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Artículos centrales

Domesticidad e intervención:
el “hogar” en los debates de la
cuestión social (1890-1940)
Paula Lucía Aguilar*

Fecha de recepción: 3 de abril de 2013


Fecha de aceptación: 19 de abril de 2013
Correspondencia a: Paula Lucía Aguilar
Correo electrónico: aguilarpl@gmail.com

*. Dra. en Ciencias Sociales. Instituto de investigaciones Gino


Germani. Becaria Post doctoral CONICET. Docente en la
carrera de Sociología de y en la Maestría en Intervención
Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de
Buenos Aires.

Resumen:

Este artículo expone los resultados de una investigación cuyo objetivo fue estudiar la
configuración de la domesticidad desde una perspectiva genealógica a la luz de las
estrategias discursivas que conforman los diagnósticos de un amplio conjunto expertos
y reformadores sobre las condiciones de vida y trabajo de la población y los modos
de intervención asociados a éstos que participan en la trama de debates en torno a
la denominada “cuestión social” entre 1890 y 1940. A los efectos de presentar los
resultados del recorrido propuesto, el texto se organiza en tres secciones: en primer
lugar detallamos el surgimiento de la pregunta inicial por la relación entre políticas
sociales y ámbito doméstico que orientó la investigación. En segundo lugar describimos
las operaciones analíticas que, a partir del trabajo de archivo realizado, permitieron dar
cuenta de la emergencia de la domesticidad y la delimitación del como núcleo central
de las preocupaciones sobre las condiciones de vida y trabajo de la población.Para ello
repasamos distintas dimensiones de la problematización del hogar y de su emergencia
como objeto de reflexión y acción: a) la escisión entre el hogar y el mercado de trabajo,
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b) la delimitación de sus fronteras espaciales c) la formulación y circulación de una


expertise especifica de lo doméstico y d) las formas de registro e inteligibilidad del hogar
para la mirada estatal. A modo de cierre, planteamos la potencialidad de una analítica
de la domesticidad como herramienta para el estudio de las políticas sociales.

Palabras claves: Domesticidad, Cuestión Social, Políticas Sociales.

Resumo

Este artigo apresenta os resultados da pesquisa sobre a configuração da domesticidade desde uma pers-
pectiva genealógica à luz das estratégias discursivas de uma ampla gama de especialistas e reformadores
do trabalho envolvidos na trama de debates sobre as chamadas “questões sociais” entre 1890 e 1940.
Esses discursos fazem o diagnóstico das condições de vida da população e dos modos de intervenção que
lhes estão associados. O texto está organizado em três seções: primeiro, detalhe da emergência da questão
inicial, sobre a relação entre as políticas sociais e domésticas que nortearam a pesquisa. Segundo descre-
vemos as operações analíticas, a partir de trabalho com arquivos, para o análise do surgimento da vida
doméstica e da delimitação da casa como preocupações centrais sobre as condições de trabalho e de vida da
população. Para isso, tivemos en conta diferentes dimensões da problematização da casa e sua emergência
como um objeto de pensamento e ação: a) a divisão entre a casa e o mercado de trabalho; b) a delimitação
de seu espaço de fronteiras; c) o desenvolvimento e a circulação de conhecimentos específicos do doméstico;
d) formulários de inscrição e de inteligibilidade para o olhar do estado de origem. Para concluir, propo-
mos a potencialidade analítica da domesticidade como uma ferramenta para o estudo da política social.

Palabras chave: domesticidade, questões sociais, política social.

Introducción tes1 . Su objetivo fue estudiar la configuración de


la domesticidad desde una perspectiva genealógica a
¿De qué modos, a través de qué discursos y prác- la luz de las estrategias discursivas que conforman
ticas se fue configurando “lo doméstico” como los diagnósticos de un amplio conjunto expertos y
un ámbito posible de intervención en y por la reformadores (Topalov, 1994; Zimmerman, 1995)
política social? ¿Cómo aparece interpelado en sobre las condiciones de vida y trabajo de la po-
los primeros diagnósticos y respuestas discutidas blación y los modos de intervención asociados a
para la reforma de las condiciones de vida y tra- éstos que participan en la trama de debates en tor-
bajo de la población? ¿Qué atributos y efectos no a la denominada “cuestión social” entre 1890 y
morales, económicos, higiénicos se le atribuyen 1940 (Suriano, 2000; Lobato, 2007; Murillo, 2001).
a ese espacio material y simbólico delimitado El trabajo realizado constituyó una apuesta teórica
como hogar? ¿Cuáles son las prácticas que habili- y metodológica exigente: no suponer su objeto de
tan su inteligibilidad para la mirada estatal? ¿Qué investigación como una construcción previa a la
discursos técnicos, morales, científicos, econó- realización del trabajo de archivo y análisis docu-
micos acerca de lo doméstico se consolidan en mental necesario para dar cuenta del conjunto de
este proceso? ¿Cuáles son las características de la problemas planteado, sino como punto de llegada,
domesticidad que en estos debates emerge? como horizonte de la tarea de investigación.

Este artículo expone los resultados de una exten- Así la noción de domesticidad no fue delimitada
sa investigación orientada por estos interrogan- con anterioridad del trabajo empírico realizado,

