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DE HUAMANGA
Real Pontificia y Nacional - 1677
FACULTAD CIENCIAS ECONÓMICAS, ADMINISTRATIVAS Y CONTABLES
Departamento Académico de Ciencias Económicas y Administrativas
ESCUELA PROFESIONAL DE ECONOMÍA
LA ANTIGÜEDAD CLÁSICA
setiembre, 2018
PRIMERAS EXPRESIONES DEL PENSAMIENTO
ECONÓMICO
La cultura occidental es heredera de la tradición grecolatina y
prácticamente no tiene aportes de culturas más antiguas, algunas de
ellas próximas a nuestro entorno geográfico como la egipcia o la asiria
y otras más alejadas como la india o la china. De todas las sociedades
de esas culturas prácticamente no se conservan escritos de los que
pueda deducirse un pensamiento científico en el aspecto económico.
No obstante, de los fragmentos que se conservan, los historiadores del
pensamiento económico, debido a las dificultades de leer los textos
antiguos, no han podido interesarse lo suficiente por dichas
sociedades. Lo cual no quiere decir que en los textos antiguos, cuya
difusión es muy restringida, no haya opiniones y referencias sobre
asuntos propios de la economía, ni que no se explicaran las formas de
resolver los problemas económicos con los que tenían que enfrentarse
esas sociedades. Principalmente esas referencias contienen
conocimientos fácticos extraídos de la experiencia cotidiana que, si
bien entran en el campo del pensamiento económico, no pueden
considerárseles como conocimientos científicos en el sentido moderno
de la ciencia. 2
PRIMERAS EXPRESIONES DEL PENSAMIENTO
ECONÓMICO
En los poemas épicos atribuidos a Homero (c. 850 a. de C.), la Iliada y
la Odisea, se encuentran numerosas referencias a la vida y la
economía de los antiguos griegos y pueblos vecinos hacia el siglo XII
a. de C., aunque dichas costumbres deben estar afectadas por el
modo de vida de la época en que se compusieron los poemas.
Si, como afirma J. A. Schumpeter (en un sentido lato para que pueda
aplicarse a muchas épocas históricas), se considera que es ciencia
todo esfuerzo intelectual para adquirir conocimientos, realizado por
personas especializadas, utilizando técnicas específicas e
instrumentos analíticos apropiados para adquirir un dominio de los
hechos superior al mero conocimiento fáctico (proporcionado por la
experiencia de la vida cotidiana), entonces puede considerarse que la
primera Economía Científica de nuestra civilización occidental empieza
en la Grecia clásica. Sin embargo este tipo de conocimiento económico
no adquiere un nivel de independencia de otras ramas del saber hasta
muchos siglos después.
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Hesiodo (c. siglo VII a. de C.)
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Hesiodo (c. siglo VII a. de C.)
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Jenofonte (c. 430-c. 355 a de C.)
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Jenofonte (c. 430-c. 355 a de C.)
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Jenofonte (c. 430-c. 355 a de C.)
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PLATÓN
A los miembros de estas dos clases se les provee de todos los medios
según sus necesidades. Viven en comunidad sin ataduras de ningún
género, especialmente de las familiares; y ya que no forman familias,
existen unas reglas para la procreación y el disfrute de los placeres en
un plano de igualdad absoluto entre hombres y mujeres que reciben el
mismo trato y educación, y desempeñan idénticas funciones.
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PLATÓN
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ARISTÓTELES
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ARISTÓTELES
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ARISTÓTELES
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ARISTÓTELES
B) LA PROPIEDAD PRIVADA
En función de su teoría de la diversidad frente a la unidad, Aristóteles es
partidario, al contrario que Platón, de la propiedad privada, forma de propiedad
más acorde con la diversidad de actividades productivas requeridas en la
ciudad estado. Según él, nada inspira menos interés que una cosa cuya
posesión es compartida, puesto que se da más importancia a lo que nos
pertenece en propiedad exclusiva (Lib.2º, I,10, p.34).
