha
visto catorce veces en quince dias, amor
por orden de la ley, del rey y de la justi
cia, es un absurdo digno de la mayor par
te de los predestinados!
Es el amor la concordancia de la nece
101

sidad y del sentimiento; y la felicidad en


el matrimonio, resulta de una perfecta
concordia de las almas entre los esposos.
De allí se sigue que, para ser dichoso, es
tá un hombre obligado á sujetarse á cier
tas reglas de honor y de delicadeza. Des
pues de haber usado del beneficio de la ley
social que consagra la necesidad,debe obe
decer á las leyes secretas de la naturaleza
que hacen nacer los sentimientos. Si pone
su felicidad en ser amado, es necesario que
ame sinceramente: nada resiste á una pa
sion verdadera.
Pero ser apasionado, es desear siempre.
¿Puede un hombre desear siempre á su
muger? Si.
Es tan absurdo pretender que es impo
sible amar siempre la misma muger, como
puede serlo el decir que un artista célebre
necesita muchos violines para ejecutar un
trozo de música y para crear una melodía
encantadora.
Es el amor la poesía de los sentidos.
Tiene el destino de todo lo que es grande
en el hombre y de todo lo queprocede de
su pensamiento.
O es sublime, ó no existe.
102

Cuando existe, existe para siemprey va


siempre creciendo.
Este amor es el que los antiguos hacian
hijo del Cielo y de la Tierra.
La literatura se forma sobre siete situa
ciones; la música espresa todo con siete
notas; no tiene la pintura mas que siete
colores; asi como estas tres artes, se com
pone tal vez el amor de siete principios
cuya indagacion abandonamos al siglo ve
nidero.
Si la poesía, la música y la pintura tie
nen espresiones infinitas, los placeres del
amor deben ofrecer aun muchas mas; pues
en las tres artes, que nos ayudan á buscar"
quizá infructuosamente la verdad por ana
logia, el hombre se halla solo con su ima
ginacion, mientras que el amor es la reu
nion de dos cuerpos y de dos almas. Si los
tres modos principales que sirven á es
presar el pensamiento piden estudios pre
liminares aun á los que la naturaleza ha
creado poetas, músicos ó pintores, ¿no es
fácilcomprehender que es necesario iniciar
se en los secretos del placer para ser di
choso?Todos los hombres esperimentan la
necesidad de la reproduccion, como todos
03

tienen hambre y sed; pero todos no son


llamados á ser amantes y gastrónomos.
Nuestra civilizacion actual ha probado que
el gusto es una ciencia, y que solo á ciertos
privilegiados pertenece saber beber y co
ner. El placer considerado como un arte,
espera su fisiologísta. Por lo que nos toca,
basta haber demostrado que la ignorancia
sola de los principios constitutivos de la fe
licidad produce el infortunio que espera á
todos los predestinados.
Con la mayor timidez nos atreveremos
á arriesgar la publicacion de algunos afo
rismos, que podrán dar nacimiento á este
nuevo arte como los yesos han creado la
Geología. Las abandonamos á las medita
ciones de los filósofos, de los jóvenes por
casar y de los predestinados,
404

CATECISMO CONYUGAL.

1. El matrimonio es una ciencia.


II. No puede un hombre casarse sin
haber estudiado la anatomia y disecado al
menos una muger.
III. Un marido que principia por un
estupro, con su muger, es un hombre per
dido. Nunca será amado.
Iv. La muger privada de su libre al
vedrío ne puede tenerjamás el mérito de
hacer un sacrificio. -

v. Toda alma dejada á un lado, en


amor, es la muger como una lira que no
abandona sus secretos sino á aquel que sa
be tocarla bien.
vI. Independiente de un movimiento
repulsivo, existe en el alma de todas las
mugeres un sentimiento que inclina á pros
cribir tarde ó temprano los placeres des
provistos de pasion,
105
vil. El ínteres de un marido le pres
cribe al menos tanto como el honor el no
permitirse jamás un placer que no haya
tenido el talento de hacer desear por su
muger.
vni. Siendo causado el placer por la
alianza de las sensaciones y de un senti
miento, se puede osadamente pretender
que los placeres son especies de ideas ma
teriales. ¿
ix. Las ideas combinándose á lo infi
nito , debe acontecer lo mismo con los pla
ceres.
x. No se encuentran en la vida del
hombre dos momentos iguales de placer»,
como tampoco hay dos hojas del todo
iguales en un mismo árbol.
xi. Si existen diferencias entre un mo
mento de placer y otro, puede un hombre
ser siempre dichoso con la misma muger.
xn. Coger con habilidad las diferen
cias del placer, desenvolverlas, darles un
estilo nuevo , una espresion original , cons
tituye el ingenio de un marido.
xnr. Entre dos seres que no se aman,
es relajacion este ingenio ; pero las caricias
á que preside el amor , nunca son lascivas,
i. 6.
106
xiv. La muger casada mas casta, pue
de ser tambien la mas sensual.
xv. La muger virtuosa puede ser in
decente sin saberlo.
xVI. Cuando dos seres están unidos por
el placer, todas las convenciones sociales
duermen. Esta situacion oculta un escollo
sobre el cual se han estrellado muchas em
barcaciones. Es perdido un marido si olvi
da una sola vez que existe un pudor inde-.
pendiente de los velos. El amor conyugal
no debe nunca poner ni quitar su venda
sino en tiempo oportuno.
xVII. No consiste la potencia en herir
recio y frecuentemente, sino en herir justo.
XVIII. Dar nacimiento á un deseo, ali
mentarle, desarrollarle, agrandarle, irri
tarle, satisfacerle, es un poema entero.
xix. El órden de los placeres, es del
dístico al cuarteto, del cuarteto al soneto,
del soneto á la cantata, de la cantata al
yrambo.
xx. El marido que comienza por el
dyrambo es un mentecato.
xxi. Cada noche debe tener su menu
do.
xx. Debe el matrimonio combatir in
-" 1()7

cesantemente á ún monstruo que todo lo


devora: el hábito.
xxIII. Si un hombre no sabe distinguir
la diferencia de los placeres de dos no
ches consecutivas, se ha casado demasiado
pronto.
xxiv. Es mas facil ser amante que ma
rido, por el motivo que es mas difícil te
ner espíritutodos los dias que decir cosas
bonitas de cuando en cuando.
xxv. No debe un marido dormirse
nunca el primero ni dispertarse el último.
xxvi. El hombre que entra en el toca
dor de su muger es un filósofo ó un tonto.
"xxvII. El marido que no deja nada
que desear es un hombre perdido.
xxvIII. Es la muger casada un esclavo
que es necesario saber poner sobre un trono.
xxx No puede un hombre lisonjearse
de conocer á su muger y de hacerla dicho
sa, sino cuando la vé frecuentemente hin
cada de rodillas delante de sí.

A toda la tropa ignorante de nuestros


predestinados, ánuestras legiones de ca
108
tarrientos, de fumadores, de tomadores
de tabaco, de ancianos, de regañones, etc.,
etc., es á quienes. Sterne dirigia la carta
escrita, en el Tristan Shandy, por Gau
thier Shandy á su hermano Tobias, cuando
este último proponia casarse con la viuda
Wadman.
Las instrucciones célebres que ha consig
nado en esta carta el mas original de los
escritores ingleses, pudiendo, con algunas
escepciones, completar nuestras observa
ciones sobre el modo de conducirse cerca
de las mugeres, la ofrecemos testualmente
á las reflexiones de los predestinados.

Carta de M. Shandy al capitan Tobias


Shandy.
cr Mi querido hermano Tobías,

ce Lo que voy á decirte se refiere á la


naturaleza de las mugeres, y al modo de
enamorarlas. Y es tal vez una dichapara tí
(aunque no lo sea tanto para mí) que la
ocasion se haya presentado, y que me haya
hallado capaz de escribirte algunas instruc
ciones sobre esta materia.
109
ee Si hubiese tenido á bien el que distri
buye nuestras leyes, el dispensarte mas
conocimientos que á mí , habria tenido mu
cho gusto de que te hubieses sentado en
mi lugar , y que esta pluma estuviera en tus
manos; pero, puesto que me toca á mi
instruirte, y que madama Shandy está
aquí , cerca de mí, disponiéndose á meterse
en la cama, voy á estender sin orden so
bre el papel algunas ideas y preceptos acer
ca del matrimonio , tales como me vengan
al espíritu , y que crea yo poder servirte;
queriendo en esto darte un testimonio de
mi amistad, y no dudando, caro Tobías
mio , del agradecimiento con que lo recibi
rás.
ce En primer lugar, por lo que toca á la
religion, en este asunto (aunque el fuego
que sube al rostro me haga ver que me
avergüenzo al hablarte sobre esta materia,
aunque sepa á pesar de tu modestia , que
nos lo dejaria ignorar , que no descuidas
ninguna de sus prácticas), hay una no
obstante que quisiera recomendarte de un
modo mas particular , para que no la olvi
des, al menos durante todo el tiempo que
duren tus amores. Esta práctica , hermano
110

Tobías, es de no presentarse jamás en casa


de la que es objeto de tus pretensiones, sea
por la mañana, sea por la noche, sin em
comendarte primero á la proteccion del
Dios omnipotente, para que te preserve de
toda desgracia.
er Te afeitarás la cabeza,y la lavarás
cada cuatro ó cinco dias, y aun mas fre
cuentemente, si puedes, por miedo que
quitándote la peluca en un momento de
distraccion, no repare cuantos cabellos te
se han caido bajo la mano del tiempo, y
cuantos bajo la de Trim.
cº Es necesario, en tanto que puedas.
alejar de su imaginacion toda idea de ca
beza calva.
cr Penetra bien tu espíritu, Tobías, y
sigue como segura esta máxima:
reTodas las mugeres son tímidas. Y es
una felicidad que lo sean; de otro modo,
¿quien quisiera tener que hacer con ellas?
cº Que no sean tus calzones demasiado
angostos ni demasiado anchos, y que no.
se parezcan á aquellos grandes calzones de
nuestros antepasados.
cr Un justo medium precave todos los
comentarios.
11

Cualquiera que sea la cosa que tengas


que decir, sea que tengas poco ó mucho
que hablar, modera siempre el sonido de
tuvoz. El silencio y todo lo que es pró
ximo á él graba en la memoria los miste
rios de la noche. Por eso, si puedes evitar
lo, no dejes caer nunca el badil ni las te
Jl3Z8S.

rº En tus conversaciones con ella, evita


toda chanza y toda chocarreria;y, en tan
to que puedas, no la dejes leer ningun li
bro jocoso. Hay algunos tratados de devo
cion que puedes permitirle (aunque yo
preferiria que no los leyese), pero no su
fras que lea Rabelais, Scarron, ó Don
Quijote.
rºTodos estos libros escitan la risa; y
sabes, querido Tobias, que nada es mas
serio que los fines del natrimonio.
** Pon siempre un alfiler á tu guirindola,
antes de entrar en su casa.
er Site permite sentarte sobre el mismo
sofá, y te dá la facilidad de poner tu ma
no sobre la suya, resiste á esta tentacion.
rº Nunca supieras tomar su mano sin que
la temperatura de la tuya le haga adivinar
lo que pasa en tí. Déjala siempre en la
12
indecision sobre este punto y sobre otros
muchos. Conduciéndote de este modo, ten
drás al menos su curiosidad por tí; y situ
querida no está aun enteramente sometida,
y tu asno continua en cocear (lo que es
muy probable), te harás sacar algunas on
zas de sangre debajo de tus orejas, segun
la práctica de los antiguos Escitas, que
curaban por este medio los apetitos mas
desordenados de nuestros sentidos.
ce Avicena es de parecer que se froteuno
luego con estracto de eléboro, despues de
lasevacuaciones ypurgaciones convenientes:
y casi casi pensaría yo como él.
ce Pero sobre todo come poco,ó nada de
chivo ni de ciervo; y prívate cuidadosa
mente, es decir, en tanto que puedas, de
pavos, de grullas, de zarcetas, de cuer
vos marinos y de gallinas de rio.
ce Para tu bebida, no necesito decirte
que debe ser una infusion de verbena y de
yerba hanea, de la cual Eliano refiere efec
tos maravillosos.
cr Pero si tu estómago no lo sufriese,
deberias cesar el uso de ella y vivir de
pepinos, de melones, de verdolaga y
de lechuga.
413
No se ofrece por ahora otra cosa que
decirte.
rº A no ser que la guerra llegase á de
clararse...
ce Asi, mi querido Tobias, deseo que to
do vaya lo mejor que se pueda.
cY soy tu afecto hermano,
ce GAUTHIER SHANDY.»

En las circunstancias actuales, Sterne


mismo cercenaria sin duda de su carta el
artículo del asno,y, lejos de aconsejará
un predestinado de hacerse sacar sangre,
mudaria el régimen de los pepinos y de
las lechugas en un régimen eminentemente
sustancial. Recomendaria en tal caso la
economia para llegar áuna profusion má
gica al momento de la guerra,imitando
en esto al admirable gobierno inglés, que
en tiempo de paz tiene doscientos navíos,
pero cuyos astilleros pueden en caso nece
sario suministrar el doble cuando se trata
, de abarcar los mares y de apoderarse de
una marina entera.
Cuando un hombre pertenece al pequeño
número de aquellos que una educacion ge
114 -

nerosa inviste deldominio delpensamiento,


debiera siempre, antes de casarse, consul
tar sus fuerzas físicas y morales. Para lu
char con ventaja contra las tormentas que
tantas seducciones se disponen á levantar
en el corazon de su muger, un marido de
be tener, ademas de la ciencia del placer
y de una fortuna que le permita no ha
llarse en ninguna clase de predestinados,
una salud robusta, un tacto esquisito, mu
cho entendimiento, bastante cordura para
no hacer sentir su superioridad sino en las
circunstancias oportunas,y en fin, una fi
nura escesiva de oido y de vista.
Situviese una cara hermosa, una esta
tura ventajosa, un aire varonil, y quedase
atrasado en todas estas promesas, se con
taria en la clase de los predestinados. Asi
un marido feo, pero cuyo rostro está lleno
de espresion, se hallaria, si ha olvidado su
muger una sola vez su fealdad, en la si
tuacion mas favorable para combatir el
genio del mal.
El procurará, y este es un olvido en
la carta de Sterne, estar siempre exento
de olores, para no dar presa al disgus
to, Asi hará un uso mediano de los per-
115

filmes, que esponen siempre las bellezas á


sospechas injuriosas. Deberá estudiarsu con
ducta, escudriñar sus discursos como si fuese
el cortejante de la muger mas inconstante.
Para él ha hecho un filósofo la siguiente
reflexion: -

rº Tal muger se ha hecho desgraciada


por la vida, se ha perdido, se ha deshon
rado por un hombre, que ha dejado de
amarporque este se ha quitado con poca
gracia el vestido, se ha cortado mal una de
sus uñas, se ha puesto una media al reves
ó se ha desabrochado mal un boton. .
Uno de sus deberes mas importantes se
rá ocultar á su muger la situacion verdade
ra de su fortuna, para poder satisfacer las
fantasías y los caprichos que ella puede te
ner, asi como lo hacen los solteros generosos.
En fin, cosa difícil, cosa para la cual
es necesario un valor sobrehumano, debe
ejercer el poder mas absoluto sobre el as
no de que habla Sterne. Este asno debe
estar sometido como un esclavo del siglo
trece á su señor: obedecer y callar, andar
y pararse al menor mandato. ,
Prevenido con todas estas ventajas, á pe
nas podrá entrar un marido en la lid con
116

esperanza de buen éxito. Como todos los


demás, corre aun el riesgo de ser, para su
muger, una especie de editor responsable.
Ah! como pues! van á esclamar algunas
buenasgentecillas para las cuales el horizon
te acaba en su nariz: ¿es menester tomarse
tanto trabajo para amarse?y,para ser di
choso en matrimonio ¿seria necesariopues
irprimero á la escuela? ¿vá el gobierno á
fundar para nosotros una cátedra de amor,
asi como ha erigido poco há una de dere
cho público?
Hé aquínuestra respuesta:
Estas reglas multiplicadas tan difíciles
de deducir, estas observaciones tan minu
ciosas, estas nociones tan variables segun
los temperamentos, preexisten,por decirlo
asi, en el corazon de aquellos que han na
cido para el amor, como el sentimiento
del gusto y no sé que facilidad en combi
nar las ideas se hallan en el alma del poe
ta, del pintor ó del músico. Los hombres
que esperimentan alguna fatiga para poner
en práctica las enseñanzas dadas por esta
meditacion, son naturalmente predestina
dos, como aquel que no sabe distinguir las
relaciones existentes entre dos ideas distin
taS eS un menteCato,
117

En efecto, tiene el amor sus grandes


hombres desconocidos, como tiene la guer
ra sus Napoleones, como tiene la poesía
sus Byrones y como tiene la filosofía sus
Descartes.
Esta última observacion encierra el gér
men de una respuesta á la pregunta que
se hacen todos los hombres hace largo tiem
po: ¿porqué se ven tan pocos matrimonios
dichosos?
Este fenómeno del mundo moral se efec
tua rara vez, por la razon que se encuen
tran pocas gentes de ingenio.
Una pasion duradera es un drama subli
me representado por dos actores iguales
en talentos, un drama en que los senti
mientos son catástrofes, en que los deseos
son acontecimientos, en que hace mudar la
escena el pensamiento mas ligero. Pues,
¿como es posible hallarfrecuentemente en
este rebaño de Bimanes (hombres) que se
llaman una nacion, un hombre y una mu
ger que posean al mismo grado el ingenio
del amor, cuando las gentes de talento
son ya tan raras en las otras ciencias en
que, para acertar, no necesita. el artista
mas que entenderse consigo mismo?
118
Hasta ahora nos hemos contentado con
hacer presentir las dificultades, en algun
modo físicas, que tienen que vencer dos
esposos para ser dichosos: ¿que sucederia
pues si fuese necesario desarrollar el cua
dro espantoso de las obligaciones morales
que nacen de la diferencia de los génios?...
Detengámonos; el hombre bastante hábil
para conducir el temperamento será cier
tamente dueño del alma.
Supondremos que nuestro marido-modelo
llena estas primeras condiciones exigidas
para disputar con ventaja su muger á los
agresores. Admitiremos que no se halla en
ninguna de las clases numerosas de predesti
nados que hemospasado en revista. Con
vengamos en fin, que está imbuido de todas
muestras máximas, que posee aquella cien
cia admirable de que hemos revelado al
gunos preceptos; que se ha casado siendo
muy sabio, que conoce á su muger; que es
amado de ella; y prosigamos la enumera
cion de todas las causas generales que pue
den empeorar la situacion crítica á la cual
le haremos llegar para la instruccion del
género humano.
MEDITACION VI,

De las casas de pupilos.

Si habeis casado con una señorita cuya


educacion se haya hecho en una casa de
pupilos, hay treinta suertes contra vuestra
felicidad además de todas aquellas cuya
, enumeracion antecede, y os pareceis exac
, tamente á un hombre que ha metido la
, mano en un avispero.
En tal caso, inmediatamente despues
de la bendicion nupcial, y sin dejaros en
gañar por la ignorancia inocente, por las
graciasingénuas,por la serenidad pudibun
da de vuestra muger, debeis meditar y
120
seguir los axiomas y los preceptos que de
sarrollaremos en la parte segunda de este
libro. Pondreis además en ejecucion los ri
gores de la tercera parte, ejerciendo al ins
tante una vigilancia activa, desplegando
una solicitud paternal átoda hora, pues al
dia siguiente mismo de vuestro matrimonio,
la víspera quizá, habrá peligro en la tar
danza.
En efecto, acordaos un poco de la ins
truccion secreta y profundizada que los es
tudiantes adquieren de natura rerum, de
la naturaleza de las cosas. Lapeyrouse,
Cooke, ó el capitan Parry, ¿han tenido ja
más tanto ardor en navegar hácia los polos,
como los estudiantes hácia las aguas pro
hibidas del oceano de los placeres?
Siendo mas astutas las doncellas, mas
espirituales y mas curiosas que los mucha
chos, sus citas clandestinas, sus conversa
ciones que todo el arte de las patronas no
supiera impedir, deben ser dirigidas por
un genio mil veces mas satánico.
¿Qué hombre ha oido jamás las reflexio
nes morales y los reparos malignos de estas
jóvenes doncellas? Ellas solas conocen aque
los juegos en que el honor se pierde con
121
anticipacion, aquellos ensayos de placer,
aquellos titubeos de deleite, aquellos si
mulacros de felicidad, que pueden compa
rarse con los hurtos hechos por los niños
demasiado golosos de unos postres encer
rados con llave. Una doncella saldrá tal vez
vígen de su colejio, casta no. Habrá dis
cutido mas de una vez en sus conventículos
secretos la cuestion importante de los aman
tes, y la corrupcion habrá necesariamente
decentado el corazon ó el espíritu, sea esto
dicho sin antítesis.
Admitamos no obstante que vuestra mu
ger no habrá participado de aquellas golo
sinas virginales ni de aquellas inquietudes
prematuras. Por que no haya tenido voto
deliberativo en los consejos secretos de las
grandes, ¿será mejor por eso? No.
Allí habrá contraido amistad con otras
jóvenes señoritas, y seremos modestos no
otorgándole mas que dos ó tres amigas ín
timas.
¿Estais seguro que habiendo salido del
colejio vuestra muger, no habrán sido ad
mitidas sus jóvenes amigas en aquellos con
ciliábulos en que procuraban conocer con
anticipacion, al menos por analogía, los
I. 7
122

juegos de las palomas? En fin, estas ami


gas se casarán;entoncestendreis cuatro mu
geres que vigilar en vez de una, cuatroca
rácteres que adivinar, y "os hallareis á la
discrecion de cuatro maridos y de una do
cena de solteros cuya vida, cuyos principios,
cuyos hábitos ignorareis enteramente cuan
donuestras meditaciones os hayan hecho
reparar la necesidad en que debeis hallaros
algun dia, de ocuparos de las gentes con
quienes habeis casado al mismo tiempo que
convuestra muger sin sospecharlo.
Solo Satanás ha podido imaginar el colo
car un colegio de señoritas en medio de una
ran ciudad!... Madama Campan al menos
habia establecido su famosa institucion en
Ecouen. Esta sábia precaucion prueba que
no era mugerordinaria.
Allí, sus educandas no veian el museo de
las calles,formado de imágenes inmensas
y grotescasy de palabras obscenas debidas
al lápiz del espíritu maligno. No tenian sin
cesar á la vista el espectáculo de los acha
ques humanos ostentado en cada recan
ton en Francia; y los gabinetes litera
rios no les proporcionaban en secreto, el
veneno de los malos librós.
f . . 123
Esta sabia institutriz no podia menos de
conservaros asi en Ecouen una señorita in
tacta y pura , si esto es posible.
¿Esperariais tal vez impedir fácilmente
á vuestra muger el ver á sus amigas de
colegio? que locura! Las encontrará en el
teatro , en el paseo , en la sociedad y , ¿cuan
tos servicios no pueden hacerse dos muge-
res?... pero meditarémos esta nueva mate
ria de terror en su tiempo y lugar.
Esto no basta aun : si vuestra suegra ha
puesto á su hija en un colegio, creeis que
sea por interés por su hija? Una señorita de
doce á quince años es un testigo incómodo;
y, si la suegra no queria testigo ningutoo en
su casa, principio á sospechar que mi señora
vuestra suegra pertenece inevitablemente á
la parte mas dudosa de nuestras mugeres
honradas.
Pues, en toda ocasion, será para su hija
O* un ejemplo fatal ó una consejera peligro
sa: detengámonos.... la suegra exige una me
ditacion entera. Así, de cualquier lado que
os volvais, el lecho conyugal es, en esta
ocurrencia , igualmente escabroso. '.
Antes de la revolucion, algunas familias
aristocráticas enviaban las hijas á algun
124

convento. Cierto número de gentes que


se imaginaban que poniendo sus hijas en
donde se hallaban las de un gran señor,
tomarian el tono y los modales de estas,
seguian este ejemplo. Este error del or
gullo era en primer lugar fatal á la felici
dad doméstica; despues tenian todos los
inconvenientes de las casas de pupilos.
Reina mas ociosidad en ellos. Las rejas
claustrales inflaman la imaginacion. Es la
soledad una de las provincias mas ama
das del diablo, y son increibles los estra
gos que pueden producir los fenómenos mas
ordinarios de la vida en el alma de estas
jóvenes doncellas meditabundas, ignorantes
y ociosas.
Unas, á fuerza de haber acariciado cier
tas quimeras, dan lugar á algunos yerros
mas ómenos caprichosos.Otras habiéndose
exagerado la felicidad conyugal, se dicen,
en sí mismas: cómo!... cuando pertenecen
á un marido.
De todos modos la instruccion incom
pleta que pueden adquirir las doncellas edu
cadas en comun tiene todos los peligros de
la ignorancia y todas las desgracias de la
ciencia.
12:

Una jóven doncella criada en casa por


una madre ó una tia anciana, virtuosa ó
santurrona, amable ó áspera; una jóven
doncella cuyos pasos no han pasado nunca
del umbral doméstico sin ser rodeada de
rodrigones; cuya infancia penosa ha sido
fatigada con trabajos inútiles; á quien en
fin todo es desconocido, aun el teatro de
Serafin, es uno de aquellos tesoros que se
encuentran, de tarde en tarde, en el mun
do, como las flores de los bosques rodea
das de tantas malezas que los ojos mortales
no han podido alcanzarla.
Aquel que, dueño de una flor tan suave,
tan pura, la deja cultivar por otros, ha
merecido mil veces su desgracia. Es un
mentecato ó un monstruo.
Seria este el momento de examinar si
existe un modo de casarse bien, y de re
cular de esta manera sin restriccion las
"precauciones cuyo conjunto presentaremos
en la segunda y en la tercera partes; pero
¿no está bien probado que es mas fácil
leer la Escuela de las mugeres en un hor
no cerrado exactamente, que poder cono
cer con exactitud el carácter; los hábitos y
el espíritu de una señorita por casar?
126 -