1. Tesis doctoral “El hogar como problema y como solución: Una mirada genealógica de la domesticidad a través de las políticas sociales. Argentina 1890-1940” Dirigida por la Dra.
Estela Grassi y la Dra. Susana Murillo. Una primera formulación de las ideas aquí vertidas fueron publicadas en Aguilar (2012). Se presentan fundamentalmente las conclusiones
generales del estudio desarrollado.
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como tampoco lo fueron los sentidos y tareas trabajado. La lectura conjunta y sistemática de
asignados al hogar, núcleo de preocupaciones esta “unidad en la dispersión” a partir de los in-
identificado en el fragor de estos debates. terrogantes propuestos al inicio de este trabajo
ha tenido por efecto la identificación de regula-
El relevamiento de materiales de archivo reali- ridades y disonancias tanto en las formas como
zado2 permitió entonces describir los modos en en los contenidos de los discursos analizados. Su
que la relación entre las formas de intervención sistematización y clasificación permitió la cons-
estatal y “lo doméstico” se fuera conformando trucción entonces de las distintas dimensiones
a lo largo del período comprendido (1890-1940) de la problematización3 del hogar como objeto de
y explorar sus huellas discursivas, los rastros de reflexión y acción, y la posibilidad de caracterizar
esta conformación en la trama de debates sobre sus rasgos principales.
la cuestión social, tal como se expresa en el diagnós-
tico de problemas sociales (Grassi, 2003:22) y las Así, fue posible describir las formas en que lo do-
políticas sociales que por ellos se orientan. Es de- méstico, enunciado en términos de hogar, se torna
cir, la emergencia y sedimentación de una cierta objeto de reflexión, de un pensar y unas prácticas
domesticidad entendida como deseable, en y por un específicas, que se expresan en los diagnósticos de
campo específico de reflexión y acción, las políti- los problemas sociales y las respuestas ensaya-
cas sociales (Danani, 2007; Grassi, 2003). das para su resolución. Para ello fue preciso dar
cuenta de las prácticas y las grillas de inteligibili-
Encarada la investigación desde una perspecti- dad que hacen posible o restringen esta proble-
va genealógica (Dean, 1999; Foucault; 1992), la matización (Dean, 1999) De este modo, las dis-
heterogeneidad de materiales considerados en- tintas formulaciones relevadas van modelando el
contró como primer criterio de selección las re- hogar como objeto de reflexión e intervención y
ferencias a las condiciones de vida y trabajo de la sedimentan dimensiones de una domesticidad que
población, con especial atención a las formas de nos permite analizar la delimitación de las fron-
protección y de intervención social que surgía en teras del hogar en y por la intervención estatal en
ellos. Luego se llevó a cabo una primera selección un periodo constitutivo de sus formas modernas.
a partir de las menciones directas o indirectas a
“lo doméstico”, sus habitantes y la distribución A los efectos de presentar los resultados del reco-
de espacios, tiempos, tareas y responsabilidades rrido propuesto, este trabajo se organiza en tres
contenidos bajo la forma de interpretaciones de secciones: en primer lugar describimos el surgi-
la situación social y diagnósticos enunciados por miento de la pregunta inicial por la relación entre
aquellos expertos y actores participantes en el de- políticas sociales y ámbito doméstico que orientó
bate que irían conformando el conjunto de pro- la investigación. En segundo lugar detallamos las
blemas entendidos como dignos de ser tenidos operaciones analíticas que, a partir del trabajo de
en cuenta para la acción estatal y los saberes y archivo realizado, permitieron dar cuenta de la
prácticas que la haría posible. emergencia de la domesticidad y la delimitación del
hogar como núcleo central de las preocupaciones
Los heterogéneos discursos considerados no es- sobre las condiciones de vida y trabajo de la po-
taban necesariamente unificados temáticamente blación. Para ello repasamos distintas dimensio-
o por su objeto, sino por un campo de discusio- nes de la problematización del hogar, de su emer-
nes, en distintas coyunturas a lo largo del período gencia como objeto de reflexión y acción: a) la

2. Se trabajó sobre una selección amplia y heterogénea: a) corpus de producción discursiva técnico documental de expertos participantes en los debates sobre las condiciones de
vida y trabajo: médicos, legisladores, economistas e integrantes de reparticiones públicas, , entre otros; b) corpus de documentos referidos al marco legal y regulatorio específico
de los modos de protección social (leyes, reglamentos, decretos regulatorios) y sus debates parlamentarios y c) corpus de documentos y análisis históricos relevantes al problema de
investigación, que permitieron reconstruir las condiciones de emergencia y-o circulación de las diversas dimensiones de la articulación entre domesticidad y cuestión social. A partir
de este primer relevamiento se construyeron luego las series que organizan la exposición de la investigación. Por razones de extensión sólo se presenta aquí el desarrollo analítico
desprovisto de las citas textuales sobre las que se construyó el análisis.

3. Entendemos por problematización, en términos de Foucault “El conjunto de prácticas discursivas o no discursivas que hacen entrar algo en el juego de lo verdadero y lo falso y lo
constituye como objeto para el pensamiento (ya sea bajo la forma de la reflexión moral, del conocimiento científico, del análisis político, etc.) (Revel, 2008:71).
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escisión entre el hogar y el mercado de trabajo, b) de una “nueva cuestión social” (Castel, 1997; Ro-
la delimitación de sus fronteras espaciales c) la sanvallon, 1995) y, desde la investigación, de una
formulación y circulación de una expertise espe- cierta tendencia a asignar también novedad a las
cifica de lo doméstico y d) las formas de registro potenciales respuestas desplegadas ante una si-
e inteligibilidad del hogar para la mirada estatal. A tuación presuntamente inédita.
modo de cierre, planteamos la potencialidad de
una analítica de la domesticidad como herramienta Una mirada más minuciosa permitió observar
para el estudio de las políticas sociales. que ciertas formas y dimensiones de delimitación
de la intervención a partir de estos diagnósticos
De huellas y debates: no eran ni tan novedosas, ni autóctonas como
Una pregunta por el presente imaginábamos, por lo menos en los supuestos
implícitos que hacían “normal” esa delimitación
Aun cuando el análisis del corpus documental y sus objetos, por lo que resultaba fundamental
aquí presentado se refiera a las primeras décadas comprender cuáles habían sido los antecedentes,
del siglo XX, la inquietud que dio origen a la in- condiciones de posibilidad y experiencias sedi-
vestigación realizada se orientó a partir de una mentadas en sus formas locales, en suma, su tra-
pregunta por el presente ¿Qué presupuestos acer- ducción (Grondona, 2011).
ca de lo familiar­y lo doméstico subyacen, funcio-
nan, están presentes en el diseño y ejecución de Por otra parte, la observación pormenorizada de
las políticas sociales contemporáneas? El trabajo las formulaciones específicas sobre lo domés-
de investigación se inició así a partir de una serie tico mostraban que, pese a la utilización de un
de interrogantes sobre la relación entre cuestión lenguaje remozado- principalmente, aunque no
social y domesticidad en las políticas sociales, con sólo, por la incorporación analítica de las cate-
especial atención a la necesidad de caracterizar gorías críticas de género y las transformaciones
aquellos rasgos propios de su especificidad neo- familiares- las afirmaciones generales sobre ca-
liberal. Una primera aproximación, en el marco racterísticas, tareas y responsabilidades de los
las transformaciones neoliberales producidas en hogares y sus miembros se sostenían en presu-
nuestro país, mostraba lo que a primera vista se puestos relativamente estables en el tiempo, so-
presentaba como una novedad “epocal” tanto a bre los que cualquier afirmación de radical “no-
nivel de los argumentos esgrimidos como de las vedad neoliberal” requería mayores reparos. Así,
técnicas de intervención empleadas. con la mirada puesta en las transformaciones y la
inquietud por la identificación de permanencias
La multiplicación de trabajos de investigación y resignificaciones, nos preguntábamos ¿Existe
sobre las características adoptadas por las polí- algo así como un modo específicamente neoli-
ticas sociales específicas y la delimitación de sus beral de hacer inteligible, y por ende, gobernable
problemas y sujetos asistidos desarrollados en los lo doméstico en el marco del diseño de políticas
últimos años pusieron en evidencia las peculia- sociales y a partir del diagnóstico de una nueva
ridades y principios orientadores adoptados por cuestión social? ¿Cuáles serían entonces sus ras-
la programas e iniciativas desde distintas pers- gos específicos?
pectivas y niveles de análisis (Andrenacci, 2005;
Álvarez Leguizamón, 2008, Grassi, 2004). El El lanzamiento del “Programa Familias por la
diagnóstico de la fragmentación social, la reco- inclusión social” (2006), y sus criterios de reasig-
dificación de las funciones estatales, las graves nación de la población cubierta por el plan “Jefes
consecuencias del crecimiento del desempleo, y Jefas de Hogar Desocupados” (JJDHD) cre-
la pobreza y la desprotección de vastos sectores cientemente “feminizada” hacia el Plan Familias4,
de la población, daban cuenta de la emergencia pusieron en evidencia el modo en que presupues-