Además, la propiedad privada permite un mayor goce para quien la tiene y
también la práctica de la virtud y la filantropía; compartir los bienes con los
amigos (incluso con los extraños) y poner parte de ellos al servicio de la
comunidad evita la avaricia y proporciona gran placer (Lib2º,II,6, p.39).
Aristóteles no ignora la existencia de pueblos donde la tierra y el cultivo son
comunes, repartiéndose los frutos según las necesidades; pero se trata de
pueblos bárbaros, es decir, incultos (Lib.2º, II,1, p.38). En cambio, en los
pueblos más civilizados de la Hélade de su tiempo, la propiedad privada
estaba avalada por la autoridad de las costumbres y la sanción de las leyes
(Lib.2º,II,4, p.38). Además, si fuera mejor la propiedad comunal desde hace
siglos se habría implantado en las sociedades humanas (Lib.2º, II,10, p.41).
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ARISTÓTELES
Aristóteles reconoce que la pobreza origina crímenes y sediciones (Lib.2º, III,7,
p.46) y que la desigualdad tanto en la riqueza como en prestigio social (en
honores) provoca revoluciones (Lib.2º, IV,7, p.50). Pese a ello, él cree ver en la
propiedad privada más ventajas que en la comunal, pero para evitar los
inconvenientes de aquélla propugna un buen uso y una limitación en la
posesión de la riqueza privada; así la propiedad privada debía en parte ser
puesta al servicio de los convecinos (Lib.2º, II,5, p.39). Otros medios eficaces
para lograrlo son la educación para conseguir una moderación voluntaria en
los deseos de acumular riquezas y las instituciones sociales que pongan
frenos coactivos, aunque no injustos, a la acumulación de riquezas.
C) EL VALOR, PRECIO E INTERCAMBIO
Aristóteles diferenció entre valor de uso y valor de cambio (Lib.1º, III,11, p.18);
pero no consiguió determinar un procedimiento para establecer el precio justo
dinerario (cuando se utiliza el dinero en el intercambio).
El problema con el que se enfrenta es el pasar, de la consideración de que el
intercambio sólo es posible si ambas partes obtienen un provecho, a la
equivalencia entre dos valores de uso subjetivos.
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ARISTÓTELES
Creyó encontrar la solución en la Justicia Conmutativa, según la cual tiene que
existir una equivalencia entre lo que se da y lo que se recibe, principio del do ut
des (o dar para recibir). Este principio está perfectamente claro (cuando la
voluntad de las partes no está viciada) y es lo natural (lo justo) en el caso del
trueque en el que se intercambian aquellos bienes que satisfacen directamente
las necesidades (Lib.1º, III,13, p.19). Sin embargo, esa equivalencia no se
puede apreciar cuando en el intercambio interviene el dinero. En este caso,
manifestó una gran preocupación por el "precio justo". Puede interpretarse que
intentó fundamentarlo en el coste del trabajo, pues según sus palabras: "así
como el trabajo del agricultor se compara con el del zapatero, así también el
producto del agricultor se compara con el producto del zapatero" (citado por
Schumpeter, 1954, p.97n). Si a esto le unimos su teoría de la equivalencia,
podemos suponer que si el producto del agricultor es A y su precio justo PA y el
producto del zapatero es Z y su precio justo PZ, entonces el principio de la
justicia conmutativa conduce a que A ⋅ PA = Z ⋅ PZ.1
En general, Aristóteles no condenó los precios que se establecen sin la
participación de la voluntad de los individuos, es decir los precios competitivos.
En cambio, sí condenó el precio de monopolio: el que establece arbitraria y
unilateralmente un único vendedor
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ARISTÓTELES
A este autor se debe el término, que lo definió en su actual concepción al
explicar el caso de un comerciante que en Sicilia compró toda la mercancía de
un producto pasando a ser el único vendedor y a unos precios que le
permitieron una gran ganancia, injusta según Aristóteles (Lib.1º, IV,7, p.25).