¿No se casan la mayor parte de los hom


bres absolutamente como si comprasen una
porcion de rentas en la Bolsa?
Y si en la meditacion antecedente he
mos conseguido demostraros que el mayor
número de los hombres permanece en la
incuria mas profunda de su propia felici
dad por lo que toca al matrimonio,¿es ra
zonable creer que se encontrarán muchas
gentes, bastante ricas, bastante espirituales,
bastante observadoras, para perder, como
M. Burchell en el Vicario de Wakefield,
un año ó dos de su tiempo en adivinar, en
acechar la doncella que ha de ser su muger;
cuando se ocupan tan poco de ellas despues
de haberlas conyugalmente poseido durante
aquel espacio de tiempo que llaman los In
gleses la Luna de Miel, y cuya influencia
no tardarémos en discutir?
Sin embargo, como hemos reflexionado
largo tiempo sobre esta materiaimportante,
haremos observar que existen algunos me
dios de escoger mas ó menos bien, aun es
cogiendo prontamente.
No hay,verbi-gracia que dudar que las
probabilidades serán en favor vuestro:
Primero:Sihabeis tomado una señorita cu
127
yo temperamento sea semejante al de ¡as
mugeres de la Luisiana d de la Carolina.
Para conseguir informes seguros sobre
el temperamento de una doncella, seria ne
cesario poner en pra'ctica el sistema de que
habla Gil Blas, empleado por un Estadista,
para conocer las conspiraciones ó saber de
que modo los ministros habían pasado la
noche.
Segundo: Si elegís una señorita que, sin
ser fea, so se halle en la clase de las mu
geres bonitas.
Consideramos como un principio seguro
que, para ser k» menos desgraciado posi
ble en matrimonio , una gran dulzura de
alma unida en una muger con una feal
dad tolerable , son dos elementos infalibles
de suceso.
Pero ¿quereis saber la verdad? Abrid á
Rousseau , pues no se ventilará una cues
tion de moral pública de que no haya de
antemano indicado el alcance. Leed : peEn-
tre los pueblos que tienen buenas costum
bres , son las doncellas fáciles y las muge-
res severas. LoTOntrario acontece entre los
pueblos que no tienen costumbres.?}
De Ja adopcion de este principio, que
128

consagra aquella observacion profunda y


verdadera, resultaria que no habría tan
tos matrimonios desgraciados, si casasen
los hombres con sus queridas.
En tal caso debiera la educacion de las
doncellas sufrir modificaciones importantes
en Francia. Hasta ahora las leyes y las
costumbres francesas, colocadas entre una
falta y un crímen que precaver, han favo
recido al crímen.
En efecto, la culpa de tina doncella es
á penas una falta, si la comparais con la
que comete la muger casada. ¿No hay sin
comparacion menos peligro en dar la li
bertad á las doncellas, que en dejarla á las
mugeres? La idea de tomar una doncella
á prueba hará pensar mas hombres graves
que no hará reir atolondrados.
Las costumbres de la Alemania, de la
Suiza, de la Inglaterra y de los Estados
Unidos dan á las señoritas derechos que
parecerian en Francia el trastorno de toda
moral; y sin embargo es cierto que en es
tos cuatro paises son los matrimonios me
nos desgraciados que en Francia.
cr Cuando una muger se ha entregado
enteramente á un amante, debe haber co
129

nocido bien al que le ofrecia el amor. El


don de su estimacion y de su confianza ha
precedido necesariamente al de sucorazon.»
Llenos de verdad, estos renglones han
iluminado quizá el calabozo en el fondo del
cual Mirabeau los escribió, y la observacion
fecunda que encierran, aunque debida á la
mas fogosa de sus pasiones, no domina
menos por eso el problema social de que
nos ocupamos.
En efecto, ún matrimonio cimentado ba
jo los auspicios del exámen religioso que
supone el amor, y bajo el imperio del de
sencanto de que es seguida la posesion, de
be ser la mas indisoluble de todas las
uniones.
En tal caso no tiene ya una mugere
acusar á su marido del derecho legal en
virtud del cual ella le pertenece.
No puede hallar ya en esta sumision
obligada un motivo para entregarse á un
amante, cuando mas tardetiene en su pro
pio corazon un cómplice cuyos sofismas la
seducen preguntándole VeCeS CIl Ullá

hora, porquébiéndose entregado á su


pesar á un hombre que no amaba, no se
daria con buena voluntad á un hombre que
I. 7.
130 .
ama. En este caso no es ya admisible una
muger á quejarse de estos defectos insepa
rables de la naturaleza humana, cuya ti
rania ha probado por anticipacion y con
cuyos caprichos se ha cafedo.
Muchas jóvenes doncellas se verán en
gañadas en las esperanzas de su amor ! pero
¿no habrá para ellas un beneficio inmenso
en no ser compañeras de hombres que tu
vieran derecho de menospreciar?
Algunos alarmistas van á esclamar que
una mudanza semejante en nuestras costum
bres autorizaria una disolucion pública es
pantosa ; que las leyes , y los usos que do
minan á las leyes, no pueden, en ningun
caso, consagrar el escándalo y la inmora-
IríKd ; y que , si existen males inevitables,
la sociedad al menos.no debe santificarlos.
Es fácil responder, ante todas cosas,
que el sistema propuesto inclina á precaver
estos males que se han considerado hasta
ahora como inevitables; pero , por poco
exactos que sean los cálculos de nuestra es
tadística han descubierto eu todo caso una
llaga social inmensa , y nuestros moralistas
preferirian entonces el mayor mal al me
nor , la violacion del principio sobre elcuaL
1.31

reposa la sociedad, á una licencia dudosa


entre las doncellas; la disolucion de las ma
dres de familia que corrompe las fuentes
de la educacion pública y hace la desgracia
de cuatro personas al menos, á la disolu
cion de una jóven doncella que no compro
mete mas que á sí, y cuando mas á una
criatura.
- ¡Que perezca la virtud de diezvírgenes,
mas bien que esta santidad de costumbres,
esta corona de honor de que debe estar re
vestida una madre de familia! Hay en el
cuadro que presenta una jóven doncella
abandonada por su seductor, no sé que de
respetable y de sagrado: son juramentos
arruinados, confianzas santas vendidas, y,
sobre las reliquias de las virtudes mas fá
ciles, la inocencia en lágrimas, dudando
de todo, cuando duda del amor de un pa
dre por su hija. La desgraciada es aun ino
cente; puede ser una esposa fiel,una tier
na madre, y si lo pasado se ha cargado
de nubes, el porvenir es azul como un cie
lo puro. ¿Hallaremos estos dulces colores
en los cuadro bríos de los amores ile
gítimos? En el uno es la muger víctima,
en los otros, criminal. ¿En donde está la
esperanza de la muger adúltera?
132 -

Si Dios le perdona su culpa, la vida


mas ejemplar no supiera borrar los frutos
vivientes de ella, en este mundo. Si Jaco
bo I? es hijo de Rizzio, el crimen de Ma
ria Estuarda ha durado tanto como su de
plorable y real casa.
º Pero de buena fe ¿encierra pues tantos
peligros la emancipacion de las doncellas?
Es muy fácil acusar á una jóven de de
jarse alucinar por el deseo de salirse de
cualquier modo del estado de doncella; pero
eso no es verdad sino en la situacion actual
de nuestras costumbres.
En el dia una jóven no conoce ni la se
duccion ni sus lazos; se apoya sobre su de
bilidad, y, distinguiendo las máximas có
modas de la gente de forma,su imagina
cion’engañosa, gobernada por deseos que
todo fortalece, es una guia, tanto mas cie
ga, cuanto rara vez una jóven doncella
confia á otros los pensamientos secretos de
su primer amor.
Si estuviese libre, una educacion exenta
de preocupaciones la armaria contra el
amor del primervenido." -

Seria, como todo el mundo, mucho mas


fuerte contra unos peligros conocidos que
133

contra unos peligros cuya estension le está


oculta.
. Por otra parte, por ser dueña de sí
misma, ¿estaria menos por eso una don-
cella bajo el ojo vigilante de. su madre?
¿Se contaria tambien por nada aquel pu
dor y aquellos temores que la naturaleza
no ha hecho tan poderosos en el alma de
una jóven doncella sino para preservarla de
la desgracia de pertenecer á un *:
que no la ama? En fin ¿en donde se ha
la doncella tan poco calculadora para no
adivinar que el hombre mas innoral quiere
hallar principios en su muger, como quie
ren los amos que sus criados seanperfectos;
y que en tal caso, la virtud es el mas rico
tesoro para ella? -

Como quiera que sea, ¿de que se trata


pues aqui?
¿Para quien creeis que estipulamos?
Cuando mas para quinientas ó seis cientas
mil virginidades armadas con sus disgustos
y con el alto precio en que se estiman:sa
ben defenderse tan bien como venderse.
Los diez y ochomillones de seres que he
nos puesto fuera de la cuestion se casan
casi todos segun el sistema que procuramos
134
hacer prevalecer en nuestras costumbres ; y,
por lo que hace i las clases intermedias
por las cuales están nuestros pobres Bima-
nes (hombres) separados de los hombres
privilegiados que marchan á la cabeza de
una nacion , el número de los espósitos que
estas clases medio acomodadas entregan á
la desgracia iria creciendo desde la paz,
si es necesario creer para ello á M. Bonis-
toi de Chateauneuf, uno de los sabios mas
animosos que se hayan dedicado á las ári
das y útiles pesquisas de la estadística.
Pues, ¿á qué llaga por profunda que sea
no hallamos remedio, si se piensa en la
multiplicidad de los bastardos que nos des
cubre la estadística , y en los infortunios
que nuestros cálculos hacen sospechar en la
alta sociedad ? Pero es difícil hacer ver aqui
todas las ventajas que resultarian de la
emancipacion de las doncellas. Cuando lle
guemos á observar las circunstancias que
acompañan al matrimonio tal como nues
tras costumbres le han concebido , los espí
ritus juiciosos podrán apreciar todo el valor
del sistema de educacion y de libertad que
pedimos para las doncellas en nombre de
la razon y de la naturaleza. La preocupa-
135
cion que tenemos en Francia acerca de la
virginidad de las casadas es la mas tonta
de todas las que nos quedan.
Los Orientales toman á sus mugeres sin
inquietarse de lo pasado, y las encierran
para estar mas seguros del porvenir: los
Franceses ponen las doncellas en unas es
pecies de serrallos defendidos por ciertas
madres, por ciertas preocupaciones, por
ciertas ideas religiosas,y dan la libertad
nas entera á sus mugeres, inquietándose
asi mucho mas del pasado que del porvenir.
No se trataria pues sino de hacer sufrir
una inversion á nuestras costumbres. En tal
caso acabariamos tal vez por dar á la fide
lidad conyugal todo el sabor y condimento
que las mugeres hallan en el dia en las in
fidelidades.
Pero esta discusion nos alejaria demasia
do de nuestra materia si fuese necesario
examinar, en todos sus pormenores, esta
inmensa mejora moral que reclamará sin
duda la Francia en el siglo xx; pues
las costumbres se reforman muy lenta
lICIte,

¿No es necesario para conseguir la mu


danza mas ligera sino la idea mas atrevida
136
del siglo pagado y la mas trivial del siglo
presente ? .
Asi es en algun modo por coqueteria
que hemos tratado sumariamente esta cues
tion; sea para mostrar que no se nos ha
escapado , sea para legar una obra mas á
nuestros nietos; y, en cuenta cabal, hé
aquí la tercera ; la primera se refiere á las
cortesanas, y la segunda es la fisiología del
placer :
Cuando lleguemos á las diez haremos
una cruz.
En el estado actual de nuestras costum
bres y de nuestra civilizacion imperfecta ,
existe un problema insoluble por el mo
mento y que hace supérflua toda disertacion
por lo que respecta al arte de escoger una
muger ; le entregamos , como todos los de
más, á las meditaciones de los filósofos.

PROBLEMA.

No se ha podido aun determinar si es


impelida una muger á hacerse infiel mas
bien por la imposibilidad en que se hallaria
ile entregarse á la mudanza , que por la
libertad que se le dejaria en este punto.
137
Por lo demás, como en esta obra coge
mos á un hombre en el momento en que
acaba de casarse, si ha encontrado una mu
ger de un temperamento sanguíneo, de una
imaginacion viva, de una constitucionner
viosa ó de un carácter indolente, su situa
cion seria mas grave por este mismo mo
tIVO..

Un hombre se hallaria en un peligro aun


mas críticosi no bebiese su muger mas que
agua (véd la meditacion titulada Higiene
conyugal);pero situviese algun talento pa
ra el canto, ó si se resfriase con demasiada
facilidad, tendria que temblar diariamente;
pues es cosa conocida que las cantatrices
son por lo menos tan apasionadas como
las mugeres, cuyo sistema mucoso es de
una gran delicadeza.
En fin elpeligro empeoraría mucho mas
situviese vuestra muger menos de diez y
siete años; ó tambien, si tuviese el fondo
de la tez pálido y descolorido; pues estas
suertes de mugeres son casi artificiosas.
Pero no queremos anticipar sobre los
terrores que causarán á los maridos todos
los diagnósticos de desgracia que pudieran
reparar en el carácter de sus mugeres. Es
138

ta digresion nos ha alejado ya demasiado


de las casas de pupilos en donde se elabo
ran tantos infortunios, de donde salen don
cellas incapaces de apreciar los sacrificios
penosos por los cuales el hombre honrado,
que les hace el honor de casarse con ellas,
ha llegado á la opulencia; unas doncellas
impacientes de los goces del lujo, ignoran
tes de nuestras leyes, que no conocen
nuestras costumbres, que cogen con codicia
el imperio que les dá la belleza, y dispues
tas á abandonar los acentos verdaderos del
alma por los zumbidos de la lisonja.
Que esta meditacion deje en la memoria
de todos aquellos que la hayan leido, aun
abriendo el libro para aparentar que hacen
algo, ó por distraccion, una aversion pro
funda por las señoritas educadas en cole
gios, y grandes servicios habrán sido he
chos ya á la cosa pública. "e

we
MEDITACION VII.

De la Luna da Miel.

Si nuestras primeras meditaciones prue


ban que es casi imposible á una muger ca
sada el permanecer virtuosa en Francia , la
enumeracion de los solteros y de los pre
destinados , nuestras observaciones sobre la
doncellas y nuestro examen rápido de las
dificultades que ofrece la eleccion de una
muger , esplican hasta cierto purgjQ esta fra
gilidad nacional.
Asi , despues de haber manifestado fran
camente la sorda enfermedad de que es afli
gido el estado social, hemos buscado sus
causas. en la imperfeccion de las leyes, en
140
"la inconsecuencia de las costumbres, en la
incapacidad de los espíritus, en las con
tradicciones de nuestros hábitos. Un hecho
único queda que observar: la invasion del
mal. -

Llegamos á este primer principio tratan


do de las altas cuestiones contenidas en la
Luna de Miel; y, asi como hallaremos en
ellas el punto de partida de todos los fe
nómenos conyugales, asi nos ofrecerá el
eslabon brillante en que vendrán á unirse
nuestras observaciones, nuestros axiomas,
nuestros problemas, eslabones esparcidos
de intento entre las sabias locuras divulga
das por nuestras meditaciones parladoras.
Será la Luna de Miel, por decirlo asi, el
apogeo de la análisis á que debiamos en
tregarnos antes de hacer llegará lasmanos
á nuestros dos campeones imaginarios.
Esta espresion, Luna de Miel, es un
anglicismo que pasará en todas las lenguas,
por la mucha gracia con que pinta la es
tacion nupcial, tan fugitiva, durante la
cual no es la vida mas que dulzura y al
borozo; esta espresion permanecerá como
permanecen lasilusiones y los errores, pues
es la mas odiosa de todas las mentiras.
, 141
Si se presenta como una ninfa coronada de
flores frescas, lamedora y agasajadora co
mo una sirena, es porque es ella la des
gracia misma; y la desgracia llega, la ma
yor parte del tiempo, jugueteando.
Los esposos destinados á amarse duran
te toda su vida, no conciben la Luna de
Miel: para ellos, no existe, ó mas bien
existe siempre: son como aquellos imor
tales que no comprehendian la muerte. Pe
ro esta felicidad es agena de nuestro libro;
y, para nuestros lectores se halla el ma
trimonio bajo la influencia de dos lunas:
la Luna de Miel:—la Luna Roja.
Acaba esta última por una revolucion
que la muda en media luna; y, cuando
luce esta sobre un matrimonio, es por la
eternidad.
¿De que modo puede la Luna de Miel
alumbrar dos seres que no deben amarse?
¿De que modo se pone cuando una vez
ha nacido?....
¿Tienen todos los matrimonios su Luna
de Miel?
Procedamos por órden para resolver es
tas tres preguntas.
La educacion admirable que damos á

/
1 42 . .
las doncellas, y los usos prudentes bajo
cuya ley se casan los hombres van á pro
ducir aquí todos sus frutos. Examinemos
las circunstancias de que son precedidos y
acompañados los matrimonios menos des
graciados. -

Nuestras costumbres desarrollan en la


jóven doncella de que haceis vuestra mu
ger una curiosidad naturalmente ecsesiva;
pero como se precian las madres en Fran
cia de poner todos los dias sus hijas al
fuego sin sufrir que se quemen, no tiene
ya límites esta curiosidad.
Una ignorancia profunda de los miste
rios del matrimonio roba á esta criatura
tan ingenua como astuta, el conocimiento
de los peligros de que es seguido; y, el
matrimonio siéndole presentado sin cesar
como una época de tiranía y de libertad,
de goces y de soberanía, se aumentan sus
deseos con todos los intereses de la exis
tencia que ha de satisfacer: para ella, ca
sarse es ser llamada de la nada á la vida.
Si tiene en sí el sentimiento de la feli
cidad, la religion, la moral, las leyes y su
" madre le han repetido mil veces que esta
felicidad no puede venir sino de vos.
• 143
En ella es siempre una necesidad la obe
diencia, sino es una *: pues todo lo
espera de vos: desde luego las sociedades
consagran la esclavitud de la muger; pero
esta no forma ni aun el deseo de libertarse
de ella, pues se siente débil, tímida éig
nOrante.
Sin un error debido á la casualidad ó
sin uno repugnancia que seriais imperdona
ble de no haber adivinado, como no os co
noce, debe procurar agradaros.
En fin, para facilitar vuestro bello triun
fo, la tomais en el momento en que la na
turaleza solicita frecuentemente y con ener
gía los placeres de sois dispénsador.
Teneis como san Pedro las llaves del
paraiso.
Lo pregunto á toda criatura razonable
¿reuniria un demonio al rededor de un án
gel, cuya pérdida hubiese jurado, los ele
mentos de su desgracia con tanta solicitud
como la emplean las buenas costumbres pa
ra fraguar la, desgracia de un marido?...
¿No estais como un rey rodeado de adula
dores?
Entregada con todas sus ignorancias y
con todos sus deseos á un hombre que aun
144 - •
enamorado, ni puede ni debe conocer sus
costumbres secretasy delicadas, ¿no seria
esta jóven doncella vergonzosamente pasi
ble, sumisa y obsequiosa durante todo el
tiempo que su jóven imaginacion le persua
diese esperar el placer ó la felicidad hasta
un dia siguiente que nunca llega?
En esta situacion caprichosa en que las
leyes sociales y las de la naturaleza llegan
a las manos, una doncella obedece, se
abandona, sufre y calla por interés por sí
IIISII13,

Es su obediencia una especulacion; su


deferencia una esperanza; su sacrificio una
suerte de vocacion de que os aprovechais;
y su silencio es generosidad.
Será víctima de vuestros caprichosmien
tras que no los comprehenda; sufrirá de
vuestro genio hasta que le haya estudiado;
se sacrificará sin amar, porque dá crédito á
la apariencia de pasion que os dá el primer
momento de su posesion; no callará ya el
dia en que haya reconocido la inutilidad
de sus sacrificios.
En tal caso, llega una mañana en que
todos los sentidos contrarios que han pre
sidido á esta union vuelven á levantarse
145
como unas ramas dobladas un momento
bajo un peso alijerado por gradacion.
Habeis tomado por amor la existencia
negativa de una doncella que esperaba la
felicidad, que iba al encuentro de vuestros
deseos, con la esperanza qüe volariais al
encuentro de los suyos, y que no osaba
quejarse de las desgracias secretas de que
se acusaba la primera.
¿Qué hombre no quedaria engañado por
un fraude preparado tan de lejos, y de que
una jóven muger es inocente, cómplice y
víctima? Seria necesario ser un Dios para
escapar á la fascinacion con que os rodean
la naturalezay la sociedad.
¿No son todo lazos al rededor de vos y
en vos? pues para ser dichoso, seria ne
cesario defenderos de los deseos impetuo
sos de vuestros sentidos. ¿En donde está,
para reprimirlos, aquella barrera poderosa
que levanta la mano ligera de una muger
á la cual quiere uno agradar, porque no
la posee aun?...
Por eso, habeis hecho desfilar y osten
tar vuestras tropas, cuando no habia nadie
en las ventanas; y habeis disparado un fue
go de artificio, de que no queda mas que
I. 8
146 ' «
el esqueleto al momeiRo en que se presen
ta vuestro convidado para verle.
Estaba vuestra muger delante de los
placeres del matrimonio como un Mjhican
en la ópera :*el preceptor está ya cansado
cuando principia el salvage á comprehender.
En matrimonio , el momento en que pue
den entenderse dos corazones es tan rápido
como un relámpago y no vuelve mas cuan
do ha desaparecido. Este primer ensayo de
la vida de dos, durante el cual una muger es
animada por la esperanza de la felicidad, por
el sentimiento todavía nuevo de sus debe
res de esposa, por el deseo de agradar,
por la virtud tan persuasiva en el momen
to en que muestra el amor de acuerdo con
el deber , se llama la Luna de Miel. ¿ Co
mo puede esta durar largo tiempo entre
dos seres que se asocian por la vida ente
ra, sin conocerse perfectamente?
Hay tales matrimonios cuya desgracia
ha sido determinada por la primera noche:
esos no tienen siquiera Luna de Miel. Si es
menester admirarse de. una cosa, es que los
absurdos deplorables cumulados por nues
tras costumbres al rededor de un lecho nup
cial, hagan brotar tan pocos odios!...
147
Pero que sea la existencia del sabio un
arroyo tranquilo , y que sea un torrente la
del pródigo; que la criatura, cuyas manos
imprudentes han desflorado todas las rosas
sobre su camino , no halle mas que espinas
á la vuelta; que el hombre cuya loca ju
ventud ha devorado un millon no pueda
gozar ya, durante su vida, de las cuarenta
mil libras de renta que le hubiera dado es
te millon, son verdades vulgares si se pien
sa en la moral , y nuevas si se piensa en
la conducta de la mayor parte de los hom
bres; son las imágenes verdaderas de todas
las Lunas de Miel ; esta es su historia , este
es el hecho y no la causa.
Empero, que unos hombres dotados de
cierta potencia de pensamiento por medio
de una educacion privilegiada , acostumbra
dos á combinaciones profundas para brillar,
sea en política, sea en literatura, en las
artes, en el comercio ó en la vida privada,
se casen todos con la intencion de ser di
chosos, de gobernar á una muger por el
amor ó por la fuerza > y que caigan todos
en el mismo lazo, se vuelvan tontos des
pues de haber gozado de cierta felicidad
durante algun tiempo, hay ciertamente en
1 48

eso un problema cuya solucion reside mas


bien en unas profundidades desconocidas
del alma humana, que en las especies de
verdades físicas por medio de las cuales
hemos procurado ya esplicar algunos de es
tos fenómenos. La indagacion peligrosa de
las leyes secretas, que casi todos los hom
bres deben quebrantar sin saberlo en esta
circunstancia, ofrece aun bastante gloria al
que no acertase en esta empresa, para que
tentemos la aventura.
Probemoslo pues.—A pesar de todo lo
que pueden decir los mentecatos acerca de
la dificultad que hallan en esplicar el amor,
tiene principios tan infalibles como los de
la geometría;pero modificándolos cada ca
rácter á su grado, le acusamos de los ca
prichos creados por nuestras innumerables
organizaciones.
. Si no nos fuese lícito ver solamente los
efectos tan variados de la luz, sin ver el
principio, muchos rehusarían creer la mar
cha del sol y su unidad.
Por eso, los ciegos pueden clamar á su
comodidad, yo me jacto, como Sócrates,
sin ser tan sabio como él, de no saber mas
que el amor; y, voy á procurar deducir
149:
algunos de sus preceptos para evitar á las
gentes casadas óá hf, que están. por casar,
el trabajo de romperse la cabeza: alcanza
rian el fondo con demasiada prontitud.
Ahora bien; todas nuestras observaciones
antecedentes se resuelven en una sola pro
posicion que puede ser considerada como
el último término ó como el primero , si
asi se quiere, de esta teoria secreta del
amor que acabaria por enfadaros si no la
terminásemos prontamente. Está encerrado
este principio en la fórmula siguiente:

AXIOMA.

Entre dos seres capaces de amor, la du


racion de la pasion es en proporcion de la
resistencia primitiva de la muger.

Si no se os deja desear mas que durante


un dia, vuestro amor no durará tal vez
tres noches. ¿En donde deben buscarse las
causas de esta ley ? no lo sé.
Si queremos llevar nuestras miradas al
rededor de nosotros, abundan las pruebas
de esta regla; en el sistema vegetal, las
plantas que tardan mas tiempo en crecer
150

son aquellas á las cuales es prometida la


existencia mas larga; en el órden moral,
las obras hechas ayer mueren mañana; en
el órden físico, el seno que quebranta las
leyes de la gestacion entrega unfruto muer
to. En todo, una obra de duracion está lar
go tiempo encubíerta por el tiempo. Un
porvenir largo exige un largo pasado.
Si es el amor un niño, es la pasion un
hombre.
Esta ley general que rige la naturaleza,
los seres y los sentimientos, es precisamente
la que quebrantan todos los matrimonios
asi como lo hemos demostrado. Ha creado
este principio las fábulas amorosas de nues
tra edad media: los Amadis, los Lancelot,
los Tristan de los cuentos en verso, cuya
constancia en amor parece fabulosa con
justa razon, son las alegorías de esta mi
tología nacional que ha destruido en su flor
nuestra imitacion de la literatura griega.
Estas figuras graciosas dibujadas por la
imaginacion de los Trobadores consagraban
esta verdad: que no nos aficionamos de un
modo duradero á las cosas, sino segun los
cuidados, los trabajos ó los deseos que nos
han costado.
151

Todo lo que nos han descubierto nues


tras meditaciones, en punto á las causas
de esta ley primordial de los amores, se
reduce al axioma siguiente que es á la vez
su principio y su consecuencia.
AFORISMO.

En todas cosas no se recibe sino en pro


poporcion de lo que se dá.

Es tan evidente por sí mismo este últi


mo principio que no procuraremos demos
trarle. No añadiremos á él sino una sola
observacion que no nos parece sin impor
tancia. El que ha dicho: todo es verdadero
y todo es falso; ha proclamado un hecho
que el espíritu humano naturalmente so
fístico interpreta á su modo; pues parece
verdaderamente que las cosas humanas ten
gan tantos lados como hay espíritus que
las consideran.
Hé aqui este hecho: - -

No existe en la creacion una ley que no


sea contrapesada por otra ley contraria: la
vida es resuelta enteramente por el equili
brio.Asi, en la materia que nos ocupa, en
152 -

amor, es cierto que si dais demasiado, no


recibireis bastante. La madre que deja ver
toda su ternura á sus hijos, crea la ingra
titud en ellos,pues la ingratitud procede qui
zá de la imposibilidad en que uno está de
pagar los beneficios recibidos.
La muger que ama mas de lo que es
amada será necesariamente tiranizada.
El amor duradero es el que mantiene
siempre en equilibrio las fuerzas de dos
seres. Ahora pues, este equilibrio puede en
todo caso establecerse: aquel de los dos
que mas ama debe permanecer en la esfe
ra de aquel que ama menos.Y,¿no es, en
todo caso, el sacrificio mas dulce que pue
da hacer un alma amante, si es que el
amor se acomoda de esta desigualdad?
¡Que sentimiento de admiracion se le
vanta en el alma del filósofo, al descubrir
que no existe tal vez mas que un solo prin
cipio en el mundo asi como no existe mas
queun Dios, y que nuestras ideas y nues
tros afectos están sometidos á las mismas
leyes que hacen mover el sol, brotar las
flores y vivir el universo!...
Es necesario tal vez buscar en esta me
tafísica del amor, los motivos de la pro
153

posicionsiguiente que despide las luces mas


vivas sobre la cuestion de las Lunas de
Miel y de las Lunas Rojas.
El hombre va de la aversion al amor,
pero cuando ha principiado por amar y
llega á la aversion, nunca vuelve al amor.
En ciertas organizaciones humanas, son
incompletos los sentimientos como puede
serlo el pensamiento en algunas imagina
ciones estériles. Y asi como son dotados
los espíritus de la facilidad de comprehen
der las relaciones existentes entre las cosas
sin sacar conclusion ninguna de ellas; de
la facultad de comprehender cada relacion
separadamente sin reunirlas; de la fuerza
de ver, de comparar y de espresar; lo
mismo pueden las almas concebir los sen
timientos de un modo imperfecto. El ta
lento en amor como en cualquiera otro arte,
consiste en la reunion del poder de con
cebir y del de ejecutar.
El mundo está lleno de gentesque cantan
tonadas sin estribillos, que tienen cuartas
partes de idea, como cuartaspartes de sen
timiento, y que tan poco coordinan los mo
vimientos desus afectos como sus pensamien
tos: son en una palabra seres incompletos.
I. 8.
454 -

Unid una bella inteligencia á una inteligen


cia errada, os preparais una desgracia; -

porque es necesario que el equilibriovuelva


á hallarse en todo.
Dejamos á los filósofos de retrete, y á
los sabios de tras-tienda, el gusto de bus
car las mil maneras con que los tempera
mentos, los espíritus, las situaciones so
ciales y la fortuna, rompen los equilibrios;
y vamos á examinar la causa última que
influye sobre el ocaso de las Lunas de Miel
y sobre la aparicion de las Lunas Rojas.
Existe en la vida un principio mas po
deroso que la vida misma. Es un movimien
to cuya rapidez procede de una impulsion
desconocida. -.

Tan poco está el hombre impuesto en el


secreto de este rodeo como la tierra está
iniciada en las causas de la rotacion. Este
no sé que, que llamaré de buena gana la
corriente de la vida, arrebata nuestros pen
samientos mas caros, usa la voluntad del
mayor número y nos arrastra todos á nues
tro pesar. Asiun hombre lleno de cordura,
que no faltará siquiera en pagar sus vales,
si es comerciante, habiendo podido evitar
la muerte, ó, cosa mas cruel, tal vez l
155
una enfermedad, por medio de la observa
cion de una práctica fácil pero cotidiana,
se halla bien y debidamente clavado entre
cuatro tablas, despues de haberse dicho to
das las noches:—¡Oh, mañana no olvidaré
mis pastillas!
¿De que modo ha de esplicarse este aojo
estraño que domina todas las cosas de la
vida?
¿Es por falta de energía?
Los hombres mas poderosos en voluntad
están sometidos á él: ¿es porfalta de me
moria? las gentes que poseen esta facultad
en el grado mas alto están sometidas á este
aojo.
Este hecho que ha podido reconocer
cada cual en su vecino es una de las cau
sas que escluyen la mayor parte de los ma
ridos, de la Luna de Miel. El hombre mas
sabio, el que hubiese escapado á todos los
escollos que hemos señalado ya, no evita
algunas veces los lazos que se ha armado
asi él mismo.
He reparado que el hombre obraba con
el matrimonio y sus peligros, poco mas ó
menos, lo mismo que con las pelucas; y,
las fases siguientes del pensamiento son
156

quizá una fórmula para la vida humana en


punto á la peluca.
PRIMERA EPocA-¿Tendré algun dia los
cabellos blancos?
SEGUNDA EPocA.–En todo caso si tengo
cabellos blancos, nunca llevaré peluca!
Santo Dios! que fea es una peluca!
Ois una mañana una voz fresca que el
amor ha hecho vibrar mas veces que no la
ha apagado, esclamar:–Como! tienes un
cabello blanco!...
TERCERA EPocA—¿Por que no tener una
peluca bien hecha, que engañe completa
mente á lasgentes? hay no sé que mérito
en engañar á todo el mundo; además, una
peluca dá calor, impide los resfriados, etc.
CUARTA EPocA.-La peluca está puesta
con tanta maña, que burlais átodos los
: no os conocen.
La peluca os preocupa, y el amor pro
pio os hace todas las mañanas rival de los
peluqueros mas hábiles.
QUINTA EPocA.—La peluca desaliñada.
Santo Dios, que enfadoso es el tener que
descubrirse la cabeza todas las noches,que
rizarla todas las mañanas!
SESTA EPocA.—La peluca deja ver al
157

gunos cabellos blancos, vacila, y el obser


vador vé sobre vuestra nuca una línea blan
ca que forma un contraste con los matices
mas oscuros de la peluca circularmente le
vantada por el cuello de vuestro vestido.
SéPTIMA EPocA–La peluca se parece á
la grama, y, perdonad la espresion, os
burlais de vuestra peluca!...
—Caballero, dijo una de las inteligen
cias poderosas femeninas, que se han dig
nado ilustrarme acerca de algunos de los
pasages mas oscuros de mi libro, ¿que en
tendeis por esa peluca?
–Señora, respondí, cuando cae un hom
bre en la indiferencia acerca de la peluca
es... es... lo que vuestro marido no es pro
bablemente.
–Pero mi marido no es... Recapacitó.
No es... amable; no está... muy bueno; no
es... de un humor igual; no es...
—En tal caso, Señora, seria pues.....
Nos miramos, ella con una dignidad bas
tante bien aparentada, yo con una sonrisa
imperceptible.
—Veo, dije, que es necesario respetar
en estremo los oidos del pequeño sexo (be
Ilo sexo), pues es la única cosa que tenga
Casta.
r/
I58
Tomé la actitud de un hombre que tiene
algo importante que revelar, y la hermosa
señora bajó los ojos como si sospechase que
tendria que avergonzarse durante mi dis
CITSO.