4. Para una lectura del concepto de feminización y los debates sobre su utilización Véase Aguilar (2011).
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tos y consideraciones técnico operativas sobre de lo doméstico como ámbito de intervención


la relación entre políticas sociales, domesticidad y y gestión de los problemas sociales. La historia
trabajo se expresaban en la orientación asumida así considerada permitió recuperar aquellos ele-
por un programa concreto. Este aspecto fue rá- mentos que, a modo de “capas arqueológicas”
pidamente señalado como una medida que refor- (Foucault, 2002; Chartier, 1996; Murillo, 2008),
zaba la desigualdad de género (Zibechi y Calvi, sedimentan en las definiciones teóricas y clasi-
2006; CELS, 2007). Por otra parte, el proceso de ficaciones operativas conformando los alcances
revalorización discursiva del espacio familiar y del hogar como ámbito de la vida social inteligi-
de la comensalidad hogareña propuesta por las ble y por tanto disponible para la intervención
políticas sociales recientes, los términos en que estatal, no sin resistencias. Este camino teórico
la extensión de las asignaciones familiares fueron y analítico permitió la formulación del concepto
puestas en debate público en el año 2009 a partir de domesticidad como como un campo o dominio
de la “Asignación Universal por Hijo” (AUH) y de objetos singular, diferente de otras formas his-
el reciente “Programa Crédito Argentino del Bi- tóricas de articulación de las experiencias, pro-
centenario para la vivienda única familiar” (PRO. cesos, demandas, etc. relativas a las condiciones
CRE.AR), renovaron la necesidad de problema- de vida y de trabajo de las poblaciones y la iden-
tizar la relación entre lo doméstico y las formas tificación del hogar como un horizonte ideal de
de intervención. organización doméstica a alcanzar en la reforma
de las condiciones de vida y trabajo de la clase
Así, la investigación se desplazó hacia un pla- obrera en el periodo consignado.
no de problemas que excedían el análisis de
programas e iniciativas recientes específicos El trabajo de archivo realizado a partir de estos
aunque éstos constituyeran un estímulo para la interrogantes iniciales por la formulación de
reflexión. Partiendo de la premisa de que toda políticas contemporáneas nos llevó a centrar la
política social lleva en sí (implícitas o explícita- investigación en el periodo que consideramos
mente formuladas) formas de delimitación de lo constitutivo de las formas modernas de interven-
familiar-doméstico, se hace necesario entonces ción estatal y de la delimitación de lo doméstico
dar cuenta de modo sistemático de los conteni- como ámbito de intervención (1890-1940). Éste
dos presupuestos y categorías implicadas en esa se inicia con las primeras formulaciones respecto
relación y en ese objeto ahí que, en este punto, de la cuestión social y la consolidación del Es-
nos centráramos en rastrear los modos en los que tado Nacional (a partir de incipientes modos de
las referencias a la familia y, en consecuencia, a regulación estatal de las condiciones de trabajo
los límites de lo doméstico (es decir, aquello que y experiencias de protección social) en el marco
corresponde a su dominio, ámbito de responsa- del proceso de urbanización e industrialización
bilidad y lógica de funcionamiento) se constru- de entre siglos y culmina en el momento previo a
yen discursivamente en la definición de políticas la expansión de la acción estatal propia del pero-
sociales y en las intervenciones a que dan lugar. nismo a partir de mediados de la década de 1940,
y de la que podemos encontrar algunos de sus
Sin embargo, a los efectos de profundizar esa rasgos característicos en formación durante la
relación en el estudio de la cuestión social con- década del 1930.
temporánea y sobre todo de poder reconocer sus
singularidades específicas, se recurrió a la his- Fue posible entonces identificar la emergencia
toria, entendida como una historia del presente es del hogar como un punto de convergencia, nú-
decir, un modo de identificar aquellas huellas de cleo de diagnósticos y propuestas de reforma de
formulaciones pasadas que resuenan (aún resig- las condiciones de vida y trabajo de la población
nificadas) en las definiciones teóricas y operativas en el periodo estudiado. Así interpelaciones al
de los distintos modos de intervención de la po- hogar y las afirmaciones sobre su “deber ser”, se
líticas sociales, sus justificaciones y poblaciones presentan de modo disperso, aunque constante,
objeto, delimitando la especificidad y alcances en los discursos trabajados. Así, el hogar emerge
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como objeto de preocupación en la inspección organizar los discursos diversas series a partir de
de las condiciones higiénicas de la vivienda po- las cuales se organiza su exposición. Esta noción
pular, en las expectativas de sus efectos morales de “hogar” no se corresponde entonces con una
sobre la población trabajadora, en la denuncia definición estática, sino que fue emergiendo en
de su inexistencia, en su defensa como ámbito su multiplicidad de contenidos a través del tra-
a resguardo del mercado de trabajo, en las pres- bajo de archivo, que le dio textura a un objeto
cripciones de la economía doméstica que preten- complejo y diverso. En este trayecto también se
de moldearlo y en las técnicas estadísticas que fueron delineando las condiciones y rasgos for-
buscan su traducción matemática para el registro mulados como deseables para forjar los sujetos
estatal. Aún con diferencias, es notable cómo dis- que habitaban esos hogares, en la perspectiva de
tintas posiciones convergen en la caracterización quienes, en el espacio público, podían tomar la
de un orden doméstico con ciertas cualidades palabra y manifestar posiciones diversas ante los
como fundamento y garantía del orden social. problemas que en cada momento suscitaba la
cuestión social. Ello implicó a su vez la posibi-
Un conjunto de saberes específicos, grillas de lidad de analizar los modos como ciertos asuntos
inteligibilidad y regímenes de prácticas van mo- (el trabajo, la maternidad, el matrimonio, la vir-
delando el hogar como objeto de reflexión, y lo tud, el ahorro, la higiene) se tematizaban, sin que
habilitan como dispositivo de gobierno,5 al tiem- los mismos tuviesen (siempre y necesariamente)
po que constituyen sus fronteras materiales y sentidos idénticos. Así conceptos, objetos, temas
simbólicas. Organizada a partir de distintas di- y sujetos se entretejieron paulatinamente en la
mensiones de la problematización del hogar, la delimitación del mundo doméstico, en correlato
investigación permitió considerar los modos con las principales instituciones socio-laborales
históricamente situados y cambiantes en los que de nuestro país (la legislación laboral, la política
el hogar, y como veremos a continuación, el hogar de vivienda, las estadísticas sociales).
de las clases trabajadoras, de la “familia obrera”
se constituyó en objeto de preocupación en la Fue posible así identificar como efecto de con-
definición de los problemas sociales y horizonte junto una cierta domesticidad, cuyas característi-
privilegiado de las intervenciones posibles: como cas principales ha sido posible captar a través de
problema y como solución. la conformación del “hogar ideal” como tal. El
hogar emerge como objeto de reflexión y acción, a
La emergencia del hogar través de una serie de operaciones que lo delimi-
tan y hacen inteligible: a) Su escisión del mercado
“Organizar buenos hogares es hacer la (de trabajo) b) La definición de la vivienda ade-
mitad de la obra en pro de la formación cuada para contenerlo, c) Una expertise específica
de buenos ciudadanos. Es en los buenos y d) Un conjunto de saberes y prácticas de regis-
hogares, mejor que en las mismas escuelas tro que habilitan su consideración por parte del
donde se modelan los buenos hijos, y son Estado. En este sentido, permiten proponer una
los buenos hijos los únicos capaces de ha- analítica de la domesticidad, cuyos rasgos principa-
cer la patria grande y la humanidad mejor” les para el período histórico contemplado (1890-
(Bassi, 1920: XIII). 1940) desarrollamos a continuación.

