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LA TRADICION

ANTECEDENTES HISTORICOS Y CONCEPTO DOCTRINARIO DE TRADICION

La tradición (del latín traditio y éste a su vez de tradere, "entregar"), en Derecho,


es el acto por el que se hace entrega de una cosa, a una persona física o persona
jurídica.

En muchos ordenamientos jurídicos, la tradición supone un traspaso o


transferencia, y constituye un modo de transferir la propiedad, pues para que ella
se transfiera no es suficiente con la celebración de un contrato (como el de
compraventa), sino que hace falta algo más: un modo de transferencia. Uno de
ellos se denomina tradición o traditio.

La tradición normalmente se hace mediante la entrega física de la cosa, pero


también puede hacerse por medio de otros símbolos que signifiquen su puesta a
disposición. Algunos ejemplos son:

• La entrega de las llaves de un almacén donde se encuentra el bien mueble.


• La entrega de documentos que dan derecho a recibir los bienes: albaranes,
títulos valores, etc.

Tradición: Transferencia de la cosa, con la facultad y el ánimo de transferir


el dominio. La tradición real va con la aprehensión corporal de la cosa. También
hay tradición ficta (simbólica) llaves del inmueble, títulos del inmueble. Tradición
por la vista: Se le muestra el inmueble
Tradición es tanto como entrega; pero no cualquiera entrega, sino la que se
propone transmitir la propiedad directamente o a través de la justa posesión, y en
algunos casos de una tenencia jurídicamente estructurada. ""BREVI MANU"". Con
esta forma semilatina (que, literalmente, expresa ""breve mano""; de forma
abreviada o sumaria) se designa la transmisión posesoria que los romanos
admitieron sin entrega material de la cosa, en virtud del convenio o acuerdo entre
el poseedor actual y el adquirente. ""LONGA MANU"". Locución semilatina, usual
entre los juristas, cuyo significado es ""de larga mano"", por no consistir en una
entrega material de mano del enajenante a la del adquirente; sino que consistía,
entre los romanos, en mostrar la cosa transmitida al que iba a recibirla, en ponerla
a su disposición, en los inmuebles sobre todo, SIMBOLICA. La entrega de ciertos
signos de una cosa o la realización de ciertos actos para mostrar o probar con
ellos que una persona transmite a otra, que acepta y es capaz, su propiedad,
posesión o tenencia."
En la antigua Roma, la tradición era el mas importantes de los modos de adquirir.
Si el propietario entrega una cosa con la intención de transferir la propiedad a una
persona que tenga intención de adquirirla, es conforme al derecho natural que
haya traslación de propiedad en provecho de adquirirlo, esto es la tradición.
En la tradición intervienen dos personas:
• El tradens: Que se deshace de la posesión.
• El accipiens: Que recibiéndola, se hace propietario.
En la tradición intervienen dos elementos:
• La intención de enajenar y adquirir:
• La remisión de la posesión.

De la intención de enajenar y adquirir; es el elemento


esencial sin el que la tradición no transfiere la propiedad, este consiste a la ves en
la voluntad de las dos partes: el tradens, tiene la de ceder la propiedad, y el
accipiens, tiene la de adquirirla. De hecho, las partes sólo tienen esta común
intención, para alcanzar un fin determinado. La transferencia de la propiedad
mediante la tradición es únicamente un modo de realizar una operación que tenga
entre manos; por ejemplo, un pago o una venta, una donación o un cambio. En
este acto con motivo se manifiesta la voluntad de las partes, lo que los textos
llaman causa de la tradición, justa causa traditionis.
¿Es indispensable que realmente exista esta causa para que la tradición transfiera
la propiedad? Lo principal es la voluntad común de enajenar y de adquirir; pero la
propiedad resulta transferida, aunque la tradición haya tenido efecto en virtud de
alguna causa falsa o ilícita, Para que valga la tradición se requiere un titulo
traslaticio de dominio, como el de venta, permuta donación, etc. Se requiere
además que el titulo sea valido respecto de la persona a quien se confiere.
Puede suceder que las partes no estén de acuerdo sobre la causa de la tradición;
por ejemplo, el tradens entrega una cantidad de dinero al accipiens queriendo
hacerle una donación, y este cree que se le efectúa un préstamo, no hay ni
donación, ni préstamo, puesto que no están conformes las voluntades de las
partes sobre este punto; pero la distinta apreciación de la causa no ha privado a
las partes de entenderse para que hubiere traslado de propiedad, y en este caso
la tradición produce su efecto