–ce Señora, en el dia no se ahorcaria á


un ministro, como en otro tiempo, por un
si ó un no; un Chateaubriand no atormen
taria mucho á Francisca de Foix; y no
llevamos ya ánuestro lado una larga espa
da dispuesta á vengar la injuria. Por eso,
un siglo en que ha hecho progresos tan rá
pidos la civilizacion, en que se nos enseña
la mas mínima ciencia en veinticuatro lec
cíones, todo ha debido seguir este vuelo
hácia la perfeccion. No podemos pues ha
blarya la lengua ruda y grosera de nues
tros antepasados.
ce La época en que se fabrican tegidos tan
finos, tan brillantes, muebles tan elegantes,
porcelanas tan ricas, debiera ser la época
de las perífrasisy de las circunlocuciones.
reEs necesario procurar pues imaginar al
guna palabra nueva para reemplazar la es
presion cómica de que se ha valido Mo
liere; puesto que, asi como lo ha dicho un
autor contemporáneo, el lenguage de este
159 -

grande hombre es demasiado libre para las


señoras que hallan lagasa demasiado es
pesa para sus vestiduras.
ce Ahora las gentes del mundo no igno
ran mas que los sabios el gusto innato de
los Griegos por los misterios. Aquella na
cion poética habia sabido imprimir con tin
tas fabulosas las antiguas tradiciones de su
historia. A la voz de sus rapsodias, los re
yes poetas á un tiempo y novelistas, se
hacian dioses, y sus aventuras galantes se
transformaban en alegorias inmortales.
ce Segun M. Chompré, licenciado en de
recho, autor clásico del diceionario de mi
tología, era el Laberinto un cercado plan
tado de bosques y adornado con edificios
dispuestos de tal modo, que cuando un jó
ven habia entrado alli una vez, no podia ya
hallar la salida,
cr Aquiy allí algunos sotos floridos se pre
sentaban á su vista, pero en medio de una
multitud de arboledas que se cruzaban por
todos lados y presentaban siempre ála vista
un camino uniforme; entre las malezas, los
peñascosy las espinas, tenia el paciente
que combatir con un animal llamado el
Minotauro.
60
ce Pues, señora, si quereis hacerme el
honor de acordaros que el minotauro era,
de todas las bestias cornudas, la que nos
señala la mitología como la mas peligrosa;
que para sustraerse á los estragos que ha
cia, los Atenienses se habian allanado á en
tregarle, en bueno ó en mal año, cin
cuenta vírgenes; no caereis en el error de
aquel buen M. Chompré, que no vé allí
mas que un jardin inglés, y reconocereis
en esta fábula engañosa una alegoria deli
cada, ó, digámoslo mejor, una imágen fiel
y terrible de los peligros del matrimonio.
ce Las pinturas descubiertas recientemente
en Herculanum han acabado de probar esta
opinion.
cc En efecto, los sabios habian creido por
largo tiempo, segun algunos autores, que
el minotauro era un animal medio hombre,
medio toro; pero la quinta lámina de las
antiguas pinturas de Herculanum nos repre
senta á este monstruo alegórico con el cuer
po entero de un hombre, á escepcion de
una cabeza de toro;y, para quitartoda es
pecie de duda, se halla derribado á los pies
de Teseo. -

Ahora bien, señora; ¿por que no pedi


\
161

riamos á la mitología que venga en socorro


de la hipocresía que nos invade y nos im
pide que veamos como veian nuestros pa
dres?
cc Asi, cuando en el mundo una jóven
señora no ha sabido estender muy bien el
velo con que una muger honrada cubre su
conducta, allí en donde nuestros abuelos
hubieran toscamente esplicadotodo por me
dio de una sola palabra, vos, asi como una
multitud de bellas señoras con reticencias,
os contentais con decir:
-Ay! si, ella es muy amable; pero.....
-Pero, que?
—Pero es muchas veces muyinconse
Cuente. *

He buscado, señora, largo tiempo el


sentido de esta última palabra y en parti
cular la figura de retórica por la cual la
haciais espresar lo contrario de lo que
significa, pero han sido vanas mis medita
ciones. Verd-verd pronunció pues el úl
timo, la palabra de nuestros antepasados
y aun se ha dirigido, por desgracia, á unas
religiosas inocentes, cuyas infidelidades en
nada tocaban al honor de los hombres.
cr En tal caso, cuando una muger es in
162
consecuente, seria el marido, ámi pare
cer, minotaurizado.
re.Si el minotaurizado es un hombre de
bien, si goza de cierta estimacion, y mu
chos maridos son verdaderamente dignos de
lástima, en tal caso, hablando de él, de
cís con una vocecita melosa:
ee M. A... es un hombre muy estimable,
su muger es muy bonita;pero se pretende
que no es dichoso en su interior.
cc Asi, señora, el hombre estimable, des
graciado en su interior, el hombre que tie
ne una muger inconsecuente, ó que es mi
notaurizado, es simplemente marido á la
manera de Moliere.
cr Pues bien! diosa del gusto moderno,
¿os parecen estas espresiones de una dia
fanidad bastante casta?»
-cº Ay, Dios mio, dijo ella sonriéndose,
si la cosa existe, ¿que importa que sea es
presada en dos sílabas ó en ciento!
Me saludó con una pequeña reverencia
irónica y desapareció, yendo sin duda á
reunirse con aquellas condesas de prefacio.
y con todas aquellas criaturas metafóricas
tan frecuentemente empleadas por los no
velistas ocupados en hallar d en componer
manuscritos antiguos.
163
En cuanto á vosotros, entes menos nu
merososy mas verdaderos que me leeis, si
entre vosotros hay algunas gentes que ha
gan causa comun con micampeon conyugal,
os advierto que no os hallareis de repente
desgraciados envuestro interior.
Un hombre llega á esta temperatura
conyugal por grados é insensiblemente.
Y aun muchos maridos han sido desgra
ciados en su casa, toda su vida, sin saber
lo. Esta revolucion casera se obra siempre
en virtud de reglas positivas; pues las re
voluciones de la Luna de Mielson tan se
guras como las fases de lá luna del cielo y
se aplican átodos los matrimonios. ¿No he
mos probado que la naturaleza moral tiene
Sus leyes, lo mismo que la naturaleza fí
sica?
Vuestra jóven muger no tomará nunca,
como lo hemos dicho en otra parte, un
amante sin hacer serias reflexiones: en el
momento en que mengua la Luna de Miel,
habeis desarrollado en ella el sentimiento
del placer, mas bien que le habeis satisfe
cho. ---

Le habeis abierto el libro de la vida.


Concibe maravillosamente por medio del
164

prosaismo de vuestro amor fácil, la poesía


que debe resultar de la concordancia de las
almas y de los deleites.
Como una ave tímida, atemorizada aun
por el estrépito de una mosqueteria que ha
cesado, adelanta la cabeza fuera del nido,
mira al rededor de sí, vé el mundo;y,
sábia por la palabra revelada del enigma
que habeis representado, siente instintiva
mente el vacío de vuestra pasion lánguida.
Adivina que solo con un amante podrá con
quistar el uso delicioso de su libre alvedrio
en amor. Habeis secado leña verde para
una lumbre por venir.
En la situacion en que os hallais uno y
otro, no existe muger ninguna, aun la mas
virtuosa, que no se haya hallado digna de
una granpasion, que no la haya soñado y
que no crea ser muy inflamable; pues hay
siempre amor propio en aumentar las fuer
zas de un enemigo vencido.
–Si el oficio de muger honrada no fue
se mas que peligroso, enhorabuena.… me
decia una señora vieja; pero es fastidioso;
y nunca he encontrado muger alguna vir
tuosa que no pensase en hacer el papel de
burlada,
165

En tal caso, y aun antes que ningun


amante se presente, una muger discute por
decirlo asi su legalidad; sufre un combate
que se dan en ella los deberes, las leyes,
la religion y los deseos secretos de una na
turaleza que no recibe freno alguno sino el
que ella se impone: allíprincipia paravos
un órden de cosas enteramente nuevo; allí
se halla la primera advertencia que la na
turaleza, esta indulgente y buena madre,
dá átodas las criaturas que tienen que cor
rer algun peligro: ella ha puesto al cuello
del minotauro una campanilla, como en la
cola de aquella serpiente espantosa, pavor
del viajante.
Entonces se declaran, en vuestra muger,
lo que llaínaremos los primeros síntomas.
¡Desgraciado el que nohaya sabido comba
tirlos! Aquellos que, al leerlos, se acuer
den de haberlos visto manifestarse en otro
tiempo en su interior, pueden pasar á la
conclusion de esta obra; hallarán consuelos
en ella.
Esta situacion en que queda un matri
monio mas ó menos tiempo, será el punto
de partida de nuestra obra, como es el tér
mino de nuestras observaciones generales.
debe
reconocer los indicios misteriosos, las se
ñales imperceptibles y las revelaciones in
voluntarias que una muger deja escapar en
tal caso; pues la meditacion siguiente po
drá cuando mas indicar los rasgos groseros
la ciencia sublime
MEDITACION VIH.
i. .1

De los primeros síntomas.

Cuando se halla vuestra muger en la


crísis en que la hemos dejado, estais vos
entregado á una dulce y entera seguridad.
Habeis visto al sol tantas veces que princi
piais á creer que puede alumbrar para to
do el mundo. En tal caso no dais ya á las
menores acciones de vuestra muger aquella
atencion que les dabais en el primer ardor
del temperamento.
Esta indolencia se opone á que muchos
maridos reparen en los síntomas por los
cu:d£s anuncian sus mugeres una primera
168
tormenta; y esta disposicion de espíritu ha
hecho minotaurizar mas maridos que la
ocasion, los coches peseteros, los canapés
y los aposentos en la ciudad. Este senti
miento de indiferencia por el peligro es en
algun modo producido y justificado por la
tranquilidad aparente de que os hallais ro
deado. La conspiracion tramada contra vos
por nuestro millon de solteros hambrientos
parece ser unánime en su marcha.
Aunque todos estos pisaverdes sean ene
migos unos de otros, y que no haya uno
solo de ellos que no se conozca, una espe
cie de instinto les ha hado la misma con
tra seña.
Cuando se casan dos personas, los cor
chetes del minotauro, jóvenes y viejos, tie
nen todos por lo regular la política de de
jar enteramente los esposos entregados á sí
mismos. Consideran á un marido como á un
oficial encargado de desbastar, pulir, re
cortar y engastar el diamante que pasa
rá de mano en mano para ser algun dia
admirado de todos. Asi, el aspecto de
un jóven matrimonio fuertemente pren
dado, regocija siempre á aquellos de entre
los solteros que se han llamado Roués,
169
hombres sin costumbres: cuidan muy
bien de no turbar el trabajo de que debe
aprovechar la sociedad; saben, por otra
parte , que los nuevos casados no tienen de
pronto nunca bastante uno de otro, pero
saben tambien que las lluvias abundantes
duran poco; en tal caso se apartan á un
lado, teniendo el ojo alerta, acechando,
con una finura increible, el momento en
que ambos esposos principiarán á cansarse
del séptimo cielo.
El tino con que descubren los solteros el
momento en que llega á soplar el cierzo en
un matrimonio, no puede ser comparado
sino á aquella incuria á que están entrega
dos los maridos para los cuales nace la
Luna Roja.
Hay ademas en galanteo, una madurez
que es menester saber esperar. El grande
hombre es el que juzga todo lo que pueden
permitir las circunstancias. Esas gentes de
cincuenta y dos años , que hemos presen
tado como tan peligrosas, comprehenden
muy bien , verbi gracia , que tal hombre
que se ofrece á ser el amante de una mu-
ger, y que es desechado con altaneria , hu-
17o
biera sido recibido con los brazos abiertos
tres meses mas tarde.
Pero es verdad que en general las gen
tes casadas ponen en descubrir su tibieza
la misma ingenuidad que en anunciar su
3IIOI".

A la época en que recorriais con mada


ma los campos hechiceros del séptimo cielo,
y en que, segun los carácteres, se perna
nece acampado mas ó menos tiempo,como
lo prueba la meditacion antecedente, fre
cuentabais poco ó nada el mundo: dichoso
en vuestro interior,si saliais, era para ha
cer, á la manera de los amantes, una fran
cachela, correr al teatro, al campo, etc.
Desde el momento en que os presentais
de nuevo, juntos ó separados, en el seno
de la sociedad; que se os vé asiduos uno
y otro en los bailes, en las funciones, en
todas aquellas vanas diversiones imaginadas
para llenar el vacío del corazon, los solte
ros adivinan que vuestra muger va allá á
buscar distracciones; es cierto pues que su
matrimonio y su marido la enfadan.
Allí sabe el soltero que la mitad del ca
mino está hecho.Allí os hallais á punto de
ser minotaurizado,
A
y se inclina vuestra
74
muger á hacerse inconsecuente: es decir,
por el contrario, que será muy consecuente
en su conducta, que discurrirá sobre ella
con una profundidad admirable, y que vos
nada vereis.
Desde aquel momento no faltará en apa
riencia á ninguno de sus deberes, y busca
rá tanto mas los colores de la virtud cuanto
los tendrá menos. Ay! decia Crebillon:
Un hombre debe pues heredar de los que
asesina!
Jamás la habreis visto tan cuidadosa en
agradaros.
Procurará indemnizaros de la lesion se
creta que medita hacer ávuestra felicidad
conyugal, por medio de unas pequeñas fe
licidades que os hacen creer en la perpe
tuidad de su amor; de allí viene el prover
bio: Dichoso como un necio. Pero segun los
carácteres de las mugeres, ó menosprecian
a sus maridos, por el motivo mismo que
los engañan con éxito; ó los aborrecen,
si son contradichas por ellos; ó caen, para
con ellos, en una indiferencia peor mil ve
ces que el odio.
En esta ocurrencia, el primer diagnósti
co en una muger es una grande excentrici
172
dad. Quisiera escaparse de sí misma, y
huir su interior, pero sin aquella ansia de
los esposos completamente desgraciados.
Se viste con mucho cuidado, á fin, dirá
ella, de lisonjear vuestro amor propio atra
yendo todas las miradas en medio de las
fiestas y de los placeres.
Vuelta al seno de suspenates enfadosos,
la vereis algunas veces triste y pensativa ;
despues de repente reiry esplayarse como
para aturdirse; ó tomar el aire grave de
un aleman que marcha al combate. Unas
variaciones tan frecuentes anuncian siem
pre la hesitacion terrible que hemos seña
lado.
Mugeres hay que leen novelas para ali
mentarse de la imágen hábilmente presen
tada y siempre variada de un amor con
tradicho que triunfa, ó para acostumbrarse
por el pensamiento, á los peligros de una
intriga. -

Profesará porvos la mas alta estimacion.


Os dirá que os ama, como se ama á un
hermano; que esta amistad razonable es la
sola verdadera, la sola duradera, y que el
matrimonio ño tiene otro fin que el esta
blecerla entre dos esposos.
173

Distinguirá muy hábilmente que no tiene


mas que deberes que cumplir, y que puede
pretender á ejercer derechos.
Vé con una tibieza que vos solo podeis
calcular, todos los pormenores de la feli
cidad conyugal.
Esta felicidad nunca le ha agradado mu
cho tal vez; y por otra parte,para ella está
siempre allí, la conoce, la ha analizado;
y en tal caso, ¡cuantas pruebas ligeras pero
terribles vienen á probar á un marido espi
ritual que este ente frágil argumenta y ra
ciocina en vez de ser arrebatado por la im
petuosidad de la pasion!...
AFORISMO.

Cuanto mas se juzga, menos se ama.

De allí brotan en ella aquellas chanzas


de que reís el primero, y aquellas reflexio
nes que os sorprenden por su profundi
dad; de allí vienen aquellas mudanzas re
pentinas y aquellos caprichos de un espíritu
que vacila. La vereis algunas veces de re
pente sumamente tierna, como pesarosa de
sus pensamientos y de sus proyectos; otras
1

174
es desapacible é indescifrable ; en fin , cum
ple con el varium et mutabile /cernina que
hemos tenido hasta ahora la necedad de
atribuir á su constitucion.
Diderot, con el deseo de esplicar estas
variaciones casi atmosféricas de la muger,
lia llegado aun hasta e\ punto de hacerlas
proceder de lo que llama la bestia fero^
pero nunca observareis estas anomalías fre
cuentes en uua muger dichosa.
Estos síntomas son ligeros como la grsa,
se asemejan á aquellas nubes que matizan
á penas el azul del cielo y que se llaman
flores de tempestad. En breve toman los
colores tintas mas fuertes.
En medio de esta meditacion solemne
que inclina á poner , segun la espresion de
madama de Staoí , mas poesía en la vida,
algunas mugeres, á las cuales unas madrea
virtuosas por cálculo, por deber, por sen-^
timiento ó por hipocresía , han impreso
principios tenaces, toman las ideas devo-
radoras de que son asaltadas por sugestiones
del demonio ; y en tal caso , las veis corre
tear regularmente a la misa, á los oficios y
aun á vísperas tambien. Esta falsa devo
cion principia por libros bonitos de oracio-
17$
*
nes, encuadernados con Jujo, con cuyo au-
silio, estas caras pecadoras se esfuerzan
en vano en cumplir los deberes impuestos
por la religion y abandonados por los pla
ceres del matrimonio.
Pongamos aqui un principio , y grabadle
con letras de fuego en vuestra memoria.
Cuando una muger jo'ven vuelve de re
pente á las prácticas religiosas que había
abandonado en otro tiempo, este nuevo sis
tema de existencia oculta siempre un mo
tivo de una alta importancia para la felici
dad del marido. Sobre cien mugeres existen
al menos setenta y nueve en las cuales esta
conversion hácia Dios prueba que han sido
inconsecuentes d que van á serio.
Pero un síntoma mas claro, mas deci
sivo , que todo marido reconocerá , so pena
de ser un necio , es el siguiente :
A la época en que estabais sumergidos
uno y otro en las delicias engañosas de la
Luna de Miel, vuestra muger , como amante
verdadera , hizo constantemente vuestra vo
luntad. Dichosa con poder probaros una
buena voluntad , que ambos tomabais por
amor, ella hubiera deseado que le hubie
seis mandado andar sobre la orilla de las
176
goteras , y al instante , ágil como una ardi
lla, hubiera recorrido los tejados. En una
palabra , hallaba un placer inefable en sa
crificaros aquel yo que la hacia un ente dis
tinto de vos, se habia identificado con vues
tra naturaleza , obedeciendo á este voto del
corazon: una caro.
Todas estas bellas disposiciones de un
dia se han desvanecido insensiblemente.
Agraviada de encontrar su voluntad aniqui
lada, vuestra muger procurará ahora re
conquistarla por medio de un sistema gra
dualmente desenvuelto , y de dia en dia ,
con una energía siempre mayor.
Este es el sistema de la Dignidad de la
muger casada. El primer efecto de este sis
tema es poner en vuestros placeres cierta
reserva y cierta tibieza de que vos sois el
único juez.
Segun el mayor ó menor arrebato de
vuestra pasion sensual, habeis adivinado
tal vez, durante la Luna de Miel, algunos
de aquellos veintidos deleites que creáron
en otro tiempo, en Grecia, veintidos espe
cies de cortesanas dedicadas particularmen
te al cultivo de aquellos ramos delicados de
un mismo arte.
- - 177
Ignorante é ingénua, curiosa y llena de
esperanza, vuestra jóven muger habrá to
mado algunos grados en aquella ciencia tan
rara como desconocida y que recomenda
mos, singularmente al autor futuro de la fi
siología del placer.
Entonces en una mañana de invierno, y
semejantes á aquellas bandadas de aves que
temen el frio del Occidente, vuelan de un
solo tiro, con una misma ala, la Fellatriz,
fértil en coqueterias que engañan al deseo
para prolongar los accesos ardientes de él;
la Tractatriz, llegada del Oriente perfuma
do, en donde los placeres que hacen soñar
se hallan en honor; la Subagitatriz, hija
de la gran Grecia; la Lemana, con sus de
leites dulces y cosquillosos; la Corinthia,
que podria, en caso necesario, reemplazar
las átodas; despues en fin, la provocativa
Ficidisosa, con dientes devoradores y cuyo
esmalte parece inteligente. Una sola, tal
vez, os ha faltado; pero una noche, la
brillante y fogosa Propetida estiende sus
alas blancasy huye, con la frente baja,
mostrándoos por la última vez, como el
ángel que desaparece á los ojos de Abrahan,
en el cuadro de Rembrant, los tesoros he
I. 9.
178 •

chiceros que ignora ella misma,y que no


era permitido sino á vos el contemplarlos
con ojos infatuados, el alhagarlos con mano
cariñosa. . "

Privado de todos estos visos de placer,


de todos estos caprichos del alma, de estas
flechas del amor, os hallais reducido al mas
vulgar de los modos de amar, á aquel pri
mitivo é inocente paso del himeneo, ho
menage pacífico que tributaba el ingenuo
Adan á nuestra madre comun.
Pero no es frecuente un síntoma tan
completo.
La mayor parte de los matrimonios son
demasiado buenos cristianos para seguir los
usos de la Grecia pagana. Por eso hemos
colocado entre los últimos síntomas, la apa
ricion en el tranquilo lecho nupcial de aque
llos deleites desvergonzados que la mayor
parte del tiempo, son hijos de una pasion
ilegítima. En su tiempoy lugar trataremos
mas ámpliamente de este diagnóstico en
cantador: ahora, tal vez, este se reduce á
una incuria y aun á una repugnancia con
yugal que vos solo sois capaz de apreciar.
Al mismo tiempo que ennoblece de este
modo por su dignidad los fines del matri
monio, vuestra muger pretende que debe
179

tener su opinion, y vos la vuestra... rº Al


casarse, dirá ella, no hace voto una mu
ger de abdicar su razon. ¿Sonpues las mu
geres verdaderamente esclavas?»
s leyes humanas han podido encade
nar el cuerpo, pero el pensamiento!...
Dios le ha colocado demasiado cerca de
sí para que puedan los tiranos poner las
manos sobre él.
Estas ideas proceden necesariamente ó
de una instruccion demasiado liberal que
le habreis dejado tomar, ó de algunas re
flexiones que le habreis permitido hacer.
Una meditacion entera ha sido consagrada
a la instruccion del matrimonio.
Luego principia vuestra muger á decir:
ee mi cuarto, mi cama, mi aposento.» A
muchas de vuestras preguntas contestará:
–ce Pero, amigo mio, eso no os toca ávos»
O bien:–ce Los hombres tienen su parte
en la direccion de una casa, y las mugeres
tienen la suya.»
O bien, ridiculizando á los hombres que
se mezclan con los quehaceres del matrimo
nio, pretenderá; crque los hombres nada
entienden en ciertas cosas.» -

El número de las cosas de que nada en


tendeis aumentará diariamente. e
4180

Llegará un dia"por fin en que vereis en


vuestra pequeña iglesia dos altares donde no
cultivabais mas que uno solo. El altar de
vuestramuger y el vuestro se habrán hecho
distintos, é irá creciendo esta distincion
siempre en virtud del sistema de :
nidad de la muger.
Vendrán entonces las ideas siguientes,
que se os inculcarán, á vuestro pesar, por
la virtud de una fuerza viva, muy antigua
y poco conocida. La fuerza del vapor, la
de los caballos, de los hombres ó del agua
son buenas invenciones; pero la naturaleza
ha provisto á la muger de una fuerza mo
ral á la cual estasúltimas no son compa
rables: la llamaremos: Fuerza de la Car
raca. Este poder consiste en una perpe
tuidad de sonido, en una repeticion tan
exacta de las mismas palabras, en una ro
tacion completa de las mismas ideas, que
á fuerza de oirlas las admitis para liber
taros de la discusion. De este modo os
probará el poder de la carraca: *.

Que sois muy dichoso en tener una mu


ger de un mérito tan grande;
- Que se os ha hecho demasiado honor
casándose con vos; .
M84
Que las mugeres muchas veces vén con
mas precision que los hombres; •
Que deberiais tomar en todo el parecer
de vuestra muger, y seguirle casi siempre;
e debeis respetar la madre de vuestros
hijos, ffonrarla, tener confianza en ella;
Que el mejor medio para no ser enga
fiado es el descansar sobre la delicadeza de
una muger, porque segun ciertas viejas ideas
que hemos tenido la debilidad de dejar acre
ditarse, es imposible á un hombre impedir
á su muger de minotaurizarle;
Que una muger legítima es la mejor
amiga de un hombre;
Que una muger es ama en su casa y
reina en su salon; etc.
Aquellos que á estas conquistas de la
dignidad de la muger sobre el poder del
hombre, quieren oponer una resistenciafir
me, caen en la categoria de los predesti
nados.
De pronto se levantan contiendas que, á
los ojos de sus mugeres, les dan una apa
riencia de tirania.
Es siempre la tirania de un marido una
escusa terrible á la inconsecuencia de una
muger. Luego, en estas ligeras discusiones;
182
saben ellas probar á sus familias, á las nues
tras, á todo el mundo, á nosotros mismos,
que tenemos la culpa.
Si, para conseguir la paz, ó por amor,
reconoceis los derechos pretendidos de la
muger, dejais á la vuestra una ventaja de
que se aprovechará eternamente. Un mari
do, asi como un gobierno, no debe nunca
confesar culpa alguna. En tal caso vuestro
poder seria desbordado por el sistema oculto
de la dignidad femenina; en tal caso, todo
estaria perdido; desde este momento mar
charia de concesion en concesion hasta ar
rojaros de su cama.
Siendo la muger astuta, espiritual, ma
liciosa, teniendo todo el tiempo de pensar
en una ironia, os haria pasar por ridículo
durante el choque momentáneo de vuestras
opiniones.
El dia en que os hubiere ridiculizado
verá el fin de vuestra felicidad.
Espirará vuestro poder.
Una nuger que se ha burlado de su na
rido nopuede ya amarle. Un hombre,para
la muger que ama, debe ser un ente lleno
de fuerza, de grandeza, y respetable siem
pre. No puede una familia existir sin el
despotismo.
183
Así, la conducta difícil que debe tener
un hombre en presencia de tan graves acon
tecimientos, aquella alta política del ma
trimonio es precisamente objeto de la se
gunda y tercera partes de nuestro libro.
Este breviario del maquiavelismo mari
tal, os enseñará el modo de agrandaros en
este espíritu ligero, en esta alma de enca
je, decia Napoleon. Sabreis de que modo
puedemostrar un hombre una alma de ace
ro, puede aceptar aquella pequeña guerra
casera, y no ceder nunca el imperio de la
voluntad sin comprometer su felicidad.
En efecto, si abdicaseis, vuestra muger
os menospreciaria por el solo motivo que
os hallaría sin vigor; niseriaisya un hom
lre para ella. Pero no hemos llegado aun
al momento de desarrollar las teorias y los
principios mediante los cuales un marido
podrá conciliar la elegancia de los modales
con la acerbidad de las providencias; bás
tenos por el momento adivinar la impor
tancia del porvenir, y prosigamos.
En esta época fatal, la vereis establecer
con maña el derecho de salir sola. -

Vos erais poco ha su Dios, su ídolo. Ha


llegado ahora á aquelgrado de devocion
184
que permite ver agujeros en la ropa de los
SantOS.