La condensación de preocupaciones e inquietu- a) Entre el hogar y el taller


des que recibe el nombre de “hogar”, y con ma-
yor precisión aquel de las clases trabajadoras o la A través del análisis de los debates en torno a
familia obrera fue posible de ser delimitada a través la regulación de las condiciones de trabajo, fue
de cuatro operaciones analíticas que permitieron posible observar cómo, con gran dificultad, se

5. Utilizamos aquí el concepto de gobierno tal como lo define Michel Foucault en tanto “conducción de las conductas”. Esta utilización del término se diferencia de la utilización usual
en tanto autoridad política y supone la posibilidad de actuar sobre las conductas, modular aspiraciones, hábitos de sí y de los otros (Foucault: 1988).
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discutía entre los reformadores la necesidad de una amenaza para la existencia de la familia, base
escindir el hogar del mercado de trabajo. Con ello de la sociedad (Torrado, 2003; Feijoo, 1990)
se buscaba trazar la inestable frontera entre el Pero la amenaza para la conformación de un
mundo íntimo de lo doméstico y el espacio en el orden doméstico no está sólo en el interior del
que se trabajaba por un salario para sostener la domicilio-taller, sino allí donde y desde donde
vida que en el hogar transcurría. Es posible dar se empleaban mujeres y niños para abaratar los
cuenta de este proceso a través del debate de la costos del trabajo (para hacer más redituables las
primera legislación laboral (especialmente aquella industrias). La oposición a su regulación no pro-
relacionada con malas condiciones de trabajo y el venía de la vida dispendiosa de los trabajadores y
efecto sobre la salud de mujeres y niños) y, sobre trabajadoras, sino de los empleadores, aunque las
todo, la insistencia sobre la frontera entre hogar estrategias domésticas para reproducir mínima-
y taller planteada en la discusión y regulación del mente la vida fueran incompatibles con el ideal
trabajo a domicilio por cuenta ajena (Ley 10505, propuesto (Lobato, 2007; Torrado, 2003). Es en
de 1918). Las iniciativas legislativas en torno al esta tensión entre cuidado del hogar y necesida-
“salario mínimo”, y más tarde aquellas propues- des de la familia, entre hogar y taller, la mujer
tas que reivindican el “salario familiar”, tenían por se enuncia, es interpelada y se constituye, como
uno de sus objetivos principales la distribución de ama de casa (sujeto doméstico). Y esta presen-
los miembros de la familia obrera y sus responsa- cia femenina se construye como una condición
bilidades de un lado y otro de la frontera entre el de existencia de un hogar que merezca definirse
hogar y el taller. Mujeres y niños en el hogar, varo- como tal. No obstante, la presencia de la mujer en
nes en el taller o la fábrica. (Palacios, 1939; Feijoo, el hogar, situación idealizada en las manifestacio-
1990). nes de legisladores y reformadores, no siempre
era garantía de aquellas cualidades que habrían
En el debate por el trabajo de las mujeres y los de convertir el lugar de habitación en aquello que
niños se torna visible la delimitación del traba- mereciera llamarse hogar, especialmente cuando
jo remunerado extradoméstico como exterior al las mujeres trabajan en él por cuenta ajena (en ge-
hogar (Nari, 2000) Una exterioridad necesaria a neral lavado o costura). Se contrapone entonces
la constitución de la misma noción de “hogar”. la idea del hogar como un ideal, con la de los “ló-
Una distinción igualmente necesaria pero más bregos hogares”, las “moradas de la muerte” del
difícil de trazar y acordar se juega en la frontera trabajo a domicilio (Perez, 1913; Muzilli, 1916).
entre el hogar y el taller (o fábrica, claro está). El Es en esta distancia y comparación, que emergía
extendido trabajo a domicilio por cuenta ajena, la demanda de los “verdaderos” hogares, aque-
emergía como el núcleo del conflicto, en tanto llos que efectivamente tuvieran efectos virtuosos
hacía evidente aquello que contradecía el orden sobre la modelación de las conductas de la fami-
doméstico supuesto y deseado, superponiendo y lia obrera.
confundiendo lo que se esperaba estuviese sepa-
rado, por tratarse de esferas diferentes y de dis- La distinción de un ámbito separado, aislado res-
tinta cualidad (Nari, 2002: Pascucci,2007) Instala- pecto del trabajo, analizado a través del debate
ba además una contradicción práctica: si aquellas por las condiciones en que éste se realiza, desafía
tareas esperadas “del hogar” (cuidado, orden, también la noción de lo privado y lo público, y
limpieza) no se cumplían aun cuando las muje- por tanto, de la posibilidad de intervención en
res se hallaban presentes en el espacio del hogar, él ¿Cuándo deja un espacio ser un “hogar”, y por
era posible considerar ese hogar como “abando- tanto inexpugnable para la autoridad pública,
nado” aun estando (físicamente) en él. Los dis- para convertirse en un taller? ¿Por qué es posible
cursos de condena e intentos de regulación del regular un taller y no un taller familiar? ¿Cuándo
trabajo a domicilio permiten captar aquello que un taller es familiar? Estas preguntas eran formu-
sucede en el interior de los domicilios (el trabajo) ladas en los debates parlamentarios de la legisla-
y que, según informes e inspecciones, obturaba la ción laboral en conformación. La determinación
construcción del hogar y constituía por lo tanto, de los criterios operativos para el establecimiento
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de esas distinciones, no encontraba fácil consen- la protección de las trabajadoras se centraba en