De la remisión de la posesión; En el Derecho Romano, la


voluntad de las partes no es siempre suficiente para transferir la propiedad, es
preciso que se manifieste por algún signo exterior; y este es la entrega de la
posesión, que es una señal de propiedad. Para llevar a efecto una traslación de
propiedad, según el derecho natural, el tradens debe entregar al accipiens la
posesión de la cosa, siendo esto, el elemento material de la tradición. Resulta
también que la tradición solo se aplica a las cosas corporales, que son las únicas
susceptibles de ser poseídas. La remisión de la posesión tiene lugar poniendo la
cosa a disposición del adquirente, de modo que pueda ejecutar sobre ella los
actos de propietario.
Tratándose de dinero o alguna cosa mueble, el tradens puede hacer la entrega al
accipiens, mano a mano, si es un mueble, es suficiente con acompañar allí al
accipiens o mostrárselo, diciendo que se lo entrega, si son mercancías encerradas
en un almacén, basta también con entregar las llaves al adquirente, delante del
mismo deposito, para que pueda entrar a su voluntad.
sobre la transferencia de propiedad precede al hecho de la tradición; por ejemplo
se vende una cosa, y de entrega enseguida, pero puede darse también la
circunstancia de que el adquirente tenga ya en su poder la cosa por alguna otra
causa, y entonces el propietario le hace donación del objeto que le había prestado,
o puesto en sus manos, en tal caso la traslación de propiedad se realiza en el
preciso momento de que ambas partes se encuentren de acuerdo al respecto, el
hecho y la intención siempre deben estar reunidos, Ciertos autores opinan que,
que en el antiguo derecho romano, la tradición y demás modos de adquisición de
derecho natural no podían hacer adquirir ni aun sobre la res nec mancipi, la
propiedad quiritaria. Esta conjetura solo se apoya en consideraciones generales,
que no tienen nada de decisivas.