—Oh! amigo mio, decia madama de la


Valliere á su marido, que nal llevais vues
tra espada! M. de Richelieutiene una ma
nera de hacerla tener derecha á su lado
que debierais procurar imitar; eso tiene
una traza mucho mejor.— Querida mia,
no es posible decirme mas ingeniosamente
que hace cinco meses que estamos casa
dos!.....—Repuso el Duque, cuya respues
ta hizo fortuna bajo el reinado de Luis XV.
Estudiará vuestro carácter para hallar
armas contra vos. Este estudio, que hor
roriza al amor, se descubrirá por medio
de los mil pequeños lazos que os armará
para hacerse de intento, tratar con rigor,
y regañar por vos; pues, cuando una mu
ger no tiene escusas para minotaurizar á
su marido, procura crear una.
Se sentará á la mesa sin esperaros.
Si pasa en coche, en medio de una ciu
dad, os indicará ciertos objetos en que no
reparabais; cantará en vuestra presencia sin
tener miedo; os cortará la palabra, no os
contestará algunas vecesy os probará de
mil maneras diferentes, que goza, cerca de
185

vos, de todas sus facultades y de su cor


dura.
Procurará anular enteramente vuestra
influencia en la administracion de la casa,
y tentará hacerse sola dueña de vuestra
fortuna.
De pronto, será esta lucha una distrac
cion para su alma vacía d movida dema
siado fuertemente; luego, hallará en vues
tra oposicion un nuevo motivo de ridiculez.
Las espresiones consagradas no le falta
rán,yen Francia, cedemos con tanta pron
titud á la sonrisa irónica agena !
De cuando en cuando aparecerán jaque
cas y movimientos de nervios: estos sínto
mas darán lugar á una meditacion entera.
En el mundo, hablará de vos sin aver
gonzarse y os mirará con resolucion.
Principiará ávituperar vuestras menores
acciones, porque se hallarán en contradic
cion con sus ideas ó sus intenciones secretas.
No tendrá ya tanto cuidado de lo que
os toca; no sabrá siquiera si teneis todo lo
que necesitais. No sereis ya el término de
sus comparaciones.
A imitacion de Luis XIV, que llevaba á
sus queridas los ramilletes de flores de na
186

ranjo, que el primer jardinero de Versalles


ponia para él todas las mañanas encima
de su mesa, M. de Vivonne daba casi to
dos los dias flos raras á su muger durante
los primeros fiempos de su matrimonio.
Una noche halló el ramillete que yacia en
cima de una consola (1 ), sin haber sido
colocado como siempre en un vaso lleno de
agua.
—Oh, oh! dijo él, si no soy un tonto,
no tardaré en serlo. -

Os hallais en viage por ocho dias y no


recibís carta alguna, d recibís una que tiene
tres páginas en blanco. Síntoma.
Llegais montado sobre un caballo de mu
cho precio, que amais mucho,y entre dos
besos, se inquieta vuestra muger del caballo
y de su cebada. Síntoma.
A estos rasgos podeis ahora añadir otros.
Procuraremos en este libro pintar siempre
al fresco y dejaros las miniaturas.
Segun los carácteres, estos indicios, es
condidos bajo los accidentes de la vida ha
bitual, varian á lo infinito. Tal hombre des
cubrirá un síntoma en el modo con que su
(1) Consola, mueble elegante que se pone en un sa
lon entre dos ventanas.
187
muger pone un sobre hombros, cuando tal
otro necesitará recibir un papirote sobre su
asno para adivinar la indiferencia de su
compañera.
Una hermosa mañana de primavera, al
dia siguiente de un baile, ó la víspera de
una partida de campo, llega esta situacion
á su último período: vuestra muger se en
fada y la felicidad lícita no tiene ya atrac
tivo para ella. Sus sentidos, su imaginacion,
el capricho y la naturaleza tal vez llaman
á un anante.
Sin embargo, ella no se atreve aun á
embarcarse en una intriga cuyas consecuen
cias y cuyos pormenores la atemorizan. Es
tais aun allí por alguna cosa; pesais en la
balanza, pero muy poco. Por su parte, se
presenta el amante adornado con todas las
gracias de la novedad, con todos los he
chizos del misterio.
El combate que se ha levantado en el
corazon de vuestra muger se hace en pre
sencia del enemigo mas realy mas peligroso
que en otro tiempo. En breve, cuantos mas
peligros y mas riesgos hay que correr tanto
mas impaciente está de precipitarse en aquel
abismo delicioso de temores, de goces, de
188

ansias, de deleites. Su imaginacion se in


flama y chispea. Su vida futura se colorea,
á sus ojos, con tintes romancescos y miste
riosos. Halla su alma que la existencia ha
tomado ya tono en esta discusion, solemne
para las mugeres. Todo se agita, todo se
conmueve, todo se altera en ella.
Vive tres veces mas que antes,y juzga
del porvenir por el presente.
Entonces los pocos deleites que le ha
beis prodigado litigan contra vos, pues no
se irrita tanto de los placeres que ha goza
do como de los que gozará; ¿no le repre
senta la imaginacion mas vivo el placer,
con el amante que las leyes le prohiben,
que con vos? en fin halla goces en sus ter
rores, y terrores en sus goces. Despues ama
este peligro inminente, esta espada de Dar
mocles,suspendida sobre su cabeza porvos
mismo; prefiriendo de este modo las ago
nías delirantes de una pasion á aquella inu
tilidad conyugal peor que la muerte: áaque
llaindiferencia que esmenos un sentimiento
que la ausencia de todo sentimiento.
Vosotros que teneis tal vez que ir á ha
cer salutaciones al Ministerio de Hacienda,
facturas en el Banco, adiciones en la Bolsa,
189
6 discursos en la Cámara ; vos , jóven , que
habeis repetido tan ardientemente con tan
tos otros en nuestra primera meditacion el
juramento de defender vuestra felicidad de
fendiendo á vuestra muger, ¿que podeis
oponer á aquellos deseos tan naturales en
ella?:... pues para esas criaturas de fuego,
vivir, es sentir; desde el momento en que
nada esperimentan , han muerto: la ley en
virtfld de la cual caminais produce en ellas
aquel minotaurismo involuntario. — ee Esta
es, decia Dalembert, una consecuencia de
las leyes del movimiento ! v> Pues bien, ¿en
donde están vuestros medios de defensa?...
¿En donde? Ay ! si vuestra muger no ha
besado aun enteramente el garron de Sa
tanás, Satanás está delante de ella; dormís,
os despertamos y nuestro libro comienza.
En tal caso sin examinar cuantos mari
dos, entre los quinientos mil de que trata
esta obra , se habrán quedado con los pre
destinados; cuantos se han casado mal;
cuantos habrán principiado mal con sus
mugeres; y sin querer indagar si de esta
tropa numerosa hay pocos ó bastantes que
puedan satisfacer a las condiciones exigidas
para luchar contra el peligro que se acerca,
190
varaos á desarrollar en la segunda y en la
tercera parte de esta obra los medios de
combatir al minotauro y de conservar in
tacta la virtud de las mugeres. "
Mas , si la fatalidad , el diablo , el celi
bato, la ocasion quieren vuestra pérdida,
reconociendo el hilo de las intrigas, asis
tiendo á las batallas que se dan todos los
matrimonios, tal vez os consolareis. Mu
chas gentes tienen un carácter tan dichoso
que mostrandoles el sitio, esplicándoles el
motivo, y el modo, se rascan la frente, se
frotan las manos , hieren el suelo con el pié
y se hallan satisfechas.
-
MIEDITACION IX,

N
Epílogo.

FIEL á nuestra promesa, ha deducido


esta primera parte las causas generales que
hacen llegar todos los matrimonios á la
crísis que acabamos de describir, y, al
mismo tiempo que hemos trazado estos
prolegómenos conyugales, hemos indicado
el modo de escapar á la desgracia, mos
trando las faltas que la han originado.
Pero ¿no serian incompletas estas con
sideraciones primeras, si, despues de ha
ber procurado difundir algunas luces en
punto á la inconsecuencia de nuestras ideas,
de nuestras costumbres, y de nuestras le
192

yes, acerca de una cuestion que abraza la


vida de casi todos los seres, no procurára
mos establecer por medio de una corta
conclusion las causas políticas de esta en
fermedad social?
Despues de haber manifestado los vicios
secretos de lainstitucion; ¿no es tambien un
exámen filosófico el indagarpor que moti
vo y de que modo la han hecho viciosa
nuestras costumbres?
El sistema de leyes y de costumbres que
rige en el dia á las mugeres y al matrimo
nio en Francia es fruto de antiguas creen
cias y de tradicciones que no se hallan ya
en relacion con los principios eternos de
razon y de justicia desenvueltos por la re
volucion inmortal de 1789.
Tres grandes conmociones han agitado
á la Francia: la conquista de los Romanos,
el Cristianismo y la invasion de los Fran
CGS.

Cada acontecimiento ha dejado impre


sionesprofundas sobre el suelo, en las le
yes, en las costumbres y en el espíritu de
la nacion.
Teniendo la Grecia un pie en la Euro
pa, y otro en Asia, fue influida porsu cli
") 193

ma apasionado en la eleccion de sus insti


tuciones conyugales: las recibió del Oriente
á donde sus filósofos, sus legisladores y sus
poetas fueron á estudiar las antigüedades
ocultas del Egipto y de la Caldea. La
reclusion de las mugeres, exigida por
la accion del sol ardiente del Asia, do
minó en las leyes de la Grecia y de la
Jonia: la muger fué allí confiada á los már
moles de los Gyneceos.Reduciéndose la pa
tria á una ciudad, á un territorio poco es
tenso, las cortesanas, que estaban ligadas
á las artes y á la religion por tantos lazos,
pudieron bastará las primeras pasiones de
una juventud poco numerosa, cuyas fuerzas
eran por otra parte empleadas en los ejer
cicios violentos de una gimnástica propia del
arte militar de aquellos tiempos heróicos..
Al principio de su real carrera, habien
do Roma ido á pedir á la Grecia los prin
cipios de una legislacion que podia conve
nir al cielo de la Italia, imprimió sobre
la frente de la muger casada el sello de
una esclavitud completa.
El senado comprehendió la importan
ciade la virtud de una república, y consi
guió costumbres por medio de un desar
I. IO
194

rollo escesivo del poder marital y paterno.


La dependencia de la muger se halló
escrita en todas partes. La reclusion del
Oriente vino á ser un deber, una obligacion
moral, una virtud.
De allí los templos consagrados al Pu
dor y á la Santidad del matrimonio; de
allí los censores, la institucion dotal, las
leyes suntuarias, el respeto por las matro
nas, y todas las disposiciones del derecho
romano. Asi, tres estrupos cumplidos óin
tentados hicieron tres revoluciones; asi, la
aparicion de las mugeres sobre la escena
política era un acontecimiento solemnizado
con Decretos! Aquellas ilustres Romanas
condenadas á no ser mas que esposas y
madres, pasaron su vida en el retiro, ocu
padas en formar dueños para el mundo.
Roma no tuvo cortesanas, porque la juven
tud estaba ocupada en guerras eternas. Si
mas tarde llegó la disolucion, fué con el
despotismo de los emperadores; y aun las
preocupaciones fundadas por las antiguascos
tumbres eran tan vivaces, que Roma nunca
vió muger alguna presentarse en un teatro.
Conquistadas las Galias, impusieron los
Romanos sus leyes á los vencidos; pero tu
195
vieron poder para destruir el profundo res
peto de nuestros antepasados por las mu-
geres , y aquellas antiguas supersticiones
que las hacian los órganos inmediatos de
la divinidad. Acabaron sin embargo las leyes
romanas por reinar esclusivamente sobre to
das las demas en aquellos paises, llamados
en otro tiempo de derecho escrito que re
presentaban la Gallia fogata, y sus prin
cipios conyugales penetraron mas d menos
en los paises de Costumbres.
Pero durante aquel combate de las leyes
contra las costumbres , los Francos inva
dían las Galias á las cuales dieron el dulce
nombre de Francia: y aquellos guerreros
salidos del norte , introdujeron en ella el
sistema de galanteria nacido en sus regio
nes occidentales en donde la mezcla de los
sexos no exige, bajo unos climas helados,
la pluralidad de las mugeres y las precau
ciones celosas del Oriente.
Lejos de eso , entre ellos , estas criatu
ras casi divinizadas recalentaban la vida pri
vada por medio de la elocuencia de sus sen
timientos. Adormecidos los sentidos solici
taban aquella variedad de medios enérgicos
y delicados, aquella diversidad de accion,
196

aquella irritacion del pensamiento y aque


llas barreras quiméricas creadas por la co
queteria, sistema del cual hemos esplicado
algunos principios en esta primera parte y
que conviene admirablemente al cielotem
plado de la Francia.
Vayan pues al Oriente, la pasion con
su delirio, los largos cabellos negros con
los harems, las divinidades amorosas con
la pompa, la poesia y los monumen
tOS. -

En el Occidente conviene la libertad de


las mugeres, la soberania de sus cabelleras
rubias, la galanteria, las hadas, las brujas,
los éstasis del alma, las dulces emociones
de la melancolía y los largos amores.
Salidos estos dos sistemas de dos partes
opuestas del globo, vinieron á luchar en
Francia; en Francia, en donde una parte
del suelo, la lengua de Oc, podia tomar
gusto en las creencias orientales, mientras
que la otra, la lengua de Oyl, era la patria
de aquellas tradiciones que atribuyen una
potencia mágica á la muger. En la lengua
de Oyl, el amor pide misterios; en la len
gua de Oc, ver es amar. -

En lo nas fuerte de esta contienda, vino


1 97
el cristianismo á triunfar en Francia , y
vino predicado por mugeres, y consagrando
la divinidad de una muger que , en las sel
vas de la Bretaña , del Vendée , y de los
Ardennes, ocupó, bajo el nombre de Nues
tra Señora, el lugar de mas de un ídolo en
el hueco de las viejas encinas druídicas.
Si la religion de Cristo , que , ante todas
cosas es un código de moral y de política,
daba un alma á todos los seres, proclama
ba la igualdad de los seres ante Dios, y
fortalecía por sus principios las doctrinas
caballerescas del norte, contrapesaban esta
ventaja la residencia del sumo Pontífice en
Roma, de que se instituia heredero, la uni
versalidad de la lengua latina que fué la de
toda la Europa en la edad media , y el po
deroso interés que los monges , los escribas
y los legistas tuvieron en hacer triunfar
los códigos hallados por un soldado en el
saqueo de Amalfi.
Los dos principios" de la servidumbre y
de la soberania de las mugeres subsistieron
pues en presencia uno de otro , enriquecidos
ambos con nuevas armas.
La ley sálica, error legal, hizo triunfar
la servidumbre civil y política sin derribar
198

el poder que daban las costumbres á las


mugeres, pues el entusiasmo de que fue po
seido la Europa por la caballeria sostuvo el
partido de las costumbres contra las leyes.
Asi se formó el fenómeno estraño pre
sentado, desde entonces, por nuestro ca
rácter nacional y por nuestra legislacion;
pues, desde aquellas épocas que parecen
ser la víspera de la revolucion, cuando se
levanta un espíritu filosófico y considera la
historia, la Francia ha sido la víctima de
tantas convulsiones; la Feudalidad, las Cru
zadas, la Reforma, la lucha de la dignidad
real y de la aristocracia, el despotismo y
el sacerdocio la han apretado de tal modo
en sus garras, que la muger se ha visto es
puesta á las contradicciones caprichosas na
cidas del conflicto de los tres acontecimien
tos principales que hemos bosquejado. ¿Era
posible ocuparse de la muger, de su educa
cion política y del matrimonio, cuando la
Feudalidad ponia eltrono en cuestion, cuan
do la Reforma amenazaba á una y á otro,
y cuando estaba olvidado el pueblo entre
el sacerdocio y el imperio? Segun una es
presion de madama Necker, se hallaron las
mugeres en medio de aquellos grandes acon
199
tecimientos como aquellos plumiones intro
ducidos en las cajas de porcelana: contados
por nada, todo se quebraria sin ellos.
En aquella época la muger casada ofreció
en Francia el espectáculo de una reina so
juzgada, de una esclava al mismo tiempo
librey prisionera; en aquella época las con
tradicciones producidas por la lucha de los
dos principios se divulgaron en el órden
social, dibujando en él millares de capri
chos; en aquella época siendo la mugerpoco
conocida físicamente, lo que fué enferme
dad en ella se halló ser un prodigio, una
brujeria ó el colmo de la malignidad; en
aquella época aquellas criaturas tratadas
por la naturaleza como hijos, pródigos y
puestos en tutela, eran deificadas por las
costumbres. Semejantes á los libertos de
los emperadores, disponian de las co- .
ronas, de las batallas, de las fortunas, de
los golpes de estado, de los crímenes, de
las virtudes, solo por el centelleo de sus
ojos, y nada poseian, y ni aun se poseian
a sí mismas. Fueron igualmente dichosas
y desgraciadas: armadas con su flaqueza y
fuertes con su instinto, se arrojaron fuera
de la esfera en que las leyes debian colo
"
200
carlas, mostrándose todo poderosas para el
mal,impotentes para el bien; sin mérito
cn lasvirtudes exigidas, sin escusas en sus
vicios; acusadas de ignorancia yprivadas
de educacion; ni enteramente madres, ni
enteramente esposas.
Teniendo todo el tiempo de encubrir sus
pasionesy de desarrollarlas, obedecian á la
coqueteria de los Francos, mientras que
debian como Romanas permanecer en el
recinto de los castillos para formar guerre
ros. No estando ningun sistema fuertemente
desenvuelto en la legislacion, los espíritus
siguieron sus inclinaciones y se vieron otras
tantas Marion Delorme como Cornelias,
tantas virtudes como vicios. Eran criaturas
tan incompletas como las leyes que las go
bernaban: consideradas por los unos como
un ser intermedio entre el hombre y los
animales, como una bestia maligna que las
leyes no pueden sujetar con demasiados lazos
y que habia destinado la naturaleza con
tantas otras al buen placer de los hombres;
considerada por otros como un ángel des
terrado, fuente de felicidad y de amor, co
mo la sola criatura que correspondiese á
los sentimientos del hombre y cuyas mi
201

serias debian vengarse por una idolatria.


¿Como podia existir en las costumbres la
unidad que faltaba á las instituciones polí
ticas?
Fué pues la muger lo que las circuns
tancias y los hombres la hicieron, en vez
de ser lo que el clima y las instituciones
debian hacerla: vendida, casada contra su
grado en virtud del poder paterno de los
Romanos, al mismo tiempo que caia ba
jo el despotismo marital que deseaba su
reclusion, se veia solicitar á las solas repre
salias que le fuesen permitidas. Entonces se
hizo disoluta cuando cesaron los hombres
de estar poderosamente ocupados por guer
ras intestinas, por el mismo motivo que
fueron virtuosas en medio de las conmocio
nes civiles. Pero todo hombre instruidopue
de matizar este cuadro; pedimos á los acae
cimientos sus lecciones y no su poesia.
Estaba la revolucion demasiadoocupada
en derribar y en edificar, tenia demasiados
adversarios, ó quizá estuvo demasiado ve
cina de los tiempos deplorables de la Re
gencia y de Luis XV, para poder examinar
el lugar que debe ocupar la muger en el
drden social.
1. O.
202
Los hombres notables que formaron nues
tros códigos , eran casi todos antiguos le
gistas penetrados de la importancia de krs
leyes romanas , y por otra parte , estos 110
fundaban instituciones políticas. Hijos de la
revolucion, creyeron , como ella , que la ley
del divorcio , sabiamente reducida , que la
facultad de las sumisiones respetuosas, eran
mejoras suficientes. Delante del recuerdo del
orden antiguo de cosas, estas nuevas ins
tituciones parecieron inmensas.
En el dia , la cuestion del triunfo de los
dos principios , muy debilitados por tantos
acontecimientos y por los progresos de las
luces, queda enteramente por tratar para
unos sabios legisladores. El tiempo pasado
encierra enseñanzas que deben llevar sus
frutos en el porvenir. ¿Se habria perdido
para nosotros la elocuencia de los hechos?
El desarrollo de los principios del Orien
te ha exigido eunucos y serrallos; las cos
tumbres bastardas de la Francia han acar
reado la plaga de las cortesanas y la plaga
mas profunda de nuestros matrimonios: asi,
para valemos de la frase hecha enteramente
por un contemporáneo , sacrifica el Oriente
a la paternidad , los hombres y la justicia;
203

la Francia, las mugeres y el pudor. Ni el


Oriente, ni la Francia, han alcanzado el fin
que debian proponerse con estas institucio
nes: la felicidad. El hombre no es mas ama
do por las mugeres de un harem, que el ma
rido está seguro de ser, en Francia, el pa
dre de sus hijos; y el matrimonio no vale
tanto como cuesta. Es tiempo de no sacri
ficarle nada, y de colocar el fondo de una
suma de felicidad mas grande en el estado
social, conformando nuestras costumbres y
nuestras instituciones con nuestro clima.
El gobierno constitucional, mezcla di
chosa de dos sistemas políticos estremos,
el despotismoy la democracia, parece in
dicar la necesidad de confundir tambien los
dos principios conyugales, que, en Francia
se han chocado hasta ahora. La libertad
que hemos reclamado osadamente para las
muchachas, remedia á esta multitud de ma
les de que hemos tal vez indicado el origen,
esponiendo las equivocaciones producidas
por la esclavitud de las doncellas.
Restituyamos á la juventud las pasiones,
las coqueterias, el amor con sus terroresy
dulzuras, y la comitiva seductora de los
Francos. En esta primavera de la vida,
204
ninguna falta es irreparable , y el himeneo
saldrá del seno de las pruebas, armado de
confianza , desarmado de odio , y el amor
será justificado en él por medio de compa
raciones útiles. . ..
En esta mudanza de nuestras costumbres^
la plaga vergonzosa de nuestras rameras,
perecerá por sí misma. Al momento en que
el hombre posee el candor y la timidez de
la adolescencia , es igual principalmente pa
ra su felicidad el encontrar grandes y ver
daderas pasiones que combatir. El alma es
dichosa por sus esfuerzos, cualesquiera que
sean; con tal que obre y que se mueva, le
importa poco ejercer su poder contra sí
misma. Existe en esta observacion, que ha
podido hacer todo el mundo , un secreto de
legislacion , de quietud y de felicidad. Ade
mas, en el dia , han tomado los estudios un
desarrollo tul. que el mas fogoso de losMi-
rabeau venideros puede enterrar su energía
en una pasion y en las cieneias.
¿Cuantos jóvenes han sido libertados de
la disolucion por trabajos obstinados unidos
á los obstáculos renacientes de un primero
y puro amor ? pues ¿cual es la doncella que
no desee prolongar la infancia deliciosa de
los sentimientos , que no se halle ufana de
ser conocida , y que no tenga que oponer
los sobresaltos hechiceros de su timidez, el
pudor de sus transacciones secretas consigo
misma , á los nuevos deseos de un amante
inesperto como ella? La galanteria de los
Francos y sus placeres serán pues la rica
herencia de la juventud , y entonces se es
tablecerán naturalmente aquellas relaciones
de alma, de espíritu, de carácter, de há
bito, de temperamento, de fortuna, que
causan el equilibrio dichoso exigido para la
felicidad de dos esposos. Este sistema estaria
establecido sobre bases mas amplias y mu
cho mas francas, si estuviesen sometidas las
doncellas á un desheredamiento sábiamente
calculado, ó si , para obligar á los hombres
á no determinarse en sus elecciones , sino
en favor de aquellas que les ofreciesen pren
das de felicidad, por sus virtudes, su ca
rácter ó sus talentos , fuesen casadas , como
en los Estados-Unidos, sin dote.
En tal caso, el sistema adoptado por
los Romanos podrá sin inconvenientes apli
carse á las mugeres casadas que, siendo
doncellas, hayan usado de su libertad. En
cargadas esclusivamente de la educacion
206

primitiva de los niños, la mas importante


de todas las obligaciones de una madre,
ocupadas en dar nacimiento y en mantener
esta felicidad de todos los instantes, pinta
datan admirablemente en el libro cuarto
de Julia, serán, en su casa, como las an
tiguas Romanas, imágenes vivientes de la
Providencia que se manifiesta en todas par
tes, y no se deja ver en ninguna.
En tal caso las leyes acerca de la infi
delidad de la muger casada deberán ser
Sumamente. Se VeraS.

Deberán prodigar mas infamia aun, que


penas aflictivas y coercitivas. Havisto la
Francia pasear algunas mugeres montadas
sobre jumentos por crímenes supuestos de
mágia, y mas de una inocente ha muerto
de vergüenza: hé aqui el secreto de esta
legislacion futura. Las doncellas de Mileto
se curaban del matrimonio por la muerte,
el senado condena las suicidas á ser arras
tradas enteramente desnudas sobre un enca
ñizado, y las vírgenes secondenan á la vida.
Las mugeres y el matrimonio no serán
pues respetados en Francia sino por la mu
danza radical que imploramospara nuestras
costumbres.
207

Este pensamiento profundo es el que ani


ma las dos alegaciones mas bellas de un
genio inmortal.
El Emilio y la nueva Heloisa no son mas
que dos producciones elocuentes en favor de
este sistema.
Esta voz resonará en los siglos, porque
ha adivinado los verdaderos móviles de las
leyes y de las costumbres de los siglos ve
nideros. Haciendo criar los niños por el pe
cho de sus madres, Juan Jacobo hacia ya
un servicio inmenso á la virtud; pero su si
glo estaba muy profundamente gangrenado
para que comprehendiese las altas lecciones
que encerraban estos dos poemas: es verdad
que debe añadirse tambien que el filósofo
fuévencido por el poeta, y que dejando en
el corazon de Julia casada vestigios de su
primer amor, ha sido seducido por una si
tuacion poética mas patética que la verdad
que queria inculcar pero, menos útil.
Sin embargo, si el matrimonio en Fran
cia es un contrato inmenso por el cual los
hombres se entienden tácitamente para dar
mas sabor á las pasiones, mas curiosidad,
mas misterio al amor, mas atractivo á las
mugeres, si es una muger mas bien un
208
adorno de salon, un maniqui de modas,
que un ente cuyas funciones, en el órden
político, puedan coordinarse con la pros
peridad de un pais, con la gloria de una
patria; que una criatura cuyos cuidados
pueden ser tan útiles como los de los hom
bres.... Confieso que todà esta teoria, que
estas largas consideraciones desaparecerian
ante de unos destinos tan importantes!...
Pero esto es haber estrujado bastante la
hez de los acontecimientos cumplidos,para
sacar de ella una gota de filosofía; es ha
ber sacrificado bastante á la pasion domi
nante de la época actual para lo histórico;
volvamos nuestras miradas á las costumbres.
Volvamos átomar el gorro con cascabeles
y el muñeco de que Rabelais hizo en otro
tiempo un cetro, y prosigamos el curso de
esta análisis sin dar á una chanza mas gra
vedad de la que puede tener, sin dar á
las cosas serias mas jocosidad que ellas
permiten.

FIN DE LA PRIMERA PARTE.


PARTE SEGUNDA.

DE LOS MEDIOS DE DEFENSA

EN EL INTERIOR Y EN EL ESTERIOR.

To le orº not be, , , , ,

Serlo ó no serlo, hé aquí toda la cuestion.


hakespeare, HAMr.
MEDITACION X,

Tratado de política marital.