so: el domicilio privado se levantaba como una su capacidad (actual o potencial) para la materni-
barrera a la inspección del trabajo. Sin embargo, dad. Esto establece una constante a lo largo del
para los poderes públicos, la posibilidad de cru- período considerado por nuestra investigación,
zar la frontera del domicilio privado se daba sin aunque se refuerza a partir de la década de 1930.
dudas a partir de la prevención del contagio de La consideración especial hacia la maternidad es
enfermedades6. Este sería un argumento inape- el punto de convergencia de las múltiples formas
lable de intervención y control. El peligro de de enunciación de la connotación negativa del
contagio de distintas enfermedades “amenazaba trabajo extradoméstico (Ramacciotti, 2005). Allí
a la sociedad” (a las otras clases). Esa amenaza también pivotean las denuncias de su explotación
permitía la denuncia, la inspección, la prevención y la proposición de leyes que regulen su trabajo.
y la incorporación de cada hogar a una trama más Sin embargo, por largo tiempo, unas y otras serán
amplia de consecuencias sociales de lo que allí su- resistidas con el argumento de los riesgos para la
cedía7. industria (Mercado, 1988; Pascucci, 2007; Rapalo,
2012).
A través del debate de las condiciones de tra-
bajo y las formas de intervención sobre ellas es Es que esa operación de escisión de un espacio
posible dar cuenta de los contenidos de una do- separado del trabajo, sustrae también a una par-
mesticidad en construcción, pero también, de un te de esa fuerza de trabajo (mujeres y niños) de
proceso de estabilización del mercado de traba- la explotación directa, de las “garras” del capital,
jo y de la disposición regular y permanente de aunque se reconstruya su participación en el pro-
fuerza de trabajo. La separación de las mujeres ceso en virtud del lugar que ocupan en la repro-
del mercado de trabajo, especialmente del traba- ducción. En este sentido, es posible considerar
jo extradoméstico industrial, va conformando al que el trazado de una frontera que delimite lo do-
mismo tiempo las características masculinas de méstico como tal va contra el interés inmediato
tal mercado, sobre las cuales se erige la figura del del capital, de la lógica del ámbito de la produc-
“jefe de familia”. Los salarios femeninos (inferio- ción, para quien unas y otros constituían mano
res) son considerados y enunciados como “com- de obra de bajo salario. Como contracara de este
plemento” del ingreso familiar (Nari, 2000; Lo- recorte se va conformando un orden doméstico
bato, 2007) Las críticas, la puesta en cuestión de que es requisito de la reproducción de un traba-
las condiciones de trabajo, operan también como jador disponible. Sólo si una región de la vida se
una suerte de visibilización del trabajo doméstico excluye de la explotación directa es posible su
no remunerado. Se presentaba tempranamente continuidad. El límite de la fuerza de trabajo es el
en las denuncias de la extensión de la jornada, propio cuerpo de los y las trabajadoras. Separar
y del agravamiento de las malas condiciones del una parte, una región de la vida a la valorización
taller, que afectan la salud de las trabajadoras a del capital, es parte de lo que está en juego en la
partir de las tareas realizadas para el sustento de regulación de las condiciones de trabajo de las
la familia (Coni en Recalde, 1988). mujeres y del trazado de una frontera entre el ho-
gar y el taller. Esto se refuerza con la noción del
Ahora bien, esa división de los espacios-funcio- salario como familiar, que debía permitir, según
nes femeninos y masculinos se erigía a partir de sus promotores, el sustento del varón y su familia
la denuncia de la explotación de las mujeres (y a cargo. Sin embargo, esta posibilidad se basaba
niños) y, también, de la crítica al trabajo domés- también en la disponibilidad de trabajo no remu-
tico y la extensión de la jornada de la labor de las nerado y la administración doméstica que maxi-
mujeres. El eje principal de los argumentos para mice el poder adquisitivo de los salarios.

6. Aunque también, en un sentido metafórico, de ideologías, actitudes, prácticas, costumbres.

7. Es dable pensar cuan tempranos son en el capitalismo las discusiones por la hibridación de lo público y lo privado, que habitualmente se tematizan como propias del neoliberalismo
o asociadas a las nuevas tecnologías.
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b) El hogar y su configuración gráfica del mercado de trabajo precisaban piezas