D) EL DINERO Y EL INTERÉS
La naturaleza del dinero fue muy bien estudiada por Aristóteles, hasta el punto
que las más importantes funciones del dinero y sus características, que
actualmente consideramos, se deben en esencia a este autor.
Partiendo de la base de que el intercambio natural y justo es el trueque,
enseguida, los hombres aprecian las dificultades que entraña este
procedimiento para el comercio, ya que la persona que necesita un bien que
otro posee probablemente no tenga el que ese otro precisa. Por eso se llega
fácilmente, al empezar a generalizarse el comercio, a concebir la conveniencia
de utilizar un bien que, debido a su valor intrínseco, sea apreciado por la
mayoría de la gente como medio para facilitar el intercambio (Lib,1º, III,14 y 15,
pp. 19 y 20). En esta consideración, ya puede reconocerse en Aristóteles una
concepción o teoría metalista del dinero (según la cual el dinero está
constituido por una mercancía con valor propio) y la primera función del dinero,
la de ser un medio de cambio. 32
ARISTÓTELES
Aristóteles precisa que el dinero sirve para facilitar la acumulación (antinatural)
de riqueza, que distingue de la adquisición natural (Lib. 1º, III,16 y 17, p. 20). En
esta acumulación de riqueza podemos identificar la moderna la función de
depósito de valor, en la que suele usarse como dinero alguna mercancía, como
los metales preciosos, que son muy aptos para estos menesteres dadas sus
propiedades y características; a saber: divisibilidad; homogeneidad; portabilidad;
estabilidad y durabilidad (Schumpeter, 1954, p.99). Aun así, Aristóteles constató
que ni el oro siquiera conserva inmutable su valor y que el dinero no constituye
en sí la riqueza; para ilustrar este último extremo expone el caso del rey
Midas:”Extraña riqueza la que, por grande que sea, no libra a su poseedor de
perecer de hambre” (Lib. 1º, III,16, p.20). Y puesto que el dinero es de origen
humano, no es natural y, por tanto, la riqueza con él obtenida es injusta.
Respecto al interés, sólo se limitó a reflejar la práctica de su cobro por los
préstamos dinerarios sin llegar a distinguir su finalidad, ya fuera consumista o
productiva (siendo ambas muy frecuentes en su época, sobre todo los
préstamos para realizar empresas marítimas de comercio). No obstante,
preocupado por la justicia, observó que se usaba el dinero con finalidad distinta
de su función primordial, la de ser medio de cambio (Lib.1º, III,23, p.23) y
consideró el interés como usura y condenó, por injusta, la obtención de una
ganancia mediante la utilización del dinero (ya de por sí antinatural, pues el33
dinero no podía parir dinero).
LAS ESCUELAS
4.- LAS ESCUELAS FILOSÓFICAS GRIEGAS
Otras aportaciones menores, más en el plano de los valores éticos que en el
análisis económico, se deben a diversas escuelas filosóficas que a través de
su influencia y arraigo entre altas personalidades del imperio romano,
acabaron incorporándose en la escala de valores morales del cristianismo que,
junto a Aristóteles, tanto condicionaron el pensamiento económico medieval.
Las escuelas filosóficas más significativas fueron:
A) LA ESCUELA CÍNICA
Debe su nombre al vocablo griego kynos que significa perro, en alusión al tipo
de vida austero que llevaban los seguidores de esta escuela, que inspiró ideas
de pobreza y ascetismo. Su fundador fue Antístenes (c.444-365 a. de C.),
discípulo de Sócrates y autor de otro Económico (hoy perdido), basaba su
filosofía en la virtud, el trabajo y una vida libre de exigencias sociales. Su
principal discípulo, Diógenes (hacia 412-323 a. de C.), que incluso usaba como
vivienda un tonel, predicaba un tipo de vida virtuoso libre de las necesidades
materiales, la extinción de los deseos y la renuncia a toda clase de riquezas.