MODALIDADES
Siendo la voluntad lo dominante en la tradición, pueden las partes demorar los
efectos de este modo de adquirir, posponiéndolos a la llegada de un término, o a
la realización de una condición.
Según sabemos por las fuentes, en Derecho Romano clásico, las formas de
entregar los bienes eran distintas, según se tratara de res mancipi o nec mancipi,
esto es, según la importancia relativa de los bienes en el contexto de una
economía agrícola como lo era la romana. Así, las res mancipi, es decir, las cosas
de mayor significación económica, como lo eran los fundos itálicos, la casa, los
esclavos, los animales de tiro o carga y las servidumbres rústicas, se transferían
de un modo solemne, por medio de la mancipatio o de la in iure cessio. El resto de
las cosas, en cambio, incluso los fondos de provincia, podían transferirse por una
simple traditio (entrega), sin exigencias formales. En el derecho posterior
-postclásico-, la diferencia entre res mancipi y nec mancipi se va dilucidando, con
lo cual, la traditio se erige como modo general de transferir los bienes, aplicable a
todos ellos, independientemente de su naturaleza o importancia económica. En
este contexto, los bienes muebles e inmuebles estaban sometidos a la misma
forma de entrega.
Por otra parte, por influencia del derecho oriental, particularmente de las prácticas
de origen griego, la escritura empieza a generalizarse y adquirir un valor
especialmente relevante, tanto en general, como también en relación con los
negocios que miran a la transferencia de la propiedad. Los documentos suelen
extenderse, no sólo en su carácter de medio de prueba de un negocio ya
realizado, sino también, en muchos casos, tienen ya un verdadero valor
constitutivo, es decir, directamente dispositivo de la propiedad. Este valor, que van
teniendo de hecho los documentos, va a determinar que los propios emperadores
romanos comiencen a reaccionar contra esta forma de entrega ficticia
(instrumental), y vayan exigiendo que la entrega se realice de una manera visible,
real y corporal. Así sucede especialmente con Diocleciano y Constantino. De
todas maneras, sobre todo a partir de este último emperador (s.IV d.C.), en dicha
entrega corporal se van a exigir una serie de formalidades, entre las cuales
destaca la necesidad de registrar (insinuare) la transferencia cuando se trata de
bienes inmuebles. El sistema justinianeo, fuertemente influido por la legislación
anterior, así como por la práctica jurídica, adopta en rasgos generales este
sistema de transferencia de la propiedad inmobiliaria.
Teniendo claro este tema, pensamos profundizar en la aparición de un sistema
diferenciado de entrega según se trate de bienes muebles e inmuebles. En el
derecho anterior -clásico- el criterio de la movilidad de los bienes no era
determinante en las formalidades de la transferencia, sino el de la estabilidad de
los bienes desde el punto de vista económico.
Por último, aunque por el momento se trata sólo de una intuición parcialmente
fundamentada, pensamos dilucidar si existe una relación entre la configuración de
un sistema diferenciado de transferencia para los bienes muebles e inmuebles, y
la formulación posterior -medieval- de la terminología de título y modo, sobre el
que se apoyan los sistemas de transferencia de origen romano. En efecto, los
romanos clásicos, aunque no concebían la entrega de las cosas sin un modo de
adquirir fundamentado en una justa causa, no hablaron nunca en realidad de título
y modo, y es dudoso que exigieran entre ambos requisitos conceptuales una
separación cronológica. Se tratará de resolver en definitiva, si el establecimiento
postclásico de una serie de requisitos formales en la entrega, que aparece ahora,
en muchos casos, separada incluso cronológicamente de la causa o título,
determina de algún modo, la posterior formulación del binomio título y modo.
Características.
1) Es un modo de adquirir derivativo: el dominio no nace con el adquirente, sino
que viene de otra persona, el tradente. En esto, la tradición se parece a la
sucesión por causa de muerte y se diferencia de la ocupación, la accesión. Esta
característica de la tradición determina los derechos que el adquirente obtiene con
ella. Siendo derivativo, este modo no transfiere al adquirente más derechos de los
que tenía el tradente, y concretamente, si el tradente no es el verdadero dueño de
la cosa que se entrega por él o a su nombre, no se adquieren por medio de la
tradición otros derechos que los transmisibles del mismo tradente sobre la cosa
entregada, puesto que nadie puede transferir más derechos que los que tiene.
2) La tradición es el único modo derivativo que opera entre vivos.
3) No sólo sirve para adquirir el dominio, sino también todos los derechos reales y
personales.
También se asemeja en esto a la sucesión por causa de muerte (que permite
adquirir toda clase de derechos, reales y personales, salvo los intransmisibles) y a
la prescripción (que permite adquirir toda clase de derechos reales, con excepción
de las servidumbres discontinuas e inaparentes), y se diferencia de los otros dos
modos originarios (ocupación y accesión), que sólo posibilitan adquirir cosas
corporales.
4) Por regla general, es un modo de adquirir a título singular, donde se adquiere
un bien específico por lo que no es la universalidad del patrimonio sino un bien
determinado. Excepcionalmente se podrá adquirir a título universal, en el caso de
la tradición del derecho de herencia. Al respecto, debemos hacer dos precisiones:
1 a) En la tradición del derecho de herencia, la tradición es a título universal,
por que no se transfiere el patrimonio del tradente, sino el del causante, que
pasa al heredero. Tratándose del patrimonio propio del tradente, jamás la
tradición puede ser a título universal.
2 b) Hay tradición del derecho de herencia, cuando el heredero, habiendo
fallecido el causante, cede, enajena su derecho. Pero el traspaso de los
bienes del difunto al heredero opera por la sucesión por causa de muerte y
no por la tradición. Ejemplo: Pedro me deja de heredero; entre Pedro y yo
opera la sucesión por causa de muerte. Fallecido Pedro, vendo a Juan mi
derecho de herencia y le hago tradición de él.
5) La tradición es un modo de adquirir que puede ser a título gratuito o a título
oneroso: Si el antecedente es una donación, será a título gratuito; si es una
compraventa, será a título oneroso.
6) La tradición es una convención: La tradición no es un contrato, porque el
contrato es el acuerdo de voluntades que da nacimiento a obligaciones, y en la
tradición no se crean obligaciones, sino que, por el contrario, se extinguen o se
transfieren. En consecuencia, la tradición cabe dentro del amplio término de
convención, supuesto que ésta se mire como un acto bilateral genérico y no como
sinónimo de contrato, acto bilateral que específicamente crea obligaciones.
Ejemplo: compro un vehiculo a Pedro. Pedro, como vendedor, tiene la obligación
de efectuarme la tradición del vehiculo; y cuando me entrega el vehiculo, se
extingue la obligación que tenía, nacida del contrato de compraventa.

Simple Entrega y tradición.

La entrega, en términos generales, es el traspaso material de una cosa de manos


de una persona a otra. Puede constituir una entrega propiamente tal o una
tradición. Entre esta entrega propiamente tal y la tradición hay diferencias bastante
marcadas y que dan un carácter jurídico diverso a cada una.
1) En la tradición, al efectuarse la entrega, existe de parte del tradente y del
adquirente la intención de transferir y de adquirir el dominio, intención que no
existe en la entrega propiamente tal, sin perjuicio que el acto material sea el
mismo, tratándose de los bienes muebles.
2) Esta intención se manifiesta en la tradición por la existencia de un título
traslaticio de dominio. De tal modo, si hubo compraventa con anterioridad, se
deduce que hay tradición; en cambio, tratándose de la entrega, existe como
antecedente un título de mera tenencia.
3) En virtud de la tradición, se adquiere el dominio o la posesión. En cambio, en el
caso de la entrega propiamente tal, se obtiene sólo la mera tenencia, la que por
regla general, no habilita para adquirir por prescripción.