espacial para alquilar a costo accesible. Si bien esta discu-
sión tipológica no fue clausurada en el período
Una vez escindido del mercado de trabajo, se de- considerado, hacia fines de los años 30 la premi-
finen las cualidades, de aquel espacio que debiera nencia del discurso acerca de las ventajas de la
contener el hogar en tanto íntimo y separado del casa individual era notoria. La vivienda popular
“afuera”. En este sentido, el análisis de la proble- se definía en las políticas específicas del sector,
matización de lo doméstico a través de la pues- como la vivienda ideal una familia obrera cuyos cri-
ta en cuestión de las condiciones de vida de la terios de merecimiento daban cuenta también de
población trabajadora permitió identificar como una abstracta interpelación a la “moral y buenas
su eje principal la delimitación de la “vivienda costumbres”. Sin embargo, la limitada oferta, el
obrera” como problema social. Consideramos costo de las cuotas y la inestabilidad laboral de-
que a través del debate sobre la vivienda popu- jaba afuera de esta posibilidad a los trabajadores
lar, es posible dar cuenta de los modos en que el de menores ingresos y quienes accedían efectiva-
espacio físico (las distintas formas de habitación) mente a las iniciativas impulsadas (entre otros)
promueve o restringe la consideración de aquello por la Comisión Nacional de Casas Baratas, eran
que sucede en sus límites como un “verdadero pequeños comerciantes, empleados públicos e
hogar” o como la “vida de hogar” y, en consecuen- incipientes sectores medios. La participación ca-
cia, moldee los cuerpos que transitarán calles, tólica en todas las oportunidades del debate fue
plazas y fábricas. (Murillo, 2003) muy destacada. Su posición es fundamental para
la configuración de la asociación política entre fa-
Muy tempranamente el higienismo asociaba lo milia - orden - vivienda y moral.
urbano y las malas condiciones de vida de la vi-
vienda popular, con el desorden y la degenera- En las formas, el ideal de vivienda popular que
ción física y moral. Rápidamente, estos argumen- se consolida es, entonces, la casa unifamiliar, con
tos se trasladan a la inquietud por el orden social suficientes cuartos para alojar a la familia y se-
(Sánchez, 2007; Murillo, 2001). El conventillo en parar padres de hijos (y hermanos por sexo) y
las áreas urbanas (y podríamos decir el rancho evitando cuartos y espacios que pudieran ser sub
“no tradicional” en las rurales) se ubicaban en alquilados a extraños. Respecto del régimen de
el centro de las preocupaciones reformadoras. El adquisición, se planteaba como ideal la posibili-
hacinamiento, la falta de higiene, los altos costos dad de la vivienda en propiedad, que afianzaría
de los alquileres eran presentados como un pro- el ahorro y la capitalización del trabajador, pero
blema social que requiere urgente atención. Los esta opción era muy difícil dadas las cualidades
debates se suceden a lo largo del período buscan- inestables del mercado de trabajo y los bajos sa-
do definir la forma ideal de intervención sobre larios en relación con las cuotas (Lecuona, 2001).
este problema. (Lecuona, 2001; Recalde 1994). Una cuestión que se destacaba en los diagnósti-
cos (y también en los reclamos de los sectores
La controversia se desarrollaba entre quienes obreros) es el importante impacto que el alquiler
sostenían la opción por la vivienda colectiva y tiene en la economía familiar. En este sentido, la
aquellos que presentaban como preferible la vi- posibilidad de acceder a mejores condiciones de
vienda individual (Ballent, 1990). La vivienda vida, a una habitación mejor, dependía de la ob-
colectiva era asociada (como cualquier aglomera- tención de una mejora en los niveles de salario
ción) a la posibilidad del desorden, del encuentro (Spalding, 1970).
en los patios y la organización política, de aquello
que no debía mezclarse (edades y sexos). Aun- Para sentar las bases de un hogar con las virtudes
que, según señalaban legisladores socialistas, era económicas y morales que a éste se le atribuían,
preciso considerar la vivienda colectiva como la la vivienda debía ser sana, higiénica, y no poner
más adecuada para los trabajadores sin familia, en riesgo la salud del trabajador o su familia. Si
que además por la inestabilidad y rotación geo- bien existía una cierta idealización de las casas in-
dividuales de los suburbios (en general autocons- el cuidado de sus familias o de aquellas que las
truídas), donde las condiciones de “aire y sol” emplearan, como la buena dirección del perso-
eran más adecuadas, algunos expertos advertían nal doméstico, en el caso de tenerlo (Nari, 2002;
que no toda casa en las afueras era higiénica, ya Liernur; 1997).
que las obras de salubridad no llegaban hasta los
barrios más alejados. Hacia final del periodo se En ciertas líneas del discurso reformador emer-
verifica una renovada inquietud por el hogar rural gía con fuerza la preocupación por la ausencia
que se expresa en las afirmaciones sobre la si- de esas cualidades, por las consecuencias, tanto
tuación de los ranchos y las condiciones de vida morales como económicas que ello pudiera te-
de los arrendatarios. Es posible pensar que esta ner, no sólo para la propia familia, sino (o sobre
preocupación por el arraigo en los sectores ru- todo) también para la sociedad y para la econo-
rales estaba asociada con la consolidación de la mía nacional. La Economía Doméstica desple-
urbanización y la creciente migración desde el gaba entonces las instrucciones precisas para la
campo hacia la ciudad. Esta particular interpela- apropiada formación de su responsable y para
ción a la “vuelta al campo” era fruto también del su buen gobierno. Éstas indicaban la correcta
avance importante del catolicismo y el conser- organización del tiempo (prescribe su utilización
vadurismo durante los años 30, aunque también exhaustiva en una infinidad de quehaceres que
tenía expresiones desde sectores del socialismo. se distribuyen en minutos, horas, días, semanas
(Ballent, 2005) - Hacia fines de esta década, el y meses) y la distribución del espacio, tareas, ob-
modelo de vivienda popular, en propiedad, para jetos y dinero, así como la manera de vigilar su
la familia obrera se articulaba con la expansión y cumplimiento por el ama de casa. Como saber
consolidación de una figura singular: el “asalaria- específico, interpelaba a las mujeres (niñas, jóve-
do”. Aun cumpliendo las funciones de abrigo y nes y adultas) y circulaba por distintos ámbitos:
guardado, propias de la casa, si algo deja claro el se entrama con la escuela (primaria y normal) y
examen de los documentos analizados es que no con la formación profesional religiosa y de las
cualquier espacio físico habilitaba la formación instituciones de beneficencia.
de un “hogar” con los efectos de higiene, moral y
economía que de él se esperaban. El hogar excede La Economía Doméstica es planteada como un
la mera vivienda y su ausencia es origen de pre- conocimiento imprescindible para las mujeres de
ocupación. sectores populares, ya que era preciso que estuvie-
sen en condiciones de organizar su propio hogar
c) El hogar como ritual cotidiano (o uno ajeno, como servicio doméstico). Y para
aquellas de sectores altos, para que fueran capa-
Recortado del mercado y dispuesto en un espa- ces de dar las instrucciones correctas al personal
cio, el hogar ideal también se prescribe ,sostie- a su cargo. Entre las dotaciones naturales de las
ne, reforma o instituye a través de una expertise mujeres y su formación por la ciencia doméstica
específica que combina saberes tradicionales y se postulaba una verdadera paradoja que conver-
otros legitimados en la ciencia positiva, y la cons- ge en su conversión en amas de casa. También
trucción del “ama de casa” como figura comple- el sentido de las tareas domésticas contiene una
mentaria y contracara de la del trabajador. Si el contradicción entre su calificación como conjun-
hogar era natural de la vida misma, en el contexto to de “nimiedades” en el que, sin embargo, se jue-
cultural de la época también podía ser objeto del ga la suerte del hogar y sobre el que descansa una
dominio de la racionalidad científica. Una ciencia enorme responsabilidad: el sostenimiento del or-
del hogar permitiría una correcta y eficiente la den social. A modo de ejemplo, de acuerdo con
administración del tiempo y de los recursos (del el discurso de la “Ciencia del Hogar” los buenos
salario). Y si, por un lado, las mujeres parecían hijos, ciudadanos y trabajadores surgen de los
naturalmente dotadas para las tareas que son de buenos hogares, y la responsable de su resultado
su ámbito, por otro no escapaban a la necesidad es el ama de casa. Está en su “sentido económi-
de formación científica que racionalizaba tanto co” (Bunge, 1928) la administración del salario,
AGUILAR : Domesticidad e intervención: el hogar en los debates de la cuestión social (1890-1940) 53

la correcta selección de mercaderías y precios. económica (de oferta de trabajo y de consumo