CUANDo llega un hombre á la situacion


en que le coloca la parte primera de este
libro, suponemos que la idea de saber que
otro posee á su muger, puede aun hacer
palpitar su corazon,y que su pasion vol
verá á encenderse, sea por amor propio ó
por egoismo, sea por interés; pues si no
hiciese ya caso de su muger, seria el pe
núltimo de los hombres, y mereceria su
Suerte. -

En esta larga crísis, es muy difícil que


un marido no cometa faltas; pues, para la
mayor parte de entre ellos, el arte de go
212
bernar á una muger es aun menos conoci
do que el de escogerla bien. Sin embargo
la política marital no consiste casi sino en
la aplicacion constante de tres principios
que deben ser el alma de vuestra conducta.
El primero es no creer nunca lo que dice
una muger, el segundo indagar siempre el
espíritu de sus acciones sin deteneros en la
letra; y el tercero, no olvidar que una mu
ger nunca es tan habladora como cuando
calla,y que nunca obra con mas energía
que cuando se halla en reposo.
Desde este momento sois como un gi
nete, que montado sobre un caballotraidor,
debe mirarle siempre entre las dos orejas,
so pena de perder los estribos.
Pero el arte se halla mucho menos en
el conocimiento de los principios que en el
modo de aplicarlos: revelarlos á los igno
rantes, es dejar una navaja en la mano de
un mico. Asi el primero y mas vital de
vuestros deberes se halla en una disimula
cion perpetua á la cual faltan casi todos
los maridos. Al ver un síntoma minotáurico
demasiado visible en sus mugeres, la mayor
parte de los hombres manifiestan desde
luego desconfianzas injuriosas. Sus genios
213

contraen una acrimonia que se manifiesta


" ó en sus discursos, ó en sus modales;y es
tá el temor en sus almas, como un mechero
de gas dentro de un globo de vidrio: alum
bra sus rostros con tanta fuerza que este
temor esplica su conducta.
Pues bien, una muger que tiene sobre
vos doce horas al dia para reflexionary
observaros, lee vuestras sospechas escritas
sobre vuestra frente, al momento mismo
en que se forman. Nunca perdonará esa in
juria gratuita. Entonces ya no hay remedio,
todo está acabado: al dia siguiente mismo,
si es posible, se coloca entre las mugeres
inconsecuentes.
Debéis pues, en la situacion respectiva
de las dos partes beligerantes, principiar
por fingir para vuestra muger aquella con
fianza sin límites que teniais poco ha en ella.
Si tratais de mantenerla en el error por
medio de palabras melosas, estais perdido,
no os creerá; pues ella tiene su política co
mo vos teneis la vuestra. Es pues, necesaria
tanta maña como ingenuidad en vuestras
acciones, para inculcarle, sin que lo sepa
ella misma, aquel sentimiento precioso de
seguridad que la estimula á menear las ore
244

jas,y que ospermite usar á tiempo de la


brida ó de la espuela.
Pero ¿como es posible el atreverse á com
parar un caballo, la mas cándida de todas
las criaturas, con un ente que los pasmos
de su pensamiento y los afectos de sus ór
ganos hacen por momentos mas prudente
que el Servita Fra Paolo, el consultor mas
terrible que hayan tenido los Diez en Ve
necia; mas disimulado que un rey; mas
cauteloso que Luis XI; mas profundo que
Maquiavelo; tan sofístico como Hobbes; as
tuto como Voltaire;mas fácil que la novia
de Mamolin, y que, en el mundo entero
solo de vos se recela?
Asi, á este disimulo, gracias al cual los
móviles de vuestra conducta deben hacerse
tan invisibles como los del universo, os es
necesario añadirun imperio absoluto sobre
vos mismo. La impertnrbabilidad diplomá
tica tan ensalzada de M. de Talleyrand será
la menor de vuestras cualidades: su cortesia
esquisita y la gracia de sus modales, res
pirarán en todos vuestros discursos. El pro
fesor os prohibe aqui muy espresamente el
uso del látigo siquereis lograr el tener con
tenta á vuestra bella Andaluza. Que mal
215
trate un hombre á su amante... es una he
rida; pero á su muger l... es un suicidio.
¿De que modo se ha de concebir un go
bierno sin caballeria armada, una accion
sin fuerza, un poder sin armas?... Hé aquí
el problema que trataremos de resolver en
nuestras futuras meditaciones.
Pero existen además dos observaciones
preliminares que someteros. Estas van á
darnos otras dos teorias que entrarán en la
aplicacion de todos los medios mecánicos
cuyo empleovamos á proponeros.
Un ejemplo vivo refrescará estas áridas
y secas disertaciones:¿no será esto dejar el
libro para trabajar en el terreno?
En el año de 1822, en una bella ma
ñana del mes de Enero, subia yo por las
calles de árboles de Paris desde las esferas
tranquilas del Marais, hasta las regiones
elegantes de la chaussée d'Antin, obser
vando por la primera vez, no sin un gozo
filosófico, aquellas degradaciones singulares
de fisonomía y aquellas variedades de to
cados que, desde la calle del Pas-de-la
Mule hasta la Madelaine, hacen de cada
porcion de las calles de árboles, un mundo
particular, y de toda aquella zona pari
216

siense una gran variedad de costumbres.


No teniendotodavia idea alguna de las
cosas de la vida, y no sospechando que un
dia tendria la jactancia de erigirme en le
gislador del matrimonio, iba á almorzará
casa de uno de mis amigos de colegio que
habia cargado demasiado pronto tal vez,
con una mugery dos criaturas.
Pero antes de entregar mi estómago á
las golosinas de la amistad, quise hacer
una visita á mi antiguo maestro de mate
máticas, hombre muy honrado, que vivia
á corta distancia de la casa de mi amigo.
Penetré con facilidad hasta el centro de
un gabinete, que estaba todo cubierto de
polvo, prueba de las distracciones honorífi
cas del sabio. Una sorpresa me estaba allí
reservada: ví á una linda señora sentada
sobre el brazo de una silla poltrona, como
si hubiese montado un caballo ingles. Me
hizo aquella pequeña mueca de convencion,
reservada por las amas de casa para las
personas que no conocen; pero como no
disimulase bastante bien el aire mohino
que, á mi llegada, entristecia su rostro,
adiviné la inoportunidad de mi presencia. Mi
maestro ocupado sin duda de una ecuacion,
217
no habia aun levantado la cabeza; agité
entonces mi mano derecha hácia la jóven
señora , como un pescado que menea sus
agallas , y me retiré de puntillas haciéndole
una sonrisa misteriosa que podía traducirse
por: ee No seré yo ciertamente el que os
impida obligarle á hacer una infidelidad á
Polymnia. ti Ella dejó escapar uno de aque
llos gestos de cabeza cuya vivacidad gracio
sa es imposible traducir.
— Ah, buen amigo mio, no os vayais!
esclamó el geómetra. Esta es mi mugef.
La saludé entonces mas particularmente.
Oh Coulon! en donde estabas para aplaudir
al único de tus discípulos que comprehen-
diese entonces tu espresion de anacreóntica
aplicada á una reverencia !... Su efecto de
bía ser muy penetrante, pues Madama de
JVL... se sonroseó y se levantó precipitada
mente para irse haciéndome una ligera sa
lutacion que parecia decir: — Adorable!....
Su marido la detuvo diciéndole : — Que
date , hija mia. Es uno de mis discípulos.
La muger adelantó la cabeza hacia el sabio,
como una ave que, sentada sobre una ra
ma , inclina el pescuezo para coger un grano.
— Eso no es posible!... dijo el marido
i. it
248

despidiendo un suspiro; y voy á probártelo


por A ypor B.
—Ay, caballero, dejemos eso, respondió
ella guiñando los ojos y mostrándome. Si
aquello hubiese sido alguna cosa de álgebra
ni maestro hubiera podido comprehender
aquella mirada; pero era idioma de la Chi
na para él, y entonces prosiguió.
– Mira hija mia, yo te hago juez; tene
mos diez mil francos de renta....
A estas palabras, me retiréhácia la puerta
como si me hubiese apasionado por unos di
bujos con marcos que me puse á examinar.
Mi discrecion fué premiada con una mira
da elocuente. Oh! ella no sabia que yo hu
biera podido hacer en Fortunio el papel
de Oido-Fino que oye brotar las criadillas
de tierra.
– Losprincipios de la economia general,
decia mi maestro, exigen que no se emplee
en el precio de la habitacion y en los sa
larios de los criados, mas que dos décimas
partes del rédito; ahora pues, nuestra ha
bitacion y nuestros criados cuestan en todo
cien luises. Te doy mil y doscientos francos
para tutocado. (Allí apoyó sobre cada sí
laba.) Tu cocina, repuso él, consume cuatro
219

mil francos: Nuestros hijos necesitan al me


nos veinte y cinco luises; y no tomo para .
mí mas que ochocientos francos. La lavan
dera, la leña, la luz llegan á mil francos
poco mas ó menos: por consiguiente, no
quedan, como vés, mas que seiscientosfran
cos que nunca han bastado para los gastos
imprevistos. Para comprar la cruz de dia
mantes, seria necesario tomar mil escudos
sobre nuestro capital; y, abierto una vez
este camino, queridita mia, no hubiera mo
tivo para no salir de este Paris que tanto
te gusta: no tardariamos en vernos obliga
dos áirá alguna Provincia para restablecer
nuestra fortuna comprometida. Los hijos
y el gasto aumentarán bastante! vaya, sé
prudente.
–Por fuerza, dijo ella, pero vos sereis
el único en Paris, que no haya dado agui
naldos á su muger! y se escapó como un
estudiante que acaba de cumplir una pe
nitencia. -

Mi maestro meneó la cabeza en señal


de alegria. Cuando vió la puerta cerrada,
se frotó las manos, hablamos de la guerra
de España, y me fuí á la calle de Proven
za, sin pensar en que acababa de recibir la
220

primera parte de una gran leccion conyu


gal, mas que en la conquista de Constanti
nopla por el general Diebitch.
Llegué á casa de mi Anfitrion al momen
to en que los esposos sesentaban á la mesa,
despues de haberme esperado durante la
media hora exigida por la disciplina ecu
ménica de la gastronomía.
Segun creo, al abrir un pastel de hígado
gordo, mihermosa huéspeda dijo á su ma
rido con aire determinado:
—Alejandro, si fueses bien amable, me
darias aquel par de pendientes que hemos
visto en la tienda de Fossin.
— Casaos pues!... esclamógraciosamente
mi camarada sacando de su cartera tres
les de mil francos que hizo brillar á los
ojos centelleantes de su muger. No resisto
mas al placer de ofrecértelos, añadió, que
tí al de recibirlos. Hoy es el aniversario
del dia en que te ví por primera vez. Los
diamanteste harán quizá acordar de ello.
–Picaronzuelo!... dijo ella con una sonrisa
encantadora. Metió dos dedos en su cotilla;
y, sacando de ella un ramillete de violetas,
le arrojó con un despecho infantil á la cara
de mi amigo.
221

DióAlejandro el precio de los pendien


tes esclamando:– Yo habia visto bien las
flores!..." " ó
Nunca olvidaré el gesto vivo y la ale
gria codiciosa con que, semejante á un
gato que echa su pata sobre un ratonci
llo, la muger se apoderó de los tres vales.
Los arrolló sonroseándose de placer, y los
puso en el lugar de las violetas que perfu
maban poco antes su pecho.
No pude dejar de pensar en mi maes
tro de matemáticas. . . . -

Noví entonces otra diferencia entre su


discípulo y él, que la que existe entre un
hombre económico y un pródigo; y no sos
pechaba que aquel de los dos que, en apa
riencia sabia calcular mejor, calculaba peor.
Se acabó pues el almuerzo muy alegre
mente. . . .

. Entramos luego en un pequeño salon


adornado recientemente, y sentados delan
te de una lumbre que alhagaba dulcemente
lasfibras, las consolaba del firio, y las ha
cia dilatar comio en la primavera, me creí
obligado de dirigirá estos dos consortes
enamorados una frase de. convidado acerca
del ajuar de aquél pequeño oratório.
-

--- —
222

-Es lástima que todo esó cueste tan ca


ro!. dijo mi amigo, pero es preciso que
el nido sea digno del pájaro! Mas; por
que diablos,vas á cumplimentarme sobre
unas colgaduras que no están pagadas?.
Me haces acordar, durante mi digestion,
que debo aun dos mil francosáun tur
co de tapicero. Al oir estas palabras, la
ama de casa recorrió con la vista aquel
gracioso retrete; y su rostro de brillante se
mudó en pensativo. Alejandro me tomó la
mano y me llevó al alfeizar de una ventana.
-¿Tendrias por casualidad mil escudos
que prestarme? dijo con voz baja. No ten
go mas que diez ó doce mil libras de ren
ta, y este año...
-Alejandro!... esclamóla muger inter
rumpiendo á su marido, viniendo hácia no
sotros,y presentando los tres vales. ¡Ale
jandro ... veo bien que esto es una locura....
—En qué te metes!... respondió él, guar
da tu dinero.
–Pero, querido mio, yo te arruino!De
biera saber que me amas demasiado para
que yo pueda permitirme el manifestarte
todos mis deseos... el sur
—Guárdale queridamia, es de buena
223

presa!Vaya, este invierno jugaré y ganaré


ese dinero.
—Jugar!... dijo ella con una espresion de
terror. Alejandro, toma tus vales! Vamos,
amigo, yo lo mando,
—No, no, respondió mi amigo recha
zando una manita blanca y delicada; ¿no
vas el jueves al baile de madama de...?
–Pensaré en lo que me pides, dije á
mi camarada; y me escapé saludando ásu
muger, pero ví bien segun la escena que se
preparaba, que mis reverencias anacreónti
cas no producirian allí mucho efecto.
Es sin duda un loco, pensé al irme, pa
ra hablar de mil escudos á un estudiante en
leyes!
Cinco dias despues me hallé á cosa de
media noche en casa madama de.... cuyos
bailes eran de moda. En medio de lo mas
brillante de las cuadrillas, ví á la muger
de mi amigo y á la del matemático. Ma
dama Alejandro tenia un tocado hechicero
hecho de algunas flores y blancas museli
nas que hacian todos sus adornos. Llevaba
una cruz pequeña á la juanita, atada con
una cinta de terciopelo negro que realzaba
la blancura de su piel perfumada, y largas
224

perillas de oro desfiladas adornaban sus ore


jas. Sobre el cuello de madama de M...
brillaba una cruz magnífica de diamantes.
—Esto es gracioso! dije á un personage
que no habia aun ni leido en el gran libro
del mundo, ni interpretado un solo corazon
de muger. Aquel personage era yo mismo.
Si tuve entonces el deseo de hacer bailar
aquellas dos lindas mugeres, fuéúnicamente
porque ví un secreto de conversacion que
alentaba mi timidez.
–Con que l señora, ¿habeis obtenido
vuestra cruz?...dije á la primera.
—Si señor; pero la he ganado bien!..
repuso ella, con una sonrisa indefinible.
–Como! usted no tiene pendientes?.
pregunté á la muger de mi amigo.
—Ah! dijo ella, he gozado de ellos du
rante todo un almuerzo! Pero, ya lo veis,
he acabado por convertir áAlejandro.
–¿Se habrá dejado facilmente seducir?
Me miró con un aire triunfante.
Ocho años despues de aquella escena,
muda para mí hasta entonces, se levantó,
por decirlo asi, de repente en mi memoria;
y, á la luz de las bugías, al brillo de las
garzotas, leí distintamente su moralidad.
225

Sí, la muger se horroriza de la convic


cion. "."

- Cuando se la persuade, sufre una se


duccion y no hace otro papel que el que
le señala la naturaleza.
- Para ella, dejarse convencer, es otorgar
un favor.
Los razonamientos exactos la irritan y
la matan. Es necesario pues, para dirigir
la, saber valerse del poder de que se sirve
tan frecuentemente, esto es, la sensibili
dad. En su muger, pues, y no en sí mis
mo, un marido hallará los elementos de su
despotismo: como el diamante, es necesa
rio oponerla á ella misma. Saber ofrecer los
pendientes para hacérselos restituir, es un
secreto que se aplica á los pormenores mas
pequeños de la vida.
Pasemos ahora á la segunda observacion.
El que sabe administrar un toman, sabe
administrar cien mil, ha dicho un prover
bio indiano; y yo amplifico la sabiduría
asiática, diciendo: el que puede gobernar
a una muger, puede gobernar una nacion.
Existe, en efecto, mucha analogía entre
estos dosgobiernos. ¿No debe la política
de los maridos ser poco mas ó menos como
I. I I.
226

la de los reyes? ¿no los vemos procurar di


versiones al pueblo para privarle de su li
bertad; arrojarle comestibles á la cara du
rante un dia, para hacerle olvidar la miseria
de un año; predicarle que no robe, mien
tras que le despojan; y decirle: cc Me pa
rece que si fuese yo pueblo, seria virtuoso?
La Inglaterra es la que va á suministrar
nos el precedente que deben los maridos in
troducir en sus familias. Los que tienen ojos
han debido ver que, desde el momento en
que el arte de gobernar se ha perfeccionado
en aquel pais, los Whigs han logrado muy
raras veces el poder. Un largo ministerio
Tory ha sucedido siempre á un gabinete li
beral efímero. Los oradores del partido na
cional se asemejan á aquellos ratones que
usan sus dientes en roer una tabla podrida
cuyo agujero tapan en el momento que es
tos huelen las nueces y el tocino encerra
dos en el armario real. Es la muger el
Whig de vuestro gobierno. En la situacion
en que la henos dejado, debe aspirar na
turalmente á la conquista de mas de un pri
vilegio. Cerrad los ojos sobre sus cabalas,
permitidle disipar su fuerza en subir la mi
tad de los escalones de vuestro trono: y
227
cuando piense tocar al cetro , derribadla en
el suelo, poco á poco y con una gracia in
finita , gritándole : Bravo ! y permitiéndole
esperar un triunfo próximo. Deberá la mali
cia de este sistema corroborar el empleo
de todos los medios que os conviniere es
coger en nuestra armería para domar á
vuestra muger.
Tales son los principios generales de que
es necesario que un marido esté penetrado,
si no quiere cometer faltas en su pequeño
reino.
Ahora , á pesar de la minoridad del con
cilio de Macon ( 1 ) , distinguiremos en la
muger una alma y un cuerpo , y principia
remos por examinar los medios de hacerse
dueño de su moral. Es la accion del pen
samiento, por mas que digan, mas noble
que la del cuerpo , y daremos el primer
lugar á la ciencia de la Cocina, á la ins
truccion sobre la Higiene.

(i) Montesquien , que habia adi4£do l»l vez el ré


gimen constilueional , ha dicho, no sé donde, que la
razon en las asambleas se bailaba siempre del lado de
la miñona.
(Ñola del autor.J

*
MEDITACION XI.

De la instruccion en Matrimonio.

INSTRUIR ó no á las mugeres, tal es la


cuestion.
De todas las que hemos agitado, esta es
la única que presenta dos estremos sin te
ner medio alguno.
La ciencia y la ignorancia, hé aquí los
dos términos irreconciliables de este pro
blema.
Entre estos dos abismos, nos parece ver
á Luis XVIII calcular la felicidad del si
glo XIII y las desgracias del siglo XIx
Sentado en el centro de la manija que
sabia tan bien hacer inclinar por su propio
28o
peso, contempla en una de las estremida
des la ignorancia fanática de un fraile lego,
la apatía de un siervo, las herraduras re
lucientes de los caballos de un nobley cree
oir estas palabras: Francia y Montjoie
Saint-Denis!... pero se vuelve: se sonrie al
ver la gravedad de un fabricante, capitan
en la guardia nacional; el coche elegante
del corredor de cambios; la simplicidad
del trage de un par de Francia que publi
ca diarios y que pone su hijo en la escuela
Politécnica;despues las telas preciosas, los
diarios, las máquinas de vapor, y en fin
su café en una taza de Sevres, en cuyo
fondo brilla todavia una N. coronada.
Vaya enhoramala la civilizacion! al dia
blo el pensamiento!... este es vuestro cla
mor. Debeis horrorizaros de la instruccion
de las mugeres, por el motivo, tan bien
sentido en España, que es mas fácil gober
nar un pueblo de mentecatos que un pueblo
de sabios. Una nacion embrutecida es di
chosa: si no tiene el sentimiento de la li
bertad, tampoco tiene sus inquietudes ni
sus tormentas; vive como viven los pulpos
marinos; puede como ellos cortarse en dos
ó tres fragmentos; pero cada fragmento es
23

una nacion completay vegetante, que pue


de ser gobernada por el primer ciego ar
mado con el baston pastoral.
¿Quien produce esta maravilla humana?
La ignorancia: por ella sola se sostiene el
despotismo; necesita las tinieblas y el si
lencio. Y la felicidad en matrimonio es,
como en política, una felicidad negativa.
La aficion de los pueblos al rey de una mo
narquia absoluta, es tal vez menos opuesta
á la naturaleza que la fidelidad de la mu
ger para con su marido, cuando no hay ya
amor entre ellos: y sabemos que en vues
tra casa pone el amor en este momento
un pié sobre el borde de la ventana.
Es pues forzoso que pongais en práctica
los rigores saludables, con los cuales M. de
Metternich prolonga su statu quo; pero os
aconsejaremos que los apliqueis con mas
finura y con mas amenidad, porque vuestra
muger es mas astuta que todos los Alema
nes juntos, y tan sensual como los Italianos.
En tal caso procurareis retardar lo mas
que podais, el momento fatal en que vues
tra muger os pida un libro. Eso os será fá
cil, Pronunciareis de pronto con desdén el
nombre de media azul; y, en virtud de su
232
demanda le esplicareisla ridiculez que se
atribuye, entre nuestros vecinos, á las mu
geres pedantescas. " -

Despues, le repetireis frecuentemente


que las mugeres mas amables y de mas
talento que hay en el mundo están en Pa
ris, y que allí las mugeres no leen nunca.
Que son las mugeres como las gentes de
calidad,que segun Mascarille, lo saben to
do sin haber aprendido nada;
Que una muger, sea bailando, sea ju
gando, y sin aparentar siquiera que escu
cha, debe saber comprehender en los dis
cursos de los hombres de talento las frases
enteramente hechas con que los necios com
ponen su espíritu en Paris;
Que en aquel pais se trasladan de mano
en mano los juicios decisivos sobre los hom
bres y sobre las cosas; y que el tono doc
toral con que una muger critica á un autor,
derriba una obra, y desdeña un cuadro,
tiene mas fuerza que el decreto del tribunal;
Que son las mugeres bellos espejos que
reflejan naturalmente las ideas mas brillan
te8;
Que el espíritu natural lo es todo,y que
se instruye uno mucho mas con lo que
233

aprende en el mundo, que con lo que lee


en los libros;
Que en fin la lectura acaba por oscure
cer la vista, etc. .

Dejar á una muger libre de leer los li


bros que la naturaleza de su espíritu la in
clina á escoger!!... Esto es introducir una
chispa en una santa-Bárbara; y peor que
eso: es enseñar á vuestra muger ápasar sin
vos, á vivir en un mundo imaginario, en
un paraiso. Porque ¿que leen las mugeres?
Obras apasionadas, lasConfesiones de Juan
Jacobo, novelas, y todas aquellas compo
siciones que mas poderosamente obran so
bre su sensibilidad. Nogustan ni de la ra
zon ni de las frutas maduras. Y ¿habeis
pensado jamás en losfenómenos producidos
por estas lecturas poéticas?
Las novelas, y aun todos los libros, pin
tan los sentimientos y las cosas con colores
mucho mas brillantes que los que ofrece la
naturaleza! Esta especie de fascinacion
procede menos del deseo que tiene cada au
tor de mostrarse perfecto afectando ideas
delicadas y esquisitas, que de un trabajo
indefinible de nuestra inteligencia. El des
tino del hombre es el acendrar todo lo que
234
acarrea al tesoro de su pensamiento. ¿ Que
rostro , qué monumentos no son hermosea
dos por medio del dibujo? El alma del lec
tor contribuye á esta conspiracion contra
la verdad, sea por el silencio profundo de
que goza ó por el fuego de la concepcion,
sea por la pureza con que se reflejan las
imágenes en su entendimiento.
I Quién , al leer las confesiones de Juan
Jacobo, no ha visto á madama de Warens
mas bonita de lo que era ? Se diria que nues
tra alma alhaga ciertas formas que habia
vislumbrado en otro tiempo bajo un cielo
mas bello; no acepta las creaciones de otra
alma sino como alas para arrojarse en el
espacio; perfecciona Jas facciones ma9 deli
cadas apropiándoselas á sí; y la espresion
mas poética en sus imágenes le trae imá
genes aun mas puras. Leer, es quizá crear
entre dos. ¿ Son estos misterios de la tran-
substanciacion de las ideas, el instinto de
una vocacion mas alta que nuestro destino
presente? ¿Es la tradicion de una antigua
vida perdida ? ¿ Qué era pues aquella vida,
si el resto nos presenta tantas delicias?
Asi , cuando lee dramas y novelas , la
muger, criatura aun mas capaz que noso-
235
tros de exaltarse, debe esperimentar éstasis
mas hechiceros. La muger se forma una
existencia ideal en comparacion de la cual
todo palidece; no tarda en intentar el rea
lizar aquella vida sensual, y procura trans
portará ella su embeleso. Pasa involunta
riamente del espíritu á la letra, y del alma
a los sentidos. ---

¿Ytendriais la ingenuidad de ereer que


los modales,y los sentimientos de un hom
bre como vos, que la mayor parte del tiem
poseviste, se desnuda, etc., delante de
su muger, lucharán con ventaja contra los
sentimientos de aquellos libros, y contra
sus amantes imaginarios en cuyo vestido
aquella bella lectora nové ni agujeros ni
manchas?... Ah, pobre tonto! demasiado
tarde, porsu desgracia y la vuestra, espe
rimentaria vuestra muger que los héroes de
la poesía son tan raros como los Apolos de
la escultura!..
Muchos maridos se hallarán atajados pa
ra impedir á sus mugeres que lean; y aun
algunos de ellos pretenderán que la lectura
tiene la ventaja de que á lo menos saben
lo que hacen las suyas cuando leen. En
primer lugar, veréis en la meditacionsi
238

la historia de Francia en LeRagois, la cro


nología en las tablas del ciudadano Chante
reau, y habrán dejado á su tierna imagi
nacion arrebatarse sobre la geografía; todo
con el fin de no presentar nada que sea pe
ligroso á su corazon; pero al mismo tiem
po sus madres, sus maestras, repetian con
voz infatigable que toda la ciencia de una
muger consiste en el modo con que sabe
disponer aquella hoja de higuera que tomó
nuestra madre Eva. No han oido en quince
años, decia Diderot, ninguna otra cosa que:
–Hija mia, tu hoja de higuera va mal; hija
mia, tu hoja de higuera va bien; hija mia,
¿tu hoja de higuera no estaria mejor así?
Mantened pues ávuestra esposa en aque
lla bella y noble esfera de conocimientos.
Si por ventura quisiese vuestra muger una
biblioteca, compradle Florian, Malte-Brun,
el Gabinete de las Hadas, las Mil y una
noches, las Rosas por Redouté, los Usos de
China, los Pichones por Madama Knip,
la grande obra sobre el Egipto, etc. En fin
poned en práctica el consejo espiritual de
aquella princesa que, cuando le contaban el
motin ocasionado por la carestia del pan,
decia:
239
ce ¿Por que no comen bollos?...»
Vuestra muger os echará tal vez en ros
tro alguna noche, que sois desapacible y
que no hablais; os dirá quizá que sois gra
cioso, cuando hayais dicho un equívoco;
pero este es un inconveniente muy ligero
de nuestro sistema: y, ademas, que sea en
Francia la educacion de las mugeres el mas
ehistoso de los absurdos y que vuestro os
eurantismo marital os ponga una muñeca
entre los brazos, ¿que importa? Como no
teneis bastante valor para emprender una
ocupacion mas bella, ¿no vale mas llevar
á vuestra muger por un carril conyugal
bien seguro, que aventuraros á hacerle tres
par los precipicios peligrosos del amor?
Aunque sea madre, no querreisprecisamen
te quevuestros hijos sean unos Gracos, pero
querreis ser verdaderamente pater quem
nuptioe demostrant. Para ayudaros pues á
conseguirlo, debemos hacer de este libro
una armeria en que cada cual, segun el
carácter de su muger ó el suyo, pueda es
coger la armadura conveniente para com
batir al terrible genio del mal, dispuesto
siempre á despertarse en el alma de una
esposa; y, todo bien considerado, como
240

los ignorantes son los enemigos mas crue


les de la instruccion de las mugeres, será
esta Meditacion un breviario para la mayor
parte de los maridos.
Una muger que ha recibido una educa
cion de hombre, posee, á la verdad, las
facultades mas brillantes y mas fecundas
en felicidad para sí y para su marido;pe
ro es tan rara esta muger como la felici
dad misma; y debeis, si no la poseeis por
esposa, mantener á la vuestra, en nombre
de vuestra comun felicidad, en la region
de las ideas en que ha nacido, porque es
necesario pensar tambien que un momento
de orgullo en ella puede perderos; ponien
do sobre el trono á un esclavo que se verá
luego tentado de abusar del poder.
Finalmente, siguiendo el sistema pres
crito por esta Meditacion,un hombre su
perior no deberá nada poniendo sus pensa
mientos en moneda pequeña cuando quiera
ser comprehendido por su muger: con tal
que este hombre superior haya hecho la
tonteria de casarse con una de aquellas po
bres criaturas, en vez de casarse con una
doncella cuya alma y cuyo corazon hubiese
esperimentado mucho tiempo.
241
Por esta última observacion matrimonial,
no es nuestrofin prescribir á todos los hom
bres superiores el que busquen mugeres su
periores: y no queremos dejar á cada cual
esplicar nuestros principios á la manera de
madama de Staël, que pretendió grose
ramente unirse con Napoleon. Aquellas dos
personas hubieran sido muy desgraciadas
en matrimonio; y era Josefina una esposa
mucho mas perfecta que aquel marimacho
del siglo diez y nueve.
En efecto, cuando alabamos á aquellas
doncellas inhallables, educadas tan dicho
samente por la casualidad, tan bien con
formadas por la naturaleza, y cuya alma
delicada aguanta el rudo contacto de la
grande alma de lo que llamamos un hom
bre, entendemos hablar de aquellas nobles
y raras criaturas de que ha dado Goëthe
un modelo en la Clara del conde de Eg
mond: pensamos en una muger que no
pretende otra gloria que la de representar
bien su papel; cediendo con una flexibili
dad admirable á los placeres y á la volun
tad de aquellos que la naturaleza les ha
dado por dueños; elevándose alternativa
mente á las esferas inmensas de su pensa
I. 12
242

• miento, y humillándose al simple ejercicio


de divertirlos como áunos niños; compre
hendiendo los caprichos de aquellas almas
tan fuertemente atormentadas, y las meno
res palabrasy las miradas mas vagas; di
chosas en el silencio, dichosas en la difu
sion; adivinando en fin que los placeres,
las ideas y la moral de un lord Byron, no
deben ser las mismas que las de un gorrero.
Pero detengámonos, esta pintura nos ale
jaria demasiado de nuestra materia: se tra
ta de matrimonio y no de amor.
Ojalá que estos renglones lisonjeros pue
dan compensar las duras verdades de que
se hallarán chocadas tantas mugercillas.
MEDITACION XII,

Higiene del Matrimonio.