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LAS ESCUELAS
B) LA ESCUELA ESTOICA
Su denominación proviene del nombre del famoso pórtico ateniense stoa
pecile, exornado con pinturas por Polignoto, en donde Zenón (c. 335-264 a. de
C) impartía sus enseñanzas. Para este filósofo, muy influenciado por la
escuela cínica, la virtud es el único bien existente y su práctica debe ejercerse
libre de emociones y pasiones. No excluye la posesión de las riquezas si se
lleva un género de vida conforme a la naturaleza, que se concibe como un
universo racional regido por leyes inmutables.
La filosofía de esta escuela tuvo un hondo arraigo entre las clases nobles del
imperio romano y su legado nos ha llegado a través del Derecho Romano y del
Derecho Natural, suprema razón que gobierna el mundo.
El Derecho Natural es utilizado como norma valorativa de las acciones
humanas y para distinguir el vicio de la virtud, según se ajusten o no a los
ideales derivados de la Ley Natural.
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LAS ESCUELAS
C) LA ESCUELA EPICÚREA
Según Epicuro (341-270 a. de C) el enriquecimiento debe provenir de la
disminución de las apetencias, llevando un tipo de vida sencillo, retirado y con
tranquilidad de ánimo (la ataraxia).
La finalidad de la vida es la satisfacción de los deseos necesarios y el disfrute
de los placeres en unión de los amigos. Aunque se trata de una filosofía
materialista y hedonista, inspira un cierto ideal de amor por la humanidad al
considerar como placer más importante el disfrute de la compañía de los
amigos. Esta filosofía también predica un pragmatismo conformista cuando las
circunstancias sean adversas para la obtención de los bienes con que
satisfacer los placeres.
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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Los romanos, a lo largo de su dilatada historia, tuvieron que resolver
numerosos y graves problemas económicos. Por eso no es de extrañar que se
sintieran atraídos por la economía; pero ésta, en la literatura, se circunscribió
al ámbito de su significado etimológico: la administración de la hacienda. En
cambio, el análisis de los hechos económicos no suscitó inquietud entre los
autores latinos. Afrontaron los problemas económicos de una forma
eminentemente práctica, en los campos político, jurídico y militar. Por eso, en
lo que respecta al nivel científico de sus aportaciones en economía no llegaron
a la altura de los griegos. Más bien se limitaron a traducir y recoger las
enseñanzas del pensamiento económico de los grandes filósofos helenos. Así,
los contenidos económicos que los escritores latinos nos ofrecen en sus obras,
hoy los catalogaríamos como temas de agricultura (o sea, de explotación
agraria). Sin embargo, hay dignas excepciones, pues ocasionalmente aparece
algún autor al que se le puede atribuir ciertas incursiones en el campo de la
teoría económica, como ocurre con Séneca, que luego se estudiará
brevemente. Según el profesor Schumpeter (1954, p. 107n), también es el
caso de Julio Paulo, quien explica la naturaleza del dinero al estilo aristotélico
y expone una teoría nominalista del mismo: al usar el dinero la gente no piensa
conscientemente en su valor intrínseco, sino en su valor nominal.
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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Entre los autores que escribieron sobre cuestiones agrícolas (más o menos
inspirados en la obra de Jenofonte) destacan:
Catón el Viejo (116 a.C.-149 a.C.) con su Tratado de Agricultura.
Varrón (116 a.C.-27 a.C.) quien escribió tres libros de agricultura: Rerum
rusticarum libri III.
Cicerón (106 a.C.-43 a.C.) que con el título de Oeconómica tradujo el
Económico de Jenofonte.
Columela, autor nacido en Cádiz en el s. I, escribió De re rustica, obra dividida
en 12 libros (o capítulos) y de ahí que una de sus traducciones al castellano se
titule Los doce libros de Agricultura.