En un contexto de conformación del mercado de bienes y servicios) y también de intervención
interno y una economía nacional, la orientación y mediación del gobierno. Así la familia obrera se
de las prácticas cotidianas de consumo cobraba conformaría a partir de las distintas prácticas de
especial relevancia. Por ello, crecía la inquietud registro en una unidad de cuantificación introdu-
por aquello que sucedía al interior de los hoga- ciéndose en la trama del discurso económico a
res (ingresos, egresos, gastos, tipo de consumos) partir de la definición de sus necesidades (habita-
(Daniel, 2009; Gonzalez Bollo, 2004). Una de las ción, vestimenta, alimentación) y consumos. Ha-
formas en las que la reflexividad económica del cia el final del periodo considerado, ya en 1943,
hogar se plasmaba en el discurso de la Economía formaba parte sustancial de la medición de nive-
Doméstica, es en la confección de presupuestos les de vida tenidos en cuenta en la negociación de
del hogar. Esta técnica permitiría hacer inteligible salarios y el desempeño de la economía nacional.
el flujo de fondos, ingresos y egresos del hogar (DNT, 1946)
en tanto unidad económica en tren de raciona-
lizar sus conductas. Se configuraba así paula- Desde las primeras mediciones por las que la
tinamente el hogar del consumo. Allí donde la DNT (Departamento Nacional del Trabajo) se
legislación encontraba sus límites, la costumbre, propuso captar los “problemas sociales” en el
la repetición cotidiana de las prácticas, el ejerci- mundo urbano, la familia obrera fue la unidad
cio de lo doméstico, hacía lo suyo para construir privilegiada de registro. Más aún, se trataba de las
los ciudadanos del mañana. El hogar se propone condiciones de vida de los ocupados de menores
como un ritual cotidiano. El hogar no preexiste salarios las que servían de referencia para deter-
al conjunto de prácticas y saberes cotidianos que minar el consumo de las clases trabajadoras. Allí
lo constituyen en tanto tal. se hallaba un punto de partida fundamental para
la consideración de la relación entre condiciones
d) El hogar y el registro estatal de vida y condiciones de trabajo y las potenciales
intervenciones. El registro estadístico, a su vez,
Por último, una serie de prácticas y operaciones no sólo se presentaba como el modo de construir
cognitivas permiten registrar, objetivar, medir las con- conocimiento sobre la situación social de estas
diciones de vida de la familia obrera. Ciencia y Estado, clases, sino también como la manera de contra-
a través de las mediciones, las categorías legiti- rrestar lo que se consideraban como argumentos
madas por la ciencia y ratificadas por el poder “sentimentales”. Serían “los números” los que,
de nominación legítima del Estado, convergen en para unos y otros, servirían de demostración de
el registro y normalización de la “familia obre- aquello que se suponía suficiente o, por el con-
ra”: una composición “tipo” de sus integrantes trario, se lo que se denunciaba y reclamaba. Esta
para el registro estadístico (cantidad, parentesco, contraposición entre racionalidad científico-téc-
edades y sexo), una definición teórica y operativa nica y denuncia sentimental o retórica, atraviesa
de sus límites que permite distinguirlos unos de el periodo estudiado.
otros, una serie de ingresos y egresos monetarios
que los inscribe en las tramas de la economía, una El presupuesto de la familia obrera resultaba,
jefatura asalariada que reconoce y refuerza jerar- así, como otra forma de inteligibilidad del ho-
quías hacia su interior y una serie de condiciones gar (Gonzalez Bollo, 1999). La disponibilidad de
que permiten considerarlo (o no) como “caso” números sobre los consumos y su relación con
propio del diagnóstico social y en virtud de ello el salario (fundamental para la definición de las
devenir objeto de asistencia (Rodriguez, 1952). condiciones de vida) ponía a éstos en el centro
de la controversia. Desde sectores del socialismo
Las estadísticas y las encuestas (sus registros, ar- hasta el Departamento Nacional de Trabajo y
gumentaciones y fundamentos) se constituyen en demás funcionarios estatales, van a sostener sus
un saber experto ahora sobre los hogares, deve- argumentos y basar las propuestas legislativas en
nidos unidades de observación en tanto unidad este tipo de información sobre los hogares. Aho-
54 Año 3 - Nro. 6 - Revista “Debate Público. Reflexión de Trabajo Social” - Artículos centrales