TENE por fin esta Meditacion someter


a vuestra atencion un nuevo modo de de
fensa por medio del cual domareis bajo una
postracion invencible la voluntad de vuestra
muger. Se trata de la reaccion producida
sobre el moral por las vicisitudes físicas y
por las sabias degradaciones de una dieta
hábilmente dirigida.
Esta grande y filosófica cuestion de me
dicina conyugal agradará sin duda átodos
aquellos gotosos, á aquellosimpotentes, á
aquellos catarrientos, y á aquella legion de
ancianos cuya apatía hemos despertado en
244
el artículo de los Predestinados ; pero será
principalmente relativa á los maridos bas
tante atrevidos para entrar en las vias de
un maquiavelismo digno de aquel gran rey
de Francia que intentó asegurar la felicidad
de la nacion á espensas de algunas cabezas
feudales. Aquí, la cuestion es la misma: es
siempre la amputacion ó la debilitacion de
algunos miembros para la mayor felicidad
de la masa.
¿Creeis seriamente que un soltero some
tido al régimen de la yerba Hanea , de los
pepinos , de la verdolaga y de las aplica
ciones de sanguijuelas á las orejas, reco
mendadas por Sterne. sea muy propio para
asaltar el honor de vuestra muger?
Suponed un estadista que tuviese el ta
lento de fijar sobre el cráneo de Napoleon
un cataplasma permanente de simiente de
lino, ó de haeerle administrar todas las
mañanas una lavativa con miel; ¿creeis que
Napoleon , Napoleon el Grande, hubiera
conquistado la Italia?
¿Ha sido ó no entregado Napoleon á los
horribles dolores de una disuria durante la
campaña de Rusia?... Hé aqui una de aque
llas cuestiones cuya solución ha pesado so
bre el globo entero.
245

¿No es cierto que los refrigerantes, los


baños, los zahumerios, etc., etc., producen
grandes mudanzas en las afecciones mas ó
menos agudas del cerebro?
En medio de los calores del mes de Ju
lio, cuando eada uno de vuestros poros fil
tra lentamente y restituye á una atmósfera
devoradora las limonadas heladas que ha
beis bebido de un trago, ¿habeis sentido
alguna vez aquella hoguera de valor, aquel
vigor de pensamiento, aquella energia com
pleta, que os hacia ligera y dulce la exis
tencia algunos meses antes? -

No, no, el hierro mejor sellado en la


piedra mas dura, levantará y separará
siempre el monumento mas duradero en
virtud de la influencia secreta que ejercen
las lentas é invisibles degradaciones del
calor y del frio que atormentan la atmós
fera. Reconozcamos pues como principio,
que si influye el clima sobre el hombre,
con mayor razon debe el hombre influir
sobre la imaginacion de sus semejantes, por
el mayor ó menor vigor y fuerza con que
esplica su voluntad.
Allí se halla el principio del talento del
actor, el de la poesia y del fanatismo, pues
246
la una es la elocuencia de las palabras co
mo es la otra la elocuencia de las acciones;
allí en fin , está el principio de una cien
cia que se halla en su infancia en este mo
mento.
Esta voluntad tan poderosa de hombre
á hombre, esta fuerza nerviosa y fluida,
eminentemente móvil y transmisible , está
sometida ella misma al estado mudable de
nuestra organizacion , y muchas circunstan
cias hacen variar este frágil organismo.
Aquí se detendrá nuestra observacion me
tafísica , y aquí volveremos á entrar en la
análisis de 10 circunstancias que elaboran
la voluntad del hombre y la llevan al grado
mas alto de fuerza ó de postracion.
N& creais ahora que sea nuestro intento
el persuadiros que pongais cataplasmas so
bre el honor de vuestra muger , que la en
cerreis en una estufa ó que la selleis como
una carta ; no. No intentaremos tampoco
descubriros el sistema magnético que os da-
ria el poder de hacer triunfar vuestra vo
luntad en el alma de vuestra muger: no
hay un marido que aceptase la felicidad de
un amor eterno á espensas de esta tension
perpetua de las fuerzas animales; pero
" 247
procuraremos esplicar un sistema higiénico
formidable, por medio del cual podreis
apagar el fuego cuando se haya pegado á
la chimenea.
Existen en efecto, entre los hábitos de
las petimetras de Paris y de los departa
mentos (las petimetras forman una clase
muy distinguida entre las mugeres honra
das) bastantes recursos para alcanzar nues
tro fin, sin ir á buscar en la armeria de la
terapéutica las cuatro simientes frias, la
ninfea y mil otras invenciones dignas de
las brujas. Dejarémostambien á Eliano su
yerba hanea y á Sterne su verdolagay sus
pepinos, que anuncian intenciones eviden
temente antiflogísticas.
Dejareis á vuestra muger estenderse y
permanecer dias enteros sobre aquellos blan
dos sofás en que se hunden hasta la mitad
del cuerpo en un verdadero baño de plu
mas del norte.
Favorecereis por todos los medios que
no hieran vuestra conciencia, aquella pro
pension de las mugeres á respirar el aire
Perfumado de un cuarto abierto muy pocas
veces, á donde penetra la luz con mucho
trabajo por entre aquellas deleitosas y diá
fanas muselinas.
248

Conseguireis efectos maravillosos de este


sistema,pero despues de haber sufrido pri
mero los escesos de su exaltacion; y si sois
bastante fuerte para soportar esta tension
momentánea de vuestra muger, vereis en
breve perderse su vigor aparente. En ge
neral gustan las mugeres de vivir de prisa;
pero despues de sus tormentas de sensacio
nes, llegan bonanzas consoladores para la
felicidad de un marido.
Juan-Jacobo, por medio del órgano en
cantador de Julia ¿probará á vuestra muger
que será una cosa muy preciosa el no des
honrar su estómago delicado y su boca di
vina, formando su quilo congroseras piezas
de vaca y con piernas enormes de carnero?
¿Hay cosa mas pura en el mundo que
aquellas legumbres interesantes, frescas
siempre, sin olor, aquellas frutas colora
das, aquel café, aquel chocolate perfuma
dos, aquellas naranjas, pomas de oro de
Atalante, los dátiles de la Arabia, los biz
cochos de Bruselas, alimento sano y gra
cioso que produce resultas, satisfactorias al
mismo tiempo que dááuna muger no sé que
originalidad misteriosa? Consigue ella cierta
celebridad de corrillo por su régimen, co
249

mo por un tocado, por una buena accion


ó por un chiste.
Pitágoras debe ser su pasion, como si
fuese Pitágoras una perrita faldera ó un
tití.
No cometais nunca la imprudencia de
ciertos hombres que, para darse una apa
riencia de espíritu fuerte, combaten esta
creencia femenina: que se conserva el talle
comiendo poco. Las mugeres no engordan
con la dieta, esto es claro y positivo; no
salgais de este principio.
Alabad el arte con que algunas mugeres
afamadas por su belleza han sabido conser
varla bañándose, muchas veces cada dia,
en leche, ó en aguas compuestas con sus
tancias aptas para hacer la piel mas suave,
debilitando el sistema nervioso.
Recomendadle sobre todo, en nombre
de su salud tan preciosa para vos, que se
abstenga de lociones de agua fria, de mo
do que el agua caliente ótibia sea siempre
el ingrediente fundamental de toda especie
de ablucion.
Será Broussais vuestro ídolo. A la menor
indisposicion de vuestra muger, y bajo el
pretesto mas ligero, practicad fuertes apli
I. l2.
250
caciones de sanguijuelas; no temais el apli
caros vos mismo algunas docenas de ellas
de cuando en cuando , para hacer predomi
nar en vos el sistema de este doctor céle
bre. Vuestro estado de marido os obliga á
hallar siempre á vuestra muger demasiado
colorada; procurad tambien algunas veces
atraerle la sangre á la cabeza , para tener
el derecho de introducir, en ciertos mo
mentos, una escuadra de sanguijuelas en
vuestra casa.
Beberá vuestra muger agua ligeramente
colorada con vino de Borgoña agradable al
gusto, pero sin virtud tónica; cualquiera
otro vino seria malo.
v Nunca permitais que tome agua pura por
bebida , pues en este caso seriais un hom
bre perdido.
iv Fluido impetuoso ! en el momento en
que empujas las esclusas del celebro , vé
como ceden á tu poder !
' e<* Parece la curiosidad á nado , haciendo
señas á sus compañeras para que la sigaD:
se somorgujan en medio de la corriente.
ee Siéntase la imaginacion soñando sobre
la ribera. Sigue el torrente con los ojos , y
muda las aristas de paja y de junco en pa
251
los de trinquete y de bauprés. A penas se ha
hecho la metamorfosis, cuando el Deseo,
teniendo con una mano su túnica arreman
gada hasta las rodillas , llega de repente ,
las vé y se apodera de ellas.
ivO vosotros, bebedores de agua! ¿es
pues con el socorro de este manantial en
cantador, con que habeis vuelto y revuelto
tantas veces el mundo á vuestro grado , ho
llando al débil , aplastando su rostro y aun
mudando algunas veces la forma y el as
pecto de la naturaleza ?» ..
Si por medio de este sistema de inaccion
junto á nuestro sistema alimenticio, no con
siguieseis resultas satisfactorias , arrojaos á
todo trance en otro sistema que vamos á
esplicar.
Tiene el hombre una cantidad fija de
energía.
Tal hombre ó tal muger comparado á
otro es , como diez á treinta , como uno á
cinco, y hay un grado mas allá del cual
ninguno de nosotros puede pasar. La suma
de energía d de voluntad , que posee cada
cual de nosotros , se esparce como el soni
do: es unas veces débil, otras fuerte; se
modifica segun las octavas que le es lícito
252
recorrer. Esta fuerza es única, y aunque se
resuelva en deseos, en pasiones, en activi
dad de inteligencia ó en trabajos corporales,
acude á donde la llama el hombre. Un hom
bre diestro en reñir á puñadas la gasta ri
ñendo; el panadero amasando su pan; el
poeta en una exaltacion que consume y pie
de una cantidad enorme de ella; el hailarin
la hace pasar á sus pies; en fin, cada cual
la distribuye á su fantasía, y vea yo esta
noche al Minotauro sentado tranquilamente
en mi cama, si no sabeis como yo en don
de se gasta mas esta fuerza.
Casi todos los hombres consumen entra
bajos necesarios ó en las angustias de pa
siones funestas, aquella bella suma de
energía y de voluntad de que les ha do
tado la naturaleza; pero nuestras muge
res honradas están todas bajo la depen
dencia de los caprichos y de las luchas de
aquel poder que nadie sabe en donde se
halla. -

Entonces si su energía no ha sido ven


cida por el régimen dietético, arrojadla en
un movimiento siempre creciente. Hallad
los medios de hacer pasar la cantidad de
fuerza, de que estais incomodado, á una
253
ocupacion que la consuma enteramente.Sin
sujetar á vuestra mugerá la manecilla de
una fábrica, hay medios de cansarla con la
tarea de un trabajo constante.
Al mismo tiempo queos abandonamos
los medios de ejecucion, que varian segun
las circunstancias, os indicaremos el baile
como uno de los abismos mas bellos en
que se sepultan los amores. Habiendo sido
esta materia bastante bien tratada por un
contemporáneo, le dejaremos hablar.
cc Hay una pobre víctima admirada en
un corrillo encantado y quepaga muy ca
ros sus sucesos. ¿Qué fruto debe esperarse
de unos esfuerzos tan poco proporcionados
á los medios de un sexo delicado? Los es
píritus, destinados á alimentar el fuego de
las pasiones, y el trabajo del cerebro, son
desviados de su camino.
ce La ausencia de los deseos, el gusto del
reposo, la eleccion esclusiva de alimentos
sustanciales, todo indica una naturaleza
empobrecida, mas codiciosa de reparar que
de gozar. Por eso un habitante de los tea
tros me decia un dia:–El que ha vivido
con bailarinas, se ha alimentado con car
ncro; pues su estenuacion nopuede dispen
254
sarse de este alimento enérgico. Creedme
pues, el amor que inspira una bailarina es
muy engañoso: pues se encuentra con des
pecho, en una primavera facticia, un ter
renofrio y avaro, y unos sentidos incom
bustibles.
ce Los médicos calabreses prescriben el
baile por remedio á las pasiones histéricas
que son comunes entre las mugeres de aquel
pais, y los Arabes usan poco mas ó menos
de la misma receta con las nobles yeguas
cuyo temperamento demasiado lascivo im
pide la fecundidad. reBestiacomo un baila
rin» esun proverbio conocido en el teatro.
En fin, las mejores cabezas de Europa es
tan convencidas que toda danza lleva en sí
una calidad eminentemente refrigerante.
cc En prueba de todo esto, es necesario
añadir otras observaciones. La vida de los
pastores dió nacimiento á los amores de
sarreglados. Las costumbres de las tejedo
ras fuéron horriblemente disfamadas en la
Grecia. Los Italianos han consagrado un
proverbio á la lascivia de las cojas. Los Es
pañoles cuyas venas recibieron por tantas
mezclas la incontinencia africana, deposi
taron el secreto de sus deseos en esta
255
máxima que les es familiar: Muger y ga
llina la pierna quebrada. La profundidad
de los Orientales en el arte de los deleites
se manifiesta toda entera en aquella orde
nanza del califa Hakim, fundador de los
Drusos, que prohibió, so pena de muerte,
que se fabricase en sus estados ningun cal
zado de muger. Parece que en toda la es-
tension del globo las tormentas del cora
zon esperan , para manifestarse , el reposo
de las piernas ! v>
Qué admirable operacion el hacer bailar
á una muger y no alimentarla sino con car
nes blancas!....
No creais que estas observaciones tan
verdaderas como espiritualmente referidas,
se opongan á nuestro sistema antecedente;
por este como por aquel conseguireis el
producir en una muger aquella atonía tan
deseada , prenda de descanso y de tranqui
lidad. Con el último dejais una puerta abier
ta al enemigo , para que huya ; por el otro
le matais.
Ahora, nos parece oir á algunas perso
nas timoratas y cortas de vista levantarse
contra nuestra higiene en nombre de la
moral y de los sentimientos.
256

¿No es tambien la muger dotada de una


alma? ¿No tiene comonosotros sensaciones
¿Con qué derecho, en menosprecio de sus
dolores, de sus ideas, de sus necesidades,
se la atormenta como á un vil metal de
que el oficial hace un matacandelas ó un
candelero? ¿porque estas pobres criaturas
son ya débiles y desgraciadas, un brutal se
arrogaria el poder de atormentarlas esclu
sivamente en provecho de sus ideas mas ó
menos justas? Y si por vuestro sistema de
bilitante ó enardeciente, que alarga, ablan
da, amasa lasfibras, ocasionaseis espanto
sas y crueles enfermedades, si condujeseis
al sepulcro á una muger que os es cara, si,
si, etc.
Hé aquinuestra respuesta:
¿Habeis contado nunca cuantas formas
diversas dán Arlequin y Pierrot á su som
brerillo blanco? Le vuelven y revuelven tan
bien, que sucesivamente hacen. de él una
peonza, un barco, un vaso para beber, una
media luna, una montera, una cesta, un
pescado, un látigo, un puñal, un niño,
una cabeza de hombre, etc.
Imágen exacta del despotismo con que
debeis manejar y remanejar ávuestramuger.
257
Es la muger una propiedad que se ad
quiere por escrituras: es un mueble, pues
la posesion vale un título; en fin, la muger
no es , hablando propiamente, mas que un
anejo del hombre; trinchad pues, cortad,
recortad ! ella os pertenece por todos los tí
tulos. No os inquieteis de ningun modo de
sus quejas, de sus gritos, de sus dolores;
la naturaleza la ha hecho para nuestro uso
y para soportarlo todo, hijos , pesadumbres,
golpes y trabajos del hombre. No os acuseis
de dureza. En todos los códigos de las na
ciones que se pretenden civilizadas, el hom
bre ha escrito las leyes que arreglan el des
tino de las mugeres bajo este epígrafe san
griento: Vos victisl Desgraciados los débiles.
En fin, pensad en esta última observa
cion, la mas preponderante tal vez de to
das las que hemos hecho hasta ahora : si no
sois vos , ó marido ! el que quebranteis bajo
el trillo de vuestra voluntad esta débil y
hechicera caña, será, con un yugo mas atroz
todavía, un soltero caprichoso y déspota ;
y soportará dos castigos en vez de uno.
Todo compensado, la humanidad os obli
gará á seguir los principios de nuestra hi
giene.
MEDITACION XIII,

De los medio* personal*!.

Las meditaciones antecedentes habrán'


espuesto tal vez mas bien sistemas genera
les de conducta, que presentado los me
dios de rechazar la fuerza por la fuerza.
Son farmacopeas y no tópicos. Pero, he
aqui ahora los medios personales que ha
puesto la nateraleza en vuestras manos pa
ra defenderos; pues la Providencia no ha ^
olvidado á nadie. Si ha dado á la sepia
(pescado del mar Adriático) aquel color
uegro que le sirve á producir una nube en
260

uyo seno se oculta á su enemigo, debeis"


bien pensar que no ha dejado á un marido,
in espada: el momento ha llegado pues de
sacar la vuestra. -

Habeis debido exigir, al casaros, que


vuestra muger diese de mamará sus hijos: "
en tal caso, arrojadla en los embarazos y
en los cuidados de una preñez ó de criará
los niños; de este modo retardareis el pe-
ligro al menos por un año ó dos. Una mu
ger ocupada en dar nacimiento y en criar
á un chiquillo, no tiene verdaderamente
tiempopara pensar en un amante; ademas
de que está antes y despues de su parto,
fuera de estado de presentarse en el mun
do. En efecto, ¿como osaria mostrarse en
cinta la mas inmodesta de las mugeres dis
tinguidas, de que se trata en esta obra, y
pasear aquel fruto oculto, su acusador pú
blico?
¡O lord Byron, tu que no querias verá
las mugeres en la mesa!.....
Seis meses despues de su parto, y cuan
do el niño ha mamado bien, apenas prin
cipia una muger á poder gozar de su fres
cura y de su libertad.
Si no ha criado vuestra muger ásu pri
261
mer niño, teneis demasiado entendimiento
para no sacar partido de esta circunstancia
y hacerle desear criar aquel de que se ha
lla embarazada.
Le leeis el Emilo de Juan-Jacobo , in
flamais su imaginacion con las obligaciones
de las mugeres, exaltais su moral, etc.; en
fin , ó sois un necio ó un hombre de enten
dimiento; en el primer caso, aun leyendo
esta obra , seriais en todo caso minotauri-
zado; en el segundo, debeis entender con
media palabra.
Este primer medio os es virtualmente
personal, y os dará mucho tiempo para
poner en ejecucion los otros medios.
Desde que cortó Alcibíades las orejas y
la cola á su perro para hacer servicio á Pe-
riclés, que tenia á cuestas una especie de
guerra de España y unos abastos á la ma
nera de Ouvrard, de que se hallaban en
tonces demasiado ocupados los Atenienses,
no ha habido ministro alguno que no haya
procurado cortar las orejas i algun perro.
En fin, en medicina cuando se declara
una inflamacion sobre un punto principal
de la organizacion, se obra una pequeña
contra-revolucion sobre otro punto, con
262
moxas (1) escarificaciones, acupunturas (2)
etc.
Consiste pues otro medio en aplicar á
vuestra muger una moxa, ó á plantarle en
el espíritu alguna aguja que la pique fuer
temente y haga diversion en vuestro favor.
Un hombre de mucho entendimiento ha
bía hecho durar su Luna de Miel cuatro
años poco mas ó menos ; la Luna mengua
ba y principiaba á ver el arco fatal. Su
muger se hallaba precisamente en el esta
do en que hemos representado á toda mu
ger honrada al fin de nuestra primera par
te: se hahia aficionado i un mal sujeto,
pequeño, feo, en fin que no era su marido.
En esta coyuntura imaginó el marido un
corte de cola de perro, que renovd por

( l ) Moxa. Esta voz no puede traducirse en Caste


llano sino por medio de una esplicacion. Significa un
cilindro de algodon ó de toda otra sustancia lanugino-
<a¡ que se hace arder sobre la piel, para obrar una cau
terizacion lenta, graduada y mas ó menos profunda.
(¿Voía del traductor.)
(a) Acupunturas. Acontece con esta voz lo mismo
que con la de Moxa. La voz acupuntura significa una
picadura hecha con una aguja que se mete en la carne
para evacuar los humores según se pretende.
[Nota del traductor. )
263
muchos años la escritura' frágil de su felici
dad.
Se habia conducido su muger con tanta
maña que se habria visto en grande apuro
para cerrar su puerta al amante con el cual
ella habia hallado una relacion de paren
tesco remoto. El peligro era de dia en dia
mas inminente ; olor de Minotauro se per
cibía en contorno. Una noche el marido se
halló sumergido en una pesadumbre mor
tal , visible , espantosa.
Su muger habia llegado ya á mostrarle
mas amistad de la que esperimentaba aun
en el tiempo de la Luna de Miel; y des
de entonces, preguntas y mas preguntas:
por su parte silencio melancólico : las pre
guntas redoblan ; se le escapan reticencias,
estas anunciaban una gran desgracia !
Allí, habia aplicado él una moxa japo
nesa que. ardía como un auto de fé del
año 1600.
Empleó desde luego la muger mil ma
nejos para saber si la pesadumbre de su
marido era ocasionada por aquel ¡amante
en yerba : primera intriga para la cual em
pleó mil astucias. Su imaginacion corria....
¿Del amante? no se trataba ya de él: era
264
necesario, ante todas cosas, descubrir el
secreto de su marido.
Una noche, el marido, incitado por el
deseo de confiar sus penas á una amiga tan
tierna, le declara que toda su fortuna está
perdida. Es menester renunciar al coche,
al palco de la ópera, á los bailes, á las
fiestas, á Paris; tal vez desterrándose á
una hacienda durante un año ó dos, po
drán recobrarlo todo.
… Dirigiéndose á la imaginacion de su mu
ger, á su corazon , la compadeció por ha
berse unido á la suerte de un hombre ena
morado de ella, á la verdad, pero sin for
tuna; se arrancó algunos cabellos, y su
muger se vió obligada á exaltarse en pro
vecho del honor; entonces en el primer
delirio de aquella fiebre conyugal, la con
dujo á su hacienda.
Allí, nuevas escarificaciones, sinapismos
y mas sinapismos, nuevas colas de perro
eortadas: le hizo edificar una álagótica en
el palacio, madama revolvió diez veces el
bosque para tener aguas, lagos, movimien
tos de terreno, etc.; en fin el marido en
medio de esta faena, no olvidaba la suya:
lecturas curiosas, servicios delicados, etc.
265

Reparad que nunca imaginó confesar á


su muger esta astucia; y sivolvió la fortuna
fué precisamente en consecuencia de la cons
truccion de las alas y de las sumas enormes
gastadas en hacer rios; le probó que ella
go daba una cascada, sobre la cual se es
tablecieron molinos.
Hé aquí una moxa conyugal bien enten
dida, pues este marido no olvidó ni el
hacer hijos, ni convidar á los vecinos enfa
dosos, lerdos óviejos; y si venia el invier
no á Paris, ponia á su muger en un torbe
llino tal de bailes y de paseos, que ella no
tenia un minuto que dar á los amantes,
frutos necesarios de una vida ociosa.
Los viajes á Italia, á Suiza, áGrecia,
las enfermedades repentinas que exigen las
aguas mas distantes, son unas moxas bas
tante buenas. En fin un hombre de enten
dimiento debe saber hallarlas á millares.
Prosigamos el exámen de vuestros me
dios personales.
Haremos observar aqui que raciocinamos
segun una hipótesis, sin la cual cerrariais
el libro en este punto.
Es á saber: que vuestra Luna de Miel
ha durado un tiempo bastante regular, y
I. 13
266
que la señorita que tomasteis por vuestra
muger era vírgen; en el caso contrario, y
segun las costumbres francesas , vuestra
muger se habria casado con vos solo con el
fin de hacerse inconsecuente.
Entonces, en el instante en que en vues
tra casa comienza la lucha entre la virtud y
la inconsecuencia , toda la cuestion reside en
uií cotejo perpetuo é involuntario, que vues
tra muger establece entre vos y su amante.
Allí, existe aun para vos un medio de
defensa, enteramente personal, empleado
rara vez por los maridos, pero que los
hombres superiores no temen probar. Este
consiste en hacerse superior al amintc,
sin que pueda vuestra muger sospechar
vuestra intencion. Debeis ponerla en la in
tencion de decirse con despecho, una no
che, mientras pone sus papelillos en los
cabellos: ee mi marido vale mas que éLw
Para acertar, debeis, teniendo sobre el
amante la ventaja inmensa de conocer el
genio de vuestra muger, y sabiendo de que
modo se ofende, debeis, con toda la finura
de un estadista , hicer cometer torpezas á
este amante, haciéndole fastidioso por sí
mismo , sin que lo sospeche.
267