La influencia de Jenofonte en el mundo latino también se dejó sentir hasta la
misma caída del Imperio romano a través de las escuelas estoica y
neopitagórica.
Las verdaderas aficiones de la aristocracia romana se decantaron hacia la
política, el derecho y la guerra. El afán por resolver todo tipo de conflictos llevó
a los romanos a crear un conjunto de instituciones y normas que constituyen el
hoy llamado Derecho Romano, que puede considerarse como uno de los
principales legados a la cultura occidental.
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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
La meticulosidad, profundidad y extensión a las instituciones sociales y
económicas de las normas legales supusieron un verdadero esfuerzo científico
en el análisis de la naturaleza de las situaciones, los hechos y sus relaciones.
Y en la medida en que se referían a instituciones económicas, puede
considerarse que contribuyeron a la Ciencia de la Economía, aunque no en el
campo de la teoría pura, sino en el campo de la economía aplicada (en este
caso en su aplicación jurídica). Su trabajo fue preparatorio, de modo que en
base a él generaciones posteriores pudieron desarrollar un conocimiento
científico. En el Derecho Romano se encuentra la definición y regulación de
numerosas instituciones económicas, como el precio, el dinero, las
obligaciones, los contratos (la compraventa entre ellos), la prodigalidad, los
bienes fungibles y no fungibles, los bienes consumibles y no consumibles, las
donaciones, las sucesiones, los derechos reales (entre los que destaca la
propiedad privada y los modos de adquirirla), el préstamo, los alquileres, las
rentas, los intereses y un largo etc.
De entre las múltiples disposiciones del derecho romano podemos destacar,
por la gran trascendencia que posteriormente tuvo durante siglos, las
regulaciones de los préstamos. Los romanos contemplaron diversas clases de
préstamos:
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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Mutuo era un préstamo de bienes fungibles sin interés. En este contrato el
mutuario (o sea, quien recibe el préstamo) se compromete, al cabo del tiempo
estipulado, a devolver al mutualista igual cantidad de cosas de la misma
especie y calidad.
Comodato era un préstamo gratuito referente al uso de cosas duraderas.
Foenus era un préstamo de dinero con interés (Vadillo, 1805, p. 39).
Pecunia traiectitia era un mutuo especial cuando el dinero recibido debía ser
transportado por mar. El mutuario sólo estaba obligado a devolver la cantidad
de dinero o las mercancías con él obtenidas cuando hubieran llegado al puerto
de destino, pero no corría por su cuenta el riesgo.
Foenus nauticum era un préstamo similar al anterior, pero con el pago de
intereses.
Lucio Anneo Séneca (3-65) nació en Córdoba y murió en Roma. Hijo de un
rico hacendado romano perteneciente al Orden Ecuestre recibió una esmerada
educación en la capital del Imperio, adonde se había trasladado la familia en el
año 12. La altura moral del pensamiento de Séneca, acorde con las
enseñanzas filosóficas que había aprendido, no estuvo a la par del género de
vida práctico, muy apegado a las riquezas materiales, que desarrolló Séneca.
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EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Fue preceptor de Nerón, el futuro emperador, sobre el que inicialmente ejerció
una considerable influencia, a la vez que Nerón confiaba en él para
desempeñar tareas de gobierno. Empero, se fue estableciendo un
distanciamiento entre ambos y apareció la animadversión del emperador hacia
su maestro. Habiendo surgido la sospecha de la participación de Séneca en
una conjura contra la vida de Nerón, éste ordenó la muerte de Séneca, aunque
le dejó que eligiera la forma de quitarse la vida. Séneca fue principalmente un
filósofo, pero también uno de los escasos científicos en Ciencias Naturales que
produjo la civilización romana. Entre sus escritos filosóficos puede extraerse un
apreciable pensamiento económico, que se encuentra en sus libros De los
beneficios y Epístolas a Lucilio. Como Séneca extrae los principios
económicos del comportamiento de los hombres, realizando una
introspección en el alma humana, alguna de sus conclusiones se asemejan
a las de Carl Menger (Tenia 24), fundador de la denominada Escuela
Psicológica de Viena.