ra bien, el déficit en los presupuestos familiares en y por las políticas sociales. Proponemos a
(la relación negativa entre ingresos y gastos) daba continuación, una caracterización posible de la
cuenta, también, de la insuficiencia del salario del domesticidad que en este proceso se sedimenta.
jefe de hogar para el sostenimiento de todos sus
miembros, lo que hacía evidente, para la objeti- La configuración
vación estatal, que un solo salario no satisfacía de la domesticidad
las necesidades básicas de la familia obrera, con-
traponiéndose, así, las situaciones reales al ideal A lo largo del período considerado y a través de
del modelo reproductivo, basado en el salario del cada una de las dimensiones de la problematiza-
varón como único proveedor de la familia. ción del hogar arriba analizadas fue posible ob-
servar cómo los términos de discusión acerca de
No obstante ese avance de la información esta- las condiciones de vida y trabajo de la población
dística como garantía científica para el estudio e sufren ciertas transformaciones: desde la resistida
intervención en las condiciones de vida, la capta- y debatida legislación y regulación estatal de ini-
ción de los problemas sociales también era obte- cios de siglo hasta la afirmación de la necesidad
nida por la mirada atenta y sensible de las Visita- de intervención estatal y la consolidación de ins-
doras Sociales. Su mirada también contribuyó a trumentos legales para ello hacia fines del perío-
evaluar la distancia entre el ideal doméstico y su do considerado. Esta última posición comienza a
concreción y, fundamentalmente, para decidir las plasmarse en la ampliación y reforma de legislación
situaciones problemas (los “casos sociales”) que laboral, la sofisticación de los saberes estadísticos
requerirán intervención. La combinación entre la que permiten dar cuenta del nivel de vida de la “fa-
“encuesta económica” y la “encuesta social” pro- milia trabajadora” y la formulación de consensos
ponía explícitamente esta mixtura entre la racio- normativos acerca de las características tipológicas
nalidad científica y la mirada sensible, que hacia de la vivienda popular, entre otras. Aun cuando
fin del período estudiad se plasmaría en informes reconocemos estas transformaciones, notamos
sobre ingresos, gastos y protecciones sociales. cierta estabilidad en las formas en que el hogar
(propuesto y supuesto) se presenta en la trama de
La metodología oficial estatal iría consolidando debates, en relación a qué problemas (la higiene, la
una definición de los consumos de cada familia moral, la economía) e interpelando a qué sujetos
obrera, distinguible por rango de salarios. Al mis- (madres, mujeres, trabajadores, la familia obrera).
mo tiempo, se definía la integración de la unidad
de referencia (la “familia tipo”, de 5 miembros Es posible observar como a lo largo de las déca-
primero, 4 según consta en los registros de 1943) das estudiadas, y correlativo a la conformación
y se estudiaba la relación entre la cantidad y edad de un orden doméstico, se irá armando la trama
de los hijos y las condiciones de vida. Los infor- de protecciones que intenta morigerar la explota-
mes de fines del periodo estudiado presentaban ción; una forma de “defensa de la sociedad” ante
una versión más compleja: la consideración del la expansión del mercado, dicho en los términos
nivel de vida y su sostenimiento como una res- de Polanyi (1992[1944]) garantizando, al mismo
ponsabilidad a ser asumida, al menos en parte, tiempo, su reproducción, tanto como la consoli-
indirectamente por el Estado. También tomaban dación del mercado de trabajo. Las formas de la
en cuenta las protecciones establecidas por la le- intervención en lo social de las primeras décadas
gislación laboral como parte de la acción estatal del período estudiado, se van tecnificando y sis-
indirecta y se establecían mecanismos técnicos y tematizando hacia fines de los años 30, cuando
políticos que permitieran ir adecuando el salario la consolidación de algunos mecanismos e ins-
real a las oscilaciones del costo de vida. trumentos legales e institucionales y también la
necesidad de actuar frente a las consecuencias
Estas cuatro dimensiones de la problematización sociales de la gran crisis del sistema económico
del hogar, permiten, a su vez delimitar su emer- conllevan la aceptación de una más extendida in-
gencia como unidad de reflexión e intervención tervención estatal.
AGUILAR : Domesticidad e intervención: el hogar en los debates de la cuestión social (1890-1940) 55

El análisis de la trama de discursos expertos y Iniciamos este trabajo con una serie de pregun-
reformadores da cuenta de un estado y un or- tas por la configuración de lo doméstico como
den social en plena construcción y moderniza- ámbito de intervención estatal, en y por las po-
ción, que formula un modo de organización de líticas sociales. La necesidad de precisar los mo-
la vida (de la reproducción) al que las mujeres dos específicos en que esta relación se configura,
quedan sujetas, que incluye, pero trasciende tal nos llevó a considerar su momento constitutivo
subordinación. Su conformación hace de las mu- y de ahí el recurso al recorrido histórico. A par-
jeres el sujeto doméstico por excelencia por la tir del recorrido propuesto, y tal como se de-
acción simultánea de dos movimientos: la lucha sarrolla más arriba, hemos podido captar las
por regular el trabajo, y la ideología que ofrece características principales de una domesticidad en
los argumentos a la “protección de las mujeres” a plena conformación de sus formas modernas.
partir de su actual o potencial maternidad. Esos En síntesis, sirvan estas lineas como aporte a la
discursos también daban cuenta de una mirada comprensión de los modos en que se configura
clasista, que conducía a delimitar y diferenciar una domesticidad que, en adelante, será el “sus-
unos hogares a reformar (los de la familia obrera) trato natural” (una representación del mundo)
de otros, los propios, aquellos que no precisarían que orientará decisiones en materia de políticas
mayores reformas. Allí estaría el higienismo pres- sociales. Al mismo tiempo, la mirada propuesta,
to para advertir que ambos estaban sujetos a los permite considerar una analítica de la domestici-
mismos miasmas y peligros. dad (sus espacios, saberes, sujetos) como grilla
de inteligibilidad, como marco analítico que
Es posible afirmar entonces que en el ideal que habilite otras formas de consideración teórica
emerge de la trama de discursos reformadores en de las políticas sociales actuales, y una atención
los debates de la cuestión social, el hogar es aisla- más integrada/compleja del acercamiento analí-
do del mercado de trabajo, ubicando en un espa- tico a la reproducción.
cio con unas ciertas características, administrado
a través de una expertise específica y objetivado Fue posible entonces definir la domesticidad como
por medio de encuestas y mediciones que cons- un efecto de conjunto de múltiples prácticas y
truyen su inteligibilidad para la configuración de discursos, formas de problematización, que con-
las intervenciones sociales. En suma, se trata de vergen en la definición de atributos morales, es-
un conjunto de prácticas y grillas de inteligibili- pacios sociales y tareas específicas como propias
dad que habilitaron lo doméstico, el hogar, como de “lo doméstico”, condensadas en la enuncia-
ámbito de acción y reflexión, de intervención es- ción del hogar entendido como un ámbito  deli-
tatal en las condiciones de vida y trabajo de la mitado en contraposición al mercado y respecto
población. Al mismo tiempo, y través de cada de “lo público”, cuyas fronteras están en perma-
una de estas dimensiones analíticas sistematiza- nente tensión. En los discursos analizados, diag-
das vemos conformarse un ideal doméstico, un nósticos y respuestas, se entrelazan nociones de
discurso de verdad sobre las virtudes del hogar higiene, moral y economía, además de la atribu-
con pretensión de conformación o reforma de ción de responsabilidades y tareas asociadas a la
la familia obrera, sus roles, responsabilidades y naturaleza de “lo doméstico” -y como propias de
como efecto de conjunto, una domesticidad desea- ciertos sujetos- que configuran elementos clave
ble. El hogar como figura no sólo es el espacio que para comprender las características de la domesti-
alberga lo íntimo, sino el lugar donde se prepara cidad resultante, observada a través del prisma y
a los sujetos para lo público, el eje de articulación condensación de sentidos que configuran histó-
entre lo subjetivo y lo colectivo; entre lo indivi- ricamente el “hogar” como horizonte de la inter-
dual y lo social. vención.
56 Año 3 - Nro. 6 - Revista “Debate Público. Reflexión de Trabajo Social” - Artículos centrales

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