De pronto, segun el uso, solicitará este


amante vuestra amistad, ó bien tendreis
amigos comunes; en tal caso, sea por sus
amigos, sea porinsinuaciones diestramente
pérfidas, le engañais sobre puntos impor
tantes; y con un poco de habilidad, veis
que vuestra muger despide á su amante,
sin que ni ella ni él puedan adivinar nunca
el motivo. Habeis creado allí, en el inte
rior de vuestro matrimonio, una comedia
en cinco actos, en que vos representais en
provecho vuestro, lospapeles tan brillantes
de Figaro ó de Almaviva; y, durante al
gunos meses, os divertís tanto mas, cuanto
vuestro amor propio, vuestra vanidad, vues
tro interés, todo está vivamente en juego.
En mi juventud tuve la fortuna de agra
dará un viejo emigrado que me dió aque
Ilos últimos rudimentos de educacion que
los jóvenes reciben por lo regular de las
mugeres. Este amigo, cuyo recuerdo mese
rá siempre caro, me enseñó consu ejemplo,
á poner en obra estos estratagemas diplo
máticosque exigen tantafinura como gracia.
El conde de Nocé habia vuelto de Co
blentz desde el momento en que para los
nobles no fué ya peligroso estar en Fran
268

cia. Jamás persona alguna tuvo tantovalor


y tanta bondad, tanta astucia y tanto aban
dono. A la edad de sesenta años se casó
con una señorita de veinticinco, impelido á
aquel acto de locura por su caridad: pues
arrebataba aquella pobre doncella al des
potismo de una madre caprichosa.
—¿Quereis ser mi viuda?... habia dicho
á la señorita de Pontivy este amable ancia
no; pero era su alma demasiado amante
para no aficionarse ásu muger, mas de lo
que debe hacerlo un hombre prudente. Co
mo habia sido durante sujuventud pelotea
do por algunas de las mugeres mas espiri
tuales de la corte de Luis XV, no desespe
raba de preservar á la condesa de todo
tropiezo.
Nunca he visto á ningun hombre poner
mejor que él en práctica todas las doctrinas
que procuro dar á los maridos. ¡Con cuantos
encantos sabia amenizar la vida por sus
modales amables y su conversacion espiri
tual! No supo su muger hasta despues de
su nuerte, y por mí, que tenia la gota. Des
tilaban sus labios la amenidad como respi
raban sus ojos el amor. Se habia retirado
prudentemente al centro de un valle, cerca
269

de un bosque, y Dios solo sabe los paseos


que emprendia con su muger.
Su estrella feliz quiso que la señorita de
Pontivy tuviese un corazon escelente y po
seyese en sumo grado aquella delicadeza es
quisita, aquel pudor de sensitiva que her
mosean á la doncella mas fea del mundo.
De repente un sobrino suyo, bello mili
tar, escapado de los desastres de Moscou,
volvió a casa de su tio, tanto para saber
hasta que punto tendria que temer á sus
primos,como con la esperanza de guerrear
con la tia. Sus cabellosnegros, sus bigotes,
la parleria hábil de la plana mayor, cierta
desenvoltura tan elegante como ligera, unos
ejos vivos,todo hacia contraste entre el tio
y el sobrino.
Llegué precisamente al momento en que
la jóven condesa enseñaba el juego de las
tablas reales á su pariente. Dice el prover
bio que las mugeres no aprenden este jue
go, sino de sus amantesy recíprocamente.
Asi es, que durante una partida, M. de
Nocé habia sorprehendido aquella mañana
misma entre su muger y el vizconde una
de aquellas miradas que indican confusa
mente la inocencia, el miedo y el deseo.
270
Por la noche nos propuso una partida de
caza que fué aceptada. Jamás le vítan ágil
y tan alegre como lo pareció al dia siguiente
por la mañana, á pesar de las notificacio
nes de su gota que le reservaba un ataque
próximo. El diablo no hubiera sabido me
jor que él poner la bagatela en juego. Era
antiguo mosquetero pardo, y habia conoci
do á Sofía Arnoult: esto es decirlo todo.
La conversacion fué desde luego la mas
divertida del mundo entre nosotros tres;
Dios me lo perdone!
—¡Nunca hubiera yo creido que mitio
se esgrimiese tan bien! me dijo el sobrino.
Hicimos una parada; y cuando estuvi
mos los tres sentados sobre la yerba de uno
de los claros mas verdes de la selva, el con
de nos habia conducido á discurrir sobre las
mugeres mejor que Brantome y la Aloysia.
—Vosotros sois muy dichosos bajo este
gobierno!... las mugeres tienen buenas cos
tumbres! (Para apreciar la esclamacion del
anciano, seria necesario haber escuchado
los horrores que habia referido el capitan.)
Y este es, repuso el conde,uno de los bie
nes que ha producido la revolucion.
Este sistema da á las pasiones mucho
274

mas atractivo y misterio. En otro tiempo,


eran fáciles las mugeres;pues bien ! es in
creible cuanto espíritu y cuanta fuerza se
necesitaba para despertar aquellos tempe
ramentos usados: estábamos siempre alerta,
pero tambien, un hombre se hacia célebre
por medio de una indecencia bien dicha d
por una feliz insolencia. Las mugeres gustan
de eso, y este será siempre el medio mas
seguro para hacerse considerar por ellas!...
Estas últimas palabras fueron pronuncia
das con un despecho profundo. Se detuvo
e hizo jugar el gatillo de su escopeta como
para disimular una emocion profunda.
—Vaya, vaya! dijo, mitiempo ha pa
sado! Es menester tener la imaginacion ro
busta.... y el cuerpo tambien l. Ah! ¿por
que me he casado? Lo que hay mas pérfi
do entre las doncellas criadas por madres
que han vivido en aquella brillante época
del galanteo, es que hacen alarde de un
aire de candor, de una gazmoñería... Pa
rece que la miel mas dulce ofenderia á sus
labios delicados, y los que las conocen sa
ben que comeriangrageas de sal!
Se levantó, alzó su escopeta con un mo
vimiento de rabia,y arrojándola en el suelo,
272
hundió casi la culata en el césped humede
cido.
— Parece que la querida tiagusta de las
pataratas!... me dijo convoz baja el oficial.
—O los desenlaces que no duran mucho!
añadíyo.
Tiró el sobrino su corbata, ajustó su
cuello y brincó como una cabra calabresa.
Nos retiramos á cosa de las dos de la
tarde.
El conde me llevó á su cuarto hasta la
comida con pretesto de buscar algunas meda
llasde que me habia hablado al volverá casa.
La comida fué triste. La condesa prodi
gaba á su sobrino los rigores de una fria
política. De vuelta al salon, dijo el conde
á su muger:
—¿Haceis vuestra partida á las tablas
reales?...vamos á dejares.
La jóven condesa no respondió. Miraba
la lumbre y aparentaba no haber oido.
El marido se adelantó de algunos pasos
hácia la puerta convidándome con un gesto
de la mano á que le siguiese.Al ruido desus
pasos, volviósu mugervivamente la cabeza.
–¿Por que dejarnos?... dijo; teneis cier
tamente mañana todo el tiempo de mos
273
trar á este caballero los reversos de una
medalla.
El conde se quedó. Sin atender á la im
comodidad imperceptible que habia suce
dido á la gracia militar de su sobrino, M.
de Nocé soltó la rienda durante toda la
velada, al encanto indecible de su conver
sacion. Jamás le ví tan brillante ni tan afec
tuoso. Hablamos mucho de las mugeres.
Sus chanzas fueron sazonadas con la deli
cadeza mas esquisita. Me era imposible á
mí mismo ver cabellos blancos en su cabe
za cana; pues brillaba con aquellajuventud
de corazon y de espíritu que borra las ar-
rugas y derrite la nieve de los inviernos.
El dia siguiente partió el sobrino. Aun
despues de la muerte de M. de Nocé, y
queriendo aprovecharme de la intimidad
de aquellas pláticas familiares en las cua
les las mugeres no están siempre alerta,
nunca he podido saber que impertinencia
cometió entonces el vizconde para con su
tia: debia ser muy seria, pues desde aque
lla época no ha querido madama de Nocé
volver á ver á su sobrino, y no puede tam
poco en el dia oir pronunciar su nombre
sin dejar escapar un movimiento ligero de
L- 13.
274
las cejas. No adiviné de pronto el fin de
la caza del conde de Nocé; pero mas tar
de hallé que habia aventurado mucho.
Sin embargo, si lograis el conseguir,
como M. de Nocé, una victoria tan grán
de, no olvideis el ponerprincipalmente en
práctica el sistema de las moxas; y no os
imagineis que puedan volverse á principiar
impunemente semejantes pruebas. Prodi
gando asi vuestros talentos, acabariais por
desacreditaros en el espíritu de vuestra mu
ger; porque exigiria de vos el doble de lo
que le dariais,y llegaria un momento en
que no sabriais que responder. El alma hu
mana está sometida en sus deseos, á una
suerte de progresion aritmética cuyo fin y
orígen son igualmente desconocidos. Asi
como el que come opio debe doblar siem
pre sus dósis para conseguir el propio re
sultado, lo mismo nuestro espíritu tan
imperioso como débil, quiere que los sen
timientos, las ideas y las cosas vayan cre
ciendo. De allí ha venido la necesidad de
distribuir habilmente el interés en una obra
dramática, como el graduar los remedios
en medicina. Asi veis que sitratais algun
dia del empleo de estos medios debereis
275
hacer depender vuestra conducta atrevida'
de muchas circunstancias, y el logro de
penderá siempre de los resortes que em
pleareis.
En fin, si teneis crédito, ó amigos po
derosos, si ocupais un puesto importante,
un último medio cortará el mal en su raiz.
¿No tendreis el poder de privar á vuestra
muger de su amante por una promocion,
por una mudanza de residencia , d por una
permuta, si es militar? Suprimís la corres
pondencia, y daremos mas tarde los me
dios de hacerlo; porque sublatá causé tol-
litur effectus, palabras latinas que pueden
traducirse libremente por: no hay efecto
sin causa; ó, si no hay dinero, no hay
Suizos.
No obstante, sabeis que vuestra muger
pudiera facilmente elegir otro amante; pe
ro despues de estos medios preliminares,
tendreis siempre una rnoxa dispuesta , para
ganar tiempo y procurar salir del embara
zo por algunas nuevas astucias.
Sabed combinar el sistema de las moxas
con las decepciones de Carlin. El Carlin
inmortal de la Comedia italiana , tenia una
asamblea suspensa y alegre , horas enteras,
276

- por medio de estas solas palabras, varia


das con todo el arte de la pantomima y
pronunciadas con mil inflexiones diferentes
de voz cc El Rey dijo á la Reina.—Là
Reina dijo al Rey.» Imitad á Carlin.
Hallad el medio de dejar siempre á
vuestra muger en jaque, para no ser mate
vos mismo. Recibid vuestros grados al mo
do de los ministros constitucionales en el
arte de prometer. Acostumbraos á saber
mostrar á tiempo los títeres que hacen cor
rer un niño detras de vos, sin que pueda
ver el camino andado. Somos todos niños,
y están las mugeres bastante dispuestas por
su curiosidad, á perder su tiempo querien
do coger un fuego fátuo. La imaginacion,
esta brillante llama que pronto se desva
nece, está dispuesta á socorreros.
En fin, estudiad el arte dichoso de es
tar y de no estar al lado de ella, de apro
vechar los momentos en que conseguireis
sucesos en su espíritu, sin cansarla jamás
de vos, de vuestra superioridad y aun de
su felicidad. Si la ignorancia en que la re
teneis no ha anulado enteramente su espí
ritu, os arreglareis tan bien que os desea
reis todavia algun tiempo uno á otro.
MEDITACION XIv.

De los aposentos.

Los medios y los sistemas que antece


den son en algun modo meramente mora
les. Participan de la nobleza de nuestra al
ma y nada tienen de repugnante; pero
recurriremos ahora á las precauciones al
modo de Bartolo. Guardaos bien de aflojar:
existe un valor marital, como un valor civil
y militar, como un valor de guardia na
cional.
¿Cual es el primer cuidado de una mu
chachita despues de haber comprado una
278
cotorra? ¿No es el de encerrarla en una
hermosa jaula de donde no pueda salir ya
sin su permiso?
Esta niña os enseña asi vuestro deber.
Todo lo que toca á la disposicion de
vuestra casa y de sus aposentos será pues
concebido con el pensamiento de no dejar
á vuestra^muger ningun recurso , en el caso
que hubiese decretado entregaros al Mino-
tauro, porque la mitad de las desgracias
acontecen por las facilidades deplorables
que presentan los aposentos.
Ante todas cosas, pensad en tener por
portero un hombre solo y enteramente de
dicado á vuestra persona.
Es un tesoro fácil de hallar: ¿cual es el
hombre que no tiene en el mundo, del ma
rido de su ama de leche, ó algun viejo cria
do que , en otro tiempo , le hizo bailar so
bre sus rodillas?
Un odio de Atreo y Tiestes deberá esta
blecerse por vuestra diligencia entre vues
tra muger y este Nestor, centinela de vues
tra puerta. Es esta puerta el Alfa y el
Omega de una intriga. Todas las intrigas
en amor se reducen siempre á entrar y salir.
De nada os serviria vuestra casa si no se
• 279
hallase entre el patío y el jardín , y edifi
cada de modo que no esté en contacto con
ninguna otra.
Suprimireis desde luego en vuestras sa
las de recibimiento las menores cavidades.
Un nicho debe ser tabicado aunque no que
pan en él mas que seis tarros de dulce. Os
preparais á la guerra, y el primer pensamien
to de un general e3 el de cortar losvíveres á
su enemigo. Por eso todas las paredes esta
rán llenas para que presenten á la vista lí
neas fáciles de ver y permitan reconocer al
instante el menor objeto estraño. Consul
tad las reliquias de los monumentos an
tiguos , y vereis que la hermosura de los
aposentos griegos y romanos, venia princi
palmente de la pureza de las lmeas , de la
limpieza de las paredes, de la escasez de
los muebles. Los Griegos se hubieran son
reido de compasion al ver en un salon los
vacíos de nuestros armarios.
Este magnífico sistema de defensa será
puesto particularmente en práctica, en el
aposento de vuestra muger. Nunca la dejeis
encortinar su cama de modo que sea posi
ble pasearse al rededor en un dedalo de
cortinas. Sed desapiadado en punto á las
280
comunicaciones. Escoged su cuarto al fin de
vuestros aposentos de recibimiento.
No permitais en él salida ninguna sino
sobre los salones, para ver, con una sola
mirada, á los que van y vienen á su apo
S6ntO.

El matrimonio de Fígaro os habrá en


señado sin duda á colocar el cuarto de
vuestra muger á una grande altura del suelo.
Todos los solteros son unos querubines.
Vuestra fortuna da, sin duda, á vuestra
muger el derecho de exigir un tocador, una
sala de baño y un cuarto para la doncella;
pensad entonces en Susana,y nunca come
tais la falta de practicar este aposento de
bajo del de madama: ponedle siempre en
cima;y no temais deshonrar vuestro palacio
con feas cortaduras en las ventanas.
Si quiere la desgracia que este aposento
peligroso comunique con el aposento de
vuestra muger, por una escalera secreta,
consultad despacio ávuestro arquitecto: ha
ced que se apure su ingenio para restituir
á esta escalera enemiga la inocencia de la
escalera primitiva, la escala del molinero;
que esta escalera no tenga ninguna cavidad
pérfida, que sus escalones angulosos y de
- 281

rechos no presenten jamás aquella deleitosa


corvadura en la cual Foblas y Justina se
hallaban tan bien, mientras aguardaban
que el marques de B. se fuese. Los arqui
tectos en el dia, hacen escaleras preferi
bles á las Otomanas. Restableced mas bien
el virtuoso caracol de vuestros antepasa
dos.
Por lo que toca á las chimeneas del apo
sento de la señora, tendreis cuidado de co
locar en los cañones una reja de fierro de
cinco pies de altura sobre la campana de
la chimenea, aunque fuese necesario quitar
la y ponerla á cada deshollinadura. Si ha
llase vuestra muger ridícula esta precaucion,
alegad los asesinatos númerosos cometidos
por medio de las chimeneas. Casi todas las
mugeres tienen miedo de los ladrones.
. Es la cama uno de aquellos muebles de
cisivos cuya estructura debe ser largamente
meditada. En ella todo es de un interes
capital. Hé aqui los resultados de una lar
ga esperiencia.
Dad á este mueble una forma, bastante
originalpara que se le pueda siempre mi
rar sin disgusto en medio de las modasque
se suceden con rapidez destruyendo las
282 *
creaciones antecedentes del ingenio de nues
tros inventores , pues es esencial que vues
tra muger no pueda mudar á su voluntad
este teatro de felicidad.
Su basa será llena , maciza , y no dejará
ningun intérvalo pérfido entre ella y el suelo.
Y acordaos bien que la doña Julia de By-
ron habia ocultado á don Juan debajo de
su almohada.
Pero seria cosa ridicula el tratar ligera
mente una materia tan delicada. Es la ca
ma todo el matrimonio. Asi no tardaremos
en ocuparnos de esta creacion admirable
del ingenio humano, invencion que debe
mos escribir en nuestro reconocimiento mu
cho mas altamente que los navíos , que las
armas de fuego , que el eslabon de Fumade,
que los coches y sus ruedas , que las má
quinas de vapor, con simple ó con doble
presion , con sifon ó con fiador , y aun mas
altamente que los toneles ó las botellas.
Desde luego, participa de todo eso, por
poco que se reflexione ; pero si se quiere
considerar que es nuestra segunda madre,
y que la mitad mas tranquila y mas agita
da de nuestra existencia se pasa bajo su co
rona protectora , faltan las palabras para
; 283
hacer su elogio ! ( Ved la Meditacion XVII,
titulada: Teoría del lecho.)
Cuando la guerra, de que hablaremos en
nuestra tercera parte, se declare entre V08
y madama , tendreis siempre pretestos in
geniosos para registrar en sus cómodas y
papeleras; pues si imaginase vuestra muger
robaros una estatua, á vos os toca saber
en donde la ha escondido.
Un gyneceo edificado segun este sistema
os permitirá reconocer de una sola ojeada
si encierra dos libras de seda mas de lo re
gular.
Si dejais practicar en él un solo arma
rio , sois un hombre perdido !
Acostumbrad sobre todo á vuestra muger,
durante la Luna de Miel , á usar de un es
mero escesivo en los aposentos: que nada
esté en ellos fuera de su lugar. Si no la
acostumbrais á un cuidado minucioso , si
los mismos objetos no se hallan eterna
mente en los mismos sitios , introduciria en
vuestra casa tal desorden, que no podriais
ya ver si hay ó no las dos libras de seda
de mas ó de menos.
Serán las colgaduras de vuestros cuartos
de telas muy diáfanas , y por la noche con'
284
traereis el hábito de pasearos de modo que
la señora no se sorprenda nunca de veros
ir hasta la ventana, por distraccion. En fin,
para acabar el artículo de las ventanas,
hacedlas edificar en vuestra casa de tal
modo , que el arrimo no sea jamás bastan
te ancho para que se pueda colocar en él
un saco de harina.
Compuesto una vez el aposento de vues
tra muger segun estos principios, aunque
existiesen en vuestra casa bastantes nichos
para colocar en ellos á todos los santos del
Paraiso, estais en seguridad. Podreis todas
las noches, de concierto con vuestro amigo
el portero , contrapesar la entrada por la
salida , y , para conseguir resultados positi
vos, nada os impediria el enseñarle á tener
un libro de visita en partida doble.
Si teneis un jardin, sed apasionado á
los perros. Dejando siempre bajo vuestras
ventanas uno de estos centinelas incorrup
tibles, tendreis en respeto al Minotauro;
sobre toda si acostumbrais á vuestro amigo
cuadrúpedo á no tomar nada sustancial sino
de la mano de vuestro portero, para que
ciertos solteros sin delicadeza no puedan
envenenarle..

\
285
Todas estas precauciones habrán de to
marse naturalmente y sin despertar sospe
cha alguna.
Si ha habido hombres bastante impru
dentes para no haber establecido al casar
se , su domicilio conyugal segun estos sabios
principios , deberán cuanto antes vender su
palacio, comprar otro, ó pretestar repara
ciones y reedificar la casa de nuevo.
Desterrareis sin compasion de vuestros
aposentos, los canapés, las otomanas, los
sofás , etc. Desde luego , estos muebles so
lo adornan ahora las casas de los espe
cieros , y se hallan tambien en las de los
peluqueros; pero son esencialmente mue
bles de perdicion ; nunca he podido verlos
sin pavor; me ha parecido ver siempre en
ellos al diablo con sus cuernos y con su
pie ahorquillado.
Finalmente, nada es tan peligroso como
una silla, y es mucha desgracia el que no
se puedan encerrar á las mugeres entre
cuatro paredes!.... ¿Cual es el marido que
al sentarse en una silla desunida , no esté
siempre inclinado á creer que ella ha reci
bido la instruccion del sofá de Crebillon el
hijo? Pero por fortuna hemos compuesto
286
vuestros aposentos segun un sistema de pre
vision mediante el cual nada fatal puede
suceder en ellos , á no ser que vos lo con
sintais por vuestro descuido.
Un defecto de que nunca os enmendareis
será una especie de curiosidad distraída.
Esta os escitará sin cesar á examinar todas
las cajas, á trastornarlo todo en las cómo
das. Procedereis á esta visita domiciliaria
con originalidad , graciosamente , y conse
guireis cada vez vuestro perdon escitando
la risa de vuestra muger.
Manifestareis siempre igualmente la ad
miracion mas profunda al aspecto de cada
mueble colocado nuevamente en ese apo
sento tan bien ordenado. Os hareis esplicar
al instante su utilidad ; despues os ator
mentareis para adivinar si tiene un empleo
tácito , ó si encierra escondrijos pérfidos.
Esto no basta. Teneis demasiado enten
dimiento para no sentir que vuestra linda
cotorra no estará en su jaula sino mientras
que esta sea hermosa. Los menores acce
sorios respirarán pues la elegancia y el
gusto. El conjunto ofrecerá sin cesar un
cuadro simple y gracioso. Renovareis fre
cuentemente las colgaduras y las muselinas.
m 287
La frescura del ornato es demasiado esen
cial para ahorrar en este artículo. Es la
yerba verde que ponen las muchachitas en
la jaula de sus pájaros para hacerles creer
en el verdor de los prados.
Un aposento de esta clase es entonces la
última ratio de los maridos : una muger no
tiene nada que decir cuando se le ha pro
digado todo.
Los maridos condenados á habitar apo
sentos alquilados, se hallan en la mas hor
rible de todas las situaciones.
¿Que influencia dichosa ó fatal no puede
ejercer el portero sobre su suerte ?
¿No tendrá su casa á derecha é izquierda
otras dos casas contiguas? Es verdad que
señalando en un solo lado el aposento de
sus mugeres, el peligro disminuirá de la
mitad; pero ¿no están obligados á aprender
de memoria y á meditar la edad , el esta
do , la fortuna , el genio , los hábitos de
los inquilinos de la casa vecina y de cono
cer tambien los amigos y los parientes de
ella?
Un marido cuerdo nunca se alojará en
un cuarto bajo.
Todo hombre puede aplicar á su apo
288 #
sento las precauciones que hemos aconse
jado al propietario de un palacio, y en
tal caso tendrá el inquilino sobre el pro
pietario esta ventaja , que un aposento que
ocupa menos espacio, es mucho mejor vi
gilado.
MEDITACION XV,

De la Aduana.

OH! no señora ! no.....


Porque, señor mio, en eso habria algo
tan fuera de propósito....
¿Creeis acaso, señora, que queramos
prescribir el registrar como en las barreras,
las personas que pasan el umbral de vues
tros aposentos ó que salen furtivamente de
ellos, para ver si os llevan alguna alhaja de
contrabando? claro está que en eso nada
hubiera de decente; y nuestros procedimien
tos, señora, nada tendrán de odioso, por
tanto nada de fiscal:tranquilizaos.
Caballero, la aduana conyugal es de to
I. 14
290
dos los espedientes de esta segunda parte,
el que tal vez reclama de vos mas tino,
mas finura,y mas conocimientos adquiri
dos á priori, esto es, antes del matrimonio.
Para poder ejercer, debe un marido ha
ber hecho un estudio profundo del libro de
Lavater y haberse penetrado de todos sus
principios; haber acostumbrado sus ojos y
su entendimiento á juzgar, á coger, con
una presteza admirable, los indicios físicos
mas ligeros por medio de los cuales hace
traicion el hombre á su pensamiento.
La Fisiognomonía de Lavater ha creado
una ciencia verdadera. Se ha colocado en
fin entre los conocimientos humanos. Si, des
de luego algunas chanzas acogieron la apa
ricion de este libro, desde entonces, el cé
lebre doctor Gall vino con su bella teoria
del cráneo, á completar el sistema del Sui
zo,y á dar solidez á sus finas y luminosas
observaciones.
Las personas de entendimiento, los es
tadistas, las mugeres, todos los raros yfer
vorosos discípulos de estos dos hombres cé
lebres, han tenido muchas veces ocasion
de notar otras muchas señales evidentes por
las cuales se reconoce el pensamiento hu
291

mano. Las posturas del cuerpo, la escritu


ra, el sonido de lavoz,y los modales han
enseñado mas de una vez á la muger que
ama, al estadista que engaña, al adminis
trador hábil ó al soberano, obligados á dis
tinguir con una ojeada el amor, la traicion
d el mérito desconocidos.
El hombre cuya alma obra con fuerza es
como una pobre luciérnaga,que, sin saberlo,
deja escapar la luz portodos sus poros: se
mueve en una esfera brillante en que cada
esfuerzo acarrea un movimiento en el res
plandor y dibuja sus pasos por medio de
largas trazas de fuego.
Hé aquípues todos los elementos de los
conocimientos que debeis poseer, pues la
aduana conyugal consiste únicamente en
un exámen rápido, pero profundizado, del
estado moral y físico de todos los sugetos
que entran y salen de vuestra casa, cuando
han visto ó cuando van á ver á vuestra
muger. Se asemeja entonces un marido á
una araña que en el centro de su tela im
perceptible, recibe un sacudimiento de la
menor mosca, y, de lejos escucha, juzga,
véó la presa ó el enemigo.
Asi, os procurareis los medios de exa
292

minar al soltero que llame ávuestra puerta,


en dos situaciones muy distintas: cuando
vá á entrary cuando ha entrado.
Al momento de entrar, cuantas cosas no
dice sin despegar siquiera los labios!...
Sea que con una ligera accion de la ma
no, ó metiendo sus dedos repetidas veces
en sus cabéllos, abaje ó levante su mechon
característico;
- Sea que cante á media voz una arieta
italiana ófrancesa, alegre ó triste, convoz
de tenor, de contralto, de tiple, d de ba
ritono;
Sea que se asegure si la punta de su cor
bata significativa está siempre puesta con
gracia;
Sea que allane la guirindola bien aplan
chada o en desórden de una camisa de dia
d de noche;
Sea que procure saber por medio de un
gesto interrogativo y furtivo si su peluca
rubia ó negra, enrizada ó chata, está
siempre en su lugar natural; sea que exa
mine si sus uñas están limpias ó bien cor
tadas;
Sea que con una mano blanca ó poco
aseada, bien ó mal enguantada, se ocupe
293

en rizar sus bigotes; ósea que los pase y


repase entre las puas de un peinecillo de
concha; sea que con movimientos suaves y
repetidos, trate de colocar su barba en el
centro exacto de su corbata;
Sea que se balancee con un pié sobre el
etro, con sus manos en sus faltriqueras;
Sea que dé tormento á su bota, mirán
dola como si se dijese:
ce Hola! hé aqui un pié que ciertamente
no está mal hecho!...»
Sea que llegue ápié ó en coche, que lim
pie ó no la impresion ligera de lodo con
que está manchado su calzado;
Sea tambien que se quede inmóvil,im
pasible como un Holandés que fuma;
Sea que tenga los ojos fijos sobre aque
la puerta, como la imágen de una alma
eque sale del purgatorio y que aguarda á
San Pedro con sus llaves;
Sea que vacile en tirar el cordon de la
campanilla, y sea que le coja con descuido,
con precipitacion, con familiaridad ó como
un hombre seguro de su accion;
Sea que haya llamado con timidez, ha
eiendo resonar un eco perdido en el silen
cio de los aposentos como un primer toque
294
de maitines en invierno en un convento de
Mínimos; ó sea que despues de haber lla
mado con viveza, llame todavia, impa
cientado de no oir los pasos de un lacayo;
Sea que dé á su aliento un perfume
oriental comiendo una pastilla de cachondé;
Sea que tome con aire delicado un
polvo de tabaco, cuyos residuos quepudie
ran deslucir la blancura de su ropa, los ar
roja cuidadosamente;
Sea que mire al rededor de sí, aparen
tando estimar la lámpara de la escalera, el
tapiz, el tramo, como si fuese mercader
de muebles ó empresario de edificios;
Sea en fin que este soltero sea jóven ó
viejo, tenga frio ó calor, llegue despacio,
aprisa, triste ó alegremente, etc.
Ya conoceis que allí hay, sobre las gra
das de vuestra escalera, una masa admira
ble de observaciones.
Las ligeras pinceladas que hemosprocu
rado dar á esta figura os muestran en ella
un verdadero Kaleidoscopo moral con sus
millones de terminaciones. Y no hemos
querido siquiera hacer llegar muger alguna
sobre este umbral revelador; pues nuestras
observaciones, considerables ya, habrian
295

sido sin número, y ligeras como los granos


de arena del mar.
En efecto, delante de esta puerta cerra
da, un hombre se cree enteramente solo;
y, por poco que espere, principia en ella
un monólogo mudo, un soliloquio indefini
ble, en que todo, hasta sus pasos, descu
bre sus esperanzas, sus deseos, sus inten
ciones, sus secretos, sus calidades, sus de
fectos, sus virtudes, etc.; en fin, un hombre
delante de una puerta, es como una don
cellita de quince años en un confesonario
la víspera de su primera comunion.
¿Quereis la prueba de ello?... Examinad
la mudanza repentina obrada en el rostro y
en los modales de ese soltero luego que de
fuera llega á dentro. El tramoista de la ópe
ra, la temperatura, las nubes d el sol, no
mudan con mas presteza el aspecto de un
teatro, de la atmósfera y del cielo.
En la primera baldosa de vuestra ante
cámara, en todas las myriadas de ideas
que este soltero os ha descubierto con tanta
inocencia sobre la escalera, no queda si
quiera una mirada á que pueda atribuirse
una observacion. La mueca social de con
vencion lo ha cubierto todo con un denso
296

velo; pero un marido hábil ha debido adi


vinar ya, deuna sola ojeada, el objeto de
la visita, y leer en el alma del que llega
como en un libro.
El modo con que se llega ávuestra mu
ger, con que le habla, con que la mira,
con que la saluda, con que se despide de
clla.... Hay en eso tomos enteros de obser
vaciones á cual mas minuciosa.
El metal de la voz, el porte, el emba
razo, una sonrisa, el silencio mismo, la
tristeza, los agasajos para con vos, todo es
indicio, y todo debe ser estudiado con una
mirada, y sin esfuerzo. Debeis ocultar el
descubrimiento mas desagradable bajo la
desenvoltura y el lenguage abundante de
un hombre de salon. En la imposibilidad
en que nos hallamos de computar los por
menoresinmensos. de esta materia, nos re
mitimos enteramente para ello á la sagaci
dad del hector que debe conocer la estension
de esta ciencia, que principia en la análi
sis de las miradas, y concluye en la com
prehension de los movimientos que el des
pecho imprime en un dedo del pié cubierto
con el raso de un zapato ó bajo el cuero
de una bota.
'297
Pero la salida !... Pues e9 necesario pre
ver el caso en que hayais errado vuestro
examen rigoroso en el umbral de la puerta,
y la salida es en tal caso de un interés ca
pital , con tanta mas razon que este nuevo
estudio del soltero debe hacerse con los
mismos elementos, pero en sentido inverso
del primero,
Existe sin embargo, en la salida , una si
tuacion del todo particular; es el momento
en que ha atravesado el enemigo todos los
atrincheramientos en los cuales podia ser
observado , y en que llega á la calle ! Allí,
debe un hombre de entendimiento adivinar
toda una visita al ver á un hombre bajo
una puerta cochera. Los indicios son mucho
mas raros, pero tambien ¡qué claridad!
Allí está el desenlace , y el hombre hace
traicion al instante á su gravedad por me
dio de la espresion mas sencilla de la feli-
dad , de la pena ó de la alegria.
Las revelaciones en tal caso son fáciles
de recoger : es una mirada echada d sobre
la casa , ó sobre las ventanas del aposento:
es un modo de andar lento d ocioso; el
frotarse de las manos de un tonto , d el an
dar á brincos de un presumido , d las pa
L 14.
298
radas involuntarias de un hombre profun
damente afectado ; la visita misma que un
soltero pudiera hacer en un recanton veci
no no es cosa indiferente , y esta situacion
higiénica es de una alta importancia : en
fin , teniais sobare la meseta de la escalera
las cuestiones puestas tan claramente como
si una . academia de provincia propusiese
cien escudos por un discurso; en la salida
son las soluciones claras y precisas. Nues
tro empeño seria superior á las fuerzas hu
manas , si fuese necesario enumerar las ma
neras diferentes con que los hombres des
cubren sus sensaciones : todo es allí tino y
sentimiento. 'gt
Si aplicais estos principios de observacion
á los estrangeros, con mayor razon some
tereis á vuestra muger á las mismas for
malidades.
Debe un hombre casado haber hecho un
estudio profundo del rostro de su muger.
Este estudio es fácil, y aun involuntario y
de todos los momentos. Para él, esta bella
fisonomía de la muger no debe tener ya
misterios. Sabe de que modo se pintan en
ella las sensaciones, y bajo que espresion
se sustraen al fuego de las miradas.
299
El movimiento mas ligero de los labios,
la contraccion mas imperceptible de las
narices, las degradaciones insensibles de
los ojos , la alteracion de voz , y aquellas
nieblas indefinibles que obscurecen las fac
ciones , ó aquellas llamas que las iluminan,
todo es lenguage para vos.
Esta muger está presente , todos la mi
ran , y nadie puede comprehender su pen
samiento. Pero, para vos, el iris del ojo
se ha coloreado mas ó menos, se ha es
tendido, ó estrechado; el párpado ha va
cilado, la ceja se ha meneado; una arruga,
tan rápidamente desvanecida como una ola
en el mar, ha parecido sobre la frente; el
labio se ha retirado , ha cedido ligeramen
te, ó se ha animado para vos, ha ha
blado la muger.
Si; en aquellos momentos difíciles en
que disimula una muger en presencia de su
marido, teneis el alma del Esfinge, para
adivinarla; bien conoceis que respecto á
ella los principios de la Aduana son un
juego de niños. *
AI llegar á su casa ó al salir de ella,
cuando se cree sola, en fin, tiene vuestra
muger toda la imprudencia de un grajo y
300
se diria en alta voz, á sí misma, su secre
to. Asi, por la mudanza repentina de sus
facciones al momento en que os vé, con
traccion que, á pesar de la rapidez de su
manejo, no se obra bastante pronto para
no dejar ver la espresion que tenia el ros
tro en vuestra ausencia, debeis leer en su
alma como en un libro de canto llano. En
fin se hallará vuestra muger frecuentemente
sobre el umbral haciendo monólogos,y allí,
puede un marido verificar á cada instante
los sentimientos de su muger.
¿Hay un hombre bastante indiferente á
los misterios del amor, que no haya ad
mirado muchas veces, el paso ligero, corto,
presumido de una muger que acude á una
cita? Se introduce por medio del gentío co
no una serpiente bajo la yerba. Las modas,
las telas, y los lazos relumbrantes armados
por las costureras desplegan en vano para
ella sus seducciones; anda, y anda, seme
jante al animal fiel que busca las huellas
ivisibles de su amo, sorda á todos los
cumplimientos, ciega á todas las miradas,
y aun insensible á los ligeros refregonesin
separables de la circulacion humana en Pa
ris. Oh! como siente el precio de un minuto!.
304
Su modo de andar, su tocado, su rostro,
cometen mil indiscreciones. Pero, oh! que
euadro encantador para el ocioso, y que
página siniestra para un marido es la fiso
nomía de esta muger, cuando vuelve de
este retrete secreto habitado sin cesar por
su alma!... Su felicidad se vé manifiesta
hasta en la imperfeccion indescriptible de
su peinado, cuyo edificio graciosoy cuyas
trenzas ondeantes no han sabido tomar ba
jo el peine roto del soltero, aquella tinta
reluciente, aquel modo elegante y decidido
que les imprime la mano segura de la ca
II131613.