Diremos que habrá Tradición, cuando haya presente un titulo Traslativo. Ejemplo:
a) Venta
b) Permuta
c) Donación
Y entenderemos que hay Simple Entrega, cuando hay presente un titulo de mera
Tenencia. Ejemplo:
a) EL acreedor prendario. Por el contrato de empeño o prenda se entregara
una cosa mueble a un acreedor para la seguridad de su crédito.
b) El secuestre. El secuestro es el depósito de una cosa que se disputan dos o
más individuos, en manos de otro que debe restituirla al que obtenga una
decisión a su favor.
c) el usufructuario

SUJETOS QUE INTERVIENEN EN LA TRADICION

En la tradición intervienen dos personas:


• El tradens o tradente: Que se deshace de la posesión.
• El accipiens o adquirente: Que recibiéndola, se hace propietario.
Por lo tanto se discutirá de la existencia de dos partes, debiendo concurrir la
voluntad de ambos, ya que la tradición es un acto jurídico bilateral. En cuanto acto
jurídico, la tradición esta encaminada a extinguir la obligación de entregar, que por
una causa anterior tiene el tradens y el correlativo derecho personal que tiene el
accipiens, motivo por el cual tiene la naturaleza jurídica de una solución o pago,
sin perjuicio del efecto adquisitivo de dominio para el accipiens que ley le atribuye.
El tradens o tradente; debe tener la facultad de transferir el dominio. Esto implica
que debe ser dueño de la cosa y debe tener plena capacidad, que comprenda la
disposición.
1. La necesidad que el tradente sea dueño de la cosa aparece de manifiesto
en la misma definición de la tradición anteriormente transcrita, en la que se
indica que la entrega debe ser hecha por el dueño de la cosa. Ya que por
quien no es dueño de la cosa, la cual no trasfiere el dominio, sino
únicamente otros derechos que el tradente pudiera tener sobre la cosa
entregada, como por ejemplo un usufructo. El elemento y requisito de la
tradición de que el tradente sea dueño de la cosa que entrega lo admite la
generalidad de los tratadistas de Derecho Romano, tanto en nuestro medio
como extranjeros.
Algunos autores de Derecho Romano suelen citar ciertos casos que harían
excepción al principio analizado de que el tradente debe ser dueño de la
cosa que entrega para que la tradición produzca su efecto propio de
transferir el dominio. Sin embargo salvo un caso, los demás que se citan
son excepciones al referido principio. Señala Fritz Schulz que si “el
transmitente no era propietario de la cosa, pero actuaba con el
consentimiento del dueño de esta”, “el transmitente transfería dominio
quiritario a pesar de no ser dueño de la cosa”. Lo mismo concluye para el
caso de que un transmitente no propietario actuara en virtud de un derecho
de garantía sobre la cosa, podría parecer equivocada la conclusión de
Schulz. En efecto, aunque en la plenitud de sus efectos, como en nuestro
Código Civil, es la representación, para el caso de que exista mandato y la
confirmación o ratificación del acto inoponible del dueño, para el caso de
que no exista, lo que permite que la tradición efectuada por quien no es
dueño surta sus efectos en el primer caso, en cuanto al segundo, el
gravamen real que el dueño ha impuesto a la cosa de su propiedad lleva
precisamente envuelto el derecho del titular de la garantía real, y en ello
consiste en su naturaleza de tal, de poder enajenar la cosa para pagarse
con su producido.
2. Para tener facultad de trasferir el dominio no es suficiente que el tradente
sea dueño de la cosa que entrega; debe, además, tener capacidad de
disposición, es decir, la más amplia y plena capacidad de ejercicio.

El accipiens o adquirente; debe ser capaz. Como acto jurídico que


es la tradición, requiere del requisito de validez de la capacidad de las partes. En
nuestra legislación civil podemos advertir una pequeña diferencia entre la
capacidad que se requiere en el tradens y aquella que necesita el accipiens. Sí
resulta admisible una cierta gradación de la capacidad de ejercicio; aquella que le
permite ejercer la facultad de disposición o enajenación de sus bienes, en cambio,
bien puede ver que el accipiens no tenga facultad de enajenar todos sus bienes o
alguno de ellos y, sin embargo, tener la administración de los mismos.

En Roma hubo ciertas personas que, careciendo de capacidad de goce, tenían


capacidad de ejercicio, si bien o no propia, para adquirir para la persona bajo cuya
potestad se encontraba. “Adquirimos para nosotros lo que adquirimos por derecho
civil mediante los que se hallan bajo nuestra potestad”.

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