En el pensamiento económico de Séneca cabe destacar una clasificación de
los bienes, en la que se distinguen los bienes materiales de los
inmateriales; así como los diferentes órdenes de los mismos según se
aproximen más o menos a la satisfacción directa de las necesidades
humanas. 41
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Incluso llega a la consideración de justificar el valor de un bien de orden
superior por el valor adquirido por el bien de primer orden que es el que
satisface directamente una necesidad; por eso dice que "el vino da valor a la
viña". Fue el primer autor en considerar los bienes públicos (véase en Tema
26, p. 418). Para él la riqueza eran "las cosas a las que te inclinas y a las
que juzgas, o necesarias, o útiles o agradables para la vida". Esta
consideración es asombrosamente igual a la de Adam Smith (1776, p. 31):
“Todo hombre es rico o pobre según el grado en que pueda gozar de las cosas
necesarias, convenientes y gratas de la vida”. Respecto al consumo de los
ricos observó que, al satisfacer sus placeres viciosos, proporcionan trabajo a
mucha gente (Epíst. XCV, 24).
Es de apreciar entre sus estimaciones una teoría del valor que se apoya en
un elemento subjetivo: el afán de las personas por conseguir las cosas que
desea; y otro objetivo: la escasez, que convierte en más valiosos y distinguidos
los objetos raros. Igualmente es de tener en cuenta su teoría sobre la
preferencia temporal de los bienes, en el sentido de conferir mayor
valoración a los bienes presentes respecto a los futuros. Séneca (Epíst. CXVII,
27) expuso la idea del siguiente modo:¿Quién ignora que no es un bien eso
que es futuro, por esto mismo: porque es futuro? Pues lo que es un bien, es
útil en verdad; no pueden ser útiles sino las cosas presentes. 42
EL PENSAMIENTO ECONÓMICO EN ROMA
Si no es útil, no es un bien; si es útil, ya lo es [...] ¿Cómo, dime tú, lo que todavía
no es nada, ya es un bien?” Esta misma idea está hondamente asentada en el
sentir popular mediante este proverbio: Más vale pájaro en mano que ciento
volando. Quizá el refrán esté inspirado en esta afirmación de Tomás de Mercado
(1569, p. 144): “más vale pájaro en mano que buitre volando”. Tal frase la
expuso este último autor como ejemplo del mayor valor concedido por las
personas a los bienes presentes respecto a los futuros, y, en concreto, a lo que
Mercado (ib., p. 144) se refiere es al dinero: “más vale el dinero presente que
el ausente: el que ya se tiene está seguro, el ausente sujeto a dos mil peligros,
que puede ser no paguen o difieran la paga”. Estas consideraciones darían
lugar a lo que Böhm-Bawerk en el siglo XIX denominaría la teoría del agio para
explicar el interés del dinero.
Pero lo que más sobresale del pensamiento económico de Séneca es una
teoría del intercambio muy completa, en la que se distingue el intercambio
simple: dar para recibir; un intercambio especial consistente en las donaciones:
dar a cambio de nada, excepto el agradecimiento, que en realidad es la
recepción de un bien inmaterial; y un intercambio completo, o caso general que
abarca a los dos anteriores. En este último tipo de intercambio se distingue un
doble flujo de bienes en ambos sentidos, unos materiales y otros inmateriales.
Tal teoría del intercambio y de las donaciones es bastante similar a la explicada43
en el Tema 29 (p. 480): «La economía de las donaciones» de Kenneth E.
Historia del Pensamiento Económico
ideas
calculo hedonístico, el valor subjetivo, la utilidad marginal decreciente,
la eficiencia y la asignación de recursos.
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“Cualquier reto que se presente en tu
camino es una oportunidad para que
puedas mejorar y además para que así
estés preparado para el futuro”
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