¡Y qué adorable abandono en el modo


de andar! -

¿Como es posible traducir aquel senti


miento que esparce unos colores tan ricos
sobre su tez, que quita á sus ojos toda su
resolucion y que se agrega á la tristeza y á
la alegria, al pudory al orgullo por tantos.
lazos? \

Estos indicios, robados á la Meditacion


de los últimos síntomas, y que pertenecen
á una situacion en la cual una muger pro
cura disimularlo todo, os permiten adivinar,
por analogía, la rica. cosecha de obscrva

A
I
302 '
ciones que os es reservado recoger cuando
llegue vuestra muger á su casa, y cuando,
no habiendo sido aun cometido el gran cri
men , revela inocentemente el secreto de sus
pensamientos.
Por lo que hace á nosotros, nunca he
mos visto meseta alguna de escalera sin te
ner la gana de clavar en ella una rosa de
los vientos y una veleta.
Los medios que han de emplearse , para
lograr el tener en su casa una especie de
observatorio, dependiendo enteramente de
los lugares y de las circunstancias, nos re
feriremos para ello á la maña de los celosos
para ejecutar las intenciones de esta Me
ditacion.
MEDITACION XVI.

Carta conyugal.

Confieso que no conozco en Paris mas


que una sola casa concebida segun el siste
ma esplicado en las dos Meditaciones an
tecedentes.
Pero debo añadir tambien que he edifi
cado el sistema segun la casa. Esta admi
rable fortaleza pertenece á un jóven magis
trado de Paris, ebrio de amor y de zelos.
Cuando supo que habia un hombre ocu
pado esclusivamente en perfeccionar el ma
trimonio en Francia , tuvo la urbanidad de
abrirme las puertas de su palacio y de mos
trarme su gynecco. Admiré el ingenio pro-
304
fundo que habia encubierto con tanta ha
bilidad las precauciones de unos zelos casi
orientales, con la elegancia de los muebles,
la belleza de las alfombras y la frescura de
las pinturas. Convengo que era imposible á
su muger el hacer á su aposento cómplice
de una traicion.
—Caballero, dije al Otelo del consejo
de estado, que no me parecia muy versado
en la alta política conyugal, no dudo que
mi señora la vizcondeza tendrá mucho pla
cer en vivir en el centro de este pequeño
paraiso; y aun este placer ha de ser prodi
gioso, particularmente si os hallais fre
cuentemente en él; pero llegará un momen
to en que le habrá disfrutado bastante;
porque, señor mio, de todo se cansa el
hombre, hasta de lo sublime.
En tal caso ¿como hareis cuando la se
ñora vizcondeza, no hallando ya en todas
vuestras inveneiones su encanto primitivo,
abrirá la boca para bostezar, y tal vez pa
ra presentaros unpedimento para conseguir
el ejercicio de dos derechos indispensables
á su felicidad: la libertad individual, esto
es, la facultad de ir y venir segun el capri
cho de su voluntad, y la libertad de la im
r
-
305

prenta, ó la facultad de escribir y de re


cibir cartas, sin tener que temer vuestra
eensura?...
A penas habia acabado yo estas pala
bras, cuando el señor vizconde de V... me
apretó fuertemente el brazo, y esclamó:
—Hé aqui ciertamente la ingratitud de las
mugeres! Si hay algo mas ingrato que un
rey, esun pueblo; pero, señor, es la mu
ger aun mas ingrata que todos ellos.
Una muger casada procede con nosotros
como los ciudadanos de una monarquía cons
titucional con un rey: por mas que se ase
gure á estos una existencia cómoda en un
buen pais; por mas que se tome un go
bierno todos los trabajos posibles del mun
"do con gendarmas, con cámaras, con una
administracion y todos los pertrechos de
la fuerza armada, para impedir á un pue- “
blo que muera de hambre; para alumbrar
las ciudades con el gas, á espensas de los
ciudadanos; para calentar á toda su gente
con el sol del cuadragésimo quintogrado de
latitud, y en fin para prohibir á todos es
cepto á los recaudadores quepidan dinero;
por mas que empiedre, bien ó mal, algu
nos caminos!... No, ninguna de las ventajas
-
366
de una utopia tan bella es apreciada! Los
ciudadanos quieren otra cosa!... No se aver
güenzan de reclamar ademas el derecho de
pasearse á su voluntad sobre esos caminos,
el de saber adonde va á parar el dinero
dado á los recaudadores, y en fin estaria
el monarca obligado á dar á cada uno de
ellos una pequeña parte del trono, si se
hubiesen de escuchar las parlerias de algu
nos malos escritores, ó adoptar ciertas
ideas tricolores, especies de títeres, que
hace representar una tropa de pretendidos
patriotas, gentes de la vida airada, qüe
están dispuestos á vender sus conciencias
por un millon, por una muger honrada ó
por una corona ducal.
—Señor vizconde, dije interrumpiéndo
le, yo soy perfectamente de vuestro pare
cer sobre este último punto; pero ¿qué ha
reis para evitar el responder á las justas
demandas de vuestra muger? -
-Señor, haré..., responderé como lo
hacen y como responden los gobiernos que
no son tan tontos como los miembros de
la oposicion quisieran persuadirlo á sus de
legantes.
Principiaré por otorgar solemnemente
307
una especie de constitucion, en virtud de
la cual será mi muger declarada entera
mente libre.
Reconoceré plenamente el derecho que
tiene de ir adonde se le antoje, de escri
bir á quien quiera, y de recibir cartas cu
yo contenido no querré saber.
Tendrá mi muger todos los derechos del
parlamento inglés : la dejaré hablar todo el
tiempo que quiera, discutir, proponer se
rias y enérgicas providencias , pero sin que
pueda ponerlas en ejecucion, y luego des*
pues.... veremos!
— Por san José!... dije en mí mismo, hé
aqui un hombre que comprehende tan bien
como yo la ciencia del matrimonio.
—Y luego vereis, señor , respondí en alta
voz para conseguir revelaciones mas amplias,
vereis que una bella manana seréis tan ne
cio como cualquier otro.
— Señor , repuso con gravedad , permi
tidme que acabe. Hé aqui lo que los gran
des políticos llaman una teoria , pero ellos
saben hacer desaparecer esta teoria por la
práctica , como un humo verdadero ; y los
ministros poseen aun mejor que todos los
procuradores de Normandía, el arte de
ganar el fondo por medio de la forma.
308
M. de Metternich y M. de Pilat, hom--
bres de un mérito profundo, se preguntan
mucho tiempo há si está la Europa en su
juicio, si sueña, si sabe á donde vá, si ha
raciocinado alguna vez, cosa imposible á
las masas, á los pueblos y á las mugeres.
MM. de Metternich y de Pilat están ate
morizados de ver este siglo impelido por
la manía de las constituciones, como lo era
el antecedente por la filosofía, y como lo
era el de Lutero por la reforma de los
abusos de la religion romana, pues parece
verdaderamente que las generaciones sean
semejantes áunos conspiradores cuyas ac
ciones marchan separadamente al mismo
fin dándose unos á otros el santo. Pero se
atemorizan sin motivo, y solamente en eso
los condeno; pues tiene razon en querer
gozar del poder, sin que unos cuantos ciu
dadanos lleguen á dia fijo, del fonde de la
Suabia para inquietarlos.
¿Como es posible que unos hombres tan
respetables no hayan sabido adivinar la
moralidad profunda que encierra la comedia
eonstitucional, y ver que hay la política
nasalta en dejar al siglo un hueso que
Oer
309

Yo pienso absolutamente como ellospor


lo que hace á la soberanía. ".

Un poder es un ente moral tan interesa


do como un hombre en su conservacion. Es
dirigido el sentimiento de la conservacion.
, por un principio esencial, espresado en
tres palabras: No perder nada. Para no
perder nada, es necesario crecer, ó ser in
finito; pues un poder estacionario es nulo.
Si retrocede, no es ya un poder, es arras
tradopor otrQ. Sé, como ellos, en qué fal
sa situacion se halla un poder infinito que
hace una concesion.
Deja nacer en su existencia otra existen
cia, otro poder cuya esencia será crecer.
* El uno aniquilará necesariamente al otro,
pues todo ente inclina al mayor empleo
posible de sus fuerzas.Un poder pues no
hace nunca concesiones sin que intente re
conquistarlas.
Este combate entre los dos poderes cons
tituye nuestros gobiernos constitucionales,
" cuyo manejo atemoriza sin razca al patriar
ca de la diplomacia austríaca, porque, co
media por comedia, la menos peligrosa y
la mas lucrativa es la que representan la In
glaterra y la Francia.
310
Estas han dicho al pueblo: Eres libre,
y el pueblo ha estado contento; entra en
el gobierno como una multitud de ceros,
que dan valor á la unidad. Pero si quiere
moverse, se principia con él el drama de
la Comida de Sancho, cuando el escudero,
hecho soberano de su isla en tierra firme,
intenta comer. Y, nosotros, hombres, de
bemos imitar esta escena admirable en el
seno de nuestras familias.
Asi, mi muger tiene ciertamente un de
recho de salir; pero declarándome adonde
va, de que modo va, para que negocio va,
y cuando volverá. En vez de exigir estos
informes con la brutalidad de nuestras po
licias, que se perfeccionarán sin duda al
gun dia, tengo cuidado de valerme de las
formas mas graciosas. Sobre mis labios, en
mis ojos, sobre mis facciones, representan
y aparecen alternativamente los acentos y
las señales de la curiosidad y de la indife
rencia, de la gravedady de la chanza, de
la contradiccion y del amor. Todo esto son
escenas pequeñas conyugales llenas de es
píritu, de finura y de gracia, que son muy
agradables de representar. El dia en que
quité de encima de la cabeza de mi mu
311

ger la corona de azahar que llevaba, com


prehendí que habiamos representado, como
en la coronacion de un Rey, los primeros
gestospantomímicos de una larga comedia.
–Yo tengo gendarmas!... tengo miguar
dia real, tengo misprocuradores-generales!
repuso con una suerte de entusiasmo. ¿Per
mito yo nunca que la señora vaya á pie
sin que la acompañe un lacayo con librea?
¿No es esto del mejor tono? sin contar el
gusto que tiene de decir á todo el mundo:
–Tengo mis criados. Pero mi principio
conservador ha sido siempre hacer coinci
dir mis paseos con los de mimuger; y dos
años ha que he sabido probarle que era
para mí un placer siempre nuevo el darle
el brazo. Si está malo el piso, procuro en
señarle á conducir con facilidad un caballo
lozano; pero os juro que lo hago de mane
ra que ella no lo sepa en mucho tiempo.
Si por casualidad ó por el efecto de su
voluntad bien determinada, quisiese ella
escaparse sin pasaporte, es decir en su co
che y sola, ¿no tengo un cochero, un vo
lante, un grroom? (1) En este caso puede
(1) Groom, voz inglesa que significa un criado que
acompaña ó sigue el coche.
312

ir mi mugerá donde quiera; lleva consigo


toda una santa hermandad, y estoy bien
sosegado.
Pero, querido señor mio, ¡cuantos me
edios no tenemos de destruir la carta con
yugal por medio de la práctica, y la letra
por medio de la interpretacion!
He reparado que las costumbres de la
alta sociedad permiten una ociosidad que
devora la mitad de la vida de una muger,
sin que pueda ella sentirse vivir. Tengo,
por mi cuenta, formado el proyecto de
conducir con mañá á mi muger hasta la
edad de cuarenta años, sin que piense en
el anor, asi como el difunto Musson se
divertia en llevar a un individuo de la calle
de Saint-Denis á Pierrefitte, sin que sos
pechase haber dejado la sombra del cam
panario de Saint-Leu.
–Como! le interrumpí, habriais adivi
nado por casualidad aquellos artificios ad
mirables que me proponia describir en una
Meditacion, titulada: Arte deponer la muer
te en la vida!... Ah! yo creia ser el pri
mero que hubiese descubierto esta ciencia.
Este título conciso me habia sido sugerido
por larelacion que hizo un jóven médico, de
313
una admirable composicioninédita de Crab
be. En esta obra, ha sabido el poeta in
glés personificar un ente fantástico, llamado
la Vida en la Muerte.
Este personage va por medio de los
oceanos del mundo, siguiendo un esqueleto
animado, llamado la Muerte en la Vida.
Me acuerdo que pocas personas, entre los
convidados del traductor elegante de la
poesía inglesa, comprehendieverd
ron el sentido
nisterioso de esta fábula tan adera co
mo fantástica. Yo solo, quizá, sumergido
en un silencio profundo, pensaba en aque
llas generaciones enteras que, impelidas por
la Vida, pasan sin vivir.
Unas figuras de mugeres se levantaban
delante de mipor millares, por myriadas,
todas muertas, apesadumbradas, y derra
mando lágrimas de desesperacion al con
templar las horas perdidas de su juventud
ignorante. "

A lo lejos veia yo nacer una Meditacion


burlesca, cuyas risas satánicas oia ya: y
vos vais sin duda á matarla.... Pero veamos,
confiadme cuanto antes los medios que ha
beis hallado para ayudar á una muger á
malgastar los momentos rápidos durante los
I. 15
314

cuales se halla en la flor de su belleza, y


en la fuerza de sus deseos. Me habreis
dejado, tal vez algunas estratagemas, al
gunas astucias que describir.
Echó á reir el vizconde de este chasco
de autor, y me dijo con un aire satisfecho:
- Mi muger, asi como todas las jóvenes
mugeres de nuestro siglo bienaventurado,
ha puesto sus dedos, durante tresó cuatro
años consecutivos, sobre las teclas de un
piano que no podia aguantar nas. Hades
cifrado áBeethoven, ha cantado las arias
de Rossini y tocado los ejercicios de Cram
mer. Sabiendo esto, he tenido cuidado de
convencerla de su superioridad en música:
para lograrlo, he aplaudido, he escuchado
sin bostezar las sonatas mas enfadosas del
mundo, y me he resignadoádarle una pal
co en la ópera. Con eso he ganadotresve
ladas tranquilas sobre las siete que ha crea
do Dios en la semana. Estoy al acecho de
las casas de música; pues en Paris, hay
salones que parecen exactamente tabaqueras
de Alemania; son unos órganos perpétuos,
á donde voy regularmente á buscar indi
gestiones de armonía, que mimuger llama
conciertos. Pero en recompensa, la mayor
315

parte del tiempo, se entierra en sus par


tituras...."
- ¡Ay, señor, no conoceis pues el peli
gro que hay en desarrollar en una muger
el gusto del canto y dejarla entregada á
todas las escitaciones de una vida sedenta
ria!... No osfaltaria mas que alimentarla
con carnero y hacerle beber agua...
—Mi muger nunca come otra cosa que
pechugas de aves, y tengo siempre cuida
do de hacer suceder un baile á un concierto,
un raout á una representacion de la dpera
italianá. De este modo logro que se aeues
te durante seis meses del año, entre la una
y las dos de la mañana! Ah, señor, las
consecuencias de este acostarse matutinal
son incalculables!...
Desde luego, cada uno de estos placeres
necesarios es concedido como un favor, y
se dá por supuesto que hago constante
mente la voluntad de mi muger: entonces
le persuado, sin decir una sola palabra,
que se ha divertido continuamente desde
las seis de la tarde, hora de nuestra co
mida y de su tocado, hasta las once de la
mañana, en que nos levantamos.
—Ah, señor, ¿qué reconocimiento no
os debe por una vida tan ocupada?
316
—Asi no tengo que pasar mas que tres
horas peligrosas; ¿pero no tiene sonatas
que estudiar, arias que repetir?.... ¿No
tengo siempre paseos en eT parque de Bo
lonia que proponer, calesas que probar,
visitas que devolver, etc.? todavia hay mas:
el adorno mas bello de una muger es una
limpieza esquisita. Su cuidado en este punto,
no puede nunca ser escesivo ni ridículo : y .
asi, el tocado me ha ofrecido tambien los ,
medios de hacerle consumir los momentos
mas bellos del dia.
— Vos sois digno de entenderme!... es
clamé. Ahora bien, señor, le robareis cua
tro horas diarias , si quereis ensenarle un
arte desconocido á las mas elegantes de
nuestras petimetras modernas ! Referid por
menor á madama de V*** las precaucio
nes admirables creadas por el lujo orien
tal de las matronas romanas. Nombradle
los esclavos empleados solamente en el baño
en el palacio de la emperatriz Popea : los
Unctores, los Fricatores,loa Alipilarili, los
Dropacistm , los Paratiltrue , las Picatrices,
las Tractatrices , los enjugadores en figura
de cisne, qué se yo!... Habladle de aque
lla multitud de esclavos cuya nomenclatura
317
ha dado Mirabeau “en su Erotika Bi
blion.
Por poco que procure reemplazar átoda
aquella caterva de gentes, tendreis bellas
horas de tranquilidad, sin contar los pla
ceres personales que resultarán para vos
de la introduccion en vuestro matrimonio
del sistema de aquellas ilustres romanas,
cuyosmenores cabellos, dispuestos con arte,
habian recibido rocíos de perfumes, cuya
menor vena parecia haber conquistado una
sangre nueva en la mirra, en el lino, en "
los perfumes, en las flores, y todo al son
de una música deleitosa.
Ah, señor, repuso el marido, que se
acaloraba mas y mas, ¿no tengo tambien
pretestos asombrosos en la salud? Esta sa
lud tan cara y tan preciosa, me permite
prohibir toda salida con el mal tiempo, y
gano de este modo una cuarta parte del
año. Y ¿no he sabido introducir la dulce
costumbre de no salir jamás uno ú otro sin
ir á dar el beso de despedida, diciendo:
re. Angel mio, salgo de casa.»
En fin, he sabido prever el porvenir y
tener á mi muger cautiva para siempre en
" I. - 15.
318

su casa, como á un soldado en su gari


ta!.
Le he inspirado un entusiasmo increible
por los deberes sagrados de la maternidad.
—¿Contradiciéndola? le pregunté. y
—Lo habeis adivinado!... dijo riendo. Le
sostengo que es imposible á una muger del
mundo cumplir sus obligaciones para con la
sociedad, conducir su casa, abandonarse á
todos los caprichos de la moda, á los de
un marido que es amado, y criar á sus hi
"jos.
Entonces pretende que á ejemplo de Ca
ton, que queria ver de que modo el ama
de leche mudaba los pañales del gran Pom
peyo, no dejará á otros los cuidados mas
ninuciosos, reclamados por las inteligencias
dóciles y por los cuerpos tan tiernos de
aquellos niños cuya educacion principia en
la cuna.
Comprehendeis, señor, que mi diplomá
cia conyugal no me serviria mucho, si, des
pues de haber encarcelado de este modo á
ni muger, no usase yo de un maquiavelis
mo inocente, que consiste en persuadirla
perpetuamente que hace lo que quiere, en
pedirle su parecer en todo y sobre todo.
39
Como es destinada esta ilusion de libertad
á engañará una criatura bastante espiritual,
procuro sacrificarlo todo para convencer á
la señora de V. que ella es la muger mas
libre que exista en Paris; y, para lograr
este fin, me guardo bien de cometer aque
llas patochadas políticas que escapan fre
cuentemente á nuestros ministros.
—Osveo venir, dije; cuando quereis ha
cer desaparecer uno de los derechos otorga
dos ávuestra muger por la carta constitu
cional,os veo tomar un aire dulce y come
dido, ocultando el puñal bajo las rosas, y,
clavándosele con precaucion en el corazon,
preguntarle con voz amistosa:-Angel mio,
¿te hace mal?
Como aquellas personas á quienes han
pisado el pié, os responderá quizá:—al
contrario!
No pudo dejar de sonreirse y dijo:
—¿No estará mi muger muy admirada
cuando llegue el juicio universal?
– No sé, le respondí, quien lo estará
mas, vos ó ella.
El zeloso funcia ya las cejas, pero su
fisonomía volvió á serenarse cuando añadí:
-Agradezco, señor, á la casualidad el
320
que me haya procurado el gusto de hacer
conocimiento con vos. Sin esta conversacion
ciertamente yo habria esplicado menos bien
que vos lo habeis hecho , algunas ideas que
nos eran comunes. Asi os pediré el permiso
de dar á luz esta conversacion.
Donde nosotros hemos visto altas con
cepciones políticas, hallarán otros tal vez
ironías mas ó menos amargas , y yo pasaré
por un hombre hábil á los ojos de ambos
partidos.
Mientras que yo me esmeraba en dar
gracias al vizconde, (el primer marido,
que hubiese encontrado , segun mi corazon!)
me paseaba aun con él en sus .aposentos,
en los cuales parecía todo irreprehensible.
Iba á despedirme de él , cuando abrien
do la puerta de un pequeño retrete , me le
mostró con un ademan que parecia decir :
— ¿ Hay medio de cometer aquí el me
nor desdrden sin que mis ojos puedan re
conocerlo?
Respondí á esta muda interrogacion con
una de aquellas inclinaciones de cabeza que
hacen los convidados á su Anfitrion al pro
bar un manjar delicado.
— Todo mi sistema , me dijo en voa ba-
324

ja, me ha sido sugerido por tres palabras


que oyó mi padre pronunciará Napo
leon en pleno consejo de Estado, cuan
do la discusion del divorcio.- El adulterio,
esclamó, es un asunto de canapé. Asi, ved.
Como á hábil magistrado he sabido conver
tir estos cómplices en espías, añadió él in
dicándome un sofá cubierto con un casimiro
color de té, cuyas almohadas se hallaban
ligeramente maguladas.
-Ved, esta señal me enseña que mi
muger ha tenido dolor de cabeza y que ha
descansado aquí.
Anduvimos algunos pasos hácia el sofá,
y vímos la palabra-Necio-trazada ca
prichosamente sobre el mueble fatal por
CuatrO

De aquellas quisicosas, que sacó un amante


. Del vergel de Cypris, laberinto de las hadas,
Y que un duque en otro tiempo juzgó tan pre
C10SO

Que quiso honrarle con una encomienda,


Ilustre y noble cofradía
. Llena menos de hombres que de Dioses!

-¡Nadie en mi casa tiene los cabellos


negros!... dijo el marido poniéndose pálido,
322
Me escapé, pues me sentí cogido de una
gana de reir que no hubiera facilmente re
primido. Hé aquí un hombre sentenciado.
me dije á mí mismo. No ha hecho mas que
preparar placeres increibles á su muger,
por medio de todas las barreras con que la
ha rodeado." - -

Me entristeció esta idea. La aventura


destruía enteramente tres de mis Medita
ciones mas importantes; y la infalibilidad
católica de mi libro era atacada en su esen
cia. Hubiera yo pagado de muy buena ga
na la fidelidad de la vizcondesa de Mº,
con la suma con que muchas gentes hu
bieran querido comprarle una sola falta. Pe
royo debia guardar eternamente midinero.
En efecto, tres dias despues, encontré
el magistrado en el teatro de los Italianos.
Asi que me vió, corrió hácia mí. Impelido
por una suerte de pudor, procuré evitarle;
pero, cogiéndome el brazo,me dijo al oido:
—Acabo de pasar tres dias crueles!.....
Por fortuna que mi muger es quizá mas
inocente que un niño bautizado de ayer...
—Me habeis dicho ya que miseñora la
vizcondesa es muy espiritual... repliqué con
una ingenuidad cruel. -
- 323
..--Oh! esta noche, oigo las chanzas de
buena gana; pues esta mañana, he tenido
pruebas irrecusables de la delidad de mi
nuger. Me habia levantado muy temprano
para acabar un trabajo urgente... Mirando
mijardin por distraccion, veo de repente
en él al ayuda, de cámara de un general,
cuyo palacio es vecino del mio, trepar por
encima de las paredes. La criadita de mi
muger, asomando la cabeza fuera del ves
tíbulo, acariciaba á mi perro y protegia la
retirada del mensagero.Tomo mi catalejo,
le apunto sobre el belitre... cabellos negros
como el azabache!... Oh! jamás cara algu
na de cristiano me ha dado mas placer al
verla!... Pero, como debeis creerlo, en este
mismo dia los emparrados han sido arran
cados.
—Asi, querido señor mio, repuso él,si
os casais, encadenad vuestroperro, ysem
brad suelos de botellas sobre todas las al
bardillas de vuestras paredes...
—¿Ha reparado miseñora la vizconde
sa vuestras inquietudes durante esos tres
dias?...
—¿Me teneis por un niño? dijo él enco
giéndose de hombros... Nunca en mi vida
8

habia estado yo tan alegre.


grande hombre desconocido!...

No me dejó acabar; pues desapareció


luego que vió á uno de sus amigos que le
parecía tener la intencion de ir á saludar
á la vizcondesa. . .
¿Que pudiéramos añadir que no fuera
una paráfrasis fastidiosa de la doctrina
contenida en esta conversacion? Todo es
en ella germen ó fruto.

FIK DEL TOMO PRIMERO.

tí'
ÍNDICE,

Introduccion. i.
Ayiso.
PRIMERA PARTE.
CONSIDERACIONES GENERALES.
MED. L
La Materia. ........ 5.
n.
Estadística conyugal 21.
ni.
De la muger honrada. 39.
IV.
De la muger virtuosa 55.
V.
De los Predestinados 83.
VI.
De las Casas de Pupilos. . . . . 119.
426
* VII.
De la Luna de Miel. . . . . . 139,
- VIII.
De los Primeros Síntomas... . . . 167.
- lX.
Epílogo. . . . . . . . . . 191.

SEGUNDA PARTE.
DE LOS MEDIOS 9 IDEFENSA EN EL INTER1OR
Y EN EL ESTERIOR.

X.
Tratado de Política Marital. . . . 2l l.
XI.
De la inicion en el Matrimouio. 231.
XII.
Higiene del Matrimonio. . . . . 245.
XIII.
259.
De los Medios Personales... . . -.
- XIV.
De los Aposentos. . . . . . 277.
XV.
De la Aduana. . . . . 289.
XVI.
Carta Conyugal. es e " • e 305.

FIN DEL íNDICEDEL ToMo PRIMERO.


E 7
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1001060982

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